Las ardillas terrestres del Ártico se adaptan a los tiempos de frio extremo cada vez más cortos y desarrollan mecanismos biológicos que les permiten aprovechar el clima mas cálido, reveló un estudio que tomó 25 años en realizarse.
El estudio publicado en la revista Science y escrito por Cory Williams, Profesor asistente del Departamento de Biología de la Universidad Estatal de Colorado, advierte que las ardillas del Ártico redujeron sus periodos de hibernación. En los últimos 25 años, los mamíferos nativos de Alaska desarrollaron el hábito de levantarse antes de tiempo ante el fenómeno del deshielo de su hábitat y el calentamiento del permafrost, debajo de ellos.
El cambio en el hábito de las ardillas tiene ventajas y desventajas por igual. Como los biólogos indican en su estudio, los mamíferos despiertan con más energía porque conservan la grasa en sus cuerpos destinada evolutivamente a soportar un crudo invierno. La reducción del periodo de hibernación causa que las ardillas sean más productivas e inicien la recolección de raíces, bayas y semillas antes de que llegue la primavera. Los roedores, a su vez, podrían generar camadas más saludables y su tasa de sobrevivencia se elevaría, piensan los científicos.
Estos animales del Ártico no se adaptan por igual. Los cuerpos de las ardillas hembra fueron los que percibieron mejor el cambio de clima y reaccionaron ante el fenómeno. En otras palabras, las hembras se levantaron antes mientras que los macho continuaron en su fase de latencia. Si los patrones de hibernación de machos y hembras no se sincronizan, eventualmente el apareamiento no coincidirá. La reproducción ocurrirá entre aquellos que se levanten temprano.
Los científicos estudiaron a las ardillas durante dos décadas al tiempo que medían los cambios del clima. Helen Chmura, co-autora del estudio y doctora de la Universidad de Alaska Fairbanks, aclara que sus datos son contundentes. La capa activa que cubre el suelo sobre el permafrost “se congela mas tarde en otoño, no se enfría tanto en pleno invierno y se descongela un poco antes de la primavera”. Las condiciones cambiantes se reflejaron en las 199 ardillas analizadas durante 25 años. El deshielo del entorno coincide con la reducción de periodo de hibernación.
Más allá analizar los cambios en los roedores, los científicos celebran este estudio pues es difícil investigar durante tantos años un mismo fenómeno relacionado con el cambio climático.
“Estamos analizando un conjunto de datos lo suficientemente largo como para mostrar los impactos del cambio climático en un mamífero del Ártico. Ahora podemos mostrar un vínculo directo entre los cambios de temperatura y la fisiología y ecología de estos animales”, aseguró Williams.
Los cambios de las ardillas tienen el potencial de desatar una ola de cambios en la fauna del ecosistema ártico. Los roedores, por ejemplo, son una fuente de alimento para depredadores del área como zorros, lobos y águilas. La exposición temprana en un clima cálido de este eslabón de la cadena alimenticia podría modificar en los próximos años los hábitos de más animales.
Esta no es la primera vez que los científicos miden y comprueban el impacto de la contaminación y el cambio climático en los animales. Los plásticos que desembocan en el mar, por ejemplo, son ahora parte de un ecosistema marino y su limpieza implica la destrucción de un hábitat ‘natural’.