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Una historia de superación
Pablo Adán
Sal de ti mismo
Plan de Fuga
Una historia de superación
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Sal de ti mismo
Plan de Fuga
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PLAN DE FUGA
Sal de ti mismo
Autor: Pablo Adán Micó
© Edición: EDICIONES B12
ISBN:0000-00-0000-00-0
Depósito Legal: v-0000-2016
Primera Edición: febrero 2016
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier
forma de reproducción, distribución, comunicación pública, y
transformación de esta obra sin contar con la autorización del
titular de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos
mencionados puede ser constitutiva de un delito contra la
propiedad intelectual (artículos 270 y ss. Del Código Penal)
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Prólogo
En un momento en el que muchos andan a la caza de
una kimera, en un corre-corre que persigue la
felicidad pero aleja la realidad, da gusto leer un Plan
de Fuga que busca el encuentro con uno mismo en la
relación con otros seres humanos, en la búsqueda de
otros puntos de vista, en la escucha y en la
aceptación de la propia vulnerabilidad.
El libro muestra cómo de las crisis no se sale sino que
más bien se renace; la evolución del personaje, un
joven de mediana edad, prototipo de ser humano
cuyas expectativas construyó con las ideas que
alguien, con mucho amor, le vendió y se creyó, ideas
que cuesta dejar atrás, que te persiguen chillando y
arrastrándose como zombis.
Y si uno llega a ese lugar soñado, se encuentra con
los pies de barro, una figura inestable que se derrite al
no tener un soporte sólido, sin ideales, lejos de su
naturaleza, perdiendo o “aligerando” su relación con
los demás, y llegado a ese punto ¿qué le queda? ¿El
último iPhone o una nueva derrota? Esa que sigue a
cualquier acción cuando esperamos de ella un milagro.
Cuando conocí a Pablo, le vi seguro, profesional,
amable, pero el segundo día, en una charla, en la que
mostró (o se le escapó) su parte más vulnerable,
descubrí el ser humano entrañable que le daba
contraste a su figura, que dejaba huella.
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Y creo que desde ahí propone al lector este viaje: el
del reconocimiento y la escucha, en compañía de
esos seres que nos miran con afecto y se atreven a
hablar con claridad, el que requiere de un pequeño
paso cada vez, un fiel reflejo de lo que es la vida al fin
y al cabo.
Bon voyage!
Natalia Gómez del Pozuelo
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Presentación
Plan de Fuga es un libro de autoayuda y
superación. Su protagonista Alberto es una persona
entrada en la cuarentena que, sumergido en el
mundo de la desesperación tras quedarse sin
empleo, entabla conversaciones con diferentes
personas de su entorno y en diferentes escenarios
buscando una salida a su amargura.
De mayor a menor, tanto por edad como por
sabiduría, pasa capítulo tras capítulo por una serie
de personajes que, cada uno es un peldaño
diferente, van ayudando a Alberto a descubrir el
camino de la superación.
En paralelo a la historia el tiempo transcurre ante él,
decorando diferentes estados de ánimo en función
de cada uno de los doce meses que discurren
desde el principio de la historia hasta su final con
los detalles invernales, la primera o el cálido verano,
la lluvia, los días nublados van ayudando a
comprender sus sensaciones y también el propio
crecimiento de la historia y del personaje.
Cada paso, cada mes, cada persona que uno tras
otro hacen su aparición en la vida de Alberto
suponen para él una barrera superada y así, desde
los principios fundamentales de su propia situación
(cómo he llegado hasta aquí, en qué debo creer) va
encontrando cada vez respuestas más reales y
empíricas de forma que todo a su alrededor va
tomando sentido
Pablo	
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El libro nos ayuda a conocer cómo funciona la
aceptación del fracaso, el optimismo y la superación,
la dependencia de nuestros estados de ánimo, la
importancia de escuchar y la necesidad de estar
activo, de intentar buscar las salidas más adecuadas
a tu situación.
Es una valoración también de la importancia de la
proactividad y la iniciativa, porque los problemas no
se solucionan solos, ni siquiera intentando evitarlos u
olvidarlos, sino manteniendo un espíritu de mantener
iniciativas y de solventar los problemas asumiéndoles
y atacándolos frontalmente.
Confío en que disfrutes leyéndolo, y pueda servirte de
ayuda
Un saludo
@PabloAdanMico
Gracias Natalia por haber creído en esta forma de
comunicarme, y en mi.
Pablo	
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A mi mujer Roselvi, y a mis hijos Paula
y Sergio, que tanto me sufren y a
quienes dedico todo en mi vida con
mayor o menor fortuna.
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Índice
1. Qué hice mal, qué hice bien. 10
2. ¿en qué hemos de creer? 19
3. Ir a más. 29
4. Lo que lees, lo que escuchas. 40
5. Hay lo que hay. 52
6. Volver atrás. 65
7. La estrella polar. 76
8. Gente corriente. 84
9. Amar, sentir. 91
10. Lo que me estoy perdiendo. 99
11. Algo inexplicable. 105
12. No es el final, sino el principio. 112
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9
Estimado Sr. Don Alberto Faus Moreno,
lamentamos comunicarle que a partir de la fecha de
hoy la empresa prescindirá de sus servicios.
Lamentamos la situación, pero los ajustes de personal
motivados por la actual crisis económica no nos dejan
otra elección.
Queremos agradecerle sinceramente los 16 años que
ha dedicado a nuestra empresa, y les ofrecemos toda
nuestra ayuda para poder asesorarle en la gestión de
los trámites para el cobro del desempleo y la
indemnización a la cual tiene usted de derecho.
Pondremos a su disposición, si así lo solicita, un
despacho de expertos para ayudarle a buscar un
nuevo empleo.
En Madrid, a 14 de marzo de 2013
Atentamente Julio Montilla Ridruejo.
Director de Personal.
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10
1. Qué hice mal, qué hice bien
Empieza el mes de enero, y con él los fríos, los
miedos y las inseguridades. Un aire gélido entra en mi
cuarto por las rendijas de la ventana, a ver si un día
de estos las arreglo. La caldera funciona a todo gas
combatiendo desde dentro las inclemencias del
invierno que se empeña en hacerme tiritar hasta el
alma misma.
No hay defensa posible contra él, pues la energía
interior, esa que hace que te muevas con ganas, que
no sientas el frío y que la lluvia suponga un aderezo
en vez de un inconveniente, hace tiempo que dejó de
calentarme desde dentro.
Todo un año por delante asusta. Antes ilusionaba,
recuerdo los años de retos y de alegrías, pero desde
hace un tiempo cada nuevo hace esta maldita carrera
más larga y sufrida; doce meses… otra eternidad.
Comienzo a tener la conciencia infectada; de que esto
ya no tiene sentido, de que no llegaré, de que me
canso demasiado. Yo no nací para correr, nadie me
educó para esto y en ninguna escuela estudié cómo
cargar con esta fatiga, y seguir andando. Estoy
abatido, o peor aún, no sé siquiera si realmente estoy.
Ha sido un año muy duro, un año más. Llevo más de
tres pensando que éste será el último pero ese final
nunca llega, la agonía se recrea y parece que disfruta
taladrando mis esperanzas. He perdido la sonrisa,
Pablo	
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  de	
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11
tengo baja la mirada y encogidos los hombros. Mi
entrecejo lleva el código de barras tatuado, no se va,
no hay manera.
Alguien me tendría que haber avisado de que la vida
era mucho más dura de lo que podía imaginar, y los
sufrimientos pasan lentos, como disfrutando en mi
tormento, regodeándose en cuerpo vencido…
Siempre fui hacia arriba, poco a poco pero con
seguridad. Sabía que podrían llegar los malos
momentos pero también pensaba que podría
superarlos. Hace frío y duermo mal.
Busco y no encuentro porqué he llegado a esta
situación. Cuando era niño creía que las cosas malas
eran para los demás, nunca pensé que nada malo me
pasaría, mi padre estaba ahí para protegerme. Ahora
no soy capaz de proteger a mi familia, y no hay nada
peor que eso para un padre. Sería capaz de cualquier
cosa por ellos, por malo que pareciera a lo ojos de
esta sociedad que no ve por más que mira. Lo que
fuera…
Las noches son muy largas, y si no fuera por el silbido
del aire el silencio mataría mi descanso. Debo
descansar, debo dormir. Mis hijos necesitan verme
como si nada pasara, pero cada vez que suena el
despertador de al lado el pulso se me acelera; hoy
tampoco será el día. Me quedaría aquí inerte, caliente,
esperando el final, deseando que llegue. No tengo
valor ni para eso.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
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12
Repaso entonces lo vivido. Como si del último aliento
se tratara discurren ante mí una tras otra las
decisiones más importantes que he tomado en mi
vida; el día que cambié de colegio, mi primer beso, mi
primer amor. Mis amigos, a cuáles elegí y quiénes me
han aportado algo positivo en mi vida, o yo a ellos. La
carrera que finalmente estudié, el primer trabajo que
acepté. Mi novia, con quién me casé. Mis hijos,
cuántos y por qué, mi casa, mi hipoteca, el trabajo del
que me despedí, aquella fatídica inversión o aquella
oportunidad que dejé escapar.
Una tras otra se proyectan en blanco y negro sobre mi
frente como esperando a que certifique si fueron o no
las decisiones acertadas ¿Porqué esta maldición?
- Dime papá ¿cuándo puede esto terminar? Tú
sabes más que yo, tienes una perspectiva de la
vida serena y cautelosa. Tú me criaste y me
educaste, tú has visto crecer este mundo,
observándome. Tú podías haber previsto que esto
pasaría ¿me lo dijiste alguna vez? ¿Tal vez no te
hice caso? Dime papá, necesito que me digas,
necesito saber que estás, que me ayudarás, que
no me dejarás caer, que me recogerás si caigo.
Que no vas a envejecer aún.
- Cómo ha cambiado el mundo, debía ser yo quien
guardara tu ocaso y aquí me tienes, llorando a tu
regazo, incapaz de sostenerme, desesperado y
perdido. Deseando estar solo para poder
desaparecer, para no molestar.
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13
- Hijo mío, el problema no es cómo está el mundo ni
tu alrededor, sino cómo estás tú. Y desde luego
ahora mismo estás muy mal. Yo nunca te dije que
esto era fácil; más bien tú y tu sociedad que tanto
has disfrutado habéis pensado que esto
funcionaría solo.
- Y sí, te lo avisé, esto no podía acabar bien. Tú no
eres culpable, pero sí responsable. Tantas veces
callé como veces veía las decisiones que tomabas.
Yo no tuve oportunidad de decidir y mucho menos
de equivocarme, yo…
- Papá, no vuelvas con eso de que mi generación lo
ha tenido todo fácil y vosotros habéis vivido una
posguerra y todo eso… sé lo duro que debió ser, o
al menos puedo imaginármelo. Pero nada de eso
sirve ahora, no es lo mismo… no sé si me
entiendes.
Mi padre suspira mirándome a los ojos, mientras se
reclina en su mecedora, se cruza las manos y se
balancea mirando por la ventana como pretendiendo
buscar calma. Sabe lo importante que es ahora no
contradecirme. Necesito luz pero no confusión, él lo
sabe porque, a pesar de ahora le parezco casi un
desconocido, soy su hijo.
- Claro, vale, no te lo digo, pero entonces no
entenderás nada. No sólo has pretendido vivir el
hoy, sino que has pretendido vivir el mañana por
adelantado. Las prisas pasan factura. Ya no existe
el sacrificio ni la cordura. Me gustaría ayudarte
Pablo	
  Adán	
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  Fuga	
  
14
pero no puedo hacer mucho más por ti, salvo
conversar…
Su serenidad y aplomo nunca me han dejado de
sorprender. Sé que le cuesta comprenderme y sé que
necesita ayudarme.
- Conversar, que no es poco papá. Últimamente no
paro de preguntarme qué error cometí, dónde
estuvo aquél momento en el elegí pares cuando
debí elegir nones o entrar en vez de salir. ¿Sabes?,
me martiriza y en el fondo pienso que no es ese el
problema, pero me persigue y me acecha
impidiendo mi descanso.
- No te pongas así. No te das cuenta de la cantidad
de energía que pierdes cuestionándote sobre qué
hiciste bien o qué hiciste mal. La única realidad es
que estás donde estás y que debes ser lo
suficientemente maduro para aceptar las
consecuencias de las decisiones tomadas.
- Papá, parece fácil pero es muy duro. Hablas de las
consecuencias; vale, es un punto de partida.
Quizás si dejo de mirar atrás pueda alzar la vista y,
hasta que pueda volver a mirar de frente al
horizonte, al menos pueda mirarme en un espejo.
Papá hace un gesto interno de satisfacción. He
pasado muchas horas de mi infancia observando de
reojo sus escasas reacciones gestuales mientras él
escuchaba a mi madre o leía, ajeno. Creo que
siempre he sabido adivinar lo que piensa, pero ahora
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15
mismo me cuesta. Yo estoy en plena depresión y él
está confuso. Es una situación nueva para ambos.
- Eso es, parece un buen comienzo. Aunque no te lo
creas acabas de dar un gran paso adelante. Todo
lo que somos, y también lo que no somos, es fruto
de las decisiones que hemos tomado en nuestra
vida.
Unas veces habrán sido acertadas y otras habrán
sido equivocadas, pero no debes caer en el error
de valorarlas en el presente y de forma individual.
Cuando tomas una decisión lo haces en un
contexto muy determinado y con unos
condicionantes que están en ese mismo momento
y no se volverán a dar nunca más.
Cuestionar en un momento de tu vida una por una
todas tus decisiones es una pérdida de tiempo y
un generador de inseguridad demoledor, en
especial en los momentos que más débiles nos
sentimos. Forman parte de esa espiral de
hundimiento de la que cuesta tanto salir y que se
retroalimenta hasta herir de muerte tu cordura.
Reconozco que no es exactamente un avance porque
aún no tengo motivos para transformar mi inquietud
en ilusión, pero desde luego es un punto de anclaje
muy potente para poder salir de esta curva, de mi
refugio mental, del pozo de mi vida.
Miro el reloj, un modelo crono al que le tengo especial
aprecio, recuerdo de épocas felices con la correa algo
gastada, la tendré que cambiar un día de éstos. Me
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  de	
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16
recuerda con precisión que es la hora de recoger a los
niños del colegio.
Hago ademán de levantarme esforzando mi maltrecha
espalda, me hago mayor. Me acompaña a la puerta
atravesando el largo pasillo. Al fondo mi madre cose,
sufriendo por mí en su silencio. Al oírnos hablar de
cerca se levanta para despedirme. Me da un beso en
la frente, como se le da a los ancianos y a los
enfermos. Es un beso de madre a hijo, un beso de
ternura y preocupación. No me dice nada, el brillo de
sus ojos delata su silencio. Me quiere, sabe lo que me
ocurre y le duele no poder hacer nada por mi. O
prefiere dejarme aire.
Con la puerta abierta, mientras sube el ascensor, me
dirige sus últimas palabras del día.
- Hijo, el refranero español es sabio y tiene un
recurso para cada situación: Agua pasada no
mueve molinos. No pierdas tiempo y energías
mirando a tu pasado. Asume que lo hecho, hecho
está y ya nada lo podrá cambiar. Lo que sí que
podrás cambiar es la forma de asumirlo y de
superarlo.
- Aprende de lo hecho y madura, intenta identificar
los errores sólo para no volver a repetirlos y sobre
todo se valiente para sumirlos.
- La vida aún tiene que exigirte mucho esfuerzo,
tanto para levantarte ahora como para volver a
hacerlo si vuelves a caer, así que adelante. Te
quiero.
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Mi madre, siempre tan callada, tan comedida, y tan
acertada. Un abrazo y un beso terminan con la
conversación, salgo del patio y encaro el final de la
calle para subir al coche. Mientras me subo la
cremallera del abrigo pienso en mis padres, en todo lo
que han sufrido en casi ochenta años de vida y en lo
injusto que es que ahora estén sufriendo por mí. No
es lógico, no debería ser así.
Me cruzo con gente e intento calar sus estados de
ánimo. ¿Es visible cómo me siento? ¿Habrá otros tan
mal como yo?
Un padre lleva de la mano a un niño pequeño, ríe y
juega con él estirándole de la bufanda, pisando los
charcos que la lluvia de esta mañana ha dejado junto
a un árbol, parecen felices ¿Por qué él sí y yo no?
Cuánto tiempo hace que no río, ya ni me acuerdo.
Vuelvo a pensar en mis padres y en lo que hemos
hablado. Es un buen motivo para sacar el lado
positivo de este profundo y conmovedor encuentro;
superar el pasado, mirar al futuro de frente, asumir
con valentía la situación.
Es necesario cambiar de chip, al menos lo he
comprendido. Voy a por mis hijos y no me pueden ver
así. No tienen culpa de nada y ahora mismo necesitan
de mí, casi tanto como yo a mis padres.
Es fácil decirlo pero muy complicado asumirlo y
mantener una actitud en consecuencia. Necesito
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tiempo, necesito espacio. Tengo ambas cosas pero
no se aprovecharlas.
Llego a casa. Siento que algo empieza, algo que me
puede iluminar el camino. No estoy seguro pero
necesito agarrarme a una tabla que me mantenga a
flote, porque no puedo seguir así. Y si no puedo
hacerlo sólo buscaré a las personas que me ayuden.
Es momento de abrir una agenda. La llamaré Plan de
Fuga. Un nuevo plan, me gusta. Un plan, un trayecto
un camino. Sé que el principio es hoy pero aún no sé
ni dónde voy no cuándo llegaré. Bueno, supongo que
por algo hay que empezar. Volvemos a la agenda:
Plan de Fuga, enero.
Mis padres, mi primera referencia.
• El problema no es mi alrededor ni las
consecuencias ni el entorno. Soy yo mismo.
• Pierdo mucha energía cuestionándome qué
hice bien o qué hice mal. Estoy donde estoy, y
eso ya no puede cambiar.
• Cuestionar las decisiones que he tomado y
cómo han resultado es una pérdida de tiempo y
un generador de inseguridad y de miedos.
• La vida aún tiene que exigirme mucho esfuerzo,
así que debo seguir adelante.
¤¤¤
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2. ¿En qué hemos de creer?
Febrero es un mes insulso, un enclave climático que
mezcla caprichosamente los acontecimientos
meteorológicos. Igual silba el viento que discurre
silenciosamente la calma. Un cruce anárquico de
nubes y claros que al menos a mí me descentra con
demasiada frecuencia, y eso no me gusta.
Además, febrero es el mes que define un año bisiesto.
¿Porqué el segundo mes del año tiene 28 días? Es un
tiempo de desorden general donde el estado de
ánimo se ve alterado con altibajos tanto por el clima
como con esa contraposición del amor de San
Valentín con la irreverencia de los Carnavales de
medio mundo, donde antiguamente el pueblo llano
vengaba sus escasos motivos de alegría con unos
días de alcohol y desenfreno, para volver tras la
resaca a la cruda realidad de la pobreza y el
sometimiento.
Los días son más largos pero al menos más
luminosos, lo que limita el horario de tristeza y
recogimiento. En ese sentido febrero me echa una
mano que debería aprovechar.
Supongo que cada mes es una estación en el tren de
la vida. Cada año un destino, cada mes una parada.
Visto así la vida te obliga a caminar. El tiempo como
magnitud física mueve las cosas, y como si fuese una
escalera mecánica, a ti con ellas aunque estés quieto.
Todo se mueve y tú también, aunque no quieras.
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Hoy ha amanecido claro y el día se apaga
oscureciendo antes de hora, y voy a ver a mi viejo
amigo Toni a su tienda de antigüedades. Es una de
esas personas que siempre he envidiado y desde
hacía muchos años me preguntaba cuál era su
secreto, porqué todo le había salido bien.
Lo conocí durante los años de escuela. No destacaba
por nada en especial y por una de esas fórmulas que
el destino sólo revela a determinadas personas,
encontró pronto su punto de equilibrio que le llevó a la
feliz decisión de no vivir para trabajar, sino al revés.
Desde entonces su vida ha transcurrido entre viajes y
aventuras por los rincones más rebuscados del globo
en busca de algo nuevo que contar. Una especie de
Indiana Jones que fuma en pipa y disfruta limpiando la
plata de sus últimas compras en Asia o leyendo con
sumo cuidado facsímiles incunables de contenido
teológico y filosófico, su gran afición.
Con Toni había pasado tardes infinitas debatiendo
sobre lo divino y lo humano, como si la vida estuviera
aún por escribir, y sin importarnos si lo que decíamos
tenía o no sentido.
Al llegar hasta el escaparate de su refugio en el caso
antiguo de la ciudad me acerco y observo a través del
cristal, haciendo un pequeño agujero con la punta de
los dedos sobre el vaho que la humedad había dejado
en su ventana.
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21
Allí está él, limpiando con un cepillo unos libros muy
antiguos, soplando con exquisito cuidado el polvo que
habían acumulado tras varios años descansando en
algún altillo de cualquier ciudad del mundo.
Al sentirse observado afina la vista hasta que me
reconoce.
- ¿Alberto? ¡Alberto, pasa, cuánto tiempo!
Entré trazando una forzada sonrisa y nos abrazamos
durante unos segundos.
Hace tiempo que me siento muy sensible a todo.
Cualquier pequeña situación que albergue cierta
emotividad supone para mí un trago de saliva y un
momento de flojera que querría evitar.
Tengo que contener cada momento de emoción que,
por pequeño que sea, me saca unas lágrimas sin mi
permiso.
Con Toni el aprecio era mutuo y solíamos vernos
regularmente. Hacía ya meses que no me apetecía
demasiado ver a gente, ni amigos ni familiares a los
que tener que dar explicaciones de cómo estoy o a
dónde voy. Con él nunca me he sentido mal, todo lo
contrario. Era de las pocas personas que echaba de
menos y que, a pesar de todo, no sentía tan lejano a
mí.
- Vamos, quédate un rato, cierro y charlamos.
Tengo un whisky irlandés que guardaba para
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estrenarlo con alguien especial, pero sin hielo
¿ok?
- De acuerdo Alberto, cualquiera discute contigo de
cómo tomar un whisky. Me sentará bien.
- Toni, hacía tiempo que no te veía, tienes buena
cara ¿qué tal te va?
- Alberto sigues mintiendo igual de mal que siempre,
estoy jodido y no puedo evitar que se note. Sabes
que soy como un libro abierto. No tengo buena
cara.
El sonido del whisky cayendo sobre el vaso rompe el
instante de la nada. No sé porqué me dice eso, me
conoce bien y nunca hemos tenido secretos, no hace
falta ese capote, no he venido para disimular nada.
He venido porque necesitaba alguien de confianza,
con quien hablar de filosofía y de razón, de ángeles y
demonios, de héroes y villanos.
- Tienes razón Alberto, parezco un capullo. Te veo
mal, realmente fatal ¿Qué va mal? ¿Qué ocurre en
tu pequeña cabezota?
Tal vez esa es la frase que esperaba o que necesito
escuchar. Tal vez he venido hasta aquí a esperar esa
pregunta aunque a veces creo que es mejor no
escucharla. Tal vez sólo acepto esa pregunta de Toni
y de nadie más sin necesidad de sentirme mal.
- Toni, no sé por dónde empezar ni por dónde
terminar. Podría quedar simplificado en pocas
palabras pero me cuesta hilarlas para que me
entiendas. Realmente no sé lo que me pasa pero
Pablo	
  Adán	
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  de	
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23
lo cierto es que no tengo ganas de nada, ni ilusión
por nada. Llevo dos años sin trabajo, me siento un
inútil total y un estorbo.
Ahora mismo no sé si lo que necesito es trabajo,
dinero o si lo que busco son respuestas. Tampoco
conozco las preguntas, así que… ya ves.
Termino estas palabras y me quedo mirando el vaso,
paseando mis dedos por el borde del mismo
buscando un sonido que acompañe mi llanto interior.
- Alberto, me sorprende oírte hablar así. Hemos
hablado tanto de filosofía, de razón, de fe, de amor
y de tantas y tantas cuestiones complejas para
cualquier ser humano que todo lo que antes
parecía fácil para tu comprensión se torna ahora
absolutamente inviable.
- ¿Qué ha sido de ese guerrero de las preguntas, de
ese buscador de respuestas imposibles? ¿Dónde
está esa alma inquieta?
- Pues no sé Toni. Ahora todo me parece difícil e
incomprensible. Mi mundo se ha venido abajo;
todo lo que parecían sólidos cimientos se van
derrumbando como engullidos por arenas
movedizas que antes no estaban.
- He perdido la fe en mis propios principios, ya no sé
distinguir lo racional de lo irracional, ni lo real de lo
irreal. Todo me parece un mal sueño.
- No exageres, no hace falta llegar tan lejos. Dudar
no significa que desconozcas las respuestas, sino
que estás buscándolas. Tal vez tu mundo era irreal
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
24
y tengas ahora que encontrar tus propias razones,
las reales, las que rigen tu presente.
Ese es el Toni de toda la vida, el que quería ver hoy,
el que necesito oír de cerca. Ahí está él para hacerme
ver con cierta nitidez las invisibles espirales que
habitaban mis neuronas. Su cómoda posición
económica, su visión mundana y su gran
espiritualidad le hacen observar el mundo desde la
templanza, y cuando alguien observa así todo se le
aparece con suma claridad, capaz de ver lo que la
mayoría de los mortales ni siquiera intuimos.
Saboreo un trago profundo que apura el vaso de
whisky, hasta la última gota. Entra con sabor a
madera y cae en el estómago como ácido que me
quema de vuelta hasta la misma garganta. No sé
porqué esta sensación resulta placentera, porque la
verdad es que a veces puede resultar hasta
desagradable.
Exhalo una bocanada de alcohol que me permite
articular de nuevo palabras con un tono más bajo
aunque con soltura.
- ¿Significa eso que he perdido la razón? ¿Que vivo
en un mundo iluso y alejado de la realidad?
- En absoluto, si buscas respuestas es que no has
perdido la razón. Lo que tienes es un conflicto de
fe en ti mismo, de aceptar que las cosas han
cambiado. Sólo eso.
Pablo	
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- ¿Sólo eso? ¿Te parece que “sólo eso” puede ser
capaz de acabar conmigo? No será tan sencillo
como tú crees.
- Para Alberto para, no sé si has venido a hablar, a
escucharme o a que conversemos. Prefiero lo
último, así que dejemos correr el tiempo, reclínate
sobre el sillón y busquemos la inspiración mirando
al techo y con el vaso en la mano, como siempre
hemos hecho. No tenemos prisa.
Toni utiliza cierto aire de reproche. Y tiene razón, es
probable que me haya quedado obcecado en el
cambio y haya sido incapaz de comprenderlo poco a
poco, y eso me haya bloqueado.
Me habla de fe, de creer en algo por encima de lo
racional y lo material. Siempre fui así y hoy se me
antoja inviable. Será que tiene razón entonces, será
que tengo que dejarle hablar y escucharle.
- Dime Toni, ¿significa eso que lo que tengo en
realidad es un vacío y no una saturación de ideas
y pensamientos cruzados como a veces imagino?
- Más o menos. Como bien dices la fe viene a cubrir
el vacío que deja la ignorancia, la desesperación y
el materialismo. Me refiero a la fe humana, a creer
en ti mismo como algo por encima de tu visión
parcial o estática de la realidad. Si razonar es la
sospecha de dejar de ser puedes entender que la
fe es la voluntad de ser.
- Tu lucha entre fe, razón y duda, seguridad e
incertidumbre es una prueba de que eres más
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
26
consciente de lo que te ocurre de lo que piensas,
sólo te falta algo de claridad. Si buscas es que
sabes que hay algo que encontrar.
- No es una batalla donde algo tiene que ganar para
que otro pierda. Es descubrir un equilibrio, sin
vencedores ni vencidos.
- Eso es lo que yo llamo encontrar tu sitio en el
mundo.
- Me suena bien, me gusta.
- Antes lo tenías, pero el mundo ha cambiado y tú
no. Tienes que adaptarte a él, primero
emocionalmente para retomar el ánimo, y después
con todas las ganas del mundo de conseguir tus
objetivos.
- Bueno, no parece fácil… me hablas de objetivos,
ni siquiera sé qué hacer mañana. No es fácil, no…
- No lo es, ni fácil ni rápido. Tu cerebro es a veces
un mal compañero y reacciona como un vago para
no cansarse. Si sabe que tiene que hacer un
esfuerzo mental prefiere engañarte para que no
combatas una situación y lo desgastes. Te
convence de que es mejor no luchar.
- ¿En serio? Será cabr….
- Ja, ja. Esa reacción me gusta. Aún hay sangre por
esas venas. ¿Otra copita?
- Adelante, quiero mover la sangre a más velocidad,
a ver si se me activa el cerebro.
Cae el líquido de nuevo sobre el vaso, sin hielo claro.
Disfrutamos de la tarde, hasta que la noche nos cierra
la persiana. Hablamos de la espiritualidad, de la
verdad, de la ética, de la moral… y de no sé cuántas
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
27
cosas más. Disfruto como hacía mucho tiempo. Toni
es de lo mejor que me ha pasado en muchas
semanas, casi en toda la vida.
Nos abrazamos de nuevo en la puerta. Esta vez no
siento la aparición de las lágrimas emotivas, sino que
es como el abrazo que la das al héroe que te acaba
de salvar de caer por un precipicio. Al cabo de unos
segundos me separo mientras miraba a ambos lados
para evitar confusiones, y tras percibir que el tiempo
había volado cada uno encaró un lado diferente de la
calle.
Siento por un momento un descanso interior, tal vez
por las primeras razones que justificaban mis dudas o
tal vez por el efecto del whisky. En todo caso me han
venido bien ambas cosas, y hasta he descubierto mis
nuevos enemigos; el cerebro perezoso y la
inadaptación al cambio. También sé que no va a ser
fácil, ni rápido.
Y casi sin ser consciente de cómo, llego hasta la
puerta de mi casa, donde como cada noche dejo bajo
el felpudo mis dudas, mis lágrimas y mis desesperos,
prohibiéndoles entrar en mi hogar.
Anoto en la segunda página de mi agenda las
conclusiones de hoy.
Mañana será otro día, a ver si se acaba este maldito
invierno, con sus cambios de tiempo y de humor, se
me hace muy largo. Menos mal que la casa está
calentita y no estoy solo, no lo soportaría.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
28
Plan de Fuga, febrero.
Toni, mi crack, mi admirado amigo.
§ Dudar significa que estoy buscando respuestas.
¡Estoy vivo!
§ El mundo ha cambiado, y yo no. Tengo que
adaptarme a él y no él a mi. Me espera mucho
trabajo por delante.
§ Creer en mí. Tan sencillo y tan difícil de asumir.
§ El cerebro es vago y acomodado. No debo
confiar que me ayuda si no le doy motivos cada
día. Vaya con mi cerebro, ¿será desgraciado?
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Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
29
3. Ir a más
Se nota el cambio. El mes de marzo irrumpe con
fuerza empujando el odioso febrero y alejándolo de mí.
El sol se convierte en compañero habitual, calienta
pero no quema. En eso el mediterráneo no tiene rival.
La primavera asoma sin permiso y es bienvenida pese
a su descaro, al fin y al cabo nos libera de abrigos y
bufandas.
Mi tren hace tiempo que partió y busca su tercera
estación, donde encuentre nuevas respuestas y, a
cada tramo, disminuya mi pesada mochila de
interrogantes y miedos.
La sangre me corre alterada, será el efecto primaveral
que acelera mis palpitaciones a un ritmo asumible. Me
siento mejor pero no me quiero agobiar. Busco pasos
cortos y seguros, nada de prisas, nada de ganar
batallas. Necesito conquistar, saber qué gano y cómo
lo disfruto. No tengo nada contra nada ni contra nadie,
pero necesito seguir, andar al ritmo de la vida, ni más
lento ni más rápido. No puedo quedarme atrás, eso es
seguro.
Hoy salgo a dar un paseo en bici, no sé porqué lo
hago si precisamente hablo de no acelerarme. No
necesito perder peso ni hacer músculo. La vida no me
exige físicamente demasiado y puedo con ella, sin
embargo correr es como ir al confesionario, uno se
siente mejor cuando termina. La diferencia es que
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
30
después de pedalear quedas cansado y con agujetas,
pero mientras te decides, te disfrazas, corres y te
duchas pasas una hora donde saldas deudas contigo
mismo.
Le doy vueltas a la cabeza al ritmo del pedaleo,
intentando ordenar mis nuevos principios y consciente
de mi pequeño traidor cerebral estará al acecho para
evitar cambios en mi estado anímico. Quiero más, y
cuanto más me convenzo más rápido corro buscando
mi próxima estación, ¿dónde estará la siguiente?
Repaso, trote a trote, las personas que de una forma
u otra han sido más influyentes en mi vida; familia,
amigos, escritores,… lo que sea con tal de encontrar
un nuevo andén sobre el que aterrizar mis dudas en
busca de razones, respuestas y soluciones.
Comienzo a sudar, cada vez me cuesta más respirar y
me comienzan a pesar las piernas. Dar un paseo en
bici es mejor para pensar y disfrutar del momento,
pero cansa. Nunca se sabe lo que nos depara la vida
a la vuelta de cualquier esquina.
Subo a la acera dando un pequeño salto acrobático,
como cuando tenía quince años, pero ya no los tengo,
me despisto… pierdo el control y hago un extraño
vaivén y un indescriptible movimiento con todas mis
extremidades a la vez para mantener el equilibro…
Justo en ese instante un hombre trajeado y repeinado,
con aspecto de político o banquero, se interpone en
mi camino ¿o yo en el suyo? Está mirando su
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  Adán	
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31
BlackBerry y no me ve, levanta la cabeza y se asusta
al verme, marcando gesto de desprecio… vuelta a
esquivar.. pero en la esquina estaba la sorpresa, al
girarla entre movimientos torpes aparezco frente a
una despistada mujer contra la que impacto sin
remedio. Todo en un instante.
- Disculpe… ha sido culpa mía…
- ¿Suya? ¡Sólo faltaba eso, que fuese mía!, grita
visiblemente afectada mientras recoge su
portafolios del suelo buscando con la mirada el
sonido de algo que ha caído y no identifica…
- Yo estoy frente a ella, sobre la bici con los pies en
el suelo, con cara de bobo sin saber reaccionar.
Ridículo total con mi gorra y mis gafas de
velocidad.
Eso me pasa por ir sobre la acera, ¿quién diablos me
ha mandado a salir así? Me disculpo con la máxima
educación pero es evidente que mis dotes de
seducción no hacen el más mínimo efecto positivo. La
atropellada mujer se aleja despotricando y con paso
acelerado. Siento vergüenza, pero qué le vamos a
hacer. El caso es que esa mujer me recordaba a Feli.
Feli era una profesora que tuve quince años atrás en
el curso de Gestión Comercial. Salvo por el encanto
de Feli, físicamente se debían parecer; más bien
bajita, morena con una gran mata de pelo, un cuerpo
voluptuoso y realmente simpática.
Feli era un verdadero surtidor de energía positiva, una
persona que te hacía sentir realmente bien, y era
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  Adán	
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  Fuga	
  
32
capaz de sacar lo mejor de ti. Recuerdo
perfectamente la cena de despedida del curso cuando
en la puerta del restaurante me dijo una de las frases
que ahora vienen a deleitar mis sordos oídos: “Alberto,
recuerda que la superación es un instinto innato que
debes mantener siempre vivo. El hará por ti el resto”.
Gran frase.
Ahora, con las perspectiva del tiempo creo que Feli se
salió algo del guión de profesora, hoy que me vuelve
a la memoria me traslada un sabor de consejo de
amiga con valor humano, me suena mejor.
¿Qué habrá sido de ella? Parecía tranquila, un día me
contó que estaba donde siempre había querido llegar;
a un estado de tranquilidad emocional, enseñando y
aprendiendo de la vida misma. Qué fácil parece
pensar así cuando uno consigue lo que quiere, pero…
¿y si cuando lo tienes lo pierdes? ¿Cómo lo superas?
Al llegar a casa tras la mala experiencia del pedaleo, y
prometiendo no volver a coger la bici en mucho
tiempo, antes de pasar por la ducha, me voy derecho
a conectarme a internet. Es media mañana, estoy solo
y es un buen momento para dedicar tiempo a rastrear
entre las redes sociales a Feli… Feli… ¡Feli Suárez!
Ni rastro en Facebook, ni rastro en Twitter y ….
¡Bingo! Feli Suárez, profesora en curso de Gestión
Comercial, perfil en LinkedIn.
Rastreo su perfil, no parece muy activa en la red, pero
le puedo enviar un mensaje ¿Lo leerá?
Pablo	
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33
- “Hola Feli, soy Alberto Faus, no sé si me
recuerdas. Fui alumno tuyo en el máster del año
95. Me gustaría saber de ti, ¿accederías a tomar
un café conmigo? Intentaré no entretenerte
mucho…. Un saludo Alberto”.
Tres días después me contesta. No es que sea para
mi una cuestión de vida o muerte pero me alegra
mucho leer su respuesta:
Claro que te recuerdo Alberto ¿cómo iba a olvidar al
charlatán de la clase? Me das una alegría y sí, claro
que podremos tomar un café. ¿Te viene bien pasar
una tarde de esta semana por la cafetería de la
Escuela? ¡Sigo allí! Ya me cuentas, ¡que tengo ganas
de saber qué es de tu vida!
Finalmente quedamos un jueves. Ha salido un día
algo caluroso pero yo tengo que estar impecable. He
de quitarme cuanto antes esa imagen de rancio y
fracasado que, por más que intento ocultar, se asoma
a gritos por cada parte de mi cuerpo, en la mirada, en
el gesto, en las manos… Allá voy, con el último traje
que compré, hace ya más de tres años, y con los
zapatos bien brillantes, viejos pero como nuevos.
Al llegar allí no está, tomo un discreto asiento cara a
la puerta y pedí un café solo, cortito. Con las ganas de
llegar ni siquiera me he planteado cómo entrarle,
cómo saludarle, cómo reconocer mi situación, cómo
pedir ayuda.
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34
Mientras empiezo a plantearme la escena entra ella,
con paso largo y con una sonrisa que contagia la mía.
Un gran abrazo, y un beso.
- Feli, ¡estás genial! No sabes la alegría que me da
volver a verte. Veo que sigues aquí, haciendo lo
que te gusta.
- Así es Alberto, disfruto cada día que paso aquí con
mis alumnos ya sabes que me gusta enseñar y
que ya hace tiempo que decidí no complicarme la
vida.
- Sí, lo se. Imaginaba que estarías así, mucho mejor.
¡Esta vida te sienta bien!
- ¿Y cómo te va a ti? ¿A qué viene eso de contactar
conmigo? Hace mucho que te perdí la pista…
Cuéntame.
- Verás Feli seré sincero contigo. No me va nada
bien, estoy sin trabajo y no hay forma de recuperar
ese ánimo que una vez tuve. Coincide que desde
principios de año estoy replanteándome muchas
cosas y hablando con personas que me puedan
ayudar a ver las cosas desde otra perspectiva. Y
en esas que me he acordado de ti.
- No sé cómo pero tengo la sensación de que estoy
dando pequeños pasos hacia delante con las
personas adecuadas, y me has aparecido tú.
- No quiero que pienses que he venido a pedirte
ayuda, simplemente vengo a charlar contigo
porque sé que sólo eso será una excelente
aportación para mi.
- Hoy me he acordado de una frase que me dijiste el
último día de curso “Alberto, recuerda que la
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35
superación es un instinto innato que debes
mantener siempre vivo. El hará por ti el resto”.
Aunque te resulte extraño después de tanto tiempo,
es hoy cuando necesito realmente interpretar su
significado. ¿Lo recuerdas?
- Sí claro, y creo que hoy está más vigente que
nunca. Verás Alberto tu situación es bastante más
común de lo que a todos nos gustaría, no eres el
único que ha venido a verme, cada uno por
diferentes circunstancias y con diferentes estados
de ánimo.
- Desde luego que lamento tu estado, pero te diré
una cosa: otras personas han venido a pedirme
trabajo o favores, pero eres el primero que viene a
buscar respuestas para poder salir sólo de esta
situación. Eso me alegra porque te hace diferente
a los demás, y te aseguro que saldrás adelante
sólo por esa actitud.
- Feli, no me hables de actitud, aún la tengo bajo
mínimos. De momento intento ordenar mi cabeza y
agitar mi paralizado cerebro para que tire de mi
estado de ánimo. Voy despacio.
- A eso mismo me refiero, encontrarás tus
respuestas, cambiarás desde dentro y eso te hará
fuerte. No buscas parches sino una revisión
general. Igual no te lo has planteado así.
- Pues la verdad es que no, aunque visto así ya me
has dado la segunda alegría de la tarde.
- ¿Cuál ha sido la primera?
- Que me has hecho sonreír, sólo por verte.
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36
- Gracias, eres un cielo Alberto, aunque hoy ese
cielo está un poco nublado…
- Verás… Feli…
Llevamos hablando más de dos horas. Durante ese
tiempo la gente entra y sale, noto movimientos,
figuras, ecos lejanos, susurros… pero estoy tan
absortamente centrado en la conversación que
aunque caiga allí mismo un rayo o se forme un
tornado bajo mi silla y no lo sentiría.
Hablamos de cómo ha llegado hasta aquí y de porqué
en un momento dado decidió parar:
- Alberto, se habla mucho del éxito y muy poco de la
felicidad. No hay que relacionar éxito con tener y
desear, sino con llegar y disfrutar. Cada uno se
plantea una meta en la vida que tenga coherencia
con su forma de ser y de entender la vida.
También hablamos del destino, ese algo natural o
sobrenatural que rige nuestra vida y si es posible
cambiarlo o sólo puedes resignarte a él, y cómo llegar
a saber cuál es el nuestro.
- La vida sabrá decirte el momento que has
cumplido tu destino, y también te hará saber si no
has llegado todavía. Alberto, yo probablemente ya
he llegado aquí, entre mis libros y mis alumnos,
entre los muros de esta Escuela. Sinceramente
creo que tu destino está mucho más lejos de aquí,
no puedes resignarte.
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37
- No te entiendo bien Feli, por más que me lo
pregunto creo que no lo sé.
- Alberto, tienes algo especial, una luz que te rodea
y te protege. La veo iluminando lo que te rodea, es
un halo de energía que transmiten algunos
elegidos, como tocados por algo sobrenatural…
He visto a muy pocas personas así, no te lo tomes
con demasiado misticismo, pero créeme, tu meta
aún está por llegar. Estás llamado a mucho más,
tanto en el plano personal como profesional. Ese
lamento que te adormece por dentro te está
frenando. Creo que si superas el problema mental,
lo demás llegará por sí solo, y más pronto de lo
que crees.
- El instinto de supervivencia y de superación son
innatos al hombre y te hacen moverte, tomar
decisiones, estar atento a lo que ocurre. Si tu
ánimo se ralentiza el instinto se resiente.
Unos minutos después de esta trascendental
aseveración termina este increíble encuentro. No
puedo negar que me he quedado totalmente
alucinado, impactado. Es difícil de explicar pero me lo
he tomado como algo revelador.
La despedida es extraña. Estoy tan profundamente
impresionado que no he podido concentrarme en lo
último que me ha dicho, ni siquiera en lo que he dicho
yo. No recuerdo.
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38
Pero desde luego me voy con una buena sensación,
creo que estoy haciendo camino hacia una dirección
correcta.
Vuelvo a casa, prefiero andar antes que coger el
metro. Cuando paseo me resulta más sencillo
concentrarme en mis cosas, consigo que el entorno
forme parte de mi y de mis reflexiones. Todo aparece
con una gran claridad, fácil de ordenar y de describir
todo conforma un ambiente real que me resulta
aclarador. Me ayuda a ordenar las ideas, resumir lo
que he escuchado o vivido durante el día, generando
cada vez más dudas, buscando más respuestas.
Sin embargo ir en metro me resulta muy difícil para
pensar, tan rodeado, tan apretado, tan silencioso. Allí
mi instinto analiza uno a uno los personajes,
provocando que mi mente invente historias
surrealistas sobre cada uno de los compañeros de
viaje, imaginando su mundo, tan irreal, tan ajeno a
mí…
Y sigo andando, es un día extraño, de marzo. Hace
unas horas hacía calor, ahora refresca. Mi intensa
actividad mental y mi estado de ánimo, aunque
mejorando, ayuda poco a entrar en calor. El frío me
hace tiritar y me recubre la piel de inseguridades y
miedos.
Entro en casa y acudo rápidamente a mi agenda
personal. Boli y gafas para poder ver mejor lo que
escribo, me sigo haciendo mayor.
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39
Plan de Fuga, marzo.
Charla con Feli, todo serenidad y optimismo.
• La superación es un instinto innato que debo
mantener siempre vivo. Lo debo conservar en
buena forma.
• Soy el primero que busca respuestas para
poder salir sólo de esta situación. Eso me hace
diferente a los demás, y saldré adelante sólo
por mi actitud. Seguiré haciéndolo.
• La vida sabrá decirme el momento que he
cumplido mi destino, y también me hará saber
si no he llegado todavía. Sé que no he llegado,
¿pero cómo sabré cuándo he llegado?
• Tengo algo especial, una luz que me rodea y
me protege. Es un halo de energía que
transmiten algunos elegidos, como tocados por
algo sobrenatural… Qué fuerte ¿un elegido?
Me lo he creído, me ha gustado.
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40
4. Lo que lees, lo que escuchas
Vaya semana lluviosa. Lleva tres días seguidos sin
parar de caer. Puede resultar incómodo pero he de
reconocer que la lluvia a mí me produce un efecto
balsámico. Debí de ser gallego o escocés en mi otra
vida, tal vez un combativo guerrero celta. Imagino que
en aquellos tiempos lo verdaderamente importante
era la supervivencia.
Sobrevivían los fuertes, los guerreros… ellos se
ganaban por la fuerza el respeto de su tribu. Pero
tendrían una vida corta, por el espíritu guerrero
garantiza una vida noble y valiente, pero a buen
seguro con pocas esperanzas de envejecer.
Hay quien dice que en aquellos tiempos sobrevivían
los cobardes, los que no iban a la guerra. No ganaban
respeto ni honores en vida, pero a buen seguro verían
caer uno tras otro a los héroes mientras escondían su
cobardía entre la gente del clan. Eran los listos, ¿para
qué honores, loas y recuerdos si lo importa es llegar a
viejo?
El caso es que continúa lloviendo sin parar, haciendo
gala a la llegada del mes de abril. Mirar por la ventana
y observar cómo corre la gente por la calle y cómo los
niños pisan los charcos motiva poco para salir a la
calle pero llevo cinco días en casa y estoy que
reviento, harto ya de internet y de la tele. O salgo ya o
me volveré a caer.
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  Adán	
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  de	
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41
Tengo que seguir el camino que parece construirse
ante mí, poco a poco, descubriendo cada tramo.
Aunque la lluvia siga implacable yo me voy.
Cojo el chubasquero y comienzo a andar. Hay
muchas cosas con las que no puedo, una de ellas es
llevar paraguas. Prefiero mil veces mojarme que llevar
ese lastimoso aparato que sólo sirve para chocarse
por las calles unos con otros, y mirarse de reojo con
amenazadora ojeriza. Deberían limitar su uso a
personas mayores, o hacer un cursillo para andar con
estos odiosos artilugios o un carril especial para los
que lo llevan. O prohibirlos, eso sería lo mejor.
Yo prefiero sentir el agua de lluvia sobre mi cuerpo,
notar en mi cara el frío de cada gota, sentir cómo van
calando mis pies. La lluvia es vida, limpia las calles y
purifica el aire. No entiendo la gente que se queja los
días pluviosos; es más, me ponen de los nervios. Yo
me voy a la calle, no sé a dónde, a mojarme supongo,
a purificarme, a evadirme, a donde sea.
Paseo sin rumbo, hacia el bullicio del centro donde
miles de personas vagan a distintas velocidades y con
diferentes preocupaciones; ejecutivos a la caza de su
próxima venta, tal vez desesperados por unos días sin
presas. Madres paseando sus orgullosos carritos de
bebés recién llegados a este mundo que maman
ajenos al escenario que les espera, gentes de otras
razas y otros países, turistas, compradoras
compulsivas… Vaya enjambre humano tan
heterogéneo que camina esquivando charcos entre un
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42
bosque de paraguas que chocan unos contra otros.
Detesto esos ridículos cubre cabezas.
Hoy necesito algo nuevo. Sólo llevo escritos tres
párrafos de mi Plan de Fuga. Los miro cada día
intentando averiguar sin éxito el paso siguiente, el
número cuatro. Quizás esté cerca, tal vez en la
próxima curva.
Meto la mano en mi chubasquero, miro el móvil
deseando encontrar una llamada perdida, pero hace
mucho tiempo que no suena, que nadie se acuerda de
mi. Menos mal que sirve para otras cosas, y
rebuscando entre los bolsillos saco los auriculares.
Seco mis orejas y los introduzco en ellas.
Hace mucho tiempo que no lo hago. La música
siempre ha tenido en mí un impacto emocional muy
fuerte. A cada uno le evoca unas cosas, a mí
recuerdos, sensaciones, olores.
Sobre todo emociones. La música es capaz de
hacerme llorar o de hacerme saltar. Aprieto el play del
reproductor de mi móvil en modo shuffle, así nunca
sabré cuál de las casi quinientas canciones cuál me
saldrá. Empieza fuerte Born to Run de Bruce
Springsteen, inseparable canción desde que siendo
un adolescente lleno de ilusiones la hacía sonar en mi
habitación. Es una mezcla de nostalgia, tristeza y
deseos de escapar. Un sonido que sale de los
oscuros rincones de las olvidadas calles de una
ciudad, que huele a juventud y gasolina.
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  de	
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43
Me entran ganas de correr, las mismas que a Bruce
cuando la compuso. Desde luego esto es cuestión de
no quedarse quieto.
Recuerdo ahora a Juanfran. Era de nuestra pandilla,
su pasión por la música le llevó a hacerse músico
profesional, según me contaron. No se convirtió en
una superstar como soñaba pero la última vez que me
hablaron de él me dijeron que había estado de gira
internacional con uno de los grandes del rock español.
No fue difícil localizar su teléfono a través de César,
un amigo común hoy alto cargo público en Madrid,
con 4 hijos, mucha barriga e importantes índices de
colesterol.
- ¿Sí? ¿Quién es?
- ¿Juanfran?
- Sí, sí… ¿Quién eres?
- Juanfran, no sé si por la voz te acordarás de mí….
- Pues lo siento, no…¿Quién es?
- Soy Alberto, Alberto Faus.
- ¿Alberto? ¡No me jodas Alberto! ¿Qué tal? ¿Cómo
te va?
- Bueno, ahí estamos… Juanfran ¿qué es de tu
vida? ¿Estás por aquí? Me gustaría verte…hace
tanto tiempo…
- Pues estoy ahora unas semanas en la ciudad.
Podríamos vernos y tomar un café. O si quieres en
mi estudio.
Pablo	
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  de	
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44
- ¿Tienes un estudio? Sería perfecto vernos allí y
me enseñas lo que estás tocando ahora. Porque
aún tocas ¿verdad?
- Pues claro que sí, te espero, ¿vale? Está a las
afueras, en la zona de la huerta. Me gusta la
soledad y el olor a campo. ¿Qué tal esta tarde?
- Dame datos y allí nos vemos.
Vaya crack Juanfran. Un estudio y en el campo, otro
que ha sabido elegir. A veces nos encerramos en un
mundo correctamente ordenado y políticamente
correcto y caemos víctimas de sus redes. Acabas
pensando que no existe nada más, y desde luego
fuera de ese staff social y económico hay muchas
personas, ilusiones, sueños, proyectos… Hay otra
vida, otra forma de ver, de vivir, y hay otra felicidad.
Haciendo caso a sus indicaciones llego a los
arrabales de la ciudad, una zona de cultivos
variopintos entre pequeños espacios todavía viva al
sur de la ciudad, ajena al caos urbanístico y salvada
de la depredación inmobiliaria. Allí, escondida entre
casonas, acequias y tomates se encuentra el número
7.
Es una casa típica de campo, probablemente morada
de agricultores, de dos plantas y parece con un patio
trasero. La puerta es enorme de madera envejecida
por la humedad y el paso del tiempo. Dentro se oye
música a un volumen muy alto, no ha cambiado.
Toco la puerta con un enrome pomo semi oxidado. No
me oye. Sigo tocando cada vez más fuerte y al cabo
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  de	
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45
de unos minutos aparece allí, con la guitarra eléctrica
en la mano
- Alberto qué alegría, pasa dentro que hace rasca.
- Juanfran, deja que te mire, ¡estás tremendo!
Aquí está el bueno de Juanfran, auténtico y feliz. Con
el pelo largo y una coleta, una camiseta verde oscura
y unos viejos vaqueros. Sigo observándole y
encuentro un tatuaje en el brazo derecho, algo así
como un corazón y una guitarra, un aro cuelga de su
oreja izquierda. Lleva barba de varios días, poco
poblada, salteada de canas.
- Juanfran, alucino de verte. Si no fuera porque
estás más gordo pensaría que has rejuvenecido.
Pareces un chaval.
- Ja, ja. Siempre tan delicado. La verdad es que
esta vida es dura pero si te mantienes en forma
puedes sobrevivir a ella. ¿Cómo es que me has
localizado?
- Juanfran, te voy a ser sincero. Estoy jodido de
verdad, sin trabajo y sin muchas expectativas.
- Joder, lo siento…
- No, no te preocupes, ya me estoy acostumbrando.
Llevo un par de meses buscando respuestas a mis
dudas, y luces que iluminen el camino de salida.
Ayer estaba oyendo música, y pensando sobre la
influencia que tiene en los estados de ánimo. Oí a
Bruce y me acordé de ti. Nadie como tú para
charlar un rato sobre esto.
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46
- ¡Claro! ¿Te acuerdas las tardes de verano oyendo
a Springsteen y a los grandes del rock americano?
Después llegaron las emisoras independientes, el
rock español, Loquillo, Nacha Pop, Los Rebeldes,
Gabinete Caligari, Los Suaves… y después
comencé a tocar la guitarra y ya nos perdimos la
pista.
- ¿Qué fue de ti entonces? Porque algo me han
contado…
- Seguí estudiando y creé mi propio grupo,
estuvimos casi seis años tocando por España,
pero no quería dejar de estudiar, sobre todo por
mis padres… y también por demostrarme que
sería capaza de sacar adelante la carrera de
Filosofía e Historia, ya sabes, porque me gusta,
me inspira, y al menos para poder dar clases en
un futuro. Después dejé la banda y me hice
músico profesional y ahora toco con los grandes
cuando se van de gira. Me gusta y no me va mal
del todo.
- ¿Y tu mujer?
- Bueno, eso ya es historia. Al principio todo bien,
pero tantos viajes fueron abriendo heridas,
después, y sin tiempo para cerrarlas tuvimos un
hijo por si eso pudiera arreglar las cosas y…
- ¿Y?
- Pues que todo fue a peor. Se fue con otro.
- Vaya, lo siento Juanfran, de veras…
- Bah, ya pasó. Por ella no me importa, creo que era
mejor para los dos, pero por mi hijo Paul sí. Lo veo
Pablo	
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  de	
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47
poco aunque nos llevamos muy bien. Pero bueno,
eso ahora da igual.
- ¿Y tu vida?
- Bien, un tanto clásica; carrera, éxitos iniciales,
mujer guapa y con farmacia, un niño y una niña de
10 y 14 y una bonita casa en un barrio bien. Ahora
en el paro y un poco perdido.
- Vaya Alberto, no te arrugues que todo se arreglará.
- No Juanfran, todo no se arreglará. Lo tendré que
arreglar yo solito. Las cosas solas no cambian y
nadie lo va hacer por mí, eso ya lo tengo claro.
- ¡Ese es mi Alberto, con dos…! Saldrás adelante,
ya lo verás.
- Bueno hablemos de música Juanfran. Dime que
tengo razón, que la música evoca sensaciones y
emociones. Y que provoca estados de ánimo.
- Claro que sí, la música igual que la literatura, crea
estados emocionales. Ese es su gran poder, por
eso siempre está y nunca nos abandonará. Sin
embargo, y ya que me lo preguntas, te diré que
mucha gente se equivoca en esto. Quiero decir
que si estás triste tiendes a ponerte música triste y
nostálgica, de amores perdidos, y de fracasos
pues claro, te pones peor. El gran poder de la
música es que te pueda transformar cuando estás
jodido… ¿me sigues?
- ¡Claro te sigo!
- La música sobre todo transmite y evoca recuerdos
y estado sentimental y de nostalgia. Pero ojo, la
nostalgia es el pasado, la mirada atrás, la
añoranza de lo era y ya no será…
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48
- No lo había pensado así, pero tienes toda la razón.
Es como eso de que el cerebro se acomoda a las
situaciones y se resiste a cambiarlas. Tienes a
ponerte música que potencie tu estado de ánimo.
Si estás bien funciona, pero si estás mal no. ¡Joder,
está clarísimo!
- Eso es, mira ven, vamos a mi mesa de trabajo y
escuchamos algunas cosas.
Llevamos cerca de tres horas escuchando músicas,
sonidos, hablando del efecto que cada uno produce
en nosotros. Cómo cambia una misma composición
tocada con diferentes instrumentos o a diferente
volumen. Si la escuchas quieto o mientras llevas el
ritmo con los pies o las manos. Y también si la
escuchas solo o acompañado, pensando o bailando...
El piano, la guitarra, la percusión… apasionante.
Hablamos también de literatura y del diferente efecto
que produce un mismo texto en función de tu estado
de ánimo al leerlo.
A diferencia de la música los libros dejan un espacio a
la imaginación mucho más amplio, de forma que la
música tiene un gran poder de influencia sobre las
personas dotándoles de un atmósfera particular, al
contrario que los libros donde las personas ponen su
propio escenario.
- Alberto, estamos totalmente de acuerdo. Y apunto
más, yo creo que algo similar pasa con las
personas.
- ¿A qué te refieres? Me pierdo…
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
49
- Ya sabes, si te juntas con gente ceniza, acabas
siendo como ellos. Si estás con gente alegre te
vienes arriba. No falla.
- Juanfran eso me gusta, no lo había pensado
nunca así, pero cuánta razón tienes ¿No lo dirás
por mí?
- Para nada Alberto, pero si vas con cara de
perdedor nadie querrá estar a tu lado, todos tienen
ya muchos problemas para hacerse cargo de uno
más.
- Claro, entiendo… pero realmente estoy solo…
- Piénsalo, igual no es casualidad. Pero lo peor no
es eso, es que tu propia soledad te resultará
depresiva y autodestructiva, te verás en un pozo
del que no querrás salir.
- Juanfran, es así de real, has dado en el clavo.
Ahora que lo pienso entiendo muchas cosas que
me pasan, pero ¡yo no soy así!
- Lo se, pero si no cambias, ¿qué querrás que
piense la gente?
- Desde luego, me tengo que rodear de gente
positiva, y dejarme contagiar. Tal vez eso me
ayude.
- Eso y la música Alberto. Antes de que te vayas te
voy a granar un par de cedés que te van a poner
como una moto. Aguarda unos minutos.
Pasamos un rato más que agradable. Juanfran no
suelta la guitarra. Es de esos que la rasga mientras
habla, que acompaña sus palabras con suaves
acordes. A veces hasta parece que canta en vez de
hablar. Lo lleva en la sangre.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
50
Vuelvo a casa en coche, ya se ha despejado la lluvia
y anoche a la vez que asoma el sol con los últimas
luces del día, ese color anaranjado típico del ocaso
primaveral del mediterráneo.
Bajo las ventanillas y el indescriptible olor a hierba
mojada inundaba el coche y a mí, hasta dentro del
todo.
Conduzco despacio, no quiero que esa sensación se
acabe mientras le doy las últimas caladas al día y esa
conversación, intentando extraer lo esencial, aquello
que pudiera servir para mi plan y pudiera ser
transcrito a las notas de mi agenda. Mientras suena la
música positiva: Coldplay, Jack Johnson, UB40… es
verdad, me vengo arriba.
Plan de Fuga, abril.
Sesión músico filosófica con Juanfran
§ La música y la lectura contagian el estado de
ánimo. Para estar positivo, ¡música positiva!
¡libros positivos!
§ Las personas no quieren estar junto a los que
tiene cara de perdedores por miedo a
contagiarse. Fuera ya mi careto de fracasado.
§ Necesito rodearme de energía positiva, de
personas que transmitan alegría y buen rollo.
Están ahí, sólo he de acercarme… con una
cara decente.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
51
§ El pasado genera nostalgia. Hay que buscar la
satisfacción en el presente y la ilusión en el
futuros, pero sin olvidar los buenos recuerdos,
¡sólo los buenos!
¤¤¤
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
52
5. Hay lo que hay
Por fin ha llegado el mes de mayo. Abril se me estaba
haciendo largo, con esa irregular marcha vacacional,
donde nunca sabes si toca o no madrugar. Aún así
tuvo un final clarificador para mi.
Menos mal que las malditas vacaciones de Pascua
las he pasado con mis suegros. Ellos se han
encargado de mantener viva a mi Carla, mi mujer, y
activos a sus nietos, sabedores de que si por mi fuera
poco hubiera podido hacer por alegrarles las
vacaciones.
Bastante tengo ya con lo mío para andar buscando
conversaciones insulsas sobre lo bueno que está el
arroz o si está un poco picante el pollo, aunque
recuerdo tiempo atrás cuando abrazaba a mi
bonachona suegra hasta hacerla sonrojar cuando me
hacía aquellas empanadillas de tomate. También
sufro por ella y también lo hace ella por mí. Me sabrá
perdonar.
Mi suegro es mundo aparte, ya que con darle unos
minutos de conversación durante las noticias es
suficiente. Se refugia hablando solo mientras lee el
periódico de ayer y escondiéndose en el baño
pensando que nadie le descubre para fumar tranquilo
sus puros Juliano, que años atrás yo mismo le traía
escondidos entre revistas. Y cuando acaba de toser
sale de allí como si nada hubiera pasado, haciendo
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
53
aspavientos con sus manos para disimular el humo,
imaginando que nadie se ha dado cuenta.
Añoro los tiempos en los que yo era capaz de
hacerlos sonreír a todos… pero ya pensaré en eso en
otro momento.
Mayo ha venido cargado de buen tiempo, predominio
de sol, con nubes y claros al atardecer. Temperaturas
suaves durante el día y aún refresca por la noche.
Esto ya es más normal. Por un tiempo no echaré en
falta agua caída del cielo.
Por estas latitudes mayo es el mes de las flores.
Valencia explota entre olores y colores. Los rayos del
sol parecen estirar cada amanecer los tallos y abrir
uno a uno los capullos de rosas, claveles, margaritas
o lirios que habitan en parques, jardines, balcones y a
veces caprichosamente al borde de caminos como
buscando aventura fuera del hábitat que el hombre ha
diseñado para ellas.
Da gusto respirar y olfatear el ambiente. Hasta las
ideas tienen diferentes aromas; a limón, naranja,
mandarina o almendra. Qué tierno me estoy poniendo.
Empiezo a ver con cierta claridad una vía de escape,
sin embargo aún no tengo claro a dónde ir, y mucho
menos cómo hacerlo con ciertas garantías. No me
puedo precipitar, tal vez no tenga una segunda
oportunidad, no puedo caminar en la dirección
equivocada, no me lo puedo permitir.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
54
Estoy recibiendo muchas ideas y mensajes desde
diferentes puntos de vista que van sembrando de
forma desordenada como semillas sobre mi baldío
terreno corporal. Es posible que un día, entre agua y
abono, pueda dar en forma de frutos las ideas y
argumentos necesarios para alimentar mi cuerpo y mi
mente de la energía necesaria.
Sé que he avanzado, no sé hacia dónde aún, ni estoy
seguro de no haber dejado atrás huecos sobre los
que volver más adelante. Al menos estoy cambiando,
o eso quiero pensar.
Sin embargo sigo atado a un estaca. Algo me
mantiene maniatado y me impide progresar más allá.
Mi imaginación lo achaca más a un espacio mental
que físico, pero no lo veo con claridad. Puede haber
algo de inmadurez, algo en mí que se resiste a crecer,
a creer.
Quizás sea algo testimonial o metafórico. Sea lo que
sea debería interpretarlo, porque siento que me
mantiene agarrado, y eso no debe ser bueno.
Entre reproche y reproche a mi agotada conciencia
recordé a Juan, mi hermano mayor. No es que
fuéramos uña y carne, pero hubo unos años en los
que, por algo que tampoco nunca entendí del todo,
tuvimos mucha sintonía. Fueron para mi años
importantes, sobre todo al terminar los estudios y
buscar mi primer empleo. Recuerdo su frase de
respuesta automática ante cualquier reproche, duda o
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
55
desencuentro: “Alberto, hay lo que hay”. Ahora sonrío
al recordarlo.
Hace mucho tiempo que no hablo con Juan.
Coincidimos en reuniones familiares y poco más. No
sé realmente qué nos ha ido separando. Quizás
mundos diferentes han construido murallas entre
nosotros. Yo he sido más impetuoso y menos familiar,
él siempre se mantuvo cerca de nuestros padres. Él
representa al hombre tranquilo, yo desde luego no.
Las mujeres tampoco han ayudado mucho, siempre
mirándose de reojo. Sea como fuere nada definitivo,
nada personal. Si fue un referente cuando más le
necesitaba, también puede serlo ahora. Este domingo
es el 75 cumpleaños de mamá y allí nos
encontraremos.
Ese domingo la mañana era fresquita y agradable.
Salgo a comprar el periódico dominical. Allí se
encuentran las ofertas de empleo, que miro muy por
encima más por curiosidad que por hallar respuestas.
Ni siquiera sé qué hacer con el trabajo, ni siquiera
tengo claro si lo debo buscar.
Mientras, en casa, los niños hacen los deberes
ayudados por Carla. La tengo olvidada, ya no
hablamos, no reímos y sin embargo sé que nos
queremos. Ella no se merece esto, pero sabe que no
tengo fuerzas para más, y me observa en silencio… le
debo tanto…
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
56
Llegamos a casa de mis padres. Allí se encuentra
parte de mi vida, la parte donde todo era
preocupación. Nunca me sobró de nada pero tampoco
nunca eché algo en falta. No me planteaba de dónde
salían las cosas, ni en las preocupaciones ni
responsabilidades de mis padres, ni en lo que les
podía hacer sufrir cuando sacaba malas notas o
llegaba tarde a casa.
Al llegar ya se encuentra allí, Juan. Tras besar a mis
padres y entregarle a mi madre la tarta de
cumpleaños que Carla me había dado en el ascensor
con un beso, me acerco a él de una forma especial,
ya que al abrazarle me pregunta extrañado.
- Alberto … ¿Todo bien?
- Si, Juan… “hay lo que hay”.
- Ja, ja... ¡Te acuerdas! ¿A qué viene eso?
- Lo recordaba estos días Juan. Tu siempre tan
tranquilo, tan complaciente con la vida y yo tan
impetuoso… ya ves, ahora te envidio. No hay más
que ver dónde y cómo estás tú y cómo me
encuentro yo…
- Alberto no lo saques de contexto, es sólo una
situación transitoria. Todo volverá a la normalidad.
No existencia la tendencia al caos, las cosas
tienden al equilibro.
- Sí, sí Juan ¿qué tal si quedamos una tarde y nos
damos una vuelta? Así charlamos y nos ponemos
al día.
- Me parece estupendo. El miércoles es fiesta y me
voy a pescar, ¿por qué no me acompañas?
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
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57
- ¿A pescar yo? ¡Sabes que no me gusta nada!
- Por Dios Alberto, debes superar esas tonterías.
Acompáñame y pasamos allí el día. Nos sentará
bien, ya verás.
Accedo en acompañarle, aunque es bien sabida mi
animadversión por la caza y la pesca. No soporto ver
sufrir a los animales. Tal vez sea una herencia infantil,
pero me incomoda. Sólo de pensar en que un pobre
pez puede morder un anzuelo y ser arrastrado hasta
el cubo para sufrir durante unas horas antes de ser
metido en la olla me pone los pelos de punta.
Todo sea por seguir haciendo camino, porque se hace
camino al andar.
El día acordado pasa a recogerme. Es miércoles a
eso de las cinco y media de la madrugada. La manía
que tienen los pescadores de darse esos madrugones
y llegar los primeros, ni que se fueran a llevar los
peces.
Llega con su todoterreno, algo antiguo pero muy bien
cuidado. Nos dirigimos hacia la sierra de Castellón,
donde Juan encontró hace muchos años su rinconcito
idílico.
Tras varios kilómetros sin prácticamente hablar
debido a los efectos del criminal despertar, paramos a
unos 40 kilómetros a tomar café tocadito de anís para
no perder la tradición, y allí comenzamos a
despejarnos un poco.
Pablo	
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   Plan	
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58
- Bueno Alberto, ¿qué tal? ¿Preparado para tu día
de pesca?
- Pues qué quieres que te diga… mucho no, pero
me iré adaptando.
- Lo importante no es pescar, sino estar sólo,
escuchar el viento en los árboles, meditar, convivir
con la naturaleza… se ven las cosas de otra
manera, te lo aseguro.
- Intentaré sobreponerme al crimen que vamos a
cometer contra la naturaleza. Todo sea por estar
juntos y charlar.
- ¡Serás exagerado!
En el fondo estoy deseando llegar, conversar y captar
esas sensaciones de las que me hablaba Juan. Pero
cruzo los dedos para conjurar las fuerzas de la
naturaleza y ahuyentar a los peces del río. No quiero
verlos morder el anzuelo.
Mientras llegamos al destino miro por la ventana
mientras busco realmente qué espero sacar de Juan,
en qué me puede ayudar y qué necesito escuchar o
aprender de él. Y no se me hace fácil.
Por fin salimos de la carretera. El paisaje es
sencillamente espectacular, nada que envidiar a las
mejores fotografías de las montañas canadienses o a
los bosques tropicales. Ahí están los picos de las
montañas, pedregosos por un lado y arbolados, por el
otro. Las cimas entremezcladas de los pinos y el
susurro permanente de la naturaleza viva que crea un
muro de sonido donde ser entremezcla el piar de
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
59
decenas de pájaros, el agua al pasar entre las piedras,
y el suave airecillo que mece las ramas.
Todo está allí pero no veo nada. Me quedo absorto,
me siento abducido por la mismísima Gaia. Quiero
andar, perderme, olisquear, nadar, volar, mimetizarme
y desaparecer.
- ¡Alberto, estás en la parra ven y ayúdame con
todo!
- Juan, ¿qué sientes cuando llegas aquí?
- Pues naturaleza, agua, peces y fresquito.
- No me refiero a lo que ves, sino a lo que sientes.
- Bueno, siento soledad, tranquilidad, evasión, …
- ¿Porqué lo preguntas?
- Por nada Juan.
- ¿Y tú?
- Yo siento que soy parte de aquí, no me siento un
intruso, ni un invitado. Me siento uno más…
- Joder Alberto, ¡sí que estás mal!, peor de lo que
pensaba. Venga ayúdame y vamos andando hasta
mi rincón favorito. Vas a flipar.
Me giro y vuelvo sobre mis pasos. Allí se encuentra el
todoterreno y mi hermano descargando la caña de
pescar. Un intruso en la naturaleza viva, desde luego,
pero mi hermano.
Andamos quince o veinte minutos por un sendero
escondido repleto de piedras y desniveles. El paisaje
se mantiene fijo ambos lados. El sonido cautiva, te
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
60
sientes observado, presientes a la naturaleza que se
esconde del depredador que allí acude a cazar.
Al final llegamos un claro después de tanto escuchar
el sonido del agua. Allí aparece impresionante un
espacio donde el rio recrea un remanso y un pequeño
recodo donde estar más que bien, frescos, tranquilos
y relajados.
Tomamos posiciones. Juan se sienta en su ridícula
sillita de pescador, desenfundaba la caña y comienza
con el ritual de montar el sedal, el corcho, el
anzuelo…
- Bueno Alberto ya estamos aquí. Tenemos todo el
día por delante, podemos hablar de lo que quieras.
Juan mete los dedos una pequeña cajita y saca un
gusano vivo que acerca el anzuelo.
- Juan, no irás a …
- Sí voy a…
- Ya podías utilizar bichos que no estuvieran vivos…
- ¿Crees que los peces son tontos? No comen
cualquier cosa…
Por fin lanza el criminal anzuelo hacia el agua. A
pocos metros de nosotros queda el corcho sobre la
superficie, y ahora toca mirarlo fijamente. No está
demasiado clara ya que ayer debió llover por aquí
pero se adivinan varias decenas de peces
merodeando por la zona
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
61
- Alberto, tranquilízate. No vengo aquí a torturar
animales ni nada parecido. Vengo a pescar para
comer después, lo mismo que hace cualquier
animal de los que te rodea ahora mismo. Los
peces grandes se comen a los pequeños, las
culebras comen peces, las ginetas comen culebras,
los pájaros insectos y gusanos o larvas. Las
rapaces cazan ratones…
- Y el hombre lo caza todo.
- Pues sí, más o menos es así. Hay lo que hay
Alberto. No puedes cambiar todas las cosas del
mundo.
- Pues ahí es donde quería llegar yo. Me cuesta
asumir que las cosas hay que adaptarlas ya que
por un lado supone mi afirmación abnegada de la
realidad, que podría ayudarme, pero por otro lado
me suena rendición, y eso me perjudica.
- Tienes un gran cruce de cables, querido hermanito.
Debes diferenciar en primer lugar aquellas cosas
de la vida que puedes cambiar y aquellas que no.
Por más que sufras observando el deterioro del
medio ambiente, la caza o la pesca, no vas a
poder cambiarlo.
Puedes poner tu granito de arena expresando tus
ideas y opiniones. Puedes formar parte de un
colectivo, educar a tus hijos y quién sabe si un día
conseguirás sensibilizar al mundo.
Lo que sí puedes hacer es ahora salvar la vida a unos
peces… ¡Porque veo que estás tirando piedrecitas
para espantarlos!
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
62
- Ah, lo siento… me había dado cuenta.
- Mira hay tres tipos de personas: los que entienden
esa expresión como un “Ces´t la vie” asumiendo
con diligencia y cierto buen humor las cosas que
ocurren contra nuestras intenciones a deseos. Hay
otra clase de personas que se sirven de ella para
justificar su falta total de iniciativa, y lo justifican y
lo utilizan como una perfecta excusa para su
parálisis total.
- ¿Y los terceros?
- Los terceros son los rebeldes, los valientes, los
que saben diferenciar qué pueden y qué no
pueden cambiar, mejorar o superar. Y van a
intentar cambiar las cosas a las que pueden
enfrentarse.
- Esos me gustan.
- Pues ahí es donde debes ponerte tú.
- Entonces Juan… ¿No hay lo que hay?
- Si, siempre que aceptes tu situación, la analices, la
haces más real que emocional para que no te
afecte tanto y después buscas las formas de
superarla.
- ¿Lo pillas?
- Lo pillo…
Las siguientes horas trascurren entre bromas y
recuerdos de la infancia. Es satisfactorio porque he
acudido a mi hermano buscando ayuda y tal vez
consuelo, pero lo que he encontrado es una de las
claves para entender mi propia vida, y sobre todo
descubrir a mi hermano, mi verdadero hermano.
Sangre como mi sangre, cariño y comprensión.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
63
Sigo tirando piedrecitas al agua discretamente
espantando a los incautos peces, y sin parar de
hablar pasaron varias horas.
Tras comer un bocadillo de exquisito jamón serrano
de Teruel y acompañarlo con unos vasos de vino de
la tierra el cielo va cambiando a gris amenazante.
Es el momento perfecto para iniciar la retirada.
- Alberto, qué vergüenza. No he pescado ni uno. No
has parado de hablar y de tirar piedras al agua.
Así no hay manera.
- Lo siento Juan, je, je… Hay lo que hay.
Y entre risas y el largo paseo hasta el coche se
esfuma el día.
Entrando de nuevo la ciudad observaba la civilización,
otra vez, siempre presente, a veces asfixiante y
siempre estresante. Mi sociedad, porque no tengo
otra, esa que me espera, la que quiero que me vea
triunfar, de nuevo… otra vez.
Plan de Fuga, mayo.
Mi hermano Juan, el tranquilo.
§ Los que te quieren te comprenden mejor.
§ No hace falta huir de la realidad, sólo asumirla.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
64
§ No puedes cambiar el mundo, pero sí
pequeñas y grandes cosas que te rodean y te
afectan.
§ Rebeldes y valientes, los que consiguen
cambiar las cosas. Esos son los que me gustan.
¤¤¤
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
65
6. Volver atrás
Comienzan los calores de verdad. Hay días de junio
que es mejor no salir a la calle en determinadas horas.
El sol ajusticia sin rencor a los que a él se exponen.
Hace semanas que la lluvia, mi compañera preferida,
mi hábitat natural, no aparece ni se le espera. Por eso
me gusta madrugar en junio. La luz mediterránea a la
hora de amanecer es más que única, es mágica.
Pasear a las siete de la mañana, cruzar el parque
donde el rocío potencia el olor a hierba que se
desvanece con las horas es una situación que no se
repite en ningún otro momento del año.
Me preocupa mi lugar en la sociedad, en mi entorno,
en mi mundo. Es una de tantas cosas que he perdido
este tiempo. Antes siempre sabía dónde y cómo estar.
Mi trabajo, mi día a día, y la tranquilidad y seguridad
con la que planteaba mi tiempo de ocio, familia y
amigos, me hacían simplemente estar y estar bien. No
me hacía falta más.
Sin embargo ahora he dado un paso atrás. He perdido
toda capacidad de iniciativa. Simplemente me siento
mal y prefiero estar solo. Cuando no lo estoy me
encuentro juzgado o percibo cierta sensación de
lástima hacia mi. Eso me incomoda tremendamente y
reacciono buscando la soledad o, cuanto menos, la
presencia invisible. Ser transparente, no ser visto, no
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
66
despertar lástima y no dar sensación de debilidad es
ahora mi actitud natural.
La prefiero, pero no es mi estado deseable. Sé que
ese refugio no puede durar toda la vida, y por otro
lado tampoco me facilita mejorar la situación, ni me
ayuda en nada.
Retomar la iniciativa es algo que revolotea estas
últimas mañanas, pero tal vez no sea el mejor
momento.
Antes debería superar muchas cosas, algunas ya
están de camino, otras esperan escondidas en mi
mente, atormentándome pero sabedoras de que
existe ya una lucha entre el tiempo y yo mi mismo
contra ellas, y que es cuestión de tiempo que uno de
los dos gane la batalla. Seré yo.
No estaría mal hacer un repaso de todas ellas. Sé que
ahí están, sólo que intento vivir tan despaldas a ellas,
jugando al despiste con la esperando del olvido.
Escribirlas, analizarlas, saber cuáles de ellas son más
una cuestión irreal e inconsciente y cuales están
instaladas en una realidad caducada.
Albergo miedos, cuestiones pendientes, ilusiones
partidas y, tal vez, no se, algún rencor. Desde luego ni
deseos de venganza, ni guerras por librar, ni gentes a
odiar. No será tan difícil pues iniciar esta tarea de
limpieza y orden sobre los aspectos de mi lado
negativo, el más pesado, el que no me deja avanzar,
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
67
el que me arrastra a la inoperancia, la inactividad… y
la muerte social.
Debo comenzar entonces por el principio, el momento
en el que todo ocurrió. No me quiero volver a fustigar
sobre qué falló tiempo atrás, esa parte ya la he
superado, también he aprendido a ver las cosas
desde otra perspectiva y aceptarlas tal y como están
porque hay lo que hay, pero no es suficiente todavía.
Tengo que tener el suficiente valor para volver sobre
mis pasos, asumir responsabilidades, mirarme de
frente. Lo fácil es evitarme, comportarme como si
nada. Pero esa actitud no cambiará las cosas.
Todo comenzó con aquél inesperado “estás
despedido”. Ese momento ha marcado los últimos
meses de mi vida, y tal vez muchos de los que me
quedan por vivir.
Nunca he querido retroceder hasta ese instante.
Simplemente supuso un cambio radical en mi vida
anterior y en la posterior, pero el momento… no deja
de ser tan solo un instante. Nunca me preguntado
cómo hubiera sido mi vida si aquello no hubiera
ocurrido porque, simplemente, hubiera seguido todo
igual. Volver a él puede ser una solución, tiene que
serlo.
Al volver a casa me he despistado. No sé cuántas
vueltas he debido dar al parque. Lo que es seguro es
que la temperatura ambiental había subido muchos
grados, fácilmente diez y el calor ya hacía mella.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
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68
Llego a casa y ya no está ni Carla ni los niños. Sólo
hay una nota sobre la mesa de la cocina: “Buenos
días cariño, me he llevado a los niños al cole. Hoy es
mi cumpleaños, te invito a comer. ¿Te viene bien a las
2 en La Alquería?”.
¡Oh! Ésta sí que ha sido buena. He olvidado el
cumpleaños de Carla. Cómo lo siento. A qué situación
estoy llegando que soy incapaz de recordar una fecha
así. Menos mal que me casé con un ángel, que me
entiende, me inspira y además me perdona.
Me siento, me vuelvo a lamentar y reacciono enviando
un sms: “Cariño, felicidades, claro q m acordaba. no
m has dado tiempo a felicitarte XD. Allí nos vmos.
Bsos.”
Supongo que Carla no ha caído en que ese
restaurante, al que íbamos mucho antes de que todo
esto pasara, se encuentra muy cerca de mi antiguo
lugar de trabajo. A las dos allí, ¿cómo no me va a
venir bien si no tengo nada que hacer?
Si lo pienso bien me lo ha puesto fácil. ¿Habrá sido
capaz de leer mi mente? Desde luego es capaz de
todo; de eso y de mucho más.
No me lo pienso dos veces y tomo la iniciativa. Hay
que tener un par de… mirar los problemas de frente,
ponerle valor, e ir a por ellos. Vamos.
Calculo el tiempo y me presento en el que durante
dieciséis años fue mi lugar de trabajo, de relación
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
69
social, de estabilidad, de monotonía… tal y como iba
a ser toda mi vida si allí hubiera permanecido.
Es la una de la tarde. Me he preparado física y
psicológicamente para el reencuentro. Mi mejor
americana, mi mejor camisa y una corbata alegre y
bien combinada, al menos eso creo. Me afeito y me
repeino a conciencia.
Subo en el ascensor hasta la planta doce. Me entra
un cosquilleo desde el quinto hasta el final, justo como
si estuviera en una montaña rusa. Es curioso, algo
que había hecho miles de veces hoy me parece algo
nuevo, diferente… el cuerpo no se encuentra cómodo
y el cerebro me está enviando señales de alerta para
que evite la situación y me quede aislado. Ya te
conozco cerebrito, para ti es mejor, para mi no.
Llego, me paro frente a la puerta. Han cambiado la
placa metálica de la entrada por una de metacrilato a
color. Es curioso, me siento extraño en mi propia casa,
pero ya no es mi casa. Y en este momento ni siquiera
soy un invitado. Soy un intruso.
¿Quién estará dentro? ¿Seguirá Carmen, la
recepcionista, la cotilla del despacho? ¿Y Manuel, el
comercial agresivo, el guapo y seductor? Y Julián, el
pelota… ¿Se habrá jubilado? Y Pepa, Juan, Manolo…
Toco al timbre, nadie se acerca y empujo la puerta.
No he advertido que se encuentra entreabierta. El
aspecto interior no es el mismo, hay más luz, ha sido
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
70
reformado eliminando los horrorosos paneles de
separación por cristales semi transparentes.
Fijarme en estos detalles me impide percatarme de
que la secretaria es nueva. Me siento tan raro que no
sé qué decirle, por quién preguntar.
- Buenos días, ¿qué desea?
Me pregunta amablemente. Es joven y se le nota
experimentada. Desde luego es notable que allí
habían cambiado las cosas, y que habían ido a mejor.
- Pues mire yo trabaja aquí hace un tiempo… ¿Está
Pepa?
- ¿Pepa Gil? No, ya no trabaja aquí desde hace
unos meses.
- Vaya… ¿Y Manuel?
- Manuel tampoco, lo siento.
- Pues… ¿Julián?
- ¿Julián Alcocer?
- Sí, sí… ¿está todavía?
- Sí, ¿de parte de ….?
- De Alberto, Alberto Faus.
Me quedo esperando unos minutos. Es curioso, la
cotilla está fuera, el comercial agresivo también, y
Julián… el pelota, el más mayor de todos, sigue aquí.
De repente sale Julián y, emocionado, casi sin
decirme nada, se acerca a mí y me da un abrazo.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
71
- Alberto ,¿cómo estás? Te veo bien, te veo bien, y
eso me alegra ¿qué tal si bajamos a tomar un
café?
- Bien, muy bien, genial. Pero.. ¿no hay nadie más
para…? No, no hay nadie más sólo quedo yo de
los antiguos. Esto ya no es lo que era, ahora te lo
cuento todo…. ¡Cuánto me alegro de verte!
- Cuando llegamos a la cafetería pedí una coca cola
y Julián una cerveza. Lo vi bien, más mayor,
contento de verme.
- Dime Julián ¿qué pasó después de que me
despidieran?
- Fuiste el primero, después fueron cayendo los
demás. La facturación estaba cayendo, cada vez
menos clientes. El gerente y el director de Madrid
fueron tomando decisiones erróneas una tras otra.
Así la empresa fue perdiendo valor hasta que fue
vendida a un grupo inversor, que mantuvo el
nombre y la actividad, y su propia cartera de
clientes y empresas del grupo ahora estamos más
saneados.
- Entonces, ¿sólo quedas tú?
- Sí, ha sido muy descorazonador ver cómo uno tras
otro iban siendo despedidos, pensando que cada
día que entraba podía ser mi último día.
- ¿Y por qué tú?
- Muy sencillo, soy el más mayor, me jubilo en un
año y así no tienen que pagarme el despido.
Además necesitaban a alguien que mantuviera la
continuidad anterior, los clientes y todo eso.
- Ya entiendo, vaya tela…
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
72
- ¿Y qué ha sido de ellos?
- Pepa se quedó en casa, con el despido y la
prestación del desempleo aguantará mientras
pueda, y se dedica a sus nietos. Del resto no sé
apenas nada, salvo de Manuel, que se fue a
trabajar a la competencia y David que oí la pasada
semana que buscaba trabajo.
- David… no me acordaba de él, ¿no tenía dos
niños pequeños?
- Sí, ya ves, y su mujer sin trabajo. Es que su mujer
y mi hija son amigas y me cuenta cómo les va.
Pero se está moviendo, buscando trabajo, y por lo
que oigo tiene algunas ofertas.
- Qué suerte.
- ¿Suerte? No es suerte, no. Todas las semanas
está arriba y abajo buscando trabajo, entrevistas,
presentando proyectos. No para.
- ¡Pero si no hay trabajo!
- No digas eso, no es así. Hay poco pero hay. Por
ejemplo yo me jubilo, alguien podría ocupar mi
lugar. Aquí se ha contratado gente nueva… el que
se mueve tiene más posibilidades de encontrarlo.
Termina puntual el repaso de la actualidad con Julián.
Hemos hablado de los tiempos pasados, de los
buenos momentos, hemos hecho un repaso a todos
los compañeros, ha estado bien.
Lo dejamos con un abrazo, y salgo andando sin
rumbo durante unos minutos, repasando la
conversación, las sensaciones…
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
73
Pero sobre todo me retumban las palabras de Julián
“para el que se mueve”. ¿Me ha insinuado que no me
muevo? Bueno, si es así probablemente tiene razón,
¿a quién voy a engañar?
¡Uf!, se hace la hora, ¡y no he comprado nada! Sin
pensármelo dos veces emprendo la carrera hacia la
floristería de la plaza de San Juan.
- ¡Doce rosas por favor!
Acudo veloz al punto de encuentro con Carla. Llego,
entro, la busco. Allí estaba ella, esperando, en la
puerta.
- Hola cariño. Feliz cumpleaños. No me había
olvidado. Y disculpa los 10 minutos de retraso.
- Calla tonto, qué bonitas son, qué bien huelen.
Gracias. Te quiero… Mírame a los ojos y bésame,
he dicho que te quiero.
No me la merezco. Qué haría yo sin ella a mi lado,
silenciosa, manteniendo las distancias, pero
observando, apoyando, comprendiendo… y sobre
todo discreta. Es todo justo lo que necesito.
- Venga, entremos, tengo un hambre que me
desmayo.
- Vamos, me muero por una copa de vino a tu lado.
Pedimos de comer un arroz caldoso, el favorito de ella.
El aire acondicionado está a tope.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
74
Por un momento estaba volviendo atrás. Cuando todo
era normal, tranquilo, ilusionante.
Hablamos, conversamos. Le comento mis progresos,
las conversaciones de los últimos meses. Creo que le
estoy dando la sensación de tener piezas sueltas que
podían ir cuadrando.
Carla sabe bien que necesito encontrar las respuestas
yo solo. Nunca me dijo de recurrir a un psicólogo. Me
conoce y sabe que soy tan tozudo que no me daría
por comprendido.
Pensara o no que eso era un error, supongo que tiene
activado un plan b, expectante a mis progresos y
vigilante a las consecuencias de dar o no dar con la
llave de la puerta de salida.
Me escucha, le duelo. Hace todo lo que puede, más
no le puedo pedir.
Empiezan a cuadrar las cosas, como en un puzle
cuyas piezas ya conozco, y que no sabía que podían
encajar.
Plan de Fuga, junio.
Julián, el que nunca arriesgó pero dice que hay que
moverse.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
75
§ Tengo que afrontar mis miedos, los momentos
del pasado. De nada sirve ocultarlos. Siempre
están ahí.
§ Hay que moverse, cambiar, evolucionar.
Quedarse anclado es muerte segura.
§ Nunca hay que olvidar los detalles con las
personas que te quieren.
¤¤¤
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
76
7. La estrella polar
La noche de viernes se cuela por mi ventana con un
extraño aroma. Una mezcla de olores fuertes y
naturales vuela al ritmo del cantar de las cigarras. Las
suaves ráfagas de ese aire aromático cambian
extrañamente de temperatura y de dirección
revoloteando a mi alrededor.
Estoy asomado a la ventana de mi pequeña
habitación, mi cueva, mi refugio, mi hogar desde hace
ya tiempo, demasiado tiempo.
Las copas de los árboles de allí abajo se mueven
como agitadas por algo o por alguien. Un juego de
luces y de sombras, con ligeros movimientos da vida
a ese clásico cuadro, tan recurrente en los libros de
historias y poemas.
Hoy tampoco tengo sueño, ni siquiera ganas de
dormir. Todo lo vivido y todo lo experimentado en los
últimos meses revolotea en mi cabeza, casi
haciéndome perder el sentido cuando intento
ordenarlo, comprenderlo, darle sentido. Tampoco
quiero ahora pensar en ello.
Mi refugio, mis problemas, mis historias, las personas
que aún me quieren y todas aquellas que he perdido,
de las que me he alejado, o que me han olvidado…
seguramente con motivo.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
77
El mes de julio siempre ha provocado en mi esa
traicionera sensación. Para qué nos vamos a engañar,
nunca me ha gustado el verano. Es lo que tiene ser
tan previsible, tan premeditado… el cambio de horario,
las vacaciones y todo lo que conlleva el estío. Tal vez
porque nunca he llegado encontrar la necesidad de
evadirme, o porque nunca he llegado a sentir que
merecía ese descanso. Al fin y al cabo, ¿he hecho
algo en mi vida que merezca ese premio?
Abajo sigue la noche en su sosiego. Bajo la farola un
gato llega y, sabiéndose dominante de su pequeño
territorio, se sienta observador. Cruza su mirada con
la mía y, al tiempo que sus ojos adquieren un brillo
desafiante, me siento por él observado, juzgado.
Al cabo de unos minutos se levanta y continúa su
ronda nocturna, con un cierto desaire y una sutil falta
de respeto hacia mi, como manifestando su autoridad
sobre el entorno.
Vuelvo atrás, sondeo y busco música nostálgica. Creo
que busco sentirme mal, disfrutar de mi desgracia,
revolcarme sobre ella, disfrutar de mis dudas… me
acuerdo de Fran y su discurso sobre música y
estados de ánimo.
- Lo siento Fran, te entiendo y lo sabes, pero esta
noche no.
Rebusco entre mi montaña de cds y allí aparece Elliot
Smith. Un curioso tipo; escritor, poeta, cantante, con
un estilo muy personal, simple, distante y profundo.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
78
Cuando llegó el éxito no pudo soportarlo y, tras una
vida envuelta en alcohol y química prohibida, decidió
clavarse un cuchillo en el pecho dos veces.
Y así quedó él, como certificando ese final que
aventuraban sus letras de desencanto, desesperanza
y depresión. Con su trágico final ponía un punto de
coherencia a su camino. Un destino irremediable.
Sus primeros acordes me afectan y me llevan al
pasado, a la niñez, a los tiempos en que todo parecía
eterno y no existía el cambio, sólo para crecer,
disfrutar, aprender, vivir. Es la melancolía, lo que no
debía hacer.
Abro entonces la puerta del armario que, año tras año,
albergaba sin orden todo lo que pudiera almacena; los
viejos vinilos se entremezclan con álbumes de fotos
de mi niñez, de mi adolescencia, almacenando
recuerdos amontonados, abandonados… media vida
en fotos hasta que la maldita fotografía digital
apareció para cambiar el significado del recuerdo, con
esas miles de fotos almacenadas en dispositivos que
seguramente nunca más verás.
Ahí también encuentro mi libreta de poemas, esos
que un día empecé y pronto olvidé. Allí seguían,
aguardando una nueva oportunidad. Esa promesa
que me hice y que, como tantas, quedaron ancladas
en el charco del tiempo. Y las carpetas de gomas, con
todos los recortes que un día fueron importantes para
mí, y que nunca volví para abrir. Allí estaba todo.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
79
Despejo mi mesa y enciendo el flexo, mientras me
invade un olor a azahar que sin duda proviene de
algún balcón vecino, y que me transporta a la casa de
campo que, entre las montañas de Castellón,
disfrutábamos en familia, cuando el mes de julio no
era maldito para mí.
Comienzo entonces a sacar, uno tras otros, los
álbumes de fotos, amontonándolos, imposibles de
identificar a primera vista. Resulta para mí algo
sorprendente esa reacción, no entiendo cómo, casi
absorto, emplea la energía de una repentina ansiedad
en volver tan atrás en mi vida.
Consigo tenerlo allí, en tres montones, y ahora sí,
ordenados por etapas, toda mi vida, mi pasado,
buenos tiempos que guardaba con cariño hasta
olvidarlos y que ahora, al rescatarlos, ponía bajo
sospecha. Busco en ellos alguna culpabilidad, algún
error, ese momento en que me equivoqué.
Comienzo con fotografías de mis padres, color sepia,
algunas arrugadas y con los bordes blancos. Eran
jóvenes amantes, reflejados en esas miradas mezcla
de amor, respeto y castidad. Después su boda y el
viaje a Canarias, y mi bautizo, con mis hermanos de
protagonistas asomándose a la pila bautismal con
curiosidad mientras mi abuela se agacha para
llamarles la atención.
Allí quedó inmortalizado ese momento que tanto nos
hizo reír de pequeños, mientras yo lloraba con el agua
sobre mi calva cabeza. Mi infancia, los paseos por
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
80
aquel parque donde vivíamos a las afueras de la
ciudad. Todo estático, todo en blanco y negro.
- Vaya, vaya, Alberto, parecías tan feliz. ¿Te
acuerdas de algo? ¿Qué sentías entonces?
Me sorprendo hablando solo. Me gusta, me dejo llevar.
Podría ser una buena forma de buscar respuestas, de
hacerme nuevas preguntas.
Sigo pasando los álbumes, uno tras otro, mis 15 años,
indolente y aventurero, las acampadas de verano, los
primeros besos. Esas noches de canción, guitarra y
hoguera.
- Todo parece normal, incluso bueno ¿Te sentías
bien? ¿Qué pensarías si por un momento fueras
capaz de adivinar dónde has llegado?
Después el noviazgo, las primeras fotos de mi querida
Carla, los días de playa, las fiestas, los amigos.
Teníamos 17 años, y toda la ilusión del mundo aún
visible en nuestra mirada.
- Y dime otra vez Alberto, ¿qué pasó? Nada parece
dar indicios de mi maldito destino. No encuentro
dónde me equivoqué, en qué momento erré mi
decisión.
- Dime, ¿hice algo que justifique mi suerte?
Háblame Alberto, háblame, mírame. Estoy aquí,
contigo, conmigo. Me siento tan solo, tan
perdido….
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
81
Continúo pasando las hojas, cambiando de montones,
volviendo a desordenarlo todo. Llego hasta al día de
mi boda. Allí estaba Carla, blanca, pura y radiante.
Con sus ojos esmeralda, sensata y tranquila. Mi
compañera fiel, inseparable.
- Carla, tanto daño te estoy haciendo… y ni siquiera
me lo reprochas. Carla dime, ¿no me culpas tú de
nada? Dime algo… y perdóname. Sobre todo
perdóname.
Me pierdo acariciando su foto, y llorando. En la calle
el gato maúlla, como respondiendo a mi sollozo. He
regresado, tal vez escuchaba mi voz y volvió, como
disculpando su desdén anterior. Me asomo y allí está,
sentado en el mismo lugar, con el reflejo de la luz de
nuevo en su mirada, observándome y maullando
como respondiendo a mis dudas. Le hablo.
- Cuéntame… ¿Qué intentas decirme? ¿En qué
puedes ayudarme ahora? ¿Porqué vuelves a mi
ventana, ante un fracasado como yo, que ni
siquiera se atreve a dormir?
Me quedo atontado. Primero hablo sólo, conmigo
mismo, y después con un gato… algo no va bien, otra
vez.
Pero la noche aún está dispuesta a darme algo más.
Tras mantener durante varios minutos la mirada fija
entre él y yo, el gato se marcha, como dejándome
solo de nuevo, haciéndome ver que no tiene las
respuestas, que no entiende mis preguntas.
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
82
Entonces vuelve a soplar el aire, esta vez una
corriente suave y fresca, dejando la luna al
descubierto, no sé si menguante o creciente, pero las
tenues nubes que blanquean el cielo y oscurecen la
noche se van disipando, dando paso a un cielo limpio,
despejado, estrellado, precioso y evocador.
Retengo allí la mirada y recuerdo las noches, muchas
de ellas, cuando adolescente miraba al cielo
buscando mi destino, sonriendo, curioso y expectante.
Y allí seguía, firme y orgullosa, la mayor estrella de
todas, la más grande, la más luminosa, la estrella
polar. Guía de caminantes y navegantes, de
peregrinos y de aventureros. Allí había estado
siempre y allí seguirá, pero yo había dejado de mirarla
hace ya muchos años.
Me quedo de nuevo absorto, evadido, pero no inmóvil.
Vuelo hasta ella para darme cuenta de que allí está,
allí sigue, el secreto de mi existencia, y por tanto
muchas respuestas. La luz que ilumina el camino, un
camino sin final, un rumbo eterno.
Esta noche de julio, mi detestado mes de julio, entre
música nostálgica, viejas fotos, un gato que me
miraba y un cielo estrellado, esa noche de julio ya no
es una noche más.
Esta noche, yo solo, lo he entendido casi todo. Perdí
mi sueño, quedó enterrado en algún momento años
atrás. Quizás ya nunca sabría dónde, ni siquiera hoy,
aunque lo encontrara, tendría ya significado para mi,
Pablo	
  Adán	
   Plan	
  de	
  Fuga	
  
83
no creo que valiera la pena buscarlo, y mucho menos
desenterrarlo.
He retrocedido en mi vida, pero ya no quiero ser el
mismo que era. Debo descubrir el motivo que tiene
que dar sentido a mi vida: tengo que saber cuál es mi
estrella polar, y comenzar a caminar cuanto antes.
Plan de Fuga, julio.
Conversaciones conmigo mismo.
• Perdí mi sueño, o lo olvidé.
• Rebuscando entre recuerdos he vuelto a tocar
fondo, pero ha valido la pena.
• Buscando qué perdí, he descubierto que sin un
sueño nuevo, un motivo, no hay forma de
escapar.
• Una vez descubierto ese motivo, hay que
emprender un nuevo camino.
• Hay una estrella polar que guía tu camino.
¤¤¤
Libro Plan de Fugas, sal de ti mismo
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Libro Plan de Fugas, sal de ti mismo

  • 1. Una historia de superación Pablo Adán Sal de ti mismo Plan de Fuga
  • 2.
  • 3. Una historia de superación Pablo Adán Sal de ti mismo Plan de Fuga
  • 4. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   2 PLAN DE FUGA Sal de ti mismo Autor: Pablo Adán Micó © Edición: EDICIONES B12 ISBN:0000-00-0000-00-0 Depósito Legal: v-0000-2016 Primera Edición: febrero 2016 Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública, y transformación de esta obra sin contar con la autorización del titular de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de un delito contra la propiedad intelectual (artículos 270 y ss. Del Código Penal) www.pabloadan.es
  • 5. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   3 Prólogo En un momento en el que muchos andan a la caza de una kimera, en un corre-corre que persigue la felicidad pero aleja la realidad, da gusto leer un Plan de Fuga que busca el encuentro con uno mismo en la relación con otros seres humanos, en la búsqueda de otros puntos de vista, en la escucha y en la aceptación de la propia vulnerabilidad. El libro muestra cómo de las crisis no se sale sino que más bien se renace; la evolución del personaje, un joven de mediana edad, prototipo de ser humano cuyas expectativas construyó con las ideas que alguien, con mucho amor, le vendió y se creyó, ideas que cuesta dejar atrás, que te persiguen chillando y arrastrándose como zombis. Y si uno llega a ese lugar soñado, se encuentra con los pies de barro, una figura inestable que se derrite al no tener un soporte sólido, sin ideales, lejos de su naturaleza, perdiendo o “aligerando” su relación con los demás, y llegado a ese punto ¿qué le queda? ¿El último iPhone o una nueva derrota? Esa que sigue a cualquier acción cuando esperamos de ella un milagro. Cuando conocí a Pablo, le vi seguro, profesional, amable, pero el segundo día, en una charla, en la que mostró (o se le escapó) su parte más vulnerable, descubrí el ser humano entrañable que le daba contraste a su figura, que dejaba huella.
  • 6. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   4 Y creo que desde ahí propone al lector este viaje: el del reconocimiento y la escucha, en compañía de esos seres que nos miran con afecto y se atreven a hablar con claridad, el que requiere de un pequeño paso cada vez, un fiel reflejo de lo que es la vida al fin y al cabo. Bon voyage! Natalia Gómez del Pozuelo
  • 7. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   5 Presentación Plan de Fuga es un libro de autoayuda y superación. Su protagonista Alberto es una persona entrada en la cuarentena que, sumergido en el mundo de la desesperación tras quedarse sin empleo, entabla conversaciones con diferentes personas de su entorno y en diferentes escenarios buscando una salida a su amargura. De mayor a menor, tanto por edad como por sabiduría, pasa capítulo tras capítulo por una serie de personajes que, cada uno es un peldaño diferente, van ayudando a Alberto a descubrir el camino de la superación. En paralelo a la historia el tiempo transcurre ante él, decorando diferentes estados de ánimo en función de cada uno de los doce meses que discurren desde el principio de la historia hasta su final con los detalles invernales, la primera o el cálido verano, la lluvia, los días nublados van ayudando a comprender sus sensaciones y también el propio crecimiento de la historia y del personaje. Cada paso, cada mes, cada persona que uno tras otro hacen su aparición en la vida de Alberto suponen para él una barrera superada y así, desde los principios fundamentales de su propia situación (cómo he llegado hasta aquí, en qué debo creer) va encontrando cada vez respuestas más reales y empíricas de forma que todo a su alrededor va tomando sentido
  • 8. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   6 El libro nos ayuda a conocer cómo funciona la aceptación del fracaso, el optimismo y la superación, la dependencia de nuestros estados de ánimo, la importancia de escuchar y la necesidad de estar activo, de intentar buscar las salidas más adecuadas a tu situación. Es una valoración también de la importancia de la proactividad y la iniciativa, porque los problemas no se solucionan solos, ni siquiera intentando evitarlos u olvidarlos, sino manteniendo un espíritu de mantener iniciativas y de solventar los problemas asumiéndoles y atacándolos frontalmente. Confío en que disfrutes leyéndolo, y pueda servirte de ayuda Un saludo @PabloAdanMico Gracias Natalia por haber creído en esta forma de comunicarme, y en mi.
  • 9. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   7 A mi mujer Roselvi, y a mis hijos Paula y Sergio, que tanto me sufren y a quienes dedico todo en mi vida con mayor o menor fortuna.
  • 10. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   8 Índice 1. Qué hice mal, qué hice bien. 10 2. ¿en qué hemos de creer? 19 3. Ir a más. 29 4. Lo que lees, lo que escuchas. 40 5. Hay lo que hay. 52 6. Volver atrás. 65 7. La estrella polar. 76 8. Gente corriente. 84 9. Amar, sentir. 91 10. Lo que me estoy perdiendo. 99 11. Algo inexplicable. 105 12. No es el final, sino el principio. 112
  • 11. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   9 Estimado Sr. Don Alberto Faus Moreno, lamentamos comunicarle que a partir de la fecha de hoy la empresa prescindirá de sus servicios. Lamentamos la situación, pero los ajustes de personal motivados por la actual crisis económica no nos dejan otra elección. Queremos agradecerle sinceramente los 16 años que ha dedicado a nuestra empresa, y les ofrecemos toda nuestra ayuda para poder asesorarle en la gestión de los trámites para el cobro del desempleo y la indemnización a la cual tiene usted de derecho. Pondremos a su disposición, si así lo solicita, un despacho de expertos para ayudarle a buscar un nuevo empleo. En Madrid, a 14 de marzo de 2013 Atentamente Julio Montilla Ridruejo. Director de Personal.
  • 12. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   10 1. Qué hice mal, qué hice bien Empieza el mes de enero, y con él los fríos, los miedos y las inseguridades. Un aire gélido entra en mi cuarto por las rendijas de la ventana, a ver si un día de estos las arreglo. La caldera funciona a todo gas combatiendo desde dentro las inclemencias del invierno que se empeña en hacerme tiritar hasta el alma misma. No hay defensa posible contra él, pues la energía interior, esa que hace que te muevas con ganas, que no sientas el frío y que la lluvia suponga un aderezo en vez de un inconveniente, hace tiempo que dejó de calentarme desde dentro. Todo un año por delante asusta. Antes ilusionaba, recuerdo los años de retos y de alegrías, pero desde hace un tiempo cada nuevo hace esta maldita carrera más larga y sufrida; doce meses… otra eternidad. Comienzo a tener la conciencia infectada; de que esto ya no tiene sentido, de que no llegaré, de que me canso demasiado. Yo no nací para correr, nadie me educó para esto y en ninguna escuela estudié cómo cargar con esta fatiga, y seguir andando. Estoy abatido, o peor aún, no sé siquiera si realmente estoy. Ha sido un año muy duro, un año más. Llevo más de tres pensando que éste será el último pero ese final nunca llega, la agonía se recrea y parece que disfruta taladrando mis esperanzas. He perdido la sonrisa,
  • 13. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   11 tengo baja la mirada y encogidos los hombros. Mi entrecejo lleva el código de barras tatuado, no se va, no hay manera. Alguien me tendría que haber avisado de que la vida era mucho más dura de lo que podía imaginar, y los sufrimientos pasan lentos, como disfrutando en mi tormento, regodeándose en cuerpo vencido… Siempre fui hacia arriba, poco a poco pero con seguridad. Sabía que podrían llegar los malos momentos pero también pensaba que podría superarlos. Hace frío y duermo mal. Busco y no encuentro porqué he llegado a esta situación. Cuando era niño creía que las cosas malas eran para los demás, nunca pensé que nada malo me pasaría, mi padre estaba ahí para protegerme. Ahora no soy capaz de proteger a mi familia, y no hay nada peor que eso para un padre. Sería capaz de cualquier cosa por ellos, por malo que pareciera a lo ojos de esta sociedad que no ve por más que mira. Lo que fuera… Las noches son muy largas, y si no fuera por el silbido del aire el silencio mataría mi descanso. Debo descansar, debo dormir. Mis hijos necesitan verme como si nada pasara, pero cada vez que suena el despertador de al lado el pulso se me acelera; hoy tampoco será el día. Me quedaría aquí inerte, caliente, esperando el final, deseando que llegue. No tengo valor ni para eso.
  • 14. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   12 Repaso entonces lo vivido. Como si del último aliento se tratara discurren ante mí una tras otra las decisiones más importantes que he tomado en mi vida; el día que cambié de colegio, mi primer beso, mi primer amor. Mis amigos, a cuáles elegí y quiénes me han aportado algo positivo en mi vida, o yo a ellos. La carrera que finalmente estudié, el primer trabajo que acepté. Mi novia, con quién me casé. Mis hijos, cuántos y por qué, mi casa, mi hipoteca, el trabajo del que me despedí, aquella fatídica inversión o aquella oportunidad que dejé escapar. Una tras otra se proyectan en blanco y negro sobre mi frente como esperando a que certifique si fueron o no las decisiones acertadas ¿Porqué esta maldición? - Dime papá ¿cuándo puede esto terminar? Tú sabes más que yo, tienes una perspectiva de la vida serena y cautelosa. Tú me criaste y me educaste, tú has visto crecer este mundo, observándome. Tú podías haber previsto que esto pasaría ¿me lo dijiste alguna vez? ¿Tal vez no te hice caso? Dime papá, necesito que me digas, necesito saber que estás, que me ayudarás, que no me dejarás caer, que me recogerás si caigo. Que no vas a envejecer aún. - Cómo ha cambiado el mundo, debía ser yo quien guardara tu ocaso y aquí me tienes, llorando a tu regazo, incapaz de sostenerme, desesperado y perdido. Deseando estar solo para poder desaparecer, para no molestar.
  • 15. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   13 - Hijo mío, el problema no es cómo está el mundo ni tu alrededor, sino cómo estás tú. Y desde luego ahora mismo estás muy mal. Yo nunca te dije que esto era fácil; más bien tú y tu sociedad que tanto has disfrutado habéis pensado que esto funcionaría solo. - Y sí, te lo avisé, esto no podía acabar bien. Tú no eres culpable, pero sí responsable. Tantas veces callé como veces veía las decisiones que tomabas. Yo no tuve oportunidad de decidir y mucho menos de equivocarme, yo… - Papá, no vuelvas con eso de que mi generación lo ha tenido todo fácil y vosotros habéis vivido una posguerra y todo eso… sé lo duro que debió ser, o al menos puedo imaginármelo. Pero nada de eso sirve ahora, no es lo mismo… no sé si me entiendes. Mi padre suspira mirándome a los ojos, mientras se reclina en su mecedora, se cruza las manos y se balancea mirando por la ventana como pretendiendo buscar calma. Sabe lo importante que es ahora no contradecirme. Necesito luz pero no confusión, él lo sabe porque, a pesar de ahora le parezco casi un desconocido, soy su hijo. - Claro, vale, no te lo digo, pero entonces no entenderás nada. No sólo has pretendido vivir el hoy, sino que has pretendido vivir el mañana por adelantado. Las prisas pasan factura. Ya no existe el sacrificio ni la cordura. Me gustaría ayudarte
  • 16. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   14 pero no puedo hacer mucho más por ti, salvo conversar… Su serenidad y aplomo nunca me han dejado de sorprender. Sé que le cuesta comprenderme y sé que necesita ayudarme. - Conversar, que no es poco papá. Últimamente no paro de preguntarme qué error cometí, dónde estuvo aquél momento en el elegí pares cuando debí elegir nones o entrar en vez de salir. ¿Sabes?, me martiriza y en el fondo pienso que no es ese el problema, pero me persigue y me acecha impidiendo mi descanso. - No te pongas así. No te das cuenta de la cantidad de energía que pierdes cuestionándote sobre qué hiciste bien o qué hiciste mal. La única realidad es que estás donde estás y que debes ser lo suficientemente maduro para aceptar las consecuencias de las decisiones tomadas. - Papá, parece fácil pero es muy duro. Hablas de las consecuencias; vale, es un punto de partida. Quizás si dejo de mirar atrás pueda alzar la vista y, hasta que pueda volver a mirar de frente al horizonte, al menos pueda mirarme en un espejo. Papá hace un gesto interno de satisfacción. He pasado muchas horas de mi infancia observando de reojo sus escasas reacciones gestuales mientras él escuchaba a mi madre o leía, ajeno. Creo que siempre he sabido adivinar lo que piensa, pero ahora
  • 17. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   15 mismo me cuesta. Yo estoy en plena depresión y él está confuso. Es una situación nueva para ambos. - Eso es, parece un buen comienzo. Aunque no te lo creas acabas de dar un gran paso adelante. Todo lo que somos, y también lo que no somos, es fruto de las decisiones que hemos tomado en nuestra vida. Unas veces habrán sido acertadas y otras habrán sido equivocadas, pero no debes caer en el error de valorarlas en el presente y de forma individual. Cuando tomas una decisión lo haces en un contexto muy determinado y con unos condicionantes que están en ese mismo momento y no se volverán a dar nunca más. Cuestionar en un momento de tu vida una por una todas tus decisiones es una pérdida de tiempo y un generador de inseguridad demoledor, en especial en los momentos que más débiles nos sentimos. Forman parte de esa espiral de hundimiento de la que cuesta tanto salir y que se retroalimenta hasta herir de muerte tu cordura. Reconozco que no es exactamente un avance porque aún no tengo motivos para transformar mi inquietud en ilusión, pero desde luego es un punto de anclaje muy potente para poder salir de esta curva, de mi refugio mental, del pozo de mi vida. Miro el reloj, un modelo crono al que le tengo especial aprecio, recuerdo de épocas felices con la correa algo gastada, la tendré que cambiar un día de éstos. Me
  • 18. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   16 recuerda con precisión que es la hora de recoger a los niños del colegio. Hago ademán de levantarme esforzando mi maltrecha espalda, me hago mayor. Me acompaña a la puerta atravesando el largo pasillo. Al fondo mi madre cose, sufriendo por mí en su silencio. Al oírnos hablar de cerca se levanta para despedirme. Me da un beso en la frente, como se le da a los ancianos y a los enfermos. Es un beso de madre a hijo, un beso de ternura y preocupación. No me dice nada, el brillo de sus ojos delata su silencio. Me quiere, sabe lo que me ocurre y le duele no poder hacer nada por mi. O prefiere dejarme aire. Con la puerta abierta, mientras sube el ascensor, me dirige sus últimas palabras del día. - Hijo, el refranero español es sabio y tiene un recurso para cada situación: Agua pasada no mueve molinos. No pierdas tiempo y energías mirando a tu pasado. Asume que lo hecho, hecho está y ya nada lo podrá cambiar. Lo que sí que podrás cambiar es la forma de asumirlo y de superarlo. - Aprende de lo hecho y madura, intenta identificar los errores sólo para no volver a repetirlos y sobre todo se valiente para sumirlos. - La vida aún tiene que exigirte mucho esfuerzo, tanto para levantarte ahora como para volver a hacerlo si vuelves a caer, así que adelante. Te quiero.
  • 19. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   17 Mi madre, siempre tan callada, tan comedida, y tan acertada. Un abrazo y un beso terminan con la conversación, salgo del patio y encaro el final de la calle para subir al coche. Mientras me subo la cremallera del abrigo pienso en mis padres, en todo lo que han sufrido en casi ochenta años de vida y en lo injusto que es que ahora estén sufriendo por mí. No es lógico, no debería ser así. Me cruzo con gente e intento calar sus estados de ánimo. ¿Es visible cómo me siento? ¿Habrá otros tan mal como yo? Un padre lleva de la mano a un niño pequeño, ríe y juega con él estirándole de la bufanda, pisando los charcos que la lluvia de esta mañana ha dejado junto a un árbol, parecen felices ¿Por qué él sí y yo no? Cuánto tiempo hace que no río, ya ni me acuerdo. Vuelvo a pensar en mis padres y en lo que hemos hablado. Es un buen motivo para sacar el lado positivo de este profundo y conmovedor encuentro; superar el pasado, mirar al futuro de frente, asumir con valentía la situación. Es necesario cambiar de chip, al menos lo he comprendido. Voy a por mis hijos y no me pueden ver así. No tienen culpa de nada y ahora mismo necesitan de mí, casi tanto como yo a mis padres. Es fácil decirlo pero muy complicado asumirlo y mantener una actitud en consecuencia. Necesito
  • 20. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   18 tiempo, necesito espacio. Tengo ambas cosas pero no se aprovecharlas. Llego a casa. Siento que algo empieza, algo que me puede iluminar el camino. No estoy seguro pero necesito agarrarme a una tabla que me mantenga a flote, porque no puedo seguir así. Y si no puedo hacerlo sólo buscaré a las personas que me ayuden. Es momento de abrir una agenda. La llamaré Plan de Fuga. Un nuevo plan, me gusta. Un plan, un trayecto un camino. Sé que el principio es hoy pero aún no sé ni dónde voy no cuándo llegaré. Bueno, supongo que por algo hay que empezar. Volvemos a la agenda: Plan de Fuga, enero. Mis padres, mi primera referencia. • El problema no es mi alrededor ni las consecuencias ni el entorno. Soy yo mismo. • Pierdo mucha energía cuestionándome qué hice bien o qué hice mal. Estoy donde estoy, y eso ya no puede cambiar. • Cuestionar las decisiones que he tomado y cómo han resultado es una pérdida de tiempo y un generador de inseguridad y de miedos. • La vida aún tiene que exigirme mucho esfuerzo, así que debo seguir adelante. ¤¤¤
  • 21. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   19 2. ¿En qué hemos de creer? Febrero es un mes insulso, un enclave climático que mezcla caprichosamente los acontecimientos meteorológicos. Igual silba el viento que discurre silenciosamente la calma. Un cruce anárquico de nubes y claros que al menos a mí me descentra con demasiada frecuencia, y eso no me gusta. Además, febrero es el mes que define un año bisiesto. ¿Porqué el segundo mes del año tiene 28 días? Es un tiempo de desorden general donde el estado de ánimo se ve alterado con altibajos tanto por el clima como con esa contraposición del amor de San Valentín con la irreverencia de los Carnavales de medio mundo, donde antiguamente el pueblo llano vengaba sus escasos motivos de alegría con unos días de alcohol y desenfreno, para volver tras la resaca a la cruda realidad de la pobreza y el sometimiento. Los días son más largos pero al menos más luminosos, lo que limita el horario de tristeza y recogimiento. En ese sentido febrero me echa una mano que debería aprovechar. Supongo que cada mes es una estación en el tren de la vida. Cada año un destino, cada mes una parada. Visto así la vida te obliga a caminar. El tiempo como magnitud física mueve las cosas, y como si fuese una escalera mecánica, a ti con ellas aunque estés quieto. Todo se mueve y tú también, aunque no quieras.
  • 22. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   20 Hoy ha amanecido claro y el día se apaga oscureciendo antes de hora, y voy a ver a mi viejo amigo Toni a su tienda de antigüedades. Es una de esas personas que siempre he envidiado y desde hacía muchos años me preguntaba cuál era su secreto, porqué todo le había salido bien. Lo conocí durante los años de escuela. No destacaba por nada en especial y por una de esas fórmulas que el destino sólo revela a determinadas personas, encontró pronto su punto de equilibrio que le llevó a la feliz decisión de no vivir para trabajar, sino al revés. Desde entonces su vida ha transcurrido entre viajes y aventuras por los rincones más rebuscados del globo en busca de algo nuevo que contar. Una especie de Indiana Jones que fuma en pipa y disfruta limpiando la plata de sus últimas compras en Asia o leyendo con sumo cuidado facsímiles incunables de contenido teológico y filosófico, su gran afición. Con Toni había pasado tardes infinitas debatiendo sobre lo divino y lo humano, como si la vida estuviera aún por escribir, y sin importarnos si lo que decíamos tenía o no sentido. Al llegar hasta el escaparate de su refugio en el caso antiguo de la ciudad me acerco y observo a través del cristal, haciendo un pequeño agujero con la punta de los dedos sobre el vaho que la humedad había dejado en su ventana.
  • 23. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   21 Allí está él, limpiando con un cepillo unos libros muy antiguos, soplando con exquisito cuidado el polvo que habían acumulado tras varios años descansando en algún altillo de cualquier ciudad del mundo. Al sentirse observado afina la vista hasta que me reconoce. - ¿Alberto? ¡Alberto, pasa, cuánto tiempo! Entré trazando una forzada sonrisa y nos abrazamos durante unos segundos. Hace tiempo que me siento muy sensible a todo. Cualquier pequeña situación que albergue cierta emotividad supone para mí un trago de saliva y un momento de flojera que querría evitar. Tengo que contener cada momento de emoción que, por pequeño que sea, me saca unas lágrimas sin mi permiso. Con Toni el aprecio era mutuo y solíamos vernos regularmente. Hacía ya meses que no me apetecía demasiado ver a gente, ni amigos ni familiares a los que tener que dar explicaciones de cómo estoy o a dónde voy. Con él nunca me he sentido mal, todo lo contrario. Era de las pocas personas que echaba de menos y que, a pesar de todo, no sentía tan lejano a mí. - Vamos, quédate un rato, cierro y charlamos. Tengo un whisky irlandés que guardaba para
  • 24. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   22 estrenarlo con alguien especial, pero sin hielo ¿ok? - De acuerdo Alberto, cualquiera discute contigo de cómo tomar un whisky. Me sentará bien. - Toni, hacía tiempo que no te veía, tienes buena cara ¿qué tal te va? - Alberto sigues mintiendo igual de mal que siempre, estoy jodido y no puedo evitar que se note. Sabes que soy como un libro abierto. No tengo buena cara. El sonido del whisky cayendo sobre el vaso rompe el instante de la nada. No sé porqué me dice eso, me conoce bien y nunca hemos tenido secretos, no hace falta ese capote, no he venido para disimular nada. He venido porque necesitaba alguien de confianza, con quien hablar de filosofía y de razón, de ángeles y demonios, de héroes y villanos. - Tienes razón Alberto, parezco un capullo. Te veo mal, realmente fatal ¿Qué va mal? ¿Qué ocurre en tu pequeña cabezota? Tal vez esa es la frase que esperaba o que necesito escuchar. Tal vez he venido hasta aquí a esperar esa pregunta aunque a veces creo que es mejor no escucharla. Tal vez sólo acepto esa pregunta de Toni y de nadie más sin necesidad de sentirme mal. - Toni, no sé por dónde empezar ni por dónde terminar. Podría quedar simplificado en pocas palabras pero me cuesta hilarlas para que me entiendas. Realmente no sé lo que me pasa pero
  • 25. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   23 lo cierto es que no tengo ganas de nada, ni ilusión por nada. Llevo dos años sin trabajo, me siento un inútil total y un estorbo. Ahora mismo no sé si lo que necesito es trabajo, dinero o si lo que busco son respuestas. Tampoco conozco las preguntas, así que… ya ves. Termino estas palabras y me quedo mirando el vaso, paseando mis dedos por el borde del mismo buscando un sonido que acompañe mi llanto interior. - Alberto, me sorprende oírte hablar así. Hemos hablado tanto de filosofía, de razón, de fe, de amor y de tantas y tantas cuestiones complejas para cualquier ser humano que todo lo que antes parecía fácil para tu comprensión se torna ahora absolutamente inviable. - ¿Qué ha sido de ese guerrero de las preguntas, de ese buscador de respuestas imposibles? ¿Dónde está esa alma inquieta? - Pues no sé Toni. Ahora todo me parece difícil e incomprensible. Mi mundo se ha venido abajo; todo lo que parecían sólidos cimientos se van derrumbando como engullidos por arenas movedizas que antes no estaban. - He perdido la fe en mis propios principios, ya no sé distinguir lo racional de lo irracional, ni lo real de lo irreal. Todo me parece un mal sueño. - No exageres, no hace falta llegar tan lejos. Dudar no significa que desconozcas las respuestas, sino que estás buscándolas. Tal vez tu mundo era irreal
  • 26. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   24 y tengas ahora que encontrar tus propias razones, las reales, las que rigen tu presente. Ese es el Toni de toda la vida, el que quería ver hoy, el que necesito oír de cerca. Ahí está él para hacerme ver con cierta nitidez las invisibles espirales que habitaban mis neuronas. Su cómoda posición económica, su visión mundana y su gran espiritualidad le hacen observar el mundo desde la templanza, y cuando alguien observa así todo se le aparece con suma claridad, capaz de ver lo que la mayoría de los mortales ni siquiera intuimos. Saboreo un trago profundo que apura el vaso de whisky, hasta la última gota. Entra con sabor a madera y cae en el estómago como ácido que me quema de vuelta hasta la misma garganta. No sé porqué esta sensación resulta placentera, porque la verdad es que a veces puede resultar hasta desagradable. Exhalo una bocanada de alcohol que me permite articular de nuevo palabras con un tono más bajo aunque con soltura. - ¿Significa eso que he perdido la razón? ¿Que vivo en un mundo iluso y alejado de la realidad? - En absoluto, si buscas respuestas es que no has perdido la razón. Lo que tienes es un conflicto de fe en ti mismo, de aceptar que las cosas han cambiado. Sólo eso.
  • 27. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   25 - ¿Sólo eso? ¿Te parece que “sólo eso” puede ser capaz de acabar conmigo? No será tan sencillo como tú crees. - Para Alberto para, no sé si has venido a hablar, a escucharme o a que conversemos. Prefiero lo último, así que dejemos correr el tiempo, reclínate sobre el sillón y busquemos la inspiración mirando al techo y con el vaso en la mano, como siempre hemos hecho. No tenemos prisa. Toni utiliza cierto aire de reproche. Y tiene razón, es probable que me haya quedado obcecado en el cambio y haya sido incapaz de comprenderlo poco a poco, y eso me haya bloqueado. Me habla de fe, de creer en algo por encima de lo racional y lo material. Siempre fui así y hoy se me antoja inviable. Será que tiene razón entonces, será que tengo que dejarle hablar y escucharle. - Dime Toni, ¿significa eso que lo que tengo en realidad es un vacío y no una saturación de ideas y pensamientos cruzados como a veces imagino? - Más o menos. Como bien dices la fe viene a cubrir el vacío que deja la ignorancia, la desesperación y el materialismo. Me refiero a la fe humana, a creer en ti mismo como algo por encima de tu visión parcial o estática de la realidad. Si razonar es la sospecha de dejar de ser puedes entender que la fe es la voluntad de ser. - Tu lucha entre fe, razón y duda, seguridad e incertidumbre es una prueba de que eres más
  • 28. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   26 consciente de lo que te ocurre de lo que piensas, sólo te falta algo de claridad. Si buscas es que sabes que hay algo que encontrar. - No es una batalla donde algo tiene que ganar para que otro pierda. Es descubrir un equilibrio, sin vencedores ni vencidos. - Eso es lo que yo llamo encontrar tu sitio en el mundo. - Me suena bien, me gusta. - Antes lo tenías, pero el mundo ha cambiado y tú no. Tienes que adaptarte a él, primero emocionalmente para retomar el ánimo, y después con todas las ganas del mundo de conseguir tus objetivos. - Bueno, no parece fácil… me hablas de objetivos, ni siquiera sé qué hacer mañana. No es fácil, no… - No lo es, ni fácil ni rápido. Tu cerebro es a veces un mal compañero y reacciona como un vago para no cansarse. Si sabe que tiene que hacer un esfuerzo mental prefiere engañarte para que no combatas una situación y lo desgastes. Te convence de que es mejor no luchar. - ¿En serio? Será cabr…. - Ja, ja. Esa reacción me gusta. Aún hay sangre por esas venas. ¿Otra copita? - Adelante, quiero mover la sangre a más velocidad, a ver si se me activa el cerebro. Cae el líquido de nuevo sobre el vaso, sin hielo claro. Disfrutamos de la tarde, hasta que la noche nos cierra la persiana. Hablamos de la espiritualidad, de la verdad, de la ética, de la moral… y de no sé cuántas
  • 29. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   27 cosas más. Disfruto como hacía mucho tiempo. Toni es de lo mejor que me ha pasado en muchas semanas, casi en toda la vida. Nos abrazamos de nuevo en la puerta. Esta vez no siento la aparición de las lágrimas emotivas, sino que es como el abrazo que la das al héroe que te acaba de salvar de caer por un precipicio. Al cabo de unos segundos me separo mientras miraba a ambos lados para evitar confusiones, y tras percibir que el tiempo había volado cada uno encaró un lado diferente de la calle. Siento por un momento un descanso interior, tal vez por las primeras razones que justificaban mis dudas o tal vez por el efecto del whisky. En todo caso me han venido bien ambas cosas, y hasta he descubierto mis nuevos enemigos; el cerebro perezoso y la inadaptación al cambio. También sé que no va a ser fácil, ni rápido. Y casi sin ser consciente de cómo, llego hasta la puerta de mi casa, donde como cada noche dejo bajo el felpudo mis dudas, mis lágrimas y mis desesperos, prohibiéndoles entrar en mi hogar. Anoto en la segunda página de mi agenda las conclusiones de hoy. Mañana será otro día, a ver si se acaba este maldito invierno, con sus cambios de tiempo y de humor, se me hace muy largo. Menos mal que la casa está calentita y no estoy solo, no lo soportaría.
  • 30. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   28 Plan de Fuga, febrero. Toni, mi crack, mi admirado amigo. § Dudar significa que estoy buscando respuestas. ¡Estoy vivo! § El mundo ha cambiado, y yo no. Tengo que adaptarme a él y no él a mi. Me espera mucho trabajo por delante. § Creer en mí. Tan sencillo y tan difícil de asumir. § El cerebro es vago y acomodado. No debo confiar que me ayuda si no le doy motivos cada día. Vaya con mi cerebro, ¿será desgraciado? ¤¤¤
  • 31. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   29 3. Ir a más Se nota el cambio. El mes de marzo irrumpe con fuerza empujando el odioso febrero y alejándolo de mí. El sol se convierte en compañero habitual, calienta pero no quema. En eso el mediterráneo no tiene rival. La primavera asoma sin permiso y es bienvenida pese a su descaro, al fin y al cabo nos libera de abrigos y bufandas. Mi tren hace tiempo que partió y busca su tercera estación, donde encuentre nuevas respuestas y, a cada tramo, disminuya mi pesada mochila de interrogantes y miedos. La sangre me corre alterada, será el efecto primaveral que acelera mis palpitaciones a un ritmo asumible. Me siento mejor pero no me quiero agobiar. Busco pasos cortos y seguros, nada de prisas, nada de ganar batallas. Necesito conquistar, saber qué gano y cómo lo disfruto. No tengo nada contra nada ni contra nadie, pero necesito seguir, andar al ritmo de la vida, ni más lento ni más rápido. No puedo quedarme atrás, eso es seguro. Hoy salgo a dar un paseo en bici, no sé porqué lo hago si precisamente hablo de no acelerarme. No necesito perder peso ni hacer músculo. La vida no me exige físicamente demasiado y puedo con ella, sin embargo correr es como ir al confesionario, uno se siente mejor cuando termina. La diferencia es que
  • 32. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   30 después de pedalear quedas cansado y con agujetas, pero mientras te decides, te disfrazas, corres y te duchas pasas una hora donde saldas deudas contigo mismo. Le doy vueltas a la cabeza al ritmo del pedaleo, intentando ordenar mis nuevos principios y consciente de mi pequeño traidor cerebral estará al acecho para evitar cambios en mi estado anímico. Quiero más, y cuanto más me convenzo más rápido corro buscando mi próxima estación, ¿dónde estará la siguiente? Repaso, trote a trote, las personas que de una forma u otra han sido más influyentes en mi vida; familia, amigos, escritores,… lo que sea con tal de encontrar un nuevo andén sobre el que aterrizar mis dudas en busca de razones, respuestas y soluciones. Comienzo a sudar, cada vez me cuesta más respirar y me comienzan a pesar las piernas. Dar un paseo en bici es mejor para pensar y disfrutar del momento, pero cansa. Nunca se sabe lo que nos depara la vida a la vuelta de cualquier esquina. Subo a la acera dando un pequeño salto acrobático, como cuando tenía quince años, pero ya no los tengo, me despisto… pierdo el control y hago un extraño vaivén y un indescriptible movimiento con todas mis extremidades a la vez para mantener el equilibro… Justo en ese instante un hombre trajeado y repeinado, con aspecto de político o banquero, se interpone en mi camino ¿o yo en el suyo? Está mirando su
  • 33. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   31 BlackBerry y no me ve, levanta la cabeza y se asusta al verme, marcando gesto de desprecio… vuelta a esquivar.. pero en la esquina estaba la sorpresa, al girarla entre movimientos torpes aparezco frente a una despistada mujer contra la que impacto sin remedio. Todo en un instante. - Disculpe… ha sido culpa mía… - ¿Suya? ¡Sólo faltaba eso, que fuese mía!, grita visiblemente afectada mientras recoge su portafolios del suelo buscando con la mirada el sonido de algo que ha caído y no identifica… - Yo estoy frente a ella, sobre la bici con los pies en el suelo, con cara de bobo sin saber reaccionar. Ridículo total con mi gorra y mis gafas de velocidad. Eso me pasa por ir sobre la acera, ¿quién diablos me ha mandado a salir así? Me disculpo con la máxima educación pero es evidente que mis dotes de seducción no hacen el más mínimo efecto positivo. La atropellada mujer se aleja despotricando y con paso acelerado. Siento vergüenza, pero qué le vamos a hacer. El caso es que esa mujer me recordaba a Feli. Feli era una profesora que tuve quince años atrás en el curso de Gestión Comercial. Salvo por el encanto de Feli, físicamente se debían parecer; más bien bajita, morena con una gran mata de pelo, un cuerpo voluptuoso y realmente simpática. Feli era un verdadero surtidor de energía positiva, una persona que te hacía sentir realmente bien, y era
  • 34. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   32 capaz de sacar lo mejor de ti. Recuerdo perfectamente la cena de despedida del curso cuando en la puerta del restaurante me dijo una de las frases que ahora vienen a deleitar mis sordos oídos: “Alberto, recuerda que la superación es un instinto innato que debes mantener siempre vivo. El hará por ti el resto”. Gran frase. Ahora, con las perspectiva del tiempo creo que Feli se salió algo del guión de profesora, hoy que me vuelve a la memoria me traslada un sabor de consejo de amiga con valor humano, me suena mejor. ¿Qué habrá sido de ella? Parecía tranquila, un día me contó que estaba donde siempre había querido llegar; a un estado de tranquilidad emocional, enseñando y aprendiendo de la vida misma. Qué fácil parece pensar así cuando uno consigue lo que quiere, pero… ¿y si cuando lo tienes lo pierdes? ¿Cómo lo superas? Al llegar a casa tras la mala experiencia del pedaleo, y prometiendo no volver a coger la bici en mucho tiempo, antes de pasar por la ducha, me voy derecho a conectarme a internet. Es media mañana, estoy solo y es un buen momento para dedicar tiempo a rastrear entre las redes sociales a Feli… Feli… ¡Feli Suárez! Ni rastro en Facebook, ni rastro en Twitter y …. ¡Bingo! Feli Suárez, profesora en curso de Gestión Comercial, perfil en LinkedIn. Rastreo su perfil, no parece muy activa en la red, pero le puedo enviar un mensaje ¿Lo leerá?
  • 35. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   33 - “Hola Feli, soy Alberto Faus, no sé si me recuerdas. Fui alumno tuyo en el máster del año 95. Me gustaría saber de ti, ¿accederías a tomar un café conmigo? Intentaré no entretenerte mucho…. Un saludo Alberto”. Tres días después me contesta. No es que sea para mi una cuestión de vida o muerte pero me alegra mucho leer su respuesta: Claro que te recuerdo Alberto ¿cómo iba a olvidar al charlatán de la clase? Me das una alegría y sí, claro que podremos tomar un café. ¿Te viene bien pasar una tarde de esta semana por la cafetería de la Escuela? ¡Sigo allí! Ya me cuentas, ¡que tengo ganas de saber qué es de tu vida! Finalmente quedamos un jueves. Ha salido un día algo caluroso pero yo tengo que estar impecable. He de quitarme cuanto antes esa imagen de rancio y fracasado que, por más que intento ocultar, se asoma a gritos por cada parte de mi cuerpo, en la mirada, en el gesto, en las manos… Allá voy, con el último traje que compré, hace ya más de tres años, y con los zapatos bien brillantes, viejos pero como nuevos. Al llegar allí no está, tomo un discreto asiento cara a la puerta y pedí un café solo, cortito. Con las ganas de llegar ni siquiera me he planteado cómo entrarle, cómo saludarle, cómo reconocer mi situación, cómo pedir ayuda.
  • 36. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   34 Mientras empiezo a plantearme la escena entra ella, con paso largo y con una sonrisa que contagia la mía. Un gran abrazo, y un beso. - Feli, ¡estás genial! No sabes la alegría que me da volver a verte. Veo que sigues aquí, haciendo lo que te gusta. - Así es Alberto, disfruto cada día que paso aquí con mis alumnos ya sabes que me gusta enseñar y que ya hace tiempo que decidí no complicarme la vida. - Sí, lo se. Imaginaba que estarías así, mucho mejor. ¡Esta vida te sienta bien! - ¿Y cómo te va a ti? ¿A qué viene eso de contactar conmigo? Hace mucho que te perdí la pista… Cuéntame. - Verás Feli seré sincero contigo. No me va nada bien, estoy sin trabajo y no hay forma de recuperar ese ánimo que una vez tuve. Coincide que desde principios de año estoy replanteándome muchas cosas y hablando con personas que me puedan ayudar a ver las cosas desde otra perspectiva. Y en esas que me he acordado de ti. - No sé cómo pero tengo la sensación de que estoy dando pequeños pasos hacia delante con las personas adecuadas, y me has aparecido tú. - No quiero que pienses que he venido a pedirte ayuda, simplemente vengo a charlar contigo porque sé que sólo eso será una excelente aportación para mi. - Hoy me he acordado de una frase que me dijiste el último día de curso “Alberto, recuerda que la
  • 37. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   35 superación es un instinto innato que debes mantener siempre vivo. El hará por ti el resto”. Aunque te resulte extraño después de tanto tiempo, es hoy cuando necesito realmente interpretar su significado. ¿Lo recuerdas? - Sí claro, y creo que hoy está más vigente que nunca. Verás Alberto tu situación es bastante más común de lo que a todos nos gustaría, no eres el único que ha venido a verme, cada uno por diferentes circunstancias y con diferentes estados de ánimo. - Desde luego que lamento tu estado, pero te diré una cosa: otras personas han venido a pedirme trabajo o favores, pero eres el primero que viene a buscar respuestas para poder salir sólo de esta situación. Eso me alegra porque te hace diferente a los demás, y te aseguro que saldrás adelante sólo por esa actitud. - Feli, no me hables de actitud, aún la tengo bajo mínimos. De momento intento ordenar mi cabeza y agitar mi paralizado cerebro para que tire de mi estado de ánimo. Voy despacio. - A eso mismo me refiero, encontrarás tus respuestas, cambiarás desde dentro y eso te hará fuerte. No buscas parches sino una revisión general. Igual no te lo has planteado así. - Pues la verdad es que no, aunque visto así ya me has dado la segunda alegría de la tarde. - ¿Cuál ha sido la primera? - Que me has hecho sonreír, sólo por verte.
  • 38. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   36 - Gracias, eres un cielo Alberto, aunque hoy ese cielo está un poco nublado… - Verás… Feli… Llevamos hablando más de dos horas. Durante ese tiempo la gente entra y sale, noto movimientos, figuras, ecos lejanos, susurros… pero estoy tan absortamente centrado en la conversación que aunque caiga allí mismo un rayo o se forme un tornado bajo mi silla y no lo sentiría. Hablamos de cómo ha llegado hasta aquí y de porqué en un momento dado decidió parar: - Alberto, se habla mucho del éxito y muy poco de la felicidad. No hay que relacionar éxito con tener y desear, sino con llegar y disfrutar. Cada uno se plantea una meta en la vida que tenga coherencia con su forma de ser y de entender la vida. También hablamos del destino, ese algo natural o sobrenatural que rige nuestra vida y si es posible cambiarlo o sólo puedes resignarte a él, y cómo llegar a saber cuál es el nuestro. - La vida sabrá decirte el momento que has cumplido tu destino, y también te hará saber si no has llegado todavía. Alberto, yo probablemente ya he llegado aquí, entre mis libros y mis alumnos, entre los muros de esta Escuela. Sinceramente creo que tu destino está mucho más lejos de aquí, no puedes resignarte.
  • 39. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   37 - No te entiendo bien Feli, por más que me lo pregunto creo que no lo sé. - Alberto, tienes algo especial, una luz que te rodea y te protege. La veo iluminando lo que te rodea, es un halo de energía que transmiten algunos elegidos, como tocados por algo sobrenatural… He visto a muy pocas personas así, no te lo tomes con demasiado misticismo, pero créeme, tu meta aún está por llegar. Estás llamado a mucho más, tanto en el plano personal como profesional. Ese lamento que te adormece por dentro te está frenando. Creo que si superas el problema mental, lo demás llegará por sí solo, y más pronto de lo que crees. - El instinto de supervivencia y de superación son innatos al hombre y te hacen moverte, tomar decisiones, estar atento a lo que ocurre. Si tu ánimo se ralentiza el instinto se resiente. Unos minutos después de esta trascendental aseveración termina este increíble encuentro. No puedo negar que me he quedado totalmente alucinado, impactado. Es difícil de explicar pero me lo he tomado como algo revelador. La despedida es extraña. Estoy tan profundamente impresionado que no he podido concentrarme en lo último que me ha dicho, ni siquiera en lo que he dicho yo. No recuerdo.
  • 40. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   38 Pero desde luego me voy con una buena sensación, creo que estoy haciendo camino hacia una dirección correcta. Vuelvo a casa, prefiero andar antes que coger el metro. Cuando paseo me resulta más sencillo concentrarme en mis cosas, consigo que el entorno forme parte de mi y de mis reflexiones. Todo aparece con una gran claridad, fácil de ordenar y de describir todo conforma un ambiente real que me resulta aclarador. Me ayuda a ordenar las ideas, resumir lo que he escuchado o vivido durante el día, generando cada vez más dudas, buscando más respuestas. Sin embargo ir en metro me resulta muy difícil para pensar, tan rodeado, tan apretado, tan silencioso. Allí mi instinto analiza uno a uno los personajes, provocando que mi mente invente historias surrealistas sobre cada uno de los compañeros de viaje, imaginando su mundo, tan irreal, tan ajeno a mí… Y sigo andando, es un día extraño, de marzo. Hace unas horas hacía calor, ahora refresca. Mi intensa actividad mental y mi estado de ánimo, aunque mejorando, ayuda poco a entrar en calor. El frío me hace tiritar y me recubre la piel de inseguridades y miedos. Entro en casa y acudo rápidamente a mi agenda personal. Boli y gafas para poder ver mejor lo que escribo, me sigo haciendo mayor.
  • 41. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   39 Plan de Fuga, marzo. Charla con Feli, todo serenidad y optimismo. • La superación es un instinto innato que debo mantener siempre vivo. Lo debo conservar en buena forma. • Soy el primero que busca respuestas para poder salir sólo de esta situación. Eso me hace diferente a los demás, y saldré adelante sólo por mi actitud. Seguiré haciéndolo. • La vida sabrá decirme el momento que he cumplido mi destino, y también me hará saber si no he llegado todavía. Sé que no he llegado, ¿pero cómo sabré cuándo he llegado? • Tengo algo especial, una luz que me rodea y me protege. Es un halo de energía que transmiten algunos elegidos, como tocados por algo sobrenatural… Qué fuerte ¿un elegido? Me lo he creído, me ha gustado. ¤¤¤
  • 42. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   40 4. Lo que lees, lo que escuchas Vaya semana lluviosa. Lleva tres días seguidos sin parar de caer. Puede resultar incómodo pero he de reconocer que la lluvia a mí me produce un efecto balsámico. Debí de ser gallego o escocés en mi otra vida, tal vez un combativo guerrero celta. Imagino que en aquellos tiempos lo verdaderamente importante era la supervivencia. Sobrevivían los fuertes, los guerreros… ellos se ganaban por la fuerza el respeto de su tribu. Pero tendrían una vida corta, por el espíritu guerrero garantiza una vida noble y valiente, pero a buen seguro con pocas esperanzas de envejecer. Hay quien dice que en aquellos tiempos sobrevivían los cobardes, los que no iban a la guerra. No ganaban respeto ni honores en vida, pero a buen seguro verían caer uno tras otro a los héroes mientras escondían su cobardía entre la gente del clan. Eran los listos, ¿para qué honores, loas y recuerdos si lo importa es llegar a viejo? El caso es que continúa lloviendo sin parar, haciendo gala a la llegada del mes de abril. Mirar por la ventana y observar cómo corre la gente por la calle y cómo los niños pisan los charcos motiva poco para salir a la calle pero llevo cinco días en casa y estoy que reviento, harto ya de internet y de la tele. O salgo ya o me volveré a caer.
  • 43. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   41 Tengo que seguir el camino que parece construirse ante mí, poco a poco, descubriendo cada tramo. Aunque la lluvia siga implacable yo me voy. Cojo el chubasquero y comienzo a andar. Hay muchas cosas con las que no puedo, una de ellas es llevar paraguas. Prefiero mil veces mojarme que llevar ese lastimoso aparato que sólo sirve para chocarse por las calles unos con otros, y mirarse de reojo con amenazadora ojeriza. Deberían limitar su uso a personas mayores, o hacer un cursillo para andar con estos odiosos artilugios o un carril especial para los que lo llevan. O prohibirlos, eso sería lo mejor. Yo prefiero sentir el agua de lluvia sobre mi cuerpo, notar en mi cara el frío de cada gota, sentir cómo van calando mis pies. La lluvia es vida, limpia las calles y purifica el aire. No entiendo la gente que se queja los días pluviosos; es más, me ponen de los nervios. Yo me voy a la calle, no sé a dónde, a mojarme supongo, a purificarme, a evadirme, a donde sea. Paseo sin rumbo, hacia el bullicio del centro donde miles de personas vagan a distintas velocidades y con diferentes preocupaciones; ejecutivos a la caza de su próxima venta, tal vez desesperados por unos días sin presas. Madres paseando sus orgullosos carritos de bebés recién llegados a este mundo que maman ajenos al escenario que les espera, gentes de otras razas y otros países, turistas, compradoras compulsivas… Vaya enjambre humano tan heterogéneo que camina esquivando charcos entre un
  • 44. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   42 bosque de paraguas que chocan unos contra otros. Detesto esos ridículos cubre cabezas. Hoy necesito algo nuevo. Sólo llevo escritos tres párrafos de mi Plan de Fuga. Los miro cada día intentando averiguar sin éxito el paso siguiente, el número cuatro. Quizás esté cerca, tal vez en la próxima curva. Meto la mano en mi chubasquero, miro el móvil deseando encontrar una llamada perdida, pero hace mucho tiempo que no suena, que nadie se acuerda de mi. Menos mal que sirve para otras cosas, y rebuscando entre los bolsillos saco los auriculares. Seco mis orejas y los introduzco en ellas. Hace mucho tiempo que no lo hago. La música siempre ha tenido en mí un impacto emocional muy fuerte. A cada uno le evoca unas cosas, a mí recuerdos, sensaciones, olores. Sobre todo emociones. La música es capaz de hacerme llorar o de hacerme saltar. Aprieto el play del reproductor de mi móvil en modo shuffle, así nunca sabré cuál de las casi quinientas canciones cuál me saldrá. Empieza fuerte Born to Run de Bruce Springsteen, inseparable canción desde que siendo un adolescente lleno de ilusiones la hacía sonar en mi habitación. Es una mezcla de nostalgia, tristeza y deseos de escapar. Un sonido que sale de los oscuros rincones de las olvidadas calles de una ciudad, que huele a juventud y gasolina.
  • 45. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   43 Me entran ganas de correr, las mismas que a Bruce cuando la compuso. Desde luego esto es cuestión de no quedarse quieto. Recuerdo ahora a Juanfran. Era de nuestra pandilla, su pasión por la música le llevó a hacerse músico profesional, según me contaron. No se convirtió en una superstar como soñaba pero la última vez que me hablaron de él me dijeron que había estado de gira internacional con uno de los grandes del rock español. No fue difícil localizar su teléfono a través de César, un amigo común hoy alto cargo público en Madrid, con 4 hijos, mucha barriga e importantes índices de colesterol. - ¿Sí? ¿Quién es? - ¿Juanfran? - Sí, sí… ¿Quién eres? - Juanfran, no sé si por la voz te acordarás de mí…. - Pues lo siento, no…¿Quién es? - Soy Alberto, Alberto Faus. - ¿Alberto? ¡No me jodas Alberto! ¿Qué tal? ¿Cómo te va? - Bueno, ahí estamos… Juanfran ¿qué es de tu vida? ¿Estás por aquí? Me gustaría verte…hace tanto tiempo… - Pues estoy ahora unas semanas en la ciudad. Podríamos vernos y tomar un café. O si quieres en mi estudio.
  • 46. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   44 - ¿Tienes un estudio? Sería perfecto vernos allí y me enseñas lo que estás tocando ahora. Porque aún tocas ¿verdad? - Pues claro que sí, te espero, ¿vale? Está a las afueras, en la zona de la huerta. Me gusta la soledad y el olor a campo. ¿Qué tal esta tarde? - Dame datos y allí nos vemos. Vaya crack Juanfran. Un estudio y en el campo, otro que ha sabido elegir. A veces nos encerramos en un mundo correctamente ordenado y políticamente correcto y caemos víctimas de sus redes. Acabas pensando que no existe nada más, y desde luego fuera de ese staff social y económico hay muchas personas, ilusiones, sueños, proyectos… Hay otra vida, otra forma de ver, de vivir, y hay otra felicidad. Haciendo caso a sus indicaciones llego a los arrabales de la ciudad, una zona de cultivos variopintos entre pequeños espacios todavía viva al sur de la ciudad, ajena al caos urbanístico y salvada de la depredación inmobiliaria. Allí, escondida entre casonas, acequias y tomates se encuentra el número 7. Es una casa típica de campo, probablemente morada de agricultores, de dos plantas y parece con un patio trasero. La puerta es enorme de madera envejecida por la humedad y el paso del tiempo. Dentro se oye música a un volumen muy alto, no ha cambiado. Toco la puerta con un enrome pomo semi oxidado. No me oye. Sigo tocando cada vez más fuerte y al cabo
  • 47. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   45 de unos minutos aparece allí, con la guitarra eléctrica en la mano - Alberto qué alegría, pasa dentro que hace rasca. - Juanfran, deja que te mire, ¡estás tremendo! Aquí está el bueno de Juanfran, auténtico y feliz. Con el pelo largo y una coleta, una camiseta verde oscura y unos viejos vaqueros. Sigo observándole y encuentro un tatuaje en el brazo derecho, algo así como un corazón y una guitarra, un aro cuelga de su oreja izquierda. Lleva barba de varios días, poco poblada, salteada de canas. - Juanfran, alucino de verte. Si no fuera porque estás más gordo pensaría que has rejuvenecido. Pareces un chaval. - Ja, ja. Siempre tan delicado. La verdad es que esta vida es dura pero si te mantienes en forma puedes sobrevivir a ella. ¿Cómo es que me has localizado? - Juanfran, te voy a ser sincero. Estoy jodido de verdad, sin trabajo y sin muchas expectativas. - Joder, lo siento… - No, no te preocupes, ya me estoy acostumbrando. Llevo un par de meses buscando respuestas a mis dudas, y luces que iluminen el camino de salida. Ayer estaba oyendo música, y pensando sobre la influencia que tiene en los estados de ánimo. Oí a Bruce y me acordé de ti. Nadie como tú para charlar un rato sobre esto.
  • 48. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   46 - ¡Claro! ¿Te acuerdas las tardes de verano oyendo a Springsteen y a los grandes del rock americano? Después llegaron las emisoras independientes, el rock español, Loquillo, Nacha Pop, Los Rebeldes, Gabinete Caligari, Los Suaves… y después comencé a tocar la guitarra y ya nos perdimos la pista. - ¿Qué fue de ti entonces? Porque algo me han contado… - Seguí estudiando y creé mi propio grupo, estuvimos casi seis años tocando por España, pero no quería dejar de estudiar, sobre todo por mis padres… y también por demostrarme que sería capaza de sacar adelante la carrera de Filosofía e Historia, ya sabes, porque me gusta, me inspira, y al menos para poder dar clases en un futuro. Después dejé la banda y me hice músico profesional y ahora toco con los grandes cuando se van de gira. Me gusta y no me va mal del todo. - ¿Y tu mujer? - Bueno, eso ya es historia. Al principio todo bien, pero tantos viajes fueron abriendo heridas, después, y sin tiempo para cerrarlas tuvimos un hijo por si eso pudiera arreglar las cosas y… - ¿Y? - Pues que todo fue a peor. Se fue con otro. - Vaya, lo siento Juanfran, de veras… - Bah, ya pasó. Por ella no me importa, creo que era mejor para los dos, pero por mi hijo Paul sí. Lo veo
  • 49. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   47 poco aunque nos llevamos muy bien. Pero bueno, eso ahora da igual. - ¿Y tu vida? - Bien, un tanto clásica; carrera, éxitos iniciales, mujer guapa y con farmacia, un niño y una niña de 10 y 14 y una bonita casa en un barrio bien. Ahora en el paro y un poco perdido. - Vaya Alberto, no te arrugues que todo se arreglará. - No Juanfran, todo no se arreglará. Lo tendré que arreglar yo solito. Las cosas solas no cambian y nadie lo va hacer por mí, eso ya lo tengo claro. - ¡Ese es mi Alberto, con dos…! Saldrás adelante, ya lo verás. - Bueno hablemos de música Juanfran. Dime que tengo razón, que la música evoca sensaciones y emociones. Y que provoca estados de ánimo. - Claro que sí, la música igual que la literatura, crea estados emocionales. Ese es su gran poder, por eso siempre está y nunca nos abandonará. Sin embargo, y ya que me lo preguntas, te diré que mucha gente se equivoca en esto. Quiero decir que si estás triste tiendes a ponerte música triste y nostálgica, de amores perdidos, y de fracasos pues claro, te pones peor. El gran poder de la música es que te pueda transformar cuando estás jodido… ¿me sigues? - ¡Claro te sigo! - La música sobre todo transmite y evoca recuerdos y estado sentimental y de nostalgia. Pero ojo, la nostalgia es el pasado, la mirada atrás, la añoranza de lo era y ya no será…
  • 50. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   48 - No lo había pensado así, pero tienes toda la razón. Es como eso de que el cerebro se acomoda a las situaciones y se resiste a cambiarlas. Tienes a ponerte música que potencie tu estado de ánimo. Si estás bien funciona, pero si estás mal no. ¡Joder, está clarísimo! - Eso es, mira ven, vamos a mi mesa de trabajo y escuchamos algunas cosas. Llevamos cerca de tres horas escuchando músicas, sonidos, hablando del efecto que cada uno produce en nosotros. Cómo cambia una misma composición tocada con diferentes instrumentos o a diferente volumen. Si la escuchas quieto o mientras llevas el ritmo con los pies o las manos. Y también si la escuchas solo o acompañado, pensando o bailando... El piano, la guitarra, la percusión… apasionante. Hablamos también de literatura y del diferente efecto que produce un mismo texto en función de tu estado de ánimo al leerlo. A diferencia de la música los libros dejan un espacio a la imaginación mucho más amplio, de forma que la música tiene un gran poder de influencia sobre las personas dotándoles de un atmósfera particular, al contrario que los libros donde las personas ponen su propio escenario. - Alberto, estamos totalmente de acuerdo. Y apunto más, yo creo que algo similar pasa con las personas. - ¿A qué te refieres? Me pierdo…
  • 51. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   49 - Ya sabes, si te juntas con gente ceniza, acabas siendo como ellos. Si estás con gente alegre te vienes arriba. No falla. - Juanfran eso me gusta, no lo había pensado nunca así, pero cuánta razón tienes ¿No lo dirás por mí? - Para nada Alberto, pero si vas con cara de perdedor nadie querrá estar a tu lado, todos tienen ya muchos problemas para hacerse cargo de uno más. - Claro, entiendo… pero realmente estoy solo… - Piénsalo, igual no es casualidad. Pero lo peor no es eso, es que tu propia soledad te resultará depresiva y autodestructiva, te verás en un pozo del que no querrás salir. - Juanfran, es así de real, has dado en el clavo. Ahora que lo pienso entiendo muchas cosas que me pasan, pero ¡yo no soy así! - Lo se, pero si no cambias, ¿qué querrás que piense la gente? - Desde luego, me tengo que rodear de gente positiva, y dejarme contagiar. Tal vez eso me ayude. - Eso y la música Alberto. Antes de que te vayas te voy a granar un par de cedés que te van a poner como una moto. Aguarda unos minutos. Pasamos un rato más que agradable. Juanfran no suelta la guitarra. Es de esos que la rasga mientras habla, que acompaña sus palabras con suaves acordes. A veces hasta parece que canta en vez de hablar. Lo lleva en la sangre.
  • 52. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   50 Vuelvo a casa en coche, ya se ha despejado la lluvia y anoche a la vez que asoma el sol con los últimas luces del día, ese color anaranjado típico del ocaso primaveral del mediterráneo. Bajo las ventanillas y el indescriptible olor a hierba mojada inundaba el coche y a mí, hasta dentro del todo. Conduzco despacio, no quiero que esa sensación se acabe mientras le doy las últimas caladas al día y esa conversación, intentando extraer lo esencial, aquello que pudiera servir para mi plan y pudiera ser transcrito a las notas de mi agenda. Mientras suena la música positiva: Coldplay, Jack Johnson, UB40… es verdad, me vengo arriba. Plan de Fuga, abril. Sesión músico filosófica con Juanfran § La música y la lectura contagian el estado de ánimo. Para estar positivo, ¡música positiva! ¡libros positivos! § Las personas no quieren estar junto a los que tiene cara de perdedores por miedo a contagiarse. Fuera ya mi careto de fracasado. § Necesito rodearme de energía positiva, de personas que transmitan alegría y buen rollo. Están ahí, sólo he de acercarme… con una cara decente.
  • 53. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   51 § El pasado genera nostalgia. Hay que buscar la satisfacción en el presente y la ilusión en el futuros, pero sin olvidar los buenos recuerdos, ¡sólo los buenos! ¤¤¤
  • 54. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   52 5. Hay lo que hay Por fin ha llegado el mes de mayo. Abril se me estaba haciendo largo, con esa irregular marcha vacacional, donde nunca sabes si toca o no madrugar. Aún así tuvo un final clarificador para mi. Menos mal que las malditas vacaciones de Pascua las he pasado con mis suegros. Ellos se han encargado de mantener viva a mi Carla, mi mujer, y activos a sus nietos, sabedores de que si por mi fuera poco hubiera podido hacer por alegrarles las vacaciones. Bastante tengo ya con lo mío para andar buscando conversaciones insulsas sobre lo bueno que está el arroz o si está un poco picante el pollo, aunque recuerdo tiempo atrás cuando abrazaba a mi bonachona suegra hasta hacerla sonrojar cuando me hacía aquellas empanadillas de tomate. También sufro por ella y también lo hace ella por mí. Me sabrá perdonar. Mi suegro es mundo aparte, ya que con darle unos minutos de conversación durante las noticias es suficiente. Se refugia hablando solo mientras lee el periódico de ayer y escondiéndose en el baño pensando que nadie le descubre para fumar tranquilo sus puros Juliano, que años atrás yo mismo le traía escondidos entre revistas. Y cuando acaba de toser sale de allí como si nada hubiera pasado, haciendo
  • 55. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   53 aspavientos con sus manos para disimular el humo, imaginando que nadie se ha dado cuenta. Añoro los tiempos en los que yo era capaz de hacerlos sonreír a todos… pero ya pensaré en eso en otro momento. Mayo ha venido cargado de buen tiempo, predominio de sol, con nubes y claros al atardecer. Temperaturas suaves durante el día y aún refresca por la noche. Esto ya es más normal. Por un tiempo no echaré en falta agua caída del cielo. Por estas latitudes mayo es el mes de las flores. Valencia explota entre olores y colores. Los rayos del sol parecen estirar cada amanecer los tallos y abrir uno a uno los capullos de rosas, claveles, margaritas o lirios que habitan en parques, jardines, balcones y a veces caprichosamente al borde de caminos como buscando aventura fuera del hábitat que el hombre ha diseñado para ellas. Da gusto respirar y olfatear el ambiente. Hasta las ideas tienen diferentes aromas; a limón, naranja, mandarina o almendra. Qué tierno me estoy poniendo. Empiezo a ver con cierta claridad una vía de escape, sin embargo aún no tengo claro a dónde ir, y mucho menos cómo hacerlo con ciertas garantías. No me puedo precipitar, tal vez no tenga una segunda oportunidad, no puedo caminar en la dirección equivocada, no me lo puedo permitir.
  • 56. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   54 Estoy recibiendo muchas ideas y mensajes desde diferentes puntos de vista que van sembrando de forma desordenada como semillas sobre mi baldío terreno corporal. Es posible que un día, entre agua y abono, pueda dar en forma de frutos las ideas y argumentos necesarios para alimentar mi cuerpo y mi mente de la energía necesaria. Sé que he avanzado, no sé hacia dónde aún, ni estoy seguro de no haber dejado atrás huecos sobre los que volver más adelante. Al menos estoy cambiando, o eso quiero pensar. Sin embargo sigo atado a un estaca. Algo me mantiene maniatado y me impide progresar más allá. Mi imaginación lo achaca más a un espacio mental que físico, pero no lo veo con claridad. Puede haber algo de inmadurez, algo en mí que se resiste a crecer, a creer. Quizás sea algo testimonial o metafórico. Sea lo que sea debería interpretarlo, porque siento que me mantiene agarrado, y eso no debe ser bueno. Entre reproche y reproche a mi agotada conciencia recordé a Juan, mi hermano mayor. No es que fuéramos uña y carne, pero hubo unos años en los que, por algo que tampoco nunca entendí del todo, tuvimos mucha sintonía. Fueron para mi años importantes, sobre todo al terminar los estudios y buscar mi primer empleo. Recuerdo su frase de respuesta automática ante cualquier reproche, duda o
  • 57. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   55 desencuentro: “Alberto, hay lo que hay”. Ahora sonrío al recordarlo. Hace mucho tiempo que no hablo con Juan. Coincidimos en reuniones familiares y poco más. No sé realmente qué nos ha ido separando. Quizás mundos diferentes han construido murallas entre nosotros. Yo he sido más impetuoso y menos familiar, él siempre se mantuvo cerca de nuestros padres. Él representa al hombre tranquilo, yo desde luego no. Las mujeres tampoco han ayudado mucho, siempre mirándose de reojo. Sea como fuere nada definitivo, nada personal. Si fue un referente cuando más le necesitaba, también puede serlo ahora. Este domingo es el 75 cumpleaños de mamá y allí nos encontraremos. Ese domingo la mañana era fresquita y agradable. Salgo a comprar el periódico dominical. Allí se encuentran las ofertas de empleo, que miro muy por encima más por curiosidad que por hallar respuestas. Ni siquiera sé qué hacer con el trabajo, ni siquiera tengo claro si lo debo buscar. Mientras, en casa, los niños hacen los deberes ayudados por Carla. La tengo olvidada, ya no hablamos, no reímos y sin embargo sé que nos queremos. Ella no se merece esto, pero sabe que no tengo fuerzas para más, y me observa en silencio… le debo tanto…
  • 58. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   56 Llegamos a casa de mis padres. Allí se encuentra parte de mi vida, la parte donde todo era preocupación. Nunca me sobró de nada pero tampoco nunca eché algo en falta. No me planteaba de dónde salían las cosas, ni en las preocupaciones ni responsabilidades de mis padres, ni en lo que les podía hacer sufrir cuando sacaba malas notas o llegaba tarde a casa. Al llegar ya se encuentra allí, Juan. Tras besar a mis padres y entregarle a mi madre la tarta de cumpleaños que Carla me había dado en el ascensor con un beso, me acerco a él de una forma especial, ya que al abrazarle me pregunta extrañado. - Alberto … ¿Todo bien? - Si, Juan… “hay lo que hay”. - Ja, ja... ¡Te acuerdas! ¿A qué viene eso? - Lo recordaba estos días Juan. Tu siempre tan tranquilo, tan complaciente con la vida y yo tan impetuoso… ya ves, ahora te envidio. No hay más que ver dónde y cómo estás tú y cómo me encuentro yo… - Alberto no lo saques de contexto, es sólo una situación transitoria. Todo volverá a la normalidad. No existencia la tendencia al caos, las cosas tienden al equilibro. - Sí, sí Juan ¿qué tal si quedamos una tarde y nos damos una vuelta? Así charlamos y nos ponemos al día. - Me parece estupendo. El miércoles es fiesta y me voy a pescar, ¿por qué no me acompañas?
  • 59. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   57 - ¿A pescar yo? ¡Sabes que no me gusta nada! - Por Dios Alberto, debes superar esas tonterías. Acompáñame y pasamos allí el día. Nos sentará bien, ya verás. Accedo en acompañarle, aunque es bien sabida mi animadversión por la caza y la pesca. No soporto ver sufrir a los animales. Tal vez sea una herencia infantil, pero me incomoda. Sólo de pensar en que un pobre pez puede morder un anzuelo y ser arrastrado hasta el cubo para sufrir durante unas horas antes de ser metido en la olla me pone los pelos de punta. Todo sea por seguir haciendo camino, porque se hace camino al andar. El día acordado pasa a recogerme. Es miércoles a eso de las cinco y media de la madrugada. La manía que tienen los pescadores de darse esos madrugones y llegar los primeros, ni que se fueran a llevar los peces. Llega con su todoterreno, algo antiguo pero muy bien cuidado. Nos dirigimos hacia la sierra de Castellón, donde Juan encontró hace muchos años su rinconcito idílico. Tras varios kilómetros sin prácticamente hablar debido a los efectos del criminal despertar, paramos a unos 40 kilómetros a tomar café tocadito de anís para no perder la tradición, y allí comenzamos a despejarnos un poco.
  • 60. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   58 - Bueno Alberto, ¿qué tal? ¿Preparado para tu día de pesca? - Pues qué quieres que te diga… mucho no, pero me iré adaptando. - Lo importante no es pescar, sino estar sólo, escuchar el viento en los árboles, meditar, convivir con la naturaleza… se ven las cosas de otra manera, te lo aseguro. - Intentaré sobreponerme al crimen que vamos a cometer contra la naturaleza. Todo sea por estar juntos y charlar. - ¡Serás exagerado! En el fondo estoy deseando llegar, conversar y captar esas sensaciones de las que me hablaba Juan. Pero cruzo los dedos para conjurar las fuerzas de la naturaleza y ahuyentar a los peces del río. No quiero verlos morder el anzuelo. Mientras llegamos al destino miro por la ventana mientras busco realmente qué espero sacar de Juan, en qué me puede ayudar y qué necesito escuchar o aprender de él. Y no se me hace fácil. Por fin salimos de la carretera. El paisaje es sencillamente espectacular, nada que envidiar a las mejores fotografías de las montañas canadienses o a los bosques tropicales. Ahí están los picos de las montañas, pedregosos por un lado y arbolados, por el otro. Las cimas entremezcladas de los pinos y el susurro permanente de la naturaleza viva que crea un muro de sonido donde ser entremezcla el piar de
  • 61. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   59 decenas de pájaros, el agua al pasar entre las piedras, y el suave airecillo que mece las ramas. Todo está allí pero no veo nada. Me quedo absorto, me siento abducido por la mismísima Gaia. Quiero andar, perderme, olisquear, nadar, volar, mimetizarme y desaparecer. - ¡Alberto, estás en la parra ven y ayúdame con todo! - Juan, ¿qué sientes cuando llegas aquí? - Pues naturaleza, agua, peces y fresquito. - No me refiero a lo que ves, sino a lo que sientes. - Bueno, siento soledad, tranquilidad, evasión, … - ¿Porqué lo preguntas? - Por nada Juan. - ¿Y tú? - Yo siento que soy parte de aquí, no me siento un intruso, ni un invitado. Me siento uno más… - Joder Alberto, ¡sí que estás mal!, peor de lo que pensaba. Venga ayúdame y vamos andando hasta mi rincón favorito. Vas a flipar. Me giro y vuelvo sobre mis pasos. Allí se encuentra el todoterreno y mi hermano descargando la caña de pescar. Un intruso en la naturaleza viva, desde luego, pero mi hermano. Andamos quince o veinte minutos por un sendero escondido repleto de piedras y desniveles. El paisaje se mantiene fijo ambos lados. El sonido cautiva, te
  • 62. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   60 sientes observado, presientes a la naturaleza que se esconde del depredador que allí acude a cazar. Al final llegamos un claro después de tanto escuchar el sonido del agua. Allí aparece impresionante un espacio donde el rio recrea un remanso y un pequeño recodo donde estar más que bien, frescos, tranquilos y relajados. Tomamos posiciones. Juan se sienta en su ridícula sillita de pescador, desenfundaba la caña y comienza con el ritual de montar el sedal, el corcho, el anzuelo… - Bueno Alberto ya estamos aquí. Tenemos todo el día por delante, podemos hablar de lo que quieras. Juan mete los dedos una pequeña cajita y saca un gusano vivo que acerca el anzuelo. - Juan, no irás a … - Sí voy a… - Ya podías utilizar bichos que no estuvieran vivos… - ¿Crees que los peces son tontos? No comen cualquier cosa… Por fin lanza el criminal anzuelo hacia el agua. A pocos metros de nosotros queda el corcho sobre la superficie, y ahora toca mirarlo fijamente. No está demasiado clara ya que ayer debió llover por aquí pero se adivinan varias decenas de peces merodeando por la zona
  • 63. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   61 - Alberto, tranquilízate. No vengo aquí a torturar animales ni nada parecido. Vengo a pescar para comer después, lo mismo que hace cualquier animal de los que te rodea ahora mismo. Los peces grandes se comen a los pequeños, las culebras comen peces, las ginetas comen culebras, los pájaros insectos y gusanos o larvas. Las rapaces cazan ratones… - Y el hombre lo caza todo. - Pues sí, más o menos es así. Hay lo que hay Alberto. No puedes cambiar todas las cosas del mundo. - Pues ahí es donde quería llegar yo. Me cuesta asumir que las cosas hay que adaptarlas ya que por un lado supone mi afirmación abnegada de la realidad, que podría ayudarme, pero por otro lado me suena rendición, y eso me perjudica. - Tienes un gran cruce de cables, querido hermanito. Debes diferenciar en primer lugar aquellas cosas de la vida que puedes cambiar y aquellas que no. Por más que sufras observando el deterioro del medio ambiente, la caza o la pesca, no vas a poder cambiarlo. Puedes poner tu granito de arena expresando tus ideas y opiniones. Puedes formar parte de un colectivo, educar a tus hijos y quién sabe si un día conseguirás sensibilizar al mundo. Lo que sí puedes hacer es ahora salvar la vida a unos peces… ¡Porque veo que estás tirando piedrecitas para espantarlos!
  • 64. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   62 - Ah, lo siento… me había dado cuenta. - Mira hay tres tipos de personas: los que entienden esa expresión como un “Ces´t la vie” asumiendo con diligencia y cierto buen humor las cosas que ocurren contra nuestras intenciones a deseos. Hay otra clase de personas que se sirven de ella para justificar su falta total de iniciativa, y lo justifican y lo utilizan como una perfecta excusa para su parálisis total. - ¿Y los terceros? - Los terceros son los rebeldes, los valientes, los que saben diferenciar qué pueden y qué no pueden cambiar, mejorar o superar. Y van a intentar cambiar las cosas a las que pueden enfrentarse. - Esos me gustan. - Pues ahí es donde debes ponerte tú. - Entonces Juan… ¿No hay lo que hay? - Si, siempre que aceptes tu situación, la analices, la haces más real que emocional para que no te afecte tanto y después buscas las formas de superarla. - ¿Lo pillas? - Lo pillo… Las siguientes horas trascurren entre bromas y recuerdos de la infancia. Es satisfactorio porque he acudido a mi hermano buscando ayuda y tal vez consuelo, pero lo que he encontrado es una de las claves para entender mi propia vida, y sobre todo descubrir a mi hermano, mi verdadero hermano. Sangre como mi sangre, cariño y comprensión.
  • 65. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   63 Sigo tirando piedrecitas al agua discretamente espantando a los incautos peces, y sin parar de hablar pasaron varias horas. Tras comer un bocadillo de exquisito jamón serrano de Teruel y acompañarlo con unos vasos de vino de la tierra el cielo va cambiando a gris amenazante. Es el momento perfecto para iniciar la retirada. - Alberto, qué vergüenza. No he pescado ni uno. No has parado de hablar y de tirar piedras al agua. Así no hay manera. - Lo siento Juan, je, je… Hay lo que hay. Y entre risas y el largo paseo hasta el coche se esfuma el día. Entrando de nuevo la ciudad observaba la civilización, otra vez, siempre presente, a veces asfixiante y siempre estresante. Mi sociedad, porque no tengo otra, esa que me espera, la que quiero que me vea triunfar, de nuevo… otra vez. Plan de Fuga, mayo. Mi hermano Juan, el tranquilo. § Los que te quieren te comprenden mejor. § No hace falta huir de la realidad, sólo asumirla.
  • 66. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   64 § No puedes cambiar el mundo, pero sí pequeñas y grandes cosas que te rodean y te afectan. § Rebeldes y valientes, los que consiguen cambiar las cosas. Esos son los que me gustan. ¤¤¤
  • 67. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   65 6. Volver atrás Comienzan los calores de verdad. Hay días de junio que es mejor no salir a la calle en determinadas horas. El sol ajusticia sin rencor a los que a él se exponen. Hace semanas que la lluvia, mi compañera preferida, mi hábitat natural, no aparece ni se le espera. Por eso me gusta madrugar en junio. La luz mediterránea a la hora de amanecer es más que única, es mágica. Pasear a las siete de la mañana, cruzar el parque donde el rocío potencia el olor a hierba que se desvanece con las horas es una situación que no se repite en ningún otro momento del año. Me preocupa mi lugar en la sociedad, en mi entorno, en mi mundo. Es una de tantas cosas que he perdido este tiempo. Antes siempre sabía dónde y cómo estar. Mi trabajo, mi día a día, y la tranquilidad y seguridad con la que planteaba mi tiempo de ocio, familia y amigos, me hacían simplemente estar y estar bien. No me hacía falta más. Sin embargo ahora he dado un paso atrás. He perdido toda capacidad de iniciativa. Simplemente me siento mal y prefiero estar solo. Cuando no lo estoy me encuentro juzgado o percibo cierta sensación de lástima hacia mi. Eso me incomoda tremendamente y reacciono buscando la soledad o, cuanto menos, la presencia invisible. Ser transparente, no ser visto, no
  • 68. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   66 despertar lástima y no dar sensación de debilidad es ahora mi actitud natural. La prefiero, pero no es mi estado deseable. Sé que ese refugio no puede durar toda la vida, y por otro lado tampoco me facilita mejorar la situación, ni me ayuda en nada. Retomar la iniciativa es algo que revolotea estas últimas mañanas, pero tal vez no sea el mejor momento. Antes debería superar muchas cosas, algunas ya están de camino, otras esperan escondidas en mi mente, atormentándome pero sabedoras de que existe ya una lucha entre el tiempo y yo mi mismo contra ellas, y que es cuestión de tiempo que uno de los dos gane la batalla. Seré yo. No estaría mal hacer un repaso de todas ellas. Sé que ahí están, sólo que intento vivir tan despaldas a ellas, jugando al despiste con la esperando del olvido. Escribirlas, analizarlas, saber cuáles de ellas son más una cuestión irreal e inconsciente y cuales están instaladas en una realidad caducada. Albergo miedos, cuestiones pendientes, ilusiones partidas y, tal vez, no se, algún rencor. Desde luego ni deseos de venganza, ni guerras por librar, ni gentes a odiar. No será tan difícil pues iniciar esta tarea de limpieza y orden sobre los aspectos de mi lado negativo, el más pesado, el que no me deja avanzar,
  • 69. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   67 el que me arrastra a la inoperancia, la inactividad… y la muerte social. Debo comenzar entonces por el principio, el momento en el que todo ocurrió. No me quiero volver a fustigar sobre qué falló tiempo atrás, esa parte ya la he superado, también he aprendido a ver las cosas desde otra perspectiva y aceptarlas tal y como están porque hay lo que hay, pero no es suficiente todavía. Tengo que tener el suficiente valor para volver sobre mis pasos, asumir responsabilidades, mirarme de frente. Lo fácil es evitarme, comportarme como si nada. Pero esa actitud no cambiará las cosas. Todo comenzó con aquél inesperado “estás despedido”. Ese momento ha marcado los últimos meses de mi vida, y tal vez muchos de los que me quedan por vivir. Nunca he querido retroceder hasta ese instante. Simplemente supuso un cambio radical en mi vida anterior y en la posterior, pero el momento… no deja de ser tan solo un instante. Nunca me preguntado cómo hubiera sido mi vida si aquello no hubiera ocurrido porque, simplemente, hubiera seguido todo igual. Volver a él puede ser una solución, tiene que serlo. Al volver a casa me he despistado. No sé cuántas vueltas he debido dar al parque. Lo que es seguro es que la temperatura ambiental había subido muchos grados, fácilmente diez y el calor ya hacía mella.
  • 70. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   68 Llego a casa y ya no está ni Carla ni los niños. Sólo hay una nota sobre la mesa de la cocina: “Buenos días cariño, me he llevado a los niños al cole. Hoy es mi cumpleaños, te invito a comer. ¿Te viene bien a las 2 en La Alquería?”. ¡Oh! Ésta sí que ha sido buena. He olvidado el cumpleaños de Carla. Cómo lo siento. A qué situación estoy llegando que soy incapaz de recordar una fecha así. Menos mal que me casé con un ángel, que me entiende, me inspira y además me perdona. Me siento, me vuelvo a lamentar y reacciono enviando un sms: “Cariño, felicidades, claro q m acordaba. no m has dado tiempo a felicitarte XD. Allí nos vmos. Bsos.” Supongo que Carla no ha caído en que ese restaurante, al que íbamos mucho antes de que todo esto pasara, se encuentra muy cerca de mi antiguo lugar de trabajo. A las dos allí, ¿cómo no me va a venir bien si no tengo nada que hacer? Si lo pienso bien me lo ha puesto fácil. ¿Habrá sido capaz de leer mi mente? Desde luego es capaz de todo; de eso y de mucho más. No me lo pienso dos veces y tomo la iniciativa. Hay que tener un par de… mirar los problemas de frente, ponerle valor, e ir a por ellos. Vamos. Calculo el tiempo y me presento en el que durante dieciséis años fue mi lugar de trabajo, de relación
  • 71. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   69 social, de estabilidad, de monotonía… tal y como iba a ser toda mi vida si allí hubiera permanecido. Es la una de la tarde. Me he preparado física y psicológicamente para el reencuentro. Mi mejor americana, mi mejor camisa y una corbata alegre y bien combinada, al menos eso creo. Me afeito y me repeino a conciencia. Subo en el ascensor hasta la planta doce. Me entra un cosquilleo desde el quinto hasta el final, justo como si estuviera en una montaña rusa. Es curioso, algo que había hecho miles de veces hoy me parece algo nuevo, diferente… el cuerpo no se encuentra cómodo y el cerebro me está enviando señales de alerta para que evite la situación y me quede aislado. Ya te conozco cerebrito, para ti es mejor, para mi no. Llego, me paro frente a la puerta. Han cambiado la placa metálica de la entrada por una de metacrilato a color. Es curioso, me siento extraño en mi propia casa, pero ya no es mi casa. Y en este momento ni siquiera soy un invitado. Soy un intruso. ¿Quién estará dentro? ¿Seguirá Carmen, la recepcionista, la cotilla del despacho? ¿Y Manuel, el comercial agresivo, el guapo y seductor? Y Julián, el pelota… ¿Se habrá jubilado? Y Pepa, Juan, Manolo… Toco al timbre, nadie se acerca y empujo la puerta. No he advertido que se encuentra entreabierta. El aspecto interior no es el mismo, hay más luz, ha sido
  • 72. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   70 reformado eliminando los horrorosos paneles de separación por cristales semi transparentes. Fijarme en estos detalles me impide percatarme de que la secretaria es nueva. Me siento tan raro que no sé qué decirle, por quién preguntar. - Buenos días, ¿qué desea? Me pregunta amablemente. Es joven y se le nota experimentada. Desde luego es notable que allí habían cambiado las cosas, y que habían ido a mejor. - Pues mire yo trabaja aquí hace un tiempo… ¿Está Pepa? - ¿Pepa Gil? No, ya no trabaja aquí desde hace unos meses. - Vaya… ¿Y Manuel? - Manuel tampoco, lo siento. - Pues… ¿Julián? - ¿Julián Alcocer? - Sí, sí… ¿está todavía? - Sí, ¿de parte de ….? - De Alberto, Alberto Faus. Me quedo esperando unos minutos. Es curioso, la cotilla está fuera, el comercial agresivo también, y Julián… el pelota, el más mayor de todos, sigue aquí. De repente sale Julián y, emocionado, casi sin decirme nada, se acerca a mí y me da un abrazo.
  • 73. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   71 - Alberto ,¿cómo estás? Te veo bien, te veo bien, y eso me alegra ¿qué tal si bajamos a tomar un café? - Bien, muy bien, genial. Pero.. ¿no hay nadie más para…? No, no hay nadie más sólo quedo yo de los antiguos. Esto ya no es lo que era, ahora te lo cuento todo…. ¡Cuánto me alegro de verte! - Cuando llegamos a la cafetería pedí una coca cola y Julián una cerveza. Lo vi bien, más mayor, contento de verme. - Dime Julián ¿qué pasó después de que me despidieran? - Fuiste el primero, después fueron cayendo los demás. La facturación estaba cayendo, cada vez menos clientes. El gerente y el director de Madrid fueron tomando decisiones erróneas una tras otra. Así la empresa fue perdiendo valor hasta que fue vendida a un grupo inversor, que mantuvo el nombre y la actividad, y su propia cartera de clientes y empresas del grupo ahora estamos más saneados. - Entonces, ¿sólo quedas tú? - Sí, ha sido muy descorazonador ver cómo uno tras otro iban siendo despedidos, pensando que cada día que entraba podía ser mi último día. - ¿Y por qué tú? - Muy sencillo, soy el más mayor, me jubilo en un año y así no tienen que pagarme el despido. Además necesitaban a alguien que mantuviera la continuidad anterior, los clientes y todo eso. - Ya entiendo, vaya tela…
  • 74. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   72 - ¿Y qué ha sido de ellos? - Pepa se quedó en casa, con el despido y la prestación del desempleo aguantará mientras pueda, y se dedica a sus nietos. Del resto no sé apenas nada, salvo de Manuel, que se fue a trabajar a la competencia y David que oí la pasada semana que buscaba trabajo. - David… no me acordaba de él, ¿no tenía dos niños pequeños? - Sí, ya ves, y su mujer sin trabajo. Es que su mujer y mi hija son amigas y me cuenta cómo les va. Pero se está moviendo, buscando trabajo, y por lo que oigo tiene algunas ofertas. - Qué suerte. - ¿Suerte? No es suerte, no. Todas las semanas está arriba y abajo buscando trabajo, entrevistas, presentando proyectos. No para. - ¡Pero si no hay trabajo! - No digas eso, no es así. Hay poco pero hay. Por ejemplo yo me jubilo, alguien podría ocupar mi lugar. Aquí se ha contratado gente nueva… el que se mueve tiene más posibilidades de encontrarlo. Termina puntual el repaso de la actualidad con Julián. Hemos hablado de los tiempos pasados, de los buenos momentos, hemos hecho un repaso a todos los compañeros, ha estado bien. Lo dejamos con un abrazo, y salgo andando sin rumbo durante unos minutos, repasando la conversación, las sensaciones…
  • 75. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   73 Pero sobre todo me retumban las palabras de Julián “para el que se mueve”. ¿Me ha insinuado que no me muevo? Bueno, si es así probablemente tiene razón, ¿a quién voy a engañar? ¡Uf!, se hace la hora, ¡y no he comprado nada! Sin pensármelo dos veces emprendo la carrera hacia la floristería de la plaza de San Juan. - ¡Doce rosas por favor! Acudo veloz al punto de encuentro con Carla. Llego, entro, la busco. Allí estaba ella, esperando, en la puerta. - Hola cariño. Feliz cumpleaños. No me había olvidado. Y disculpa los 10 minutos de retraso. - Calla tonto, qué bonitas son, qué bien huelen. Gracias. Te quiero… Mírame a los ojos y bésame, he dicho que te quiero. No me la merezco. Qué haría yo sin ella a mi lado, silenciosa, manteniendo las distancias, pero observando, apoyando, comprendiendo… y sobre todo discreta. Es todo justo lo que necesito. - Venga, entremos, tengo un hambre que me desmayo. - Vamos, me muero por una copa de vino a tu lado. Pedimos de comer un arroz caldoso, el favorito de ella. El aire acondicionado está a tope.
  • 76. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   74 Por un momento estaba volviendo atrás. Cuando todo era normal, tranquilo, ilusionante. Hablamos, conversamos. Le comento mis progresos, las conversaciones de los últimos meses. Creo que le estoy dando la sensación de tener piezas sueltas que podían ir cuadrando. Carla sabe bien que necesito encontrar las respuestas yo solo. Nunca me dijo de recurrir a un psicólogo. Me conoce y sabe que soy tan tozudo que no me daría por comprendido. Pensara o no que eso era un error, supongo que tiene activado un plan b, expectante a mis progresos y vigilante a las consecuencias de dar o no dar con la llave de la puerta de salida. Me escucha, le duelo. Hace todo lo que puede, más no le puedo pedir. Empiezan a cuadrar las cosas, como en un puzle cuyas piezas ya conozco, y que no sabía que podían encajar. Plan de Fuga, junio. Julián, el que nunca arriesgó pero dice que hay que moverse.
  • 77. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   75 § Tengo que afrontar mis miedos, los momentos del pasado. De nada sirve ocultarlos. Siempre están ahí. § Hay que moverse, cambiar, evolucionar. Quedarse anclado es muerte segura. § Nunca hay que olvidar los detalles con las personas que te quieren. ¤¤¤
  • 78. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   76 7. La estrella polar La noche de viernes se cuela por mi ventana con un extraño aroma. Una mezcla de olores fuertes y naturales vuela al ritmo del cantar de las cigarras. Las suaves ráfagas de ese aire aromático cambian extrañamente de temperatura y de dirección revoloteando a mi alrededor. Estoy asomado a la ventana de mi pequeña habitación, mi cueva, mi refugio, mi hogar desde hace ya tiempo, demasiado tiempo. Las copas de los árboles de allí abajo se mueven como agitadas por algo o por alguien. Un juego de luces y de sombras, con ligeros movimientos da vida a ese clásico cuadro, tan recurrente en los libros de historias y poemas. Hoy tampoco tengo sueño, ni siquiera ganas de dormir. Todo lo vivido y todo lo experimentado en los últimos meses revolotea en mi cabeza, casi haciéndome perder el sentido cuando intento ordenarlo, comprenderlo, darle sentido. Tampoco quiero ahora pensar en ello. Mi refugio, mis problemas, mis historias, las personas que aún me quieren y todas aquellas que he perdido, de las que me he alejado, o que me han olvidado… seguramente con motivo.
  • 79. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   77 El mes de julio siempre ha provocado en mi esa traicionera sensación. Para qué nos vamos a engañar, nunca me ha gustado el verano. Es lo que tiene ser tan previsible, tan premeditado… el cambio de horario, las vacaciones y todo lo que conlleva el estío. Tal vez porque nunca he llegado encontrar la necesidad de evadirme, o porque nunca he llegado a sentir que merecía ese descanso. Al fin y al cabo, ¿he hecho algo en mi vida que merezca ese premio? Abajo sigue la noche en su sosiego. Bajo la farola un gato llega y, sabiéndose dominante de su pequeño territorio, se sienta observador. Cruza su mirada con la mía y, al tiempo que sus ojos adquieren un brillo desafiante, me siento por él observado, juzgado. Al cabo de unos minutos se levanta y continúa su ronda nocturna, con un cierto desaire y una sutil falta de respeto hacia mi, como manifestando su autoridad sobre el entorno. Vuelvo atrás, sondeo y busco música nostálgica. Creo que busco sentirme mal, disfrutar de mi desgracia, revolcarme sobre ella, disfrutar de mis dudas… me acuerdo de Fran y su discurso sobre música y estados de ánimo. - Lo siento Fran, te entiendo y lo sabes, pero esta noche no. Rebusco entre mi montaña de cds y allí aparece Elliot Smith. Un curioso tipo; escritor, poeta, cantante, con un estilo muy personal, simple, distante y profundo.
  • 80. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   78 Cuando llegó el éxito no pudo soportarlo y, tras una vida envuelta en alcohol y química prohibida, decidió clavarse un cuchillo en el pecho dos veces. Y así quedó él, como certificando ese final que aventuraban sus letras de desencanto, desesperanza y depresión. Con su trágico final ponía un punto de coherencia a su camino. Un destino irremediable. Sus primeros acordes me afectan y me llevan al pasado, a la niñez, a los tiempos en que todo parecía eterno y no existía el cambio, sólo para crecer, disfrutar, aprender, vivir. Es la melancolía, lo que no debía hacer. Abro entonces la puerta del armario que, año tras año, albergaba sin orden todo lo que pudiera almacena; los viejos vinilos se entremezclan con álbumes de fotos de mi niñez, de mi adolescencia, almacenando recuerdos amontonados, abandonados… media vida en fotos hasta que la maldita fotografía digital apareció para cambiar el significado del recuerdo, con esas miles de fotos almacenadas en dispositivos que seguramente nunca más verás. Ahí también encuentro mi libreta de poemas, esos que un día empecé y pronto olvidé. Allí seguían, aguardando una nueva oportunidad. Esa promesa que me hice y que, como tantas, quedaron ancladas en el charco del tiempo. Y las carpetas de gomas, con todos los recortes que un día fueron importantes para mí, y que nunca volví para abrir. Allí estaba todo.
  • 81. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   79 Despejo mi mesa y enciendo el flexo, mientras me invade un olor a azahar que sin duda proviene de algún balcón vecino, y que me transporta a la casa de campo que, entre las montañas de Castellón, disfrutábamos en familia, cuando el mes de julio no era maldito para mí. Comienzo entonces a sacar, uno tras otros, los álbumes de fotos, amontonándolos, imposibles de identificar a primera vista. Resulta para mí algo sorprendente esa reacción, no entiendo cómo, casi absorto, emplea la energía de una repentina ansiedad en volver tan atrás en mi vida. Consigo tenerlo allí, en tres montones, y ahora sí, ordenados por etapas, toda mi vida, mi pasado, buenos tiempos que guardaba con cariño hasta olvidarlos y que ahora, al rescatarlos, ponía bajo sospecha. Busco en ellos alguna culpabilidad, algún error, ese momento en que me equivoqué. Comienzo con fotografías de mis padres, color sepia, algunas arrugadas y con los bordes blancos. Eran jóvenes amantes, reflejados en esas miradas mezcla de amor, respeto y castidad. Después su boda y el viaje a Canarias, y mi bautizo, con mis hermanos de protagonistas asomándose a la pila bautismal con curiosidad mientras mi abuela se agacha para llamarles la atención. Allí quedó inmortalizado ese momento que tanto nos hizo reír de pequeños, mientras yo lloraba con el agua sobre mi calva cabeza. Mi infancia, los paseos por
  • 82. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   80 aquel parque donde vivíamos a las afueras de la ciudad. Todo estático, todo en blanco y negro. - Vaya, vaya, Alberto, parecías tan feliz. ¿Te acuerdas de algo? ¿Qué sentías entonces? Me sorprendo hablando solo. Me gusta, me dejo llevar. Podría ser una buena forma de buscar respuestas, de hacerme nuevas preguntas. Sigo pasando los álbumes, uno tras otro, mis 15 años, indolente y aventurero, las acampadas de verano, los primeros besos. Esas noches de canción, guitarra y hoguera. - Todo parece normal, incluso bueno ¿Te sentías bien? ¿Qué pensarías si por un momento fueras capaz de adivinar dónde has llegado? Después el noviazgo, las primeras fotos de mi querida Carla, los días de playa, las fiestas, los amigos. Teníamos 17 años, y toda la ilusión del mundo aún visible en nuestra mirada. - Y dime otra vez Alberto, ¿qué pasó? Nada parece dar indicios de mi maldito destino. No encuentro dónde me equivoqué, en qué momento erré mi decisión. - Dime, ¿hice algo que justifique mi suerte? Háblame Alberto, háblame, mírame. Estoy aquí, contigo, conmigo. Me siento tan solo, tan perdido….
  • 83. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   81 Continúo pasando las hojas, cambiando de montones, volviendo a desordenarlo todo. Llego hasta al día de mi boda. Allí estaba Carla, blanca, pura y radiante. Con sus ojos esmeralda, sensata y tranquila. Mi compañera fiel, inseparable. - Carla, tanto daño te estoy haciendo… y ni siquiera me lo reprochas. Carla dime, ¿no me culpas tú de nada? Dime algo… y perdóname. Sobre todo perdóname. Me pierdo acariciando su foto, y llorando. En la calle el gato maúlla, como respondiendo a mi sollozo. He regresado, tal vez escuchaba mi voz y volvió, como disculpando su desdén anterior. Me asomo y allí está, sentado en el mismo lugar, con el reflejo de la luz de nuevo en su mirada, observándome y maullando como respondiendo a mis dudas. Le hablo. - Cuéntame… ¿Qué intentas decirme? ¿En qué puedes ayudarme ahora? ¿Porqué vuelves a mi ventana, ante un fracasado como yo, que ni siquiera se atreve a dormir? Me quedo atontado. Primero hablo sólo, conmigo mismo, y después con un gato… algo no va bien, otra vez. Pero la noche aún está dispuesta a darme algo más. Tras mantener durante varios minutos la mirada fija entre él y yo, el gato se marcha, como dejándome solo de nuevo, haciéndome ver que no tiene las respuestas, que no entiende mis preguntas.
  • 84. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   82 Entonces vuelve a soplar el aire, esta vez una corriente suave y fresca, dejando la luna al descubierto, no sé si menguante o creciente, pero las tenues nubes que blanquean el cielo y oscurecen la noche se van disipando, dando paso a un cielo limpio, despejado, estrellado, precioso y evocador. Retengo allí la mirada y recuerdo las noches, muchas de ellas, cuando adolescente miraba al cielo buscando mi destino, sonriendo, curioso y expectante. Y allí seguía, firme y orgullosa, la mayor estrella de todas, la más grande, la más luminosa, la estrella polar. Guía de caminantes y navegantes, de peregrinos y de aventureros. Allí había estado siempre y allí seguirá, pero yo había dejado de mirarla hace ya muchos años. Me quedo de nuevo absorto, evadido, pero no inmóvil. Vuelo hasta ella para darme cuenta de que allí está, allí sigue, el secreto de mi existencia, y por tanto muchas respuestas. La luz que ilumina el camino, un camino sin final, un rumbo eterno. Esta noche de julio, mi detestado mes de julio, entre música nostálgica, viejas fotos, un gato que me miraba y un cielo estrellado, esa noche de julio ya no es una noche más. Esta noche, yo solo, lo he entendido casi todo. Perdí mi sueño, quedó enterrado en algún momento años atrás. Quizás ya nunca sabría dónde, ni siquiera hoy, aunque lo encontrara, tendría ya significado para mi,
  • 85. Pablo  Adán   Plan  de  Fuga   83 no creo que valiera la pena buscarlo, y mucho menos desenterrarlo. He retrocedido en mi vida, pero ya no quiero ser el mismo que era. Debo descubrir el motivo que tiene que dar sentido a mi vida: tengo que saber cuál es mi estrella polar, y comenzar a caminar cuanto antes. Plan de Fuga, julio. Conversaciones conmigo mismo. • Perdí mi sueño, o lo olvidé. • Rebuscando entre recuerdos he vuelto a tocar fondo, pero ha valido la pena. • Buscando qué perdí, he descubierto que sin un sueño nuevo, un motivo, no hay forma de escapar. • Una vez descubierto ese motivo, hay que emprender un nuevo camino. • Hay una estrella polar que guía tu camino. ¤¤¤