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D E L I M A A F I N E S D E L S I G L O XVIII
Por A l f r e d o M o r e n o Cebrián
Introducción
1
) Ruben V a r g a s U g a r t e , De la Conquista a la República ( I a Serie). Lima
1942, pp. 135 y ss. Paite de este censo fue editado, por primera vez, por V a r g a s en:
Manuscritos Peruanos en las Bibliotecas del Extranjero, en la edición de Lima de 1935.
Puede consultarse, asimismo, Manuel d e M e n d i b u r u , Diccionario Histórico-
Biográfico del Peru, Tomo IX, p. 220, Lima 1934. El resumen del censo ha sido reedi-
tado por V a r g a s U g a r t e en su Historia General del Perú, Lima 1971, Tomo IV,
p. 46.
2) Jorge B e r n a l e s B a l l e s t e r o s , Lima, la Ciudad y sus Monumentos. Se-
villa 1972, cap. IX, epígrafes 3 y 4,pp. 185-204, especialmente cap. Χ,ρρ. 205-226,
y cap. XI y XII, pp. 227-262 y 263-292, respectivamente.
3
) José B a r b a g e l a t a y Juan B r o m l e y , Evolución urbana de la Ciudad
de Lima. Lima 1945, p. 70. El avance sobre el Barrio de San Lázaro, al pie de los
Cerros de Amancaes y S. Cristóbal puede seguirse en el estudio preliminar y en las re-
ferencias que nos presenta Domingo A n g u l o , Notas y monografías para la historia
del Barrio de San Lázaro de la Ciudad de Lima, en: Revista Histórica, Lima 1913, to-
mo V, I a y 2 a entrega; reeditado en Monografías Históricas de Lima, Lima 1935, tomo
II.
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98 Alfredo Moreno Cebrián
4
) Archivo General de Indias (en adelante A.G.I.), Audiencia de Lima, legajos n °
511, 509 y 985. En el primero un grueso expediente de 1746 sobre edificios derruidos,
y en los otros dos legajos amplia documentación sobre la reconstrucción. Asimismo en
Manuel O d r i o ζ o 1 a, Terremotos, colección de las relaciones de los más notables
que ha sufrido esta Capital y que la han arruinado. Lima 1863; esencialmente las
descripciones del jesuíta Lozano y el diario firmado por ì . Eusebio de Llano Zapata.
5
) B e r n a l e s ( 2 ) , pp. 311-326. Biblioteca Nacional de Madrid (en adelante
B.N.M.), manuscrito n ° 3108: Relación de Gobierno del Virrey Manso de Velasco,
ff. 125 ν a 136r «Terremoto que experimentó esta Ciudad de los Reyes en 28 de octu-
bre de 1746»; ff. 136r a 141v «Iglesia Catedral»; ff. 141va 144r «Población de Bella-
vista» y ff. 309r a 31 lv «Nueva Fortaleza de Callao», - Asimismo M e n d i b u r u ( J ) ,
tomo VII, pp. 1 6 4 - 1 8 5 .
6
) M e n d i b u r u ( ' ) , tomo VII, p. 219. - Fernando VI, en 8 de febrero de 1748,
concedió el título castellano de Conde de Superunda al Virrey, por los grandes servicios
que había prestado con motivo del terremoto del 28 de octubre de 1746. Asimismo, y
deseando la Corona cooperar a la rápida reedificación, envió en blanco a Manso de Ve-
lasco cuatro títulos, autorizándolo para que los confiriera, por una erogación compe-
tente, a quienes reuniesen los requisitos prescritos por las leyes para disfrutar de dichos
beneficios. Los títulos fueron: Conde de San Javier y Casa Laredo, concedido a don
Francisco Ventura Rodríguez de Laredo; Marques de Torre Hermosa, a don Francisco
de Apesteguía y Ubago; Conde de Vista Florida, a don Juan Bautista Baquijano; y Mar-
ques de Campo Ameno, a don Alonso González del Valle.
7) B.N.M. Ms. 3110, Relación del Gobierno del Virrey Amat, ff. 78(v) a 79(r). La
actividad en pro de Lima de este Virrey cabe sistematizarla en los puntos siguientes:
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 99
1) Represión del bandidaje, con una serie de medidas que resultaron aprobadas por Real
Orden de 23 de Marzo de 1773.
2) Obras públicas, con la adecuación de la Alameda, a sus expensas, y el camino llama-
do de la Piedra Lisa; encargó al oidor Cristóbal de Mena del cuidado y reparación del
puente que unía la ciudad con el barrio de S. Lázaro, con la construcción de «una ex-
tensa y firme entrada de piedra . . . para que el ímpetu de las corrientes no llegase a
causar la mas mínima lesión en sus basas y cimientos» ; contrato para la construcción y
primera explotación de la nueva plaza de toros, ubicada en el Acho, con D. Agustín de
Landaban, que le fue aprobado por Real Orden de 9 de agosto de 1766; idéntica com-
postura para el coliseo de gallos, aprobado por decreto de 29 de abril de 1762; aparte
de esto, una importante gestión en composición de caminos, aseo de la ciudad y lim-
pieza de sus calles.
3) Organización ciudadana, con el nombramiento de alcaldes comisarios de barrios, con
dependencia única del Superior Gobierno, por bando de 2 de enero de 1769, lo que le
fue aprobado en S. Lorenzo, el 19 de noviembre de 1769.
El aspecto cosmopolita y los detalles externos de Lima pueden seguirse perfectamente
en Alfredo S a e n z - R i c o U r b i n a, El Virrey Amat. Precisiones sobre la vida y la
obra de Don Manuel de Amat y de Junient, Barcelona 1967.
8
) Ibidem. A pesar de los esfuerzos y éxitos evidentes del Virrey Amat, las dificul-
tades no dejaron de frenar sus buenos deseos, y así escribe; «. . y aunque mis esfuerzos
han sido grandes para que la policía de esta capital del Perú tuviese la perfección debi-
da, no he podido conseguirla en toda la extensión que pide su importancia, por negli-
gencia de sus vecinos o poco celo patricio, negado a su propio esplendor, y lo que es
mas, a su misma conservación».
9
) Β .N.M. Ms 3114, Relación de Gobierno del Virrey Don Manuel de Guirior, ff.
115v a 118r. La preocupación del Virrey Guirior se volcó hacia la limpieza de algunos
muladares y promontorios de basuras, hacia el cuidado de los paseos públicos lo mismo
que hacia los arreglos de caminos por cuenta de los hacendados, y la creación de alcal-
des para cada uno de los principales caminos, con asignación de dos soldados a cada
uno. No obstante, la pobreza del vecindario le hizo ser muy prudente y poco decidido
en su labor: « . . . se determinó a llenar de faroles de cristal las calles en copia de la ne-
cesaria para iluminarlas regularmente - por pura complacencia a una insinuación y sin
especial orden — a merced del arbitrio de que además de los que tocaban los artesanos;
se comprendían las que usan generalmente las casas . . . ; pero certificado despues con
pruebas nada equívocas . . . la suma pobreza en que vive la mayor parte de sus vecinos,
cesé de dar fomento a mis primeras ideas, y aun para los reparos mas precisos de puen-
tes, empedrados y las demás obras que miran a la indispensable limpieza y aseo, he te-
nido por justo irme con mucho tiento y evitar prorrata y extorsiones, que con tales moti-
vos se hacen inevitables por no haber fondos públicos de que salgan aquellos costos; y
si bien he oído por una parte que se hacen insuficientes los males, en mayor grito he
oído por otra que también lo son los remedios».
B.N.M. Ms 3121, Relación de gobierno del Virrey Jaurequi, f. 66 (r y v). Su preocupa-
ción se volcó hacia la represión del juego (bando de 1 de oct. de 1781) y la normaliza-
ción de la Casa de Gallos de la Capital.
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I. D i v i s i ó n d e L i m a e n C u a r t e l e s y Barrios
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 101
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des de barrio en la capital de Lima», 1785. Existen ejemplares en: A. G. I. Lima 915,
R. A. H. Col. Mata Linares. Tomo CXII, ff. 134-153; B. N. M. Ms. 19262, ff. 285-
303; Archivo de Moreyra, en Lima. Este último aparece reseñado por V a r g a s
U g a r t e, en: Impresos peruanos (1763-1803). Lima 1956. Biblioteca peruana, tomo
Χ, ρ. 207, documento n° 2401.
Esta reforma la sabemos a imagen de la de Madrid, «Por un plan semejante al gobierno,
politica y economia de la villa de Madrid». A esta idea responden los mismos desvelos
desplegados en toda el area americana, auspiciados por la sombra tranquilizadora del
padre de la reforma, el Conde de Aranda, y del propio Olavide, limeño de cuna como
sabemos (M. D e f o u r n e a u x , Pablo de Olavide, ou V Afrancesado. Paris 1959) y
elegido personero del común de la Villa y Corte. Francisco Javier G u i 11 a m ó η
A l v a r e z , Campomanes y las reformas en el régimen local; diputados y personeros
del común, en: Cuadernos de Investigación Histórica, Madrid 1972, N ° 1, pp. 111-137.
Sobre el número de cuarteles y barrios limeños, valga la comparación con otras ciuda-
des americanas y españolas: Madrid, 8 cuarteles y 64 barrios; Zaragoza, 4 cuarteles y
32 barrios; México, 8 cuarteles y 32 barrios; Puebla, 4 cuarteles y 8 barrios; y, final-
mente, Santiago de Queretaro, 3 cuarteles y 9 barrios. Véase Francisco Javier G u i -
l l a m ó n A l v a r e z , América y las reformas peninsulares del régimen local en la
segunda mitad del siglo XVIII, en: Hispanoamérica hacia 1776 (Actas de la Mesa Re-
donda sobre la América Hispana en 1776). Madrid 1980, p. 51.
Como obra de consulta de utilidad extrema nos remitimos a Jorge Enrique H a r d o y
y Francisco S o l a n o , Guía de planos de ciudades iberoamericanas, en: Revista de
Indias, Madrid 1978, N<> 153-154.
Referencias documentales y bibliográficas sobre este tipo de reformas existen en abun-
dancia; veamos algunas:
V i r r e i n a t o d e N u e v a E s p a ñ a : Eduardo B a e z M a c i a s, Ordenanzas
para el establecimiento de Alcaldes de barrio en la Nueva España. Ciudades de México
y San Luis Potosí, Boletín del A. G. N„ México 1969, tomo X, N ° 1 - 2 . R. A. H. Col.
Mata Linares, tomo CXII, Bando del Virrey de Nueva España, D. Martin de Mayorga,
sobre alcaldes de barrio y división por cuarteles. B a e z M a c i a s, Planos y censos de
la Ciudad de Mexico, 1753, Boletín del A. G. N „ México 1966, segunda serie, tomo VII,
n° 1 - 2 . La 2a parte en el vol. VIII, n° 3-4. Mexico 1967.
Luis P a e z B r o t c h i e , Guadalajara, Jalisco, Mexico, Sacramento, división y no-
menclatura durante la época colonial, 1514-1821. Guadalajara 1951. Ernesto L e -
m o i n e V i l l a c a ñ a , Documentos y mapas para la geografía histórica de Orizaba
(1690-1800), en: Bol. A. G. N., Mexico 1962, segunda serie, tomo III, n° 3. Del mis-
mo: Miscelánea Zacatecana. Documentos histéricos-geográficos del siglo XVII al XIX,
en: Bol. A, G. N., Mexico 1964. Segunda serie, tomo V, n° 2. B a e z M a c i as:
Tres mapas de los siglos XVII al XVIII sobre la ciudad de Salvatierra, en: Bol. A. G. N.,
México 1965, segunda serie, tomo VI, n° 4. Ramón Ma S e r r e r a C o n t r e r a s ,
La ciudad de Santiago de Queretaro a fines del siglo XVIII: apuntes para su historia
urbana, en: Anuario de Estudios Americanos, tomo XXX, Sevilla 1973.
V i r r e i n a t o d e l P l a t a : Edberto Oscar A c e v e d o , La Intendencia de Salta
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 103
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104 Alfredo Moreno Cebrián
,7
) El expediente original pasó al Virrey con oficio de 31 de marzo de 1785, y fue
contestado el 11 de abril siguiente. Las modificaciones recayeron sobre lo prescrito por
los decretos de visita de 23 de diciembre de 1768 y 18 de diciembre de 1770.
18
) R. A. H. Col. Mata Linares ( 1 3 ), artículo 2 o . Se prescribe la necesidad de que
cada responsable del cuartel residiese en su circunscripción, pero a la vista de la escasez
de casas que les proporcionasen honorabilidad y comodidad suficiente, se pasó por alto
esta prescripción.
" ) Ibidem. Art. 3 o : «El cual cargara un bastón que le distinga, y su nombramiento
y servicio se asentaran en los libros de Cabildo, con nota expresiva del particular des-
empeño que haga de este empleo, que le servirá de mérito como un acto positivo.»
20
) Ibidem. Se estipuló que la presentación de los tres sujetos aspirantes debía ha-
cerse el primero de diciembre para, una vez designado cualquiera de ellos, «u otro que
se juzgase conveniente», se pasase noticia al Cabildo, que tomaría razón en sus libros
para, dado aviso al nombrado, este lo comunicase a su alcalde de cuartel; debía con-
currir el primero de enero a la Sala Capitular, «a la hora de elecciones», para hacer su
juramento.
G u i l l a m ó n A l v a r e z , ( l 3 ) America y . . . , p. 48. Afirma el autor que «mientras
en la Península estos alcaldes harrieros eran electos por sufragio universal, directo y
secreto de todos los contribuyentes; en Indias los nombraban los jueces de cuartel y los
confirmaba el Virrey», afirmación que, como vemos, no resulta exacta para el caso que
estudiamos. No obstante, en la p. 52, asegura el Dr. Guillamón que el enfrentamiento
Intendentes-Cabildos «impedia al legislador que los alcaldes de barrio fuesen electos
por el pueblo, y en menor grado por el Cabildo». Caso aparte es el de Popayán, en
tanto era en los Cabildos en quienes residía la competencia del nombramiento situán-
dose en manos del Gobernador la autoridad para el primer nombramiento. Arcesio
A r a g ó n , Organización del gobierno colonial, en: Crónica del VI Congreso de Histo-
ria Municipal Interamericana. Madrid 1959.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 105
su celo», por lo que se amplió su periodo de mando hasta dos años, con la
salvedad de que en ausencias cortas, de no mas de un año, el puesto quedaba
reservado y servido por un sustituto nombrado al efecto por el alcalde de
cuartel a quien competía. De otro lado, si este abandono pasaba el marco
superior de doce meses, se debía obligar al saliente a la proposición de una
terna de potenciales sustitutos. La casuística se acentuaba si el alcalde arri-
bado legalmente fallecía durante el primer año o era invalidado por un im-
pedimento grave, porque entonces el antecesor en el puesto debía repetir
toda la operación de propuesta de terna a la Intendencia; sin embargo, si
estos hechos acaecían pasado el primer año de ejercicio, el alcalde saliente
hacía designación y recibía el juramento del entrante, pasando informe al
Cabildo y con la preceptiva de que, unido el tiempo del fallecido o del in-
validado al del nuevamente designado, éste no pudiese exceder nunca de
dos años.
El nombramiento, en su aceptación, se presentaba como obligatorio,
aunque cupiese la presentación de causa o excusa grave a considerar por la
Intendencia que, de aceptarla, nombraría nuevo sujeto, pero que, de no
estimarla, implicaba toma forzosa de posesión y juramento, con la amenaza
de que una repetición en la solicitud de dispensa llevaba implícita una multa
de doscientos pesos, «que se redoblará a proporción de su resistencia», y sin
que el pago de esta sanción significase quedar relevado del nombramiento.
Uno de los principales trabajos con que se cargaba a los Alcaldes de Ba-
rrio consistía en el levantamiento de un censo detallado, demográfico y labo-
ral; debía proceder cada uno en su barrio a la demanda de información
cerca de los cabezas de familia, sobre las personas que habitaban cada lugar,
con distinción de sexos, calidad y estado, y con nota exacta de sus filiacio-
nes 21 , sin que pudiesen quedar fuera los inquilinos de conventos, monaste-
rios y colegios; finalizado el padrón, cada barrio presentaría el suyo al al-
calde de cuartel que le correspondiese, reservándose una copia testificada, y
pasando el original a la Intendencia. La actualización de esta noticia cumplía
hacerla cada final de año con los partes de bajas por ausencia, mudanza o
muerte, y de altas, facilitadas estas últimas por quienes recibiesen en sus
casas" a nuevos vecinos o transeúntes: dueños o administradores de hospe-
derías, con puntual información de si eran amos, esclavos o sirvientes. Esta
amplia base de noticias necesitaba de unos dinámicos resortes de control
para fiscalizar, por ejemplo, la mudanza de un barrio a otro, situación que
requería la preceptiva autorización del alcalde del barrio que se dejaba y la
de aquel en el que se pretendía entrar como vecino 22 .
2Í
) Ibidem ( 1 3 ) . Artículo 7 o .
22
) Ibidem. Artículo 8 o . Por decreto de 8 de diciembre de 1770 se ordenó la
existencia de unos cuadernos maestros, con asignación de una hoja para cada casa, fir-
mada por el escribano teniente de Cabildo, que debía estar siempre en posesión de los
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106 Alfredo Moreno Cebrián
alcaldes de barrio y de cuartel, figurando en cada una todas las incidencias. Por primera
vez, la compra de estos cuadernos corría a cargo de los bienes de propios del Cabildo,
siendo el fondo común y habitual de abastecimiento de estos efectos el ramo de multas.
2 3 ) Ibidem. Articulo 10°. El artículo ocho de la Real Cédula de 13 de agosto de
1769 facultaba al alcalde de cuartel para, caso de no tener adjunto a su cargo la judica-
tura de un escribano de provincia, pudiese servirse de cualquier escribano público.
M ) Ibidem. Artículo 9 ° . A los que se hallasen ociosos se les condenaba al destino
1768.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 107
2e
) La vigilancia estricta sobre el juego, casas y jugadores, aparece en la Pragmática
de 6 de octubre de 1771 y en la Novísima Recopilación de Castilla, Ley 18, título VII,
libro VIII.
27
) Ibidem. Leyes 8, 9 y I I , título XII, libro I, y Autos Acordados 1 y 2, en el
mismo título y libro.
28
) Los hijos debían serles retirados a los mendigos, y enviados a un maestro de
oficio: «que sea conocido y tenga tienda pública con credito en la Ciudad», obligán-
dole a que les enseñase, bajo la condición de que en un plazo limitado de tiempo acce-
diesen a ser oficiales, «sobre lo que se le hara otorgar el correspondiente instrumento,
con previo aviso del señor alcalde de cuartel».
29
) Se notificaron por el auto de 2 de enero de 1762, en sus capítulos 9 , 1 0 y 12,
así como por el decreto de 23 de diciembre de 1768, en sus capítulos 1, 2 y 3.
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108 Alfredo Moreno Cebrián
30
) Ibidem ( 1 3 ) . Artículos 13 y 18.
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Cuarteles, barrios y calles de Urna 109
C u a r t e l N° U n o
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110 Alfredo Moreno Cebrián
Cuartel N° D o s
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 111
C u a r t e l N° T r e s
C u a r t e l N° C u a t r o
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112 Alfredo Moreno Cebrián
II. U n a l e n t a y c o s t o s a reforma
31
) A. G. I. Lima 1113. Escrito de los alcaldes de barrio al Visitador Escovedo.
Lima, 20 de diciembre de 1785.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 113
» ) Ibidem.
33
) A. G. I. Lima 1113. Oficio numero 834 de Escovedo al Marques de Sonora.
Lima, 20 de enero de 1787. La denegación de ayuda pareció no ser rotunda, sino que
se produjo por tiempos, detectándose al principio un feliz deslizamiento de la reforma:
«por esta variedad de sendas, que con acierto manejaba la destreza, lograron - los al-
caldes - conducir la voluntad de todos, rendida a la suave fuerza del sagaz estímulo,
hasta el termino en que despues de los grandes adelantamientos que había medrado su
expedición, se introdujo la novedad de suspender por primero y negar absolutamente
por segundo el auxilio de la tropa con que maniobrar en los casos ocurrentes».
34
) A. G. I. Lima 1113 ( 3 1 ). Los alcaldes repudian cualquier acusación contra
ellos: «haber promovido pues la ejecución y obedecimiento de unos superiores manda-
tos; reprehender a los contraventores tenaces; corregir los desordenes y abusos perni-
ciosos y arredrar a los malhechores hasta confundirlos, según el literal contexto de los
respectivos principios de la comision, de ninguna manera semejantes oficios debieron
titularse atentados cometidos por los alcaldes, sobre que, juntamente resentidos del
notorio agravio que se les ha inferido con injuria de su reputación. ..»
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114 Alfredo Moreno Cebrián
35
) Ibidem. Como denuncias concretas sirvan las del alcalde del barrio del Hacho,
don Bruno Antonio del Junco que, en reiteradas ocasiones, acudió al vivac de su de-
partamento a solicitar auxilio militar, con el resultado de que se lo negaron siempre los
oficiales y sargentos de guardia, «respondiéndole que se había intimado una orden con-
trario que no lo reconocían por jefe, que en vano se cansaba, pues solo a los de su cuer-
po se les prestaría». Esta actitud provocó que no pudiese apresar, en el cerro de San
Cristóbal, a una docena de mozos, «perdidos, encerrados en una choza, que pasaban
muestra, con execrable tiranía y violencia por una infeliz mujer, que no había quien la
favoreciese ni libertase». Al mismo alcalde sucedió no poder detener a un zambo, «fa-
cineroso de innumerables», que disfrazándose de blanco se escondía en la plaza de
toros, horrorizando «con innumerables extorsiones, al vecindario». Por denuncia de
robo se personó en el lugar de los hechos, sin poder tomar resolución alguna. Asimismo
tampoco le fue posible descubrir el motivo «de pararse una calesa en un lugar sospecho-
so por espacio de mucho tiempo, de dos a tres de la mañana», y otros sucesos «que re-
fiere este solo sujeto, y que seria inaccesible el puntualizarlos».
Otro alcalde de barrio, don Juan de Equino, refiere como sin apoyo militar vio «atro-
pellado mi respeto con injuriosos ultrajes» por parte de un negro, y cómo el primero
de noviembre de 1785, y a plena luz del día, «un blanquillo», en la calle de Zarate, «le
improperio con vilipendio, llenándole de contumelias, sin reparar en su caracter», te-
niendo que ser alejado de allí por un vecino honorable del barrio, lo que le evitó males
mayores.
Don Bernardo Valdivieso, alcalde del barrio octavo del primer cuartel, destacado por su
persecución de ladrones y malhechores, a los que consiguió «subordinar y contener»,
vio cómo, extendida la noticia de que se denegaba el auxilio de la tropa, al mandar qui-
tar del centro de una calle unos caballos que molestaban corriendo, «armarse tumul-
tuariamente contra mi a pedradas, que por un feliz acaso me libré de perecer en la
función». Su petición de auxilio resultó infructuosa, pues fue informado que al hacer
el retén de la guardia se daba, con el santo y contraseña, traslado a la orden de no
prestar auxilio a ningún alcalde, e incluso que pocas fechas antes un sargento había sido
apercibido con arresto, si volvía a prestar ayuda.
36
) Conforme a lo ordenado en el bando de la visita fechado en Lima, el 14 de
octubre de 1785.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 115
37
) A. G. I. Lima 1113 ( 3 I ) . B. N. M. Ms. 19262, ff. 129-132. Representaciones
de los alcaldes ordinarios de Lima al Superintendente Escovedo sobre los robos que allí
se cometían. Lima, 11 de agosto de 1786.
38
) A. G. I. Lima 1113. Carta de Escovedo a los Alcaldes del Crimen de la Audien-
cia. Lima, 7 de enero de 1786. «Espero se sirvan decirme lo que por su practica expe-
riencia en los cuarteles hayan observado».
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116 Alfredo Moreno Cebrián
misma línea de lo solicitado por los alcaldes de barrio, no otra que: «ν.s.
[Escovedo] interponga sus oficios para que se les preste el auxilio militar que
pidan en los casos ocurrentes, sin dilación ni previo particular permiso de sus
jefes, que puedan frustar con la demora la ejecución expedita o demás dili-
gencias en que se interesa la causa pública», no dudando que el camino mas
corto para conseguir lo propuesto debía pasar indefectiblemente por el
Virrey 39 , jalón que será el inmediatamente marcado por el Visitador, aun a
sabiendas de las dificultades que llevaba aparejado un empeño como este,
tiempo ya perseguido, y que, convertido en casi un fracaso tangible, traslu-
cía un sentimiento de impotencia por parte del propio Escovedo cuando,
tras solicitar ayuda al propio Virrey Don Teodoro de Croix, aseguraba no
omitir diligencia alguna para el buen logro de la comisión, «que no confio
conseguir», asegura, pero, prosigue: «tendremos el consuelo de haberlo pro-
curado, aunque nuestros frutos queden tan sin frutos como los del Excmo.
Sr. D. Manuel de Amat y otros gloriosos predecesores de V.E.» 40 .
En la averiguación exacta de la controvertida situación que enfrentaba a
los mandos militares con los alcaldes de barrio, el Virrey, por decreto de
11 de febrero de 1786, solicitó de D. Antonio Cantos, sargento mayor, in-
formación de oficio sobre la actitud que la tropa guardaba respecto de las
demandas de auxilio; y la respuesta, curiosamente, aun sin negar que existió
a veces, efectivamente, falta de correspondencia en cuanto a la solicitud de
ayuda, puntualizó que esto se debió, en términos literales, a defectos de
forma cuando menos, y a falta de respeto la mayor parte de las veces41 :
« . . . he venido a deducir la prontitud con que se imparten los auxilios militares a
cualquiera de los jueces de esta ciudad que en el modo y forma correspondiente los
solicitan, y que solamente se han negado cuando con desdoro de la tropa y tratándose-
le a ésta como una cuadrilla de corchetes o alguaciles, se ha querido pasen por si a
ejecutar las prisiones.»
No resultaba muy alejado el argumento, vertido en líneas precedentes,
de la opinión expresada por el propio Virrey Croix a su entrada en el
Virreinato, en momentos en que los coletazos de la ola revolucionaria de Tu-
pac Amaru dejaba aún sentir su resaca, pues el ejército, según nos dice: «ha-
bía degenerado del fin para que era», volviéndose: «un cuerpo de alguaciles
honrados» ; se había llegado al extremo de que la máxima autoridad virreinal
ordenase a los cuerpos de guardia capitalinos que diesen con brevedad los
39
) A. G. I. Lima 1113. Respuesta de los Alcaldes del Crimen de la Audiencia al
Visitador Escovedo. Lima, 10 de enero de 1786. Firman José Caveza Enriquez, Nico-
las Velez de Guevara y José de Rezaval y Ugarte. Sobre la reiterada petición de alguaci-
les puede seguirse el expediente, en extracto, que la Audiencia de Lima tuvo presente
sobre la necesidad de estos. En B. N. M. Ms. 19262, ff. 1 2 7 - 1 2 8 .
40
) A. G. I. Lima 1113. Oficio de Escovedo a Croix, solicitando ayuda para la re-
forma de la Ciudad. Lima, 8 de febrero de 1786.
41
) A. G. I. Lima 1113. Respuesta del Sargento Mayor Antonio Cantos al Virrey
Croix. Lima, 18 de marzo de 1786.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 117
auxilios que por los jueces se les pidiesen, pero sin permitir, en modo algu-
no, pasase ésta, la guardia, «a ejercer el oficio de corchete, que debía practi-
carse por las personas que a este fin fuesen destinadas».
Como resumen de lo actuado hasta el momento, en el informe de sar-
gento mayor podemos apreciar perfectamente la causa esencial que produjo
la paralización en el decurso de la reforma: la negación en parte del auxilio
militar a los alcaldes de barrio, aunque asimismo quepa apuntar una matiza-
ción por parte de los mandos militares sobre su forma de actuar, que, de un
lado, se escudaban en la falta de «formas» en el modo de la solicitud de
ayuda y, de otro, buscaban y encontraban un respaldo en la filosofía que
sobre la acción y finalidad de la fuerza armada transmitió el Virrey D. Teo-
doro de Croix a las propias guarniciones; no obstante, el Virrey puntualizó,
en la idea de salvar su responsabilidad, su apoyo a la reforma, y no así al
método escogido para llevarla adelante 42 :
« . . . aun suponiendo que hay orden positiva para negarselo [auxilio militar] y sien-
do esto contrario y opuesto a las fórdenes| que por mi se habían librado encargando el
pronto auxilio a todos los jueces que lo pidiesen, temeroso tal vez de que se les hubiese
dado alguna falsa o incierta interpretación tuve por conveniente omitir su contestación
[a Escovedo] hasta oir el informe del Sargento Mayor de la Plaza, por cuyo medio se
comunican las (órdenes] que vedan a las tropas . . . el que lo había ejecutado con la bre-
vedad que se le prevenia . . . ; advierte que las órdenes están comunicadas con los mis-
mos términos que por mi se han dado».
La razón, por algunos justificada, de la falta de respeto en la demanda de
auxilio, e incluso el que el ejército fuese tratado «con bajeza y vilipendio»,
ocultaba razones de mayor consistencia, apuntadas por el Virrey, y que se
resumen en un desvío del reglamento 43 , o mejor, de su adecuada interpreta-
ción por parte de los alcaldes de barrio, a quienes veía autoprotegidos en la
falta de auxilio militar, sin echar en falta el apoyo que debían darles los
dueños de las casas de sus respectivos distritos, siendo así que este recurso
fue el previsto para sus rondas, mientras que muy poco se señalaba en cuan-
to a los cuerpos de guardia, aunque también advirtiese el propio Virrey cier-
to enfrentamiento, apoyado en razones objetivas, por parte de los que pare-
cían oponentes: «desde luego me persuado que puede haber en unos y otros
algo de exageración».
Teodoro de Croix se nos figura abiertamente contrario a la actividad
42
) A. G. I. Lima 1113. Respuesta del Virrey Croix al Visitador Escovedo. Lima,
23 de m a n o de 1786. La Real Cédula de 20 de abril de 1786, en que S. M. aprobaba la
división por cuarteles de Lima, hace referencia a una prevención real al Virrey Croix
para que franquease ayuda militar. Puede verse en A. G. I. Lima 676. Oficio de Croix
al Marques de Sonora, acusando recibo de la Real Orden de 20 de abril. Lima, 5 de
octubre de 1786.
43
) Sobre el bloque militar peruano puede consultarse: Leon G. C a m p b e l l ,
The Military and Society in colonial Peru ( 1 7 5 0 - 1 8 1 0 ) . Philadelphia 1978, sobre todo
los capítulos VII y VII!, entre las pp. 1 5 4 - 2 0 9 .
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118 Alfredo Moreno Cebrián
44
) A. G. I. Lima 1113 ( 4 2 ) . «Inserto a v.s. [Escovedo] esta mi determinación, a fin
de que en inteligencia de mi pronto ánimo a contribuir al logro de los suyos, obre con
este conocimiento en los que aun considere deberse expedir.»
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 119
45
) A. G. I. Lima 1113. Nota de Escovedo al Cabildo de Lima, con copia dei infor-
me del Virrey Croix.de 23 de marzo de 1786. Lima, 28 de abril de 1786.
46
) A. G. I. Lima 1113. El Síndico Procurador General, en el expediente sobre
ayuda a los alcaldes de barrio, emitió, por expreso decreto del Visitador, de 20 de abril
de 1786, un informe que el propio Cabildo pasó a Escovedo como asumido por el
Ayuntamiento. Resultan pues reiterativas las palabras del Síndico sobre lo dicho ya por
el Cabildo al Visitador el 14 de diciembre de 1785. Por orden de Lima, de 9 de mayo
de 1786, se pasó la respuesta al Visitador para que fuese consultada por este.
47
) Ibidem. El informe del Síndico Procurador General esta fechado en Lima, el 6
de mayo de 1786.
48
) Ibidem. Su idea sobre el problema la expuso plasticamente: « . . porque para las
rondas de los alcaldes, despacho del tribunal, concurso en las diligencias del peso y
otras comisiones, ni veinte individuos de esta esfera llenaran sus deberes» ; y aun hay
algo mas, y es que, en su opinión: «bajo de la denominación de Alguaciles, es imposible
que se encuentren hombres blancos útiles que sirvan al público con honor y exactitud».
49
) Ibidem. «Aun cuando por compulsión y apremio saliesen los esclavos a las ron-
das, serian mayores los inconvenientes que los beneficios que se reportaran, y nunca
podría considerarse ningún alcalde resguardado con semejante gente».
50
) Ibidem. Algunos alcaldes de barrio llegaron a un acuerdo con los soldados de la
«Reforma de la Compañía de a caballos», vid. C a m p b e l l ( 4 3 ) , pp. 154—188, para
que cuidasen de las calles de sus jurisdicciones, con un estipendio de ocho pesos men-
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120 Alfredo Moreno Cebrián
suales, pero: «poco a poco tiempo se reconoció que nada hacían digno de apremio, que
solo se dedicaban a recorrer el vecindario una vez cada semana, y que el desembolso era
inútil».
51
) A. G. I. Lima 1113. Oficio del Cabildo de Lima al Visitador Escovedo. Lima,
11 de mayo de 1786. Firman: Manuel Ma del Valle y Postigo, el Conde de Velayosy
Marqués de Santiago, Antonio de Boza, el Marqués de Castellón, Juan José de Vallejo,
Manuel Negrón, el Marqués de Montemira, Felipe Sancho Dávila y José Feliz de Men-
doza.
Reinhard L i e h r , Stadtrat und städtische Oberschicht von Puebla am Ende der
Koionialzeit (1787-1810). Wiesbaden 1971. Frente a la sensación de entusiasta
aprestamiento a la reforma a que parecen dispuestos los regidores limeños, el autor nos
presenta, en la novohispana Puebla, una actitud de falta de convencimiento por unos
regidores dubitativos sobre que los fondos de propios y arbitrios fuesen capaces de
sufragar innovaciones como esta, al tiempo que se asiste a una resistencia por echar
nuevos encargos sobre unos títulos honoríficos.
« ) A. G. I. Lima 1113 ( 4 7 ).
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 121
sî
) A. G. I. Lima 1113. Información certificada del alcalde de barrio don José A.
de Ocharan. Lima, 20 de mayo de 1786. Este individuo, alcalde del barrio de San Láza-
ro, intentó detener el 6 de mayo de 1786 a un barbero en su tienda, por diligencia judi-
cial del Alcalde de Corte don Nicolás Velez de Guevara y Suescun; y, para ello, pidió
ayuda al sargento de la guardia del vivac más próximo, perteneciente al Regimiento de
Extremadura. El Sargento dijo no tener orden del mayor de la plaza para prestar auxi-
lio, salvo que la ayuda la solicitase el alcalde ordinario don Antonio de Boza. A la vista
de ello, y para prestar denuncia por incumplimiento de mandato superior, acudió por
segunda vez al vivac, pero esta vez acompañado de testigo y con orden escrita para soli-
citar auxilio. Recorrió esta segunda vez dos acuartelamientos con idéntico resultado.
Vid. A. G. I. Lima 1113. Prueba testifical del Receptor don Silvestre Mendoza. Lima,
22 de mayo de 1786. Esa apreciación de indiferencia, cuando no de oposición, que ve-
mos en la actitud de Croix, debió desprenderse de ese comportamiento tradicional
entre Visitador y visitado (Guillermo C é s p e d e s d e l C a s t i l l o , La visita como
institución indiana, en: Anuario de Estudios Americanos, tomo III, Sevilla 1946, pp.
9 8 4 - 1 0 2 5 ) con un inmediato antecedente en el Virreinato de Perú (Vicente P a l a -
c i o A t a r d, Areche y Guirior, observaciones sobre el fracaso de la visita, en:
Anuario de Estudios Americanos, tomo III, Sevilla 1946, pp. 2 3 9 - 3 7 6 ) que queda de
manifiesto en un oficio que el Virrey envia al Marqués de Sonora (A. G. I. Lima, 676.
Lima, 16 de enero de 1787) y en el que acusa al Visitador de no tenerle informado y de
no contar con su anuencia, sino de forma protocolaria: «Por lo que a mi hace, descon-
fio mucho del feliz éxito de este nuevo proyecto - Reglamento de Policía - , y temo
que sufra la misma suerte que muchos otros de este Ministro». Sobre su desinformación
como causa de su falta de apoyo a la reforma, creemos suficientemente esclarecedoras
estas palabras suyas: «Es verdad que ignoro si dicho proyecto esta bien o mal combi-
nado; si las medidas tomadas son o no prudentes, si la pobreza e infelicidad de este
vecindario podra sufrir el gravamen que se le impone; si las reglas son sencillas y faciles;
si hay necesidad de crear un nuevo empleo para el teniente de policía; en fin, si hay
otros medios mas naturales y faciles para conseguir tan importante efecto, p o r q u e
yo n o h e e x a m i n a d o el e x p e d i e n t e q u e se h a b r a f o r m a d o
s o b r e e s t a m a t e r i a , p o r no h a b e r s e m e r e m i t i d o , y a u n q u e
en la i n t r o d u c c i ó n d e d i c h o p r o y e c t o se d i g a .que se ha
f o r m a d o c o n p r e c e d e n t e a c u e r d o y p e r m i s o mío, no he t e -
n i d o la m e n o r n o t i c i a de n i n g u n a de e s t a s c o s a s h a s t a el
d í a 31 d e d i c i e m b r e e n q u e s e m e . r e m i t i ó d i c h o p r o y e c t o...»
Debemos recordar que entre la entrega al Virrey y la devolución al Visitador del pro-
yecto, impreso al día siguiente, transcurrieron menos de 24 horas.
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122 Alfredo Moreno Cebrián
pales», se arbitró que aquellos presos que no tuviesen delitos muy graves
saliesen «a ejercitarse en dicho trabajo» 54 . En buena lógica, el sacar los pre-
sos a la calle para este menester necesitaba forzosamente de la salvaguarda
militar que, solicitada por oficio que los alcaldes enviaron al Visitador, y
éste, por su parte, al Virrey, les fue concedida, asignándose un piquete para
que guardase a los reclusos 55 , cuya eficacia quedó probada, pues si sucedió
la fuga de algunos de los inculpados delincuentes, se reparó inmediatamente
esta situación 56 . Solicitada y concedida la ayuda para sacar a los presos a la
calle, los acontecimientos posteriores vienen a señalarnos, sin causa aparente
que lo justifique, el rompimiento de este servicio57 -.
«. . . pero en dos semanas no ha venido ningún soldado y, por consiguiente, no se
ha sacado algún desmonte, parando todo trabajo y desordenándose el método que se
había tomado para que los capacheros y cairetoneros no faltasen a la pensión que se
les impuso, de que estaban muy gozosos por el alivio que reciben en esta inacción».
El lacónico final del informe de los alcaldes ordinarios no dejaba lugar a
dadas sobre el desánimo que cubría sus esfuerzos, pues si seguido expedien-
te, a instancia de los alcaldes de barrio, se relevó a éstos de sus obligaciones
al no poder cumplir su comisión por falta de auxilio militar, los firmantes se
sintieron desbordados por las tareas y, en definitiva, solicitaron nuevos re-
cursos al Visitador, «no siendo posible continuar nuestros arreglos sin que
se nos franquee la tropa necesaria».
III. E l N u e v o R e g l a m e n t o de Policía
s4
) A. G. I. Lima 1113. Oficio de los alcaldes ordinarios a Escovedo. Lima, 17 de
junio de 1786. Firman: el Conde de Belayos, el Marqués de Santiago y Antonio de
Boza. Quedó testimonio de este expediente en el Cabildo, fechado en Lima, el 26 de
agosto de 1786.
ss
) Ibidem. El piquete fue concedido por orden expresa del Virrey al Sargento
Mayor de la Plaza, fechada en Lima, el 9 de agosto de 1786.
56
) Consta que huyó en estas labores un delincuente: José Felix Lobatón, pero
resultó detenido a los pocos días de su fuga, el 14 de junio de 1786, siendo encausado
por hurto.
" ) A. G . I . Urna 1113 ( s 4 ) .
S8
) Existen ejemplares en: A. G. I. Lima 676; R. A. H. Col. Mata Linares, tomo
CXIII, ff. 2 8 3 - 2 9 7 ; B.N.M. Ms. 19262, ff. 5 0 6 - 5 2 0 ; Colección Vargas (Urna). Este
último en V a r g a s U g a r t e , Impresos peruanos ( 1 3 ) , tomo X, Doc. n ° 2465, p.
227. El título completo es: Nuevo reglamento de policía, agregado a la Instrucción de
alcaldes de barrio. Lima, 30 de diciembre de 1785, 28 pp.
Asegura el Visitador que este proyecto lo concibió en los días de Pascua de 1786, al
tiempo que se ocupaba de las juntas de mineros, con miras a la constitución del Tribu-
nal de Minería.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 123
s9
) A. G. I. Lima 1113. Oficio de Escovedo al Marqués de Sonora. Lima, 20 de
enero de 1787. El proyecto para llevar adelante en Lima el Tribunal de la Acordada
tuvo amplios antecedentes e informes, de los que solo destacaremos los siguientes:
B. N, M. Ms. 19262. Escritos que se tuvieron presentes para el proyecto de estableci-
miento de la Acordada, ff. 8 y 9, Lima, 19 de septiembre de 1780; sobre su homólogo
mexicano: informe sobre el mal estado de la policía, costumbres y administración de la
ciudad de Lima, y conveniencia de establecer en ella el Tribunal de la Acordada, a se-
mejanza del de Mexico, ff 2 1 - 7 2 . Consta de los capítulos siguientes: Persecución y
exterminio de ladrones; providencias contra los ociosos y vagos; sujeción de esclavos
sueltos y fugitivos; juegos y jugadores; abusos del abasto; desaseo y deformidad de la
población, y exigencia de un nuevo sistema de limpieza para su adorno; origen y causas
de las principales epidemias que exigen las providencias que se indican; excesos de las
bebidas que exigen una comisión particular para celarlas y abolirías; carestia de frutos y
operarios, y arbitrios para fomentar la agricultura; defectos perjudiciales de los artesa-
nos; mujeres publicas de mal vivir; providencias de precaución para los incendios y
daños de las diversiones permitidas; jurisdicción del juez de la Acordada; fondos y
arbitrios para la erección de Tribunal y su subsistencia; justificación de cada uno de
estos arbitrios: bodegaje, mayorazgo, entrada de negros, consulado, suertes, paramen-
tos fúnebres, ramo de carretas, derechos de albóndiga, derechos para la aprehensión de
cimarrones; alumbrado. Aunque anónimo y sin fecha, lo estimamos dirigido al visitador
Escovedo, y escrito en fechas de 1786.
Sobre el apoyo económico necesario, f. 73: plan de gastos y sueldos para el estableci-
miento y subsistencia de la Acordada.
Sobre la composición del mismo, ff. 9 9 - 1 0 5 : destinos que pueden darse al Tribunal
de la Acordada, y utilidades indudables que resultan en benefìcio del público. La inicia-
tiva ciudadana queda de manifiesto en el informe que corre desde los ff. 1 0 7 - 1 1 2 :
examen de los arbitrios que el Ayuntamiento de Lima proponía para el establecimiento
de la Acordada. Las reglas para un buen ejercicio del Tribunal, desde ff. 1 7 7 - 2 0 7 :
ordenanzas que se consideran precisas para el establecimiento y buen gobierno del Tri-
bunal de la Acordada. Lima, 5 de septiembre de 1786. Asimismo desde f f . 2 0 9 - 2 1 0 :
plan de la Acordada y dotación de sus ministros, así como informe del visitador Esco-
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124 Alfredo Moreno Cebrián
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 125
1. E l T e n i e n t e d e Policía
Se fijó en el artículo primero la erección de una tenencia de policía, ad-
judicados a D. José María de Egafia, con 2.000 pesos de soldada anual; que-
daba auxiliado por dos subalternos con 600 pesos de sueldo, cuatro alguaci-
les con 300, y el maestro Martin Gomez, que por serlo de las obras del Rey,
con título superior, se le nombró con 500 pesos que, al igual que las pagas
anteriores, saldrían del ramo de bodegaje. El entendimiento entre el tenien-
te y la Intendencia sería directo, e igualmente el de aquel con los alcaldes de
barrio; la tenencia no llevaba aparejada ninguna jurisdicción civil ni criminal,
reduciéndose todo su ámbito de actuación al aspecto de la policía 62 . Como
interlocutor directo, Intendencia - Alcaldes de Barrio, debía estar bien infor-
mado de las actividades de estos, a cuyo fin se estipuló la celebración de una
junta a la semana 63 , penándose la ausencia con 50 pesos de multa.
Todo el planteamiento y la filosofía que inspira la imposición de este
teniente de policía se marca como meta el conseguir, por los medios dispo-
nibles, la reforma, como muy urgente y necesaria, pero, a largo plazo, las
misiones de este sujeto quedan circunscritas a conservar la ciudad limpia y
perfectamente ordenada, sin ninguna contribución del público, si fuese
dable y alcanzasen para ello los arbitrios que ya se habían aplicado a este
objeto.
2. L i m p i e z a d e l o s Barrios
Se estipuló que los nuevos alcaldes de barrio, antes del 22 de enero de
1787, debían formar una razón individualizada de los mudalares y basureros
que contenían en su jurisdicción, así como de los escobros de obras y restos
de materiales que pertubasen el curso de las aguas o la libre circulación por
las calles o su limpieza, a entregar a los regidores de que dependían 6 4 , bajo
61
) A. G. I. Lima 676 ( S 8 ) . El primer capítulo alcanza desde el artículo I o al 12°,
inclusive; el segundo, desde el 13° al 34°; el tercero corre desde el 35° hasta el 57°; el
cuarto, desde el 58° al 67°, y el quinto, desde el 68° hasta el 81°.
62
) Ibidem, art. 11°. No se le permitía hacer prorrata, derrama ni otro reparti-
miento alguno sobre el vecindario, facultades que eran reserva de la Intendencia. Por
el artículo 12°, y sin jurisdicción civil ni criminal, el teniente, los alcaldes de barrio de-
bían acudir a los alcaldes ordinarios: los del primer y segundo cuartel al mas antiguo, y
los del segundo y tercero al mas moderno.
63
) Esto ya estaba previsto en la Instrucción de 17 de abril de 1786, y reiterado en
bando fechado el 14 de octubre del mismo año.
64
) A. G. I. Lima 676 ( S 8 ) , articulo 14°. La dependencia era: al Conde de la Dehe-
sa de los Velayos debían dependencia los alcaldes de los cinco primeros barrios del
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126 Alfredo Moreno Cebrián
cuaitel numero 1°; a don Felipe Sancho Dávila los cinco alcaldes restantes del cuartel
1°; los cinco primeros barrios del segundo cuartel dependían del Marqués de Monte-
mira, y los cinco últimos del Conde de Fuente González; el tercer cuartel, en sus cinco
primeros barrios, obedecía a don Manuel Lorenzo de Escalada, y en los cinco restantes
al Conde de Premio Real; el cuarto cuartel repartía su dependencia, al igual que los an-
teriores, entre don Fernando de Rojas y don José Felix de Mendoza.
6S
) Ibidem, art. 16°. Para que las multas no fueran ilusorias, sino aplicables a gas-
tos de limpieza, en cada plazo, y al día siguiente de cumplirse, los Regidores debían
pasar aviso a la Intendencia de si los alcaldes de barrio habían o no cumplido con su
encargo. Estos avisos de los Regidores debían hacerse el 23 de enero, el 6 y 16 de fe-
brero, respectivamente.
66
) Ibidem, art. 22°. Las personas que no pudiesen contribuir en dinero deberían
dar su parte en jornales de sus esclavos, si los tuviesen, «abonándoseles los señalados
por el Cabildo, para que pagándoles solo la ración necesaria a su sustento, concurran al
trabajo los dias que correspondan hasta cubrir con el sobrante del jornal la cuota del
repartimiento»; el mismo sistema se mantenía para aquellos vecinos que, «por su clase
y estado», pudiesen ir personalmente a trabajar y pagar de este modo su respectiva
cuota, entendiéndose que solo en defecto de estos arbitrios habrían de entenderse im-
posibilitados de contribuir cualquier vecino.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 127
67
) Ibidem, artículos 2 6 ° y 3 0 ° . Se ordena pasar aviso anticipado al Sargento
Mayor de la Plaza, y que se abonase a los presos su jornal como si fuesen libres, de
donde se descontaría el gasto de comida, para que el resto, hasta el sueldo completo,
sirviese para paliar la imposibilidad de pago por parte de los vecinos conceptuados
como pobres de solemnidad.
68
> Ibidem, art. 2 5 ° . En cumplimiento del p u n t o primero del Bando de 14 de
octubre de 17S5 se ordenaba que los Alcaldes de los gremios de los carretoneros y
capacheros destinasen un numero competente de individuos que diariamente hiciesen
el servicio, con pago de la mitad de lo que normalmente cobrasen por el mismo servi-
cio a particulares. Tampoco se despreciaba la posibilidad de una contrata razonable,
quedando entonces la fiscalización del trabajo, caso de aceptarse esta modalidad, bajo
la responsabilidad del alcalde de barrio correspondiente y del teniente de policía. En
la Biblioteca del Seminario de Arequipa existe un Reglamento sobre la limpieza de la
ciudad, que correría a cargo de un asentista, fechado en Lima, el 14 de octubre de
1785. En V a r g a s U g a r t e ( 1 3 ) , doc. n ° 2405, p. 208. Véase también B. N. M.
Ms. 19262, ff. 1 1 3 - 1 1 5 . Informe sobre la limpieza de Lima, y conveniencia de hacerla
por asiento, s i . (1786?).
69
) Ibidem, artículos 3 2 ° , 3 3 ° y 3 4 ° . La paga de este concepto se regulaba de la
siguiente forma: el alcalde de barrio tenía que reconvenir a los interesados, «con la
atención, prudencia y buen m o d o que es debido», con reiteración de esta diligencia a
los seis días, pasando a los sujetos de distinción, eclesiásticos y seculares, un aviso escri-
to con un último plazo de tres días para la entrega. Pasado este tiempo, se preceptuaba
la confección de una lista de impagados, con expresión de si tenían empleo, y qué
sueldo, lo que, en manos del teniente, pasaba a la Intendencia. Quienes de estos co-
brasen de la Real Hacienda veían su paga disminuida, por orden superior, con la reten-
ción pertinente, y quienes no cobrasen del Erario público quedaban en manos del Te-
niente de Policía, que pasaría al embargo de bienes, muebles, alquileres o esclavos, que
dejarían al alcalde de barrio. Por lo que respecta a los artesanos o «gente plebeya»,el
Teniente de Policía pasaría al embargo o a ponerlos en prisión, si no hubiese otro m o d o
de hacer efectiva la cobranza. Unicamente existía supresión de las órdenes de embargo
si el interesado presentaba, en el plazo de los seis primeros días, contados entre la pri-
mera y segunda advertencia, un certificado de alegaciones, con el visto bueno del al-
calde comisionado a quien correspondiese ese cuartel.
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128 Alfredo Moreno Cebrián
3. E m p e d r a d o s , A c e q u i a s , Alcantarillas
El registro de zonas a limpiar en muladares y barrios iría acompañado, al
tiempo, del recuento de las alcantarillas rotas, los taponamientos y desempe-
drados, por parte de cada Alcalde de Barrio, que pasaría noticia exacta al
Regidor, bajo amenaza de multa por incumplimiento. El pago de las repara-
ciones sufría una división en tanto se tratase de averías, arreglos públicos o
particulares, en función de su uso; el plazo y lugar de la iniciación de los tra-
bajos de restauración sería puesto de cgmún acuerdo por el Teniente de Poli-
cía, el Regidor, el Juez de Aguas y el Alcalde de Barrio donde principiase la
tarea 71 , quedando marcados algunos itinerarios de empedrado y compostu-
ra, como fueron los que en línea recta comunicaban desde Santa Clara hasta
Polvos Azules.
Las acequias y alcantarillas requerían un cuidado especialísimo, «como
principal causa de la inmundicia de esta ciudad, y de las preocupaciones con
que siempre se ha entorpecido su aseo y limpieza» 72 ; para su conservación
se estipulaba la construcción de rayos 73 en el término máximo de dos meses,
bajo la supervisión del Alcalde de Barrio y a costa del omiso, mientras que
para los que correspondiesen a la calle o no tuviesen vecino inmediato capaz
70
) Ibidem, artículos 62° y 65°. Se estipulaba asimismo que en lo concerniente a
que no se arrojasen a las calles animales muertos u otras basuras, ni se mantuviesen ca-
ballerías sueltas o se permitiesen a los «maestros de coches» o demás artesanos dejar
estos vehículos fuera de sus talleres, sería el teniente de policía el encargado de multar
a los contraventores.
71
) Ibidem, artículos 39°, 40°, 41°, 42° y 43°.
72
) Ibidem, art. 48°. «Y a los que contraviniesen limpiando los corrales por las
acequias, o echando basura en las alcantarillas y rayos de las calles, si fuese esclavo o
persona que no lo resista su calidad, se le pondrá en la cárcel a trabajar por un mes en
las obras públicas, y por la segunda vez sera duplicado el castigo, agravándose a la ter-
cera según corresponda, y si fuese sujeto de conveniencia se le exijiiá la multa de cin-
cuenta pesos, duplicandola respectivamente en cada reincidencia.»
13
) Ibidem. «Todos los rayos han de ser firmes y bien clavados para que no puedan
en manera alguna alzarse, y tupidos de modo que solo entre por ellos el líquido sin
ningunas basuras, inmundicias o escombros, que son la causa de los aniegos.»
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 129
de costearlo, serían los fondos públicos los sufragáneos, a instancias del Juez
de Aguas; también se pondrían rayos en las alcantarillas descubiertas, con
cargo a los bienes de propios del Cabildo 14 , en tanto que los «boquerones»
descubiertos voluntariamente por las comunidades, hospitales y particulares
serían reparados por éstos, bajo la inquisitiva compulsión del Juez de Aguas
y del Teniente de Policía, para que se hiciesen en los términos y plazos que
se señalaban75 .
£1 alcantarillado de uso comün quedaba así sujeto a una precisa fiscaliza-
ción, pero a fin de desterrar los atascos derivados del mal uso de las con-
ducciones particulares, se facultó a los Alcaldes de Barrio y al Teniente de
Policía para poder entrar en las casas, tanto de particulares como de comuni-
dades, con la advertencia de que la resistencia a franquear la entrada se con-
vertía en sanción inmediata y en multa específica de 50 pesos, a la segunda
negativa, destinados a gastos de limpieza. En directa relación con la infra-
estructura sanitaria y de aguas residuales, el nuevo reglamento establecía la
instalación, «con toda la. seguridad y firmeza conveniente», de las compuer-
tas necesarias en las bocas que comunicaban a todas las acequias interiores
y exteriores el agua de la ciudad, así como en los desaguaderos de las pilas
por donde se proveían las exteriores, compuertas que, cerradas con llave,
permanecían bajo jurisdicción de un único responsable, juez designado por
la Intendencia, facultado para abrir el sistema a las cinco de la mañana, y
cerrarlo entre las nueve y las diez antes de mediodía, período único de riego
de las calles o del arrojo de desperdicios menudos, y nunca basuras gruesas
capaces de variar o taponar el curso normal de las alcantarillas76.
El cuidado de los paseos y caminos tenia varios encargados con juris-
dicción específica, y así, por ejemplo, la atención sobre el paseo de la Ala-
meda y el de la Piedra Lisa correspondía al Regidor Juez de Aguas y sus sub-
alternos, a los que, desde antes, ya se había encargado de este menester; los
caminos corrían sobre el Teniente de Policía, «con conocimiento de los ha-
cendados que en cada uno hay», quien propondría a la Intendencia a
74
) Esta decisión fue instada repetidamente por el Cabildo para su cabal cumpli-
miento, como se desprende de las consultas de éste de 15 de abril de 1785 y 22 de
noviembre de 1786.
75
) A. G. I. Urna 676, ( 5 8 ) , art. 50°.
76
) Ibidem, art. 52°. Se preveen como casos excepcionales solo los incendios, en
los cuales, el regidor juez de aguas debía franquear las llaves que permitiesen el uso del
agua durante el tiempo que fuese necesario. En el artículo 53° se preveen las cuantías
de las multas para quienes se atreviesen a romper las compuertas o a alterar la distri-
bución del agua del modo previsto; el castigo, aparte del costo de la reparación, impli-
caba una multa de 200 pesos, por primera vez, del doble de esta cantidad la segunda y,
al tiempo, la perdida de los esclavos del contraventor que fuesen necesarios para la re-
paración. Caso de no tener posibles el culpado, la pena era de cuatro meses de trabajos
en obras públicas.
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130 Alfredo Moreno Cebrián
4. R e p r e s i ó n d e l Juego
Ya en la Ordenanza de división de la ciudad vimos cuanta importancia se
daba al mantenimiento del orden en lo tocante a las casas de juego, y en este
nuevo reglamento se insiste sobre no omitir medio alguno para «contener
este vicio» y extirpar las casas de juego. A tal efecto, y en este caso, se
superponen las facultades y encargos del Teniente de Policía sobre los de los
justicias ordinarios y Alcaldes de Barrio, pues, sin perjuicio de las reiteradas
reconvenciones que a éstos se hacen para que cuidasen mucho este aspecto,
al Teniente se encarga de la entrada y fiscalización de las mismas, asegurando
que ninguna poseía privilegio para negar estas visitas77.
5. A l u m b r a d o
Sobre este punto la normativa es escueta y poco definidora de un criterio
a seguir, tan complicado al menos como el que se nos aparece en los aparta-
dos anteriores; no parecen fijarse normas, sino posibles soluciones 78 :
«Seria de desear y a todo el vecindario cómodo y de menor gasto, el que las perso-
nas de algunas conveniencias, incluso las Comunidades y tiendas de todas clases, con-
tribuyeran anualmente alguna corta cantidad con que el alumbrado se estableciese y
cuidase por la seguridad pública y con ahorro de muchos faroles».
Esta ayuda, que se prometía alta, comportaba una contrapartida econó-
mica de los poderes públicos en ese conseguir la deseada uniformidad en la
forma homogénea de los puntos de luz, pero flota en el espíritu del mismo
articulado cierto desdén hacia volcar demasiados esfuerzos, detraídos en
definitiva de otros objetos mas perentorios: «ínterin se continuará el alum-
brado por el modo que hasta ahora está mandado, y en que también ha habi-
do el mayor descuido». La actualización del sistema de iluminación parece
constituirse en problema de segundo orden, aunque se exija el cumplimiento
del artículo 13 de la Instrucción de 17 de abril de 1785, en que se obligaba
a todas las casas, tiendas y conventos a poner faroles, amenazando con mul-
ta de cuatro pesos por cada vez que se faltase a lo ordenado, que quedaba
bajo el cuidado del Teniente de Policía y bajo la directa responsabilidad de
los alcaldes ordinarios, a quienes resultaba bastante sencillo el notar y de-
nunciar las faltas durante los recorridos o rondas que ejecutasen preceptiva-
mente.
77
) Ibidem, art. 64°.
78
) Ibidem, ait. 58°.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 131
6. L o s A l g u a c i l e s , C u e r p o a u x i l i a r d e l a Reforma
Todo el proceso tendente a la revitalización de la policia de la ciudad ne-
cesitaba del auxilio de ministros subalternos, solicitados desde antiguo por
los juzgados y, en especial, por la Real Sala del Crimen; el nuevo ordena-
miento acogió esta aspiración legítima y la hizo realidad con la constitución
de dieciocho alguacilazgos 79 , bajo la dirección del Alcalde Ordinario mas
antiguo 8 0 , destinados en la forma y lugares siguientes: uno junto al Regente,
cuatro en los corredores de la Real Audiencia en horas de despacho, que pa-
sarían, acabado este tiempo, a servir a los Alcaldes del Crimen para los juzga-
dos o rondas; los trece restantes quedarían: uno en la Intendencia y otro en
la casa del Teniente asesor de la misma, tres con cada Alcalde Ordinario y, los
cinco últimos, en auxilio de los regidores para sus tareas de «turno y abas-
tos». No obstante, y como estos destinos no tenían por qué ocuparlos toda
la jornada, se Ies señalaban otras funciones de auxilio en las prisiones y cerca
de los Alcaldes de Barrio, juzgado de aguas y tenencia de policia si éstos
además de los subalternos que a los dos últimos se les señalaban, necesitaban
de sus servicios en algunos casos de fuerza, previstos por el propio Regla-
mento.
El horario de trabajo se nos aparece muy fiscalizado aun resultando ago-
tador, pues debían comenzar su servicio a las ocho de la mañana, durando
en él hasta que los despidiese el juez a que estaban asignados; los no adscri-
tos deberían asimismo personarse a esa hora en las puertas del Cabildo, per-
maneciendo allí mañana y tarde, para dividirse después entre los dos Alcaldes
Ordinarios para que, unidos a los tres que a cada uno quedaba señalado de
forma particular, «aumenten su respeto en las rondas y estén a la mano para
que con mas inmediación a todos los barrios, puedan auxiliarse sus alcaldes
y otros jueces que lo pidan» 8 1 . Estas duras exigencias, aumentadas si cabe
en caso de emergencia, contrastan con sus escasas facultades y poco sueldo:
nada podrían ejecutar sin orden del Juez, salvo la prisión de delincuentes
pillados en flagrante delito; todas sus diligencias estarían reguladas por un
justo arancel, y su salario, aunque aparecía aumentado en buena parte sobre
los quince pesos mensuales que hasta ese momento tenían asignados de
penas de Cámara los alguaciles existentes, venía resultando exiguo, pues el
estipendio ascendía a 300 pesos anuales sobre el ramo de suertes, cuyo
79
) Ibidem, art. 74°. Se preveía que estos alguaciles lo serían a propuesta del Ca-
bildo a la Intendencia, exigiendose fuesen personas de «conocida conducta y honradez,
y en edad proporcionada para el trabajo».
80
) Ibidem, art, 71°. Este, como encargado, debía preveer un turno semanal, de
modo que ningún alguacil permaneciese mas de dos semanas adscrito al mismo servicio
o lugar de destino, «para que asi se eviten las conexiones que adquieren y el que pue-
den emplearse en usos familiares o domésticos, cuando solo deben servir paia beneficio
publico en la administración de justicia, buen gobierno y policía de la ciudad».
81) Ibidem, art. 81°.
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132 Alfredo Moreno Cebrián
aumento había sido de cerca de ocho mil pesos, de los que se detraían cinco
mil para el pago de estos salarios, cuyo abono requería solo cinco mil cua-
trocientos, sacados los cuatrocientos que se echaban de menos de los mil
ochenta pesos que, con anterioridad, la ciudad había pagado a sus ministros,
con lo que aun quedaba un remanente de seiscientos ochenta pesos, adjudi-
cados ya a un fin determinado 82 .
La paga sería mensual, «sin la menor falta ni atraso», encargándose de
ella a la junta municipal y al mayordomo del Cabildo, en cuya arca quedaba
dispuesta la entrada de estos cinco mil pesos, de los que, ya en ese momen-
to, existía un acopio de dos años, al haber corrido este tiempo desde el re-
mate del asiento de suertes.
IV. R e s u l t a d o s f o r m a l e s d e l a R e f o r m a
82
) Estos 680 pesos resultantes irían a parar a un aumento de 80 pesos anuales
sobre los 300 pesos de salario que gozaba el Almotacen-mayor, que existía desde siem-
pre a las ordenes del juez de aguas para el cuidado de las acequias, y para la dotación
de dos alguaciles, a 300 pesos anuales, que sirviesen junto al citado juez. A. G. I. Lima
1111 y 1113. En el primero de los legajos puede verificarse de manera muy detallada
el aumento en el ramo de suertes, y en el segundo puede encontrarse una excelente
comparación de esta renta con las otras que forman el conjunto de los ingresos del
Virreinato.
8Î
) A. G. I. Lima 676. Con el oficio n ° 536 envió Escovedo al Virrey Croix el ori-
ginal del Nuevo Reglamento, reclamándoselo el mismo día que se lo envió, con una
excusa tan poco sútil como esta: «la prisa con que lo he trabajado en el tiempo feriado
de las Pascuas, que no he tenido libre de otras atenciones, no ha permitido quedarme
con copia, y por lo mismo, y por haber de remitir despues a V.E. los ejemplares que
guste, le suplico que si no halla reparo se sirva devolverme el original que ha de servir
para la impresión». Esta fechado este oficio de remisión, del que existe copia en
A. G. I. Lima 1113, en Lima, el 16 de enero de 1787.
84
) A. G. I. Lima 1113. Oficio de remisión de 12 ejemplares impresos del Nuevo
Reglamento. De Escovedo a Croix, Lima, 8 de enero de 1787. En el mismo legajo se
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 133
encuentra el sucinto acuse de recibo, sin ningún comentario, ni aun la meramente obli-
gada fórmula de cortés agradecimiento. De Croix a Escovedo, Lima, 11 de enero de
1787.
8 J ) V a r g a s U g a r t e ( 1 3 ) , tomo X, doc. n ° 2490, p. 235. Lima, enero de 1787.
Se conserva en el Archivo del Cabildo Eclesiástico de Lima.
86
) A. G. I. Lima 1113. Oficio de Jorge de Escovedo al Marqués de Sonora, Lima,
20 de enero de 1787.
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134 Alfredo Moreno Cebrián
8 7
) B a r b a g e l a t a y B r o m l e y ( 3 ) , Lamina n ° 13. Lima, 1 de enero de
1787. En este mapa de Lima aparecen los orígenes y conductos de agua de la capital;
esta hecho siendo juez de aguas don José Antonio de Lavalle y Cuadra, a instancias de
don Jorge de Escovedo y Alarcón. En una de sus leyendas aparece reflejado, dentro del
cuartel n ° 4 , como alcalde del barrio primero.
88
) M e η d i b u r u ( ' ), tomo II, p. 320, Nos presenta a un Escovedo en desacuer-
do con la forma de pago de este impuesto, pues si las bodegas fueron edificadas con
promesa gubernamental de que todo el trigo sería depositado en ellas, entendía que lo
recaudado debía recaer en beneficio de quienes custodiaban tales depósitos.
89
) Ibidem. En el año de 1785 la renta fue sobre 204.396 fanegas de trigo, que de-
jaron libres 25.549 pesos. En 1795 se redujo esta pensión, al fijarse solo medio real por
fanega. M e n d i b u r u , tomo IV, p. 249. Según el autor, los que debían pagar el
impuesto, en época de Croix, entorpecieron la exacción del mismo, levantándose una
verdadera disputa entre navieros, bodegueros de Bellavista y panaderos. Todo quedo
aprobado por la Corona en 1786, a instancia del Virrey, destinándose el fruto de lo
conseguido a gastos de limpieza de la Ciudad.
9°) A . G . I.Lima 1113 (»«).
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 135
les, con la asignación de seis carros y doce sirvientes, sus resultados fueron
espectaculares. Egafia era sujeto considerado de honor y conducta bien
acreditada no solo por la Visita sino también por el Consejo que, en repeti-
das reales órdenes y por cédula de 7 de julio de 1780, ordenó se le conce-
diese, «sin retardación», empleo correspondiente a su rango y en directa
relación con sus méritos " , aumentados como miembro de la Sociedad Eco-
nómica de Amantes del País, madre del Mercurio Peruano, periódico en el
que, con frecuencia, presentó su opinión sobre temas dispares bajo el seudó-
nimo de «Hermagoras».
Cesado Escovedo como Visitador, el Virrey Croix siguió adelante en el
plan de ordenación urbana y de obras públicas de Lima, con el apoyo in-
cansable del Teniente de Policía Egaña, a cuyo tesón y competencia se deben
el enlosado de algunas calles, formando veredas de seis palmos de ancho,
con materiales extraídos de un cerro inmediato a la portada de Guia; esta
obra se inició en 1787 por la dirección que iba desde Santa Clara hasta Pol-
vos Azules, con todas sus bocacalles, continuando por la plazuela de Santa
Ana y por las calles que comunicaban las Descalzas con Santo Tomás 9 2 .
Aún después de todo lo dicho en favor de los méritos acumulados por
D. José María de Egafia, le debemos, por encargo del Visitador, la numeración
de todas las puertas de las casas de habitación, cuartel por cuartel, barrio por
barrio y calle por calle, así como la colocación del nombre definitivo de las
calles de la ciudad, después de no pocos trabajos y pesquisas. La preocupa-
ción por este trabajo aparece ya plasmado en el impreso de la División de Lima
por cuarteles y barrios, adjudicándosele una finalidad esencial cual era el que
las calles «se conozcan por sus nombres, y las providencias se expidan sin la
confusión que podía ocasionar la multitud de las que componen esta ciu-
dad»; por esto mismo se encargó a los Alcaldes de Barrio el cuidado de que
en cada una de sus respectivas calles, a la mitad de ellas, se fijase un azulejo
«con una figura particular y un letrero con su numeración», que designase el
cuartel, dándoles para esto las listas de las figuras y denominaciones de los
azulejos los Regidores, a quienes se encargaba celasen su cuidada colocación.
Egaña terminó el cuadrante en Lima, el 14 de diciembre de 1786, conforme
a las instrucciones dictadas por Escovedo de forma particular para este me-
nester, y ya el 30 de diciembre del mismo año, y en el Reglamento de Poli-
cía firmado por el Visitador, se anotan las ventajas que de esta numeración
debían deducirse: un mayor control. Bajo esta condición general, cabe ase-
gurar que lo efectuado por Egaña venía a ser el patrón de ayuda para la ma·
91
) I b i d e m . . . , «uno de los alcaldes que mas se ha distinguido y a quien confie y se
ha debido la numeración y plan . . .»
92) M e n d i b u r u ( ' ) , t o m o IV, p. 249.
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136 Alfredo Moreno Cebrián
sus nombres y numeración de puertas de habitación, que hay en esta Capital de Lima:
dispuesto por don Jose Maria de Egaña, comisionado por el Sr. D. Jorge de Escovedo y
Alaicon, Intendente Gobernador de ella y su Arzobispado, con arreglo a la division
hecha para el establecimiento de alcaldes de ellos». Lima, 14 de diciembre de 1786.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 137
96
) Como ejemplo sirva la calle Nueva, ubicada en la calle I a , del primer barrio del
primer cuartel, cuya numeración seguida, y que contiene ambas aceras, corre desde el
numero 4 3 hasta el 75.
97
) Véase la calle Aumente, en el barrio quinto del segundo cuartel, en que la pri-
mera acera va numerada desde el 762 hasta el 776, y la segunda acera desde el numero
845 hasta el 863.
98
> Este es el caso de la calle de la Imprenta, dieciseis del noveno barrio del primer
cuartel, que presenta tres numeraciones: la bocacalle, desde el número 2243 al 2266,
la primera acera recta, que cuenta desde el número 2371 hasta el 2373, y la segunda
acera, desde el 2387 hasta et 2408.
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138 Alfredo Moreno Cebrián
Sin que constituya una regla determinante, sino la realidad que la lectura
del Estado que nos ocupa ofrece, ocurre que sobre cuarenta barrios, en 11
de ellos la numeración se inicia y finaliza en la primera y segunda parte de la
misma calle: en el cuartel I o , barrios 6 , 8 y 10; en el cuartel 2 o , barrio 2; en
el cuartel 3 o , barrios 7 y 11 ; y en el cuartel 4°, barrios 2, 5 , 7 , 9 y 10. Tam-
bién sobre 40 barrios, en 18 empieza y acaba la numeración en calles conse-
cutivas: cuartel 1, barrios 1, 3, 4, 7 y 9; cuartel 2, barrios 1, 5, 6, 8 y 9;
cuartel 3, barrios l , 2 , 3 , 5 , 6 y 8 y e n e l cuarto cuartel, en los barrios 3 y
4 ioo
" ) Por ejemplo, la última calle del primer barrio del cuartel número uno (8 a en
el Estado), nombrada de San Ildefonso, acaba su numeración en el 278, mientras que
la primera calle del segundo barrio, también del primer cuartel ( I a en el Estado), llama-
da de Biterbo, inicia su numeración en el 344, y no en el 279 como parecería normal.
10
° ) Solo algunas apreciaciones, que no reglas, pueden señalarse tras analizar cuida-
dosamente todo el documento. Son estas:
1° - Coincide que todos los números 1 de cada cuartel están en la penúltima calle de
los primeros barrios, salvo en el último cuartel, en que aparece en la última calle del
barrio primero.
2°. - En ningún caso el número 1° de ningún cuartel aparece en las primeras calles de
los primeros barrios.
3°. - En casi todos los barrios numera así: empieza por una calle, nunca la primera que
aparece en el Estado como I a del barrio de que se trate, asciende la numeración hacia
la calle primera del Estado, en el barrio de que se trate, y desciende después numerando
hacia abajo, recogiendo en el descenso las aceras segundas de las calles que figuran en el
barrio.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 139
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140 Alfredo Moreno Cebrían
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 141
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142 Alfredo Moreno Cebrián
Barrio n? Calles n°Callejones n°Plazas n°total n° mas alto n°mas bajo Notas
puertas barrio barrio
por barrio
8° 27 4 - 753 2.238 1.486
9° 21 - — 507 2.745 2.239
3o 11 - - 501 906 407 (a)
1« 10° 16 1 - 368 3.113 2.746
Cuartel 1° 8 — - 278 278 1
4o 9 - — 217 1.123 907
r 6 1 — 160 1.485 1.326
2° 4 1 - 128 406 279
6o 6 - - 102 1.325 1.224
5° 6 - - 100 1.223 1.124
Totales 10 114 7 - 3.114
1° 7 _ 305 305 1
7° 7 1 l 211 1.276 1.066 (b)
5° 9 2 - 175 90S 731
2° 3° 7 — 2 170 631 462
Cuartel 8o 6 - - 162 1.438 1.277
6° 8 - - 160 1.065 906
2° 6 - 1 156 461 306 (c)
9° 6 — - 119 1.557 1.439
4° 4 - 1 99 730 632
10° 2 2 1 98 1.655 1.558
Totales 10 62 5 6 1.655
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 143
Se nos aparece Lima como una ciudad construida dentro de las murallas
y solo en expansión por el arrabal de S. Lázaro hacia el pie de los cerros de
Amancaes y S. Cristóbal, ganando el poco suelo urbanizable dentro de las
murallas a costa de las zonas de huerta. Es una urbe de 322 calles, sin contar
las del Cercado, con 17 callejones, una gran plaza, la mayor, y 6 plazuelas
reunidas, que acogían un total de 8.222 puertas de habitación 10013 .
Por último, detallamos por orden alfabético la relación de calles de Lima,
con el nombre que figura en los azulejos ordenados al efecto, con la parti-
cularidad de añadir, para su mas fiel ubicación, el cuartel y el barrio de que
dependían, la numeración que comportaba cada calle dentro de su barrio y
el número de puertas que alojaba, sin olvidar una serie de referencias biblio-
gráficas sobre tres obras que hemos considerado Utilísimas y de fácil acce-
so 1 0 1 , que permiten conocer buena parte de la historia de cada calle, sus in-
quilinos mas importantes, así como cualquier avatar de interés para el estu-
dioso. Consignamos también, cuando existe alguna variación ortográfica, la
diferencia hallada entre el Estado de referencia y el plano que, con fecha de
1 de enero de 1787, suscrito casi seguro por nuestro autor, hemos consulta-
do al delimitar los cuarteles 102 .
íoob) Β. N, M. Ms. 19.262, f. 91. De la misma época, sin fecha ni firma, hemos en-
contrado un resumen de la ciudad de Lima en que aparecen, agrupadas por tamaños,
sus casas:
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144 Alfredo Moreno Cebrián
"»S) Barb. D. 113, p. 28 y E. 157,p. 34; Galv. cap. 5°, epig. 5, p. 62 y epig. 6, pp.
63-64.
IM) Barb. E. 145, p. 32;Galv. cap. l.epig. 6, pp. 12-13; cap. 10°, epig. 1, pp.
113-116 y epig. 8, pp. 123-124; Egui. cap. 49,epgs. 1, 2, 3 , 4 y 5.
1M
) Barb. E. 152, 155 y 156, p. 33; Galv. cap. 6, epig. l , p p . 67-69; epig. 2, pp.
69-70; epig. 3, pp. 70-75; epig. 5, pp. 76-77 y epig. 6, pp. 77-78; Egui. cap. 33,
epig. 5.
106) Bajb. D. 49, p. 18; Galv. cap. 3, epig. 4, pp. 37-39;£gui. cap„53, epig. 1.
i° 7 ) Galv. cap. 12, epig. 5,pp. 145-146.
108) Galv. D. 100, p. 25; Egui., cap. 69, epig. 1; Galv. Cap. 4,epig. 1,pp. 41-42;
epig. 2, pp. 43-47; epig. 10, pp. 54-56;cap. 5, epig. 2, pp. 58-59; epig. 3, pp.59-61;
cap. 11, epig. 2, pp. 129-131; epig. 3, pp. 131-132; cap. 12, epig. 2, pp. 142-143;
epig. 3, pp. 143-144; epig. 6, pp. 146-148;epig. 9,pp. 150-151;epig. 13,pp. 154-
156 y epig. 14, pp. 156-157.
109) Barb. E. 118, p. 28; Galv. cap.4, epig. l , p p . 41-42;epig. 6,pp. 50-52;cap.
5, epig. 3, pp. 59-61.
110
) Galv.cap. 3,epig.4,pp. 37-39;cap. 8,epig. 2,pp. 93-95;cap. 9,epig. 2,pp.
101-104.
111111) Barb. E. 140, p. 30; Galv. cap. 1, epig. 2, pp. 5 - 7 ; epig. 3, pp. 7-9;epig. 4,
pp. 9 - 1 1 ; epig. 5,pp. 11-12;cap. 7,epig. 3,pp. 95-98;cap. 9,epig. 2,pp. 101-104.
11J
) Barb. E. 136, p. 30; Egui. cap. 3, epig. 1; Galv. cap. 1, epig. 6, pp. 12-13 y
cap. 10, epig. 8, pp. 123-124.
3
H ) Barb. D. 42, p. 16; Egui. cap. 28, epig. 4; Galv. cap. 7, epig. 1, pp. 79-80;
epig. 2, pp. 80-84; cap. 10, epig. I, pp. 113-116, cap. 11, epig. 8, pp. 139-140.
114) Barb. E. 149, p. 149; Egui. cap. 61, epig. 7, Galv. cap. 12, epig. 8, pp. 138-
140.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 145
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146 Alfredo Moreno Cebrián
l3í
) Barb. D. 91, p. 24; Egui. cap. 53, epig. 3.
I « ) Barb. E. 151, p. 32.
134
) Map. P a j u e l o .
135) Barb. E. 142, p. 32; Galv. cap. 1, epig. 2, pp. 5 - 7 ; epig. 4, pp. 9 - 1 1 ; Map.
M a t i e η τ. o.
1 « ) Barb. D. 29, p. 14 y D. 30, p. 15; Galv. cap. 9, epig. 2, pp. 1 0 1 - 1 0 4 . Egui.
cap. 48, epig. 3.
137) Barb. Β. 10, p. 11; Galv. cap. 3, epig. l , p p . 2 9 - 3 1 ; Egui. cap. 1, epig. 4.
138) Barb. A. 2, p. 10; Map. C a r m e n d e A b a j o .
13
9) Barb. A. 1 ; Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 .
140) Egui. cap. 54, epig. 4.
141
) Galv. cap. 1, epig. 2, p. 5 - 7 y epig. 3, p. 7 - 9 .
142
) Map. C o n v e n t o .
143
) Map. C a b e z a s .
144
) Barb. E. 133,p. 30;Map. C h á v e z .
14s
) Egui. cap. 53, epig. 1, 2 y 3; Galv. cap. 2, epig. 1, p. 1 9 - 2 2 ; epig. 2, pp. 2 2 -
24; epig. 3, pp. 2 5 - 2 7 ; epig. 4, pp. 2 7 - 2 8 ; cap. 3, epig. l , p p . 2 9 - 3 1 ; epig. 3, pp. 3 5 -
37;cap. 11,epig. 8 , p p . 1 3 8 - 1 4 0 ; c a p . 12,epig. 3,pp. 143-144.
,46
) Map. C h i c h e r í a s .
14,?
) Galv. cap. 1, epig. 4, pp. 9 - 1 1 ; c a p . 8, epig. l , p p . 8 9 - 9 3 .
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 147
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148 Alfiedo Moreno Cebrián
167) Baib. D. 57, p. 19; D. 72, p. 22; Egui. cap. 22, epig. 1 ; Galv. cap. 4 , epig. 10,
pp. 5 4 - 5 6 ; cap. 7, epig. 3, pp. 8 4 - 8 7 ; c a p . 8, epig. l , p p . 8 9 - 9 3 ; cap. 10, epig. 1, pp.
1 1 3 - 1 1 6 ; c a p . 12,epig. 8 , p p . 1 3 8 - 1 4 0 .
168) Barb. B. 8, p. 11 ; Galv. cap. 6, epig. 1, pp. 6 7 - 6 9 ; epig. 6, pp. 7 7 - 7 8 ; cap. 7,
epig. 4, pp. 8 7 - 8 8 ; cap. 10, epig. 3, pp. 1 3 1 - 1 3 2 ; epig. 6, pp. 1 3 6 - 1 3 7 ; cap. 12, epig.
1, pp. 1 4 1 - 1 4 2 ; epig. 5, pp. 1 3 4 - 1 3 6 ; epig. 13, pp. 1 5 4 - 1 5 6 ; cap. 11, epig. 2, pp.
129-131.
169) Barb. D. 32, p. 15;Galv. cap. 1, epig. 4, pp. 9 - 1 1 ; cap, 4, epig. 6, pp. 5 0 - 5 2 .
Map. D i v o r c i a d a s .
170) Egui. cap. 58, epig. 6 ; Galv. cap. 2, epig. 3, pp. 2 5 - 2 7 ; cap. 3, epig. 2, pp.
3 2 - 3 5 ; cap. 10, epig. 1, pp. 1 1 3 - 1 1 6 ; c a p . 10, epig. 7, pp. 1 2 2 - 1 2 3 ; c a p . 12,epig. 3,
pp. 1 4 3 - 1 5 5 .
i 7 ' ) Barb. D. 53, p. 18.
I 7 î ) Egui. cap. 42,epigs. 6 y 8; cap. 54, epig. 7; Galv. cap. 9, epig. 5, pp. 1 0 9 - 1 1 1 ;
cap. 11,epig. 2 , p p . 1 2 9 - 1 3 1 ; c a p . 12,epig. 16, pp. 1 5 8 - 1 5 9 .
1 7 3 ) Barb. E. 137 y 138, p. 30; E. 140 y 141, p. 32.; Galv. cap. 1, epig. 2, pp. 5 - 7 ;
160-161.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 149
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150 A l f r e d o Moreno Cebrián
1 9 5 ) Barb. D. 94, ρ. 25; Egui. cap. 50 y cap. 51, epigs. 1, 2, 3,4, 5 y 6. Galv. cap.2,
1 9 9 ) Barb. D. 98, p. 25; Galv. cap. 4, epig. 3, pp. 4 7 - 4 8 ; cap. 12, epig. 6, pp. 146-
148. Map. I t u r i i z a g a .
200) Egui. cap. 68, epig. 1; Barb. D. 110, p. 26; Galv. cap. 12, epig. 4, pp. 144-
145; epig. 6, pp. 146-148.
2 0 1 ) Barb. D. 36, p. 16; Egui. cap. 1, epig. 2, pp. 1 - 5 ; Galv. cap. 1, epig. 4, pp. 9 -
11; cap. 10,epig. 3,pp. 116-118; epig.4,pp. 118-119 y epig. 5, pp. 119-120.
2 0 2 ) Galv. cap. 4, epig. 3, pp. 47-48; cap. 12, epig. 6, pp. 146-148; epig. 7, pp.
148-149.
2 0 3 ) Barb. D. 99, p. 25; Egui. cap. 56, epigs. 1 y 2; cap. 57, epig. 3; Galv. cap. 5,
epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 ; cap. 6, epig. 5, pp. 76-77; cap. 7, epig. l , p p . 79-80; cap. 8, epig.
1, pp. 88-93; cap. 11, epig. 5, pp. 134-136; epig. 8, pp. 138-140; cap. 12, epig. 8,
pp. 149-150; epig. 10,pp. 151-152;epig. 11,pp. 152-153.
2 M ) Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 32-35; epig. 4, pp. 37-39.
2 0 5 ) Barb. D. 64, p. 21; Egui. cap. 15, epig. 3; Galv. cap. 7, epig. 1, pp. 79-80;
epig. 3, pp. 84—87; cap. 9, epig. l , p p . 99-101; epig. 5,pp. 1 0 9 - l l l ; c a p . 10, epig.2,
pp. 129-131.
2 0 9 ) Barb. D. 24, p. 14; Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 32-35; cap. 10, epig. 2, pp. 1 2 9 -
131.
2 1 0 ) Galv. cap. 12, epig. 6, pp. 146-148.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 151
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152 Alfredo Moreno Ccbrián
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Cuartetes, barrios y calles de Lima 153
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154 Alfredo Moreno Cebrián
" 2 ) Egui. cap. 61, epigs. 9, 10, 11, 12, 13 y 14; Barb. A. 6, p. 10; E. 147, p. 33;
Galv. cap. 1 epig. 6, pp. 1 2 - 1 3 .
2 « ) Galv. cap. 5, epig. 5, p. 62.
254
) Map. P a n c h o Javier.
255
) Egui. cap. 19, epigs. 4 y 5; Barb. D. 104, p. 26; Galv, cap. 4 , epig. 2, pp. 4 3 -
47; cap. 12,epig. 3 , p p . 1 4 3 - 1 4 4 .
2î6) Egui. cap. 64, epig. 3; Barb. E. 150, p. 33;Galv. cap. l . e p i g . 3, pp. 7 - 9 .
257
) Barb. A. 5 , p. 11; Map. P e j e r r e y .
258
) Galv. cap. 4 , pp. 4 8 - 4 9 ; cap. 11, epig. 3 , p p . l 3 1 - 1 3 2 ; M a p . Ρ i I i t r i c a s.
259
) Barb. D. 111 y 112, p. 27; Galv. cap. 4, epig. 5, pp. 4 9 - 5 0 ; cap. 5, epig. 2, pp.
5 8 - 5 9 ; cap. 11, epig. 3, pp. 1 3 1 - 1 3 2 .
26
<>) Barb. C. 18, p. 12; Galv. cap. 8, epig. 3, pp. 9 5 - 9 8 .
261
) Baib. D. 41, p. 16; Egui. cap. 22, epig. 2 y 5; cap. 27, epig. 5; Galv. cap. 6,
epig.2 1, pp. 6 7 - 6 9 ; c a p . 7,epig. l , p p . 7 9 - 8 0 ; e p i g . 2,pp. 8 0 - 8 4 ; e p i g . 3, pp. 8 4 - 8 7 .
«2) Barb. D. 66, p. 21 ; Egui. cap. 16, epig. 11 ; Galv. cap. 7, epig. 2, pp. 8 0 - 8 4 .
263
) Barb. A. 3, p. 10; Egui. cap. 59, epig. 5; Galv. cap. 2, epig. 3, pp. 2 5 - 2 7 ; cap.
10, epig. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 ; Map. P e ñ a H o r a d a d a .
264) Galv. cap. 9, epig. 4, pp. 1 0 7 - 1 0 9 .
265) Galv.cap. 9,epig. 3 , p p . 1 0 4 - 1 0 6 ; c a p . 11,epig. 2 , p p . 1 2 9 - 1 3 1 .
26
« ) Barb. D 89, p. 24.
267) Barb. E. 119, p. 29.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 155
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156 Alfredo Moreno Cebrián
« O Barb. D. 77, p. 23; E. 135, p. 31; Galv. cap. 3, epig. 1, pp. 29-31; cap. 10,
epig. 3, pp. 116-118.
282
) Barb. p. 10; Galv. cap. 11, epig. 3, pp. 131-132.
283) Barb. E. 160, p. 34.
284) Q j y ω ρ 4_ ep ¡g 2, pp. 43-47; cap. 9, epig. 3, pp. 104-106, cap. 12, epig.
13,pp. 154-156.
28i) Barb. D. 23,p. 13 y D. I l l , p . 27; Egui. cap. 52,epig. 10.
286) Egui. cap. 47, epig. 8.
M7) Barb. E. 151. p. 33; E. 157, p. 34; Map. E l P u e n t e q u e D i v i d e l a
Ciudad.
2
88) Barb. C. 22, p. 13.
289
) Map. C u a t r o p o c i t a s .
290) Barb. E. 151, p. 33.
291
) Galv. cap. 7, epig. l , p p . 79-80. Map. R a s t r o N u e v o .
292) Egui. cap. 22, epig. 3; Galv. cap. 4, epig. 10. pp. 54-56; Map. R a s t r o d e
H u a q u i 1 la.
293) Galv. cap. 4. epig. 1, pp. 41-42; epig. 2, pp. 43-47; epig. 3, pp. 47-48; epig.
10, pp. 54-56; cap. 6, epig. 5, pp. 76-77; cap. 12, epig. l , p p . 141-142.
29*) Galv. cap. 11, epig. 2, pp. 129-131; epig. 4, pp. 132-134.
2,î
) Map. M a s c a r ó n d e l P r a d o ,
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 157
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158 Alfredo Moreno Cebrián
311
) Galv. cap. 4, epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 ; epig. 3, pp. 4 7 - 4 8 ; epig. 10, pp. 5 4 - 5 6 ; cap.
11, epíg. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 ; epig. 5, pp. 1 3 4 - 1 3 6 ; cap. 12, epig. 4, pp. 1 4 4 - 1 4 5 ; epig. 5,
pp. 1 4 5 - 1 4 6 .
312) Egui, cap. 63, epig. 2; Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 .
313
) Baib. D. 46, p. 17; Egui. cap. 19, epig. 4;Galv. cap. 10, epig. 3, pp. 1 1 6 - 1 1 8 ;
Map. S a n J o s é .
3M
) Barb. D. 98, p . 25; Egui. cap. 58,epigs. 1, 2 y 3; Galv. cap. 2, epig. 1, pp. 1 9 -
22; cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 ; cap. 5, epig. 6, pp. 6 3 - 6 4 ; cap. 8, epig. 4 , pp. 8 9 - 9 3 ;
cap. 10, epig. 1, pp. 1 1 3 - 1 1 6 ; cap. 11, epig. 8, pp. 1 3 8 - 1 4 0 ; cap. 12, epig. 2, pp.
1 4 2 - 1 4 3 ; cap. 12, epig. 3, pp. 1 4 3 - 1 4 4 ; epig. 6, pp. 1 4 6 - 1 4 8 ; epig. 8, pp. 1 4 9 - 1 5 0 ;
epig. 9, pp. 1 5 0 - 1 5 1 ; epig. 19, p. 161; epig. 20, pp. 1 6 1 - 1 6 2 .
315
) Galv. cap. 2, epig. 2, pp. 2 2 - 2 4 .
316
) Barb. E. 1 5 1 - 1 5 2 , p. 33; Galv. cap. 4 , epig. l . p p . 4 1 - 4 2 ; cap. 6, epig. l , p p .
6 7 - 6 9 ; epig. 2, pp. 6 9 - 7 0 ; epig. 3, pp. 7 0 - 7 5 ; cap. 11, epig. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 ; epig. 4,
pp. 1 3 2 - 1 3 4 ; c a p . 12,epig. 6 , p p . 1 4 6 - 1 4 8 .
317
) Barb. B. 12, p. 11 ; D. 1 1 5 , 1 1 6 y 117, p. 28; E. 124, p. 29; Galv. cap. 4, epig.
1, pp. 4 1 - 4 2 ; epig, 2, pp. 4 3 - 4 7 ; epig. 10, pp. 5 4 - 5 6 ; cap. 5, epig. 2, pp. 5 8 - 5 9 ;
epig. 4 , p. 61; epig. 6, pp. 6 3 - 6 4 ; cap. 9, epig. 3, pp. 1 0 4 - 1 0 6 ; cap. 12, epig. 6, pp.
146-148.
31S
) Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 .
31
' ) Galv. cap. 11, epig. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 ; epig. 6, pp. 1 3 6 - 1 3 7 .
Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 ; c a p . 8, epig. l , p p . 8 8 - 9 3 ; e p i g . 2, p p . 9 3 - 9 5 .
321
) Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 .
3
" ) Galv. cap. 11, epig. 2, pp. 1 2 9 - 1 3 1 ; epig. 4, pp. 1 3 2 - 1 3 4 ; epig. 6, pp. 1 3 6 -
137.
3I3
) Galv. cap. 8, epig. 3, pp. 9 5 - 9 8 ; cap. 9, epig. 2, pp. 1 0 1 - 1 0 4 ; epig. 3, pp.
104-106.
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 159
324
) Barb. C. 16, p. 12; Galv. cap. 3, epig. 1, pp. 2 9 - 3 1 ; cap. 5, epig. 6, pp. 6 3 -
64;epig. 3, pp. 7 0 - 7 5 ; c a p . 10, epig. 3, pp. 1 3 1 - 1 3 2 .
32s
) Galv. cap. 2, epig. l , p p . 1 9 - 2 2 ; epig. 2, pp. 2 2 - 2 4 ; cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 -
35; epig. 3, pp. 3 5 - 3 7 ; epig. 4, pp. 3 7 - 3 9 ; cap. 4, epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 ; cap. 9, epig. 2,
pp. 1 0 1 - 1 0 4 ; cap. 11, epig. 5, pp. 1 3 4 - 1 3 6 ; cap. 12, epig--6, p p . 1 4 6 - 1 4 8 ; Map.
Santa Catalina.
326
) Barb. D. 47, p. 17; Galv. cap. 7, epig. 1, pp. 7 9 - 8 0 ; Map. S a n t a A p o -
l o η i a.
327
) Egui. cap. 23, epig. l ; c a p . 46, epig. l;Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 ; cap.8,
epig. 1, pp. 8 8 - 9 3 ; epig. 2, pp. 9 3 - 9 5 ; epig. 3, pp. 9 5 - 9 8 .
328
) Galv. cap. 2, epig. 1, pp. 1 9 - 2 2 ; epig. 3, pp. 2 5 - 2 7 ; epig. 2, pp. 2 2 - 2 4 ; cap.
3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 ; Map. [ S a n t a T e r e s a . ]
32
») Barb. E. 144 y 146, p. 32; E. 149, p. 33; Galv, cap. 3, epig. 2, pp. 3 5 - 3 6 ; cap.
4, epig. 1, pp. 4 1 - 4 2 ; epig. 10, pp. 5 4 - 5 6 ; cap. 5, epig. 3, pp. 5 9 - 6 1 ; cap. 6, epig. 1,
pp. 6 7 - 6 9 ; cap. 9, epig. 2, pp. 1 0 1 - 1 0 4 ; cap. 10, epig, 7, pp. 1 2 2 - 1 2 3 ; epig. 1, pp.
1 2 7 - 1 2 9 ; cap. 12, epig. 1, pp. 1 4 1 - 1 4 2 ; epig. 8, pp. 1 3 8 - 1 4 0 .
330
) B a i b . D . 2 6 , p . 14; Galv. cap. 9, epig. 5, pp. 1 0 9 - 1 1 1 .
331
) Galv. cap. 4,epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 .
33î
) Galv. cap. 4 , epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 ; e p i g . 3, pp. 4 7 - 4 8 ; epig. 4 , p p . 4 8 - 4 9 , cap.
9, epig. 4 , pp. 1 0 7 - 1 0 9 ; cap. 12, epig. 6, pp. 1 4 6 - 1 4 8 .
333) Galv. cap. 9, epig. 2, pp. 1 0 1 - 1 0 4 ; cap. 10, epig. l , p p . 1 1 3 - 1 1 6 .
334
) Barb. D. 105, p. 26; Egui. cap. 1, epig. 8; cap. 9. Map.|Sol i s b a η g o]
33s
) Barb. D. 85, p. 24; Galv. cap. 3, epig. 2, pp. 3 2 - 3 5 ; cap. 8, epig. 2, pp. 9 2 -
95 ; Map. S a g a s t e g u i .
336) Egui, cap. 64, epig. 5; Galv. cap. 4, epig. 2, pp. 4 3 - 4 7 ; cap. 6, epig. 3, pp.
70-75.
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160 Alfredo Moreno Cebrián
3Î7
) Map. T e r r a n o b a s . Compuestas las pruebas, y por consulta al Di. Leh-
mann, rectificamos a Ferranobos.
338) Barb. C. 21, ρ. 13;Galv.cap. 10,epig. l , p p . 113-116;epig. 3,pp. 116-118.
339) Barb. D. 108, p. 26.
3 » ) Barb. E. 151, p. 33; Galv. cap. 9, epig. 3, pp. 104-106; cap. 10, epig. 7, pp.
122-123.
» I ) Barb. E. 134,p. 30.
Mî
) Barb. D. 34, p. 14.
343
) Gahr. cap. 2, epig. 3, pp. 25-27; cap. 3, epig. 1, pp. 29-31; cap. 4, epig. 2,
pp. 43-47; cap. 5, epig, 6, pp. 63-64.
Barb. C. 14, p. 12.
345
) Barb. E. 161, p. 34.
3*6) Barb. B. 12, p. 11; Egui. cap. 1, epig. 5; Galv. cap. 10, epig. 5,pp. 119-120;
Map. U n i v e r s i d a d .
347
) Egui. cap. 52, epig. 10; cap. 68, epig. 1 ; Galv. cap. 4, epig. 4, pp. 48-49; cap.
12, epig. 6, pp. 146-148.
3 « ) Barb. E. 135, p. 30; Egui. cap. 3, epig. 1; Galv. cap. 1 epig. 3, p. 79; cap. 4,
epig. 8,p. 53; cap. 8, epig. 4, pp. 107-109, cap. 10, epig. 8, pp. 123-124.
3 « ) Egui. cap. 13, epig. 2; Barb. D. 61, p. 20; Galv. cap. 7, epig. 1, pp. 79-80.
350
) Barb. D. 50, p. 18; Egui. cap. 12, epig. 7; cap. 14,epigs. 1, 2 y 3; Galv. cap. 4,
epig. 2, pp. 43-47; cap. 12, epig. 8, pp. 138-140.
351) Galv. cap. 1, epig. 4, pp. 9 - 1 1 .
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Cuarteles, barrios y calles de Lima 161
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