Cuando uno se ve atrapado entre filas interminables de autos que parecen no avanzar, la primera idea que surge es que algo sucedió más adelante en el camino. Quizá un choque o maniobras de mantenimiento pero, en realidad, la mayoría de los estancamientos de tránsito no surgen por incidentes. Es la conducta de los automovilistas la que generan los atascos. Este fenómeno es conocido como ‘tránsito fantasma’. Investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) han llegado a una explicación del fenómeno y han ofrecido una posible solución.
Durante las horas pico, la mayoría de los conductores hacen lo que, en inglés, se conoce como tailgating, que es cuando los autos se acercan demasiado entre sí. Esta conducta es fruto de la impaciencia. Los conductores piensan que de esta manera movilizan la circulación, pero el efecto es el contrario. Frenar y volver a retomar la marcha toma tiempo. Esto obliga a los autos de atrás a detenerse en una vía en la que no debería haber problemas para avanzar.
Berthold Horn, del Laboratorio de Ciencias Computacionales e Inteligencia Artificial (CSAIL, por sus siglas en inglés) en el MIT, publicó, junto con su asociado posdoctoral, el investigador Liang Wang, un el estudio ‘Improving traffic - by tailgating less’, en el blog oficial de la institución. En el reporte, explican cómo el flujo de tráfico de las ciudades más congestionadas mejoraría si todos mantuvieran la misma distancia entre sí.
Contrario a lo que pasa durante el tailgating, donde los autos avanzan poco y frenan mucho, la solución es que todos avancen de manera sostenida y simultánea procurando mantener entre cuatro y cinco metros de distancia entre vehículos. La conducta inconstante provoca, por otro lado, lo que Horn llama ‘perturbaciones’.
“Nuestro trabajo muestra que, si todos los conductores mantienen una distancia igual entre sí, las ‘perturbaciones’ desaparecerían conforme viajan por su carril en lugar de amplificarlas y crear estancamientos," dice Horn.
Imitar a las aves para evitar el tráfico
El estudio del MIT también sugiere que, para combatir el tailgating y sus efectos, hay que en contra de la naturaleza humana más elemental. Los Homo sapiens estamos acostumbrados a enfocar nuestra atención en lo que tenemos frente a los ojos. Es parte de nuestro instinto de supervivencia y lo que probablemente nos llevó a la cúspide de la cadena alimenticia. Por eso somos más susceptibles a pegarnos al auto de enfrente. Las aves, por otro lado, son capaces de viajar en formaciones precisas gracias a que cuentan con lo que se conoce como ‘control bilateral’, que les permite gestionar la distancia entre individuos para volar a una velocidad constante.
“Las aves han hecho esto por siglos,” dice Horn. “Para aprender de ellas tendremos que analizarlas a todas y no solo a las que tenemos frente a nosotros”.
La conducta de las aves inspiró modelos de entrenamiento que, junto con inteligencia artificial, podrían hacer que los autos equipados con sensores controlen la distancia entre sí durante las horas de mayor congestionamiento.
Sin embargo, la tecnología no es la única solución. Una buena campaña de educación vial puede informar a los conductores de todo el mundo sobre los peligros del tailgating y lo contraproducente que es.
Imitar el vuelo de las aves migratorias puede ser la clave para deshacerse del típico tráfico de las horas pico. Horn confía en que, en el futuro, conforme más vehículos autónomos circulen por los caminos de las grandes ciudades, problemas como el ‘tráfico fantasma’ se vuelvan cosa del pasado.