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Éxodo 6:1-8
El Evangelio de Dios, que nos vienen por medio de Jesucristo, nos ofrece
alivio de la carga del pecado y de la culpa: «Venid a Mí, ... y Yo os haré
descansar» (Mt. 11:28). Reposa en su amor perdonador, reposa en la calma
de su corazón lleno de gracia.
Antes que Israel pudiera partir de Egipto los juicios de Dios debían ser
derramados sobre aquella nación. Antes de la ofrenda debía haber una
muerte efectiva. Antes que Cristo pudiera salvar de la maldición de la ley, Él
tenía que venir a ser maldición por nosotros (Gá. 3:13).
IV. Los derechos de Dios sobre los suyos. Y os tomaré por mi pueblo. La
posesión es el fin de la redención: No sois vuestros porque habéis sido
comprados por precio (1 Co. 6:19, 20). Somos redimidos de la maldición de
la ley a fin de que por medio de la fe recibiésemos la promesa del Espíritu
(Gá. 3:13, 14).
Por medio de Cristo Él nos ha tomado a Sí mismo, para que pudiéramos ser
guardados por su poder y ser usados para su gloria; tomados a Él a fin de
que pudiéramos morar con Él y en Él.
VII. La promesa de una gran posesión. Yo os la daré por heredad (v. 8).
Todos los peregrinos de Dios tienen una gran herencia ante ellos. «En la
casa de mi Padre hay muchas mansiones; … voy, pues, a preparar lugar
para vosotros» (Jn. 14:2, 3). Os. lo daré. ¡Oh, cansado peregrino, tu cabeza
ya levanta, Pues Dios mismo nos ha dicho Que el gozo viene al romper el
alba