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Percepción sensorial y comprensión del mundo social.

El vínculo de Psicología
Teórica y Teoría Social en Hayek.

Esteban Leiva
Pastor Montoya

En el volumen dedicado a Hayek que editó la Universidad de Cambridge en el año 2006,


Edward Feser observó que sólo recientemente El Orden Sensorial: Una investigación
acerca de los fundamentos de la psicología teórica (1952)1 ha ganado una doble atención.
Economistas y científicos políticos interesados por su pensamiento social, destacaron el
papel de las ‘ideas gemelas’ de evolución y orden espontáneo como herramientas
principales para el análisis de la interacción humana y, en general, para la explicación de
fenómenos complejos tales como la dinámica social, el desarrollo de la mente o los
cambios climáticos. Pero en “Hayek, científico cognitivo y filósofo de la mente”, Feser
sostiene que, en conjunción con algunos artículos relacionados, Hayek propone de hecho,
lo que

“constituye una impresionante filosofía de la mente de la que podemos aprender


mucho…que aborda de un modo original los temas centrales que han ocupado a los
filósofos contemporáneos de la mente, incorporando (y en muchos casos
anticipando) algunos de las más importantes captaciones conceptuales (insights) de
la filosofía de la mente del siglo XX, en una síntesis de diversos elementos que
evocan las ideas de pensadores tan diversos, y aparentemente filosóficamente
incompatibles, como Russell y Wittgenstein, John Searle y Daniel Dennett.” (Feser,
2006: 288)2


Lic. en Filosofía. Becario CONICET e Investigador del Centro de Investigaciones de la Facultad de
Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Correo electrónico:
esteban_leiva@latinmail.com

Lic. en Filosofía. Docente e Investigador de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional
de Córdoba, Argentina. Correo electrónico: montoyapastor@hotmail.com
1
En lo esencial, el trabajo fue escrito en 1921 pero concluido recién en la década del cuarenta y publicado
más de treinta años después de su más temprana concepción. Aunque comprende críticas a la filosofía de la
percepción y de la mente anteriores a 1918, en particular, a las ideas de Mach entonces dominantes; en 1952
incluye objeciones al behaviorismo y la teoría de la Gestalt (cfr. Vries, 1994: 311)
2
Contra la clave interpretativa de las ‘ideas gemelas’ defendida por Gaus y otros, Freser ha sostenido que su
status como ‘fundamento’ de la economía y la política de Hayek ha sido exagerada y que tales afirmaciones
típicamente descansan en poco más que el hecho de que el libro caracteriza la mente justo como Hayek
caracteriza los sistemas económicos y sociales, principalmente, por ser complejos, dinámicos e impredecibles
en principio. Por otra parte, Feser también señala que la cuestión del valor de su contribución como
anticipación del ‘coneccionismo’ tendría una significación meramente histórica.
II

Por nuestra parte, en el primero de un par de trabajos anteriores3, nos propusimos entender
la interpretación relacional del ‘orden sensorial’ de Hayek, como parte de la paradójica
fecundidad del empirismo lógico, o neopositivismo, que se constituyó y difundió como
corriente principal heredada por la filosofía analítica. Durante la segunda mitad del siglo
XX, proliferaron críticas minuciosas y diversas elaboraciones alternativas que procuraron
superar, precisamente, las tendencias originarias de esta corriente de pensamiento. Feser
observa que pese a ser primo de Wittgenstein, excepto por su amistad con Popper, Hayek
“parece no haber buscado, ni le fue dada, la atención de la corriente principal de la filosofía
analítica.” (Feser, 2006:287)

Mientras los primeros positivistas lógicos le atribuían un valor paradigmático del progreso
cognitivo a las modernas teorías de la física, la química y la biología y se aplicaban a la
reconstrucción analítica de sus conceptos fundamentales; Hayek se aproxima a la
epistemología, la psicología y la metodología habiendo sido un crítico del uso académico
establecido del cálculo de equilibrio que se alejó de los tecnicismos de la teoría económica
neoclásica, para entender los precios como guías para la producción. En efecto, en
“Economía y Conocimiento” (1937) y “El uso del conocimiento en la sociedad” (1945),
Hayek había sostenido que es el todo del sistema de precios lo que proporciona los
indicadores que condensan y comunican información relevante que, en su integridad, no
puede ser conocida por ninguna persona, ni centralizada por una institución planificadora.
De esta manera, la economía conduce a la epistemología porque al destacar el rol de las
instituciones en la transmisión de conocimiento, se suscita la idea de un conocimiento
tácito, no articulado y no verbal.4

III

Pero fue casi desde el principio de su formación intelectual, que Hayek discrepó de la clave
cientificista de aquel ‘empirismo lógico’ que se apoyaba en una concepción de la
significación cognoscitiva de las proposiciones según la cual sólo serían cognitivamente
significativas las proposiciones que pueden ser verificadas en referencia a hechos de la
experiencia del mundo externo. En conjunción con un criterio de economía ontológica, el
verificacionismo hacía un giro lingüístico antimetafísico: expulsaba del lenguaje científico
los seudo-problemas de una referencia a la realidad como totalidad. También el estímulo
decisivo para El Orden Sensorial procedía del Análisis de las Sensaciones de Ernst Mach;
de su idea de basar todo el conocimiento en los sentidos, de que todo es experimentado por
la mente y que para su comprensión es importante la modelización y la cuantificación. 5 En
3
Ver Leiva y Montoya, 2007 a y b.
4
Cfr. Feser, 2006: 14.
5
Robert de Vries (1994) sostuvo que Hayek desarrolla sus propias ideas a partir de su crítica de la filosofía de
la mente y la percepción de Mach.
este escenario intelectual, Hayek se enfrenta a la tesis reduccionista, a la pretensión de
eliminar los elementos metafísicos por considerarlos superfluos y destructivos para la
economía de la ciencia.

A este respecto, Alan Ebenstein (2003) registra una matizada oposición de Hayek al
verificacionismo del Círculo de Viena, al requisito de que las proposiciones sean
empíricamente testeables para ser científicas que, pese a que procede de algunos años
después, corrobora nuestro marco6:

“No quiero subestimar el mérito de la persistente e implacable lucha de los siglos


XVIII y XIX contra las creencias que pueden demostrarse falsas. Pero… la
extensión del concepto de superstición a todas las creencias que no pueden
demostrarse verdaderas carece de la misma justificación y hasta puede resultar
perjudicial. Que no debamos creer en nada que se haya puesto de manifiesto como
falso no significa que debamos creer sólo lo que se ha demostrado como
verdadero.”7

IV

Pero la crítica al cientificismo anti-metafísico, en El orden sensorial, también toma


distancia de otro de los rasgos de la concepción epistemológica heredada. En particular, del
antinaturalismo: la intención de reconstruir racionalmente las teorías, y sus funciones
inferenciales de explicación, justificación y predicción, utilizando la nueva lógica como
recurso de representación; implica analizar los resultados alcanzados al margen de los
procesos intelectuales de su adquisición y comunicación. Como la explicación científica o
la justificación de las creencias se elucidan como formas de argumentación deductiva, a tal
efecto, los conocimientos acumulados pueden analizarse haciendo a un lado la explicación
psicológica de su adquisición, sin hacer referencia alguna los procesos causales del
aprendizaje o a las circunstancias históricas de su descubrimiento. En el terreno
epistemológico de las ciencias sociales, Hayek ataca la imitación servil de las ciencias
naturales, poniendo en el centro de sus reproches, precisamente, la actitud de “dejar de lado
nuestro conocimiento subjetivo de las operaciones de la mente humana.” (Hayek, 1943: 34)

Pero el interés y relevancia de la investigación psicológica de Hayek no se agota en la


crítica ni sus intereses se limitan a la teoría especulativa, la epistemología, la metodología.
Tras su participación en el debate sobre el cálculo socialista, o la planificación económica
centralizada, en los años 30, Hayek todavía coincidía con la corriente neoclásica en el

6
Pese al punto de partida común en Mach, Ebenstein sostiene que El orden sensorial puede interpretarse
como una propuesta contraria al positivismo lógico. En 1985, Hayek describió su pensamiento psicológico a
partir del punto de partida de que todas las sensaciones individuales tienen una cualidad pura original que se
modifica constantemente con la experiencia. Más allá de Mach, solo existe un orden original y luego el
cambio experiencial. Si la experiencia puede cambiar la cosa, para qué postular una cualidad originaria que
podría esta haber surgido del mismo modo. Cfr. Ebenstein, 2003:134-5.
7
Ebenstein cita a Hayek en The Constitution of Liberty (1960).
reconocimiento de una tendencia empírica de los sistemas de mercado hacia la formación
de un orden espontáneo de acciones y, además, en que tal orden era susceptible de análisis
con arreglo al cálculo de equilibrio. Sin embargo, fue entonces que Hayek propuso que el
mercado se describe mejor como un sistema cognitivo de coordinación que posibilita el
intercambio y conduce a la formación de expectativas cada vez más correctas. Un sistema
cuya eficiencia competitiva no puede ser igualada mediante el diseño deliberado de un
mecanismo artificial de asignación.

En efecto, en el período de su transformación intelectual (1937- 1945), Hayek conserva el


concepto de equilibrio para describir los planes racionales de acción individual como un
cálculo que identifica y relaciona acciones en función de las preferencias de las personas y
según su conocimiento de las circunstancias. Pero empleaba su reformulación cognitiva,
para destacar un mal uso del formalismo que nos dejaba a oscuras sobre las condiciones en
que se supone que la tendencia al equilibrio existe y, por lo tanto, sobre la naturaleza del
proceso en que el conocimiento individual se modifica. Es esta interpretación alternativa de
la modelización lo que permite despejar un diagnóstico:

“Las tautologías de que consiste el análisis formal de equilibrio no nos informan


respecto de la causación en el mundo real a menos que esta lógica pura de la
elección, sea completada con enunciados definidos sobre la adquisición y
comunicación del conocimiento.” (Hayek, 1937: 33)

A la vez, el examen de las condiciones para la mutua compatibilidad de las acciones


individuales, del conjunto de planes y los eventos o condiciones externas; permite señalar el
error de la interpretación ortodoxa: confundir el nivel del sistema con la generalización
abstracta del caso individual, postular un estado estacionario que se repite a sí mismo y no
se corresponde con ninguna realidad.8

Lo que desde aquellos años Hayek procuraba comprender era cómo las acciones
independientes de muchos hombres pueden producir un todo coherente, estructuras
persistentes de relaciones que sirven a propósitos importantes sin haber sido diseñadas para
tales fines. La reconstrucción explicativa describe un proceso de composición de relaciones
de una complejidad creciente, que sólo en principio y no detalladamente, podemos
modelizar.

De acuerdo a lo expuesto, sería la fundamentación psicológica del orden social lo que


Hayek inicia y despliega desde El orden sensorial. Asimismo, en nuestros estudios
constatamos que Hayek contribuyó a la eficaz crítica de la línea de explicación
neurofisiológica de las conductas que se califica como ‘reduccionista’, ‘eliminativista’ u
‘objetivista’. Es contra el behaviorismo de Watson o el fisicalismo de Neurath que Hayek
8
Cfr. Hayek, 1937.
ofrece una explicación alternativa de la percepción. En su introducción se encuentra una
objeción detallada: aunque para ser consistente debiera comenzar observando las reacciones
de la gente ante estímulos físicamente semejantes, el experimentador objetivista da por
sentado que lo que a él le parece semejante también le resultará así a otras personas. Como
no se apela a una semejanza física de propiedades, con este tipo de procedimiento se hace
uso constante de una clasificación de los estímulos ya elaborada por nuestros sentidos y
nuestra mente, se supone una capacidad de distinguir lo semejante de lo diferente cuyo
desempeño debiera conocerse ya por propia experiencia. Un enfoque objetivista de la
psicología de la percepción podría considerarse pragmáticamente como una negación
inconsistente porque da por sentada, o presupone prácticamente, una competencia de
reconocimiento de los objetos, y sus cualidades sensoriales, que desconoce teóricamente
como operación de clasificación. Sólo gracias a este desconocimiento pragmáticamente
inconsistente, se deja sin explicar el hecho fundamental de cómo cosas físicamente
diferentes son identificadas como casos o especímenes de un tipo o forma particular.

“Paradójicamente, al negar la composición de lo reconocido a partir de


‘configuraciones perceptivas’ (Gestalten), lo que se niega es lo que el desarrollo de
la física nos enseña: “que las cosas que parecen semejantes pueden no ser tales en
ningún sentido objetivo, i.e. podrían no tener en común ninguna otra propiedad.”
(Hayek, 1943: 35)

El reconocimiento de que nuestra percepción de lo que nos parece semejante o diferente no


está fijada por las propiedades físicas de las cosas; bloquea el que demos por sentado que lo
que a uno le parece de un modo, también le parecerá igual a otros.

“Que esto es así, como regla es un hecho empírico importante que, por una parte,
requiere explicación (una tarea para la psicología) y, por la otra, debe ser aceptado
como un dato básico en nuestro estudio de la conducta de la gente.” (Hayek, 1943:
35)

La distinción entre mundo fenoménico y mundo físico, entre las cualidades sensoriales (o
percepciones sensibles inmediatas) y las propiedades que describen la imagen científica del
mundo externo, ha sido posible gracias al progreso cognitivo de las ciencias. Entre los
elementos de estos dos órdenes no existe una simple correspondencia uno a uno, no puede
asegurarse que, varios objetos o eventos que en un orden pertenecen al mismo tipo o clase,
también pertenecen a un mismo tipo en el otro. Ya no estamos autorizados a asumir que el
mundo se nos aparece como lo hace porque es de ese modo: no podemos identificar el
mundo fenoménico con el mundo físico.

Pero si la tarea de la física es reemplazar la clasificación de los eventos que nuestros


sentidos ejecutan por otra más adecuada para describir sus regularidades, la de la psicología
teórica es la inversa. En lugar de definir la luz o el sonido incluyendo longitudes de onda no
visibles ni audibles, o de distinguir los colores por sus efectos sobre nuestros aparatos de
medición, se trata de explicar por qué los eventos de que tenemos experiencia, que sobre la
base de sus relaciones mutuas pueden acomodarse en un orden físico, manifiestan un orden
diferente en sus efectos sobre nuestros sentidos, por qué nos dan conocimiento.

La explicación de la percepción sensorial, que Hayek ofrece como forma básica de


adquisición de información acerca del mundo que debe dar por sentado, incluso un buen
uso del análisis económico del mercado; resulta precursora de la tendencia actual de
asignarle al problema de la naturaleza de los fenómenos mentales un lugar central también
en la agenda de la teoría social. Pero su estrategia argumentativa apuntaba a una genuina
superación del empirismo y, por tal razón, lo desafiaba en el terreno propio de la
experiencia.

“¿Cómo impulsos fisiológicos procedentes de diversas partes del sistema nervioso


central pueden llegar a ser distinguidos en su significación funcional de un modo tal
que sus efectos difieran entre sí de la misma manera en que difieren los efectos de
distintas ‘cualidades sensoriales?” (Hayek, 1952: 1.3)

Postergando el análisis de la afectividad o los valores, se trataba de mostrar cómo es posible


construir una estructura de conexiones intermedias entre el estímulo físico y la respuesta
conductual. Mediante la reconstrucción de un sistema de relaciones se busca dar cuenta de
un hecho: que las respuestas a los diferentes estímulos difieren entre sí del modo en que
sabemos que nuestras respuestas a las cualidades sensoriales se diferencian. Hemos
designado a esta estrategia epistemológica cuasi-reduccionista porque Hayek sostiene
explícitamente que es importante no identificar su distinción entre orden fenoménico y
orden físico con la distinción del lenguaje ordinario, que procede de Platón, entre ‘mundo
real’ y de las ‘apariencias’. Son los eventos los que difieren en sus efectos entre sí y
también en sus efectos sobre nosotros. Desde un punto de vista ontológico, no se trata de
rechazar una concepción metafísica sino de interesarse por un problema relacional: sin
ocuparse de lo que una cosa es, o realmente es, se enfoca en cómo un objeto particular o
evento difiere de otros, pertenecientes al mismo orden del discurso. Lo que se rechaza es un
reduccionismo ontológico: ninguna explicación de un fenómeno mental que pudiéramos
alcanzar sería suficiente para unificar nuestro conocimiento de manera que se sustituyan los
enunciados acerca de eventos mentales particulares por enunciados acerca de eventos
físicos, al menos, no sin cambiar los significados de tales enunciados.

Aunque Hayek no describiera la tendencia epistemológica predominante hasta la segunda


guerra como anti-naturalismo ni su posición como naturalismo, el problema principal no se
refiere a la justificación del conocimiento empírico sino a la explicación de sus condiciones
de posibilidad. De esta manera, no se niega el conocimiento empírico de lo cotidiano a
favor de un realismo científico sino que trata de explicar por qué el mundo se nos aparece
como lo hace, mediante qué tipo de proceso una situación física dada se transforma en una
imagen fenoménica determinada. Es en un rasgo de la estructura de los organismos, su
capacidad para reproducir dentro de sí, o construir, modelos de algunas de las relaciones
que existen entre los eventos de su ambiente. Un evento físico es descrito como un estímulo
en consideración de su acción sobre los receptores del sistema nervioso. En este sentido es
el eslabón más próximo de una cadena causal que produce el impulso que se transmite
desde un punto a otro del sistema. Estímulos e impulsos dan lugar a dos órdenes de
captación o modelización del mundo externo, eventos físicamente idénticos pueden
provocar diferentes cualidades sensoriales o viceversa. El impulso es parcialmente
independiente del estímulo que lo evoca (un destello de luz puede producir el mismo efecto
que un golpe en la pupila). En consecuencia, cualquier efecto característico que un impulso
particular produzca debe ser atribuido a algo conectado con ese impulso y no a una
propiedad del estímulo. El todo de las cualidades es determinado por el sistema de
conexiones neuronales que selecciona y compone los estímulos para transformarlos en
sensaciones, en una posición interna que se preserva como memoria fisiológica. Así, la
significación que se le otorga a un estímulo depende de su inscripción en un sistema de
relaciones que se activan en el reconocimiento de los objetos y sus cualidades, que pueblan
el mundo. La posición de un recorrido de impulsos neuronales que inconscientemente el
organismo ha aprendido a asignar a una cierta clase por su asociación con clases de eventos
pasados, puede articularse lingüísticamente como sistema de clasificación mental. El
postulado de un mundo fenoménico de cualidades sensoriales supone una forma de percibir
que clasifica los impulsos y que, en este sentido, es interpersonal y no peculiar de un
individuo. Pero este conocimiento implícito compartido, verdadero de lo que podemos
experimentar, no precisa ser verdadero del mundo físico. Las experiencias conflictivas
introducen elementos inconsistentes y fuerzan a la revisión y el ajuste del marco de
referencia. Esta dinámica del subsistema de relaciones pone de manifiesto que, aunque se
organiza a partir de un conocimiento imperfecto, incompleto e hipotético, reproduce rasgos
del ambiente físico y nos habilita para desempeñarnos en él.

La explicación de principio del orden sensorial, que el conocimiento encarnado en la


definición de los objetos constituiría un modelo del mundo que permitiría identificar los
tipos posible de eventos, se propone una reducción relacional de los fenómenos mentales:
cualquier grupo de impulsos que ocupa una posición en una determinada estructura y en un
cierto momento, tendrá la misma significación. El conocimiento de la experiencia sensorial
consciente sólo llega a ser posible porque se ha creado un orden que presupone un
conocimiento acumulado que determina la forma de las experiencias posibles.

VI

Esta estrategia es cuasi-reduccionista pero se compromete con una ontología realista


relacional, una epistemología consciente de las limitaciones cognitivas de nuestra reflexión
sobre los órdenes complejos que nos constituyen. Una explicación completa del proceso de
aprendizaje que combina la experiencia del individuo con la de la especie no resulta
alcanzable más que ‘en principio’ porque su operación es tan compleja que sólo puede ser
descripta de una manera general. Son las condiciones que prevalecen en el ambiente las que
son objeto de modelización mediante un orden neuronal, una subclase del orden físico, que
se estructura de manera topológicamente equivalente al de las cualidades del orden
fenoménico. Es en este punto crucial, donde Hayek se aparta del dualismo ontológico que
separa estrictamente el mundo subjetivo del objetivo. Del suborden prevaleciente en esa
parte del universo físico que somos nosotros mismos, que está sujeto al mismo tipo de
regularidades que hemos aprendido a descubrir en el mundo, tenemos un conocimiento
peculiar.

Mediante esta teoría, Hayek cree haber refutado una concepción dualista que explica la
sensación como algo común a lo mental y al mundo físico, sensaciones elementales y
constantes serían los constituyentes últimos del mundo. El ideal de una descripción
completa no contempla la reclasificación que efectuamos para reproducir las relaciones
existentes en el mundo físico y que alteran la apariencia de los eventos para nosotros. Una
ciencia puramente descriptiva es algo imposible.

“La concepción de un núcleo puro original de la sensación que es meramente


modificado por la experiencia es una ficción innecesaria, y los mismos procesos que
modifican y alteran los atributos cualitativos de las sensaciones, también pueden dar
cuenta de la diferenciación inicial” (Hayek, 1952: 2.15)

En lo que sigue, nos proponemos vislumbrar algo de la fecundidad de un enfoque que


vincula la filosofía de la mente y la teoría social contemporáneas. La misma teoría que
explica el conocimiento teórico del científico, explicaría el conocimiento concreto del
agente. Gracias a esta operación, su teoría permite reconocer el impacto del entorno sobre
los planes individuales de los agentes. El conocimiento subjetivo se refiere a un mundo
externo pero no es su descripción directa. El agente lo interpreta de acuerdo con el patrón
abstracto que le proporciona su mente. Este sistema de patrones abstractos es una
configuración que modela la imagen del mundo de nuestra experiencia sensorial. En
condiciones de normal funcionamiento, las instituciones humanas sintetizan y distribuyen
los conocimientos o informaciones necesarias para la actuación de agentes que pueden dar
cuenta de sus procesos mentales, comunicándose por medio de símbolos que tienen un
significado similar porque ocupan, en el orden mental de cada uno, una posición análoga a
la del otro. La posibilidad de la comunicación no sólo indica la conciencia de alguna
intención sino que el simbolismo empleado con tal propósito puede ser un factor importante
para auxiliar el desarrollo de una capacidad de discriminación dotada de la claridad y
precisión que distingue a la experiencia consciente. El desarrollo de un lenguaje, un medio
altamente sofisticado de expresión, extiende los recursos de clasificación disponibles y hace
posible el pensamiento abstracto. Con el aprendizaje del sistema de símbolos de una
comunidad lingüística, el individuo puede utilizar, en alguna medida, la experiencia
sintetizada y acumulada de generación en generación.
VII

En la explicación de sistemas complejos en el que el número de variables interdependientes


es muy grande y no puede observase individualmente ni controlarse todos los factores
relevantes, se requiere de un procedimiento que va de lo familiar a lo desconocido. Del
reconocimiento habitual de un mundo fenoménico a partir de un conocimiento implícito a
su explicación teórica mediante la construcción de un modelo que destaca las características
relevantes y proporciona información sobre un rango de variación futura. Este tipo de
conocimiento guía nuestra observación y proporciona un sentido de orden parcial que se
manifiesta en una imagen coherente y, excluyendo ciertas eventualidades, permite hacer
más efectiva la acción. La teoría de los fenómenos complejos explicita esquemas ya
disponibles que nos dicen que cuando observamos ciertos patrones otros son de esperar.

Hayek no limitó la utilización de las explicaciones de principio a la percepción sensorial de


las cualidades sino que las extendió a la captación de reglas, regularidades o patrones en la
acción de otros agentes. En tales patrones Hayek percibe, por ejemplo, el aprendizaje inter-
generacional de reconocimiento por imitación de movimientos complicados que forman la
vida gestual de un grupo social y que presuponen la identificación de tales gestos
observados con los propios. Cuando concluimos que un individuo está de un cierto humor,
se esfuerza deliberadamente o espera algo, generalmente no sabemos cómo lo sabemos ni
podríamos explicarlo. Sin embargo, normalmente actuamos exitosamente sobre la base de
nuestra comprensión de los demás y su conducta.

Sin esquemas perceptivos no podríamos captar los eventos complejos como ‘todos
coherentes’, ni adaptarnos a las circunstancias u operar sobre ellas. Las conexiones entre las
partes que preservan una estructura se vinculan con nuestros propósitos individuales porque
la existencia de esos todos sociales es la condición para la concepción de nuestros deseos y
el logro de nuestras metas. Y sin embargo, la naturaleza incompleta del conocimiento
individual implica que la gente no reconoce la influencia que su propia acción tiene sobre
las decisiones de otras personas. En cierta medida, estos efectos son transmitidos en forma
impersonal gracias a la emergencia de sistemas de reglas de conducta, formas coherentes de
comportamiento tales como el lenguaje, la tradición, la moralidad, la costumbre, como un
resultado no planeado ni intencionado de las interacciones de sus miembros. Esto significa
que no son los motivos manifiestos o implícitos de la acción humana los que pueden
explicar las consecuencias de las acciones consideradas como un todo. Dada su
complejidad, los órdenes espontáneos son algo a lo cual todos contribuyen, de lo cual todos
se benefician, que todos dan normalmente por sentado, pero que los individuos escasamente
comprenden.9

9
Cfr. Witt, 1994: p.179.
La complejidad de los órdenes espontáneos no depende sólo del número de variables, o de
la imposibilidad de su manipulación, sino de la naturaleza de las interacciones entre ellas,
de la emergencia de patrones que poseen rasgos abstractos, independientemente de los
valores de los datos individuales, de manera que una estructura general resulte preservada.
La emergencia de tales propiedades o estructuras no hubiera podido predecirse de una
muestra pequeña de elementos individuales10. Los sistemas complejos pueden ser
autosustentables, poseen una tendencia a persistir y responder a un rango de cambios
exógenos y endógenos por lo que, sólo en determinados contextos, si comprendemos los
principios generales de su funcionamiento, podemos anticipar un rango de fenómenos
esperables, estimar los parámetros entre los que el sistema se estabilizaría.

VIII

La teoría de la red neuronal que crea una estructura formal de clasificación de sensaciones
se conecta con la teoría de la evolución social porque el orden general de las acciones de un
grupo, considerado como algo diferente de las reglas específicas de conducta de un
individuo, es una propiedad que emerge del sistema de reglas considerado como un todo.
Aunque se conciba que el mismo sistema pueda ser el producto de un conjunto distinto de
reglas individuales y que dicho conjunto pudiera producir órdenes sociales diferentes en
ambientes también diferentes; son tales órdenes generales de la acción, y no las acciones
regulares que separan a los individuos, lo que importa para la preservación del grupo y,
quizás también, para la supervivencia de sus miembros. El proceso de selección opera sobre
el orden social de acciones como un todo, sobre el orden espontáneo de adaptaciones que
permiten la acción coordinada. Las reglas e instituciones que constituyen un orden son
seleccionadas por competencia entre órdenes sociales en ambientes específicos, sus
variaciones pueden proveer una ventaja y el proceso puede llevar a la selección de un orden
social con ciertos conjuntos de reglas. Aunque podemos dar una explicación general de los
órdenes sociales, modelando las relaciones entre los elementos, el comportamiento de un
sistema complejo no depende sólo de las relaciones internas sino de fuerzas exógenas. El
sistema puede no haber sido configurado por un ambiente actual sino por una secuencia
definida de ambientes precedente.

Estas explicaciones de principio de los órdenes de la acción prometen dar cuenta de las
alteraciones y desarrollos evolutivos de los sistemas sociales de una manera alternativa al
constructivismo racionalista que induce a pensar a la sociedad como si fuera el resultado
intencional de alguien que tuviera conocimiento completo de su funcionamiento. La ilusión
de esta perspectiva consiste en simplificar las instituciones humanas reconstruyéndolas
conceptualmente como sistemas artificiales que pudieran ser diseñados para propósitos
definidos. Este abuso de la razón se combina con el deseo irracional de restablecer las

10
Como la liquidez del agua que surge de la interacción de un gran número de moléculas y no podría
explicarse a partir de la química molecular.
relaciones y valores de solidaridad de los pequeños grupos. Los que proponen síntesis
constructivistas que dan pie a ideales socialistas, no pueden apreciar que es imposible
alcanzar la complejidad característica de los órdenes espontáneos emergentes mediante el
diseño deliberado o la planificación centralizada.

En “Hayek sobre la evolución de la sociedad y la mente”, Gerald Gaus sostiene que uno
podría preguntarse cómo es que el análisis

“de la formación de la experiencia sensorial (inputs) podría ser relevante para la acción
(outputs)” pero que para él, esto no plantearía un problema porque su teoría rechaza
cualquier distinción entre las bases neuronales de la sensación y el comportamiento
motor. También la acción se sigue de las conexiones neuronales y está regida por
reglas que clasifican tipos de sensación y de respuestas. Las reglas prácticas identifican
‘patrones de acciones’ que son clasificados como poseyendo el mismo significado, la
activación de tales reglas disponen al agente a actuar.” (Gaus, 2006: 250)

Las reglas son propensiones para actuar. Aprender una regla social, como aprender a
distinguir las percepciones sensoriales, es formar una red neuronal que unifica un patrón de
inputs con un patrón de outputs de comportamiento. Las conexiones neuronales forman un
mapa del mundo. La razón no sólo da forma a la cultura sino que está formada por ella. Las
formas primitivas del comportamiento social, los valores y actitudes habrían sido fijados
genéticamente como resultado de un proceso de selección regido por el criterio de
supervivencia de la mejor forma adaptativa a un ambiente particular. La evolución social es
la fuerza impulsora de la evolución de la mente. Ser racional es tener una red neuronal de
cierta complejidad, que nuestro ambiente sea crucial para su configuración y que establezca
recorridos entre las experiencias repetidas de modo tal que emerja un patrón de conexión.
La mente o la inteligencia, está íntegramente constituida por una compleja red de relaciones
y conocimientos dispersos, que escapan a cualquier control central.

En su exposición de la teoría de la evolución social, Witt afirma que

“superficialmente, la evolución de la inteligencia humana y sus conocimientos se


parece a la biológica: la variación es la fuente de nuevas ideas que son seleccionadas
por las preferencias surgidas a la luz del conocimiento existente, se reproducen y
difunden. Pero la sistemática propagación, elaboración y acumulación de
conocimiento, que es independiente de la existencia de cualquier cerebro humano
individual, ha hecho posible un enormemente acelerado progreso científico y
tecnológico y un dominio de la naturaleza que ninguna otra especie alcanzó jamás.
Aunque la inteligencia humana es un input crucial para este indiscutible progreso
científico y tecnológico, no es el único factor de éxito y, sostiene Hayek, no puede
servir como justificación para el cientificismo y el constructivismo. Los órdenes
extendidos de las interacciones humanas en las civilizaciones avanzadas no es menos
un prerrequisito para el desarrollo de las ciencias, y este orden no es producto de un
diseño deliberado. Este orden es en sí mismo una manifestación de una inteligencia
impersonal, o quizás mejor, colectiva.” (Witt, 1994: 182)

De nuestra reconstrucción sintética del orden sensorial como explicación de principios


referida a la adquisición del conocimiento, y de la consideración de la teoría de los órdenes
espontáneos como estructuras semipermanentes de relaciones complejas situadas en
sistemas abiertos; cabe destacar que el abordaje que hace Hayek de problemas
epistemológicos y metodológicos permite poner los fundamentos psicológicos de una
teorización social que no sólo integra diversas disciplinas sino que rivaliza con un
constructivismo racionalista todavía hegemónico. De esta manera, la importancia de sus
planteamientos no sólo obedece al lugar estratégico en el que ubica su reformulación del
problema mente-cuerpo sino en que su teoría también podría resultar compatible, y verse
reforzada, con enfoques contemporáneos de psicología cultural del aprendizaje, ligados a
las neurociencias. Desde este punto de vista, su papel como predecesor del coneccionismo
no tendría una mera relevancia histórica, como sostiene Feser.11

Bibliografía

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LEIVA, E. y MONTOYA, P. (2007a): “Hayek y la Psicología Teórica I: La interpretación
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(comp.): La Escuela Austríaca en el siglo XXI. Buenos Aires: Fundación Friedrich
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(2007b): “Hayek y la Psicología Teórica II: Algunas consecuencias filosóficas para la
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de VRIES, Robert P. (1994): “The place of Hayek’s theory of mind and perception in the history of
philosophy and psychology”. En BIRNER, Jack and Rudy van ZIJP (eds.): Hayek,
Co-ordination and Evolution His legacy in philosophy, politics, economics and the
history of ideas. London, Rouledge. Pp. 311-322.

11
Ver supra nota 3.
WITT, Ulrich (1994): “The theory of societal evolution: Hayek’s unfinished legacy”. En BINER
and ZIJP. Pp.: 178-91.

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