La Ideología del Trujillato

Don Gilberto
35 min readOct 6, 2017

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Enviado por Luís Manuel Benítez Cabral @ Monografias.com > Politica

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La era de Trujillo, La Idea de la Hispanidad y El Racismo Contra Los Haitianos, La Exaltación de Personalidad del Jefe En la Republica Dominicana (Ideología del Trujillato)

Introducción

En esta nueva fase de la historia dominicana somos afortunados de poder escribir y expresar nuestros criterios sin el temor de ser asesinados como sucedía en la época de 1930 a 1961. La Era de Trujillo es el caso en su totalidad de la mayor distribución de encierro verbal por la que ha cursado la historia dominicana. Hablar de la era de Trujillo es tratar de imponer la verdad sobre la mentira a lo cual ameritamos el trabajo en si, ya que trataremos puntos claves en el desarrollo del trabajo que nos mostraran brevemente como era el gobierno en ese entonces y como maneja al pueblo que con temor asumía todo lo que decía el tirano. Esperamos cubrir algunos de los puntos más importantes en esta amplía época y más que todo sea de su agrado.

La era de Trujillo es el largo periodo de 31 años que sigue al horacismo a partir de 1930. Se caracteriza por el militarismo, el unipersonalismo y el despotismo de su máximo caudillo y exponente: Rafael Leonidas Trujillo Molina. Su aparición y ascenso político se vincula a una serie de factores como fueron:

  • La ocupación estadounidense.
  • El ejército policiaco que creo dicha ocupación.
  • El favoritismo horacista que permitió su ascenso militar.
  • El acaudillamiento que consiguió en las filas del ejército nacional.
  • Sus características personales.
  • Su vinculación con el movimientovico que, planteando la necesidad de un “hombre nuevo”, produjo el derrocamiento del “viejo político” Horacio Vázquez.

Cuando se produjo la ocupación de 1916, las tropas invasoras se dieron la tarea de neutralizar las luchas armadas del país. El gobierno ocupante creó por ordenanza un cuerpo militar destinado a mantener el orden posteriormente, dicho cuerpo fue llamado Policía Nacional, y para el entrenamiento de los soldados se estableció la Escuela Militar en Haina.

La relación de Trujillo con la ocupación estadounidense no solo tiene que ver con la formación militar que consigue sino también con los vínculos que establece con los altos oficiales de la Guardia Nacional. Estos al parecer vieron en el “teniente Trujillo” al “hombre nuevo” que necesitaba el país, y por tal razón lo recomendaban, lo alababan y lo ascendían. Este ascenso se efectúo durante el gobierno provisional de Vicini Burgos.

La promoción militar de Trujillo no solo fue favorecida por los norteamericanos en Santo Domingo, sino que fue resultado de su personal astucia y habilidad para ascender políticamente, como también del beneplácito que consigue de Horacio Vázquez, quien en pocos meses le otorgó el rango de Teniente Coronel, Jefe de su Estado Mayor y Comandante Auxiliar de la Policía Nacional. Su designación como Coronel Comandante convirtió a Trujillo en el punto de apoyo militar en que supuestamente descansaba el gobierno horacista; y tal designación fue decisiva para el papel que desempeño en la caída de ese mismo gobierno.El despilfarro y la corrupción administrativa caracterizaban al gobierno de Horacio Vázquez; cuando éste mostró sus deseos continuistas o reeleccionistas, se produjo la “Revolución de Santiago” que provocó el golpe de Estado del 23 de febrero de 1930. El movimiento armado era instigado por Rafael Estrella Ureña, pero contaba con el apoyo del Jefe del Ejercito. Rafael Leonidas Trujillo, quien había proporcionado armas y equiposbélicos. Hasta el último momento, Trujillo encubrió su respaldo a la “revolución” fingiendo lealtad al gobierno.La penetración de fuerzas “revolucionarias” en Santo Domingo creó un ambiente de agitación. Tiroteos, consultas y resistencias entre bandos horacista y revolucionario provocaron la renuncia del presidente, y su rápida salida hacía Puerto Rico, donde regresó tiempo después para radicarse en la población de Tamboril, y pasar allí los Últimos años de su vida. La renuncia de Horacio Vázquez originó una situación conflictiva entre los aspirantes a sustituirle. Los más visibles y fuertes contendientes eran Estrella Ureña y Trujillo, ambos inferidos por representantes diplomáticos de los Estados Unidos. Finalmente la elección recayó en Estrella Ureña, quien hizo su juramento ante el congreso para gobernar hasta que se celebraran elecciones.

A partir del juramento del nuevo presidente, ocurrido el 3 de marzo de 1930, se produjo una coalición de banderas políticas que originó la confederación de partidos bajo la fórmula “Trujillo, Presidente; Estrella Ureña, vicepresidente.” El único partido Nacional Horacista, que movilizó su poderosa militancia y buscó la postulación de Vicini Burgos. Pero al negarse éste, buscó entonces la alianza del partido progresista y lanzó la fórmula “Velázquez, Presidente; Angel Morales, Vicepresidente”. Al convocarse las elecciones para mayo de 1930, Rafael Leonidas Trujillo dirigió su manifiesto público aceptando definitivamente su postulación y señalando entre otras cosas: “no hay peligro en seguirme, porque en ningún momento la investidura con que pueda favorecerme el resultado de los comicios de mayo servirá para tiranizar la voluntad popular a la cual yo sirvo en este momento y a la que serviré lealmente en el porvenir”.

Para su campaña Trujillo realizó un recorrido por todo el país comenzó por Montecristi. Le acompañaba Rafael Estrella Ureña y el cacique Desiderio Arias. Mientras la confederación de los partidos que auspiciaban su postulación se movía libremente en campaña, la Alianza Progresiva era la coartada por grupos de militares. Tanto Velázquez como Morales tuvieron que desistir de sus propósitos eleccionarios, al ser víctimas de un atentado de muerte que los obligó a tomar el exilio. De esta manera, quedó abierto el camino para la “Confederación de Partidos”, para sus candidatos, y especialmente para Trujillo. El 24 de mayo la Junta Central Electoral legalizó el proceso declarando triunfadores a Trujillo y a Estrella Ureña. El 16 de agosto se juramentaron ambos, constituyendo esa fecha el punto de partida de la Era.

Política económica durante la era

Cuando Trujillo asumió el poder, la situación económica era pésima en todos sus aspectos. Por un lado las aduanas, las entidades bancarias y las empresas importantes eran controladas por los inversionistas de Estados Unidos. Por otro lado el Estado no contaba con reservas monetarias, a lo que se añadieron los efectos económicos que produjeron el ciclón de San Zenón y la depresióneconómica mundial de 1929. La situación dio lugar a que el gobierno promulgara una ley de emergencia en 1933, a través de la cual procuró negociar en 1934 el reajuste de la deuda externa. Con ambas medidas comenzó a delinearse la política económica del gobierno, explicada como “un sistema capitalista particularizado” que descendió al nivel de propiedad personal, pues Trujillo fue convirtiéndose en el gran propietario territorial al mismo tiempo que hacía de la dictadura el instrumento para llevar a cabo su empresa económica dentro de un marco jurídico. Al respecto se ha señalado que el gobierno era sólo el servidor legal de la empresa; el ejército, la policía de la empresa; y el territorio nacional el ámbito de la misma, y el pueblo era el trabajador, el productor y el consumidor forzoso de esa empresa.

Como lo agropecuario era la base de la economía dominicana, el gobierno trazó un plan de fomento agrícola que incluyó la creación del servicio de investigaciones en la rama, y un sistema de colonización agraria a base de colonos nativos e inmigrantes que procedían en su mayoría de Europa. El proceso de mejoras agropecuarias llevó a que le régimen se lanzara a la expropiación violenta de las tierras y los bienes de sus adversarios.

En el plano financiero, la política de Trujillo se manifestó desde los años 30 por un deseo de autonomía respecto de los Estados Unidos. Ese deseo comienza a percibirse en 1932 cuando se sustituye el dólar por la circulación del peso dominicano equiparado con este. El primer banco de capital nacional creado por el gobierno fue el Banco de Reservas, establecido mediante la compra de las sucursales del National City Bank. El Banco de Reservas comenzó sus operaciones con un millón de pesos con un carácter comercial y depositario de los fondos oficiales. En 1947 se produjo la creación del Banco Agrícola e Hipotecario con muy variadas funciones, tales como la de “efectuar créditos a corto plazo destinados al fomento de la agricultura, la ganadería y las industrias, y de manera especial a favor de personas de modesta capacidad económica”. A la creación de estos bancos siguió la de otros que operaban con capital nacional como el Banco Central y el Banco de Créditos y Ahorros. Estas entidades mejoraron de manera notable las actividades comerciales y transformaron el sistema económico, pero la mayor parte de los beneficios eran depositados en las cuentas particulares de Trujillo como monopolizador que era de los negocios dominicanos. Estas monopolizaciones tenían que ver en parte con los productos de consumo nacional: la carne, la leche, la sal, el arroz, la explotación de madera, etc. en algunos casos Trujillo no se adueñó totalmente de ciertas producciones, como ocurrió con la carne y la leche, dada la tradicional fortaleza de los terratenientes y hacendados de la sociedad dominicana; pero en cambio, reguló con exclusividad de su distribución a través de la Central Lechera Dominicana y de la Ganadería Industrial Dominicana. Para monopolizar la distribución de la carne y la leche, Trujillo acudió a la promulgación de leyes para eliminar los competidores; como también acudió a la ley para incrementar la producción de arroz, alimento básico del pueblo dominicano. La mayor parte de este renglón de consumo era importado. Trujillo puso un fuerte impuesto a la importación mientras dedicaba extensas áreas de terrenos expropiados a su siembra. No solamente logró con el arroz el abastecimiento interno, sino unos excedentes que permitieron ampliar el comercio deexportación. A través de un pequeño cabotaje, Trujillo también monopolizó las exportaciones.

El plan trazado por el gobierno de Trujillo para el desarrollo económico abarcó el sector industrial que fue nacionalizado, ampliado y particularizado. Del sector industrial, el área azucarera estaba manejada casi exclusivamente por empresas extranjeras. Trujillo decidió tener el control de los ingenios my creó la ley de defensa del azúcar que le permitía adquirir la mayoría de las centrales azucareros, lo cual logró a base de fuertes impuestos y de una inmensa campaña de presión. “La culminación de la campaña de Trujillo adivinó la compra del emporio West Indian Sugar a fines de 1956 y la ratificación de esa operación en enero del 57”. Fueron cinco ingenios comprados por Trujillo, más el Santa Fe, de la South Porto Rico Sugar. Las empresas de Trujillo, Azucarera Haina, Azucarera Nacional y Azucarera Yaque, pasaban a controlar desde entonces catorce de los dieciséis ingenios existentes.

El incremento de las zonas cañeras en el área de Santo Domingo produjo un efecto contrario al programa de “dominicanización”, ya que conllevó la contratación de miles de braceros haitianos para ser utilizados durante el corte de la caña. Muchos de esos braceros no regresaban a su país, y al quedarse en el territorio nacional provocaban el aumento demográfico. La utilización de haitianos en la industria azucarera demuestra que el “nacionalismo” de Trujillo estaba condicionado a sus intereses particulares.

Paralelo a la monopolización del azúcar, se tendió a cubrir otros aspectos industriales de gran significado, pues se procuraba siempre sustituir la importación, auspiciando las necesidades internas. Para los últimos años de la década del 40, y durante la década del 1950, los establecimientos industriales no solo se triplicaron en comparación con otros períodos, sino que cubrieron renglones variados: alimentos, bebidas, cigarros, textiles, impresos, muebles, calzados, máquinas, vidrio, corcho, productos minerales, artículos eléctricos, construcción y reparación de materiales de transportes, etc. la mayoría de estas industrias operaban ya como compañías privadas (cuyos gerentes o propietarios representaban casi siempre los intereses de los Trujillo) o bien compañías del estatales. De todas maneras la industrialización permitió el que desarrollo capitalista se moviera en dos direcciones. Por un lado aumentó la fortuna del tirano y de sus familiares, y por otro lado amplió algunos niveles sociales polarizado en dos grupos: el proletariado y la burguesía. Ambos determinaron una correlación entre las relaciones de producción y el aglutinamiento social de diferentes grupos, cuya estructura real se percibió con mayor claridad luego de derrocado el régimen del trujillato. La industrialización también provocó un aumento poblacional desproporcionado en Santo Domingo, al propiciar el éxodo de habitantes de diferentes lugares del país a dicha cuidad, por concentrarse en ella la mayoría de las industrias.

El desarrollo educativo

Hay que destacar que dos aspectos del desarrollo educativo producidos durante la Era de Trujillo. Apreciar la estructura del sistema de enseñanza, y tomar en cuenta que al lado de la instrucción o formación académica se desarrollaba una orientación o formación de variados matices. La educación fue ampliamente expandida y sus mejores logros se relacionaban al interés que mostró el gobierno para dotarla de los mejores medios y recursos, empezando por el humano. En un principio, la superintendencia general de la enseñanza estuvo bajo la dirección del humanista dominicano Pedro Henríquez Ureña, y llegó a contar con equipos técnicos de planificación que como la misión chilena dotó a la organización y programación educativa nacional de la filosofía más avanzada en América. La expansión educativa y sus mayores logros tuvieron que ver con la edificación de recintos escolares, y con una amplía campaña de alfabetización. Aunque los resultados de dicha campaña fueron exagerados por la propaganda, puede pensarse que mejoraron el nivel de la sociedad.

Estructuralmente, el sistema educativo comprendía los niveles primarios, intermedio y secundario. El planeamiento respondía al modelo creado durante el período de la intervención de 1916–1942, pero con algunas variantes como lo fue la enseñanza especial que mereció la atención y el interés gubernamental en conformidad con el planteo de algunas demandas acrecentadas durante la Era. Entre los tipos de enseñanza especial estaba la vocacional que respondía a la necesidad de obreros técnicos; la educación dirigida hacia la formación diplomática; y la educación en oficios y bellas artes. Otra variante fue la enseñanza para la formación de maestros, ampliada cuantitativamente para complementar el crecimiento de la escolaridad, cuyos resultados no fueron tan buenos desde el punto de vista cualitativo. Innovaciones significativas fueron las academias militares, en especial la de cadetes, para las cuales se escogieron los mejores maestros de todo el país; y la escuela para trabajadores, denominadas “Universidades Libres” y cuyo planeamiento obedecía a un horario nocturno. En líneas generales, la enseñanza conlleva un régimen disciplinario riguroso que envolvía tanto a escuelas públicas como privadas. Lo disciplinario incluía el adoctrinamiento como en el caso de las escuelas primarias, y la sumisión como en los casos de los niveles intermedios y secundarios. Aunque los programas comprendían una gama variada de conocimientos científicos y humanísticos bien planeados, un objetivo primordial era lograr la adhesión al régimen a través de mecanismos trujillizantes infiltrados, traspuestos y obligados mediante un clima educativo y algunos tópicos de los programas de la metodología de la enseñanza. En este sentido puede señalarse que la educación era anti-democrática debido al fomento exclusivo del trujillismo en las aulas, y anticientífica, porque no se ajustaba a un análisis racional o sociológico.

El aseo, la uniformidad y la puntualidad eran reglas disciplinarias como el canto escolar al izar la bandera, las marchas, los concursos literarios, y la celebración de efemérides. En la dirección de cada plantel escolar, en las entradas, en los pasillos y los salones de clases, el retrato de Trujillo era parte primordial de lo trujillizante, que por lo regular también se fomentaba constantemente en clases. Cada maestro al iniciar la enseñanza solía escribir una idea alusiva a Trujillo o a su Era conjuntamente con la fecha, mientras que en el patio grupos de estudiantes ejercitaban marchas militares. Por otra parte, en algunos salones el tema del día era la lectura de composiciones al Benefactor, como parte del nacionalismo chauvinista que se fomentaba, y que siempre tendió al cultivo sistemático del odio contra el revolucionario o el opositor exiliado, pero en especial “dirigido a crear un estado psicológico de guerra contra la vecina república de Haití”, lo que servía al régimen “para justificar la existencia de un ejercito de más de 20,000 hombres como para mantener explotadas las masas trabajadoras negras”. La contraparte al antihaitianismo fomentado por la vía de la enseñanza lo era la propaganda unilateral de la hispanidad, respecto de la cual opinaba el mismo Trujillo: “En nuestra asociación íntima con España, fuente de donde brotan las energías espirituales y el vigor inexhausto que nos permitirían construir un bloque invulnerable a toda filtración foránea, reside no solo en nuestra propia salvación sino también, en parte escencialísima, la de todo el Occidente cristiano. De ahí la necesidad de que no haya ese frente fisuras por donde pueda el comunismo, y de ahí también el deber que tenemos de eliminar todas las diferencias que puedan existir entre nuestros países y la Madre Patria, como consecuencia de discrepancias ideológicas o situaciones forzosamente pasajeras”. Estos criterios explican en parte la insistencia en blanquear los caracteres de la negritud dominicana mediante programas donde el hispanismo no solamente quedo en la propaganda ideológica y en nexos estrechados con el régimen del franquismo español, sino en el fortalecimiento de los valores hispánicos a base de atraer refugiados y emigrantes procedente de la Madre Patria. Los refugiados influyeron notablemente en la enseñanza universitaria.

La educación universitaria mereció durante la Era una atención prioritaria dentro de la programación cultural y el planeamiento educativo. El gobierno no solo se empeñó en restituirle históricamente el rango de universidad primada, sino que la edificó como recinto, dotándola tanto de un conjunto de modernos edificios como de buenos recursos didácticos. Bajo la orientación del educador Julio Ortega Frier la universidad alcanzó una reorganización académica notable, aunque no escapó de la manipulación trujillizante. Una asociación de estudiantes universitarios (ANEU), surgida en 1928, fue convertida para los años 1940 en una Guardia Universitaria: un cuerpo militarizado que debía pertenecer todo estudiante que ingresara al recinto.

La universidad le otorgó a Trujillo el doctorado en honoris causa, aparte de que poseía el nombramiento de catedrático en economía, el cual nunca ejerció. Con su impulso o desarrollo, la Universidad de Santo Domingo era una institución que tenía “ritmo seminario conventual” y donde la enseñanza estaba “anquilosada por la mordaza política que impedía toda discusión de temas que pudieran despertar inquietudes”.

La iglesia

El gobierno de Trujillo se convirtió en un auspiciador cultural al buscar a través del fomento de los diversos medios socioculturales en una adecuación trujillizante. Aparte del medio educativo, el trujillismo ideológico se valió de la iglesia, a la cual manipulaba mediante el patrocinio de edificaciones eclesiásticas y del respaldo que le dio a la clerecía trayendo misiones de religiosos extranjeros con las cuales reforzaba el catolicismo dominicano, la dominicanización de la frontera y la hispanidad, ya que los misioneros, en su gran mayoría, procedían de España. Lo religioso quedo al solidificar el culto a Trujillo, amén de que el laicismo escolar introducido por Hostos fue sustituido por la obligatoriedad de la catequización en el sistema educativo. Puede señalarse que la manipulación trujillista tendió a estrechar “los elementos religiosos y políticos hasta la confusión”, y que representantes eclesiásticos se subordinaron al rejuego político del régimen, hasta que fueron surgiendo las discrepancias que enfrentaron la función pastoral de la iglesia y los requerimientos cada vez más exigentes del Estado. Pero esta discrepancia hay que entenderla en el cauce de la crisis que en los últimos años fue socavando aceleradamente al trujillismo.

La situación se tornó mucho más delicada para la tiranía cuando el clero cambió su oposición a partir de la llegada del nuevo Nuncio Papal, Arzobispo Lino Sanani, quien se había destacado en Argentina por su lucha contra el régimen de Domingo Perón. La iglesia enfrentó la tiranía el 31 de enero con una famosa pastoral, leída en todos los templos en que se manifestaba su oposición a las represiones políticas y el rompimiento de la alianza que habían mantenido con el tirano.El dictador reaccionó airado, Trujillo profirió insultos en contra de los religiosos y organizó turbas que se dieron la tarea de agredir verbal y hasta físicamente a los sacerdotes y a templos religiosos.

Los medios de comunicación

En el año que Trujillo asciende al poder uso los medios de comunicación existentes para difundir su poder por medios eficaces como lo fue la radio la prensa escrita, la televisión, etc. como medio de comunicación la prensa estaba en poder directo del Estado y era un mecanismo efectivo de propaganda que enaltecía el personalismo de Trujillo. A través del periodismo se trazaban pautas, se lanzaban consignas y toda información era ajustada cuidadosamente al programa ideológico trujillista. Los tres periódicos de circulación nacional eran El Listín, La Información y La opinión. Pero también la prensa escrita asumía una política requisitoria frente a los ciudadanos vistos como desleales y funcionarios caídos en desgracia frente al régimen, o se cerraba todo tipo de información que pusiera en entredicho al Estado.

Como los periódicos, parecida era la función radial introducida antes de la Era y cuyos programas asumían mucho mejor la ofensiva propagandista y doctrinera. En la radio la música laudatoria era constante y como la danza era Gloriosa y los merengues Salve San Cristóbal y déjenlos que lleguen hablaban del tirano, de sus logros como estadista y de su ideología política.

EL Racismo Contra Los Haitianos su Historia, lo Legal y lo Justo

En República Dominicana un grupo de ensayistas trabaja en la deconstrucción de los íconos tradicionales de la identidad heredados del pensamiento imperial eurocéntrico/colonizador que incidió en las élites criollas, así como en el análisis de la ideología trujillista, cuyos expositores se apropiaron de dicho imaginario. Las discusiones sobre la historia en el ensayo de esta antilla giran en torno al antihaitianismo, la hispanofilia, el nacionalismo esencialista y el racismo, elementos que han sido centrales para una buena parte del género desde el siglo XIX y que continúan siéndolo desde nuevas perspectivas y reconceptualizaciones.

Andrés Mateo, Odalis G. Pérez, Miguel Pimentel, Néstor Rodríguez, Silvio Torres Saillant y Miguel de Mena abordan los temas del blanqueamiento de la sociedad dominicana y de la genealogía nacional, que ha venido a plantearse de manera más abierta a partir de los años setenta. Estos concuerdan en que el antihaitianismo fue uno de los pilares de la ideología nacionalista y del trujillismo. Su origen se remonta a los inicios del siglo XIX como fruto de las diversas incursiones bélicas de Haití a República Dominicana y de la invasión de la antigua Saint Domingue a la otra parte de la isla durante los años 1821 al 1844. Por ese motivo, el discurso desarrollado por los intelectuales dominicanos que combatían el poder haitiano derivó en uno racista, excluyente del otro, más negro en su formación, aunque conviviera con él debido a las diversas migraciones haitianas a la Isla. Como consecuencia de la conflictiva relación entre ambos países y su frontera, surgió una retórica defensora de una nacionalidad blanca, católica e hispanófila, en oposición a la cultura haitiana, que hizo crecer la visión indigenista que sustentaron autores como Manuel de Jesús Galván en su clásica obra Enriquillo. Según apunta el historiador puertorriqueño Pedro San Miguel, a raíz de los conflictos con los haitianos, se estableció una dicotomía entre los habitantes de las dos naciones, “en prácticamente todos los niveles de la sociedad: al vodú haitiano se opuso el catolicismo; ante el creole hablado en la parte occidental, se levantó el idioma español de la parte oriental; a la negrura haitiana se opuso el mulatismo y la blancura dominicana”. La recuperación del territorio fue vista como una épica similar a la de la reconquista española, inscrita en una visión castellanófila de la historia, noción que tomo de Inman Fox en La invención de España. Se produjo así un discurso etnocéntrico que ignoraba la realidad de “la imprecisión de los grupos raciales en el Caribe”, en concordancia con las taxonomías sobre la raza elaboradas por el positivismo. Con ello la modernidad periférica se adueñaba de los mitos e íconos culturales de la metrópoli.

“La hispanidad se convirtió en un mito gigantesco, que convivía en la cotidianidad de la mentira institucional de la dictadura”, afirma el escritor Andrés Mateo en su libro de ensayos Al filo de la dominicanidad (1996), al referirse al discurso prevaleciente en la era republicana. Este observa que varios elementos configuran la invención de lo dominicano:

“Primogénita de las Provincias ultramarinas de España (…) Raíz de la hispanidad en el Continente Americano (…) Primer asiento de europeos en las tierras recién conquistadas (…) Primer solar americano en que se cantó la Santa Misa Católica (…) Asiento glorioso de la primera catedral americana (…) Faro del saber en que se fundó la primera Universidad del nuevo mundo (…) Primer cabildo americano (…)

El autor alude a los hechos que otorgaron un papel seminal a la Isla durante la colonización y como estos se convirtieron en elementos fundadores de lo nacional, de sus relatos épicos y de su historiografía.

Este importante escritor también ha resaltado el interés que tiene el aspecto sexual en la conformación de la dictadura y su imaginario. Mateo señala que “La manipulación sexual de la figura varonil de Trujillo, y su papel en la construcción del mito, no ha sido estudiado en absoluto, aunque desde el principio los publicistas del proyecto tejieron una leyenda ambigua sobre la figura del “macho”, que le atribuía a su influencia sobre las masas un contenido sexual”. Coincide de esta forma con Miguel Pimentel, quien en su libro Poder y política en la era de Trujillo (1995) destaca que el dictador “se concebía a sí mismo como el Padre de la Patria y el “macho nacional” que tenía a su disposición a toda mujer”. Partiendo de La voluntad del saber de Michel Foucault, Pimentel analiza la relación entre lo erótico, la nación y la figura del dictador que encierra a la familia en una sola versión, la heterosexual, rasgo común de los regímenes totalitarios, declara. En el álbum de lo nacional dominicano se inscribió lo que Nelly Richard denomina “la sublimación viril del mando”.

En unión a esta visión patriarcal, el etnocentrismo atravesó tanto la obra pública de Trujillo como las prácticas discursivas de Joaquín Balaguer. “Haití ha dejado de constituir para Santo Domingo un peligro por razones de orden político. Pero el imperialismo haitiano continúa siendo una amenaza para nuestro país, en mayor grado que antes, por razones de carácter biológico”, declaró en La isla al revés: Haití y el destino dominicano, obra publicada en el año1983, justificando el nacionalismo excluyente del dictador. “Toda la filosofía de la historia de que se acompañó para su legitimación la “Era de Trujillo”, enarbolaba el nacionalismo, y clasificó en gestas concretas (…) una cierta ética del poder que lo presuponía”, destacó Andrés Mateo . Arturo Peña Batlle, el más importante intelectual orgánico del régimen después de Balaguer, por ejemplo, alabó el dominicanismo en la gesta gubernamental de Trujillo al hablar de la deuda externa. El historiador Roberto Cassá ha validado las distintas gestiones que desde esta postura realizó el dictador, aunque no con interés de rendirle tributo sino de definir su dominio como paternalista.

Los archivos históricos de la nación, las memorias y lo identitario se nutren de estos ejes: antihaitianismo, hispanofilia y racismo, concuerda Néstor Rodríguez, escritor de la diáspora, en su obra La isla y su envés (2003), título que parafrasea el nombrado texto de Balaguer y en el que nos recuerda que éste no fue sólo intelectual, sino hombre de acción que validó la matanza de haitianos de 1937. Basándose en escritos de Jacques Derrida, Hommi Bhabha y Etienne Balibar, éste asevera que la ciudad trujillista está desierta, pues sus arcontes están “incapacitados para dominar como antes el debate en torno a la identidad dominicana”. Ya es imposible sostener la celebración de un mestizaje entre el elemento ibérico y el indígena, excluyente del africano, como el que se aprecia en la retórica empleada en la poesía “Anacaona” de Salomé Ureña, poeta fundadora de lo nacional, afirma adscribiéndose al análisis de Doris Sommer en su libro Ficciones fundacionales.

Silvio Torres Saillant, defensor de una epistemología caribeña opuesta a los discursos eurocentristas, y sostenida en las figuras de Franz Fanon, José Martí y Fernández Retamar, entre otros teóricos de la zona, critica el discurso de Manuel Núnez expuesto en el libro El ocaso de la nación dominicana. Reconocido intelectual de la diáspora radicada en los Estados Unidos, ataca severamente estas posiciones que entiende valida Núñez y coincide con la postura de Odalis Pérez, autor residente en la Isla, quien en su libro La ideología rota también hace un extenso análisis de esta obra. Torres Saillant denomina vandalismo epistemológico al pensamiento elaborado por Balaguer y sus seguidores intelectuales. “El trujillato”, dice nos puso a todos a creer que descendíamos directamente de los conquistadores aunque la evidencia de la piel nos vinculara a los esclavos” .

Lo racial, como vemos, conforma el factor más importante de la discusión de estos ensayistas en torno a la historia, la gesta de Trujillo y el nacionalismo. Se intersecta, además, con la masculinidad, es decir, con el género, con el sexismo, que es la más difícil de desarraigar de todas las formas del esencialismo, asevera el sociólogo francés Pierre Bordieu en su trabajo sobre la dominación masculina.

La igualdad de los hombres y las mujeres ante la ley, independientemente de su origen o color; el concepto de que los seres humanos somos todos iguales, parece que no está muy claro, no sólo en las clases altas de los países ricos, sino también en las clases altas, medianas y bajas de los países pobres: es un fenómeno socio-jurídico, que parece ocurrir en la República Dominicana, donde históricamente hay un sentimiento de xenofobia contra los haitianos, los cuales son considerados por muchos como seres inferiores y tratados como tales.

Para Adolfo Hitler y sus teóricos de la genética(eugenesia), la presencia de razas inferiores en la nación llamada a ser la metrópolis del mundo, era un riesgo inaceptable. Por esa razón se procedió a la eliminación de los elementos “contaminantes de la raza aria”: los judíos. Para los supremacistas blancos norteamericanos de los años 60, el aumento de la población afro americana y la proliferación de activistas de derechos civiles que pregonaban la igualdad de derechos entre negros y blancos eran un peligro para la sociedad, por ello procedieron a formar el Ku Klux Klan, una organización secreta destinada a intimidar y eliminar físicamente a negros y activistas blancos.

a) El Caso Dominicano:

I. Su turbulenta Historia:

La República Dominicana y Haití, que comparten la isla de La Hispaniola, nunca han sido los mejores vecinos. Con una historia marcada por el antagonismo mutuo y el conflicto, las dos poblaciones se han observado durante mucho tiempo con recelo. Incluso ahora, con unas relaciones relativamente cálidas entre sus gobiernos, los dominicanos y los haitianos todavía tienen que superar este legado de hostilidad y desconfianza.

Muchos dominicanos, temerosos de la enorme pobreza y el sistema político disfuncional de Haití, consideran que su país se ha llevado injustamente la peor parte del éxodo haitiano. Según una encuesta publicada en una revista local hace unos años, el 75 por ciento de los dominicanos apoyaba la repatriación de la población haitiana, mientras que sólo el 5 por ciento pensaba que los haitianos eran “útiles” para el país. Sin embargo, la agricultura dominicana y, en los últimos años, la industria de la construcción dependen considerablemente del empleo de trabajadores haitianos. La propia supervivencia de la industria azucarera, la segunda fuente más importante de ingresos por exportación (después de la minería) en la República Dominicana, emplea a muchos de miles de cortadores de caña haitianos que trabajan por poco dinero en condiciones terribles.

b) Las poblaciones haitiana y dominicana

Con unos siete millones y ocho millones y medio de habitantes, respectivamente, Haití y la República Dominicana son ampliamente comparables por el tamaño de su población, pero Haití sólo tiene la mitad de superficie que su vecino. Las diferencias lingüísticas, culturales y las raciales percibidas entre las dos poblaciones cristalizaron durante la época colonial, cuando la República Dominicana estaba colonizada por los españoles y Haití por los franceses. Los haitianos de habla créole son descendientes de esclavos africanos, mientras que los dominicanos-que también tienen antepasados africanos-hablan español y muchos afirman descender de españoles o europeos. A pesar de que no existe una clara división racial entre los dos países, la población haitiana se considera en general “más negra” que la de la República Dominicana.

En 1947 el dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo, ordenó matar a miles de haitianos que residían en nuestro país, e importó comunidades enteras de familias japonesas, turcas, húngaras y españolas con la solapada intensión de “mejorar la raza”. Dada la existencia de 380 kilómetros de frontera entre los dos países y las continuas dificultades políticas y económicas en Haití, es improbable que pierda importancia la cuestión de la inmigración haitiana. (No existen cifras confiables sobre el número de haitianos y dominico-haitianos que viven actualmente en la República Dominicana, y se trata de una cuestión polémica).-

Numerosas reivindicaciones históricas reales y percibidas complican las relaciones entre dominicanos y haitianos. Los dominicanos, por ejemplo, siguen resintiendo el gobierno haitiano de su país durante 22 años, un período descrito como duro y opresivo. Las luchas anticoloniales tuvieron lugar en ambos lados de La Hispaniola a principios del siglo XIX. Los haitianos expulsaron a los franceses en 1804, mientras que los dominicanos proclamaron su independencia de España en 1821. Este período de autogobierno en lo que ahora se conoce como la República Dominicana (entonces llamado Santo Domingo) duró muy poco, sin embargo. Al año siguiente, el ejército haitiano invadió la parte oriental de la isla y la ocupó hasta 1844. El héroe de la independencia dominicana, Juan Pablo Duarte, lideró a las fuerzas que expulsaron a los ocupantes haitianos y estableció la independencia de la República Dominicana. La República Dominicana y Haití no llegaron a una paz frágil hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando acordaron delimitar la frontera que divide la isla esto revelo que el el patriotismo dominicano se erigió sobre la base de un concepto vago que históricamente ha venido a llamarse antihaitianismo.

Un testimonio histórico lo tenemos en el fallecido Dr. Joaquín Balaguer, “un cortesano de la era de Trujillo” quien gobernó República Dominicana durante casi la misma cantidad de años que el dictador bajo la misma línea conservadora, teorizó su desprecio racista contra los haitianos argumentando que los dominicanos aprendieron de los haitianos el robo y el pillaje. es en su obra “La Isla al Reves”, donde estas doctrinas falaces, siendo fuertemente criticado por los intelectuales e historiadores, ya que todo que lee dicha obra con facilidad puede prejuiciarse. En vista de esta historia turbulenta y de las versiones distorsionadas de ésta divulgadas en las escuelas y los medios oficiales desde los tiempos de Trujillo — algunos dominicanos no dudan aún en percibir una amenaza haitiana a la integridad territorial del país. Incluso después de la abolición de las fuerzas armadas haitianas, el recuerdo persistente de la invasión haitiana sigue alimentando la paranoia antihaitiana.

c) Prejuicio racial y “antihaitianismo”

El prejuicio racial está profundamente enraizado en la República Dominicana. Con la independencia, los nacionalistas empezaron a establecer una identidad dominicana independiente, definida en gran parte en solidaridad contra la percibida amenaza haitiana. Los dominicanos nacionalistas se autodenominaron “hispanos” y calificaron a los haitianos de “negros,” una distinción basada en el prejuicio que ignora la diversidad racial de su país, e intentaron enfatizar su distancia racial y cultural con Haití. En consonancia con dichas opiniones, los nacionalistas dominicanos pusieron rápidamente en marcha iniciativas para “mejorar” el linaje dominicano mediante el fomento de la inmigración europea.

Las primeras leyes de inmigración eran claramente discriminatorias, con controles estrictos para limitar la entrada de inmigrantes que no fueran de origen caucásico. El General Rafael Trujillo, el dictador dominicano que asumió el poder poco después de la ocupación estadounidense, hizo alarde de su racismo y dejó claro que consideraba inferiores a los haitianos. En 1937, con un brutal abuso de poder, ordenó al ejército que masacrara a todos los haitianos hallados fuera de las plantaciones de azúcar. Las estimaciones de las bajas varían, pero hasta los recuentos más conservadores reconocen que fueron asesinados miles de haitianos.

Durante mediados del siglo XX, Trujillo alimentó a la población dominicana con un régimen constante de propaganda antihaitiana, y utilizó las escuelas y los medios de comunicación para divulgar estas ideas. Trujillo se proclamó el defensor de la identidad nacional y plantó las semillas de estereotipos sobre los haitianos que se mantienen hoy en día en el discurso cotidiano de la República Dominicana.

El compinche de Trujillo, Joaquín Balaguer, que heredaría finalmente la presidencia, emprendió ataques racistas similares y describió al haitiano como “generador de pereza” quien es “indolente por naturaleza y no aplica ningún esfuerzo especial a nada útil a no ser que se vea obligado para obtener su subsistencia por ese medio. Incluso ahora, las expresiones del sentimiento antihaitiano son comunes en todos los niveles de la sociedad. La llegada de inmigrantes haitianos, un objetivo popular para el resentimiento, suele calificarse de amenaza a la soberanía nacional. Las declaraciones inflamatorias por parte de funcionarios del gobierno, tales como la ahora tristemente recordada llamada del ex presidente Balaguer a todos los dominicanos para que establecieran una “unión sagrada” contra una “invasión pacífica” de los trabajadores inmigrantes haitianos, son un sello habitual de la cultura política nacional. Los que simpatizan con la terrible situación de los haitianos suelen calificarse de antidominicanos. A parte de discriminar a los ciudadanos haitianos, muchos dominicanos asumen que todas las personas de raza negra son haitianos, o tienen sangrehaitiana, lo que se observa con el mismo resentimiento.

También se cree con frecuencia que todos los trabajadores de las plantaciones de caña de azúcar y todos los residentes en bateyes son haitianos, aunque el conjunto de la mano de la obra en la industria azucarera y la población de los bateyes son étnicamente diversos, lo que incluye segundas y terceras generaciones de domínico-haitianos y hasta dominicanos sin ascendencia haitiana. A pesar del evidente legado de racismo del país, el gobierno dominicano se ha negado obcecadamente a reconocer el problema.

En informe a organismos de derechos humanos intergubernamentales, por ejemplo, en lugar de comprometerse a combatir el racismo, el gobierno niega la existencia de la discriminación racial contra los haitianos. En un informe típico, el gobierno informó al Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de la ONU en 1999: “cabe señalar la inexistencia de prejuicio racial [en la República Dominicana]… siendo incierto del todo el discrimen que falsamente se supone contra los haitianos que habitan el país. Ese argumento carece totalmente de fundamento.

d) Lo Legal. Normas internacionales de derechos humanos

La República Dominicana ha ratificado todos los principales tratados internacionales y regionales relativos a la protección de los derechos humanos. Ha aceptado la competencia del Comité de Derechos Humanos de la ONU, el organismo encargado de supervisar la implementación del PIDCP, permitiéndole que conozca denuncias individuales de violaciones. Desde 1999, el gobierno dominicano también ha reconocido la competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el intérprete autorizado de la Convención Americana. No ha ratificado, sin embargo, ninguno de los tratados relacionados específicamente con la protección de los trabajadores inmigrantes.

e) El Codigo Penal y la Ley 24–97: ¿contra el racismo?

Hasta la puesta en vigencia de la ley 24–97, compuesta por 12 artículos, modificó y adicionó, además de derogar varios artículos del actual Código Penal, introdujo por primera vez el tipo penal de discriminación, articulo 9, modificando los artículos 336,337 y 338, definiendo la misma cómo: “… toda distinción realizada entre personas físicas en razón de su origen, edad, de su sexo, de su situación de familia, de suestado de salud, de sus discapacidades, de sus costumbres, de sus opiniones políticas, de sus actividades sindicales, su ocupación, de su pertenencia o de su no pertenencia, verdadera o supuesta, a una etnia, una nación, una raza o una religión determinada. Constituye igualmente una discriminación toda distinción realizada entre las personas morales en razón del origen, de su edad, del sexo, la situación de familia, el estado de salud, discapacidades, las costumbres, las opiniones políticas, las actividades sindicales, la pertenencia o no pertenencia verdadera o supuesta a una etnia, una nación, una raza, o una religión determinada de los miembros o de alguno de los miembros de la persona moral.

La discriminación definida en el artículo precedente cometida respecto de una persona física o moral se castiga con prisión de dos años y cincuenta mil pesos de multa, cuando ella consiste en:

1.-Rehusar el suministro de un bien o un servicio; 2.- Trabar el ejercicio normal de una actividad económica cualquiera; 3.- Rehusar contratar, sancionar o despedir una persona; 4.- Subordinar el suministro de un bien o de un servicio a una condición fundada sobre uno de los elementos previstos en el artículo precedente; 5.- Subordinar una oferta de empleo a una condición fundada en uno de elementos previstos en el artículo anterior”.-

f) Discriminación En El Anteproyecto del Nuevo Código Penal Dominicano.-En la actualidad existe un Anteproyecto de Nuevo Código Penal Dominicano que dedica toda una sección al caso Su Art. 261 dice: “Constituye discriminación todo trato desigual o situación desigual o vejatorio entre las personas físicas en razón de su origen, edad, sexo, situación de familia, estado de salud, discapacidades, costumbres, opiniones políticas, actividades sindicales; pertenencia o no pertenencia, supuesta o verdadera, a una etnia, nación, raza o religión determinada. Constituye igualmente discriminación todo trato desigual dado por parte de algunos o todos los miembros de una persona moral a una persona física, en razón de su origen, edad, sexo, situación de familia, estado de salud, discapacidades, costumbres, opciones políticas, actividades sindicales, pertenencia o no pertenencia, supuesta o verdadera, a una etnia, nación, raza o religión determinada. Esta propuesta es mejor que la que tenemos en nuestro actual Código Penal, esperamos que sea finalmente sancionado por el con el Congreso y promulgado de una buena vez.

g) Lo justo: Para concluir:

Lo legal no es necesariamente justo, es una verdad, que la realidad social nos grita con desesperación. El Estado dominicano, debe por medio del sistema educativo, concientizar a sus ciudadanos en materia de leyes y politicas anti-discriminación: la realidad es que si se realizara, el prejuicio racista se enfrentaría y se combatería fuertemente, pero la costumbre, los usos, los mitos que sostienen día a día nuestras variadas tradiciones se vendrían abajo y nos volveríamos realmente una ideal nación de diversidad… por lo que sentencio que:

Primero: El racista antihaitiano en particular asume todos los prejuicios trujillistas y descarga toda su rabia, su odio, todo su desprecio contra un pueblo que ha sufrido todas las plagas de la historia y no es responsable de sus desgracias. El antihaitianismo ciego ni siquiera es capaz de identificar a los verdaderos culpables, confunde a las víctimas con los victimarios. Los primeros culpables de la tragedia haitiana son el colonialismo y los colonialistas franceses y norteamericanos, de los que nadie parece acordarse;

Segundo: El principal culpable de que haya en el país dominico haitianos indocumentados de segunda y tercera generaciones es el tirano Trujillo. Los cómplices de la proliferación y el tráfico de haitianos ilegales son las subcultura corruptas que utilizan a nuestras fuerzas armadas, distribuidas en la guardia fronteriza, además de los terratenientes, los productores de azúcar, café, arroz y cacao, los industriales de la construcción y sobre todo los llamados pro haitianos, ONGs, grupos apandillados que viven del fenómeno, que denuncian los abusos que se cometen contra los haitianos-, no tienen arte ni parte en ese comercio vil, sacando del horno a los pocos grupos que enfrentan el problema con responsabilidad humanista;

Tercero: En cuanto a los indocumentados dominico haitianos de segunda y tercera y quizás cuarta generaciones, si los dejamos en el limbo en su condición de bestias de carga (y no sólo a ellos sino a la gran masa de nosotros que compartimos su condición miserable), seguirán siendo aptos únicamente para cortar caña amarga, desyerbar potreros y cavar zanjas, además de trabajar en las zonas francas y las muy lucrativas empresas turísticas y hoteleras. -No soy un anti fronteras, aunque pienso que cada Estado tiene la obligación por su seguridad nacional de controlar la inmigración y proteger sus delimitaciones geográficas, pero no a violar los derechos humanos, no a abusar de los más pobres y débiles y mucho menos, a culpar a los extranjeros que aportan al país más que ellos (los políticos), de los males que ellos con su irresponsabilidad provocan.

Exaltación de la personalidad del Jefe

Aunque es un elemento común a todos los regímenes totalitarios, en el caso de Rafael Leonidas Trujillo, este envilecimiento llegó hasta el paroxismo, su culto a la personalidad por motu proprio y por los lambiscones que siempre rodean el poder, fue exacerbado en demasía. Para ejemplo, basta con mencionar el hecho de que en 1935, Mario Fermín Cabral propone que se le cambie el nombre a la capital del país y en su lugar se llame “Ciudad Trujillo”.

Sus muchos nombres y decenas de títulos hechos a la medida de su ego, fueron recitados de memoria en eucaristías, cultos religiosos, liceos, actos públicos, pancartas, programas de radio y televisión, acrósticos por su natalicio, canciones de moda, merengues ripiaos y en epístolas al hombre mesiánico que encarnaba la primera magistratura del estado.

Todavía quedan como recuerdo de ese pasado de ignominia sus muchos obeliscos levantados al honor fálico del Jefe, al patriarca que podía con todos los apetitos de la carne, al macho cabrío, al berraco que cubría a todas las hembras, a ese mismo que un degenerado por el servilismo tenía que mojarle “accidentalmente” con la copa los pantalones, pues en los cócteles su próstata enferma delataba su incontinencia y ausencia definitiva de la virilidad.

Él, el primer maestro decían algunos; él, el primer constructor decían otros a coro; el primer soldado, el primer médico, el primer ingeniero, el primer gobernante, el mejor hijo, el invaluable esposo, el solidario compañero, el generalísimo de 5 estrellas, porque no había espacio para más en su hombro y en sus charreteras, el primer oficial, el primer marino, el varón insigne, el benefactor de la patria, el padre de la patria nueva, y para el Lic. Peynado “Una coartada de Dios para estar en el mundo”.

“No hay peligro en seguirme”

Con esta frase comienza Trujillo su carrera proselitista de 31 años. Cuánta ironía, pues en el fondo, casi cierto, el peligro estaba en no seguirlo, en no amancebarse con la sed de sangre de la bestia. Ahí están las tumbas, o el rastro de martirio de los que no se doblegaron. Ahí está para los que proclaman que el Jefe se fue a destiempo, el asesinato de Jesús de Galíndez por una biografía no autorizada del semidiós. Ahí está la muerte de Ramón Marrero Aristy, por no escribir lo que dictaran los amigos del régimen. Ahí está el martirologio de los que pedían a gritos una muerte temprana y piadosa para no sufrir las torturas indecibles de la 40, el 9 y El Sisal.

Pero si aún quedara espacio para más dolor, están los miles de haitianos degollados en una sola noche de 1937, los muchos dominicanos que acompañaron a nuestros vecinos de la isla, tan sólo por ser negros o no hablar claro; ahí está el monumento a la dignidad y el decoro de las hermanas Mirabal y el ejemplo incorruptible de Manolo.

Si usted es de los que están del lado de la vuelta del jefe, en mi humilde opinión, tiene dos facetas: O es por ignorancia, y entonces le perdonamos el pecado, pues el jefe y sus continuadores son los dueños de esa culpa. O usted es de los que están con el regreso de la bestia, con conocimiento de causa, entonces sencillamente no hay perdón y tan amigos como siempre.

Trujillo, trujillitos y fantasmas

Pero a 42 años del ajusticiamiento, aún nos pesa el fantasma del Jefe, no hemos sido capaces de enterrarlo totalmente, hemos corrompido tanto los tuétanos de nuestra raíz como nación, que algunos no sólo lo añoran, sino que lo prescriben para nuestros desafueros como una necesidad correctiva, como una purga necesaria para no sucumbir en el desbarrancadero en que vamos cuesta abajo. Nuestra clase política gobernante, nuestra intelectualidad servil y mendigante ante el poder, nuestra ceguera ante lo bueno y nuestra alabanza fatua ante los inicuos de turno, nos hacen cruelmente olvidadizos ante el sacrificio que costó apearlo del caballo, para querer subir ahora a otros, que aunque patanes con ínfulas de gloria, se creen dueños de la voluntad colectiva y herederos de un linaje sangriento que nos dejara el más sanguinario de América.

Tenía razón en parte el Varón de San Cristóbal: sus mejores amigos eran los hombres de trabajo… pero estaba incompleta la frase. Eran los hombres del trabajo sucio, y del que construye su fortuna con la miseria de los otros, del que sube pisando al semejante más débil, del que apenas puede respirar ante su atragantada con la sangre de los justos. Tenía razón, en parte, el Jefe, son sus amigos los que continúan gobernando, basados en la ignorancia del otro que fue segregado por la exclusión; son sus amigos los que se enriquecen con la plusvalía de los que no tienen padrino en la burocracia del Estado; son sus amigos los que en el lúgubre traspatio de sus corazones de hiena, o en los botes de lujo de sus orgías cosmopolitas, dan brillo a la placa que aún reza: “En esta casa Trujillo es el jefe”.

Qué solos estamos los hijos de Machepa, los que recogimos limosna para matar a Chapita, los que cantamos henchido de alegría.

“Espera quisqueyana”, como si fuera el respaldo reivindicador de la Era Gloriosa de Luis Pérez. Qué solos seguimos los que pensamos que esa noche del 31 de mayo, lo que no pudo Pupo Román lo pudieron los otros, los que se calzaron las botas que no tienen regreso, porque era a morir o a triunfar. Qué solos estamos todavía los que a oscuras nos hermanamos a Amadito García Guerrero, al francesito Roberto Pastoriza, al higueyano Livio Cedeño, a Salvador Estrella, a Modesto y a Juan Tomás Díaz. Los que pensamos que ganábamos para siempre la partida con la sangre de Antonio y Ernesto de la Maza, con el arrojo de Huáscar Tejeda, Amiama Tió, Antonio Imbert y el mocano Tunti Cáceres.

Qué solos estamos los que matamos al Chivo, porque ahora nos toca a todos, sin el amor patrio de los conjurados, enterrar para siempre este fantasma.

Conclusión

La era de Trujillo constituye un periodo de caracteres económicos y políticos, implantando 30 años de violencia y sangre en nuestro país. Supo manejar todos los puntos cardinales de nuestro país y administrar todas las empresas del Estado.

De Trujillo podemos decir que era una hombre ambicioso, sin escrúpulos ni sentimientos que solo buscaba su bien particular a costa del pueblo que gobernó con puño de hierro.

Podemos concluir diciendo que la Era de Trujillo es como una cicatriz que vivirá por siempre en el recuerdo de todos lo dominicanos aun en los que no la vivieron porque su herida fue tan profunda que en las generaciones venideras seguirá presente, el recuerdo de Trujillo es historia que debemos de conocer y nunca olvidar.”Después de muchos años de desgracia, terminada la fatalidad y el desorden, es tiempo de que pensemos mejor y de que busquemos hacer la felicidad del pueblo dominicano por medio de la Rectitud, la Libertad y el Trabajo”.

Rafael Leonidas Trujillo. San Cristóbal 1891–1961 ; Militar y político, nacido el 24 de octubre sus padres José Trujillo Valdés (comerciante) y Altagracia Molina. Desde pequeño en Trujillo se revelaron cualidades de un hombre de carácter fuerte y dominante, aficionado a los trabajos de carpintería y le gustaban muchos los caballos. Su educación fue irregular y bastante limitada, a los 16 años trabajó de telegrafista en Baní y Santo Domingo. en 1913 se casó con Aminta Ledesma una campesina de San Cristóbal, la familia no tomó buen agrado al casamiento pues Trujillo no tenía reputación de buenas moral.

La participación de Trujillo en asuntos públicos empieza en este período de su vida autodenominadose “horacista”, se vinculó a los partidarios de Horacio Vázquez oportunidad que aprovecho para dar rienda suelta a sus ambiciones. Varias veces presidente de la República Dominicana gobernó el país directamente o través de hombres de confianza. Coartó las libertades y toda oposición política. Murió asesinado el 30 de noviembre de 1961 en la avenida George Washington cuando éste se dirigía hacía San Cristóbal.

Bibliografía

Peguero, Valentina; De Los Santos, Danilo: Vision General De Historia Dominicana. Impreso en Rep. Dom. Editora Corripio 1983.Martinez Almanzar, Juan Fco: Manual De Historia Critica Dominicana. Impreso en la Rep. Dom. Centro de Adiestramiento de Investigación Social (CASI) 1996; Antonio Benítez Rojo: La Isla que se repite. Editorial Casiopea, USA, 1998; Francklin Franco Pichardo: Los Negros, Los Mulatos y la Nación Dominicana.

Joaquín Balaguer: La Isla Alreves; Manuel Arturo Peña Batlle: La Patria Nueva; Manuel Núñez: El Acoso a la Nación Dominicana

Autor:

Luís Manuel Benítez Cabral

Asignaturas: Pensamiento Político e Institucional Dominicano.

Profesor: Franklin J. Franco P

Coordinadora: Licda. Estrella Rosa

Fecha: 15 de Diciembre 2008

Maestría en Administración y Políticas Públicas

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE SANTO DOMINGO UASD

Primada de América

Fundada el 28 de Octubre de 1538

Facultad de Ciencias Económicas y Sociales

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos75/ideologia-trujillato/ideologia-trujillato2.shtml#ixzz4ulOnETlu

Fotos (GM); notas, ver :Los peligros de la adulación (en la dictadura de Trujillo) http://acento.com.do/2015/cultura/8262160-los-peligros-de-la-adulacion-en-la-dictadura-de-trujillo/ vía @acentodiario

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