1. Acostumbrarse a desacostumbrarse
Leí ayer en un libro que la vida es acostumbrarse a desacostumbrarse.
La verdad es que nunca he leído una frase que encierre más acierto.
La vida son pequeños momentos, pequeños sabores, que cuando te
gustan, han desaparecido. Instantes cuyos bordes se rompen de tanto
ser revisados y releídos. Te das cuenta de que estás enamorado de
alguien cuando ese alguien ha desaparecido de tu vida. Pero la vida es
acostumbrarse a desacostumbrarse. Y yo quiero vivir.
Este año he aprendido mucho de lo que es la vida. Y lo he aprendido
mirando a los ojos de la muerte. Esos ojos de unas personas que han
perdido lo más importante que tenían: sus recuerdos y sus esperanzas.
Elementos perdidos cuando ciertas placas y ovillos se adueñan de tu
cabeza. Los ojos ganan brillo y pierden vida, las sonrisas ganan
inocencia y pierden alegría. Y sin embargo, el tacto de sus manos
trasmite algo de color verde azulado.
Acostumbrarse a desacostumbrarse. ¿Cuándo se acostumbra uno a los
recuerdos? ¿Cuándo se desacostumbra uno a los recuerdos?
Los altavoces empiezan a lanzar una canción. Basketcase. Y los
recuerdos empiezan a invadir mi habitación. Recuerdo una frase dicha
entre batidos de fresa: “Si fueras una empresa, no dudaría en gastar
mis ahorros en tus acciones”. Basketcase.
Ya es la Cruz de Mayo. Para vivir hay que mirar al pasado para
2. aprender. Llueve, pero ya es la Cruz de Mayo. Para vivir hay que mirar
al presente para saber el lugar que ocupas. Llueve, pero ya es la Cruz
de Mayo en mi pueblo. Para vivir hay que mirar al futuro para saber
hacia donde avanzar.
Acostumbrarse a desacostumbrarse. Game over. Tiembla mundo. Es el
momento de jugar a la vida en serio. Y, tú sabes, que nadie nos va a
ganar. Lo sabes. Lo sabemos.