Apuntes de etnobotánica segoviana: la ajonjera (Chondrilla juncea)

Una de las plantas más comunes que nos podemos encontrar aún en flor en verano es la ajonjera (Chondrilla juncea). Crece en tierras de labor de secano, bordes de caminos, cunetas y barbechos. En la provincia, Emilio Blanco recogió los nombres de ajonjera, ajunjera, jonjera, aljunjera, aballaderas, baleo, balladeras, escoba, escobas de baleo, o lonjera. Nosotros hemos recogido el nombre de lechera, en pueblos como Trescasas o Val de San Pedro.

Planta de Chondrilla juncea

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es una planta bianual, que el primer año da una roseta de hojas que recuerda a la del diente de león. El segundo año, esta roseta desaparece y la planta entallece, formándose un tallo con hojas escasas, lineales y de bordes enteros o con algún dientecito espinoso en la base. El tallo muestra pelos blancos muy cortos. Las flores, de color amarillo, en número de 10 a 12 y con figura de lengüeta tienen 5 dientecitos en el ápice. Forman cabezuelas protegidas por un estrecho involucro.

Flores de Chondrilla juncea

El uso más común de esta planta ha sido la fabricación de escobas para barrer las casas y las eras. Se recogía la planta cuando todavía estaba algo verde y se dejaban secar a la sombra, antes de atar la escoba. Los brotes tiernos blanquecinos del principio de la primavera se comían.

Si cortamos la planta, segrega un látex blanquecino (de ahí el nombre de lechera). Este látex, según hemos recogido en Val de San Pedro o en Trescasas, se utilizaba para cauterizar los cortes que se producían en las manos con la hoz, cuando segaban.

látex segregado por Chondrilla juncea

Todavía hoy es posible ver en muchas casas de pueblo las escobas que se fabricaban con esta planta. Todavía se siguen recogiendo en algún pueblo, pues «como lo de antes no hay nada».

 

 

 

Apuntes de etnobotánica segoviana: el cardillo (Scolymus hispanicus)

Abundantísimo por todas partes, cunetas, caminos, baldíos y terrenos removidos, este cardo era un recurso alimenticio muy utilizado en primavera, cuando la hoja estaba tierna.

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Para identificarlo, cuando se corta la raíz o el tallo, rezuma un látex muy blanco. El tallo es vigoroso y ramificado en su parte superior y está dotado de alas espinosas que se pierden al taparse con la hoja que está debajo. Las hojas son alternas y alargadas, las de la base son pecioladas, blandas y no muy espinosas y las del tallo son decurrentes (como si estuvieran adheridas a él), más duras y más espinosas, con los bordes engrosados.
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Las flores son liguladas, amarillas y se agrupan en capítulos que surgen en la axila de las hojas superiores, acompañadas, una a cada lado, de otras dos hojas menores.

Para preparar esta planta para su consumo, se pelan las hojas tiernas (se quita la parte verde de la hoja, dejando sólo la penca) y luego se hierve. Una vez hervido se comía en tortilla, en revuelto, rehogado o en el cocido. Un dicho tradicional dice lo siguiente: «el de abril para mí, el de mayo para mi amo y el de junio para mi burro».

Emilio Blanco recoge otro uso, en este caso medicinal: la flor se utilizaba para la descomposición. «Había que hervirla y beber el agua»

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Apuntes de etnobotánica segoviana: El espino albar (Crataegus monogyna)

Empezamos aquí una serie de entradas sobre plantas útiles usadas en Segovia. La especie elegida para comenzar es el espino albar (Crataegus monogyna). Lo más normal es que no supere los 2 ó 3 metros de altura en estado silvestre, aunque si se le poda puede llegar hasta los 6 metros o incluso los 10, con un tronco y una copa bien diferenciados.

Es un arbusto de hoja caduca, bastante frondoso y con grandes espinas de unos 2 cm de longitud. Las hojas son muy características, con 3 -7 lóbulos más o menos profundos. Suele florecer entre abril y mayo y las flores, blancas y de 5 pétalos y olor agradable, salen en ramillete. El fruto es redondo, del tamaño de un guisante, de color rojo y con un solo hueso. Esta especie es muy común junto a arroyos, linderos, bosques mixtos…

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En Segovia, según Emilio Blanco en su interesante trabajo «Diccionario de etnobotánica segoviana», esta especie se denomina de varias maneras: espino, espino majuelo, majuelo, majoleto, manjoleto o zarza majueleta. Nosotros hemos recogido los nombres de espino mantequillero en Aldealengua de Pedraza y espino manjoletero en La Cuesta.

Los frutos se llaman majoletas, manjoletas, majuelas, majuetas o mochuetas y en algunos pueblos se comían y con la madera se fabricaban puntualmente cucharas de madera. Nos contaron en La Cuesta que los husos de hilar estaban hechos de madera de espino albar. También se usaba su madera para la lumbre para hacer pan.

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En cuanto a sus propiedades medicinales, se usan sus flores en infusión, como tónicas del corazón y del aparato circulatorio. Disminuyen la tensión arterial si se tiene alta y la sube si se tiene baja. Se recogen sus flores y se secan lo más rápidamente posible en lugar aireado y a la sombra y se guardan, preferentemente en botes de cristal herméticamente cerrados.

Como hemos comentado, se toman en infusión. Se calienta el agua hasta que hierva y se apaga el fuego. A continuación se echan las flores y al cabo de unos 5-10 minutos se retiran las flores (colando la infusión, por ejemplo) y se bebe.

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