El documento habla sobre la necesidad de un abogado que nos defienda ante Dios en el juicio final. Nuestro abogado Jesús no sólo defiende a los culpables, sino que es el único intermediario entre Dios y los hombres. El versículo de 1 Juan 2:1 dice que si pecamos tenemos un abogado en Jesucristo el justo que intercederá por nosotros ante el Padre.
10. Los sentimientos de
culpabilidad por nuestras
fallas causan vergüenza y
muchos nos sentimos
impotentes de resolverlos.
Nos preguntamos:
• ¿Qué pensarán de mí?
• ¿Podrá Dios perdonar a
una persona como yo?”
11. Hijitos míos, estas
cosas os escribo para
que no pequéis; y si
alguno hubiere
pecado, abogado
tenemos para con el
Padre, a Jesucristo el
justo.
1 Juan 2:1
12.
13. ¿Ha pensado alguna vez que
necesitaría a un abogado para
defenderse ante Dios?
14. Algunos no miran el pecado como algo
serio porque dicen “Dios me perdonará;
hay otros peores”.
la Biblia dice a la persona que cree que es lo
suficientemente buena para alcanzar el cielo sin
ayuda que:
Isaías 64:6
16. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no
pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado
tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
1 Juan 2:1
¿A cuáles personas están
dirigidas estas palabras?
17. Un hijo de Dios es alguien que ha tomado
la decisión de arrepentirse de su pecado e
invitar a Jesucristo a ser su salvador
personal. Dios es realista.
Aunque desea que no pequemos, reconoce que
habrá momentos en que caeremos en pecado.
18. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no
pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado
tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
1 Juan 2:1
Algunos no
confían
en los abogados.
Medite en lo que esto significa para su vida.
¿Es Jesucristo diferente? Según el versículo de
arriba, como es él?
19. CONTRATO CON MI ABOGADO
Señor Jesucristo, Necesito tu ayuda para defenderme. Las acusaciones
en mi contra son graves y soy culpable de ellas.
No tengo defensa ni excusas para justificar mi conducta. Me siento mal y
estoy arrepentido de todo lo malo que he hecho.
Creo que derramaste tu sangre por mí, para pagar mi deuda ante la ley
de tu Padre. Entiendo que has tomado mi sentencia y que todo ya fue
pagado con tu muerte.
Por medio de este acuerdo, te contrato como mi abogado, invitándote a
defenderme ante las acusaciones justas en mi contra. Te acepto como
mi único intercesor y renuncio a cualquier otro en quien he confiado en
el pasado.
No puedo pagarte por tus servicios; estoy sin recursos. Lo mejor que
puedo hacer no es suficiente. Lo único que ofrezco es confianza y fe en
ti. Además te entrego mi vida para servirte.
Voy a necesitar tus servicios continuamente durante el curso de mi vida,
ya que seguiré luchando con el pecado hasta el día de mi muerte.