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Bol. R. Soc. Esp. Hist. Nat.

, 115, 2021: 111-129

Almástiga y Mirra. De la planta a la higiene bucal


Mastic and Myrrh from the tree to the oral Hygiene

Mª. E. Gil-Merlo, Mª. C. Matallana-González & Mª. E.Torija-Isasa


Departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos.
Facultad de Farmacia. Universidad Complutense de Madrid.
megilm@bio.ucm.es

Recibido: 4 de abril de 2016. Aceptado: 9 de diciembre de 2020.


Publicado electrónicamente: 15 de diciembre de 2020.

Palabras clave: Almástiga, Mirra, Higiene y Salud Bucal.


Keywords: Mastic, Myrrh, Oral Hygienic and Health.
Resumen
La almástiga y la mirra son dos productos de origen vegetal, dos resinas que se han utilizado
a lo largo de la historia, solas o junto con otros ingredientes, con diferentes fines como la
conservación y momificación de cadáveres, enmascarar el mal olor corporal o los relacionados
con la higiene y la salud corporal. En este trabajo nos hemos centrado principalmente en su
uso, desde la antigüedad, en relación con la higiene y salud bucodental. Se describe su uso con
fines sanitarios en las Tablillas de arcilla de Mesopotamia (2000 a.C.) y en el Papiro de Ebers
(s. XVI a.C.); en este último se describe el uso del kyphi como masticatorio para perfumar y
desinfectar la boca. En el mundo Islámico Abū ’l Qāsim Khalaf ibn ‘Abbās al-Zahrāwī, conocido
como Abulcasis (s.X) diseñó instrumentos para retirar la placa dental como el mijrad y un
fórceps para sacar los dientes, así como una técnica para entrelazar y sujetarlos y Avenzoar
(s.XI) escribió sobre tratamientos para limpiar los dientes, entre las que estaba la almástiga.
Grecia y Roma eran grandes consumidores de estas resinas aromáticas. Plinio el Viejo (s.
I), en la Naturalis historia, utilizaba la mirra como ingrediente de una receta de pasta de dientes en
Roma, Celsus (s. I), usaba mirra y barbarum para el tratamiento de infecciones.
Dioscórides (s.I), en la traducción que hizo Andrés Laguna (1555) escribe acerca del uso
de la mirra como ingrediente para el mal olor de boca y Laguna, en las anotaciones que escribió
en los márgenes citaba la almástiga para controlar el mal olor de la boca.
En la literatura española existen referencias a su uso, por parte de curanderas como la
Celestina, la hechicera y curandera de La Tragicomedia de Calisto y Melibea, publicada en 1499
(Rojas 1990) o Aldonza Lorenzo la protagonista de La Lozana Andaluza, publicada en 1528
(Delicado, 2004).
Abstract
Mastic and myrrh are trees’ origin’ products. Myrrh tree’ scientific name is comyphora
mirra and mastic tree’ scientific name is Pistacia lentiscus. Both, mastic and myrrh have been
profusely used alone or with other ingredients.
Ancient Mediterranean cultures like Egyptian, Ancient Greece, Roman Empire or
Mesopotamia have been dealing with those products, in that way Phoenicians were the most
famous in the commerce through the Mediterranean’ sea. Furthermore, Egyptian were famous
for their mummification rites, to preserve dead bodies’ decomposition, myrrh is one of the most
important ingredients used in the mummification process. In the other hand, mastic and myrrh
have been known as being part of different medical treatment. In this respect the Mesopotamian
Clay Tablet (2000 years B.C.), mention the use of those compounds in medicine and The Ebers
Papyrus (XVI B.C. century) describe the Kyphi utility of mastic and myrrh as a chewing gum or
as a gargling, in order to clean, disinfect and give off an odor in the mouth.
Different literature´s authors have related the use of mastic and myrrh in different ways.
The first one as an aromatic spice in order to control body or mouth stink. Hipócrates (V
B.C. century) in his humor theory (Corpus Hipocraticum) recommended gargling and chewing
made with mastic, myrrh and other ingredients to throw out mouth’ stink. The second one
is cited on The Bible by his use in traditional religious rites like the Jewish body preservation
rites, the Catholic sacrament of the lasts rites given before dying, or the narcotic effect of wine
mixed with myrrh that offered to Jesus during the Crucifixion. Along these lines, Dioscórides (II

doi: 10.29077/bol.115.e01.gilmerlo ISSN: 2659-2703 -111-


M.E. Gil-Merlo, M.C. Matallana-González & M. E. Torija-Isasa

Century) wrote that by adding to the wine a small amount of myrrh could be a remedy for dry
coughs and indigestion.
We focused this paper in their utility to provide health in mouth and teeth’ diseases.
Therefore, since ancient times, authors like Gaius Plinius Secundus recommended a poultice
made with myrrh mixed with ash to clean teeth. Abulcasis (s.X) and Avenzoar (s.XI) (Ancient
Islamic Culture) wrote about different tools and treatment to preserve teeth from illness as
mijrad, with different ingredients, one of them was mastic, to polish teeth. Four hundred years
after, Laguna (1555) worked in translation of Dioscórides’ book (s.I) and wrote some additional
comments in which he wrote about the use of mastic to control fetid breath.
In the Spanish literature, there are some authors that make reference to the use of mastic
and myrrh. Two of them are Celestina, the protagonist in La Tragicomedia de Calisto y Melibea,
first published in 1499 (Rojas 1990) and Aldonza Lorenzo the protagonist in La Lozana Andaluza,
first published in 1528 (Delicado, 2004). Both of them are sorceress-mender that made potions
with mastic and myrrh used in different treatments related with mouth and tooth illness. They
recommend oils and different kind of waters like rainwater or bitter mastic water to rinse the
mouth after meals in addition, it recommends the use of toothpick, made with different kind of
wood like fennel, juniper, walnut, weed o mastic among others.

1. Introducción
1.1. Resinas en el mundo antiguo y su utilidad
A lo largo de los siglos, la humanidad ha ido buscando aquellos productos que
le proporcionaran una mejor salud o más belleza. Egipto, Grecia o Roma, han sido
civilizaciones que nos han dejado mucha información a este respecto, aunque no han
sido las únicas. Las primeras referencias, en escritura cuneiforme, corresponden a unas
Tablillas de arcilla de Mesopotamia, de 2000 a.C., encontradas en la Biblioteca de Nínive
(660-627 a.C.). En ellas se citan diversos productos utilizados como medicamentos;
se hace referencia a vegetales, animales y minerales; citando tomillo, dátiles, mirra,
caparazones de tortuga, o salitre, entre otros muchos, productos bastante similares a
los que utilizaban los egipcios y que se describen en el Papiro de Ebers (s. XVI a.C.)
(Tabla I) (Cárdenas 2001; Rius, 2013).
En este trabajo nos referimos a dos resinas, la almástiga, también llamada almáciga,
lentisco, mastiche o pistache, entre otros términos, utilizados indistintamente, y la mirra,
ambas obtenidas de las partes leñosas dos especies arbóreas diferentes. La almástiga se
extrae del árbol del lentisco (Pistacia lentiscus L.); la mirra, por su parte, se extrae del
árbol de la mirra (Commiphora myrrha (Nees) Engl.). Ambos productos se encuentran
en el grupo de las llamadas gomorresinas. Según el Diccionario de la Lengua Española
(DRAE, 2018), la definición de gomorresina es:
Jugo lechoso que fluye, naturalmente o por incisión, de varias plantas, y se solidi-
fica al aire. Se compone generalmente de una resina mezclada con una materia
gomosa y un aceite volátil.
El uso de estas resinas viene de muy antiguo; ambas se han utilizado, en diferentes
épocas, en distintas zonas del mundo y con distintas finalidades. De entre sus usos cabe
destacar la conservación de cadáveres, así como por formar parte entre los ingredientes
de distintos medicamentos, de ungüentos, de cremas para la piel, de perfumes, de
enjuagues, de productos para limpiar y desinfectar la boca y los dientes; además se
utilizaba en la elaboración de licores y de aromatizantes para aportar olor y sabor a
comidas y bebidas; también se quemaba en viviendas y lugares públicos, para que el
humo producido, previniera enfermedades, disminuyera los malos olores y aromatizara
las estancias (Ashcar, 2007).
En el Papiro de Ebers (Tabla I) ya se habla del kyphi, compuesto que se utilizaba
masticado para combatir el aliento, y quemado para aromatizar las estancias; se
elaboraba con distintos ingredientes entre los que estaban resinas como la mirra, hierbas
y especias. En otros papiros egipcios de época helenística y romana, el kyphi era un
perfume compuesto por miel, vino, pasas, juncia, resina, mirra, palo-rosa y seseli (familia
Apiaceae) al que se le añadía lentisco y aceite de enebro, entre otros; era utilizado en
ceremoniales religiosos y ritos y, en forma de vapores, para el tratamiento de la tos.
Plutarco (s. I) reconocía en el kyphi beneficios tanto espirituales como terapéuticos,
tanto si se inhalaba como si se consumía mezclado con vino, mientras que Galeno (s.
II), lo prescribía para la mordedura de serpientes (Tabla II) (Manniche, 2009; González-
Meléndez, 2010 & 2014; Hernández & Gómez, 2012).
Las resinas que comentamos formaban parte de las sustancias con las que
comerciaban los fenicios, los nabateos, los venecianos, los griegos y los genoveses. Los
fenicios comerciaban por vía marítima en el Mediterráneo y las costas atlánticas de

-112- Estudios
Almástiga y Mirra. De la planta a la higiene bucal

Tabla I. Almástiga, mirra y otras sustancias para el cuidado de la boca. Época Antigua.
Referencia histórica Producto Uso tradicional Forma de preparación
Tablillas de Arcilla de Mesopotamia Mirra Medicamentos
Perfume Kyphi
Almástiga Halitosis Masticatorios
Mordedura de serpientes
Momificación Kyphi
Egipto Papiro de Ebers Enjuague de bucal
Ceremoniales y ritos religiosos
Mirra Momificación Mirra, casia, natrón
Enjuague bucal
Tratamiento de la tos Vapores
Génesis Almástiga Perfume Bálsamo de Galaad
Perfume
El Cantar de los Cantares “Manojito de mirra”
Aromatizante
Mezcla de mirra,
Éxodo Aceite de unción cinamomo, caña
La Biblia aromática, casia
Mirra Ofrenda
Evangelio San Mateo Narcótico Vino mezclado con mirra
Conservación de cadáveres Ungüento funerario
Ungüento funerario
Evangelio San Juan Conservación de cadáveres mezcla de mirra y aloe

África y de Europa y, por rutas terrestres, hacia el Mediterráneo occidental; se hicieron


famosos por comercializar productos de elevado valor económico, como especias,
perfumes, vino, aceite, bálsamo, mirra e incienso entre otros muchos (Cano & Martínez,
2009). Los nabateos que eran los “señores del desierto” comerciaban por vía terrestre
y recorrían periódicamente la “ruta de las especias”. La ciudad de Petra era el punto al
que llegaban las rutas procedentes de Oriente y del sur de Arabia y de ella partían hacia
el Mediterráneo (Blánquez, 2013). Entre los productos que transportaban llevaban
mirra e incienso, que eran las especias aromáticas más apreciadas y necesarias para el
servicio del Templo del Rey Salomón (Sivan, 2006, Blánquez, 2013). Eran tan valoradas
que, en el libro El Cantar de los Cantares, de la Biblia (Anónimo 2, 2014) (Tabla II), en
el tercer canto, se hace referencia a su transporte y características:
¿Qué es eso que sube del desierto,
como una columna de humo,
perfumada de mirra y de incienso
y de todos los perfumes exóticos, …
Grecia y Roma eran dos de los principales consumidores de estas resinas
aromáticas, hasta el punto de que los romanos sabían reconocer si estaban adulteradas.
De ellas, Plinio el Viejo (s. I), en su obra Naturalis historia (libro XII), mencionaba la
mirra como estacte e indicaba que se falsificaba con lentisco (López & Stella, 2007; Boi,
2013). En la Grecia clásica, eran populares los aromas obtenidos de las más variadas
especies vegetales; algunas, como el azafrán, servían para aromatizar ropas; en otros
casos sustancias aromáticas como la mirra o el azafrán, entre otros, se adicionaban a
alimentos como el vino, (Torija et al., 2013). En la búsqueda de la salud, Hipócrates (s.V
a.C.), en su Corpus Hipocraticum recoge numerosos remedios que eran utilizados por la
población; uno de los ingredientes que utilizaban con frecuencia era la mirra y de ella se
resalta su capacidad para dificultar la putrefacción; en su Teoría Humoral recomendaba el
uso de masticatorios y gargarismos, preparados con mirra, para “ahuyentar humores”.
Galeno (s. II), por su parte, la utilizaba en colirios, para “disipar el pus”. Por otra parte,
almástiga y mirra también se empleaban para preparar un remedio llamado Pulvis
Theriacalis o Triaca Magna que era utilizado para combatir numerosas enfermedades
entre otras la peste negra (Tabla II) (Puerto, 2009 & 2013).
En la Edad Media, los árabes, basándose en los conocimientos heredados y
traducidos de otras culturas, como la egipcia o la griega, continuaron investigando
en la búsqueda de la salud y como resultado escribieron grandes tratados médicos.
Utilizaron nuevos remedios, como los jarabes, elaborados con productos como ámbar
gris, alcanfor, casia, clavos de especia, mercurio y mirra entre otros muchos (Rius, 2013).
Abulhayr Al’isbïlï, médico y botánico andalusí del siglo X, reconocía las propiedades
de algunos productos de origen vegetal y su uso en medicina; algunos de ellos eran
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Tabla II. Almástiga, mirra y otras sustancias para el cuidado de la boca. Mundo grecorromano.
Referencia histórica Producto Uso tradicional Forma de preparación
Hipócrates Dificultar la putrefacción Ungüento
Mirra
Grecia Siglo V a. C Ahuyentar humores Masticatorio y gargarismo
clásica Plutarco Kyphi inhalado o
Mirra Espiritual y terapéutico
(h. 50-h. 120) mezclado con vino
Estacte / Mirra
Plinio el Viejo Cenizas de huesos Limpiar y blanquear los dientes Pasta de dientes
Siglo I (23-79)
Mirra Tratamiento de infecciones Mirra y Barbarum
Inflamaciones de la Aceite de almástiga
lengua y las encías
“Fregar” los dientes Pólvoras compuestas
Dar lustre al rostro Afeites
Almástiga Engendra buen olor de boca Resina mascada
“Aprieta las encías relajadas”
Enfermedades de la madre
Dioscórides Flujos de estómago Aceite de almástiga
(40-90) Disentería
Manchas del rostro
Almástiga y Mirra Tratamiento de la tos Vino aromatizado con Mirra
Roma Diluido debajo de la
clásica Mal olor de boca lengua o masticado
Mirra Eliminar lombrices Medicamento
Perfume Mirra adulterada
Rituales religiosos
Limpia y refuerza los
Celsus Mirra dientes y las encías
(25 a.C.- Mirra hervida en vino
Barbarum Previene el mal olor y el
50 d.C.) exceso de humedades
Almástiga y Mirra Peste negra Triaca Magna
Mordedura de serpientes Kyphi
Galeno
(129-216) Disipar el pus Colirios
Mirra
Lavar la boca Mirra hervida en vino
Dificultar la putrefacción
Apuleyo Mirra Limpiar los dientes
(125-h.180)

resinas a las que clasificaba en masticables y no masticables (Tabla III) (Bustamante et


al., 2007).
Durante la Baja Edad Media genoveses y venecianos rivalizaban en el comercio,
tanto por vía marítima como terrestre. Marco Polo (1254-1324) ha pasado a la historia
como el primer europeo que transitó por la ruta de la seda, comerciando con piedras
preciosas, seda, porcelana, especias como canela, pimienta, nuez moscada y almástiga
(Lawrance, 2002). Cuando, en 1492, los genoveses ocuparon la isla de Quíos, donde
crecía el lentisco, monopolizaron el comercio de la almástiga en Europa (Trillo, 1996).
Refiriéndonos a la España medieval los tratados médicos castellanos incluyen gran
variedad de ungüentos, emplastos y electuarios, en cuyas fórmulas a veces aparecen
alimentos; a modo de ejemplo citamos el “emplasto diaphoenicum” en el que, según
Sánchez-González-de-Herrero (2009), el ingrediente básico son los dátiles, pero que
además tiene otros ingredientes como almáciga, mirra o estoraque. Juliá et al. (2008)
refieren varios de los emplastos que se elaboraban en la Edad Media con diferentes fines;
uno de ellos sería el que utilizaban para eliminar las estrías y manchas del embarazo,
que se preparaba a base de sebo de carnero, clara de huevo batida, mantequilla, incienso,
almáciga y goma de enebro. Arnaldo de Vilanova (ca. 1242-1311), médico español del
occidente cristiano medieval, decía que era necesario elaborar medicinas para sanar los
cuerpos dañados y para conservar la salud. En su Antidotario describe diferentes recetas
para curar y aliviar numerosas enfermedades; habla de los medicamentos compuestos,
como “la picra de Galeno”, las “píldoras de Cinoglosa”, los “trociscos de víboras” o el
“antídoto Paulino”, entre otros; los componentes utilizados eran de lo más variados,

-114- Estudios
Almástiga y Mirra. De la planta a la higiene bucal

Tabla III. Almástiga, mirra y otras sustancias para el cuidado de la boca. Edad Media.
Referencia Producto Uso tradicional Forma de preparación
Almástiga,
Tratados Médicos mirra, Eliminar las estrías y
Medievales Estoraque manchas del embarazo Emplasto Diaphoenicum
y otros
Dolor de dientes
Embellecer y blanquear
Matronas Medievales Almástiga Colutorios
los dientes
Encías rojas
Hiera picra de Galeno
Sanar los cuerpos dañados Píldoras de Cinaglosa
Castilla Arnaldo de Vilanova Almástiga Conservar la salud Trociscos de víboras
(ca. 1242-1311) Mirra Antídoto Paulino
Tapar agujeros de los bdientes Resina
Detiene la corrosión y el dolor
Almástiga
Alonso de Chirino Encías que se comen
Alumbre Emplasto
(1365-1429) Dientes que se mecen
quemado
Marqués de Villena Almástiga Dientes “mondados y fregados” Emplasto
(1419-1474) Coral molido
Alcanyís Reforzar las acciones Medicamentos simples
Mirra
(c. 1440-1506) de la naturaleza y compuestos
Hilo de oro Entrelazar y sujetar los
o de plata dientes que se movían
Abulcasis
(h. 936-1013) Huesos de
animales Reposición de piezas dentarias Prótesis dentales
tallados
Blanquear los dientes
Avicena Eliminar la piorrea
Árabes / Almástiga Pasta dentífrica
(980-1037) Mal aliento
Al Ándalus Reforzar las encías
Enfermedades del
Almástiga Infusión de almástiga
hígado y estómago
Avenzoar Almástiga Mal olor de las axilas Almástiga, mirra
(1073-1162) y Mirra y de los testículos
Raíces de nogal sentidos yla agudiza
Limpia cabeza, clarifica los Frotar los dientes
la inteligencia

entre ellos dos de los más frecuentes eran la almástiga y la mirra (Tabla III) (Cierbide,
2013).
Laguna (1555), en las anotaciones que hizo en su traducción en el Dioscórides (s.
II), indica que se añade mirra al vino para aromatizarlo, y comenta que puede utilizarse
como remedio para la tos y la indigestión; así:
Hecese también otro vino aromático y muy útil contra el catarro, cotra la toffe,
cotra la indigeftió, cotra todas vetofidades, cotra la sufperfiva humedad del
eftomago, en efta manera tomaras dos dragmas de mirra...
también la consideraba uno de los productos que, por su especial valor, era
susceptible de falsificación, falsificaban la mirra en el tiempo de Galeno con otra goma
llamada opocalpaefo (Tabla IV) (Ashcar, 2007).

1.2. El cuidado de la boca


El cuidado y la higiene de la boca han sido unos de los objetivos para mantener
la salud y belleza de la cara. Una boca sin dientes, con los dientes negros o con caries,
hacía que la persona perdiera su belleza; las enfermedades más comunes eran las caries
o neguijón, el movimiento de los dientes, los traumatismos y el sarro o tova.
Ha sido constante la búsqueda de remedios para hacer desaparecer o disimular
las enfermedades bucales, y a tal fin se preparaban pócimas, polvos, ungüentos y baños,
que se elaboraban mezclando diferentes sustancias de origen animal, vegetal y mineral;
algunos de ellos tan llamativos como la orina, la sangre o los excrementos de distintos
animales. En otras ocasiones los ingredientes eran sustancias que se comen o se beben,
como el vino o determinadas especias, junto con algunos productos de origen vegetal

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Tabla IV. Almástiga, mirra y otras sustancias para el cuidado de la boca. Edad Moderna.
Referencia histórica Producto Uso tradicional Forma de preparación
Inflamaciones de Infusión de grana
Grana de lentisco lengua y encías de lentisco
Mal aliento / Descarga
Almástiga el cerebro Goma colocada en la boca
Engendra apetito
Aromatizar / Contra
la tos, Indigestión, Vino con mirra
ventosidades, humedad
del estómago
Corrige las asperezas
Anotaciones de la “caña de Disolverlo debajo
Laguna en la los pulmones”, y de la lengua
(1510-1559) traducción del la voz ronca
Dioscórides Restablece los
Mirra Mezclada con vino y aceite
dientes, las encías
Hedor de boca Masticado
“Modifica la madre”,
la menstruación
y el parto
Inflamación de la Grana de lentisco
lengua y las encías
Ungüento: mirra con
Dolores de sobacos alumbre líquido
Mastic y coral rojo Limpiar los dientes
Les Oevvres de
Paré Afirmar los dientes
M. Ambroise
(1510-1590) Macis y azúcar fino que campanean
Paré
y se mueven
Para limpiar, confortar
Coloquio breve y preservar dentadura Medicinas simples
y compendioso Almástiga, mirra, Para la flaqueza y compuestas
Martínez sobre la sangre de drago de encías
Castrillo materia de
(1520-1585) la dentadura Lavar la boca Vino estíptico
y maravillosa después de comer
obra de la boca Lentisco, plata, oro, Limpiar y confortar Mondadientes
tea o biznaga los dientes
Almáciga, incienso,
sangre drago, raíz
de noguera, salvia, Limpiar los dientes Pebetes
alumbre, coral blanco
y rojo, canela, clavos
Manual de Almástiga, alumbre
mugeres en Para encarnar o
quemado, Emplasto
el cual se sujetar los dientes
sangre de drago, canela
Anónimo contienen
Siglo XVI muchas y Mirra, hojas de
diversas recetas llantén, alumbre Agua para las encías
muy buenas agua de cabeza de rosas
Almáciga, mirra, agua y
zumo de llantén, agua
rosada, hojas olivo, Limpiar las encías Lavatorio para las encías
manzana de ciprés
vinagre rosado
Tesoro de
Cobarrubias la lengua Conservar los cuerpos
Mirra Ungüento funerario
(1539-1613) castellana o sin corrupción
española,

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Almástiga y Mirra. De la planta a la higiene bucal

Referencia histórica Producto Uso tradicional Forma de preparación


Agustín de El Viaje del
Rojas Almástiga Mal olor de boca Agua de lentisco amargo
Entretenido
(1572-1635)
Tratado de las
enfermedades Emplasto compuesto por
Tissot más frecuentes Almástiga Dolor de muelas harina, clara de huevo,
(1728-1797) de las gentes aguardiente y almástiga
del campo

y animal que se pueden incluir dentro del grupo de resinas o exudados, como el ámbar
gris, el almizcle, la mirra y la almástiga, entre otros (Rampelberg , 2006).
En los hospitales militares romanos, se buscaba la higiene de los enfermos; en este
sentido se realizaban gargarismos, con agua fría, para mantener la boca limpia (Tabla
II) (Belfiglio, 2015). En el mundo Islámico, se utilizaban diversas formas de conservar
la salud bucal. Así, Ibn Zuhr, conocido como Avenzoar (s. XI-XII), en el Kitāb al-taysīr
fī l-mudāwāt wa-l-tadbīr, o “Libro para facilitar la medicación y el régimen”, tratado
encaminado a la conservación de la salud, dice:
Creen igualmente los médicos que si se frotan los dientes con raíces de nogal,
cada cinco días, limpia la cabeza, clarifica los sentidos y agudiza la inteligencia (Peña
& Girón, 2010).
Abulcasis (s. X), en su búsqueda de la salud bucodental, diseñó un instrumento,
a modo de rascador, para retirar la placa dental, al que llamaba mijrad (Pera, 2003) y,
como en la mayoría de los casos, las enfermedades dentales terminaban con la caída,
total o parcial, de los dientes también diseñó un fórceps, con forma de pico de cigüeña,
para extraer las raíces de los dientes, así como una técnica para entrelazar y sujetarlos
que se movían utilizando hilo de oro o de plata, y una técnica de reposición de piezas
dentarias utilizando hueso de animales tallados (Pera, 2003) (Tabla III).
Las enfermedades relacionadas con los dientes se definen en distintos diccionarios
españoles; de ellas destacamos la tova o toba, el neguijón y el sarro. En 1611, el
Diccionario de Cobarrubias, conocido como Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua
Castellana o Española de Sebastián de Cobarrubias, define la Tova como:
La que se cría en los dientes, y gasta las encías causada de no limpiar la boca
después de comer, y lo que queda pegado del manjar, fomentado del anhelito causa
la tova, y por eso es buena advertencia en acabando de comer, juntamente con
lavarse las manos, enjuagarse la boca, y enjuagarla con el paño de manos que por
esa razón entiendo se llamó tovalla.
La definición, de este término, va desapareciendo y en 1739, en el Diccionario de
Autoridades de la Real Academia de la Lengua, no aparece como tova pero si como toba,
de ella dice: “Se llama también el sarrillo, que se cría en la dentadúra, è encías de los
vapores, que suben à la boca, y de algunas relíquias del manjar, que se queda entre los
dientes”, el mismo diccionario, incluye una entrada para definir el sarro el sarro, del que
dice: “Humorcillo colérico que suele poner áspera la lengua a los que tienen ardientes
calenturas, u otro accidente”.
Otra afección de la boca a la que nos vamos a referir es el Neguijón es definido
como: “Enfermedad que da a los dientes, que los carcome y pone negros… En los
dientes se engendra un gusanillo pequeño que llaman neguijón” (Diccionario de
Autoridades, 1734).
Las personas que se dedicaban al cuidado de la boca no siempre estaban
adecuadamente formadas y en ocasiones su preparación iba asociada exclusivamente
al cuidado y belleza de la cara. Su formación oscilaba desde los curanderos, que
carecían de formación, hasta los barberos mayores, título que adquirían después de
acreditar experiencia y pasar un examen. Era frecuente que los enfermos acudieran
a los curanderos en busca de remedios y conjuros que elaboraban para todo tipo de
enfermedades.
La literatura española presenta ejemplos en los que se describen o comentan estos
problemas relacionados con los dientes. Algunos ejemplos de personas que realizaban
este tipo de trabajos son La Celestina (Rojas 1990) y La Lozana Andaluza (Delicado,
2004) ambas protagonistas de dos famosas novelas en las que se describen numerosos
remedios que ellas preparaban para muchas enfermedades (Perdiguero 1996; Gil et al.,
2009).
Cervantes en El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha (1605), describió el
ideal de belleza de la mujer de la época comentando que los dientes debían ser blancos
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y brillantes diciendo: perlas sus dientes; sin embargo, la realidad era diferente; los dientes,
si existían, solían estar cariados. Cervantes también describe esta circunstancia cuando
a Don Quijote (1605), estando en la venta, le golpearon la cara: “llevándole de camino
tres o cuatro dientes y muelas de la boca”; el dolor y el deterioro de la boca debió ser
tan grande que don Quijote le pidió a Sancho: “llégate a mí, y mira cuantas muelas y
dientes me faltan, que me parece que no me ha quedado ninguna en la boca”.
La formación de profesionales de la medicina ha formado parte de los intereses
de España desde muy antiguo; las universidades españolas litigaron para ser las que
controlaran la educación médica de los profesionales de este ámbito. En este aspecto,
Alfonso X (1221-1252) dotó, en 1252, a la Universidad de Salamanca de las dos primeras
Cátedras de Física. Sin embargo, en la lucha de los diferentes estamentos por el poder,
entre 1300 y 1422, fue el Papado quien controló la sanidad, hasta que Martín V (1368-
1431) dictó la Bula que establecía los estudios médicos en las Universidades. Enrique
III (1379-1406), nombró a, su médico personal, Alonso Chirino, Alcalde y Examinador
Mayor. Su hijo Juan II (1405-1454), mediante un Real Decreto, nombró a sus médicos
“Alcaldes y Examinadores Mayores”; en ellos recayó el poder de nombrar a los futuros
“médicos y cirujanos”. No está claro cuándo se institucionaliza el Protomedicato de
Castilla como tribunal encargado de examinar a los candidatos a ser médicos, cirujanos
o boticarios; para algunos autores ya funcionó con Juan II mientras que otros opinan
que lo fundaron los Reyes Católicos cuando, en la Pragmática de 1477, utilizan el título
de Protomédico para sus médicos de cámara, confirmándoles en la facultad de examinar
a todos los físicos, cirujanos, boticarios y demás profesionales de la sanidad, así como
juzgar los delitos derivados del ejercicio profesional. Su nieto Felipe II (1527-1598),
consolida la estructura y control de la medicina, en 1588, dicta la Pragmática que regula
el Protomedicato español, y en el tribunal habrá un protomédico y dos examinadores,
los tres juntos deberán tratar todos los temas relacionados con la salud (Campos-
Díez, 1996; Amezcúa 1997; Guerra, 1999; López 2006; González-Arce, 2010, Esponda &
Aguilar, 2011; Martínez-Girón, 2017; Poveda, 2017).
El cuidado de la boca solía estar en manos de los cirujanos-barberos-dentistas,
personas poco formadas que tan pronto rasuraban la barba como extraían un diente
cariado, cuando dolía. Por eso, en 1500, los Reyes Católicos dictaron las normas que
debían seguir los barberos mayores o protobarberos, normalmente elegidos entre los más
experimentados, para examinar a los futuros barberos y controlar sus actividades; solo
estaban autorizados a sacar dientes y muelas y poner ventosas y sanguijuelas (Amezcúa,
1997; Guerra, 1999; López 2006; González-Arce, 2010; Esponda & Aguilar, 2011; Martín,
2013; Poveda, 2017).
En un nivel un poco más elevado estaban los sangradores flebotomianos los cuales,
además de rasurar barbas, sacar dientes y muelas, podían dedicarse a sangrar, en
enfermedades como el dolor de costado, la erisipela o el mal de garganta (González,
1846; Rodríguez-Sala, 2009; Ochoa, 2012).
El oficio de barbero, en sus diferentes variedades, no era muy valorado; así, en El
sueño de la muerte (Quevedo, 1627), en el capítulo Visita de los Chistes, describía el oficio
de barbero y comentaba:
En tanto vinieron unos demonios con unas cadenas y dientes, haciendo bragueros
y en esto conocí que era sacamuelas, el oficio más maldito del mundo, pues no
sirven sino para despoblar bocas y adelantar la vejez. Éstos con las muelas ajenas y
no ver diente, que no quieran ver antes en su collar que en las quijadas, desconfían
a las gentes de Santa Apolonia, levantan testimonios a las encías y desempiedran
las bocas No he tenido peor rato que tuve en ver sus gatillos andar tras los
dientes ajenos, como si fueran ratones y pedir dineros por sacar una muela, como
si la pusieran.
Los instrumentos de trabajo que utilizaban las personas dedicadas al cuidado de la
boca eran: alicates, escoplos, martillos, mondadientes e instrumentos para quitar la toba
y el sarro, entre otros (Martínez de Castrillo,1557). Quevedo, en el libro Los sueños
(1627), en la descripción que hace de las herramientas de trabajo que utilizaban para
este oficio decía: luego se seguían los cirujanos cargados de pinzas, tientas, cauterios, tijeras,
navajas, sierras, limas, tenazas y lancetones.
En el siglo XVIII Pierre Fauchard publicó el libro titulado: Le Chirugien Dentiste
inicio de la odontología propiamente dicha; en él aparecen los dentistas que, durante un
tiempo convivieron con los sacamuelas (Amezcúa, 1997; Martín, 2013).

-118- Estudios
Almástiga y Mirra. De la planta a la higiene bucal

2. Objetivos
En el presente trabajo se pretende profundizar en el conocimiento de la utilidad de
dos resinas, almástiga y mirra, en relación con la higiene bucal, a lo largo de la historia,
ya sea solas o acompañadas, en forma de los más variados remedios.

3. Material y Método
Para la realización de este trabajo se han utilizado diferentes publicaciones de
historia general, publicaciones médico-farmacéuticas, tanto generales como relacionadas
con el cuidado buco-dental; además, hemos utilizado algunas obras de la literatura
española que hacen referencia al uso de las dos gomorresinas objeto de este trabajo,
con distintos fines, todos ellos relacionados con la salud y la belleza del cuerpo en
general y más concretamente de la boca y los dientes.
En ambos casos vamos a referirnos en primer lugar al árbol y a la resina y, a
continuación, haremos alusión a los usos de las mismas según aparecen en textos
médicos o literarios, siempre en orden cronológico.

4. Almástiga
4.1. El árbol: Pistacia lentiscus L.
Se trata de un arbusto que tiene entre 2 y 7 m de altura; sus ramas más tiernas
desprenden un olor aromático resinoso. Al árbol se le ha denominado lentisco, pistacia
o almácigo, entre otros nombres. La palabra pistacia tiene origen persa, pero los griegos
le llamaban árbol del Pistake (Torres, 2013). La isla de Quíos es el lugar originario de
este árbol, aunque su cultivo se ha extendido por otros lugares del Mediterráneo. En el
texto de Dioscórides (s. II), en la traducción realizada por Laguna (1555) se dice de él:
…es en todas sus partes estiptico. Porque el fruto, las hojas, y la corteza de los
ramos y de las rayzes, tiene una mesma virtud…, nace abundante y excellentísima
en la isla de Chío
El Diccionario de Autoridades (1734) define el lentisco como:
Árbol que crece a la altura del avellano, y produce las hojas semejantes a las del
Alfóncigo, de color verde oscuro, las cuales no pierde jamás… Deste árbol dale la
goma llamada Almáciga o Almástiga.
Font Quer (2001) cita que existen diferentes variedades de lentisco y que, aunque
algunos piensan que la almástiga sólo se obtiene de una variedad de lentisco, como la
que se da en la isla de Quíos (Pistacia lentiscus, variedad chía. L.), también se obtiene de
plantas que crecen en la Península Ibérica (Pistacia lentiscus L.).
Un hecho interesante es la referencia que Cristobal Colón hizo al lentisco en su
primer viaje; en la carta que escribió a los Reyes Católicos decía:
que pueden ver Sus Altezas que yo les daré oro quanto ouieren menester con
muy poquita ayuda que sus altezas me darán ágora, especiaría y algodón quanto
Sus Altezas mandaran cargar, y almástica quanta mandaran cargar; e de la qual fasta
oy no se ha fallado salud en Grecia en la isla de Xío;
fue el Maestre Diego, que posiblemente era boticario, el que:
avía hallado almáciga, más no traya la muestra porque se le avía caído…
Prometióselas el Almirante, y envió a Rodrigo Sánchez y a maestre Diego a los
árboles, y trujeron un poco de ella (Bache, 2006).
En su diario, Colón confirma que se trata de almáciga cuando dice: “se cognosció
que era almáciga, aunque se ha de coger a sus tiempos, y que había en aquella comarca
para sacar mil quintales cada”, describiendo las propiedades medicinales que los nativos
le atribuían: “Diz que dijo un índio por señas que el almaciga era buena para cuando les
dolía el estómago.” Unos días más tarde, el lunes 12 de noviembre, Colón hace otra vez
referencia a la almáciga:
en este sitio de Mares, de adonde partí esta noche, sin duda a grandísima cantidad
de Almáciga, y mayor si se quisiese hacer, porque los mismos árboles plantándolos,
prenden de ligero, y hay muchos y muy grandes, y tienen la hoja como lentisco y
el fruto, salvo ques mayor así los árboles como la hoja, como dice Plinio, é yo he
visto en la isla de Xio; en el archipiélago y mandé sangrar muchos destos árboles
para ver si echaría resina para la traer, y como haya siempre llovido el tiempo que
yo he estado en el dicho rio o he podido haber della, salvo muy poquita que traigo

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M.E. Gil-Merlo, M.C. Matallana-González & M. E. Torija-Isasa

a vuestras altezas, y también puede ser que no es el tiempo para los sangrar, que
esto creo que conviene al tiempo de los árboles comienzan á salir del invierno y
quieren echar la flor; y acá ya tienen el fruto cuasi maduro agora (Irwing, 1853;
Lawrance, 2002; González-Bueno, 2007 & Conchouso, 2016).
López de Gómara (1552), en la Historia general de las Indias, describe productos
tanto de América como de Asia; así, en el capítulo XCVII titulado De los clavos canela
y otras especias describe las islas, que llama Malucas, diciendo: “las cuales son pequeñas
y poco distantes una de otra. Caen debajo y cerca de la Equinocial, y más de ciento
sesenta de nuestra España” y narra como en “Todas estas islas, y aun otras muchas por
ahí, producen clavos, canela, jengibre y nueces moscadas”; también cita la presencia de
almástiga: “aquel dedal que tiene es almástiga” (López, 2012).
El lentisco es un árbol que ha resultado útil a lo largo de la historia para distintos
fines, dando a las diferentes partes de la planta las más variadas utilidades; así la madera
se usó para hacer palillos (Torres, 2013). Según Ucha & González (2011) los romanos
ya utilizaban palillos para limpiar los dientes;Valle (2010), por su parte, comenta que, a
modo de mondadientes, se solían usar muchas cosas, como una paja, una pluma o una
rama fina de cualquier árbol (Tabla II). Rampelberg (2006) dice que los árabes utilizaban
una rama de sándalo a la que llamaban siwak con esta finalidad (Tabla III), mientras que
Martínez de Castrillo, (1557) aconsejaba que se elaboraran de tea, biznaga o lentisco y
los llamaba “mondadientes”, recomendaba su uso para limpiar, aromatizar y desinfectar
la boca, hasta “no dexar el manjar ni cosa alguna que pueda criar tova y tenellos limpios”;
además, recomendaba mojar el palillo de lentisco en diferentes sustancias como el vino
y la sal para mejorar la limpieza de la boca. Entre las distintas posibilidades, la madera de
lentisco era especialmente valorada por su dureza y porque perfumaba y desinfectaba
la boca (Tabla IV).
Otra parte de la planta que se utilizaba con frecuencia eran las hojas; con ellas y con
el fruto se preparaban infusiones con propiedades astringentes; otra infusión similar se
elaboraba cociendo las hojas y los tallos, y aunque tradicionalmente se consideraba una
infusión venosa, se utilizaba para hacer enjuagues para combatir la piorrea y el dolor
de muelas, así como para rebajar la inflamación de la boca. Los frutos se masticaban
para fortificar las encías, curar las heridas de la boca y blanquear los dientes También
se han utilizado como alimento para animales, aunque en algunos casos, como en el del
cerdo, se dice que la grasa que produce el animal es de un color más amarillo (Torres,
2013). Laguna (1555), en las anotaciones que hizo en la traducción del Dioscórides (s.
II), decía que:
En Italia toman buena quantidad de la grana del Lentisco ya de algunos días cogida;
y cuezenela en agraz, y en começando á reventar, la esprimen, fin mezclar otro
azeyte, por quanto ella de sí haze harto. El qual, tenido en la boca, es muy útil á las
inflamaciones de la lengua, y las enzias (Tabla IV).
De estos frutos también se obtiene un aceite del que Dioscórides decía:
es útil á todas enfermedades, que afligen a la madre. Moderadamente calienta,
molifica, y reftriñe, conviene a las durezas y a los fluxos de eftómago, y también á
la difentería. Quita las manchas del roftro y dale buen color.
Según Labarta (2013) se le denomina “oleum mastichinum” y según Torres (2013)
“lentisquino, lantisquina, lentiscina” o “aceyte de almázyga”.

4.2. La resina: almástiga


A la resina producida por Pistacia lentiscus L. se le han dado numerosos nombres;
los árabes la llamaban almáciga, almástica, maṣṭakā y almáṣṭaka, lentiscina, mastik,
mastike, mastique, mastiche o mastich, entre otras; tiene color verde amarillento, es
clara y transparente, muy aromática y muy balsámica y su sabor es ligeramente amargo
(Campo, 2014). La Biblia cita en varias ocasiones el “bálsamo de Galaad”, utilizado
como perfume y por sus propiedades curativas. Se menciona en el Génesis, entre los
artículos que transportaba una caravana de ismaelitas procedente de Galaad y era uno
de los perfumes que se utilizaban en el tabernáculo. No se sabe exactamente de qué
planta se obtenía, aunque algunos autores proponen que se obtiene de la Commiphora
opobalsamum o de la Pistacia lentiscus (Tabla I) (Diccionario biblico, 2020). Dioscórides
(s.II) cita que del lentisco se obtiene una resina “que unos llaman lentifcina, y otros
almaftiga”, que es utilizada en cosmética y para el cuidado de la boca:
Metenla ordinariamente en las pólvoras compueftas para fregar los dientes, y en
los afeytes hechos para dar lustre al roftro…,y mafcada engendra muy buen olor
en la boca, y aprieta las relaxadas enzias.

-120- Estudios
Almástiga y Mirra. De la planta a la higiene bucal

Cobarrubias (1611) define la almáciga como: “una especie de goma, o lágrima que
se cría en el lentisco... Trayda en la boca el almáciga, corrige el aliento, defcarga el
celebro, y da gana de comer”
El Diccionario de Autoridades (1726) dice que la almástiga es:
Especie de goma ò resína que sudan los lentiscos en algunas partes de África, y de
Asia, y especialmente en la Isla de Chío, de donde se trae la más estimada: la qual
se saca abriendo la corteza del lentisco, y por aquella abertura destila un liquór
gota à gota, el qual cayendo en tierra se endurece, y forma unas tortas pequeñitas
ò granos, ya mayores, ya menores que los del arroz, blancos, transparentes y
quebradizos, que mascados primero se rompen y separan, y después con el calor
se ablandan como cera, y se unen. Echada en el fuego da un humo, que no es
desagradable al olfato.
Desde antiguo y hasta la actualidad, se comercializan dos variedades de almástiga
llamadas “de lágrimas y común”. La resina de lágrimas tiene color amarillo pálido y
superficie pulverulenta, frágil y vidriosa, de transparencia opalina, con olor dulce y
agradable y sabor resinoso aromático, forma gotas de exudado en las ramas; la común
es de color oscuro debido a sus impurezas. Abulḫayr Al-išbīlī (s. X) llamaba a estas dos
resinas “gomorresina del almácigo, negra y blanca lavada” (Bustamante, et al., 2007).

4.3. Usos de la almástiga


Esta resina se ha utilizado desde antiguo con fines terapéuticos, para curar la
gota, el reumatismo, el catarro, la gonorrea o la diarrea. En relación con el cuidado de
la boca se ha usado por sus propiedades antibacterianas y aromáticas, para desinfectar,
aromatizar y perfumar la boca y el aliento, para fortificar las encías, para apretar y
blanquear los dientes, como cemento dentario (Zurriaga, 2013).
Como goma de mascar, tanto sola como acompañada de otros ingredientes, ya la
utilizaban griegos y romanos, quienes con ella perfumaban su aliento (Tabla II).
Los árabes, y el mundo Islámico en general, mantuvieron la costumbre de usar
almástiga, como goma de mascar, para limpiar y aromatizar la boca. Avicena, conocido
en el mundo musulmán como Ibn Sina, en el siglo XI, escribió Al-Qanun fi at-tibb o El
Canon de la Medicina (1012) en el que se daban normas de higiene y medicina del
Islam; y en él describía una fórmula para elaborar una especie de pasta dentífrica para
blanquear los dientes, eliminar la piorrea, hacer desaparecer el mal aliento y reforzar
las encías; se preparaba utilizando como elemento aglutinante la miel, que se cocía con
alumbre quemado, canela, agua, sangre de drago, almástiga y vino; la mezcla formaba un
electuario con el que se untaban los dientes (Cárdenas 2001; Guzmán & Hernández,
2005). Avenzoar (s. XI) en el Capítulo sobre “la conservación de la salud del Kitáb al-
taysir fí l-mudawat wa-l-tadbir”, dice: “he comprobado que beber agua en la que se ha
cocido almáciga es un preventivo contra las enfermedades del hígado y del estómago”
(Tabla III) (Peña & Girón, 2010).
En la Edad Media, en Castilla, las matronas medievales ejercieron un papel
importante en la salud de las mujeres, pues recomendaban distintos productos con los
más variados fines; así, para el dolor de dientes, si estaban “gastados… descarnados…”
recomendaban un remedio elaborado con flor de azufre, pimienta, mirto, sal de Cardona,
alcaparras, mostaza, vino, lentisco, asta de ciervo, raíces de jara, manzanilla, ajos, incienso,
clara de huevo, jugo de cebolla, saín de gallina. También proponían la elaboración de
colutorios para: “embellecer los dientes poniéndolos blancos y las encías rojas… a base
de: miel zumo de ruda”, cohombrillos, caña, agua de rosas, agua de salvado, canela, clavo,
jengibre, almáciga, alumbre, flores de granado, piel de granadas, sal de amoniaco, heno,
cangrejos, vinagre, vino, hueso de sepia, mármol blanco, asta de ciervo (Juliá et al., 2008).
En el Arte Cisoria, libro publicado por el Marqués de Villena (1423), en el capítulo
tercero se recoge: De las condiçiones e costumbres que pertenescen al cortador de
cuchillo, se describe una receta para el cuidado de las encías y los dientes, donde se dice:
Debe tener sus dientes mondados e fregados con las cosas que encarnan las
enzías e los tienen limpios, así como coral molido e almástiga…; e mondárselos
de la tova, si la oviere, quitando cada día a cada comer d’ellos la vianda allí retenida
con uña de oro, que es mejor para esto, faziéndolo sin premia con manera
suave, que non faga lesión a las enzias ne saque d’ellas sangre. E después fregallo
con paño de escarlata,
describiendo cómo, con frecuencia, utilizaban un desinfectante y un abrasivo para
limpiar los dientes. Chirino (1513), por su parte, en el libro Menor daño de la Medicina

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M.E. Gil-Merlo, M.C. Matallana-González & M. E. Torija-Isasa

habla de las encías que se comen y de los dientes que se mecen y aconseja poner almástiga
y alumbre quemado para paliar estos síntomas (Tabla III).
En la Edad Moderna (Tabla IV) también se utilizó la almáciga como ingrediente de
remedios para el cuidado de la boca. Así, el Manual de mugeres en el cual se contienen
muchas y diversas recetas muy buenas, texto anónimo del siglo XVI, es un tratado
práctico de recetas de medicina, cocina y cosmética para las mujeres de nivel social
alto; en él se hacen referencias al uso de la almástiga para el cuidado de la boca; es el
caso de recetas como “Polvos para limpiar los dientes, Conserva para encarnar los
dientes, Lavatorio para las encías, Lavatorio para la boca o Pebetes para los dientes”; en
todas ellas la almástiga o almáciga, según la receta de que se trate, está presente junto
con otros ingredientes. Laguna (1555), en la traducción que hace del Dioscórides (s. II)
anota: “Traída en la boca el almaftiga, á más que corrige el anhelito, defcarga mucho el
celebro, y engendra un apetito insaciable”. Martínez de Castrillo (1557) recomendaba
lavar la boca después de comer con un vino estíptico que estaba preparado con mirra,
almástiga y sangre de drago, y tenía propiedades astringentes.
El cirujano francés Paré (1510-1592), decía que: “para afirmar los dientes que
campanean y se mueven” se debía utilizar un preparado que describía así:
toma una parte de macís, un poco de azúcar fino, todo pulverizado y mezclado
junto. Guárdalo para tu cara y te frotaras los dientes cuando gustes o te los haces
frotar por alguno que vea en que tú los tienes más sucios.
Otra de las recetas de Paré para limpiar la boca era una mezcla preparada con
coral rojo y mastic; en esta mezcla vuelve a aparecer la almástiga por sus poderes
desinfectantes y aromatizantes, junto con un abrasivo, en este caso el coral, para
eliminar sel sarro y los restos de comida (Tabla IV) (Ucha & González, 2011).
En el siglo XVIII, el médico suizo Tissot (1778) publicó el Tratado de las enfermedades
más frecuentes de las gentes del campo, y en el capítulo titulado: De los dolores de muelas
decía:
Yo he curado vehementes dolores de muelas de la mandíbula inferior, aplicando un
emplasto compuesto por harina, clara de huevo, aguardiente y almáciga, al ángulo
de esta mandíbula, en el parage donde se siente pulsar la arteria (Tabla IV).
La resina que nos ocupa también aparece en obras literarias españolas. Así, en las
novelas españolas también se cita la almáciga como remedio para la boca. En La Lozana
Andaluza (1528) (Delicado, 2004), Pármeno indica cómo la protagonista, usa almástiga
para mascar, con el fin de limpiar los dientes y aromatizar la boca, así como para tapar
los agujeros de las caries: “vos mandáis que traigan mascando el almástiga”. Rojas
(1603), en El Viaje del Entretenido, describe las características de los dientes de una boca
sana y las causas que hacen que la boca no esté en buenas condiciones, como: “daños
nacidos de corrimientos, fístolas, flemón salado, apostemas, pudrimientos de algunos
dientes gastados, dolor, movimiento, toba, limosidad, olor malo, neguijón” además de
las enfermedades de la dentadura cita remedios, como es el caso de los “Aceites y
aguas diversas”, entre los que están el “agua llovediza, el llantén, del palo” o el “agua
de lentisco amargo” y, entre las resinas está la almástiga; también recomienda el uso de
mondadientes de diferentes maderas como los de “biznaga, tea, enebro, nogal, lentisco,
Malvarisco o hinojo”.

5. Mirra
5.1. El árbol: Commiphora myrrha Engl.
Boi (2013), hace referencia a Ptolomeo I, rey de Egipto (305-285 a. C.), que se refería
al árbol de la mirra indicando que su origen es la zona oeste de Arabia, donde crece
tanto silvestre como cultivado. Se trata de un árbol de la familia de las Burseráceas, del
género Commiphora, que incluye numerosas especies, todas ellas originarias de África, la
Península Arábiga y la India; la mayoría producen gomorresinas muy olorosas, que se han
utilizado en la elaboración de perfumes, medicamentos, y en rituales de culto religioso
muy antiguos. Entre las especies del género se encuentran Commiphora myrrha Engl o
Balsamodendrum myrrha Ness, que es la más valorada, también llamada Bálsamo de la
Meca, Commiphora opobalsamun Engl., el bedelio, Commiphora africana Engl., también
llamada Balsamodendrum africanus L. o estacte, Commiphora molmol Engl., o Commiphora
mukul o guggul Engl., que es citada en el Ayurveda, y la Commiphora erythraea Engl. (Shen
et al., 2012; Boi, 2013).
En la mitología griega, Mirra es una diosa que se convierte en árbol al ser asesinada
por su padre, debido a que quedó embarazada al mantener relaciones con su progenitor.

-122- Estudios
Almástiga y Mirra. De la planta a la higiene bucal

La leyenda hace referencia a que la resina que el árbol exuda de forma natural está
relacionada con el deseo de Mirra de salvar al bebé (González-Wagner, 2010).
Laguna (1555) en las anotaciones que hace en la traducción del Dioscórides, dice:
la Myrra es lágrima de un árbol en Arabia, el qual es lleno de efpinas, duro, alto de cinco
codos, y más gruefo que el del incienfo. Tiene la corteza muy lifa, y las hojas como el
olivo, empero picantes y crespas.
Covarrubias (1611) describía el árbol diciendo:
la mirra es un árbol pequeño que nace en Arabia, de altura cinco codos algo
espinosa; del cual abriéndole la corteza, mana una lágrima, o licor, que llamamos
también myrrha. La principal virtud que tiene es conservar los cuerpos de los
muertos sin corrupción;
también decía que en Yemen crece espontáneamente, y por él y por otros árboles
de la familia, el país se asocia a especias y perfumes obtenidos de resina.
El Diccionario de Autoridades (1734) dice:
La Myrrha es lágryma de un árbol de Arabia. También define la “mirra líquida”
como: Cierta especie de bálsamo o liquor gomoso y oloroso, que antiguamente
salia sin incisión de los árboles nuevos, que llevan la Myrrha ordinaria. Los Antiguos
la tenían por un bálsamo mui precioso; pero oy no lo hai…; Los Mercaderes
la contrahacen, dissolviendo Myrrha en azéite, y con un poco de cera la dan
consistencia de ungüento, y la venden por Myrrha líquida.

5.2. La resina: mirra


La mirra es posiblemente el bálsamo más antiguo de la humanidad. Es la resina
producida por el árbol de la Commiphora myrrha, recién exudada tiene textura gomosa
y es de color amarillo, que al secarse es translucida, roja, frágil y brillante, tiene gusto
amargo y olor dulce. El exudado del árbol de la mirra contiene entre un 25 y un 45 % de
resina, de 3 a 8% de aceite esencial y entre un 40 y un 60% de goma (Grau--Dieckmann,
2003).
Su obtención fue responsable de que Herodoto, en el siglo V a.C., llamara al Yemen
la Arabia feliz debido a que se producía en abundancia y era muy valorada (Buendía,
2008).
Dioscórides (1555) dice:
La Myrra es liquor de un árbol que nace en Arabia, semejante a la Egyptia espina.
Del qual licor una parte destila sobre ciertas esteras por la incisión que se hace
en al árbol; y otra se congela al derredor del tronco. Hallase una especie de
Myrra muy grassa, llamada Pediasimos,n de la qual esprimida sale la dicha stacte.
Ay otra también grasisima, que tiene Gabirea por nombre, la cual nace en vitiosos
lugares, y da de sí también gran copia de stacte. Tiene el principado entre todas
la Troglodytica, llamada así en la tierra que la produce. Esta es algún tanto verde,
translúcida, y mordaz al gusto. Cógele también otra menuda, segunda en perfección
después de la Troglodytica; la cual como el bedelio es blanda, empero respira un
olor algo grave, y nace en lugares asoleados Otra se llama Caucalis, y esta es
marchita, negra, y como tostada. La peor de todas es la que se dice Ergasima, toda
llema de moho, y sin grasa, empero al gusto aguda, y semejante a la goma en su
parecer y fuerzas.
El Diccionario Academia Usual de la Real Academia de la Lengua española (1780)
define la mirra como:
Goma resinosa, o lágrima de color amarillo, o dorado, que tira algo a bermejo,
que sale por incisión de un árbol espinoso, que tiene el mismo nombre, y se cría
en el Arabia feliz, en Egipto, Etiopía y otras partes, a la cual se destila sobre unas
esterillas de juncos que se ponen debaxo, y se saca dos veces al año. Algunas veces
sale este licor sin incisión, y se condena al derredor del tronco del árbol y es la
mejor Myrra de todas.

5.3. Usos de la mirra


Desde la antigüedad se ha creído que la mirra curaba casi todo; se utilizaba para
problemas digestivos como dispepsia, gastralgia, diarrea, disentería; o bien para la atonía,
bajar la fiebre, como anticatarral, emenagogo, astringente, balsámico, carminativo o
cicatrizante, entre otros usos. También perfumaban las camas y las estancias con mirra
así, además de desinfectar enmascaraban los malos olores, “He rociado mi alcoba con

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M.E. Gil-Merlo, M.C. Matallana-González & M. E. Torija-Isasa

mirra y óleo, y cinamomo” (Proverbios 7:17-18) (Grau-Dieckmann, 2003; Marinoff


2006).
En relación al cuidado de la boca, la mirra se ha utilizado, mezclada con otros
productos, como la cera de abejas, para fabricar ungüentos y remedios, en forma de
gargarismos, en enjuagues bucales o masticatorios, para curar las úlceras bucales, la
piorrea, la gingivitis, fortificar las encías las infecciones dentales y los flemones o para
blanquear los dientes (Grau-Dieckmann, 2003; Marinoff Mariella 2006).
Los egipcios utilizaban la mirra para el tratamiento de las heridas, para aromatizar y
conservar cadáveres y en el proceso de momificación; los embalsamadores usaban sales
como el natrón (mezcla de distintas sales como el carbonato y bicarbonato sódicos)
mezcladas con resinas aromáticas como la mirra y el incienso, por sus propiedades
antimicrobianas. En compuestos para el aseo bucal, los ingredientes más abundantes
eran el incienso, el alumbre y la mirra; se solían enjuagar la boca con soluciones de
natrón y, si tenían halitosis utilizaban pastillas de kyphi (Tabla I) (Marcen 2000; Acuña,
2003; Cano & Martínez, 2009; Bedman, 2009; Tomasella, 2011; Rius, 2013).
En el tercer milenio a.C., en las admoniciones de Ipu-wer se denunciaba orden
social trastocado y como que los nuevos ricos habían elegido la mirra como emblema
de su nuevo estatus:
mirad el esclavo que nunca tuvo aceite ha llegado a ser dueño de vasijas de dulce
mirra…,…Mira, aquellos a quienes se les había caído el pelo y no tenían sus
propios aceites, (ahora) se han convertido en dueños de jarras de mirra dulce
(Tabla I) (Grau-Dieckmann, 2003).
La Biblia (2014), en los libros que la componen, cita en numerosas ocasiones el
uso de resinas aromáticas en diferentes rituales. Ya hemos hablado anteriormente de
las citas de la almátiga en la Biblia, pero de forma general narra, en los distintos libros,
cómo el pueblo hebreo utilizaba frecuentemente perfumes y óleos perfumados, para el
cuidado de cabellos y cuerpo; las plantas aromáticas, se pulverizaban, se mezclaban con
aceite y se introducían en saquitos que se solían colgar de la cintura o debajo de la ropa;
era más utilizado por las mujeres de elevado nivel socio-económico, y su fragancia era
un distintivo de lujo a la vez que de belleza. En El Cantar de los Cantares, en el capítulo
1: Elogio del amado dice: Mi amado es para mí un manojito de mirra, que reposa entre mis
pechos. Su alto valor económico y social queda reflejado en el incienso y la mirra que le
ofrecen los Magos venidos de Oriente al Niño Jesús:
Al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, se arrodillaron y le
adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso
y mirra (Mateo 2,1-12) (Tabla I).
Dado que a la mirra se le atribuían efectos narcóticos, entre los romanos era
habitual ofrecer a los condenados a muerte vino mezclado con mirra; por ello, le ofrecen
a Jesús, antes de ser crucificado, vino mezclado con mirra (Mateo 27,34). También
formaba parte de los productos usados para embalsamar los cadáveres; los judíos no
embalsamaban, pero usaban mezclas de resinas como la mirra y el incienso en los
cadáveres antes de ser enterrados. Nicodemo compró, para los ungüentos funerarios
que aplicaron a Jesús, cien libras de una mezcla de resinas y hierbas aromáticas, cuya
base eran la mirra y el aloe (Juan 19, 39). Son las mujeres, a las que se conocía como
las “miróforas” o “portadoras de mirra”, las que acudieron el domingo por la mañana
a su sepultura para completar el proceso de conservación del cadáver (Mateo, 28,1).
El aceite de unción es líquido y se compone, además de mirra, de cinamomo, caña
aromática y casia (Éxodo 30, 23-25) (Grau-Dieckmann, 2003; Marinoff, 2006; Boi, 2013;
Anónimo 2, 2014) (Tabla I). En Grecia y Roma (Tabla II) también se usaba la mirra con
fines relacionados con la búsqueda de la salud y la belleza, por lo que los griegos se la
ofrecían al dios Eros, en un preparado que se hacía mezclando “4 dracmas de polvo de
incienso, 4 dracmas de goma, 4 dracmas de opio, 4 dracmas de mirra, azafrán y bedelio”
(González-Wagner, 2014). Tal como se dijo en la introducción Hipócrates (s.V a.C.), en
su Corpus Hipocraticum, describía las propiedades terapéuticas de la mirra.
Plinio el Viejo (s. I), en la Naturalis historia, aconsejaba mezclar “ceniza de los huesos
con la misma mirra”, como pasta de dientes para limpiarlos y blanquearlos; en Roma,
Celsus (s. I), usaba mirra y barbarum (apósito que contiene oxido de cobre, acetato
de plomo, resina, aceite y vinagre), para el tratamiento de infecciones (Acuña, 2003;
Belfiglio, 2015). Galeno (s. II), por su parte, decía: “La mirra impide la putrefacción”
y aconsejaba “Tomar unas píldoras de dos partes de acíbar y mirra y media parte de
azafrán”, estas píldoras se llamaban “píldoras de Rhazes”, también recomendaba quemar
un pañuelo y mezclarlo con vino, piedra pómez, nardo, mirra y miel, era utilizada para
combatir enfermedades como la peste (Tabla II) (Trillo, 1996; Puerto, 2013).

-124- Estudios
Almástiga y Mirra. De la planta a la higiene bucal

Dioscórides (s.II) recomendaba el vino aromatizado con mirra:


Hacese también otro vino aromático y muy útil cotra el catarro, cotra la toffe, cotra
la indigetió, cotra todas vetofidades, cotra la sufpertiva humedad del eftomago, en
efta manera tomaras dos dragmas de mirra… (Dioscórides, 1555).
Dioscórides (s. II), en la edición traducida por Laguna (1555), describía algunos de
los usos de la mirra; decía que la utilizaban para la garganta y el mal olor de boca:
tenida debaxo de la lengua bafta que fe desbaga, corrige las afperezas de la caña
de los pulmones, y de voz ronca hace clara.., aplicafe con alumbre líquido contra la
fobaquina; deftemplada con vino, y aceyte, y traída en la boca, eftablece los dientes
y las enzyas.
otros beneficios de la mirra son:
provoca sueño, suelda, restriñe, modifica la madre, atrahe fácilmente la purgación
menstrua, y el parto…, Mata también las lombrices y se mastica contra el hedor
de boca, y con alumbre líquido se aplica en forma de ungüento para dolores de
sobacos (Tabla II).
En el Tratado XIX del Kitab al-tasrif de Abulcasis, (s. X), se describe un remedio que
beneficia el mal olor de las axilas y de los testículos:
Coges cinco dírhams de almástiga; dos dírhams de alumbre yemení, de mirra roja,
de cadmia de plomo, de hojas de rosa roja y de hojas de mirto seco; un dírham
de canela de China, de nardo y de semilla de albahaca; tres dírhams de sándalo
rallado; y medio dírham de alcanfor (Tabla III) (Arvide, 2001).
Alcanyís, médico valenciano del siglo XV (c. 1440-1506), de origen judío, escribió
Regiment preservatiu e curatiu de la pestilencia, publicada hacia 1490 y que constituye el
primer libro médico impreso enValencia (Ventura, 1973). En su obra citaba medicamentos
simples y compuestos, como “antídotos”, preventivos, útiles para reforzar las acciones
de la naturaleza y hacerla refractaria a la enfermedad; entre ellos está la mirra (Tabla
III) (Arrizabalaga, 1983).
Martínez de Castrillo (1557) aconsejaba, para la higiene bucal, frotarse los dientes
con la sábana al levantarse y utilizar un remedio para “confortar la encía con un agua
hecha a base de mirra, almástiga y sangre de drago” de estos productos, dice: “que
aprietan, resuelven y enjugan el color y la humedad de las encías” (Tabla III).
En el Manual de mugeres en el qual se contienen muchas y diversas reçeutas muy
buenas (Anónimo 1, 1999), ya citado anteriormente al hablar de la almástiga, ahora, en
relación a la mirra, se incluyen varias recetas para limpiar los dientes y las encías, tales
como la de “Agua para las encías” o el “Lavatorio para las encías”, elaborados con mirra
y otros ingredientes (Tabla IV).
En la literatura española también se hace referencia a la mirra en diferentes
obras. La Celestina (Rojas 1990), publicada en el siglo XV, utilizaba numerosos productos
de origen animal y vegetal para elaborar sus remedios. La mayoría tenía tanto objetivo
estético como medicinal; es el caso del remedio que Pármeno describe como uno de
los que su señora utiliza para curar las llagas y eliminar las manchas del rostro, uno de
cuyos ingredientes es el aceite de mirra (Vian, 2013). Dos siglos más tarde, Tirso de
Molina (1619) en la Ninfa del cielo hacía referencia al uso de la mirra para combatir el
mal olor de la boca:
Dónde sestea
el buen pastor, en qué prados
apacienta sus ovejas?
Es cándido y rubicundo,
de oro fino es su cabeza;
destilan mirra sus labios,
de goma de gante deshecha en agua almizclada, …

6. Conclusiones
La almástiga y la mirra son productos muy valorados y utilizados por diferentes
culturas a lo largo de la historia. Su alto valor económico supuso un gran incremento
del cultivo de los árboles que las producen y de su comercio en el Mediterráneo, tanto
por vía terrestre como marítima; fenicios, nabateos, venecianos, griegos y genoveses
fueron las principales culturas implicadas en la obtención y comercialización de ambas
resinas.
Han formado parte de numerosos productos utilizados en las culturas antiguas
del Mediterráneo con distintos fines, para la belleza, como ambientador e incluso para
el tratamiento de cadáveres.

Bol. R. Soc. Esp. Hist. Nat., 115, 2021 -125-


M.E. Gil-Merlo, M.C. Matallana-González & M. E. Torija-Isasa

Para tratar diferentes enfermedades se prepararon diversas formas farmacéuticas


recomendadas por los médicos clásicos y se citan en obras de medicina del mundo
islámico y del occidental, tanto generales como específicas para el tratamiento de
problemas de la boca y los dientes.
Ambas resinas se citan en obras literarias españolas de la Edad Media y la Edad
Moderna.

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