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Un día, mientras amasaba una de sus masas especiales, Dulcipepa encontró un mapa
escondido en un antiguo libro de recetas.
—¡Parece que esa bruja amiga tuya no te ha dejado otra de sus pistas!
—Hay que ver, Carraspeo, para ser un caballo, qué cosas se te ocurren —dijo
Dulipepa.
—Que te lo digo yo, ese mapa huele a magia, con tus panes —dijo Carraspeo.
—Calla, no digas eso, que es mucho más divertido que la gente piense que lo de la
magia en los panes es un rumor —dijo Dulcipepa.
—Anda, mira a ver ese mapa, que tengo curiosidad por ver a qué aventura nos envía
tu amiguita la bruja —dijo Carraspeo.
—No te metas con ella, que ya sabes que para mí es como una madre —dijo Dulcipepa—.
Si no hubiera sido por ella, que me recogió cuando era pequeña, no sé qué hubiera
pasado.
— ¡No! —dijo Dulcipepa—. Dice la leyenda que allí tiene su guarida Fuegoterror, el
dragón más feroz que se haya conocido jamás.
—La leyenda también dice que en sus mazmorras Fuegoterror ha escondido la corona
mágica del reino único, y que quien la consiga gobernará todos los reinos del mundo
—dijo Carraspeo.
—Yo tampoco, pero quiero conocer al dragón —dijo Dulcipepa—. Además, seguro que lo
de la corona es mentira .
Tras un tira y afloja bastante duro, Dulcipepa logró convencer a Carraspeo para
acercarse al castillo abandonado y conocer a Fuegoterror.
Cuando llegaron, el dragón los recibió con un fogonazo al aire, en señal de
advertencia.
—¿Cómo habéis llegado hasta aquí? —dijo Fuegoterror—. Nadie sabe cómo llegar. Mi
amiga, la bruja, se ocupó de ocultarlo para que estuviera tranquilo.
—Como dice Carraspeo, parece que conocemos a la misma bruja, la que me dio este
mapa —dijo Dulcipepa.
—¡Ya lo tengo! —dijo Dulcinea—. Detrás del mapa hay una receta que no había visto
antes. Mira, se llama “Pan Ardiente de Fuego Aterrador”. ¡Esta debe ser la clave!
Dulcipepa le preparó al Fuegoterror la receta que había detrás del mapa. Cuando el
dragón se comió aquel pan se convirtió en persona.
—Un día nos tendrás que contar que pasó hace tanto tiempo —dijo Dulcipepa.
—De acuerdo, otro día os lo cuento —dijo la bruja, mientras se iba con su hermana.
Tenían mucho de lo que hablar. Y eso que les pasó… eso es otra historia.