Por qué el floppy disk o disquete no muere

Un número sorprendente de industrias, desde el bordado hasta la aviación, siguen utilizando discos flexibles o disquetes. Pero el suministro se está agotando.
Floppy disk se balancea sobre una esquina
No, no es el ícono de guardar impreso en 3D, es un floppy disk.Javier Zayas Photography/Getty Images

Todavía hay quien se preocupa por un floppy disk o disquete. Mark Necaise empezó a hacerlo en medio un rodeo en Mississippi: se le habían acabado los suyos.

Necaise viaja a concursos hípicos por todo el estado. ¿Su trabajo? Ofrece bordados personalizados en chaquetas y chalecos. "Todos los ganadores reciben una chaqueta y ponemos en ella el nombre de la granja, el nombre del caballo o lo que sea", explica.

Hace cinco años, pagó 18 mil dólares por una máquina de segunda mano, fabricada en 2004 por el especialista japonés en equipos de bordado, Tajima. La única forma de transferir los diseños de su computadora a la máquina era a través de una unidad de floppy disk.

"Empezamos con ocho floppy disks [disquetes], pero cuatro de ellos dejaron de funcionar, lo que me inquietó mucho", cuenta. "Intenté reformatearlos para que trabajaran correctamente, pero no sirvió. Me preocupaba no poder seguir bordando".

Cuando se fabricó la máquina Tajima de Necaise, los disquetes todavía no se producían en masa, pero eran especialmente populares en Japón, donde se utilizaron para los trámites oficiales del gobierno hasta el año pasado. Aunque el último gran fabricante de discos flexibles dejó de producirlos en 2010, los dispositivos que dependen de ellos siguen funcionando. Desde máquinas de bordar hasta moldes de plástico, pasando por equipos médicos o aeronaves, muchos aparatos siguen requiriendo de un suministro que es cada vez menor y que un día se agotará.

"Personalmente, creo que el disquete debería morir", afirma Florian Cramer, escritor y cineasta que, en 2009, redujo todas las películas nominadas a los Oscar de ese año a archivos GIF que guardó en dos discos flexibles, como comentario a las medidas de Hollywood contra la piratería digital: "Objetivamente, es un medio tóxico. Básicamente es basura plástica... Realmente es algo que ya no debería existir".

La mayoría de las compañías que siguen utilizando floppy disks son pequeñas empresas o negocios con márgenes estrechos que, o bien nunca se plantearon actualizar sus equipos, o les resultó demasiado caro hacerlo.


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Por qué cambiar lo que funciona

Davit Niazashvili, jefe de mantenimiento de Geosky, una aerolínea de carga con sede en Tiflis, la capital de Georgia, todavía utiliza disquetes para aplicar actualizaciones críticas a dos aeronaves 747-200 de 36 años de antigüedad, que fueron entregadas originalmente a British Airways en 1987. "Cuando sale una actualización, tenemos que descargarla en dos floppy disks de 3.5 pulgadas. Ya no quedan computadoras con unidades integradas, así que tuvimos que buscar una externa", explica Niazashvili, "y luego llevamos los disquetes al avión para actualizar el sistema de gestión de vuelo. La operación dura aproximadamente una hora".

Las actualizaciones contienen datos esenciales, como cambios en las pistas y ayudas a la navegación, y se publican cada 28 días según un calendario global fijo, que ya está establecido hasta 2029.

"Hoy en día es muy difícil conseguir disquetes. De hecho, los conseguimos en Amazon", explica Niazashvili. "Son muy sensibles y propensos a fallar, así que como mucho podemos usar cada uno unas tres veces, y luego tenemos que tirarlo. Pero debemos hacerlo. No es ningún problema. Mientras sigan existiendo*__ __*discos flexibles, estaremos contentos".

Quedan menos de 20 Boeing 747-200 en servicio en todo el mundo, y solo en configuraciones de carga o militares. Las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos operan seis, dos de ellos como Air Force One. No está claro si todavía utilizan floppy disks también, pero el ejército estadounidense empleó hasta 2019 los aún más antiguos discos de 8 pulgadas en su arsenal nuclear.

Varios otros tipos de aviones comerciales también utilizan disquetes, incluidas las variantes más recientes del 747 y el 767, los Airbus A320 más antiguos y algunos reactores de aviones ejecutivos, como los Gulfstreams construidos hasta la década de 1990. Es posible pasar de los discos flexibles a las memorias USB, las tarjetas SD o incluso la transferencia inalámbrica, pero hacerlo podría costar miles de dólares y supondría cambiar algo que, aunque arcaico, se sabe que funciona.

"Hay otros callejones sin salida a los que nos vemos atados por el hecho de que en la aviación todo tiene que inclinarse ante los dioses de la fiabilidad", aclara Brian Ford, de ACI Jet, una empresa de mantenimiento de aeronaves con sede en California. "Seguimos usando tarjetas PCMCIA (Personal Computer Memory Card International Association) y discos Zip, que además son cada vez más difíciles de encontrar. Tenemos ciclos de diseño mucho más largos que siempre dan la sensación de [estar] cada vez más atrasados con respecto a los dispositivos de consumo, pero nos estamos poniendo al día."

Tras el incidente del rodeo, Necaise decidió actualizarse, pero no a una máquina completamente nueva, sino a un emulador de disquete a USB. Estos dispositivos cuestan unos 275 dólares cada uno, sustituyen la unidad de disco flexible por un simple puerto USB, y los fabrican a la medida un grupo de empresas.

"La gente de los bordados y las CNC (herramientas industriales operadas por computadora para cortar materiales como metal o madera) suelen ser nuestros mayores compradores", destaca Joshua Paschal, de PLR Electronics, una empresa de Texas que vende emuladores.

PLR ha creado unos cuantos modelos base que pueden configurarse para funcionar en casi 600 máquinas. Su lista incluye telares, cónsolas de iluminación escénica, impresoras de circuitos impresos, osciloscopios, impresoras digitales, electrocardiógrafos, analizadores de señales vectoriales, máquinas de moldeo por inyección, dobladoras de tubos y tuberías, cortadoras de alambre, cortadoras de plasma, prensas de metal, instrumentos musicales como pianos y teclados, y unidades de disco para computadora de la talla de Sony, Panasonic y NEC, así como docenas de máquinas de bordado y CNC, claro.

La mayoría de estos equipos cuestan miles de dólares y algunos ni siquiera son tan antiguos, por lo que sus propietarios querrán conservarlos el mayor tiempo posible: "Muchos de estos equipos nunca se actualizaron a USB ni siquiera cuando éste era predominante", asegura Paschal, "siguen atascados con unidades de floppy disk, especialmente las máquinas de bordado. Eso dejó una gran oportunidad en el mercado para actualizar a esta gente".

La gente acude a PLR en busca de actualizaciones no solo porque no encuentran discos, sino porque no consiguen unidades de repuesto. "Incluso cuando empezamos a vender estos dispositivos hace 12 años, las unidades de disquetes eran difíciles de encontrar, así que no me lo puedo imaginar ahora", exclama Paschal. Las ventas están cayendo, pero Paschal refiere que la empresa sigue vendiendo entre 2 mil y 3 mil unidades al año.


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Es posible que el floppy disk nunca desaparezca del todo

"Hay gente en el mundo que sigue encontrando, reparando y manteniendo fonógrafos de 1910, así que me cuesta creer que el disco flexible vaya a desaparecer del todo", piensa Lori Emerson, profesora de la Universidad de Colorado en Boulder y fundadora del Laboratorio de Arqueología de los Medios de Comunicación.

La vida útil de algunas de las máquinas industriales que dependen de los disquetes puede ser de 30 a 40 años, y muchas sólo tienen 20, indica Tom Persky, quien dirige Floppydisk.com, un sitio especializado en la búsqueda y venta de disquetes en varios formatos.

Persky vende unos 1,000 discos al día, la mayoría de 3.5 pulgadas, de un stock de cientos de miles en un almacén de California. Cuenta que hace 20 o 25 años podía comprar un contenedor de discos por tan solo 0.07 dólares cada uno. Hoy vende el tipo más común, el de 3.5 pulgadas, por 1 dólar cada uno.

Las limitaciones de la oferta suelen traducirse en un aumento de los precios, pero a medida que avanza este patrón, la propia oferta se verá tan limitada que la economía obligará a cada vez más personas a actualizar o sustituir sus equipos, haciendo que el mercado se derrumbe sobre sí mismo.

Al menos un tipo de floppy disk, el antiguo de 8 pulgadas introducido por IBM en 1971, parece al borde de la extinción: "No quedan casi, y los que tenemos los vendemos a 5 dólares [cada uno] en cajas de decenas", comenta Persky. En cuanto al de 3.5 pulgadas, no sabe decir cuántos más quedan.

"Hay un inventario mundial de discos fabricados hace 10, 20 ó 30 años", declara Persky, "y ese inventario es fijo. Lo vamos agotando día a día. No tengo ni idea de su tamaño. Probablemente sea increíblemente grande, pero disperso. No hay nadie con medio millón de discos, pero sí medio millón de personas con un paquete de 10".

Persky no piensa esperar a que se produzca la 'singularidad'. Tiene 73 años y dice que solo trabajará otros cinco. No cree que haya nadie "tan tonto" como para arrebatarle la empresa. "Estoy a 80 kilómetros del aeropuerto, en un avión, y me he quedado sin gasolina", compara. "Mi trabajo es aterrizar el avión".

Este artículo se publicó originalmente en WIRED UK. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.


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