1. EL RATONCITO DORMILON
Dicen que todos los ratones son
hiperactivos, jugadores, traviesos pero
dicen no más… porque yo conocí a un
ratoncito llamado Alfredo que no era ni
siquiera un poquito trabajador, era el
más flojito y el más destartalado de
todos.
¡Ay que de nuevas, voy a tomar una
siestecita! -decía el dormilón, antes de
empezar a trabajar, esperando dormir
cómodamente mientras sus compañeros
ratoncitos ya estaban laborando
esforzadamente.
2. Y él en cambio, en tono de burla le gustaba
cantar:
“Trabajar, trabajar, eso buscan sin parar…
Yo más bien, descansar, es mejor que
trabajar.”
Un día se aburrió y abandonó su cómoda y
cálida cueva, para emprender un larguísimo
viaje, alistó sus maletas y se marchó. Iba
cantando, muy feliz cuando observó en
medio del trayecto unas huellas en la tierra
que daba entender que eran las patas de un
gato.
3. Es la hambrienta Gata Tati, no hay duda
alguna por sus patas gigantescas ¡que más
queda!- se dijo el mismo. -Tendré que abrir
mis ojos lo más que pueda- Y muy optimista el
ratoncito Alfredo, le restó importancia.
-A mí me han dicho que esa gata es gigante y
peligrosa, pero yo no tengo miedo porque soy
valiente y luchador, seré capaz de derribarla
tan solo con una de mis patas- se dijo
orgulloso.
La gata vestía siempre de negro y asustaba
con solo verla. Pero también era muy suspicaz
y convincente. Se acercó amablemente a
el ratoncito diciéndole dulcemente:
“Alfredito ratoncito hermoso, veo que estas
de viaje, debes estar cansado, ¿no deseas
descansar en mi hermosa casa que he
arreglado cómodamente para ti? Verás que
dormirás plácido y feliz. Y no te arrepentirás
querido”.
4. En serio? Si es así, no me caería nada mal,
ACEPTO- dijo Alfredo tranquilamente.
-Pasa por favor, estás en tu casa- contestó la gata.
Alfredo se recostó panza abajo, cayendo en un
profundo sueño, sin darse cuenta que había caído
en una trampa.
Jojojo, ya se durmió! ¡Jajaja, que rico estará!
¡Jejeje, me la comeré! ¡Jijiji, con bastante ají!-decía
la gata entusiasmada y muy feliz. Como le faltaba
ají, salió a buscar en el prado, a ver si encontraba
algo.
Mientras tanto, Alfredo sintió la caricia del aire y el
hermoso canto de un ruiseñor, que la hacía soñar y
soñar. Y en ese sueño, apareció su mamá que le
decía: -Hijito querido, vuelve a casa, y deja ya la
pereza a un lado, esfuérzate mucho, yo estaré
orgullosa de ti. Le dio un beso en sus orejitas y se
fue.
Alfredo despertó con una lágrima en sus ojos, pues
su mamá había muerto un mes atrás y a raíz de
eso, él se había descuidado y olvidado de trabajar.
5. Ya no quiero seguir así mamita, voy a salir
de aquí y regresaré - dijo en voz alta.
Fue entonces que llegó la Gata Tati, lista
con el ají para preparar su exquisito
banquete.- Mmmm, veo que ya te has
despertado. - Sí, y quiero ir a mi casa. - A
tu casa, no regresarás- dijo tajantemente
la gata Tati se acercó sigilosamente para
comerlo cuando de repente una inmensa
ave, al ver el peligro, sacó a Alfredo con su
pico. y volando muy alto lo llevó consigo
hasta llegar a su hogar. -Muchas gracias.
Si no hubiera sido por ti, ya estaría
muerto- le dijo Alfredo -De nada, ahora
cumple con tus tareas y no olvides los
consejos de tu madre- contestó la hermosa
ave. “Así lo haré, de ahora en adelante
me esforzaré por ser un ratoncito
trabajador” .
6. De esta manera el ratoncito Alfredo dejó de
ser perezoso y llegó a ser el ratón más
empeñoso de su grupo. Su secreto fue
recordar siempre el consejo de su mamá, a
veces tomaba una que otra siestecita, solo
que esta vez era para recobrar más fuerzas y
seguir cantando alegremente una nueva letra:
“Trabajar, trabajar, eso quiero sin dudar, y
también disfrutar del esfuerzo que hay que
dar.” es por ello que debemos ser siempre
trabajadores y que la flojera no es buena en
nuestra vida y lo más importante es que
debemos obedecer a nuestros padres…
FIN…
Melixa
Abarca
Sección: 4410