En el texto Hebreo, Lamentaciones aparece como parte de los Escritos, pero en la Versión de los Setenta, en la Siríaca, y en la Vulgata aparece con el libro de Jeremías. La Septuaginta afirma que Jeremías escribió las Lamentaciones. Hay cinco poemas en el libro, que corresponden a los cinco capítulos. Los cuatro primeros son poemas alfabéticos, siendo el capítulo 3 un acróstico triple. Cada una de las cinco elegías trata de las tristezas por la caída de Jerusalén en manos de los babilonios. La cautiva Sión (Jerusalén), afirma que su tristeza no tiene paralelo, mas reconoce la perfecta justicia de Yahweh en lo que experimentó. Mientras el poeta a veces se hunde en la desesperación, también se consuela a sí mismo pensando en la bondad y fidelidad de Yahweh.
Luisa de Marillac Animadora de las Cofradías de la Caridad
P25 Estudio Panorámico de la Biblia: Lamentaciones
1. L
A
M
E
N
T
A
C
ESTUDIO PANORÁMICO DE LA BIBLIA
Un estudio de los 39 libros del
Antiguo Testamento y 27 libros del
Nuevo Testamento en 66 semanas
LAMENTACIONES
2. LOS LIBROS DE LA BIBLIA
Génesis
Éxodo
Levítico
Números
Deuteronomio
Josué
Jueces
Rut
1 Samuel
2 Samuel
1 Reyes
2 Reyes
1 Crónicas
Esdras
2 Crónicas
Nehemías
Ester
Job
Salmos
Proverbios
Eclesiastés
Cantares
Isaías
Jeremías
Lamentacione
s
3. 2. Los Libros Históricos: 12 libros
3. Los Poéticos: 5 libros
EL A.T. SE DIVIDE EN:
1. El Pentateuco: 5 libros
4. Los Profetas Mayores: 5 libros
5. Los Profetas Menores: 12 libros
5. NOMBRE DEL LIBRO
Hebreo: Ekah – que significa:“¡Cómo!”
Que es la primera palabra del libro y es
una exclamación real de preocupación.
Versión LXX: Threnoi – que traduce la
palabra hebrea ‘Kinoth’: “Lamentos”
El nombre Lamentaciones procede del
titulo que la versión LXX le dio a este libro.
6. AUTOR: En el libro no se menciona quien es
su autor. El Talmud y la versión LXX le dan la
autoría al profeta Jeremías. Se sabe que el
libro fue escrito por un testigo ocular, poco
después de la caída de Jerusalén.
FECHA: el libro de Lamentaciones fue escrito
poco después de la caída de Jerusalén ante
los babilonios, en el año 586 a.C. y poco
antes que los judíos emigraran a Egipto en el
585 a.C., llevando consigo a Jeremías.
EL LIBRO DE LAMENTACIONES
7. El 9 de Abib (mediados de julio), los judíos
leen este libro recordando la destrucción del
templo por Nabucodonosor, y Tito (70 d.C.).
EL LIBRO DE LAMENTACIONES
PROPÓSITO: El autor escribe para llamar al
pueblo al arrepentimiento e invocar el casti-
go sobre aquellos que fueron los culpables
por la destrucción de la ciudad.
ESTILO: Poesía hebrea acróstica, usando
las 22 letras del alfabeto hebreo, en los
primeros 4 capítulos. El quinto capítulo es
una oración no acróstica.
8. Lamentaciones es único entre los libros de la
Biblia, su carácter de confesión y petición
por el perdón lo hace útil y apropiado para
todo creyente en Dios.
No siendo libro profético, sino poético, sería
más correcto incluirlo con los libros poéticos,
haciendo un total de seis libros poéticos y
cuatro profetas mayores.
EL LIBRO DE LAMENTACIONES
Los pasajes de 2 Reyes 25; 2 Crónicas 36,
Jeremías 39 y 52 presentan los hechos que
motivaron este libro: la caída de Jerusalén.
9. Ningún otro libro de la Biblia revela el cora-
zón sufriente de Dios por el pecado como lo
hace Lamentaciones.
Jeremías presenció este trágico suceso. Se
le partió el corazón al ver a Jerusalén y el
templo destruidos, el pueblo masacrado y
los prisioneros llevados cautivos a Babilonia.
Podemos ver las lágrimas del profeta a
través de todo el libro.
EL LIBRO DE LAMENTACIONES
Dios estaba en lo cierto al juzgar la rebelión,
y castigar el pecado. El pueblo había sido
advertido y no quiso escuchar.
10. Jerusalén, sabe que su tristeza es profunda
y no tiene paralelo, reconoce la perfecta
justicia de Dios en lo que le ha sucedido.
Lamentaciones es un libro de confesión,
dolor, reconocimiento, súplica, misericordia,
y arrepentimiento por el pecado.
EL LIBRO DE LAMENTACIONES
El último rey de Judá, Sedequías había sufri-
do el asedio por 18 meses y la ciudad cayó.
Jeremías fue liberado, subió al Gólgota y
pudo contemplar la ciudad destruida. Esto lo
llevó a escribir una endecha por Jerusalén.
12. CONTENIDO DE LAMENTACIONES
1 Desolación de Jerusalén
4 Juicio al Pueblo de Dios
3 Sufrimiento de la Ciudad
2 Castigo por el Pecado
5 Súplica a Dios por la Aflicción
13. Creían que Jerusalén nunca sería humillada
por un ataque enemigo. Después de todo, era
la morada de Dios mismo y nunca tolera-ría
la invasión enemiga de su propio hogar.
Estaban convencidos de que
Jerusalén era inviolable y esto
provocó otro aspecto de la
crisis en Judá.
ANTECEDENTES
La derrota misteriosa de los asirios en días
de Ezequías (2 Re 19:35) reforzó esta
confianza equivocada.
14.
15. Reconocen que merecieron la severidad con
que el Señor los trató y que Dios nunca dejó
de actuar con perfecta justicia.
Este capítulo, una y otra vez lleva al pueblo a
reconocer su responsabilidad y a declararse
culpable delante de Dios.
(1) DESOLACIÓN DE JERUSALÉN
El pecado y la rebelión fueron las causas y la
ira de Dios fue derramada sobre ellos.
El pueblo ha sido vencido y llevado cautivo;
la ciudad ha sido incendiada y totalmente
destruida.
16. “¡El Señor la afligió por sus muchas rebelio-
nes, y sus jóvenes marchan ahora al cauti-
verio, arreados por el enemigo!” (1:5b; RVC).
La ciudad yace desolada, sin gente, sin
gloria, y sin riqueza.
“Pero Jerusalén pecó. ¡Por eso ha sido
rechazada!” (1:8a; RVC).
Jeremías quiere, que los que están siendo
cautivos, y los que están quedando en la
ciudad, clamen al Señor por su pecado.
(1) DESOLACIÓN DE JERUSALÉN
17. “Mírame, Señor... el corazón me da vuelcos
por causa de mi gran rebeldía” (1:20a; RVC).
Jeremías llora al ver su realidad: “Ésta es la
causa de mis lágrimas. El llanto brota de mis
ojos, pues no tengo a nadie que me consue-
le… que me reanime!” (1:16a; RVC).
“Pero el Señor es justo. ¡Yo me rebelé contra
su palabra!” (1:18a; RVC).
“Me oyen sollozar, pero no hay quien me
consuele. Saben mis enemigos de mi mal, y
se alegran de lo que me haces” (1:21a; RVC).
(1) DESOLACIÓN DE JERUSALÉN
18.
19. Noten en los vv. 1-9 las palabras: “derribó, no
perdonó, destruyó, humilló, puso fin, cortó,
quitó, olvidó, desechó, menospreció, echó,
rechazó, quebrantó, desistió” (2:1-9).
Jeremías llora afligidamente al ver los es-
combros de la ciudad. Durante 40 años instó
al pueblo a que se arrepintiera, los amones-
tó respecto a la destrucción venidera si per-
sistía en sus malos caminos, pero ellos no
se arrepintieron.
“El Señor, en su furor, hundió a Sión en pro-
funda oscuridad” (2:1a; RVC).
(2) CASTIGO POR EL PECADO
20. “Tus profetas te hablaron de visiones falsas…
tu cautiverio pudo haberse impedido, pero no
te señalaron tu pecado; más bien te engaña-
ron con visiones sin sentido” (2:14; RVC).
En términos vívidos se describe la agonía del
pueblo en su destrucción (2:10-14).
Los falsos profetas destruyeron al pueblo al
no condenar sus pecados en contra de Dios.
“El Señor ha hecho lo que se propuso, ha
cumplido su palabra que había ordenado
desde tiempos antiguos” (2:17a; LBLA).
(2) CASTIGO POR EL PECADO
21. Ahora es el pueblo, quien le pide a Dios que
los considere, con la idea de ser perdonados
y restaurados.
El profeta exhorta al pueblo a buscar a Dios:
“Derrama como agua tu corazón ante la
presencia del Señor” (2:19b; LBLA).
Jeremías ve mas allá de los ejércitos de
Nabucodonosor para ver la mano de Dios
contra ellos.
“Mira, oh Señor, y observa: ¿a quién has
tratado así?” (2:20a; LBLA).
(2) CASTIGO POR EL PECADO
22.
23. “Yo soy aquel que ha visto la aflicción bajo el
látigo de su enojo. Me ha llevado por un sen-
dero no de luz sino de tinieblas” (3:1-2; RVC)
Jeremías describe todo el
sufrimiento que ha vivido y
suplica a Dios de manera
apasionada (3:1-21).
(3) SUFRIMIENTO DE LA CIUDAD
“Tan amargo como la hiel es pensar en mi
aflicción y mi tristeza… mi alma está del todo
abatida; pero en mi corazón recapacito, y eso
me devuelve la esperanza” (3:19-21; RVC).
24. Jeremías en medio de la aflicción y la ruina
recordó que la misericordia de Dios nunca
falla: "Grande es tu fidelidad”.
El pueblo reconoce que es por la misericor-
dia de Dios que no han sido completamente
destruidos.
“Por la misericordia del Señor no hemos sido
consumidos; ¡nunca su misericordia se ha
agotado! ¡Grande es su fidelidad, y cada
mañana se renueva! Por eso digo con toda el
alma: ¡El Señor es mi herencia, y en él
confío!” (3:22-24; RVC).
(3) SUFRIMIENTO DE LA CIUDAD
25. “Bueno es el Señor para los que en El
esperan, para el alma que le busca. Bueno
es esperar en silencio la salvación del
Señor” (3:25-26; LBLA).
(3) SUFRIMIENTO DE LA CIUDAD
“Bueno es para el hombre llevar el yugo en
su juventud” (3:27; LBLA).
“El Señor no nos abandonará para siempre;
nos aflige, pero en su gran bondad también
nos compadece. No es la voluntad del Señor
afligirnos ni entristecernos” (3:31-33; RVC).
26. “El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el
nombre del Señor” (Job 1:21c; LBLA).
“¿Quién puede decir que algo sucede sin
que el Señor lo ordene? ¿Acaso lo malo y lo
bueno no proviene de la boca del Altísimo?
¿Cómo podemos quejarnos, si sufrimos por
nuestros pecados?” (3:37-39; RVC).
(3) SUFRIMIENTO DE LA CIUDAD
El pueblo confiesa sus pecados, reconoce
que el sufrimiento que experimenta, viene
como consecuencia de sus pecados.
27. “Desde el fondo de la cárcel invoqué, Señor,
tu nombre, y tú oíste mi voz; no cerraste tus
oídos al clamor de mis suspiros” (3:55-56; RVC)
“Examinemos nuestra conducta; busquemos
al Señor y volvámonos a él. Elevemos al Dios
de los cielos nuestras manos y nuestros
corazones. Hemos sido rebeldes y desleales,
y tú no nos perdonaste” (3:40-42; RVC).
(3) SUFRIMIENTO DE LA CIUDAD
El pueblo queda convencido de su pecado
por los juicios que le habían venido, ahora se
entristece y arrepiente (3:43-54).
28. “Te acercaste el
día que te invoqué;
dijiste: No temas.
Abogaste, Señor,
la causa de mi
alma; redimiste mi
vida”
(3:57-58; RV60).
(3) SUFRIMIENTO DE LA CIUDAD
El pueblo invoca el nombre del Señor, pide su
redención y restauración, reconoce que Él
sabe de las maquinaciones de sus enemigos,
y pide venganza sobre ellos.
29.
30. La situación de los que murieron por la vio-
lencia, fue mejor que la de los que murieron
por hambre. Tan grave fue el hambre que las
mujeres llegaron al extremo de cocinar sus
propios hijos para poder comer (4:5-10).
Jeremías hace un recuento de lo crudo que
fue el sitio por los babilonios. Faltaba comida
en la ciudad, tanto para las criaturas como
para los mayores (4:1-4).
(4) JUICIO AL PUEBLO DE DIOS
Todo esto fue porque Jehová había derra-
mado su enojo sobre la ciudad por su
pecado (4:11).
31. “Nuestros ojos desfallecen, pues en vano
esperamos ayuda; en vano esperamos el
apoyo de una nación incapaz de salvarnos”
(4:17; RVC).
Ningún rey de Jerusalén ni príncipe, creyó
que Jerusalén sería destruida, aunque los
verdaderos profetas como Jeremías anun-
ciaban que esto sucedería (4:12-16).
(4) JUICIO AL PUEBLO DE DIOS
Judá buscó la ayuda de Egipto, pero fue
inútil. ¡Es inconcebible a lo que la gente se
aferra cuando no tiene a Dios!
32.
33. No existen los “pecados generacionales” en
el cristiano. La Biblia lo deja muy claro: “El
alma que pecare, ésa morirá; el hijo no lleva-
rá el pecado del padre, ni el padre llevará el
pecado del hijo; la justicia del justo será so-
bre él, y la impiedad del impío será sobre él”
(Ez 18:20; RV60).
El pueblo está desvalido y en la ruina, el pro-
feta eleva una oración desesperada al Señor.
(5) SÚPLICA A DIOS POR LA AFLICCIÓN
“Nuestros padres pecaron, y murieron, ¡pero
a nosotros nos tocó llevar el castigo!” (5:7 RVC)
34. El pueblo le pide a Dios que no se olvide de
ellos para siempre, sino que Él intervenga y
haga que ellos se vuelvan a Él.
No hay mas gozo, sino esclavitud, violencia,
trabajos arduos, deshonra, tristeza (5:8-18).
“¡Restáuranos, Señor, y nos volveremos a ti!
¡Haz de nuestra vida un nuevo comienzo!”
(5:21; RVC).
(5) SÚPLICA A DIOS POR LA AFLICCIÓN
Si edificas tu vida sobre personas
o cosas de este mundo, no tendrás esperan-
za ni seguridad; pero si lo haces en Cristo,
estarás seguro para siempre.
35. El juicio caerá sobre nosotros, en respuesta a
nuestro pecado.
Olvidarse de Dios acarrea miseria y desolación.
Debemos de tener esperanza en Dios aun en
medio de situaciones difíciles.
CONCLUSIÓN
Dios perdona toda nuestra maldad cuando nos
acercamos a Él con un corazón humilde.
El verdadero arrepentimiento se ve cuando odia-
mos nuestro pecado por el daño que hace y deci-
dimos humillarnos bajo la poderosa mano de Dios
Dios nos librará cuando clamemos por su ayuda
(1 Co 10:13).