La materia puede encontrarse en diferentes estados dentro de nuestro planeta: líquido, sólido y
gaseoso. Fuera de la Tierra existe un cuarto estado, conocido como plasma, que abunda en
lugares como el Sol y las estrellas.
En lo que refiere al estado líquido, podemos decir que los elementos que están compuestos por
esta materia no tienen una forma específica, sino que adoptan la del recipiente dentro del cual se
encuentran. Esto se debe a la fuerza de cohesión entre las moléculas que componen esta
sustancia. Este estado es el que menos abunda en su forma natural, ya que solo está presente en
el agua, el petróleo y el mercurio.
Por otra parte, el estado sólido tiene forma y volumen. Esto se debe a que sus moléculas se atraen
fuertemente haciendo predominar la energía cinética o de movimiento. Estas cualidades se
modifican cuando el elemento es expuesto a cambios de presión o de temperatura.
Los gases son un estado de la materia que no tiene ni forma, ni volumen. Tienen la característica
que se mezclan entre sí cuando se ponen en contacto. Para medir sus cantidades y propiedades
debe estudiarse su volumen, temperatura y presión.
Estado plasmático. Un grupo de científicos de la Universidad de Harvard han decidido desafiar las
leyes naturales creando una nueva materia en nuestro planeta. Se trata una creación similar a los
láseres que solemos ver en las películas animadas de acción.
El plasma es un gas ionizado, es decir, que los átomos que lo componen se han separado de
algunos de sus electrones. De esta forma el plasma es un estado parecido al gas pero compuesto
por aniones y cationes (iones con carga negativa y positiva, respectivamente), separados entre sí y
libres, por eso es un excelente conductor. Un ejemplo muy claro es el Sol. En la baja atmósfera
terrestre, cualquier átomo que pierde un electrón (cuando es alcanzado por una partícula cósmica
rápida) se dice que está ionizado. Pero a altas temperaturas es muy diferente. Cuanto más caliente
está el gas, más rápido se mueven sus moléculas y átomos, (ley de los gases ideales) y a muy altas
temperaturas las colisiones entre estos átomos, moviéndose muy rápido, son suficientemente
violentas para liberar los electrones. En la atmósfera solar, una gran parte de los átomos están
permanentemente «ionizados» por estas colisiones y el gas se comporta como un plasma. A
diferencia de los gases fríos (por ejemplo, el aire a temperatura ambiente), los plasmas conducen
la electricidad y son fuertemente influidos por los campos magnéticos. La lámpara fluorescente,
contiene plasma (su componente principal es vapor de mercurio) que calienta y agita la
electricidad, mediante la línea de fuerza a la que está conectada la lámpara. La línea, positivo
eléctricamente un extremo y negativo el otro, causa que los iones positivos se aceleren hacia el
extremo negativo, y que los electrones negativos vayan hacia el extremo positivo. Las partículas
aceleradas ganan energía, colisionan con los átomos, expulsan electrones adicionales y mantienen
el plasma, aunque se recombinen partículas. Las colisiones también hacen que los átomos emitan
luz y esta forma de luz es más eficiente que las lámparas tradicionales. Los letreros de neón y las
luces urbanas funcionan por un principio similar y también se usaron en electrónicas.