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Luis Tapia

El estado en condiciones
de abigarramiento

Luis Tapia

Las dos fuentes del abigarramiento


El estado se ha constituido en la principal configuración de la política en
las sociedades modernas. La tendencia principal es a que monopolice
el conjunto de la vida política y a que aparezca así también en la teoría
política. En este texto se trata de revisar críticamente algunas teorías
del estado modernas, a modo de avanzar en una caracterización del
estado y la política en el país.
Hay un conjunto de teorías y concepciones normativas que
caracterizan al estado en base a la idea del gobierno de los intereses
comunes y la idea de la configuración la autoridad legítima, que articula
territorio, gobierno, población, cultura y un sistema legal. Este tipo de
discurso forma parte de los procesos de ordenamiento institucional
y de los procesos de legitimación discursiva. Hay otro conjunto de
teorías que podríamos llamar realistas, que ofrecen una explicación de
la formación histórica del estado y una caracterización del conjunto de
estructuras y relaciones que lo constituyen en el contexto del conjunto
de las estructuras sociales y el proceso histórico. Hay varias teorías
o modos de desarrollar esta perspectiva. Voy a comentar sobre todo
dos, a modo de revisar su pertinencia para pensar los problemas de
formación estatal en el país.
Marx formuló hacia mediados del siglo xix que el estado era un
tipo de relación social que se caracterizaba por haber producido la

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concentración de la política en un conjunto de instituciones separadas


que se presentaban como representante de lo general y operaban sobre
todo para organizar la reproducción ampliada de las estructuras del
modo de producción capitalista, es decir, el estado es pensado como
una relación y una estructura de dominación de clase en particular,
que es el resultado específico de la emergencia histórica de este modo
de producción.1
Max Weber, un importante pensador liberal burgues, también ha
definido el estado como un tipo de relación social en la que un grupo
de hombres reclama el monopolio legítimo de la fuerza. Una versión
ampliada concibe el estado también como el monopolio de los medios
de administración, que es lo que hace posible que los funcionarios
del estado, en tanto no son propietarios de sus medios de trabajo,
obedezcan a las estructuras de mando y de autoridad que configuran
el conjunto de instituciones estatales.2
Como se verá, la definición de estado de Weber está montada
sobre algunas estructuras conceptuales e ideas formuladas por Marx.
La idea del estado como monopolio, por un lado, y también la idea
de el estado como un resultado de monopolio de los medios de
administración, que sería el proceso a través del cual las burocracias se
subordinan a un mando central, es una idea que se puede ver deducida
de la idea del estado de separación formulada por Marx para dar
cuenta de la configuracion de la condición proletaria y la definición
del modo de producción capitalista. Para Weber el estado también
es una estructura y relación de dominación, aunque no necesaria y
exclusivamente clasista.
En primera instancia lo que quiero discutir es uno de los
componentes de estas concepciones, que es la idea del estado como
monopolio de la política, de la fuerza y de la autoridad; en consecuen-
cia también de la generación de normatividad con pretensiones de
validez general.
Hay varios modos de concebir el monopolio de la fuerza y la
política. Reviso primero los argumentos desarrollados en el seno de la
1 Marx, Karl. El manifiesto comunista.
2 Weber, Max. Economía y sociedad, fce, 1981.

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tradición marxista. La configuración del estado como monopolio de la


política y no sólo de la fuerza, en la perspectiva de Marx es un resultado
concomitante de la concentración de los medios de producción como
propiedad privada de sujetos que se vuelven, así, una clase dominante,
en la medida en que esa concentración de los medios de producción
les permite apropiarse del valor del trabajo de aquellos que en su
condición de desposeídos tienen que vender su fuerza de trabajo y,
así, conceder el derecho a apropiarse de ese excedente. En breve, la
concentración de la política y de la fuerza como estado, acompaña a
la vez que interviene en la concentración de los medios de producción
o configuración del modo de producción capitalista. La política se
concentra de nuevo modo y se separa de aquella dimension de los
procesos productivos que ahora se configura como economía o una
esfera separada de los procesos de gobierno de lo social, aunque los
determine fuertemente.
Si avanzamos en esta veta de explicación que consiste en
sostener que el monopolio de la fuerza y la política o la configuración
de ésta como estado es un producto de la concentración de los
medios de producción, se puede pensar, que el horizonte de validez
actual, también legal una vez que se han construido las instituciones
correspondientes, correspondería a los territorios en que se ha dado
este proceso de concentración y de cambio de las relaciones sociales.
Dicho de manera más sintética, el estado sería un tipo de estructuras
y relación política que corresponde a los territorios en que opera la ley
del valor, esto es, el estado de separación, de concentración y también
el de explotación y apropiación del plusvalor.
Una de las connotaciones fuertes del estado moderno en estas
teorías realistas es la idea de que es un monopolio de la autoridad,
de la política, de la ley, de la fuerza, también de la administración de
lo que en ciertos momentos va a empezar a llamarse lo público. Esto
implica que para que el estado sea ese tipo de relación, de estructuras
y de institucionalidad, no debe haber otras estructuras de autoridad
paralelas y alternativas en los territorios sobre los que reclama el
monopolio de la autoridad y la dirección política. En la lógica del
análisis marxista hay la idea de que es la expansión del capitalismo la

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que va desorganizando las formas de sociedad previa o de totalidad,


los sistemas de relaciones sociales preexistentes, no sólo el núcleo de
las relaciones de producción sino también y sobre todo sus formas
de organización social, en particular sus formas de autogobierno.
La expansión del capitalismo, su implantación o la generación de
relaciones capitalistas en la medida en que transforma las estructuras o
las relaciones de producción, sobre todo a través de lo que Marx llamó
acumulación primitiva, expropia la tierra en particular y crea el estado
de separación y concentración. Esto resulta en la destrucción de las
formas políticas y de formas sociales de organización y producción
de otro tipo de órdenes sociales. En este sentido, la transformación
y destrucción que va produciendo el capitalismo va creando las
condiciones para que efectivamente lo que se configura como estado
pueda constituirse como monopolio de la política en los diversos
aspectos señalados: gobierno y administración.
En ese sentido, en el seno de la tradición marxista hay una línea
de trabajo que ha establecido a partir de Marx una fuerte relación
entre la forma del estado y la forma y la ley del valor, es decir, el estado
corresponde a aquellos territorios en los que se implantado de manera
dominante o exclusiva la ley del valor. Uno podría decir que allá donde
se ha implantado de manera exclusiva la ley del valor estamos en las
condiciones de lo que llamó subsunción real. Donde la ley del valor es
dominante pero no exclusiva estaríamos todavía en la diversidad de
configuraciones en las que existe lo que Marx llamó subsunción formal,
es decir, la subordinación de otras formas de trabajo, de producción y
sus estructuras sociales a las estructuras capitalistas.3
En el seno de la misma historia del pensamiento marxista se
introdujo la idea de formación económico-social para dar cuenta de
la existencia de varios modos de producción. Hay varias versiones de
la noción de formación económico-social. Una de ellas sostiene que
básicamente este concepto da cuenta de la existencia de varios modos
de producción y de la dominancia de uno de ellos sobre el resto, en
el sentido de que los refuncionaliza en la lógica de su reproducción

3 Marx, Karl. El capital. Capítulo vi. (Inédito), Siglo xxi, México, 1981.

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histórica y económica. Hay una otra versión de la noción de formación


económico-social que es utilizada para pensar la unidad de estructura
y superestructuras o de estructuras económicas y relaciones de
producción y la configuración del conjunto de las instituciones
políticas, jurídicas e ideológicas que producen y reproduccen un orden
social en su conjunto, conteniendo también como núcleo la idea de la
articulación de los modos de producción, a lo cual se añadiría la idea
de la articulación entre estructuras y superestructuras. En este sentido,
algunos italianos hacen equivaler la noción de formación económico-
social a la de boque histórico.4
Considero que los que han trabajado en estas dos versiones de
la noción de formación económico-social comparten, sin embargo, la
siguiente idea. Primero, el análisis está centrado en el nivel del modo
de producción y el concepto sirve para dar cuenta de una articulación
asimétrica o dominante en torno a un modo de producción sobre el
resto, lo cual queda claro en la primera versión, ya que ese es todo su
horizonte. En el segundo caso, en el que se utiliza la idea para hablar
de la totalidad social, igual se está suponiendo que la diversidad existe
al nivel del modo de producción pero cuando ya se entra al nivel de la
articulación de los modos de producción con el nivel politico-jurídico
configurado como estado, se está suponiendo que esa unidad está
producida por un estado que estaría gobernando una diversidad de
modos de producción pero que no tendría por debajo o paralelamente
otro conjunto de estructuras políticas de gobierno o de autoridad; es
decir que se reconoce la existencia y persistencia de una diversidad
social sobre todo al nivel del modo de producción. En las versiones
más gramscianas que se usan para dar cuenta de esta configuración se
piensa que existen fragmentos de cultura o de las culturas que están
siendo afectadas, desorganizadas y transformadas por la expansión del
modo de producción capitalista, que se articulan en la construcción
de un nuevo conjunto de instituciones hegemónicas, es decir, de un
estado que unifica los fragmentos que resultan de la destrucción-

4 Sereni, Emilio, “ La categoría de formación económico-social”, en: Luporini y Sereni. El con-


cepto de formación económico-social. PyP, México, 1973.

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reconstrucción capitalista en un nuevo tipo de unidad política y


económica, en la que existe mayor diversidad en el nivel del modo
de producción pero a nivel político se estaría configurando un mayor
grado de fusión.
Incluso en esta categoría que se usó y se usa para dar cuenta
de la diversidad social, se sigue sosteniendo la idea de estado como
monopolio de la política y de la fuerza. Aquí me interesa pensar algunas
condiciones históricas en las que esto no ha llegado a configurarse
de manera sustantiva. Es en el seno de la misma tradición marxista,
pero local, en la que encuentro algunos elementos para trabajar
este problema. René Zavaleta sugirió en varios de sus trabajos en la
década del 70 y del 80 la noción de formación social abigarrada5, que
es una variación de la noción de formación económico-social pero a
la vez también una crítica que nos permite dar un paso a abordar el
tipo de complejidad que nos toca vivir. La noción de formación social
abigarrada más bien sirve para pensar la coexistencia y sobreposición
desarticulada de varios tiempos históricos, modos de producción,
concepciones del mundo, lenguas, culturas y diferentes estructuras
de autoridad. En la noción de formación social abigarrada el énfasis
no está puesto en la articulación y refuncionalización que es el rasgo
central de la conceptualización de la noción de formación económico-
social, sino más bien el énfasis está puesto en lo contrario, en la idea de
la sobreposición desarticulada.
En la noción de formación social abigarrada se mantiene la idea
de que existe una diversidad de modos de producción, pero a la vez
sirve para pensar el margen que no llegó a transformar y rearticular
el desarrollo e implantación del capitalismo. Es una noción que
sirve sobre todo para pensar el resultado histórico de los procesos
de colonización, en los que efectivamente se sobrepone parte de
las instituciones de la sociedad dominante conquistadora sobre los
pueblos, así, subalternizados. A través de décadas y siglos se produce
también el desarrollo del capitalismo en estos territorios y esto ha
implicado un proceso de acumulación originaria, en el sentido de
concentración de la tierra, concentración de medios de producción

5 Zavaleta, René, Lo nacional-popular en Bolivia, Siglo xxi, México, 1986.

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y destrucción de estructuras sociales y formas de vida social


preexistentes. A la vez en algunos territorios de América Latina esto
no ha acabado de transformar y destruir totalmente las estructuras de
otros pueblos y culturas. Un rasgo fuerte del abigarramiento, que es
el que nos permite marcar la diferencia, es el hecho de que persisten
estructuras de autoridad o de autogobierno de varios de los pueblos y
culturas que han sido conquistadas. Esto implica que varios territorios
de un país como Bolivia, en el espacio que se reclama ser un estado-
nación, no sólo existe existen las estructuras del estado más o menos
republicano y moderno sino que también existe una diversidad de
otras formas políticas de autogobierno, estructuras de autoridad, que
son la principal forma en que se relativiza, se reduce o se cancela la
idea y la factualidad del monopolio de la política.
En lo que hoy es territorio boliviano y más allá, desde tiempos
coloniales se ha configurado una estructura de poder que ha pretendido
ser la única autoridad sobre el conjunto de las poblaciones. De manera
más específica, después del proceso llamado de independencia,
que en buena parte es una fragmentación del orden colonial y su
reproducción en condiciones en que se combina feudalidad y algunas
dimensiones de modernidad, se ha configurado una estructura de
poder político que se ha arrogado el monopolio en la producción de
las normas, la función de gobierno y también el monopolio y ejercicio
de la fuerza, que ha sido uno de los principales de componentes de lo
que se puede llamar estado durante el siglo xix y una buena parte del xx.
Había la pretensión del monopolio y la legitimidad en el horizonte de
estos nuevos países, aunque no había la actualidad de ese monopolio
politico. Varios territorios de Bolivia seguían y siguen organizados en
torno a estructuras sociales comunitarias, que tienen como parte de
su forma de producción y reproducción del orden social una forma de
autogobierno que está inmersa en la misma estructura comunitaria.
Las estructuras de poder politico que empiezan a proclamarse
como estado boliviano se caracterizaron por desconocer las estructuras
políticas, las estructuras de autoridad y autogobierno de los pueblos
y culturas que seguían bajo una condición de subordinación colonial
en el seno del nuevo estado. Esto no significa que efectivamente se

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haya eliminado este conjunto de estructuras comunitarias en estos


territorios. Esta es una de las causas de que en Bolivia se configure lo
que René Zavaleta llamaba un estado aparente, es decir, una estructura
estatal que reclama ser un estado nacional pero que sólo tiene
condiciones históricas, sociales y estructurales de correspondencia en
algunos territorios del país, que más bien configuran una especie de
archipiélago de territorios en los que se habrían dado las condiciones
de transformación social que hacen posible la institución de una
estructura política que se configure como un estado moderno o el
monopolio de la política, la ley y la fuerza. Este archipiélago de base
del estado está constituido por el conjunto de territorios en los que
se ha configurado una condición moderna aunque subalterna en el
sistema mundial, es decir, territorios en los que se ha producido el
estado de separación y la desorganización o destrucción de otro tipo de
relaciones sociales que producen otro tipo de estructuras de autoridad
diferentes a la que reclama articular y dirigir el estado, ya sea en su
forma de república liberal o de estado-nación después.
Zavaleta decía que es un estado aparente en la medida en que no
ha sido producido desde dentro en todos los territorios del país sino
que responde a sólo una parte de ellos, en los que como producto de
la implantación del capitalismo se ha generado una condición más o
menos moderna, a la que corresponde y a partir de la cual se configura
aquello que reclama ser estado. Zavaleta ha trabajado extensamente,
sobre todo en su último libro sobre lo nacional-popular, las varias
dimensiones de esta condición del abigarramiento, es decir, la que
tiene que ver con el hecho de que el monopolio estatal está quebrado
por la persistencia de otras estructuras de autoridad que son las
que obtienen la lealtad primordial de varios pueblos y culturas, que
en principio responden a otro orden político en tanto es parte de la
totalidad social en la que se socializan y constituyen como sujetos
y, así reproducen y desarrollan una cultura diferente a aquella que
corresponde a la configuración de un estado moderno.
La historia política de las últimas décadas en Bolivia ha
mostrado como a partir de esas estructuras sociales se ha cuestionado

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la reconfiguración de la dimensión estatal boliviana en su modalidad


neoliberal, por el efecto desarticulador y neocolonial que ha adquirido.
Además, se han configurado como las principales matrices a partir de
las cuales se están generando alternativas de cambio y rearticulación del
país, en el sentido de recuperar y crear las condiciones de control de los
recursos naturales y de la vida política. De esta diversidad organizada
y movilizada proviene el proyecto de un estado plurinacional, es decir,
una reforma del estado que corresponda al grado de diversidad existente
y que elimine el tipo de relación colonial o de desconocimiento de las
estructuras políticas de las diferentes culturas.
En un espacio como Bolivia, uno de los límites a la pretensión
del monopolio legítimo de la fuerza consiste precisamente en la
existencia de una diversidad de estructuras de autoridad, por lo general
de caracter comunitario, que son las que organizan y sostienen una
diversidad de 36 diferentes pueblos y culturas en estos territorios.
La existencia de esas estructuras de autoridad no significa que en
estos territorios nunca tenga presencia el estado boliviano sino que
cuando lo hace, que por lo general suele ser de manera discontinua
en el tiempo, aparece como una estructura paralela y sobrepuesta con
carácter más o menos colonial, en la medida en que operado para
extraer trabajo, subordinar, dominar y muy ocasionalmente para
integrar y democratizar las relaciones internas o su articulación con el
resto del país.
Existe una diversidad de formas de vida política, de estructuras
de autoridad y autogobierno en el país. En este sentido, no hay un
monopolio completo real y mucho menos legítimo, aunque sí existe
esa pretensión en los bloques sociales y clasistas que han dominado el
país desde su fundación, es decir, la pretensión de tener la legitimidad
para imponer la autoridad sobre este conjunto de territorios, a veces
expropiando sus tierras y redistribuyendolas entre miembros del
bloque dominante, interviniendo militarmente en estos territorios.
Este tipo de abigarramiento implica que el estado boliviano tiene
una presencia discontinua en el país, tanto en términos espaciales
como temporales. Sobre todo en aquellos territorios donde existen

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otras estructuras de autoridad y autogobierno su presencia ha sido y


es más o menos colonial todavía, es decir, una forma de dominación
externa, que en algunos casos se articula a formas de desigualdad y
jerarquización interna.
La revolución del 52 fundó y organizó un estado moderno
en Bolivia, en la medida en que amplió las bases sociales de su
sustentación al reconocer ciudadanía a la población o a los sujetos de
las culturas colonizadas que antes no eran reconocidos con derechos
aunque así con responsabilidades en el contexto de las estructuras
semicoloniales del llamado estado republicano. Incorpora legalmente
a toda esta gente en el seno de un nuevo horizonte estatal, ampliado
de este modo. Sin embargo, este reconocimiento de ciudadanía y el
hecho de que el proceso que funge como condición de posibilidad
de la revolución en la reconstitución de este estado, que es la
nacionalización - que implica controlar la explotación de los recursos
naturales y no una transformación de las relaciones de producción
en el conjunto los territorios del país- hacen que la organización de
este estado moderno no implique la destrucción de las estructuras de
autoridad que siguen configurando la diversidad social en el país. La
expansión del capitalismo que es paulatina a lo largo del siglo xix y xx
sigue desorganizando núcleos comunitarios y reduciendo la diversidad
cultural, es el proceso que opera con más fuerza que la organización
de una estructura estatal en base a principios más universales.
En lo socioeconómico la revolución tuvo dos ejes: la nacionaliza-
ción de las minas y la reforma agraria. La reforma agraria no abarcó
a todos los territorios del país. Redistribuyó la tierra sobre todo en el
altiplano y en algunos valles centrales del país, pero en buena parte
del oriente, la Amazonía y el sur chaqueño de Bolivia las estructuras de
propiedad latifundiaria de la tierra han persistido, y éstas se han visto
ampliadas después durante el periodo de las dictaduras militares y
gobeirnos neoliberales que pusieron fin al proceso de construcción del
estado-nación en Bolivia.
Por un lado, el monopolio legítimo de la política y de la fuerza está
quebrado por la existencia de estructuras de autoridad y autogobierno
de origen comunitario. Por el otro lado, este monopolio está quebrado

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y limitado por la existencia de estructuras de un orden y poder social


y económico de tipo patrimonial, que es un aspecto que también ha
sido trabajado por Zavaleta sobre todo para explicar la debilidad del
estado boliviano durante el siglo xix y la primera mitad del siglo xx.
La otra dimensión del abigarramiento está constituida por la fuerte
existencia de estructuras de poder patrimonial en el país, lo cual por
lo general ha sido menos trabajado para pensar los problemas del
estado en las últimas décadas. El tipo de crisis y conflictos que se ha
configurado en los últimos años hace más evidente su fuerza. En este
sentido, quiero bosquejar de manera gruesa el tipo de abigarramiento
que el conjunto de poderes patrimonialistas configuran en relación al
proceso de constitución de un estado moderno y un estado-nación
en el país.
La existencia de un orden social patrimonialista es el principal
legado de la colonización. De hecho, este tipo de orden social ha sido
la base de todo el periodo llamado republicano, recién se ha visto
afectado en el momento de la revolución nacional. Consideró que este
tipo de orden social atraviesa varios modos de producción, es parte de
la dominación colonial, que podría considerarse como una formación
social tributaria6 en el momento de formación del sistema mundial,
cumpliendo tareas importantes de alimentación de la acumulación
en la formación del capitalismo. En tiempos post independentistas
se ha reproducido como la base o estructura socioeconómica del
bloque dominante en el nuevo país. Se ha mantenido a través de
relaciones de servidumbre y en algunos territorios de esclavitud, y se
podría decir que un orden social de este tipo se prolonga y existe hoy
en Bolivia de manera combinada, conteniendo también relaciones
de producción capitalistas.
Veamos cuáles son los rasgos de este orden económico-social
patrimonialista. El rasgo principal es la propiedad monopólica de la
tierra o la configuración de latifundio, que implica la expropiación a
las comunidades humanas y sociales que previamente la trabajaban y
habitaban a partir de otras relaciones sociales.

6 Amin, Samir, Clases y naciones en el materialismo histórico, El Viejo Topo, Barcelona, 1979.

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Lo propio de un orden patrimonialista no es sólo la existencia


del monopolio sobre la tierra sino el hecho de que esa relación de
producción o régimen de propiedad se acompaña de una fuerte
articulación con las estructuras sociales, el poder social y el poder
político. De hecho, el principal rasgo de un poder patrimonialista es
que el poder social y político es ejercido por los propietarios de la
tierra y sus representantes o empleados. Esto implica que en territorios
patrimonialistas no se ha producido el proceso de separación de
estructuras económicas y políticas, produciendo una condición
moderna. Por un lado, hay una concentración de la propiedad, lo cual
acaba configurando una relación social de desigualdad entre aquellos
que la tienen y los que no la tienen, y luego de explotación entre
aquellos que la trabajan productivamente y los propietarios.
Esta no separación hace que el poder político siga manteniendo
rasgos particularistas y, por lo tanto, se identifique con el cuerpo
individual y colectivo de los propietarios en tanto familia, clase e
individuos. Uno de los rasgos de configuración del estado moderno es
que para legitimarse empieza a adoptar y desarrollar cada vez más un
discurso universalista, es decir, el estado como representante de los
intereses generales, que se justifica en tanto tendría que gobernar para
el conjunto de los ciudadanos, reconociendo de manera creciente el
conjunto de derechos civiles, políticos y sociales , esto es, volverse un
estado responsable ante los gobernados, aunque como una relación
de dominación.
Un orden social patrimonialista implica que no hay ciudadanía
o igualdad de derechos, a no ser en condiciones en que de manera
paralela se haya configurado un estado o haya un proceso la
construcción de un estado-nación, por lo menos de un estado que
intente sobreponerse o subordinar el orden patrimonial al conjunto
de derechos que lo constituye. En estos casos depende del grado de
implantación, presencia y poder del estado, de tal manera que la
población de los territorios de latifundio y orden patrimonial pueda
reclamar los derechos del estado nacional y sobre todo reclamar la
superioridad de este orden jurídico. La pauta predominante, más bien,
ha consistido en que en la medida en que la clase de los terratenientes ha

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formado parte de todos los bloques económico-políticos dominantes


en los últimos siglos y sus miembros han estado en persona en los
poderes legislativo, ejecutivo y judicial, las estructuras y sobre todo el
desempeño del poder estatal han respetado el orden patrimonialista
existente. En los territorios en los que existen este tipo de relaciones
predomina el orden patrimonialista, que es complementado y apoyado
en su reproducción y ampliación por el poder estatal.
En este eje de articulaciones se puede ver que más que tratarse del
monopolio de la política y el monopolio legítimo de la fuerza por parte
del estado, se trata de un monopolio ejercido por la clase dominante
que complementa el poder ejercido a partir estructuras patrimoniales,
que son las que tienen predominio en los territorios de latifundio y sus
áreas urbanas de influencia, con su participación en las estructuras de
gobierno o de estado a nivel del país, a través de lo cual además pueden
redistribuir a su favor más tierras y redistribuir recursos en beneficio
de la reproducción de su poder y de las estructuras que lo configuran
en los territorios de su dominio.
Uno de resultados de este tipo de estructura económica, con
escasa o nula diversificación, en territorios donde existe el monopolio
de la tierra y relaciones de servidumbre, es que hay una sociedad civil
poco desarrollada, durante mucho tiempo básicamente constituida por
las asociaciones de ganaderos y grandes propietarios de la tierra. Esto
se ha visto modificado por el inicio de la organización sindical sobre
todo allá donde el latifundio contrata trabajo asalariado en el norte del
oriente boliviano. Un rasgo de estas estructuras patrimoniales en estas
condiciones de escasa diversificación económica y débil sociedad
civil o poco diferenciada, es que el control de la vida social también
es ejercido predominantemente por los patrones de la tierra que se
conciben a sí mismos como los titulares del poder político.
Hay dos situaciones que cabe diferenciar en el modo de
articulación de las estructuras de poder patrimonial al estado. Una
de ellas tiene que ver con la articulación de la clase terrateniente con
el poder estatal, en tanto participación continua en la cabeza de los
diferentes poderes del mismo. Una segunda situación se configura
cuando esta clase y el bloque económico político dominante pierde

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el predominio en la dirección de los poderes estatales, sobre todo a


través de elecciones. En consecuencia, se tiene un estado gobernado
por una clase diferente y sin la participación de terratenientes en el
núcleo dirigente. A esto he llamado una coyuntura de autonomía
relativa como la que se ha configurado como resultado de la victoria
electoral de mas, levantada sobre varios ciclos de movilizaciones anti
privatización, organización y articulación de asambleas de pueblos
indígenas y procesos de reconstitución de estructuras de autoridad
originaria. Este largo rodeo que todavía voy a continuar es para
poder explicar los rasgos del conflicto y la lucha de clases que se
está desplegando hoy. Primero voy a en presentar varios argumentos
sobre las relaciones que se establecen entre orden económico-social
patrimonialista y estado en una situación en que los terratenientes
son parte del sujeto gobernante.
Vamos a analizar dos tipos de situaciones. Una que podríamos
llamar la situación instrumental en la relación entre orden patrimonial
y el poder político y estructuras estatales, y una segunda situación de
autonomía relativa del estado. Comienzo por algunas consideraciones
sobre el primer tipo de condición. Uno de los rasgos de la relación
entre lo socio-económico y el poder político que resulta del modo en
que se organiza el estado bolivariano después de la independencia
en relación al orden colonial, es el hecho de que mantiene intactas
las estructuras de propiedad y las estructuras sociales previamente
organizadas en tiempos coloniales. Se mantiene la propiedad
monopólica de la tierra y se mantienen relaciones de servidumbre con
la mayor parte de la población colonizada. El orden social patrimonial,
que es la base del nuevo estado bolivariano, es una producción de
origen colonial. En la medida en que la base socioeconómica del país
mantiene extensivamente relaciones de servidumbre es difícil hablar
de la constitución de un estado moderno en rigor, en la medida en que
no se ha producido el estado de separación, por lo tanto, la libertad
formal de los sujetos que aparecen, así, como individuos y como
productores que pueden vender su fuerza de trabajo.

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La hipótesis más general consiste en pensar que lo que


caracteriza el orden político durante el siglo xix es el hecho de que
hay una estructura de gobierno bastante reducida, un poder ejecutivo
que va de tres a cinco ministros. Por lo tanto, lo que se ha dado en
llamar estado en las condiciones bolivianas se caracteriza por una
composición que tiene un ejecutivo presidencial acompañado
de un gabinete bastante pequeño y del ejército. En este sentido, es
básicamente un estado militar.
Esta situación de persistencia de un orden patrimonial de origen
colonial que contiene relaciones de servidumbre y unas estructuras
de gobierno bastante pequeñas y fuertemente centradas en el ejército,
hace que la articulación que caracterizó el vínculo entre orden social
y político en Bolivia sea la siguiente. En una buena parte de los
territorios del país el poder estaba organizada en torno a las estructuras
patrimoniales de propiedad y de producción de orden social en
torno a relaciones de servidumbre, que también se convertían en el
poder político local a través del modo en que se relacionaban con las
estructuras del gobierno nacional. Por lo general, los dueños o los
patrones locales o regionales se convertían en la autoridad nombrada
por el gobierno central como representante de la república o el estado
boliviano en esos territorios, pero podemos pensar más bien que más
que una presencia del estado boliviano, una presencia autónoma del
estado boliviano, en los diferentes territorios del país lo que se tenía
era un conjunto de estructuras patrimoniales que se vincularon o
acoplaron al estado. La figura de la autoridad estatal se produce en esta
interfase o acoplamiento entre orden socio-económico patrimonial
y estructuras de gobierno, en la que sin embargo el poder estaba
organizado y ejercido por los titulares de la jefatura o la autoridad en
el seno de las estructuras patrimoniales.
En este sentido, la conexión con el gobierno central servía para
legitimar en relación a un orden macro el ejercicio de la autoridad que,
sin embargo, tenía sus bases materiales en relaciones patrimoniales y
de servidumbre a nivel local y regional. Había una red de estructuras
patrimoniales conectadas con el estado, que recibían la bendición o

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el nombramiento para ser el representante del gobierno central en lo


local. Estos territorios patrimonialistas por lo general han requerido
la presencia militar del gobierno boliviano para reprimir las formas
de resistencia en los territorios comunitarios o los reclamos a los
abusos en las formas de explotación en el seno de estos territorios
patrimonialistas.
Esta es una forma de situación instrumental del estado, en
el sentido de que son miembros o las cabezas de las estructuras
de poder patrimonial las que se hacen nombrar autoridad local o
representantes del estado boliviano y utilizan esta articulación para
reproducir las relaciones de dominación en su territorio. Participan
en los niveles legislativos y ejecutivos de toma de decisiones y a partir
de esto reclaman la presencia y protección del ejército para el control
político o la faceta represiva en los procesos de reproducción del orden
patrimonialista. El hecho de que lo que había de estado era bastante
pequeño: un presidente con un ejecutivo pequeño y un ejército mucho
más grande que el resto de la burocracia gubernamental, hace que
uno de los rasgos de una parte del siglo xix haya sido el caudillismo, es
decir, que el poder ejecutivo haya estado en manos de militares. Esto
no es algo casual.
Hay un periodo de situación instrumental en el que las
estructuras patrimonialistas utilizan la organización de la república
de Bolivia para reproducir el mismo orden social patrimonialista de
origen colonial. Durante un buen tiempo, medio siglo por lo menos,
la dirección de estas estructuras de gobierno ha estado caracterizada
por un fuerte caciquismo militar. Esto sería una faceta de mediación
entre la existencia de estructuras patrimonialistas en los diferentes
territorios del país y jefes militares dirigiendo las estructuras de
gobierno para reproducir ese tipo de orden social. En el último cuarto
del siglo xix en Bolivia se instaura un sistema de partidos, es decir, de
competencia entre fracciones de la oligarquía dominante. Se organiza
un sistema de mediaciones políticas en el seno de clase dominante
que ritualizan y pacifican la lucha entre fracciones de la clase a través
de mecanismos de competencia y de inclusión de representantes o de
la presencia directa de parte de los patrones en el órgano legislativo.

110
Luis Tapia

Esta faceta de instauración del sistema de partidos es un tránsito


de la fase de situación instrumental caracterizada por la mediación
de los caciques militares a una otra fase de situación instrumental en
la que son los principales propietarios o patrones que provienen del
orden patrimonial los que asumen la presidencia del país y se vuelven
cabeza del poder ejecutivo y legislativo, en la medida en que son los
principales organizadores y dirigentes de los partidos politicos.
Este tipo de situación instrumental se prolonga hasta que la
década de los 30 y 40. Los principales empresarios mineros ya no
estarán a la cabeza del gobierno del país sino representantes directos
de los intereses económicos de estos grandes empresarios. No por eso
se puede hablar de una autonomía relativa del estado. Se trata de uuna
faceta se situación instrumental del mismo, en la que los principales
empresarios se han retirado de la cabeza del estado y tienen a
representantes a cargo de la legislación y el ejecutivo en el país.
La revolución de 1952 cancela o desorganiza las condiciones
de esta situación instrumental del estado, sobre todo través de los
procesos de nacionalización de las minas, la reforma agraria y la
sustitución de los sujetos gobernantes por una nueva burocracia
política proveniente de un partido nacionalista que dirige un proceso
de construcción de un estado-nación en Bolivia por primera vez. En
este sentido, hay un proceso de expansión de las estructuras estatales
y una presencia más autónoma del estado en algunas regiones del país.
En el momento revolucionario mismo y de transición, por un tiempo
en varios territorios del país no había estado, básicamente en aquellos
que eran enclaves de explotación minera; el poder era ejercido por la
organización sindical y sus milicias. Para que se pueda construir una
nueva estructura estatal y expandirla en los territorios de Bolivia, el
mnr tuvo que desorganizar estas milicias obreras y sustituirlas por la
presencia de la autoridad civil nombrada desde el gobierno central y
el ejército.
La revolución del 52 hizo posible la desorganización del orden
patrimonialista en algunos territorios del país: una buena parte el
altiplano y los valles centrales de Cochabamba, parte de los valles de

111
El Estado. Campo de lucha

Chuquisaca y los valles de Tarija, dejando sin afectar las estructuras


patrimonialistas en la Amazonía, buena parte del oriente y el Chaco.
Una de las políticas de desarrollo definida por los dirigentes del
proceso, que consistió en el desarrollo por la vía agraria y la creación de
una nueva burguesía agroindustrial en el oriente boliviano, reforzó o
produjo las condiciones para la recreación de estructuras de un orden
patrimonialista en torno a relaciones capitalistas en la region.
En el periodo de autonomía relativa del estado que corresponde
a la fase de creación del estado-nación en Bolivia hubo el despliegue
del proceso de nacionalización, el montaje de la educación y la salud
públicas, extensión del sufragio en términos de ciudadanía universal.
El hecho de que haya un sujeto político no burgués ni terrateniente
a la cabeza del estado llega a su fin con el golpe militar dirigido por
Barrientos. La instauración de la dictadura militar vuelve a crear las
condiciones de una situación instrumental del estado en un doble o
triple sentido. Está claro que, por un lado, la instauración de la dictadura
de Barrientos fue preparada y apoyada por eeuu. En este sentido,
representa directamente los intereses geopolíticos de otro estado en el
país. Por otro lado, a través de la mediación militar vuelven a hacerse
presentes los intereses de los terratenientes que no habían perdido la
propiedad de la tierra. En la segunda fase de dictadura inaugurada por
Banzer en los años 70, los militares representan a la nueva burguesía
agraria creada por el mismo modelo de desarrollo del 52.
Hay una etapa en que el ejército es la mediación entre los intereses
de la clase económicamente dominante en lo local y lo internacional;
esta vez debido a que la burocracia militar formaba parte del esquema
anterior de articulación y construcción del estado-nacional, por un
lado, y por lo tanto tenía experiencia de participación en el estado
y, por el otro lado, debido al hecho de que el ejército en Bolivia
también fue rearmado, reorganizado y educado bajo fuerte influencia
norteamericana, lo cual le permitió preparar el golpe de estado el 64.

112
Luis Tapia

Las estructuras de poder patrimonialista en


tiempos de autonomía relativa del estado.
Me centro en las configuracciones contemporáneas. Para esto es
necesario caracterizar la condición previa de situación instrumental
del estado boliviano en las últimas décadas. Durante los años 70
tenemos una situación de situación instrumental del estado a través
de la dictadura militar. El golpe de estado de Banzer fue abiertamente
apoyado por sectores empresariales y por fuerzas políticas y militares
externas. El régimen de dictadura sirvió para trasladar de manera
sistemática excedente capturado por el estado para financiar a la
burguesía industrial en el oriente y otros sectores empresariales
bancarios. Hacia fines de los años 70 el régimen dictatorial es puesto en
crisis por una ola de movilización de la sociedad civil, particularmente
del movimiento obrero que articula la resistencia y una ofensiva para
crear las condiciones de transición a un régimen de reconocimiento y
vigencia de derechos politicos y la realización de elecciones.
En esta fase de transición, que no es objeto de análisis en
este escrito, también se da paso a una nueva faceta de situación
instrumental del estado, que se va caracterizar, al igual que la
coyuntura de fines del siglo xix, por el hecho de que parte de los
principales empresarios del país se convierten en los dirigentes de los
principales partidos parlamentarios o crean nuevos partidos a partir
del poder económico, como un medio para defender y promover sus
intereses en los espacios políticos de legislación y toma de decisiones
en el ejecutivo. Desde el 85 en adelante, por 20 años, se podría decir
que el estado boliviano se encontraba en una situación instrumental
en el sentido estricto del término, es decir, que los miembros de la
clase económicamente dominante se convirtieron en la cabeza del
ejecutivo, fueron presidentes, ministros, senadores y diputados, así
como también autoridades regionales y locales, esto es, prefectos y
alcaldes a lo largo del país.
En esta faceta de situación instrumental se produce un
acoplamiento entre las estructuras y espacios de autoridad estatal y

113
El Estado. Campo de lucha

las estructuras socioeconómicas de tipo patrimonialista, se articula


un continuum que consiste en el hecho de que miembros de la clase
dominante, terratenientes y empresarios, son las autoridades del
gobierno boliviano desde el nivel local del municipio, pasando por la
subprefectura, la prefectura, los consejos municipales, para ocupar
también las direcciones y ser mayoría en el poder legislativo, en cámara
de diputados, en la cámara de senadores, son miembros mayoritarios
del gabinete, en particular del sector económico. Son los que disputaron
de manera ritual y cíclicamente la presidencia del país.
Esta faceta de la situación instrumental del estado caracterizada
por la presencia directa de los empresarios en el continuum de las
estructuras de autoridad del gobierno y el estado del país a través la
mediación del sistema de partidos, se ve complementada por otra
faceta que he llamado presidencialismo colonial. Se caracteriza por el
hecho de que, por un lado, los procesos de selección de los gobernantes
se hace a través de sistema de partidos y competencia electoral, a través
de lo cual buscan su legitimación a partir del voto de aquellos que son
reconocidos como ciudadanos pero, por el otro lado, en el desempeño
del proceso de gobierno, dada la composición clasista de los sujetos
gobernantes y sus vínculos con poderes trasnacionales y otros estados
en el mundo, el contenido de las decisiones y la legislación que han
producido se caracterizan por la organización de condiciones legales
para la entrega de los recursos naturales país y la subordinación del
país en su conjunto a las decisiones tomadas en otros núcleos de
poder en el mundo. En este sentido, si bien por un lado aparece como
un estado de derecho legitimado a través de procesos electorales, en la
dimensión más efectiva y decisiva funciona como un aparato político
para organizar las condiciones legales de subordinación del país a
otras soberanías en el contexto regional y mundial, organizando una
situación neocolonial.7
Esta situación instrumental en su faceta del presidencialismo
colonial es la que se ha visto cuestionada por varias líneas y ciclos
7 Tapia, Luis, “ El presidente colonial”, en: Horizontes y límites del estado. Comuna- Muela del
Diablo Editores, La Paz, 2006.

114
Luis Tapia

de movilización, que han puesto en crisis al estado organizado de


ese modo y han producido la sucesión de varios gobiernos hasta la
Victoria electoral de un partido político de origen campesino aunque
con proyecto nacional. Así, se han generado las condiciones de una
autonomía relativa del estado, que se caracteriza por el hecho de que ha
ganado elecciones y se ha hecho cargo del gobierno un bloque político
y social diferente a aquel que domina la estructura económica, que se
ha visto desplazado de las posiciones del gobierno que ha ocupado
durante las últimas décadas.
La emergencia de una coyuntura de autonomía relativa con
estos rasgos, que ha implicado el desplazamiento de los sujetos que
formaban parte del bloque político y económico dominante de origen
burgués y neocolonial de las estrcturas de gobierno, ha explicitado
varias facetas del déficit de construcción estatal en el país. Por un lado,
uno de los rasgos de esta coyuntura de autonomía relativa es que se
ha quebrado el continuum o cadena de poder o ejercicio del poder
económico, social y político que se establecía entre las estructuras
del estado boliviano y las estructuras de poder patrimonialista. Los
miembros de la clase dominante han sido desplazados del poder
ejecutivo, se han convertido minoría en la cámara de diputados,
mantienen todavía mayoría en la cámara de senadores, han perdido
muchos municipios y mantienen todavía el poder en algunas regiones
en el nivel de gobierno departamental.
Este desplazamiento o expulsión de los miembros de la clase
dominante de algunos niveles en la estructura de autoridad y
gobierno del estado, ha implicado un desacoplamiento entre los dos
tipos de estructuras, que revela algunas de las fallas estructurales
en la construcción del estado nacional en Bolivia, que responden
fuertemente a los rasgos de la situación instrumental en que se ha
organizado y reproducido el poder estatal durante la mayor parte de la
historia boliviana.
Este desacoplamiento de estructuras de poder que se ha dado
en algunos niveles, sobre todo en el nivel del gobierno central y en
algunos territorios municipales, ha hecho aparecer la debilidad del

115
El Estado. Campo de lucha

estado en los núcleos de gobierno departamental en Santa Cruz, Beni,


Pando y Tarija. Una vez que el gobierno departamental dejo de ser
delegado por el poder ejecutivo y se conforma a partir de un proceso
de elecciones, que es una reforma preparada durante el gobierno de
Carlos Mesa, se empieza a notar lo débil que es el poder estatal en
algunas regiones dado que el gobierno departamental está ocupado
por miembros de la oligarquía local y regional, manteniéndose
en ese ámbito el continuum señalado entre estructuras de poder
patrimonial y participación como autoridad en las instancias de
gobierno del estado boliviano. Esto es algo que fuertemente se
replica en estas regiones en el nivel de gobierno departamental. Por
eso mismo, por el hecho de que en ese nivel y en esas regiones se
sigue estableciendo este fuerte vínculo, es que las autoridades del
gobierno central aparecen como secundarias, bastante débiles y en
los momentos críticos, que han sido bastante continuos en los últimos
años, incluso son asediadas por los poderes regionales y tienen que
volverse clandestinas. Otro de los aspectos que nos permitió ver esta
debilidad es el hecho de que el presidente no podía aterrizar en varios
de estos departamentos, lo cual mostraba que el poder estatal no
existía o era muy secundario o débil en relación al poder articulado
por las estructuras de poder patrimonial y su presencia en el nivel del
gobierno departamental.
Esto significa que es en el nivel del gobierno departamental
que se sigue dando este acoplamiento entre estructuras de poder
patrimonial y las del estado boliviano en el nivel subnacional, en el
que las estructuras patrimoniales subsumen a las del estado boliviano,
eliminándolas. En las últimas décadas este acoplamiento se había
dado a través de la mediación de los partidos politicos. En la fase de
transición los partidos todavía fueron la mediación para el acceso a
la prefectura. Es una reforma que se introdujo simultáneamente al
reconocimiento de las asociaciones ciudadanas, lo que ahora ha dado
lugar a que se conviertan en la mediación política principal a partir de
las cuales las oligarquías regionales se articulan como sujeto electoral
y compiten por acceder al gobierno departamental.

116
Luis Tapia

Esto implica que se ha experimentado una fuerte crisis de los


partidos politicos, en particular de aquellos partidos que fueron
dirigidos, organizados o reorganizados por empresarios durante
todo el periodo neoliberal. Es una crisis de articulación política de la
clase a nivel nacional. Esta crisis se ve de manera mucho más clara
en el hecho de que luego de la victoria electoral del mas en el año
2005, los principales núcleos de oposición al nuevo bloque social y
político gobernante se han articulado a partir de los comités cívicos
departamentales. No son los partidos o un partido en particular
el que dirige y articula la oposición sino que ésta viene de núcleos
duros de articulación del bloque dominante en el seno de la sociedad
civil en cada región. Esta es una faceta de la crisis política en el viejo
bloque político dominante, es decir, una crisis de las mediaciones y
articulaciones políticas a nivel partidario.
Los comités cívicos son una forma de articulación en el seno de
la sociedad civil, dirigidos a interactuar con el gobierno y el estado.
En la coyuntura actual los comités cívicos se han vuelto el núcleo
de organización y proyecto de la clase dominante, con capacidad
de articular a sectores subalternos e intermedios, en los ámbitos
urbanos en particular. Esto implica que uno de los ejes centrales de
la lucha política y de clases se ha desplazado al seno de la sociedad
civil. De hecho estos núcleos cívicos además de organizar y sostener
una oposición en relación al gobierno, sobre todo han atacado los
núcleos de otra parte de la sociedad civil, aquellos que corresponden
a organizaciones campesinas y de pueblos indígenas. Esto implica
que hay una fuerte crisis de las mediaciones en el ámbito de la lucha
de clases, en el sentido de que los comités cívicos explícitamente se
convierten en el núcleo duro de organización de la clase dominante y
de la movilización política que ataca al otro polo campesino- indígena,
que ha creado las condiciones de posibilidad de recambio electoral, la
reforma del estado y de la constitución.
Cabe señalar que por este otro lado más bien hay un desarrollo
significativo de las mediaciones. Los sindicatos campesinos han
organizado un partido que en el mediano plazo ha logrado convertirse

117
El Estado. Campo de lucha

en mayoría electoral y cabeza del ejecutivo. Este desarrollo político


electoral ha permitido renovar y, en cierto sentido, salvar el sistema
de partidos y de representación en el seno del estado boliviano. Es en
torno a este eje de sindicatos, gremios, otras asociaciones y el partido
político, que se articula la red de alianzas que está soportando el nuevo
gobierno en el país.
Si nos desplazamos a ver las relaciones entre clase, estado
y sociedad civil en relación a los dos bloques políticos sociales en
conflicto, se podría establecer las siguientes relaciones y tendencias.
Por un lado, en el ámbito departamental gobernado por las estructuras
patrimonialistas, hay un núcleo clasista empresarial terrateniente que
es el núcleo duro en torno al cual se articula un comité cívico, que es
el que permite articular la base de consenso y de movilización para
soportar el acoplamiento entre la estructura de poder patrimonial y la
del estado en el nivel del gobierno departamental. Como esto entra en
contradicción con la dirección del bloque social que dirige el gobierno
central, se puede ver que políticamente hablando no son las instancias
del gobierno departamental las políticamente significativas o fuertes
sino una instancia de la sociedad civil, el comité cívico, el que se
convierte en la principal mediación entre las dos instancias, es decir,
gobierno y sociedad civil, pero también en muchos sentidos suplanta
o subordina al gobierno departamental a la dirección ejercida desde el
núcelo del comité cívico.
En este nivel departamental también se puede ver la debilidad
estatal. El gobierno departamental está en una situación instrumental
respecto de la clase dominante, es su forma de articulación en el seno de
la sociedad civil la que determina fuertemente la política del gobierno
en este nivel subnacional. En este sentido, este nivel intermedio está
en una situación instrumental.
En el nivel del gobierno central se ha vuelto sujeto gobernante un
partido que se articula con una red bastante extensa de organizaciones
corporativas del mundo de los trabajadores y de otros sectores
intermedios. Si bien el mas, por un lado, tiene un discurso del proyecto
nacional, por el otro lado, en sentido fuerte es un partido de clase. Es

118
Luis Tapia

en este sentido que es enfrentado por las oligarquías regionales. Por


este lado, también se ve que el eje politico es una fuerte relación entre
organizaciones de la sociedad civil y estructuras estatales, sólo que en
este caso sí opera con fuerza la mediación del partido.
La mediación partidaria en el ámbito popular de los trabajadores
es peculiar. Por un lado, el núcleo fuerte y duro organizativo no está
en el partido sino en los sindicatos y las otras organizaciones con las
cuales el mas negocia su inclusión como candidatos a autoridades de
gobierno. En el mismo mas el núcleo fuerte durante mucho tiempo
fue precisamente la federación de sindicatos cocaleros. Después de
las elecciones ha ido desplazándose hacia el ejecutivo. Sin embargo,
en términos de fuerza social el núcleo organizativo duro y fuerte es el
de las organizaciones sindicales y sus similares y no así el partido. En
lo que concierne a proyecto político el mas tampoco es el núcleo más
importante de articulación de propuesta. De hecho las ideas centrales
de nacionalización y asamblea constituyente fueron promovidas en
principio y con más fuerza por otro tipo de organizaciones, aunque
luego el mas las asumió tanto antes como durante su gobierno. El
principal espacio y núcleo de propuesta política es el Pacto de Unidad,
que articula a las ocho grandes formas de unificación campesina y de
organizaciones o asambleas indígenas.
En este sentido, se podría decir que hay una especie de dualidad y
distancia. Por un lado, es en el mundo de las organizaciones campesinas
e indígenas en particular donde se articula la dimensión más sustantiva
de propuestas y proyecto de reforma del estado, en relación a la cual
el mas recoge algunos elementos de programa y discurso, pero a la par
hay un programa de gobierno que es diferente a aquel que se articula
como proyecto político en el seno de las organizaciones aliadas y sus
articulaciones con las no aliadas. Hay una diferencia entre proyecto
político articulado en el mundo de las organizaciones y el programa
de gobierno, que no es de escala en una matriz articulada por un
mismo sujeto politico. Son articuladas por diferentes sujetos políticos
que establecen alianzas puntuales para sostener la mayoría electoral
para el mas y la inclusión de representantes por el lado del mundo de
las organizaciones.

119
El Estado. Campo de lucha

Si vemos el otro bloque socio-económico y politico, también se


observa que el proyecto político no está articulado por los partidos.
En parte está articulado por el núcleo corporativo duro ampliado,
que son los comités cívicos y por su fuerte articulación con poderes
políticos y económicos externos. Una buena parte de la articulación
fue promovida por la embajada norteamericana. Esto significa que
por ambos lados, aunque no con el mismo peso, la articulación de
proyecto político está en los núcleos más clasistas. Lo que varía es el
horizonte que configura a partir de la defensa de sus intereses. Por un
lado, podemos ver que en los comités cívicos del oriente y el sur el
horizonte es la autonomía departamental. En este sentido, está claro
que no hay proyecto o propuesta para el conjunto de los ciudadanos
del país. Por el otro lado, se observa que en los últimos tiempos son
las organizaciones campesinas e indígenas las que no sólo han
reclamado reconocimiento cultural, política, recursos y satisfacción
de necesidades particulares sino que han desarrollado la capacidad de
pensar una forma de reforma el país en su conjunto.

Articulaciones
A modo de sintetizar las varias consideraciones que se han hecho
sobre la diversidad de estructuras de poder y relaciones políticas en
el país, planteo algunas conclusiones en dos niveles: el del estado y el
gobierno y el de la política en general en el país.
En relación al primer nivel, se ha vivido en los últimos años un
quiebre del continuum de las estructuras de poder patrimonialista
que recorría desde el nivel local de autoridad gubernamental estatal
hasta la cabeza del ejecutivo, a través de un acoplamiento de las
estructuras patrimonialistas y las del estado boliviano, en algunos
espacios mediada por el sistema de partidos, sobre todo allá donde
la estructura patrimonialista ya fue bastante modificada y sustituída
como producto de la revolución de 1952, la reforma agraria y el grado
de nacionalización y expansión del estado que se desarrolló.

120
Luis Tapia

Este quiebre ha sido producto del ascenso de un nuevo bloque


social y político bastante heterogéneo, que es la base de la mayoría
electoral del mas. Esto ha producido lo que yo llamaría un estado dividido.
Hay un bloque social y político que está gobernando y dirigiendo al
nivel del gobierno central del país y es mayoría en el legislativo. Hay
un otro bloque clasista o socio-político que está gobernando el nivel
departamental en algunas regiones del país. Ambos bloques sociales
están en contradicción y están desplegando una intensa lucha de clases
a través de la forma aparente de la discusión sobre la descentralización
del estado, en particular el proyecto de autonomías departamentales.
En este sentido, no hay unidad del estado en Bolivia. Este estado
dividido es uno de las principales principales resultados del modo en
que la lucha de clases atraviesa el estado boliviano. A esta situación
nos podemos aproximar pensando el estado no sólo como conjunto de
aparatos de administración de poder político y el monopolio de la ley
sino también como conjunto de relaciones sociales en movimiento.
La presencia del mas como sujeto gobernante, junto a
sus aliados, es producto de su capacidad de competencia en
el nivel del sistema partidario pero sobre todo de la capacidad
de autoorganización de una multiplicidad de organizaciones de
trabajadores y sectores populares en el país. La presencia de miembros
de las oligarquías regionales en los gobiernos departamentales
es producto de la existencia y persistencia de las estructuras
patrimonialistas o de un orden social patrimonialista y su capacidad
de controlar la vida social y política y organizarla también como
una base de consenso electoral, sobre todo en el ámbito urbano.
Menciono estos rasgos para señalar algunas tendencias.
En la medida en que la base del orden social patrimonialista
es la propiedad monopólica y extensiva de la tierra, se puede pensar
que este tipo de estructuras han logrado conquistar la condición de
su reproducción en el tiempo ya que la nueva constitución política
las reconoce y sólo pone límites a la distribución de tierras hacia
adelante, es decir, no contiene una reforma agraria que desestructure
el orden social patrimonialista en el país. Esta es la gran victoria socio-

121
El Estado. Campo de lucha

económica de la clase dominante, que electoralmente es la perdedora


en lo nacional. En la medida en que persistan estas estructuras
económicas que son la base del orden social patrimonialista, lo más
probable es que esta condición de estado dividido en el país también
persista por un largo tiempo. Ta vez en el mediano plazo el proceso de
organización de los sectores populares, cuya expansión se ha observado
en los departamentos de Santa Cruz y Tarija, lleve a un vuelco en la
relación de fuerzas electorales, es decir, que el mas o un equivalente
logre ganar elecciones en estos departamentos. Sin embargo, eso no
significa la sustitución o la cancelación del orden social patrimonialista,
que puede persistir aunque estos sujetos lleguen a hacerse cargo del
gobierno departamental también. Esto trasladaría la condición de
autonomía relativa del estado en el nivel departamental.
En este sentido cabe recordar que el proyecto de autonomía
departamental era la principal estrategia de las oligarquías
patrimonialistas para frenar la ola de ascenso político de las
organizaciones campesinas e indígenas y los movimientos sociales
anti privatización y sus formas de fusión, que pusieron en crisis a los
gobiernos neoliberales. Fue y es la principal estrategia y trinchera de
resistencia a este avance en el nivel intermedio. Por los resultados de la
negociación política que se reflejan en la nueva constitución se podría
decir que han vencido, en la medida que la reforma del estado se está
pensando hacia adelante sobre todo en términos de organización de
las autonomías de diverso tipo, en particular las departamentales. Ahí
vemos que se ha reconocido o incluido las condiciones legales para la
reproducción de un estado dividido en el país, dada la característica
de la heterogeneidad de sus estructuras sociales y las relaciones de
fuerzas en la historia reciente y toda la acumulación previa.
En la medida en que no hay reforma agraria y hay reconocimiento
de autonomías, a nivel constitucional se han recreado y organizado
nuevas condiciones para la reproducción de un estado dividido,
atravesado y gobernado por diferentes bloques clasistas en diferentes
niveles del estado. En este sentido, el estado boliviano es y será un
conjunto de estructuras y relaciones políticas bastante discontinuo

122
Luis Tapia

en los territorios de Bolivia, en la medida en que está desacoplado de


la vida política y las estructuras económicas y sociales en aquellos
apartamentos donde lo que prima son las estructuras de poder
patrimonialista. En algunos otros ámbitos se están desarrollando
algunas formas de acoplamiento con las formas de organización y de
autoridad que provienen del mundo de lo comunitario y campesino.
Paso a hacer algunas consideraciones al nivel de la política en
general en el país, que necesito para hacer una caracterización más
global del estado en Bolivia. Se puede decir que Bolivia en el ámbito
de lo político es un pluriverso, lo fue y los sigue siendo. Bolivia
sigue siendo un país abigarrado y multisocietal. Por un lado, como
se ha descrito al principio, hay territorios en los que la vida política
primordial está organizada en torno a las estructuras comunitarias,
tanto en tierras bajas como en tierras altas. Por otro lado, hay territorios
donde el poder político es ejercido por aquellos que organizan las
estructuras y el poder económico y social en el ámbito de un orden
social patrimonialista, en los que el estado no tiene presencia o es muy
débil. Durante un tiempo parecía que había presencia estatal debido a
que las estructuras patrimonialistas se acoplaban a las estructuras del
gobierno boliviano, siendo los sujetos gobernantes las cabezas de las
estructuras patrimoniales.
Además de la existencia de este tipo de diversidad de órdenes
sociales, en Bolivia se ha hecho y se sigue siendo política por fuera
del estado, en aquellos ámbitos públicos organizados sobre todo en
el mundo sindical y otras formas de asociación a través de las cuales
los ciudadanos bolivianos participan en la discusión de lo público y el
destino del país, de la comunidad local y la región también. En este
pluriverso el estado boliviano no es un conjunto de instituciones y de
relaciones que haya logrado el monopolio de la política y el monopolio
de la fuerza y la producción normativa. Como esto siempre es una
pretensión en Bolivia, ha sido reforzada por la fuerza militar.
En este contexto interpreto del siguiente modo algunas tenden-
cias en curso. En general, tanto en el ámbito de relación entre las bases
sociales y electorales del mas como también en el ámbito de las bases y

123
El Estado en transición

territorios que soportan el gobierno de las oligarquías regionales, no se


está dando un proceso de desarrollo estatal, es decir, de instituciones
autónomas de gobierno que efectivamente tenga un carácter público o
común, aunque en diverso grado. Por un lado, el mas ha articulado una
extensa red de alianzas con las organizaciones fuertes en cada territorio,
sobre todo en ámbitos campesinos y de organizaciones o asambleas
pueblos indígenas. Esa alianza está sirviendo para que representantes
de estas organizaciones entren al estado, a cambio el mas logra una
sustantiva base electoral y una alianza social y política que hace posible
ser mayoría y dirección gubernamental, pero ese tipo de flujos se está
dando en el seno de las instituciones estatales preexistentes. En todo
caso lo que estamos viendo es el flujo entre el poder de las estructuras
políticas no estatales de una diversidad de sujetos corporativos en su
origen y de estructuras comunitarias, y su capacidad para penetrar
en el estado boliviano a través de la mediación partidaria del mas. Por
el otro lado, en zonas de predominio de estructuras patrimonialistas
vemos que tampoco hay desarrollo estatal. Esta condición de estado
dividido hace que el gobierno departamental bloquee las iniciativas
y la presencia del gobierno central. Esto inhibe el desarrollo estatal,
incluso se ha incurrido en la destrucción física de las instituciones del
estado. El núcleo de gobierno se ha desplazado de las instituciones
públicas al ámbito del comíte cívico y sus articulaciones con otros
poderes económicos, sociales y politicos. En ese sentido, también hay
una inhibición del desarrollo de estructuras públicas de gobierno.
A partir de esto planteo dos ideas a modo de conclusiones. Por
un lado, el estado en Bolivia es un conjunto discontinuo de estructuras
de gobierno y un conjunto de relaciones sociales, que para gobernar el
país tiene que establecer acoplamientos con estructuras provenientes
de la sociedad civil en algunos ámbitos, en algunos otros ámbitos con
las estructuras de autoridad de pueblos que tienen una estructura
comunitaria. En el ámbito de los territorios patrimonialistas se
produce una especie de acoplamiento entre estructuras de propiedad
y estructuras sociales de este orden con parte del estado boliviano.
Dicho de otro modo, el estado boliviano en una buena parte el país

124
Luis Tapia

tiene presencia a través del acoplamiento que establece con algún tipo
y conjunto más o menos amplio de estas otras estructuras económicas,
sociales y políticas o que se vuelven políticas para establecer este tipo
de articulación.
La otra idea es una repetición de lo que propuso Marx hace
mucho tiempo: la sociedad civil produce al estado. Hoy tenemos un
estado producido por los diferentes desarrollos que se han dado a
partir de la sociedad civil en Bolivia. El desarrollo del sindicalismo
campesino, de las asambleas de pueblos indígenas y la diversidad de
formas de asociación civil y política sobre todo en el ámbito de los
trabajadores, está produciendo un cambio en el nivel de gobierno y
el tipo de reforma del estado que estamos experimentando, que ha
empezado a privilegiar una estrategia de acoplamiento con este tipo
de organizaciones en sustitución del tipo de acoplamiento previo
que privilegiaba de manera sistemática el otro ámbito de la sociedad
civil, el de las corporaciones empresariales y otras asociaciones de la
clase dominante. En el nivel departamental, este estado es producido
por el tipo de acoplamiento que se hace con las estructuras del orden
patrimonialista existente en el país. Esto genera lo que llamo un estado
dividido. Este grado de heterogeneidad y de contradicciones que
contiene la sociedad civil y el tipo de sujetos, organizaciones y fuerzas
que se han articulado, producen este tipo de estado en Bolivia.
El estado y las acciones de gobierno emprendidas por aquellos
sujetos que lo dirigen, condicionan y determinan también a la
sociedad civil que lo produce y reproduce en condiciones cambiantes.
Eso depende del tipo de proyecto politico y de las articulaciones que
establecen. Se ve que, tendencialmente, el modo en que el estado actúa
sobre la sociedad civil reproduce más bien la dimensión y horizonte
más corporativo de sus formas de organización, pensamiento y
articulación política, tanto en relación con los sectores populares
como en el ámbito de los territorios de relaciones patrimonialistas,
con más fuerza.

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