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LIPOVETSKY - Seleccion y Comentarios de El Crepusculo Del Deber
LIPOVETSKY - Seleccion y Comentarios de El Crepusculo Del Deber
Javier Alegre
LIPOVETSKY, Gilles (1994). El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos
tiempos democráticos. Barcelona, Anagrama.
El presente escrito tiene por propósito presentar sintéticamente el rico análisis que
realiza Gilles Lipovetsky en El crespúsculo del deber respecto de la concepción moralista del
trabajo y la gestión tayloriana, por un lado, y la concepción posmoralista del trabajo y la
gestión postayloriana, por el otro. Por ello, realizamos una selección de extractos del libro
que van acompañados de breves comentarios aclaratorios o ampliatorios, de aquí que las
numerosas citas que hay pertenecen exclusivamente a dicho texto y tienen por objetivo
brindar un acceso directo y a la vez simplificado a la palabra del autor.
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Apunte Curso “El trabajo en la actualidad” – LIPOVETSKY: “El crepúsculo del deber” – Javier Alegre
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Apunte Curso “El trabajo en la actualidad” – LIPOVETSKY: “El crepúsculo del deber” – Javier Alegre
“Más allá del comeback ético, la erosión de la cultura del deber absoluto continúa
irresistiblemente su carrera en beneficio de los valores individualistas y eudemonistas, la moral
se recicla en espectáculo y acto de comunicación” (p. 47)
Pues bien, Lipovetsky dedica su libro a analizar el modo en que se fueron dando estas
transformaciones históricas y cómo se han reflejado en los diferentes ámbitos de la vida
humana (familia, religión, relaciones sociales, trabajo, ocio, hábitos corporales, prácticas
sexuales, deporte, medios de comunicación, etc.). Lo que haremos nosotros es centrarnos en
lo que concierne al mundo del trabajo y analizar las categorías y disposiciones que
predominaron en la esfera laboral en los diferentes momentos.
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Apunte Curso “El trabajo en la actualidad” – LIPOVETSKY: “El crepúsculo del deber” – Javier Alegre
contribuya al progreso humano y sea un ciudadano honesto y útil, de aquí que hayan
entronizado el carácter reformador y edificante que tendría cualquier forma de trabajo. Con la
visión moralista el trabajo se transforma (como nunca había sucedido antes en la historia y
como nunca volvería a suceder, es posible agregar) en el agente básico de subjetivación,
identificación, integración y estructuración sociales. Es decir, el trabajo no sólo obtendría lo
mejor de las capacidades y condiciones del individuo, sino que además sería fuente de
reconocimiento social y serviría para estructurar y organizar la sociedad.
“las sociedades industriales modernas han dado brillo ejemplar al valor trabajo. En el curso del
siglo XIX, burgueses puritanos y espíritus laicos, socialistas y liberales compartieron la misma
religión del trabajo (…). La fe en el trabajo civilizador y liberador ocupa el centro del discurso
social, la pereza es un «crimen social» que crea un peligro para el que se entrega a él y para la
colectividad de la que es miembro, cada uno debe pagar su deuda social y contribuir al
desarrollo de la especie humana y de la nación. (…) El trabajo se impone en todas partes como
un ideal superior, una ley imperativa del hombre y del ciudadano” (pp. 172-3)
Ahora bien, junto con el predominio de estos discursos moralizantes sobre el trabajo
coexistían condiciones denigrantes e inhumanas en la mayoría de las fábricas a lo largo del
siglo XIX y también, a partir de inicios del XX, la absoluta rutinización y mecanización de las
tareas laborales dentro del modelo de organización tayloriano. Se da una marcada
contradicción entre la concepción moralista del trabajo y las condiciones reales en que éste
era llevado a cabo y los lineamientos de la gestión tayloriana. Dicho metafóricamente: las loas
cantadas al trabajo fuera de las fábricas en el industrialismo parecían rebotar contra y no
poder superar los muros de las mismas fábricas y terminaban por desvanecerse y ser trituradas
por la división extrema, la automatización, el embotamiento y el control permanente y
omnímodo de las actividades laborales presentes en el corazón del taylorismo.
“las sociedades que han profesado la moral del trabajo son las mismas que se han dedicado a
desembarazarla sistemáticamente de toda dimensión humana. Mientras que el principio del
deber moral sustentaba los panegíricos del trabajo, era científicamente expulsado de la
organización moderna de éste. Desde las primeras décadas del siglo XX, la gestión tayloriana
del trabajo, preocupada por el problema de la «haraganería » y de las caídas de ritmo, se dedicó
a transformar al obrero en un autómata sin pensamiento, ejecutante estricto de tareas
fragmentarias preparadas por las oficinas de métodos, «reducto humano» movido por la sola
motivación del salario por rendimiento: no hay más principio organizador que el cronómetro, la
obediencia ciega, el salario basado en el trabajo a destajo. (…) el control «científico» de los
cuerpos ha prevalecido sobre el gobierno de las almas, la disciplina mecánica sobre la
interiorización de los valores, los estímulos materiales sobre las diferentes motivaciones
psicológicas” (p. 173)
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Apunte Curso “El trabajo en la actualidad” – LIPOVETSKY: “El crepúsculo del deber” – Javier Alegre
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Apunte Curso “El trabajo en la actualidad” – LIPOVETSKY: “El crepúsculo del deber” – Javier Alegre
responsabilidad logra reconducir los intereses individuales en pos del beneficio empresarial y
el aumento de la productividad a través de lograr la entrega personal y el compromiso que
abarque la mayor gama posible de esferas y capacidades (físicas, intelectuales, psicológicas,
emotivas, etc.).
“El principio de responsabilidad aparece como el alma misma de la cultura posmoralista. Si
bien las llamadas a la responsabilidad no pueden separarse de la valorización de la idea de
obligación moral, tienen la característica de no predicar en absoluto la inmolación de uno
mismo en el altar de los ideales superiores” (p. 209)
“La ética de la responsabilidad no impone autoritariamente una norma, la hace desear como
conforme a la expansión de cada uno, no valora el espíritu de equipo más que en la medida en
que el grupo es lo que permite convertirse más en uno mismo perfeccionando la eficacia de la
empresa. (…). Si la ética de la responsabilidad se esfuerza en producir el cortocircuito en la
oposición estricta vida profesional/vida privada mediante la autonomía y la expansión
personal, en los hechos, se revela, como un instrumento inédito de hiperabsorción del
individuo en la empresa. Lejos de disiparse, la división trabajo/ocio se ve reencaminada de una
manera nueva, en beneficio esta vez del primer término” (p. 276)
De este modo, la concepción posmoralista del trabajo actúa como trasfondo de la
acción conjunta entre la gestión por recursos humanos y la denominada ética empresarial: los
rasgos de la organización postayloriana (desburocratización, descentralización, mayor
horizontalidad y participación, apertura comunicativa, trabajo en redes, formación
permanente, delegación de poderes, etc.) se oponen a las características verticalistas y
autoritarias que eran propias del modelo tayloriano, a partir de lo cual se autopropone como la
superación no sólo técnica y administrativa, sino también ética (e incluso humanista) del
taylorismo:
“Revolución de la gestión y ética de la empresa son complementarias, constituyen las dos caras
correlativas de la misma deslegitimización de la organización tayloriana del trabajo y de la
misma promoción del principio de responsabilidad individual. (…) la regulación en la empresa
se desprende del modelo disciplinario en beneficio de los dispositivos que favorecen la
adhesión a valores, la participación, la implicación en la comunidad. (…) se produce el
trastrocamiento posmoralista: ayer la moral era la que prescribía regularidad y disciplina, hoy
es un instrumento de flexibilidad de la empresa; ayer, era un sistema de autoridad, de presión y
de conducción incondicional, hoy significa menos jerarquía y disciplina, y más iniciativa,
apertura al cambio y agilidad con el objeto de una mayor competitividad” (pp. 270-2)
Pero esta alianza entre renovación ética y nueva gestión empresarial está en
dependencia de objetivos estratégicos respecto de los empleados: lograr la absorción de todas
sus energías y capacidades, que desarrollen capacidades de innovación y superación de
obstáculos y, a la vez, que se sientan motivados e integrados a la organización, para así
obtener un mayor compromiso y rendimiento de su parte a través de involucrar los intereses
individuales.
“la gestión participativa debe ser pensada como instrumento de resolución de las
contradicciones de la nueva era individualista desprendida de las normas disciplinarias y
moralistas anteriores. Al promover las normas individualistas de autonomía y realización de
uno mismo en el trabajo, la neogestión trata de contrarrestar los fenómenos de no implicación
individualista generados por la «sociedad abierta» del consumo y de la comunicación. (…) No
constreñir más en el trabajo con la norma ideal o la disciplina, sino hacer de él una esfera
potencialmente rica en realización íntima y capaz, con ello, de conjurar los movimientos de no
pertenencia individualista” (p. 275)
“La empresa celebra la autonomía individual, pero simultáneamente, hace de ésta una norma
específica. (…) La empresa ya no se contenta con controlar el tiempo de trabajo de los
hombres, persigue su entrega emocional, su adhesión, la superación de ellos mismos a través,
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Apunte Curso “El trabajo en la actualidad” – LIPOVETSKY: “El crepúsculo del deber” – Javier Alegre
entre otras cosas, de jornadas encargadas de intensificar el espíritu de equipo (team building),
de adaptar a los hombres a las nuevas estructuras flexibles, de liberar las emociones
(psicodramas, juegos de roles) y las «energías insospechadas»” (pp. 277-8)
Es interesante resaltar que el entramado generado por la concepción posmoralista del
trabajo, la gestión postayloriana, la ética de la responsabilidad y la cultura empresarial genera
distintas contradicciones de importancia que Lipovetsky sitúa en el núcleo de las
concepciones y organizaciones laborales actuales. Nos parece valioso resaltarlas ya que
reflejan en parte el complejo y paradójico contexto en que se realizan las prácticas laborales
actuales y además sirven para mostrar el carácter contradictorio de distintos mandatos y
discursos que recorren el mundo del trabajo contemporáneo, sin dejar de mencionar que son
situaciones problemáticas que exigen ser atendidas por parte de los profesionales de las
relaciones laborales. Podemos presentarlas sintéticamente del siguiente modo:
- Contradicciones entre exigencias laborales/personales:
“cuanto menos deber hacia uno mismo, más prescripciones de logros y de imperativos de
movilización; cuanto menos se celebra la obligación interna de perfeccionarse, más exalta la
empresa a los ganadores y la voluntad de hacerlo mejor; cuanto más derecho hay a disponer de
uno mismo en la esfera íntima, más disponibilidad exige la actividad profesional, más
adaptabilidad y compromiso completo de cada uno” (p. 124)
- Contradicciones de la gestión postayloriana:
“al esforzarse por superar las contradicciones de la organización disciplinaria, la gestión por la
cultura, al menos cuando se reduce sólo a ella, no deja de reproducir otras nuevas. (…) una
gestión que valoriza la autonomía individual, pero que celebra al mismo tiempo la fusión
comunitaria, que estimula la competencia entre los hombres y simultáneamente el espíritu de
equipo y el ideal de consenso, que exalta la adhesión voluntaria de los individuos pero que la
prescribe como obligatoria, que pregona a la vez el pleno desarrollo del individuo y la
captación de todas las energías al servicio de la empresa” (pp. 177-8)
- Contradicciones de la ética de la responsabilidad y la cultura empresarial:
“Si la denuncia de la empresa tecnocrática y la celebración del individuo responsable y creativo
merecen el elogio al reactivar la tradición ética del respeto a la persona, no deben perderse de
vista las nuevas contradicciones que resultan de ella: más independencia pero más ansiedad,
más iniciativa pero más exigencia de movilización, más valoración de las diferencias pero más
imperativo competitivo, más individualismo pero más espíritu de equipo y de «comunidad
integrada», más celebración del respeto individual pero más conminaciones a cambiar y
reciclarse” (p. 279)
Respecto de las consecuencias patológicas que pueblan el mundo laboral actual, dado
que las empresas no sólo buscan responsabilidad y disciplina sino también entrega emocional
por parte de sus empleados, ejercen un control sutil, polimórfico, multifacético, que se
extiende hasta los resortes más profundos de la personalidad, con lo cual tienden a generar
ansiedad, depresión, stress, etc., todas enfermedades vinculadas con las esferas subjetiva,
psicológica y emocional de los individuos. Cuadros patológicos que se hacen presentes y van
ganando terreno en las más distintas capas de las organizaciones laborales y comienzan a ser
un signo distintivo de nuestros tiempos:
“En otra época la moral represiva era fuente de histeria, hoy la moral de la autonomía y de la
expansión contribuye a generar ansiedad, surmenage y depresión. Ésta es la paradoja: el
rechazo de la organización tayloriana y el broche final de la empresa humanista aceleran la
desestabilización, la fragilidad subjetivas. Ya sea en la esfera privada como en la esfera
profesional, en todas partes la autonomía individualista se paga con desequilibrio existencial”
(p. 279)
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Apunte Curso “El trabajo en la actualidad” – LIPOVETSKY: “El crepúsculo del deber” – Javier Alegre
Para cerrar este escrito, queremos hacer mención aunque sea brevemente –ya que no es
nuestro tema central– al análisis que Lipovetsky realiza de la ética de los negocios, que es
presentada como una continuación y superación de la corriente de responsabilidad social
empresarial nacida en Estados Unidos en la década del ‘60 y que el autor encuentra en pleno
auge en los ´90. Este auge de la ética de los negocios consiste en una moda para nada
desinteresada: hace un uso estratégico de la ética, saca réditos del recurso a posicionamientos
morales y retraduce los intereses económicos en términos éticos. Por ello, este revival ético en
el mundo de los negocios es congruente con los tiempos posmoralistas y no puede esperarse
de él más que una renovada forma de encubrir las conductas reñidas con el bien común: antes
que calar en la dimensión ética de las prácticas empresariales, tiende a poner a la ética al
servicio de los intereses comerciales. Dejemos que el autor nos explique más en detalle:
“El brote de fiebre ética parece no tener límites. (…) Se sabía que el universo de la empresa
estaba guiado por la eficacia y la rentabilidad y ahora lo vemos en busca de un alma, de
«negocios éticos», último grito de las modas empresariales. (…) la moda de la ética en los
negocios ha nacido y se ha extendido por Estados Unidos, tomando el relevo de la corriente de
pensamiento llamada de «responsabilidad social de las empresas»” (p. 245)
“La moda de los códigos y cartas éticas no tiene nada de idealista, está sostenida en lo más
profundo por la creencia de que la ética es esencial para el éxito comercial y financiero, (…) la
business ethics [ética de los negocios] se basa en la moral del interés bien concebido: lo que
caracteriza nuestra época no es la consagración de la ética sino su instrumentalización
utilitarista en el mundo de los negocios” (pp. 249-50)
“de fin ideal e incondicional, la ética se ha transformado en medio económico, en instrumento
inédito de gestión, (…) la ética se convierte en un auxiliar eficaz de lo económico. (…)
Mediante la instrumentalización de la virtud que promociona, la ética de los negocios aparece
como una figura ejemplar del posmoralismo democrático contemporáneo librando a la
obligación del lastre de cualquier idea de abnegación y absolutidad desinteresada: Ethics is
good business [la ética es un buen negocio]” (p. 252)
“En ninguna parte la operatividad utilitarista de la moral es tan explícita como en las nuevas
estrategias de comunicación de las empresas. (…) En la actualidad, la legitimidad de la
empresa ya no está dada ni cuestionada, se construye y se vende, estamos en la era del
marketing de los valores (…). No es la ética la que gobierna la comunicación de empresa, es
ésta la que se impone y la administra interna y externamente. La ética funciona en primer lugar
como lifting y línea ofensiva-defensiva de la empresa” (pp. 260-1)
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Javier Alegre
javier.alegre@comunidad.unne.edu.ar
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