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Published on Sep 22,2021
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Augusto Junior Edita: GALLAND BOOKS e DIRECTOR HISTORICAL OUTLINE C/Mateo Seoane Sobral 26 FD Magazine nace en el 2016, impulsado por el espíritu histórico y 47014 – VALLADOLID artístico, buscando siempre ofrecer la mejor calidad a sus lectores. Tfnos: 0034 983 11 65 27 / 983 29 07 74 FD es hoy una revista mensual conformada por artículos que abor- [email protected] dan temas y secciones muy variados, entrevistas, historia, literatura, [email protected] noticias, actualidad, etc. De esta forma, el magazine se caracteri- DIRECCIÓN za por el acopio de contenidos, tratamientos y enfoques en los que Director: Augusto Jr. se combinan tanto espacios informativos, como espacios de mero Redactor Jefe: Carlos Molero entretenimiento; orientándose, por consiguiente, a un público muy CONSEJO EDITORIAL amplio. Augusto Ferrer-Dalmau Lucas Molina Ilustrada por diversos autores, su contenido está cuidado y estu- DISEÑO Y MAQUETACIÓN diado al milímetro, haciendo de ella una revista cuya estructura se Augusto Jr. piensa con esmero y cuyos apartados se combinan con cuidado y COLABORADORES meticulosidad; dándoles así a cada uno su protagonismo. María Fidalgo Casares María José Solano ÍNDICE Jordi Bru Miguel Ángel Pérez Rubio - Entrevista. Arturo Pérez-Reverte Lucas Molina - Rocroi: La inmortalidad artistica de Alatriste Aleseide Gallery - El Madrid del Capitán Alatriste Jeosm - Las espadas del Capitán Alatriste Jesús García Calero - Entrevista. Joan Mundet Gestas de España - El lenguaje de Alatriste y la RAE ISSN:1888-3206 - Alatriste en el Sistema Educativo - Modelismo. El capitán Alatriste DEPÓSITO LEGAL: VA 1283/07 - Entrevista. Agustín Díaz Yanes Printed in Spain - Visado al Siglo de Oro GALLAND BOOKS S.L.N.E. no se hace - Viento de Levante hacia la historia responsable del contenido de los artículos - Entrevista. Pilar Reyes publicados en ARES. - Las mujeres del Capitán Alariste La responsabilidad de los mismos corres- - Alatriste 25 años después ponde a los autores que los firman.

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ENTREVISTA Arturo Jeosm Photography María José Solano PÉREZ- REVERTE Arturo Pérez-Reverte callejea por el viejo Barrio de las Letras de Madrid con soltura de cur- tido capitán. Buscamos un lugar apropiado para la sesión fotográfica a cargo de Jeosm, pero el autor tiene la rara habilidad de tomar iniciativas como si emprendiera una estrategia de aproximación táctica. El muro de ladrillos del Convento de las Trinitarias es el lugar elegido, pues alivia del intenso sol primaveral levantándose, escenográfico, en una zona extrañamente desierta del barrio que arranca en la esquina de la antigua casa de Quevedo (aquella que compró para dejar a Góngora sin techo) y baja por la vieja Costanilla hasta Huertas. Luego, sentados en la terraza de una de las peque- ñas tascas castizas del Madrid del Diecisete, iniciamos esta charla. Caballeroso, serio, lúcido, profesional, con un suave tono de melancolía que prácticamente se esfuma tras el primer Actrón disuelto en agua, lo observo admirada y pienso que, sentarme a entrevistar por primera vez a Arturo Pérez-Reverte y hacerlo sin coraza es un riesgo que asumo, pero no del todo. Bajo las ena- guas, en la liga izquierda (soy zurda), llevo escondida una afilada daga. Con cierto tipo de hombres a los que, dependiendo del momento, mataría, besaría o defendería hasta la muerte, es mejor andar prevenida. FD MAGAZINE 4

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María Jose Solano- Comenzamos por la ideas, relámpagos que desencadenan historias, un pregunta obligada: ¿Por qué dejó de escri- día veré claro que el siguiente año de mi vida me bir la saga de Alatriste? quiero dedicar a Alatriste y entonces me pondré a ello; pero eso no me ha pasado todavía. Hace -Arturo Perez-Reverte Yo era muy feliz escri- poco tuve un amago, creí que sí, pero no estaba biendo Alatriste, pero había cosas que quería es- lo bastante firme y entonces se cruzó otra historia cribir también. El problema con un personaje fijo tan poderosa como para adueñarse de mi cabeza o una historia fija es que se adueña de ti y corres y superponerse a Alatriste, y ahí quedó. Pero sé el riesgo de quedar atrapado en ella. Vi el peligro que un día ocurrirá; veré clara la aventura y me de quedarme envuelto en Alatriste y no ver, leer o pondré a ello de nuevo. Es que, como he dicho en pensar más que en Alatriste y su mundo, y había otras ocasiones, son las historias las que eligen al historias que me acompañaban y también deseaba escritor y no al contrario. darles salida así que decidí parar por un tiempo indefinido dejando pendientes las dos últimas en- M.J.S- ¿Veinticinco años después, qué que- tregas. Sigo queriendo volver a Alatriste. da de Alatriste en su autor? M.J.S- Seguimos con la pregunta inevita- A.P-R- Hombre, queda mucho, porque Alatris- ble: ¿Habría alguna razón por la que Pé- te sale de mí y está dentro de mí. Lo que ocurre rez-Reverte se decidiera a volver al mundo es que las aventuras del capitán han pasado por alatristesco? tantas manos en estos años (películas, series, lec- tores…) que ahora lo veo distante, ajeno, como si A.P-R- No. El azar. La cabeza de un novelista es no fuera mío. Es singular, pero el tiempo me ha puro azar, e igual que de pronto hay situaciones, llevado a mirar al personaje como un lector y no como su autor; es decir ahora, 25 años después, FD MAGAZINE 5

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soy capaz de verlo desde afuera. riguar si seré capaz de retomarlo donde lo dejé; de no imponerle un salto temporal relacionado M.J.S- ¿Y eso es bueno o malo? con mi vida, sino mantenerme firme como es- critor siendo consecuente con la suya; comenzar A.P-R- Pues fíjese, no es una sensación mala una nueva aventura con naturalidad como si solo porque me permite, quizás, ser algo más objeti- hubiesen transcurrido seis meses desde el último vo con el personaje; mirarlo con más limpieza. Es episodio, como hacía entonces. curioso, no lo había pensado nunca, pero cuando lo aborde de nuevo, si lo abordo, este periodo de M.J.S- Como decíamos ayer. acercamiento a Alatriste como lector podría resul- tar bastante útil a la parte creativa del autor. A.P-R- Exactamente. Como nos batíamos ayer… Es que ese, justamente, es el punto. Para el tipo de M.J.S- Usted tenía 46 años cuando escribió escritor que yo soy cada inicio de escritura es un la primera aventura del capitán. ¿Cómo desafío; comenzar cada novela planteándome la sería el Diego Alatriste recuperado por su duda “voy a ser capaz de hacer esto o no voy a ser creador con la mirada de los 69 años? capaz”. En el caso de Alatriste uno de los móviles, cuando decida sentarme de nuevo a escribir, será: A.P-R- No lo sé, pero es muy cierto que Alatriste “¿seré capaz de retomar Alatriste tal y como era y responde a una mirada mía en un momento deter- no hacer un Alatriste diferente, estropeado, aleja- minado siendo el resultado coherente de aquella do del imaginario del lector y del mío propio de vida y aquella edad. Alatriste está muy lejos del entonces?”. Esa es justamente la incógnita, y po- autor que soy ahora, por lo que mi principal temor siblemente si lo haga será para comprobar si soy es que renazca de mí un Alatriste contaminado por lo bastante buen escritor como para conseguir que mi edad. Realmente ese es mi único miedo. el lector no note una ruptura entre el séptimo y el octavo episodio de la serie. Porque no es lo mismo M.J.S- Pero Alatriste evolucionó a lo largo continuidad, incluso oscurecimiento, que ruptura. de las diferentes aventuras hacia un lugar más matizado, más complejo, se adensó M.J.S- En ese sentido recordemos que us- como personaje con claroscuros. ted mismo declaraba entonces que Alatris- te nace, entre otras cosas, como un acto de A.P-R- Es verdad, se fue volviendo más som- rebeldía frente al sistema educativo del mo- brío porque seguía un proceso de oscurecimiento mento, que dedica en los libros de Historia natural, libro por libro. Pero este corte tan largo de los chicos de primaria un escueto hueco puede haberme situado a mí en un lugar más es- al fundamental Siglo de Oro español. Po- quinado con una densidad más sombría de la que dríamos decir, si me permite, que Alatris- ocupaba cuando interrumpí la escritura, y al sen- te más que de un reto, nace de un gesto de tarme de nuevo a escribir Alatriste, temo que ese chulería revertiano. salto temporal mío se note en el personaje. No sé si me explico. A.P-R- Ya que usted tiene la amabilidad de defi- nirlo así, no la voy a desmentir M.J.S- Perfectamente M.J.S- Pues entonces sigo con el término A.P-R- Insisto, no es una certeza, es un temor; “chulería” que me parece bastante adecua- una aprensión. do porque se extiende también a la forma de abordar la narración que incluye un voca- M.J.S- Bueno, tal vez ese temor se convier- bulario amplísimo, singular y casi olvidado, ta en reto sirviéndole como motivación su- que es la lengua de Germanía; su profundo ficiente como para sentarse a escribir otra conocimiento de esta lengua marginal y su vez… habilidad para rescatarla y actualizarla ha- ciéndola entender a un lector actual lo colo- A.P-R- Sobre todo, la parte de reto reside en ave- FD MAGAZINE 6

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« Vi el peligro de quedarme envuelto en Alatriste y no ver, leer o pensar más que en Alatriste y su mundo » FD MAGAZINE 7

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« Mi principal temor es que renazca de mí un Alatriste contaminado por mi edad » FD MAGAZINE 8

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caron en el camino que finalmente lo llevó Había que trabajar tomando el habla de Germanía a ser nombrado Académico de la Lengua. crudo, pasarlo por el tamiz de mi forma de escri- ¿Cree usted que esa chulería de Alatriste le bir y de mis personajes, y salpicar con él de tal abrió las puertas de la RAE? manera que no fuese una jerga ilegible, sino que le lector de este siglo pudiese acercarse a ella sin A.P-R- Estoy seguro, convencido de que fue así dificultad, o casi sin dificultad. Justamente, la par- aunque, sobre todo, abrió las mías, pues inicial- te más bonita de la escritura fue ese trabajo, muy mente yo no quería ir a la Academia cuando me apreciado por los Académicos, por eso decidí que lo plantearon, primero Santos Sanz Villanueva y mi discurso de ingreso en la RAE debía recuperar luego Gregorio Salvador a instancias de Domin- para aquella casa esta jerga. go Induráin. En la primera llamada dije que no, pero Gregorio me convenció justamente diciéndo- M.J.S- La presencia de Alatriste en las es- me algo que nunca olvidaré: “Es que el hombre cuelas ha sido determinante para lograr el que ha escrito el Capitán Alatriste debe estar en la hondo calado social del personaje. ¿Qué cree Academia”. Eso fue lo que me hizo aceptar. usted que les aporta a los chicos esta saga? M.J.S- ¿Y por eso escribió su discurso de in- A.P-R- A esa pregunta no puedo responder por- greso en la RAE “El habla de un bravo del que no he estado en las aulas con ellos, no tengo el sXVII” recuperando el habla de Germanía? retorno ni de alumnos ni de padres ni de profeso- res. Sé que se ha hecho y sé que de vez en cuando A.P-R- Bueno es que, vamos a ver. Alatriste me me llegan resultados satisfactorios. produjo varios placeres personales; uno fue re- cuperar una narración de espadachines al estilo M.J.S- Pero usted ha dado charlas para de lo que yo había leído de jovencito, otro fue alumnos en colegios y asistido a encuentros moverme por el Siglo de Oro y meter en la novela de chicos de distintas edades con Alatriste a Calderón, Lope, los Tercios, y demás. La ter- como eje temático. Algo tendrá que decir. cera fue el lenguaje. El habla de Germanía es un lenguaje extraordinario; yo siempre he dicho que A.P-R- Hombre, si yo no fuese el autor diría esto: sólo son capaces de crear lenguaje los jóvenes y Alatriste es una buena herramienta. Un profesor los delincuentes. El lenguaje de germanía es un con un Alatriste en la mano puede entrar en la lenguaje creado por delincuentes; por soldados aventura, en la Literatura, en la Historia y también y delincuentes. Solamente el habla de los narcos abordar ciertos valores éticos y morales, es decir, norteña, del norte de México, es comparable en hay un montón de elementos didácticos extraíbles riqueza y osadía a la de Germanía. Esa mezcla de los Alatristes. Yo entiendo que un profesor al de cultismo y vulgarismo, de latín de iglesia, jer- que le gusta Alatriste pueda usarlo como manual ga de cárcel y galeras producían unos resultados de trabajo y que eso esté funcionando. Supongo fascinantes. Cualquiera que se haya asomado a que también habrá niños que me odien porque los los versos de Quevedo, al patio de Monipodio de obliguen a leer Alatriste en el colegio. En cual- Rinconete y Cortadillo, o a cualquier texto de la quier caso, evidentemente es un honor y un or- época no puede menos que quedar fascinado por gullo el que estas novelas figuren en los libros de el léxico. texto no solo españoles, sino también en manuales extranjeros para el estudio del español. Todo esto M.J.S- Pero además de satisfacción, ahí ha- hace que, como autor, me sienta orgulloso de ha- bía un desafío tremendo para el escritor, ber dado vida al capitán, naturalmente. porque la lengua de Germanía es difícil no solo de manejar, sino también de entender. M.J.S- Es que, de alguna manera, Alatriste trasciende la mera aventura. A.P-R- Precisamente ese era el interesante desa- fío: hacer que los personajes de Alatriste mane- A.P-R- Supongo que todo lo anterior en parte se jasen ese lenguaje con naturalidad y que a la vez debe precisamente a eso, a que Alatriste no es una éste fuese comprensible para el público de ahora. novela de aventuras ni de espadachines, sino que FD MAGAZINE 9

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es algo más. Tiene fondos éticos, morales, históri- seguramente. A la semana ya nadie se acordará cos, conceptuales y, sobre todo, es lo más amargo de mí, como ocurre con todos los demás. Pero es que se ha escrito sobre España, realmente. Pero cierto es que, dado que Alatriste es mi personaje bueno, esto último no vale para esta respuesta. más conocido en España y también fuera de Espa- ña en muchos sitios, será el primero que le venga M.J.S- Pero me lleva a la siguiente cuestión: a la cabeza al encargado de la necrológica. Alatriste es ya un personaje que supera lo literario saltando a la vida; me consta que M.J.S- Porque decir “Ha muerto el autor hay chicos que creen que Diego Alatriste de El Tango de la Guardia Vieja” no es lo fue un personaje histórico. mismo. A.P-R- No solo críos. Tengo una carta de la Casa A.P-R- Hombre, quizás El Club Dumas… no sé. de Velázquez en París de varios historiadores ex- Hay una cosa que está clara y eso me gusta como tranjeros que en su momento se pusieron en con- autor, y es que cuando un taxista que te das cuenta tacto conmigo para que le diera más pistas sobre que no ha leído Alatriste o un camarero o alguien los datos reales de Diego Alatriste e Íñigo Balboa. que se acerca a saludar te habla de Alatriste, es O sea, que hay gente que se ha tragado el anzuelo porque ya ha trascendido los libros y es un per- hasta adentro. sonaje que está en el imaginario no ya del lector, sino de la gente. Alatriste ha pasado esa barrera, a M.J.S- Dada esa relevancia del personaje, lo que ha ayudado el cine, la televisión, los cole- ¿cree usted que le trascenderá?; que cuan- gios…, pero sí, en ese sentido, es evidente que si do usted muera se dirá: “Ha muerto el pa- yo fuese un necrologista de Pérez-Reverte elegiría dre de Alatriste”. a Alatriste como despedida. A.P-R- Supongo que el día que muera lo dirán, M.J.S- ¿Y usted lo considera su personaje FD MAGAZINE 10

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más importante? de nuestra historia. Alatriste tiene las dos cosas y A.P-R- No, pero entiendo que sin duda es el que en ese sentido creo que las aventuras del capitán más ha trascendido, el que más fama ha alcanza- son interesantes porque no son en absoluto ma- do, el que más lectores ha sumado, pues son siete niqueas; ni el autor lo es, ni lo es el personaje. libros en muchos idiomas. Y realmente, es un buen Las historias del Capitán Alatriste nos acercan de personaje del que estoy muy orgulloso, pero tengo una manera, creo, muy real a esa esencia trágica, personajes que son tan vigorosos como Alatriste. heroica, cruel, tierna, leal, traidora, amarga, que es el hecho de ser español y en ese sentido Ala- M.J.S- Me gustaría, si me lo permite, volver triste es, sin duda, mi personaje más español. Un sobre aquella amargura que mencionó an- español lúcido, que, por eso mismo, no puede ser tes. ¿A qué se refería? alegre pues está forzado a lo amargo. A.P-R- Vamos a ver. Hay estúpidos que afirman M.J.S- Luego esa amargura no es un recur- que Alatriste es un canto a la España Imperial; so literario, es simplemente, contexto eso se ha dicho durante mucho tiempo y aún hoy hay quien afirma esa idiotez, pero lo único que A.P-R- Claro. No fue el propósito del autor ha- demuestran es que no lo han leído. Yo dudo que cer un personaje amargo, le salió amargo porque nadie haya escrito cosas tan amargas sobre Espa- hablaba de la España del Diecisiete y nadie que ña como las que están escritas en Alatriste, pues a vea esa España con una mirada lúcida, leyendo a la hora de plantearme al personaje decidí que iba Cervantes o Quevedo, puede ser optimista o épi- a hacer una obra honrada; que iba a hablar de la camente patriótico-glorioso; tiene que ser realista. luz y de la sombra, de la gloria y de la misera, del Y es evidente que la sombra de Quevedo planea oro y de la basura. No he escatimado orgullo es- sobre Alatriste todo el tiempo. La melancolía de pañol, que lo tengo por aquello que lo merece, ni Cervantes y la amargura de Quevedo son los dos tampoco he escatimado horror por la parte oscura factores capitales en la creación del personaje. Si FD MAGAZINE 11

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yo no los hubiese leído, jamás podría haber crea- M.J.S- ¿Tiene usted una aventura favorita do al Capitán Alatriste. de entre las siete aventuras del Capitán? M.J.S- Y usted que encadena novelas, ¿cree A.P-R- Eso es muy difícil de establecer. Para mí que hay algo de Alatriste en otros persona Alatriste es una sola historia que he partido en jes como, por ejemplo, Falcó? trozos de manera práctica o táctica; la división es artificial, pensada para los lectores. En mi cabeza A.P-R- No, no, no. Justamente Falcó es lo opues- no está dividida en episodios, sino que es una con- to; es un jeta, un sinvergüenza, un canalla, un tinua historia que posteriormente ha sido dividida vividor, un hombre al que la aventura le seduce. por razones editoriales para que sea más asequible Alatriste es el resultado de una España y paradó- al lector. Dicho eso, hay dos…, bueno… es que jicamente, no es un personaje solitario, sino que no son dos, son más…. No, la verdad es que no forma parte de un conjunto de héroes cansados, sabría decirle. españoles traicionados y vencidos, sí, pero un con- junto. Alatriste es componente orgánico de una es- M.J.S- Bueno, le puedo contar al hilo de pañolidad colectiva, por eso él puede reconocerse esto que cuando hice la entrevista a Mun- entre sus amigos e incluso entre sus enemigos. det, el ilustrador, para este mismo número de FD Magazine, me dijo que, para él sin M.J.S- ¿Cuál es el más revertiano de los dos? duda Corsarios de Levante era la historia predilecta, pues era la primera vez que, por A.P-R- Los dos lo son, pero Falcó es individual, razones editoriales, tuvo que simultanear no tiene colectividad; caza solo y en ese sentido, el trabajo de ilustración con el de escritu- es más revertiano en cuanto a cercanía al autor. ra. Confiesa que tenía sus recelos iniciales, Es que, claro, Alatriste es un soldado del Tercio pero enseguida vio que el autor, usted, no de Cartagena y muere con sus compañeros. Aun- intervenía en su trabajo para censurarlo o que se sienta solo, como todo lúcido, Alatriste está modificarlo; al contrario, se volvió una co- dentro de un grupo y tiene camaradas con los que laboración muy enriquecedora. comparte recuerdos y amarguras y peligros y fi- nales. Falcó no tiene ni un solo amigo, no los ne- A.P-R- Muy cierto, así fue. Sobre eso, y dicho cesita. Alatriste necesita morir entre compañeros, todo lo que he dicho anteriormente, si tuviera que sentir el calor, incluso en la soledad, de los que elegir un trozo de Alatriste, decidir en un momen- están solos como él; Falcó no necesita nada, es to determinado “que todo se destruya pero que un tipo sin afectos, es la aventura pura: el sexo, esto se conserve”, creo que el fragmento alatris- los enemigos, la crueldad. Es admirablemente in- tesco elegido serían las páginas finales de Corsa- dependiente frente a Alatriste, que no es indepen- rios de Levante; el combate de las galeras en las diente en absoluto. Bocas de Escanderlu son lo mejor que he escrito de Alatriste. Y posiblemente, incluso de algunas M.J.S- Le he puesto el ejemplo de Falcó otras novelas. porque es la otra saga que usted ha escrito, junto con la de Alatriste. M.J.S- Alatriste ha sido ilustrado y llevado al cine y a la televisión. Tiene rostros más A.P-R- Pero no se parecen en nada. que reconocibles, ¿está satisfecho con las imágenes de su personaje? M.J.S- ¿Alatriste nace con vocación de saga o se convierte en saga? A.P-R- En realidad, tanto los ilustradores como los actores fueron lo bastante fieles al patrón ori- A.P-R- Pues ahora no me acuerdo. Yo creo que ginal como para no contradecirse entre sí; todos nace con la idea de historia contada en varios epi- ellos están muy cercanos a mi Alatriste, aunque sodios. En realidad, nace con vocación de perso- también es verdad que el texto describe muy bien naje más que de saga, que es una palabra que no al personaje, muy detalladamente. me gusta; se abusa mucho de ella. FD MAGAZINE 12

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« La melancolía de Cervantes y la amargura de Quevedo son los dos factores capitales en la creación del personaje. » FD MAGAZINE 13

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M.J.S- También me comentaba Mundet que esperar la muerte caminando por las calles recor- estaba muy orgulloso de su Gualterio porque dando o leyendo o lo que fuera. Pero justamente hizo una prueba, se la envió y a usted le gustó tener a Malatesta y lo que éste simboliza le per- mucho que lo hubiese dibujado “guapo”. mite cada día acostarse con un ojo abierto y la daga debajo de la almohada. Esa daga garantiza A.P-R- Si, así es. que Alatriste siga siendo Alatriste. Mi cariño por el personaje me llevó a darle un antagonista a su M.J.S- Gualterio es el antagonista perfecto altura: esa clase de enemigo al que respetas, pero sin el que Alatriste no se sostendría. matas. Si. Me gustan esos enemigos, precisamen- te porque suelen ser difíciles de encontrar. A.P-R- Alatriste no se sostendría sin enemigos. A un hombre como él ya solamente lo justifica la M.J.S- Alatriste está muy bien arropado lucha; ni la bandera, ni Dios, ni la religión, ni el por unos magníficos secundarios que sobre- Rey, ni ninguna palabra con mayúsculas lo sos- viven con tanta fuerza como él, ahí está Íñi- tienen, pues se las ha ido arrancando la vida. So- go, que equilibra la balanza y que, inevita- lamente el combatir lo justifica pues es lo que lo blemente, crece ¿Qué pasará con él cuando mantiene despierto, lúcido y peligroso; lo que le descubra que Alatriste ya no es aquel héroe confiere la dignidad personal, lo que le hace sen- imbatible de su infancia? tirse vivo. Alatriste necesita sentirse peligroso y para eso hacen falta enemigos. Malatesta en ese A.P-R- Bueno, lo hemos visto crecer y en Corsa- sentido es una bendición de Dios para el capitán rios de Levante y en El Puente de los Asesinos es porque sin él solo le quedaría envejecer borracho un Íñigo ya respondón que se enfrenta a Alatriste, en una barra de bar, en la cama de una amante, en le discute decisiones, se pelea con él, se enfada; la taberna contando sus batallitas o sin contarlas; está matando ya a su segundo padre. Pero hay algo claro, Alatriste será un héroe hasta el final, FD MAGAZINE 14

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lo que pasa es que ya no se notará porque no tendrá ellas. Angélica de Alquézar, Caridad La Lebrijana, ocasión de ejercer. la cortesana de Venecia, todas son, en distintos ór- denes de la vida, mujeres densas, personajes rea- M.J.S- ¿Alatriste nunca cambiará a los ojos les; de verdad. No son muñecos en manos de los de Íñigo? hombres, ni siquiera compañeras de aventuras, sino entidades de mucho peso que condicionan las his- A.P-R- Íñigo lo conoce lo bastante como para torias, como en todas mis novelas, por otra parte. saber que, aunque Alatriste sea un anciano cansa- do metido en una taberna, si en la puerta aparece M.J.S- En estos 25 años alatristescos le han Malatesta, el viejo capitán volverá a ser Alatriste. preguntado todo lo preguntable. ¿Hay algo Al menos mis héroes son así. que desearía que le preguntaran y nunca na- die le ha formulado? Los héroes nunca dejan de serlo; la gente deja de verlos, que es distinto. ¿Cómo va un hombre, por R- “¿Es Alatriste el personaje que usted quisiera ser y envejecer, a perder su biografía? no puede ser?” Esa pregunta nunca me la han hecho. M.J.S- Y hablando de héroes, ¿qué pasa con P- Porque nadie se ha atrevido, supongo. Yo las mujeres alatristescas? desde luego no me atrevo. ¿Cuál sería la res- puesta? A.P-R- Bueno, son todas mujeres de armas tomar, ahí sí que las feministas no tendrán nada que ob- R- Mi respuesta sería: A mis 69 años, tras 35 años jetar, lo que pasa es que muchas no habrán leído escribiendo novelas, con una biografía que está en a Alatriste, claro. Pero cualquier feminista que lo internet, es el lector quien debe decidir qué hay o lea se dará cuenta de que mi visión de la mujer in- no hay de mí en el Capitán Alatriste cluso va más allá de donde creen estar muchas de FD MAGAZINE 15

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LA NUEVA NOVELA DE ARTURO PÉREZ-REVERTE

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UNA HISTORIA DE AMOR, MAR Y GUERRA

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María Fidalgo Casares Veinticinco años han pasado ya desde que alma en unos lienzos que quedarían para la His- Alatriste abriera la caja de los truenos histó- toria. Pérez Reverte -que bautizó al artista con el ricos. Los Tercios habían protagonizado ca- sobrenombre de “el pintor de batallas”– encon- pítulos gloriosos que durante siglos fueron tró en el artista ese “algo” que sólo él era capaz sepultados a un injusto y doliente olvido. Alatriste y de transmitir en el mundo del arte y confió en su saga, no sólo consiguieron resucitarlos, sino que su capacidad creadora y técnica para otorgarles sus páginas supieron plasmar de forma nítida un es- carne y hueso. “Nadie –que yo conozca– pinta en píritu que cautivaría a millones de lectores. Decenas España con tanta honradez y tan admirable au- de ellos, hoy escritores e historiadores, se reconocen sencia de complejos para recuperar las imágenes con orgullo como “la generación Alatriste”. de nuestro largo pasado”. Es el escritor quien pide Si la saga despertó la fascinación por los tercios, a Ferrer- Dalmau que acometan juntos la empre- también Augusto Ferrer- Dalmau, insuflaría su sa artística de Rocroi. Ambos gestarían una obra de felicísimo resultado que verían fraguada en el FD MAGAZINE 18

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cuadro inolvidable e imprescindible comparado a nidad. En la Literatura, en las páginas de Pérez Las Lanzas de Velázquez: Rocroi: El Último Ter- Reverte, y en el Arte, a través las iconografías de cio. Un lienzo que haría que muchos conocieran Augusto Ferrer-Dalmau. La genial conjunción de al pintor y que desde entonces le acompañaran ambos otorgó al inolvidable Capitán y a los suyos fielmente en una meteórica carrera que siempre la inmortalidad de los héroes de Rocroi ha llevado a gala la defensa de aquellos ejércitos hasta entonces olvidados. Decenas de obras que irán exhibiendo lo mejor de su estilo: una exce- lencia técnica basada en la pericia del dibujo, de las gamas de color y un extraordinario dominio espacial y escenográfico. Pero junto a ello, una transmisión de sentimientos que consigue que en todos estos cuadros quien los contempla busque y encuentre ese “algo” del Capitán Alatriste cuan- do acompaña con fe la deslumbrante comitiva de Empel, avanza orgulloso en el Camino Español, o cuando muere con hombría en El último tercio. Su poder es tal que también incluso podemos re- conocer su esencia en la infantería de otros tiem- pos, batallas y espacios salidos del pincel del ar- tista. Desde las arenas de Rocroi o la marisma de Empel a las ciénagas del Mississippi, los blocaos de los legionarios, o en las misiones de nuestro ejército de hoy. Por ello, todos sabemos que Alatriste y los Ter- cios no vivieron su final en aquella épica y trágica batalla. Desde hace 25 años alcanzaron la eter- FD MAGAZINE 19

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ECl aMpitaádnrid del Juan Eslava AlatristeJeosmPhotography Yo mismo, cuando paseo por esos antiguos barrios, no puedo evitar sentir que tras cualquier esquina aparece la delgada y taciturna silueta de mi amigo el capitán, ver brillar la espada de su mortal enemigo el italiano Gualterio Malatesta, escuchar el acento andaluz del pintor Veláz- quez, oír tras la tapia del Corral del Príncipe o de la Cruz a los actores declamar versos de Lope de Vega o Calderón en representaciones teatrales que a veces terminan con estocadas, o entrar en cualquier taberna donde el poeta Quevedo compone versos entre pendencias, amoríos y bo- tellas de vino. Borrar las fronteras entre realidad y ficción, y terminar no pudiendo diferenciar bien lo vivo de los imaginado, resulta fuente de especial placer para cualquier autor. A fin de cuentas, para eso algunos escribimos novelas. Arturo Pérez-Reverte FD MAGAZINE 20

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Plaza de la Villa E El más bello conjunto del Madrid de los Austrias. De un lado, el ayuntamiento, construido en ladrillo, granito y piedra blanca planteado con doble función: acoger los servicios muni- cipales y la cárcel de la Villa. De allí, un día marzo de 1623, Alatriste sale, libre de nuevo, pues ha estado preso tres semanas por impago de deudas. En esa cárcel de la Villa el capitán supo hacerse respetar gracias a su habilidad para hacer amigos hasta en el infierno, a su fama de hombre de hígados y al socorro de amigos de fuera. Del otro lado de esta hermosa Plaza se hallan la casa y torre de los Lujanes, el edificio más antiguo de Madrid, del siglo XV, y la plateresca casa de Cisneros, del XVI, que fue residencia del general Narváez, el más firme sostén de la reina Isabel II, aquel espadón que, en su lecho de muerte, al ser amonestado por el confesor para que perdonara a sus enemigos, alzó una ceja, abrió un ojo y le espetó: -Yo no tengo enemigos, padre: los he fusilado a todos. FD MAGAZINE 21

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Plaza de la provincia El actual palacio de Santa Cruz, un sólido y bello edificio de piedra y ladrillo, fue cárcel de la corte, y albergaba, a un tiempo, los juzgados y la prisión. En esta plaza de la Cárcel tenían sus covachuelas muchos letrados, leguleyos y procuradores que pes- caban ganancia, a pie de obra, como en almadraba, en aquellos tiempos en que se compraba y se sobor- naba y el cohecho circulaba como la calderilla: “Ya sabe voacé –nos recuerda Alatriste– que en España no hay más justicia que la que uno compra”. Algu- nos testimonios de la época apuntan a su belleza: «La cárcel de Madrid es un edificio tan bonito que parece más apropiado para ser el palacio de un príncipe que una cárcel para criminales, y vivir en ella tendría que ser más bien un placer que una pena, si no fuese por el sufrimiento de estar ence- rrado.» ROBERT BARGRAVE, 1654. En este lugar ejerce el Licenciado Calzas, abogado madrileño, amigo del capitán Alatriste y como tal, contertulio de la taberna del Turco. Experto en los tejemanejes de la justicia y sus corruptelas, presta a veces su consejo profesional a Alatriste y a sus amigos del hampa. FD MAGAZINE 22

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Plaza de Santa Ana Esta plaza la abrió el rey José Bonaparte aprovechando el huerto del convento de Santa Ana. Durante mu- cho tiempo fue el lugar taurino por excelencia, pues en el hotel Reina Victoria (1919) se solían alojar los toreros y en los bares del entorno, el desaparecido Viña, la Cervecería Alemana… los aficionados acudian a verlos y a comentar las faenas. En esta plaza estuvo el teatro más antiguo de Madrid, el corral de la Pacheca (1583) que, en tiempos de Alatriste, cuando triunfaba en él Lope de Vega, se llamaba Corral del Príncipe y hoy, reedificado en el siglo XIX, se llama Teatro Español. Plaza de Puerta Cerrada La plaza toma su nombre de una de las puertas de la desaparecida muralla cristiana de Madrid, que estuvo emplazada en este enclave durante la Edad Media y el Renacimiento. El citado acceso se llamó inicialmen- te Puerta de la Culebra, en alusión al relieve de dragón instalado en su frontal. Esta puerta fue clausurada ante los continuos delitos que tenían lugar en su interior, formado por varios recovecos que facilitaban el escondite de ladrones y asaltantes. Desde entonces empezó a ser conocida como Puerta Cerrada, nombre que perduró una vez que la puerta medieval fue derribada. Su demolición se produjo en el año 1569, con ocasión de la entrada en la ciudad de Isabel de Valois,‎‫ ‏‬esposa de Felipe II. El Tuerto Fadrique, amigo de Diego Alatriste y otro de los habituales contertulios de la taberna del Turco, es Boticario con tienda abierta en esta madrileña plaza de Puerta Cerrada. FD MAGAZINE 23

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Arco de Cuchilleros El arco de Cuchilleros es obra de Juan de Villanueva, quién tras el incendio de la Plaza Mayor en 1790, cerró completamente la plaza habilitando una serie de arcadas. Una de estas arcadas, la que daba acceso a la plaza por el extremo sur occidental, es el arco de Cuchilleros, llamado así porque en el caserío de sus alrededores, a la entrada y a ambos lados de la escalinata que lo precede, estuvieron ubicados los talleres del gremio de cuchilleros y espaderos, pues tenían como una de sus finalidades suministrar sus productos a las carnicerías establecidas en la Plaza Mayor. Sus piedras centenarias, umbrías y húmedas reproducen el eco de los pasos de Gualterio Malatesta, el enemigo de Alatriste, emboscado en la noche. Los escalones del arco de Cuchilleros desembocan en la Calle de Toledo, donde se levantaba la iglesia de San Pedro y San Pablo de Madrid (antecesora de la ac- tual colegiata de San Isidro el Real) de la que es sacerdote el Dómine Pérez, Jesuita madrileño y profesor en el adyacente Colegio de los Jesuitas (de ahí su título de Dómine), uno de los buenos amigos de Diego Alatriste y contertulio de la taberna del Turco, además de preceptor de Íñigo Balboa, al que inició en el estudio del latín en 1623, FD MAGAZINE 24

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Plaza Mayor El corazón de Madrid de los Austrias. Normalmente es lugar de mercado y de paseantes, pero en las oca- siones señaladas se convierte en el gran teatro de la monarquía, el escaparate de su grandeza y de sus obse- siones. Los vecinos están obligados a ceder balcones a autoridades y barandas designados por los alcaldes cuando se celebran los Autos de Fe, las ceremonias penitenciales de la Inquisición, fastuosas escenografías barrocas a mitad de camino entre acto religioso y jurídico, en las que se decide la suerte de los reos. Tam- bién se celebran las corridas de toros, todavía no profesionales, más rejoneo que otra cosa, con aristócratas luciendo caballo, músculo y arrojo. Un habitual de la Plaza Mayor es Martín Saldaña, soldado retirado de los tercios de Flandes, en los que coincidió con Diego Alatriste (desde 1598), al que le uniría en adelante una buena amistad. Licenciado en 1609 por la tregua de los doce años, recaló en Madrid, donde (gracias a un cuñado mayordomo en Palacio y, según las malas lenguas, a las libertades que el corregidor se tomaba con su mujer) llegó a teniente de alguaciles. En 1623 fue el encargado de investigar el caso de la dueña que apareció estrangulada en una silla de manos, asunto ligado al asalto al convento de las adoratrices benitas en el que participó Alatriste. FD MAGAZINE 25

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Calle Cervantes, antes Francos Aquí se conserva la casa en la que Lope de Vega vivió sus últimos años, restaurada y convertida en museo del escritor. Detrás, el jardincillo donde el escritor hacía tertulia con los amigos y cuidaba un naranjo con sus manos mientras veía pasar la vida sin perder su pasión por ella: “Yo he nacido con los dos extremos, que son amar y aborrecer; no he tenido medio jamás”. En la misma calle, en tiempos de Lope, también había una mancebía de lujo, Las Soleras, a la que acudía la gente bien. Las de los pobres, o berreaderos, estaban en otros sectores de la ciudad. Calle Lope de Vega En esta calle, que antes se llamaba Cantarranas, estaba la casa de Cervantes (pero en su tiempo la vivienda tenía acceso por el número dos de la adyacente calle del León) FD MAGAZINE 26

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La casa de las siete chimeneas Es el más antiguo y mejor ejemplo de la arquitectura residencial madrileña de los siglos XVI y XVII. La casa estaba entonces ubicada en la parte trasera del Convento del Carmen, una zona de huertos y jardines, por lo que fue concebida como una casa de campo. Ese palacete de campo, hoy en el centro de Madrid, tiene dos plantas, ventanas en la baja y balcones en la alta, y tejado a cuatro aguas en el que destacan siete chimeneas, que le dan su nombre. En esta casa se alojó el Rey Carlos I de Inglaterra en 1623 cuando, en su intento de unir las dos Coronas, se presentó de incógnito en Madrid para pedir, sin éxito, la mano de la infanta doña María, hermana menor de Felipe IV, hecho narrado en la primera novela del Capitán Diego Alatriste. Calle de las Huertas. Convento Trinitario de las Descalzas El Convento Trinitario de las Descalzas, fundado en 1609. En alguna parte de su iglesia reposan anóni- mamente los huesos de Cervantes. Aquí profesaron una hija de Cervantes, Isabel, y otra de Lope de Vega, Marcela. Desde una celosía del edificio, Marcela vio pasar el multitudinario entierro de su padre, calle Huertas abajo. En 1629, el joven Calderón de la Barca violó, espada en mano, la clausura de este convento, persiguiendo a un tal Villegas que acababa de apuñalar a su hermano. FD MAGAZINE 27

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Entorno de Calle Huertas Aquí vivió la flor y nata de los autores del Siglo de Oro: “En apenas doscientos pasos a la redonda –escribe Pérez Reverte–, Lope de Vega en su casa de la calle Francos y don Francisco de Quevedo en la del Niño; calle esta última donde había morado varios años don Luis de Góngora hasta que Quevedo, enemigo encar- nizado, compró la vivienda y puso al cisne de Córdoba en la calle”. Confluencia de Calles Leon, Lope de Vega y Francos Aquí estaba el mentidero de Representantes, una especie de casino al aire libre al que acudían a conversar (y a mentir) las gentes del teatro y los aficionados. Los otros dos mentideros famosos Madrid, eran el de la iglesia de San Felipe (cerca de la calle de Postas, a la que llegaban correos de Italia y Flandes con noticias internacionales) y el de las losas de Palacio. FD MAGAZINE 28

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Calle de San Bruno La literaria calle del Arcabuz muy transitada por Diego Alatriste, donde éste vivía y bebía (en la taberna del Turco) y donde tenía abiertas taberna y posada (y voluntad) Caridad la Lebrijana, la amiga del capitán. La Iglesia de San Sebastián El domingo 26 de agosto, hizo testamento Lope de Vega nombrando heredera a su hija Feliciana. Se despi- dió de sus amigos y recibió la extremaunción. Y al día siguiente, a las cinco y cuarto de la tarde, murió. Las honras fúnebres duraron nueve días y sus restos fueron depositados en esta Iglesia de San Sebastián. Todo Madrid salió a la calle a despedir al autor (“las calles estaban tan pobladas de gente –dice Montal- bán– que casi se embarazaba el paso al entierro”). Los restos de Lope de Vega se depositaron en la Iglesia de San Sebastián, en la calle de Atocha, pero mediados del mismo siglo XVII, cuando el duque de Sessa dejó de pagar, pasaron a la fosa común. Es este quizás, el edificio más literario de la Villa y Corte, pues fue testigo mudo de bautizos, nacimientos, matrimonios y difuntos de una nómina apabullante de personalidades de las letras y las artes: Ramón de la Cruz, Fernández Moratín, Luis Madrazo, Echegaray, Jacinto Benavente, Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Ruíz de Alarcón, Antonio de Pereda, Ventura Rodríguez, Juan de Villanueva, José de Espronceda, Gustavo Adolfo Bécquer, Sagasta, Mariano José de Larra, etc FD MAGAZINE 29

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Las espadas del CAACapitán latriste N uestro Capitán más famoso de la lite- Santiago Burgaleta ratura, Don Diego Alatriste y Tenorio (1582 - Rocroi 1643) vivió rodeado de España espaderos como Sebastián Hernández (el joven), acero y pólvora. Luchó en los Países Ba- Pedro Hernández, Juanes de la Horta, Juan Martín, Juan jos, en Nápoles contra turcos y venecianos, en Madrid y Martínez (el joven), Francisco Ruiz, Juan de Toro o Luis Sevilla como espadachín a sueldo, y muere con honor en de Velmonte, entre otros, en su mayoría todos artesanos Flandes en la batalla de Rocroi. en Toledo, aunque también se labraban grandes piezas en Valencia, Barcelona, Zaragoza, San Clemente, Cuellar Vivió en el Siglo de Oro, dónde el arte y las letras convi- o Bilbao. Era un oficio que se transmitía de generación vían con el acero y las batallas. Las espadas eran mucho en generación y del que los centros de producción en más que una simple arma, demostraban estatus y posi- Europa eran tan reconocidos que no valía lo mismo una ción, y se adaptaban sus usos y diseños tanto a la vida espada fabricada en uno que en otro. diaria como al combate. Siendo así común, si el bolsillo lo permitía, tener una espada ropera de diario y otra mi- La daga, como tal, se populariza a finales del XV dejando litar de combate, pero en general eran armas orientadas de ser un arma de sirvientes, y se comienza a utilizar por a la estocada más que grandes tajadoras. caballeros en el XVI, alcanzando esplendor en tiempos de nuestro Capitán con los famosos duelos con armas do- Estas piezas que llamamos de “alta época” eran auténti- bles, en las que en la mano zurda se utilizaba una daga, cas obras de arte, en las que ningún detalle era casual, y llamada daga de mano izquierda, de misericordia o viz- lo que a ojos de hoy en día le podemos ver funciones de- caína, con la que paraba los golpes del contrario, y utiliza- corativas, en realidad eran armas para el combate, como ba la derecha para acometer con una espada ropera. los rompe puntas que bordean las cazoletas, los vaceos de las hojas, las distintas terminaciones de los tercios de Gracias al cine y la literatura las espadas roperas son las la hoja, o incluso los acabados de los gavilanes aligeran- más conocidas por los profanos en este mundo, y las que do peso, pero sin perder sus características. identificamos con los espadachines. Hubo en aquella época múltiples tipos de armas igualmente famosas que Una espada era el bien más preciado de un soldado, y nuestra querida ropera, la schiavonas o venecianas, el las de gran calidad costaban verdaderas fortunas, los estoque, el Sinclair, la espada valona, las de farol, el clay- afamados armeros eran requeridos por toda Europa (y more, los montantes, etc.. Pero sin duda es destacable también falsificados). A comienzos del XVII trabajaron en el verduguillo, no menos temido que la daga, con una hoja larga y estrecha, con guarnición llamada de taza fue FD MAGAZINE 30 conocida en Francia como rapier, acanalada en el primer

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tercio y fino corte en su última sección. conchas, conchas entrelazadas, hasta llegar a las espadas de taza en el XVII que cuanto más profunda era, más tar- Como vemos en las fotografías eran auténticos derro- día era la pieza. ches de capacidad técnica en el uso del cincel y el buril, Algunas de las espadas del XVII tenían características profusamente decoradas con flores, formas geométricas muy significativas, ya fuera por su guarnición como las o asuntos diversos, y delicados calados o cincelados. Se pappenheimer (con placas perforadas) o por el tipo de pusieron de moda en toda Europa, franceses, italianos hoja que en algún caso podía ser flamígera con forma y alemanes seguían los gustos y costumbres españoles de llama o incluso por su función, como las espadas de en las armas que portaban, incluso el bueno de Dumas duelo que solían ser más alargadas. también equipaba a su famoso espadachín con una es- pada ropera seguramente toledana. En cuanto a la espada militar española en los primeros años del XVIII se modificó la empuñadura, los brazos de Decía Ewart Oakeshott que, si tenías una espada en la la cruz se modificaron en sentido inverso, uno levanta- mano y te transmitía la sensación de ser capaz de mutilar do hacia la empuñadura y otro inclinado hacia la hoja. un miembro a un enemigo con ella, definitivamente eso No fue hasta avanzado el siglo XVIII que se utilizaron no era una espada ropera. espadas reglamentarias en las que los soldados de los ejércitos iban todos equipados de forma similar, por lo La evolución durante estos años de las espadas es muy que en tiempos de Alastriste es muy probable que fue- visible en las guarniciones que servían para proteger la ran fundamentalmente los oficiales y pocos afortunados mano en combate. Así según A.V.B. Norman podemos más, quienes se permitiesen llevar armas dobles. ver como poco a poco desde guarniciones simples de gavilanes rectos, se va evolucionando a espadas de lazo, No son muchos los ejemplares que han llegado a nues- tros días, con el aña- dido de que muchas de ellas han sufrido reparaciones, modi- ficaciones o mejoras en los siglos posterio- res, ya que estas pasaban de padres a hijos, sin dejar de utilizar- se, con lo que nos dificulta su es- tudio e investigación. Algo tienen de atractivo inexplicable, ya que el coleccionismo de armas blancas sin duda es uno de los más anti- guos que existen y pervive en nuestro tiempo

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ENTREVISTA JOAN MUNDET María José Solano

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María José Solano- ¿Qué piensa J.M- En esos años trabajaba para la editorial Santilla- de sus ilustraciones al verlas, 25 na realizando ilustraciones para libros de texto y en un años después? viaje a Madrid le comenté a Pedro García, mi director artístico, lo mucho que me gustaría ilustrar otras cosas Joan Mundet- Fue y sigue siendo un trabajo de ilus- aparte de libros de texto. tración gratificante, que me ha permitido imbuirme en el siglo XVII en el que ahora sigo con mi persona- Al cabo de un tiempo contactó conmigo Pedro Crespo, je Capablanca y en el que he conocido a Arturo Pé- director artístico de Alfaguara, pues buscaba dibujan- rez-Reverte, un escritor al que admiro y del que he tes para ilustrar un diccionario sobre el capitán Alatris- intentado aprender lo que he podido. te. Hice varios dibujos de prueba y un tiempo después me llamaron diciéndome que Pérez-Reverte me había De hecho, había leído el primer Alatriste cuando se escogido para que ilustrase el diccionario, que al final edito en 1996, la novela estaba ilustrada por Carlos no se realizó.Al cabo de un año, me llamaron para asis- Puerta y yo le comenté a mi mujer, “me gustaría ilus- tir a una reunión en Madrid, en la editorial Alfaguara. trar novelas como esta, no solo infantiles o juveniles”. Ahí empezó mi dedicación a ilustrar las andanzas del Y fíjate, por esas cosas del destino, no sabía yo en- capitán Alatriste y mi trato con Arturo Pérez- Reverte. tonces que 4 años después ilustraría las novelas del capitán Alatriste. M.J.S- ¿Recibió algún tipo de instrucción de cómo debía ser físicamente el Capitán Ala- Estoy muy satisfecho de esos trabajos, quizás con el triste? tiempo cambiaria algún elementoen alguna ilustra- ción, pero muy pocos. Es un trabajo que hice a con- J.M- Sobre el físico de Alatriste leí y releí las dos ciencia y del que me siento orgulloso. primeras novelas y dibujé, en un primer momento, al Diego Alatriste que yo imaginaba. Como curiosidad M.J.S- ¿Cómo surge el proyecto? ¿Quién se te puedo contar que en ese momento Alatriste andaba lo propone? por los 44 años y yo tenía precisamente esa edad. Re- FD MAGAZINE 35

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cuerdo que en los primeros bocetos lo había represen- M.J.S- ¿Se documentó sobre los ropajes, las tado con entradas en la frente, y Arturo me dijo que le armas, etc? ¿Cómo? parecía bien, pero que no fuera tan mayor, así que le quité las entradas y le puse una especie de rizo que le J.M- Me documenté a base de libros, revistas y por cae en la frente. El bigote fue creciendo conforme lo internet (para algunos detalles o cosas concretas), in- dibujaba; también le añadí la señal en la ceja izquierda cluso investigué, localicé y compré algunos libros que y le marqué los pómulos. Lo de la nariz aguileña ya me iban a resultar muy útiles y que eran complicados estaba en la descripción de la novela y el pelo se lo de encontrar. Casi cada año visitaba Madrid una o dos recorté para que tuviera un aspecto más militar. veces, veía exposiciones y compraba algún que otro libro sobre Madrid de la época de Alatriste; me fue M.J.S- ¿Cómo organizó el trabajo de pensar y especialmente útil el plano de Teixeira. diseñar los rostros de cada uno de los persona- jes, sobre todo de los protagonistas, que termi- También recuerdo que, para la aventura Corsarios naron adquiriendo, en su pluma, una potente, de levante, me fabriqué una galera sencilla con car- reconocible, personalidad? tón pluma y pegamento, para temer clara las pro- porciones y perspectivas. Medía unos dos metros J.M- Fue lo primero que hice, pues en ese momento de largo y me resultó utilísima para dibujarla desde el autor y Alfaguara querían estrenar pagina web y ne- diferentes ángulos. cesitaban el diseño de los personajes. M.J.S- Además de los personajes, dibujó las Leía sobre cada personaje en las novelas y dibujaba portadas ¿Cómo se elegían las escenas repre- lo que me inspiraban las lecturas, después lo envia- sentadas en cada una de las aventuras de la ba a Arturo por mail y él daba su visto bueno. Nunca saga? puso grandes objeciones y, por ejemplo, recuerdo que le gustó el detalle de que Malatesta siendo como es el J.M- Realicé las portadas para la edición escolar de malo de la serie, fuera guapo. las novelas; las querían a color y que ocuparan cu- FD MAGAZINE 36

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bierta, lomo y contracubierta. Les propuse hacerlas al pias imágenes. Los textos de Arturo, en ese sentido, óleo, pues mi intención era acercarme al lenguaje pic- eran tan vivos que me resultaban a veces mucho más tórico barroco y velazqueño, así que hice un boceto al potentes que las imágenes uno podía encontrar en un óleo, lo presenté y lo aprobaron. Así nació la primera cuadro, un grabado o una fotografía. portada al óleo, aunque sobre papel. M.J.S- ¿Qué es lo que más le costó dibujar? Las otras son ya pinturas canónicas de óleo sobre tela, una técnica en la que están realizadas todas las porta- J.M- A mi me gusta tener un espacio preconcebido das de las diferentes ediciones de las novelas. y poder montar la escena que voy a ilustrar en ese es- pacio. Es verdad que la limitación espacial implica, En el caso de la saga de Alatriste, realicé el boceto en el trabajo del ilustrador, complicaciones de cons- con el tamaño del libro, pues así podía calcular dón- trucción, perspectiva y composición, pero ahí está el de iban los textos, los títulos, el nombre del autor y el reto, y también la capacidad artística para improvisar, texto del lomo. Trabajar con esa información a priori añadir, quitar, saber dónde encaja cada personaje di- creo que es importante para un ilustrador, pues pue- bujado y qué hace. des trabajar con los espacios vacíos sabiendo que, posteriormente, no habrá nada de la ilustración que Recuerdo que, en la ilustración de una pelea callejera se solape o se pierda. que tuve que realizar, tenía el espacio ya muy deli- mitado, por lo que fui dibujando los personajes en Cuando tengo el encargo de realizar una portada si es su lugar empezando por el fondo, y al final había tres posible, leo el libro, aunque sea en galeradas y lo hago o cuatro personajes que casi no se veían tapados por con mucho cuidado, subrayando y prestando atención los más cercanos, pero eso no me importó demasiado, a las descripciones de paisajes, escenas y personajes. porque yo sabía lo que hacían y eso, creo, es lo más Ilustrar los textos de un escritor es una tarea que exige importante para que la composición sea efectiva. Me complementarse con el tono de éste; con su mirada, gusta tener controlada toda la ilustración, es complica- para conseguir enlazar la historia de él con mis pro- do pero gratificante. FD MAGAZINE 38

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M.J.S- ¿De qué dibujo o retrato se siente más de Alatriste que terminaba en Rocroi. orgulloso? La imagen no era heroica, era la de un muerto tum- J.M- De muchos, pero quizás de las ilustraciones de bado con las rodillas dobladas, sobre la hierba verde la aventura Corsarios de levante. Ese año se hizo la en medio de la sangre, una pica clavada a su lado y película, me propusieron ilustrar la novela mientras el arcabuz tirado cerca del cadáver, en una mano la Arturo la escribía para ganar tiempo y llegar a las li- daga y en la otra la ropera vencida sobre la hierba brerías poco después del estreno de la película. Arturo húmeda, como cualquier otro muerto en cualquier me enviaba los capítulos conforme los escribía y yo otra guerra, sin casi cielo, con luz de tarde y todo hacía los bocetos de las ilustraciones y se los enviaba, con un aspecto triste y melancólico, pensé la frase lo comentábamos por mail o por teléfono, colabora- “Hemos llegado hasta aquí… y para qué.” De ahí mos estrechamente, fue un caso extraño que hoy casi vino la imagen. nunca ocurre, pero en mi caso me sentí como un ilus- trador de la era dorada de la ilustración realizando fo- M.J.S- ¿Cuáles son sus fuentes pictóricas, a lletines de aventuras tipo Alejandro Dumas. Además, qué artistas admira? como anécdota personal felicísima, la última ilustra- ción la terminé al mediodía y media hora después na- J.M- Mis fuentes pictóricas, en el caso de Alatriste, cía mi primer nieto, y eso se ha quedado ahí ya para son Velázquez, algo de Murillo y grabados de la épo- siempre enlazado en mi recuerdo. ca, que tampoco son muchos. M.J.S- Sabemos, porque el autor así lo contó, que Admiro a muchos pintores, el mismo Velázquez, Alatriste muere en Rocroi. ¿Le gustaría, como hizo Goya, Turner, Fortuny, Sorolla, Monet, Pisarro, Sis- Doré con El Quijote, llegar a pintar ese momento? ley, Van Gog, Pollock, Rotko, Hoper. ¿Cómo lo haría? A los ilustradores pintores americanos Remington, J.M- Lo visualice cuando hice un mapa del mundo de Russell, Pyle, Cornwell, Wyeth, Schoonover, Sickles Alatriste y debajo había una progresión con diferentes y a otros ilustradores como Vierge, Junceda, Breccia, acontecimientos históricos contemporáneos de la vida Moebius, Toppi FD MAGAZINE 39

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El lenguaje de Alatriste y la RAE Santiago Muñoz Machado Arturo Pérez-Reverte, el creador de Ala- denado de los bigotes y en los ojos inyectados en triste, ingresó en la Real Academia sangre, que anoche y hasta la madrugada dio a Española el 12 de junio de 2003 con la bufia y besó el jarro más de lo prudente, que un discurso titulado “El habla de un el sueño ha sido escaso, y que la borrachera, la bravo del siglo XVII”. Su composición manejaba zorra, aún está a medio desollar”. En este tono ampliamente el vocabulario y las actitudes ante continuó todo el discurso en el que abundó el la vida de un bravo, valentón y más pendencie- lenguaje callejero, ordinario, delincuencial y sol- ro que componedor, cuya actividad, vestuario y dadesco del siglo XVII español. costumbres recorrió aquel día en la Academia Era la primera vez que este lenguaje, llamado de desde el principio de la mañana. El bravo, decía, jeringonza, de germanía e incluso también de gi- “se levanta tarde. La noche, que él llama sorna, tanería y de bajos fondos, era utilizado en una es su territorio; y a veces, para su gusto y oficio, sesión tan solemne en el salón de actos de la Real algunas clareas (algunos días) tienen demasiada Academia Española. Algunos dieron un toqueci- luz. Ya empieza a bajar el sol sobre los tejados de to en el codo al compañero de asiento para lla- la ancha, la ciudad (que en este caso es Madrid), marle la atención sobre lo que ocurría, guiñaron, cuando nuestro hombre se echa fuera de la piltra, resoplaron o miraron alrededor con un cierto carraspeando para aclararse la gorja. Se le nota asombro. Quizá otros esperaron que alguna co- en la cara, que él llama sobrescrito, en lo desor- FD MAGAZINE 40

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lumna del templo se fatigase o que aparecieran editaron entre 1726 y 1739. Los trabajos de prepa- los espíritus de los fundadores para pedir cuen- ración tuvieron que resolver algunas cuestiones tas a los académicos por haber abierto la puerta cruciales, que abordó la “planta” del Diccionario, del más sagrado lugar de adoración de la lengua culta a aquellas palabras de aprobada por los académicos aquel mismo pendencieros, engañaviudas, la- año de 1713, o se resolvieron en los es- drones, pícaros y celestinas. tatutos de la Academia, aprobados Sin embargo, nada había critica- en 1715. Los más elementales de ble, ni desde un punto de vista todos eran decidir si el léxico que lingüístico ni considerando el se iba a compilar sería únicamente rigor de la normativa acadé- el hablado con carácter general mica, en el discurso sobre en toda España o también ha- el habla de un bravo del bría que incluir las variantes siglo XVII, que estaba regionales; por otro lado, si dictándose en el pres- solo se aceptarían vocablos tigioso salón de actos utilizados por la literatu- de la calle Felipe IV de ra culta o se abriría el Madrid, ya que era la Diccionario a palabras propia RAE la que ha- y formas de expresión bía decidido, casi tres empleadas mayormente siglos antes, conservar por personas sin forma- y compilar el lenguaje ción, es decir, si se aco- de germanía. gería el lenguaje calleje- Ocurrió en los primeros ro y marginal. años de vida de nuestra corpo- La RAE tuvo clara la elec- ración, a principios del siglo XVIII. ción en ambos casos: que- El primer diccionario de la Academia, ría preparar el Diccionario de conocido como Diccionario de Autori- la lengua española lo más “copio- dades, empezó a elaborarse en 1713, año de la so” que fuera posible, y ello imponía fundación de la Academia, y sus seis tomos se aceptar, junto al vocabulario general, el provincial, y, al lado del lenguaje culto el de los grupos de población de más baja condición y cul- FD MAGAZINE 41

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tura, siempre que se pudiese probar que la difu- mente se llaman Gitanos, y los preciados de gua- sión del uso era amplia. pos para entenderse entre sí, según la explicación Los primeros estatutos de la Academia explica- que de ellas hizo Juan Hidalgo en su Vocabulario, ban que el fin principal de su fundación era “cul- y se halla en las de las Lenguas Española y Fran- tivar y fijar la pureza y la elegancia de la lengua cesa de César Oudín, impreso en Bruselas el año castellana”. Este propósito llevó a los académicos 1625, así por ser casi todas las dichas palabras en a elegir las obras más calificadas de los autores su formación Castellana, aunque tomadas en di- más notables que habían utilizado hasta entonces verso significado, como por encontrarse muchas la lengua castellana, para extraer de ellas el vo- veces en algunas obras jocosas en prosa y verso cabulario, formando fichas o papeletas que luego de autores clásicos, a fin de que se entienda y per- habría de pasar al Diccionario. La Academia, de- ciba el sentido en que las usaron”. cían los mencionados estatutos, “ha elegido los La apertura a las voces de germanía parece que autores que la han parecido haver tratado la Len- fue una decisión de última hora. Pero lo cierto gua con mayor gallardía y elegancia”. es que el Diccionario de Autoridades incluye casi De esta confesión podría deducirse que la RAE completamente el Vocabulario de germanía de solo quería llevar al Diccionario de Autoridades Juan Hidalgo que sigue a una antología de Ro- el lenguaje culto, como habían hecho sus antece- mances de germanía, donde se encuentran com- soras la Academia florentina de la Crusca y, sobre posiciones poéticas del siglo XVI y de principios todo, l’Académie Française. Sin embargo se incli- del siglo XVII. Su primera edición se publica en nó por diluir los límites entre el lenguaje popular Barcelona, Sebastián de Cormellas, 1609 (aunque y el docto, la lengua escrita y la hablada, matizan- la edición que siguieron los académicos funda- do los conceptos de “pureza y elegancia”. La Aca- dores fue la de 1644). demia lo tuvo claro: “las voces de Geringonza, El vocablo germanía quedó definido en el Dic- o Germanía, de que suelen usar los que vulgar- cionario por remisión a “geringonza”. Y a “ge- FD MAGAZINE 42

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ringonza” se le asignó la siguiente definición: “el la edición de Madrid, Alfaguara, 1996) empleó dialecto o modo de hablar que usan los gitanos, Pérez Reverte decenas de germanías: aferrador, los ladrones y rufianes para no ser entendidos, afufar, afufa y afufón, alademosca, alón, altana, adaptando las voces comunes a sus conceptos ancha, cartillado, asta, bayuca, bederre, berru- particulares, e introduciendo muchas volunta- gueta, brochar, brecha, brechador, bribia, bufia, rias. Covarr. siente puede venir esta voz del nom- caletero, carda, carona, chirlo, cicarazate, clarea, bre latino Gyrus,ri por la vuelta y rodeo que hai desmayador, embuciar, engibador, entruchar, en las voces y mudanza de la significación o que filosa, fisberta, forano, garla, gavillar, godeño, se pudo decir quasi Geringonza por lo peregrina gomarra, guñarol, gurullada, gurapas, herruza, que era en lo antiguo la lengua Griega. Llámase urgamandela, jacarandina, jaque, jiferada, man- también germanía. Latín, cingarorum idioma”. dria, manfla, muflir, nipos, panderete, pelosa, Las germanías llegaron, por tanto, al Dicciona- pencuria, penchicarda, piltra, quemantes, rabiza, rio desde la autoridad del Vocabulario de Juan rufezno, sonantes, soniche, sorna, trena, trisca- Hidalgo, pero también consta que los académi- dor, tronga, velterifes. cos utilizaron algunas obras fundamentales de la picaresca española. Entre ellas, Lazarillo de Tor- La mayor parte de estas palabras figuran en el mes, Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, Diccionario de Autoridades, Otras no, como Aventuras del bachiller Trapaza y La garduña de estaribel, por ejemplo, que no está ni en el Dic- Sevilla y anzuelo de las bolsas de Alonso de Cas- cionario de Autoridades ni en el Vocabulario de tillo Solórzano, las Relaciones de la vida del escu- Juan Hidalgo. Este empleo canónico del lenguaje dero Marcos de Obregrón de Vicente Espinel, La de germanía en Alatriste le otorga un rigor en el vida y hechos de Estebanillo González, el Libro manejo del léxico que contrasta con las críticas de entretenimiento de la pícara Justina de Fran- que esta obra pudo recibir cuando se publicó, por cisco López de Úbeda, etc., así como obras de al- parte de quienes desconocían la armoniosa rela- gunos clásicos fundamentales del siglo de Oro. ción de la Academia con tal clase de vocabulario, En El Capitán Alatriste (tomo las referencias de que Pérez-Reverte recuperó para montar una no- vela de primer orden, seguida por muchos miles de lectores. A aquel desconocimiento se refirió FD MAGAZINE 43

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de pasada don Gregorio Salvador, en su contes- preparación de su conocida novela. Menudean tación al discurso de ingreso de Pérez-Reverte en en él las referencias a Quevedo, a Cervantes, a la RAE, diciendo que provenía de quienes no ha- Lope o Calderón. Y es que, en efecto, más allá del bían leído ni una sola línea de la obra del escritor Diccionario, el muy leído y documentado Arturo de Cartagena. Pérez-Reverte extrajo todos los frutos del lengua- Hay en Alatriste un número de palabras a las je popular y vulgar que pueden encontrarse en que es más difícil buscarles un origen directo en El Alcalde de Zalamea de Calderón de la Barca, el Diccionario académico, pero que derivan de o en sus Entremeses, jácaras y mojigangas; en La otros recursos de la cultura literaria de Pérez-Re- paloma de Toledo, El secretario de sí mismo, La verte. Su discurso de ingreso en la Academia inocente Laura o El toledano vengado de Lope sigue siendo una guía extraordinaria para des- de Vega; en la poesía y El buscón de Quevedo; o cubrir el origen de los recursos que utilizó en la en diversos personajes y obras de Cervantes que describen rufianes y ambientes populares FD MAGAZINE 44

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Alatriste en el Sistema Educativo El héroe cansado de los Tercios Emilio Lara Hace veinticinco años el Siglo de Oro alumnos que tenían la fortuna de tener profeso- entró como un vendaval en las au- res voluntariosos, enamorados de la picaresca, las sin que el sistema educativo lo los dramas, la poesía y las novelas de la mejor propiciase. La culpa la tuvo una no- generación de escritores que parió la Historia en vela, Las aventuras del capitán Alatriste, escrita una España que, aun lentamente declinante en al alimón por Arturo Pérez-Reverte y su hija Car- lo político, se mantenía como potencia cultural lota. El comienzo era tan arrebatador que se ha universal. Y en la universidad, la literatura del convertido en un clásico: «No era el hombre más Diecisiete se estudiaba y leía —hoy como ayer— honesto ni el más piadoso, pero era un hombre en Filología Hispánica. Y pare de contar. Estudié valiente». Ya hace de ello un cuarto de siglo, un Humanidades en la época del primer Alatriste y poquito más de lo que cantaba Carlos Gardel en sólo cursé una asignatura de Literatura Española su tango Volver. Dios mío, cómo pasan los años. en la que apenas vi de refilón el siglo de Cervan- Nos hicimos mayores leyendo la saga del vete- tes. En la panzada de asignaturas de Historia que rano soldado, alcanzaron la juventud niños que me pegué jamás me enseñaron ni una línea del nacieron cuando se alumbró el primer libro ala- Siglo de Oro, ni una mísera referencia posterior. tristesco y lo devoraron de adolescentes, y sigue Supongo que la consideraban algo arcaico, de un indemne ante el paso del tiempo el espadachín reaccionarismo apolillado de un imperio en el que alcanzó la gloria bajo el sol de Breda y mu- que no se ponía el sol. rió en Rocroi. Cosas de los mitos literarios. Han ganado el derecho a la eternidad. Y en estas apareció Alatriste. Voto a tal. Pardiez. La literatura española del siglo XVII ni siquiera El académico de Cartagena hizo una machada era una reliquia en los colegios, y en los institu- —¿se puede decir esto aún?— en la industria del tos se programaba —como se sigue haciendo— libro: cogió un erial narrativo y lo transformó en en los planes de estudio, pero la leían en clase un edén. El Siglo de Oro era un desierto en la no- FD MAGAZINE 46

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H vela, casi un tabú, un territorio prohibido porque taban en los departamentos, salas de profesores y se presuponía una época de naftalina que no ven- cafeterías de institutos y campus universitarios. día. Y en estas llega Pérez-Reverte, escribe una Y ya con el veneno del XVII metido en el cuer- novela clásica de aventuras, de capa y espada, po, tras el disfrute de cada libro ambientado en revienta el mercado editorial, envicia a millones el mundo de los Austrias, a muchos chavales —y de lectores, crea un personaje de ficción que mu- chavalas, ¿eh?— les picó el gusanillo y se dejaron chos creen real, pone de moda el Siglo de Oro y guiar por sus profesores y padres hasta los mu- mete a Alatriste en las bibliotecas de las escuelas, seos, o no refunfuñaron en los viajes para visitar los institutos y las universidades. Y en las clases lugares históricos, y vieron en la pantalla con in- cuyos apasionados profesores se lo dan a leer a édito gozo películas y series donde la Historia de sus alumnos. Y por cierto, en el duelo literario de España era la protagonista. los jóvenes que han leído tanto a Diego Alatriste como a Harry Potter, la espada toledana vence a En mis clases de bachillerato les he puesto a mis la varita mágica. alumnos muchas veces fragmentos de la pelícu- la Alatriste y leído trozos de capítulos de sus no- Alatriste creó escuela. No en el sentido de plumí- velas, y se creaba tal silencio al terminar, que se feros que, al albur de la moda del Siglo de Oro, oía el leve zumbido de los tubos fluorescentes y escribiesen novelas ambientadas en la época — se apreciaba un brillo en las pupilas. El brillar de que también ha habido intentonas—, sino en el de ojos que trasluce emociones trasvasadas, mundos una interminable legión de seguidores de todas las compartidos y la épica de vivir otras vidas. edades que devoraban con fruición cada libro de la saga del soldado del tercio viejo de Cartagena. No sé si no queda más que batirnos. Pero sí sé que Las aventuras del capitán poblaron los anaqueles nos quedan muchas alegrías releyendo las aventu- de las bibliotecas de los centros de enseñanza, se ras del héroe cansado de los tercios. Y leyendo las leían párrafos en voz alta en las aulas y se comen- que estén por venir. Vive Dios que sí FD MAGAZINE 47

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EL CAPITÁN ALATRISTE Miguel Ángel Pérez Rubio No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y ha- bía luchado como soldado de los tercios viejos en las guerras de Flandes. Con esta presentación comenzó hace veinticinco años Arturo Pérez-Reverte a construir un personaje en un mundo de aventuras que nos trasladaba a la realidad histórica del Siglo de Oro. Una novela que presenta a un veterano soldado, curtido entre las guerras en los Países Bajos y el tortuoso Madrid de los Austrias, que so- brevive confiado a su destreza en el mane- jo del acero toledano. Faltaba en nuestra literatura un espada- chín valiente recorriendo las calles del plano de Pedro Texeira, embozado en una capa y cubierto con sombrero de ala ancha, donde se ocultan las virtudes que el soldado aprende en la milicia, y que el

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insigne Calderón de la Barca no enemigo, el italiano Gual- la firma Arcabuz Miniaturas inmortalizó con su pluma. terio Malatesta. Con el estre- ha desarrollado versiones en no de la película de Agustín múltiples formatos; inicial- Ni que decir tiene el impac- Díaz Yanes en el año 2006 y mente con el modelado con- to que tuvo el personaje en la interpretación del actor vencional —presentando in- el miniaturismo español. Viggo Mortenssen se renue- cluso figuras planas— hasta Desde la primera entrega de va el estereotipo de nuestro llegar a construir al persona- la serie, y gracias a las ilus- capitán al que va a quedar je a través del modelado digi- traciones que hacen del per- ya inevitablemente asocia- tal en tres dimensiones. sonaje Carlos Puerta y Joan do. La magnífica versión de Mundet, empiezan a apa- la desaparecida marca Éli- Y como fuente inagotable de recer capitanes Alatriste en te Miniaturas presenta una inspiración y de éxito comer- exposiciones y concursos na- sorprendente representación cial es habitual que cada cierto cionales, recreando ambien- del personaje, al que mostra- tiempo aparezca de nuevo otra tes y escenarios que evocan mos en diferentes versiones figura del personaje. En este calles y rincones repletos de realizadas por los mejores caso la versión realizada por enemigos al acecho. pinceles españoles. la marca Fer Miniaturas con la que cerramos este viaje en Las primeras versiones co- Cabe destacar también la ad- la representación a escala de merciales realizadas por las miración que siempre ha des- Diego Alatriste y Tenorio marcas Andrea Miniaturas o pertado el capitán Alatriste Corso Models muestran un en uno de los mode- personaje similar al repre- listas más comple- sentado en las ilustraciones tos del panorama de los primeros libros, am- español, Rafael Ce- bientado en las calles de Ma- brián. A través de drid, donde se bate en duelo con su eter- FD MAGAZINE 49

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ENTREVISTA Jeosm Photography Jesús Fernández úbeda AGUSTÍN DÍAZ YANES Recibe Agustín Díaz Yanes (Madrid, 1950) a FD Magazine en su luminosa casa, repleta de libros y carteles taurinos, y de la que emerge una terraza vasta y ajardinada, de las que se agradece tener, a estas alturas del calendario, si uno vive en el centro de Madrid. El cineasta, escritor y guionista nos recibe para hablar de su Alatriste, una “biografía” cine- matográfica del icónico protagonista de la archiconocida serie de novelas de Arturo Pérez-Reverte. Conversamos sobre un film que, en China, es conocido como “la película de España”. FD MAGAZINE 50

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Jesús Fernández Úbeda- Señor Díaz Yanes, ra del Siglo de Oro en la narrativa del film? ¿cuándo y cómo decidió convertir en pelí- A.D.Y- Toda. Fui con mi fotógrafo, Paco Femenía, cula Las aventuras del capitán Alatriste? al Prado. Él hizo como una mezcla de la luz de Ve- lázquez con la luz de Rembrandt. Después, hicimos Agustín Díaz Yanes- No lo decidí yo. Me lla- muchas composiciones de los cuadros. Reproduji- maron Antonio Cardenal y Arturo para propo- mos Las Lanzas y El aguador de Sevilla. Hicimos nerme que la hiciera. Dije que sí y, a partir de que el conde de Guadalmedina fuese un coleccio- ahí, empezamos a trabajar. Tardamos un año o un nista de arte. Y de Velázquez se habla durante la poco más en montarla. película. Está presente de forma cronológica. J.F.Ú- ¿Qué aprendió al rodarla? J.F.Ú- ¿Cómo condensar, por entonces, cuatro novelas en una cinta de, aproxima- A.D.Y- Casi todo. Nunca había rodado, ni se ha- damente, dos horas y media de duración? bía rodado en España, una película de esa enver- gadura. Era una película de época, lo cual siem- A.D.Y- Eso fue el parto de los montes. Era impo- pre es más complicado de lo que parece. Tenías sible ir novela por novela: hubiéramos hecho una que tener una preparación grande de muchas co- serie de televisión, no una película. Hubiera dura- sas, sobre todo, de espadas. Tenías que ambientar do seis horas o siete. Entonces, ahora mismo no te la época de Alatriste, que no es difícil, pero tam- puedo decir de quién fue la idea, si mía, de Arturo o poco fácil. Aprendí muchísimo, muchísimo. Creo de alguien que pasaba por la calle (risas), pero deci- que es el rodaje en el que más he aprendido. dimos hacer la biografía de Alatriste. Como Arturo desvelaba en una de sus novelas que Alatriste moría J.F.Ú- Teniendo en cuenta que FD Maga- en Rocroi, fuimos de principio a fin. Hicimos una zine es una revista histórica y pictórica, le biografía de Alatriste en la medida de lo posible y pregunto: ¿qué importancia tiene la pintu- fui sacando los episodios más relevantes, los que me FD MAGAZINE 51

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« Nunca había rodado una película de esa envergadura » FD MAGAZINE 52

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parecían mejores con los guiones, y, pegando algún A.D.Y- Él habla un perfecto castellano, pero con salto en el tiempo, hicimos la biografía de Alatriste. acento argentino. Yo creo que no fue por eso. Él J.F.Ú- ¿Cuánto de Díaz Yanes tiene un per- quería saber dónde había nacido Alatriste, cosa sonaje tan de Pérez-Reverte? que Arturo no tenía en los libros. Entonces, yo le dije: “Chico, no sé, voy a preguntarle a Arturo”. A.D.Y- Los personajes en el cine que vienen de Y Arturo me dijo: “En algún sitio de Castilla y la literatura sufren cambios inevitablemente. Pri- León”. Entonces, Viggo fue a León, se cogió un mero, por el actor que lo interpreta. Después, el coche, empezó a subir y a subir y decidió que director marca: sin darte cuenta, vas tirando. Pero una aldea en la que paró en mitad de una tor- tanto Viggo Mortensen como yo, y recuerdo que menta de nieve, altísima, en los Montes de León, eso lo hablamos con Arturo, procuramos no irnos era el sitio en el que había nacido Alatriste. Se demasiado del personaje que había escrito Artu- lo dije a Arturo y le pareció perfecto. Después, ro. Lo hicimos lo más fielmente posible. Mío no Viggo se pasó un par de semanas hablando con sé lo que hay. Si te llaman para hacer una película los leoneses para coger un poco el tono y cosas sobre los libros de alguien, tú puedes decir sí o de estas. Viggo es un actor que no sólo estudia al no, pero si dices que sí, me parece un poco ab- personaje actuando, sino que lo estudia históri- surdo cambiarlos completamente, y que Alatriste camente. De hecho, hubo un momento en que le sea una mujer (risas), o bajito… Creo que Arturo dije: “Viggo, sabes más de la historia del XVII quedó muy contento con el personaje de Viggo. que yo, que soy historiador, joder (risas). Deja ya Hizo un gran Alatriste. los libros”. Hizo una preparación exhaustiva del personaje, sí. J.F.Ú- Cuénteme eso de que su protagonis- ta se fue a un pueblo de León para perfec- J.F.Ú- ¿Sigue pareciéndole Alatriste “un cionar su acento. anarquista con unos códigos morales con- servadores”? FD MAGAZINE 53

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A.D.Y- Sí. Se lo dije a Arturo y se reía. Yo creo decía que era una mujer, les sorprendía. que Alatriste es un poco Arturo. Como todo el mundo, cuando escribes, escribes de cómo eres J.F.Ú- ¿Podría contarme alguna anécdota tú. Alatriste me parece un personaje fantástico divertida del rodaje? porque es un anarquista conservador, un tipo que no vivía según las reglas, pero vivía según unas A.D.Y- Hubo una que fue divertida a posteriori reglas. Eso me gustó mucho del personaje y creo (risas), pero que en el momento… Íbamos a ro- que eso sale en la película. dar el desembarco de los veteranos en La Caleta de Cádiz. Los barcos los hicimos digitales, al J.F.Ú- ¿Por qué siempre quiso que, en su Ala- fondo, y unas barcas de la época para trasladar triste, Emilio Bocanegra fuera una mujer? a los veteranos, para verlos llegar a la playa. No sé porqué se empeñaron en hacerme las barcas R: Quería que tuviera una cosa efébica, que fuera planas, y yo, que no es que sea un gran navegan- afeminado en el buen término. En “El año que te, decía: “Joder, macho, ¿unas barcas planas? vivimos peligrosamente”, Linda Hunt hacía de No lo veo yo muy claro”. “Sí, sí, esto es como hombre. Cuando lo vi, me pareció un persona- era en la época”. Entonces, traemos las barcas y je fantástico porque era superambiguo. Por eso, ellos iban vestidos de veteranos, con las espa- pensé en ofrecer el papel de Bocanegra a una mu- das, con todo. Las barcas entraron en La Caleta jer. Hablé con Blanca Portillo, me dijo que sí, y, y, aunque no era un día con mucha ola, de hecho, para mi sorpresa y mi gusto, porque Blanca es si llega a haber ola, se monta la de Dios, pero una tía extraordinaria, llegó a rodar con la cabe- había bastante ola, con lo cual, dos o tres barcas za rapada. Quedó muy bien. En España, todo el volcaron. Y tuvimos que tirarnos al agua a ayu- mundo sabía que era Blanca, pero, en el extranje- darlos a salir. Nos asustamos mucho. Imagínate: ro, ese personaje les pareció rarísimo, como am- veo que mi ayudante de dirección tira el teléfono biguo, y me lo preguntaban mucho. Cuando les móvil y se mete en el agua. Los sacamos sin nin- FD MAGAZINE 54

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gún problema. Entonces, cuando termina todo A.D.Y- Mucho. De la España del XVII, mucho. Yo eso, pregunto por los buzos que teníamos con- estudié mucho en el XVII en la facultad. Tuve un tratados por si pasaba alguna cosa de estas. Y profesor, Jover Zamora, que lo hacía estudiar mu- me dicen que estaban en el otro lado de la playa cho. Montero Díaz también. Y Montero Díaz me haciéndose unas fotos con unas tías (risas). Cá- decía: “Flandes es el Vietnam de ahora”. Esa guerra diz es la bomba. No sé por qué, los productores costosa que va arruinando a una nación y que nunca se empeñaron, en un momento determinado, en se gana. Entonces, creo que tiene todo lo que Espa- que nadie hiciera fotos. Rodábamos en La Cale- ña hacía, el Conde Duque, etcétera, los tíos vesti- ta y estaba todo lleno: diez o doce mil personas dos de negro… Sí, los chinos ven a España porque viendo el desembarco de los veteranos. Estaba es una película muy española, trata mucho de lo todo lleno de carteles: “No se puede hacer fo- que fue España y de lo que todavía se mantiene. tos”. Y nadie hacía fotos. Digo yo “¡acción!” y, en ese momento, todo el mundo empezó a hacer J.F.Ú- ¿Cuánto de Alatriste tiene la España fotos (risas). Luego, me venían las señoras de actual? Cádiz, tan simpáticas: “Hijo, ¿puedo sentarme al lado tuyo para ver cómo se ve eso en la pan- A.D.Y- Han pasado muchos siglos, pero hay cosas talla?”. “Sí, sin problemas”. Fue un rodaje en el nuestras que todavía persisten. La corrupción, por que lo pasamos muy bien. ejemplo. También nuestra falta de pragmatismo a la hora de hacer política. Y después, todos los he- J.F.Ú- Leo en la web de la Biblioteca Mi- chos que remiten al presente. Arturo escribió las guel de Cervantes de Shangái, del Instituto novelas cuando las escribe: no son novelas del si- Cervantes, que su Alatriste era conocida glo XVII. Hay un aggiornamento del XVII tratado en China como “La película de España”. con la visión nuestra de ahora. Eso es inevitable ¿Cuánto de España tiene Alatriste? FD MAGAZINE 55

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EDICIONES & ESCULTURA HISTÓRICA PRESENTA COLECCIÓN TRAFALGAR Unas máquinas perfectas, prodigio de la ingeniería naval. Plataformas artilleras hechas para moverse con el viento, soportar temporales y hacer picadillo al enemigo. Arturo Pérez- Reverte *Santísima Trinidad * Príncipe de Asturias * San Juan Nepomuceno *Montañés * Rayo * Neptuno * San Justo * San Ildefonso “Santísima Trinidad” “Príncipe de Asturias” “Rayo” “Neptuno” “San Juan Nepomuceno” “Montañés” “San Ildefonso” “San Justo” Reproducción totalmente artesanal de 8 navíos a escala de la Gloriosa Escuadra Española en la Batalla de Trafalgar. Creados en miniatura (18 cm.) y basados en los planos de construcción originales, Un proyecto de miles de horas de trabajo, de gran complejidad que nos muestra cada uno de los navíos en todos sus detalles La única ocasión de poder disfrutar de esta espléndida Edición limitada. Cada navío de Trafalgar se presenta sobre una peana de madera y urna de metacrilato. Ofrecemos la posibilidad de adquirir la colección completa o el navío/os de su elección.

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Alberto Montaner S E s bien sabido que el reactivo que desencadenó la serie del capitán Alatriste fue la desoladora impre- sión que en su creador produjeron los libros de texto de la asignatura de historia de su hija Car- lota, que contaba doce años a la sazón. La sensación de vacío histórico sobre la España de la Edad Moderna que esos manua- les estaban dejando en la mente de los jóvenes españoles fue la razón necesaria, aunque no suficiente, para que catalizase en su inventiva literaria una idea que, sin duda, ya se le había pasado otras veces por la cabeza al autor de un homenaje tan explícito como El club Dumas (1993). De ese intento de recuperar el co- nocimiento del pasado surgió también la idea de que la propia Carlota participase en la redacción de la primera novela de la serie, de un modo que Arturo Pérez-Reverte ha detallado en varias ocasiones y que no pudo menos que acallar a quienes pensaron que no era más que un truco publicitario. Ya se sabe, Reverte de nuevo dispuesto a engatusar al gran público y bla, bla, bla… Como yo estaba ahí, puedo jurar por la péñola de don Álvaro de la Marca que fue tal como el autor lo cuenta. La importancia de la historia, es decir, de asomarse al pasado con la intención de comprender los procesos históricos e, in- cluso, de entender cómo lo que fuimos condiciona, aunque no determine, lo que somos está en la base de la actitud revertiana. Según Cicerón, «la historia es en verdad testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, trans- misora del pasado» (De oratore, II, 36). De estas afirmaciones, el creador de Alatriste suscribiría sin titubear todas, salvo la pe- núltima, al menos tomada en sentido literal. En efecto, ya que la historia no se repite (por más que rime, según la agudeza de Mark Twain), no permite predecir el futuro ni, por tanto, ex- traer lecciones concretas de comportamiento. Por el contrario, resulta indispensable para comprender el presente. De ella de- pende, no ya la sensación de identidad de un grupo humano (tan aprovechada, por cierto, por los mistificadores de la histo- ria), sino simplemente la conciencia y la comprensión que tiene de sí mismo, amén de muchas de sus circunstancias materiales. Estas ideas son las que asume Perez-Reverte y las que funda- mentan buena parte de su obra, tanto literaria como ensayística.

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SIGLO La rendición de Breda (Velázquez)

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Hacer historia (o más precisamente, histo- Sagrada Familia del Pajarito (Murillo) riografía) es una tarea compleja, no necesa- riamente por el resultado, sino por el proceso. literario. Pérez-Reverte podría haber optado por La idea de comprender y hacer comprensible una novela histórica, como haría posteriormente a otros el pasado exige minuciosas y riguro- en varias ocasiones. Esto le habría permitido pre- sas labores de investigación, lo que no impide sentar algunos de los sucesos relevantes del perío- que un historiador no profesional, pero bien do de un modo a un tiempo informativo y creativo, informado, pueda hacer una importante labor sin tener que sujetarse a la estricta veracidad histo- de divulgación al respecto. El propio Pérez-Re- riográfica, de acuerdo con la vieja consideración de verte ha abordado la tarea en títulos como La Aristóteles según la cual «el historiador y el poeta guerra civil contada a los jóvenes (2015), Una no se diferencian por contar las cosas en forma ver- historia de España (2019) y Una historia de Eu- sificada o sin versificar […]; sino que esto establece ropa, que está apareciendo ahora mismo por la diferencia: que uno cuenta lo que ha sucedido entregas en XLSemanal. En el caso de Alatriste, y otro, en cambio, lo que habría podido suceder» sin embargo, el novelista prefirió ejercer como (Poética, 1451a36-1451b7). tal. En esta preferencia confluyeron, sin duda, Sin embargo, en este caso al temprano y voraz diversas razones. La primera fue, obviamente, lector de novelas de capa y espada (Dumas, Fé- que su público inicial (aunque en modo alguno val, Zévaco, Sabatini…) y, dicho sea de paso, de único, como el enorme e inesperado éxito de la leyendas de Zorrilla (con su capitán don Diego novela puso inmediatamente de manifiesto) era o su capitán Montoya) que fue Pérez-Reverte, la de adolescentes, por lo que una narración con ocasión se la pintaban calva y no dudó en asirla gancho se perfilaba como un modo mucho más por el copete. ¿Qué mejor forma de salir bien li- adecuado para captar la atención del lector implí- brado del lance de acercar la España de los Aus- cito que una síntesis histórica propiamente dicha. trias a jovencísimos lectores contemporáneos que Otra razón importante tiene que ver con el género con el chambergo calado y la tizona al cinto de los personajes que habían fascinado sus propias mocedades? Esta opción tenía, además, un va-

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lor añadido, en términos de la propuesta misma de cuanto más directa es la participación de la gente en la acercamiento histórico: el llevar la mirada del lector ejecución de las acciones conjuntas, tanto menos pue- al envés del tapiz histórico, ese en el que el oro del de mandar, y cuando más es su capacidad de mando, brocado que deslumbra a simple vista es cambiado menor es su intervención real en esa ejecución. Dicho por el entramado de hilos opacos, invisibles desde el en plata, unos cardan la lana y otros llevan la fama. haz, pero sin los cuales jamás se sostendría. Y los que la cardan son siempre los mismos. Los que Desde esta perspectiva, en la serie alatristesca, la ape- sostienen el bosque de picas, sin que se les vea la cara lación directa a los grandes personajes históricos es (tapados por los gerifaltes del primer plano e incluso sustituida por la reivindicación del papel de la gente por los cuartos traseros del caballo de Spínola) en La común, de la colectividad anónima, en los avatares rendición de Breda de Velázquez. del devenir histórico. Un adelanto, más fluido, de lo Claro está que, con esta fórmula, no se podía aspirar a que haría más tarde con la precisión de un escalpelo dar una visión completa de la época, incluso si su con- de forense, respecto del Dos de Mayo, en Un día de cepción como serie iba a permitir abordar diversos as- cólera (2007). En el trasfondo de esta actitud puede pectos de la misma, en un fresco de dimensiones épi- reconocerse (aunque solo hasta cierto punto) la in- cas. Así pues, en Las aventuras del capitán Alatriste, lo trahistoria unamuniana. En realidad, la filosofía de la que el lector encuentra no es propiamente una lección historia (pues no me parece abusivo calificarla de tal) de historia. Es más bien una incitación a adentrarse en que subyace al planteamiento narrativo de Pérez-Re- la historia y, por supuesto, en la literatura del Siglo de verte está más cerca de la expresada por Tolstói en el Oro –¿podría ser de otro modo en una novela en la epílogo de Guerra y paz, donde se critica directamente que Quevedo es un personaje asiduo?–. Las novelas, la concepción histórica según la cual las acciones co- así, ofrecen al lector, tanto novel como veterano, un lectivas se ven subordinadas a la acción de unas pocas pasaporte para deambular sin fronteras por la España, individualidades poderosas o de líderes carismáticos, la Europa y el Mediterráneo del siglo XVII. Un salvo- proponiendo en cambio la existencia de un mecanis- conducto para el Siglo de Oro visado por el capitán mo de engarce social que responde a la siguiente ley: Diego Alatriste y Tenorio [sigue rúbrica] La fragua de Vulcano (Velázquez)

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Viento de Levante hacia la historia Jesús García Calero P ocos saben que Diego Alatriste y Tenorio tos y los corsarios. El imperio era marítimo, así que nació con blasón de navegante. Lo hizo aunque hubiera que pelear con el pie en tierra más para los lectores en una taberna, la del Tur- frecuentemente, llegar a Nápoles, a Cartagena o a las co, donde tanto se aprende del líquido ele- plazas de la Berbería solo podía hacerse por barco. Y mento, y las primeras frases con las que lo conoció en el mar se hacían fortunas o se convertía uno en es- el mundo, antes incluso de que nos llegaran noticias clavo. Y todo eso le ocurrió a Alatriste. La novela en la de sus hechos de armas, semejan, con poca duda, un que Arturo Pérez-Reverte se adentra en este mundo rumbo sobre una carta de marear: «No era el hom- peligroso, fronterizo, es ‘Corsarios de Levante’, publi- bre más honesto ni el más piadoso, pero era valien- cada en 2006. te». ¡Hala! ¡Y con ellas a ceñir vientos cambiantes y En ella, el autor no sólo relata las aventuras de Alatriste e capear temporales! Íñigo Balboa a bordo de una pestilente galera, mientras En la vida de un soldado español del Siglo de Oro — el silbato y el látigo del cómitre ejecutan feroces contra- siglo también de pólvora y de sangre— la mar entraba puntos en la espalda de los galeotes. Sobre la cubierta y salía muy naturalmente. Los veteranos de los ter- avanza la narración trepidante de continuos y cruentos cios se movían, al igual que las mercancías, los secre- abordajes, entrechocan espadas, vuelan saetas, astillas, FD MAGAZINE 62

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cañonazos, balas de arcabuz, mana la sangre… Pero La acción externa de la novela —de todos los Alatris- hay mucho más, mucho más. La magia consiste en que tes pero especialmente de ‘Corsarios de Levante’— no Arturo Pérez-Reverte es capaz de poner al lector, con resta perspectiva sobre el sentir de la historia. En esta toda la profundidad de campo que sea capaz de apre- España de hoy pacata y polarizada muchos achacan ciar, porque le ofrece un tapiz con los datos históricos y a Pérez-Reverte tanto un sospechoso entusiasmo por las coordenadas mentales del momento, primer tercio la historia del imperio como un derrotismo imperdo- del siglo XVII, en aquellos lugares. Primero, gracias a nable que solo conduce a la amargura retrospectiva. la documentación más que rigurosa sobre los hechos Ni unos ni otros se han enterado de la misa la mitad, de aquel periodo histórico y el conocimiento extenso no saben o no se quieren enterar de lo indómita que y meticuloso de la ciencia y la historia náutica propios suena esta música bélica con los instrumentos origi- del escritor y navegante. Pero en segundo lugar, y mu- nales. Los lectores de Alatriste, cientos de miles que cho más importante, por la manera tan lúcida de selec- están muy por encima de los tontos que señalan esos cionar personajes y episodios que puedan arrastrar la defectos o excesos, según se mire, saben que la amar- conciencia de los lectores a un lugar difícil de alcanzar, gura del capitán está más templada que el acero de su desde el cual podamos comprender perfectamente lo espada, y que los entusiasmos bélicos no vuelan jamás que era vivir allí, la experiencia humana, política e his- más alto que la camaradería en el fragor del asalto o el tórica de ser un español en medio de todo aquello, en abordaje, ni menos que el honor de los combatientes. el «mediterráneo» de los pueblos que se miran descon- Tal vez, algunos personajes reales —Que vedo signifi- fiados o desafiantes, con muchas cuentas pendientes, cativamente, o el Duque de Osuna, don Pedro Téllez en el de los tercios y los validos, el Consejo y los virre- Girón, en la novela que nos ocupa—, que existieron y yes, los cautivos, los piratas, los renegados; un mar de aparecen en Alatriste, sirven precisamente por la luci- alegría y de fiereza cuya temperatura cambia por un sí dez de sus palabras y el ejemplo de sus tristes destinos o por un no, el temperamento inflamable de un pueblo como un antídoto de los ardores estultos o el pesimis- orgulloso, peleón y maltratado. Esto no es fácil, pero mo retroactivo. Leales y valientes a los que su libertad roza el virtuosismo cuando además la lección de vida y estrechaba el campo, precisamente por serlo, españo- de historia viene vestida de aventura, de esas que no te les a los que no les iba demasiado bien nos advierten: deja levantar los ojos de la página. abrid bien los ojos al presente. FD MAGAZINE 63

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De Osuna describió Fernández Duro en su ‘Armada historia y la literatura del Siglo de Oro, real (y a veces, Española’ sus grandes logros y miserias. Desde que se con mucha gracia, apócrifa), presente en cada entre- atrevió a decir en el Consejo que el rey no tenía de la ga, obligan a reconocer como un acierto el cuadro soberanía sobre Sicilia más que el título porque todo que pinta Pérez-Reverte de este Mediterráneo: «Pa- lo demás lo disfrutaban los corsarios turcos, momen- sado el tiempo de las grandes flotas corsarias y los to en el que le hicieron virrey, hasta la decisión de jaques en el ajedrez naval de los imperios, había que- armar sus propias flotas y plantarles cara. Pronto los dado a modo de frontera difusa en manos del peque- mismos urdieron la prohibición que se le hizo poco ño corso de los países ribereños, actividad que, pese después para impedirle el corso con galeras propias, a a cambiar el signo de muchas vidas y fortunas, no pesar de sus buenos resultados. O su final tras la cár- alteraba el pulso de la Historia…» Berberiscos, pero cel y la deshonra a la que le sometieron las intrigas. tmbién renegados, así como agentes ingleses y holan- Como virrey había marcado la diferencia y termina- deses recorren el mar ayudando con todas sus fuer- do con la impunidad de aquellos temibles corsarios zas en el acoso a las plazas y las naves españolas. Lle- turqueses que saqueaban las costas de Italia cada año, garon a tener su propia república en Salé. La política lo mismo que los berberiscos incursionaban en el de los Austrias menores —lo mismo que el grueso levante español como el sultán por su casa. Las pla- del presupuesto imperial— tenía que centrarse en las zas del norte de África se mantenían por reputación, guerras de Flandes y la expansión en América. Los la política de contención no era tan firme como los historiadores defienden que a las plazas españolas del brazos de quienes tenían que sobrevivir en ellas. Pero Mediterráneo nunca les faltaron bastimentos, porque por aquel entonces, para crear un infierno «no eran el imperio era una eficaz maquinaria, aunque las do- menester más que un español y el filo de una espada», taciones nunca fueron sobradas, ni bien pagadas, ni nos dice el novelista. relevadas a tiempo. El autor de Alatriste nos lleva con La lucidez de quien conoce tan bien la época es, pre- ellos a los fuertes y a sus calles. Hallamos a soldados cisamente, lo mejor de este Alatriste levantino. La varados durante décadas en ellas, media vida. Esa es también la grandeza de esta entrega, permitirnos FD MAGAZINE 64

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Ilustración de Joan Mundet sentir lo mismo que aquellos españoles tras las mu- que sólo era posible en aquella frontera caótica del ta- rallas de Orán, Ceuta, Melilla, rodeadas de mar y de maño de un mar sin ley: su galera es apresada por los piratas, de tribus hostiles que a menudo se revolvían, turcos frente a los Dardanelos en 1613 y él es herido que asediaban y saqueaban en todas y cada una de grave en una pierna. Llevado como cautivo a Cons- las ocasiones en las que se presentara la oportunidad. tantinopla, la Orden de Malta captura el bajel turco Gente que ya no contaba con la llegada de refuerzos y lo libera milagrosamente. Participa después en in- y que luchaba a brazo partido, porque conocía a su cursiones en la Berbería y, tras ganar un buen botín, vecino igual de bien el día que mercaban que el que regresa a Nápoles a darse, en lo posible, la gran vida. debían matarse. Españoles, turcos, berberiscos, ve- Dos años después, en 1615, con los 33 años cumpli- necianos, moriscos, holandeses, florentinos, griegos, dos, tanto de lo mismo: incursiones, batallas contra dálmatas, albaneses, moros, renegados, corsarios… los turcos, botín y regreso a Nápoles hasta que acaba Agentes todos del «viejo y sólido odio mediterráneo. con el amante de su barragana y tiene que salir por Pues nadie se degüella mejor y más a gusto que quien pies de la ciudad con el orgullo humillado, humeante harto se conoce», comenta Balboa en la novela. como el Vesubio. Alatriste tiene más mili en galeras de lo que parece. En 1626 también había embarcado en Barcelona y Por lo que se sabe y consta en diferentes momentos, navegado la campaña completa desde Nápoles, ha- en 1609 regresó a España con 27 años tras la tregua ciendo el corso por la Berbería. Y llega la campaña de Amberes. Llega por mar a Cartagena y participa de la novela, la de 1627, a bordo de la Mulata, galera en la expulsión de los moriscos, entre otras represio- de 24 bancos. Alatriste es soldado plático, es decir nes, después de lo cual decide borrarse de su tercio y experto y de confianza, que ocupa un puesto entre alistarse en el de Nápoles como soldado raso. Allí es los arcabuceros que defienden el esquife. Cerca está embarcado en galeras, lucha con los turcos, berberis- Íñigo Bilbao, que allí se encuentra junto a él, en el cos y venecianos. Navegará por todo el Mediterráneo mismo puesto que el bisoño Cervantes ocupó en la y sufrirá en sus propias carnes la lotería del destino Marquesa de Lepanto. FD MAGAZINE 65

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el XVII, cuando llegaban a sus costas los cautivos de ambos bandos que podían huir, casi sin fuerzas como los in- migrantes de hoy. Otras veces vemos cómo se tunean los barcos —acortando el árbol mayor, en- tre otras cosas— para cambiar su apariencia y camuflarse como galeras tur- cas. Logran así ganar millas en el acoso al enemigo, que al final lo descubre y dispara con todo. Incluso vemos cómo se preparan para una dura y provechosa pelea cerca de Patmos —la isla desde la que, según San Juan, se ve el Apocalipsis— para dar caza a una valiosa flotilla que sale de Rodas cargada de riquezas y bellas odaliscas. Toda aventura «La vida de la galera déla Dios á quien la quiera», dice Fernández Duro en sus ‘Disquisiciones náuticas’, un refrán que resuena en esta la novela. Describe el ali- mento pobre: con el vino que beben en la mar pue- den comerse lechugas en tierra, el privilegio es que todos deben comer el pan que llaman bizcocho, con la condición de que sea «tapizado de telarañas y que sea negro, gusaniento, duro, ratanado, poco y mal remojado». El agua es tan turbia e insalubre que el capitán da permiso «a los muy regalados» para que la beban tapándose la nariz con la otra mano. Hasta las heridas cicatrizan peor así que se tratan con vinagre y sal. Todos los detalles están en este Alatriste, porque entramos a vivir en la poderosa y pestilente embarca- ción, donde los galeotes bogan, esclavos moros, con- denados, renegados, moriscos, con la esperanza de ser liberados si una galera turca apresa el convoy. Hay incluso desesperados que reman solo por un sueldo. Y los que no mueren aplastados por el espolón de la nave enemiga que parte cuadernas, remos y costillas, se ahogan encadenados al duro banco o se extinguen con los ojos desorbitados después de la endiablada boga larga en largas batallas de varias jornadas. También es ‘Corsarios de Levante’ un catálogo de estrategias navales de las flotas de galeras. Con el remo pueden acelerar, virar o incluso navegar con- tra los vientos, que en el Mediterráneo además tie- nen nombres muy sonoros: gregal, mistral, jaloque, labeche… En los episodios que vive Alatriste vemos cómo se pliegan los mástiles para no ser divisados en la lejanía al atardecer. Esto ocurre en Lampedu- sa, isla tan de actualidad en el siglo XXI como en FD MAGAZINE 66

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con estos elementos resulta cervantina. ancestros casi olvidados. Pero si hay un combate sin igual, narrado prodi- En esta ocasión también hay un episodio real en el giosamente, donde la épica resuena, el lenguaje es que probablemente se inspira. Como en este de la fic- transparente, la precisión descriptiva muestra las ción, la desesperada audacia y el valor inconcebible tácticas y los movimientos, mucho menos caóticos permitieron vencer a Fancisco de Rivera, capitán de de lo que pudiera parecer, sobre la galera donde la escuadra que se batió en la batalla de Cabo Celi- aprietan los dientes hombres erizados de acero y se- donia, que aconteció realmente en 1616. Cinco naves dientos de sangre, que luchan hasta morir porque mancas, de vela, sin remos, y un patache, pudieron con el turco no hay cuartel posible; si hay una batalla con 55 galeras turcas y por tanto con más de 11.000 espectacular, larga, extenuante, que hay que leer, no hombres, en proporción de 10 a 1. Algunas fueron al solo en la novela, o en Alatriste, sino en las páginas fondo, 17 quedaron malbaratadas, gracias a la pericia escritas por Pérez-Reverte hasta la fecha, esa es la y el valor de aquellos marinos y soldados españoles, brutal refriega de ‘Las bocas de Escanderlu’, que bien de los que Alatriste y Balboa, el moro Gurriato, Co- podría ser el golfo de Esmirna, donde las tres galeras pons y el capitán Urdemalas serían perfectos compa- cristianas y un patache se enfrentan a toda una flota ñeros. Fue un combate largo y desigual cuyo resul- turca, muy superior en fuego y hombres. La lucha tado se hizo famoso en todo el mundo y tras el que está contada con maestría, oleada tras oleada, con cambió la historia de la guerra naval. imágenes imborrables, que permiten hacerse una Como Pérez-Reverte escribió en el reverso de ‘El úl- ligera idea de lo que tuvieron que afrontar aquellos FD MAGAZINE 67

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timo combate del Glorioso’, de Augusto Ferrer-Dal- junto al cabo, entre cuyos restos aparecieron lingotes mau, el cuadro del Museo Naval de Madrid: necesarios para la fundición de cobre y estaño, así «Solo, contra todos. También eso, a menudo, fue como un horno. Aquella embarcación metalúrgica España». que se hundió en una tormenta en la misma época de Después de tantos años de aventuras con Alatriste, la Guerra de Troya, tal vez sirvió metales para cons- que me permitieron, como a tantos, mirar con asom- truir las armas de los contendientes que vieron la có- bro la historia propia, emocionarme con las peripe- lera de Aquiles o la muerte de Héctor y Patroclo. Y cias de aquellos personajes en un siglo terrible y ma- como toda historia es continua, a pocas decenas de ravilloso, sé que no los recordamos como merecen. millas de allí, en Uluburun, se excavó años después Antepasados nuestros, hechos que no se estudian en otro pecio asombroso, restos de un barco de 1.400 a. las escuelas, de los que tanto tendríamos que apren- C., en el que viajaban regalos de los reyes de Egip- der. En mi caso, además, el deslumbramiento por co- to en los tiempos de Tutankamón. Las tormentas y nocer mejor la historia acabó sirviendo después para las batallas van sumando capas de historia al fondo cultivar la afición por el patrimonio subacuático es- del mar, páginas de la misma novela de aventuras e pañol, otro gran olvidado. Estos episodios inspiraron infortunios, que tiene largos y formidables capítulos mi lucha contra el expolio continuo de los galeones. españoles. No debemos dejar que se olviden, hay que Por eso quiero recordar aquí que el Cabo Celidonia luchar por que se estudien. es el lugar exacto en el que nació como ciencia la En realidad la costa de Anatolia es la cuna de esta arqueología subacuática. Ni más ni menos. Segura- ciencia que investiga restos naufragados, cultural- mente no muy lejos de donde se hundieron algunas mente relevantes, de los que España, pionera de la na- de aquellas galeras turquesas, en los años sesenta del vegación oceánica, dejó testimonios esenciales para siglo XX se realizó la primera excavación científica de conocer la historia del mundo en los siete mares. Es un pecio. Era un barco de la edad de bronce hallado una pena que en nuestro país de validos, corruptelas, intrigas burocráticas y sueños inconclusos no haya- FD MAGAZINE 68

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mos logrado aún impulsar con proyectos científicos dignos de nuestra historia naval la arqueología su- bacuática. No se ha excavado Lepanto, ni Trafalgar, ni los galeones de Indias, ni las galeras de levante. Si- guen todos en el fondo, codo con codo con los héroes de otras épocas, griegos, romanos, portugueses, vene- cianos, berberiscos, compartiendo olvido en el fondo como compartieron los vientos sobre el mar, o la san- gre tiñendo el agua salada. La historia de todos aque- llos valientes aún no se ha contado completamente, por tanto. El olvido es menos abrumador gracias a Alatriste, porque esta serie de novelas ha permitido que lo hagamos más pequeño. Pero sigue siendo un síntoma de lo que cuenta muy bien Pérez-Reverte: que todo depende de la fuerza de nuestros sueños, de nuestros brazos, porque nuestros nobles, reyes y validos tuvieron a menudo otras prioridades. Cuan- do se trataba de premiar a los leales o atender a las posibilidades que ofrecía el mar, como ocurrió con el Duque de Osuna, miraron para otro lado. Pero noso- tros resistiremos. Seguiremos leyendo una y otra vez las historias de Alatriste donde se aprende, sin duda, a navegar. Sus páginas son las velas que se hinchan con el viento de levante de la historia, el mismo con el que españoles de hace cinco siglos dieron la vuelta al mundo y que hoy parece adormecernos FD MAGAZINE 69

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ENTREVISTA PILAR REYES Jesús Fernández Úbeda FD MAGAZINE 70

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ilar Reyes dirige, desde mayo de 2009, primero”. ¿En qué nota usted eso? el sello Alfaguara en España. Colombia- na, estudió Letras en la Pontificia Uni- P.R: En su rechazo tajante a dar las cosas por sen- tadas. No piensa que su fama y prestigio garanti- Pversidad Javierana de Bogotá y estuvo al cen nada a la hora de publicar una nueva novela. Hay que seguir escribiendo con eficacia (en eso frente del área de Edición General del Grupo San- Arturo es un maestro) y hay que seguir interesan- tillana en su país. Por sus manos pasan, entre los do a los lectores con cada nuevo lanzamiento. Ar- de otros ilustres, los manuscritos de Mario Vargas turo se involucra en el proceso de edición y lan- Llosa, Javier Marías y Arturo Pérez- Reverte, con zamiento de cada nuevo libro suyo como si fuera quien comenzó a trabajar “como editora directa” el primero. Le importa entender los cambios que con El asedio. El puente de los asesinos, publica- el mercado y la comunicación han experimentado do en 2011, fue su primer Alatriste. Conversamos a través del tiempo y acepta que el lanzamiento para FD Magazine: de sus libros se adecúe e interprete esos cambios. Jesús Fernández Úbeda- Señora Reyes, J.F.U- Llegó a Alfaguara España en 2009. ¿cómo conoció a Arturo Pérez-Reverte? ¿Qué recuerda de la edición de El puente de los asesinos? Pilar Reyes- Le conocí en el año 1994, en su primera visita a mi país natal, Colombia. Yo era P.R- Mi primer libro como editora directa de Ar- una joven estudiante de literatura que soñaba con turo fue El asedio y fue una experiencia formida- ser editora, y me deslumbró la pasión con la que ble para mí, empezando por el hecho de que yo no hablaba de la escritura y de su amor por los libros conocía Cádiz, lo hice primero a través de los ojos y los viajes. Acababa de publicar El club Dumas. del libro, al que luego superpuse la ciudad real. Y me impresionó mucho, en ese sentido, el tipo de JFÚ: En una entrevista con mi compañera escritura que Pérez-Reverte consigue hacerte ver de Zenda Karina Sainz Borgo, señaló que en la ficción un lugar con la fuerza de lo real. Pérez-Reverte “lleva 30 años publicando”, que “cada nuevo libro es como si fuera el FD MAGAZINE 71

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Con la edición de El puente de los asesinos re- racterística de parecer reales. Es algo misterioso y cuerdo dos cosas muy vívidamente: todo mi inter- que pocos autores logran en la literatura: que uno cambio con Joan Mundet para las ilustraciones. de sus personajes tenga el mismo espesor y pa- Él es un gran dibujante y era magnífico verlo in- rezca tan real como una persona de carne y hueso. terpretar gráficamente las escenas de la novela, Díganme si no es cierto lo que digo: uno tiende a desde sus bocetos a lápiz hasta las ilustraciones creer que Diego Alatriste es un personaje históri- finales. Las imágenes que ilustran esta entrevista co, sentado en la taberna del turco con Quevedo; son algunos de esos bocetos. cuando leemos tenemos la impresión intensa de que el personaje vivió. El poder de su ficción es Y dos, este libro salió a mediados de noviembre tal que, a su lado, la realidad palidece. de 2011, por lo que todo el diseño de la estrategia de lanzamiento de la saga Alatriste en ebook su- J.F.U- Leo en un estudio crítico de José puso bastante de nuestro tiempo y atención. Las Manuel López de Abiada, catedrático de grandes plataformas de venta en este formato es- Literatura Española e Hispanoamericana taban a punto de desembarcar en España por ese en la Universidad de Berna, que “de Las entonces. Y diseñamos un lanzamiento que per- aventuras del capitán Alatriste se han ven- mitió a los lectores de ebook tener los libros edi- dido hasta la fecha casi 2.700.000 ejempla- tados de la mejor manera y con una estrategia de res”. Estoy convencido de que se han ven- precio muy razonada. Aprendimos mucho sobre dido muchísimos miles de ejemplares más la comercialización de ese formato editando El desde la publicación de este estudio. Como puente de los asesinos. editora, ¿qué lectura hace de estas cifras? ¿Qué información proporcionan? J.F.U- ¿Qué aportan Las aventuras del capi- tán Alatriste al panorama literario español? P.R- La saga Alatriste es uno de los grandes hi- tos en términos de ventas de la literatura española P.R- Cada una de las páginas que ha escrito Pé- reciente. A través de ella millones de jóvenes se rez-Reverte ha bebido de muchos genios de la han acercado a la historia del Siglo de Oro, a la prosa: Galdós, Stevenson, Dumas, Verne, Defoe, literatura, al lenguaje y a los personajes de la épo- Salgari… Ha bebido de ellos, pero creo además ca. Yo creo que Arturo Pérez-Reverte ha sido uno que se puede listar entre los de su estirpe. Pienso de los grandes creadores de lectores en este país. que Arturo Pérez-Reverte es un autor excepcional Y la serie de Alatriste una campaña de promoción porque ha conseguido algo excepcional: la haza- de lectura de la eficacia asombrosa. Solo esto le ña de crear personajes de ficción que tienen la ca- merecería a su autor el mayor de los reconoci- mientos. FD MAGAZINE 72 J.F.U- Si tuviera que quedarse con un volu- men de la serie, sería… P.R- Me gusta muchísimo Limpieza de sangre, me parece fascinante el Madrid que se dibuja en este libro. J.F.U- ¿Cuál es su personaje favorito? P.R- El Francisco de Quevedo inventado por Pé- rez-Reverte. J.F.U- ¿Y el que más detesta o, si lo prefie- re, el que más le inquieta? P.R- El inquisidor fray Emilio Bocanegra

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25 Anos Despues Rogorn Moradan Hay muchas obras literarias en las que ro” o “los holandeses se detuvieron como si die- la relación entre el autor y el lector ter- sen en un muro”. Mundet, que desde el año 2000 mina en cuanto se cierra el libro. No es marcó el sello visual de la saga, al menos hasta la este el caso de la saga Alatriste, que ha adaptación de las novelas al cine, tiene otros mu- inspirado muchas otras ideas y creaciones artís- chos dibujos aislados relacionados con Alatriste: ticas, aparte de las obras de Augusto Ferrer-Dal- alguno hay incluso donde el Capitán se sienta a mau que pueden verse en los ejemplares de esta un ordenador a responder preguntas de los lec- revista. La primera de ellas venía desarrollada ya tores, por ejemplo, o donde aparece retratado desde el primer volumen de la serie: el acompa- junto al propio Pérez-Reverte, Quevedo o Eslava ñamiento de la trama, dentro de los mismos li- Galán. Entre ellos están las portadas para diver- bros, con ilustraciones en blanco y negro, hechas sas ediciones de cada novela, ha protagonizado primero por Carlos Puerta y después por Joan numerosas exposiciones sobre el tema, y a partir Mundet, en las que se refleja visualmente escenas de su obra incluso se hizo un sello de Correos cruciales como las de “cuartel para mi compañe- de 75 céntimos con hoja bloque y una impresión

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de medio millón de ejemplares. Además ha sido el encarnizados enemigos. En el segundo, incluso el autor de la conversión de las dos primeras entregas tablero desaparece y el único límite es la imagina- a sendas novelas gráficas de casi doscientas páginas, ción de los jugadores y su master. La colección en también en riguroso claroscuro, junto al guionista rol consta del manual principal, que además resulta Carlos Giménez. Ojalá pudiera verse hecha de la muy educativo también sobre la España del Siglo de misma y espectacular manera alguna de las novelas Oro (Ibáñez es historiador titulado) y de las aven- de guerra de la serie, especialmente El sol de Breda. turas Maestros de esgrima y Juegos de damas. Aún En el volumen Todo Alatriste todas las ilustraciones falta, sin embargo, una buena adaptación a video- son suyas, dando una mayor unidad visual a la saga, juego, y Pérez-Reverte, que se ha mostrado elogioso y la extraordinaria versión anotada de la novela inau- con algunos grandes logros en este campo, consi- gural, con un estudio de cien páginas hecho por Al- derándolo de mucho futuro para jóvenes creadores, berto Montaner Frutos, también lleva portada suya. siempre ha dicho que estaría dispuesto a considerar Mundet también ha ilustrado los juegos de mesa y una propuesta de calidad. de rol del Capitán Alatriste, que convierten la expe- Sin salirnos de la ilustración, también hay una ver- riencia de la lectura en algo lúdico y participativo. sión infantil de la primera novela, dibujada por Da- Creados por Ricard Ibáñez y Antonio Catalán res- vid Jiménez, con un estilismo más de serie de dibu- pectivamente para Devir, en el primero el tablero se jos animados, pero sin ñoñerías, que apareció por convierte en el Madrid aureosecular de las novelas, entregas con El País en 2002, acompañando a varias por el que los jugadores van moviéndose un poco otras páginas divulgativas sobre la vida en la Espa- al estilo del Monopoly, pero en vez de comprarte ña el siglo XVII, escritas por Juan Eslava Galán. En calles te bates en duelo y vas ganando o perdiendo libro, esta adaptación aún puede encontrarse, si se dineros, posesiones y puntos de fama, siempre en busca bastante, en edición de Alfaguara (64 pági- busca de poder acceder a lo más alto de la socie- nas), o como parte del volumen El Capitán Alatris- dad de aquel tiempo, mientras los principales per- te de Arturo Pérez-Reverte y la España del Siglo de sonajes de la saga se convierten en fieles amigos o Oro, de 203 páginas, publicado por Aguilar. Ilustración de Joan Mundet FD MAGAZINE 75

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Eslava, gran amigo de Pérez-Reverte (y que apa- siones. La primera fue Alatriste, de Agustín Díaz rece en la saga como Juan Eslava, un sevillano Yanes, estrenada en 2006, que aún sigue siendo apodado el Galán de la Alameda en El oro del una de las películas con más presupuesto de la rey), también es autor de Viaje a los escenarios historia del cine español y que desde el principio del Capitán Alatriste, una mezcla de guía de via- ha dividido a crítica y público. Se suelen alabar jes y libro de historia publicada por Aguilar, en la sus elementos técnicos, como el vestuario, la fo- que se nos habla de los principales lugares geo- tografía, la música, algunas de las interpretacio- gráficos que aparecen en las primeras novelas, nes y el cuidado puesto en las escenas de espadas como Madrid, Sevilla, Flandes o Italia, con gran y acción, pero en varios otros aspectos no llegó cantidad de fotografías e información. a calar, y fue una pena que la ocasión no con- En el terreno del merchandising al estilo masi- dujera a una exitosa saga de películas. En lugar ficado para coleccionistas, Alatriste nunca se ha de eso, concentra los últimos veinte años de la mostrado interesado en grandes aspavientos. Las vida de Alatriste en apenas dos horas y media, grandes sagas internacionales de elfos, magos o incluyendo tramas que aún no han ocurrido en dragones fabrican toneladas de productos y mer- las novelas o que quizá nunca sucedan, aunque caderías cada año, pero en lo alatristesco es su- el final en la batalla de Rocroi, con un crudo en- ficiente con un puñado de figuritas del Capitán, frentamiento de piqueros nunca antes visto en el espada en mano en las creaciones de Ferprad SL cine, es muy emocionante. Incluso la participa- y Miniaturas Élite. También hay otra de metal, de ción de una estrella internacional como Viggo pie en una esquina, de Andrea Miniatures, y un Mortensen fue un arma de dos filos: mientras busto de tamaño 1/15. que son incuestionables su dedicación al papel, Cualquiera que haya leído las novelas se habrá su labor de promoción y su valentía al aceptar dado cuenta de que piden a gritos ser represen- este rol tras la gran fama internacional de El Se- tadas, y lo han sido para la pantalla en dos oca- ñor de los Anillos, el film no tuvo repercusión en los mercados angloparlantes. La segunda adapta- ción fue la serie de 13 episodios Las aventuras del

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Capitán Alatriste, emitida por Telecinco en 2015, mismo sitio en que se sitúa la Taberna del Turco que gustó a muy poca gente. Mientras que Aitor en las novelas, y su decoración merece ser vista Luna está sorprendentemente bien como un Ala- también. En Sevilla, el restaurante de Enrique Be- triste más joven que en las novelas, y hay algunas cerra servía carrillada de puerco Alatriste hasta su actuaciones aceptables, el rodaje en un desperso- cierre en 2020. nalizado estudio húngaro no cuajó en algo que Como es sabido, uno de los propósitos de Pé- atrapara a los espectadores, y una agria polémica rez-Reverte era el de mantener viva nuestra sobre el tono visual en los primeros episodios (se memoria histórica, y una de las cosas que más buscaba más “alegría y colorido”, en lugar de la orgullo le dan es que Alatriste se use en cole- estoica sobriedad alatristesca que conocemos y gios de secundaria, e incluso en universidades, admiramos) acabó de amargar la experiencia. como texto de lectura. Para ello se hicieron unas Sin embargo, no todo está perdido. Dependiendo ediciones especiales, de precio más barato, con de la época y las pandemias, se puede encontrar introducciones específicas y actividades asocia- con frecuencia entre la oferta cultural madrileña das. En el apartado más marcadamente acadé- visitas teatralizadas “por el Madrid de Alatriste” o mico, en 2007 hubo un Congreso Internacional incluso una de ellas guionizada por el propio Pé- en Murcia, de una semana de duración, con una rez-Reverte, con Quevedo o Caridad la Lebrijana veintena de conferencias y mesas redondas, del como invitados que se pasean por las calles y se cual resultó el volumen La sombra del héroe. asoman a las ventanas durante el recorrido, que José Belmonte, el organizador, de la Universidad se inicia en la antigua casa de Lope de Vega. Al de Murcia, lleva más de dos décadas recopilando, terminar, siempre puede uno irse a la mismísima escribiendo y publicando estudios sobre el autor, Taberna del Capitán Alatriste (calle Grafal, 7), con entre ellos Territorio Reverte, La sonrisa del ca- una carta que incluye tarta de Flandes, migas de zador o Los héroes cansados. Todo ello ha culmi- la Lebrijana o chuletada del Capitán. El restauran- nado recientemente con la creación de la Cátedra te, en pleno Madrid de los Austrias, está casi en el Arturo Pérez-Reverte

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Las mujeres de Alatriste Alexis Grohmann Pocos son los autores masculinos con- Ilustración de Joan Mundet temporáneos que han concedido tanto protagonismo a la figura de la mujer. sentido más amplio del término, es decir, como La mujer en la literatura de Arturo alguien que ejerce un atractivo fascinante, cauti- Pérez-Reverte, como afirmaba en un artículo ti- vador, poderoso sobre otros personajes y asimis- tulado precisamente «Las mujeres de Arturo Pé- mo sobre el lector. Dado esto y en el contexto de rez-Reverte» ––y espero que vuestras mercedes un período donde hay feminismos cada vez más sepan perdonar la inmodestia que supone citarme militantes que a veces conducen a la condenación a mí mismo, pero lo hago en honor a la verdad––, de la literatura de nuestro autor como «machista», casi invariablemente y a marcada diferencia de no deja de sorprender que ésta es y ha sido todo sus personajes masculinos, suele ser inteligente, lo contrario, a juzgar por los papeles y la calidad independiente, sabia, a menudo libre y autónoma, literaria de sus protagonistas femeninos y por la enérgica y fuerte, y también seductora, no sólo no- igualdad de la mujer con los hombres en su mun- tablemente en cuanto sirena o femme fatale (uno do, o más bien la superioridad de aquélla. El he- de sus tipos de mujer más destacados, también en cho de que a menudo las novelas revertianas estén Alatriste) ––que también, a menudo––, sino en el ambientadas en mundos cuyos protagonistas sue- len ser hombres o el punto de vista desde el que FD MAGAZINE 78 se narran sea masculino, se confunde quizás con

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la propia literatura y la cosmovisión que emerge nombre indica, acoge muy generosamente a Diego en conjunto, que no creo que se puedan calificar Alatriste (además de a Íñigo Balboa) en el seno de como machistas. Es decir, se confunde la parte (la su bodegón y de su vida, y cuyo escote le resulta ambientación o la perspectiva) con el todo (la lite- tan turbador a éste, cuando ella «se inclinaba a ser- ratura en conjunto). De «machista», es decir, una vir la mesa y la blusa insinuaba, moldeados por su literatura que desprende una actitud de prepoten- propio peso, aquellos volúmenes grandes, morenos cia de los varones respecto a las mujeres (DLE), y llenos de misterio» (El capitán Alatriste, 123). sólo podría tildar la literatura revertiana quien la Caridad la Lebrijana y el hecho de que mencionara desconoce por completo; sus protagonistas feme- la palabra «matrimonio» con demasiada frecuencia ninos desmienten del todo tal calificación, y esto será parte de la razón por la que Alatriste se aleja es así hasta cierto punto también en las novelas de Madrid en Corsarios de Levante (19). que componen la saga de Alatriste, que obvia- mente, dados la época y el concomitante mundo Otra de las razones por que lo hace, es porque ha soldadesco y guerrero en que están ambientadas, terminado con María de Castro, «la más linda y se mueven en un mundo de hombres. Con todo, famosa representante de su época» en la que se incluso en este mundo varonil, destacan determi- encarna «esa magnífica y extraña realidad huma- nados personajes femeninos, por mucho que sean na que fue nuestro teatro, oscilante siempre entre secundarios todos ellos sin excepción alguna. Eso el espejo ––a veces satírico y deformante–– de la sí, con alguna que otra notable salvedad, todos es- vida cotidiana, de una parte, y la hermosura de los tos personajes femeninos ejercen o ejercieron en más aventurados sueños, de la otra»; la Castro es algún momento de su vida el oficio más viejo del «hembra briosa, de buenas partes y mejor cara: ojos mundo, todo hay que decirlo. rasgados y negros, dientes blancos como su tez, hermosa y proporcionada boca» y las mujeres de En primer lugar está la figura fiel, alegre, maternal aquel entonces «envidiaban su belleza, sus vestidos y bondadosa de Caridad la Lebrijana, antigua pros- y su forma de decir el verso», mientras los hombres tituta y dueña de la taberna del Turco, que como su «la admiraban en escena y la codiciaban fuera de La fábula de Aracne (Velázquez) FD MAGAZINE 79

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Las Meninas (Velázquez) ella» (El caballero del jubón amarillo, 25). Aunque que a veces da salud, y a veces mata (El caballero Alatriste, que se precisa no está enamorado de ella del jubón amarillo, 73). ni de mujer alguna a lo largo de la saga, no es el único en gozar de los favores de esta hermosa mu- En las entregas de la serie no faltan tampoco las jer, María de Castro sí «le concedía gratis lo que a mujeres que sufren violencia: violaciones, como otros negaba o cobraba el valor de su peso en oro» la mora de Corsarios de Levante cuando la cabal- (El caballero del jubón amarillo, 36). Para Alatriste, gada de Uad Berruch, vista como legítimo botín como asimismo para casi todos los personajes mas- de guerra por unos soldados que Alatriste acaba culinos de la literatura de nuestro autor (con la ex- matando para defender a la mujer y su bebé; o tor- cepción quizás de César en La tabla de Flandes), las turas, como es el caso de la desdichada Elvira de mujeres son unos seres insondables, y más de una la Cruz, torturada por la Santa Inquisición en Lim- vez observará que «eran extraños los mecanismos pieza de sangre hasta tal punto de que esta joven de que movían el pensamiento de las mujeres». Así, dieciocho o diecinueve años «parecía una anciana no nos debería sorprender que María de Castro les decrépita» y tenía en los ojos una mirada tan vacía complique la vida a Alatriste y a Íñigo, poñiéndolos y perdida que no era sino la «ausencia absoluta he- a ellos, junto a la corona del rey, en gravísimo pe- cha con todo el dolor, y el cansancio y la amargura ligro en la aventura de El caballero del jubón ama- de quien conoce el fondo del más oscuro pozo que rillo, «probando así», como observa Íñigo, «que no imaginarse pueda» (154). hay locura a la que el hombre no llegue, abismo al que no se asome y lance que el diablo no aproveche Como era de rigor, los soldados de la saga no dejan cuando hay mujer hermosa de por medio» (27). O, de acudir de vez en cuando a mancebías, como la por decirlo en los versos de un soneto de Lope que regentada por una antigua conocida de Sebastián Alatriste cita en otro momento de esta novela: Copons en Orán, mora celestina madura, bautizada y viuda de soldado de mucha confianza y con unas Quiere, aborrece, trata bien, maltrata, daifas «cristianas, andaluzas y de no mala presen- y es la mujer al fin como sangría, cia, que en la plaza se ganaban la vida tras ser des- FD MAGAZINE 80

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terradas allí por malos pasos y peores anteceden- muy hermosa, pese a sus años, con la cual acabará tes –venían de las almadrabas de Zahara, que eran intimando Alatriste. Su retrato recuerda a la Sofía el finibusterre de su oficio» y una mora renegada Loren de hace 30 años, también por la forma en «bien plantada y muy jarifa, diestra en menesteres que la representa Joan Mundet siguiendo las indi- de precisión que no están en los mapas» (Corsa- caciones del autor. Es el tipo de mujer por el cual rios de Levante, 94-95). Diestras en su oficio lo nuestro autor siente una especial predilección, mu- son también las daifas andaluzas que conocerán jeres mayores o de edad avanzada que conservan Íñigo y Alatriste en Roma, además de las hebreas una elegancia y hermosura que se tornan especial- conversas descendientes de familias expulsadas mente atractivas con el paso de los años porque a de España (El puente de los Asesinos, 53-54). Las su belleza se suman las huellas de un pasado que cortesanas con las que trabarán relaciones más ade- las envuelve y las dota de una elegancia que no es lante en Venecia en la misma aventura, en la casa sino fruto exclusivo de una vida vivida y disfrutada que se hospedan, frecuentada por pupilas selectas, con plenitud y la sabiduría y coquetería depurada clientes de calidad y también viajeros «de mucha concomitante de muchas de su sexo. Íñigo, en cam- recomendación, que preferían las ventajas de esa bio y a diferencia de su amo más experimentado en casa a una simple posada desprovista de otros ali- tales lances, acabará intimando con una de sus cria- cientes», tales como el propio Alatriste, son de otra das, Luzietta, que en realidad lo acaba engañando índole. La elegante casera Donna Livia Tagliape- para extraerle información. rra, una de las más asentadas meretrices de su ofi- cio, retirada del ejercicio propio y relacionada con Y esta proclividad de Íñigo a ser engañado por las miembros destacados de la sociedad veneciana de mujeres que lo acaban seduciendo nos conduce a la que conoce secretos, es una segura y fiable fuen- la que no es sino la mujer principal de todas las no- te de información y eficaz cómplice (130-133). Es velas de la serie de Alatriste: Angélica de Alquézar, morena, con una nariz larga que le daba una arro- introducida en la corte por su tío Luis de Alquézar, gancia especial y en conjunto una mujer todavía menina de la reina y de las princesas jóvenes, Ilustración de Joan Mundet

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mujer de una espléndida belleza años después de mirarme el Diablo» (El capitán Alatriste, 20). Así que la conoce Íñigo y pintada por Velázquez en que desde esta primera visión, se deja entrever la 1635. Con Angélica mantendrá Íñigo una estrecha combinación de lo celestial con lo diabólico que y endemoniada relación que se irá profundizando caracterizará a Angélica. Cuando más adelante Íñi- y complicando a lo largo de los años y las novelas. go sale en su defensa, cuando el cochero y carruaje de aquélla están amenazados por unos mozalbetes, La ve por primera vez en la primera entrega cuan- la nueva visión de Angélica –rubia, pálida, bellísi- do de niña el carruaje que la transporta llega a su ma– lo clava en el suelo, y al posar ésta su «mano altura y en la ventanilla ve «el rostro de una niña, diminuta, perfecta, blanca de nácar» en el marco unos cabellos rubios peinados en tirabuzones, y la de la ventanilla y «su boca, perfectamente dibujada mirada más azul, limpia y turbadora» que ha con- en suaves labios pálidos, se curvó un poco, lige- templado en su vida; esta visión hará que se estre- ramente» y deja atisbar una sonrisa enigmática y mezca Íñigo, en una clara prefiguración de lo por misteriosa, Íñigo se quedará en mitad de la calle venir, desconociendo por qué pero intuyendo a la «enamorado hasta el último rincón de mi corazón, vez claramente que «mi estremecimiento hubiera viendo alejarse a aquella niña semejante a un ángel sido aún mayor de haber sabido que acababa de rubio e ignorando, pobre de mí, que acababa de co- FD MAGAZINE 82

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Venus del espejo (Velázquez) suerte de estupideces. Yo era entonces demasiado joven para advertir lo menguados que podemos ser nocer a mi más dulce, peligrosa y mortal enemiga» los varones, y lo mucho que puede aprenderse en (68-70). La mirada azul «como el cielo claro y frío los ojos y en la sonrisa de las mujeres. No pocos de Madrid en invierno», los tirabuzones rubios, percances de mi vida adulta se habrían resuelto a la mano blanca y delicada y, sobre todo, la sonri- mayor satisfacción de haber dedicado más tiempo sa que esbozará más tarde permitirán al Íñigo ya a tal menester. Pero nadie nace enseñado; y a me- mayor que cuenta las aventuras reconocer retros- nudo, cuando gozas de las debidas enseñanzas, es pectivamente a Angélica no sólo como la suma de demasiado tarde para que éstas sirvan a tu saludo o todas las mujeres sino a la mujer en conjunto como a tu provecho (124-125). sexo formidable y superior al hombre, porque esta «sonrisa lenta, muy lenta, de desdén y de sabiduría Así, Íñigo quedará embrujado y caerá una y otra máxima infinita al mismo tiempo» era una sonrisa vez en las trampas que le tenderá Angélica a él y a que ninguna niña ha tenido tiempo de aprender en Alatriste, porque a Angélica, como descubrirá, la su vida, sino que son innatas, hechas de esa lucidez caracterizará también una «maldad fría y sabia que y esa mirada penetrante que en las mujeres consti- en algunas mujeres está ahí, desde que son niñas. tuye exclusivo patrimonio; fruto de siglos y siglos Incluso desde antes, quizás; desde hace siglos», de ver, en silencio a los hombres cometiendo toda porque «de las armas con que Dios y la naturaleza dotaron a la mujer para defender de la estupidez y la maldad de los hombres, Angélica de Alquézar estaba dotada en grado sumo» (El capitán Alatris- te, 189-190). De todas las mujeres en la serie y en la vida de Íñigo, Angélica, «tan bella como Lucifer antes de ser expulsado del Paraíso», será «la más inteligente, la más seductora y la más malvada»; la amará «como amar al diablo aun sabiendo que lo es», convencido que ella también lo ama a él hasta la muerte, a su manera, como en efecto le confesa- rá abiertamente en la cuarta entrega (Limpieza de sangre, 74-75 y 81; El oro del rey, 107). En suma, Angélica es el «ángel-diablo de mirada azul» que endulza y amarga la existencia de Íñigo (El caballero del jubón amarillo, 79), exactamente como lo hizo también en su momento Milady de Winter con la de Athos y sus compañeros. Porque Angélica no es sino una Lady de Winter en ciernes; es una descendiente directa, como otras femmes fatales o sirenas revertianas, tales como Adela de Otero en El maestro de esgrima, de Lady de Win- ter, la Milady de la saga de los tres mosqueteros Alejandro Dumas. Es, por tanto, la arquetípica femme fatale que seduce a un hombre para sus propios fines y puede producir su perdición, una puesta al día de la figura mitológica de las sirenas, habitantes, como se sabe, en la Odisea de Homero, de una isla localizada entre Escila y Caribdis, que atraían y seducían a los marineros con sus cantos y hacían que estrellaran sus barcos contra la costa rocosa de la isla para luego devorarlos en su confu- sión. La sirena es una figura asociada con la muerte y representa desde la Antigüedad las tentaciones de la carne, los peligros del halago y de la seducción. FD MAGAZINE 83

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Íñigo nos remite explícitamente a ese tipo de mujer de Los tres mosqueteros), Milady no es una mujer, y a Circe en concreto cuando se da cuenta de que no pertenece a la condición humana, sino que es un lo acaba de acuchillar Angélica: «Me va a degollar demonio escapado del infierno, exactamente como como a un ternasco. O como a un cerdo. Había leí- es descrita Angélica, que cometerá tamaños actos do algo una vez sobre la maga, la mujer, que en la diabólicos –conspiraciones, intrigas, trampas, ase- Antigüedad convertía a los hombres en cerdos» (El sinatos– como Lady de Winter. caballero del jubón amarillo, 290). A la luz de todo eso, el hecho de que Angélica esté Por lo tanto, Angélica es representante de lo «fe- en realidad motivada por una lealtad a una persona, menino oscuro», estas mujeres en la literatura que su tío y benefactor, no la convierte en menos dia- serán capaces de retar al héroe tanto mediante las bólica y monstruosa, aunque puede que eso la torne artimañas de la Tentación como a través de la con- atractiva, compleja y ambigua. Sea como fuere, es frontación directa del Monstruo, como es el caso de una mujer formidable. Las mujeres revertianas, si Angélica, quien se vale tanto de sus dones de atrac- se alían con el Mal, si actúan con crueldad o perte- ción y seducción como, cuando estos fallan, de la necen a lo «femenino oscuro», lo hacen a menudo daga cuando acuchilla a Íñigo después de acostar- por una serie de códigos a los que son fieles, por se con él y cuando éste se presta a marcharse para lealtad, bien a una persona (o su memoria), bien a ayudar a Alatriste, en una escena reminiscente del una idea, como descubrimos también en las novelas ataque furioso de Milady contra d’Artagnan desde de la serie Alatriste, en las que las mujeres sin duda el lecho en que habían yacido en Los tres mosque- tienen una presencia menor en comparación con teros. En esta unión de sirena tentadora y mons- las demás novelas de Arturo Pérez-Reverte, pero truo, Angélica es de la estirpe de Milady, quien no por ello menos significativa y reveladora, y en despliega una gran variedad de armas y facetas de las que Íñigo acaba comprendiendo de verdad unos carácter que hacen que más de una vez sea compa- versos de Lope que le había hecho copiar el dómi- rada con el Maligno. En palabras de Athos en el ca- ne Pérez y cuyas últimas dos estrofas recordará con pítulo de la ejecución de Milady (el capítulo LXVI desasosiego en El caballero del jubón amarillo: Ilustración de Joan Mundet FD MAGAZINE 84

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Mujeres en la ventana (Murillo) Desmayarse, atreverse, estar furioso, y descubrir el enamoramiento profundo de Íñigo, áspero, tierno, liberal, esquivo, sino que nos revelan por un lado una visión que alentado, mortal, difunto, vivo, divide a los hombres en dos edades –el hombre leal, traidor, cobarde y animoso; mayor, Alatriste, héroe curtido, cansado y del todo desengañado desde el principio que no se enamo- no hallar fuera del bien centro y reposo, ra nunca de ninguna mujer, mientras que el joven mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, Íñigo sí, y hasta la médula–– y, por otro lado, otra enojado, valiente, fugitivo, visión que, más significativamente aún, divide a satisfecho, ofendido, receloso; los hombres en dos clases de varón: el hombre que nunca se enamora de ninguna mujer y el hombre Huir el rostro al claro desengaño, que sí, que descubre el amor de su vida hasta su beber veneno por licor suave, muerte. Es decir, las mujeres nos permiten ver que olvidar el provecho, amar el daño; hay hombres que no pueden, no saben o no se atre- creer que un cielo en un infierno cabe, ven a enamorarse nunca, mientras que otros sí re- dar la vida y el alma a un desengaño; únen esta disposición y el concomitante valor que esto es amor, quien lo probó lo sabe. el enamoramiento supone, porque a veces supone una bajada a los infiernos, como nos recuerdan Pero no se trata sólo de esto. Las mujeres de la saga también los versos de Lope, y lo hacen a lo largo no sólo nos permiten ver algunos tipos de mujer de una larga vida FD MAGAZINE 85

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LUCAS MOLINA Supe de la existencia de un tal Arturo Pérez-Reverte cuando, allá por 1977, con mi pequeña paga de adolescente –casi niño– me compré el primer número de la revista «Defensa», que dirigía el mítico periodista y decano de los corresponsales de guerra españoles, Vicente Talón. Allí estaba Arturo, ejerciendo de redactor-jefe de un proyecto que me enganchó, sin ningún género de dudas, desde el primer artículo que devoré. Aún conservo ese ejemplar en mi pequeña biblioteca. Es una joya. Pasados los años, adolescente algo más talludito, aunque con los mismos problemas económicos que diez años atrás, llegué a publicar mis primeros artículos de historia militar en las páginas que «Defensa» dedicaba a los que nos sentíamos atraídos por los sucesos pasados: «Ayer noticia, hoy historia», una fantástica sección que siempre me sabía a poco y que en cada número buscaba con ahínco y leía como un poseso antes, incluso, de pasar por el índice general de la revista. En los años en los que colaboré con «Defensa» Arturo ya no estaba, pues sus obligaciones laborales se lo impedían, aunque sé de buena tinta que guarda un magnífico recuerdo de aquella época y de los colaboradores que hicieron posible el milagro que nos alegró la vida a aquella «famélica legión de aficionados a la milicia», que erámos muchos en la España de finales del siglo pasado. Corriendo los años, cuando Pérez-Reverte era ya un escritor consagrado, padre adoptivo de Alatriste y de una serie interminable de personajes de ficción, y aposentado en uno de los sillones de la Academia Española de la Lengua, coincidimos en Valladolid, en la cafetería de la urbanización en la que Augusto Ferrer-Dalmau y yo vivíamos. Allí dimos cuenta de un menú veraniego y pasamos una agradable sobremesa, hablando de lo divino y de lo humano, pero sobre todo del cuadro que Augusto ultimaba en su estudio, encargado ex-profeso por el escritor, y que no era otro que «Rocroi, el último Tercio». La batalla en la que murió Alatriste. Ha habido muchas más ocasiones, desde entonces, en las que he coincidido con Arturo –recuerdo hace años una entrañable comida en el restaurante «Alatriste», en Madrid, un viaje a la Escuela Naval Militar de Marín, o el más reciente desfile del 9 de mayo de 2019, en Moscú–, y siempre que lo veo, le pongo un bigote imaginario, una cicatriz en la ceja izquierda y un gran sombrero de ala ancha, cierro los ojos, y en un segundo supongo las aventuras no contadas que recorren su mundo imaginario. Alatriste está en su mente y en la de todos los que hemos creido alguna vez que Don Diego realmente existe, como en la película de «Los inmortales». Pero hoy se llama Arturo, colecciona espadas y combate con la pluma. FD MAGAZINE 86

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