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INFORME SOBRE EL ANTEPROYECTO DE LEY

REGULADORA DE LOS DERECHOS DE LA PERSONA ANTE EL


PROCESO FINAL DE LA VIDA

ALEGACIONES Y PROPUESTAS DE MODIFICACIÓN DEL


TEXTO LEGISLATIVO

Pablo Simón Lorda


Profesor de la EASP

Este texto es de uso libre. Los lectores pueden utilizarlo para elaborar
y presentar sus propias alegaciones al Anteproyecto de Ley en el
trámite de audiencia.

ALEGACIÓN 1.
En relación con el plazo de presentación del informe para el
trámite de audiencia

JUSTIFICACIÓN
Según se ha comunicado a nuestra [Asociación/Organización/Colegio]
el 24 de mayo de 2011 mediante oficio desde la Secretaría General
Técnica del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, se nos
solicita “el informe previsto en la Ley 50/1997, de 27 de noviembre,
del Gobierno en el plazo de 7 días hábiles”.
Sin embargo dicho oficio no contiene las “razones debidamente
motivadas” que justifican que dicho trámite se acorte al mínimo de
siete días hábiles en vez de mantenerse “el plazo razonable y no
inferior a quince días hábiles”, tal y como establece la misma Ley
50/1997 en su artículo 24.

SOLICITUD.

Que se alargue el plazo para el envío del Informe hasta los quince
días hábiles, tal y como ordena la Ley 50/1997 o, en todo caso, que,
mediante nuevo oficio, se comuniquen por escrito las razones
debidamente fundadas para justificar la limitación a siete días
hábiles.

25/05/2011 1
ALEGACIÓN 2
En relación con la exposición de motivos y el término
“eutanasia”.

JUSTIFICACIÓN

Quizás una de las palabras que han generado más inquietud y


confusión en la ciudadanía, los profesionales, los periodistas, los
juristas o incluso los políticos es la palabra “eutanasia”. El significado
que se da a esta palabra puede ser muy variable. El texto de la
Exposición de motivos asume sin más que la “eutanasia” y el
“suicidio asistido” son las acciones reguladas por el artículo 143 del
Código Penal, que no utiliza en ningún momento dichos términos para
delimitar el tipo penal. Sin embargo, esa equivalencia puede no estar
tan clara y ser tan inmediata para muchas personas. De hecho, el
mismo Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia
Española de la Lengua, define “eutanasia” del modo siguiente:
“acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes
desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él”.
Esta definición no encaja en el tipo penal del 143 porque mezcla
condiciones y supuestos diferentes a los del tipo. Por eso creemos
necesario que se avance en una clarificación más correcta del
término “eutanasia”.
La Ley 2/2010, de 8 de abril, de derechos y garantías de la dignidad
de la persona en el proceso de la muerte de la Comunidad Autónoma
de Andalucía, la Ley Foral 8/2011, de 24 de marzo, de derechos y
garantías de la dignidad de la persona en el proceso de la muerte de
la Comunidad Foral de Navarra y la Ley 10/2011, de 24 de marzo, de
derechos y garantías de la dignidad de la persona en el proceso de
morir y de la muerte de la Comunidad Autónoma de Aragón han
hecho el esfuerzo de incluir definiciones precisas del término
“eutanasia” que a nuestro entender deben ser incluidas en la
presente Ley con el objeto de ganar en claridad y seguridad.

TEXTO ACTUAL

“Por último, en cuanto al objeto de la ley, cabe reiterar que ésta se


ocupa del proceso del final de la vida, concebido como un final
próximo e irreversible, eventualmente doloroso y lesivo de la
dignidad de quien lo padece, para, en la medida de lo posible,
aliviarlo, en su transcurrir, con respeto a la autonomía, integridad
física e intimidad personal de la persona. Se pretende, de tal forma,
asumir legalmente el consenso generado sobre los derechos del
paciente en el proceso final de su vida, sin alterar, en cambio, la
tipificación penal vigente de la eutanasia o suicidio asistido,
concebido como la acción de causar o cooperar activamente con
actos necesarios y directos a la muerte de otro, aspecto ajeno a los
regulados en la presente ley”.

25/05/2011 2
TEXTO ALTERNATIVO QUE SE PROPONE

“Por último, en cuanto al objeto de la ley, cabe reiterar que ésta se


ocupa del proceso del final de la vida, concebido como un final
próximo e irreversible, eventualmente doloroso y lesivo de la
dignidad de quien lo padece, para, en la medida de lo posible,
aliviarlo, en su transcurrir, con respeto a la autonomía, integridad
física e intimidad personal de la persona. Se pretende, de tal forma,
asumir legalmente el consenso generado sobre la mayor parte de los
derechos del paciente en el proceso final de su vida. No cabe sin
embargo incluir entre tales derechos consensuados el de ser sujeto
de la actuación conocida como “eutanasia”. Etimológicamente este
término sólo significa «buena muerte». Sin embargo esta palabra se
ha ido cargando con el tiempo de numerosos significados y
adherencias emocionales, que la han vuelto imprecisa y necesitada
de una nueva definición. Para tratar de deslindar sus diversos
significados se introdujo la costumbre de usar adjetivos como
«activa», «pasiva», «directa», «indirecta», «voluntaria» o
«involuntaria» para calificarla. Pero el resultado final ha sido que la
confusión entre la ciudadanía, profesionales sanitarios, los medios de
comunicación y, aun, los expertos en bioética o en derecho, no ha
hecho sino aumentar. Para evitar tal situación el uso de la palabra
“eutanasia”, sin adjetivo alguno, debe restringirse para denominar
una actuación que: a) produce la muerte de los pacientes, es decir,
que la causa de forma directa e intencionada mediante una relación
causa-efecto única e inmediata, b) se realiza a petición expresa,
reiterada en el tiempo, e informada de los pacientes en situación de
capacidad, c) se lleva a cabo en un contexto de sufrimiento debido a
una enfermedad incurable que la persona enferma experimenta como
inaceptable y que no ha podido ser mitigado por otros medios, por
ejemplo, mediante cuidados paliativos, y d) es realizada por un
profesional sanitario que conoce a la persona enferma y mantiene
con ella una relación clínica significativa. De acuerdo con estos
criterios, las actuaciones que no encajen en los supuestos anteriores
no deberían ser etiquetadas como «eutanasia». El Código Penal
vigente no utiliza el término “eutanasia”, pero su artículo 143 incluye
la situación expuesta mediante un subtipo privilegiado para una
forma de auxilio o inducción al suicidio. La presente Ley no contempla
la posible alteración de dicha tipificación penal vigente, por lo que la
“eutanasia” resulta una actuación completamente ajena a los
aspectos regulados en esta norma”.

25/05/2011 3
ALEGACIÓN 3
En relación con el artículo 2, párrafo 3, sobre la definición de
situación terminal.

JUSTIFICACIÓN

La atención a las situaciones terminales requiere la participación de


profesionales sanitarios con formación específica en este campo,
aunque puedan provenir de las diferentes especialidades médicas o
de enfermería o de otras profesiones sanitarias. El uso del término
“especializada” puede inducir a confusión puesto que puede dar a
entender que sólo un determinado tipo de profesionales con dicha
titulación, que no existe como tal en España, pueden prestar tal tipo
de asistencia.
La Ley 2/2010, de 8 de abril, de derechos y garantías de la dignidad
de la persona en el proceso de la muerte de la Comunidad Autónoma
de Andalucía, la Ley Foral 8/2011, de 24 de marzo, de derechos y
garantías de la dignidad de la persona en el proceso de la muerte de
la Comunidad Foral de Navarra y la Ley 10/2011, de 24 de marzo, de
derechos y garantías de la dignidad de la persona en el proceso de
morir y de la muerte de la Comunidad Autónoma de Aragón han
hecho una propuesta prácticamente idéntica a la que se propone,
evitando en todo caso el uso del término “especializada”.

TEXTO ACTUAL

“Se entiende por situación terminal aquélla en la que paciente


presenta una enfermedad avanzada, incurable y progresiva, sin
posibilidades razonables de respuesta al tratamiento específico, con
un pronóstico de vida limitado a semanas o meses y en la que
pueden concurrir síntomas que requieren una asistencia paliativa
especializada”

TEXTO ALTERNATIVO QUE SE PROPONE

“Se entiende por situación terminal aquélla en la que paciente


presenta una enfermedad avanzada, incurable y progresiva, sin
posibilidades razonables de respuesta al tratamiento específico, con
un pronóstico de vida limitado a semanas o meses y en la que
pueden concurrir síntomas que requieren una asistencia paliativa
específica”

25/05/2011 4
ALEGACIÓN 4
En relación con el artículo 8, párrafo 4, sobre el ejercicio de la
representación.

JUSTIFICACIÓN

La toma de decisiones médicas cuando la persona enferma está en


situación de incapacidad y no puede decidir por sí misma es una de
las situaciones más complejas a las que pueden enfrentarse tanto los
familiares de dicha persona como los profesionales que lo atiendes. Si
la persona enferma ha realizado una instrucción previa donde
expresa preferencias en relación con una situación clínica idéntica a
la que ahora afecta al paciente, entonces la toma decisiones, aunque
siempre dramática, puede resultar sencilla. Pero desgraciadamente,
la mayoría de las personas no rellenan tales documentos ni hacen
manifestaciones explícitas sobre sus preferencias. Por eso a las
familias sólo les cabe utilizar otros dos criterios. Uno de ellos está
recogido en la formulación actual, pero el otro no. El recogido en el
Anteproyecto es el conocido en la literatura como “mayor beneficio” o
“mejor interés”. El ausente es conocido como “juicio sustitutivo”, un
concepto que proviene de la doctrina penal. Este juicio consiste en
tratar de tomar la misma decisión que el incapaz tomaría si fuera,
aquí y ahora, capaz. Este criterio es muy importante porque trata de
reconstruir hipotéticamente, presuntamente, la autonomía de la
voluntad del paciente. La experiencia clínica dice que, cuando una
familia tiene que tomar de buena fe decisiones acerca de una
persona querida, enferma e incapaz, siempre usa una combinación de
ambos criterios.

La Ley 2/2010, de 8 de abril, de derechos y garantías de la dignidad


de la persona en el proceso de la muerte de la Comunidad Autónoma
de Andalucía, la Ley Foral 8/2011, de 24 de marzo, de derechos y
garantías de la dignidad de la persona en el proceso de la muerte de
la Comunidad Foral de Navarra y la Ley 10/2011, de 24 de marzo, de
derechos y garantías de la dignidad de la persona en el proceso de
morir y de la muerte de la Comunidad Autónoma de Aragón han
recogido todos estos criterios en su articulado, por lo que
consideramos que también debían ser incluido en la presente Ley
básica estatal.

TEXTO ACTUAL

“El ejercicio de la representación, a que se refiere el apartado 1, se


hará respetando siempre las manifestaciones y criterios que el
paciente hubiera realizado con anterioridad a la situación de
incapacidad, y buscando el mayor beneficio y respeto a la dignidad de
los representados”.

TEXTO ALTERNATIVO QUE SE PROPONE

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“El ejercicio de los derechos de los pacientes que se encuentren en
situación de incapacidad se hará siempre buscando su mayor
beneficio y el respeto a su dignidad personal. Para la interpretación
de la voluntad de los pacientes se tendrán en cuenta tanto sus
deseos expresados previamente, como los que hubieran formulado
presuntamente de encontrarse ahora en situación de capacidad”.

25/05/2011 6
ALEGACIÓN 5
En relación con el artículo 11: desdoblamiento del artículo y
mejora de la redacción

JUSTIFICACIÓN

En la redacción actual del artículo 11 se incluyen contenidos muy


diferente al que titula el artículo, “derecho al tratamiento del dolor”.
En aras a una mayor claridad se propone su desdoblamiento en dos
artículos diferentes. Además, la definición de sedación paliativa
contiene varios errores importantes que deben ser subsanados.

TEXTO ACTUAL

Artículo 11. Derecho al tratamiento del dolor

1. Todas las personas que se encuentren en el proceso final de su


vida tienen derecho a recibir la atención idónea integral que prevenga
y alivie el dolor y sus manifestaciones, lo que incluye, además del
tratamiento analgésico específico, la sedación.

2. De acuerdo con lo anterior, estas personas tienen derecho:


a) A recibir cuidados paliativos integrales de calidad, entendidos
como un conjunto coordinado de intervenciones sanitarias
dirigidas, desde un enfoque integral, a la prevención y alivio de
su sufrimiento , por medio de la identificación temprana, y la
evaluación y tratamiento del dolor y de otros problemas físicos
y psíquicos que pudieran surgir.
b) A la asistencia domiciliaria en los cuidados paliativos que
precisen, siempre que no esté clínicamente contraindicada.
c) A recibir, cuando lo necesiten, sedación paliativa, aunque ello
implique un acortamiento de la vida, mediante la administración
de fármacos en las dosis y combinaciones requeridas para
reducir su consciencia, con el fin de aliviar adecuadamente su
sufrimiento o síntomas refractarios al tratamiento específico.

TEXTO ALTERNATIVO QUE SE PROPONE

Artículo (11A). Derecho a los cuidados paliativos integrales

1. Toda persona que se encuentren en el proceso final de su vida


tiene derecho a recibir cuidados paliativos integrales de calidad,
entendidos como un conjunto coordinado de intervenciones sanitarias
dirigidas, desde un enfoque integral, a la prevención y alivio de su
sufrimiento, por medio de la identificación temprana, y la evaluación
y tratamiento del dolor y de otros problemas físicos y psíquicos que
pudieran surgir.

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2. Además tiene derecho a la asistencia domiciliaria en los cuidados
paliativos que precise, siempre que no esté clínicamente
contraindicada y preste su consentimiento para ello.
3. Siempre que los profesionales sanitarios la consideren indicada, la
persona en el proceso de final de vida tiene derecho a recibir
sedación paliativa. Por tal sedación debe entenderse la que resulta de
la administración de fármacos, en las dosis y combinaciones
requeridas para reducir la conciencia de la persona en situación
terminal o de agonía, con el objetivo de aliviar adecuadamente uno o
más síntomas refractarios, previo consentimiento informado explícito
en los términos establecidos en la Ley y aceptando que, como
consecuencia no buscada de dicho tratamiento, pueda acortarse su
vida.

Artículo (11B). Derecho al tratamiento del dolor

Todas las personas que se encuentren en el proceso final de su vida


tienen derecho a recibir la atención idónea integral que prevenga y
alivie el dolor y sus manifestaciones, lo que incluye la sedación
paliativa cuando el dolor sea refractario al tratamiento analgésico
específico.

25/05/2011 8
ALEGACIÓN 6
En relación con el artículo 15, párrafo 1, sobre la necesidad de
recabar información para luego poder respetar la voluntad

JUSTIFICACIÓN

Para poder respetar la voluntad de los pacientes, primero tienen que


conocerla. Por eso es muy importante que los profesionales hablen
con sus pacientes sobre sus deseos y preferencias. La formulación
que se propone abre la puerta al desarrollo en España de lo que se
llama en inglés Advance Care Planning, y que se incluyó en la Ley
10/2011, de 24 de marzo, de derechos y garantías de la dignidad de
la persona en el proceso de morir y de la muerte de la Comunidad
Autónoma de Aragón como “Planifi cación anticipada de las
decisiones sanitarias relativas al proceso de morir y de la Muerte”,
definida como “procesos de reflexión y comunicación entre
profesionales, pacientes y familiares, que ayudan a mejorar la calidad
moral en la toma de decisiones de una persona durante el proceso de
morir y de la muerte, atendiendo, entre otros criterios, al documento
de voluntades anticipadas o a cualquier otro que forme parte de su
historia de valores”. La propuesta prescinde del uso de este término y
de su definición, pero la formulación simple que se propone permite
acogerlo sin problemas.

TEXTO ACTUAL

“Los profesionales sanitarios están obligados a respetar la voluntad


manifestada por el paciente sobre los cuidados y el tratamiento
asistencial que desea recibir en el proceso final de su vida, en los
términos establecidos en esta ley.
A los efectos previstos en el párrafo anterior, si el paciente se
encuentra en
situación de incapacidad, el personal médico deberá consultar el
Registro
Nacional de Instrucciones Previas, dejando constancia de dicha
consulta en la
historia clínica”.

TEXTO ALTERNATIVO QUE SE PROPONE

“Los profesionales sanitarios están obligados a recabar de las


personas enfermas sus deseos y preferencias sobre los cuidados y el
tratamiento asistencial que desean recibir en el proceso final de su
vida, con el objeto de poder respetar posteriormente su voluntad al
respecto en los términos establecidos en esta ley”.
A los efectos previstos en el párrafo anterior, si el paciente se
encuentra en situación de incapacidad, el personal médico deberá

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consultar el Registro Nacional de Instrucciones Previas, dejando
constancia de dicha consulta en la historia clínica y, en caso de existir
dichas Instrucciones, del contenido de las mismas”.

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ALEGACIÓN 6
En relación con el artículo 15, párrafo 3, sobre la exención de
responsabilidad.

JUSTIFICACIÓN

Este párrafo es innecesario, porque es obvio que esto es así. Por el


contrario, al ponerlo, da la impresión de que se quiere justificar algo
que no se quiere decir. Genera confusión y desconfianza

TEXTO ACTUAL

“El cumplimiento de la voluntad del paciente, conforme con el


ordenamiento jurídico y manifestada en la forma prevista en esta ley,
excluirá cualquier exigencia de responsabilidad por las
correspondientes actuaciones de los profesionales sanitarios”.

TEXTO ALTERNATIVO QUE SE PROPONE

SUPRESIÓN DEL PÁRRAFO 3 COMPLETO

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ALEGACIÓN 7
En relación con el artículo 16, párrafo 1, sobre la evaluación
de la capacidad.

JUSTIFICACIÓN

Una de las críticas más importantes que los profesionales sanitarios


han hecho a la Ley 41/2002 básica reguladora de la autonomía del
paciente es que los artículos 5.3 y 9.3.a les cargaban con la
responsabilidad de evaluar la capacidad de hecho de los pacientes
pero nos les daban ninguna orientación acerca de cómo hacerlo.

Para avanzar con respecto a esta situación la Ley 2/2010, de 8 de


abril, de derechos y garantías de la dignidad de la persona en el
proceso de la muerte de la Comunidad Autónoma de Andalucía
incorporó en su artículo 20, un grupo de 5 criterios, de los que 4
provienen de la literatura internacional y son los más aceptados
mientras que un quinto criterio, el memorístico, fue tomado de la
Mental Capacity Act del Reino Unido.

Por su parte, tanto la Ley Foral 8/2011, de 24 de marzo, de derechos


y garantías de la dignidad de la persona en el proceso de la muerte
de la Comunidad Foral de Navarra como la Ley 10/2011, de 24 de
marzo, de derechos y garantías de la dignidad de la persona en el
proceso de morir y de la muerte de la Comunidad Autónoma de
Aragón han recogido la iniciativa andaluza en su articulado. Lo que se
propone es hacerlo también en este Anteproyecto.

TEXTO ACTUAL

“Corresponde al médico responsable determinar si el paciente se


encuentra en una situación de incapacidad de hecho que le impida
decidir por sí mismo en el proceso final de su vida, para lo que
recabará la opinión de, al menos, otro profesional implicado
directamente en la atención del paciente y consultará a su entorno
familiar. Su decisión, que será motivada, se hará constar en la historia
clínica”.

TEXTO ALTERNATIVO QUE SE PROPONE

1. El médico o médica responsable es quien debe valorar si la persona


que se halla bajo atención médica pudiera encontrarse en una
situación de incapacidad de hecho que le impidiera decidir por sí
misma. Tal valoración debe constar adecuadamente en la historia
clínica. Para determinar la situación de incapacidad de hecho se
evaluarán, entre otros factores que se estimen clínicamente
convenientes, los siguientes:

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a) Si tiene dificultades para comprender la información que se le
suministra.
b) Si retiene defectuosamente dicha información durante el proceso
de toma de decisiones.
c) Si no utiliza la información de forma lógica durante el proceso de
toma de decisiones.
d) Si falla en la apreciación de las posibles consecuencias de las
diferentes alternativas.
e) Si no logra tomar finalmente una decisión o comunicarla.

2. Para la valoración de estos criterios se podrá contar con la opinión


de otros profesionales implicados directamente en la atención de los
pacientes. Asimismo, se podrá consultar a la familia con objeto de
conocer su opinión.

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ALEGACIÓN 8
En relación con el artículo 17 sobre la llamada
“proporcionalidad de las medidas terapéuticas”.

JUSTIFICACIÓN

Imaginemos un paciente con un cáncer metastático incurable, en


situación terminal. Imaginemos ahora que este paciente nos dice que,
cuando sufra una parada cardiorrespiratoria, quiere que lo reanimen.
El profesional que lo atiende, haciendo uso del proceso
magníficamente descrito en el párrafo 1 del artículo 17, llegará
fácilmente a la conclusión de que esta no es una actuación conforme
a la Lex Artis. Ya sabe que todas las Guías, Protocolos y
Recomendaciones nacionales e internacionales sobre Reanimación
Cardiopulmonar (RCP) contraindican dicha intervención. Obviamente
tanto su colega médico como la enfermera que cuida al paciente
estarán totalmente de acuerdo con esto: no está indicado. Pero
entonces el paciente le dirá quizás al profesional que, en virtud del
párrafo 2 del artículo 17, tienen obligación de “tomar en
consideración su voluntad”, o lo que es lo mismo, que tiene que
respetar el deseo que le está expresando, que tiene que respetar su
autonomía y por tanto hacerle la “RCP”. Pero todos tenemos claro
que, si se la hace, estará respetando la voluntad del paciente, pero a
costa de hacer “mala praxis”.

Alguien puede decir que “esa no es la interpretación correcta de la


expresión tomar en consideración su voluntad que usa la Ley”.
Bueno, puede ser…., o no. Lo cierto es que es una expresión
ambigua, poco clara, susceptible de muchas interpretaciones y, por
tanto, generadora de inseguridad jurídica. Debe quitarse. Y la razón
de fondo es que, en las decisiones sobre retirada o inicio de
intervenciones, lo que generalmente se llama “Limitación del
Esfuerzo Terapéutico” el paciente, en principio, no tiene nada que
decir. Esto es un juicio clínico que hacen los profesionales, no los
pacientes o sus familias. Es una cuestión de indicación, no indicación
o contraindicación clínica. Si el resultado de este juicio clínico es que
existe el grado de convencimiento suficiente acerca de su falta de
utilidad clínica, entonces las medidas o intervenciones deben
retirarse o no instaurarse. No hay aquí “proporcionalidad” alguna. O
la medida debe mantenerse porque está indicada, o debe retirarse o
no iniciarse porque no lo está. Por eso el título del artículo resulta
erróneo, confuso y debe cambiarse por un título más preciso.
Asimismo, las referencias a la “proporcionalidad” que se incluyen en
los párrafos también inducen a confusión, parece que inducen a
pensar que esto puede hacerse “a medias”, con tibieza.

Por tanto, el paciente o su familia sólo pueden participar activamente


en este proceso en dos situaciones.

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Una, cuando el clínico tiene clara la inutilidad de la medida y la
decisión de la retirada o el no inicio están tomadas, entonces el
paciente o la familia negociaran con el clínico el cuándo, cómo y de
qué manera se producirá en la práctica esa retirada o no inicio, pero
en ningún caso si dicha retirada o no inicio se llevarán a cabo o no,
porque esa decisión no les corresponde.

Otra, en aquellos casos en que los clínicos no puedan hacerse un


juicio certero sobre la utilidad o inutilidad de la intervención. En estos
casos los clínicos están obligados a consultar la opinión del paciente o
la familia al respecto para tratar de tomar una decisión consensuada
entre todos: instaurar o no, retirar o no.

Muchos ejemplos clínicos se pueden poner para mostrar que las


decisiones clínicas exigen siempre dos condiciones simultáneas: que
la intervención esté indicada y, segundo, que cuente con el
consentimiento del paciente. Cuando falla lo primero, por mucho que
haya lo segundo, la medida no puede instaurarse o mantenerse. Es lo
que llamamos un escenario de Limitación del Esfuerzo Terapéutico,
que aquí hemos rebautizado como “Retirada o no instauración de
intervenciones clínicas”. Cuando falla lo segundo, por mucho que hay
de lo primero, la medida tampoco puede instaurarse o mantenerse.
Es lo que llamamos un escenario de Rechazo de Tratamiento, que es
algo jurídicamente protegido por el artículo 6 de este anteproyecto y
por la Ley 41/2002. El caso Inmaculada Echevarría fue un Rechazo de
este tipo, como lo es el de la terapia con sangre que hacen los
pacientes Testigos de Jehová.

Todo esto, por tanto, debe quedar claro en la redacción de este


artículo que, es sin duda, uno de los más importantes de la Ley.

TEXTO ACTUAL

“Artículo 17. Proporcionalidad de las medidas terapéuticas

1. El médico responsable, antes de proponer cualquier intervención a


un paciente en el proceso final de su vida, deberá asegurarse de que
aquélla responde a la lex artis, en la medida en que está clínicamente
indicada mediante un juicio clínico que se base en la evidencia
científica disponible, en su saber profesional, en su experiencia y en
el estado, gravedad y pronóstico del paciente

2. Conforme a lo previsto en el apartado anterior, el personal sanitario


adecuará el esfuerzo terapéutico de modo proporcional a la situación
del paciente, evitando la adopción o mantenimiento de
intervenciones y medidas de soporte vital carentes de utilidad clínica,
en atención a la cantidad y calidad de vida futuras del paciente, y
siempre sin menoscabo de aquellas actuaciones sanitarias que
garanticen su debido cuidado y bienestar.

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Este mismo criterio de proporcionalidad se aplicará al supuesto
previsto en el artículo 11.2 c).
En todo caso, la adecuación del esfuerzo terapéutico requerirá del
juicio coincidente de, al menos, otro médico que participe en la
atención sanitaria, y se adoptará tras informar al paciente o a su
representante, tomando en consideración su voluntad, y oído el
criterio profesional del personal de enfermería responsable de los
cuidados.
De todas las actuaciones mencionadas en los párrafos anteriores
deberá
quedar constancia en la historia clínica”

TEXTO ALTERNATIVO QUE SE PROPONE

“Artículo 17. Retirada o no instauración de intervenciones


clínicas

1. El médico responsable, antes de proponer cualquier intervención


clínica a una persona en el proceso final de su vida, deberá
asegurarse de que aquélla responde a la lex artis, en la medida en
que está clínicamente indicada mediante un juicio clínico que se base
en la evidencia científica disponible, en su saber profesional, en su
experiencia y en el estado, gravedad y pronóstico del paciente

2. Conforme a lo previsto en el apartado anterior, el personal


sanitario evitará la instauración o mantenimiento de intervenciones
diagnósticas, terapéuticas o de cualquier otro tipo, incluidas las
medidas de soporte vital, cuando las considere carentes de utilidad
clínica en atención a la cantidad y calidad de vida futuras del
paciente, y siempre sin menoscabo de aquellas actuaciones sanitarias
que garanticen su debido cuidado y bienestar.

3. En todo caso, la adopción de estas decisiones requerirá del juicio


coincidente de, al menos, otro médico que participe en la atención
sanitaria de la persona enferma, se adoptarán tras ser oído el criterio
profesional del personal de enfermería responsable de los cuidados y
se comunicarán a la persona enferma o su representante de forma
adecuada.

4. De todas las actuaciones mencionadas en los párrafos anteriores,


incluida la identidad de los profesionales consultados, su opinión así
como del proceso de información a la persona enferma o su
representante, deberá quedar constancia en la historia clínica”

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ALEGACIÓN 9
En relación con el artículo 20 , sobre Comités de Ética
Asistencial.

JUSTIFICACIÓN

La creación de los Comités de Ética Asistencial (CEA) con un rango de


Ley es una iniciativa encomiable de este Anteproyecto. Sin embargo
atribuirles la función de diseñar formularios de Voluntades
Anticipadas es realmente extraño y equívoco. Todas las Comunidades
Autónomas ya tienen sus procedimientos para diseñar este tipo de
formularios. NO es lógico dedicar a un CEA a esta función.

La Ley 2/2010, de 8 de abril, de derechos y garantías de la dignidad


de la persona en el proceso de la muerte de la Comunidad Autónoma
de Andalucía, la Ley Foral 8/2011, de 24 de marzo, de derechos y
garantías de la dignidad de la persona en el proceso de la muerte de
la Comunidad Foral de Navarra y la Ley 10/2011, de 24 de marzo, de
derechos y garantías de la dignidad de la persona en el proceso de
morir y de la muerte de la Comunidad Autónoma de Aragón han
recogido una orientación radicalmente distinta a la que plantea la
actual formulación del artículo 20. Por eso se propone recoger esa
fórmula en el Anteproyecto.

TEXTO ACTUAL

Artículo 20. Comités de ética asistencial

1. Los comités de ética asistencial que existan en los centros


sanitarios podrán acordar protocolos de actuación para garantizar la
aplicación efectiva de lo previsto en la presente Ley.

2. Asimismo, las Administraciones sanitarias impulsarán la


elaboración por los comités de ética asistencial de un modelo de
documento de instrucciones previas, con el objeto de facilitar a los
otorgantes la correcta expresión de aquellas situaciones sobre las que
quieran manifestar su voluntad, así como la adopción de criterios
generales sobre la información a los pacientes en las materias
reguladas por esta ley.

TEXTO ALTERNATIVO QUE SE PROPONE

Artículo 20. Comités de Ética Asistencial.

1. Todos los centros sanitarios o instituciones dispondrán o, en su


caso, estarán vinculados a un Comité de Ética Asistencial, que es un
órgano consultivo e interdisciplinar constituido para analizar y

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asesorar a sus profesionales y usuarios sobre aquellos aspectos de la
práctica clínica que planteen conflictos éticos, con el objetivo de
mejorar la calidad de la asistencia sanitaria.

2. En los casos de discrepancia entre los profesionales sanitarios y los


pacientes o, en su caso, con quienes ejerciten sus derechos, o entre
estos y las instituciones sanitarias, en relación con la atención
sanitaria prestada en el proceso del final de la vida, que no se hayan
podido resolver mediante acuerdo entre las partes, se solicitará
asesoramiento al Comité de Ética Asistencial correspondiente, que
podrá proponer alternativas o soluciones éticas a aquellas decisiones
clínicas controvertidas. Los informes o dictámenes emitidos por el
Comité en ningún caso sustituirán las decisiones que tengan que
adoptar los profesionales sanitarios.

3. Las personas integrantes de los Comités de Ética Asistencial


estarán obligadas a guardar secreto sobre el contenido de sus
deliberaciones y a proteger la confidencialidad de los datos
personales que, sobre profesionales sanitarios, pacientes, familiares y
personas allegadas hayan podido conocer en su condición de
miembros del Comité.

4. La composición, funcionamiento y procedimiento de acreditación


de los Comités serán establecidos por cada Comunidad Autónoma.

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ALEGACIÓN 10
Inclusión de una Disposición Adicional que ponga en marcha
el proceso de simplificación de la prescripción y dispensación
de sustancias estupefacientes.

JUSTIFICACIÓN

La complejidad del proceso de prescripción y dispensación de


estupefacientes, especialmente opioides mayores y sobre todo en el
ámbito de la Atención Primaria puede constituir una barrera para
facilitar su uso por los profesionales. Tanto la Organización Médica
Colegial, como la Sociedad Española de Cuidados Paliativos como o la
Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria han solicitado
un cambio en dicho proceso para hacerlo más ágil, menos
burocrático, aunque siempre salvaguardando un adecuado nivel de
control y seguridad.

TEXTO QUE SE PROPONE

DISPOSICIÓN ADICIONAL X

En el plazo de un año tras la entrada en vigor de la presente Ley, el


Consejo de Ministros del Gobierno de España modificará las normas
reglamentarias que regulan la prescripción y dispensación de
medicamentos que contengan sustancias estupefacientes específicas
para el tratamiento de pacientes en situación terminal o de agonía
con el objeto de simplificar dicho procedimiento y hacer más
accesible dicho tratamiento a estos pacientes, garantizando en todo
caso el adecuado cumplimiento de la Convención Única de
Estupefacientes de 1961 («Boletín Oficial del Estado» de 22 de abril
de 1966) (RCL 1966\733 y NDL 12431), y sus ulteriores
modificaciones.

25/05/2011 20

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