Literatura española del siglo XIX

Gustavo Adolfo Bécquer, un poeta romántico de leyenda

La obra de Bécquer, uno de los últimos poetas del Romanticismo, saltó a la fama gracias a la publicación de 'Rimas y Leyendas', un volumen editado póstumamente por los amigos del autor en el que se recogen sus mejores versos.

Foto: CC

La vida y la obra del poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer es un viaje lleno de luces y sombras que empezó un 17 de febrero de 1836, una vida breve que se vería truncada por la muerte de su hermano Valeriano, en 1870, que marcaría el final de su propia existencia. A Gustavo Adolfo le invadió tras ese trágico acontecimiento una oscuridad y una amargura que hicieron su de existencia algo insoportable. Sus últimas palabras fueron: "Todo mortal", y su último deseo, expresado a su mas íntimo amigo, fue que quemaran todas sus cartas y publicaran sus poemas.

Pintor y poeta

Bautizado como Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, el poeta acabó adoptando el segundo apellido paterno, Bécquer, cuyo origen es flamenco: Becker. Tras la temprana muerte d sus padres, el joven Gustavo fue educado por su madrina Manuela Monehay Moreno, y desarrolló una gran pasión por cualquier actividad artística así como por la lectura gracias a la surtida biblioteca que poseía su madrina. Gustavo Adolfo tuvo pronto muy claro hacia donde quería encaminar su vida: hacia el arte o la literatura, dos actividades en las que demostró desde muy temprano un gran talento.

Esta ilustración de Gustavo Adolfo Bécquer titulada "Les morts pour rire: Bizarreries" muestra las dotes artísticas que también exhibía el escritor, adquiridas gracias al ambiente en el que creció.

Esta ilustración de Gustavo Adolfo Bécquer titulada "Les morts pour rire: Bizarreries" muestra las dotes artísticas que también exhibía el escritor, adquiridas gracias al ambiente en el que creció.

Foto: CC

Gustavo Adolfo tuvo pronto muy claro hacia donde quería encaminar su vida: hacia el arte o la literatura, dos actividades en las que demostró desde muy temprano un gran talento.

El joven experimentó un cambio muy profundo cuando se trasladó a Madrid. En la capital empezó a frecuentar ambientes artísticos e intelectuales, y en 1855 dedicó un poema a una de las grandes figuras de la Ilustración española, Manuel José Quintana, titulado A Quintana y la fantasía Corona de oro. En 1856 escribió una pieza de teatro junto a su amigo, el periodista, escritor y autor Luis García de Luna titulada La novia y el pantalón. Al año siguiente terminó la primera entrega de su Historia de los templos de España y de nuevo con García de Luna escribió la zarzuela La venta encantada, que firmó bajo el seudónimo de Adolfo García.

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Poesía… eres tú

Junto al periodista, dramaturgo y novelista Julio Nombela y su amigo Luis García Luna, Bécquer se dedicó a escribir biografías para el dramaturgo y exiliado francés Gabriel Hugelman, e incluso intentaron fundar un periódico en Madrid que al final resultó ser un fracaso. Con publicaciones como La España musical y literaria, El mundo, El porvenir o el Álbum de señoritas y Correo de la moda, Bécquer logró hacerse un hueco en el mundillo artístico de la capital, aunque, eso sí, sufrió grandes estrecheces económicas.

Junto al periodista, dramaturgo y novelista Julio Nombela y su amigo Luis García Luna, Bécquer se dedicó a escribir biografías para el dramaturgo y exiliado francés Gabriel Hugelman.

Entre 1859 y 1860, Bécquer se hallaba en el punto álgido de su carrera literaria. Solía frecuentar la residencia del compositor de zarzuelas y director de los coros del Teatro Real, Joaquín Espín, donde acudían conocidos personajes relacionados con el mundo cultural. Allí conoció a las dos hermanas Espín, Josefina y Julia, que tanto influyeron en su obra posterior. Bécquer se enamoró perdidamente de Julia, que era cantante de ópera, a la que se cree que dedicó su Rima número XXI "Poesía… eres tú".

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Colaboraciones literarias

En 1860, Bécquer formaba parte de la plantilla de El contemporáneo, un periódico conservador. Gracias a este trabajo, disfrutó de una situación económica más holgada que le servirá de plataforma para la difusión de su obra. En el primer número se publicó la primera de las cuatro cartas que conformarán la obra en prosa Cartas literarias a una mujer. En publicaciones posteriores, Bécquer escribió una reseña de la obra La Soledad, del poeta Augusto Ferrán y Forniés.

Su hermano Valeriano inmortalizó en sus cuadros algunas de las imágenes más célebres de Bécquer.

Su hermano Valeriano inmortalizó en sus cuadros algunas de las imágenes más célebres de Bécquer.

Foto: Cordon Press

Gracias a su trabajo en El contemporáneo, Béquer disfrutó de una situación económica más holgada que le servirá de plataforma para la difusión de su obra.

La popularidad de Bécquer iría en aumento, así como su fama como "contador" de leyendas. En su obra más importante, Rimas y Leyendas, el autor andaluz plasmará su pasión por los temas misteriosos y esotéricos. El poeta llegó a viajar por toda España recopilando historias de las tradiciones populares, muchas de las cuales han llegado hasta nuestros días como El monte de las ánimas, Maese Pérez el organista o La cruz del diablo, que eran leídas habitualmente durante la noche de Todos los Santos. En 1865, Bécquer dejó de escribir para El contemporáneo y empezó a colaborar para El museo universal y Los tempos. Gracias a la ayuda del político y periodista Luis González Bravo Bécquer fue nombrado censor de novelas, un trabajo que le reportaría una cierta tranquilidad económica durante un tiempo.

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Una pérdida fatal

Durante este período de su vida, el poeta se concentró en terminar sus recopilaciones de las Rimas y de el Libro de los gorriones. Entregó un manuscrito completo de sus poemas para su publicación a Luis González Bravo, pero lamentablemente se perdió durante la Revolución Gloriosa de 1868. Cuando regresó de su exilio en París, Bécquer volvió a escribir para El museo universal.

Entre 1868 y 1869, se publicó un libro de ilustraciones satíricas y eróticas que hacía una ácida crítica de la vida de la realeza en España, titulado Los Borbones en pelota, una obra que tradicionalmente se ha atribuido a los hermanos Bécquer y que se dice que firmaron con el seudónimo SEM (aunque hoy en día, los investigadores Jesús Rubio y Joan Estruch afirman que el autor es un pintor republicano radical llamado Francisco Ortego).

Bécquer entregó un manuscrito completo de sus poemas para su publicación a Luis González Bravo, pero lamentablemente se perdió durante la Revolución Gloriosa de 1868.

En 1870, Valeriano, su querido hermano, enfermó gravemente y murió el 23 de septiembre. El impacto fue tan terrible para Gustavo Adolfo que cayó en una profunda depresión de la que no se recuperaría. Tras publicar unos breves trabajos en la revista La ilustración de Madrid, el poeta también enfermó gravemente el 10 de diciembre. Así, el 22 de diciembre de 1870, el mismo año que su hermano, Gustavo Adolfo Bécquer murió a causa de una tuberculosis. Su cuerpo fue enterrado al día siguiente en Madrid y posteriormente fue trasladado a su Sevilla natal donde reposa junto a su hermano Valeriano, a quien tanto amó.

"Bécquer en su lecho de muerte", (1870) por Vicente Palmaroli.

"Bécquer en su lecho de muerte", (1870) por Vicente Palmaroli.

Foto: CC