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Añues

Hace poco unos amantes de la interpretación del significado de los nombres de lugar me pedían alguna pista de este nombre realmente escaso y –en ese momento- solo se me ocurría el del bermeano barrio de “Mañuas”, para nosotros y coloquialmente, “mendikuek”, los montaraces, en referencia a que ese barrio está en las estribaciones del Sollube, cuando en Bermeo hay caseríos (o los había) a tan solo tres metros sobre el nivel del mar.

Me ha llevado tiempo rebañar otras cazuelas y ver en qué salsas aparecían componentes de esa familia aunque sean escasas, llegando solo a la conclusión de que no son extrañas sino nativas y de que su expresión compacta, es una especie de clave que dirige la búsqueda hacia cotas altas.

Hay que irse hacia el occidente, a la “multi cimada” sierra asturiana de Bobia para encontrar un puerto de paso entre ásperas laderas, donde las modernas pistas trazadas por los ruidosos bulldozers destacan como un violín que desafina entre los preciosos y antiguos cordeles trazados a uña, puerto que se llame Alto de Brañúas y un poco más al Oeste, un arroyo con el mismo nombre claramente acentuado.

Si se obvia la tilde, de un salto nos vamos a las laderas del Kapildui en la Araba meridional, donde el Puerto de Añua se ha borrado de las antiguas veredas por la falta de ganados y el indeciso río Añua (que se llega a llamar de varias maneras), nace un kilómetro hacia el Este, tomándose una legua de revueltas y falsos cauces para llegar a la aldea de Añua (que es seguro que tomó el nombre del río), donde en algún momento se amplió la Charca de Santa Lucía con las aguas sobrantes del Añua, dejando al resto o sobrante seguir hacia el centro de la llanada y darse al río Alegría.

En la imagen, collage de monte repoblado y silvestre del río Añua cuyo nombre es radicalmente autóctono y cuyas variantes lo atestiguan con contenidos muy parecidos.

La zona tiene numerosos indicios de haber sido un aguazal temporal con varios aportes y desagües, pero la intensa labor agraria ha borrado muchas pistas.

En un nuevo salto hacia oriente, se llega a la Jacetania, donde el pueblito de Villanúa, parece realmente una villa nueva, si no fuera por las contundentes Espada y Selva de Villanúa que se encuentran pueblo arriba. Espata, que también existe como cima de 2.100 metros, puede deber su nombre a la clarísima forma nerval de su arista que apunta al pueblo, en tanto que las insistentes “añua, anua” e incluso las menos abundantes versiones “allua, allúa, alúa”, llegan hasta Granada, siendo siempre espacios con densa vegetación, lo que apoya la idea genérica de “añ”, pasto de reserva o de emergencia, voz que se ha perdido, pero con la forma de “anú”, se usaba para indicar el desfallecimiento de los animales por falta de comida, resultando algo parecido a la expresión comercial moderna que dice algo así como “tarifa de último recurso”, los lugares donde los ganados exhaustos se reponían.

En la imagen, Villanúa y La Selva.

Es posible que hubiera lugares como los citados (Asturias, Áraba, Huesca, Granada… y muchos más) en que los pastores en apuros pudieran buscar una oportunidad para salvar su rebaño.

Sabemos tan poco de cómo se las arreglaban…

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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