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EN MI TIERRA
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PEPE B U L N E S
EL AUTOR
1 4 1 U G ;,
y derivados en su oficio de traductor le abrió el camino, por
donde él desahogó una inquietud contribuyente al conocimiento
del lenguaje vernáculo de San Juan Bautista en sus tiempos
mozos y algunos años después.
* * *p e p e b u l n s oes
H. Yeracruz. / ¿T &
A D V E R T E N C IA A L LECTOR
OSCAR G. CARRERA.
AC H IC H IG U AR
AC H ISPAR SE
AD ELANTE
rn r> B TJ L N S
A F L IG IR
A G A L A B A M B A O o A G A LA M B A D Q
Galambao, calamorrate,
Trincapiñones, choclón” .
B A L T A Z A R DEL A L C Á Z A R : Poesías.
A G R A V IO
AGUACATE
Con la suavidad del aguacate. Frase que alude a la blandura
del aguacate (Persea americana o gratis sim a), que se
corta sin el menor esfuerzo, y que significa con faci
lidad, sin trabajo alguno, sin hacer ruido, a la chitica
llando, sin ostentación, sin que se eche de ver, con disi
mulo, sin alarde. Es algo parecida a la expresión cu-
baña resbalado en el tablero, y también algo semejante
a otro dicho tabasqueño no muy bien oliente:
Como quien se caga y no lo siente.
B U L N E S
AGUANTAR
Aguantarse como se aguantó Peralta; algunos añaden: ocho
días bajo el agua. No cejar; mantenerse firme en su
dictamen, propósito o resolución; no dar uno su brazo
a torcer; no achicopalarse, no rajarse, persistir en sus
designios aunque las circunstancias parezcan o sean ad
versas. Es incierto el origen de este dicho que yo só
lo he oído en Tabasco. Santamaría (D IC C IO N AR IO ,
tomo III, página 329) dice que sin duda (cuando me
nos probablemente) la frase alude al marino e inge
niero español, Isaac Peral y Caballero, inventor del
submarino de su nombre, sino que en Tabasco se dijo
Peralta, por ser este apellido más conocido en aquella
región. El caso es que Isaac Peral nunca permaneció
ocho días, ni siquiera un día bajo el agua, sino algo más
de una hora, en los primeros ensayos que se hicieron
del aparato inventado por él, allá por 1889 ó 1890, en el
cual período recorrió unas cuatro millas a diez metros
de profundidad; aunque para el caso es enteramente
igual que permanezca uno por bajo del agua una hora
u ocho días, digo, en lo tocante al fenómeno originado
por la suspensión de todas las funciones vitales ocasio
nado por el aflujo del líquido cuya fórmula química es
H uO a los órganos principales de la función respirato
ria, que impide el que continúe la oxigenación de la san
gre y de los centros vitales, indispensable para el man
tenimiento de la vida (o lo que en términos vulgares se
nombra “ estirar la pata” o “ pelar gallo” ) ; que cuanto
a los demás, bien puede suceder que después de ocho
días ya no pueda uno salir a flote, ya no digamos para
llevar a término el propósito que con tanto empeño se
había uno hecho, mas ni siquiera para recibir cris
tiana sepultura. Con todo, es posible que el dicho ori
ginal hubiese sido aguantarse como se aguantó el “ Pe
ral” (el submarino llamado P e ra l): una hora bajo el
agua, y que el vulgo que todo exagera o lo trastrueca,
lo hubiera convertido en “ Peralta” y “ ocho días bajo el
agua” , como convirtió en el dicho español la necesidad
tiene cara de hereje, la sentencia latina que decía Ne-
cessitas caret lege, esto es, “ la necesidad carece de ley” ,
o “ no reconoce ley” .
AG U IN A LD O
Pedir aguinaldo. Según los diccionarios, aguinaldo es el re
galo que se da en la Navidad, el Año Nuevo o la E pifa
nía, mas en Tabasco tiene otra significación algo más
lata, o diferente, si bien relacionada con la Navidad.
¡ Navidad! El símbolo más hermoso de amor y acer
camiento a sus semejantes que conserva el hombre y
de que aun se acuerda año tras año, a despecho y pe
sar de las hecatombes causadas por él mismo, conse
cuencia de su diabólica imaginación y su “ atómica”
inventiva. Época blanca como la nieve del Norte que en
esos días suele cubrir la tierra, como queriendo amor
tecer los ruidos de las ciudades y hacer los días más
propicios a la meditación y el recogimiento.
¡ Aguinaldo I Regalos que se dan a las personas que
ridas y que simbolizan las beatíficas palabras del dulce
Nazareno: “ Amaos los unos a los otros” .
Entre los viejos recuerdos que guardo con reveren
cia casi devota (yo que nunca tuve el fervor religioso)
en el arcón venerando de mis memorias, quizás el que
trae a mi espíritu las más dulces evocaciones, el que pro
duce en mi alma las más tiernas y sentidas añoranzas
es el de la Navidad, de las sencillas celebraciones pas
cuales que en ese tiempo se hacían en el viejo San Juan
Bautista de mi niñez, desde una semana antes de la N o
chebuena -hasta el día de Reyes, de las fiestas navideñas
tan ansiosamente esperadas por los chicos y tan in
genua y alegremente celebrada por chicos y grandes;
las Pascuas de la Natividad, con sus nacimientos y v i
llancicos, sus misas de Aguinaldo (así llamadas en Ta-
basco, y que se celebraban con gran algazara en la Igle
sia de Esquipulas, a las cinco de la madrugada, desde
varios días antes de la Nochebuena), sus “ peregrina
ciones5' nocturnas de jóvenes, muchachos y hasta adul
tos que iban alegremente por las calles visitando naci
mientos. delante de los cuales cantaban los tradiciona
les villancicos y pastorelas, de los que aun quedan al
gunos en un rinconcito de mi memoria, acaso alterados
por el tiempo o desfigurados por la amnesia que trae
consigo la niebla de los años5' :
Pastorcitos somos,
Del monte bajamos.
Y a vemos la luz,
Y a vamos llegando.
Somos pastorcitos,
Vamos a Belén,
A ver a María
Y al Niño también.
Pastorcitos somos,
Del monte bajamos,
A coger venimos
Frutas de los ramos.
La Virgen lavaba,
San José tendía
Los ricos pañales
Que el Niño tenía.
AH IJAD O
Muerto el ahijado, se acabó el compadrazgo (o murió el
ahijado, se acabó el compadrazgo;. Refrán con que se
significa que en terminando las causas, cesan los efec
tos, o que faltando el motivo de algún favor, gracia,
apoyo o beneficio que se concedía a uno, se termina
éste. Se emplea también para reprochar al que se apar
ta u olvida de una amistad cuando deja de serle pro
vechosa, conveniente o lucrativa.
Santamaría (DICC. GRAL. DE A M E R IC A N IS
MOS, artículo A H IJ A D O ) dice que es refrán peruano.
Y o lo oí en Tabasco muchos años há y poquísimas veces
lo he vuelto a oír en otras partes de Méjico, o a per
sona que no sea tabasqueña. Con todo, no es ni ta-
basqueño ni peruano, sino castellano muy antiguo.
Esteban de Terreros y Pando lo trajo en su DICCIO
N A R IO C A S T E LLA N O publicado en Madrid en 1786,
en el artículo C O M P A D R A J E , COMPADRAZGO,
C O M PA TE R N ID A D (página 471 del tomo primero).
Dice así la parte conducente: “ M UERTO ES E L A H I
JADO PO R QUIEN TE N ÍAM O S E L C OM PAD RAZ
GO, refrán que denota, que en faltando el motivo para
algún favor, falta éste por lo común.” Y, aunque no
exacto en la forma, es sin género de duda el origen del
proverbio en su forma americana, muerto el ahijado
se acabó el compadrazgo.
AHOGADO
Estar dando patadas de ahogado. Se dice de quien está ha
ciendo el último esfuerzo, aunque con poca o ninguna
probabilidad de tener buen éxito, por salir avante en
alguna empresa en que está a punto de fracasar. De
los últimos esfuerzos que hace dicha persona se dice
que son patadas (o pataditas) de ahogado. Se aplica
también al sujeto que está ya en el ocaso de la vida, y
olvidándose de que ya “ no sopla” aparenta ser joven
o quiere hacer cosas propias de la juventud.
Tener más suerte que un ahogado. Sentencia con que iró
nicamente se encarece la buena suerte de una persona.
AJO
Morder el ajo y tragarse el caldo. Verse una persona en la
precisa necesidad de aceptar alguna cosa que le mor
tifica y repugna o está reñida con sus ideas o princi
pios, o que ha de redundar en perjuicio de su persona,
honra o intereses; y así se dice: no tuve más remedio
que morder el ajo y tragarme el caldo; o bien, si es
forzoso ceder a ciertas exigencias o imposiciones ine
luctables: no me queda siiio morder el ajo y tragar
el caldo, esto es, quiera o no quiera tengo que hacer de
tripas corazón y obedecer, cerrar los ojos y echarme
ese mal trago.
AJU CH AR
En Tabasco es muy común oír el verbo transitivo
ajuchar por estimular, incitar, instar, provocar, irritar,
importunar, asediar, una persona a otra.
La voz, que parece ser usada también en Centroamé-
rica, es indudablemente el ahuchar (con la h aspirada)
que se dice en Colombia, según la Academia, y proba
blemente en otras partes de la América del Sur.
El diccionario académico desde su primera edición
trajo ahuchar, derivado de hucha, con el significado de
guardar el dinero o cosas que se ahorran poniéndolas en
la hucha, arca grande que tienen los labradores para
guardar sus cosas, o vasija de barro (alcancía) para
guardar dinero. Nunca el léxico académico ha dicho
que el verbo ahuchar se use por azuzar en España. El
Diccionario Manual trajo ahuchar como colombianismo
por azuzar, oxear. El Diccionario grande hasta la déci-
maquinta edición sólo dio a ahuchar el significado recto
de guardar en hucha y el figurado de guardar en parte
segura el dinero, etc. En la décimasexta edición añadió
otro artículo, a saber: “Ahuchar. tr. Llamar al halcón
al grito repetido de ¡hucho!”
Cuervo (Apunt. crít. sobre el leng. bogot., § 785, 996
y 998) dice que ahuchar por azuzar es voz dialéctica
aragonesa, y no lo dice pero lo da a entender que es de
uso corriente en América, por lo menos en algunos paí
ses, como Colombia. Dos cosas son para mí evidentes:
que ahuchar con el sentido de guardar viene de hucha
o alcancía, y que ahuchar por azuzar proviene de hucho,
húchoho, interjección de que se valían los cazadores de
la volatería (caza de aves con halcones u otros pájaros
enseñados) para llamar al pájaro amaestrado cuando
se remonta. De la propia interjección nació el verbo in
transitivo huchear, a que el léxico académico dio ca
bida antes que a ahuchar con el sentido de llamar a
voces al pájaro cazador. La décimaquinta edición del
Diccionario concedió al intransitivo huchear las acep
ciones de “ llamar, gritar, dar grito” y “ lanzar los perros
en la cacería, dando voces.” Esta voz huchear debe de
haberse formado desde hace ya mucho tiempo, aunque
la Academia no la haya aceptado sino hasta 1925 (15a.
edic. del Dice.). Barcia, en su Diccionario General E ti
mológico publicado en 1881 trajo huchear y dijo que
huchoar era “ activo anticuado. H U C H E A R ” (ni el Dic
cionario de Autoridades ni ninguna otra edición del dic
cionario académico han traído nunca el verbo huchoar,
si bien desde las primeras ediciones dieron cabida a la
palabra onomatopéyica huchoho, “ voz de que se sirven
los cazadores de la volatería para llamar al páxaro,
quando se les ha remontado, y cobrarle.” ) Es posible
que huchear haya sido formada por el español a imita
ción del francés hucher, “ llamar gritando, o silbando:
dícese en la caza (N U E V O D ICC IO N AR IO FRANCÉS-
ESPAÑOL, por D. A N T O N IO DE C A P M A N Y , 1805),
lo cual no quita que huchear sea tan castellano como
francés es hucher, puesto que el español tenía desde muy
antiguo la voz hucho o fyúchoho para sacar de ella hu
chear.
Hice toda esta digresión tratando de rastrear el ori
gen de ahuchar, de que casi seguramente se formó el ta-
basqueñismo ajuchar, por aspiración de la h. Para mí
es cosa clara que ahuchar y huchear tuvieron el mis
mo origen, esto es, el grito ¡hucho! o ¡hñchoho! de los
cazadores de volatería. También me parece evidente
que del primer significado de llamar al pájaro amaes
trado haya nacido la acepción extensiva de lanzar los
perros en la cacería dando voces, esto es, azuzar, y tam
bién oxear. En América, adonde llegó el ahuchar traído
por aragoneses o por quienes hayan sido, tomó otro
significado metafórico, si es que no lo trajo ya de Espa
ña, a saber, el de estimular, incitar, provocar, irritar,
animar, mover, excitar una persona a otra, y por aspi
ración de la h adquirió la forma ajuchar que tiene en
Tabasco.
Santamaría dice en el artículo ajuchar de su DIC
CIO NARIO G E N E R A L DE A M E R I C A N I S M O S :
“ (Var. de ahuchar o de ajotar, por ahotar, o ahotarse,
verbo antiguo de uso clásico por atreverse.)” En el ar
tículo atojar dice el citado lexicógrafo: “ En Tabasco se
usa atujar y en sentido doctoral, ahuchar o ajuchar,
que es de uso antiguo muy castizo (RODR. M A R ÍN ,
2500 Voces). G A G IN I (Dice, de costarriqueñismos) di
ce que ATO JAR o atujar es metátesis de atojar por
ahotar, que no recoge aún la Academia, o por enhotar.
Por alteración fonética de atujar nació achujar, y por
igual causa ahuchar, y ajuchar, del castizo ahotar, tron
co común semántico.”
No tengo a la vista para consultar los libros 2500
Voces de Rodríguez Marín, ni Diccionario de costarri
queñismos de Cagini, ni tiempo para buscarlos en libre
rías públicas, donde seguramente no los hallaría. Mas
aunque los tuviera y aunque lo digan todos los Caginis
del mundo se me hace cuesta arriba creer que de ahotar
haya salido ajuchar, mediante una sucesión de metáte
sis, síncopas, epéntesis y otros metaplasmos, tales como
los siguientes: ahotar, tronco semántico común; por as
piración de la h: ajotar; por metátesis o transposición
de letras: atojar; por mutación de la o en u: atujar; por
mutación de la t en ch: achujar; por mutación de la j en
ch: achuchar; por supresión de la c de la primera ch:
ahuchar, y por aspiración de la h: ajuchar. Mucho más
fácil me parece, y más lógico, que ahuchar haya tenido
su origen en la interjección hucho, o húchoho, o huchohó
y que de ahí, por aspiración de la h se formara el aju
char. Que de ahotar saliera ajotar y de esta voz se fo r
mara por metátesis o transposición de letras atojar y
después, por conversión de la o en u, atujar, me parece
lógico y probable, según acabaré de exponer en el ar
tículo atujar.
Otra cosa que deseo sacar a luz en este artículo, ya
que me metí en este berenjenal, es que ajuchar y atujar
no tienen en Tabasco iguales significados. Según me
acuerdo, ajuchar se aplica a personas por estimular, in
citar, excitar, instar, provocar, y así se dice: “ no estés
ajuchando a fulano contra sutano porque puede hacer
una barbaridad” ; “yo haré lo que debo hacer sin que
nadie me ajuche” ; “ Pedro sabe trabajar pero es muy
perezoso y hay que estarlo ajuchando constantemente” ;
“ tanto me ajuchó Luis para que me metiera en ese ne
gocio que acabó convenciéndome y me hizo perder todo
mi dinero” ; “ fulana tuvo que ajuchar a sutano para
que se le declarara” ; “ aunque ajuches mucho a Pablo
no vas a conseguir que te diga el secreto” , etc.
Por otra parte, atujar es azuzar, excitar a los perros
para que persigan la caza, aunque también se dice en
lenguaje festivo hablando de personas, como en la fra se :
“ Luisa, cansada de los impertinentes galanteos de Juan
le atujó a su hermano Pedro, y éste le dio a aquél una
buena moquetiza” , “ le atujaron a la policía” , etc., según
diré en el artículo atujar. No son, pues, voces sinóni
mas ajuchar y atujar.
ALEGRÓN
El alegrón da para calzón, el aventurero da dinero, y la co
secha es fortuna hecha. Dicho tabasqueño en que se
alude a las cosechas del cacao, de las cuales la principal
es la que produce más, y se hace en Tab'asco entre abril
y junio. La cosecha del cacao aventurero (o venture
r o ) se efectúa en el invierno, que en dicho estado es la
temporada de las lluvias, y rinde menos que la cosecha
principal, pero no deja de ser importante; y entre estas
dos hay una de menor cuantía, que es la del cacao ale
grón, que sólo da para calzón, esto es, muy poca cosa.
Es refrán algo parecido al proverbio español: fortuna
y aceituna, a veces mucha y a veces ninguna.
ANDAR
Andar andando. Ir, caminar sin rumbo fijo ni dirección,
andar a la deriva. De ahí la frase picaresca de doble
sentido: cuando se le pregunta a alguien que no va a
ningún lugar determinado, “ ¿qué haces por acá?” o
“ ¿qué andas haciendo?” , responde: por aquí me ando
andando.
ANDANZA
En Tabasco la andanza es la enfermedad epidémica.
Según el Diccionario de la Academia, en Méjico y Ve
nezuela se dice andancia, y en Cuba, León y Salamanca
(España) es andancio, enfermedad epidémica leve. En
Tabasco yo oí andanza.
Es la andanza que anda, dicen las comadres para significar
el mal que anda por todas partes, esto es, la epidemia,
generalmente benigna.
ANDAVETE
Tocar el andavete. En Tabasco se dice, o se decía así, por
tocar la orquesta o la banda la última pieza de música
en las serenatas (retretas) que se celebran en los ja r
dines públicos (el parque Juárez, la plaza de armas),
y que indica que ya terminó el concierto, o bien la
última pieza que se toca en los bailes y que es la señal
de que ya deben irse los bailadores.
ANCHETA
La palabra ancheta la trajo el Diccionario de la
Academia desde su primera edición (1726), y la definió
de la siguiente manera: “ En el comercio de Indias se
llama así la porción corta de mercaderías, que algún
particular no comerciante lleva, o envía a Indias para
su despacho.” En Tabasco, donde es bastante usual,
ha conservado el vocablo la acepción de baratija, chu
chería, cosa de poco valor, y de ahí que se diga bonita
ancheta, por “ linda paparrucha” , y ser la misma an
cheta, por ser la misma cosa insubstancial o sin impor
tancia. Se formaron también el verbo anchetear por
hacer negocios de poca monta, y el substantivo anche-
tero, buhonero, el que se dedica a vender baratijas.
Con parecidos significados se usa la palabra an-
clfieta en otros países hispanoamericanos, como Vene
zuela, Colombia, Bolivia, etc.
A N G E LIT O
Tener un angelito. Dícese de los padres o la familia a quien
se muere un niño. Entre la gente del campo se acos
tumbra llamar angelito al pequeño que muere en muy
tierna edad, aludiendo a la creencia religiosa de que,
en virtud de su inocencia, pureza y falta de pecados,
al fallecer la criatura se va al cielo a unirse con los
ángeles. Santamaría en su DICCIONARIO dice que es
chilenismo ( “ En Chile dice así la gente del pueblo del
cadáver de un párvulo.” ) Yo oí la expresión muchas
veces en Tabasco, y para ser más puntual, en Cundua-
cán, donde era común (supongo que también en otras
partes del estado) el oír: fulano tiene un angelito, o
en casa de sutano hay un angelito.
Por cierto que tal frase era casi sinónima de “fulano
tiene holgorio esta noche” , pues invariablemente al an
gelito se le acompañaba al cielo con música toda la no
che, aguardiente, tamales, chocolate y los típicos e
imprescindibles turuletes.
Volver (o hacer,) a una persona angelito. Este dicho signi
ficaba en aquellos tiempos de que hablo, no vestir luto
por ella después de su muerte, aludiendo a la creencia
o costumbre que tienen algunas gentes de que a los
niños que mueren en tierna edad (angelitos) no se les
guarda luto.
Se dice también por hacer menos a uno, hacer caso
omiso de él, ningunearlo, tirarlo a Lucas (loco), como
se dice en otras partes.
APODOS
Fecunda es generalmente la imaginación popular
para inventar apodos, y sería labor muy entretenida e
interesante el recoger los motes peculiares de una re
gión, aunque, claro, muchos de ellos no serían publica-
bles. En Tabasco oí multitud de apodos por demás
oportunos y graciosos que lamento no recordar, o no
poder estampar en letras de molde, pues aunque el ta-
basqueño no es tan dado a los motes como el yucateco
(en Yucatán casi no hay persona que no tenga apodo),
sí gusta de echar a volar su imaginación y buscar algún
nombre festivo, burlón o cariñoso qué dar a sus amigos
o enemigos. Quiero trasladar aquí unos cuantos de los
muchos que oí en Tabasco y que no llevan en sí ofensa
ni insulto alguno.
Aplanadora. Llamóse así a cierto sujeto sin oficio ni bene
ficio que andaba siempre de holgazán. Aludía el mote
a que de tanto caminar por una misma calle terminaba
aplanándola. A esta clase de sujetos llamábaseles tam
bién ingenieros aludiendo a que andaban midiendo las
calles.
Barbas de chivo. Apodo que se dio al general Abraham
Bandala, compadre de don Porfirio, que fue goberna
dor de Tabasco puesto por la voluntad del elector único,
su compadre, y que, por supuesto, tenía barbas pare
cidas a las de dicho animal caprino. De este goberna
dor porfirista (que, de paso sea dicho, después de
gobernar a Tabasco por cerca de veinte años, al morir
dejó un capital que llegó apenas a cincuenta mil pesos,
según oí decir), ignorante como buen soldado que se
hizo en las filas y malhablado como carretero, pero bo
nachón y hasta patriarcal a las Veces, se contaban mu
chas y muy graciosas “ anécdotas” , las más de ellas
apócrifas, que llenarían muchas páginas harto entre
tenidas ; como la que se le atribuía del teodolito: cuando
le presentaron un presupuesto de equis cantidad (d i
gamos, quinientos pesos) para comprar uno de dichos
instrumentos destinados a la Estación Agrícola Expe
rimental, dijo: “ no sean animales (aquí una palabro
ta ), no se gasten tanto dinero en un teodolito; tomen
mil pesos y compren de una vez un teodolón” . O como
el cuento de las estrellas: viajaba en cierta ocasión a
bordo del lujoso barco fluvial “ Sánchez Mármol” , en
una bella noche estrellada, cuando de repente se quedó
mirando atentamente al cielo y al cabo de un rato dijo
a uno de sus acompañantes: “ mira, mira De la Rosa,
qué bonitas esas tres estrellas formando cuadrilátero” .
Esta anécdota tiene otra versión que me fue dada por
don Francisco J. Santamaría, y que parece ser la ori
ginal : corría el año 1910 y todo el mundo estaba asom
brado por la aparición del cometa Halley; una tarde
paseaba el general Bandala en una de las “ jardineras”
que hacían el recorrido llamado “ del circuito” (ca
rruaje descubierto tirado por muías), cuando una seño
rita que trabó conversación con él le preguntó: — “ Ge
neral, ¿ya vio Ud. el cometa que sale en la madrugada?”
— “ Y a lo vi — repuso el gobernador. Precisamente esta
mañana, formando un triángulo enteramente cuadri
látero con Venus y la luna” .
Se dijo que un empleado del gobierno firmó en 1907,
junto con otros revolucionarios, una hoja suelta que se
tituló “ Dos Palabras” . Enteróse de ello el General y
mandó llamar al único empleado público que había
firmado el manifiesto, a quien habló de aquesta guisa:
— “ ¿Conque dos palabras, no?
— ¡Sí, señor, dos palabras! — repuso el interpelado.
— ¡Pues dos palabras también: R E N U N C IE , C H IN
GADO !”
Bello Narciso. Este fue el apodo que se le puso a cierto le
chuguino español muy presuntuoso y, por cierto, bas
tante bien parecido, que llegó a Tabasco y que, según
el decir de los que bien lo conocían, empleaba más
tiempo del que pide la decencia que dedique el sexo
masculinó a la compostura de su persona, en acicalarse,
perfumarse y ponerse toda clase de afeites y pomadas,
de suerte que cuando salía a la calle más parecía un
figurín de la cofradía de los “ equivocados sexuales” que
un hombre.
Cachot (palabra francesa que se pronuncia cashó y significa
calabozo). Con este apodo fue muy conocido entre los es
tudiantes del Instituto “ Juárez” , uno de los profesores
que en mis tiempos explicaba la clase de raíces griegas
y latinas, y que antes fue en alguna ocasión profesor
de francés. Le vino este mote de la costumbre que
tenía, cuando era catedrático de francés, de encerrar
en el calabozo, o covacha, como se le llamaba en jerga
estudiantil, a sus alumnos por la menor falta cometida,
para lo cual decía la frase que se hizo célebre: allez
á la cachot, vaya Ud. al calabozo, o vaya a que lo en
cierren en la covacha.
Era Cachot un hombre de vastos conocimientos (se
gún opinión autorizada, de “ enciclopédica cultura’’ )
que, tengo entendido, estudió la Medicina en Europa,
hablaba varios idiomas y era un erudito en latín y grie
go, pero qué con todo su caudal de conocimientos, ni
sabía enseñar, ni tenía la inclinación, la tolerancia, la
paciencia, el genio sosegado, la comprensión ni el tino
que se requieren para ejercer la difícil arte de la Pe
dagogía. A él debo el no haber aprendido en mis dos
cursos de latín y griego casi ni palabra del primero y
poquísimo del segundo, cosa que después deploré y sigo
deplorando cuando en mis horas de ocio trato de satis
facer mi curiosidad en asuntos lingüísticos, afición en
que con gran sabiduría y cariño me ha orientado un
verdadero maestro: don Francisco J. Santamaría. De
genio destemplado y violento, irascible en sumo grado,
un verdadero atrabiliario, no supo Cachot atraerse ya no
digamos la voluntad, el cariño, mas ni siquiera la aten
ción de sus discípulos, y convertía sus clases en risibles
galimatías de que no sacábamos ni jota en limpio. Y
para reprender nuestra falta de atención y hasta de res
peto, originada por sus extravagancias e iracundia, lle
gaba hasta el extremo de sacar en la clase la pistola,
una pistola antediluviana tomada de orín que llevaba
envuelta en un mugroso paliacate, para conminarnos
a guardar compostura, él que con sus años, sabiduría y
experiencia no sabía ser circunspecto ni mesurado con
sus alumnos.
Calzón bastante. Se puso este apodo a un señor que acos
tumbraba usar los pantalones muy anchos, que hacían
señalado contraste con las prendas de vestir masculi
nas tan estrechas que se llevaban en aquel entonces.
Cebollino. En aquellos tiempos en que apenas empezaba a
dar sus primeros pasos la cinematografía, hubo un
actor cuyas “ vistas” se hicieron muy populares y al
que nombraban Cebollino., Me parece que este actor
cómico se distinguía por alguna prenda de vestir, si
mal no me acuerdo por el sombrero hongo o bombín
que siempre llevaba. Pues Cebollino se le llamó a cier
to sujeto que vestía con sombrero hongo y que debe
haberse parecido al actor de cine.
Cincorreales. En aquellos dorados tiempos en que fui alum
no de la Escuela Superior “ Romero Rubio” , donde se
estudiaban el quinto y sexto años de instrucción pri
maria, y que estaba situada en la calle de Zaragoza,
al lado de la tienda “ El Número 9” de don Esteban
López (esquina de Zaragoza y Rosales), era director
de la escuela y maestro del sexto año don Francisco J.
Santamaría, a la sazón profesor (aun no se recibía de
abogado), y para nosotros sus alumnos “ el señor Santa
maría” , pues en Tabasco nunca se acostumbró, como
en la Capital, anteponer el “ maestro” al nombre de los
profesores. Este joven maestro tan severo y estricto
en la clase, pero al mismo tiempo ameno y cautivador
en sus explicaciones, como campechano, amigable y bro
mista con sus alumnos fuera del aula, que lo mismo nos
daba un buen tirón de orejas o una morrocotuda “ re-
gliza” , que jugaba saltaburro o corría apuestas con
nosotros, era amantísimo de las excursiones campestres
con sus alumnos, algunas de las cuales duraban varios
días. Uno de esos que llamábamos paseos lo hicimos a
los pueblos de Macultepec y Ocuilzapotlán, distantes
algunas leguas del entonces San Juan Bautista. Por
tanto, hubimos de efectuar a caballo la excursión, que
fue de tres días; para lo cual cada quien se procuró su
cabalgadura lo mejor que pudo, unos pidiéndola pres
tada y otros alquilándola de don Rafael Castro, que
tenía el negocio de alquiler de bestias. A uno de mis
compañeros, Manuel Gutiérrez, le tocó en suerte un
rocinantesco caballo de la pica, verdadero esqueleto an
dante, más parecido a la caricatura de un grillo que
a un cuadrúpedo, que don Rafael Castro le alquiló los
tres días por la módica suma de cinco reales; este des
dichado solípedo apenas podía con sus huesos y fue
motivo de risas y chirigotas por todo el camino, el
cual logró hacer Cincorreales, que con tal nombre bau
tizamos al caballo, por verdadero milagro. Por cierto
que al cruzar el primer paso de río, acabando apenas
de salir de San Juan Bautista, estuvo a punto de pe
recer ahogado Cincorreales que, si apenas podía cami
nar, menos podía nadar. Esto ocasionó entre todos los
excursionistas gran conmoción y un susto morrocotudo
a su jinete, quien al ver en trance de muerte a su caba
llería, daba gritos desaforados pidiendo auxilio y di
ciendo casi con lágrimas en los ojos: “ ¡se ahoga Cin
correales !” , mientras cogido desesperadamente de la
cola del animal, como si en ello estuviera su propia
salvación, procuraba desde el cayuco en que él iba, man
tenerlo a flote, pues había oído la noción de que a las
caballerías, al ahogarse, no les entra el agua por las
narices ni por la boca sino por el extremo opuesto del
tubo digestivo. Desde entonces se le quedó al jinete el
apodo de Cincorreales.
Y no se me quede en el tintero una anécdota: tenía
en la escuela fama de perezoso y de no saberse nunca
la clase Cincorreales (el jinete, no el caballo), y suce
dió que una tarde, en la clase de Derecho Civil, al pre
guntarla el “ señor Santamaría” , Manolín (que así lo
llamaba el maestro) nos dejó a todos asombrados al
levantar fogosamente el dedo en señal de que él la sa
bía. El tema era “el matrimonio” . — “ A ver, Manolín,
¿qué cosa es el matrimonio?” , preguntó el maestro. Y
el alumno, poniéndose en pie muy orondo, con aire de
triunfador empezó a recitar lo que se había aprendido
quién sabe por qué equivocación: “ el matrimonio es el
contrato civil en virtud del cual se unen con vínculo
indisoluble dos hom bres...” No pudo terminar Ma
nolín, pues interrumpiéndolo el profesor le gritó con
gesto de manifiesto disgusto: “ ¡siéntate, cochino!” .
A R R A N Q U E R ITIS
ARREAR
El que venga atrás, que arree. Frase con que se expresa el
¡qué me im porta! de la persona egoísta que sólo vive
para sí y que actúa sin miramiento para los demás,
sin importarle que sus actos ocasionen inconveniencias,
desagrados o dificultades a su prójimo, pues en salién
dose con la suya o haciendo su gusto, poco o nada le
va en que los demás “ carguen con el muerto” .
Á S IN IT A
Quedarse asinita. Quedarse chiquito o corrido, sentirse hu
millado. El asinita es diminutivo del anticuado asina,
muy usual entre la gente del pueblo. Generalmente se
acompaña la frase de una acción de la mano en que casi
se juntan los dedos índice y pulgar, con que se significa
“ pequeñito” .
ATU JA R , ATUJAD O R
Según empecé a decir en el artículo ajuchar, en Ta
basco es muy usual el verbo transitivo atujan' (y su
derivado atujador) por azuzar, huchear, oxear, excitar
a los perros con voces o 'en cualquiera otra forma para
que rastreen y persigan la caza, o para que acometan a
un malhechor o persona indeseable, y así se dice atujar
los perros o atujarle los perros a una persona. Si no me
equivoco es voz privativa de la cacería u ocupaciones
campestres conexas, aunque alguna vez se emplea en el
lenguaje familiar y festivo refiriéndose a personas,
como en frases de este jaez: “ no le andes haciendo el
amor a fulanita, pues corres el riesgo de que te atuje
a su papá, que es hombre de pelo en pecho” , “ le atuja
ron a la policía y tuvo que poner pies en polvorosa” ,
“ fulano le atujó el matachín X a perengano para que
le diera una paliza.” En las cuales frases hace el papel
traslaticio de azuzar, oxear, echar encima, mover a una
persona para que acometa a otra.
Es probable, según afirman eminentes lexicógrafos,
que atujar sea una corrupción de ahotar, que primero
se convirtió en ajotar, por aspiración de la h, luego, por
metátesis o transposición de sílabas en atojar, y úl
timamente, por mutación de la o en u, se formó nuestro
atujar.
El verbo transitivo ahotar, de que nunca quiso dar
cuenta la Academia en ninguna de las ediciones de su
Diccionario, es voz anticuada. Barcia (DIC. ETIM OL.,
1881) lo trajo con el epíteto “ activo anticuado. A N I
M AR .” Terreros y Pando, en su D ICC IO N ARIO CAS
T E L L A N O (1786) remite de A H O T A R a animar, y en
el artículo A N IM A R dice, entre otras cosas: “ Antigua
mente se decía en Castellano Ahotar.”
Dice Santamaría (D IC C IO N A R IO G E N E R A L DE
A M E R IC A N IS M O S ) que en la América Central y las
Antillas se usan los verbos ajotar y atojar, corrupción
o variantes del antiguo ahotar, de donde derivó tam
bién nuestro ajuchar (en esto último no estoy de acuer
do, según queda dicho en el artículo respectivo, en que
expongo mis razones para disentir de tan alta autori
dad, en este punto).
Del verbo atujar se formó el substantivo atujador,
para designar a la persona o personas que en una ca
cería se encargan de azuzar los perros para que ahu
yenten o levanten la caza y la conduzcan al lugar que
se desea.
AV ISO
¡Y a te aviso! Expresión ponderativa del lenguaje familiar:
“ un día de estos fulano le va a dar a sutano una tun
da. .. que ¡ya te aviso!; “ la fiesta de mañana va a es
tar. .. que ¡ya te aviso!” ; “ parece que va a caer un
aguacero... que ¡ya te aviso!” .
¡AY!
¡ A y miau! ¡A y misho! Expresiones exclamatorias fam ilia
res e irónicas con que una persona se burla del dicho
de otra, o expresa en tono festivo incredulidad o duda
de que sea verídico lo que ésta dijo. Son frases usuales
entre gente bien hablada, por supuesto, en el lenguaje
familiar. Misho o mixo [quizás del náhuatl mixto, m ix-
tón (pronunciado mishto, mishtón), leoncito, como lla
maron los aztecas al gato que trajeron los españoles]
es nombre popularísimo del gato en Tabasco (¿qué ten
drá el gato que con tanta frecuencia lo meten en líos,
a él o sus maullidos?; los cubanos tienen la exclama
ción ¡pa’l gato! o /para el gato!, y a cada rato se oye
por ahí andarle buscando tres pies al gato, ahí hay gato
encerrado, dar gato por liebre, mío dijo el gato y se
quedó frío en el garabato, e tc.). En cambio, estas otras
dos:
¡A y mojo! ¡A y juela!, sin llegar a pertenecer al lenguaje
cocheril, son expresiones vulgares y consideradas de
mal tono entre gente de oídos delicados. Lo de ¡ay
m ojo! nunca he podido entender (m ojo es la variante
popular de moho, y también la salsa con que se adere
zan ciertas comidas, como el mojo de ajo para poner al
pescado, o a las piguas). El ¡ay juela! es contracción
de ¡ah hijo de l a . . . ! (¡a h hijo ’e l a . . . ! , ¡ah hijue
l a . . . ! , ¡ai jue l a . . . ! ) , manera menos cruda de decir
lo que Sancho Panza repetía con bastante frecuencia:
¡ah hideputa!
AZUL
Entre azul y buenas noches. Se aplica al color impreciso 0l
borroso que casi puede ser cualquier color, y se dice
también de las situaciones dudosas o inciertas, y de las
personas vacilantes que no se deciden por una cosa ni
por otra. Úsase asimismo en lugar de la frase entre
pintón y maduro (q. v . ) , y se emplea también la forma
entre el azul del cielo y buenas noches.
B
BARCO
Cada barco que aguante su vela. Dicho con que se expresa
que cada quien debe sufrir sus propias penas o resol
ver por sí solo sus dificultades o conflictos. En Vene-
zuela se dice: cada palo aguante su vela (RÓMULO
G ALLEG OS: . .se me ha ordenado cerrarlo so pre
texto de que los servicios públicos deben de llevarse a
cabo dentro de un sistema planificado. . . ¡ Es la can
ción de ahora: plan, técnica! Y mientras tanto que
cada palo aguante su vela.” Sobre la misma Tierra,
3a. parte, I ) .
B A R R IG A
Tener barriga de músico. Aunque esta expresión no es pro
piamente tabasqueña, pues se usa en otras partes, la
incluyo entre los dichos tabasqueños en virtud de ha
berla oído por primera vez en Tabasco, además de que
es tan expresiva que merece algún comentario. Signi
fica ¿quién no lo sabe? ser un tragón, glotón, comilón,
tragaldabas, tripasinfondo o hambre vieja. Mas ¿poi
qué se pensó en la barriga del músico para ponderar
la desmedida hambre canina del goloso que nunca se
sacia por más que coma?
La razón la hallo en lo siguiente: el de la frase no
es el músico común y corriente ( “ profesor” se empeñan
en llamarlo algunos, aunque sólo toque los platillos o
el bombo), que recibe un sueldo fijo o una buena re
muneración cada vez que toca, ni el aristócrata del jazz
que gana muy buen dinero, ni mucho menos el artista
de nombre, mimado de los públicos. N o: es el pobre
trompa de hule, noctivago y trashumante, de categoría
aun inferior a la del mariachi que pasa la noche ron
dando por el Tenampa, en la capital de Méjico, espe
rando que caiga cliente, que algún trasnochador lo con
trate para llevar un gallo o serenata, o ir a cantar (ya
le cambiaron el nombre a berrear) las mañanitas. Es,
digo, el desdichado tr o m p a de h u le que por un mísero
estipendio que apenas le sirve para acabalar sus in
gresos como oficial de barbería o sastrería, va cuando
se le presenta la oportunidad a rascar su violín des
vencijado o a soplar su clarinete o su trombón abollado
en algún velorio o fandango de barrio humilde o de
ranchería donde, por pobres que sean los tertulianos o
b o c h in c h e ro s , no faltan nunca las panzudas ollas reple
tas de tamales de gallina o de pavo envueltos en hojas
de plátano, o los tamalitos de chipilín o de pejelagarto,
o la cochinita horneada, con acompañamiento de rebo
santes jicaras de chocolate y turuletes, todo ello rocia
do generosamente cuando menos con el aguardiente
“ blanco” , o de yerbabuena, o con “ caldo de nance” .
Pues bien, a mí se me antoja que fue de esas comi
lonas, holgorios o jo lg o r io s , o como se les quiera llamar,
de donde nació el dicho te n e r b a r r ig a de m ú s ic o , ya que
es ahí donde los pobres filarmónicos de la legua se des
quitan de hambres pasadas y sacan el vientre de mal
año. Después de cada tocata se escurren, disimulada
mente unos, ostensiblemente otros, a la cocina a cobrar
su parte de la cazuela (y de la botella), a buscar algo
que los corrobore y tonifique, para recuperar las fuer
zas y poder continuar haciendo ruido. Y así una y otra
vez van engullendo todo lo que pueden, zampándose
cuanto se les ofrece, que no es poco, y lo que no, se los
ofrecen ellos mismos, hasta to c á rs e lo c o n e l dedo, hasta
q u e d a r pa n d os y p a r e jo s pero nunca satisfechos.
Mas hay que hacer una excepción, que no todos los
músicos de pueblo o de ranchería embaulan en sus ba
rrigas de ídem según la alusión del dicho. Los hay, y yo
los he visto, que no tienen coyuntura ni para resollar,
cuanto menos para embutirse un capón o una ternera
en barbacoa. Y aquí permítaseme bosquejar, siquiera
sea (no, no te alarmes, lector, que no voy a decir “ con
mi torpe pluma” , que esa frasecita está ya muy gasta
da, además de que la pluma no es la torpe, sino el torpe
sería y o ) ; permítaseme — decía— pintar siquiera sea
con tonos descoloridos, uno de los sucesos más típicos y
sencillos de que tengo memoria y que presencié en un
lugar de Tabasco de cuyo nombre no viene al caso acor
darme (perdón, divino manco). Y así, haciendo retro
ceder varios lustros las manecillas del reloj, me traslado
al sitio de los acontecimientos.
Por la noche hay gran juerga pueblerina. En uno
de los barrios de la población comienzan esta noche los
bailes de carnaval. “ Bailes de enramada” les llaman.
En una de las calles, la principal, se levanta un cober
tizo de guano. Esta es la enromada, bajo la cual se bai
la zapateo todos los domingos de carnaval. Ahí acuden
todos los habitantes del pueblo, ricos y pobres, burgue
ses o plebeyos. Los gastos se pagan por subscripción,
esto es, los de la música, pues la enramada se construye
sin costo alguno. Cada quien da lo que puede o lo que
tiene: unos los postes, otros la madera, otros las sogas
o cordeles, pues todo se hace con ataduras y no se em
plea ni un solo clavo. Y el que menos coge una coa y se
pone a abrir los agujeros o a trabajar en cualquiera
otra forma. Es una verdadera romería la construcción
de la enramada. Se comienzan los trabajos con una se
mana de anticipación, y desde ese momento empiezan
las salvas con un cañoncito viejo que atacan de pólvora
y estopa. Todo el pueblo desfila por la enramada en
construcción y todos opinan acerca de ella. Quién pien
sa que es muy chica, quién que muy larga, aquél que
muy estrecha, éste que muy ancha. Y todos toman igual
empeño y con la mayor seriedad dirigen o comentan u
observan, como si fuese una obra trascendental de que
dependiese la vida de la población.
La noche de la inauguración la gente acude desde
las primeras horas. No menos de dos o tres mil almas
se congregan en el pequeño espacio frontero a la enra
mada. Hombres, mujeres y niños pululan por entre los
numerosos puestos de comida y de fritangas, cada una
de las cuales tiene su indispensable fuego de leña que
vomita humo desaforadamente, y uno o más mecheros
(candiles) de petróleo. Y el humo, el olor a comida y
el bióxido de carbono de las fogatas y los candiles se
mezclan con el olor a humanidad de los feriantes y las
emanaciones odoríferas de los sudorosos e infatigables
bailadores.
La “ orquesta” consta de cinco músicos: clarinete,
cornetín, trombón, un tambor y un rascabuche o güiro.
Los músicos se colocan en un entarimado para que la
música domine el conjunto. Cada pieza és, sin hipér
bole, una carrera de resistencia entre los músicos y los
zapateadores, en la que los primeros salen siempre de
rrotados. A una pieza le conté cuarenta y cinco mi
nutos. En todo ese lapso los tres instrumentos de vien
to son resoplados con furia que linda en estoicismo,
por los abnegados filarmónicos que toman posturas
verdaderamente dramáticas y trágicas. Porque no de
ja de ser dramático ver al cornetín, con los carrillos
inflados, la cara amoratada, los ojos encarnizados,
adherido al instrumento como si éste tuviera potentes
ventosas, y dando la impresión de que va a estallar de
un momento a otro. N i tampoco me podrá decir nadie
que no es trágica la figura estrafalaria del clarinete,
con su traje dominguero y su camisa de ceremonias
hechos una sopa, la cara enrojecida y destilando grue
sas gotas de sudor, los ojos entrecerrados como si estu
viera ya en las últimas.
Después de cada pieza kilométrica viene un descanso
de diez o quince minutos, al cabo de los cuales vuelven
a sonar los acordes de “ El torito” o del “ Lum ijá” o
de la “ Caña brava” , y vuelven los bailadores a colo
carse en cuatro filas, los hombres en las de dentro, las
mujeres en las de fuera, cada una frente a su respec
tiva pareja. Y hay que verlds, con la impasibilidad y
el tesón con que zapatean. Son incansables: ni uno
solo se sienta mientras dura la música. Los más bailan
en silencio; la mujer sin mirar al hombre, como si éste
no fuera, o mirándolo de reojo. Algunas bailadoras
permanecen impertérritas, en la misma posición, inte
rrumpida sólo por los constantes movimientos trepida-
torios del zapateo. Los hombres son los que más en
serio toman el baile, y los que más “ trabajañ” . Algunos
hacen contorsiones, y dan saltos y hacen cabriolas que
son verdaderos prodigios de agilidad. Sus rostros se
llenan de sudor, y sus camisetas de manta o sus cos
tosas camisas de seda se adhieren a la piel. Pero ellos
son incansables y continúan saltando hasta que los
pobres músicos lanzan con sus instrumentos un sonido
destemplado para indicar que la pieza va a concluir...
Siguen luego los diez o quince minutos de descanso,
para repetirse a continuación el mismo trepidar de
cuerpos con diferente sonsonete, hasta las tres o cuatro
de la madrugada.. .
He ahí por qué dije que era preciso hacer una excep
ción, pues estos desdichados, por más barriga de músico
que tengan, no tienen tiempo ni para medio llenarla.
Además de que, como todo mundo está tan divertido
o atareado, nadie se acuerda de ellos ni para ofrecerles
una limionada.
Se decía también la frase
Tener barriga de demandante, que, como dice don Rafael Do
mínguez, alude sin duda a la ambición desmedida con
que exigen del demandado las perlas de la Virgen.
B ARRIO
Ser una persona del barrio. Ser de la clase baja, de la plebe,
de condición plebeya o humilde.
BOBO
Hacerse el bobo (o el tonto, u otra cosa que se dice con pa
labra dura) por dormir enmedio. (Compilación inédita
de refranes, de Santamaría.) Dícese de la persona que
se hace el inocente o mosquita muerta para sacar ven
taja de su bobería.
BOCADITO
Bocadito, en ollita, y véngamelo Ud. a dar. Expresión fami
liar con que se critica a las personas que quieren que
todo se les dé ya hecho, pues ellas no se quieren tomar
el trabajo de hacer nada, o que, al pedir un favor, pa
rece como si quien se los va a hacer fuera el que lo
recibiese, o que exigen demasiado de quienes las favo
recen y nunca quedan satisfechas ni complacidas con
nada.
E l bocadito es la porción de comida que se da, bien
porque la persona que lo recibe es un menesteroso, o
bien como una demostración de cariño. En Tabasco
era comunísima entre las familias la costumbre de
mandarse b o ca d ito s cada vez que en casa de alguna
de ellas se guisaba algún platillo sabroso, fuera de lo
corriente, confio, digamos, tortuga en verde, patillos en
pipián, c h ir m o l, p ib ip o llo s , c h a n c h a m ito s , etc. Y , por
supuesto, el b o ca d ito era a veces una ración como para
toda una fam ilia entera. Acuérdome del gusto que me
daba, a mí que desde niño tuve la debilidad de la gas
tronomía, cuando llegaba a mi casa alguna criada con
el consabido recado: “ que dice doña fulanita que aquí le
manda este b o ca d ito a doña sutanita.” Y la boca se
me hacía agua saboreando de antemano el b o ca d ito ,
que debía de ser algo muy sabroso para que mereciera
este título.
El dicho ( b o c a d ito , en o llita , etc.) es algo semejante
al otro de lim o s n e ro y co n g a r r o t e y no muy diferente
de co n f a v o r y co n tro m p e ta .
Dice Santamaría (DICC. DE A M E R .) que c o n v i
dado y c o n o llita es expresión familiar mejicana. Yo
nunca he oído fuera de Tabasco la de b o ca d ito , en o llita
y v é n g a m e lo U d . a dar.
B O N IL L A
Irse a casa de Bonilla. Morirse, e s tir a r la p a ta . Bonilla fue
un sujeto de conciencia no muy limpia, llegado a Ta
basco no sé si de Puebla o del infierno, sin escrúpulos
y sin moralidad, que por muchos años tuvo a su cargo
la administración del cementerio de San Juan Bautista,
al que consideraba como su propiedad personal. Y de
ahí que la gente haya apellidado al camposanto, casa
de B o n illa .
BO TIJA
BRINCO
¿Para qué son tantos brincos, estando el suelo tan parejo?
Expresión que se dice cuando se hacen muchos aspa
vientos y se le dan muchos rodeos a un asunto que no
ofrece dificultad ni complicación alguna.
BRUJO
Meterse a brujo sin conocer las yerbas. (Colección inédita
de refranes de Santamaría.) Querer terciar en alguna
discusión cuyo tema se ignora, meter su cucharada en
un asunto que se desconoce por. entero, o acometer al
guna empresa de que no se tiene el menor conoci
miento.
BURRO
El miedo no anda en burro. Refrán que alude al andar lento
del borrico, comparándolo con las alas que da el miedo,
pues cuando una persona es acometida de terror, no
corre sino vuela.
c
CA
En ca fulano, en ca doña sutanita. Muy común es (o era)
en el lenguaje popular de Tabasco el ca por apócope de
casa, omitida también la preposición de, en frases como
estas: — “ ¿Adonde vas? — “ Voy a ca Luis.” — “ ¿Dónde
es el^velorio?” — “ E n ca don Pedro.” “ Lo compré en ca
Forteza.” “ Voy a comer a ca la tía Toncha, que tiene
casa de a s is te n c ia ” “ No todos los días en ca tu tía”
(dicho popular, véase debajo del encabezado T Í A ) .
Esta manera de expresión parece ser corriente en
España, según dice Cuervo [A P U N T A C IO N E S CRÍ
T IC A S : “ «En toda España se usa e n ca f u la n o .» (Me-
néndez Pidal.) «E ra yo la que amasaba en ca mi amo»
(Fernán Caballero, L á g r im a s , X X I ) ” ].
El Diccionario de la Academia y el de Barcia dan
como anticuado el cas. Dice Barcia (artículo CAS) :
“ ETIM OLOGÍA. Casa. « E n C A S d el buen o, el r u in tra s
f u e g o : en C A S d el m e z q u in o , m ás m a n d a la m u je r que
e l m a r id o : a llá darás, ra y o , en C A S de T a m a y o .»”
C AB ALLO
Tener salida de caballo árabe y parada de burro. Con esta
frase figurada e irónica Se moteja a la persona que
empieza con mucho ímpetu y fogosidad alguna empre
sa, pero muy pronto se desanima y ceja en su intento.
Equivale al dicho de otras partes de M éjico: te n e r
a rra n q u e s de ca b a llo b uen o y pasos de b u r r o cansado,
o s e r co m o los ca ba llos costeñ os, que e n tra n f u e r t e y
después se “a g u a d a n ”.
CACAO
No haber cacao. No haber dinero, aludiendo al valor que los
indígenas de la época precortesiana daban al cacao,
cuyos granos les servían de moneda. Y como cosa cu
riosa viene aquí a cuento el símil que la imaginación
popular hizo entre el vocinglero canto de la chachalaca
(O r t a lid a M a c -c a lli, fam. Gallináceas), la alegría del
campo tabasqueño, y la frase n o ha y ca ca o. Estas ga
llináceas generalmente andan en parejas, y por parejas
cantan, de ordinario al amanecer y a la puesta del sol.
Pues bien, el canto o ch a ch a la q u eo de la hembra es
enteramente diferente del del macho: el de la primera
es agudo, rápido, chillante y bullanguero; el del macho
es más ronco y lento, y puando están cantando a dúo
parece como si la hembra dijera, “ me quiero casar, me
quiero- casar, me quiero casar” , y le respondiera el
macho, n o hay cacao, n o hay cacao.
No tener una persona lo (o ni lo) que le da sobra al cacao.
Eufemismo que expresa una frase ofensiva con que se
insulta al que no tiene vergüenza, delicadeza ni digni
dad. Proviene de que el cacao, planta que necesita de
sombra para que se desarrolle y produzca, se siembra
en terreno preparado de antemano y sembrado con ár
boles bastante frondosos. Y al árbol bajo cuya sombra
crece el cacao se le llama en Tabasco m ad re.
Pedir cacao. Pedir gracia o perdón, rendirse, darse por ven
cido. Dice Cuervo (A P U N T ., 6a. ed., § 659) que es ono-
matopeya alusiva a la voz del gallo que sale huyendo.
C AJE TA
Ver una persona lo que es cajeta. Expresión de amenaza
que se dice para dar a entender que si la persona per
siste en sus malos intentos o insiste en molestar o
provocar, le sucederá algo que le ha de doler o lasti
mar, que la h a rá v e r su s u e rte o a co rd a rs e hasta d el día
Así, era muy común entre muchachos
en q u e n a c ió .
decir: “ si te sigues metiendo conmigo ya vas a v e r lo
q u e es c a je ta
CALAG UALA
No curarse una persona ni con la calaguala o no salvarla
ni la calaguala. Se dice de la persona cuyo mal físico
o moral no tiene remedio, que “ no lo cura ni el médico
chino” , como dicen en Cuba. Se dice también de otros
males que no son del cuerpo ni del espíritu. El dicho
alude a las supuestas virtudes curativas de la calagua
la, helécho polipodiáceo tenido por la gente del campo
casi como una panacea. Hoy, en lugar de la ca la g u a la ,
bien podría decirse n i c o n la p e n ic ilin a , pues por des
gracia no tan sólo el vulgo sino aun muchos médicos
han llegado a creer que este potentísimo y eficacísimo
remedio contra ciertas y determinadas infecciones, cu
ra todas las enfermedades, desde los romadizos y jua
netes hasta el cáncer y la alferecía.
CALDO ÍSPB B u L NT JE 8
Nunca faltan pelos en el caldo. Con que se da a entender
que en la vida nunca falta algún inconveniente, des
agrado o contratiempo. He oído también en otras par
tes : n u n c a f a lt a u n b u r r o (o u n a v a c a ) en la c a rre te ra ,
o que se a tra v ie s e en el c a m in o .
69
Nscioaal de Bibliotecas Pública*
po atrás y que ya estaba olvidado. El origen del dicho
es el siguiente cuento: viajaban juntos dos campesinos
compadres que deben de haber sido tan parlanchines
como la esfinge. Camino haciendo pasaron por un c h i
la r que atrajo la atención de uno de ellos, quien exclamó
con toda la vehemencia que le permitía su sangre de
atole: “ mire compadre, ¡qué lindo chilar. .. y qué her
mosos chiles!” El otro se limitó a mirar con ojos de
codicia el sembrado, pero sin decir palabra. Caminaron
luego los dos compadres muchas horas sin decir nin
guno de ellos ni “ esta boca es mía” , y ya cuando iban
llegando al final de su jornada, se dignó el segundó
romper el silencio y dijo: “ ¡ v a c o n ca ld o c o m p a d r ito ,
p a c o n c a ld o ¡ — “ ¿Qué cosa, compadre?” , preguntó el
otro, asombrado. Y la respuesta fu e : “— pues los chiles
aquellos que me mostró Ud.”
CALENTURA
Sudar uno la calentura. Esta frase significa en Tabasco
cargar uno con la responsabilidad, las inconveniencias,
molestias o sinsabores que acarrea un asunto del que
sacó poco o ningún provecho o en el que no tuvo parte
alguna, c a r g a r c o n é l m u e r to , s e r e l pacano. En otras
partes de América se dice s u d a r c a le n tu ra s a je n a s.
C A N D IL E A R
Copio del P R O V IN C IA LIS M O TABASQUEÑO, de
Santamaría: “ Pescar de noche alumbrando las aguas
con un candil que se lleva dentro de un farol o cosa que
haga sus veces, teniendo ésta una sola cara abierta, de
tal suerte que la luz dé al agua para ver al pez, pero
no al candileador, que debe quedar en la obscuridad pa
ra no ser visto a su vez por el pescado. La pesca se
hace clavando al animal con fisga o arpón, más co
múnmente con aquella. La gente del campo suele hacer
el farol con cáscaras o cortezas de calabazos especiales
muy alargados que se llaman marimbas, las cuales por
tan asiéndolas del cuello.”
CANGREJO
Corrida de cangrejos. Dice Santamaría en su PR O V IN C IA
LISM O TABASQUEÑO (pág. 405) que con este nom
bre Se conoce en Tabasco la migración hacia el mar
que suelen hacer los cangrejos, cada año, en julio y
agosto principalmente en la región de Paraíso, Comal-
calco y Cárdenas. Dice el texto original: “ Como una
gran manga, los cangrejos que moran de ordinario por
los bosques de la costa, en sus conocidos agujeros o
cuevas, emprenden en común caminata, yendo a sumer
girse al mar de donde nadie los ve salir. Se supone
que sea la época del celo en este animal, y que vaya al
mar con el objeto de reproducirse allí. La CORRIDA
es ruidosa y alarmante: los cangrejos irritados e in
quietos, produciendo un ruido especial que a cierta
distancia anuncia la proximidad de la multitud, inva
den todo, campos y casas, hogar y techo, no siendo po
cos los que perecen víctimas del fuego en las cocinas.
La casa de setos y guano del campesino sufre entonces
un verdadero asedio, del que sólo pueden el morador y
su familia librarse metiéndose al lecho y cercando cui
dadosamente el pabellón.”
Y ya que de cangrejos se trata, quiero trasladar
aquí un pasaje de DON SEGUNDO SOMBRA, por Ri
cardo Güiraldes (cap. X V I I ), que habla de cangrejos y
cangrejales:
“ Si quiere ver toito el cangrejerío rezando a la
puesta’el sol, puedo llevarlo aquí cerca. Son cangre
jales grandes. Los que usté vido ayer no alcanzan a
ser más que retazos. ..
“ De lejos ya, vimos negrear las largas franjas de
barro. Arrimándonos las veíamos agrandarse, y era
algo así como si el mundo creciera. Pero ¡qué mundo!
Un mundo muerto, tirado en el propio dolor de su cuero
herido. . . De diversos tamaños, también, eran unos
cangrejos chatos y patones que se paseaban ladeados
en una actitud compadrona y cómica. Esperó que, cer
ca, un bicho de esos saliera de la cueva y hábilmente
le partió la cáscara con un golpe del cuchillo. Pata
leando todavía, lo tiró a unos pasos sobre el barro.
Cien corridas de perfil, rápidas como sombras, con
vergieron a aquel lugar. Se hizo un remolino de redon-
delitos negruzgos, de pinzas alzadas. Todos, ridicula
mente, zapateaban un malambo con seis patas, sobre
los restos del compañero. ¡Qué restos! A l ratito se
fueron separando y ni marca quedaba del sacrificado.
En cambio, sobreexcitados por su principio de banque
te, se atacaban unos a otros, esquivaban las arremeti
das que llegaban de atrás, se seguían frente a frente
con las manos en alto y las tenazas bien abiertas. . .
“ . . . ahá. . . , ahurita va a ver los rezadores. . .
“ Así fue. El sol se ponía. De cada cueva salía una
de esas repugnantes arañas duras, pero más grandes,
más redondas que las del cañadón. E l suelo se fue cu
briendo de ellas. Y caminaban despacio, sin fijarse
unas en otras, dadas vuelta todas hacia la bola de fuego
que se iba escondiendo. Y se quedaron inmóviles, con
las manitas plegadas sobre el pecho, rojas como si es
tuvieran teñidas de san gre... ¿Qué pedían? Segura-
mente que algún vacuno o yeguarizo, con jinete, si mal
no venía, cayera en aquel barro fofo minado por ellos.
“ Levanté la vista, y pensé que por leguas y leguas
el mundo estaba cubierto por ese bichero indigno.”
Nunca he visto una de esas c o r r id a s de c a n g re jo s
en Tabasco que describe Santamaría en su P R O V IN
C IALISM O TABASQUEÑO, pero me imagino, por lo
que relata Güiraldes en DON SEGUNDO SOMBRA,
lo temible que ha de ser la feroz m a n c h a de crustáceos,
que irá dejando la devastación por donde pasa.
CANTAR
Tú cantarás muy bonito pero a mí no me diviertes. Véase
en la entrada SERENO el artículo S e r á s e ren o . En
otras partes se dice: t ú h a b la rá s m u y b ie n v e r o a m í
n o m e con ven ces.
C AÑA
Estar en las vivas cañas. Igual que e s ta r en la v rá n g a n a ,
en la in o p ia , en las c u a tro esquinas, a la cuarta pre
gunta, sin blanca.
C AR A
En Tabasco, como en otras partes, son muchas las
comparaciones que se hacen entre la cara del sujeto
humano y muy variadas cosas y circunstancias. Quiero
anotar aquí sólo unas cuantas de las expresiones más
típicas de la región, que se usan en el lenguaje ver
náculo, además de las ya conocidas ca ra s de pascuas,
de p o c o s a m ig o s , de h e r r e r o m a l p a g a d o, de h e re je , etc.
Cara de butaque. La del individuo prognato, esto es, de
quijada saliente y por añadidura chato. El b u ta q u e es
la silla o butaca baja, de asiento que forma curva con
el respaldo, forrados ambos con cuero de una sola pie
za, y patas en forma de tijera. Es muy cómodo y
sumamente común tanto en el campo como en la ciu
dad, y el asiento preferido por las personas de edad.
Cara de cereque. El ce re q u e es una variedad de a g u t í o
a c u tí, llamado también en Méjico tu z a r e a l (D a s y p r o c -
ta p u n c ta ta Gray, o D . m e x ic a n a De Sauss., según San
tamaría), de color pardo obscuro, con pintas blancas
muy menudas (DICC. DE A M E R .). Es un animalito
muy curioso y retozón, de movimientos muy rápidos,
hocico corto y ojillos muy vivos.
Cara de chancleta. La de mala catadura, cara de vinagre.
Cara de Dios me lo perdone. La de pocos amigos; la del in
dividuo malencarado, que causa temor y espanto.
Casa de fiesta. La del sujeto risueño y placentero.
Cara de gendarme. Lo mismo que c a ra de h e r r e r o m a l p a
ga do.
CARBÓN
Echarle carbón al barco. Azuzar, irritar, hostigar, incitar
a una persona.
C A S U A LID A D
Con las palabras ca su a lid a d y s ie m p r e se hacía en Ta
basco haplología y se formaba en el lenguaje familiar y
festivo la palabra c a s u a lis ie m p re , para significar que
una cosa que alguien quiere aparentar es casual, no lo
es sino, antes bien, premeditada y prevista, como la.
visita del sujeto gorrón que con frecuencia llega p o r
ca su a lid a d a casa de un amigo a la hora del almuerzo
y, por supuesto, se queda a almorzar. Se dice entonces
que es una c a s u a lis ie m p re . De igual manera, aunque
con Sentido contrario, se forma la palabra ca su a lin u n ca .
CEREQUE
Será cereque. Véase en la entrada SERENO el artículo
Será sereno.
C LA R ID A D
Claridad de la calle y obscuridad de su casa. Se aplica al
sujeto que con las personas extrañas o que no son de
su familia procura siempre ser afable, cortés, servicial,
dadivoso y, en cambio, con los de su casa es desatento,
incivil, malcriado, egoísta y despótico.
Este es el proverbio que en el centro y otras partes
de Méjico se corrompió y transformó en c a n d il de la
calle y o b s cu rid a d de su casa. Y digo que se corrompió
porque considero una corrupción de lenguaje , llamar
c a n d il a la araña de luz, lámpara o candelero que se
cuelga del techo, como se le llama en la capital y en
muchos otros lugares de Méjico.
Santamaría en su DICC. GRAL. DE A M E R IC A
NISMOS y en su P R O V IN C IA LIS M O TABASQUEÑO
sólo trae la forma c a n d il de la ca lle , etc. Yo, por mi
parte, no me acuerdo haber oído en Tabasco c a n d il de
la ca lle y o b s cu rid a d de su casa, sino c la rid a d de la
ca lle, etc., que es forma más elegante y sobre todo co
rrecta.
Mas aclaremos en qué radica la incorreccióii del
dicho capitalino. C a n d il no es ni ha sido nunca lo que
el mejicano del centro quiere que sea, esto es, araña de
luz o lámpara o candelabro que se cuelga del techo (si
cuelga de un pescante o arbotante ya no es c a n d il).
C a n d il es un utensilio, por cierto bastante primitivo y
rústico que, según el Diccionario, consta de “ dos reci
pientes de metal superpuestos, cada uno con su pico;
en el superior se ponen el aceite y la torcida, y en el
inferior, una varilla con garfio para colgarlo.” ( “ Me
dijo que la alumbrase con un c a n d il a sacar de un bo
degón todo lo que había escondido.” L a P íc a r a J u s tin a ,
III, 2, 2.) En Tabasco siempre se ha dado el nombre
de c a n d il a un utensilio también rústico y primitivo,
aunque muy usual, sobre todo en el campo, sumamente
parecido al que define el Diccionario, pero que no cons
ta de dos recipientes, sino de uno, donde se pone el
aceite o petróleo, y que termina en cuello algo estrecho
en que se ajusta o sobrepone la parte superior que es el
pico por donde pasa la mecha o el torcido para remo
jarse en el combustible del depósito; éste de ordinario
está provisto de un asa en forma circular o de gancho
para sujetarlo, o bien lleva un respaldo o lámina con
su agujero para colgar el candil de un clavo o garfio.
Como se ve, es una variedad del c a n d il que define la
Academia, de suerte que muy lícito es y muy propio
llamar así al utensilio tabasqueño. Por lo contrario,
muy incorrecto, y sobre incorrecto feo y desgarbado, es
apellidar c a n d il a un candelabro o araña de luz, gene
ralmente elegante, bella y costosa, como las que se es
tilan en las casas de gente rica o acomodada.
Pues bien, es de suponer que por alusión a esos
candelabros que despiden raudales de luz, se dijo ca n d il
de la c a lle , pues nadie hubiera pensado en el humilde
c a n d il de mecha y aceite o petróleo, cuya flama ama
rillenta despide raudales, pero de humo, y alumbra
apenas el modesto y aun paupérrimo recinto en que
se enciende, para compararlo metafóricamente con la
dadivosidad, largueza o cortesía. Y no creo que a nin
gún tabasqueño que conozca el c a n d il de su tierra se le
ocurra hacer semejante símil. Lo contrario sí podría
suceder, v. g r .: que el tabasqueño dijera c la rid a d de la
ca lle y c a n d il (esto es, s e m io b s c u rid a d ) de su casa.
Mucho más castizo y elegante es el refrán en la for
ma enunciada al principio de este artículo, y que fue la
que yo oí en mi niñez en tierra de Tabasco.
CLU ECA
Estar con la clueca y la ponedora. (Colección inédita de
refranes de Santamaría.) Semejante a e s ta r a las d u ra s
y las m a d u ra s.
COBRE
COCO
Es común en Tabasco llamar coco a la cabeza en el
lenguaje festivo, como lo es también c h o lla , término
fam iliar muy antiguo, y de ahí que se formen muchas
frases con la palabra c o c o , entre otras las siguientes:
A coco, a coco pelado (o cocopelado), o pelado a coco, por
pelado al rape o a raíz, rapado, p ela d o c o n la m á q u in a
d el cero .
COCOL
Acuérdome haber oído en mi niñez, en Tabasco, una
canción popular de la que sólo conservo en la memoria
los siguientes versos:
“ ¡A y coco l,
Ya te olvidaste cuando eras ch im is clá n ,
Y ahora que tienes tu a j o n j o lí
Y a no te quieres acordar de m í!”
Esa canción sin duda fue llevada a Tabasco del centro
de Méjico, probablemente de la capital, pues en tierra
tabasqueña era poco usual la palabra c o c o l y descono
cida la voz c h im is c lá n .
Los antedichos versos populares, aunque se me gra
baron en la memoria, siempre fueron para mí incom
prensibles, hasta que en la ciudad de Méjico supe que
c o c o l es nombre que se da a cierto pan de figura de
rombo, que tiene superficie lustrosa y adornada con
semillas de ajonjolí. Y no fue sino hasta há poco tiem
po cuando vine a saber que c h im is c lá n es otro pan se
mejante al c o c o l, pero sin lustre ni ajonjolí en la su
perficie. Con lo cual quedó claro, al cabo de muchos
años, el sentido traslaticio de la canción que oí en mi
niñez, en la cual se lamenta un amante de que lo haya
olvidado la que fue su novia cuando era pobre ( c h im is
c lá n ), y ya no lo quiere ahora que anda bien vestida
y tiene dinero (el a j o n j o lí con que se adorna el c o c o l).
COCOYOL
Darse piedra con cocoyol. Encontrarse dos potencias igua
les. Refrán típicamente tabasqueño que alude a la du
reza del cocoyol, que sólo con una piedra se puede
romper. El cocoyol es la planta y particularmente el
fruto de la palmera A c r o c o m i m e x ic a n a Karw., A . v i-
n if e r a , Oerst (según Santamaría), que en otras partes
de la República Mejicana se llama c o y o l (del nahoa
c o y o lli). Da racimos de un fruto redondo, de unos 2 ó
3 cm de diámetro, que consta de una semilla o cuesco
grande (ocupa la máxima parte del fru to ), negro, su
mamente duro, en cuyo interior contiene una almendra
aceitosa y de buen sabor. Por fuera el cuesco está re
vestido de pulpa carnosa, como de medio centímetro
de espesor, dulce, cubierta de pericarpo delgado y que
bradizo. La pulpa es manjar apetitoso en dulce, hecho
principalmente con panela.
El dicho es semejante al refrán castellano e n c o n
tr a r s e u n o la h o r m a de su za p a to, esto es, darse con
alguien que contraría, resiste o contrarresta eficaz
mente sus intenciones o propósitos o echa por tierra
sus determinaciones o designios que no habían tenido
eficaz oposición. Es posible que el dicho provenga de
que: “ En esta época hubo (en Tabasco) dos partidos
denominados L a P ie d r a y el C o c o y o l, allá por los años
1851 a 1852. Triunfó el primero que era el que pro
clamaba la candidatura de D. Justo Santa-Anna” (G IL
Y SÁ E N Z: H is t o r ia de T a b a s co , 2a. edición, página
214). Santamaría (D IC C IO N AR IO DE A M E R IC A
NISMOS, tomo III, página 832) opina que “ Más arri
ba está el origen: en que el c o c o y o l se quiebra con
piedra” , y que primero se fundó el partido del C o c o y o l
e inmediatamente después el partido contrario tomó el
nombre de L a P ie d r a , como queriendo significar que
ésta “ daría en la torre” — como graciosamente se dice
hoy en Méjico— al cocoyolesco partido. Sin duda al
guna ese fue el origen de la designación de los partidos,
mas a mí me parece más probable que el refrán haya
nacido de esta lucha política, en que L a P ie d r a “ que
bró” o le dio una tunda al C o c o y o l (ya dijimos que el
primer partido mencionado fue el triunfador).
COLA
No le sueltes la cola, aunque te cague la mano (o, menos
rudamente, aunque te ensucie o te zurre la mano). Fra
se vulgar pero expresiva, algo semejante a la de la
canción “ aunque me espine la mano he de comerme esa
tuna.” Alude al vaquero de a pie o al jinete o c h a r r o
que sujeta por la cola a la res para derribarla y no la
suelta hasta lograr su intento. En sentido traslaticio
significa que no debe una persona cejar en el propósito
de llevar al cabo alguna empresa a que dio comienzo,
aunque tropiece con inconvenientes o tenga muchos
sinsabores. También denota, cuando el de la cola me
tafórica es una persona, por ejemplo, un deudor, que
debe uno acosarlo, perseguirlo sin tregua ni reposo has
ta que pague lo que debe; o si es algún personaje de
quien se espera obtener un servicio, prebenda, valedura
o cosa semejante, que se ha de persistir en la solicitud
hasta lograr lo que se desea.
El Lie. Rafael Domínguez me dice: “ Con relación
a este artículo conocí hasta una quintilla histórica y
humorística que dice:
“ Hoy llegó Moisés Urquiola
por vapor José Romano.
No tengas cuidado, hermano,
que no le suelto la cola
aunque me cague la mano.”
COLETO
En Tabasco se aplica el calificativo coleto, usado
también como substantivo, en general a los habitantes
de Chiapas o a los que son oriundos de ese estado, pero
especialmente a los indios chiapanecos, y en particular
el chamula, raza muy antigua y numerosa de indígenas
que viven aún en estado muy primitivo y casi incivili
zado en el municipio de San Cristóbal y sus cercanías.
Los chamulas son gente laboriosa, grandes andari
nes, resistentes cargadores, algunos de los cuales se
dedican a pequeñas industrias rudimentarias, como la
fabricación de juguetes de madera muy primitivos, de
zapatos fuertes pero toscos con pieles que ellos mismos
curten, la elaboración de pan y dulces, como los ani-
sillos, confites que llevan en el centro granos de anís,
las cajetas de diversos sabores, o las frutas cristaliza
das, principalmente tejocotes, así como algunos artícu
los rústicos de cerámica, y el tejido de telas de lana
cardada por ellos mismos. Las cuales mercaderías lle
van a vender a lugares cercanos y distantes; pues las
grandes distancias no arredran a estos infatigables
andarines que se echan a las espaldas sus pesadas car
gas y, cogiendo su trotecito peculiar (trote de indio o
de chamula), atraviesan serranías, suben cuestas em
pinadas, bajan espeluznantes despeñaderos por veredas
inverosímiles de tan estrechas y peligrosas, donde no
pasaría un caballo ni una muía.
Más de una vez oí referir a los que habían viajado
por las sierras de Chiapas a lomo de chamula, la se
guridad con que el indio salva los pasos más defíciles
y peligrosos, sin dejar nunca su trotecito, en los cuales
el viajero, sentado incómodamente en la silla que el
indígena lleva a las espaldas, atado como fardo al lomo
de una asémila, tiene que cerrar los ojos para no pa
decer desvanecimiento, para no sentir el vértigo de la
altura y del peligro.
Hay que ver desde las alturas, desde el aeroplano
que vino a substituir en parte al chamula — transición
harto súbita— mucho antes que estuviesen transitables,
como están ahora, algunos tramos de carretera moder
na que sólo comunican unos cuantos lugares del bello
y montañoso estado de Chiapas, pero deja sin comuni
cación la máxima parte de él; hay que ver desde la
altura, digo, aquellos vericuetos para percatarse de lo
difícil y azaroso que debe ser el transitar por ellos con
una carga pesada a cuestas. Mirando el paisaje desde
unos tres mil metros de altura es bellísimo, imponente,
casi fantástico. Por doquiera que se vuelvan los ojos
se ve la Sierra Madre, majestuosa, con sus picos enor
mes, tan altos que parece como si fueran a tocar al
pájaro de acero. Los ríos, riachuelos y arroyos son
siluetas serpenteantes como cintillas de plata que co
rretean caprichosas por cien despeñaderos, por mil
barrancos y por otros tantos vallecillos y praderas.
COLMOYOTE
Ser una persona un colmoyote. Ser muy enfadosa, enojosa,
molesta, fastidiosa; ser un m o ló n , un f r e g ó n , una p o s
te m a . C o lm o y o te (del mejicano o c u ilin , gusano y m o -
y o tl, mosco) es el nombre que se da en Tabasco al
tumor que se forma por debajo de la piel del hombre
y algunos animales, y que es ocasionado por la -larva
del insecto del mismo nombre que se introduce en los
tejidos donde se desarrolla. Dice el D IC C IO N AR IO
DE AM E R IC AN ISM O S de Santamaría en la defini
ción del insecto c o lm o y o te , que es un “ m o s q u ito g ra n d e
de e x tre m id a d e s m u y la rg a s que al picar deposita una
larva o gusano (del mismo nombre) . . . ” N o: el c o l
m o y o te no es m o s q u ito de e x tre m id a d e s m u y la rg a s , ni
pica, ni deposita ninguna larva al picar.
El c o lm o y o te es una mosca, esto es, un insecto del or
den de los D íp te r o s , familia de los É s trid o s , género D e r -
m a to b io s , el nombre técnico de una de cuyas especies es
D e r m a to b ia c y a n iv e n tr is (Macquart, 1843), que tiene
el vientre azul, no chupa sangre y es bastante parecido
a la mosca doméstica o común. No pica al hombre ni
los animales para depositar sus huevos, sino que los
pone sobre las hojas, en lugares húmedos frecuentados
por la especie de mosquito J a n th in o s o m a lu tz i, éste sí
de patas largas, que es el que transmite dichos huevos
a la piel del hombre y los animales. Según las inves
tigaciones más recientes (Pinto y da Fonseca), no tan
sólo dicho mosquito sino también otras especies de in
sectos, pueden transportar los huevos de la D e r m a to b ia
c y a n iv e n tr is , entre otras la Sarc o p h a g a te r m in a lis , la
mosca doméstica, el S to m y x c a lc itr a n s ; una garrapata:
el A m b ly o m a ca je n n s e , y otros mosquitos: P s o r o p h o r a
p o s tic a ta , P . t o v a r i y G celd ia lo n g ip e s . Los conglo
merados o paquetes de huevos están encerrados en uno
como cemento, que se ablanda con la humedad y enton
ces los huevecillos se adhieren al tórax del insecto por
tador o de la propia mosca D e r m o t o b ia c y a n iv e n te r,
y de esta manera son transportados a la piel del hom
bre y otros vertebrados. Después que incuban los hue
vos, las larvas perforan la piel, se introducen en los
tejidos subcutáneos y producen la hinchazón o tumor
alrededor del agujero de entrada, por donde exuda un
líquido seropurulento que contiene los excrementos ne
gros de las larvas: tal es el tumor llamado c o lm o y o te
(M A N S O N -B A H R : M a n s o n ’s T r o p ic a l D isea ses, 10a.
edic. p. 934 y 935).
La larva del c o lm o y o te es conocida también con el
nombre de m a ca co (en francés v e r m a c a q u e ) en las Gua-
yanas, y también con el de to r c e l y b e rn e (en francés),
y según Santamaría (obra citada) tanto el insecto como
el tumor se llaman asimismo m a y o c u il (del mismo ori
gen azteca, m o y o tl y o c u ilin ) en Centroamérica y Mé
jico, tó rs a lo o t o r c e l en Costa Rica, n u ch e y gusano de
monte en Colombia. Se la halla comúnmente en el ga
nado vacuno, el cerdo, perro, agutí, jaguar, varias
especies de monos, la ardilla, etc., pero según se dice,
rara vez o nunca ataca al caballo. Llega a tener más
de un centímetro de largo cuando alcanza su máximo
desarrollo, y ocasiona dolor intensísimo, sobre todo
cuando se mueve el animal.
COMER
Comer dos o más personas en un mismo plato. Tener amis
tad muy íntima, estar a pa rtir un piñón, ser uña y car
ne, estar ten con ten.
Dejar de comer por haber comido
No hay nada perdido.
Con que se da a entender que nada se pierde con que
se deje de hacer a su hora una cosa que ya se hizo
antes.
C O M PAR TIR
El que comparte o reparte
Y en el partir tiene tino,
Siempre tiene por destino
Lo mejor y mayor parte.
Este refrán en verso, que seguramente nos vino de
España, se decía mucho en Tabasco al hacer alguna
persona alguna repartición, principalmente de algo de
comer, como significando que el repartidor merecía la
mejor parte por haber sido él sobre quien recayó el
trabajo, que a las veces no es poco, como cuando una
persona se encarga de cortar, digamos, un pavo y dis
tribuir las raciones a diez o doce comensales, o de cortar
un pastel de bodas y repartirlo entre cincuenta o más
invitados. Una variante, que me parece haber sido la
forma original en que oí el verso es:
El que comparte y reparte
Y en el partir tiene tino,
Siempre deja de contino
Para sí la mejor parte,
en que, como se ve, entra la voz anticuada contino en la
locución advervial de contino, por de continuo, conti
nuamente.
CONOCER
Conocer a una persona hasta en chirmol. Conocerla muy
bien, incluso sus virtudes y defectos, principalmente los
segundos. Se dice en particular cuando otro sujeto, que
la conoce menos o desea ocultar sus defectos, alaba sus
buenas cualidades. También al individuo marrullero
que pretende engañar a otro haciendo elogios de sí mis
mo o simulando sinceridad para conseguir algún favor
o ventaja, le dice éste: “ no me vengas de mosquita
muerta que te conozco hasta en chirmol” . Dícese tam
bién en tono festivo y sin intención de ofender cuando
alguien desea hacer la presentación de dos personas que
ya son buenos amigos y le pregunta a uno de ellos: “ ¿ya
se conocen ustedes?” , responde el interpelado: “ lo co
nozco hasta en chirmol” .
El chirmol o chirmole es un guiso muy sabroso con
dimentado con chile, tortilla tostada (casi quemada) y
molida, y no sé cuántos ingredientes más. La expre
sión es semejante a esta otra:
Ya te conozco pepita, antes que fueras melón, que oí en
Tabasco, o la del centro de Méjico, en verso:
Te conozco, mosco,
Y aunque cambies de vestido
Te conozco en el sumbido;
o a esta otra: no te infles tanto melón, que te conocí
'pepita.
C O N TRA
Dar la contra o pedir la contra. En Tabasco era comunísima
la expresión dar la contra por dar la adehala ( ñapa o
pilón, como se dice en otras partes de M é jic o ), esto es, el
premio en dinero q mercancías que acostumbraban dal
los comerciantes a sus clientes por cada compra que ha
cían. Y digo “ que acostumbraban” porque no creo que
en estos tiempos de precios fabulosamente crecidos
( “ estratosféricos” , según ahora se dice) y ambición
desmedida de los comerciantes, que tienen mucha prisa
por enriquecerse, haya ninguno que dé adehala o con
tra, así se le compre toda la tienda ( contra el suelo qui
zás darían al cliente que se atreviera a pedirla).
Tan generalizada estaba en Tabasco la costumbre
de la contra, que todos los comerciantes al por menor
(salvo uno que otro peninsular— o criollo— atrabilia
rio) tenían en sus establecimientos un sistema especial
para “ apuntar las contras” a los clientes que preferían
irlas acumulando para cobrarlas al fin de la semana
o del mes, además de tener una buena provisión de dul
ces, frutas en conserva, pasas, ciruelas pasas y otras
golosinas para los muchachos impacientes que reclama
ban la contra cada vez que sus madres los mandaban a
comprar un kilo de azúcar o de frijol. El sistema de
contabilidad consistía en un tablero provisto de buen
número de alcayatas de las que se colgaban unas cajitas
cilindricas, generalmente de hojalata, llamadas contre-
ros, cada uno de los cuales tenía su número. Cuando un
cliente asiduo pedía su contrero se le asignaba uno, que
reconocía por su número y en el cual se le iban apun
tando las contras con granos de frijo l o con chícharos
o garbanzos, en proporción al monto de cada compra
que hacía. Llegado el fin de la semana, o del mes, o
cuando al cliente se le antojaba, pedía que se le hiciesen
efectivas sus contras. El comerciante, con absoluta
honradez, contaba entonces los granos que contenía el
contrero, y que representaban centavos o fracciones de
centavos, y el cliente recibía en dinero contante o en
géneros el importe de sus contras acumuladas.
? ^ ? E E TJ L N E 3
C O R R E Q U E TE ALCANZA, DIEZ R E ALE S, P R IN G A P IÉ
Tener una persona correquetealcanza (o corre que te alcan
za). Es la expresión festiva que se dice de quien pa
dece diarrea. Y a fe que es gracioso y oportuno el di
characho, pues nadie ignora que cuando se padece sol
tura de vientre puede uno verse en el trance de tener
que encaminarse más que corriendo a la “ casa de los
desagravios” so pena de que la intrusa le gane a uno
la delantera y llegue primero. Se dice también tener
diezreales o pringapié. Lo de pringapié o pringapiés
proviene de que en el Sureste de Méjico, como en Cen-
troamérica, se emplea el verbo pringar no con el sentido
castizo de salpicar o soltar la grasa que suelta el tocino
u otras comidas grasosas cuando se cuecen o fríen, sino
con la acepción más general y abusiva de salpicar agua,
lodo o cualquier otro líquido, y también de lloviznar.
Según el Diccionario, en España se emplea el verbo in
transitivo pingar por “ gotear lo que está empapado en
algún líquido” . Dice Rubio (A N A R Q U ÍA D EL L E N
G U AJE ) que “ En España, los salmantinos usan pingar
por PR IN G A R , gotear. Pingar usan también los ara
goneses, pero significa: «Caer el agua pluvial en los te
jados», en la frase: «pingar los canales», dice Borao.”
COSA
¿Será cosa? Frase interrogativa con que se expresa duda
que haya sucedido o suceda algo, como si se dijera:
“ ¿será posible?”
C REC IEN TE
Estar esperando creciente (o la creciente). Di cese de los
muchachos que llevan los pantalones demasiado cortos,
por alusión a que en tiempo de inundaciones, llamadas
en Tabasco crecientes (en Sudamérica y también en Es
paña, según el Diccionario, crecidas), los hombres se
arrollan los pantalones hasta donde sea necesario para
no mojárselos al andar entre el agua. En el centro de
Méjico se les dice a estos niños, brincacharcos.
CUANDO
Cuando vengajté a ve, ya vajté a ve (cuando venga Ud. a
ver, ya va Ud. a v e r ). Esta expresión, tomada del habla
de la gente iletrada y que se emplea alguna vez entre
personas de bien hablar en sentido festivo, significa la
facilidad con que se puede hacer alguna cosa, o la pro
babilidad de que se efectúe en menos que canta un gallo
o suceda cuando uno menos se lo piense. He oído por lo
menos dos chascarrillos en que entra la frase, uno de
ellos que se atribuye a cierto personaje contemporáneo
bastante conocido, buen guitarrista, “ cantador” (no tan
bueno, o más malo que bueno) y compositor de algunas
bonitas canciones populares. Se dice de él que fue con
tratado en cierta ocasión para enseñar a tocar la gui
tarra a una damisela, pero después de las primeras cla
ses se desanimó la discípula porque la pareció que te
nía muchos bemoles eso de hacer música con seis cuer
das y moviendo los dedos. Para reanimarla el maestro
y convencerla de que no era tan dificultoso el apren
dizaje del arte guitarresco sino, antes al contrario, cosa
muy fácil, le habló de esta guisa: “ sólo tiene ujté que
hacé lo que yo le diga, y cuando vengajté a ve, ya vajté
a ve.”
El otro cuentecillo, picaresco por cierto, es el de una
mujer del pueblo que se presentó ante un juez de paz
a pedirle que mandara detener inmediatamente a un
sujeto que se acababa de raptar a su hija. Como el juez
le respondiera que necesitaba la acusadora presentar
pruebas o testigos para que él pudiera dictar la orden
de aprehensión, le alegó airada la demandante que todo
eso requería tiempo y que era de suma urgencia que
aprehendieran inmediatamente al raptor pues ya hacía
cosa de una hora que se habían juido los novios, “ por
que si no, señor ju ez— añadió encarándose con el repre
sentante de la autoridad— cuando vengajté a ve, ya
vajté a v e ”
Pero cuándo! ¡Pero cuándo, mamita! Es muy común en
Tabasco, quizás más común que en otras partes de Mé
jico, convertir el adverbio cuando en interjección, para
denotar imposibilidad de que suceda una cosa o en sen
tido negativo, como en las frases: “ ¿ Que yo te venda mi
caballo? ¡Pero cuándo!; “ /cuándo que te deje yo de
querer!” , o en tono festivo: “— fulano quiere que seas
su novia,” — “ ¡Pero cuándo, mamita, pero cuándo!”
También se dice, hablando con un hombre ¡pero cuán
do, tatita! Esta forma de locución se halla en la copla
popular que no sé si es tabasqueña pero que sólo la he
oído en Tabasco:
Dicen que me han de quitar
La vereda por donde ando.
La vereda quitarán
Pero la querencia ¡ cuándo!
C U A R TA
Tener tres cuartas. Frase elíptica que deja sobreentendido,
de miedo.
C U A R T IL L A , MEDIO, R E A L
De a cuartilla. De poco valor, de tres al cuarto. Frase des
pectiva con que se pondera el poco aprecio o estimación
de una cosa. Se dice también comúnmente, tal cosa no
vale ni cuartilla. Provino el dicho de la antigua moneda
mejicana equivalente a un cuarto de real, y que valía
tres y un octavo centavos. De ahí que se generalizara
la costumbre de llamar cuartilla a la cantidad de tres
centavos. Esta costumbre persiste aún en nuestros días,
y no es raro en Tabasco (y supongo que también eli
otros lugares apartados de Méjico) oír a la gente del
campo decir cuartilla para expresar tres centavos.
Estar una persona a tres menos cuartilla. Estar muy pobre,
sin dinero, sin blanca, sin un cuarto, sin petate en qué
caerse muero, a la cuarta pregunta, en las cuatro esqui
nas, en la chilla, en la prángana, en la inopia, en la fuá
cata, muerto de hambre, abundante de escasez.
¿No quieres medio por tu gracia?, o te voy a dar medio por
la gracia. Frase irónica con que se burla uno del que
dice algún chiste sin gracia o de mal gusto, o que sale
con su domingosiete, o bien con que se moteja al que
comete una barrabasada creyendo con ello ser gracioso.
Así, al niño que hace alguna travesura que no es muy
del agrado de su madre, le dice ésta irónicamente: ¿no
quieres medio por tu gracia? El medio fue una moneda
mejicana antigua que valía medio real, esto es, seis cen
tavos y cuarto, puesto que el real valía la octava parte
de un peso, o doce y medio centavos. En el lenguaje
familiar y burlón se decía también alguna vez, imi
tando la manera de hablar de la gente del pueblo: ¿que-
rés medio por la gracia?
En Tabasco era muy común, y creo que aun no se
pierde enteramente la costumbre, sobre todo entre la
gente humilde o del campo, pero sin que de ello estuvie
ra exenta la “ gente de la ciudad” y aun las personas “ leí
das y escribidas” , contar el dinero por reales, medios y
cuartillas, esto es, doce, seis y tres centavos, respecti
vamente. Así, de lo que valía un peso se decía frecuen-
tísimamente que costaba ocho reales, y al valor de medio
peso se daba el de cuatro reales (de ahí que la moneda
de a cincuenta centavos, llamada vulgarmente en otras
partes tostón, fuese en el lenguaje vernáculo tabasque-
ño un dea-cuatro, esto es, moneda de a cuatro reales).
Doce reales eran un peso y cincuenta centavos; catorce
reales un peso, setenta y cinco centavos; veinte reales
dos pesos, cincuenta centavos; diez reales uno veinti
cinco; seis reales setenta y cinco centavos; tres reales
treinta y seis centavos; dos reales veinticinco centavos
(esto último dio origen a la expresión el centavo de la
peseta, de que trato en otro artículo), etc., etc. Y ve
nían luego las cantidades que se contaban por reales y
fracciones, por ejemplo: real y medio eran dieciocho
centavos; real y medio y cuartilla, veintiún centavos;
dos reales y medio, treinta centavos, etc.
Fácil es, pues, imaginar la complicada contabilidad
que tenían que llevar las amas de casa cuando, muy de
mañanita, se iban al mercado a hacer su compra (su
mandado, se dice muy sin razón en la capital de la Re
pública), y tener que convertir en centavos o pesos los
reales, medios y cuartillas. Porque ningún choco de la
ribera habría, ni por pienso, vendido sus verduras, sus
gallinas, sus pejelagartos ni sus frutas si no fuese con
este complicado sistema. En aquel entonces los huevos
fresquecitos (no de paloma, sino de gallina adulta y
bien criada que no defraudaba a sus consumidores) se
compraban a tres (y cuando muy caros, a dos) por me
dio. Un pejelagarto (pez muy sabroso y abundante de
los ríos tabasqueños), casi de una vara de largo y con
el que había para que comiese una familia entera, cos
taba medio, o cuando mucho medio y cuartilla. Un
pollo se compraba por real y medio o real y cuartilla.
Las gallinas valían dos o tres reales, si acaso con su
medio o su cuartilla, pero con algún regateo se reducía
el precio a lo primero, o aun menos, si no era que la po
bre vendedora, acosada por el regateo, le salía debiendo
a la compradora de tanto bajar el precio. Nunca he po
dido olvidarme de la chiquilla del pueblo, como de unos
ocho años de edad que, siendo yo niño, fue en cierta
ocasión a mi casa a vender una gallina. Cuando se le
preguntó el precio respondió ingenuamente la mozuela:
“ puej dice mi mama que la da en tre j realej, y lo menoj
en doj realej y medio y cuartilla, y lo menoj menoj en
doj realej y medio” . — “ ¿ Y cuánto sería lo menos, me
nos, menos?” le preguntó riendo mi madre, a quien
había hecho gracia la ingenuidad de la precoz vendedo
ra. — “ Puej hajta doj realej,” respondió ella sin titu
bear.
Un pavo, guajolote o mulito (como se llama tam
bién en Tabaseo: del chontal mulu o del maya mulut o
m u lit) costaba cuatro o cinco reales. Las mojarras y
t enguayacas, vi vitas y coleando, se adquirían a razón de
dos o tres por un real. La pigua o langostino tabasque-
ño se compraba por un real menos cuartilla, y en algu
nos lugares por mucho menos. Todavía en 1933, para
que se vea que no estoy resucitando la historia antigua,
presencié la siguiente escena entre un rico hacendado
avaro (en cuya casa tuve la desgracia de ser hospedado
“ galantemente” en uno de mis viajes, y donde pasé más
hambres y privaciones que el Buscón en casa del licen
ciado Cabra, pues ahí no se comía plátano por no tirar
la cáscara) y un muchachillo del pueblo que a la hora
del desayuno llegó a vender piguas con un enorme ca
nasto lleno de grandes ejemplares vivos de este crustá
ceo:
— “ ¿A cómo las das?” , preguntó don Torcuato al
niño vendedor.
— “ A doj por un rial.” Y había que ver aquellas
piguas, que parecían ballenas, con tamañas tijerotas lle
nas de carne sabrosa.
— “ ¿Por qué tan caras?”
— “ Puej asina me dijo mi tata que yo laj diera por
que da mucho quihacer cogerlas áhora que está crecido
el río.”
— “ Vaya, qué le vamos a hacer ! Así tan caras no te
las compro. Si las das a tres por un real. ..
— “ Vay puej, tómelaj ujté.”
Y y o — crédulo de mí— que me estaba imaginando
que el rico ganadero y potentado, dueño de haciendas y
monterías, iba a comprar todo el canasto de piguas
para darnos a mí y a sus otros tres huéspedes, aquel
domingo, una buena comida siquiera por esa única vez,
con inmenso desconsuelo y tristeza lo vi sacar del ca
nasto las tres piguas más grandes que pudo hallar o se
dejaron coger, y pagarle al chicuelo los doce centavos
a que equivalía el real en que le había dejado aquellos
tres gigantes. Y para el almuerzo (que en Tabasco es
la comida del mediodía) tuvimos un platoncito mi
núsculo de “ ensalada” de pigua con jugo de naranja
agria y sin aceite, además de la ración microscópica de
arroz blanco y frijoles negros.
Y así podría continuar enumerando esos precios
complicados (en los que no quise incluir las cantidades
representadas por una o más operaciones de Aritm éti
ca, como un real menos cuartilla, tres reales menos me
dio y cuartilla, etc.) y asombrosamente bajos que dejan
a uno boquiabierto cuando piensa en los ridiculamente
crecidos de hoy día, y que permitían a una familia bas
tante numerosa hacer con ocho o diez reales (un peso
o uno veinticinco) la compra para todo el día, esto es,
para el desayuno, almuerzo y cena; aunque, claro está,
las familias pobres podían comer, sin riesgo de que
darse a medio llenar el buche, con cuatro o cinco reales,
y aun con menos.
Y no puedo quedarme sin decir algo de los vendedo
res ambulantes que a todas horas del día, pero siempre
ciertas clases a determinadas horas, iban por las calles
“ pregonando” su mercadería con la entonación peculiar
de cada grupo, y por lo común anunciando a voz en cue
llo su precio. Por ejemplo, los domingos por la mañana,
más que los demás días, muy temprano (entre seis y
ocho), se oían los “ pregones” de los vendedores de ta
males, los ricos tamales de gallina o pavo, envueltos en
hojas de plátano, que decían: tamalej de mulzto a me-
diooo. Y todos los demás días, desde las nueve o diez de
la mañana hasta las dos o tres de la tarde, pasada ya la
hora del almuerzo, que en Tabasco es entre 12 y 1 p.m.,
los vendedores de dulces, con su chillante y peculiar
sonsonete: dulce y merengue y caramelo de goma y
dulce ’e coco y panal de azúcar y nuégano y cocada;
dulce de cocoyol (este humilde pero sabroso dulce no se
compraba por medio ni por cuartilla, sino a dos o tres
cocoyoles, con su respectiva miel de panela, por un cen
tavo, y cuando la venta llegaba a tres centavos, se le
ponía a manera de contra un buen trozo de coco). Y así
los demás “ dulceros” . Por las tardes, a la puesta del
sol, salían los vendedores de empanadas, panuchos, ta-
malitos, ckanchamitos, etc.: “ empanaditaj de pejela-
garto a tre j por meeedioo” , o “ panucho a medio” , o bien
“ tamalitoj de puerco picao a tre j por medio” , pregones
que se oían hasta las ocho o nueve de la noche.
CUATRO
Ser padre de más de cuatro. Esta expresión fanfarrona del
“ mejicano valiente” es una de las muchas baladronadas
que se oyen en boca de gente baja, sobre todo cuando
empieza a producir efectos el alcohol. El decirle a una
persona que es uno su padre equivale a decirle que es
uno más valiente o que puede más que ella, que ésta
le hace a uno los mandados, que no le sirve ni para el
arranque. Lo de más de cuatro es locución castiza muy
antigua con que se significa muchos, en número con
siderable.
Y vienen aquí muy a cuento, ya que hablamos de
fanfarronadas, padres y borracheras, los tres períodos
en que algún gracioso, psicólogo y observador, dividió
la papalina del mejicano valiente; son a saber: el de la
amistad, el de la fraternidad y el de la paternidad. En
efecto, cuando el borrachito empieza a sentir que los
humos del tequila o del pulque (en Tabasco, del zorro o
del blanco) se le están trepando a la cabeza, le dice al
compañero empinacodos: yo soy tu amigo. Algún tiem
po después, más o menos largo, según sea lo nutrido del
tiroteo o la resistencia del sujeto al alcohol, cuando ya
son más perceptibles los efectos de éste, le dice: yo soy
tu hermano. Y por último viene el tercer período en
que, inhibidos los sentimientos de amistad y ofuscadas
las nociones de consideración al amigo, quedan tan sólo
los instintos del valentón, que exclama: ¡yo soy tu
padre!
CUERDA
Darle cuerda a una persona. Frase familiar que tiene signi
ficación parecida a soltar la tarabilla, por hablar mu
cho, hablar largo y tendido, soltar la sinhueso. Y así se
dice: ya le dieron cuerda a fulano, o cuando a sutano le
dan cuerda no tiene cuándo acabar, o bien, no le des
cuerda a perengano porque ya tendrás para largo.
CH
C H A PA LE O
Se da este nombre en Tabasco a la temporada en
que aova el pejelagarto (Lepidosteus viridis), pez que
abunda mucho en los ríos tabasqueños, muy apreciado
por el buen sabor de su carne. Santamaría (D IC C IO
N A R IO GRAL. DE A M E R IC A N IS M O S ) lo describe de
la siguiente manera: “ El nombre alude a que el pez va
agitando con la cola la superficie del agua, a medida
que suelta la hueva. El C H A PA LE O es un suceso y una
ocasión de pesca peculiarísimos y alegres en Tabasco.
Los peces invaden en nutridos eardumos los campos
inundados, las playerias de pancalientales, donde las
aguas de la creciente súbita alcanzan profundidad ma
yor de medio metro. A las hembras sigue el cortejo
de los machos, que van comiéndose (s ic) las huevas, y
las gentes a pie, por entre la multitud de los peces, van
con machetes haciendo cruel exterminio a lomazos ele
collin, procurando asestar el golpe en la cabeza del pez,
para evitar el rebote del arma sobre el que la esgrime,
y que es a veces peligroso. Se hace pesca nutridísima
en esta forma. El ruido del chapaleo alegra los campos
y so oye a gran distancia. No dura sino unas cuantas
horas del día, las primeras de la mañana; se debilita
por la tarde y concluye por la noche.”
CHAPAYA
En chapaya o en chapayita. Se aplica a los maizales cuando
se empieza a formar la mazorca, y así se dice: ya la
milpa está en chapaya. La expresión equivale a la del
centro y otras partes de M éjico: la milpa está jilotean
do. Chapaya es el jilote o mazorca tierna del maíz.
C H A P U L ÍN
Caerle a uno el chapulín. Expresión familiar que se dice
cuando inesperadamente llegan a la casa de uno varias
personas a la hora de comer, y a quienes se ve uno obli
gado a invitar por compromiso, las cuales aceptan sin
más trámites 1 la invitación y arrasan con todo lo que
ven sobre la mesa, o también de los parientes, por
ejemplo, la adorable suegra con sus tres o cuatro chi
quillos glotones y malcriados a más no poder, el cuñado
haragán y golfito, pero eso sí, altanero y exigente, y la
cuñadita remilgosa, la criada y la “ nana” , el gato y
el perico, que se presentan inopinadamente y sin ser
invitados, por sólo el derecho que les asiste, a pasarse
una temporadita (no más de cuatro o cinco semanas),
y se extienden por toda la casa como verdolaga en sem
brado de indio, y acaban con todo cuanto hallan a su
paso, incluso la paciencia del pobre yerno. El dicho,
claro está, alude a la voracidad del chapulín o langosta
de tierra que no deja hoja verde en el sembrado en que
cae la mancha. Por supuesto que en el caso de la suegra
y demás queridísimos parientes políticos, decir que le
cayó a uno el chapulín es usar de una metáfora muy
piadosa e impropia. Harto mejor sería decir que le
cayó una manada de panteras feroces, de tigres famé
licos y de lobos hambrientos. Se dice también caer
como chapulín.
CHARCH A, CHERCHA, C H IR O LA
Estos son tres de los muchos nombres que se dan a
la cárcel. Los dos primeros no sé qué origen tengan.
Cuanto a chirola es variante de chirona, que trae el
Diccionario como palabra figurada familiar por cárcel,
prisión, pero cuyo origen calla la Academia. De chirola
se formó el verbo enchirolar.
CHERNA
Boca de chema. Epíteto que se da a la persona de boca
grande, sin duda por la semejanza que vio el vulgo entre
ésta y la del pez así llamado.
C H ÍA
No hay de chía. Expresión negativa del lenguaje popular,
equivalente a nones, naranjas, o a los dichos de otras
partes de México, no hay de limón, o no se va a poder.
Tú lo dirás de chía, pero es de horchata. Tú estarás ha
blando en broma, pero va en serio; aunque tú creas que
es chacona, es verdad.
CHIBOLUDO
Estar chiboluda una cosa: en sentido real, estar dispareja,
tener bodoques, chuchumos (protuberancias) o chibóles
(del maya tzibol, chichón). En sentido figurado, ser di
ficultoso un negocio, cosa o punto, esto es, de difícil
comprensión o de no fácil ejecución, y en este sentido
equivale a tener bemoles, estar peliagudo; y también te
ner sus riesgos o peligros.
Lo que es parejo no es chiboludo, con que se da a entender
que cuando una cosa está clara o es equitativa no ofrece
dificultad en su comprensión o ejecución, ni lesiona ni
es enfadosa a nadie.
CHICO
Estar más enojado (o ser más bravo) que un chico. En Ta-
basco se da el nombre de chico a una especie de mapa-
che o tejón, y es fama que este animalito es muy feroz
en estado salvaje. De ahí que la persona que está muy
enojada o que es muy cascarrabias se diga que está más
enojada o es más brava que un chico.
C H IC H AR R A
Empinar chicharra. Si mal no me acuerdo, se decía o se
dice esta frase del que en cualquier juego empieza con
nada o casi nada y gana mucho dinero.
CHICHIGUA, AC H IC H IG U AR
Voz procedente del azteca chihihua o chichihualli
(Santamaría, DICC. GRAL. DE A M E R .), que significa
nodriza, y de que se formó el verbo achichiguar, criar,
amamantar a un niño y, por extensión, dar demasiados
cuidados, mimar con exceso a un niño y también a una
persona mayor.
C H IF L A R
Quedarse uno como el que chifló en la loma. Modo adverbial
figurado, semejante a quedarse a la luna de Valencia,
esto es, frustradas las esperanzas de lo que se proyecta
ba lograr u obtener. Se usa también con el verbo dejar.
C H IN C H U R R E TA
Ser una cosa una chinchurreta, ser una baratija, cosa de po
ca entidad o aprecio, de mala calidad. El DICCIONA-
RIO G E N E R A L DE AM E R IC AN ISM O S, de Santama
ría, trae la explicación que da a la palabra chinchurreta
el abogado y literato tabasqueño don Rafael Domínguez,
el galano artífice de la prosa sencilla y tersa: “ Hace
algunos años hubo en el puerto de Veracruz una firm a
social — en la que figuraba el apellido español Chinchu
rreta— que fabricaba licores de no muy buena calidad
por cierto. De aquí diose en llamar despectivamente
C H IN C H U R R E TA, tanto a esos licores como a todo
producto que por su clase poco recomendable pudiera
asimilársele.” De lo que se sigue que la frase es una
chinchurreta o de chinchurreta pasó de Veracruz a Ta-
basco.
C H IN G A M U R R IA
Ser una cosa una chingamurria. Comunísima es (o era) en
Tabasco la palabra chingamurria, que no es vocablo
soez, aunque parezca, para denotar baratija, friolera,
cosa de poco valor o aprecio. Dije que no es palabra del
lenguaje procaz, o por lo menos no se toma como tal,
aunque sí lo es del lenguaje familiar, y pocas veces o
nunca se dice en presencia de damas. Se usa con fre
cuencia en su forma diminutiva: chingamurHta.
C H IN ÍN
Estar una cosa como chinín jugueteado de zorro (dícese tam
bién de persona). Estar de muy mal talante, desaliña
do, tener mal aspecto o el semblante descompuesto, o
muy malas trazas. Alude este dicho al fruto de la P e r
sea schiedeana- o Persea pittieri llamada en Tabasco
chinín, y en otras partes aguacate xinene, ciguacatón,
chinini, etc., que es manjar delicioso, algo parecido al
aguacate pero de carne más suave y sabrosa; razones
que hacen suponer que sea muy apetecido por el zorro
de Tabasco, o tlacuache, especie de zarigüella (D idel-
phys virginiana o D. californica, fam. Didelfídeos), ani
malito nocturno, trepador que, excusado es el decir,
cuando se topa con un chinín maduro lo ha de d e ja r ...
eso, como chinín jugueteado de zorro.
De ahí que se diga de la persona a quien le dieron una
buena tunda y lo dejaron como “ almas blancas” , que la
pusieron o la dejaron como chinín jugueteado de zorro.
Sacar o poner el chinín. Enojarse uno, aludiendo a que las
personas enojadas ponen la boca como el cuello del chi
nín, que es alargado y en figura de trompa. En otras
partes de Méjico dicen: ponerse trompudo, sacar la
trompa, o darle a uno (a comer) trompa y espinazo.
CHINO
Engañar a uno como a un chino: engañarlo como a un niño,
tomarle el pelo, chasquearlo como a la persona más cré
dula o ingenua. Es frase que trae el Diccionario de la
Academia, lo que indica que es usual en España.
C H IN T U L
Oler una persona a chintul. Oler a perfume barato o de ma
la calidad; estar demasiado perfumada. El chintul (Cy-
perus articulatus Linneo, según el DICC. GRAL. DE
AM ER. de Santamaría), es una planta ciperácea “ que
produce un bulbo radical de color morado y olor fuerte
y penetrante, agradable, semejante al del sándalo, por
lo cual las gentes del campo la emplean, machacada, pa
ra perfumar sus ropas en el baúl.”
CHIQ UEAR
Estar un niño muy chiqueado. Estar muy mimado, malcria
do, consentido en. exceso.
CHIRRIÓN
Hazte arco, chirrión del diablo. Cierto estoy de que más de
un lector curioso, después de leer este artículo, si alguna
vez estas apuntaciones un tanto cuanto deshilvanadas
que ahora escribo tienen la buena fortuna de verse con
vertidas en libro, y si ya en esta forma tienen la fortu
na aun mejor de ser leídas por otro que no sea el que
las compuso; seguro estoy, iba diciendo, de que más
de un lector se preguntará a qué propósito vino este
artículo. Y a fe que en buen aprieto me pondría si a
mí me hiciera tal pregunta, pues no sabría responder
sino que lo metí al propósito (o “ despropósito” ) de te
ner coyuntura para referir algún chascarrillo de los
muchos que corrían muchos años há en el viejo San
Juan Bautista, y que se achacaban a un señor tan “ pul
cro y casticista” , según él, en el decir que incurría,
según sus críticos, en extravagancias quijotescas seme
jantes a las del inmortal Caballero de la Mancha cuan
do, pongamos por caso, habló en lenguaje altilocuente a
los cabreros — que ni media palabra entendieron de sus
razonamientos— de la “ dichosa edad y siglos dichosos
aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dora
dos” (arenga que, de paso sea dicho, es uno de los más
bellos discursos que se han escrito jamás en el incom
parable idioma castellano); las cuales extravagancias le
valieron (al tabasqueño, no al manchego) las bromas y
cuchufletas que las gentes de buen humor le hacían o le
atribuían. Y, hecha esta advertencia a manera de in
troducción o petición de venia, que yo mismo doy por
concedida, va de cuento:
Corría en boca de muchachos, por aquel entonces, el
dicho que sirve de encabezado a este artículo, cuando
agitaban en el aire un látigo (o chirrión, en el lenguaje
popular) para que hiciera el peculiar chasquido. Y dice
la conseja que en cierta ocasión acertó a pasar nuestro
“ pulcro hablistán” junto a un grupo de muchachos que
jugaban con sus látigos, y oyó que uno de ellos excla
maba al sacudir en el aire el suyo: hazte arco, chirrión
del diablo; “ atropello” imperdonable al lenguaje que no
pudó sufrir el quijotesco personaje que, queriendo dar
una lección al “ deslenguado” , lo corrigió diciéndole que
en buen romance aquel dislate se decía: conviértete en
semicírculo, látigo del espíritu maligno.
Decíase de tan pintoresco sujeto, que era además
hacendado de posibles, que hasta para hablar a los mo
zos o sirvientes de su finca usaba de lenguaje altiso
nante, sin descender nunca de las alturas a que lo había
encaramado el prurito de ensartar palabras y frases
rebuscadas, metáforas, hipérboles y elipsis. Por ejem
plo, se refería que para instruir a uno de sus mozos so
bre sus deberes y obligaciones le habló en estos térmi
nos : “ al despuntar la aurora te encaminarás al humilde
recinto donde habitan las hijas de Ceres, y provisto de
un recipiente les extraerás de sus exúberos senos el
blanco y espumoso líquido que luego se habrá de mez
clar con el negro y perfumado néctar de la Arabia” , con
lo cual y de manera tan peregrina le ordenaba levantar
se muy temprano a ordeñar. Mas el pobre gañán que no
entendió ni jota de lo que le dijo el amo, y que de la
retahila de palabras para él incomprensibles sólo se
le grabaron las primeras (al despuntar la aurora) y las
últimas (lo de néctar de la Arabia con que el señorón
designó el café), se fue presuroso a la caballeriza y al
cabo de breve rato volvió a decirle: “ mi amo, ya' ensillé
la bestia para llevar el recado a don Héctor Sarabia, y le
dije a los muchachos que fueran a despuntar la novilla
mora.”
De labios de uno que decía haber sido testigo pre
sencial, oí el siguiente relato: hallábanse almorzando
en casa del pomposo hacendado varias personas, entre
otras un su sobrino, bromista a carta cabal, aunque no
muy versado en achaques de lenguaje, a quien a media
comida dijo el tío con su acostumbrada prosopopeya:
“ sobrino, hazme favor de apropincuarme la fuente
de viandas.” Medio aturdido quedóse el sobrino sin en
tender lo que se le decía, pero acudió en su auxilio su
vecino de mesa que ya conocía las mañas del tío y le dijo
al oído: “ que le pases el platón de frutas, so animal”
(es de advertir que en Tabasco se le llaman frutas a los
“ frutos de huerta” que dice la Academia, esto es, las
verduras, entre las que se incluyen la yuca, el chayóte,
macal, plátano, calabaza, etc., etc., que se comen cocidos
y que en Cuba llaman viandas). Pasóle el sobrino lo que
le pidió, diciéndole al mismo tiem po: “ con mucho gusto,
tío ; y Ud. me hace favor de arrimarme el manantial de
fr ijo le s ”
En cierta ocasión en que nuestro personaje estaba
de paseo en la capital de la República, tuvo necesidad de
tomar uno de los coches de sitio (de bandera azul), ca
rruajes de caballos que hacían el servicio público en el
Méjico de antaño (los había también de bandera roja,
que eran los más baratos) ; y quieren decir que habló al
cochero en este pintoresco lenguaje: “ mi buen auriga,
habrás de conducirme cuan presto puedas a la calle del
natural melancólico, guarismo fa ta l” A lo que respon
dió el cochero rascándose la cabeza: “ siento mucho, je-
fecito, que le duela la barriga, pero no puedo llevarle a
esa calle donde dice Ud. que curan el cólico porque nun
ca he oído hablar de ella, ni conozco a ese señor don
Faustino Pascual ” “ — Digo, buen hombre, que me lle
ves a la calle del Indio Triste, número 13,” le dijo un
tanto mosqueado nuestro héroe. Y con una sonrisa de
complacencia le replicó el auriga: “ ahí sí le puedo lle
var, jefecito, y allá vamos como de ra y o ”
CHISME
Chisme caliente o chismecaliente. Se aplica al sujeto dado a
la chismografía, que más tarda en oír alguna especie o
murmuración que en ir a contarle a todo mundo, estan
do aún “ calentito el chisme” . Chismecaliente es de idén
tica construcción y de significado muy similar a corre
veidile.
C H ISPA
No dar chispa una cosa. No servir para lo que estaba desti
nada, no surtir efecto. Se dice también no dar la talla.
CHO LLA
CHUCULÚN
Chuculún es voz onomatopéyica que imita el ruido
del agua al caer en ella un cuerpo pesado. Se usa co
múnmente en la frase ¡chuculún, al agua! De manera
muy parecida: chupulún, se dice en Venezuela, según
RIVODÓ: Voces nuevas, pág. 262.
CHUCHUMO
Este es otro de los mayismos muy usuales en Tabas-
co (del maya chuchum), para nombrar al chichón, hin
chazón que se forma de resultas de un golpe, y también
a cualquier otro tumor. Se aplica asimismo a cualquier
bodoque o protuberancia, y así se dice, por ejemplo,
que un colchón está lleno de chuchumos, o que de la pa
liza que le dieron a alguien le dejaron el cuerpo lleno de
chuchumos. Tan usual como bodoque o chibol.
CHUCHUPICHE
Otro mayismo, usual en Tabasco así como en Yuca
tán y Campeche, y con que se designa el orzuelo o pe-
rvilla (inflamación, generalmente supurada, de una de
las glándulas sebáceas de los párpados).
CHUM AR
Chumarse, chumado o chumao, chumo. Comunísimos son en
Tabasco el verbo reflexivo chumarse (también jumarse)
por emborracharse, y los adjetivos y substantivos chu-
mao o chumado y chumo (también jum,ao o jumado -y
ju m o). Cuervo (Apuntaciones críticas sobre el lenguaje
bogotano, § 643) nos informa que en Colombia se dice
juma, jumarse o ajumarse por borrachera, embriagar
se, y que estas voces “ con h aspirada representan humo,
el cual se usa en frases como «subírsele a uno el humo a
la chimenea» equivalente de tomarse del vino.” Dice
Cuervo que de igual manera se dice en Canarias y Cuba,
y en Andalucía jumera. La Academia trae en su Dic
cionario Manual ahumarse por emborracharse, jumera
que remite a “ humera, i. fam. Borrachera. Pronúncia-
se aspirando la h.” (¡A h qué cosas tiene la Academia:
si humera se pronuncia aspirando la h, no es humera
sino jum era!) De jumarse sólo dice que es verbo re
flexivo familiar de Colombia y Cuba, por emborrachar
se. Que ajumarse es voz conocida en España lo demues
tra la cita que trae Cuervo de Pío Baroja, escritor con
temporáneo ( “ Doña Casiana está ajumada con el aguar
diente de feto” , La Busca, p. 37), pero ello es que el
Diccionario académico no dio cabida al vocablo (a ju
marse, que remite a ahumarse, según se dijo) sino has
ta en sus tres o cuatro últimas ediciones.
Dice Santamaría (DICC. GRAL. DE A M E R IC A
NISM OS) que achumarse “ es verbo popular criollo del
Ecuador, Perú y Chile, usual también en Tabasco, por
embriagarse, emborracharse. Lo mismo en Argentina.
(L a voz debe tener ascendencia quichua, en relación con
achuma, planta cuyo fruto produce embriaguez o ener
vamiento.)” De chumarse dice que proviene de achumo
(seguramente error de imprenta, y debe de ser achu
ma), que dio chumo.
N i discuto ni contradigo el que achumarse y chu
marse provengan de achuma, la planta narcótica, como
tampoco niego ni afirmo que jumarse, ajumarse pro
vengan de humo, que dio ahumarse y luego por aspira
ción de la h, ajumarse. Sólo deseo comentar la probabi
lidad de que achumarse, chumarse, ajumarse, jumarse,
chumo, jumo, achumado, chumado, jumado, jumera ten
gan todos un mismo origen, bien sea éste humo o achuma
(la planta), pues me parece que sería mucha casualidad
que dos grupos de voces, a saber, achumarse y sus deri
vados (incluso chumarse y los derivados de él), y aju
marse y sus derivados, tan semejantes, tuviesen oríge
nes tan diversos como serían achuma (voz quichua, por
fruto de la planta narcótica) y humo, respectivamente.
Es muy común la aspiración de la h en ciertas voces
como albajaca, por albahaca, pitajaya por pitahaya, de
suerte que no tendría nada de raro el que, habiéndose
formado ahumarse (de humo), el pueblo hubiese dicho
luego ajumarse y después por aféresis, jumarse, jumo,
jumera, etc.; como tampoco tendría nada de raro que
la h de ahumarse se hubiera convertido en ch en boca
del vulgo y resultase achumarse, etc., y luego por afére
sis se suprimiera la a inicial y se dijera chumarse, chu
mado, chumo.
Por otra parte, bien podría suceder que, como dice
Santamaría, “ todo proviniese de achumó” , el fruto que
narcotiza (no es lo mismo narcotizar que emborrachar),
del cual se formara achumarse, luego en algunas partes
por aféresis chumarse, en otras por conversión de la ch
en h y ésta en j, ajumarse, y aun en otras por aféresis
(supresión de ac) y aspiración de la h, jumarse.
Mas-si, en efecto, todas estas voces se originaron de
achuma, esto es, si achumarse, ajumarse, chumarse, ju -
marse y sus derivados son quechuismos, tendríamos que
ahumarse, ajumarse y jumera que se usan en España
son americanismos. A mí me parece más lógico supo
ner que todos estos vocablos son derivados o modifica
ciones de ahumarse, ajumarse, y que la achuma nada
tuvo que ver con su formación. De lo contrario,,¿cómo
se explicaría el uso de achumarse, chumo, achumarse,
chumado, ajumarse, jumo, etc., en Tabasco donde es
desconocido el vocablo quichua achuma? Tendríamos
que aceptar la teoría poco probable de que achumarse,
chumarse, etc., fueron llevados a Tabasco desde Ecua
dor, Perú y Chile.
Variantes de achumarse también usuales en Tabas
co:
Chumado o chumao (más usual el segundo)
Chumarse
Chumo
Jumado o jumao
Jumarse
Jumo
Menos usuales:
Achumarse
Ajumarse
D
DAÑO
Hacerle a uno daño hasta lo que no come. Afligirse, acongo
jarse o preocuparse en exceso por las penas, desgracias
o padecimientos de los demás, como el cura de Jalatlaco,
que murió de cuidados ajenos, según el decir mejicano.
En España hay el dicho parecido, como el alcalde de
Trebujena, que murió de una pesadumbre ajena, o bien
como la judía de Zaragoza, que cegó llorando duelos
ajenos.
DEBER
El que la debe la teme. Dicho sentencioso que alude al que
comete una falta y está temeroso de que le llegue su
justo castigo.
Sin deberla ni temerla. Locución que se usa con igual sen
tido que sin comerlo ni beberlo, que trae el Diccionario
de la Academia, y que significa sin haber tenido parte
alguna en la causa o motivo del daño o provecho que se-
sigue. Desde muy antiguo se ha dicho ni teme ni debe
para expresar “ la temeridad, arrojo, e intrepidez de al
guna persona en sus operaciones, sin consultarlas con
la prudencia, ni mirar respetos” (Diccionario antiguo
de la Academia), pero yo he oído el mismo dicho ni te
me ni debe, o al revés, ni debe ni teme con el significado
de que la persona que no ha cometido ningún delito,
ofensa ni falta, y tiene la conciencia tranquila, no teme
que le sobrevenga ningún daño en castigo de culpas.
DESCOLAR
D ESPICARSE
En Tabasco se usa el verbo reflexivo despicarse por
desprenderse alguna cosa del conj unto de que era parte,
principalmente las frutas que forman racimo, y por ex
tensión cualquiera cosa. No sé de dónde haya venido
esta modalidad del verbo despicarse, cuya acepción cas
tiza es quebrarse el pico las aves (además de la de ven
garse, desquitarse, quitarse el pique). Es posible que el
vulgo haya visto alguna semejanza entre el pedúnculo
o pezón de algunas frutas, como el plátano, y el pico
de las aves, y que haya dicho despicarse al quebrarse de
dicho pedúnculo y desprenderse el fruto del racimo.
DESPUÉS
Para mi despuesito. Costumbre muy común es del tabas-
queño, como del mejicano en general, usar y aun abusar
de los diminutivos. Así, en Tabasco son muy comunes
las expresiones por vida suyita, oiga doncito, váyase
por la sombrita, adiosito, hasta lueguito, etc. Entre la
gente campesina oí más de cuatro veces el diminutivo
de después empleado en casos como el siguiente: cuan
do se da, digamos, un cigarro o algo de comer a un cam-
pesino o persona de la clase humilde, que no desea fu
ndárselo o comérselo inmediatamente, lo acepta y res
ponde poco más o menos en estos términos: “ muchas
gracias, señor, sino que con su venia lo voy a guardar
para m i despuesito” , esto es, para comérmelo o fumarlo
después.
D IABLO
Donde perdió la cachimba el diablo. Expresión familiar con
que se expresa lo apartado o distante de un lugar, y que
equivale a en los quintos infiernos, donde dio el chiflido
el diablo. En Chile y Argentina se dice donde el diablo
perdió el poncho.
En casa del diablo, o de los mil diablos, o del demonio, o de
los mil demonios. De significado similar a la frase an
terior.
Que se lo lleve el diablo, o los mil demonios, o sesenta mil
demonios. Frase con que se impreca a una persona por
enfadosa o importuna. Dijo don Quijote: “ ¡Sesenta mil
satanes te lleven a tí y a tus refranes.” Q-uij., II, cap.
X L II.
Ver al diablo en calzoncillos. Con que se pondera el susto o
asombro que padece uno. Se dice también en son de
amenaza: yo te haré ver el diablo en calzoncillos.
D IE N TE
Diente frío o dientefrío. Se dice de la persona muy risueña
o muy bobalicona, que de todo se ríe. Se emplea tam
bién la expresión
Pelar el diente, que significa sonreír la mujer por coquetería,
hacerle carita a un hombre, como se dice en Tabasco, y
Estar con el diente pelado, por estar una persona siempre
dispuesta a sonreír para adular o halagar al poderoso
o “ al de arriba” .
D IF IC U L T A R
Dificulto que venga fulano, dificulto que esto salga bien, etc.
En Tabasco es usual, como en Campeche y Yucatán el
dar a dificultar, como verbo transitivo, uno de sus sig
nificados castizos, cual es el de dudar, acepción que po
cas veces se da a dicho verbo en otras partes de Méjico.
D INERO
Hasta donde costó el dinero. Véase en el artículo X IX
(shish), Hasta el xix.
DIOS
Con la palabra Dios se forman en Tabasco, como en
cualesquiera otras partes donde se habla la bella lengua
castellana (¡tú qué dijiste, lector: ya salió este con la
concebida muletilla, la lengua de Cervantes!), multitud
de frases, algunas sumamente usuales en el lenguaje
familiar y casi todas del español antiguo, con más o me
nos variaciones o en su prístina forma, que dicen ora
las personas devotas, ora los descreídos en sentido iró
nico, o bien por la sola costumbre y sin intención de
ofender creencias religiosas ni tampoco de invocar la
misericordia divina. Como ejemplo quiero citar a con
tinuación unas cuantas de dichas frases o exclamacio
nes.
A Dios rogando y con el mazo dando. Refrán antiguo que
Barcia (DICC. GR A L. E T IM O L.) explica de la siguien
te manera: “ que nos amonesta hagamos de nuestra par
te cuanto alcancen nuestras fuerzas para el logro de
nuestros deseos, y sin exigir que Dios haga milagros.”
(C E R V A N T E S : . .que un asno cargado de oro sube
ligero por una montaña, y que dádivas quebrantan pe
ñas, y a Dios rogando y con el mazo dando” Quijote, II,
X X X V .)
A l que no habla (o al que no pide,) Dios no lo oye. Con que
se reprende la timidez de los que nada consiguen por
no atreverse a exponer sus solicitudes. De igual sentido
que el que no llora no mama.
Amanecer Dios, por amanecer, en frases como estas: desde
que Dios amanece, o en amaneciendo Dios.
Como Dios guarde y libre. Expresión que dicen algunos en
sentido comparativo, aplicada a la persona con quien se
habla: “ es una buena persona, como Dios guarde y li
bre” (esto es, tan buena como Ud., a quien Dios guar
de) . Otros dicen, mala la comparación, y también sin
agravio de lo presente (véase el artículo F R A SE S D EL
C A S T E LLA N O A N T IG U O E N T A B A S C O ).
Creer que la madre de Dios es Chepa. (Compilación de re
franes inédita, de Santamaría.) Expresión vulgar pa
recida a creer que lá luna es queso porque se ve redon
da, que alude a las personas que ereen cosas inverosí
miles, o que pueden lograr lo imposible.
Creer una persona que tiene a Dios cogido por las barbas.
Creer que puede o vale mucho. Se dice también, creerse
la divina garza.
Creerse un Dios. Estar muy engreído o envanecido, tener
muy buena opinión de sí mismo, creerse la divina garza.
Dios castiga sin cuero ni palo. También Dios castiga sin pie
dra ni palo. Expresión que se dice para significar que
Dios no ha menester aplicar castigos materiales para
manifestar su poder omnímodo.
¡Dios me ampare, me valga y me favorezca! Exageración
de la frase ¡ Dios me ampare! o ¡ Dios me libre!
Dios queriendo. Esto es, con la ayuda de Dios, o si Dios quie
re. C ER VAN TE S: “ N i ella es puta, ni lo fue su madre,
ni lo será ninguna de las dos, Dios queriendo, mientras
yo viviere.” Quijote, II, X III.
Dios se lo pague y le dé más. Frase con que algunos mendi
gos agradecen la limosna que se les da. Se dice también
en lenguaje festivo: Dios pague la caridad y aumente
la devoción.
Estando bien con Dios, aunque los santos se enojen. Expre
sión con que se significa que poco o nada importa que
no goce uno del favor de personas sin importancia o de
poca valía, si tiene uno el apoyo del personaje principal,
del mandón, de quien las puede, o de la persona que a
uno le interesa. Por ejemplo, el galán que está seguro
del amor de su pretendida pero que no tiene la aproba
ción de los padres dice: “ me importa muy poco, pues
estando bien con Dios, aunque los santos se enojen (o
no quieran).
La de Dios es Cristo. Con los verbos haber, armarse, etc.:
bulla, rebumbio, disputa, zafarrancho, tremolina.
¡ Mala Pascua me dé Dios! Exclamación parecida a ¡ que el
diablo me lleve!
N i a Dios ni al diablo. Se dice no servir ni a Dios ni al diablo.
para ponderar la inutilidad o ineptitud de alguna perso
na o cosa.
No pido a Dios que me dé, sino que me ponga donde hay. (Co
lección inédita de refranes, de Santamaría). Que de
nota que el hombre apto y trabajador no necesita que
le hagan favores ni se le dé nada que no sea adquirido
por su propio esfuerzo, pues en teniendo la oportunidad
él sabrá bastarse a sí mismo.
Por Dios y en mi conciencia. Juramento para aseverar la
veracidad de una cosa: “P o r Dios y en mi conciencia
que si me dura el gobierno (que no durará, según se me
trasluce), que yo ponga en pretina a más de un nego
ciante.” C E R V A N T E S : Quijote, II, X L V II.
Por la misericordia de Dios. Con que se atribuye o se da
gracia a la misericordia divina de las cosas que se tienen
o se reciben en el mundo: “ Es, pues, el caso, señor
— prosiguió el labrador,— que yo, por la misericordia de
Dios, soy casado.” C E R V A N T E S ; Quijote, II, X L V II.
¡Quiera Dios! Con que se denota vivo deseo de que suceda
una cosa.
¡ Sea por Dios y venga más! Frase irónica de conformidad o
resignación; como si se d ijera: “ estoy conforme con mi
mala suerte, y si más males me vinieren también sabré
resignarme.” Se dice asimismo cuando, sin uno espe
rarlo ni procurarlo, le resulta algún bien como si le
lloviera del cielo.
¡Sepa Dios! Para denotar ignorancia o inseguridad de algu
na cosa, o para encarecerla. Igual a ¡ sabe D ios! o ¡ Dios
sabe!: “ ¿dónde está fulano?” — “ ¡Sepa D ios!” Tam
bién en lá frase: “ ¡sepa Dios cuándo sanaré de este
m al!”
Si Dios fuere servido. Igual que si Dios me ayuda o si Dios
quiere o me da licencia.
Si Dios me ayuda. En locuciones como la de Sancho Panza:
.si Dios me ayuda, y yo hago lo que debo con buena
intención, sin duda que gobernaré mejor que un geri
falte.” C E R V A N T E S : Quijote, II, X X X IV .
Si Dios me da licencia. Igual que la anterior.
Suerte me dé Dios, que el saber poco me importa. Con que
se expresa que muchas (quizá las más) veces consigue
mejores cosas en la vida y medra más el ignorante pero
audaz, el gaznápiro pero atrevido y desvergonzado, el
impreparado pero “ oportunista” y socaliñero, el palurdo
pero descarado, y sobre descarado adulador (sobón, co
mo se dice en Tabasco), y sobre sobón tramposo, y mal
intencionado y bribón y picaro, como hay muchos, so
bre todo en la política (que todas estas bellas cualidades
suelen traer consigo la buena suerte), que el sabio, el
estudioso, el hombre Bien preparado, decente, digno y
honesto.
Tener cara de Dios me lo perdone. Que ya comenté en el
artículo CARA.
Todos somos hijos de Dios y herederos de su gloria. Senten
cia con que se expresa que todos tenemos derecho a go
zar de las cosas buenas de la vida, o bien que la justicia
se debe impartir a todos por igual. Es parecida a cuan
do Dios amanece, para todos amanece, o el sol sale para
todos.
Ya estaría de Dios. Parecido a ¡sea por Dios y renga más!
Se dice tanto en sentido serio como festivo.
DOM INGOSIETE
Ser una persona un domingosiete (o domingo siete). Es co
nocida la frase salir uno con su (o con un) domingo
siete. El Diccionario de la Academia la trae en sus edi
ciones décimaquinta, décimasexta y décimaséptima
(acaso en la décimacuarta, que no tengo a la vista; no
la trajo en las primeras ediciones, que yo sepa hasta la
duodécima). Dice la Academia: “ Salir con un domin
go siete, fr. alusiva a cierto cuentecillo de brujas. Salir
con una pata de gallo” , esto es, con una patochada o
disparate.
El Diccionario académico no especifica que sea ame
ricanismo, con lo que da a entender que es también
expresión conocida en España. Santamaría (DICC.
GRAL. DE A M E R .) trae domingo siete con la signifi
cación substantiva de despropósito, patochada, en la
frase salir con domingo siete (y, por cierto, da el Diccio
nario de Americanismos una interpretación soez que
nunca había yo oído y no creo haya tenido nunca). Mas
en ninguna parte hallo el adjetivo domingosiete (usado
también como sustantivo), aplicado a persona en el sen
tido de bobalicón, tonto, lelo, mentecato, sandio, simple,
gaznápiro, que yo oí muchas veces en mis mocedades y
no he vuelto a oír en ninguna otra parte de Méjico, ni
fuera de él; lo que me hace creer que es un tabasque-
ñismo.
Voy a dar una versión, cuanto al origen de la frase
salir con su domingo siete, que oí en mi tierra tabas-
queña cuando era yo niño: decíase que en cierta tertulia
en que los concurrentes procuraban a más y mejor hacer
gala de ingenio, y se hacían y decían cosas agudas, opor
tunas y graciosas, alguien dijo la fra se : “ lunes y martes
y miércoles tres” , para que sirviera de pie a un ver
so ; y, en efecto, otro de los ahí presentes, haciendo gala
de ingenio, halló la consonante y completó el verso aña
diendo: “ jueves y viernes y sábado, seis.” A lo que una
de las tertulianas, queriendo también ser aguda, añadió
el gracejo: “ y domingo siete” , aditamento fuera de con
sonancia, y de metro, y de todo, que movió a risa a los
demás tertulianos, mas no por lo gracioso sino por lo
inoportuno y desgarbado.
Hay otra versión o leyenda acerca del origen del di
cho; es a saber, el que alude la Academia ahí donde
dice: “ frase alusiva a cierto cuentecillo de brujas”
(muy diabla fue esta vez, como muchas otras, la Acade
mia, que volvió brujas a los diablos, según verá el lector
por lo que adelante se dirá, ofensa que no ha de perdo
nar Lucifer y que pagará caro el señor académico que
tal cosa escribió, si por acaso acierta a llegar a sus do
minios), y que es el siguiente:
Érase que se era un pobre leñador jorobado que vol
vía cierta tardecita del bosque, con su carga de leña a
cuestas (o a jorobas, si más te place, caro lector), cuan
do oyó rumor de voces a la distancia. Acercóse caute
losamente para no ser visto ni oído al sitio de donde sa
lían éstas, y pudo ver gran número de diablos congrega
dos que repetían el estribillo lunes y martes y miércoles
tres, con visibles muestras de impaciencia y enojo, pues
que, a pesar de ser muy diablos, no hallaban la conclu
sión que hiciera consonancia con la frase. Quedóse por
algún rato nuestro jorobado oyendo y viendo tales dia
bluras, hasta que se le vino a las mientes un verso muy
a pelo con el que tantas veces había oído, y que sin darse
cata de ello dijo a viva voz: jueves y viernes y sábado
seis. Grande fue el alborozo del endiablado congreso al
oír tan galana conclusión de su estribillo, y en premio
de tan prestante servicio quitaron la joroba al leñador,
que se fue muy derechito y ufano camino de su aldea,
ansioso de referir lo sucedido a sus vecinos, y de que
lo viesen tan esbelto como una palmera (cuando no está
intoxicada con los rayos actínicos del rubicundo febo,
como las de L a r a ).
A l conocer tan satánica hazaña, un envidioso quiso
probar fortuna con los discípulos de Luzbel y se enca
minó al sitio en que el leñador dijo haberse encontrado
con los hijos del averno. Y, en efecto, no tardó en dar
con ellos, pues como de mil demonios era la algarabía
que armaban cantando todos a uno:
Lunes y martes y miércoles, tres ;
Jueves y viernes y sábado, seis.
Y queriendo ser oportuno para ganarse con su ingenio
la admiración y el favor de ellos, dijo a voz en grito la
patochada:
“ Y domingo siete.”
Oír los diablos tan soberana sandez, apoderarse furiosos
del que la profirió y, en castigo de su necedad, ponerle
la joroba que le quitaron al leñador, todo fue uno. ¡ Cas
tigo merecido que debieran tener muchos envidiosos!
♦ Pues bien, si se dice salir con un domingo siete, muy
lícito es apellidar domingosiete (mejor que domingo
siete) al que sale con él y, aun más, formar la voz do-
mingosietada, que oí alguna vez, de igual manera que
de Pedro Grulla, o Pero Grullo, o Per'ogrullo salió pero
grullada.
DORMIR
Dormir de una sola pieza. Dormir de un tirón, como un ben
dito, sin despertar en toda la noche, como un topo o como
un lirón. Se dice también
Dormir a pata tirante.
DUDA
Por las dudas, mama. P o r si las moscas, se dice en la capital
de Méjico; por un si acaso, decíamos los muchachos en
mis tiempos, atropellando de lo lindo la Gramática. El
origen del dicho por las dudas, mama es el siguiente
cuento picaresco. Dícese que un niño, que debe de haber
tenido inteligencia precoz, al ver en su barrio ciertas
escenas violentas entre los agentes del “ Consejo de Sa
lubridad” y algunas mujerzuelas a quienes las obligaban
a encaminarse adonde no quisieran ir, después de inda
gar a la razón de por qué se las llevaban, se fue más que
volando a su casa y le dijo a su madre: escondéte
mama, que allá vienen los agentes del Consejo a llevarse
a todas las mujeres.” “— No, hijito, le replicó su madre,
es sólo a las mujeres malas a las que se llevan.” A lo
que respondió el chicuelo muy pensativo: “— ¡ pues por
las dudas, mama!”
DURO
El que está a las duras está a las maduras. Variante de
estar a las duras y alas maduras, o tomar las duras con
las maduras, forma esta última que trae el Diccionario
(y que me parece la más lógica), con que se da a enten
der que en cualquier asunto, como en todas las cosas de
la vida, quien desea recibir el provecho o las ganancias
debe también estar dispuesto a aceptar los contratiem
pos o las pérdidas que se puedan tener. Lo he oído tam
bién en la forma no rimada: estar a las verdes y a las
maduras. A mí me parece que el refrán más lógico
y que hace sentido es tomar las duras con las maduras,
esto es, aceptar las ganancias (que son las maduras) pe
ro también estar dispuesto a recibir las pérdidas (las
duras). Paréceme asimismo que no hace sentido el di
cho él que está a las duras está a las maduras, ni estar
a las duras y a las maduras, pues que es tanto como
decir el que quiere (o acepta) las pérdidas, acepta tam
bién las ganancias, que es un absurdo. Dicho al revés sí
tendría pies y cabeza: el que está a las maduras, está a
las duras, o tomar las duras con las maduras.
E
E CH AR
¡Échale copal al santo aunque se le ahúmen las barbas! (Re
franero inédito de Santamaría.) Dicho con que se azu
za, instiga o incita a uno para que lleve al cabo alguna
empresa, concluya la comisión de una fechoría, etc. Pa
recido a ¡adelante con la cruz que el diablo se lleva al
muerto!
Son más las echadas que las que están poniendo. Frase con
que se alude a las mentiras o baladronadas que echa un
fanfarrón o mentiroso, comparándolas con las gallinas
que se echan para incubar sus huevos. El substantivo
echada se toma por fanfarronada o alarde, y al fanfa
rrón se le llama echador. Proviene este modismo de una
de las muchas acepciones que tiene el verbo echar, a sa
ber, lanzar, pronunciar, publicar, proferir, como en las
frases echar maldiciones, echar bravatas, echar rayos y
centellas. Así, pues, el substantivo echada es una elipsis
de la frase mentira, balandronada echada, y el adjetivo
echador, que se usa también como substantivo, es elipsis
de individuo echador de bravuconadas o fanfarronadas.
Según la Academia, echada se usa con igual o semejante
sentido en Argentina y, de acuerdo con Santamaría,
también en Cuba.
EM BICAR
Embicarse una taza, una botella, vasija, etc., significa em
pinarla, inclinarla para beber su contenido. Embicar,
verbo transitivo e intransitivo, es vocablo que trae el
Diccionario moderno de la Academia (no lo trajo el an
tiguo) como término de marina con la acepción de “ Po
ner una verga en dirección oblicua respecto a la hori
zontal. U. a bordo como señal de duelo,” también con
la de orzar (inclinar la proa hacia la parte de donde
viene el viento). Sin duda de este concepto de inclinar
(las vergas, la proa) nació la acepción que se le dio en
Tabasco, y que parece tener también en Cuba. Se dice
también, fulano se la embica (o se las embica) por fu
lano empina el codo, bebe mucho.
E M PE R R AR SE
El emperrarse tabasqueño no es idéntico al empe
rrarse castizo que, según dijo el Diccionario antiguo de
la Academia, es “ ponerse rabioso, sin querer ceder, ni
darse a partido.” En Tabasco no es necesario que una
persona se ponga rabiosa para que se emperre; basta
que se obstine, encapriche o aferre en alguna cosa y no
quiera ceder.
E N G A LLO TA R S E
Estar una persona engallotada, significa estar engreída, en
vanecida, ensoberbecida, haberse vuelto altanera. Sin
duda el verbo engallotarse es corrupción del castizo en
golletarse, que dice envanecerse.
E N G E N TAR SE
Denota este verbo atolondrarse, aturdirse una per
sona, generalmente el rústico, el campesino, el insocia
ble, cuando va a la ciudad. Es de formación similar a
encandilarse. Por extensión se usa por turbarse, cor
tarse, confundirse, avergonzarse, correrse cualquiera
persona cuando se halla entre mucha gente, o está en
tre personas de elevada alcurnia.
E N JA R R A R SE
Enjarrarse una persona, es en Tabasco ponerse de jarra, en
jarra o en jarras, según dice el Diccionario de la Aca:
demia, esto es, con los brazos encorvados y las manos
en la cintura como las asas de una jarra. Y a fe que no
puede ser más expresivo, gracioso ni bien formado el
verbo enjarrarse.
E N TR E V E R AD O
Si mal no me acuerdo, más de una vez oí en Tabasco
el adjetivo entreverado, principalmente en diminutivo,
empleado para denotar medianamente, ni bien ni mal,
así así, o como dice la gente del campo, un poquitó me
dio rigular, o entre pintón y maduro. Por ejemplo, al
preguntarle a un gañán: “ ¿cómo te va Pedro?” , respon
día: “ pues, así, señor, entren eradito” (al mismo tiempo
que hacía ciertos altibajos con la mano abierta movién
dola sobre la muñeca).
ESCASEZ
Abundancia de escasez. Dicho burlón con que disimulada
mente se pondera la pobreza o laceria. El clásico Espi
nel dijo abundante de necesidad: “ Estábamos después
desto tres compañeros al barrio de San Vicente tan
abundantes de necesidad, que el menos desamparado
de las armas reales era yo, por ciertas lecciones de can
tar que yo daba.” Marcos de Obregón, reí. la., dése. 12.
E SPIC H AR
El Diccionario trae el verbo espichar como voz del
lenguaje familiar por morir, estirar la pata, escupir el
alma, o, como se dice en el centro de Méjico, pelar gallo,
doblar el petate, irse al otro barrio, pero yo lo he oído
rara vez (o nunca) fuera de Tabasco, donde es, o era
bastante común.
ESTÓMAGO
Tener el estómago pegado al espinazo. Dicho del lenguaje
familiar que denota tener mucha hambre, tener el es
tómago en un hilo, tener hambre canina, ver bizco, co
merse los codos de hambre. En el centro de Méjico se
dice anclarle a uno de hambre.
E N V ID IA
Si la envidia fuera tiña, todos fuéramos tiñosos. Esta es una
variante que oí en Tabasco, cuando era niño, del cono
cido proverbio si la envidia fuera tiña ¡cuántos tiñosos
hubiera!, y que era muy común entre muchachos cuan
do querían echar en cara a un compañero el pesar que le
causaba el bien ajeno, o el deseo morboso de poseer
lo que otros tenían y de que él carecía. Y a fe que .es
harto significativa la generalización de todos fuéramos
tiñosos, pues si nos pusiésemos a hacer un escrutinio ri
guroso de las conciencias, cuán pocos fueran los que
pudiesen decir con verdad no haber sentido nunca la
inquietud, el malestar morboso que ocasiona el bien aje
no, y haber practicado siempre la bella enseñanza que
encierran estos versos de Fray Luis de León:
“ Holgar con el bien ajeno
Es ser partícipe d’él,
Piedra de toque fiel
En que se conoce el bueno.”
Es de notar que en Tabasco, como en otras partes de
Méjico, se nombra tiña no a la enfermedad de la piel o el
cuero cabelludo causada por microbios fungoides (gene
ralmente tricofitosis, como se llama en Medicina), sino
al mal del pinto o carate, que probablemente es origi
nado por un treponema.
E STATE Q U IE TO , TE N E M E AC Á
F
FACHOSO
Comunísimo es en Tabasco apellidar fachoso al in
dividuo ostentador, jactancioso, vanidoso, que gusta de
hacer cosas, hablar o vestir de manera, que atraiga siem
pre la atención. El adjetivo (usado también como subs
tantivo) puede ser una haplología o simplificación de
fachendoso (jactancioso), o bien una ampliación o ex
tensión del significado del castizo fachoso, que dice “ de
mala facha, de figura ridicula” , ya que el fachendoso
hace gestos ridículos, se viste ridiculamente, se pone en
facha con tal de atraer la atención y ser “ el personaje
más importante” en la calle por donde camina haciendo
contoneos y remilgos de pavo real, en el sarao lujoso, la
tertulia modesta o la humilde congregación en que se
presenta con la pompa de un maharajá indio.
FAV O R
Con favor y con trompeta. Frase familiar que alude a los
que piden favores poniendo condiciones o exigiendo que
se les hagan de acuerdo con sus deseos. Es locución
parecida a esta o tra : limosnero o mendigo con garrote.
Y a propósito de esto, permíteme lector paciente
hacer una digresión y referir algo que, venga o no vi
niere al caso, se me acaba de venir a la memoria: yo co
nocí en el viejo San Juan Bautista a uno de esos men
digos de garrote, o por mejor decir, de garrochas, con
toda la barba, que pedía sus limosnas con trompeta ¡y
qué trompeta! Era un pordiosero (o pidecaridad, como
decíamos algunas veces en Tabasco) que iba de casa
en casa arrastrando los pies lenta y pausadamente, apo
yado en dos largas varas como garrochas para picar
toros; llegaba a la puerta de una casa, con una de sus
varas daba numerosos y fuertes golpes, que se repetían
impaciente e insistentemente si no acudían presto a su
llamado. A l mismo tiempo que aporreaba la puerta de
cía con voz de trueno que trataba de hacer plañidera y
que hacía “ retemblar en su centro la tierra” : “ buenos
días señoOoora, una caridáaaa por el amor de Dioooos.”
Y eran de oír (o de no oír) los ajos y cebollas que pro
fería aquel bárbaro cuando se le negaba la limosna pe
dida, o se le daba algo que no era de su agrado.
Pues bien, los muchachos de mi pandilla y yo le
cogimos ojeriza a ente tan odioso y nos dimos a sospe-
char que no era un inválido sino un impostor que se
hacía pasar por tal. En efecto, pudimos confirmar
nuestras sospechas cuando una tarde, tras de seguirlo a
buena distancia para que no se maliciara que lo espiá
bamos, vimos que en los aledaños de la población, cami
no para Tierra Colorada, enderezaba el cuerpo como
por obra de magia, se ponía sus dos picas debajo del
brazo, y cargando su morral repleto de la cosecha del
día, echaba a caminar con paso ágil y ligero rumbo a su
ranchito, donde tenía su buena cría de gallinas y puer
cos, milpa, etc. A la tarde siguiente, poco más o menos
a la misma hora, estaba nuestra pandilla en pleno, unos
con los bolsillos cargados de piedras y otros provistos
de chinas y tiradores (resorteras o tirahules; tirago
mas, según la Academia), emboscados en lugar estra
tégico, dispuestos a dar una buena batida al embauca
dor mendigo con garrochas. A l llegar éste al punto en
que, según habíamos visto, efectuaba su metamorfosis,
enderezar los tres dobleces del cuerpo y ponerse las ga
rrochas bajo el brazo, cargamos sobre él a pedradas y
chinazos, sin darle ni tiempo para santiguarse y sin
decirle agua va. Viéndose descubierto y agredido de tan
súbita manera, y, supongo yo, al sentir los primeros ti-
radorazos, soltó las varas, dejó el morral con todo y las
limosnas de que iba lleno y, gritando desesperadamente,
con su voz de trueno, “ i auxilio, santo Dios, que me ma
tan !” , puso pies en polvorosa como alma que lleva el dia
blo, con rapidez tal que nos dejó a todos azorados de la
agilidad de sus extremidades podálicas. Lo cual no
le quitó el que se llevara buenos chinazos de nuestros
certeros tiradores y, a buen seguro, más de cuatro pe
dradas.
Desde entonces no se volvió a oír por las calles de
San Juan Bautista el pesado y lento caminar del men
digo con garrochas, ni volvieron a escuchar las amas de
casa la sonora y plañidera voz de bajo que decía: “ bue
nos días señooora: una caridáaa por el amor de Diooos” .
FIDEO
Estar una persona hecha un fideo. Estar muy delgada o
flaca.
¡F O !
FRIJO L
Comer frijoles y eructar jamón. Este dicho vulgar alude y
censura a la persona jactanciosa que alardea de rique
zas y no tiene petate en qué caerse muerta. En otras
partes se dice: como San Sebastián, encuerado pero con
banda.
FU M AR
No fumar, o no fumar ni montar en burro. Expresión vulgar
y jocosa que se dice cuando se niega uno resueltamente
a aceptar un negocio o proposición que le parece indeco
rosa o que le ha de redundar en detrimento de sus inte
reses o reputación. Por ejemplo, Juan le dice a Pedro:
“ dice Luis que en aquel «asuntito» que te propuso pue
den ganar mucho dinero,” y responde Pedro: “ pues dile
que no fumo, o bien, que no fumo ni monto en burro” .
Equivale a decir nones, o ¡naranjas!
G
G A L L IN A
Acostarse uno con las gallinas. Acostarse muy temprano.
Es refrán español antiguo.
Gallina que come huevo ni que le quemen el pico. Refrán
que enseña que cuando un vicio está muy arraigado, o
una persona es de mala índole, es inútil cuanto se haga
por corregir aquél o enmendar a ésta. También se dice
gallina, que come huevo aunque le corten el pico. En el
centro de Méjico he oído la variante perro que come hue
vo aunque le quemen el hocico.
G A L L O G A L L IN A
G AN C H E TE
GATO
Andar buscando tres pies al gato. Éste es el viejo refrán
castellano, que se aplica al que provoca la ira de otro
con riesgo de que éste le dé una buena tunda, o a la per
sona que temerariamente acomete empresas peligrosas
que pueden ocasionarle grave daño. Mas en Tabasco
yo oí una variante rimada de este proverbio; por ejem
plo, cuando de muchacho cometía yo algún desaguisado,
me decía mi padre: tú le andas buscando tres pies al
gato, y el gato no tiene tres sino cuatro, con que se me
prevenía que mi mal comportamiento habría de costar-
me un buen castigo.
Estar con un ojo al gato y el otro al garabato (o en el gara
bato). Este refrán lo oí en Tabasco mucho tiempo há, y
nunca lo he vuelto a oír en ninguna parte. Le he pre
guntado a algunas personas de la capital y centro de
Méjico, pero nunca lo han oído, si bien algunas de pro
vincia me aseguran conocerlo; algunos españoles cultos
me informaron no conocer el refrán, aunque oyeron en
España dichos o refranes semejantes. El que más se le
parece es el que trajo la primera edición del Dicciona
rio académico y que dice un ojo a la sartén y otro a la
gata. La expresión significa literalmente estar vigilan
do al gato pero al mismo tiempo no perder de vista al
garabato, esto es, el gancho de una o más puntas en
semicírculo, vueltas hacia arriba, que servía — o sirve
aún en algunos lugares— para colgar o sostener fuera
del alcance de niños o animales, ciertas cosas o carnes
fiambres, como cecina, jamón, tocino, etc. Por supuesto,
la vigilancia del garabato es para evitar que el felino se
coma lo que de aquél está colgado. En sentido metafó
rico la frase tiene dos significados, si bien muy simila
res, a saber: lo. tener uno dos intenciones a un tiempo;
estar observando con vigilancia o atención dos cosas a
la vez; tener puestos los ojos en dos asuntos; andar
a barba sobre hombro por dos cosas; no quitar la mi
rada de un negocio, pero sin dejar de observar otro
que tiene para uno igual interés; estar con el ojo tan
largo en dos asuntos. 2o. Simular, que tiene uno puesta
toda su atención en una cosa para poder más libremente
y engañando a quien lo vigile, dedicarse a observar lo
que tiene para él más interés; hacer la vista gorda a
una cosa pretextando estar muy atareado con otra, pero
en realidad de verdad vigilarla u observarla con aten
ción. Así, por ejemplo, cuando un niño está con sus
libros delante, haciéndose el estudioso y fingiendo que
está muy diligentemente tratando de aprender sus lec
ciones, pero en realidad mirando con el rabillo del ojo
el juego de su hermanos, el ir y venir de sus compañe
ros u oyendo la conversación de personas mayores, se
dice que está con un ojo al gato y otro al garabato.
Es muy probable y aun casi seguro que este refrán
haya llegado a Tabasco procedente de España, aunque
no lo hallo en ninguno de los pocos libros sobre lenguaje
de que consta mi raquítica biblioteca, si bien nada raro
sería que se hubiese forjado en este lado del charco, a
semejanza de un ojo a la sartén y otro a la gata, pero
buscando la consonante de gato con garabato. En Ta
basco se nombra garabato a varios artículos, a saber:
un sencillo instrumento de labranza que consta de una
vara larga que tiene una rama corta en la punta for
mando ángulo agudo con la primera, de que se valen los
peones de campo para ir sujetando y apartando la hier
ba que van cortando con el machete, y que manejan con
entrambas manos: el garabato con la izquierda y el ma
chete con la derecha; instrumento con dos o más puntas
vueltas hacia arriba que, atado a la extremidad de una
cuerda, sirve para sacar del pozo algún cubo (balde se
dice por allá, voz castiza, mucho más correcta que cu
beta, que se dice en la capital de M éjico) o cosa seme
jante que acierta a desprenderse de la soga (lía le llama
el tabasqueño con cierto sabor castizo, pues que lía ha
sido desde tiempo inmemorial “ cierto género de soga,
hecha de esparto machacado, del grueso de una pulgada,
texida como trenza, que sirve para atar y asegurar los
fardos, cargas y otras cosas” (la . edición del Dicciona
rio de la Academia, 1726). Garabato tiene también en
Tabasco otras acepciones castizas: “ Instrumento de hie
rro, cuya punta vuelve hacia arriba en semicírculo.
Sirve para colgar y sostener algunas cosas, o para asir
las, o agarrarlas” (la . edic. del Dice.).
Otro refrán español muy antiguo menciona tanto al
gato como al garabato, y dice así: “ NO E STÁ L A CAR-
, N E E N E L G AR AB ATO POR F A L T A DE GATO. ref.
con que se explica que se mantiene y se niega alguna
cosa voluntariamente, y no porque no haya muchos que
la quieran, ó la pretendan” (la . edic. del Dice. acad.).
Por último diré que en Tabasco oí en mi infancia otro
dicho o refrán de gato y garabato, que era común entre
I g s niños: cuando uno dice “ esto es mío” , le responde
GOLPE, G O LPEAR
Ir a dar un golpe o a ver a su golpe o a golpear. Se dice, o se
se decía en mis tiempos, por ir a ver a la pretendida o
novia, hacer la ronda para ver a la dueña de su corazón;
de lo que resultaba que ésta era el golpe, eufemismo, si
así puede llamarse, no muy elegante que digamos, pero
muy común en Tabasco.
GOMA
G UAPAQ U E
GUAYABA
Cuando el mal es de cagar, no valen guayabas tiernas (o
verdes). Dicho un tanto cuanto procaz pero sumamente
expresivo con que se da a entender que hay algunos
males irremediables, circunstancias o desgracias irre
parables, sea cual fuere el remedio que se trate de po
nerles. Alude a la propiedad astringente de la guayaba
(Psidium pyriferum y P. pomiferum) verde, fruta que
algunas personas del campo toman, cruda o en coci
miento, contra las diarreas, y que puede ser eficaz en
virtud del ácido tánico y la pectina que contiene, con
tra ciertas diarreas simples (no infecciosas ni parasi
tarias). Se dice que los niños, y aun los adultos, que
comen mucha guayaba verde padecen fuerte tapiadura
o estreñimiento.
G U AYAB O
GUAYO
GUINDAR
GUISAR
Guisársele a uno aparte. Tiene el mejicano en su lenguaje
vernáculo ciertas expresiones fachendosas a baladrona
das, algunas de las cuales están llenas de gracia y agu
deza, si bien otras pertenecen al lenguaje pornográfico
y no se pueden trasladar por más que no carecen de in
geniosidad. Entre las que se pueden citar y que me
vienen a la memoria se hallan las siguientes: yo soy
muy macho o muy diablo, yo las puedo, soy tu padre,
soy padre de más de cuatro, yo soy quien soy y no me
parezco a nadie, a m í me hacen (o me haces) los man
dados, etc. Este afán de alardear de valentía o “ machis-
mo” ha dado motivo a multitud de bonitas coplas y can
ciones populares, como la que dice:
“ Y ya vine porque yine
A la feria de las flores,
No hay perro que se me empine
N i cuaco que se me atore.”
Y en otra cuarteta:
“ En mi caballo retinto
He venido de muy lejos
Y traigo pistola al cinto
Y con ella doy consejos.”
O la copla que fue muy popular en tiempos de revolu
ción:
“ Dicen que por tus amores
La vida me han de quitar.
No importa que sean el diablo,
Y o también me sé matar.”
O como aquella otra exclamación callejera llena de
arrogancia y a la vez de ironía: ¡Jalisco nunca pier
d e ... y cuando pierde arrebata!
A esta categoría de locuciones fanfarronas perte
nece la frase guisársele a uno aparte que no sé si es ta-
basqueña pero que no he oído en ningún lugar de Mé
jico fuera de Tabasco. Acuérdome que en mis tiempos
solíamos decir los muchachos: a m í se me guisa aparte,
a lo que añadían algunos y en perol nuevo, para hacer
alarde inocente de algo que poseíamos y que despertaba
la admiración o envidia de nuestros compañeros, o para
vanagloriarnos de alguna gracia que nos concedía la
buena fortuna, o de algún pequeño triunfo que alcan
zábamos con nuestros esfuerzos. Y también la oí de bo
ca de sujetos engreídos de su valor o valer, para hacer
ostentación de sus propios méritos, o en son de desafío o
menosprecio a otras personas.
GUSTO
Sobre el tema del gusto hay en Tabasco, como en
otras partes de Méjico, muchos proverbios y dichos,
casi todos variantes de refranes españoles. Citaré aquí
unos cuantos:
Cogerle gusto a una cosa: aficionarse a ella, tomarle sabor,
gustarle a uno.
Dar a uno por la vena del gusto: complacerlo, halagarlo,
adularlo; obrar otras personas como uno desea; se dice
también:
Dar a uno por el gusto.
El que por su gusto muere ni que lo entierren merece. Con
que se significa que cuando se padece un mal, contra
tiempo, desgracia o sinsabor por voluntad propia, o que
uno mismo se ha buscado con su mal comportamiento o
sus acciones depravadas, no merece la conmiseración
ni la ayuda de los demás. Este refrán tiene muchas va
riantes, entre otras:
Al que por su gusto muere, aunque lo entierren parado (o
de cabeza).
Al que por su gusto muere hasta la muerte le sabe (parecido
en su significado a este otro: el que por su gusto es
buey hasta la coyunda lame).
Al que por su gusto muere la mortaja lo ennoblece.
Al que por su gusto muere la muerte le sabe a dulce.
El que por su gusto muere ni camposanto merece.
En gustos se rompen géneros y
Sobre gustos no hay nada escrito. Que explican que no hay
ninguna norma ni criterio alguno para calificar los gus
tos ni juzgar de ellos, pues son tan variados que pocas
veces coinciden los de una persona con los de otra.
Tener el gusto del zopilote o tener gusto de zopilote. Tener
mal gusto. Alude a que este vultúrido gusta de comer,
entre otras cosas repugnantes, excrementos humanos,
animales muertos, etc. Es similar al dicho español hay
gustos que merecen palos o ¡a tu gusto muía, y le daban
de palos!
H
HOCICO
Restregarle a uno una cosa en el hocico (o el jocico, en el
lenguaje callejero). Echarle algo en cara, decirle cosas
frente a frente y sin andarse con paños calientes, he
rirlo en el rostro con palabras ásperas, darle en cara
con sus malas acciones.
HORMIGA
Estar la cosa (o las cosas) color de hormiga. Haber gran in
quietud respecto de futuros acontecimientos que se es
pera sean funestos, tener mal semblante las cosas, haber
presagio de malos sucesos. Se dice también de lo pre
sente. Es frase parecida a esta otra: estar la cosa que
arde.
HUEVO
Hasta huevos coge el cura. Dicho de corte parecido al del
antiguo refrán castellano a falta de pan buenas son tor
tas, que en Méjico el vulgo convirtió en .. .buenas son
gordas (tortillas gruesas, o simplemente tortillas), o al
otro a buena hambre no hay mal pan. Alude a que las
personas necesitadas o codiciosas (avorazadas, dice en
la capital la voz del pueblo) no hacen melindres a lo que
se les ofrece o tienen oportunidad de obtener, como el
cura de pueblo, más que necesitado ambicioso que, no
pudiendo cobrar en dinero los bautizos, casorios, etc.,
acepta que le paguen con huevos, gallinas, vaquitas, etc.
El refrán es también usual en otras partes de Méjico.
Huevo abotonado. En Tabasco huevo pasado por agua o
tibio que se dice en la ciudad de Méjico y otras partes
del centro de la República. Se le llama así porque antes
de poner el huevo en el agua hirviente se le hace un
agujero muy pequeño en ambos extremos, por cada uno
de los cuales, al salir un poco de la clara y coagularse
con el calor, se forma uno como botón.
No tener uno ni sal para un huevo. Igual a no tener uno ni
petate en que caerse muerto, o no tener ni un cuarto.
Ser una persona un huevo de mulita o mulito. Tener el ros
tro lleno de pecas, ser pecosa. Nómbrase vulgarmente
en Tabasco mulito al pavo o guajolote y, dado que el
huevo de pava está moteado de puntos o manchitas ne
gras parecidas a las pecas, a la persona pecosa se le lla
mó huevo de pava o de mulito (o mulita) . Y aquí no
puedo resistir la tentación de relatar al lector el cuento
o sucedido que le oí referir al Dr. Daniel Gurría Urgel,
genial por su talento y por su fino humorismo. Decía
este ilustre “ tabasqueño de Pichucalco” que en cierta
ocasión en que viajaba por los ríos de Tabasco entre
otras personas con un amigo suyo de la capital de M éji
co no familiarizado con el lenguaje vernáculo, uno de los
del grupo, que debe haber sido tabajqueño genuino iba
mostrando al capitalino las bellezas del paisaje o las co
sas interesantes de las riberas, al paso que avanzaba el
cayuco, o canoa o lancha de motor, o lo que haya sido
en que viajaban. Entre otras de las cosas que el cice
rone mostró al visitante había un árbol o palo mulato,
que le atrajo la atención por lo corpulento, o por el ex
traño color morado de su corteza o métase Ud. a saber
por qué. Poco más adelante comentó el parlanchín acer
ca de la excelencia de unos muletos (mulos de poca
edad) que pastaban y triscaban cerca de la ribera. A
poco navegar y a vista de una manada de guajolotes
bonitos y bien criados, exclamó nuestro hombre: “ ¡ mi
ren ustedes cuántos y qué lindos m u litos" A lo que re
plicó el capitalino observador que estaba atento a las
conversaciones y a las bellezas del camino, pero un tanto
confuso al oír la retahila de términos para él descono
cidos: “ barájemela más despacio y váyame explicándo
me eso de mulato, muleto y mulito ”
HUMO
Llenarse la casa de humo. Dícese cuando improvisamente
llegan a una casa muchas visitas, tantas que llenan la
casa. (Véase también bajo el encabezado C H A P U LÍN
el artículo Caerle a uno el chapulín.)
IM PO R TA R
No importa que nazcan ciegos, ellos pedirán limosna.
No importa que nazcan tuertos, con tal que vean la luz del
sol.
No importa que nazcan chatos, con tal que respiren bien.
Estas tres variantes de un mismo refrán, a las que
podrían agregarse algunas otras, a mi entender son hi
jas de la filosofía popular que trata siempre de buscar
alguna compensación a las grandes calamidades o des
gracias. Mas también me parece, aunque no podría ase
gurarlo, que se usan o se usaban asimismo en son de
bravuconada o baladronada, o desprecio al peligro que
alguien trata de encarecer, con sentido algo semejan
te al dicho de la canción: no importa que sean él diablo,
yo también me sé matar (o m o rir). Así, por ejemplo,
si alguien dice a un valentón: “ fulano anda muy bien
armado y es muy buen tirador, y dice que donde te vea
te mata” , responde el valiente: no importa que nazcan
ciegos, ellos pedirán limosna, o alguna de sus variantes.
Hay otro dicho que encierra igual desprecio a las ame
nazas, o al peligro que ofrece un enemigo, y que alude
a las gallinas:
No importa que duerman alto, echándoles maíz se apean.
IND IO
No tiene la culpa el indio sino quien lo hace compadre. Este
refrán, que se conoce con igual forma en otras partes de
Méjico, reprende la inadvertencia o falta de tino de la
persona que se confía imprudentemente de quien no de-
biera, por ser bien conocidas su mala condición y cos
tumbres perversas. Alude a la índole traicionera e in
noble y solapada de algunos indígenas mejicanos; y digo
de algunos, porque los hay leales, nobles y dignos de
toda confianza.
IR
Tan bien que íbamos. He dicho ya, si mal no me acuerdo, y
si no, lo digo aquí, que este librito o libraco no tiene
normas estrictas ni inflexibles, sino que es tan sólo una
compilación, uno como baturrillo de cosas y casos de la
tierruca, dicharachos, refranes y sucedidos, reales o fic
ticios que voy escribiendo según se me van viniendo a
la memoria y que me parecen lo bastante graciosos, ocu
rrentes u oportunos para pasárselos al costo al benévolo
lector. El dicho tan bien que íbamos no sé si será popu
lar en Tabasco, pero sí sé que de allá nació, o por lo
menos fue concebido por mente tabasqueña, u “ oído”
por oídos tabasqueños, si es que en realidad de verdad
fue expresado de palabra alguna vez y escuchado por
persona distinta del procer destronado a quien se supo
ne haber sido dirigida la frase, con tan pueril candidez
que linda con la mentecatería. Sé decir, además, que
en la capital de la República se ha venido conociendo y
repitiendo el dicho entre un grupo de amigos míos, ta
basqueños y no tabasqueños, a quienes he referido su
origen con todos sus pelos y señales. A lo que se deben
añadir los amigos de esos amigos, y los amigos de otros
tabasqueños de buen humor que sin duda han hecho lo
mismo que yo, pues para eso de propalar secretos a vo
ces o “ sospechas comprobadas” se nos guisa aparte a los
paisanos de la Mal inche (aunque dicen que esta dama
no era tabasqueña).
Pero, decía yo que sin duda algunos tabasqueños, bue
nos humoristas y guasones, hallaron igual gracia en el
dicharacho y se lo han pasado a sus amigos; y al decir
otros no quiero yo incluirme entre los “ buenos” , por
más que no me falta el buen humor, si no para referir
cuando menos para gozar el relato hecho, digamos, por
un Manuel Andrade Priego, o un Manuel Casao también
Priego, o un Miguelito Hernández, “ para no mencionar
nombres.”
Y no Se me quede en el tintero decir que si no es ve
rídico el sucedido que, según las malas lenguas (y la mía
que no es muy buena) dio origen a la frasecita histórica
y memorable, tiene trazas de serlo, o como dicen los ita
lianos, “ se non é vero é ben trovato” . Por otra parte, si
farsa fue y no hecho auténtico, el originador del chasca
rrillo debe haber sido un excelente psicólogo, uno de esos
privilegiados sujetos de sutil ingenio, fina observación y
fácil inventiva, que por suerte abundan en Méjico y de
los que hay no pocos en nuestro amado rincón tropical,
que hallan siempre una flor entre las espinas y marañas
de la vida, que oyen el trino medio burlón y melancólico
del cenzontle en el rebumbio y la trapisonda en que hoy
día se vive, y convierten en carcajadas zumbonas y con
tagiosas nuestros infortunios, azotes o calamidades.
Hecha la breve introducción antecedente, que no
quiero (aunque puedo) alargar un tanto, para no impa
cientar a mis pacientes lectores o lectores pacientes,
paso a referir cuan fielmente pueda lo que me relataron,
no sin antes traer a la memoria algunos hechos históri
cos. Allá por el año 35 gobernaba la ínsula Garridaria,
que compró de barato, un “ buen señor” electo por la
voluntad de todo el pueblo tabasqueño interpretada y
paternalmente encauzada por su procer tutelar, Tomás
Garrido, quien con gran sabiduría creyó era oportuno
cargar de lastre la embarcación para poderla timonear
mejor desde el viejo Palacio de Minería adonde fue lle
vado por su ilustre admirador que dio su voto por él en
las elecciones presidenciales. Mas sucedió que las cosas
no salieron tan bien como el protector y el protegido
esperaban, y héteme ahí que tras de una breve, desati
nada e inicua gestión gubernamental (creo que así dicen
los eruditos), de la noche a la mañana, con motivo de
funestos y lamentables sucesos, el “ buen señor” fue
puesto de patitas en la calle por una voluntad algo más
voluntariosa que la que lo había llevado al gobierno de
la ínsula, a saber, la de las cámaras federales, que des
conocieron los poderes en Tabasco y arrojaron el lastre
que don Tomás había puesto. A l verse el émulo de San
cho Panza sin su gobierno y sin su ínsula, haciendo
pucheritos, cariacontecido y pesaroso fue a rendir cuen
tas a su protector. Y al presentarse ante el alicaído Ex
secretario de Agricultura, como el niño que acaba de
romper su flamante juguete y teme la justa reprensión
y el merecido castigo, espetó balbuciente, casi con lágri
mas en los ojos, la histórica frase: “ ya ves, Masho, ¡qué
lástima! ¡Tan bien que íbamos!
Sic transit glo7'ia mundi, como decían los latinos,
que, hablando en plata, se traduce: a cada 'puerco le
llega su San Martín.
J
JA L A R
El jalar americano, corrupción del halar por aspira
ción de la h, y que en América significa lo que el halar
en Andalucía (según el Diccionario, en otras partes es
término de marina que sólo denota “ tirar de un cabo,
de una lona o de un remo” ), esto es, tirar de alguna
cosa hacia uno, hacer tracción de ella, atraer hacia sí
una cosa con más o menos fuerza, ha dado origen a mu
chas frases figuradas familiares y a uno que otro sen
tido metafórico.
Por ejemplo, en Tabasco, como en otras partes de
América (pocas veces, o nunca, en la capital mejicana
y centro de M éjico), es muy común el decir
Jalarse, se jaló, está jalado o jalao, le jala duro al aguardien
te, por emborracharse, se embriagó, está ebrio, bebe
mucho.
El adjetivo jalado o jalao se substantiva algunas ve
ces, y así se dice “ ahí viene un jalao” , o “ se llevaron a
la chercha a un jalado” . Con el verbo jalar, transitivo o
reflexivo, o con el substantivo jalón se forman algunas
expresiones como estas:
Cada quien jala para su lado. Con que se significa que cada
quien procura obtener para sí el mayor provecho, y
también que a cada persona le parece que las cosas
materiales o inmateriales que le pertenecen son las me
jores. En este sentido es semejante a cauda viejito alaba
su bordón.
De un jalón, que de dos revienta: de una buena vez, de un
golpe, de un tirón, o como dicen en la capital de la Re
pública, de un hilo.
Jalar parejo: obrar con equidad, no hacer distingos, tratar
a todos por igual en una empresa o repartición (véase
adelante: O jalan parejo o no hay testamento).
Jalarse (o jalárselas) bien con alguna persona: tener buena
amistad con ella, llevarse muy fuerte con ella, ser su
amigo íntimo.
No jalarse (o jalárselas bien) con alguna persona: lo contra
rio de lo anterior.
No jalen que (porque) descobijan. Esta expresión, aunque
la oí por primera vez en Tabasco, debe de ser importa
da de otras partes, pues el tabasqueño no acostumbra
decir cobijar, descobijar, como se dice muy comúnmente
en el centro de la República. Significa: no metan el
desorden porque a algunos les irá mal, como cuando
varias personas están tapadas con un mismo cobertor o
“ cobija” y alguien empieza a tirar de un extremo de la
manta: alguno se tiene que quedar destapado en el otro
extremo.
O jalan parejo o no hay testamento: o entramos todos por
parejo en el trato o negocio (no del todo limpio), o no
se lleva a efecto lo convenido.
Esta expresión que oí en mis años mozos quizás no
debiera ser incluida en una compilación de dichos y ex
presiones corrientes, por más que en aquellos tiempos
debe de haber sido bastante popular. Pero como este
librito no pretende ajustarse a ningunos cánones y pues
to que, además, me parece muy gracioso el origen que
se le atribuye, ahí va el cuento.
Dícese que se decía (para no repetir la de “ érase
que se era” ) que en el viejo San Juan Bautista de Ta
basco hubo (y sí que lo hubo, que yo lo conocí, aunque
no me consta que haya hecho la graciosísima fullería
que se le achacó) un sujeto taimado, chapucero y polié
drico, quiero decir, aprendiz de todo y oficial de nada,
que lo mismo promovía un juicio de testamentaría, re
dactaba y escribía por dos reales una carta amorosa a
un choco de Tamulté para la choquita ( changuita se di
ce hoy) de sus sueños, que cortaba y cosía un traje o
tocaba el violín o la trompeta o el tololoche en un velo
rio o juandango de barrio; y digo de barrio (o de arra
bal) pues nunca se atrevió, o acaso mejor, nunca se
atrevieron a llamarlo para que tocase, digamos, en un
baile de gente bien (de gente “ del centro” , como se de
cía en aquel entonces para diferenciar a los “ del barrio”
o plebe de la gente decente), ni a un concierto, acaso
por temor de que desconcertara; en otras palabras, era
nuestro hombre un 'perfecto... estuche de monerías,
pues verdaderas monerías (piruetas o contorsiones de
monos) eran las que hacía para ganarse la vida, en lo
cual no era muy melindroso.
Y perdona, caro lector, que me haya andado tan por
las ramas para describirte al personaje del cuento, pero
es que todo cuanto se diga es poco para bosquejar a este
pintoresco sujeto. Mas te prometo que de aquí en ade
lante te diré el cuento mondo y lirondo, sin más digre
siones que las necesarias (que pueden ser muchas).
Decíase que nuestro tinterillo músico tenía título de
notario público, y que cierto día fue llamado a un ran
cho fuera de la capital tabasqueña, no para que tocara
el violín en ningún velorio, sino para que ejerciendo su
oficio notarial, otorgara ante él su testamento un cam
pesino ricachón que se hallaba in extremis, es decir, que
estaba ya boqueando o escupiendo el alma. Mas he ahí
que el ranchero no estaba in extremis sino que hacía
rato había llegado al extremo de su vida, pero, habiendo
estirado la pata sin testar y queriendo los hijos del di
funto hacer mangas y capirotes con los bienes que dejó,
idearon una treta que les pareció infalible, a saber,
decirle al notario que su padre estaba aún vivo pero
que ya no podía hablar sino tan sólo menear la cabeza
para responder a las preguntas que le hiciera con res
pecto a la repartición de los bienes. Y al efecto, ataron
al cuello del difunto una soga que ocultaron lo mejor
que pudieron por debajo de las sábanas, y de la que
uno de ellos, oculto en cierta forma, debía tirar para
que el muerto moviera la cabeza como en sentido afir
mativo.
Pero si los hijos del difunto eran astutos y taima
dos, más lo era nuestro tinterillo, quien no tardó mucho
en percatarse de la treta; mas con todo y eso, no Va
ciló un instante en llevarla a término, y luego de levan
tar el acta con todas las de la ley, empezó a hacer al
muerto las preguntas que los hijos habían preparado de
antemano: “ ¿está Ud. conforme en dejar a su hijo fu
lano el rancho tal, con tantas hectáreas de terreno, tan
tas cabezas de ganado, etc., etc. ?” Hay que advertir que
a las cantidades especificadas en las preguntas quitaba
el confiesamuertos cierto número, pero como el encar
gado de tirar de la soga o reata no tenía a la mano las
preguntas ni en la memoria las cantidades, tiraba de la
cuerda y el muerto movía la cabeza en sentido afirma
tivo. Así fue haciendo todas las preguntas que se le
pidió hiciese al “ moribundo difunto” , pero cada una con
su correspondiente descuento de cabezas de ganado va
cuno y caballar, marranitos, gallinas, zontles de maíz
almacenados en la troje, etc., hasta que, terminado el
interrogatorio respecto de los hijos, disparó la siguien
te pregunta que dejó pasmados a los que creyeron en la
ingenuidad del personaje, y hasta hizo al muerto estre
mecer de espanto: “ ¿está Ud. conforme en dejar al no
tario fulano de tal (aquí su nombre) como remunera
ción de sus buenos servicios, tantas vacas, caballos, co-
chinos, etc., además de tal cantidad en dinero contante
y sonante?” Y puesto que tal pregunta estaba fuera del
programa, el cómplice jalador de la reata no tiró de la
cuerda, y el testador se quedó tan tieso e impávido
como un muerto. Repitió una y otra vez la pregunta
nuestro “ gran tacaño” hasta que, viendo que el muerto
no manifestaba su asentimiento, poniéndose en pie y ce
rrando el libro de actas dijo tranquila pero sentenciosa
mente: “ señores, ¡o jalan parejo o no hay testamento!”
Y a buen seguro que al oír tal disyuntiva, el “ cam
panero” no tuvo más remedio que jalar parejo.
JU AN CALD ITO
En tiempo de Juan Caldito, o los tiempos de Juan Caldito, o
ser una cosa del tiempo de Juan Caldito. En tiempo
muy atrás, hace ya mucho tiempo, de muy antiguo.
Frases que equivalen a los tiempos de Maricastaña, o
del tiempo de Maricastaña, o, como dicen en la capital,
del tiempo del caldo, y en varias partes de Méjico, inclu
so Tabasco, cuando se amarraban los perros con lon
ganiza y no se la comían.
Juan Caldito es en Tabasco (de no muchos años a
esta parte) el personaje proverbial, símbolo no tan sólo
de antigüedad sino también de simpleza o bobería; algo
así como el Pero Grullo o Pérogrullo, o el Gedeón tabas-
queño. Y así se llama a un amigo íntimo, en cierta oca
sión y con tono festivo o cariñoso, Juan Caldito, sin la
menor intención de ofenderlo (al amigo, no a Juan
Caldito) ; o bien se dice que tal o tal cosa la hizo o la
dijo Juan Caldito. Dícese también, como diría o dijo
Juan Caldito, equivalente de como dijo el otro.
L
LÁTIG O
Tener ya el látigo (la cuarta, en Tabasco), y sólo faltar el
caballo. Dicho del lenguaje irónico o festivo que se apli
ca al sujeto que borda en el vacío, forja muchos pro
yectos ilusorios ( “ castillos en el aire” ), y se propone
hacer cosas de mucha entidad pero comienza trazando
las de importancia secundaria o nula, como el que an
hela vehementemente adquirir un caballo, pero antes de
tener el dinero que ha de costarle éste, se compra el lá
tigo. Sobre el mismo o semejante asunto hay muchos
cuentos graciosos; por ejemplo, el de la familia muy
pobre que dio en la tema de comprar una casa de dos
pisos (casa de alto, se dice en Tabasco), y como los ni
ños eran muy traviesos, empezó el padre azotándolos
todos los días para que no se fueran a subir a los balco
nes con riesgo de caerse y hacerse tortillas. O como el
campesino que estaba a la cuarta pregunta, que un buen
día se le ocurrió ponerse a pensar en voz alta lo bueno
que sería si se pudieran comprar un ranchito; a lo que
añadió su m u jer: “ sí, sí, y entonces podríamos tener
una vaca que nos diera bastante leche.” Y como uno
de los niños se pusiera muy alegre de pensar que se iba
a dar el gran gusto montando el becerro, el padre le dio
su buena azotaina tras de decirle muy sentencioso: “ ya
ves niño, por eso se hacen pandos los becerros.”
LO TE R ÍA
Sacarse la lotería, es frase irónica con que se expresa lamen
tación de algún mal, una calamidad, perjuicio o daño
inesperado que le sobreviene a uno. Por ejemplo, cuan
do al “ amado” yerno le cae el chapulín, quiero decir, se
le presenta la adorable suegra, sin previo aviso que
amortiguase un tanto el “ choque” , a pasarse una tem-
poradita en su casa, exclama aquél para sus adentros:
¡ahora sí que me saqué la lotería!
LL
L L U V IA
Hay en español muchos refranes o expresiones alu
sivas a la lluvia, pero sólo me vienen a la memoria unas
cuantas de las que oí en Tabasco. Acuérdome, por ejem
plo, de dos adagios rimados que dicen:
Agua de arco no hace charco, que expresa la creencia popu
lar de que cuando empieza a llover y sale el arco iris es
señal de que no ha de seguir lloviendo, y que la poca
agua que caiga no será bastante para que se encharque,
esto es, que no lloverá a raudales; y
Cielo empedrado, cielo mojado, que expresa otra noción po
pular, que también debe de ser común en España pues
que el Diccionario trae este refrán, es a saber: que
cuando el cielo se cubre de nubecillas blancas como co
pos de algodón que se tocan unas con otras (cirros,
creo que les llaman los meteorólogos) y que le dan el
aspecto de empedrado, es signo de que pronto va a
llover.
Estarse polveando una vieja. Se dice así cuando llueve con
sol. En la capital y centro de Méjico dicen que están
pagando los drogueros y tomando chocolate los zapate
ros. Lo de los drogueros, esto es, las personas trampo
sas y cargadas de deudas, va por lo raro que es el ver
a estos sujetos pagar a sus acreedores, como raro es el
ver que llueva cuando está alumbrando el sol.
Ponerse el agua. Nublarse el cielo como anunciando lluvia.
Soplar viento de agua. Correr con fuerza el aire poco antes
que empiece la lluvia. Esto me trae dulces recuerdos
de mi infancia y de la vieja casona de la esquina de
Zaragoza y Aldama donde pasé casi toda mi niñez, la
vetusta morada que aun existe, aunque convertida en
cuatro casas, con sus enormes habitaciones y su her
moso patio lleno de flores, y su traspatio plantado de
árboles frutales: matas de plátano, naranja, guanába
na, papaya, guayabas manzanas y guayabas peras, las
“ niñas de los ojos” de mi padre y de cuyos frutos pocas
veces disfrutaba, pues mis hermanos y yo nos los co
míamos mucho antes que madurasen.
Acuérdome que cuando alguno de mis hermanos o
yo estaba convaleciente del paludismo (malaria dicen
ahora los pedantes) u otro de.los muchos padecimien
tos que son el azote del trópico, y, aburrido del obligado
y en aquél entonces exageradamente largo reposo en
cama, empezaba al fin a corretear por nuestro amado
y para nosotros edénico patio, nuestra nana Lucía,
crianza de la casa y que era como un miembro de la
familia, siempre atenta y cuidadosa de nuestra salud,
tan pronto como veía que empezaba a nublarse el cielo
nos decía: “ métete ya en la cama que está soplando
viento de agua y te va a hacer daño” (aunque no se
moviera ni una hoja de los árboles), o bien: “ entra que
ya sopla viento de agua y se viene la turbunada (así,
turbunada por turbonada, como se decía en Tabasco en
el lenguaje popular). (Anota don Rafael Domínguez:
“ No sólo turbunada Se dice en Tabasco. Se dijo y creo
que todavía se dice tribunada.” )
M
M AD R U G AR
No por tanto madrugar amanece más temprano. Esta es una
variante del antiguo refrán castellano que dice no por
mucho madrugar amanece más aína (presto o tempra
no), y que da a entender que algunas cosas se deben
efectuar en su debida oportunidad, y que cualquiera
diligencia que se haga con anticipación o fuera de
tiempo no consigue que se precipiten los aconteci
mientos.
“ Mas debéis considerar
Que no toda medicina
Obra bien a la contina,
N i por mucho madrugar
Amanece más aína.
C A S T ILLE JO S : Rimas, Lib. II.
M AÍZ
M AM AR
Estar mamando y estar llorando,
como los hijos de Obando.
(Refranero inédito de Santamaría.) Expresión rimada
con que se alude a las personas ambiciosas que nunca
se satisfacen con lo que tienen, y se lamentan siempre
o hablan de miseria aunque estén nadando en dinero.
Por supuesto, lo de Obando se añade tan sólo para bus
car el consonante. Se dice también que una persona
quiere mamar y beber leche.
M ANDADO
Comerle a uno el mandado. Ganarle la delantera, anticipár
sele en la ejecución de algún intento o empresa.
Llegar tarde, hacerle a uno los mandados y cogerse el vuelto.
Esta es la variante tabasqueña (o lo que yo oí en Tabas-
co y no he vuelto a oír en ninguna otra parte) de la
frase despectiva y acaso un tanto soez por su alusión
muy velada, hacer a uno los mandados, una de las ba
ladronadas del ‘‘mejicano valiente” , de que hablé en
el artículo guisársele a uno aparte. Con ella se significa
el desprecio que se siente por una persona a la que con
sidera uno inferior, ora respecto de cualidades o méri
tos personales, ora tocante a valor o ánimo para en
frentarse con uno. Así, por ejemplo, si alguien advierte
al valentón: “ fulano dice que te va a dar tu moquetiza” ,
responde despectivamente: “ pues dile que llega tarde,
me hace los mandados y se coge el vuelto>>. La razón
evidente del dicho es, claro está, que la persona que
hace los mandados (mandadero, mozo, criado, achichin
cle) es un sujeto humilde, un pobre diablo inferior a
uno en todos respectos, que sólo sirve para los más
bajos menesteres y a quien gobierna uno a su antojo.
Mas en el fondo la frase encierra cierta alusión del
lenguaje pornográfico. (N ota: me dice el maestro Ra
fael Domínguez que el oyó también: tú me haces los
mandados y te comes las contras.)
M A N D IN G A
La muía mandinga,
Que no puede con uno
Y con dos respinga.
Este refrán alude a las personas que están cargadas
de obligaciones con que no pueden cumplir y, ello no
obstante, aceptan o buscan nuevos compromisos, cre
yendo o haciendo creer que les darán debido cumpli
miento; o que no pudiendo ejecutar algún trabajo por
ineptitud o por falta de tiempo, o por cualquiera otra
circunstancia, se hacen cargo de otro u otros trabajos
que mucho menos podrán ejecutar.
Y o me acuerdo haber oído este refrán rimado sólo
en Tabasco. Santamaría (DICC. DE A M E R IC A N IS
MOS) dice que es refrán tabasqueño, y quizás lo sea,
aunque la palabra mandinga no es ni tabasqueña ni
mejicana, sino de origen africano y es más usual en las
Antillas, donde abunda la raza negra, pues se aplica
a cierta casta de negros (del Sudán occidental, dice la
Academia), según se ve en el dicho cubano el que no
tiene de mandinga, tiene de carabalí, con que se quie
re significar que, quien más, quien menos, todos tienen
algo de sangre negra, que en Puerto Rico (según el
D IC C IO N A R IO DE AM ERICANISM O S, de Santama
ría) expresan en la forma el que no tiene dinga, tiene
mandinga. Con todo, en Tabasco es usual el adjetivo
mandinga, aplicado a individuos de raza negra (negro
mandinga), y también a patetas o el demonio (¡que se
lo lleve mandinga!, o me está llevando mandinga). Yo
me acuerdo haber oído en mi niñez cierta canción o
estribillo o sonsonete, me parece que de un zapateado
o zapateo, como lo llamamos en Tabasco, que decía algo
así como:
“ Vieja mandinga (o zurra mandinga) señá Teresa,
Zurra mandinga, la llevan presa,”
cuya música volví a oír cuando fui a Tabasco después
de muchos años de ausencia, pero no pude hallar a
nadie que me diera razón de la letra.
M ASC AD A
A flojar (echar, soltar, largar) la mascada. Entregar el di
nero, pagar, rendir cuentas. Frase parecida a soltar
la mosca. Ignoro el origen de aflojar o soltar la mas
cada, pero tocante a soltar la mosca, quiero trasladar
aquí la anécdota o el chascarrillo que, según leí u oí
en alguna parte, le dio origen. Érase un cura de pueblo
taimado y receloso, que tenía sospechas comprobadas
de que su sacristán le sisaba buena parte de las limos
nas recogidas en las misas. Y para precaverse del
del hurto de su fiel ayudante ideó la siguiente treta:
cuando le daba la bandeja para recoger las limosnas de
los fieles después de la misa, le ponía en una mano la
bandeja y en la otra le daba, para que la retuviese con
los dedos cerrados, una mosca viva que luego debía
devolver vivita y coleando. Recogidas las limosnas y
cuando el sacristán iba a entregárselas al señor cura,
le decía éste después de recibir la bandeja: ahora suel
ta la mosca. Si ésta salía volando y contenta de reco
brar su libertad, era señal de que el sacristán no había
tenido ocasión de embolsarse parte de las limosnas con
la mano que no sostenía la bandeja y donde llevaba la
mosca, a no ser, claro está, que el muy pillo con gran
disimulo dejara por un instante la bandeja sobre un
asiento, un altar o en el suelo y, sin soltar la mosca
que llevaba en la otra mano, con la que le quedaba libre
del estorbo de la bandeja se birlara algunos tostones
o pesetas, o por lo menos unos miserables quintos. Lo
cual no es parte del cuento.
M ATAR
M E AR
Mearse fuera del tiesto. Este dicho, que expresa salirse del
punto que se discute, andarse por las ramas, hablar sin
ton ni són, decir algo que no viene al caso, valerse de
evasivas o subterfugios para no hablar de algo, o porque
se desconoce el asunto o porque no conviene dilucidarlo,
fue llevado de España a Tabasco. Las primeras edicio
nes del Diccionario académico no lo trajeron, pero en
las postreras se lee en el artículo tiesto: “ M EAR FU E
R A D E L TIE STO , fr. fig. fam. Salirse de la cuestión,
decir algo que no viene al caso.”
M ED ID A
No dar la medida. No servir. Véase T A L L A . N o dar la talla.
M ED IO D ÍA
Estar una cosa de mediodía para abajo. Frase familiar con
que se da a entender que una cosa está ya medio des
vencijada o derruida, casi cayéndose a pedazos, a punto
de venirse abajo de vieja, o recién vieja, como se decía
también en lenguaje festivo. Equivale al dicho español
“ estar de la vuelta afuera” .
M ELIND RES
Tía Melindres. Apodo que se da a la persona excesivamente
delicada, regalona, melindrosa, afectada o fingida.
M E N TIR
Para mentir y comer pescado
Hay que tener mucho cuidado.
Sentencia con que se advierte al mentiroso que es arries
gado el faltar por costumbre a la verdad, porque el que
mucho miente suele incurrir en contradicciones que lo
dejan en ridículo por embustero, a menos que tenga
excelente memoria y sea tan cauto al decir sus mentiras
como el que procede con gran maña, atención y diligen
cia al comer pescado, para no tragarse ninguna espina.
MIEDO
Tener mucho miedo y poca vergüenza. Dícese de la persona
malévola y sin escrúpulos que no vacila en cometer
cualquier villanía, pero que a la hora de rendir cuentas
se muestra cobarde y sin ánimo. Aplícase también a
los niños que gimotean, chillan, patalean, piden mise
ricordia y prometen “ no volverlo a hacer” , cuando el
padre o la madre les da una buena tunda por alguna de
sus travesuras. Dice éste: “ ¡sí, mucho miedo y poca
vergüenza!”
M IS A
Mañana hay misa para los sordos. Que se dice a alguna per
sona cuando no oye o no quiere oír lo que se le dice y
pregunta una o más veces “ ¿qué dices?” . Se le respon
de: que mañana hay misa para los sordos. Era muy
común entre muchachos.
Quedarse uno en misa. Dicho semejante a quedarse o estar
uno en Babia, por quedarse embobado, distraído y como
si no entendiese palabra de lo que se trata.
MONO
El último mono se ahoga. Refrán popular que sólo he oído
en Tabasco, muchos años há, y con que se expresaba, si
mal no me acuerdo, que en una empresa o competencia
en que hay varios contendientes, el que por ser menos
activo o apto, por holgazán o poco empeñoso se queda
en último lugar, es el que lleva todas las probabilida
des de perder. Entre muchachos se decía en ciertos
juegos, o cuando los de un grupo trataban de llegar pri
mero a cierto sitio para coger el mejor lugar, tener la
primacía sobre los demás, o disfrutar de mejores pre
rrogativas o ventajas.
Lo que hace el mono hace la mona. Imitar en todo a otra
persona. Se dice también lo que hace el mono hace el
mico. En Cuba: mono ve, mono hace.
N
N AC E R
El que nació para real nunca llega ni a peseta. Dicho seme
jante al de al que nace para tamal del cielo le caen las
hojas, o el que nace para maceta no pasa del corredor,
o al que nace barrigón ni que lo faje (o lo cinche) un
arriero, o el que nació para tarugo nunca llega ni a
baqueta, o al que nació para buey del cielo le caen los
cuernos. Su significado es parecido al de este refrán
castellano en verso:
Todos los palos del monte
Traen su designación:
Unos nacen para santos
Y otros para ser carbón,
y que es la expresión fatalista de los que creen que en
la vida todas las personas traen ya su sino o destino
que ha de regir todos los actos o las cosas de su vida,
y contra el cual es inútil luchar. Por supuesto, el re
frán tabasqueño (o mejicano) alude no tan sólo al sino
mas también a la estupidez, necedad o testarudez de
algunas personas que por sus pocos alcances o su ter
quedad insensata labran su propio destino, que es el de
no pasar nunca de perico perro.
NADA
A cada nada, se dice en lenguaje familiar por con mucha
frecuencia, muy a menudo, cada poquísimo tiempo.
Nada de eso trajo el barco. Entre las locuciones que guardo
con los recuerdos de mis años mozos está la que sirve de
tema a este artículo, y que se decía como frase negativa
para significar no hay tal, erraste de todo en todo, an
das tan lejos de la verdad como por los cerros de Úbeda.
En Cuba oí el dicho ningún de eso.
O
ojo
Ojo al Cristo. Véase el artículo GATO. Ojo al Cristo, que es
de plata.
OLER
jsjj huele ni jiede. Así, con al h aspirada. Equivale a los
dichos españoles ni toca ni compone, ni pinta ni da co
lor, no es chicha ni limonada, n i-fu ni fa. Es bastante
común en Tabasco, como en otras partes, la aspiración
de la h en el lenguaje popular, como en jorcón, jolgorio,
jaliar, etc., por horcón, holgorio, hallar, etc. Casi huel
ga decir que el dicho se aplica a la persona que nada
vale, que es muy conocida en su casa, un don nadie,
que no ha inventado la pólvora, que ni suena ni truena,
que es un chícharo; o bien del sujeto de opiniones inde
finidas, vacilante, que no se declara en pro ni en contra
de una idea, de una proposición o de algún personaje,
para luego irse del lado que más le convenga.
Oler a trapiche.
Oler a jobo» Se aplica a las personas que despiden malos
olores del cuerpo, ora por desaseo o bien a causa de que
padecen bromhidrosis (jedentina, para decirlo claro),
o bien porque pertenecen a la raza que, como dicen en
Cuba, “ tiene su pestecita” . El fino olfato popular sin
duda halló semejanza entre el olor del jobo (Spondias
lútea), árbol anacardíaceo que da frutos algo parecidos
a la ciruela de tierra caliente, y que tiene cierto olor
peculiar, y el del chivo, pues que también se dice en
igual sentido:
ORDEN
Orden y nos amanece. Frase irónica que se dice cuando
quiere uno meter el orden en un grupo o congregación.
Alude el dicho a las fiestas o fandangos, que cuando se
efectúan en paz y buena compaña pueden durar hasta
el amanecer, mas si comienzan las “ discusiones amisto
sas” entre borrachitos y salen a relucir los cuchillos o
las pistolas, de lo que resultan algunos “ muertitos” , lo
probable es que se termine el guateque y tengan que
salir los convidados como ratas por tirante.
OVEJA
Cada oveja con su pareja. Este antiguo refrán castellano tie
ne en Tabasco igual significado que en España, a sa
ber : “ que enseña que cada uno se contenga en su estado,
igualándose sólo con los de su esfera, sin pretender ser
mayor, o bajarse a ser menor, de lo que le compete.”
(B A R C IA , Dice. Gral. Etimol.) Pero además se usa
para significar simplemente que, digamos en una fies
ta, cada caballero debe ir (o iba) con una dama, o para
ordenar que cada quien busque su pareja. El vulgo en
la capital de Méjico dice cada quien con su cada cual.
p
PAJA
Quitarle a uno la pajita. Expresión usual entre muchachos
para incitar a dos de ellos a que peleen. Se le pone una
pajita a uno de ellos en el hombro y se le dice al otro:
“ a que no le quitas la pajita” , en señal de provocación.
Y si éste se acerca al que la tiene con intención de qui
társela, lo recibe a puñetazos y empieza la tremolina.
PAJARITO
Quedarse uno cogiendo pajaritos, es quedarse en Babia,
quedarse alelado o distraído, sin entender una palabra
de lo que se habla.
PALACIO
Eso es del “ Palacio de Cristal” . La 'gloriosa dio origen, en
tre muchas otras cosas buenas y malas— que “ de todo
hubo en la viña del Señor” — a varios vocablos o neolo
gismos que estuvieron muy en boga en aquellos días
aciagos, tales como carrancear, por robar, depredar, ca
rranclón por el que practica lo mismo; zapatista y zapa-
tismo por bandolero, bandido, salteador, asesino y ban
dolerismo, bandidaje, respectivamente. En Tabasco, al
triunfar la revolución carrancista que derrocó al Santa
Ana más monstruoso, contentible y odiado de todos
cuanto ha tenido Méjico al frente de su gobierno (que
no han sido pocos), y entrar en la capital, San Juan
Bautista a la sazón, las fuerzas revolucionarias se sus
citó un incidente que los guasones aprovecharon para
sacarle punta y de que resultó el dicho eso es del Palacio
de Cristal, que se decía alguna vez, o por lo menos que
yo oí entre muchachos más de cuatro, para significar
que alguna cosa había sido adquirida ilícitamente, o,
dicho en plata, por medio del despojo o latrocinio. El
incidente mencionado fue el que a continuación relato:
había en aquel entonces en San Juan Bautista una casa
de comercio llamada “ El Palacio de Cristal” , de la fir
ma Pedrero, Molí y Compañía, tienda de ropa y nove
dades que era una de las mejores y más prósperas, la
cual fue “ confiscada” y saqueada por las huestes cons-
titucionalistas.
Y como este es un hecho histórico que para muchos
fue inexplicable, pues no acertaron a dar con la razón
de por qué “ El Palacio de Cristal” fue la única tienda de
San Juan Bautista que corrió esta suerte cuando ya ha
bía triunfado la revolución, voy a dar aquí una versión
de los motivos que movieron a la gloriosa de Tabasco a
cometer un acto que no pudo sino redundar en desdoro
y oprobio de la revolución.
Sucedió que en cierta fecha (no me acuerdo si a raíz
del asesinato de Madero y Pino Suárez, presidente y vi
cepresidente de Méjico, respectivamente, por el feroz
dipsómano y marihuano Victoriano Huerta, o al cele
brarse el primer aniversario de dicho luctuoso aconte
cimiento, aunque me parece que lo primero) ocurriósele
en mala hora a la negociación Pedrero, Molí y Compañía
(integrada por un mejicano, Pedrero y dos españoles,
o por mejor decir, un español, Rafael Molí, y un gachu
pín, Manuel del Corte) anunciar una barata en el esta
blecimiento de su propiedad, a cuyo efecto salió por las
calles de San Juan Bautista una banda de música lan
zando a los cuatro vientos destemplados resoplidos de
murga de arrabal y echando cohetes por los aires. Este
acto fue una nota discordante que llenó de indignación
a todos los que profesábamos ideas revolucionarias (y
digo profesábamos porque, aunque era yo un chamaco,
me sentía más revolucionario que el propio Madero),
pues se interpretó como un escarnio a la memoria de los
nobles caudillos que cayeron, convertidos en mártires,
asesinados vil y traidoramente por los esbirros de
Huerta.
Si hubo o no hubo en la mente de los tres propieta
rios del mencionado establecimiento el propósito de ce
lebrar con música y cohetes, so pretexto de anunciar
una barata, la muerte de Madero y Pino Suárez, no po
dría decirlo, aunque me resisto a creer que los tres ha
yan tenido tan perverso propósito. Pero sí se decir que
la intención de uno de ellos, Manuel del Corte, sí tuvo
todos los visos de haber sido la del escarnio. Y digo es
to porque en más de una ocasión oí de labios del propio
del Corte frases durísimas al hablar de don Francisco
Madero. En efecto, aconteció que, siendo yo estudiante
del Instituto “ Juárez” , y maderista de hueso colorado,
en unas vacaciones mi padre me puso a trabajar como
“ meritorio” con sueldo de treinta días al mes, platos
embrocados y ropa sucia, como se decía en aquel enton
ces del que no recibía ningún emolumento por sus ser
vicios, en “ El Palacio de Cristal” . Con tal motivo tuve
muchas oportunidades para oír de los propios labios de
Manuel del Corte los epítetos duros y aun soeces y las
frases despectivas que eyaculaba este ibero desprecia
ble contra el hombre noble y bueno que fecundó con su
sangre el patriótico ideal de sufragio efectivo y no ree
lección, y que hoy por hoy es una de las figuras más
limpias de que se enorgullece la historia de Méjico. Y
hasta acuérdome haber oído a dicho ente contentible
vanagloriarse de ser él quien concibió la macabra idea
de la música y los cohetes; y también me acuerdo de
las palabras de Rafael Molí o de Salvador Pedrero que
al oír a su socio tales baladronadas le dijeron muchas
veces: “ cállate, Manuel, no digas burradas, que no fue
sino una coincidencia.” También conservo en la memo
ria la ocasión en que, no pudiendo sufrir más las blas
femias de del Corte contra Madero, le lancé con mi voz
de adolescente y delante de algunos clientes que había
en el establecimiento, no sé cuántas injurias, apellidán
dolo extranjero 'pernicioso, y dispuesto a partirle en la
cabeza un metro de los que estaban en el mostrador
para medir las telas, del que habíame apoderado, por
si, como en efecto lo intentó, tratase de castigar mi
“ osadía” con sus asquerosos puños. Mas intervino en
mi defensa Rafael Molí, quien reprochó a del Corte
su indiscreción y falta de tino al hablar de política en un
establecimiento comercial, y no pasó a más el incidente
si no fue el haberme captado el odio del peninsular
ofendido, odio y despecho que demostró en muchas oca
siones en las que Molí, mi defensor espontáneo, “ entró
siempre al quite” y hasta trabó reñida disputa con el
otro. Merced a la intervención del primero no fui
arrojado a la calle, como eran los deseos de del Corte,
cosa que, por otra parte, me habría venido de perilla y
hasta la deseaba, pues si bien me hubiese ganado una
buena tunda de mi padre, habríame dejado siquiera
unos días para disfrutar de mis vacaciones.
Mas volviendo al asunto de la música y los cohetes,
parece haber sido ese el motivo de que los revoluciona
rios (no digo que todos, pero cuando menos algunos),
no olvidando la injuria, determinasen castigar de tan
dura suerte a los ofensores, y despojarlos de su propie
dad, como en efecto lo hicieron desvalijando el sobredi
cho establecimiento, no en provecho de la causa triun
fante, sino en beneficio propio, pues de él vimos salir
a los Gil Morales y a los Sosa Torres y a los demás, al
gunos de los cuales están “ vivitos y coleando” , cuyos
nombres no viene al caso mencionar, cargados de casi
mires finos, de sombreros y de calzado de lujo, y de mil
cosas más de las muchas buenas y costosas que se ven
dían en la próspera negociación. De ahí el dicho eso es
del “ Palacio de Cristal” .
Perdóname, lector paciente, si fui demasiado largo
en este relato y traje acaso por los cabellos cosas perso
nales que habría podido obviar, pero aun a riesgo de ser
enfadoso quise dejar liquidada, siquiera fuese a des
tiempo, una deuda de gratitud que contraje con la per
sona buena y noble, o que lo fue para mí, que en vida se
llamó Rafael Molí, socio de la antedicha firma comer
cial, que siempre estuvo dispuesto a salir en mi defensa
contra la tiranía y la brutalidad del troglodita ibero
Manuel del Corte, que, desatendiendo mi experiencia y
mis pocos años, se empeñaba en tratarme con feroz des
potismo (aun antes que lo llamara extranjero pernicio
so), y que incluso me defendió en más de una ocasión
de las inconsecuencias y el extremado rigor del otro so
cio, pariente político mío, ya también fallecido (mag
nífica persona a quien muchos años después tuve oca
sión de tratar en otro terreno), que quizás siguiendo
conmigo la antigua doctrina, cruel y dura, de los viejos
preceptores de la niñez y la adolescencia de que “ la letra
con sangre entra” que con él siguieron, fue severo en
demasía con el pobre estudiante que, privado de sus va
caciones, fue encerrado en un establecimiento comercial
a desempeñar duros trabajos de mozo de escritorio o
“ meritorio” , cobrador, corresponsal, mandadero, carga
dor y cuanto hay, sin una mísera remuneración ni de
cuatro reales los domingos para pasearse. Quise, digo,
expresar en unas líneas mi gratitud, que nunca pude
expresarle en vida, a ese hombre bueno que se convirtió
en mi protector, siquiera por el breve tiempo que duró
mi encierro disciplinario, y arrostró la furia provocada
en sus socios por mi inexperiencia e ineptitud, y se en
caró a mis “ verdugos” y les echó en cara su severidad
en reprenderme y su “ celo” en enseñarme. De él fueron
los únicos reales que recibí, salidos de sus propios bol
sillos, algún domingo, y de él es el único recuerdo grato
que conserva mi corazón de aquellos meses de esclavitud
y trabajo arduo.
Y ya que hablé de revolución y de vacaciones que no
tuve, para que me acabes de perdonar el haber leído
este largo artículo, si es que lo lees, creyendo hallar en
él algo ameno e interesante, o te acabes de fastidiar y
arrojes este mamotreto en la cesta de lo inservible, dé
jame referirte otro incidente que me aconteció siendo
estudiante del Instituto “ Juárez” , también en otras va
caciones que para mí no fueron.
Era en aquel entonces Tesorero General del Estado un
señor muy amigo de mi padre a quien éste pidió me
diera colocación en la tesorería “ para que no estuviese
yo ocioso los meses de vacaciones” . Y fue así como en
tré a trabajar en la tesorería general del estado, con
el crecido sueldo de cuarenta y cinco pesos al mes, papel
büimbique. Todo fue a pedir de boca los primeros días,
mas por malo de mis pecados sucedió entonces que el
gobierno federal decidió retirar de la circulación el pa
pel moneda o bilimbique de ciertas denominaciones, de
que había muchos billetes falsificados, y canjearlo por
nuevos billetes a que se dio el nombre de revalidados.
Con tal motivo, una buena mañana, al llegar a la
oficina me encontré con la novedad de que, por orden
del señor tesorero, sería yo uno de ios empleados que
se encargarían de efectuar el canje de bilimbiques por
revalidados. A l efecto, se me instaló en una mesa colo
cada en una de las puertas de la tesorería que daban al
patio del viejo Palacio Municipal, con no sé cuántos
paquetes de resellados que importaban varios miles de
pesos. Excusado es el decir que yo, un mozuelo inex
perto que jamás había soñado ver entre mis manos tan,
para mí, fabulosa cantidad de dinero, me llené de espan
to al tener que manejar tantos billetes, siquiera fueran
bilimbiques. También debo decir que de nada valió mi
súplica al jefe para que me relevara de tan delicada
tarea pues no me hallaba capacitado para desempe
ñarla. O por mejor decir, sí valió un buen regaño que
me dio don Rodolfo— que así se llamaba el tesorero—
quien me dijo que si sabía yo contar no había razón
alguna por qué no pudiera hacer el canje.
Toda la mañana y la tarde entera estuve sudando
la gota gorda, canjeando los condenados bilimbiques,
hasta que llegó la hora de cerrar la tesorería. Al ir a
entregar cuentas a don Rodolfo y contar éste los bilim
biques que le entregué a cambio de los revalidados que
recibí de él y que había yo canjeado, me dijo que me
faltaban cien pesos, con los consiguientes epítetos (que
no faltaron sino sobraron) que no se pueden trasladar
al papel. Y , por supuesto, me advirtió que “ para que
aprendiese a ser cuidadoso” iba yo a pagar de mi sueldo
los cien pesos perdidos. Una semana más duró para mí
el tormento del canje endemoniado, en el que no tuve ya
más desfalco que los cien pesos del primer día, los que.
bastaron para que no pudiera yo disfrutar sino de unos
míseros y mugrosos pesos bilimbiques (eso sí, “ revali
dados” ) de mis dos meses y medio de sueldos, que casi
se fueron íntegros para reponer la cantidad perdida.
¡ He ahí cómo disfruté ese año mis ansiadas vacaciones
del Instituto “ Juárez” !
Y si te fastidié mucho, lector paciente, con mi largo
relato, te aconsejo que pases por alto este artículo y leas
otro que acaso sea más enfadoso.
P A LO
Estar uno a palo y sin zacate, o tener a una persona a palo
y sin zacate. Dos interpretaciones se pueden dar a la
alusión que se hace en este dicho que, si no me equivoco,
es tan tabasqueño como la “ Caña Brava” o el chorote.
La primerá se relaciona con el animal que recibe mu
chos palos en el trabajo y al que se da muy poca pastura
para que se alimente. La segunda es la res vacuna, ca
ballar, etc., que está atada a un palo o poste sin qué
comer. (Según el Lie. Domínguez en este caso debe ser
“ al palo” y no “ a palo” .) Mas sea cual fuere la alusión,
se aplica metafóricamente a la persona que hace traba
jos recios y recibe muy escasa remuneración, por la ta
cañería y mezquindad de quien la explota; o a quien
injusta o merecidamente, por castigo se le limita sobre
manera la ración alimenticia o el estipendio que ordina
riamente recibe y se le deja imposibilitado para que
pueda agenciarse la uno o el otro por otros medios.
Quedarse uno a medio palo. Quedarse a medio comer, o de
ja r un trabajo o alguna otra cosa a medio hacer o medio
acabada. Se dice también estar a medio palo por estar
medio borracho, a medias cañas o a medios chiles, como
se dice en otras partes.
P Á M PA N O
Pámpano fresco o pámpanofresco. Acuérdome haber oído
este epíteto aplicado, si la memoria me es fiel, a la per
sona rubia, que en Tabasco se llama chelo y en Yucatán
chel (voz m aya), quizás por cierta similitud con el co
lor plateado del pez pámpano.
PAN
De pan bendito, poquito. Dicho con que se justificaba la pe
queña ración que se daba a las personas entre quienes
se repartía alguna cosa de que había poca cantidad.
PA N D O R G A
Caerle a uno alguna persona o cosa en pandorga. Se dice por
caerle mal, serle desagradable; causarle disgusto, en
fado, enojo, desagrado, fastidio alguna persona o cosa.
Equivale a lo que en otras partes de México se dice
caerle gordo, caerle como patada de burro, o como pa
tada en la boca del estómago, o como mentada de madre.
Pandorga, según el Diccionario académico es, entre
otras cosas, en sentido figurado, “ mujer muy gorda y
pesada, o floja en sus acciones” . Acaso el dicho original
haya sido caerle a uno como pandorga.
PANTALO NES
Bajarse los pantalones. Así se decía, medio en broma, medio
en serio, cuando los muchachos empezaban a ponerse
pantalones largos. Y hablo en tiempo pasado porque
hoy en día desde que comienzan a caminar ya los llevan
largos, con lo cual ha perdido dos cosas la niñez: el as
pecto infantil que dan los pantalones cortos (muy dife
rente de la apariencia de enanos que dan los largos), y
el placer que ocasiona el ponerse por primera vez panta
lones largos o bajarse los pantalones.
Pantalones de creciente. Dícese de éstos cuando son dema
siado cortos, y del que los lleva se dice que está espe
rando creciente (véase C R E C IE N TE. Pantalones de
creciente). En la capital y centro de Méjico se les llama
de brinca charcos.
PARAGUAS
Aguantar o tener el paraguas a alguien. Esta expresión, que
fue muy común en Tabasco, y quizá lo siga siendo, sig
nifica ayudar o acompañar una persona a un amigo en
algún galanteo amoroso, facilitarle la ocasión para que
vea o hable a su pretendida. Por ejemplo, cuando salen
juntas de paseo dos damiselas, pongamos por caso a la
retreta o serenata en la Plaza de Armas, y el enamo
rado de una de ellas quiere platicar con su pretendida
sin verse importunado por la conversación o los oídos
de la compañera, le pide a un amigo que le tenga o
aguante el paraguas, esto es, que hable con la otra y la
entretenga mientras el primero charla a sus anchas con
la dueña de sus pensamientos. De igual manera, Pedro
le aguanta el paraguas a Luis cuando el primero acom
paña al segundo a rondar la casa de la moza a quien
éste galantea, etc.
La frase y la intención son del todo inocentes, y no
encierran malicia, bellaquería ni solapa alguna, sino el
caritativo y desinteresado propósito de facilitar a un
enamorado la coyuntura de estar cerca de la bienama
da, o de repetirle esas futilezas y naderías que, cuanto
más simples e ingenuas, tanto más dulces suenan en los
oídos dé quien las escucha, si quien las escucha está tan
perdida y bobamente enamorado como quien las dice.
PATA
A pata (o patita) galana. A pie. Por ejemplo: “ en la fiesta
de Tres Viernes en Tamulté me pelaron hasta el último
cobre jugando al chingolingo y me tuve que venir (a
San Juan Bautista) a patita galana.”
PATADA
En dos patadas. En un dos por tres, en un abrir y cerrar de
ojos, en menos que canta un gallo, en un santiamén.
PATO
Pagar el pato. Pagar culpas ajenas, ser el pagano o el
cochinito.
Ser pato y pesarle la cola. Frase ofensiva que se dice a otra
persona para significarle que es cobarde, que nada pue
de contra uno, o que quien la dice no le tiene miedo.
PATU LECO
El adjetivo despectivo patuleco, que se usa también
como substantivo, significa varias cosas: patituerto, es
to es, de piernas torcidas; que tiene los pies muy gran
des (patojo, patón, patudo) ; que mueve desproporcio
nadamente los pies para caminar o imita al pato cuando
camina meneando el cuerpo de un lado a otro; que co
jea al caminar (paticojo) ; que anda descalzo (patarra-
jada, que dicen en el centro de Méjico, o sinzapatos,
que se decía o dice en Tabasco), y por último, en sentido
figurado, patán, rústico, desharrapado, andrajoso, esto
es, que anda descalzo.
Ignoro el origen del vocablo que no trae el Dic
cionario de la Academia. Barcia (DICC. GR A L. ETI-
MOL.) cita patuleque como americanismo por renco. Ri-
vodó (Voces Nuevas, 6a. parte, Venezolanismos, dice:
“ PATU LECO , P A T U LE Q U E A R . Por renco o rengo,
renquear o renguear. El Diccionario trae patojo, cuya
significación equivale o se acerca a la de patuleco ”
Cuervo (Apuntaciones, 6a. edic., §900) dice: “ El sufijo
gentilicio -eco, propio de la lengua azteca, se aplica en
los países en que se ha sentido su influencia, para deno
tar defectos (dundo y dundeco, tonto, patueco, p ateta);
de igual formación es patuleco (pateta), conocido en
Méjico, en Cuba, en Venezuela, etc.”
Y como el conjeturar no cuesta nada, pienso yo si no
vendrá patuleco de pata, hule y el sufijo eco que, según
Cuervo «es propio de la lengua azteca». Yo me acuerdo
haber oído en Tabasco el término pata de hule (como
trompa de hule) para nombrar al sujeto que cojea o
tiene las piernas o los pies defectuosos. Y también me
acuerdo haber oído y dicho muchas veces patahuleco
o patauleco.
PE
De pe y pe y doble u. De excelente calidad, de clase superior,
hablando de ciertas cosas. Se usa también con el verbo
venir, y entonces es sinónimo de venir de perilla. Ig
noro el significado de P. P. y W.
P E LA R S E
Pelarse por no peinarse. En caló provinciano esta frase sig
nifica irse.
PERRO
Andar como perro de otro barrio. Sentirse una persona fue
ra de lugar; no estar en su medio; o también sentirse
solo, andar meditabundo y solitario, como alma en pena.
Salir (o andar) como perro que tumba la olla. (Refranero
inédito de Santamaría.) Huir lleno de miedo; salir de
estampida, como alma que lleva el diablo; decir, pies
¿para qué les quiero? (En Michoacán oí hace muchos
años: salir a cholamocha.)
PESETA
Dar, o pedir (o quedarse con) el centavo de la peseta. En los
tres o cuatro primeros lustros del siglo presente, al
gunos comerciantes de Tabasco (y acaso también de
otras partes de Méjico) tenían una mala costumbre al
dar la vuelta (en Tabasco el vuelto, en la capital el cam
bio) a los clientes que pagaban con cierta moneda, cos
tumbre que se designaba con la frase quedarse con el
centavo de la peseta. Veamos en qué consistía ésta que
bien podía llamarse birlada de un centavo.
Había a la sazón unas monedas de plata de a veinti
cinco centavos que, según me acuerdo, continuaron en
circulación aun después de haber sido retiradas por el
gobierno y substituidas por las de veinte centavos. A
tales monedas de a veinticinco el pueblo dio en llamar
■pesetas, lo cual fue el origen y motivo de la birlada,
pues alegaban algunos, o por ignorancia o por mala fe,
que la peseta valía dos reales, y que dos reales eran
veinticuatro centavos, puesto que un real eran doce; por
consiguiente, cuando un parroquiano compraba, diga
mos, un kilogramo de azúcar que valía ocho centavos
y pagaba con una de las monedas de a veinticinco, lla
madas por el vulgo pesetas, el comerciante le daba die
ciséis centavos de cambio o vuelto, en lugar de los
diecisiete que legalmente le correspondían. Y era en
tonces cuando se entablaba la discusión: el cliente recla
maba el centavo de la peseta, y el comerciante replicaba
que él se quedaba con dicho centavo. Y como en aque
llos dorados tiempos un centavo valía lo que quizás hoy
no vale medio peso, he ahí que el parroquiano no quería
dejarse robar (que no era sino un verdadero robo) ni
un cobre, como también se llamaba en Tabasco aí cen
tavo, y porfiaba hasta obtener lo que en razón le co-
respondía, o hasta dar una buena maltratada, que bien
valía un centavo, al peninsular o al criollo o choco que
se quedaba con su centavo de la peseta.
Generalizadísima era la costumbre, que aun no se
olvida del todo, de contar el dinero por pesetas, reales,
medios y cuartillas, según queda dicho en el artículo que
lleva el encabezado C U A R T IL L A , MEDIO, R E A L.
PETATE
Pegársele a uno el petate. Variante de pegársele las sába
nas, por levantarse más tarde de lo debido o de lo
acostumbrado.
PLA TO
Echarse a uno al plato. Matar a una persona. También ven
cerla en alguna lid, apuesta o competencia.
PLÁTANO
Estar una cosa como plátano maduro. Dícese también par
ticularmente de una mujer bonita. Locución con que
se alaba lo que está muy bien dispuesto o preparado
para algún fin, lo que es a propósito para determinado
objeto, que no le falta ni le sobra, que está a punto y
sazón, a pedir de boca, como hecho a la medida, que
ni mandado a hacer. Se aplica asimismo a una cosa
bella o bien proporcionada (en el centro de Méjico se
dice alguna vez puritita miel en penca), y particular
mente a la mujer bonita, atractiva o sensual. En Cuba
oí con este último sentido la expresión muy similar:
está como plátano para sinsonte.
PIC A R
Al que le pique, que se rasque. Dicho de connotación seme
jante a la de al que le venga el guante, que se lo plante,
que también se usa en Tabasco, cuando alguien hace
alguna alusión o dice una indirecta que puede aplicar
se a uno o más de los presentes; otro de los circuns
tantes, con quien no reza nada de lo dicho (o el propio
decidor de la indirecta) exclama: al que le pique que
se rasque. En otras partes de Méjico se dice: al que
le venga el saco (esto es, la americana) que se lo ponga,
y en Argentina: al que le caiga el sayo, que se lo ponga.
P ID E C A R ID A D Y OTRAS P A L A B R A S COM PUESTAS
La palabra compuesta pidecaridad, que tanta gra
cia les ha hecho (por no decir “ que tanta irrisión les ha
causado” ) a unos buenos amigos míos que se la oyeron,
como muchos otros tabasqueñismo, a una fam ilia tabas-
queña, con que se nombra también a los mendigos en
Tabasco, es de igual formación que pordiosero, corre
veidile, cascarrabias, o que tantas otras voces compues
tas que tiene el castellano; y en mi opinión es más
puntual que limosnero, como se dice en la capital m eji
cana y en otras partes de América, y que en mis tiem
pos se decía pocas veces o nunca en Tabasco, ya que
limosnero ha sido desde muy antiguo en español preci
samente lo contrario de mendigo, esto es, el que da
limosnas, y no el qué las recibe, el encargado de recoger
las limosnas de las personas caritativas y distribuirlas
entre los pobres o mendigos, y en los palacios de los
reyes, príncipes, etc., la persona que tenía a su cargo
el dar o distribuir las limosnas. En Tabasco, como en
cualesquiera otras partes de habla española, se usan
multitud de voces compuestas, castizas las unas, fo r
jadas en la turquesa del habla popular las otras, unas
festivas o irónicas, otras serias, casi siempre de correc
tísima formación. Quiero trasladar aquí unas cuantas
de las palabras compuestas más usuales en Tabasco,
de la mayor parte de las cuales trato en artículos se
parados :
Aguafiestas Cocopato
Andavete Correquetealcanza
Bocabierta Chicozapote
Buscapiés Chicheciega
Cocopelado Chismecali.ente
Chupaflor (el colibrí, que Lenguafloja
en otras partes se llama Lengualarga
también chupamirto) Pansinsal
Chuparrosa (el colibrí) Pidecaridad
Deacuatro (medio peso o Polloloco
moneda de a cincuenta Pringapiés
centavos) Siemprelisto
Dientefrío Sietecueros
Diezreales Sietepresas
Domingosiete Sinzapatos
Espantavenado Tenmeacá (o éntre el vuL
Estatequieto go, tenémeacá)
Gallogallina Tragaldabas
Hambrevieja Trépatemico
Lameplato (o su forma Tripasinfondo
vulgar lambeplato) Trompadehule
PIE
Pedirle permiso a un pie para levantar (o mover) el otro.
Aplícase a la persona cachazuda o perezosa, que hace
las cosas con excesiva lentitud o de mala gana, o que
camina muy despacio, y así se dice: fulano es de los que
le piden permiso a un pie para levantar el otro.
PIG UA
El general Pigua. Esta expresión tabasqueña, aunque fue
poco usual, bien valido lo vale el recordarla por su ori
gen gracioso y al mismo tiempo espeluznante. Hay en
Tabasco, cerca de Villahermosa, un río llamado La Pi
gua, que muchos años há fue un canal o zanja que se
podía atravesar de un salto, después un arroyo cauda
loso y por último se convirtió en río torrencial (pigua
es en Tabasco el langostino de r ío ). Aconteció allá por
el año 1913, en el entonces San Juan Bautista, un motín
armado o sublevación de las fuerzas que guarnecían
la capital pertenecientes al 31<> Batallón de la Guardia
Nacional, que tenían su cuartel en el viejo caserón que
fue antes la planta eléctrica, frente al parque de La
Paz y la iglesia de Santa Cruz.
Poco después de una medianoche, casi a raíz del ase
sinato del presidente Madero y vicepresidente Pino
Suárez, siendo gobernador el Dr. Manuel Mestre Ghi-
gliazza, comenzó el motín en el cuartel de Santa Cruz.
Los primeros disparos fueron para dar muerte al ca
pitán de guardia, Carlos Rosado, que en esos momen
tos dormitaba en una silla de extensión, y que no tenía
parte en la conspiración encabezada por un subteniente
llamado Rafael la Granja. Consumado el asesinato, los
rebeldes se lanzaron a las calles de San'Juan Bautista
disparando sus armas al aire, y se dedicaron al latro
cinio y el pillaje. Varias casas comerciales importantes
fueron robadas, y también fue asaltada la sucursal del
Banco de Méjico, de cuyas cajas sacaron los amotinados
fuerte suma de dinero.
Mi padre era a la sazón cajero del Banco de Tabas
co, situado en la calle de Juárez, a unos cuantos pasos
de la Sucursal del Banco Nacional, y acuérdome que,
en medio de la trifulca, sonaron unos golpes en la puer
ta de mi casa. Indecible fue el temor que se apoderó
de todos nosotros, pues temíamos que fueran los suble
vados que iban por mi padre para que les abriera las
cajas del banco. Mas no eran los rebeldes sino el con
serje de la institución que iba con un recado del ge
rente, don Teodoro Abaúnza, quien le mandaba decir a
mi padre que se había sublevado la Guardia Nacional
y que debía esconderse porque en esos momentos esta
ban asaltando la sucursal del Banco Nacional. Mi pa
dre, en la incertidumbre de si debía esconderse para
no verse obligado a abrir las cajas fuertes del banco,
y dejar abandonada a su familia, expuesta a la ira y
a las represalias de los alzados, si al ir en su busca no lo
hallaban en su casa, decidió esperar, y al cabo de algún
rato se fue al banco a salvar lo que pudiera esconder
para que no cayera en manos de los asaltantes. Horri
bles fueron las horas de angustia que pasamos mi ma
drastra, mis cinco hermanos, tres de ellos pequeños, y
yo, esperando de un momento a otro oír sonar los gol
pes en la puerta o que nos llevaran alguna noticia
funesta. Mas por suerte los sublevados, en su embria
guez y desenfreno, o no se acordaron del Banco de
Tabasco, o se conformaron con lo que habían substraí
do del Banco Nacional y de las casas de comercio, y
creyeron que no valía la pena asaltar el de Tabasco.
El coronel Juan A. Poloney, comandante del Bata
llón 31°, y el Comandante de la Policía de San Juan
Bautista trataron de organizar un cuerpo armado que
atacase a los rebeldes, pero sólo se lograron juntar unos
cuantos hombres armados con rifles antiguos y he
rrumbrosos de un solo tiro que había arrumbados en
algún rincón de la comandancia, y que no llegaron
siquiera a presentar combate (los pocos hombres ar
mados, no los rifles herrumbrosos), ni mucho menos
pudieron evitar la depredación que padecieron las ca
sas comerciales.
“ La del alba sería” cuando los amotinados, ya en
teramente ebrios, para emprender la fuga se metieron
en un barquichuelo de que se habían apoderado pre
viamente y que acertó a ser el único que estaba ama
rrado en uno de los muelles. Era éste uno de los barcos
de río más pequeños que hacían el servicio fluvial en
tre San Juan Bautista, Frontera y otras poblaciones, y
que llevaba el nombre de Macuspana.
Meterse todos los sublevados, cuyo número ascendía
a dos o tres centenares, en aquella embarcación dema
siado pequeña para tan gran número de pasajeros, sin
contar con el botín, fue obra de la mente obtusa de sus
cabecillas, ofuscada por los humos del alcohol y por el
afán de huir de la capital; osadía que pagaron bien
caro los amotinados, quienes en su premura de escapar
aproaron la embarcación a toda máquina río abajo, con
el propósito de remontar luego las aguas turbulentas
del caudaloso río de La Pigua para salir al río Gonzá
lez y quizás emprender luego la fuga hacia La Chon-
talpa o alguna otra región del interior del estado. Ex
cusado es el narrar los excesos de todo género, princi
palmente en el de Baco, que ya habían cometido y
siguieron cometiendo esos insensatos en su breve fuga
desde San Juan Bautista hasta La Pigua; yo me acuer
do haber oído referir de labios de quienes vieron pasar
la embarcación con su carga exagerada de soldadesca
ebria y enardecida, cómo se ladeaba el barquichuelo
ora a babor, ora a estribor, según que los que en ella
iban se apiñaran hacia un lado u otro.
Y sucedió lo inevitable: al tratar la embarcación,
con su carga desigual, movediza y desequilibrada, de
remontar las caudalosas aguas del río La Pigua, se
volcó en una de tantas cabriolas y fue a parar al fondo
del río con todo y su cargamento que a su vez iba bien
“ cargado” de aguardiente, armas, municiones y del bo
tín robado. Las escenas dantescas que entonces presen
ciaron las sombras de la madrugada serían dignas de
ser relatadas por un Rómulo Gallegos o un José Eus
tasio Rivera, pintores magistrales del trópico, sus be
llezas y sus horrores, y se me antojan algo así como un
símil de la noche del 30 de junio de 1520, la Noche
Triste del ejército conquistador, en que perecieron, se
gún relata la historia, varios millares de fugitivos, en
tre españoles e indígenas sus aliados, en horripilantes
escenas de espanto y de terror, ahogados en las aguas,
en el lodo y en la sangre, en su desordenada fuga de la
Gran Tenochtitlán.
Cuántos sublevados murieron en La Pigua. aquella
madrugada trágica, es cosa que ignoro, pero, según se
aseguró en aquel entonces, pasaron sobradamente de
doscientos, y lo cierto fue que con ello quedó liquidado
el motín de la Guardia Nacional; suceso horripilante
que llenó de espanto y al mismo tiempo de alegría a la
azorada San Juan Bautista. Pocos días después, cuando
se recibió en la capital del estado la prensa capitalina,
leimos los sanjuanenses con gran algazara, entre risas
y graciosos comentarios, el relato del motín que hacía
uno de los grandes diarios de la ciudad de Méjico, que
después de referir a su manera la sublevación y fuga
de los amotinados, terminaba diciendo que de San Juan
Bautista había salido el General Pigua al mando de
un nutrido destacamento de tropa en persecución de los
rebeldes, a los que logró dar alcance, derrotar, desban-
dar totalmente y hacerles muchos prisioneros.
P IL L O T E
A pillóte o de a pillóte. En abundancia, en montón, por mon
tones, o como dice el vulgo en el centro de Méjico, de
a bola, reharto.
PIN TÓ N
Entre pintón y maduro. Frase familiar que denota mediana
mente bien, así, así, o como dicen en Tabasco las gentes
del campo entrever adito, sobre todo cuando se responde
a la frase de cortesía: “ ¿cómo te va?” o “ ¿cómo te ha
ido?” , se dice: entre pintón y maduro. Pintón es cali
ficativo que se da a cualquier fruto cuando empieza
a tomar color poco antes de madurar. El Diccionario
dice que en España sólo se aplica “ al racimo de uvas
cuyos granos van tomando color.”
P IT A
La pita revienta siempre por lo más delgado. Ya los latinos
expresaron un concepto algo semejante en la frase locus
minoris resistentise, es decir, el sitio de menor resis
tencia, que es siempre el más vulnerable. Este dicho
tabasqueño, la pita revienta siempre por lo más delga
do da a entender que las dificultades, los asuntos gra
ves se resuelven o redundan en perjuicio del más débil,
del menos preparado, o del que tiene menos expedientes
o medios para luchar contra la adversidad. En otras
partes se conoce el adagio en la forma él hilo revienta
por lo más delgado. En Tabasco es común llamar pita
al hilo o cordel hecho con la fibra de ciertas plantas
de la fam ilia Amarilidáceas, a la que pertenecen el he
nequén, el maguey, etc., y por extensión a cualquier
hilo.
PITO
Andar con pitos y flautas. Andarse por las ramas o con ro
deos ; evadir el asunto de que se trata o se debe tratar;
dar pretextos vanos y que no vienen al caso, para no
entrar en materia y dilucidar un asunto.
Tener una persona voz de pito rajado. Tener voz chillante,
destemplada o desagradable. Se dice también:
Voz de pito coleto.
POBRE
Cuando al pobre le va mal, ni presa le halla al tamal. Pro
verbio parecido a citando está uno de malas hasta los
yerros lo . .. miran, sino que alude en particular a la
mala suerte del hombre pobre. Otro refrán alusivo es
en las manos del pobre la plata se vuelve cobre.
En el pobre es borrachera y en el rico es alegría. Dicho que
alude a la “ mala suerte” del pobre, que todo cuanto
hace o dice le parece al mundo ridículo, indigno o vi
tuperable y, en cambio, si lo hace o dice un rico hay
muchos que lo celebran como una gracia, una obra de
ingenio o, cuando mucho, como una extravagancia o un
capricho. Y a Cervantes lo dijo en su inmortal obra:
“ Las necedades del rico, pasan en el mundo por senten
cias.” Quij., II, X L III.
Ir una cosa como entierro de pobre. Ir muy a prisa, viento
en popa, a todo trapo. Alude, claro, a que los entierros
modestos, por los que se pagan cuotas módicas, las
agencias funerarias procuran despacharlos lo más
pronto posible, que puede necesitarse la carroza fúne
bre para otro m uertito; muy a diferencia de los entie
rros costosos que, aunque el cortejo y la ceremonia du
ren más que la esperanza del pobre, todo entra en el
tanto más cuanto de la paga.
POCHITOQUE
Pochitoque jahuactero, se dice de la persona cascarrabias,
enojadiza, atrabiliaria, refunfuñona, colérica, aludiendo
a la fiereza que se atribuye a esta especie de quelonio,
variedad mucho menor que la tortuga, que vive entre
los jahuactales o lugares donde abunda el jahuate, que
es una palma (Bactris hórrida y otras especies) de
grandes espinas durísimas y largas, cuyos tallos se pa
recen a la Caña, y crece en lugares húmedos y panta
nosos.
PO N C H E R A
Ponchera por palangana, aguamanil, jofaina, es uno
de los americanismos que se usan en Tabasco. Rivodó
(Voces nuevas, pág. 276) incluye la voz entre los vene-
zolanismos. Se dice también con igual sentido en Co
lombia, según Santamaría (DICC. GR AL. DE A M E
R IC A N IS M O S ), donde significa también bañera o tina
de baño. Sin duda se dijo así por la semejanza de la
palangana con el “ vaso, generalmente semiesférico, en
el cual se prepara el ponche” (DICC. de la Acad.).
Acaso nos haya venido de España. En la capital de
Méjico se comete otra incorrección al llamar bandeja a
la palangana.
POZOL
QUEM A
El día de la quema. Era bastante usual en el lenguaje fami
liar de Tabasco, cuando alguien alababa la bondad de
alguna persona que a uno le parecía no tener ninguna
cualidad que justificase la alabanza, añadir incrédula
mente el comentario para el día de la quema. Así, cuan
do alguien decía, por ejemplo, fulanita es muy buena,
decía irónicamente algún guasón que no creía en tal
bondad: ¡sí, pa’l dí’e la quema!
QUERER
Cuando yo quería tú no querías, ahora que tú quieres yo ya
no quiero, o cuando yo quise tú no quisiste, etc. Frase
en que se repite el verbo querer, que se explica por sí
sola, y que se decía mucho en mis tiempos, principal
mente entre muchachos.
QUIEN
Darse el ¡quién vive! Se dice así en sentido comparativo
de dos personas de iguales fuerzas físicas o valor per
sonal, o que tienen similares cualidades buenas o malas,
y de las que, al hacer una comparación, sería difícil
decir cuál saca la ventaja. Es dicho parecido al tabas-
queñísimo darse piedra con cocoyol.
R
RANA
Cuando la rana críe pelos. Expresión vulgar con que se ex
presa duda de que suceda o se cumpla alguna cosa:
“ fulano te va a pagar ese dinero cuando la rana críe
pelos” , que equivale a decir: no te pagará nunca, ya
puedes acostarte a esperar que te pague, te pagará el
30 de febrero, o el día de las calendas griegas.
REBOLLÓN
Meterse uno en el rebollón, salirse de él; haber un rebollón,
por meterse en el barullo o rebumbio, salirse de él, o ha
ber una pelotera, barahunda, un gran gentío o alboroto.
La palabra rebollón es (o era) común en Tabasco para
significar barullo, aglomeración desordenada de gente,
y así se dice: allá en la esquina hay un rebollón de
gente, o simplemente un rebollón; en un momento se
form ó él rebollón.
Es posible que la voz provenga de rebullir, vocablo
castizo con la acepción de empezar a moverse lo que
estaba quieto, y que en algunas partes de Méjico (no
en Tabasco) se emplea, por extensión, con el significado
de alborotar, agitar, inquietar. Santamaría dice que
rebullir es “ solecismo por menear, revolver, alborotar,
inquietar” (DICC. GRAL. DE AM E R IC A N IS M O S ). A
mi me parece una acepción muy legítima y ajustada 2
la-índole del castellano por las razones siguientes: re
bullir viene de bullir, hervir un líquido, menearse, agi
tarse una cosa con movimiento y ruido semejantes a
los del agua que hierve, y en sentido metafórico, agi
tarse, moverse una persona, o bien, como verbo tran
sitivo, menear, mover alguna cosa. Ahora bien, la
partícula inseparable o prefijo re tiene, entre otros
significados, los sentidos tanto iterativo o reiterativo
(v. gr. en recostarse, renuente, rehacer, reparar, resu
citar, representar), como intensivo, frecuentativo o
aumentativo, según se ve en reconocer, redundar, relu
cir, resplandecer, etc. Y si, por razón de la partícula
re se da a rebullir la acepción de empezar a moverse
lo que está quieto, que es un sentido aumentativo o
intensivo, no hay razón para negarle el sentido itera
tivo o reiterativo que tiene cuando se le emplea para
connotar revolver, mover con suma violencia, agitar,
alborotar, inquietar.
Mas, dejada aparte esta disquisición filológica, de
la voz rebullir bien pudo sacarse rebulla (como de bullir
salió btdla), cuyo aumentativo sería rebullón que. tro
cando la u en o, se volvería rebollón; o bien, es posible
que todas estas mutaciones las haya efectuado in mente
el hombre del pueblo y que de su turquesa imaginativa
haya nacido rebollón, como se dice en Tabasco. Ningu
na de estas voces (rebollón, rebullón) traen el DICCIO
N A R IO G E N E R A L DE AM E R IC A N IS M O S ni ningún
otro de los diccionarios ni vocabularios que he consul
tado.
Rómulo Gallegos pone en boca de Juan Prim ito la
palabra rebullón, pájaro fantástico ( “ Una especie de
materialización de los malos instintos de doña Bárba-
ra” ; “ Ya van alborotando otra vuelta los rebullones” .. .
“ ¡Y a están aquí los rebullones! ¡A v e María Purísima!
Aguaiten, muchachos, como viene esa bandada de bi
chos negros escureciendo el cielo!” , DOÑA B ÁRBARA,
segunda parte, cap. I I I ) . ¿Es el vocablo invención de
Juan Primito (esto es, de Rómulo Gallegos), o era ya
conocida la palabra en Venezuela, y con qué acepción?
R E B U ZN AR
No rebuznar por miedo a que le pongan el aparejo. (R efra
nero inédito de Santamaría.) Se dice de la persona
muy escasa de entendimiento, y es expresión semejante
a no es más bruto porque no es más grande, o sólo le
falta andar en cuatro patas o rebuznar.
R E C U L A T IV A
No ha lugar a la reculativa. Los vocablos, locuciones y mo
dismos más donairosos y expresivos, y a las veces más
bellos del idioma, suelen nacer del habla popular, del
sencillo y pintoresco lenguaje dé la gente común que
con su intuición, perspicacia y viveza de ingenio forja
voces, inventa dichos, agudos unos, oportunos otros,
que enriquecen el caudal lingüístico de las naciones.
Como ejemplo de la naturalidad y espontaneidad
con que nacen de la inventiva del pueblo las voces nue
vas, que el Diccionario haría muy bien en recoger,
quiero citar esta fra se : no ha lugar a la reculativa, de
corte curialesco y de intachable puntualidad, que allegó
un fino observador y consumado lexicógrafo, don Fran
cisco J. Santamaría, en un pueblo de Tabasco, y que
le oí expresar y comentar mucho antes que la incluyese
en su D IC C IO N AR IO G E N E R A L DE A M E R IC A N IS
MOS como curioso ejemplo del ingenio popular en asun
tos lingüísticos.
La frase fue escrita en documento oficial por un indí
gena leído y escrebido del pueblo de San Carlos, a la
sazón comisario de policía del lugar, con motivo de cier
ta pena cuya revocación se le pedía. Vistas y conside
radas las circunstancias del caso, y no hallando el
funcionario motivos bastantes para la casación o dero-.
gación del mandato, dictaminó en los términos antes
méncionados: no ha lugar a la reculativa, con que quiso
significar no se acepta la anulación de lo acordado,
no cabe el desdecirse o echarse atrás.
RES
Ser una persona una res peluda. Comunísimo es en Tabasco
llamar a una persona res peluda cuando se la quiere
apellidar gaznápiro, palurdo, zopenco, bestia. Es frase
despectiva semejante a ser una vaca echada, como se
dice en el centro de Méjico. Con esta frase comenzó
su famoso soneto el N egro melenudo, Salomé Taracena,
poeta populachero, agudo improvisador, más conocido
en Tabasco por sus versos picarescos, algunos de ellos
pornográficos, bohemio sin gran cultura literaria pero
de un sutil ingenio, que escribió cosas tan bellas como
esta:
“ Ojos negros que tenéis
corrientes de magnetismo,
ojos de color de abismo
¡por Dios, no me atormentéis!
Quiero que consuelo deis
a mi triste escepticismo,
y que sean mi bautismo,
mi fe y redención sagradas,
vuestras profundas miradas,
ojos de color de abismo
ROM PER
De rompe y raja. Esta es la forma tabasqueña del dicho
español de rompe y rasga, que denota, según la Aca
demia, “ de ánimo resuelto y gran desembarazo” , sino
que la frase tabasqueña tiene más lata connotación
pues que se usa en mala parte para significar de hábi
tos desordenados, de conducta reprobable y escandalosa,
de mala nota. En la capital de Méjico se usa la forma
que trae el Diccionario pero con significado igual que
se da en Tabasco al de rompe y raja.
SALUDES
Enviar saludes, mandar saludes una persona a otra. Así se
expresa en Tabasco muy castizamente lo que en la ca
pital y centro de Méjico se dice enviar o mandar salu
dos. Cuando una persona que está lejos de otra desea
enviar a ésta expresiones de cortesía, de respeto o
afecto le dice por escrito o por conducto de un tercero
que le manda o le envía saludes o muchas saludes.
Correctísima y casticísima es esta manera de ha
blar, según atestiguan el Diccionario de la Academia y
la lectura de los clásicos, en cuyos escritos se halla
esta locución que aun conserva el habla popular tabas-
queña en su prístina forma como, supongo, se conserva
en España pues el Diccionario la trae en el artículo
Saludar, allí donde dice “ enviar saludes” . Esto se lee
en el Diccionario académico desde la sexta edición (no
tengo a la vista la cuarta ni la quinta; no lo trajeron
las tres primeras ediciones) : “ SA LU D AR , DO. v. a.
Hablar a otro cortésmente deseándole la salud, o mos
trarle con algunas señales benevolencia o respeto...
— Enviar saludes. Salutem daré” La última edición
de dicho léxico académico dice: “ Saludar. (Del lat. sa-
lutare.) tr. Hablar a otro cortésmente deseándole salud,
0 mostrarle con algunas señales benevolencia o res
peto . . . | j 4. Enviar saludes. . . ”
En la carta que don Quijote escribió desde Sierra
Morena a Dulcinea dijo: “ El ferido de punta de ausen
cia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dul
cinea del Toboso, te envía la salud que él no tie n e .. . ” ,
C E R V A N T E S : Quijote, I, X X V. Y en el capítulo
X X V I de la propia primera parte del mencionado libro
se le e : “ Así es, dijo Sancho. Luego, si mal no me acuer
do : «el llego y falto de sueño, y el ferido besa a vuestra
merced las manos ingrata y muy desconocida hermosa»,
y no sé qué decía de salud y de enfermedad que le en
viaba”
M ir y Noguera, en su libro FRASES DE LOS A U
TORES CLÁSICOS ESPAÑOLES trae en el artículo
Saludar, entre otras, estas dos: “Le envía mil salu
des. . . ” , “ Usar de las saludes antiguas” , VEGA, Salmo
5, c. 7, disc. 3. En lo antiguo se dijo también beber
saludes, por brindar, como se ve en estas frases: QUE-
VE D O : “ Para beber saludes imperiales, Orlando,
cant. I ; E S T E B A N IL L O : “Bebiendo a santas saludes” ,
cap. 8.1
En efecto, saludes ha significado en castellano desde
muy antiguo “ actos y expresiones corteses” , según di
jo el Diccionario académico en su primera edición (ar
tículo “ SALU D . . . 5. p. Los actos y expresiones corte-
1 Estas formas de dicción nos vienen del latín, en que eran usua
les las frases salutem daré, salutem dicere (en la pluma de Cicerón,
según De Miguel y Morante: Dice. Latino-Español Etimológico), mi-
ttere salutem alicui (en la de Ovidio, según los mencionados latinis
tas), salutem bibere (en la de Ausonio), etc.
s e s ...” ), y según sigue diciendo en sus postreras
ediciones ( “ . . . || pl. Actos y expresiones corte
s e s ...” ) ; por manera que al decir que se envían salu
des se significa que se mandan las dichas expresiones
afables o de urbanidad con que se demuestra el respeto
o cariño que se tiene a una persona.
No sé si me equivoque pero me parece que la frase
mandar o enviar saludes fue la forma original castiza,
y que por corrupción se dijo en ía capital y centro de
Méjico, y acaso también en otras partes, mandar o en
viar saludos. Aun más, me tengo para mí que mandar
saludos no.es ni castizo ni correcto, antes neológico y
estragado. Saludo es la acción o el efecto de saludar,
el disparo de las armas para saludar, según los diccio
narios antiguo y moderno. Y mal se puede mandar o
enviar saludos (una acción o un efecto) sino, cuando
mucho, hacer saludo, además de que el Diccionario de
la Academia jamás ha concedido al singular ni al plu
ral saludos la acepción de “ los actos y expresiones cor
teses” como la tiene concedida a saludes desde la pri
mera hasta la última edición.
Vean, pues, los que critican la expresión tabasqueña
enviar saludes tachándola de incorrecta y extravagante
cuán lejos están de atinar. ¡Ojalá que mis paisanos
nunca se olviden de sus frases enviar saludes, mandar
muchas saludes, enviar m il saludes, tan graciosas, tan
españolas, tan castizas, ni las cambien por la otra en
viar saludos que nos quieren vender de barato los me
jicanos del centro de la república!
S A N T A T E C LA
¡Santa Tecla la cacarañada! Era en mi tiempo exclamación
festiva de asombro, sorpresa o gusto.
SANTO
Comer santo y cagar diablo. (Refranero inédito de Santa
maría.) Dicho vulgar que se aplica a las personas hi
pócritas que aparentan ser muy santurronas pero, en
realidad, son perversas y malévolas.
SAPO
Según es el sapo así es la pedrada. Con que se da a entender
que ciertas cosas están o deben estar de acuerdo y en
proporción con las circunstancias, o que los trabajos
suelen ser proporcionados a las fuerzas de quienes los
emprenden. Es equivalente al refrán español Dios da
el frío conforme a la ropa, que en Méjico tomó esta
otra forma, conforme a la cobija es el frío.
SA R AG U ATO
El sol del saraguato. Dice Santamaría en su DICC. GRAL.
DE AM ERIC AN ISM O S, art. SOL: “ Así se dice, en Ta-
basco, del moribundo sol ya próximo al ocaso. Y más o
menos lo mismo dicen en Venezuela los llaneros: «el sol
del araguato». (GALLEGOS, en Cantacla.ro, p. 222: « f i
jaron sus miradas en una polvareda distante que do
raban los rayos del SOL DE LOS A R A G U A T O S .»)”
El saraguato es un “ cuadrumano del orden de los pri
mates, abundante en la región sureste de Méjico y Cen
tro América; mayor que el mono común y que parece
una especie distinta del araguato.. Santamaría, obra
citada, art. SARAGUATO.
SERENO
Será sereno. Sonsonete o juego de palabras con que se de
nota oposición o contrariedad de sentido, opinión o
concepto, que se dice cuando, por ejemplo, una persona
trata de explicar a otra ciertas razones de por qué debe
mudar de parecer o resolverse a hacer lo que se le pide
que haga: exclama: “ pues será sereno, pero a mí no me
convences.” Se dice también será cereque (el cereque
es un animalito parecido al agutí o acutí, o variedad de
éste). Dícese asimismo en sentido similar: tú cantarás
muy bien yero a m í no me diviertes, y en el centro de
Méjico, en lenguaje popular: no le aunque. (Dice don
Rafael Domínguez que él nunca oyó tú cantarás muy
bien.. sino tú cantarás muy bonito... De ambos mo
dos acuérdome haber oído el dicho).
S IN
Chocolate sin dulce,
Pan sin sal,
Tamal sin presa. Estas tres frases, que tienen significados
similares, se aplican juntas o por separado a la persona
sosa, insulsa, sin gracia ni viveza. Y o las oí aplicadas
a una misma persona en el siguiente orden: es un pan-
sinsal, chocolatesindulce, tamalsimpresa.
S IN Z A P A T O S
Ser un sinzapatos, se dice alguna vez en Tabasco, o se decía
cuando yo era niño, por ser un peladito, un patarrajada,
como se dice en la capital, un descamisado. (Véase el
artículo P A L A B R A S COM PUESTAS USU ALES E N
TABASCO.)
so
En Tabasco, como en España, es muy usual en el
lenguaje familiar la voz so antepuesta a ciertos adjeti
vos, como aumentativo o despectivo, para encarecer la
mala calidad o el defecto que expresa el calificativo; por
ejemplo, so animal, so bruto, so babieca, so bribón, so
canalla, so bárbaro, so desvergonzado, so sinvergüenza,
so idiota, etc. Esta manera de dicción, que también se
usa en otras partes de América, creo no haberla oído
en otros lugares de Méjico, fuera de Tabasco, por lo
menos en el centro de la República.
Según Cuervo (A P U N T A C IO N E S CRÍTICAS, 6a.
edic. § 784 y 822), el so usado en tales casos, es una al
teración semántica o contracción de señor, señora, se
mejante a la que experimentaron vuestra señoría, vues
tra merced, que se convirtieron en usía, usted, al pasar
se rápidamente por la parte inacentuada y conservarse
las partes más perceptibles o sonoras de las palabras.
La alteración semántica es la siguiente: de señor, seor,
sor, so; de señora, sora, sor, sa. Dice don Rufino J.
Cuervo en la obra citada (§ 784): “M i so, m i sa eran
en los buenos tiernos de la lengua abreviaturas lacayu
nas o fregoniles, o por lo menos harto familiares, de
m i señor, m i señora; usábase también so sin el pose
sivo:
“ Mi sora Cristiana, demos...
— ¿ Qué hemos de dar, m i so Ocaña.
SOBAR, SOBÓN
Sobar a una persona, o ser un sobón. En Tabasco dícese
sobar a alguien, en sentido metafórico, por adularlo,
“ barbearlo” o “ hacerle la barba” ; esforzarse de mil mo
dos y maneras por agradar a la persona de quien se
puede o se desea sacar provecho o beneficio. Equivale
al muy expresivo también lambisconear del centro de
Méjico (voz que sin duda es la corrupción de lamiscar,
de donde el pueblo sacó lambiscar, y luego el aumenta
tivo lambiscón, y de éste lambisconear) .
A l adulador se le llama sobón, y a fe que es harto
expresivo el término, extensión del sentido metafórico
que se da en castellano a estas dos voces, ya que en sen
tido figurado sobar es palpar o manosear con demasia
da familiaridad o frecuencia a una persona, y se dice
sobón del que por su excesiva familiaridad, caricias y
halagos se vuelve fastidioso y contentible. En efecto,
nada hay más enfadoso, además de ruin, bajo y des
preciable, que la persona que se deshace en mil genu
flexiones y dorsiflexiones, lisonjas, cortesías, halagos
y carantoñas (sobonerías, dice el tabasqueño; lambis-
conerías, dice el mejicano de la capital), para compla
cer al poderoso, para agradar al mandón, para captarse
la benevolencia del cacique, del político encumbrado (mi
nistro, gobernador, etc.) y conseguir de él algún “ hue
so” , alguna gracia, un favor, un mendrugo.
SOL
N i el sol lo calienta ni el agua lo enfría. (Refranero inédito
de Santamaría.) Dícese de la persona que es indife
rente a todo, que nunca manifiesta sus emociones, que
es un sangre de atole.
SO M B R ILLA
SUELDO
Rebájame el sueldo. Frase irónica con que se replica a la
persona que le habla a uno en tono descompuesto, co
mo si lo estuviera reprendiendo o reconviniendo, y con
la cual se da a entender al regañón que aunque fuera
uno su sirviente, preferiría que le pagase menos dinero
por sus malos servicios y no que lo regañara.
SUPE
Estar supe una cosa (de comer), es estar sosa, pasada, agria,
descompuesta, y también estar zocata una fruta, esto
es, como acorchada, amarillenta y de mal sabor o insí
pida. En algunas partes de Sudamérica se dice estar
suche.
SÚPITO
Quedarse uno súpito. En Tabasco, generalmente entre el vul
go iletrado, quedarse atónito, estupefacto, pasmado, ale
lado, como si de improviso o de súbito lo sobrecogiese el
espanto o el temor. Súpito se dijo en lo antiguo por sú
bito, repentino, improviso, según la primera edición del
Diccionario (1728), y en su forma antigua se quedó en
América, pero mudada su significación. Se usa también
en Colombia con idéntico significado que en Tabasco.
Dice don Rufino José Cuervo en sus A PU N TA C IO N E S
C RÍTIC AS SOBRE E L LE N G U AJE BOGOTANO, 6a.
ed., §599: “ Súpito significó antiguamente súbito...;
nosotros lo tomamos por lelo, turulato, como la persona
a quien sobreviene algo súbitamente: «me quedé súpi
to.»” Es posible que el súpito por atónito haya sido
traído a América por los españoles, pues no de otra
manera se explica el que sea usado en lugares tan dis
tantes como Colombia (y quizás algunos otros países
sudamericanos) y Tabasco.
SAN M A R T ÍN
T
TAGUA
Ser de tagua una cosa (dícese también de las personas). Ser
una cosa de mala calidad, o ser una persona de poca o
ninguna importancia. Esta expresión era muy usual en
Tabasco, cuando el tabasqueño tenía su propio y pinto
resco lenguaje vernáculo, antes que el radio y las co
municaciones aéreas le vinieran a quitar, en parte, su
sello peculiar y personalísimo y lo contaminara con
el del resto de la República.
Acuérdome muy bien que en el entonces San Juan
Bautista (hoy Villahermosa), de Tabasco, había dos
empresas de tranvías de muías (o si gustas, culto lec
tor, “ de tracción animal” ; yo prefiero decir como decía
el pueblo, “ de muías” o aun mejor, “ de mulitas” ), que
nacían el servicio de pasaje y carga (los tranvías, no
las empresas) entre la capital, San Juan Bautista, y
At&sta, Tamulté, Tierra Colorada, etc., además de tener
ambas sus respectivos circuitos en la ciudad. Las em
presas eran la de Maldonado, de tranvías de vía ancha,
y la de Nieto, de vía angosta. A los tranvías de la se
gunda, que eran bastante más pequeños que los de la
primera, el pueblo dio en llamar los tagüitas (diminu
tivo de taguas).
i Ah, y qué tiempos aquellos, señor don Simón! Como
si los estuviera viendo. Los tagüitas pasaban por frente
a mi casa, en la calle de Zaragoza, y no se me olvidan los
gritos ni el sonido labial del cochero que, con acompaña
miento de palabrotas soeces, mas para él muy naturales
y hasta necesarias para hacer entender a las muías que
debían echar los bofes, sonaba más aparatosa y ruidosa
que cruelmente su látigo (su cwarta) en los lomos de
las tres pobres acémilas rocinantescas, que en los días
de lluvias, de aquellos nortes tabasqueños que duraban
hasta una semana en que llovía incesante y furiosa
mente, hacían esfuerzos indecibles por subir la loma de
Los Pérez tirando de su tranvía, que hoy movería a risa
por lo pequeño y extravagante, cargado de chocos y ta-
multecos y de uno que otro catrín. N i tampoco podré
olvidar las jardineras, tranvías abiertos que hacían la
delicia de las tardes de Tabasco, cálidas como el propio
trópico pero incomparablemente bellas y transparentes,
recorriendo su aristocrático circuito que abarcaba desde
La Punta hasta la Quinta de los Chinos, cerca de La
Ceiba, pasando por la Plaza de Armas, y por la Avenida
del Grijaiva y por la calle de Juárez y la de Aldama y de
Zaragoza y de La Libertad; en que por solos cinco cen
tavos, que entonces valían más que uno de los pesos des
valorados de hoy, podía uno gozar por media hora y
acaso algo más del “ caluroso fresco” tropical.
N i cómo olvidar las jardineras de Maldonado, que
“ corrían” con vertiginosa velocidad de tortuga por el
Playón, a orillas del Gr ijal va, hasta La Islita y el Ase
rradero, en la caída de la tarde, al arrullo del estridente
chillido de los grillos y el monótono croar de las ranas.
¡ Ah, tiempos aquellos, felices como la propia adolescen
cia, tan libres de las inquietudes y de las preocupacio
nes del hoy y del mañana como despejado de nubes era
ese cielo azul añil del trópico!
Mas, volviendo a lo que te truje Petra, es curioso el
uso que en Tabasco se dio al vocablo tagua (según unos
del quichua tahua, y según otros del araucano). El Dic
cionario académico, que por una de esas casualidades in
explicables recogió el vocablo, le da dos acepciones: la
de cierta ave y de semilla de una palma de la cual se ex
trae el marfil vegetal. Santamaría en su D IC C IO N A
RIO G E N E R A L DE AM ERIC AN ISM O S, trae con este
nombre dos variedades distintas de plantas: la Phyte-
lephas macrocarpa, arbusto ciclantáceo parecido a una
palmera, propia de Sudamérica, desde Venezuela hasta
Perú, que da el fruto “ llamado también, como la planta
misma, marfil vegetal” , y el Psittocanthus arboreus o
Loranthus arboreus Mutis, de la familia de las Loran-
táceas. Cómo llegó a Tabasco desde Sudamérica la voz
tagua, al igual que han llegado otros vocablos, sería
cosa interesante aunque difícil de averiguar. Y aun más
difícil sería investigar la razón de por qué el tabas-
queño aplicó la voz no a planta ni ave alguna, sino a
cosas y también a personas en el sentido despectivo
que arriba se dijo. Acaso haya tenido parte en ello la
noción de “ marfil vegetar’, esto es, marfil espurio,
bastardo, falso, sin el valor ni el aprecio que se da al
marfil genuino, como falta de valor y estima es la per
sona o cosa de quien se dice que es de tagua.
TALLA
No dar una persona o cosa la talla. No servir para la ocu
pación, empleo o servicio a que se destina. Se dice tam
bién no dar la medida.
TENATE
El que carga su tenate sabe lo que lleva dentro. Con que se
da a entender que nadie mejor que uno mismo sabe las
causas que lo mueven a hacer determinada cosa a ejecu
tar ciertos actos. Se le puede dar también el sentido de
que cada quien sabe lo que le conviene hacer, y en este
caso equivale al viejo dicho español saber uno dónde le
aprieta el zapato. El tenate (del mejicano tenatl) es en
Tabasco lo mismo que tompiate (o tompeate) en el cen
tro de Méjico, esto es, cesta honda y cilindrica de palma
tejida. En otras partes se dice: el que carga su morral
sabe lo que lleva dentro. Es algo parecido a estotro:
nadie sabe más de la olla que el cucharón que la menea.
TENÉM EACÁ, T E N M E A C Á
Véase ESTÁTEQUIETO.
T ÍA
No todos los días a casa de tu tía. Dicho común, principal
mente entre la gente menuda, con que se niega alguna
cosa que otro desea o pide con demasiada frecuencia, y
para expresarle que no siempre se le han de cumplir sus
deseos. Se dice también: “ no todos los días en ca tu
tía” . (Véase el artículo Ca.)
T IE R R A
Echarle a uno tierra. Denunciarlo, comprometerlo alguna
persona con sus declaraciones, hacerle cargos.
TIG RE
Hijo de tigre sale pinto, o algunas manchitas tiene. (R e
franero inédito de Santamaría.) Refrán popular seme
jante a hijo de gato caza ratón, o a de tal 'palo tal astilla,
o bien a no lo htirta sino lo hereda.
TINGO, TANGO
Andar (o estar) del tingo al tango. Ir de una parto a otra,
de aquí para allá y de allá para acá, de la Ceca a la Me
ca, de Heredes a Pilatos, de zocos en colodros. Es
curioso que en Venezuela, cuyo lenguaje popular tiene
muchas voces muy parecidas o idénticas a las que se
usan en Tabasco y que no son usuales en otras partes
de Méjico, se diga del timbo al tambo (RIVODÓ: Vo
ces Nuevas, p. 282). Y ya que mencioné esta coinci
dencia de “ venezolanismos” y “ tabasqueñismos” , quiero
citar algunas voces regionales que son usuales tanto en
Tabasco como en Venezuela (según Rivodó, obra cita
da), y que no se conocen en otras partes de Méjico:
Ancheta
Butaque
Cogotazo (como se dice en Venezuela, muy parecido
a nuestro cocotazo, golpé dado en la cabeza o
coco, no con la mano abierta sino con el puño)
Cuchara (paleta de albañil)
Chorote
Dar lo vuelto (en Venezuela; en Tabasco igualmen
te o dar el vuelto)
Despernancarse (esparrancarse, abrirse de pier
nas)
Dos en dos (en Venezuela, paso de caballo; en Ta
basco, dos y dos)
Español, etc., de agua dulce.
Facistor (presumido; también fachoso, en Tabas
co)
Fondeado (rico, plateado, con dinero)
Fustán (falda, enagua, sino que en Tabasco el fus
tán es falda interior o refajo, y en Venezuela
falda exterior)
Jipato (macilento, pálido).
Papagayo (papalote, cometa de papel que encum
bran los muchachos)
Papujo (pálido)
Pelizcar (por pellizcar)
Planazo (golpe dado de plano con el machete o la
espada)
Ponchera (por palangana)
Tataratear (por tartalear, moverse sin orden o con
movimientos trémulos, trastabillar. Se dice en
Tabasco, por ejemplo, que un trompo tataratea
o está tataratoso, cuando está bronco, que salta
mucho; lo contrario de estar hecho una seda o
sedita. También se emplea el adjetivo tatara
toso por tartajoso, tartamudo).
TOCAR
A mí no me toquen dianas, porque soy tambor mayor. (Re
franero inédito de Santamaría.) Frase semejante en
su significado a no me vengas con pitos ni flautas, esto
es, no me andes con rodeos, o con aspavientos, o con di
simulos, que ya conozco tus intenciones.
De toque Ud. maestro. Dicho que se suele acompañar con el
ademán como si con la izquierda se sujetase el violín
y con la derecha se moviese el arco. De violín, de oquis,
de balde, de coca, de golilla, de guagua, gratis, sin costo
alguno.
Hasta tocárselo con el dedo. Con que se expresa el haber co
mido demasiado, engullido con exceso.
TO R EAR
Que lo toree Juan Diego. Frase que oí en Tabasco y que
nunca pude entender pues, que yo sepa, el indio Juan
Diego nunca fue torero ni tuvo la menor noticia del
arte de Cuchares y Pepe Hillo; con ella se expresaba
(con la frase, no con el arte de Cúchares) que no esta
ba uno dispuesto a tolerar las majaderías o inconse
cuencias de una persona, la cual se podía ir con la mú
sica a otra parte.
Si lo torean embiste. Con que se da a entender que una per
sona está tan furiosa como un toro de lidia, o que es
muy cascarrabias o malgeniosa.
TR Á M IT E
Sin más trámites. No es precisamente una locución usual del
lenguaje popular tabasqueño esta frase curialesca tan
llevada y traída en Méjico por los picapleitos, los jue
ces de alta y baja alcurnia y los secretarios y escribien
tes de juzgados. Aquí en la capital de la República yo
be sido instrumento para que se conozca y divulgue un
tanto el dicho entre mis amigos tabasqueños y capita
linos a quienes he hecho el relato del incidente desgra
ciado que motivó un curioso informe del agente muni
cipal de cierta ranchería o poblado tabasqueño, y que
le oí relatar en mi último viaje a Villahermosa al enton
ces Jefe o Inspector de la Policía. Tiene tanta gracia el
relato, en que se mezclan lo chusco y lo trágico, que
no puedo menos que pasarlo al costo a mis pacientes
lectores, ya que es de esta manera como nacen los dichos
y refranes que luego corren de boca en boca y pasan a
la posteridad.
Decía el antedicho funcionario que pocos días antes se
había recibido en la Jefatura de Policía un informe del
agente municipal de la ranchería X, redactado (supon
go que con no muy buena ortografía ni sintaxis) poco
más o menos en los siguientes términos: “ Tengo el ho
nor de informar a Ud. que en la madrugada de hoy el
ciudadano Crisóstomo García salió de este lugar en un
cayuco, acompañado de su mujer y sus tres hijos, con
rumbo a esa capital, pero estando el río crecido, en el
primer tomo chocaron con un gran tronco que arras
traba la corriente, y al volcarse el cayuco se fueron to
dos al agua y sin más trámites se ahogaron.”
Y , como el cuento no necesita comentario, sin más
trámites lo doy por terminado.
TUERTO
¿Con qué ojos, divino tuerto? Dícese así para significar que
está uno sin dinero; por ejemplo, si se le pregunta a al-
guien por qué no hace alguna cosa cuya ejecución ha
menester el gastar algún dinero que no tiene, responde:
¿con qué ojos, divino tuerto?
Estar tuerto el gallo. Estar en la prángana, en la chilla, a la
cuarta pregunta, sin blanca, estar bruja, en las cuatro
esquinas.
TORNO
Un torno y otro torno, y ahí está tu casa. En el lenguaje fa
miliar se emplea algunas veces la anterior expresión to
mada del vocabulario rústico del boga o remero tabas-
queño, para significar que el sitio a que se encamina
uno queda a corta distancia, o que ya falta poco para
llegar a él; pero también se dice en sentido irónico
cuando la distancia que se ha de recorrer es bien larga,
o aun faltan muchas horas de camino.
Proviene el sentido irónico de que el campesino de
Tabasco, como en general el de cualquiera parte, por lo
común no tiene noción cabal de las distancias, y para
él cualquier lugar queda ahí no más, tras lomita, aun
que para llegar a él sea menester caminar muchas ho
ras. Así, cuando se le pregunta a un boga o a cualquier
indígena que en ligero cayuco gobernado por sus des
trísimas manos y fuertes brazos, navega intrépida
mente en los caudalosos ríos tabasqueños, a qué distan
cia queda su rancho, casi invariablemente da la cortés
y tradicional respuesta: “ allá nomasito, un torno y
otro torno y ahi está tu casa” , aunque cada torno se ha
lle con muchas leguas de intervalo y haya que viajar de
sol a sol para alcanzarlos.
TO R TE A R
¡Adentro, que están torteando! Este dicho popular creo ha
berlo oído por primera vez en Tabasco, allá en mis años
mozos, y acaso lo he oído también en otras partes de la
República. Es frase con que se estimula a alguien para
que acometa alguna empresa^ sobre todo cuando se pre
senta buena oportunidad de llevarla a feliz término.
Equivale a ¡adentro los de Colima! o ¡adent?'o los do
rados! o ¡a darle que es mole de olla!, que dicen en otras
partes de Méjico.
Para mí es frase, aunque vulgar, muy expresiva que
denota algo así como “ ¡ entren muchachos, que ya están
torteando, es decir, haciendo las tortillas y, por consi
guiente, ya debe estar próxima la hora del yantar y te
nemos buena ocasión para sacar el vientre de mal año!”
Es algo parecida a la expresión familiar española ¡a
ello o sobre ello, morena!
TO RTU G A
Tener todavía sangre la tortuga. Locución sentenciosa con
que se significa que, aunque una persona parezca estar
derrotada, aun tiene ánimo para seguir luchando, o
que aunque parezca que las cosas le son adversas, aun
puede contrarrestarlas y salir avante. En otras partes
de Méjico se dice todavía pica m i gallo.
TR U E NO
Con esos truenos ¿quién duerme? Expresión con que se ex
plica el temor que ocasiona alguna cosa espantable, la
amenaza de un gran peligro, que hace perder el sosiego
y la ecuanimidad e introduce en los ánimos el terror y la
zozobra. Así, por ejemplo, del sujeto que anda tamañito
temblando como un azogado, que está metido en un za
pato, poseído de gran pavor, sin gota de sangre en el
cuerpo, que si le aprietan la nariz se muere, hecho un
archigallina, más muerto que vivo de miedo por la ame
naza que le hizo algún perdonavidas de matarlo donde
lo encontrara, para justificar irónicamente sus recelos
se dice: “ pero también ¿con esos truenos quién duerme?
I Para cuándo son los truenos si no para cuando llueve! (Re
franero inédito de Santamaría.) Locución con que se
expresa que se ha de esperar que las cosas sucedan a su
debido tiempo o en su propio lugar.
y
VALER
Vale más arrear el macho que llevar la carga, o es mejor
arrear el macho que llevar la carga a cuestas. Dicho
con que se expresa la conformidad que se debe tener
con el trabajo que uno desempeñe, o con las penas que
uno tenga, pues hay otros que trabajan más o pasan
más penalidades.
Vale más caer en gracia que ser gracioso. Frase con que se
advierte al que pretende ser agudo diciendo chistes de
mal gusto, que para ser gracioso no basta decir grace
jos sino que es preciso tener el don natural que hace
agradable a la persona que lo posee.
Vale más llegar a tiempo que ser convidado. Locución festi
va que dice la persona que, sin estar advertida e impen
sadamente se presenta en una casa a la hora del yantar
o en el memento en que se celebra alguna fiesta o ter
tulia de la que es invitado a participar.
Vale más paso que dure y no trote que canse (o que ma
dure). Con que se da a entender que por lo común es
preferible hacer despacio las cosas pero bien hechas,
para no correr el riesgo de cansarse y quedarse a medio
camino, o de tener que regresarse a enmendar lo que se
dejó mal hecho. Los italianos dicen chi va piano va lon-
tano (quien camina despacio llega le jo s ).
V A L IE N T E
VE ND E R SE
VERDAD
La verdad no ofende pero incomoda. Refrán con que se sig
nifica el disgusto que causa a una persona que le digan
ciertas verdades o le saquen sus trapitos al sol, aunque
con ello no se le haga ofensa alguna. En otras partes
tiene la form a: el que dice la verdad no peca pero in
comoda.
V E R D O LAG A
Extenderse como la verdolaga en sembrado de indio. Yo oí
esta expresión, si mal no me acuerdo, aplicada a lo que
se propaga con presteza, como incendio en cañaveral,
que cunde rápidamente, como un chisme “sensacional”
acerca de algún personaje importante, un “ secreto a
voces” , una noticia inquietante, etc. Lo oí también apli
cado a alguna señorona muy empingorotada y pagada
de sí misma, de las que, como dice el refrán, “nunca han
tenido y llegan a tener, y locas se quieren volver” , que
llega a un lugar (salón, teatro, etc.) tan inflada que el
local es poco para ella y no hay sitio bastante capaz pa
ra darle cabida. Se dice entonces que la señorona está
más extendida que la verdolaga o que la verdolaga en
sembrado de indio.
VE R
Ser un sin v e r .. . las cosas. Eufemismo por ser un sinver
güenza.
V ID A
Por vida suyita. Frase de encarecimiento. Es el dicho cas
tizo por vida suya en diminutivo. C E R V A N T E S : “ Por
vida vuestra, hijo, que volváis pronto de Tembleque.”
Quij., II, X X X I.
VISIÓN
El que no quiera ver visiones que no salga de noche. Senten
cia con que se previene a las personas que no gustan de
presenciar cosas desagradables, ni de experimentar mo
lestias, dificultades o contratiempos, o bien que son ti
moratas y no se atreven a arrostrar los peligros, que
deben quedarse en casita y evitar los lugares o las oca
siones en que pueden presentarse las unas o los otros.
VUELTA
Darse una persona tres (o las tres) vueltas con alguien. No
poder con éste, ser inferior a él en fuerzas, arbitrios,
sabiduría, astucia o “ influencias” . Equivale a darse
piedra con cocoyol o encontrarse la horma de su zapato.
Así, cuando quiere uno alardear de que no le teme a
fulano porque tiene la certeza de que éste se ha de es
trellar contra sus expedientes, su maña o sus puños,
dice: fulano conmigo se da las tres vueltas. La metá
fora, supongo yo, es que al ser vapuleado quedará tan
zurumbático que en su aturdimiento dará tres vueltas
sobre sí mismo, como pollo tonto, antes de caer o darse
por vencido.
X
X IX (se pronuncia schisch o shish)
Hasta el xix. Expresión vulgar que significa hasta las heces
(como en la frase apurar una cosa hasta las heces); así
se dice beberse el chocolate, el pozol o chorote hasta el
xix, comerse una cosa hasta el xix, esto es, sin dejar
nada.
X ix ó shish es un mayismo muy usual en Tabasco,
como en Yucatán y Campeche, que denota asiento, bo
rra, sedimento, heces que dejan algunos líquidos. Por
extensión sobras de comida y otras cosas sólidas, miga
jas, cómo del pan (boronas), desperdicios, etc.
En sentido figurado se dice hasta el xix para signi
ficar todo, íntegramente, sin que nada quede, con todo
empeño, con todo el esfuerzo y vigor posibles. Es frase
parecida a hasta verte, Cristo mío, hasta la última gota,
hasta más no poder, a todo poder. Es también usual en
Tabasco la expresión hasta donde costó el dinero, y has
ta el ju jo.
Y
YA
¡Y a la refruenefrún revuelto con sase sase! Frase que le oí
a algunos viejos tabasqueños, allá en mi niñez, que nun
ca he podido descifrar, con que expresaban en sentido
festivo asombro o contrariedad, como si dijeran: ¡ya la
amolamos! o ¡ya la fregamos! u otra cosa más dura.
z
ZAC A TE
Cuando el zacate se críe ya el caballo se murió. (Refranero
inédito de Santamaría). Locución festiva que censura
a las personas que titubean y tardan mucho en tomar
determinaciones sobre cosas urgentes; o bien a las cosas
inoportunas, los auxilios que tardan tanto en llegar que
cuando llegan ya no se necesitan; las disposiciones que
se dictan a destiempo, después de mucho vacilar, y
cuando ya no remedian el mal porque el mal ya está he
cho, como el que tapa el pozo después que se ahoga el
niño.
¿Quién te echó zacate? Frase que se dice a la persona en
tremetida para indicarle que no se ande metiendo en ca
misas de once varas, donde no le va ni le viene, adonde
nadie lo llama.
ZAPO TE
Caérsele el zapote al mico. Frase que se aplica a la persona
a quien le quitan el empleo jugoso que tenía (en este
sentido es similar a guindarle a uno la galleta, o a que
darse como el que chifló en la loma), o no se realiza lo
que ya tenía la seguridad de lograr (y entonces equivale
al refrán castellano quedarse con él pie o con un pie
en el estribo).
Este libro se terminó de imprimir el mes de enero de 1981, en los talle
res de E dimex, S. A., Calle 3, N° 9, Naucalpan de Juárez, Estado de Mé
xico. Consta de 264 páginas en papel Cultural de 60 kilogramos y forros
en cartulina Couché Cubiertas de 123 kilogramos. Se imprimieron 2,000
ejemplares encuadernados a la rústica.
RED ESTATAL DE BIBLIOTECAS
PUBLICAS DE TABASCO
FECHA DE DEVOLUCION
RED NACIONAL DE BIBLIOTECAS
PÚBLICAS >//£ ¿
0425c
F T / 4 6 7 .9 7 2 6 3 / C 3 7
CARRERA, OSCAR G
ASI H A B L A N E N MI T I E R R A
Fecha de
Nombre del lector
devolución
Después de cada pieza kilométrica viene un descanso de diez o
quince minutos, al cabo de los cuales vuelven-a^sonar los acordes de
"El torito" o del "Lumijá" o de la "Caña brava", y vuelven los bailado
res a colocarse en cuatro filas, los hombres en las de dentro, las
mujeres en las de fuera, cada una frente a su respectiva pareja. Y hay
que verlos, con la impasibilidad y el tesón con que zapatean. Son
incansables: ni uno solo se sienta mientras dura la música. Los más
bailan en silencio; la mujer sin mirar al hombre, como si éste no fuera,
o mirándolo de reojo. Algunas bailadoras permanecen impertérritas,
en la misma posición, interrumpida sólo por los constantes movi
mientos trepidatorios del zapateo. Los hombres son los que más en
serio toman el baile, y los que más "trabajan". Algunos hacen con
torsiones, y dan saltos y hacen cabriolas que son verdaderos prodi
gios de agilidad. Sus rostros se llenan de sudor, y sus camisetas de
manta o sus costosas camisas de seda se adhieren a la piel. Pero ellos
son incansables y continúan saltando hasta que 196 pobres músicos
lanzan con sus instrumentos un sonido destemplado para indicar
que la pieza va a concluir... Siguen luego los diez o quince minutos
de descanso, para repetirse a continuación/él mismo trepidar de
cuerpos con diferente sonsonete, hasta lastres o cuatro de la ma
drugada ...
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