Historia de Madrid

¿Por qué Madrid es la capital de España?

En 1561, el rey Felipe II tomó la determinación de trasladarse a Madrid junto con su corte, convirtiéndola en la capital del reino

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El nacimiento de una capital

El 8 de mayo de 1561 Felipe II tomó la decisión de establecer la corte de forma permanente en Madrid. De esta manera empezó la historia de la ciudad como capital, y a su vez un proceso de cambio que la transformaría en la ciudad vibrante y vital que es actualmente. 

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Monasterio del Escorial, residencia real

Cuando Felipe II se trasladó a Madrid junto con su corte, el Monasterio del Escorial todavía no estaba construido. El complejo, que incluye el palacio real, una basílica, un panteón, una biblioteca, un colegio y un monasterio, fue ideado por el propio Felipe II y diseñado por el arquitecto Juan Bautista de Toledo. Más tarde, se convertiría en la residencia real. 

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La plaza Mayor

La renovación de la antigua plaza del Arrabal la convirtió en la plaza Mayor. Las obras fueron encargadas por Felipe II, aunque fue Felipe III, su hijo, quien se encargó de finalizarlas en 1617, por ello está presidida por una estatua ecuestre de Felipe III. 

Aunque desde principios del siglo XIII Valladolid había sido una de las principales sedes de la corte castellana, no era la única. Toledo fue también durante algunos periodos la cabeza de la corte real. De hecho, tradicionalmente la corte había sido itinerante –una alternativa común a la capitalidad fija– y se trasladaba allí donde iba el rey.

Pero el 8 de mayo de 1561 Felipe II tomó la decisión de establecer la corte de forma permanente en Madrid. Aquello cambió para siempre la historia de la ciudad, que en ese momento tan solo era una ciudad más del reino.

Pero, ¿por qué Madrid?

El debate sobre las razones que llevaron al rey a trasladar de forma permanente su corte a Madrid ha llenado muchas páginas. Uno de los motivos más evidentes es la centralidad geográfica de Madrid respecto el resto de la península. Sin embargo, a menudo se dice que el rey Felipe II se trasladó a Madrid por política y por amor.

El heredero del rey Carlos I ya había vivido dos fracasos matrimoniales –primero con María de Portugal, con quien tuvo a su primer hijo, y después con María Tudor– cuando se casó con Isabel de Valois (aún se casaría una vez más tras la muerte de su tercera esposa). Los enormes muros del Alcázar de Toledo agobiaban a la reina, quien sentía una especial predilección por Madrid y un fuerte desprecio por el clima toledano. Esta pudo ser una de las motivaciones por las que se materializó el traslado, pues se dice que Felipe II la amaba con locura.

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Valladolid y Toledo fueron descartadas como capitales por motivos políticos y estratégicos. Valladolid había apoyado la revuelta comunera, y en Toledo el rey vivía muy cerca de la poderosa influencia del arzobispado. Por otro lado, el traslado le permitiría establecer un símbolo de poder real en Madrid, donde la presencia del poder noble y eclesiástico era escasa, y había un espacio para que Felipe II creara una corte a su propia medida.

Madrid se convirtió entonces en la capital y comenzó un proceso de cambio tras el cual la ciudad ya no sería la misma. El Real Alcázar de Madrid se transformó en la residencia real permanente y, además de las instituciones burocráticas, a su alrededor fueron apareciendo casas grandes y palacetes de nobles que buscaban la cercanía de la corte. Más adelante, Felipe II cambió su residencia al palacio-monasterio de San Lorenzo del Escorial.

El inicio de una gran transformación

El hecho de que Madrid se convirtiera en una gran metropoli está estrechamente ligado a su nueva condición de capital. Entre otros cambios, la ciudad experimentó un enorme aumento demográfico; en 1561 tenía 30.000 habitantes, mientras que a finales de siglo ya eran 100.000, y durante las últimas décadas del siglo XIX alcanzó el medio millón de habitantes.

El Prado, el Museo Etnológico o el de Ciencias Naturales situaron la ciudad en la vanguardia cultural de la nación

En el siglo XVIII se estableció como centro de la red de carreteras y de los ferrocarriles, y el desarrollo del aparto administrativo hizo florecer los edificios que progresivamente iban cambiando la fisonomía de la ciudad y que actualmente están ocupados por el Ministerio de Hacienda o la Presidencia de la Comunidad.

Nuevas instituciones oficiales como las Academias y algunos de los grandes museos nacionales que todavía hoy siguen siendo un referente, como el Prado, el Museo Etnológico o el de Ciencias Naturales, situaron la ciudad en la vanguardia cultural de la nación.

Durante el siglo XIX y el XX, se fue reconduciendo el crecimiento rápido y desorganizado de los siglo anteriores y, mediante varias remodelaciones urbanísticas, aperturas de bulevares y la construcción del ensanche, Madrid fue adquiriendo el aspecto de la ciudad que conocemos actualmente.