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PARA UN APRENDIZAJE
SIGNIFICATIVO
Una interpretación constructi vista
ESTRATEGIAS DOCENTES
PARA UN APRENDIZAJE
SIGNIFICATIVO
Una interpretación constructivista
Segunda edición
McGRAW·HILL
MÉXICO • BUENOS AIRES • CARACAS • GUATEMALA • LISBOA • MADRID
NUEVA YORK • SAN JUAN· SANTAFÉ DE BOGOTÁ. SANTIAGO. SAO PAULO
AUCKLAND • LONDRES • MILÁN • MONTREAL • NUEVA DELHI
SAN FRANCISCO • SINGAPUR • SToLOUIS • SIDNEY • TORONTO
Gerente de producto: Alejandra Martínez Avila
Supervisor de edición: Felipe Hernández Carrasco
Supervisor de producción: Zeferino García García
Supervisor de diseño: Ma. Luisa Velázquez Suárez
Fotografías de interiores: Guisela Murad González
Fotografía 4.3: Jesús Zurita, Comisión Nacional del Deporte
Caricaturas: © Randy Glasbergen, reproducidas con permiso
_ McGraw-Hill .
n Interamericana
DERECHOS RESERVADOS © 2002, respecto a la segunda euición por
McGRAW-HILLIINTERAMERICANAEDITORES, S. A. de C. V.
A subsidiary ofThe McGraw-Hill Companies, Ine.
Cedro Núm. 512, Col. Atlampa
Delegación Cuauhtémoc
06450 México, D. F.
Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. Núm. 7.36
ISBN 970-10-3526-7
(ISBN 970-10-1898-2 primera edición)
Agradecemos al CECYT Wilfrido Massieu, del Instituto Politécnico Nacional, las facilidades brindadas
para tomar diversas fotografías de este libro.
789012345 09876532104
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Contenido
GLOSARIO 427
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS............................................... 439
carácter normativo. Esta obra ofrecealgunas bases teóricas y principios de aplicación sustentados en
la investigación reciente en el campo de la psicología del aprendizaje y la instrucción, con la idea de
que permitan inducir en el lector una reflexión sobre su forma de pensar el acto educativo, así como
en relación con su propia práctica docente. Talesprocesos de reflexión conforman un primer paso en
elcamino hacia lainnovación de la enseñanza, que seráfructífera sólo enlamedida que permita generar
un conocimiento didáctico integrador, acompañado de propuestas viables para la acción. Estamos
convencidos de que esta obra aportará elementos valiosos para él lector en la medida en que lo invite
amatizar, diseccionary reconstruir los conocimientos que aquí sele presentan, en función del contexto
y las situaciones particulares que enfrenta en su actividad como profesional de la educación.
Puesto que pensamos que un texto como éste queda sujeto a una reconstrucción de parte de los
lectores en vinculación con lo que ocurre en sus aulas o ámbitos profesionales, en la segunda edición
reforzamos los componentes que permiten una reflexión sobre la práctica educativa o que inducen
a generar propuestas para la acción.Así, aparte de incrementar el número y tipo de apoyos didácticos
a la lectura (esquemas, mapas conceptuales e ilustraciones, entre otros) incluimos algunas actividades
e instrumentos de reflexión, segmentos de entrevistas u opiniones de profesores, estudiantes o
especialistas, casos ilustrativos y ejemplos reales tomados de escuelas y universidades a las que
hemos tenido acceso, con el propósito de acercar los contenidos del libro a la práctica e intereses de
los lectores. De esta manera, también tratamos de promover un aprendizaje más significativo en
nuestros propios lectores.
Finalmente,. deseamos agradecer a todos aquellos quienes contribuyeron a la elaboración y
enriquecimiento de esta obra, en particular a nuestros colegas del área de Psicología Educativa de la
Facultad de Psicología de la UNAM, a los innumerables profesores mexicanos y de otros países
latinoamericanos que nos han brindado sus aportaciones y comentarios críticos al texto, al doctor
[oseph Novack, por su ayuda para conseguir la foto de David Ausubel, a César Coll y Ángel Díaz
Barriga por su apoyo en nuestra formación como profesionales de la psicología y la educación, y de
manera muy especial a la licenciada Alejandra Martínez Á vila y el equipo que coordina en McGraw-
Hill de México.
Aunque es innegable el carácter individual y endógeno del aprendizaje escolar, éste no sólo se
compone de representaciones personales, sino que se sitúa asimismo en el plano de la actividad
social y la experiencia compartida. Es evidente que el estudiante no construye el conocimiento en
solitario, sino gracias a la mediación de los otros y en un momento y contexto cultural particular. En
el ámbito de la institución educativa, esos "otros" son, de manera sobresaliente, el docente y los
compañeros de aula.
El profesor es mediador entre el alumno y la cultura a través de su propio nivel cultural, por la
significación que asigna al currículum en general y al conocimiento que transmite en particular, y por
las actitudes que tiene hacia el conocimientoo haciauna parcelaespecializada del mismo. La tamización
del currículum por los profesores no es un mero problema de interpretaciones pedagógicas diversas,
sino también de sesgos en esos significados que, desde un punto de vista social, no son equivalentes
nineutros. Entender cómo los profesores median en el conocimiento que los alumnos aprenden en las
instituciones escolares es un factor necesario para que se comprenda mejor por qué los estudiantes
difieren en lo que aprenden, las actitudes hacia lo aprendido y hasta la misma distribución social de
lo que se aprende.
Enconsecuencia, podemos afirmar que tanto los significados adquiridos explícitamente duran-
te su formación profesional, como los usos prácticos que resultan de experiencias continuas en el
aula (sobre rasgos de los estudiantes, orientaciones metodológicas, pautas de evaluación, etcétera),
configurarán los ejes de la práctica pedagógica del profesor. y dicha práctica docente se encontrará
fuertemente influida por la trayectoria de vida del profesor, el contexto socio educativo donde se
desenvuelva, el proyecto curricular en el que se ubique, las opciones pedagógicas que conozca o se
le exijan, así como las condiciones bajo las que se encuentre en la institución escolar.
Es difícil llegar a. un consenso acerca de cuáles son los conocimientos y habilidades que un
"buen profesor" debe poseer, pues ello depende de la opción teórica y pedagógica que se tome, de
la visión filosófica y de los valores y fines de la educación con los que se asuma un compromiso.
Desde la perspectiva en que ubicamos este texto, coincidimos con Cooper (1999) en que pueden
identificarse algunas áreas generales de competencia docente, congruentes con la idea de que el
profesor apoya al alumno a construir el conocimiento, a crecer como persona y a ubicarse como
actor crítico de su entorno. Dichas áreas de competencia sonlas siguientes:
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Una meta central del docente (S promover la autonomia moral e intelectual entre sus alumnos.
2. Despliegue de valores y actitudes que fomenten el aprendizaje y las relaciones humanas genui-
nas.
3. Dominio de los contenidos o materias que enseña.
4. Control de estrategias de enseñanza que faciliten el aprendizaje del alumno y lo hagan motivan te.
Estrategias
docentes
paraunaprendizaje
Significativo 4
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3. Adquirir conocimientos sobre el aprendizaje de las ciencias.
7. Saber evaluar.
Por lo anterior, es evidente que, tal como opina Maruny (1989), enseñar no es sólo proporcionar
información, sino ayudar a aprender, y para ello el docente debe tener un buen conocimiento de sus
alumnos: cuáles son sus ideas previas, qué son capaces de aprender en un momento determinado,
su estilo de aprendizaje, los motivos intrínsecos y extrínsecos que los animan o desalientan, sus
hábitos de trabajo, las actitudes y valores que manifiestan frente al estudio concreto de cada tema,
.etcétera. La clase no puede ser ya una situación unidireccional, sino interactiva, donde el manejo de
la relación con el alumno y de los alumnos entre sí forme parte de la calidad de la docencia misma
(Barrios, 1992).
La metáfora del andamiaje (scaffolding) propuesta por Bruner en los setenta nos permite expli-
car la función tutorial que debe cubrir el profesor. El andamiaje supone que las intervenciones tutoriales
del enseñante deben mantener una relación inversa con el nivel de competencia en la tarea de apren-
dizaje manifestado por el aprendiz, de manera tal que cuanto más dificultades tenga el aprendiz en
lograr el objetivo educativo planteado, más directivas deberán ser las intervenciones del enseñante,
y viceversa. Pero la administración y ajuste de la ayuda pedagógica de parte del docente no es sencilla,
no es sólo un cambio en la cantidad de ayuda, sino en su cualificación. En ocasiones podrá apoyar
los procesos de atención o de memoria del alumno, en otras intervendrá en la esfera motivacional y
afectiva, o incluso inducirá en el alumno estrategias o procedimientos para un manejo eficiente de
la información.
Para que dicho ajuste de la ayuda pedagógica sea eficaz, es necesario que se cubran dos carac-
terísticas (Onrubia, 1993): a) que el profesor tome en cuenta el conocimiento de partida del alumno,
y b) que provoque desafíos y retos abordables que cuestionen y modifiquen dicho conocimiento.
Finalmente, una meta central de la actividad docente es incrementar la competencia, la compren-
sión y la actuación autónoma de los alumnos.
Cabe señalar que no se puede proporcionar el mismo tipo de ayuda ni intervenir de manera
homogénea e idéntica con todos los alumnos, puesto que una misma intervención del profesor
puede servir de ayuda ajustada en unos casos yen otros no. Es por ello que Onrubia (ob. cit.)
propone como eje central de la tarea docente una actuación diversificada y plástica, que se acompa-
ñe de una reflexión constante de y sobre lo que ocurre en el aula, y que a la vez se apoye en una
planificación cuidadosa de la enseñanza .
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Aunque es innegable que el propósito central de la intervención educativa es que los alumnos
se conviertan en aprendices exitosos, así como en pensadores críticos y planificadores activos de su
propio aprendizaje, la realidad es que esto sólo será posible si lo permite el tipo de experiencia
De acuerdo con Rogoff y Gardner (1984) el mecanismo mediante el cual dichas estrategias pa-
san del control del docente al alumno es complejo, y está determinado por las influencias sociales, el
periodo de desarrollo en que se encuentra el alumno yel dominio del conocimiento involucrado. Desde esta
óptica, el mecanismo central por medio del cual el docente propicia el aprendizaje en los alumnos
es lo que se llama la transferencia de responsabilidad, que se refiere al nivel de responsabilidad para
lograr una meta o propósito, el cual en un inicio se deposita casi totalmente en el docente, quien de
manera gradual va cediendo o traspasando dicha responsabilidad al alumno, hasta que éste logra
un dominio pleno e independiente .
De acuerdo con Coll (1990,p. 450), "el profesor gradúa la dificultad de las tareas y proporciona
al alumno los apoyos necesarios para afrontarlas; pero esto sólo es posible porque el alumno, con
sus reacciones, indica constantemente al profesor sus necesidades y su comprensión de la situa-
ción". Esto significa que en la interacción educativa no hay sólo una asistencia del profesor al alum-
no, sino ambos gestionan de manera conjunta la enseñanza y el aprendizaje en un proceso de parti-
cipación guiada.
Siguiendo a Rogoff (1984),existen cinco principios generales que caracterizan las situaciones de
enseñanza-aprendizaje, donde ocurre un proceso de participación guiada con la intervención del pro-
fesor:
Estrategias
docentes
para unaprendizaje
slgmficativo 7
10. Se proporciona al alumno un puente entre la información de que dispone (sus conocimientos
previos) y el nuevo conocimiento.
20. Se ofrece una estructura de conjunto para el desarrollo de la actividad o la realización de la tarea.
30. Se traspasa de forma progresiva el control y la responsabilidad del profesor hacia el alumno.
40. Se manifiesta una intervención activa de parte del docente y del alumno.
50. Aparecen de manera explícita e implícita las formas de interacción habituales entre docentes/
adultos y alumnos/menores, las cuales no son simétricas, dado el papel que desempeña el
profesor como tutor del proceso.
Creemos que por lo expuesto en este apartado, se justifica la importancia de ofrecer al docente
una formación que incluya fundamentos conceptuales, pero que no se restrinja a éstos, sino que
incluya una reflexión sobre su propia práctica docente y la posibilidad de generar alternativas de
trabajo efectivas. Los tres ejes alrededor de los cuales se conformaría un programa de formación
docente que asegure la pertinencia, la aplicabilidad y la permanencia de lo aprendido son los si-
guientes:
En esta obra nos hemos propuesto ofrecer al docente una serie de conceptos y principios deri-
vados de la psicología cognitiva y del enfoque constructivista, susceptibles de ser aplicados en su
clase. No obstante, dichos elementos deben ser objeto de un análisis crítico de parte del profesor (o
mejor: del. claustro de profesores) y adecuarse convenientemente a las situaciones de enseñanza
particulares que enfrenta.
Hasta aquí hemos revisado algunas concepciones que definen la tarea docente desde el punto
de vista constructivista. Una síntesis de las mismas se encuentra en el cuadro 1.1. Cabe aclarar que
algunos de estos conceptos se retomarán y ampliarán posteriormente.
No quisiéramos cerrar esta breve revisión del importante papel del profesor en el proceso de
construcción del conocimiento escolar sin hacer referencia al plano de las relaciones interpersonales
y las actitudes del propio enseñante. De manera general, creemos que es muy importante que el
profesor manifieste ante el grupo actitudes y habilidades como las siguientes:
• Establecer una buena relación interpersonal con los alumnos, basada en los valores que intenta
enseñar: el respeto, la tolerancia, la empatía, la convivencia solidaria,_etcétera.
• Ser capaz de motivar a los alumnos y plantear los temas como asuntos ímportantes y de interés
para ellos.
• Plántear desafíos o retos abordables a los alumnos, que cuestionen y modifiquen sus conoci-
mientos, creencias, actitudes y comportamientos.
Esrrateglas
docentes
paraunaprendIzaje
sigmflcativo 9
REPRESENTACiÓN Y PENSAMIENTO DIDÁCTICO DEL PROFESOR:
SU INFLUENCIA EN EL APRENDIZAJE
Yase mencionó la importancia que tiene el conocimiento del pensamiento espontáneo o representa-
ción que se forma el docente del proceso educativo, como punto de partida de un cambio real en su
práctica como enseñante. En el presente apartado nuestra intención es destacar la repercusión que
tienen en el desarrollo de todo acto educativo las representaciones mutuas y los procesos de pensa-
miento de docentes y alumnos. En opinión de Coil y Miras (1990,p. 297):
Si queremos comprender por qué el profesor y los alumnos interactúan de una manera determinada
y se comportan como lo hacen en sus intercambios comunicativos, hemos de atender no sólo a sus
comportamientos manifiestos y observables, sino también a las cogniciones asociadas a los mismos.
Sepuede afirmar que un principio que preside las relaciones interpersonales es que la represen-
tación que uno se forma del otro es, por un lado, un filtro que conduce a interpretar y valorar 10 que
se hace; pero también puede modificar el comportamiento en la dirección de las expectativas aso-
ciadas con dicha representación; la cual no se reduce a una selección y categorización de los rasgos
sobresalientes del otro, sino que en ella participan los conocimientos culturales y las experiencias
sociales de los protagonistas.
Algunas de las preguntas cruciales en este sentido son: ¿Cómo concibe el docente el conoci-
miento que enseña? ¿Qué papel se concede a sí mismo en relación con la experiencia del que apren-
de? ¿Cómo se representa al alumno, qué recursos le concede y qué limitaciones ha identificado en
él? ¿Cómo organiza y transmite el conocimiento propio de un campo disciplinario específico?¿Hace
ajustes a la ayuda pedagógica que presta a los alumnos en función de sus necesidades y del contex-
to? ¿Asume siempre el-,control de los aprendizajes o 10 deposita gradualmente en los estudiantes?
¿Cómo cuantifica y cualifica la posesión y significatividad del conocimiento en sus alumnos?
En la literatura reportada, las representaciones o concepciones del profesor, que se han aglutina-
do en el término genérico de "pensamiento del profesor" (Clark y Peterson, 1990),en realidad reco-
gen conceptos y metodologías diversas empleadas en el estudio del conocimiento profesional del
profesorado. ASÍ,a los procesos implicados se les ha denominado creencias", conocimiento prác-
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EstrategIas
docentes
paraunaprendIzaje
sigmficatlVo 10
Ahora bien, en este trabajo sostenemos que el conocimiento del pensamiento didáctico del pro-
fesor es un elemento insoslayable cuando se aborda un proceso de formación docente. Es más,
algunos autores (Gil, Carrascosa, Furió y Martinez-Torregrosa, 1991)lo articulan dentro de las que
consideran tesis centrales de un programa de formación de profesores, puesto que:
1. Los profesores tienen ideas, comportamientos y actitudes sobre los que hay que conectar cual-
quier actividad de formación.
3. Dicha problemática sólo es superable, como sostendremos más adelante, si se realiza un trabajo
docente colectivo, reflexivo e innovador.
• Los docentes tienen una visión simplista de lo que es la ciencia y el trabajo científico.
• Consideran que es algo "natural" el fracaso de los estudiantes en las materias científicas, por
una visión fija o prejuicio de las capacidades intelectuales, el sexo de los alumnos o su extrac-
ción social.
• Suelen atribuir las actitudes negativas de los estudiantes hacia el conocimiento científico a cau-
sas externas, ignorando su propio papel. .
Las ideas que acompañan dicha" docencia del sentido común" no son privativas de los profeso- .
res de ciencias, pues creemos que implican representaciones compartidas por profesores de las de-
más áreas curriculares. Por ejemplo, en nuestro medio existen estudios que han documentado el
pensamiento didáctico de los profesores de historia del nivel bachillerato en relación con su queha-
cer docente y sus alumnos (Díaz Barriga, 1998;Momoy, 1998).Algunas de las ideas expresadas por
los docentes se encuentran en el cuadro 1.2.
EstrategIas
docentes
paraunaprendIzaje
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Estrategias docentes para un aprendiza¡e sIgnificatIVo !2
Aunque tal efecto no es lineal, e intervienen mecanismos complejos y múltiples variables me-
diadoras, cuanto más motivados, inteligentes, atentos, autónomos, etcétera, perciben los profesores
a los alumnos, más esperan de su rendimiento, y en consecuencia, su actuación corno docentes se
orientará a conseguir resultados académicos más positivos. La situación inversa también es factible:
cuanto menos capaces, poco inteligentes, culturalmente desfavorecidos o físicamente limitados per-
ciban los docentes a sus estudiantes, esperarán menos de su rendimiento, y esto influirá en la mane-
ra en que conduzcan su labor docente. En estos trabajos se puso en claro que entran en juego per-
cepciones de extracción social, inteligencia, aparienciafísica y género en la representación que se forma
el docente, y en estrecha relación con ésta, las expectativas de logro académico depositadas en el
estudiante. Comentarios corno "Eres el más listo de este grupo, ojalá los otros fueran como tú", "De
plano, no entiendes", "Con alumnos de un medio tan pobre se puede hacer tan poco", "Si en su casa
no los motivan a estudiar, aquí es imposible hacerlo", A las mujeres les cuesta mucho más enten-
11
der Matemáticas", "Están perdidos, no saben estudiar, seguramente van a reprobar", etcétera, po-
nen de manifiesto las verdaderas creencias de los profesores respecto a sus alumnos y a sus posibi-
lidades de aprendizaje. Tal como veremos cuando se aborde el tema de la motivación escolar, este
tipo de mensajes del profesor no sólo no ayudan al alumno a superar sus deficiencias, sino que
entrañan una descalificación personal que afecta la autoestirna del individuo y propician que se
sienta incompetente e indefenso ante las situaciones escolares.
El gran reto actual es cómo inducir al profesor a tomar conciencia de dichos aspectos, para que
pueda cuestionarlos, manejarlos propositivamente y generar alternativas a su práctica profesional.
Esto nos introduce al problema de la formación del docente, sobre el cual haremos comentarios en
la' siguiente sección.
Desde una perspectiva histórica, resalta que la mayor parte de la investigación, y los intentos por
dar formación docente en el ámbito de la relación educativa, se centran en una concepción limitada
de lo que es la enseñanza eficaz o eficacia docente. Asimismo se observa que se han abordado
principalmente dos cuestiones: las características personales de los profesores que los hacen efica-
ces y la delimitación de los métodos de enseñanza eficaces.
Esrrateglasdocentespara unaprenc/Jza¡e
significatiVo 13
Los principales problemas, tanto teóricos como metodológicos que ha enfrentado son: presupo-
ner una estabilidad de rasgos de personalidad con independencia del contexto en que se manifies-
tan; la multidimensionalidad de los métodos de enseñanza y las dificultades en su operacionalización:
la falta de control de variables en el escenario natural; la imposibilidad de conformar grupos de
experimentación equivalentes, entre otras (CoIl y Solé, 1990).
En este sentido, resulta prácticamente imposible consensuar, con base en la investigación edu-
cativa, una definición ampliamente aceptada de lo que caracteriza a un buen profesor, si es que dicha
definición se quiere plantear a partir de un listado de conductas, rasgos o habilidades inconexas.
No obstante, rescataríamos las ideas de Stenhouse (1975, en Sancho, 1990), quien afirma que un
buen profesor es un profesional independiente; Schón (1992), que lo concibe como un profesional
reflexivo, y la reivindicación que hace A. Díaz Barriga (1993) de su labor como intelectual capaz de
construir sus propias opciones y visiones hacia su quehacer educativo.
Los argumentos anteriores han conducido a una revaloración de lo que ocurre efectivamente en
el salón de clases -"la vida en las aulas" - como objeto de investigación en el campo de la interac-
.ción educativa, de forina que constituya el punto de partida de todo intento por aportar al profeso-
rado más elementos para realizar su tarea docente.
Por lo mismo, cuando se entiende la tarea de formar al docente como una cuestión de dotarlo
de teorías psicológicas o pedagógicas, también se incurre en una visión reduccionista. De hecho, si
en algo ha cambiado el campo de la formación de profesores en las últimas décadas, es en haber
logrado comprender que para que los docentes puedan internalizar las teorías pedagógicas, éstas
deben ser aprendidas en el contexto donde se espera que puedan aplicarlas, es decir, en el contexto
de su clase y en relación con sus principales tareas como docente. Sin embargo, en muchas expe-
riencias de formación docente todavía se espera que el profesor traslade las teorías educativas a su
aula y resuelva problemas casi sin ayuda. No obstante, se ha demostrado que los enfoques de for-
mación docente que focalizan un análisis crítico o reflexión sobre la propia práctica docente y que plan-
tean situaciones de solución de problemas situados en el aula son mucho más productivos en cuanto a
lograr que los docentes cambien sus cogniciones, actitudes y estrategias de trabajo habituales (Díaz
Barriga, 1998).
Al llegar a este punto resalta la importancia de una formación docente eminentemente reflexi-
va. Ante el clima de descontento alrededor de la formación que se ofrece en los centros de forma-
ción de profesores y de profesionales universitarios y técnicos, Donald Schón (1992) se ha pronun-
ciado en contra de la racionalidad técnica y propugna por una formación que denomina el" práctico
reflexivo" (practicum reflexivo). En un esquema de racionalidad técnica se separa el pensar de la
puesta en práctica, y el maestro se convierte en un técnico (en el sentido peyorativo o limitante del
término). De acuerdo conA. Díaz Barriga (1993, p. 69) el profesor "deja de serna sólo el centro <Lela
actividad educativa, sino fundamentalmente el intelectual responsable de la misma, para visualizarlo
como un operario en la línea de producción escolar".
Estrategias
docentes
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significativo 14
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que aplica sin más los planes, programas o metodologías pensadas por otros, sino que se convierte
en un profesional reflexivo que rescata su autonomía intelectual.
Desde esta perspectiva, las soluciones que el docente puede dar a la problemática que enfrenta
eh la institución escolar yen su·aula dependerán de la propia construcción que haga de situaciones,
donde suelen imperar la incertidumbre, la singularidad y el conflicto de valores (las denominadas
"zonas indeterminadas de la práctica profesional"). A 10 largo de las dos últimas décadas se ha
comenzado a entender que dichas zonas indeterminadas son centrales en la práctica profesional, y
por ello "los profesionales críticos coinciden en alertar sobre una queja común: que las áreas más
importantes de la práctica profesional se encuentran hoy más allá de los límites convencionales de
la competencia profesional" (Schon,1992,p. 21).
Las ideas anteriores nos introducen a un cambio en la visión que tenemos de las profesiones,
incluida la profesión de la docencia. Desde una visión sociocultural, una profesión no se define úni-
camente por las disciplinas académicas en que se apoya, y el ejerciciode la misma -en este caso de
la profesión docente- no se restringe a una aplicación rutinizada de teorías científicaso de técnicas
específicas. Por el contrario, una profesión constituye una cultura o comunidad de practicantes o
profesionales de un ámbito particular, quienes comparten no sólo un conocimiento de índole cien-
tífico, metodológico o técnico, sino creencias, lenguajes, actitudes, valores, formas prácticas o
artesanales de hacer las cosas y, por supuesto, intereses gremiales determinados. Trasladando lo
anterior al campo de la profesión de la docencia, podemos decir que un docente experto no es sólo
quien sabe mucho de su disciplina o ha estudiado las teorías educativas o instruccionales en boga,
o se ha entrenado en tecnología educativa. Los saberes anteriores tienen que desplegarse estratégi-
camente, es decir, tienen que manifestarse de manera pertinente y exitosa en contextos
socioeducativos específicos, que demandan determinadas prácticas especializadas focalizadas en
la solución de problemas situacionales. ASÍ, el docente experto no sólo es el que sabe más, sino
quien organiza y maneja cualitativamente mejor dicho conocimiento.En la figura 1.2se esquematizan
las características que posee el conocimiento profesional de un docente experto.
En este punto puede surgir el dilema de si la tarea docente es una labor científica o más bien es
un arte. En alguna medida, ambos aspectos están implicados, tanto en la profundidad y vigencia de
los saberes disciplinares que se posean como en la maestría, y el "ojo clínico" o "virtuosismo" que
se logran con la experiencia. Estas ideas, llevadas al terreno de la formación de los profesores o de
los profesionales en general, nos hablan de la importancia de integrar los saberes teóricos con la
experiencia práctica, de conducir programas mucho más orientados al campo de aplicación profe-
sional en cuestión, y de conducir procesos formativos donde la reflexión y la tutoría sean piezas
clave.
Por ello Donald Schon plantea como alternativa enla fOrIlJaciónde los profesionales de la docen-
cia o de otros campos "la experiencia de aprender haciendo y el arte de una buena acción tutoríal",
puesto que los estudiantes aprenden las formas de arte profesional mediante la práctica de hacer o
ejecutar reflexivamente aquello en lo que buscan convertirse en expertos, y se les ayuda ahacerlo así
gracias a la mediación que ejercen sobre ellos otros "prácticos reflexivos" más experimentados, que
usualmente son los profesores; pero pueden serlo también los compañeros de clase más avanzados.
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Existen cuatro constantes en la práctica reflexiva propuesta por Schón que hay que tomar en
cuenta al examinar la acción de los profesionales (en este caso de los docentes):
• Los medios, lenguajes y repertorios que emplean los docentes para describir la realidad y reali-
zar determinadas acciones.
• Los sistemas de apreciación que emplean para centrar los problemas, para la evaluación y para
la conversación reflexiva.
• Los roles en los que sitúan sus tareas y a través de los cuales delimitan su medio institucional.
Puede observarse que dichas constantes son congruentes con la necesidad de conocer el pensa-
miento del profesor y de conducir un análisis de la práctica real del docente en el aula, así como de
sus producciones y recursos didácticos (es decir, sus programas, apuntes de clase, guías de estudio,
pruebas de aprovechamiento, ayudas didácticas, etcétera). Otro aspecto crucial es el de la compren-
sión de la interacción educativa que ocurre en su espacio de aula, así como del clima" motivacional 11
Complementando lo anterior y de acuerdo con Gimeno (1995, pp. 19-20)/105 ámbitos prácticos.
fundamentales para el ejercicio de la reflexión sobre la docencia son:
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.t',...,.,--; ... ,~·,,·.)o...,..I':·.' _. __ . ' .• , . . ~ • . _ .• , _ ,_, . _" - .. - .. ~ I .. ', !...._,.. :.J"l; 'tt.:. ~ sa
La formación de losprofesores no sólo consta de sus conocimientos de la disciplina o de haba estudiado teorias educativas,
a) El ámbito práctico-metodológico
En opinión de Gil y cols. (ob. cit.) sólo de esta manera pueden superarse las limitaciones de la
enseñanza de "sentido común" y del pensamiento docente espontáneo, potenciando una reflexión
colectiva y un trabajo colaborativo.
EstrategIas
docentes
paraunaprendizaje
sIgnificatIVo' 17
Schón (1992) resalta la "enseñanza a través de la reflexión en la acción", y manifiesta que el
diálogo entre el docente y el alumno es condición básica para un aprendizaje práctico reflexivo;
además, que el maestro transmite mensajes a sus aprendices tanto en forma verbal como en la
forma de ejecutar.
De este modo, la calidad del aprendizaje depende en gran medida de la habilidad del docente
para adaptar su demostración y su descripción a las necesidades cambiantes del alumno. Par~ 10-
.•...
:-_~:~.,.~.
':i~" .'
De acuerdo con el modelo de formación del práctico reflexivo, si los educadores se lo proponen
pueden llegar a sistematizar el conocimiento en la acción, y a desarrollar nuevas formas de com-
prensión cuando ellos mismos contribuyen a formular sus propias interrogantes sobre la práctica, y
recogen sus propios datos para darles respuesta. Sin embargo, el enfoque de la práctica reflexiva
corre el riesgo de limitarse a una apropiación pragmática y simplista de parte de los educadores. En
opinión de Osorio (1995, p. 3), para que no se incurra en una visión reduccionista, "la práctica
reflexiva debe llevamos a formar educadores capaces y competentes para articular la racionalidad
técnica propia de nuestro campo con una ética transformadora, que promueva más autonomía y
libertades creadoras en los mismos educadores".
De esta manera, el proceso formativo de los profesionales de la docencia "tendrá que apoyarse
en la·necesaria interacción entre los significados del contenido de la formación con los significados
de los propios profesores como forma de implantar en ellos nuevos elementos de racionalización"
(Gimeno, 1995, p. 17), por lo que puede concebirse a la formación como un proceso de desarrollo
personal-profesional.
Los autores de esta obra creemos que es importante matizar el racionalismo excesivamente
técnico que usualmente orienta la formación y la conceptualización misma de la tarea del docente;
en esta dirección se requiere buscar una nueva articulación entre la formación en el conocimiento
científico y la investigación de la enseñanza, con la reflexión acerca de los significados subjetivos y
la práctica de la docencia; la cual es la concepción de la labor y desarrollo del docente que subyace
a esta obra.
A manera de síntesis de este apartado, se ofrece el cuadro 1.3, donde se hace una integración de
los principios revisados en torno a la formación de los docentes, acentuando su filiación
constructivista.
un cÓjno(~lj..eJlt9,~d~cti<:Qip.t~gt,a:d9r·Y.1.J!lápiopuesta'para la .acción.
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En este capítulo se discutió el papel del docente en la promoción del aprendizaje significativo de los
alumnos. Se argumentó que no es suficiente que actúe como trasmisor de conocimientos o facilita-
dor del aprendizaje, sino que tiene que mediar el encuentro de sus alumnos con el conocimiento, en
el sentido de orientar y guiar la actividad constructiva de sus alumnos, proporcionándoles una
ayuda ajustada y pertinente a su nivel de competencia.
En consecuencia, se propuso que los procesos de formación docente deben abarcar los planos
conceptual, reflexivo y práctico, orientándose a la generación de un conocimiento didáctico integrador
y a la elaboración de propuestas para la acción viable y situacional.
Como corolario de esta actividad, se pueden contrastar las ideas del lector con las de los
profesores reportados en el cuadro 1.2 "La voz de los profesores". Otra opción es que esta
actividad y las siguientes sean introductorias para explorar las ideas previas de los profeso-
res antes de leer el capítulo.
El propósito de esta actividad es promover una reflexión personal y colectiva sobre los
logros e insuficiencias mostrados por los alumnos en relación con la enseñanza que imparte
el profesor. La idea es que el docente redacte un ensayo libre, de tres a cinco cuartillas,
donde describa lo que considera los principales logros e insuficiencias de sus alumnos
y mencione a qué factores adjudica tales resultados. Lo central es que en la reflexión
que acompaña a dicho escrito, analice en qué medida se percibe a sí mismo como media-
dor del aprendizaje de sus estudiantes. De ser posible, que ejemplifique situaciones concre-
tas donde se aclare cómo y cuándo proporciona a los alumnos una ayuda pedagógica ajus-
tada o ejerza una acción tutorial: además, es importante que revise los efectos de dichas
acciones.
2. MI FORMACIÓN DOCENTE. Esta actividad tiene como finalidad que se analice de manera
crítica las experiencias de formación docente en las que el lector ha participado, en términos de
10 que éstas han aportado a su práctica docente. Asimismo, se busca que el participante identi-
fique los abordajes o enfoques que subyacen a dichas experiencias (teórico,tecnológico, reflexi-
vo o de solución de problemas). En concreto, la idea es que describa' las tres experiencias de
formación docente en que haya participado que le parezcan las más importantes, las más pro-
longadas o bien que hayan sido obligatorias para acceder a la docencia. En seguida revise
críticamente los contenidos, forma de trabajo, nivel de aprendizaje logrado, posibilidad de apli-
cación de lo aprendido, cambios que introdujo en su docencia como resultado de las mismas¡
etcétera. Concluya con una discusión acerca de los factores que permiten que una experiencia
de formación promueva cambios relevantes y favorables.
2.
3.
LA APROXIMACiÓN CONSTRUCTIVISTA .
DEL APRENDIZAJE y LA ENSEÑANZA
Hoy en día no basta con hablar del "constructivismo" en singular, es necesario decir a qué
constructivismo nos estamos refiriendo. Es decir,hace falta aclarar el contexto de origen, teorización
y aplicación del mismo. En realidad, nos enfrentamos a una diversidad de posturas que pueden
caracterizarse genéricamente como constructivistas, desde las cuales se indaga e interviene no sólo
en el ámbito educativo, sino también en la epistemología, la psicología del desarrollo y la clínica,
o en diversas disciplinas sociales.
En sus orígenes, el constructivismo surge como una corriente epistemológica, preocupada por
discernir los problemas de la formación del conocimiento en el ser humano. Según Delval (1997),se
encuentran algunos elementos del constructivismo en el pensamiento de autores como Vico,Kant,
Marx o Darwin. En estos autores, así como en los actuales exponentes del constructivismo en sus
múltiples variantes, existe la convicción de que los seres humanos son producto de su capacidad
para adquirir conocimientos y para reflexionar sobre sí mismos, lo que les ha permitido anticipar,
explicar y controlar propositivamente la naturaleza, y construir la cultura. Destaca la convicción de
que el conocimiento se construye activamente por 'sujetos cognoscentes, no se recibe pasivamente
del ambiente.
trucción del conocimiento es enteramente subjetiva, por lo que no es posible formar representacio-
nes objetivas ni verdaderas de la realidad, sólo existen formas viables o efectivas de actuar sobre la
misma. Entre estas diversas corrientes ubicamos algunos de los debates actuales del constructivismo:
¿La mente está en la cabeza o en la sociedad?, ¿el desarrollo es un proceso de autoorganización
cognitiva o más bien de aprendizaje cultural dentro de una comunidad de práctica?, ¿qué papel
juega la interacción mediada por el lenguaje O interacción comunicativa en comparación con la
actividad autoestructurante del individuo? I etcétera.
En este apartado nos centraremos en el terreno de los enfoques psicológicos y en sus derivacio-
nes al campo de la educación, pero sobre todo en sus posibilidades de encontrar explicaciones e
intervenir al respecto. Véase el cuadro 2.1.,donde un especialista del tema define el constructivismo
en educación.
• El replanteamiento de los contenidos curriculares, orientados a que los sujetos aprendan sobre
contenidos significativos.
Estrategiasdocentespara un aprendizajesiqniticetivo 26
Lev Vigotsky (1896-1934)
Nació en Orsba, Bielorrusia. Desde ni adolescencia estuvo profimdammte
interesado en la literatura y las humanidades, donde adquirió una formación
sólida. Euudi6 derecho en la Universidad de Moscú. En el campo de la
psicologi», donde trabajó cerca de quince años, desarrollá una propuesta
teórica en la que se integran los aspectospsicológicos y sacioculturales desde
una óptica marxista. Su obra ha generado un profundo impacto ro el campo
de Inpsic%gia y la educación, en especial luego de ni descubrimiento en
occidente a partir de los anos sesenta.
• La importancia de promover la interacción entre el docente y sus alumnos, así como entre los
. alumnos mismos, con el manejo del grupo mediante el empleo de estrategias de aprendizaje
cooperativo.
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Pero ¿quiénes son autores constructivistas? Delval (1997) dice que "hoy todos son construc-
tivistas", tal vez en un intento de estar con la corriente educativa en boga. En realidad, no todos los
sí
expertos coinciden a la hora de decidir quiénes y quiénes no son constructivistas (véase Castorina
et al., 1996; Hemández, 1998; Rodrigo y Amay, 1997).
En esta obra coincidimos con la opinión de César Coil (1990; 1996), quien afirma que la postura
constructivista en la educación se alimenta de las aportaciones de diversas corrientes psicológicas:
el enfoque psicogenético piagetiano, la teoría de los esquemas cognitivos; la teoría ausubeliana de
la asimilación y el aprendizaje significativo, la psicología sociocultural vigotskiana, así como algu-
nas teorías instruccionales, entre otras. A pesar de que los autores de éstas se sitúan en encuadres
teóricos distintos, comparten el principio de la importancia de la actividad constructiva del alunmo
en la realización de los aprendizajes escolares, lo cual representa el punto de partida de este trabajo
(véase figura 2.1).
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Una explicación profunda de las diversas corrientes psicológicas que convergen en la postura
constructivista (de sus coincidencias y contrapuntos, de los riesgos epistemológicos y educativos
de su integración) escapa a las intenciones de esta obra, pero el lector interesado puede realizarla
por medio de la bibliografía que se le ofrece al final. En especial, recomendamos la lectura de Aguilar
(1982), Castorina (1993-1994; 1994), Coil (1990; 1996), Hemández (1991; 1998) YRiviére (1987). Ade-
más, recientemente han aparecido una serie de compilaciones con textos de los autores de habla
hispana más reconocidos en este campo, donde se retoman los debates teóricos, epistemológicos y
educativos relativos a la construcción del conocimiento en situaciones escolares (véase Baquero et
al., 1998; Castorina et al., 1996; Coll et al., 1998; Rodrigo y Amay, 1997).
Aunque aquí estamos tratando de ofrecer una visión más o menos unificada del constructivismo
siguiendo la integración que hace César CoIl, es importante puntualizar que entre los principales
enfoques constructivistas, como antes lo dijimos, también existen divergencias.
Sin embargo, algunos autores han criticado al enfoque piagetiano por su aparente desinterés en
el papel de la cultura y de los mecanismos de influencia social en el aprendizaje y el desarrollo
humano. De ahí que haya cobrado tanto interés el resurgimiento de la psicología sociocultural.
Según Wertsch (1991,p. 141), el objetivo de un enfoque sociocultural derivado de las ideas de Vigotsky
"es explicar cómo se ubica la acción humana en ámbitos culturales, históricos e institucionales". La
unidad de análisis de esta teoría es la acción humana mediada por herramientas como el lenguaje,
de ahí la importancia que otorga al análisis del discurso. Desde esta postura, son las tradiciones
culturales y las prácticas sociales las que regulan, transforman y dan expresión al psíquísmo huma-
no, que se caracteriza más por la divergencia étnica o cultural, que por la unicidad de lo psicológico.
En el terreno educativo, esto se traducirá en el énfasis de la función mediadora del profesor, el
trabajo cooperativo y la enseñanza recíproca entre pares.
A pesar de que los diversos autores de tales enfoques se sitúan en encuadres teóricos distintos,
como vimos, comparten el principio de la importancia de la actividad mental constructiva del alumno en la
realización de los aprendizajes escolares. Dicho principio explicativo básico es 10 que CoIl denomina "la
idea-fuerza más potente y también la más ampliamente compartida"¡ entre las aproximaciones
constructivistas, que si bien pueden diferir en otros aspectos importantes, tienen su punto de en-
cuentro y complementariedad en dicha idea-fuerza constructivista. Trasladada al campo de la edu-
cación, una idea-fuerza "conduce a poner el acento en la aportación constructiva que realiza el
alumno al propio proceso de aprendizaje¡ es decir, conduce a concebir el aprendizaje escolar como
un proceso de construcción del conocimiento a partir de los conocimientos y de las experiencias
previas, y la enseñanza como una ayuda a este proceso de construcción" (ob. cit., p. 161).
b) Los mecanismos de influencia educativa susceptibles de promover, guiar y orientar dicho apren-
dizaje,
Diversos autores han postulado que es mediante la realización de aprendizajes significativos
que el alumno construye significados que enriquecen su conocimiento del mundo físico y social,
potenciando así su crecimiento personal. De esta manera/los tres aspectos clave que debe favorecer
el proceso instruccional serán el logro del aprendizaje significativo, la memorización comprensiva
de los contenidos escolares y la funcionalidad de lo aprendido.
Desde la postura constructivista se rechaza la concepción del alumno como un mero receptor o
reproductor de los saberes culturales; tampoco se acepta la idea de que el desarrollo es la simple
acumulación de aprendizajes específicos. La filosofía educativa que subyace a estos planteamientos
indica que la institución educativa debe promover el doble proceso de socialización y de individuali-
zación, que debe permitir a los educandos construir una identidad personal en el marco de un con-
texto social y cultural determinado,
. ;.'·,/JEriseflar a' .
De acuerdo con Coll (1990,pp. 441-442)la concepción constructivista se organiza en tomo a tres
ideas fundamentales:
lo. El alumno es el responsable último de su propio proceso de aprendizaje. Él es quien construye (o más
bien reconstruye) los saberes de su grupo cultural, y éste puede ser un sujeto activo cuando
manipula, exp~ora,descubre o inventa, incluso cuando lee o escucha la exposición de los otros.
20. La actividad mental constructiva del alumno se aplica a contenidos que poseen ya un grado considerable
de elaboración. Esto quiere decir que el alumno no tiene en todo momento que descubrir o inven-
tar en un sentido literal todo el conocimiento escolar. Debido a que el conocimiento que se
30. La función del docente es engarzar los procesos de construcción del alumno con el saber colectivo
culturalmenie organizado. Esto implica que la función del profesor no se limita a crear condicio-
nes óptimas para que el alumno despliegue una actividad mental constructiva, sino que debe
orientar y guiar explicita y deliberadamente dicha actividad.
Podernos decir que la construcción del conocimiento escolar es en realidad un proceso de ela-
boración, en el sentido de que el alumno selecciona, organiza y transforma la información que
recibe de muy diversas fuentes, estableciendo relaciones entre dicha información y sus ideas o co-
nocimientos previos. ASÍ, aprender un contenido quiere decir que el alumno le atribuye un significa-
do, construye una representación mental por medio de imágenes o proposiciones verbales, o bien
elabora una especie de teoría o modelo mental como marco explicativo de dicho conocimiento.
Construir significados nuevos implica un cambio en los esquemas de conocimiento que se po-
seen previamente, esto se logra introduciendo nuevos elementos o estableciendo nuevas. relaciones
entre dichos elementos. ASÍ, el alumno podrá ampliar o ajustar dichos esquemas o reestructurarlos
a: profundidad comoresultado de su participación en un proceso instruccional. En todo caso.Ia idea
de construcción de significados nos refiere a la teoría del aprendizaje significativo, que se explicará
en el siguiente apartado.
. Estrateglf;sdocentespara un aprendizajesignificativo 32
y Duguid, 1989). Dicha perspectiva destaca lo importantes que son para el aprendizaje la activi-
dad y el contexto, reconociendo que el aprendizaje escolar es en gran medida un proceso de
aculturación, donde los alumnos pasan a formar parte de una especie de comunidad o cultura de
practicantes.
Desde esta perspectiva, el proceso de enseñanza debería orientarse a aculturar a los estudiantes
por medio de prácticas auténticas (cotidianas, significativas, relevantes en su cultura), apoyadas en
procesos de interacción social similares al aprendizaje artesanal. En gran medida se plasman aquí
las ideas de la corriente sociocultural vigotskiana, en especial la provisión de un andamiaje de parte
del profesor (experto) hacia el alumno (novato), que se traduce en una negociación mutua de signi-
ficados (Erickson, 1984).
Cuando hablamos de prácticas auténticas, hay que decir que éstas pueden valorarse en función
de qué tanta relevancia cultural tengan las actividades académicas que se solicitan al alumno, así
como del nivel de actividad social de las mismas. Un ejemplo de cómo se aplican tales ideas, en el
caso de la enseñanza de la estadística en contextos universitarios, se esquematiza en la figura 2.2
(Derry, Levin y Schauble, 1995).
Por desgracia, en opinión de Resnick (1987), la forma en que la institución escolar busca fomen-
tar el conocimiento con frecuencia contradice la forma en que se aprende fuera de ella. El cono-
cimiento fomentado en la escuela es individual, y fuera de ella es compartido; él conocimiento
escolar es simbólico-mental, mientras que fuera es físico-instrumental; en la escuela se manipulan
símbolos libres de contexto, en tanto que en el mundo real se trabaja y razona sobre contextos
concretos. De esta forma, y retomando de nuevo a Brown, Collins y Duguid (1989), la escuela habi-
tualmente intenta enseñar a los educandos por medio de prácticas sucedáneas (artificiales,
descontextualizadas, poco significativas), lo cual está en franca contradicción con la vida real Invi-
tamos al lector a identificar cuáles de los formatos instruccionales planteados en el ejemplo de la
enseñanza de la estadística corresponden a prácticas auténticas y cuáles a las sucedáneas.
Con la intención de dar un cierre que integre los conceptos revisados en esta sección, remitimos
al lector al cuadro 2.3, donde se presentan algunos principios que orientan los procesos de enseñan-
za-aprendizaje desde la concepción constructivista.
David Ausubel es un psicólogo educativo que a partir de la década de los sesenta, dejó sentir su
influencia por medio de una serie de importantes elaboraciones teóricas y estudios acerca de cómo
Formatos instruccionales:
(1)Instrucción descontextualizada
Instrucción centrada en el profesor, quien básicamente transmite las reglas y fórmulas para el cálculo estadístico. Los
ejemplos que emplea son irrelevantes culturalmente y los alumnos manifiestan una pasividad social (receptividad)
que se asocia con este enfoque tradicional, donde se suelen proporcionar lecturas abstractas y descontextualizadas (el
manual de fórmulas y procedimientos estadísticos).
(2)Análisis colaborativo de datos inventados
Se asume que es mejor que el alumno haga algo, en vez de sólo ser receptor. Se realizan ejerciciosdonde se aplican
fórmulas o se trabaja con paquetes estadísticos computarizados sobre datos hipotéticos, se analizan preguntas de
investigación o se decide sobre la pertinencia de pruebas estadísticas, etcétera. El contenido y los datos son ajenos a
los intereses de los alumnos.
(3)Instrucción basada en lecturas con ejemplos relevantes
Adapta el estilo de lectura de textos estadísticos con la provisión de contenidos relevantes y significativos que los
estudiantes pueden relacionar personalmente con los conceptos y procedimientos estadísticos más importantes.
(4)Análisis colaborativo de datos relevantes
Secentra en el estudiante y en la vida real que busca inducir el razonamiento estadístico mediante la discusión crítica.
(5)Simulacionessituadas
Los alumnos se involucran colaborativamente en la resolución de problemas simulados o casos tomados de la vida
real (investigación médica, encuestas de opinión, experimentación social, veracidad de la publicidad) con la inten-
ción de que desarrollen el tipo de razonamiento y los modelos mentales de ideas y conceptos estadísticos importan-
tes.
(6)Aprendizaje in eitu
Modelo contemporáneo de cognición situada que toma la forma de un aprendizaje cognitivo iapprenticeship l1lodel)
donde se busca desarrollar habilidades y conocimientos propios de la profesión, así como la participación en la solu-
ción de problemas sociales o de la comunidad de pertenencia. Enfatiza la utilidad o funcionalidad de lo aprendido y
el aprendizaje en escenariosreales.
I=inllrl'l 2.2 Enfoque instruccional basado en la cognición situada. Ejemplo: Enseñanza de la estadlstica en la universidad:
.!
"
! realizala actividad intelectual en el ámbito escolar. Su obra y la de algunos de sus más destaca-
os seguidores (Ausubel, 1976; Ausubel, Novak y Hanesian, 1983;Novak y Gowin, 1988), han guia-
D hasta el presente no sólo múltiples experiencias de diseño e intervención educativa, silla que en
ran medida han marcado los derroteros de la psicología de la educación, en especial del moví-
tiento cognoscitivista. Seguramente son pocos los docentes' que no han encontrado en sus progra-
las de estudio, experiencias de capacitación o lecturas didácticas la noción de aprendizaje sígnífi-
itívo.
Ausubel, como otros teóricos cognoscitivistas, postula que el aprendizaje implica una reestruc-
rración activa de las percepciones, ideas, conceptos y esquemas que el aprendiz posee en su
structura cognitiva. Podríamos clasificar su postura como constructivista (el aprendizaje no es
na simple asimilación pasiva de información literal, el sujeto la transforma y estructura) e
iteraccíonista (los materiales de estudio y la información exterior se interrelacionan e interactúan ;
on los esquemas de conocimiento previo y las características personales del aprendiz) (Díaz Barrí- ii
a,1989). ji¡
1;'
':
11;;i:
Ausubel también concibe al alumno como un procesador activo de la información, y dice que el
prendizaje es sistemático y organizado, pues es un fenómeno complejo que no se reduce a simples li:
¡1'
sociaciones memorísticas. Aunque esta concepción señala la importancia que tiene el aprendizaje I!:
or descubrimiento (dado que el alumno reiteradamente descubre nuevos hechos, forma concep- 1~;
os, infiere relaciones, genera productos originales, etcétera), considera que no es factible que todo el
prendizaje significativo que ocurre en el aula deba ser por descubrimiento. Antes bien, este autor
J'¡
.ropugna por el aprendizaje verbal significativo, que permite el dominio de "los contenidos ~
urriculares que se imparten en las escuelas, principalmente a nivel medio y superior. ¡,
j.
j ¡
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~.:
'ipos y situaciones del aprendizaje escolar 1l i ¡
i
)e acuerdo con Ausubel, hay que diferenciar los tipos de aprendizaje que pueden ocurrir en el 1i
.1
j
alón de clases. Se diferencian en primer lugar dos dimensiones posibles del mismo: 1.
1
estrategiasdocentespara un aprendizajesiqniticetivo 35
-
CUADRO 2.3
. ,
•
Principios educativos asociados con una concepción
constructivista
.
del aprendizaje y la enseñanza
• El aprendizaje
. .
es .un proceso
. ~
de- (re)construcción de
-,' . .
saberes
.
c{¡¡turales.
.
• El gradode' api~~cUz~e depende del nivel de' desarrollo cognitivo, emocional 86- y
cial, Y él.el~natutaJ.~z~·d~las estructurasde conocimiento, . , :, :.
. ' ,.'
". " . ";:';:,':. .. . '. , , ~.
Dentro de la primera dimensión encontramos a su vez dos tipos de aprendizaje posibles: por
recepción y por descubrimiento: y en la segunda dimensión encontramos dos modalidades:
por repetición y significativo. La interacción de estas dos dimensiones se traduce en las denomina-
das situaciones del aprendizaje escolar: aprendizaje por recepción repetitiva, por descubrimiento repe-
titivo, por recepción significativa, o por descubrimiento significativo.
• Recepción repetitiva
• Recepción significativa
• Descubrimiento repetitivo
• Descubrimiento significativo
No obstante, estas situaciones no deben pensarse como compartimientos estancos, sino como
un continuo de posibilidades, donde se entretejen la acción docente y los planteamientos de ense-
ñanza (primera dimensión: cómo se provee al alumno de los contenidos escolares) y la actividad
cognoscente y afectiva del aprendiz (segunda dimensión: cómo elabora o reconstruye la informa-
ción).
El cuadro 2.4 sintetiza las ideas de Ausubel acerca de las situaciones mencionadas (Díaz Barri-
ga, 1989, p. 7).
Es evidente que en las instituciones escolares casi siempre la enseñanza en el salón de clases
está organizada principalmente con base en el aprendizaje por recepción, por medio del cual se
adquieren los grandes volúmenes de material de estudio que comúnmente se le presentan al alum-
no. Esto no significa necesariamente que recepción y descubrimiento sean excluyentes o completa-
mente antagónicos¡ pueden coincidir en el sentido de que el conocimiento adquirido por recepción
puede emplearse después para resolver problemas de la vida diaria que implican descubrimiento,
y porque a veces 10 aprendido por descubrimiento conduce al redescubrimiento planeado de pro-
posiciones y conceptos conocidos. _
El profesor puede potenciar las experiencias de trabajo foera del aula, para contar con aprendizajes mm significativos.
. En todo caso, es evidente que el aprendizaje significativo es más importante y deseable que el
repetitivo en lo que se refiere a situaciones académicas, ya que el primero posibilita la adquisición
de grandes cuerpos de conocimiento integrados, coherentes, estables, que tienen sentido para los
alumnos.
Pero ¿qué procesos y estructuras entran en juego para lograr un aprendizaje significativo? Se-
gúnAusubel, se dan cambios importantes en nuestra estructura de conocimientos como resultado
de la asimilación de la nueva información; pero ello sólo es posible si existen ciertas condiciones
favorables.
La estructura cognitiva está integrada por esquemas de conocimiento, los cuales son abstrac-
ciones o generalizaciones que los individuos hacen a partir de objetos, hechos y conceptos (y de las
interrelaciones que se dan entre éstos) que se organizan jerárquicamente. Lo anterior quiere decir que
procesamos la información que es menos inclusiva (hechos y proposiciones subordinados) de mane-
ra que llegue a ser subsumida o integrada por las ideas más inclusivas (denominadas conceptos y
proposiciones eupraordinadaei.
Así, en algunas ocasiones aprendemos contenidos que tienen que ser integrados en esquemas
más-generales y abstractos; en otras, se aprenden precisamente conceptos integrados que aglutinan
o subsumen cuestiones que ya conocemos. También se da el caso del aprendizaje de contenidos del
mismo nivel de inclusión, abstracción y generalidad (lo que se llama conceptos coordinados). Es
importante que el docente conozca el niveljerárquico de los contenidos que enseña, las interrelaciones
que éstos guardan entre sí, y que ayude a los alumnos a entender ese entramado o tejido conceptual
Es indispensable tener siempre presente que la estructura cognitiva del alumno tiene una se-
rie de antecedentes y conocimientos previos, un vocabulario y un marco de referencia personal, lo
cual es además un reflejo de su madurez intelectual. Este conocimiento resulta crucial para el do-
cente, pues Ausubel piensa que es a partir del mismo que debe planearse la enseñanza. (Véase
cuadro 2.5.)
1. Se realiza un juicio de pertinencia para decidir cuáles de las ideas que ya existen en la estructura
cognitiva del aprendiz son las más relacionadas con las nuevas ideas o contenidos por apren-
der.
2. Se determinan las discrepancias, contradicciones y similitudes entre las ideas nuevas y las pre-
vias.
3. Con base en el procesamiento anterior, la información nueva vuelve a reformularse para poder-
se asimilar en la estructura cognitiva del sujeto.
4. Si una "reconciliación" entre ideas nuevas y previas no es posible, el aprendiz realiza un proce-
so de análisis y síntesis con la información, reorganizando sus conocimientos bajo principios
explicativos más inclusivos y amplios.
.. . ,.>'"~""
CUADRO 2.5 La voz del experto' :':':~;~¡,
-,
Para que realmente sea significativo el aprendizaje, éste debe reunir varias condiciones: la nueva
información debe relacionarse de modo no arbitrario y sustancial con lo que el alumno ya sabe, de-
pendiendo también de la disposición (motivación y actitud) de éste por aprender, así como de la
naturaleza de los materiales o contenidos de aprendizaje.
Cuando se habla de que haya relacionabilidad no arbitraria, se quiere decir que si el material o
contenido de aprendizaje en sí no es azaroso ni arbitrario, y tiene la suficiente intencionalidad,
habrá una manera de relacionarlo con las clases de ideas pertinentes que los seres humanos son
capaces de aprender. Respecto al criterio de la relacionabilidadsustancial (no al pie de la letra), signi-
fica que si el material no es arbitrario, un mismo concepto o proposición puede expresarse de mane-
ra sinónima y seguir transmitiendo exactamente el mismo significado. Hay que aclarar que ningu-
na tarea de aprendizaje se realiza en el vacío cognitivo; aun tratándose de aprendizaje repetitivo o
memorístico, puede relacionarse con la estructura cognitiva, aunque sea arbitrariamente y sin ad-
quisición de significado. .
El significado es potencial o lógico cuando nos referimos al significado inherente que posee el
material simbólico debido a su propia naturaleza, y s610podrá convertirse en significado real o psico-
lógico cuando el significado potencial se haya convertido en un contenido nuevo, diferenciado e
idiosincrático dentro de un sujeto particular.
Lo anterior resalta la importancia que tiene que el alumno posea ideas previas pertinentes como
antecedente necesario para aprender, ya que sin ellas, aun cuando el material de aprendizaje esté
"bien elaborado", poco será lo que el aprendiz logre. .
a) La necesidad que tiene el docente de comprender los procesos motivacionales y afectivos sub-
yacentes al aprendizaje de sus alumnos, así como de disponer de algunos principios y estrate-
gias efectivos de aplicación en clase (aspecto que tratamos en los diversos capítulos de esta
obra).
Por otro lado, es imposible concebir que el alumno satisfaga tales condiciones si el docente, a su
vez, no satisface condiciones similares: estar dispuesto, capacitado y motivado para enseñar signi-
ficativamente, así como tener los conocimientos y experiencias previas pertinentes tanto como es-
pecialista en su materia como en su calidad de enseñante.
'" ",',
, ,:
"Aprendizaje
significativo
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r.
f.
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..
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. ..Aprendizaje
memorístico
. '" ~
En el cuadro 2.6 se esquematizan las condiciones para el logro del aprendizaje significativo
antes descritas.
Resulta evidente que son múltiples y complejas las variables relevantes del proceso de aprendi-
zaje significativo, y que todas ellas deben tomarse en cuenta tanto en la fase de planeación como en
la impartición de los contenidos curriculares, sin descuidar los episodios de evaluación y asesora-
miento de los alumnos.
Asimismo, el docente no debe olvidar que aunque enfrenta situaciones determinadas por el
contexto escolar o por la historia previa de sus estudiantes, su campo de acción son todos aquellos
aprendizajes sociales y académicos que puede promover en sus alumnos. Si bien por una parte está
el alumno con su estructura cognitiva particular, con su propia ídiosíncrasia y capacidad intelec-
tual, con una serie de conocimientos previos (algunas veces limitados y confusos), y con una moti-
vación y actitud para el aprendizaje propiciada por sus experiencias pasadas en la escuela y por las
condiciones actuales imperantes en el aula, el docente llega a influir favorablemente en todas ellas.
Por otra parte, están los contenidos y materiales de enseñanza, y si éstos no tienen un significa-
do lógico potencial para el alumno se propiciará un aprendizaje rutinario y carente de significado.
Aquí nuevamente el profesor puede potenciar dichos materiales de aprendizaje al igual que las
experiencias de trabajo en el aula. y fuera de ella, para acercar a los alumnos a aprendizajes más
significativos.
En este punto quisiéramos resaltar una ampliación al concepto ausubeliano de aprendizaje sig-
nificativo que muy atinadamente propone con (1990,p. 198).Este autor argumenta que la construc-
ción de significados involucra al alumno en su totalidad, y no sólo implica su capacidad para esta-
blecer relaciones sustantivas entre sus conocimientos previos y el nuevo inaterial de aprendizaje.
De esta manera, una interpretación constructivista del concepto de aprendizaje significativo obliga
a ir más allá de los procesos cognitivos del alumno, para introducirse en el tema del sentido en el
aprendizaje escolar:
Utilizamos el término sentido con el fin de subrayar el.carácter experiencial que, en buena lógica
constructivista, impregna el aprendizaje escolar.La percepción que tiene el alumno de una actividad
concreta y particular de aprendizaje no coincide necesariamente con la que tiene el profesor; los obje-
tivos del profesor y el alumno, sus intenciones y sus motivaciones al proponerla y participar en ella,
son a menudo diferentes. Hay, pues, todo un conjunto de factores, que podríamos calificar como
motivacionales, relacionales e incluso afectivos, que desempeñan un papel de primer orden en la
movilización de los conocimientos previos del alumno y sin cuya consideración es imposible enten-
der los significados que el alumno construye a propósito de los contenidos que se le enseñan en la
escuela.
Volveremos a replanteamos este asunto con más detalle en el capítulo correspondiente a los
factores motivacionales en el aprendizaje escolar.
Por otra parte, hemos reiterado que el aprendizaje significativo ocurre en un continuo. Partien-
do de esta idea, Shuell (1990)postula que el aprendizaje significativo ocurre en una serie de fases,
que dan cuenta de una complejidad y profundidad progresiva. Según Shuell, varias de las aporta-
ciones sobre el aprendizaje realizadas desde diferentes lineas cognitivas (por ejemplo, la teoría de
los esquemas, el enfoque expertos-novatos, los modelos de la flexibilidad cognitiva de Spiro y cols.,
las investigaciones sobre estrategias de Karmiloff-Smith, etcétera), coinciden al entender al apren-
dizaje como un fenómeno polifásico. Con base en ello, Shuell distingue tres fases del aprendizaje
significativo, donde integra aportaciones de la? líneas mencionadas. A continuación presentamos
• El aprendiz percibe a la información como constituida por piezas o partes aisladas sin co-
nexión conceptual.
• El aprendiz empieza a encontrar relaciones y similitudes entre las partes aisladas y llega a
. configurar esquemas y mapas cognitivos acerca del material y el dominio de aprendizaje
en forma progresiva. Sin embargo, estos esquemas no permiten aún que el aprendiz se
conduzca en forma automática o autónoma.
• El conociÍniento llega a ser más abstracto, es decir, menos dependiente del contexto donde
originalmente fue adquirido.
• Como consecuencia de ello, las ejecuciones comienzan a ser más automáticas ya exigir un
menor control consciente.
• Igualmente las ejecuciones del sujeto se basan en estrategias específicas del dominio para la
realización de tareas, tales como solución de problemas, respuestas a preguntas, etcétera.
• Existe mayor énfasis en esta fase sobre la ejecución que en el aprendizaje, dado que los
cambios en la ejecución que ocurren se deben a variaciones provocadas por la tarea, más
que a rearreglos o ajustes internos.
• El aprendizaje que ocurre durante esta fase probablemente consiste en: a) la acumulación
de información a los esquemas preexistentes y b) aparición progresiva de interrelaciones de
alto nivel en los esquemas.
En realidad el aprendizaje debe verse como un continuo, donde la transición entre las fases es
gradual más que inmediata; de hecho, en determinados momentos durante una tarea de aprendiza-
je, podrán ocurrir sobreposicionamientos entre ellas.
o Es información discordante con el nivel de desarrollo intelectual y con las habilidades que
posee el sujeto.
A partir de lo expuesto es posible sugerir al docente una serie de principios de instrucción que
se desprenden de la teoría del aprendizaje verbal significativo:
6. Los contenidos aprendidos significativamente (por recepción o por descubrimiento) serán más
estables, menos vulnerables al olvido y permitirán la transferencia de lo aprendido, sobre todo
si se trata de conceptos generales e integradores.
Hasta aquí hemos destacado el papel del profesor como eventual promotor de aprendizajes
significativos en el aula. Sin embargo, cabe preguntarnos si nuestros alumnos realmente están dis-
puestos a aprender significativamente. Hemos escuchado reiteradamente entre los docentes quejas
como las siguientes: "eso de aprender significativamente está muy bien, pero los alumnos no quie-
ren", "los estudiantes vienen de cero, sólo memorizan, no saben ni leer", "a los alumnos el sistema
desde los primeros años los volvió perezosos, sólo estudian lo rrúnimo para pasar", etcétera. Nue-
vamente, destacaríamos que más allá de las diferencias individuales y culturales, estamos ante
aprendizajes sociales en los que vale la pena intentar un cambio antes de considerarnos derrotados.
Aunque resulta evidente que los alumnos no conocen la teoría del aprendizaje significativo y.
ciertamente no han leído a David Ausubel ni a los autores que aquí hemos revisado, en algunos
estudios hemos encontrado que los alumnos esperan que sus profesores enseñen significativamen-
te, si por ello entendemos que desearían que acercaran el conocimiento escolar al mundo real y a
sus intereses, o que los apoyaran para extraer el significado de lo que aprenden. A manera de ilus-
tración, reproducimos algunas respuestas dadas por alumnos de bachillerato 'ante la pregunta" ¿Qué
te hubiera gustado que tu profesor o profesora hiciera para ayudarte a aprender mejor este tema?"
(Díaz Barriga, 1998):
• "Que los alumnos hiciéramos carteles, láminas o una representación tipo obra de teatro."
• "Actividades en equipo y visitas a algún lugar en donde se nos presente el tema en vivo, como
en industrias."
Tendría lugar incluso preguntarnos si como docentes en algún momento hemos explorado las
opiniones o sugerencias de nuestros estudiantes al respecto, o si damos espacios para que ellos
. planteen sus propias opciones de trabajo escolar. En el cuadro 2.8 se muestra cómo un par de alum-
nas universitarias de la carrera de psicología interpretaron el concepto de aprendizaje significativo.
Quisiéramos cerrar esta sección comentando algunas de las limitaciones de la teoría del apren-
dizaje significativo propuesta por Ausubel, con la intención de que el lector comprenda su espectro
explicativo y de intervención.
En opinión de García Madruga (1990), dicha teoría está más ligada a una explicación de cómo
se adquieren los conocimientos de tipo conceptual o declarativo; mientras que la adquisición de
conocimientos de tipo procedimental, actitudinal o valoral requiere de otros elementos teórico-
epistemológicos. Este es un aspecto muy importante, que recientemente ha llevado a autores a ar-
ticular los horizontes de este marco explicativo con otro tipo de aprendizajes, incluyendo por ejem-
plo, aprendizajes de tipo experíencial, enseñanza en el laboratorio, aprendizaje mediante análisis
de casos y solución de problemas, o en el contexto de modelos de aprendizaje basados en experien-
cias de servicio a la comunidad.
Por otra parte, Ausubel insistía en la necesidad de utilizar materiales introductorios de mayor
nivel de abstracción, generalidad e inclusividad (por ejemplo, los organizadores anticipados o pre-
vios) con el propósito de lograr el aprendizaje significativo; a~que también es posible (ya veces
resulta más fácil y eficaz) activar los conocimientos previos mediante otro tipo de estrategias de
instrucción, como sumarios, mapas conceptuales, etcétera (véase el capítulo respectivo en esta obra).
No siempre es posible acceder a un tipo de conocimiento previo que facilite realmente el apren-
dizaje. Se ha demostrado fehacientemente que en muchas ocasiones el conocimiento previo de los
estudiantes no sólo no es pertinente sino que es un obstáculo para aprender. Al respecto, consúltese
el amplio corpus de investigación generado en torno a lo que se ha llamado de diversas formas:
teorías implícitas o personales, preconcepciones (missconceptions), ideas espontáneas, alternativas o
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CUADRO 2.8 El punto de vista de los alumnos ~,.~~~;~~
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intuitivas de los estudiantes, particularmente en el campo del conocimiento científicoy social (véa-
se Pozo, 1989;1997en Rodrigo y Arnay, ob. cit.).
Ha quedado claro que este tipo de conocimiento previo que se contrapone a los saberes escola-
res es muy resistente al cambio, por lo que su estudio desembocó en las metodologías didácticas
que buscan promover un cambio conceptual en los estudiantes partiendo de la confrontación entre
los conocimientos erróneos" y el conocimiento científico integrado al currículo escolar.
11
Por último, no todas las situaciones de aprendizaje pueden (o deben) plantearse como fín exclu-
sivo el aprendizaje verbal significativo, puesto que la memorización comprensiva o el aprendizaje
por descubrimiento guiado o autónomo también requieren un espacio curricular. Nuevamente,
aquí debe apelarse al criterio y experiencia de docentes y planificadores curriculares al momento de
Ha quedado .claro en las secciones precedentes que el aprendizaje escolar no puede restringirse de
ninguna manera a la adquisición de "bases de datos". En esta sección revisaremos brevemente la
posibilidad de fomentar aprendizajes significativos considerando diversos contenidos curriculares. .
De acuerdo con Coll, Pozo, Sarabia y Valls(1992),los contenidos que se enseñan en los currículos de
todos los niveles educativos pueden agruparse en 'tres áreas básicas: conocimiento declarativo,
procedimental y actitudinal (véase figura 2.5).
El saber qué o conocimiento declarativo ha sido una de las áreas de contenido más privilegiadas
dentro de los currículos escolares de todos los niveles educativos. Sin lugar a dudas, este tipo de
saber es imprescindible en todas las asignaturas o cuerpos de conocimiento disciplinar, porque
constituye el entramado fundamental sobre el que éstas se estructuran.
Como una primera aproximación, podemos definir el saber qué como aquella competencia refe-
rida al conocimiento de datos, hechos, conceptos y principios. Algunos han preferido denominarlo
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Figura 2.5 ÚJS contenidos curriculares.
Dentro del conocimiento declarativo puede hacerse una importante distinción taxonómica con
claras consecuencias pedagógicas: el conocimientofactual y el conocimiento conceptual (véasePozo,
1992).
El conocimiento factual es el que se refiere a datos y hechos que proporcionan información verbal
y que los alumnos deben aprender en forma literal o "al pie de la letra". Algunos ejemplos de este
tipo de conocimiento son los siguientes: el nombre de las capitales de los distintos países de
Sudamérica, la fórmula química del ácido sulfúrico, los nombres de las distintas etapas históricas
de nuestro país, los títulos de las novelas representativas mexicanas del siglo actual, etcétera.
El conocimiento conceptual es más complejo que el factual. Se construye a partir del aprendizaje
de conceptos, principios y explicaciones, los cuales no tienen que ser aprendidos en forma literal,
sino abstrayendo su significado esencial o identificando las características definitorias y las reglas
que los componen.
Podríamos decir que los mecanismos que ocurren para los casos del aprendizaje de hechos y el
aprendizaje de conceptos, son cualitativamente diferentes. El aprendizaje factual se logra por una
asimilación literal sin comprensión de la información, bajo una lógica reproductiva o memorística y
donde poco importan los conocimientos previos de los alumnos relativos a información a aprender;
mientras que en el caso del aprendizaje conceptual ocurre una asimilación sobre el sigrúficado de la
información nueva, se comprende lo que se está aprendiendo, para lo cual es imprescindible el uso
de los conocimientos previos pertinentes que posee el alumno.
A manera de resumen, se presentan en el cuadro 2.9 sobre las características principales del
aprendizaje factual y conceptual (basado en Pozo, 1992).
A causa de que los mecanismos de adquisición del conocimiento factual y del conceptual son
diferentes entre sí, las actividades de instrucción que el maestro debe realizar tienen que ser igual-
mente diferenciadas.
Por desgracia, las condiciones habituales en que ocurre el aprendizaje factual en nuestras insti-
tuciones educativas se vinculan tanto con materiales de aprendizaje que poseen un escaso nivel de
°
organización significatividad lógica, como con la existencia de una disposición motivacional o
cognitiva orientada hacia el aprendizaje repetitivo. Hay que destacar que las prácticas de evalua-
ción del aprendizaje frecuentemente predeterminan esta situación: el alumno sabe que el examen
que le van a aplicar consiste en preguntas que miden memoria de hechos o reproducción literal de
la información y, en consecuencia, sus conductas de estudio se orientan a la memorización sin signi-
ficado.
No obstante, cuando el profesor quiera promover aprendizaje de contenidos declarativos (que
en todo caso es muy necesario, pues en toda disciplina existe un núcleo básico de información
que el alumno debe dominar), es posible crear condiciones para que el alumno practique el recuer-
do literal y memorice los datos o hechos a través del repaso, la relectura u otras actividades pareci-
das, tratando de fomentar una memorización significativa y vinculando la información factual en-
tre sí y con otro tipo de contenidos. .
Para promover el aprendizaje conceptual es necesario que los materiales de aprendizaje se or-
ganicen y estructuren correctamente, 10cual les provee de una riqueza conceptual que pueda ser
explotada por los alumnos. También es necesario hacer uso de los conocimientos previos de los
alumnos y hacer que éstos se impliquen cognitiva, motivacional y efectivamente en el aprendizaje.
El profesor debe planear actividades donde los alumnos tengan oportunidades para explorar, com-
prender y analizar los conceptos de forma significativa, ya sea mediante una estrategia expositiva o
por descubrimiento.
El saber hacer o saber procedimental es aquel conocimiento que se refiere a la ejecución de procedi-
mientos, estrategias, técnicas, habilidades, destrezas, métodos, etcétera. Podríamos decir que a di-
ferencia del saber qué, que es de tipo declarativo y teórico, el saber procedimental es de tipo prácti-
co, porque está basado en la realización de varias acciones u operaciones.
Los procedimientos (nombre que usaremos como genérico de los distintos tipos de habilidades y
destrezas mencionadas, aunque hay que reconocer sus eventuales diferencias) pueden ser defini-
dos como un conjunto de acciones ordenadas y dirigidas hacia la consecución de una meta determi-
nada (Colly Valls, 1992). En tal sentido, algunos ejemplos de procedimientos pueden ser: la elabo-
ración de resúmenes, ensayos o gráficas estadísticas, el uso de algoritmos u operaciones matemáticas,
la elaboración de mapas conceptuales, el uso correcto de algún instrumento como un microscopio,
un telescopio o un procesador de textos.
• la meta a lograr,
• la secuencia de acciones a realizar, y
• la evolución temporal de las mismas.
Asimismo, se ha establecido que un aprendizaje de este tipo ocurre en etapas, que comprenden:
1. La apropiación de datos relevantes respecto a la tarea y sus condiciones. Ésta es una etapa donde se
resalta el conocimiento declarativo, sin ser todavía de ejecución de la tarea. Se centra en propor-
cionar al aprendiz la información o conocimiento factual relacionado con el procedimiento en
2. La actuación o ejecución del procedimiento, donde al inicio el aprendiz procede por tanteo y error,
mientras el docente 10 va corrigiendo mediante episodios de práctica con retroalimentación. En
esta fase, se llega a manejar un doble código: declarativo y procedimental. Debe culminar con la
fíjación del procedimiento.
4. El perfeccionamiento indefinido del procedimiento, para el cual en realidad no hay final. Marca cla-
ramente la diferencia entre un experto (el que domina el procedimiento) y el novato (el que se
inicia en su aprendizaje).
Una crítica importante hacia la forma en que habitualmente se enseñan los procedimientos en
la escuela es que no se llega más allá de la fase uno, o si acaso se introduce al alumno a la fase dos.
Parece que la creencia errónea más arraigada al respecto es que es posible ejecutar un procedimien-
to simplemente a partir de proporcionar la información "teórica" o las "reglas" que nos dicen cómo
hacerlo. Esto puede ilustrarse si retomamos el ejemplo de la enseñanza de la Estadística en contex-
tos universitarios: el alumno recibe una información de "manual" es decir, se le pide que memorice
definiciones de conceptos, se le dicen las reglas básicas a aplicar y se realizan algunos "ejercicios"
(la mayoría aislados, artificiales y rutinarios); la retroalimentación que recibe consiste en informarle
si aplicó o no la fórmula correcta o si las operaciones condujeron al resultado correcto. Casi nunca se
trabaja en contextos de práctica auténticos, no se supervisa la automatización del procedimiento ni
se intenta su perfeccionamiento, no hay episodios de reflexión en y sobre lo que se hace, no se
exploran rutas alternativas, etcétera. Y éste parece ser el caso de otros aprendizajes igualmente
importantes: la metodología de investigación, el desarrollo de habilidades profesionales y la elabo-
ración de la tesis o disertación, entre muchos otros.
El aprendizaje de los procedimientos, como el de los otros tipos de contenido, implica un proce-
so gradual en el que deben considerarse varias dimensiones (que forman cada una de ellas un
continuo, desde los momentos iniciales de aprendizaje hasta los finales del mismo). Estas dimensio-
nes relacionadas entre sí son las siguientes:
1. De una etapa inicial de ejecución insegura, lenta e inexperta, hasta una ejecución rápida y ex-
perta.
2. De la ejecución del procedimiento realizada con un alto nivel de control consciente, hasta la
ejecución con un bajo nivel de atención consciente y una realización casi automática.
3. De una ejecución con esfuerzo, desordenada y sujeta al tanteo por ensayo y error de los pasos
del procedimiento, hasta una ejecución articulada, ordenada y regida por representaciones sim-
bólicas (reglas).
4. De una comprensión incipiente de los pasos y de la meta que el procedimiento pretende conse-
guir, hasta una comprensión plena de las acciones involucradas y del logro de una meta plena-
mente identificada.
La idea central es que el alumno aprenda un procedimiento de la manera más significativa
posible. Para tal efecto, el profesor podrá considerar las anteriores dimensiones y promover
intencionalmente que la adquisición de los procedimientos sea en forma comprensiva, pensante,
funcional y generalizable a variados contextos.
Es común percibir a los dos tipos de conocimientos (declarativo yprocedímental) como separa-
dos, incluso a veces se privilegia uno de ellos en detrimento del otro. Pero en realidad debemos
verlos como conocimientos complementarios. En particular, la enseñanza de alguna competencia
procedimental (la gran mayoría de ellas), debe enfocarse en un doble sentido: 1)para que el alumno
conozca su forma de acción, uso y aplicación correcta, y 2) sobre todo para que al utilizarla enri-
quezca su conocimiento declarativo.
La enseñanza de procedimientos desde el punto de vista constructivista puede basarse en una
estrategia general: el traspaso progresivo del control y responsabilidad en el manejo de la compe-
tencia procedimental, mediante la participación guiada y con la asistencia continua, pero paulatina-
mente decreciente del profesor, la cual ocurre al mismo tiempo que se genera la creciente mejora en
el manejo del procedimiento por parte. del alumno.
Finalmente, los principales recursos instruccionales empleados en un proceso de enseñanza-
aprendizaje de tipo procedimental deben incluir:
• Repetición y ejercitación reflexiva
• Observación crítica
• Imitación de modelos apropiados
• Retroalimentación oportuna, pertinente y profunda
• Establecimiento del sentido de las tareas y del proceso en su conjunto, mediante la evocación de
conocimientos y experiencias previos
• Verbalización mientras se aprende
• Actividad intensa del alumno, centrada en condiciones auténticas, lo más naturales y cercanas
a las condiciones reales donde se aplica lo aprendido
Uno de los contenidos anteriormente poco atendidos en todos los niveles educativos era el de las
actitudes y los valores (el denominado "saber ser") que, no obstante, siempre ha estado presente en
el aula, aunque sea de manera implícita u "oculta": Sin embargo, en la década pasada notamos
importantes esfuerzos por incorporar tales saberes de manera explícita en el currículo escolar, no
Las actitudes son experiencias subjetivas (cognitivo-afectivas) que implican juicios evaluativos,
que se expresan en forma verbal o no verbal, que son relativamente estables y que se aprenden en el
contexto social. Las actitudes son unreflejo de los valores que posee una persona.
Se ha dicho que un valor es una cualidad por la que una persona, un objeto-hecho despierta
mayor omenor aprecio, admiración o estima.Losvalores pueden ser económicos,estéticos,utilitarios
o morales; particularmente estos últimos representan el foco de los cambios recientes en el currículo
escolar. Puede afirmarse que los valores morales son principios éticos interiorizados respecto a los
cuales las personas sienten un fuerte compromiso de conciencia", que permiten juzgar lo adecua-
11
En términos generales, la mayor parte de los proyectos educativos interesados en enseñar valo-
res en la escuela toman postura a favor de aquellos que se orientan al bien común, al desarrollo
armónico y pleno de la persona, y a la convivencia solidaria en sociedades caracterizadas por la
justicia y la democracia. La base de los programas educativos se sustenta en la promoción de los
derechos humanos universales (libertad, justicia, equidad, respeto a la vida, etcétera), así como en
la erradicación de los llamados antivalores (discriminación, autoritarismo, segregación, maltrato,
explotación, etcétera).
El aprendizaje de las actitudes es un proceso lento y gradual, donde influyen distintos factores
corno las experiencias personales previas, las actitudes de otras personas significativas, la informa-
ción y experiencias novedosas, y el contexto. sociocultural (por ejelilplo,mediante las instituciones,
los medios de comunicación y las representaciones colectivas). Se ha demostrado que muchas acti-
tudes se gestan y desarrollan en el seno escolar, sin ninguna intención explícita para hacerlo. De
cualquier modo, el profesor es el que directa o indirectamente se enfrenta a esta problemática com-
pleja y difícil, que muchas veces rebasa a la institución escolar misma.
Sin embargo, hay muchas actitudes que las escuelas deben intentar desarrollar y fortalecer (como
el respeto al punto de vista del otro, la solidaridad, la cooperatividad, etcétera) y otras que debe
procurar erradicar o relativizar (como el individualismo egoísta o la intolerancia al trabajo colecti-
vo). Para ello el profesor se vuelve un importante agente o un otro significativo, que ejerce su in-
fluencia y poder (de recompensa, de experto, etcétera) legitimados institucionalmente, para promo-
ver actitudes positivas en sus alumnos.
De acuerdo con Bednar y Levie (1993),hay tres aproximaciones que han demostrado ser efica-
cespara lograr el cambio actitudinal, a saber: a) proporcionar un mensaje persuasivo, b) el modelaje
de la actitud y e)la inducción de disonancia o conflicto entre los componentes cognitivo, afectivo y
conductual. Dichos autores recomiendan que se planteen situaciones donde éstas se utilicen en
forma conjunta.
Algunas metodologías y técnicas didácticas que han demostrado ser eficaces para trabajar di-
rectamente con los procesos actitudinales son, por ejemplo, las técnicas participativas (juego de
roles o "role-playing" y los sociodramas), las discusiones y técnicas de estudio activo, las exposicio-
nes y explicaciones de carácter persuasivo (con conferencistas de reconocido prestigio o influencia)
e involucrar a los alumnos en la toma de decisiones (Sarabia, 1992).
Las aportaciones del constructivismo en este interés renovado por enseñar valores han puesto
de nuevo al día trabajos pioneros en el tema, como los de Jean Piaget o Lawrence Kohlberg acerca
del desarrollo y del juicio moral, así como diversas líneas de investigación recientes acerca del desa-
rrollo afectivo y social de las personas, del estudio de las habilidades de pensamiento reflexivo y
razonamiento crítico, del comportamiento colaborativo y prosocial, entre otras.
En este ámbito esmás que evidente que la enseñanza no puede centrarse en la recepciónrepetitiva
de información factual o declarativa, sino que se requieren experiencias de aprendizaje significati-
vas, que permitan no sólo adquirir información valiosa, SIDO que incidan realmente en el comporta-
miento de los alumnos, en la manifestación del afecto o emoción moral; en su capacidad de com-
prensión crítica de la realidad qtie los circunda, en el desarrollo de habilidades específicas para el
diálogo, la auto dirección, la participación activa, la cooperación o la tolerancia.
Las siguientes son algunas de las metodologías de orientación constructivista que intentan pro-
mover aprendizajes significativos en este complejo campo: la clarificación de valores y actitudes
orientada al autoconocimiento, la discusión sobre dilemas, el análisis de casos, la comprensión y
escritura crítica, el aprendizaje cooperativo y situado, el entrenamiento en habilidades sociales y
autorregulatorias, la participación activa en proyectos académicos y comunitarios de servicio o
prosociales (véase cuadro 2.10).Posteriormente, en el capítulo respectivo, se harán algunos comen-
tarios acerca de la evaluación de estos aprendizajes.
En este capítulo se realizó una revisión de la aproximación constructívísta del aprendizaje escolar,
en la que se enfatizó la labor de (re)construcción significativa que debe hacer el aprendiz de los
contenidos o saberes de la cultura a la cual pertenece, y se postuló que la finalidad de los procesos
de intervención educativa es enseñar a pensar y actuar sobre contenidos significativosy contextuados.
Se estableció asimismo que el aprendizaje significativo ocurre sólo si se satisfacen una serie
de condiciones: a) que el alumno sea capaz de relacionar de manera no arbitraria y sustancial la
nueva información con los conocimientos y experiencias previas y familiares que posee en su
estructura cognitiva; y b) que los materiales o contenidos de aprendizaje posean significado poten-
cial o lógico.
Esta actividad le permitirá al docente asumir y entender el punto de vista de quien aprende'
acerca de las condiciones que favorecen u obstaculizan el aprendizaje. El instrumento puede
aplicarse en forma individual o grupal a docentes o bien a los propios estudiantes; 10 importan-
te es poder analizarlo vinculando las respuestas con las situaciones de aprendizaje y las condi-
ciones de aprendizaje revisadas en este capítulo. La reflexión más importante será aquella que
permita tanto identificar las fortalezas y debilidades del trabajo realizado en el aula como clari-
ficar las situaciones problemáticas sobre las que hay que trabajar para promover aprendizajes
más significativos.
1. "Yomismo como alumno"
Aprenderengrupos ___
Aprenderdelibros ~-------
En este caso, se solicita a los docentes o a los alumnos que en una cuartilla relaten aquella
experiencia de enseñanza o de aprendizaje que hayan sentido más relevante, satisfactoria,
. ' ,
. -
< '
Capltulu,} Conetnrcm.isma "
l' apn:nd¡ztl¡f> SI'(I17(icatll'()
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CONCEPTUALIZACiÓN y APROXIMACIONES
AL ESTUDIO DE LA MOTIVACiÓN
El término motivación se deriva del verbo latino mouere, que significa "moverse" "poner en movi- J
miento" o "estar listo para la acción". Para Moore (2001, p. 222) la motivación implica "impulsos o
fuerzas que nos dan energía y nos dirigen a actuar de la manera en que 10 hacemos". Según Woolfolk
(1996, p. 330), "la motivación es un estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta". De
acuerdo con Brophy (1998, p. 3), el término motivación es un constructo teórico que se emplea hoy
en día para explicar la iniciación, dirección, intensidad y persistencia del comportamiento, especial-
mente de aquel orientado hacia metas específicas. Así, un motivo es un elemento de conciencia que
entra en la determinación de un acto volitivo¡ es lo que induce a una persona a llevar a la práctica
una acción.
Sin descartar el papel que pueden tener las recompensas externas o la búsqueda de la aproba-
ción de los demás, tanto el enfoque humanista como el cognitivo consideran a las personas como
activas y curiosas, capaces de trabajar arduamente porque disfrutan el trabajo, desean comprender,
resolver problemas o sentirse exitosos y competentes; por ello, dichos enfoques anteponen la moti-
vación intrínseca a la extrínseca.
Ésta es una distinción clásica en este campo, donde se ha definido a la motivación intrínseca
como una suerte de tendencia natural de procurar los intereses personales y ejercer las capacidades
propias, y al hacerlo, buscar y conquistar desafíos, por lo que el individuo no necesita de castigos ni
incentivos para trabajar porque la actividad le resulta recompensante en sí misma. Por su parte, la
motivación extrínseca se relaciona con el interés que nos despierta el beneficio o recompensa externa
que vamos a lograr al realizar una actividad, por ejemplo, una calificación aprobatoria, evitar la
reprimenda de los padres, obtener dinero a cambio, complacer al profesor, etcétera. Esta distinción
suele ser de utilidad para explicar los motivos o metas que priorizan las personas, o para identificar
su patrón motivacional¡ sin embargo, ha recibido Críticas pues suele llevar a plantear una motiva-
ción en "blanco y negro" sin los debidos matices. Por otro lado, Woolfolk (1996) considera que es
imposible saber si el comportamiento de un alumno está motivado intrínseca o extrínsecamente
con sólo observarlo, puesto que hay que conocer las razones del alumno para actuar, es decir, se
requiere ubicar la causa dentro o fuera de la persona (Iocus de causalidad).
Una crítica importante que puede hacerse a la institución escolar y a la cultura de la evaluación
lue privilegia es que ésta se asemeja a los modelos conductistas de manipulación del comporta-
mento mediante sistemas de recompensas y castigos en donde se consideran muy poco las inten-
iones, pensamientos, esfuerzo o las diferencias existentes entre los alumnos. De acuerdo con Brophy
1998), esto se evidencia en la forma de otorgar calificaciones y premiar o castigar el desempeño de
os alumnos; en los cuadros de honor y las ceremonias de premiación, e incluso en los códigos de
.onducta y disciplina habituales. Los resultados negativos que dependen de esta visión son que se
omenta ante todo una motivación extrínseca en relación con el estudio y un comportamiento
ieterónomo respecto a la disciplina escolar; los alumnos responden por el temor a la sanción, al
astígo y a la reprobación, no porque exista un compromiso de conciencia o un deseo intrínseco por
~ltrabajo escolar.
Desde el punto de vista de diversos autores y enfoques vinculados principalmente con las pers-
?ectivas cognitiva y humanista, el papel del docente en el ámbito de la motivación se centrará en
nducir motivos en sus alumnos en lo que respecta a sus aprendizajes y comportamientos para
aplicarlos de manera voluntaria a los trabajos de clase, dando significado a las tareas escolares y
oroveyéndolas de un fin determinado, de manera tal que. los alumnos desarrollen un verdadero
El manejo de la motivación en el aula supone que el docente y sus estudiantes comprendan que
existe interdependencia entre los siguientes factores:
Por lo anterior puede decirse que son tres los propósitos perseguidos mediante el manejo de la
motivación escolar:
3. Dirigir estos intereses y esfuerzos hacia el logro de fines apropiados y la realización de propósi-
tos definidos.
Sería ideal que la atención, el esfuerzo y el pensamiento de los alumnos estuvieran guiados por
el deseo de comprender, elaborar e integrar significativamente la información, es decir, que se orien-
tara claramente por una motivación de tipo intrínseca; pero un profesor experimentado sabe que
esto no siempre, ni exclusivamente, es así. Ya anticipamos que, en gran medida, la orientación de
los alumnos está determinada por su temor a reprobar o por la búsqueda de una aceptación perso-
nal, lo cual es una realidad no sólo porque el alumno así lo haya elegido, sino porque lo ha aprendi-
do en el contexto de las prácticas que.se fomentan en la escuela.
De esta manera.Io cierto es que la motivación para el aprendizaje es un fenómeno muy comple-
jo, condicionado por aspectos tomo los siguientes:
• El tipo de metas que se propone el alumno en relación con su aprendizaje o desempeño escolar,
y su relación con las metas que los profesores y la cultura escolar fomentan.
• La posibilidad real que el alumno tenga de conseguir las metas académicas que se propone y la
perspectiva asumida al estudiar.
• Que el alumno sepa cómo actuar o qué proceso de aprendizaje seguir (cómo pensar y actuar)
para afrontar con éxito las tareas y problemas que se le presenten.
• Los conocimientose ideas previas que el alumno posee de los contenidos curriculares por apren-
der, de su significado y utilidad, así como de las estrategias que debe emplear.
El contexto que define la situación misma de enseñanza, en particular los mensajes que recibe el
alumno por parte del profesor y sus compañeros, la organización de la actividad escolar y las
formas de evaluación del aprendizaje.
• Los comportamientos y valores que el profesor modela en los alumnos, los cuales pueden faci-
litar o inhibir el interés de éstos por el aprendizaje.
• El ambiente o clima motivacional que priva en el aula y el empleo de una serie de principios
motivacionales que el docente utiliza en el diseño y conducción del proceso de enseñanza-
aprendizaje. (Véase cuadro 3.2.)
Ya en el primer capítulo se comentó que las expectativas del profesor acerca del alumno pue-
::ien influir en cierta medida en el nivel de logro académico del estudiante; pero también pueden
influir en la motivación y en la autoestima de éste. Quién no ha escuchado a los docentes decir cosas
::omo las siguientes: "Viene de una familia desintegrada, va a ser difícil que tenga interés en estudiar",
"Este chico es pobrey su familia es inculta. Yo no tengo la culpa, por eso reprueba", "Toña es hiperactivo; no
ouede aprender", "Lucía es muy ansiosa e insegura, cómo va a poder exponer oralmente el tema", etcétera.
Aun cuando dichas observaciones y" diagnósticos" puedan ser realistas, siempre lo serán de mane-
ra parcial; por otro lado, el profesor no siempre podrá intervenir y menos solucionar tales proble-
mas.
No obstante, sí hay una serie de factores concretos y modificables que contribuyen a la motiva-
ción de los alumnos y que los profesores pueden manejar mediante sus actuaciones y mensajes.
Dichos factores modificables se refieren, por ejemplo, al nivel de involucramiento de los alumnos
en la tarea, al tono afectivo de la situación, a los sentimientos de éxito e interés, así como a las
sensaciones de influencia y afiliación al grupo (Arends, 1994).
En el cuadro 3.3encontrará una síntesis de los factores que determinan la motivación en el aula,
algunos de los cuales se discuten en este capítulo.
Es de vital importancia para el docente conocer las metas que persiguen sus alumnos cuando están
en clase. Una meta es lo que un individuo se esfuerza por alcanzar y se define en términos de la
discrepancia entre la situación actual (donde estoy, lo que tengo) y la ideal (donde quiero estar,lo
que quiero lograr). Tradicionalmente en el campo de la motivación escolar las metas de los alumnos
se han categorizado en dos tipos: motivación intrínseca y motivación extrínseca. Ya dijimos que la
motivación intrínseca se centra en la tarea misma y en la satisfacción personal que representa
enfrentarla con éxito, mientras que la motivación extrínseca depende más bien de lo que digan o
hagan los demás respecto a la actuación del alumno, o de lo que éste obtenga como consecuencia
tangible de su aprendizaje. Lo cierto es que en el comportamiento de los alumnos se amalgaman
ambos tipos de motivación, es decir, coexisten motivos intrínsecos y extrínsecos aun cuando unos
puedan predominar en función de la persona o de las circunstancias. Además, creemos que es per-
fectamente válido que el docente intervenga en ambas esferas para establecer, por supuesto, un
punto de equilibrio.
Así, puede afirmarse que dentro de los motivos principales que animan a los alumnos a estu-
diar están aprender; alcanzar el éxito; evitar el fracaso; ser valorado por sus profesores, padres o
compañeros, u obtener muy diversos tipos de l·ecompensas. Tales aspectos se discuten a continua-
ción.
Uno de los propósitos centrales de la formación que reciben los niños y jóvenes en las institucio-
nes escolares es desarrollar el gusto y el hábito del estudio independiente; en este sentido se espera
que la motivación de alumnos se centre en 10 placentero que resulta adquirir conocimientos válidos
que les permitan explicar y actuar en el mundo en que viven. Desde este punto de vista, la motiva-
ción intrínseca se verá privilegiada, y lo más deseable será que el alumno se vea absorbido por la
Los alumnos qu~ mal1ifiestan desesperanza aprendida ven suspropias dificultades como fincasos que indican poca habilidad.
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Capitulo3
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naturaleza de la tarea, haga intentos por incrementar su propia competencia y actúe con autono-
mía, no obligado.
Asimismo, yen relación con la autovaloración que hace de su desempeño, se espera que
el alumno experimente la llamada motivación de logro u orgullo que sigue al éxito, en vez del
, miedo al fracaso, por lo cual se reconoce con amplitud que las experiencias de vergüenza y humilla-
ción obstaculizan de manera considerable el aprendizaje y, sobre todo, merman la auto estima del
alumno.
No obstante, la motivación extrínseca también desempeña un papel importante, y por des-
gracia, en no pocas ocasiones, constituye la fuente principal de motivos para aprender. Es claro
que los alumnos, en particular los más pequeños, buscan experimentar la aprobación de los adul-
tos y evitar su rechazo, lo que condiciona en gran medida su interés por el estudio, mientras que
en los adolescentes es más que evidente la búsqueda de la aprobación de los iguales (véase cua-
dro3.4).
Por otra parte, se ha visto que las metas relacionadas con la obtención de recompensas externas,
como lograr premios o bien evitar la pérdida de objetos y privilegios, actúan determinando el es-
fuerzo selectivo que el alumno imprime en su trabajo (Brophy, 1998).
Aunque es imposible establecer tipologías puras sobre los alumnos preponderantemente moti-
vados por uno u otro tipo de metas (ya se admitió que por lo general coexisten y varían incluso de
una situación a otra), autores como Dweck y Elliot (1983) o Brophy (1998) consideran que los alum-
nos que afrontan la realización de una tarea académica estableciendo metas de aprendizaje (llamadas
también metas de dominio o metas de involucramiento con la tarea) son diferentes de quienes
establecen metas de ejecución (metas que involucran el ego), donde la preocupación fundamental
está puesta en preservar sus autopercepciones positivas y su reputación pública, de manera que el
quedar bien y / o evitar el fracaso son más relevantes que el aprender en sí. También es frecuente que
los alumnos establezcan de manera prioritaria metas de evitación al trabajo, donde rehúsan adoptar
los desafíos inherentes a la tarea y tratan de minimizar el tiempo y el esfuerzo que le dedican.
Dweck y Elliot han encontrado que la meta que se sigue depende en gran medida de la concep-
ción que se tenga de la inteligencia o aptitud intelectual y de las habilidades para el estudio. Se ha
visto que los alumnos cuya meta es conseguir aprender, conciben a la inteligencia como un reperto-
rio de conocimientos y habilidades que es posible incrementar mediante el esfuerzo. Por otro lado,
aquellos preocupados por las consecuencias y la aceptación de los demás, consideran a la inteligen-
cia como algo estático y predeterminado, por lo que si el individuo se esfuerza y fracasa, la conclu-
sión sobre su auto estima es muy negativa ("soy tonto", "no entiendo nada, soy un fracasado",
"nunca podré con las matemáticas"). En el cuadro 3.5 se esquematiza a grandes rasgos las diferen-
cias que proponen estos autores.
Nuevamente notamos aquí que uno de los supuestos centrales de los enfoques cognitivos de la
motivación es que las personas no sólo responden a situaciones externas o condiciones físicas, tam-
bién lo hacen a sus percepciones o representaciones mentales de tales situaciones. De esta forma, la
teoría de la atribución, desarrollada en los ochenta por Bemard Weiner (1992), describe de qué mane-
ra las representaciones, justificaciones y excusas de los individuos influyen en su motivación, expli-
cando para sí los resultados que obtienen en la escuela (sus éxitos y fracasos académicos). Esta
teoría tiene como postulados principales los siguientes:
• En sus esfuerzos por encontrar sentido a su propia conducta o desempeño, los individuos están
motivados por descubrir las causas subyacentes.
• Las atribuciones causales generadas durante o después de la ejecución de una tarea es probable
que afecten la motivación subsecuente en situaciones similares.
• Las atribuciones causales pueden distinguirse según si se emplean para explicar el éxito o el
fracaso percibido por la persona.
En relación con las explicaciones que los alumnos dan cuando tienen éxito, esta teoría propone
que los patrones óptimos de motivación se encuentran en una combinación de habilidad suficiente
y esfuerzo razonable. Este tipo de alumnos, cuando llegan a fracasar, pueden darse cuenta de sus
fallas, las cuales atribuyen a causas internas y controlables que pueden modificar en un momento
dado. En contraposición, se ha encontrado que los alumnos establecen expectativas continuas de
fracaso cuando atribuyen su desempeño escolar a causas relacionadas con una capacidad baja o a
situaciones externas que salen de su control, ambas difíciles de modificar desde su perspectiva. Por
otro lado, la percepción que el estudiante tenga de sus éxitos y fracasos influye en su autoestima y
en sus expectativas futuras. Así, un alumno que se percibe incompetente y que cree que sólo tiene
éxito cuando la suerte u otros factores fortuitos lo permiten, tendrá una autoestima más baja que un
estudiante que considera que puede controlar su propio aprendizaje, que es capaz de aprender
nuevas habilidades y que piensa que el esfuerzo es un factor clave en el éxito escolar. 01éase cuadro
3.6.)
Los alumnos que manifiestan un "patrón motivacional óptimo" explican sus logros por
una combinación de habilidad suficiente y esfuerzo razonable:
a) Explicadóndel éxito académico _
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Por otro lado, se ha estudiado que así como las atribuciones de los alumnos generan expectati-
vas y conducen a determinadas formas de actuar, con los profesores sucede algo similar respecto al
desempeño de sus estudiantes. Aunque esta línea de investigación ha suscitado mucha controver-
sia, la tendencia encontrada en estudios conducidos a lo largo de más de tres décadas indica que los
estudiantes tienden a desempeñarse en un nivel que es consistente con las expectativas de sus profesores. Los
estudios clásicos sobre este tema fueron llevados a cabo en los sesenta y setenta por Rosenthal y
[acobson en tomo a las llamadas profecías de auto cumplimiento o efecto Pigmalión. Una profecía
auiocumplida es una expectativa que se cumple sólo porque se le espera; en este caso, se observó un
progreso excepcional en los estudiantes como resultado de las altas expectativas que sus profesores
depositaron en ellos (véase el cuadro 3.7).
También existen diversos estudios que sugieren que los profesores tienden a favorecer a aque-
llos que perciben Comoalumnos de alto desempeño, poniendo en clara desventaja a los alumnos
1. Los profesores sientan lejos de ellos mismos a los alumnos sobre los que tienen bajas expectati-
vas, en comparación con los que perciben como alumnos de alto desempeño.
2. Se les pone menos atención en clase a los alumnos que se perciben como de bajo rendimiento
(incluyendo menor contacto visual, señales de aprobación con la cabeza, guiños de ojo y sonri-
sas).
3. Se pide con menor frecuencia a los alumnos que se perciben con un bajo nivel que respondan a
las preguntas que se plantean en la clase y se les da menos tiempo para responder.
4. Se critica más a estos alumnos por sus respuestas incorrectas y se les premia con menor frecuen-
cia por sus respuestas correctas.
5. Se refuerzan más las conductas inadecuadas o marginales en los alumnos que generan en el
docente bajas expectativas en comparación con los estudiantes que se perciben con alto desem-
peño.
6. Se les proporciona una retroalimentación menos precisa y menos detallada a los alumnos con
expectativas bajas de desempeño.
Por lo tanto, vemos que la interacción con los estudiantes que el docente encuentra particular-
mente capacitados se caracteriza por ser más positiva y con mayor apoyo, mientras que los alum-
nos que generan expectativas bajas reciben información contradictoria, menos apoyo y en gran
medida son ignorados o incluso rechazados por el docente. No es difícil suponer los efectos que
esto tendrá en la motivación de los alumnos, en sus propias expectativas y en su autoestima.
En este punto creemos conveniente hacer una breve mención de algunos problemas de tip.o
motivacional-afectivo que presentan frecuentemente los alumnos, y que pueden atribuirse en gran
medida a las 'condiciones poco favorables en el aula y al uso incorrecto de la dimensión afectiva por
parte del docente y la institución escolar.
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En pocas palabras, la desesperanza aprendida es una sensación experimentada por los alum-
nos de que sin importar lo que hagan ya están condenados al fracaso (Woolfolk,1996).En tal caso,
las conductas de los alumnos se orientan principalmente a evitar el fracaso escolar.De acuerdo con
Moore (ob. cit.) Ycon base en estudios como los antes reportados, se ha encontrado que la desespe-
ranza aprendida en contextos escolares es consecuencia del empleo excesivo del sarcasmo por parte
de los profesores, y de un manejo impredecible de r~compensas y castigos. La desesperanza apren-
dida es el resultado de tres tipos de déficit: motivacional, cognoscitivo y afectivo, y con frecuencia
provoca en los alumnos depresión, ansiedad y apatía ante situaciones académicas. De acuerdo con
Alonso (1991),se ha observado que a medida que los niños crecen, las manifestaciones de derrotis-
mo escolar aumentan¡ hacen muy poco esfuerzo en la realización de las tareas y su participación
espontánea o voluntaria en clasese'vuelve muy escasa. Además, parece que al llegar a la adolescen-
cia, estos comportamientos se acentúan. Por otro lado, Woolfolk (1996),plantea que la desesperan-
za aprendida es un peligro muy serio en particular para los estudiantes con problemas de aprendi-
zaje, historia de fracaso escolar y para aquellos que son víctimas de discriminación por diversos
motivos (género, raza, clase social, etcétera) llegándose a convertir en un círculo vicioso difícil de
revertir. (Véase figura 3.2.)
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En la desesperanza aprendida es posible identificar un patrón motivacional negativo vinculado
a las atribuciones del alumno, que se caracteriza por un fuerte sentimiento de indefensión, y aparece
claramente como un patrón de comportamiento 'establecido a partir de grados intermedios de la
enseñanza básica. Se presenta precisamente en los estudiantes que atribuyen el éxito escolar a cau-
sas externas, variables y fuera de su control, como la suerte o el profesor elle caigo mal y por eso me
preguntó lo que precisamente no sabía", "pasar ese examen es cosa de tener suerte y afinarle"). Al
mismo tiempo, ya vimos que este tipo de alumnos atribuyen el fracaso escolar a causas internas,
estables y no controlables (como serían la habilidad personal, el esfuerzo, la fatiga). .
2. Expresan un pronunciado afecto negativo, en la forma de una aversión a la tarea escolar, aburri-
miento o ansiedad.
4. A medida que aumentan las ocasiones o número de ensayos en que han fallado, manifiestan un
decrecimiento en su actuación académica.
Estos problemas inciden en una disminución de la autoestima respecto a las capacidades perso-
nales de estudio del alumno; por desgracia, las condiciones motivacionales imperantes en las es-
cuelas, centradas en el castigo,los reforzamientos externos, la descalificación personal y la interpre-
tación inadecuada de los errores, tienden a reforzarlos. Ampliando la información anterior, se ha
encontrado que los adolescentes realizan una valoración más negativa de la escuela que la realizada
por los niños de menor edad, y cobran relevancia especial las metas relacionadas con la autovalora-
ción a la par que aumenta la importancia asignada a la aprobación de los compañeros.
En éste texto hemos sostenido la conveniencia de que el alumno tome conciencia de la impor-
tancia de las tareas de aprendizaje que va a realizar y de que se le ofrezca retroalimentación sobre su
ejecución. No obstante, parece que al darle demasiada relevancia al valor de ejecución de una meta
-mientras el alumno se percibe a sí mismo como poco habilidoso-la retroalimentación que recibe
por sus errores lo conducen a atribuirlos a sus carencias, muestra reacciones afectivas negativas y
abandona todo esfuerzo por superar dichos errores (Elliot y Dweck, 1988). Por lo tanto, es evidente
que no basta con la aplicación irrestricta de algunos principios educativos en el aula si ésta no viene
acompañada de un conocimiento de las características y necesidades especiales que plantean los
diferentes alumnos en el contexto de una clase concreta.
Lo anterior se torna más evidente cuando analizamos la ansiedad que experimentan los estu-
diantes en relación con su desempeño en la escuela, particularmente ante los exámenes. Como tan-
tos otros factores cognitivo-afectivos estudiados, la ansiedad llega a funcionar como causa o como
efecto del fracaso escolar: el estudiante presenta un desempeño deficiente porque se encuentra muy
ansioso y a la vez dicho desempeño deficiente incrementa aún más su nivel de ansiedad.
La ansiedad en el aula se fomenta debido a tres factores principales: altos niveles de compara-
ción y competencia entre los compañeros de clase;sanciones y castigos severos previsibles para los
alumnos que fracasan, y presiones fuertes por lograr un desempeño exitoso. En algunos estudios se
ha:encontrado que los alumnos demasiado ansiosos y con miedo al fracaso, saben más de lo que
demuestran en los exámenes, pero sus temores y pensamientos negativos los hacen mostrar déficits
importantes en atención, concentración, retención, hábitos de estudio efectivos y habilidades para
la resolución de pruebas (Brophy, 1998;Woolfolk, 1996).Sin embargo, también se ha establecido
que el efecto de la ansiedad sobre el aprendizaje varía en función del nivel de intensidad en que se
manifiesta: si es demasiado baja o alta (alumnos apáticos, somnolientos, o por el contrario, dema-
siado tensos), el efecto será negativo, en detrimento del aprendizaje, pero si es moderada (nivel
óptimo de actividad y emoción o preocupación por el desempeño), su efecto será adaptativo y
positivo para el aprendizaje, tal como se muestra en la figura 3.3 (Moore, 2001).
Como temática final de este apartado, cabe mencionar que se han encontrado una serie de
cambios "evolutivos" en la motivación de los estudiantes a lo largo de los años de escolarización.
No son cambios evolutivos en el sentido de aprendizajes predeterminados o resultado de la sola
maduración individual, por el contrario, notamos que es evidente el papel que juegan los proce-
sos institucionales e interpersonales que ocurren en las escuelas. En el cuadro 3.8 encontrará una
1. Cambia el comportamiento:
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cambios
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síntesis de dichos cambios evolutivos en la motivación de los alumnos, de acuerdo con los resul-
tados de las investigaciones de Veroff (1969), Stipek (1984) y Alonso (1984) (en Alonso, 1992,
p.16).
Los educadores a menudo consideran que la motivación por el aprendizaje es una especie de ínte-
rruptor que se "enciende" al inicio de la actividad de aprendizaje, y que una vez activada (gracias al
empleo de una dinámica de grupo, un acertijo o una serie de preguntas inductoras), continúa auto-
máticamente encendida hasta el finaL
Sin embargo, no queda claro si como antecedente o consecuencia de lo anterior, los docentes
realizan un manejo motivacional centrado casi exclusivamente en la administración de recompen-
sas y castigos externos para manejar a los estudiantes. No obstante, se ha demostrado que tales
factores motivacionales son efectivos en la medida en que están presentes, pero al desaparecer, su
efecto no se mantiene. Es por ello que, aun cuando no se descarte por completo el empleo de recom-
pensas y sanciones, la promoción de comportamientos intrínsecamente motivados será más estable
y formativa.
Son dos las condiciones que deben darse para que se produzca en un individuo la motivación
intrínseca hacia la realización de una tarea (De Charms, 1984, en Alonso, 1991; Brophy, 1998):
1. Que la realización de la tarea sea ocasión para percibir o experimentar que se es competente.
2. Que se dé la experiencia de autonomía, que el sujeto sienta que ejerce control sobre su entorno
y su propia conducta.
Lo anterior significa, por un lado, y en relación con el manejo del entorno, que las opciones de
acción y el número de alternativas para el alumno sean 10 más numerosas posible. Por el otro,
implica que el alumno necesita tomar conciencia de sus propias motivaciones y ser sensible a la
autonomía de los demás; al mismo tiempo debe comprender el significado de la satisfacción interna
del aprendizaje y qué puede hacer para incrementar su autonomía.
• . Que den más valor al hecho de aprender que al de tener éxito o fracaso.
• Que centren más su atención en la experiencia de aprender que en las recompensas externas.
Los cambios motivacionales en los alumnos suelen estar asociados a los mensajes que les trans-
mite el profesorpor medio del lenguaje verbal y gestual, así como mediante sus actuaciones yen
especial, por la información que les da sobre su desempeño. Estos mensajes pueden centrarse en los
resultados, así como en el proceso de aprendizaje. En el cuadro 3.9 se ejemplifican dichos mensajes
del profesor (Alonso, 1991y 1992;Alonso y Montero, 1990).
La relación entre la motivación de los alumnos y los mensajes que les ofrecen los docentes
manifiesta también un carácter evolutivo (en el sentido dado antes a este término). Se ha podido
. comprobar que a medida que los estudiantes crecen, se van dando cambios sistemáticos en la fre-
cuencia con que reciben información de uno u otro tipo, y en el grado en que la asimilan. El refuerzo
social predomina como evaluación en la educación preescolar y los primeros años de la escuela
primaria; mientras que la información de carácter simbólico se incrementa a partir del segundo o
tercer grado. La interpretación que el alumno puede hacer de la información objetiva sobre s~ eje-
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cución se relaciona con su desarrollo intelectual (se requiere razonar sobre proporciones), y es más
significativa a partir de los 12 o 13 años de edad. La información normativa implica la comparación
y competencia del alumno con los demás, y se acentúa a partir de los once años de edad.
Por otro lado, se ha visto que el significado que los alumnos otorgan a los mensajes de evalua-
ción cambia en función de las nociones que ellos mismos tienen de aptitud y esfuerzo. En los prime-
ros años de escolaridad, los alumnos piensan que es lo mismo esfuerzo que inteligencia: las perso-
nas inteligentes se esfuerzan mucho y esto las hace inteligentes. Hasta los 11 o 12 años los alumnos
pueden diferenciar entre esfuerzo, aptitud y desempeño; según Woolfolk (ob. cit., p. 350) "en esta
época llegan a creer que alguien que tiene éxito escolar sin trabajar en absoluto debe ser alguien
realmente inteligente".
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Existe una serie de principios motivacionales que se desprenden del enfoque adoptado o de los
constructos con base en los cuales se pretende intervenir (factores externos como recompensas y
castigos, satisfacción de necesidades del alumno, manejo de metas, fomento de la motivación in-
trínseca). Dichos enfoques y principios se esquematizan en el cuadro 3.10, el cual consideramos que
conduciría al lector a reflexionar sobre el enfoque motivacional que ha permeado en las aulas don-
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de ha participado, ya sea en el papel de docente o como alumno; por lo demás, ¿qué consecuencias
le ha traído la experiencia?
A partir de los componentes del modelo TARGETT, se derivan un conjunto de principios para
la organización motivacional de la enseñanza, los cuales pueden ser manejados por el profesor de
manera estratégica en el aula. Estos principios se presentan a continuación, integrando además las
ideas de otros autores revisados, en particular de Alonso y Brophy. .
Propósitos: Fomentar el atractivo intrínseco de las tareas de aprendizaje y lograr que éste sea signifi-
cativo.
1. Activar la curiosidad y el interés del alumno en el contenido del tema a tratar o la tarea a realizar.
Grupo: En relación con la forma de agrupar a los alumnos y realizar las actividades
Propósitos: Crear un entorno de aceptación y apreciación de todos los estudiantes; ampliar sus posi-
bilidades de interacción personal; fomentar el desarrollo de habilidades sociales y colaborativas;
apoyar particularmente a los alumnos de alto riesgo,
4. Organizar un buen número de actividades escolares que promuevan el aprendizaje cooperativo en el aula
(véase el capítulo 4 de este libro), sin desatender al mismo tiempo las necesidades personales de los
alumnos.
Propósito: Que las evaluaciones constituyan una oportunidad para el alumno de mejorar su apren-
dizaje 'y dej~n de ser episodios amenazantes sin un verdadero valor formativo y de retroalimenta-
ción.
5. Ampliar el tipo de procedimientos de evaluación y calificación dando prioridad a los que permiten una
visión comprehensiva y múltiple de los procesos de aprendizaje, esfuerzo y progreso personal de los alum-
nos, y que permiten tomar decisiones respecto a cómo mejorar su desempeño (véase el capítulo 8 de este
libro).
• Promover un cambio en la cultura de la evaluación escolar, intentar que los alumnos perci-
ban a la evaluación como una ocasión para aprender y corregir.
• Evitar hasta donde sea posible la comparación de unos contra otros y acentuar la propia
comparación para maximizar la constatación de los avances.
• Diseñar las evaluaciones de forma tal que no sólo nos permitan saber el nivel de conoci-
mientos del alumno, sino, en caso de mal desempeño en la prueba, las razones del fracaso.
Propósito: Adaptar el currículo a una programación de actividades escolares que respete los ritmos
de aprendizaje de los estudiantes a la vez que tome en cuenta el tipo, extensión y complejidad de los
contenidos y tareas a realizar.
6. Permitir que la naturaleza de la tarea y los ritmos de aprendizaje de los alumnos determinen una progra-
mación escolarflexible.
• Permitir que los estudiantes progresen a su propio ritmo hasta donde sea factible.
Tarea docente: En relación con las expectativas y mensajes que el docente transmite a los alumnos
Propósito: Lograr que los profesores tomen conciencia y cuestionen las creencias y expectativas que
tienen hada sus alumnos, así como el tipo de mensajes que les comunican, con el fin de replantear
formas de interacción que fomenten el aprendizaje y la autoestima positiva en el alumno.
7. Establecer expectativas apropiadas, pero lo más altas posibles, para todos los estudiantes y comunicarles
que se espera lograr su mejor desempeño.
• Incrementar los mensajes .que informan a los alumnos acerca de su proceso de aprendizaje,
no sólo de sus resultados, y evitar mensajes que incidan negativamente en la valoración del
alumno como persona.
Durante: hacia la búsqueda y comprobación de posibles medios para superar las difi-
cultades.
En definitiva, los principios y estrategias anteriores deberán ser analizados por el docente en
función del contexto particular de su clase, y aplicarse a criterio en cada caso.
Para cerrar este capítulo nos gustaría que el lector reflexionara acerca de qué tan conscientes
son los docentes de la necesidad de emplear estrategias motivacionales en el aula, de cuáles em-
plean y de cuáles son las demandas que nos plantean los propios alumnos.
Aunque hemos visto que las instituciones educativas no parecen fomentar la motivación por
aprender de manera adecuada, resulta un tanto paradójico que cuando a los profesores se les pide
que describan las estrategias que usualmente emplean para motivar a sus alumnos, se encuentra
que su experiencia es bastante consistente con los conceptos y principios explicados en este capítu-
lo, particularmente en lo que toca a la motivación intrínseca. Al menos eso es lo que encontró Brophy
(1998), que hace un recuento de algunas investigaciones sobre este aspecto. Dos de ellas nos pare-
cen muy ilustrativas para el profesor de educación media y superior.
En un trabajo de Hoostein (1995, citado por Brophy, 1998), se pedía a profesores de historia a
nivel secundaria que enlistaran las estrategias que empleaban para motivar a sus alumnos. Las diez
estrategias que se mencionaron con más frecuencia fueron las siguientes:
1. Trabajar con simulaciones históricas (dramatizaciones, role playing) en las que los estudiantes
representan personajes históricos.
3. Realizar juegos con los estudiantes, como una manera de revisar material contenido en las prue-
bas.
También se obtuvieron las respuestas de los estudiantes: se les mostraron las estrategias que
enlistaron sus profesores y se les pidió que seleccionaran aquella que los motivara más. Las dos
estrategias que mencionaron más los estudiantes fueron, en ese orden: el juego de roles con perso-
najes históricos y la participación en grupos de discusión con sus compañeros. También tuvieron
frecuencias altas los intentos del profesor para hacer que la materia fuera interesante, como por
ejemplo, relacionar el contenido con sus vivencias e intereses, el "inyectar humor a la clase" me-
diante anécdotas, chistes o historias. En opinión del autor, en este estudio los alumnos evidenciaron
que incluso llegaban a disfrutar formas de aprendizaje consideradas como pasivas (como serían las
exposiciones y demostraciones), a condición de que el profesor hiciera interesante el material.
Otro trabajo que arroja luz al tema de la motivación escolar, es el de Zahorik (1996, citado por
Brophy, 1998), donde se pidió a profesores de educación elemental y secundaria que escribieran
una serie de ensayos sobre los aspectos que despertaban más interés en sus alumnos por el aprendi-
zaje. Agruparon las respuestas en ocho categorías, que cualitativamente coinciden, de manera glo-
bal, con las del estudio anterior, aunque hay variaciones importantes en la jerarquía. Algunas de las
categorías, con ejemplos de actividades posibles, son las siguientes:
• Estrategias para fomentar la confianza de los alumnos: encaminadas a mostrar respeto a la integri-
dad, esfuerzo e inteligencia de los estudiantes. Por ejemplo, la comparación de ideas mediante
el diálogo o el debate, la toma de decisiones, o el despliegue de su creatividad personal.
• Las categorías restantes incluyeron emplear materiales de aprendizaje variados, el entusiasmo del profe-
sor, la realización de tareas prácticas que involucraran a los alumnos en actividades que tuvieran
alguna utilidad fuera de la escuela o que permitieran elaborar un producto útil, y finalmente, la
realización de actividades variadas.
L Detectar los principales problemas motivacionales que presentan sus alumnos en clase, Para
ello, debe tomar en cuenta como elementos de análisis: el contexto del curso; las características
de sus alumnos y las metas que establecen; su actuación como profesional de la docencia, los
mensajes que les envía y la forma en que organiza y conduce las actividades académicas.
2. Analizar de forma crítica los principios motívacionales propuestos en esta unidad y develar
situaciones particulares en el contexto de su clase donde la aplicación de esos principios haya
resultado efectiva o inefectiva.
A partir de la proyección de los primeros 30 minutos del largometraje Con ganas de triunfar (Stand
and Deliver, E.U., 1988, Warner Bros. Inc., Prod. T. Musca, Dir, R. Menéndez, con Edward James
Olmos y Lou Daímond Phillips), identifique:
a) Al menos tres situaciones en las que el profesor de matemáticas, Jaime Escalante (Edward James
Olmos), esté promoviendo el aprendizaje significativo en sus estudiantes.
b) El tipo de metas que establecen los diversos alumnos que aparecen en la película (Ángel, Pan-
cho, Ana, Guadalupe, Tito, etcétera). Consulte el cuadro 3.3 ofrecido en este capítulo y analice el
caso de al menos dos de los alumnos referidos.
e) El tipo de mensajes que el profesor de matemáticas o los otros docentes dan a los alumnos y los
efectos que tienen en su motivación por aprender. Ejemplifique al menos 3 mensajes y sus efec-
tos previsibles.
d) Los principios y / o estrategias motivacionales que emplea el profesor Escalante con sus alum-
nos,
Solicitar a los alumnos de su grupo que respondan brevemente a las siguientes preguntas (las res-
puestas pueden ser anónimas para que los estudiantes respondan con veracidad):
h) Lo que me gustaría que el profesor hiciera para que la clase fuera más motivante es _
Analice las respuestas dadas por sus alumnos en cada caso e identifique el tipo de metas y
atribuciones que poseen, así como los factores instruccionales vinculados con éstas. En particular,
trate de responder a lo siguiente: ¿están motivados intrínseca o extrínsecamente?, ¿qué tipo de
atribuciones establecen en relación con su desempeño académico real? ¿cómoperciben el clima del
I
aula yen especial el trato que reciben de usted como profesor?, ¿puede identificar alumnos de alto
riesgo, poco motivados o de plano desesperanzados?, ¿qué factores detecta como problemáticos en
su clase?, ¿qué cambios requiere promover?
Tomando como referencia el análisis realizado en la actividad anterior y/ o con base en el contenido
programático, los materiales del curso o clase que imparte, los resultados de las pruebas que aplica,
la observación del grupo, etcétera, elabore una propuesta sobre cómo mejorar el clima motivacional
en su aula tomando en cuenta los principios y estrategias del modelo TARGETT.Intente elaborar
con el mayor detalle posible dicha propuesta, e integre todos los componentes del modelo.
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Sihablamos de aprendizaje cooperativo tenemos que hablar, ante todo, de la existencia de un grupo
que aprende. Un grupo puede definirse como uuna colección de personas que interactúan entre sí y
que ejercen una influencia recíproca" (Sclunuck y Schmuck, 2001,p. 29).Dicha influencia recíproca
implica una interacción comunicativa en la que se intercambian mutuamente señales (palabras,
gestos, imágenes, textos) entre las mismas personas, de manera continua en un periodo dado, don-
de cada miembro llega a afectar potencialmente a los otros en sus conductas, creencias, valores,
conocimientos, opiniones, etcétera.
La simple proximidad física no define a un grupo; en este sentido, las personas que viajan una
mañana en el mismo vagón del metro, o los asistentes a un juego de futbol no constituyen necesa-
riamente un grupo. Lo anterior no invalida la influencia que pueda tener la simple presencia del
otro o el impacto de los intercambios casuales. Por otro lado, aunque la interacción directa cara-a-
cara suele ser la más efectiva en contextos de aprendizaje escolar, es posible conformar un grupo
entre personas distantes geográficamente que interactúen efectivamente y se influyan mutuamente
con apoyo de otros medios (por ejemplo, redes de discusión vía computadora, conversaciones tele-
fónicas, circuitos cerrados de televisión, transmisiones de radio y correo, entre otros).
Hemos afirmado antes que el rol central del docente es el de actuar como mediador o interme-
diario entre los contenidos del aprendizaje y la actividad constructiva que despliegan los alumnos
para asimilarlos. Ello ha conducido a los psicólogos de la corriente sociocultural vygotskiana a
plantear que los aprendizajes ocurren primero en un plano interpsicológico (mediado por la influen-
cia de los otros), y después a nivel intrapsicológico, una vez que los aprendizajes han sido inte-
riorízados, debido al andamiaje que ejercen en el aprendiz aquellos individuos expertos" que lo JI
En la figura 4.1 (Cazden, 1988;con y Solé, 1990,p. 327)puede observarse el proceso de cons-
trucción del aprendizaje que recoge la idea de andamiaje y enfatiza el papel mediador del sujeto
que funge como enseñante .
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Il,~;, Figura 4.1 Estructura básica de los ambientes educativos que responden al concepto de andamiaje.
De acuerdo con Enesco y Del Olmo (1992), una situación escolar individualista es aquella donde
no hay ninguna relación entre los objetivos que persigue cada uno de los alumnos, pues sus metas
son independientes entre sí. El alumno percibe que la consecución de sus objetivos depende de su
propia capacidad y esfuerzo, así como de la suerte y de la dificultad de la tarea. Sin embargo, consi-
dera menos relevantes el trabajo y el esfuerzo que realizan sus demás compañeros, puesto que no
hay metas ni acciones conjuntas.
A su vez, en una situación escolar competitiva los objetivos que persigue cada alumno no son
independientes de lo que consigan sus compañeros. En la medida en que los alumnos son compara-
dos entre sí y ordenados (del mejor al peor), el número de recompensas (calificaciones,privilegios,
halagos) que obtenga un estudiante depende del número de recompensas distribuidas entre el resto
de sus compañeros. Así, bajo un esquema de competencia, el alumno obtiene una mejor calificación
cuando sus compañeros rinden muy poco, que cuando la mayoría muestra un buen rendimiento.
Retomando las ideas revisadas en el capítulo sobre motivación y aprendizaje, resulta casi inevi-
table que un esquema individualista y de competencia genere una motivación extrínseca, con me-
tas orientadas a obtener básicamente valoración social y recompensas externas. Ante las presiones
de una situación competitiva, es difícil que el alumno sienta el deseo de aprender como un objetivo
mismo, por 10 cual las metas relacionadas con la tarea (sensación de autonomía, satisfacción intrín-
seca por el aprendizaje logrado, etcétera) pasan a un segundo plano.
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En opinión de las autoras citadas en líneas anteriores, esta situación se agudiza en particular en
el bachillerato, y annque muchos docentes son plenamente conscientes de ella, tropiezan con una
serie de dificultades que les impiden conseguir un ambiente cooperativo y solidario. Principalmen-
te enfrentan obstáculos como el número de alumnos y grupos que atienden, las normas de la insti-
tución educativa y sus sistemas de acreditación, los contenidos curriculares, e incluso las propias
presiones y expectativas de los familiares.
Desde nuestra óptica, otro problema que enfrentan los docentes es el desconocimiento de la
manera de trabajar con verdaderos equipos cooperativos, puesto que no toda actividad que se realiza
en "grupo" implica cooperación.Con frecuencia, la realización de "trabajos en equipo" no es otra cosa
que una división inequitativa del trabajo, donde en realidad no se dan intercambios constructivos
entre los participantes (véase cuadro 4.2). En consecuencia, como veremos a continuación, existe
una serie de condiciones que tienen que darse para que el trabajo en equipo sea cooperativo.
Entonces, ¿qué es el aprendizaje cooperativo? De acuerdo con David y Roger [ohnson, codirec-
tores del Centro para el Aprendizaje Cooperativo de la Universidad de Minnesota:
La cooperación consiste en trabajar juntos para alcanzar objetivos comunes. En una situación coope-
rativa, los individuos procuran obtener resultados que son beneficiosos para ellos mismos y para
todos los demás miembros del grupo. El aprendizaje cooperativo es el empleo didáctico de grupos
reducidos en los que los alumnos trabajan juntos para maximizar su propio aprendizaje y el de los
demás (Johnson,]ohnson y Holubec, 1999,p.14).
De manera que cooperar es trabajar juntos para lograr metas compartidas, lo que se traduce en
una interdependencia positiva entre los miembros del grupo. En este caso, el equipo trabaja junto
hasta que todos los miembros del grupo hayan entendido y completado la actividad con éxito, de tal
forma que la responsabilidad y el compromiso con la tarea son compartidos.
En el cuadro 4.3 se comparan las tres estructuras de aprendizaje descritas: individualista, com-
petitiva y cooperativa.
De acuerdo con Slavin (enEcheita, 1995),en la definición de una estructura de aprendizaje (sea
ésta competitiva, individualista o cooperativa) intervienen no sólo el tipo de actividades a realizar,
sino también la estructura de la autoridad y la del reconocimiento o recompensa.
La estructura de la autoridad "se refiere al grado de autonomía que los alumnos tienen a la hora
de decidir y organizar las actividades y contenidos escolares y, en consecuencia, al grado de control
que al respecto es ejercido por los profesores o por otros adultos" (Echeita, 1995,p. 170).Es obvio
que en el aprendizaje cooperativo habrá mayor autonomía de parte de los estudiantes en la elección
de los contenidos y formas de trabajar en clase en comparación con las estructuras individualista y
competitiva. .
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1. Un elevado grado de igualdad. Entendida esta última como el grado de simetría entre los roles
desempeñados por los participantes en una actividad grupal.
En el contexto de los aprendizajes escolares, [ohnson, Johnson y Holubec (1999) identifican tres
tipos de grupos de aprendizaje cooperativo:
• Los grupos formales de aprendizaje cooperativo, que funcionan durante un periodo que va de
una hora o sesión a varias semanas de clase. Son grupos donde los estudiantes trabajan juntos
para conseguir objetivos comunes en torno a una tarea de aprendizaje dada relacionada con el
currículo escolar.
• Los grupos informales de aprendizaje cooperativo, que tienen como límite el tiempo de duración
de una clase (una o dos horas, por ejemplo). Son grupos que el profesor utiliza en actividades
de enseñanza directa, demostraciones, discusión de una película, o donde intenta crear un cli-
ma propicio para aprender, explorar, generar expectativas o inclusive cerrar una clase, etcétera.
• Los grupos de base cooperativos o a largo plazo (al menos un año o cielo escolar), que usualmente
son grupos heterogéneos, con miembros permanentes que entablan relaciones responsables y
duraderas, cuyo principal objetivo es "posibilitar que sus integrantes se brinden unos a otros el
apoyo, la ayuda, el aliento y el respaldo que cada uno de ellos necesita para tener un buen
rendimiento" (ob. cit., pp. 14-15).
Estos grupos serán cooperativos en la medida en que cumplan una serie de condiciones (véase más
adelante) y además pueden llegar a ser grupos de alto rendimiento, en función del nivel de compromi-
so real que tengan los miembros del grupo entre sí y con el éxito del equipo.
Como contraparte a los grupos antes descritos donde ocurre la cooperación, los mismos autores
identifican a dos tipos de grupos" no cooperativos:
11
• Los grupos de pseudoaprendizaje, donde los estudiantes acatan la directiva de trabajar juntos,
pero sin ningún interés. En apariencia trabajan juntos, pero en realidad compiten entre sí, se
ocultan información, existe mutua desconfianza. De manera que trabajarían mejor en forma
individual, puesto que lila suma del total es menor al potencial de los miembros individuales
del grupo" (ob. cit., p. 17).
• Los grupos o equipos de aprendizaje tradicional, en los cuales se pide a los almos que trabajen
juntos y ellos están dispuestos a hacerlo, e intercambian o se reparten la información, pero la
disposición real por compartir y ayudar al otro a aprender es mínima. Algunos alumnos se
aprovechan del esfuerzo de los que son laboriosos y responsables, y éstos se síenterrexplotados.
También sucede que en los grupos de trabajo tradicionales, algunos de los alumnos más habili-
dosos asumen un liderazgo tal que sólo ellos se benefician de la experiencia a expensas de los
miembros menos habilidosos. Sucede asimismo que unos cuantos son los que trabajan académica-
mente (y por consiguiente son los que sí aprenden el contenido curricular o las habilidades busca-
das) y otros sólo cubren funciones secundarias de apoyo (fotocopian, escriben a máquina, etcétera).
Esta división inadecuada de funciones, aunada a un esquema competitivo al interior. del grupo", 11
En síntesis, hay que insistir en que no todo grupo de trabajo es un grupo de aprendizaje coope-
rativo. Simplemente colocar a los estudiantes en grupo y decirles que trabajen juntos no significa
que deseen o sepan cooperar.
Ahora es pertinente considerar la siguiente reflexión: los profesores a menudo dicen recurrir a
métodos de enseñanza-aprendizaje que potencialmente promueven el aprendizaje cooperativo (por
ejemplo, los grupos de estudio, los equipos de investigación documental y de laboratorio, los talle-
res de trabajo, los círculos de lectura, entre otros). Sin embargo, a la luz de todo lo antes expuesto, el
empleo de estas metodologías puede o no favorecer el trabajo en equipos cooperativos, dependien-
do de cómo se conduzca.
Aunque parezca obvio, resulta importante preguntarse el porqué es importante trabajar desde
la perspectiva del aprendizaje cooperativo, y qué tipo de beneficios proporciona éste a profesores y
alumnos.
En primer lugar, cabe decir que las relaciones entre iguales (los compañeros de clase) incluso
llegan a constituir para algunos estudiantes, si no las primeras experiencias, sí relaciones trascen-
dentes en cuyo seno tienen lugar aspectos como la socialización, la adquisición de competencias
sociales, el control de los impulsos agresivos, la relativización de los puntos de vista, el incremento
de las aspiraciones e incluso del rendimiento académico (Coll y Colomina, 1990).
• Rendimiento académico. Las situaciones de aprendizaje cooperativo eran superiores a las de apren-
dizaje competitivo e individualista en áreas (ciencias sociales, naturales, lenguaje y matemáti-
cas) y tareas muy diversas, que abarcan tanto las que implican adquisición, retención y transfe-
rencia de conocimientos,como las de naturaleza más conceptual (adquisición de reglas, conceptos
y principios). Talefecto se encontró en todos los niveles educativos estudiados. No obstante, en
tareas simples, mecánicas o de-ejercitaciónmediante sobreaprendizaje, las situaciones competi-
tivas fueron superiores en rendimiento.
Por otro lado, el aprendizaje cooperativo se relaciona y facilita al mismo tiempo los siguientes
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procesos (Echeita, 1995):
Procesos cognitivos - .
Procesos motivacionales
Procesos afectivo-relacionales
• Pertenencia al grupo
• Autoestima positiva
• Sentido de la actividad
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• Capacidad de influir en las personas con quienes est~ involucrados .
Partiendo de lo ex-puesto anteriormente, ahora se discutirán los componentes esenciales del apren-
dizaje cooperativo (Iohnson, Iohnson y Holubec, 1990; 1999):
1. Interdependencia positiva
Sucede cuando los estudiantes perciben un vínculo con sus compañeros de grupo; de forma tal
que no pueden lograr el éxito sin ellos (y viceversa), y deben coordinar sus esfuerzos con los de
5. Procesamiento en grupo
• Identificar cuáles acciones y actitudes de los miembros son útiles, apropiadas, eficaces y
cuáles no.
• Tomar decisiones acerca de qué acciones o actitudes deben continuar, incrementarse o cam-
biar.
Entre otros beneficios, el conducir sesiones de procesamiento en grupo permite que los
estudiantes pasen al plano de la reflexión metacognitiva sobre sus procesos y productos de
trabajo, a la par que es un excelente recurso para promover los valores y actitudes colaboratívos
buscados.
Deseamos resaltar que la interacción con los compañeros de grupo permite a los estudiantes
obtener beneficios que están fuera de su alcance cuando trabajan solos, o cuando sus intercambios
se restringen al contacto con el docente.
En primer lugar, la interacción con los compañeros hace posible el aprendizaje de actitudes,
valores, habilidades e información específica, que el adulto es incapaz de proporcionarle al niño o al
joven. Adicionalmente, la interacción con los compañeros proporciona apoyos, oportunidades y
modelos para desarrollar conducta prosocial y autonomía.
Por otra parte, es importante que tanto el docente como los miembros del grupo estén al tanto
cuando no está funcionando adecuadamente una estructura de trabajo que pretende ser cooperati-
va. Algunos rasgos que indican cuándo no se encuentran presentes un trabajo cooperativo adecua-
do y la interdependencia positiva se ofrecen a continuación. En tal caso los alumnos:
4. Acondicionar el aula.
En relación con los pasos de enseñanza antes delineados, los autores proponen la necesidad de -
que el profesor maneje las siguientes estrategias:
• Tomar ciertas decisiones respecto a la forma en que ubicará a sus alumnos en grupos de apren-
dizaje previamente a que se produzca la enseñanza.
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En relación con la especificación de los propósitos perseguidos, el docente tiene que delinear
dos tipos de objetivos:
1. Los objetivos académicos referentes a los aprendizajes esperados en relación con el contenido
curricular. Sobra decir que el docente debe considerar el nivel conceptual y la motivación de
sus alumnos, sus conocimientos previos y la propia significatividad de los materiales, pudién-
dose auxiliar de un análisis conceptual o de las mismas tareas a realizar.
2. Los objetivos para el desarrollo de las habilidades de colaboración, donde deberá decidirse qué tipo de
habilidades de cooperación se enfatízaránSegún Sapon-Levín (1999)el trabajo cooperativo en
la escuela suele fallar cuando no se encuentra directamente vinculado con el currículo escolar o
no permite la..!onsolidación de verdaderas comunidades de aprendices que cotidianamente
trabajen en aulas inclusivas, justas y democráticas.
Respecto a la conformación de los grupos, se mencionó con anterioridad la recomendación de un
máximo de seis integrantes por equipo de trabajo. El rango puede variar de dos a seis, y el docente
tiene que decidir el tamaño óptimo, valorando los principios enlístados
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en el cuadro 4.5. ,
Aunque en la conformación del grupo existen claras excepciones que el docente puede identifi-
car según su criterio, por 10 general se recomienda que los grupos de trabajo cooperativo sean
heterogéneos, colocando alumnos de nivel alto, medio ybajo (enrendimiento académico u otro tipo
de habilidades) dentro del mismo grupo. Un grupo heterogéneo también representa una buena
opción para romper prejuicios ymanejar conflictos de género, clase social, raza, etcétera, que pudie-
ran aparecer en la clase, siempre y cuando se logre que la tolerancia y la convivencia igualitaria
estén presentes. (Véase cuadro 4.6.)
• Colocar a los estudiantes en una mesa rectangular donde no pueden tener contacto visual con
los demás miembros.
1
• Acomodar a los alumnos en escritorios aparte, donde no pueden compartir los materiales de
trabajo ni establecer un contacto personal sin interferir con los otros grupos.
Por otro lado, en relación a los roles que desempeñan los integrantes del equipo, se sugiere el
establecimiento de roles complementarios, interconectados y rotativos entre los miembros. Los más
importantes son (Johnson, [ohnson y Holubec, 1990):
• Un inspector (checker), que se asegurará de que todos los miembros del grupo puedan decir
explícitamente cómo arribaron a una conclusión o respuesta.
• Un entrenador (accuracy coach), que corrige los errores de las explicaciones o resúmenes de los
otros miembros.
• Un narrador (relater/elaboration seeker), que tiene como tarea pedir a los integrantes del equipo
relacionar los nuevos conceptos y estrategias con el material aprendido previamente.
• Un registrador (recorder), cuya función es escribir las decisiones del grupo y editar el reporte de
trabajo.
• Un animador (encourager), que reforzará las contribuciones de los miembros del equipo.
• Un observador (observer), que cuidará que el gruP9 esté colaborando de manera adecuada.
Evidentemente, dependiendo del tamaño del grupo, un alumno puede asumir una o más fun-
ciones.
Con el propósito de estructurar metas que permitan una interdependencia positiva, el docente
tiene la opción de recurrir a recursos como los siguientes: .
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• Pedir al grupo que genere al menos un producto de trabajo conjunto (reporte, proyecto, ensayo,
maqueta, protocolo, prototipo, guión, etcétera). -
• Proporcionar recompensas al grupo en relación con el desempeño conjunto de todos los inte-
grantes.
No obstante, también debe evaluarse a cada integrante en lo personal, para lo cual el.docente
puede, por ejemplo, aplicar algunas pruebas, preguntar al azar a varios alumnos, pedirles que de-
muestren a otros lo que han aprendido, solicitar al inspector, narrador y observador del grupo que
describan la dinámica y logros del trabajo realizado, etcétera.
Por último, la evaluación requiere conjugar los aspectos cuantitativos y cualitativos del apren-
dizaje logrado por los alumnos, así como conciliar los estándares planteados para toda la clase con
los criterios logrados por cada equipo. Elprofesor puede realizar una especie de "triangulación", es
decir, considerar diversos elementos al realizar la evaluación, por ejemplo, la elaboración de un
reporte de trabajo, un conjunto de problemas o respuestas que han sido respondidas por acuerdo en
el grupo, e incluso los exámenes aplicados. En la decisión de la calificación a otorgar, puede ponde-
rar por ejemplo, el promedio de los puntajes individuales de los integrantes del equipo, o el número
de miembros que lograron el criterio específico establecido de inicio. De hecho Sapon-Levin (ob.
cit.) recomienda el empleo del método de evaluación mediante portafolios (véase capítulo ocho)
como una opción en la que se evalúan tanto los logros individuales como los grupales y se exploran
diversas producciones de una forma dinámica.
• La cantidad y calidad de los conocimientos relevantes que poseen los alumnos en controversia.
Así como se espera que los alumnos muestren disposición y posean las habilidades requeridas
para cooperar, el docente' requiere mostrar actitudes y habilidades que son la contraparte de las
primeras. En especial, y para finalizar esta sección, mencionaremos 10 que Woolfolk (1996) describe
como los comportamientos del profesor, que se han encontrado en las aulas donde se apoya la
autonomía y se trabaja efectivamente en grupo: '
1. Reconoce los puntos de vista de los estudiantes, se esfuerza por comprenderlos y apreciarlos.
4. Acepta que las emociones negativas son reacciones válidas, a los límites, restricciones y tareas
impuestas, e intenta manejarlas positivamente.
En los comportamientos antes descritos se encuentra implícita la función de liderazgo que llega
a ejercer el profesor (e incluso otros estudiantes) en los procesos de grupo. El término líder se refiere
a una persona; pero también a una posición especial ocupada por una persona, que' conduce o
influye significativamente las ideas o conductas de los demás miembros del grupo. Un líder puede
surgir de manera "natural", ser elegido por los demás integrantes o designado por una autoridad
superior (Brilhart, Galanes y Adams, 2001). Para que un líder apoye discusiones de grupo efectivas
requiere:
• Ser un comunicador activo que codifica y entiende las ideas de manera clara y concisa.
• Mediar hábilmente la información y las ideas proporcionadas por los miembros del grupo.
• Tener "la mente abierta", preocuparse genuinamente por el grupo, respetar a los otros mientras
hablan, estar dispuesto a cambiar sus ideas, evitar imponerse a ultranza. .
• Compartir las recompensas y el crédito con los demás miembros del equipo.
Ya hemos mencionado, desde la perspectiva de los diversos autores revisados, que el tipo de
liderazgo que promueve aprendizajes cooperativos efectivos es un liderazgo compartido, democrá-
tico y alternado, puesto que no se trata de impulsar "superestrellas", sino de proporcionar a todos
las mejores oportunidades de crecimiento personal y académico.
Siguiendo con lo expuesto en este capítulo, hemos visto que el trabajo grupal, para ser en realidad
aprendizaje cooperativo, tiene que reunir ciertos componentes básicos (interdependencia positiva,
Clpítulo..¡ Aprendizaic ,ooperatll'O) proCt'JO de enseñanza . :-:'~':'1.
En la literatura psicológica reportada, son varias las estrategias (algunos autores las denominan
técnicas, otros métodos) que cubren con los requisitos anteriores. A continuación se realizará una
breve descripción de las más significativas y que han sido reportadas por diversos autores (Arends,
1994¡ Brophy, 1998; Melero Zabal y Femández Berrocal, 1995¡ Ovejero, 1991;WoolfoIk, 1996).
Se forman equipos de hasta seis estudiantes, que trabajan con un material académico que ha
sido dividido en tantas secciones como miembros del grupo, de manera que cada uno se encar-
gue de estudiar su parte. Posteriormente, los miembros de los diversos equipos que han estu-
diado lo mismo se reúnen en grupos de expertos" para discutir sus secciones, y después regre-
11
san a su grupo original para compartir y enseñar su sección respectiva a sus compañeros. La
única manera que tienen de aprender las otras secciones es aprendiendo de los demás y, por
ello, debe afianzarse la responsabilidad individual y grupal. Nótese que la estrategia del rom-
pecabezas no es igual a la manera tradicional en que los equipos se reparten el trabajo: cada
quien hace su parte (y es lo único que se aprende), pero ésta no se comparte IÚ discute con los
integrantes de su equipo ni con los de los otros, dando como resultado que el trabajo elaborado
consista en fragmentos desintegrados, inconexos, que suelen ser copias literales de los libros
consultados.
2. Aprendizaje en equipos de estudiantes (Student team learning, STL) de Robert Slavin y co-
laboradores .
Los estudiantes se asignan a grupos heterogéneos (edad, rendimiento, sexo, raza) de cuatro
o cinco integrantes. De entrada, el profesor calcula una calificación pase para cada estu-
diante individual, que representa el nivel promedio de su desempeño inicial, Posterior-
mente, ofrece a los equipos el material académico dividido en unidades o lecciones, y los
estudiantes trabajan cooperativamente en ellas hasta asegurarse de que todos los miem-
bros las dominan. Todos los alumnos son examinados de forma individual sobre cada lec-
ción estudiada, sin recibir ayuda de sus compañeros de equipo en dicha evaluación. El
profesor compara la calificación individual de cada integrante del equipo con sus puntua-
ciones anteriores o calificación base, y si la calificación obtenida como resultado de estudiar
con su equipo es superior, recibe varios puntos que se suman a los del equipo para formar
la puntuación grupal, y sólo los equipos que alcancen cierta puntuación obtendrán deter-
minadas recompensas grupales. Se percibe que esta estrategia incluye elementos de com-
petición intergrupos y manejo de recompensas. Se ha aplicado en una gran variedad de
materias y grados escolares. Es interesante notar que se espera que los alumnos tengan un
mejor rendimiento académico en la situación de estudio grupal en comparación a la indivi-
dual; el reto de los alumnos es superar con mucho su propio promedio. Además, todos los
miembros del grupo tienen la misma oportunidad de contribuir al número máximo de
puntos para el total de su equipo. Los grupos pueden cambiarse periódicamente, para que
los estudiantes trabajen en diferentes equipos y colaboren con muchos de sus compañeros
de clase.
Es similar a la anterior, pero sustituye los exámenes por "torneos académicos", donde los
estudiantes de cada grupo compiten con miembros de los otros equipos con niveles de
renclimiento similares, con el propósito de ganar puntos para sus respectivos grupos. Se
trata de un entorno de aprendizaje donde los miembros del equipo se preparan coope-
rativamente, resuelven juntos problemas o contestan preguntas acerca del material de estu-
dio. Pero en vez de resolver pruebas escritas, periódicamente (puede ser una vez a la sema-
na) los estudiantes participan en un sorteo y los ganadores del mismo, que deben provenir
de los diferentes equipos, compiten entre sí en relación con los problemas o preguntas que
practicaron con su grupo. La filosofía de dichos torneos académicos es la de proporcionar a
todos los miembros del grupo iguales oportunidades de contribuir a la puntuación grupal,
con la ventaja de que cada estudiante competirá con otro de igual nivel de desempeño. Sin
embargo, el profesor debe manejar cuidadosamente a los alumnos con bajo rendimiento o a
los equipos perdedores, quienes también deben recibir reconocimientos si alcanzan un ni-
vel específico de aprendizaje, no importa si no ganan a los otros.
En contraste con las dos estrategias anteriores, aquí se combinan la cooperación y la ense-
ñanza individualizada. Se ha aplicado preferentemente en matemáticas con alumnos de
tercero a quinto grados de educación ,básica; pero puede adaptarse en niveles educativos
más avanzados o en otro tipo de materias.
Los alumnos pasan una prueba diagnóstica y reciben una enseñanza individualizada,
a su propio ritmo y según su nivel. Después forman parejas o tríadas, e intercambian con
sus compañeros los conocimientos y respuestas a las unidades de trabajo. Se trabaja con
base en guías u hojas de trabajo personales, en la resolución de bloques de cuatro proble-
mas matemáticos, con la posibilidad de pedir ayuda a los compañeros y lo al docente. Los
compañeros se ayudan entre sí a examinarse y revisar las soluciones a los problemas plan-
teados. Cada semana el profesor certifica el avance del equipo y otorga las recompensas
grupales convenidas (diplomas, puntos, etcétera).
Es básicamente un programa que se ha empleado para enseñar a leer y escribir en los gra-
dos superiores de la enseñanza elemental; pero que también es susceptible de adaptar
a otros niveles y materias. En esencia, consiste en la asistencia mutua de parejas de estu-
diantes que trabajan juntos en proyectos de lectura y escritura. Mientras el profesor traba-
ja con un equipo, los miembros de los otros grupos 10 hacen con parejas provenientes
de dos grupos distintos. Realizan actividades de enseñanza recíproca como leer mutua-
mente, hacer predicciones acerca del texto, resumir unos a otros la historia o contenido
de éste, escribir relatos o formularse preguntas, entre otras. La secuencia empleada en el
CIRC es: instrucción del profesor, práctica por equipos, preevaluación y prueba. Un estu-
diante no presenta el examen hasta que los compañeros del grupo determinan que está
preparado. Se recompensa a los equipos con base en el desempeño promedio de todos sus
miembros.
Los objetivos, pasos, roles, estrategias y principios propuestos por estos investigadores ya se
han discutido a lo largo del capítulo. Aquí sólo mencionaremos las cuatro fases generales que
proponen para el trabajo en equipo:
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b) Toma de decisiones respecto a tamaño del grupo, asignación, provisión de materiales, etcé-
tera. .
Los lineamientos para la realización de cada una de estas fases se han descrito ya antes. Es
una propuesta flexible y aplicable en muy diversos contenidos curriculares y niveles escolares.
Es un plan de organización general de la clase donde los estudiantes trabajan en grupos peque-
ños (dos a seis integrantes), que utilizan aspectos como la investigación cooperativa, las discu-
siones grupales y la planificación de proyectos. Después de escoger temas de una unidad que
debe ser estudiada por toda la clase, cada grupo convierte dichos temas en tareas individuales,
y lleva a cabo las actividades necesarias para preparar el informe grupal, donde cada grupo
comunica a la clase sus hallazgos. Los pasos para trabajar esta técnica son:
f) Evaluación.
5. Co-opCo-op de Kagan
Esta estrategia surgió como una forma de aumentar el involucramiento de estudiantes univer-
sitarios en cursos de psicología, permitiéndoles explorar con profundidad temas de su interés;
se encontró que aumenta de manera notable la motivación de los estudiantes. Está orientada, al
igual que la anterior, a tareas complejas, multifacéticas, donde el alumno toma el control de lo
que hay que aprender. Cubre los siguientes pasos:
: .. ,,'
i) Evaluación (por parte de los compañeros del equipo, de clase y del profesor).
Esta técnica se ha empleado en un formato breve (10o 15 minutos para preparar una pre-
sentación de cinco minutos), o bien en un formato más largo (los equipos tienen todo Un perio-
do académico para preparar sus presentaciones).
Además de las estrategias anteriores, Brilhart, Galanes y Adams (2001)revisan una diversidad
de técnicas grupales que se aplican en procesos orientados a la solución de problemas. Entre ellas,
rescatamos las dos siguientes, que suelen emplearse en contextos' académicos tanto en el plantea-
miento y solución de problemas, como en la generación de respuestas creativas en grupo.
Se focaliza en la generación de ideas creativas y soluciones planteadas por los miembros del grupo
en un ambiente donde priva la imaginación, la libertad de pensamiento y un espíritu recreativo. Sin
embargo, el proceso no es caótico, sigue una serie de pasos y reglas:
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Capitulo « Apre1ulz"aF COOpt'iütÍFO y proceso d,' enseñanza " ;:,,;,_,.', s-':¡'t.)
• ':' I • > ).' /~. ",,\
1. El grupo se plantea un problemaa resolver. Dicho problema puede ser desde muy específico hasta
muy abstracto; pero debe ser susceptible de múltiples opciones de solución. Los estudiantes
deben prepararse con anterioridad para poder delimitar claramente el problema, y poseer los
conocimientos o evidencia requeridos para fundamentar sus propuestas.
2. Los miembros del grupo generan tantas soluciones como sea posible. Aquí hay cuatro lineamientos
generales:
a) No se permite la evaluación. Se piensa que una valoración crítica prematura llega a inhibir la
gestación de ideas y la creatividad, por 10 que en la fase generativa del proceso debe evitar-
se, sobre todo en la forma de descalificación o censura a las ideas del otro.
b) Cuando más ideas segeneren, mejor. Eldocente o el conductor del grupo solicita a los integran-
tes que piensen la manera de modificar las ideas ya planteadas, adiciona él mismo algunas
o pone a consideración otras características del problema, Esimportante fomentar la parti-
cipación activa de todos.
c) Debe promouerse la innovación. Se pide a los alumnos que propongan ideas diferentes, poco
usuales o fuera de lo común, por extrañas que puedan parecer en principio.
3. Todas las ideas se registran para que el grupo pueda verlas. El conductor o el secretario del grupo
consigna las ideas generadas (por ejemplo, en tarjetas o cartulinas que puede pegar en la pared
o en el pizarrón, O teclearlas en una computadora, etcétera) a fin de que el grupo las repase (esto
da pauta a la generación de más ideas) y para que se pueda integrar un resumen o relatoría de
la sesión de trabajo.
4. Todas las ideas se evalúan en una sesión diferente. En este episodio, se fomenta el pensamiento
crítico orientado a examinar las soluciones o ideas planteadas con el propósito de decidir su
viabilidad, sustento, aceptación, efectividad, etcétera. Puede ser que el mismo grupo que las
generó sea el que las evalúe o puede ser otro grupo diferente; pero es conveniente realizar la
evaluación después de un receso o en otra sesión diferente de la fase generativa, y también es
recomendable una plenaria para la presentación y discusión entre equipos de trabajo:
Se han planteado algunas variantes a la lluvia de ideas: por ejemplo, la escritura creativa
(brainwriting), donde se da un periodo corto a los integrantes del equipo para escribir sus propias
ideas, las cuales son compartidas después en una ronda al interior del grupo, siguiendo los demás
pasos mencionados. Otra opción es la lluma electrónicade ideas,donde de manera usualmente anóni-
ma, las personas envían sus propuestas por medio de una terminal de computadora conectada en
red. También se emplea el pensamiento metafórico y analógico~omo una variante, en la que se pide a
los integrantes enfocarse en las similitudes entre cosas o situaciones aparentemente diferentes, con
el propósito de abrir caminos de solución diferentes.
Comparte varias de las premisas y formas de trabajar con la estrategia anterior. En este caso, el
propósito consiste en identificar problemas, intereses, preocupaciones, grado de satisfacción, etcé-
tera, de los participantes, teniendo en mente la posibilidad de innovar o solucionar algo. Se trata de
Por otra parte, es inevitable que surja la pregunta ¿cómo evaluar el aprendizaje cooperativo? Aun-
que en el libro incluimos un capítulo especial sobre el tema de la evaluación del aprendizaje, en este
apartado revisaremos el punto brevemente.
Antes de terminar el capítulo queremos comentar que al igual que en el caso de los otros tópicos
tratados en esta obra, el tema del aprendizaje cooperativo también se encuentra sujeto a debates
importantes. Algunos de ellos se discuten a continuación.
Por otro lado, no existe un consenso absoluto de que se beneficien por igual todo tipo de estu-
diantes, independientemente de su capacidad y rendimiento previo. Aquí resurge el viejo debate
sobre las ventajas y desventajas de los agrupamientos homogéneos-heterogéneos, aunque las ten-
dencias apuntan a favor de los segundos, siempre y cuando se reúnan las condiciones mínimas de
un trabajo en verdad cooperativo revisadas en este capítulo.
Otra desavenencia en el campo, que ha enfrentado a -los autores más sobresalientes de éste
(Iohnson & Johnson v.s. Slavin), se refiere a las ventajas de la productividad grupal en comparación
con el aprendizaje individualizado y,por otro lado, a la polémica de si la mayor eficiencia del apren-
dizaje cooperativo se desprende de la existencia de recompensas. Slavin postula que la interdepen-
dencia se logra a través de la estructura de incentivos, y que deben considerarse los siguientes
principios (Melero Zabal y Fernández Berrocal, ob. cit., p. 48):
• Que la estructura de tareas sea de un tipo donde ésta no se encuentre subdividida o repartida
entre los miembros del grupo, sino que todos ellos la acometan a la vez y conjuntamente.
• Que haya recompensas idénticas para todos los miembros del grupo y no centradas en indivi-
duos concretos dentro de los grupos.
• Que estas recompensas al grupo se efectúen en función del rendimiento individual de los suje-
tos que forman el grupo y no con base en una medida de rendimiento global del grupo.
• Que a todos se les ofrezcan las mismas posibilidades de hacer sus aportaciones particulares al
éxito del equipo.
En síntesis, puede decirse que una estructura de aprendizaje cooperativa por definición no es
más efectiva que las otras estructuras revisadas (competitiva o individualista) si no se cumplen las
condiciones planteadas. -
Instrucciones: Marca el punto de la escala que representa tu juicio más honesto respecto a
cómo se realizó la sesión de trabajo en tu equipo. Agrega libremente los comentarios y
sugerencias que quieras hacer. No es necesario que pongas tu nombre.
1. ¿Qué tan claros te parecieron los objetivos o metas del trabajo a realizar?
Muy elaros ( ). ' Algo vagos ( ) Confusos ( )
2. La atmósfera de trabajo fue. ',o •
, ' ,
,"':.; .
Instrucciones: Evalúe el desempeño que ha observado del líder del grupo conforme a la
siguiente escala:
S-superior 4-arriba del promedio 3-promeruo 2-abajodel promedio l-pobre
En qué medida el líder:
__ Mostró calidez y sentido del humor a todos los participantes.
. _._._, .Dío la misma oportunidad de participar a todos"
, __,'_', _ Logró tre~ unaatmósfera de trabajo. ,
:-: '_" '-o ,_. :' futrocluJoy explicó dar~ente el problema o'tareaa abordar:
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Este capítulo se basa en la idea de que la actividad autoestructurante del alunmo está mediada por
la influencia de los demás (docente y compañeros) y que la actividad interpersonal desempeña un
rol central en el logro del aprendizaje significativo. De esta forma, puede concebirse a la enseñanza
como un proceso de negociación de significados y de establecimiento de contextos mentales com-
partidos, donde resaltan la colaboración y el trabajo en equipo.
La evidencia indica que las situaciones de aprendizaje cooperativo tienen efectos mucho más
favorables que las otras dos, tanto en el rendimiento académico como en las relaciones socioafectivas.
En la última parte se ofreció una serie de principios, pasos y estrategias que permiten el diseño
instruccíonal y la evaluación de situaciones de aprendizaje cooperativo.
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A partir del análisis del contenido de este capítulo, le sugerimos algunas actividades orientadas al
análisis de las estructuras de aprendizaje con las que suele trabajar en clase con la doble finalidad de:
Actividad 1. ¿ESREALMENTEAPRENDIZAJECOOPERATIVO?
Revise los casos que se consignan en el cuadro 4.2 y determine si en cada uno de ellos están o no
presentes los componentes esenciales del aprendizaje cooperativo discutidos en el capítulo. Asimis-
mo, trate de identificar el tipo de grupo al que pertenecen los docentes y ahunnos entrevistados.
Finalmente, comente cómo enfrentaría y resolvería usted las situaciones planteadas. De preferen-
cia, realice ésta y las demás actividades en forma grupal con otros docentes.
Realice una descripción lo más completa posible de la última ocasión en la que condujo la enseñan-
za en su clase apoyándose en equipos de trabajo. Indique el tema y contenido, el propósito de la
tarea, cómo Se conformaron los equipos, cómo trabajaron, qué y cómo los evaluó, los logros obteni-
dos y las fallas que notó en la experiencia, etcétera. Lleve a cabo un análisis donde indique si apare-
cen en su descripción cada uno de los componentes esenciales del aprendizaje significativo revisa-
dos. .
Con base en la información presentada sobre las diferentes estrategias de aprendizaje cooperativo,
diseñe un plan de trabajo en su clase, donde aborde un tema importante desde la perspectiva del
aprendizaje cooperativo. Seleccione una o más de las estrategias revisadas (puede combinarlas o
modificarlas) e indique, lo más detalladamente posible, cómo conduciría la enseñanza del tema en
cuestión trabajando en equipos cooperativos. (Indique propósitos, tópicos a tratar, materiales, acti-
vidades, productos esperados, roles de sus alumnos, conformación de equipos, evaluación del apren-
dizaje logrado y del proceso grupal, etcétera.)
Esta actividad puede ser una extensión de la anterior. La idea es que revise los criterios e instrumen-
tos de evaluación del aprendizaje cooperativo ofrecidos en el presente capítulo (véase los cuadros
4.7,4.8,4,9,4.10 Y4.11), en términos de su viabilidad y pertinencia para aplicarse en el contexto de
su clase. Haga las modificaciones o adiciones que considere justificadas, o incluso introduzca otros
criterios o instrumentos. La finalidad perseguida es que conforme un paquete de instrumentos que
le permitan a usted evaluar el aprendizaje cooperativo. Sería altamente deseable que pudiera apli-
carlos y realizar un reporte de los resultados obtenidos.
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INTRODUCCiÓN
'Dentro de la investigación psicoinstruccional del paradigma cognitivo, desde los años sesenta se
han desarrollado dos aproximaciones en beneficio del aprendizaje significativo de los alumnos.
Dichas líneas, conocidas como aproximación impuesta y aproximación inducida, tuvieron su ori-
gen y desarrollo dentro del dominio del aprendizaje y recuerdo de textos académicos, pero más
tarde ampliaron su influencia a la situación de enseñanza y aprendizaje escolar.
La aproximación inducida evidentemente se dirige al polo del aprendiz; las" ayudas" que se
intentan promover o inducir en los alumnos se hacen con el propósito de que se las apropien y las
utilicen posteriormente de manera autorregulada. Es decir, se supone que el aprendiz, una vez que
ha intemalizado dichas ayudas, tomará decisiones reflexivas y volitivas sobre cuándo, por qué y
para qué aplicarlas. El lector reconocerá que estamos hablando de la ya ampliamente reconocida
tradición del aprendizaje estratégico y autorregulado, al cual, por su indiscutible importancia, le
dedicaremos dos capítulos en esta obra (capítulos 6 y 7). Con tales capítulos, más la información
vertida en los capítulos 2 y 4, creemos que abordamos con un cierto detalle el ámbito referido al
aprendizaje de los alumnos.
Desde nuestro punto de vista, los dos tipos de estrategias, de aprendizaje y de enseñanza, se
encuentran involucradas en la promoción de aprendizajes significativos de los contenidos escolares.
Nótese que en ambos casos se utiliza el término estrategia por considerar que el alumno o el
agente de enseñanza, según sea el caso, deberán emplearlas como procedimientos flexibles,
heurísticos (nunca como algoritmos rígidos) y adaptables, dependiendo de los distintos dominios
de conocimiento, contextos o demandas de los episodios o secuencias de enseñanza de que se trate.
No creemos que las dos aproximaciones sean antagónicas ni excluyentes, antes bien lo que
sostenemos es que deben considerarse como complementarias dentro del proceso de enseñanza-
aprendizaje, para con ello lograr que el aprendiz sea más autónomo y reflexivo. De hecho, varias de
las estrategias de enseñanza (no todas) que presentamos aquí tienen una utilidad doble: la primera,
ya antes mencionada, para promover la mayor cantidad y calidad de aprendizajes significativos,lo
cual ya implica un valor pedagógico indiscutible; y la segunda, para introducir y enseñar a los
alumnos cómo elaborarlas, de tal forma que, posteriormente, con ayudas, explicaciones y
ejercitaciones apropiadas (véase las recomendaciones sobre cómo enseñar las estrategias de apren-
dizaje en el capítulo siguiente) lleguen a aprenderlas y utilizarlas como genuinas estrategias de
aprendizaje.
Un buen principio para este capítulo, estará de acuerdo ellector, será si empezamos por definir qué
entendemos por estrategias de enseñanza, exponiendo también cómo las entendemos' dentro del
concepto más amplio de enseñanza (desde la perspectiva constructivista que estamos consideran-
do en este trabajo).
En tal sentido, puede decirse que la enseñanza corre a cargo del enseñante como su originador;
pero al fin y al cabo es una construcción conjunta como producto de los continuos y complejos inter-
cambios con los alumnos y el contexto instruccional (institucional, cultural, etcétera), que a veces
toma caminos no necesariamente predefinidos en la planificación. Asimismo, se afirma que en cada
aula donde se desarrolla el proceso de enseñanza-aprendizaje, se realiza una construcción conjunta
entre enseñante y aprendices única e irrepetible. Por ésta y otras razones se concluye que es difícil
considerar que existe una única manera de enseñar o un método infalible que resulte efectivo y
válido para todas las situaciones de enseñanza y aprendizaje. De hecho, puede aducirse a lo ante-
rior que aun teniendo o contando con recomendaciones sobre cómo llevar a cabo unas propuestas o
método pedagógico cualquiera, la forma en que éste o éstos se concreticen u operacionalicen siem-
pre será diferente y singular en todas las ocasiones.
Visto desde otro punto de vista, la enseñanza es también en gran medida una auténtica crea-
ción. y la tarea (que consideramos clave) que le queda al docente por realizar es saber interpretarla
y tomarla como objeto de reflexión para buscar mejoras sustanciales en el proceso completo de
enseñanza-aprendizaje. De hecho, no podrá hacer una interpretación y lectura del proceso si no
cuenta con un marco potente de reflexión (Coll y Solé, 1993), ni tampoco podrá engendrar propues-
tas sobre cómo mejorarlo si no cuenta con un arsenal apropiado de recursos que apoyen sus decisio-
nes y su quehacer pedagógico.
En fin, no queremos redundar en algo que ya fue expuesto en el capítulo inicial, simplemente
nos interesa recalcar estas ideas centrales sobre las cuales tomamos una vez más postura, y señalar
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que las estrategias que se presentarán en este capítulo son subsidiarias de tal concepto de enseñan-
za (la ayuda ajustada a la actividad constructiva de los alumnos).
Además es necesario tener presentes cinco aspectos esenciales para considerar qué tipo de estrate-
gia es la indicada para utilizarse en ciertos momentos de la enseñanza, dentro de una sesión, un
episodio o una secuencia instruccional, a saber:
2. Tipo de dominio del conocimiento en general y del contenido curricular en particular, que se
va a abordar.
3. La intencionalidad o meta que se desea lograr y las actividades cognitivas y pedagógicas que
debe realizar el alumno para conseguirla.
4. Vigilancia constante del proceso de enseñanza (de las estrategias de enseñanza empleadas pre-
viamente, si es el caso), así como del progreso y aprendizaje de los alumnos.
Cada uno de estos factores y su posible interacción constituyen un importante argumento para
decidir por qué utilizar alguna estrategia y de qué modo hacer uso de ella. Dichos factores también
son elementos centrales para lograr el ajuste de la ayuda pedagógica.
Aunque aquí nos estamos refiriendo principalmente a la educación presencial, los factores tam-
bién pueden ser relevantes para otras modalidades de enseñanza, como aquella que se imparte por
medio de materiales textuales o mediante la computadora, donde, sin duda, tomarán matices dife-
renciales.
Queda en el agente de enseñanza la toma de decisiones estratégica para utilizarlas del mejor
modo posible. Sin la consideración de estos factores y de las anteriores recomendaciones puestas en
este apartado, el uso y posibilidades de las estrategias de enseñanza se vería seriamente disminui-
do, perdiendo su efecto e impacto en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
En esta sección presentaremos algunas de las estrategias de enseñanza que el docente puede em-
plear con la intención de facilitar el aprendizaje significativo de los alumnos. Las estrategias que
Las estrategias preinstruccionales por lo general preparan y alertan al estudiante en relación con
qué y cómo va a aprender; esencialmente tratan de incidir en la activación o la generación de cono-
cimientos y experiencias previas pertinentes. También sirven para que el aprendiz se ubique en el
contexto conceptual apropiado y para que genere expectativas adecuadas. Algunas de las estrate-
gias preinstruccionales más típicas son los objetivos y los organizadores previos.
Las estrategias coinstruccionales apoyan los contenidos curriculares durante el proceso mismo de
enseñanza-aprendizaje. Cubren funciones para que el aprendiz mejore la atención e igualmente
detecte la información principal, logre una mejor codificación y conceptualización de los conteni-
dos de aprendizaje, y organice, estructure e interrelacione las ideas importantes. Se trata de funcio-
nes relacionadas con el logro de un aprendizaje con comprensión (Shuell, 1988). Aquí pueden in-
cluirse estrategias como ilustraciones, redes y mapas conceptuales, analogías y cuadros C-Q-A,
entre otras.
Por otra parte, las estrategias postinstruccioruiles se presentan al término del episodio de enseñan-
za y permiten al alumno formar una visión sintética, integradora e incluso crítica del material. En
otros casos le permiten inclusive valorar su propio aprendizaje. Algunas de las estrategias
postinstruccionales más reconocidas son resúmenes finales, organízadores gráficos (cuadros
sinópticos simples y de doble columna), redes y mapas conceptuales.
Otra clasificación valiosa es aquella que se refiere a los procesos cognitivos activados por las
estrategias (véase Cooper, 1990;Díaz Barriga, 1993;Kiewra, 1991;Mayer, 1984;West, Farmer y Wolff,
1991). Si bien es cierto que cada una de las estrategias inciden en varios procesos cognitivos, las
hemos clasificado por el proceso al que predominantemente se asocian; no obstante, en el cuadro
5.2 incluimos algunas de las estrategias en distintas clases.
Con base en nuestro anterior trabajo, a continuación proponemos una clasificación más elabo-
rada (véase también cuadro 5.3), la cual nos servirá después para presentar con cierto grado de
detalle cada una de las estrategias a lo largo del capítulo.
Son aquellas estrategias dirigidas a activar los conocimientos previos de los alumnos o incluso a
generarlos cuando no existan. Tal como se señaló en el capítulo 2, la importancia de los conocimien-
tos previos resulta fundamental para el aprendizaje. Su activación sirve en un doble sentido: para
conocer lo que saben sus alumnos y para utilizar tal conocimiento como base para promover nue-
vos aprendizajes.
En este grupo podemos incluir también a aquellas estrategias que se concentran en ayudar al
esclarecimiento de las ;intenciones educativas que se pretenden lograr al término del episodio o
secuencia educativa. .
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Señalar explícitamente a los alumnos las intenciones educativas u objetivos, les ayuda a desa-
rrollar expectativas adecuadas sobre la sesión o secuencia instruccional que éstos abarcan, y a en-
contrar sentido y valor funcional a los aprendizajes involucrados.
Por ende, podríamos decir que dichas estrategias son principalmente de tipo preinstruccional,
y se recomienda usarlas sobre todo al inicio de la sesión, episodio o secuencia educativa, según sea
el caso. Ejemplos de ellas son las preinterrogantes, la actividad generadora de información previa
(por ejemplo, discusión guiada; véase Cooper, 1990),la enunciación de objetivos, etcétera.
Talesestrategias son aquellos recursos que el profesor o el diseñador utilizan para guiar, orientar y
ayudar a mantener la atención de los aprendices durante una sesión, discurso o texto. La actividad
de guía y orientación es una actividad fundamental para el desarrollo de cualquier acto de aprendi-
zaje. En este sentido, las estrategias de este grupo deben proponerse preferentemente como estrate-
gias de tipo coinstruccional dado que pueden aplicarse de manera continua para indicar a los alum-
nos en qué conceptos o ideas focalizar los procesos de atención y codificación. Algunas estrategias
que se induiyen en este rubro son el uso de señalizaciones internas y externas al discurso escrito, y
las señalizaciones y estrategias discursivas orales.
Tales estrategias proveen de una mejor organización global de las ideas contenidas en la informa-
. ción nueva por aprender. Proporcionar una adecuada organización a la información que se ha de
aprender, como ya hemos visto, mejora su significatividad lógica, y en consecuencia, hace más
probable el aprendizaje significativo de los alumnos. Mayer (1984)se ha referido a este asunto de la
organización entre las partes constitutivas de la información nueva a aprender denominándolo:
construcción de "conexiones internas". '
Estas estrategias pueden emplearse en los distintos momentos de la enseñanza. Podemos in-
cluir en ellas a las de representación vísoespacial, como mapas o redes conceptuales, a las de repre-
sentación lingüística, como los resúmenes, y a los distintos tipos de organizadores gráficos, como
los cuadros sinópticos simples, de doble columna, cuadros e-Q-Ay organizadores textuales.
Capitulo 5 Estrategiasde enseñanza pmil la promocián dt" aprendizaje: sig¡¡ijlultl¿'t1> . . '. ~~ " ~;
aprendizajes logrados. De acuerdo con Mayer (ob. cit.), a este pr()ceso de integración entre lo "pre-
vio" y lo "nuevo" se le denomina: construcción de "conexiones externas".
Por las razones señaladas, se recomienda utilizar tales estrategias antes o durante la instrucción
para lograr mejores resultados en el aprendizaje. Lasestrategias típicas de enlace entre lo nuevo y lo
previo son las de inspiración ausubeliana: los organizadores previos y las analogías.
En el cuadro 5.4se presentan de manera resumida los principales efectos esperados de aprendi-
zaje en el alumno con cada una de las estrategias, que el lector podrá analizar junto con el cuadro
anterior referente a la clasificación de estrategias. El agente de enseñanza debe tener presente este
tipo de información para tomar las mejores decisiones pedagógicas.
Las distintas estrategias de enseñanza que hemos descrito pueden emplearse simultáneamente
e incluso es posible hacer algunas propuestas híbridas entre ellas (por ejemplo, una analogía repre-
sentada en forma de mapa conceptual, donde tópico y velúculo tengan mapas particulares puestos
en comparación; véase más adelante), según el docente.lo considere necesario.
El uso de las estrategias, como ya dijimos, esencialmente dependerá de la consideración de los
cinco factores mencionados en la sección anterior; pero también de los tipos de procesos activados
y los efectos esperados que se deseen promover en un momento determinado. Procedamos a revi-
sar con cierto grado de detalle cada una de las estrategias de enseñanza ya presentadas.
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e) Explorar los conocimientos previos pertinentes de los alumnos para activarlos (cuando existan
evidencias de que los alumnos los posean) o generarlos (cuando se sepa que los alumnos po-:
seen escasos conocimientos previos pertinentes o que no los tienen).
De entre las estrategias que se emplean en tal sentido, vamos a presentar aquí las que nos han
parecido más efectivas, es decir: la actividad focal introductoria, la discusión guiada y la actividad
generadora de información previa. .
Los tipos de actividad focal introductoria más efectivos que pueden utilizarse son aquellos que
presentan situaciones sorprendentes, incongruentes o discrepantes con los conocimientos previos
de los alumnos. Un ejemplo de actividad focal introductoria para plantearse antes de tratar el tema
de materiales conductores o aislantes consiste en envolver un trozo de hielo en papel aluminio y
otro en un pedazo de tela gruesa (juzgado por ellos mismos como tela caliente") y animar a los
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aprendices a predecir cuál de ellos se derretirá primero y por qué creen que será así. Otro ejemplo,
al estudiar el tema de flotación de cuerpos, consiste en utilizar distintos materiales con diferente
densidad que propongan una experiencia "contraintuitiva" y pedir que predigan cuáles se hundi-
rán y cuáles no, y que expongan sus hipótesis sobre las variables involucradas en la flotación de los
cuerpos.
De este modo, las funciones centrales de esta estrategia serían las siguientes:
• Actuar como situaciones que activan los conocimientos previos de los alumnos. Especialmente
cuando la presentación de la estrategia se acompaña de participaciones de los alumnos para
exponer razones, hipótesis, etcétera.
Discusión guiada
En este caso se trata de una estrategia que, aunque no lo parezca, requiere de cierta planificación.
Dicha planificación debe hacerse en principio, partiendo de los tres aspectos que deben considerar-
se para toda actividad que intente generar o crear información previa.
Cooper (1990)define a la discusión como "un procedimiento interactivo a partir del cual profe-
sor y alumnos hablan acerca de un tema determinado" (p. 114).En la aplicación de esta estrategia
desde el inicio los alumnos activan sus conocimientos previos, y gracias a los intercambios en la
discusión con el profesor pueden ir desarrollando y compartiendo con los otros información previa
que pudieron no poseer (o al menos no del mismo modo) antes de que la estrategia fuese inici~da.
Los puntos centrales que deben considerarse en la planeación y aplicación de una discusión son
los siguientes (véase también Wray y Lewis, 2000): .
• Tenga claros los objetivos de la discusión, así como hacia dónde quiere conducirla: activar y
favorecer la compartición de conocimientos previos pertinentes que sirvan al aprendizaje de
los nuevos contenidos.
• Inicie la discusión introduciendo de manera general la temática central del nuevo contenido de
aprendizaje solicitando la participación de los alumnos sobre lo que saben de ésta. Anime a
participar a una buena cantidad de alumnos, de manera que los otros escuchen y se involucren
activamente.
• En la discusión, elabore preguntas abiertas que requieran más que una respuesta afirmativa o
negativa. Dé tiempo para que los alumnos respondan.
• Maneje la discusión como un diálogo informal en un clima de respeto y apertura. Anime a que
los alumnos también hagan preguntas sobre las respuestas escuchadas de sus compañeros.
• No deje que la discusión se demore demasiado ni que se disperse; la discusión debe ser breve,
bien dirigida (sin que parezca que lo está haciendo) y participativa.
• La información previa pertinente que interesa activar y compartir, si se desea, puede anotarse
en el pizarrón a la vista de los alumnos.
• Pida a cada alumno o al grupo que lea sus listas (que escriba sus mapas, según sea el caso) de
ideas o conceptos relacionados ante el grupo total, y anótelas en el pizarrón.
Tanto la discusión guiada como la actividad generadora de información previa no deben durar
mucho tiempo y se les debe considerar en todo momento como recursos estratégicos que sirven a
ciertos fines. Procure que estas estrategias no se conviertan en la actividad central de la sesión o
sesiones de enseñanza-aprendizaje.
Los objetivos o intenciones educativos son enunciados que describen con claridad las actividades
de aprendizaje y los efectos que se pretenden conseguir en el aprendizaje de los alumnos al finalizar
una experiencia, sesión, episodio o ciclo escolar.
Como han señalado de manera acertada Coll y Bolea (1990),cualquier situación educativa se
caracteriza por tener una cierta intencionalidad, lo cual quiere decir que en cualquier situación
pedagógica, uno o varios agentes educativos (por ejemplo, profesores, textos; etcétera) desarrollan
una serie de acciones o prácticas encaminadas a influir o provocar un conjunto de aprendizajes en
los alumnos con una cierta dirección, y con uno o más propósitos determinados.
En particular, en las situaciones educativas que ocurren dentro de las instituciones escolares,
los objetivos o intenciones deben planificarse, concretizarse y aclararse con un mínimo de rigor,
dado que suponen el punto de partida y el de llegada de toda la experiencia educativa; además
desempeñan un importante papel orientativo y estructurante de todo el proceso.
Es sabido que los objetivos tienen un papel central en las actividades de planificación, organi-
zación y evaluación de la actividad docente; pero en esta ocasión vamos a situamos en el plano
propiamente instruccional con el interés de describir cómo los objetivos pueden actuar como autén-
ticas estrategias de enseñanza.
En este sentido, una primera recomendación relevante que debemos considerar es la intención
de compartir los objetivos con los alumnos, ya que de este modo se ayuda a plantear una idea común
sobre a dónde se dirige el curso, o la clase o la actividad que se va a realizar (Perkins, 1999y Stone,
1999). Para ello, es necesario formular los objetivos de modo tal que estén orientados hacia los
alumnos.
De este modo, es pertinente puntualizar que como estrategias de enseñanza deben ser construi-
dos en forma directa, clara y entendible utilizando una redacción y un vocabulario apropiados para
el alumno; de igual manera es necesario dejar en claro en su enunciación las actividades, contenidos
y/ o resultados esperados (lo que interese más enfatizar) que deseamos promover en la situación
pedagógica.
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...~:\,:.¡- -¡.~ '" ~4:~~'"J" e t" - '..... _
Por cierto, las actividades que se expresen en los objetivos deberán ser aquellas que persigan el
logro de aprendizajes significativos. Al respecto, Perkins (1999) señala que los aprendizajes con
comprensión (término con muchas semejanzas al de aprendizaje significativo) deben demostrar el
uso inteligente y flexible de lo aprendido ante situaciones novedosas. De este modo, las actividades
que demuestren un desempeño flexible, o que permitan ir más allá de la mera reproducción o me-
morización de los aprendizajes, deberían ser las que tuvieran más' cabida, dentro de la enunciación
de los objetivos como instrumentos curriculares y como estrategias de enseñanza. Actividades tales
como explicar, justificar, aplicar, extrapolar, analizar, etcétera, un tópico cualquiera permiten poner
en evidencia aprendizajes con comprensión.
Las funciones de los objetivos como estrategias de enseñanza son las siguientes (véase Cooper,
1990; Garcia Madruga, Martín Cordero, Luque y Santamaría, 1995; Shuell, 1988):
• Actuar como elementos orientadores de los procesos de atención y de aprendizaje. Esta orienta-
ción será más clara para el aprendiz si además existe un adecuado alineamiento (léase coheren-
cia) entre los objetivos y las actividades educativas propuestas (Eggen y Kauchak, 1999).
• Servir como criterios para poder discriminar los aspectos relevantes de los contenidos o de la
instrucción (sea por vía oral o escrita) sobre los que hay que realizar un mayor esfuerzo y proce-
samiento cognitivo.
• Permitir a los alumnos formar un criterio sobre qué se esperará de ellos durante y al término de
una clase, episodio o curso. Este criterio debe considerarse clave para la evaluación.
Con base en lo antes dicho, proponemos las siguientes recomendaciones para el uso de los objetivos
como estrategias de enseñanza:
1. Cerciórese de que son formulados con claridad, señalando la actividad, los contenidos y/o los
criterios de evaluación (enfatice cada uno de ellos según lo que intente conseguir en los alum-
nos) . Use un vocabulario apropiado para los aprendices y pida que éstos den su interpretación
para verificar si es o no la correcta.
2. Anime a los alumnos a aproximarse a los objetivos antes de iniciar cualquier actividad de ense-
ñanza o de aprendizaje.
3. Puede discutir el planteamiento (el porqué y para qué) o la formulación de los objetivos con sus
alumnos, siempre que existan las condiciones para hacerlo.
4. Cuando se trata de una clase, el objetivo puede ser enunciado verbalmente o presentarse en
forma escrita. Esta última es más plausible que la primera, además es recomendable mantener
presente el objetivo (en particular con los aprendices menos maduros) a lo largo de las activida-
des realizadas en clase.
5. No enuncie demasiados objetivos, porque los alumnos pueden extraviarse o desear evitarlos
antes que aproximarse a ellos. Es mejor uno o dos objetivos bien formulados sobre los aspectos
cruciales de la situación de enseñanza (la generalidad de su formulación dependerá del tiempo
Señalizaciones
Las señalizaciones se refieren a toda clase de "claves o avisos" estratégicos que se emplean a lo
largo del discurso, para enfatizar u organizar ciertos contenidos que se desean compartii con los
aprendices. De este modo su función central consiste en orientar al aprendiz para que éste reconoz-
ca qué es lo importante y qué no, a cuáles aspectos del material de aprendizaje hay que dedicarle un
mayor esfuerzo constructivo y a cuáles no.
Tal estrategia conlleva una tradición muy consolidada en el campo del diseño de textos
instruccionales. Aunque recientemente, gracias a los trabajos y metodologías sobre el análisis del
discurso en el aula que han aparecido en los últimos años, se han identificado algunas señalizacio-
nes y claves del discurso que resultan útiles para beneficio del aprendizaje de los alumnos.
Dadas las diferencias evidentes que existen entre el discurso escrito y el discurso pedagógico
(oral) empleado en las aulas, presentamos por separado los tipos de estrategias de señalización
para cada una de dichas modalidades, así como sus usos posibles.
Las señalizaciones intratextuates son aquellos recursos lingüísticos que utiliza el autor o diseña-
dor de un texto, dentro de las posibilidades que le permite su discurso escrito, para destacar aspec-
tos importantes del contenido temático. Antes de presentar algunas de las que han demostrado ser
más eficaces, y para que puedan ser mejor comprendidas, haremos una revisión introductoria a
algunas consideraciones relativas a factores importantes en el diseño y estructuración de los textos.
Por otro lado, también existen evidencias sobre la importancia de estructurar la información
adecuadamente al nivel de párrafos. Kieras (1978, cit. por Hemández y García, ob. cit.) señala que
la mala estructuración de ideas dentro de los párrafos llega a provocar una sobresaturación de la
c). Presentaciones finales de información relevante. Similares a la anterior, p'ero en este caso la informa-
ción relevante o aclaratoria deberá presentarse al final del texto a modo de conclusión. Un
d) Expresiones aclaratoriasque revelan el punto de vista del autor. Consisten en expresiones usadas por
el autor o diseñador para destacar su punto de vista personal, poniendo énfasis o aclarando
asuntos de relevancia (por ejemplo, "Cabe destacar que", "Por desgracia... ", "Pongamos aten-
.,
Clana... "t't)
,e ce era .
Estas señalizaciones no añaden información adicional al texto, tan sólo lo hacen explícito u
orientan al lector hacia 10 que se considera más relevante a ser comprendido.
Más allá de las señalizaciones quisiéramos presentar, otras estrategias que el autor o el diseña-
dor pueden utilizar y que estarían más abocadas a reforzar la codificación y la asimilación de la
información del lector (Hartíey, 1996;Hernández y García, ob. cit.). Éstas son las siguientes:
a) Explicitación de conceptos. Consiste en exponer los conceptos de interés dándoles una mayor
claridad en su presentación (por ejemplo,exposiciónapropiada de sus característicasdefinidoras)
o proveyéndoles de mayor contexto para elaborar conexiones internas (relaciones con otros
conceptos subordinados o supraordinados) o de conexiones externas (con los conocimientos
previos).
b) Usode redundancias. Se refiere al uso de formas lingüísticas alternativas que hablen sobre las
mismas ideas o conceptos ya presentados (aunque sin llegar a la repetición), con la intención de -
que sean objeto de un procesamiento ulterior en la memoria operativa.
c) Ejemplificación. Como su nombre 10 indica consiste en adjuntar ejemplos pertinentes que acla-
ren los conceptos que se desean enseña! o presentar, tratando de concretizarlos con objetos o
situaciones que los ilustren.
d) Simplificación informativa. Se trata de la reducción de aspectos que-afectan la comprensión del
lector, tales como: evitar palabras no familiares o que se sabe que pueden resultar extrañas para
los lectores; evitar formas sintácticas complejas (enunciados y párrafos muy largos, complejos y
oscuros) tanto como sea posible: reducir la densidad lingüística (demasiadas ideas en pocas
palabras), sobre todo cuando se trata de lectores poco avezados en los temas tratados.
Por otro lado, las señalizaciones extratextuales son los recursos de edición (tipográficos) que se
adjuntan al discurso y que pueden ser empleados por el autor o el diseñador para destacar ideas o
conceptos que se juzgan como relevantes. Algunos ejemplos de señalizaciones extratextuales utili-
zadas de forma común son las siguientes (véase Hartley, 1996):
• Manejo alternado de mayúsculas y minúsculas.
• Uso de distintos tipos (negrillas, cursivas, etcétera) y tamaños de letras.
• Uso de números y viñetas para formar listas de información.
• Empleo de títulos y subtítulos.
• Subrayados o sombreados de contenidos principales (palabras clave, ejemplos, definiciones,
etcétera). .
• Empleo de cajaspara incluir material que se considera valioso (ejemplos, anécdotas o bibliogra-
fía adicional). .
• Inclusión de notas al calce o al margen para enfatizar la información clave (pueden ser concep-
tos, frases o hasta pequeños mapas conceptuales).
?~" • • ~~'" ~'",' ~'I
. , , ;,.', ,....' r.apíwlo 5 Dtmtegitls de enseiianza pam la promocion de aprewfiz.aies ,ignificati/'iOs . ,,. :.'•... :'.'; ~.'~
.~::.i; .-'. ~, - - ,-' -".
Evidentemente, la aplicación de las señalizaciones debe realizarse de' forma estratégica consi-
derando la importancia de las ideas o conceptos que interesa resaltar.
. Si bien el hecho mismo de usar las señalizaciones intratextuales provoca ciertas redundancias
en el texto, creemos que es posible aplicar, para el caso de los textos instruccionales, algunas de las
extratextuales como apoyos visuales adicionales, con el propósito de identificarlas con mayor faci-
lidad.
,
, Estrategias docentes para un aprendizaje SignificatiVO 157
~
C:lpuulo 5 [,.!7jiUg:.1i dt e¡l),llll,U/' ;':-;,1 fa prt1fllOcuínde tlp""ldlZllji"< Slg'l!(icllfll'll)
3. Hacer un uso racional de dichas estrategias puesto que su función es detectar la información
más importante y organizarla. Un empleo exagerado e inconsistente de ellas no permitirá al
alumno diferenciar 10 esencial de lo secundario. .
Gracias a los análisis recientes que se han hecho sobre el discurso en las aulas, ha sido posible
identificar una serie de estrategias discursivas que los profesores utilizan para orientar, dirigir y
guiar el aprendizaje de los alumnos en el contexto de la situación escolar (en otros contextos, con
seguridad habrá otras variedades de estrategias discursivas) .
.En este apartado seguimos las aportaciones de Edwards y Mercer (1988;véase también Mercer,
1997)sin abundar demasiado en ellas, porque un tratamiento adecuado de éstos y otros trabajos
(por ejemplo, Coll et al., 1992;García, Secundino y Navarro, 2000;Lemke, 1997)rebasaría las carac-
terísticas del presente capítulo (para los lectores interesados, sugerimos aproximarse a dichas obras).
Aunque sabemos que corremos el riego de incurrir en simplificaciones excesivas, nos interesa
presentar aquí algunas ideas y conceptos que consideramos valiosos y de posible utilidad para los
docentes.
Mercer (ob. cit.), por ejemplo, ha identificado ciertas estrategias y lo formas de conversación
utilizadas para construir una versión conjunta del conocimiento con los aprendices. Tales estrategias,
según su objetivo, se clasifican en tres categorías:
e) Para describir las experiencias de clase que se comparten con los alunmos.
Los profesores necesitan saber lo que saben los alumnos y cómo y cuánto van progresando
en sus aprendizajes. En tal sentido utilizan dos tipos de estrategias básicas en relación con la cate-
goría a).
Tales estrategias son: las preguntas elaboradas por el profesor y lo que Mercer (ob. cit.) denomi-
na técnica de "obtención mediante pistas".
Si bien muchas de las preguntas que los profesores hacen a los alumnos tienen como propósito
lograr el control de los alumnos (Mercer, 1997; Lemke, 1997), otras pueden llegar a ser muy relevan-
tes para el proceso de enseñanza-aprendizaje. Mercer (ob. cit.), por ejemplo, señala que las pregun-
tas más efectivas son aquellas que se hacen con el propósito de guiar los esfuerzos de construcción
de los estudiantes (preguntas tales como: ¿por qué hiciste ... ?; [explicame cuál es la razón... ?, ¿qué
pasaría si... ?). Estas preguntas, en cierto sentido, ayudan a que el alumno ponga atención sobre
determinados aspectos de los contenidos, o sobre las acciones relacionadas con ellos, y a que se
esfuerce yendo más allá de su comprensión inmediata.
En otros momentos, cuando los docentes están explicando o hacen una pregunta que los alum-
.nos no pueden contestar de inmediato, pueden emplear la estrategia de "obtención mediante pis-
tas" que consiste en "conseguir" participaciones o respuestas de los alumnos (según sea el caso) por
vía indirecta, mediante pistas visuales o no verbales (incluso pueden ser verbales). Las pistas son
dadas por el maestro de forma estratégica, buscando no decir la respuesta correcta sino sólo insi-
nuarla, y queda en el (los) alumno (s) apoyarse en ellas para dar con la respuesta o la idea que se está
solicitando. El uso de dicha estrategia puede justificarse por el hecho de animar a que los alumnos
participen activamente en el proceso de construcción y a que tomen nota de los aspectos relevantes
que se están tratando.
Los profesores también emplean otra clase de estrategias que esencialmente sirven para
retro alimentar o guiar a los aprendices cuando éstos intervienen por medio de participaciones es-
pontáneas o respuestas dadas a una pregunta del profesor (categoría b) (véase el cuadro 5.6, donde
se ilustran algunas de las estrategias de esta clase).
Una de las estrategias comúnmente empleadas, que sirven para incorporar las participaciones
de los alumnos en el diálogo es la de confirmacién de las mismas (por ejemplo, "sí, lo que acabas de
decir está bien dicho ... " [cuando realmente lo sea]). Esta estrategia también sirve para destacar que
lo que ha sido dicho por un alumno, desde el punto de vista del docente, queda legitimado y se
considera correcto.
Otra estrategia, la repetición, también conlleva funciones en el mismo sentido. Consiste en que el
docente repite lo que ha dicho o contestado un alumno con la finalidad de remarcar lo que le parece
que se ha dicho correctamente, y que a su juicio tiene un significado relevante para lo que posterior-
mente será aprendido.
La estrategia de reformulación sirve para dar una versión más ordenada o estructurada de lo
que los alumnos han opinado sin la precisión o habilidad suficiente. Aquí el docente integra lo que
hayan dicho uno o varios alumnos, y al mismo tiempo, recompone lo que considera necesario, para
que quede claro cómo es que habrá de comprenderse y aprenderse.
Una estrategia muy similar a la anterior es la de elaboración, qué consiste en ampliar, extender o
profundizar la opinión de algún alumno, o de varios, cuyo punto de vista no ha quedado suficien-
temente claro o que incluso se ha dicho en forma confusa.
'Finalmente, los profesores pueden usar dos estrategias adicionales, cuando las respuestas u
opiniones espontáneas de los alumnos son incorrectas, inexactas o inapropiadas. Éstas son las de
rechazar e ignorar, las cuales deben ser empleadas con cierto cuidado, acompañándolas de explica-
ciones sobre por qué no se consideran adecuadas.
Como puede apreciarse, todas las estrategias pertenecientes a la categoría b) se pueden colocar
en un continuo que estaría fundado en el grado de precisión que tienen las participaciones de los
alumnos, y sobre cómo éstas pueden ser o no rescatadas para la creación de una versión construida
conjuntamente por el enseñante y los alumnos. Lo que es indiscutible es que todas las estrategias
Respecto a las estrategias de la categoría c), éstas ayudan a que los alumnos perciban la conti-
nuidad de lo que han venido construyendo desde que iniciaron las actividades de enseñanza y
aprendizaje; también sirven para demostrarles cómo las cosas que se han venido aprendiendo con
anterioridad han mejorado sus niveles de comprensión. De nuevo el uso de estrategias en el discur-
so contribuye de manera importante en ello, así como en el proceso de sentar las bases de lo que a
continuación se aprenderá.
Las frases que el profesor utiliza en clase del tipo /IN osotros... ", donde se involucra él mismo
junto con el grupo clase, es una de las estrategias que se emplean eficazmente para utilizar expe-
riencias y/o conocimientos compartidos, logrados en momentos previos de una secuencia o episo-
dio didáctico, y para ponerlos en relación con otras cuestiones que se están aprendiendo sobre la
marcha. También ayudan a que los alumnos perciban que se ha logrado compartir una serie de
saberes gracias a la experiencia pedagógica compartida.
Las recapitulaciones literales y las recapitulaciones reconstructivas son otras estrategias que los pro-
fesores usan en la clase. Ayudan a restablecer contextos intersubjetivos y, sobre todo, proveen me-
dios eficaces para lograr la continuidad (véase también Coll et al" 1992;Edwards y Mercer, 1988;
Lemke, 1997;Mercer, 1997,y Sánchez, RosaIes,Cañedo y Conde, 1994).Dichas recapitulaciones son
resúmenes de lo que se ha dicho o hecho y que se considera valioso aprenderse; son ampliamente
reconocidas como recursos discursivos que ayudan y orientan a los alumnos porque ofrecen un
contexto.
Según estos autores el discurso expositivo pedagógico (como cualquier otro acto comunicativo)
se estructura esencialmente por medio del compromiso entre lo "dado" y lo "nuevo".
El problema del discurso expositivo pedagógico, entonces, se traduce en tres aspectos centra-
les: a) cómo se ha logrado construir o acordar lo ya dado, b) cómo se desarrollará lo nuevo y, por
último, e) cómo puede el enseñante cerciorarse, mediante actividades evaluativas, de que 10 nuevo
realmente se ha aprendido y que en adelante pasará a formar parte de lo ya dado,
Lo nuevo, expresado por medio del discurso, tiene que estructurarse adecuadamente para que
sea comprendido por el alumno. Se debe desarrollar en forma apropiada en los niveles micro, macro
Sin intentar elaborar una reseña minuciosa de dichos trabajos (remitimos al lector interesado a
revisar las obras citadas del grupo de E. Sánchez), lo que nos interesa resaltar son las diferencias
encontradas entre los profesores expertos y los principiantes en la construcción de su discurso
expositivo, a partir de esta propuesta de análisis. De manera simplificada, dichas diferencias encon-
tradas son las siguientes:
• Los profesores expertos crean un contexto cognitivo más completo (evocan contenidos verdade-
ramente conocidos por los alumnos). Emplean más recursos (por ejemplo, evocaciones, indaga-
ciones, uso frecuente de frases tales como: esto es importante para entender ... ") y los usan en
11
• Los profesores expertos estructuran su discurso de información nueva (un discurso dosificado
de ideas) añadiendo una cantidad significativa de repeticiones, ejemplos simples y recapitulaciones,
entre otras cuestiones. Mientras que los profesores novatos muestran una tendencia opuesta:
introducen una cantidad exagerada de ideas nuevas sin apoyos (como los mencionados a nivel
micro y macroestructural) que les den un buen apuntalamiento y sentido.
• Los profesores expertos usan señalizaciones para identificar y presentar ideas o temas nuevos, y para
demostrar la existencia de continuidad temática, con mayor frecuencia y destreza que los prin-
cipiantes.
• El uso que los expertos hacen de las repeticiones, etcétera, lo aplican estratégicamente a las ideas
más importantes de su discurso. Por ejemplo, las recapitulaciones se utilizan de manera contigua
a la elaboración de una idea muy relevante en la exposición global.
• Los expertos aplican estrategias evaluativas informales (por ejemplo, preguntas dirigidas a los
alumnos para asegurarse de que" se está comprendiendo") para verificar si se comprenden las
ideas principales de su discurso. Los profesores principiantes casi no realizan evaluaciones.
Como podrá concluirse de los trabajos revisados en esta sección, en el discurso del profesor, sea
que éste se estructure por vía predominantemente expositiva y I o que se desarrolle inmerso en un
diálogo interactivo construido conjuntamente con los alumnos, pueden usarse distintos tipos de
estrategias discursivas en beneficio del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Una vez más, lo importante es que estas habilidades y estrategias discursivas estén presentes y
que, sobre todo, se intente hacer un uso reflexivo y estratégico de las mismas.
Ilustraciones
Las ilustraciones (fotografías, dibujos, pinturas) constituyen uno de los tipos de información gráfi-
ca más ampliamente empleados en los diversos contextos de enseñanza (clases, textos, programas
por computadora, etcétera). Son recursos utilizados para expresar una relación espadal esencial-
mente de tipo reproductivo (Postigo y Pozo, 1999).Esto quiere decir que en las ilustraciones el
énfasis se ubica en reproducir o representar objetos, procedimientos o procesos cuando no se tiene
la oportunidad de tenerlos en su forma real o tal y como ocurren. . .
Se han utilizado con mayor frecuencia en áreas como las ciencias naturales y disciplinas tecno-
lógicas, no así en áreas como humanidades, literatura y ciencias sociales, donde generalmente, en
comparación con las anteriores, ha sido menor su presencia.
Se ha dicho con cierta agudeza que una imagen vale más que mil palabras; sin embargo, este
refrán debe relativizarse en función de qué imagen, discurso, convenciones e intérpretes sean a
quienes nos estemos refiriendo. Las imágenes serán interpretadas no sólo por lo que ellas represen-
tan como entidades pictóricas, sino también como producto de los conocimientos previos, las acti-
tudes, etcétera, del receptor. .
Precisamente las cuestiones mencionadas son algunas de las características que debemos consi-
derar para el buen uso de las ilustraciones, lo cual quiere decir que para utilizar ilustraciones debe-
mos plantearnos de una o de otra forma las siguientes cuestiones: a) qué imágenes queremos pre-
sentar (calidad, cantidad, utilidad); b) con qué intenciones (describir, explicar, complementar,
reforzar); e) asociadas a qué discurso, y d) a quiénes serán dirigidas (características de los alumnos,
como conocimientos previos, nivel de desarrollo cognitivo, etcétera).
No obstante, es indudable reconocer que las ilustraciones casi siempre son muy recomendables
para comunicar ideas de tipo concreto o de bajo nivel de abstracción, conceptos de tipo visual o
espacial, eventos que ocurren de manera simultánea, y también para ilustrar procedimientos o ins-
trucciones (Hartley, 1985).
En los textos, aunque también en las clases escolares, las relaciones establecidas entre discurso
e imágenes pictóricas, muestran una preponderancia a favor del texto, por lo que las ilustraciones
muchas veces sirven para representar algunas cosas dichas en el discurso o bien para complemen-
tar, presentando cierta información adicional a lo que el discurso dice.
• Expresiva
• Funcional
• Algorítmica
Descriptiva
Este tipo de ilustraciones muestran cómo es un objeto físicamente, nos dan una impresión holística del
mismo, sobre todo cuando es difícil describirlo o comprenderlo en términos verbales. Lo importan-
te es conseguir que el alwnno identifique visualmente las características centrales o definitorias del
objeto. Las figuras A, B Y e son ejemplos de ilustraciones descriptivas.
Figura e Enlaces de hidrógeno en; a) la estructurade hoja {J-plegadaparalela, en la que todas las cadenas palipeptidicas van en la misma dirección;
y b) hoja {J-plegada nntiparalela, en la que las cadenas polipeptldlcas van en direcciones opuestas.
Expresiva
A diferencia de las anteriores, las ilustraciones expresivas buscan lograr un impacto en el aprendiz o
lector considerando aspectos actitudinales y emotivos. Lo esencial es que la ilustración evoque cier-
tas reacciones actitudinales o valorativas que interesa enseñar o discutir con los alumnos. La figura
D es un ejemplo de este tipo de ilustración,
Figura D Cada afio, los desastn: naturales causan la muerte de miles de pmol2as.
Otros ejemplos de ilustraciones expresivas son: fotografías de las víctimas de la guerra, la hambruna
o los desastres naturales; fotografías o dibujos de un héroe honrando a la bandera para resaltar
valores patrios.
Construccional
Estas ilustraciones resultan muy útiles cuando se busca explicar los componentes o elementos de una
totalidad ya sea un objeto, un aparato o un sistema. Hay que reconocer que entre las ilustraciones
constructivas y los mapas (por ejemplo, croquis, planos, mapas) hay un continuo y constituyen
toda una veta amplia de información gráfica, que bien podría considerarse aparte (véase Postigo y
Pozo, 1999).Lo importante en el uso de tales ilustraciones es que los alumnos aprendan los aspectos
estructurales que interesa resaltar del objeto o sistema representado. La figura E es un ejemplo de
ilustración construccionaL
Figura E Construccional.
Más ejemplos de ilustraciones construccionales son: diagramas de las partes de una máquina; di-fe-
rentes vistas de un transductor neumático; esquema de las partes del aparato reproductor femenino.
Funcional
A diferencia de la anterior, que constituye una representación donde se enfatizan los aspectos es-
tructurales de un objeto o proceso, en las ilustraciones funcionales interesa más bien describir
visualmente las distintas interrelaciones ofunciones existentes entre las partes de un objeto o sistema para
que éste entre en operación. ASÍ, en estas ilustraciones se muestra al aprendiz cómo se realiza un
proceso o la organización de un sistema, y lo relevante es que aprenda y analice sus funciones
locales y globales. La figura F es un ejemplo de ilustración funcional.
Algorítmica
Este tipo de ilustraciones esencialmente sirve para describir procedimientos. Incluye diagramas don-
de se plantean posibilidades de acción, rutas críticas, pasos de una actividad, demostración de re-
o glas o normas, etcétera.
La intención al utilizar estas ilustraciones es conseguir que los aprendices aprendan procedi-
mientos para que después puedan aplicarlos y solucionen problemas con ellos. Un ejemplo se pre-
senta en la figura G. o
Más ejemplos: diagrama de los primeros auxilios y pasos a seguir para transportar a una persona
fracturada; esquema con los pasos de un procedimiento para elaborar programas de estudio.
• Permitir la explicación en términos visuales de 10que sería difícil comunicar en forma pura-
mente lingüística.
texto (véase capítulo 7 de esta obra). Por ejemplo, Mayer (1989) demostró que el empleo de ilustra-
ciones (constructivas y funcionales) previo a la exposición de información textual, consistente en
conceptos científicos y de ingeniería, permitían desarrollar modelos conceptuales apropiados, lo
cual mejoraba el aprendizaje (la solución de problemas sencillos) de dicha información,
Asimismo, varios estudios han demostrado que las ilustraciones inducen la formación de imá-
genes mentales en los aprendices o lectores quienes las reciben; de hecho, existe evidencia empírica
que demuestra que las ilustraciones se igualan en efectividad con la instrucción explícita para ela-
borar imágenes mentales (véase Balluerka, 1995).
Después de una amplia revisión de la literatura realizada por Levie y cols. (Levie y Lentz, 1982;
Anglin, Towers y Levie, 1996; véase también Branden, 1996) sobre el uso de las ilustraciones, se
puede concluir que éstas facilitan el aprendizaje cuando se presentan con materiales textuales. Otras
conclusiones más específicas de interés son las siguientes:
b) Cuando las ilustraciones proveen información redundante al texto facilitan el aprendizaje don-
de ocurre tal redundancia.
d) Las ilustraciones pueden utilizarse en ciertas ocasiones como eficacesy eficientes sustitutos de
palabras.
e) Los aprendices pueden fallar para hacer uso efectivode ilustraciones complejas, a menos que se
.les den pistas apropiadas para hacerlo.
f) Las ilustraciones mejoran la disposición del aprendiz y pueden emplearse para evocar reaccio-
nes afectivas.
g) En general, el uso de las ilustraciones favorece más a los estudiantes de menor edad y con
escasa habilidad verbal; aunque habría también que tomar en cuenta aquí los estilos cognitivos
y las preferencias de codificación que tienen los alumnos (Hernández y García, 1991).
h) Las ilustraciones suelen ser más útiles para los malos que para los buenos lectores.
i) Las variables de las ilustraciones tales como: tamaño, posición en la página, estilo, color y grado
de realismo llegan a afectar la atención;pero no necesariamente constituyen ayudas adicionales
significativas para el aprendizaje.
Valela pena reiterar que el simple uso cosmético de las ilustraciones en los textos no conduce a
nada y menos cuando la dificultad del texto es alta, porque surge un efecto distractor más que
facilitador. De este modo, resulta necesario cuidar que las ilustraciones sean utilizadas como verda-
deros apoyos de los contenidos que se consideran valiosos a aprender (véase Pérez, Llorente y
Andrieu,1997).
1. Seleccionar las ilustraciones pertinentes que correspondan con lo que se va a aprender. Es con-
veniente tener muy claro qué función desempeñará la ilustración cuando sea utilizada.
2. Incluir ilustraciones que tengan estrecha relación con los contenidos más relevantes que a ense-
ñar (Anglin, Towers y Levie, 1996;Hemández y Carcía, 1991).Es necesario colocarlas cerca del
contenido al que se refieren. Es mejor incluir unas cuantas ilustraciones que se relacionen con
las ideas relevantes y entre sí mismas, que incluir demasiadas ilustraciones inc-onexaso decora-
tivas que provoquen saturación.
3. Vincular de manera explícita las ilustraciones con la información que representan. En el caso de
un texto, pueden emplearse pies de figura y referencias a las ilustraciones (por ejemplo: "véase
la figura número 7 donde se observa que ... U). Una ilustración inconexa no favorece-el aprendi-
zaje y el alumno tiende a "saltarla" al revisar el texto.
4. Las ilustraciones a color serán preferibles a las de blanco y negro sólo si esta dimensión añade
información relevante sobre el contenido que se ilustra, o si se busca realzar el atractivo del
material. De no ser aSÍ,el color influye poco en el aprendizaje.
6. Es preferible que las ilustraciones sean "autocontenidas" en el sentido de aclarar, por sí mis-
mas, qué están representando.
7. Son preferibles las ilustraciones completas y realistas que las abstractas, sobre todo para el caso
de estudiantes de poca edad.
8. Las ilustraciones humorísticas en ocasiones ayudan a mantener el interés y la motivación de los
estudiantes (particularmente de los jóvenes).
Antes de terminar este apartado, mencionaremos otros recursos representacionales, más allá de
las ilustraciones, que pueden emplearse sobre todo en las aulas; éstos son: las dramatizaciones, los
modelos y lo que algunos autores denominan realia (Eggen y Kauchak, 1999).Dichos recursos son
variedades del continuo constituido entre las representaciones pictóricas y lo real.
Los modelos permiten representar cómo son o funcionan ciertos objetos, procesos o situacio-
nes. En cierto modo, son emulaciones especialmente diseñadas a partir de lo que hemos llegado a
saber de la porción de la realidad a la que se refieren.
Así, su función principal como recurso instruccional (diseñado y utilizado por el enseñante) o
de aprendizaje (diseñado por el aprendiz) consiste en ayudar a los aprendices a identificar y com-
prender características de lo real que de otro modo resultarían difíciles de entender para ellos.
Dentro de las simulaciones utilizadas en la enseñanza podemos distinguir dos tipos: las simulacio-
nes simbólicas y las experienciales (Gredler, 1996).Las simulaciones simbólicas son una forma de
"modelización" posible gracias a los recursos de la tecnología informática.
Una simulación simbólica es una representación dinámica del funcionamiento de algún univer-
so, sistema o fenómeno por medio de otro sistema (en este caso la computadora). En particular,
constituye un recurso especialmente valioso para las situaciones pedagógicas.
Por otro lado, las simulaciones experíenciales, también conocidas como dramatizaciones, son
representaciones donde el aprendiz puede tener la oportunidad de participar dentro de la simu-
lación. Se prestan mucho para emular eventos, acontecimientos o temas sociales. Proponer una
dramatización en clase puede ser una experiencia que motive mucho a los participantes de la mis-
ma y a los alumnos en general. Aunque tal vez lleve un poco de tiempo su preparación, los resulta-
dos sobre la motivación de los alumnos son más que evidentes.
Finalmente, se encuentra el campo del realia que mientras sea posible, debe abrirse y preferirse
para gozo de los aprendices. No hay nada como los objetos auténticos y tangibles. Todos los recursos
anteriores, incluyendo las ilustraciones, son modos de representar lo real para los alumnos y cada
uno de ellos lo hará con cierto grado de fidelidad y éxito;pero siempre seguirá siendo un sustituto al
que se recurre porque muchas veces los objetos reales no pueden llevarse a las aulas, o porque llevar
una ilustración, un modelo o una simulación puede resultar menos costoso y más práctico"
Gráficas
Las gráficas son otro tipo más dentro de los distintos tipos de información gráfica (véase Postigo y
Pozo, 1999). Se trata de recursos que expresan relaciones de tipo numérico o cuantitativo entre dos
o más factores o variables por medio de líneas, sectores, barras, etcétera.
Las gráficas básicamente son de dos tipos: lógico-matemática (gráficas tipo polígono) y de arre-
glo de datos (gráficas tipo histogramas, tipo "pastel", etcétera).
Gráfica lógico-matemática
Otros ejemplos son: gráficas de la curva de la pérdida de la audición en función de la edad y sexo;
gráfica del desarrollo infantil en el área de adquisiciones psicomotoras; gráfica de la variación de la
presión atmosférica en relación con la altitud sobre el nivel del mar.
.' < Capitu!(l5 Estratrgias de enseñanza para la promocián de aprendizajes úgnijicaf:tvos ', . . '.;
Para el caso de las gráficas, es menester que los alumnos aprendan cómo interpretarlas (algo que
algunos autores han denominado alfabetización gráfica o graphicacy, véase Postigo y Pozo, 1999), de
lo contrario su utilización como estrategias no tendría ningún sentido para ellos. De hecho, esta
alfabetización gráfica se considera cada vez más necesaria en un mundo de información, dentro y
fuera de la escuela, plagado de un sinfín de información gráfica (ilustraciones, gráficas, diagramas,
mapas, planos, etcétera) en todas las áreas del conocimiento.
• Ayudan a comprender mejor las relaciones cuantitativas que si éstas se expresaran en forma
puramente verbal. Es más, muchas relaciones cuantitativas son difíciles de comprender si no se
utilizan las gráficas.
Varias de las recomendaciones en el uso y diseño de las ilustraciones son comunes a las de las
gráficas. A continuación exponemos las más asociadas con estas últimas:
2. Se requiere vincular de manera explícita las gráficas con la información que representan. Es
indispensable rotular las y aclarar qué fenómenos o variables se están representando.
3. Deberán emplearse dentro del texto pies de figura y referencias a las ilustraciones (por ejemplo:
"véase la gráfica número x que ilustra ..."). Una gráfica aislada no le dice nada al alumno o al
lector.
4. Con las ventajas técnicas existentes hoy en día, las gráficas pueden elaborarse en formas
sofisticadas (uso del color, diseño tridimensional, etcétera); pero hay que cuidar que siempre
dejen en claro las relaciones cuantitativas que interesa discutir con los alumnos.
5. Con las gráficas llega a darse el caso de que el texto dependa de lo que la gráfica describe (y no
al revés como con muchas ilustraciones); es decir, la relación verboicónica puede basarse menos
en el texto y más en la gráfica, por tal razón es importante presentar gráficas bien diseñadas y
adjuntar explicaciones adecuadas a ellas, para que, al mismo tiempo que enseñan el contenido
que interesa resaltar, vayan mostrando al alumno-lector cómo hacer una lectura de la misma en
forma apropiada y proffioverse así la doble lectura texto-gráfica.
Preguntas intercaladas
Las preguntas intercaladas son aquellas que se plantean al alumno a lo largo del material o
situación de enseñanza y tienen como intención facilitar su aprendizaje. Se les denomina también
preguntas adjuntas o insertadas (Balluerka, 1995; Hernández y García, 1991; Rickards y Denner,
1978; Rickards, 1980). .
Esta estrategia de enseñanza ha sido ampliamente investigada sobre todo en el campo del dise-
ño de textos académicos. Por tal razón, nuestra exposición se centrará principalmente en el ámbito
de tal modalidad.
Las preguntas intercaladas, como su nombre lo indica, se van insertando en partes importantes
del texto cada determinado número de secciones o párrafos, de modo que los lectores las contestan
a la par que van leyendo el texto.
Cook y Mayer (1983) han señalado que las preguntas intercaladas favorecen los procesos de:
Los dos primeros procesos son los que se encuentran más involucrados en el uso de las pregun-
tas, y si éstas se elaboran correctamente (preguntas de alto nivel) es factible abarcar los tres.
Según Rickards y Denner (ob. cit.) es posible identificar varios factores críticos en su uso: a) la
posición, b) la frecuencia, c)el nivel de procesamiento que demandan y d) la interacción entre ellos.
En relación con la posición que guardan con el contenido a aprender, las preguntas se clasifican
en prepreguntas y pospreguntas.
Las prepreguntas se emplean cuando se busca que el al1.UI1Il.O aprenda específicamente la infor-
mación a la que hacen referencia (aprendizaje intencional), por 10 que su función esencial es la de
focalizar la atención sobre aspectos específicos. En tanto que las pospreguntas deberán alentar a que
el alumno se esfuerce en ir "más allá" del contenido literal (aprendizaje incidental), de manera
que cumplan funciones de repaso, o de integración y construcción.
El número de párrafos en que deberán intercalarse las preguntas, por supuesto, no se halla
establecido; el diseñador lo seleccionará considerando que se haga referencia a un núcleo de conte-
nido importante.
Lafrecuencia de las preguntas dentro de un texto también se fija a criterio, advirtiéndose que
conviene no abrumar al aprendiz con un número exagerado de ellas. Además, se ha comprobado
que el factor frecuencia no parece ser tan relevante, puesto que lo más importante es la calidad de
las preguntas que se elaboran. .
Respecto al nivel de procesamiento que demanda la pregunta, podemos identificar, por un lado,
las preguntas que inducen un procesamiento superficial de la información, en tanto que solicitan al
lector el recuerdo literal y de detalles sobre la información (preguntas factuales o reproductivas); y
por otro lado, las que promueven el procesamiento profundo por que demandan la comprensión
inferencial, la aplicación y la integración de la información (preguntas implícitas y constructivas).
Al comparar la eficacia de estas dos clases de preguntas en el recuerdo y comprensión de la infor-
mación, se ha demostrado que las preguntas que exigen un nivel de procesamiento profundo de
información son las que producen un mayor recuerdo de la información leída (Hernández y García,
1991),
Por lo general, en los libros de texto las preguntas intercaladas se redactan bajo la modalidad de
reactivos de respuesta breve o completamiento¡ aunque es posible emplear, siempre que sea perti-
nente, otros tipos de reactivos, o bien, referirse a respuestas de tipo ensayo o a actividades de otra
índole. '
Al mismo tiempo que se introducen las preguntas, se le puede ofrecer al aprendiz retroalimenta-
ción correctiva (es decir, se le informa si su respuesta a la pregunta es correcta o no y por qué), En ese
sentido, las preguntas intercaladas también pueden ayudar a supervisar el avance gradual del lec-
tor-estudiante, cumpliendo funciones de evaluación formativa.
Por 10 anteriormente expuesto, es posible afirmar que las principales funciones de las pregun-
tas intercaladas son (véase Hernández y García, 1991):
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se recjpier~ de la)ntegración. de. la iritorinadqn que s~ ii;lcluye: en eltexto. . .,
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1. Es conveniente su empleo cuando se trabaja con textos extensos que incluyen mucha informa-
ción conceptual, o cuando se demuestra que es difícil para el alumno inferir cuál es la informa-
ción principal o integrarla globalmente. Se recomienda hacer un análisis previo de las partes
del texto que contienen la información central o identificar los contenidos que interesa que los
lectores-alumnos aprendan, para posteriormente hacer una inserción apropiada y pertinente
de las preguntas, ya sea antes o después de los párrafos, según sea 10 que interese resaltar o
promover.
4. Se sugiere dejar al alumno un espacio para escribir la respuesta. Esto es más conveniente que
sólo pedirle que la piense o verbalice.
5. Se deben proporcionar instrucciones apropiadas (pueden ponerse al inicio del texto) al lector
sobre cómo manejar las preguntas intercaladas, indicándole que no las salte.
6. Tienen que ofrecer retroalimentación correctiva si se desea monitorear el aprendizaje del alum-
no. Es conveniente no presentarle en forma inmediata o adyacente la respuesta, para no inducir
a su simple copia; puede prepararse una sección especial con la retroalimentación.
Resumen
Una práctica muy difundida en todos los niveles educativos es el empleo de resúmenes sobre el
material que se habrá de aprender. No debemos olvidar que como estrategia de enseñanza, el resu-
men será elaborado por el profesor o el diseñador de textos, para luego proporcionárselo al estu-
diante como una propuesta mejor organizada del cúmulo de ideas que ya se han discutido o ex-
puesto. .
Un resumen es una versión breve del contenido que habrá de aprenderse, donde se enfatizan
los puntos más importantes de la información. Dicho en términos de Kintsch y Van Dijk un resu-
men alude directamente a la macroestructura de un discurso oral o escrito (véase capítulo 7). Para
construir la macroestructura de un texto es necesario aplicar las macrorreglas de supresión, genera-
lización o construcción (véase cuadro 5.10 que se refiere a las macrorreglas) (Kintsch y Van Dijk,
1978;Sánchez, 1993;Van Dijk o Kintsch, 1983).
Para elaborar un resumen de un texto cualquiera, se tiene que hacer necesariamente una
jerarquización de la información contenida en él, en términos de su importancia (dichajerarquización
en ocasiones está claramente marcada en el texto original, pero en otras no y corre a cargo del
procesamiento del lector). .
Se supone que la información de mayor nivel de jerarquía, es decir, aquella que se considera de
mayor importancia, será la información mejor recordada. A este efecto se le ha denominado en la
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literatura "efecto de los niveles" (véase García, Elosúa, Gutiérrez, Luque y Gárate, 1999;Sánchez,
1993).
ASÍ,en la elaboración del resumen, los lectores deben ser sensibles a los distintos tipos de infor-
mación en la jerarquía del texto procesado, para proceder seleccionando los contenidos clave omi-
tiendo paralelamente la información trivial y de importancia secundaria (aplicación de las
macrorreglas de supresión). Aunque también deben realizar operaciones más sofisticadas de con-
densación, integración y de construcción de la información (macrorreglas de generalización y cons-
trucción), sobre todo cuando se trata de discursos largos y complejos,
Estas macrorreglas se aplican en forma inteligente (razón por la cual se les ha denominado
también macroestrategias) sobre la microestructura del texto constituyendo así la macroestructura.
Además, es posible aplicar las macrorreglas (si así se desea) en forma recursiva no sólo al discurso
original (o a su microestructura) sino también a las distintas versiones macroestructurales ya cons-
truidas.
Aun así, aparte todavía es necesario realizar un trabajo de redacción para darle coherencia a la
información seleccionaday condensada utilizando expresiones globalesmetasemánticas (por ejemplo
"este discurso tratará sobre.. ,", "el tema más relevante es ", "lo esencial. ..", etcétera), indicadores
de resumen o reformuladores recapitulativos ("para resumir '~,"en pocas palabras ... ", "en suma ... ",
"en conclusión ... ", etcétera) y/ o de relevancia (véase el uso de adverbios ponderativos tales como:
"esencialmente. ,.", "especialmente. ..", y expresionescomo "recalcar... ", "hay que hacer hincapié... ",
etcétera) (véase Álvarez, 1998;Portolés, 1998).
Un buen resumen debe comunicar las ideas de manera expedita, precisa y ágil. Puede incluirse
antes de la presentación del texto o de una lección,en cuyo caso sería una estrategia preinstruccional;
o bien, aparecer al final de estos elementos, funcionando como estrategia postínstruccional. Pero
también es posible construirlo en forma acumulativa, en conjunción con los alumnos durante la
secuencia de enseñanza, en cuyo caso fungiría como estrategia coinstruccional.
• Ubicar al alumno dentro de la estructura u organización general del material que se habrá de
aprender.
Por lo general, un resumen se elabora en forma de prosa escrita, aunque también llega a dise-
ñarse esquemáticamente numerando o marcando las ideas principales; o bien, representándolo con
ciertos apoyos gráficos (cuadros sinópticos o mapas que expresen los ~onceptos más importantes y
sus relaciones; véase más adelante).
Conceptos esenciales d~l text_~;ci) cldo;'b) cic!o de! agua,CJ,cambl0 de estado, d)ev'apora~i6n.;,e)
tondensacion,ft precípítaéión, '8) filtración y h)'ésci.rrrimie.rttó;:' , > :',", , , ' ' ,':', "
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1. Diseñar resúmenes cuando el material que habrá de aprenderse sea extenso y contenga infor-
mación con diferentes niveles de importancia; es decir, cuando pueda jerarquízarse toda la in-
formación del texto y diferenciarse la principal de la secundaria (véase el efecto de los niveles
del que hablábamos arriba). '
2. En el caso contrario, cuando el material de por sí ya viene condensado o casi está conformado
por información clave, más que elaborar un resumen puede convenir darle una organización
alternativa al contenido, empleando una estrategia de organización gráfica (un cuadro sinópti-
co o un mapa conceptual).
Organizadores gráficos
Ampliamente utilizados como recursos instruccionales, los organizadores gráficos se definen como
representaciones visuales que comunican la estructura lógica del material educativo (Armbruster,
1994;Trowbridge y Wandersee, 1998;West, Farmer y Wolff,1991).
Son de gran utilidad cuando se quiere resumir u organizar corpus significativos de conocimien-
to y pueden emplearse, como estrategias de enseñanza, tanto en la situación de clase como en los
textos académicos. También es posible enseñar a los alumnos a utilizarlos como estrategias de apren-
dizaje. La efectividad en ambos casos ha sido ampliamente comprobada en la mejora de los proce-
sos de recuerdo, comprensión y aprendizaje sea por vía textual o escolar (véase revisiones de
Armbruster, ob. cit.; Ogle, 1990;West, Farmer y Wolff,ob. cit.).
Existe una amplia variedad de organizadores y también varios intentos de clasificación desa-
rrollados en la literatura especializada (véase al respecto Trowbridge y Wandersee, ob. cit.; West,
Farmer y Wolft ob. cit.).
En este apartado vamos a centrarnos en sólo algunos tipos de organizadores gráficos, ya que
otros se tratarán en distintos apartados de este mismo capítulo (losmapas y redes conceptuales son
para algunos autores organizadores gráficos al igual que los "organizadores textuales").
Por tales razones, nos limitaremos a presentar aquí los distintos tipos de cuadros sinópticos
(también llamados: marcos, grillas o tramas) y los diagramas simples que jerarquizan la informa-
ción.
Un cuadro sinóptico proporciona una estructura coherente global de una temática y sus múlti-
ples relaciones. Organiza la información sobre uno o varios temas centrales que forman parte del
tema que interesa enseñar.
Sirven para diseñar la instrucción o como estrategia de enseñanza para textos o su empleo en
clase. También los alumnos pueden aprender a elaborarlos para ser utilizados como estrategias de
aprendizaje.
De manera general, los cuadros sinópticos son bidimensionales (aunque pueden ser
tridimensionales) y están estructurados por columnas y filas. Cada columna y/o fila debe tener una
etiqueta que represente una idea o concepto principal. Las columnas y filas se cruzan y, en conse-
cuencia, forman celdas o huecos (slots)¡donde se vaciarán los distintos tipos de información. Ésta
puede componerse de hechos, ejemplos, conceptos, principios, observaciones, descripciones, ex-
plicaciones, procesos o procedimientos, e incluso es posible incluir ilustraciones de diverso tipo.
El llenado de las celdas se realiza por el docente o el diseñador de un texto según sea el caso.
Pero también es factible que los alumnos lo lleven a cabo de forma individual, en pequeños grupos
o colectivamente con el grupo-clase, conformándose dinámicas distintas en cada caso.
Existen básicamente dos tipos de cuadros sinópticos: simples y de" doble columna" _Los prime-
ros se elaboran en forma un tanto "libre" de acuerdo con la especificidad de los aspectos semánticos
de la información que va a ser organizada; y los segundos, con base en ciertos patrones de organiza-
ción prefijados (véase Armbruster, ob. cit.; Harrison, 1994).
Para construir un cuadro sinóptico simple sólo basta con saber cuál es la información central
que interesa destacar. Esta información central son los temas o conceptos principales que en el cuadro
se desarrollarán en función de ciertas variables o características. En este sentido, una primera tarea
básica para su elaboración consiste en identificar los temas o conceptos, y 10 que se quiere decir en
tomo a ellos.
Para el diseño del cuadro propiamente dicho, se recomienda que los temas centrales o conceptos
clave se pongan como etiquetas en la parte izquierda de las filas (de arriba a abajo) y que en la parte
superior de las columnas se coloquen las etiquetas de las ideas o variables que desarrollan dichos temas
(de izquierda a derecha). En un momento determinado los temas también llegan a incluir subtemas
que se añadirán subdividiendo las filas correspondientes.
Hay ocasiones en que es recomendable colocar los temas en las columnas (cuando sólo son dos
ternas que interesa por ejemplo comparar) y las variables en las filas (cuando son muchas varia-
bles).
Para lograr un buen diseño y así ayudar a que los alunmos comprendan más fácilmente la
lógica del cuadro, se deben tornar en cuenta los aspectos siguientes: 1) analizar cuál es la distribu-
ción que conviene para su mejor comprensión, 2) que los temas clave que interesa revisar o discutir
sean señalizados de algún modo (uso de mayúsculas, negrillas, color, etcétera) para que se distin-
gan de las variables, y 3) seguir las convenciones que nos rigenen la escritura occidental al hacer el
prellenado o el llenado de los cuadros, es decir, escribir de derecha a izquierda, de arriba abajo y de
10 simple a lo complejo.
El cuadro 5.11 muestra un ejemplo de cómo elaborar un cuadro. En este caso nos interesa orga-
nizar la información sobre los distintos tipos de memoria. Para ello, es necesario identificar los tipos
de memoria porque constituirán los temas de nuestro interés para la elaboración del cuadro. Se
trata de los siguientes: memoria sensorial, memoria a corto plazo y memoria a largo plazo.
Para dichos temas de información es vital desarrollar cada una de las variables siguientes: ca-
pacidad de almacenaje, duración de almacenamiento, modo de almacenaje y tipo de pérdida de la
información.
Los tipos de memoria los colocamos en la parte derecha de las filas (de arriba abajo y de la más
simple a la más compleja) y las etiquetas de las variables mencionadas en la parte superior de las
columnas (de izquierda a derecha). De esta forma el cuadro queda como se indica areriba.
Así, en el cuadro 5.11, se analiza cada tema por separado (por ejemplo, analizar las característi-
cas de la memoria sensorial en relación con las variables de interés). Al mismo tiempo podrán
establecerse comparaciones entre los tres tipos de memoria (por ejemplo, ofrecer ejemplos, sacar
implicaciones, etcétera); también, lograr una visión de conjunto de todo el sistema para enfatizar,
por ejemplo, la complejidad del sistema global, comparando las tres columnas y considerando to-
das las variables.
Armbruster (ob. cit.) comenta que la facilidad para elaborar un cuadro depende tanto de los
conocimientos previos pertinentes a la temática general (y los distintos temas que la componen)
que posee la persona que lo elabora, como de la habilidad para identificar las variables o ideas que
se desee representar en el mismo.
Por otro lado, los cuadros sinópticos de doble colwnna (véase Harrison, ob. cit.) siguen cierto
formato organizacional basado en las relaciones que representan. De este modo, una vez identifica-
do el tema o categoría central, es posible elaborar cuadros sinópticos donde las columnas expresen
las siguientes relaciones:
• Causas / Consecuencias
• Gusto /Disgusto
• Teoría/Evidencia
• Problema/Solución
• Antes /Después
• Acciones/Resultados
Las variables o categorías de las filas pueden ser aquellas que interese desarrollar para el tema
central. Los siguientes cuadros representan ejemplos de cuadros sinópticos de doble columna:
, ,
, '":: Capítulo <) Estrateeiasde enseñanza p{lm [(1 promoción de apl'endizaJo significlltll'OS " ,:.~-;::
~ •.f"~
Como podrá notarse, los cuadros sinópticos anteriores están constituidos por" dos columnas"
en las que se expresa la relación central que interesa resaltar. Las relaciones mencionadas arriba son
algunas de las más típicamente empleadas en las situaciones de enseñanza y en los libros de textos
de diferentes disciplinas o áreas curriculares, Para el cuadro 5.12 de' doble entrada "causa/conse-
cuencia", la temática fue el"Movimiento de Independencia" y las variables (que se siguen colocan-
do en las filas) serían los aspectos económicos, políticos y sociales. En el cuadro 5.13,la temática fue
"Teorías evolutivas que explican la autorregulación".
Otra modalidad de los cuadros la constituyen los llamados cuadros C-Q-A (véase Ogle, 1990).
Dichos cuadros de tres columnas han sido ampliamente utilizados con buenos dividendos en el
aprendizaje de los alumnos.
La estructura y función del cuadro C-Q-Ase realiza del siguiente modo (véase cuadro 5.14):
a) En primer lugar, se introduce la temática que constituye la información nueva a aprenderse (o a
leerse).
b) A continuación se pide que se preparen los cuadros C-Q-A con tres columnas y dos filas (hojas
de trabajo).
e) La primera columna se denomina "Lo que se conoce" (se simboliza con la letra C) y se utiliza
para anotar lo que ya se sabe en relación con la temática, ya sea que se trate de hechos, concep-
tos o descripciones, a manera de lista o clasificados.
d) La segunda columna sirve para anotar "Lo que se quiere conocer o aprender" (se corresponde
con la letra Q).
e) En el espacio de la tercer columna se anota "Lo que se ha aprendido", aunque también puede
ponerse simultáneamente, si se desea, "Lo que falta por aprender" (se representa con la letra A).
El llenado del cuadro C-Q-A se realiza durante todo el proceso de instrucción. Las dos primeras
columnas deben llenarse al inicio de la situación de enseñanza-aprendizaje, para provocar que los
alumnos logren activar sus conocimientos previos y desarrollen expectativas apropiadas. La tercer
columna puede irse llenando durante el proceso instruccional o al término del mismo.
La comparación y relación entre las primera y tercera columnas, evidentemente, resulta útil
para establecer un enlace más claro entre los conocimientos previos y el reconocimiento de la infor-
mación nueva que se ha aprendido. Y, en general, las tres colunmas 'permiten que los alumnos
reflexionen y tomen conciencia (metacognitiva) de lo que no sabían al inicio de la situación
instruccional y lo que han logrado aprender al término del proceso, además de cómo se relaciona
una cosa con la otra.
Cada alumno va llenando su tabla individualmente o por grupos pequeños. También el profe-
sor puede colocar un cuadro en el pizarrón o un acetato, donde se integren las participaciones de los
alumnos.
En varios trabajos, se demuestra que los cuadros C~Q-Ase han empleado como estrategia de
aprendizaje (Ogle, 1990;Wray y Lewis, 2000);aunque también se utilizan corno estrategia de ense-
ñanza. De hecho, pueden ocuparse primero como estrategia de enseñanza interactiva, para organi-
zar lo que se sabe y lo se ha aprendido, y posteriormente enseñarle a los alumnos cómo usarlos en
la clase o cuando se enfrenten a textos académicos. La enseñanza como estrategia de aprendizaje se
efectúa según las recomendaciones plasmadas en el capítulo 6.
Recomendaciones generales para el uso de cuadros sinópticos:
1. No use los cuadros de forma indiscriminada; altémelos con algún otro tipo de organizador
gráfico.
2. Dos preguntas centrales en la elaboración de los cuadros sinópticos de cualquier clase serían las
siguientes: a) ¿Cuál~s son las categorías, grupos o ejemplares importantes eleinformación aso-
ciados con la temática que se va a representar? y b) ¿Cómo podrían subdividirse tales catego-
rías, grupos o ejemplares? (Véase Armbruster, 1996.)
3. Enseñe a los alumnos cómo utilizarlos, leerlos e interpretarlos.
4. Emplee los cuadros sinópticos de diversas formas: preséntelos llenos por completo, llénelos
con los alumnos en una situación interactiva, presénteles el formato y que los alumnos realicen
el llenado, o simplemente solicíteles que los diseñen y elaboren por completo. Los distintos
usos comentados nos permiten interpretar a los cuadros sinópticos (como sucede con otras
estrategias, por ejemplo, los resúmenes escritos, los mapas conceptuales, los organizadores tex-
tuales, etcétera) como recursos de enseñanza y aprendizaje en el más amplio sentido: en unas
ocasiones con la tendencia a ser utilizados como genuinas estrategias de enseñanza y, en otras,
como potentes estrategias de aprendizaje. • ..
Finalmente, existen otros organizadores gráficos muy utilizados en las escuelas y en los textos que
también sirven para organizar la información, los más conocidos son los udiagramas de llaves", los
"diagramas arbóreos" y los "círculos de conceptos". En todos estos casos, la información se organi-
za de modo jerárquico, estableciendo relaciones de inclusión entre los conceptos o ideas, por lo que
constituyen organizadores alternativos a los mapas conceptuales, aunque carecen de algunos bene-
ficios que estos últimos tienen (los mapas especifican más las relaciones entre conceptos, incluyen
relaciones cruzadas, etcétera).
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Los diagramas de árbol se elaboran estableciendo las relaciones jerárquicas de arriba hacia aba-
jo (como en la figura 5.3) o de abajo hacia arriba (por ejemplo, en los diagramas de árbol muy
usados en biología que explican las taxonomías o la evolución de las especies).
Por otro lado, un ejemplo de círculo de conceptos es el de la figura 5.4. Siendo un poco más
explícitos para el caso de los círculos de conceptos, algunos autores han propuesto ciertas recomen-
daciones para su elaboración (Trowbridge y Wandersee, 1998,p. 113).De éstas,las más importantes
son las siguientes:
• Considere que el círculo debe tener una etiqueta que representa dicho concepto.
• Para demostrar relaciones inclusivas puede dibujar un círculo pequeño dentro de un círculo
mayor. Cada círculo deberá tener su propio concepto y etiqueta.
• Los conceptos que sean mutuamente excluyentes deben representarse por círculos separados.
• Cuando quiera mostrar características comunes entre conceptos dibuje círculos sobrelapados
parcialmente (círculos en intersección) y etiquete en forma apropiada.
• El título que describe al diagrama debe colocarse en la parte superior del mismo. Se recomienda
incluir una oración explicativa debajo del diagrama.
Como podrá observarse, cada uno de los tres tipos anteriores de diagramas presentan jerar-
quías de información sobre temas, categorías o conceptos. En ellos, existe un concepto o idea central
inclusora y una serie de ideas que establecen relación de inclusión.
Los diagramas son de muy fácil elaboración y no sólo se utilizan como estrategias de enseñanza
para organizar la información nueva, sino que también es posible motivar a los alumnos para que
los usen como estrategias de aprendizaje.
De manera general, se afirma que los mapas y las redes conceptuales son representaciones gráficas
de segmentos de información o conocimiento conceptual.
Como estrategias de enseñanza, por medio de dichas técnicas representamos temáticas de una
disciplina científica, programas de cursos o currículos; además podemos utilizarlas como apoyos
. para realizar procesos de negociación de significados en la situación de enseñanza (presentarle al
aprendiz los contenidos curriculares que aprenderá, está aprendiendo o ya ha aprendido). ASÍ, el
docente los emplea, según 10 requiera, como estrategias pre, ca o pastinstruccionales.
Los mapas y las redes poseen algunas similitudes; aunque también ciertas diferencias que va-
mos a exponer a continuación.
Al vincular dos conceptos (o más) entre sí se forma una proposición. Ésta se encuentra consti-
tuida por dos o más conceptos relacionados por medio de un predicado o una o varias palabras de
enlace (ya sea verbos, adverbios, preposiciones, conjunciones,etcétera). Laspalabras de enlace expre-
san el tipo de relación existente entre dos conceptos o un grupo de ellos. A su vez, cuando vincu-
lamos varias proposiciones entre sí, formamos auténticas explicaciones conceptuales.
En términos gráficos,para construir un mapa conceptual, los conceptos se representan por elipses
u óvalos llamados nodos, y los nexos o palabras de enlace se expresan mediante etiquetas adjuntas a
líneas (relaciones de jerarquía) oflechas (relaciones de cualquier otro tipo).
Con un ejemplo sencillo explicaremos con más facilidad todas estas ideas presentadas hasta
aquí. Tomemos los conceptos más relevantes del texto "El ciclodel agua en la naturaleza" e intente-
mos representarlos por medio de un pequeño mapa conceptual (véase figura 5.5).
De este modo, tenemos un pequeño mapa conceptual, formado por varios conceptos, con dife-
rentes niveles de inclusión que establece relaciones semánticas entre sí.
Como ya hemos dicho, en los mapas conceptuales los conceptos y proposic~ones se organizan
formando jerarquías. Lo anterior quiere decir que se colocan los conceptos más inclusores o los más
generales en la parte superior del mapa; y en los niveles inferiores, los conceptos subordinados a
éstos. En el ejemplo mencionado, el concepto "ciclo del. agua" es un concepto inclusor y
supraordinado en relación con varios conceptos. Pero, a su vez, está subordinado a otro llamado
ciclo, el cual es de mayor nivel de inclusión que todos ellos. Por su parte, los conceptos "evapora-
ción" y "precipitación", por ejemplo, Son conceptos que pertenecen al mismo nivel, por lo que se
denominan coordinados. Por último, cada uno de los conceptos del mapa se vincula entre sí por
líneas con palabras de enlace; por ejemplo, la frase que realiza el vínculo entre los conceptos "ciclo
~:
':;- "_:'_'_':;
;: ,"
..
~.:: "
," . ""
",.,:
. .~
. ..
Figura 5.5 Mapa de concqJtos clave del texto "El ciclo del agua en la naturaleza".
del agua", "filtración" y "escurrimiento" en el mapa es: "se compone de"; por lo que con tales
conceptos y la frase de enlace formamos la siguiente proposición: "el ciclo del agua se compone
de ... filtración ... y escurrimiento".
Las redes conceptuales-o semánticas también son representaciones entre conceptos; pero a dife-
rencia de los mapas no necesariamente se organizan por niveles jerárquicos. La configuración más
típica que resulta en las redes conceptuales es la denominada de "araña" (un concepto central y
varias ramificaciones radiales que expresan proposiciones), aunque también pueden darse estruc-
turas de "cadena" (conceptos que se enlazan encadenados unidireccionalmente, por ejemplo, de
derecha a izquierda o de arriba abajo) o híbridas (Jones, Palincsar, Ogle y Carr, 1995; West, Farmer y
Wolff,1991).
Otra diferencia, quizá más distintiva con respecto a los mapas conceptuales, consiste en el gra-
do de flexibilidad para rotular las líneas que relacionan los conceptos. En el caso de los mapas
conceptuales, no existe un grupo fijo de palabras de enlace o símbolos para vincular los conceptos
entre sí; mientras que para el caso de las redes sí los hay (véase Dansereau, 1985; Posner, 1979). Una
última diferencia radica en que las relaciones entre conceptos se indican por medio de flechas que
expresan el sentido de la relación.
Por ejemplo, Dansereau y sus colaboradores (Dansereau, 1985; Holley y Dansereau, 1984) han
identificado tres tipos básicos de relaciones semánticas entre conceptos, objetos o procesos: relacio-
nes de jerarquía,. de encadenamiento y de racimo (cuadro 5.15).
• Si el profesor los utiliza adecuadamente, pueden coadyuvar a que los alumnos relacionen con
más facilidad los asuntos vistos en sesiones anteriores con los nuevos temas que se revisen.
• Con los mapas y las redes es posible realizar funciones evaluativas; por ejemplo, para explorar
y activar los conocimientos previos de los alumnos y/ o para determinar el nivel de compren-
sión de los conceptos revisados (véase capítulo 8).
2. Clasifíquelos por niveles de abstracción e inclusividad (al menos dos niveles); esto le permitirá
establecer las relaciones de supra, ca o subordinación existentes entre los conceptos.
3. Identifique el concepto nuclear, Si es de mayor nivel de ínclusivídad que los otros (generalmen-
te es así), ubíquelo en la parte superior del mapa; si no 10 es, destáquelo con un color especial
(este paso puede hacerse simultáneamente con el anterior).
6. Reelabore el mapa cuando menos una vez más; volver a hacerlo permite identificar nuevas
relaciones no previstas entre los conceptos implicados.
7. Siva a ocuparlo"con los alumnos, acompañe la presentación o ~o del mapa con una explicación.
En la figura 5.6 se observa un ejemplo de mapa conceptual y otro de red semántica utilizando los
mismos conceptos.
2, Identifique el concepto nuclear; luego encuentre y establezca relaciones entre el concepto nu-
clear y los restantes conceptos, según las tres categorías básicas propuestas (jerarquía, secuen-
cia y racimo), utilizando las convenciones establecidas (uso de flechas y simbolismos para cada
tipo de relación semántica).
Algunas recomendaciones para el empleo de mapas o redes conceptuales son las siguientes:
1, Antes de utilizar los mapas o las redes en la situación de enseñanza, asegúrese de que los alum-
nos comprendan el sentido básico de los dos recursos -es indudable que la comprensión de 10
que es una red implica un tiempo mayor por el número de convenciones implicadas-. Aun
cuando sean elaboradas y utilizadas por el profesor,esnecesario hacer comentariosintroductorios
o, de ser posible, tener algunas sesiones previas con ejemplos vistos en clase.
2. Procure involucrar los conceptos principales; no haga mapas o redes enormes que dificulten la
comprensión de los alumnos. Pondere usted mismo el grado de complejidad y profundidad
necesario.
3. Puede llevar preparados los mapas o las redes a la clase (en acetato o en un cartel) o elaborarlos
frente a los alumnos. En tal caso puede, si así 10 desea, aprovechar la situación para enseñar a
los alumnos cómo elaborarlos y, de esta manera, los utilicen ellos mismos como estrategias de
aprendizaje,
.>-'..::'~'~~~~_
> \3':' --~,t ~.),
'~';
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Capitulo 5 Estraiegias de enseñanza para la promocián de aprendizl-1;¡essignifi.ct.lJÍlJ05
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5. Sugerimos que introduzca con sus alumnos (o los lectores del texto diseñado) sólo una de las
dos modalidades de representación gráfica (especialmente si se trata de alumnos de educación
básica); debe utilizar la que ofrezca la mayor aportación a sus necesidades didácticas. Las redes
suelen servir más para trabajar con contenidos de ciencias naturales y disciplinas tecnológicas;
mientras que los mapas son más útiles para casi todas las disciplinas, incluyendo ciencias socia-
les y humanidades.
6. Puede emplear cualquiera de los dos recursos al nivel que se lo proponga (clase, tema, unidad,
capítulo, curso, texto, etcétera), aclarando a cuál se refiere, para ayudar al alumno a tener un
contexto conceptual apropiado de las ídeasrevisadas o que se revisarán.
7. A partir de las partes de un mapa determinado para una unidad didáctica, es posible construir
nuevos mapas donde se profundicen los conceptos (por ejemplo, a la manera de los niveles de
elaboración sugeridos. en la teoría de la elaboración de Reigeluth). Algunos autores (Trowbridge
y Wandersee, 1998) comentan que al relacionar varios micromapas (que generalmente represen-
tan contenidos conceptuales a nivel de una sesión) es posible estructurar macromapas, los cuales
representan conceptos centrales de temas o unidades de un curso o hasta de un curso mismo.
En este sentido, los mícromapas también son útiles como recursos instruccionales, proporcio-
nándoles a los alumnos una visión de conjunto de corpus significativos de contenidos concep-
tuales de un curso, y ayudándolos a contextualizar los aprendizajes conceptuales. También es
posible construir mapas progresivos, que consisten en poner en relación distintos micromapas,
con los que se puede documentar las construcciones logradas por los aprendices (por ejemplo,
relacionar varias sesiones secuencialmente; o para documentar cómo ha ocurrido un proceso
de cambio conceptual) y en señalar explícitamente la forma en que los conceptos entran en
relación, después de completado un episodio, tema, unidad temática, etcétera.
8. No emplee en exceso estos recursos, pues a sus alumnos les resultaría tedioso y, por tanto,
perderían su sentido pedagógico.
Organizadores previos
De acuerdo con Mayer (1982), el contexto ideacional creado por la introducción de conceptos
inclusores relevantes (cuando no estén presentes en los conocimientos previos) o su movilización
. (cuando estén presentes) debe ser acompañado de la utilización activa por parte del alumno para
lograr una adecuada asimilación de la nueva información.
Los organizadores previos deben introducirse en la situación de enseñanza antes de que sea
presentada la información nueva que se habrá de aprender; por ello se considera una estrategia
típicamente preinstruccional. Se recomiendan cuando la información nueva que los alumnos van a
aprender resulta larga, difícil y muy técnica (Hernández y García, 1991). .
Existen evidencias en la literatura especializada que han demostrado que los organizadores son
efectivos para lograr un procesamiento más profundo de la información; por ejemplo: al facilitar el
recuerdo de conceptos (no de datos o hechos) y al producir mejoras en la aplicación y solución de
problemas que involucren los conceptos aprendidos (véase Balluerka, 1995).
Es importante no confundir al organizador previo con el resumen. Como señalamos, este últi-
mo se estructura a partir de 10 más importante del propio contenido que se ha de aprender; mien-
tras que el primero se configura con base en ideas o conceptos de mayor nivel de inclusión o gene-
ralidad que los que se presentarán en la información nueva a aprender. De igual manera, un
organizador previo debe distinguirse de las típicas introducciones anecdóticas o históricas que sue-
len presentarse comúnmente en los textos, las cuales muchas veces no presentan conceptos inclusores
relevantes sino datos fragmentarios que no le sirven al aprendiz-lector para asimilar el contenido
de aprendizaje.
Hay dos tipos de organizadores previos: los expositivos y los comparativos (Carcía Madruga,
1990). Los primeros se recomiendan cuando la información nueva que se va a aprender es descono-.
cida por los aprendices; los segundos, cuando se está seguro de que los alumnos conocen una se-
rie de ideas parecidas a las que se habrán de aprender. Así establecerán comparaciones o contrasta-
ciones.
No hay que olvidar que, en ambos casos, las ideas o los conceptos que establecen el puente
cognitivo (de similar nivel de inclusión que los conceptos de la información nueva para el caso de los
comparativos y de mayor nivel para el de los exposítívos) deben crear el contexto o el soporte
ideacional necesario para la posterior asimilación de los contenidos.
• Activar o crear conocimientos previos pertinentes para asimilar la información nueva a apren-
der.
• Proporcionar así un "puente" al alumno entre la información que ya posee con la que va a
aprender.
• Ayudar al alumno a organizar la información que ha aprendido y que está aprendiendo, consi-
derando sus niveles de generalidad-especificidad y su relación de inclusión en clases, evitando
la memorización de información aislada e inconexa.
Por lo común, los organizadores previos se elaboran en forma de pasajes o textos en prosa¡
aunque son posibles otros formatos como los organizadores visuales en forma de mapas, gráficas o
"redes" de conceptos, donde éstos se diagraman para ilustrar sus relaciones esenciales.
Revisemos ahora 1.U\ ejemplo de organizador previo elaborado para el tema "El ciclo del agua en
la na turaleza". Confróntelo con el resumen del mismo y observe que el resumen se diseñó a partir de
los conceptos definidos en el texto; mientras que el organizador se desarrolló con los conceptos" ci-
clo" y" cambio de estado", que son más generales y engloban a los conceptos definidos.
2. No confundir el hecho de que el organizador previo es más inclusivo y general que el texto, con
la suposición de que, por ello, será más difícil de leer y comprender. Por el contrario, el organi-
zador debe formularse con información y vocabulario familiares para los aprendices.
3. No realizar organizadores demasiado extensos de tal manera que el alumno los perciba como
una carga excesiva y decida "saltarlos" o les preste escasa atención.
4. Es conveniente elaborar un organizador previo para cada núcleo o unidad específica de mate-
rial de aprendizaje, para que, de esta forma, posea la pertinencia deseable.
5. Cuando el texto resulte muy complejo y se desee desarrollar organizadores para alumnos de
poca edad o con un nivel académico bajo, es conveniente emplear apoyos (como ilustraciones,
mapas, redes, etcétera), en vez de sólo presentar un simple pasaje en prosa.
6. No elaborar organizadores previos para materiales de aprendizaje que ya contienen una intro-
ducción o información de contexto bien secuenciada o elaborada.
7. Tampoco deben emplearse los organizadores cuando se aprenderán datos o hechos desorgani-
zados o sin una vinculación clara entre sí.
8. No considerar que el mero hecho de presentar el organizador será suficiente para mejorar el
aprendizaje de los alumnos; es mejor si discute el tema con ellos.
a) . Elabore un inventario con los conceptos centrales que constituyen la información nueva
que habrá de aprenderse.
b) Identifique aquellos conceptos que engloben o incluyan a los conceptos centrales (o que
sean del mismo nivel de inclusión que los más importantes en la información que se habrá
de aprender). Estos conceptos (supraordinados o coordinados) son los que servirán de con-
texto y/o apoyo para asimilar los nuevos; hay que recordar que éstos deben preferente-
mente ser parte de los conocimientos previos de los alumnos.
c) Puede elaborar un mapa conceptual para identificar y reconocer las relaciones entre los
conceptos supraordinados (base del organizador previo) y los conceptos principales de la
información nueva que habrá de aprenderse.
d) El desarrollo de estos conceptos de mayor nivel de inclusividad constituirá la base del or-
ganizador previo. En su confección, ya sea puramente lingüística y/o visual, deje en claro
las relaciones entre estos conceptos y la información nueva; igualmente anime a los alum-
nos a explorar lo más posible dichas relaciones.
Analogías
El empleo de analogías es muy popular y frecuente: cada nueva experiencia tendemos a relacionar-
la con un conjunto de conocimientos y experiencias análogas que nos ayudan a comprenderla.
Una analogía es una proposición que indica que un objeto o evento es semejante a otro (Curtís y
Reigeluth, 1984;Glynn, 1990).Se manifiesta cuando: .
• Dos o más objetos, ideas, conceptos o explicaciones son similares en algún aspecto; aunque
entre ellos puedan existir diferencias en otro sentido.
• Cuando una persona extrae una conclusión acerca de un factor desconocido sobre la base de su
parecido con algo que le es familiar.
De acuerdo con varios autores (Curtís y Reigeluth, ob. cit.; Dagher, 1998;Glynn, ob. cit.), una
analogía se estructura de cuatro elementos: a) el tópico o concepto blanco que se va a aprender, que,
por lo general, es abstracto y complejo; b) el concepto vehículo (o también llamado análogo) con el
que se establecerá la analogía; c)los términos conectivos que vinculan el tópico con el vehículo; d) la
explicación que pone en relación de correspondencia las semejanzas entre el tópico y el vehículo.
Según Glynn (ob. cit.), una analogía será eficaz si con ella se consigue lograr el propósito de
promover un aprendizaje con comprensión del tópico. Para valorar la eficacia, se consideran los
siguientes aspectos: a) la cantidad de elementos comparados, b) la similitud de los elementos com-
parados y c)la significación conceptual de los elementos comparados.
Como estrategia de enseñanza, se recomienda considerar los siguientes pasos para su aplica-
ción (Dagher, ob. cit.; Glynn, ob. cit.):
2. Evocar el vehículo cuidando que sea familiar y concreto para el alumno. Aquí se solicita la inter-
vención de los alumnos para que comiencen a buscar las similitudes y se vayan perfilando las
conclusiones.
4. Emplear algún recurso visual (por ejemplo, un diagrama, un mapa conceptual) en el que se
plasmen e integren las similitudes identificadas en la comparación (véase cuadro 5.16).
5. Apartir de las comparaciones y contrastaciones, derivar una serie de conclusiones sobre el apren-
dizaje logrado del tópico.
6. Indicar los límites de la analogía (elvehículo se parece al tópico pero no es igual), reconociendo
que lo más importante es aprender el tema.
7. Evaluar los resultados determinando el conocimiento que los alumnos lograron sobre los atri-
butos importantes del tópico e identificar los errores que pudieron derivarse del uso de la ana-
logía.
La similitud entre el tópico y el vehículo generalmente produce que entre ellos haya un concep-
to supraordinado que los subsuma o los incluya. Es importante identificar dicho concepto porque
permitiría el establecimiento de nuevas analogías alternativas, que podrían servir en un momento
dado para enriquecer la comprensión de los alumnos. Por ejemplo, en una supuesta analogía crea-
Cabe hacer hincapié, una vez más, en que esta estrategia de enseñanza debe emplearse sólo
cuando la información que se va a aprender se preste para relacionarla con conocimientos aprendi-
dos anteriormente, si y sólo si el alumno los conoce bien. Puesto que el hecho de que el alumno
relacionara la información nueva con datos sueltos o endebles, provocaría confusiones y no se jus-
tificaría el uso de la estrategia. Por ejemplo, si se está trabajando sobre el mismo sistema circulatorio
humano y, al tratar de facilitar el aprendizaje, el docente establece como sistema análogo el funcio-
namiento de un lavabo y su tubería, pidiendo al alumno comparar ambos, siendo que los alumnos
no saben casi nada del funcionamiento del lavabo, la supuesta analogía no favorecerá el aprendizaje.
Por último, tampoco hay que confundir las analogías con los ejemplos. Estos últimos son ins-
tancias de un concepto determinado; mientras que la analogía es una comparación entre dos o más
conceptos en relación con sus características o elementos componentes.
• Proporcionar experiencias concretas o directas que preparen al alumno para experiencias abs-
tractas y complejas.
Ciertas analogías son empleadas reiteradamente por los docentes. Entre ellas, son muy conoci-
das la comparación del esqueleto humano con el armazón de un edificio, el cerebro con una compu-
tadora,la representación del DNA con una cremallera, el científico con un detective, el flujo sanguí-
neo con el funcionamiento de una tubería, el ojo humano con una cámara fotográfica, el sistema
nervioso humano con un sistema de comunicación, la célula biológica con una fábrica, etcétera,
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5. Explique al alumno las diferencias y limitaciones de la analogía propuesta. Se debe saber hacer
uso de la analogía y reconocer en qué momento es necesario desprenderse de ella.
6. Emplee analogías cuando se enseñen contenidos abstractos y difíciles.
7. Anime a los alumnos, después de que se hayan familiarizado con la estrategia, a construir con-
juntamente con usted las analogías y luego a que lo hagan en forma colectiva (en pequeños
grupos) o autónoma.
Los textos poseen una estructuración retórica que les proporciona organización, direccionalidad y
sentido. A dicha organización de las ideas contenidas en el texto, de acuerdo con la teoría
En general, los autores de los textos además de preocuparse sobre cómo expresar adecuada-
mente las ideas que les interesa comunicar, utilizando distintas estrategias discursivas y cuidando
aspectos como la coherencia temática, seleccionan y utilizan determinadas superestructuras para
agrupar las ideas que desean expresar, con la intención de mejorar la lectura, la comprensión y el
aprendizaje del lector.
Por su parte, cuando el lector se aproxima a un texto, atiende a los significados proporcionados
por éste y usando sus conocimientos previos construye el texto base y el modelo de la situación
(Van Dijk y Kintsch, 1983; Van Dijk, 1993; véase capítulo 7). Pero también (y gracias a ello puede
construir sobre todo el texto base) procede identificando los aspectos y las claves organizativas o
superestructurales que el autor del texto decidió seleccionar para comunicar sus ideas. Esta habili-
dad para detectar las claves de organización superestructural ha sido denominada por algunos
autores como conocimiento o sensibilidad a la estructura del discurso oral o escrito, y se desarrolla
en la medida en que vamos interactuando con los diferentes géneros y estructuras textuales.
En la actualidad se conocen con un cierto grado de detalle las estructuras de los textos narrati-
vos (en particular cuentos populares, historietas, fábulas, etcétera), de los textos expositivos (colec-
ción, secuencia, comparación-contraste, causa-efecto o covariación y problema-solución o aclarato-
rio) y de los textos argumentativos (véase Cárate, 1994; Meyer y Freddle, 1984; Richgels y cols.,
ob. cit.).
Textos narrativos
En la década de los setenta surgió toda una línea de investigación sobre el estudio del procesamien-
to de la lectura de los textos narrativos,llamada la "gramática de historias" (véase Fitzgerald, 1991;
Hernández y Rojas-Drummond, 1989). En dicha línea, se elaboró un planteamiento teórico
y metodológico que impulsó de forma notable el estudio de los procesos de comprensión de la
lectura. .
Los textos narrativos tienen como función principal divertir y, en algunos casos, dejar una ense-
ñanza moral al lector (por ejemplo, las fábulas). Sobre los aspectos estructurales de los cuentos
populares, fábulas, cuentos de hadas, etcétera (otros tipos de textos narrativos son la novela, el
drama, el género policiaco, etcétera. Véase Fitzgerald, ob. cit.), podemos decir en términos genera-
les lo siguiente (véase Gárate, 1994):
1. Un texto narrativo está compuesto principalmente por un escenario y una trama o secuencia de
episodios.
3. Posterior a ello, se presentan uno o más episodios constituyendo la trama. Cada episodio se
encuentra compuesto por una secuencia de eventos que constituyen un principio, un desarrollo
y un final.
4. Al principio del episodio ocurre un evento inicial, que generalmente le ocurre al personaje prin-
cipal, creándole un problema que dispara toda la secuencia de acontecimientos siguientes.
5. En el desarrollo ocurren básicamente tres tipos de eventos: a) una reacción que consiste en una
respuesta del personaje al evento inicial, que lo puede obligar a crear una meta como respuesta
interna (un proyecto del personaje para salir avante del problema creado por el evento inicial),
b) posteriormente un intento, que es algo que hace el personaje como producto de la reacción
(meta), y e) un resultado (consecuencia del intento que puede o no resolver el problema).
. 6. En la parte final del episodio puede ocurrir una resolución del problema como producto de la
trayectoria meta intento _ resultado, que se denomina final.
7. Un texto narrativo tiene distintos episodios que se van organizando entre sí por medio de rela-
ciones temporales y/o causales. Cuando la historia se encuentra basada en relaciones tempora-
les su estructura es más flexible, en comparación con la estructura causal que le provee de una
organización más rígida. Esto trae importantes consecuencias en el recuerdo de la información
de la historia (Hernández, 1987).
8. Una forma típica de estructuración de los episodios es lo que se llama secuencia de desarrollos
repetidos, que consiste en que el personaje intenta varias acciones antes de conseguir solucio-
ñar el problema que le provocó el evento inicial, repitiéndose recurrentemente la secuencia de
reacción compleja (meta) ~ intento _ resultado.
9. Por estas razones, se afirma que los textos narrativos tienen como punto central de la trama un
esquema de solución de problemas compuesto de la cadena reacción compleja (meta) ~ intento
--- resultado; es decir, al personaje principal le ocurre algo, se plantea una meta y a través de
distintos medios (acciones, intentos, relaciones con otrospersonajes) pretende solucionarlo (con-
seguir o evitar algo) (Gárate, ob. cit.). Muy probablemente tal cadena de eventos lo vuelve más
recordable.
10. El estilo utilizado por los textos narrativos se caracteriza por usar ciertas formas retóricas. Por
ejemplo en la parte del escenario se usan frases estilísticas tales como "Había una vez ... "; y en
otras partes del texto, algunas frases como "el más ... que haya existido jamás".
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Textos expositivos
Los textos expositivos son otro tipo de discurso quizá más complejo por su grado de abstracción y
arreglo lógico. Slater y Graves (1990) mencionan que no es fácil definir un texto expositivo; no
obstante, proponen que éste debe poseer cuatro características, a saber:
• Tiene como función principal presentar al lector información de distinto tipo (teorías, predic-
ciones, limitaciones, generalizaciones, conclusiones, personajes, fechas, etcétera)
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• Son "directivos" en el sentido de proveer al lector de una guía basada en claves explícitas.
• Pueden incluir dentro de sí mismos elementos narrativos.
Este tipo de textos son continuamente utilizados en la prosa de distintas ciencias naturales
(física,biología, entre otras), sociales (historia, geograña, etcétera) y otras disciplinas (por ejemplo,
matemáticas, administración). Se dice que la expositiva es la superestructura predominante en los
textos académicos, desde los ciclosfinales de la educación básica hasta la educación universitaria.
De hecho, los textos científicos son en esencia expositivos; aunque pueden asumir diferentes géne-
ros (por ejemplo, el reporte científico, la monografía, el ensayo, etcétera).
Aunque existe un debate respecto a cuántas estructuras textuales pueden identificarse (véase
Slater y Graves, ob. cit.), varios autores concuerdan en señalar que los textos expositivos asumen
cinco típosde superestructuras (véase Alonso, 1991;Horowitz, 1985ay b; Meyer, 1984;Richgels et
al., 1988;Richgels, McGee y Slaton, 1990;Sánchez, 1993;Slater y Graves, 1990),a saber: descripción
(enumeración, colección), secuencia, comparativo, covariación y problema-solución. Cada tipo de texto
se asocia con ciertos marcadores de discurso (o palabras clave). (Véase Portolés, 1998.)
A continuación, realizaremos una breve descripción de cada uno de los tipos de texto expositivo
con un ejemplo sencillo, presentando un esquema (organizador gráfico textual) elaborado en tres
niveles principales jerarquizados: nivel tópico, nivel de ideas principales (relación retórica) y nivel de
información de detalles (véase Richgels y cols., 1988).
El nivel tópico, de mayor jerarquía, corresponde a la idea principal del texto; generalmente se
coloca en la parte introductoria del texto anivel explícito,o en ocasiones de forma sugerida oimplícita.
El nivel siguiente, el de las ideas principales, alude a su característica retórica, es decir, repre-
senta el tipo específico de relación estructural que predomina en él y que de algún modo lo caracte-
riza porque éste varía en cada tipo de texto. Por lo general, la presentación de la relación retórica
estructural y los marcadores de discurso que la apoyan, constituye la parte más sustancial en conte-
nido y se encuentra en lo que podría llamarse el desarrollo del texto.
El nivel jerárquico más bajo se refiere a la información de detalle que extiende la información
retórica esencial del nivel inmediato superior. Dicha información amplía la relación retórica. Pu-
dríamos pensar que la relación retórica predominante de un textoconstituye el armazón del mismo;
y la información de detalle, el relleno necesario para profundizar en su comprensión. Evidentemen-
te, la información de detalle también se encuentra desarrollada a lo largo del texto.
Por último, un buen texto debe incluir una sección final de conclusión que cierra el texto. Sin
embargo, no todos los textos requieren de dicha sección, especialmente cuando se trata de textos
expositivos breves. En textos largos o complejos sí es recomendable considerarla, bajo la forma de
recapitulación o resolución.
Otra parte importante es el título, el cual debe ser claro, pertinente e informativo en el caso de
textos expositivos educativos. Un buen título debe tener una relación esencial con el tópico del texto
y con la información retórica superestructural.
1. Textodescriptivo
Este tipo de superestructura está organizada asociativamente alrededor de un tema específico, ar-
ticulando en forma subordinada una serie de características, atributos o propiedades particulares.
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Los atributos llegan a presentarse en forma de mera asociación (descriptivo tipo simple), obien, con
mayor organización retórica, ya sea enumerando cada atributo y presentándolos claramente en
forma de lista (descriptivo enumerativo), o agrupándolos en categorías o clases (descriptivo de
colección o de agrupación),
Los marcadores de discurso en los textos descriptivos son los conectores aditivos tales como:
"además .. .", '1aparte... ", "incluso ... ".
En los descriptivos enumerativos los marcadores de discurso son más claros, puesto que cons-
tituyen expresiones ordenadoras que indican explícita o implícitamente la enumeración de las cate-
gorías presentadas en el texto alrededor del tema básico. Pueden ser: "en primer término ... ", "en
segundo lugar ... ", "por último ... ".
También son claras las palabras clave en los descriptivos de colección o agrupación, tales como:
"hay varias ... que ... ", "una primera clase... 11, "un primer tipo ... ", "un segundo tipo", "otra clase... ", etcé-
tera.
Cabe recordar que todos estos textos agrupan la información sin un orden secuencial rígido (la
información puede ser intercambiable de lugar o de orden en el texto). Los textos descriptivos son
muy empleados en definiciones, biografías, cartas, narraciones y como partes importantes de textos
informativos de diversa índole.
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2. Texto de secuencia
En este tipo de superestructura las ideas se organizan por medio de un orden cronológico. El víncu-
lo entre los componentes es estrictamente temporal (no son iritercambiables en su orden de apari-
ción); por esta razón algunos autores le denominan superestructura de orden temporal. Las palabras
clave en los textos de secuencia son aquellas que expresan semánticamente un orden de eventos,
sucesos o acciones en el tiempo. Algunas de ellas son: "primero ... ", "segundo ... ", "acto seguido ... ",
"posteriormente ... ", "después ... ", "por último ... ", etcétera.
3. Texto comparativo
Las palabras clave son: "a semejanza -diferencia- de", "desde un punto de vista ... desde otro
punto de vista", "se asemejan ... ", "se distinguen ... ", "es similar a... ", etcétera. También se usan los
marcadores llamados conectores contraargumentativos: "sin embargo... ", "en cambio... ", "por el con-
trario... ".
4. Texto de covariación
La superestructura de este tipo de textos se fundamenta en una relación retórica del tipo causa-
efecto (un evento o antecedente causa a otro evento o consecuente). Casi siempre, se presenta la
causa y una serie de explicaciones que la vinculan al efecto. También es posible que se presenten
varias causas (presentadas en forma secuencial o en forma interactiva) y un solo efecto, o una sola
causa y 'varios efectos. Las palabras clave son todas aquellas que expresan una relación semántica
de covariación (marcadores de discurso llamados ordenadores consecutivos): "la causaprincipal es... ",
"por esta razón ... ", "la consecuencia es... ", "un efecto es... ", "otro efecto es:__", "por tanto ... ", "en conse-
cuencia ... ".
5. Textode problema-solución
Esta superestructura se articula en torno a la presentación de uno o varios problemas f¡ posterior-
mente, al planteamiento de sus posibles soluciones. Los textos de problema-solución tienen un
componente secuencial yIo causal. Como señalan Richgels, McGee y Slaton (1990)"en esta estruc-
tura, un vínculo causal es parte del problema o de la solución. Esto es, puede haber un vínculo
causal roto por el problema y restaurado por la solución, o bien, la solución puede implicar el blo-
queo de la causa de un problema" (p. 32). Las palabras clave son: "el problema es... ", "la pregunta
central es... ", "1a(s)solución(es) ... ", "la(s) respuesta(s) ... ","una dificultad ... ", etcétera .
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Estas superestructuras expositivas que acabamos de describir brevemente se presentan en los tex-
tos desde el nivel de párrafo, sección o capítulo.
En los textos comunes suelen encontrarse algunas veces en sus formas puras o ideales; pero en
la mayoría de las ocasiones se encuentran implícitas, encubiertas o mezcladas unas con otras.
Por desgracia, la mayor parte de los textos instruccionales, además de tener las carencias o
problemas ya mencionados (véase la sección de señalizaciones en este capítulo), tienen una inade-
cuada estructuración, lo cual provoca que en muchos casos las superestructuras no queden sufi-
cientemente claras a los lectores, ya sea porque el autor no ha sabido hacer uso de ellas o porque las
presenta en forma oscura, provocando que la comprensión y el aprendizaje de la información con-
tenida se vean seriamente afectados.
1. Los niños están más familiarizados con los discursos narrativos desde temprana edad, Todos
los cuentos populares, los cuentos de hadas y leyendas (presentados primero en forma oral y
posteriormente por vía escrita), e incluso las historietas a las que se enfrentan por medio de la
televisión olos comics (conmodalidad oral,visual y/ o escrita),siguen un patrón superestructural
similar, aunque con ciertas variantes. Por tanto, la comprensión y el recuerdo de dicho tipo de
textos desde la niñez suelen ser mejores en comparación con otros (véase puntos 3 y 4).
2. Sin embargo, se reconoce que en los textos narrativos, algunos factores llegan a influir en forma
importante en la comprensión, entre otros: la modalidad (los resultados son mejores en el caso
de la presentación oral que escrita), la complejidad, la canonicidad, el contenido, los conoci-
mientos previos, los aspectos socioafectivos y los factores socioculturales (Hernández, 1987;
Hemández y Rojas-Drummond, 1989;Gárate, 1994;León, 1986).
4. En general, se acepta que existe una mayor dificultad para la comprensión y recuerdo de textos
expositivos, en comparación con los textos narrativos. Se ha demostrado en varios trabajos
(véase revisión de Balluerka, ob. cit.) que: a) los textos expositivos exigen más esfuerzo cognitivo
(por elemplo, más procesos atencionales, mayor tiempo de lectura en las frases) y despiertan
menos interés que los textos narrativos; y b) la elaboración de inferencias resulta mucho más
probable en la lectura de textos narrativos que en la de textos expositivos; de hecho, algunos
autores sostienen que la generación de inferencias en los textos narrativos es más automática,
mientras que en los textos expositivos tiende a ser más reflexiva y controlada.
5. No existe un acuerdo total sobre las diferencias debidas a la edad para comprender los cinco
tipos de textos expositívos. A partir de los años correspondientes a los últimos grados de la
educación básica, parece que se va adquiriendo la sensibilidad necesaria para identificar las
superestructuras expositívas en los textos (primero en los textos descriptivos de colección y
enumerativos y después en los de covariación, comparativo adversativos, y problema-solu-
ción). De hecho, la tendencia de los lectores más pequeños, quienes no demuestran mucha
sensibilidad a las superestructuras expositivas, es recordar los textos expositivos (por ejemplo,
un texto causal o de problema-solución) como un mero listado de ideas, lo cual afecta seriamen-
te la comprensión de las relaciones entre ideas.
6. Como ya se ha insinuado, son las diferencias individuales las que se tornan más claras; es decir,
a partir de la niñez tardía y durante toda la adolescencia, los buenos lectores comienzan a dis-
tinguirse por la sensibilidad para identificar y hacer uso de las relaciones retóricas (identifican-
do las relaciones de primer orden y utilizando los marcadores sintácticos), primero en el campo
de la comprensión de textos y un poco más tardíamente en el campo de la composición escrita.
Los malos lectores nuevamente tienen dificultades para identificar las superestructuras -espe-
cialmente las más complejas- cuando leen y tienden a utilizar la estrategia de listado en su
recuerdo.
7. En todo momento se debe tener presente la importancia de varios factores que se sabe influyen en
el procesamiento de los textos expositivos, a saber: su complejidad, su canonicidad, la relación de
la temática abordada con los conocimientos previos o con el interés despertado en el lector y los
factores culturales implicados en ella (Gárate, 1994; Horowitz, 1985; Richgels y cols., 1987).
1. Proporcionar un discurso escrito (u oral) mejor estructurado. Éstos, como ya hemos comenta-
do, llegan a redundar en el aprendizaje yen el recuerdo del contenido expresado. Es menester
recordar una vez más que la significatividad u organización lógica de los materiales de apren-
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Capitulo 5 Estmugul.' de enseñanza /,,11'.1 Id pro,,¡{lt'I011 de aprendizajes significatir'o> ':, " , ;,"
2. Aplicar, a partir de la estructura textual, varios tipos de estrategias de enseñanza. Por ejemplo,
a partir de los elementos estructurales de los textos es posible:
3. Por último, enseñar a los alumnos la'estructura de los textos narrativos y expositivos como un
tipo de conocimiento esquemático-estratégico (véasela llamada "estrategia estructural", en el
capítulo 7 de la presente obra) para mejorar el aprendizaje, comprensión y composición de
textos. Éste debe ser el fin último: convertir dichos recursos en estrategias poderosas para la
comprensión y composición de textos.
Las estrategias de enseñanza que hemos presentado aquí no necesariamente tienen que utilizarse
cuando se trata de enseñanza expositiva.
Cuando Ausubel (1978)defendió este tipo de enseñanza frente a otras modalidades como la
enseñanza basada en el aprendizaje por descubrimiento, hizo una serie de especificaciones que no
han sido bien consideradas, o han sido mal aplicadas o interpretadas incorrectamente por quienes
dicen utilizarla. .
De acuerdo con Ausubella enseñanza exposítíva es recomendable por encima de otras pro-
puestas de enseñanza (especialmente para aprendices de mayor edad) si y sólo si: se parte yestruc-
tura con base en los conocimientos previos de los alumnos, se le da una organización apropiada al
contenido (de lo general a lo particular o detallado y de lo simple a lo complejo), se le proporciona
una cierta significatividad lógica y psicológica a la información nueva que se pretende enseñar, se
utilizan ciertas estrategias de enseñanza (por ejemplo, organizadores previos), y se garantiza y
se promueve el esfuerzo cognitivo-constructivo de los alumnos (véase Hemández y Sancho, 1993,
así como el capítulo 2 del presente trabajo). Según Ausubel, la toma en consideración de éstos y
otros aspectos hace posible que ocurran aprendizajes significativos por recepción en la enseñanza
expositiva.
cía de enseñanza expositiva se basa en la presentación de contenidos en forma oral, con escasas
posibilidades de explicación alternativa, de retroalimentación y de interacción con los alumnos,
quienes suelen ser receptores pasivos de la información proporcionada, lo cual redunda en un apren-
dizaje superficial y una mala comprensión de los contenidos presentados.
Pese a los recientes hallazgos y las nuevas propuestas en el área instruccional, es una reali-
dad que la enseñanza expositiva sigue siendo un recurso ampliamente utilizado por los docentes,
porque les permite enseñar grandes cantidades de corpus de conocimiento y porque constituye una
estrategia necesaria para grupos numerosos de alumnos, con quienes las posibilidades de interac-
ción se ven seriamente disminuidas.
Una propuesta con cierto parecido a lo anterior es aquella que Eggen y Kauchak (1999)han
denominado modelo de "enseñanza de discusión-exposición", que consiste de cinco fases:a) Introduc-
ción, b) Presentación de la información, c) Monitoreo de la comprensión lograda, d) Integración y e)
Cierre.
Otra propuesta un tanto similar es la que Jones, Palincsar, Ogle y Carr (1995)denominan ense-11
ñanza estratégica", que se compone de los siguientes (tres) momentos pedagógicos: a) Preparación
para el aprendizaje, b) Presentación de los contenidos que se van aprender y c) Aplicación e integra-
ción. Según estas autoras, dichas fases de la enseñanza estratégica corresponden con las etapas que
ocurren en el aprendizaje de los alumnos. Así, tenernos que para [ones y cols. (ob. cit.) todo apren-
dizaje pasa recursivamente por las siguientes etapas: a) Fase de preparación del aprendizaje, b) Fase
de procesamiento del aprendizaje y c) Fase de consolidación y profundización (véase también el
capítulo dos de esta obra).
Varias estrategias de enseñanza de las que ya hablamos en el capítulo pueden emplearse con
entera facilidad en cada una de éstas tres fases centrales (véase las recomendaciones hechas por
Eggen y Kauchak, ob. cit.; Iones y cols., ob. cit.).
En la primera fase, los organizadores previos, la explicitación de los objetivos, las actividades
generadoras de información previas, etcétera, pueden utilizarse para activar y generar los conoci-
mientos previos y fomentar las expectativas apropiadas. .
En la segunda fase se pueden utilizar todas aquellas estrategias que ayudan a codificar el mate-
rial de aprendizaje y a orientar su asimilación eficaz, como serían las señalizaciones, las ilustracio-
nes y las preguntas; también pueden emplearse aquellas que sirvan para potenciar las conexiones
internas y externas con las nuevas ideas a aprender, como por ejemplo las analogías, los resúmenes,
los organizadores textuales, etcétera; de hecho, en esta fase deben existir amplias oportunidades
para observar cómo están progresando los procesos constructivos de los alumnos para, en caso
necesario, realizar ajustes en la ayuda pedagógica.
Finalmente, para la tercera fase también pueden utilizarse las estrategias de organización de la
información tales como mapas conceptuales, cuadros sinópticos de doble entrada, cuadros C-Q-A,
etcétera, de manera eficaz porque ayudan a la integración y profundización de la información, en
los aspectos a los que nos hemos referido corno conexiones internas y externas.
Otra propuesta o modelo de enseñanza que también puede estar relacionada con las anteriores
(aunque en este caso moviéndose hacia el ámbito del aprendizaje por descubrimiento guiado) es la
llamada "enseñanza directa" que se compone de las siguientes fases: a) Introducción, b) Presentación
de la información con modelamiento y explicación, e)Oportunidades de práctica guiada y d) Opor-
tunidades de práctica independiente. En esta propuesta de enseñanza que se suele ocupar mucho
para la enseñanza de habilidades y procedimientos (véase capítulo 6) también es posible utilizar las
estrategias revisadas en el capítulo, sobre todo para las primeras tres fases.
Sin embargo, todas las propuestas anteriores siguen estando más centradas en el aprendizaje por
recepción; aunque, corno ya dijimos, la enseñanza directa es una propuesta que se acerca al aprendi-
zaje por descubrimiento guiado. En la figura 5.13hemos querido hacer una extrapolación de la ~lá-
'. . Cl/,ítll!O 5 Estrategias de enscñ.tsrz« P,1Yt¡ l., p'0mo([(>i1 d« apre,¡d¡z,lje, Jign!fic.1fl1'OS
, '
Figura 5.13 Modelos de enseñanza dentro del continuo aprendizaje por recepción-aprendizaje por descubrimiento.
sica gráfica propuesta por Ausubel, Novak y Hanesian (1978)relativa a los tipos de aprendizaje que
ocurren en las aulas, presentando en este caso no los "tipos o casos de aprendizaje" como en su ver-
sión original (véase capítulo 2, donde se presenta la gráfica), sino algunos modelos o propuestas de
enseñanza que brevemente discutimos y que han influido en la literatura especializada reciente.
Por otro lado, en otras propuestas de enseñanza que pueden ubicarse dentro del ámbito del
aprendizaje por descubrimiento, ya sea autónomo o guiado, también es factible el uso de estrate-
gias de enseñanza.
Un ejemplo en este sentido son las actividades típicas de laboratorio. que se realizan en las
clases de ciencias (Física, Química, Biología, etcétera), o las situaciones de aprendizaje mal
estructuradas en grupos pequeños, donde supuestamente se deja que los alumnos jueguen un
protagonismo. Se supone que en dichas situaciones pedagógicas los alumnos tienen que seguir una
metodología inquisitiva compuesta de técnicas activas -en realidad basada en una serie de pres-
cripciones de procedimientos y pasos rígidos que los alumnos siguen como si fueran ellos quienes
lo hubieran planeado-, sin un marco conceptual ni una serie de expectativas claras sobre qué están
haciendo y por qué lo hacen. Al final todo se reduce a un mero activismo ingenuo de aplicación de
pasos que terminan con la actividad, donde aparentemente hay una pseudomediación a nivel
metodológico por parte del enseñante o el diseñador de las actividades, sin existir necesariamente
una mediación conceptual, que es precisamente lo que provoca el inductivismo.
En oposición, el aprendizaje por descubrimiento guiado ha sido rescatado por muchas pro-
puestas pedagógicas. Ya decíamos que la enseñanza directa como propuesta global, se aproxima o
constituye una forma de aprendizaje por descubrimiento guiado; pero además existen otras pro-
puestas o modelos de enseñanza que se acercan más a éL Por ejemplo, las propuestas del "aprendi-
zaje basado en problemas" (véase Torp y Sage, 1998), el "aprendizaje como investigación" en el campo de
enseñanza de las ciencias (véase Gil, 1994), o bien, algunas estrategias de enseñanza que se basan en
el" aprendizaje cooperativo" (por ejemplo, los grupos de investigación en el capítulo 4 de esta obra,
o la enseñanza recíproca en el capítulo 7 también de esta obra).
No es nuestro propósito exponer con detalle cada uno de tales modelos, ya que ello nos llevaría
quizás un texto completo (el lector interesado puede revisar directamente las obras referidas); lo
que sí podemos señalar son las características básicas de algunas de ellas (otras, como ya hemos
dicho, se presentan en otros capítulos) y hacer unos breves comentarios sobre el uso de estrategias
de enseñanza. Lo que en principio debe quedar daro es que en todas ellas el papel del alumno es
eminentemente activo, tratando de indagar, explorar y, sobre todo, establecer conexiones internas y
externas (tal y como se definieron páginas atrás), siempre guiado o supervisado en lo general por el
enseñante (en algunas ocasiones más que en otras), quien proporciona diversas formas de ayuda
ajustada fincada en situaciones de andamiaje.
El aprendizaje basado en problemas es una propuesta que se basa en que los alumnos se enfrenten
a problemas (pequeños experimentos, observaciones, tareas de clasificación, aplicación flexible y
razonada de técnicas, etcétera) cuidadosamente seleccionados y estructurados, para tratar de solu-
cionarlos activamente mediante situaciones de discusión con los otros (aprendizaje cooperativo).
Durante todo el proceso de comprensión o refinamiento del problema, acopio de información y
planteamiento de estrategias de solución, los alumnos aprenden contenidos y diversos recursos
procedimentales (metodologías, técnicas, habilidades), así como estrategias autorreguladoras so-
bre cómo afrontar diferentes clases de problemas. Igualmente, se supone que existen diversas for-
mas de coordinación, guía y ayuda que un enseñante proporciona desde los momentos iniciales
(véase Torp y Sage, 1998).
En el caso del aprendizaje como investigación en el campo de enseñanza de las ciencias, se plantea
la posibilidad de que los alumnos aprendan saberes científicos (conceptuales, metodológicos, tec-
~i~:
:;~:.;>/.,' ',
';';:! ~.
,',. Cápítutn 5 Estl'tIteglll' de enseñanza p<l,a la promoción de aprendizaje: ;ignific'ltl ro,' :' '" : ~'_
nológicos) por medio de una situación de investigación dirigida. Una secuencia de enseñanza po- '
dría ser la siguiente: a) planteamiento de situaciones problemáticas a los alumnos; b) estudio de las
situaciones problemáticas con apoyo documental, y depuración y delimitación del problema; c)
seguimiento de una estrategia científica sobre cómo abordarlo (planteamiento de hipótesis, estrate-
gias posible. de resolución, obtención de resultados, análisis, interpretación y comparación de los
mismos con otros compañeros o grupos de trabajo); d) los conocimientos obtenidos de los pasos
anteriores son aplicados a nuevas situaciones para profundizar y afianzarlos, y e) elaboración de
reportes o memorias sobre las actividades realizadas, implicaciones, etcétera (véase Gil, 1993 Y1994),
En la propuesta del aprendizaje como investigación, el papel del enseñante también es el de guía y
supervisor.
El alumno asume un papel más activo en la toma de decisiones, ya sea para obtener documen-
tación necesaria, realizar observaciones, elaborar una hipótesis, etcétera; aunque la labor del enseñan-
te sigue siendo imprescindible y necesaria para estructurar, guiar y orientar dichas actividades hacia ciertos
fines mínimos indispensables de aprendizaje.
En la realización de dichas actividades están también involucrados, aunque con diferente for-
ma y matices, varios tipos de estrategias de enseñanza. Por ejemplo, es posible utilizar algunas
estrategias de enseñanza como señalizaciones y estrategias discursivas, mapas conceptuales, analo-
gías, etcétera (cuadro 5.17).
Varias de las estrategias de enseñanza, utilizadas en estas propuestas al inicio de las activida-
des, posteriormente se enseñan a los alumnos para que las usen en forma autorregulada como
estrategias de aprendizaje (algo que también debería hacerse en el caso de las propuestas más orien-
tadas hacia la enseñanza expositiva).
En general, en todas las propuestas que hemos comentado brevemente, lo más importante si-
gue siendo que los alumnos cuenten con los apoyos y ayudas necesarias para que realicen las acti-
vidades constructivas de la mejor manera posible. Los objetivos últimos seguirán siendo la promo-
ción de aprendizajes significativos y el desarrollo de habilidades de aprender a aprender, creando
situaciones de ayuda ajustada pertinentes y necesarias para ello.
Para finalizar, como colofón diremos que el empleo de estrategias de enseñanza puede contri-
buir sensiblemente a las recomendaciones que sagaz y acertadamente hace Pozo (1994, capítulo 13)
en sus ya conocidos "Diez mandamientos del aprendizaje" que todo buen profesor debería saber
(invitamos al lector, y especialmente al docente-lector, a que los reflexione y, por qué no, los practi-
que). ASÍ, de modo implícito, en los "mandamientos" pueden leerse tanto los principales aspectos a
considerar en los alumnos para que ocurran aprendizajes valiosos, como una posible guía que sin-
tetiza lo que los docentes deben tomar en cuenta y realizar cuando se enfrentan a la tarea compleja
de enseñar.
Las estrategias de enseñanza y las recomendaciones que hemos hecho para su uso en este capí-
tulo que aquí termina tienen que ver directamente con, por 10 menos, cinco de los mandamientos de
aprendizaje que propone Pozo (por ejemplo, los mandamientos n, ID, VII, VIII YX); además de que
en otros capítulos ofrecimos recomendaciones para varios de los otros restantes (el 1en el capítulo 3,
el IX en el capítulo 4, el vrn y el X en los capítulos 6 y 7, etcétera).
En este capítulo abordamos con detalle los tipos de estrategias de enseñanza cognitivas que. el pro-
fesor o el diseñador de materiales o textos de enseñanza pueden utilizar para promover aprendiza-
jes significativos en los alumnos.
Las estrategias de enseñanza deben ser utilizadas intencional y flexiblemente por el agente de
enseñanza. Algunas de tales estrategias pueden emplearse antes de la situación de enseñanza, para
activar el conocimiento previo o para tender puentes entre este último y el nuevo, etcétera (por
ejemplo, los organizadores previos o los objetivos); otras, en cambio, llegan a utilizarse durante la
situación de enseñanza para favorecer la atención, codificación y/o el procesamiento profundo de
la información (por ejemplo, las preguntas intercaladas, las señalizaciones); y otras más son útiles
preferentemente al término de la situación de enseñanza para reforzar el aprendizaje de la informa-
ción nueva (por ejemplo, el resumen). Incluso ciertas estrategias pueden emplearse en cualquier
momento de la enseñanza (por ejemplo, los mapas conceptuales).
En el capítulo también se discuten las implicaciones educativas que puede tener el uso de las
estructuras textuales por parte del docente o del diseñador de materiales de enseñanza, para favo-
recer el aprendizaje significativo, empleando señalizaciones y organizadores textuales.
Para cada una de las estrategias revisadas se presentan recomendaciones y sugerencias genera-
les para su diseño y empleo efectivo. No obstante, cabe señalar que los usos creativos y estratégicos
de tales estrategias quedan a juicio del agente de enseñanza según las intenciones educativas que
pretenda, en aras, por supuesto, de proporcionar una ayuda ajustada a los procesos de construcción
de los alumnos.
A partir de una reflexión personal o en grupo con sus colegas docentes sobre el contenido de este
capítulo, realice las siguientes actividades:
¡~,1El siguiente ejerciciopretende que usted analice las posibles estrategias de enseñanza que regular-
;m mente utiliza en sus clases. Puede llevarlo a cabo en forma de autoaplicación (por ejemplo, después
:" de una clase cualquiera que usted realice); aunque también sería muy enriquecedor si lo discutiera
junto con otro(s) profesor(es), lo(s) invitara a observar su clase, o bien, observaran y realizaran el
ejerciciomutuamente.
Al inicio:
Durante:
Al término:
b) ¿Cuántas y cuáles estrategias fueron planificadas de antemano y cuántas y cuáles otras decidió
utilizarlas sobre el proceso en marcha?
Planificadas
c) ¿Qué tanta efectividad considera que obtuvo por el uso de dichas estrategias en los siguientes
aspectos?:
.. Efectividad de su enseñanza:
1-
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Con base en los modelos teóricos y la investigación realizada a nivel internacional, en este capítulo
se presenta una revisión de los fundamentos, las características y las limitaciones de las estrategias
de aprendizaje en general.
La preocupación central que motivó su creación radica en el análisis de por qué, a pesar de los
múltiples esfuerzos que se hacen para desarrollar herramientas de estudio efectivas en poblaciones
de alumnos de distintos niveles, éstos fracasan con frecuencia. Se parte de la premisa de que esto
ocurre así porque en dichos esfuerzos se observa un desconocimiento de los procesos cognitivos,
efectivos y meta-cognitivos implicados en el aprendizaje significativo y, sobre todo, en su forma de
enseñarlos. Como resultado, la mayor parte de los cursos de "hábitos de estudio", "círculos de lectu-
ra" o "talleres de creatividad" han logrado aprendizajes restringidos, poco perdurables y difícil-
mente transferibles a las situaciones de estudio cotidianas.
Este capítulo también puede considerarse como un preámbulo del siguiente, donde se aborda
con mayor detalle: las estrategias relacionadas con la comprensión y composición de textos. De este
modo, la información que posteriormente se ofrece, para el caso de la comprensión de lectura, se
centra en particular en el denominado aprendizaje estratégico a partir de textos; es decir, se dirige a
los procesos cognitivos que ocurren cuando el estudiante intenta comprender los materiales escri-
tos de índole científica, que conforman la parte medular de los contenidos curriculares a que se
enfrenta. En cuanto a la composición escrita, se presentan algunas consideraciones y procedimien-
tos probados empíricamente para la enseñanza de la composición de textos, en función de usos y
contextos determinados. .
Uno de los objetivos más valorados y perseguidos dentro de la educación a través de las épocas, es
la de enseñar a los alumnos a que se vuelvan aprendices autónomos, independientes yautorregulados, capa-
ces de aprender a aprender. Sin embargo, en la actualidad parece que los planes de estudio de todos los
niveles educativos promueven precisamente aprendices altamente dependientes de la situación
instruccional, con muchos o pocos conocimientos conceptuales sobre distintos temas disciplinares,
pero con pocas herramientas o instrumentos cognitivos que les sirvan para enfrentar por sí mismos
nuevas situaciones de aprendizaje pertenecientes a distintos dominios, y les sean útiles ante las más
diversas situaciones.
Quizá hoy más que nunca estemos más cerca de tan anhelada meta, gracias a las múltiples
investigaciones que se han desarrollado en tomo a éstos y otros temas, desde los enfoques cognitivos
y constructivistas. A partir de estas investigaciones hemos llegado a comprender la naturaleza y
función de estos procedimientos valiosos que coadyuvan a aprender de una manera estratégica.
A partir de estos trabajos, se ha conseguido identificar que los estudiantes que obtienen resulta-
dos satisfactorios, a pesar de las situaciones didácticas a las que se han enfrentado, muchas veces
han aprendido a aprender porque:
• Planifican y examinan sus propias realizaciones, pudiendo identificar los aciertos y las dificul-
tades.
Muchas y variadas han sido las definiciones que se han propuesto para conceptualizar las estrate-
gias de aprendizaje (véase Monereo, 1990;Nisbet y Schucksmith, 1987).Sin embargo, en términos
generales, una gran parte de ellas coinciden en los siguientes puntos:
• Son instrumentos con cuya ayuda se potencian las actividades de aprendizaje y solución de
problemas (Kozulin, 2000).
• Son instrumentos socioculturales aprendidos en contextos de interacción con alguien que sabe
más (Belmont, 1989;Kozulin, 2000).
Con base en estas afirmaciones podemos intentar a continuación una definición más formal
acerca del tema que nos ocupa:
EstrategIas
docentespa.ra unaprendizajesignificativo 234
b) La aplicación experta de las estrategias de aprendizaje requiere de una reflexión profunda so-
bre el modo de emplearlas. Es necesario que se dominen las secuencias de acciones e incluso las
técnicas que las constituyen y que se sepa además cómo y cuándo aplicarlas flexiblemente.
e) La aplicación de las mismas implica que el aprendiz las sepa seleccionar inteligentemente de
entre varios recursos y capacidades que tenga a su disposición. Se utiliza una actividad estraté-
gica en función de demandas contextuales determinadas y de la consecución de ciertas metas
de aprendizaje.
Aunque resulte reiterativo, estos procedimientos deben distinguirse claramente de las otras
estrategias que revisamos en el capítulo anterior y que llamamos de enseñanza. Las estrategias de
aprendizaje son ejecutadas no por el agente instruccional sino por un aprendiz, cualquiera que éste sea (niño,
alumno, persona con discapacidad intelectual, adulto, etcétera), siempre que se le demande apren-
der, recordar o solucionar problemas sobre algún contenido de aprendizaje.
La ejecución de las estrategias de aprendizaje ocurre asociada con otros tipos de recursos y
procesos cognitivos de que dispone cualquier aprendiz. Diversos autores concuerdan con la necesi-
dad de distinguir entre varios tipos de conocimiento que poseemos y utilizamos durante el apren-
dizaje (Brown, 1975; Flavell y Wellman, 1977). Por ejemplo:
1. Procesos cognitivos básicos: son todas aquellas operaciones y procesos involucrados en el proce-
samiento de la información, como atención, percepción, codificación, almacenaje y mnémicos,
recuperación, etcétera.
3. Conocimiento estratégico: este tipo de conocimiento tiene que ver directamente con lo que hemos
llamado aquí estrategias de aprendizaje. Brown (ob. cit.) lo describe de manera acertada con el
nombre de saber cómo conocer.
4._) Conocimiento metacognitivo: se refiere al conocimiento que poseemos sobre qué y cómo lo sabe-
mos, así como al conocimiento que tenemos sobre nuestros procesos y operaciones cognitivas
cuando aprendemos, recordamos o solucionamos problemas. Brown (ob. cit.) lo describe con la
expresión conocimiento sobre el conocimiento.
Los procesos cognitivos básicos son indispensables para la ejecución de todos los otros procesos
de orden superior. Aquellos se ven poco afectados por los procesos de desarrollo; desde edad muy
temprana, los procesos y funciones cognitivos básicos parecen estar presentes en su forma definiti-
va, cambiando relativamente poco con el paso de los años. Una excepción que destaca es la referida
a la supuesta capacidad creciente de la memoria de trabajo (operador M: espacio mental) con la
Del conocimiento estratégico, tema de este capítulo, podemos decir por el momento varias cues-:
tiones, además de lo ya antes dicho y de lo que será expresado con cierta profundidad a lo largo del
capítulo:
Algunas estrategias son aplicables a varios dominios de aprendizaje, mientras que otras tien-
den a restringirse a tópicos o contenidos muy particulares. Esto ha llevado a algunos autores a
clasificar las estrategias en generales y específicas, aunque en muchas ocasiones se ha incurrido en
vincular a las estrategias generales con las llamadas metacognitivas. (Véase, por ejemplo, Kírby,
1984, citado por Nisbet y Schucksmith, 1987, quien utiliza el término "microestrategias" para las
estrategias cognitivas o de aprendizaje, y "macroestrategias" para el caso de las estrategias
metacognitivas. )
Otro asunto relevante, relacionado con el comentario anterior, tiene que ver con el grado de
especificidad que a veces hace confundir al término estrategia con técnica o hábito de estudio o
aprendizaje. Como ya hemos señalado, nos parece que la distinción fundamental entre cada uno
debe ir en relación al grado de flexibilidad e intencionalidad con que sean utilizadas cuando se requie-
ran o demanden. En este sentido, cualquier entrenamiento en estrategias es incompleto si se les
concibe como simples técnicas a aplicar (como "recetas de aprendizaje"), aunque no parezca acep-
tarse ni en su planteamiento ni en su forma de enseñarlas (véase Muriá, 1994).
~
Con base en la literatura especializada, podemos decir que no existen estadios o etapas de
desarrollo (en el sentido estricto del término) para el caso de las estrategias cognitivas. Algunas
de éstas pueden aparecer en etapas tempranas de aprendizaje, y otras en momentos más tardíos del
desarrollo, dependiendo del dominio de que se trate y del grado de experiencia de los aprendices
en dichos dominios particulares. Sin embargo, sí es posible describir las fases de adquisición o
internalización de las estrategias cognitivas. Otros asuntos relevantes sobre las estrategias que vale
la pena mencionar aquí, son los siguientes:
• Algunas estrategias son adquiridas sólo con instrucción extensa, mientras que otras se apren-
den muy fácilmente e incluso parecen surgir "espontáneamente" (Carner y Alexander, 1989).
• Algunas estrategias suelen ser muy específicas para dominios particulares, mientras que otras
tienden a ser valiosas para varios de ellos (generalmente relacionados entre sí).
En este cuadro complejo de relaciones entre los distintos tipos de conocimientos, todavía haría
falta mencionar la intervención de los procesos motivacionales (discutidos ya en "LID capítulo ante-
rior de esta obra, por lo que no nos detendremos en ello aquí), tales como los procesos de atribución,
expectativas y establecimiento de metas, de los cuales se reconoce cada vez más su influencia en la
aplicación de los tipos de conocimiento anteriores y los procesos asociados con ellos,Algunos auto-
res han utilizado el término estrategias de apoyo para referirse a algunos de estos asuntos,
Las estrategias de apoyo permiten al aprendiz mantener un estado mental propicio para el apren-
dizaje; incluyen, entre otras, estrategias para favorecer la motivación y la concentración, para redu-
cir la ansiedad, para dirigir la atención a la tarea y para organizar el tiempo de estudio (Dansereau,
ob. cit.; Weinstein y Underwood, ob. cit.). Las estrategias de apoyo tienen un impacto indirecto
sobre la información que seha de aprender y su papel es mejorar el nivel de funcionamiento cognitivo
del aprendiz.
De manera más amplia, o quizás complementarias, estas estrategias, dado su énfasis ya no
tanto en lo endógeno sino en lo exógeno, Pintrich (1998)se ha referido a las estrategias de adminis-
tración de recursos las cuales incluyen la administración de tiempo, el saber cómo y a quiénes
solicitar ayuda (profesores, familiares y compañeros que sepan más), la habilidad para recrear un
ambiente propicio de estudio, etc. Sin embargo, es evidente que ambos tipos de estrategias, las de
apoyo interno y las de administración de recursos externos, han sido descuidadas en los modelos y
propuestas de conductas de aprendizaje de los alumnos.
En la figura 6.1se presenta un mapa conceptual donde se vislumbran claramente algunas de las
relaciones comentadas entre los distintos componentes que se encuentran involucrados en el uso de
las estrategias de aprendizaje.
Intentar una clasificación consensuada y exhaustiva de las estrategias de aprendizaje es una tarea
difícil, dado que los diferentes autores las han abordado desde una gran variedad de enfoques.
Las estrategias de aprendizaje pueden clasificarse en función de qué tan generales o específi-
cas son, del dominio del conocimiento al que se aplican, del tipo de aprendizaje que favorecen
(asociación o reestructuración), de su finalidad, del tipo de técnicas particulares que conjuntan,
etcétera. Sin embargo, en este apartado retomamos dos clasificaciones: en una de ellas se anali-
zan las estrategias según el tipo de proceso cognitivo y finalidad perseguidos (Pozo, 1990, véase
cuadro 6.1);en la otra se agrupan las estrategias según su efectividad para determinados materiales
de aprendizaje (Alonso, 1991).(Las características detalladas de cada una de las estrategias mencio-
nadas en las clasificaciones,pueden encontrarse con un buen nivel de profundidad en las obras de
los autores citados.)
Las estrategias de recirculación de la infermación se consideran como las más primitivas emplea-
das por cualquier aprendiz (especialmente la recirculación simple, dado que niños en edad preesco-
lar ya son capaces de utilizarlas cuando se requieren. Véase Kail, 1994).Dichas estrategias suponen
un procesamiento de carácter superficial y son utilizadas para conseguir un aprendizaje verbatim o
"al pie de la letra" de la información. La estrategia básica es el repaso (acompañada en su forma más
Estrategias
docentes
paraunaprendizaje
:,"igni!icatlVo 238
Figura 6.1 Mapa conceptual de estrategiasy procesos realcionados.
compleja con técnicas para apoyarlo), el cual consiste en repetir una y otra vez (recircular) la infor-
mación que se ha de aprender en la memoria de trabajo, hasta lograr establecer una asociación para
luego integrarla en la memoria a largo plazo. Las estrategias de repaso simple y complejo son útiles
especialmente cuando los materiales que se han de aprender no poseen o tienen escasa sígnífícatí-
vidad lógica, o cuando tienen poca significatividad psicológica para el aprendiz; de hecho puede
decirse que son (en especial el repaso simple) las estrategias básicas para el logro de aprendizajes
repetitivos o memorísticos (Alonso, 1991;Pozo, 1989). .
Las estrategias de elaboración suponen básicamente integrar y relacionar la nueva información
que ha de aprenderse con los conocimientos previos pertinentes (Elosúa y García, 1993).Pueden ser
básicamente de dos tipos: simple y compleja; la distinción entre ambas radica en el nivel de profun-
didad con que se establezca la integración. También puede distinguirse entre elaboración visual (v.
gr., imágenes visuales simples y complejas) y verbal-semántica (v. gr., estrategia de "parafraseo",
elaboración inferencial o temática, etcétera). Es evidente que estas estrategias permiten un trata-
miento y una codificación más sofisticados de la información que se ha de aprender, porque atien-
den de manera básica a su significado y no a sus aspectos superficiales.
Las estrategias de organización de la información permiten hacer una reorganización constructiva
de la información que ha de aprenderse. Mediante el uso de dichas estrategias es posible organizar,
agrupar o clasificar la información, con la intención de lograr una representación correcta de ésta,
explotando ya sea las relaciones posibles entre sus distintas partes y/o las relaciones entre la infor-
mación que se ha de aprender y las formas de organización esquemática intemalizadas por el apren-
diz (véase Monereo, 1990;Pozo, 1990).
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Estrategias
docentes
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ria o disciplina en todos los niveles educativos. Además, el conocimiento factual es imprescindible
para el aprendizaje posterior de información conceptual de mayor complejidad.
Para el caso del aprendizaje de información conceptual, también se ha demostrado que algunas
estrategias tienen gran efectividad cuando son utilizadas de forma correcta (véase cuadro 6.3). Evi-
dentemente, el aprendizaje de conceptos, proposiciones o explicaciones (por ejemplo, el concepto
de la fotosíntesis, de los factores causales implicados en la Revolución Mexicana, sobre alguna ex-
plicación teórica de cualquier disciplina, etcétera) exige un tratamiento de la información más sofis-
ticado y profundo que el aprendizaje de información factuaL
En un apartado anterior señalamos de forma somera que la metacognición consistía en ese "saber"
que desarrollamos sobre nuestros propios procesosy.productos del conocimiento. Ahora vamos a
analizar con más detenimiento este concepto.
En primer lugar, es evidente que el concepto, sin llamarlo así, ha sido objeto de interés de diver-
sas tradiciones de investigación (por ejemplo, la piagetiana, la sociocultural, la del procesamiento
de la información.Ia cognitivo-conductual, etcétera; véase Brown, 1987; Lacasa y Villuendas, 1998;
Martí, 1995), las cuales de uno o de otro modo han tratado de abordar asuntos asociados a distintos
aspectos o procesos metacognitivos.
Sin desdeñar los aportes de las tradiciones de investigación antes mencionadas, a juicio de A. L.
Brown (véase Brown, 1987), el uso contemporáneo del concepto desde mediados de los setenta
hasta la medianía de los ochenta en distintas investigaciones realizadas había conjuntado dos líneas
claramente discernibles entre sí, las cuales muchas veces habían provocado que el uso y compren-
sión del concepto resultara confuso y oscuro.
La primera de las líneas es la más típicamente asociada al concepto y se refiere al" conocimiento
acerca de la cognición"; la segunda se refiere más bien a la "regulación de la cognición". Expondre-
mos algunos comentarios relativos a cada una de las dos líneas identificadas.
De acuerdo con la autora, el conocimiento que tiene una persona sobre su propio conocimiento
es relativamente estable, por lo que se sabe sobre algún área de la cognición no suele variar de una
situación a otra; es constatable o verbalizable por que cualquiera "puede reflexionar sobre sus pro':'
cesos cognitivos ... y discutirlos con otros" (Brown, 1987, p. 68) Ypor último, es considerado falible
porque" el niño o el adulto pueden conocer ciertos hechos acerca de su cognición que (verdadera-
mente) no son ciertos" (ob. cit., p. 68).
Con el ánimo de poner cierto orden en este campo, Brown señala que a esta área se le puede
atribuir, con certeza, el término metacognición. En este sentido, se afirma que la metacognición es el
conocimiento sobre nuestros procesos y productos de conocimiento.
Otro de los autores que ha dedicado numerosos trabajos a este campo -donde sin duda es
considerado como un pionero- es J. Flavell. En un artículo relativamente reciente (Flavell, 1987),
retomando sus trabajos y experiencia previos en el área, este autor analiza también el concepto de
metacognición y señala que puede a su vez dividirse básicamente en dos ámbitos de conocimiento
(véase también Flavell, 1993):
• El conocimiento metacognitivo
El conocimiento metacognitivo se refiere a "aquella parte del conocimiento del mundo que se
posee y que tiene relación con asuntos cognitivos (o quizá mejor psicológicos)" (Flavell, 1987, p. 21)
El conocimiento meta cognitivo está estructurado a partir de tres tipos de variables o categorías
que se relacionan entre sí:
1. Variable de persona: se refiere a los conoc\Inientos o creencias que una persona tiene sobre sus
propios conocimientos, sobre tus capacidades y limitaciones como aprendiz de diversos temas
o dominios, yrespecto a los conocimientos que dicha persona saben que poseen otras personas
(v. gr., compañeros de clases, hermanos, maestros, etcétera)¡ por medio de este conocimiento
que el aprendiz sabe que poseen las otras personas, pueden establecerse distintas relaciones
comparativas (comparaciones consigo mismo o entre las diversas personas). Otro aspecto in-
cluido en esta categoría se refiere a 10 que sabemos que tienen en común, cuando aprenden,
todas las personas en general Por lo tanto, en relación con esta variable pueden adquirirse
conocimientos intraindividuales, interindividuales y universales.
2. Variable tarea:son los conocimientos que un aprendiz posee sobre las características intrínsecas
de las tareas y de éstas en relación con él mismo. Flavell distingue dos subcategorías: a) el
conocimiento que tiene un vínculo con la naturaleza de la información involucrada en la tarea
(por ejemplo, si la información contenida en ella es o no familiar para uno mismo, si es fácil-
mente relacionable con nuestros conocimientos previos, si es difícil, etcétera), y b) el conoci-
miento sobre las demandas implicadas en la tarea (por ejemplo, saber que es más difícil una
tarea que exige analizar la información que otra que simplemente exige recordarla).
3. Variablede estrategia: son los conocimientos que un aprendiz tiene sobre las distintas estrategias
y técnicas que posee para diferentes empresas cognitivas (aprender, comprender lenguaje
oral y escrito, percibir, solucionar problemas, etcétera), así como de su forma de aplicación y
eficacia. Según Flavell, puede hacerse una distinción entre estrategias cognitivas y metacog-
nitivas: "La función principal de una estrategia cognitiva es ayudar a alcanzar la meta de cual-
quier empresa cognitiva en la que se esté ocupado. En cambio.Ja función principal de una
estrategia metacognitiva es proporcionar información sobre la empresa o el propio progreso de
ella" (p. 160).
Cabe mencionar que, según Flavell, la mayoría del conocimiento metacognitivo está constitui-
do por la interacción entre dos o tres de estas categorías. De hecho, la interacción entre ellas es lo
que permite la realización de actividades metacognitivas.
Las experiencias metacognitivas son aquellas experiencias de tipo consciente sobre asuntos
cognitivos o afectivos (por ejemplo, pensamientos, sentimientos, vivencias, etcétera). No cualquier
experiencia que tiene el sujeto es metacognitiva. Para que pueda considerarse como tal, es necesario
que posea relación con alguna tarea o empresa cognitiva. Ejemplos de experiencias metacognitivas
son: cuando uno siente que algo es difícil de aprender, comprender o solucionar, cuando a uno le .
parece que está lejos de conseguir la realización completa de una tarea cognitiva o cuando uno cree
que está cada vez más próximo a conseguirla, o también cuando uno percibe que una actividad es
más fácil de realizar que otras. Las experiencias metacognitivas pueden ocurrir antes, durante y
después de la realización del acto o proceso cognitivo, pueden ser momentáneas o prolongadas, sim-
ples o complejas.
De acuerdo con Flavell (1987), con el desarrollo el individuo se muestra más capacitado para
interpretar y responder apropiadamente a las experiencias metacognítívas. Mientras que los niños
pequeños (aun cuando pueden tener o darse cuenta de dichas experiencias), tienen una capacidad
limitada para comprender lo. que ellas significan e implican para la realización de alguna tarea
cognitiva.
Flavell (1979) señala algunas de las implicaciones de las experiencias metacognitivas en la rea-
lización de tareas cognitivas:
Flavell (1987) menciona las siguientes situaciones en donde las experiencias metacognitivas
pueden ocurrir con mayor probabilidad:
• Cuando se plantean situaciones donde se juzga importante hacer inferencias, juicios y decisio-
nes.
• Si la actividad cognitiva se encuentra con alguna situación, problema u obstáculo que dificulte
su realización.
• Si los recursos atencionales o mnemónicos no son enmascarados por alguna otra experiencia
subjetiva más urgente (miedo, ansiedad, depresión).
Por otro lado, la regulación de la cognición se refiere a todas aquellas actividades relacionadas con
el"control ejecutivo" cuando se hace frente a una tarea cognitiva, como son las tareas de planea-
ción, predicción, monitoreo, revisión continua, evaluación, etcétera. Actividades que un aprendiz
realiza cuando quiere aprender o solucionar un problema (cuadro 6.4).
Brown (1987) argumenta que esta área o ámbito de actividades cognitivas complejas se le po~
dría identificar y agrupar claramente bajo el concepto de autorregulación.
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Las actividades de supervisión o monitoreo son las que se efectúan durante la ejecución de las
labores para aprender. Involucran la toma de conciencia de qué es lo que se está haciendo, la com-
prensión de dónde se está ubicado y la anticipación de lo que debería hacerse después, partiendo
siempre del plan de operaciones secuenciales desarrollado durante la planificación; la supervisión
también está relacionada con el chequeo de errores y obstáculos que pueda tener la ejecución del
plan (en 10 general) y de las estrategias de aprendizaje seleccionadas (en 10 particular), así como en
la posible reprogramación de estrategias cuando se considere necesario. Puede decirse que el acto
de supervisión consiste en "mirar hacia atrás" (teniendo en cuenta las acciones ya realizadas del
plan y bajo qué condiciones fueron hechas) y en "mirar hacia delante" (considerando los pasos o
acciones que aún no se han ejecutado) al tiempo que atiende a lo que está haciendo en el momento.
Las actividades de revisión O evaluación son todas aquellas relacionadas con el fin de estimar
tanto los resultados de las acciones estratégicas como de los procesos empleados en relación con
ciertos criterios de eficiencia y efectividad, relativos al cumplimiento del plan y el logro de las me-
tas; estas actividades, por 10 general, se realizan durante o después de la ejecución de la tarea cognitiva.
Basándonos en K1uwe (1987), podemos señalar que estas actividades autorreguladoras pue-
den resumirse en las típicas preguntas que se suelen hacer cuando se emprenden tareas cognitivas,
a saber: ¿qué voy a hacer?, ¿cómo 10 voy a hacer? (planeación); ¿qué estoy haciendo?, ¿cómo 10
estoy haciendo? (monitoreo y supervisión); ¿qué tan bien o mallo estoy haciendo? (revisión y eva-
luación).
Sin embargo, creemos que en el caso de la autorregulación consciente, que es la que ocurre
cuando se realizan aprendizajes académicos de alto nivel de complejidad porque involucran una
conducta de toma de decisiones reflexiva y consciente (como los que ya ocurren desde la educación
básica), ésta debería ser considerada como relativamente estable, constatable (sobre todo antes de
que ocurra una ejecución estratégica demasiado practicada que tienda a la automatización) y relati-
vamente dependiente de la edad (quizá las formas más sofisticadas de autorregulación académica
sólo aparezcan en la adolescencia en sus formas acabadas).
provocándonos experiencias metacognitivas de diversa índole, que luego terminamos por hacerlas
conscientes declarándolas a otros o a nosotros mismos cuando así lo requerimos.
Por otro lado, la autorregulacíón consciente que ocurre en las actividades académicas de alto
nivel es un saber que se hace, no se declara, sino que se realiza; es decir, es un saber procedimental.
Si la metacognición es declaración, la autorregulación es acción. Así, muchas de las estrategias de-
nominadas cognitivas, tales como la planeación o la supervisión, son en realidad actividades o
estrategias autorreguladoras.
Pero todavía nos quedan varias interrogantes que quizá nos aclaren más cuestiones al buscar
sus respuestas: ¿cómo le hacen los aprendices para coordinar de forma exitosa el conocimiento
metacognitivo y las actividades autorreguladoras en sus actividades de aprendizaje complejo?, o
bien, ¿cómo le hacen los aprendices para trasladar lo que saben (conocimiento metacognitivo) al
terreno de la acción (autorreguIación) cuando ellos aprenden?
Alg"LUlOS autores han propuesto recientemente que la actividad de reflexión es tal vez la "pieza
maestra" para establecer el enlace entre metacognición y autorregulación y sus posibles interaccio-
nes (Ertrner y Newby, 1996).Por reflexión debe entenderse aquella actividad dinámica que realiza-
mos para sacar inferencias o conclusiones sobre nuestras acciones de aprendizaje, y puede efectuar-
se durante o después de que éstas han terminado. En ese sentido; la reflexión tiene que ver de
manera importante con el hecho de atribuir sentido a las experiencias de aprendizaje que estamos
teniendo o que ya hemos tenido. Sin embargo, lo más relevante de la reflexión no son las conclusio-
nes o inferencias que elaboremos sobre lo que hacemos o lo que ya hemos hecho, sino lo que todo
ello tiene que ver con futuras situaciones de aprendizaje. Apartir de la actividad reflexiva, podemos
incrementar nuestro conocimiento metacognitivo, refinar las distintas y complejas actividades
autorreguladoras y profundizar sobre nuestro conocimiento estratégico, para enfrentar con mayor
eficacia situaciones posteriores de aprendizaje, Parafraseando a McCombs (1996)podemos decir
que los aprendizajes más valiosos en tomo a los asuntos metacognitivos, autorreguladores, estraté- .
gicos y reflexivos tienen que ver con el hecho de tener una representación más profunda de noso-
tros mismos como operadores o agentes activos capaces de construir conocimientos y como agentes
capaces de reflexionar sobre lo que somos y lo que somos capaces de hacer en el complejo campo
del aprendizaje. En el esquema integrador de la figura 6.2, se observan las complejas interacciones
entre procesos metacognitivos, autorreguladores y reflexivos involucrados en el aprendizaje estra-
tégíco. .
Varios autores, especialmente aquellos que han hecho investigación sobre este tema en el cam-
po del desarrollo de la cognición y de la memoria (J. Flavell, A. Brown y S. París), se han abocado a
trabajar sobre el primer asunto (véase Flavell, 1993;García Madruga, 1991;Kail, 1994).
A partir de las investigaciones realizadas a principios de los setenta por J. Flavell y su grupo,
dirigidas a indagar lo que los niños pequeños eran capaces de hacer respecto al uso de estrategias
de memoria, encontraron algunos asuntos de relevancia singular que merece la pena comentar
aquí. Se demostró, por ejemplo, que desde etapas muy tempranas (aproximadamente desde los 7
años) los niños parecían ser capaces de utilizar, sin ningún tipo de ayuda, estrategias de repaso de la
información ante una tarea que las demandaba. También se demostró que unos años después (a los
9 o 10años) los niños son capaces de utilizar, también de forma espontánea, estrategias de categori-
zación y elaboración simple para recordar listas de cosas y objetos. En varios estudios se demostró
que el uso de ambos tipos de estrategias al principio es titubeante, pero su aplicación mejora cuali-
tativamente con la práctica de estrategias y con el paso de los años (véase Kail, 1994).
Elmismo patrón se ha encontrado con estrategias más complejas, como las llamadas estrategias
de estudio. Valela pena que ahora efectuemos una breve reseña de dos trabajos para ilustrarlo.
Unos años después, el grupo de Brown (Brown y Day, 1983) decidió estudiar la estrategia de
resumen con una muestra de chicos de lO, 13,15Y18 años. Los sujetos leyeron textos complejos tres
veces. Después se les pidió que escribieran un resumen del texto (se les advirtió que podían aplicar
cualquier clase de estrategia que juzgaran necesaria). Al analizar los resúmenes producidos por los
sujetos, encontraron que todos ellos aplicaron la estrategia de supresión de la información superfi-
cial y redundante (arriba del 90% de los sujetos de cada edad); pero las estrategias más complejas,
como son la generalización, la identificación de la frase central para ser incluida de párrafos y la
Volviendo con los niños de edad preescolar otro hallazgo más interesante fue demostrar que in-
cluso los niños de esta edad llegarían a utilizar los dos tipos de estrategias (repaso y categorización)
y beneficiarse de su recuerdo cuando se les enseñaba directamente a hacerlo. Las diferencias evolu-
tivas entre estos niños y los que las utilizaban espontáneamente (diferencias reales de varios años), se
diluían por completo cuando se establecía una comparación en su ejecución en tareas de recuerdo.
Un último asunto revelador encontrado en dichos estudios, sirvió para completar la compren-
sión de la existencia de un patrón que describe la forma en que se adquieren estos recursos cognitivos.
A lo largo de varios trabajos (véase Flavell, 1970), se evidenció que los niños en edad preescolar no
utilizaban las estrategias mencionadas si no se les animaba directamente a hacerlo. Con base en
ello, se logró demostrar que estos niños sí eran capaces de hacer uso de los procedimientos estraté-
gicos y que no tenían ningún "déficit mediacional" (como generalmente se pensaba). El déficit era
más bien de "producción", puesto que utilizaban las estrategias, aunque no de forma espontánea
sino bajo condiciones de inducción. Sólo después, con la práctica de la estrategia, la deficiencia de
producción desaparecía y los niños llegaban a mostrarse competentes para usar las estrategias a
voluntad cuando fueran requeridas ante tareas de aprendizaje y recuerdo. Por tanto, parece ocurrir
un mismo patrón en la adquisición de las estrategias, sean éstas simples o complejas: primero,
cuando no se tiene la competencia para producirlas y utilizarlas (déficit mediacional); segun-
do, cuando ya se es capaz de producirlas pero no de utilizarlas espontáneamente, salvo por la
ayuda de alguna actividad instigadora o inductora externa (déficit de producción)¡ y tercero, cuan-
Figura 6.3 Porcentaje de sujetos d~ diferentes edades que emplearon cuatro estrategiaspara resumir.
Estrare9.'as
coceares psrs un apre/7dlzaje slgf7¡fjc2,~ va 252
En el campo asociado de la regulación de la memoria y el conocimiento (otra área importante
de la metacognícíón) los trabajos de Brown y sus colaboradores fueron más fructíferos. Las investí-
gaciones de Brown se asociaron de forma considerable con el campo de la comprensión y el apren~
dizaje de textos, y se realizaron con una aproximación metodológica más sólida, dado que muchos
de los anteriores trabajos fueron realizados con tareas simples y con una metodología basada fuer-
temente en el autorreporte (ambas líneas serán comentadas con más amplitud en un apartado pos~
terior). .
Enel ámbito anterior de la metacognícíón parecen haberse encontrado algunos datos daros de
naturaleza evolutiva (se demostró que había una aparición relativamente temprana aunque incí-
piente de la conducta metacognitiva y que su desarrollo se prolonga con lentitud hasta la adoles-
cencia). En las actividades relacionadas con la regulación y control en la ejecución del uso de las
estrategias, su manifestación en los niños parece depender más del tipo de tareas y de la situación
planteada, y no de la edad, al grado que estas conductas autorreguladoras pueden aparecer aun en
niños con edades muy tempranas (siempre que la tarea que se les plantee no sea muy difícil para
ellos; véase Brown, 1987).
Por su parte, Paris y sus colaboradores (véase Paris y Cross, 1983; París, Newman y [acobson,
1985) han desarrollado una interpretación interesante sobre los factores que hacen posible la adquí-
sición y uso de las estrategias. Ellos apelan a varios principios generales que los aprendices desarro-
Han progresivamente en la medida en que se involucran con distintos contextos y demandas donde
se requieren las estrategias de aprendizaje (véase Kozulin, 2000).
El primero es el llamado principio de agencia, el cual se refiere a lafama de conciencia que logran
los aprendices en relación a la mejora que puede lograrse de los procesos de aprendizaje y memori-
zación si se actúa intencional y voluntariamente sobre ellos, buscando optimizarlos. Esto quiere
decir que los pequeños llegan a reconocer que no es lo mismo realizar un acto de aprendizaje acci-
dental o incidental que uno intencional (este último involucra un esfuerzo cognitivo distinto). En
ello va involucrado el papel activo del agente, quien actúa directamente por medio de ciertas accio-
nes auto dirigidas para optimizar su funcionamiento. En un principio, los adultos (padres o ense-
ñante) son los primeros modelos de agente activo que el niño reconoce, porque le enseñan (medían-
te situaciones de andamiaje) cómo conducirse activamente para mejorar su aprendizaje o su ejecución
en alguna tarea de solución de problemas; más tarde, el niño logra entender que él puede desempe-
ñar ese papel, y una vez que consigue interiorizarlo, llega a ser capaz de hacerlo por sí mismo. .
El segundo principio se refiere al reconocimiento del niño del propósito de aprender, como tarea
cognitiva específica distinta de otras actividades cognitivas que también puede hacer y conoce (por
ejemplo, reconocer, percibir, etcétera). El niño descubre que el propósito de aprender va cambiando
según distintos contextos, demandas y situaciones, lo cual le exige que también tome conciencia de
que son necesarias formas de actuar distintas y de que se requiere de un esfuerzo e involucramiento
diferenciados para actuar de manera adecuada ante cada uno de ellos.
El niño toma elejemplo y descubre los tres principios en el contexto de las distintas prácticas
sociales en donde interviene cuando aprende. Lós adultos por lo general fungen como modelos y
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actúan como mediadores sociales, proporcionando formas concretas sobre cómo actuar, establecer
propósitos y utilizar recursos para proceder propositivamente en situaciones de aprendizaje. Así,
los niños, al participar en dichas actividades a veces creadas con toda intención para ellos mismos,
van captando y apropiándose de cada uno de los principios y de los recursos estratégicos, para
usarlos después en forma autónoma e independiente.
Retomando ahora el segundo punto de interés sobre el asunto relativo a la identificación de las
fases de adquisición de las estrategias, pueden exponerse los siguientes comentarios,
Partiendo de los argumentos propuestos por Flavell en torno a la adquisición de las estrategias,
y partiendo también de las ideas vigotskianas de ZDp, internalización y de la llamada "ley de la
doble formación" de lo inter a lo intrapsicológico (véase Vigotsky, 1979), proponemos sobre la base
de la idea original de Flavell (1993) una tabla que describe tres fases básicas en el proceso de adqui-
sición-internalización de las estrategias (véase cuadro 6.5). En ella se señalan algunos aspectos rele-
vantes en tomo al proceso de su adquisición que tienen una clara implicación educativa.
Bajo esta visión, podemos observar que existe una primera fase en la que en principio no es
posible el uso inducido o espontáneo de las estrategias, simplemente porque se carece de la compe-
tencia cognitiva para lograrlo o porque no se ha aprendido la estrategia. En esta fase podemos decir
que hay una deficiencia cognitiva en el uso de mediadores o estrategias en situaciones de aprendi-
zaje, Esta fase podría caracterizarse como de nivel novato (cuadro 6.6).
.' .~ .
En una segunda fase el uso de mediadores o estrategias es posible, siempre y cuando haya una
persona que apoye o proporcione directamente la ayuda para hacerlo. Puede decirse que el apren-
diz incipiente llega a ser capaz de utilizarla en el plano interpsicológíco y recibe ayudas de distinto
tipo, en particular instrucciones diversas, modelamientos, guías, etcétera; sin embargo, sin tales
apoyos, el aprendiz no es capaz de usarlas espontáneamente porque aún no ha ocurrido su interna-
lización completa. En comparación con la etapa anterior, ya se tiene la capacidad para utilizar las
estrategias como mediadores o instrumentos cognitivos; pero todavía existe un déficit en su empleo
autónomo y / o espontáneo, puesto que no se ha desarrollado su regulación metacognitiva. Esta
segunda fase correspondería en el cuadro 6.6 al nivel de dominio técnico.
Por último, la tercera fase se caracteriza por el uso espontáneo de las estrategias cuando el
aprendiz lo requiere, gracias a que ha logrado una plena intemalización de éstas y posee un conoci-
miento meta cognitivo apropiado para hacerlo (nivel de dominio estratégico). En esta fase final el
aprendiz ya es capaz de utilizar de manera autónoma las estrategias y, posteriormente, con la prác-
tica y reflexión continuas, llegar a aplicar las estrategias en forma flexible, dando pie a transferirlas
a nuevas situaciones de aprendizaje (nivel de experto).
Esta explicación coincide considerablemente con las ideas de París y sus asociados, ya nom-
bradas antes, en el sentido de que el empleo de las estrategias se aprende en el contexto de prácti-
cas de interacción con quienes saben más; éstas son actividades que en un inicio son mediadas
socialmente y que sólo después se van interiorizando y haciendo parte del repertorio de los apren-
dices.
Por otra parte, dichos programas son de índole extracurricular, se ofrecen en forma adjunta al
plan formal y son impartidos por personal no adscrito a la propia institución educativa, o que no
son los profesores en servicio en ese lugar. Estos factores han provocado que las intervenciones
tengan poco éxito, en términos de su eficacia, permanencia y transferencia.
Al hacer una revisión extensa sobre los modelos y hallazgos de investigación en programas
tradicionales de instrucción en hábitos de estudio, Hayes y Diehl (1982),y Aguilar (1983)concuer-
dan en que éstos no son congruentes con los modelos recientes sobre procesos cognitivos,
metacognítívos yautorreguladores.
Estos programas, que aún siguen proliferando en nuestro medio, le enseñan al aprendiz las estrate-
gias como meros hábitos para aprender, proporcionando un entrenamiento ciego". Se le llama así
11
a los programas de entrenamiento que habilitan en forma muy limitada, puesto que sólo explican al
aprendiz la naturaleza de las estrategias que supuestamente les pueden servir en su conducta de
estudio. De manera general, su estructuración se basa en proporcionar a los aprendices instruccio-
nes más o menos claras sobre cómo emplear las estrategias (sin explicarles su significado, impor-
tanela, función y limitaciones), dándoles posteriormente la oportunidad de aplicarlas a algunos
materiales, para luego proporcionarles algún tipo de información evaluativa sobre el grado en que
,
e/puulo (Í Estrateeias par,? ,1 .I,f>rcl/t/¡;:.Ij( >lg1iltic,¡tll'U fitlltl.z"lt utos. ,¡dq/lIJ:cu;;/y modelo>de inrercrncián
fueron utilizadas. La idea central de estos programas es que los aprendices vayan desarrollando un
aprendizaje de las estrategias y una comprensión más o menos general sobre la importancia de la
actividad estratégica.
Según Brown, Campione y Day (1981) con este tipo de entrenamiento puede mejorarse ligera-
mente el. recuerdo; pero no se favorece de ningún modo el mantenimiento, la generalización o la
transferencia de los procedimientos estratégicos aprendidos.
Uno de los esquemas que han demostrado mayor efectividad para el análisis de la situación de
aprendizaje, y el cual posteriormente ha evidenciado también su potencialidad para orientar la
concepción y estructuración de los programas de entrenamiento informado en las estrategias de
aprendizaje, es el propuesto por Brown (1982) (derivado de las ideas de [enkins, 1979), denominado
tetraedro del aprendizaje (véase figura 6,4). En él se expresa una concepción contextualista de distintos
aspectos internos (cognitivos, estratégicos, metacognitivos y autorreguladores) y externos (tipos de
materiales, demandas en las tareas, etcétera) que influyen en las actividades de aprendizaje intencio-
nal. El modelo coincide perfectamente con muchos de los asuntos tratados en secciones anteriores
respecto a la forma en que las estrategias de aprendizaje deben ser entendidas y enseñadas.
1. Características del aprendiz. Esto se relaciona directamente con la variable de persona según la
clasificación de los constituyentes del conocimiento metacognitivo: lo que el aprendiz sabe so-
bre sí mismo (en los dominios afectivo-motivacionales y cognitivos), en relación con determi-
nados contenidos, tareas y estrategias.
2. Naturaleza y características de los materiales de aprendizaje. Los materiales que habrán de aprender-
se pueden variar en: complejidad, familiaridad, organización lógica, formato de presentación,
etcétera,
3. Demandas y criterios de las tareas. Son las distintas demandas de 'aprendizaje y solución de pro-
blemas que se le plantean al alumno en la situación escolar; por ejemplo, recordar, elaborar
trabajos, presentar un examen, exponer un tema, etcétera. Cada una de las demandas le exige al
aprendiz una forma diferenciada de conducirse. Esta característica y la anterior van relaciona-
das directamente con la variable de tarea. .
4. .Estrategias. Es el conocimiento que el alumno tiene sobre las estrategias que conoce y respecto a
su forma de aplicación, viabilidad y efectividad, para distintos materiales y demandas de las
tareas. Corresponde a la variable meta cognitiva estratégica.
.... ' .,'
" .': .. , Capítulo 6 Fstrate._?;iaspar,¡ el ,lpl'cn{liza)' s:gnijic,ltlZ'o'fimdammtos, adquisiridn y modelos de interVilnClÓn '" •
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Es evidente que dentro del tetraedro están implicados distintos aspectos de tipo estratégico,
metacognitivo y autorregulador. Por ejemplo, gracias a él pueden comprenderse (y hacerse com-
prender) las distintas relaciones entre estrategias y el conocimiento metacognitivo (variables de
persona, estrategia y tarea), sobre el asunto de cuáles estrategias seleccionar (una cuestión también
metacognitiva) y sobre cómo llegar a enfrentarse a una tarea o material de aprendizaje determinado
de una manera global o contextual. Todos estos aspectos deben tomarse en cuenta para proporcio-
nar un entrenamiento informado sistemático, por lo que serían de mucha ayuda para programar
respecto al qué y al cómo tendrán que ser enseñadas las actividades estratégicas, para promover
aprendizajes significativos.
Con base en el mismo, se entiende que la enseñanza de las estrategias no puede hacerse en forma
abstracta, sino en función de explicar para qué tareas o demandas son viables, útiles y eficaces, y
para cuáles otras resultan improcedentes o insuficientes; asimismo, en la enseñanza deberá
explicitarse para qué materiales, dominios y temáticas son valiosas (hay que recordar que muchas
estrategias son específicas de ciertos dominios o contenidos y algunas otras son de aplicación
interdominio retringida). Sin embargo, todavía hará falta enseñar explícitamente cómo utilizar las
estrategias. Esto se verá directamente en la siguiente sección.
Como ya hemos señalado, las estrategias deben considerarse primero como procedimientos de ca-
rácter heurístico y flexible. En este sentido, CoIl y Valls (1992)han propuesto un esquema básico
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para la enseñanza de procedimientos, el cual se basa en gran parte en las ideas de Vigotsky y Bruner
ya comentadas en capítulos anteriores respecto a las nociones de "zona de desarrollo próximo",
"andamiaje" y "transferencia del control y la responsabilidad".
Esta propuesta nos parece.que puede ser la "estrategia guía" para la enseñanza de cualquier
tipo de habilidad o estrategia cognitiva (de aprendizaje, metacognítíva, autorreguladora, etcétera;
véase Solé, 1992).Dicha estrategia se basa en la idea de que los procedimientos (herramientas que
forman parte de un bagaje cultural) se aprenden progresivamente en un contexto interactivo y com-
partido, estructurado entre el enseñante y el aprendiz del procedimiento. (Lapropuesta se asemeja
a lo que otros autores han denominado enseñanza directa basada en el andamiaje; véase Rosenshine
y Meister, 1992).En dicho contexto, el enseñante actúa como un guía y provoca situaciones de
participación guiada con los alumnos. De este modo, en la situación de enseñanza se presentan tres
pasos básicos en el tránsito que ocurre entre el desconocimiento del proceso por parte del aprendiz,
hasta s~ uso autónomo y autorregulado (figura 6.5).Dichos pasos son los siguientes:
Figura 6.5 Propuesta instruccional para promover /4 transforencia de la regulación externa de la estrategiaa Sil regulación interna.
1. Exposición y ejecución del procedimiento por parte del enseñante (presentación de la estrategia)
2. Ejecución guiada del procedimiento por parte del aprendiz y I o compartida con el enseñante
(práctica guiada)
3. Ejecución independiente y autorregulada del procedimiento por parte del aprendiz (práctica
independiente)
Como podrá inferirse, la tarea del enseñante consiste en ayudar a que el alumno logre la cons-
trucción del procedimiento estratégico que le propone, no sin antes proporcionarle un contexto de
apoyo y de andamiaje que se modificará ajustándose en función de la crecientecapacidad del aprendiz
para utilizarlo. Además, dicha visión de la enseñanza coincide en gran parte con el esquema identi-
ficado sobre el patrón de las fases de adquisición de las estrategias, el cual se mencionó en una
sección anterior.
La propuesta, como se ha dicho, puede verse acompañada o traducida por distintas técnicas
más específicas según la estrategia de aprendizaje y el dominio de que se trate.
De acuerdo con varios autores (Dansereau, 1985; Coil y Vails, 1992; Elosúa y García, 1993;
Monereo, 1990y 1999;Morles, 1985;Muriá, 1994),se ideritifican varios métodos o técnicas concretas
para el entrenamiento en estrategias
."
de aprendizaje, los cuales pueden utilizarse en forma combina-
" ~,
Estrategias
docentes
paraunapre'7díZa¡e
stgr¡iticalwo 281
da, siguiendo la estrategia básica descrita (como puede observarse en la figura 6.5, donde se inte-
gran en una propuesta la estrategia guía y las diversas técnicas). Éstas son las siguientes:
• La ejercitación. Consiste en el uso reiterado de las estrategias aprendidas ante varias situaciones
°
o tareas, luego de que éstas han sido enseñadas de manera previa por el profesor instructor
que por lo general asignará la situación o tarea y vigilará su cumplimiento, evaluando la efica-
cia de'la aplicación, así como los productos del trabajo realizado.
• El modelado. Es la forma de enseñanza en la cual el docente "modela" ante los alumnos el modo
de utilizar tilla estrategia determinada, con la finalidad de que el estudiante intente "copiar o
imitar" su forma de uso. Puede hacerse una extensión y utilizarse' el "modelamiento
metacognitivo", en donde el modelo enseña y muestra la forma de ejecución de la estrategia, de
manera conjunta con aquellas otras actividades reflexivas (que generalmente quedan ocultas
en situaciones normales) relativas a las decisiones que va poniendo en marcha cuando se en-
frenta a una tarea de aprendizaje o de solución de problemas. De esta manera el alumno obser-
vará los pasos en la ejecución de las estrategias y tomará ejemplo a partir de las acciones y
reflexiones metacognitivas del modelo. Respecto al modelado, pueden identificarse otras dos
variantes: el modelado de uso correcto y el modelado de contraste entre un uso correcto y otro inco-
rrecto de la estrategia. También pueden ser importantes las actividades de posmodelado, en
donde se aclare con información adicional una "representación alternativa" (analogías, metáfo-
ras, etcétera), que les sirvan a los alumnos para su posterior utilización (véase González, 1994).
• El análisis y discusión metacognitioa. Por medio de esta técnica se busca que los estudiantes explo-
ren sus propios pensamientos y procesos cognitivos al ejecutar alguna tarea de aprendizaje, con
la intención de que valoren la eficacia de actuar reflexivamente y modifiquen más tarde su
forma de aproximación metacognitiva ante problemas y tareas similares. Monereo (1990,p. 13)
distingue dos variantes: a) el profesor propone una actividad o tarea, yuna vez finalizada pide
TI
que los participantes escriban o expongan oralmente el proceso cognitivo seguido, y b) distri-
buidos en parejas, algunos alumnos deben resolver una tarea 'pensando en voz alta', mientras
sus compañeros anotan el proceso cognitivo, para después exponerlo al análisis y discusión de
toda la clase".
Una de las mayores dificultades para los estudiantes que participan en un programa de entre-
namiento es poder adaptar las estrategias entrenadas a nuevos contextos y hacerlas compatibles
con sus propias técnicas.
Ya hemos dicho que el entrenamiento con información extensiva (saber cuándo, dónde y por
qué) sobre el uso de las estrategias provee elementos suficientes para que el aprendiz logre com-
prender el valor y la utilidad de las estrategias proporcionadas para diversos contextos de aplica-
ción. Explicamos también que esto puede hacerse al usar el tetraedro. Pero además debe adjuntarse
la enseñanza que explicite al alumno la forma de regularlas cuando éstas se aplican (entrenamiento
informado con autorregulación).
EstrategIas
docentes
paraunaprendtzaje
significatIVO 262
Otros asuntos deben tenerse también presentes para potenciar el mantenimiento y la transfe-
rencia positiva del entrenamiento de las estrategias. Para Ashman y Conway (1990) también debe
considerarse:
• La participación activa del docente y los compañeros en los procesos de generalización (v. gr.,
mediante discusiones en grupo, etcétera).
Eilis, Lenz y Sabornie (1987, citados por Ashman y Conway, ob. cit.) presentan un cuadro sobre
la identificación de cuatro niveles de generalización en el entrenamiento de estrategias de aprendi-
zaje (véase cuadro 6.8).
En el apartado final de este capítulo quisiéramos plantear algunas de las actividades que puede
realizar el enseñante dirigidas a promover el desarrollo y optimización de las estrategias de apren-
dizaje de sus alumnos. En el trabajo docente es posible que ocurran dos posibilidades en tomo al
Estrategias
docentes
paraunaprendIzaje
SIgnificatIVO 263
· CUADRO 6.8 Niveles de generalización de estrategias
asunto que nos ocupa y que recuperaremos en esta sección. En primer término, se encuentra el
trabajo de enseñanza de estrategias que puede realizar el profesor directamente en el aula¡ y en
segundo término, el que se refiere a su participación en la configuración de una propuesta curricular
especial, para la enseñanza de las mismas.
En lo que se a refiere situación, el profesor como enseñante de estrategias en aula debe tener pre-
sente varias cuestiones que pueden llevarse a cabo (exista o no una propuesta metacurricular¡ véase
más bajo). En principio no hay que olvidar que debe prevalecer como idea central el hecho de que el
enseñante desempeña un papel importante de mediador entre las estrategias-instrumentos que desea
enseñar y los alumnos que las van aprender (figura 6.4).
El propósito anterior será posible sólo en la medida en que las acciones de intervención que
realice el profesor también cumplan las siguientes condiciones que ya hemos discutido; pero
que pueden integrarse aquí (véase Alonso, 1991; Díaz Barriga y Aguilar, 1988;Gaskins y Elliot,
1999;Monereo 1990,1994Y1999;Valle, Barca, González y Núñez, 1999):
Capítu!<)6 E<f¡,ltt'glib-pam el .tprcndieeje ,,,gil/j/ctltmo, [undamrntas, adquisicíán y ntodclos de intcrocncián ',.'. ,_,: , ',;:
_.> .t,. _,!;,j ~
Por lo que toca a la segunda situación, el docente puede participar junto con otros especialistas
en el diseño de propuestas completas de enseñanza de las estrategias, Al respecto existen básica-
mente dos modalidades (véase Weinstein, Powdrill, Husman, Roska y Dierking, 1998): la primera
se ha denominado enseñanza o instrucción adjunta; y la segunda, metacurrículo.
Sin embargo, la propuesta que se intenta defender en este texto es alternativa a la anterior. En
este sentido, se aboga por una propuesta determinada metacurriculo, la cual se refiere aja necesidad
de enseñar a los estudiantes cómo aprender el conocimiento de forma más efectiva en cada curso
escolar y en vinculación con áreas de contenido específicas. Así, el propósito central que anima este
tipo de propuestas consiste en que los propios docentes, desde sus propias clases, induzcan el desa-
rrollo de estrategias de aprendizaje efectivas a la vez que enseñan el contenido de la asignatura
(Weinstein y Underwood, 1985).
De esta forma, el docente entraría al aula con dos tipos de metas: las referidas a los productos
del aprendizaje, que se enfocan a lo que deben saber o ser capaces de hacer los alumnos, y las
respectivas al proceso de aprendizaje, enfocadas a enseñar a los alumnos, cómo aprender. Esto
convertiría a los modelos de intervención para estrategias de aprendizaje en una modalidad de
currículo inserto y no extracurricular, como el caso de la instrucción adjunta. En consecuencia, a
diferencia de la instrucción adjunta, en la creación de un metacurrículo la participación de los do-
centes en el equipo de diseño del mismo (en la que la participación de supuestos especialistas) se
vuelve imprescindible y enriquecedora (en cuanto al conocimiento profundo de la asignatura) en
tomo a las siguientes cuestiones: a) qué estrategias enseñar, b) para qué dominios específicos de
conocimientos, e) cómo enseñarlas, d) qué materias de aprendizaje pueden ser los más apropiados,
e) de qué forma se pueden secuenciar las actividades, y fJ cómo relacionarlas con los contenidos.
• Seleccionar o' desarrollar, según sea el caso, innovaciones que los profesores sientan que res-
ponden a las necesidades reales de los alumnos.
Estrategias
docentes
paraunaprendizaje
slgmf¡calll/o 266
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• Asumir que las irmovaciones y los cambios requieren de un cierto tiempo de aplicación. Las
primeras experiencias tal vez no logren un grado satisfactorio de aplicabilidad; pero con la
experiencia el desarrollo y la reflexión del personal, las mejoras se harán palpables progresiva-
mente, dando lugar incluso a futuras renovaciones.
En este capítulo se ha expuesto y discutido el papel de las estrategias de, aprendizaje en las conduc-
tas de aprender a aprender. Esto sin duda es una de las metas más desafiantes para toda situación
educativa, porque implica que el aprendiz sea capaz de actuar en forma autónoma y autorregulada,
relativamente independiente de la situación de enseñanza. .
En primer término, intentamos hacer una presentación de las estrategias desde un enfoque
constructivista, con el señalamiento de que éstas son procedimientos flexibles que el aprendiz tiene
que apropiarse a partir de contextos educativos en su más amplio sentido, gracias a la intermedia-
ción de alguien que sabe más (generalmente el profesor).
Estrategias
docentes
paraunaprendtzaje
SIgnificatIVO 267
Actividades de reflexión e intervención
1. Analice por distintos medios (observación, entrevistas, encuestas) cuáles son las estrategias que
emplean sus alumnos, Reflexione sobre la posibilidad de que se estén induciendo indirecta-
mente algunas actividades estratégicas de bajonivel (por ejemplo, que promuevan aprendiza-
jes memorísticos), debido a ciertos procedimientos o metodologías didácticas que se utilicen en
sus clases.
2. Analice, a partir de las estrategias revisadas en este capítulo (y el siguiente), cuáles podrían ser
las más apropiadas para el aprendizaje significativo de los contenidos de la(s) disciplina(s) que
usted enseña a sus alumnos. Con base en el presente capítulo, reflexione y discuta con sus
compañeros cuál sería la mejor manera de enseñarlas.
3. Para ilustrar los conceptos analizados en este capítulo, considere la siguiente situación ficticia:
se trata de las conductas de estudio de dos estudiantes de bachillerato (Emilia y Mónica), a las
cuales supuestamente se les ha informado que en fecha próxima presentarán un examen abier-
to (tipo ensayo) sobre los efectos de la polución ambiental en los ecosistemas. Lea con cuidado
el siguiente relato:
"Cuando se le informa a Emilia acerca de la evaluación próxima por medio de una prueba de ensayo, ella
se mostró ligeramente preocupada, no sólo porque el ejercicio de evaluación estaba programado para un
día después del juego definales de basqueibol, sino también porque era consciente de que las pruebas de
ensayo le resultaban dificiles. Aunque ella se percibe a sí misma como una estudiante "macheiera" com-
petente, reconoce sus debilidades y sabe que tendrá que ser más selectiva acerca de la forma en que se
preparará para este examen. Ella entiende que debe apartar tiempo y que no debe estudiar en casa porque
se distrae con el teléfono y con los miembros de su familia. Unos días antes del examen, Emilia toma su
texto y su cuaderno de apuntes, y se dirige a su lugar favorito en la biblioteca pública. Le agrada estudiar
.ahí porque los escritorios y las sillas son confortables, la iluminación es buena y hay poco ruido. Emilia
recuerda que cuando ella estudia para un examen de opción múltiple, comúnmente empieza por escribir
las definiciones de todas las palabras que se encuentren en negritas. Sin embargo, ella sabe que estudiar
para una prueba de ensayo requiere de diferentes estrategias. Aunque le tomará más tiempo Emilia decide
prepararse para la prueba elaborando un cuadro sinóptico sobre la información del capítulo, para reorga-
nizarla de manera que sea más fácil su recuerdo. Dicha estrategia le ha sido útil en el pasado-u está de
acuerdo en que le tomará un tiempo extra necesario.
Mientras explora el capítulo, Emilia observa que los autores han presentado la información por me-
dio de enlaces entre causas y efectos. Así, divide una hoja en dos columnas, titulando "causas" y "efec-
tos"; y procede a hacer el llenado de la información en dicho cuadro. Conforme va elaborándolo, Emilia se
define períodicamente para evaluar el progreso que está teniendo. ¿Su plan de trabajo funciona en la
forma en que ella lo ha anticipado?, ¿está manteniendo la suficiente concentración?, ¿está comprendien-
do el contenido? Emilia juzga que su comprensión ha mejorado por representar visualmente las relacio-
nes entre los conceptos presentados. Después de completar su cuadro sinóptico, se autoevalúa dibujando
ahora un diagrama del capítulo para ilustrar las relaciones entre los eventos y resultados en el ecosistema.
Durante los últimos días, Emilia revisa su cuadro sinóptico y discute informalmente su comprensión de
los conceptos con sus compañeros de clase. Cuando le aparezcan dudas o ideas que no concuerdan con las
suyas, Emilia vuelve a su texto y, si es necesario, consulta con el profesor sobre tales cuestiones. La noche
anterior al examen realiza un autochequeo final antes de empezar a ver su juego favorito de lasfinales de
basquetbol.
Mónica también está ansiosa acerca del formato del examen porque sabe que generalmente le va
mejor en las pruebas de opción múltiple. Mónica no sabe exactamente a qué se debe;pero considera que si
" > • Capítulo 6 EmuegilL< para el ilp¡endíz'lJe stgl1lfhtltlV(},jrmd.ullt'lItos. adquisicián J' modelos de i11tcr;mció71 . . ,,::
• ....: óI;
se esfuerza estudiando más, tendrá éxito, Piensa que si ella invierte un poco más de tiempo leyendo o
releyendo el capítulo, y memorizando el vocabulario de las palabras,estará preparada. Ella no toma una
decisión consciente acerca de cuándo o cómo estudiar; planea que estudiar la noche anterior al examen
será suficiente para memorizar la información y poder recordarloen el examen. Se da cuenta también de
que el examen fue programado un día después del gran juego de basquetbol y piensa que es mala suerte, si ,
no es que un poco injusto. Mónica está nerviosa por no haber empezado hasta después del juego, pero no
es capaz de pensar en otra alternativa; perderse el gran juego no es una opción; la idea de empezar a
estudiar uno o dos días antes del juego o estudiar enforma diferente nunca cruzó por su mente.
Resulta esencial para Emilia y Mónica utilizar flexiblemente su conocimiento sobre los ecosiste-
mas cuando se enfrentan al examen. Debido a que la aproximación de Emilia ha mejorado su compren-
sión del funcionamiento de un ecosistema, es capaz de acceder a su conocimiento desde una variedad
de perspectivas y, por tanto, se desempeña de una manera confiable y competente. Aunque Mónica in-
crementó su conocimiento de la terminología específica relacionada con los ecosistemas ambientales,
encuentra difícil utilizar dicha información para.responder a las preguntas de ensayo. Ella sale de la
prueba sintiéndose ansiosa sobre su calificación" (a partir de Palincsar y Brown, 1989 y Ertmer y
Newby, 1996).
A continuación, intente hallar las diferencias entre las dos estudiantes ficticias, apoyándose en
el siguiente cuadro:
Características de las
estrategias autorreguladoras
empleadas
Estrategias de apoyo
utilizadas (cuántas y cómo)
E~rrareg'as dOCeíITBS
para un aprendIZaje ;¡g/lif¡cawo 269
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Leer para comprender y componer textos inteligentemente son dos procesos de aparente sencillez
pero de gran complejidad. Decimos que son de aparente sencillez, porque generalmente ocurren en
los currículos de educación básica y media, y la atención que se les proporciona es a todas luces
insuficiente. En varios estudios realizados, por ejemplo, ha quedado demostrado que en las aulas
apenas se destina tiempo para enseñar dichos procesos de forma explícita, desplegando prácticas
ingenuas o estereotipadas que escasamente conducen a aprender dichos procesos como verdaderas
actividades constructivas y estratégicas con sentido.
En esta breve introducción quisiéramos dejar en claro algunos presupuestos sobre nuestra con-
cepción de estos procesos, antes de comenzar su problematización y la presentación de estrategias
para su enseñanza.
1. En principio, tenemos que partir del hecho de que la alfabetización de ningún modo termina
con el mero aprendizaje del código (las habilidades de codificación y descodificación), sino que
se prolonga hasta las formas más sofisticadas de hablar, leer, escribir, pensar de forma compe-
tente (Garton y Pratt, 1991). La alfabetización genuina -llamada por algunos "alfabetización
funcional" (Cook-Cumperz, 1988; Verhouven, 1994)- debe permitir desarrollar la competen-
cia cognitiva y comunicativa de los educandos en el más amplio sentido (Lomas, Osoro y Tu-
són, 1988), hacerlos educados y educables, e incluso, yendo más allá, posibilitar el desarrollo
social, cultural y político de la sociedad o comunidad cultural en que se encuentran inmersos,
En tal sentido, las formas más complejas de alfabetización lecto-escrita las constituyen la com-
prensión crítica y reflexiva de textos y la composición escrita, corno actividades de construcción
de significados.
4. Se puede decir que no se aprende a comprender o componer un discurso escrito por mera
ejercitación y práctica, ni es algo que emerja de manera automática o corno producto de una
:maduración "natural", después de haber adquirido las aptitudes básicas de acceso al código
. escrito. El lenguaje escrito como función psicológica superior (y aquí incluimos la capacidad de
Estrategias
docentes
paraunaprendfz8_¡e
slgnificakvo 273
escribir y comprender) se adquiere gracias a la asistencia de otros que saben más; se aprende y se
desarrolla cuando se participa con ellos en ciertas prácticas socioculturales y educativas. De
este modo, leer y escribir también se entienden como actividades que se construyen conjunta-
mente con otros.
5. Con la lectura y la escritura se abre la posibilidad de dialogar con otros más allá del tiempo y
del espacio inmediato. Se abren nuevos horizontes en el aprender, al compru:tir voces y discur-
sos de otros, al hacer que los pensamientos se estructuren a partir de tales discursos y al ir más
allá de lo real creando nuevos mundos posibles.
En al ámbito académico, leer y escribir pensando son habilidades muy apreciadas. La mayor parte
de la información que tiene que aprenderse, desde la educación básica hasta el nivel profesional, es
a partir de textos. La escritura no es menos importante, además de involucrar en gran medida la
lectura, su papel en la producción de conocimientos es fundamental. En los programas curriculares
actuales se manifiesta una evidente toma de conciencia por ello; pero aún falta un largo camino
para que se modifiquen significativamente las prácticas tradicionales de su enseñanza.
Hoy sabemos que la comprensión y la producción' de textos pueden enseñarse desde una óptica
distinta a la tradicional. Los avances logrados en los últimos años sobre dichos temas, desde las
perspectivas cognitiva y constructívista, han hecho aportaciones valiosas sobre cómo comprender
dichos procesos y cómo mejorarlos. En este capítulo queremos presentar algunos de estos argu-
mentos, experiencias y propuestas emanados de la investigación aplicada, pru:a que el docente o el
experto las recupere en su ejercicio profesionaL
Nuestro propósito en esta sección es describir cómo se comprende y aprende de manera estratégica
la información contenida en los textos académicos que habitualmente estudian los alumnos de di-
versos niveles educativos.
Uno de los campos en que se han investigado más los procesos de adquisición, uso y enseñanza
de estrategias es el de la comprensión de textos. Como resultado, durante las últimas tres décadas
han aparecido infinidad de revistas y textos especializados sobre este tema y procesos asociados.
La comprensión de textos está presente en los escenarios de todos los niveles educativos y se le
considera una actividad crucial para el aprendizaje escolar, dado que lomagran cantidad de infor-
mación que los alumnos adquieren, discuten y utilizan en las aulas surge a partir de los textos
escritos. Durante mucho tiempo, sin embargo, esta actividad fue descuidada por centrarse dema-
siado en la enseñanza de habilidades simples de decodificación y automatización de la lectura.
Retomando los comentarios mencionados por varios autores (véase Alonso, 1991; Solé, 1992;
Wells, 1990) para analizar el tema de la comprensión de textos, se estima necesario considerar los
siguientes tipos de conocimiento que se encuentran involucrados en ella, los cuales por supuesto
deben ser incluidos en los currículos e instrucción de la comprensión lectora, a saber:
4. El conocimiento de que los textos pueden comprender una amplia variedad de géneros y es-
tructuras textuales.
5. El conocimiento de que los textos tienen propósitos variados y que deben contemplarse
enmarcados dentro de actividades o prácticas sociales y comunicativas de distintos tipos.
En los escenarios escolares, los aprendices enfrentan distintos tipos de textos, los cuales poseen
diversas características. Algunos difieren en el grado de complejidad y de familiaridad, en el volu-
men de la información contenida, etcétera, y por lo general los alumnos tienen que aproximarse a
ellos con restricciones de tiempo, intentando comprenderlos y/o buscando aprender de ellos. Po-
cos alumnos pueden llegar a conseguir ambas actividades y ello implica una gran dosis de esfuerzo
cognitivo, otros son capaces de lograr una comprensión poco profunda y, por ende, un aprendizaje
poco significativo; sin embargo, la gran mayoría de ellos tiene serias dificultades para su compren-
sión objetiva y lo único que les queda por hacer es aprender la información contenida en forma
memorística (Mayer, 1984).
Con base en la literatura desarrollada en el campo, se ha demostrado que los principales atribu-
tos que debe poseer un buen lector son: el uso activo del conocimiento previo pertinente y la capa-
cidad de seleccionar y emplear de manera flexible y autorregulada estrategias de lectura (cognitivas
y autorreguladoras) pertinentes. Estas dos habilidades le permiten a los lectores competentes adap-
tarse con facilidad a una variedad de condiciones de estudio y tipos de material de lectura (véase
más adelante) ..
La comprensión de textos es una actividad consiruciioa compleja de carácter estratégico, que implica
la interacción entre las características del lector y del texto, dentro de un contexto determinado.
Se considera que es una actividad constructiva porque durante este proceso el lector no realiza
simplemente una transposición unidireccional de los mensajes comunicados en el texto a su base de
conocimientos' (Colomer, 1992; Díaz-Barriga y Aguilar, 1988; Solé, 1992). El lector trata de construir
una representación fidedigna a partir de los significados sugeridos por el texto (para 10 cual utiliza
todos sus recursos cognitivos pertinentes, tales coD19habilidades psicolingüísticas, esquemas, ha-
bilidades y estrategias), explotando los distintos índices y marcadores psicolingüisticos y los de
formato que se encuentran en el discurso escrito. La construcción se elabora a partir de la informa-
ción que le propone el texto, pero ésta se ve fuertemente enriquecida por las interpretaciones,
inferencias e integraciones que el lector adiciona con la intención de lograr una representación fiel y
profunda de lo que el autor quiso comunicar (por supuesto, el lector en un momento dado puede
incluso ir más allá del mensaje comunicado). De este modo, se puede afirmar que la construcción
realizada por el lector tiene siempre un cierto matiz especial de su persona (aspectos cognitivos,
afectivos, actitudinales y volitivos), de manera que es imposible esperar que todos los lectores que
leen un mismo texto puedan lograr una representación idéntica.
ASÍ, la forma específica que asuma la interpretación dependerá de las interacciones complejas
que ocurran entre las características del lector (sus intereses, actitudes, conocimientos previos, etcé-
tera), del texto (las intenciones presentadas explícita o implícitamente por el autor) y el contexto (las
demandas específicas, la situación social, etcétera) en que ocurra. Esto último hace que se considere
al proceso de comprensión de lectura una actividad esencialmente interactiva (De Vega, 1984, León
y García Madruga, 1989).
Estrategias
docentes
paraunaprendizaje
signif¡catIVo 275
Las interacciones entre las características del lector y del texto ocurren dentro de un contexto
en él que están inmersos ambos. Por ejemplo, no es lo mismo leer un texto determinado cuando
existe una demanda externa propuesta por el docente que cuando no la hay, tampoco es igual
enfrentarse a un texto para pasar un examen de admisión que para simplemente divertirse. Asi-
mismo, no es lo mismo un texto propio (en cuanto a género y estilo) de la comunidad social especí-
fica en donde el estudiante se encuentra, que otro que no es tan característico de su contexto
sociocultural.
Por tanto, debe reconocerse que el contexto desempeña un papel determinante en la natura-
leza y calidad con que se conduce el lector frente a situaciones de comprensión de la información
escrita.
Por último, también se considera que la comprensión de la lectura es una actividad estratégica
porque el lector reconoce sus alcances y limitaciones de memoria (especialmente de la memoria de
trabajo), y sabe que de no proceder utilizando y organizando sus recursos y herramientas cognitivas
en forma inteligente y adaptativa, el resultado de su comprensión de la información relevante del
texto puede verse sensiblemente disminuido o no alcanzarse, yel aprendizaje conseguido a partir
de ella puede no ocurrir. En ese sentido, el lector que intenta comprender un texto y que desea "leer
para aprender" debe planear el uso de distintos procedimientos estratégicos, los cuales también
deben ponerse en marcha y supervisarse de manera continua, en función de un determinado pro-
pósito o demanda contextual planteada de antemano (Solé, 1992).
Algunas de las variables involucradas en el procesamiento de textos académicos, referidas tan-
to al lector como al texto, están incluidas en la figura 7.1.
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"Estrategias
docentes
paraunaprendizaje
slgnif¡cativo 276
Procesamiento interactivo y lectura de textos
Gran parte de la complejidad del proceso de comprensión de lectura estriba en la índole y profun-
didad de los diversos niveles en que ésta ocurre. Por esto, para comprender un texto se requiere que
el lector realice actividades de micro y macroprocesamiento (Díaz-Barriga, 1988; Vidal-Abarca y
Gilabert, 1991).
• La identificación o construcción de las proposiciones (ideas) a partir de los enunciados del texto.
• La vinculación de las macroproposiciones entre sí, encontrando el hilo conductor entre ellas:
coherencia local entre proposiciones.
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EstrategIas
docentes
paraunaprendizaje
significatIVo 277
Gracias a estas actividades de microprocesamiento es posible construir la microestructura del
texto, procediendo en un análisis semántico de las proposiciones contenidas en éste, al cual se le
agrega una buena dosis de conocimientos previos pertinentes a los eventos que describe. La cons-
trucción de la microestructura llevada a cabo por el lector equivale psicológicamente a decir que el
texto se considera legible, que puede leerse con una cierta fluidez y que posee una coherencia indis-
pensable que le da sentido y lo hace inteligible (García, Elosúa, Gutiérrez, Luque y Gárate, 1999).
Sin embargo, éste es el nivel más básico de la representación del texto que es necesario, pero de
ningún modo suficiente para el logro de una auténtica comprensión.
Las actividades de macroprocesamíento (macroprocesos) son aquellas que tienen que ver con
la construcción de la macroesiruciura (representación semántica de naturaleza abstracta y global del
texto) y del modelo de la situación derivada del texto (modelo mental análogo a las situaciones descri-
tas en el texto) (véase García, Elosúa, Gutiérrez, Luque y Gárate, 1999;Kintsch, 1998;McNamara,
Miller y Bransford, 1991;Sánchez, 1993;Van Dijk y Kintsch, 1983; Van Dijk, 1994-1995;Vidal-Abar-
ca, 2000)(figura 7.2).
• La integración y construcción coherente del significado global del texto (coherencia global), a
partir de las macroproposícíones: elaboración de la macroestructura.
El texto también posee una organización sobre cómo se presenta la información escrita en su
estructura global predominante. A este nivel de organización del texto en cuanto a su forma (no
respecto a su contenido) se le conoce como superestructura retórica. El conocimiento que el lector
posee sobre las distintas superestructuras textuales puede contribuir significativamente a mejorar
la comprensión (influye incluso en la construcción de la macroestructura) y en el recuerdo del texto.
Por otro lado,la construcción del modelo de la situación no es una representación estrictamente
textual o proposicional, sino la creación de un posible mundo análogo a partir del texto, donde
intervienen, en forma decisiva los conocimientos previos y las actividades #erenciales que el lector
realiza. Puede construirse a la par de que se ejecuta la representación textual (microestructural,
macroestructural y superestructural del texto). ASÍ, si la macro estructura representa la esencia del
texto en código, digamos, lingüístico-textual, el modelo de la situación sería un "mundo creado
para el texto" y su logro constituiría el nivel más complejo y quizá el más determinante para la
comprensión del mismo.
EstrategIas
docentes
paraunaprendIzaje
slqm(¡cativo 278
:
Una vez que ya hemos afirmado en párrafos anteriores que la comprensión de textos es una
actividad constructiva, tendríamos que preguntamos: ¿qué se construye a partir del texto? Con
base en lo que hemos descrito sucintamente del modelo de Kintsch y Van Dijk podemos contestar
de manera simple y directa; lo que se construye cuando se comprende un texto es la integración de:
1) una representación textual (la interpretación del significado del texto) y 2) un modelo situacional
del texto. De este modo, puede afirmarse que se construye una representación con varias dimensio-
nes distintas (textual a varios niveles y analógica o situacional) (Sánchez, 1993 y 1998; Vidal-Abarca,
2000).
Gradas a la extensa investigación realizada en este campo, actualmente se reconoce que los
procesos micro y macro no operan de manera serial o estrictamente unidireccional (de los más
simples a los más complejos), sino que interaccionan en sentido bidireccional; es decir, mientras se
lee un texto ocurren en forma simultánea procesos que dependen de las características del lector y
otros que inician a partir de lo que el texto provee (procesos de "abajo hacia arriba" o del lector al
texto, y de "arriba hacia abajo" o del texto al lector) (De Vega,Carreiras, Gutiérrez-Calvo y Alonso
Quecuty, 1990).Lo que en la actualidad queda claro es que inmediatamente después de que inician
las actividades de microprocesamiento (que siempre son las que inician el acto), empiezan a acti-
varse y participar, no sólo ahí sino durante todo el proceso de comprensión (en la construcción de la
microestructura y la macro estructura), los conocimientos previos del lector (aunque la participa-
ción de los conocimientos previos sea más intensa en la construcción del modelo de la situación).
Así, a partir de todas estas actividades de procesamiento del texto, se afirma que el lector parti-
cipa activamente probando interpretaciones, verificándolas, depurándolas, decantándolas y dán-
doles seguimiento para construir conscientemente la representación textual y el modelo de la situa-
ción del texto, e incluso para lograr una asimilación crítica necesaria, que le permita desarrollar
conductas más complejas como poder aprender significativamente la información contenida en él y
aplicarla de forma inteligente a otras situaciones.
Entonces, tenemos que dos de los problemas más básicos en la comprensión, por los cuales los
alumnos no llegan a construir la microestructura de un texto son: 1)por desconocimiento del signi-
ficado (o no poder inferirlo por el uso de las claves contextuales) de ciertos términos centrales den-
tro del texto (utilizando las expresiones de los alumnos: lino entender ciertas palabras") y 2) por
carecer de las habilidades necesarias para seguir la progresión temática o, dicho en otras palabras,
para relacionar las ideas nuevas (el comentario) con las ya dadas (el tema), provocando así serias
dificultades para establecer la coherencia local necesaria (en las palabras de los alumnos: sentir que
se "pierde el hilo"). Evidentemente, el primer problema radica en que no se accede al significado de
las palabras (especialmente las más significativas del texto) y como consecuencia no pueden elabo-
rarse las proposiciones o ideas en forma apropiada; respecto al segundo problema, la dificultad
estriba en que no se están relacionando de modo adecuado las proposiciones adyacentes, 10 cual
trae como resultado una falla en la estructuración de la continuidad temática del texto, necesaria
para procesamientos posteriores de mayor complejidad.
Otro problema, quizá el más típico, es aquel que tiene que ver en forma directa con la construc-
ción de la macroestructura. Esta dificultad reside en que una vez que los alumnos reconocen que el
texto es inteligible, y que las ideas tienen una cierta lógica y sentido, no llegan a ser capaces de
construir con certeza una representación de la información contenida en él, que le dé sentido como
una totalidad (enpalabras de los alumnos: "no sé bien lo que me quiere decir el texto"). El problema
aquí, entonces, consiste en una inadecuada aplicación de los macroprocesos (por ejemplo, las
macrorreglas). ya sea por falta de madurez para poder hacerlo (seha demostrado una cierta evolu-
ción en la aplicación y comprensión de las macrorreglas, véase Brown y Day, 1983,y el capítulo
anterior en la reseña breve de esta investigación) o debido al desconocimiento de cómo ejecutarlas
en forma correcta.
Un cuarto tipo de dificultad estaría relacionado con la identificación de la estructura formal del
texto. El problema aquí radica en que los alumnos, teniendo las habilidades para construir los ele-
mentos centrales de la microestructura y la representación global del texto, no son capaces de iden-
tificar que las distintas partes del texto conforman una superestructura, que les permitiría, a su vez,
perfeccionar su representación macroestructural. Metafóricamente hablando, puede decirse que los
alumnos logran identificar los "árboles" (los enunciados y hasta los enunciados principales del
texto)¡pero no consiguen percatarse del"bosque" (la superestructura) del que son parte.
y macroestructural, todavía haría falta elaborar el modelo de la situación donde los conocimientos
previos sobre los eventos descritos en él juegan un papel crucial. Sánchez (1998)menciona que la
... . ~
.":
. .;'
Muchas veces en las situaciones de enseñanza se desea que los alumnos no sólo identifiquen o
construyan los significados de las palabras, de los enunciados o del texto en su totalidad, sino que
sean capaces de tener una representación potente (el modelo de la situación) y con mayor profundi-
dad, que les permita aplicar lo leído a diversas situaciones que lo demanden (por ejemplo, aprender
un procedimiento a partir de un texto y, gracias a los conocimientos previos, comprender las rela-
ciones espaciales, temporales y contextos de uso que no están escritos pero que están implicados) o
que incluso les permita reflexionar o derivar conclusiones sobre el texto leído.
Nos parece que a esta descripción bien lograda de Sánchez (1998) sobre las dificultades de
comprensión, todavía podríamos añadir otras dos que los profesores logran identificar en su prác-
tica.
La primera de ellas se refiere a que no pocos alumnos (sobre todo en educación básica, y en
educación media en los lectores menos competentes) parecen asumir una conceptualización de la
lectura fuertemente centrada en las habilidades de descodificación. Baker y Brown (1984) se han
referido a este problema y han señalado al respeto que estos alumnos no logran tomar conciencia de
que leer consiste en construir interpretaciones a partir de la información contenida en los textos; por
lo contrario, parecen enfocar sus esfuerzos a la descodífícación adecuada de frases y palabras. Tal
vez dicha dificultad esté asociada con algunas de las siguientes razones: 1) que los alumnos conti-
núan haciendo su lectura de comprensión como si fuera una "lectura en voz alta" (la cual por cierto,
es una práctica muy utilizada en la escolaridad básica), en la que hay que cuidar demasiado la
descodificación a expensas de la comprensión, porque de lo contrario la audiencia no entendería 10
que se está leyendo (pruebe el lector leer varias páginas de este texto en voz alta y comprobará que
por estar más centrado en descodificar correctamente, la comprensión de las ideas disminuirá sen-
siblemente); o bien, 2) que los alumnos no explotan en forma adecuada las pistas contextuales nece-
sarias para construir el significado del texto, habilidad que por cierto no siempre se promueve en
las actividades que se realizan en clase. También es probable que este problema esté asociado con
alguna o varias de las seis dificultades anteriores (por ejemplo, segunda, tercera y sexta dificulta-
des) o que incluso sea consecuencia de alguna (s) de ellas.
aocentes paraunaprendizaje
Estrategras srgniftcativo 282
Dentro de esta línea referida a las conceptualizaciones sobre la lectura, recientemente se ha
puesto al descubierto que los lectores asumen creencias distintas sobre lo que es la lectura y que
éstas influyen de una manera importante en la forma en que se conducen cuando comprenden
textos. Schraw y Bruning (1996), por ejemplo, consideran que los lectores (específicamente los con-
sumados, desde estudiantes de bachillerato hasta profesionistas) desarrollan una "epistemología
del texto" como producto de sus experiencias personales y culturales (educativas) con los textos,lo
cual mediatiza la forma en que interactúan con ellos. Estos autores han logrado identificar dos
modelos o dos tipos de conceptualizacíones sobre la lectura, a saber: el modelo de transmisión-
traducción (MTT) y el modelo transaccional (MT). Los lectores que se guían por una conceptualiza-
ción del modelo de transmisión-traducción consideran que el significado es depositado por el autor en
el texto y reside en él; en consecuencia, el significado se transmite directamente hacia el lector cuan-
do éste interactúa directamente con él. De este modo, dichos lectores consideran que la lectura es un
acto de recuperación o transmisión del significado y que el lector tiene que asimilarlo pasivamente
desde el texto. En oposición, el modelo transaccional parte de la idea de que el significado del texto se
construye gracias a las interacciones entre un lector (con sus conocimientos previos, propósitos,
intereses y motivaciones) y el texto; los alumnos que se guían por este modelo consideran que
comprender no es recibir el significado desde el texto, sino que éste es construido; de manera que
un mismo texto puede interpretarse de manera diferente por distintos lectores, a pesar de las inten-
ciones del autor o del contenido del texto.
Luego de minuciosos análisis, Schraw y Bruning demostraron, entre otras cuestiones, que los
sujetos universitarios que se guiaban por el modelo transaccional recordaban más información de
textos expositivos (cantidad de proposiciones), que sus contrapartes que se adherían al modelo
de transmisión; asimismo, se demostró que los del modelo transaccional hicieron Un mayor uso de
sus conocimientos previos y hacían interpretaciones más personales y críticas de los textos.
La segunda dificultad adicional se refiere a la falta de motivación que parecen mostrar muchos
alumnos para ejecutar, o a veces para iniciar, el proceso de comprensión lectora satisfactoriamente.
Una buena cantidad de alumnos no quieren realizar la actividad lectora por factores asociados ya
sea al texto (los temas no parecen ínteresarles, los textos les parecen muy complejos o aburridos,
contienen términos o explicaciones complejas, etcétera), a ellos mismos (tienen creencias negativas
de auto eficacia lectora, actitudes negativas hacia la lectura, malos hábitos de lectura, patrones
motívacionales inadecuados, etcétera); o bien, al contexto instruccional (a muchos alumnos no les
gusta leer obligados o bajo situaciones de competencia). En tal caso el paso inicial consistiría en
reconocer el origen del problema y posteriormente trabajar en función del mismo (por ejemplo,
para el caso de textos complejos, escoger otros más sencillos pero pertinentes a los fines educati-
vos que se buscan, diseñarlos de manera más apropiada, etcétera; para el caso de problemas mo-
tivacionales o actitudinales, varias de las recomendaciones hechas en el capítulo tres de esta obra
pueden ayudar a solventarlos).
Antes de dar paso a la siguiente sección, es necesario tener en cuenta cuáles son las posibles
funciones que llega a asumir el lector cuando se enfrenta a un texto en nuestra sociedad (véase
Freebody y Luke, 1990, citado por Wray y Lewis, 2000). Estas funciones, que se encuentranrelacio-
nadas entre sí, pueden disociarse en ciertos momentos, prácticas y contextos. Las funciones son las
siguientes:
Estrategias
docentes
paraunaprendizaje
significatIVO 283
1. Como descodificador o descifrador que se enfrenta a problemáticas como las siguientes: ¿qué
dice este texto?, ¿cómo puedo descifrarlo?
2. Como intérprete del texto: ¿qué significa el texto?, ¿qué puedo comprender?, ¿qué ideas cons-
truyo a partir de él?
3. Como aprendiz a partir del texto: ¿qué aprendo de él?, ¿qué he aprendido a partir de él?
4. Como usuario del texto. Las preguntas clave serían: ¿cómo puedo utilizar lo que el texto me
dice?, ¿qué puedo aplicar?, ¿para qué situación(es) es útil lo que me dice?
5. Como analista crítico del texto. Las preguntas clave aquí son muy variadas, pero las más repre-
sentativas podrían ser: ¿qué propósito tiene este texto?, ¿qué aspectos me parecen adecuados o
inadecuados, interesantes o no interesantes?, ¿qué me quiso comunicar el autor?, ¿qué otras
lecturas alternativas puedo hacer del texto a la que me propone el autor?, ¿qué implicaciones
tiene el texto?, ¿qué críticas puedo hacerle", ¿qué tan valioso o transcendental lo encuentro?
•
':::
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EstrategIas
docentes
paraunaprendizaje
signif¡catlVo 284
Creemos que estas funciones deben ser consideradas para que las actividades estratégicas de
aprendizaje y de enseñanza que se desean utilizar sean aplicadas en forma adecuada, ya sea por el
aprendiz o por el enseñante. Sin duda, las más valiosas en el ámbito académico serían aquellas que
se describen a partir de la segunda función (desde donde se implica la construcción de la
macro estructura y el modelo de la Situación); aunque en ciertos momentos y bajo ciertas circunstan-
cias puede ser valiosa también la primera de ellas (es decir, en la lectura en voz alta o al momento de
corregir un texto cuando se escribe).
Pero de cualquier manera, nos parece que todas deben ir encaminadas -y quizá sea uno de los
objetivos centrales de la genuina alfabetización que vertebre los currículos de todos los niveles de
escolaridad- a desarrollar un lector activo, capaz de interpretar textos y de construir significados
(guiados por el modelo transaccional al que nos referíamos lineas arriba y no por el modelo de
transmisión-traducción), que sea capaz de utilizar estrategias para lograr un aprendizaje significa-
tivo y hacer una lectura crítica de los mismos. Los alumnos-lectores no podrán llegar a hacer una
interpretación valiosa, a construir una representación lingüística y situacíonal, o llevar a cabo una
lectura reflexiva, consciente y crítica si no utilizan de modo inteligente todos sus recursos cognitivos
(conocimientos previos; estrategias específicas de lectura, metacognitivas y autorreguladoras),
psicolingüísticos (competencia comunicativa general, conocimiento del lenguaje escrito, conocimien-
to de las superestructuras textuales y sus funciones) y socioculturales (conocimientos de los signifi-
cados y contextos culturales) adquiridos.
En esta sección, mencionaremos brevemente los distintos tipos de estrategias que pueden ser ense-
ñados a los alumnos para que mejoren su tratamiento de la información de textos y haremos una
breve reseña en torno a la enseñanza de las mismas. Por último, presentaremos una descripción de
uno de los procedimientos que ha comprobado ser el más eficaz para la enseñanza de estrategias de
comprensión lectora.
Son muchas las clasificaciones de los tipos de estrategias específicas que se han elaborado, fun-
damentadas en un sinnúmero de investigaciones de tipo empírico y aplicadas sobre el proceso de
comprensión de textos. Sin embargo, quisiéramos exponer una clasificación que sigue de cerca el
trabajo de Solé (1992) (véase cuadro 7.3). Dicha clasificación tiene como base establecer una distin-
ción de las mismas a partir de los tres momentos que ocurren cuando se lleva a cabo todo el proceso.
En ese sentido, es posible hablar de estrategias que pueden aplicarse antes, durante o después del
proceso lector. Dicho de otro modo: se trata de ¡estrategias para todo el proceso!
Es necesario considerar que la separación entre los tres momentos principales de la ocurrencia
del proceso es un tanto artificial (según Solé, ob. cit., "algunas de las estrategias son intercambiables,
para varios momentos"); pero es evidente que dicha división existe y, en ese sentido, tiene una
cierta validez psicológica. Además, esta taxonomía también permite comprender y ubicar mejor los
diferentes tipos de estrategias, e igualmente facilita los fines de exposición de las estrategias de
nuestro interés en esta sección.
EstrategIas
docentes
paraunaprendizaje
SignificatIVO 285
ESTRATEGIAS
ESTRATEGIAS .. ESPECÍFICAS
,:. , " ,AUTORREGULADOltAS DE LECTURA
,',", .
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..f·?::..·..'-.",
rrollado las habilidades metacognitivas y autorreguladoras necesarias para poder hacerlo, por ello
es que hemos incluido en el cuadro 7.3 ambos tipos de estrategias.
Cuando iniciamos una actividad lectora, siempre debe existir un propósito que. la antecede
(aunque generalmente en la escuela, dichas finalidades son impuestas desde el exterior por el do-
cente o por las exigencias del programa académico). Por ello, se considera que establecer el propó-
EstrategIas
docentes
paraunaprendtza/e
signi(¡cativo 286
sito de la lectura es una actividad fundamental porque determina tanto la forma en que el lector se
dirigirá al texto corno la forma de regular y evaluar todo el proceso.
Establecer el propósito de la lectura. Podernos decir que, en el contexto escolar, se privilegian cuatro
tipos de propósitos para la comprensión de textos:
Gran parte de las actividades de lectura llevadas a cabo en la escuela son propuestas general-
mente por el profesor o los propios textos, por lo que el alumno/lector tendrá que adaptar su pro-
pósito en función de dichas propuestas. Se ha demostrado que la capacidad para saber cómo adap-
tar el propósito de la lectura a las demandas de las tareas que implican comprensión y aprendizaje,
es un elemento crucial para poder plantear y llevar a cabo actividades de planeación de estudio
eficaces y desarrollar en forma apropiada las actividades de supervisión metacognitiva. Los lecto-
res más pequeños y menos habilidosos tienen dificultades para adaptarse a los requerimientos de
sus tareas y para comprender los distintos propósitos de la lectura (Brown, Armbruster y Baker,
1986).
Sin embargo, también debe tenerse en cuenta que las actividades que demandan comprensión
de textos (las cuales son planteadas desde "afuera", por el profesor, el texto, etcétera), muchas veces
están reñidas con la actividad autotélica de leer por placer (que en ocasiones es establecida por el
alumno como una meta personal cuando tiene la oportunidad de hacerlo). En ese sentido, debería-
mos intentar inducir en los alumnos los propósitos mencionados, de modo tal que ellos participen
directamente en su propuesta y los perciban corno actividades autoiniciadas (véase motivación de
control, capítulo 3), mejorando así su motivación por leer. Igualmente, tendría que enseñarse que
no todos los propósitos requieren la misma forma de aproximación al texto. Leer para aprender o
leer con sentido reflexivo y crítico requiere de una lectura atenta, minuciosa, activa y consciente,
donde se aplican una variedad de actividades estratégicas, lo cual no ocurre cuando la lectura va
encaminada a encontrar información específica.
Una vez que ha quedado claro el propósito para el lector, la actividad estratégica autorreguladora
posterior consistirá en planificar distintas acciones, estrategias y operaciones a realizar, desde ese
momento, durante y después de todo el proceso para poder conseguir la actividad de comprensión
(véase también cuadro 7.4).
Puede elaborarse un plan para leer el texto, teniendo en cuenta las variables metacognitivas de
persona, tarea y estrategias (revisadas en la sección sobre metacognición y autorregulación del apren-
dizaje del capítulo anterior) y con base en ello, seleccionar algunas estrategias' pertinentes para
desarrollar el acto de lectura. Se ha demostrado que los lectores más eficaces saben decidir cuáles
estrategias de las que conocen son las más adecuadas y efectivas en función de ciertos propósitos,
demandas de tareas y tipos de textos (París, Wasik y Turner, 1991).
docentes paraunaprendizaje
EstrategIas s¡gnif¡ca/lVo 287
,
Componentes Autopregunias-guia
Planificación
Objetivos de lectura ¿Qué objetivos se propone al leer?
, Supervisión
, Grado de aproximación a Iameta •
'",,1 • '. • • : •.
¿Se da,cuentade si está siguiendo lo que
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Detección de dificultades y. probleP'tas' " .', ¿Está comprendiendo 'lo que lee? ,'< >
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,',Adecuación de las estrategias ,' Sino son apropiadas ias estrategias, ¿ha
" ~., ,' ipt:iod~cidR,rp.ocUficacionEis?
"1,',: ,';"-.: •.:..
Estas estrategias pueden realizarse con cierta facilidad a partir de una aproximación inicial al
texto, ya sea leyendo el título, explorando el índice de contenido, revisando someramente los subtí-
tulos o las ilustraciones contenidas, atendiendo a las pistas de la superestructura (palabras clave), o
bien, gracias a los comentarios hechos antes en forma intencional por el profesor.
Uso del conocimiento previo. Tiene que ver directamente con el conocimiento esquemático que
posee el lector. Sin el conocimiento previo, sencillamente sería imposible atribuir sentido y cons-
truir algún significado sobre los textos; no se tendrían los elementos para poder interpretarlo, o
para construir alguna representación por muy vaga que ésta fuese. De igual forma, sin los esque-
mas de conocimiento sería imposible la construcción de la macroestructura y la creación del modelo
de la situación que pueda desprenderse de él (véase McNamara, Miller y Bransford, 1991)"
Resnick (1984, citado por Vid al-Abarca y Gilabert, 1991) ha distinguido tres tipos de esquemas
que puede utilizar el lector cuando se enfrenta a un texto (no sólo antes sino durante todo el proceso
de lectura). Éstos son los siguientes: .
a) Esquemas de conocimiento acerca del dominio o temática específico que trata el texto.
b) Esquemas de conocimiento acerca de las estructuras textuales.
Estas estrategias son las que se aplican cuando ocurre la interacción directa con el texto y cuando se
están ejecutando los micro y macroprocesos de lectura. Una de las actividades autorreguladoras
más relevantes que ocurren durante la lectura es la de monitoreo o supervisión del proceso. Esta
actividad autorreguladora se ejecuta en función del propósito y del plan previamente especificados
y tiene que ver con los siguientes asuntos: 1) la consecuencia del proceso de comprensión (experien-
cia metacognitiva de "sentir que estoy comprendiendo"), 2) la intensificación del proceso (lo cual
está relacionado directamente con la experiencia metacognitiva de "saber si entiendo o no lo sufi-
ciente") y 3) la identificación y resolución de distintos problemas u obstáculos que vayan aparecien-
do durante el proceso (véase cuadro 7.3) (Baker, 1985; Mateas, 1991).
Baker (1985) ha señalado que cuando leemos usamos varios tipos de criterios para monitorear
nuestra comprensión. "Grosso modo podemos decir que éstos pueden clasificarse en criterios de tipo
léxico (evaluación de cadenas de letras que forman palabras y palabras completas), sintáctico (co-
rrección gramatical de frases) y semántico. En este último, a su vez, se incluyen aspectos que eva-
lúan la cohesión proposicional local (relación entre enunciados adyacentes) y global (que los distin-
tos enunciados tengan relación con la temática global del texto), la consistencia interna (que no
Estrategias
docentes
paraunaprendtzaJe
sIgnificatIVo' ,;.'"'89
haya incongruencia entre distintos enunciados del texto), la congruencia externa (relación de la
información con el conocimiento del mundo que uno posee) y la claridad informativa global.
Detectar carencias o fallos en la comprensión (de tipo léxico, sintáctico, etcétera) debidas a la
insuficiente información proporcionada por el texto o a la inadecuada representación construida
por el lector, es decir, saber que se está fallando en la comprensión en un momento determinado
dentro de la lectura del texto, es una habilidad (por supuesto de monitoreo o supervisión) esencial
que distingue una ejecución apropiada de comprensión de textos, de otra que no lo es.
Lo contrario, o sea, no saber distinguir los fallos, implica por supuesto no saber diferenciar
cuándo se comprende y cuándo no, o dicho en otras palabras, ignorar que no se sabe o no saber que
se está ignorando lo esencial del texto. Algunos autores han denominado a esta falsa ilusión
meta ignoran cía (ignorar que se está ignorando, en este caso, la información relevante propuesta en el
texto por el autor). .
En relación con el punto 3, Mateos (1991)ha señalado que pueden identificarse dos aspectos
claramente implicados: a) la evaluación del grado de comprensión conseguido en un momento
determinado del proceso, lo que ya implica detectar inconsistencias, y b) las acciones reguladoras
ejecutadas cuando ocurre o se encuentra algún fallo en la comprensión por medio de la modifica-
ción de las estrategias empleadas o la inclusión de una o varias estrategias remedia les apropiadas
para solventarlos. De entre las estrategias remediales a las que en un momento dado el lector puede
cudir, se encuentran las siguientes: a) ignorar el problema y continuar leyendo, b) aventurar una
interpretación que más adelante puede ser corroborada o refutada, e)releer el contexto en que se ha
encontrado el fallo y, por último, d) acudir a una fuente experta (texto similar, diccionario, profesor,
compañero, etcétera) (véase Solé, 1992).Comopodrá notarse, dichas estrategias están enlistadas en
función del grado de interrupción que puedan provocar en la continuidad de la lectura, por esta
razón se recomienda que las últimas deben emplearse sólo cuando se considere verdaderamente
necesario, en función, claro está, del grado de perturbación a la comprensión global del texto y del
propósito de lectura perseguido.
Una actividad también muy relevante para ir construyendo una comprensión adecuada del
texto, es la identificación de la información de mayor importancia contenida en él (elllamado efec-
11
to de los niveles", que tiene que ver con la identificación de macroproposiciones para construir la
macroestructura). Cuando se lee un texto es imposible procesarlo todo al mismo nivel, dadas las
limitaciones de nuestra memoria a corto plazo, por lo que siempre es necesario ir diferenciando,
conforme ocurre el proceso, aquella información que tiene mayor importancia de la que tiene una
. importancia secundaria o de la que es completamente irrelevante. Apoyados en esto, podremos
darle sentido a lo que leemos (usando los esquemas de conocimiento) y construir paulatinamente la
representación global del texto.
La detección de la información depende en gran parte del propósito que hayamos establecido y
de nuestros conocimientos previos. Por ejemplo, se ha hecho una distinción relevante que vale\ la
pena tener presente cuando nos enfrentamos al problema de cómo enseñar a los alumnos a detectar
la información relevante. Esta distinción señala que es posible encontrar información relevante a
Ec;trateglas
docentes
paraunaprendizaje
significativo 290
partir tanto de los puntos de vista del autor (generalmente coincidentes con los del profesor) como
del lector (aunque en la escuela generalmente se privilegien los puntos de vista del primero sobre el
segundo).
Respecto a la importancia de la información desde el punto de vista del autor, existen muchas
evidencias que hablan a favor la mejor capacidad que tienen los lectores expertos sobre los novatos
para identificarla y para utilizarla, e incluso trascenderla o asimilarla críticamente, gracias a saber
usar su conocimiento esquemático (especialmente el referente a la superestructura de los textos)
(véase Dole y cols., 1991; véase también estrategia de resumen más abajo).
El lector puede aplicar muchas estrategias para potenciar la extracción y construcción de los
significados relevantes a partir del texto base. No nos vamos a detener a describir todas las estra-
tegias durante la lectura presentadas en el cuadro 7.2. Algunas de ellas ya han sido someramente
consideradas en éste y otros capítulos de la presente obra. Sin embargo, queremos referirnos de
manera breve a dos de ellas, dada su importancia para el proceso que nos ocupa, a saber: la elabora-
ción de inferencias y el uso de estructuras textuales como estrategias. También expresaremos algunos
comentarios sobre dos estrategias muy empleadas por los alumnos: el subrayado y la toma de notas.
Saber sobre la temática tratada en el texto o tener conocimiento acerca de determinados even-
tos, sucesos o situaciones que se describen en él, permiten construir activamente inferencias, las
cuales pueden ayudar a subsanar distintos problemas. Algunas de las actividades que pueden rea-
lizarse gracias al establecimiento de inferencias son:
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• .~ ~:;t'.: ". - , ': .: :
o··
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.v-.
E11la enseñanza recíproca, las actividades de gltia y modelado qlle realiza el profesor y los didlogos de /05participames constituyen
un magnífico contexto para el aprendizaje de una lectura estratégica.
• El esclarecimiento del significado de partes del material que le parezcan oscuras al lector (pala-
bras, frases, ideas).
• La elaboración de interpretaciones hipotéticas posibles sobre cómo entender el mensaje que nos
está proporcionando el autor.
• El desarrollo de una lectura interpretativa entre lineas advirtiendo ciertas pistas implícitas en el
texto.
Muchas de las inferencias elaboradas por el lector mientras se ocupa de la lectura, son de natu-
raleza automática (por ejemplo, las inferencias-puente), otras sólo son realizadas cuando el lector
tiene alguno de los problemas antes citados (por ejemplo, omisiones o huecos en su comprensión).
Seha demostrado que la capacidad para elaborar inferencias -de tipo simple- en la compren-
sión es posible desde edades tempranas, por ejemplo, en segundo grado con textos narrativos. Sin
embargo, también se ha puesto al descubierto que los pequeños no siempre lo hacen en forma eficaz
y automática (Doley cols., 1991).Aquí nuevamente se ha encontrado que los lectores más habilido-
sos elaboran más y mejores inferencias mientras comprenden, en comparación con los lectores me-
nos capaces.
Estrategia estructurar El uso deliberado del conocimiento de las superestructuras textuales por
parte de los lectores cuando leen, ha sido denominado por Meyer (1984)como la estrategia estruc-
tural, la cual consiste en aplicar los esquemas estructurales pertinentes a los textos que se intentan
comprender. Dicha aplicación sólo es posible toda vez que los lectores los hayan intemalizado pre-
viamente.
Los lectores que han desarrollado cierta sensibilidad a las superestructuras textuales o que usan
la estrategia estructural (narrativa o expositiva), comprenden más y mejor los elementos estructu-
rales importantes que definen a los textos. Esto es, cuando comprenden la información contenida
en ellos lo hacen teniendo en cuenta los distintos componentes y construyen su representación
textual con base en dicha organización estructural, lo que garantiza laveracidad de su comprensión
(no olvidar que la superestructura textual influye determinantemente en el procesamiento semántico
de 10 esencial del texto: la macroestructura; véase figura 7. 3). Mientras que los lectores que son
insensibles a las estructuras tienen un recuerdo desestructurado del texto por lo que sólo consiguen
elaborar una lista acumulativa de enunciados (estrategia de listado) centrándose más en los aspec-
tos triviales -detalles- que en los verdaderamente relevantes (Horowitz, 1985;Sánchez, Orrantia
y Rosales, 1995). .
EstrategIas
docentes
paraunaprenaíza¡e
SIgnificativo 292
_._-----------------
...........
de la'eStrategiá
;' 'CQADRO 7.5 'Recomendaciones p~á ia 'er;1sefÍ~ri~a ':
: éstructural,con'textos,e,xpositivos .. ..';" " ;:
-, ~ " '"..!, - ,., - '- .' - >, • • ' • -
• Familiarice a los alumnos con las relaciones implicadas en las distintas superestructu-
ras expositivas (relaciones-secuencia, comparación-contraste, causa-efecto, problema-
solución, etcétera) mediante enunciados simples que expresen contenidos sencillos.
Proceda enseñando a identificar cada una de las relaciones.
Por último, esbozaremos algunos comentarios sobre las estrategias de subrayado y de toma de
notas. Dichas actividades estratégicas sirven para apoyar el aprendizaje y el estudio que se hace por
medio de textos (Balluerka, 1995; Gall, Gall, [acobsen y Bullock, 1994).
Algunas recomendaciones para el subrayado serían: a) no subrayar todo, hay que ser selecti-
vos, puesto que se puede perder el sentido de la actividad; b) no hay que hacerlo de forma mecáni-
ca, sino hasta después de haber entendido el texto (algunos recomiendan subray~r después de leer
Estrstep/asdocentes
paraunapref}(j/za¡e
stgnificatIVo 293
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Figura 7,3 Descripcián gráfica de la representacidn de! texto m sujet()s con buena y pobre comprensián.
una primera vez una porción considerable del texto o todo el texto), y e) realizar alguna actividad
adicional con los subrayados (releer selectivamente, resumir, autocuestionarse, etcétera).
Tomar notas, La actividad de tomar notas es aún más compleja que el subrayado. Demanda un
tratamiento de mayor profundidad de la información leída porque, además de potenciar la aten-
ción y selección de la información importante encontrada en el texto, requiere que la comprenda-
mos y la recodifiquemos en nuestras propias palabras (parafraseo). Las notas escritas pueden orga-
nizarse en forma lingüística, como sería por medio de un resumen acumulativo, o bien, en forma
viso-espacial por medio de cuadros sinópticos, organizadores gráficos (comparativos, causa-conse-
cuencia, secuencia temporal, etcétera) o mapas conceptuales (véase capítulo 5 de esta obra).
Para la toma de notas de los textos es importante ser sensible a las palabras clave o marcadores
encontrados en el texto,los cuales nos indican su superestructura retórica. Algunas recomendacio-
nes adicionales son: a) es mejor tomar notas con paráfrasis que literales, b) se presta más cuando se
trata de textos con información compleja y e) se debe cuidar la adecuación de las notas con el texto
y con el propósito de lectura.para que tenga resultados positivos.
Estas estrategias son aquellas que ocurren cuando ya ha tenido lugar la actividad de lectura (o
cuando ha finalizado una parte de la misma). Elprimer lugar lo ocupa la estrategia auiorreguladora de
Estrategias
docentes
paraunaprendizaje
SIgnificativo 294
evaluación de los procesos y de los productos, en función por supuesto del propósito establecido. El
segundo lugar le corresponde a las actividades estratégicas específicas que son concretizadas (pero que
vienen trabajándose de antemano) toda vez que se haya realizado todo el proceso (o una parte del
mismo).
Las estrategias típicas que se realizan después de finalizar el acto de comprensión son dos va-
riantes de la atribución del sentido conseguidas gracias a la interacción entre los conocimientos
previos y las características del texto: la identificación de la idea principal y el resumen.
Las estrategias de identificación de la idea principal y el resumen, en realidad son dos actividades
cognitivas que pertenecen a una misma especie: el procesamiento macroestructural del texto. La
primera llevada hasta su grado más depurado, y la segunda conservando algunas características de
mayor detalle sobre la información relevante de primer niveL No obstante, podríamos decir ~ue
la idea o ideas principales son tul resumen en su más alto grado de expresión, pero no podemos
decir lo inverso porque un resumen, en sentido estricto, -es más que un listado simple de ideas
principales.
Identificar la idea principal. Antes de empezar a definir qué es la idea principal de un texto, conviene
distinguirla de lo que es el tema de un texto (Solé, 1992).El tema de un texto es aquella parte de la
macroestructura que nos permite contestar en tul momento determinado a la pregunta: ¿de qué
trató el texto?, y se expresa a lo más por medio de un enunciado simple. En cambio, la idea princi-
pal, siendo también parte de la macroestructura, se refiere a la identificación o construcción del
enunciado o enunciados de mayor relevancia que el autor utiliza o sugiere para explicar el tema, La
idea principal se podría contestar mediante la pregunta: ¿cuál es la idea más importante que el
autor utiliza (o sugiere) para explicar el tema? Como se verá, para construir la idea principal prime-
ro se requiere especificar el tema (el cual, por cierto, a veces coincide con el título, o en su caso, con
el subtítulo del texto).
Estrategias
docentes
paraunaprendizaje
significatIVO 295
que además les dedican más procesamiento mientras leen, supervisándolas continuamente para
obtener mejores beneficios en su comprensión (París, Wasik y Turner, 1991).
¿Cómo es que los lectores eficaces aprenden a identificar las ideas principales de un texto?
Winograd y Bridge (1990) señalan que se debe básicamente a dos razones. La primera va en relación
con su experiencia previa con multiplicidad de textos y la creciente capacidad para identificar las
palabras clave o marcadores textuales que encuentren en ellos; los lectores proceden siguiendo
las pistas usadas por los autores, lo cual los conduce a identificar la superestructura textual y, con
ello, la idea principal, La segunda razón aduce que se debe al rico conocimiento temático que po-
seen y activan durante la lectura, lo que les lleva a diferenciar la información principal de la secun-
daria.
Ei resumen. En palabras de Kintsch y Van Dijk, un resumen es: "Un discurso con respecto a la macro-
estructura de otro discurso." La elaboración de resúmenes, como estrategia elaborada por el ah.un-
no, ha sido investigada en varios estudios realizados a partir del modelo macroestructural de Van
Dijk y Kintsch (1983). De acuerdo con estos autores la construcción de la macroestructura, la cual
tiene que ver directamente con los resúmenes, se elabora a partir de la aplicación de las macrorreglas
y de la superestructura (véase capítulo S·de esta obra y la sección introductoria del presente capí-
tulo).
Yanos hemos referido a los tipos de macrorreglas identificadas por Van Dijk y Kintsch (capítulo
5)y a su importante papel en la construcción del significado global del texto. Para la elaboración de
la macroestructura, además de la aplicación de las macrorreglas, también juega un papel central el
conocimiento de las superestructuras textuales (laestrategia estructural) (véase también capítulo 5).
El resumen constituye una estrategia potente porque quien lo elabora con el deseo de mejorar el
aprendizaje significativo del texto, se obliga a profundizar y reflexionar de manera consciente sobre
la macroestructura y la superestructura del texto, a emplear el conocimiento previo temático (para
elaborar y profundizar sobre el modelo de la situación) y a reformular con los códigos y el vocabu-
lario personales aquello que el autor nos quiso decir por medio del texto. Si bien el resumen es
esencialmente reproductivo (porque se parte de un texto al que se quiere reducir a sus ideas más
relevantes), también es una actividad compleja y reconstructivo-creativa.
Estrategias
docentes
paraunaplendizB¡e
slgmi'lcatlVo 296
Algunos estudios han demostrado que la elaboración de resúmenes es una habilidad que se
desarrolla con la práctica y la experiencia. Sin embargo, también se debe condicionar lo anterior
según el tipo de texto del que se hable. Por ejemplo, se reconoce que es más fácil resumir textos
narrativos que expositivos.
Como ya señalábamos en el capítulo anterior, Brown y sus colegas (Brown y Day, 1983; Brown,
Day y [one, 1983) demostraron que los niños mayores y los lectores expertos manifiestan una ma-
yor capacidad para resumir textos que los menores. También identificaron cierto patrón en el uso
de las macrorreglas para la construcción de resúmenes. Por ejemplo, se encontró que los niños
(desde 50. grado de primaria hasta 20. de secundaria, aproximadamente), que utilizaban textos
complejos, fueron capaces de suprimir lo irrelevante y de copiar en forma literal lo que les parecía
importante¡ pero también se demostró que les fue difícil abreviar, parafrasear e integrar la infor-
mación relevante (uso de las macrorreglas de generalización y de construcción), que implica
moverse ágilmente de un párrafo a otro (algo que hicieron sin aparente dificultad los estudiantes
Estrategias
docentes
paraun aprendtzaje
significativo 297
de preparatoria y profesional). También se ha encontrado en varias investigaciones que los lecto-
res desde la niñez tardía o adolescencia usan ya activamente las distintas claves textuales y la su-
perestructura organizativa, para la elaboración de sus resúmenes (véase Paris, Wasik y Turner,
1991).
Por su parte, Winograd (1984) encontró que las diferencias existentes entre lectores adolescen-
tes con buena y pobre comprensión se debían básicamente a la dificultad que tenían para detectar
las ideas principales de los textos, lo cual coincide con el hallazgo de Brown y asociados en tomo a
la estrategia de supresión. Aunado a esto, Wmograd encontró que los dos grupos de lectores pare-
cían tener criterios diferentes para seleccionar lo que consideraban importante del texto. Los malos
lectores seleccionaban información que describía hechos concretos y detalles visuales que no juga-
ban un papel relevante en la comprensión del texto, pero que despertaban su interés (de acuerdo
con lo que decíamos líneas atrás, seguían el criterio de relevancia contextual). Mientras que los
lectores más habilidosos demostraban mayor capacidad para detectar las ideas que sí eran impor-
tantes desde el punto de vista del autor (el criterio de relevancia textual) para la comprensión global
del texto.
Las diferencias según Winograd, se deben a que los lectores deficientes seleccionaban los enun-
ciados, que luego utilizaban en sus resúmenes, en función de criterios personales, sin atender de
forma estratégica los avisos o marcadores puestos explícitamente por el autor del texto. Por el con-
trario, los lectores más habilidosos llegan a aplicar ambos criterios, aunque suelen anteponer los
criterios del autor a los personales, cuando la tarea así lo demanda.
Por lo tanto; gracias a éstas y otras investigaciones se sabe que la habilidad para resumir apare-
ce y se desarrolla desde la mitad de la escolaridad básica hasta la educación media y universitaria,
aproximadamente. A los niños les cuesta más trabajo resumir textos (en especial si éstos son com-
plejos para ellos); pero poco a poco van mejorando su ejecución durante la niñez tardía y, sobre
todo, en la adolescencia, gracias al reconocimiento paulatino de la importancia de la información
superestructural de los textos, a su capacidad creciente para aplicar las macrorreglas más complejas
y a su mayor habilidad para detectar y localizar la información central de los textos. Se considera
que ya en la educación media superior y superior, la mayor parte de los alumnos son capaces de
manejar estas habilidades, mejorando ostensiblemente su capacidad para elaborar resúmenes en
forma coherente y precisa (Dale y cols., 1991).
En esta breve exposición sobre las estrategias de comprensión de lectura, hemos introducido
intencionalmente algunos comentarios sobre las diferencias individuales identificadas en el uso
que se hace de ellas. Quisiéramos terminar esta sección con un cuadro integrador de resumen (véa-
se cuadro 7.6), elaborado a partir de las múltiples investigaciones realizadas en el campo que se han
dirigido a identificar las diferencias principales entre los lectores más capaces y los menos habilido-
sos en la comprensión de textos. Sin duda, el reconocimiento de las diferencias de habilidades y
conocimientos entre unos de otros, es un paso necesario para acometer el problema de qué es lo que
tenemos que enseñarles a los aprendices si deseamos promover en ellos una mejor capacidad de
comprensión lectora, para que cuenten con más oportunidades de acceso a la cultura letrada. El
tema de la enseñanza de las habilidades estratégicas será retomado directamente en la siguiente
sección.
Esírate9fBS
docentes
paraunóprencf¡zaje
::/gniftcalivo 298
o
POBRECOMPRENSIÓN BUENACOMPRENSIÓN
• Uso ~scaso del conocimiento previo • Uso activo del conocimiento previo
. • . Díficultadparadetectarla'. ; •
'"irifdrmacr6n,ceritral'
._-.
"--
, ' ,
En principio, debe tenerse en cuenta la necesidad de planear el entrenamiento con base en una
concepción que enseñe las estrategias de comprensión (antes, durante y/o después) de manera
informada y auiorregulada. La enseñanza de estrategias específicas de comprensión debe realizarse
en forma conjunta con el conocimiento metacognitivo y autorregulado (Bakery Brown, 1984;París
y Lindauer, 1982).No basta con enseñar en qué consisten cada una de las estrategias que se inclu-
yan dentro de un programa, ni tampoco es suficiente con explicarle a los alumnos los pasos necesa-
rios sobre cómo deben realizarse cada una de ellas. Ambos tipos de conocimiento (declarativo y
procedimental, respectivamente) de las estrategias son necesarios, pero no suficientes para que los
alumnos las aprendan y usen de manera significativa en contextos cotidianos de comprensión y
Nos parece que el análisis realizado por Mateas (1995) aporta información importante en ese
sentido. Según esta autora, varios programas de entrenamiento como los estudios de Brown y co-
laboradores, sobre el contexto de enseñanza recíproca (BrownPalincsar y Armbruster, 1984; Palincsar
y Brown, 1985;Brown y Palincsar, 1989),el programa de París y sus asociados llamado estrategias
informadas para el aprendizaje (15L:Informed 5trategies Learníng, véase Iacobs y París, 1987;Paris,
Wasiky Turner, 1991),las investigaciones de Bereiter y Bird, el programa de "enseñanza directa" de
Baumann (1990)y las realizadas por el grupo de Mateos y Alonso (véase Mateas, 1995),han demos-
trado gran efectividad debido a que se han configurado mediante una concepción basada en las
cuestiones cruciales antes mencionadas. Además, dichos programas, según Mateas (ob. cit.), coinci-
den en varios aspectos considerados en el entrenamiento y la forma de enseñarlas y los cuales a su
vez concuerdan con las ideas expresadas en el capítulo anterior, a saber:
• El enseñante es un guía que orienta y crea las condiciones y el contexto apropiados para el
aprendizaje de las estrategias.
• La estrategia general de los programas está basada en el traspaso del control del enseñante al
aprendiz por medio de situaciones de andamiaje y práctica guiada (véase al respecto la sección
correspondiente a la enseñanza de estrategias del capítulo anterior).
Una de las metodologías más ampliamente reconocida e influyente entre los programas de
entrenamiento y las prácticas educativas actuales de la enseñanza de comprensión de textos, es
la de enseñanza recíproca propuesta por Brown y Palincsar. Esta propuesta también difiere un poco
de los anteriores porque al mismo tiempo que se promueve un aprendizaje guiado, lo esencial de la
propuesta se basa en el aprendizaje cooperativo por medio de contextos de lectura compartida. En
ese sentido, quisiéramos presentar una descripción más detallada de la misma, por considerarla
una aproximación valiosa para su utilización creativa en la enseñanza de estrategias en el aula.
Esta metodología, tal como lo reconocen las autoras, está en gran parte inspirada por las ideas
de Vigotsky. Según Palincsar y Klenk (1992)son tres los principios teóricos derivados de la teoría
vigotskiana que influyen en su concepción:
1. El origen social de los procesos psicológicos superiores (éstos aparecen primero en el plano de
lo interpersonal y después son internalizados y apropiados por el aprendiz).
3. Los procesos psicológicos son adquiridos en una actividad contextualizada y holística (las es-
trategias no son aprendidas fuera del contexto de la lectura funcional o significativa).
• Resumir (autorrevisión).
En ese contexto, son puestas en marcha las distintas estrategias por medio de diálogos que
ocurren en forma natural. Primero, los participantes leen el fragmento del texto asignado en forma
colectiva o individual, luego se elaboran preguntas sobre aspectos relevantes de texto y de inmedia-
to se elabora un resumen sobre lo esencial del fragmento leído. Durante el intercambio puede
solicitarse la aclaración de algunas partes del texto que no fueron comprendidas claramente por
alguno o por varios de los miembros debido a alguna palabra, idea, etcétera,la cual es retomada por
el grupo para resolverla por medio de comentarios colectivos o por medio de alguna relectura in-
mediata. Por último, se elaboran algunas predicciones relativas a lo que tratará el siguiente frag-
mento del texto sobre la base de lo previamente leído. Las distintas estrategias son aprendidas en el
contexto de construcción conjunta de la comprensión de la lectura o el aprendizaje del contenido,lo
cual constituye la meta principal.
En las sesiones iniciales el guía es quien modela ante los aprendices la forma en que se practican
las distintas estrategias, por 10 que éstos deben asumir una actitud más pasiva. Conforme avanzan
las sesiones se va haciendo efectiva la toma de turnos y los aprendices van participando actívamen-
EstrategIas
docentes
paraunaprendIZaje
slgmltcativo 3M
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Por último, queremos terminar esta sección con algunas recomendaciones específicas, que se
añaden a las antes mencionadas, para la enseñanza de las estrategias (véase Dole y cols., 1991¡
González, 1994):
1. Cuando se deseen enseñar estrategias para la comprensión de textos, es mejor enseñar sólo
algunas de ellas explícita e intensivamente y no una multiplicidad superficialmente. Respecto a
las estrategias seleccionadas, conviene que se haga una reflexión previa sobre los siguientes
aspectos:funcionalidad, adecuaci6n a contenidos, significatividad para las necesidades de los estudian-
tes, viabilidad y susceptibilidad de entrenamiento.
• Conocimiento de la estrategia.
• Su flexibilización.
Estrategiasdocentes
p.waunaprendize¡e
signi/¡c:7tlVo 304
ciones de andamiaje y traspaso de control. Al final del entrenamiento los alumnos deberán
mejorar sus interpretaciones:
6. La propuesta de la enseñanza de las estrategias se realiza según las dos modalidades que se
revisaron en un capítulo anterior: en cursos o asignaturas extracurriculares o en una propuesta
metacurricular. En este sentido, las recomendaciones a seguir serían en términos de decidirse
por una u otra de las propuestas mencionadas. La participación del docente sería un tanto
diferente, dependiendo de la propuesta asumida, tal y como se comentó en el capítulo anterior.
Las siguientes son algunas recomendaciones generales sobre la comprensión de textos en el aula
que el profesor puede retomar para su práctica dócente cotidiana.
Contextos de lectura. Desde hace mucho tiempo se ha insistido en la práctica de la lectura individual
como una actividad privilegiada dentro de las aulas; es esencial para el desarrollo de una lectura
autorregulada y constituye la fase final a la que toda enseñanza de comprensión lectora debe aspi-
rar. No obstante, existen otras prácticas muy enriquecedoras que deben recuperarse para el logro de
dicho proceso. Una de las más valiosas es la de crear contextos de lectura compartida con los estu-
diantes.
Los contextos de lectura compartida llegan a ser muy variados; van desde aquellos donde el
docente participa con el grupo total hasta aquellos otros en los que anima participar a los alumnos
en situaciones de pequeño grupo (aprendizaje cooperativo o colaboración entre iguales), o bien.en
la creación de verdaderas comunidades de aprendices (lectoresy escritores).
Respecto a la situación en que el docente participa con el grupo total, no cabe duda de que la
propuesta de la estrategia guía, para promover el traspaso y la cesión en el manejo de Una estrate-
gia, sería la más recomendable. Como ya se mencionó, la idea básica consiste en guiar y modelar las
estrategias o el modo de aproximación al texto frente a los alumnos (por ejemplo, leyendo frente a
ellos y comentando en voz alta cómo ejecuta o practica una estrategia, o qué tipo de comentarios
hace en relación con el texto, etcétera), para luego, en una segunda fase, construir una situación de
andamiaje apropiada, con la ayuda que se requiera, en la que ellos tengan oportunidad de practicar
las estrategias y el modo de aproximación al texto enseñado en la fase anterior (para lo cual el
docente tendrá que pensar en una estrategia de evaluación formativa necesaria y observarla); hasta
que finalmente se dé paso a una tercera fase donde los alumnos desarrollen una ejecución indepen-
diente. El énfasis debe ponerse en que los alumnos tengan un referente o un modelo sobre el que
partan para lograr su aprendizaje; es decir, que los alumnos tengan acceso a ver lo que el profesor
hace usualmente en solitario: cómo se desenvuelve frente a los textos, cómo aplica una estrategia,
cómo utiliza sus recursos intelectuales, cómo comenta el texto, etcétera.
Todas estas situaciones de lectura compartida deben coadyuvar a que los alumnos/lectores se
vean a sí mismos como intérpretes, como constructores de significados interesantes, como exploradores de
textos, y no sólo como meros receptores de la información que proviene de éstos. Lo importante es
que desarrollen su comprensión al grado de que puedan conseguir aprendizajes significativos y
reflexivos. Simultáneamente, ello les conducirá con seguridad a conceptualizar a los textos como
recursos sobre los cuales se puede dialogar, reflexionar, aprender y, por supuesto, disfrutar.
Ambos enfoques no son excluyentes sino complementarios y el docente puede utilizarlos con-
juntamente. Creemos que existen situaciones y momentos determinados en que pueden aplicarse
ciertas estrategias de enseñanza para beneficio 'del aprendizaje significativo de los contenidos in-
cluidos en los textos. Ahora interesa destacar aquí lo siguiente:
den usarse múltiples estrategias tales como· "lluvia de ideas", "actividades generadoras de co-
nocimiento previo", "discutir el objetivo del texto", "elaborar un organizador previo", etcétera,
para asegurar que los alumnos se enfrenten con una buena cantidad de ideas activadas de su
base de conocimientos, que sabemos van a redituarles en una buena construcción de la
macro estructura o del modelo de la situación del texto. Ni qué decir, por ejemplo, de los bene-.
fícíos que se obtienen sobre la construcción de la macro estructura de un texto, cuando se intro-
ducen pistas tipográficas o señalizaciones en las palabras clave de la superestructura textual o
cuando este texto va acompañado de una representación gráfica (organizador textual) que alu-
da igualmente a su organización retórica.
b) Es importante que se enseñe a utilizar las estrategias de apoyo a la lectura (estrategias de ense-
ñanza) que muchas veces los textos académicos ya traen consigo y que los alumnos/lectores
luego no saben o no quieren explotar. En muchas ocasiones hemos constatado cómo los apoyos
o estrategias que los autores y diseñadores han introducido en sus textos para orientar su com-
prensión son subestimados por los alumnos. Así, vemos que muchos alumnos no suelen revisar
los índices, se "saltan" los títulos, no atienden a las pistas tipográficas, "evitan"los organizado-
res previos o los resúmenes, etcétera, en detrimento en efecto de su propia comprensión. Por lo
tanto, conviene sensibilizar a los alumnos ante tales hechos, e incluso advertirles, y quizá de-
mostrarles con ejemplos, el valor de estos recursos. .
c) Varias estrategias pueden ser a la vez de enseñanza y de aprendizaje. Es decir, algunas estrate-
gias son elaboradas por el enseñante para el momento instruccional (capítulo 5) y de éstas
varias pueden ser a la vez estrategias de lectura autogeneradas por los alumnos (capítulo 6 yel
presente), tales como: los mapas conceptuales, las analogías, los resúmenes, la estrategia estruc-
tural, etcétera. Presentarlas como estrategias de enseñanza en un momento determinado puede
ser ocasión de aprendizaje y discusión, para que los alumnos las adopten como estrategias de
aprendizaje. Muchos profesores presentan cuadros sinópticos, resúmenes escritos y mapas con-
ceptuales cuando enseñan información o discuten textos con sus alumnos, y no se dan cuenta
de que a la vez que tales estrategias cumplen su función instruccional, los enseñantes pueden
dar pie para iniciar o reforzar el aprendizaje que los alumnos tienen de ellas como estrategias
de aprendizaje. Los profesores podrían comentar, por ejemplo, cómo y por qué las elaboraron,
o animar a que los alumnos elaboren las suyas propias, y discutir las diferencias y semejanzas
conseguidas entre ellas y las que el profesor elabora. Ésta también sería una manera de discutir
cómo el enseñante y los alumnos pueden aproximarse al texto desde diferentes ópticas, como
intérpretes y constructores del saber contenido en él.
Motivación y lectura. Uno de los principales problemas de los alumnos cuando leen es su baja moti-
vación o su orientación negativa para leer los textos que sus profesores sugieren en clase. En el
capítulo 3 se esbozaron algunas estrategias para mejorar las condiciones motívacionales en el aula y
para influir en la motivación de los alumnos, que igualmente resultan eficaces en el caso del domi-
nio de la comprensión lectora (véase Pressley, 1999). Aquí señalaremos algunas cuestiones prácticas
adicionales para el caso específico de la comprensión de textos que pueden tenerse en cuenta para
la práctica docente, saber: a) cuando sea posible, permita que los alumnos elijan los textos que
deseen leer; b) cuando haya lecturas obligadas, elija varios textos para que de entre ellos los escojan;
e) asegúrese de que los alumnos tengan acceso a libros interesantes; d) procure elegir textos que
tengan significatividad psicológica para sus alumnos (ni tan difíciles nitan fáciles, sino adecuados
a su competencia cognitiva y lectora); e) trate de recrear con los alumnos experiencias auténticas de
comprensión lectora, actividades significativas de lectura para las que el acto de leer y el leer para
aprender tengan verdadero sentido; j) valore y reconozca el esfuerzo de los alumnos como lectores;
g) anime la curiosidad de los lectores cuando ésta aparezca, o foméntela; h) promueva motivos de
lectura social, es decir, leer entre familiares y amigos; i) fomente el crecimiento de la autoeficacia
lectora, porque cuando uno cree que es capaz de leer bien se mejora la actitud hacia los textos;
j) reconozca al alumno como lector y como intérprete de textos.
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b) Como ya vimos en la parte inicial de este capítulo, como producto de la comprensión el lector
construye una representación multidímensional, basada tanto en sus conocimientos previos y
recursos cognitivos como en lo que el texto le pr0pone. Así es posible evaluar alguno o varios
aspectos de la"comprensión, siempre y cuando sea de interés. Para evaluar los aspectos referi-
dos a la microesiructura, por ejemplo, pueden plantearse preguntas que requieran información
explícita o literal, ya sea estructuradas (opción múltiple) o de respuesta breve; también se pue-
de solicitar a los alumnos que identifiquen la idea principal de párrafos de un texto. Otra tarea
recomendable en este nivel son las preguntas de tipo cloze (aquellas que se plantean como enun-
ciados con espacios vacíos, para que sean llenadas por los sujetos). Para evaluar aspectos de la
superestructura, puede solicitarse a los alumnos que identifiquen la superestructura que tiene el
texto utilizado para valorar la comprensión, puede valorarse el grado en que ellos usan los
marcadores textuales para mejorar su comprensión, o bien, se les puede pedir a los alumnos
que elaboren una representación visual del texto (un organizador gráfico, una tabla causa-con-
secuencia o comparativa, etcétera). Para valorar los aspectos de la macroesiructura, es posible
solicitar a los alumnos tareas tales como: identificar el tema del texto, identificar la idea princi-
pal de un texto por medio de una tarea de estimación (seleccionar de entre varias la más apro-
piada), o bien, construirla, y la más típica que consiste en solicitar un resumen, ya sea escrito o
expuesto por medio de un mapa conceptual; cada una de estas tareas retomará algún aspecto
de la macroestructura y el enseñante podrá optar por alguna de ellas, dependiendo lo que
desee evaluar. Para la evaluación de los aspectos relacionados con el modelo de la situación, son
útiles las preguntas abiertas de tipo inferencial (que requieran información implícita), de tipo
aplicativo (que exijan aplicaciones de lo leído), de opinión reflexiva y crítica, o bien, ensayos
donde se manifiesten las implicaciones del texto y el punto de vista personal; lo importante
aquí es valorar la aplicación de los conocimientos previos que el lector integró durante la com-
prensión. El grado de profundidad de dicha aplicación hará que la comprensión sea cada vez
más analítica y creativa, aunque más personal. Por lo que respecta a la valoración de los asuntos
referidos a la metacomprensián, pueden evaluarse: el grado de congruencia entre el propósito de
lectura perseguido y la aproximación al texto; asimismo, para evaluar la supervisión, pueden
utilizarse distintas tareas tales como introducir inconsistencias semánticas o cognitivas en los
textos (véase los criterios de Baker sobre la supervisión) que habrán de ser detectadas y corregi-
das por los alumnos, si aplican correctamente las operaciones involucradas en el monitoreo.
Obviamente en todo el proceso habrá que tener en cuenta la naturaleza del texto como un factor
que puede incidir decisivamente en tales actividades. Es necesario considerar que el texto sea
significativo lógica (buena organización de la información; buen tratamiento lingüístico) y psi-
cológicamente (que plantee una distancia cognitiva óptima para los conocimientos previos)
para los alumnos, y que sea pertinente a los aprendizajes que se quieren promover en ellos.
d) No cabe duda de que, como se señala en el capítulo 8, si se sigue una estrategia constructivista
de enseñaza y aprendizaje, la mejor evaluación la constituye la evaluación formativa, que es
parte fundamental del acto de enseñanza. Durante el proceso de enseñanza de cualquier activi-
dad, estrategia u operación lectora, la evaluación formativa cumple funciones de regulación y
auto corrección necesarias para ajustar las ayudas que el enseñante estructura, y las cuales son
imprescindibles para dispensar el andamiaje. Por ello, en dicha evaluación se obtiene informa-
ción valiosa que sirve para mejorar o reflexionar sobre la eficacia de lo que el docente hace y
sobre el proceso de adquisición de las estrategias u operaciones de la comprensión. Las evaluacio-
nes a posteriori de tipo puntual, como exámenes o situaciones de prueba, también proporcionan
información valiosa; pero sirven menos para realizar ajustes porque se centran en el producto de
la comprensión (capítulo 8).
lntroducción
Debe reconocerse que en el ámbito académíco.Ja escritura es una actividad que se considera
corno imprescindible dentro de los currículos de los distintos niveles de educación formal. Sin em-
bargo, también como en el caso de la comprensión de textos, a este proceso no se le ha otorgado la
atención necesaria, por enfatizar demasiado la enseñanza y adquisición de las habilidades básicas
de codificación y el manejo adecuado de las reglas del código lecto-escrito.
La enseñanza tradicional. de la composición se centra en los productos logrados por los alum-
nos, en donde el profesor señala y trata de corregir las fallas que éstos tengan, pero donde poco o
nada se enseña sobre cómo construirlos desde una perspectiva propiamente retórica, discursiva y
funcional. Asimismo, la enseñanza no se orienta a los subprocesos y estrategias determinantes en el
desarrollo de esta actividad, en su lugar, se enseñan habilidades de bajo nivel y reglas o convencio-
nes de organización y de estilo (morfa sintaxis, puntuación, ortografía, concordancias locales, etcé-
tera), y aún más, las prácticas de redacción son totalmente artificiales y de ejercitación inocua, dado
que poco se implica a la composición como una actividad funcional, dentro de un contexto comunl-
cativo propiamente dicho (Boscolo, 1991; Vila, 1993).
En los últimos años se han desarrollado varias líneas de investigación sobre la escritura y los
procesos cognitivos relacionados, desde varias áreas de investigación psicológica sobre aspectos
lingüísticos, evolutivos, cognitivos y educacionales, que pueden resultar promisorios respecto a
~~'.,.'_. . . ': ' Capieulo ? Dtrateglt75para el aprendizaje S/fl:'lÍfhatwo Ir comprensión y composición de textos ; " -: ~ :
cómo construir nuevas prácticas de pensamiento letrado (véase Wells, 1990), con el fin de lograr
innovaciones significativas en la enseñanza de este dominio.
La composición de textos
En términos generales, la gran mayoría de las investigaciones concuerdan al señalar que la compo-
sición escrita es un proceso cognitivo complejo que consiste en traducir el lenguaje representado
(ideas, pensamientos, sentimientos, impresiones de tipo episódico que posee el sujeto) en discurso
escrito coherente, en función de contextos comunicativos y sociales determinados. No hay que olvi-
dar que un texto escrito finalmente es un producto comunicativo y socioculturaL
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algunas décadas, Vigotsky (1993) señalaba al respecto que el lenguaje escrito requería de una doble
descontextualización á partir del lenguaje oral: descontextualización del aspecto sonoro y de la
relación directa con el interlocutor. Entonces, para dicho autor, aquel que escribe debe manejar su
competencia lingüística en un alto nivel de des contextualización-abstracción (el nivel de las ideas)
y elaborar su escrito por medio de una especie de habla-monólogo, ya que su interlocutor es esen-
cialmente imaginario, recreando la situación comunicativa en el plano de la representación,
No obstante, de acuerdo con M. Bajtín (véase Holquist, 1993; Morson, 1993; Wer!sch, 1993),
existen otras dos características del texto que se deben tomar en cuenta simultáneamente, y que en
cierto modo relativizan y complementan las afirmaciones anteriores. Primero, considerar que toda
producción es siempre dialógica puesto que participa de un flujo comunicativo del que parte y al
que también contribuye y que, en última instancia, le da sentido (¿si no para qué se escribe?). Todo
texto nace en respuesta a un proceso comunicativo previo (muchas veces más allá de la dimensión
de lo escrito) donde se dice que no sólo participa el escritor sino que, desde la misma creación del
texto, también participa e influye el o los destinatarios con los cuales se intenta dialogar, y en quie-
nes cobra significado el texto; de manera que éste se produce con la finalidad de continuar un
proceso comunicativo que, de hecho, constituye su contexto (Silvestri y Blanck, 1993).
Segundo, también debemos partir de la idea de que todo texto es polifónico o intertextual, en
tanto que reúne en él"voces" o distintos textos previos que el autor retoma (incluso desde su habla
interna, véase Emerson, 1993 y Silvestri y Blanck, 1993), y los hace presentes en "su" texto de una u
otra forma, presentando puntos de vista alternativos, horizontes conceptuales, argumentos y
contraargumentos, voces de personajes, etcétera.
Asimismo, otros autores declaran que la actividad de producción escrita llega a generar otros
beneficios adicionales. Por ejemplo, se considera que escribir es una actividad que también puede
tener (aunque no siempre, como veremos más adelante) una función epistémica (el lenguaje oral
también la tiene, pero en menor potencialidad), en tanto que puede servir como un medio para el
descubrimiento y la creación de formas novedosas de pensamiento y conocimiento en la mente del
escritor, cuando éste escribe sobre algún tópico determinado (véase Miras, 2000).
Como proceso cognitivo complejo, la composición escrita se analiza desde dos dimensiones
esenciales: la funcional y la estructural (cuadro 7.9) (Fayol, 1991). Conforme los aspectos funciona-
les, se organiza con base en un tema determinado, en tomo a un propósito comunicativo-instru-
mental esperado sobre un lector-destinatario y tomando en cuenta ciertos factores contextuales.
Así, la persona que redacta un escrito tiene que tomar decisiones reflexivamente en tomo a las
siguientes cuestiones: ¿qué va a decir?, ¿cómo es que va a hacerlo?, ¿para qué y para quiénes?, ¿con
qué finalidad, intensión o deseo se hará? Además, tendrá que plantearse la necesidad de tomar en
cuenta el contexto comunicativo y social donde insertará el texto, considerando su posible
involucración comunicativa con un(os) otro (s) para quien construye su texto.
Aspectos esiructuraies
Hayes y Flower (1986)han abundado sobre este punto al señalar que cuando se componen
textos se realiza una actividad orientada a metas o propósitos determinados. En pocas palabras, es
una tarea de solución de problemas complejos. Los escritores de una u otra manera se plantean una
meta y la acometen con una serie de consideraciones y decisiones. Es común que cuando los escri-
tores han identificado o tienen claridad sobre sus metas principales (el tópico que quieren exponer,
la forma de aproximación a la audiencia o público lector, la forma textual, etcétera), pueden estruc-
turar varias submetas en el trayecto de conseguir aquéllas, lo que permite que el proceso completo
sea realizado satisfactoriamente.
En la planificaci6n del escrito se genera una representación abstracta (en la mente del escrito) de
aquello que se desea escribir como producto de una búsqueda exhaustiva de ideas e información en
la memoria del escritor, en función de las cuatro preguntas funcionales citadas arriba (sobre los
aspectos temáticos, comunicativos, Iíngüístico-organízatívos, instrumentales, etcétera) y su com-
pleja interacción entre SÍ. En dicha representación se incluye una especificación más o menos deta-
llada sobre el texto que queremos escribir, lo que se denomina el "plan de escritura", que en esencia
es un plan jerarquizado de metas y submetas sobre cómo operará el proceso compositivo en forma
global y sobre la naturaleza del producto escrito que se intentará lograr.
A continuación se presenta una breve reseña (que no pretende ser exhaustiva) sobre algunos de
los hallazgos principales, demostrados por vía empírica, entre escritores expertos y novatos a partir
. de los tres procesos que intervienen en la composición (véase cuadro del perfil del buen escritor en
la pág. 322).
Planificación
En el proceso de planificación, como ya señalamos escuetamente, hay cuatro aspectos que desem-
peñan un papel central en la elaboración del plan de escritura. Éstos son: 1) el conocimiento sobre el
tópico, 2) el conocimiento sobre la organización del discurso, 3) la sensibilidad y atención a las
demandas de los posibles lectores y 4. el conocimiento estratégico específico de apoyo a la planifica-
ción (Bayes y Flower, 1986). Sobre todos estos aspectos se han encontrado diferencias notables
entre los escritores más habilidosos y los que tienen dificultades para hacerlo.
Es/rareglasdocentespara unaprendJz8je
SignificatiVO 314
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Los escritores expertos al generar su plan de escritura, reflexionan activamente sobre qué quieren
decir y cómo lo quieren decir, y al mismo tiempo tienen en cuenta una serie de presuposiciones sobre
las necesidades de información de los posibles lectores de su escrito. De este modo, se asegura que
la planificación experta consiste precisamente en elaborar un plan de escritura que se adecue a una
situación retórica determinada (tema, destinatario, demanda e intención comunicativas). Flower ha
denominado a la planificación del escritor habilidoso como planificación constructiva. Desde el ini-
cio, los escritores habilidosos poseen una representación interna de la tarea de componer en forma
de una organización jerárquica de metas y submetas, la cual es de tipo dinámica, lo que después les
servirá como guía para el proceso posterior de textualízación. Se dice que esta organización jerárquica
es dinámica o flexible, porque en el experto puede sufrir ajustes de mayor o menor grado, durante
el avance de la escritura en aras de lograr mayor realce en la composición (Flower y Hayes, 1986;
Cassany, 1989).
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Por su parte,los escritores novatos parecen tener dificultades para estructurar una red jerárqui-
ca de metas y submetas en la planificación y¡ en el caso de aquellos que logran crear un esbozo de
ésta, lo suelen hacer con una pobre integración entre los distintos tipos de metas y submetas involu-
eradas. ASÍ, los escritores principiantes planifican en forma superficial, centrándose preferentemen-
te en lo que tienen que decir pero no logran articular esto último con el establecimiento de propósi-
tos específicosy las características posibles de una audiencia determinada. Aeste tipo de planificación
se le denomina planificación guiada por el conocimiento.
Referente a algunos datos sobre la evolución de la capacidad de planificar, varios estudios han
demostrado que hacia los diez años, los niños prácticamente no realizan actividades de planifica-
ción, 10 que suelen hacer es un primer borrador, en lugar de un plan escrito. Para estos niños la
planificación todavía no forma parte de la actividad de escritura. Posteriormente, los adolescentes
de entre 12y 15 años, recién empiezan a trabajar la planificación en un nivel más abstracto (aunque
es un plan ciertamente breve, sin muchos comentarios), donde se deja entrever ya una capacidad
incipiente para elaborarlos enunciando metas (especialmente submetas, que no son coordinadas en
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metas más amplias y complejas), infiriéndose que ellos empiezan a comprender el valor funcional
del proceso de planificar dentro de la composición (Scardamalia y Bereiter, 1985).
Bereíter y Scardamalia (1987) encontraron diferencias evolutivas en este subproceso entre estu-
diantes universitarios y niños de escolaridad básica (40., 60. Y 10. de secundaria). Los estudiantes
universitarios (escritores habilidosos) elaboraban una planeación completa de su texto antes de
iniciar la escritura, generaban numerosas listas de ideas sobre el contenido que decidían escribir y
luego establecían entre ellas múltiples relaciones mediante líneas o flechas; también estos alumnos,
cuando planificaban, utilizaban muchas notas, marcadores estructurales y enunciados evaluativos.
Las notas de planificación de los estudiantes menores de este estudio generalmente estaban com-
puestas por enunciados que luego eran editados sin sufrir demasiados cambios para ser incluidos
dentro de sus borradores.
Otro aspecto relacionado con la planificación (aunque también con el proceso de textualizacíón),
en donde también existen diferencias entre expertos y novatos, se refiere al conocimiento que se
posee sobre los tipos de superestructuras textuales (narrativos, expositivos, argumentativos, cartas,
etcétera), el cual determina de manera importante la forma organízacíonal que deberá tomar la
composición (Scardamalia y Bereiter, 1985). Se ha demostrado que los escritores expertos han desa-
rrollado un conocimiento más o menos apropiado de varias estructuras y géneros textuales, el cual
se cree que es utilizado activamente cuando generan sus producciones.
En el caso de los novatos (niños mayores) existen bases suficientes para señalar que, aun cuan-
do ante otras tareas (que tienen que ver más con la comprensión) parecen demostrar que poseen un
, conocimiento de las características y elementos estructurales de algunos géneros (en particular,
narrativos y también argumentativos), frente a tareas de composición no son capaces de utilizarlos
estratégicamente como lo hacen los expertos. Si bien las composiciones de los novatos parecen ya
manifestar una cierta tendencia a adecuarse a los requerimientos sintácticos de ciertos géneros
(narrativos, argumentativos, persuasivos pero no expositivos), no alcanzan a hacerlo en forma ade-
cuada (Bereiter y Scardamalia, 1992; Scardamalia y Bereiter, 1984 y 1985).
Textualización
En el proceso de textualización igualmente se observan diferencias cualitativas marcadas entre las
producciones de los expertos y los novatos. Yahemos dicho que cuando los novatos escriben textos,
lo hacen en forma inmediata, en tanto que son capaces de recuperar de su base de conocimientos un
primer dato informativo que se ajuste en forma aproximada a lo que desean escribir. Proceder de
esta manera supone que la textualización de lo escrito se vuelva un acto cuasi-automático, en donde
sólo se escribe lo que en ese momento es evocado.
Los novatos también suelen escribir composiciones más cortas, en comparación con las de los
expertos. Sus producciones poseen poca riqueza, integración conceptual y coherencias entre las
ideas expresadas en ellas (McCutchen y Perfetti, 1982) -tienen un estilo parecido al que se ha dado
en llamar de tipo segmentado, en contraposición con el de tipo cohesionado, que podría ser caracterís-
tico del experto (véase Serafini, 1994)-. Sus producciones contienen ideas menos elaboradas y
originales.
Finalmente, suele decirse que los escritos de los novatos son discursos que no están basados en
un posible lector potencial o audiencia, sino más bien en la subjetividad de su propio curso de
pensamiento (Cassany, 1989). La información vertida en la redacción parece estar exenta de una
serie de supuestos, que ciertamente conoce el autor pero que cualquier lector del texto desconoce,
afectándose seriamente la claridad con que son expresadas las ideas. Las composiciones son por lo
tanto carentes de un cierto contexto intralingüístico y de las presuposiciones necesarias para su
comprensión correcta. '
En contraposición, los expertos van concretizando, el plan elaborado, eligiendo la forma más
adecuada de expresar las ideas que activan en función de un formato estructural y teniendo en
cuenta al posible lector destinatario para quien se escribe y con quien se desea establecer comunica-
ción. De este modo, el experto procede consiguiendo las submetas demarcadas en el plan, para así
alcanzar la meta final de su producción.
Revisión
Como ya hemos comentado, en el proceso de revisión, el texto producido por el escritor se vuelve
un insumo que es necesario reprocesarlo con el fin deliberado de mejorarlo. Como con los otros
procesos, los escritores expertos y novatos entienden y realizan el proceso de revisión en una forma
distinta.
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Por ejemplo, Hayes y Flower (1986)han señalado que mientras los expertos conciben a la revi-
sión como una actividad que en esencia involucra al texto como una totalidad (dado que antes de
llevarla a cabo, leen completamente su composición y con base en ello .desarrollan metas globales
para corregirla), los novatos por su parte perciben la tarea como una actividad superficial, como de
simple arreglo" cosmético", puesto que centran sus correcciones en aspectos locales a nivel ortográ-
fico,léxico y morfosintáctico (Camps, 1993).
Con base en varios años de investigación fructífera sobre el campo, Bereiter y Scardamalia (1987,
1992)propusieron dos modelos cognitivos para describir y explicar los procesos de composición de
los escritores expertos y novatos (véase cuadro 7.13).Cada uno de estos modelos corresponden a
una racionalización teórica de la forma en que se conducen estos dos grupos de sujetos cuando
escriben. Según los autores, tales modelos son cualitativamente distintos, debido a la forma de
enfrentar la tarea de composición. Dichos modelos son: el modelo de decir el conocimiento (Knowing-
telling) y el modelo de transformar el conocimiento (Knowing-transforming).
La producción escrita en este modelo se inicia sin ningún proceso de planificación previo y sólo
basta con activar alguna presentación de lo que se desea escribir (en forma autogenerada o deman-
da desde el exterior) para que se disparen ciertos identificadores del tema (sobre qué escribí) y de
género (sobre cómo escribí) y ocurra la textualización. Así, una vez producidas algunas frases o
líneas sencillas (según la forma que acabamos de mencionar), éstas sirven para reiniciar procesos
similares, con lo cual se logra garantizar una cierta "coherencia" temática basada en asociaciones
conceptuales, hasta que las ideas se agoten y finalice el acto de composición. Como consecuencia
del modo de proceder del sujeto que se guía por el modelo DC, la escritura se convierte en una
secuencia de frases relacionadas con el tema, pero con una interconección global escasa entre ellas.
El modelo DC, según Bereiter y Scardamalia, provee una solución natural y eficiente a los escri-
tores poco habilidosos cuando se enfrentan a la tarea de redactar sin ningún apoyo externo, debido
a dos razones principales: 1. por qué el conocimiento puede ser, en apariencia, fácilmente recupera-
Otra razón de prevalencia de esa forma de componer en ciertos alumnos se debe al hecho de
que los profesores, la mayoría de las veces, planifican, deciden y establecen de forma arbitraria y
ficticia las consignas sobre qué escribir y cuándo hacerlo, dejando que los alumnos simplemente se
centren en la mera textualización; es decir, se les quita toda posibilidad de realizar una actividad
reflexiva de planificación, que obviamente repercute también en: 1. el escaso nivel que tienen los
alumnos tanto para explorar 10 que saben y cómo lo saben (conocimiento metacognitivo), y 2. la
posibilidad de transformar lo que en ese momento saben para acceder a formas más sofisticadas del
conocimiento (Bereiter y Scardamalia, 1993).
Por otro lado, el modelo de transformar el conocimiento (TC) constituye un intento de explicación
sobre el proceder genérico de los compositores maduros o expertos. Un supuesto básico de quienes
. poseen el modelo TC es entender la escritura como un acto complejo de solución de problemas.
Dicho proceso de solución de problemas implica dos espacios problema: el espacio de contenido o
temático y el espacio retórico. En el primero se trabaja sobre problemas de ideas, creencias y cono-
cimientos. En tanto que en el segundo se opera sobre los problemas relacionados con el logro de las
metas de composición, En este sentido, se supone que el escritor hace interaccionar activamente lo
que sabe (espacio temático) con las metas y objetivos retóricos que se plantea, o bien; como señalan
los autores, traduce problemas de cualquiera de los dos espacios al otro.
Se dice que el modelo DC constituye una parte del modelo TC, en tanto que los procesos de
activación asociativos son similares en ambos, con la salvedad, como ya se ha dicho, de que en el
modelo TC se contextualizan en la dinámlca interactiva y reflexiva de los espacios problema temá-
tico y retórico.
Planificación
Las dificultades más comunes en este subproceso son las siguientes:
• Quién escribe: ¿qué debe expresar el texto de mí?, ¿qué estilo debo utilizar (personal o ímper-
sonal)?, etcétera.
• Para quién seescribe:¿con qué conocimientos cuentan los destinatarios acerca del tema sobre
las formas y géneros discursivos?; ¿qué vocabulario y complejidad discursiva serán los
más apropiados para ellos?, etcétera.
• Para qué se escribe: ¿qué intención se pretende conseguir: informar, opinar, explicar, hacer
una petición, convencer, persuadir, criticar, divertir, enseñar?, etcétera.
• Dentro de qué contexto comunicativo o social se inserta la producción escrita: ¿se puede escribir
como respuesta a otro texto, dentro de una comunidad de científicos o de ciertos marcos
institucionales?, etcétera. .
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Se debe tener. en cuenta que cada uno de los aspectos contenidos en las preguntas anterio-
res interactúan en formas complejas y que, de algún modo, dar respuesta a alguna de ellas
dependerá de la consideración simultánea de los otros factores involucrados en las preguntas
restantes.
b) Exploración sobre el tema que se escribe. Muchos escritores fallan en esta acción al considerar en
forma inadecuada qué es lo que saben o cuánta y cuál información son capaces de conseguir
sobre el tema que se escribe; de tal forma que puede darse un tratamiento del tema según las
preguntas clave anteriores. Es necesario explorar adecuadamente y reflexionar sobre los cono-
cimientos previos que se tienen sobre el tema, así como de aquello que se sabe sobre cómo
conseguir información adicional y necesaria, como por ejemplo, documentación a partir de
textos, medios informáticos, o consulta con el profesor o con miembros expertos de la comuni-
dad literaria. Posterior a ello, se deberá realizar una reflexión sobre la información recabada
(por ejemplo, usando mapas conceptuales), incluso para intentar organizarla (tomando deci-
siones sobre qué sirve y qué no, con qué tanta profundidad se ha conseguido información,
etcétera) y diseñar una idea de la forma de estructuración retórica y discursiva apropiada para
satisfacer apropiadamente las demandas de las preguntas funcionales y del contexto para, de
este modo, poder ir concretizando el plan.
e) Concreción del plan de escritura. Al respecto, se recomienda elaborar un esquema representacional
(por ejemplo, utilizar los mapas conceptuales ya elaborados, elaborar un esquema decimal de
temas en relaciones de inclusión o de jerarquía) para tomar decisiones sobre lo que contendrá el
escrito, haciendo un análisis de los componentes (otorgar pesos específicos a cada uno de ellos,
según lo que se desee o no enfatizar) y su forma de desarrollarlos.
Textualización
Durante el subproceso de generación del escrito, quienes escriben algún tipo de texto suelen enfren-
tar distintos tiposde problemas. Tales problemas pueden clasificarse en cuatro clases:
a) Problemas de normaiioidad lingüística. Estos problemas están relacionados con deficiencias orto-
gráficas, de léxico, de puntuación, de morfología y de sintaxis, que llega a tener el autor del
escrito. La consulta de diccionarios generales y de sinónimos, de libros de ortografía (que inclu-
yen reglas ortográficas y de puntuación), textos gramaticales de apoyo y de manuales de redac-
ción, puede ser un buen recurso para ayudar a solventar estos problemas (cuadro 7.10). La
consulta con escritores más habilidosos y expertos también es de gran ayuda.
b) Problemas de tipo organízativo o textual. Estos problemas tienen que ver con deficiencias para
establecer la coherencia local y global, la organización retórica, el estilo y la adecuación a la
demanda comunicativa. La consulta de textos de redacción para conocer los mecanismos de
cohesión y las estructuras y componentes de textos narrativos, expositivos, descriptivos,
argumentativos, epistolares, etcétera; o bien, la lectura y el análisis de textos reales análogos a
aquellos que se desean escribir,junto con las entrevistas con profesores o expertos en redacción,
facilitan la solución a este tipo de problemas. Los escritores poco habilidosos, guiados por el
modelo De, tienen serios problemas para organizar el texto con base en las superestructuras
textuales, y, por lo general, terminan organizándolos sobre formas simples de adición de ideas
(listado o yuxtaposición de ideas) con escaso nivel de construcción y bajo nivel de complejidad
sintáctica. Respecto a la organización de la información, un lugar importante lo tienen tanto el
conocimiento de una forma de representación de las estructuras textuales (por ejemplo, organi-
zadores textuales) como el conocimiento de los marcadores de discurso. Sobre estos últimos es
menester que el escritor conozca sus propiedades morfosintácticas, semánticas y pragmáticas y
que practique su uso adecuado en la construcción textual, ya que estopuede facilitar las posíbí-
lidades de comprensión en el futuro lector, así como las inferencias que éste pueda construir
(Portolés, 1998,véase cuadro 7.14).
c) Problema de tipo temático. Se refiere al contenido sobre lo que se escribe. Aquí los problemas
principales radican en la falta de conocimiento sobre la temática o en carecer de suficiente
profundización sobre ella, lo cual repercute en aquello que se quiere decir, o bien, en la claridad
sobre su expresión y posible organización temática. La construcción de mapas conceptuales o
de algún otro recurso de representaciónviso-espacial resulta de mucha utilidad para explorar
nuestro conocimiento y lo que nos hace falta saber y consultar.
Los escritores, para resolver estos problemas, llegan a recurrir a distintos tipos de recursos que
pueden considerarse como estrategias de apoyo a la actividad de componer. Los distintos tipos de
problemas requieren diferentes actividades de solución.
Revisión
Por último, respecto al subproceso de revisión, los problemas más típicos son:
a) Los que derivan de la dificultad para entender el texto como un objetivo a conseguir desde el
punto de vista del destinatario potencial. Algunas causas específicas son: la representación in-
adecuada e incompleta del texto real o del texto que originalmente se planificó, la visible difi-
cultad para establecer una correspondencia directa entre uno y otro, la historia de fracasos en la
corrección, etcétera.
b) Para aplicar la secuencia cíclica:repaso --7 evaluación -7 detección del problema -7 corrección
-7 reevaluación. Los escritores poco habilidosos tienen dificultades para aplicar en forma ade-
cuada este ciclo básico durante la revisión. Los ejerciciosreflexivos continuos de autorrevisión,
revisión compartida con el profesor, con otros compañeros o amigos, apreciación de las revisio-
nes que realizan los expertos, etcétera, constituyen algunas actividades apropiadas para desa-
rrollar ésta y la anterior habilidad.
,egún Esperet (1991), para producir una composición escrita es preciso el manejo de una serie de
ionocímíentos, a saber:
Las estrategias específicas y autorreguladoras asociadas con los procesos de la producción es-
crita.
Hmocks (1984), en su vasta revisión de estudios sobre composición, señala de manera conclu-
yente que los trabajos realizados sobre ejercitación de combinaciones y arreglo sintáctico entre enuncia-
dos, tuvieron efectos positivos posteriores en la calidad de las composiciones solicitadas.
Otros estudios han intentado demostrar los efectos de la instrucción de las estructuras textuales
en las producciones escritas de los sujetos. La gran mayoría de ellos se han realizado sobre estructu-
ras narrativas y sólo pocos trabajos han sido efectuados con estructuras expositivas.
Gordon y Braun (1983 y 1985; citado por Esperet, 1991) demostraron con niños de 11 años que la
enseñanza explícita de los constituyentes estructurales de los textos narrativos tuvo un efecto direc-
to sobre el número de componentes estructurales que los pequeños incluyeron en sus composicio-
nes de historias. Los efectos permanecieron estables después de una evaluación efectuada a dos
meses de terminado el entrenamiento.
La influencia del conocimiento estructural en las composiciones, cuando se trata de otro tipo de
textos, no es tan clara. Quizá se deba a la poca familiaridad que tienen los alumnos, especialmente
los más pequeños, con otro tipo de textos (por ejemplo, los expositivos) y a la poca cantidad de
estudios realizados sobre el tópico en cuestión. Sin embargo, algunos estudios han intentado inda-
gar la composición de estructuras expositivas, sin obtener aún resultados concluyentes, Por ejem-
plo, varios estudios realizados por Raphael y sus colaboradores, con niños de once y doce años
(véase Englert y Raphael, 1988),reportaron resultados positivos en el entrenamiento de composi-
ciones de estructura expositiva (textos adversativos y problema-solución).
Pueden realizarse algunos ejercicios sencillos antes de que los trabajen de manera individual
con los organizadores gráficos para elaborar sus textos. Por ejemplo, a partir de organizadores grá-
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ficos llenados por el docente (donde se especifique el tipo de texto, las relaciones retóricas y los
contenidos semánticos) sobre algunos párrafos o textos simples que los alumnos utilicen en clase;
se les puede pedir que elaboren "su" propia versión del párrafo o del texto según sea el caso. El
profesor posteriormente puede pedir a los alumnos que establezcan una comparación de la versión
elaborada por ellos con el párrafo o texto original, analizando y discutiendo sobre las semejanzas y
diferencias en la coherencia local y global, el estilo, el uso de marcadores discursivos, etcétera. A
partir de ejercicios como éste, surgen muchas variantes que el docente puede plantear a sus alum-
nos (por ejemplo seguir una redacción a partir de un texto incompleto; escribir el final o el principio
del texto, etcétera, todo en función de la estructura textual) para introducirlos en la reflexión y
enseñanza de la organización superestructural de los textos.
Otros recursos que no excluyen a los anteriores, son los ejercicios por medio de guías o esque-
mas para las estructuras textuales (Salvador, 1997; Wray y Lewis, 2000) (cuadro 7.15). En estas guías
se incluyen algunas preguntas elaboradas de acuerdo con la organización superestructural del tex-
to que se desee escribir, de manera que al contestarlas el alumno realiza una actividad reflexiva
sobre qué va escribir y cómo lo va a organizar, en función de una organización textual y discursiva.
Dos últimas recomendaciones esenciales: Primero, que la enseñanza de las estructuras para las.
composición puede hacerse siguiendo la estrategia guía del traspaso de la sesión y responsabilidad
(véase capítulo anterior). ASÍ, el docente plantea los ejercicios modelando primero la ejecución de
su redacción ante los alumnos; luego proponiendo ejercicios de práctica supervisada, y terminar
con ejercicios de práctica independiente. También son altamente recomendables las actividades de
aprendizaje colaborativo (véase más adelante). La segunda recomendación iría en torno a que la
enseñanza de las estructuras para la composición también incluya los componentes funcionales; es
decir, que se trate de elaborar textos ya sean narrativos, argumentativos o exposítívos con funciones
comunicativas genuinas como informar, persuadir, convencer, divertir, etcétera, pensando al mis-
mo tiempo en destinatarios reales y diversos (Camps, 1993).
Como ya hemos dicho, los escritores novatos tienen dificultad para retomar el punto de vista del
posible lector, lo que en un momento dado sirve para planificar, escribir y evaluar la calidad de su
redacción. Dada su competencia en esta área, ellos se encuentran en una situación "egocéntrica"
que les permite escribir, como dirían Flower y Hayes, "prosa de escritor" y no "prosa de lector" (la
primera es una escritura para el que escribe, la segunda para comunicar algo a un lector posible;
véase Cassany, 1989).
Cada vez más se reconoce el valor de las interacciones sociales y su efecto en el desarrollo
cognitivo, en los procesos de socialización y en los aprendizajes académicos (por ejemplo, la escri-
tura). Algunas de las ideas desarrolladas sobre los procesos de interacción han sido retomadas para
el caso de la enseñanza de la escritura. La idea central es la siguiente: los procesos de interacción
social y de intercambio de opiniones, pueden permitir la creación de contextos apropiados para una
escritura cooperativa o con un valor funcional comunicativo, de manera que los procesos de plani-
ficación, textualización y revisión de los participantes, se vean influidos en forma recíproca, en
tanto que en la interacción comunicativa, los alumnos desempeñan roles simultáneos de lectores y
escritores.
Una clasificación interesante sobre los tipos de estructuras subyacentes a las actividades de
escritura en grupos, es la presentada por Saunders (1989). Según este autor, la escritura grupal
implica cuatro variantes en función del tipo de organización y de los tipos de tareas asignadas:
b) Copublicación. Tiene una estructura cooperativa incompleta, puesto que los miembros co-
publicadores producen textos individuales, aun cuando participen colectivamente en los pro-
cesos de planificación, revisión y correcciones. Los copublicadores trabajan juntos para desarro-
llar un documento colectivo, pero éste se compone de textos realizados individualmente por
cada uno de los miembros.
e) Coedici6n. Ésta es una estructura cooperativa basada en la ayuda. Los coeditores no comparten
la co-autoría de los textos (como en las dos anteriores), sino que más bien dentro de un grupo
los textos son planeados y producidos individualmente y sólo son revisados en forma conjunta,
Esto es, dentro de un grupo, todos son escritores (planean y escriben sus propios textos), luego
cada uno de ellos muestra sus "borradores" a los miembros restantes del grupo quienes opinan
y revisan los textos críticamente.
d) Auxiliares del escritor. En esta modalidad, los compañeros pueden ayudar voluntariamente en
cualquier momento de la composición (planificación, textualización y revisión), sin embargo,
no comparten la autoría que posee el escritor que recibe la ayuda; tampoco se especifica la
participación en tareas asignadas, todo depende de la acción voluntaria del auxiliar.
Con base en algunos estudios efectuados sobre escritura en grupo (lascuatro variantes), Saunders
(ob. cit.) llega a algunas conclusiones de interés, para su puesta en práctica, a saber:
• Respecto a los procesos de planificación, la única comparación posible es entre coescritores y
ca-publicadores (dado que en las situaciones de condición y ayuda voluntaria no existe planifi-
cación conjunta). En tomo a esta comparación, Saunders menciona que los coescritores son
espontáneos, dialécticos y expeditos en las actividades de planificación conjunta, mientras que
enlos copublicadores esta actividad se hace compleja porque deben realizar una doble tarea de
planificación (colectiva e individual).
• Sobre el proceso de textualización de contenido, en el caso de los coescritores se involucran más
discusiones para alcanzar el consenso de lo que quiere escribirse, todos se esfuerzan por parti-
cipar porque el grupo depende de la autoría colectiva. En el grupo de copublicadores, la tarea
de composición es individual y no se discute sobre la misma. Finalmente, en el caso de la es-
tructura de ayuda, no hay un equilibrio en la participación, uno es el que escribe y otro el que le
sigue y aunque le auxilie, es el escritor quien decide la textualización.
• En cuanto al proceso de revisión, aun cuando pueda ser posible que los coeditores practiquen
más profusamente las estrategias referidas a este proceso, los coescritores también realizan re-
visiones continuamente de sus escritos colectivos,desde que planean (revisión de lo planeado),
cuando escriben (revisión en marcha) y al terminar el producto (revisión del escrito completo).
En el taller varios alumnos se reúnen en sesiones de una o dos horas para realizar ejercicios de
escritura bajo la guía de un experto, quien coordina las actividades (puede ser lU1. experto en com-
posición escrita o el profesor de clase). Se constituye un temario para el trabajo de composición en
las sesiones partiendo del interés de los propios alumnos, quienes pueden hacerse cargo de encon-
trar documentación necesaria de soporte para las redacciones.
Antes de que los alumnos escriban textos, se recomienda contemplar algunas sesiones en que
se realicen actividades de demostración, modelarniento y de coredacción enseñante-alumnos. En
ellas la idea es que el profesor escriba demostrando ante los alumnos cómo se elaboran algunos
textos (aspectos retóricos, normativos, etcétera). Después se recomienda comenzar con sesiones de
coredacción, iniciar la escritura él solo y luego escribir conjuntamente con los alumnos ciertas par-
tes de la composición, o dejar para ellos distintas tareas, como pueden ser: completar la planifica-
ción, la textualízación, la revisión, etcétera. En todas las actividades, mientras el profesor redacta
ante los ojos de los alumnos puede ejecutar actividades de modelamíento metacognitivo (véase
capítulo 6) sobre los distintos subprocesos o estrategias involucradas.
Posteriormente, como parte más importante del taller, se deben realizar actividades extensivas
de producción a cargo de los alumnos. Las funciones del enseñante en ellas serían las de guiar y
asistir a los alumnos participantes en todo momento. El enseñante proporciona dicha ayuda me-
diante "encuentros" que consisten en:
a) Diagnosticar y leer. El docente pregunta al alumno sobre sus propósitos de escritura, la percep-
ción que él tiene de su composición, las dificultades y carencias que ha tenido, etcétera; poste-
riormente, procede a leer las producciones conjuntamente con el alumno, al tiempo que elabora
algunas preguntas y escucha comentarios de los alumnos sobre su construcción, etcétera.
b) Comentar las producciones. El docente hace sugerencias y recomendaciones sobre las produccio-
nes de los alumnos, en relación con errores o aspectos poco trabajados que merecen ser depu-
rados.
Se han llevado a cabo varios estudios para intentar enseñar las estrategias, habilidades y procesos
que caracterizan el pensamiento del escritor experto, en sujetos novatos o inmaduros y a través de
ellos se ha intentado desarrollar técnicas y procedimientos de enseñanza para las estrategias y
subprocesos, con el fin de estructurar metodologías más amplias o intentos curriculares que pue-
dan ser introducidos en las escuelas (véase Alonso, 1991;Bereiter y Scardamalia, 1993;Bruer, 1995;
Salvador, 1997).
Antes de iniciar, cabe decir que la mayor parte de los alumnos, de los ciclos iniciales hasta los
superiores, tiende a guiarse por el modelo de "decir el conocimiento". Yasea por la naturaleza de
las tareas y actividades que se plantean en las instituciones escolares, o por buscar una estrategia
que les reditúe poco esfuerzo y velocidad en el acto. Como ya hemos visto, una gran parte de los
alumnos planifica y reflexiona poco sobre sus escritos, no autorregula el acto de la composición
teniendo presente los propósitos por los cuales escribe, y revisa de manera imperfecta sus procesos
y productos de escritura. Al parecer ha quedado claro que el objetivo central es cómo hace que los
alumnos logren enfrentarse a las distintas tareas de composición en su vida escolar cotidiana de
una manera estratégica y autorregulada, considerando los aspectos retóricos y comunicativos den-
tro de ciertas prácticas culturales y como unidades de discurso.
En los últimos años, la investigación en el campo ha centrado sus esfuerzos en buscar cómo
mejorar dichos aspectos, por lo que queremos dedicar en esta breve sección a presentar algunos
Se forman parejas (el "escritor" y el"asistente"; aunque también podrían formarse grupos pe-
queños) que trabajan el subproceso de planificación considerando las dimensiones propósito, au-
diencia y organización retórica, para escribir con ayuda de un "pizarrón para planificar", (figura
7.5).En dicho pizarrón se presentan paneles que indican los aspectos que el escritor debe tomar en
cuenta para su actividad planificadora y que sirven también al asistente para que comente sobre la
naturaleza y las características de la planificación que está desarrollando aquél. Primero, el escritor
explica lo que desea escribir y presenta con cierto detalle el plan que tiene sobre cómo desarrollarlo;
posteriormente el asistente podrá dirigir preguntas al escritor sobre los aspectos cruciales del panel,
por ejemplo: ¿quién será tu destinatario o audiencia", ¿qué tanto sabes de lo que quieres escribir?,
¿cómo desarrollar tu texto para expresar el punto clave?,etcétera (los papeles de escritor y asistente
deberán intercambiarse durante las sesiones). En las interacciones entre escritor y asistente se van
estableciendo construcciones conjuntas sobre cómo elaborar una planificación más eficaz de los
textos; además, en ellas se logra establecer un diálogo metacognitivo y reflexivo sobre aspectos que
comúnmente realizamos de manera interna en nuestra habla interior.
Como podrá observar el lector, lo importante consiste en hacer visibles las preguntas clave que
deben ocurrir en el "espacio de planificación", las cuales son problematizadas conjuntamente con el
asistente durante las sesiones, para que el escritor, al final, aprenda a desarrollar una planificación
constructiva. Esta propuesta de la planificación colaborativa ha demostrado su eficacia con estu-
diantes universitarios, quienes, después de realizar un entrenamiento en esta propuesta, demostra-
ron mayor habilidad para planificar sus textos, pues aprendieron a tomar en cuenta de una manera
más eficaz los distintos elementos del "espacio de planificación". Asimismo, se han realizado varias
aplicaciones y experiencias dentro del aula inspiradas en la propuesta, ya sea en las clases de lengua
o en otras (por ejemplo, Ciencias Sociales), logrando igualmente resultados positivos.
El grupo de Englert y Raphael (1988) han propuesto una metodología de entrenamiento que
ellos llaman aproximación dialógica, basada en la creación de una situación de enseñanza, donde el
instructor apoya a los aprendices (escritores novatos) verbalizando sus pensamientos y estrategias
"en voz alta" cuando escribe. Simultáneamente, el instructor puede ir enseñando los recursos
cognitivos de que dispone mediante el modelado y continuas explicaciones. En el contexto de este
diálogo instructor-aprendiz, se supone que este último internalizará las autoinstrucciones y las estra-
tegias que regulan la ejecución escrita en cada uno de los tres procesos que la componen.
Englert, Raphael y sus asociados han realizado varios estudios para demostrar la eficacia de
este procedimiento de enseñanza contextualizado dentro de un programa más amplio que han
denominado Instrucción cognitiva de estrategias de escritura, donde además se usan otros recursos
como las llamadas "fichas para pensar" (thinks-sheets), así como la enseñanza explícita de estructu-
ras retóricas (cuadros 7.16, 7.17 Y 7.18).
Por ejemplo, Englert, Raphael, Anderson, Anthony y Stevens (1991) llevaron a cabo un estudio
para examinar los efectos del programa con sujetos normales y con sujetos con problemas de apren-
dizaje en sus composiciones de textos expositivos (explicativos y adversativos). Los sujetos del
estudio fueron niños de cuarto y quinto grado provenientes de clases regulares y especiales.
El núcleo central del programa lo constituyeron los diálogos entre el instructor y los estudian-
tes, y la creación de situaciones de andamiaje y transferencia del control para la enseñanza
autorregulada de estrategias de composición de textos expositivos. En el entrenamiento se utiliza-
ron las "fichas para pensar" como apoyos y también se enseñó la estructura de algunos textos
expositivos. Durante siete meses de entrenamiento se realizaron las siguientes actividades: entrena-
miento en la estructura de los textos, modelamiento de las estrategias de escritura, práctica guiada
y uso independiente de estrategias.
Los hallazgos centrales del estudio reportaron que el programa basado en la aproximación
dialógica, fue efectivo en las dos poblaciones, lográndose la mejora de las composiciones expositivas
entrenadas. Asimismo, se demostró que dichos efectos en el aprendizaje de las estrategias de escri-
tura fueron transferibles a otro tipo de textos no contemplados durante el entrenamiento. Englert y
colaboradores explican sus resultados destacando que el procedimiento de enseñanza dialógico
tiene la ventaja de hacer visibles los procesos y estrategias empleadas por el instructor experto
cuando compone textos, de tal modo que al alumno se le facilita su comprensión y su posterior
internalización.
Del mismo modo, Bereiter y Scardamalia (1987) desarrollaron algunas propuestas para la ense-
ñanza de los subprocesos y estrategias realizadas durante la composición. De acuerdo con su pro-
pia propuesta de los modelos del escritor experto y del novato, expuestos en una sesión anterior, el
objetivo principal de sus trabajos se ha centrado en idear procedimientos eficaces para promover la
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Lafacilitación procedimental es un sistema de ayuda que se compone de los apoyos del facilitador
y de una serie articulada de rutinas y ayudas externas confeccionadas ex profeso, para auxiliar a los
aprendices a ejecutar las funciones autorreguladoras sobre los subprocesos involucrados. Algunas
de las metas instruccionales principales de la facilitaciónprocedimental son las siguientes:1) explicitar
el conocimiento y las estrategias que ocurren en forma implícita e interna en el escritor; 2) hacer uso
de las estrategias de modelado y guiado como elementos centrales del sistema de ayuda, no de la
enseñanza directa, y 3) promover la autorregulación en la ejecución de los subprocesos y la re-
flexión metacognitiva necesaria para el diagnóstico de los errores y la corrección de los mismos.
En este sentido, con base en el conocimiento que se tiene sobre cómo proceden los expertos
cuando componen, se ha diseñado una serie de apoyos externos que denominan fichas de trabajo" 11
(similares a las hojas para pensar véase cuadros 7.16,7.17Y7.18),que fungen como autoinstrucciones
asociadas con los subprocesos. Los alumnos pueden interactuar en grupos y el enseñante supervi-
sarlos continuamente, mientras se utilizan las fichas de trabajo.
Según Bereiter y Scardamalia, los dos tipos de aproximaciones de enseñanza son compatibles
en tanto que una influye en los medios y deja las metas abiertas (facilitación procedimental) y la otra
influye en las metas al precisarlas, pero deja los medios abiertos (concretización de metas).
Se asignó al azar a dos grupos naturales de sexto grado a situaciones de control y experimental.
En la situación experimental se les proporcionó una instrucción basada en la facilitación
procedimental, modelaje e instrucción directa, la cual se realizó en 19 sesiones semanales (las pri-
meras diez se enfocaron sobre producción de ensayos de opinión y las nueve restantes sobre textos
de exposición factual). Los resultados demostraron que en el grupo experimental hubo un incre-
mento en los procesos reflexivos en los que interaccionaban los espacios tópico y retórico, los cuales
a su vez eran acompañados por mejoría en la planificación de los tipos de textos estudiados y en la
calidad de las producciones. Sin embargo, las mejoras conseguidas en la planificación fueron aque-
llas referidas especialmente a los niveles locales y no a los globales de la composición.
En resumen, de estas investigaciones efectuadas sobre el entrenamiento de procesos y estrate-
gias pueden derivarse varias conclusiones que de alguna u otra forma han sido logradas de forma
consensual por varios grupos de investigadores.
La primera conclusión deriva en que es posible desarrollar una serie de técnicas y procedimien-
tos de enseñanza, encaminados a fomentar los aspectos más creativos y procesales de la composi-
ción escrita. Los enfoques presentados coinciden al intentar la enseñanza de procesos y estrategias,
dejando de lado posturas simplistas, basadas en la enseñanza de habilidades de bajo nivel (ortogra-
fía, puntuación, sintaxis de enunciados, etcétera), o en la mera ejercitación y práctica. La simple
ejercitación o el dar continuamente la oportunidad a los aprendices de escribir lo que ellos quieran,
según sus intereses y deseos, se considera insuficiente para mejorar los procesos y estrategias de
composición (de hecho, como señala Alonso, ob. cit.,se corre el riesgo de reforzar en ellos el modelo
de "decir lo que sabe"). La enseñanza de los subprocesos y las estrategias debe hacerse de forma
explícita, haciéndolos visibles a los alunmos.
Con los avances de investigación recientes en este dominio es claro que los aspectos estratégicos,
reflexivos y creativos de la escritura pueden ser enseñados si atendemos adecuadamente a las estra-
tegias y procesos que la componen. Los enfoques que se basan en el aprendizaje "natural", en los
productos o en la ejercitaciónde habilidades simples, deben considerarse como necesarios, pero de
ningún modo como suficientes para la enseñanza de la composición escrita.
A partir de las investigaciones sobre este dominio, en las últimas décadas se han revelado im-
portantes cuestiones que debernos considerar si queremos enfrentarnos acertadamente a la proble-
mática de su enseñanza.
Desde finales de los años setenta hasta mediados de los ochenta la mayoría de los trabajos se
centraron en realizar investigación básica de los procesos involucrados en la composición y de las
diferencias existentes entre expertos y novatos. Gracias a los hallazgos arrojados por este tipo de
trabajos fue posible identificar los procesos, habilidades y estrategias de la conducta experta, lo cual
trajo como consecuencia lógica la aparición de nuevos enfoques de enseñanza para la enseñanza de
la composición.
Las técnicas para la enseñanza de las habilidades de composición pueden ser de distinto tipo:
• El modelado de las estrategias de cada uno de los procesos.
• La enseñanza basada en el establecimiento de diálogos interactivos entre enseñante-experto y
aprendices-novatos.
• La importancia de estructurar actividades de interacción con los pares, en las que ellos desem-
peñen roles simultáneos de lectores y escritores (por ejemplo, los talleres de escritura).
• El uso de distintos recursos de apoyo para facilitar el proceso de internalización de las estrate-
gias.
• Elvalor de las actividades cotidianas en donde puedan negociarse ampliamente textos (escribir
y leer), atendiendo a necesidades comunicativas reales (en función de distintos destinatarios y
fines).
Algunas recomendaciones específicaspara la enseñanza de la composición son:
.1. Ante todo, partir de la idea de que el desarrollo de un texto implica un cierto tiempo, que en
ocasiones los docentes no están dispuestos a reconocer explícita o implícitamente, por lo que es
necesario considerarlo cuando se solicita a los alumnos la elaboración de un escrito, ya sea para
comunicar algo o como actividad orientada al aprendizaje de contenidos.
2. Plantear la enseñanza y la práctica de la escritura dentro de contextos comunicativos reales (Gra-
ves, 1992;Gall, Gall, Jacobsen y Bullock, 1994);es decir, que el texto funcione como un produc-
to social. Esto sin duda permitirá la mayor transferencia y generalización de las habilida-
des para redactar. Dentro de este marco debe intentarse que los aprendices desarrollen una
clara conciencia de lo que implica componer un texto: conseguir un propósito (informar, ar-
gumentar, convencer, divertir, emocionar, reflexionar, etcétera), comunicar un discurso a una
posible audiencia (características de la audiencia: niños, compañeros, jóvenes, maestros, pa-
dres, etcétera), organizar lo que se quiere decir (estructuras y géneros retóricos: narrativos, epis-
tolar, noticias, expositivos, argumentativos, etcétera), desarrollar los mecanismos
autorreguladores de los procesos (planificación, textualización, revisión, etcétera) y las estrate-
gias involucradas en ellos.
3. Debe promoverse la creación de contextos cooperativos (ca-escritores,ca-editores, ca-publicadores,
etcétera, así como de otros más flexibles tales como los talleres de escritura) para la comunica-
ción escrita tanto como sea posible. Mediante las interacciones y participaciones recíprocas en-
tre compañeros y entre éstos y el maestro, los alumnos generan nuevas ideas, se descentran de
la prosa de escritor, planifican en función de distintas audiencias, etcétera. Particularmente en
la creación de talleres de lectura y escritura, pueden potenciarse de manera integrada los distin-
tos usos y funciones del lenguaje escrito.
4. Enseñar distintos tipos de géneros y estructuras textuales, atendiendo a las características estructu-
rales y al uso apropiado de las palabras clave (véase capítulo S)en cada uno de ellos,pero sobre
todo insistir en la enseñanza de los aspectos funcionales (para qué sirven y en qué contextos
_. . Capitulo 7 E,trtlt':gutJpara ,1 ¡¡Pi, ndizaje ,¡g,¡ifimtwo Il: comprcnsián y composicián de textos
sociales) con el fin de que los aprendices los utilicen activamente en la composición de sus
textos (véase Camps, 1993).:
5. Si bien es recomendable enseñar a los alumnos una amplia diversidad de géneros textuales, sin
lugar a dudas el discurso científico debería tener un lugar central, puesto que la mayor parte de
los textos que los alumnos tienen que escribir dentro de las instituciones escolares, desde la
educación básica pero sobre todo en la educación media y superior, se refiere a este tipo de
discurso (Cassany¡ 1999). Las formas privilegiadas de composición que se suelen enseñar, y las
que más se volaran, son las de corte literario. Esto también ha tenido como consecuencia que los
alumnos muchas veces terminen valorando un estilo literario malentendido", es decir, la escri-
11
tura complicada, oscura y opaca a las intenciones comunicativas (se escribe mejor cuando pne-
nos se entiende!). Los textos científicos comúnmente son expositivos o argumentativos, escritos
de manera impersonal y de forma explícita y directa; a los alumnos se les exige en las escuelas
múltiples modalidades de éstos en los resúmenes, las monografías, los proyectos de investiga-
ción,los reportes e informes, etcétera. Valdría la pena que se enfatizara este tipo de discurso en
los programas de enseñanza de la escritura, dadas sus importantes implicaciones pedagógicas
y prácticas.
6. Los ejercicios de modelado, con los materiales escritos de diversos tipos de géneros o discursos,
pueden ser importantes si se plantean de forma adecuada (en función del nivel de desarrollo,
etcétera). Por ejemplo, a partir de modelos escritos (algún texto conocido para los alumnos)
pueden plantearse ejercicios de reescrituración (volver a escribir una parte del texto), amplia-
ción (aumentar y profundizar una parte), descripción (dar cuenta más precisa de una escena
del texto), personificación (cambiar la persona o voz que escribe, por ejemplo, de primera a
segunda persona, etcétera) (véase Teberosky, 1993).
7. En los procesos de composición que ocurren en el aula (más allá de la clase de españolo lengua,
y pensando incluso en la idea de un metacurrículo), es necesario reconsiderar la relación entre
estrategias, estructuras y contenidos de aprendizaje, y los profesores pueden contribuir recono-
ciendo cuáles de estas estrategias y estructuras pueden resultar más efectivas para las discipli-
nas que enseñan. Esta actividad es crucial para la inclusión de las mismas en el programa de
entrenamiento que se quiera implantar o en el metacurrículo que se intente promover.
9. Las computadoras han venido a constituirse como un entorno innovador que trae consigo be-
neficios evidentes para el aprendizaje de la composición escrita (Prat y Vila, 1993; Salvador,
1997; Znyder, 1993). El uso de procesadores de textos, cada vez más utilizados dentro y fuera de
la clase, tiene varias implicaciones educativas como las siguientes: a) facilitan la actividad del
acopio de ideas, y el uso y manejo de esquemas, notas y borradores de textos; b) favorecen las
actividades individuales y cooperativas de planificación, textualización, edición y revisión;
c) incrementan la motivación mientras se escribe; d) generalmente facilitan la corrección orto-
gráfica (los correctores ortográficos ya existentes todavía dependen mucho de las decisiones y
el conocimiento del escritor) yel aumento de vocabulario (por ejemplo, los diccionarios perso-
nales); e) los alumnos de diferentes edades piensan que al usarlos mejoran sus estrategias de
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revisión y la calidad de sus escritos (respecto a esto último, la investigación ha corroborado que
los alumnos escriben más en cantidad y en calidad; véase Znyder, 1993),y j) con las nuevas
posibilidades tecnológicas, como los correos electrónicos,las listas de discusión, etcétera, pue-
den favorecerse las posibilidades comunicativas de los alumnos y aumentar las oportunidades
de uso de la escritura, '
El entorno informático plantea también problemas que es necesario sortear para que resul-
te verdaderamente eficaz en las aulas, como por ejemplo: contar con equipo adecuado, posibi-
lidad de acceso igualitario para todos los alumnos, alfabetización informática básica, etcétera.
Aun subsanando tales problemas y aceptando los beneficios indiscutibles, no se asegura que el
proceso de composición pueda mejorarse por el hecho de utilizar la computadora. En este sen-
tido, la eficacia de tal entomo dependerá en gran medida de explotarlo adecuadamente, en
todas las posibilidades que abre, para enseñar los subprocesos y estrategias. Los procesadores
de texto y otros tipos de soportes lógicos (es posible utilizar o diseñar programas para la ense-
ñanza de la comprensión o la producción escrita, ya sean tutoriales simples, inteligentes obasa-
dos en HyperCard) serán capaces de beneficiar el aprendizaje de los procesos complejos de la
escritura, si están diseñados y utilizados como herramientas que apoyen las recomendaciones
hechas en este capítulo,
Para terminar quisiéramos presentar de manera esquemática algunas notas breves, que considera-
mos de importancia, relativas a la evaluación de la composición escrita (véase Camps y Castelló,
1996:Cassany, 1993y 1999;Cassany, Luna ySanz, 1994;Salvador, 1997).
1. En primer término, es necesario un cambio en la actitud del profesor-evaluador, que le obligue
a dejar el papel de juez-calificador que atiende sólo los productos y los aspectos más simples de
la escritura (ortográficos, de puntuación, sintácticos, de aspectos locales, etcétera), sustituyén-
dola por la de un retroalimentador y apoyador o, mejor aún, la de un colaborador-dialogante
(coevaluación) que centre la actividad evaluativa en los procesos y que coadyuve a mejorar los aspectos
más complejos de la escritura (cohesividad, coherencia, adecuación, etcétera)(cuadro 7.19).Gene-
ralmente ocurre que cuando los profesores evalúan los escrito de los alumnos se centran en los
aspectos más superficiales o secretariales (puntuación, normativa, etcétera). Corregir sólo di-
chos aspectos, o poner demasiado énfasis en ellos, conduce a que los alumnos aprendan a con-
siderarlos como lo más importante en sus composiciones escritas (véase Wray, 1993), y, ante
situaciones futuras, buscarán estar más pendientes de ellos que de los aspectos verdaderamen-
te relevantes.
2. Cuando se haga las correcciones sobre los escritos de los alumnos, debe procurarse no sólo
enfatizar los aspectos negativos sino también lospositivos. Los aspectos positivos de la escritura
deben reconocerse y animarse, adjuntando comentarios sobre por qué son valiosos para el escri-
to; cuando haya aspectos negativos (preferible llamarlos "mejorables"), deberán !:acerse reco-
mendaciones claras y precisas sobre cómo contrarrestarlos o solucionarlos, 10 cual q.iiere decir
que en la evaluación de la composición escrita hay que sancionar menos y retroalimentar más.
3. Elprofesor también debe aprender. a respetar los escritos de los alumnos y procurar que éstos no
terminen diciendo lo que él quiere y al modo en que éllo quiere. En tal sentido, se recomienda que
elprofesor compare el texto real del alumno (elesquema, el borrador 1,el borrador 2, etcétera)no
con el texto que el profesor tiene en mente que el alumno haga, sino de preferencia con el texto
originalmente planificado por el alumno, el cual debe ser conocido por el enseñante en encuen-
tros que tenga con él. Muchas veces debido a las interacciones, diálogos y apoyos que el enseñan-
te proporciona al alumno, el texto termina siendo coplanificado entre ambos. Yasea el texto pla-
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" . Capitulo 7 Estrategiaspam d aprendizaie ,igmfic<1tll'O !l. comprensiony composición de textos , .: .. '.
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NORMATIVA • Ortografía
• Morfología y sintaxis
• Léxico (barbarismo, precisión ... )
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níficado por el alunmo o el coplaníficado con el profesor, siempre se debe recuperar la parte ori-
ginal y de autoría que pone el alumno para ser reconocida en la evaluación y para, a partir de ella,
hacer los comentarios pertinentes sobre los aspectos positivos y mejorables de su escrito.
7. Es muy recomendable evaluar los productos escritos de manera diacrónica, para valorar los
progresos en las ejecuciones de los alumnos, La importancia de los esquemas, notas, borrado-
-,'. .....-.; .
res, etcétera, muchas veces desdeñados, aquí resulta crucial¡ en ellos van quedando las huellas
de los avances, la forma de solucionar los problemas, los errores recurrentes, etcétera, que re-
sultan muy informativos para ver en perspectiva la problemática y los progresos de los apren-
dices de escritores.
.~·,:,tfJ·ttt,ct~~:;:t~téi::¿¡:~dOÓ~;~~~fi;';h~
. as
concentrado Ia actívídad en)á:pSo~concretos (se arializ?fl.las·feclt de Iásel1.uadas). ~
Calida:d:d~'~tradas •....... -. .. '. r, ~,/.~:<;¿,.. ' :":" :"~ -.~ .Ós.Ó,
~."",
~
En este capítulo nos hemos centrado en describir los procesos de comprensión y composición de
textos, los cuales se consideran de importancia fundamental por sí mismos y para la realización de
distintas actividades académicas de todos los niveles educativos.
Tanto para la enseñanza de las estrategias de comprensión como para las del dominio de la
composición, la enseñanza que se ha demostrado más efectiva es aquella que se basa en la transfe-
rencia del control y la práctica guiada en contextos dialógicos entre un enseñante y los aprendices.
1. Analice cuáles son las características generales de las actividades de comprensión y producción
de textos que realizan sus alumnos. Compárelas, sin ánimo de afectar a sus alumnos, con las
descripciones ideales de los lectores y escritores hábiles que se presentaron en el texto. ¿Qué
conclusiones puede obtener de ello?
2. Con base en lo revisado en el texto, indague y reflexione por diversos medios (observación de
los productos, comentarios, entrevistas, discusiones grupales, etcétera) sobre las estrategias y
habilidades que sus alumnos poseen para comprender y componer textos.
3. Analice qué posibilidades tienen sus alumnos para profundizar en la comprensión y composi-
ción durante las actividades que usted propone en clase.
4. ¿Qué tantas oportunidades u opciones han tenido sus alumnos dentro de su clase para realizar
una actividad de lectura o escritura compartida? Acepte el desafío y planee una situación de
este tipo; posteriormente discuta y valore la experiencia con sus propios alumnos y, de ser
posible, con otros profesores.
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Nadie puede negar que la evaluación educativa es una actividad compleja que al mismo tiempo
constituye una tarea necesaria y esencial en la labor docente.
Al desempeñar sus funciones en alguna institución educativa, cualquier docente debe tener
una cierta concepción del modo en que se aprende y se enseña, lo mismo que acerca de cómo,
cuándo, por qué y para qué evaluar.
Se dice que detrás de cada decisión sobre la tarea evaluativa que realiza el profesor, se manifies-
ta, implícita o explícitamente, una cierta concepción del aprendizaje y, por supuesto, de la enseñan-
za (véase Quinquer, 1999).
El profesor también debe poseer un cierto conocimiento teórico y práctico más o menos preciso
de un nutrido arsenal de estrategias, instrumentos y técnicas para evaluar los aprendizajes de los
alumnos en los momentos pertinentes en que decida hacerlo, sea porque él lo considere así o por-
que la institución o el currículo se 10 demanden.
Por ello debe señalarse en forma enfática que la evaluación es parte integral de una buena enseñan-
za, de hecho podríamos decir sin ningún menoscabo que no es posible concebir adecuadamente a la
enseñanza sin la evaluación. En consecuencia, una mejora en las propuestas de enseñanza y apren-
dizaje también requiere necesariamente un cambio significativo en los modos de entender y reali-
zar la evaluación (véase [orba y Sanmartí, 1993).
La evaluación del proceso de aprendizaje y enseñanza debe considerarse como una actividad
necesaria, en tanto que le aporta al profesor un mecanismo de autocontrol que le permitirá la regula-
ción y el conocimiento de los factores y problemas que llegan a promover o perturbar dicho pro-
ceso.
Sin la actividad evaluativa difícilmente podríamos asegurarnos de que ocurriera algún tipo de
aprendizaje, cualquiera que éste fuera, o nos costaría mucho saber apenas nada sobre los resultados
y la eficacia de la acción docente y de los procedimientos de enseñanza utilizados. Sin la informa-
ción que nos proporciona la evaluación, tampoco tendríamos argumentos suficientes para propo-
ner correcciones y mejoras.
En este capítulo abordamos de manera directa los asuntos relativos a la evaluación dentro del
aula desde el marco conceptual constructivista. Para ello presentamos primero una revisión sobre
algunas consideraciones conceptuales que juzgamos relevantes para situar la evaluación
psicoeducativa desde la perspectiva señalada¡ después, ampliaremos los asuntos relacionados c~:m.
los procedimientos e instrumentos evaluativos, los tipos de evaluación psicoeducativa, así como el
Capitulo 8 Constructiuismo y éI'dluacu;,] psicacducativa . ' . ,:
'<.
problema de la evaluación de los contenidos curriculares. Como nota aclaratoria inicial para el
lector queremos expresar que este capítulo ha sido desarrollado principalmente para que el docente
reflexione sobre la tarea evaluativa desde el marco constructivista y no contiene una exposición en la
que se enfaticen los aspectos técnico-prácticos sobre diseño de instrumentos y técnicas o sobre su
forma de uso preciso. Consideramos que esta labor ha sido desarrollada comúnmente en varios
textos sobre evaluación, con los cuales el lector podrá complementar los temas cuando decida pro-
fundizar sobre dichos aspectos si así le interesa.
Evaluar, desde nuestro punto de vista, implica seis aspectos centrales (Jorba y Casellas, 1997;
Miras y Solé, 1990;Santos, 1993;Wolf,1988):
1. La demarcación del objeto, situación o nivel de referencia que se ha de evaluar: identificación de los objetos
de eualuacion, En este capítulo nos referiremos principalmente a la evaluación dentro del proce-
so de enseñanza y aprendizaje, y para cada aspecto en particular que se desee evaluar (por
ejemplo, los aprendizajes de los alumnos) habrá que considerar ciertos objetos de evaluación, lo
que se refiere indudablemente a qué queremos evaluar. .
2. El uso de determinados criterios para la realización de la evaluación. Estos criterios deben tomar como
fuente principal las intenciones educativas predefinidas en la programación del plan de clase,
del programa y I o del currículo en cuestión. Existen dos tipos de criterios: de realización (nom-
bran los actos concretos que se esperan de los alumnos) y de resultados (contemplan aspectos
tales como: pertinencia, precisión, originalidad, volumen de' conocimientos utilizados, etcéte-
ra). Evidentemente, en este caso, lo que interesa saber es si para un objeto de evaluación dado se
han alcanzado los conocimientos correspondientes y en qué grado.
5. La emisión de juicios. Con base en los puntos anteriores será posible elaborar un juicio de natura-
leza esencialmente cualitativa sobre lo que hemos evaluado. Tras la confrontación entre los
criterios predefinidos en las intenciones educativas y los indicadores emergerá este juicio
valorativo 'que constituye la esencia de la evaluación. La elaboración del juicio nos permite
;,' ' (_~tpítulo 8 Consrructiuismo y cualuacián psicoeducatiua ' ' . ,,' ~
" • I , • .,I_~_~J~"'~>
realizar una interpretación sobre cómo y qué tanto han sido satisfechos los criterios de nuestro
interés.
6. La toma de decisiones. La toma de decisiones realizada a partir del juicio construido constituye
sin duda el porqué y para qué de la evaluación. Las decisiones que se tomen en la evaluación
pueden ser de dos tipos: de carácter estrictamente pedagógico (para lograr ajustes y mejoras
necesarias de la situación de aprendizaje y/O de enseñanza) y de carácter social (las cuales
tienen que ver con asuntos como la acreditación, la promoción, etcétera),
Cuando en renglones arriba hablábamos de la diferenciación entre los dos tipos de decisiones
que pueden establecerse con base en un juicio evaluativo, ya estábamos de hecho pisando terreno
sobre los dos tipos de funciones que es posible distinguir en la evaluación de los aprendizajes, a
saber: la función pedagógica y la función social (Coil y Martín, 1996;Coil y Onrubia, 1999¡Jorba y
Sanmartí, 1993;Marchesi y Martín, 1998)(véase cuadro 8.1).
Lafunción pedagógica tiene que ver clirectamente con la comprensión, regulación y mejora de la
situación de enseñanza y aprendizaje. En este sentido, se evalúa para obtener información que
permita, en un momento determinado, saber qué pasó con las estrategias de enseñanza y cómo es
que están ocurriendo los aprendizajes de los alumnos, para que en ambos casos sea posible realizar
las mejoras y ajustes necesarios. En consecuencia, esta función pedagógica es un asunto central para
la confección de una enseñanza verdaderamente adaptativa.
Ampliando un poco más, puede decirse que la función pedagógica se integra al proceso de
enseñanza como una genuina evaluación continua, dirigida a tomar decisiones de índole pedagógi-
ca y que verdaderamente justifica o le da sentido a la evaluación. En este sentido, los'objetos de la
evaluación no sólo son los procesos de aprendizaje de los alumnos, sino también el proceso mismo
de la enseñanza.
-Sin embargo, no es común que en las prácticas evaluativas que se llevan a cabo en las aulas se
recupere la función pedagógica de la evaluación de los aprendizajes, porque se tiende a enfatizar la
llamada función social (Quinquer, 1999).
Lafunción social de la evaluación se refiere a los usos que se dan de ésta más ailá de la situación
de enseñanza y aprendizaje, y que tienen que ver con cuestiones tales como la selección, la promo-
ción, la acreditación, la certificación y la información a otros. Como ya hemos dicho, esta función ha
tendido a prevalecer por encima de la anterior debido a la idea de que evaluar es aplicar exámenes
al final del proceso instruccional o que es calificar y asignar un número que certifique si se ha
aprendido o no.
Según Coil y Onrubia (1999),las funciones pedagógica y social son inherentes a toda evalua-
ción educativa. De hecho, en ocasiones se encuentran confundidas y no resulta tan fácil disociarlas,
Qué Qué
información En que consecuencias
Finalidades recoge momentos se derivan
como en el caso de la evaluación diagnóstica, cuyos resultados pueden servir para tomar decisiones
de orden adaptativo entre el programa y las características psicopedagógicas de los alumnos y, al
mismo tiempo, se puede ocupar con fines de selección o segregación para decidir quiénes van o no
a participar en un determinado programa.
Las situaciones educativas se caracterizan por ser actividades complejas que tienen una cierta
intencionalidad y que están planeadas y dirigidas hacia el logro de ciertas metas. ASÍ, la función
pedagógica de la evaluación se vuelve imprescindible para valorar si la actividad educativa ocurrió
tal y como intencionalmente fue pensada y si se alcanzaron o no las metas o intenciones para las que
fue diseñada. Igualmente, sin la función pedagógica de la evaluación del proceso de enseñanza-
aprendizaje no se podrían realizar los ajustes que en un momento determinado se consideran nece-
sarios para el logro de las metas educativas, ni se podría saber si se ha logrado el éxito deseado.
Por otro lado, la educación es una actividad social y socializadora y, por ende, sus metas por
naturaleza son sociales. Toda propuesta educativa tiene un proyecto social y cultural, así como un
cierto ideal de cómo formar hombres educados que se aculturen y socialicen para su inserción y/o
participación en la posible transformación de su sociedad. En este sentido, la evaluación cumple su
función social al acreditar o certificar,ante la sociedad y comunidad cultural, si los educandos han
conseguido determinados logros académicos o si poseen determinadas capacidades para acceder a
la cultura, ejercer determinadas funciones sociales o asumir ciertos roles en la misma.
Por ello, como señalan Coll y Onrubia (ob. cit.), ambas funciones pueden considerarse en prin-
cipio como compatibles, en tanto que responden a momentos diferentes en el proceso educativo. La
función pedagógica es fundamental mientras ocurre el proceso (antes, durante y después del mis-
mo); asimismo, la función social tiene pleno sentido cuando el proceso tiene su fin y el alumno
cumple un ciclo o se presta a insertarse en un contexto laboral (cuadro 8.1).Ocurre que en muchas
ocasiones sehan malinterpretado dichas funciones ose les ha considerado como radicalmente opues-
tas, prevaleciendo una sobre la otra, como ya señalábamos líneas arriba.
La función pedagógica merece ser analizada y que se le dé el lugar que le corresponde por el
importante papel que desempeña en la regulación del proceso de enseñanza-aprendizaje. En cuan-
to a la función social, resulta necesario comprender el sentido de su existencia y ponerle ciertos
límites dentro de las prácticas escolares, porque en muchas ocasiones ha competido directamente
con la función pedagógica y llega a anularla, debido a una inadecuada interpretación que se hace de
la función social por la idea que prevalece en los centros escolares y la comunidad educativa gene-
ral (personal docente, padres de familia, alumnos) de ver a la evaluación relacionada con la califica-
ción y la acreditación (se ha sobrevalorado la evaluación sumativa acreditativa) y como una prácti-
ca o un mecanismo que permite la clasificación y la selección de los alumnos.
Otra cuestión que abordaremos aquí para analizar la evaluación escolar en toda su compleji-
dad, es la necesidad de ubicarla o incardínarla en relación con varios asuntos relevantes. En esta
óptica, Coll y Martín (1993)consideran que la evaluación .escolar debe contemplarse teniendo en
cuenta tres importantes dimensiones:
Por último, dentro de la dimensión normativa se implicarían los asuntos relacionados con fines
administrativos e institucionales. Estas actividades tienen que ver con factores tales como la acredi-
tación, la promoción, los documentos de evaluación, las evaluaciones sobre la institución y la eva-
luación del profesorado.
Las tres dimensiones mencionadas mantienen una relación de influencia recíproca entre sí, Sin
embargo, a nuestro juicio, es el referente psícopedagógíco y curricular asumido el que desempeña
un papel determinante en todas las actividades evaluativas y que de hecho puede darle un matiz o
sesgo especial a los ámbitos técnico-práctico y normativo. Es evidente que sin un referente
psicopedagógico y/o curricular claro, las actividades de evaluación pierden con mucho su razón de ser y
pueden convertirse en prácticas con un fuerte sesgo tecnicista o en prácticas que privilegien lo burocrático-
administrativo sobre lo académico.Sin un marco conceptual las prácticas evaluativas también pueden
reducirse a cuantificaciones simplistas y perder toda su riqueza interpretativa, aportando muy poco
al proceso de aprendizaje y enseñanza.
En los últimos años han aparecido distintas aproximaciones y paradigmas sobre evaluación educa-
tiva. En cada una de ellas se enfatizan algunos aspectos y se descuidan otros (véase Hernández y
Carlos, 1992; Rosales, 1990).
Antes de exponer algunas directrices esenciales para una propuesta constructivista de la eva-
luación, quisiéramos presentar brevemente una caracterización de lo que todavía hasta hoy puede
considerarse, por desgracia, la evaluación tradicional de los aprendizajes (véase Quínquer, 1993;
Santos, 1995; Vizcarro, 1998):
• Parte de una concepción del aprendizaje asociacionista en la que se hace hincapié en el conoci-
miento memorístico descontextualizado de hechos, datos y conceptos.
• Se enfatizan los productos del aprendizaje (lo "observable") y no los procesos (razonamiento,
uso de estrategias, habilidades, capacidades complejas); de la evaluación de los productos ge-
neralmente se enfatiza la vertiente negativa.
• Es una evaluación cuantitativa (el examen de lápiz y papel es el principal instrumento) basada
en normas y algunas veces en criterios para la asignación de la calificación.
• El docente es quien casi siempre define la situación evaluativa, a veces de una forma autorita-
ria-unidireccional (muchas veces se evalúa para controlar), sin especificar a los alumnos el por-
qué y el para qué de la evaluación.
• La evaluación tiende a promover una relación condicional con la enseñanza; es decir, la evalua-
ción puede moldear 10 que ha de ser enseñado.
• Se escogen los ejerciciosque casinunca se revisan en la enseñanza, pensando que la transferen-
cia y/o la generalización de saberes es una cuestión espontánea,
Indudablemente, la utilización de la evaluación tradicional de los aprendizajes ha traído como
consecuencia que la evaluación escolar sufra de una serie de "patologías" (véase Santos, 1995),y
bien valdría la pena reflexionar las distintas consecuencias que éstas pueden ocasionar a los alum-
nos antes de intentar modificarlas.
Sin intentar profundizar demasiado en ello y con la brevedad a que nos vemos obligados a
hacerlo por razones de espacio, baste con ver, a guisa de ejemplo, cómo los alumnos se ven influi-
dos poderosamente en sus conductas de aprendizaje cuando se sigue una evaluación como la que
acaba de describirse.
En lo afectivo, se pueden identificar fácilmente tres repercusiones: los alumnos se sienten
desmotivados ante las tareas de evaluación, pueden demostrar niveles inadecuados de ansiedad
que repercuten en su ejecución; además, por ejemplo, cuando se plantean situaciones de compara-
ción o competitividad en clase, es posible que muchos de los alumnos estén "consiguiéndose" una
seria reprimenda a su autoestíma. En lo cognitivo, se tiende a reforzar el aprendizaje memorístico,
no se da oportunidad a que los alumnos desarrollen habilidades de composición escrita compleja o
modos de pensamiento creativo, argumentativo y crítico, etcétera. Por último, los alumnos apren-
den una serie de saberes y actitudes, tales como que es más importante pasar un examen que apren-
der verdaderamente o descubrir ideas en clase, que tiene mejores resultados para la acreditación el
darle gusto al profesor que exponer las propias opiniones, que hacerse el "incómodo" en el aula
puede provocar que se esté sujeto a mayor" control" en las calificaciones o en el examen, etcétera
(Batalloso,1995).Con estos ejemplos vuelve a cumplirse la regla que reza "cómo evaluamos deter-
mina qué y cómo se aprende" (véase Vizcarro, 1998,p. 131).
Yahabíamos dicho páginas atrás que si se desean promover cambios en la manera de enseñar y
de aprender es necesario aparejar una serie de cambios en la evaluación escolar. En lo que sigue,'
presentamos una propuesta desde el marco constructivista para fundamentar ese posible cambio
en la conceptualización de la evaluación (Coll y Martín, 1993; Coll y Onrubia, 1999;Marchesi y
Martín, 1998).La comprensión de algunas de las ideas expuestas en capítulos anteriores en conjun-
ción con las vertidas en este apartado referentes al caso de la evaluación, ayudarán al lector a com-
prender mejor las siguientes secciones.
• El grado en que los alumnos han sido capaces de atribuir un valor funcional (no sólo ínstrumen-
talo de aplicabilidad, sino también en relación con la utilidad que estos aprendizajes puedan
tener para otros futuros) a dichas interpretaciones.
Por último, es necesario plantear y seleccionar de forma estratégica las tareas o instrumentos de
evaluación pertinentes que permitan hacer emerger los indicadores que proporcionen información
valiosa sobre la significatividad de lo aprendido (véase con y Martín, 1993): Serán mejores aquellos
instrumentos o estrategias evaluativas que permitan que se manifieste lagradación de lasignificaiioidad
de lo aprendido en toda su riqueza, para que pueda valorarse con mayor objetividad qué y cómo
aprendieron los alumnos .
Pero a partir de ello, ¿qué es lo que se debe observar para valorar la significatividad? Como
dicen CoIl y Martín (ob. cit.), el grado de amplitud y el nivel de complejidad con que se han elaborado
los significados o los esquemas.
Si partimos de las ideas de Ausubel, por amplitud y complejidad de los aprendizajes debe
entenderse el grado de vinculación o interconexión semántica (cantidad y calidad de relaciones) exis-
tente entre los esquemas previos y el contenido nuevo que se ha de aprender según los mecanismos
de diferenciación progresiva y de integración inclusiva (Ausubel, Novak y Hanesian, 1983; véase
también el capítulo 2 de este texto).
Una base de conocimientos sobre un determinado dominio de saber, que tiene una mayor ri-
queza de significados (mayor número, mayor grado de interconexión y organización de esquemas:
amplitud y complejidad) ha sido producto de múltiples experiencias de aprendizajes significativos
en ese dominio. Esta base de conocimientos poseerá, como ya hemos dicho, un alto nivel de organi-
zación y permitirá al mismo tiempo un mejor almacenaje y una adecuada recuperación de la infor-
mación cuando sea requerida. Pero sin duda lo más importante es que permitirá, con un alto grado
de probabilidad, una mayor cantidad de aprendizajes futuros de este tipo en el dominio del que
estemos hablando y en otros que le sean próximos (véase Carcía Madruga, 1990; Gamer y Alexander,
1989; ver también Shuell, 1990).
•
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•
'. Capítulo 8 Constructii 1.17710 y eualuacion p,icoedzecatit'c/ . ,,' '.
" . ,:~'~.,~,::~8i~3~
• ...... _•• '.., <"'~':f
No creemos que valgan las recetas que expresen que tal o cual instrumento puede facilitarle
esta labor al profesor, puesto que asumimos que ningún instrumento es por sí mismo suficiente
(aunque hay algunos 'que definitivamente son superiores que otros) si no se utiliza en forma inteli-
gente y reflexiva. Esto quiere decir que elprofesor muchas veces podrá obtener información valiosa
a partir de ciertos instrumentos o situaciones que por sí mismos la provean escasamente, o bien que
en otras ocasiones él mismo podrá plantear o desarrollar múltiples tareas o formas creativas de
utilizar distintos procedimientos, instrumentos o situaciones de evaluación (o la combinación de
ellos) que le proporcionen datos relevantes sobre los procesos de construcción que realizan sus
alumnos.
Aquella exhortación, señalada con insistencia en los textos de evaluación, que destaca la nece-
sidad de que el profesor cuente con la mayor cantidad y diversidad posible de criterios, indicadores e
instrumentos para estimar con mayor objetividad un objeto o proceso determinado, sigue siendo válida para el
caso de los aprendizajes significativos. Entre más información obtengamos por diversos medios sobre
el proceso de construcción y del producto construido de aprendizajes significativos, podremos es-
tar más seguros de que vamos rumbo a nuestro objetivo.
Como señalan Marchesi y Martín (1996),la funcionalidad de los aprendizajes tiene que ver directa-
mente con la utilización de éstos para situaciones futuras de aprendizaje y I o con su involucramiento
para la solución de problemas cotidianos. Así, se reconoce que uno de los indicadores más potentes
de la significatividad sería el uso funcional que los alumnos hacen de lo aprendido, ya sea para
construir nuevos aprendizajes opara explorar, descubrir y solucionar problemas derivando de ellos
nuevas formas de profundizar su aprendizaje. En una línea parecida de ideas, aunque con ciertas
diferencias en la conceptualización, Perkins (1999)señala, en relación con el" aprendizaje con com-
prensión" (noción similar al aprendizaje significativo), lo siguiente:
Hemos elegido esta cita .porque además de ilustrar sobre los .argumentos anteriores, nos de-
muestra implícitamente que otro elemento central a considerar en la funcionalidad de los aprendi-
zajes es lo que se refiere a laflexibilidad de hacer uso de lo aprendido.
Por último, en la funcionalidad de los aprendizajes también se derivan una serie de criterios
(con variedad y complejidad crecientes) que podríamos denominar de ejecución de ~afuncionalidad,
que dependerán de lo que se quiera que aprendan los alumnos y que determinarán la elección de
instrumentos y tareas de evaluación.
No obstante, es necesario remarcar que la asunción del control en el manejo de los contenidos
que puede lograr el alumno, sólo es el momento terminal de un largo y lento proceso. El inicio de
este proceso comienza cuando el control y la organización de la tarea son detentados por el profesor
y continúan con una cesión progresiva del control y de la responsabilidad hacia el alumno, en la
medida en que éste mejora su desempeño.
Toda vez que el alumno demuestre en forma sostenida un grado de avance en el manejo de los
contenidos, y suponiendo que no ocurran rupturas como producto de incomprensiones o lagunas
en el proceso de traspaso, las ayudas y apoyos del profesor disminuirán hasta conseguir precisa-
mente el control autónomo y/o autorregulado por parte del alumno en el contenido que se ha
enseñado. .
En ese sentido, conviene desarrollar tilla evaluación continua que permita darle seguimiento a
todo el proceso. La evaluación formativa (y la formadora, véase más adelante en este mismo capítu-
lo) se yergue en un instrumento poderoso para valorar la creciente asunción del control y la respon-
sabilidad que logran los alumnos. Para valorar la creciente competencia del alumno, conviene tener
claras ciertas cuestiones¡ a saber:
• Valorar cuantitativa y cualitativamente el tipo de apoyo requerido para los alumnos. En este caso se
puede intentar una valoración diferenciadora (ya sea intra o interalumnos; en el primer caso
comparaciones antes-después; en el segundo, comparaciones sincrónicas entre alumnos), rela-
tiva a la cantidad de ayudas que aún se requieren ante una o varias tareas donde se manifieste
lo aprendido (como sería en el caso de la llamada "evaluación dinámica" propuesta por el gru-
po de A. Brown). Dicha valoración que también deberá hacerse en forma continua, permitiría
saber hasta dónde han llegado los aprendizajes y qué es lo que falta para que sean consumados;
también resultaría de suma importancia para saber cómo proporcionar la ayuda pedagógica
inmediata siguiente, e incluso la prestación de una ayuda pedagógica adaptativa a las diferen-
cias individuales.
Se debe tener siempre presente que la naturaleza de los contenidos (conceptuales, proce-
dimentales, etcétera) y las características del aprendiz (diferencias evolutivas, individuales, etcéte-
ra.) determinarán en gran medida el curso de todo el proceso de traspaso de control y responsabili-
dad mencionado.
Así como la evaluación le proporciona al docente información importante sobre los aprendizajes
logrados por los alumnos, también puede y debe permitirle sacar deducciones valiosas sobre la
utilidad o eficacia de las estrategias de enseñanza propuestas en clase.
Tal información es relevante para decidir sobre el grado de eficacia de distintos aspectos rela-
cionados con la enseñanza, como pueden ser las estrategias de enseñanza, el arreglo didáctico,las
condiciones motivacionales, el clima socio-afectivo existente en el aula, la naturaleza y adecuación
de la relación docente-alumno o alumno-alumno, en función, claro está, de las metas educativas
que se persiguen. De hecho, resulta altamente deseable que se puedan sacar elementos importantes
para establecer una vinculación entre los aprendizajes de los alumnos y la evaluación del proceso
instruccional. .
No hay que olvidar que desde el marco constructivista, la enseñanza debe entenderse como
una ayuda ajustada y necesaria a los procesos de construcción que realizan los alunmos sobre los
conterúdos programados. En ese sentido, la actividad de evaluación continua puede considerarse
como una condición sine qua non para proporcionar la ayuda correspondiente y para tomar una
serie de decisiones que se estructuren en beneficio de que esta ayuda sea lo más ajustada posible a
las actividades constructivas de los alumnos (véase más adelante la sección sobre la evaluación
formativa).
De ese modo, la información aportada por la actividad evaluativa le permite al docente realizar
observaciones continuas sobre la situación didáctica en un doble sentido: "hacia atrás" y "hacia .
adelante". La primera, para valorar la eficacia lograda del arreglo y puesta en marcha de los recur-
sos pedagógicos utilizados; la segunda, replanteando las prácticas didácticas, cuando sea el caso,
para proporcionar el "andamiaje" contingente y oportuno. Ambas actividades, por supuesto, en-
caminadas hacia la negociación de sistemas de significados compartidos y el logro del traspaso
del control y la responsabilidad a los alunmos, respecto al manejo del material curricular. En estas
ideas coinciden también Edwards y Mercer (1988)cuando argumentan que la vigilancia permanen-
te de las actividades realizadas y próximas a realizar en la enseñanza (algo que es imposible sin
actividades evaluativas) le permiten al profesor contar con bases suficientes para el logro de la
"continuidad" necesaria durante todo el curso o secuencia educativa, y también para el establecí-
miento y mantenimiento de contextos "intermentales" indispensables en la tarea de compartir sig-
nificados.
Uno de los reclamos más fuertes de entre los muchos que se le han hecho a la evaluación tradicional
es que se ha preocupado demasiado por evaluar saberes descontextualizados por medio de situa-
ciones artificiales. A partir de las investigaciones enla línea del "aprendizaje situado" (Brown, Collins
y Duguid, 1989), hemos llegado a aprender la importante relación que existe entre los saberes y los
contextos donde éstos aparecen. (Véase capítulo 2, cuando se discute el aprendizaje auténtico.)
Cada dominio (matemáticas, ciencias naturales y sociales,lectoescritura) tiene sus propias acti-
vidades de creación y aplicación del conocimiento. Igualmente, para cada dominio de conocímien-
Es posible identificar en cada dominio de conocimiento una serie de tareas auténticas donde
estas actividades complejas se manifiesten. Herman, Aschbacher y Winters (1992)señalan al respec-
to que la evaluación que ellos llaman auténtica se caracteriza por:
Demandar que los aprendices resuelvan activamente tareas complejas y auténticas mientras usan sus cono-
cimientos previos, el aprendizaje reciente y las habilidades relevantes para la solución de problemas
reales (p. 2, el subrayado es nuestro).
De esta manera, la identificación de dichas tareas auténticas debe ser considerada tanto para la
propuesta de la situación instruccional como para desarrollar actividades relevantes de evaluación.
En particular en este último caso, utilizando una amplia variedad de tareas auténticas como situa-
ciones evaluativas, los alumnos pondrán al descubierto, mediante distintos desempeños, la utiliza-
ción funcional y flexible de los aprendizajes logrados.
Una de las metas que debe tenerse presente en todo momento y hacia la cual tendría que aspirar
toda situación de enseñanza que se precie de ser constructivista, es el desarrollo de la capacidad de
autorregulación y auto evaluación en los alumnos. Asimismo, el aprender de forma significativa y
aprender a aprender se consideran metas valiosas en la educación; la actividad de aprender a
autoevaluarse debería ser considerada igualmente relevante, ya que sin ésta aquellas formas de
aprendizaje difícilmente ocurrirían en situaciones de aprendizaje autorregulado.
Por eso, es importante que se propongan situaciones y espacios para que los alumnos aprendan
a evaluar el proceso y el resultado de sus propios aprendizajes, según ciertos criterios que ellos
aprenderán principalmente a partir de las valoraciones relevantes realízadas por los maestros. A
partir de la evaluación formativa, pero sobre todo mediante una evaluaciónformadora, es posible que
los alumnos aprendan a desarrollar su propia autoevaluación y autorregulación. Las estrategias de
evaluación mutua, de coevaluación y de autoeoaluacién se vuelven prácticas relevantes en este sentido
(véase más adelante la sección de evaluación formativa).
Dado que las aportaciones curriculares que se proveen en el contexto escolar pueden ser de distinta
naturaleza (conceptuales, procedimentales y.actitudinales), la evaluación de sus aprendizajes exige
procedímientosy técnicas-diferenciadas.
Mientras que algunas técnicas evaluativas son válidas para todos los tipos de contenidos (por
ejemplo, la observación, la exploración), otras suelen tener un uso restringido para ciertos tipos
de contenidos. Lo relevante aquí es que todas las evaluaciones de los aprendizajes de cualquier
contenido tiendan a apreciar el grado de significatividad y la atribución del sentido logrados por los
alumnos.
Es también muy importante insistir que entre el asunto de la -ensefianza y la actividad evaluativa
debe existir una profunda coherencia en aras de promover aprendizajes significativos. Siel profesor
ha insistido por diversos medios (organizando sus materiales de enseñanza, utilizando diferentes
estrategias y procedimientos de instrucción, etcétera) en la promoción de esta clase de aprendizajes,
para luego terminar evaluando la simple reproducción literal de los contenidos que se han de apren-
der, provocará tarde o temprano que el alumno adopte el aprendizaje memorístico de la informa-
ción. Por el contrario, si el docente plantea a sus alumnos tareas, actividades e instrumentos de
evaluación donde se demanden o impliquen las interpretaciones y significados construidos como
producto de aprendizajes significativos, los alumnos tenderán a seguir aprendiendo en esta forma.
y si además a estas últimas experiencias se le añaden actividades didácticas del tipo que se desee,
encaminadas a que los alumnos reconozcan y valoren la utilidad de aprender comprendiendo", el
11
Una práctica desafortunada, pero que se ha hecho una costumbre entre el profesorado de casi
todos los niveles educativos, consiste en establecer una marcada distancia entre lo que se suele
enseñar y lo que luego se evalúa (véase Coll y Martín, 1993).
Así por ejemplo, como ya ha sido comentado, ocurre que los docentes reservan los ejercicios
más difíciles, las tareas o situaciones más complejas para el momento de la evaluación. Detrás de
esta práctica errónea hay una supuesta justificación que aduce una genuina valoración de los apren-
dizajes: se busca determinar en qué medida los alumnos están generalizando o transfiriendo los
11
aprendizajes". Posiblemente exista una razón distinta en ello, referida a las formas de ejercer el
poder en el aula ... Cuando se usan experiencias evaluativas de este tipo, los alumnos terminan por
fracasar y como consecuencia de ello desarrollan injustamente atribuciones negativas sobre su per-
sona lo cual afecta su disposición futura para aprender con sentido los contenidos de ese dominio o
de otros similares.
Si es de nuestro interés provocar que los alumnos generalicen o transfieran sus aprendizajes,
debemos proceder en forma distinta, preocupándonos por este problema desde la situación de en-
señanza.
Para ello deben plantearse, en el proceso de enseñanza, experiencias didácticas en las que se
amplíen progresivamente los contextos de aplicación de los saberes aprendidos, de manera que los
significados que se construyan adquieran una mayor riqueza semántica y no necesariamente se
vinculen a uno solo de dichos contextos (Coll y Martín, 1993).Corno señalan estos mismos autores,
el significado más potente es aquel que se relaciona con una amplia gama de contextos posibles.
Sólo procediendo de este modo en la enseñanza, podrán plantearse diversas situaciones en la eva-
luación para valorar la transcontextualización de los significados aprendidos. Las situaciones de
evaluación que se planteen a los alumnos dependerán de la amplitud de los contextos usados en la
enseñanza, proponiéndose en la evaluación ejercicios que tomen en cuenta hasta qué punto desea-
mos que los alumnos lleguen y qué es aquello que deseamos valorar de sus aprendizajes.
Como ya se mencionó en el apartado inicial de este capítulo, una de las dimensiones más relevantes
de la evaluación educativa se refiere a todas aquellas técnicas, instrumentos y procedimientos que
suelen utilizarse en las distintas prácticas educativas.
. Es importante decir que varias de las técnicas e instrumentos que presentamos a continuación
no pueden ser etiquetadas de una sola vez en alguno de los tipos incluidos. La forma de uso de las
técnicas y de los instrumentos, y el modo de presentarlos a los estudiantes, puede resultar determi-
nante para ubicarlos incluso en alguna otra categoría distinta a la que se les está presentando aquí.
En primer término se encuentran las llamadas técnicas informales, las cuales se utilizan dentro de
episodios de enseñanza con una duración breve. Como exigen poco gasto didáctico, pueden utili-
zarse a discreción en la misma situación de enseñanza y aprendizaje. Además, dichas técnicas se
distinguen porque el profesor no suele presentarlas a los alumnos como actos evaluativos; por ende,
los alumnos no sienten que estén siendo evaluados, lo cual resulta ideal para valorar sus desempe-
ños tal y como en ese momento se encuentran.
La observación es una técnica que utiliza el profesor en forma incidental o intencional al enseñar
y/ o cuando los alumnos aprenden en forma más autónoma.
La observación de lo que los alumnos dicen o hacen cuando aprenden es una actividad impres-
cindible para la realización de la evaluación formativa y procesal. También llega a utilizarse de
manera indistinta para valorar diagnósticamente o evaluar lo aprendido después de terminado un
episodio instruccional (como.evaluación.sumatíva): aunque en estos casos será más instrumentada
y, como hemos dicho; tenderá a ser. una actividad evaluativa más formal. Por medio de la observa-
ción es posible valorar los aprendizajes de los distintos contenidos curriculares (conceptuales,
procedimentales yactitudínales).
De entre las actividades realizadas por los aprendices, el profesor puede dirigir su atención en
los siguientes aspectos: el habla espontánea o inducida (mediante preguntas) de los alumnos, las
expresiones y aspectos paralingüísticos, las actividades que realizan los alumnos (incluyendo habi-
En el habla espontánea expresada por medio de interacciones con el profesor o con los compa-
ñeros (participaciones espontáneas, preguntas elaboradas, comentarios hacia el profesor o entre
compañeros, intervención en discusiones y debates) dentro del grupo-clase, en pequeños grupos o
en interacciones cara a cara, el profesor tiene una fuente importante de datos para valorar 10 que los
alumnos están comprendiendo, sus posibles estrategias, conocimientos previos, etcétera; además,
es posible derivar información relevante sobre la dificultad de los contenidos o la ineficacia o inope-
rancia de los recursos didácticos empleados.
Se debe tener presente que son varios los factores que pueden afectar la ocurrencia del habla de
los alumnos; por ejemplo: la edad/la escasa familiaridad con los contenidos, el clima de respeto, la
atmósfera de aceptación desarrollada en clase y los factores socioculturales.
Por el lado de las actividades, los docentes pueden ir observando las acciones y la forma en que
éstas se realizan (orden, precisión, destreza, eficacia,etcétera). Igualmente,los productos (de distin-
to tipo) son importantes fuentes a observar por los profesores para valorar el aprendizaje y progre-
so de los alumnos.
En el uso de la observación como evaluación informal, el profesor debe desarrollar una cierta
sensibilidad para atender a estos aspectos y sus posibles indicadores. Se ha encontrado, por ejem-
plo, que los maestros experimentados, a diferencia de los más noveles, tienden a utilizar distintas
claves que les son útiles para interpretar el tipo de comprensión o entendimiento que van logrando
los alumnos en la situación de enseñanza. Asimismo, estos profesores se muestran más sensibles a
toda la información que ocurre en clase y que permite comprender, interpretar y evaluar las distin-
tas situaciones que se les presentan (Gage y Berliner,1992;Genovard y Gotzens, 1990).Sin embargo,
la observación incidental puede estar sujeta a sesgos de subjetividad e irregularidad.
La observación llega a volverse más sistemática cuando se planifica, se determinan ciertos obje-
tivos que delimitan lo que se observará, y se utilizan ciertos instrumentos que sirven para registrar
y codificar los datos, para posteriormente hacer la interpretación necesaria que permita la toma de
decisiones. Igualmente, por medio de una técnica como la triangulación, se puede lograr una ma-
yor fiabilidad de los datos obtenidos (Casanova, 1998).Existen varias técnicas e instrumentos que
permiten sistematizar el acto de observación. Por ejemplo:
• Registros anecdóticos. Se describen por escrito episodios, secuencias, etcétera, que se consideran
importantes para evaluar lo que interesa en un alumno o en un grupo de alumnos. Los registros
pueden realizarse por medio de fichas (véase ejemplo en el cuadro 8.2)y luego integrarse en un
anecdotario (véase cuadro 8.3) que cumpla el tiempo necesario para que puedan visualizarse
las observaciones registradas diacrónicamente.
• Listas de control. En las listas de control se incluyen las conductas o rasgos de las mismas que
interesa evaluar en forma de listado. La tarea de evaluación consiste en ir haciendo una verifi-
cación de la presencia o ausencia de cada una de ellas (véase más adelante en la sección de
técnicas formales).
• Diarios de clase!JOEn ellos se recoge la información que interesa durante un periodo largo (el
diario debe escribirse con cierta regularidad) y sirve para analizar, interpretar o reflexionar
sobre distintos aspectos del proceso educativo (el aprendizaje de los alumnos, la enseñanza, las
interacciones maestro-alumno, los procesos de gestión, la disciplina, etcétera) (Bolívar, 1995;
Zabalza, 1998).Pueden incluirse en el mismo observaciones, comentarios, sentimientos, opi-
niones, frustraciones, explicaciones, valoraciones, preocupaciones, etcétera.
El uso de los diarios se inserta dentro de la tradición del profesor como investigador y constitu-
ye un instrumento valioso para la reflexión sobre la enseñanza (véase Bolívar, 1995).Los aspectos
que algunos autores recomiendan incluir en el diario son: a) contexto o ambiente de clase (dinámi-
ca, relaciones sociales, participación), b) actuación del profesor (estrategias metodológicas, formas
de interacción, propósitos) y e) comportamientos de los alumnos (implicación en las actividades,
estrategias, incidentes).
Las preguntas que el profesor suele plantear en el aula se elaboran con el fin de estimar el nivel
de comprensión de los alumnos sobre algo que se está revisando, y con base en ello, proporcionar
de manera oportuna algún tipo de ayuda requerida (repeticiones, reformulacíones, aclaraciones y
profundizaciones sobre algún aspecto, correcciones, rechazos; véase en capítulo 510 relativo a las
estrategias y señalizaciones discursivas). En el capítulo 5 también se expuso cómo los profesores
expertos constantemente utilizan estrategias evaluativas informales, como son las preguntas dirigi-
das a los alumnos, para asegurarse de que "se están comprendiendo" las ideas principales de su
discurso. En cambio, los profesores principiantes casi no realizan este tipo de evaluaciones informa-
les en sus exposiciones, y son más proclives a realizar las llamadas "pseudoevaluaciones" (¿Me
entienden? ¿Sí comprenden, verdad? ¿Estamos de acuerdo? ..) que en realidad poco sirven para
constatar la comprensión lograda por los alumnos (véase Sánchez, Rosales y Cañedo, 1996 y págs.
162-168 de esta obra).
Otro asunto relevante a la hora de plantear preguntas a los alumnos es saber reconocer que se
requiere un tiempo apropiado para que los alumnos piensen y elaboren la respuesta. Muchos pro-
fesores elaboran las preguntas y no dejan tiempo para que los alumnos las reciban y preparen sus
Si bien Genovard y Gotzens (1990)han expresado que existe evidencia de una correlación posi-
tiva entre la frecuencia de preguntas elaboradas en clase y el nivel de rendimiento de los alumnos,
debe decirse que la elaboración de preguntas hechas por el profesor precisan ser confeccionadas: 1)
sobre la base de las intenciones u objetivos de clase, o de la temática abordada, 2) de manera que
demuestren pertinencia y no disgreguen la atención de los alumnos hacia asuntos irrelevantes, y 3)
para explorar (e indirectamente inducir) un procesamiento profundo de la información (grado de
comprensión, capacidad de análisis, nivel de aplicación, etcétera) y no sólo soliciten la mera repro-
ducción de la información aprendida.
Por medio de lo que los alumnos dicen y hacen, durante la situación de clase el profesor tiene la
oportunidad de identificar importantes indicadores como hipótesis, estrategias, concepciones erró-
neas, que le informan sobre el modo y grado en que se está consiguiendo el aprendizaje de los
contenidos curriculares. Esto también le proporciona bases suficientes para saber de qué manera
tiene que utilizar nuevas explicaciones o ayudas pedagógicas que se ajusten a su actividad de apren-
dizaje.
Otro de los principales problemas que se le imputan es su bajo nivel de validez y confiabilidad
logrado. Al respecto, Airasian (1991)propone tres sugerencias para contrarrestar tales críticas:
• Considerar una muestra amplia de estudiantes cuando se intente conseguir información (no
sólo incluir los alumnos voluntarios).
Las pregu1ltas del prQfosor durante la clase SQnuna técnica de evaluación informal muy utilizada por los docentes.
Como conclusión de esta sección, tenemos que las dos formas de evaluación mencionadas de-
ben ser utilizadas ampliamente por los profesores en su práctica docente, a pesar de ser desdeñadas
por aquellos enfoques que insisten demasiado en los resultados finales del aprendizaje, porque son
recursos de sumo valor que ofrecen resultados adecuados para realizar la evaluación formativa
(Blázquez, González y Montanero, 1998a).
Técnicas semiformales
Otro grupo de técnicas de evaluación son las semiformales, las cuales se caracterizan por requerir
de un mayor tiempo de preparación que las informales, demandar mayor tiempo para su valora-
ción y exigir a los alumnos respuestas más duraderas (lo cual hace que a estas actividades sí se les
impongan calificaciones);en particular por esta última razón los alumnos suelen percibirlas más
como actividades de evaluación, en comparación con las técnicas informales.
• Las tareas y los trabajos que los profesores encomiendan a sus alumnos para realizarlos fuera
de clase.
• La evaluación de portafolios.
Lo más importante en el planteamiento de los trabajos y ejercicioses que estén alineados con los
objetivos de aprendizaje y se presenten de manera tal que no resulten aversivos ni sin sentido para
los alUIIU10S. Un trabajo o ejerciciobien seleccionado, informativo y motivante provoca mayores
dividendos en el aprendizaje de los alumnos y en la evaluación del profesor sobre sus progresos,
que cualquier otro que se repita incesantemente y que no tenga sentido ni valor funcional. ,
Pero también son importantes para el profesor porque una vez que se efectúan y revisan le
permiten valorar o estimar sobre la marcha en qué momento del aprendizaje se encuentran sus
alumnos, En tal óptica, los trabajos y ejercicios realizados en clase son importantes recursos para que el
profesor desarrolle una evaluación formativa (y una ayuda ajustada), permitiéndole tomar decisiones
para la regulación interactiva, retroactiva o pro activa (véase más adelante la sección de tipos de
evaluación).
Por último, sobre la evaluación de los trabajos de los alumnos, es posible emplear distintas
estrategias en las que directamente se involucre a los alumnos como evaluadores. Quizás éstos son
los momentos más oportunos en los que se puede ir enseñando a los alumnos cómo evaluar sus
procesos y productos (uso de la coevaluación primero y, posteriormente, de la autoevaluación).
Asimismo, conviene utilizar estrategias de evaluación mutua entre compañeros, para que éstos
comparen sus trabajos con una serie de criterios bien definidos y discutan abierta y respetuosamen-
te, guiados por el enseñante, sobre sus avances logrados.
Los trabajos que los profesores suelen encomendar a sus alumnos pueden ser muy variados: ejerci-
cios; solución de problemas; visitas a lugares determinados; trabajos de investigación en la bibliote-
ca, en museos o en el ciberespacio, etcétera. Se pueden realizar en forma individual o en grupos
cooperativos.
Las recomendaciones son las mismas que para los trabajos realizados en clase. Deben plantear-
se trabajos que más que dejar agotados y desmotivados a los alumnos, los hagan practicar reflexiva-
mente, pensar y aprender.
Estos trabajos extraclase, aun cuando pueden ser objeto de algunas críticas, también permiten
obtener información valiosa al alumno y al profesor.
Al igual que los trabajos en clase, deberán plantearse de modo tal que los aprendices no sólo
puedan obtener información respecto a si fue o no exitosa su resolución, sino que, en caso de hacer-
los en forma incorrecta, les permitan obtener información relevante acerca de las razones que con-
tribuyeron a su fracaso.
Lainformación obtenida a partir de los trabajos deberá ser retomada en el contexto de enseñan-
za; de lo contrario, su práctica puede perder todo sentido. Esto quiere decir que los trabajos, cuando
sean revisados y calificados por el profesor, se deben devolver lo más rápido posible con retroali-
mentación correctiva precisa. Incluso es recomendable que el profesor los retome en la clase y expli-
que los procesos correctos de solución (con la explicación respectiva), así como las fallas típicas que
han cometido los alumnos, y al mismo tiempo ofrezca una explicación concisa sobre las intenciones
y los criterios de evaluación tomados en cuenta con el fin de que los alumnos identifiquen los pun-
tos más relevantes del ejercicioy de la tarea evaluada.
Los trabajos extraclase también pueden evaluarse siguiendo estrategias de coevaluación,
autoevaluación o evaluación mutua.
La evaluación de portafolios
Una técnica de evaluación que puede clasificarse como de tipo semiformal es la llamada "evalua-
ción de portafolios o de carpeta" (Airasian, 2001; Herman, Aschbacher y Winters, 1992;Kíng y
Campbell-Allan, 2000;Quintana, 1996;Valencia, 1993).
Este tipo de evaluación consiste en hacer una colección de producciones o trabajos (por ejem-
plo, ensayos, análisis de textos, composiciones escritas, problemas matemáticos resueltos, dibujos,
ideas sobre proyectos, reflexiones personales, grabaciones, ejercicios digitalizados) e incluso de al-
gunos instrumentos o técnicas evaluativas (tales como cuestionarios, mapas conceptuales, exáme-
nes) que los aprendices realizan durante un cierto episodio o cielo educativo (cuadro 8.4). Incluso
pueden elaborarse portafolios digitalizados (véase Níguídula, 2000).
La evaluación de portafolios tiene posibilidad de utilizarse en todas las disciplinas y con ello es
posible evaluar los distintos tipos de contenidos curriculares (uso y aplicación de conceptos, habili-
dades, destrezas, estrategias, actitudes, valores, etcétera).
Yasea que se proponga el portafolios para la clase de matemáticas, física, lectoescritura o arte,
el propósito es el mismo: contar con una muestra de trabajos que hagan constar los aprendizajes y
progresos de los alumnos durante un cierto periodo escolar (cuadro 8.4).
Lo más importante en la evaluación de portafolios es que permite la reflexión conjunta sobre los
productos incluidos y sobre los aprendizajes logrados. Por un lado, es posible que el docente -re-
flexione sobre las producciones de los alumnos para analizar los progresos de su aprendizaje, al
mismo tiempo que le permite analizar las actividades y estrategias docentes empleadas, y orientar
su actividad docente próxima. Por otro lado, por medio del portafolios los alumnos llegar a re-
flexionar sobre sus procesos y productos de aprendizaje (Kíng y Campbell-Allan, 2000). .
Por tanto, es una estrategia evaluativa que promueve la evaluación del profesor, la coevaluación
profesor-alumno, la evaluación mutua entre compañeros y, sobre todo, la autoevaluación.
1. Que se definan con claridad los propósitos por los cuales se elabora. Esta cuestión es indispen-
sable para saber exactamente qué se evaluará por medio del portafolios y cuáles aspectos del
aprendiz serán especialmente valorados. Algunas preguntas clave en tal sentido son las siguien-
tes: ¿cuáles objetivos se evaluarán con el portafolios? ¿Se desea evaluar los procesos involucra-
dos en la elaboración de los trabajos, éstos por sí mismos o ambos? ¿El portafolios es la mejor
estrategia para evaluar lo que interesa? ¿Se desea evaluar una muestra de los mejores trabajos o
el progreso de aprendizaje?
• Lo que debe incluirse en el portafolios (es mejor escoger una muestra -sean o no los mejo-
res trabajos- que absolutamente todo aquello que el aprendiz realiza en el periodo que
comprende el portafolios).
• Qué características deben tener los trabajos que se incluyen (los trabajos pueden ser de
distinto tipo -por ejemplo, narraciones elaboradas, resúmenes, ensayos, cuestionarios- o
de un solo tipo -por ejemplo, sólo ensayos argumentativos-, según se decida).
• Cómo debe organizarse el portafolios (en forma cronológica, en grupos de trabajo, se debe
incluir un índice, etcétera).
Estos criterios deberán proponerse de tal forma que permitan conseguir los propósitos que
guían el portafolios. De modo que si se decide, por ejemplo, tratar de establecer un perfil del
progreso del aprendizaje en un conjunto de habilidades de dibujo durante un cierto periodo,
podrá incluirse en el portafolios una muestra de trabajos terminados donde estas habilidades
hayan estado en juego; pero también aquellos trabajos que demuestren cómo dichas habilida-
des se ejecutaban imperfectamente en un inicio y cómo fueron perfeccionándose paulatina-
mente, en conjunción con las retroalimentaciones y reflexiones que requirieron en su momento.
Una pregunta clave, siguiendo con el ejemplo, sería si se tomaron decisiones apropiadas para
incluir aquellos trabajos que ciertamente pusieran al descubierto los progresos de dichas habi-
lidades.
La selección de los trabajos para un portafolios puede hacerse en forma conjunta entre
profesor y alumnos; aunque también es posible (y deseable) que sean estos últimos quienes
realicen esta tarea una vez que se hayan familiarizado tanto con el instrumento como con los
objetivos particulares.
3. Definir también criterios para valorar los trabajos en forma individual, grupal y/o global. Al res-
pecto hay que tomar en cuenta al menos los siguientes puntos:
• Los criterios generales deberán ser predefinidos y conocidos por el alumno.
• Decidir si las evaluaciones se realizarán cada vez que se hagan las entradas y Io cuando se
complete un cierto periodo o el portafolios completo.
• Para la evaluación de cada producto se pueden diseñar ex profeso rúbricas, listas de control
o escalas (véase más adelante).
• Las valoraciones que se propongan deberán realizarse, insistimos, por medio de estrategias
de evaluación docente, coevaluación, evaluación mutua y auto evaluación.
Este tipo de evaluación longitudinal e integral permite valorar, más que los productos, el proceso
de desarrollo de aprendizajes y habilidades complejas durante un episodio de enseñanza amplio.
, CUADRO 8.5' EjS~pio de. hoja ev~luaciónp~ta úri de, pottafói,o'S' ',:. -
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Puntuación
1. Entregó todos los trabajos
(is puntos) Falta: -'-- _
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2. Demuestra dominio dé las características dela buena- .Ó:
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• Permite observar los trabajos de los alumnos por medio de un "lente" distinto, desde el cual se
evalúa el progreso de las producciones y de los procesos que las originan.
• Tiene un componente formativo y puede ser integrada al proceso de instrucción.
• Permite que los alumnos reflexionen sobre su propio aprendizaje y que dicha reflexión incida
en actuaciones futuras.
Técnicas formales
El tercer grupo de procedimientos o instrumentos de evaluación son los que se agrupan bajo el
rubro de técnicas formales. Dichas técnicas exigen un proceso de planeación y elaboración más
sofisticados y suelen aplicarse en situaciones que demandan un mayor grado de control (Genovard
Este tipo de técnicas suelen utilizarse en forma periódica o al finalizar un ciclo completo de
enseñanza y aprendizaje. Dentro de ellas encontramos varias modalidades:
• Pruebas o exámenes
• Mapas conceptuales
Pruebas o exámenes
A pesar de los inconvenientes y las fuertes críticas que se les han hecho, las pruebas de lápiz y papel
continúan siendo los instrumentos más utilizados en la evaluación escolar.
Podríamos definir a los exámenes, en su forma típica, como aquellas situaciones controladas
donde se intenta verificar el grado de rendimiento o aprendizaje logrado por los aprendices.
Supuestamente, los exámenes son recursos que han aparecido en el ámbito educativo con la
intención de lograr una supuesta evaluación objetiva, 10 más "libre" posible de interpretaciones
subjetivas, al establecer juicios sobre los aprendizajes de los alumnos. Otra característica adicional
asociada al examen es la supuesta posibilidad de cuantificar el grado de rendimiento o aprendizaje
por medio de calificaciones consistentes en números.
Los exámenes pueden ser por lo menos de dos tipos: los estandarizados (por lo general los
elaboran especialistas en evaluación) y los formulados por los profesores según las necesidades del
proceso pedagógico. Esas dos modalidades también coinciden con dos tipos de juicios o interpreta-
ciones que se establecen a partir de los puntajes resultantes. Así, podemos identificar evaluaciones
basadas en normas o en criterios. :,:,;
La evaluación referida a normas sigue una aproximación similar a la de las pruebas psicométricas
estandarizadas; es decir, se compara a un sujeto contra su grupo de referencia (en este caso el gru-
po-clase). Dicha evaluación con pruebas estandarizadas ha recibido, entre otras, las siguientes crí-
ticas:
• Tales exámenes sirven más bien para medir capacidades generales y no conocimientos o habili-
dades específicos.
• La distribución o curva normal sólo ocurre cuando tenemos un número amplio de califica-
ciones.
• Por medio de dicha evaluación sólo se obtiene información sobre el grado de acierto a ítems o
reactivos respondidos por los alumnos; mientras que la información sobre las causas de las
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• Las comparaciones y las discriminaciones que se establecen no suelen agradar a los alumnos.
La evaluación criterial compara el desempeño de los alumnos contra ciertos criterios diseñados
con anterioridad (generalmente plasmados en los objetivos educativos). De hecho, se dice que un
instrumento de evaluación criterial se utiliza para estimar el lugar de un aprendiz en relación con
un dominio (conceptual, procedimental, etcétera) que previamente ha sido definido ..
En oposición a las pruebas referentes a normas, las basadas en criterios son sín.dúda más reco-
mendables porque, como ya hemos dicho, evitan los efectos de las comparaciones entre alumnos,
dado que éstas afectan distintas variables psicológicas en ellos (por ejemplo, auto concepto, autoes-
tima, expectativas, metas y atribuciones).
Existe la posibilidad de seguir otros procedimientos al establecer los juicios interpretativos; por
ejemplo, mediante comparaciones intraindividuales (el alumno contra sí mismo) o con el estableci-
miento de los juicios sin partir de criterios tan cerrados o previstos, dando una orientación más
apreciativa y respetando la variabilidad de aprendizajes y las ejecuciones de los alumnos (esta últi-
ma dependerá del tipo de dominio o tarea que se vaya a realizar).
Como se sabe, los exámenes están construidos por medio de un conjunto de reactivos. El nivel
de estructuración de estos últimos influye de manera importante en el tipo de procesos cognitivos y
de aprendizajes significativos que logran los alumnos.
Así, por ejemplo, los reactivos de alto nivel de estructuración como son los de "falso=verdade-
ro", "correspondencia" y "complementación", de manera evidente exigen a los alumnos principal-
mente el simple reconocimiento de la información. Los reactivos de "respuesta breve" o
completamiento" y los de "opción múltiple" demandan, por lo general, el recuerdo de la informa-
JI
ción (proceso más sofisticado que el de reconocimiento), aunque si son adecuadamente elaborados
pueden valorar niveles de comprensión (parafraseo reproductivo y productivo) y hasta aplicación
de los conocimientos.
• La elección de los reactivos o de las respuestas de éstos por parte del diseñador no está exenta
de subjetividad.
• Gran parte de los reactivos pueden responderse de manera efectiva por medio de aprendizajes
memorísticos o poco significativos.
Todavía existen otros dos tipos de reactivos que suelen utilizarse en los exámenes; pero que
demandan una evaluación cualitativa y no cuantitativa como en los casos anteriores. Dichos reactivos
son los de "respuesta abierta" y los de "desarrollo de temas". A cliferenciade los anteriores, deman-
dan actividades de mayor complejidad y procesamiento tales como comprensión, elaboración con-
ceptual, capacidad de integración, creatividad, habilidades comunicativas, capacidad de análisis y
establecimiento de juicios reflexivos o críticos.
Es evidente que para calificarlos el docente debe establecer juicios o interpretaciones cualita-
tivos que muchas veces suelen estar cargados de dosis de subjetividad. Sin embargo, para garanti-
zar un cierto nivel de objetividad en las calificaciones pueden aplicarse listas O catálogos de crite-
rios sobre las respuestas o producciones solicitadas, que permitan garantizar mayor fiabilidad.
Podríamos intentar, con base en lo anterior, una clasificación de los tipos de procesos que sue-
len ser demandados con las clases de reactivos para exámenes (véase figura 8.1).Los reactivos (la
mayoría de los estructurados) que demandan como respuesta el simple reconocimiento de la infor-
mación, o el recuerdo al pie de la letra, exigen un nivel de significatividad del aprendizaje muy bajo
que puede juzgarse como de aprendizaje o procesamiento superficial. En cambio, los reactivos abier-
tos, de solución de problemas o de temas a desarrollar, que solicitan que el alumno diga con sus
propias palabras lo esencial (parafraseo) o que son elaborados de modo que demanden la aplica-
ción y la solución de problemas, así como el análisis y/o la reflexión crítica de la información apren-
dida, valorarán un. aprendizaje de mayor significativídad porque exigen que se usen de modo flexible y
funcional.
5. Síntesis: combinación creativa de partes de información enseñadas para formar un todo origi-
nal.
La taxonomía de Bloom ha sido objeto de numerosas críticas. Se ha dicho, por ejemplo, que tal
clasificación taxonómica no fue elaborada sobre la base de un modelo teórico sólido, ni tiene sufi-
ciente evidencia empírica que la respalde, debido a esto se cuestiona su validez psicológica y de
enseñanza (véase Biehler y Snowman, 1990; Santoyo, 1986).
2. Varios autores (Furst, 1981; Seddon, 1978) argumentan su rechazo a la jerarquización de niveles
planteada en la taxonomía, y expresan, por ejemplo, que algunos niveles considerados como
superiores (por ejemplo, la "evaluación") no necesariamente son más complejos que otros con-
siderados inferiores (los referentes a al"análisis" y "síntesis").
Para terminar la sección sobre los exámenes, a continuación resumimos algunos de los princi-
pales cuestionamientos que éstos han recibido:
• Sirven más para la valoración de los contenidos de tipo declarativo y menos para los de tipo
procedimental, actitudinal y valoral.
• No permiten establecer juicios sobre la consistencia del desempeño del aprendiz nipredecir su
desempeño futuro.
• Por lo común, a los alumnos no se les informa sobre los criterios de evaluación antes de su uso.
Mapas conceptuales
Son una alternativa interesante para la evaluación de contenidos declarativos (Moreira y Novak,
1988;Novak y Gowin, 1988;Ontoria, 1992).Hay que recordar que los mapas son recursos gráficos
que permiten representar jerárquicamente conceptos y proposiciones sobre un tema determinado
(véase capítulo 5).
Novak y Gowin (ob. cit.) han propuesto varios criterios basados en los procesos y mecanismos
psicológicos que describe la teoría de la asimilación de Ausubel, para valorar la calidad de los
mapas construidos por los alumnos, cuando se decide utilizarlos como una estrategia evaluativa.
Tales criterios son:
• Apreciar la validez y precisión semántica de las distintas relaciones establecidas entre los con-
ceptos involucrados. Esto se refiere a que todas las relaciones sean veraces y estén rotuladas con
el grado de precisión aceptado en el proceso instruccional.
• Tomar en cuenta dentro del mapa la densidad (nivel e integración correcta de conceptos) y las
relaciones cruzadas (relaciones establecidas entre distintas partes del mapa), ya que involucran
procesos de reconciliación integradora.
La evaluación por medio de mapas. conceptuales puede realizarse según tres variantes que
atienden en mayor o menor medida a cada uno de los aspectos anteriores, a saber:
1. Solicitando su elaboración a partir de que el profesor proponga una temática general o un concepto nu-
clear. Con base en una temática o concepto nuclear se pide a los alumnos que construyan un
mapa con los conceptos y relaciones que ellos consideren para su adecuado desarrollo. Obvia-
mente, tanto el concepto nuclear como los involucrados en la construcción del mapa serán prin-
cipalmente aquellos que se revisaron en el proceso instruccionaL
En este caso es posible valorar al "natural" los distintos aspectos considerados por Novak y
Gowin; esto es: la forma en que los alumnos son capaces de evocar una serie de conceptos perti-
nentes al concepto nuclear, el modo en que son jerarquizados en niveles de inclusividad, la
2. Solicitando su elaboracióna partir de un grupo o lisia de conceptosque el profesor propone. Para este
caso se sugiere no dar una lista enorme de conceptos que haga demasiado difícil su elabora-
ción; es menester seleccionar los conceptos que se juzguen apropiados para valorar el tema u
objetivos que interesa evaluar. Esta segunda situación puede resultar más fácil que la anterior,
porque los alumnos cuentan con los conceptos a relacionar y no necesitan evocarlos. Por tanto,
el interés debe centrarse en cómo usan los conceptos para organizarlos jerárquicamente y con
qué grado de veracidad y precisión manejan las relaciones semánticas entre los conceptos. En
este caso es posible utilizar para evaluación diagnóstica, formativa o sumativa.
3. Dando a los alumnos la estructura de un mapa conceptual sobre un tema determinado y pedirles que
incorporen en él los conceptos que consideren necesarios.Aquí, la estructura del mapa podrá estar
identificada por el concepto nuclear y se podrá o no proporcionar a los alumnos una lista de los
conceptos involucrados para el llenado del mapa, según se considere pertinente. El énfasis de-
berá ubicarse en verificar si los alumnos son capaces de relacionar los conceptos revisados con
una estructura conceptual que los englobe.
Otras variantes de esta modalidad son: a) presentar un mapa semivacío (un mapa con con-
ceptos y ciertos' espacios en blanco para ser llenados pOI otros conceptos) y solicitar que sea
completado, y b) pedir a los alumnos que a partir de varios inicromapas (presentados por
el maestro o, en su caso, aquellos que los alumnos hayan elaborado previamente) integren
un mapa (o macromapa) que los incluya especificando las relaciones. En la situación del inci-
so a), evidentemente la evaluación se basa en gran medida en el reconocimienfo y no en el
recuerdo.
El caso b puede ser especialmente útil para observar cómo los alumnos. han aprendido
a relacionar las diferentes temáticas (por ejemplo, varios temas del programa) revisadas en
clase, al tiempo que especifican la manera en que éstas se relacionan. Cuando se trate del
caso de micromapas que se han venido elaborando en varios momentos instruccionales pre-
vios y que han sido guardados, por ejemplo, en un portafolios, se puede solicitar que los alum-
nos los integren en un macromapa analizando la creatividad y precisión en las integracio-
nes, además de otros aspectos tales como apreciación de la jerarquía, precisión conceptual, etcé-
tera.
Cada una de estas modalidades evaluativas pueden aplicarse en forma individualo grupal y
exigen que los alumnos conozcan y se hayan familiarizado de antemano con la técnica de elabora-
ción de mapas. Tal vez sería mejor si se solicita a los alumnos que los acompañen con una explica-
ción escrita (u oral), ya que pueden proveer más información para la evaluación.
Para la valoración de los mapas, lo más recomendable es establecer una serie de criterios en los
que se atienda, según el tipo de estrategia seleccionada, lo que más interese evaluar.
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Modelo De acuerdo con Novak y Gowin (véase figura 8.2),es posible proponer un
de puntuacián de
puntaje arbitrario del modo siguiente:
mapas conceptuales
2. En el caso de los ejemplos correctos: la mitad del valor que en las relaciones correctas o igual
valor,
3. Para los niveles [erárquicos bien puestos: de tres a diez veces lo que vale una relación correcta.
4. En el caso de las relaciones cruzadas correctas: dos veces el equivalente a un nivel jerárquico
bien puesto.
También podría obtenerse un coeficiente porcentual con respecto a un mapa conceptual "ex-
perto", por ejemplo, con el establecimiento de un cociente entre el puntaje total del mapa del alum-
no (obtenido por medio de los distintos aspectos mencionados en el párrafo anterior) y el puntaje
total del mapa "experto" (realizado por el profesor).
o bien, podría establecerse una valoración intraalumno al comparar los mapas elaborados an-
tes, durante y después de la secuencia de enseñanza que se quiera evaluar, para determinar el
progreso de la construcción de los aprendizajes, Estos mapas pueden integrarse en un portafolios y
estar sujetos a evaluación formativa con estrategias de evaluación docente y autoevaluación.
Varios autores (Ontoria, 1992;Ontoria, Molina y Luque, 1996)sostienen que los profesores de-
ben experimentar sus propios criterios y escalas de puntuación. Para ello, lo importante es saber
qué es lo que se considera más importante a ser evaluado (pueden tomarse como base los criterios
recomendados en el inicio de esta sección), en función de qué estrategia (cualquiera de las tres
presentadas con sus variantes) y con qué finalidad.
Los mapas también sirven como guías de entrevista o de observación en clase. En este caso el
profesor puede construir primero el mapa (el mapa "experto") y, con base en él, conformar una
entrevista con una serie de preguntas clave sobre conceptos y proposiciones centrales de una temá-
tica. Por medio de las preguntas dirigidas a los alumnos individualmente es posible hacer una
valoración de sus concepciones o ideas. Sin duda, este recurso puede resultar muy útil para tareas
de exploración e investigación, o cuando se considere necesario efectuar un análisis del manejo que
los alumnos tienen de temáticas o conceptos complejos.
Otro tipo de instrumentos de evaluación formal son las llamadas pruebas de desempeño o de ejecución.
Éstas consisten en el diseño de situaciones donde los alumnos demuestran sus habilidades aprendi-
das ante tareas genuinas tales como aplicar una técnica de primeros auxilios, escribir un texto per-
suasivo, ejecutar una pieza musical, hacer un experimento, ejecutar una estrategia cognitiva com-
pleja, solucionar problemas matemáticos, etcétera (véase Arends, 1998;Gage y Berlíner, 1992).
Puede decirse que esencialmente son situaciones de evaluación donde interesa que el alumno
ponga en acción el grado de comprensión o significatividad de los aprendizajes logrados. Así, se
afirma que intentan valorar el uso funcional y flexible de lo aprendido, y que constituyen una alter-
nativa interesante a la trdicional evaluación de lápiz y papel.
Aunque se ha considerado que este tipo de pruebas es muy útil para la evaluación de conteni-
dos procedimentales, también lo pueden ser para los conceptuales y los actitudinales.
Las evaluaciones del desempeño tienen la ventaja de plantear situaciones menos artificiales
que las propuestas por las pruebas escritas; asimismo, permiten evaluar aspectos que las típicas
pruebas objetivas simplemente no pueden. De hecho, se considera que este tipo de evaluación por
medio de tareas auténticas llega a tener mayor sentido para los propios alumnos, quienes, al obser-
varse a sí mismos como poseedores de una habilidad o destreza que les permite solucionar tareas o
resolver problemas cotidianos, la perciben como algo motívante, que los hace sentirse competentes
y con una sensación de logro.
A continuación se presentan algunas características deseables que deben tener las tareas involu-
cradas en las pruebas de ejecución (véase Herman y cols., 1992):
• Que la tarea permita a los estudiantes demostrar su progreso y sus habilidades implicadas.
• Que se empleen tareas reales y auténticas en la medida que sea posible.
En la literatura especializada muchas veces aparece que la evaluación del desempeño es sinóni-
mo de evaluación auténtica. De hecho, uno de los problemas con este tipo de evaluación es que no
existe una terminología precisa, pues diferentes autores utilizan también otras expresiones tales
como evaluación de portafolios (véase atrás), evaluación alternativa o evaluación directa (estas úl-
timas empleadas para diferenciarlas de la evaluación con pruebas de lápiz y papel, que se considera
como tradicional e indirecta).
Como ya se señaló, en la evaluación de desempeño se pide a los alumnos que demuestren
ciertas habilidades, destrezas o conductas en una situación de prueba. Mientras que la evaluación
auténtica demanda que los aprendices demuestren dichas habilidades, destrezas o conductas en
situaciones de la vida real. En pocas palabras, una evaluación auténtica es por definición una eva-
luación del desempeño, pero una evaluación del desempeño no siempre es una evaluación auténti-
ca (Meyer, 1992).Por medio de las situaciones de evaluación expuestas en el cuadro 8.7 se ilustran
las diferencias entre ambos tipos de evaluación.
Sin embargo, algunos autores han intentado establecer una distinción entre la evaluación del
desempeño y la evaluación auténtica (véase Arends, 1998;Meyer, 1992;cuadro 8.7).
Caso 1
Cada mes de mayo el distrito escolar "X" realiza una evaluación directa de escritura. Por cuatro
días todos los estudiantes en los grados seleccionados participan en una serie estandarizada de
actividades para producir muestras de su composición escrita. Usando un manual cuidadosamente
diseñado, .cada día los maestros enfren tan a los estudiantes a situaciones de evaluación con instruc-
ciones limitadas y tiempo. suficiente para que ellqs escriban (hasta .45 minutos); introducciénal
.' topic« y preescritura (primer. día),'e1qboracióndel borrador (segundo dfa)~.·re.visiqnyediciór¡, (tercer
. dia), 9o.rre~cion~$y ver$icn;final.J día).~La.eva.1u,qciónclararríi1f.te.
(lpoyala. enseñanza de,la
. .C011tpqsícionescrita Vis.ta.como 'un . . . .
.' ..- . ~~:';": ' "....' - . ,";
Sobre el primer punto, hay que aceptar que las pruebas de desempeño tienen una corta tradi-
ción en los escenarios escolares y muchos profesores no están familiarizados con ellas. En la medida
en que vayan tomando un mayor protagonismo y los profesores' se decidan a probar y. experimen-
tar en su diseño y uso, paulatinamente se irá desarrollando una experiencia compartida que mitiga-
rá el temor que se tiene ante 10 desconocido. En lo que respecta al segundo punto, el problema de la
validez puede resolverse en gran medida si se cuenta con distintas tareas equivalentes para valorar
las habilidades y destrezas del dominio de interés (validez de criterio); sobre la cuestión de la con-
Habilidad se requiere que se definan con claridad los criterios que permitan valorar con precisión
las habilidades, destrezas o características de los productos. El uso de las rúbricas, las listas de
control y las escalas puede contribuir a subsanar adecuadamente muchos de los problemas de con-
Habilidad y objetividad en la evaluación del desempeño. A continuación abordaremos el uso de
dichos instrumentos como elementos indispensables para la realización de este tipo de evaluación;
no obstante, hemos querido presentarlas en rubros aparte por derecho propio, para abordarlas con
mayor grado de detalle.
Rúbricas
Las rúbricas son guías de puntaje que permiten describir el grado en el cual un aprendiz está ejecu-
tando un proceso o un producto (Airasian, 2001).Algunas de las características más importantes de
las rúbricas como instrumentos de evaluación son las siguientes:
• Están basadas en criterios de desempeño claros y coherentes.
• Son usadas para evaluar los productos y los procesos de los alumnos.
• Describen lo que será aprendido, no cómo enseñar.
1. Seleccione un proceso o producto a enseñar. Por ejemplo, las respuestas a preguntas sobre un texto
de una revista en niños de quinto grado.
2. Identifique los criterios de desempeño para el proceso o el producto. Los siguientes son algunos crite-
rios a considerar para evaluar las respuestas:
• Excelente (3):Respuestas que son muy completas y adecuadas. La mayoría de las respues-
tas están apoyadas con información específica de las lecturas e incluyen citas directas. La
estructura de los enunciados es variada y detallada. Los aspectos mecánicos de la escritura
son apropiados, incluyendo la ortografía, el uso de mayúsculas y la puntuación.
• Bueno (2): Las respuestas son regularmente completas y adecuadas. Dichas respuestas es-
tán apoyadas con información específica de las lecturas. La estructura de los enunciados es
variada. Los aspectos mecánicos de la escritura son generalmente correctos, incluyendo
ortografía, uso de mayúsculas y puntuaciones.
• Necesita mejorar (1): Las respuestas son de pardal a completamente adecuadas. Estas res-
puestas requieren estar apoyadas con más información específica de la lectura. La estructu-
ra de los enunciados es variada. Los aspectos mecánicos de la escritura precisan de mejoras
en lo que respecta a la ortografía, el uso de mayúsculas y la puntuación apropiada.
• Pobre (O): Las respuestas son inadecuadas o apenas esbozadas. La estructura de los enun-
ciados con frecuencia es incompleta. Los aspectos mecánicos de la escritura requieren de
una mejora significativa.
Como se señala en los pasos 4 y 5, los criterios de ejecución definidos en los objetivos pueden
ser identificados por medio de una ejecución "completa o experta" (compuesta de varios criterios
de ejecución) a la que se quiere llegar, y a partir de ahí se pueden ir graduando diferencias en la
forma de ejecutarlo de modo que se identifiquen avances y progresos en los procesos y/o los pro-
ductos del desempeño que interesa evaluar.
Existen dos métodos básicos de evaluar con rúbricas: holístico y el analítico (Airasian, 2001). El
holístico se emplea sobre la ejecución completa de un alumno usando todos los criterios de ejecu-
ción (en el ejemplo anterior se aplicó una evaluación de tipo holística). En cambio, la evaluación
analítica se utiliza para valorar a partir de cada criterio de ejecución señalado en la rúbrica; es decir,
cada criterio de forma separada usando los diferentes niveles de ejecución ya determinados. Por
ejemplo, en el caso de los dos primeros criterios puestos en el ejemplo, una forma de evaluar analí-
ticamente sería:
Primer criterio
3 o generalmente
2 o parcialmente
10 incipientemente
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Capitulo 8 Constn« tWiJ1l10
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Segundo criterio
B o parcialmente
C o casi nunca
Nótese que para cada criterio es posible utilizar niveles con código alfabético, numérico o des-
criptivo.
Para finalizar, las rúbricas pueden ayudar a los maestros y a los alumnos de las siguientes
formas (Airasían, 2001, p. 268):
A los maestros a:
• Especificar criterios para enfocar la instrucción, así como la evaluación de los alumnos.
• Contar con argumentos para la evaluación debido a criterios y niveles de desempeño claros.
• Proveer descripciones del desempeño del alumno que sean informativas a padres y alumnos.
A los alumnos a:
Aplicadas conjuntamente con las pruebas de desempeño, las listas de control y las escalas pueden
utilizarse para realizar observaciones en aulas de distinto tipo, e igualmente como recursos para
dirigir la atención a los aspectos relevantes (Herman y cols., 1992; 'IenBrink, 1993).
Estos instrumentos, al igual que las rúbricas, pueden servirle al profesor para determinar el
grado de adecuación con que las ejecuciones involucradas en las tareas o situaciones de prueba
están siendo. realizadas por los aprendices.
Las listas de control son instrumentos diseñados para estimar la presencia o ausencia de una serie
de características o atributos relevantes en la ejecución (por ejemplo, el manejo de un instrumento,
producción escrita, aplicación de una técnica quirúrgica, etcétera) y/ o en el producto (dibujos, pro-
ducciones escritas, diseños gráficos, etcétera) realizados por los alumnos.
Para construir una lista de control se necesitan realizar cuatro pasos básicos:
3. Establecer un orden lógico esperado con base en la aparición y secuencia de las actividades
involucradas en la ejecución; el orden puede no ser tan estricto para el caso de la evaluación de
productos.
Se recomienda además que la lista de control no sea muy extensa, que los ítems sean enunciados
con claridad y se centren en aspectos relevantes, y que se dejen espacios entre reactivos, para añadir
algunos comentarios adicionales posibles sobre la naturaleza de la acción o del procedimiento rea-
lizado y/o del producto finaL
Podemos definir las escalas como instrumentos que permiten establecer estimaciones cualitativas
dentro de un continuo sobre ejecuciones o productos realizados por los alumnos.
Dentro de las escalas se pueden distinguir varios tipos: escalas formales de actitudes (Likert,
Thurstone, Guttman), escalas tipo diferencial semántico, escalas de estimación y escalas de produc-
ción escolar (Bísquerra, 1989). Cada una de ellas tiene importantes aplicaciones en los escenarios
educativos; aunque sin duda son relevantes las dos últimas. Su elaboración es, por supuesto, más
compleja que la de las listas de verificación, aunque pueden seguirse básicamente los mismos pasos
necesarios para el diseño de éstas, pero se agrega la confección de escalas-continuo para cada di-
mensión relevante de la ejecución o producto que interese evaluar (véase cuadro 8.9).
Los continuos de las escalas pueden tener distintos puntos o segmentos donde pueda calificar-
se la característica o dimensión particular de que se trate, y ubicarla entre dos polos: uno positivo y
otro negativo. Para ello, no existe una regla preestablecida; pero al menos pueden hacerse las si-
guientes sugerencias:
• Que los puntos sean siempre más de dos (una escala de cinco o incluso siete puntos es más
confiable). .
• El número de puntos dependerá del tipo de decisiones que se desee tomar con los estudiantes
para la conducta, procedimiento o proceso a evaluar.
• Elnúmero de puntos deberá permitir identificar diferencias claras para establecer algún tipo de
comparación (intraalurrmo, intergrupo, etcétera).
Las escalas también pueden ser utilizadas por los alumnos (u otras personas involucradas, por
ejemplo: padres, hermanos, etcétera) y no sólo por los profesores. Para ello es necesario asegurarse
de que la escala propuesta esté bien diseñada (que tengan suficiente claridad en sus reactivos o
items, en sus continuos-escalas, en sus opciones, etcétera).
No deseamos terminar esta sección sin haber incluido un cuadro integrador basado en Her-
man, Aschbacher y Winters (1992). en el que se exponen las tendencias y nuevas propuestas
que han aparecido en los últimos años sobre la evaluación de los aprendizajes escolares (véase
cuadro 8.10).
TIPOS DE EVALUACiÓN
Cada una de estas tres modalidades de evaluación deben, de hecho, considerarse como necesa-
rias y complementarias para una valoración global y objetiva de lo que está ocurriendo en la situación
de enseñanza y aprendizaje.
En seguida haremos una descripción concisa sobre cada uno de los tipos de evaluación mencio-
nados a partir de las tesis plasmadas en la sección anterior.
EVALUACiÓN DIAGNÓSTICA
Cuando se trata de hacer una evaluación de inicio a un grupo o a un colectivo se le suele deno-
minar prognosis, y cuando es específica y diferenciada para cada alumno lo más correcto es llamarla
diagnosis (Iorba y Casellas, 1997).
. La evaluación diagnóstica también puede ser de dos tipos: inicial y puntual (Rosales, 1991).
Evaluación diagnóstica inicial. Entendemos por evaluación diagnóstica inicial, la que se realiza de
manera única y exclusiva antes de algún proceso o ciclo educativo amplio. Para la evaluación
diagnóstica de tipo macro, lo que interesa es reconocer especialmente si los alumnos antes de iniciar
un ciclo o un proceso educativo largo poseen o no una serie de conocimientos prerrequísítos para
poder asimilar y comprender en forma significativa los que se les presentarán en el mismo. Otras
cuestiones complementarias que también se evalúan, por su importancia para el aprendizaje, son el
nivel de desarrollo cognitivo y la disposición para aprender (afectivo-motivacional)los materiales o
temas de aprendizaje (Luchetti y Verlanda, 1998).
La evaluación diagnóstica inicial se ha entendido en una doble interpretación quizá, por encon-
trarse asociada con dos referentes teóricos distintos (Miras y Solé, 1990).
Una primera interpretación la define como aquella que se realiza con la intención de obtener
información precisa que permita identificar el grado de adecuación de las capacidades cognitivas generales
y especificas de los estudiantes, en relación con el programa pedagógico al que se van a incorporar.
1. Los que manifiestan que los alumnos son cognitivamente competentes y pueden, en conse-
cuencia, ingresar sin ningún problema al proceso escolar correspondiente.
2. Aquellos otros donde un número significativo de los alumnos demuestran no poseer las aptitu-
des cognitivas mínimas necesarias para abordar con éxito el proceso, para lo cual, a su vez, se
suelen tomar dos tipos de medidas:
a) Modificar la programación impuesta tanto como sea posible para que haya una mejor ade-
cuación entre la capacidad cognitiva y el programa escolar.
b) Que los alumnos participen en algún curso o en una serie de lecciones preliminares de'
carácter propedéutico o remedial, o que se les excluya del ingreso al ciclo educativo.
Cuando después de aplicar la evaluación diagnóstica (sea por prognosis o diagnosis) nos en-
contramos en la situación 1, se considera que es innecesario realizar adaptaciones en el programa
curricular al cual ingresarán los alumnos, Con base en tales resultados, se tendrán razones suficien-
tes para considerar que los alumnos se sintonizarán adecuadamente con el programa escolar tenta-
tivo, y se podrá partir de que éstos poseen los prerrequisitos (conocimientos previos pertinentes,
habilidades cognitivas de un determinado estadio de desarrollo) necesarios para el logro de apren-
dizajes posteriores a incluirse en elarreglo programático.
Respecto de la situación 2, las decisiones que pueden tomarse son de naturaleza pedagógica
y / o social (sobre todo en la opción del inciso b). En la opción del inciso a, la propuesta estriba en
hacer un ajuste didáctico válido consistente en la modificación del programa (por ejemplo, incluir
el aprendizaje de los prerrequisitos faltantes al inicio del mismo u otras acciones pedagógicas alter-
nativas en función de las capacidades cognitivas manifestadas por los alumnos).
Dicho ajuste pedagógico, sin duda, permitirá que los alumnos, al ingresar al ciclo o proceso de
enseñanza, encuentren un grado mayor de significatividad psicológica y lógica de los contenidos
curriculares reorganizados, y que ello repercuta de forma positiva en su rendimiento y aprendizaje
escolar. Evidentemente, la decisión en este caso es exclusivamente pedagógica porque las decisio-
nes tomadas a partir de la evaluación repercutirán sobre los procesos de aprendizaje de los alum-
nos.
Hay que recordar que para realizar lo anterior debe partirse de la idea de sostener una postura
flexible sobre la organización de los programas o planes de enseñanza para hacer, en lo posible,
algunas modificaciones tratando de atender a la diversidad de los alumnos (Onrubia, 1993).
Aun cuando no sea la mayoría de los alumnos sino más bien una minoría quienes no posean los
saberes prerrequisitos, pueden proponerse algunas actividades adaptativas compensatorias (expe-
riencias pedagógicas o ejercicios de recuperación y/o práctica sobre los prerrequísítos faltantes) sin
necesidad obligada de incluir al grupo-clase en su totalidad.
Hay que tener presente que los conocimientos previos que registren los alumnos al inicio de un
ciclo asumen las siguientes tres formas distintas:
2. Conocimientos previos desorganizados y/O parcialmente relacionados con los nuevos que ha-
brán de aprenderse.
Los tres tipos de conocimiento previo exigen estrategias didácticas distintas y, de cualquier
manera, es necesario que el profesor los identifique utilizando distintos instrumentos evaluativos,
pues todos son útiles de una u otra forma para ayudarle al alumno a construir sobre ellos, o con
ellos, los contenidos escolares.
ASÍ, una
tarea prioritaria para toda actividad de enseñanza radica en que el profesor identifique
la naturaleza de los conocimientos previos pertinentes (sin duda los más útiles por su relación con
los temas o contenidos nuevos) que poseen los alumnos luego de diagnosticarlos (y activarlos) por
medio de una técnica o instrumento evaluativo sensible a ellos, y que luego estos conocimientos
puedan ser recuperados intencionalmente en el proceso de enseñanza para establecer relacionessignificativas
con la información nueva a aprenderse (Miras; 1993). .
Evaluación diagnóstica puntual. Debe entenderse como una evaluación que se realiza en distintos
momentos antes de iniciar una secuencia o segmento de enseñanza perteneciente a un determinado
curso.
Está daro que la función principal de la evaluación diagnóstica puntual consiste en identificar y
utilizar continuamente los conocimientos previos de los alumnos luego de que se inicia una clase, tema,
unidad, etcétera, siempre que se considere necesario. También llega a coadyuvar en el grado de
ajuste de la programación a nivel micro, por ejemplo, de las sesiones o de temas particulares.
¿ Qué y cómo hacer las evaluaciones diagnósticas? En primer lugar, como aclara Iorba y Casellas (1998),
los objetos de la evaluación diagnóstica inicial estarán determinados por un análisis lógico de los
contenidos (disciplina, asignatura, módulo, etcétera) del programa de que se trate, y un análisis
psicopedagógico de cómo y cuál es la mejor manera de que éstos sean aprendidos. Así podrán
identificarse para un determinado programa escolar (o para varios dentro de una propuesta curricular
amplia) cuáles son los prerrequisitos (conocimientos y procedimientos previos, nivel de desarrollo
cognitivo, etcétera) sobre los que se habrá de dirigir la evaluación.
Para el caso de la evaluación diagnóstica puntual, el análisis será mucho menos formal y corre-
rá a cargo del docente, quien tiene la ventaja de interactuar directamente con los alumnos, cono-
ciendo con cierta profundidad el programa.
En seguida se proponen seis pasos para realizar una evaluación diagnóstica formal (véase
Luchetti y Berlanda, 1998):
1. Identificar y decidir qué contenidos principales son los que se proponen para el cido/unidad
temática.
·2. Determinar qué conocimientos previos se requieren para abordar/ construir los contenidos prin-
cipales propuestos en el paso anterior. De los dos primeros pasos se podría construir una tabla
como la del cuadro 8.11que sirva para integrar la información:
4. Aplicar el instrumento.
5. Analizar y valorar los resultados.
6. Tomar decisiones pedagógicas sobre ajustes y adaptaciones en la programación, actividades,
estrategias y materiales didácticos.
Cabe señalar que la exploración realizada en los dos tipos de evaluación diagnóstica no sólo
debe ceñirse al caso de los conocimientos declarativos, sino que puede extenderse también a otros
tipos de saberes previos que poseen los alumnos, como por ejemplo: expectativas y metas previas,
habilidades y estrategias previas, actitudes previas, etcétera.
Diversas técnicas o procedimientos simples y complejos se utilizan para efectuar la evaluación
diagnóstica. De hecho, podemos seguir la clasificaciónde Berliner propuesta anteriormente y seña-
lar que pueden utilizarse, por ejemplo:
• Técnicas informales: observación (por medio de listas de control), entrevistas, debates, exposi-
ción de ideas.
Los cuestionarios abiertos o cerrados y de redes sistémicas son más difíciles de construir que los
cuestionarios KPSI. Consisten en pruebas elaboradas a partir de los contenidos prerrequisito, para
saber cuáles conocen los alumnos yen qué grado. También pueden identificarse estrategias, modos
de razonamiento, hábitos y actitudes asociadas (cuadro 8.13).
A continuación tienes una lista de unos cuantos materiales metálicos y plásticos (columna
vertical) y de cada uno de ellos se pregunta sobre su aspecto, propiedades y aplicaciones
(filas horizontales);' _.' __
' -. __ _ __ _.
En cada uno de los ítems débes escribir un número según él siguiente código:'
• ',' - •. ' •• 1 "o, ._. • • ' - • •••••••• •
..~',:' ,:-
.... ,-
Hoy nos plantearemos algunos de los aspectos CJ.ue podernos e,onoeersobre la luz y,sobre,
, los fenómenos que están 'relacionados con.ella..N 0.10 podremos estudiar todo en: este,
,', tema. Al final de la,actívídad.concretaremosIos aspectos que.trabajaremos. ",
~:'.',' ,," ':.-:~ .•••• - .~~;.,. : o'. 0_.
~:~ ',' :, \ .:,' .. "-~ .:.~: __ ~": '. ',;: .•.. ~.; -,' ",:",:-.-- .. ':'-
",' .;,
Desde el punto de vista del alumno, la aplicación de las evaluaciones diagnóstica inicial y pun-
tual puede ayudarle en varios sentidos: a tomar conciencia de sus conocimientos previos, a conocer
qué es 10 que realmente sabe y qué es lo que creía saber y por desgracia no fue aSÍ; a reconocer sus
modos de razonamiento y los obstáculos o dificultades que tiene para comprender ciertos temas; en
fin, la evaluación diagnóstica le permite tomar conciencia del lugar en que se encuentra de cara al
programa o tema que va a enfrentar.
Por otro lado, pueden crear en los alumnos una serie de expectativas sobre lo que a continua-
ción se va a aprender (Shuell, 1988),lo cual, a su vez, contribuye sensiblemente en proporcionarles
un contexto (set) que repercuta de modo favorable en la atribución del sentido de los aprendizajes
que posteriormente irán consiguiendo.
No debe perderse de vista el hecho de que los resultados de las evaluaciones previas muchas
veces degeneran en prejuicios o expectativas negativas, que afecten sensiblemente la forma de con-
ducirse del profesor con determinados alumnos (proporcionándoles mayor o menor atención, inte-
rés, etcétera, según sea el caso, en forma discriminada; véase, por ejemplo, el "efecto pigmalión" y
las profecías de autocumplimiento revisados en el capítulo sobre motivación).
Evaluación formativa
Esta forma de evaluación es aquella que se realiza concomitantemente con el proceso de enseñanza-
aprendizaje por lo que debe considerarse, más que las otras, como una parte reguladora y consus-
tancial del proceso. La finalidad de la evaluación formativa es estrictamente pedagógica: regular el
proceso de enseñanza-aprendizaje para adaptar o ajustar las condiciones pedagógicas (estrategias, acti-
vidades) en servicio del aprendizaje de los alumnos (Allal, 1979;[orba y Sanmartí, 1993;Jorba y
Casellas, 1997).Este tipo de evaluación, como ya lo preconizara desde los sesenta M. Scriven, parte
de la idea de que se debe supervisar el proceso del aprendizaje, considerando que éste es una acti-
vidad continua de reestructuraciones producto de las acciones del alumno y de la propuesta peda-
gógica. Por tanto, no importa tanto valorar los resultados, sino comprender el proceso, supervisarlo
e identificar los posibles obstáculos o fallas que pudiera haber en el mismo, yen qué medida es
posible remediarlos con nuevas adaptaciones didácticas in sítu.
También importan los errores" cometidos por los alumnos, que lejos de ser meramente sancio-
11
nados son valorados (véaseAstolfi, 1999;véase cuadro 8.14sobre concepción de los errores desde el
punto de vista constructivista), porque ponen al descubierto la calidad de las representaciones. y
estrategias construidas por ellos, así como lo que a éstas les faltarían para refinarse o completarse en
el sentido instruccional propuesto.
En una evaluación formativa se intenta ante todo comprender el funcionamiento cognitivo del alumno
frente a la tarea propuesta. Los datos de interés prioritarios son los que se refieren a las representaciones
que se hace el alumno de la tarea y las estrategias o procedimientos que utiliza para llegar a un determinado
resultado. Los "errores" son objeto de un estudio particular en la medida en que són reveladores de la natura-
leza de las representaciones o de las estrategias elaboradas por el alumno (las cursivas las hemos añadido
nosotros).
En la evaluación formativa, también existe un interés por enfatizar y valorar los aciertos o lo-
gros que los alumnos van consiguiendo en el proceso de construcción, porque se considera que
ello consolida el aprendizaje y le da al alumno la oportunidad de saber qué criterios se están si-
guiendo para valorar su aprendizaje (criterios que posteriormente podrá internalizarlos y aplicar-
los por sus propios medios).
Modalidades de evaluación formativa. Son tres las modalidades de evaluación formativa que se em-
plean para que ocurra la regulación del proceso enseñanza-aprendizaje (véase [orba y Casellas,
1997):
• Regulación interactiva
• Regulación retroactiva
Por medio de los distintos intercambios y las estrategias discursivas que usan los enseñantes en
el aula (véase capítulo 5) es posible observar y dar seguimiento a las representaciones construidas
por los alumnos. El profesor observará e interpretará lo que dicen y hacen los alumnos, decidirá el
uso de ciertas estrategias tales como confirmaciones, repeticiones, rechazos, elaboraciones; hará
recapitulaciones; propondrá ejemplos alternativos; o incluso decidirá el uso de ciertas estrategias
de enseñanza, para mejorar la organización de la información, para mejorar la codificación, etcé-
tera.
Este tipo de regulación se realiza principalmente mediante técnicas de evaluación. de tipo informal
(observaciones, entrevistas, diálogos), ya sea por medio de la evaluación, de la coevaluación con el
profesor, y de la auto evaluación y la evaluación mutua con otros compañeros.
En la regulación retroactiva los resultados arrojados por la evaluación puntual demuestran que
algunos alumnos no han logrado consolidar ciertos aprendizajes, y la regulación retroactiva preten-
de constituir una nueva oportunidad de actividades de refuerzo, para ayudar a solventar las difi-
cultades encontradas. También puede ser el caso de que el profesor suponga su necesidad, dadas
ciertas evaluaciones realizadas, por considerar que no se ha logrado consolidar el aprendizaje sufi-
cientemente bien en el episodio pedagógico ya consumado. Dos opciones para proporcionar la
regulación son: a) repetir los ejerciciosya elaborados portado el grupo clase, o b) repetir el proceso
de forma simplificada. No obstante, [orba y Casellas (1997)señalan que otra opción puede ser la
que se describe en los pasos siguientes: a) se designa una hora semanal para tareas de regulación;
b) en esta hora, se convoca a los alumnos agrupados por tipologías de dificultades; c) se realizan
entrevistas en las que se identifican las dificultades, y se negocian las formas de regulación más
apropiadas (esto puede hacerse por medio de un contrato didáctico).
La regulación. proactiva está dirigida a prever actividades futuras de instrucción para los alum-
nos, con alguna de las dos intenciones siguientes: lograr la consolidación o profundización de los
aprendizajes, o bien, buscar que se tenga la oportunidad de superar en un futuro los obstáculos que
no pudieron sortearse en momentos anteriores de la instrucción.
Las regulaciones proactivas son adaptaciones sobre lo que sigue; es decir, operan "hacia ade-
lante". En el caso de los alumnos que no tuvieron problemas en la secuencia inmediata anterior, se
pueden reprogramar n:uevas actividades para ampliar lo aprendido; y para aquellos que encontra-
ron ciertos obstáculos, se pueden proponer actividades especiales que no ofrezcan dificultades adi-
cionales (sobre todo si están relacionadas) para que progresen con mayor facilidad.
La figura 8.4muestra una propuesta de Allal (1988,citado por Jorba y Casellas, 1997),donde se
integran los tres tipos de evaluación formativa de una manera esquemática.
Para proporcionar los distintos tipos de regulación se requiere del uso de formas alternativas de
evaluación. Los profesores muchas veces comentan que evaluar formativamente es muy costoso y
casi impracticable; sin embargo, [orba y Casellas (1997)aducen que deben tomarse en cuenta dos
cuestiones:
• Para la evaluación formativa debe buscarse un equilibrio entre la intuición (formas de evaluación
informal) y la instrumentación (formas de evaluación semiformal oformal). En el caso de la regulacióri
interactiva, ésta se encuentra en muchas ocasiones integrada en el acto de enseñanza.
• Deben buscarse también estrategias didácticas alternativas que faciliten la evaluación formativa.
Existen otros mecanismos de regulación adicionales a la evaluación formativa: la autorregulación
de los aprendizajes realizados por los alumnos y la interacción social con sus pares.
Figura 8.4 Descripción esquemdtica de una 'posibl« articulación de las tres modalidades de regulación.
, " , Capítulo 8 Constructiuisma ,Y eualuaciánpsicoeducatiua . ,
Evaluación formadora. Si la evaluación formativa está orientada a que el docente, como agente
evaluador, logre regular el proceso de enseñanza-aprendizaje, la evaluación formadora estaría diri-
gida a promover que el alumno sea quien aprenda a regular sus propios procesos de aprendizaje.
ASÍ, tomando como base las aportaciones de Nunziati (1990,citado por Coll y Martín, 1996),la
evaluación formadora consiste en ayudar a que el alumno aprenda, desde la heterorregulación
evaluadora del docente, a apropiarse de los criterios para aprender a autorregularse en su evalua-
ción y en su aprendizaje. La evaluación formadora es una propuesta para lograr el traspaso de la
responsabilidad de la evaluación y del aprendizaje por medio de estrategias e instrumentos de
autoevaluación (Marchesi y Martín, 1998;Quinquer, 1999)(figura 8.5).
•
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De este modo, lo que se trata de promover en la evaluación formadora es que ya no sea sólo el
docente el único y exclusivo agente evaluador, sino que los alumnos participen activamente en el
acto desde su lugar socíoinstruccional. En este sentido, pueden realizarse tres tipos de evaluaciones
alternativas y complementarias a la evaluación desde el docente¡ éstas son:
• La evaluación mutua: que se refiere a las evaluaciones de un alumno o un grupo de alumnos que
pueden hacerse sobre las producciones de otros alumnos o grupos de alumnos.
Ahora bien, ¿cómo hacer que los alumnos aprendan a regular su propia actividad evaluativa?
(figura 8.5). Según [orba y Casellas (1998) es necesario que se trabajen en el aula los siguientes
aprendizajes: '
1. Que se comuniquen los objetivos y que se compruebe la representación que los alumnos hacen
de ellos,.lo cual quiere decir que los alumnos necesitan conocer cuáles serán los propósitos
educativos y, dentro de ellos, los criterios principales que guían la enseñanza y la evaluación
(véase capítulo 5 donde se argumenta a favor de los objetivos como estrategias de enseñanza).
La apropiación de los objetivos que se desea alcancen los alumnos, por medio de una negocia-
ción constante fincada en la comunicación, coadyuvan a que ellos vayan comprendiendo el
porqué y el cómo de las evaluaciones y de la regulación, ya sea cuando éstas sean iniciadas por
°
el docente por ellos mismos.
2. Que se logre que los alumnos vayan dominando las operaciones autorreguladoras de anticipa-
ción y planificación de las acciones. En el capítulo 6 veíamos la importancia de la actividad de
planificación metacognitiva (identificar el problema o la meta, predecir resultados, generar un
plan estratégico, y representar y anticipar las acciones) como central para el proceso global de la
autorregulación. Asimismo, destacamos la importancia no sólo de la planificación, sino tam-
bién de la supervisión de las operaciones y del proceso global. Se sabe que los alumnos que son
capaces de desarrollar estas habilidades autorreguladoras son más eficaces en su aprendizaje;
igualmente, se tiene conocimiento de que tales habilidades son aprendibles por mediación de
alguien que sabe más (que puede modelarlas y mostrarlas en forma visible).
3. Que los alumnos se vayan apropiando de los instrumentos y criterios de evaluación que usan
los profesores. Es deseable que los docentes compartan con los alumnos cuáles son los criterios
que usarán para evaluar sus aprendizajes, para que vayan comprendiéndolos y progresiva-
mente haciéndolos suyos (de hecho importa verificar que los que logren representarse sean
aquellos que el profesor quiso comunicar). Existe evidencia de que los alumnos que mejor in-
terpretan los objetos, y los criterios de evaluación que al profesor le interesa tomar en cuenta
para la evaluación, son aquellos que mejor salen adelante en las evaluaciones, porque muy
probablemente auto dirigen su actividad de aprendizaje en función de ellos.
Para el caso de la apropiación del uso de los instrumentos, las actividadesde autoevaluación,
coevaluación y evaluación mutua son imprescindibles.
¿ Cómo hacer la evaluación formativa? Consideramos que la evaluación formativa tal y como acaba de
ser descrita y gracias a los aportes de los investigadores francófonos (Allal, Nunziati, Cardinet,
Bonniol, etcétera), se ve enriquecida por los aportes que propone el marco constructivista, y que de
alguna manera la colocan en un primer plano dentro de todo el proceso de enseñanza y aprendiza-
je, pues llega a ser parte integral de éste.
En tal sentido, la evaluación formativa puede realizarse a cada momento conforme el curso
y/ o sesiones se desarrollan (formacontinua); también es posible hacerla después de un cierto núme-
ro de episodios o sesiones dentro del curso (formaperiódica), sin perder de vista la intención expresa
de ir regulando los dos aspectos fundamentales del proceso de enseñanza ya descritos, que son:
1. Los procesos de construcción realizados por los alumnos sobre los contenidos escolares, para
saber si se encuentran en el camino señalado por las intenciones educativas.
2. La eficacia de las experiencias y estrategias pedagógicas que el profesor ha planeado y/O ejecu-
tado durante el proceso mismo, en relación con el aprendizaje de los alumnos, y que tiene como
finalidad que éstos logren en forma autónoma el manejo de los contenidos. No debemos olvi-
dar que la evaluación formativa es una actividad imprescindible para realizar el ajuste de la
ayuda pedagógica, tan necesaria para el logro de una enseñanza verdaderamente adaptativa.
El ajuste pedagógico en servicio de la actividad constructiva de los alumnos no será posible si
no se realizan actividades continuas de observación y vigilancia para saber si se está logrando o
no lo que se planificó en un principio y si están ocurriendo los progresos en el aprendizaje en la
dirección esperada. Cuando gracias a dicho seguimiento que permite la evaluación formativa
se tienen elementos suficientes para considerar que las actividades, experiencias y estrategias
de enseñanza no están resultando lo suficientemente efectivas de acuerdo con 10 esperado, se
requerirá de la orquestación y arreglo de ciertas ayudas o ajustes en la actividad docente.
Un aspecto que también es de Suma relevancia es la necesidad de ir abriendo espacio a una
evaluación formadora en beneficio de las habilidades de autorregulacíón de los aprendizajes de los
alumnos.
Para la realización de la evaluación formativa pueden utilizarse l~s tres tipos de técnicas mencio-
nadas en el apartado anterior.Algunas de las que mencionamos en la evaluación informal y semiformal
resultan de particular importancia para episodios didácticos breves y para la forma continua de
implementación. Por ejemplo: los continuos intercambios por medio de preguntas y respuestas, la
observación intuitiva o dirigida mediante rúbricas o listas de cotejo,los ejerciciosy tareas cotidianos,
incluso formas más complejas como los diarios de clase o registros anecdóticos, etcétera.
Mientras que, para episodios didácticos más amplios, varias de las técnicas de evaluación for-
mal mencionadas serán sin duda las más adecuadas, tales como: trabajos más estructurados, prue-
bas de desempeño, portafolios, mapas conceptuales, cuestionarios, solución de problemas yensa-
yos, entre otros.
Evaluación sumativa
La evaluación sumatíva ha sido considerada como la evaluación por antonomasia, al punto que
cuando se habla de evaluación en las comunidades escolares, inmediatamente se le asocia con ella.
Como ya lo han expresado varios autores, su fin principal consiste en verificar el grado en que
las intenciones' educativas han sido alcanzadas. Por medio de la evaluación sumativa el docente
conoce si los aprendizajes estipulados en las intenciones fueron cumplimentados según los criterios
y las condiciones expresadas en ellas. Pero, especialmente, esta evaluación provee información que
permite derivar conclusiones importantes sobre el grado de éxito y eficacia de la experiencia educa-
tiva global emprendida.
Si bien debe reconocerse que la evaluación asume una importante función social, hay que seña-
lar de inmediato que la evaluación sumativa no necesariamente debe ser sinónimo de acreditación.
, Coll y Martín (1993) señalan que tan criticables son las posturas que intentan vincular y confun-
dir la evaluación sumativa con la acreditación, como aquellas otras que pretenden lograr una total
disociación entre ellas (a final de cuentas, la acreditación es necesaria en el caso. de la finalización de
ciclos completos), de manera que puedan tomarse decisiones sobre la acreditación a partir de ins-
trumentos que evidentemente no evalúan la significatividad de los aprendizajes.
La solución que estos autores plantean se basa en la propuesta de establecer una coherencia
entre ambas basada en una concepción constructivista, que matice por igual los asuntos académico-
curriculares y los relativos a las cuestiones de tipo institucional-normativos.
La evaluación sumativa puede tener un sentido diferente cuando, por ejemplo, se realiza con el
propósito de obtener información para saber si los alumnos serán o no capaces de aprender otros
nuevos contenidos (en un nuevo ciclo posterior) relacionados con los ya evaluados (Coll, 1987) y, en
caso necesario, buscar realizar ajustes pertinentes aun cuando se trate de un curso nuevo, o bien,
para derivar conclusiones sobre la eficacia de las experiencias y estrategias pedagógicas propuestas
en el proceso o ciclo terminado. En el primer caso, las consecuencias, pueden recaer sobre los mis-
mos alumnos en el próximo ciclo; y en el segundo, los beneficios repercutirán no sobre los alumnos
evaluados sino sobre una generación nueva de alumnos que podrían interactuar con un programa
mejorado gracias a las conclusiones obtenidas en dicha evaluación.
La coherencia así vista permite reconocer también el hecho de que la evaluación sumativa,
además de cumplir con ciertas funciones sociales, al mismo tiempo puede contribuir a tomar deci-
siones de orden pedagógico, que repercutan de una u otra manera en los procesos educativos y en
el alumnado.
Coll y Onrubia (1999)señalan una serie de propuestas para recuperar y reforzar la función
pedagógica de la evaluación sumativa, a saber:
• Vincular la evaluación sumativa de los aprendizajes con la evaluación del proceso de enseñanza-
aprendizaje. Yprocurar que los resultados de la evaluación sumativa repercutan en las mejoras
del proceso de enseñanza-aprendizaje. Como ya se mencionaba, la información arrojada por la
evaluación sumativa en un momento dado puede contribuir a una mejor adaptación del progra-
ma nuevo al cual se integrarán los alumnos, y/o le permitirá al docente reflexionar y derivar
conclusiones globales sobre la propuesta pedagógica que siguió en dicho proceso o ciclo.
• Buscar formas alternativas de comunicar a los padres y a los alumnos los resultados de la eva-
luación sumativa que procuren disminuir el componente acreditativo. En tal caso, habría que ir
más allá del mero dato calificativoo comparativo, y en su lugar proveer información que desta-
que la dimensión pedagógica de la evaluación. Así, por ejemplo, podría ser más ilustrativo
proporcionar un informe que incluya un conjunto de valoraciones, explicaciones y orientacio-
11
nes específicas y contextualizadas" (Coll y Onrubia, ob. cit., p. 149).Dicho informe podría ser-
vir como una pauta orientadora para los padres y para los docentes de los próximos ciclos
(diferenciada según el caso), para que ellos analicen las capacidades y progresos de los alum-
nos, y a partir de dicho informe tomen un referente para potenciar sus próximos avances.
• Que la evaluación sumativa asuma su función acreditativa sólo al término de un ciclo completo
(por ejemplo, al final de la educación primaria, media, etcétera).
Por su propia naturaleza, la evaluación sumativa atiende principalmente a los productos del
aprendizaje como consecuencia del proceso de enseñanza global. Por ello, la mayoría de los instru-
mentos de tipoformal constituirán los recursos más utilizados para valorar la calidad de la enseñan-
za y de los aprendizajes logrados al término del ciclo. Los cuestionarios, las pruebas abiertas y
cerradas, las pruebas de desempeño, los portafolios, los trabajos complejos -tales como ensayos,
monografías, etcétera-, son instrumentos muy utilizados en las evaluaciones sumativas.
No obstante, es importante tomar en cuenta que la selección o diseño de las estrategias e instru-
mentos de evaluación que se utilicen, aun cuando tengan funciones de tipo acreditativo o promocío-
nal, deben siempre enfatizar la amplitud y profundidad de los aprendizajes logrados, así como la
funcionalidad y flexibilidad de los mismos COmoindicadores importantes de los aprendizajes signi-
ficativos conseguidos.
En primer lugar, se debe partir de la idea básica de que así como las estrategias de enseñanza y
aprendizaje deben ser distintas para el aprendizaje de los contenidos factuales (datos, hechos) y
conceptuales (conceptos, principios), las prácticas de evaluación para ambos tipos de aprendizaje
declarativo requieren ser diferentes (véase Pozo, 1992;Blásquez, González y Montanero, 1998b).
En forma breve podemos mencionar que la evaluación del aprendizajefactual tiene las siguientes
características:
1. La evaluación debe atender a la simple reproducciónde la información (ya sea por la vía del reconoci-
miento o del recuerdo literal de la información aprendida). Esto es, los datos y los hechos sólo
pueden aprenderse al "pie de la letra", por lo que la mejor forma de evaluarlos es solicitar a los
alumnos que los reconozcan (como en los reactivos de apareamiento, falso-verdadero, ordena-
ción, opción múltiple) o que los recuerden tal cual fueron aprendidos (como reactivos de
completamiento o de respuesta breve). .
2. Evaluación de "todo o nada". Los datos y los hechos tan sólo pueden o no aprenderse, por lo que
su evaluación también resulta de "todo o nada"; es decir, las preguntas sólo intentarán averi-
guar si los alumnos saben o no la información requerida de datos o hechos según sea el caso.
3. Evaluación de tipo cuantitativa. La evaluación del conocimiento factual, dado el punto anterior,
facilita que se realice la cuantificación al asignar puntos a las respuestas correctas y luego éstas
puedan ser contabilizadas.
Para este tipo de evaluación, las prácticas evaluativas por medio de pruebas objetivas construi-
das mediante reactivos muy estructurados (opción múltiple, complementación, falso-verdadero,
respuesta breve, etcétera) pueden utilizarse sin ninguna dificultad. El grado de significatividad
evaluado es muy reducido.
Hay que recordar que el aprendizaje factual es útil y necesario en ciertos casos, sobre todo
cuando tiene importancia funcional para el aprendizaje de declaraciones posteriores, y cuando se
relaciona con conceptos de soporte que les ofrezcan un cierto sentido.
Por otro lado, el conocimiento conceptual exige el uso de estrategias y de instrumentos más complejos.
Asimismo, evaluar la comprensión o asimilación significativa es mucho más difícil que el simple
recuerdo de datos o hechos. La evaluación de conceptos puede basarse en varios tipos de estrate-
gias:
• Solicitar la definición intensiva de un concepto o principio. En este caso debe pedirse no la mera
reproducción de la definición sino su comprensión (lo esencial del concepto o principio), de
esta manera el alumno se verá comprometido a ir más allá de ellos; por ejemplo, parafraseando
la información, buscando ejemplos, añadiendo explicaciones, etcétera. -
2. Debe evaluarse la significatividad de los aprendizajes. Dos cuestiones esenciales en este sentí-
. do son, sobre todo para el caso de procedimientos no necesariamente algorítmicos, la funciona-
lidad y la flexibilidad.
Para lograr una valoración integral de los procedimientos, deben contemplarse las siguientes
dimensiones (véase Valls, 1998):
• El sentido otorgado al procedimiento. Que los alumnos sean capaces de valorar su actuación al
ejecutarlo, dándole un sentido. Se denomina la dimensión valor~tiva del procedimiento.
Sobre la primera dimensión, el conocimiento del procedimíento, pueden utilizarse las siguien-
tes estrategias de evaluación:
• Evaluación indirecta por observación. En lo que el profesor puede centrarse aquí es en identificar si
el alumno conoce los pasos del procedimiento; por ejemplo, verificar si al plantear un problema
en física o matemáticas, se sigue el procedimiento adecuado (conocimiento de los pasos) para
llegar a su solución.
• Solicitar a los alumnos directamente que nombren los pasos del procedimiento. En este caso interesará
saber si se mencionan todos los pasos y en el orden adecuado.
• Solicitar a los alumnos directamente que se refieran a las reglas que rigen el procedimiento o a las condi-
ciones principales que hay que atender para su ejecución. Tanto ésta como la anterior se pueden
llevar a cabo de forma verbal o por medio de una prueba escrita.
• Solicitar que los alumnos expliquen a otros el procedimiento. Permitirá observar si el alumno indica
de forma adecuada los pasos; si sigue correctamente las instrucciones, las reglas, las condicio-
nes, el manejo de errores posibles, las recomendaciones, etcétera.
1. La composición y organización de las operaciones que forman el procedimiento. Se refiere a que los
alurrmos, al aplicar el procedimiento, sean capaces de ejecutar todos los pasos en el orden pre-
determinado y con cierta destreza y precisión.
2. El grado de auiomaticidad de la ejecución. En este caso se requiere que el alumno llegue a dominar
el procedimiento al grado de ser capaz de automatizarlo (para algunos procedimientos no es
necesario alcanzar un grado de automatización).
Para esta segunda dimensión pueden utilizarse las siguientes estrategias evaluativas:
• Observación y seguimiento directo de la ejecución del procedimiento. Durante la enseñanza del proce-
dimiento la evaluación formativa y formadora debe resultar crucial para que el alumno vaya
aprendiendo a ejecutarlo. En tal caso, los continuos intercambios y el seguimiento atento se
dirigirán a aspectos tales como: ejecución de todas las acciones o pasos, precisión y ajuste de las
mismas, errores comunes, eficacia lograda, etcétera. La observación podrá ser informal o
sistematizarse mediante rúbricas, listas de control diseñadas ex profeso para evaluar el procedi-
miento, y aplicarse durante la enseñanza del mismo, o después de ella,para valorar el grado de
apropiación logrado.
• Observación y análisis de los productos logrados gracias a la aplicación de los procedimientos. Será
posible evaluar los productos logrados después de aplicar los procedimientos utilizando una
serie de criterios claramente definidos sobre los que más interesa valorar. Cuando se trata de
procedimientos muy complejos que requieren un largo tiempo de aprendizaje, puede utilizarse
una estrategia evaluativa que conjunte los productos y los pueda comparar temporalmente,
para valorar los progresos en la ejecución (por ejemplo, la evaluación de portafolios). Evidente-
mente aquí como en la anterior pueden utilizarse estrategias de autoevaluación, de coevaluación
y de evaluación mutua.
• Plantear tareas que exijan la aplicación flexible de los procedimientos. Se plantearán tareas donde se
solicite a los alurrmos que utilicen el procedimiento en nuevos contextos de aplicación, valoran-
do el grado de generalización y adaptación logradas (evaluación del desempeño).
Por último, en relación con la dimensión valorativa del procedimiento que se refiere al grado de
implicación personal del alumno en su aprendizaje y ejecución, pueden emplearse estrategias simi-
lares a las anteriores: '
En ambos casos, lo que interesa en esta dimensión es valorar el esfuerzo, el grado de interés
mostrado, el gusto por ejecutar la tarea, la implicación personal, el cuidado en la ejecución, la per-
sistencia o el afán de superar dificultades; todos estos aspectos, que el alumno va demostrando o ya
puso en evidencia después de un cierto periodo de aprendizaje, le indicarían al docente el sentido
del aprendizaje atribuido por el alurrmo al procedimiento.
Se sabe que la evaluación de las actitudes y los valores es menos común que la de los contenidos
declarativos y los procedimentales. Una razón de ello radica en la gran complejidad que tiene la
evaluación de este tipo de contenidos curriculares. Otras razones tienen que ver con el respeto a la
diversidad personal y con los propios sesgos que el evaluador en un momento dado puede inducir
en estos dominios (véase ZabaIza, 1998).
En la medida en que la evaluación de las actitudes y los valores se haga una práctica común
dentro de las aulas, los mismos alumnos comenzarán a reconocer que este tipo de contenidos son
tan relevantes o más que los otros en los escenarios escolares y, al mismo tiempo, se percatarán de
que ellos también se encuentran realizando una serie de aprendizajes actitudinales y valorativos
cruciales para su proceso de desarrollo personal y social. Asimismo, permitir que los alumnos rea-
licen autoevaluaciones hará posible que ellos logren un mayor autoconocimiento y exploración de
sí mismos y de sus relaciones con los demás.
Para la evaluación de las actitudes y los valores es necesario contar con instrumentos y técnicas
poderosas para poder valorar con veracidad la forma en que éstas se expresan ante objetos, perso-
nas o situaciones.
Un aspecto relevante a tomar en consideración sobre la evaluación de las actitudes y los valores
es no quedarse en una valoración a nivel declarativo que se quede simplemente en el nivel del
discurso. En su lugar hay que tratar de orientar la evaluación de modo tal que permita valorar la
coherencia entre el discurso y la acción, es decir, la coherencia entre lo que los alumnos dicen en
relación con ciertas actitudes o valores y lo que realmente hacen respecto de las mismas.
'1. Uso de la observación directa. En la evaluación de las actitudes es mejor si se planifica y sistematiza;
también si se realiza durante periodos largos y no de manera discreta. Para ello se utilizan
distintas técnicas:
• Registro anecdótico
• Rúbricas, listas de control, escalas de observación
• Diarios de clase
• Triangulación (con otros profesores)
2. Cuestionarios e instrumentos de autoinforme. Una de las técnicas más ampliamente utilizadas para
la valoración de actitudes en los contextos educativos es el instrumento de autorreporte. El uso
de dichos instrumentos permite una valoración predominantemente cuantitativa de las actitu-
des expresadas en forma verbal. Su aplicación es poco costosa y fácil cuando se cuenta con los
instrumentos apropiados. La interpretación y el análisis en ocasiones exige una cierta prepara-
ción técnica; pero en general no resulta difícil. Sin embargo, su uso debe ser reservado porque
como cualquier instrumento de autorreporte los alumnos suelen falsear las respuestas por di-
versos motivos (por motivos de deseabilidad social o autopresentacionales) o aun el instru-
mento llega a generar un efecto de reactividad. Dentro de éstas tenemos:
• Escalas de actitudes:
Escalas tipo Likert, Thurstone y Gutman
Escalas de diferencial semántico (cuadro 8.15)
Escalas ex profeso para valorar las actitudes hacia conocimientos científicos (cuadro
8.16)
3. El análisis del discurso y la solución de problemas. Pueden realizarse análisis de lo que los alumnos
dicen y opinan de manera incidental o ante tareas estructuradas. Es también pertinente buscar
formas de relacionar 10 que dicen con 10 que hacen, en los distintos momentos de interacción
que se tienen con ellos en el aula. En este rubro podemos encontrar los siguientes tipos de
instrumentos o técnicas:
• Entrevistas
• Intercambios orales incidentales, debates en clase, cine-forum
• Sociometría
• Contar historias vividas
Dada la complejidad de la evaluación de las actitudes y los valores, es altamente recomendable
que se apliquen varias técnicas de manera simultánea, lo cual puede exigir un alto costo en tiempo
y preparación. Nuevamente, la recomendación dada de realizar la evaluación entre "la intuición y
la instrumentación" ayuda a solventar un poco el problema mencionado.
Por último, sobre la interpretación de la exploración o valoración de las actitudes, Sarabia (1992)
presenta un cuadro integrador donde se engloban las dimensiones que deben considerarse para
una evaluación integral de las actitudes (tiempo, lugar, circunstancia, lenguaje, etcétera; véase cua-
dro 8.18).
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DILEMA MORAL
Un día durante el tiempo de recreo, tillas cuantos alumnos sacan el balón y se ponen a
jugar con éldentro de la clase, a pesar de conocer la norma que lo prohíbe. En el juego, .
rompen un cristal,y cuando Ilega eltutor y se entera, los amenaza con castigar a toda la
clasesi~o salenresponsables. ..:.'' ': ; '. ". . .' '.' '." . .... '.
1.' '¿Qué deben h~c~ 'los'c~';~,~erós? ;:
• , • :~: - • .' ~ "l_- ~ \.: • :\ .~ ¡ " .~.'... . '. ;"
,
CUADRO 8.18 Modelo de análisis evaluativo
de las observaciones
Tuvo un interés particular analizar los tres tipos centrales de la evaluación psicoeducativa: las
evaluaciones diagnóstica, formativa y sumativa. Desde nuestro punto de vista, la evaluación
formativa constituye elrecurso más valioso del profesor desde el marco interpretativo constructívista,
por las posibilidades que abre para la regulación del proceso de enseñanza-aprendizaje y para la
autorregulacíón del propio alumnado.
Sin intentar hacer una presentación técnica y exhaustiva, se presentaron en el capítulo algunas
estrategias, técnicas e instrumentos para evaluar los aprendizajes de los alumnos, con el objetivo de
hacer reflexionar a los docentes sobre las cuestiones técnicas y pedagógicas de la evaluación en el
aula.
Actividades de reflexión e intervención
1. A partir del análisis de este capítulo, describa y analice el papel que le ha otorgado usted a las
actividades de evaluación dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje. Reflexione también
sobre el papel alternativo que puede desempeñar, desde el marco constructivista.
2. Reflexione sobre las distintas estrategias, procedimientos y prácticas evaluativas que conoce y
utiliza, a partir de lo siguiente:
• En qué medida resultan informativas las estrategias respecto a los aprendizajes significati-
vos (procesos y productos) que sus alumnos realizan.
• Cuál es el grado de información valiosa que proporcionan sobre la efectividad de los proce-
dimientos y estrategias de enseñanza que usted ha utilizado.
• En qué medida pueden ayudarle para proporcionar una ayuda ajustada a los procesos cons-
tructivos de los alumnos en los distintos niveles de la enseñanza.
3. Reflexione de manera crítica sobre las actividades de evaluación formal, semiformal e informal
que usted utiliza en su actividad docente (la tabla siguiente puede serle útil en este sentido).
Evaluación
diagnóstica
Evaluación
formativa
'"
Evaluación
sumativa
Analogías Estrategia de enseñanza que consiste en establecer una comparación entre la informa-
ción nueva a aprender (casi siempre de mayor nivel de abstracción y complejidad) con otra infor-
mación conocida (familiar y más concreta para el aprendiz), para facilitar el aprendizaje y la com-
prensión de la primera. Las analogías también pueden ser estrategias de aprendizaje si es el alumno
quien las origina y elabora.
Aprendizaje repetitivo Ocurre cuando la información nueva por aprender se relaciona con la
estructura cognitiva del aprendiz de manera arbitraria o al pie de la letra, debido a que aquél no
tiene conocimientos previos pertinentes, manifiesta una actitud de memorizar o porque el conteni-
do por aprender no posee significación lógica, .
Aprendizaje significativo Ocurre cuando la información nueva por aprender se relaciona con la
información previa ya existente en la estructura cognitiva del alumno de forma no arbitraria ni al
pie de la letra; para llevarlo a cabo debe existir una disposición favorable del aprendiz, así corno
sígnífícación lógica en los contenidos o materiales de aprendizaje.
Autoevaluación Aquella valoración que el alumno realiza acerca de sus propias producciones
y / o procesos de aprendizaje.
Composición de textos Proceso cognitivo complejo que consiste en textualizar ideas, pensamien-
tos y afectos en un discurso escrito coherente, dentro de un contexto comunicativo determinado.
Implica aspectos estructurales (actividades de planificación, textualización, revisión) y funcionales
(saber qué, a quién, cómo, cuándo, por qué y para qué escribir).
Contenidos actítudinal-valorales Inciden en el ámbito del saber ser. Las actitudes son experien-
cias subjetivas (cognitivo-afectivas) que implican juicios evaluativos, que se expresan en forma ver-
bal o no verbal, que son relativamente estables y que se aprenden en el contexto social. Las actitu-
des son un reflejo de los valores que posee una persona. A su vez, un valor es una cualidad por la
que una persona, una cosa o hecho despierta mayor o menor aprecio, admiración o estima. Los
valores morales o éticos y los cívicos, relacionados con la educación de los derechos humanos, para
,
Ectretecnesdocentes para un aplencJIZa¡B siqniticotivo 428
la paz o el cuidado del ambiente, han constituido el foco de los cambios recientes en el currículo
escolar.
Contenidos declarativos Es un saber que se dice, que se declara o que se conforma por medio del
lenguaje¡ se refieren al saber qué, al conocimiento de datos, hechos, conceptos y principios. Dentro
del conocimiento declarativo hay una distinción taxonómica con consecuencias pedagógicas: el
conocimiento factual y el conocimiento conceptual.
Desesperanza aprendida Sensación experimentada por los alumnos que les sugiere que, sin im-
portar lo que hagan, estarán condenados al fracaso. Llegan a creer que los eventos y resultados de
su vida son en su mayoría incontrolables, por lo que carecen de confianza en sí mismos y manifies-
tan apatía o derrotismo, así como indefensión. Constituye una autopercepción o creencia adquirida
principalmente por alumnos con historias de fracaso escolar o problemas académicos, cuyo origen
está en un manejo escolar poco consistente e inadecuado, en los mensajes sarcásticos y en las críticas
personales que reciben de sus profesores.
Discusión guiada Como estrategia de enseñanza consiste en un intercambio de ideas entre profe-
sor y alumnos acerca de un tema determinado. Por lo común, es originada por el enseñante y se
utiliza como estrategia de enseñanza preinstruccional para activar y/o generar conocimientos pre-
vios pertinentes.
Docencia del sentido común Se refiere a las llamadas ideas espontáneas del docente, en las que se
manifiesta una visión simplista de la enseñanza y el aprendizaje, pues se considera que enseñar es
algo sencillo, cuestión de sentido común o de apropiarse de algunas técnicas o recetas. Se considera
como algo "natural" el fracaso de los estudiantes en las materias científicas,por una visión fija o
prejuicio de sus capacidades intelectuales, su sexo o su extracción social.Además, se atribuyen las
actitudes negativas y la poca motivación de los estudiantes hacia el conocimiento científicoa causas
externas, ignorando el papel del profesor.
Esquemas Abstracciones o generalizaciones que los individuos hacen a partir de los objetos, he-
chos y conceptos, y de las interrelaciones que se dan entre éstos.
Estrategias autorreguladoras Estrategias de alto nivel que permiten regular procesos de aprendi-
zaje y de solución de problemas. Dentro de este rubro se consideran a las siguientes: identificación de
la meta de aprendizaje, planificación, supervisión y evaluación.
Estrategias de apoyo Estrategias de administración de recursos que también llegan a ubicarse en
el plano motivacional-efectivo. Su misión consiste en mantener un estado mental y/ o un contexto
de aprendizaje apropiados para la aplicación de operaciones o estrategias de aprendizaje. Se diri-
gen, por ejemplo, a mantener la concentración, reducir la ansiedad, administrar tiempo de estudio,
mantener la atención, etcétera.
Estrategias de aprendizaje Procedimientos que el alumno utiliza en forma deliberada, flexible y
adaptativa para mejorar sus procesos de aprendizaje significativo de la información.
Estructura de autoridad en un grupo Grado de autonomía que los alumnos tienen a la hora de
decidir y organizar las actividades y contenidos escolares Yt en consecuencia, también se refiere al
grado de control que al respecto es ejercido por parte de los profesores u otros adultos.
Estructura de participación y aprendizaje competitiva Situación donde los objetivos que persi-
gue cada alumno no son independientes de lo que consigan sus compañeros, porque en la medida
en que los estudiantes son comparados entre sí y ordenados (del mejor al peor), el número de re-
compensas (calificaciones,privilegios, halagos) que obtenga un alumno dependerá del número de
recompensas distribuidas entre el resto de sus compañeros. En una estructura competitiva, el estu-
diante obtiene una mejor calificación cuando sus compañeros rinden muy poco que cuando la ma-
yoría muestra un buen rendimiento.
Evaluación auténtica Aquella evaluación del desempeño que demanda que los aprendices de-
muestren sus habilidades, destrezas o conductas aprendidas en situaciones genuinas de la vida
real.
Eval uación formadora Se refiere a aquella evaluación que está orientada a promover que el alum-
no sea quien aprenda a regular sus propios procesos de aprendizaje. Consiste en ayudar a que el
alumno aprenda, desde la heterorregulación evaluadora del docente, a apropiarse de los criterios
para aprender a autorregularse en su evaluación y en su aprendizaje.
Evaluación informal Actividades o procedimientos que utiliza el profesor y que suelen confun-
dirse (no hay una delimitación clara) con acciones didácticas, lo cual provoca que los alumnos no
perciban con claridad que están siendo objeto de evaluación. Ésta es muy utilizada en la evaluación
formativa.
Evaluación mutua Son las evaluaciones que un alumno o un grupo de alumnos realizan sobre las
producciones de otro alumno o grupos de alumnos, y viceversa.
Formación docente Proceso orientado al desarrollo profesional y personal del profesorado, de-
biendo abarcar los planos conceptual (de la adquisición y profundización de un marco teórico-
conceptual sobre los procesos educativos que ocurren en su aula), reflexivo (de la reflexión crítica en
y sobre su propia práctica docente) y práctico (que conduce a la generación de prácticas alternativas
e innovadoras a su labor docente).
Función social de la evaluación Se refiere a los usos de la evaluación que van más allá de la
situación de enseñanza y aprendizaje y que tienen que ver con cuestiones tales como la promoción,
la acreditación, la certificación y la información a otros de los resultados de la evaluación.
Grupo Colección de personas que interactúan entre sí y que ejercen una influencia recíproca que
implica intercambios mutuos en una interacción comunicativa, donde se intercambian señales (pa-
labras, gestos, imágenes, textos) entre dichas personas de manera continua en un periodo determi-
nado, y cada miembro puede afectar potencialmente a los otros en sus conductas, creencias, valo-
res, conocimientos u opiniones.
Idea-fuerza constructivista De acuerdo con César Coll, se trata de un principio explicativo bási-
co, común' a todos los enfoques constructivistas en educación, que si bien difieren en otros aspectos
importantes, tienen su punto de convergencia y complementariedad en la idea que resulta ser la
más potente y también la más ampliamente compartida. Consiste en destacar la importancia de la
actividad mental constructiva del alumno en la realización de los aprendizajes escolares, por 10 que
conduce a concebir el aprendizaje escolar como un proceso de construcción del conocimiento a
partir de conocimientos y experiencias previos, y a la enseñanza como una ayuda a tal proceso de
construcción.
Igualdad (en un grupo) Grado de simetría entre los roles desempeñados por los participantes en
una actividad grupal.
Ilustraciones Recursos pictóricos que sirven para representar relaciones espaciales de tipo
reproductivo sobre objetos, conceptos, procedimientos y procesos. Como estrategias de enseñanza
. pueden distinguirse diversos tipos y generalmente sirven para apoyar los procesos de codificación
de la información a aprender.
Interacción educativa Implica situaciones donde los protagonistas actúan simultánea y recípro-
camente en un contexto educativo determinado, en tomo a una tarea o un contenido de aprendiza-
je, con el propósito de lograr ciertos objetivos definidos y compartidos en mayor o menor grado.
Ley de la doble formación Enunciada por Vigotsky se refiere a que toda función psicológica su-
perior aparece en el desarrollo cultural del individuo dos veces¡ primero en lo interpsicológíco (en
el plano de lo social) y posteriormente en lo intrapsicológico (en el plano individual, dentro del
individuo). '
Macroestructura Representación semántica y abstracta sobre los aspectos más relevantes del tex-
to. Su construcción implica en especial la aplicación de las macrorreglas y de la superestructura del
texto.
Mapas conceptuales Recursos gráficos que permiten visualizar las relaciones entre conceptos y
explicaciones (proposiciones) sobre una temática o campo de conocimiento declarativo particular.
Está inspirado en las ideas de Ausubel sobre la forma en que se almacena la información en la base
de conocimientos (organización jerárquica). Pueden utilizarse como estrategias de enseñanza (si las
usa el docente), como estrategias de aprendizaje (si las usan los alumnos), como recursos para la
evaluación de conocimientos declarativos, como instrumentos para el análisis de cuerpos de cono-
cimientos disciplinares y para la estructuración y organización del currículo.
Mecanismos de influencia educativa Procesos interpsicológicos mediante los cuales los docentes
consiguen, cuando esto es posible, promover y orientar el aprendizaje de' sus estudiantes, ayudán-
dolos de manera ajustada a construir significados y a atribuir sentido a los contenidos escolares.
Este concepto articula otros más: andamiaje, participación guiada y enseñanza recíproca (véase las defi-
niciones respectivas).
Metacurrículo Acciones educativas deliberadas y planeadas que se encaminan a dotar a los alum-
nos de habilidades que les permitan aprender a aprender significativamente en cada curso escolar
yen vinculación con áreas de contenido o dominios conceptuales· específicos. Incluye aspectos como
habilidades cognitivas y de pensamiento, aprendizaje estratégico, estrategias efectivas y motiva-
cionales de apoyo, repertorios autorregulatorios, habilidades personales e interpersonales, así como
habilidades instrumentales (redacción, expresión oral y escrita, búsqueda y análisis de información
automatizada, manejo de segundo idioma, etcétera).
Metas de ejecución Son aquellas que involucran principalmente el ego de los alumnos, en el sen-
tido de que su preocupación fundamental está puesta en preservar sus autopercepciones positivas
y su reputación pública, de manera que el quedar bien y/o evitar el fracaso son más relevantes que
el aprender en sí.
Metas de evitación al trabajo En relación con el tipo de motivación escolar de los alumnos, se
refieren a aquellas situaciones en las que éstos rehúsan adoptar los desafíos inherentes a la tarea
académica que tienen que realizar y tratan de minimizar el tiempo y esfuerzo que le dedican.
Microprocesos ..En sentido estricto son los procesos.de bajo.nível que, más allá de la decodificación
(alfabética y léxica), ocurren.en la lectura y están relacionados directamente con el procesamiento
de la rnicroestructura, como son la detección y/o construcción de mícroproposiciones, la determi-
nación de la coherencia local y referencial, el seguimiento de la progresión temática -relaciones
tema-comentario-, etcétera. Los rnicroprocesos son de ejecución automática, mientras que los
macroprocesos son de ejecución relativamente consciente.
Modelo de "decir el conocimiento" Modelo propuesto para describir la forma de redactar textos
de los compositores inexpertos o inmaduros, el cual consiste básicamente en escribir "lo que se
sabe" sobre un tema (solicitado o elegido por el redactor), sin tomar en cuenta cuestiones relativas
a la forma de estructurarlo, a qué destinatario se dirige y cuál función instrumental pretende cum-
plir.
Motivación Se deriva del vocablo mooere que significa moverse, poner en movimiento o estar listo
para actuar. Es un factor cognitivo afectivo que determina los actos volitivos de los sujetos. En el
plano pedagógico se relaciona con la posibilidad de estimular la voluntad, interés y esfuerzo por el
aprendizaje.
Motivación extrínseca Motivación que depende más bien de lo que digan o hagan los demás
respecto a la actuación del alumno, o de lo que éste obtenga como consecuencia tangible de su
aprendizaje.
Organizadores gráficos Como estrategias de enseñanza son todos los recursos viso-espaciales
que el agente de enseñanza utiliza para apoyar la comunicación de la estructura lógica de la infor-
mación que va a aprenderse. Si son elaborados por los aprendices funcionan como estrategias para
mejorar su propio aprendizaje. Se incluyen aquí a cuadros, llaoes, diagramas, organizadores textuales,
etcétera.
Portafolios Instrumento de evaluación que consiste en realizar una agrupación de trabajos o pro-
ductos de aprendizaje durante tUl ciclo educativo determinado. La evaluación de portafolios per-
mite una evaluación de los procesos y de los productos del aprendizaje en su evolución diacrónica.
Igualmente, permite la reflexión conjunta docente-alumno sobre los productos incluidos y sobre los
aprendizajes logrados.
Procesamiento superficial de la información Aquel que atiende los aspectos menos relevantes
le un mensaje visual, oral o escrito que se le presenta al aprendiz (secentra en aspectos episódicos
le la presentación del mensaje y no se realiza ningún tratamiento conceptual del mismo). Tiene que
Ter directamente con el aprendizaje memorístico y las estrategias de recirculación de la informa-
.ión.
'rofecía autocumplida Expectativa que se cumple sólo porque se le espera, aunque en realidad lo
fue sucede es que al predisponer a la persona, la induce a un curso determinado de acción o de
nteracción con los otros, que es.precisamente lo que conduce a su cumplimiento.
'rofesión Desde una visión sociocultural, constituye una cultura o comunidad de practicantes o
rrofesionales de un ámbito particular, quienes comparten no sólo un conocimiento de índole cien-
ífica, metodológica o técnica, sino creencias, lenguajes, actitudes, valores, formas prácticas o
rtesanales de hacer las cosas Y- por supuesto, intereses gremiales determinados. El conocimiento
'rofesional experto es dinámico, estratégico, autorregulado y reflexivo.
Profesor constructivista Profesional reflexivo que realiza una labor de mediación entre el conoci-
miento yel aprendizaje de sus alumnos, al compartir experiencias y saberes en un proceso de nego-
ciación o construcción conjunta del conocimiento escolar. Promueve el aprendizaje significativo y
presta una ayuda pedagógica ajustada a la diversidad de necesidades, intereses y situaciones en
que se involucran sus alumnos.
Puente cognitivo Ideas, conceptos o apoyos que permiten enlazar la estructura cognitiva con los
contenidos por aprender, de manera tal que orientan al alumno de forma regulada a detectar las ideas
fundamentales, organizarlas e integrarlas significativamente en su estructura de conocimientos.
Reflexión Actividad dinámica que realiza el aprendiz para elaborar inferencias o conclusiones
sobre las acciones de aprendizaje realizadas, ya sea durante ellas o al término de las mismas. Juega
un papel importante en la atribución de sentido del aprendizaje logrado y en el establecimiento de
los enlaces entre el conocimiento metacognitivo y las acciones autorreguladoras.
Rúbricas Guías de puntaje que permiten describir el grado en el cual un aprendiz está ejecutando
un proceso o un producto.
Sentido Se refiere al carácter experiencial del aprendizaje escolar. Involucra el conjunto de facto-
res motivacional es, relacionales y afectivos que desempeñan un papel crucial en la movilización del
conocimiento previo y en la construcción de significados.
Señalizaciones Como estrategias de enseñanza son toda clase de señales o avisos que son utiliza-
dos por el agente instruccional para facilitar el aprendizaje y la comprensión de un discurso oral o
escrito. Generalmente no añaden información al discurso donde se utilizan, más bien orientan al
aprendiz sobre la información más relevante del mismo o sobre la forma de organización que el
discurso posee.
Superestructura De acuerdo con van Dijk, se refiere a las formas de organización estructural que
poseen los distintos tipos de textos. Mientras que la macroestructura está relacionada con los aspec-
tos más importantes del contenido semántico de un discurso, la superestructura se refiere a la for-
ma u organización en que el discurso se presenta. Algunos autores prefieren los términos "patrones
textuales" o "estructuras textuales" para referirse a la superestructura.
Teoría de la atribución Desarrollada en los ochenta por B. Weiner, postula la forma en que las
representaciones, justificaciones y excusas de los individuos (atribuciones causales) influyen en su
motivación, explicando para sí los resultados que obtienen en la escuela, en particular sus éxitos y
fracasos académicos. Afirma que las atribuciones causales se pueden diferenciar en función de si
son empleadas para explicar el éxito o el fracaso percibido por la persona. Se ha encontrado que el
esfuerzo y la persistencia son mayores cuando el alumno atribuye su desempeño a causas internas
y controlables, en comparación a causas externas e incontrolables.
Teoría de la elaboración Desarrollada por Reigeluth, es una teoría de diseño instruccional aplica-
ble al establecimiento de secuencias de aprendizaje tanto en programas amplios como en unidades
didácticas específicas. La teoría de la elaboración propone presentar en un principio los elementos
más simples, generales y fundamentales del contenido, y después pasar a elaborar cada uno de
ellos mediante la introducción de información detallada y cada vez más compleja. Esto propicia un
aprendizaje en espiral, porque cada vez que se reelabora uno de los elementos iniciales, se vuelve al
punto de partida con el propósito de enriquecer y ampliar el contenido en cuestión.
Texto Vehículo o instrumento sociocultural que transmite significados y que posee una
estructuración discursiva (cohesividad, coherencia, superestructura, género). Un texto es por defi-
ición dialógico, polifónico (se incluye la voz del autor y otras voces) e intertextual (un texto se
labora con respecto a otros textos a los que alude), y forma parte de un contexto y comunidad
ulturales.
ona de desarrollo próximo (ZDP) Permite establecer la existencia de un límite inferior dado por
nivel de ejecución que logra el alumno que trabaja independientemente y sin ayuda¡ mientras
.ie existe un límite superior al que el alumno puede acceder de forma progresiva con ayuda de un
ocente capacitado o un compañero más avanzado.
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