Nadie acabará con los libros – Umberto Eco

Título original: N’esperéz pas vous débarrasser des livres
Autores: Umberto Eco y Jean-Claude Carriére
Edición original en francés: Editions Grasset & Fascalle, 2009
Edición en español: Random House Mondadori S.A., 2010
Traducción: Helena Lozano Millares

Lucidez, dinamismo y frescura. La conversación entretenida que se brinda entre dos reconocidos intelectuales de nuestro tiempo reflejan las diversas perspectivas que existen sobre el libro impreso, hoy repositorio de gran parte del saber de nuestra especie y que, sin embargo, ingresa a una serie de cambios producto de a la inventiva tecnológica de los últimos tiempos. Las entrevistas realizadas por Jean-Phillipe de Tonac nos ofrecen una perspectiva total del pasado, presente y futuro de los libros.

El título del libro fue una de las razones más fuertes para elegir su lectura. Una vez iniciada, el lector se encuentra ante una conversación altamente entretenida entre dos viejos intelectuales bibliófilos apasionados por la cultura de su tiempo y capaces de reconocer la coyuntura actual de este objeto mágico que despierta la pasión de algunos que, como ellos, contemplan en las colección de los mismos parte constituyente de su mundo y reflejo casi absoluto de su personalidad.

Destacable resulta el hecho de que los diálogos van a girar en torno el pasado, en forma de manuscritos apilados durante años en bibliotecas legendarias [Alejandría, Pérgamo, Bagdag] y los primeros ejemplares producidos tras la imprenta de Gutenberg; el presente y los innumerables cambios culturales producto de la sobrecarga de información y los nuevos aparatos tecnológicos; y el futuro incierto para una forma de conservar nuestro saber que han tenido siglos de existencia.

Pero circunscribir el texto únicamente al tema de los libros es hacerle un flaco favor. Las conversaciones entre Eco y Carriére recorren en realidad la cultura, sobretodo la occidental, a partir de la historia del libro impreso como uno de sus símbolos. Las relaciones entre las diversas manifestaciones de los pensamientos y culturas humanas y el libro resulta obvia en la concatenación existen entre movimientos como el cristianismo y La Biblia o el nazismo y el Mein Kampf.

Otro de los aspectos tratados con sumo interés es la destrucción del libro como empresa desastrosa en la búsqueda de acallar una cultura o forma de pensar diferente. Un reflejo de lo poderoso y peligroso que representan los textos como mecanismos de difusión de ideas. Desde las casi míticas quemas de la Biblioteca de Alejandría o Jerusalén, así como la destrucción de los Códices Maya o los libros prohibidos por la Santa Inquisición e incluso las grandes hogueras realizadas por nazis o chinos en busca de sentirse más seguros en la imposición de sus autoritarias ideologías son ejemplos claros de la influencia de este invento en la historia de la humanidad.

Un interesante intercambio de ideas entre dos representantes de la cultura de nuestro tiempo que permite observar la importancia y perspectivas de este invento que despierta pasiones tan dulces como de animadversión. Sin duda un excelente texto para leer y releer más de una vez.

LA CITA

“El ser humano es una criatura verdaderamente extraordinaria. Ha descubierto el fuego, edificado ciudades, escrito magníficas poesías, dado interpretaciones del mundo, inventando mitologías. Pero al mismo tiempo no ha dejado de hacerle la guerra a sus semejantes, no ha dejado de engañarse, de destruir el ambiente que los rodea. La suma algebraica entre vigor intelectual e imbecilidad, en cierto sentido le hacemos un homenaje a esa criatura que es parte genial y en parte imbécil.”
– Elogio de la estupidez, ¿o deberíamos decir de la imbecilidad? – P. 163

CONTEXTO: Eco y Carriére se encuentran hablando sobre aquellos libros que reflejan los desvaríos del pensamiento humano. Desde las erróneas interpretaciones de Ptolomeo, que al no ser intencionales únicamente representan una equivocación científica, hasta los textos que expresaban la inferioridad de una raza ante otra e incluso el deber que tenía las “altas razas” de doblegar e incluso eliminar a las “débiles”. Sin lugar a dudas los libros, como producto cultural, no representan sino la cultura de sus inventores: los hombres.

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