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Doctrinarismo

Doctrinarismo o liberalismo doctrinario es


la doctrina y práctica política asociada al
grupo denominado de los doctrinarios,
que durante la Restauración borbónica en
Francia (1814-1830), y desde una postura
realista (en el sentido de partidaria de la
monarquía) querían conciliar la Monarquía
Borbónica con la Revolución francesa, y la
autoridad con la libertad. Como grupo,
eran más bien un círculo de reflexión que
un partido político. Su ubicación en el
espectro político los situaba en un centro
que tenía a su izquierda a los republicanos
y socialistas utópicos, y a su derecha a los
ultra-realistas.

Al ser una fórmula de transacción entre la


monarquía hereditaria y el gobierno
representativo, define la forma de
gobierno con un claro pronunciamiento a
favor de la monarquía. Este
reconocimiento va a llevar aparejado el
principio de soberanía compartida y de
doble confianza de los gobiernos
(confianza del rey y del parlamento).
Asimismo, se mostrará contrario a la
igualdad y, en consecuencia, al sufragio
universal, creando un sistema político de
representación oligárquica amparado en el
sufragio censitario.

Filosóficamente, el doctrinarismo hace


radicar en la inteligencia humana el
principio de la soberanía.[1] ​

Doctrinarismo francés
Dirigidos por Royer-Collard, estos liberales
realistas estaban en favor de una
monarquía constitucional con un derecho
al sufragio fuertemente restringido. Luis
XVIII, restaurado en su trono, había
promulgado la Carta Otorgada de 1814,
que establecía un sistema bicameral, con
Cámara de los Pares (alta) y Cámara de los
Diputados (baja), elegidos mediante una
ley electoral muy restrictiva: sólo unos
100.000 franceses con derecho al voto.

Los doctrinarios obtuvieron en principio


(1816) la cooperación del rey, que estaba
descontento con la violencia de los ultra-
realistas de la Chambre introuvable de
1815. No obstante, los ultras volvieron
enseguida al gobierno, liderados por el
conde de Villèle. Los doctrinarios, en la
oposición, permanecieron próximos al
gobierno, especialmente a Élie, duque de
Decazes, que asumió algunos
departamentos ministeriales.

Finalmente, el grupo de los doctrinarios


fue desmantelado por Carlos X, el
reaccionario sucesor de su hermano Luis
XVIII. Carlos confió el gobierno al ultra
Jules, príncipe de Polignac. Esta
nominación fue en parte la causa de la
Revolución de julio de 1830, durante la que
los doctrinarios fueron absorbidos por los
orleanistas, de los cuales nunca volvieron
a separarse, en cuestiones de principio. De
acuerdo con la famosa clasificación de
René Rémond, los orleanistas se
convirtieron en la segunda rama
derechista en surgir tras la legitimista, que
es el término con el que suele referirse a
los ultras tras la revolución de Julio.

Durante la monarquía de Luis Felipe o


monarquía de Julio (1830-1848) los
doctrinarios fueron liderados por François
Guizot.

Doctrinarismo español
El introductor de esta teoría política en
España fue Andrés Borrego, a la que
califica de "Doctrina nueva". Trasplantada
al caso español, representaría una base
importante del liberalismo histórico,
acorde con el carácter elitista de la
monarquía de Isabel II y síntesis entre
"revolución" y "conservación". Su
aspiración última será conseguir libertad
con orden.

El moderantismo español, tendrá así entre


sus referencias al doctrinarismo francés
junto con el conservadurismo británico.

Sus elementos esenciales serán la


monarquía, el orden, la libertad, la
selección de los mejores, el respeto a los
derechos del individuo, la Constitución
como suprema norma legal de garantías,
el principio de representación y el
parlamentarismo.
De esta manera, la nueva Constitución
española de 1845, así como la
Constitución de 1876, serían la expresión
constitucional del doctrinarismo español.

Entre los doctrinarios españoles más


importantes se puede encontrar a
Francisco Martínez de la Rosa, Antonio
Alcalá Galiano, Donoso Cortés o Cánovas
del Castillo.

Extensión del uso del término


La extensión del concepto original a su
uso como término corriente en el
vocabulario político, lo hace sinónimo de
eclecticismo por un lado, pero también lo
asocia a la aplicación a la práctica política
de fórmulas abstractas y a priori.[1] ​
Ambas cosas pueden ser entendidas de
forma peyorativa o, por el contrario, dignas
de alabanza.

El doctrinarismo es la
teoría del «juste milieu»
[justo medio] y uno de
sus mejores
practicantes en España
fue nada menos que
Cánovas del Castillo. Él
definió el moderantismo
como una transacción
constante entre
principios absolutos. De
los doctrinarios
franceses como Guizot,
Ortega decía que era lo
más valioso del
continente durante el
siglo XIX porque fueron
los únicos que vieron
claramente lo que había
que hacer en Europa
después de la «Gran
Revolución».[2] ​

Bibliografía
Comellas, José Luis (2009). Historia de
España: La España de la generación
romántica. Barcelona: Ediciones Folio.
ISBN 978-84-413-2775-7.
"El liberalismo doctrinario" Luis Díez del
Corral. Centro de Estudios
Constitucionales. Ediciones de 1946.
1955, 1973 y 1984.

Referencias
1. Voz Doctrinario en el DRAE.
2. Valentí Puig: El liberalismo no es
pecado (http://www.abc.es/hemerotec
a/historico-23-04-2008/abc/Opinion/el
-liberalismo-no-es-pecado_164181613
3390.html) , ABC, 23-4-2008.

Datos: Q2531463
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