Altitud y aclimatación

La altura, nuestro cuerpo y unos trucos para aclimatar correctamente

Autor

Jordi Tosas, director de Off Trail Academy, camino a un siete mil virgen en la frontera tibetana del Langtang Himal.
Jordi Tosas camino a un siete mil virgen en la frontera tibetana del Langtang Himal.

Todo alpinista que escala a altura extrema, busca entrenar su cuerpo, pero sobre todo ajustar todas las variables para poder realizar esas actividades. Entre estas variables se encuentra la altitud, un elemento invisible, pero que nos afecta hasta el punto de poder acabar no tan solo con nuestras ilusiones, sino incluso con nuestra vida. Por este motivo, es muy importante entender bien la altitud, sus efectos sobre nuestro organismo y cómo aclimatarnos a ella para poder realizar nuestra actividad allí donde se acaba la tierra y empieza el cielo.

¿Por qué nos afecta la altura?

Blanca Cotore en una nueva ruta del Sita Chuchura, un seismil muy pocas veces escalado en el Dhaulagiri Himal
Blanca Cotore en una nueva ruta del Sita Chuchura, un seismil muy pocas veces escalado.

A medida que subimos sobre la geografía en el sentido vertical, la columna de aire que tenemos encima se reduce. Contado de otra forma, el grosor de la atmósfera se va reduciendo a medida que ascendemos. Esta reducción se traduce en un descenso de la presión parcial de los gases que la componen. Uno de estos gases es el oxígeno, el gas atmosférico que nos permite vivir y poder realizar esfuerzos físicos. Para hacernos una idea clara, en la cima del Everest, un alpinista bien entrenado puede tan solo aprovechar un 20% del oxígeno en comparación con el nivel del mar. Podemos pensar que la realización de cualquier esfuerzo, incluso respirar, es mucho más difícil y costoso.

Fisiología básica de la altitud

Expuestos a gran altura (a partir de los 3.000 m), inmediatamente notamos que nuestra respiración se hace más rápida y que hiperventilamos con mayor facilidad. Además, nuestras pulsaciones aumentan, incluso en reposo. Si nos tomáramos la presión sanguínea, sería más elevada que la que tenemos a menos altitud. Lo que notamos a nivel personal sin ningún tipo de análisis médico es muy importante, la altura siempre nos da información que podemos observar directamente, a tiempo real y que nos permitirá estar atentos en caso de cualquier patología. Más adelante veremos cuáles son estos síntomas.

Sin embargo, si miramos a nivel más profundo, a las pocas horas veremos que una hormona llamada eritropoyetina empieza a ordenar la formación de nuevos glóbulos rojos para aumentar la concentración de hemoglobina y mejorar el transporte de oxígeno. Esto produce un descenso en el volumen efectivo de plasma. A partir del segundo o tercer día, esta exposición a la hipoxia (falta de oxígeno en sangre) provoca que el pH sanguíneo aumente. Y al cabo de la primera semana, nuestras células musculares empiezan a disminuir su tamaño y se incrementa la densidad capilar muscular.

Este es el proceso de la aclimatación a nivel fisiológico, pero, ¿Qué ocurre si no le damos tiempo a nuestro organismo a realizar cada etapa de este proceso?

El mal de altura

Cuando no dejamos que nuestro organismo se adapte progresivamente a la altitud, provocamos que esta aclimatación a la hipoxia no se desarrolle óptimamente y que empiece a degradar nuestra salud peligrosamente. Como ya he dicho anteriormente, la altura es dura pero noble. Y con ello quiero decir que nos dirá en cada momento si estamos, o no, bien aclimatados.

¿Cómo puedo entender los síntomas que me alertan en caso de que algo no vaya por el camino correcto? Vamos a ver cómo reconocer si estamos en un cuadro de mal de altura (MM) o ya en uno de mal agudo de montaña (MAM).

El mal de altura es el cuadro clínico que se da cuando estamos aclimatando. Cada vez que exponemos nuestro organismo a un escalón superior de altitud notaremos que no estamos cómodos allí y que nuestro cuerpo no está en su zona de confort. Los síntomas son muy parecidos a los del cansancio, pero debemos atribuirlos siempre a la altura. El MM, básicamente lo notaremos por un aumento de nuestro ritmo de respiración y de pulsaciones. También por un cansancio más acusado de lo normal y sobre todo por pequeños dolores de cabeza. Además, seguramente no tendremos tanta hambre como habitualmente y todo nos costará mucho más. No intentes hacer las cosas rápidamente, te quedarías sin aliento. Normalmente solemos aclimatar los primeros dos días pasando por todos, o algunos de estos aspectos. Si hemos aclimatado ya esa altura, estos síntomas desaparecen poco a poco. Si no lo hacen, pueden agravarse, avanzando al próximo cuadro clínico, el MAM.

El mal agudo de montaña incrementa el cansancio, pudiendo llegar a ser muy intenso y anormal para nuestras sensaciones habituales. Habrá una disminución de la diuresis (cantidad de orina que evacuamos), pérdida del apetito y aparición de apatía hacia el resto de compañeros del grupo. Las cefaleas (dolores de cabeza) suelen ser muy agudas e intensas, incluso resistentes a los calmantes básicos, la noche está marcada por el insomnio, y un aspecto muy importante para detectarlo son los vómitos. Este cuadro de síntomas debe ser respetado al extremo, ya que representa el último aviso que la altura nos da antes de agravar de una forma que ha sido demasiadas veces irreversible. Hay medicamentos para suavizar estas anomalías, pero el mejor remedio para la altura es BAJAR. Perder altitud y aclimatar correctamente es la única medicina que debemos aplicar antes de seguir subiendo.

Compañero ayudando a los porteadores durante una expedición de exploración en snowboard en un valle remoto del Annapurna Himal.
Compañero ayudando a los porteadores durante una expedición en un valle remoto del Annapurna Himal.

Si el MAM se agrava puede fácilmente causar edemas. El edema cerebral y el edema pulmonar son los más conocidos y cabe decir que si llegamos a ese estado de gravedad, nuestra vida estará realmente comprometida si no disponemos de ayuda profesional médica, oxígeno y fármacos adecuados.

El arte de aclimatar

En este sutil proceso, lo primero que quiero remarcar es la importancia de beber. Mantenernos perfectamente hidratados es importantísimo para aclimatar bien. Recordemos que la fisiología de la altura va ligada a un descenso del volumen de plasma. Esto nos afecta a muchos niveles en los que no voy a entrar, pero este aumento de la densidad sanguínea provocará que tengamos más frío, ya que la sangre no podrá circular correctamente por los pequeños capilares externos. Beber, a poder ser, más de tres litros de líquido al día. Hasta que nuestra orina no sea transparente no estaremos bien hidratados y esto es algo que no podemos olvidar, es más, debe ser nuestro objetivo permanente.

Dicho esto, vamos a ver cómo planificar nuestra subida hacia el cielo:

La forma más clásica es la ley de los 500 m. Esto significa que podemos subir 500 m de desnivel absoluto diarios y dormir a una altura superior sin ningún problema para nuestra salud. Los cambios que sufre nuestro organismo no son lo suficientemente agudos para poder provocar un cuadro clínico grave. En los trekkings multietapa es fácil de hacer, pero en otras actividades, como en el caso del alpinismo es más difícil.

Vamos a hablar de otro método que nos puede ser útil en el caso de que tengamos que subir bastante por encima de la altura ya aclimatada, como en las expediciones o los trekkings de varios días que incluyen etapas donde se tiene que cruzar algún collado alto. Esto no supone un problema siempre que luego bajemos a dormir a una altitud inferior. Esta sería la misma altitud en que estamos bien o como mucho 500 m por encima de ella. Es decir, imaginemos que nos encontramos perfectamente caminando en el Tíbet a 4.000 m de altitud. Un día debemos pasar un collado a 5.200 m. Si este paso lo hacemos en un solo día y bajamos a dormir a 4.000 m, o como mucho a 4.500 m, no representaría un peligro. Esto podemos traducirlo como “voy alto, pero duermo bajo”.

Mencionar que durante los primeros días del proceso no debemos forzar físicamente nuestro organismo. Los ritmos deben ser adaptados y suaves, evitando llevar pesos excesivos. No es bueno aplicar altas intensidades durante la aclimatación. En ámbitos deportivos sí podríamos jugar con la combinación de mucha altura o mucha intensidad con mucho descanso o muy baja altitud en algún tipo de aclimatación específica para proyectos de alto rendimiento. Pero esto daría para otro artículo entero y ahora no nos atañe.

Para acabar, solo quiero volver a remarcar que la altitud no nos engaña. Durante el proceso de aclimatación debemos ser lo suficientemente humildes para escuchar todos y cada uno de los síntomas que sentimos. Ante cualquier problema, el origen SIEMPRE debemos atribuirlo a la altura y la mejor y única medicina es DESCENDER.