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Sud-Americano
__
ALMANAQUE
SUD-AMERICANO
Es propiedad de EL SIGLO ILUSTRADO
Almanaque
SuD-Americano
PARA EL AÑO
*
*1891
REDACTADO POR
BUENOS AIRES
LIBRERÍA DE «EL SIGLO ILUSTRADO >
CERRITO, 170 Y 174, N/N
COLABORADORES
DEL ALMANAQUE EN 1891
SEÑORAS
Mala Castell, tenia Cute
*! de Orozoo,
Juta luida Gerriti y (loriada latió de T traer
SEÑORES
Heuar, ¡Iraní, iiézap, irr^tiae, Kara, Caleaio
(J. i.). Caiptaior, Cauto, Cate, Cuidar, Cutellaus,
Coñudo, Cuta, Parto, Díaz, Knrta, (píete, Istre-
■era, Folia y Codita, Cacle, fiipada, Goday, Graa y
(lias, Godo Spau, lipot y Catate, JerdU, Ldpez
teiedite. Lien, lalaprrip, laita, ludes, Falacia,
Palia, Pérez Riera, Peía, PadesU, Prieto, Ketoa, ltdu,
Kessal, Reato, Ruda, laú, Sáulez, lajera, Torneé,
Villafaie, Tifialte, Zéaltos, ate.
artistas
Ceolell, latería, ¡totora, Bestr», Paseé,
Peiltoer, Platas y Km
INDICE LITERARIO
LLOVERA (José)
Las mujeres engañadas (variedad)............................. . .
33
La sal de Andalucía (ilustraciones)............................ . .
55
El médico de señoras (variedad). . ... 99
La aristocracia del vicio (variedad)......................... .129
Los maridos calaveras (variedad)........................... . . 153
De verbena .................................................... 161
Viviendo en el siglo. ................. .... . . 200
En el baile................................................................... ... 223
MESTRES (Apeles)
Año nuevo (ilustraciones).......................................... .... 9
Los meses del año......................................................................... 16 á 27
Pancho (ilustraciones)................................................ 30
¡Huérfana! (ilustraciones).. . , . .... .39
Entre primos (variedad)......................................... 42
Tragedias del amor (ilustraciones)................................. . . 53
Juvenillia..................... .................................. . 63
Leyenda caballeresca (cuento vivo)........................... . . 65
Idilio (variedad)............................................. ... 69
Los amores de Raúl (ilustraciones)............................ 76
En la sastrería ( variedad )........................................... 37
Celajes.............................................................................. . 33
La actriz y el médico de la empresa (variedad) . . . . . . 90
Los dos pañuelos (ilustraciones)......................................... . . 91
Huyendo del diablo (variedad)....................................... ... 96
Costumbres del siglo futuro (variedad)........................... . . 103
8 ÍNDICE ARTÍSTICO
PASCÓ (José)
La ventana desierta 251
ROS (Pacíais)
Gayarre ( retrato).............................................................................. 28
Sr. D. Alberto I. Gaché (retrato)...................................................... 43
Dr. D. Alberto Palomeque (retrato)....................... ... 81
Dr. D. Manuel T. Podestá (retrato)....................................................... 109
Sr. D. Mariano de Vedia (retrato)......................................................... 157
Armando Palacio Valdés (retrato)................................................... 193
D. José Oxilia ( retrato)........................................................................... ¿5
AÑO NUEVO...
>*
1 J. LA CIRCUNCISIÓN DE N. S. J.
2 V. S. Isidoro, obispo y mártir.
3 S. S. Florencio y sta. Genoveva, virgen.
cuarto menguante á las 6 y 19 m. de la mañana
4 D. Stos. Gregorio y Tito, obispos.
5 Stos. Telesforo, p. y m. y Eduardo.
6 M. ADORACION DE LOS SI OS. REYES.
7 M. S. Julián, m.—abbenbe lab velaciones.
8 J. Stos. Luciano, Teófilo y Máximo, mrs.
S. Fortunato, mr., y sta. Basilisa, mr.
10 S. Stos. Nicanor, mr. y Guillermo, arz.
luna nueva á las 12 y 2 tu. de la mañana.
11 D. Stos. Higinio, papa y Salvio, mártires.
12 L. S. Benedicto, obispo.
13 M. Stos. Gumersindo, pbro. y Leoncio, ob.
14 M. S. Hilario, obispo.
15 J. Stos. Pablo, primer ermitaño y Mauro.
16 V. Stos. Marcelo, p. y m. y Fulgencio, ob.
17 S. Stos. Antonio Abad y Sulpicio.
cuarto creciente á las 4 de la mañana.
18 D. El Santísimo Nombbe de Jesús.—La Cá
tedra de san Pedro en Roma.
19 S. Canuto y sta. Marta, mrs.
20 M. Stos. Sebastián y Fabian, márs.
21 M. Stos. Fructuoso y Eulogio, mártires.
22 J. Stos. Vicente y Anastasio, mrs.
Stos. Ildefonso,arz. y Raimundo de P.
24 S. Ntra. Sra. de la Paz y s. Timoteo, ob.
luna Uena á la 8 y 14 m. de la noche.
25 D. De Septuagésima. — Ntra. Sra. <ie Bet-
lehém.—La Conv. de san Pablo ap.
26 S. Policarpo, ob. y mr. y sta. Paula, v.
M. La Orarióx de Ji. S. J. en el Monte Olívete.—
S. Juan Crisóstomo, ob. y doctor.
28 M. S. Julián, obispo y confesor.
Dedicación de esta Santa Catedral —
Stos Valerio y Francisco de Sales.
30 S Hipólito, tnr. y sta. Martina, virgen.
31 S. Pedro Nolasco.
1 D. De Sexagésima.—Stos. Cecilio é Ignacio
2 L. LA PURIFICACION DE NTRA. SRA.
cuarto menguante á las 12 y 51 m. de la noche.
3 M. La Conmemoración de la Pasión de N. S. J. C.
—Stos. Blas, ob. y Laurentino, mrs. [ *(1*
4 M. Stos. Andrés Corsino, ob. y Donato.
5 J. S. Albino, ob. y sta. Agueda, virgen.
6 Stos. Teófilo y Saturnino, mártires.
7 S. Stos. Romualdo, abad, y Ricardo, rey.
8 D. De Quincuagésima.—Ind. de 40 h. en las Ca
talinas.—S. Juan de Mata.—Cabnaval.
@ luna nueva á las 10 y 51 m. de la noche.
9 S. Alejandro, mr. y sta. Polonia.
10 M. Stos. Ireneo y Amancio, y sta. Esco
lástica.—ClÉBBANSE LAS VELACIONES.
11 M. Ceniza. —Abstinencia y ayuno.— S. Félix,
mártir.— Principia el oyuno cuaresmal.
12 J. Stos. Damián y Modesto,y sta. Eulalia.
13 V Abstinencia.— S. Benigno, mr.— La Sa
grada Corona, de Esp. de N. S. J. C.
14 S. Stos. Valentín, pb. y Zenón, mrs.
15 D. l.° de Cuaresma.— S. Faustino, mr.
cuarto creciente á las 3 y 42 m. déla tarde.
16 Stos. Gregorio, p. y Elias, profeta.
17 M. Stos. Rómulo, mártir y Julián.
18 M. Témporas.— Stos. Simeón y Claudio, ms.
19 J. Stos. Gavino y Marcelo, mrs.
20 Témps.— Abst.— S. Eleuterio, ob. — La
Lanza y Clavos de N. S. J. C.
21 S. Témp.— Stos. Félix, ob. y Fortunato, mr.
22 D. 2.° de Cunresma.-La cát. de s. Pedro en A.
Stos. Pedro Damián, ob. y Policarpo.
@ luna llena á las 3 y 22 m. de la tarde.
24 M. Stos. Matías, apóstol, y Modesto.
25M.
”S.-----Sebastián.
--
26 J. N. Sra. de Guadalupe. —S. Alejandro.
27 Abs — S. Baldomcro, cfr. — La fiesta de
la Sta. Sábana de N. S. J. C.
28 S. Stos. Justo y Rufino, mrs.
2
1 D. 3.° de Cuaresma.—S. Rudesindo, obispo.
2 L. Stos. Heraclio, mártir, y Florencio.
3 M. Stos. Hemeteno y Celedonio, mrs.
cuarto menguante á las 3 y 37 m. de la tarde.
M. S. Casimiro, confesor.
5 J. S
‘ tos. Adrián y Eusebio, mártires.
6 Aba. — Las Cinco Llagasde N. S J. C.
— Stos. Olegario, ob. y Victoriano.
S. Sto. Tomás de Aquino.
8 D. 4.° de Cuaresma.—S. Juan de Dios.
9 L. Sta. Francisca Romana, viuda.
10 M. S. Melitón y los 40 mártires.
0 luna nueva á las 8 y 40 m. de la m'iñ uta.
11 M S. Zacarías, padre de s. Juan Bautista
J. S. Gregorio.
13 Abst.—La Preciosa Sangre de N. S J. C
— Stos. Leandro, y Macedonio.
14 S. Stas. Florentina y Matilde. — RkskS ».
15 D. Dk Pasión.—S. Raimundo. — RkükAa.
16 L. Sta. Isabel, madre de s. Juan Bautista.
17 M. S. Patricio y sta. Gertrudis.
cuarto creciente á las 5 v 41 m. de la mañana.
18 M. Stos. Gabriel arcáng. y Alejandro, ob.
19 J. EL PA IRIASCA S. JOSE.
20 Abst — Los siete Dolores de Maria Sma.
21 S. Benito abad.—Rí ií». OTONO.
22 D D« Ramos. -S. Deogracias, — RkrkS .
*
23 Santi.—S. Victoriano y sta. Teodosia
24 M. Svnt •. —Stos. Agapito, ob y Dionisio.
25 M. Saxto.-ENCARNACION de N.S.J.C.
— S. Ireneo.— Agua, u abst, hasta »l S 1-
ba i9 Santo ieclusire.— \\ r .
luna llena á las 9 ¡f 32 m. de la mañana.
26 J. SiWT-».—Stos Manuel y Braulio, oí».
V. S\xro.— S. Ruperto, ob. y confesor.
I 28 S. Santo.—Stos. Sixto, p. y Doroteo, mr.
1 29 D. Dk Pascua.—S. Cirilo.-/•♦</. 40 h. en 3font.
90 L. S.Juan Clímaco.
31 M. S. Benjamín y santa Balbina.
1 M. S. Venancio.—La impresión de las lla
gas de sta. Catalina.
2 J. Stos. Urbano, y Francisco de Paula.
cuarto menguante á las 2 y 34 ni. déla mañana.
3 V. S. Benito de Palermo. — Traslación de
las reliquias de sla. Rosa de Lima.
4 S. S. Isidoro, arzobispo.
5 D. De Cuasimodo.—San Vicente Ferrer.
6 L. Stos Sixto, p. y mártir y Celestino.—
Adrense las velaciones.
7 M. Stos. Epifanio y Rufino.
8 M. Stos. Dionisio, obispo y Máximo, mr.
@ luna nueva á las 5 y 52 m. de la tarde.
Stas. Casilda y María Cleofé.
Stos. Ezequiel y Pompeyo.
Stos. León, doctor y Felipe, papa.
Stos. Julio, papa y Víctor, mártir.
Stos. Hermenegildo y Justino, mrs.
S. Pedro G. Telmo.
15 M. S. Máximo y sta. Anastasia.
cuarto creciente á las 9 y 39 m. de la niche.
16 J. S. Toribio de Liébana, obispo.
17 V. S. Aniceto, p. y B. María Ana de Jesús.
18 S. S. Eleuterio, obispo y mártir.
19 D EL PATROCINIO Í)E SAN JOSÉ—
Stos. Jorge, obispo y Vicente.
20 L. S. Serviliano, mártir y sta. Inés.
21 M. S. Anselmo, ob. y s. Simeón, ob. y mr.
22 M. Stos. Sotero, Cayo, p. y mrs y Teodoro.
23 J. Stos. Jorge, Gerardo y Fortunato, ms.
24 V. Stos. Honorio, ob. y Fidel de Samaría
@ luna llena á la 1 y 37 m. de la mañana.
25 S. S. Marcos Evang.— Letanías mayores.
26 D. NTRA. SRA. DE LUJAN.—Stos. Cleto
Marcelino, p. y mr. y Pedro, ob.
27 L. Stos. Toribio, arz., y Pedro Armengol
28 M. Stos. Prudencio, Vital y sta. Valeria.
29 M. Stos. Pedro, mártir y Paulino, obispo.
30 J. Sta. Catalina de Sena.-Ind.40 h. ensuigl.
1 V. Stos. Felipe y Santiago, apóstoles.
cuarto menguante d las 10 g 23 m. do la mañana,
2 S. Stos. Anastasio, ob. y Celestino, mr.
3 D. La Inv. de la Sma. Cruz y s. Alejandro.
4 Rogac.— S. Silvano, ob. y sta. Ménica.
5 M. Rogac.— S. Pío V y Conv. de s. Agustín.
6 M. Rogac.—El martirio de s. Juan Evang.
é LA ASCENSION DEL SEÑOR.
8 Ap. de s. Miguel are.— Indul. plenaria.
£ luna nuera á las 3 g 14 m. de la mañana.
9 S. S. Gregorio Nacianceno, ob. y doctor.
10 D. Stos. Antonio, arzobispo y Cirilo, mr.
11 Stos. Mamerto, obispo y Fabio, mr.
12 M. Sto. Domingo de la Calzada.
13 M. Stos. Segundo y Pedro Regalado.
14 J. S. Sabino.—Patrón menor de esta ciudad.
15 V. Stos. Isidro labrador y Torcuato.
cuarto creciente d las 9 g 57 m. de la tarde.
16 S. Abst. y ay — Stoa. Ubaldo y Peregrino.
B D. PASCUA DEL ESPIRITU SANTO—
S. Pascual Bailón.—Ind. 40 h. ea Mont.
18 Stos. Venancio y Félix de Cantalicio.
19 M. S. Pedro Celestino y sta. Prudencia, v.
20 M. 7¥mp. yay —S. Bernardino de Sena.
21 S. Timoteo, obispo y mártir.
22 Témp. g ag.—Sta. Rita de Casia.
23 s. Timp g ay.—S. Desiderio, obispo.
luna Ütna i la» 9 g 59 m. déla larit.
24 D. LA SMA. TRINI!)AD.—Titul. rota ar
did.— Sta. Afra.—Ind de 40 A. en Affntt.
25 L. Stos Gregorio VIL—FIESTA CIVICA.
26 M. Stos. Felipe Neri y Heraclio, mártir.
M. S. Juan, papa y mártir.
J. $ CORPUS CHRISTI.-S Justo.
V. Stos. Máximo, ob. y Alejandro, mr.
S. Stos. Fernando, rey y Félix, p.
Cuarto menguante d las 4 y 7 m. de la arde
81 D. Sta. Angela de Merici.
1 L. Stos. Segundo y Fortunato.
2 M. S. Marcelino y compañeros, mártires.
3 M. S. Isaac, conf. y santa Paula, virgen.
4 S. Francisco Caracciolo.
5 El Sagrado Corazón de Jesús.—S. Mar
ciano, rnr. — Ind. de 40 h. en S. Ignacio.
6 S. S. Norberto, ob. y sta. Paulina, mr.
@ luna nueva á la 1 y 10 m. de la tarde.
7 D. El Purísimo Corazón de María.
8 S. Salustiano.
9 M. Stos. Primo y Feliciano, mártires.
iO M. S. Zacarías, m. y sta. Margarita.
11 S. Bernabé, apóstol.
12 S. Juan de Sanagún.
13 S. S. Antonio de Padua.
14 D. Stos. Basilio, ob. y dr. y Elíseo, prof.
cuarto creciente á las 8 y 44 m. de la mañana.
15 Stos. Vito y Modesto, mártires.
16 M. S. Aureliano, obispo.
]7 M. Stos. Manuel, Nicandro y Marciano.
18 J. Stos. Ciríaco, Marcos y sta. Paula, ms.
19 Stos. Gervasio, Protasio y Juliana, vn.
20 S. Sta. Florentina, virgen.
21 D. S. Luis Gonzaga.—Ind. píen, por asistir á
la misa solemne que se celebra en honor del
santo en la iglesia Catedral. INVIERNO.
22 Stos. Paulino, ob., Albano y Fabio, m.
@ luna llena á la 1 y 50 m. de la mañana.
23 M. Ayuno.—Stos. Zenón y Apolinario.
24 M. LA NAT. DE S. JUAN BAUTISTA.
Indulgencia de,40 h. en San Juan.
25 J. Stos. Eloy, obispo y Guillermo, abad.
26 Stos. Juan y Pablo, mrs.
27 S. Vig. y ay. con abst.-Stos. Zoilo y Ladislao.
D. Stos. León, papa é Ireneo, obispo.
(Q cuarto menguante á las 9 y 5 m. déla noche.
29 L. S. PEDRO Y S. PABLO APOSTOLES.
— Indulgencia de 40 h. en la Catedral.
30 M. Conm. de s. Pablo ap. y sta. Emiliana.
1 M. Stos. Secundino y Casto, obs. y Julio.
2 J. Ntra. Sra. de los Desamparados, y san
Martiniano.—Ind 40 h en S. Nicolás B.
3 V. Stos. Ireneo, Jacinto, Tritón, mrs.
4 S. La Trasl. de las reliq. de nuestro pa
trón s. Martín, ob . y s. Laureano.
5 D. La Sma. Sangre de N. S. J. C.
6 L. S. Rómulo, ob. y el S profeta Isaías.
luna nueva á las 12 y 31 m. de la noche.
7 M. Stos. Fermín, Claudio y Sinforiano
8 M. Sta. Isabel, reina de Portugal.
9 J. S. Cirilo. — FIESTA CIVICA.
10 V. Stos. Januario, Félix y Felipe, ms
11 S. Stos. Pío, papa y Cipriano, mártires.
12 D Stos. Juan Gualberto ab y Félix, mr.
13 L. S. Anacleto, papa y mártir
14 M. Stos. Buenaventura, ob y Cirilo, mr.
cuarto creciente ó la 1 y 54 m. de la mañana.
15 M. S. Enrique, emperador.
16 J. El Triunfo de la Sma Cruz. — Nuestra
Sra. del Carmen —Ind. 40 h en Montse
rrat,la Concepción, Teresas y ('armen.
17 V. S. Alejo. stas Donata y Segunda, ms
18 S. S. Camilo de I.ehs. f . y >ta Sin torosa.
19 D. S. Vicente de Paul,stas. Justa y Rufina.
20 |_. Stos. Jerónimo y Elias. pr<<f.
21 M. Stos. Víctor y Feliciano, mártires
C' luna llena á las 10 y 4* ,/<■ <».
22 M. Sta. María Magdalena y > l’eofilo
23 J. Stos. Apolinario. ob. y mr y Ciborio
21 X’. S. Francisco Sol
25 S. Santiago, ap . y sta. Valentina.
26 D. Santa Ana. madre «le Ntra. Sra.
27 C. Stos. Pantaleon y Sergio, mrs
28 M. Stos. Inocencio, p . Nazario y Acacio
cuarto menguante ó las 2 y 33 m de la manan i.
29 M. Sta. Marta, virgen y s. Faustino, mr.
t 30 .1, Stos. Abdon. y Serien, mrs.
31 X . S. Ignacio de Coyola —Ind 4oh en km igl
1 S. Stos. Pedro Advíncula, y Domiciano.
2 D. N. Sra. de los Angeles.— Jub. dePor.
3 L. Inven, de s. Esteban, y s. Eufronio.
4 M. S. Domingo de G.—Ind. 40 h. en su igl
@ luna nueva ála 1 y 34 de la tarde.
5 M. Ntra. Sra. de las Nieves.—S. Osvaldo.
6 J. La Transfig. de N. S. J. C., s. Sixto, p.
7 V. Stos. Cayetano, fdr., Pedro y Julián.
8 S. Stos. Ciríaco, Eleuterio y comps. mrs.
9 D. Stos. Justo y Pastor, hermanos mrs.
10 L. S. Lorenzo, mr. y sta. Paula, v. y mr.
11 M. Stos. Rufino, Tiburcio, y sta. Susana.
12 M. Sta. Clara, v. — Pat. menor de esta ciudad
por su reconquista.—Ind. 40 h. en S. Juan,
cuarto creciente á las 5 y 32 m. de la tarde.
13 J. Stos. Hipólito, Casiano y sta Elena.
14 V. —
Vigilia, - ; _—g.
ayuno y abst. S. 'Eusebio, mr.
15 S. © ASUNCION
“ • * -------------------------MARIA
LA DÉ --------- SMA
-----
16 D EISr.S. Joaquín.— Stos. Roque y Jacinto
—Ind. de 40 h. en S. Francisco.
17 L. Stos. Anastasio y Bonifacio.
18 M Stos. Floro y Agapito.
19 M S. Joaquín, padre de Ntra. Sra.
@ luna llena á las 6 y 44 m. de la tarde.
20 J S. Bernardo ab. y el sto. prof. Samuel.
Sta. Anastasia.
Stos. Hipólito y Marcial, mártires.
Stos. Felipe Benicio y Restituto.
Stos. Bartolomé, ap. y Romano, ob.
Stos. Julián y Luis, rey de Francia.
Stos. Ceferino, Ireneo y Adriano, ms.
cuarto menguante á las 9 y 53 m. de la mañana.
7 S. José de Calasanz.
J.
8 Stos. Agustín, oL. y dr., y Bibiano, ob.
V.
9 Sta. Cándida, virgen.
S.
0 SANTA ROSA DE LIMA, vn., patrona
D.
principal de esta América Meridio
nal.—Indulg. de 40 h. en Sto. Domingo.
1 L. S. Ramón N.—Ind. de 40 h. en la Merced.
1 M. Stos. Sixto, obispo y Gil. abad.
*2 M. Stos. Antonino, mártir y Esteban, rey
3 J. S. Sandalio, stas. Serapia y Eufemia.
luna nueva á las 4 y 40 m. de la mañana.
4 V. Stas. Rosa de Viterbo y Rosalía, vgn.
A JULIÁN GAYARRE
PANCHO'
CELOS
LA MEJOR POSESIÓN
¡HUÉRFANA!
II
III
SONETO
ENTRE PRIMOS
A UN ESQUELETO
Es vana al hombre tu lección severa,
vano tu ejemplo, ¡oh tétrica figura!
inútil la amenaza y la pavura;
que él no quiere esperar lo que le espera.
Ríese de tu absorta calavera,
de tu temblosa frágil armadura;
y juzgando tu empresa una locura
sigue, de ti olvidado, su carrera.
Y tú en festín y corle y plaza y prado
con él estás, diciéndole en secreto
la dureza v miseria de su hado.
Que en tanto que al placer se lanza inquieto,
con seda ó lino ó púrpura ó brocado,
cada cual va arropando un esqueleto.
J. A. Calca So.
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 43
NUESTROS COLABORADORES
CANDIDATOS Y CONCURSOS
EPIGRAMA
— ¿Dónde va usted tan ligero?
— Pues nada, voy á una cito...
—¿Cerca?
- No.
— Entonces ¿por qué
no toma usted el tranvía?
— Precisamente por eso:
porque llevo mucha prisa.
MORIR DE AMOR
Je meurs avec Rodolpke.
Gomo nido que el ave entretejiera
en mañana de dulce primavera
recién abandonada entre las flores,
el lecho de la noche postrimera
respiraba el perfume que le diera
la mujer de los últimos amores.
En el borde la frente derribada,
halláronla en el suelo arrodillada
junto al cuerpo del Príncipe tendido.
Con él había muerto, enamorada,
por los brazos queridos estrechada,
al labio del amante el labio unido.
4
50 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
LA POESÍA
i
Rayo de blanca luz que el éter prende,
nube que el almo sol recama de oro,
faro distante que en la noche esplende,
área que encierra celestial tesoro;
palma que airosa su penacho extiende,
voz descendida del empíreo coro,
á la orilla del mar nítida espuma,
gasa en el iris y en las aves pluma.
II
Ritmo fugaz de regalada lira,
blando aliento de tímida querella,
música blanda que de amor suspira,
beso que el alma pura da á la estrella;
de la noche en lo azul, astro que mira,
de la nave en el mar, límpida huella,
Í)reludio en el laúd, queja en el río,
lanto en los ojos y en la flor rocío.
III
Filtro que apura el genio y no lo embriaga,
mundo que llena el alma y no la abate,
llama que azota el cierzo y no la apaga,
corazón que aunque herido siempre late;
dulce memoria del Edén que aún vaga
de nuestra vida en el mortal combate,
ala de fuego que al Olimpo guía:
tal es, hija de Dios, la Poesía. Fklipr Trjkra
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 55
LA SAL DE ANDALUCÍA
JOSÉ LLOVERA
ni la ciega ni seduce,
pues por todo adorno, luce
una flor en el cabello.
Mas con tal gracia la lleva,
prendida en su trenza oscura,
que á vencerla en donosura
no hay hermosa que se atreva.
Ayer la vi en el balcón,
y exclamé: — ¡Viva el salero!
para un amante sincero,
¿no hay sitio en su corazón?
—No se habla así á una casada,
dijo, que ama á su marido...
sin duda usted ha creído
que, más que esposa, esposada.
—No será el tal muy constante,
repliqué, sonriendo, á Lola,
cuandu así la deja sola...
¿quién al ver ese semblante,
vivir, como yo, no ansia
pendiente de la mirada
de la mujer más salada
de toda la Andalucía?
—¿Qué hombre á su mujer se inmola
hasta ese extremo, rendido?
¡si fuese usted mi marido!...
—¡No estaría usted tan sola!
¡Y que á dudarlo se atreva,
aun viendo mi loco anhelo!
¿quiere usted, cara de cielo,
hacer hoy mismo la prueba?
Toda usted es pura sal
y dejar abandonada
á una mujer tan salada...
¡vamos! me parece mal.
¡Si su esposo la quisiera!...
—¿Quién lo duda? ¡con exceso!
¿y ha de estar siempre por eso
en mis brazos... en salmuera
*
No temo el menor engaño,
pues sé que Paco me adora.
—¿Y dónde se encuentra ahora
el majadero?
—En el baño.
Del calor con ansia impía
suele huir, hecho una brasa,
y el infeliz se lo pasa
en remojo todo el día.
—Pues como sienta usté antojos,
fácil le ha de ser pescarle...
¡ no tiene usted más que echarle
el anzuelo de sus ojos!
¿Quién no ciega al ver su luz,
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 57
si fascina y enamora!
pero diga usted, señora,
¿su marido es andaluz?
— Andaluz es mi marido...
¿le extraña á usté?
—¿Y tiene el tal
tan repoquísima sal?
no lo creo... ¡lo habrá sido!
—Sin duda usted ha olvidado
que el agua su dicha fragua...
¡como siempre está en el agua,
el pobre se ha desalado!
Casimiro Prieto.
TEMPO PASSATO
* **
enturbie la transparente nitidez de sus cristales.
JUVENILLIA
SONETO
LÍETITIA
CANTAR
De notas y alas vibrantes
poblsda esta la arboleda,
es que entre las verdes hojas
un ruiseñor canta y vuela.
También en mi corazón
alas y notas resuenan:
es que dentro de mi pecho
un ruiseñor aletea.
Manuel Reina.
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 65
LEYENDA CABALLERESCA
CUENTO VIVO POR
APELES MESTRES
I
Al salir del Edén los dos impíos,
el diablo los miró,
y diciendo gozoso: —Ya son míos,—
con desprecio escupió.
La saliva del diablo fue un fermento
que vino á dar el ser
á la muerte, á la ira, al sentimiento,
al dolor y al placer.
Queriéndolos librar de ese amor ciego
que aviva la traición,
que pone, ardiendo, á las ideas fuego,
y abrasa el corazón,
Vino un ángel de Adán á la presencia
y le dijo: —Quizás
Dios os vuelva al jardín de la inocencia...
Y Eva exclamó: —¡Jamás!
La virtud es luchar. Con los placeres
que matan de dolor,
sentiré de las cosas y los seres
el tormentoso amor.
La virtud es luchar; y ya desdeño
el no sentido bien
que no saca del límite del sueño
al alma en el Edén.
Sufriendo, probarán nuestros amores
del pecado la sal,
y el gran placer que vive de dolores,
y el bien que vence al mal.
Lleva mejor el sufrimiento al cielo,
que la paz del Edén.
El dolor es más santo que el consuelo
y más nuestro también.
¡A sufrir! ¡á luchar! ¡ á la victoria I
¡Todo gran corazón,
con í< sal del dolor, que sabe á gloria,
gana la salvación! —
II
Ve el ángel de deseos saturados
el humano sentir;
compadece á Adán y Eva, y, humillado,
vuelve al cielo a subir.
Madrid, 1889. Ramón de Campo a mor.
ALMANAQUE SUD-AMERIUANO
IDILIO
EPIGRAMA
Anoche, el literato don Severo,
en círculo muy docto y muy parlero,
gritó gesticulando, abierto en cruz:
—¡De toda discusión nace la luz!—
Y apagó de un codazo el reverbero.
Carlos G. Amézaga.
70 ALMANAQUE SUD-AlíERICANO
i
A media legua de la moruna ciudad de Ciurana, y á
mano derecha de su pedregoso y empinado camino, se des
cubre una cueva tan negra como honda, que parece la boca
de un imponente monstruo ansioso de devorar cuanto se le
presente delante.
Aquella cueva es conocida por la de doña Blanca; y des
*
de la villa de Prades á la Cartuja de Scala-Dei, goza de
justa celebridad, pues ella fué el epílogo y fin de unos
románticos y desgraciados amores, que llenaron, en otros
días, de horror á toda aquella accidentada comarca.
Prestadme atención y os contaré su historia.
II
Estábamos en plena Edad Media. El conde de Prades,
señor de horca y cuchillo, amigo de la guerra y de la caza,
vivía encerrado en su castillo, situado en lo más alto de los
altivos montes de sus vastas posesiones, y viendo pasar la
vida sin penas ni cuidados, acariciando la copa y el lebrel.
Encerrado en aquella fortaleza, con su correspondiente
puente levadizo, con sus grandiosos fosos, con sus inexpug
nables muros, con su grandioso patio de armas, con su torre
de homenaje, con sus altas almenas, con sus torreones con
ladroneras que servían de cárcel, y con su negra horca como
una eterna amenaza, creíase superior á todos los condes de
Cataluña, igual á los reyes de Aragón y con más títulos de
nobleza que todas las dignidades de la tierra.
Si en sus armas no ostentaba aquel célebre mote:
«Después de Dios
Jíi casa de Quirós,»
en cambio exclamaba muy á menudo, mostrando con orgullo
su castillo:
~AI mirar mi torreón
tiembla el reino de Aragón.
Y andaba en guerra con otros señores feudales tan sober
bios como él, siendo su nombre pronunciado con terror
desde el Segre al Ebro y desde Salou á Mequinenza.
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 71
III
El conde era viudo. Su esposa doña Berenguela murió al
dar á luz una hermosa niña, que hubiera sido su orgullo y
su gloria, como fué la admiración y el encanto de todos los
pecheros y hombres de armas del castillo.
Era Blanca una muchacha diez y ochena, esbelta y muy
graciosa en el andar. Tenía los ojos azules como los godos,
pero vivos y brillantes; era débil como un lirio silvestre,
buena como el pan que se llevaba á los labios, caritativa
como una santa, dotada de un corazón de oro, y por ser fiel
á su nombre, era blanca como la nieve que durante los
borrascosos días de invierno se extiende como una inmensa
mortaja en aquellos elevados y enmarañados bosques, los
más fríos y poblados de seculares pinos de toda la provincia
de Tarragona.
La ilustre doncella, encerrada en su castillo y bajo la
vigilancia de una astuta dueña, con más años que un pal
mar y con más conchas que un peregrino, veía deslizar su
monótona existencia, sin ilusiones y sin encantos, y pasando
horas enteras bordando, ó leyendo su libro de horas, sentada
junto á la gótica y artística ventana, ó paseándose como un
fantasma por la vigilante torre y siguiendo el curso de las
aves de rapiña, que parecían remontarse hasta las nubes,
ó aguardando la vuelta de algún caballero que narrase sus
hazañas contra los moros en los campos de Castilla, ó la
llegada de algún penitente peregrino, de paso para Santiago
de Compostela ó para las caprichosas montañas de Mont
serrat.
IV
Una tarde de otoño, cerca de la puesta del sol, llegó de
lante de los muros del castillo, un joven bello, pálido, con
los zapatos destrozados, la capa hecha jirones, cubierto de
polvo, con el birrete sin pluma, y el laúd en la espalda.
Era un niño, un pobre trovador de la Provenza, un
émulo de Hugo de Mataplana, fugitivo de Poitiers, que
gemía bajo el yugo del Papa y del rey de Francia; errante
por el mundo, sin patria ni hogar, cantando como los jugla
res de castillo en castillo, de ciudad en ciudad los amores
de la bella y apasionada Leonor de Aquitania; ensalzando
las gracias y el ingenio de María de Ventordon; llorando
7.2 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
VII
Habían transcurrido algunos meses. Una mañana el alta
nero padre entró en la cámara en que estaba encerrada su
hija, y vio con sorpresa que la enamorada joven había per
dido los colores, que las delicadas líneas de su cuerpo no
presentaban sus graciosos contornos, poniendo de manifiesto
de un modo elocuente y positivo que una nueva vida se
agitaba dentro de aquel hermoso ser.
Una nube de sangre pasó por delante de los ojos del
cond% y las palabras más soeces y repugnantes salieron á
borbotones de sus labios, cayendo, al escucharlas la des
venturada castellana, sin sentido.
El airado padre abandonó la cámara.
Fué en busca del paje, y después de cruzarle la cara con
su diestra, de despojarle de su traje, mandó que lo ahorca
sen en lo más alto de la torre del homenaje, en tanto que
la dueña, después de ser molida á palos, en medio de la
plaza de armas, fué asada viva en unas parrillas como otro
san Lorenzo, pereciendo la infeliz en medio de los más
horribles dolores.
Pero no terminó aquí la crueldad del conde, pues colgó
el laúd y el birrete del trovador junto con la cuerda en que
fué ahorcado delante de la cama de su hya, para que la
desventurada tuviera presente á todas horas el triste fin de
su apasionado amante.
VIII
Era una noche horrible y tempestuosa, el rayo iluminaba
la tierra y bramaba con fiiria el huracán, arrancando de
cu4jo las robustas encinas que rodeaban el castillo. Blanca,
en medio de aquella desencadenada tormenta, dió á luz un
hermoso niño, que era su vivo retrato, y que pasó del claus
tro materno á las manos del rencoroso conde, quien lo arrojó
desde la ojiva al foso, exclamando:
— ¡Carne de lobo... á los lobos!
¡Pobre Blanca! Luchando entre la vida y la muerte
pedía al buen Dios que la sacase de ese valle de lágri
mas y horrores y le concediera el cielo en donde la aguar
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 75
I
LAS FEAS HERMOSAS
De la millonada Rosa,
Raúl, que se pasa de listo,
me dijo hace tiempo:—¿Has visto
una fea... más hermosa?
—¡Qué ha de ser fea esa chica!
¡al contrario! ¡es una perla!—
contesté á Raúl,—si al verla
no hay quien no exclame:—¡Qué rica!
—Algo prodigó sus dones
en ella madre Natura...
¡tieneun pie! ¡y una cintura!
ALMANAQUE SUD-AMERICANO
¡y un perfil!...
—¡Y unos millones!
— ¡Gomo quisiese mi estrella
que, colmando el bien que ansio,
se rindiera á mi albedrío!...
— ¿Te casarías con ella
si su pecho enamorado,
cediese á tus ansias locas?
— ¡De contado!
—Te equivocas:
querrás decir... al contado.
—Sencillo y puro es mi afecto
por demás, y no comprendes
que con tus burlas me ofendes.
—¿Tanto la amas?
—En efecto.
—i En efecto
*!
— ¡Si no vivo
temiendo el menor desdén!
—No eres franco; di más bien
que la amas... en efectivo.
—Ella es mi prenda adorada
y hacer ya mi dicha pudo.
—Pues también eso lo dudo;
será tu prenda... dorada.
—El amor que yo atesoro
no es de este siglo, en rigor.
—Verdad: tan sencillo amor
es digno... del siglo de oro.
Pues si por ella te enciendes
en pasión tan insensata,
procura que te hable en plata...
que es el lenguaje que entiendes.
—A decirla que la adoro
no me atrevo, desconfiado.
—Me explico que estés callado...
¡como que el silencio es oro!
—ifY si al afán que me inflama
corresponde con desvío
y me niega el bien que ansio,
fría é insensible á la llama
que enciende los corazones?
Ante este cruel pensamiento
no sé, en mi alma, lo que siento...
—¡Qué has de sentir! .. .¡los millones!
De una fea á nadie abruma
el temor de tal desaire.
—De la gracia y del donaire
¿no es Rosa compendio?...
—¡Y suma!
Mas dime, ¿y Esther?
—Cansado,
la di, por fin, al olvido;
78 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
II
A TRAVÉS DE LA REJA
III
DESESPERACIÓN DE RAÚL
6
82 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
MIEL HIBLEA
¿Qué á qué saben tus besos? ¡dulce encanto!
á miel hiblea, pero más sabrosa
|jor libarse en el cáliz de una rosa.
Sólo que á veces la prodigas tanto
que resulta esa miel empalagosa.
Buenos Aires. F. L. B.
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 87
EN LA SASTRERÍA
EPIGRAMA
—¿Conque mi hermano Pascual,
con todo y no ser casado?...
—¡Palabra de honor! te ha dado
un sobrino natural.
88 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
CELAJES
i
Desgarrada su túnica de nieblas,
juguete caprichoso de las auras,
de su letargo despertaba el mundo
bañado por la luz de la mañana.
Y el alma mía
sugestionada
creyóse en la presencia de la Aurora .
mi amada al contemplar á la distancia.
II
De pronto iluminóse el firmamento,
robó á las rosas su color el alba,
los pájaros cantaron sus endechas
y el día derramó fulgentes llamas;
óptico sueño
de la esperanza
que ve la luz purísima del Día
en los rasgados ojos de mi amada.
m
Nubes sombrías en tropel confuso
la luz vestían con su ¡tris mortaja;
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 89
i
Lluvia de perlas, nube de aromas,
visten los campos primaverales;
rubias espigas las verdes lomas,
nieblas azules los manantiales.
La agreste lira
de los amores
vibra en los sauces de la ribera,
y allá en un toldo nupcial de flores,
cantan su dicha dos ruiseñores
una mañana de primavera.
II
Dióles el campo césped mullido,
dióles el viento música y galas,
y ellos cantando cubren su nido
ya con sus besos, ya con sus alas.
Todo era flores
en la pradera,
todo era nubes de oro en los cielos:
era una tarde de primavera
cuando arrullaron, por vez primera,
los ruiseñores á sus hijuelos.
Juan C. Rossel.
Lima, 1890.
90 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
EPIGRAMA
¿ Tentativas literarias
llamas á tus versos, Paco?
pues mejor hubieras hecho
en llamarles atentados.
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 91
EPIGRAMA
EPIGRAMA
De Baco á un hijo querido
viendo que se echaba á pecho
un jarro, gritó Pulido:
—¡Ese vino está torcido! —
Mas, volviéndose maltrecho,
dijo el otro:—¿Torcido, eh?...
¿y qué importa que lo esté
con tal de que entre derecho?
Carlos G. Amézaga.
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 97
EL BAILE DE MÁSCARAS
I
Nerviosa, inquieta, atenta á los rumores
con que el viento le zumba en el oído,
cambia de prisa el diáfano vestido
por otro lleno de lucientes flores.
De pronto, en los desiertos corredores,
de alguno que se acerca oye el ruido
y apaga el gas, y el pecho conmovido
palpita entre esperanzas y temores.
¡Pasó el susto! Entreabre el solitario
balcón, pero al saltar, mira en la reja
despierto y asustado su canario.
Y la malla de rosas y glicinas
que ocultan el balcón, rompe... y se aleja
furtiva, en pos de sílfidos y ondinas.
II
¡Todo es luz, esplendor, dicha y contento!
Hierve la multitud entusiasmada,
y en la atmósfera, tibia y perfumada,
hay embriaguez, hay vida, hay movimiento.
¡Pero mirad! Cobarde, sin aliento,
penetra en el salón, toda turbada,
la del traje oriental, con la mirada
buscando á quien no ve en su aturdimiento.
¡Al fin! ¡Es él! Pero á ella ¿cómo el traje
•se le rasgó? ¡No importa! El aura leda
refrescará su sien, bajo el ramaje
que ella, para prenderle, al fin columbra...
Y al bajar al jardín, de la arboleda
perdiéronse los dos en la penumbra.
III
¡De huir en vano á la conciencia trata!
Hunde en el lecho la abrumada frente,
y aquel lecho gentil, aún inocente,
parece que le grita: «¡Ingrata, ingrata!»
Aún ve en brazos del vértigo, insensata,
girar la loca multitud, y siente
98 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
TIPLE LIGERA
EL MÉDICO DE SEÑORAS
¡CALLA!
¡No lo digas jamás!... Si lo supiesen,
el ángel de tu guarda,
á su celeste patria tornaría,
velado por la sombra de sus alas.
Aquella noche azul, rica en aromas,
los suspiros del aura,
las aves que en las hojas escondidas
epitalamios cantan,
tus ojos en mis ojos, nuestras manos
temblando entrelazadas,
la negra nube que cubrió la luna...
¡Jamás lo digas!... ¡Calla!...
Montevideo. Carlos Roxlo.
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 103
EL GRAN TORMENTO
DOLORA
C/YNTAR
Fuiste al altar exclamando:
—¡Este es el amor más grande!
Hoy dices, besando á un niño:
—¡No hay amor como el de madre!
Teodoro Guerrero.
104 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
■
'
’ ’V
LA ETERNA BATALLA
1 1
S. I. V1LLAFAÑB.
Buenos Aires, 1890.
MEDITACIÓN
EN EL ÁLBUM DE UNA SEÑORA ROMANA
A LA LIBERTAD
CALINEZ EN TRANVÍA
EPIGRAMA
—¿ Cómo es eso? dije á Andrés
¿en vez de estarte, maldito,
en tu casa quietecito,
te hallo aquí dando traspiés?
Y Andrés, con gesto visible,
contestó sin vacilar:
—No lo debe usted extrañar;
¡cómo hoy es fiesta movible l
116 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
EL COCHERO
—¿Tanto estudias?
Sí, en verdad,
—*
y me aplico de tal modo,
que siempre el primero en todo
soy en la Universidad.
—Celebro tu aplicación;
y pues ya almorzamos. quiero,
como todo forastero,
conocer la población.
—¿Eh? ¿qué tal?
— Justo es, á fe,
que mi admiración confiese;
mas di, ¿qué edificio es ese
que hay ahí enfrente?
—No sé.
Pero tu curiosidad
á satisfacer me obligo...
¿Qué edificio es ese, amigo?
—¿Ese? la Universidad.
120 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
LA NOCHEBUENA
i
Son hija y madre; y las dos
con frío, con hambre y pena,
piden en la Nochebuena
una limosna por Dios.
II
—Hoy los ángeles querrán,
la madre á su hija decía,
que comamos, hija mía,
por ser Nochebuena, pan.
III
Y al anuncio de la fiesta,
abre la madre el regazo,
y sobre él aquel pedazo
de sus entrañas acuesta.
IV
Al pie de un farol sentada,
pide por amor de Dios...
y pasa uno... y pasan dos...
mas ninguno le da nada.
V
La niña con triste acento
—Pero ¿y nuestro pan? decía.
—Ya llega, le respondía
la madre... y ¡llegaba el viento!
VI
Mientras de placer gritando
Í)asa ante ellas el gentío,
a niña llora de frío,
la madre pide llorando.
Vil
Cuando otra pobre como ella
una moneda le echó,
recordando que perdió
otra niña como aquella.
VIH
7-¡Ya nuestro pan ha venido!...
gritó la madre extasiada;
mas la niña quedó echada,
como un pájaro en su nido.
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 121
IX
¡Llama... y llama!... ¡Desvarío!
Nada hay ya que la despierte:
duerme; está helando, y la muerte
sólo es un sueño con frío!
CANTARES
LA SEÑORA Y EL MENDIGO
EPIGRAMA
Insensible á las delicia
del amor, dijo un avaro
á su mujer:—Basta, Amparo,
de ternezas y caricias.
Y ella exclamó con pesar:
—¿Te incomodo?
—Me molestas
—¿No te gustan ja las fiestas?
—Sólo unas: Zrw de guardar.
ALMANAQUE sud-americano 123
LA PRIMAVERA
r
II
—Buen pan hay... buen pan hay...
—Totoiií.
—Buen pan hay. Pero, alondra, eres el mismísimo
demonio...
—Totoií. ¿Por qué, codorniz?
—Buen pan hay. ¡Ahí es nada lo del ojo! Sostener rela
ciones á la vez con dos pájaros.
—Totoií. ¿Y qué tiene eso de particular?
—Nada, que es una informalidad muy grande, indigna
de una alondra bien nacida.
—Vamos, que soy una coqueta, ¿no es eso?
— Buen pan hay. Pues eso es; te lo diré sin rebozo,
puesto que tengo confianza contigo, totoiií.
— ¡Bah! Tu te pasas de bonachona y cándida... los
pájaros son unos truhanes y hay que tratarlos á baquetazos...
totoiií...
—Pero tú no tienes corazón.
—Vaya si le tengo.
—Entonces, ¿quieres á los dos?
—Te diré; el ruiseñor es muy guapo, posee talento,
canta á maravilla, compone como Meyerbeer, es un artista
en toda la extensión del trino; ¡pero eso de la música
ofrece un porvenir tan triste! rocío y aromas; mucha poesía;
126 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
ni
—Chouií. Pues sí, señora, venía á pedirle á usted la
pata de su hija, para si obtengo contestación favorable
dirigirme en toda regla á su señor esposo.
—¿Y usted lo ha pensado bien? No extrañe mi pregunta
ante la trascendencia del paso que usted da.
—¿Que si lo he pensado? Chouií, ¡ya lo creo!
—Totoií. Bien, bueno; doy de barato que usted la ama,
pero en el mundo no se alimenta uno de amor. ¿Usted qué
es? ¿Con qué cuenta? Totoií.
ALMANAQUE SUD-AMERICANQ 127
IV
EPIGRAMA
A la mujer de Suetonio
le decía ayer Eugenio:
—Su esposo de usté es un genio...
Y ella exclamó:—¡Del demonio!
9
130 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
LUGAREÑA
NOBLEZA HEREDADA
Un labriego de la Rusia,
según refiere Krilof,
aplaudido fabulista,
Esopo de esa nación,
va arreando una manada
de gansos hacia Moscou,
donde venderlos espera
al triple de su valor.
EL RUISEÑOR
AÑO DOS
(tradición)
I
Corría el año 1723.
Todavía no habían surgido en el Virreynato las rencille-
s aquellas entre el visitador Areche y el marqués de
ontesclaros, con motivo de los recargos sobre la sisa de
abacos y el aumento al rendimiento de tributos, chilindri-
is que hicieron suspirar á más de un prójimo; pero, sí se
íperimentaban ya los beneficios que produjo el impuesto
A 12 y | por 100 que el virrey Guirior fijo al aguardiente
eruano en provecho del Erario, gravamen del cual dice el
irrey citado que, recaído sobre un renglón de vicio, se
stableció pacíficamente y que sólo los hacendados de
•s valles de Arequipa é lea se mostraron descontentos,
Aculándose en 150,000 quintales los que representábanlos
iñedos de aquéllos. Así lo puntualiza Guirior en la Memo
la presentada á su sucesor Jáuregui.
Se acababa de recibir la Cédula Real dada en Lerma, á
8 de Diciembre, en que S. M. participaba á la ciudad del
¡uzeo la feliz noticia de las capitulaciones matrimoniales del
erenísimo Príncipe con la Princesa de Orleáns, y de la
ifanta doña María Ana Victoria con el cristianísimo Rey
e Francia.
Hacía á la vez su entrada en la imperial metrópoli, de
ránsito para su arzobispado, el ilustrísimo doctor don fray
’oseph Palos, de la orden franciscana, obispo del Paraguay.
II
Semejantes noticias apuntadas con religioso cuidado por
os cronistas, provocaron el inocente regocijo de los habi
tantes del Corregimiento, en aquellos benditos tiempos en
os que la palabra del caballero tenía más fuerza de ley que,
en el día, los testimonios de la fe pública estampados
obre grueso y costoso papel.
rn
III
Los festejos que la ciudad dió en señal de regocijo por el
ajuste conyugal, fueron de nombradía: los pergaminos que
los relatan dicen entre tanto cascabel: hubo muy lucidos y
costosos fuegos, máscaras y corridas de toros por la
ciudad, parrochias gremios y oficios mecánicos.
A éstas siguieron otras fiestas pomposas y de provecho
público con motivo de la consagración del templo de Santa
Clara y del monasterio del Carmen, que hizo el obispo del
Paraguay, el primero, en 5 de Julio de 1823, y el segundo,
el 8 del mismo mes, habiendo ordenado 12 diáconos,
18 subdiáconos y algunos presbíteros en presencia del
señor Arregui.
Después de disfrutar los agasajos del monasterio de Santa
Catalina, el más antiguo del Cuzco, se encaminaron los
obispos á presenciar las comedias preparadas por el Colegio
de £an Antonio.
IV
Autores viejos que he consultado en la avidez de averi
guar el comienzo de la literatura dramática en nuestro país,
señalan como notabilidades, una pieza llamada Qquespillo
chico, que alguna vez he mencionado, y dos juguetes cómicos
destinados á loar á la Virgen de Belén y al Señor de
Burgos. Comparando fechas, y adicionando relatos concien
zudos, vengo á calcular que estas dos últimas fueron las
presentadas por el Colegio de Antonianos en festejo del
obispo Palos, pues también hay cronistas que las seña
lan como dedicadas á dos obispos frailes; y como Palos y
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 135
V
No anduvo, pues, descaminado el cronista Serrada, cuando
señaló con año dos la época de que venimos hablando.
Hubo dos obispos; dos esponsales reales; dos templos
consagrados; dos comedias y dos comilonas reverendas.
Glorinda Matto de Túrner.
Lima, Junio de 1890.
EN EL ALBUM
MARIA TERESA
MI HIJA MARGOT
IN RURE
VENGANZA GERMÁNICA
(episodio histórico)
ASPIRACIÓN INSENSATA
MANUELA
A COLÓN
CORTANDO CAMPO
LA OPINIÓN PÚBLICA
UN POCO DE HISTORIA
—Merced á infame emboscada,
Sexto á Lucrecia ofendió...
—¿Y que sucedió?
—¡Pues nada!
que Lucrecia se mató
por no vivir mancillada.
—Proceder fué el suyo honesto
que merece elogios justos.
—Verdad, esposa.
—¡Ay Ernesto!
nunca han faltado disgustos,
á causa siempre de un Sexto.
Casimiro Prieto.
154 ALMANAQUE SÜD-AMER1CANO
LA MARIPOSA NEGRA
FANTASÍA
I
Declina el sol con frente enrojecida
saludando otros pueblos que despiertan;
y el crepúsculo borra con sus nimbos
el prado y la ribera.
Al beso de la luz, estremecido
surge el verjel de la lejana tierra;
y del seno irisado de sus flores
cual lluvia de oro los insectos vuelan.
Acá los montes su talar de brumas
visten de prisa con la faz siniestra,
y del seno del caos va saliendo
la mariposa negra 1
II
Muerte y vida, tinieblas y colores,
brota, del mundo, la voluble rueda;
y la implacable sucesión de cosas
sólo el alma respeta!
Con rumbo al éter las azules alas,
entusiasta, mi espíritu despliega:
y, del polvo, en el vuelo misterioso,
sacúdense impalpables y ligeras.
¡Y allá... del seno del sepulcro opaco,
anunciando mi noche, asoma inquieta
con alas del crespón de mi memoria
la mariposa negra!
Arturo Villalva.
Chosica.
156 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
ARDIDES DE LA VANIDAD
■
EPIGRAMA
No hay tertulia, no hay soirée
de la high Ufe en la que *
no digan todos á Rila:
—Por caridad, señorita,
cante, encántenos usté...
Canta al fin, y canta mal;
pero obtiene, con caudal,
dos triunfos Rila Albornoz:
por el metal de su voz
y la voz de su metal. Carlos G. Amézaoa
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 157
NUESTROS COLABORADORES
ESBOZO
EL NIDO SOLO
DE VERBENA
INVOCACIÓN
CUADRO
EL ARCO IRIS
LA MOSCA DE ORO
LA GRACIA DE DIOS
II
LA ETIQUETA DE PALACIO
El comendador le entrega
cierto libro colosal,
nominado: «Ritual
de etiqueta palaciega.»
A su precepto ajustado,
el Rey vive con olor
de rey, pero con sabor
y trazas de confinado;
que es esta ley insensata
de tal rigurosidad,
que no le da libertad
para mover ni una pata.
Así, con dolor profundo,
vive el Rey triste existencia,
sabiendo por referencia
las novedades del mundo.
También pedía la ley,
porque el reino prosperara,
que el Soberano casara
con una mosca de buey;
y el gran monarca Mosquino
vivía desesperado
porque estaba enamorado
de una mosca de pollino.
III
EL FAVORITO EN PALACIO
Un moscardón lisonjero
que halla pingües beneficios
avivando al Rey sus vicios,
y acortándole el dinero,
mueve y fuerza al Soberano
á que su clausura rompa:
y en ello pusieron trompa,
que es igual que poner mano.
El lirio donde vivía
Su Majestad, horadó
un mosquito, el cual huyó
en la regia compañía.
Cuando la escolta real
supo el hecho, lloró tanto,
que humedeció con su llanto
una higuera y un peral.
168 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
IV
LA PRIMERA ESCAPATORIA
LA LLEGADA
Su divina claridad
vierte el sol desde su esfera
y de plano reverbera
sobre la inmensa ciudad.
La mosca hiende el espacio,
se remonta, vuelve al suelo
dirigiendo el vario vuelo
ya de prisa, ya despacio;
contra un cristal cabecÁi,
choca, salta, se revuelve,
al sitio que deja vuelve
y con la trompa lo husmea;
y en tan varios laberintos
libre el Rey, sabiendo va
3ue la etiqueta no está
e acuerdo con sus instintos.
VI
EL ABISMO NEGRO
VII
LO SUBLIME EN LO VULGAR
VIH
LA NOSTALGIA DEL PODER
IX
LA VUELTA
le dice:—Negra mosquilla,
vete muy enhoramala,
<jue si te doy con el ala
te rompo la trompetilla.
—Soy el Rey.
—¡Tú, mentecato!
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 171
X
LA SENTENCIA
XI
ÚLTIMO DÍA DE UN REY
XII
XIII
LEY DEL REINO
A ESCAPE
EPIGRAMA
EL PASEO
EL POSADERO Y SU HIJA
EN UN ABANICO
LOS CUERVOS
Alégrate, compañero,
el hambre ya no te inquiete:
está la mesa tendida;
y es opíparo el banquete.
EL POETA Y LA ORTIGA
APELES MESTRE8
*en
«¡Con mil legíones de demonio»! ¡Ahora me ha pinchado
la mano! > 4
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 185
LEJANÍAS
EL PECECILLO
FÁBULA
CARAPACHAY
Ya es el golpe acompasado
de algún remo que voltea,
ya es un ave que aletea
entre el ramaje callado.
PAISAJE
13
194 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
Mas no habían de ser para mí, aquel día, las glorias que
ya saboreaba.
En el instante en que el empleado iba á tocar la campa
na, por la puerta del andén se introducía una mujer anhelan
196 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
VIVIENDO EN EL SIGLO
POEMA
FRAGMENTO
EN LA ESCUELA
II
Muchas veces, el indio había sido acechado y seguido,
cuando con el hacha al hombro, se internaba en la selva.
Pero los haces de leña con que salía cargado, y las frutas
silvestres que llenaban su qucpi, mostraban cómo había
empleado su tiempo.
ALMANAQUE SUD-AMERIUANO 207
III
Uno de esos fugitivos de la miseria, perdidos rumbo,
vela y lastre, en deshecho naufragio, pero joven, buen
mozo y adornado con el romántico nombre de Arturo, llegó
un día á la villa de Huancayo.
Dióse por agente de una sociedad científica, enviado á la
exploración de terrenos auríferos. Como tal, pidió datos á
los habitantes del pueblo, que le suministraron muchos y
muy importantes respecto á la existencia de yetas riquí
simas en la vertiente oriental de uno de los ramales de
los Andes, sobre los linderos de la montaña de Chaucha-
mayo.
Pero si el bello Arturo buscaba oro en aquella antigua
morada de Cresos, no era entre la oscura tierra, sino en
la blanca mano de sus herederas.
Arrullaban esta esperanza las dulces miradas que las
lindas huancayinas dirigían al dandy, cuando retorciendo su
208 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
IV
Una vez entre las consejas de las campestres veladas, en
torno al hogar de los plantadores, Arturo oyó referir la
historia de la misteriosa opulencia con que Bernardo Quispe
rodeaba á su hija.
Al escuchar aquel relato, la gozosa exclamación de Ar-
químedes relampagueó en su alma y se exhaló en un suspi
ro que contenía mundos de esperanzas...
V
Lauracha había oído á sus compañeras hablar del bello
huésped, venido entre ellas como un dulce paréntesis en la
monotonía de su existencia.
El acento apasionado de esas confidencias produjo en la
joven india una impresión que hasta entonces érale desco
nocida. Sintió en el corazón un vacío inmenso y un inmen
so anhelo de llenarlo con una imagen que había forjado su
mente.
VI
Un día que Lauracha, sola en el rancho, soñaba con ese
misterioso ideal, recostada en su hamaca de plumas, un
hombre se detuvo á la puerta y llamó suavemente en la
estera de mimbres que cerraba la entrada.
Laura fué á descorrerla y se encontró delante de un
cazador que, apoyado en su fusil, la contemplaba.
Mas apenas la joven hubo fijado en él su mirada, un
nombre, cual una exclamación se exhaló de sus labios:
— ¡ Arturo!
— ¡ Laura!
— ¡ Sabe mi nombre!
— ¡Te amo!...
VII
Lauracha está radiante. Nunca arrastró con tanto gusto,
gracia y coquetería sus ricos vestidos á la vera de los setos,
sobre los polvorosos caminos vecinales, provocando envidias
14
210 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
<$>
VIII
Lauracha, envuelta en un peinador de riquísimas blondas,
reclinábase en su hamaca, meciéndose suavemente, entre
gada á un dulce desvarío.
— ¡Laura! murmuraba con acento apasionado, ¡Laura!
¡qué bello es este nombre en sus labios! .. ¡Oh! ¿quién
pudo darme el horrible de Lauracha?
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 211
IX
X(
XII
Una tarde que sentada en el umbral de la puerta, apo
yando en la mano la mejilla, miraba el camino por donde
Arturo solía venir, Bernardo, que notaba su tristeza hacía
tiempo, halló la oportunidad de una explicación.
—¿Qué anhelo te aqueja, hija mía? la dijo. ¿Te falta algo?
Mañana saldré á comprártelo en los pueblos de la vega.
Habla, di, ¿qué deseas?
Estas palabras de su padre fueron para Lauracha un rayo
drt luz. Habíale seguido los pasos por todas partes, menos
pn sus viajes al exterior. Allá, sin duda, encerrábase el
fatal misterio que anublaba el cielo de su amor.
214 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
xrn
XIV
Lauracha se quedó oculta entre el follaje de una enre
dadera, á pocos pasos de la caverna, trémula y el corazón
palpitante, al choque de encontrados afectos.
Allí estaba encerrado el misterio que buscaba; pero,
¿érale dado á ella develarlo, sin traición á su padre? No;
mas, ¿érale posible soportar, sin morir de dolor, el desvío
de su amante?
¿Y el deber filial?
¿Y el amor de Arturo?
Estas reflexiones pasaban confusas por su mente. Pero, á,
este último argumento, que apareció neto y terrible á su
alma, Lauracha no vaciló...
XV
El indio salió de la caverna y se alejó con el ademán
temeroso y el rápido paso de un delincuente.
Lauracha se precipitó entre las sombras del antro, que
un tenue rayo del alba comenzaba á iluminar.
Si Bernardo no estuviere ya lejos, habría oído una extra
ña exclamación de su hija...
Lauracha salió de la cueva con los cabellos erizados, pero
radiante el rostro.
Fácil le fué seguir los pasos á su padre por el camino
216 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
XVI
XVII
Todo cuanto el dandy pudiere imaginar de extraño, mag
nífico y terrible, quedara muy atrás ante el espectáculo
que se presentó á sus ojos.
En toda la vasta extensión de la caverna, apoyados á la
roca, mirábase una línea de esqueletos.
Sentados en la actitud de la momia, tenía cada uno
delante de sí su arco, sus flechas, y un enorme montón de
pepas de oro.
Aquella sucesión infinita de aglomeraciones auríferas, que
el rayo de sol hacía resplandecer en la oscuridad del antro,
bajo los ojos vacíos de los esqueletos, formaba un cuadro
extrañamente fantástico.
Arturo se creyó de pronto juguete de una pesadilla.
—¡Laura! exclamó; ¡dime que estoy despierto, y que la ma
ravilla que contemplo no es la visión engañosa de un sueño!
Y sus miradas devoraban aquellos tesoros.
La india sonrió con aire de triunfo.
—¿No es verdad, amado mío, le dijo, no es verdad que
mi lujo era una miseria y que mi padre se quedaba corto
en sus dones?
El dandy no la escuchaba: su mente estaba lejos.
218 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
XVIII
— ¡ Padre! exclamó Lauracha pasado el primer momento
de pasmo.
Y arrojándose al cuello del indio, ocultó el rostro en su
pecho.
— ¡Temeraria! replicó él, apartándola de sí con despego,
¿no sabes que los secretos de los padres son sagrados para
los hijos? ¿No sabes que la morada de nuestros muertos es
un santuario vedado á un blanco, y nuestras riquezas un
misterio que no deben contemplar sus ojos?
Lauracha estaba anonadada. De rodillas y Uas manos
suplicantes:
— ¡Perdón, padre! exclamaba. Le amo, y él dudaba de
mí: el lujo que me prodigabas le hacía sombra.
—¡Amor paternal! exclamó Bernardo con acento de honda
contrición; ¡amor paternal! ¡cuánta debilidad encierras!
Todos hemos sido culpables. Acercaos, hijos míos, y redi
mamos nuestro crimen con una libación expiatoria.
Arturo, que resuelto á defender aquellos tesoros á costa
de su sangre, se mantenía erguido, buscando con los ojos
un arma, serenóse al escuchar las mansas palabras de
Bernardo.
Acercósele con semblante afectuoso, y le pidió perdón
por su involuntaria falta.
El indio, sin responderle, púsose á destornillar la parte
inferior de su chifle, que una segunda base de madera
negra dividía en dos secciones.
Hecha esta operación, el recipiente se transformó en dos
vasijas.
La parte inferior era un vaso lleno de pepas de oro; la
superior una copa rebosante de espumosa chicha.
Bernardo arrojó aquél á tierra.
—Hé ahí, dijo á su hija, el premio de tu opulencia y de
mi pecado.
Luego fué á tomar de uno de los carcajes colocados ante
los esqueletos, una saeta adornada de vistosas plumas;
220 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
XIX
Una banda de cazadores, que, en persecución de un gamo
cruzaba la selva, encontró tendido en tierra y moribundo á
un hombre que en sus últimas palabras refirió el trágico
desenlace de esta historia.
222 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
¡JUVENTUD!
EN EL BAILE
EPITAFIO
ARTISTAS AMERICANOS
15
226 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
JOSÉ OXILIA
A MUÑOZ LUCENA
¡LLORA!
LA PEREZA
POR LUIS LABARTA
ya es hora; levantémonos...
LA CAMPESINA
UN SUICIDA
i
Hacía dos meses que estaba sin ajuste, y lo que era peor,
sin esperanza de conseguirlo, dado lo avanzado de la tem
porada y la roñería de las empresas; hacía una semana que
la patrona le había puesto de patitas en la calle bajo el feo
pretexto de que le adeudaba un trimestre de pupilaje; hacía
cuatro días que, á fuerza de cepillar poyos, se habían cla
reado de tal manera sus pantalones, que era casi un ataque
á la honestidad la franqueza con que hablaban por la boca
del pingajoso desgarrón, y hacía cuarenta y siete horas, minuto
más, minuto menos, que en íorma de sardina y panecillo
había enterrado en su cuerpo los últimos diez céntimos que
le quedaban de los tres reales y medio que le dió un pren
dero por una banda de seda bordada de lentejuelas y perlas
falsas con que se ataviaba nuestro héroe cada vez que salía
en escena á bailar El turco celoso, ó Las siete cabezas
alcanforadas.
Un hombre que en tal estado se encuentra, por socarrón
y filósofo que sea, ha de pensar forzosamente en negras
resoluciones; y Pascasio Melenas, que nada tenía de eso,
considérese cómo andaría de resignación, cuando después
de arrebañar sin resultado el fondo de sus bolsillos, apode
rado de un hambre que le levantaba en vilo, arrojaba triste
mirada á su porvenir más lleno de fantasmas que una noche
sabática. Ya no se sentía con bríos para seguir enterne
ciendo patronas; la fama de sablista en porfiadísima lid
ganada, ahuyentaba á cien leguas á sus castigados amigos
dejándole abandonado en la más respetuosa soledad; de
nadie podía esperar ya ni un consuelo que aminorase su
amargura, ni una taza de caldo que restaurase su estómago
relajado por involuntaria penitencia.
¡ O comer ó morir! éste fué el dilema que con aterradora
concisión se planteó Melenas. Comer era el más simpático
de los dos extremos del argumento. Melenas optaba desde
luego por él con vocación irresistible. ¿Pero cómo reali
zarlo? A la fecha en que nuestro hombre pasaba por tales
234 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
II
Quien al cabo de cinco meses hubiese visitado á Melenas,
de fijo no le hubiera reconocido. A las mejillas chupadas y
verdosas habían sucedido unos mofletes rubicundos capaces
de dar envidia al suizo más bien cebado; su vientre antes
cóncavo había adquirido una respetable convexidad; la
alegría chispeaba en sus ojillos de pintas azules; el vellón
de sus barbas caracoleaba en coquetonas sortijas, y el traje
raído había sido cambiado por otro nuevo y confortable de
paño negro.
En el momento que volvemos á encontrar á nuestro
hombre se está éste despachando con garbo un plato de
arroz con pollo, una tortilla y un pastel de liebre, y rociando
cada bocado con sendos tragos de vino aloque.
Pero ¿de dónde diablos viene esa mutación? preguntará
el lector. ¿Le cayó la lotería al buen Pascasio? ¿Heredó á
algún tío californiano? ¿Se casó con alguna viuda rica? Nada
de eso. Melenas come opíparamente, porque está en capilla,
y los Hermanos de la Sangre le costean la última cena.
¡Qué horror! ¡Melenas, el timorato Melenas, el honradí
simo saltarín en capilla! Luego ese infeliz, olvidando las
leyes de la moral, se arrojó en brazos del crimen? No te
alarmes, ¡oh púdico lector! que tampoco hay tales carneros.
Lo que hay, es lo siguiente. Cuando Melenas sorprendió la
conversación de aquellas mujeres que tan bruscamente cor
taron sus solitarias cavilaciones, oyó que hablaban del
hallazgo de dos niñas de trece años degolladas por desco
nocido malhechor, cuyos móviles no podían ser otros que el
de satisfacer apetitos de sátiro. El grito de ¡asesino! con
que aquellas picazas saludaron la presencia de nuestro
hombre impresionó malamente, como se ha dicho, el pun
donor de éste; pero dando vueltas y revueltas al tema, y
pases y repases á su misérrima situación, al fin se encariñó
con el mote, y resuelto como estaba por un suicidio barato
y de buen gusto,—«¡Esta es la mía!» se dijo, y sin más
preámbulos presentóse incontinenti al juez instructor decía-
238 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
III
El crimen era espeluznante si los había; la vindicta
pública reclamaba á grandes voces un ejemplar castigo para
que no se desquiciasen los fundamentos del orden social, y
por otra parte Melenas, criminal empedernido, no contento
con hacer chacota de leyes, jueces y demás autoridades,
rechazaba con aspereza toda petición de indulto. Así es que
no hubo remedio: la sentencia tenía que cumplirse.
Con gran boato y numeroso acompañamiento, y pasando
por entre nutridas filas de paisanos que en son de fiesta
acudieron de todos los ángulos de la provincia á presenciar
el vistoso espectáculo, dirigíase Melenas al cadalso, sereno
y orgulloso, regodeándose con la idea de verse dibujado en
240 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
AGUA PASADA
Fué inútil nuestro afán; no hemos logrado
reavivar tus ardores ni los míos,
porque el amor y el agua de los ríos
no vuelven á pasar, si ya han pasado.
18W. Ramón de Campoamor.
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 241
ENTRE PARIENTES
LEYENDA. ARAUCANA
recelando el nombramiento
para salir á bolearlo.
—¡A caballo, mis caciques!
¡Mocetones, á caballo!—
dijo el jefe de la tribu
con acento entrecortado.
Ni una hora pasado había,
cuando doscientos jinetes
salieron, cruzando campos,
mandados por el Tehuelche.
Fuertes caballos llevaban
y los perros rastreadores,
boleadores por docenas,
baqueanos para las noches.
Y al recibir la noticia
de la victoria alcanzada,
con semblante descompuesto
y honda emoción en el alma
Dijo á los indios:—¡Al fin
mi madre quedó vengada,
y maldita la cacica
que reinando la humillaba!
De la hermosa Patagonia
torno á las selvas lejanas,
porque de ellas no salí
sino para la venganza.—
Y picando su caballo
á nado pasó las aguas,
y se alejó entre las dunas
que las ondas del sur bañan.
Medrosos los boleadores
regresan al País del Tigre
á narrar lo sucedido
al desgraciado cacique.
EPIGRAMA
BUENOS PROPÓSITOS
LA VENTANA DESIERTA
En el alféizar tronchado
de la vetusta ventana,
un cortinaje de hiedra
con flores rojas y blancas,
y en medio del cuadro estrecho
de la vidriera empañada,
junto á un tiesto de claveles,
y rozando con la jaula
en que prisionero vive
un canario que no canta,
una cabecita rubia
se asoma por las mañanas,
á punto que el horizonte
colora la luz del alba.
Hay un doncel en el patio
*252 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
EL LEÑADOR
Yo vi, de mi alma en el confuso viaje,
árbol gigante al borde del sendero,
que encima de fatal despeñadero
proyectaba su múltiple ramaje;
Y entre la pompa vi de su follaje
trepado un leñador robusto y fiero,
que, hacha blandiendo de tajante acero,
el tronco hería con furor salvaje;
Y á cada golpe de su fuerte mano,
temblaba el árbol con crujido ronco;
y con él ya iba á hundirse en el abismo...
—¡Yo soy, gritóme, el Pensamiento humano!
¡De la Vida inmortal este es el tronco
y mi hacha, el implacable escepticismo!
Numa P. Llona.
Guayaquil.
254 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
LA
I
Un domingo de Agosto del año 1626, hallábase agolpado
gran concurso de gente á la puerta de la catedral de Lima,
templo que apenas llevaba diez meses de consagrado, leyen
do un cartelón ó edicto, de cuya parte considerativa quiero
II
A ciencia cierta, nadie sabe desde cuándo hubo barberos
y navajas sobre la tierra. Los judíos, contemporáneos de
Cristo, se afeitaban con una especie de piedra pómez, y los
griegos y romanos se aplicaban á la barba un líquido corro
sivo que, con frecuencia, les ocasionaba enfermedades de la
piel. Sólo desde los tiempos de Nerón, tan hábil para
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 257
III
Volvamos al atrio de la catedral.
Casi los treinta que, en ese año componían el gremio de
los desuellacaras estaban allí reunidos leyendo, releyendo
y comentando el cartelón, hasta que el más letrado de entre
ellos, llamado Pepe Ortiz, tomó la palabra y dijo:
—Señores, si el abad de lo que canta yanta, el barbero
manduca de la barba que retruca, y entre Pupa y Pupajor,
17
258 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
Por eso dijo san Ambrosio... no... no... que fué san Agus
tín... tampoco... en fin, alguien lo dijo y yo lo repito...
nácenle alas á la hormiga para que se pierda más aína.
Conque comed y no gimades, soberbios de Lucifer, ó gemid
y no comades. He dicho. Pajas al pajar y barberos á rapar.
—Hombre, replicó Pepe Ortiz, para mujer de á dos rea
les, marido de á dos migajas. Para las barbas que tú
desuellas bien te estás con ellas, que sólo un cristiano de
jado de Dios y Santa María, se pone en manos de un bar
IV
Y alejado el único defensor del cartelón, veintiocho bar
beros firmaron un largo memorial que, mitad en latín y
y mitad castellano, y por su respectivo cuanto tos contri
buisteis (una onza de oro), les redactó el abogado de más
campanillas que en Lima comía pan.
Rechazados por el arzobispo, apelaron ante el juez apos
tólico de Guamanga; y negada también la apelación, los
rapabarbas, lejos de amilanarse con una excomunión en
perspectiva, cobraron bríos y fuéronse á la Real Audiencia
con un... (parece mentira tamaño coraje) con un... (hasta la
mano me tiembla) con un... (¡Ave María Purísima!) recur
so de fuerza. Sí, señores, como ustedes lo oyen, recurso
de fuerza. ¡Cómo! ¿creían ustedes que los barberos eran
gente de volverse atrás por excomunión más ó menos?
Y mientras el fiscal y el promotor andaban al morro con
los Cánones y las Pandectas, y las Decretales y el Fuero
Juzgo, y las Partidas y el Patronato y la gurrumina, el
Celso Bazán se llenaba la boca exclamando:
—Ahora va á saber el arzobispito con quién casó Caña
hueca.
¡Recurso de fuerza! ¿Y contra quién? ¡Contra el más en
greído de los arzobispos que el Perú tuvo hasta entonces!
¡Contra un arzobispo que traía en la cartera el título de vi
rrey, para el caso de que falleciese el marqués de Guadalcá-
zar! ¡ Contra un arzobispo á quien Felipe IV llamaba su ojito
derecho, y que era el niño mimado de Su Santidad Gre
gorio IX!
Pero como ni el virrey, ni los oidores, ni los cabildantes
y demás gente de copete, pudieran conformarse con lucir el
domingo barba trasnochada ó de la víspera, sucedió (¡ mara
víllense ustedes, que yo ya me he maravillado!) que la Real
Audiencia fallara que el arzobispo hacia fuerza.
¡Victoria por los barberos!
Verdad es también que la sentencia se pronunció veinti
cuatro horas antes de que fuera pública en Lima la noticia
de que el arzobispo don Gonzalo de Campo había fallecido
en Recuay, el l.° de Diciembre, envenenado por un caci
que á quien, desde el púlpito, amonestara de lo lindo por
que vivía amancebado.
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 261
CANTAR
Cual águila que hace el nido
en el hueco de las peñas,
mi amor pretende albergarse
en tu corazón de piedra.
Manuel Reina.
ALMANA'jU .2 SUD-AMERICANO
&
II
IV
Sus dorados cabellos
caían en desorden por su espalda,
y colocaba en ellas
las flores que tenía
mezcladas con cerezas en la falda;
y cuando componía
su rústica guirnalda,
—¿No sabéis? hoy me caso, nos decía.
Por eso me engalano cuidadosa;
pues como es tan hermoso, tan hermoso
266 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
mi prometido esposo
yo también quiero parecer hermosa.
¿Por qué, por qué se esconde
y quién me lo detiene?
¡Si hoy mismo ha de venir! Yo sé por dónde
ahora corriendo viene
en un caballo blanco cabalgando...
¿Lo veis? ya va llegando ..
¡Apartaos! dejadme que lo vea.—
V
Como una niña caprichosa y vana
que vivía prendada de una estrella
y se murió de pena una mañana,
al despertar sin ella,
era la loca enamorada y bella;
sólo que mi aldeana,
aun adorando con tan ciego empeño,
no podía morirse como aquélla
mientras no despertara de su sueño.
Con la profunda fe del primer día
todas las tardes, todas las auroras,
—¿No sabéis? hoy me caso,— repetía,
y adornaba sus gracias seductoras
con guirnaldas de vividos colores;
pues si no las hallaba por los prados,
aquellas compasivas labradoras
le daban la limosna de sus flores
que cuidaban en sitios reservados.
La idea de las flores asociaba
al logro de su amor de tal manera,
que mientras las produjo la pradera
ó la sencilla gente se las daba,
esperaba, esperaba
al que juró volver en primavera;
siempre de verlo aparecer segura
y sólo apercibiendo en su locura
la triste realidad del desengaño
268 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
No volvió.
En vano la esperé hasta entrada la noche; sin duda se
habría hecho esperar por el carruaje del lado opuesto del
jardín. Crucé el lago, monté en mi caballo, que me esperaba
impaciente, y, paso á paso, sumido en un mundo de refle
xiones, gané la barrera y de allí á mi hotel.
Aquella mujer me atraía: no me perdonaba haberla per
dido de vista; soñaba con ella!
Me propuse encontrarla: tomé V Entr'acto y recorrí los
anuncios de teatros. En los Italianos, la Patti cantaba la
Sonámbula; en la Opera, la Sass daba el Trovador—
Verdi y Bellini!
¡Oh! esa naturaleza aérea, delicada como un copo de
espuma, no puede amar los arranques terribles del autor
de Nabuco; necesita la poesía suave y misteriosa, impal
pable, del dulce poeta del corazón: — ¡á los Italianos, pues!
Llegué tarde, y como no era mi noche de abono, no
encontré localidad.—Recordé entonces que un amigo, joven
hijo de un banquero, tenía un palco por temporada; al
entrar en él, noté que el palco contiguo estaba vacío.
¿Mienten los presentimientos, esas adivinaciones miste
riosas del corazón? ¡Oh! ¡jamás me han engañado! En las
horas de dolor, siempre han cruzado mi alma, como esas
aves de la noche, mensajeras de desgracias, que se posan
en las ruinas, en medio de las tinieblas!
A los cinco minutos de entrar, se abrió la puerta del
palco de al lado y mi bella desconocida, dando el brazo á un
hombre de cuarenta años, grave y de noble fisonomía, entró
ALMANAQUE SUD-AMERICANO 273
—¿En Italia?
—Tal vez.
—¿Es usted español, caballero? De tal es su acento.
—Mi patria, señora, se encuentra perdida en uno de los
últimos rincones del mundo. He nacido cerca del polo Sud,
en medio de inmensas llanuras sin límites.
—-Americano...
—Usted, señora, debe ser de otra raza. Sus ojos, su
fisonomía, revelan la criatura del Norte.
—He nacido en Suecia, caballero.
Mi posición se iba haciendo violenta: aquella mujer, sola
conmigo en medio de la noche y de las ruinas, me hablaba
con la misma sencillez que á un hermano: me encantaba,
ponía en agitación mi alma entera. No podía decirle una
palabra: un sentimiento de profundo respeto me contenía.
De pronto una nube se posó en mi frente: había recor
dado un nombre, oído una noche en los Italianos, en París:
¡Cristián! La duda me asaltó.
—Señora, la circunstancia excepcional en que nos encon
tramos ¿sería, suficiente título para autorizarme á dirigir á
usted una pregunta?
—Pregunte usted, caballero.
—¿Es usted soltera?
— No, señor; soy viuda.
—Viuda... á esa edad... ¡mucho habrá sufrido usted! La
muerte de la persona querida en la edad de las dulces ilu
siones, es el golpe más terrible que puede sufrir el corazón.
— ¡Ah, caballero! tenía diez y siete años y mi familia me
casó con el barón de Osnabruck, á quien no conocía y que
se encontraba de embajador en Londres. Me casé por poder,
y el barón murió al emprender el viaje de vuelta. No le
he conocido; era, según me han dicho, un respetable anciano,
estimado por todo el mundo y que al morir me dejó nombre
y fortuna.
Callé: un torrente de alegría inundaba mi alma. Hubiera
deseado morir en aquel momento, oyendo una palabra de
amor de los labios de Vilda.
—Y... ¿nunca ha amado usted, señora?
— Nunca, caballero. Dicen que es muy bello, murmuró
fijando su lánguida mirada en el astro de la noche, la pálida
viajera que cruzaba el espacio, bellísima y tranquila.
La contemplaba mudo... yo, el hombre habituado á jugar
280 ALMANAQUE SUD-AMERICANO
ILUSTRADA POR
AREKIBS ME8TKE8
Esta obra, que tanto por sus condiciones literarias como por sus
chispeantes ilustraciones, creemos ha de llamar poderosamente la
atención de nuestros favorecedores, se publicará á mediados de
este año.
BUENOS AIRES
EL SIGLO ILUSTRAD O DE
SU DIRECTOR. Y PROPIETARIO
EL
Camilo (£íausoíte§
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mente se ha inventado hasta nuestros días para el tratamiento y cura
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vesículas pulmonares en donde es absorbido inmediatamente, haciendo
por este medio inútiles todas las precauciones acerca de las dietas.
Electroterapia
La casa posee las mejores máquinas para la aplicación de la electri
cidad al cuerpo del hombre y las que mejores resultados han dado hasta
nuestros días.
En una palabra, el establecimiento médico de la plaza Montserrat,
es el más completo que hasta nuestros días se ha instalado en parte
alguna.
La casa cuenta con dos médicos de reconocida capacidad alópata y
hemeópata, y de una farmacia completa para el uso interno de la casa.
ESTUDIO FOTOGRAFICO BAJO LA DIRECCIÓN DE
Buenos A ire s
Buenos A ire s
A. ALDANONDO
En este establecimiento se sacan retratos todos los días, aunque
llueva, como si fueran tomados en día de sol.
Tarjetas comunes ó abrillantadas, victoria, álbum, panale, imperia
les, grupos de familia, cuadros al óleo, engrandecimientos para fotó
grafos, copias de tarjetas en fotografía ó al óleo, fotografías sobre lienzo
al óleo para los pintores.
La casa cuenta con grandes aparatos para estos trabajos, retratos
microscópicos al lápiz, carbón, etc., etc.
También se encarga de sacar copias de tarjetas en gran tamaño en
fotografía ó al óleo para la campaña ó provincias, con sólo mandar una
tarjeta bajo sobre, las señas de colorido, de los ojos, pelo, barba, etc.
La misma casa se encarga de remitir los trabajos á su destino.
PRECIOS SIN COMPETENCIA
DEL
PRIORATO Y ARAGON