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Cartas a Gente Menuda


Es propiedad del au(or~
Se resen.la el derecho de
Iraducción.
Hecho el depósilo que
marcan los ley~.
Cartas a Gente Menuda
POR

CONSTANCIO C. VIGIL

CUBIERTA d. BATISTA
ILUSTRACIONES de COLOSCHMIDT 1 UCARTE

J' Edición

R. B. P. TALLERES CRAFICOS R. B. P.
A%op.l'do y Veauuel•• Buenos Aire.

1927
OBRA5 DEL MISMO AUTO R:

EL ERIAL (4. ed;c;óo)


LOS QUE PASAN
LAS VERDADES OCULTAS
CUENTOS

LIBROS PARA LOS Nli'los,


MARTA y JORGE (2. edic;ón)
MANGOCHO
CUENTOS PARA Nlt'los
BOTON TOLON
A MABEL

MEdohatualegra-
carta,
como las de los
otros niños y ni-
ñas que me es-
criben para de-
cirme que leen
con gusto mis
libros.
He trabajado
mucho, mi que-
rida Mabel; he
trabajado siempre, y ahora deseo entregarles a los niños 10 mejor que
yo pueda en los años de vida que me queden.
Por esto, al saber que ustedes me comprenden y se entretienen con
mis libros, los ojos se me llenan de lágrimas.
i Qué dulzura tan grande saber que mis palabras son escuchadas!
i Saber que llega hasta ustedes la ternura con que siempre los amé!
i Saber que después que muera voy a vivir en el pensamiento y en el
corazón de ustedes! ...
i Es el premio más grande!. ..
¡ Ya recibo mi paga!
La vida es buena conmigo.
Le daré, todavía, cuanto tenga y cuanto pueda. Quiero que mi
conciencia no me reproche que no saldé mi cuenta con mis padres,
-7-
CARTAS A GENTE MENUDA

con las personas que me hayan ayudado en cualquier forma, con la


sociedad y con mi patria.
Todo me fué dado: todo cuanto yo pueda lo daré.
No debo irme del mundo como un ladrón; ni siquiera como un
ingrato. Debo irme como mis padres me mandaron: como un hombre
de bien.
Cuando ustedes me dicen que los entretengo y los ayudo con mis
libros, es como si me dijeran que está bien; que es valedera la mo-
neda con que le pago a la vida lo que a la vida le debo.
y por eso, por eso, al escucharlos, los ojos se me llenan de
lágrimas.
Es la alegría de un viejo corazón que ya no sabe alegrarse en otra •
forma.


A R/CA RDO

EL CABECITA NEGRA

v OYy quea contarte una cosa que le aconteció a un niño que tú conoces
se llsma Ellas.
Este Elías era un chico tan pobrecito que tenia
que buscarse el alimento por los campos. Muchas
veces, en los dias lluviosos de invierno, no probaba
bocado. Era, no obstante, un chico
@ ..
! ..
'.~_
alegre, de oj uelos vivaces y que can-
taba con su vocecita débil unas senci-
lIas canciones aprendidas de sus pa-
dres cuando todavia estaban con él.
La ropa no le alca~aba par:" las
(
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pIernas. aSl que ~ ( ,6
las tenía siem- ). \. !"Í
p r e desnudas. / 'too>'
También llevaba '
al aire la cabeci- ...- "'"

ta n e g r a, que '
diariamente la- \ .. '.
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vaba en la ori- .. . ,.':: .
lla de un arroyo
y que el viento ~e;;;:~..,J, ~~~~~
y el sol se la 7f'
~ "
P einaban lo me- .0..' "'~.
jor posible.
Un dia que andaba distraldo, lo tomaron pre-
so y lo metieron en la prisión. El pobrecito se
afligia, sin atinar a comprender por qué lo en-
carcelaban. No habla en el mundo quien pu-
diera socorrerlo. Los únicos, serian sus padres,
y aunque era muy dificil saber por dónde esta-
rían, púsose a llamarlos desesperadamente.
Pasaron horas, y ninguno de los dos le con-
testaba. Entonces, se dedicó afanosamente a re-
visar su estrecha cárcel.
-9-
CARTAS A GENTIl MENUllA

QlÚzás hallara algún agujerito, algún


barrote flojo, para poder salir y recobrar
la libertad ...
Era muy triste no poder reunirse y ju-
gar con los otros compañeros.
Febril y sediento, continuó en esta ta-
rea hasta que anocheció ...
y se quedó dormido en las tinieblas de
la cárcel, con una angustia que lo aho-
gaba.
Al aclarar, su dolor fué más agudo toda-
vía. No podia convencerse de que le era
imposible salir de alli. y volvió a revisar
uno por uno los barrotes, con la esperanza
de que faltara alguno, o de que alguno pu-
diera ser separado lo indispensable para
pasar.
Pero todos sus esfuerzos fueron inútiles.
i Ya nunca más pudo salir de la prisión!
Yo no sé cómo no se le ha puesto blanca
la cabecita, con tanto que ha sufrido.
Tú lo conoces, Ricardo.
Sabes quién lo privó de la libertad.
Sabes dónde está la cárcel.
El desdichado niño. .. j es el "cabecita negra" que tienes ea. la
jaula!. ..
j Ese que cuando llora te parece que canta de alegría! ...
A ZULMA

NO QUIERAS PARECER LO QUE NO ERES

I e ONOZCO yo a un niño... que


quiere parecer lo que no es.
Este niño es siempre el blanco
al que apuntan los compañeros
con sus burlas.
Nadie se ríe de un niño por-
que sea bajito, feo o de pocas
fuerzas.
Nadie encontraría en ello mo-
tivo para mofarse.
¿ Acaso es culpa suya ser co-
mo es?
Pero si ese mismo niño pre-
tende que Jo crean alto, hermoso
y fuerte, en seguida todos se
ríen de él, porque tal pretensión
es voluntaria y evidencia un de-
fecto del cual es responsable.
Si alguien desea parecer instruído, es nece-
sario que aprenda; si anhela que lo supongan
educado, es necesario que sea educado; si
quiere parecer un buen jugador
de fútbol, es necesario que se
ejercite y sepa jugar bien, con
verdadera destreza.
Muchos disgustos provienen
de la manía de parecer sin ser.
Es ridículo aquello que por su
rareza o extravagancia puede
mover a risa.
Pero las deficiencias, los erro-
res enteramente involuntarios,
las desgracias, por extravagan-
tes que sean, no provocan la risa
más que en Jos malvados o in-
conscientes.
-11-
CARTAS A GENTE MENUDA

¿ Tiene un hombre la culpa de que le falte un brazo? ¿ Es motivo de


jarana que una señora tenga que caminar, forzosamente, apoyándose
en un bast6n? ..
Un calvo no hace reir; pero si este mismo calvo pretende hacer
creer que posee cabello colocándose una peluca, t6rnase ridículo.
Un ciego no es posible que cause hilaridad. 1I1as si este ciego se pro-
pusiera disimular su defecto y fingiera que ve, se volvería ridículo.
Ya sabes ahora por qué las compañeras no se rieron de Rosa porque
no sabia la lecci6n, y, en cambio, toda la clase se ri6 de ti.
Rosa dijo sincera y sencillamente que no la sabía.
Tú, en cambio, pretendiste engañar a la maestra y te pusiste en
ridículo.
Que la experiencia te sirva para el resto de tu vida.
Nadie es ridículo mientras no pretenda parecer 10 que no es.
A ESTEL.A

UN OLVIDO INVOLUNTARIO

TE confieso que me quedé ayer sorprendido al ver que saliste para


la escuela sin darle un beso a tu madre. Probablemente, distraída;
quizás, preocupada, con tus lecciones.
Eres una alumna ejemplar. Siempre llegas a la escuela a la hora
exacta; limpita, alegre, con deseos de aprender.
Siempre te retiras de la clase habiendo aprendido algo y agradecida
a tu maestra.
Supongo que eres, también, una hijita muy buena. Pensaba que,
al separarte de tu
madre, le dirías en un
beso, sin palabras:
- j Gracias, madre-
cita mía, por todo lo
que has hecho por
mí ayer y hoy; por
todo cuanto h a r á s
hoy, y mañana, y
siempre. Me separo
de ti, para ir a hon-
rarle en la escuela;
i pero no puedo irme
sin dejarte estampa-
da en el rostro mi ter-
nura!... Ya sabes
que mi cariño inmen-
so te acompaña ...
i Que tu amor me
guíe y me ampare le-
jos de ti, lo mismo
que cuando estoy al
lado tuyo! - Todo esto le dice el beso de una hija al corazón de
una madre.
Y la madre, al besarla, le contesta, sin decir una palabra:
-18-
- j Hijita mía!. " Que Dios,
clemente y misericordioso, te
proteja ... Parece que te vas y,
al mismo tiempo, parece que te
quedas. .. Estás dentro de mi
alma; eres yo misma más chi-
ca. .. Siguiendo tus pasitos, se
van mis esperanzas y mis pen-
samientos ... Te seguiré y esta-
ré al lado tuyo en todos los ins-
tantes ... ¡Si el amor fuera luz,
este beso que te doy brillaría
como una estrella en tu frente:
alumbraría tu sendero, para que
nunca te extraviaras en tu viaje
hacia la dicha! ...

¡Ya ves cuánto se dicen en un
beso madre e hija!
¿ Cómo te fuiste, sin decirle
nada, sin recoger en tu corazón
su santo anhelo? ...
Ella se habrá quedado triste y preocupada, pues tu olvido tiene
forzosamente que dolerle, aunque no te lo haya dicho.
¡Nunca más!. .. ¡Nunca más!. ..
A UN AMICUITO que no quiero nombrar

LAS PREGUNTAS DE TaTO

N o sé si lo conoces a Totó ... Es aquel cmco que vive a la vuelta de


tu casa, que anda siempre con las medias caídas y las manos en
los bolsillos del pantalón. Aquel que el otro día, para no atarse el
cordón de los zapatos, lo sacó de un tirón y se lo guardó en el saco ...
El domingo de mañana me encontré con Totó y con su papá, quc lo
llevaba de paseo. Iba muy bien arregladito. Se conoce que la mamá
ha b í a trabajado
bastante.
Apenas anduvi-
mos u n o s pasos, /-....'\..~-
díjo Totó: ,
-Papá, ¿qué es \
aquello? \• ,A . • _-'\",
-Un automóvil. /':....-1.
-Pero es muy
grande. / ( ' r-rr,-~,-"
--Sí; es un auto- ;
móvil muy grande.
-¿Y por qué
están e 5 o 5 hom-
bres allí?
-Porque, segu-
ramente, se ha de-
tenido el motor y
procuran arre-
glarlo.
-¿ Por eso está aquel agachado y
el otro se ha metido debajo?
--Sí, hijo; ya Jo ves.
-1, Y si no pueden arreglarlo?
-Tendrán que llevarlo con otro
automóvil hasta su garage.
-¿ Cómo hacen para que venga un
automóvil a buscarlo? ..
-Avisarán por teléfono.
-16-
CARTAS A GENTE M.ENUDA

-¿ De dónde ha-
blarán por teléfo-
no? ..
Al llegar a este
p u n t o, me senti
tan mortificado,
que me despedi de
ellos. El padre de
Totó no debía ha-
be r contestado a
ninguna de sus im-
pertinentes pre-
guntas.
Cualquier ni ñ o
de su edad no ne-
cesita, en un caso
semej ante, pre-
gun tar absoluta-
mente nada.
Grande o chico,
bien veía él que era
un automóvil. Si
estaba detenido en mitad de la calzada, era evidente que no podía cami-
nar. Nadie con ojos dudaria de que los hombres se esforzaban en en-
contrar la falla del motor. Por
otra parte, todos los niños han
• visto que cuando un automóvil
( ~ ) no marcha es remolcado por
otro; todos, también, conocen el
uso del teléfono para comunicar·
se a distancia.
¿ Por qué, pues, tantas pre-
guntas?
Por costumbre y por pereza,
Totó se ha habi tuado a mirar sin
ver, a no observar yana pensar.
Si no se modifica, llegará a sU
un perfecto tonto y un perfecto
inútil.
¿ Para qué le sirven a Totó los
ojos, si todo quiere verlo con los
ojos de su padre?
¿ Para qué le sirve la cabeza,
si no es capaz de pensar nada?
-16 -
CONSTANCIO C. VIGIL

Cuando sea hom-


bre, ¿seguirá pre-

Rr~.-. guntándolo todo


como ahora? ..
¿ Quién andará al
lado de él para con-
testarle con la paciencia de su
padre? . .. ¿Cómo trabaj ará y
triunfará en la vida con unos
ojos que no saben ver y una ca-
beza que no sabe pensar?
. Todo aquello que un niño pue-
de observar, imaginar o pensar
por sí mismo, nunca se le ha de
decir; precisamente, para que lo
observe, para ejercitar su atención, para
que piense, compruebe, compare, mida,
cuente y deduzca por sí mismo.
Yo tenía un
libro en la ma-
no y tú me pre-
guntaste qué libro era. Sin contestar-
te una palabra, te lo dí.
Tú me miraste, corno sorprendido,
y me lo devolviste sin examinarlo.
Eso estuvo mal, amigo.
Si fueses Totó, ya sé cuáles serian
las preguntas:
-¿ Qué libro es este? .. ¿Hay fi-
gUloas? ... ¿ Quién lo hizo? .. ¿Cuán·
tas páginas tiene? ...
Pero tú, amiguito, otra vez hazme
el favor de tomar el libro y todo lo
averiguarás sin otra ayuda que la de
tus ojos.
En algunos minutos, te enterarás
de todo eso y de mucho más, dándo-
me la alegría de no proceder como los
tontos.
Imagínate que Totó llega a mozo sin
cambíar y que se inicia como aprendiz
en un taller. Comenzará de inmedia-
to a atormentar al maest-ro con sus
preguntas ... Estoy seguro de que al
-17-
CARTAS A GENTE MENUDA

llegar al mediodía, el maestro, harto ya de aguantarlo, le dirá:


-Bueno, joven: dígale a su papá que usted no sirve para esto, y
que no lo mande más.
Un muchacho acostumbrado a observar y a pensar mirará con
atención las herramientas, el uso que se hace de ellas y cómo se rea-

liza cada labor. A fuerza de ver, aprenderá, sin preguntar más que lo
indispensable. y el maestro podrá decirle un día a su padre, con satis-
facción y con justicia :
-Su hijo es un aprendiz ejemplar. En vez de hablar, observa; en
vez de preguntar, busca por sí mismo la explicación de cada cosa. Es
prolijo y tenaz para vencer las dificultades. Ya merece ganar mayor
salario, y se lo pagaré. No cabe duda de que llegará a ser un maestI·o
en el oficio.
A EMMA

UNA MAMA EXTRAORDINARIA

y A. sé que en tu casa hay un gato


que no parece gato. Yo lo he
visto acariciar las piernas de las
personas con las patas delanteras
y saltar, a la voz de orden, sobre
las personas y las sillas, como un
perro pruebista. Es un gato que no
se enoja nunca, que no muerde ni
araña, aunque le tiren de las orejas.
Pues ahora te contaré que ayer
he visto una gata que no parece
gata; una gata que ha aceptado
ser la nodriza de un perro.
¿ Verdad que es todavía más
rara que tu gato?
Fui a la casa donde poseen
e s t a curiosidad, expresamente
para contemplarla.
En una pieza pequeña que hay
en el fondo del jardín, encontré
a la señora mamá indo-
lentemente reclinada en
un sofá muy viejo.
El bebe estaba echado
junto a ella.
Es un perrito blanco,
muy chiquito, de pelo
corto, Con una orejita
negra.
La gente de la casa
me explicó que cuan-
do murió la madre
del perrito, éste con-
taba dos días y tenia
aún los ojos cerrados.
-19-
CARTAS A GENTE MENUDA

Lo consideraron condenado a morir, como los otros dos hermanitos,


cuando vino el jardinero con la noticia de que estaba la gata en esta
pieza, sin familia y en disponibilidad para ser ama de cría.
El mismo jardinero se encargó de realizar el ensayo para saber si
era posible que la seño-
ra gata aceptara al chi-
quitín como hijo.
Así lo hizo durante
la noche.
Mientras le ofrecía a
la gata su manjar pre-
ferido - que es
higado de va c a
bien picadito, -
procuró que tole-
rara la proximidad
del hijo postizo
que el destino le
daba.
La gata es tan
m a n S ita que no
opuso ninguna resistencia. El perrucho ciego estaba tan hambriento
que se puso a mamar desesperadamente.
Al otro día, ya se podía comprobar que la nodriza aceptaba de
firme la crianza.
Más que nodriza, es una verdadera madre.
Cuida al perrito con toda proliji-
dad y con amorosa solicitud.
Se ha acostumbrado a acudir a
BU llamado en cuanto oye sus débi-
les ladridos.
Han transcurrido ya diez y ocho
días.
El perrito está gordo, contento y
demuestra su tierna gratitud a
quien le s a 1v ó de una muerte
Begura.
La amistad entre eBtos animales perdurará sin duda para desmentir
a los que suponen que por fuerza se odian en forma irreconciliable los
perros y los gatos.
A ROBERTO

(VALE LA PENA TENER LINDA LETRA?

ES cierto que sin una letra cla-


ra y agradable podrás des-
empellar numerosas tareas. Mu-
chas personas que trabajan en
la industria y en el comercio no
poseen caligrafía, que es el arte
de escríbir con letra correcta-

_o,

mente formada. Pero sí bien la ca-


ligrafía no sirve para trabajar el
hierro o la madera, es indudable
que sirve para escribir las anota-
ciones relacionadas con cualquier
clase de trabajo.
Es, también, indudable que en-
tre varias personas que aspiran a
un empleo tiene más probabilida-
des de conseguirlo aquella que, en
igualdad de condiciones, posee ca-
Iigrafia.
Una carta escrita con linda letra
produce un efecto mucho más agra-
dable que una carta escrita con ras-
gos feos, desparejos y torcidos.
Para adquirir una letra correcta
-21-
CARTAS A. GENTE MENUDA

es indispensable ejercitar la atención, la vo-


luntad y la paciencia; el desarrollo de estas
cualidades es de gran utilidad para todos
los actos de la vida. Supongamos que
la caligrafía es solamente un deporte
mental: siempre seria tan beneficiosa
y recomendable como los deportes des-
.
tinados a desarrollar armoniosamente
el cuerpo y mantenerlo en salud.
Cuando se pinta una puerta, cuan-
do se serrucha una madera, cuando se
toca un instrumento musical, es pre-
ferible hacerlo del mejor modo posible.
Cuando se escribe es, asimismo, pre-
ferible y conveniente escribir de la
manera más correcta que la enseñan-
za recibida nos permita.
Es necesario recordar ante cada obra que afrontamos que todo
cuanto realiza el hombre merece ser bien hecho.
'0 por la obra, únicamente, sino por el propio hombre, que, al
esmerarse en lo que realiza, consigue perfeccionarse sin cesar.
"No vale la pena" es la eterna disculpa de los perezosos y de los
ignorantes.
Pero la vida les contesta: "No vale la pena comer". "No vale la
pena dormir bajo techo". "Tampoco vale la pena de que disfrutes de
las satisfacciones a que tienen derecho los hombres labodosos".
A MARIO

LOS TRABAJOS DEL PUERTO

COMO aquí en el campo no hay


guinche, yo quisiera saber có-
mo es. Aqui cargan y descargan
la arena con palas, y me parece que
ha de ser muy lindo ver que una
máquina haga eso".
Así dice la carta de Mario, un ni-
ño que adelantará en la vida, puesto
que siente el deseo de aprender.
Yo le contesté a Mario en la si-
guiente forma:
"Si alguna vez vienes a la ciudad
podrás ver muchas grúas, o guin-
ches, en las dársenas.
La forma en que trabajan es muy
sencilla y ahora lo comprenderás
perfectamente examinando estos
dibujos, cuya explicación es la si-
guiente:
En el dibujo número 1 verás un
barco que trae are- Nt,mcro 1.
na desde la Colo-
nia, República del UrugUay. Esta arena es preferida
para las construcciones, por su
pureza, lo que le da una mayor
consistencia y sequedad.
El barco está atracado al di.
que número 1.
Ha comenzado la tarea de la
descarga.
La grúa hace subir el gran
balde lleno de arena, desde la bo-
dega. Los hombres de a bordo
prestan la ayuda necesaria.
En el dibujo número 2 se oh-
NllmllrO l. serva el momento en que llega el
-28-
CARTAS A GENTE MENUDA

balde al punto má-


ximo de elevación.
La grúa empieza
a girar para luego
dirigirse al sitio
donde depositará
la arena.
Antes de iniciar
la marcha da una •
pitada para preve-
nir a las personas
próximas q u e se
aparten de su ca-
mino.
N"...... '0 Las ruedas se
deslizan por vias.
En el dibujo número 3 se representa el sitio de la dársena donde es
amontonada la arena de una de las empresas que se ocupan en esta
clase de transporte.
Se extrae arena del montón para conducirla a su destino.
Al descansar en el suelo y cerrarse, el balde toma toda la arena
que es posible, pero no queda lleno. Los obreros, con las palas, se
disponen a completar la carga.
El dibujo número 4 muestra cuando la grúa ha levantado el balde
y se pone en marcha.
Todos estos movimientos son dirigidos por medio de palancas por
el obrero que va dentro de una especie de casilla, el cual recibe una bole-
ta porcada balde de arena que entrega.
Los movimientos de la grúa son tan
distintos y precisos que parecen he-
chos por un ser dotado de inteligencia
y no por un mecanismo de acero.
Como observarás en los dibujos, ba-
ja el balde en el sitio conveniente; lo
cierra, lo levanta y lo lleva adonde se
desea.
La arena que ha conducido en el di-
bujo número 5 está destinada al inte-
rior del pais, pues la lleva a un vagón
del ferrocarril.
Después de haber hecho descender
el balde hasta el punto conveniente,
separa sus dos cavidades y ]s arena se N"...,.. ~o

-24-
CoNSTANCIO C. VIGIL

desliza sin que se de-


rrame ninguna por-
ci6n por el suelo.
Cuando la carga
de los vagones esté
completa, la locomo-
t o r a los conducirá
hasta el punto de em-
palme. Estas locomo-
toras s610 circulan en
el puerto.
El dibujo número
6 mue tra c6mo se
procede cuando la
arena extralda del Num.,.• •.
dep6sito está desti-
nada a la capital. La grúa la descarga en el carro. El carrero sostiene
el balde para evitar que algún pequeño movimiento produzca la calda
de arena fuera del vehlculo.
•••
Ahora te será fácil comprender c6mo son las grúas y la forma en
que trabajan.
Lo dificil ha sido llegar a concebir una máquina tan útil, tan com-
plicada y de un ma-
nejo tan sencillo.
Ella permite ace-
lerar notablemen-
te los trabaj os del
puerto, que son
muy interesantes y
de gran importan-
cia para la prospe-
ridad del pals. Gra-
cias a la grúa-
que también es
llamada "guinche"
- la estadía de
los buques en el

-- N1Ím","o 8.
puerto se reduce
notablemente, lo
que es de enorme
importancia. El si-
-26-
CARTAS A GENTE MENUDA

tio disponible para atracar a las dársenas no alcanzaría para todas


las embarcaciones si las operaciones fueran más lentas.
Por otra parte, las empresas de navegación sufrirían grandes per-
juicios con la demora, no sólo porque, como es sabido, "barco fon-

--
deado no gana flete", sino por los elevados derechos que se paga por
cada dia de permanencia en el puerto."
A .,dDITA

LA OTRA MUÑECA Y LA TUYA

PROMETf explicarte por qué me quedé callado


cuando me preguntaste cuál de las dos mu-
ñecas es más linda.
Callé, porque no era aquella la oportu-
nidad para justificar mis dudas.
Tu muñeca es muy linda. Posee una
cara perfecta de porcelana; ca-
bellos rubios que parecen de ver·
dad; hermosas manos; mueve las
piernas como una persona; cierra
los ojos cuando se duerme, y habla.
El vestido, el sombrero, las me-
dias y los zapati-
tos de cuero com-
pletan su hermo-
sura.
Pero la
muñeca de
Leonorci.
ta, la hija ~
de la plan- • "'-:
chadora, también me gusta mucho. No fué como
prada en una juguetería, como la tuya. Ella mis·
ma la hizo.
En la carpinteria de la otra cuadra le regalaron
aserrin. Su madre le dió un pedazo de sábana
vieja. Con estas dos cosas hizo a su muñeca.
Al principio no era más que una especie de almo-
hadita rellena de aserrin. Le hizo el cuello con un
hilo que enrolló y anudó para separar la cabeza.
Cortó el género debajo y lo cosió en dos funditas
más chicas para formar las piernas.
Después, con la lapicera, pintó los ojos, la boca,
la nariz y el pelo.
Formó los pies y les puso medias y zapatitos de
cartón.
-27-
CARTAS A GENTE MENUDA

La camisita, el vestido y el sombrero son también obra suya.


Todo está hecho por ella.
Por eso habrás notado que al decir Leonorcita "mi muñeca", lo
dice en tono muy diferente al tuyo. Ella quiere expresar que no le
han regalado la muñeca ya pronta; que se ha formado en sus manos,
que ha nacido de su cariño.
¿ Cuál es más madre, tú o ella? ¿ Cuál ha puesto en la hij ita más
amor, más esmero y más ternura?
Leonorcita te considera más bien como una nodriza que se ha
encargado de cuidar a una hija ajena. Por eso dice: "mi hija", y nun-
ca dice "tu hija", sino Utu muñeca".
La suya es una hija verdadera. Ella le di6 la vida. Se siente tan
mamá que hasta le parece más linda que la tuya.
y a mi me sucede que, mirando las dos muñecas, miro la de trapo
con los ojos de la mamá y la encuentro más preciosa que todas las
muñecas que hay en el mundo.
A S A RA

DE QUIEN DEPENDE TU FELICIDAD

ES verdad que cuando eras chi-


quitíta tu felicidad dependía
solamente de tus padres.
Ellos cuidaban de tu alimen-
to y de tu abrigo. Ellos te prote-
gían de la lluvia, del calor exce-
sivo y de todos los peligros que
te amenazaban.
Creciste y te enseñaron a ca-
minar, a hablar, a comer y a ves-
tirte por tí misma.
Luego te habilitaron para evi-
tarte por ti misma los males. Te
mostraron que el fuego quema;
que el vidrio corta la piel; que si
resbalas y caes te causas daño;

que se debe respirar por la nariz para


que el aire llegue limpio y tibio a los
pulmones; y muchas cosas más que te
eran indispensables.
Ahora ya tienes once años y es
oportuno que sepas que tu felicidad
no dependerá siempre de tus padres.
Dependerá de ti misma.
Con tus pensamientos y tus actos
decidirás de tu suerte.
Nadie quiere ser desgraciado; todos
quieren ser dichosos.
Sobre esto no cabe duda.
Lo dificil es para muchos llegar a la
felicidad.
-29 -
CARTAS A GENTE MENUDA

Les es difícil porque equivocan el


camino.
La felicidad es como una casa si-
tuada en medio del campo a la que
convergen numerosos caminos.
Uno da tantas vueltas que quien
viene por él no llega nunca.
Otro atraviesa un pantano. Los que
lo eligen se meten en el lodo, y luchan
con tremendas dificultades.
Otro sale a un ancho río sin puente.
Es preciso saber nadar muy bien pa-
ra cruzarlo.
Otro tiene una cuesta sumamente
empinada. Los que la suben a costa
de enormes esfuerzos resbalan y
se deslizan hasta abajo muchas ve-
ces.
Otro da a intrincado bosque sin sendero, poblado de fieras y alima-
ñas nocivas, por lo cual son raros los que no se desaniman y retroceden.
Sólo uno de los caminos es recto, llano, despejado. libre de peligros.
Este va derechamente hacia la casa de la felicidad.
Es el camino del trabajo, de la probidad, del bien y de la confianza
en Dios.
Pero son numerosas las personas que van hacia la dicha por los
otros caminos, y no llegan nunca a ella, o llegan demasiado tarde.
Prepárate, hija mía, para no dejarte ilusionar, para no engañarte
tú misma.
Prepara tu cabeza para discernir entre lo verdadero y 10 falso; acos-
tumbra tu corazón a que se alegre con el bien y a dolerse con el mal;
mantén limpia tu conciencia para que pueda recibir del cielo la luz de la
sabiduría y de la paz intima, que desciende hasta nosotros corno la
luz de las estrellas; disponte a ser toda entera útil a ti y a cuantos te
rodeen.
Porque tú misma elegirás el camino y con tus propias fuerzas lo
deberás recorrer.
La felicidad es aquello que nadie puede darnos.
Aquello que solamente uno mismo puede conquistar y retener.
A UNA NENA DE CINCO AnOS

MI QUERIDA CHICHITA:

EL dibujo que me mandas es bonito.


Me gusta mucho que dibujes lo
lo que ves.
Ayer vi un ranchito parecido al tu-
yo; pero tenía puerta.
Es verdad que el tuyo tiene
una ventana grandota y bajita.
) Seguro que la gente para entrar
salta por la ventana.
Tú saltarias con facilídad;
pero la pobre Ana, que es vie-
jecita y con la pierna enfer-
ma, se tendría que quedar
" fuera.
Por esto no le quise mos-
trar tu dibujo.
Se pondria triste y di-
ría: 11 ~.
"Es muy lindo; pe r o -''; .
Chichita ~o se ha acor: 1Ift!,' ,
dado de mI. .. porque SI ,~i ¡ \llll'\"""'"''
1
~-
no le hubiera hecho una . ¡,f< ~ ~
puerta." ,
Entonces he pensado, '>
mi q u el' i da Chichita,
que me hagas otro ran-
chito igual que este, y
con puerta.
Pero con ventana
también; porque si
uno, estando dentro,
cierra la puerta y no
tiene ventana, se que-
da a obscuras.
La puerta servirá
para entrar y salir.
-81-
CARTAS A GENTE MENUDA

Por la ventana se podrá mirar el cielo, el campo, los árboles, los


animales y aquellos palitos que pusiste y que a mí me parece que
forman el corral de las lecheras o un gallinero.
Esto no importa, porque otra vez podrás poner dentro del corral las
gallinas o las vacas.
Yo te pido todo más o menos así; pero que el rancho tenga puerta.
Es un ranchito muy lindo, como te digo, y te aseguro que si no estu-
viera muy lejos me gustaría vivir en él.
Está hecho por la manita de una niña tan buena, que yo creo que
alli dentro me sentiría tan contento como un pajarito en su nido.
El rancho dibujado por ti es como un nidito hecho para mi alma.
A ENRIQUE

TEMA DE COMPOSICION

CUALQUIERA de los dos asuntos que has elegido me parece muy


bueno para la composición que te ha dado la maestra sobre ''Un
niño o una niña que merezca elogio".
Ese niño de nueve años, llegado del campo, que aprendió a leer en
un mes, constituye un hermo-
so ejemplo de voluntad. No
hay duda de que es inteligen-
te; pero esto no basta para
explicar lo que ha conseguido.
Es preciso que sea un obser-
vador atento para distinguir,
en tan breve término, las di-
ferencias entre la forma de
las letras y para recordar có-
mo se unen y pronuncian en
las slJabas. Es preciso, tam-
bién, que posea amor al traba-
jo, pues seguramente ha de-
dicado al aprendizaje varias
horas de cada día. Me dices
que para aprender más pron-
to copiaba cada letra, y que,
hasta no saberla, no pasaba a
otra. Esto significa que pro-
cedió cOn método y que fué
venciendo las dificultades una
por una.
Es claro que si hubiese que-
rido aprender de golpe todas
las letras se habría fatigado •
inútilmente.
Es un asunto muy adecua-
do para tu composición. Pue-
des explicar en sus detalles el
procedimiento que siguió este
-83-
CARTAS A GENTE MENUDA

niño en el aprendizaje de la lectura y hacer resaltar sus cualidades,


que son la explicación de su triunfo.

También me gusta mucho el asunto de Rosarito.

- -
f@
~
Q{

Es admirable que una niña de once años cuide a sus tres hermani-
tos cuando la mamá tiene que salir, y que los cuide con el esmero y
el acierto que me dices.
Rosarito es una verdadera mamá en miniatura. Su prolijidad,
su abnegación y su solicitud merecen todos los elogios.
Mientras desempeña las funciones de dueña de casa, se priva de
-34-
CoNSTANCIO C. VIGIL

los juegos propios de su edad, y esto significa que su corazón es


bondadoso y abnegado.
Procede, por lo que me cuentas, con la previsión y el tino de una
persona mayor: esto demuestra que Rosarito es inteligente y sensata.
Además de todo eso, es evidente su profundo cariño a su mamá.
Es, pues, la tal Rosarito una encantadora niña, llena de atractivos
y de merecimientos.
Si relatas con naturalidad y sencillez los cuidados y desvelos que
prodiga a sus hermanitos, si anotas las cualidades que tanto honran y
embellecen a esta niña, espero que tu composición agradará a tu
maestra.

...
:A MANCACHA

éSE LO DIRAS O NO SE LO DIRAS?

EL caso, sin duda, es serio; pero es peor complicarlo todavía más con
la mentira.
Tu mamá tiene razones muy serías para prohibirte ir a ninguna
parte cuando sales de la
escuela. Una de las peo-
res cosas que podías ha-
ber hecho es aceptar esa
invitación inoportuna de
tus amiguitas para ir al
cine.
Aparte de lo ímpropio
de modificar por tu sola
voluntad el camino de
regreso a tu casa, tienes
que considerar que to-
das las cosas son buenas
o malas para cada per-
sona, para cada edad y
según otras muchas cir-
cunstancias, y que tú no
eres aún capaz de dís-
cernir entre lo bueno y
lo malo.
Es bueno correr; pero
no es bueno correr has-
ta caerse de cansancio,
en seguida de haber co-
mido, por un terreno lle-
no de pozos, o con cal-
zado excesivamente hol-
gado o excesivamente
estrecho.
Es bueno beber agua;
pero no es bueno exage-
rar la cantidad, ni be-
-86-
CoNSTANClO C. VIGIL

berla helada o
cuando se ignora
si es potable y li-
bre de gérmenes
infecciosos.
Igualmente pue-
des razonar res-
pecto a todas las
cosas, y te conven-
cerás de que te es
indispensable que
te guíen y te acon-
sejen para distin-
guir lo bueno de
lo malo y evitarte
_-o
=- las dolorosas con-
secuencias de una
equivocación.
El cine es, forzo-
samente, bueno o
malo para ti según
el tiempo que permanezcas allí
encerrada, la clase de vistas y la
hora en que concurras.
Pueden ser vistas excelentes
para ti; pero no convenirte ir a
verlas, por ser la hora perjudi-
cial para tu salud y privarte de
la cantidad de sueño que exige
tu desarrollo.
Pueden ser vistas adecuadas
para personas mayores y gran-
demente perj udiciales para una
niña. Esto es tan evidente que
tú lo comprenderás con facilidad
si observas la diferencia de los
trabajos y los entretenimientos
entre los adultos y los niños. Un
niño no puede ser médico, ni ge-
rente de una casa de comercio,
ni motorman, ni estibador del
puerto. Una señora no juega a
las muñecas. Un anciano no jue-
-87-
CARTAS A GENTE MENUDA

ga al fútbol. Estos ejemplos demuestran que cada edad tiene sus ap.
titudes y sus distracciones.
Una niña como tú que fuera al cine a ver vistas preparadas para
personas mayores. haría el mismo feísimo papel que si las personas
mayores se pasaran la tarde haciendo rodar el aro o cantando en la
acera aque110 de
B~o" diGa, 8" Snoria,
man.tall. .. U""'... U,...... too
1QtA.4 qucrío, 8" Smoria',
flI4tUan ... tiN ... Ur. ... lIJ.


Pero, ahora, 10 que te preocupa, no es saber si hiciste mal en ir al
cine, pues de eIlo no cabe la menor duda. La cuestión es si se lo dices
o no se 10 dices a tu mamá.
Yo te aconsejo, mi querida l\Iangacha, que no agregues otra mala
acción a la que ya cometiste.
Tu falta, oculta o no, existe 10 mismo. Sería mucho más penosa si
tu madre la conociese por alguna otra persona. Evitale, siquiera, esta
amargura.
Como tú procediste sin malicia, sin reflexión, con el inocente pro-
pósito de divertirte y tu arrepentimiento muestra con toda claridad
que en ti no existe culpa, sino precipitación, 10 mejor es que le escri-
bas a tu mamá una carta bien larga explicándole todo y declarándole
que nunca más harás nada parecido.
Es necesario que en tu carta demuestres el convencimiento de que
has procedido mal, y cuáles son los motivos que te obligan a pensar en
esta forma.
De tal manera, tu mamá comprenderá que mereces su disculpa y
tendrá la certeza de que el hecho no habrá de repetirse.
Lo pasado ya no tiene remedio.
Lo importante es que con tus juiciosas reflexiones la dejes perfec-
tamente convencida de que no incurrirás en 10 futuro en una parecida
ligereza.

.
A LUISITO

LA CUESTION DEL CRISTAL ROTO

~ TE han dicho malo porque rompiste


~
.;J un cristal de la ventana con la
pelota.
• " Reconozcamos, desde luego, que has
cometido un hecho lamentable. Hubie-
ra sido fácil evitarlo, buscando para
jugar sitio adecuado. Pero, induda-
blemente, no sabias que no se debe
arrojar la pelota donde pueda perju-
dicar objetos o lastimar a personas.
Así nos ocurre a todos en la vida.
Por ignorancia, ocasionamos daño a
las cosas y a los seres.
Una vez me regalaron un pajarito
que no era capaz de alimentarse solo.
Abría el pico y piaba con tanta ham-
bre que me quería tragar el dedo. Co-
mencé a dar-
le miguitas
de pan. Pare-
c i a q u e le
gustaban mucho. Las tragaba en seguida y
abría de nuevo el pico pidiendo
más. Era f á c i I complacerlo.
Mientras siguió abriendo el pi-
co, seguí dándole miguitas de
pan. .. Por fin se quedó tran-
quilo y acurrucado en su nido...
Al otro dia, el pajarito estaba
muerto.
¿ Era por maldad que yo lo
había matado, o por ignorancia?
Si en vez de ponerme a ali-
mentarlo con lo primero que se
me ocurrió, hubiera preguntado
a los que saben, el pajarito se 0~~
- 39-
CARTAS A GENTE MENUDA

salva de aquella espantosa indiges-


ti6n que le cost6 la vida.
¿ Acaso los pájaros fabrican pan
para alimentar a sus hijuelos? ..
Los alimentan con bichitos, con
larvas de insectos y con ciertas se-
millas silvestres.
Procedi6 con acierto una señora,
a la cual su jardinero le trajo tres
pajaritos en el nido. Colocó todo
en una jaula y la colg6 en el mis-
mo árbol donde estuvo el nido.
Los padres buscaban a sus hijos
piando desesperadamente. Después
de un rato, los chiquitos comenza-
ron a piar también y los padres los •
vieron. Se aproximaron a la jaula
y recorrieron cada uno de los alam-
bres para allegarse al nido. Comprobaron que era imposible; pero no
podían dudar de que aquellos eran los hijitos y que les pedían alimen-
to. Fueron, pues, en su busca y empezaron a ponerles comida en el
pico, a través de los alambres.
Al obscurecer, la señora llevaba la jaula a una habitación y abri-
gaba con esmero a los pequeños.
Los tres se criaron admira-
blemente.
Mejor todavía procedi6 otl'a
señora, a la cual le trajeron un
pajarito sacado del nido. Lo hizo
poner de nuevo en su cuna, por-
que, según dij o, era más grande
para ella que el placer de tener-
lo, el de restituírselo a sus pa-
dres.
La verdad es que cuando no
sabemos una cosa. la hacemos
mal; pero esto no significa que
uno sea malo.
Un aprendiz de carpintero, por ejemplo, no sabe serruchar una ma-
dera, ni cepillarla como es debido, ni siquiera meter un clavo derecho
con tres golpes, como 10 hace el maestro. Ello no significa que el
aprendiz sea una mala persona. Significa que es todavía un mal
carpintero.
-40-
CONSTANClO C. VIOIL

Tú eres un chambón con la pelota; puesto que


no sabes aún elegir el sitio adecuado para jugar
con ella, o calculas pésimamente la distancia o
la fuerza del rebote.
Pero ello no demuestra que sean malos tus
sentimientos.
Nadie tiene derecho para decirte
que e r e s malo porque rompiste el
cristal.
Tú y yo estamos seguros de que eres
bueno.
Yo sé con toda certeza que eres
bueno y que quieres ser más bueno
cada dia.
A veces no entiendes; a veces olvi-
das; a veces no puedes. .. IQué locu-
ra pensar
que haces lo
malo por gus-
to! ... ¡Tú,
que tanto de-
seas ser que-
rido por to-
dos! Alegra, hijito mío, con tu ternura a tus
padres. Corre a besar a tu madre, si ya no
lo hiciste hoy. No digas cosas inútiles. No
disgustes a alguien.
El bueno como tú es bueno en todas par-
tes; con todas las personas; también con los
animales y las cosas.
Tú serás uno de los que aumentarán la ver-
dadera riqueza de la patria, con la nobleza de
tu alma, con tus tdeas y tus sentimientos
puros.
No es para mí, por cierto, que te pido que
valgas cada vez más. Cuando seas grande
comprenderás que no te engaño. Te sentirás
tan contento y tan dichoso que me lo querrás
decir. Yo ya, probablemente, no podré escu-
charte.
Pero se lo dirás a otro chiquito, para que
él también aprenda lo lindo que es ser
bueno.
A LOUTA

LA MAESTRA NO LA QUIERE

TU carta me ha puesto triste. Es una


pena, sin duda, que una niiia tan
buena se encuentre en una situa-
ción como la tuya y que hasta
piense en no ir más al cole-
gio. Pero en tu misma 1
carta hallo las causas de
tu preocupación y el ¿¡['_~.¡;~~,..-\.
re~:di~é ~~rt~u~e~:. 9f(~ ~'~. ~ '.
parece que la maes- li...\' \ ~ ~~iltl
tra no te quiere. j/J~' , '"
Ella, "a Lolita" 11 1\ \
la quiere. A la que \ r I
no quiere es a una ~,;~
niiia que se sienta
en su sitio y se pone
a cantar, y derrama
la tinta, y les arroja
pelotitas de papel a las
compaiieras. Es una mala
alumna. Menosprecia los
esfuerzos de la maestra; per-
judica a las compañeras, porque
las distrae; malgasta tontamente las horas dedicadas al estudio.
¡ Qué chica!; ¿ eh? Claro que la maestra se ha cansado de aconsejar-
le, de exhortarla y de pedirle que sea buena.
Por eso es que le ha dicho el sábado que no la quiere.
Pero ahora no tienes por qué preocuparte.
Maiiana, vas, y le dices:
--Seiiorita: yo nunca más la fastidiaré cuando usted nos enseña ...
Yo deseo ser una alumna digna de una maestra como usted Perdó-
neme si fui mala, señorita, y deme un beso delante de la clase ¡para
que todas sepan que a mi también me quiere!
¡Verás con qué alegría y con qué ternura te besa tu maestra!
A SUSY

LO DIFICIL NO ES DIFICIL

N o dudo d", que, a primera vista, 10 que te propones aprender es


difícil; pero, a mí me parece que todo depende de la manera
cómo consíderes y venzas la dificultad.
Supongamos que has de subir una escalera. No pretenderás llegar
arriba de un salto, ¿ verdad? Subirás, primeramente, un escalón;
después, otro ... Aunque sean cien o doscientos escalones, te tomarás
el t;empo y los des-
cansos necesarios,
y conseguirás su-
birlod.
¿Cómo crees que
un albañil cons-
truye una pared?
Colocando cada día
los ladrillos q u e
puede, uno por uno,
y lentamente la pa-
red se levanta. Es
claro que si preten-
diera construirla
toda de un golpe
renunciaría des-
alentado a realizar
talobra.
Ra br á s oíd o,
más de una vez,
que algunas perso-
nas vinieron a pie
hasta Buenos Ai- ,
res, desde Mar del
Plata o desde Mendoza. ¿No te parece que es difícil?
Así como la escalera se divíde en escalones y la pared en ladrillos, el
camino se convierte en caminitos, o sea en kilómetros, y los kilómetros,
en pasos.
-43-
CARTAS A GENTE MENUDA

Cualquier persona sana puede caminar, J~


sin fatiga, veinte kilómetros cada veinti- ~ }
cuatro horas: los cuatrocientos kilómetros ..........
que separan a Mar del Plata de Buenos Ai-
res los andará cómodamente en veinte
días.
No diremos, pues, que es dificil venir a
pie desde allí, sin preguntar, ante todo, de
cuánto tiempo se dispone. Hemos supuesto
una marcha de veinte kilómetros, que se
realiza en cuatro o cinco horas. Otros nece- /"
sitarán más tiempo; pero, muchísimas per-
sonas harian el ~ecorrido en diez días, con
una marcha de cuarenta kilómetros dia-
rios, mitad
en la ma-
ñana y mi-
tad en la
tarde.
Si se con-
sidera lo ~
que signi-
fica un pa-
so sobre
un camino de cuatrocientos kilóme-
tros, parecerá ardua empresa reco-
rrerlos a pie; no obstante, la única di-
ficultad consistirá en el tiempo dis-
ponible. A medida que se aumenten
los dias destinados a la prueba, ésta
será más fácil. Lo mismo ocurre con
todo.
¿ Qué es un minuto, una letra, una
gota de agua? Y los siglos están for-
mados de minutos; de letras, las mag-
nas obras del saber humano; gotas
de agua forman el
inmenso océano.
Una puntada de
II!!!!!:::::_ aguja es el comien-
;; ---" 4 zo de un vestido;
?~;¡¡¡iiííil."- otra p u n t a d a lo
CoNSTANCIO C. VIGlL

termina. Un punto hecho con la aguja de tejer señala el nacimiento


de un gran tejido de lana, que no es, en definitiva, más que una can-
tidad inmensa de puntos pacientemente ejecutados de acuerdo con

un plan. Por poco activa que sea una señora, y por poco tiempo que
dedique a la tarea, no hay duda de que una vez iniciada la labor, la
terminará por fin, siempre que destine a ella un rato de cada día.
Ante la dístancia que recorren habitualmente los remeros, ¿ qué es
un golpe de remo? Algo insignificante, sin duda. Perseveran en re-
mar; millares de veces hunden los remos en el agua, y el bote avanza
millares de metros en
un tiempo relativa·
mente breve.
Las maravillas que If ¡.
contemplamos en el
mundo son el resulta-
do de un gran número
de cosas diminutas, o
de la actividad de in· e
fimos seres, o de pe-
queños esfuerzos acu-
mulados. Una monta- .. Ñ
ña de arena es el con- +
junto de granitos de 1<
arena; un panal es la
obra de millares de
trabajadores; una
ciudad es la suma de
incalculable número
de esfuerzos.
-45-
CARTAS A GENTll MENUDA

Un poquito cada día repre-


senta trescientos sesenta y
cinco poquitos en un año; tres
mil seiscientos cincuenta po-
quitos en diez años. Estos po-
quitos, acumulados con acier-
to y con inteligencia, consti-
tuyen, finalmente, algo de su-
ma importancia.
Si en vez de tratarse de
aprender, te hubieras pro-
puesto comer un pan, ¿ pre-
tenderías tragm:lo de un bo-
cado?
Lo que deseas saber es di-
visible. Consta de tantas par-
tes; cada parte se com-
pone de páginas; las pá-
ginas constan de párra-

fos; los párrafos, de líneas; las lí-


neas, de palabras.
Perfectamente. T a m b i é n tus
energías y tu tiempo son divisibles.
No podrás aprenderlo todo en
una hora o en un día. Le dedicarás
una o dos horas cada día durante
el tiempo que sea necesario.
Ponte, pues, a la obra, como el
que emprende la marcha sobre un
largo camino, paso a paso; avanza
tantos pasos por jornada, y, sin
sufrimiento ni fatiga, lle-
garás adonde quieres.
La escalera es de tres-
cientos escalones. Aunque
tuviera mil, sería para ti lo
mismo; lo mismo la subi-
-46-
CoNSTANCIO C. VIGIL

rías, ascendiendo tranquila y firmemente cierto número de escalones


cada dia.
Nunca, querida Susy, ante cualquier tarea, supongas la dificultad
sin conocer el tiempo de que dispones para realizarla.
Si es dificil la obra en cuatro horas seguidas, será sumamente fácil
en cuatro horas distribuidas en otros cuatro dias. Si aun asl. te fati-
gara, repártela en ocho dlas, y la terminarás sin la menor molestia.
Desde hoy puedes pensar, sin temor a equivocarte, que toda tarea
adecuada a tus energías te será fácil, siempre que dispongas del tiem-
po necesario
A MARIANITO

DIEZ COSAS IMPORTANTES

Q UIERO felicitarte. En los dias que en la playa tuve la oportunidad


de verte con alguna frecuencia, experimenté un verdadero placer
al comprobar que sabes, por lo menos, diez cosas esenciales para
la felicidad. A los diez años, posees, en tal forma, un tesoro valioso,
cuyos beneficios disfrutarás durante toda tu existencia.
;voy a enumerar las cosas que sabes:

la - Mirar de frente. con !sinceridad y con nobleza.


NO todas las personas miran asL Hay
quienes, sin mover la cabeza, o mante-
niéndola baja, fijan la vista en la persona
que les habla. Hay quienes miran de sos-
layo, con una especie de chocante malicia.
Hay quienes, al mirar, entornan los párpa-
dos, como si quisieran disimular lo que
piensan.
La persona franca, leal, de honradas in-
tenciones, mira como tú: de frente, sin
soberbia, sin timi-
dez, sin picardla.
Los seres extra-
viados o perverti-
dos revelan en la
mirada la enfer-
medad moral de
que padecen. Los
seres humillados,
por la violencia mi-
J
ran como los perros.
Bien se dice que
en los ojos se asoma nuestra alma.
¡ Ojalá todos los niños y todos los hom·
bres miraran como tú, con un alma sana
y buena!
-48 -
CoNSTA~C10 C. VICIL

2- - Caminar derecho.
MUY distinta es la impresión que causa uDa persona que camina
con la columna vertebral derecha, la cabeza erguida, los brazos
naturalmente caídos, las piernas rectas, flexibles y
ágiles, y quien camina encorvado, arrastrando los pies
., ame!l'lz:mdo cen los codos a los transcuntes.
En los primeros años de nuestra vida es suma
mente fácil adquirir la costumbre de estar de pie
., a plemo sobre las piernas, sin echar hacia
afuera el vientre, sin inclinarse a un lado. También
es fácil sentarse e inclinar el cuerpo manteniendo las
vértebras derechas.
En la edad adulta, los músculos y los huesos han
adquirido ya las posturas viciosas y el vientre se
agranda cada vez más por el pésimo hábito de em-
pujarlo hacia afuera al ponerse de pie y al caminar.
Muchas personas lamentan, entonces, poseer una
figura ridicula y procuran corregirla.
Sólo lo consiguen parcialmente y a costa de gran-
des esfuerzos.

3a - Pensar antes de hablar.


EN varias oportunidades, te hice preguntas o te
expuse mis dudas, con el objeto de provocar una
contestación tuya precipitada, o impropia. Declaro
que no pude con-
seguirlo.
Me oías; me mirabas; callabas,
y después de comprender bien mi
pregunta y pensar el tiempo nece-
sario, contestabas.
Esto es, a tu edad, digno de
elogio.
Precisamente, uno de aquellos
días me encontré con otro niño.
-¿ Vino contigo aquel chiquito?
- le pregunté, refiriéndome a uno
que, al parecer, estaba solo.
-Yo creo que es del vígilante
- me contestó.
-4Q -
CARTAS A GENTE MENUDA

Lo interrogaba sobre el niñito: me contestaba obre un perro: por


consiguiente, no había escuchado mi pregunta.
El perro seguía a un hombre que se alejaba. Si está prohibido traer
perros a la playa, en ningún caso sería del vigilante, que e el encar-
gado de hacer cumplir tal orden. El interrogado, pue , tampoco había
pensado en lo que contestaba.
Grandes errores, di gustos, discusiones e inconvenientes de todo
orden provienen justamente de la malísima costumbre de no saber
escuchar y de no detenerse a pensar antes de contestar.

4" - Hablar y no charlar.


U NA cosa es hablar; esto es agra-
dable, necesario y útil; otra cosa
es charlar, gastar el tiempo y las
energías sin ton ni son.
Quien se limita a hablar, como tú,
dice:
"Vine con papá para bañarme".
El charlatán dirá lo mismo en esta
forma:
"¿Sabe una cosa? No vengo solo,
¿eh ? Nunca vengo solo. Siempre ven-
go con mi papá. Siempre no, porque
a veces él viene más tarde y entonces
vengo con mamá. Mamá hoy se que- ,
dó en cama porque le dalia un poco la
cabeza. Es porque ayer comió una
cosa, i. sabe? Una cosa que le hace
mal. .. estéééé ¡ravioles!. .. A mí no
me gustan los ravioles. Estéééé ...
Ahora me voy a poner el traje de
baño. .. Tengo dos... El otro está
roto . .. "
y todavia continuará diciendo cosas
que nadie le ha preguntado o aue
a nadie interesan. Lo má pro-
bable es que quien lo oye se des-
pida de él dejándolo sin terminar su
cháchara.
- 50-
CoNSTANCIO C. VIGIL

5" - Hablar y no griLar.

Q mZAS ellos no tengan la culpa; quizás lo hacen involuntariamente;


quizás suponen que es la única manera de que se les escuche; pero
lo cierto es, mi querido Marianito, que son muchos los niños y las
niñas que, en lugar de hablar, gritan, y tan fea costumbre ator-
menta inútilmente los oídos.
Es probable que, como son
chicos, los asalte el temor de
que los grandes no les hagan
caso.
Lo cierto es que lo más im-
portante de la vida se dice en
voz baja. En voz pausada y
suave ha b I a n las personas
cultas.
Tan impropios y chocantes
son los gritos que cuando se
habla demasiado fuerte en al-
guna reunión se dice:
- j Parece una taberna! ...
Es, además, sabido que, cuan-
to más ignorante, menos razo-
nable, menos verídica, menos
sincera y recta es una persona,
más grita para imponerse a los
demás. En cambio, el que dice
la verdad. el que habla con sinceridad y con justicia, no necesita
gritar: habla con voz natural, con sencillez y con aplomo.
• Tú hablas: no mortificas con tus gritos a los demás. Es algo que
se estima y se agradece.

6" - Hablar con Voz agradable.



NO solamente no vociferas, ni ladras, ni das alaridos y chillidos;
sabe hablar; sabes emitir la voz con naturalidad.
i Qué detalle importante, hermoso y útil!
El impulso para la voz nace en el pecho; adquiere sus matices en
las cuerdas vocales y debe salir directamente de la boca.
En cambio, i cuántas rarezas y cuántas anomalías observamos al
oír hablar a ciertas personas!... Unas. cuando la voz va a salir,
- 61-
CüTA¡¡ A GEm'B MBNUDA

parece que apretaran la garganta; otras, parece que quieren hablar


por la nariz y hacen el efecto de que tienen en el paladar una ar-
mónica descompuesta.
Conocí a un señor de oido fino y delicado que cuando oia por
teléfono alguna de esas voces estranguladas o que atropellan por las
Darices, en vez de decir: "¿ Quién habla?", preguntaba:
-¿ Quién ladra?

y en ciertos casos, evitó el fastidio de


discusiones en las que, a juzgar por los
ruidos, intervenían numerosos irraciona-
les, exclamando:
-Pero, ¿por qué "ladran" asi? .. ¡Va-
mos a ver!. .. - consiguiendo que la ruidosa algarabía terminara
alegremente. Porque es verdad que, en ciertos casos, las discusiones
son tan destempladas que se diría que las personas no solamente
ladran, sino que también cacarean, rebuznan, graznan, chillan,
berrean, bufan, gruñen, maúllan, braman y hasta rugen.
Una voz agradable es una cualidad valiosa en hombre y en
mujer.
El tono y el timbre de la voz tienen gran influencia para conven-
cer de la sinceridad de la palabra.
Una voz incorrecta, débil, falsa, desfigurada, o inapropiada para
el sexo, la edad o la talla, constituye un verdadero defecto.
Una linda voz es, como tantas otras cosas, uno de los tesoros que
euaDdo se es niño puede obtenerse con poquito esfuerzo.
¡Uno de los tesoros que absolutamente todos los niños debieran
adquirir!
-6%-
CoN.,.ANClO C. VJGIL

7- - Cuál es la mejor bebida.


E s vergonzosa para el ser bu-
mano la ignorancia respecto
a la bebida más conveniente, Cl}-
sa que saben todos los animales.
La curiosidad o el prurito de
buscar placeres artificiosos in-
duce frecuentemente al hombre
a envenenarse en vez de aplacar
simplemente su sed con agua
pura, que es la bebida que nos
brinda la naturaleza.
Numerosas personas se enfer-
man por el olvido de una verdad
tan evidente.
Probemos hacerle substituir
el agua por el café, el vino O los
licores, a un pájaro, a una oveja,
a un caballo o a un perro. El
animal se resistirá; pero si Jo
forzamos a e I I o, enfermará.
Exactamente lo mismo les sucede a las personas.
La inteligencia lo hace superior al hombre en la vida mora]; pero
no ]0 exime de cumplir las leyes naturales. Su organismo se balla
sometido a ellas, y es una temeridad pretender cambiarlas a su
.. capricho.
He visto que tú lo sabes, pues cuando sentías sed no aceptabas
ninguna otra bebida más que agua pura, y al preguntarte yo ]a razón
de tu preferencia me contestaste:
-Porque es lo único que se debe beber cuando uno está
sano.

8" - Comer y no tragar.


E L comer y el tragar son actos fisiológicos
completamente distintos.
Un médico que fué llamado para atender a un niño enfermo
dijo:
-Este niño está enfermo porque no come.
-63-
CARTAS A GENTE MENUDA

- j Doctor! - exclamó la mamá, muy sorprendida. - Se ve que


usted no lo ha visto nunca en la mesa: es un tragón terrible.
-Eso no significa comer, señora. Su niño tragará mucho; pero
yo le aseguro que no come, y no come. porque no sabe comer. Los
alimentos pasan del plato directamente a su estómago, como si no
tuviera boca, ni lengua, paladar y mejillas para deglutirlos, ni dientes
y muelas para masticarlos, ni glándulas salivares para empapar de
saliva cada bocado, como es indispensable ... Tanto valdría que colo-
cásemos un tubo desde la fuente a su estómago y vertiéramos todo
alli dentro, tal como viene desde la cocina. .. Nunca está sano su
hijo; nunca, tampoco, gozará de salud, si no se corrige de tan peli-
grosa costumbre.
y dirigiéndose al enfermo, le preguntó:
-Dime, Piruco: ¿ cuántas veces masticas tú cada bocado '! ...
-Yo no sé - contestó el niño. - No me he fijado.
-¿ Verdad que tú tragas ligerito todo lo del plato y en seguida
pides más?
Piruco se sonrió sin contestar. Pero la madre dijo:
-Asi es, doctor; así, como usted dice. Siempre tiene hambre.

-y siempre - exclamó el médico - sentirá la necesidad de tragar


alimentos, porque los alimentos que ingiere no lo nutren, Ese modo
de tragar sólo es posible en los animales carnivoros, como el perro,
que poseen jugos gástricos adecuados; pero el ser humano no puede,
-64-
CoNSTANCIO C. VtGIL

sin enfermarse, hacer lo mismo. Hay que acostumbrar a Piruco a


masticar perfectamente cada bocado... La verdadera digestión se
hace en la boca.
Tú no necesitarías, por cierto, que el médico te dijera eso, y estás
libre, por consiguiente, de muchas molestias y muchas enfermedades
causadas por un olvido tan funesto.

~
~-

Tú no arrojas a ciegas desde la dársena a la bodega del buque las


mercaderias: las acomodas bien, con calma y prolijidad, como un
estibador concienzudo.
Tú no tiras desde la puerta de calle los muebles nuevos adentro,
como si fueran adoquines. Entras uno por uno, despacio, con proli-
jidad, y los dejas bien arregladitos cada cual en su sitio.
Tú no maltratas tu estómago, cargándolo de co as indigestas, que
bajan en malas condiciones, atropellándose sin tino, y van allí a
producir - en vez de una digestión normal - una perturbación en
la ímproba tarea de los órganos encargados de asegurarnos la
salud.
-55-
C.\RTA5' A GENTE MENUDA
==========- .';:'''::;;;;''======
9" - Es necesario aspirar siempre aire puro.
ES posible vivir mucho' dias sin comer, sin dormir y hasta sin beber;
pero no puede resi,tirse más que pocos minuto sin res)'lirar. Ello
significa que la respircción es la función primordial de nuestra
vida.
La sangre llc.za impura a los pulmones: aspiramos aire puro, y la
sangre, en contacto con él, se purifica de inmediato. De este modo e<;
que no perecemos por envenenamiento.
Basta recordar esto para comprender la imperiosa necesidad de
aspirar aire puro.

Si el aire que J1eg-a a los pulmones es sucio, sucede que la sangre


no se purifica y el orp-anismo comienza a debilitarse por em'cnena-
miento. Muchas persor.as mueren nada más que por esto. Otras vi-
ven pcno.-amente porque la limpieza de la sangre en un aire viciado
se realiza con suma dificultad.
Es realmente singular que algunas personas se preocupen tanto de
no beber agua impura y que, en cambio, no se fijen en el aire que
respiran. El aire penetra lo mismo que el agua en nuestro organismo
y su pureza es de enorme importancia para la salud.
Yo no sé si tú sabes todo esto; pero he visto que no te gusta estar en
locales cerrados, con humo de tabaco, por ejemplo, y al preguntarte
por qué, me contestaste que era "porque ese aire no servía para
respirar".
-56-
CoNSTANClO C. VIGIL

y 10· cosa que sabes. Respirar.


QUIEN se sorprenda de que te elogie por saber respirar ... , &egu-
ramente, no sabe respirar.
Los pulmones son una especie de sacos, bastante grandes. Una
persona adulta puede aspirar en una sola vez, dos, tres, cuatro y hasta
cinco y seis litros de aire.
No es lo mismo aspirar, por
ejemplo, la dosis de aire que co-
rresponde a un pajarito y expul-
sarla, que hacer como tú, que
aspiras lentamente más de un li-
tro de aire en cada aspiración .,
luego lo despides con igual tran-
quilidad. De este modo, tus pul-
mones casi se llenan de aire, to-
das sus células trabajan, todo tu
cuerpo se vigoriza y marcha con
el ri tmo de la más espléndida
salud.
Respi r a r
sólo con una
parte ínfima
de los pulmo-
nes, como ha-
cen muchos,
es condenar a
I a ociosidad
y a los peli-
gros consi-
guientes a una gran parte de las células pulmona-
res, es empobrecer la sangre, es trastornar el equi-
librio maravilloso de la vida orgánica... Es lo
mismo que masticar con dos dientes cuando se
tiene la dentadura completa, o cubrirse un ojo sano
con una venda para ver con uno solo; o empeñarse
en andar a saltos con una sola pierna, llevando la
otra encogida hasta que quede inservible.

"'" "'"
Estas diez cosas son cosas muy sabidas ... que
no saben, frecuentemente, los mismos que dicen que son sabida¡¡ .••
-67-
CARTAS A GENTE l\'¡ENUDA

Prueban tal ignorancia los innumerables sufrimientos de la huma-


nidad, pues hay muchas enfermedades que pueden evitarse respetando
la higiene.
Tus buenas costumbres honran altamente a tus padres, y quiero que
en mi nombre los felicites.
Tú mereces elogio por haber recogido sus sabias enseñanzas, con
atención y firme voluntad.
Con estas armas, irás lejos; te perfeccionarás cuanto es posible, y
llegarás adonde quieras.
Cuando seas grande, Marianito, diles a todo los niños que ellos
pueden saber lo que tú sabes ... i Diles cómo se hace, para ser sanos
y fuertes, puros de cuerpo y de alma, como tú!
A MARIO

UN PUENTE GIRATORIO

MEelalegro de que te haya gustado la explicación que te mandé sobre


trabajo de las grúas en las dársenas.
Efectivamente; hay muchas cosas interesantes en el puerto, y no es
posible que las conoz...
- _!:- --..~I~_ can quienes viven co-
mo tú en el campo, si
• no se les muestra de-
bidamente los deta-
lles.
Procuraré satisfa-
cer tu curiosidad res-
pecto a los puentes
giratorios que exis-
Número l. ten en el puerto.
En la figura núme-
ro 1 puedes observar
el puente giratorio
que hay en la calle Viamonte. Su piso es de madera y tiene barandas
de barrotes de hierro.
Pasan por él los peatones y toda clase de vehículos.
En el dibujo núme-
ro 2 observarás el /
costado del m i s m o
puente, con sus gran-
des vigas de hierro.
La resistencia es
grande. Continuamen-
te circula por allí el
ferrocarril del puerto.
Las pequeñas em-
barcaciones, como los
botes y algunos re-
molcadores, p a s a n
por debajo del puente
sin dificultad. Si po-
seen chimenea, se les Número s.

-69-
CARTAS A GBN'I'Z MBNUDA

baja, como ee ha
procedido con el
remolcador que
aparece en el dibu-
jo número 3.
El dibujo núme-
ro 4 muestra el
momento en que se
comienza a hacer
girar el puente pa-
ra permitir el Be-
ceso de un gran
vapor al dique 4
desde la dársena
norte. Ese vapor es
Número $. el "BoswelJ".
Avanza ayuda-
do por dos remolcadores: uno a proa, otro a popa. El remolcador de
popa es igual al que va adelante; pero no se ve porque está oculto por
el vapor. Los remolcadores son indispensables para que navegue una
embarcación grande por un cauce tan estrecho sin desviarse y golpear
a derecha o a izquierda. Ellos tironean de los cables y obligan al
gig-ante a navegar con la necesaria corrección.
En breve tiempo, el puente desaparece, quedando sobre un costado.
A veces se abre el puente para dar paso a un solo vapor; otras vece¡;
son varios los que aguardan turno para entrar en los diques.
Una vez que los buques han pasado, el puente torna a cerrar!e.
El pú blico, que
aguarda este momen-
to, inicia el cruce del
mismo. Por el centro
atraviesan los vehícu-
los.
Ya ves cómo es po-
sible disponer de
puentes firmes y só-
lidos que desaparecen ~'!=~--,.,
muchas veces al día
para dar paso a las -=---
embarcaciones que
-.--
llegan de todas las
partes del mundo al
puerto de Buenos Ai-
- --
~

res.
A PlTUCO

¿CUANTO SON CINCO PESOS?

A YER, cuando dijeron que ya no caminaba la locomotora


regalaron, exclamaste:
que tll
-Tanta historia... y total, i no costó más que cinco pesos!. ..
A mi me gustaba mucho la locomotora.
Caminaba como una verdadera. Debajo
del depósito del agua, se pone el calentador
con un poquito de alco-
hol. Cuando el agua
hierve, viene el vapor
por unos tubitos y al
hacer fuerza para salir
mueve los pistones, con
cuyo impulso giran las
ruedas. Al girar las
ruedas, camina la loco-
motora, que es bastante pesada, y a más de su peso arrastra los tres
vagones con la carga.
Es decir, ya no sucede nada de eso; ya no arrastra nada, ya no
camina más; porque pusiste demasiado fuego, te olvidaste de que el
depósito del agua estaba seco y el mecanismo entero ha sido des-
truido por una temperatura demasiado alta.
Fuiste, Pituco, un pésimo maqui-
nista. Si te confian la locomotora
de un tren grande, con seguridad
no llegas a destino; probablemente,
ocasionas con tu descuido la explo-
sión de la caldera y el incendio del
tren.
i Menos mal que este primer en-
sayo lo hiciste con una locomotora
de juguete!
Ahora pondrás más cuidado.
Poco a poco, aprenderás a mane-
jar con atención y con prolijidad las cosas chicas. Después, cuando
ll6II8 grande, manejarás lo mismo las cosas grandes.

- 61-
CARTAS A GENTE MENUDA

Pero hay algo más importante to-


davía para tu experiencia de la vida
y es la equivocada opinión tuya sobre
el dinero.
- . .. y total, i no costó más que
. I
CInco pesos ....
Esto parece indicar que tal suma es
una bicoca... i o has reflexionado
sobre la cantidad de alimentos y de
cosas útiles que en un hogar modesto
puede adquirirse con esos cinco pesos!
Haz la prueba de ganarlos, y verás
lo que significan. Porque mientras no
realices el trabajo necesario para ob-
tenerlos te será un poco difícil apre-
ciar dicha suma en su justo valor.
Elijamos tareas que realizan niños.
Supongamos que te dedicas a vender
diarios y que compras cincuenta dia-
rios de la mañana a cuatro o a cinco
centavos cada uno. Para venderlos a
diez centavos, será preciso que cami-
nes durante horas y que encuentres a
los compradores -
entre centenares
o millares de personas. Tu ganancia no alcanza-
rá más que a dos o tres pesos, si tienes la
suerte de venderlos todos.
Conozco a un niño que se quedó sin padre a
los diez años. Su mamá trabaja de lavandera.
Tiene tre hermanitos más chicos. Este niño va,
por la maI1ana, a la escuela, y después de almor-
zar sale a trabajar de lustrabotas, para ayudar a
su mamá. Yo lo he visto regresar a su casa a las
nueve de la noche. Después de andar ocho horas
con su cajoncito al hombro, de
arrodillarse en las aceras y de mo-
ver ágilmente con sus pequeñas
manos los pesados cepillos, sólo
consigue reunir un peso por día. A
veces gana hasta dos pesos; pero
otras veces vuelve con sesenta u
ochenta centavos, nada más.
- 62-
CoN8TANClO C. VIGIL

Para reunir cinco pesos necesita este niño una


semana de penosa tarea. El otro día lo encontré
cuando volvía a su casa. Iba con frío, mojado por
la lluvía, con la cara y las manitas ennegre-
cidas. Le regalé un peso y al darme las gracias
se le llenaron los ojos de lágrimas.
No está bien que los niños trabajen por el
lucro. Es preferible que empleen los años de la
infancia en prepararse para cumplir debidamen-
te su misión en la edad adulta.
Te invito a que observemos a lo hombres que
trabajan en el puerto. Fíjate en los que bajan
cajones de los buques o en los que llevan bolsas
llenas de trigo o de maíz a la bodega. Para po-
nerse cada carga al hombro realizan un esfuer-
zo; luego marchan con ella; después se inclinan
para dejarla en donde corresponde. .. Han de
persistir dUl'ante horas en la pesada tarea para
ganar cinco pesos.
Aquellos otros hombres encorvados bajo
el sol ardiente en medio de la calle. quitan
los adoquines viejos y colocan otros nue-
vos. Están renovando parte del pavimen-
to destruído. Agachados así, sus brazos se mueven de continuo, ya
para retirar O asentar los adoquines, ya
para golpear con el martillo ... Para ganar
cinco pesos, permanecen durante ocho ho-
ras en esa violenta posición, en la que ago-
tan sus energías.
En aquella gran excavación, a
tres metros de profundidad bajo el
nivel del suelo, se ha de colocar un
caño de cemento armado de dos
metros de diámetro, para la con-
ducción del agua indispensable en
los hogares. Contempla a los hom-
bres que con el pico y la pala re-
mueven allá abajo la tierra. Cada
golpe de pico apenas separa unos
puñados de tierra. Cada golpe de pico reclama violento esfuerzo de
todos los músculos ... ¿ Cuántos golpes da cada hombre por hora? ...
Para ganar cinco pesos han de per istir ocho horas en los movimien-
tos, en la resolución de demoler aquella dura masa de tierra, en levan-
- 63-
C....T ... A GE,.,.. MENUDA

tar y dejar caer el pico en el sitio necesa-


rio y con suficiente fuerza.
¿ Serias capaz de hacer lo mismo? . .. Si
lo consiguieras, ¿ resistirías ese tiempo? ..
Sí tus fuerzas te permitíeran tal hazaña,
¿ considerarías bíen recompensado tu tra-
bajo sí te abonaran a razón de un centavo
por minuto, que es lo que cobran esos
trabaj adores?
La jornada de ocho horas representa, en
efecto, 480 minutos, y la inmensa mayoría
de los trabajadores no gana más de un
centavo por minuto de tra-
bajo.
Vemos, pues, que no so-
lamente cinco pesos son un
valor apreciable; cinco cen-
tavos son algo digno de
consideración: significan

cinco minutos de tarea para los hom-


bres de trabajo, c í n c o minutos de
energía humana inteligentemente em-
pleada con un fin útil y provechoso
para todos.
El dinero vale porque sólo puede ob-
tenerse dignamente por medio del tra-
bajo honesto, que es placer; pero tam-
bién es virtud y sacrificio.
Ganarlo con el esfuerzo propio es 10
que hacemos todos los hombres de
bien. Encontramos satisfacción al de-
cirnos cada día que las comodidades
que gozamos son el fruto de nues-
tras energías empleadas en una forma
conveniente para la sociedad. Cumpli-
mos la ley de Dios, que nos ha impues-
to el trabaj o; cumplimos con la fami-
lia, al asegurarle 10 necesario para
subsistir; cumplimos con la propia
conciencia, que nos manda convertir
-&4-
CoNSTANCIO C. VIGIL

la vida en obra honesta y benéfica. , I


Algunos hombres prefieren obtener
el dinero por el robo. Estos trabajan _
también; pero trabajan de una mane-
ra estúpida, peligro a y tan perjudi-
cial para ellos mismos como para la
sociedad.
Cuando los obreros que remueven la
tierra, o los estibadores del puerto.
han percibido su salario, el ladrón
espera agazapado a uno de ellos, y, por
sorpresa o con violencia, le arrebata
el fruto de sus energías. Es decir, le
roba parte de su vida, que con el
esfuerzo convirtió en dinero.
El vil ladrón pensará que no es na-
da, que no significa nada ese dinero...
Pero la sociedad entera se pondrá a favor del hombre laborioso ini-
cuamente despojado. Si el ladrón es descubierto, será metido en la
cárcel. .. y alli, durante los años que permanecerá sin libertad, refle-
xionará si aquel dinero era algo o era una insignificancia.
A MECHA

EN VISPERAS DE IRSE AL CAMPO

P TENSO que te equiyocas al suponer que en los tres meses que pa-
sarás en el campo vas a aburrirte soberanamente.
La gente sana. activa e inteligente como tú no se aburre jamás.
Siempre encuentra motivos para emplear su actividad, para ayudar
a alguien en us tareas, para observar, distraerse y aprender.
Los ojos y los oídos son sentidos que deben ejercitarse con prove-
cho y deleite el día entero para recoger impresiones y enseñanzas
sumamente agradables.
Mira con atención los animales, las plantas y las cosas del campo.
Cada día adquirirás numerosos conocimientos y cada día tendrás una
sorpresa.
Hay muchas ma-
neras de ver. Un
piano, por ej emplo,
para un mal obser-
vador, es una espe-
cie de cajón cerra-
do que suena al
golpear las teclas.
El mismo piano
ofrece al buen ob-
servador motivos
para muchas horas
de entretenimien-
to, en los múltiples
detalles de su com-
plicado mecanismo y en la variedad de tono y de intensidad de los
sonidos.
Cuanto menos inteligencia se posee. menos importancia atribuimos
a las cosas, porque la inteligencia es como la vista: nos permite ver
más o menos según su alcance y su poder. Para el ciego un espléndído
paisaje no es absolutamente nada.
El más pequeño insecto observado con un microscopio ofrece tal
conjunto de maravillosos detalles que no basta un día entero para
verlos.
- S8-
CoNSTANClO C. VIGIL

También puedes notar en la visión de los colores la diferencia entre


las maneras de ver y de observar. Hay personas que no distinguen en
los vegetales más que un
solo color verde. Si les
preguntas de qué color
es el pasto, los arbus-
tos, los árboles, te dirán
que todos son verdes.
Fíjate cuando estés
en el campo la inmensa
variedad de verdes que
existe en los vegetales:
es la misma diferencia
que en las notas del
piano.
Encontrarás en un
mismo árbol un estu-
pendo conj unto de ma-
tices, desde el verde más obscuro hasta el más claro. Al aprender a
distinguirlos y compararlos, desarrollarás tu poder de observación.
Para conocer las particularidades de algunos animales, te serian
pocos los días y los meses. Ha habido sabios que consagraron la vida
entera al estudio de las hormigas o de las abejas, sin alcanzar
a conocer completamente sus costumbres.
Observarás, asimismo, muchos
detalles que provocan nuestra
curiosidad y que no somos ca-
paces de explicar.
Si andando por el campo se
encuentra un nido de ñandú, que
momentáneamente haya sido de-
jado solo, y se levanta con cui-
dado un huevo y se vuelve a co-
locar en el mismo sitio, ¿ qué su-
cederá? Parece que no debiera
ocurrir nada en perj uicio de Jos
futuros chárabones. No obstan-
te, al regresar el ñandú, después
de alimentarse, rozando casi los
huevos con la punta del pico los
examina detenidamente uno por
uno, antes de echarse. Al mirar
el que fué levantado, conoce de
inmediato que alguien anduvo
-
-fl1-
CAJrI'AS .. GENTIl MOJNU1>A

en el nido, y, enfurecido de pronto, comienza a romper los huevos a


patadas hasta convertirlos en añicos.
Mientras los demás pájaros callan al ocultarse el sol y no despiertan
hasta el alba, el chingolo hace oir su sencillo y alegre cantar en dife-
rentes horas de la noche. ¿ Por qué se despierta y por qué canta, cons-
tituyendo una excepción notable entre sus congéneres?
y los gallos, ¿ por qué se despiertan y cantan en determinados mo-
mentos durante la noche?
y los flamencos, las cigüeñas y las demás aves zancudas, ¿ por qué
duermen parados en una pata?
j Cuántos motivos para entretenerte encontrarás en el campo!
La naturaleza es también una escuela donde aprendemos sin cesar.
y todos los conocimientos que adquirimos en ella son de utilidad para
comprender la vida e interpretarla con acierto.
A EDUARDO

HAY QUE CUMPLIR LO PROMETIDO

pANCAMENTE, mi querido Eduardo, es bastante penoso quedarte


sin el automóvil colorado, que te servia para correr carreras con el
azul, permitiéndote comparar las diferentes velocidades de cada uno.

Pero te quedaría el azul, que es más nuevo y más rápido.


Según me has dicho, tú le prometiste a Rodolfo el colorado. No veo
que puedas hacer nada mejor que entregárselo.
En todo caso, harán las carreras juntos y se divertirán más.
Hay que acostumbrarse a no prometer sin pensarlo bien y a cumplir
lo prometido.
No solamente los niños, sino también los adultos, suelen incurrir
en la ligereza de contraer obligaciones de cualquier índole, sin refl&-
xionarlo bien. Luego, lo piensan con calma y se arrepienten.
-Gll-
CARTAS A. GEN"l'B MElfUDA

Habrás oído decir que "al que da y quita. se le cría una jorobíta".
Esta jorobita no está en el cuerpo, sino en el carácter: constituye una
fealdad moral que hace desmerecer al que la posee.
El que da y quita es una persona sin palabra; no hay seriedad en
sus compromisos. y provoca la desconfianza en los demás.
Es preferible que renuncies al automóvil colorado y no que desistas
de tu generoso impulso, defraudando las esperanzas de tu amigo.
Antes de recibir tu promesa, Rodolio no tenia la esperanza de poseer
un automóvil: ahora que hiciste nacer esa esperanza y ese anhelo, no
puedes destruirlos con un desengaño tan grande.
Sufre tú la pena de privarte del automóvil colorado, y no se la oca-
siones a Rodolio. Esto es lo justo.
Pierde el juguete; pero no pierdas la satisfacción de proceder con
rectitud y con honor.


A ISMAEL

LOS BOTINES ROTOS

MEroshanse contado que ayer, al salir de la escuela, algunos compañe-


burlaron de ti porque tenias los botines rotos y que lle-
gaste a tu casa llorando.
La noticia me ha causado mucha pena.
Esos niños que te reprocharon tu pobreza, ¿creerán, quizás, que
ellos pagan su calzado y sus ropas?
Ellos ignoran que no tienes padre y que al ir a la escuela humilde-
mente vesti-
do ayudas a
tu mamá, que
sostiene el
hogar con su
trabajo.
Lo deshon-
roSO para ti
sería que pre-
tendieses más
de lo que tu
madre puede
darte, impo-
niéndole sa-
crificios y
disgustos.
Si otra vez
te dicen algo
sobre lo mis-
mo, diles que
es preferible
andar con los
botines rotos
cuando no se
poseen otros
y no dejar de
ir a la escue-
la. No te afli-
-'11-
CARTAS A GENTE MENUDA

jas, ni te consideres inferior a ellos por un pedazo de cuero o de gé-


nero más o menos.
La superioridad no consiste en el dinero que se gasta en el vestido.
sino en la nobleza de alma.
Sigue asistiendo a la escuela con el mismo entusiasmo.
También descalzo del todo, puedes adelantar y aprender mucho.
Nadie sabe adónde llegartís con tu trabajo y tu voluntad.
Quizás los que ahora se rien te admirarán mañana. Entonces com-
prenderán que tus botines rotos constitu5an un mérito. y jamás un
motivo de menosprecio.
AUTO

UNA ALUMNA AGRADECIDA

EN la Escuela Sarmiento ocurrió ayer un hecho digno de referirse T


que seguramente te agradará conocer.
Estaba enseñando caligrafía la señorita Luisa, cuando el portero
vino a anunciarle que una niña deseaba hablarle, y que a la señora
directora le pareela conveniente que la recibíera allí mismo.
•• La señorita ordenó al portero que la hiciera pasar.
Entró. Traía un magnífico ramo de flores.
-Buen día, señorita Luisa - dijo.
-;Ah! - contestó la maestra. - ¿Cómo estás, Irene? - y diri-
giéndose a las alumnas, agregó:
-Esta niña es mi ex discípula
Irene Martínez. Asistió a mi clase
y después tuvo que dejarnos por
que su familia se fué a Europa. .
¿Así que han vuelto? ... Me alegro
mucho. Vendrás de nuevo a cla-
se; ¿verdad?
-Hemos venído, señorita, por
muy poco tiempo. Nos vamos defi-
nitivamente. Mi papá ha resuelto
radicarse en Europa. Yo no he po-
dido olvidarme de usted y no he po-
dido estar en Buenos Aires sin ve-
nir a decirle que le estoy muy agra-
decida y que la quie-
ro mucho.

I
Al decir esto, pr<
sentó entonces el pre-
cioso ramo de
" , grandes rosas a
~~===1~ tJ¡¡, í Ei~or¡~'tomó
1 , W!lJ9 ~
la
muy emocion~-
da, y despues
de un momento
dijo:
-73-
CARTAS A GENTE :MENUDA

- j Gracias! i Muchas gracias! Este acto tuyo te honra. Fuiste


una alumna ejemplar. Sólo conservo de ti buenos y dulces
recuerdos ...
En este momento entró en la clase la directora con un señor.
-Señorita Luisa - dijo la directora, - el papá de Irene la ha
acompañado; pero desea hacer constar que la acción de esta niña es
absolutamente espontánea. Nadie le indicó que viniera a saludar a su
maestra, aunque era su deber; nadie, tampoco, le dió dinero para su
bello obsequio ... Lo pagó con sus ahorros reunidos durante un año
€n su alcancia.
A la señorita Luisa se le llenaron de lágrimas los ojos, besó a
Irene en la frente y se despidió de padre e hija sin poder pronunciar
una palabra.
A PlLUNCO

LAS DESVENTURAS DE CHICHO

AL pasar ayer por tu casa vi a Chicho conversando con otro perrito,


seguramente de la vecindad.
No se puede negar que los perros son sociables y propensos a estar
juntos. Lo malo es que no todos ellos son lo suficientemente educados
para tratar a los otros con las debidas consideraciones.
Hay, en efecto, perrazos, perruchos y perritos de los que suele de-
cirse que tienen "malas pulgas".
Las majas pulgas los ponen .I
1¡lj~ '"
de tan malhumor que por
cualquier motivo se enfu-
recen y muerden al pe-
,B Il~"
.¡I/,II
'
'11'
: 0-
f,§=~ 111
.
rro que se les acerca,
;~~~bién, a las per-
: 11 '1/ ~
' ~~;q í/!;¡
/,
Chicho no tiene ~~ :i ; I /!~
pulgas ni buenas ~;¡?i J • /' ~
ni malas, cosa im-
portantísima en el
f;
~-
'~ •
/1
mundo perruno, ~If}
pues un perro sin ¡If
pulgas es conside-
rado entre ellos co-
mo un verdadero
fenómeno, digno de
ser exhibido en un
circo, cuando está vivo,
'-..::
y en un museo, después
de muerto.
A este propósito se cuenta
que hace mucho tiempo fué pre-
sentado en una reunión perruna un ejemplar con esa extraordinaria
particularidad. El hecho produjo tan enorme sorpresa que al poco
rato rodeaban al extraordinario perrito centenares de perros de las
más diversas categorias.
Todos desearon verlo bien de cerca y examinar su larga y cres-
-'1'6-
CARTAS A GENTE MENUDA

pa lana, pues se trataba de un perrito lanudo.


Hubo dudas y discusiones a granel.
Innumerable cantidad de veces lo revisaron,
para cerciorarse de que no habia exageración
ni engaño.
y resultó que tanto discutieron y tanto se
emperraron, que unos contra otros
apostaron la cola a que "el fenómeno"
tenía pulgas o no tenía ninguna.
Decidióse que un jurado
constituído por los tres mas-
tines más corpulentos falla-
ra en definitiva la cuestión.
Aproximáronse los que de-
bían dar el fallo y ni siquiera
- tuvieron que abrir la lana pa-
ra examinar la piel. .. ¡ El perrito lanudo estaba convertido en la
capital del mundo de las pulgas! ...
Ya ves los resultados de las malas compañías.
Tu Chicho no estuvo, probablemente, en esa reunión y, si estuvo,
fué de los que ganaron en la apuesta, pues conserva la cola.
En cambio la perdió el perrito que, como te decía, conversaba con
él en la puerta de tu ca a, en el momento en que pasaba yo.
Sentí curiosidad por saber lo que se decían y me detuve, con cierto
disimulo, para no despertar las sospechas de Chicho, que es, sin duda,
un buen guardián. Parado, pues, de espaldas a tu casa, oí que Chi-
cho decía:
- j Las apariencias engañan!
-Pues, amigo, no sé de qué te quejas - le contestó el amigo. -
Casa sin gatos, buena mesa, buena cama, derecho para asomarte a
la puerta, algún paseíto de vez en cuando, nada de bozal ni de cade-
na ... i Pedir más es pedir gaterías!
-Es que tú no conoces a Pilungo - le contestó Chicho.
- j PiJungo!. .. En casi todas las ca as hay niños. Yo no veo que
ésto sea un inconveniente para la felicidad. ¿ Qué dirías si debieras
soportar como yo la ignominia de dormir debajo de la última esca-
lera de la casa mientras el gato duerme en las mejores habitaciones?
¿ Qué dirías si supieras, como yo sé, que los más delicados manjares
son para el gato y que ni siquiera puedo mirarlo con fijeza sin que
se me reproche como un crimen?
-Diría que todo eso es preferible a lo que me pasa a mí.
-Entonces, ¿ te ocurre algo desagradable?
-Ya te he dicho que tú no conoces a Pilungo.
-Lo conozco.
-76-
CoNSTANCIO C. VlGtL

-No lo conoces bien.


-Si; lo conozco.
- j Vaya, no seas terco!. .. Oyeme y comprenderás que tengo ra-
z6n. PiJungo es un niño muy bueno, muy simpático, que me cuid6
cariñosamente cuando yo era chiquito; pero tiene, de cuando en cuan-
do, unas ideas tan raras que parecen de un malvado ... A veces me
tira un pedazo de carne atado de un hilo y en el momento en que
voy a tragarlo me lo saca del gaznate y se ríe a carcajadas. Otras
veces me arroja el gato encima provocando mi indignaci6n y como
diciendo: "¡ A ver si te atreves a morderlo '" Un día arroj6 lejos una
cosa que parecía un palito y me orden6 que se Jo trajera. Tú sabes
que yo poseo esta habilidad ...
-Sí, sí. .. i Ya me lo has dicho como cincuenta veces!
-Arroja eso que yo creí que era un palito, y cuando voy a mor-
derlo ... ¡me doy cuenta de que era fuego, y que quemaba!
- j Eso no es propio de una persona decente! Lo reconozco.
-Ayer mismo, estaba yo echando una siestita... Yo creo que
uno tiene derecho a dormir donde no incomoda a nadie ... y siempre
que no haya que estar de guardia. Era de día ... Se hallaba toda la
familia en la casa y despierta.
-Entonces, tenias derecho a la siestita. ¿ Y qué te dijo?
-No me dijo nada. En lo mejor del sueño, me arrastra de la cola
con tal fuerza que casi me la arranca.
-¡ Qué horrible! ¿ Eso hace Pilungo?... Repito que yo lo creía
una persona decente.
-¿ Tengo raz6n para quejarme?
-Sí.
-¿ Tengo raz6n para decirte que las apariencias engañan 7
-La tienes.

-T/-
CARTAS A GENTE lfENUDA

-Bueno; ya lo sabes; pero que quede entre nosotros dos. ¿ eh?


¡No se lo cuentes a nadie! ... Pilungo fué antes muy bueno y muy
cariñoso conmigo y tengo la esperanza de que se le pasen estas ocu-
rrencias impropias de él y que tanto lo afean.
Con dos ladridos se dijeron:
-1 Chau! 1Chau !. .. - y se separaron.

He creído necesario informarte de estas cosas. Tú sabrás si el p<r
bre Chicho exagera sus desgracias O si son verdaderas.
De cualquier modo, confío plenamente en tu noble corazón para
que nunca más pueda quejarse de ti.
A CHANO

COMUNICACION URGENTE

A que no sabes lo que me contaron de un mucbachito?


Me contaron que cuando su mamá le canta al bebé el ..Arrorr6w ,

para que se duerma, se burla de ella, hasta disgustarla con sus de~
templados gritos.
Fea acción, por cierto; pero se equivocaría quien pensara que ese
pibe la comete por maldad.
-79 -
CARTAS A GENTE MENUDA

Es una costumbre condenable la de suponer que un niño es malo


porque incurre en olvido o en impertinencia.
Puede el niño ser muy bueno - que es lo que debe suponerse en
este caso - y realizar por imprevisión actos desagradables.
En cuanto se le haga notar el error, pondrá todo su afán en corre-
girse del defecto.
Es lo que va a ocurrir con el muchachito que no deja dormir al bebé
y que fastidia a la mamá.
El pobre hace un triste papel y hay que avisarle cuanto antes.
Como creo que tú lo conoces mucho, hazme el favor de decirle todo
esto. Ya verás cómo el bochinche se acaba desde hoy mismo.
A LlF.TICIA

LOS ROSALES DE LUISITO

UNA gran alegria me han proporcionado los rosales de Luisito.


Dias pasados fui a visitar a sus padres y me obsequiaron con
unas rosas espléndidas.
-Son de los rosales
de Luisito - dijo la se-
ñora.
- j Ah !. .. - exclamé
gratamente sorprendi-
do. - ¿Así que le han
regalado algunos rosa-
les y él los cuida?
-No, señor - aclaró
la mamá, con visible sa-
tisfacción. - Son rosa-
les que él mismo ha for-
mado.
-¿ Dónde está Luisi-
to? - pregunté con el
natural deseo de felici-
tar a un jardinerito tan
habilidoso.
-Casualmente está en el fondo - dijo el padre.
- Si le parece, vamos a verlo entregado a su tarea.
Luisito cumplió en febrero once años. En cuan-
to nos distinguió dejó el escardillo y comenzó a res-
tregarse las manos para quitarse la tierra. Al mis-
mo tiempo se miraba la ropa y los zapatos cubier-
tos de polvo.
-No, queridito -le dije, - no te preocupes ...
Esa tierra te honra y te enaltece... Dame la
mano asi, que es una alegría inmensa encontrarte
en esta forma ... Tus padres me han ob-
sequiado con tus rosas. Quiero felicitarte.
Eres un buen jardinero.
-81-
CARTAS A GENTE MENUDA

-Muchas gracias, señor - contes-


tó el niño, emocionado.
Me incliné, le di un beso y sentí
que me embargaban la ternura y la
admiración hacia el pequeño traba-
jador.
Como en la casa no tienen jardine-
ro y el padre no entiende nada de
cultivos, le pregunté a Luisito:
-¿ Cómo hiciste para formar los
rosales? ... No veo ni siquiera terre-
no suficiente ...
-Sólo disponla - dijo la señora -
de una de esas palitas de jugar en la
arena y de un cuchillo viejo ... Des-
pués, le regalamos el escardillo.
Entonces, poco a poco, respondien-
do a mis preguntas, Luisito me expli-
có aquel milagro de laboriosidad.
Cierta vez, al regresar de la escue-
la, observó a un jardinero que plantaba gajos provenientes de la poda
de rosales. Fijóse con atención en lo que hacia el jardinero. Formaba
estacas de una cuarta, más o menos, de largo, y enterraba dos ter-
ceras partes bajo tierra.
El jardinero le ofreció gustoso una
cantidad de gajos.
El terreno disponlble media exac-
tamente cincuenta centímetros de an-
cho por dos metros de largo. Cuando
la tierra estuvo removida, menuda y
parejita, plantó las estacas en tres hi·
leras, a cordel, en línea recta. La dis-
tancia entre las hileras era de quince
centímetros. Entre una estaca y otra
dejó cinco centímetros. De modo que
en cada hilera plantó cuarenta gajos
o estacas. El total fué de ciento
veinte.
Algunas podas se secaron, a pesar
de los solícitos cuidados del jardineri-
to; pero, asimismo, resultaron noven-
ta y dos rosales, que se desarrollaron
en excelentes condiciones.
-82-
CONSTANCIO C. VIGIL

Como la cantidad
Imperaba al espacio
disponible, cierto nú-
mero de ellos han si-
do rcgalados. Los de-
más embellecen la ca-
si t a; embellecen y
a1eg:an la vida de los
padres y del niño.
¿No es digna de
contarse esta obra de
Luisito ?
¿No es una prueba
magnüica de lo que
puede hacerse con un
poquito de voluntad y
de iniciativa?
Tengo que retribuir de algún modo el obsequio, cosa aliícil, por
cierto.
No sé si en toda mi vida he recibido un regalo de más valor.
Tan grande es el aprecio en que tengo las rosas de Luisito, y el en-
canto que me causaron,
que continúan en el flo-
rero en mi mesa de tra·
bajo, aunque ya están
completamente secas.
Todavía me acerco a
ellas, para aspirar esa
fragancia inconfundible
y exquisita que sentí ena·
jenado el primer día.
Yo no sé si es de las
rosas ...
A veces pienso que en·
tre los pétalos secos per·
dura como una fragancia
la belleza de la obra. Y
me conmuevo y los beso
como cuando besé al jar·
dinerito.
A CARLOS

¿QUE TRABAJO ES EL MEJOR?

TU carta me demuestra que deseas ser un hombre útil.


Muchos niños piensan, como tú, en lo que harán cuando sean
grandes.
El mejor de los hombres y el más dichoso es el que hace más bien
a sus semejantes.
¿ Cuál es el que hace más bien a sus semejantes?
El que pone más
amor en su tarea.
Es indiferente,
amigo mio, la cIa-
se de b.·abajo, con
tal de que sea ho-
nesto y provecho-
so para si mismo y
para la sociedad.
P u e d o señalar
no pocos hombres
que consagran sus
energias a una ta-
rea humilde, y a
los cuales quiero y
admu'o por el an-
helo de perfección
que los anima.
Dias atrás me
detuve en los jar-
dines de Palermo
a contemplar a un
obrero que con la
tijera de cortar --
pasto en la mano arreglaba los bordes de un hermoso cantero de rosa-
les, rodeado de artísticas labores de diversas florecillas. El esmero y la
prolijidad con que realizaba su obra despertaron mi curiosidad, pri-
mero, y mi cariño hacia él, después. No pude menos que elogiar su
obra, digna como las más grandes de provocar la simpatia y la gratitud.
-84-
CoNSTANCIO C. VlGlL

El modesto jardinero se pro-


pone la perfección en su trabajo,
entrega honradamente sus ener-
gías para ganar en buena ley su
salario y contribuye con lo me-
jor que le es posible al embe-
llecimiento de la ciudad.
Si todos los hombres proce-
dieran como él, la humanidad go-
zaría de mayor bienestar, de ma-
yor felicidad, y el mundo pare-
cería más lindo y bueno.
Muy equivocadamente juzga-
rá a las personas quien las apre-
cie por la tarea que han elegido,
sin preocuparse de la manera de
ejercerla.
¿ Es superior un abogado a un
carpintero?
Para contestar a esta pregun-
ta es forzoso saber cómo atien-
de cada cual su estudio y su
taller. ¿ Cuál de los dos eligió el trabajo adecuado a sus aptitudes y a
sus inclinaciones?
¿ Cuál emplea con mayor eficacia y mayor placer sus energías?
¿ Cuál de los dos
trabaja con más en-
tusiasmo, con m á s
probidad, con m á s
ahinco para alcanzar,
en su obra, el mayor
grado posible de bon-
dad y de excelencia?
P u e d e merecer la
preferencia en la esti-
mación y en el afecto
s o c i a 1. el abogado;
p u e d e merecerla el
carpintero.
P u e d e correspon-
derle mayor felicidad
al carpintero; puede
corresponderle al abo-
-86-
CARTAS A GENTe MENUDA

gado. No dependen nuestro bienestar y nuestra salud física y moral


de la clase de trabajo, sino del trabajador.
Elige la tarea que más te guste; pero apercíbete para ser un tra·
bajador sincero, leal contigo mismo y leal para con los demás, deci·
dido a esmerarte, resuelto a superar tu propia obra cada día.
Todo lo demás, todo cuanto legítimamente anheles y necesites,
vendrá a tu corazón y a tu morada para ayudarte y para recomo
pensarte en tus afanes.

t
A ALBERTO

INGRATITUD VERGONZOSA

T Emaestro.
aseguro que me causó sorpresa oirte que dec!as, al referirte a tu
"El Conejo".
Al preguntarte por qué lo llamaban as!, contestaste:
"Yo creo que es porque tiene las orejas largas y con punta arriba, y
cuando se impacienta da unos gol-
pecitos con la pata lo mismo que
los conejos."

No era oportuno contestarte


delante de otras personas; pero
deseo hacerlo ahora.
Ante todo, debo observarte que las personas no tienen patas,
aino piernas.
Tal palabra demuestra ignorancia o desconsideración, mayor-
mente tratándose de quien merece tu respeto. En cuanto al sobre-
-87-
CARTAS A GENTE MENUDÁ

nombre, no niego yo que la ocurrencia sea graciosa; sólo que, amigo


mío, no basta que una cosa haga reir para que sea buena, aceptable
y digna de ti.
Yo no conozco al maestro de tu clase. Presumo que, además de las
orejas largas y los golpecitos con el pie, tendrá otras características.
¿ Por qué han de ver ustedes tan sólo los defectos en un hombre
consagrado a prepararlos para la lucha por la vida? ¿ Por qué no
observan sus merecimientos?
Si el maestro llama a cada uno de ustedes por su nombre, y no le
dice a uno Nariz Torcida, a otro Pescuezo Largo, a otro Mano Sucia,
¿ con qué derecho han de enrostrarle ustedes sus defectos?
Da golpecitos en el suelo, dices. Quizás sea esta la única forma de
mostrar su impaciencia ante la torpeza de unos, la desidia de otros o
la grosería de algunos. ¿Preferirían que evidenciara su impaciencia
con gritos destemplados?
Te pido que nunca más incurras en la grosera y vergonzosa ingra-
titud de ofender a tus maestros con sobrenombres. Eso es inconce-
bible en un niño como tú, que desea aprender y que reconoce cuánto
debe a sus maestros. Eso es pagar con una villanía el inmenso
favor de llevarte de la mano desde las tinieblas de la ignorancia hacia
la luz del saber y la virtud.
f

.A ELODJA

OROPURO

t A QUí, en Misiones, he conocido a un indio muy interesante.


lo vi por primera vez, el patrón me dijo:
-Es Oropuro.
-¿ Se llama así? - le pregunté.
Cuando

-Yo le he puesto ese nombre - me contestó, porque se lo


merece.
Y agregó:
-Tres cosas ha
hecho e s t e indio
que lo justüican.
Cuando llegué
al territorio, debí
internarme en bote
por algunos ria-
chos que desembo-
can en el Alto Pa-
raná. En esas ex-
cursiones no había
que pensar en más'
recursos q u e I o s
que lleváramos. En
las márgenes no se
vela jamás un ser
humano. Un mediodía bajamos, como de costumbre, para preparar
nuestros alimentos. Como el viaje duraba más de lo calculado, pues
hacia una semana que explorábamos la costa, los alimentos no alcan-
zaban para los cuatro hombres que componían la tripulación: el indio,
dos peones más y yo.
Bostezábamos de hambre.
Para tres podrían alcanzar medianamente las provisiones; para los
cuatro, no.
Dispuse que comieran mis tres ayudantes; pero Oropuro manifestó:
-Yo no puedo comer. Estoy enfermo desde anoche. Me duele
aquí. ..
-¿ Cómo no habias dicho nada? - le pregunté sorprendido.
-89-
CABTAS A GENTl'J MENUDA

-Es que crela - dijo -


que se me pasaría; pero me
duele mucho y sólo tomaré
mate.
Comimos cuanto quedaba,
pues estábamos hambrientos.
Al terminar la comida, y
disponernos a seguir nave-
gando, divisamos un armaeli-
Do, precisamente una mulita,
que se metía en su cueva.
Corrimos hacia el bote, tra-
jimos las palas y nos entrega-
mos con ahinco a la tarea de
atraparla.
Por suerte no era la cueva
muy honda. Al cabo de un
buen rato nos apoderamos de
dos mulitas jóvenes y
gordas.
-Muy bien - excla-
mé; - las reservaremos
para la noche.
Oropuro se apro-
ximó entonces y me
dijo:
-Si me permite,
patrón, voy a apro-
vechar el fuego para
asar una. i Yo tam-
bién tengo hambre!
Al decir esto el
pobre inelio sonreía.
La enfermedad
había sido fingida,
con el único propó-
sito de no privarme
de ningún bocado.
~ ~

Algún tiempo des-


pués, ocurrió lo siguien-
te: Debíamos dormir en
-90 -
CoNSTANCIO C. VIGIL

pleno bosque. Allí


hay bosques in-
mensos, apenas co-
nocidos por el
hombre, cuyos ár-
boles centenarios
constituyen
una de las más
grandes riquezas
del país. Actual-
mente, e n t l' e las
maderas que se ex
traen, figuran pI
lapacho y el cedro;
pero el cedro des-
a par e c e rápida-
men te, pues es
muy codiciado.
Los ocho hom
bres que consti-
tuiamos esta vez
la expedición nos
acostamos cerca de
un buen fuego, pa-
ra alejar a los am-
males peligrosos.
Yo me acosté en una hamaca
sujeta entre dos árboles; los.
demás se acostaron en el suelo.
Me sentí tan a gusto, tan
abrigado, a pesar de que la
noche era bastante fresca, que
en seguida me dormí.
Cuando nos levantamos ya
aclaraba. Mientras tomába-
mos el desayuno, se comentó
el frío, poco frecuente en la
región, que se había sentido
aquella noche.
-Pues es extraño - dije;
- yo no lo noté, a pesar de
que me acosté en la hamaca
y sólo poseo una manta para
colocar debajo.
-91-
CARTAS Ji. GENTE MENUDA

--J ulián no se acostó - di-


jo un peón. - Pasó la noche
sentado al lado del fuego.
J ulián es Oropuro.
-¿No te acostaste? .. -
le pregunté, sorprendido.
-No, señor - contestó. -
No tenía sueño, y el fuego es-
taba muy lindo. Pero, des-
pués, me dormí con el calor-
cito lo más bien.
No se habló más del asunto.
Un momento después me
dirigí hacia la hamaca para
retirar unos papeles que ha-
bía puesto debajo de la almo-
hada. .. y entonces descubrí
el motivo de que Oropuro no
se hubiera acostado. Debajo de mI manta, para resguardarme del
frío, el indio había colocado con prolijidad todas las prendas que cons-
tituían su cama.
Confieso que los ojos se me llenaron de lágrimas.
Sin la casual circunstancia de necesitar aquellos documentos,
nunca se hubiese conocido su noble acción, pues él mismo era el que
retiraba la hamaca y guardaba mis ropas.
$ $

Todavía quiero citarle un


último episodio.
Illiciados mis trabajos en
el obraje, Oropuro se hallaba
a mi servicio y tenía bastante
tarea, por cierto.
Generalmente, me levanta-
ba a las siete, pues la corres-
pondencia, las anotaciones so-
bre el trabajo y la lectura de
los diarios me retenían en vi-
gilia parte de la noche.
Unos cuantos dias sucedió
que Oropuro no estaba a las
7 en su puesto. Aquello me
-92 -
CoNSTANCIO C. VIGlL

sorprendió, siendo el indio tan madrugador; pero resolvi no hacerle


ninguna observaci6n.
Poco tardé en enterarme, pues casualmente escuché una conversa-
ci6n entre él y un pe6n del obraje.
-Es la última vez - le decia Oropuro - que hago tu trabajo. Si
volvés a llegar tarde, perdés el jornal. Ya el patr6n se ha dado
cuenta de que yo no estoy a la hora en que se levanta.
Oropuro se sacrificaba para ayudar a un compañero, y lo hacia
con la misma bondad, la misma nobilisima modestia que ponia en
todos sus actos.

-Ya ve, amigo - concluy6 diciéndome el patrón del indio, - que


el pobre tiene más blanca el alma que la cara. No pienso separarme
de él. He llegado a quererlo tanto corno se merece. Y puedo aun
agregar que en cuanto a vicios, no le conozco ninguno, y en cuanto a
desinterés, prefiere mil veces más la estimaci6n al dinero.
Es oro puro, purisimo.
IDel mejor que hay en el mundo!
A AN1BAL

EL BUENO QUE PARECIA MALO

e ONOZCO, efectivamente, a un niño que es muy bueno y que pa-


recia muy malo.
A este pibe le regalaron una honda, y él le preguntó al del regalo
para qué servla ese pedazo de alambre en forma de i griega con un
elástico.
El otro le explicó que era para cazar pajaritos cuando encontrara
alguno en las calles y plazas.
El pibe aceptó el re-
galo y la lección y an-
daba siempre con la
honda en el bolsillo.
Cada vez que vela un
pajarito le arrojaba una )
piedra con la honda.
Consiguió, después de
un tiempo de ensayos,
herir algunos y matar a
otros.
i Valiente hazaña!
¿ Qué hacia con el pá-
jaro después de herido
o muerto?
¿ Para qué le servia
su crueldad?
Cualquiera habrla
afirmado que este niño,
por lo que hacia con los
pájaros, era un malva-
do. Ahora verás que tal
afirmación equivaldrla a
una inj usticia.
A él le dieron la hon·
da y le enseñaron a ma-
nejarla. Toda su falta
-94-
CoNSTANCIO C. VIOIL

consistió en no preguntarle al
del regalo para qué y por qué se
convertirla en verdugo de los
pájaros.
Como es un niño no lo pensó,
tampoco, por si mismo, y, sin el
menor provecho, se dedicó al
oficio de asesino.
Sucedió que un dla un hom-
bre encuentra en el Parque 3 de
Febrero un pajarito herido. Al
inclinarse para recogerlo, se
aproxima corriendo el pibe aquel
y lo reclama como cosa suya.
-¡Tuyo! ¿Por qué tuyo? -
le pregunta el hombre.
-Porque yo lo cacé - con-
testó el niño.
-¿Cómo?
--Con esta honda.
-No imaginaba que tuvieses
eso. .. ¿ y por qué hieres a los
pájaros?
-Por gusto.
-¿ Por gusto? Eso es horri-
ble - observó el hombre. - ¿Te parecerla bien que por gusto. te qui-
tara la honda y me entretuviese en lastimarte, arrojándote piedras?
Este pajarito no es tuyo, ni mio; pero es menos tuyo que de nadie,
puesto que, como feroz enemigo, pretendiste arrebatarle la vida. ¡No
uses más esa arma tan innoble y vergonzosa! ¡ Si todos hiciéramos
como tú se acabarlan los pájaros que tanto nos alegran con su her-
mosura y con su canto! Toma el pobre paj arito, culdalo y cuando esté
sano, devuélvele la libertad. ¡ Tú no eres capaz de matar porque si a
un ser tan inocente!. ..
El muchachito se quedó callado un rato, con el rostro encendido
de vergüenza. Después dijo:
- j Yo no voy a cazar más pájaros!
-Muy bien. Eso es digno de ti - le dijo el hombre. - ¿Por qué
no vendes la honda?.. Yo te la compraria, por el elástico... Si
quieres, te la compro.
El muchachito arrancó en dos tirones el elástico y lanzó lejos el
alambre, repitiendo:
-¡Yo no voy a cazar más pájaros!
- 95-
CARTAS A GENTE MENUDA

-Bueno - le dijo el hombre. - Vamos a hacer un trato. Yo te


doy veinte centavos por el elástico; pero tú te llevas el gorrión y lo
cuidas. Cuando esté sano, lo traes a mi casa y, juntos, lo ponemos en
libertad. Entonces, voy a hacerte un lindo obsequio.
El muchachito aceptó el trato.
No solamente hizo lo que le propuso, sino mucho más: se convirtió
en amigo y protector de los pájaros.
Siempre que le era posible les brindaba alimento y los protegía de
sus inconscientes enemigos.
Ya ves que este niño no tenía nada de malo, aunque las apariencias
lo condenaran.
A BATUQUE

UN DETALLE POCO CLARO

yoPero
te aprecio mucho y reconozco que eres un niño muy simpático.
hay cierto detalle que quisiera poner en claro y para el cual
reclamo tu ayuda.
Se trata de tu sohrenomhre. Tú te llamas Alfredo, y en esto no veo
nada de particular. No obstante, nadie te llama por tu nombre: todos
te dicen "Batuque".
¿ Por qué te llaman Batuque?
Claro que, entre tú y yo, el asunto
no ofrece mayores dificultades, y que,
en último caso, no habría necesidad
de entrar en averiguaciones. Pero
supongamos que cualquier día vas a
mi casa y está alguna persona de vi-
sita - como el inglés aquel que viste
el domingo - y que esta persona al
oir tu sobrenombre me pregunta qué
significa.
¿ Qué te parece que sería bueno con-
testarle?
Ya sabemos que "batuque" signifi-
ca "batifondo", tumulto, bochinche y
alboroto. Si le digo esto, el inglés se
creerá quién sabe ql: cosas; a lo me-
jor, supone algo muy malo de ti.
Por todo esto y mucho más que se
me ocurre alrededor de tu sobrenom-
bre, me decido a pedirte, ya que no te
cuesta nada escribir y tienes tan lin-
da letra, que me escribas una carta
explicándome bien por qué te dicen
HBatuque" .
Por supuesto, que todo esto queda
entre nosotros, y es para que nadie se
entere que he preferido escribirte.
A PIRUCHA

LAS DUDAS DE UN POLLITO

MI querida Pirucha:
Son muy hermosos los nueve pollitos de tu gallina negra.
Ayer, cuando estabas en la escuela, fuí a visitar a tu papá y me los
mostr6.
Los ojitos parecen cuentas de azabache y mueven las patitas con
encantadora ligereza.
Abrían las alitas todavía sin plumas largas y las agitaban como si
quisieran tomar vuelo. Uno de ellos, el más amarillo, escarbando
en el suelo, encontr6 un trozo de piolln y tomándolo con el
pico ech6 a correr precipitadamente.
Los otros pollitos creyeron que era una lombriz de tie-
rra y comenzaron a correr entusiasmados detrás de
él. Otro se lo quitó y sali6 a escape. Des-
pués de un rato, un tercer pollito se
apoder6 del tesoro y puso a prueba la
ligereza de todos, pues era un gran
corredor.
Cuando se can-
saron de correr,
observaron el obje-
to de tantos afa-
nes y se convencie-
ron de que en vez
de la ansiada lom-
briz era un piolin
y lo abandonaron.
La mamá los vi-
gila de continuo.
De cuando en cuando los llama y los hace entrar debajo de ella para
que se calienten, porque necesitan mucho el calorcito maternal. Si se
enfriaran más de lo conveniente se enfermarian.
También cuida la mamá, con especial atenci6n, los alimentos. Ella
examina y prueba cada cosa. Si es buena, se las reparte; si es dañosa,
les avisa con grititos que no la coman, y todos obedecen en el acto.
-98-
CoNSTANCIO C. VIGIL

En el momento de retirarme, el batarás me entregó, para ti, esta


cartita:
"Mi querida Pirucha:
Estamos muy agradecidos yo y mis hermanitos por todos tus cuida-
dos; pero quisiera saber algo muy importante para mí, y es cuál de
tus tres gallinas es mi mamá verdadera, o cuántas mamás tengo.
Tú me dirás si debo considerar como mi mamá a la que puso los
huevos. En este caso, es bien triste que yo ni siquiera la conozca y tú
podrias evitarme que parezca un mal hijo.
También e me ocurre que es mi verdadera mamá la que empolló los
hueyos durante veintiún días y que, a consecuencia de estarse siem-
pre quieta y casi sin comer ni beber, se enfermó gravemente, según te
he oido decir.
¿O es mi mamá verdadera esta otra que, por pedido tuyo, nos adop-
tó como hijos el mismo día que salimos del cascarón y que con tanta
ternura nos prodiga sus desvelos?
El asunto, como comprenderás, es de suma importancia para mi y
para mis hermanitos, y todavía se ha complicado más desde el domin-
go, cuando nos visitó aquella amiga tuya y le dijiste que éramos
tus hijitos.
¿En qué quedamos?
¿Cuál es mi mamá?
Espera tu contestación.
El Pollito Batarás."
A RA U L

NADA SE CONSIGUE SIN TRABAJO

H AY personas (quizás conoces alguna muy parecida) que cuando


les proponen que aprendan algo o que realicen cierta obra prove-
chosa exclaman:
-¡Ah!. .. Sí. .. Pero ... eso da trabajo ...
Y esperan que los bienes se les presenten sin reclamarles trabajo.
Ya pueden esperar un
día o cien años.
Los bienes no tienen
patítas ni vuelan
para venir adonde
estamos.
Hay que ir a
buscarlos.
No hay cosa ape-
tecible e n e s t e
mundo que se con-
siga sin un esfuer-
z o proporcionado
a su valor.
Probablemen t e,
aquellas personas a que
me refiero incurren en
ese error porque supo-
nen que siempre son nenitos y
que cada hombre y cada mujer que encuentren en la vida serán para
ellos como verdaderos padres.
Me hacen el efecto de pájaros ya adultos y completamente capacita-
dos para volar por sí mismos, y que se están echados en el nido en
espera de que les traigan el alimento y se lo pongan en el pico, como
cuando eran pequeños.
Por cierto, que tales pájaros perecerían de hambre. Los propios
padres, que en el tiempo oportuno les prodigaron su ternura y sus
solicitos cuidados, comprenderían lo monstruoso de semejante preten-
sión y los abandonarían austeramente a su tristisimo destino.
-100-
CONSTANCIO C. VIGa.

Al ser humano le ocurre, más o menos, lo mismo. No perecerá de


hambre, quizás; pero se verá privado de muchas satisfacciones, del
verdadero bienestar, de las naturales alegrias y de la consideración
de la sociedad en que vive.
Si en una casa de comercio cada objeto tiene su precio y no nos
regalan nada, también en la vida cada objeto tiene su precio. y este
precio es el esfuerzo consagrado a conquistarlo.
Dios y los padres son los únicos que dan verdaderamente; pero los
padres sólo pueden y deben
dar durante cierto tiempo.
Ningún hijo ha de permí-
tir que los padres prolonguen
el sacrificio más allá del límí-
te fijado por la naturaleza.
Ningún ser humano ha de
tolerar tampoco que alguien
lo substituya en el cumpli-
-~~~~ miento del deber o que lo exi-
'1< .' ma de sus obligaciones.
Yo deseo, amigo mío, que
observes lo que la vida nos
enseña.
Supongamos que estás en
medio del campo y tienes sed.
¿ Quién la aplacará? Tú mis-
mo. Deberás caminar hasta el
arroyo o el río más cercano,
echarte de bruces y recoger
el agua con la mano para lle-
varla a la boca, si no posees
utensilio adecuado.
Imagina que te tientan las
jugosas y maduras peras de
un árbol y que tienes derecho a saborearlas; pero que no hay quién
las recoja. ¿'Renunciarás a ellas o treparás por el tronco hasta la al-
tura necesaria y las tomarás por ti mismo?
Piensa, por ejemplo, que deseas cualquier otra cosa: comprobarás
que no la obtienes sin realizar un esfuerzo; comprobarás que median-
te tu propio esfuerzo es la manera honrada de conseguirla.
Aunque se trate de solicitar un libro prestado, tendrás que dedicar
tu actividad para ir hasta la casa del dueño, pedírselo, cuidarlo con
esmero y devolvérselo en la fecha convenida.
Si anhelas sacar provecho del contenido del libro, deberás realizar
un empleo inteligente de tus energías.
-101-
CARTAS A GENTE MENUDA

Si ansiaras ser un gran mecánico, ¿ cómo llegarías a ver cumplido


tu propósito, sin comprometer en la empresa todas tus facultades y
todas tus energías? ..
No exi te despropósito más grande que el de esperar el bien sin
merecerlo.
Por cierto que no lo merece quien lo aguarda sin empeñar su volun-
tad, sus bríos, su tenacidad y cuanto fuere preciso para conquistarlo.
Si hablas con alguna de aquellas personas que menciono al prin-
cipio, y, sobre todo, con alguna que tú conoces mucho, dile que la vida
menosprecía a los que pudiendo caminar con sus piernas esperan
para ir a alguna parte que alguien los lleve cargados "a babucha"
como si fueran todavía nenitos de pocos meses.
A jUANITA

EL MEJOR REGALO

CUÁL sería el mejor regalo para tu mamá en su cumpleaños?


Te prometí contestar a tu pregunta, y lo hago ahora con la
esperanza de que mis opiniones te sean útiles.
Yo pienso que lo más lindo para tu mamá será una obra tuya.
Un objeto adquirido en el comercio no es tan expresivo, por ejem-
plo, corno un tejido hecho por tus manos. Porque el objeto representa
la decisión de ad-
quirirlo, la elec-
ción y la compra;
mientras la labor
ej ecutada por ti,
además de la elec-
ción de la forma,
del color y de la
atlquisición de los
elementos necesa-
r i o s, reclama tu
habilidad, tu pa-
ciencia y el persis-
tente y empeñoso
deseo de realizar
lo que te has pro-
puesto para darle
una alegría a tu
mamá.
Si en vez de una
labor, prefieres escribirle una cartíta, estoy seguro de que le propor-
cionarás un día muy dichoso.
Basta con que en tu cartita pongas amor y la voluntad de com-
placerla.
Podrías hacerla, más o menos, así:
"Me gustaría regalarte todo lo mejor del mundo; pero como sé que
nada te alegra tanto como saber que soy buena, mis regalos son estas
promesas que te hago:
-103-
CARTAS A GENTE MENUDA

l' Levantarme todos los días una hora antes de ir a la escuela.


2' Traerte las mejores clasificaciones de mi clase.
3' No juntarme con niñas que tú me lo prohibas.
4' No mancharme las manos con tinta.
Hoy no te prometo más que estas cuatro cosas; pero te aseguro que
las cumpliré, porque te quiero mucho."

Ya ves que este regalo - que colocarás en algún sitio adecuado para
que ella lo encuentre al levantarse - no exige ningún dinero. Exige,
en cambio, una firme voluntad para cumplir lo prometido.
Si así lo haces, tu regalo durará siempre; será una perenne dulzura
para tu madre; lo recordará con placer toda su vida.
Para que el regalo sea todo lo perfecto que tu cariño anhelará, con-
viene que pongas en tu mesita de luz una copia de la carta para leerla
cada noche al acostarte.
Quizás para los futuros cumpleaños te decidas a repetir este mag-
nífico regalo, con nuevas y nobilísimas promesas. Te aseguro que, si
las cumples dignamente, ellas constituirán las más grandes dulzuras
que puedas proporcionar al corazón de tu adorada madre.
A JULIO

LAS PEQUEÑAS INDUSTRIAS

Nmas y niñas, indudablemente, pueden dedicarse a pequeñas


industrias que les servirán de entretenimiento, de enseñanza y
preparación para el trabajo y como un medio de proveerse de recursos.
Hay niños, por ejemplo, que fabrican aparatos de radiotelefonía y
los venden a precios baratísimos. Otros realizan instalaciones de
timbres con pilas, tan perfectamente como cualquier persona del
oficio.
Conozco dos her-
manitos - ella de
diez y él de doce
años - que fabri-
can jaulas para pá-
jaros con suma ha-
bilidad y las ven-
den en una ferrete-
ría.
Otros niños y ni-
ñas hacen canasti-
tas de rafia, cajas,
bancos, si JJ a s de
pequeño tamaño y
también juguetes.
Algunas n i ñ a s
v i s ten muñecas;
otras fabrican
ñecos mu-
y muñecas ¡;;~~¡~~~~~
de trapo, que ven- __ •
den con bastante
facilidad en las ca-
sas del ramo. Todas estas tareas son agradables y beneficiosas,
siempre que no se exagere el tiempo destinado a ellas, el cual ha de
limitarse de acuerdo con las demás necesidades fisiológicas e instruc-
tivas. Ha de tenerse siempre en cuenta que Jo esencial en la infancia
es prepararse para lo porvenir.
El dinero que ganan estos pequeños trabajadores es dedicado pre-
-105-
CARTAS A GENTE MENUDA

ferentemente a los gastos que ori-


ginan los deportes, la asistencia a
espectáculos infantiles y a la ad-
quisición de libros y útiles escola-
res.
Luis Eduardo se dedica a la cría
de canarios. Inició la industria con
un lindo casal que le regalaron.
Actualmente posee varios casales.
Cuando llega el mes de agosto,
instala cada casal en una jaula con
armazones para nidos. Poco des-
pués comienzan las avecillas a pre-

parar el nido, para lo


cual Luis Eduardo les
pone el yute deshila-
chado de las bolsas
comunes. Cuando el
nido está pronto, la
hembrita pone tres,
cuatro y hasta cinco
huevecitos b 1a n c o S
con pintas celestes. A
los trece dias nacen
los pichones.
Es necesario proveer a los padres del ali-
mento adecuado para que críen a sus hijuelos:
yema de huevo bien cocida, lechuga y los gra-
nos de costumbre.
Los canarios se entregan a la crianza de los
pichoncitos con tanto cariño, que descuidan la
propia alimentación y se nota que enflaquecen.
Durante la primavera y el verano cada ca-
sal saca cría tres o cuatro veces, de modo que
obtiene hasta diez y hasta quince canaritos.
El año pa ado, Luis Eduardo puso en cría
cinco casales y consiguió cuarenta y dos ca-
narios, lo que representa una ganancia muy
satisfactoria. Es un niño prolijo, que cuida
con esmero todos los detalles. A un vecinito
suyo, en cambio, le va mal con esta industria.
-106-
CoNSTANCIa C. VIOU,

La mayor parte de los pichoncitos se le mueren. A veces, porque les


faltan alimentos o porque les proporciona algunos inadecuados. Otras
veces por los parásitos que se alojan en los intersticios de la jaula, los
cuales en la noche chupan la sangre de las avecitas, hasta que las
extenúan y las matan.
El huerto, la cría de gusanos de seda, de palomas y de conejos,
figuran, asimismo, entre las industrias de los niños.
Otro entretenimiento provechoso es tener un gallinero. No es tan
fácil, como supo-
nen los que no ha-
cen n a d a bien,
mantener a las ga-
llinas en perfectas
condiciones. Un
gallinero, por chi-
co que sea, recla-
ma múltiples aten-
ciones y suma pro-
lijidad.
El agua ha de
ser limpia y ha de
estar a la sombra.
Los alimentos fer-
mentan con la hu-
medad y con el sol
y ocasionan nume-
rosas enfermeda-
des. La higiene del
gallinero reclama especial cuidado. El dormitorio exige diferentes
condiciones en invierno y en verano ... Son muchos los detalles que
es preciso conocer y vigilar para que las gallinas estén en plena
salud. El principal motivo de que sea difícil poseer un gallinero per-
fecto consiste, quizás, en el hecho de que la cautividad haya anulado
en estas ave los instintos que guian a los animales libres.
La siguiente experiencia me ha convencido de que la gallina es
uno de los animales más estúpidos. Quizá con ningún otro puede
realizarse algo semejante. En el nido de una gallina clueca son colo-
cados diez o doce huevos a las ocho de la mañana. Se cubre el nido con
un amplio canasto o un cajón, de manera que la obscuridad en que
queda la gallina sea bastante completa
La clueca cubre amorosamente los huevos, dispuesta a pasarse
echada los veintiún dias que dura la incubación.
Tenemos otra gallina que ha sacado pollitos el día anterior. A las
nueve, una hora después de haber tomado la clueca el nido, nos acer-
-107-

1
CARTAS A GENTE MENUDA

camos cautelosamente, y, sin que ella observe la operación, retiramos


un huevo y colocamos en su sitio un pollito
¿Puede creer la gallina que han transcurrido los veintiún días y
que comienzan a nacer sus polluelos?
Lo cree. Oye los pios con visible satisfacción, esponja las plumas,
acaricia al pollito
con los suaves ro-
ces de su cuerpo.
Cloquea y abre las
alas para abarcar
y cubrir mejor el
nido. Se adívina su
satisfacción y su
orgullo al no t a l'
que ya es madre de
familia.
Al cuarto de ho-
ra, retiraremos
o t l' o huevo para
substituirlo por
otro pollito... A
los díez minutos, .~~
ponemos otro po-
llito.
Antes de que ha-
yan pasado dos horas, habremos substituido todos los huevos por
pollitos. La gallina los cubrirá, convencida de que son sus hijos, de
que han nacido debajo de ella, de que los veintiún dias necesarios para
la incubación han transcurrido.
Esta experiencia prueba que el avicultor no ha de fiarse del instinto
de estas aves, y que la vigilancia de todos los detalles es indispensable
para asegurar el buen éxito.
CARTAS
A GENTE MENUDA

DICE

A Ma.bel 7

A Ricardo. - EL CABECITA :"EGRA •...••.••••.••.••...••••••• •

A Zulm4. - NO QUIERAS PAltE "BU LO QUE NO ERES ...••• 11

A. Eatela. - UN OLVIDO L'NOLUNTARIQ ....•... ...........• 11

A 1m amiguito
que 'lO (Jlli6J"O nombrar. - LAS PREGUNTAS VE TaTO •••••• 15
A Emma. - UNA ),rMtA EA'"TR.A.QRDl;.;' AlUA .........•.••.•••• 19

A Roberto. - ¿VALE LA PENA TEXER W~DA LETRA? •••..•. 21

A Afcuio. - LOS TRABAJOS DEL PUERTO ........•........•... 23

ti AdUa. - LA OTRA MUr'lECA y LA TU}," A ••.••..•...••••••••• 27

,A Sara. - DE QUI.6:.~ DEPENDE TU FELICIDAD............... 29

Á t/fln nella de cinco Cllioa. - MI QUERIDA CHICWTA ...••..... 3l

A VllI'fq"c. - TE:\lA DE CO;\lPOSICIóN ..••..•......•••..••.••• 33

A. MCJflgflcha. - ¿SE LO DIRAS O NO SE LO DIRAS? ..........• 86

A Luf.slto. - LA CUESTIóN DEL CRISTAL ROTO .......•......• 39

A Lolita. - LA ~L"i..ESTRA 1"0 1..\ QUIERE ...........••....••• 42

.ti SU"Jf. - LO DIFICIL ~O ES DIF1CtL 4S

A Mariaulto. - DIEZ COSAS urpORTA..-":TES .•........•.•.•••.. 4,8

A Mario. - UN PUE~TE CIR.ATORIO ..........••.•..•••.•••.•• 59

.ti Pituco. - ¿CUA..-";TO SON CIKCO PESOS? ..•..•..••....••••••• 11

A Jfecha. - EX V(SPERAS DE IRSE AL CAMPO............... 61

A Bdw-ardo. - HAY QUE CU:\fPLIR LO PROMETIDO ...•••••••• 61

.ti hmaeJ. - LOS BOTL-":ES ROTOS ......•...............•.•.••.• 11


~
A Lito. - UNA ALUMNA AGRADECIDA .............•....•.... 73

A PUUtlD'O. - LAS DE yg1'TURAS DE CHIcao •..•••••••••••••• 76

A Cho"O. - COMUNICACIÓ;-; URGEXTE ......................• 79

A LeUcfa. - LOS ROSALES DE Ll:ISITO ....•.................. SI

A Cario... - ¿,QU~ TRABAJO ES EL MEJOR? •.................• 84

A Alberto. - D;GRATITUD VERGONZOSA _. 87

A Elodia. - OROPURO •..•.•..••..........•..........•......... 89

.JI Anillar. - EL BUENO QUE PAltECfA MALO ........•........ 94

A Batuque. - UN DETALLE POCO CLARO..................... 97

A Pirucha. - LAS DUDAS DE UN POLLITO..... 98

A Raúl. - NADA SE COXSIGCE SIN TRABAJO................. 100

A Juanfta. - EL "rEJOR REGALO 103


A J\llio. - LAS PEQUE~AS lXDUSTRlAS .............•......... 105
LlBROS PARA LOS NlNOS
p" CONSTANCIa C. VICIL

MARTA Y JORCE

MANGOCHO

CUENTOS PARA NlNOS

BOTON TOLON

Ello. libro. le hallan en venia en toda.


Jas librerías de la Argentina. al precio
de $ 2.50.- En el Uruguay: $ 1.10 o/u.
También pueden ler ~ido. diredamCDfe
a la Editorial Atlánlida, Azopardo y
Méjico. Bueno. Aires, la que 101 remite
Jibres de porte a cualquier punlo.

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