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CUARTELES, BARRIOS Y CALLES

D E L I M A A F I N E S D E L S I G L O XVIII

Por A l f r e d o M o r e n o Cebrián

Introducción

La decimooctava centuria, como siglo de reformas, vino a incidir pode-


rosamente en el aspecto y ordenación de buena parte de los centros de
población americanos, conjunto del que destacó la capital del Virreinato
Peruano; Lima arrojaba un censo de población al iniciarse el siglo XVIII
de 37.234 habitantes1 ; contempló la construcción de notables edificios,
tanto de arquitectura civil como religiosa1, y se nos aparece, hacia 1713,
como una urbe de 175 manzanas, con una extensión aproximada de 360
hectáreas, de las que parte eran zonas cultivables o ajardinadas, esto es,
sin edificar, aun dentro del recinto acotado por las murallas. La ciudad
desplegaba su crecimento, dividiéndolo hacia la parte meridional y oriental
del recinto amurallado, con una clara tendencia hacia «un avance desorde-
nado a través de la zona rural», con la inevitable pérdida del sistema regular
en el trazado de sus calles, como consecuencia directa de la irregularidad
geométrica de las nuevas manzanas, forzadas en su dibujo y construcción
por el acoplamiento a su nueva ubicación, ganada a partir de las zonas des-
ocupadas 3 .
No existieron grandes modificaciones posteriores hasta la fase de recon-
strucción que siguió al movimiento sísmico que arruinó Lima y Callao en la

1
) Ruben V a r g a s U g a r t e , De la Conquista a la República ( I a Serie). Lima
1942, pp. 135 y ss. Paite de este censo fue editado, por primera vez, por V a r g a s en:
Manuscritos Peruanos en las Bibliotecas del Extranjero, en la edición de Lima de 1935.
Puede consultarse, asimismo, Manuel d e M e n d i b u r u , Diccionario Histórico-
Biográfico del Peru, Tomo IX, p. 220, Lima 1934. El resumen del censo ha sido reedi-
tado por V a r g a s U g a r t e en su Historia General del Perú, Lima 1971, Tomo IV,
p. 46.
2) Jorge B e r n a l e s B a l l e s t e r o s , Lima, la Ciudad y sus Monumentos. Se-
villa 1972, cap. IX, epígrafes 3 y 4,pp. 185-204, especialmente cap. Χ,ρρ. 205-226,
y cap. XI y XII, pp. 227-262 y 263-292, respectivamente.
3
) José B a r b a g e l a t a y Juan B r o m l e y , Evolución urbana de la Ciudad
de Lima. Lima 1945, p. 70. El avance sobre el Barrio de San Lázaro, al pie de los
Cerros de Amancaes y S. Cristóbal puede seguirse en el estudio preliminar y en las re-
ferencias que nos presenta Domingo A n g u l o , Notas y monografías para la historia
del Barrio de San Lázaro de la Ciudad de Lima, en: Revista Histórica, Lima 1913, to-
mo V, I a y 2 a entrega; reeditado en Monografías Históricas de Lima, Lima 1935, tomo
II.

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noche del 28 de octubre de 1746 4 , y que planchó, arrasándolos, ambos


núcleos urbanos, desgraciada circunstancia que, junto a inmovilizar prácti-
camente toda nueva construcción o ensanche, propiciando una paralización
en el crecimiento de la ciudad, hizo volcar todo el esfuerzo capitalino hacia
la reedificación de las construcciones derruidas5 ; este período, salvo excep-
ción menor, va a prolongarse hasta el final del gobierno del artífice y promo-
tor de los trabajos de realzamiento de la ciudad, el Virrey Manso de Velasco,
Conde de Superunda precisamente por esta encomiable labor y esfuerzo 5 .
El impacto del terremoto, fundamentalmente negativo en el plano urbano,
como hemos dicho, vino a reflejarse igualmente en el decrecimiento de la
población limeña, vista ésta a partir del censo que el propio Superunda or-
denó a instancias de la Real Cédula de 19 de junio de 1749, y que tuvo feliz
cumplimiento en 1755, con unos resultados estadísticos de 54.000 habitan-
tes, que se presentan menores a las estimaciones anteriores al desastre de
1746.
Los años que avanzan sobre la recién vencida primera mitad del siglo
XVIII van a imprimir un amplio carácter cosmopolita y de gran urbe a Lima,
de la mano del controvertido Don Manuel de Amat y Yunyent ; una ojeada
somera a su Relación de Gobierno nos permite hacernos una idea del auge
que alcanza la capital en este tiempo: ampliaciones, mejoras y reconstruc-
ciones en edificios religiosos, al lado de alzados, de nueva planta, de obras
de arquitectura civil, como la Plaza de Toros, el Paseo de las Aguas o la
Alameda 7 . La policía de la ciudad vió como el alumbrado pasaba de ser una

4
) Archivo General de Indias (en adelante A.G.I.), Audiencia de Lima, legajos n °
511, 509 y 985. En el primero un grueso expediente de 1746 sobre edificios derruidos,
y en los otros dos legajos amplia documentación sobre la reconstrucción. Asimismo en
Manuel O d r i o ζ o 1 a, Terremotos, colección de las relaciones de los más notables
que ha sufrido esta Capital y que la han arruinado. Lima 1863; esencialmente las
descripciones del jesuíta Lozano y el diario firmado por ì . Eusebio de Llano Zapata.
5
) B e r n a l e s ( 2 ) , pp. 311-326. Biblioteca Nacional de Madrid (en adelante
B.N.M.), manuscrito n ° 3108: Relación de Gobierno del Virrey Manso de Velasco,
ff. 125 ν a 136r «Terremoto que experimentó esta Ciudad de los Reyes en 28 de octu-
bre de 1746»; ff. 136r a 141v «Iglesia Catedral»; ff. 141va 144r «Población de Bella-
vista» y ff. 309r a 31 lv «Nueva Fortaleza de Callao», - Asimismo M e n d i b u r u ( J ) ,
tomo VII, pp. 1 6 4 - 1 8 5 .
6
) M e n d i b u r u ( ' ) , tomo VII, p. 219. - Fernando VI, en 8 de febrero de 1748,
concedió el título castellano de Conde de Superunda al Virrey, por los grandes servicios
que había prestado con motivo del terremoto del 28 de octubre de 1746. Asimismo, y
deseando la Corona cooperar a la rápida reedificación, envió en blanco a Manso de Ve-
lasco cuatro títulos, autorizándolo para que los confiriera, por una erogación compe-
tente, a quienes reuniesen los requisitos prescritos por las leyes para disfrutar de dichos
beneficios. Los títulos fueron: Conde de San Javier y Casa Laredo, concedido a don
Francisco Ventura Rodríguez de Laredo; Marques de Torre Hermosa, a don Francisco
de Apesteguía y Ubago; Conde de Vista Florida, a don Juan Bautista Baquijano; y Mar-
ques de Campo Ameno, a don Alonso González del Valle.
7) B.N.M. Ms. 3110, Relación del Gobierno del Virrey Amat, ff. 78(v) a 79(r). La
actividad en pro de Lima de este Virrey cabe sistematizarla en los puntos siguientes:

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 99

necesidad aceptada a una realidad mantenida y apoyada desde la esfera del


gobierno, lo mismo que el sistema de alcantarillado y conducción de aguas8.
No van a producirse durante los gobiernos de los Virreyes Guirior y Jau-
regui avances de conjunto que nos permitan hablar con cierta extensión de
cambios notables en el aspecto de la capital 9 , y si, por el contrario, podemos
referimos al período comandado por Don Teodoro de Croix como significa-
tivo en la culminación de la ordenación urbana de la ciudad, esencialmente
en el aspecto que toca a la división por cuarteles y barrios de la misma, así

1) Represión del bandidaje, con una serie de medidas que resultaron aprobadas por Real
Orden de 23 de Marzo de 1773.
2) Obras públicas, con la adecuación de la Alameda, a sus expensas, y el camino llama-
do de la Piedra Lisa; encargó al oidor Cristóbal de Mena del cuidado y reparación del
puente que unía la ciudad con el barrio de S. Lázaro, con la construcción de «una ex-
tensa y firme entrada de piedra . . . para que el ímpetu de las corrientes no llegase a
causar la mas mínima lesión en sus basas y cimientos» ; contrato para la construcción y
primera explotación de la nueva plaza de toros, ubicada en el Acho, con D. Agustín de
Landaban, que le fue aprobado por Real Orden de 9 de agosto de 1766; idéntica com-
postura para el coliseo de gallos, aprobado por decreto de 29 de abril de 1762; aparte
de esto, una importante gestión en composición de caminos, aseo de la ciudad y lim-
pieza de sus calles.
3) Organización ciudadana, con el nombramiento de alcaldes comisarios de barrios, con
dependencia única del Superior Gobierno, por bando de 2 de enero de 1769, lo que le
fue aprobado en S. Lorenzo, el 19 de noviembre de 1769.
El aspecto cosmopolita y los detalles externos de Lima pueden seguirse perfectamente
en Alfredo S a e n z - R i c o U r b i n a, El Virrey Amat. Precisiones sobre la vida y la
obra de Don Manuel de Amat y de Junient, Barcelona 1967.
8
) Ibidem. A pesar de los esfuerzos y éxitos evidentes del Virrey Amat, las dificul-
tades no dejaron de frenar sus buenos deseos, y así escribe; «. . y aunque mis esfuerzos
han sido grandes para que la policía de esta capital del Perú tuviese la perfección debi-
da, no he podido conseguirla en toda la extensión que pide su importancia, por negli-
gencia de sus vecinos o poco celo patricio, negado a su propio esplendor, y lo que es
mas, a su misma conservación».
9
) Β .N.M. Ms 3114, Relación de Gobierno del Virrey Don Manuel de Guirior, ff.
115v a 118r. La preocupación del Virrey Guirior se volcó hacia la limpieza de algunos
muladares y promontorios de basuras, hacia el cuidado de los paseos públicos lo mismo
que hacia los arreglos de caminos por cuenta de los hacendados, y la creación de alcal-
des para cada uno de los principales caminos, con asignación de dos soldados a cada
uno. No obstante, la pobreza del vecindario le hizo ser muy prudente y poco decidido
en su labor: « . . . se determinó a llenar de faroles de cristal las calles en copia de la ne-
cesaria para iluminarlas regularmente - por pura complacencia a una insinuación y sin
especial orden — a merced del arbitrio de que además de los que tocaban los artesanos;
se comprendían las que usan generalmente las casas . . . ; pero certificado despues con
pruebas nada equívocas . . . la suma pobreza en que vive la mayor parte de sus vecinos,
cesé de dar fomento a mis primeras ideas, y aun para los reparos mas precisos de puen-
tes, empedrados y las demás obras que miran a la indispensable limpieza y aseo, he te-
nido por justo irme con mucho tiento y evitar prorrata y extorsiones, que con tales moti-
vos se hacen inevitables por no haber fondos públicos de que salgan aquellos costos; y
si bien he oído por una parte que se hacen insuficientes los males, en mayor grito he
oído por otra que también lo son los remedios».
B.N.M. Ms 3121, Relación de gobierno del Virrey Jaurequi, f. 66 (r y v). Su preocupa-
ción se volcó hacia la represión del juego (bando de 1 de oct. de 1781) y la normaliza-
ción de la Casa de Gallos de la Capital.

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como en las vertientes que llenan el ^mplio concepto de «policía»: obras


públicas, sanidad, limpieza, alumbrado y seguridad ciudadana. En la misma
linea, y por vez primera, se asignan y fijan nombres a las calles que, aunque
conocidas por la tradición, pasan a tener a partir de ese momento un testi-
monio escrito: un azulejo por cada esquina con el nombre correspondiente,
al tiempo que se numeran las casas de habitación, con un criterio, como
veremos, algo complejo.

I. D i v i s i ó n d e L i m a e n C u a r t e l e s y Barrios

Tranquilizada la población peruana tras la convulsión que provocó el


complejo levantamiento acaudillado por José Gabriel Tupac-Amaru, y libre
el Erario, aunque exhausto por los gastos de la guerra hispano-inglesa, la
figura de Jorge de Escovedo y Alarcón va a presentarse en el ámbito virrei-
nal, y desde la jefatura de su Visita General e Intendencia de Lima, como
motor de amplios cambios, uno de los cuales va a centrarse en la ordenación
capitalina; el espíritu activo y celoso del Visitador, presente en multitud de
aspectos de su gestión 1 0 , va a tomar, adecuando normas superiores, cartas de

10) La agilidad y eficacia desplegadas por el Visitador resultan evidentes si vemos


reunidos todos sus reglamentos, tendentes a la ordenación de muy diferentes materias
necesitadas de arreglo. Entre otros, destacamos los siguientes:
1. - R. A. H. Col. Mata Linares. Tomo CX, ff. 626-633, Instrucción formada para el
manejo del ramo de Cruzada. Lima, 1 de noviembre de 1783.
2. - R. A. H. Col. Mata Linares. Tomo CXI, ff. 23-31. Instrucción para sustanciar las
causas de comisos de tabacos en el Virreinato del Perú. Lima, 21 de enero de 1784.
3. - R. A. H. Col. Mata Linares. Tomo CXI, ff. 139-157. Instrucción para aprobación
de matrículas y cobranzas de tributos. Lima, 1 de julio de 1784.
4. - R. A. H. Col. Mata Linares. Tomo CXI, ff. 128-189 y tomo CXIX, ff. 356-359.
Instrucción y advertencias a los subdelegados de la Intendencia sobre facultades de la
Intendencia y de la Contaduría de Tributos. Lima, 1 de julio de 1783. - Vid. Carlos
J . D í a z R e m e η t e r i a, En torno a un aspecto de la política reformista de Carlos
III: los matrículas de titularies en los Virreinatos del Perú y Río de la Plata, en: Revista
de Indias, núm. 147-148 (Madrid 1977), pp. 51-139.
5. - R. A. H. Col. Mata Linares. Tomo XII, ff. 24-55 y A. G. I. Lima, legs. 1092 y
1099. Proyecto extinción reparto de mercancías y modo de verificar los socorros.Lima,
7 de julio de 1783. Vid. Alfredo M o r e n o C e b r i á n , Un intento de restaurar los
repartos de mercancías a los indios del Peru: D. Jorge de Escovedo y Alarcón, en:
Historia y Cultura, Lima 1978, n° 10, pp. 119-134.
6. - R. Α. Η. Col. Mata Linares. Tomo CXI, ff. 348-350. Ceremonial de los Intenden-
tes en los Cabildos seculares. Lima, 23 octubre de 1784.
7. - R. A. H. Col. Mata Linares. Tomo VII, ff. 78-171. Testimonio de las Ordenanzas
del Real Banco de San Carlos. Potosí, 10 diciembre de 1785.
8. — A. G. I. Lima 1104. Reglamento sobre gastos de propios del Cabildo de Lima.
Lima, 20 mayo 1785.
9. - Reglamento para el Real Cabildo de Lima. Lima, 12 de abril de 1786. M e n d i -
b u r u ('), tomo IV, p. 418.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 101

actuación para llevar adelante la división por cuarteles y barrios de la capital


peruana.
Lima veia c o m o un período tan dilatado, falto de acciones concretas,
aunque n o de preocupaciones y atención, la tenía convertida en una ciudad
insana, desordenada e insegura; el malestar parecía derivarse, según los
miembros del Cabildo, de la falta de regidores que, en estos m o m e n t o s pro-
vocaban diez vacantes y la ausencia del alcalde provincial, cargo puesto en
arrendamiento por n o existir quien lo hubiere rematado en propiedad 1 1 .
Fuese esta la causa esencial o n o , la realidad es que la ciudad se nos aparece
retratada de forma deplorable: « . . . en las calles n o se presentan sino ace-
quias y alcantarillas deshechas, escombros y , generalmente, un desastre que
exige pronto r e p a r o » 1 1 . Aparecían c o m o obras de urgencia extrema: la re-
edificación de los tajamares, la reparación del sistema de conducción de
aguas, así c o m o las atarjeas y algunos de los arcos, en estado, ruinoso, del
puente sobre el Rimac.
Entre el cúmulo de apuntes para la visita y reforma del Virreinato que en
cartera llevaba Escovedo, dos nos interesan especialmente: aquel que crista-

10. - A. G. I. Lima 1111. Reglamento paia el gremio de panaderos y pulperos de Li-


ma. Lima, 3 de abril de 1787.
11. - R. A. H. Col. Mata Linares. Tomo CXIII, ff. 554-561. Reglamento manejo y go-
bierno de las Cajas de Trujíllo y Pasco. Lima, 22 de noviembre de 1787.
12. - Reglamento del ceremonial a la llegada de los Virreyes. M e η d i b u r u ( ' ), to-
mo IV, p. 418.
13. - R. A. H. Col. Mato Linares. Tomo CXIX, ff. 324-346. Instrucción de revisitas o
matrículas para los Virreinatos de Lima y Buenos Aires, 1802.
14. - R. A. H. Col. Mata Linares. Tomo CXIX, ff. 347-355. Instrucción para aproba-
ción de matrículas y cobranza de tributos, 1802.
No obstante el abrumador número de criterios y reglamentos, en torno a la policía no
parecía Escovedo excesivamente preocupado en sus primeros contactos con el Virrei-
nato y con su Intendencia limeña, actitud que va a contrastar con la realidad posterior,
cuajada de dificultades. A. G. I. Lima 1117. Informe de Escovedo a Croix sobre la
puesta en marcha de las Intendencias. Lima, 1 de julio de 1784. «En la policía es impo-
sible hablar hasta que el tiempo vaya facilitando la ejecución y observancia de cuanto
desde el artículo cincuenta y tres hasta el setenta se previene, pero tampoco hallo cosa
urgente que pida una anticipada combinación, y la experiencia sera quien de' luces para
todo, y facilite una y otra duda que pudiera ofrecerse, no obstante la claridad con que
el fomento de la agricultura, cuidado de los caminos, edificios, abastos y demás puntos
están encargados a los Intendentes».
11
) A. G. I. Lima 915. Informe del Cabildo de Lima al Visitador Escovedo. Lima,
12 de marzo de 1784. Recogido por Rubén V a r g a s U g a r t e , Historia General
del Perú, tomo IV, p. 84. Este informe sabemos fue traspasado con comentario por el
Visitador al Marqués de Sonora, con el oficio n° 513 de los enviados al Consejo.
Sobre este aspecto del Cabildo, y en la línea ya marcada por John Preston M o o r e
(The Cabildo in Peru under the Bourbons. A Study in the Decline and Resurgence of
local Government in the Audiencia of Lima, 1700-1824, Durham, N.C. 1966) lleva-
mos adelante un próximo trabajo, con documentación esencial en A. G. I. Lima 916,
1104 y 1098.
« ) Ibidem.

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lizó en la ordenación de la ciudad en cuarteles y barrios, a cuyo frente figu-


raran alcaldes,, y el reglamento de policía que se agregó a la instrucción
dictada a estos mismos alcaldes; ambos aspectos, consecuencia el segundo
del primero, van a constituir el núcleo del presente trabajo.
Prueba la documentación que en abril de 1785 Escovedo firmó el regla-
mento impreso, también instrucción, para la división de la ciudad en cua-
tro cuarteles y cuarenta barrios, señalando a cada uno de estos últimos
el alcalde correspondiente 13 , normas que se fijaron por bando del mismo

1 3 ) «Division de Cuarteles y Barrios e Instrucción para el establecimiento de alcal-

des de barrio en la capital de Lima», 1785. Existen ejemplares en: A. G. I. Lima 915,
R. A. H. Col. Mata Linares. Tomo CXII, ff. 134-153; B. N. M. Ms. 19262, ff. 285-
303; Archivo de Moreyra, en Lima. Este último aparece reseñado por V a r g a s
U g a r t e, en: Impresos peruanos (1763-1803). Lima 1956. Biblioteca peruana, tomo
Χ, ρ. 207, documento n° 2401.
Esta reforma la sabemos a imagen de la de Madrid, «Por un plan semejante al gobierno,
politica y economia de la villa de Madrid». A esta idea responden los mismos desvelos
desplegados en toda el area americana, auspiciados por la sombra tranquilizadora del
padre de la reforma, el Conde de Aranda, y del propio Olavide, limeño de cuna como
sabemos (M. D e f o u r n e a u x , Pablo de Olavide, ou V Afrancesado. Paris 1959) y
elegido personero del común de la Villa y Corte. Francisco Javier G u i 11 a m ó η
A l v a r e z , Campomanes y las reformas en el régimen local; diputados y personeros
del común, en: Cuadernos de Investigación Histórica, Madrid 1972, N ° 1, pp. 111-137.
Sobre el número de cuarteles y barrios limeños, valga la comparación con otras ciuda-
des americanas y españolas: Madrid, 8 cuarteles y 64 barrios; Zaragoza, 4 cuarteles y
32 barrios; México, 8 cuarteles y 32 barrios; Puebla, 4 cuarteles y 8 barrios; y, final-
mente, Santiago de Queretaro, 3 cuarteles y 9 barrios. Véase Francisco Javier G u i -
l l a m ó n A l v a r e z , América y las reformas peninsulares del régimen local en la
segunda mitad del siglo XVIII, en: Hispanoamérica hacia 1776 (Actas de la Mesa Re-
donda sobre la América Hispana en 1776). Madrid 1980, p. 51.
Como obra de consulta de utilidad extrema nos remitimos a Jorge Enrique H a r d o y
y Francisco S o l a n o , Guía de planos de ciudades iberoamericanas, en: Revista de
Indias, Madrid 1978, N<> 153-154.
Referencias documentales y bibliográficas sobre este tipo de reformas existen en abun-
dancia; veamos algunas:
V i r r e i n a t o d e N u e v a E s p a ñ a : Eduardo B a e z M a c i a s, Ordenanzas
para el establecimiento de Alcaldes de barrio en la Nueva España. Ciudades de México
y San Luis Potosí, Boletín del A. G. N„ México 1969, tomo X, N ° 1 - 2 . R. A. H. Col.
Mata Linares, tomo CXII, Bando del Virrey de Nueva España, D. Martin de Mayorga,
sobre alcaldes de barrio y división por cuarteles. B a e z M a c i a s, Planos y censos de
la Ciudad de Mexico, 1753, Boletín del A. G. N „ México 1966, segunda serie, tomo VII,
n° 1 - 2 . La 2a parte en el vol. VIII, n° 3-4. Mexico 1967.
Luis P a e z B r o t c h i e , Guadalajara, Jalisco, Mexico, Sacramento, división y no-
menclatura durante la época colonial, 1514-1821. Guadalajara 1951. Ernesto L e -
m o i n e V i l l a c a ñ a , Documentos y mapas para la geografía histórica de Orizaba
(1690-1800), en: Bol. A. G. N., Mexico 1962, segunda serie, tomo III, n° 3. Del mis-
mo: Miscelánea Zacatecana. Documentos histéricos-geográficos del siglo XVII al XIX,
en: Bol. A, G. N., Mexico 1964. Segunda serie, tomo V, n° 2. B a e z M a c i as:
Tres mapas de los siglos XVII al XVIII sobre la ciudad de Salvatierra, en: Bol. A. G. N.,
México 1965, segunda serie, tomo VI, n° 4. Ramón Ma S e r r e r a C o n t r e r a s ,
La ciudad de Santiago de Queretaro a fines del siglo XVIII: apuntes para su historia
urbana, en: Anuario de Estudios Americanos, tomo XXX, Sevilla 1973.
V i r r e i n a t o d e l P l a t a : Edberto Oscar A c e v e d o , La Intendencia de Salta

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 103

afio 14 , y que fueron probadas por Real Cédula, fechada en Aranjuez el 20 de


abril de 1786. La instrucción de división que nos ocupa fue la consecuencia
directa del incumplimiento de las normas que, sobre la limpieza de las calles,
acequias, comodidad de los limeños y buen gobierno de la ciudad, se expidie-
ron en el auto de 2 de enero de 1762 y en el decreto de 23 de diciembre de
1768, aprobado este último, un año después, por Real Cédula1 s , la misma
que, conteniendo una distribución de barrios y nombramiento de comisa-
rios, fue mandada guardar desde la visita por decreto de 18 de diciembre de
1770. La experiencia del incumplimiento de estas normas hacía notar que
el desorden iba en aumento y que, por tanto, resultaba imprescindible reavi-
varlas, pero apoyadas ahora por unas instrucciones que se adecuasen mejor a
las circunstancias del tiempo y a la extensión de la ciudad, y que insistiesen
en la multiplicación de personas capaces de celar remedios y proveer las
soluciones mas oportunas a los problemas que se planteaban.
El Cabildo proporcionó, con la precisa intervención de su Procurador Ge-
neral, y junto a la Visita, los conocimientos precisos para tomar una deter-
minación; ésta cristalizó en la instrucción que nos ocupa, verdadera adapta-
ción, con variantes notables, de las Reales Cédulas que se expidieron en
1768 para la limpieza, aseo y buen gobierno de la Villa y Corte de Madrid,
además de la que, con idéntico fin, se libró en 1769 para aquellas capitales
sede de chancillerías y audiencias en los Reinos de España 16 . Estas disposi-
ciones del Soberano pasaron a la real Sala del Crimen para que ésta, previa
audiencia del ministerio fiscal, propusiese las modificaciones pertinentes;
todo lo ejecutó la Sala en consulta de 18 de marzo de 1786, siendo acepta-
das las variantes como propias por la Intendencia limefla y la Visita general,
en manos, como sabemos, del propio Escovedo, quien pasó el expediente
original con oficio al Virrey ; éste contestó asintiendo y asumiendo las nor-

del Tucumán en el Virreinato de la Plata. Mendoza 1965. José Maria M a r i l u z . U r -


q u i j o , La creación de alcaldes de barrio en Salta. Salta 1951; R. A. H. Col. Mata
Linares. Tomo CVI, ff. 5 4 7 - 5 5 4 . Instrucción dada por don José de Vertiz, Goberna-
dor del Rio de la Plata, a los alcaldes de barrio. Buenos Aires, 21 de mayo de 1772.
R. A. H. Col. Mata Linares. Tomo CXIH, ff. 4 1 7 - 4 2 2 . Instrucción de don Francisco
de Paula Sanz a los alcaldes de barrio. Buenos Aires, 27 de abril de 1787.
V i r r e i n a t o d e P e r ú : R. A. H. Col. Mata Linares. Tomo CXIII, f f . 3 5 9 - 3 6 1 .
Instrucción de don Benito de la Mata Linares a los alcaldes de barrio del Cuzco. Cuzco,
16 de marzo de 1787.
14
) R. A. H. Col. Mata Linares. Tomo CXII, f. 217. Bando del Superintendente de
la Real Hacienda del Perú sobre alcaldes de cuarteles y barrios y limpieza de las calles
de Lima. Lima, 23 de junio de 1785. V a r g a s U g a r t e ( I 3 ) , p. 208, doc. n ° 2505,
localizado en la Biblioteca del Seminario de Arequipa.
ls
) Fue aprobado por Real Cédula de 19 de noviembre de 1769.
l í ) Las cédulas de 1768 se expidieron el 6 y 21 de octubre, respectivamente, y la
de 1769 lo fue el 13 de agosto.

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mas, c o n la franquicia, además, de los auxilios de tropa necesarios para la


feliz realización de lo a c o r d a d o 1 7 .
Cada cuartel quedaba al encargo de un Alcalde de Corte, a quien compe-
tía se cumpliesen todas las órdenes respectivas al buen gobierno, policía y
limpieza de la ciudad; a falta de alguno, y tal c o m o propuso la Sala del Cri-
m e n , debía recaer el cuidado del cuartel vacante en los ministros que que-
dasen, empezando por el mas antiguo 1 8 . Para cada barrio, se fijaba el nom-
bramiento de un comisario con título de alcalde 1 9 , que si en la matriz espa-
ñola era por elección, en Lima, y por razones que tocaban, según el Visita-
dor, a un intento «de evitar las disensiones que frecuentemente se experi-
mentan en esta Ciudad, alterándose la buena armonia de las familias y la
quietud pública en todas y cualesquiera elecciones», se determinó corres-
pondía reservadamente a la Intendencia, con asesoramiento e s p e c í f i c o del
Cabildo. Incluso, y para designaciones posteriores, el Intendente de Lima
quedaba facultado para señalar los sucesores, residiendo en los alcaldes ce-
santes el derecho de presentación de tres candidatos a la vacante por cubrir,
sin que esta t e m a de aspirantes imprimiese carácter vinculante a la designa-
ción final20.
El Alcalde de barrio designado parecía n o disponer, en el corto espacio
de un año, de tiempo suficiente para «llenar los útiles objetos que le dictará

,7
) El expediente original pasó al Virrey con oficio de 31 de marzo de 1785, y fue
contestado el 11 de abril siguiente. Las modificaciones recayeron sobre lo prescrito por
los decretos de visita de 23 de diciembre de 1768 y 18 de diciembre de 1770.
18
) R. A. H. Col. Mata Linares ( 1 3 ), artículo 2 o . Se prescribe la necesidad de que
cada responsable del cuartel residiese en su circunscripción, pero a la vista de la escasez
de casas que les proporcionasen honorabilidad y comodidad suficiente, se pasó por alto
esta prescripción.
" ) Ibidem. Art. 3 o : «El cual cargara un bastón que le distinga, y su nombramiento
y servicio se asentaran en los libros de Cabildo, con nota expresiva del particular des-
empeño que haga de este empleo, que le servirá de mérito como un acto positivo.»
20
) Ibidem. Se estipuló que la presentación de los tres sujetos aspirantes debía ha-
cerse el primero de diciembre para, una vez designado cualquiera de ellos, «u otro que
se juzgase conveniente», se pasase noticia al Cabildo, que tomaría razón en sus libros
para, dado aviso al nombrado, este lo comunicase a su alcalde de cuartel; debía con-
currir el primero de enero a la Sala Capitular, «a la hora de elecciones», para hacer su
juramento.
G u i l l a m ó n A l v a r e z , ( l 3 ) America y . . . , p. 48. Afirma el autor que «mientras
en la Península estos alcaldes harrieros eran electos por sufragio universal, directo y
secreto de todos los contribuyentes; en Indias los nombraban los jueces de cuartel y los
confirmaba el Virrey», afirmación que, como vemos, no resulta exacta para el caso que
estudiamos. No obstante, en la p. 52, asegura el Dr. Guillamón que el enfrentamiento
Intendentes-Cabildos «impedia al legislador que los alcaldes de barrio fuesen electos
por el pueblo, y en menor grado por el Cabildo». Caso aparte es el de Popayán, en
tanto era en los Cabildos en quienes residía la competencia del nombramiento situán-
dose en manos del Gobernador la autoridad para el primer nombramiento. Arcesio
A r a g ó n , Organización del gobierno colonial, en: Crónica del VI Congreso de Histo-
ria Municipal Interamericana. Madrid 1959.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 105

su celo», por lo que se amplió su periodo de mando hasta dos años, con la
salvedad de que en ausencias cortas, de no mas de un año, el puesto quedaba
reservado y servido por un sustituto nombrado al efecto por el alcalde de
cuartel a quien competía. De otro lado, si este abandono pasaba el marco
superior de doce meses, se debía obligar al saliente a la proposición de una
terna de potenciales sustitutos. La casuística se acentuaba si el alcalde arri-
bado legalmente fallecía durante el primer año o era invalidado por un im-
pedimento grave, porque entonces el antecesor en el puesto debía repetir
toda la operación de propuesta de terna a la Intendencia; sin embargo, si
estos hechos acaecían pasado el primer año de ejercicio, el alcalde saliente
hacía designación y recibía el juramento del entrante, pasando informe al
Cabildo y con la preceptiva de que, unido el tiempo del fallecido o del in-
validado al del nuevamente designado, éste no pudiese exceder nunca de
dos años.
El nombramiento, en su aceptación, se presentaba como obligatorio,
aunque cupiese la presentación de causa o excusa grave a considerar por la
Intendencia que, de aceptarla, nombraría nuevo sujeto, pero que, de no
estimarla, implicaba toma forzosa de posesión y juramento, con la amenaza
de que una repetición en la solicitud de dispensa llevaba implícita una multa
de doscientos pesos, «que se redoblará a proporción de su resistencia», y sin
que el pago de esta sanción significase quedar relevado del nombramiento.
Uno de los principales trabajos con que se cargaba a los Alcaldes de Ba-
rrio consistía en el levantamiento de un censo detallado, demográfico y labo-
ral; debía proceder cada uno en su barrio a la demanda de información
cerca de los cabezas de familia, sobre las personas que habitaban cada lugar,
con distinción de sexos, calidad y estado, y con nota exacta de sus filiacio-
nes 21 , sin que pudiesen quedar fuera los inquilinos de conventos, monaste-
rios y colegios; finalizado el padrón, cada barrio presentaría el suyo al al-
calde de cuartel que le correspondiese, reservándose una copia testificada, y
pasando el original a la Intendencia. La actualización de esta noticia cumplía
hacerla cada final de año con los partes de bajas por ausencia, mudanza o
muerte, y de altas, facilitadas estas últimas por quienes recibiesen en sus
casas" a nuevos vecinos o transeúntes: dueños o administradores de hospe-
derías, con puntual información de si eran amos, esclavos o sirvientes. Esta
amplia base de noticias necesitaba de unos dinámicos resortes de control
para fiscalizar, por ejemplo, la mudanza de un barrio a otro, situación que
requería la preceptiva autorización del alcalde del barrio que se dejaba y la
de aquel en el que se pretendía entrar como vecino 22 .


) Ibidem ( 1 3 ) . Artículo 7 o .
22
) Ibidem. Artículo 8 o . Por decreto de 8 de diciembre de 1770 se ordenó la
existencia de unos cuadernos maestros, con asignación de una hoja para cada casa, fir-
mada por el escribano teniente de Cabildo, que debía estar siempre en posesión de los

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106 Alfredo Moreno Cebrián

El auxiliar inmediato de estas autoridades del barrio podían ser: bien un


escribano real, o bien un receptor que habitase en el distrito, pagados, según
arancel, por aquellos a quienes se asistía; cuando no existían esas posibili-
dades por no habitar personas de esos oficios en el barrio, cualquier escri-
bano real o receptor quedaba obligado a servir con prontitud por requeri-
miento del alcalde, bajo la pena de suspensión de oficio por un mes y mayor
multa por reincidencia, pudiendo el alcalde del cuartel, por último, obligar
a que sirviese en circunstancia excepcional el escribano de provincia 23 .
El orden público venía a significar un renglón esencial dentro de las pre-
ocupaciones del legislador, que veia su arreglo en la vigilancia de vertientes
bien definidas: lugares de bebida, locales de juego, delincuencia y vagos;
sobre las muy concurridas casas bodegones, bodegas, pulperías, alogerías,
botellerías y hospederías, era lógico se impusiesen reiteradas visitas de
comprobación para averiguar su buen o mal manejo, y la calidad de las per-
sonas que se congregaban allí; se hacía responsables de cualquier desorden
a los dueños, arrendatarios o administradores de las mismas, así como de la
«concurrencia ociosa» en ellas, o en sus puertas y aledaños, bajo multa de
cincuenta pesos, sanción duplicable si existía reincidencia 24 .
Con el alcalde de cuartel como instancia máxima, los delincuentes halla-
dos én flagrante delito debían ser prendidos y «reducidos a carcelería» por
los alcaldes", para efectuar después una sumaria relación jurada, con exa-
men de los testigos presenciales, ante el escribano; las detenciones de pillos,
para ser viables y eficaces dentro de esta política de orden público, necesita-
ban estar respaldadas por frecuentes rondas de vigilancia, preventivas y eje-
cutivas al tiempo, a efectuar por cada alcalde de barrio, con acompañamien-
to de la gente precisa, suministrada por las casas de cada distrito capaces de
ofrecer uno o dos criados armados, previa requisitoria alternativa, entre
tanto se tomaban otras providencias, cuya búsqueda analizaremos como
fuente de innumerables problemas. La presencia de hombres de color en las
calles a partir de las diez de la noche costaba a los afectados su destino du-
rante ocho días al servicio forzado de obras públicas, siempre y cuando no
portasen armas, pues, de verificar su hallazgo, el castigo inmediato era la
cárcel, entre tanto la inmediata sumaria investigación resolvía la pena defi-

alcaldes de barrio y de cuartel, figurando en cada una todas las incidencias. Por primera
vez, la compra de estos cuadernos corría a cargo de los bienes de propios del Cabildo,
siendo el fondo común y habitual de abastecimiento de estos efectos el ramo de multas.
2 3 ) Ibidem. Articulo 10°. El artículo ocho de la Real Cédula de 13 de agosto de

1769 facultaba al alcalde de cuartel para, caso de no tener adjunto a su cargo la judica-
tura de un escribano de provincia, pudiese servirse de cualquier escribano público.
M ) Ibidem. Artículo 9 ° . A los que se hallasen ociosos se les condenaba al destino

forzoso de un mes en obras públicas de la ciudad, «a ración y sin sueldo».


2 S ) Es reiteración de lo ordenado en el Decreto, ya citado, de 23 de diciembre de

1768.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 107

nitiva o permitía saber si eran criados de gente y casa conocida, porque


entonces debían ser remitidos a sus dueños con las prevenciones necesarias.
Como quedó indicado en líneas precedentes, la represión del juego venía
a ser, por su trascendencia, inequívoca preocupación de los alcaldes, a quie-
nes se encomendaba cortar este desorden persiguiendo a los jugadores: «to-
mando razón de los que solo tengan este ejercicio» y rondando las casas des-
tinadas a estas funciones, o las que resultaren sospechosas, a fin de que los
alcaldes de cuartel, con puntuales noticias, velasen e hiciesen guardar la prag-
mática de 6 de octubre de 1771 2 6 , en idea de que entre los castigos a im-
poner, según la calidad del delito, figuraba el destino forzado durante ocho
días a servicios en obras públicas.
Otro problema distinto, aunque vinculado al robo y al engaño en no po-
cas ocasiones, lo constituía el tema de los mendigos, cuyo número se acre-
centaba cada vez más, so color según el Visitador Escovedo, de que «muchos
tomen este ejercicio por entregarse a la holgazanería», defraudando con su
actitud al público 2 7 , que los imaginaba provistos de cédula de mendigo, a
expedir necesariamente por el cura de cada parroquia, y revalidable todos
los años después de la Pascua de Resurrección, e incluso haciéndose acompa-
ñar por sus hijos: «echándolos a pedir limosna con una relación lastimosa de
que los instruyen para este caso». El remedio consistía en la exigencia de la
provisión de esa cédula de mendigo, primero rellena por la Iglesia, y necesi-
tada después de la toma de razón del alcalde de cuartel, quien la devolvería
al alcalde de barrio para su entrega al peticionario, obligado a portar un dis-
tintivo de su condición y con la expresa prohibición de que los hijos mayo-
res de cinco años pudiesen acompañarle, fijándose a éstos un futuro mas
acogedor bajo la supervisión de las esferas de gobierno 2 8 .
El concepto de policía, muy amplio como sabemos, albergaba en su seno
muy diversos aspectos que, por concisión, y aparte de los ya citados, po-
díamos resúmir en el alumbrado, control de pesos y medidas, limpieza, cir-
culación, obras públicas, e incluso mediación en disputas domésticas. El
alumbrado, por disposiciones anteriores 29 , quedaba establecido y ordenado

2e
) La vigilancia estricta sobre el juego, casas y jugadores, aparece en la Pragmática
de 6 de octubre de 1771 y en la Novísima Recopilación de Castilla, Ley 18, título VII,
libro VIII.
27
) Ibidem. Leyes 8, 9 y I I , título XII, libro I, y Autos Acordados 1 y 2, en el
mismo título y libro.
28
) Los hijos debían serles retirados a los mendigos, y enviados a un maestro de
oficio: «que sea conocido y tenga tienda pública con credito en la Ciudad», obligán-
dole a que les enseñase, bajo la condición de que en un plazo limitado de tiempo acce-
diesen a ser oficiales, «sobre lo que se le hara otorgar el correspondiente instrumento,
con previo aviso del señor alcalde de cuartel».
29
) Se notificaron por el auto de 2 de enero de 1762, en sus capítulos 9 , 1 0 y 12,
así como por el decreto de 23 de diciembre de 1768, en sus capítulos 1, 2 y 3.

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108 Alfredo Moreno Cebrián

por la impositiva colocación de faroles en todas las casas, tiendas y conven-


tos religiosos, cuya falta debía informarse, por una doble vía simultánea, al
alcalde de cuartel y a la Intendencia, dando entrada también en la fiscaliza-
ción de la iluminación, y por sus rondas mensuales, a los alcaldes ordinarios,
juez de aguas y regidores, quienes usarían en su denuncia de deficiencias el
canal natural del Cabildo. La delegación de abastos también acompañaba a
los alcaldes de barrio, a cuyo cuidado quedaba el visitar y reconocer las tien-
das y oficinas públicas: bodegas, pulperías y bodegones, para el debido
arreglo de los pesos y medidas utilizados, así como para obligar a la jusjeza
en la observancia de los precios marcados, con facultad para corregir los
mismos, previo aviso al alcalde de cuartel, e incluso debiendo pasar nota a
la Intendencia en aquellos casos que demandasen providencias mayores.
Uno de los motivos argüidos con mayor insistencia por los promotores
de la reforma fue siempre la inmundicia de las calles y su incidencia en el
aspecto sanitario urbano, en cuya evitación, uno de los encargos que, con
más interés, se pidió a los alcaldes de barrio, consistía en el máximo cuidado
y vigilancia para que los vecinos, «de cualquier estado y condición», limpia-
sen o mandasen limpiar sus puertas y alrededores hasta la mitad de la
calle, a fin de evitar que las aguas derivasen en su ruso por las basuras, des-
montes y escombreras acumulados desde las conducciones interiores de las
casas y, frecuentemente, por la limpieza de los corrales, ordenando el
señalamiento, en cada barrio, de basureros o cortes necesitados de relleno
y, para toda la ciudad, algunas honduras y excavaciones que el Rimac pro-
ducía en su cauce.
En relación directa con la limpieza, pero vinculado al tránsito urbano, el
depósito de bestias y caballerías en las puertas se vedaba absolutamente,
cuidándose que las recuas de borricos y muías no sufriesen largas detencio-
nes en las calles, sino en lugares determinados ex profeso, y señalando a los
dueños de estos animales como directamente responsables de cualquier
emporcamiento y de la consiguiente limpieza. La fácil y fluida circulación
que se pretendía quedaba francamente obstaculizada por los agujeros o
derrumbes existentes en las alcantarillas y acequias, sobre todo en las calles
prefijadas como de itinerario obligado: muías del Callao y carretas de bueyes
con carga de madera, que debían dirigirse a la plazuela de San Juan de Dios
para su descarga, cuyo cuidado quedaba sometido también a los alcaldes,
sin faltar entre sus obligaciones la debida atención para que los coches, ca-
lesas o carretones, no circulasen atropelladamente o usasen como animales
de tiro a bestias nuevas, o las que se llamaban «chucaras», cuya monta y uso
quedaba estrictamente prohibido dentro de la ciudad 30 .
Si los alcaldes de barrio veian en la Intendencia la fuente resolutoria de

30
) Ibidem ( 1 3 ) . Artículos 13 y 18.

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Cuarteles, barrios y calles de Urna 109

todas las dudas y ocurrencias ordinarias y extraordinarias, que constituían


una casuística muy amplia, entraba en su jurisdicción la posibilidad de en-
tender en disputas de controversia leve, a fin de descargar a los juzgados
ordinarios y de provincia; no obstante se media muy bien que su juris-
dicción no podía sobrepasar ni exceder los términos de una pura mediación
y «amigable composición», y que, de no lograrse ésta, podían las partes en
litigio acudir a la justicia. Este papel de hombre bueno que se adjudicaba a
las autoridades de los barrios pasaba por la prohibición de mezclarse en
asuntos domésticos en que no transcendiese escándalo, «ni ruido a la vecin-
dad» , aunque si se les investía de autoridad capaz de velar sobre el servicio
de criados, en ocurrencias como el abandono de las casas en que servían,
«después de tener recorridas las interioridades de ellas, de lo que resulta que
los hurtos se hagan con conocimiento y a golpe seguro», o en aquellas oca-
siones de incumplimiento o inexactitud en el desempeño de sus destinos, o
bien si se apreciasen desórdenes o vicios en sus formas de actuar.
Señaladas las funciones y obligaciones de los nuevos alcaldes de barrio,
quedaron éstos impuestos por la Intendencia en sus cargos, recibiendo la
exacta delimitación de sus jurisdicciones territoriales, que eran las que
siguen:

C u a r t e l N° U n o

Comprendía en línea recta, y en travesía a la izquierda, desde las Porta-


das del Martinete y Maravillas, hasta la Nievería, y el rincón de Polvos
Azules, más el arrabal de San Lazaro.
B a r r i o 1. — Desde el Martinete hasta la esquina de Viterbo, con las
cuadras inmediatas que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 2. — Desde Viterbo hasta la Nievería, con las cuadras inmediatas
que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 3. - Desde la Portada de las Maravillas hasta el Puente de Santa
Clara, con las cuadras inmediatas que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 4. - Desde el Puente de Santa Clara hasta la esquina del Tigre,
con todas las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 5. — Desde la esquina del Tigre hasta la Plazuela de San Francisco
inclusive, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 6. — Desde la Plazuela de San Francisco, exclusive, hasta el rincón
de Polvos Azules, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 7. — Desde la Plazuela de los Desamparados hasta la Iglesia de
San Lázaro, con todas las cuadras inmediatas que atravesaban a la derecha.
B a r r i o 8. - Desde la Plazuela de S. Lázaro hasta Guia, Herbao, Las Ca-

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110 Alfredo Moreno Cebrián

bezas y el Baratillo, con todas las cuadras a derecha e izquierda, compren-


diéndose todas las que por la izquierda corrían desde la bajada del Puente
hasta San Lázaro.
B a r r i o 9. — Desde el fin del Callejón del Romero hasta la esquina de la
calle de Miranda, con todas las cuadras que atravesaban a la derecha hasta la
Alameda Vieja, el Hacho, Plaza de Toros, Pampilla de Leones y Plazuela de
Otero.
B a r r i o 10. - Desde la Plazuela de San Lazara hasta et Pedregal, Santa Li-
verata y Descalzas, con las calles que atravesaban por la izquierda hasta las
casas del Sacramento, Callejón de la puerta falsa de S. Francisco de Paula,
Herrera del Monigote y Guisado; y por la derecha hasta Copacavana, Molino
de Portillo y Cerro de San Christóval, con todas las cuadras rectas o atrave-
sadas que se comprendían en el recinto.

Cuartel N° D o s

El segundo cuartel se formaba con todas las cuadras en línea recta, y en


travesía a la izquierda, desde la Portada de Bethlemitas e Iglesia de Santa
Ana hasta la calle de Matienzo y Plazuela de Monserrat.
B a r r i o 1. - Desde la Portada de Bethlemitas hasta la calle de Vergara, in-
clusive, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 2. — Desde el fin de la calle de Vergara hasta la esquina de la Cari-
dad, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 3. — Desde la esquina de la Caridad hasta la del Arzobispo, o
Plaza Mayor, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 4. — Desde la esquina del Arzobispo hasta la puerta falsa de Santo
Domingo, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 5. — Desde la esquina dei Arzobispo hasta la puerta falsa de Santo
Domingo, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 5. — Desde la esquina de la puerta falsa de Santo Domingo hasta
la calle de Matienzo, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 6. — Desde Santa Ana hasta la esquina de la Iglesia de la Concep-
ción, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 7. - Desde la esquina de la Iglesia de la Concepción hasta los Mer-
caderes o Plaza mayor, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 8. - Desde la esquina de Mercaderes hasta el Marmol de Bronce,
con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 9. — Desde la esquina de Marmol de Bronce hasta la calle de Villa-
nueva, que sigue a la del Espíritu Santo, inclusive, con las cuadras que atra-
vesaban a la izquierda.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 111

B a r r i o 10. — Desde la calle de las Lamillas, inclusive, hasta el fin de la


Plazuela de Monserrat, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.

C u a r t e l N° T r e s

El tercer cuartel se formaba de todas las cuadras que se comprendían en


línea recta y travesía a la izquierda, desde la calte del Capón, los Naranjos y
Pampa de Lara hasta el Molino de Arebalo, Torrecilla y Pampilla.
B a r r i o 1. - Desde el Capón hasta la Plazuela de San Pablo, con todas las
cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 2. — Desde la Plazuela de San Pablo hasta la Iglesia de San Agus-
tín, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 3. - Desde la Plazuela de San Agustín hasta la calle de San Se-
bastián, inclusive, con todas las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 4. - Desde la calle de Orejuela hasta el Molino de Arebalo, con
las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 5. - Desde los Naranjos hasta la Aduana, con las cuadras que
atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 6. — Desde la puerta falsa de San Pablo hasta la Plazuela de la
Merced, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 7. - Desde la Plazuela de la Merced hasta la Torrecilla, con las
cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 8. - Desde la Pampa de Lara hasta la puerta falsa de la Aduana,
con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 9. — Desde la calle del Mascarón hasta la alcantarilla de la Mer-
ced, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 10. - Desde la alcantarilla de la Merced hasta la Pampilla, con
las cuadras que atravesaban a la izquierda.

C u a r t e l N° C u a t r o

El cuarto cuartel se formaba de todas las cuadras que se comprendían, en


línea recta y travesía a la izquierda, desde la Ollería de Cocharcas, Chaca-
rilla, Puerta falsa de San Juan de Dios, Pileta del Noviciado y Guadalupe,
hasta la Portada del Callao, Callejon de San Jacinto, Recoleta Dominica y
Callejon de la Venturosa.
B a r r i o 1. — Desde la Ollería de Cocharcas hasta el Pilón de Santa Cata-
lina, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.

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112 Alfredo Moreno Cebrián

B a r r i o 2. — Desde el Pilón de Santa Catalina hasta la Plazuela de Santa


Teresa, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 3. - Desde la Plazuela de Santa Teresa hasta la Pregonería Vieja,
inclusive, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 4. - Desde la calle del costado de Casa Boza hasta la de Villar,
inclusive, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 5. - Desde la calle de Camborda, inclusive, hasta la portada del
Callao, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 6. - Desde la Chacarilla hasta la puerta falsa de la Encarnación,
con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 7. - Desde la puerta falsa de la Encarnación hasta la calle de Se-
guróla, inclusive, con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 8. — Desde Juan de Medina hasta el Callejón de San Jacinto, con
las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 9. - Desde la puerta falsa de San Juan de Dios hasta San Jacinto,
con las cuadras que atravesaban a la izquierda.
B a r r i o 10. — Desde la Pileta del Noviciado y Guadalupe hasta la Reco-
leta Dominica y Callejón de la Venturosa, con las cuadras que atravesaban a
la izquierda.

II. U n a l e n t a y c o s t o s a reforma

En el tiempo que corrió desde la promulgación del bando de división de


la ciudad hasta la aprobación real, los avatares de la reforma no fueron esca-
sos ni faltos de conflictividad, realidad que parece contrastar con la buena
opinión que los alcaldes de barrio designados presentaron al Visitador sobre
la buena acogida que el nuevo sistema había tenido a nivel ciudadano (« ¿con
qué lucimiento, aseo y seguridad adquirida en tan corto tiempo no se obser-
vaba ya esta corte?»), presagio de una Lima sobresaliente entre los ciudades
del Nuevo Mundo 31 :
«Las ventajas con que se propagaba en esta Corte el laudable y útilísimo estableci-
miento de la limpieza e iluminación de sus calles, fue el mas favorable aliento en que
fundaron los Alcaldes de Barrio presurosa, y cumplidamente, la conclusión de su en-
caigo, máxima es que no solo contribuía a la hermosura y prospecto delicioso, si mejor
a la seguridad de sus moradores, que ya deponían el justo recelo de los principios y fre-
cuentes excesos criminosos, que siempre han experimentado del contagio de repetidas
epidemias que han fatigado este país en todos tiempos con crecida mortandad, pues en
tan breve espacio, puro y libre de pestilencia, se habia obtenido el recobro de una salud
mas fija y aun a precaver los torpes escándalos encubiertos en el seno de la misma lo-
breguez que corrompen la inocencia de religión y buenas costumbres.»

31
) A. G. I. Lima 1113. Escrito de los alcaldes de barrio al Visitador Escovedo.
Lima, 20 de diciembre de 1785.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 113

El llevar adelante las órdenes del Visitador c h o c ó inevitablemente c o n la


resistencia de algunos v e c i n o s , o b s t á c u l o q u e pareció y p u d o ser soslayado,
e n u n principio, por la diplomática forma de actuar de los alcaldes de barrio,
obligados e n su gestión a una diversificada aplicación de la n o r m a 3 2 :
«Expuestos los alcaldes a todo género de mortificación, se esmeraba cada uno, sin
ápice de emulación, en llenar cabalmente el cumplimiento de su comisión y empleo; y
a ese propósito, contemporizando ya con los que su miserable indigencia parecía rele-
varlos de la pensión con no poco dispendio a las veces de sus facultades, subviniéndolos
por ayudarlos, ya alentando a los mero negligentes, mediante la instrucción de su cierta
comodidad futura, que una sencilla rudeza les impedía su conocimiento, donde el arte
y la prudencia, sustituidos por el poder y rigor, costearon el disimulo de algunos ye-
nos; y finalmente, conteniendo los esfuerzos y combates de los que, valorados, pro-
pugnaban tenaz y maliciosamente negocio tan importante contra quienes, por ser inevi-
table, se ejercitaba no con el brío y circunspección necesaria, aunque sin bajeza, el rigor
de la autoridad.»
La c o n s u l t a de la d o c u m e n t a c i ó n c o e t á n e a a los a c o n t e c i m i e n t o s que
e s t u d i a m o s n o s presenta, por parte de los protagonistas esenciales de la re-
forma: los alcaldes de barrio, una causa, c o m o esencial, explicativa del durí-
s i m o f r e n a z o que c o l a p s o !a voluntad de l o s actores; consistía ésta en la de-
negación del auxilio por parte de las autoridades m i l i t a r e s 3 3 , e n aquellos
casos q u e , por su especial c o m p l i c a c i ó n , requerían la presencia de la tropa
c o m o a p o y o , negativa q u e para los alcaldes tenía un e l e m e n t o inspirador,
nunca c i t a d o por d e r e c h o , y que presentaban, frustrando los i n t e n t o s de
c a m b i o propiciados desde la Visita, c o m o una verdadera conjura contra el
titular de la m i s m a y contra ellos, acusados de e x c e s o s 3 4 :
«quienes negaron el auxilio militar tomáronse el pretexto para haber obtenido éxito
de sus particulares ideas de imputar siniestramente excesos a los alcaldes, que malquis-
taron su conducta en esta superioridad, si bien que aunque se penetró el espíritu de
semejante quimera, v.s. no ignora la mano que anojó el golpe, y respectos con que se
dirigió; sus efectos prevalecieron, de suerte que han derribado todo lo que a costa de
considerables desvelos se había proporcionado».

» ) Ibidem.
33
) A. G. I. Lima 1113. Oficio numero 834 de Escovedo al Marques de Sonora.
Lima, 20 de enero de 1787. La denegación de ayuda pareció no ser rotunda, sino que
se produjo por tiempos, detectándose al principio un feliz deslizamiento de la reforma:
«por esta variedad de sendas, que con acierto manejaba la destreza, lograron - los al-
caldes - conducir la voluntad de todos, rendida a la suave fuerza del sagaz estímulo,
hasta el termino en que despues de los grandes adelantamientos que había medrado su
expedición, se introdujo la novedad de suspender por primero y negar absolutamente
por segundo el auxilio de la tropa con que maniobrar en los casos ocurrentes».
34
) A. G. I. Lima 1113 ( 3 1 ). Los alcaldes repudian cualquier acusación contra
ellos: «haber promovido pues la ejecución y obedecimiento de unos superiores manda-
tos; reprehender a los contraventores tenaces; corregir los desordenes y abusos perni-
ciosos y arredrar a los malhechores hasta confundirlos, según el literal contexto de los
respectivos principios de la comision, de ninguna manera semejantes oficios debieron
titularse atentados cometidos por los alcaldes, sobre que, juntamente resentidos del
notorio agravio que se les ha inferido con injuria de su reputación. ..»

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114 Alfredo Moreno Cebrián

Este obstáculo, insalvable tal como lo presentaban quienes lo sufrían,


mostró una negativa a continuar por falta de medios, avalada esta actitud
por casos c o n c r e t o s 3 4 , cuya inmediata consecuencia fue la ralentización del
proceso de reforma, en los m o m e n t o s en que se a c o m e t í a el empedrado, a
nivel de algunas calles, y la continuación de fuentes y desagües 3 6 , a la vista
de que «los esfuerzos de la diligencia mas activa, sin el poderoso adminículo
de tropa, serían inútiles e infructuosos» ; aun así, y tras explicar esta deten-
ción por causas ajenas a su voluntad y ejercicio, n o verán los alcaldes una
«declarada oposición al establecimiento», aunque si reconocen en la supre-
sión del auxilio militar: «el sustancial impedimento de n o haber arribado
c o n mas prontos adelantamientos, cuando estuviese ya evacuada una obra
tan propicia a la república». Las acusaciones vertidas contra los alcaldes,
que veian su labor desmoronarse, al tiempo que sufría su reputación, aun
cuando los nombramientos, en buena parte de los casos, c o m o vimos, hu-
biesen sido aceptados por imposición del Visitador, tuvieron c o m o reflejo
una vuelta atrás en los adelantamientos por conseguir una ciudad mas sana

35
) Ibidem. Como denuncias concretas sirvan las del alcalde del barrio del Hacho,
don Bruno Antonio del Junco que, en reiteradas ocasiones, acudió al vivac de su de-
partamento a solicitar auxilio militar, con el resultado de que se lo negaron siempre los
oficiales y sargentos de guardia, «respondiéndole que se había intimado una orden con-
trario que no lo reconocían por jefe, que en vano se cansaba, pues solo a los de su cuer-
po se les prestaría». Esta actitud provocó que no pudiese apresar, en el cerro de San
Cristóbal, a una docena de mozos, «perdidos, encerrados en una choza, que pasaban
muestra, con execrable tiranía y violencia por una infeliz mujer, que no había quien la
favoreciese ni libertase». Al mismo alcalde sucedió no poder detener a un zambo, «fa-
cineroso de innumerables», que disfrazándose de blanco se escondía en la plaza de
toros, horrorizando «con innumerables extorsiones, al vecindario». Por denuncia de
robo se personó en el lugar de los hechos, sin poder tomar resolución alguna. Asimismo
tampoco le fue posible descubrir el motivo «de pararse una calesa en un lugar sospecho-
so por espacio de mucho tiempo, de dos a tres de la mañana», y otros sucesos «que re-
fiere este solo sujeto, y que seria inaccesible el puntualizarlos».
Otro alcalde de barrio, don Juan de Equino, refiere como sin apoyo militar vio «atro-
pellado mi respeto con injuriosos ultrajes» por parte de un negro, y cómo el primero
de noviembre de 1785, y a plena luz del día, «un blanquillo», en la calle de Zarate, «le
improperio con vilipendio, llenándole de contumelias, sin reparar en su caracter», te-
niendo que ser alejado de allí por un vecino honorable del barrio, lo que le evitó males
mayores.
Don Bernardo Valdivieso, alcalde del barrio octavo del primer cuartel, destacado por su
persecución de ladrones y malhechores, a los que consiguió «subordinar y contener»,
vio cómo, extendida la noticia de que se denegaba el auxilio de la tropa, al mandar qui-
tar del centro de una calle unos caballos que molestaban corriendo, «armarse tumul-
tuariamente contra mi a pedradas, que por un feliz acaso me libré de perecer en la
función». Su petición de auxilio resultó infructuosa, pues fue informado que al hacer
el retén de la guardia se daba, con el santo y contraseña, traslado a la orden de no
prestar auxilio a ningún alcalde, e incluso que pocas fechas antes un sargento había sido
apercibido con arresto, si volvía a prestar ayuda.
36
) Conforme a lo ordenado en el bando de la visita fechado en Lima, el 14 de
octubre de 1785.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 115

y tranquila, de tal forma que la suciedad, la falta de iluminación, la inseguri-


dad, el robo y el juego volvieron a ganar terreno; hasta tal punto, que asisti-
mos a una resignada voluntad porque las cosas se mantuviesen en su estado
anterior al rompimiento de la ayuda, como mal menor, o, al menos, igual
que hasta entonces, presagio del lamentable estado que se barruntaba y pal-
paba, tanto en la falta de aseo y deficiencias del alumbrado 3 7 :
«Tanto ha declinado que ya nos holgaríamos que las cosas se mantuvieran en su
estado primitivo o pura inacción; pero es tal el despecho con que se contrarresta, que
no solo omite cada cual limpiar sus pertenencias, poner luz en sus puertas y observar
lo demás que reordena y contribuye al buen gobierno y aseo de la Ciudad, sino que
exprofesamente han abundado de inmundicia aquellos lugares limpios, salen de noche
en cuadrillas a caballo y rompen los faroles con que iluminan las calles, con tanta inso-
lencia que el propio descaro manifiesta los fines del insulto» ;
como en los delitos contra la propiedad y la seguridad ciudadana:
«Los robos son tan públicos y repetidos, y los ladrones se han aumentado en tan
crecido número, abandonando el temor de la persecución con que al principio los opri-
mían celosos los alcaldes de la quietud y seguridad común, y en virtud de las mismas
instancias que corresponde a mas de uno por día»;
o en la proliferación de los conflictivos juegos de azar, casas y jugadores:
«Los juegos que tan estrechamente encargaba v.s. se vedasen con el mayor rigor,
por ser el origen de los demás vicios y consumada perdición, son ya perennes, y los
jugadores, que es un cuerpo dilatado de vagabundos, parece que escogen los sitios mas
públicos, y obvios donde anochecen y amanecen para hacer presente y mas visible la
transgresión y desacato.»
El propio Visitador, a la vista de las quejas incesantes de los encargados
por él para llevar adelante su idea de una Lima a imagen de la Corte, recabó
información de los Alcaldes del Crimen de la Audiencia 38 , a fin de conseguir
información objetiva que le permitiese encauzar por nuevos derroteros el
orden ciudadano limeño; este recurso a nuevas ideas y orientaciones pro-
dujo una respuesta coincidente con la opinión vertida por los Alcaldes de
Barrio en su escrito de queja ya conocido, pero presentó una alternativa
capaz, según los firmantes, de aportar una vía intermedia de solución al con-
flicto, inviable economicamente en la práctica. Dejaron entrever la escasez
de alguaciles existentes, a pesar de los recursos que para su obtención y
dotación habían sido enviados al Visitador General Don José Antonio de
Areche y al propio Monarca, que diversas dificultades venían retardando en
su «entable y dotación», refuerzo que era solicitado previamente para hacer
las rondas y facilitar el ejercicio de la autoridad a los alcaldes correspondien-
tes de cada cuartel. La declaración final, como queda dicho, resultó en la

37
) A. G. I. Lima 1113 ( 3 I ) . B. N. M. Ms. 19262, ff. 129-132. Representaciones
de los alcaldes ordinarios de Lima al Superintendente Escovedo sobre los robos que allí
se cometían. Lima, 11 de agosto de 1786.
38
) A. G. I. Lima 1113. Carta de Escovedo a los Alcaldes del Crimen de la Audien-
cia. Lima, 7 de enero de 1786. «Espero se sirvan decirme lo que por su practica expe-
riencia en los cuarteles hayan observado».

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116 Alfredo Moreno Cebrián

misma línea de lo solicitado por los alcaldes de barrio, no otra que: «ν.s.
[Escovedo] interponga sus oficios para que se les preste el auxilio militar que
pidan en los casos ocurrentes, sin dilación ni previo particular permiso de sus
jefes, que puedan frustar con la demora la ejecución expedita o demás dili-
gencias en que se interesa la causa pública», no dudando que el camino mas
corto para conseguir lo propuesto debía pasar indefectiblemente por el
Virrey 39 , jalón que será el inmediatamente marcado por el Visitador, aun a
sabiendas de las dificultades que llevaba aparejado un empeño como este,
tiempo ya perseguido, y que, convertido en casi un fracaso tangible, traslu-
cía un sentimiento de impotencia por parte del propio Escovedo cuando,
tras solicitar ayuda al propio Virrey Don Teodoro de Croix, aseguraba no
omitir diligencia alguna para el buen logro de la comisión, «que no confio
conseguir», asegura, pero, prosigue: «tendremos el consuelo de haberlo pro-
curado, aunque nuestros frutos queden tan sin frutos como los del Excmo.
Sr. D. Manuel de Amat y otros gloriosos predecesores de V.E.» 40 .
En la averiguación exacta de la controvertida situación que enfrentaba a
los mandos militares con los alcaldes de barrio, el Virrey, por decreto de
11 de febrero de 1786, solicitó de D. Antonio Cantos, sargento mayor, in-
formación de oficio sobre la actitud que la tropa guardaba respecto de las
demandas de auxilio; y la respuesta, curiosamente, aun sin negar que existió
a veces, efectivamente, falta de correspondencia en cuanto a la solicitud de
ayuda, puntualizó que esto se debió, en términos literales, a defectos de
forma cuando menos, y a falta de respeto la mayor parte de las veces41 :
« . . . he venido a deducir la prontitud con que se imparten los auxilios militares a
cualquiera de los jueces de esta ciudad que en el modo y forma correspondiente los
solicitan, y que solamente se han negado cuando con desdoro de la tropa y tratándose-
le a ésta como una cuadrilla de corchetes o alguaciles, se ha querido pasen por si a
ejecutar las prisiones.»
No resultaba muy alejado el argumento, vertido en líneas precedentes,
de la opinión expresada por el propio Virrey Croix a su entrada en el
Virreinato, en momentos en que los coletazos de la ola revolucionaria de Tu-
pac Amaru dejaba aún sentir su resaca, pues el ejército, según nos dice: «ha-
bía degenerado del fin para que era», volviéndose: «un cuerpo de alguaciles
honrados» ; se había llegado al extremo de que la máxima autoridad virreinal
ordenase a los cuerpos de guardia capitalinos que diesen con brevedad los
39
) A. G. I. Lima 1113. Respuesta de los Alcaldes del Crimen de la Audiencia al
Visitador Escovedo. Lima, 10 de enero de 1786. Firman José Caveza Enriquez, Nico-
las Velez de Guevara y José de Rezaval y Ugarte. Sobre la reiterada petición de alguaci-
les puede seguirse el expediente, en extracto, que la Audiencia de Lima tuvo presente
sobre la necesidad de estos. En B. N. M. Ms. 19262, ff. 1 2 7 - 1 2 8 .
40
) A. G. I. Lima 1113. Oficio de Escovedo a Croix, solicitando ayuda para la re-
forma de la Ciudad. Lima, 8 de febrero de 1786.
41
) A. G. I. Lima 1113. Respuesta del Sargento Mayor Antonio Cantos al Virrey
Croix. Lima, 18 de marzo de 1786.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 117

auxilios que por los jueces se les pidiesen, pero sin permitir, en modo algu-
no, pasase ésta, la guardia, «a ejercer el oficio de corchete, que debía practi-
carse por las personas que a este fin fuesen destinadas».
Como resumen de lo actuado hasta el momento, en el informe de sar-
gento mayor podemos apreciar perfectamente la causa esencial que produjo
la paralización en el decurso de la reforma: la negación en parte del auxilio
militar a los alcaldes de barrio, aunque asimismo quepa apuntar una matiza-
ción por parte de los mandos militares sobre su forma de actuar, que, de un
lado, se escudaban en la falta de «formas» en el modo de la solicitud de
ayuda y, de otro, buscaban y encontraban un respaldo en la filosofía que
sobre la acción y finalidad de la fuerza armada transmitió el Virrey D. Teo-
doro de Croix a las propias guarniciones; no obstante, el Virrey puntualizó,
en la idea de salvar su responsabilidad, su apoyo a la reforma, y no así al
método escogido para llevarla adelante 42 :
« . . . aun suponiendo que hay orden positiva para negarselo [auxilio militar] y sien-
do esto contrario y opuesto a las fórdenes| que por mi se habían librado encargando el
pronto auxilio a todos los jueces que lo pidiesen, temeroso tal vez de que se les hubiese
dado alguna falsa o incierta interpretación tuve por conveniente omitir su contestación
[a Escovedo] hasta oir el informe del Sargento Mayor de la Plaza, por cuyo medio se
comunican las (órdenes] que vedan a las tropas . . . el que lo había ejecutado con la bre-
vedad que se le prevenia . . . ; advierte que las órdenes están comunicadas con los mis-
mos términos que por mi se han dado».
La razón, por algunos justificada, de la falta de respeto en la demanda de
auxilio, e incluso el que el ejército fuese tratado «con bajeza y vilipendio»,
ocultaba razones de mayor consistencia, apuntadas por el Virrey, y que se
resumen en un desvío del reglamento 43 , o mejor, de su adecuada interpreta-
ción por parte de los alcaldes de barrio, a quienes veía autoprotegidos en la
falta de auxilio militar, sin echar en falta el apoyo que debían darles los
dueños de las casas de sus respectivos distritos, siendo así que este recurso
fue el previsto para sus rondas, mientras que muy poco se señalaba en cuan-
to a los cuerpos de guardia, aunque también advirtiese el propio Virrey cier-
to enfrentamiento, apoyado en razones objetivas, por parte de los que pare-
cían oponentes: «desde luego me persuado que puede haber en unos y otros
algo de exageración».
Teodoro de Croix se nos figura abiertamente contrario a la actividad

42
) A. G. I. Lima 1113. Respuesta del Virrey Croix al Visitador Escovedo. Lima,
23 de m a n o de 1786. La Real Cédula de 20 de abril de 1786, en que S. M. aprobaba la
división por cuarteles de Lima, hace referencia a una prevención real al Virrey Croix
para que franquease ayuda militar. Puede verse en A. G. I. Lima 676. Oficio de Croix
al Marques de Sonora, acusando recibo de la Real Orden de 20 de abril. Lima, 5 de
octubre de 1786.
43
) Sobre el bloque militar peruano puede consultarse: Leon G. C a m p b e l l ,
The Military and Society in colonial Peru ( 1 7 5 0 - 1 8 1 0 ) . Philadelphia 1978, sobre todo
los capítulos VII y VII!, entre las pp. 1 5 4 - 2 0 9 .

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118 Alfredo Moreno Cebrián

ejecutada por los alcaldes de barrio, a quienes acusó de negligentes y poco


hábiles al querer ocultar su ineficacia con razones que para él resultaban fa-
cilmente demostrables, e incluso podemos apreciar cierta velada duda a la
garantía que Escovedo parecía tener depositada en ellos, capaces, según el
Virrey, de haber traicionado la confianza del Visitador, en proporción corre-
lativa con la enemiga criolla a las tropas europeas:
« . . . lo que me hace creer por convencidos dichos alcaldes de su negligencia y cul-
pable omisión, trataron de ponerse a cubierto de las justas reconvenciones y apercibi-
mientos que por su Señoría se les hacia, eligiendo para ello una excepción, que aunque
inconducente y poco verídica en el modo con que se propone, creyeron sin duda que
les fue bien admitida por el odio con que generalmente se mira y procura desacreditar
a las tropas venidas de Europa, que es a quien normalmente se dirigen sus quejas».
Esta enemistad criollo-peninsular, combinada con la acusación de inefica-
cia a los alcaldes, aparecía sustentada por una serie de acontecimientos con-
firmados en la realidad, y que venían en apoyo de la argumentación virrei-
nal; estos hechos radicaban, en pocas palabras, en la certeza de que muchos
de los mismos alcaldes no habían cumplido hasta ese momento con aquellas
otras obligaciones y encargos, como eran la formación de matrículas y pa-
drones que, obviamente, no necesitaban en su ejecución de auxilio militar, y
lo que aun parecía pesar mas, como era el que no hubiesen cumplido en sus
mismas casas de habitación o en sus pertenencias y posesiones con las órde-
nes publicadas y los bandos de policía, faltando pues, no solo a las obliga-
ciones de su empleo, sino también «a la que tienen como vecinos particula-
res». La solución del Virrey se aparece clara y muy contundente: de un
lado viene a confirmar la concesión de ayuda militar, previa orden comuni-
cada al respecto en todos los cuerpos de guardia de la ciudad, con instancia
superior al sargento mayor de la plaza, siempre y cuando estos auxilios «se
pidan como corresponde, y en los casos y efectos que son debidos», y, de
otro, se comunica al propio Escovedo una justicia para todos, ejemplariza-
dora en los propios alcaldes44:
« . . . quedando en la firme inteligencia de que si llega el caso de hacerse preciso usai
del apremio militar para conseguir el cumplimiento de las órdenes y justas providencias
de buen gobierno que por v.s. se han comunicado, sea ellos [los alcaldes) los primeros
que lo experimenten como muy obligados a dar con ejemplo pruebas de la obediencia
y justo respeto con que deben mirarse los mandatos superiores».
Tras esta respuesta, positiva en realidad para el mejor acondicionamiento
de Lima a las nuevas normas, el Visitador Escovedo pasó nota de la comuni-
cación virreinal al propio Cabildo, a fin de que éste propusiese cuanto le pa-
reciese oportuno «a fin de estimular el celo de los Alcaldes de Barrio», y
que, de esta forma, no quedasen sin efecto las repetidas providencias expedi-

44
) A. G. I. Lima 1113 ( 4 2 ) . «Inserto a v.s. [Escovedo] esta mi determinación, a fin
de que en inteligencia de mi pronto ánimo a contribuir al logro de los suyos, obre con
este conocimiento en los que aun considere deberse expedir.»

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 119

das para el mejor gobierno y policía de la ciudad 45 . La respuesta del Cabildo


no se hizo esperar, pues el 11 de mayo de 1786 fue firmada y enviada al
Visitador; sobre ella hay que aclarar que vino a ser la trasposición del infor-
me, previamente solicitado, que el Conde de Fuente González, Síndico Pro-
curador General, dió al propio Ayuntamiento, a instancia de éste 46 .
La sumaria información del Síndico, pesimista y muy convincente en
cuanto a que realidades distintas demandaban necesariamente soluciones
diferentes, no vino a insistir en algo que parecía aceptado por todos los inte-
resados en la reforma: la insuficiencia de los arbitrios que, a semejanza de
otros lugares, y con idéntica finalidad ordenadora, habían sido tomados en
Lima: «todos confiesan que las medidas son justas y oportunas . . . pero
nada se consigue ni adelanta, y el clamor del público por los perjuicios que
sufre va siempre en aumento» 47 . El escaso abanico de posibilidades que
prestaba, a prioria la depauperada economía limeña, como apoyo a la acción
de los alcaldes de barrio, fue siendo cerrado por el Síndico Procurador Gene-
ral con razones que parecen convincentes, aún a sabiendas de que los com-
ponentes del «ilustre cuerpo» (alcaldes de barrio), ni mucho menos los co-
misionados de inferior orden, podían «expedirse en los graves negocios que
ocurren», sin ministros subalternos que les prestasen la debida asistencia y,
en esta línea, rechazaba la instancia, por inverificable, de que el aumento del
cuerpo de alguaciles pudiese solucionar en algo el conflicto 48 . El elemento
esclavo parecía presentarse como solución intermedia para la ejecución de
rondas que normalisaren el tan complicado problema ciudadano, pero aparte
de ensayos realizados sin éxito aparente, tanto con éstos 49 , como con algu-
nos soldados acercados a la reforma a través de conciertos contractuales 50 ,

45
) A. G. I. Lima 1113. Nota de Escovedo al Cabildo de Lima, con copia dei infor-
me del Virrey Croix.de 23 de marzo de 1786. Lima, 28 de abril de 1786.
46
) A. G. I. Lima 1113. El Síndico Procurador General, en el expediente sobre
ayuda a los alcaldes de barrio, emitió, por expreso decreto del Visitador, de 20 de abril
de 1786, un informe que el propio Cabildo pasó a Escovedo como asumido por el
Ayuntamiento. Resultan pues reiterativas las palabras del Síndico sobre lo dicho ya por
el Cabildo al Visitador el 14 de diciembre de 1785. Por orden de Lima, de 9 de mayo
de 1786, se pasó la respuesta al Visitador para que fuese consultada por este.
47
) Ibidem. El informe del Síndico Procurador General esta fechado en Lima, el 6
de mayo de 1786.
48
) Ibidem. Su idea sobre el problema la expuso plasticamente: « . . porque para las
rondas de los alcaldes, despacho del tribunal, concurso en las diligencias del peso y
otras comisiones, ni veinte individuos de esta esfera llenaran sus deberes» ; y aun hay
algo mas, y es que, en su opinión: «bajo de la denominación de Alguaciles, es imposible
que se encuentren hombres blancos útiles que sirvan al público con honor y exactitud».
49
) Ibidem. «Aun cuando por compulsión y apremio saliesen los esclavos a las ron-
das, serian mayores los inconvenientes que los beneficios que se reportaran, y nunca
podría considerarse ningún alcalde resguardado con semejante gente».
50
) Ibidem. Algunos alcaldes de barrio llegaron a un acuerdo con los soldados de la
«Reforma de la Compañía de a caballos», vid. C a m p b e l l ( 4 3 ) , pp. 154—188, para
que cuidasen de las calles de sus jurisdicciones, con un estipendio de ocho pesos men-

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120 Alfredo Moreno Cebrián

se prefiguraba en la solución del Síndico, como única salida eficaz, un con-


junto de medidas en el que invariablemente aparece como premisa indispen-
sable la permanencia de individuos por cuyo medio se practicasen y evacua-
sen las diligencias oportunas al buen logro de la reforma. En el estableci-
miento de un cuerpo que, con el título de la Acordada, sirviese realmente a
la policía, se puede detectar una identidad de criterio entre el Cabildo 51 y el
Síndico quien, ampliando su sugerencia hasta señalar un número determina-
do de componentes de este nuevo cuerpo, nos presenta su instancia perfecta-
mente delimitada en contenido, a partir de las funciones que señala a este
sugerido plantel fijo de funcionarios, sin cuya prestación de servicios nada le
parecía seguro en el adelanto 52 :
« . . . convence que incluyendo las ocurrencias de la administración de justicia no
son suficientes nj setenta hombres para una población tan vasta como la de Lima, con
quienes se pueden perseguir regatones saliendo a los caminos a aprehender los salteado-
res y negros fugitivos, cuidar de la limpieza rondando diariamente las calles, asistir a
los mercados para la ejecución de lo que se prevee en punto de abastos, pesos y medi-
das y, en una palabra, para llenar la vasta extensión de lo que la policía abraza y com-
prende dentro de sí . . . ¿Cómo podrá por mas tiempo este ilustre Ayuntamiento tole-
rar la censura de omisión o negligencia haciendo de su parte cuanto permite la Infeliz
actual situación?».
Allanado el espíritu del Virrey en cuanto a la promesa formal de ayuda
militar, confirmada por la diligencia efectuada al tiempo, y en este mismo
sentido, por el sargento mayor, extraña un poco el que los confidentes de
Escovedo ignoren la posibilidad de adelantar objetivos con la ayuda prome-
tida; pero la sospecha de cierta indiferencia, cuando no oposición, de Teo-
doro de Croix con los métodos seguidos para adelantar las normas del Visi-
tador, nos da la clave para entender la desatención del auxilio concedido,
todo ello vinculado a un efectivo incumplimiento de la promesa antes citada,
con denuncia posterior al oficio del Virrey que, ya en manos del sargento
mayor, le obligaba a deponer la actitud que provocó, como hemos visto, las

suales, pero: «poco a poco tiempo se reconoció que nada hacían digno de apremio, que
solo se dedicaban a recorrer el vecindario una vez cada semana, y que el desembolso era
inútil».
51
) A. G. I. Lima 1113. Oficio del Cabildo de Lima al Visitador Escovedo. Lima,
11 de mayo de 1786. Firman: Manuel Ma del Valle y Postigo, el Conde de Velayosy
Marqués de Santiago, Antonio de Boza, el Marqués de Castellón, Juan José de Vallejo,
Manuel Negrón, el Marqués de Montemira, Felipe Sancho Dávila y José Feliz de Men-
doza.
Reinhard L i e h r , Stadtrat und städtische Oberschicht von Puebla am Ende der
Koionialzeit (1787-1810). Wiesbaden 1971. Frente a la sensación de entusiasta
aprestamiento a la reforma a que parecen dispuestos los regidores limeños, el autor nos
presenta, en la novohispana Puebla, una actitud de falta de convencimiento por unos
regidores dubitativos sobre que los fondos de propios y arbitrios fuesen capaces de
sufragar innovaciones como esta, al tiempo que se asiste a una resistencia por echar
nuevos encargos sobre unos títulos honoríficos.
« ) A. G. I. Lima 1113 ( 4 7 ).

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 121

airadas protestas de l o s alcaldes, c u a n d o se cumplían las reglas formales de


petición5 3 .
El a m b i e n t e de d e s c o n f i a n z a , cristalizado en la búsqueda de n u e v o s re-
cursos, parece justificado n o s o l o por i n c u m p l i m i e n t o s anteriores de la nor-
m a , sino t a m b i é n c u a n d o se rastrea la reiterada desatención de algunos fáci-
les y útiles recursos c o n base de sustentación en el factible, e n principio y
c o n las adecuadas garantías, trabajo d e la p o b l a c i ó n reclusa. Por b a n d o de la
visita, de octubre de 1 7 8 5 , se o r d e n ó q u e l o s alcaldes de barrio se valiesen de
los carretoneros y capacheros, incluso obligando a los alcaldes de sus respec-
tivos gremios, para que instasen a cada u n o de los individuos e n ellos inscri-
t o s a que diariamente hiciesen u n viaje arrojando los d e s m o n t e s y basuras en
las e x c a v a c i o n e s de las murallas; al m i s m o t i e m p o , y para «aflojar y cargar
las inmundicias de los grandes muladares que se registran e n las calles princi-


) A. G. I. Lima 1113. Información certificada del alcalde de barrio don José A.
de Ocharan. Lima, 20 de mayo de 1786. Este individuo, alcalde del barrio de San Láza-
ro, intentó detener el 6 de mayo de 1786 a un barbero en su tienda, por diligencia judi-
cial del Alcalde de Corte don Nicolás Velez de Guevara y Suescun; y, para ello, pidió
ayuda al sargento de la guardia del vivac más próximo, perteneciente al Regimiento de
Extremadura. El Sargento dijo no tener orden del mayor de la plaza para prestar auxi-
lio, salvo que la ayuda la solicitase el alcalde ordinario don Antonio de Boza. A la vista
de ello, y para prestar denuncia por incumplimiento de mandato superior, acudió por
segunda vez al vivac, pero esta vez acompañado de testigo y con orden escrita para soli-
citar auxilio. Recorrió esta segunda vez dos acuartelamientos con idéntico resultado.
Vid. A. G. I. Lima 1113. Prueba testifical del Receptor don Silvestre Mendoza. Lima,
22 de mayo de 1786. Esa apreciación de indiferencia, cuando no de oposición, que ve-
mos en la actitud de Croix, debió desprenderse de ese comportamiento tradicional
entre Visitador y visitado (Guillermo C é s p e d e s d e l C a s t i l l o , La visita como
institución indiana, en: Anuario de Estudios Americanos, tomo III, Sevilla 1946, pp.
9 8 4 - 1 0 2 5 ) con un inmediato antecedente en el Virreinato de Perú (Vicente P a l a -
c i o A t a r d, Areche y Guirior, observaciones sobre el fracaso de la visita, en:
Anuario de Estudios Americanos, tomo III, Sevilla 1946, pp. 2 3 9 - 3 7 6 ) que queda de
manifiesto en un oficio que el Virrey envia al Marqués de Sonora (A. G. I. Lima, 676.
Lima, 16 de enero de 1787) y en el que acusa al Visitador de no tenerle informado y de
no contar con su anuencia, sino de forma protocolaria: «Por lo que a mi hace, descon-
fio mucho del feliz éxito de este nuevo proyecto - Reglamento de Policía - , y temo
que sufra la misma suerte que muchos otros de este Ministro». Sobre su desinformación
como causa de su falta de apoyo a la reforma, creemos suficientemente esclarecedoras
estas palabras suyas: «Es verdad que ignoro si dicho proyecto esta bien o mal combi-
nado; si las medidas tomadas son o no prudentes, si la pobreza e infelicidad de este
vecindario podra sufrir el gravamen que se le impone; si las reglas son sencillas y faciles;
si hay necesidad de crear un nuevo empleo para el teniente de policía; en fin, si hay
otros medios mas naturales y faciles para conseguir tan importante efecto, p o r q u e
yo n o h e e x a m i n a d o el e x p e d i e n t e q u e se h a b r a f o r m a d o
s o b r e e s t a m a t e r i a , p o r no h a b e r s e m e r e m i t i d o , y a u n q u e
en la i n t r o d u c c i ó n d e d i c h o p r o y e c t o se d i g a .que se ha
f o r m a d o c o n p r e c e d e n t e a c u e r d o y p e r m i s o mío, no he t e -
n i d o la m e n o r n o t i c i a de n i n g u n a de e s t a s c o s a s h a s t a el
d í a 31 d e d i c i e m b r e e n q u e s e m e . r e m i t i ó d i c h o p r o y e c t o...»
Debemos recordar que entre la entrega al Virrey y la devolución al Visitador del pro-
yecto, impreso al día siguiente, transcurrieron menos de 24 horas.

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122 Alfredo Moreno Cebrián

pales», se arbitró que aquellos presos que no tuviesen delitos muy graves
saliesen «a ejercitarse en dicho trabajo» 54 . En buena lógica, el sacar los pre-
sos a la calle para este menester necesitaba forzosamente de la salvaguarda
militar que, solicitada por oficio que los alcaldes enviaron al Visitador, y
éste, por su parte, al Virrey, les fue concedida, asignándose un piquete para
que guardase a los reclusos 55 , cuya eficacia quedó probada, pues si sucedió
la fuga de algunos de los inculpados delincuentes, se reparó inmediatamente
esta situación 56 . Solicitada y concedida la ayuda para sacar a los presos a la
calle, los acontecimientos posteriores vienen a señalarnos, sin causa aparente
que lo justifique, el rompimiento de este servicio57 -.
«. . . pero en dos semanas no ha venido ningún soldado y, por consiguiente, no se
ha sacado algún desmonte, parando todo trabajo y desordenándose el método que se
había tomado para que los capacheros y cairetoneros no faltasen a la pensión que se
les impuso, de que estaban muy gozosos por el alivio que reciben en esta inacción».
El lacónico final del informe de los alcaldes ordinarios no dejaba lugar a
dadas sobre el desánimo que cubría sus esfuerzos, pues si seguido expedien-
te, a instancia de los alcaldes de barrio, se relevó a éstos de sus obligaciones
al no poder cumplir su comisión por falta de auxilio militar, los firmantes se
sintieron desbordados por las tareas y, en definitiva, solicitaron nuevos re-
cursos al Visitador, «no siendo posible continuar nuestros arreglos sin que
se nos franquee la tropa necesaria».

III. E l N u e v o R e g l a m e n t o de Policía

El «Nuevo Reglamento de Policía», impreso el penúltimo día de diciem-


bre de 1786 5 8 , significó el definitivo intento por encauzar la voluntad del

s4
) A. G. I. Lima 1113. Oficio de los alcaldes ordinarios a Escovedo. Lima, 17 de
junio de 1786. Firman: el Conde de Belayos, el Marqués de Santiago y Antonio de
Boza. Quedó testimonio de este expediente en el Cabildo, fechado en Lima, el 26 de
agosto de 1786.
ss
) Ibidem. El piquete fue concedido por orden expresa del Virrey al Sargento
Mayor de la Plaza, fechada en Lima, el 9 de agosto de 1786.
56
) Consta que huyó en estas labores un delincuente: José Felix Lobatón, pero
resultó detenido a los pocos días de su fuga, el 14 de junio de 1786, siendo encausado
por hurto.
" ) A. G . I . Urna 1113 ( s 4 ) .
S8
) Existen ejemplares en: A. G. I. Lima 676; R. A. H. Col. Mata Linares, tomo
CXIII, ff. 2 8 3 - 2 9 7 ; B.N.M. Ms. 19262, ff. 5 0 6 - 5 2 0 ; Colección Vargas (Urna). Este
último en V a r g a s U g a r t e , Impresos peruanos ( 1 3 ) , tomo X, Doc. n ° 2465, p.
227. El título completo es: Nuevo reglamento de policía, agregado a la Instrucción de
alcaldes de barrio. Lima, 30 de diciembre de 1785, 28 pp.
Asegura el Visitador que este proyecto lo concibió en los días de Pascua de 1786, al
tiempo que se ocupaba de las juntas de mineros, con miras a la constitución del Tribu-
nal de Minería.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 123

p u e b l o l i m e ñ o , que c o n t r a d e c í a la reforma, «acostumbrado a su desidia»,


por contrarrestar «la m i s m a desidia y a b a n d o n o c o n q u e los c o m i s i o n a d o s
p r o c e d e n » , y para fijar alternativas a otros múltiples obstáculos, que si n o
i n f l u y e r o n decisivamente, «sirven a l o m e n o s de p r e t e x t o para disculpar la
i n a c c i ó n » ; el Visitador r e c o n o c i ó al Marques de Sonora que, pese a t o d o :
« n o ha dejado de adelantarse algo ni han faltado c o n t r a d i c c i o n e s » , pero
visto el decurso del e x p e d i e n t e y la actitud del Virrey q u e , pese a n o presen-
tar o b s t á c u l o s e n d e m a s í a , n o favorecía claramente el c a m i n o elegido para
llevar adelante la reforma, decidió E s c o v e d o acometer el asunto c o n un re-
m e d i o mas radical y q u e parecía sustentado por buena parte de los informa-
dores q u e h e m o s visto, cual era el de establecer, a semejanza del Virreinato
de la Nueva España, la Acordada, iniciativa q u e , abortada en Perú, propicio,
en palabras de Escovedo: «que se redoblaran mis congojas, n o sabiendo por
d o n d e debería partir para lograr u n o s o b j e t o s tan r e c o m e n d a d o s . . . para el
bien de esta capital y reforma d e sus desórdenes, que c o n ofensa de Dios y
del R e y i n f l u y e n e n su retraso, pobreza y , en t o d o c u a n t o es relativo a su
mejor g o b i e r n o , industria y m a y o r f e l i c i d a d » 5 9 .

s9
) A. G. I. Lima 1113. Oficio de Escovedo al Marqués de Sonora. Lima, 20 de
enero de 1787. El proyecto para llevar adelante en Lima el Tribunal de la Acordada
tuvo amplios antecedentes e informes, de los que solo destacaremos los siguientes:
B. N, M. Ms. 19262. Escritos que se tuvieron presentes para el proyecto de estableci-
miento de la Acordada, ff. 8 y 9, Lima, 19 de septiembre de 1780; sobre su homólogo
mexicano: informe sobre el mal estado de la policía, costumbres y administración de la
ciudad de Lima, y conveniencia de establecer en ella el Tribunal de la Acordada, a se-
mejanza del de Mexico, ff 2 1 - 7 2 . Consta de los capítulos siguientes: Persecución y
exterminio de ladrones; providencias contra los ociosos y vagos; sujeción de esclavos
sueltos y fugitivos; juegos y jugadores; abusos del abasto; desaseo y deformidad de la
población, y exigencia de un nuevo sistema de limpieza para su adorno; origen y causas
de las principales epidemias que exigen las providencias que se indican; excesos de las
bebidas que exigen una comisión particular para celarlas y abolirías; carestia de frutos y
operarios, y arbitrios para fomentar la agricultura; defectos perjudiciales de los artesa-
nos; mujeres publicas de mal vivir; providencias de precaución para los incendios y
daños de las diversiones permitidas; jurisdicción del juez de la Acordada; fondos y
arbitrios para la erección de Tribunal y su subsistencia; justificación de cada uno de
estos arbitrios: bodegaje, mayorazgo, entrada de negros, consulado, suertes, paramen-
tos fúnebres, ramo de carretas, derechos de albóndiga, derechos para la aprehensión de
cimarrones; alumbrado. Aunque anónimo y sin fecha, lo estimamos dirigido al visitador
Escovedo, y escrito en fechas de 1786.
Sobre el apoyo económico necesario, f. 73: plan de gastos y sueldos para el estableci-
miento y subsistencia de la Acordada.
Sobre la composición del mismo, ff. 9 9 - 1 0 5 : destinos que pueden darse al Tribunal
de la Acordada, y utilidades indudables que resultan en benefìcio del público. La inicia-
tiva ciudadana queda de manifiesto en el informe que corre desde los ff. 1 0 7 - 1 1 2 :
examen de los arbitrios que el Ayuntamiento de Lima proponía para el establecimiento
de la Acordada. Las reglas para un buen ejercicio del Tribunal, desde ff. 1 7 7 - 2 0 7 :
ordenanzas que se consideran precisas para el establecimiento y buen gobierno del Tri-
bunal de la Acordada. Lima, 5 de septiembre de 1786. Asimismo desde f f . 2 0 9 - 2 1 0 :
plan de la Acordada y dotación de sus ministros, así como informe del visitador Esco-

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124 Alfredo Moreno Cebrián

Se plantea así c o m o una réplica de la Visita General al abandono, contra-


dicciones y descuido secular que sufría la capital limeña, que había visto
frustarse todas (as providencias dadas para el aseo, limpieza e iluminación
de sus calles, y que para Escovedo tenían su punto de arranque el 13 de
agosto de 1784, fecha del primer bando en esta línea; constituye un avance
sobre la «Instrucción» que dividió Lima en cuarteles y barrios, y su carácter
lo diferencia notablemente del resto de empeños al estilo, esencialmente por
las penas y la autoridad que pone en marcha, entendiéndose como un
«último esfuerzo» que, movido por el recurso de otros medios sostenidos
por la autoridad y el rigor, pudiese resultar mas e f i c a z 6 0 .
El Reglamento se divide en cinco secciones bien diferenciadas, que se
inician con las normas para el «Establecimiento de un teniente de policía y
juzgados que en lo contencioso conozcan de todas sus incidencias», sigue
c o n lo concerniente a la «Limpieza de muladares y barrios de toda la ciu-
dad», continúa con aquellos artículos que normalizan el sistema de «Empe-
drados, acequias, alcantarillas y su limpia y arreglo», pasa a los aspectos que

vedo al Virrey Croix sobre el establecimiento de la Acordada, ff. 211-243. Lima, 20


de septiembre de 1786.
El sustrato económico capaz de mantener el Tribunal, partía de te posibilidad de que el
Ayuntamiento, vista la entrada que, desde agosto de 1785 hasta el mismo mes de 1786,
había tenido por sus propios, ayudase con una cantidad oscilante entre S y 6.000 pesos
anuales. Dos proyectos de gastos presentamos a continuación:
Cómputo de gastos Cómputo de ingresos
Juez 5.000 ps/afto Mayorazgo 6.000 ps/aflo
Teniente 2.500 " Suertes 4.000
2 Subtenientes 2.000 " Badanas 5.000
6 Cabos 2.880 " Consulado 2.000
50 Ministros 18.000 " Jabón 25.000
Asesor y Fiscal 2.000 " 2.000
Entrada negros
Tesorero 500 "
Escribano 600 " 44.000 ps/año
Total
Abogado y procuradores 600 "
Capellán 300 "
Alcaide 300 "
2 Verdugos 150 "
Contador de propios y Oficiales 600 "
Gastos contingentes 2.000 "
Total 38.430 ps/año
Existen en el mismo manuscrito, ff. 209-210, otro baremo de gastos que se compone
de: juez, teniente, 4 subtenientes, 10 cabos, 60 soldados, asesor, fiscal, 2 abogados,
2 procuradores, escribano, amanuense, tesorero, capellán, alcaide, 2 verdugos, contador
de propios y oficial, con un total de 56.190 pesos al año.
60
) R. A. H. Colección Mata Linares. Tomo CXII ( 1 3 ) , Artículo 20. En esta Ins-
trucción anterior existen encargos, pero no penas a los alcaldes contraventores: «se ha
excusado con toda reflexion y acuerdo imponer multas u otras penas que podrían apli-
carse en sus casos, dejando al arbitrio de la Intendencia proveer sobre ellas, según juz-
gase conveniente, tomando las noticias que tenga por necesarias».

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 125

guian al «alumbrado y otras providencias generales para ei cumplimiento de


las que anteriormente se han dado», y finaliza, en sus Ultimos apartados, con
las reglas para la «Creación de alguaciles y sus destinos para el auxilio de
todos los juzgados» 61 .

1. E l T e n i e n t e d e Policía
Se fijó en el artículo primero la erección de una tenencia de policía, ad-
judicados a D. José María de Egafia, con 2.000 pesos de soldada anual; que-
daba auxiliado por dos subalternos con 600 pesos de sueldo, cuatro alguaci-
les con 300, y el maestro Martin Gomez, que por serlo de las obras del Rey,
con título superior, se le nombró con 500 pesos que, al igual que las pagas
anteriores, saldrían del ramo de bodegaje. El entendimiento entre el tenien-
te y la Intendencia sería directo, e igualmente el de aquel con los alcaldes de
barrio; la tenencia no llevaba aparejada ninguna jurisdicción civil ni criminal,
reduciéndose todo su ámbito de actuación al aspecto de la policía 62 . Como
interlocutor directo, Intendencia - Alcaldes de Barrio, debía estar bien infor-
mado de las actividades de estos, a cuyo fin se estipuló la celebración de una
junta a la semana 63 , penándose la ausencia con 50 pesos de multa.
Todo el planteamiento y la filosofía que inspira la imposición de este
teniente de policía se marca como meta el conseguir, por los medios dispo-
nibles, la reforma, como muy urgente y necesaria, pero, a largo plazo, las
misiones de este sujeto quedan circunscritas a conservar la ciudad limpia y
perfectamente ordenada, sin ninguna contribución del público, si fuese
dable y alcanzasen para ello los arbitrios que ya se habían aplicado a este
objeto.

2. L i m p i e z a d e l o s Barrios
Se estipuló que los nuevos alcaldes de barrio, antes del 22 de enero de
1787, debían formar una razón individualizada de los mudalares y basureros
que contenían en su jurisdicción, así como de los escobros de obras y restos
de materiales que pertubasen el curso de las aguas o la libre circulación por
las calles o su limpieza, a entregar a los regidores de que dependían 6 4 , bajo

61
) A. G. I. Lima 676 ( S 8 ) . El primer capítulo alcanza desde el artículo I o al 12°,
inclusive; el segundo, desde el 13° al 34°; el tercero corre desde el 35° hasta el 57°; el
cuarto, desde el 58° al 67°, y el quinto, desde el 68° hasta el 81°.
62
) Ibidem, art. 11°. No se le permitía hacer prorrata, derrama ni otro reparti-
miento alguno sobre el vecindario, facultades que eran reserva de la Intendencia. Por
el artículo 12°, y sin jurisdicción civil ni criminal, el teniente, los alcaldes de barrio de-
bían acudir a los alcaldes ordinarios: los del primer y segundo cuartel al mas antiguo, y
los del segundo y tercero al mas moderno.
63
) Esto ya estaba previsto en la Instrucción de 17 de abril de 1786, y reiterado en
bando fechado el 14 de octubre del mismo año.
64
) A. G. I. Lima 676 ( S 8 ) , articulo 14°. La dependencia era: al Conde de la Dehe-
sa de los Velayos debían dependencia los alcaldes de los cinco primeros barrios del

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126 Alfredo Moreno Cebrián

multa de SO pesos si se faltaba al primer plazo de entrega, de 100 si se in-


cumplía el segundo y de 200 si el día 15 de febrero no habían evacuado su
encargo, además de la privación de oficio y nota desfavorable, «por omisión
y descuido», de que quedaría constancia en los Libros de Cabildo 65 . Señala-
dos los lugares públicos a limpiar y desescombrar, salvo aquellos particulares
en que el Alcalde de Barrio debía lograr se arreglasen a costa del autor del
desaguisado, el regidor y el mismo alcalde, junto a doce sujetos de cada
barrio — gentes de distinción, artesanos y plebe —, levantarían una evalua-
ción del coste de la limpieza, en el término de doce dias, contados desde
aquel en que el alcalde de barrio hiciera entrega de la razón del estado de su
jurisdicción (cumplían los plazos los días 3, 17 y 28 de febrero), a cuyo
término, el regidor a quien correspondiese citaría al alcalde de barrio, a los
doce vecinos que habían asistido a la tasación de costes y a otros doce de
nueva incorporación, a fin de prorratear los gastos de desescombro y limpie-
za, con la salvedad de eximir a quienes se considerasen «absolutamente im-
posibilitados de contribuir, ya sea en todo o en parte», con expresión de si
algo pudiesen pagar, de forma que el montante sin contribuyentes se resol-
vería dividiéndolo en tres partes, dos que se volverían a distribuir entre el
vecindario economicamente capaz, y el tercio restante, sufragado por la
Intendencia, de los arbitrios que pudiese 66 .
Evacuadas estas diligencias, y en un plazo no superior al 12,26 de febre-
ro o 13 de marzo, según las fechas alcanzadas en los pasos anteriores, los
Regidores deberían pasar todo a la Intendencia, que pondría el decreto de
cumplimiento en la documentación de cada barrio; todo pasaría al teniente
de policía, que iniciaría la limpieza por el barrio primero del primer cuartel
— siendo preceptivo pasase copia a los Alcaldes Ordinarios de lo correspon-

cuaitel numero 1°; a don Felipe Sancho Dávila los cinco alcaldes restantes del cuartel
1°; los cinco primeros barrios del segundo cuartel dependían del Marqués de Monte-
mira, y los cinco últimos del Conde de Fuente González; el tercer cuartel, en sus cinco
primeros barrios, obedecía a don Manuel Lorenzo de Escalada, y en los cinco restantes
al Conde de Premio Real; el cuarto cuartel repartía su dependencia, al igual que los an-
teriores, entre don Fernando de Rojas y don José Felix de Mendoza.
6S
) Ibidem, art. 16°. Para que las multas no fueran ilusorias, sino aplicables a gas-
tos de limpieza, en cada plazo, y al día siguiente de cumplirse, los Regidores debían
pasar aviso a la Intendencia de si los alcaldes de barrio habían o no cumplido con su
encargo. Estos avisos de los Regidores debían hacerse el 23 de enero, el 6 y 16 de fe-
brero, respectivamente.
66
) Ibidem, art. 22°. Las personas que no pudiesen contribuir en dinero deberían
dar su parte en jornales de sus esclavos, si los tuviesen, «abonándoseles los señalados
por el Cabildo, para que pagándoles solo la ración necesaria a su sustento, concurran al
trabajo los dias que correspondan hasta cubrir con el sobrante del jornal la cuota del
repartimiento»; el mismo sistema se mantenía para aquellos vecinos que, «por su clase
y estado», pudiesen ir personalmente a trabajar y pagar de este modo su respectiva
cuota, entendiéndose que solo en defecto de estos arbitrios habrían de entenderse im-
posibilitados de contribuir cualquier vecino.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 127

diente a sus respectivos cuarteles —, con el nombramiento de un alguacil que


verificase el cumplimiento de lo previsto, haciendo de sobreestante ; previa
provisión de barretas, lampas y capachos, con el encargo de cumplir con el
cuidado de los presos, si es que fuera necesario este auxilio 67 , habia que con-
tar con la ayuda del gremio de carretoneros y capacheros para esta labor 68 .
La multa a los Alcaldes de Barrio que no atendiesen a la limpieza de su zona
se anunciaba en cien pesos, pero hubiese o no lugar a la sanción, el alcalde
debería conseguir y cobrar de cada vecino las dos terceras partes de lo que
le correspondiese pagar, dejando el tercio final, con las variaciones que pu-
dieran producirse, en aumento o rebaja, para cuando finalizase la tarea,
fiscalizado todo el proceso por el Teniente de Policía 69 .
El aspecto del almacenamiento de basuras era otro punto de consideración
a la hora de mantener limpias las calles y acequias, así como para asegurar el
normal curso del río, de forma que las medidas en evitación de la formación
anterior de muladares, «que impidiendo o variando el curso del río contri-
buyen de algún modo a los daños y crecidos gastos que son notorios, y han

67
) Ibidem, artículos 2 6 ° y 3 0 ° . Se ordena pasar aviso anticipado al Sargento
Mayor de la Plaza, y que se abonase a los presos su jornal como si fuesen libres, de
donde se descontaría el gasto de comida, para que el resto, hasta el sueldo completo,
sirviese para paliar la imposibilidad de pago por parte de los vecinos conceptuados
como pobres de solemnidad.
68
> Ibidem, art. 2 5 ° . En cumplimiento del p u n t o primero del Bando de 14 de
octubre de 17S5 se ordenaba que los Alcaldes de los gremios de los carretoneros y
capacheros destinasen un numero competente de individuos que diariamente hiciesen
el servicio, con pago de la mitad de lo que normalmente cobrasen por el mismo servi-
cio a particulares. Tampoco se despreciaba la posibilidad de una contrata razonable,
quedando entonces la fiscalización del trabajo, caso de aceptarse esta modalidad, bajo
la responsabilidad del alcalde de barrio correspondiente y del teniente de policía. En
la Biblioteca del Seminario de Arequipa existe un Reglamento sobre la limpieza de la
ciudad, que correría a cargo de un asentista, fechado en Lima, el 14 de octubre de
1785. En V a r g a s U g a r t e ( 1 3 ) , doc. n ° 2405, p. 208. Véase también B. N. M.
Ms. 19262, ff. 1 1 3 - 1 1 5 . Informe sobre la limpieza de Lima, y conveniencia de hacerla
por asiento, s i . (1786?).
69
) Ibidem, artículos 3 2 ° , 3 3 ° y 3 4 ° . La paga de este concepto se regulaba de la
siguiente forma: el alcalde de barrio tenía que reconvenir a los interesados, «con la
atención, prudencia y buen m o d o que es debido», con reiteración de esta diligencia a
los seis días, pasando a los sujetos de distinción, eclesiásticos y seculares, un aviso escri-
to con un último plazo de tres días para la entrega. Pasado este tiempo, se preceptuaba
la confección de una lista de impagados, con expresión de si tenían empleo, y qué
sueldo, lo que, en manos del teniente, pasaba a la Intendencia. Quienes de estos co-
brasen de la Real Hacienda veían su paga disminuida, por orden superior, con la reten-
ción pertinente, y quienes no cobrasen del Erario público quedaban en manos del Te-
niente de Policía, que pasaría al embargo de bienes, muebles, alquileres o esclavos, que
dejarían al alcalde de barrio. Por lo que respecta a los artesanos o «gente plebeya»,el
Teniente de Policía pasaría al embargo o a ponerlos en prisión, si no hubiese otro m o d o
de hacer efectiva la cobranza. Unicamente existía supresión de las órdenes de embargo
si el interesado presentaba, en el plazo de los seis primeros días, contados entre la pri-
mera y segunda advertencia, un certificado de alegaciones, con el visto bueno del al-
calde comisionado a quien correspondiese ese cuartel.

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128 Alfredo Moreno Cebrián

costado los reparos que ultimamente se están ejecutando», aparecen como


constante preocupación, sobre todo cerca del puente, cifrándose penas
desde cincuenta pesos hasta un tope de dos meses de servicio en obras públi-
cas a cualquier carretonero o capachero que arrojase basuras capaces de
constituir freno al feliz curso del agua en los arcos, o significasen daños po-
tenciales si se les prendía fuego. £sta política de prohibiciones: también se
veda el vertido de basuras en zonas cercanas a la muralla, aparecía acompa-
ñada de una serie de medidas alternativas, como la fijación y señalamiento
de lugares bajos, «del rededor de la Ciudad», donde deberían llevarse los
desperdicios, «conforme a lo que desde tiempos anteriores está resuelto y
nunca se ha verificado» 70 .

3. E m p e d r a d o s , A c e q u i a s , Alcantarillas
El registro de zonas a limpiar en muladares y barrios iría acompañado, al
tiempo, del recuento de las alcantarillas rotas, los taponamientos y desempe-
drados, por parte de cada Alcalde de Barrio, que pasaría noticia exacta al
Regidor, bajo amenaza de multa por incumplimiento. El pago de las repara-
ciones sufría una división en tanto se tratase de averías, arreglos públicos o
particulares, en función de su uso; el plazo y lugar de la iniciación de los tra-
bajos de restauración sería puesto de cgmún acuerdo por el Teniente de Poli-
cía, el Regidor, el Juez de Aguas y el Alcalde de Barrio donde principiase la
tarea 71 , quedando marcados algunos itinerarios de empedrado y compostu-
ra, como fueron los que en línea recta comunicaban desde Santa Clara hasta
Polvos Azules.
Las acequias y alcantarillas requerían un cuidado especialísimo, «como
principal causa de la inmundicia de esta ciudad, y de las preocupaciones con
que siempre se ha entorpecido su aseo y limpieza» 72 ; para su conservación
se estipulaba la construcción de rayos 73 en el término máximo de dos meses,
bajo la supervisión del Alcalde de Barrio y a costa del omiso, mientras que
para los que correspondiesen a la calle o no tuviesen vecino inmediato capaz
70
) Ibidem, artículos 62° y 65°. Se estipulaba asimismo que en lo concerniente a
que no se arrojasen a las calles animales muertos u otras basuras, ni se mantuviesen ca-
ballerías sueltas o se permitiesen a los «maestros de coches» o demás artesanos dejar
estos vehículos fuera de sus talleres, sería el teniente de policía el encargado de multar
a los contraventores.
71
) Ibidem, artículos 39°, 40°, 41°, 42° y 43°.
72
) Ibidem, art. 48°. «Y a los que contraviniesen limpiando los corrales por las
acequias, o echando basura en las alcantarillas y rayos de las calles, si fuese esclavo o
persona que no lo resista su calidad, se le pondrá en la cárcel a trabajar por un mes en
las obras públicas, y por la segunda vez sera duplicado el castigo, agravándose a la ter-
cera según corresponda, y si fuese sujeto de conveniencia se le exijiiá la multa de cin-
cuenta pesos, duplicandola respectivamente en cada reincidencia.»
13
) Ibidem. «Todos los rayos han de ser firmes y bien clavados para que no puedan
en manera alguna alzarse, y tupidos de modo que solo entre por ellos el líquido sin
ningunas basuras, inmundicias o escombros, que son la causa de los aniegos.»

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 129

de costearlo, serían los fondos públicos los sufragáneos, a instancias del Juez
de Aguas; también se pondrían rayos en las alcantarillas descubiertas, con
cargo a los bienes de propios del Cabildo 14 , en tanto que los «boquerones»
descubiertos voluntariamente por las comunidades, hospitales y particulares
serían reparados por éstos, bajo la inquisitiva compulsión del Juez de Aguas
y del Teniente de Policía, para que se hiciesen en los términos y plazos que
se señalaban75 .
£1 alcantarillado de uso comün quedaba así sujeto a una precisa fiscaliza-
ción, pero a fin de desterrar los atascos derivados del mal uso de las con-
ducciones particulares, se facultó a los Alcaldes de Barrio y al Teniente de
Policía para poder entrar en las casas, tanto de particulares como de comuni-
dades, con la advertencia de que la resistencia a franquear la entrada se con-
vertía en sanción inmediata y en multa específica de 50 pesos, a la segunda
negativa, destinados a gastos de limpieza. En directa relación con la infra-
estructura sanitaria y de aguas residuales, el nuevo reglamento establecía la
instalación, «con toda la. seguridad y firmeza conveniente», de las compuer-
tas necesarias en las bocas que comunicaban a todas las acequias interiores
y exteriores el agua de la ciudad, así como en los desaguaderos de las pilas
por donde se proveían las exteriores, compuertas que, cerradas con llave,
permanecían bajo jurisdicción de un único responsable, juez designado por
la Intendencia, facultado para abrir el sistema a las cinco de la mañana, y
cerrarlo entre las nueve y las diez antes de mediodía, período único de riego
de las calles o del arrojo de desperdicios menudos, y nunca basuras gruesas
capaces de variar o taponar el curso normal de las alcantarillas76.
El cuidado de los paseos y caminos tenia varios encargados con juris-
dicción específica, y así, por ejemplo, la atención sobre el paseo de la Ala-
meda y el de la Piedra Lisa correspondía al Regidor Juez de Aguas y sus sub-
alternos, a los que, desde antes, ya se había encargado de este menester; los
caminos corrían sobre el Teniente de Policía, «con conocimiento de los ha-
cendados que en cada uno hay», quien propondría a la Intendencia a

74
) Esta decisión fue instada repetidamente por el Cabildo para su cabal cumpli-
miento, como se desprende de las consultas de éste de 15 de abril de 1785 y 22 de
noviembre de 1786.
75
) A. G. I. Urna 676, ( 5 8 ) , art. 50°.
76
) Ibidem, art. 52°. Se preveen como casos excepcionales solo los incendios, en
los cuales, el regidor juez de aguas debía franquear las llaves que permitiesen el uso del
agua durante el tiempo que fuese necesario. En el artículo 53° se preveen las cuantías
de las multas para quienes se atreviesen a romper las compuertas o a alterar la distri-
bución del agua del modo previsto; el castigo, aparte del costo de la reparación, impli-
caba una multa de 200 pesos, por primera vez, del doble de esta cantidad la segunda y,
al tiempo, la perdida de los esclavos del contraventor que fuesen necesarios para la re-
paración. Caso de no tener posibles el culpado, la pena era de cuatro meses de trabajos
en obras públicas.

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130 Alfredo Moreno Cebrián

quienes considerase mas a propósito para su cuidado, costumbre ya usada y


con sanción real desde los tiempos del Virrey Amat. A cada uno de los nom-
brados correspondía mantenerlos limpios, sin aniegos, sin averias en las
puertas y con todo este costo a cargo de quienes fueren usufructuarios del
beneficio.

4. R e p r e s i ó n d e l Juego
Ya en la Ordenanza de división de la ciudad vimos cuanta importancia se
daba al mantenimiento del orden en lo tocante a las casas de juego, y en este
nuevo reglamento se insiste sobre no omitir medio alguno para «contener
este vicio» y extirpar las casas de juego. A tal efecto, y en este caso, se
superponen las facultades y encargos del Teniente de Policía sobre los de los
justicias ordinarios y Alcaldes de Barrio, pues, sin perjuicio de las reiteradas
reconvenciones que a éstos se hacen para que cuidasen mucho este aspecto,
al Teniente se encarga de la entrada y fiscalización de las mismas, asegurando
que ninguna poseía privilegio para negar estas visitas77.

5. A l u m b r a d o
Sobre este punto la normativa es escueta y poco definidora de un criterio
a seguir, tan complicado al menos como el que se nos aparece en los aparta-
dos anteriores; no parecen fijarse normas, sino posibles soluciones 78 :
«Seria de desear y a todo el vecindario cómodo y de menor gasto, el que las perso-
nas de algunas conveniencias, incluso las Comunidades y tiendas de todas clases, con-
tribuyeran anualmente alguna corta cantidad con que el alumbrado se estableciese y
cuidase por la seguridad pública y con ahorro de muchos faroles».
Esta ayuda, que se prometía alta, comportaba una contrapartida econó-
mica de los poderes públicos en ese conseguir la deseada uniformidad en la
forma homogénea de los puntos de luz, pero flota en el espíritu del mismo
articulado cierto desdén hacia volcar demasiados esfuerzos, detraídos en
definitiva de otros objetos mas perentorios: «ínterin se continuará el alum-
brado por el modo que hasta ahora está mandado, y en que también ha habi-
do el mayor descuido». La actualización del sistema de iluminación parece
constituirse en problema de segundo orden, aunque se exija el cumplimiento
del artículo 13 de la Instrucción de 17 de abril de 1785, en que se obligaba
a todas las casas, tiendas y conventos a poner faroles, amenazando con mul-
ta de cuatro pesos por cada vez que se faltase a lo ordenado, que quedaba
bajo el cuidado del Teniente de Policía y bajo la directa responsabilidad de
los alcaldes ordinarios, a quienes resultaba bastante sencillo el notar y de-
nunciar las faltas durante los recorridos o rondas que ejecutasen preceptiva-
mente.

77
) Ibidem, art. 64°.
78
) Ibidem, ait. 58°.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 131

6. L o s A l g u a c i l e s , C u e r p o a u x i l i a r d e l a Reforma
Todo el proceso tendente a la revitalización de la policia de la ciudad ne-
cesitaba del auxilio de ministros subalternos, solicitados desde antiguo por
los juzgados y, en especial, por la Real Sala del Crimen; el nuevo ordena-
miento acogió esta aspiración legítima y la hizo realidad con la constitución
de dieciocho alguacilazgos 79 , bajo la dirección del Alcalde Ordinario mas
antiguo 8 0 , destinados en la forma y lugares siguientes: uno junto al Regente,
cuatro en los corredores de la Real Audiencia en horas de despacho, que pa-
sarían, acabado este tiempo, a servir a los Alcaldes del Crimen para los juzga-
dos o rondas; los trece restantes quedarían: uno en la Intendencia y otro en
la casa del Teniente asesor de la misma, tres con cada Alcalde Ordinario y, los
cinco últimos, en auxilio de los regidores para sus tareas de «turno y abas-
tos». No obstante, y como estos destinos no tenían por qué ocuparlos toda
la jornada, se Ies señalaban otras funciones de auxilio en las prisiones y cerca
de los Alcaldes de Barrio, juzgado de aguas y tenencia de policia si éstos
además de los subalternos que a los dos últimos se les señalaban, necesitaban
de sus servicios en algunos casos de fuerza, previstos por el propio Regla-
mento.
El horario de trabajo se nos aparece muy fiscalizado aun resultando ago-
tador, pues debían comenzar su servicio a las ocho de la mañana, durando
en él hasta que los despidiese el juez a que estaban asignados; los no adscri-
tos deberían asimismo personarse a esa hora en las puertas del Cabildo, per-
maneciendo allí mañana y tarde, para dividirse después entre los dos Alcaldes
Ordinarios para que, unidos a los tres que a cada uno quedaba señalado de
forma particular, «aumenten su respeto en las rondas y estén a la mano para
que con mas inmediación a todos los barrios, puedan auxiliarse sus alcaldes
y otros jueces que lo pidan» 8 1 . Estas duras exigencias, aumentadas si cabe
en caso de emergencia, contrastan con sus escasas facultades y poco sueldo:
nada podrían ejecutar sin orden del Juez, salvo la prisión de delincuentes
pillados en flagrante delito; todas sus diligencias estarían reguladas por un
justo arancel, y su salario, aunque aparecía aumentado en buena parte sobre
los quince pesos mensuales que hasta ese momento tenían asignados de
penas de Cámara los alguaciles existentes, venía resultando exiguo, pues el
estipendio ascendía a 300 pesos anuales sobre el ramo de suertes, cuyo

79
) Ibidem, art. 74°. Se preveía que estos alguaciles lo serían a propuesta del Ca-
bildo a la Intendencia, exigiendose fuesen personas de «conocida conducta y honradez,
y en edad proporcionada para el trabajo».
80
) Ibidem, art, 71°. Este, como encargado, debía preveer un turno semanal, de
modo que ningún alguacil permaneciese mas de dos semanas adscrito al mismo servicio
o lugar de destino, «para que asi se eviten las conexiones que adquieren y el que pue-
den emplearse en usos familiares o domésticos, cuando solo deben servir paia beneficio
publico en la administración de justicia, buen gobierno y policía de la ciudad».
81) Ibidem, art. 81°.

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132 Alfredo Moreno Cebrián

aumento había sido de cerca de ocho mil pesos, de los que se detraían cinco
mil para el pago de estos salarios, cuyo abono requería solo cinco mil cua-
trocientos, sacados los cuatrocientos que se echaban de menos de los mil
ochenta pesos que, con anterioridad, la ciudad había pagado a sus ministros,
con lo que aun quedaba un remanente de seiscientos ochenta pesos, adjudi-
cados ya a un fin determinado 82 .
La paga sería mensual, «sin la menor falta ni atraso», encargándose de
ella a la junta municipal y al mayordomo del Cabildo, en cuya arca quedaba
dispuesta la entrada de estos cinco mil pesos, de los que, ya en ese momen-
to, existía un acopio de dos años, al haber corrido este tiempo desde el re-
mate del asiento de suertes.

IV. R e s u l t a d o s f o r m a l e s d e l a R e f o r m a

Aún sin imprimir el Reglamento, y como parecía natural, el Visitador


pasó el original del mismo al Virrey Croix, «para que V.E. lo corrija como
guste», a fin de obtener el permiso reglamentario para su impresión 83 , que
obtuvo y le facultó para verlo en letras de molde con fecha de 30 de diciem-
bre de 1786, a fin de que comenzase a ser objeto de cumplimiento desde el
1 de enero de 1787. Impreso el Reglamento pasó Escovedo al Cabildo a la
elección de nuevos Alcaldes de Barrio y a efectuar la entrega del impreso a
los electos, «recomendándoles su ejecución con el mayor encarecimiento»,
avisándoles de su preceptiva visita al Virrey, junto al teniente de policía,
aunque: «tuve el desconsuelo de ver que simplemente se me acusa el recibo
- de los ejemplares impresos — sin decir nada del auxilio militar, que tam-
bién solicité para los muchos casos en que justamente sea preciso» 84 .

82
) Estos 680 pesos resultantes irían a parar a un aumento de 80 pesos anuales
sobre los 300 pesos de salario que gozaba el Almotacen-mayor, que existía desde siem-
pre a las ordenes del juez de aguas para el cuidado de las acequias, y para la dotación
de dos alguaciles, a 300 pesos anuales, que sirviesen junto al citado juez. A. G. I. Lima
1111 y 1113. En el primero de los legajos puede verificarse de manera muy detallada
el aumento en el ramo de suertes, y en el segundo puede encontrarse una excelente
comparación de esta renta con las otras que forman el conjunto de los ingresos del
Virreinato.

) A. G. I. Lima 676. Con el oficio n ° 536 envió Escovedo al Virrey Croix el ori-
ginal del Nuevo Reglamento, reclamándoselo el mismo día que se lo envió, con una
excusa tan poco sútil como esta: «la prisa con que lo he trabajado en el tiempo feriado
de las Pascuas, que no he tenido libre de otras atenciones, no ha permitido quedarme
con copia, y por lo mismo, y por haber de remitir despues a V.E. los ejemplares que
guste, le suplico que si no halla reparo se sirva devolverme el original que ha de servir
para la impresión». Esta fechado este oficio de remisión, del que existe copia en
A. G. I. Lima 1113, en Lima, el 16 de enero de 1787.
84
) A. G. I. Lima 1113. Oficio de remisión de 12 ejemplares impresos del Nuevo
Reglamento. De Escovedo a Croix, Lima, 8 de enero de 1787. En el mismo legajo se

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 133

En apoyo de esta linea de actuación, ya con duda cierta en la presencia de


apoyo virreinal, pero con carácter mas general por la más amplia difusión
del impreso, podemos colocar la circular que en busca de un mejor aseo y
limpieza de la ciudad se distribuyó en buena parte de Lima, dirigida a los
vecinos 85 .
La Visita de Escovedo, en su vertiente urbana como Intendente de Lima,
significó, desde nuestro punto de vista, un enorme esfuerzo personal por
resolver los problemas que de antiguo venia arrastrando la ciudad; la activi-
dad desplegada tuvo frutos fecundos, nacidos en esos mismos años, o con
sus raices ancladas en ese tiempo. Lo adelantado no cabe duda que con-
viene, para ser justos, adjuntárselo al haber de Visitador, como consecuencia
inmediata de su constancia y trabajos en pro del restablecimiento de los pro-
pios, a fin de que su administración se hiciese con mas cuidado y destinando
a este efecto un contador y un oficial — con la erección de la Contaduría de
propios y arbitrios — ; cabe asimismo reconocer a Escovedo el enorme esfuer-
zo desplegado en las amplias y costosas obras del puente y tajamares del río,
que tantos daños y gastos había ocasionado anteriormente, así como la con-
fección de los mapas de las acequias y las juntas de gremios y abastos recién
formadas.
El vaivén que hemos visto conformar el intrincado adelanto y atraso de
la reforma no pareció detenerse por el Reglamento, pues si de un lado el
optimismo del Visitador aparece reflejado tras la aceptación de las nuevas
normas: «de todos modos, el público ha recibido con aplauso y reconoci-
miento estas providencias que por ahora van teniendo feliz efecto», de otro,
no dejaba de vislumbrar nuevos obstáculos en el avance, como él mismo nos
presenta 86 :
« . . . y yo continuaré con el mayor tesón hasta donde me sea dable, pues debo rece-
lar no sean mas eficaces que otras, o a lo menos quiero mas bien hablar ahora con des-
confianza que incurrir la nota de ligero, y tener que retractarme después si la desgracia
de este suelo hacen que tampoco falten al nuevo plan aquellas contradicciones o entor-
pecimientos que son muy frecuentes y no fáciles de explicar y percibir sino por quien
está sobre el terreno, y nota que no siempre van acordes las intenciones del corazón
con los deseos y empeños que exteriormente se manifiestan cuando se habla de empe-
drados, limpieza, alumbrado y otros puntos de policía y buen gobierno, que por la
Intendencia constantemente se promueven . . . » .

La fijación de una plantilla suficiente de alguaciles y la instauración de un


Teniente de Policía como interlocutor válido, capaz de llevar adelante, sin

encuentra el sucinto acuse de recibo, sin ningún comentario, ni aun la meramente obli-
gada fórmula de cortés agradecimiento. De Croix a Escovedo, Lima, 11 de enero de
1787.
8 J ) V a r g a s U g a r t e ( 1 3 ) , tomo X, doc. n ° 2490, p. 235. Lima, enero de 1787.
Se conserva en el Archivo del Cabildo Eclesiástico de Lima.
86
) A. G. I. Lima 1113. Oficio de Jorge de Escovedo al Marqués de Sonora, Lima,
20 de enero de 1787.

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134 Alfredo Moreno Cebrián

intermedianos, lo ordenado por la Intendencia: «alguno con quien inmedia-


tamente se entiendan mis órdenes», resultaron ser los pilares en que se asen-
tó la realización de lo proyectado, para cuyo mejor cumplimiento resultaba
imprescindible la permanencia de esa tenencia de policía, sin la que la expe-
riencia había demostrado lo difícil que había resultado juntar el gran núme-
ro de sujetos necesarios para llevar adelante el cumplimiento de cualquier
orden, causa esencial del entibiamiento de los mandatos; este nuevo factor
en juego fue asumido por el limeño José Maria de Egaña, Alcalde de Barrio
asimismo 8 7 , y para cuya dotación, o mejor, para acrecentarla, así como
para el pago de sus subalternos, se recurrió al real de bodegage, impuesto,
como es sabido, que salía de las bolsas de los bodegueros, obligados a pagar
un real por fanega de trigo a los marinos, que quedaron relevados de esta
ventaja 8 8 ; esta renta se destinó a gastos de policía, con el visto bueno de una
de las juntas de hacienda de 1785 y la sanción favorable posterior del Rey,
incluida en la nueva real cédula en que se aprobó la división de Lima en
cuarteles y barrios 8 9 .
Para el flamante Teniente de Policía se pidieron los honores de regidor y
la ampliación de su estipendio hasta tres mil pesos anuales, limitados de mo-
mento a dos mil, «por ver como prueba la creación» ; también se estipuló su
directa y exclusiva dependencia de la Intendencia, única fórmula de que se
hiciese respetar y obedecer, apoyado de unas facultades capaces de precaver
«aquellos imperceptibles artificios con que, sin negárselos, se le entorpecen
por la malicia con que el vulgo sabe elevarlo todo a su fin e ideas» 90 .
José María de Egaña no fue bien recibido por el Cabildo, por entender
que su cargo debía haber recaído sobre los Regidores; sin embargo, su pre-
sencia en la tenencia, que se continuó incluso durante el gobierno del Virrey
Aviles, constituyó un acierto rotundo, pues si en 1787 el juzgado de policía
solo contaba, aparte los sueldos, con un presupuesto de 450 pesos mensua-

8 7
) B a r b a g e l a t a y B r o m l e y ( 3 ) , Lamina n ° 13. Lima, 1 de enero de
1787. En este mapa de Lima aparecen los orígenes y conductos de agua de la capital;
esta hecho siendo juez de aguas don José Antonio de Lavalle y Cuadra, a instancias de
don Jorge de Escovedo y Alarcón. En una de sus leyendas aparece reflejado, dentro del
cuartel n ° 4 , como alcalde del barrio primero.
88
) M e η d i b u r u ( ' ), tomo II, p. 320, Nos presenta a un Escovedo en desacuer-
do con la forma de pago de este impuesto, pues si las bodegas fueron edificadas con
promesa gubernamental de que todo el trigo sería depositado en ellas, entendía que lo
recaudado debía recaer en beneficio de quienes custodiaban tales depósitos.
89
) Ibidem. En el año de 1785 la renta fue sobre 204.396 fanegas de trigo, que de-
jaron libres 25.549 pesos. En 1795 se redujo esta pensión, al fijarse solo medio real por
fanega. M e n d i b u r u , tomo IV, p. 249. Según el autor, los que debían pagar el
impuesto, en época de Croix, entorpecieron la exacción del mismo, levantándose una
verdadera disputa entre navieros, bodegueros de Bellavista y panaderos. Todo quedo
aprobado por la Corona en 1786, a instancia del Virrey, destinándose el fruto de lo
conseguido a gastos de limpieza de la Ciudad.
9°) A . G . I.Lima 1113 (»«).

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 135

les, con la asignación de seis carros y doce sirvientes, sus resultados fueron
espectaculares. Egafia era sujeto considerado de honor y conducta bien
acreditada no solo por la Visita sino también por el Consejo que, en repeti-
das reales órdenes y por cédula de 7 de julio de 1780, ordenó se le conce-
diese, «sin retardación», empleo correspondiente a su rango y en directa
relación con sus méritos " , aumentados como miembro de la Sociedad Eco-
nómica de Amantes del País, madre del Mercurio Peruano, periódico en el
que, con frecuencia, presentó su opinión sobre temas dispares bajo el seudó-
nimo de «Hermagoras».
Cesado Escovedo como Visitador, el Virrey Croix siguió adelante en el
plan de ordenación urbana y de obras públicas de Lima, con el apoyo in-
cansable del Teniente de Policía Egaña, a cuyo tesón y competencia se deben
el enlosado de algunas calles, formando veredas de seis palmos de ancho,
con materiales extraídos de un cerro inmediato a la portada de Guia; esta
obra se inició en 1787 por la dirección que iba desde Santa Clara hasta Pol-
vos Azules, con todas sus bocacalles, continuando por la plazuela de Santa
Ana y por las calles que comunicaban las Descalzas con Santo Tomás 9 2 .
Aún después de todo lo dicho en favor de los méritos acumulados por
D. José María de Egafia, le debemos, por encargo del Visitador, la numeración
de todas las puertas de las casas de habitación, cuartel por cuartel, barrio por
barrio y calle por calle, así como la colocación del nombre definitivo de las
calles de la ciudad, después de no pocos trabajos y pesquisas. La preocupa-
ción por este trabajo aparece ya plasmado en el impreso de la División de Lima
por cuarteles y barrios, adjudicándosele una finalidad esencial cual era el que
las calles «se conozcan por sus nombres, y las providencias se expidan sin la
confusión que podía ocasionar la multitud de las que componen esta ciu-
dad»; por esto mismo se encargó a los Alcaldes de Barrio el cuidado de que
en cada una de sus respectivas calles, a la mitad de ellas, se fijase un azulejo
«con una figura particular y un letrero con su numeración», que designase el
cuartel, dándoles para esto las listas de las figuras y denominaciones de los
azulejos los Regidores, a quienes se encargaba celasen su cuidada colocación.
Egaña terminó el cuadrante en Lima, el 14 de diciembre de 1786, conforme
a las instrucciones dictadas por Escovedo de forma particular para este me-
nester, y ya el 30 de diciembre del mismo año, y en el Reglamento de Poli-
cía firmado por el Visitador, se anotan las ventajas que de esta numeración
debían deducirse: un mayor control. Bajo esta condición general, cabe ase-
gurar que lo efectuado por Egaña venía a ser el patrón de ayuda para la ma·

91
) I b i d e m . . . , «uno de los alcaldes que mas se ha distinguido y a quien confie y se
ha debido la numeración y plan . . .»
92) M e n d i b u r u ( ' ) , t o m o IV, p. 249.

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136 Alfredo Moreno Cebrián

trícula limeña que se había mandado hacer con anterioridad 93 , y que, a


partir de ese momento, con este nuevo instrumento estadístico, se podía
verificar con brevedad y exactitud, a cargo de los Alcaldes de Barrio y bajo
la atenta vigilancia del Teniente de Policía 94 . La finalidad de esta empresa
aparece, por sus fines, perfectamente definida, pues se trataba de ofrecer a
cada Alcalde las noticias que de su barrio debía tener para control de cam-
bios de domicilio, de los transeúntes, así como de la filiación de los «ocio-
sos, mendigos o mal entretenidos», para dar a cada uno el destino correspon-
diente.
Apareció pues en mitad de cada calle un azulejo con su nombre, a costa
de los pulperos, gravados de forma extraordinaria por esta primera vez, y
en el frontis de cada puerta el número respectivo, pintado en un azulejo, con
solo el gasto de dos reales y medio, que pagaron los dueflos de los inmue-
bles, quedando sin esta numeración: las tiendas, las cocheras, las puertas fal-
sas, los ranchos, los conventos de regulares, los monasterios, los colegios, los
hospitales y las casas de expósitos y pobres 9 5 . La importancia del documen-
to y el esfuerzo de su realización resulta pues evidente, pero quizás den
pruebas de la esperanza puesta en él, como instrumento en el control ciuda-
dano, las penas a imponer a quienes osasen quitar cualquiera de estos azule-
jos: un mes de prisión si se era plebeyo, y doscientos pesos de multa sí el
transgresor era noble, aparte de la inmediata reposición del mismo a costa
del culpado.
Los datos aportados por el Estado, que elaborados nos proponemos
presentar, son los siguientes: número de cuarteles, barrios por cuartel, nú-
mero y nombre de cada una de las calles integrantes de cada barrio, numera-
ción de cada una de estas calles por una o por las dos aceras, total de casas
de habitación por calles, barrios y cuarteles y, finalmente, suma total de
calles por barrio. A partir de la ausencia de numeración en aquellas casas no
consideradas de habitación, lo esencial, desde nuestro punto de vista, es que,
por primera vez, se reconociese y fijase un nombre a cada calle, pues como

9 3 ) Aparece ordenada en la Instrucción de 17 de abril de 1785 y en el Bando de

14 de octubre del mismo año. - Indiferente General 1S27. «Plan demostrativo de la


población . . . en el recinto de Lima . . . bajo la dirreción del Teniente de Policía D. Jo-
sé Ma. de Egana». Lima, 15 diciembre 1790. «Dado a la luz por la Sociedad Académica
de Amantes del País, Autora del Mercurio Peruano». Impreso en la Imprenta Real de
los Niños Expósitos.
* * ) A. G. I. Lima 676 ( 5 8 ) , artículos 6 0 ° y 6 1 ° .
9 5 ) A. G. I. Lima 1113. «Estado que manifiestan los cuarteles, barrios y calles, con

sus nombres y numeración de puertas de habitación, que hay en esta Capital de Lima:
dispuesto por don Jose Maria de Egaña, comisionado por el Sr. D. Jorge de Escovedo y
Alaicon, Intendente Gobernador de ella y su Arzobispado, con arreglo a la division
hecha para el establecimiento de alcaldes de ellos». Lima, 14 de diciembre de 1786.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 137

es sabido, buena parte de ellas no lo tenían, conociéndolas los vecinos «por


la dirección que tomaba algún convento, iglesia o sujeto distinguido que vi-
viese en ellos»; algunos de los nombres que en ese momento se inscriben,
aclara el autor, «pueden parecer al primer sonido nuevos», sin embargo, re-
conoce: «unos tienen la fecha de la fundación de la Ciudad, otros doscientos
años, y la que menos, cerca de un siglo». Resultaba sencilla la consulta en el
Cabildo, caso de existir un libro de repartimiento de calles, pero al no en-
contrarse, Egaña nos dice cuales fueron los materiales de consulta estudiados
para poner nombres definitivos: indagaciones, sin discriminación, del ma-
terial del Archivo del Cabildo y en la Caja de Censos, pesquisa sobre diferen-
tes imposiciones y sobre pleitos de posesión de varias casas, escritos sobre
averiguación del nombre propio de algunas calles y, por último, informacio-
nes orales transmitidas «por los alarifes mas antiguos», que por su conti-
nuado ejercicio en tasar las fincas, reconocían con frecuencia los nombres de
algunas calles. Después de todo este esfuerzo aún quedaban algunas calles sin
nombre, usando Egaña el tradicional método de bautizarlas fijándose en la
casa mas antigua ubicada en ellas, y poniéndole el nombre del fundador de
aquella para, cuando esto no resultaba viable, nombrar algunas por el desti-
no que había tenido el lugar antes de ser zona habitada.
El otro aspecto interesante es aquel que toca a la numeración de las casas
de habitación, lo que permite darnos una idea aproximada de la población
de Lima en ese momento; pero lo curioso de esta numeración es que en ella
aparecen tres casos a interpretación, fuente de confusión posible. El autor
no reconoce el sistema de numeración par o impar por aceras, sino que en
aquellas calles en que no existe complicación numera de forma correlativa
ambas aceras96 ; cuando la numeración de las dos aceras de una calle aparece
en el documento, resulta, curiosamente, que no siguen una numeración
correlativa 97 . Por último, aunque pocas veces, aparecen en una misma calle
tres numeraciones, consecuencia de la existencia de una bolsa cerrada o
callejón sin fondo, en cuyo caso se inicia la numeración precisamente por
esa bolsa, para después continuarla por las aceras rectas en que, de nuevo, no
se respeta correlación alguna, sino que se recurre a numeraciones alternati-

96
) Como ejemplo sirva la calle Nueva, ubicada en la calle I a , del primer barrio del
primer cuartel, cuya numeración seguida, y que contiene ambas aceras, corre desde el
numero 4 3 hasta el 75.
97
) Véase la calle Aumente, en el barrio quinto del segundo cuartel, en que la pri-
mera acera va numerada desde el 762 hasta el 776, y la segunda acera desde el numero
845 hasta el 863.
98
> Este es el caso de la calle de la Imprenta, dieciseis del noveno barrio del primer
cuartel, que presenta tres numeraciones: la bocacalle, desde el número 2243 al 2266,
la primera acera recta, que cuenta desde el número 2371 hasta el 2373, y la segunda
acera, desde el 2387 hasta et 2408.

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138 Alfredo Moreno Cebrián

Avanzamos en líneas superiores la complejidad del método seguido para


la realización de la tarea llevada adelante por Egaña bajo las instrucciones
del Visitador, y queremos ahora, con un ejemplo concreto, hacer un recorri-
do de la mano del autor, a fin de hacer más práctica la comprensión de su
forma de numerar, desordenada desde nuestro punto de vista, sin sujeción a
ningún criterio o regla fija. El teniente de policía inicia numeración indepen-
diente en cada uno de los cuatro cuarteles en que se divide la ciudad, dando
cierta numeración correlativa, barrio por barrio, prescindiendo de que
dentro de cada barrio las calles llevan, en el documento, un orden cuyo
seguimiento: 1°, 2°, 3 o , etc., no se corresponde con exactitud correlativa
con la numeración de cada calle, es decir, que la calle I a del plano no acaba
su número mas alto donde empieza la segunda. Dentro del mismo cuartel, y
cuando se salta de la última calle final de un barrio a la primera del barrio
siguiente tampoco existe correlación en la numeración".
Veamos ahora graficamente representado el caso de un barrio, teniendo
en cuenta el orden de las calles en el estado, el orden real impuesto por la
numeración y el recorrido físico del teniente de policía.

Sin que constituya una regla determinante, sino la realidad que la lectura
del Estado que nos ocupa ofrece, ocurre que sobre cuarenta barrios, en 11
de ellos la numeración se inicia y finaliza en la primera y segunda parte de la
misma calle: en el cuartel I o , barrios 6 , 8 y 10; en el cuartel 2 o , barrio 2; en
el cuartel 3 o , barrios 7 y 11 ; y en el cuartel 4°, barrios 2, 5 , 7 , 9 y 10. Tam-
bién sobre 40 barrios, en 18 empieza y acaba la numeración en calles conse-
cutivas: cuartel 1, barrios 1, 3, 4, 7 y 9; cuartel 2, barrios 1, 5, 6, 8 y 9;
cuartel 3, barrios l , 2 , 3 , 5 , 6 y 8 y e n e l cuarto cuartel, en los barrios 3 y
4 ioo

Presentamos ahora un resumen estadístico, cuartel por cuartel, ordenan-


do los barrios en función de su mayor número de puertas y calles:

" ) Por ejemplo, la última calle del primer barrio del cuartel número uno (8 a en
el Estado), nombrada de San Ildefonso, acaba su numeración en el 278, mientras que
la primera calle del segundo barrio, también del primer cuartel ( I a en el Estado), llama-
da de Biterbo, inicia su numeración en el 344, y no en el 279 como parecería normal.
10
° ) Solo algunas apreciaciones, que no reglas, pueden señalarse tras analizar cuida-
dosamente todo el documento. Son estas:
1° - Coincide que todos los números 1 de cada cuartel están en la penúltima calle de
los primeros barrios, salvo en el último cuartel, en que aparece en la última calle del
barrio primero.
2°. - En ningún caso el número 1° de ningún cuartel aparece en las primeras calles de
los primeros barrios.
3°. - En casi todos los barrios numera así: empieza por una calle, nunca la primera que
aparece en el Estado como I a del barrio de que se trate, asciende la numeración hacia
la calle primera del Estado, en el barrio de que se trate, y desciende después numerando
hacia abajo, recogiendo en el descenso las aceras segundas de las calles que figuran en el
barrio.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 139

LAMINA 1

Mercader««

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Bodegones

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140 Alfredo Moreno Cebrían

LAMINA II
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4 Mercaderes
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 141

L á m i n a I: Recorrido conforme a la ordenación en el E s t a d o ; como se vé, sin


ninguna correlación en la numeración:
N° en el Estado calles/plazas numeración
Ia Virreina 1082-1118
2a Beitia 1119-1130
3a Melchor Malo 1066-1081 y 1131-
4a Ybarra 1152-1171
5a Judíos 1172-1183
6a Bodegones 1184-1207
- Plaza Mayor 1208-1210y 1251-
7a Petateros 1211-1250
8a Mercaderes 1254-1276

L á m i n a Π: Recorrido conforme a la racional colocación de las calles, en base a una


numeración correlativa: barrio séptimo del segundo cuartel.
Realidad Estado calles/plazas numeración
1 3a Melchor Malo (a) 1066-1081
2 Ia Virreina 1082-1118
3 2a Beitia 1119-1130
4 3a Melchor Malo (b) 1131-1151
5 4a Ybarra 1152-1171
6 5a Judíos 1172-1183
7 6a Bodegones 1184-1207
8 - Plaza Mayor (a) 1208-1210
9 7a Petateros 1211-1250
10 - Plaza Mayor (b) 1251-1253
11 8a Mercaderes 1254-1276

Notas correspondientes a la tabela de p. 142:


(a) En este barrio tercero del primer cuartel conviene advertir que aparece el pueblo
del Cercado computado como una calle mas, con una sola numeración.
(b) Tanto la plaza mayor que aparece como ta! en el barrio séptimo, como la del ba-
rrio cuarto no son sino sectores de la Plaza mayor, apareciendo asimismo en el barrio
tercero.
(c) Por eTror, ocurre que a la calle de Santo Tomás (440—443 de numeración) se le
adjudican tres puertas de habitación y no cuatro como resulta correcto; por el contra-
rio, en la calle de la Caridad (306-309 y 444-461 de numeración), se cuentan 23
puertas cuando en realidad son tan $olo 22.
(d) En este barrio número cinco, y en la calle de los Naranjos (888-769 de numera-
ción) existe un error en el Estado, en tanto se cuentan 121 puertas, cuando lo correcto
son 120.
(e) En el barrio octavo, la calle de Tobal (1535-1558 y 1636-1658 de numeración),
se asegura que consta de 47 puertas, cuando solo dispone de 46. Mas grave resulta que a
la calle de Fuerte de Guinea (1486-1502 y 1775-1807 de numeración) se le adjudi-
quen 34 números, cuando las cuentas demuestran que dispone de 50. Por último, y en
la calle del Mascarón, aparece el numero 1486 adjudicado a una puerta, cuando ya se
adjudicó tres calles antes, en la de Fuerte de Guinea.
(f) Se detecta un error en la calle del Corazón de Jesús (524-539 y 1587-1775 de
numeración) pues se marcan 33 puertas cuando en realidad son 32.
(g) En la calle de San Francisco de Paula (367-374 y 498-514 de numeración), se
asegura la existencia de 24 puertas, cuando realmente existen 25.
(h) En la calle de Betlem (1026-1069 de numeración), se fijan 43 puertas, cuando en
realidad existen 44.

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142 Alfredo Moreno Cebrián

Barrio n? Calles n°Callejones n°Plazas n°total n° mas alto n°mas bajo Notas
puertas barrio barrio
por barrio
8° 27 4 - 753 2.238 1.486
9° 21 - — 507 2.745 2.239
3o 11 - - 501 906 407 (a)
1« 10° 16 1 - 368 3.113 2.746
Cuartel 1° 8 — - 278 278 1
4o 9 - — 217 1.123 907
r 6 1 — 160 1.485 1.326
2° 4 1 - 128 406 279
6o 6 - - 102 1.325 1.224
5° 6 - - 100 1.223 1.124
Totales 10 114 7 - 3.114

1° 7 _ 305 305 1
7° 7 1 l 211 1.276 1.066 (b)
5° 9 2 - 175 90S 731
2° 3° 7 — 2 170 631 462
Cuartel 8o 6 - - 162 1.438 1.277
6° 8 - - 160 1.065 906
2° 6 - 1 156 461 306 (c)
9° 6 — - 119 1.557 1.439
4° 4 - 1 99 730 632
10° 2 2 1 98 1.655 1.558
Totales 10 62 5 6 1.655

5o 14 _ 458 1.098 642 (d)


8° 13 1 - 384 1.862 1.478 (e)
7° 11 - - 239 1.477 1.239
3er 2o 8 - - 239 335 97
Cuartel 10° 12 - _ 175 2.150 1.977
3o 8 - - 171 506 336
6° 8 _ _ 140 1.238 1.099
4o 7 - - 135 641 507
9o 8 - - 113 1.976 1.863
1° 7 - - 96 96 1
Totales 10 96 1 - 2.150

6° 8 _ 200 722 524 (f)


5° 6 1 160 523 363 <g)
9o 5 1 - 160 1.146 986 (h)
4° 10° 6 1 2 157 1.303 1.147
Cuartel 7° 11 - - 149 870 723
3° 6 - - 123 259 137
8° 5 1 - 115 985 871
4° 6 — - 103 362 260
Τ 4 — 1 98 136 39
1° 3 - - 38 38 1
Totales 10 60 4 3 1.303

Notas a-h veáse p. 141.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 143

Se nos aparece Lima como una ciudad construida dentro de las murallas
y solo en expansión por el arrabal de S. Lázaro hacia el pie de los cerros de
Amancaes y S. Cristóbal, ganando el poco suelo urbanizable dentro de las
murallas a costa de las zonas de huerta. Es una urbe de 322 calles, sin contar
las del Cercado, con 17 callejones, una gran plaza, la mayor, y 6 plazuelas
reunidas, que acogían un total de 8.222 puertas de habitación 10013 .
Por último, detallamos por orden alfabético la relación de calles de Lima,
con el nombre que figura en los azulejos ordenados al efecto, con la parti-
cularidad de añadir, para su mas fiel ubicación, el cuartel y el barrio de que
dependían, la numeración que comportaba cada calle dentro de su barrio y
el número de puertas que alojaba, sin olvidar una serie de referencias biblio-
gráficas sobre tres obras que hemos considerado Utilísimas y de fácil acce-
so 1 0 1 , que permiten conocer buena parte de la historia de cada calle, sus in-
quilinos mas importantes, así como cualquier avatar de interés para el estu-
dioso. Consignamos también, cuando existe alguna variación ortográfica, la
diferencia hallada entre el Estado de referencia y el plano que, con fecha de
1 de enero de 1787, suscrito casi seguro por nuestro autor, hemos consulta-
do al delimitar los cuarteles 102 .

íoob) Β. N, M. Ms. 19.262, f. 91. De la misma época, sin fecha ni firma, hemos en-
contrado un resumen de la ciudad de Lima en que aparecen, agrupadas por tamaños,
sus casas:

grandes medianas pequeñas total


Cuartel 1° 282 988 1.226 2.496
Cuartel 2o 332 437 695 1.464
Cuartel 3o 449 463 782 1.694
Cuartel 4o 193 486 508 1.187
Total 1.256 2.374 3.211 6.841
No aparecen aquí computadas las cocheras, puertas falsas y ranchos; tampoco aparecen
los 13 conventos de regulares, con exclusión de los Mendicantes y Hospitalarios, los
siete monasterios grandes, siete recoletos, cuatro beateríos, cinco colegios de ambos
sexos y cuatro oficinas. Tampoco se reflejan los palacios del Virrey y del Arzobispo ni
del Superintendente Generat, como tampoco el Consulado y la Casa del Cabildo.
Ausentes están la sede de la Inquisición, los hospitales, las casas de expositos y las de
mujeres pobres.
101
) Las obras son: José de G á l v e z B a r r e n e c h e a , Las calles de Lima.
Lima 1935 (en adelante Galv.); B a r a g e l a t a y B r o m l e y ( ' ) , en adelante
Barb.; y Luis Antonio E g u i g u r e n , Calles de Lima, miscelánea. El Fundador de
la Imprenta en Lima, Lima 1945 (en adelante Egui.). En la obra de B a r b a g e l a t a
está recogido el plano de la Ciudad, en la lámina n ° 13 (en adelante Map.).
102
) B a r b a g e l a t a ( 3 ) . Lámina n ° 13. En la parte superior izquierda de esta
reproducción de 1862 se puede verificar, no sin dificultad por efecto de la poco cuida-
da impresión, la lectura de los cuarteles y barrios, que ocupan toda la banda izquierda
de la misma.

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144 Alfredo Moreno Cebrián

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puert


1
Acequia alta, de la " 1 8° 1687-1701 15
Acequia alta, de la* " 1° 2 0 5 - 227 23
Acequia alta, de la1 0 1 3 10° 2047-2060 14
Afligidos, de los'®4 2 4o 7 1 6 - 730 15
Alameda, de la»05 10° 2905-2923 19
Aldaba», de las' °· 2 3° 5 5 3 - 568 16
Alfarero», de los 10 '' 4 9o 9 8 6 - 995 18
1139-1146
Alguaciles, de los 1 8o 1868-1877 10
Amargura, de la10* 4 9° 1078-1113 36
Amaro, callejón de 4 8o 9 6 8 - 976 9
Amaya, Puente de 1 10° 2786-2790 6
Ancha, la 1 3o 7 0 0 - 726 27
Anima» de San Agustín, de las"" 3 r 1343-1363 21
Anticona, de' 1 0 3 1° 2 6 - 45 20
Arco, del1 ' 1 2 9° 1439-1455 33
1530-1545
Arevaio, de 3 Vo 1376-1390 15
Argandoña, de 1 1 1 2 8 1386-1402 17
Arzobispo, del 11 ' 2 3° 4 6 2 - 488 51
6 0 6 - 629
Aumente, d e " * 2 5o 7 6 2 - 776 34
8 4 5 - 863
Azafia, de 4 3° 197- 205 9

"»S) Barb. D. 113, p. 28 y E. 157,p. 34; Galv. cap. 5°, epig. 5, p. 62 y epig. 6, pp.
63-64.
IM) Barb. E. 145, p. 32;Galv. cap. l.epig. 6, pp. 12-13; cap. 10°, epig. 1, pp.
113-116 y epig. 8, pp. 123-124; Egui. cap. 49,epgs. 1, 2, 3 , 4 y 5.
1M
) Barb. E. 152, 155 y 156, p. 33; Galv. cap. 6, epig. l , p p . 67-69; epig. 2, pp.
69-70; epig. 3, pp. 70-75; epig. 5, pp. 76-77 y epig. 6, pp. 77-78; Egui. cap. 33,
epig. 5.
106) Bajb. D. 49, p. 18; Galv. cap. 3, epig. 4, pp. 37-39;£gui. cap„53, epig. 1.
i° 7 ) Galv. cap. 12, epig. 5,pp. 145-146.
108) Galv. D. 100, p. 25; Egui., cap. 69, epig. 1; Galv. Cap. 4,epig. 1,pp. 41-42;
epig. 2, pp. 43-47; epig. 10, pp. 54-56;cap. 5, epig. 2, pp. 58-59; epig. 3, pp.59-61;
cap. 11, epig. 2, pp. 129-131; epig. 3, pp. 131-132; cap. 12, epig. 2, pp. 142-143;
epig. 3, pp. 143-144; epig. 6, pp. 146-148;epig. 9,pp. 150-151;epig. 13,pp. 154-
156 y epig. 14, pp. 156-157.
109) Barb. E. 118, p. 28; Galv. cap.4, epig. l , p p . 41-42;epig. 6,pp. 50-52;cap.
5, epig. 3, pp. 59-61.
110
) Galv.cap. 3,epig.4,pp. 37-39;cap. 8,epig. 2,pp. 93-95;cap. 9,epig. 2,pp.
101-104.
111111) Barb. E. 140, p. 30; Galv. cap. 1, epig. 2, pp. 5 - 7 ; epig. 3, pp. 7-9;epig. 4,
pp. 9 - 1 1 ; epig. 5,pp. 11-12;cap. 7,epig. 3,pp. 95-98;cap. 9,epig. 2,pp. 101-104.
11J
) Barb. E. 136, p. 30; Egui. cap. 3, epig. 1; Galv. cap. 1, epig. 6, pp. 12-13 y
cap. 10, epig. 8, pp. 123-124.
3
H ) Barb. D. 42, p. 16; Egui. cap. 28, epig. 4; Galv. cap. 7, epig. 1, pp. 79-80;
epig. 2, pp. 80-84; cap. 10, epig. I, pp. 113-116, cap. 11, epig. 8, pp. 139-140.
114) Barb. E. 149, p. 149; Egui. cap. 61, epig. 7, Galv. cap. 12, epig. 8, pp. 138-
140.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 145

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas

Baratillo, del" 1 5 1 8o 1955-1958 4


Barragana, de la 1 8o 1986-2017 51
2025-2043
Barranca, de l a 1 " 1 2o 2 9 9 - 343 62
3 9 0 - 406
Barreto, de 2 6o 1044-1054 11
Beitia, de 1 1 7 2 r 1119-1130 12
Bejarano.de 11 * 4 4 o
2 8 0 - 293 14
Belahochaga, d e 1 " 3 τ 1405-1428 24
Betlem, de 1 " 4 9o 1026-1069 43
Betlemitas, d e " 1 2 1° 1 1 2 - 131 20
Biterbo, de 1 1 5 1 2o 3 4 4 - 355 12
Bodegones, de los" a * r 1184-1207 24
Borricos, de los1 " 1 9o 2239-2242 21
2422-2438
Borriqueras, de l a s " 5 2 9o 1517-1529 13
Botica de la Compañía, de l a " * 6° 1149-1159 11
Boza, d e " ' 4 4° 2 9 4 - 317 24
Brabo, d e " * 4 5° 4 3 7 - 460 24
Breña, de 1 9o 2558-2563 13
2733-2739
Buenamuerte, de l a 1 " 1 4" 9 3 7 - 941 20
1049-1063
0 o
Cadices, d e " 4 6 6 4 2 - 655 14
Callao, d e l " 1 4 5o 3 6 3 - 366 13
5 1 5 - 523
Camaroneros, de los 1 8o 1850-1867 18

•'S) Barb. E. 162, p. 34.


116
) Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 ; cap. 6, epig. 1, pp. 6 7 - 6 9 .
117
) Barb. D. 55,pg. 19; Egul. cap. 12, epig. 7; cap. 53,epig. 2.
118
) Barb. D. 103, p. 26 y D. 28, p. 116; Egui. cap. 52, epig. 10; Galv. cap. 4, epig.
2, pp. 4 3 - 4 7 ; cap. 12, epig. 6, pp. 146-148.
" » ) Barb.E. 122, p. 29. Map. B e l a o c h a g a .
lî0
) Barb. D. 97 y 98, p. 25; Galv. cap. 1, epig. 4, pp. 9 - 1 1 ; cap. 3, epig. 2, pp.
3 2 - 3 5 ; cap. 4, epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 ; epig. 6 , p p . 5 0 - 5 2 ; cap. 5, epig. 5,pag. 62; cap. 8,
epig. 1, pp. 8 8 - 9 3 ; cap. 12, epig. 1, pp. 141-142, epig. 2, pp. 142-143; epig. 4, pp.
144-145; epig. 8, pp. 1 4 9 - 1 5 0 ; epig. 9, pp. 150-151; epig. 12, p. 153;epig. 13, pp.
154-156;epig. 15, pp. 157-158; epig. 17, pp. 159-160;epig. 20, pp. 1 6 1 - 162; epig.
21,pp. 162-163. Map. B e l e n .
121
) Map. B a r b o n e s ,
i " ) Barb.C. 20,pag. 13. Map. V i t e r v o .
» " ) Barb. D. 63, p. 2 0 - 2 1 y E. 140, p. 30; Galv. cap. l.epig. 3, pp. 7 - 9 ; c a p . 7,
epig. 1, pp. 7 9 - 8 0 y epig. 3, pp. 8 4 - 8 7 ; cap. 12, epig. 13, pp. 154-1S6.
1M
) Barb. E, 154, p. 33.
12S
) Barb. E. 139, p. 30; Galv. cap. 1, epig. 4, pp. 9 - 1 1 .
1 " ) Barb. D. 52, p. 18.
i " ) Barb. D. 101, p. 25; Galv. cap. 12, epig. 13, pp. 154-156.
128) Egui.cap. 58,epig. 5;Ga!v. cap, 12,epig.6,pp. 146-148. Map. B r a v o .
Barb.C. 15,p. 12.
130) Barb. D. 95, p. 25.
131) Barb. D, 114, p. 28 y E. 130, p. 30.

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146 Alfredo Moreno Cebrián

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas

Campanario, del 1 3 1 4 6o 585-591 7


Campanas, de las' 3 3 1 r 1390-1406 17
Campoy, d e ' 3 4 2 2° 4 1 1 - 429 19
Canafee 3 e 1126-1142 32
1173-1187
Cangaes, d e 1 3 ' 2 5° 8 9 2 - 905 14
Capilla, de la 1 r 1407-1428 36
1441-1454
Capon, d e l 1 " 3 1° 1 7 - 25 26
4 6 - 62
137
Caridad, de la 2 2° 3 0 6 - 309 23
4 4 4 - 461
Carmen abajo, d e l " · 2 Γ 1 - 43 74
2 2 8 - 258
139
Carmen alto, del 2 1° 4 4 - 83 78
1 6 7 - 204
Cascajal, callejón del 1 4 0 4 10° 1175-1777 9
1259-1264
41
Castilla, d e ' 2 r 1546-1557 12
Castillo, de 1 4 ' 2 8° 1419-1438 20
Cavezas, de las' 4 3 1 8° 1810-1849 40
Cerca de la Encarnación, de la 4 7° 8 0 8 - 834 27
Cerca de San Francisco, de la 1 5° 1124-1141 18
Chabez, de 1 4 4 3 4° 5 1 8 - 532 30
5 9 3 - 607
Chabez, de los 1 4 4 4 r 7 9 4 - 807 14
Chacarilla, d e l à 1 4 5 4 6° 5 4 0 - 570 31
Chacarilla, Callejón de la 4 5° 497 1
Chicheras, de l a s ' 4 ' 3 7° 1460-1465 6
Chillón, d e ' 4 7 2 5° 8 7 0 - 886 17
Chingana, de la 3 4° 6 3 1 - 632 2
Christo, del 1 3° 8 9 0 - 899 10

l3í
) Barb. D. 91, p. 24; Egui. cap. 53, epig. 3.
I « ) Barb. E. 151, p. 32.
134
) Map. P a j u e l o .
135) Barb. E. 142, p. 32; Galv. cap. 1, epig. 2, pp. 5 - 7 ; epig. 4, pp. 9 - 1 1 ; Map.
M a t i e η τ. o.
1 « ) Barb. D. 29, p. 14 y D. 30, p. 15; Galv. cap. 9, epig. 2, pp. 1 0 1 - 1 0 4 . Egui.
cap. 48, epig. 3.
137) Barb. Β. 10, p. 11; Galv. cap. 3, epig. l , p p . 2 9 - 3 1 ; Egui. cap. 1, epig. 4.
138) Barb. A. 2, p. 10; Map. C a r m e n d e A b a j o .
13
9) Barb. A. 1 ; Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 .
140) Egui. cap. 54, epig. 4.
141
) Galv. cap. 1, epig. 2, p. 5 - 7 y epig. 3, p. 7 - 9 .
142
) Map. C o n v e n t o .
143
) Map. C a b e z a s .
144
) Barb. E. 133,p. 30;Map. C h á v e z .
14s
) Egui. cap. 53, epig. 1, 2 y 3; Galv. cap. 2, epig. 1, p. 1 9 - 2 2 ; epig. 2, pp. 2 2 -
24; epig. 3, pp. 2 5 - 2 7 ; epig. 4, pp. 2 7 - 2 8 ; cap. 3, epig. l , p p . 2 9 - 3 1 ; epig. 3, pp. 3 5 -
37;cap. 11,epig. 8 , p p . 1 3 8 - 1 4 0 ; c a p . 12,epig. 3,pp. 143-144.
,46
) Map. C h i c h e r í a s .
14,?
) Galv. cap. 1, epig. 4, pp. 9 - 1 1 ; c a p . 8, epig. l , p p . 8 9 - 9 3 .

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 147

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas

Cinco Esquinas, de las 1 4 ' 4 r 7 7 4 - 778 5


Coca, de l a " " 3 2o 2 1 2 - 247 36
Cocharcas, de 1 5 0 3 8° 1583-1591 9
Colchoneras, de las' 1 1 1 8o 1788-1809 22
Colegio Real, del 1 4o 9 0 7 - 921 34
1091-1109
Coliseo, d e l 1 " 3 r 1364-1375 12
Comedia Vieja 154 3 3° 3 6 8 - 383 16
Compañía, de la 1 5 5 3 t 1 5 7 - 166 21
1 6 7 - 177
Compas, del 2 6o 1057-1065 9
Concepción, de la1 " 2 6o 9 0 6 - 915 12
1055-1056
Concha, d e ' 5 7 3 3o 3 5 6 - 367 26
4 0 4 - 417
o
Condesa, de la 1 8 1710-1719 10
Controbersia, de 1 9o 2709-2711 3
Copacabana, de 1 " 1 10° 3016-3047 32
Corazón de Jesús, del' *· 4 6o 5 2 4 - 539 33
6 1 0 - 625
Corcobado, d e l 1 6 0 3 9° 1874-1904 31
Correo Viejo, del 2 4o 6 3 2 - 651 28
6 6 0 - 667
Cruces, de las 14 2 1 4° 1003-1048 46
Cruz;, de l a ' " 1 8° 1527-1581 121
2137-2202
Cruz de Laso, d e l a , < 4 1 8o 1967-1972 17
2075-2085
1*8) Egui. cap. 56, epig. 4.
149
) Barb. D. 60, p. 19;Galv. cap. l,epig. 3, pp. 7 - 9 .
'5°) Galv. cap. 9, epig. 6, pp. 111-112; cap. 11, epig. 5, pp. 134-136.
151
) Egui. cap. 64, epig. 2. Map. C o l c h o n e r í a .
152
) Barb. C. 13, p. 12; Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 ; cap. 10, epig. 3, pp. 1 1 6 -
118 y cap. 10, epig. 5, pp. 119-120.
•S3) Barb. E, 120, ρ. 29.
154
) Egui. cap. 7, epig. 1; Galv. cap. 9, epig. l , p p . 9 9 - 1 0 1 ; epig. 3, pp. 104-106;
epig. 4, pp. 107-198.
155) Egui. cap. 13,epigs. 4, 5 , 6 y 8.
156
) Barb. D. 33, p. 15; Galv. cap. 3, epig. 4, pp. 37-39; cap. 8, epig. 2,pp. 9 3 - 9 5 .
157) Barb. E. 123, p. 29; Galv. cap. 9, epig. 4, pp. 107-109.
158) Egui. cap. 33, epig. 4; Barb, E. 155, p. 33; Galv. cap. 6, epig. 2, pp. 6 9 - 7 0 ;
epig. 3, pp. 7 0 - 7 5 y epig. 6, pp. 7 7 - 7 8 .
159) Galv. cap. 2,epig. l , p p . 19-22;epig. 3, pp. 2 5 - 2 7 .
160) Egui. cap. 2, epig. 3; Galv. cap. 2, epig. 3, pp. 2 5 - 2 7 ; cap. 3, epig. 3, pp. 3 2 -
35; epig. 4, pp. 3 7 - 3 9 . Map. C o r c o v a d o .
161) Barb. D. 75, p. 23; Egui. cap. 19, epig. 1, 2 y 3; Galv. cap. 4, epig. 9, pp. 5 3 -
54; epig. 10, pp. 5 4 - 5 6 ; cap. 7, epig. 1, pp. 7 9 - 8 0 ; epig. 2, pp. 8 0 - 8 4 , cap. 12, epig.
4, pp. 144-145.
1 « ) Barb. A. 5, p. 11; Galv. cap. 4, epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 ; cap. 12, epig. 17, pp. 1 5 9 -
160.
163) Barb. E. 162, p. 34; Galv. cap. 4, epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 ; cap. 7, epig. 2, pp. 8 0 -
84.
I« 4 ) Barb. E. 163,p. 34,

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148 Alfiedo Moreno Cebrián

Calle Cuartel Barrio Numeración n" puertas

Cuenca, d e ' * 3 3 10° 2024-2035 12


Cueva.de1" 4 r 7 3 2 - 741 10
Desamparados, de l o s " 7 1 6° 1238-1240 7
1296-1299
Descalzas, de l a s 1 " 2 2° 3 2 2 - 329 20
3 9 9 - 410
Diborcíadas, de l a s " ' 3 9° 1936-1950 15
Elias, de 1 8° 1702-1709 19
2086-2096
Elvira, de D 3 . 4 1° 3 3 - 38 6
Encarnación, de l a 1 1 0 4 7° 8 4 8 - 851 4
Encontradilla, de la 3 3° 4 4 4 - 470 27
Enfermería, de l a 1 7 1 3 1° 7 9 - 86 8
Enfermería de San Agustín, de la 3 10° 2116-2130 16
E acusada del Sol, de la 1 8° 1908-1919 12
Espaderos 1 '' 1 3 2° 2 6 7 - 298 32
Espíritu Santo, d e l 1 " 2 9° 1456-1461 21
1502-1516
Esplana, de 1 8° 2049-2074 26
Espiración, de la 1 9° 2492-2498 7
Estanque Viejo, del 1 7 4 1 1° 1- 11 28
2 3 1 - 247
Estrella, de l a 1 7 5 3 5° 7 2 9 - 768 89
9 2 7 - 975
Estudios, de los 1 " 3 1° 1- 16 16
Faltriquera del Diablo, de l a 1 7 7 4 7o 8 3 5 - 847 13

l « ) Galv. cap. 4, epig. 5, pp. 4 9 - 5 0 .


1 6 6 ) Barb. D. 96, p. 25; Egui. cap. 52, epig. 10; Galv. cap. 2, epig. 3, pp. 2 5 - 2 7 .

167) Baib. D. 57, p. 19; D. 72, p. 22; Egui. cap. 22, epig. 1 ; Galv. cap. 4 , epig. 10,
pp. 5 4 - 5 6 ; cap. 7, epig. 3, pp. 8 4 - 8 7 ; c a p . 8, epig. l , p p . 8 9 - 9 3 ; cap. 10, epig. 1, pp.
1 1 3 - 1 1 6 ; c a p . 12,epig. 8 , p p . 1 3 8 - 1 4 0 .
168) Barb. B. 8, p. 11 ; Galv. cap. 6, epig. 1, pp. 6 7 - 6 9 ; epig. 6, pp. 7 7 - 7 8 ; cap. 7,
epig. 4, pp. 8 7 - 8 8 ; cap. 10, epig. 3, pp. 1 3 1 - 1 3 2 ; epig. 6, pp. 1 3 6 - 1 3 7 ; cap. 12, epig.
1, pp. 1 4 1 - 1 4 2 ; epig. 5, pp. 1 3 4 - 1 3 6 ; epig. 13, pp. 1 5 4 - 1 5 6 ; cap. 11, epig. 2, pp.
129-131.
169) Barb. D. 32, p. 15;Galv. cap. 1, epig. 4, pp. 9 - 1 1 ; cap, 4, epig. 6, pp. 5 0 - 5 2 .
Map. D i v o r c i a d a s .
170) Egui. cap. 58, epig. 6 ; Galv. cap. 2, epig. 3, pp. 2 5 - 2 7 ; cap. 3, epig. 2, pp.
3 2 - 3 5 ; cap. 10, epig. 1, pp. 1 1 3 - 1 1 6 ; c a p . 10, epig. 7, pp. 1 2 2 - 1 2 3 ; c a p . 12,epig. 3,
pp. 1 4 3 - 1 5 5 .
i 7 ' ) Barb. D. 53, p. 18.

I 7 î ) Egui. cap. 42,epigs. 6 y 8; cap. 54, epig. 7; Galv. cap. 9, epig. 5, pp. 1 0 9 - 1 1 1 ;
cap. 11,epig. 2 , p p . 1 2 9 - 1 3 1 ; c a p . 12,epig. 16, pp. 1 5 8 - 1 5 9 .
1 7 3 ) Barb. E. 137 y 138, p. 30; E. 140 y 141, p. 32.; Galv. cap. 1, epig. 2, pp. 5 - 7 ;

epig. 3, pp. 7 - 9 ; epig. 4 , pp. 9 - 1 1 ; cap. 2,epig. 2, pp. 2 2 - 2 4 ; cap. 4, epig. l , p p . 4 1 -


42; cap. 7, epig. 1, pp. 8 9 - 9 3 ; epig. 2, pp. 8 0 - 8 4 ; epig. 3, pp. 9 5 - 9 8 ; cap. 11,epig.
10, pp. 1 5 1 - 1 5 2 .
1 7 « ) Barb. D. 37, p. 16; Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 .

1 7 ' ) Galv. cap. 12, epig. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 .

»76) Barb. D. 54, pp. 1 8 - 1 9 ; Egui. cap. 10, epig. 1.


l 7 7 ) Galv. cap. 4 , epig. 1, pp. 4 1 - 4 2 ; cap. 12, epig. 13, pp. 1 5 4 - 1 5 6 ; epig. 13, pp.

160-161.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 149

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas

Fama, de la 2 S" 7 7 7 - 799 23


Fano, de 1 7 » 4 3o 2 0 6 - 228 23
Fierro Viejo, del 1 " 1 6o 1300-1312 13
Francia, Callejón de 2 5° 7 4 3 - 751 9
Fuerte Guinea, d e l 1 , 0 3 8o 1486-1502 34
1775-1807
Gato, de 1 » 1 3 1° 87- 96 10
General, del 3 8° 1762-1774 13
Gigante, Callejón del 1 " 3 8o 1778-1793 16
Granados, de 3 8o 1508-1534 47
1705-1724
Guadalupe, d e ' , s 4 10° 1190-1249 60
Guisado, calle de 1 8o 1495 5
2219-2222
Guisado, Callejón d e " ä 1 8o 1496-1500 5
Guitarreros, de 1 " 3 6o 1099-1111 13
Gurumendi, de 1 " 3 9° 1957-1975 19
Hacho, d e l ' " 1 9o 2574-2604 48
2686-2702
Herbao, de 1 " 1 8o 1486-1494 25
2223-2238
Higuera, de la 3 9o 1863-1867 16
1925-1935
Higuereta, de 4 8° 967- 10
9 7 7 - 985
Hyar.de1" 3 6o 1188-1211 24
Hoyada, de la 1 " 1 3o 5 0 2 - 531 30
Hoyos, d e ' " 2 6° 1003-1028 26
Huaquilla, de l a ' " 3 5° 8 8 9 - 926 38
Huebo, d e l " 4 3 10° 2091-2115 25
i ' » ) Barb. D. 91, ρ. 24; Galv. cap. 4 , epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 .
i " ) Barb. D. 76, p. 23; Egui, cap. 19, epig. 7; cap. 20, epig. 1; cap. 21, epig. 1;
Galv. cap. 7, epig. 2, pp. 8 0 - 8 4 ; epig. 1, pp. 7 9 - 8 0 ; epig. 3, pp. 8 4 - 8 7 ; cap. 9, epig. 5,
pp. 1 0 9 - 1 1 1 ; cap. 11, epig. 8, pp. 1 3 8 - 1 4 0 .
180) Galv. cap. e, epig. 3, pp. 3 5 - 3 7 ; Egui. cap. 31,epig. 5 y cap. 33, epig. 2.
181) Egui. cap. 10, epig. 3.
182) Egui. cap. 31, epig. 4;Galv. cap. 10, epig. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 .
183) Egui. cap. 53, epig. 3; Galv. cap, 2, epig. 1, pp. 1 9 - 2 2 ; epig. 2, pp. 2 2 - 2 4 ;
epig. 3, pp. 2 5 - 2 7 ; cap. 7, epig. 1, pp. 7 9 - 8 0 ; cap. 8, epig. 1, pp. 9 3 - 9 5 ; cap. 10,
epig. 2, pp. 129—131; cap. 11, epig. 5, pp. 1 3 4 - 1 3 6 .
184
) Map. ¿ G u i s a s o G u i s a o?
185) idem.
is«) Barb. D. 80, p. 23; Galv. cap. 1, epig. 3, pp. 7 - 9 ; cap. 5, epig. 5, p. 62; cap.
10, epig. 1, pp. 1 1 3 - 1 1 6 .
1 8 7 ) Map. G u r r u m e n d i .
1 8 8 ) Galv. cap. 6, epig. 4, pp. 7 5 - 7 6 . Map. A c h o .
189) Map. A r b a o .
190) Barb. D. 90, ρ. 24.
l ' i ) Gal. cap. 6, epig. 3, pp. 7 0 - 75. Map. O y a d a .
,M
) Barb. D. 25, p. 14; Galv. cap. 3, epig. 4 , pp. 3 7 - 3 9 ; cap. 8, epig. 2, pp. 9 3 -
95; cap. 9, epig. 2, pp. 1 0 1 - 1 0 4 ; cap. 10, epig. l , p p . 1 1 3 - 1 1 6 .
193) Barb. A. 4 , p. 10; Galv. cap. 11, epig. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 .
19«) Egui. cap. 48, epig. 3.

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150 A l f r e d o Moreno Cebrián

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas

Huérfanos, de los1*® 4 3o 1 8 1 - 196 16


Ibarrola, d e " « 4 8° 8 9 5 - 902 16
9 5 9 - 966
Imprenta, de l a 1 " 1 9o 2243-2266 49
2371-2373
2387-2408
Inquisición, Plazuela de J a " 8 2 3° 5 1 7 - 529 13
Ituirizaira, d e " 9 4 9o 1016-1025 18
1070-1077
Jesús y María, de' 4 4o 2 7 3 - 279 9
3 1 8 - 319
Juan de la Coba, d e " 1 1 5o 1142-1153 12
Juan de Medina, d e " J 4 4o 348- 362 18
Juan Simón, de 1 0 3 4 10° 1265-1292 28
Juan Valiente, d e " 4 4 2° 39- 53 29
123- 136
Judíos, de los 105 2 r 1172-1183 12
Lamas, de 1 0 « 4 1° 1- 14 14
Lamillas, de l a s " 7 2 10° 1567-1594 28
Lanería, de la 1 8° 2018-2024 7
Lartiga.de"» 3 2° 3 2 1 - 335 15
Lechugal, d e l " ' 2 6° 9 3 1 - 941 26
1029-1043
León, del J '° 1 9° 2499-2507 9

1 9 5 ) Barb. D. 94, ρ. 25; Egui. cap. 50 y cap. 51, epigs. 1, 2, 3,4, 5 y 6. Galv. cap.2,

epig. 1, pp. 19-22; epig. 3, pp. 25-27.


1 9 6 ) Galv. cap. 4, epig. 4, pp. 4 8 - 4 9 ; cap. 12, epig. 17, pp. 159-160.
1 9 7 ) Egui. cap. 59, epig. 2.
1 9 8 ) Egui. cap. 1, epig. 3, pp. 1 - 5 .

1 9 9 ) Barb. D. 98, p. 25; Galv. cap. 4, epig. 3, pp. 4 7 - 4 8 ; cap. 12, epig. 6, pp. 146-

148. Map. I t u r i i z a g a .
200) Egui. cap. 68, epig. 1; Barb. D. 110, p. 26; Galv. cap. 12, epig. 4, pp. 144-
145; epig. 6, pp. 146-148.
2 0 1 ) Barb. D. 36, p. 16; Egui. cap. 1, epig. 2, pp. 1 - 5 ; Galv. cap. 1, epig. 4, pp. 9 -

11; cap. 10,epig. 3,pp. 116-118; epig.4,pp. 118-119 y epig. 5, pp. 119-120.
2 0 2 ) Galv. cap. 4, epig. 3, pp. 47-48; cap. 12, epig. 6, pp. 146-148; epig. 7, pp.

148-149.
2 0 3 ) Barb. D. 99, p. 25; Egui. cap. 56, epigs. 1 y 2; cap. 57, epig. 3; Galv. cap. 5,

epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 ; cap. 6, epig. 5, pp. 76-77; cap. 7, epig. l , p p . 79-80; cap. 8, epig.
1, pp. 88-93; cap. 11, epig. 5, pp. 134-136; epig. 8, pp. 138-140; cap. 12, epig. 8,
pp. 149-150; epig. 10,pp. 151-152;epig. 11,pp. 152-153.
2 M ) Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 32-35; epig. 4, pp. 37-39.
2 0 5 ) Barb. D. 64, p. 21; Egui. cap. 15, epig. 3; Galv. cap. 7, epig. 1, pp. 79-80;

epig. 2, pp. 80-84.


2 0 6 ) Galv. cap. 12, epig. 2, pp. 142-143.
2 ° 7 ) Galv. cap. 1, epig. 4, pp. 9—11 ; Map. d e l a Milla.
2 0 8 ) Egui. cap. 5, epig. 6; Galv. cap. 4, epig. 1, pp. 4 1 - 4 2 ; epig. 7, p. 52; cap. 7,

epig. 3, pp. 84—87; cap. 9, epig. l , p p . 99-101; epig. 5,pp. 1 0 9 - l l l ; c a p . 10, epig.2,
pp. 129-131.
2 0 9 ) Barb. D. 24, p. 14; Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 32-35; cap. 10, epig. 2, pp. 1 2 9 -

131.
2 1 0 ) Galv. cap. 12, epig. 6, pp. 146-148.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 151

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas

León de Andrade, del 4 5o 3 7 5 - 392 38


4 7 7 - 496
Leones, de l o s 1 " 1 9o 2374-2386 13
Lezcano, de 1 1 1 3 r 1319-1347 24
Limoncillo, del 1 10° 2791- 42
2824-2864
Llanos, de"® 3 5o 1063-1079 17
Lobatón, de 1 10° 2992-3015 24
Lopez, Callejón de los 1 8o
Lortua, d e J 1 4 2 9» 1462-1493 32
Lucio, de 2 1 5 3 5° 1085-1098 14
Malambo, de* 1 · 1 8o 1582-1609 58
2107-2136
Mandamientos, de los 3 1 7 4 6° 7 1 6 - 722 7
Mandingas, de los 1 8o 1920-1982 13
Mantas, de las' 1 * 2 8o 1303-1342 40
Manteras, de las 1 8o 1755-1782 28
Mantequería, de la 1 " 2 9o 1494-1501 8
ManzaniUa.de" 0 1 1° 1 2 - 18 12
1 7 9 - 183
Mariquitas, de l a s " 1 4 5o 4 0 5 - 436 32
Marmol de Bronce, d e " J 2 8o 1277-1288 28
1403-1418
Marmol de Caibajal, del"® 3 10° 2000-2010 22
2036-2046
Matajudi'os, d e " 4 4 r 7 2 3 - 726 12
8 6 3 - 870
21
») Galv. cap. 11, epig. 2, pp. 129-131.
2J2
) Barb. D. 78, p. 23; Egui. cap. 5, epig. 7; Galv. cap. 4, epig. 6, pp. 5 0 - 5 2 ; cap.
9, epig. 1, pp. 9 9 - 1 0 1 .
Barb. D. 32, ρ. 15;Galv. cap. 8, epig. 2, pp. 9 3 - 9 5 .
Barb. E. 138, p. 30; Galv. cap. 1, epig. 5, pp. 1 1 - 1 2 .
215
) Barb. D. 8 2 , p . 24;Galv.cap. 3,epig. 2,pp. 32-35;Egui. cap. 2,epig. 2. Map.
de L u z i o .
216
) Barb. E. 159, 160 y 164, p. 34;Galv.cap. l.epig. 2,pp. 5 - 7 ; c a p . 2, epig. 3,
pp. 2 5 - 2 7 ; cap. 3, epig. 4, pp. 3 7 - 3 9 ; cap. 11, epig. 2, pp. 129-131; epig. 6, pp.
136-137.
217
) Egui. cap. 56, epig. 16.
2'8) Baib. D. 71, p. 22; E. 135 y 140, p. 30; E. 144 y 145, p. 32; Egui. cap. 3,
epig. 1; Galv. cap. 1, epig. 3, pp. 7 - 9 ; epig. 7, pp. 1 6 - 1 8 ; cap. 4, epig. 8, p. 53;epig. 9,
pp. 5 3 - 5 4 ; cap. 7, epig. l , p p . 7 9 - 8 0 .
219
) Barb, D. 102, p, 26; Galv. cap. 4, epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 ; cap. 12, epig. 13. pp.
154-156.
220
) Barb. D. 43, p. 17.
« 1 ) Barb. D. 114, p. 28; Egui. cap. 48, epig. 1, 2 y 5.
222
) Barb. E. 137 y 138, p. 30; E. 147, p. 33; Egui. cap. 41, epig. l;Galv. cap. 1,
epig. 3, pp. 7 - 9 ; epig. 6, pp. 1 2 - 1 3 ; cap. 8, epig. 2, pp. 9 3 - 9 5 ; cap. 11, epig. 2, pp.
1 2 9 - 1 3 1 ; c a p . 12,epig. 3 , p p . 143-144.
223
) Barb. D. 112, p. 27; Egui. cap. 52, epig. 8 y 9; Galv. cap. 1, epig. 6, pp. 1 2 -
13; cap. 4, epig. 5, pp. 4 9 - 5 0 ; epig. 6, pp. 5 0 - 5 2 ; cap. 5, epig. 2, pp. 58-59;epig. 3,
pp. 5 9 - 6 1 ; epig. 4, p. 61; epig. 5, p. 62; cap. 9, epig. 3, pp. 104-106.
224
) Galb. cap. 4, epig. 3, pp. 4 7 - 4 8 ; epig. 4, pp. 4 8 - 4 9 ; cap. 12, epig. 2, pp.
142-143.

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152 Alfredo Moreno Ccbrián

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas


ä
Matamoros, d e " 1 10° 2771-2785 25
3095-3086
Matasiete, de 1 9o 2450-2459 25
2543-2557
o
Matavilela, de 2 5 8 0 0 - 804 16
8 1 5 - 825
Mascaron, d e l " · 3 8o 1478-1486 22
1826-1838
7
MelchorMalo.de" 2 Τ 1066-1081 37
1131-1151
Mendozas, de los 1 9° 2439-2449 17
2740-2745
Mercaderes, d e " · 2 7° 1254-1276 23
Merced, de l a " ' 3 6o 1230-1238 9
Merced, Espaldas d e 1 ' 0 3 9° 1951-1956 6
Mercedarias, de l a s ' " 1 3o 4 0 7 - 432 56
8 1 3 - 842
Mesón blanco, d e l " 1 3 Τ 1289-1302 25
1429-1439
Mestas, d e " ' 3 8o 1659-1704 46
Milagro, d e l " 4 1 5o 1165-1175 11
Miranda, d e " 5 1 7o 1326-1344 19
Mirones, d e " 4 3 10° 1977-1985 15
2085-2090
Mogollon, de 4 4o 260-272 22
3 3 6 - 344
Molino, del 1 10° 2981-2991 21
3048-3057
Molino de Monserrate, del 3 4o 5 0 7 - 511 14
6 3 3 - 641
Molino quebrado, del 1 4o 1064-1080 17
Moneda, de l a " ' 2 Τ 3 1 0 - 321 22
4 3 0 - 439
225) Galv. cap. 6, epig. 2, pp. 6 9 - 7 0 .
22<>) Barb. Α. Ι , ρ . 10;D. 8 3 , p . 24;Galv. cap. 2, epig. l , p p . 1 9 - 2 2 ; c a p . 3,epig.2,
pp. 3 2 - 3 5 ; epig. 1, pp. 2 9 - 3 1 ;epig. 4, pp. 3 7 - 3 9 ; cap. 8, epig. 2, pp. 9 3 - 9 5 ; cap. 11.
epig. 11, p. 140; cap. 12, epig. l , p p . 141-142.
227) Barb. D . 4 8 , p . 18;Egui.cap. 14, epig. 12; cap. 15, epig. l;Galv. cap. 12, epig.
13,pp. 154-156.
228) Bart,. 0 . 67, p. 21; E. 140, p. 30 y E. 144, p. 32; Egui. cap. 44, epig. 5; cap.
47, epig. 1; Galv. cap. 1, epig. 7, pp. 1 6 - 1 8 ; cap. 7, epig. 1, pp. 7 9 - 8 0 ; epig. 3, pp.
8 4 - 8 7 ; cap. 9, epig. 5, pp. 1 0 9 - 1 1 1 ; cap. 11, epig. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 ; cap. 12, epig. 6,
pp. 1 4 6 - 1 4 8 .
22») Barb. D. 107, p. 26; Egui. cap. 12, epig. 4; Galv. cap. 2, epig. 1, pp. 1 9 - 2 2 ;
cap. 3, epig. 1, pp. 2 9 - 3 1 ; cap. 4, epig. 10, pp. 5 4 - 5 6 ; cap. 10, epig. l , p p . 1 1 3 - 1 1 6 ;
cap. 12,epig. l , p p . 141-142;epig. 3,pp. 1 4 3 - 1 4 4 .
« 0 ) Barb. D. 106, p. 26.
231
) Barb. A. 6, p. 11 ; Galv. cap. 11, epig. 3, pp. 131-132.
232) Barb. E. 126 y 127, p. 29; Galv. cap. 9, epig. 4, pp. 107-109.
233) Galv. cap. 2, epig. 2, pp. 2 2 - 2 4 ; Egui. cap. 31, epig. 1.
234
) Galv. cap. lO.epig. l , p p . 113—ll6;epig.3,pp. 1 1 6 - 1 1 8 ; Barb. D.45,pag. 17.
235) Barb. E. 156, p. 34.
237
236) Galv. cap. 8, epig. 2, pp. 9 3 - 9 5 . ) Barb. Β 9, p. 11.

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Cuartetes, barrios y calles de Lima 153

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas

Monserrate, d e " · 2 10° 1558-1566 21


1605-1616
Monserrate, Callejón de 2 10° 1617-1641 25
Monserrate, Plazuela d e " ® 2 10° 1642-1655 14
Montero, d e 1 4 0 1 7o 1345-1358 29
1471-1485
Ñapóles, d e " 1 3 3o 4 1 8 - 428 11
Naranjos,de l o s ' 4 ' 3 5o 7 6 9 - 888 121
Navona, de la 1 4 3 1 10° 2950-2966 17
Nazarenas, de l a s ' 4 4 3 r 1259-1288 34
Negreiros. d e I 4 J 3 6o 1154-1772 19
Nevería, de la 1 2o 2 7 9 - 290 12
Noviciado, d e l ' 4 6 4 6o 5 7 1 - 584 32
5 9 2 - 609
Nueva, l a ' 4 ' 1 1° 43- 75 33
Nueva, calle' 4 7 3 4o 6 0 8 - 619 12
Núñez.de'4' 3 6o 1112-1125 24
1212-1221
Ollerías, de las 3 10° 2143-2150 8
Ollería de Cocharcas, de la 4 Γ 15- 32 18
Orejuela, d e 1 4 > 3 4o 5 3 3 - 561 29
Ormeflo, de 4 r 7 4 2 - 761 35
7 7 9 - 793
Ortices, de los 4 10° 1159-1174 22
1293-1298
Ortiz, d e ' " 3 r 1303-1318 30
1391-1404
Otero, de 1 10° 2967-2980 14
Pachacamilla, d e 1 5 1 3 3° 4 8 5 - 506 22

Î38) Barb. E. 141, p. 32; Galv. cap. 1, epig. 2, pp. 5 - 7 ; e p i g . 3 , p p . 7 - 9 ; c a p . 10,


epig. 7, pp. 1 2 2 - 1 2 3 ; cap. 11, epig. 5, pp. 1 3 4 - 1 3 6 ; cap. 7, epig. 1, pp. 7 9 - 8 0 .
« » ) B a i b . E . 143, p. 32.
Galv. cap. 4 , epig. 3, pp. 4 7 - 4 8 .
M l ) Barb. E. 122 y 124, p. 29.
Gatv.cap. 12, epig. 10, pp. 1 5 1 - 1 5 2 .
M3
) Map. A η a b ο η a.
44
î ) Galv. cap. 9, epig. 3, pp. 1 0 4 - 1 0 6 ; c a p . 10, epig. Ι , ρ ρ . 1 1 3 - 1 1 6 ; epig. 7, pp.
1 2 2 - 1 2 3 ; c a p . 11, epig. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 .
MS
) Barb. D. 87, p . 24; Egui. cap. 2, epig. 1 ; Galv. cap. 3, epig. 4, pp. 3 7 - 3 9 ; cap.
10, epig. 6, PP. 1 2 0 - 1 2 2 .
M6) Egui. cap. 53, epig. 3; Galv. cap. 2, epig. 1, pp. 1 9 - 2 2 ; epig. 2, pp. 22 - 24;
epig. 3, pp. 2 5 - 2 7 ; epig. 4, pp. 2 7 - 2 8 ; cap. 3, epig. Ι , ρ ρ . 2 9 - 3 1 ; cap. 8, epig. 2, pp.
9 3 - 9 5 ; cap. 11, epig. 8, pp. 1 3 8 - 1 4 0 .
M7
) Galv. cap. 11, epig. 4 , pp. 1 3 2 - 1 3 4 .
MS) Egui. cap. 1, epig. 9; cap. 52, epig. 10; Barb. D. 59, p. 19; Galv. cap. 12, epig.
8, pp. 1 3 8 - 1 4 0 .
249
) B a r b . E . 1 3 2 , p. 30; Galv. cap. 1, epig. 3, pp. 7 - 9 ; c a p . 4, epig. Ι , ρ ρ . 4 1 - 4 2 .
250) Barb. E. 121 y 1 2 2 , p . 29; Galv. cap. 9, epig. Ι , ρ ρ . 9 9 - 1 0 1 ; e p i g . 4, pp. 1 0 7 -
109; epig. 5, pp. 1 0 9 - 1 1 1 .
25«) Barb. E. 129, p. 29; Galv. cap. 9, epig. 3, pp. 1 0 4 - 1 0 6 ; cap. 10, epig. 7, pp.
122-123.

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154 Alfredo Moreno Cebrián

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas

Palma, d e l à 1 " 2 5° 8 2 6 - 844 19


Pampa de Lara, de la 3 8° 1559-1582 58
1592-1625
Pampilla, de la 3 10°
Pampilla de los Leones,de l a 2 " 1 9° 2337-2370 34
Panadería del Rincón, de la 1 8° 1973-1985 18
2044-2048
Pancho Xavier, d e ' 5 4 1 1° 19- 42 41
1 2 9 - 145
5
Pando,de" 4 3° 2 4 1 - 259 19
Pastrana, d e 1 " 2 5° 7 3 1 - 742 17
8 8 7 - 891
Patrocinio, del 1 10° 2924-2949 26
Pedregal, del 1 10° 2865-2885 21
Pege Rey,del 3 » 7 1 4° 9 7 5 - 984 10
Pelitricas"" 4 8° 9 0 3 - 926 24
Pelota, d e l à " ' 1 9° 2299-2315 17
Pelota, de l a ' " 3 10° 2073-2084 12
Penitencia, de l a 1 " 1 1° 1 8 4 - 230 47
Peralvillo, del 1 9° 2626-2660 35
Pericotes Callejón de 2 10° 1595-1604 10
Perros, de los 1 10° 2754-2770 17
Pescadería, de la 1 ' 1 1 6° 1277-1295 19
Petateros, Callejón d e " 1 2 7° 1211-1250 40
Picantería, de la 3 2° 1 7 8 - 193 16
Piedra horadada, de la 1 ' 3 2 2° 3 3 0 - 368 39
Piedra Lisa, de l a " 4 1 9° 2269-2298 30
Pileta del Milagro, de la 1 5° 1154-1164 11
Pileta de las Nazarenas, de l a " 5 3 τ 1440-1455 16
Pileta de la Trinidad, de l a " · 3 9° 1916-1924 9
Pileta de San Agustín, de l a " ' 3 3° 3 8 4 - 403 20

" 2 ) Egui. cap. 61, epigs. 9, 10, 11, 12, 13 y 14; Barb. A. 6, p. 10; E. 147, p. 33;
Galv. cap. 1 epig. 6, pp. 1 2 - 1 3 .
2 « ) Galv. cap. 5, epig. 5, p. 62.
254
) Map. P a n c h o Javier.
255
) Egui. cap. 19, epigs. 4 y 5; Barb. D. 104, p. 26; Galv, cap. 4 , epig. 2, pp. 4 3 -
47; cap. 12,epig. 3 , p p . 1 4 3 - 1 4 4 .
2î6) Egui. cap. 64, epig. 3; Barb. E. 150, p. 33;Galv. cap. l . e p i g . 3, pp. 7 - 9 .
257
) Barb. A. 5 , p. 11; Map. P e j e r r e y .
258
) Galv. cap. 4 , pp. 4 8 - 4 9 ; cap. 11, epig. 3 , p p . l 3 1 - 1 3 2 ; M a p . Ρ i I i t r i c a s.
259
) Barb. D. 111 y 112, p. 27; Galv. cap. 4, epig. 5, pp. 4 9 - 5 0 ; cap. 5, epig. 2, pp.
5 8 - 5 9 ; cap. 11, epig. 3, pp. 1 3 1 - 1 3 2 .
26
<>) Barb. C. 18, p. 12; Galv. cap. 8, epig. 3, pp. 9 5 - 9 8 .
261
) Baib. D. 41, p. 16; Egui. cap. 22, epig. 2 y 5; cap. 27, epig. 5; Galv. cap. 6,
epig.2 1, pp. 6 7 - 6 9 ; c a p . 7,epig. l , p p . 7 9 - 8 0 ; e p i g . 2,pp. 8 0 - 8 4 ; e p i g . 3, pp. 8 4 - 8 7 .
«2) Barb. D. 66, p. 21 ; Egui. cap. 16, epig. 11 ; Galv. cap. 7, epig. 2, pp. 8 0 - 8 4 .
263
) Barb. A. 3, p. 10; Egui. cap. 59, epig. 5; Galv. cap. 2, epig. 3, pp. 2 5 - 2 7 ; cap.
10, epig. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 ; Map. P e ñ a H o r a d a d a .
264) Galv. cap. 9, epig. 4, pp. 1 0 7 - 1 0 9 .
265) Galv.cap. 9,epig. 3 , p p . 1 0 4 - 1 0 6 ; c a p . 11,epig. 2 , p p . 1 2 9 - 1 3 1 .
26
« ) Barb. D 89, p. 24.
267) Barb. E. 119, p. 29.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 155

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas

Pileta de San Bartolomé o


3 5 996-1011 16
Pileta de San Pedro Nolasco,de l a " · 3 8° 1503-1507 10
1757-1761
Pileta de Santa Cathalina"' 4 2o 8 1 - 91 11
Pileta de Santa Clara, de la 1 3o 8 4 3 - 866 31
9 0 0 - 906
Pileta de Santo Domingo, de la 1 7 0 1 6o 1224-1228 12
1319-1325
Pineda, de 3 1° 6 3 - 70 8
Piti, de 1 9o 2409-2421 13
Plateros, d é l o s " 1 3 2o 1 1 9 - 137 38
2 4 8 - 266
Plaza Mayor 2 7 1 2 7° 1208-1210 6
1251-1253
Plaza Mayor 17 ä 2 4o 6 5 2 - 659 8
Plaza M a y o r ' " 2 3o 6 3 0 - 631 2
Plaza de Toros, de la 1 9° 2605-2625 46
2661-2685
Plazuela de Guadalupe 4 10° 1184-1189 10
1250-1253
Plazuela de la Recoleta 4 10° 1147-1150 9
1299-1303
Plazuela de Santa Ana 1 1 3 2 2° 3 6 9 - 398 30
Plazuela de Santa Cathalina" 4 4 2° 7 8 - 80 7
9 2 - 95
Plumeros, de l o s 1 " 2 8o 1343-1366 24
Pobres, de los 1 7 · 4 6o 6 2 6 - 641 16
Polbora, de la 3 8o 1626-1635 10
Polvos Azules, d e ' 7 ' 1 6o 1229-1237 15
1313-1318
Pozo, del 1 7 ' 1 8° 1638-1656 49
Pozuelo de San Francisco,del" 0 1 5° 1193-1223 31

268) Egui. cap. 31, epig. 3.


26í
) Map. D e S a n t a C a t a l i n a .
" 0 ) Egui. cap. 20, epig. 3.
271
) Barb. D. 68, p. 21 ;D. 6 9 , p . 22; Egui. cap. 4,epig. 6;Galv.cap. l.epig. 7, pp.
1 6 - 1 8 ; cap. 4, epig. 7 , p . 52; cap. 7, epig. 1,pp. 7 9 - 8 0 ; cap. 9, epig. 4, pp. 107-109.
272) Egui. caps. 34, 35, 36, 37, 38 y 39; Galv. cap. 7, epig. 4, pp. 8 7 - 8 8 ; c a p . 9,
epig. 8, pp. 123-124.
2 " ) Barb. p. 13.
274
) Barb. D. 112, p. 27; Map. S a n t a C a t a l i n a .
2 " ) Barb. D. 70, p. 22; Galv. cap. 1, epigl 7, pp. 1 6 - 1 8 ; cap. 4, epig. 7, p. 52;
epig. 8, p. 53; epig. 10, pp. 5 4 - 5 6 ; cap. 7, epig. 1, pp. 7 9 - 8 0 ; cap. 11, epig. 8, pp.
138-140.
2'«) Barb. D. 9 3 , p . 25;Galv.cap. 2,epig. 3,pp. 1 9 - 2 2 ; c a p . 10,epig. 2,pp. 1 2 9 -
131.
277) Egui. cap. 63, epig. 2.
î78
) Barb. D. 73, pp. 2 2 - 2 3 ; Egul. cap. 19, epig. 8; cap. 20, epig. 2; Galv. cap. 4,
epig. 1 0 , p p . 5 4 - 5 6 ; c a p . 7,epig, l , p p . 79-80;epig. 2,pp. 8 0 - 8 4 .
27
») Barb. E. 158, p. 34; Galv. cap. 11, epig. 2, pp. 129-131.
280) Egui. cap. 60, epig. 5; Galv. cap. 3, epig. 1, pp. 2 9 - 3 1 ; cap. 10, epig. 5, pp.
119-120; cap. 12, epig. 3, pp. 143-144.

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156 Alfredo Moreno Cebrián

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas

Pozuelo de Santo Domingo,del" 1 2 4° 6 6 8 - 702 35


Prado, d e l ' " 2 1° 9 6 - 111 37
1 8 9 - 152
Preboste, del'*' 1 8° 1621-1637 27
5 4
2097-2106
Pregonería, de la * 4 3° 137- 144 20
2 2 8 - 240
5
Presa.de" 2 6e 9 1 6 - 930 15
Pueblo del Cercado"· 1 3o 5 3 2 - 699 168
Puente, d e l " ' 1 Τ 1434-1440 7
Puno.de"· 2 3o 5 3 0 - 542 13
Puno, Callejón d e " » 1 8o 1941-1954 14
Quatropocitas"* 4 8o 9 2 7 - 958 32
Queipo.de" 0 1 7° 1377-1389 29
1455-1470
Quemado, del 4 5o 3 9 3 - 404 28
461-476
Ranchería, de la 3 10° 2131-2142 12
Rastro Nuebo, d e l " 1 1 8o 1894-1907 22
1933-1940
Rastro de Vaca, del 1 6o 1241-1276 36
Rastro Viejo, del"» 2 1° 2 5 9 - 305 47
Recogidas, de las 3 3o 3 4 8 - 355 23
4 2 9 - 443
Recoleta, de l a 1 " 4 10° 1151-1158 8
Recoleta, Callejón de la 4 9° 1127-1138 12
Rectora, de la 3 5o 6 6 8 - 680 14
1045
Refugio, d e l " 4 1 8o 4 5 3 - 458 6
Remedio, d e l " 5 1 3o 8 6 7 - 875 9
Remuzgo, del 2 1° 8 4 - 95 26
1 5 3 - 166

« O Barb. D. 77, p. 23; E. 135, p. 31; Galv. cap. 3, epig. 1, pp. 29-31; cap. 10,
epig. 3, pp. 116-118.
282
) Barb. p. 10; Galv. cap. 11, epig. 3, pp. 131-132.
283) Barb. E. 160, p. 34.
284) Q j y ω ρ 4_ ep ¡g 2, pp. 43-47; cap. 9, epig. 3, pp. 104-106, cap. 12, epig.
13,pp. 154-156.
28i) Barb. D. 23,p. 13 y D. I l l , p . 27; Egui. cap. 52,epig. 10.
286) Egui. cap. 47, epig. 8.
M7) Barb. E. 151. p. 33; E. 157, p. 34; Map. E l P u e n t e q u e D i v i d e l a
Ciudad.
2
88) Barb. C. 22, p. 13.
289
) Map. C u a t r o p o c i t a s .
290) Barb. E. 151, p. 33.
291
) Galv. cap. 7, epig. l , p p . 79-80. Map. R a s t r o N u e v o .
292) Egui. cap. 22, epig. 3; Galv. cap. 4, epig. 10. pp. 54-56; Map. R a s t r o d e
H u a q u i 1 la.
293) Galv. cap. 4. epig. 1, pp. 41-42; epig. 2, pp. 43-47; epig. 3, pp. 47-48; epig.
10, pp. 54-56; cap. 6, epig. 5, pp. 76-77; cap. 12, epig. l , p p . 141-142.
29*) Galv. cap. 11, epig. 2, pp. 129-131; epig. 4, pp. 132-134.
2,î
) Map. M a s c a r ó n d e l P r a d o ,

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 157

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas


Rincón, del 1 3o 876- 889 14
Roldan.de"· 3 9o 1905-1912 8
Romero, de 1 9° 2722-2732 11
Romero, Callejón de 1 r 1429-1433 5
Rufas.de" 7 1 1° 146- 178 33
Sachristía, de la 2 6o 961- 989 29
Sacramento, d e l " · 1 10° 2800-2811 12
Salinas, de 1 9° 2564-2573 20
2712-2721
San Agustín, d e " 9 3 2o 97- 118 44
299- 320
JÍ0
San Andrés, de 2 6° 942- 960 32
990-1002
San Bartolomé, de"" 3 5° 710- 728 27
988- 995
01
San Buenaventura, de' 4 10° 1254-1258 5
San Christóval, de®03 3 8° 1725-1756 32
San Christóval, d e " 1 4 7° 727- 731 7
852- 853
San Diego, de*04 3 8° 1808-1825 18
San Francisco, de 105 1 5° 1176-1192 17
San Francisco, Callejón de s o í 1 2o 291- 298 8
San Francisco de Paula, Callejón de 1 10° 2792-2799 20
2812-2823
San Francisco de Paula, de' 0 ' 1 8° 1501-1526 42
2203-2218
San Francisco de Paula el viejo,de"* 4 5° 367- 374 24
498- 514
0
San Ildefonso, de» ' 1 1° 248- 278 31
San Isidro,'" 1 3° 801- 812 12

*»') Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 32-35.


2
" ) Barb.C. 17, p. 2.
" 8 ) Galv. cap. 3, epig. 4, pp. 37-39.
M9
) Egui. cap. 4, epig. l;cap. 7, epig. 7; Barb. E. 118 y 123, p. 28; E. 124 y 128,
p. 29; Gahr. cap. 4, epig. 5, pp. 49-50; epig. 8, p. 53;cap. 5, epig. 3,pp. 59-61; cap.
7, epig. 1, pp. 79-80; cap. 9, epig. l,pp. 99-101; cap. 11, epig. 2, pp. 129-131; cap.
12, epig. 3, pp. 143-144.
^O) Barb. D. 20, p. 14; Galv. cap. 7, epig. 2, pp. 80-84; cap. 9, epig. 2, pp. 101-
104; cap. 12, epig. 3, pp. 143-144.
301
) Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 21-35; cap. 9, epig. l,pp. 99-101.
302) Egui, cap. 53, epig. 3.
03
S ) Egui, cap. 31, epig. 2; Galv. cap. 7, epig. 1, pp. 79-80; cap. 12, epig. 2, pp.
142-143. Map. S a n C r i s t ó b a l .
304
) Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 32-35; cap. 10, epig. 8, pp. 123-124. cap. 12, epig.
6, pp. 146-148; epig. 8, pp. 149-150.
305
) Baib. D. 37, p. 16; Galv. cap. 10, epig. 4, pp. 118-119; cap. 6, epig. 3, pp.
70-75; cap. 12,epig. l.pp. 141-142.
*>6) Barb. D. 38, p. 16; Galv. cap. 10, epig. 1, pp. 113-116; epig. 3, pp. 116-118.
M') Galv. cap. 12, epig. 6, pp. 146-148.
3°8) Galv. cap. 12, epig. 6, pp. 146-148.
Galv, cap. 4, epig. 6, pp. 50-52.
31
°) Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 29-31.

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158 Alfredo Moreno Cebrián

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas

San Jacinto, de 1 1 1 4 9° 996-1015 33


1114-1126
San Joaquin, de® 11 3 5o 9 7 6 - 987 12
San Josef, d e ' 1 * 2 3o 4 8 9 - 501 33
5 6 9 - 588
San Juan de Dios, d e ' 1 4 4 r 8 5 4 - 862 9
San Juan Nepomuceno, d e 9 1 5 4 10° 1178-1183 6
San Lázaro, d e ' " 1 10° 2746-2753 26
3096-3113
San Lorenzo 1 9° 2460-2491 57
2508-2532
San Marcelo, d e ' 1 7 3 10° 1986-1999 26
2061-2072
San Martin 3 5° 6 4 2 - 652 16
1080-1084
San Pedro de Alcántara, d e ' " 3o
1 4 5 9 - 501 89
7 2 7 - 772
10 o
San Pedro Nolasco, d e ' 3 5 6 6 2 - 667 9
1016-1018
San Pedro Nolasco, de la espalda' 2 1 3 5o 1036-1044 9
San S a l v a d o r ' " 1 3° 4 3 3 - 453 49
7 3 3 - 800
San Sebastián' 1 ' 3 3o 3 3 6 - 347 26
4 7 1 - 484

311
) Galv. cap. 4, epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 ; epig. 3, pp. 4 7 - 4 8 ; epig. 10, pp. 5 4 - 5 6 ; cap.
11, epíg. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 ; epig. 5, pp. 1 3 4 - 1 3 6 ; cap. 12, epig. 4, pp. 1 4 4 - 1 4 5 ; epig. 5,
pp. 1 4 5 - 1 4 6 .
312) Egui, cap. 63, epig. 2; Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 .
313
) Baib. D. 46, p. 17; Egui. cap. 19, epig. 4;Galv. cap. 10, epig. 3, pp. 1 1 6 - 1 1 8 ;
Map. S a n J o s é .
3M
) Barb. D. 98, p . 25; Egui. cap. 58,epigs. 1, 2 y 3; Galv. cap. 2, epig. 1, pp. 1 9 -
22; cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 ; cap. 5, epig. 6, pp. 6 3 - 6 4 ; cap. 8, epig. 4 , pp. 8 9 - 9 3 ;
cap. 10, epig. 1, pp. 1 1 3 - 1 1 6 ; cap. 11, epig. 8, pp. 1 3 8 - 1 4 0 ; cap. 12, epig. 2, pp.
1 4 2 - 1 4 3 ; cap. 12, epig. 3, pp. 1 4 3 - 1 4 4 ; epig. 6, pp. 1 4 6 - 1 4 8 ; epig. 8, pp. 1 4 9 - 1 5 0 ;
epig. 9, pp. 1 5 0 - 1 5 1 ; epig. 19, p. 161; epig. 20, pp. 1 6 1 - 1 6 2 .
315
) Galv. cap. 2, epig. 2, pp. 2 2 - 2 4 .
316
) Barb. E. 1 5 1 - 1 5 2 , p. 33; Galv. cap. 4 , epig. l . p p . 4 1 - 4 2 ; cap. 6, epig. l , p p .
6 7 - 6 9 ; epig. 2, pp. 6 9 - 7 0 ; epig. 3, pp. 7 0 - 7 5 ; cap. 11, epig. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 ; epig. 4,
pp. 1 3 2 - 1 3 4 ; c a p . 12,epig. 6 , p p . 1 4 6 - 1 4 8 .
317
) Barb. B. 12, p. 11 ; D. 1 1 5 , 1 1 6 y 117, p. 28; E. 124, p. 29; Galv. cap. 4, epig.
1, pp. 4 1 - 4 2 ; epig, 2, pp. 4 3 - 4 7 ; epig. 10, pp. 5 4 - 5 6 ; cap. 5, epig. 2, pp. 5 8 - 5 9 ;
epig. 4 , p. 61; epig. 6, pp. 6 3 - 6 4 ; cap. 9, epig. 3, pp. 1 0 4 - 1 0 6 ; cap. 12, epig. 6, pp.
146-148.
31S
) Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 .
31
' ) Galv. cap. 11, epig. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 ; epig. 6, pp. 1 3 6 - 1 3 7 .
Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 ; c a p . 8, epig. l , p p . 8 8 - 9 3 ; e p i g . 2, p p . 9 3 - 9 5 .
321
) Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 .
3
" ) Galv. cap. 11, epig. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 ; epig. 4, pp. 1 3 2 - 1 3 4 ; epig. 6, pp. 1 3 6 -
137.
3I3
) Galv. cap. 8, epig. 3, pp. 9 5 - 9 8 ; cap. 9, epig. 2, pp. 1 0 1 - 1 0 4 ; epig. 3, pp.
104-106.

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 159

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas


o
Santa Clara, d e ' " 1 4 9 4 2 - 963 40
985-1002
5
Santa Cathalina, d e " 4 2° 54- 77 51
9 6 - 122
3
Santa Polonia, d e " 2 3° 5 8 9 - 605 17
Santa Rosa, de [las Monjas) 12 7 3 5o 6 5 3 - 661 23
1049-1062
Santa Rosa,de [losPadres] 3 " 2 5o 7 5 2 - 761 10
Santa Theresa, d e 3 " 4 3° 1 4 5 - 180 36
Santo Domingo, de 3 3 * 2 4° 7 0 3 - 715 13
Santo Domingo, Callejón de 2 5o 8 0 5 - 814 10
Santo Tomás, d e 3 1 0 2 2o 4 4 0 - 443 3
Sauce, del 3 3 1 4 6o 6 5 3 - 715 60
Sauces, de los 1 1° 7 6 - 128 53
Serrano, d e 3 3 1 4 8o 8 7 1 - 894 24
Serrecina, de 1 9o 2533-2542 10
Siete Jeringas, d e 3 ' 3 3 5o 6 8 1 - 709 53
1012-1035
Sola, la 4 2°
Solls Bango, d e 3 1 4 3 6° 1222-1229 8
Sugastegui, de 3 3 5 3 8o 1839-1862 24
Suspiro, del 1 4o 9 6 4 - 974 11
Tamalería, de 1 10° 3058-3073 16
Tambo del Sol, d e l 3 3 · 1 8o 1751-1754 25
1783-1787
1878-1893

324
) Barb. C. 16, p. 12; Galv. cap. 3, epig. 1, pp. 2 9 - 3 1 ; cap. 5, epig. 6, pp. 6 3 -
64;epig. 3, pp. 7 0 - 7 5 ; c a p . 10, epig. 3, pp. 1 3 1 - 1 3 2 .
32s
) Galv. cap. 2, epig. l , p p . 1 9 - 2 2 ; epig. 2, pp. 2 2 - 2 4 ; cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 -
35; epig. 3, pp. 3 5 - 3 7 ; epig. 4, pp. 3 7 - 3 9 ; cap. 4, epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 ; cap. 9, epig. 2,
pp. 1 0 1 - 1 0 4 ; cap. 11, epig. 5, pp. 1 3 4 - 1 3 6 ; cap. 12, epig--6, p p . 1 4 6 - 1 4 8 ; Map.
Santa Catalina.
326
) Barb. D. 47, p. 17; Galv. cap. 7, epig. 1, pp. 7 9 - 8 0 ; Map. S a n t a A p o -
l o η i a.
327
) Egui. cap. 23, epig. l ; c a p . 46, epig. l;Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 ; cap.8,
epig. 1, pp. 8 8 - 9 3 ; epig. 2, pp. 9 3 - 9 5 ; epig. 3, pp. 9 5 - 9 8 .
328
) Galv. cap. 2, epig. 1, pp. 1 9 - 2 2 ; epig. 3, pp. 2 5 - 2 7 ; epig. 2, pp. 2 2 - 2 4 ; cap.
3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 ; Map. [ S a n t a T e r e s a . ]
32
») Barb. E. 144 y 146, p. 32; E. 149, p. 33; Galv, cap. 3, epig. 2, pp. 3 5 - 3 6 ; cap.
4, epig. 1, pp. 4 1 - 4 2 ; epig. 10, pp. 5 4 - 5 6 ; cap. 5, epig. 3, pp. 5 9 - 6 1 ; cap. 6, epig. 1,
pp. 6 7 - 6 9 ; cap. 9, epig. 2, pp. 1 0 1 - 1 0 4 ; cap. 10, epig, 7, pp. 1 2 2 - 1 2 3 ; epig. 1, pp.
1 2 7 - 1 2 9 ; cap. 12, epig. 1, pp. 1 4 1 - 1 4 2 ; epig. 8, pp. 1 3 8 - 1 4 0 .
330
) B a i b . D . 2 6 , p . 14; Galv. cap. 9, epig. 5, pp. 1 0 9 - 1 1 1 .
331
) Galv. cap. 4,epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 .
33î
) Galv. cap. 4 , epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 ; e p i g . 3, pp. 4 7 - 4 8 ; epig. 4 , p p . 4 8 - 4 9 , cap.
9, epig. 4 , pp. 1 0 7 - 1 0 9 ; cap. 12, epig. 6, pp. 1 4 6 - 1 4 8 .
333) Galv. cap. 9, epig. 2, pp. 1 0 1 - 1 0 4 ; cap. 10, epig. l , p p . 1 1 3 - 1 1 6 .
334
) Barb. D. 105, p. 26; Egui. cap. 1, epig. 8; cap. 9. Map.|Sol i s b a η g o]
33s
) Barb. D. 85, p. 24; Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 ; cap. 8, epig. 2, pp. 9 2 -
95 ; Map. S a g a s t e g u i .
336) Egui, cap. 64, epig. 5; Galv. cap. 4, epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 ; cap. 6, epig. 3, pp.
70-75.

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160 Alfredo Moreno Cebrián

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas


7
Terranobos, Callejón d e " ι β- 1610-1620 11
Tigre, del"« ι 2° 3 5 6 - 389 34
Tintoreros, de 1 10° 2886-2904 30
3074-3084
Tobar, de 3 8e 1535-1558 46
1636-1658
Torreblanca, d e " * 3 10° 2011-2023 13
Torrecilla, de la' 4 0 3 r 1239-1258 32
1466-1477
Torrejón, d e " ' 3 4° 5 1 2 - 517 17
6 2 0 - 630
Trapitos, de l o s " 5 2 3°
Trinidad, de la»4® 3 9° 1868-1873 9
1913-1915
4
Trinitarias, de las® * 1 4° 9 2 2 - 936 25
1081-1090
Truxillano, del*4 ' 1 8° 1720-1731 20
1959-1966
Ulloa, de 1 9° 2267-2268 23
2316-2336
Universidad, de la®44 1 4° 1110-1123 14
Urrutia, de»47 4 4° 3 2 0 - 335 16
Valenzuela, de 1 8° 1732-1750 19
Valladolid, de' 4 « 2 8° 1289-1302 33
1367-1385
Velasco, de 1 7° 1359-1376 18
Villalta, de' 4 * 3 2° 1 3 8 - 156 37
1 9 4 - 211
Virreyna, de la®50 2 7° 1082-1118 37
Viuda, d e l à ' " 2 5° 8 6 4 - 869 6

3Î7
) Map. T e r r a n o b a s . Compuestas las pruebas, y por consulta al Di. Leh-
mann, rectificamos a Ferranobos.
338) Barb. C. 21, ρ. 13;Galv.cap. 10,epig. l , p p . 113-116;epig. 3,pp. 116-118.
339) Barb. D. 108, p. 26.
3 » ) Barb. E. 151, p. 33; Galv. cap. 9, epig. 3, pp. 104-106; cap. 10, epig. 7, pp.
122-123.
» I ) Barb. E. 134,p. 30.

) Barb. D. 34, p. 14.
343
) Gahr. cap. 2, epig. 3, pp. 25-27; cap. 3, epig. 1, pp. 29-31; cap. 4, epig. 2,
pp. 43-47; cap. 5, epig, 6, pp. 63-64.
Barb. C. 14, p. 12.
345
) Barb. E. 161, p. 34.
3*6) Barb. B. 12, p. 11; Egui. cap. 1, epig. 5; Galv. cap. 10, epig. 5,pp. 119-120;
Map. U n i v e r s i d a d .
347
) Egui. cap. 52, epig. 10; cap. 68, epig. 1 ; Galv. cap. 4, epig. 4, pp. 48-49; cap.
12, epig. 6, pp. 146-148.
3 « ) Barb. E. 135, p. 30; Egui. cap. 3, epig. 1; Galv. cap. 1 epig. 3, p. 79; cap. 4,
epig. 8,p. 53; cap. 8, epig. 4, pp. 107-109, cap. 10, epig. 8, pp. 123-124.
3 « ) Egui. cap. 13, epig. 2; Barb. D. 61, p. 20; Galv. cap. 7, epig. 1, pp. 79-80.
350
) Barb. D. 50, p. 18; Egui. cap. 12, epig. 7; cap. 14,epigs. 1, 2 y 3; Galv. cap. 4,
epig. 2, pp. 43-47; cap. 12, epig. 8, pp. 138-140.
351) Galv. cap. 1, epig. 4, pp. 9 - 1 1 .

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Cuarteles, barrios y calles de Lima 161

Calle Cuartel Barrio Numeración n° puertas


o
Yaparió, de 3 4 5 6 2 - 592 31
Ybarra, d e 3 " 2 r 1152-1171 20
Zabala, d e ' 5 3 3 1° 71- 78 8
Zarate, d e ' " 2 3o 5 0 2 - 516 25
H-)

352) Egui. cap. 15, epig. 2; cap. 16, epig. 1.


353) Baib.D. 5 1 , p . 18;Galv. cap. 4, epig. 1, pp. 4 1 - 4 2 .
ÎM
) Egui. cap. 13, epig. 3; Barb. D. 35, p. 15.

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