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AUTORIDADES

Mag. JOSÉ PAZ MACHUCA


Dr. ROHEL SÁNCHEZ SÁNCHEZ
Director CEPRUNSA
Rector de la Universidad Nacional de San Agustín
Dra. ROXANA ALEMÁN DELGADO
Dra. ANA MARÍA GUTIÉRREZ VALDIVIA Coordinadora Administrativa
Vicerrectora Académica Lic. EMILIO GUERRA CÁCERES
Coordinadora Académico
Dr. HORACIO BARREDA TAMAYO
Vicerrector de Investigación COMITE DE APOYO CEPRUNSA

Dra. MERCEDES NÚÑEZ ZEVALLOS


Mag. FRESIA MANRIQUE TOVAR
Lic. RONALD CUBA CARPIO
U AUTORES LÍRICOS escribió otra de sus obras maestras, Trilce (1922), un poemario vanguardista que
supone la ruptura definitiva con el Modernismo.
CÉSAR ABRAHAM VALLEJO MENDOZA
En 1923, tras publicar las estampas y cuentos de Escalas melografiadas y la
TORAAS AAAAA
novela corta Fabla salvaje, César Vallejo marchó a París, donde conoció a Juan
Nace en Santiago de Chuco, 1892,
Gris y Vicente Huidobro, y fundó la revista Favorables París Poema (1926). En
pequeña provincia de La Libertad,
1928 y 1929 visitó Moscú y conoció a Vladimir Maiakovski, y en 1930 viajó a
asentada en un valle de la cordillera
España, donde apareció la segunda edición de Trilce. De 1931, año de un nuevo
andina del Perú y muere en París, 1938.
viaje a Rusia, son El tungsteno, novela social que denuncia la explotación minera
de los indígenas peruanos, y Paco Yunque, cuento protagonizado por el niño del
En Vallejo la vida y la obra se funden en
título, que padece los abusos de un alumno rico tras su ingreso en la escuela.
un todo indisoluble, conociéndolo a él,
empezamos a conocer su poesía.
En 1932 escribió la obra de teatro Lock-out y se afilió al Partido Comunista
Español. Ese mismo año regresó a París, donde vivió en la clandestinidad, y
De origen mestizo y provinciano, su
donde, tras estallar la guerra civil española, reunió fondos para la causa
familia pensó en dedicarlo al sacerdocio,
republicana.
era el menor de los once hermanos; este
propósito familiar, acogido por él con
Entre sus otros escritos destaca la obra de teatro Moscú contra Moscú, titulada
ilusión en su infancia, explica la
posteriormente Entre las dos orillas corre el río. Póstumamente
presencia en su poesía de abundante
aparecieron Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz (1939),
vocabulario bíblico y litúrgico, y no deja
conmovedora visión de la guerra de España y expresión de su madurez
de tener relación con la obsesión del
poética. Contra el secreto profesional y El arte y la revolución, escritos en 1930-
poeta ante el problema de la vida y de la
1932, aparecieron en 1973.
muerte, que tiene un indudable fondo religioso.

CONTEXTO HISTORICO – LITERARIO


Vallejo cursó estudios de segunda enseñanza en el Colegio de San Nicolás
(Huamachuco). En 1915, después de obtener el título de bachiller en letras, inició
La trayectoria poética de Vallejo, evoluciona en el devenir de la lírica hispana, del
estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Trujillo y de Derecho en la
Modernismo a las vanguardias y hacia una poesía humana y comprometida. Su
Universidad de San Marcos (Lima), pero abandonó sus estudios para instalarse
quehacer poético se caracteriza por una permanente inquietud renovadora y una
como maestro en Trujillo.
firme independencia en medio de las influencias del momento. Ideológicamente
conservó dentro del marxismo una postura muy personal, compatible con sus
En julio de 1919, César Vallejo salió a la luz su primer poemario: Los heraldos
preocupaciones religiosas y estéticas; rechazó el dogmatismo y la reducción de la
negros (dicha obra estaba lista para su publicación en 1918), en el que son
literatura a finalidades proselitistas, viendo en el ideario marxista una senda de
patentes las influencias modernistas, sobre todo de Rubén Darío (a quien
justicia y liberación del hombre, pero nunca una solución a las grandes
siempre admiró) y de Julio Herrera y Reissig. Esta obra contiene, además, algún
cuestiones metafísicas.
augurio de lo que será una constante en su obra: la solidaridad del poeta con los
sufrimientos de los hombres, que se transforma en un grito de rebelión contra la
Más decisiva para la configuración de su obra resulta su singular personalidad,
sociedad. Acusado injustamente de robo e incendio durante una revuelta popular
dominada por un rasgo sumamente relevante: su acentuada sensibilidad ante el
(1920), César Vallejo pasó tres meses y medio en la cárcel, durante los cuales
dolor, propio y de los demás. Si bien debe aún bastante al Modernismo, Los
heraldos negros (1919) se inserta ya en la superación de aquel movimiento, el

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estilo tiende hacia un lenguaje más sencillo, a menudo conversacional o incluso Entretanto, Vallejo había iniciado un nuevo libro de poemas que se publicaría
coloquial, y siempre hondísimo. Por su temática, parte de sus composiciones tras su muerte, en 1939: Poemas humanos. Es su obra cumbre, y uno de los
arraiga en la realidad americana, sentida desde su sangre indígena; pero junto a libros más impresionantes jamás escritos sobre el dolor humano. Vallejo
ello conviven otros muchos poemas dedicados a las realidades inmediatas: su trasciende lo personal para cantar temas generales, colectivos, reuniendo la
casa, su familia... intimidad lírica con la conciencia común, en una actitud de unión con el resto de
los hombres y el mundo. El dolor sigue siendo el centro de su poesía, pero ahora,
Con Aldeana, el poema más antiguo de Los heraldos negros y que según Antenor junto a sus torturadas confesiones, hallamos el testimonio constante de los
Orrego director de La Reforma, amigo íntimo de Vallejo, “llamado a ser el primer sufrimientos de los demás; la conciencia del dolor humano desemboca en un
critico comprensivo de su obra”; sería, con el que el poeta comenzaba a sentimiento de solidaridad, y la inquietud social inspira la mayor parte de sus
abandonar la imitación de otros modelos para emprender la búsqueda de la versos.
propia expresión; “dulce yaraví de una guitarra”, “la triste voz de un indio” “los
llantos de quenas tímidos inciertos” … Coyné advierte que aunque la originalidad Pero su vigilante conciencia artística le impide caer en la facilidad. El lenguaje
no es mucha, confieren al poema “un acento de todas maneras vallejiano”. del libro sigue siendo audaz (aunque menos que en Trilce): perviven las
distorsiones sintácticas, las imágenes insólitas y la combinación incoherente (en
Una profunda tristeza empaña muchas de sus composiciones, desde el inicio de apariencia) de frases heterogéneas. Ello no impide percibir con inusitada
la obra, con el poema que da título al libro, "Los heraldos negros". El alejamiento intensidad el sentido global de cada poema. A ello contribuye, por otra parte, el
del Modernismo en ésta y en otras composiciones es patente. Frente a la belleza constante empleo de un registro coloquial, aunque sabiamente elaborado y
y perfección formal y la sensualidad y colorido de la imaginería modernista, se magistralmente combinado con las expresiones ilógicas y metafóricas.
adopta un discurso casi coloquial, todo él emoción y desgarrada incertidumbre:
"Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!". En lo que casi parece desnuda Sin entregarse a radicales experimentaciones lingüísticas, Vallejo introduce una
prosa se engarzan unas pocas imágenes de ascendencia religiosa: las duras tonalidad nueva y original en su estilo: el ritmo y la organización de los materiales
experiencias por las que todo ser humano acaba pasando alguna vez son "Golpes del poema pasan a un primer plano; sus composiciones se hacen más largas, más
como del odio de Dios"; tales golpes son como "los heraldos negros que nos manda ricas en visualidad, y adoptan en ocasiones una irónica amplitud casi retórica.
la Muerte", y dejan marcado al hombre, "¡Pobre... pobre!", que al final "vuelve los Sirva de ejemplo el poema que empieza "Considerando en frío, imparcialmente":
ojos, y todo lo vivido / se empoza, como charco de culpa, en la mirada”. la composición se construye sobre el esquema de una fría sentencia judicial que
pretende examinar la condición humana de manera objetiva, llegando a afirmar
Más radical es la novedad de su segundo libro: Trilce (1922), uno de los títulos que el hombre "me es, en suma, indiferente".
claves de la poesía de vanguardia. Vallejo adopta el verso libre y rompe
violentamente con las formas tradicionales, con la lógica, con la sintaxis; crea Durante la guerra civil española, Vallejo compuso España, aparta de mí este
incluso palabras nuevas, como la que da título a la obra. Algunos poemas son cáliz, que se publicó junto a Poemas humanos. Es un magno poemario en que
experimentos difícilmente comprensibles, pero en otros tal extremismo verbal se Vallejo canta al pueblo en lucha, a las tierras recorridas por la contienda, y en
halla al servicio del choque emotivo. Es el caso de aquellas composiciones que que da salida a su amor por España y a su esperanza; al absurdo de la guerra y
sirven de vehículo a un recuerdo infantil o a un sentir amoroso; también hay la deshumanización del mundo moderno opone una vívida fraternidad. Su altura
partes de emoción: la pasión erótica, la angustia de la cárcel, la opresión del paso poética no es menor que la de Poemas humanos. Su visión de la guerra española,
del tiempo o la muerte. Juzgada actualmente como una de las mejores en que la ideología política desaparece tras la inmediatez del sentir, no carece en
realizaciones del vanguardismo literario, la obra tardaría algunos años en ser ciertos momentos de un profetismo cósmico afín al de Walt Whitman.
comprendida; en 1930 fue de nuevo publicada en España con un prólogo Pero incluso esta grandeza de voz vaticinadora cede a la habitual preponderancia
entusiasta de José Bergamín. de la pura experiencia inmediata, como en el poema dedicado a la muerte del
camarada Pedro Rojas, a quien le encontraron "en la chaqueta una cuchara
muerta".

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BIBLIOGRAFÍA: APRECIACIÓN CRÍTICA
Poemarios:
Los heraldos negros (1919) La temática crística cruza “Los heraldos negros”, de César Vallejo. Muchos de
los poemas parecen estructurados temáticamente desde un profundo desamparo
Trilce (1922) existencial cuya vértebra intertextual bien pudiera ser “Padre, por qué me has
Poemas humanos (1939) abandonado”. En “La cena miserable”, Vallejo aprovecha la anécdota límite de la
España, aparta de mí este cáliz (1939) última cena, en la que Cristo, consciente ya de su final, se prepara a sí mismo y
Cuentos: a sus discípulos para su muerte. En un último momento de comunión, Cristo da
Escalas melografiadas (1923) a comer su cuerpo y su sangre a todos los comensales. En este poema, Vallejo
Paco Yunque (1931) parece sumar a la última cena algunos motivos de esa otra última cena que fue
Novelas: la crucifixión, en la que Cristo vio, en efecto, su carne mordida y su sangre
escanciada de su costado, bebida por la tierra.
Fabla salvaje (1923) “La cena miserable” se compone de una sucesión de preguntas retóricas, o
El Tungsteno (1931) variantes de la misma pregunta. El recurso de la pregunta retórica se caracteriza
Ensayo: por no implicar un interlocutor, sino que suele llamar la atención sobre sí mismo
Rusia en 1931 (1931) como estructura que no busca quién responda, por lo que la contestación implica
un desplazamiento del sentido, y una invitación al lector a fijarse en esa condición
LA CENA MISERABLE (Los heraldos negros) de boomerang que no lo toca sino para hacerle repetir la pregunta como si fuera
la respuesta. La pregunta retórica crea una comunión en la incertidumbre, un
Hasta cuándo estaremos esperando lo que acuerdo tácito e inmediato en cuanto a aquéllo sobre lo cual hay que dudar, abre
no se nos debe... Y en qué recodo estiraremos el círculo del “nosotros” para incluir a los otros en la cacería de un sentido
nuestra pobre rodilla para siempre! Hasta cuándo inasible. En la pregunta retórica no hay un “tú” que cierre el círculo de la
la cruz que nos alienta no detendrá sus remos. comunicación, sino que el “tú” es llamado a devolver la misma pregunta, a
Hasta cuándo la Duda nos brindará blasones reiterarla.
por haber padecido...
Ya nos hemos sentado En “La cena miserable” –en clara antítesis con la última cena de Jesús con sus
mucho a la mesa, con la amargura de un niño discípulos– el leitmotiv es el hambre en sentido simbólico, ya anticipado en el
que a media noche, llora de hambre, desvelado... título. Vallejo crea una tensión entre la realidad de la existencia, entendida como
Y cuándo nos veremos con los demás, al borde sufrimiento, carencia de ser y sentimiento de orfandad, y la incertidumbre acerca
de una mañana eterna, desayunados todos. de las promesas de vida eterna que ofrece la religión: “Y cuándo nos veremos con
Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde los demás, al borde/ de una mañana eterna, desayunados todos./ Hasta cuándo
yo nunca dije que me trajeran. este valle de lágrimas, a donde/ yo nunca dije que me trajeran./ De codos/ todo
De codos, bañado en llanto, repito cabizbajo/ y vencido: hasta cuándo la cena durará” . El
todo bañado en llanto, repito cabizbajo poema pone de relieve que la carencia no es individual sino colectiva.
y vencido: hasta cuándo la cena durará.
Hay alguien que ha bebido mucho, y se burla, No debe parecer raro, por lo tanto, que esta concepción del sufrimiento humano
y acerca y aleja de nosotros, como negra cuchara impulsase a Vallejo, años más tarde, a convertirse en un poeta profundamente
de amarga esencia humana, la tumba... social identificado con la causa de los pobres: “hasta cuando este valle de
Y menos sabe lágrimas a donde yo nunca dije que me trajeran”, “Dar pedacitos de pan fresco a
ese oscuro hasta cuándo la cena durará! todos”, “saquear a los ricos sus viñedos”.

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Referentes: https://bodegonconteclado.wordpress.com/2013/01/23/la-cena- JOSÉ MARÍA EGUREN
miserable-cesar-vallejo-al-limite/
Oviedo, José M. 1964. Cesar Vallejo. Biblioteca Hombres del Perú, Primera José María Eguren Rodríguez (Lima, 8
edición, Lima. de julio de 1874- Lima, 19 de abril de
1942) fue poeta, escritor, pintor y
— Vamos a ver, usted, Paco Yunque –dijo el profesor– ¿Qué pasa con el pez, si se fotógrafo.
le saca del agua? Junto con César Vallejo, es la más
Paco Yunque, medio llorando todavía por el jalón de los pelos que le dio Grieve, destacada figura de la lírica peruana del
repitió de una tirada lo que dijo el profesor: siglo XX. Toda su vida se desarrolló entre
— Los peces mueren fuera del agua porque les falta aire. la capital y algunas haciendas aledañas. A
— ¡Eso es! –decía el profesor–. Muy bien. Volvió a escribir en la pizarra. partir de 1897 estableció su hogar en el
balneario de Barranco. Entre 1931 y 1940
trabajó en la biblioteca del Ministerio de
Educación Pública. Eguren gustaba de
caminar a campo traviesa, observando los
insectos y las aves, trazando apuntes para
sus óleos y acuarelas, o echando mano a
una cámara de su invención que tomaba
fotos ovaladas de tamaño diminuto (poco
más de un centímetro).

Sus acuarelas revelan la influencia de los impresionistas franceses y los


prerrafaelitas ingleses. Aunque no se dedicó a la música, ésta fue muy importante
como referente cultural. Siguiendo la estela de los simbolistas franceses, escribió
que «la música es la más metafísica, la menos pesada, de las artes». En su obra
aparecen timbales, violines, pianos, acordeones, flautas, tambores; algunos de
sus poemas se titularon Lied, en referencia a las piezas de Robert Schumann, y
sus compositores preferidos (Beethoven o Mendelssohn).

En marzo de 1918, César Vallejo le hizo una célebre entrevista, como


corresponsal del semanario trujillano La Semana, en la que Eguren dice al inicio,
entre otras cosas:

¡Oh, cuánto hay que luchar; cuánto se me ha combatido! Al iniciarme, amigos de


alguna autoridad en estas cosas, me desalentaban siempre. Y yo, como usted
comprende, al fin empezaba a creer que me estaba equivocando. Sólo, algún tiempo
después, celebró González Prada mi verso.

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Tuvo una existencia muy retraída, consagrada a sus vivencias íntimas y debido a su precaria salud, no pudo leer su discurso de aceptación ni ejercer el
creaciones poéticas, sin comprometerse con las contingencias sociales, políticas, cargo.
ideológicas de su tiempo. Su primer libro, Simbólicas, es recibido con "desgano
y hasta con desdén" por la crítica "oficial". Solo a partir de 1920 se le reconoce y CARACTERÍSTICA DE SU OBRA
exalta su valor, con los homenajes de las revistas "Colónida" de Valdelomar y
"Amauta" de Mariátegui José Carlos Mariátegui en sus Siete ensayos de interpretación de la realidad
peruana (1928), y Jorge Basadre en su libro Equivocaciones (1928), supieron
A pesar de su voluntario apartamiento de la vida pública, gozó de la admiración ver la entraña simbolista, el manejo maestro del verso que tenía Eguren.
y afecto de hombres de la talla de Manuel González Prada, Abraham
Valdelomar y José Carlos Mariátegui, entre otros. Su inspiración más profunda tiene una fuente personal. Los temas de que habla
en su poesía provienen del mundo del ensueño, de la duermevela, del país
Ellos lo instaron a publicar sus poemas, considerados como la muestra más maravilloso y a veces terrible del inconsciente, de las alucinaciones personales,
honda y depurada de la estética simbolista en lengua española. Pese a pertenecer de la fina garúa limeña. Y ese mundo aparentemente nada tenía que ver con lo
cronológicamente a la generación modernista de José Santos Chocano, la que ocurría en el Perú que le tocó vivir y poco tiene que ver, también
aparición del poemario Simbólicas (1911) de Eguren es tomada como un hito en aparentemente, con el Perú de nuestros días.
la superación del modernismo, ya que actúa como la fundación de la poesía
contemporánea del Perú, instaurando una tradición todavía viva y vigente en la Ya entonces, Eguren parecía un hombre de otra época. Sin embargo, Eguren
actualidad. expresaba y expresa una difícil contemporaneidad, una secreta concordancia con
una aspiración sempiterna de los hombres: dar libre curso a los sueños. En su
A este primer libro le siguieron La canción de las figuras (1916) y otras dos época tuvo una asombrosa similitud, que nadie ha subrayado hasta ahora, con
colecciones de poemas, Sombra y Rondinelas, que fueron publicadas por vez el psicoanálisis y una coincidencia con una aspiración de la literatura de todos
primera en Poesías (1929). los tiempos: ampliar el campo de la realidad.

Desde temprano, Eguren colabora con poemas en las revistas de la época: en Freud fue un pionero de la modernidad. Pone entre paréntesis los conocimientos
1899 publica, por consejo de su amigo José Santos Chocano, sus primeros más sólidos y propicia aquello que se ha llamado un realismo sin fronteras,
poemas en las revistas Lima Ilustrada y Principios. subrayó la importancia de la vida inconsciente. De parecida manera, en el campo
literario Eguren nos dijo, nos está diciendo todavía, que la realidad no es, no
En 1911, animado por sus amigos los poetas Enrique Bustamante y Ballivián, puede ser solo aquella que describían los versos de Chocano; la realidad era – y
Julio A. Hernández, y con el entusiasmo del maestro Manuel González Prada, es también- la sonámbula, la fantasmagórica, la evanescente del mundo de los
Eguren publica su primer libro capital Simbólicas, que significó el nacimiento de sueños.
la poesía peruana contemporánea.
Eguren cultivó sus versos de manera esmerada, con un gran conocimiento de los
Hacia 1930, Eguren empezó a escribir breves piezas en prosa, los recursos técnicos (distribución de acentos, aliteraciones, conteo de sílabas,
llamados Motivos estéticos, de intención poética y filosófica; estos «motivos», rimas, versos blancos), con una maestría inigualable en el siglo XX.
aparecidos en diversas revistas durante la década de los treinta, fueron recogidos Naturalmente, no es este dominio formal el que convierte a Eguren en un gran
póstumamente en un volumen, en 1959. poeta. Él lo es porque cumple una vieja ley de la poesía de todos los tiempos: su
poesía; musical en el mejor sentido del término, tiene un tema central rítmico y
En junio de 1941, por comunicación de José de la Riva Agüero, Eguren fue elegido numerosas variaciones que van acomodando su armonía a una polisemia de
tardíamente como miembro de la Academia Peruana de la Lengua. Sin embargo, resonancias muy variadas. Es concentración. Dice más con menos palabras.

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Eguren es silencio, es palabra que nos lleva a “la niña de la lámpara azul”, a los  Con Simbólicas (1911), su primer libro de poesía, inaugura la poesía
“reyes rojos” que “batallan en lejanías de oro azulinas”, es adormido cielo, luz contemporánea del Perú: "Deja atrás a los melifluos versos románticos y el
cadmio; es, o parece ser, el pasado remoto. Eguren marca, a principios del siglo sonsonete clarinesco del Modernismo".
XX, una manera de escribir asordinada que iba contra la corriente, contra todo
 Eligió un vocablo preciso y sugerente, lirismo profundo, lenguaje musical,
lo que es estridencia, patetismo vacuo. Eguren fue el no Chocano, la no
ensueños, visiones infantiles y alucinatorias. Pero la característica principal
estridencia, la separación, la distancia. El Perú, que casi no tuvo poesía de
(de Simbólicas) la constituye su mundo medieval visto a través de lo gótico.
calidad en el siglo XIX -salvo González Prada, verdadero fundador de la poesía
contemporánea en nuestro país tuvo en Eguren a un abanderado de los valores
Eguren sostenía la idea de las “correspondencias” entre el mundo sensible y el
eternos de la lírica.
espiritual, incluso mediante recursos como la cinestesia, que no es sino la
conciencia máxima del cuerpo.
Clasificar literariamente a Eguren siempre ha sido difícil. Algunos como Pere
El mundo poético de Eguren se asemeja a un sueño infantil poblado de elfos,
Gimferrer lo consideran modernista y es con ese calificativo que aparee en la
damas del bosque, reyes similares a los que creó el delirante arquitecto Antonio
mayor parte de las antologías. Luis Monguió lo incluyo entre los posmodernistas
Gaudí en Barcelona, princesas, imágenes estáticas de objetos profundamente
y se han perdido en el tiempo aquellas opiniones que lo calificaron de infantil.
simbólicos.
Nuestros modernistas clásicos tuvieron algo del empaque parnasiano, ese
carácter enfático de los poemas de Chocano que está muy alejado de la
Pero la digresión que representó Eguren para esa tendencia produjo que el
sensibilidad de Eguren. De otro lado, Eguren no comparte con Valdelomar, otro
Amauta hiciera una observación que pone de relieve la ubicuidad del poeta:
escritor característico de la época, las referencias especificas a hechos callejeros
“Eguren, en el Perú, no comprende ni conoce al pueblo. Ignora al indio, lejano de
o a otros lugares del Perú. Eguren es un simbolista y es hora de considerarlo
su historia y extraño a su enigma.
como tal de manera clara, como lo hace James Higgins, aunque en ningún país
de Hispanoamérica surgió ese movimiento. Eguren es un poeta simbolista, lo ha
Es demasiado occidental y extranjero espiritualmente para asimilar el
dicho Higgins, porque no describe directamente sus ideas y emociones mediante
orientalismo indígena. Pero igualmente, Eguren no comprende ni conoce tampoco
comparaciones explicitas, sino sugiriendo lo que son esas ideas y emociones,
la civilización capitalista, burguesa, occidental. Entre los mundos reales, prefirió
recreándolas en la mente del lector mediante símbolos inexplicados.
el que amplió a la medida de su poesía.
En sus trabajos sugiere ambientes irreales cargados de significaciones, liberando
ANTECEDENTES
al poema de toda connotación objetiva. Su trabajo tiene gran importancia, ya que
se considera como el que inaugura la poesía contemporánea en el Perú.
Frente a lo decorativo del Modernismo se fueron levantando voces intelectuales,
A Eguren se le atribuye uno de los roles más decisivos para la iniciación de la
que pedían a los creadores de poesía se alejaran de las formas y del lenguaje no
tradición de la poesía moderna peruana, la que después se consolidaría
"acordes con el ritmo" de la "vida profunda" y que, más bien, adornan
mundialmente con la presencia e influencia que ejerce la profunda e intensa
"intensamente la vida".
poesía de César Vallejo. Mariátegui dijo de Eguren que "representa en nuestra
historia literaria la poesía pura".
El simbolismo es una corriente literaria iniciada en Francia con Verlaine,
Mallarmé y Rimbaud. Tiene como característica principal un acercamiento a
 Su poesía está desligada de la realidad. la música y a la pintura. Verlaine dijo que su poesía era del matiz y no del color.
 Según Mariátegui, "representa en nuestra literatura a la poesía pura; porque En el Perú, el más claro representante del simbolismo es José María Eguren,
su poesía no tiene máculas ideológicas, morales, religiosas o costumbristas quien tiene una poesía llena de color y sutileza. Puede decirse que Ventura García
e ignora lo erótico y lo civil". Calderón es un representante del posmodernismo en prosa por lo preciso de sus
palabras y por la elección de temas propios de la vida peruana. También al

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primer libro de César Vallejo, Los heraldos negros de 1919 puede considerársele Poesías completas y prosas selectas (1970)
como un texto posmodernista pues aúna un gran dominio formal, propio del Antología poética (1972)
modernismo con una elección temática original, propia de la vida del Perú. Obra poética completa (1974)
Blasón
BIBLIOGRAFÍA Los robles
Simbólicas (1911) Y su única obra escrita en prosa: Motivos estéticos Recopilación de sus ensayos,
 Lied I (1959)
 Lied III
LA NIÑA DE LA LÁMPARA AZUL
 ¡Sayonara!
 Los reyes rojos
En el pasadizo nebuloso
 El duque cual mágico sueño de Estambul,
 Las bodas vienesas su perfil presenta destelloso
 Marcha fúnebre de una Marionnette la niña de la lámpara azul.
 El dominó
Ágil y risueña se insinúa,
La canción de las figuras (1916) y su llama seductora brilla,
 La niña de la lámpara azul tiembla en su cabello la garúa
 El caballo de la playa de la maravilla.
 Peregrín, cazador de figuras
Con voz infantil y melodiosa
 Nocturno el fresco aroma de abedul,
 Lied V habla de una vida milagrosa
 Los ángeles tranquilos la niña de la lámpara azul.

Sombras (1929) Con cálidos ojos de dulzura


 La danza clara y besos de amor matutino,
 El bote viejo me ofrece la bella criatura
 La Pensativa un mágico y celeste camino.
 El andarín de la noche
De encantación en un derroche,
 hiende leda, vaporoso tul;
Rondinelas, en Poesías (1929)
 Favila y me guía a través de la noche
 Canción cubista la niña de la lámpara azul.
 La canción del regreso
 La muerte de marfil Del libro La canción de las figuras (1916)

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APRECIACIÓN CRÍTICA

Se dice que Eguren es el poeta de la infancia, de los niños. Su poesía es un mundo


de maravilla, de fábula, de leyenda, con personajes de fantasía. La obra poética
de José María Eguren refleja su búsqueda de trascendencia y su nostalgia de
mundos perdidos o extraños. El poeta enriqueció el lenguaje con regionalismos,
arcaísmos, neologismos y palabras inventadas; en sus últimas poesías se
inscribió en el mundo de las vanguardias europeas en lo referente al uso de la
metáfora y la imaginería del sueño.

La poesía que escribió Eguren, combina de manera original tres modalidades


poéticas:

 Modernismo
 Simbolismo
 Purismo

Del primero toma el gusto por la palabra como medio de expresión artística
(plástica, pictórica, musical); del segundo, el uso de la alegoría o símbolos para
exteriorizar su emoción poética; del tercero, su tendencia a hacer poesía desligada
de las circunstancias y contingencias de su ambiente y época.
-
-
 FUENTE: POESÍAS COMPLETAS DE JOSÉ MARÍA EGUREN
GRUPO EDITORIAL PEISA S.A.C. 2014
 Documental: Sucedió en el Perú, José María Eguren. TV Perú.
Conducido por Norma Martínez- 2014

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del país, visitando Arequipa, Cuzco y Puno. El mismo año de 1910 aparecieron
AUTORES NARRATIVOS publicados los primeros cuentos de Valdelomar en las revistas Variedades e
Ilustración Peruana, y al año siguiente aparecieron por entregas en las mismas
revistas sus novelas cortas La ciudad de los tísicos y La ciudad muerta (en las que
ABRAHAM VALDELOMAR PINTO
se manifiesta la influencia del escritor italiano Gabriele D'Annunzio), iniciando
también su colaboración con el diario La Prensa de la capital peruana. En 1912
participó en la campaña presidencial de Guillermo Billinghurst, siendo elegido
Ica, 1888 - Ayacucho, 1919. Hijo de
presidente del Centro Universitario billinghurista. Después del triunfo de su
Anfiloquio Valdelomar Fajardo y de
candidato, Abraham Valdelomar fue nombrado administrador de la Imprenta del
Carolina Pinto, Abraham
Estado y director del diario oficial El Peruano (desde octubre de 1912 hasta mayo
Valdelomar siguió sus estudios
de 1913).
primarios en la ciudad de Pisco y en
la Escuela Municipal Nº 3 de
Valdelomar renunció a ambos cargos luego de ser nombrado Segundo Secretario
Chincha, y los secundarios en el
de la Legación del Perú en Italia (12 de mayo de 1913), embarcándose con destino
Colegio Nacional de Nuestra Señora
a Europa el 30 de mayo. Después de pasar por Panamá, Cuba y Nueva York, llegó
de Guadalupe de Lima (1900-1904),
a Roma el 7 de agosto, asumiendo inmediatamente sus funciones.
donde fundó la revista La Idea
Guadalupana (1903) junto con su
Su estancia en para escribir una serie de artículos que, bajo el nombre de
compañero Manuel A. Bedoya, que
"Crónicas de Roma", publicó en los diarios limeños La Nación esta ciudad la
daría inicio a su carrera de escritor.
aprovechó (desde noviembre de 1913 hasta enero de 1914) y La Opinión Nacional
En 1905 ingresó en la Universidad
(entre mayo y julio de 1914), pero definitivamente lo más importante de su
Nacional Mayor de San Marcos,
estancia en Italia fue su participación en el concurso literario organizado por La
pero dejó las clases al año siguiente
Nación, con el cuento "El Caballero Carmelo", que resultó ganador del primer
para emplearse como dibujante en las revistas Aplausos y silbidos, Monos y
premio (3 de enero de 1914).
Monadas, Actualidades, Cinema y Gil Blas, donde también trabajó como director
artístico.
Tras recibir la noticia del derrocamiento del presidente Billinghurst, el 6 de
febrero del mismo año renunció a su cargo diplomático y regresó a Lima.
En 1909 publicó sus primeros versos (en la línea del todavía triunfante
modernismo) en la revista Contemporáneos, y al año siguiente decidió reanudar
De nuevo en la capital peruana, y luego de una fugaz detención por conspirar
sus estudios; la universidad, sin embargo, nunca llegó a interesarle mucho, y en
contra el nuevo gobierno (junio de 1914), comenzó a trabajar como secretario
1913 terminó por abandonarla definitivamente.
personal del polígrafo peruano José de la Riva Agüero (1914-1915). Bajo la
influencia de Riva Agüero escribió su primer libro, La Mariscala (Lima, 1914),
En 1910, a raíz de un conflicto con Ecuador, Abraham Valdelomar sentó plaza de
biografía novelada de Francisca Zubiaga (1803-35), esposa del presidente Agustín
soldado como integrante del Batallón Universitario, formado por estudiantes de
Gamarra y figura importante de la política peruana durante algunos años. Para
San Marcos.
entonces Valdelomar ya era un colaborador frecuente de numerosas
publicaciones limeñas como los diarios El Comercio y La Crónica, y las revistas
Durante el acuartelamiento escribió una serie de crónicas bajo el título "Con la
Balnearios, Mundo Limeño y Variedades, en las que publicaba sus poemas,
argelina al viento", que fueron publicadas en El Diario y La Opinión Nacional de
cuentos y artículos.
Lima entre abril y junio de 1910, y que le valieron un premio por parte del
Municipio de Lima; posteriormente viajó con una delegación universitaria al sur

9
Sin embargo, su labor como periodista estuvo ligada principalmente al diario La En enero de 1918 renunció a su puesto de redactor en La Prensa y comenzó una
Prensa, donde tuvo a cargo la sección "Palabras" desde julio de 1915 hasta su breve colaboración con la revista Sud América. Es entonces cuando el escritor
alejamiento del diario en 1918. También publicó en La Prensa sus "Crónicas decide recorrer el territorio peruano como conferenciante, para lo cual emprendió
frágiles", donde hizo conocido su seudónimo de El Conde de Lemos; y los "Diálogos un viaje al norte del país (entre mayo y diciembre de 1918) visitando las ciudades
máximos", a manera de conversaciones entre dos personajes, Manlio y Aristipo, a de Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Piura, así como diversos pueblos en los cuales
través de los cuales descubrimos las personalidades de Valdelomar y del escritor dio charlas sobre temas estéticos, patrióticos y sociales. Mientras tanto se había
José Carlos Mariátegui. En el mismo diario publicó sus crónicas tituladas postulado a la diputación regional de Ica y, al ser elegido para el cargo (24 de
"Impresiones"; la columna "Fuegos fatuos", donde desplegó todo su humorismo e agosto de 1919), viajó a la ciudad de Ayacucho, sede del Congreso Regional del
ironía; y finalmente sus comentarios sobre la Primera Guerra Mundial, Centro.
aparecidos en 1917 bajo el rótulo de "Al margen del cable". En 1917 ganó el
concurso organizado por el Círculo de Periodistas del Perú con su artículo El 1º de noviembre de 1919, sufre un accidente mientras participaba en la
"Ensayo sobre la psicología del gallinazo". segunda sesión preparatoria del Congreso, a consecuencia del cual murió al cabo
de dos días, siendo trasladados sus restos a Lima, luego de ser embalsamados.
A su regreso de Europa se había convertido en el líder de un grupo de jóvenes Póstumamente se publicaron Los hijos del sol (cuentos incaicos), conjunto de
escritores, decidió fundar su propia revista literaria para exponer los trabajos que relatos escritos alrededor del año 1910 e impresos en Lima en 1921, y Tríptico
sentía acordes con los gustos literarios de la nueva generación que representaba. heroico (Lima, 1921), libro de poemas patrióticos dedicados a los niños de las
Así, el 15 de enero de 1916 apareció el primer número de Colónida, revista dirigida escuelas del Perú. Su obra literaria, formada por los pocos libros que publicó y
por Valdelomar que, a pesar de su corta duración (sólo se publicaron cuatro sus trabajos desperdigados en numerosas publicaciones periódicas, ha sido
números, el último en mayo de 1916) tuvo una gran repercusión en el ambiente objeto de diversas recopilaciones, la última (y también la más completa) con el
cultural peruano, hasta el punto de que comenzó a hablarse de un "movimiento título de Obras completas (dos volúmenes, Lima, 1988).
Colónida". Sin embargo, la importancia de esta publicación no puede ser
magnificada. Se ha sostenido que la revista pretendía ser una bandera de CONTEXTO HISTORICO – LITERARIO
revolución estética y un intento de dar a conocer a los nuevos escritores
provincianos, pero es indudable que sus resultados no fueron siempre los Abraham Valdelomar, no cabe duda, que es, el punto de partida de la narrativa
deseables. A pesar de todo, habría que reconocerle el mérito de rescatar del olvido moderna, la máxima expresión de uno de los momentos literarios más ricos del
la figura de José María Eguren (1874-1942), el primer escritor peruano que Perú, en el siglo XX. Genial como pocos, cultivó casi todos los géneros literarios,
merece con justicia el calificativo de poeta. destacando –hecho insólito– en todos ellos: Poeta, narrador, dramaturgo, cronista
y ensayista. Fue llamado El Dandy por su llamativa vestimenta al estilo europeo
El mismo año se publicó el libro Las Voces Múltiples (Lima, 1916), que reunía que impresionaban las calles limeñas de su época. En el campo de la prosística,
poesías de ocho escritores vinculados a Colónida, entre ellos Valdelomar. El libro Valdelomar abarcó numerosos géneros, pero ha sido en el Cuento donde realizó
recoge los poemas "El hermano ausente en la cena de Pascua" y "Tristitia", su mejor obra. Su prematura muerte, a los 31 años de edad, truncó una obra
considerados los mejores de su producción poética, donde se describe el ambiente sumamente valiosa y aun así su legado abrió una luminosa senda para sus
familiar y la sensación de ausencia y soledad que embarga al poeta. continuadores.
Posteriormente publicó los que serían sus últimos libros: Belmonte, el trágico:
ensayo de una estética futura a través del arte nuevo (Lima, 1918), sobre la Dentro del cuento, Valdelomar tentó distintas formas que, siguiendo las
filosofía estética del toreo en Juan Belmonte (tema sobre el que confiesa no denominaciones usadas por el mismo autor, podrían clasificarse en cuentos
encontrarse versado) su exitoso primer volumen de cuentos bajo el título de El criollos, exóticos, incaicos, yanquis, chinos, cinematográficos, fantásticos y
Caballero Carmelo (Lima, 1918). cuentos humorísticos, siendo los cuentos criollos los que marcaron con mayor
intensidad y duración el proceso de la narrativa peruana. Los otros, aunque
valiosos, no lograron independizarse sustancialmente del canon modernista (la

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corriente literaria vigente entonces), aunque algunos de ellos constituyen unos - El vuelo de los cóndores
tímidos intentos vanguardistas. Valdelomar publicó la mayoría de sus cuentos en - El buque negro
revistas y diarios de la época. El primero de ellos fue “El suicidio de Richard - Yerba santa
Tennyson” (1910), “cuento yanqui”, que después volvería a publicarse con el título - La paraca
de “El círculo de la muerte”. - Hebaristo, el sauce que murió de amor
-

En vida Valdelomar publicó solo un libro de cuentos: “El Caballero Carmelo” - Cuentos exóticos:
(Lima, 1918), que reúne 16 relatos; se trata de una especie de miscelánea - El palacio de hielo
cuentística, que abarca desde el costumbrismo hasta lo fantástico y donde - La virgen de cera
destacan los llamados “cuentos criollos”, el primero de los cuales da el título a la
obra y que es con toda seguridad uno de los cuentos más perfectos de toda la - Cuento cinematográfico:
literatura peruana. Con un lenguaje sencillo, libre del artificio y cultismo extremo
de la prosa modernista, nos remiten a la infancia del autor transcurrida en la - El beso de Evans
aldea de San Andrés (cerca del puerto de Pisco) y nos muestra a un niño
descubriendo entre asombrado y asustado los misterios de la vida y la muerte, - Cuentos yanquis:
del amor y la venganza, la realidad y la fantasía. - El círculo de la muerte, cuya primera versión se titulaba El suicidio de
Richard Tennyson
Fue en su momento la propuesta de una narrativa localista, provinciana, - Tres senas, dos ases
autóctona, en una literatura peruana que hasta entonces había sido muy elitista - Cuentos chinos:
y limeña; además, detalle importante que resaltar, aparece por primera vez el - Las vísceras del superior
niño como protagonista de una narración peruana, que había sido hasta entonces - El hediondo pozo siniestro
muy adulta, así como la evocación de la vida del hogar, llena de un encanto y - El peligro sentimental
ternura como solo la fina sensibilidad de un escritor como Valdelomar lo podía - Los Chin-Fu-Ton
hacer. Con esta obra la literatura peruana ingresa de hecho a la modernidad. - Whong-Fau-Sang
- Cuentos humorísticos:
Su personalidad no solo influyo en la actitud espiritual de una generación de - La tragedia en una redoma
escritores. Inicio en nuestra literatura una tendencia que luego se ha acentuado. - La historia de una vida documentada y trunca
Valdelomar, que trajo del extranjero influencias pluricolores e internacionales y - Mi amigo tenía frío y yo tenía un abrigo cáscara de nuez
que, por consiguiente, introdujo en nuestra literatura elementos de - La ciudad sentimental. Un cuento, un perro y un salto
cosmopolitismo se sintió al mismo tiempo, atraído por el criollismo y el inkaismo. - Breve historia veraz de un pericote
En los cuentos de Abraham Valdelomares predomínate el tema familiar, Busco - Almas prestadas. Heliodoro, el reloj, mi nuevo amigo
sus temas en lo cotidiano y lo humilde. Revivió su infancia en una aldea de
pescadores. Descubrió inexperto pero clarividente, la cantera de nuestro pasado - Cuentos incaicos:
autóctono. - Los hermanos Ayar
- El alma de la quena
BIBLIOGRAFÍA - El alfarero (Sañu-Camayok)
- Cuentos criollos: - El pastor y el rebaño de nieve
- El caballero Carmelo. Primer premio del concurso literario del diario - Los ojos de los reyes” o “Chaymanta Huayñuy (Más allá de la muerte)
"LaNación" de Lima (1913). - El camino hacia el Sol
-
Los ojos de Judas

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- Chaymanta Huayñuy” o "El hombre maldito
- El cantor errante EL CABALLERO CARMELO
-
I
- Cuentos fantásticos:
Un día, después del desayuno, cuando el sol empezaba a calentar, vimos
- El hipocampo de oro
aparecer, desde la reja, en el fondo de la plazoleta, un jinete en bellísimo caballo
- Finis desolatrix veritae
de paso, pañuelo al cuello que agitaba el viento, sanpedrano pellón de sedosa
cabellera negra, y henchida alforja, que picaba espuelas en dirección a la casa.
Reconocímosle. Era el hermano mayor, que años corridos, volvía. Salimos
atropelladamente gritando:
–¡Roberto, Roberto!
Entró el viajero al empedrado patio donde el ñorbo y la campanilla enredábanse
en las columnas como venas en un brazo y descendió en los de todos nosotros.
¡Cómo se regocijaba mi madre! Tocábalo, acariciaba su tostada piel, encontrábalo
viejo, triste, delgado. Con su ropa empolvada aún, Roberto recorría las
habitaciones rodeados de nosotros; fue a su cuarto, pasó al comedor, vio los
objetos que se habían comprado durante su ausencia, y llegó al jardín.
–¿Y la higuerilla? –dijo.
Buscaba entristecido aquel árbol cuya semilla sembrara él mismo antes de partir.
Reímos todos:
–¡Bajo la higuerilla estás!…
El árbol había crecido y se mecía armoniosamente con la brisa marina. Tocólo mi
hermano, limpió cariñosamente las hojas que le rebozaban la cara, y luego
volvimos al comedor. Sobre la mesa estaba la alforja rebosante; sacaba él, uno a
uno, los objetos que traía y los iba entregando a cada uno de nosotros. ¡Qué cosas
tan ricas! ¡Por donde había viajado! Quesos frescos y blancos envueltos por la
cintura con paja de cebada, de la Quebrada de Humay; chancacas hechas con
cocos, nueces, maní y almendras; frijoles colados, en sus redondas calabacitas,
pintadas encima con un rectángulo de su propio dulce, que indicaba la tapa, de
Chincha Baja; bizcochuelos, en sus cajas de papel, de yema de huevo y harina de
papas, leves, esponjosos,
amarillos y dulces; santitos de piedra de Guamanga tallados en la feria serrana;
cajas de manjar blanco, tejas rellenas y una traba de gallo con los colores blanco
y rojo. Todos recibíamos el obsequio, y él iba diciendo, al entregárnoslo:
–Para mamá… para Rosa… para Jesús… para Héctor…
–¿Y para papá? –le interrogamos cuando terminó.
–Nada…
–¿Cómo? ¿Nada para papá?
Sonrió el amado, llamó al sirviente y le dijo
–¡El Carmelo!

12
A poco volvió éste con una jaula y sacó de ella un gallo, que, ya libre, estiró sus escandaloso, y aquel día, mientras la paz era en el corral, y lo otros comían el
cansados miembros, agitó las alas y cantó estentóreamente: modesto grano, él, en pos de mejores viandas, habíase encaramado en la mesa
–¡Cocorocóooo!… del comedor y rotos varias piezas de nuestra limitada vajilla.
–¡Para papá! – dijo mi hermano. En el almuerzo tratóse de suprimirlo, y cuando mi padre supo sus fechorías, dijo,
Así entró en nuestra casa el amigo íntimo de nuestra infancia ya pasada, a quien pausadamente:
acaeciera historia digna de relato; cuya memoria perdura aún en nuestro hogar –Nos lo comeremos el domingo…
como una sombra alada y triste: el Caballero Carmelo. Defendiólo mi primer hermano, Anfiloquio, su poseedor, suplicante y lloroso. Dijo
que era un gallo que haría crías espléndidas. Agregó que desde que había llegado
II el “Carmelo” todos miraban mal al “Pelado”, que antes era la esperanza del corral
Amanecía, en Pisco, alegremente. A la agonía de las sombras nocturnas, en el y el único que mantenía la aristocracia de la afición y de la sangre fina.
frescor del alba, en el radiante despertar del día, sentíamos los pasos de mi madre –¿Cómo no matan –decía en defensa del gallo– a los patos que no hacen más que
en el comedor, preparando el café para papá. Marchábase éste a la oficina. ensuciar el agua, ni al cabrito que el otro día aplasto a un pollo, ni al puerco que
Despertaba ella a la criada, chirriaba la puerta de la calle con sus mohosos todo lo enloda y sólo sabe comer y gritar, ni a las palomas, que traen mala
goznes; oíase el canto del gallo que era contestado a intervalo por todos los de la suerte?…
vecindad; sentíase el ruido del mar, el frescor de la mañana, la alegría sana de la Se adujeron razones. El cabrito era un bello animal, de suave piel, alegre,
vida. Después mi madre venía a nosotros, nos hacía rezar, arrodillados en la simpático, inquieto, cuyos cuernos apenas apuntaban; además, no estaba
cama, con nuestras blancas camisas de dormir; vestíanos luego, y, al concluir comprobado que había matado al pollo. El puerco mofletudo había sido criado en
nuestro tocado, se anunciaba a lo lejos la voz del panadero. Llegaba éste a la casa desde pequeño. Y las palomas con sus alas de abanico, eran la nota blanca,
puerta y saludaba. Era un viejo dulce y bueno, y hacía muchos años, al decir de subíanse a la cornisa conversar en voz baja, hacían sus nidos con amoroso
mi madre, que llegaba todos los días, a la misma hora, con el pan calientito y cuidado y se sacaban el maíz del buche para darlo a sus polluelos.
apetitoso, montado en su burro, detrás de dos capachos de cuero, repletos de El pobre “Pelado” estaba condenado. Mis hermanos le pidieron que se le
toda clase de pan: hogazas, pan francés, pan de mantecado, rosquillas… perdonase, pero las roturas eran valiosas y el infeliz sólo tenía un abogado, mi
Mi madre escogía el que habíamos de tomar y mi hermana Jesús lo recibía en el hermano y su señor, de poca influencia. Viendo ya pérdida su defensa y estando
cesto. Marchábase el viejo, y nosotros, dejando la provisión sobre la mesa del la audiencia al final, pues iban a partir la sandía, inclinó la cabeza. Dos gruesas
comedor, cubierta de hule brillante, íbamos a dar de comer a los animales. lágrimas cayeron sobre el plato, como un sacrificio, y un sollozo se ahogó en su
Cogíamos las mazorcas de apretados dientes, las desgranábamos en un cesto y garganta. Callamos todos. Levantóse mi madre, acercóse al muchacho, lo besó en
entrábamos al corral donde los animales nos rodeaban. Volaban las palomas, la frente y le dijo:
picoteábanse las gallinas por el grano, y entre ellas, escabullíanse los conejos. – No llores; no nos lo comeremos…
Después de su frugal comida, hacían grupo alrededor nuestro. Venía hasta
nosotros la cabra, refregando su cabeza en nuestras piernas; piaban los pollitos; III
tímidamente ese acercaban los conejos blancos, con sus largas orejas, sus Quien sale de Pisco, de la plazuela sin nombre, salitrosa y tranquila, vecina a la
redondos ojos brillantes y su boca de niña presumida; los patitos, recién sacados, Estación y torna por la calle del Castillo, que hacia el sur se alarga, encuentra, al
amarillos como yema de huevo, trepaban en un panto de agua; cantaba desde su terminar, una plazuela pequeña donde quemaban a Judas el Domingo de Pascua
rincón, entrabado, el “Carmelo”, y el pavo, siempre orgulloso, alharaquero y de Resurrección, desolado lugar en cuya arena verdeguean a trechos las malvas
antipático, hacía por desdeñarnos, mientras los patos, balanceándose como silvestres. Al lado del poniente, en vez de casas, extiende el mar su manto verde,
dueñas gordas, hacían, por lo bajo, comentarios, sobre la actitud poco gentil del cuya espuma teje complicados encajes al besar la húmeda orilla.
petulante. Termina en ella el puerto, y, siguiendo hacia el sur, se va, por estrecho y arenoso
Aquel día, mientras contemplábamos a los discretos animales, escapóse del corral camino, teniendo a diestra el mar y a izquierda mano angostísima faja, ora fértil,
“el Pelado”, un pollo sin plumas, que parecía uno de aquellos jóvenes de diecisiete ora infecunda, pero escarpada siempre, detrás de la cual, a oriente, extiéndese el
años, flacos y golosos. Pero “el Pelado”, a más de eso, era pendenciero y desierto cuya entrada vigilan de trecho en trecho, como centinelas, una que otra

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palmera desmedrada, alguna higuera nervuda y enana y los toñuces siempre los domingos, al clarear el alba, iban al puerto, con los jumentos cargados de
coposos y frágiles. Ondea en el terreno la “hierba del alacrán”, verde y jugosa al corvinas frescas y luego en la capilla, cumplían con Dios. Buenas gentes, de
nacer, quebradiza en sus mejores días, y en la vejez, bermeja como sangre de dulces rostros, tranquilo mirar, morigeradas y sencillas, indios de la más pura
buey. En el fondo del desierto, como si temieran su silenciosa aridez, las palmeras cepa, descendientes remotos y ciertos de los hijos del Sol, cruzaban a pie todos
únense en pequeños grupos, tal como lo hacen los peregrinos al cruzarlo y, ante los caminos, como en la Edad Feliz del Inca, atravesaban en caravana inmensa
el peligro, los hombres. la costa para llegar al templo y oráculo del buen Pachacámac, con la ofrenda en
Siguiendo el camino, divísase en la costa, en la borrosa y vibrante vaguedad la alforja, la pregunta en la memoria y la fe en el sencillo espíritu.
marina, San Andrés de los Pescadores, la aldea de sencillas gentes, que eleva sus
casuchas entre la rumorosa orilla y el estéril desierto. Allí, las palmeras se Jamás riña alguna manchó sus claros anales; morales y austeros, labios de
multiplican y las higueras dan sombra a los hogares, tan plácida y fresca, que marido besaron siempre labios de esposa; y el amor, fuente inagotable de odios y
parece que no fueran malditas del buen Dios, o que su maldición hubiera maldecires, era, entre ellos, tan normal y apacible como el agua de sus pozos. De
caducado; que bastante castigo recibió la que sostuvo en sus ramas al traidor, y fuertes padres, nacían, sin comadronas, rozagantes muchachos, en cuyos
todas sus flores dan frutos que al madurar revientan. miembros la piel hacía gruesas arrugas; aires marinos henchían sus pulmones,
En tan peregrina aldea, de caprichoso plano, levántanse las casuchas de frágil y crecían sobre la arena caldeada, bajo el sol ubérrimo, hasta que aprendían a
caña y estera leve, junto a las palmeras que a la puerta vigilan; limpio y brillante, lanzarse al mar y a manejar los botes de piquete que, zozobrando en las olas, les
reposando en la arena blanda sus caderas amplias, duerme, a la puerta, el bote enseñaban a domeñar la marina furia.
pescador, con sus velas plegadas, sus remos tendidos como tranquilos brazos Maltones, musculosos, inocentes y buenos, pasaban su juventud hasta que el
que descansan, entre los cuales yacen con su muda y simbólica majestad, el cura de Pisco unía a las parejas que formaban un nuevo nido, compraban un
timón grácil, la calabaza que “achica” el agua mar afuera y las sogas retorcidas asno y se lanzaban a la felicidad, mientras las tortugas centenarias del hogar
como serpientes que duermen. Cubre, piadosamente, la pequeña nave, cual paterno, veían desenvolverse, impasibles, las horas; filosóficas, cansadas y
blanca mantilla, la pescadora red circundada de caireles de liviano corcho. pesimistas, mirando con llorosos ojos desde la playa, el mar, al cual no
En las horas del medio día, cuando el aire en la sombra invita al sueño, junto a intentaban volver nunca; y al crepúsculo de cada día, lloraban, lloraban, pero
la nave, teje la red el pescador abuelo; sus toscos dedos añudan el lino que ha de hundido el sol, metían la cabeza bajo la concha poliédrica y dejaban pasar la vida
enredar al sorprendido pez; raspa la abuela el plateado lomo de los que la víspera llenas de experiencia, sin fe, lamentándose siempre del perenne mal, pero
trajo la nave; saltan al sol, como chispas, las escamas y el perro husmea en los inactivas, inmóviles, infecundas, y solas...
despojos. Al lado, en el corral que cercan enormes huesos de ballenas, trepan los
chiquillos desnudos sobre el asno pensativo, o se tuestan al sol en la orilla; IV
mientras, bajo la ramada, el más fuerte pule un remo; la moza, fresca y ágil, saca Esbelto, magro, musculoso y austero, su afilada cabeza roja era la de un hidalgo
agua del pozuelo y las gaviotas alborozadas recorren la mansión humilde dando altísimo, caballeroso, justiciero y prudente. Agallas bermejas, delgada cresta de
gritos extraños. encendido color, ojos vivos y redondos, mirada fiera y perdonadora, acerado pico
Junto al bote duerme el hombre de mar, el fuerte mancebo, embriagado por la agudo. La cola hacía un arco de plumas tornasoles, su cuerpo de color carmelo
brisa caliente y por la tibia emanación de la arena, su dulce sueño de justo, con avanzaba en el pecho audaz y duro. Las piernas fuertes que estacas musulmanas
el pantalón corto, las musculosas pantorrillas cruzadas, y en cuyos duros pies de defendían, cubiertas de escamas, parecían las de un armado caballero medieval.
redondos dedos, piérdense, como escamas, las diminutas uñas. La cara tostada Una tarde, mi padre, después del almuerzo, nos dio la noticia. Había aceptado
por el aire y el sol, la boca entreabierta que deja pasar la respiración tranquila, y una apuesta para la jugada de gallos de San Andrés, el 28 de Julio. No había
el fuerte pecho desnudo que se levanta rítmicamente, con el ritmo de la Vida, el podido evitarlo. Le habían dicho que el “Carmelo”, cuyo prestigio era mayor que
más armonioso que Dios ha puesto sobre el mundo. el del alcalde, no era un gallo de raza. Molestóse mi padre. Cambiáronse frases y
Por las calles no transitan al medio día las personas y nada turba la paz de apuestas; y acepto. Dentro de un mes toparía al Carmelo, con el Ajiseco, de otro
aquella aldea, cuyos habitantes no son más numerosos que los dátiles de sus aficionado, famoso gallo vencedor, como el nuestro, en muchas lides singulares.
veinte palmeras. Iglesia ni cura habían, en mi tiempo. Las gentes de San Andrés, Nosotros recibimos la noticia con profundo dolor. El “Carmelo” iría a un combate

14
y a luchar a muerte, cuerpo a cuerpo, con un gallo más fuerte y más joven. Hacía segundos de jadeante lucha cayó uno de ellos. Su cabecita afilada y roja besó el
ya tres años que estaba en casa, había él envejecido mientras crecíamos nosotros, suelo, y la voz del juez:
¿por qué aquella crueldad de hacerlo pelear?... – ¡Ha enterrado el pico, señores!
Llegó el día terrible. Todos en casa estábamos tristes. Un hombre había venido Batió las alas el vencedor. Aplaudió la multitud enardecida, y ambos gallos,
seis días seguidos a preparar al “Carmelo”. A nosotros ya no nos permitían ni sangrando, fueron sacados del ruedo. La primera jornada había terminado. Ahora
verlo. El día 28 de julio, por la tarde, vino el preparador, y de una caja llena de entraba el nuestro: el “Caballero Carmelo”. Un rumor de expectación vibró en el
algodones, sacó una media luna de acero con unas pequeñas correas: era la circo:
navaja, la espada del soldado. El hombre la limpiaba, probándola en la uña, – ¡El Ajiseco y el Carmelo!
delante de mi padre. –¡Cien soles de apuesta!…
Sonó la campanilla del juez y yo empecé a temblar.
A los pocos minutos, en silencio, con una calma trágica, sacaron al gallo, que el En medio de la expectación general, salieron los dos hombres, cada uno con su
hombre cargó en sus brazos como a un niño. Un criado llevaba la cuchilla y mis gallo. Se hizo un profundo silencio y soltaron a los dos rivales. Nuestro Carmelo,
dos hermanos lo acompañaron. al lado del otro, era un gallo viejo y achacoso; todos apostaban al enemigo, como
–¡Qué crueldad! – dijo mi madre. augurio de que nuestro gallo iba a morir.
Lloraban mis hermanas, y la más pequeña, Jesús, me dijo en secreto, antes de
salir: No faltó aficionado que anunció el triunfo del Carmelo, pero la mayoría de las
–Oye, anda junto con él… Cuídalo… ¡pobrecito!… apuestas favorecía al adversario. Una vez frente al enemigo, el Carmelo empezó a
Llevóse la mano a los ojos, echóse a llorar, y yo salí precipitadamente y hube de picotear, agitó las alas y cantó estentóreamente. El otro, que en verdad parecía
correr unas cuadras para poder alcanzarlos. ser un gallo fino de distinguida sangre y alcurnia, hacía cosas tan petulantes
cuan humanas: miraba con desprecio a nuestro gallo y se paseaba como dueño
V de la cancha. Enardeciéronse los ánimos de los adversarios, llegaron al centro y
Llegamos a San Andrés. El pueblo estaba de fiesta. Banderas peruanas agitaban alargaron sus erizados cuellos, tocándose los picos sin perder terreno.
sobre las casas por el día de la Patria, que allí sabían celebrar con una gran El Ajiseco dio la primera embestida; entablóse la lucha; las gentes
jugada de gallos a la que solían ir todos los hacendados y ricos hombres del valle. presenciaban en silencio la singular batalla y yo rogaba a la Virgen que sacara
En ventorrillos, a cuya entrada había arcos de sauces envueltos en colgaduras, y con bien a nuestro viejo paladín.
de los cuales prendían alegres quitasueños de cristal, vendían chicha de bonito, Batíase él con todo los aires de un experto luchador, acostumbrando a las artes
butifarras, pescado fresco asado en brasas y anegado en cebollones y vinagre. El azarosas de la guerra. Cuidaba poner las patas armadas en el enemigo pecho;
pueblo los invadía, parlanchín y endomingado con sus mejores trajes. Los jamás picaba a su adversario –que tal cosa es cobardía–, mientras que éste,
hombres de mar lucían camisetas nuevas de horizontales franjas rojas y blancas, bravucón y necio, todo quería hacerlo a aletazos y golpes de fuerza. Jadeantes,
sombrero de junco, alpargatas y pañuelos añudados al cuello. se detuvieron un segundo. Un hilo de sangre corría por la pierna del Carmelo.
Nos encaminamos a “la cancha”. Una frondosa higuera daba acceso al circo, bajo Estaba herido, mas parecía no darse cuenta de su dolor. Cruzáronse nuevas
sus ramas enarcadas. Mi padre, rodeado de algunos amigos, se instaló. Al frente apuestas en favor del Ajiseco, y las gentes felicitaban ya al poseedor del
estaba el juez y a la derecha el dueño del paladín Ajiseco. Sonó una campanilla, menguado. En un nuevo encuentro, el Carmelo cantó, acordóse de sus tiempos y
acomodáronse las gentes y empezó la fiesta. Salieron por lugares opuestos dos acometió con tal furia, que desbarató al otro de un solo impulso. Levantóse éste
hombres, llevando cada uno un gallo. Lanzáronlos al ruedo con singular ademán. y la lucha fue cruel e indecisa. Por fin, una herida grave hizo caer al Carmelo,
Brillaron las cuchillas, miráronse los adversarios, dos gallos de débil contextura, jadeante…
y uno de ellos cantó. Colérico respondió el otro echándose al medio del circo; –¡Bravo! ¡Bravo el Ajiseco! –gritaron sus partidarios, creyendo ganada la prueba.
miráronse fijamente; alargaron los cuellos, erizadas las plumas, y se acometieron. Pero el juez, atento a todos los detalles de la lucha y con acuerdo de cánones,
Hubo ruido de alas, plumas que volaron, gritos de la muchedumbre, y a los pocos dijo:
–¡Todavía no ha enterrado el pico, señores!

15
En efecto, incorporóse el Carmelo. Su enemigo, como para humillarlo, se acercó COMENTARIO CRÍTICO DEL CABALLERO CARMELO
a él, sin hacerle daño. Nació entonces, en medio del dolor de la caída, todo el
coraje de los gallos de Caucato. Incorporado el Carmelo, como un soldado herido, La heroica historia del gallo en “El Caballero Carmelo”, forma parte de la vida
acometió de frente y definitivo sobre su rival, con una estocada que lo dejó muerto familiar de Valdelomar, El gallo del relato aparece caracterizado como caballero
en el sitio. Fue entonces cuando el Carmelo, que se desangraba, se dejó caer, medieval, estrategia que permite al autor dotar de dignidad literaria y emotiva
después que el Ajiseco había enterrado el pico. La jugada estaba ganada y un belleza. La caracterización medieval funciona en el relato en la estructura,
clamoreo incesante se levantó en la cancha. Felicitaron a mi padre por el triunfo, lenguaje, descripciones e incluso la pelea de gallos evoca la retórica de los libros
y, como esa era la jugada más interesante, se retiraron del circo, mientras de caballería. El cuento que, como es habitual en Valdelomar, se divide en breves
resonaba un grito entusiasta: fragmentos, comienza con la llegada a casa del hermano mayor, Roberto, después
–¡Viva el Carmelo! de años de ausencia. Junto con los regalos que trae para toda la familia, llega el
Yo y mis hermanos lo recibimos y lo condujimos a casa, atravesando por la orilla gallo Carmelo y al final se exalta todavía más la retórica de caballerías: “así paso
del mar el pesado camino, y soplando aguardiente bajo las alas del triunfador, por el mundo aquel héroe ignorado, aquel amigo tan querido de nuestra niñez: El
que desfallecía. caballero Carmelo, flor y nata de paladines y último vástago de aquellos gallos de
sangre y de raza, cuyo prestigio unánime fue el orgullo, por muchos años, de todo
VI el verde y fecundo valle del Caucato”.
Dos días estuvo el gallo sometido a toda clase de cuidado. Mi hermana Jesús y
yo, le dábamos maíz, se lo poníamos en el pico; pero el pobrecito no podía comerlo Todo el relato está construido en torno a la figura del gallo, de atributos propios
ni incorporarse. Una gran tristeza reinaba en la casa. Aquel segundo día, después de los caballeros medievales, el animal aparece descrito con todas las cualidades
del colegio, cuando fuimos yo y mi hermana a verlo, lo encontramos tan decaído de un caballero y los valores morales que demuestra su último combate
que nos hizo llorar. corresponden a los ideales de honor, valentía y honradez inherentes al paladín
Le dábamos agua con nuestras manos, le acariciábamos, le poníamos en el pico medieval. Los elementos del paisaje son utilizados a menudo para significar el
rojo granos de granada. De pronto el gallo se incorporó. Caía la tarde, y por la paso del tiempo, así por ejemplo, la higuera simboliza el largo periodo que el
ventana del cuarto donde estaba entró la luz sangrienta del crepúsculo. Acercóse hermano mayor ha pasado fuera de casa.
a la ventana, miró la luz, agitó débilmente las alas y estuvo largo rato en la La descripción de la muerte del personaje tiene todos los ingredientes de la
contemplación del cielo. Luego abrió nerviosamente las alas de oro, enseñoreóse muerte del héroe que sabe llegado su final, y es plasmado con maestría por
y cantó. Retrocedió unos pasos, inclinó el tornasolado cuello sobre el pecho, Valdelomar, mediante la técnica impresionista, jugando sobre todo con los colores
tembló, desplomóse, estiró sus débiles patitas escamosas, y mirándonos, del crepúsculo y del gallo, el mayor atractivo de muchos de los relatos criollos de
mirándonos amoroso, expiró apaciblemente. Valdelomar radica en cómo el niño tiene que ir enfrentándose a los miedos y
Echamos a llorar. Fuimos en busca de mi madre, y ya no lo vimos más. Sombría decepciones propios de la vida adulta, en este caso, el niño es incapaz de
fue la comida aquella noche. Mi madre no dijo una sola palabra, y bajo la luz comprender los motivos que llevan a que el gallo tenga que pelear. Sabe que un
amarillenta del lamparín, todos nos mirábamos en silencio. Al día siguiente, en vecino ha retado y ofendido a su padre, pero aún así, el narrador nos transmite
el alba, en la agonía de las sombras nocturnas, no se oyó su canto alegre. su perplejidad ante la idea de que el gallo “iría a un combate y a luchar a muerte,
Así pasó por el mundo aquel héroe ignorado, aquel amigo tan querido de nuestra cuerpo a cuerpo, con un gallo más fuerte y más joven”. Vemos entonces que
niñez: el Caballero Carmelo, flor y nata de paladines, y último vástago de aquellos subyace a estos el proceso de pérdida de inocencia y primera confrontación con
gallos de sangre y de raza, cuyo prestigio unánime fue el orgullo, por muchos el mundo esencialmente injusto.
años, de todo el verde y fecundo valle de Caucato.

16
MARIO VARGAS LLOSA

Cuando Jorge Mario Pedro Vargas


Llosa nació, en Arequipa, el 28 de
marzo de 1936, su padre los había
abandonado meses después de
enterarse que Dora, su madre estaba
embarazada. Al nacer le hicieron creer
que, Ernesto Vargas Maldonado, su
padre, había muerto. Casi al año de
nacido viaja, junto a su madre, tíos y
abuelo, a Bolivia. Al iniciarse el
gobierno del presidente José Luis
Bustamante y Rivero en 1945, su
abuelo, que era primo hermano del mandatario, obtuvo el cargo
de prefecto del departamento de Piura, por lo que la familia Vargas Llosa entera
regresó al Perú. Los tíos de Mario se establecieron en Lima, mientras que Mario
y su madre siguieron al abuelo a la ciudad de Piura. Allí Mario continuó sus
estudios de primaria en el Colegio Salesiano Don Bosco, cursando el quinto
grado. Fue ahí donde hizo amistad con uno de sus compañeros, Javier Silva
Ruete, quien tiempo después sería ministro de economía. A los diez años aparece
Ernesto (su padre) y a partir de allí, la vida de Marito empieza a cambiar, al
terminar sus estudios primarios colabora en los diarios La Crónica y La Industria.
En 1952 escribe una obra de teatro titulada La huida del Inca, que se estrena en
un teatro de Lima y con la que gana un concurso en Piura. Aunque algunos
consideran que empezó en el Colegio Militar Leoncio Prado, donde empieza
escribiendo cartas de amor para sus amigos y novelitas rosa.

Posteriormente destaca como escritor, político y periodista peruano.

Aunque al inicio pensaba ser marino, posteriormente se inclina por estudiar


Letras y Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Participó en
la política universitaria a través de Cahuide, nombre con el que se mantenía vivo
el Partido Comunista Peruano, entonces perseguido por el gobierno de Odría,
contra el que Vargas Llosa se opuso a través de los órganos universitarios y en
fugaces protestas en plazas. Poco tiempo después se distanció del grupo y se
inscribió en el Partido Demócrata Cristiano de Héctor Cornejo Chávez,
esperanzado en que esa agrupación lanzaría la candidatura de José Luis

17
Bustamante y Rivero, quien, por aquel entonces, regresaba del exilio. Dicha el asesinato de ocho periodistas que habían viajado a la aldea para dilucidar
expectativa no se cumplió. anteriores masacres en Huaychao, en las que sospechaban que podían estar
involucrados elementos de las Fuerzas Armadas. Pese a que la comisión presidida
Durante este tiempo, trabajó como asistente del renombrado historiador por Vargas Llosa exculpaba a los militares, más tarde se demostraría su
sanmarquino Raúl Porras Barrenechea en una obra que nunca llegó a implicación en los asesinatos y algunos, como el general Clemente Noel Morán,
concretarse: varios tomos de una monumental historia de la conquista del Perú. fueron procesados y condenados a varios años de cárcel. En abril de 1984, el
presidente Fernando Belaúnde Terry le propuso encabezar el Consejo de
En 1955, se casó clandestinamente con su tía política Julia Urquidi (episodio que Ministros, ante lo cual Vargas Llosa en un primer momento aceptó y planeó
inspira la novela La tía Julia y el escribidor), empieza a colaborar formar un gabinete de consenso, independiente y de absoluta imparcialidad; sin
profesionalmente en periódicos y revistas, siendo editor de los Cuadernos de embargo, el escritor desistió a hacerse cargo por creer que no era la solución que
Composición y la revista Literatura. convenía al país en las esas circunstancias. Ante los intentos del
gobierno aprista de Alan García de nacionalizar la banca peruana, Vargas Llosa
En 1958 le conceden la beca de estudios "Javier Prado" en la Universidad se perfiló como líder político, encabezando la protesta contra esa acción en 1987.
Complutense de Madrid, donde obtiene el título de Doctor en Filosofía y Letras. Inició su carrera política fundando el movimiento Libertad y se presentó como
Un año más tarde se traslada a París, y allí trabaja en diferentes medios hasta candidato a la presidencia del Perú en 1990. Durante gran parte de la campaña
que logra entrar en la Agencia France Press y, más tarde, en la Radio Televisión electoral, fue el candidato favorito. El súbito crecimiento de la popularidad
Francesa, donde conoce a numerosos escritores hispanoamericanos. de Alberto Fujimori, quien hasta 15 días antes de la elección aparecía con menos
Posteriormente se divorciaría de Julia Urquidi, para casarse con Patricia Llosa. del 10% de las preferencias, forzó una segunda vuelta electoral en la cual Vargas
En 1959 publica Los jefes, es una colección de seis relatos breves encabezado Llosa fue derrotado y en 1990 regresa a Londres, donde retoma su actividad
por el que da nombre a la obra. Fue el primer libro que publicó el autor, que por literaria.
entonces tenía 23 años de edad; Fue galardonado en España con el Premio
Leopoldo Alas (1958). Con esta obra se inició formalmente la narrativa de Vargas En marzo de 1993 obtiene la nacionalidad española, sin renunciar a la peruana.
Llosa, Colabora en el diario El País y con la revista cultural Letras Libres, ese mismo año
publicó El pez en el agua, donde relata sus memorias, trata de una autobiografía
En 1965 se integra en la revista cubana Casa de las Américas como miembro de del escritor.
su consejo de redacción y permanece en ella hasta 1971. En esos años actúa
varias veces como jurado de los premios Casa de las Américas. Posteriormente En 1994 es nombrado miembro de la Real Academia Española y ese mismo año
viaja a Nueva York, invitado al Congreso Mundial del PEN Club, e instala su gana el Premio Miguel de Cervantes; posteriormente es reconocido doctor honoris
residencia en Londres, donde trabaja como profesor de Literatura causa en numerosas universidades. Su obra ha sido traducida a más de 30
Hispanoamericana en el Queen Mary College. Durante este periodo trabaja idiomas, por la construcción de sus personajes y obras se le llamó El arquitecto
además como traductor para la UNESCO en Grecia, junto a Julio Cortázar; hasta de la narrativa urbana.
1974 su vida y la de su familia transcurre en Europa, residiendo en París, Londres
y Barcelona. Ganador del Premio Nobel de Literatura 2010. Otros premios importantes
recibidos son: el Cervantes (1994) —considerado como el más importante en
En 1975 inicia una serie de trabajos cinematográficos, y en marzo de ese año es lengua española—, el Premio Leopoldo Alas (1959), el Biblioteca Breve (1962),
elegido Miembro de Número en la Real Academia Peruana de la Lengua. En 1976 el Rómulo Gallegos (1967), el Príncipe de Asturias de las Letras (1986) y
es elegido presidente del PEN Club Internacional, cargo que ocupa hasta 1979. el Planeta (1993), entre otros. Desde 2011 recibe el tratamiento protocolar
En Perú presenta el programa televisivo La Torre de Babel y en 1983 fue de Ilustrísimo señor al recibir de Juan Carlos I de España el título de Marqués de
nombrado por el entonces presidente del Perú, Fernando Belaúnde Terry, al Vargas Llosa. En 2013 le conceden el premio Columnistas de El Mundo, en
frente de la Comisión Investigadora del Caso Uchuraccay, cuya misión era aclarar reconocimiento a su faceta periodística.

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CONTEXTO HISTÓRICO SOCIAL Y LITERARIO Estos poetas comenzaron a publicar su obra a partir de fines del 40, tal es el caso
de Romualdo, luego lo harían Rose, Delgado, Bendezú, Belli, Guevara. Además,
En los años 1950, en el Perú, se inicia la modernización de la narrativa peruana este conjunto se vinculó entre sí no sólo por las relaciones interpersonales, sino
y nace la conocida Generación del 50, enmarcada políticamente con el golpe del que desde el punto de vista ideológico se relacionaron por el marxismo y el
General Manuel A. Odría en 1948 y las elecciones de 1950 en las que se auto existencialismo.
elige Presidente de la República. Durante la década anterior había comenzado un
movimiento migratorio del campo a la ciudad (preferentemente a la capital), que Los poetas Javier Sologuren, Sebastián Salazar Bondy, Jorge Eduardo Eielson,
durante los años cincuenta se potencializa al máximo y resulta en la formación Antenor Samaniego, Blanca Varela, fueron conocidos como el grupo neo
de barriadas y pueblos jóvenes, la aparición de sujetos marginales y desplazados vanguardista, que comenzó a publicar sus poemas a fines de los años treinta, tal
socialmente. Trayendo consigo la modernización de la urbe: mejoramiento de la es el caso de Sologuren, luego vendrían los poemas de Salazar Bondy, Samaniego,
infraestructura de la ciudad. Eielson, Varela, quienes mantuvieron una relación interpersonal en la revista Mar
del Sur, dirigida por Aurelio Miró Quesada de clara tendencia conservadora;
En este período de vida republicana, las letras y artes estuvieron influidas además, este grupo de poetas designó a Emilio Adolfo Westphalen como guía
notablemente por las vanguardias europeas; en particular, la literatura, se ligaba poético.
al llamado modernismo anglosajón de Joyce y en el ambiente norteamericano la
obra novelística de Faulkner y la Generación Perdida. También influyó A esta situación histórico - literaria, habría que añadir a los llamados Poetas del
notablemente la literatura fantástica de Borges y Kafka. Mario Vargas Llosa trajo pueblo, vinculados al partido aprista fundado por Victor Raúl Haya de la Torre.
vida al boom junto a Gabriel García Márquez, el Boom latinoamericano se Estos poetas, militantes del aprismo a inicio de los cuarenta, fueron Gustavo
caracterizó por tener una técnica novedosa (Abandona la estructura lineal, Valcárcel, Manuel Scorza, Mario Florián, Ignacio Campos, Ricardo Tello, Julio
alteran el tiempo cronológico, reemplaza el narrador omnisciente por narradores Garrido Malaver, quienes reivindicaron como paradigma poético a César Vallejo.
múltiples, entre otras técnicas experimentales) la mayoría siguió como modelo al En resumen, se podría decir, que la Generación del 50, estuvo constituida por:
escritor Wlilliam Faulkner que ya empleaba estas técnicas en sus obras. Alejandro Romualdo, Jorge Bacacorzo, Víctor Mazzi, Washington Delgado, Juan
Gonzalo Rose, Carlos Germán Belli, Francisco Bendezú y Pablo Guevara.
En el género Narrativo
En el género dramático
La generación del cincuenta es un momento en el que la narrativa se vincula de
sólidamente con el tema del desarrollo urbano y la experiencia de la migración Durante ese decenio y el siguiente el teatro experimenta un período de
andina hacia Lima (un incremento drástico de la población a partir de finales de renovación, inicialmente con las piezas de Sebastián Salazar
la década del 40). Por estar muy relacionada con el cine neorrealista italiano, Bondy (generalmente comedias de contenido social) y más tarde con Juan Rivera
presenta la realidad de la urbe cambiante, la aparición de personajes marginales Saavedra, con obras con fuerte denuncia social, influidas por el expresionismo y
y problemáticos. Entre los narradores más representativos resaltan Julio Ramón el teatro del absurdo. Durante estos años penetrará fuertemente la influencia de
Ribeyro con Los gallinazos sin plumas (1955), Enrique Congrains con el libro de Brecht entre los dramaturgos.
cuentos Lima, hora cero (1954) y la novela No una, sino muchas muertes (1957) y
Luis Loayza.

En el género Lírico

Junto a los narradores, surge un grupo de poetas entre los que destacan
Alejandro Romualdo, Washington Delgado, Carlos Germán Belli, Francisco
Bendezú, Juan Gonzalo Rose, Pablo Guevara.

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3. OBRAS: Memoria

Novelas. - El pez en el agua (Editorial Seix Barral, 1993)

- La ciudad y los perros (Seix Barral, 1963), Premio Biblioteca Ensayos


Breve y Premio de la Crítica de España
- La casa verde (Seix Barral, 1966), Premio Rómulo Gallegos y Nacional - Bases para una interpretación de Rubén Darío, tesis universitaria
de Novela del Perú (1958; publicada como libro en 2001)
- Conversación en La Catedral (Seix Barral, 1969) - García Márquez: historia de un deicidio (1971)
- Pantaleón y las visitadoras (Seix Barral, 1973) - La orgía perpetua. Flaubert y Madame Bovary (1975)
- La tía Julia y el escribidor (Seix Barral, 1977) - La verdad de las mentiras. Ensayos sobre la novela moderna (1990)
- La guerra del fin del mundo (Seix Barral, 1981) - Carta de batalla por Tirant lo Blanc (1991)
- Historia de Mayta (Seix Barral, 1984) - La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del
- ¿Quién mató a Palomino Molero? (Seix Barral, 1986) indigenismo (1996)
- El hablador (Seix Barral, 1987) - Cartas a un joven novelista (1997)
- Elogio de la madrastra (Tusquets, 1988) - La tentación de lo imposible (2004)
- Lituma en los Andes (Planeta, 1993), Premio Planeta - El viaje a la ficción (2008)
- Los cuadernos de don Rigoberto (Alfaguara, 1997) - La civilización del espectáculo (2012)
- La fiesta del Chivo (Alfaguara, 2000)
- El Paraíso en la otra esquina (Alfaguara, 2003)
- Travesuras de la niña mala (Alfaguara, 2006)
- El sueño del celta (Alfaguara, 2010)
- El héroe discreto (Alfaguara, 2013)
- Cinco esquinas (Alfaguara, 2016)
- La llamada de la tribu (2018)
- Tiempos recios (8 de octubre del 2019) Basada en conspiraciones
políticas durante la guerra fría.

Cuentos.

- Los jefes (1959); incluye seis relatos: "Los jefes”, "El desafío", "El
hermano menor", "Día domingo", "Un visitante" y "El abuelo".
- Los cachorros (1967)

Cuentos infantiles

- Fonchito y la luna (2010)


- El barco de los niños (2014)

20
LOS JEFES Gallardo se puso pálido. A grandes pasos, con gesto amenazador, invadió las filas.
I A su espalda, varios gritaban: "¡Gallardo, maricón!".
-Marchemos -dije-. Demos vueltas al patio. Primero los de quinto.
Javier se adelantó por un segundo: Comenzamos a marchar. Taconeábamos con fuerza, hasta dolernos los pies. A la
-¡Pito! -gritó, ya de pie. segunda vuelta -formábamos un rectángulo perfecto, ajustado a las dimensiones
La tensión se quebró violentamente, como una explosión. Todos estábamos del patio-Javier, Raygada, León y yo principiamos:
parados: el doctor Abásalo tenía la boca abierta. Enrojecía, apretando los puños. -Ho-ra-rio; ho-ra-rio; ho-ra-rio. . .
Cuando, recobrándose, levantaba una mano y parecía a punto de lanzar un El coro se hizo general.
sermón, el pito sonó de verdad. Salimos corriendo con estrépito, enloquecidos, -¡Más fuerte! -prorrumpió la voz de alguien que yo odiaba: Lu-. ¡Griten!
azuzados por el graznido de cuervo de Amaya, que avanzaba volteando carpetas. De inmediato, el vocerío aumentó hasta ensordecer.
El patio estaba sacudido por los gritos. Los de cuarto y tercero habían salido -Ho-ra-rio; ho-ra-rio; ho-ra-rio. . .
antes, formaban un gran círculo que se mecía bajo el polvo. Casi con nosotros, Los profesores, cautamente, habían desaparecido cerrando tras ellos la puerta de
entraron los de primero y segundo; traían nuevas frases agresivas, m s odio. El la Sala de Estudios. Al pasar los de quinto junto al rincón donde Teobaldo vendía
círculo creció. La indignación era unánime en la Media. (La Primaria tenía un fruta sobre un madero, dijo algo que no oímos. Movía las manos, como
patio pequeño, de mosaicos azules, en el ala opuesta del colegio. ) alentándonos. "Puerco", pensé.
-Quiere fregarnos, el serrano. Los gritos arreciaban. Pero ni el compás de la marcha, ni el estímulo de los
-Sí. Maldito sea. chillidos, bastaban para disimular que estábamos asustados.
Nadie hablaba de los exámenes finales. El fulgor de las pupilas, las vociferaciones, Aquella espera era angustiosa. ¿Por qué tardaba en salir? Aparentando valor aún,
el escándalo indicaban que había llegado el momento de enfrentar al director. De repetíamos la frase, mas habían comenzado a mirarse unos a otros y se
pronto, dejé de hacer esfuerzos por contenerme y comencé a recorrer febrilmente escuchaban, de cuando en cuando, agudas risitas forzadas. "No debo pensar en
los grupos: "¿nos friega y nos callamos? ". "Hay que hacer algo". "Hay que hacerle nada, me decía. Ahora no".
algo". Ya me costaba trabajo gritar: estaba ronco y me ardía la garganta. De pronto, casi
Una mano férrea me extrajo del centro del círculo. sin saberlo, miraba el cielo: perseguía a un gallinazo que planeaba suavemente
-Tú no -dijo Javier-. No te metas. Te expulsan. Ya lo sabes. sobre el colegio, bajo una bóveda azul, límpida y profunda, alumbrada por un
-Ahora no me importa. Me las va a pagar todas. Es mi oportunidad, ¡ves? disco amarillo en un costado, como un lunar. Bajé la cabeza, rápidamente.
Hagamos que formen. Pequeño, amoratado, Ferrufino había aparecido al final del pasillo que
En voz baja fuimos repitiendo por el patio, de oído en oído: "formen filas", "a desembocaba en el patio de recreo. Los pasitos breves y chuecos, como de pato,
formar, rápido". que lo acercaban interrumpían abusivamente el silencio que había reinado de
-¡Formemos las filas! -El vozarrón de Raygada vibró en el aire sofocante de la improviso, sorprendiéndome. (La puerta de la sala de profesores se abre; asoma
mañana. Muchos, a la vez, corearon: un rostro diminuto, cómico. Estrada quiere espiarnos: ve al director a unos pasos;
-¡A formar! ¡A formar! velozmente, se hunde; su mano infantil cierra la puerta. ) Ferrufino estaba frente
Los inspectores Gallardo y Romero vieron entonces, sorprendidos, que de pronto a nosotros: recorría desorbitado los grupos de estudiantes enmudecidos. Se
decaía el bullicio y se organizaban las filas antes de concluir el recreo. Estaban habían deshecho las filas; algunos corrieron a los baños, otros rodeaban
apoyados en la pared, junto a la sala de profesores, frente a nosotros, y nos desesperadamente la cantina de Teobaldo. Javier, Raygada, León y yo quedamos
miraban nerviosamente. Luego se miraron entre ellos. En la puerta habían inmóviles.
aparecido algunos profesores; también estaban extrañados. El inspector Gallardo -No tengan miedo -dije, pero nadie me oyó porque simultáneamente había dicho
se aproximó: el director:
-¡Oigan! -gritó, desconcertado-. Todavía no. . . -Toque el pito, Gallardo.
-Calla -repuso alguien, desde atrás-. ¡Calla, Gallardo, maricón!

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De nuevo se organizaron las hileras, esta vez con lentitud. El calor no era todavía -Hizo una pausa-El motivo figurará en la libreta: por rebelarse contra una
excesivo, pero ya padecíamos cierto sopor, una especie de aburrimiento. "Se disposición pedagógica.
cansaron -murmuró Javier-. Malo. “Y advirtió, furioso: -Señor director. . .
-¡Cuidado con hablar! -Raygada estaba lívido.
Otros propagaron el aviso. -Me parece justo -susurró Javier-. Por bruto.
-No -dije-. Espera. Se pondrán como fieras apenas hable Ferrufino.
Pasaron algunos segundos de silencio, de sospechosa gravedad, antes de que II
fuéramos levantando la vista, uno por uno, hacía aquel hombrecito vestido de
gris. Estaba con las manos enlazadas sobre el vientre, los pies juntos, quieto. Un rayo de sol atravesaba el sucio tragaluz y venía a acariciar mi frente y mis
-No quiero saber quién inició este tumulto -recitaba. Un actor: el tono de su voz, ojos, me invadía de paz. Sin embargo, mi corazón estaba algo agitado y a ratos
pausado, suave, las palabras casi cordiales, su postura de estatua, eran sentía ahogos. Faltaba media hora para la salida; la impaciencia de los
cuidadosamente afectadas. ¨¿Habría estado ensayándose solo, en su despacho? muchachos había decaído un poco.
-. Actos como éste son una vergüenza para ustedes, para el colegio y para mí. He ¿Responderían, después de todo?
tenido mucha paciencia, demasíada, óiganlo bien, con el promotor de estos -Siéntese, Montes -dijo el profesor Zambrano-. Es usted un asno.
desórdenes, pero ha llegado al límite. . . -Nadie lo duda -afirmó Javier, a mi costado-. Es un asno.
¿Yo o Lu? Una interminable lengua de fuego lamía mi espalda, mi cuello, mis ¿Habría llegado la consigna a todos los años? No quería martirizar de nuevo mi
mejillas a medida que los ojos de toda la Media iban girando hasta encontrarme. cerebro con suposiciones pesimistas, pero a cada momento veía a Lu, a pocos
¿Me miraba Lu? ¿Tenía envidia? ¿Me miraban los coyotes? Desde atrás, alguien metros de mi carpeta, y sentía desasosiego y duda, porque sabía que en el fondo
palmeó mi brazo dos veces, alentándome. El director habló largamente sobre iba a decidirse, no el horario de exámenes, ni siquiera una cuestión de honor,
Dios, la disciplina y los valores supremos del espíritu. Dijo que las puertas de la sino una venganza personal. ¿Cómo descuidar esta ocasión feliz para atacar al
dirección estaban siempre abiertas, que los valientes de verdad debían dar la enemigo que había bajado la guardia?
cara. -Toma -dijo a mi lado, alguien-. Es de Lu.
-Dar la cara -repitió; ahora era autoritario-, es decir, hablar de frente, hablarme "Acepto tomar el mando, contigo y Raygada". Lu había firmado dos veces. Entre
a mí. sus nombres, como un pequeño borrón, aparecía con la tinta brillante aún, un
-¡No seas imbécil! -dije, rápido-. ¡No seas imbécil! signo que todos respetábamos: la letra C, en mayúscula, encerrada en un círculo
Pero Raygada ya había levantado su mano al mismo tiempo que daba un paso a negro. Lo miré: su frente y su boca eran estrechas; tenía los ojos rasgados, la piel
la izquierda, abandonando la formación. Una sonrisa complaciente cruzó la boca hundida en las mejillas y la mandíbula pronunciada y firme. Me observaba
de Ferrufino y desapareció de inmediato. seriamente; acaso pensaba que la situación le exigía ser cordial.
-Escucho, Raygada. . . En el mismo papel respondí: "Con Javier". Leyó sin inmutarse y movió la cabeza
-dijo. afirmativamente.
A medida que éste hablaba, sus palabras le inyectaban valor. Llegó incluso, en -Javier -dije.
un momento, a agitar sus brazos dramáticamente. Afirmó que no éramos malos -Ya sé -respondió-. Está bien. Le haremos pasar un mal rato.
y que amábamos el colegio y a nuestros maestros, recordó que la juventud era ¿Al director o a Lu? Iba a preguntárselo, pero me distrajo el silbato que anunciaba
impulsiva. En nombre de todos, pidió disculpas. Luego tartamudeó, pero siguió la salida. Simultáneamente se elevó el griterío sobre nuestras cabezas, mezclado
adelante: con el ruido de las carpetas removidas.
-Nosotros le pedimos, señor director, que ponga horarios de exámenes como en Alguien -¿Córdoba, quizá?
años anteriores. . . -silbaba con fuerza, como queriendo destacar.
-Se calló, asustado. -¿Ya saben? -dijo Raygada, en la fila-. Al Malecón.
-Anote, Gallardo -dijo Ferrufino-. El alumno Raygada vendrá a estudiar la -¡Qué vivo! -exclamó uno-. Está enterado hasta Ferrufino.
próxima semana todos los días, hasta las nueve de la noche.

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Salíamos por la puerta de atrás, un cuarto de hora después que la Primaria. Otros Me ayudaba a levantarme. Regresamos a la ciudad, y mientras caminábamos por
lo habían hecho ya, y la mayoría de alumnos se había detenido en la calzada, las calles vacías, yo iba limpiándome con el pañuelo de Javier la sangre y las
formando pequeños grupos. Discutían, bromeaban, se empujaban. lágrimas.
-Que nadie se quede por aquí -dije. -Habla tú ahora -dijo Javier. Había bajado y algunos lo aplaudían.
-¡Conmigo los coyotes! -gritó Lu, orgulloso. -Bueno -repuse y subí a la baranda.
Veinte muchachos lo rodearon. Ni las paredes del fondo, ni los cuerpos de mis compañeros hacían sombra. Tenía
-Al Malecón -ordenó-, todos al Malecón. las manos húmedas y creí que eran los nervios, pero era el calor. El sol estaba en
Tomados de los brazos, en una línea que unía las dos aceras, cerramos la marcha el centro del cielo; nos sofocaba. Los ojos de mis compañeros no llegaban a los
los de quinto, obligando a apresurarse a los menos entusiastas a codazos. míos: miraban el suelo y mis rodillas. Guardaban silencio. El sol me protegía.
Una brisa tibia, que no lograba agitar los secos algarrobos ni nuestros cabellos, -Pediremos al director que ponga el horario de exámenes, lo mismo que otros
llevaba de un lado a otro la arena que cubría a pedazos el suelo calcinado del años. Raygada, Javier, Lu y yo formamos la Comisión. La Media está de acuerdo,
Malecón. Habían respondido. Ante nosotros -Lu, Javier, Raygada y yo-, que ¿no es verdad?
dábamos la espalda a la baranda y a los La mayoría asintió, moviendo la cabeza. Unos cuantos gritaron: "Sí", "Sí".
interminables arenales que comenzaban en la orilla contraria del cauce, una -Lo haremos ahora mismo -dije-. Ustedes nos esperarán en la Plaza Merino.
muchedumbre compacta, extendida a lo largo de toda la cuadra, se mantenía Echamos a andar. La puerta principal del colegio estaba cerrada. Tocamos con
serena, aunque a veces, aisladamente, se escuchaban gritos estridentes. fuerza; escuchábamos a nuestra espalda un murmullo creciente. Abrió el
-¿Quién habla? –preguntó Javier. inspector Gallardo.
-Yo -propuso Lu, listo para saltar a la baranda. -¿Están locos? -dijo-. No hagan eso.
-No-dije-. Habla tú, Javier. -No se meta -lo interrumpió Lu-. ¿Cree que el serrano nos da miedo?
Lu se contuvo y me miró, pero no estaba enojado. -Pasen -dijo Gallardo-. Ya verán.
-Bueno -dijo; y agregó, encogiendo los hombros-: ¡Total! III
Javier trepó. Con una de sus manos se apoyaba en un árbol encorvado y reseco Sus ojillos nos observaban minuciosamente. Quería aparentar sorna y
y con la otra se sostenía de mi cuello. Entre sus piernas, agitadas por un leve despreocupación, pero no ignorábamos que su sonrisa era forzada y que en el
temblor que desaparecía a medida que el tono de su voz se hacía convincente y fondo de ese cuerpo rechoncho había temor y odio.
enérgico, veía yo el seco y ardiente cauce del río y pensaba en Lu y en los coyotes. Fruncía y despejaba el ceño, el sudor brotaba a chorros de sus pequeñas manos
Había sido suficiente apenas un segundo para que pasara a primer lugar; ahora moradas. Estaba trémulo:
tenía el mando y lo admiraban, a él, ratita amarillenta que no hacía seis meses -¿Saben ustedes cómo se llama esto? Se llama rebelión, insurrección. ¿Creen
imploraba mi permiso para entrar en la banda. Un descuido infinitamente ustedes que voy a someterme a los caprichos de unos ociosos? Las insolencias
pequeño, y luego la sangre, corriendo en abundancia por mi rostro y mi cuello, y las aplasto. . .
mis brazos y piernas inmovilizadas bajo la claridad lunar, incapaces ya de Bajaba y subía la voz. Lo veía esforzarse por no gritar. "¿Por qué no revientas de
responder a sus puños. una vez?, pensé. ¡Cobarde!".
-Te he ganado -dijo, resollando-. Ahora soy el jefe. Así acordamos. Se había parado. Una mancha gris flotaba en torno de sus manos, apoyadas sobre
Ninguna de las sombras estiradas en círculo en la blanda arena, se había movido. el vidrio del escritorio. De pronto su voz ascendió, se volvió áspera:
Sólo los sapos y los grillos respondían a Lu, que me insultaba. Tendido todavía -¡Fuera! Quien vuelva a mencionar los exámenes será castigado.
sobre el cálido suelo, atiné a gritar: Antes que Javier o yo pudiéramos hacerle una señal, apareció entonces el
-Me retiro de la banda. Formaré otra, mucho mejor. verdadero Lu, el de los asaltos nocturnos a las rancherías de la Tablada, el de los
Pero yo y Lu y los coyotes que continuaban agazapados en la sombra, sabíamos combates contra los zorros en los médanos.
que no era verdad. -Señor director. . .
-Me retiro yo también -dijo Javier.

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No me volví a mirarlo. Sus ojos oblicuos estarían despidiendo fuego y violencia, ojos verdes y sonreía, Tendría curiosidad por saber a dónde marchaba esa
como cuando luchamos en el seco cauce del río. Ahora tendría también muy multitud uniformada y silenciosa, bajo el rudo calor.
abierta su boca llena de babas, mostraría sus dientes amarillos. -¿Vienes después? -me gritó.
-Tampoco nosotros podemos aceptar que nos jalen a todos porque usted quiere -No puedo. Nos veremos a la noche.
que no haya horarios. ¿Por qué quiere que todos saquemos notas bajas? ¿Por -Es un imbécil -dijo Javier-. Es un borracho.
qué. . .? -No -afirmé-. Es mi amigo. Es un buen muchacho.
Ferrufino se había acercado. Casi lo tocaba con su cuerpo. Lu, pálido, aterrado,
continuaba hablando: IV
-. . . estamos ya cansados. . .
-¡Cállate! -Déjame hablar, Lu -le pedí, procurando ser suave. Pero ya nadie podía
El director había levantado los brazos y sus puños estrujaban algo. contenerlo. Estaba parado en la baranda, bajo las ramas del seco algarrobo:
-¡Cállate! -repitió con ira-. ¡Cállate, animal! ¡Cómo te atreves! mantenía admirablemente el equilibrio y su piel y su rostro recordaban un
Lu estaba ya callado, pero miraba a Ferrufino a los ojos como si fuera a saltar lagarto.
súbitamente sobre su cuello: "Son iguales, pensé. Dos perros". -¡No! -dijo agresivamente-. Voy a hablar yo.
-De modo que has aprendido de éste. Hice una seña a Javier. Nos acercamos a Lu y apresamos sus piernas.
Su dedo apuntaba a mi frente. Me mordí el labio: pronto sentí que recorría mi Pero logró tomarse a tiempo del árbol y zafar su pierna derecha de mis brazos;
lengua un hilito caliente y eso me calmó. rechazado por un fuerte puntapié en el hombro tres pasos atrás, vi a Javier
-¡Fuera! -gritó de nuevo-. ¡Fuera de aquí! Les pesará. enlazar velozmente a Lu de las rodillas, y alzar su rostro y desafiarlo con sus ojos
Salimos. Hasta el borde de los escalones que vinculaban el colegio que hería el sol salvajemente.
San Miguel con la Plaza Merino se extendía una multitud inmóvil y anhelante. -¡No le pegues! -grité. Se contuvo, temblando, mientras Lu comenzaba a chillar:
Nuestros compañeros habían invadido los pequeños jardines y la fuente; estaban -¿Saben ustedes lo que nos dijo el director? Nos insultó, nos trató como a bestias.
silenciosos y angustiados. Extrañamente, entre la mancha clara y estática No le da su gana de poner los horarios porque quiere fregarnos. Jalar a todo el
aparecían blancos, diminutos rectángulos que nadie pisaba. Las cabezas colegio y no le importa. Es un. . .
parecían iguales, uniformes, como en la formación para el desfile. Atravesamos Ocupábamos el mismo lugar que antes y las torcidas filas de muchachos
la plaza. Nadie nos interrogó; se hacían a un lado, dejándonos paso y apretaban comenzaban a cimbrearse. Casi toda la Media continuaba presente. Con el calor
los labios. Hasta que pisamos la avenida, se mantuvieron en su lugar. y cada palabra de Lu crecía la indignación de los alumnos. Se enardecían.
Luego, siguiendo una consigna que nadie había impartido, caminaron tras de -Sabemos que nos odia. No nos entendemos con él. Desde que llegó, el colegio no
nosotros, al paso sin compás, como para ir a clases. es un colegio. Insulta, pega. Encima quiere jalarnos en los exámenes.
El pavimento hervía, parecía un espejo que el sol iba disolviendo. Una voz aguda y anónima lo interrumpió:
"¿Será verdad? ", pensé. Una noche calurosa y desierta me lo habían contado, en -¿A quién le ha pegado?
esta misma avenida, y no lo creí. Pero los periódicos decían que el sol, en algunos Lu dudó un instante. Estalló de nuevo:
apartados lugares, volvía locos a los hombres y a veces los mataba. -¿A quién? -desafió- ¡Arévalo, que te vean todos la espalda!
-Javier -pregunté-. ¿Tú viste que el huevo se freía solo, en la pista? Entre murmullos, surgió Arévalo del centro de la masa. Estaba pálido.
Sorprendido, movió la cabeza. Era un coyote. Llegó hasta Lu y descubrió su pecho y espalda. Sobre sus costillas,
-No. Me lo contaron. aparecía una gruesa franja roja.
-¿Será verdad? -¡Esto es Ferrufino! -La mano de Lu mostraba la marca mientras sus ojos
-Quizás. Ahora podríamos hacer la prueba. El suelo arde, parece un brasero. escrutaban los rostros atónitos de los más inmediatos. Tumultuosamente, el mar
En la puerta de La Reina apareció Alberto. Su pelo rubio brillaba hermosamente: humano se estrechó en torno a nosotros; todos pugnaban por acercarse a Arévalo
parecía de oro. Agitó su mano derecha, cordial. Tenía muy abiertos sus enormes y nadie oía a Lu, ni a Javier y Raygada que pedían calma, ni a mí, que gritaba:

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"¡es mentira! -no le hagan caso- ¡es mentira!". La marea me alejo de la baranda y -¡Cuidado! -La cara de mono de León había enrojecido y su mentón sobresalía-.
de Lu. ¡Cuidado, Amaya! -Estaba de pie.
Estaba ahogado. Logré abrirme camino hasta salir del tumulto. Desanudé mi -No peleen -dijo Raygada tranquilamente-. Nadie tiene miedo. Sería un imbécil.
corbata y tomé aire con la boca abierta y los brazos en alto, lentamente, hasta -Demos una vuelta por atrás -propuse a Javier.
sentir que mi corazón recuperaba su ritmo. Contorneamos el colegio, caminando por el centro de la calle. Las altas ventanas
Raygada estaba junto a mí. Indignado, me preguntó: estaban entreabiertas y no se veía a nadie tras ellas, ni se escuchaba ruido
-¿Cuándo fue lo de Ar‚valo? alguno.
-Nunca. -Están almorzando -dijo Javier.
-¿Cómo? -Sí. Claro.
Hasta él, siempre sereno, había sido conquistado. Las aletas de su nariz En la vereda opuesta, se alzaba la puerta principal del Salesiano. Los medios
palpitaban vivamente y tenía apretados los puños. internos estaban apostados en el techo, observándonos. Sin duda, habían sido
-Nada -dije-, no sé cuándo fue. informados.
Lu esperó que decayera un poco la excitación. Luego, levantando su voz sobre las -¡Qué muchachos valientes! -se burló alguien.
protestas dispersas: Javier los insultó. Respondió una lluvia de amenazas. Algunos escupieron, pero
-¿Ferrufino nos va a ganar? -preguntó a gritos; su puño colérico amenazaba a los sin acertar. Hubo risas. "Se mueren de envidia", murmuró Javier.
alumnos-. ¿Nos va a ganar? ¡Respóndanme! En la esquina vimos a Lu. Estaba sentado en la vereda, solo, y miraba
-¡No! -prorrumpieron quinientos o más-. ¡No! ¡No! distraídamente la pista. Nos vio y caminó hacia nosotros. Parecía contento.
Estremecido por el esfuerzo que le imponían sus chillidos, Lu se balanceaba -Vinieron dos churres de primero -dijo-. Los mandamos a jugar al río.
victorioso sobre la baranda. -¿Sí? -dijo Javier-. Espera media hora y verás. Se va a armar el gran escándalo.
-Que nadie entre al colegio hasta que aparezcan los horarios de exámenes. Es Lu y los coyotes custodiaban la puerta trasera del colegio. Estaban repartidos
justo. Tenemos derecho. Y tampoco dejaremos entrar a la Primaria. entre las esquinas de las calles Lima y Arequipa. Cuando llegamos al umbral del
Su voz agresiva se perdió entre los gritos. Frente a mí, en la masa erizada de callejón, conversaban en grupo y reían. Todos llevaban palos y piedras.
brazos que agitaban jubilosamente centenares de boinas a lo alto, no distinguí -Así no -dije-. Si les pegan, los churres van a querer entrar de todos modos.
uno solo que permaneciera indiferente o adverso. Lu rió.
-¿Qué hacemos? -Ya verán. Por esta puerta no entra nadie.
Javier quería demostrar tranquilidad. Pero sus pupilas brillaban. También él tenía un garrote que ocultaba hasta entonces con su cuerpo. Nos lo
-Está bien -dije-. Lu tiene razón. Vamos a ayudarlo. enseñó, agitándolo.
Corrí hacía la baranda y trepé. -¿Y por allá? -preguntó.
-Adviertan a los de Primaria que no hay clases a la tarde -dije-. Pueden irse ahora. -Todavía nada.
Quédense los de quinto y los de cuarto para rodear el colegio. A nuestra espalda, alguien voceaba nuestros nombres. Era Raygada: venía
-Y también los coyotes -concluyó Lu, feliz. corriendo y nos llamaba agitando la mano frenéticamente. "Ya llegan, ya llegan -
dijo, con ansiedad-. Vengan". Se detuvo de golpe diez metros antes de
V alcanzarnos. Dio media vuelta y regresó a toda carrera. Estaba excitadísimo.
Javier y yo también corrimos. Lu nos gritó algo del río. "¿El río?, pensé. No existe.
-Tengo hambre -dijo Javier. ¿Por qué todo el mundo habla del río si sólo baja el agua un mes al año? ". Javier
El calor había atenuado. En el único banco útil de la Plaza Merino recibíamos los corría a mi lado, resoplando.
rayos de sol, filtrados fácilmente a través de unas cuantas gasas que habían -¿Podremos contenerlos?
aparecido en el cielo, pero casi ninguno transpiraba. -¿Qué? -Le costaba trabajo abrir la boca, se fatigaba más.
León se frotaba las manos y sonreía: estaba inquieto. -¿Podremos contener a la Primaria?
-No tiembles -dijo Amaya-. Estás grandazo para tenerle miedo a Ferrufino. -Creo que sí. Todo depende.

25
-Mira. El grupo que nos rodeaba iba creciendo. Sentados en los sardineles y en los
En el centro de la Plaza, junto a la fuente, León, Amaya y Raygada hablaban con bancos rotos, y los demás transitando aburridamente por los pequeños senderos
un grupo de pequeños, cinco o seis. La situación parecía tranquila. asfaltados del parque, nadie, felizmente, intentaba ingresar al colegio. Repartidos
-Repito -decía Raygada, con la lengua afuera-. Váyanse al río. No hay clases, no en parejas, los diez encargados de custodiar la puerta principal, tratábamos de
hay clases. ¿Está claro? ¿O paso una película? entusiasmarlos: "tienen que poner los horarios, porque si no, nos friegan. Y a
-Eso -dijo uno, de nariz respingada-. Que sea en colores. ustedes también, cuando les toque".
-Miren -les dije-. Hoy no entra nadie al colegio. Nos vamos al río. Jugaremos -Siguen llegando -me dijo Raygada-. Somos pocos. Nos pueden aplastar, si
fútbol: Primaria contra Media. ¿De acuerdo? quieren.
-Ja, ja -rió el de la nariz, con suficiencia-. Les ganamos. Somos más. -Si los entretenemos diez minutos, se acabó -dijo León-. Vendrá la
-Ya veremos. Vayan para allá. Media y entonces los corremos al río a patadas.
-No quiero -replicó una voz atrevida-. Yo voy al colegio. De pronto, un chico gritó convulsionado:
Era un muchacho de cuarto, delgado y pálido. Su largo cuello emergía como un -¡Tienen razón! ¡Ellos tienen razón! -Y dirigiéndose a nosotros, con aire dramático-
palo de escoba de la camisa comando, demasiado ancha para él. Era brigadier de : Estoy con ustedes.
año. Inquieto por su audacia, dio unos pasos hacia atrás. León corrió y lo tomó -¡Buena! ¡Muy bien! -lo aplaudimos-. Eres un hombre.
de un brazo. Palmeamos su espalda, lo abrazamos.
-¿No has entendido? -Había acercado su cara a la del chiquillo y le gritaba. ¿De El ejemplo cundió. Alguien dio un grito: "Yo también". "Ustedes tienen razón".
qué diablos se asustaba León? Comenzaron a discutir entre ellos. Nosotros alentábamos a los más excitados
-¿No has entendido, churre? No entra nadie. Ya, vamos, camina. halagándolos: "Bien, churre. No eres ningún marica".
-No lo empujes -dije-. Va a ir solo. Raygada se encaramó sobre la fuente. Tenía la boina en la mano derecha y la
agitaba, suavemente.
-¡No voy! -gritó-. Tenía el rostro levantado hacía León, lo miraba con furia-. ¡No -Lleguemos a un acuerdo -exclamó-. ¿Todos unidos?
voy! No quiero huelga. Lo rodearon. Seguían llegando grupos de alumnos, algunos de quinto de Media;
-¡Cállate, imbécil! ¿Quién quiere huelga? -León parecía muy nervioso. Apretaba con ellos formamos una muralla, entre la fuente y la puerta del colegio, mientras
con todas sus fuerzas el brazo del brigadier. Sus compañeros observaban la Raygada hablaba.
escena, divertidos. -Esto se llama solidaridad -decía-. Solidaridad.
-¡Nos pueden expulsar! -El brigadier se dirigía a los pequeños, se lo notaba -Se calló como si hubiera terminado, pero un segundo después abrió los brazos
atemorizado y colérico-. Ellos quieren huelga porque no les van a poner horario, y clamó-: ¡No dejaremos que se cometa un abuso!
les van a tomar los exámenes de repente, sin que sepan cuándo. ¿Creen que no Lo aplaudieron.
sé? ¡Nos pueden expulsar! Vamos al colegio, muchachos. -Vamos al río -dije-. Todos.
Hubo un movimiento de sorpresa entre los chiquillos. Se miraban ya sin sonreír, -Bueno. Ustedes también.
mientras el otro seguía chillando que nos iban a expulsar. -Nosotros vamos después.
Lloraba. -Todos juntos o ninguno -repuso la misma voz. Nadie se movió.
-¡No le pegues! -grité, demasiado tarde. León lo había golpeado en la cara, no muy Javier regresaba. Venía solo.
fuerte, pero el chico se puso a patalear y a gritar. -Esos están tranquilos -dijo-. Le han quitado el burro a una mujer.
-Pareces un chivo -advirtió alguien. Juegan de lo lindo.
Miré a Javier. Ya había corrido. Lo levantó y se lo echó a los hombros como un -La hora -pidió León-. Dígame alguien qué hora es.
fardo. Se alejó con él. Lo siguieron varios, riendo a carcajadas. Eran las dos.
-¡Al río! -gritó Raygada. Javier escuchó porque lo vimos doblar con su carga por -A las dos y media nos vamos -dije-. Basta que se quede uno para avisar a los
la avenida Sánchez Cerro, camino al Malecón. retrasados.

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Los que llegaban se sumergían en la masa de chiquillos. Se dejaban convencer Avanzábamos trabajosamente. Nadie se negaba, pero la marcha era lentísima.
rápidamente. Una cabeza iba casi hundida en mi pecho. Se volvió:
-Es peligroso –dijo Javier. Hablaba de una manera rara: ¿tendría miedo? ¿Cómo se llamaba? Sus ojos pequeños eran cordiales.
-. Es peligroso. Ya sabemos qué va a pasar si al director se le antoja salir. Antes -Tu padre te va a matar -dijo.
que hable, estaremos en las clases. "Ah, pensé. Mi vecino. "
-Sí -dije-. Que comiencen a irse. Hay que animarlos. -No -le dije-. En fin, ya veremos. Empuja.
Pero nadie quería moverse. Había tensión, se esperaba que, de un momento a Habíamos abandonado la Plaza. La gruesa columna ocupaba íntegramente el
otro, ocurriera algo. León estaba a mi lado. ancho de la avenida. Por encima de las cabezas sin boinas, dos cuadras más allá,
-Los de Media han cumplido -dijo-. Fíjate. Sólo han venido los encargados de las se veía la baranda verde amarillenta y los grandes algarrobos de Malecón. Entre
puertas. ellos, como puntitos blancos, los arenales.
Apenas un momento después, vimos que llegaban los de Media, en grandes El primero en escuchar fue Javier, que marchaba a mi lado. En sus estrechos
corrillos que se mezclaban con las olas de chiquillos. Hacían bromas. Javier se ojos oscuros había sobresalto.
enfureció: -¿Qué pasa? -dije-. Dime.
-¿Y ustedes? -dijo-. ¿Qué hacen aquí? ¿A qué han venido? Movió la cabeza.
Se dirigía a los que estaban más cerca de nosotros; al frente de ellos iba Antenor, -¿Qué pasa? -le grité-. ¿Qué oyes?
brigadier de segundo de Media. -¡Guá! -Antenor parecía muy sorprendido-. Logré ver en ese instante un muchacho uniformado que cruzaba velozmente la
¿Acaso vamos a entrar? Venimos a ayudarlos. Plaza Merino hacía nosotros. Los gritos del recién llegado se confundieron en mis
Javier saltó hacía él, lo agarró del cuello. oídos con el violento vocerío que se desató en las apretadas columnas de
-¡Ayudarnos! ¿Y los uniformes? ¿Y los libros? chiquillos, parejo a un movimiento de confusión. Los que marchábamos en la
-Calla -dije-. Suéltalo. Nada de peleas. Diez minutos y nos vamos al río. Ha llegado última hilera no entendíamos bien. Tuvimos un segundo de desconcierto;
casi todo el colegio. aflojando los brazos, algunos se soltaron. Nos sentimos arrojados hacía atrás,
La Plaza estaba totalmente cubierta. Los estudiantes se mantenían tranquilos, separados.
sin discutir. Algunos fumaban. Por la avenida Sánchez Cerro pasaban muchos Sobre nosotros pasaban centenares de cuerpos, corriendo y gritando
carros, que disminuían la velocidad al cruzar la Plaza Merino. De un camión, un histéricamente. "¿Qué pasa? ", grité a León. Señaló algo con el dedo, sin dejar de
hombre nos saludó gritando: correr. "Es Lu, dijeron a mi oído. Algo ha pasado allá. Dicen que hay un lío". Eché
-Buena, muchachos. No se dejen. a correr.
-¿Ves? –dijo Javier-. Toda la ciudad está enterada. ¿Te imaginas la cara de En la bocacalle que se abría a pocos metros de la puerta trasera del colegio, me
Ferrufino? detuve en seco. En ese momento era imposible ver: oleadas de uniformes afluían
-¡Las dos y media! -gritó León-. Vámonos. Rápido, rápido. de todos lados y cubrían la calle de gritos y cabezas descubiertas. De pronto, a
Miré mi reloj: faltaban cinco minutos. unos quince pasos, encaramado sobre algo, divisé a Lu. Su cuerpo delgado se
-Vámonos -grité-. Vámonos al río. destacaba nítidamente en la sombra de la pared que lo sostenía.
Algunos hicieron como que se movían. Javier, León, Raygada y varios más,
gritando también, comenzaron a empujar a unos y a otros. Una palabra se repetía Estaba arrinconado y descargaba su garrote a todos lados. Entonces, entre el
sin cesar: "río, río, río". ruido, más poderosa que la de quienes lo insultaban y retrocedían para librarse
Lentamente, la multitud de muchachos principió a agitarse. Dejamos de de sus golpes, escuché su voz:
azuzarlos y, al callar nosotros, me sorprendió por segunda vez en el día, un -¿Quién se acerca? -gritaba-. ¿Quién se acerca?
silencio total. Me ponía nervioso. Lo rompí: Cuatro metros más allá, dos coyotes, rodeados también, se defendían a palazos y
-Los de Media, atrás -indiqué-. A la cola, formando fila. . . hacían esfuerzos desesperados para romper el cerco y juntarse a Lu. Entre
A mi lado, alguien tiró al suelo un barquillo de helado, que salpicó mis zapatos. quienes los acosaban, vi rostros de Media. Algunos habían conseguido piedras y
Enlazando los brazos, formamos un cinturón humano. se las arrojaban, aunque sin acercarse. A lo lejos, vi asimismo a otros dos de la

27
banda, que corrían despavoridos: los perseguía un grupo de muchachos con -Está bien -dijo León-. Trataremos de ayudarlos. Dénse la mano.
palos. Lu levantó el r ostro y me miró, apenado. Al sentir su mano entre las mías, la
-¡Cálmense! ¡Cálmense! Vamos al río. noté suave y delicada, y recordé que era la primera vez que nos saludábamos de
Una voz nacía a mi lado, angustiosamente. ese modo. Dimos media vuelta, caminamos en fila hacía el colegio. Sentí un brazo
Era Raygada. Parecía a punto de llorar. en el hombro. Era Javier.
-No seas idiota -dijo Javier. Se reía a carcajadas-. Cállate, ¿no ves?
La puerta estaba abierta y por ella entraban los estudiantes a docenas, COMENTARIO CRÍTICO DE LOS JEFES
ávidamente. Continuaban llegando a la bocacalle nuevos compañeros, algunos se
sumaban al grupo que rodeaba a Lu y los suyos. En “Los jefes”, la eventual iniciación es una verdadera prueba de examen, como
Habían conseguido juntarse. Lu tenía la camisa abierta; asomaba su flaco pecho tal colectiva, es decir que a ella están sometidos todos los estudiantes del colegio
lampiño, sudoroso y brillante; un hilillo de sangre le corría por la nariz y los y no solo el anónimo protagonista. A este examen, sin embargo, el protagonista
labios. Escupía de cuando en cuando y miraba con odio a los que estaban más añade otro, más sutil y secreto: su revancha con respecto al acérrimo enemigo
próximos. Únicamente él tenía levantado el palo, dispuesto a descargarlo. Los Lu, que le sustrajo el liderazgo en el grupo de combativos estudiantes del que
otros lo habían bajado, exhaustos. forma parte. Hay de esta manera dos enfrentamientos: el "rimero con el director
-¿Quién se acerca? Quiero ver la cara de ese valiente. del instituto, el segundo con aquel mismo Lu, que en el primer caso, siguiendo el
A medida que entraban al colegio, iban poniéndose de cualquier modo las boinas esquema de los actantes elaborado por Propp, podría considerarse sin embargo
y las insignias del año. Poco a poco, comenzó a disolverse, entre injurias, el grupo como ayudante del protagonista. Por otro lado, el primer conflicto no interesa
que cercaba a Lu. Raygada me dio un codazo: directamente la acción relatada, ya que al fin y al cabo no sabremos si los
-dijo que con su banda podía derrotar a todo el colegio-. Hablaba con tristeza-. estudiantes a probarán el examen o serán suspendidos. Además, el director,
¿Por qué dejamos solo a este animal? “trémulo”, es un antagonista aparente, y su figura se confunde muy a menudo
Raygada se alejó. Desde la puerta nos hizo una seña, como dudando. con la de Lu. Parecería entonces que es Lu el verdadero antagonista; el narrador
Luego entró. Javier y yo nos acercamos a Lu. Temblaba de cólera. - el cuento está escrito en primera persona - ya tuvo en el pasado la ocasión de
-¿Por qué no vinieron? -dijo, frenético, levantando la voz-. ¿Por qué no vinieron a vencerle, y sin embargo fue derrotado. Lo que él espera ahora es una repetición
ayudarnos? Éramos apenas ocho, porque los otros. . . de aquella lucha, una revancha tanto más significativa, cuanto mayor es el poder
Tenía una vista extraordinaria y era flexible como un gato. Se echó velozmente que Lu perdería ahora. Lu se identifica llana y sencillamente con la autoridad.
hacía atrás, mientras mi puno apenas rozaba su oreja y luego, con el apoyo de Al mismo tiempo, el protagonista se da cuenta de que es necesario marchar todos
todo su cuerpo, hizo dar una curva en el aire a su garrote. Recibí en el pecho el unidos en contra del verdadero enemigo, la institución escolar, y de que su deber
impacto y me tambaleé. Javier se puso en medio. es apoyar la lucha de Lu, aunque él llegue a desear también la represión violenta
-Acá no -dijo-. Vamos al Malecón. de la huelga para poder triunfar moralmente:
-Vamos -dijo Lu-. Te voy a enseñar otra vez.
-Ya veremos -dije-. Vamos. Con el pasar del tiempo, y mientras se malogra su intento de impedir el ingreso
Caminamos media cuadra, despacio, porque mis piernas vacilaban. en la escuela de los chiquillos más jóvenes, que disienten de la huelga, Lu se
En la esquina nos detuvo León. vuelve cada vez más nervioso, “lampiño, sudoroso y brillante”, -“animal”
-No peleen -dijo-. No vale la pena. Vamos al colegio. Tenemos que estar unidos. “apenado” en pocas palabras cada vez más parecido al narrador, que ya antes se
Lu me miraba con sus ojos semi cerrados. Parecía incómodo. había declarado “nervioso”. Si aquí por primera vez notamos un pasaje directo y
-¿Por qué les pegaste a los churres? -le dije-. ¿Sabes lo que nos va a pasar ahora un poco chocante de un protagonista individual a un sujeto colectivo, que en
a ti y a mí? ámbito estilístico y sintáctico está marcado por la yuxtaposición de niveles
No respondió ni hizo ningún gesto. Se había calmado del todo y tenía la cabeza temporales distintos, huelga decir que la homologación del protagonista en el
baja. ambiente que le rodea se actúa muy fácilmente, en cuanto el ambiente (y Lu, que
-Contesta, Lu -insistí-. ¿Sabes? es su máximo representante) está caracterizado por las mismas debilidades del

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sujeto. El protagonista se creía excluído, y en cambio era acaso el más auténtico Referencias:
destilado del mundo estudiantil.
Destaca aquí la ausencia completa tanto de la fase de separación, como de la de Esteban, A. & Aparicio, Y. 2015, Mario Vargas Llosa, Los jefes, Madrid España,
integración, a no ser que indirectamente interpretemos así la pérdida de prestigio Edición prólogo, notas y guía de lectura, Editorial Verbum.

en la que incurre Lu, el rito - si lo hay- no está bien focalizado, ni sabemos nada Xavi, A. 2019, Aquellos años del boom: García Márquez, Vargas Llosa y el grupo
de la identidad del protagonista o de su posición social. Sólo nos damos cuenta de amigos que lo cambiaron todo, España, Editor, Penguín Random, House
de que ya no es un jefe, y probablemente no volverá a serlo. Incluso del combate Grupo editorial Argentina, 2019
con Lu, acontecido mucho antes del momento en que el protagonista relata,
ignoramos prácticamente todo, salvo que la derrota es debida no tanto a la file:///C:/Users/Usuario/Downloads/la-obra-inicial-de-vargas-llosa%20(2).pdf
superioridad de Lu, cuanto a una distracción del protagonista. Ello demostraría
aún más que el ambiente por el que el narrador anhela ser aceptado es una https://www.ingenieria.unam.mx/dcsyhfi/material_didactico/Literatura_Hispa
imagen fiel de sus mismas frustraciones. noamericana_Contemporanea/Autores_V/VARGAS/domingo.pdf
Los personajes masculinos encarnan el ideal de hombría que prevalece en las
sociedades contemporáneas: un hombre que le planta la cara a las injusticias a
partir de la traición de sus amigos; que muestra su identidad por la fuerza bruta;
que se legitima ante los otros con alcohol y el pavoneo de retos absurdos; que
tiene la obligación de cuidar el honor de la mujer; que traiciona y es traicionado
por su propia soberbia e ingenuidad; que si no cumple con lo que la sociedad
considera “normal” es marginado de la familia, de la sociedad, pues las conductas
que se señalan como inherentes a los hombres sólo fomentan la violencia y la
impostura, la humillación, la soberbia, el machismo, la injusticia y la
superioridad.

en el que vivía en ese entonces Vargas Llosa) la mujer había tenido derecho a voto
en el año 1955, es decir, solo 4 años antes de la publicación del libro ''Los jefes''
(en donde estaba el cuento ''Día Domingo''). Bien sabemos que aún así, la idea
de que la opinión de la mujer no era tan importante, se mantenía.

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televisiva de María (1991), de Jorge Isaacs. Debido a sus ideas políticas
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ izquierdistas, se enfrentó con el dictador Laureano Gómez y con su sucesor, el
general Gustavo Rojas Pinilla, y hubo de pasar las décadas de 1960 y 1970 en un
Aracataca-Colombia 6 de marzo de exilio voluntario en México y España. En México se dedica a escribir sus novelas
1927- 17 de abril de 2014 (87 años). u algunos guiones cinematográficos.
Sus padres Gabriel Eligio García,
telegrafista y de Luisa Santiaga Contrae matrimonio con Mercedes Barcha Prado con quien tiene dos hijos:
Márquez Iguarán, agobiados por la Rodrigo y Gonzalo.
crisis económica, decidieron
encargarlo al cuidado de sus abuelos En Nueva York, en 1972, obtuvo el Premio Rómulo Gallegos. En 1981, el gobierno
maternos, en cuya casa pasó sus francés le concedió la condecoración "Legión de Honor" en el grado de Gran
primeros ocho años descifrando el Comendador, y en 1982 le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura y fue
mundo a través de las historias formalmente invitado por el gobierno colombiano a regresar a su país.
mágicas y las visiones perturbadoras
de su abuela, Tranquilina Iguarán, y Parte de su vida viene en su libro Vivir para contarla, crónica en momentos
de los relatos épicos de su abuelo, el desesperada y siempre rebelde, por dominar el arte de escribir.
coronel Nicolás Ricardo Márquez
Mejía, en esa casa se enteró los Falleció en la ciudad de México, tras una recaída por el cáncer linfático que le
detalles de la masacre de la había sido diagnosticado en 1999.
bananeras, los episodios heroicos del
general Rafael Uribe Uribe (caudillo CONTEXTO HISTÓRICO-LITERARIO
liberal protagonista de la Guerra de
los Mil Días 1899- 1902) con quien EL “BOOM”
había combatido el abuelo. Estos relatos sumados a las imágenes de las calles y
de los pobladores de Aracataca impregnaron para siempre su memoria. La muerte Fue una notable conjunción de grandes novelas a mediados de la década del
de su abuelo en 1935 marcó el final de su niñez. sesenta. Hubo una explosiva riqueza creadora que fue oportunamente apoyada
por grandes editoriales en España, Argentina y otros países. El “boom” señala un
A los 20 años, mientras cursaba Derecho en la Universidad de Bogotá se sumergió punto decisivo en el que cambia, para siempre, la producción, consumo y
en la lectura de los clásicos latinos e hispanos. Fascinado por la literatura, relegó circulación de nuestra literatura. Pero quizá el aspecto más duradero y singular
a segundo plano sus estudios. A consecuencia de la crisis política de 1948, viaja es que, siendo un momento cuyos representantes parecían destinados a
a Barranquilla, donde trabaja como periodista. En esa ciudad integra el llamado esfumarse con él, sobrevivieron literariamente gracias a su capacidad para
Grupo de Barranquilla, con quienes descubre los clásicos modernos. renovarse y proponerse ambiciosos retos. Funcionó como un imán que concentró
la atención sobre un puñado de nuevos autores y sobre sus inmediatos maestros,
Fue redactor de El Universal, un periódico de Cartagena de Indias durante 1946, creando así un diseño o mapa que redefinió nuestra literatura, específicamente,
de El Heraldo en Barranquilla entre 1948 y 1952, y de El Espectador en Bogotá a la novela; es decir, hubo un sustantivo cambio en la relación de las fuerzas
partir de 1952. Entre 1959 y 1961, trabajó para la agencia cubana de noticias, sociales, culturales y estéticas que dan origen a nuestra creación literaria. Los
La Prensa, en su país, en la Habana y en Nueva York. Funda la escuela de cine grandes escritores del “boom” han seguido produciendo importantes novelas y
de Santiago de los Baños en Cuba, escribe diversos guiones para cine y televisión son todavía los criterios con los cuales medimos la trascendencia de las novelas
como Milagro en Roma (1987), en compañía de Lisandro Duque, y de la versión que leemos.

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El “boom” ya no existe como tal, por supuesto, pero los autores que lo configuran Referentes: Historia de la literatura hispanoamericana. José Miguel Oviedo
todavía, con obras muy sólidas, el primer plano de la escena literaria, lo que era El realismo mágico en la literatura latinoamericana. Natasha Bogdanovic Western
algo que pocos esperaban y que confirma que el fenómeno no fue pasajero. Cuatro Oregon University.
escritores se constituyen en figuras claves del “boom”, porque su aparición
literaria era la más próxima a ese momento o coincidía con él. Ellos son: Gabriel BIBLIOGRAFÍA
García Márquez, Carlos Fuentes, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa.
Novelas:
REALISMO MÁGICO
 La hojarasca (1955)
Franz Roh, artista y crítico alemán, fue el primero en utilizar el término  El coronel no tiene quien le escriba (1961)
“magischer realismus” (Warnes). Él clasificó este estilo literario como la manera  La mala hora (1962)
en que la “magia del mundo se presenta a nosotros” (Zamora, Roh). El trabajo de  Cien años de soledad (1967)
Roh fue traducido al español por José Ortega a inicios del siglo XX.  Relato de un náufrago (1970)
 El otoño del patriarca (1975)
El realismo mágico nos presenta ideologías de una manera profundamente  Crónica de una muerte anunciada (1981)
simbólica. Estos autores, que tienen la capacidad de mezclar lo real con lo  El amor en los tiempos del cólera (1985)
fantástico, provienen en su mayoría de los países latinoamericanos. Los estilos  El general en su laberinto (1989)
literarios en general son importantes porque nos dan un sentido de la audiencia  Del amor y otros demonios (1994)
del autor; la magia de los cuentos viene de tramas complejas y bien  Noticia de un secuestro (1996)
estructuradas, un profundo análisis académico del contexto y base filosófica de
las relaciones entre caracteres, objetos simbólicos, elementos culturales que Cuentos:
parecen de ser de otro mundo. Autores latinoamericanos como Juan Rulfo, Jorge
Luis Borges y Gabriel García Márquez se han unido con el realismo mágico pero  Ojos de perro azul (1950)
cada uno tiene una personalidad, origen, y estilo de escritura muy diferentes.  Los funerales de la Mamá Grande (1962)
Estos escritores son capaces de transformar perfectamente lo irreal en lo común  La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela
con referencias a lo fantástico, tan sutiles que nos permite creer que es real. El desalmada (1972)
realismo mágico tiene propósito en la literatura, el sentido mágico y cautivador  Doce cuentos peregrinos (1992)
está expresado en su profundidad, simbolismo y misterio.

Es por tanto, un estilo amplio, lleno de simbolismo y pensamientos de los autores


sobre el clima político, las voces marginalizados y sus propias filosofías. Se da
una especie de solidaridad entre el escritor y su pueblo. El autor se apodera
dialécticamente de la realidad natural y social de su gente; también se presentan
sucesos reales que son transformados por la misma imaginación popular en
leyendas, o viceversa. Los escritores fundamentan su realismo mágico no tanto
en consideraciones teóricas, sino más que todo en una serie de fenómenos reales
porque al apoderarse de manera profunda de la realidad, el escritor le puede
transmitir más al lector sobre su realidad humana, que lo que pueden los
científicos. También inició un movimiento literario mundialmente reconocido
para Latinoamérica.

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CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA (Fragmento) partir un caballo por la cintura. En época de perdices llevaba también sus aperos
de cetrería. En el armario tenía además un rifle 30.06 Mannlicher-Schönauer, un
El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana rifle 300 Holland Magnum, un 22 Hornet con mira telescópica de dos poderes, y
para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un una Winchester de repetición. Siempre dormía como durmió su padre, con el
bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz arma escondida dentro de la funda de la almohada, pero antes de abandonar la
en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de casa aquel día le sacó los proyectiles y la puso en la gaveta de la mesa de noche.
pájaros. «Siempre soñaba con árboles», me dijo Plácida Linero, su madre, «Nunca la dejaba cargada», me dijo su madre. Yo lo sabía, y sabía además que
evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato. «La semana guardaba las armas en un lugar y escondía la munición en otro lugar muy
anterior había soñado que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin apartado, de modo que nadie cediera ni por casualidad a la tentación de cargarlas
tropezar por entre los almendros», me dijo. Tenía una reputación muy bien dentro de la casa.
ganada de interprete certera de los sueños ajenos, siempre que se los contaran
en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos sueños de Era una costumbre sabia impuesta por su padre desde una mañana en que una
su hijo ni en los otros sueños con árboles que él le había contado en las mañanas sirvienta sacudió la almohada para quitarle la funda, y la pistola se disparó al
que precedieron a su muerte. chocar contra el suelo, y la bala desbarató el armario del cuarto, atravesó la pared
de la sala, pasó con un estruendo de guerra por el comedor de la casa vecina y
Tampoco Santiago Nasar reconoció el presagio. Había dormido poco y mal, sin convirtió en polvo de yeso a un santo de tamaño natural en el altar mayor de la
quitarse la ropa, y despertó con dolor de cabeza y con un sedimento de estribo de iglesia, al otro extremo de la plaza.Santiago Nasar, que entonces era muy niño,
cobre en el paladar, y los interpretó como estragos naturales de la parranda de no olvidó nunca la lección de aquel percance. La última imagen que su madre
bodas que se había prolongado hasta después de la media noche. Más aún: las tenía de él era la de su paso fugaz por el dormitorio.
muchas personas que encontró desde que salió de su casa a las 6.05 hasta que
fue destazado como un cerdo una hora después, lo recordaban un poco soñoliento La había despertado cuando trataba de encontrar a tientas una aspirina en el
pero de buen humor, y a todos les comentó de un modo casual que era un día botiquín del baño, y ella encendió la luz y lo vio aparecer en la puerta con el vaso
muy hermoso. Nadie estaba seguro de si se refería al estado del tiempo. Muchos de agua en la mano, como había de recordarlo para siempre. Santiago Nasar le
coincidían en el recuerdo de que era una mañana radiante con una brisa de mar contó entonces el sueño, pero ella no les puso atención a los árboles.—Todos los
que llegaba a través de los platanales, como era de pensar que lo fuera en un sueños con pájaros son de buena salud —dijo. Lo vio desde la misma hamaca y
buen febrero de aquella época. Pero la mayoría estaba de acuerdo en que era un en la misma posición en que la encontré postrada por las últimas luces de la
tiempo fúnebre, con un cielo turbio y bajo y un denso olor de aguas dormidas, y vejez, cuando volví a este pueblo olvidado tratando de recomponer con tantas
que en el instante de la desgracia estaba cayendo una llovizna menuda como la astillas dispersas el espejo roto de la memoria. Apenas si distinguía las formas a
que había visto Santiago Nasar en el bosque del sueño. Yo estaba reponiéndome plena luz, y tenía hojas medicinales en las sienes para el dolor de cabeza eterno
de la parranda de la boda en el regazo apostólico de María Alejandrina Cervantes, que le dejó su hijo la última vez que pasó por el dormitorio. Estaba de costado,
y apenas si desperté con el alboroto de las campanas tocando a rebato, porque agarrada a las pitas del cabezal de la hamaca para tratar de incorporarse, y había
pensé que las habían soltado en honor del obispo. en la penumbra el olor de bautisterio que me había sorprendido la mañana del
crimen. Apenas aparecí en el vano de la puerta me confundió con el recuerdo de
Santiago Nasar se puso un pantalón y una camisa de lino blanco, ambas piezas Santiago Nasar. «Ahí estaba», me dijo. «Tenía el vestido de lino blanco lavado con
sin almidón, iguales a las que se había puesto el día anterior para la boda. Era agua sola, porque era de piel tan delicada que no soportaba el ruido del almidón».
un atuendo de ocasión. De no haber sido por la llegada del obispo se habría Estuvo un largo rato sentada en la hamaca, masticando pepas de cardamina,
puesto el vestido de caqui y las botas de montar con que se iba los lunes a El hasta que se le pasó la ilusión de que el hijo había vuelto. Entonces suspiró: «Fue
Divino Rostro, la hacienda de ganado que heredó de su padre, y que él el hombre de mi vida».
administraba con muy buen juicio aunque sin mucha fortuna. En el monte
llevaba al cinto una 357 Magnum, cuyas balas blindadas, según él decía, podían

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Yo lo vi en su memoria. Había cumplido 21 años la última semana de enero, y el cuchicheo de la lumbre y las gallinas dormidas en las perchas, tenía una
era esbelto y pálido, y tenía los párpados árabes y los cabellos rizados de su padre. respiración sigilosa.
Era el hijo único de un matrimonio de conveniencia que no tuvo un solo instante
de felicidad, pero él parecía feliz con su padre hasta que murió de repente, tres Santiago Nasar masticó otra aspirina y se sentó a beber a sorbos lentos el tazón
años antes, y siguió pareciéndolo con la madre solitaria hasta el lunes de su de café, pensando despacio, sin apartar la vista de las dos mujeres que
muerte. De ella heredó el instinto. De su padre aprendió desde muy niño el destripaban los conejos en la hornilla. A pesar de la edad, Victoria Guzmán se
dominio de las armas de fuego, el amor por los caballos y la maestranza de las conservaba entera. La niña, todavía un poco montaraz, parecía sofocada por el
aves de presas altas, pero de él aprendió también las buenas artes del valor y la ímpetu de sus glándulas. Santiago Nasar la agarró por la muñeca cuando ella iba
prudencia. Hablaban en árabe entre Nunca se les vio armados en el pueblo, y la a recibirle el tazón vacío.
única vez que trajeron sus halcones amaestrados fue para hacer una
demostración de altanería en un bazar de caridad. La muerte de su padre lo había —Ya estás en tiempo de desbravar —le dijo.
forzado a abandonar los estudios al término de la escuela secundaria, para Victoria Guzmán le mostró el cuchillo ensangrentado.
hacerse cargo de la hacienda familiar. Por sus méritos propios, Santiago Nasar —Suéltala, blanco —le ordenó en serio—. De esa agua no beberás mientras yo
era alegre y pacífico, y de corazón fácil. esté viva.

El día en que lo iban a matar, su madre creyó que él se había equivocado de fecha Había sido seducida por Ibrahim Nasar en la plenitud de la adolescencia. La había
cuando lo vio vestido de blanco. «Le recordé que era lunes», me dijo. Pero él le amado en secreto varios años en los establos de la hacienda, y la llevóa servir en
explicó que se había vestido de pontifical por si tenía ocasión de besarle el anillo su casa cuando se le acabó el afecto. Divina Flor, que era hija de un marido más
al obispo. Ella no dio ninguna muestra de interés. reciente, se sabía destinada a la cama furtiva de Santiago Nasar, y esa idea le
causaba una ansiedad prematura. «No ha vuelto a nacer otro hombre como ése»,
—Ni siquiera se bajará del buque —le dijo—. Echará una bendición de me dijo, gorda y mustia, y rodeada por los hijos de otros amores. «Era idéntico a
compromiso, como siempre, y se irá por donde vino. Odia a este pueblo. su padre —le replicó Victoria Guzmán—. Un mierda». Pero no pudo eludir una
Santiago Nasar sabía que era cierto, pero los fastos de la iglesia le causaban una rápida ráfaga de espanto al recordar el horror de Santiago Nasar cuando ella
fascinación irresistible. «Es como el cinc», me había dicho alguna vez. A su madre, arrancó de cuajo las entrañas de un conejo y les tiró a los perros el tripajo
en cambio, lo único que le interesaba de la llegada del obispo era que el hijo no humeante.
se fuera a mojar en la lluvia, pues lo había oído mientras dormía. Le aconsejó que
llevara un paraguas, pero él le hizo un signo de adiós con la mano y salió del —No seas bárbara —le dijo él—. Imagínate que fuera un ser humano.
cuarto. Fue la última vez que lo vio. Victoria Guzmán necesitó casi 20 años para entender que un hombre
acostumbrado a matar animales inermes expresara de pronto semejante horror.
Victoria Guzmán, la cocinera, estaba segura de que no había llovido aquel día, ni «Dios Santo —exclamó asustada—, de modo que todo aquello fue una revelación!»
en todo el mes de febrero. «Al contrario», me dijo cuando vine a verla, poco antes Sin embargo, tenía tantas rabias atrasadas la mañana del crimen, que siguió
de su muerte. «El sol calentó más temprano que en agosto». Estaba cebando a los perros con las vísceras de los otros conejos, sólo por amargarle el
descuartizando tres conejos para el almuerzo, rodeada de perros acezantes, desayuno a Santiago Nasar. En ésas estaban cuando el pueblo entero despertó
cuando Santiago Nasar entró en la cocina. «Siempre se levantaba con cara de con el bramido estremecedor del buque de vapor en que llegaba el obispo.
mala noche», recordaba sin amor Victoria Guzmán.
La casa era un antiguo depósito de dos pisos, con paredes de tablones bastos y
Divina Flor, su hija, que apenas empezaba a florecer, le sirvió a Santiago Nasar un techo de zinc de dos aguas, sobre el cual velaban los gallinazos por los
un tazón de café cerrero con un chorro de alcohol de caña, como todos los lunes, desperdicios del puerto. Había sido construido en los tiempos en que el río era
para ayudarlo a sobrellevar la carga de la noche anterior. La cocina enorme, con tan servicial que muchas barcazas de mar, e inclusive algunos barcos de altura,
se aventuraban hasta aquí a través de las ciénagas del estuario. Cuando vino

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Ibrahim Nasar con los últimos árabes, al término de las guerras civiles, ya no en el fondo de su alma quería que lo mataran. En cambio ella no lo previno porque
llegaban los barcos de mar debido a las mudanzas del río, y el depósito estaba en entonces no era más que una niña asustada, incapaz de una decisión propia, y
desuso. Ibrahim Nasar lo compró a cualquier precio para poner una tienda de se había asustado mucho más cuando él la agarró por la muñeca con una mano
importación que nunca puso, y sólo cuando se iba a casar lo convirtió en una que sintió helada y pétrea, como una mano de muerto.
casa para vivir. En la planta baja abrió un salón que servía para todo, y construyó
en el fondo una caballeriza para cuatro animales, los cuartos de servicio, y tina Santiago Nasar atravesó a pasos largos la casa en penumbra, perseguido por los
cocina de hacienda con ventanas hacia el puerto por donde entraba a toda hora bramidos de júbilo del buque del obispo.
la pestilencia de las aguas. Lo único que dejó intacto en el salón fue la escalera
en espiral rescatada de algún naufragio. En la planta alta, donde antes estuvieron Divina Flor se le adelantó para abrirle la puerta, tratando de no dejarse alcanzar
las oficinas de aduana, hizo dos dormitorios amplios y cinco camarotes para los por entre las jaulas de pájaros dormidos del comedor, por entre los muebles de
muchos hijos que pensaba tener, y construyó un balcón de madera sobre los mimbre y las macetas de helechos colgados de la sala, pero cuando quitó la tranca
almendros de la plaza, donde Plácida Linero se sentaba en las tardes de marzo a de la puerta no pudo evitar otra vez la mano de gavilán carnicero. «Me agarró toda
consolarse de su soledad. En la fachada conservó la puerta principal y le hizo dos la panocha —me dijo Divina Flor—. Era lo que hacía siempre cuando me
ventanas de cuerpo entero con bolillos torneados. Conservó también la puerta encontraba sola por los rincones de la casa, pero aquel día no sentí el susto de
posterior, sólo que un poco más alzada para pasar a caballo, y mantuvo en siempre sino unas ganas horribles de llorar». Se apartó para dejarlo salir, y a
servicio una parte del antiguo muelle. Ésa fue siempre la puerta de más uso, no través de la puerta entreabierta vio los almendros de la plaza, nevados por el
sólo porque era el acceso natural a las pesebreras y la cocina, sino porque daba resplandor del amanecer, pero no tuvo valor para ver nada más. «Entonces se
a la calle del puerto nuevo sin pasar por la plaza. La puerta del frente, salvo en acabó el pito del buque y empezaron a cantar los gallos —me dijo—. Era un
ocasiones festivas, permanecía cerrada y con tranca. Sin embargo, fue por allí, y alboroto tan grande, que no podía creerse que hubiera tantos gallos en el pueblo,
no por la puerta posterior, por donde esperaban a Santiago Nasar los hombres y pensé que venían en el buque del obispo». Lo único que ella pudo hacer por el
que lo iban a matar, y fue por allí por donde él salió a recibir al obispo, a pesar hombre que nunca había de ser suyo, fue dejar la puerta sin tranca, contra las
de que debía darle una vuelta completa a la casa para llegar al puerto. órdenes de Plácida Linero, para que él pudiera entrar otra vez en caso de
urgencia. Alguien que nunca fue identificado había metido por debajo de la puerta
Nadie podía entender tantas coincidencias funestas. El juez instructor que vino un papel dentro de un sobre, en el cual le avisaban a Santiago Nasar que lo
de Riohacha debió sentirlas sin atreverse a admitirlas, pues su interés de darles estaban esperando para matarlo, y le revelaban además el lugar y los motivos, y
una explicación racional era evidente en el sumario. La puerta de la plaza estaba otros detalles muy precisos de la confabulación. El mensaje estaba en el suelo
citada varias veces con un nombre de folletín: La puerta fatal. En realidad, la cuando Santiago Nasar salió de su casa, pero él no lo vio, ni lo vio Divina Flor ni
única explicación válida parecía ser la de Plácida Linero, que contestó a la lo vio nadie hasta mucho después de que el crimen fue consumado.
pregunta con su razón de madre: «Mi hijo no salía nunca por la puerta de atrás
cuando estaba bien vestido». Parecía una verdad tan fácil, que el instructor la Habían dado las seis y aún seguían encendidas las luces públicas. En las ramas
registró en una nota marginal, pero no la sentó en el sumario. de los almendros, y en algunos balcones, estaban todavía las guirnaldas de
colores de la boda, y hubiera podido pensarse que acababan de colgarlas en honor
Victoria Guzmán, por su parte, fue terminante en la respuesta de que ni ella ni del obispo. Pero la plaza cubierta de baldosas hasta el atrio de la iglesia, donde
su hija sabían que a Santiago Nasar lo estaban esperando para matarlo. Pero en estaba el tablado de los músicos, parecía un muladar de botellas vacías y toda
el curso de sus años admitió que ambas lo sabían cuando él entró en la cocina a clase de desperdicios de la parranda pública. Cuando Santiago Nasar salió de su
tomar el café. Se lo había dicho una mujer que pasó después de las cinco a pedir casa, varias personas corrían hacia el puerto, apremiadas por los bramidos del
un poco de leche por caridad, y les reveló además los motivos y el lugar donde lo buque.
estaban esperando. «No la previne porque pensé que eran habladas de borracho»,
me dijo. No obstante, Divina Flor me confesó en una visita posterior, cuando ya El único lugar abierto en la plaza era una tienda de leche a un costado de la
su madre había muerto, que ésta no le había dicho nada a Santiago Nasar porque iglesia, donde estaban los dos hombres que esperaban a Santiago Nasar para

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matarlo. Clotilde Armenta, la dueña del negocio, fue la primera que lo vio en el
resplandor del alba, y tuvo la impresión de que estaba vestido de aluminio. «Ya Por aquella época, los legendarios buques de rueda alimentados con leña estaban
parecía un fantasma», me dijo. Los hombres que lo iban a matar se habían a punto de acabarse, y los pocos que quedaban en servicio ya no tenían pianola
dormido en los asientos, apretando en el regazo los cuchillos envueltos en ni camarotes para la luna de miel, y apenas si lograban navegar contra la
periódicos, y Clotilde Armenta reprimió el aliento para no despertarlos. corriente. Pero éste era nuevo, y tenía dos chimeneas en vez de una con la
bandera pintada como un brazal, y la rueda de tablones de la popa le daba un
Eran gemelos: Pedro y Pablo Vicario. Tenían 24 años, y se parecían tanto que ímpetu de barco de mar. En la baranda superior, junto al camarote del capitán,
costaba trabajo distinguirlos. «Eran de catadura espesa pero de buena índole», iba el obispo de sotana blanca con su séquito de españoles. «Estaba haciendo un
decía el sumario. Yo, que los conocía desde la escuela primaria, hubiera escrito tiempo de Navidad», ha dicho mi hermana Margot. Lo que pasó, según ella, fue
lo mismo. Esa mañana llevaban todavía los vestidos de paño oscuro de la boda, que el silbato del buque soltó un chorro de vapor a presión al pasar frente al
demasiado gruesos y formales para el Caribe, y tenían el aspecto devastado por puerto, y dejó ensopados a` los que estaban más cerca de la orilla. Fue una ilusión
tantas horas de mala vida, pero habían cumplido con el deber de afeitarse. fugaz: el obispo empezó a hacer la señal de la cruz en el aire frente a la
Aunque no habían dejado de beber desde la víspera de la parranda, ya no estaban muchedumbre del muelle, y después siguió haciéndola de memoria, sin malicia
borrachos al cabo de tres días, sino que parecían sonámbulos desvelados. Se ni inspiración, hasta que el buque se perdió de vista y sólo quedó el alboroto de
habían dormido con las primeras auras del amanecer, después de casi tres horas los gallos.
de espera en la tienda de Clotilde Armenta, y aquél era su primer sueño desde el
viernes. Apenas si habían despertado con el primer bramido del buque, pero el Santiago Nasar tenía motivos para sentirse defraudado. Había contribuido con
instinto los despertó por completo cuando Santiago Nasar salió de su casa. varias cargas de leña alas solicitudes públicas del padre Carmen Amador, y
Ambos agarraron entonces el rollo de periódicos, y Pedro Vicario empezó a además había escogido él mismo los gallos de crestas más apetitosas. Pero fue
levantarse. una contrariedad momentánea. Mi hermana Margot, que estaba con él en el
—Por el amor de Dios —murmuró Clotilde Armenta—. Déjenlo para después, muelle, lo encontró de muy buen humor y con ánimos de seguir la fiesta, a pesar
aunque sea por respeto al señor obispo. de que las aspirinas no le habían causado ningún alivio. «No parecía resfriado, y
sólo estaba pensando en lo que había costado la boda», me dijo. Cristo Bedoya,
«Fue un soplo del Espíritu Santo», repetía ella a menudo. En efecto, había sido que estaba con ellos, reveló cifras que aumentaron el asombro. Había estado de
una ocurrencia providencial, pero de una virtud momentánea. Al oírla, los parranda con Santiago Nasar y conmigo hasta un poco antes de las cuatro, pero
gemelos Vicario reflexionaron, y el que se había levantado volvió a sentarse. no había ido a dormir donde sus padres, sino que se quedó conversando en casa
Ambos siguieron con la mirada a Santiago Nasar cuando empezó a cruzar la de sus abuelos. Allí obtuvo muchos datos que le faltaban para calcular los costos
plaza. «Lo miraban más bien con lástima», decía Clotilde Armenta. Las niñas de de la parranda. Contó que se habían sacrificado cuarenta pavos y once cerdos
la escuela de monjas atravesaron la plaza en ese momento trotando en desorden para los invitados, y cuatro terneras que el novio puso a asar para el pueblo en
con sus uniformes de huérfanas. la plaza pública. Contó que se consumieron 205 cajas de alcoholes de
contrabando y casi 2.000 botellas de ron de caña que fueron repartidas entre la
Plácida Linero tuvo razón: el obispo no se bajó del buque. Había mucha gente en muchedumbre. No hubo una sola persona, ni pobre ni rica, que no hubiera
el puerto además de las autoridades y los niños de las escuelas, y por todas partes participado de algún modo en la parranda de mayor escándalo que se había visto
se veían los huacales de gallos bien cebados que le llevaban de regalo al obispo, jamás en el pueblo. Santiago Nasar soñó en voz alta.
porque la sopa de crestas era su plato predilecto. En el muelle de carga había
tanta leña arrumada, que el buque habría necesitado por lo menos dos horas —Así será mi matrimonio —dijo—. No les alcanzará la vida para contarlo.
para cargarla. Pero no se detuvo. Apareció en la vuelta del río, rezongando como Mi hermana sintió pasar el ángel. Pensó una vez más en la buena suerte de Flora
un dragón, y entonces la banda de músicos empezó a tocar el himno del obispo, Miguel, que tenía tantas cosas en la vida, y que iba a tener además a Santiago
y los gallos se pusieron a cantar en los huacales y alborotaron a los otros gallos Nasar en la Navidad de ese año. «Me di cuenta de pronto de que no podía haber
del pueblo. un partido mejor que él», me dijo. «Imagínate: bello, formal, y con una fortuna

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propia a los veintiún años». Ella solía invitarlo a desayunar en nuestra casa pálpito de la tragedia que se estaba gestando desde las tres de la madrugada.
cuando había caribañolas de yuca, y mi madre las estaba haciendo aquella Había terminado de barrer el patio, y cuando mi hermana Margot salía a recibir
mañana. Santiago Nasar aceptó entusiasmado. al obispo la encontró moliendo la yuca para las caribañolas. «Se oían gallos», suele
decir mi madre recordando aquel día. Pero nunca relacionó el alboroto distante
—Me cambio de ropa y te alcanzo —dijo, y cayó en la cuenta de que había olvidado con la llegada del obispo, sino con los últimos rezagos de la boda.
el reloj en la mesa de noche—. ¿Qué hora es?
Nuestra casa estaba lejos de la plaza grande, en un bosque de mangos frente al
Eran las 6.25. Santiago Nasar tomó del brazo a Cristo Bedoya y se lo llevó hacia río. Mi hermana Margot había ido hasta el puerto caminando por la orilla, y la
la plaza. gente estaba demasiado excitada con la visita del obispo para ocuparse de otras
novedades. Habían puesto a los enfermos acostados en los portales para que
—Dentro de un cuarto de hora estoy en tu casa —le dijo a mi hermana. recibieran la medicina de Dios, y las mujeres salían corriendo de los patios con
Ella insistió en que se fueran juntos de inmediato porque el desayuno estaba pavos y lechones y toda clase de cosas de comer, y desde la orilla opuesta llegaban
servido. «Era una insistencia rara —me dijo Cristo Bedoya—. Tanto, que a veces canoas adornadas de flores. Pero después de que el obispo pasó sin dejar su
he pensado que Margot ya sabía que lo iban a matar y quería esconderlo en tu huella en la tierra, la otra noticia reprimida alcanzó su tamaño de escándalo.
casa». Sin embargo, Santiago Nasar la convenció de que se adelantara mientras Entonces fue cuando mi hermana Margot la conoció completa y de un modo
él se ponía la ropa de montar, pues tenía que estar temprano en El Divino Rostro brutal: Ángela Vicario, la hermosa muchacha que se había casado el día anterior,
para castrar terneros. Se despidió de ella con la misma señal de la mano con que había sido devuelta a la casa de sus padres, porque el esposo encontró que no
se había despedido de su madre, y se alejó hacia la plaza llevando del brazo a era virgen. «Sentí que era yo la que me iba a morir», dijo mi hermana. «Pero por
Cristo Bedoya. Fue la última vez que lo vio. más que volteaban el cuento al derecho y al revés, nadie podía explicarme cómo
fue que el pobre Santiago Nasar terminó comprometido en semejante enredo». Lo
Muchos de los que estaban en el puerto sabían que a Santiago Nasar lo iban a único que sabían con seguridad era que los hermanos de Ángela Vicario lo
matar. Don Lázaro Aponte, coronel de academia en uso de buen retiro y alcalde estaban esperando para matarlo.
municipal desde hacía once años, le hizo un saludo con los dedos. «Yo tenía mis
razones muy reales para creer que ya no corría ningún peligro», me dijo. El padre Mi hermana volvió a casa mordiéndose por dentro para no llorar. Encontró a mi
Carmen Amador tampoco se preocupó. «Cuando lo vi sano y salvo pensé que todo madre en el comedor, con un traje dominical de flores azules que se había puesto
había sido un infundio», me dijo. Nadie se preguntó siquiera si Santiago Nasar por si el obispo pasaba a saludarnos, y estaba cantando el fado del amor invisible
estaba prevenido, porque a todos les pareció imposible que no lo estuviera. mientras arreglaba la mesa. Mi hermana notó que había un puesto más que de
En realidad, mi hermana Margot era una de las pocas personas que todavía costumbre.
ignoraban que lo iban a matar. «De haberlo sabido, me lo hubiera llevado para la —Es para Santiago Nasar —le dijo mi madre—. Me dijeron que lo habías invitado
casa aunque fuera amarrado», declaró al instructor. Era extraño que no lo a desayunar.
supiera, pero lo era mucho más que tampoco lo supiera mi madre, pues se —Quítalo —dijo mi hermana.
enteraba de todo antes que nadie en la casa, a pesar de que hacía años que no
salía a la calle, ni siquiera para ir a misa. Yo apreciaba esa virtud suya desde que Entonces le contó. «Pero fue como si ya lo supiera —me dijo—. Fue lo mismo de
empecé a levantarme temprano para ir a la escuela. La encontraba como era en siempre, que uno empieza a contarle algo, y antes de que el cuento llegue a la
aquellos tiempos, lívida y sigilosa, barriendo el patio con una escoba de ramas en mitad ya ella sabe cómo termina». Aquella mala noticia era un nudo cifrado para
el resplandor ceniciento del amanecer, y entre cada sorbo de café me iba contando mi madre. A Santiago Nasar le habían puesto ese nombre por el nombre de ella,
lo que había ocurrido en el mundo mientras nosotros dormíamos. Parecía tener y era además su madrina de bautismo, pero también tenía un parentesco de
hilos de comunicación secreta con la otra gente del pueblo, sobre todo con la de sangre con Pura Vicario, la madre de la novia devuelta. Sin embargo, no había
su edad, y a veces nos sorprendía con noticias anticipadas que no hubiera podido acabado de escuchar la noticia
conocer sino por artes de adivinación. Aquella mañana, sin embargo, no sintió el

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cuando ya se había puesto los zapatos de tacones y la mantilla de iglesia que sólo pájaros”; el costumbrismo mágico-irónico: “reputación muy bien ganada de
usaba entonces para las visitas de pésame. Mi padre, que había oído todo desde intérprete certera de los sueños ajenos, siempre que se los contara en ayunas”.
la cama, apareció en piyama en el comedor y le preguntó alarmado para dónde En unas pocas líneas el lector está ya en un territorio especial, en el mundo de
iba. García Márquez, donde los crímenes y la muerte son anunciados con profusión,
aunque en un lenguaje que, pese a conocerlo, no llegan a descifrar ni Plácida
—A prevenir a mi comadre Plácida —contestó ella—. No es justo que todo el Linero ni el propio Nasar. Esta incomprensión, por lo demás, está en el orden de
mundo sepa que le van a matar el hijo, y que ella sea la única que no lo sabe. las cosas, en una realidad que lejos de ser caótica es estricta, geométrica. De la
—Tenemos tantos vínculos con ella como con los Vicario —dijo mi padre. lectura se desprende una verificación inmediata para el lector: en medio de lo
—Hay que estar siempre de parte del muerto —dijo ella. pormenorizado del relato, en esa trama de causalidades en el asesinato de Nasar
abundan los hiatos y lagunas.
Mis hermanos menores empezaron a salir de los otros cuartos. Los más
pequeños, tocados por el soplo de la tragedia, rompieron a llorar. Mi madre no les El asunto de la Crónica de una muerte anunciada tiene esa irregularidad e
hizo caso, por una vez en la vida, ni le prestó atención a su esposo. imprevisibilidad que fascinan a los fait divers de la vida real, esos encuentros y
desencuentros que no entran en la lógica ni en las normas legales. Todo ello lo
—Espérate y me visto —le dijo él. visto con tal pasión participante que se diría estamos ante una historia italiana
Ella estaba ya en la calle. Mi hermano Jaime, que entonces no tenía más de siete de las que hacían las delicias de Stendhal, cuando percibía las pasiones
años, era el único que estaba vestido para la escuela. desencadenadas, el fuego del deseo, el tremolar del honor, el furor de la venganza,
—Acompáñala tú —ordenó mi padre. el amor rencoroso. Asuntos todos de la vida real y del melodrama, hoy
sobreabundante cuota de la crónica policial y el folletín desatado, ayer sabrosa
Jaime corrió detrás de ella sin saber qué pasaba ni para dónde iban, y se agarró materia prima de los novelieri.
de su mano. «Iba hablando sola —me dijo Jaime—. Hombres de mala ley, decía
en voz muy baja, animales de mierda que no son capaces de hacer nada que no El aire de fiesta que recorre la novela, esa infinita noche de bodas en que se come
sean desgracias». No se daba cuenta ni siquiera de que llevaba al niño de la mano. y se fornica bajo el sempiterno ardor tropical, sirve románticamente para
«Debieron pensar que me había vuelto loca —me dijo—. Lo único que recuerdo es contrastar el avance pausado e implacable de la tragedia y ésta publicitada sin
que se oía a lo lejos un ruido de mucha gente, como si hubiera vuelto a empezar cesar, es “anticipada” como dice el título de la obra, por los habitantes todos del
la fiesta de la boda, y que todo el mundo corría en dirección de la plaza». Apresuró pueblo, e insidiosamente sigue su camino, progresa lentamente, se vuelve
el paso, con la determinación de que era capaz cuando estaba una vida de por inevitable, y en un golpe magistral es acelerada por quienes buscan impedirla.
medio, hasta que alguien que corría en sentido contrario se compadeció de su Como dice el título Crónica y más exactamente una investigación que emprende
desvarío. personalmente el escritor-periodista, para rescatar un episodio transcurrido hace
—No se moleste, Luisa Santiaga —le gritó al pasar—. Ya lo mataron. muchos años y alcanzar la comprensión de los hechos. Como en la tragedia
griega, se trata de la muerte de un inocente, este escándalo de la razón y este
APRECIACIÓN CRÍTICA enraizamiento de la piedad ante las situaciones límites e incomprensibles, hoy y
mañana y siempre. De acuerdo a Bloch digamos que “cuanto más justa sea
El primer párrafo de Crónica de una muerte anunciada es casi una sinopsis del nuestra vida cotidiana, más sombría será la muerte que se abate sobre la vida
estilo de García Márquez o, de lo que había llegado a ser estilo en 1980. La y empalidece sus finalidades, más digno de meditación será el espacio en el cual
ejemplar frase inicial, tan precisa y tan decisiva: “El día en que lo iban a matar, se levanta la vida humana”.
Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que
llegaba el obispo” el empleo de las cifras “5:30 de la mañana”. “27 años después”; Referentes: Ángel Rama :Anticipada Crónica...,Lecturas dominicales, octubre
la felicidad de una adjetivación original, o al menos insólita: “una llovizna tierna”, 19,1980.
la oportuna nota de profanidad: “se sintió por completo salpicado de cagada de HernandoValencia Goelkel: ¿Qué sabía Santiago Nasar?

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fallido recorrido solitario por el entorno parisiense hace ver su drama semejante EDGAR ALLAN POE
al de un extranjero victimizado, todo por no poder comunicarse.

Billy Sánchez, por su parte, una vez Nació en Boston, en 1809 y murió en Baltimore en 1849. Hijo de actores pobres,
separado de su mujer, terminará fue adoptado por un comerciante John Allan, de cuyo apellido hizo su segundo
por perder toda referencia clara al nombre. Vivió entre el riesgo del delirium tremens y la neurosis y en 1836 contrajo
espacio y al tiempo, por no ser más matrimonio con su prima Virginia Clemm, de trece años de edad, que murió en
que “un costeño aturdido por la 1847, dos años antes que el escritor. Pese a todo, lego una obra presidida por la
novedad de París”, totalmente lucidez y la sensibilidad, por una inteligencia que supera las relaciones del
descolocado, incapaz de llegar a cálculo y una capacidad poética que le permitió explorar los abismos menos
tiempo para asistir a los funerales sospechados del hombre. Por eso su herencia es también una herencia de dolor.
de su propia esposa. Regresará a su
inicial condición de inmadurez, de « Poe escribió poemas, sátiras, parodias, historias de aventuras, ensayos
huérfano asustado y triste », sin filosóficos, artículos periodísticos y cuentos de horror, detectivescos y de ciencia
asideros en el mundo, como bien lo ficción. Su espacio literario fue inmenso e intrépido, tuvo un extraño destino
prueba al final del cuento su literario. Celebre en vida, sobre todo gracias a su poema El Cuervo, convertido en
desaforada reacción. leyenda maldita por Baudelaire, apartado primero como “demonio”,
menospreciado por los críticos de su época, adorado por los lectores adictos al
El fallecimiento trágico de Nena horror y por los psicoanalistas, pozo sin fondo para la investigación y la
Daconte suscita en él, en efecto, fabulación biográfica, es considerado un maestro del cuento, auténticos
como antes de que la conociera, una violencia bestial: “Se fue sin despedirse, sin monumentos indestructibles. En 1883, el “Baltimore Saturday Visiter” le premia
nada que agradecer, pensando que lo único que necesitaba con urgencia era su cuento Manuscrito hallado en una botella. A partir de entonces trabaja en
encontrarse con alguien a quien romperle la madre a cadenazos para desquitarse diversas revistas literarias, alternando la crítica con el cuento y la poesía. Poe
de su desgracia”. alcanzo fama, pero no la suficiente seguridad económica para mantener una
familia, a pesar de esa situación crítica en su matrimonio con Virginia, fue la
Referente: Dialnet-ElRastroDeTuSangreEnLaNieve-5113386.pdf etapa de mayor producción literaria.

Edgar Allan Poe murió en circunstancias desdichadas. La muerte de su esposa


lo había hundido en la alucinación ontológica en la que ya vivía a fuerza de
alcohol y drogas. Al final era puro dolor y torpeza para afrontar un mundo que
tenía ya coordenadas distintas, las fuerzas inefables esas que habían recorrido
su obra y su fantasía, lo asediaron cruelmente en sus últimos momentos.

CONTEXTO HISTORICO - LITERARIO

Hasta comienzos del siglo XIX, los autores se veían obligados, en los Estados
Unidos, a financiar la publicación de sus libros.

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De esta situación era responsable en parte el público lector, quienes solo leían a descarnados, unidos a una acción más que a una personalidad, recordados más
autores ingleses. Los escritores norteamericanos comprendieron que no podían por lo que hacen que por lo que son.
competir con la literatura tradicional solo imitándola, en ese tiempo dependían
principalmente de un precario mercado de revistas literarias, en las que al Su poema el cuervo puede servir para abordar el espacio de toda su obra. De él
principio escribían anónimamente, conformaron asociaciones o grupos para encontramos una explicación escrita por su autor en el ensayo “La Filosofía de
defender sus intereses. A partir de 1820, la cultura norteamericana comenzó a la composición”, en el que nos dice que para escribir esta obra quiso partir de
desarrollar marcadas características regionales y consecuentemente a fortalecer la belleza y que el tono que debía tener era el de la melancolía. Antes se había
centros culturales como Nueva Orleans, Richmond, Baltimore, otros y Nueva York planteado el problema de la longitud más idónea, diciendo que el centenar de
quien se convirtió el centro cultural más apreciado por los escritores. El auge versos era ideal para un buen efecto psicológico. Después como punto de apoyo
creciente del negocio editorial llevo paulatinamente a una consideración mayor temporal, Poe decidió introducir un estribillo breve, de sonido rotundo y lúgubre
del escritor nacional. El primer momento del cambio fue alrededor 1830, cuando al mismo tiempo: la palabra nevermore “nunca más”, repetida por un cuervo. El
las revistas literarias aceptaron pagar a los escritores, pequeñas sumas de resultado fue “El Cuervo”, cuyos detalles, dice el autor fueron minuciosamente
dinero por sus trabajos originales. Poe alcanzo a vivir algunos resplandores de pensados, no dejando nada al azar. Sea o no verdad el poema tiene una carga
este cambio que no bastaron para sacarlo de su vida de penuria. Poe fue uno de emotiva autentica y su pretendida construcción geométrica se halla oculta entre
los que más se preocuparon no solo por las condiciones profesionales del escritor, los pliegues de la verdadera “imitación poética”.
sino también por la identidad de la literatura norteamericana. En su época nadie
lo entendió. La mayoría de los que buscaban la identidad en el paisaje natural y Se pueden clasificar sus cuentos, según sus temas y atmosferas predominantes.
en los caracteres y episodios fundacionales de la historia del país, descartaron Cuentos de horror: El hundimiento de la casa de Usher, Berenice, Ligeia,
airadamente la defensa polémica que hacía Poe de la irrupción, allí, de elementos Morella, Eleonora, El enterramiento prematuro, El pozo y el péndulo, El Gato
irracionales, sobrenaturales, fantasmagóricos. No entendieron la función literaria Negro y La Máscara de la muerte roja, etc. Cuentos que actúan en el centro del
y revolucionaria de la imaginación que reclamaba Poe, ni mucho menos, el modo miedo, el terror, el horror.
perfectamente racional en que esos elementos debían actuar en el poema o en el
cuento. En los cuentos considerados analíticos, la fuerza de la razón es imbatible; En
los Crímenes de la Rue Morgue, La Carta Robada y el Escarabajo de Oro, la
Indudablemente toda la literatura del siglo XX lleva la impronta de Poe, su obra destreza racional A. Dupin en los dos primeros y Legrand en el tercero llega a
es un aporte fundamental a la recuperación interior del ser humano ese “otro desentrañar intrincados misterios y jeroglíficos. El análisis detectivesco, la razón
mundo que – según Eluard - existe y está en este”. La coincidencia de Poe con los exacerbada que parece locura, la intuición como vía para trascender la realidad,
poetas “malditos” sirvió para la vanguardia estética que, entre las dos guerras es la clase de intuición que permite a Legrand, en El Escarabajo de Oro, descubrir
mundiales liberó la energía de los sueños y las honduras del inconsciente para un secreto en un bicho que pesa y centellea como el metal, en un pergamino sucio
plasmar un nuevo arte. que revela jeroglíficos y un dibujo inquietante que es visible si es mirado con un
catalejo desde un lugar preciso y en un ángulo determinado, en una calavera
SU OBRA cuyo ojo izquierdo es estrella guía para encontrar un cofre lleno de oro ( tesoro).
Con el humor y el interés por la ciencia, Poe compuso otras dos series de relatos:
Los personajes de Poe extreman hasta lo grotesco la tendencia nocturna y Breve charla con una momia, entre los primeros, y la Aventura sin par de un tal
melancólica de las novelas románticas y góticas. Sin embargo, la diferencia Hans Pfall en los segundos, inauguradores de la narrativa de ciencia ficción.
estriba en que mientras los autores románticos hacían actuar a sus criaturas Cualquiera que sea la categoría a la que pertenezcan sus cuentos, en todos brillan
mediante el empuje de la pasión o el arrebato, los héroes de Poe se distancian de la exuberancia de la imaginación y el rigor compositivo.
sus acciones viven por si mismos una especie de fatalidad que los arrastra al
abismo. “Espectro” es la palabra para definir a los personajes de Poe. Seres (Fuentes: Primeros maestros Norteamericanos, Revista de Historia de la Literatura,
Barcelona y Obras completas de Edgar Allan Poe)

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Los relatos que han pasado a la historia literaria como precursores de la novela
BIBLIOGRAFIA CRONOLOGICA policiaca: como Los Crímenes de la Rue Morgue. El personaje esencial es el
detective, Augusto Dupin, además de ser el alter ego, del autor, es el modelo de
1827 - Publica en Boston Tamerlán y otros poemas todos los investigadores, detectives y sabuesos que han poblado la novela
1829 – Al Aaraaf policiaca, de terror, la novela negra, la novela criminal, en una palabra, la novela
1832 – En Baltimore escribe su primer cuento Metzengerstein de misterio de los siglos XIX y XX. El método y la cautela de Dupin son repetidos
1833 – Obtiene un primer premio con Manuscrito hallado en una botella por Rocambole, por Arsene Lupin, como por Sherlock Holmes. Los crímenes de la
1837 – Las Aventura de Arthur Gordon Pym Rue Morgue no solo ayuda a entender el modo en que actúa la mente de Dupin,
1838 – El hundimiento de la casa de Usher detective provisto de lógica ilimitada, sino la manera en que Poe concebía sus
1840 – Publica Cuentos de lo grotesco. relatos, un hombre verdaderamente imaginativo, siempre analítico. Pero el arma
Escribe Los Crímenes de la Rue Morgue suprema de ese análisis debe ser una intuición de alcance sobrenatural. Dupin,
1842 – Escribe El pozo y el péndulo, El escarabajo de oro, investiga la muerte de una madre y su hija. El crimen ha sido cometido en un
El gato negro, El Cuervo. cuarto cerrado, donde aparentemente nadie ha podido penetrar. A fuerza de
1845 – Escribe El demonio de la perversidad, El barril de amontillado, deducción, interpretando los indicios descubrirá al asesino.
El caso del señor Valdemar.
1848 – Escribe Eureka y publica Ulalume y otros poemas.

COMENTARIO CRITICO

Según Lovecraft, la diferencia entre Poe y sus ilustres predecesores estriba en


que éstos habían trabajado a oscuras, sin comprender la base psicológica del
atractivo del terror. Poe comprende el mecanismo y la fisiología del miedo y de lo
extraño, estudia la mente humana más que los usos de la ficción gótica, y trabaja
con unos conocimientos analíticos de las verdaderas fuentes del terror, lo cual
incrementa la fuerza de sus relatos y los libran de los absurdos inherentes al
estremecimiento convencional y estereotipado. Poe, busco siempre la emoción
estética más intensa, que a su juicio se encontraba en la provocación del «horror».
En El pozo y el péndulo, historia que persigue deliberadamente provocar dicho
«efecto»: es decir, la radicalización del placer literario de lo macabro. El horror fue
un medio para trascender la realidad, la máquina del lenguaje creía Poe, tenía
que servir para describir la belleza sobrenatural: la belleza natural no necesitaba
palabras, porque estaba al alcance de la mano. En El pozo y el péndulo, el
protagonista es un sentenciado a muerte por la Santa Inquisición, en él, Poe
describe el horror mental del reo a la espera de su muerte, la tortura de la
incertidumbre por el método a usarse por los inquisidores y la agilidad mental
para defender su vida al filo de la muerte, lo llevan al personaje al borde de la
locura. Poe se atrevió a hacer lo que nadie había conseguido: describir con
palabras lo invisible.

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LOS CRÍMENES DE LA CALLE MORGUE decidir la victoria algún movimiento sutil, resultado de un penetrante esfuerzo
intelectual. Desprovisto de los recursos ordinarios, el analista penetra en el
Las características de la inteligencia que suelen calificarse de analíticas son en sí espíritu de su oponente, se identifica con él y con frecuencia alcanza a ver de una
mismas poco susceptibles de análisis. Sólo las apreciamos a través de sus sola ojeada el único método (a veces absurdamente sencillo) por el cual puede
resultados. Entre otras cosas sabemos que, para aquel que las posee en alto provocar un error o precipitar a un falso cálculo.
grado, son fuente del más vivo goce. Así como el hombre robusto se complace en
su destreza física y se deleita con aquellos ejercicios que reclaman la acción de Hace mucho que se ha reparado en el whist por su influencia sobre lo que da en
sus músculos, así el analista halla su placer en esa actividad del espíritu llamarse la facultad del cálculo, y hombres del más excelso intelecto se han
consistente en desenredar. Goza incluso con las ocupaciones más triviales, complacido en él de manera indescriptible, dejando de lado, por frívolo, al ajedrez.
siempre que pongan en juego su talento. Le encantan los enigmas, los acertijos, Sin duda alguna, nada existe en ese orden que ponga de tal modo a prueba la
los jeroglíficos, y al solucionarlos muestra un grado de perspicacia que, para la facultad analítica.
mente ordinaria, parece sobrenatural. Sus resultados, frutos del método en su
forma más esencial y profunda, tienen todo el aire de una intuición. La facultad El mejor ajedrecista de la cristiandad no puede ser otra cosa que el mejor
de resolución se ve posiblemente muy vigorizada por el estudio de las ajedrecista, pero la eficiencia en el whist implica la capacidad para triunfar en
matemáticas, y en especial por su rama más alta, que, injustamente y tan sólo a todas aquellas empresas más importantes donde la mente se enfrenta con la
causa de sus operaciones retrógradas, se denomina análisis, como si se tratara mente. Cuando digo eficiencia, aludo a esa perfección en el juego que incluye la
del análisis par excellence. Calcular, sin embargo, no es en sí mismo analizar. aprehensión de todas las posibilidades mediante las cuales se puede obtener
legítima ventaja. Estas últimas no sólo son múltiples sino multiformes, y con
Un jugador de ajedrez, por ejemplo, efectúa lo primero sin esforzarse en lo frecuencia yacen en capas tan profundas del pensar que el entendimiento
segundo. De ahí se sigue que el ajedrez, por lo que concierne a sus efectos sobre ordinario es incapaz de alcanzarlas. Observar con atención equivale a recordar
la naturaleza de la inteligencia, es apreciado erróneamente. No he de escribir aquí con claridad; en ese sentido, el ajedrecista concentrado jugará bien al whist, en
un tratado, sino que me limito a prologar un relato un tanto singular, con algunas tanto que las reglas de Hoyle (basadas en el mero mecanismo del juego) son
observaciones pasajeras; aprovecharé por eso la oportunidad para afirmar que el comprensibles de manera general y satisfactoria. Por tanto, el hecho de tener una
máximo grado de la reflexión se ve puesto a prueba por el modesto juego de damas memoria retentiva y guiarse por «el libro» son las condiciones que por regla
en forma más intensa y beneficiosa que por toda la estudiada frivolidad del general se consideran como la suma del buen jugar. Pero la habilidad del analista
ajedrez. En este último, donde las piezas tienen movimientos diferentes y se manifiesta en cuestiones que exceden los límites de las meras reglas.
singulares, con varios y variables valores, lo que sólo resulta complejo es Silencioso, procede a acumular cantidad de observaciones y deducciones. Quizá
equivocadamente confundido (error nada insólito) con lo profundo. Aquí se trata, sus compañeros hacen lo mismo, y la mayor o menor proporción de informaciones
sobre todo, de la atención. Si ésta cede un solo instante, se comete un descuido así obtenidas no reside tanto en la validez de la deducción como en la calidad de
que da por resultado una pérdida o la derrota. Como los movimientos posibles no la observación. Lo necesario consiste en saber qué se debe observar. Nuestro
sólo son múltiples sino intrincados, las posibilidades de descuido se multiplican jugador no se encierra en sí mismo; ni tampoco, dado que su objetivo es el juego,
y, en nueve casos de cada diez, triunfa el jugador concentrado y no el más rechaza deducciones procedentes de elementos externos a éste. Examina el
penetrante. En las damas, por el contrario, donde hay un solo movimiento y las semblante de su compañero, comparándolo cuidadosamente con el de cada uno
variaciones son mínimas, las probabilidades de inadvertencia disminuyen, lo cual de sus oponentes. Considera el modo con que cada uno ordena las cartas en su
deja un tanto de lado a la atención, y las ventajas obtenidas por cada uno de los mano; a menudo cuenta las cartas ganadoras y las adicionales por la manera con
adversarios provienen de una perspicacia superior. que sus tenedores las contemplan. Advierte cada variación de fisonomía a medida
que avanza el juego, reuniendo un capital de ideas nacidas de las diferencias de
Para hablar menos abstractamente, supongamos una partida de damas en la que expresión correspondientes a la seguridad, la sorpresa, el triunfo o la
las piezas se reducen a cuatro y donde, como es natural, no cabe esperar el menor contrariedad. Por la manera de levantar una baza juzga si la persona que la recoge
descuido. Obvio resulta que (si los jugadores tienen fuerza pareja) sólo puede será capaz de repetirla en el mismo palo. Reconoce la jugada fingida por la

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manera con que se arrojan las cartas sobre el tapete. Una palabra casual o extraordinaria amplitud de su cultura; pero, sobre todo, sentí encenderse mi alma
descuidada, la caída o vuelta accidental de una carta, con la consiguiente ante el exaltado fervor y la vívida frescura de su imaginación. Dado lo que yo
ansiedad o negligencia en el acto de ocultarla, la cuenta de las bazas, con el orden buscaba en ese entonces en París, sentí que la compañía de un hombre semejante
de su disposición, el embarazo, la vacilación, el apuro o el temor... todo ello me resultaría un tesoro inestimable, y no vacilé en decírselo. Quedó por fin
proporciona a su percepción, aparentemente intuitiva, indicaciones sobre la decidido que viviríamos juntos durante mi permanencia en la ciudad, y, como mi
realidad del juego. Jugadas dos o tres manos, conoce perfectamente las cartas de situación financiera era algo menos comprometida que la suya, logré que quedara
cada uno, y desde ese momento utiliza las propias con tanta precisión como si a mi cargo alquilar y amueblar —en un estilo que armonizaba con la melancolía
los otros jugadores hubieran dado vuelta a las suyas. un tanto fantástica de nuestro carácter— una decrépita y grotesca mansión
abandonada a causa de supersticiones sobre las cuales no inquirimos, y que se
El poder analítico no debe confundirse con el mero ingenio, ya que si el analista acercaba a su ruina en una parte aislada y solitaria del Faubourg Saint-Germain.
es por necesidad ingenioso, con frecuencia el hombre ingenioso se muestra Si nuestra manera de vivir en esa casa hubiera llegado al conocimiento del
notablemente incapaz de analizar. La facultad constructiva o combinatoria por la mundo, éste nos hubiera considerado como locos —aunque probablemente como
cual se manifiesta habitualmente locos inofensivos—. Nuestro aislamiento era perfecto. No admitíamos visitantes.
El lugar de nuestro retiro era un secreto celosamente guardado para mis antiguos
el ingenio, y a la que los frenólogos (erróneamente, a mi juicio) han asignado un amigos; en cuanto a Dupin, hacía muchos años que había dejado de ver gentes o
órgano aparte, considerándola una facultad primordial, ha sido observada con de ser conocido en París. Sólo vivíamos para nosotros. Una rareza de mi amigo
tanta frecuencia en personas cuyo intelecto lindaba con la idiotez, que ha (¿qué otro nombre darle?) consistía en amar la noche por la noche misma; a esta
provocado las observaciones de los estudiosos del carácter. Entre el ingenio y la bizarrerie, como a todas las otras, me abandoné a mi vez sin esfuerzo,
aptitud analítica existe una diferencia mucho mayor que entre la fantasía y la entregándome a sus extraños caprichos con perfecto abandono. La negra
imaginación, pero de naturaleza estrictamente análoga. En efecto, cabe observar divinidad no podía permanecer siempre con nosotros, pero nos era dado imitarla.
que los ingeniosos poseen siempre mucha fantasía mientras que el hombre A las primeras luces del alba, cerrábamos las pesadas persianas de nuestra vieja
verdaderamente imaginativo es siempre un analista. casa y encendíamos un par de bujías que, fuertemente perfumadas, sólo
lanzaban débiles y mortecinos rayos. Con ayuda de ellas ocupábamos nuestros
El relato siguiente representará para el lector algo así como un comentario espíritus en soñar, leyendo, escribiendo o conversando, hasta que el reloj nos
de las afirmaciones que anteceden. Mientras residía en París, durante la advertía la llegada de la verdadera oscuridad. Salíamos entonces a la calle
primavera y parte del verano de 18..., me relacioné con un cierto C. Auguste tomados del brazo, continuando la conversación del día o vagando al azar hasta
Dupin. Este joven caballero procedía de una familia excelente —y hasta ilustre— muy tarde, mientras buscábamos entre las luces y las sombras de la populosa
, pero una serie de desdichadas circunstancias lo habían reducido a tal pobreza ciudad esa infinidad de excitantes espirituales que puede proporcionar la
que la energía de su carácter sucumbió ante la desgracia, llevándolo a alejarse observación silenciosa.
del mundo y a no preocuparse por recuperar su fortuna. Gracias a la cortesía de
sus acreedores le quedó una pequeña parte del patrimonio, y la renta que le En esas oportunidades, no dejaba yo de reparar y admirar (aunque dada su
producía bastaba, mediante una rigurosa economía, para subvenir a sus profunda idealidad cabía esperarlo) una peculiar aptitud analítica de Dupin.
necesidades, sin preocuparse de lo superfluo. Los libros constituían su solo lujo, Parecía complacerse especialmente en ejercitarla —ya que no en exhibirla— y no
y en París es fácil procurárselos. Nuestro primer encuentro tuvo lugar en una vacilaba en confesar el placer que le producía. Se jactaba, con una risita discreta,
oscura librería de la rue Montmartre, donde la casualidad de que ambos de que frente a él la mayoría de los hombres tenían como una ventana por la cual
anduviéramos en busca de un mismo libro —tan raro como notable— sirvió para podía verse su corazón y estaba pronto a demostrar sus afirmaciones con pruebas
aproximarnos. Volvimos a encontrarnos una y otra vez. Me sentí profundamente tan directas como sorprendentes del íntimo conocimiento que de mí tenía. En
interesado por la menuda historia de familia que Dupin me contaba aquellos momentos su actitud era fría y abstraída; sus ojos miraban como sin
detalladamente, con todo ese candor a que se abandona un francés cuando se ver, mientras su voz, habitualmente de un rico registro de tenor, subía a un
trata de su propia persona. Me quedé asombrado, al mismo tiempo, por la falsete que hubiera parecido petulante de no mediar lo deliberado y lo preciso de

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sus palabras. Al observarlo en esos casos, me ocurría muchas veces pensar en la —El hombre que tropezó con usted cuando entrábamos en esta calle... hará un
antigua filosofía del alma doble, y me divertía con la idea de un doble Dupin: el cuarto de hora.
creador y el analista.
No se suponga, por lo que llevo dicho, que estoy circunstanciando algún misterio Recordé entonces que un frutero, que llevaba sobre la cabeza una gran cesta de
o escribiendo una novela. Lo que he referido de mi amigo francés era tan sólo el manzanas, había estado a punto de derribarme accidentalmente cuando
producto de una inteligencia excitada o quizá enferma. Pero el carácter de sus pasábamos de la rue C... a la que recorríamos ahora. Pero me era imposible
observaciones en el curso de esos períodos se apreciará con más claridad comprender qué tenía eso que ver con Chantilly.
mediante un ejemplo.
Errábamos una noche por una larga y sucia calle, en la vecindad del Palais Royal. —Se lo explicaré —me dijo Dupin, en quien no había la menor partícula de
Sumergidos en nuestras meditaciones, no habíamos pronunciado una sola sílaba charlatanerie— y, para que pueda comprender claramente, remontaremos
durante un cuarto de hora por lo menos. Bruscamente, Dupin pronunció estas primero el curso de sus reflexiones desde el momento en que le hablé hasta el de
palabras: su choque con el frutero en cuestión. Los eslabones principales de la cadena son
los siguientes: Chantilly, Orión, el doctor Nichols, Epicuro, la estereotomía, el
—Sí, es un hombrecillo muy pequeño, y estaría mejor en el Théâtre des Variétés. pavimento, el frutero.
—No cabe duda —repuse inconscientemente, sin advertir (pues tan absorto había
estado en mis reflexiones) la extraordinaria forma en que Dupin coincidía con mis Pocas personas hay que, en algún momento de su vida, no se hayan entretenido
pensamientos. Pero, un instante después, me di cuenta y me sentí en remontar el curso de las ideas mediante las cuales han llegado a alguna
profundamente asombrado. conclusión. Con frecuencia, esta tarea está llena de interés, y aquel que la
emprende se queda asombrado por la distancia aparentemente ilimitada e
—Dupin —dije gravemente—, esto va más allá de mi comprensión. Le confieso inconexa entre el punto de partida y el de llegada.
sin rodeos que estoy atónito y que apenas puedo dar crédito a mis sentidos.
¿Cómo es posible que haya sabido que yo estaba pensando en...? ¡Cuál habrá sido entonces mi asombro al oír las palabras que acababa de
pronunciar Dupin y reconocer que correspondían a la verdad!
Aquí me detuve, para asegurarme sin lugar a dudas de si realmente sabía en
quién estaba yo pensando. —Si no me equivoco —continuó él—, habíamos estado hablando de caballos
justamente al abandonar la rue C... Éste fue nuestro último tema de
—En Chantilly —dijo Dupin—. ¿Por qué se interrumpe? Estaba usted diciéndose conversación. Cuando cruzábamos hacia esta calle, un frutero que traía una gran
que su pequeña estatura le veda los papeles trágicos. canasta en la cabeza pasó rápidamente a nuestro lado y le empaló a usted contra
Tal era, exactamente, el tema de mis reflexiones. Chantilly era un ex remendón una pila de adoquines correspondiente a un pedazo de la calle en reparación.
de la rue Saint-Denis que, apasionado por el teatro, había encarnado el papel de Usted pisó una de las piedras sueltas, resbaló, torciéndose ligeramente el tobillo;
Jerjes en la tragedia homónima de Crébillon, logrando tan sólo que la gente se mostró enojo o malhumor, murmuró algunas palabras, se volvió para mirar la
burlara de él. pila de adoquines y siguió andando en silencio. Yo no estaba especialmente atento
a sus actos, pero en los últimos tiempos la observación se ha convertido para mí
—En nombre del cielo —exclamé—, dígame cuál es el método... si es que hay un en una necesidad.
método... que le ha permitido leer en lo más profundo de mí. En realidad, me
sentía aún más asombrado de lo que estaba dispuesto a reconocer. Mantuvo usted los ojos clavados en el suelo, observando con aire quisquilloso los
—El frutero —replicó mi amigo— fue quien lo llevó a la conclusión de que el agujeros y los surcos del pavimento (por lo cual comprendí que seguía pensando
remendón de suelas no tenía estatura suficiente para Jerjes et id genus omne. en las piedras), hasta que llegamos al pequeño pasaje llamado Lamartine, que
—¡El frutero! ¡Me asombra usted! No conozco ningún frutero. con fines experimentales ha sido pavimentado con bloques ensamblados y
remachados. Aquí su rostro se animó y, al notar que sus labios se movían, no

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tuve dudas de que murmuraba la palabra “estereotomía”, término que se ha profunda calma. Los vecinos se separaron y empezaron a recorrer las
aplicado pretenciosamente a esta clase de pavimento. Sabía que para usted sería habitaciones una por una. Al llegar a una gran cámara situada en la parte
imposible decir “estereotomía” sin verse llevado a pensar en átomos y pasar de posterior del cuarto piso (cuya puerta, cerrada por dentro con llave, debió ser
ahí a las teorías de Epicuro; ahora bien, cuando discutimos no hace mucho este forzada), se vieron en presencia de un espectáculo que les produjo tanto horror
tema, recuerdo haberle hecho notar de qué curiosa manera —por lo demás como estupefacción.
desconocida— las vagas conjeturas de aquel noble griego se han visto
confirmadas en la reciente cosmogonía de las nebulosas; comprendí, por tanto, EL aposento se hallaba en el mayor desorden: los muebles, rotos, habían sido
que usted no dejaría de alzar los ojos hacia la gran nebulosa de Orión, y estaba lanzados en todas direcciones. El colchón del único lecho aparecía tirado en mitad
seguro de que lo haría. Efectivamente, miró usted hacia lo alto y me sentí seguro del piso.
de haber seguido correctamente sus pasos hasta ese momento. Pero en la amarga
crítica a Chantilly que apareció en el Musée de ayer, el escritor satírico hace Sobre una silla había una navaja manchada de sangre. Sobre la chimenea
algunas penosas alusiones al cambio de nombre del remendón antes de calzar aparecían dos o tres largos y espesos mechones de cabello humano igualmente
los coturnos, y cita un verso latino sobre el cual hemos hablado muchas veces. empapados en sangre y que daban la impresión de haber sido arrancados de raíz.
Me refiero al verso: Se encontraron en el piso cuatro napoleones, un aro de topacio, tres cucharas
grandes de plata, tres más pequeñas de métal d’Alger, y dos sacos que contenían
Perdidit antiquum litera prima sonum. casi cuatro mil francos en oro. Los cajones de una cómoda situada en un ángulo
habían sido abiertos y aparentemente saqueados, aunque quedaban en ellos
Le dije a usted que se refería a Orión, que en un tiempo se escribió Urión; y dada numerosas prendas. Descubrióse una pequeña caja fuerte de hierro debajo de la
cierta acritud que se mezcló en aquella discusión, estaba seguro de que usted no cama (y no del colchón). Estaba abierta y con la llave en la cerradura. No contenía
la había olvidado. Era claro, pues, que no dejaría de combinar las dos ideas de nada, aparte de unas viejas cartas y papeles igualmente sin importancia.
Orión y Chantilly. Que así lo hizo, lo supe por la sonrisa que pasó por sus labios.
Pensaba usted en la inmolación del pobre zapatero. Hasta ese momento había No se veía huella alguna de madame L’Espanaye, pero al notarse la presencia de
caminado algo encorvado, pero de pronto le vi erguirse en toda su estatura. Me una insólita cantidad de hollín al pie de la chimenea se procedió a registrarla,
sentí seguro de que estaba pensando en la diminuta figura de Chantilly. Y en este encontrándose (¡cosa horrible de describir!) el cadáver de su hija, cabeza abajo,
punto interrumpí sus meditaciones para hacerle notar que, en efecto, el tal el cual había sido metido a la fuerza en la estrecha abertura y considerablemente
Chantilly era muy pequeño y que estaría mejor en el Théâtre des Variétés. empujado hacia arriba. El cuerpo estaba aún caliente. Al examinarlo se
advirtieron en él numerosas excoriaciones, producidas, sin duda, por la violencia
Poco tiempo después de este episodio, leíamos una edición nocturna de la Gazette con que fuera introducido y por la que requirió arrancarlo de allí. Veíanse
des Tribunaux cuando los siguientes párrafos atrajeron nuestra atención: profundos arañazos en el rostro, y en la garganta aparecían contusiones
negruzcas y profundas huellas de uñas, como si la víctima hubiera sido
EXTRAÑOS ASESINATOS.—Esta mañana, hacia las tres, los habitantes del estrangulada.
quartier Saint-Roch fueron arrancados de su sueño por los espantosos alaridos
procedentes del cuarto piso de una casa situada en la rue Morgue, ocupada por Luego de una cuidadosa búsqueda en cada porción de la casa, sin que apareciera
madame L’Espanaye y su hija, mademoiselle Camille L’Espanaye. Como fuera nada nuevo, los vecinos se introdujeron en un pequeño patio pavimentado de la
imposible lograr el acceso a la casa, después de perder algún tiempo, se forzó parte posterior del edificio y encontraron el cadáver de la anciana señora, la cual
finalmente la puerta con una ganzúa y ocho o diez vecinos penetraron en había sido degollada tan salvajemente que, al tratar de levantar el cuerpo, la
compañía de dos gendarmes. Por ese entonces los gritos habían cesado, pero cabeza se desprendió del tronco.
cuando el grupo remontaba el primer tramo de la escalera se oyeron dos o más
voces que discutían violentamente y que parecían proceder de la parte superior Horribles mutilaciones aparecían en la cabeza y en el cuerpo, y este último apenas
de la casa. Al llegar al segundo piso, las voces callaron a su vez, reinando una presentaba forma humana.

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»Hasta el momento no se ha encontrado la menor clave que permita solucionar Isidore Muset, gendarme, declara que fue llamado hacia las tres de la mañana y
tan horrible misterio.» que, al llegar a la casa, encontró a unas veinte o treinta personas reunidas que
se esforzaban por entrar. Violentó finalmente la entrada (con una bayoneta y no
La edición del día siguiente contenía los siguientes detalles adicionales: con una ganzúa). No le costó mucho abrirla, pues se trataba de una puerta de
dos batientes que no tenía pasadores ni arriba ni abajo. Los alaridos continuaron
«La tragedia de la rue Morgue.—Diversas personas han sido interrogadas con hasta que se abrió la puerta, cesando luego de golpe. Parecían gritos de persona
relación a este terrible y extraordinario suceso, pero nada ha trascendido que (o personas) que sufrieran los más agudos dolores; eran gritos agudos y
pueda arrojar alguna luz sobre él. Damos a continuación las declaraciones prolongados, no breves y precipitados. El testigo trepó el primero las escaleras.
obtenidas: Al llegar al primer descanso oyó dos voces que discutían con fuerza y agriamente;
una de ellas era ruda y la otra mucho más aguda y muy extraña. Pudo entender
Pauline Dubourg, lavandera, manifiesta que conocía desde hacía tres años a las algunas palabras provenientes de la primera voz, que correspondía a un francés.
dos víctimas, de cuya ropa se ocupaba. La anciana y su hija parecían hallarse en Estaba seguro de que no se trataba de una voz de mujer. Pudo distinguir las
buenos términos y se mostraban sumamente cariñosas entre sí. Pagaban muy palabras sacré y diable. La voz más aguda era de un extranjero. No podría
bien. No sabía nada sobre su modo de vida y sus medios de subsistencia. Creía asegurar si se trataba de un hombre o una mujer. No entendió lo que decía, pero
que madame L. decía la buenaventura. Pasaba por tener dinero guardado. Nunca tenía la impresión de que hablaba en español. El estado de la habitación y de los
encontró a otras personas en la casa cuando iba a buscar la ropa o la devolvía. cadáveres fue descrito por el testigo en la misma forma que lo hicimos ayer.
Estaba segura de que no tenían ningún criado o criada. Opinaba que en la casa Henri Duval, vecino, de profesión platero, declara que formaba parte del primer
no había ningún mueble, salvo en el cuarto piso. »Pierre Moreau, vendedor de grupo que entró en la casa. Corrobora en general la declaración de Muset. Tan
tabaco, declara que desde hace cuatro años vendía regularmente pequeñas pronto forzaron la puerta, volvieron a cerrarla para mantener alejada a la
cantidades de tabaco y de rapé a madame L’Espanaye. Nació en la vecindad y ha muchedumbre, que, pese a lo avanzado de la hora, se estaba reuniendo
residido siempre en ella. La extinta y su hija ocupaban desde hacía más de seis rápidamente. El testigo piensa que la voz más aguda pertenecía a un italiano.
años la casa donde se encontraron los cadáveres. Anteriormente vivía en ella un Está seguro de que no se trataba de un francés. No puede asegurar que se tratara
joyero, que alquilaba las habitaciones superiores a diversas personas. La casa de una voz masculina. Pudo ser la de una mujer. No está familiarizado con la
era de propiedad de madame L., quien se sintió disgustada por los abusos que lengua italiana. No alcanzó a distinguir las palabras, pero por la entonación está
cometía su inquilino y ocupó personalmente la casa, negándose a alquilar parte convencido de que quien hablaba era italiano. Conocía a madame L. y a su hija.
alguna. La anciana señora daba señales de senilidad. El testigo vio a su hija unas Había conversado frecuentemente con ellas. Estaba seguro de que la voz aguda
cinco o seis veces durante esos seis años. Ambas llevaban una vida muy retirada no pertenecía a ninguna de las difuntas. »Odenheimer, restaurateur. Este testigo
y pasaban por tener dinero. Había oído decir a los vecinos que madame L. decía se ofreció voluntariamente a declarar. Como no habla francés, testimonió
la buenaventura, pero no lo creía. Nunca vio entrar a nadie, salvo a la anciana y mediante un intérprete. Es originario de Amsterdam. Pasaba frente a la casa
su hija, a un mozo de servicio que estuvo allí una o dos veces, y a un médico que cuando se oyeron los gritos. Duraron varios minutos, probablemente diez. Eran
hizo ocho o diez visitas. prolongados y agudos, tan horribles como penosos de oír. El testigo fue uno de
los que entraron en el edificio. Corroboró las declaraciones anteriores en todos
Muchos otros vecinos han proporcionado testimonios coincidentes. No se ha sus detalles, salvo uno. Estaba seguro de que la voz más aguda pertenecía a un
hablado de nadie que frecuentara la casa. Se ignora si madame L. y su hija tenían hombre y que se trataba de un francés. No pudo distinguir las palabras
parientes vivos. Pocas veces se abrían las persianas de las ventanas delanteras. pronunciadas. Eran fuertes y precipitadas, desiguales y pronunciadas
Las de la parte posterior estaban siempre cerradas, salvo las de la gran habitación aparentemente con tanto miedo como cólera. La voz era áspera; no tanto aguda
en la parte trasera del cuarto piso. como áspera. El testigo no la calificaría de aguda. La voz más gruesa dijo varias
veces: sacré, diable, y una vez Mon Dieu! »Jules Mignaud, banquero, de la firma
La casa se hallaba en excelente estado y no era muy antigua. Mignaud e hijos, en la calle Deloraine. Es el mayor de los Mignaud. Madame
L’Espanaye poseía algunos bienes. Había abierto una cuenta en su banco durante

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la primavera del año 18... (ocho años antes). Hacía frecuentes depósitos de puerta de la habitación. Algunos sostienen que transcurrieron tres minutos; otros
pequeñas sumas. No había retirado nada hasta tres días antes de su muerte, en calculan cinco. Costó mucho violentar la puerta.
que personalmente extrajo la suma de 4.000 francos. La suma le fue pagada en
oro y un empleado la llevó a su domicilio. »Alfonso Garcio, empresario de pompas fúnebres, habita en la rue Morgue. Es de
nacionalidad española. Formaba parte del grupo que entró en la casa. No subió
Adolphe Lebon, empleado de Mignaud e hijos, declara que el día en cuestión las escaleras. Tiene los nervios delicados y teme las consecuencias de toda
acompañó hasta su residencia a madame L’Espanaye, llevando los 4.000 francos agitación. Oyó las voces que disputaban. La más ruda pertenecía a un francés.
en dos sacos. Una vez abierta la puerta, mademoiselle L. vino a tomar uno de los No pudo comprender lo que decía. La voz aguda era la de un inglés; está seguro
sacos, mientras la anciana señora se encargaba del otro. Por su parte, el testigo de esto. No comprende el inglés, pero juzga basándose en la entonación.
saludó y se retiró. No vio a persona alguna en la calle en ese momento. Se trata
de una calle poco importante, muy solitaria. »Alberto Montani, confitero, declara que fue de los primeros en subir las escaleras.
Oyó las voces en cuestión. la voz ruda era la de un francés. Pudo distinguir varias
William Bird, sastre, declara que formaba parte del grupo que entró en la casa. palabras. El que hablaba parecía reprochar alguna cosa. No pudo comprender
Es de nacionalidad inglesa. Lleva dos años de residencia en París. Fue uno de los las palabras dichas por la voz más aguda, que hablaba rápida y desigualmente.
primeros en subir las escaleras. Oyó voces que disputaban. La más ruda era la Piensa que se trata de un ruso. Corrobora los testimonios restantes. Es de
de un francés. Pudo distinguir varias palabras, pero ya no las recuerda todas. nacionalidad italiana. Nunca habló con un nativo de Rusia.
Oyó claramente: sacré y mon Dieu. En ese momento se oía un ruido como si varias
personas estuvieran luchando, era un sonido de forcejeo, como si algo fuese »Nuevamente interrogados, varios testigos certificaron que las chimeneas de todas
arrastrado. La voz aguda era muy fuerte, mucho más que la voz ruda. Está seguro las habitaciones eran demasiado angostas para admitir el paso de un ser
de que no se trataba de la voz de un inglés. Parecía la de un alemán. Podía ser humano. Se pasaron “deshollinadores” —cepillos cilíndricos como los que usan
una voz de mujer. El testigo no comprende el alemán. los que limpian chimeneas—
por todos los tubos existentes en la casa. No existe ningún pasaje en los fondos
Cuatro de los testigos nombrados más arriba fueron nuevamente interrogados, por el cual alguien hubiera podido descender mientras el grupo subía las
declarando que la puerta del aposento donde se encontró el cadáver de escaleras. El cuerpo de mademoiselle L’Espanaye estaba tan firmemente encajado
mademoiselle L. estaba cerrada por dentro cuando llegaron hasta ella. Reinaba en la chimenea, que no pudo ser extraído hasta que cuatro o cinco personas
un profundo silencio; no se escuchaban quejidos ni rumores de ninguna especie. unieron sus esfuerzos.
No se vio a nadie en el momento de forzar la puerta. Las ventanas, tanto de la
habitación del frente como de la trasera, estaban cerradas y firmemente »Paul Dumas, médico, declara que fue llamado al amanecer para examinar los
aseguradas por dentro. Entre ambas habitaciones había una puerta cerrada, pero cadáveres de las víctimas. Los mismos habían sido colocados sobre el colchón del
la llave no estaba echada. La puerta que comunicaba la habitación del frente con lecho correspondiente a la habitación donde se encontró a mademoiselle L. El
el corredor había sido cerrada con llave por dentro. Un cuarto pequeño situado cuerpo de la joven aparecía lleno de contusiones y excoriaciones. El hecho de que
en el frente del cuarto piso, al comienzo del corredor, apareció abierto, con la hubiese sido metido en la chimenea bastaba para explicar tales marcas. La
puerta entornada. La habitación estaba llena de camas viejas, cajones y objetos garganta estaba enormemente excoriada. Varios profundos arañazos aparecían
por el estilo. Se procedió a revisarlos uno por uno, no se dejó sin examinar una debajo del mentón, conjuntamente con una serie de manchas lívidas resultantes,
sola pulgada de la casa. Se enviaron deshollinadores para que exploraran las con toda evidencia, de la presión de unos dedos. El rostro estaba horriblemente
chimeneas. La casa tiene cuatro pisos, con mansardes. Una trampa que da al pálido y los ojos se salían de las órbitas. La lengua aparecía a medias cortada. En
techo estaba firmemente asegurada con clavos y no parece haber sido abierta la región del estómago se descubrió una gran contusión, producida,
durante años. Los testigos no están de acuerdo sobre el tiempo transcurrido entre aparentemente, por la presión de una rodilla. Según opinión del doctor Dumas,
el momento en que escucharon las voces que disputaban y la apertura de la mademoiselle L’Espanaye había sido estrangulada por una o varias personas.

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El cuerpo de la madre estaba horriblemente mutilado. Todos los huesos de la fracasan. Vidocq, por ejemplo, era hombre de excelentes conjeturas y
pierna y el brazo derechos se hallaban fracturados en mayor o menor grado. La perseverante. Pero como su pensamiento carecía de suficiente educación, erraba
tibia izquierda había quedado reducida a astillas, así como todas las costillas del continuamente por el excesivo ardor de sus investigaciones. Dañaba su visión por
lado izquierdo. El cuerpo aparecía cubierto de contusiones y estaba descolorido. mirar el objeto desde demasiado cerca. Quizá alcanzaba a ver uno o dos puntos
Resultaba imposible precisar el arma con que se habían inferido tales heridas. con singular acuidad, pero procediendo así perdía el conjunto de la cuestión. En
Un pesado garrote de mano, o una ancha barra de hierro, quizá una silla, el fondo se trataba de un exceso de profundidad, y la verdad no siempre está
cualquier arma grande, pesada y contundente, en manos de un dentro de un pozo. Por el contrario, creo que, en lo que se refiere al conocimiento
hombre sumamente robusto, podía haber producido esos resultados. Imposible más importante, es invariablemente superficial. La profundidad corresponde a
que una mujer pudiera infligir tales heridas con cualquier arma que fuese. La los valles, donde la buscamos, y no a las cimas montañosas, donde se la
cabeza de la difunta aparecía separada del cuerpo y, al igual que el resto, encuentra. Las formas y fuentes de este tipo de error se ejemplifican muy bien en
terriblemente contusa. Era evidente que la garganta había sido seccionada con la contemplación de los cuerpos celestes. Si se observa una estrella de una
un instrumento muy afilado, probablemente una navaja. ojeada, oblicuamente, volviendo hacia ella la porción exterior de la retina (mucho
más sensible a las impresiones luminosas débiles que la parte interior), se verá
Alexandre Etienne, cirujano, fue llamado al mismo tiempo que el doctor Dumas la estrella con claridad y se apreciará plenamente su brillo, el cual se empaña
para examinar los cuerpos. Confirmó el testimonio y las opiniones de este último. apenas la contemplamos de lleno. Es verdad que en este último caso llegan a
»No se ha obtenido ningún otro dato de importancia, a pesar de haberse nuestros ojos mayor cantidad de rayos, pero la porción exterior posee una
interrogado a varias otras personas. Jamás se ha cometido en París un asesinato capacidad de recepción mucho más refinada. Por causa de una indebida
tan misterioso y tan enigmático en sus detalles... si es que en realidad se trata de profundidad confundimos y debilitamos el pensamiento, y Venus misma puede
un asesinato. La policía está perpleja, lo cual no es frecuente en asuntos de esta llegar a borrarse del firmamento si la escrutamos de manera demasiado
naturaleza. Pero resulta imposible hallar la más pequeña clave del misterio.» sostenida, demasiado concentrada o directa.
La edición vespertina del diario declaraba que en el quartier Saint-Roch reinaba
una intensa excitación, que se había practicado un nuevo y minucioso examen En cuanto a esos asesinatos, procedamos personalmente a un examen antes de
del lugar del hecho, mientras se interrogaba a nuevos testigos, pero que no se formarnos una opinión. La encuesta nos servirá de entretenimiento (me pareció
sabía nada nuevo. Un párrafo final agregaba, sin embargo, que un tal Adolphe que el término era extraño, aplicado al caso, pero no dije nada). Además, Lebon
Lebon acababa de ser arrestado y encarcelado, aunque nada parecía acusarlo, a me prestó cierta vez un servicio por el cual le estoy agradecido. Iremos a estudiar
juzgar por los hechos detallados. Dupin se mostraba singularmente interesado el terreno con nuestros propios ojos. Conozco a G..., el prefecto de policía, y no
en el desarrollo del asunto; o por lo menos así me pareció por sus maneras, pues habrá dificultad en obtener el permiso necesario.
no hizo el menor comentario. Tan sólo después de haberse anunciado el arresto
de Lebon me pidió mi parecer acerca de los asesinatos. No pude sino sumarme al La autorización fue acordada, y nos encaminamos inmediatamente a la rue
de todo París y declarar que los consideraba un misterio insoluble. No veía modo Morgue. Se trata de uno de esos míseros pasajes que corren entre la rue Richelieu
alguno de seguir el rastro al asesino. y la rue Saint-Roch.

—No debemos pensar en los modos posibles que surgen de una investigación tan Atardecía cuando llegamos, pues el barrio estaba considerablemente distanciado
rudimentaria —dijo Dupin—. La policía parisiense, tan alabada por su del de nuestra residencia. Encontramos fácilmente la casa, ya que aún había
penetración, es muy astuta pero nada más. No procede con método, salvo el del varias personas mirando las persianas cerradas desde la acera opuesta. Era una
momento. Toma muchas disposiciones ostentosas, pero con frecuencia éstas se típica casa parisiense, con una puerta de entrada y una casilla de cristales con
hallan tan mal adaptadas a su objetivo que recuerdan a Monsieur Jourdain, que ventana corrediza, correspondiente a la loge du concierge. Antes de entrar
pedía sa robe de chambre... pour mieux entendre la musique. Los resultados recorrimos la calle, doblamos por un pasaje y, volviendo a doblar, pasamos por
obtenidos son con frecuencia sorprendentes, pero en su mayoría se logran por la parte trasera del edificio, mientras Dupin examinaba la entera vecindad, así
simple diligencia y actividad. Cuando éstas son insuficientes, todos sus planes

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como la casa, con una atención minuciosa cuyo objeto me resultaba imposible de de las cosas, la razón se abrirá paso, si ello es posible, en la búsqueda de la
adivinar. verdad. En investigaciones como la que ahora efectuamos no debería preguntarse
Volviendo sobre nuestros pasos retornamos a la parte delantera y, luego de llamar tanto «qué ha ocurrido», como «qué hay en lo ocurrido que no se parezca a nada
y mostrar nuestras credenciales, fuimos admitidos por los agentes de guardia. ocurrido anteriormente». En una palabra, la facilidad con la cual llegaré o he
Subimos las escaleras, hasta llegar a la habitación donde se había encontrado el llegado a la solución de este misterio se halla en razón directa de su aparente
cuerpo de mademoiselle L’Espanaye y donde aún yacían ambas víctimas. Como insolubilidad a ojos de la policía.
es natural, el desorden del aposento había sido respetado. No vi nada que no
estuviese detallado en la Gazette des Tribunaux. Dupin lo inspeccionaba todo, Me quedé mirando a mi amigo con silenciosa estupefacción. —Estoy esperando
sin exceptuar los cuerpos de las víctimas. Pasamos luego a las otras habitaciones ahora —continuó Dupin, mirando hacia la puerta de nuestra habitación— a
y al patio; un gendarme nos acompañaba a todas partes. El examen nos tuvo alguien que, si bien no es el perpetrador de esas carnicerías, debe de haberse
ocupados hasta que oscureció, y era de noche cuando salimos. En el camino de visto envuelto de alguna manera en su ejecución. Es probable que sea inocente
vuelta, mi amigo se detuvo algunos minutos en las oficinas de uno de los diarios de la parte más horrible de los crímenes. Confío en que mi suposición sea
parisienses. acertada, pues en ella se apoya toda mi esperanza de descifrar completamente el
enigma. Espero la llegada de ese hombre en cualquier momento... y en esta
He dicho ya que sus caprichos eran muchos y variados, y que je les ménageais habitación. Cierto que puede no venir, pero lo más probable es que llegue. Si así
(pues no hay traducción posible de la frase). En esta oportunidad Dupin rehusó fuera, habrá que retenerlo. He ahí unas pistolas; los dos sabemos lo que se puede
toda conversación vinculada con los asesinatos, hasta el día siguiente a mediodía. hacer con ellas cuando la ocasión se presenta.
Entonces, súbitamente, me preguntó si había observado alguna cosa peculiar en
el escenario de aquellas atrocidades. Tomé las pistolas, sabiendo apenas lo que hacía y, sin poder creer lo que estaba
oyendo, mientras Dupin, como si monologara, continuaba sus reflexiones. Ya he
Algo había en su manera de acentuar la palabra, que me hizo estremecer sin que mencionado su actitud abstraída en esos momentos. Sus palabras se dirigían a
pudiera decir por qué. —No, nada peculiar —dije—. Por lo menos, nada que no mí, pero su voz, aunque no era forzada, tenía esa entonación que se emplea
hayamos encontrado ya referido en el diario. habitualmente para dirigirse a alguien que se halla muy lejos. Sus ojos, privados
de expresión, sólo miraban la pared. —Las voces que disputaban y fueron oídas
—Me temo —repuso Dupin— que la Gazette no haya penetrado en el insólito por el grupo que trepaba la escalera — dijo— no eran las de las dos mujeres,
horror de este asunto. Pero dejemos de lado las vanas opiniones de ese diario. como ha sido bien probado por los testigos. Con esto queda eliminada toda
Tengo la impresión de que se considera insoluble este misterio por las posibilidad de que la anciana señora haya matado a su hija, suicidándose
mismísimas razones que deberían inducir a considerarlo fácilmente solucionable; posteriormente. Menciono esto por razones metódicas, ya que la fuerza de
me refiero a lo excesivo, a lo outré de sus características. La policía se muestra madame de L’Espanaye hubiera sido por completo insuficiente para introducir el
confundida por la aparente falta de móvil, y no por el asesinato en sí, sino por su cuerpo de su hija en la chimenea, tal como fue encontrado, amén de que la
atrocidad. Está asimismo perpleja por la aparente imposibilidad de conciliar las naturaleza de las heridas observadas en su cadáver excluye toda idea de suicidio.
voces que se oyeron disputando, con el hecho de que en lo alto sólo se encontró El asesinato, pues, fue cometido por terceros, y a éstos pertenecían las voces que
a la difunta mademoiselle L’Espanaye, aparte de que era imposible escapar de la se escucharon mientras disputaban.
casa sin que el grupo que ascendía la escalera lo notara. El salvaje desorden del Permítame ahora llamarle la atención, no sobre las declaraciones referentes a
aposento; el cadáver metido, cabeza abajo, en la chimenea; la espantosa dichas voces, sino a algo peculiar en esas declaraciones. ¿No lo advirtió usted?
mutilación del cuerpo de la anciana, son elementos que, junto con los ya Hice notar que, mientras todos los testigos coincidían en que la voz más ruda
mencionados y otros que no necesito mencionar, han bastado para paralizar la debía ser la de un francés, existían grandes desacuerdos sobre la voz más aguda
acción de los investigadores policiales y confundir por completo su tan alabada o —como la calificó uno de ellos— la voz áspera. —Tal es el testimonio en sí —
perspicacia. Han caído en el grueso pero común error de confundir lo insólito con dijo Dupin—, pero no su peculiaridad. Usted no ha observado nada característico.
lo abstruso. Pero, justamente a través de esas desviaciones del plano ordinario Y, sin embargo, había algo que observar. Como bien ha dicho, los testigos

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coinciden sobre la voz ruda. Pero, con respecto a la voz aguda, la peculiaridad no autores del hecho eran de carne y hueso, y escaparon por medios materiales.
consiste en que estén en desacuerdo, sino en que un italiano, un inglés, un ¿Cómo, pues? Afortunadamente, sólo hay una manera de razonar sobre este
español, un holandés y un francés han tratado de describirla, y cada uno de ellos punto, y esa manera debe conducirnos a una conclusión definida. Examinemos
se hareferido a una voz extranjera. Cada uno de ellos está seguro de que no se uno por uno los posibles medios de escape. Resulta evidente que los asesinos se
trata de la voz de un compatriota. Cada uno la vincula, no a la voz de una persona hallaban en el cuarto donde se encontró a mademoiselle L’Espanaye, o por lo
perteneciente a una nación cuyo idioma conoce, sino a la inversa. El francés menos en la pieza contigua, en momentos en que el grupo subía las escaleras.
supone que es la voz de un español, y agrega que “podría haber distinguido Vale decir que debemos buscar las salidas en esos dos aposentos. La policía ha
algunas palabras sí hubiera sabido español”. El holandés sostiene que se trata levantado los pisos, los techos y la mampostería de las paredes en todas
de un francés, pero nos enteramos de que como no habla francés, testimonió direcciones. Ninguna salida secreta pudo escapar a sus observaciones. Pero como
mediante un intérprete. El inglés piensa que se trata de la voz de un alemán, pero no me fío de sus ojos, miré el lugar con los míos.
el testigo no comprende el alemán. El español “está seguro” de que se trata de un
inglés, pero “juzga basándose en la entonación”, ya que no comprende el inglés. Efectivamente, no había salidas secretas. Las dos puertas que comunican las
habitaciones con el corredor estaban bien cerradas, con las llaves por dentro.
El italiano cree que es la voz de un ruso, pero nunca habló con un nativo de Veamos ahora las chimeneas. Aunque de diámetro ordinario en los primeros ocho
Rusia. Un segundo testigo francés difiere del primero y está seguro de que se trata o diez pies por encima de los hogares, los tubos no permitirían más arriba el paso
de la voz de un italiano. No está familiarizado con la lengua italiana, pero al igual del cuerpo de un gato grande. Quedando así establecida la total imposibilidad de
que el español, “está convencido por la entonación”. Ahora bien: ¡cuan escape por las vías mencionadas nos vemos reducidos a las ventanas. Nadie
extrañamente insólita tiene que haber sido esa voz para que pudieran reunirse podría haber huido por la del cuarto delantero, ya que la muchedumbre reunida
semejantes testimonios! ¡Una voz en cuyos tonos los ciudadanos de las cinco lo hubiese visto. Los asesinos tienen que haber pasado, pues, por las de la pieza
grandes divisiones de Europa no pudieran reconocer nada familiar! Me dirá usted trasera. Llevados a esta conclusión de manera tan inequívoca, no nos
que podía tratarse de la voz de un asiático o un africano. Ni unos ni otros corresponde, en nuestra calidad de razonadores, rechazarla por su aparente
abundan en París, pero, sin negar esa posibilidad, me limitaré a llamarle la imposibilidad. Lo único que cabe hacer es probar que esas aparentes
atención sobre tres puntos. Un testigo califica la voz de “áspera, más que aguda”. “imposibilidades” no son tales en realidad. »Hay dos ventanas en el aposento.
Otros dos señalan que era «precipitada y desigual». Ninguno de los testigos se Contra una de ellas no hay ningún mueble que la obstruya, y es claramente
refirió a palabras reconocibles,a sonidos que parecieran palabras. visible. La porción inferior de la otra queda oculta por la cabecera del pesado
lecho, que ha sido arrimado a ella. La primera ventana apareció firmemente
No sé —continuó Dupin— la impresión que pudo haber causado hasta ahora en asegurada desde dentro. Resistió los más violentos esfuerzos de quienes trataron
su entendimiento, pero no vacilo en decir que cabe extraer deducciones legítimas de levantarla. En el marco, a la izquierda, había una gran perforación de barreno,
de esta parte del testimonio —la que se refiere a las voces ruda y aguda—, y en ella un solidísimo clavo hundido casi hasta la cabeza. Al examinar la otra
suficientes para crear una sospecha que debe de orientar todos los pasos futuros ventana se vio que había un clavo colocado en forma similar; todos los esfuerzos
de la investigación del misterio. Digo «deducciones legítimas», sin expresar por levantarla fueron igualmente inútiles. La policía, pues, se sintió plenamente
plenamente lo que pienso. Quiero dar a entender que las deducciones son las segura de que la huida no se había producido por ese lado. Y, por tanto, consideró
únicas que corresponden, y que la sospecha surge inevitablemente como superfluo extraer los clavos y abrir las ventanas.
resultado de las mismas. No le diré todavía cuál es esta sospecha. Pero tenga
presente que, por lo que a mí se refiere, bastó para dar forma definida y tendencia Mi examen fue algo más detallado, y eso por la razón que acabo de darle: allí era
determinada a mis investigaciones en el lugar del hecho. el caso de probar que todas las aparentes imposibilidades no eran tales en
«Transportémonos ahora con la fantasía a esa habitación. ¿Qué buscaremos en realidad.
primer lugar? Los medios de evasión empleados por los asesinos. Supongo que
bien puedo decir que ninguno de los dos cree en acontecimientos sobrenaturales. Seguí razonando en la siguiente forma... a posteriori. Los asesinos escaparon
Madame y mademoiselle L’Espanaye no fueron asesinadas por espíritus. Los desde una de esas ventanas. Por tanto, no pudieron asegurar nuevamente los

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marcos desde el interior, tal como fueron encontrados (consideración que, dado fractura era muy antigua, pues los bordes aparecían herrumbrados, y parecía
lo obvio de su carácter, interrumpió la búsqueda de la policía en ese terreno). Los haber sido hecho de un martillazo, que había hundido parcialmente la cabeza del
marcos estaban asegurados. Es necesario, pues, que tengan una manera de clavo en el marco inferior de la ventana. Volví a colocar cuidadosamente la parte
asegurarse por sí mismos. La conclusión no admitía escapatoria. Me acerqué a la de la cabeza en el lugar de donde la había sacado, y vi que el clavo daba la exacta
ventana que tenía libre acceso, extraje con alguna dificultad el clavo y traté de impresión de estar entero; la fisura resultaba invisible. Apretando el resorte,
levantar el marco. Tal como lo había anticipado, resistió a todos mis esfuerzos. levanté ligeramente el marco; la cabeza del clavo subió con él, sin moverse de su
Comprendí entonces que debía de haber algún resorte oculto, y la corroboración lecho. Cerré la ventana, y el clavo dio otra vez la impresión de estar dentro. »Hasta
de esta idea me convenció de que por lo menos mis premisas eran correctas, ahora, el enigma quedaba explicado. El asesino había huido por la ventana que
aunque el detalle referente a los clavos continuara siendo misterioso. Un examen daba a la cabecera del lecho. Cerrándose por sí misma (o quizá ex profeso) la
detallado no tardó en revelarme el resorte secreto. Lo oprimí y, satisfecho de mi ventana había quedado asegurada por su resorte. Y la resistencia ofrecida por
descubrimiento, me abstuve de levantar el marc. »Volví a poner el clavo en su éste había inducido a la policía a suponer que se trataba del clavo, dejando así
sitio y lo observé atentamente. Una persona que escapa por la ventana podía de lado toda investigación suplementaria.
haberla cerrado nuevamente, y el resorte habría asegurado el marco.
La segunda cuestión consiste en el modo del descenso. Mi paseo con usted por la
Pero, ¿cómo reponer el clavo? La conclusión era evidente y estrechaba una vez parte trasera de la casa me satisfizo al respecto. A unos cinco pies y medio de la
más el campo de mis investigaciones. Los asesinos tenían que haber escapado ventana en cuestión corre una varilla de pararrayos. Desde esa varilla hubiera
por la otra ventana. resultado imposible alcanzar la ventana, y mucho menos introducirse por ella.
Observé, sin embargo, que las persianas del cuarto piso pertenecen a esa curiosa
Suponiendo, pues, que los resortes fueran idénticos en las dos ventanas, como especie que los carpinteros parisienses denominan ferrades; es un tipo rara vez
parecía probable, necesariamente tenía que haber una diferencia entre los clavos, empleado en la actualidad, pero que se ve con frecuencia en casas muy viejas de
o por lo menos en su manera de estar colocados. Trepando al armazón de la cama, Lyon y Bordeaux. Se las fabrica como una puerta ordinaria (de una sola hoja, y
miré minuciosamente el marco de sostén de la segunda ventana. Pasé la mano no de doble batiente), con la diferencia de que la parte inferior tiene celosías o
por la parte posterior, descubriendo en seguida el resorte que, tal como había tablillas que ofrecen excelente asidero para las manos. En este caso las persianas
supuesto, era idéntico a su vecino. Miré luego el clavo. Era tan sólido como el otro alcanzan un ancho de tres pies y medio. Cuando las vimos desde la parte
y aparentemente estaba fijo de la misma manera y hundido casi hasta la cabeza. posterior de la casa, ambas estaban entornadas, es decir, en ángulo recto con
relación a la pared. Es probable que también los policías hayan examinado los
Pensará usted que me sentí perplejo, pero si así fuera no ha comprendido la fondos del edificio; pero, si así lo hicieron, miraron las ferrades en el ángulo
naturaleza de mis inducciones. Para usar una frase deportiva, hasta entonces no indicado, sin darse cuenta de su gran anchura; por lo menos no la tomaron en
había cometido falta. cuenta. Sin duda, seguros de que por esa parte era imposible toda fuga, se
limitaron a un examen muy sumario. Para mí, sin embargo, era claro que si se
No había perdido la pista un solo instante. Los eslabones de la cadena no tenían abría del todo la persiana correspondiente a la ventana situada sobre el lecho, su
ninguna falla. Había perseguido el secreto hasta su última conclusión: y esa borde quedaría a unos dos pies de la varilla del pararrayos. También era evidente
conclusión era el clavo. que, desplegando tanta agilidad como coraje, se podía llegar hasta la ventana
trepando por la varilla. Estirándose hasta una distancia de dos pies y medio (ya
Ya he dicho que tenía todas las apariencias de su vecino de la otra ventana; pero que suponemos la persiana enteramente abierta), un ladrón habría podido
el hecho, por más concluyente que pareciera, resultaba de una absoluta nulidad sujetarse firmemente de las tablillas de la celosía. Abandonando entonces su
comparado con la consideración de que allí, en ese punto, se acababa el hilo sostén en la varilla, afirmando los pies en la pared y lanzándose vigorosamente
conductor. “Tiene que haber algo defectuoso en el clavo”, pensé. Al tocarlo, su hacia adelante habría podido hacer girar la persiana hasta que se cerrara; si
cabeza quedó entre mis dedos juntamente con un cuarto de pulgada de la espiga. suponemos que la ventana estaba abierta en este momento, habría logrado entrar
El resto de la espiga se hallaba dentro del agujero, donde se había roto. La así en la habitación.

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días más tarde) ocurren a cada hora de nuestras vidas sin que nos preocupemos
Le pido que tenga especialmente en cuenta que me refiero a un insólito grado de por ellas.
vigor, capaz de llevar a cabo una hazaña tan azarosa y difícil. Mi intención
consiste en demostrarle, primeramente, que el hecho pudo ser llevado a cabo; En general, las coincidencias son grandes obstáculos en el camino de esos
pero, en segundo lugar, y muy especialmente, insisto en llamar su atención sobre pensadores que todo lo ignoran de la teoría de las probabilidades, esa teoría a la
el carácter extraordinario, casi sobrenatural, de ese vigor capaz de cosa cual los objetivos más eminentes de la investigación humana deben los más altos
semejante. ejemplos. En esta instancia, si el oro hubiese sido robado, el hecho de que la
suma hubiese sido entregada tres días antes habría constituido algo más que una
Usando términos judiciales, usted me dirá sin duda que para «redondear mi caso» coincidencia. Antes bien, hubiera corroborado la noción de un móvil. Pero, dadas
debería subestimar y no poner de tal modo en evidencia la agilidad que se requiere las verdaderas circunstancias del caso, si hemos de suponer que el oro era el
para dicha proeza. Pero la práctica de los tribunales no es la de la razón. Mi móvil del crimen, tenemos entonces que admitir que su perpetrador era lo
objetivo final es tan sólo la verdad. Y mi propósito inmediato consiste en inducirlo bastante indeciso y lo bastante estúpido como para olvidar el oro y el móvil al
a que yuxtaponga la insólita agilidad que he mencionado a esa voz tan mismo tiempo.
extrañamente aguda (o áspera) y desigual sobre cuya nacionalidad no pudieron
ponerse de acuerdo los testigos y en cuyos acentos no se logró distinguir ningún Teniendo, pues, presentes los puntos sobre los cuales he llamado su atención —
vocablo articulado. la voz singular, la insólita agilidad y la sorprendente falta de móvil en un
asesinato tan atroz como éste—, echemos una ojeada a la carnicería en sí.
Al oír estas palabras pasó por mi mente una vaga e informe concepción de lo que Estamos ante una mujer estrangulada por la presión de unas manos e
quería significar Dupin. Me pareció estar a punto de entender, pero sin llegar a introducida en el cañón de la chimenea con la cabeza hacia abajo. Los asesinos
la comprensión, así como a veces nos hallamos a punto de recordar algo que ordinarios no emplean semejantes métodos. Y mucho menos esconden al
finalmente no se concreta. Pero mi amigo seguía hablando. asesinado en esa forma. En el hecho de introducir el cadáver en la chimenea
—Habrá notado usted —dijo— que he pasado de la cuestión de la salida de la admitirá usted que hay algo excesivamente inmoderado, algo por completo
casa a la del modo de entrar en ella. Era mi intención mostrar que ambas cosas inconciliable con nuestras nociones sobre los actos humanos, incluso si
se cumplieron en la misma forma y en el mismo lugar. Volvamos ahora al interior suponemos que su autor es el más depravado de los hombres. Piense, asimismo,
del cuarto y examinemos lo que allí aparece. Se ha dicho que los cajones de la en la fuerza prodigiosa que hizo falta para introducir el cuerpo hacia arriba,
cómoda habían sido saqueados, aunque quedaron en ellos numerosas prendas. cuando para hacerlo descender fue necesario el concurso de varias personas.
Esta conclusión es absurda. No pasa de una simple conjetura, bastante tonta por »Volvámonos ahora a las restantes señales que pudo dejar ese maravilloso vigor.
lo demás. ¿Cómo podemos asegurar que las ropas halladas en los cajones no eran En el hogar de la chimenea se hallaron espesos (muy espesos) mechones de
las que éstos contenían habitualmente? Madame L’Espanaye y su hija llevaban cabello humano canoso. Habían sido arrancados de raíz. Bien sabe usted la
una vida muy retirada, no veían a nadie, salían raras veces, y pocas ocasiones se fuerza que se requiere para arrancar en esa forma veinte o treinta cabellos. Y
les presentaban de cambiar de tocado. Lo que se encontró en los cajones era de además vio los mechones en cuestión tan bien como yo. Sus raíces (cosa horrible)
tan buena calidad como cualquiera de los efectos que poseían las damas. Si un mostraban pedazos del cuero cabelludo, prueba evidente de la prodigiosa fuerza
ladrón se llevó una parte, ¿por qué no tomó lo mejor... por qué no se llevó todo? ejercida para arrancar quizá medio millón de cabellos de un tirón. La garganta de
En una palabra: ¿por qué abandonó cuatro mil francos en oro, para cargarse con la anciana señora no solamente estaba cortada, sino que la cabeza había quedado
un hato de ropa? El oro fue abandonado. La suma mencionada por monsieur completamente separada del cuerpo; el instrumento era una simple navaja.
Mignaud, el banquero, apareció en su casi totalidad en los sacos tirados por el
suelo. Le pido, por tanto, que descarte de sus pensamientos la desatinada idea Lo invito a considerar la brutal ferocidad de estas acciones. No diré nada de las
de un móvil, nacida en el cerebro de los policías por esa parte del testimonio que contusiones que presentaba el cuerpo de Madame L’Espanaye. Monsieur Dumas
se refiere al dinero entregado en la puerta de la casa. Coincidencias diez veces y su valioso ayudante, monsieur Etienne, han decidido que fueron producidas
más notables que ésta (la entrega del dinero y el asesinato de sus poseedores tres por un instrumento contundente, y hasta ahí la opinión de dichos caballeros es

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muy correcta. El instrumento contundente fue evidentemente el pavimento de Notará usted —continuó mi amigo, mientras desplegaba el papel— que este
piedra del patio, sobre el cual cayó la víctima desde la ventana que da sobre la diseño indica una presión firme y fija. No hay señal alguna de deslizamiento. Cada
cama. Por simple que sea, esto escapó a la policía por la misma razón que se les dedo mantuvo (probablemente hasta la muerte de la víctima) su terrible presión
escapó el ancho de las persianas: frente a la presencia de clavos se quedaron en el sitio donde se hundió primero. Le ruego ahora que trate de colocar todos
ciegos ante la posibilidad de que las ventanas hubieran sido abiertas alguna vez. sus dedos a la vez en las respectivas impresiones, tal como aparecen en el dibujo.

Si ahora, en adición a estas cosas, ha reflexionado usted adecuadamente sobre Lo intenté sin el menor resultado.
el extraño desorden del aposento, hemos llegado al punto de poder combinar las
nociones de una asombrosa agilidad, una fuerza sobrehumana, una ferocidad —Quizá no estemos procediendo debidamente —dijo Dupin—. El papel es una
brutal, una carnicería sin motivo, una grotesquerie en el horror por completo superficie plana, mientras que la garganta humana es cilíndrica. He aquí un
ajeno a lo humano, y una voz de tono extranjero para los oídos de hombres de rodillo de madera, cuya circunferencia es aproximadamente la de una garganta.
distintas nacionalidades y privada de todo silabeo inteligible. ¿Qué resultado Envuélvala con el dibujo y repita el experimento.
obtenemos? ¿Qué impresión he producido en su imaginación?
Al escuchar las preguntas de Dupin sentí que un estremecimiento recorría mi Así lo hice, pero las dificultades eran aún mayores.
cuerpo.
—Esta marca —dije— no es la de una mano humana.
—Un maníaco es el autor del crimen —dije—. Un loco furioso escapado de alguna
maison de santé de la vecindad. —Lea ahora —replicó Dupin— este pasaje de Cuvier.

—En cierto sentido —dijo Dupin—, su idea no es inaplicable. Pero, aun en sus Era una minuciosa descripción anatómica y descriptiva del gran orangután
más salvajes paroxismos, las voces de los locos jamás coinciden con esa extraña leonado de las islas de la India oriental. La gigantesca estatura, la prodigiosa
voz escuchada en lo alto. Los locos pertenecen a alguna nación, y, por más fuerza y agilidad, la terrible ferocidad y las tendencias imitativas de estos
incoherentes que sean sus palabras, tienen, sin embargo, la coherencia del mamíferos son bien conocidas.
silabeo. Además, el cabello de un loco no es como el que ahora tengo en la mano.
Arranqué este pequeño mechón de entre los dedos rígidamente apretados de Instantáneamente comprendí todo el horror del asesinato.
madame L’Espanaye. ¿Puede decirme qué piensa de ellos?
—La descripción de los dedos —dije al terminar la lectura—concuerda
—¡Dupin... este cabello es absolutamente extraordinario...! ¡No es cabello exactamente con este dibujo. Sólo un orangután, entre todos los animales
humano! existentes, es capaz de producir las marcas que aparecen en su diseño. Y el
mechón de pelo coincide en un todo con el pelaje de la bestia descrita por Cuvier.
—grité, trastornado por completo. De todas maneras, no alcanzo a comprender los detalles de este aterrador
misterio. Además, se escucharon dos voces que disputaban y una de ellas era,
—No he dicho que lo fuera —repuso mi amigo—. Pero antes de que resolvamos sin duda, la de un francés.
este punto, le ruego que mire el bosquejo que he trazado en este papel. Es un
facsímil de lo que en una parte de las declaraciones de los testigos se describió —Cierto, Y recordará usted que, casi unánimemente, los testigos declararon
como «contusiones negruzcas, y profundas huellas de uñas» en la garganta de haber oído decir a esa voz las palabras: Mon Dieu! Dadas las circunstancias, uno
mademoiselle L’Espanaye, y en otra (declaración de los señores Dumas y Etienne) de los testigos (Montani, el confitero) acertó al sostener que la exclamación tenía
como «una serie de manchas lívidas que, evidentemente, resultaban de la presión un tono de reproche o reconvención. Sobre esas dos palabras, pues, he apoyado
de unos dedos». todas mis esperanzas de una solución total del enigma. Un francés estuvo al tanto
del asesinato. Es posible —e incluso muy probable— que fuera inocente de toda

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participación en el sangriento episodio. El orangután pudo habérsele escapado. verdadera fortuna. ¿Por qué perderlo a causa de una tonta aprensión? Está ahí,
Quizá siguió sus huellas hasta la habitación; pero, dadas las terribles a mi alcance. Lo han encontrado en el Bois de Boulogne, a mucha distancia de la
circunstancias que se sucedieron, le fue imposible capturarlo otra vez. El animal escena del crimen. ¿Cómo podría sospechar alguien que ese animal es el
anda todavía suelto. No continuaré con estas conjeturas (pues no tengo derecho culpable? La policía está desorientada y no ha podido encontrar la más pequeña
a darles otro nombre), ya que las sombras de reflexión que les sirven de base huella. Si llegaran a seguir la pista del mono, les será imposible probar que supe
poseen apenas suficiente profundidad para ser alcanzadas por mi intelecto, y no algo de los crímenes o echarme alguna culpa como testigo de ellos. Además, soy
pretenderé mostrarlas con claridad a la inteligencia de otra persona. Las conocido. El redactor del aviso me designa como dueño del animal. Ignoro hasta
llamaremos conjeturas, pues, y nos referiremos a ellas como tales. Si el francés dónde llega su conocimiento. Si renuncio a reclamar algo de tanto valor, que se
en cuestión es, como lo supongo, inocente de tal atrocidad, este aviso que deje sabe de mi pertenencia, las sospechas recaerán, por lo menos, sobre el animal.
anoche cuando volvíamos a casa en las oficinas de Le Monde (un diario Contestaré al aviso, recobraré el orangután y lo tendré encerrado hasta que no se
consagrado a cuestiones marítimas y muy leído por los navegantes) lo hará acudir hable más del asunto.»
a nuestra casa.
En ese momento oímos pasos en la escalera.
Me alcanzó un papel, donde leí:
—Prepare las pistolas —dijo Dupin—, pero no las use ni las exhiba hasta que le
CAPTURADO.—En el Bois de Boulogne, en la mañana del... (la mañana del haga una seña.
asesinato), se ha capturado un gran orangután leonado de la especie de Borneo.
Su dueño (de quien se sabe que es un marinero perteneciente a un barco maltés) La puerta de entrada de la casa había quedado abierta y el visitante había entrado
puede reclamarlo, previa identificación satisfactoria y pago de los gastos sin llamar, subiendo algunos peldaños de la escalera. Pero, de pronto, pareció
resultantes de su captura y cuidado. vacilar y lo oímos bajar. Dupin corría ya a la puerta cuando advertimos que volvía
a subir. Esta vez no vaciló, sino que, luego de trepar decididamente la escalera,
Presentarse al número... calle... Faubourg Saint-Germain... tercer piso. golpeó en nuestra puerta.

—Pero, ¿cómo es posible —pregunté— que sepa usted que el hombre es un —¡Adelante! —dijo Dupin con voz cordial y alegre.
marinero y que pertenece a un barco maltes?
—No lo sé —dijo Dupin— y no estoy seguro de ello. Pero he aquí un trocito de El hombre que entró era, con toda evidencia, un marino, alto, robusto y
cinta que, a juzgar por su forma y su grasienta condición, debió de ser usado musculoso, con un semblante en el que cierta expresión audaz no resultaba
para atar el pelo en una de esas largas queues de que tan orgullosos se muestran desagradable. Su rostro, muy atezado, aparecía en gran parte oculto por las
los marineros. Además, el nudo pertenece a esa clase que pocas personas son patillas y los bigotes. Traía consigo un grueso bastón de roble, pero al parecer ésa
capaces de hacer, salvo los marinos, y es característico de los malteses. Encontré era su única arma. Inclinóse torpemente, dándonos las buenas noches en
esta cinta al pie de la varilla del pararrayos. francés; a pesar de un cierto acento suizo de Neufchatel, se veía que era de origen
parisiense.
Imposible que perteneciera a una de las víctimas. De todos modos, si me equivoco
al deducir de la cinta que el francés era un marinero perteneciente a un barco —Siéntese usted, amigo mío —dijo Dupin—. Supongo que viene en busca del
maltes, no he causado ningún daño al estamparlo en el aviso. Si me equivoco, el orangután. Palabra, se lo envidio un poco; es un magnífico animal, que presumo
hombre pensará que me he confundido por alguna razón que no se tomará el debe de tener gran valor. ¿Qué edad le calcula usted?
trabajo de averiguar. Pero si estoy en lo cierto, hay mucho de ganado. Conocedor,
aunque inocente de los asesinatos, el francés vacilará, como es natural, antes de El marinero respiró profundamente, con el aire de quien se siente aliviado de un
responder al aviso y reclamar el orangután. He aquí cómo razonará: «Soy inocente peso intolerable, y contestó con tono reposado:
y pobre; mi orangután es muy valioso y para un hombre como yo representa una

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—No podría decirlo, pero no tiene más de cuatro o cinco años. ¿Lo guarda usted Mientras Dupin pronunciaba estas palabras, el marinero había recobrado en
aquí? buena parte su compostura, aunque su aire decidido del comienzo habíase
—¡Oh, no! Carecemos de lugar adecuado. Está en una caballeriza de la rue desvanecido por completo.
Dubourg, cerca de aquí. Podría usted llevárselo mañana por la mañana. Supongo
que estará en condiciones de probar su derecho de propiedad. — ¡Dios venga en mi ayuda! — dijo, después de una pausa —. Sí, le diré todo lo
que sé sobre este asunto, aunque no espero que crea ni la mitad de lo que voy a
—Por supuesto que sí, señor. contarle... ¡Estaría loco si pensara que van a creerme! Y, sin embargo, soy
—Lamentaré separarme de él —dijo Dupin. inocente, y lo confesaré todo aunque me cueste la vida.
—No quisiera que usted se hubiese molestado por nada —declaró el marinero—.
Estoy dispuesto a pagar una recompensa por el hallazgo del animal. Una suma En sustancia, lo que nos dijo fue lo siguiente: Poco tiempo atrás, había hecho un
razonable, se entiende. viaje al archipiélago índico. Un grupo del que formaba parte desembarcó en
Borneo y penetró en el interior a fin de hacer una excursión placentera. Entre él
—Pues bien —repuso mi amigo—, eso me parece muy justo. Déjeme pensar: ¿qué y un compañero capturaron al orangután. Como su compañero falleciera, quedó
le pediré? ¡Ah, ya sé! He aquí cuál será mi recompensa: me contará usted todo lo dueño único del animal. Después de considerables dificultades, ocasionadas por
que sabe sobre esos crímenes en la rue Morgue. Dupin pronunció las últimas la indomable ferocidad de su cautivo durante el viaje de vuelta, logró finalmente
palabras en voz muy baja y con gran tranquilidad. Después, con igual calma, fue encerrarlo en su casa de París, donde, para aislarlo de la incómoda curiosidad de
hacia la puerta, la cerró y guardó la llave en el bolsillo. sus vecinos, lo mantenía cuidadosamente recluido, mientras el animal curaba de
una herida en la pata que se había hecho con una astilla a bordo del buque. Una
Sacando luego una pistola, la puso sin la menor prisa sobre la mesa. vez curado, el marinero estaba dispuesto a venderlo.

El rostro del marinero enrojeció como si un acceso de sofocación se hubiera Una noche, o más bien una madrugada, en que volvía de una pequeña juerga de
apoderado de él. Levantándose, aferró su bastón, pero un segundo después se marineros, nuestro hombre se encontró con que el orangután había penetrado en
dejó caer de nuevo en el asiento, temblando violentamente y pálido como la su dormitorio, luego de escaparse de la habitación contigua donde su captor
muerte. No dijo una palabra. Lo compadecí desde lo más profundo de mi corazón. había creído tenerlo sólidamente encerrado. Navaja en mano y embadurnado de
—Amigo mío, se está usted alarmando sin necesidad —dijo cordialmente Dupin— jabón, habíase sentado frente a un espejo y trataba de afeitarse, tal como, sin
. Le aseguro que no tenemos intención de causarle el menor daño. Lejos de duda, había visto hacer a su amo espiándolo por el ojo de la cerradura. Aterrado
nosotros querer perjudicarlo: le doy mi palabra de caballero y de francés. Estoy al ver arma tan peligrosa en manos de un animal que, en su ferocidad, era harto
perfectamente enterado de que es usted inocente de las atrocidades de la rue capaz de utilizarla, el marinero se quedó un instante sin saber qué hacer. Por lo
Morgue. Pero sería inútil negar que, en cierto modo, se halle implicado en ellas. regular, lograba contener al animal, aun en sus arrebatos más terribles, con
Fundándose en lo que le he dicho, supondrá que poseo medios de información ayuda de un látigo, y pensó acudir otra vez a ese recurso. Pero al verlo, el
sobre este asunto, medios que le sería imposible imaginar. El caso se plantea de orangután se lanzó de un salto a la puerta, bajó las escaleras y, desde ellas,
la siguiente manera: usted no ha cometido nada que no debiera haber cometido, saltando por una ventana que desgraciadamente estaba abierta, se dejó caer a la
nada que lo haga culpable. Ni siquiera se le puede acusar de robo, cosa que pudo calle.
llevar a cabo impunemente. No tiene nada que ocultar ni razón para hacerlo. Por
otra parte, el honor más elemental lo obliga a confesar todo lo que sabe. Hay un Desesperado, el francés se precipitó en su seguimiento. Navaja en mano, el mono
hombre inocente en la cárcel, acusado de un crimen cuyo perpetrador puede se detenía para mirar y hacer muecas a su perseguidor, dejándolo acercarse casi
usted denunciar. hasta su lado.

Entonces echaba a correr otra vez. Siguió así la caza durante largo tiempo. Las
calles estaban profundamente tranquilas, pues eran casi las tres de la

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madrugada. Al atravesar el pasaje de los fondos de la rue Morgue, la atención del alcanzaba apenas a divisarse. La furia del orangután, que, sin duda, no olvidaba
fugitivo se vio atraída por la luz que salía de la ventana abierta del aposento de el temido látigo, se cambió instantáneamente en miedo. Seguro de haber
madame L’Espanaye, en el cuarto piso de su casa. Precipitándose hacia el edificio, merecido un castigo, pareció deseoso de ocultar sus sangrientas acciones, y se
descubrió la varilla del pararrayos, trepó por ella con inconcebible agilidad, aferró lanzó por el cuarto lleno de nerviosa agitación, echando abajo y rompiendo los
la persiana que se hallaba completamente abierta y pegada a la pared, y en esta muebles a cada salto y arrancando el lecho de su bastidor. Finalmente se apoderó
forma se lanzó hacia adelante hasta caer sobre la cabecera de la cama. Todo esto del cadáver de mademoiselle L’Espanaye y lo metió en el cañón de la chimenea,
había ocurrido en menos de un minuto. Al saltar en la habitación, las patas del tal como fue encontrado luego, tomó luego el de la anciana y lo tiró de cabeza por
orangután rechazaron nuevamente la persiana, la cual quedó abierta. El la ventana.
marinero, a todo esto, se sentía tranquilo y preocupado al mismo tiempo.
Renacían sus esperanzas de volver a capturar a la bestia, ya que le sería difícil En momentos en que el mono se acercaba a la ventana con su mutilada carga, el
escapar de la trampa en que acababa de meterse, salvo que bajara otra vez por el marinero se echó aterrorizado hacia atrás y, deslizándose sin precaución alguna
pararrayos, ocasión en que sería posible atraparlo. Por otra parte, se sentía hasta el suelo, corrió inmediatamente a su casa, temeroso de las consecuencias
ansioso al pensar en lo que podría estar haciendo en la casa. Esta última reflexión de semejante atrocidad y olvidando en su terror toda preocupación por la suerte
indujo al hombre a seguir al fugitivo. Para un marinero no hay dificultad en trepar del orangután. Las palabras que los testigos oyeron en la escalera fueron las
por una varilla de pararrayos; pero, cuando hubo llegado a la altura de la ventana, exclamaciones de espanto del francés, mezcladas con los diabólicos sonidos que
que quedaba muy alejada a su izquierda, no pudo seguir adelante; lo más que profería la bestia. Poco me queda por agregar. El orangután debió de escapar por
alcanzó fue a echarse a un lado para observar el interior del aposento. Apenas la varilla del pararrayos un segundo antes de que la puerta fuera forzada. Sin
hubo mirado, estuvo a punto de caer a causa del horror que lo sobrecogió. Fue duda, cerró la ventana a su paso. Más tarde fue capturado por su mismo dueño,
en ese momento cuando empezaron los espantosos alaridos que arrancaron de quien lo vendió al Jardin des Plantes en una elevada suma.
su sueño a los vecinos de la rue Morgue. Madame L’Espanaye y su hija, vestidas
con sus camisones de dormir, habían estado aparentemente ocupadas en arreglar Lebon fue puesto en libertad inmediatamente después que hubimos narrado
algunos papeles en la caja fuerte ya mencionada, la cual había sido corrida al todas las circunstancias del caso —con algunos comentarios por parte de
centro del cuarto. Hallábase abierta, y a su lado, en el suelo, los papeles que Dupin— en el bureau del prefecto de policía. Este funcionario, aunque muy bien
contenía. Las víctimas debían de haber estado sentadas dando la espalda a la dispuesto hacia mi amigo, no pudo ocultar del todo el fastidio que le producía el
ventana, y, a juzgar por el tiempo transcurrido entre la entrada de la bestia y los giro que había tomado el asunto, y deslizó uno o dos sarcasmos sobre la
gritos, parecía probable que en un primer momento no hubieran advertido su conveniencia de que cada uno se ocupara de sus propios asuntos.
presencia. El golpear de la persiana pudo ser atribuido por ellas al viento. En el
momento en que el marinero miró hacia el interior del cuarto, el gigantesco —Déjelo usted hablar —me dijo Dupin, que no se había molestado en replicarle—
animal había aferrado a madame L’Espanaye por el cabello (que la dama tenía . Deje que se desahogue; eso aliviará su conciencia. Me doy por satisfecho con
suelto, como si se hubiera estado peinando) y agitaba la navaja cerca de su cara haberlo derrotado en su propio terreno. De todos modos, el hecho de que haya
imitando los movimientos de un barbero. La hija yacía postrada e inmóvil, víctima fracasado en la solución del misterio no es ninguna razón para asombrarse; en
de un desmayo. Los gritos y los esfuerzos de la anciana señora, durante los cuales verdad, nuestro amigo el prefecto es demasiado astuto para ser profundo. No hay
le fueron arrancados los mechones de la cabeza, tuvieron por efecto convertir los fibra en su ciencia: mucha cabeza y nada de cuerpo, como las imágenes de la
propósitos probablemente pacíficos del orangután en otros llenos de furor. Con diosa Laverna, o, a lo sumo, mucha cabeza y lomos, como un bacalao. Pero
un solo golpe de su musculoso brazo separó casi completamente la cabeza del después de todo es un buen hombre. Lo estimo especialmente por cierta forma
cuerpo de la víctima. La vista de la sangre transformó su cólera en frenesí. maestra de gazmoñería, a la cual debe su reputación. Me refiero a la manera que
Rechinando los dientes y echando fuego por los ojos, saltó sobre el cuerpo de la tiene de nier ce qui est, et d’ expliquer ce qui n’est pas10.
joven y, hundiéndole las terribles garras en la garganta, las mantuvo así hasta
que hubo expirado. Las furiosas miradas de la bestia cayeron entonces sobre la
cabecera del lecho, sobre el cual el rostro de su amo, paralizado por el horror,

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