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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
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Lee detenidamente la siguiente lectura:
“LA SOPA DE PIEDRA”
No, no quería volver al viejo
sistema…Verdad es que lo hubiera
conseguido todo de estos indios,
pero había que echarles encima el
caballo, sujetar las riendas con la
mano izquierda, y, con la derecha,
empuñando el látigo, ensangrentar
los hombros morenos, gritando al
mismo tiempo las mejores
interjecciones de la lengua
española, que tiene tantas. Gracias
a lo cual, el mismo indio que os ha
negado en esas soledades toda
bebida y comida , encuentra
instantáneamente debajo de tierra
una gallina y una linda calabaza espumante sedientos…No; Pedro Leal no
acudiría al viejo sistema.
Allí estaba en la placida de la aldea, atontado, plantado encima de su
caballo, mientras su criado, un mestizo avispado, se impacientaba, aconsejandole
en voz baja:
-¡Pégueles no más, patroncito! Le darán todo, se lo juro.
Pero es pernicioso haber estudiado las layes romanas y los códigos
franceses en una Universidad de Lima cuando tiene uno que vérselas con los
indios de pura cepa. Pedro Leal corría grave peligro de quedarse sin comer al
filo de mediodía, en esta pascana de los Andes, donde hacia frío de repente,
después de unas horas de cabalgada bajo un sol agobiador por las morenas
montañas peladas.
Un círculo de indios en cuclillas le miraba apenas, solapadamente. Uno de
ellos, el más viejo, cuyos piojos ostentosos danzaban en un pelambre una
zarabamba luminosa, había tomado su flauta de caña y se quedaba uno
estupefacto al ver fluir música tan tierna de los labios de aquel “virtuoso”
harapiento. Hermosísima, vestida como la Virgen María de los grabados, una mujer
joven hacia sacado sin miramientos un seno límpido, veteado de un celeste azul
peruano, para responder a las exigencias de una criatura que, colgaba a su
espalda, prorrumpía en reivindicaciones, envuelta en un poncho escarlata. Viendo
LECTURA
TEXTO Nº 1
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
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lo cual. Natalicio, el criado, dijo a su patrón, con una sonrisa triste que ocultaba
sin duda un reproche:
-¡Si al menos nos hiciera mamar un poquito…!
Bien comprendía Pedro Leal que su peón le despreciaba un poco por no
haber obtenido inmediatamten una buena comida, látigo en mano. Gimoteando
como de costumbre, los indios habían repetido hacia un momento su habitual
manan taita (no hay nada, padre o señor). Pero “de seguro que mentían como
chinos”. La prueba, ese gran fuego de estiércol de llama, sobre el cual hervían ya
el agua y las hierbas para la sopa. Pedro Leal y su peón Natalicio habían
llegado, sin duda, cuando los indios iban a añadir a ella el buen chuño, la gallina
con maíz, un poco de charqui de llama. Los hermanos vivos de la llama
sacrificada se encontraban allí, de rodillas, en la plaza, mirando a la nieve de las
cimas con indolencias.
Súbitamente recordó Pedro Leal que partencia a la raza sutil de la que han
salido, para el mundo asombrado, las más hermosas mentiras. Apeóse
pausadamente del caballo, y ordenó a Natalicio, su peón, que le siguiera; se
aproximó al fuego, y añadido a él unas cuantas boñigas de llama, que estallaron
con un hedor nauseabundo. En el centro mismo de la placita se alzaba uno de
esos adoratorios indios testimonio de una antigua batalla o tumba de un jefe
de tiempos pretéritos –al que todos los pastores que pasan echa
respetuosamente una piedra para conjurar a los espíritus. Pedro Leal había
tomado en la mano algunas piedras negras, pulidas Dios sabe por qué río lejano,
y las echó en la gran olla de tierra cocida, diciendo sencillamente, pero con voz
fuerte:
-¡Ya verás cómo hacemos con esto una sopa exquisita!
El flautista piojoso había interrumpido, a pesar suyo, su canción de amor
y de tedio; la hermosa india cubrió su vía láctea con su manto violeta, como con
una nube crepuscular, y hasta las bestias parecieron comprender. La cosa
empezaba a ser apasionante. Este hombre blanco era, sin duda, un mágico
prodigioso.
Hay que tener paciencia con la raza más paciente del mundo. Pedro Leal la
tuvo. A veces, cuando una llama se arrodilla, es inútil querer levantarla a
puntapiés; antes se dejaría matar. Pero el indio fraternal y sensato se tumba
cerca de ella, con un montón de piedras que lanza blandamente de cuando en
cuando, hasta que la bestia, nerviosa, se yergue en vilo. El sistema de Pedro Leal
era, poco más o menos, semejante. Sentado en tierra, disparaba su revólver
contra los cóndores, como si quisiera hacerlos caer en su sancochado. Otras
veces, yendo a buscar una nueva piedra a a apacheta (adoratorio), la echaba al
agua hirviente.
En fin: una mujer impaciente, como toda la raza de cabellos largos, una Eva
morena y friolera, no pudo soportar más aquel suplicio silencioso y vino a decir
al taita, con una sonrisa zalamera y en un español deplorable:
-Tú comiendo piedras, pues!.
Con la mayor seriedad, Pedro Leal juntó las yemas de los dedos, se las
llevó a los labios y expresó con un beso de satisfacción la delicia que le
esperaba.
Desconfiados aún, pero preparados desde hace siglos para todos los
milagros, los indios se apasionaban por esta historia. ¿Cómo? ¿Había aquí tantas
piedras que se podían transformar en comestibles y nadie había pensado en
ello hasta ahora? Cuchichearon algo al oído de la joven india, que, más simpática
que los otros, debía agradar al hombre blanco. Se acercó a él, medio temerosa,
medio burlona:
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
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-No, taita; mejor con una gallina, chuñitos.
Evidentemente, quizá estuviera mejor hacer un caldo con pollo y con papas;
pero Pedro Leal dio a entender, con perfecta indiferencia, que todo ello le traía
sin cuidado. Tal como estaba su sopa seria exquisita dentro de una hora, dos
horas a lo sumo, cuando las piedras hubieran tenido tiempo de derretirse. Por lo
demás, como las piedras eran sagradas, podía esperarse cualquier cosa.
¡Caraspita!, había que mimar bien a aquel brujo blanco para que
enseñase a lo pobre gente de la sierra la manera de servirse de las piedras.
Dejando a su crío bregar en el suelo con una minúscula llama de lana parda, la
bella india desapareció un momento en su cabaña y volvió en seguida con
una magnifica gallina cebada, maíz tierno y morado como el que se entierra con
los muertos, y esas patatas heladas, el chuño del país, que hace tan sabrosa la
olla de la sierra. Rápida, antes de que Pedro Leal tuviese tiempo de impedírselo,
echo todas aquellas ricas cosas en la extraña comida del taita, excusándose
humilde:
-¡Más mejor, padrecito!
El taita se encogió de hombros para hacer ver cumplidamente que aquello
no añadida nada al saco, y, dos horas, más tarde, se hacia preparar en la choza,
por todos los indios entusiasmados. Sobre su poncho extendido por tierra como
un mantel, el mejor almuerzo que había probado desde hacia mucho tiempo. Allí
se saboreó un queso de cabra fresquísimo, guardado por los indios en las
grandes hojas de plátano; una chicha sublime, apenas fermentada; pero él, sobre
todo, hizo admirar a todos su sopa de piedras……
¿Las piedras? No se encontraron en el fondo de la olla. Más tarde, hacia las
siete, cuando los cóndores emprendían ya, sobre las nubes navegables, la ruta
de los glaciares rojos, Pedro Leal se alejó, colmado de dones, con su fiel
Natalicio.
Entonces, el mestizo insolente y chancero, orgulloso de su amo, quiso
mostrar su estupidez a aquellos chanchos que se habían dejado engañar “como
chinos”. Para abrumarlos, sacó triunfalmente de su poncho, caliente aún, las
piedras que había retirado de la sopa antes de servirla.
Pero los indios nunca creen en las mejores tretas, y desde ese día, en
aquella inocente aldea de mi tierra, se añaden piedras santas para hacer más
sabroso el caldo de gallina.
Con ayuda del diccionario anota el significado de las
siguientes palabras:
a) Pascana: …………………………………………………………………………………
b) Zarabanda: …………………………………………………………………………………
c) Veteado: …………………………………………………………………………………
d) Estiércol: …………………………………………………………………………………
e) Boñiga: …………………………………………………………………………………
f) Zalamera: …………………………………………………………………………………
COMPRENSIÓNDE LECTURA
Vocabulario:
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Responde a las siguientes preguntas:
1. ¿Quién es el protagonista de este cuento y qué problema tiene? ¿Qué
otros personajes importantes intervienen?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
2. ¿Qué palabras emplearías para decir cómo son Pedro Leal y los indios
que le ayudan a preparar la sopa de piedras? Escribe en cada caso una
sola palabra para definirlos.
________________________________________________________________
________________________________________________________________
3. ¿Cómo podrías demostrar que los hechos narrados transcurren en el
Perú?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
4. ¿Cuánto tiempo real calculas que debe durar esta historia?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
5. En el trato con los indios, ¿Por qué Pedro Leal no quería volver al viejo
sistema? ¿En qué consistía ese viejo sistema?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
6. ¿Qué es lo que súbitamente recordó Pedro Leal y qué hizo inmediato?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
7. ¿Qué pensaron los indios de lo que estaba haciendo este hombre
blanco?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
8. Afirma el autor que hay que tener paciencia con la raza más paciente
del mundo. ¿Pedro Leal la tuvo? Explica tu respuesta.
________________________________________________________________
________________________________________________________________
________________________________________________________________
Preguntas de Comprensión:
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
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9. ¿Quién interrumpe la angustia espera que prevalece mientras dura la
preparación de la maravillosa sopa de piedras? ¿De qué modo dialoga
esta persona con Pedro Leal?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
________________________________________________________________
________________________________________________________________
10.¿Qué decide por fin la joven india al ver que el misterioso personaje
escucha indiferente su ofrecimiento de entregar pollo y chuños para la
sopa?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
11.¿Que ocurrió dos horas más tarde?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
12.¿Que pasó con las piedras?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
13.¿Creyeron los indios en la treta del hombre blanco? Explica tu respuesta.
________________________________________________________________
________________________________________________________________
________________________________________________________________
________________________________________________________________
Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes
palabras:
Sinónimo Antónimo
a) Empuñar …………………………………. ………………………………….
b) Sediento …………………………………. ………………………………….
c) Nervioso …………………………………. ………………………………….
d) Zalamera …………………………………. ………………………………….
e) Agrado …………………………………. ………………………………….
Razonamiento Verbal:
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
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Lee detenidamente la siguiente lectura:
“EL VUELO DE LOS CÓNDORES”
Aquel día demoré en la calle y no sabía qué decir al volver a casa. A las
cuatro salí de la Escuela, deteniéndome en el muelle, donde un grupo de curiosos
rodeaba a unas cuantas personas. Metido entre ellos supe
que había desembarcado un rico,
-Ese es el barrista –decían unos, señalando a un
hombre de mediana estatura, cara angulosa y grave, que
discutía con los empleados de la aduana.
-Aquel es el donador.
Y señalaban a un sujeto hosco, de cónica patilla,
con gorrita, polainas, foete y cierto desenfado en el
andar.
Le acompañaba una bella mujer con flotante velo
lila en el sombrero; llevaba un perrillo atado a una cadena
y una maleta.
-Este es el payaso –dijo alguien.
El buen hombre volvió la cara vivamente:
-¡Qué rico!
-Así son en la calle.
Era éste un joven alto, de movibles ojos, respingada nariz y ágiles
manos. Pasaron luego algunos artistas más; y cogida de la mano de un hombre
viejo y muy grave, una niña blanca, muy blanca, sonriente, de rubios cabellos,
lindos y morenos ojos. Pasaron todos. Seguí entre la multitud aquel desfile y los
acompañé hasta que tomaron el cochecito, partiendo entre la curiosidad
bullanguera de las gentes.
Yo estaba dichoso por haberlos visto. Al día siguiente
contaría en la Escuela quiénes eran, cómo eran, y qué
decían. Pero encaminándome a casa me di cuenta de que
ya estaba obscureciendo. Era muy tarde. Ya habrían comido.
¿Qué decir? Sacóme de mis cavilaciones una mano
posándose en mí hombro.
-¡Cómo! ¿Dónde has estado?
Era mi hermano Anfiloquio. Yo no sabía qué
responder.
-Nada –apunté con despreocupación forzada –que salimos tarde del
colegio.
-No puede ser, porque Alfredito llegó a su casa a las cuatro y cuarto….
TEXTO Nº 2
LECTURA
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
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Me perdí. Alfredito era hijo de don Enrique, el vecino; le habían preguntado
por mi y había respondido que salimos juntos de la Escuela. No había más.
Llegamos a casa. Todos estaban serios. Mis hermanos no se atrevían a decir
palabra. Felizmente, mi padre no estaba y cuando fui a dar el beso a mamá,
ésta sin darle la importancia de otros días, me dijo fríamente:
-Cómo, jovencito, ¿éstas son horas de venir?...
Yo no respondí nada. Mi madre agregó:
-¡Está bien!...
Metíme en mi cuarto y me senté en la cama con la cabeza inclinada. Nunca
había llegado tarde a mi casa. Oí un manso ruido: levanté los ojos. Era mi
hermanita. Se acercó a mí tímidamente.
-Oye –me dijo tirándome del brazo y sin mirarme de frente-, anda a
comer…
Su gesto me alentó un poco. Era mi buena confidencia, mi abnegada
compañera, la que se ocupaba de mí con tanto interés como de ella misma.
-¿Ya comieron todos? Le interrogué.
-Hace mucho tiempo. ¡Si ya vamos a acostarnos! Ya van a bajar el farol.
-Oye -le dije -¿y qué han dicho?...
-Nada; mamá no ha querido comer…
Yo no quise ir a la mesa. Mi hermana salió y volvió al punto trayéndome a
escondidas un pan, un plátano y unas galletas que le habían regalado en la
tarde.
-Anda, come, no seas zonzo. No te van a hacer nada…Pero eso sí, no lo
vuelvas a hacer…
-No, no quiero.
-Pero oye, ¿Dónde fuiste?...
Me acordé del circo. Entusiasmado pensé en aquel admirable circo que
había llegado, olvidé a medias mi preocupación, empecé a contarle las maravillas
que había visto. ¡Eso era un circo!.
-Cuantos volatineros hay le decía, un barrista con unos brazos muy
fuertes; un domador muy feo, debe ser muy valiente porque estaba muy serio. ¡Y
el oso! ¡En su jaula de barrotes, husmeando entre las rendijas! ¡Y el
payaso!....!Pero qué serio es el payaso! Y unos hombres, un montón de
volantineros, el caballo blanco, el mono, con su saquito rojo, atado a aun
cadena. ¡Ah, es un rico esplendido!
-¿Y cuándo dan función?
-El sábado. ..
E iba a continuar, cuando apareció la criada:
-Niñita. ¡A acostarse!
Salió mi hermana. Oí en la otra habitación la voz de mi madre que la
llamaba y volví a quedarme solo, pensando en el circo, en lo que había visto y
en el castigo que me esperaba.
Todos se habían acostado ya.
Apareció mi madre, sentóse a mi lado y me dijo que había hecho muy mal.
Me riñó blandamente, y entonces tuve claro concepto de mi falta. Me acordé de
que mi madre no había comido por mí; me dijo que no se lo diría a papá, porque
no se molestase conmigo. Que yo la hacia sufrir, que yo no la quería…
¡Cuán dulces eran las palabras de mi pobrecita madre! ¡Qué mirada tan
pesarosa con sus benditas manos cruzadas en el regazo! Dos lagrimas cayeron
juntas de sus ojos, y yo, que hasta ese instante me había contenido, no pude
más y , sollozando, le besé las manos. Ella me dio un beso en la frente. ¡Ah,
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
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cuán feliz era, qué buena era mi madre, que sin castigarme me había
perdonado!.
Me dio después muchos consejos, me hizo rezar “el bendito”, me ofreció la
mejilla, que besé, y me dejó acostado.
Sentí ruido al poco rato. Era mi hermanita. Se había escapado de su cama
descalza; echó algo sobre la mía, y me dijo volviéndose a la carrera y de puntitas
como había entrado:
-Oye, los dos centavos para ti, y el trompo también te lo regalo.
II
Soñé con el circo. Claramente aparecieron en mi sueño todos los
personajes. Vi desfilar a todos los animales. El payaso, el oso, el mono, el
caballo, y, en medio de ellos, la niña rubia, delgada, de ojos negros, que me
miraba sonriente. ¡Qué buena debía ser esa criatura tan callada y delgaducha!
Todos los artistas se agrupaban, bailaba el oso, pirueteaba el payaso, giraba en la
barra el hombre fuerte, en su caballo blanco daba vueltas al circo una bella
mujer, y todo se iba borrando en mi sueño, quedando sólo la imagen de la
desconocida niña con su tristeza y dulce mirada lánguida.
Llegó el sábado. Durante el almuerzo, en mi casa, mis hermanos hablaron
del circo. Exaltaban la agilidad del barrista, el mono era un prodigio, jamás había
llegado un payaso más gracioso que “Confitito”, qué oso tan inteligente; y
luego…todos los jóvenes de Pisco iban a ir aquella noche al circo…
Papá sonreía aparentando seriedad. Al concluir el almuerzo sacó
pausadamente un sobre.
-¡Entradas! –cuchichearon mis hermanos.
-¡Sí, entradas! ¡Espera!...
-¡Entradas! –insistía el otro.
El sobre fue a poder de mi madre.
Levantándose papá y con él la solemnidad de la mesa; y todos saltando de
nuestros asientos, rodeamos a mi madre.
-¿Qué es? ¿Qué es?...
-Estarse quietos o….!no hay nada!
Volvimos a nuestros puestos. Abrióse el sobre y ¡oh, papelillos morados!.
Eran las entradas para el circo; venia dentro de un programa. ¡Qué
programa! ¡Con letras enormes y con los artistas pintados! Mi hermano mayor
leyó. ¡Qué admirable maravilla!.
El afamado barrista Kendall, el hombre de goma; el célebre domador
Mister Glandys; la bellísima amazona.
Miss Blutner con su caballo blanco, el caballo matemático; el graciosísimo
payaso “Confitito”, rey de los payasos del Pacifico, y su mono; y el extraordinario
y emocionante espectáculo “El vuelo de los cóndores”, ejecutado por la
pequeñísima artista Miss Orquídea.
Me dio una corazonada. La niña no podía ser otra…Miss Orquídea. ¿Y esa
niña frágil y delicada iba a realizar aquel prodigio? Celebraron alborozados mis
hermanos el circo, y yo, pensando, me fui al jardín, después a la Escuela, y
aquella tarde no atrevesé palabra con ninguno de mis camaradas.
III
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
10
A las cuatro salí del colegio, y me encaminé a casa. Dejaba los libros cuando
sentí ruido y las carreras atropelladas de mis hermanos.
-¡El “convite”! ¡El “convite”! …
-¡Abraham, Abraham! –gritaba mi hermanita -¡Los volatineros!.
Salimos todos a la puerta. Por el fondo de la calle venia un grupo enorme
de gente que unos cuantos músicos precedían. Avanzaron. Vimos pasar la
banda de músicos con sus bronces ensortijados y sonoros, el bombo iba
delante dando atronadores compases, después en un caballo blanco, la artista
Miss Blutner, con su ceñido talle, sus rosadas piernas, sus brazos desnudos y
redondos. Precioso atavío llevaba el caballo, que un hombre con casaca roja y
un penacho en la cabeza, lleno de cordones, portaba de la brida; después iba
Mister Kendall, en traje de oficio, mostrando sus musculosos brazos, en otro
caballo. Montaba el tercero Miss Orquídea, la bellísima criatura, que sonreía
tristemente; en seguida el mono, muy engalanado, caballero en un asno
pequeño, y luego “Confitito”, rodeado de muchedumbre de chiquillos que
palmoteaban a su lado llevando el compás de la música.
En la esquina se detuvieron y “Confitito entonó al son de la música esta
copla:
Los jóvenes de este tiempo
usan flor en el ojal
y dentro de los bolsillos
no se les encuentra un real.
Una algazara estruendosa coreó las últimas palabras del payaso. Agitó éste
su cónico gorro, dejando al descubierto su pelada cabeza. Rompió el bombo la
marcha y todos se perdieron por el fin de la plazoleta hacia los rieles del
ferrocarril para encaminarse al pueblo. Una nube de polvo los seguía y
nosotros entramos a casa nuevamente, en tanto que la caravana multicolor y
sonora se esfumaba detrás de los toñuces, en el salitroso camino.
IV
Mis hermanos apenas comieron. No veíamos la hora de llegar al circo.
Vestiamonos todos, y listos, nos despedimos de mamá . mi padre llevaba su
“Carlos Alberto”. Salimos, atravesamos la plazuela, subimos la calle del tren, que
tenía al final una baranda de hierro, y llegamos al cochecito, que agitaba su
campana. Subimos al carro, sonó el pitear de partida; una trepidación; soltése
el breque, chasqueó el látigo, y las mulas halaron.
Llegamos por fin al pueblo y poco después al circo. Estaba en una
estrecha calle. Un grupo de gentes se estacionaban en la puerta que iluminaban
dos grandes aparatos de bencina de cinco luces. A la entrada, en la acera,
había mesitas, con pequeños toldos, donde en floreados vasos con las armas
de la patria estaba al espumosa blanca chicha de maní, la amarilla de garbanzos
y la dulce de “bonito”, las butifarras, que eran panes en cuya boca abierta el ají
y la lechuga ocultaban la carne; los platos con cebollas picadas en vinagre, la
fuente de “escabeche” con sus yacentes pescados, “la causa”, sobre cuya
blanda masa reposaba graciosamente el rojo de los camarones, el morado de
las aceitunas, los pedazos de queso, los repollos verdes y el “pisco” oloroso,
alabado por las vendedoras…
Entramos por un estrecho callejoncito de adobes, pasamos un espacio
pequeño donde charlaban gentes, y al fondo, en un inmenso corralón,
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
11
levantabase la carpa. Una gran carpa, de la que salían gritos, llamadas, piteos,
risas. Nos instalamos. Sonó una campanada.
-¡Segunda! –gritaron todos, aplaudiendo.
El circo estaba rebosante. La escalonada muchedumbre formaba un gran
círculo, y delante de los bajos escalones, separada por un zócalo de lona, la
platea, y entre ésta y los palcos que ocupábamos nosotros, un pasadizo. Ante
los palcos estaba la pista, la arena donde iban a realizarse las maravillas de
aquella noche.
Sonó largamente otro campanillazo.
-¡Tercera! ¡bravo, bravo!
La música con el programa: “Obertura por la banda”. Presentación de la
compañía. Salieron los artistas en doble fila. Llegaron al centro de la pista y
saludaron a todas las partes con una actitud uniforme, graciosa y peculiar; en el
centro, Miss Orquídea con su admirable cuerpecito, vestido de punto, con
zapatillas rojas, sonreía.
Salió el barrista, gallardo, musculoso, con sus negros, espesos y retorcidos
bigotes. ¡Que bien peinado! Saludó. Ya estaba lista la barra. Sacó un pañuelo de
un bolsillo secreto en el pecho, colgase, giró retorcido vertiginosamente, paróse
en la barra, pendió de corvas, de brazos, de vientre; hizo rehiletes y, por fin, dio
un gran salto mortal y cayó en la alfombra, en el centro del circo. Gran
aclamación. Agradecido. Después todos los números del programa. Pasó Miss
Blutner corriendo en su caballo; contó éste con la pata desde uno hasta diez; a
una pregunta que le hizo su ama de si dos y dos eran cinco, contestó
negativamente con la cabeza, en convencido ademán.
Salió Mister Glandys con su oso; bailó éste acompañado
y socarrón, pirueteo el mono, se golpeó varias veces
el payaso y, por fin, el público exclamó al terminar el
segundo entreacto:
-¡El vuelo de los cóndores!.
V
Un estremecimiento recorrió todos mis nervios.
Dos hombres de casaca roja pusieron en el circo, uno
frente a otro, unos estrados altos, altísimos, que
llegaban hasta tocar la carpa. Dos trapecios colgados
del centro mismo de ésta oscilaban. Sonó la tercera
campanada y apareció entre los artistas Miss Orquídea,
con su apacible sonrisa; llegó al centro, saludó
graciosamente, colgase de una cuerda y la ascendieron
al estrado. Paróse en él delicadamente, como una
golondrina en un alero breve. La prueba consistía en
que la niña tomase el trapecio, que pendiendo del centro,
le acercaban con sus cuerdas a la mano, y, colgada de él,
atravesara el espacio, donde otro la esperaba, debiendo
en la gran altura cambiar de trapecio y detenerse
nuevamente en el estrado opuesto.
Se dieron las voces, se soltó el trapecio opuesto, y
en el suyo la niña se lanzó mientras el bombo detenía
la música –producía un ruido siniestro y monótono.
¡Qué miedo, qué dolorosa ansiedad! ¡Cuánto habría dado
yo porque aquella niña rubia y triste no volase!
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
12
Serenamente realizó la peligrosa hazaña. El público silencioso y casi inmóvil
la contemplaba, y cuándo la niña se instaló nuevamente en el estrado y saludó
segura de su triunfo, el público la aclamó con vehemencia. La aclamó mucho. La
niña bajo, el público seguía aplaudiendo. Ella, para agradecer, hizo unas pruebas
difíciles en la alfombra, se curvó, su cuerpecito se retorcía como un aro, y
enroscada, giraba, giraba como un extraño monstruo, el cabello despeinado, el
color encendido. El público aplaudía más, más. El hombre que la traía en la
muelle de la mano habló algunas palabras con lo otros.
La prueba iba a repetirse.
Nuevas aclamaciones. La pobre niña obedeció al hombre adusto caso
inconscientemente. Subió. Se dieron las voces. El público enmudeció, el silencio
se hizo en el circo y yo hacia votos, con los ojos fijos en ella, porque saliese
bien de la prueba. Sonó una palmada y Miss Orquídea se lanzó… ¿Qué le pasó a
la pobre niña? Nadie lo sabía. Cogió mal el trapecio, se soltó a destiempo,
titubeo un poco, dio un grito profundo, horrible , pavoroso y cayó como una
avecilla herida en el vuelo, sobre la red del circo, que la salvó de la muerte.
Rebotó en ella varias veces. El golpe fue sordo. La recogieron, escupió y vi
mancharse de sangre su pañuelo, perdida en brazos de esos hombres y en medio
del clamor de la multitud.
Papá nos hizo salir, cruzamos las calles, tomando el cochecito, y yo, mudo y
triste, oyendo los comentarios, no sé qué cosas pensaba contra esa gente. Por
primera vez comprendí entonces que había hombres muy malos…
VI
Pasaron algunos días. Yo recordaba siempre con tristeza a la pobre niña; la
veía entrar al circo, vestida de punto, sonriente, pálida; la veía después caída,
escupiendo sangre en el pañuelo, ¿Dónde estaría? El circo seguía funcionando.
Mi padre no quiso que fuéramos más. Pero ya no daban “El vuelo de los
cóndores”. Los artistas habían querido explotar la piedad del público haciendo
palpable la ausencia de Miss Orquídea.
El sábado siguiente, cuando había vuelto de la Escuela, y jugaba en el
jardín con mi hermana, oímos música.
-¡El convite! ¡Los volatineros!..
¡Con qué ansia vi acercarse el desfile! Pasó el bombo sordo con sus
golpes definitivos, los músicos con sus bronces ensortijados, los platillos
estridentes, los acróbatas, y después el caballo de Miss Orquídea, solo, con un
resto de la farándula, el mono impasible haciendo sus eternas muecas sin
sentido..
¿Dónde estaba Mis Orquídea?...
No quise ver más; entré a mi cuarto y por primera vez, sin saber por qué,
lloré a escondidas la ausencia de la pobrecita artista.
VII
Algunos días más tardes, al ir, después del almuerzo, a la Escuela, por la
orilla del mar, al pie de las casitas que llegan hasta la ribera y cuyas escalas
mojan las olas a ratos, salpicando las terrazas de madera, sentéme a descansar,
contemplando el mar tranquilo y el muelle, que a la izquierda quedaba. Volví la
cara al oír unas palabras en la terraza que tenía a mi espalda y vi algo que me
inmovilizó. Vi una niña muy pálida, muy delgada, sentada, mirando desde allí el
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
13
mar. No me equivocaba: era Miss Orquídea, en un gran sillón de brazos, envuelta
en una manta verde, inmóvil.
Me quedé mirándola largo rato. La niña levantó hacia mí los ojos y me
miró dulcemente. ¡Cuán enferma debía estar! Seguí a la Escuela y por la tarde
volví a pasar por la casa. Allí estaba la enfermita, sola. La miré cariñosamente
desde la orilla; esta vez la enfermera sonrió, sonrió. ¡Ah, quién pudiera ir a su
lado a consolarla! Volví al otro día, y al otro, y así durante ocho días. Éramos
como amigos. Yo me acercaba a la baranda de la terraza, pero no hablábamos.
Siempre nos sonreíamos mudos y yo estaba mucho tiempo a su lado.
Al noveno día me acerqué ala casa. Miss Orquídea no estaba. Entonces tuve
una sospecha; había oído decir que el circo se iba pronto. Aquel día salía vapor.
Eran las once, crucé la calle y atravesé el jirón de Aduana. En el muelle vi a
algunos de los artistas con maletas y líos, pero la niña no estaba. Me encaminé
a la punta del muelle y éspere en el embarcadero. Pronto llegaron los artistas en
medio de gran cantidad de pueblo y de granujas que rodeaban al mono y al
payaso. Y entre Miss Blutner , cogida y Kendall, cogida de los brazos, caminando
despacio tosiendo, tosiendo, la bella criatura. Me tíme entre las gentes para
verla bajar al bote desde el embarcadero. La niña buscó algo con los ojos, me
vio, sonrió muy dulcemente conmigo y me dijo al pasar junto a mí:
-Adiós…..
-Adiós…
Mis ojos la vieron bajar en brazos de Kendall al botecillo inestable; la
vieron alejarse de los mohosos barrotes del muelle; y ella me miraba triste con
los ojos húmedos; sacó su pañuelo y lo agitó mirándome; yo la saludaba con la
mano, y así se fue esfumando, hasta que sólo se distinguía el pañuelo como
una ala rota, como una paloma agonizante, y por fin, no se vio más que el bote
pequeño que se perdía tras el vapor…
Volví a mi casa y a las cinco salí de la Escuela, sentado en la terraza de la
casa vacía, en el mismo sitio que ocupara la dulce amiga, vi perderse a lo lejos
en la extensión marina el vapor, que manchaba con su cabellera de humo el
cielo sangriento del crepúsculo.
Con ayuda del diccionario anota el significado de las
siguientes palabras:
a) Husmear: …………………………………………………………………………………
b) Volatinero: …………………………………………………………………………………
c) Regazo: …………………………………………………………………………………
d) Lánguida: …………………………………………………………………………………
e) Exaltar: …………………………………………………………………………………
f) Afamado: …………………………………………………………………………………
COMPRENSIÓNDE LECTURA
Vocabulario:
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
14
Responde a las siguientes preguntas:
1. ¿Qué palabras emplearías para decir cómo son Abraham y Miss
Orquídea? Escribe una sola palabra para definir a cada personaje.
________________________________________________________________
________________________________________________________________
2. ¿En qué lugar ocurren los hechos? ¿Cómo es ese lugar?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
3. ¿Qué día de la semana empieza el relato? ¿Qué día trajo el padre las
entradas para el circo? ¿Cómo lo sabes?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
4. ¿Por qué demoró Abraham al volver del colegio?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
5. ¿De qué hablan Abraham y su hermanita cuando quedan solos?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
6. Apenas sale la hermana, ¿Quién ingresa al cuarto del niño? ¿Qué hace
esta persona? ¿Cómo reacciona Abraham?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
7. ¿Qué es lo que ve Abraham en su sueño?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
8. ¿Qué sorpresa da el padre a toda la familia cuando llega el sábado?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
9. ¿Qué números anunciaba el programa? ¿Qué corazonada tuvo
Abraham?
________________________________________________________________
Preguntas de Comprensión:
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
15
________________________________________________________________
10. ¿Dónde estaba ubicado el circo? ¿Qué había a la entrada?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
11. ¿En qué consistía el acto denominado “el vuelo de los cóndores”? ¿Qué
ocurre con Miss Orquídea cuando la prueba se repite?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
12. ¿Cómo fue el “convite” que se realizó después de algunos días?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
13. ¿Cómo pudo ver Abraham a Miss Orquídea? ¿Qué es lo que tenía la
niña?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes
palabras:
Sinónimo Antónimo
a) Pavoroso …………………………………. ………………………………….
b) Alabado …………………………………. ………………………………….
c) Inmenso …………………………………. ………………………………….
d) Traicionar …………………………………. ………………………………….
e) Descalza …………………………………. ………………………………….
Razonamiento Verbal:
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16
Lee detenidamente la siguiente lectura:
“EL PUMA AZUL”
El puma vuelve a la noche siguiente. Y otra más. Y otra todavía. Los cholos
comentan sus perjuicios maldiciendo a la vez los garrotes y machetes inútiles,
las escopetas que se atracan y los revólveres que no aciertan.
-¡Ta endañinada la fiera!
-¡Sia de cayer!
Entró al redil de doña Mariana, vez tras vez. El Encarna estuvo con copeta
al pie de un cedro, esperando toda la noche, y cuando llegó e iba a dispararle, el
arma falló, escuchándose únicamente el risible golpecito del gatillo. El Arturo, que
se hallaba acurrucado al filo de la empalizada, le hizo dos disparos, pero sólo
consiguió matar dos cabras.
Entonces hay que almorzar las cabras y se va al bohío de doña Mariana,
quien se ha esmerado en guisarlas a ver si los cazadores se sienten agradecidos
y dan una batida en regla.
TEXTO Nº 3
LECTURA
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
17
-Esta noche no escapa –asegura el Arturo.
-Homs….-dice el Encarna al círculo voraz de cholos que rodea una gran
lapa llena del guiso y yucas como una bandada de cóndores a la presa –
homs….homs…(se atraganta con un gran bocado)….homs…les advertiré quila
puma como que lo vide azuliar….yera un azul que parecía como añil….!Quién
sabe puma encantao!.
El Simón Chancahuana, que fue armado de garrote que le resultó inútil, pues
el puma pasó por otro lado –y cómo no, ¡con la astucia y la vista que tiene!-, se
rie:
-¡Qué encantao niencantao!...
Es la escuridá que luace ver así…Yo digo ques puma como cualesquiera
otro destos laos..
El Arturo no se explica, en realidad, como es que ha fallado.
-Siempre hei acertao con mi mogosito y la verdá que miace pensar en
algo malo cuando no le logrado…
Luego relata ostentosamente que, una vez, bajó un águila en vuelo de un
tiro en el pecho y que, otra, le reventó la cabeza a una garza y que, cuantas
quiere, a quince pasos tumba las paltas dándoles en el guato. Finalmente
asegura:
-Si es puma comotro, desta noche no pasa…
Y llega la noche. El valle duerme bajo la sombra y la lluvia, pero en los
predios de doña Mariana la angustia vigila. La Hormecinda, oyendo ladrar al
Matarrayo, gime como un cabrito tierno sintiendo una honda pena por el ganado
tras el cual está día a día, con los chivitos recién paridos a la espalda,
prodigándole los cuidados necesario, llevándolo y trayéndolo por esas laderas
llenas de monte y chamiza. Y ahora ¡venir un ruin puma a destruirlo! Doña
Mariana escucha en silencio, conjurando a los santos y santas del cielo para que
no permitan que sea un puma encantando. En el redil, las cabras corren de un
lado a otro a menor ruido y, en un rincón, agazapado bajo lo pellejos de las que
él mismo mató, el Arturo aguarda con revolver en la mano.
Rendido por la postura, calado por la lluvia, siente que las horas se
prolongan indefinidamente. La oscuridad es intensa y apenas se puede ver una
mancha gris, difusa, en el lugar de las cabras. El viento silba y, ¿llora alguien
débilmente? El Arturo comienza a sentir una suerte de desasosiego, de raro y
extraño temor. Sí, ahora se escucha un gemido agudo que viene y se va, se pierde
y renace. ¿Es acaso el sollozo del alma en pena? Recuerda al utoso y las
incidencias del velorio. Ese lamento ululante sólo puede ser de un alma en pena.
¡No cabe duda! ¿Y el puma? Misteriosamente le falló su puntería. ¿Acaso anda
en ello metido el encantamiento? Y si así fuera, ¿no le sobrevendría algún mal?
Casos ha sabido de hombres que enflaquecieron sin saber por qué, a pesar de
que comían mucho, pues tenían un hambre de buitre. Y después murieron…Y
esos hombres contaban siempre de encantamientos de lagunas, de cerros, de
ríos, de pumas…Y todo les había pasado en el atardecer o en la noche. ¿Y por
qué no le podía suceder lo mismo?...
Y de pronto, sorprendido en sus lúgubres pensamientos, una mancha
fugaz salta la cerca y las cabras se apiñan al otro lado, balando
desesperadamente. El Arturo, tembloroso ante la súbita aparición, dispara y ve
azul la noche, el rebaño y al puma mismo. Es un resplandor azul el que rodia a la
fiera. El revolver sigue disparando, pero, ¿hacia dónde? La noche retumba con
los tiros y los ladridos que corean las peñas, mientras el puma se aleja con un
cabrito balante entre las fauces.
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
18
Cuando doña Mariana se asoma a la puerta, el Arturo ya está allí,
acezante, ronco, y le habla con una voz que parece que le saliera de la barriga
contraria de espanto:
-¡Azul…, azul es…puma encantao!
Calemar no duerme. El puma encantado recorre el valle en todas direcciones y
pasa frente a todos las casas azulenado entre las sombras. Y cada día comete
mayores fechorías.
Asaltó la majada de los Cárpenas, matando cuatro cabras por puro gusto.
En un gramalotal amaneció tendido un asno al que había abierto el cuello de
una feroz tarascada y devorado el pecho. Un perrillo que fue más osado que
los otros murió también, pero a éste de una dentellada le destrozó el gañote. El
puma azul siembre el terror y la muerte.
Los caballos y asnos duermen ahora a la puerta de las casas y los perros
son galopeados para que se queden en los rediles, pero apenas sienten a la
fiera, huyen a ladrar temerosamente, restregándose contra las piernas de los
dueños.
Los escopetazos brillan como relámpagos en la noche, pero no hacen sino
brillar. Ye el revolver del Arturo ha pasado de mano en mano, para probar no
más, inútilmente. Pocos son los que han visto refulgir los ojos del puma en la
sombra, como sucede siempre, pero todos están seguros de que es azul, más
azul que el cielo. Tiene un oscuro azul de río, pero brillante, encendido, mágico.
Y ya no son solamente relinchos, balidos, gritos y estampidos los que
denuncian la presencia de la fiera. Hasta el rumor de la lluvia, el
estremecimiento de las hojas, el silbo del viento y el bramido del río hablan
ahora del puma azul.
Y los varones velan con las armas en las manos, cabe el refugio ahora
muy feble de los bohíos, al lado de las mujeres que le piden a Dios por
intermedio de la Virgen del Perpetuo Socorro, San Antonio y especialmente
Santa Rita de Casia, abogada de imposibles, que destruya o aleje a la fiera.
Pero azulea la floresta al paso del puma encantado que va de un lado a
otro, invulnerable y fatídico, destruyendo la vida. Ahora asalta a los animales que
se le antoja y, ahíto, se contenta con romperles el cuello y sorberles la sangre.
¿No atacará a los cristianos de repente? ¡Todo es posible puesto que está
encantado! Y la conjetura hace palpitar dolorosamente el corazón de los
vallinos, en tanto que sus bocas profieren feroces juramentos.
A todo esto. El Arturo se encuentra mal. Dice que desde la noche en que
vio por segunda vez al puma y cayó bajo el influjo de su resplandor, se siente
débil y sueña siempre que una gran mancha azul se le acerca, y lo cubre, y lo
ahoga.
Doña Mariana, abajo, en el último rincón del valle, sabe Dios lo que hará.
Ya nadie va en pos de ella para prestarle ayuda, pues, a raíz del fracaso del
Arturo, cuando una tropa de cholos se apostó, al mando del Teniente Florencio,
rodeando el redil, el puma asaltó tranquilamente otro. Y eso, sin duda, porque
no quiso encantarlos a todos. Amplió su acción desde esa vez y hoy todos
guardan, en la medida que pueden, lo suyo.
Más doña Mariana ha hecho mucho. No ha estado con las manos caídas o
simplemente juntas y orando. Ella aguitó, noche tras noche, hasta darse cuenta
del sitio bajo de la empalizada por el cual entraba la fiera dando un ágil y
elástico salto. Entonces pensó en dos bastones de chonta que eran recuerdo
del celendino Abdón y estuvo aguzándolos durante tres días sobre una piedra,
pues su machete se abolló a los primeros golpes contra los maderos duros
como rocas.
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
19
Y han quedado los bastones de chonta estacados en el lugar donde la fiera
debe caer después del salto.
Es una noche lóbrega en que llueve y blasfema el río tumultoso. Los
hombres, metidos en la oscuridad de sus chozas, hacen sonar de rato e n rato
garrotes y machetes. Los perros ladran, pero las manadas están tranquilas. No
hay ese balar angustiado que denota la cercanía de la fiera. Los caballos y
asnos, amarrados con cuerda floja a los pilares y horcones de las casas,
ramonean tranquilamente el pasto que ha sido amontonado ante ellos.
Doña Mariana, acuchillada tras la puerta de su bohío, vela teniendo a su
lado a la Hormecinda, que no puede pegar los ojos desde que la fiera merma el
rebaño bienamado. El Matarrayo está con ellas, pero su hocico no prefiere el
más leve ladrido, por el bozal ceñido que lo aprieta.
Y las transcurren lentas, silenciosas, porque el rumor de la lluvia y el
rugido del río, tan monótonos, son considerados como silencio, “No sioye nada!,
secretea doña Mariana al oído de la Hormecinda, ¿El maldito puma habrá oteado
el peligro?
La espera se prolonga y debe ser muy tarde algunos gallos cantan ya,
cuando las cabras comienzan a balar y agitarse torpedeándose contra los
maderos de la empalizada. Ladran medrosa y coléricamente los perros y he aquí
que, de pronto, se escucha un rabioso rugido. Las cabras del corral dan balidos
en los que trema el terror, en tanto que el Matarrayo lucha por abrir las fauces
y tiembla.
Y si, si: ¡Ahora la fiera sigue rugiendo, ahora ha caído!
Doña Mariana siente como si un peso enorme se le fuera del pecho y la
Hormecinda gime con sollozos entrecortados, agudos, ahogándose en el
desahogo. Y en el redil continua el balar de las cabras y rugidos espaciados
que se van debilitando para crecer de pronto y hacerse furiosos, y finalmente
volver a amenguarse.
¡Ha caído! Pero quién sabe no; puede ser que la fiera ruja únicamente
porque se ha herido y, furiosa, se encuentre acabando con el rebaño.
Apretándolo y confundiéndolo todo entre sus sombras, está la noche pesada,
negra, violenta, una noche de encantamiento y brujería. No, no sirve ir al redil
y será mejor esperar la mañana para que la luz revele el bien o el mal.
-¡Umaaaáa….!uaaaaáa!..
La noche entera aúlla.
Y la mañana tiene un tinte tenue todavía cuando doña Mariana sale con
muchas precauciones y atisba por las rendijas de la empalizada. Allí está el
puma y ha caído. ¡Dios de los cielos!.
La fiera se ha engarzado en una estaca por la panza y, rugiendo, se retuerce
inútilmente tratando de zafarse al advertir la presencia de la mujer. El suelo está
hecho un charco de sangre y doña Mariana, con un furor que se le vuelve
candela en los ojos, coge un garrote y penetra en el redil mientras la
Hormecinda grita con todas sus fuerzas:
-¡Cayoooó!....!cayoooóo!.. ¡vengaaáa!
Los cholos, seguidos de sus mujeres, abandonan los bohíos y cuando
llegan al redil de doña Mariana, ella estaba todavía golpeando el cráneo de la
fiera, al que ha convertido en un bollo sanguinolento. Una gran piedra que
levantan y dejan caer sus manos temblorosas lo hace reventar y los sesos
saltan por todos lados. Pero acaso no sea suficiente: doña Mariana se arma de
nuevo del garrote y golpea el hocico, el espinazo, las patas, la panza.
-Toma, dañino; toma, prejuicioso; toma, toma…
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
20
Y cuando al fin se percata de que el puma no se levantará más y de que
hay mucha gente en torno suyo, se yergue blandiendo el garrote y riendo a
carcajadas: -¡El puma azul….dizqué puma azul!
Sigue riendo y moviendo el garrote a pique de abrirle la cabeza a algún
cristiano, y agrega:
-¡Sies como todos…medio pardo, medio amarillo….el puma azul!
Los vallinos no acaban de salir de su asombro. Si no fuera por doña
Mariana, que es capaz de darle un garrotazo a cualquiera de puro gusto, la
atención seria más intensa. Con todo, son sólo ojos para contemplar ese
montón de carne herida que pasar tantas malas noches les hizo. El Arturo, al
ver que no hay tal azul, se mofa del encantamiento y se siente sano de golpe.
-Jajajá….jijijí….jajajá…já…já…-continúa riéndose doña Mariana, la
melancólica doña Mariana de otros días. Luego de saltos. Cualquiera diría que se
ha vuelto loca.
Con ayuda del diccionario anota el significado de las
siguientes palabras:
a) Redil: …………………………………………………………………………………
b) Bohío: …………………………………………………………………………………
c) Lapa: …………………………………………………………………………………
d) Ahíto: …………………………………………………………………………………
e) Utoso: …………………………………………………………………………………
f) Majada: …………………………………………………………………………………
Responde a las siguientes preguntas:
1. ¿Cuál te parece que es la característica que sintetiza la personalidad de
doña Mariana?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
2. ¿Cómo es el lugar donde viven y actúan los personajes de esta
historia?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
3. Aproximadamente, ¿a qué hora del día suele aparecer el puma azul?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
COMPRENSIÓNDE LECTURA
Vocabulario:
Preguntas de Comprensión:
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
21
4. ¿Qué sentido tiene la expresión “¡Ta endañinada la fiera!”, que aparece
casi al empezar el cuento?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
5. ¿Con qué armas intenta la gente matar al puma?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
6. La gente atribuye al puma un color azul y piensa que está encantado:
¿Es esta creencia una superstición? ¿Qué es para ti la superstición?
¿Son supersticiosos los personajes de esta historia?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
7. ¿Qué hacia doña Mariana aquella primera noche mientras aguardaban
el ataque del puma? ¿Qué sentía y que pensaba Arturo?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
8. ¿Qué idea cunde en el valle ante las nuevas incursiones del puma que
siembra el terror y la muerte? ¿Cuál es el ánimo de la gente?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
9. ¿Qué trampa prepara doña Mariana para defenderse del puma?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
10.¿Por qué sospecha doña Mariana que el puma ha caído en la trampa?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
11.¿Qué espectáculo ofrece el puma atrapado en la estaca? ¿Qué hace
entonces enfurecida doña Mariana?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
12.¿Era azul el puma? Explica tu respuesta.
________________________________________________________________
________________________________________________________________
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
22
13.¿Cómo reacciona finalmente los cholos vallinos?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes
palabras:
Sinónimo Antónimo
a) Rugir …………………………………. ………………………………….
b) Ahogarse …………………………………. ………………………………….
c) Fugaz …………………………………. ………………………………….
d) Agradecer …………………………………. ………………………………….
e) Temor …………………………………. ………………………………….
Lee detenidamente la siguiente lectura:
“LA BOTELLA DE CHICHA”
En una ocasión tuve necesidad de una pequeña suma de dinero y como me
era imposible procurármela por las vías ordinarias, decidí hacer una pesquisa
por la despensa de mi casa, con la esperanza de encontrar algún objeto
vendible o pignorable. Luego de remover una serie de trastos viejos, divisé,
acostada en un almohadón, como una criatura en su cuna, una vieja botella de
chicha. Se trataba de una chicha que hacia más de quince años recibiéramos de
una hacienda del norte y que mis padres guardaban celosamente para utilizarla
en un importante suceso familiar. Mi padre me había dicho que la abriría cundo
Razonamiento Verbal:
LECTURA
TEXTO Nº 4
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
23
yo “me recibiera de bachiller!. Mi madre,, por otra parte, había hecho la misma
promesa a mi hermana, para el día “que se casara!.
Pero ni mi hermana se había casado ni yo había elegido aún qué profesión
iba a estudiar, por lo cual la chicha continuaba durmiendo el sueño de los justos
y cobrando aquel inapreciable valor que dan a este género de bebidas los
descansos prolongados.
Sin vacilar, cogí la botella del pico y la conduje a mi habitación. Luego de
un paciente trabajo logré cortar el alambre y extraer el corcho, que salió
despedido como por el anima de una
escopeta. Bebí un dedito para probar su
sabor y me hubiera acabado toda la botella
si se que no la necesitara para un negocio
mejor. Luego de verter su contenido en una
pequeña pipa de barro, me dirigí a la calle
con la pipa bajo el brazo. Pero a mitad del
camino un escrúpulo me asaltó. Había dejado
la botella vacía abandonada sobre la mesa
y lo menos que podía hacer era restituirla a
su antiguo lugar para disimular en parte las
trazas de mi delito. Regresé a casa y para
tranquilizar aún más mi conciencia, llené la
botella vacía con una buena medida de
vinagre, la alambré, la encorché y la acosté
en su almohadón.
Con la pipa de barro, me dirigí a la
chichería de don Eduardo.
-Fíjate lo que tengo –dije mostrándole
el recipiente-. Una chicha de jora de veinte
años. Sélo quiero por ella treinta soles. Está
regalada.
Don Eduardo se echó a reír.
-¡A mí!, ¡a mí! –exclamó señalándose el
pecho- ¡A mí con ese cuento! Todos los días
vienen a ofrecerme chicha y no sólo de
veinte años atrás. ¡No me fío de esas
historias! ¡Como si las fuera a creer!.
-Pero yo no te voy a engañar. Pruébala
y verás.
-¿Probarla? ¿Para qué? Si probara
todo lo que traen a vender terminaría el día
borracho, y lo que es peor, mal
emborrachado. ¡Anda, vete de aquí! Puede
ser que en otro lado tengas más suerte.
Durante media hora recorrí todas las
chicherias y bares de la cuadra. En muchos
de ellos ni siquiera me dejaron hablar. Mi
ultima decisión fue ofrecer mi producto en
las casas particulares pero mis ofertas, por
lo general, no pasaron de la servidumbre. El único señor que se avino a
recibirme, me preguntó si yo era el mismo que el mes pasado le vendiera un
viejo Burdeos y como yo, cándidamente, le replicara que sí, fui cubierto de
insultos y de amenazas e invitado a desaparecer en la forma menos cordial.
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
24
Humillado por este incidente, resolví regresar a mi casa. En el camino
pensé que la única recompensa, luego de empresa tan vana, seria beberme la
botella de chicha. Pero luego consideré que mi conducta seria egoísta, que
podía privar a mi familia de su pequeño tesoro solamente por satisfacer un
capricho pasajero, y que lo más cuerdo seria verter la chicha en su botella y
esperar, para beberla, a que mi hermana se casara o que a mi pudieran
llamarme bachiller.
Cuando llegué a casa había oscurecido y me sorprendió ver algunos
carros en la puerta y muchas luces en las ventanas. No bien había ingresado a
la cocina cundo sentí una voz que me interpelaba en la penumbra. Apenas tuve
tiempo de ocultar la pipa de barro tras una pila de periódicos.
-¿Eres tú el que anda por allí? -preguntó mi madre, encendiendo la luz-
¡Esperándote como locos! ¡Ha llegado Raúl! ¿Te das cuenta? ¡Anda a saludarlo!
¡Tantos años que no ves a tu hermano! ¡Corre! Que ha preguntado por ti.
Cuando ingresé a la sala quedé horrorizado. Sobre la mesa central estaba
la botella de chicha aun sin descorchar. Apenas pude abrazar a mi hermano y
observar que le había brotado un ridículo mostacho. “Cuando tu hermano
regrese!, era otra de las circunstancias esperadas. Y mi hermano estaba allí y
estaban también otras personas y la botella y minúsculas copas pues una
bebida tan valiosa necesitaba administrarse como una medicina.
-Ahora que todos estamos reunidos-habló mi padre –vamos al fin a poder
brindar con la vieja chicha –y agració a los invitados con una larga historia
acerca de la botella, exagerando, como era de esperar, su antigüedad. A mitad de
su discurso, los circunstantes se relamían los labios.
La botella se descorchó, las copas se llenaron, se lanzó una que otra
improvisación y llegado el momento del brindis observé que las copas se
dirigian a los labios rectamente, inocentemente, y regresaban vacías a la mesa,
entre grandes exclamaciones de placer.
-¡Excelente bebida!
-¡Nunca he tomado algo semejante!
-¿Cómo me dijo? ¿Treinta años guardada?
-¡Es digna de un cardenal!
-¡Yo que soy experto en bebidas, le aseguro, don Bonifacio, que como ésta
ninguna!
Y mi hermano, conmovido por tan grande homenaje, añadió:
-Yo les agradezco, mis queridos padres, por haberme reservado esta
sorpresa con ocasión de mi llegada.
El único que, naturalmente, no bebió una gota, fui yo. Luego de
acercármela a las narices y aspirar su nauseabundo olor a vinagre, la arrojé con
disimulo en un florero.
Pero los concurrentes estaban extasiados. Muchos de ellos dijeron que se
habían quedado con la miel en los labios y no faltó uno más osado que
insinuara a mi padre si no tenía por allí otra botella escondida.
-¡oh no! –replicó- ¡De estas cosas sólo una! Es mucho pedir.
Noté, entonces, una consternación tan sincera en los invitados, que me
creí en la obligación de intervenir.
-Yo tengo por allí una pipa con chicha.
-¿Tú? -preguntó mi padre, sorprendido.
-Sí, una pipa pequeña. Un hombre vino a vendérmela…Dijo que era
muy antigua.
-¡Bah! ¡Cuentos!
-Y yo se la compré por cinco soles.
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
25
-¿Por cinco soles? ¡No has debido pagar un una peseta!
-A ver, la probaremos –dijo mi hermano-. Así veremos la diferencia.
-Si, ¡que la traiga! Pidieron los invitados.
Mi padre, al ver la expectativa, no tuvo más remedio que aceptar y yo me
precipité hacia la cocina. Luego de extraer la pipa bajo el montón de periódicos,
regresé a la sala con mi trofeo entre las manos.
-¡Aquí está! –exclamé, entregándosela a mi padre.
-¡Hum! Dijo él, observando la pipa con desconfianza. Estas pipas son de
ultima fabricación. Si no me equivoco, yo compré una parecida hace poco, y
acercó la nariz al recipiente. ¡Qué olor! ¡No! ¡Esto es una broma! ¿Dónde has
comprado esto, muchacho? ¡Te han engañado –y para justificar su actitud hizo
circular la botija entre los concurrentes, quienes ordenadamente la olían y
después de hacer una mueca de repugnancia, la pasaban a su vecino.
-¡Vinagre!
-¡Me descompone el estómago!
-Pero ¿es que esto se puede tomar?
-¡Es para morirse!
Y como las expresiones aumentaban de tono, mi padre sintió renacer en si
su función moralizadora de jefe de familia y, tomando la pipa con una mano y a
mi de una oreja con la otra, de dirigió a la puerta de calle.
-Ya te lo decía. ¡Te has dejado engañar como un bellaco! ¡Verás lo que se
hace con esto!.
Abrió la puerta y, con gran impulso, arrojó la pipa a la calle, por encima
del muro. Un ruido de botija rota estalló en un segundo. Recibiendo un coscorrón
en la cabeza, fui enviado a dar una vuelta por el jardín y mientras mi padre se
frotaba las manos, satisfecho de su proceder, observé que en la acera pública,
nuestra chicha, nuestra magnifica chicha norteña. Guardaba con tanto esmero
durante quince años, respetada en tantos pequeños y tentadores compromisos,
yacía extendida en una roja y dolorosa mancha. Un automóvil la pisó alargándola
en dos huellas; una hoja de otoño naufragó en su superficie; un perro se acercó,
la olió y la meó.
Con ayuda del diccionario anota el significado de las
siguientes palabras:
a) Pesquisa: …………………………………………………………………………………
b) Despensa: …………………………………………………………………………………
c) Interpelar: …………………………………………………………………………………
d) Mostacho: …………………………………………………………………………………
e) Bachiller: …………………………………………………………………………………
f) Relamían: …………………………………………………………………………………
COMPRENSIÓNDE LECTURA
Vocabulario:
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
26
Responde a las siguientes preguntas:
1. ¿Qué papel juega en el relato la botella de chicha?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
2. ¿en qué lugar ocurren los hechos? ¿Cómo es ese lugar?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
3. ¿En qué circunstancias descubre el protagonista la botella de chicha?
________________________________________________________________
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4. ¿Cuál es la historia de esta botella? ¿Por qué la habían reservado?
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________________________________________________________________
5. ¿Qué hizo el joven la primera vez con la botella y con la chicha que ella
contenía?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
6. ¿Por qué tuvo que regresar a casa cuando ya estaba a mitad del
camino?
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________________________________________________________________
7. ¿Qué hizo finalmente con la botella para disimular su delito?
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________________________________________________________________
8. ¿Tuvo éxito al ofrecer la chicha en los bares, chicherías y casas
particulares? ¿Cómo lo sabes?
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________________________________________________________________
9. ¿porque se sorprende el joven al retornar a casa? ¿Qué noticia
importante le comunica su madre?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
Preguntas de Comprensión:
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
27
10.¿Por qué al ingresar a la sala se queda horrirazado?
________________________________________________________________
11.¿Qué dijo el padre al brindar con la “vieja chicha”? ¿Qué opinaron los
invitados al probar la bebida? ¿Cómo agradeció el hermano este
homenaje?
________________________________________________________________
12.¿Qué hizo el protagonista cuando se acabó el licor y vio que los
concurrentes estaban entusiasmados?
________________________________________________________________
13.¿Qué pensaron el padre y los invitados de la chicha legítima?
________________________________________________________________
Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes
palabras:
Sinónimo Antónimo
a) Necesidad …………………………………. ………………………………….
b) Promesa …………………………………. ………………………………….
c) Valiosa …………………………………. ………………………………….
d) Insultos …………………………………. ………………………………….
e) Antigüedad …………………………………. ………………………………….
Lee detenidamente la siguiente lectura:
“MAS ALLA DE LA VIDA Y LA
MUERTE”
Cesar Vallejo
Jarales estadizo de julio; viento amarrando a cada pecíolo manco del
muchacho grano que en él gavita. Lujuria muerta sobre lomas onfaloideas de la
sierra estival. Espera. No ha de ser. Otra vez cantemos. ¡Oh qué dulce sueño!
Por allí mi caballo avanzaba. A los once años de ausencia, acercabame
por fin a aquel día a Santiago, mi aldea natal. El pobre irracional avanzaba, y
Razonamiento Verbal:
LECTURA
TEXTO Nº 5
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
28
yo, desde lo más entero de mi ser hasta mis dedos trabajados, pasando quizá
por las mismas riendas asidas, por las orejas atentas del cuadrúpedo y
volviendo por el golpeteo de los cascos que fingían danzar en el mismo sitio, en
misterioso escarceo tanteador de la ruta y los desconocido, lloraba por mi
madre que muerta dos años antes, ya no habría de aguardar ahora el retorno del
hijo descarriado y andariego. La comarca, toda, el tiempo bueno, el color de
cosechas de la tarde de limón, y también alguna masada que por aquí reconocía
mi alma, todo comenzaba a agitarme en nostálgicos éxtasis filiales, y casi podían
ajárseme los labios para hozar el pezón eviterno, siempre lácteo, hasta más
allá de la muerte.
Con ella había pasado seguramente por allí de niño. Sí. En efecto. Pero no.
No fue conmigo que ella viajó por esos campos. Yo era entonces muy pequeño.
Fue con mi padre. ¡cuántos años hará de ello! Ufff…También fue en julio, cerca
de la fiesta de Santiago. Padre y madre iban en sus cabalgaduras; él adelante. El
camino real. De repente mi padre que acababa de esquivar un choque con
repentino maguey de un meandro:
-Señora….!Cuidado!..
Y mi pobre madre ya no tuvo tiempo, y fue lanzada ¡ay! del arzón a las
piedras del sendero. Tornárosla en camilla al pueblo. Yo lo lloraba mucho por mi
madre, y no me decían qué la había pasado. Sanó. La noche del alba de la fiesta,
ella estaba ya alegre y reía. No estaba ya en cama, y todo era muy bonito. Yo
tampoco lloraba ya por mi madre.
Pero ahora lloraba más recordándola así, enferma, postrada, cuando me
quería más y me hacia más cariño y también me daba más bizcochos de bajo de
sus almohadones y del cajón del velador. Ahora lloraba más, acercándome a
Santiago, donde ya sólo la hallaría muerta, sepulta bajo las mostazas maduras y
rumorosas de un pobre cementerio.
Mi madre había fallecido hacia dos años a la sazón. La primera noticia de
su muerte recibíla en Lima, donde supe también que papá y mis hermanos
habían emprendido viaje a una hacienda lejana de propiedad de un tío nuestro, a
efecto de atenuar en lo posible el dolor por tan horrible pérdida. El fundo se
hallaba en remotísima región de la montaña, al otro lado del río Marañón. De
Santiago pasaría yo hacia allá, devorando inacabables senderos de escarpadas
punas y de selvas ardientes y desconocidas.
Mi animal resopló de pronto. Cabillo molido vino en abundancia sobre
ligero vientecillo, cegándome casi. Una parva de cebada. Y después
perspectivóse Santiago, en su escabrosa meseta, con sus tejados, retintos al sol
ya horizontal. Y todavía, hacia el lado de oriente, sobre la linde un promotorio
amarillo brasil, se veía el panteón retallado a esa hora por la sexta tintura
postmeridiana; y yo no podía más, y atroz congoja arrecióme sin consuelo.
A la aldea llegué con la noche. Doblé la ultima esquina y, al entrar a la calle
en que estaba mi casa, alcancé a ver a una persona sentada a solas en el poyo
de la puerta. Estaba sola. Muy sola. Tanto que, ahogando el duelo místico de mi
alma, me dio miedo. También seria por la paz casi inerte con que, engomada por
la media fuerza de la penumbra, adosábase su silueta al encalado paramento del
muro. Particular revuelo de nervios secó mis lagrimales. Avancé. Saltó del poyo
mi hermano mayor, Ángel, y recibióme desvalido entre sus brazos. Pocos días
hacia que había venido de la hacienda por causa de negocios.
Aquella noche, luego de una mesa frugal, hicimos vela hasta el alba. Visité
las habitaciones, corredores y cuadras de la casa; y Ángel, aun cuando hacia
visibles esfuerzos para desviar este afán mío por recorrer el amado y viejo
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
29
caserón, parecía también gustar de semejante suplico de quien va por los
dominios alucinantes del pasado más mero de la vida.
Por sus pocos días de tránsito en Santiago, Ángel habitaba ahora solo
en casa, donde, según él todo yacía tal como quedara a la muerte de mamá.
Referíame también cómo fueron los días de salud que precedieron a la mortal
dolencia, y cómo su agonía. ¡Cuántas veces entonces el abrazo fraterno escarbó
nuestras entrañas y removió nuevas gotas de ternura congelada y de lloro!.
-¡Ah, esta despensa, donde le pedía pan a mamá, lloriqueando de engaños! Y
abrí una pequeña puerta de sencillos paneles desvencijados.
Como en todas las rusticas construcciones de la sierra peruana, en las
que a cada puerta únese casi siempre un poyo, cabe el umbral de la que acababa
yo de franquear, Hallábase recostado uno, el mismo inmemorial de mi niñez, sin
duda, rellenado y enlucido incontables veces. Abierta la humilde portezuela, en
él nos sentamos, y allí también pusimos la linterna ojitriste que portábamos. La
lumbre de ésta fue a golpear de lleno el rostro de Ángel, que extenuábase de
momento en momento, conforme transcurría la noche y reverdecíamos más la
herida, hasta parecerme a veces casi transparente. Al advertirle así en tal
instante, le acaricié y colmé de ósculos sus barbadas y severas mejillas que
volvieron a empaparse de lágrimas.
Una centella, de ésas que vienen de lejos, ya sin trueno, en época de
verano en la sierra, le vació las entrañas a la noche. Volví restregándome los
párpados a Ángel. Y ni él ni la linterna, ni el poyo, ni nada estaba allí. Tampoco
oí ya nada. Sentíme como en una tumba.
Después volví a ver a mi hermano, la linterna, el poyo. Pero creí notarle
ahora a Ángel el semblante como refrescado, apacible y quizás me equivocaba
diríase restablecido de su aflicción y flaqueza anteriores. Tal vez, repito, esto
era error de visión de mi parte, ya que tal cambio no es puede ni siquiera
concebir.
Me parece verla todavía continué sollozando no sabiendo la pobrecita qué
hacer para la dádiva y arguyéndome: ¡Ya te cogí, mentiroso; quieres decir que
lloras cuando estás riendo a escondidas! ¡Y me besaba a mí más que a todos
ustedes, como que yo era el último también!
El término de la velada de dolor, Ángel parecióme de nuevo muy
quebrantado, y, como antes de la centella, asombrosamente descarnado. Sin
duda, pues había yo sufrido una desviación en la vista, motivada por el
golpetazo de luz del meteoro, al encontrar antes en su fisonomía un alivio y
una lozanía que, naturalmente, no podía haber ocurrido.
Aún no asomaba la aurora del día siguiente, cuando monté y partí para la
hacienda, despidiéndome de Ángel que quedaba todavía unos días más. Por los
asuntos que habían motivado su arribo a Santiago.
Finada la primera jornada del camino, acontecióme algo inaudito. En la
posada hallábame reclinado en un poyo descansando, y he aquí que una
anciana del bohío, de pronto mirándome asustada, preguntóme lastimera;
-¿Qué le ha pasado, señor, en la cara? ¡Parece que la tiene usted
ensangrentada, Dios mío!...
Salté del asiento. Y al espejo advertirme en efecto el rostro encharcado de
pequeñas manchas de sangre reseca. Tuve un fuerte escalofrío, y quise correr
de mi mismo. ¿Sangre? ¿De dónde? Yo había juntado el rostro al de Ángel que
lloraba…Pero…. No. No. ¿De dónde era esa sangre? Comprenderáse el terror y
la alarma que anudaron en mi pecho mil presentimientos. Nada es comparable con
aquella sacudida de mi corazón. No habrán palabras tampoco para expresarla
ahora ni nunca. Y hoy mismo, en el cuarto solitario donde escribo está la sangre
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
30
añeja aquella y mi cara en ella untada y la vieja del tambo y la jornada y mi
hermano que llora y a quien no besó mi madre muerta y….
Al trazar las líneas anteriores he huido disparado a mi balcón, jadeante
y sudando frío. Tal es de espanto y apabullante el recuerdo de esa escarlata
misteriosa….
¡Oh noche de pesadilla en esa inolvidable choza, en que la imagen de mi
mare muerta alternó, entre forcejeos de extraños hilos, sin punta, que se
rompían luego de sólo ser vistos, con la de Ángel, que lloraba rubíes vivos, por
siempre jamás!
Seguí ruta. Y por fin, tras de una semana de trote por la cordillera y
por tierras calientes de montaña, luego de atravesar el Marañón, una mañana
entré en parajes de la hacienda. El nublado espacio reverberaba a saltos con
lontanos truenos y solanas fugaces.
Desmonté junto al bramadero del portón de la casa que da al camino.
Algunos perros ladraron en la calma apacible y triste de la fuliginosa montaña.
¡Después de cuánto tiempo tornaba yo ahora a esa mansión solitaria,
enclavada en las quiebras más profundas de la selva!
Una voz que llamaba y contenía desde adentro a los mastines, entre el
alerta gárrulo de las aves domesticas alborotadas, pareció ser olfateada
extrañamente por el fatigado y tembloroso solípedo que estornudó repetidas
veces, enristró casi horizontalmente las orejas hacia adelante, y, encabritandose
, probó a quitarme los frenos de la mano en son de escape. La enorme portada
estaba cerrada. Diríase que tóquela de manera casi maquinal. Luego aquella
misma voz siguió vibrando muros adentro, y llegó instante en que, al
desplegarse, con medroso restallido, las gigantescas hojas del portón, ese
timbre bucal vino a pararse en mis propios veintiséis años totales y me dejó
de punta a la Eternidad. Las puertas hiciéronse a ambos lados.
¡Meditad brevemente sobre suceso increíble, rompedor, de las leyes de la
increíble, rompedor de las leyes de las vida y la muerte, superador de toda
posibilidad; palabra de esperanza y de fe entre el absurdo y el infinito,
innegable desconexión de lugar y de tiempo; nebulosa que hace llorar de
inarmónicas armonías incognoscibles!
¡Mi madre apareció a recibirme!
-¡Hijo mío! –exclamó estupefacta. ¿Tú vivo? ¿Has resucitado? ¿Qué es lo
que veo Señor de los cielos?
¡Mi madre! ¡Mi Madre en alma y cuerpo viva! Y con tanta vida, que hoy
pienso que sentí ante tu presencia entonces, asomar por las ventanillas de mi
nariz, de súbito, dos desolados granizos de decrepitud que luego fueron a caer
y pesar en mi corazón hasta curvarme senilmente, como si, a fuerza de un
fantástico trueque de destino, acabase mi madre de nacer y yo viniese, en
cambio desde tiempos tan viejos, que me daban una emoción paternal respecto
de ella.
Sí, Mi madre estaba allí. Vestida de negro unánime. Viva. Ya no muerta. ¿era
posible? No, no era posible, esa señora. No podía serlo. Y luego ¿Qué había
dicho al verme? ¿Me creía pues, muerto?
-¡Hijo de mi alma! Rompió a llorar mi madre y corrió a estrecharme contra
su seno, con ese frenesí y ese llanto de dicha con que siempre me amparó en
todas mis llegadas y mis despedidas.
Yo habíame puesto como piedra. La vi echarme sus brazos adorados al
cuello, besarme ávidamente y como queriendo devorarme y sollozar sus mimos
y sus caricias que ya nunca volverían a llover en mis entrañas. Tomóme luego
bruscamente el impasible rostro a dos manos. Miróme así, cara a cara,
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
31
acabándome a preguntas. Yo después de algunos segundos, me puse también a
llorar, pero sin cambiar de expresión ni de actitud: mis lágrimas parecían agua
pura que vertían dos pupilas de estatua.
Por fin enfoqué todas las dispersadas luces de mi espíritu. Retiréme
algunos pasos atrás. E hice entonces comparecer ¡oh Dios mío! A esa
maternidad a la que no quería recibir mi corazón y la desconocía y le tenía
miedo; la hice comparecer ante no sé qué cuando sacratísimo, desconocido
para mí hasta ese momento, y di un grito mudo y de dos filos en toda su
presencia, con el mismo compás del martillo que se acerca y aleja del yunque,
con que lanza el hijo su primer quejido, al ser arrancado del vientre de la madre,
y con el que parece indicarle que ahí va vivo por el mundo y darle al mismo
tiempo, una guía y una señal para reconocerse entrambos por los siglos de los
siglos. Y gemí fuera de mi mismo:
-¡Nunca! ¡Nunca! Mi madre murió hace tiempo. No puede ser..
Ella incorporóse espantada ante mis palabras y como dudando de si yo
era yo. Volvió a estrecharme entre sus brazos, y ambos seguimos llorando
llanto que jamás lloró ni llorará ser vivo alguno.
Y aquí las manchas de sangre que advirtiera en mi rostro, pasaron por
mente como signos de otro mundo.
-¡Pero hijo de mi corazón! Susurraba casi sin fuerzas ella- ¿Tú eres mi hijo
muerto y al que yo misma vi en su ataúd? Sí, ¡Eres tú, tú mismo! ¡Creo en
Dios! ¡Ven a mis brazos! Pero ¿Qué? …?No ves que soy tu madre? ¡Mírame!
¡Mírame! ¡Pálpame, hijo mío! ¿Acaso no lo crees?
Contempléla otra vez. Palpé su adorable cabecita encanecida. Y nada. Yo
no creía nada. -Sí, te veo – le respondí, te palpa. Pero no creo. No puede suceder
tanto imposible.
¡Y me reí con todas mis fuerzas!
Con ayuda del diccionario anota el significado de las
siguientes palabras:
a) Estadizo: …………………………………………………………………………………
b) Onfaloideo: …………………………………………………………………………………
c) Escarceo: …………………………………………………………………………………
d) Hozar: …………………………………………………………………………………
e) Eviterno: …………………………………………………………………………………
f) Solípedo: …………………………………………………………………………………
COMPRENSIÓNDE LECTURA
Vocabulario:
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
32
Responde a las siguientes preguntas:
1. ¿Qué estación del año es cuando el protagonista retorna
a Santiago? ¿Cómo los sabes?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
2. ¿Qué recuerdo le asalta al viajero cuando por fin se acerca a Santiago?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
3. ¿Cuándo tiempo hacia que su madre había fallecido? ¿Dónde recibió la
noticia de su muerte?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
4. ¿Adónde había emprendido viaje la familia para atenuar el dolor por tan
horrible pérdida?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
5. ¿Qué hicieron aquella noche los dos hermanos, luego de una cena
frugal?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
6. ¿Qué hecho inaudito acontece a Vallejo cuando deja la casa y parte
para la hacienda?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
7. ¿Qué parajes debe atravesar para llegar a la hacienda?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
8. ¿porque resulta para el autor un suceso increíble, rompedor de las leyes
de la vida y la muerte, el hecho de que su madre salga a recibirlo?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
9. ¿Qué diálogo se entabla entre la madre y el hijo? ¿Qué hace la madre
para convencer al hijo que su presencia es real? ¿Cómo reacciona el
hijo ante este hecho increíble?
________________________________________________________________
________________________________________________________________
Preguntas de Comprensión:
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
33
Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes
palabras:
Sinónimo Antónimo
a) Espanto …………………………………. ………………………………….
b) Adorable …………………………………. ………………………………….
c) Mansión …………………………………. ………………………………….
d) Esperanza …………………………………. ………………………………….
e) Llorar …………………………………. ………………………………….
Lee detenidamente la siguiente lectura:
“PACO YUNQUE”
(César Vallejo)
Cuando Paco Yunque y su madre llegaron ala puerta del colegio, los niños
estaban jugando en el patio., la madre le dejó y se fue. Paco, paso a paso, fue
adelantándose al centro del patrio, con su libro primero, su cuaderno y su lápiz.
Paco estaba con miedo, porque era la primera vez que venia a un colegio y
porque nunca había visto a tantos niños juntos.
Varios alumnos, pequeños como él, se le acercaron y Paco, cada vez que
más tímido, se pegó a la pared, y se puso colorado. ¡Qué listos eran todos esos
Razonamiento Verbal:
TEXTO Nº 6
LECTURA
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
34
chicos! ¡Qué desenvueltos! Como si estuviesen en su casa. Gritaban. Corrían.
Reían hasta reventar. Saltaban. Se daban puñetazos. Eso era un enredo.
Paco estaba también atolondrado porque en el campo no oyó nunca
sonar tantas voces de personas a la vez. En el campo hablaba primero uno,
después otro, después otro y después otro. A veces, oyó hablar hasta cuatro o
cinco personas juntas. Era su padre, su madre, don José, el cojo Anselmo y la
Tomasa. Eso no era ya voz de personas, sino orto ruido, muy diferente. Y ahora
sí que esto del colegio era una bulla fuerte, de muchos. Paco estaba asordado.
Un niño rubio y gordo, vestido de blanco, le estaba hablando. Otro niño,
más chico, medio ronco y con blusa azul también le hablaba. De diversos
grupos se separaban los alumnos y venían a ver a Paco, haciéndole muchas
preguntas. Pero Paco, no podía oír nada por la gritería de los demás. Un niño
trigueño, cara redonda y con una chaqueta verde muy ceñida en la cintura,
agarró a Paco por un brazo y quiso arrastrarlo. Pero Paco no se dejó. El
trigueño volvió a agarrarlo con más fuerza y lo jaló. Paco se pegó más a la
pared y se puso más colorado.
En ese momento sonó la campana, y todos entraron a los salones de clase.
Dos niños –los hermanos Zumiga –tomaron de una y otra mano a Paco y
le condujeron a la sala del primer año. Paco no quiso seguirlos al principio, pero
luego obedeció, porque vio que todos hacían lo mismo. Al entrar al salón se
puso pálido. Todo quedó repentinamente en silencio y este silencio le dio miedo
a Paco. Los Zumiga le estaban jalando, el uno para un lado y el otro para el otro
lado, cuando de pronto le soltaron y lo dejaron solo.
El profesor entró. Todos los niños estaban de pie, con la mano derecha
levantada a la altura de la sien, saludando en silencio y muy erguidos.
Paco sin soltar su libro, su cuaderno y su lápiz, se había quedado parado
en medio del salón, entre las primeras carpetas de los alumnos y el pupitre del
profesor. Un remolino se le hacia la cabeza. Niños. Paredes amarillas. Grupos de
niños. Vocerío. Silencio. Una tracalada de sillas. El profesor. Ahí, solo, parado, en
el colegio. Quedaría llorar. El profesor le tomó de la mano y lo llevó a instalar en
una de las carpetas delanteras junto a un niño de su mismo tamaño. El profesor
le preguntó:
-¿Cómo se llama Ud.?
Con voz temblorosa, Paco respondió muy bajito:
-Paco.
¿Y su apellido? Diga usted todo su nombre.
-Paco Yunque.
-Muy bien.
El profesor volvió a su pupitre y, después de echar una mirada muy seria
sobre todos los alumnos, dijo con voz de militar:
-¡Siénteme!
Un traqueteo de carpetas y todos los alumnos ya estaban sentados.
El profesor también se sentó y durante unos momentos escribió en unos
libros. Paco Yunque tenía aún en la mano su libro, su cuaderno y su lápiz. Su
compañero de carpeta le dijo:
-Pon tus cosas, como yo, en la carpeta.
Paco Yunque seguía muy aturdido y no le hizo caso. Su compañero le
quitó entonces sus libros y los puso en la carpeta. Después, le dijo
alegremente:
-Yo también me llamo Paco Fariña. No tengas pena. Vamos a jugar con mi
tablero. Tiene torres negras. Me lo ha comprado mi tía Susana. ¿Dónde está tu
familia, la tuya?
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
35
Paco Yunque no respondía nada. Este otro Paco le molestaba. Como éste
eran seguramente todos los demás niños: habladores, contentos y no les daba
miedo el colegio. ¿Por qué eran así? Y él, Paco Yunque ¿Por qué tenía tanto
miedo? Miraba a hurtadillas al profesor y al techo. También miró de reojo, a
través de la ventana, al patio, que estaba ahora abandonado y el silencio. El sol
brillaba afuera. De cuando en cuando, llegaban voces de otros salones de clase
y ruidos de carretas que pasaban por la calle.
¡Qué cosa extraña era estar en el colegio! Paco Yunque empezaba a volver
un poco de su aturdimiento. Pensó en su casa y en su mamá. Le preguntó a
Paco Fariña:
-¿A qué hora nos iremos a nuestras casas?
-A las once. ¿Dónde está tu casa?
-Por allá.
-¿Está lejos?
-Sí….No….
Paco Yunque no sabía en qué calle estaba su casa, porque acababan de
traerlo, hacia pocos días, del campo no conocía la ciudad.
Sonaron unos pasos de carrera en el patio, apareció en la puerta del
salón, Humberto, el hijo del señor Dorian Grieve, un inglés, patrón de los Yunque,
gerente de los ferrocarriles de la “Peruvian Corporation” y alcalde del pueblo.
Precisamente a Paco le había hecho venir del campo para que acompañase al
colegio a Humberto y para que jugara con él, pues ambos tenían la misma edad.
Sólo que Humberto acostumbraba venir tarde al colegio y esta vez, por ser la
primera, la señora Grieve le había dicho a la madre de Paco:
-Lleve usted ya a Paco al colegio. No sirve que llegue tarde el primer día.
desde mañana esperará a que Humberto se levante y los llevará usted juntos a
los dos.
El profesor, al ver a Humberto Grieve, le dijo:
-¿Hoy otra vez tarde?
Humberto con gran desenfado, respondió:
-Me he quedado dormido.
-Bueno -dijo el profesor-.
Que esta sea la ultima vez. Pase a sentarse.
Humberto Grieve buscó con la mirada dónde estaba Paco Yunque. Al dar
con él, se le acercó y le dijo impresionante:
-Ven a mi carpeta conmigo.
Paco Fariña le dijo a Humberto Grieve:
-No. Porque el señor lo ha puesto aquí.
-¿Y a ti qué te importa? Le increpó Grieve violentamente, arrastrando a
Yunque por un brazo a su carpeta.
-¡Señor! Gritó entonces Fariña. Grieve se está llevando a Paco Yunque a
su carpeta.
El profesor cesó de escribir y preguntó con voz enérgica.
-¡Vamos a ver! ¡Silencio! ¿Qué pasa ahí?
Fariña volvió a decir:
-Grieve se ha llevado a su carpeta con Paco Yunque, le dijo al profesor:
-Si. Señor. Porque Paco Yunque es mi muchacho. Por eso.
El profesor lo sabía esto perfectamente y le dijo a Humberto Grieve:
-Muy bien. Pero yo lo he colocado con Paco Fariña, para que atienda mejor
las explicaciones. Déjelo que vuelva a su sitio.
Todos los alumnos miraban en silencio al profesor, a Humberto Grieve y a
Paco Yunque.
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
36
Fariña fue y tomó a Paco Yunque por la mano y quiso volverlo a traer a su
carpeta, pero Grieve tomó a Paco Yunque por el otro brazo y no lo dejó
moverse.
El profesor le dijo otra vez a Grieve:
-¡Grieve! ¿Qué es esto?
Humberto Grieve, colorado de cólera dijo:
-No señor. Yo quiero que Yunque se quede conmigo.
-Déjelo, le he dicho.
-No, señor.
-¿Cómo?
-No.
El profesor estaba indignado y repetía, amenazador:
-¡Grieve! ¡Grieve!.
Humberto Grieve tenía bajos los ojos y sujetaba fuertemente por el
brazo a Paco Yunque, el cual estaba aturdido y se dejaba jalar como un trapo
por Fariña y por Grieve. Paco Yunque tenía ahora más miedo a Humberto Grieve
que al profesor, que a todos los demás niños y que al colegio entero. ¿Por qué
Paco Yunque le tenía tanto miedo a Humberto Grieve? ¿Por qué este Humberto
Grieve solía pegarle a Paco Yunque?.
El profesor se acercó a Paco Yunque, le tomó por el brazo y le condujo a
la carpeta de Fariña. Grieve se puso a llorar, pataleando furiosamente en su
banco.
De nuevo se oyeron pasos en el patio y otro alumno, Antonio Gesdres -
hijo de un albañil –apareció a la puerta del salón.
El profesor le dijo:
-¿Por qué llega usted tarde?
-Porque fui a comprar pan para el desayuno.
-¿Y por qué no fue usted más temprano?
-Porque fui a comprar pan para el desayuno.
-¿Y por qué no fue usted más temprano?
-Porque estuve alzando a mi hermanito y mamá está enferma y papá se
fue a su trabajo.
-Bueno –dijo el profesor, muy serio-. Párese ahí….Y, además, tiene usted
una hora de reclusión.
Le señaló un rincón, cerca de la pizarra de ejercicios.
Paco Fariña se levantó entonces y dijo:
-Grieve también ha llegado tarde, señor.
-Miente, señor –respondió rápidamente Humberto Grieve-. No he llegado
tarde.
Todos los alumnos dijeron en coro:
-¡Sí, señor! ¡Sí, señor! ¡Grieve ha llegado tarde!.
-¡Pish! ¡Silencio! –dijo malhumorado el profesor y todos los niños se
callaron.
El profesor se paseaba pensativo.
Fariña le decía a Yunque en secreto:
-Grieve ha llegado tarde y no lo castigan. Porque su papá tiene plata.
Todos los días llega tarde. ¿Tú vives en su casa? ¿Cierto que eres su
muchacho?
Yunque respondió:
-Yo vivo con mi mamá…
-¿En la casa de Humberto Grieve?
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
37
-Es una casa muy bonita. Ahí está la patrona y el patrón. Ahí está mi
mamá. Yo estoy con mi mamá.
Humberto Grieve, desde su banco del otro lado del salón, miraba con
cólera a Paco Yunque y le enseñaba los puños, porque se dejó llevar a la
carpeta de Paco Fariña.
Paco Yunque no sabía qué hacer. Le pegaría otra vez el niño Humberto,
porque no se quedó con él, en su carpeta. Cuando saldrían del colegio, el niño
Humberto le daría un empujón en el pecho y una patada en la pierna. El niño
Humberto era malo y pegaba pronto, a cada rato. En la calle. En el corredor
también. Y en la escalera. Y también en la cocina, delante su mamá y delante la
patrona. Ahora le va a pegar, porque le estaba enseñando los puñetes y le
miraba con ojos blancos.
Yunque le dijo a Fariña:
-Me voy a la carpeta del niño Humberto.
Y Paco Fariña le decía:
-No vayas. No seas zonzo. El señor te va a castigar.
Fariña volteó a ver a Grieve y este Grieve le enseñó también a él los
puños, refunfuñando no sé qué cosas, a escondidas del profesor.
-Señor! –gritó Fariña. Ahí, ese Grieve me está enseñando los puñetes.
El profesor dijo:
¡Psc! Psc! ¡Silencio!....!Vamos a ver!...Vamos a hablar hoy de los peces, y
después, vamos, a hacer todos un ejercicio escrito en una hoja de los cuadernos,
y después me los dan para verlos. Quiero ver quién hace el mejor ejercicio, para
que su nombre sea escrito en el Cuadro de Honor del Colegio, como el mejor
alumno del primer año. ¿Me han oído bien? Vamos a hacer lo mismo que
hicimos la semana pasada. Exactamente lo mismo. Hay que atender bien a la
clase. Hay que copiar bien el ejercicio que voy a escribir después en la pizarra.
¿Me han entendido bien?
Los alumnos respondieron en coro:
-Sí, señor.
-Muy bien – dijo el profesor-.
Vamos a ver. Vamos a hablar ahora
de los peces.
Varios niños quisieron hablar.
El profesor le dijo a uno de los
Zumiga que hablase.
-Señor –dijo Zumiga -, había
en la playa mucha arena. Un día nos
metimos entre la arena y encontramos un
pez medio vivo y lo llevamos a mi casa.
Pero se murió en el camino…
Humberto Grieve dijo:
-Señor: yo he cogido muchos peces y
los he llevado a mi casa y los he soltado en mi
salón y no se mueren nunca.
El profesor preguntó:
-Pero….?Los deja usted en alguna vasija con agua?
-No, señor. Están sueltos, entre los muebles.
Todos los niños se echaron a reír.
Un chico, flacucho y pálido, dijo:
-Mentira. Señor. Porque el pez se muere, cuando le sacan del agua.
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA
38
-No, señor –decía Humberto Grieve. Porque en mi salón no se mueren.
Porque en mi salón es muy elegante. Porque mi papá me dijo que trajera peces y
que podía dejarlos sueltos entre las sillas.
Paco Fariña se moría de risa. Los Zumiga también. El chico rubio y gordo,
de chaqueta blanca, y el otro cara redonda y chaqueta verde, se reían
ruidosamente. ¡Qué Grieve tan divertido! ¡Los peces en su salón! ¡Entre los
muebles! ¡Como si fuesen pájaros! Era una gran mentira lo que contaba Grieve.
Todos los chicos exclamaban a la vez, reventando de risa:
-Ja!, Ja!, Ja!, Ja!, Ja! ¡Miente, señor! Ja!, Ja!, Ja!, Ja!, Ja! ¡Mentira! ¡Mentira!.
Humberto Grieve se enojó porque no le creían lo que contaba. Todos se
burlaban de lo que había dicho. Pero Grieve recordaba que trajo dos peces a su
c asa y los soltó en su salón y ahí estuvieron muchos días. Los movió y se
movían. No estaba seguro si vivieron muchos días o murieron pronto. Grieve, de
todos modos, quería que le creyeran lo que decía. En medio de las risas de
todos, le dijo a uno de los Zumiga:
-¡Claro! Porque mi papá tiene mucha plata. Y me ha dicho que va a hacer
llevar a mi casa a todos los peces del mar. Para mí. Para que juegue con ellos en
mi salón grande.
El profesor dijo en alta voz:
-¡Bueno! ¡Bueno! ¡Silencio! Grieve no se acuerda bien, seguramente. Porque
los peces mueren cuando…
Los niños añadieron en coro:
-…se les saca del agua.
-Eso es -dijo el profesor.
El niño flacucho y pálido dijo:
-Porque los peces tienen sus mamás en el agua y mancándolos, se quedan
sin mamás.
-¡No, no, no! –dijo el profesor-. Los peces mueren fuera del agua, porque
no pueden respirar. Ellos toman el aire que hay en el agua, y cuando salen, no
pueden absorber el aire que hay afuera.
-Porque ya están como muertos -dijo un niño.
-Mi papá puede darles aire en mi casa, porque tiene bastante plata para
comprar todo.
El chico vestido de verde dijo:
-Mi papá también tiene plata.
-Mi papá también -dijo otro chico.
Todos los niños dijeron que sus papás tenían mucho dinero. Paco Yunque
no decía nada y estaba pensando en los peces que morían fuera del agua.
Fariña le dijo a Paco Yunque:
-Y tú, ¿tu papá no tiene plata?
Paco Yunque reflexionó y se acordó haberle visto una vez a su mamá con
unas pesetas en la mano. Yunque dijo a Fariña:
-Mi mamá tienen también mucha plata.
-¿Cuánto? -le preguntó Fariña.
-Como cuatro pesetas.
Paco Fariña dijo al profesor en alta voz.
-Paco Yunque dice que su mamá tiene también mucha plata.
-¡Mentira, señor! –respondió Humberto Grieve-. Paco Yunque miente,
porque su mamá es la sirvienta de mi mamá y no tiene nada.
Humberto Grieve, aprovechando de que no le veía el profesor, dio un
salto y le jalo de los pelos a Yunque, volviéndose a la carrera a su carpeta.
Yunque se puso a llorar.
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Hábito lector en instituciones educativas

  • 1. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 2 Lee detenidamente la siguiente lectura: “LA SOPA DE PIEDRA” No, no quería volver al viejo sistema…Verdad es que lo hubiera conseguido todo de estos indios, pero había que echarles encima el caballo, sujetar las riendas con la mano izquierda, y, con la derecha, empuñando el látigo, ensangrentar los hombros morenos, gritando al mismo tiempo las mejores interjecciones de la lengua española, que tiene tantas. Gracias a lo cual, el mismo indio que os ha negado en esas soledades toda bebida y comida , encuentra instantáneamente debajo de tierra una gallina y una linda calabaza espumante sedientos…No; Pedro Leal no acudiría al viejo sistema. Allí estaba en la placida de la aldea, atontado, plantado encima de su caballo, mientras su criado, un mestizo avispado, se impacientaba, aconsejandole en voz baja: -¡Pégueles no más, patroncito! Le darán todo, se lo juro. Pero es pernicioso haber estudiado las layes romanas y los códigos franceses en una Universidad de Lima cuando tiene uno que vérselas con los indios de pura cepa. Pedro Leal corría grave peligro de quedarse sin comer al filo de mediodía, en esta pascana de los Andes, donde hacia frío de repente, después de unas horas de cabalgada bajo un sol agobiador por las morenas montañas peladas. Un círculo de indios en cuclillas le miraba apenas, solapadamente. Uno de ellos, el más viejo, cuyos piojos ostentosos danzaban en un pelambre una zarabamba luminosa, había tomado su flauta de caña y se quedaba uno estupefacto al ver fluir música tan tierna de los labios de aquel “virtuoso” harapiento. Hermosísima, vestida como la Virgen María de los grabados, una mujer joven hacia sacado sin miramientos un seno límpido, veteado de un celeste azul peruano, para responder a las exigencias de una criatura que, colgaba a su espalda, prorrumpía en reivindicaciones, envuelta en un poncho escarlata. Viendo LECTURA TEXTO Nº 1
  • 2. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 3 lo cual. Natalicio, el criado, dijo a su patrón, con una sonrisa triste que ocultaba sin duda un reproche: -¡Si al menos nos hiciera mamar un poquito…! Bien comprendía Pedro Leal que su peón le despreciaba un poco por no haber obtenido inmediatamten una buena comida, látigo en mano. Gimoteando como de costumbre, los indios habían repetido hacia un momento su habitual manan taita (no hay nada, padre o señor). Pero “de seguro que mentían como chinos”. La prueba, ese gran fuego de estiércol de llama, sobre el cual hervían ya el agua y las hierbas para la sopa. Pedro Leal y su peón Natalicio habían llegado, sin duda, cuando los indios iban a añadir a ella el buen chuño, la gallina con maíz, un poco de charqui de llama. Los hermanos vivos de la llama sacrificada se encontraban allí, de rodillas, en la plaza, mirando a la nieve de las cimas con indolencias. Súbitamente recordó Pedro Leal que partencia a la raza sutil de la que han salido, para el mundo asombrado, las más hermosas mentiras. Apeóse pausadamente del caballo, y ordenó a Natalicio, su peón, que le siguiera; se aproximó al fuego, y añadido a él unas cuantas boñigas de llama, que estallaron con un hedor nauseabundo. En el centro mismo de la placita se alzaba uno de esos adoratorios indios testimonio de una antigua batalla o tumba de un jefe de tiempos pretéritos –al que todos los pastores que pasan echa respetuosamente una piedra para conjurar a los espíritus. Pedro Leal había tomado en la mano algunas piedras negras, pulidas Dios sabe por qué río lejano, y las echó en la gran olla de tierra cocida, diciendo sencillamente, pero con voz fuerte: -¡Ya verás cómo hacemos con esto una sopa exquisita! El flautista piojoso había interrumpido, a pesar suyo, su canción de amor y de tedio; la hermosa india cubrió su vía láctea con su manto violeta, como con una nube crepuscular, y hasta las bestias parecieron comprender. La cosa empezaba a ser apasionante. Este hombre blanco era, sin duda, un mágico prodigioso. Hay que tener paciencia con la raza más paciente del mundo. Pedro Leal la tuvo. A veces, cuando una llama se arrodilla, es inútil querer levantarla a puntapiés; antes se dejaría matar. Pero el indio fraternal y sensato se tumba cerca de ella, con un montón de piedras que lanza blandamente de cuando en cuando, hasta que la bestia, nerviosa, se yergue en vilo. El sistema de Pedro Leal era, poco más o menos, semejante. Sentado en tierra, disparaba su revólver contra los cóndores, como si quisiera hacerlos caer en su sancochado. Otras veces, yendo a buscar una nueva piedra a a apacheta (adoratorio), la echaba al agua hirviente. En fin: una mujer impaciente, como toda la raza de cabellos largos, una Eva morena y friolera, no pudo soportar más aquel suplicio silencioso y vino a decir al taita, con una sonrisa zalamera y en un español deplorable: -Tú comiendo piedras, pues!. Con la mayor seriedad, Pedro Leal juntó las yemas de los dedos, se las llevó a los labios y expresó con un beso de satisfacción la delicia que le esperaba. Desconfiados aún, pero preparados desde hace siglos para todos los milagros, los indios se apasionaban por esta historia. ¿Cómo? ¿Había aquí tantas piedras que se podían transformar en comestibles y nadie había pensado en ello hasta ahora? Cuchichearon algo al oído de la joven india, que, más simpática que los otros, debía agradar al hombre blanco. Se acercó a él, medio temerosa, medio burlona:
  • 3. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 4 -No, taita; mejor con una gallina, chuñitos. Evidentemente, quizá estuviera mejor hacer un caldo con pollo y con papas; pero Pedro Leal dio a entender, con perfecta indiferencia, que todo ello le traía sin cuidado. Tal como estaba su sopa seria exquisita dentro de una hora, dos horas a lo sumo, cuando las piedras hubieran tenido tiempo de derretirse. Por lo demás, como las piedras eran sagradas, podía esperarse cualquier cosa. ¡Caraspita!, había que mimar bien a aquel brujo blanco para que enseñase a lo pobre gente de la sierra la manera de servirse de las piedras. Dejando a su crío bregar en el suelo con una minúscula llama de lana parda, la bella india desapareció un momento en su cabaña y volvió en seguida con una magnifica gallina cebada, maíz tierno y morado como el que se entierra con los muertos, y esas patatas heladas, el chuño del país, que hace tan sabrosa la olla de la sierra. Rápida, antes de que Pedro Leal tuviese tiempo de impedírselo, echo todas aquellas ricas cosas en la extraña comida del taita, excusándose humilde: -¡Más mejor, padrecito! El taita se encogió de hombros para hacer ver cumplidamente que aquello no añadida nada al saco, y, dos horas, más tarde, se hacia preparar en la choza, por todos los indios entusiasmados. Sobre su poncho extendido por tierra como un mantel, el mejor almuerzo que había probado desde hacia mucho tiempo. Allí se saboreó un queso de cabra fresquísimo, guardado por los indios en las grandes hojas de plátano; una chicha sublime, apenas fermentada; pero él, sobre todo, hizo admirar a todos su sopa de piedras…… ¿Las piedras? No se encontraron en el fondo de la olla. Más tarde, hacia las siete, cuando los cóndores emprendían ya, sobre las nubes navegables, la ruta de los glaciares rojos, Pedro Leal se alejó, colmado de dones, con su fiel Natalicio. Entonces, el mestizo insolente y chancero, orgulloso de su amo, quiso mostrar su estupidez a aquellos chanchos que se habían dejado engañar “como chinos”. Para abrumarlos, sacó triunfalmente de su poncho, caliente aún, las piedras que había retirado de la sopa antes de servirla. Pero los indios nunca creen en las mejores tretas, y desde ese día, en aquella inocente aldea de mi tierra, se añaden piedras santas para hacer más sabroso el caldo de gallina. Con ayuda del diccionario anota el significado de las siguientes palabras: a) Pascana: ………………………………………………………………………………… b) Zarabanda: ………………………………………………………………………………… c) Veteado: ………………………………………………………………………………… d) Estiércol: ………………………………………………………………………………… e) Boñiga: ………………………………………………………………………………… f) Zalamera: ………………………………………………………………………………… COMPRENSIÓNDE LECTURA Vocabulario:
  • 4. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 5 Responde a las siguientes preguntas: 1. ¿Quién es el protagonista de este cuento y qué problema tiene? ¿Qué otros personajes importantes intervienen? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 2. ¿Qué palabras emplearías para decir cómo son Pedro Leal y los indios que le ayudan a preparar la sopa de piedras? Escribe en cada caso una sola palabra para definirlos. ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 3. ¿Cómo podrías demostrar que los hechos narrados transcurren en el Perú? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 4. ¿Cuánto tiempo real calculas que debe durar esta historia? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 5. En el trato con los indios, ¿Por qué Pedro Leal no quería volver al viejo sistema? ¿En qué consistía ese viejo sistema? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 6. ¿Qué es lo que súbitamente recordó Pedro Leal y qué hizo inmediato? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 7. ¿Qué pensaron los indios de lo que estaba haciendo este hombre blanco? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 8. Afirma el autor que hay que tener paciencia con la raza más paciente del mundo. ¿Pedro Leal la tuvo? Explica tu respuesta. ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ Preguntas de Comprensión:
  • 5. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 6 9. ¿Quién interrumpe la angustia espera que prevalece mientras dura la preparación de la maravillosa sopa de piedras? ¿De qué modo dialoga esta persona con Pedro Leal? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 10.¿Qué decide por fin la joven india al ver que el misterioso personaje escucha indiferente su ofrecimiento de entregar pollo y chuños para la sopa? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 11.¿Que ocurrió dos horas más tarde? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 12.¿Que pasó con las piedras? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 13.¿Creyeron los indios en la treta del hombre blanco? Explica tu respuesta. ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes palabras: Sinónimo Antónimo a) Empuñar …………………………………. …………………………………. b) Sediento …………………………………. …………………………………. c) Nervioso …………………………………. …………………………………. d) Zalamera …………………………………. …………………………………. e) Agrado …………………………………. …………………………………. Razonamiento Verbal:
  • 6. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 7 Lee detenidamente la siguiente lectura: “EL VUELO DE LOS CÓNDORES” Aquel día demoré en la calle y no sabía qué decir al volver a casa. A las cuatro salí de la Escuela, deteniéndome en el muelle, donde un grupo de curiosos rodeaba a unas cuantas personas. Metido entre ellos supe que había desembarcado un rico, -Ese es el barrista –decían unos, señalando a un hombre de mediana estatura, cara angulosa y grave, que discutía con los empleados de la aduana. -Aquel es el donador. Y señalaban a un sujeto hosco, de cónica patilla, con gorrita, polainas, foete y cierto desenfado en el andar. Le acompañaba una bella mujer con flotante velo lila en el sombrero; llevaba un perrillo atado a una cadena y una maleta. -Este es el payaso –dijo alguien. El buen hombre volvió la cara vivamente: -¡Qué rico! -Así son en la calle. Era éste un joven alto, de movibles ojos, respingada nariz y ágiles manos. Pasaron luego algunos artistas más; y cogida de la mano de un hombre viejo y muy grave, una niña blanca, muy blanca, sonriente, de rubios cabellos, lindos y morenos ojos. Pasaron todos. Seguí entre la multitud aquel desfile y los acompañé hasta que tomaron el cochecito, partiendo entre la curiosidad bullanguera de las gentes. Yo estaba dichoso por haberlos visto. Al día siguiente contaría en la Escuela quiénes eran, cómo eran, y qué decían. Pero encaminándome a casa me di cuenta de que ya estaba obscureciendo. Era muy tarde. Ya habrían comido. ¿Qué decir? Sacóme de mis cavilaciones una mano posándose en mí hombro. -¡Cómo! ¿Dónde has estado? Era mi hermano Anfiloquio. Yo no sabía qué responder. -Nada –apunté con despreocupación forzada –que salimos tarde del colegio. -No puede ser, porque Alfredito llegó a su casa a las cuatro y cuarto…. TEXTO Nº 2 LECTURA
  • 7. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 8 Me perdí. Alfredito era hijo de don Enrique, el vecino; le habían preguntado por mi y había respondido que salimos juntos de la Escuela. No había más. Llegamos a casa. Todos estaban serios. Mis hermanos no se atrevían a decir palabra. Felizmente, mi padre no estaba y cuando fui a dar el beso a mamá, ésta sin darle la importancia de otros días, me dijo fríamente: -Cómo, jovencito, ¿éstas son horas de venir?... Yo no respondí nada. Mi madre agregó: -¡Está bien!... Metíme en mi cuarto y me senté en la cama con la cabeza inclinada. Nunca había llegado tarde a mi casa. Oí un manso ruido: levanté los ojos. Era mi hermanita. Se acercó a mí tímidamente. -Oye –me dijo tirándome del brazo y sin mirarme de frente-, anda a comer… Su gesto me alentó un poco. Era mi buena confidencia, mi abnegada compañera, la que se ocupaba de mí con tanto interés como de ella misma. -¿Ya comieron todos? Le interrogué. -Hace mucho tiempo. ¡Si ya vamos a acostarnos! Ya van a bajar el farol. -Oye -le dije -¿y qué han dicho?... -Nada; mamá no ha querido comer… Yo no quise ir a la mesa. Mi hermana salió y volvió al punto trayéndome a escondidas un pan, un plátano y unas galletas que le habían regalado en la tarde. -Anda, come, no seas zonzo. No te van a hacer nada…Pero eso sí, no lo vuelvas a hacer… -No, no quiero. -Pero oye, ¿Dónde fuiste?... Me acordé del circo. Entusiasmado pensé en aquel admirable circo que había llegado, olvidé a medias mi preocupación, empecé a contarle las maravillas que había visto. ¡Eso era un circo!. -Cuantos volatineros hay le decía, un barrista con unos brazos muy fuertes; un domador muy feo, debe ser muy valiente porque estaba muy serio. ¡Y el oso! ¡En su jaula de barrotes, husmeando entre las rendijas! ¡Y el payaso!....!Pero qué serio es el payaso! Y unos hombres, un montón de volantineros, el caballo blanco, el mono, con su saquito rojo, atado a aun cadena. ¡Ah, es un rico esplendido! -¿Y cuándo dan función? -El sábado. .. E iba a continuar, cuando apareció la criada: -Niñita. ¡A acostarse! Salió mi hermana. Oí en la otra habitación la voz de mi madre que la llamaba y volví a quedarme solo, pensando en el circo, en lo que había visto y en el castigo que me esperaba. Todos se habían acostado ya. Apareció mi madre, sentóse a mi lado y me dijo que había hecho muy mal. Me riñó blandamente, y entonces tuve claro concepto de mi falta. Me acordé de que mi madre no había comido por mí; me dijo que no se lo diría a papá, porque no se molestase conmigo. Que yo la hacia sufrir, que yo no la quería… ¡Cuán dulces eran las palabras de mi pobrecita madre! ¡Qué mirada tan pesarosa con sus benditas manos cruzadas en el regazo! Dos lagrimas cayeron juntas de sus ojos, y yo, que hasta ese instante me había contenido, no pude más y , sollozando, le besé las manos. Ella me dio un beso en la frente. ¡Ah,
  • 8. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 9 cuán feliz era, qué buena era mi madre, que sin castigarme me había perdonado!. Me dio después muchos consejos, me hizo rezar “el bendito”, me ofreció la mejilla, que besé, y me dejó acostado. Sentí ruido al poco rato. Era mi hermanita. Se había escapado de su cama descalza; echó algo sobre la mía, y me dijo volviéndose a la carrera y de puntitas como había entrado: -Oye, los dos centavos para ti, y el trompo también te lo regalo. II Soñé con el circo. Claramente aparecieron en mi sueño todos los personajes. Vi desfilar a todos los animales. El payaso, el oso, el mono, el caballo, y, en medio de ellos, la niña rubia, delgada, de ojos negros, que me miraba sonriente. ¡Qué buena debía ser esa criatura tan callada y delgaducha! Todos los artistas se agrupaban, bailaba el oso, pirueteaba el payaso, giraba en la barra el hombre fuerte, en su caballo blanco daba vueltas al circo una bella mujer, y todo se iba borrando en mi sueño, quedando sólo la imagen de la desconocida niña con su tristeza y dulce mirada lánguida. Llegó el sábado. Durante el almuerzo, en mi casa, mis hermanos hablaron del circo. Exaltaban la agilidad del barrista, el mono era un prodigio, jamás había llegado un payaso más gracioso que “Confitito”, qué oso tan inteligente; y luego…todos los jóvenes de Pisco iban a ir aquella noche al circo… Papá sonreía aparentando seriedad. Al concluir el almuerzo sacó pausadamente un sobre. -¡Entradas! –cuchichearon mis hermanos. -¡Sí, entradas! ¡Espera!... -¡Entradas! –insistía el otro. El sobre fue a poder de mi madre. Levantándose papá y con él la solemnidad de la mesa; y todos saltando de nuestros asientos, rodeamos a mi madre. -¿Qué es? ¿Qué es?... -Estarse quietos o….!no hay nada! Volvimos a nuestros puestos. Abrióse el sobre y ¡oh, papelillos morados!. Eran las entradas para el circo; venia dentro de un programa. ¡Qué programa! ¡Con letras enormes y con los artistas pintados! Mi hermano mayor leyó. ¡Qué admirable maravilla!. El afamado barrista Kendall, el hombre de goma; el célebre domador Mister Glandys; la bellísima amazona. Miss Blutner con su caballo blanco, el caballo matemático; el graciosísimo payaso “Confitito”, rey de los payasos del Pacifico, y su mono; y el extraordinario y emocionante espectáculo “El vuelo de los cóndores”, ejecutado por la pequeñísima artista Miss Orquídea. Me dio una corazonada. La niña no podía ser otra…Miss Orquídea. ¿Y esa niña frágil y delicada iba a realizar aquel prodigio? Celebraron alborozados mis hermanos el circo, y yo, pensando, me fui al jardín, después a la Escuela, y aquella tarde no atrevesé palabra con ninguno de mis camaradas. III
  • 9. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 10 A las cuatro salí del colegio, y me encaminé a casa. Dejaba los libros cuando sentí ruido y las carreras atropelladas de mis hermanos. -¡El “convite”! ¡El “convite”! … -¡Abraham, Abraham! –gritaba mi hermanita -¡Los volatineros!. Salimos todos a la puerta. Por el fondo de la calle venia un grupo enorme de gente que unos cuantos músicos precedían. Avanzaron. Vimos pasar la banda de músicos con sus bronces ensortijados y sonoros, el bombo iba delante dando atronadores compases, después en un caballo blanco, la artista Miss Blutner, con su ceñido talle, sus rosadas piernas, sus brazos desnudos y redondos. Precioso atavío llevaba el caballo, que un hombre con casaca roja y un penacho en la cabeza, lleno de cordones, portaba de la brida; después iba Mister Kendall, en traje de oficio, mostrando sus musculosos brazos, en otro caballo. Montaba el tercero Miss Orquídea, la bellísima criatura, que sonreía tristemente; en seguida el mono, muy engalanado, caballero en un asno pequeño, y luego “Confitito”, rodeado de muchedumbre de chiquillos que palmoteaban a su lado llevando el compás de la música. En la esquina se detuvieron y “Confitito entonó al son de la música esta copla: Los jóvenes de este tiempo usan flor en el ojal y dentro de los bolsillos no se les encuentra un real. Una algazara estruendosa coreó las últimas palabras del payaso. Agitó éste su cónico gorro, dejando al descubierto su pelada cabeza. Rompió el bombo la marcha y todos se perdieron por el fin de la plazoleta hacia los rieles del ferrocarril para encaminarse al pueblo. Una nube de polvo los seguía y nosotros entramos a casa nuevamente, en tanto que la caravana multicolor y sonora se esfumaba detrás de los toñuces, en el salitroso camino. IV Mis hermanos apenas comieron. No veíamos la hora de llegar al circo. Vestiamonos todos, y listos, nos despedimos de mamá . mi padre llevaba su “Carlos Alberto”. Salimos, atravesamos la plazuela, subimos la calle del tren, que tenía al final una baranda de hierro, y llegamos al cochecito, que agitaba su campana. Subimos al carro, sonó el pitear de partida; una trepidación; soltése el breque, chasqueó el látigo, y las mulas halaron. Llegamos por fin al pueblo y poco después al circo. Estaba en una estrecha calle. Un grupo de gentes se estacionaban en la puerta que iluminaban dos grandes aparatos de bencina de cinco luces. A la entrada, en la acera, había mesitas, con pequeños toldos, donde en floreados vasos con las armas de la patria estaba al espumosa blanca chicha de maní, la amarilla de garbanzos y la dulce de “bonito”, las butifarras, que eran panes en cuya boca abierta el ají y la lechuga ocultaban la carne; los platos con cebollas picadas en vinagre, la fuente de “escabeche” con sus yacentes pescados, “la causa”, sobre cuya blanda masa reposaba graciosamente el rojo de los camarones, el morado de las aceitunas, los pedazos de queso, los repollos verdes y el “pisco” oloroso, alabado por las vendedoras… Entramos por un estrecho callejoncito de adobes, pasamos un espacio pequeño donde charlaban gentes, y al fondo, en un inmenso corralón,
  • 10. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 11 levantabase la carpa. Una gran carpa, de la que salían gritos, llamadas, piteos, risas. Nos instalamos. Sonó una campanada. -¡Segunda! –gritaron todos, aplaudiendo. El circo estaba rebosante. La escalonada muchedumbre formaba un gran círculo, y delante de los bajos escalones, separada por un zócalo de lona, la platea, y entre ésta y los palcos que ocupábamos nosotros, un pasadizo. Ante los palcos estaba la pista, la arena donde iban a realizarse las maravillas de aquella noche. Sonó largamente otro campanillazo. -¡Tercera! ¡bravo, bravo! La música con el programa: “Obertura por la banda”. Presentación de la compañía. Salieron los artistas en doble fila. Llegaron al centro de la pista y saludaron a todas las partes con una actitud uniforme, graciosa y peculiar; en el centro, Miss Orquídea con su admirable cuerpecito, vestido de punto, con zapatillas rojas, sonreía. Salió el barrista, gallardo, musculoso, con sus negros, espesos y retorcidos bigotes. ¡Que bien peinado! Saludó. Ya estaba lista la barra. Sacó un pañuelo de un bolsillo secreto en el pecho, colgase, giró retorcido vertiginosamente, paróse en la barra, pendió de corvas, de brazos, de vientre; hizo rehiletes y, por fin, dio un gran salto mortal y cayó en la alfombra, en el centro del circo. Gran aclamación. Agradecido. Después todos los números del programa. Pasó Miss Blutner corriendo en su caballo; contó éste con la pata desde uno hasta diez; a una pregunta que le hizo su ama de si dos y dos eran cinco, contestó negativamente con la cabeza, en convencido ademán. Salió Mister Glandys con su oso; bailó éste acompañado y socarrón, pirueteo el mono, se golpeó varias veces el payaso y, por fin, el público exclamó al terminar el segundo entreacto: -¡El vuelo de los cóndores!. V Un estremecimiento recorrió todos mis nervios. Dos hombres de casaca roja pusieron en el circo, uno frente a otro, unos estrados altos, altísimos, que llegaban hasta tocar la carpa. Dos trapecios colgados del centro mismo de ésta oscilaban. Sonó la tercera campanada y apareció entre los artistas Miss Orquídea, con su apacible sonrisa; llegó al centro, saludó graciosamente, colgase de una cuerda y la ascendieron al estrado. Paróse en él delicadamente, como una golondrina en un alero breve. La prueba consistía en que la niña tomase el trapecio, que pendiendo del centro, le acercaban con sus cuerdas a la mano, y, colgada de él, atravesara el espacio, donde otro la esperaba, debiendo en la gran altura cambiar de trapecio y detenerse nuevamente en el estrado opuesto. Se dieron las voces, se soltó el trapecio opuesto, y en el suyo la niña se lanzó mientras el bombo detenía la música –producía un ruido siniestro y monótono. ¡Qué miedo, qué dolorosa ansiedad! ¡Cuánto habría dado yo porque aquella niña rubia y triste no volase!
  • 11. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 12 Serenamente realizó la peligrosa hazaña. El público silencioso y casi inmóvil la contemplaba, y cuándo la niña se instaló nuevamente en el estrado y saludó segura de su triunfo, el público la aclamó con vehemencia. La aclamó mucho. La niña bajo, el público seguía aplaudiendo. Ella, para agradecer, hizo unas pruebas difíciles en la alfombra, se curvó, su cuerpecito se retorcía como un aro, y enroscada, giraba, giraba como un extraño monstruo, el cabello despeinado, el color encendido. El público aplaudía más, más. El hombre que la traía en la muelle de la mano habló algunas palabras con lo otros. La prueba iba a repetirse. Nuevas aclamaciones. La pobre niña obedeció al hombre adusto caso inconscientemente. Subió. Se dieron las voces. El público enmudeció, el silencio se hizo en el circo y yo hacia votos, con los ojos fijos en ella, porque saliese bien de la prueba. Sonó una palmada y Miss Orquídea se lanzó… ¿Qué le pasó a la pobre niña? Nadie lo sabía. Cogió mal el trapecio, se soltó a destiempo, titubeo un poco, dio un grito profundo, horrible , pavoroso y cayó como una avecilla herida en el vuelo, sobre la red del circo, que la salvó de la muerte. Rebotó en ella varias veces. El golpe fue sordo. La recogieron, escupió y vi mancharse de sangre su pañuelo, perdida en brazos de esos hombres y en medio del clamor de la multitud. Papá nos hizo salir, cruzamos las calles, tomando el cochecito, y yo, mudo y triste, oyendo los comentarios, no sé qué cosas pensaba contra esa gente. Por primera vez comprendí entonces que había hombres muy malos… VI Pasaron algunos días. Yo recordaba siempre con tristeza a la pobre niña; la veía entrar al circo, vestida de punto, sonriente, pálida; la veía después caída, escupiendo sangre en el pañuelo, ¿Dónde estaría? El circo seguía funcionando. Mi padre no quiso que fuéramos más. Pero ya no daban “El vuelo de los cóndores”. Los artistas habían querido explotar la piedad del público haciendo palpable la ausencia de Miss Orquídea. El sábado siguiente, cuando había vuelto de la Escuela, y jugaba en el jardín con mi hermana, oímos música. -¡El convite! ¡Los volatineros!.. ¡Con qué ansia vi acercarse el desfile! Pasó el bombo sordo con sus golpes definitivos, los músicos con sus bronces ensortijados, los platillos estridentes, los acróbatas, y después el caballo de Miss Orquídea, solo, con un resto de la farándula, el mono impasible haciendo sus eternas muecas sin sentido.. ¿Dónde estaba Mis Orquídea?... No quise ver más; entré a mi cuarto y por primera vez, sin saber por qué, lloré a escondidas la ausencia de la pobrecita artista. VII Algunos días más tardes, al ir, después del almuerzo, a la Escuela, por la orilla del mar, al pie de las casitas que llegan hasta la ribera y cuyas escalas mojan las olas a ratos, salpicando las terrazas de madera, sentéme a descansar, contemplando el mar tranquilo y el muelle, que a la izquierda quedaba. Volví la cara al oír unas palabras en la terraza que tenía a mi espalda y vi algo que me inmovilizó. Vi una niña muy pálida, muy delgada, sentada, mirando desde allí el
  • 12. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 13 mar. No me equivocaba: era Miss Orquídea, en un gran sillón de brazos, envuelta en una manta verde, inmóvil. Me quedé mirándola largo rato. La niña levantó hacia mí los ojos y me miró dulcemente. ¡Cuán enferma debía estar! Seguí a la Escuela y por la tarde volví a pasar por la casa. Allí estaba la enfermita, sola. La miré cariñosamente desde la orilla; esta vez la enfermera sonrió, sonrió. ¡Ah, quién pudiera ir a su lado a consolarla! Volví al otro día, y al otro, y así durante ocho días. Éramos como amigos. Yo me acercaba a la baranda de la terraza, pero no hablábamos. Siempre nos sonreíamos mudos y yo estaba mucho tiempo a su lado. Al noveno día me acerqué ala casa. Miss Orquídea no estaba. Entonces tuve una sospecha; había oído decir que el circo se iba pronto. Aquel día salía vapor. Eran las once, crucé la calle y atravesé el jirón de Aduana. En el muelle vi a algunos de los artistas con maletas y líos, pero la niña no estaba. Me encaminé a la punta del muelle y éspere en el embarcadero. Pronto llegaron los artistas en medio de gran cantidad de pueblo y de granujas que rodeaban al mono y al payaso. Y entre Miss Blutner , cogida y Kendall, cogida de los brazos, caminando despacio tosiendo, tosiendo, la bella criatura. Me tíme entre las gentes para verla bajar al bote desde el embarcadero. La niña buscó algo con los ojos, me vio, sonrió muy dulcemente conmigo y me dijo al pasar junto a mí: -Adiós….. -Adiós… Mis ojos la vieron bajar en brazos de Kendall al botecillo inestable; la vieron alejarse de los mohosos barrotes del muelle; y ella me miraba triste con los ojos húmedos; sacó su pañuelo y lo agitó mirándome; yo la saludaba con la mano, y así se fue esfumando, hasta que sólo se distinguía el pañuelo como una ala rota, como una paloma agonizante, y por fin, no se vio más que el bote pequeño que se perdía tras el vapor… Volví a mi casa y a las cinco salí de la Escuela, sentado en la terraza de la casa vacía, en el mismo sitio que ocupara la dulce amiga, vi perderse a lo lejos en la extensión marina el vapor, que manchaba con su cabellera de humo el cielo sangriento del crepúsculo. Con ayuda del diccionario anota el significado de las siguientes palabras: a) Husmear: ………………………………………………………………………………… b) Volatinero: ………………………………………………………………………………… c) Regazo: ………………………………………………………………………………… d) Lánguida: ………………………………………………………………………………… e) Exaltar: ………………………………………………………………………………… f) Afamado: ………………………………………………………………………………… COMPRENSIÓNDE LECTURA Vocabulario:
  • 13. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 14 Responde a las siguientes preguntas: 1. ¿Qué palabras emplearías para decir cómo son Abraham y Miss Orquídea? Escribe una sola palabra para definir a cada personaje. ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 2. ¿En qué lugar ocurren los hechos? ¿Cómo es ese lugar? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 3. ¿Qué día de la semana empieza el relato? ¿Qué día trajo el padre las entradas para el circo? ¿Cómo lo sabes? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 4. ¿Por qué demoró Abraham al volver del colegio? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 5. ¿De qué hablan Abraham y su hermanita cuando quedan solos? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 6. Apenas sale la hermana, ¿Quién ingresa al cuarto del niño? ¿Qué hace esta persona? ¿Cómo reacciona Abraham? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 7. ¿Qué es lo que ve Abraham en su sueño? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 8. ¿Qué sorpresa da el padre a toda la familia cuando llega el sábado? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 9. ¿Qué números anunciaba el programa? ¿Qué corazonada tuvo Abraham? ________________________________________________________________ Preguntas de Comprensión:
  • 14. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 15 ________________________________________________________________ 10. ¿Dónde estaba ubicado el circo? ¿Qué había a la entrada? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 11. ¿En qué consistía el acto denominado “el vuelo de los cóndores”? ¿Qué ocurre con Miss Orquídea cuando la prueba se repite? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 12. ¿Cómo fue el “convite” que se realizó después de algunos días? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 13. ¿Cómo pudo ver Abraham a Miss Orquídea? ¿Qué es lo que tenía la niña? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes palabras: Sinónimo Antónimo a) Pavoroso …………………………………. …………………………………. b) Alabado …………………………………. …………………………………. c) Inmenso …………………………………. …………………………………. d) Traicionar …………………………………. …………………………………. e) Descalza …………………………………. …………………………………. Razonamiento Verbal:
  • 15. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 16 Lee detenidamente la siguiente lectura: “EL PUMA AZUL” El puma vuelve a la noche siguiente. Y otra más. Y otra todavía. Los cholos comentan sus perjuicios maldiciendo a la vez los garrotes y machetes inútiles, las escopetas que se atracan y los revólveres que no aciertan. -¡Ta endañinada la fiera! -¡Sia de cayer! Entró al redil de doña Mariana, vez tras vez. El Encarna estuvo con copeta al pie de un cedro, esperando toda la noche, y cuando llegó e iba a dispararle, el arma falló, escuchándose únicamente el risible golpecito del gatillo. El Arturo, que se hallaba acurrucado al filo de la empalizada, le hizo dos disparos, pero sólo consiguió matar dos cabras. Entonces hay que almorzar las cabras y se va al bohío de doña Mariana, quien se ha esmerado en guisarlas a ver si los cazadores se sienten agradecidos y dan una batida en regla. TEXTO Nº 3 LECTURA
  • 16. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 17 -Esta noche no escapa –asegura el Arturo. -Homs….-dice el Encarna al círculo voraz de cholos que rodea una gran lapa llena del guiso y yucas como una bandada de cóndores a la presa – homs….homs…(se atraganta con un gran bocado)….homs…les advertiré quila puma como que lo vide azuliar….yera un azul que parecía como añil….!Quién sabe puma encantao!. El Simón Chancahuana, que fue armado de garrote que le resultó inútil, pues el puma pasó por otro lado –y cómo no, ¡con la astucia y la vista que tiene!-, se rie: -¡Qué encantao niencantao!... Es la escuridá que luace ver así…Yo digo ques puma como cualesquiera otro destos laos.. El Arturo no se explica, en realidad, como es que ha fallado. -Siempre hei acertao con mi mogosito y la verdá que miace pensar en algo malo cuando no le logrado… Luego relata ostentosamente que, una vez, bajó un águila en vuelo de un tiro en el pecho y que, otra, le reventó la cabeza a una garza y que, cuantas quiere, a quince pasos tumba las paltas dándoles en el guato. Finalmente asegura: -Si es puma comotro, desta noche no pasa… Y llega la noche. El valle duerme bajo la sombra y la lluvia, pero en los predios de doña Mariana la angustia vigila. La Hormecinda, oyendo ladrar al Matarrayo, gime como un cabrito tierno sintiendo una honda pena por el ganado tras el cual está día a día, con los chivitos recién paridos a la espalda, prodigándole los cuidados necesario, llevándolo y trayéndolo por esas laderas llenas de monte y chamiza. Y ahora ¡venir un ruin puma a destruirlo! Doña Mariana escucha en silencio, conjurando a los santos y santas del cielo para que no permitan que sea un puma encantando. En el redil, las cabras corren de un lado a otro a menor ruido y, en un rincón, agazapado bajo lo pellejos de las que él mismo mató, el Arturo aguarda con revolver en la mano. Rendido por la postura, calado por la lluvia, siente que las horas se prolongan indefinidamente. La oscuridad es intensa y apenas se puede ver una mancha gris, difusa, en el lugar de las cabras. El viento silba y, ¿llora alguien débilmente? El Arturo comienza a sentir una suerte de desasosiego, de raro y extraño temor. Sí, ahora se escucha un gemido agudo que viene y se va, se pierde y renace. ¿Es acaso el sollozo del alma en pena? Recuerda al utoso y las incidencias del velorio. Ese lamento ululante sólo puede ser de un alma en pena. ¡No cabe duda! ¿Y el puma? Misteriosamente le falló su puntería. ¿Acaso anda en ello metido el encantamiento? Y si así fuera, ¿no le sobrevendría algún mal? Casos ha sabido de hombres que enflaquecieron sin saber por qué, a pesar de que comían mucho, pues tenían un hambre de buitre. Y después murieron…Y esos hombres contaban siempre de encantamientos de lagunas, de cerros, de ríos, de pumas…Y todo les había pasado en el atardecer o en la noche. ¿Y por qué no le podía suceder lo mismo?... Y de pronto, sorprendido en sus lúgubres pensamientos, una mancha fugaz salta la cerca y las cabras se apiñan al otro lado, balando desesperadamente. El Arturo, tembloroso ante la súbita aparición, dispara y ve azul la noche, el rebaño y al puma mismo. Es un resplandor azul el que rodia a la fiera. El revolver sigue disparando, pero, ¿hacia dónde? La noche retumba con los tiros y los ladridos que corean las peñas, mientras el puma se aleja con un cabrito balante entre las fauces.
  • 17. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 18 Cuando doña Mariana se asoma a la puerta, el Arturo ya está allí, acezante, ronco, y le habla con una voz que parece que le saliera de la barriga contraria de espanto: -¡Azul…, azul es…puma encantao! Calemar no duerme. El puma encantado recorre el valle en todas direcciones y pasa frente a todos las casas azulenado entre las sombras. Y cada día comete mayores fechorías. Asaltó la majada de los Cárpenas, matando cuatro cabras por puro gusto. En un gramalotal amaneció tendido un asno al que había abierto el cuello de una feroz tarascada y devorado el pecho. Un perrillo que fue más osado que los otros murió también, pero a éste de una dentellada le destrozó el gañote. El puma azul siembre el terror y la muerte. Los caballos y asnos duermen ahora a la puerta de las casas y los perros son galopeados para que se queden en los rediles, pero apenas sienten a la fiera, huyen a ladrar temerosamente, restregándose contra las piernas de los dueños. Los escopetazos brillan como relámpagos en la noche, pero no hacen sino brillar. Ye el revolver del Arturo ha pasado de mano en mano, para probar no más, inútilmente. Pocos son los que han visto refulgir los ojos del puma en la sombra, como sucede siempre, pero todos están seguros de que es azul, más azul que el cielo. Tiene un oscuro azul de río, pero brillante, encendido, mágico. Y ya no son solamente relinchos, balidos, gritos y estampidos los que denuncian la presencia de la fiera. Hasta el rumor de la lluvia, el estremecimiento de las hojas, el silbo del viento y el bramido del río hablan ahora del puma azul. Y los varones velan con las armas en las manos, cabe el refugio ahora muy feble de los bohíos, al lado de las mujeres que le piden a Dios por intermedio de la Virgen del Perpetuo Socorro, San Antonio y especialmente Santa Rita de Casia, abogada de imposibles, que destruya o aleje a la fiera. Pero azulea la floresta al paso del puma encantado que va de un lado a otro, invulnerable y fatídico, destruyendo la vida. Ahora asalta a los animales que se le antoja y, ahíto, se contenta con romperles el cuello y sorberles la sangre. ¿No atacará a los cristianos de repente? ¡Todo es posible puesto que está encantado! Y la conjetura hace palpitar dolorosamente el corazón de los vallinos, en tanto que sus bocas profieren feroces juramentos. A todo esto. El Arturo se encuentra mal. Dice que desde la noche en que vio por segunda vez al puma y cayó bajo el influjo de su resplandor, se siente débil y sueña siempre que una gran mancha azul se le acerca, y lo cubre, y lo ahoga. Doña Mariana, abajo, en el último rincón del valle, sabe Dios lo que hará. Ya nadie va en pos de ella para prestarle ayuda, pues, a raíz del fracaso del Arturo, cuando una tropa de cholos se apostó, al mando del Teniente Florencio, rodeando el redil, el puma asaltó tranquilamente otro. Y eso, sin duda, porque no quiso encantarlos a todos. Amplió su acción desde esa vez y hoy todos guardan, en la medida que pueden, lo suyo. Más doña Mariana ha hecho mucho. No ha estado con las manos caídas o simplemente juntas y orando. Ella aguitó, noche tras noche, hasta darse cuenta del sitio bajo de la empalizada por el cual entraba la fiera dando un ágil y elástico salto. Entonces pensó en dos bastones de chonta que eran recuerdo del celendino Abdón y estuvo aguzándolos durante tres días sobre una piedra, pues su machete se abolló a los primeros golpes contra los maderos duros como rocas.
  • 18. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 19 Y han quedado los bastones de chonta estacados en el lugar donde la fiera debe caer después del salto. Es una noche lóbrega en que llueve y blasfema el río tumultoso. Los hombres, metidos en la oscuridad de sus chozas, hacen sonar de rato e n rato garrotes y machetes. Los perros ladran, pero las manadas están tranquilas. No hay ese balar angustiado que denota la cercanía de la fiera. Los caballos y asnos, amarrados con cuerda floja a los pilares y horcones de las casas, ramonean tranquilamente el pasto que ha sido amontonado ante ellos. Doña Mariana, acuchillada tras la puerta de su bohío, vela teniendo a su lado a la Hormecinda, que no puede pegar los ojos desde que la fiera merma el rebaño bienamado. El Matarrayo está con ellas, pero su hocico no prefiere el más leve ladrido, por el bozal ceñido que lo aprieta. Y las transcurren lentas, silenciosas, porque el rumor de la lluvia y el rugido del río, tan monótonos, son considerados como silencio, “No sioye nada!, secretea doña Mariana al oído de la Hormecinda, ¿El maldito puma habrá oteado el peligro? La espera se prolonga y debe ser muy tarde algunos gallos cantan ya, cuando las cabras comienzan a balar y agitarse torpedeándose contra los maderos de la empalizada. Ladran medrosa y coléricamente los perros y he aquí que, de pronto, se escucha un rabioso rugido. Las cabras del corral dan balidos en los que trema el terror, en tanto que el Matarrayo lucha por abrir las fauces y tiembla. Y si, si: ¡Ahora la fiera sigue rugiendo, ahora ha caído! Doña Mariana siente como si un peso enorme se le fuera del pecho y la Hormecinda gime con sollozos entrecortados, agudos, ahogándose en el desahogo. Y en el redil continua el balar de las cabras y rugidos espaciados que se van debilitando para crecer de pronto y hacerse furiosos, y finalmente volver a amenguarse. ¡Ha caído! Pero quién sabe no; puede ser que la fiera ruja únicamente porque se ha herido y, furiosa, se encuentre acabando con el rebaño. Apretándolo y confundiéndolo todo entre sus sombras, está la noche pesada, negra, violenta, una noche de encantamiento y brujería. No, no sirve ir al redil y será mejor esperar la mañana para que la luz revele el bien o el mal. -¡Umaaaáa….!uaaaaáa!.. La noche entera aúlla. Y la mañana tiene un tinte tenue todavía cuando doña Mariana sale con muchas precauciones y atisba por las rendijas de la empalizada. Allí está el puma y ha caído. ¡Dios de los cielos!. La fiera se ha engarzado en una estaca por la panza y, rugiendo, se retuerce inútilmente tratando de zafarse al advertir la presencia de la mujer. El suelo está hecho un charco de sangre y doña Mariana, con un furor que se le vuelve candela en los ojos, coge un garrote y penetra en el redil mientras la Hormecinda grita con todas sus fuerzas: -¡Cayoooó!....!cayoooóo!.. ¡vengaaáa! Los cholos, seguidos de sus mujeres, abandonan los bohíos y cuando llegan al redil de doña Mariana, ella estaba todavía golpeando el cráneo de la fiera, al que ha convertido en un bollo sanguinolento. Una gran piedra que levantan y dejan caer sus manos temblorosas lo hace reventar y los sesos saltan por todos lados. Pero acaso no sea suficiente: doña Mariana se arma de nuevo del garrote y golpea el hocico, el espinazo, las patas, la panza. -Toma, dañino; toma, prejuicioso; toma, toma…
  • 19. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 20 Y cuando al fin se percata de que el puma no se levantará más y de que hay mucha gente en torno suyo, se yergue blandiendo el garrote y riendo a carcajadas: -¡El puma azul….dizqué puma azul! Sigue riendo y moviendo el garrote a pique de abrirle la cabeza a algún cristiano, y agrega: -¡Sies como todos…medio pardo, medio amarillo….el puma azul! Los vallinos no acaban de salir de su asombro. Si no fuera por doña Mariana, que es capaz de darle un garrotazo a cualquiera de puro gusto, la atención seria más intensa. Con todo, son sólo ojos para contemplar ese montón de carne herida que pasar tantas malas noches les hizo. El Arturo, al ver que no hay tal azul, se mofa del encantamiento y se siente sano de golpe. -Jajajá….jijijí….jajajá…já…já…-continúa riéndose doña Mariana, la melancólica doña Mariana de otros días. Luego de saltos. Cualquiera diría que se ha vuelto loca. Con ayuda del diccionario anota el significado de las siguientes palabras: a) Redil: ………………………………………………………………………………… b) Bohío: ………………………………………………………………………………… c) Lapa: ………………………………………………………………………………… d) Ahíto: ………………………………………………………………………………… e) Utoso: ………………………………………………………………………………… f) Majada: ………………………………………………………………………………… Responde a las siguientes preguntas: 1. ¿Cuál te parece que es la característica que sintetiza la personalidad de doña Mariana? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 2. ¿Cómo es el lugar donde viven y actúan los personajes de esta historia? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 3. Aproximadamente, ¿a qué hora del día suele aparecer el puma azul? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ COMPRENSIÓNDE LECTURA Vocabulario: Preguntas de Comprensión:
  • 20. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 21 4. ¿Qué sentido tiene la expresión “¡Ta endañinada la fiera!”, que aparece casi al empezar el cuento? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 5. ¿Con qué armas intenta la gente matar al puma? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 6. La gente atribuye al puma un color azul y piensa que está encantado: ¿Es esta creencia una superstición? ¿Qué es para ti la superstición? ¿Son supersticiosos los personajes de esta historia? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 7. ¿Qué hacia doña Mariana aquella primera noche mientras aguardaban el ataque del puma? ¿Qué sentía y que pensaba Arturo? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 8. ¿Qué idea cunde en el valle ante las nuevas incursiones del puma que siembra el terror y la muerte? ¿Cuál es el ánimo de la gente? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 9. ¿Qué trampa prepara doña Mariana para defenderse del puma? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 10.¿Por qué sospecha doña Mariana que el puma ha caído en la trampa? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 11.¿Qué espectáculo ofrece el puma atrapado en la estaca? ¿Qué hace entonces enfurecida doña Mariana? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 12.¿Era azul el puma? Explica tu respuesta. ________________________________________________________________ ________________________________________________________________
  • 21. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 22 13.¿Cómo reacciona finalmente los cholos vallinos? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes palabras: Sinónimo Antónimo a) Rugir …………………………………. …………………………………. b) Ahogarse …………………………………. …………………………………. c) Fugaz …………………………………. …………………………………. d) Agradecer …………………………………. …………………………………. e) Temor …………………………………. …………………………………. Lee detenidamente la siguiente lectura: “LA BOTELLA DE CHICHA” En una ocasión tuve necesidad de una pequeña suma de dinero y como me era imposible procurármela por las vías ordinarias, decidí hacer una pesquisa por la despensa de mi casa, con la esperanza de encontrar algún objeto vendible o pignorable. Luego de remover una serie de trastos viejos, divisé, acostada en un almohadón, como una criatura en su cuna, una vieja botella de chicha. Se trataba de una chicha que hacia más de quince años recibiéramos de una hacienda del norte y que mis padres guardaban celosamente para utilizarla en un importante suceso familiar. Mi padre me había dicho que la abriría cundo Razonamiento Verbal: LECTURA TEXTO Nº 4
  • 22. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 23 yo “me recibiera de bachiller!. Mi madre,, por otra parte, había hecho la misma promesa a mi hermana, para el día “que se casara!. Pero ni mi hermana se había casado ni yo había elegido aún qué profesión iba a estudiar, por lo cual la chicha continuaba durmiendo el sueño de los justos y cobrando aquel inapreciable valor que dan a este género de bebidas los descansos prolongados. Sin vacilar, cogí la botella del pico y la conduje a mi habitación. Luego de un paciente trabajo logré cortar el alambre y extraer el corcho, que salió despedido como por el anima de una escopeta. Bebí un dedito para probar su sabor y me hubiera acabado toda la botella si se que no la necesitara para un negocio mejor. Luego de verter su contenido en una pequeña pipa de barro, me dirigí a la calle con la pipa bajo el brazo. Pero a mitad del camino un escrúpulo me asaltó. Había dejado la botella vacía abandonada sobre la mesa y lo menos que podía hacer era restituirla a su antiguo lugar para disimular en parte las trazas de mi delito. Regresé a casa y para tranquilizar aún más mi conciencia, llené la botella vacía con una buena medida de vinagre, la alambré, la encorché y la acosté en su almohadón. Con la pipa de barro, me dirigí a la chichería de don Eduardo. -Fíjate lo que tengo –dije mostrándole el recipiente-. Una chicha de jora de veinte años. Sélo quiero por ella treinta soles. Está regalada. Don Eduardo se echó a reír. -¡A mí!, ¡a mí! –exclamó señalándose el pecho- ¡A mí con ese cuento! Todos los días vienen a ofrecerme chicha y no sólo de veinte años atrás. ¡No me fío de esas historias! ¡Como si las fuera a creer!. -Pero yo no te voy a engañar. Pruébala y verás. -¿Probarla? ¿Para qué? Si probara todo lo que traen a vender terminaría el día borracho, y lo que es peor, mal emborrachado. ¡Anda, vete de aquí! Puede ser que en otro lado tengas más suerte. Durante media hora recorrí todas las chicherias y bares de la cuadra. En muchos de ellos ni siquiera me dejaron hablar. Mi ultima decisión fue ofrecer mi producto en las casas particulares pero mis ofertas, por lo general, no pasaron de la servidumbre. El único señor que se avino a recibirme, me preguntó si yo era el mismo que el mes pasado le vendiera un viejo Burdeos y como yo, cándidamente, le replicara que sí, fui cubierto de insultos y de amenazas e invitado a desaparecer en la forma menos cordial.
  • 23. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 24 Humillado por este incidente, resolví regresar a mi casa. En el camino pensé que la única recompensa, luego de empresa tan vana, seria beberme la botella de chicha. Pero luego consideré que mi conducta seria egoísta, que podía privar a mi familia de su pequeño tesoro solamente por satisfacer un capricho pasajero, y que lo más cuerdo seria verter la chicha en su botella y esperar, para beberla, a que mi hermana se casara o que a mi pudieran llamarme bachiller. Cuando llegué a casa había oscurecido y me sorprendió ver algunos carros en la puerta y muchas luces en las ventanas. No bien había ingresado a la cocina cundo sentí una voz que me interpelaba en la penumbra. Apenas tuve tiempo de ocultar la pipa de barro tras una pila de periódicos. -¿Eres tú el que anda por allí? -preguntó mi madre, encendiendo la luz- ¡Esperándote como locos! ¡Ha llegado Raúl! ¿Te das cuenta? ¡Anda a saludarlo! ¡Tantos años que no ves a tu hermano! ¡Corre! Que ha preguntado por ti. Cuando ingresé a la sala quedé horrorizado. Sobre la mesa central estaba la botella de chicha aun sin descorchar. Apenas pude abrazar a mi hermano y observar que le había brotado un ridículo mostacho. “Cuando tu hermano regrese!, era otra de las circunstancias esperadas. Y mi hermano estaba allí y estaban también otras personas y la botella y minúsculas copas pues una bebida tan valiosa necesitaba administrarse como una medicina. -Ahora que todos estamos reunidos-habló mi padre –vamos al fin a poder brindar con la vieja chicha –y agració a los invitados con una larga historia acerca de la botella, exagerando, como era de esperar, su antigüedad. A mitad de su discurso, los circunstantes se relamían los labios. La botella se descorchó, las copas se llenaron, se lanzó una que otra improvisación y llegado el momento del brindis observé que las copas se dirigian a los labios rectamente, inocentemente, y regresaban vacías a la mesa, entre grandes exclamaciones de placer. -¡Excelente bebida! -¡Nunca he tomado algo semejante! -¿Cómo me dijo? ¿Treinta años guardada? -¡Es digna de un cardenal! -¡Yo que soy experto en bebidas, le aseguro, don Bonifacio, que como ésta ninguna! Y mi hermano, conmovido por tan grande homenaje, añadió: -Yo les agradezco, mis queridos padres, por haberme reservado esta sorpresa con ocasión de mi llegada. El único que, naturalmente, no bebió una gota, fui yo. Luego de acercármela a las narices y aspirar su nauseabundo olor a vinagre, la arrojé con disimulo en un florero. Pero los concurrentes estaban extasiados. Muchos de ellos dijeron que se habían quedado con la miel en los labios y no faltó uno más osado que insinuara a mi padre si no tenía por allí otra botella escondida. -¡oh no! –replicó- ¡De estas cosas sólo una! Es mucho pedir. Noté, entonces, una consternación tan sincera en los invitados, que me creí en la obligación de intervenir. -Yo tengo por allí una pipa con chicha. -¿Tú? -preguntó mi padre, sorprendido. -Sí, una pipa pequeña. Un hombre vino a vendérmela…Dijo que era muy antigua. -¡Bah! ¡Cuentos! -Y yo se la compré por cinco soles.
  • 24. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 25 -¿Por cinco soles? ¡No has debido pagar un una peseta! -A ver, la probaremos –dijo mi hermano-. Así veremos la diferencia. -Si, ¡que la traiga! Pidieron los invitados. Mi padre, al ver la expectativa, no tuvo más remedio que aceptar y yo me precipité hacia la cocina. Luego de extraer la pipa bajo el montón de periódicos, regresé a la sala con mi trofeo entre las manos. -¡Aquí está! –exclamé, entregándosela a mi padre. -¡Hum! Dijo él, observando la pipa con desconfianza. Estas pipas son de ultima fabricación. Si no me equivoco, yo compré una parecida hace poco, y acercó la nariz al recipiente. ¡Qué olor! ¡No! ¡Esto es una broma! ¿Dónde has comprado esto, muchacho? ¡Te han engañado –y para justificar su actitud hizo circular la botija entre los concurrentes, quienes ordenadamente la olían y después de hacer una mueca de repugnancia, la pasaban a su vecino. -¡Vinagre! -¡Me descompone el estómago! -Pero ¿es que esto se puede tomar? -¡Es para morirse! Y como las expresiones aumentaban de tono, mi padre sintió renacer en si su función moralizadora de jefe de familia y, tomando la pipa con una mano y a mi de una oreja con la otra, de dirigió a la puerta de calle. -Ya te lo decía. ¡Te has dejado engañar como un bellaco! ¡Verás lo que se hace con esto!. Abrió la puerta y, con gran impulso, arrojó la pipa a la calle, por encima del muro. Un ruido de botija rota estalló en un segundo. Recibiendo un coscorrón en la cabeza, fui enviado a dar una vuelta por el jardín y mientras mi padre se frotaba las manos, satisfecho de su proceder, observé que en la acera pública, nuestra chicha, nuestra magnifica chicha norteña. Guardaba con tanto esmero durante quince años, respetada en tantos pequeños y tentadores compromisos, yacía extendida en una roja y dolorosa mancha. Un automóvil la pisó alargándola en dos huellas; una hoja de otoño naufragó en su superficie; un perro se acercó, la olió y la meó. Con ayuda del diccionario anota el significado de las siguientes palabras: a) Pesquisa: ………………………………………………………………………………… b) Despensa: ………………………………………………………………………………… c) Interpelar: ………………………………………………………………………………… d) Mostacho: ………………………………………………………………………………… e) Bachiller: ………………………………………………………………………………… f) Relamían: ………………………………………………………………………………… COMPRENSIÓNDE LECTURA Vocabulario:
  • 25. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 26 Responde a las siguientes preguntas: 1. ¿Qué papel juega en el relato la botella de chicha? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 2. ¿en qué lugar ocurren los hechos? ¿Cómo es ese lugar? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 3. ¿En qué circunstancias descubre el protagonista la botella de chicha? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 4. ¿Cuál es la historia de esta botella? ¿Por qué la habían reservado? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 5. ¿Qué hizo el joven la primera vez con la botella y con la chicha que ella contenía? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 6. ¿Por qué tuvo que regresar a casa cuando ya estaba a mitad del camino? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 7. ¿Qué hizo finalmente con la botella para disimular su delito? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 8. ¿Tuvo éxito al ofrecer la chicha en los bares, chicherías y casas particulares? ¿Cómo lo sabes? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 9. ¿porque se sorprende el joven al retornar a casa? ¿Qué noticia importante le comunica su madre? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ Preguntas de Comprensión:
  • 26. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 27 10.¿Por qué al ingresar a la sala se queda horrirazado? ________________________________________________________________ 11.¿Qué dijo el padre al brindar con la “vieja chicha”? ¿Qué opinaron los invitados al probar la bebida? ¿Cómo agradeció el hermano este homenaje? ________________________________________________________________ 12.¿Qué hizo el protagonista cuando se acabó el licor y vio que los concurrentes estaban entusiasmados? ________________________________________________________________ 13.¿Qué pensaron el padre y los invitados de la chicha legítima? ________________________________________________________________ Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes palabras: Sinónimo Antónimo a) Necesidad …………………………………. …………………………………. b) Promesa …………………………………. …………………………………. c) Valiosa …………………………………. …………………………………. d) Insultos …………………………………. …………………………………. e) Antigüedad …………………………………. …………………………………. Lee detenidamente la siguiente lectura: “MAS ALLA DE LA VIDA Y LA MUERTE” Cesar Vallejo Jarales estadizo de julio; viento amarrando a cada pecíolo manco del muchacho grano que en él gavita. Lujuria muerta sobre lomas onfaloideas de la sierra estival. Espera. No ha de ser. Otra vez cantemos. ¡Oh qué dulce sueño! Por allí mi caballo avanzaba. A los once años de ausencia, acercabame por fin a aquel día a Santiago, mi aldea natal. El pobre irracional avanzaba, y Razonamiento Verbal: LECTURA TEXTO Nº 5
  • 27. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 28 yo, desde lo más entero de mi ser hasta mis dedos trabajados, pasando quizá por las mismas riendas asidas, por las orejas atentas del cuadrúpedo y volviendo por el golpeteo de los cascos que fingían danzar en el mismo sitio, en misterioso escarceo tanteador de la ruta y los desconocido, lloraba por mi madre que muerta dos años antes, ya no habría de aguardar ahora el retorno del hijo descarriado y andariego. La comarca, toda, el tiempo bueno, el color de cosechas de la tarde de limón, y también alguna masada que por aquí reconocía mi alma, todo comenzaba a agitarme en nostálgicos éxtasis filiales, y casi podían ajárseme los labios para hozar el pezón eviterno, siempre lácteo, hasta más allá de la muerte. Con ella había pasado seguramente por allí de niño. Sí. En efecto. Pero no. No fue conmigo que ella viajó por esos campos. Yo era entonces muy pequeño. Fue con mi padre. ¡cuántos años hará de ello! Ufff…También fue en julio, cerca de la fiesta de Santiago. Padre y madre iban en sus cabalgaduras; él adelante. El camino real. De repente mi padre que acababa de esquivar un choque con repentino maguey de un meandro: -Señora….!Cuidado!.. Y mi pobre madre ya no tuvo tiempo, y fue lanzada ¡ay! del arzón a las piedras del sendero. Tornárosla en camilla al pueblo. Yo lo lloraba mucho por mi madre, y no me decían qué la había pasado. Sanó. La noche del alba de la fiesta, ella estaba ya alegre y reía. No estaba ya en cama, y todo era muy bonito. Yo tampoco lloraba ya por mi madre. Pero ahora lloraba más recordándola así, enferma, postrada, cuando me quería más y me hacia más cariño y también me daba más bizcochos de bajo de sus almohadones y del cajón del velador. Ahora lloraba más, acercándome a Santiago, donde ya sólo la hallaría muerta, sepulta bajo las mostazas maduras y rumorosas de un pobre cementerio. Mi madre había fallecido hacia dos años a la sazón. La primera noticia de su muerte recibíla en Lima, donde supe también que papá y mis hermanos habían emprendido viaje a una hacienda lejana de propiedad de un tío nuestro, a efecto de atenuar en lo posible el dolor por tan horrible pérdida. El fundo se hallaba en remotísima región de la montaña, al otro lado del río Marañón. De Santiago pasaría yo hacia allá, devorando inacabables senderos de escarpadas punas y de selvas ardientes y desconocidas. Mi animal resopló de pronto. Cabillo molido vino en abundancia sobre ligero vientecillo, cegándome casi. Una parva de cebada. Y después perspectivóse Santiago, en su escabrosa meseta, con sus tejados, retintos al sol ya horizontal. Y todavía, hacia el lado de oriente, sobre la linde un promotorio amarillo brasil, se veía el panteón retallado a esa hora por la sexta tintura postmeridiana; y yo no podía más, y atroz congoja arrecióme sin consuelo. A la aldea llegué con la noche. Doblé la ultima esquina y, al entrar a la calle en que estaba mi casa, alcancé a ver a una persona sentada a solas en el poyo de la puerta. Estaba sola. Muy sola. Tanto que, ahogando el duelo místico de mi alma, me dio miedo. También seria por la paz casi inerte con que, engomada por la media fuerza de la penumbra, adosábase su silueta al encalado paramento del muro. Particular revuelo de nervios secó mis lagrimales. Avancé. Saltó del poyo mi hermano mayor, Ángel, y recibióme desvalido entre sus brazos. Pocos días hacia que había venido de la hacienda por causa de negocios. Aquella noche, luego de una mesa frugal, hicimos vela hasta el alba. Visité las habitaciones, corredores y cuadras de la casa; y Ángel, aun cuando hacia visibles esfuerzos para desviar este afán mío por recorrer el amado y viejo
  • 28. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 29 caserón, parecía también gustar de semejante suplico de quien va por los dominios alucinantes del pasado más mero de la vida. Por sus pocos días de tránsito en Santiago, Ángel habitaba ahora solo en casa, donde, según él todo yacía tal como quedara a la muerte de mamá. Referíame también cómo fueron los días de salud que precedieron a la mortal dolencia, y cómo su agonía. ¡Cuántas veces entonces el abrazo fraterno escarbó nuestras entrañas y removió nuevas gotas de ternura congelada y de lloro!. -¡Ah, esta despensa, donde le pedía pan a mamá, lloriqueando de engaños! Y abrí una pequeña puerta de sencillos paneles desvencijados. Como en todas las rusticas construcciones de la sierra peruana, en las que a cada puerta únese casi siempre un poyo, cabe el umbral de la que acababa yo de franquear, Hallábase recostado uno, el mismo inmemorial de mi niñez, sin duda, rellenado y enlucido incontables veces. Abierta la humilde portezuela, en él nos sentamos, y allí también pusimos la linterna ojitriste que portábamos. La lumbre de ésta fue a golpear de lleno el rostro de Ángel, que extenuábase de momento en momento, conforme transcurría la noche y reverdecíamos más la herida, hasta parecerme a veces casi transparente. Al advertirle así en tal instante, le acaricié y colmé de ósculos sus barbadas y severas mejillas que volvieron a empaparse de lágrimas. Una centella, de ésas que vienen de lejos, ya sin trueno, en época de verano en la sierra, le vació las entrañas a la noche. Volví restregándome los párpados a Ángel. Y ni él ni la linterna, ni el poyo, ni nada estaba allí. Tampoco oí ya nada. Sentíme como en una tumba. Después volví a ver a mi hermano, la linterna, el poyo. Pero creí notarle ahora a Ángel el semblante como refrescado, apacible y quizás me equivocaba diríase restablecido de su aflicción y flaqueza anteriores. Tal vez, repito, esto era error de visión de mi parte, ya que tal cambio no es puede ni siquiera concebir. Me parece verla todavía continué sollozando no sabiendo la pobrecita qué hacer para la dádiva y arguyéndome: ¡Ya te cogí, mentiroso; quieres decir que lloras cuando estás riendo a escondidas! ¡Y me besaba a mí más que a todos ustedes, como que yo era el último también! El término de la velada de dolor, Ángel parecióme de nuevo muy quebrantado, y, como antes de la centella, asombrosamente descarnado. Sin duda, pues había yo sufrido una desviación en la vista, motivada por el golpetazo de luz del meteoro, al encontrar antes en su fisonomía un alivio y una lozanía que, naturalmente, no podía haber ocurrido. Aún no asomaba la aurora del día siguiente, cuando monté y partí para la hacienda, despidiéndome de Ángel que quedaba todavía unos días más. Por los asuntos que habían motivado su arribo a Santiago. Finada la primera jornada del camino, acontecióme algo inaudito. En la posada hallábame reclinado en un poyo descansando, y he aquí que una anciana del bohío, de pronto mirándome asustada, preguntóme lastimera; -¿Qué le ha pasado, señor, en la cara? ¡Parece que la tiene usted ensangrentada, Dios mío!... Salté del asiento. Y al espejo advertirme en efecto el rostro encharcado de pequeñas manchas de sangre reseca. Tuve un fuerte escalofrío, y quise correr de mi mismo. ¿Sangre? ¿De dónde? Yo había juntado el rostro al de Ángel que lloraba…Pero…. No. No. ¿De dónde era esa sangre? Comprenderáse el terror y la alarma que anudaron en mi pecho mil presentimientos. Nada es comparable con aquella sacudida de mi corazón. No habrán palabras tampoco para expresarla ahora ni nunca. Y hoy mismo, en el cuarto solitario donde escribo está la sangre
  • 29. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 30 añeja aquella y mi cara en ella untada y la vieja del tambo y la jornada y mi hermano que llora y a quien no besó mi madre muerta y…. Al trazar las líneas anteriores he huido disparado a mi balcón, jadeante y sudando frío. Tal es de espanto y apabullante el recuerdo de esa escarlata misteriosa…. ¡Oh noche de pesadilla en esa inolvidable choza, en que la imagen de mi mare muerta alternó, entre forcejeos de extraños hilos, sin punta, que se rompían luego de sólo ser vistos, con la de Ángel, que lloraba rubíes vivos, por siempre jamás! Seguí ruta. Y por fin, tras de una semana de trote por la cordillera y por tierras calientes de montaña, luego de atravesar el Marañón, una mañana entré en parajes de la hacienda. El nublado espacio reverberaba a saltos con lontanos truenos y solanas fugaces. Desmonté junto al bramadero del portón de la casa que da al camino. Algunos perros ladraron en la calma apacible y triste de la fuliginosa montaña. ¡Después de cuánto tiempo tornaba yo ahora a esa mansión solitaria, enclavada en las quiebras más profundas de la selva! Una voz que llamaba y contenía desde adentro a los mastines, entre el alerta gárrulo de las aves domesticas alborotadas, pareció ser olfateada extrañamente por el fatigado y tembloroso solípedo que estornudó repetidas veces, enristró casi horizontalmente las orejas hacia adelante, y, encabritandose , probó a quitarme los frenos de la mano en son de escape. La enorme portada estaba cerrada. Diríase que tóquela de manera casi maquinal. Luego aquella misma voz siguió vibrando muros adentro, y llegó instante en que, al desplegarse, con medroso restallido, las gigantescas hojas del portón, ese timbre bucal vino a pararse en mis propios veintiséis años totales y me dejó de punta a la Eternidad. Las puertas hiciéronse a ambos lados. ¡Meditad brevemente sobre suceso increíble, rompedor, de las leyes de la increíble, rompedor de las leyes de las vida y la muerte, superador de toda posibilidad; palabra de esperanza y de fe entre el absurdo y el infinito, innegable desconexión de lugar y de tiempo; nebulosa que hace llorar de inarmónicas armonías incognoscibles! ¡Mi madre apareció a recibirme! -¡Hijo mío! –exclamó estupefacta. ¿Tú vivo? ¿Has resucitado? ¿Qué es lo que veo Señor de los cielos? ¡Mi madre! ¡Mi Madre en alma y cuerpo viva! Y con tanta vida, que hoy pienso que sentí ante tu presencia entonces, asomar por las ventanillas de mi nariz, de súbito, dos desolados granizos de decrepitud que luego fueron a caer y pesar en mi corazón hasta curvarme senilmente, como si, a fuerza de un fantástico trueque de destino, acabase mi madre de nacer y yo viniese, en cambio desde tiempos tan viejos, que me daban una emoción paternal respecto de ella. Sí, Mi madre estaba allí. Vestida de negro unánime. Viva. Ya no muerta. ¿era posible? No, no era posible, esa señora. No podía serlo. Y luego ¿Qué había dicho al verme? ¿Me creía pues, muerto? -¡Hijo de mi alma! Rompió a llorar mi madre y corrió a estrecharme contra su seno, con ese frenesí y ese llanto de dicha con que siempre me amparó en todas mis llegadas y mis despedidas. Yo habíame puesto como piedra. La vi echarme sus brazos adorados al cuello, besarme ávidamente y como queriendo devorarme y sollozar sus mimos y sus caricias que ya nunca volverían a llover en mis entrañas. Tomóme luego bruscamente el impasible rostro a dos manos. Miróme así, cara a cara,
  • 30. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 31 acabándome a preguntas. Yo después de algunos segundos, me puse también a llorar, pero sin cambiar de expresión ni de actitud: mis lágrimas parecían agua pura que vertían dos pupilas de estatua. Por fin enfoqué todas las dispersadas luces de mi espíritu. Retiréme algunos pasos atrás. E hice entonces comparecer ¡oh Dios mío! A esa maternidad a la que no quería recibir mi corazón y la desconocía y le tenía miedo; la hice comparecer ante no sé qué cuando sacratísimo, desconocido para mí hasta ese momento, y di un grito mudo y de dos filos en toda su presencia, con el mismo compás del martillo que se acerca y aleja del yunque, con que lanza el hijo su primer quejido, al ser arrancado del vientre de la madre, y con el que parece indicarle que ahí va vivo por el mundo y darle al mismo tiempo, una guía y una señal para reconocerse entrambos por los siglos de los siglos. Y gemí fuera de mi mismo: -¡Nunca! ¡Nunca! Mi madre murió hace tiempo. No puede ser.. Ella incorporóse espantada ante mis palabras y como dudando de si yo era yo. Volvió a estrecharme entre sus brazos, y ambos seguimos llorando llanto que jamás lloró ni llorará ser vivo alguno. Y aquí las manchas de sangre que advirtiera en mi rostro, pasaron por mente como signos de otro mundo. -¡Pero hijo de mi corazón! Susurraba casi sin fuerzas ella- ¿Tú eres mi hijo muerto y al que yo misma vi en su ataúd? Sí, ¡Eres tú, tú mismo! ¡Creo en Dios! ¡Ven a mis brazos! Pero ¿Qué? …?No ves que soy tu madre? ¡Mírame! ¡Mírame! ¡Pálpame, hijo mío! ¿Acaso no lo crees? Contempléla otra vez. Palpé su adorable cabecita encanecida. Y nada. Yo no creía nada. -Sí, te veo – le respondí, te palpa. Pero no creo. No puede suceder tanto imposible. ¡Y me reí con todas mis fuerzas! Con ayuda del diccionario anota el significado de las siguientes palabras: a) Estadizo: ………………………………………………………………………………… b) Onfaloideo: ………………………………………………………………………………… c) Escarceo: ………………………………………………………………………………… d) Hozar: ………………………………………………………………………………… e) Eviterno: ………………………………………………………………………………… f) Solípedo: ………………………………………………………………………………… COMPRENSIÓNDE LECTURA Vocabulario:
  • 31. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 32 Responde a las siguientes preguntas: 1. ¿Qué estación del año es cuando el protagonista retorna a Santiago? ¿Cómo los sabes? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 2. ¿Qué recuerdo le asalta al viajero cuando por fin se acerca a Santiago? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 3. ¿Cuándo tiempo hacia que su madre había fallecido? ¿Dónde recibió la noticia de su muerte? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 4. ¿Adónde había emprendido viaje la familia para atenuar el dolor por tan horrible pérdida? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 5. ¿Qué hicieron aquella noche los dos hermanos, luego de una cena frugal? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 6. ¿Qué hecho inaudito acontece a Vallejo cuando deja la casa y parte para la hacienda? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 7. ¿Qué parajes debe atravesar para llegar a la hacienda? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 8. ¿porque resulta para el autor un suceso increíble, rompedor de las leyes de la vida y la muerte, el hecho de que su madre salga a recibirlo? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ 9. ¿Qué diálogo se entabla entre la madre y el hijo? ¿Qué hace la madre para convencer al hijo que su presencia es real? ¿Cómo reacciona el hijo ante este hecho increíble? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ Preguntas de Comprensión:
  • 32. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 33 Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes palabras: Sinónimo Antónimo a) Espanto …………………………………. …………………………………. b) Adorable …………………………………. …………………………………. c) Mansión …………………………………. …………………………………. d) Esperanza …………………………………. …………………………………. e) Llorar …………………………………. …………………………………. Lee detenidamente la siguiente lectura: “PACO YUNQUE” (César Vallejo) Cuando Paco Yunque y su madre llegaron ala puerta del colegio, los niños estaban jugando en el patio., la madre le dejó y se fue. Paco, paso a paso, fue adelantándose al centro del patrio, con su libro primero, su cuaderno y su lápiz. Paco estaba con miedo, porque era la primera vez que venia a un colegio y porque nunca había visto a tantos niños juntos. Varios alumnos, pequeños como él, se le acercaron y Paco, cada vez que más tímido, se pegó a la pared, y se puso colorado. ¡Qué listos eran todos esos Razonamiento Verbal: TEXTO Nº 6 LECTURA
  • 33. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 34 chicos! ¡Qué desenvueltos! Como si estuviesen en su casa. Gritaban. Corrían. Reían hasta reventar. Saltaban. Se daban puñetazos. Eso era un enredo. Paco estaba también atolondrado porque en el campo no oyó nunca sonar tantas voces de personas a la vez. En el campo hablaba primero uno, después otro, después otro y después otro. A veces, oyó hablar hasta cuatro o cinco personas juntas. Era su padre, su madre, don José, el cojo Anselmo y la Tomasa. Eso no era ya voz de personas, sino orto ruido, muy diferente. Y ahora sí que esto del colegio era una bulla fuerte, de muchos. Paco estaba asordado. Un niño rubio y gordo, vestido de blanco, le estaba hablando. Otro niño, más chico, medio ronco y con blusa azul también le hablaba. De diversos grupos se separaban los alumnos y venían a ver a Paco, haciéndole muchas preguntas. Pero Paco, no podía oír nada por la gritería de los demás. Un niño trigueño, cara redonda y con una chaqueta verde muy ceñida en la cintura, agarró a Paco por un brazo y quiso arrastrarlo. Pero Paco no se dejó. El trigueño volvió a agarrarlo con más fuerza y lo jaló. Paco se pegó más a la pared y se puso más colorado. En ese momento sonó la campana, y todos entraron a los salones de clase. Dos niños –los hermanos Zumiga –tomaron de una y otra mano a Paco y le condujeron a la sala del primer año. Paco no quiso seguirlos al principio, pero luego obedeció, porque vio que todos hacían lo mismo. Al entrar al salón se puso pálido. Todo quedó repentinamente en silencio y este silencio le dio miedo a Paco. Los Zumiga le estaban jalando, el uno para un lado y el otro para el otro lado, cuando de pronto le soltaron y lo dejaron solo. El profesor entró. Todos los niños estaban de pie, con la mano derecha levantada a la altura de la sien, saludando en silencio y muy erguidos. Paco sin soltar su libro, su cuaderno y su lápiz, se había quedado parado en medio del salón, entre las primeras carpetas de los alumnos y el pupitre del profesor. Un remolino se le hacia la cabeza. Niños. Paredes amarillas. Grupos de niños. Vocerío. Silencio. Una tracalada de sillas. El profesor. Ahí, solo, parado, en el colegio. Quedaría llorar. El profesor le tomó de la mano y lo llevó a instalar en una de las carpetas delanteras junto a un niño de su mismo tamaño. El profesor le preguntó: -¿Cómo se llama Ud.? Con voz temblorosa, Paco respondió muy bajito: -Paco. ¿Y su apellido? Diga usted todo su nombre. -Paco Yunque. -Muy bien. El profesor volvió a su pupitre y, después de echar una mirada muy seria sobre todos los alumnos, dijo con voz de militar: -¡Siénteme! Un traqueteo de carpetas y todos los alumnos ya estaban sentados. El profesor también se sentó y durante unos momentos escribió en unos libros. Paco Yunque tenía aún en la mano su libro, su cuaderno y su lápiz. Su compañero de carpeta le dijo: -Pon tus cosas, como yo, en la carpeta. Paco Yunque seguía muy aturdido y no le hizo caso. Su compañero le quitó entonces sus libros y los puso en la carpeta. Después, le dijo alegremente: -Yo también me llamo Paco Fariña. No tengas pena. Vamos a jugar con mi tablero. Tiene torres negras. Me lo ha comprado mi tía Susana. ¿Dónde está tu familia, la tuya?
  • 34. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 35 Paco Yunque no respondía nada. Este otro Paco le molestaba. Como éste eran seguramente todos los demás niños: habladores, contentos y no les daba miedo el colegio. ¿Por qué eran así? Y él, Paco Yunque ¿Por qué tenía tanto miedo? Miraba a hurtadillas al profesor y al techo. También miró de reojo, a través de la ventana, al patio, que estaba ahora abandonado y el silencio. El sol brillaba afuera. De cuando en cuando, llegaban voces de otros salones de clase y ruidos de carretas que pasaban por la calle. ¡Qué cosa extraña era estar en el colegio! Paco Yunque empezaba a volver un poco de su aturdimiento. Pensó en su casa y en su mamá. Le preguntó a Paco Fariña: -¿A qué hora nos iremos a nuestras casas? -A las once. ¿Dónde está tu casa? -Por allá. -¿Está lejos? -Sí….No…. Paco Yunque no sabía en qué calle estaba su casa, porque acababan de traerlo, hacia pocos días, del campo no conocía la ciudad. Sonaron unos pasos de carrera en el patio, apareció en la puerta del salón, Humberto, el hijo del señor Dorian Grieve, un inglés, patrón de los Yunque, gerente de los ferrocarriles de la “Peruvian Corporation” y alcalde del pueblo. Precisamente a Paco le había hecho venir del campo para que acompañase al colegio a Humberto y para que jugara con él, pues ambos tenían la misma edad. Sólo que Humberto acostumbraba venir tarde al colegio y esta vez, por ser la primera, la señora Grieve le había dicho a la madre de Paco: -Lleve usted ya a Paco al colegio. No sirve que llegue tarde el primer día. desde mañana esperará a que Humberto se levante y los llevará usted juntos a los dos. El profesor, al ver a Humberto Grieve, le dijo: -¿Hoy otra vez tarde? Humberto con gran desenfado, respondió: -Me he quedado dormido. -Bueno -dijo el profesor-. Que esta sea la ultima vez. Pase a sentarse. Humberto Grieve buscó con la mirada dónde estaba Paco Yunque. Al dar con él, se le acercó y le dijo impresionante: -Ven a mi carpeta conmigo. Paco Fariña le dijo a Humberto Grieve: -No. Porque el señor lo ha puesto aquí. -¿Y a ti qué te importa? Le increpó Grieve violentamente, arrastrando a Yunque por un brazo a su carpeta. -¡Señor! Gritó entonces Fariña. Grieve se está llevando a Paco Yunque a su carpeta. El profesor cesó de escribir y preguntó con voz enérgica. -¡Vamos a ver! ¡Silencio! ¿Qué pasa ahí? Fariña volvió a decir: -Grieve se ha llevado a su carpeta con Paco Yunque, le dijo al profesor: -Si. Señor. Porque Paco Yunque es mi muchacho. Por eso. El profesor lo sabía esto perfectamente y le dijo a Humberto Grieve: -Muy bien. Pero yo lo he colocado con Paco Fariña, para que atienda mejor las explicaciones. Déjelo que vuelva a su sitio. Todos los alumnos miraban en silencio al profesor, a Humberto Grieve y a Paco Yunque.
  • 35. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 36 Fariña fue y tomó a Paco Yunque por la mano y quiso volverlo a traer a su carpeta, pero Grieve tomó a Paco Yunque por el otro brazo y no lo dejó moverse. El profesor le dijo otra vez a Grieve: -¡Grieve! ¿Qué es esto? Humberto Grieve, colorado de cólera dijo: -No señor. Yo quiero que Yunque se quede conmigo. -Déjelo, le he dicho. -No, señor. -¿Cómo? -No. El profesor estaba indignado y repetía, amenazador: -¡Grieve! ¡Grieve!. Humberto Grieve tenía bajos los ojos y sujetaba fuertemente por el brazo a Paco Yunque, el cual estaba aturdido y se dejaba jalar como un trapo por Fariña y por Grieve. Paco Yunque tenía ahora más miedo a Humberto Grieve que al profesor, que a todos los demás niños y que al colegio entero. ¿Por qué Paco Yunque le tenía tanto miedo a Humberto Grieve? ¿Por qué este Humberto Grieve solía pegarle a Paco Yunque?. El profesor se acercó a Paco Yunque, le tomó por el brazo y le condujo a la carpeta de Fariña. Grieve se puso a llorar, pataleando furiosamente en su banco. De nuevo se oyeron pasos en el patio y otro alumno, Antonio Gesdres - hijo de un albañil –apareció a la puerta del salón. El profesor le dijo: -¿Por qué llega usted tarde? -Porque fui a comprar pan para el desayuno. -¿Y por qué no fue usted más temprano? -Porque fui a comprar pan para el desayuno. -¿Y por qué no fue usted más temprano? -Porque estuve alzando a mi hermanito y mamá está enferma y papá se fue a su trabajo. -Bueno –dijo el profesor, muy serio-. Párese ahí….Y, además, tiene usted una hora de reclusión. Le señaló un rincón, cerca de la pizarra de ejercicios. Paco Fariña se levantó entonces y dijo: -Grieve también ha llegado tarde, señor. -Miente, señor –respondió rápidamente Humberto Grieve-. No he llegado tarde. Todos los alumnos dijeron en coro: -¡Sí, señor! ¡Sí, señor! ¡Grieve ha llegado tarde!. -¡Pish! ¡Silencio! –dijo malhumorado el profesor y todos los niños se callaron. El profesor se paseaba pensativo. Fariña le decía a Yunque en secreto: -Grieve ha llegado tarde y no lo castigan. Porque su papá tiene plata. Todos los días llega tarde. ¿Tú vives en su casa? ¿Cierto que eres su muchacho? Yunque respondió: -Yo vivo con mi mamá… -¿En la casa de Humberto Grieve?
  • 36. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 37 -Es una casa muy bonita. Ahí está la patrona y el patrón. Ahí está mi mamá. Yo estoy con mi mamá. Humberto Grieve, desde su banco del otro lado del salón, miraba con cólera a Paco Yunque y le enseñaba los puños, porque se dejó llevar a la carpeta de Paco Fariña. Paco Yunque no sabía qué hacer. Le pegaría otra vez el niño Humberto, porque no se quedó con él, en su carpeta. Cuando saldrían del colegio, el niño Humberto le daría un empujón en el pecho y una patada en la pierna. El niño Humberto era malo y pegaba pronto, a cada rato. En la calle. En el corredor también. Y en la escalera. Y también en la cocina, delante su mamá y delante la patrona. Ahora le va a pegar, porque le estaba enseñando los puñetes y le miraba con ojos blancos. Yunque le dijo a Fariña: -Me voy a la carpeta del niño Humberto. Y Paco Fariña le decía: -No vayas. No seas zonzo. El señor te va a castigar. Fariña volteó a ver a Grieve y este Grieve le enseñó también a él los puños, refunfuñando no sé qué cosas, a escondidas del profesor. -Señor! –gritó Fariña. Ahí, ese Grieve me está enseñando los puñetes. El profesor dijo: ¡Psc! Psc! ¡Silencio!....!Vamos a ver!...Vamos a hablar hoy de los peces, y después, vamos, a hacer todos un ejercicio escrito en una hoja de los cuadernos, y después me los dan para verlos. Quiero ver quién hace el mejor ejercicio, para que su nombre sea escrito en el Cuadro de Honor del Colegio, como el mejor alumno del primer año. ¿Me han oído bien? Vamos a hacer lo mismo que hicimos la semana pasada. Exactamente lo mismo. Hay que atender bien a la clase. Hay que copiar bien el ejercicio que voy a escribir después en la pizarra. ¿Me han entendido bien? Los alumnos respondieron en coro: -Sí, señor. -Muy bien – dijo el profesor-. Vamos a ver. Vamos a hablar ahora de los peces. Varios niños quisieron hablar. El profesor le dijo a uno de los Zumiga que hablase. -Señor –dijo Zumiga -, había en la playa mucha arena. Un día nos metimos entre la arena y encontramos un pez medio vivo y lo llevamos a mi casa. Pero se murió en el camino… Humberto Grieve dijo: -Señor: yo he cogido muchos peces y los he llevado a mi casa y los he soltado en mi salón y no se mueren nunca. El profesor preguntó: -Pero….?Los deja usted en alguna vasija con agua? -No, señor. Están sueltos, entre los muebles. Todos los niños se echaron a reír. Un chico, flacucho y pálido, dijo: -Mentira. Señor. Porque el pez se muere, cuando le sacan del agua.
  • 37. EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – SEGUNDO GRADO DE SECUNDARIA 38 -No, señor –decía Humberto Grieve. Porque en mi salón no se mueren. Porque en mi salón es muy elegante. Porque mi papá me dijo que trajera peces y que podía dejarlos sueltos entre las sillas. Paco Fariña se moría de risa. Los Zumiga también. El chico rubio y gordo, de chaqueta blanca, y el otro cara redonda y chaqueta verde, se reían ruidosamente. ¡Qué Grieve tan divertido! ¡Los peces en su salón! ¡Entre los muebles! ¡Como si fuesen pájaros! Era una gran mentira lo que contaba Grieve. Todos los chicos exclamaban a la vez, reventando de risa: -Ja!, Ja!, Ja!, Ja!, Ja! ¡Miente, señor! Ja!, Ja!, Ja!, Ja!, Ja! ¡Mentira! ¡Mentira!. Humberto Grieve se enojó porque no le creían lo que contaba. Todos se burlaban de lo que había dicho. Pero Grieve recordaba que trajo dos peces a su c asa y los soltó en su salón y ahí estuvieron muchos días. Los movió y se movían. No estaba seguro si vivieron muchos días o murieron pronto. Grieve, de todos modos, quería que le creyeran lo que decía. En medio de las risas de todos, le dijo a uno de los Zumiga: -¡Claro! Porque mi papá tiene mucha plata. Y me ha dicho que va a hacer llevar a mi casa a todos los peces del mar. Para mí. Para que juegue con ellos en mi salón grande. El profesor dijo en alta voz: -¡Bueno! ¡Bueno! ¡Silencio! Grieve no se acuerda bien, seguramente. Porque los peces mueren cuando… Los niños añadieron en coro: -…se les saca del agua. -Eso es -dijo el profesor. El niño flacucho y pálido dijo: -Porque los peces tienen sus mamás en el agua y mancándolos, se quedan sin mamás. -¡No, no, no! –dijo el profesor-. Los peces mueren fuera del agua, porque no pueden respirar. Ellos toman el aire que hay en el agua, y cuando salen, no pueden absorber el aire que hay afuera. -Porque ya están como muertos -dijo un niño. -Mi papá puede darles aire en mi casa, porque tiene bastante plata para comprar todo. El chico vestido de verde dijo: -Mi papá también tiene plata. -Mi papá también -dijo otro chico. Todos los niños dijeron que sus papás tenían mucho dinero. Paco Yunque no decía nada y estaba pensando en los peces que morían fuera del agua. Fariña le dijo a Paco Yunque: -Y tú, ¿tu papá no tiene plata? Paco Yunque reflexionó y se acordó haberle visto una vez a su mamá con unas pesetas en la mano. Yunque dijo a Fariña: -Mi mamá tienen también mucha plata. -¿Cuánto? -le preguntó Fariña. -Como cuatro pesetas. Paco Fariña dijo al profesor en alta voz. -Paco Yunque dice que su mamá tiene también mucha plata. -¡Mentira, señor! –respondió Humberto Grieve-. Paco Yunque miente, porque su mamá es la sirvienta de mi mamá y no tiene nada. Humberto Grieve, aprovechando de que no le veía el profesor, dio un salto y le jalo de los pelos a Yunque, volviéndose a la carrera a su carpeta. Yunque se puso a llorar.