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LA CORTE DE LUCIFER
Sabios, paganos y herejes en el mundo medieval
Colección: El árbol sagrado
Titulo: La corte de Lucifer. Sabios, paganos y herejes en él mundo medieval
Titulo original: Luzífers Hofgesind
Director editorial: Héctor González López
Medición: enero de 2005
© 2004, Circulo Latino, S. L. Editorial E I.
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Printed in Spain
ISBN: 84-96129-37-3
Depósito Legal: B338/2005
Impreso por UBERDUPLEX
C/Constitución 19 bloque 4 local 1-5
08014 Barcelona.
Investigación periodística: Duncan Propiedades Intelectuales
Director creativo: Andrés j. P Paez
Asistente de Dirección: Pilar Zubiría Revuelta
Edición: Osvaldo Tangir
Arte de cubierta e interior Juan Fenu
Maquetación: Silvana Fabro, Romina Cardóse, Soledad Fernández
Corrección: Edgardo D'Elio, Andrea Oriol
Traducción: Marcelo Pelayo
ESTUDIO PRELIMINAR
EL BUSCADOR DEL GRIAL
Todas eran incógnitas para aquel joven Otto Rahn, que reco-
rría detenidamente los estrechos senderos agrestes del Pog en el
inhóspito Ariége. Por entonces, este alemán tenía 27 años y sus
conocimientos y convicciones lo habían llevado a uno de los
lugares claves de la Romania cátara: la fortaleza que alguna
vez fue el último bastión hereje del catarismo.
Para Rahn, la reliquia del Grial tenía una existencia real, esto se
corresponde con el análisis que hace de las poesías de Wolfram
Cuándo habla en el Parzival de la piedra Graal.
Para Otto Rahn los cátaros eran los custodios del Graal-Grial.
Documentos de la Inquisición cuentan que la noche anterior a la
caída de Montségur descendieron de la fortaleza, mediante so-
gas, cuatro personas. Sus nombres eran Amiel Aircart, Alfaro,
Poitevin y Hogues.
El movimiento cátaro era mucho más que una herejía: tomó dis-
tancia en muchos aspectos del cristianismo tradicional y rechazó
todos los dogmas del catolicismo. Contrarios a la Iglesia, los cátaros
acentúan la tradición maniquea y rechazan los sacramentos, la cruz
como símbolo de muerte y todas las ceremonias del culto cristiano;
también rechazan el Antiguo Testamento.
Otto Rahn fue él último buscador del Grial, convencido del sig-
nificado pagano y la gnosis oculta negada a los
conquistadores. Rahn, en Cruzada contra el Grial, hace una
descripción poética de la cruzada contra los albigenses, allí dice:
"A la cabeza, cabalga el sombrío e irreconciliable abad de
Citeaux, el jefe de las fuerzas cristianas contra los herejes
albigenses. Parecido a un caballero del Apocalipsis, galopa,
hábito al viento, a través del país que no adora a su propio Dios.
Detrás de él, el ejército de arzobispos, obispos, abades, padres y
monjes. Al lado de los príncipes de la Iglesia cabalgan los
príncipes laicos con sus armaduras resplandecientes de acero,
plata y oro. Luego, vienen los caballeros saqueadores, con sus
soldadescas que entraban a saco por doquier. Robert Sans-Avoir, el
que no bebe agua, Dios sabe sus nombres.
"A continuación, los ciudadanos y campesinos, y luego, por
millares, la chusma de Europa: los ribaldos, los truhanes y, en
los templos de Venus montados sobre cuatro ruedas, las
pelanduscas de todos los países posibles".
Andrés J. P. Paez
LA PARTIDA
He leído sobre los cátaros todo lo que pude conseguir; una vez
“fueron tantos como las arenas del mar y en mil ciudades tuvieron
adeptos". Es por esto que sé que sólo fueron llamados albigenses en el
sur de Francia, en los territorios de la Provenza, del Languedoc y de la
Gascuña. En Alemania se los llamó Runkeler, o amigos de Dios.
Deben de haber sido muy influyentes en la Lombardía, según informa
el poeta gnómico Wernher, que vivió como sacerdote alrededor del
año 1180 en Ausburg: “Cual lámpara arde en herejía".
¡Cómo has caído del cielo, tú, hermosa estrella matutina! Pensaste
en tu corazón: "Quiero subir al cielo y elevar mi silla por sobre las
estrellas de Dios; quiero sentarme sobre la Montaña de la
Asamblea en el más lejano Septentrión; quiero viajar sobre las
nubes altas y ser igual que el Altísimo". ¡Irás al infierno, a la
caverna más profunda!
TOULOUSE
Debido a los albigenses vine a esta tierra. Tal como mis ancestros,
deben de haber celebrado tratos con el diablo. Guando fue quemado
en Toulouse, en el año 1275, un grupo de herejes, se hizo
trasladar también de las llamas temporales a las eternas a una
mujer de 56 años llamada Angela de Labaretha. Se le había
arrancado la confesión, en las cámaras de tortura, de que había
mantenido relaciones camales con el maligno y que el fruto de su
vientre sería un monstruo. Tendría cabeza de lobo y cola de víbora.
También confesó que había sido obligada a ir todas las noches a
robar niños pequeños, para alimentar con éstos a su monstruoso
descendiente. Todo esto tuvo que confesar esa mujer herética.
Torturada.
PAMIERS
Sólo podía ser cátaro aquel que primero había sido adepto o credenz
(creyente) y luego -se supone- formulaba el voto siguiente:
"¡Prometo consagrarme a Dios y a su verdadero Evangelio, no
mentir nunca, no jurar nunca, nunca más tocar a una mujer (la
hereje renunciaba al hombre), no matar ningún animal, no comer
nada de carne y vivir solamente de frutos. Y prometo no
traicionar nunca mi creencia; aquel que la amenace será muerto!".
Cumplido esto pasaba a ser un puro o perfectos (perfecto). Al recién
admitido se le ponía una vestimenta de punto llamada veste o
hábito. Los herejes portaban, en lugar de éste, una especie de
diadema. En el idioma provenzal este acto de incorporación se
denomina consolament (consolación). Un creyente herético que no
había formulado este voto podía seguir viviendo como debe vivir
un ser humano que está en la vida. Tenía, mujer e hijos, iba al
trabajo y de caza, comía carne y bebía vino. Como casa de Dios
le servían el bosque o una cueva. Para él los cátaros eran los
cuidadores del alma, a quienes también llamaban reverentemente
bonshommes (buenos hombres). El santo Bernardo de Clairvaux
informa que en el sur de Francia 'Tere omnes milites", casi todos
los cátaros eran caballeros.
FOIX
Esta pequeña ciudad pirenaica me agradó mucho. Encerrada por
poderosas montañas, sobresalen en ella un pintoresco castillo y
una bella iglesia. Empotrada en el verde de amplias plantaciones,
deja serpentear estrechas pero limpísimas calles y callejuelas en
todas direcciones. Es sorprendente cruzarse con hombres rubios y
altos. ¿Por qué no podrían ser de sangre germana? Los godos y los
francos durante mucho tiempo tuvieron aquí su hogar, hermanos
adversarios...
Pero los archiherejes eran los cátaros más odiados por Roma, que
eran con los que el padre y el hermano de Esclarmonde simpatiza-
ban. Este último era un trovador famoso y su burgo permaneció
abierto para todos los rapsodas vagabundos. A la hora de su muer-
te, pidió que se le impartiera el "consuelo" herético.
LAVELANET
Vivo en una casa de campo muy sencilla. E1 agua tengo que sa-
carla de un manantial algo alejado, desde el que un sendero lleva al
llamado Campo de la Pira. Aquí fueron quemados por monjes domi-
nicos de una sola vez doscientos cinco herejes en una gigantesca
hoguera. El manantial brota a corta distancia de un tolmo, del que
sobresale una cruz forjada en hierro, atravesada por dos espadas.
De los maderos longitudinales de la cruz cuelgan un látigo, una
vara de zahorí y una corona de espinas. También de ellas cuelgan
las llaves de san Pedro. Directamente detrás de la roca se alza la
majestuosa montaña del castillo. Sobre ella descansa en
grandioso retiro Montségur, las ruinas del castillo.
CASTILLO P. EN LA TOLOSANIA
Soy huésped en la ciudadela de la condesa P, una dama de edad
avanzada. Nadie mejor que ella conoce historias, tesoros, tradiciones
y leyendas orales, así como sobre usos y costumbres típicos de su
patria. Su biblioteca personal es de una no corriente
homogeneidad y muy completa. La condesa me visitó con
frecuencia en el Montségur. Ahora le devuelvo la visita.
¡Misterioso Grial!
Ahora es noche.
SAINT-GERMAIN EN LAYE
Desde hace varias semanas trabajo en la Biblioteca Nacional de
París. Aquí se conservan los registros de la Inquisición, que pueden ofre-
cer una explicación clara sobre el trágico fin de Montségur. Ahora
sé que en aquella noche del Domingo de Ramos en que Montségur
fue traicionada, cuatro sacerdotes heréticos envueltos en paños de
lana se descolgaron desde la cima del castillo para salvar su
"Tesoro de la Iglesia". El propósito se cumplió totalmente.
Pudieron entregar el preciado bien al caballero herético Pons
Arnold, señor del castillo Verdun en el Sabarthés.
Los herejes amaban a los astros, me confió hace pocos días una
anciana de ancestros cátaros. Declaró una verdad.
CAHORS
Nuevamente estoy en el sur francés. Cahors es la ciudad que vi
desde el tren en mi primer viaje al país de los albigenses y a la
patria de los trovadores; la vi al cruzar un puente ancho y alto,
que se extendía sobre el río. ¿Será por esta causa, me pregunto,
que a este respecto el papa se califica de Pontifex Maximus, máxi-
mo constructor de puentes?
Cada una de las cuevas del Sabarthés es más bella, grande y enig-
mática que la otra. Si quisiera referir las experiencias que allí tuve,
tendría que llenar muchas cuartillas. No pocas veces corrí peligro
de muerte; pese a todo, siempre logré encontrar el camino para
salir incólume. Casi nunca regresé a casa sin haber encontrado
algún objeto. Quien visite el Sabarthés debe enseñar en Ornolac
los objetos hallados. Aquellos otros "objetos hallados" que aprecio
de todo corazón sólo los puedo exponer para mí mismo
describiéndolos: dibujos e inscripciones.
Apolo no puede ser otro más que Lucifer, a quien los herejes
provenzales llamaron Luzbel y a quien, como ellos creyeron, no se le
hizo justicia.
Los cátaros interpretaron la "caída" de Lucifer como la "suplan-
tación ilegítima del hijo primogénito, Lucifer, por el Nazareno".
Varios de ellos -que constituían la excepción- creían que, en efecto,
Lucifer hubiera sido por arrogancia y orgullo apartado del camino
por el Dios Padre, al igual que el hijo perdido del Evangelio, y creye-
ron que el Día del Juicio caería de rodillas ante el Todopoderoso
para pedir perdón. Este mito cosmogónico (no podría ser de otra
manera) se basaba en que el mundo sería un lugar apartado de Dios
y un lugar de sufrimientos, que solamente podría ser perfecto
Cuándo el Dios-Espíritu eterno hubiera espiritualizado, divinizado y
redimido al mundo, materia perecedera y sin espíritu. En aquellos
herejes, que como se ha dicho constituían la excepción, ya había
hecho su efecto la influencia debilitadora de la creencia en la
redención cristiana, aunque con vestimentas no romanas. No
necesito ocuparme de excepciones...
Dios es Ley y nos ha dado las leyes, pero, para nosotros, no aque-
llas que Moisés, que tomó a una negra por esposa, dio a conocer
desde la cima del monte Sinaí a los judíos. Nuestro código de Dios
es el Cielo estrellado y la Tierra llena de los más variados seres
vivos. De acuerdo con su Ley invariable, el Sol cursa su recorrido del
levante al poniente por los doce signos del Zodíaco o, entre invierno
y verano, hacia sus solsticios prescritos. Al anochecer abandona a
los hombres, entonces Dios-ley deja irradiar a la Luna y a las
incontables estrellas, que sin excepción van por el cielo cumpliendo
su camino. No decimos que el Sol o uno de los astros sea el propio
Dios. Ellos son anunciadores de Dios y portadores de Dios.
Hay que ser fiel hasta la muerte, de este modo Dios dará la corona de
la vida eterna, está escrito en la Biblia. Ya que los trovadores perte-
necían, para la Santa Iglesia Católica de Roma, a los sirvientes del
diablo, porque habían escrito en sus estandartes su fidelidad al dios
Amor; ya que ellos, como incontables ejemplos lo demuestran, cantaron
maravillosos aires sobre una corona de Lucifer, podría ser -si acepta-
mos el lenguaje bíblico- que hayan dado con una luciferina "corona
de la vida eterna", y podría ser, si seguimos tejiendo los hilos en este
sentido, que el dios Amor haya sido Lucifer en su más elevada per-
sona. Esta suposición pasa a ser evidencia si atamos los nudos de
otra manera. El dios Amor es el dios de la primavera.
Cada vez que Apolo, enviado a otra parte por la ley divina, no
pudo permitir que la piedra de carbúnculo alumbrara, vino la
"Abuela del Diablo", "la Gran Madre" que es la Tierra y gobierna
a la Luna. La Tierra dio a los desterrados, durante la noche
comida de su casa, cuya cuidadora es ella; bebida de su rocío, cuya
donadora es ella, la que indica con sus rayos argénteos el
Camino...
Si el diablo y su abuela no estaban en "su casa", o llegarían
algo más tarde, enviaban un representante y anunciador. Lucifer
envió la estrella matutina, la Gran Abuela envió el lucero
vespertino: la misma estrella que se llama Lucifer o Venus. Que,
por cierto, de ningún modo se ha caído de nuestro cielo.
PORT VENDRES
Desde temprano por la mañana hasta tarde al anochecer, en los
muelles y pasarelas de embarque hay una vida agitada. El tiempo
se me va volando. Hay pescadores que me invitan a ir de pesca.
Estaríamos de vuelta al salir el sol. Debido a que en estos días la
marea está muy alta, me aconsejan que espere un poco.
Vi zarpar un gran vapor a África. Muchos ingleses iban a
bordo. Se me dijo que el clima de la costa francesa del
Mediterráneo no tiene la constancia y suavidad que tuvo en
otros tiempos y que su rival ha pasado a ser la costa del norte de
África.
Antiquísimo es este puerto al pie del Pirineo oriental. Ya los
fenicios obtuvieron oro en sus montañas y establecieron aquí
un importante centro comercial. Desalojados por los griegos,
debieron dejarles la supremacía. Portus Veneris (Puerto de
Venus) es su nombre antiguo.
En nebulosos tiempos remotos, una vez navegaron vikingos del
otro lado del mar. Eran helenos llegados de su ciudad materna,
Argos, y desembarcaron en el Puerto de Venus. Su viaje tenía un
fin preciso: querían llevarse de la isla del Sol Aea una piel de
carnero sagrado: el Vellocino de Oro. Sobrevivieron a muchas
aventuras. Tuvieron que sostener una lucha con un rey Bebryx
que a todos los extraños que llegaban a su país los retaba a un
combate a puñetazos e incluso les daba muerte a golpes. Pero el
hostil rey fue vencido.
Después de haber logrado llegar al Puerto de Venus, los argonautas,
como estos helenos vikingos se llamaban, debían sacar el vellocino de
una encina sagrada, de cuyo ramaje colgaba.
MARSELLA
Arriban buques, atracan, fondean, zarpan...
Aquí acondicionan carbón y allá descargan frutas, aquí zurren grúas
y rechinan cadenas, por allá una sirena, estibadores gesticulan, mari-
neros ebrios arman jaleo, hembras repulsivas hablan a los gritos, se
gimotean sentimentaloides canciones callejeras, vendedores de periódi-
cos se acallan unos a otros gritando a voz en cuello, automóviles tocan
sus claxons, tranvías campanillean y, sobre todo y hacia dentro de
todo retiemblan, metálicas, las campanas de Notre-Dame de la
Garde.
Que esta pérdida sea tan lamentable se debe a que Pytheas fue el
único heleno del que sabemos con certeza que fue a buscar
personalmente la antigua región principal de obtención del ámbar
en la bahía Alemana (en la desembocadura del Elba y del Eide) y a
que él emprendió la experiencia inaudita para aquella época de
intentar desde la punta norte de Escocia un osado avance hacia
desconocido Mar del Norte, el Atlántico Norte. Lo que confiere
tanta importancia al viaje exploratorio de Pytheas es "la audacia
de navegar sin brújulas por los mares abiertos del norte, donde
nubes y nieblas con demasiada frecuencia hacen desaparecer los
medios de orientación que son el sol y las estrellas". Finalmente,
penetró en el norte hasta una lejana isla que él llamó Thule y que
hasta la actualidad conserva su reputación enigmática como la
frontera de la tierra habitada, como "última Thule", la más distante
Thule. A pesar de que hasta nosotros no llegaron los informes del
viaje de Pytheas, de la Geographia del griego Estrabón podemos
figurárnoslo por los siguientes párrafos: "Thule está a seis días de
navegación de Britania hacia el norte, cerca del mar congelado; allí, la
órbita del solsticio de invierno; para aquellos que viven cerca de la
zona de los hielos, la carencia de frutos y animales comestibles es
total o muy grande y se alimentan de mijo y otros vegetales, frutos
y raíces. Donde crezcan cereales y haya miel, se prepara con ellos
una bebida; apalean el cereal ya que ellos no reciben rayos de sol
puro, en grandes casas donde se almacenan las espigas, ya que
debido a la falta del sol y a los continuos chubascos se hacen
inútiles las parvas". En la Historia de la naturaleza del romano
Plinio, se dice que la tierra más lejana que se conoce es Thule,
donde, durante el tiempo del solsticio, Cuándo el sol transita por el
signo de Cáncer, no hay ninguna noche, y, por el contrario, sólo
hay pocos días durante la época de invierno. En Geminos de
Rodas (que escribió la obra Elementos astronómicos) se lee:
"Parece que Pytheas de Massilia también llegó hasta aquella
región, por lo menos, dice en ese escrito redactado por él sobre el
océano: 'Los bárbaros nos señalaron el lugar donde el sol se pone.
Éste se encontraba justamente en estas inmediaciones donde la
noche era demasiado corta; en algunos puntos duraba dos ho-
ras, en otros, tres, por lo que el sol poco tiempo después de su
ocaso volvía a salir'". Hay que añadir que el romano Pomponius
Mela también dejó un párrafo digno de prestarle atención, que
quizá se apoya en Pytheas: "Por la época del solsticio de verano no
se da allá ninguna noche, porque el sol allí ya aparece más ostensi-
ble y no muestra más el reflejo, sino la mayor parte de sí mismo".
Este informe es la más antigua alusión al sol de medianoche y lleva
la impronta de un hombre que ha visto esta maravilla de la natura-
leza. Pomponius Mela no estuvo en el Septentrión. Su exposición,
como es de admitir, se basa en los escritos de Pytheas, por lo que no
cabe ninguna duda de que el marino de Massilia, en los comienzos
del verano astronómico, se internó hasta casi lo más extremo del círcu-
lo polar. Éste, hace 2.200 años, se encontraba a una latitud de 76°
15' y 22". Cuándo nosotros sabemos, gracias a Geminos de Rodas,
que Pytheas llegó a un punto en donde el sol dos o tres horas después
de su puesta volvía a aparecer, estamos en condiciones de calcular el
grado de latitud para el año 350 antes de Cristo: 64° 39". El sur de
Islandia y el centro de Noruega se hallan sobre esta latitud. O
ésta o la otra tienen que haber sido Thule...
Pytheas debe de haber emprendido viaje hacia las tierras del norte
334 años antes del nacimiento de Jesús el Nazareno. De regreso,
el barco que lo había llevado al país de los hiperbóreos, pasando
por las columnas de Hércules, volvió a arribar al puerto de
Massilia.
Sospecho que Pytheas viajó hacia el norte impulsado por su sed
de conocimientos. Ya sabía que la Tierra es una esfera; que los pla-
netas giran alrededor del Sol; que en el Norte hay un polo; que el
polo que mantiene en órbita tanto a los planetas como al Sol posee
fuerza de atracción. Creyó que el polo, por ser sabio y apolíneo, en
sí mismo descansa; que polo y Sol, al ser Apolo, poseen la misma
fuerza de atracción, que incluso no permite que los seres humanos
puedan desembarazarse nunca de Dios; que Apolo en las tierras del
polo, en el Septentrión, tiene su verdadera patria entre el
venturoso pueblo de los hiperbóreos.
Puigcerdá en Cataluña
Con conocidos que aquí tenían ocupaciones profesionales, viajé
hacia el norte en automóvil. Estoy solo y aguardo bajo el pabellón
de la pintoresca plaza del mercado de la pequeña ciudad. Señoras
acicaladas, guardias fronterizos serios y de mirada penetrante,
verduleras gordas, sencillos campesinos de Andorra, desmontados,
mulas sobrecargadas avivan la de todos modos colorida y
animada estampa.
Estaremos aquí todo un día, tal como fue previsto. No estoy des-
contento con ello.
Otra vez tuvo una visión luminosa parecida a una serpiente y que
a él, pese a su radiante belleza, pronto se le transformó en siniestra.
Al darse cuenta de que la visión "al acercarse a la cruz parecía per-
der belleza", dedujo que en esta serpiente no era Dios quien se le
aparecía, sino el diablo. Con rapidez echó mano al bordón para
expulsar con contundentes golpes al demonio. Sin embargo, "cada
acción y cada impulso, a fin de cuentas, tenía su tiempo fijado: la
misa no debía durar más de media hora, y un reloj de arena tenía
que cuidar que este plazo no fuera sobrepasado. Él sólo se permitía
"iluminaciones" durante la misa, y ni siquiera las lágrimas de emo-
ción y de estremecimiento eran en él simplemente una irregular
gratia lacrimarum , gracia lacrimosa, como en los primeros tiempos
de su transformación anímica, sólo lloraba mucho más Cuándo
éstas le surgían provocadas justamente por razones de su disciplina
interior. En su propio diario de vida cuidó remarcar tal
desbordamiento lacrimoso y de aforar, poco más o menos, su
intensidad y duración, si durante el llanto sólo vertía algunas
lágrimas o si se trataba de un río de lágrimas con sollozos...
GENOVA
Hasta las ramas de los árboles fueron traídas por mensajeros desde
el litoral del mar Báltico para que ellos depositaran ámbar a los
pies del gran rey. El godo real mantuvo con los escandinavos, espe-
cialmente, un trato amistoso. En su corte se quedó a vivir de
manera permanente -como deduje de una edición inglesa- "un
príncipe sueco que había gobernado sobre una de las trece tribus más
populosas que entonces habitaban una parte de la península
escandinava. Este país septentrional, al que a veces se ha dado
vagamente el nombre de Thule, fue poblado e investigado hasta
el grado de latitud 78, donde los habitantes del circulo polar en
cada detención del sol de verano y del sol de invierno durante
cuarenta días lo disfrutan o lo pierden. La larga noche de la
ausencia del sol o de la “muerte del sol” era la triste época de la
indigencia y del miedo, hasta que emisarios enviados a la cima de
la montaña veían regresar los primeros rayos de luz y anunciaban
a la llanura la fiesta de su renacimiento".
Se dice con razón que la isla Escandía, de la cual una vez emigra-
ron los godos, y la península de Escandinavia son una sola. Es posi-
ble que el massiliota Pytheas haya vivido en Escandinavia, por lo
que deberíamos considerar a Escandinavia como su Thule.
MILÁN
El patrono tutelar de Milán es san Ambrosio. Fue arzobispo de
Milán de 374 a 397, Cuándo Teodosio I reinó en la Roma oriental
y Valentiniano II en la Roma occidental, ambos como
emperadores. Sus huesos reposan aquí en la iglesia
Sant’Ambrogio, que fue lugar de coronación de los reyes
lombardos y los emperadores alemanes desde el siglo IX hasta el
siglo XV. En esta iglesia bautizó como cristiano romano, en 387, a
san Agustín, al que el maniqueísmo había causado gran agitación
y una penosa situación.
ROMA
El alemán Tannhäuser, como el pueblo errante de la Edad
Media lo vio, una vez se arrodilló ante el papa. Le pesaba un gran
"pecado", ya que había ido al bosque a mirar un milagro y había
dado con el Monte de Venus. La señora Minne -que también se
llamó señora Saelde o señora Holda- imperaba en esa montaña.
Allí había muchos héroes y muchos cantores. Siete años
permaneció Tannhäuser junto a la diosa. Entonces lo asaltaron las
dudas sobre la salvación de su alma y se despidió de la señora
Minne para peregrinar a Roma. En vano la graciosa le suplicó que
permaneciera junto a ella, porque junto a ella estaba su salvación.
Tannhäuser se desprendió de sus brazos y no escuchó que le
encomendaba que no debía olvidar "despedirse de los hombres
antiguos". Con pies sangrantes peregrinó el desventurado hacia
Roma. Allá tañían las campanas y se escuchaba el canto llano.
Los cirios titilaban, los monjes cantaban y el papa celebraba
misa en la desmesurada catedral de San Pedro. Arrepentido,
constrito y agotado, el peregrino permaneció de pie detrás de
una columna cercana a la entrada. Las lágrimas le corrían sobre
las cárdenas mejillas y le dolía el desasosegado pecho. Y le hizo
dar gritos de júbilo, porque era Navidad, el himno mil veces
diferente: "Alabado sea Dios en las alturas y haya paz en la
tierra para los hombres de buena voluntad". El papa celebrante
murmuró siguiendo el texto bíblico: 'Venid a mí aquellos de
vosotros que sufrís penas y agobios, yo os reconfortaré".
¡Sea!
Busqué la divinidad
Y estoy a las puertas del infierno.
Pero aún puedo seguir mi camino.
Seguir cayendo,
Aunque sea a través de las llamas.
Finalidad, debo tener una meta.
Hay una senda hacia el cielo
Que conduce a través del infierno,
Al menos para mí.
¡Vamos, pues
Yo me atrevo!
VERONA
Siento que los manes de los duques de Merano, tan alabados por
el pueblo errante de la Edad Media, nunca más podrían gobernar
aquí: por un Berchtung que tenía que matar al héroe Wolfdietrich,
pero que lo echó a la floresta, y por un Berchther a cuyos
encarcelados siete hijos, el rey Rother, haciéndose pasar por
Dietrich von Bern, les trajo la liberación por medio de arpa y
canción. En otro lugar tendré que evocarlos. Tampoco encontraré
en Merano la piedra Claugestión. El veterano duque Berchther,
como vasallo del rey Rother, la ha llevado como penacho. E
"incluso en plena medianoche alumbraba la piedra con divina
claridad". Otrora, Alejandro el Grande encontró la piedra en un
país donde -dice- "nunca un cristiano ha llegado". ¡También yo
deberé buscar la piedra Claugestión en otro lugar!
ROSALEDAS DE BOLZANO
Desde hace semanas vivo sobre un pastizal alpino de verano
que está tan arriba en las montañas que ya al comenzar el
otoño, que transcurre ahora, se pueden ver copos de nieve
deslizándose desde ellas. Un paño blanco cubre las perfumadas
gencianas, las árnicas cuyos jugos curan muchos achaques, y la
casta rosa alpina. Este pastizal descansa, seguro de sí, entre el más
arriba y el más abajo. Se basta a sí mismo, ostensiblemente limitado
por escarpadas sobresalientes, y representa, como yo lo percibo, un
mundo encantado.
La rosaleda arde. Por el Schlern y por los otros montes tan her-
mosos, la noche asciende por las chimeneas. La nieve llena hasta el
borde las torrenteras. Un dorado madero de sol, el último de hoy, se
tiende sobre la corte de Vogelweide. Aquí tiene que haber abierto
sus ojos al mundo el trovador Walter von der Vogelweide, que cantó
con tanto gusto una alegre cancioncilla. Como hijo del Tirol,
seguro que conocía las leyendas de la rosaleda, el molino de las
rosas y los pájaros cantores. Sabía, además, que se tenía que buscar
el Amor (Minne) sublime y deificador. Por eso cantó:
Y si alguna vez,
Cuándo Dios lo desee,
Sufriera la última caída:
Como siempre me dispondría,
Apacible y tranquilo
A la última subida.
Que haya hielo o piedras
No nos aflige:
Somos los príncipes de este mundo
Y también queremos serlo arriba.
BRIXEN
Una tercera gran ruta fue recorrida por aquellos que trajeron
el ámbar desde la costa salandesa del mar Báltico, pasando por
Thorn (Torún) hacia Aquilea, una ciudad comercial a orillas del
Isanzo que fue la predecesora de Venecia y que una vez fue
arrasada por Atila. Esta ruta es la más reciente de todas, porque en
tiempos remotos la actual costa de la Frisia Oriental y de la
Jutlandia Occidental fue el verdadero país del ámbar, y no la costa
del Sambia del Báltico. Sobre esta tercera y más reciente ruta, los
Asthen llevaron el "oro del norte" a Raben, al rey ostrogodo
Teodorico.
GOSSENSASS
A pesar de la inminencia del invierno, el tiempo está tan solea-
do y benigno que pasaré unos días aquí. Me he propuesto echar
una mirada retrospectiva y de perspectiva y he elegido a este fin un
lugar de descanso en los Alpes, ya que éstos separan el norte del sur.
En las cercanías del paso de montaña, Brenner gira la puerta prin-
cipal entre la Germania y Roma sobre vetustos goznes. Hay veces
en que mejor hubiera sido que la puerta permaneciera cerrada.
Mi camino me ha conducido de Alemania al sur de Francia, Italia
y al Tirol. En estos días superé el Brenner. Cuándo cierre la puerta
a mis espaldas continuaré, tan pronto haya pasado algunos meses
en Ginebra, mi camino al norte. Por una ruta del ámbar. Es el
mismo camino que tomaron los últimos godos dirigiéndose a la
horrible batalla en las cercanías de Nápoles y la misma ruta que
seguían los trovadores provenzales, después de que la Iglesia
católica exterminó su etnia y sus leyes de Amor (Minne). Todos
emigraron hacia el norte, porque no es en Oriente, sino en el norte,
donde la luz en verdad será clara.
También Tannhauser emprendió este camino.
GINEBRA
Desde aquí salió al mundo el calvinismo. Su objetivo fue "la con-
quista del mundo para Cristo". No lo logró ni lo logrará. Tampoco
su "cristianización del mundo" se arredró ante el asesinato. Kohann
Calvino, fanático y tenebroso fundador del calvinismo, hizo quemar
a Miguel Servet, descubridor de la circulación de la sangre, porque
él no quiso creer en la doctrina cristiana de la trinidad.
"La divinidad no tiene que hacer con tu patria más que con
la patria de cualquier otro hombre, porque para ella todos los
hombres y todos los pueblos son iguales". Así contradijo la voz
primera. La segunda guardó silencio.
Por eso me dijo el hombre:
-Mi patria ya no existe. La convirtieron en un montón de ruinas y
por orden del papa la prepararon para una nueva estirpe. Fuimos
exterminados por no reconocer al Dios de los judíos, Yahvé, ni a
Moisés y a los profetas. No rezamos al Dios de los judíos, porque la
divinidad no tiene que hacer con el pueblo de los judíos más que con
cualquier otro pueblo. La presunción de ser el pueblo elegido de la
divinidad sólo la han expuesto ellos. ¿En qué es Yahvé distinto al alma
del pueblo judío, presuntuoso, intolerante, fanático, ávido de poder y
nada caballeroso? El alma de mi pueblo fue muy distinta. Nuestro Dios
era luminoso, claro y caballeroso. En perfección, fue lo que nosotros,
como hombres, hemos sido de imperfectos.
WORMS
Estaba en el puente del Rin. De la bruma de la antigua y sinuosa
ciudad emergían las torres de la catedral. En el occidente más
lejano permanecía azul el Donnersberg, el Monte del Trueno, en
tiempos pasados consagrado al dios nórdico Donar-Thor. En el
este, colgando de claras nubecillas, ondulaba la hermosa cadena
del bosque Oden, que fue el bosque de Odín. Hasta podía
reconocer con claridad los viñedos de la ruta de la montaña y los
castillos de Auerbach, Heppenhein y Weinheim. Allá debe de
estar situado aquel pueblo donde Hagen mató a golpes a
Sigfrido:
Que si era verdad que el manantial donde Hagen von Tronje mató
a Sigfrido sería aquella fuente rodeada de tilos que me habían
mostrado el año anterior. Si debía creer que el último sacerdote
de Odín en Odenwald -del que poco pudo informarme el libro
juvenil que tanto leí en la ciudad de Essen- habría vivido en la casa
del bosquecillo donde todavía se ven sillones de piedra del Thing
(Thing o Ding: asamblea popular y judicial de los antiguos
germanos). Si la antiquísima basílica frente a las puertas de
Michelstadt había sido construida por la hija del rey Karl,
Emma, y por su historiógrafo Eginhard como consuelo para
este sacerdote. Durante las vacaciones, siempre tenía novedades
y cosas enigmáticas para ver: que en un apartado lago del bosque
se reflejaba el castillo Mespelbrunn, castillo romano oculto en el
monte alto; el castillo de caza Eulbach con su soberbio parque
zoológico lleno de venados y jabalíes, o el armamento y equipo
del rey sueco Gustavo Adolfo, en el museo de Erbasch.
AMORSBRUNN
Próximo a la pequeñísima ciudad de Amorbach, cuyos
campanarios barrocos, edificio conventual e instalaciones de
palacio parecen sofocar el montoncito de casas más modestas o
más pobres, hay un lugar de gracia rodeado de árboles:
Amorsbrunn con su iglesita.
MARBURG
SlEGEN
Vi un camino de peregrinación que desde Herkersdorf
conducía cuesta arriba a un pueblecito. A su vera se alzan doce
estaciones con coloridas imágenes que describen la historia de la
pasión de Jesús de Nazaret. Una audaz cima de basalto
sobresaliente remata el camino: el dolmen, portando una enorme
cruz de madera. En la roca se ha empotrado un nicho, la
decimotercera estación. En su interior, hechos de yeso y
chillonamente pintados, están María y el Niño. Quien en otros
tiempos caminara por aquí, iba de la casa de los Herka a la
piedra de los Trute. Éstas son dos designaciones antiguas. Lo más
bello de Alemania se ve desde la cumbre de la Piedra de los
Trute. Montes, colinas, bosques, praderas, ciudades, pueblos por
los vastos alrededores. Corrientes de agua rielan argénteas hacia
lo alto. Rayos de sol y sombras de nubes juguetean por sobre ellas
y el viento entona un delicioso canto.
Érase una vez una condesa que llegó a ser hada. Su nombre
era, dice una antigua poesía, Esclarmonde. Yo confirmo: los
países de Commans y Foy son las comarcas pirenaicas de
Comminges y Foix, donde se halla aquel castillo de los cátaros
que se llama Montségur y que es el que perteneció a la condesa
herética Esclarmonde de Foix...
COLONIA
La inscripción del antiguo sello de Colonia reza: "Sancta
Colonia Dei Gratia Romae Ecclesiae Fidelis Filia", Santa
Colonia por la gracia de Dios, fiel hija de la Iglesia romana. E1
papa Inocencio III, el máximo responsable de la cruzada contra
los albigenses, la calificó como la más ilustre de todas las
ciudades de Alemania por su fama y por su magnificencia. Y
una crónica del siglo XI dice que ella es "caput et princeps
Gallicarum urbium", capital y princesa entre las ciudades galas.
Así es; durante mucho tiempo, Colonia fue romana y, una vez
más, romana.
No, las cosas no eran fáciles para el abad Gevard. Cierto día
fue admitido en el convento un joven de nombre Richwin. Pero
sucedió que el novicio Richwin era torturado por el más
ardiente amor por una mujer, y ésta le escribió cartas
rogándole que abandonara el claustro y volviera a ella. Lo
peor era que Richwin cada vez que recibía una carta o Cuándo
se sentía arder de amor por ella, se arrojaba al suelo y gritaba a
voz en cuello. Allí era difícil recibir un buen consejo para estas
lides y sólo Dios podía brindarle ayuda.
Bonn
ASBACH EN EL WESTERWALD
Me detengo y reflexiono...
GOSLAR
En un sermón pronunciado por el prepósito de la nueva obra del
convento de los cistercienses de Goslar, Heinrich Minneke, cerca
del año 1220, éste aseguró que en el cielo habría una mujer más
grandiosa que la Virgen María; su nombre es Sabiduría. Y
también que él había visto a Lucifer pedir perdón al
Todopoderoso. ¿Cómo sería de extrañar que se acusara de
hereje a Heinrich Minneke ante el obispo competente en
Hildesheim? El obispo de Hildesheim era en aquel momento Konrad
von Reisenberg; Reisenberg es una ciudad en la que se enseña un
rosal milenario. Aún en vida de su predecesor le fue otorgado el
obispado por deseo del papa Honorio III; y no sin fundamento.
De Francia -donde había hecho un buen papel como
predicador de la cruzada contra los albigenses- había traído
consigo a Alemania una rica experiencia. Roma necesitaba un
tipo de hombre como éste para la región del Harz.
BERLÍN
WARNEMÜNDE-GJEDSER
EDIMBURGO
Finalmente, el lord tuvo que ser conducido por la fueza por el jefe
de la Tower ante un tribunal de la clerecía reunido bajo la
presidencia del arzobispo. Sin abordar las cuestiones que se le
planteaban, Oldcastle se ofreció para exponer su credo; era
menos herético de lo que se había esperado. Resultaba evidente
-y probablemente con razón- que se dudaba de su sinceridad, por
lo que se le exigió dar respuesta con toda franqueza a preguntas
precisas. Puesto así entre la espada y la pared, Oldcasde declaró
al tribunal clerical que no se sentía obligado a darle cuenta de
nada, que sólo ante Dios tenía que responder y sólo ante El pedir
perdón. "Por aquellos que quieren juzgarme y sentenciarme,
seréis engañados y se engañarán a sí mismos y seréis llevados la
infierno; guardaos de ellos", dijo con voz muy alta Oldcasde a
los que lo rodeaban. A continuación, el tribunal dejó al lord a
merced de los brazos terrenales. Oldcastle pasó a ser un
prisionero de la Tower, pero logró escaparse. Mucho
tiempo anduvo errante por Gales, hasta que fue capturado
y entregado al Parlamento que lo condenó a muerte por
alta traición y por hereje. Y lord Oldcastle, llamado por el
pueblo "the good lord", el buen lord, murió como ya he
relatado.
EN EL ESTRECHO DE PENTLAND
Dejamos atrás el Mar del Norte y nos adentramos en el
Atlántico norte. Los acantilados de la costa escocesa y las altas
colinas de las islas Orcadas, en las que aún vemos el oleaje, cual
blancas cintas de espuma marina, elevarse hacia lo alto y
empequeñecerse, desaparecen más en cada momento. El mar
sube y baja en largas y altas olas, éstas levantan y bajan nuestro
barco. Una lancha pesquera de velas parduscas está pegada al
horizonte, los primeros golpes del mar irrumpen en cubierta. Ha
caído la noche y sin embargo hay claridad, como en Alemania
en un día de invierno cubierto de nubes. Navegamos contra el sol
de medianoche. He permanecido observando mucho tiempo,
apoyado sobre los carretes. Ahora leo un libro y escribo notas.
EN EL ATLÁNTICO NORTE
REYKJAVIK
LAUGARVATN
Por la ventanilla miro las leves olas del Laugarvatn, un lago ca-
liente. Un ligero vapor se va enroscando hacia lo alto. Al sureste,
en lontananza, resplandece el lomo niveo del más afamado
volcán islandés, el Hekla.
Oscureció tanto que nadie podía decir si era día o noche. "Al mis-
mo tiempo hubo una erupción en Sikiley que quemó dos diócesis."
Sikiley es Sicilia. Trescientos años después, Cuándo Carlos V era
rey de medio Occidente, debe de haber venido a Islandia uno de
los meninos imperiales, Walter von Meer, donde vio cómo eran
conducidas al Hekla "las almas de los condenados, en un oscuro y
estrepitosamente crujiente barco conducido por un negro".
REYKHOLT
"El mito tampoco tiene que ver con la 'creencia' ni con 'la
profesión de fe'. Toda creencia será mucho más necesaria sólo
Cuándo la existencia de los dioses se eclipse y el hombre deba
añorar lo perdido en el alma, la creencia y la confianza. Si
nosotros reconociéramos el mítico mundo de los dioses y en él
las raíces de las nacionalidades como lo que son, entonces
estaría de más toda consideración externa. El mítico mundo de
los dioses de ninguna manera es un producto poético de los
hombres; el hombre, mucho más, es un producto de los dioses
actuales. Primero, al hombre se le reveló la imagen del hombre en
la divinidad. Antes que él se pudiera ver a sí mismo, el Dios se
puso ante él; su imagen precedió a la humana. Lo que la forma y
la especie humana podía y debería ser, el hombre lo ha aprendido
de la manifestación de lo divino. Siempre, en el inicio, está el
Dios. Cuándo las formas míticas son productos de una fantasía,
entonces no son productos de una fantasía humana, sino de
una divina, que se ha ido poetizando al interiorizarse en los
hombres. El hombre mítico es entregado a la fantasía universal
que, por encima de toda arbitrariedad, en rigurosa organización
de imágenes y de palabras vive sus cosmologías e himnos como
en la propia naturaleza: en las plantas y los animales, en las
estaciones del año y las órbitas planetarias. Él dice la verdad,
Cuándo concibe sus fuerzas espirituales como actividades de un
mundo de dioses. Una humanidad así todavía está abierta al
cosmos; de alguna manera, sin piel ni límite.
ESTUDIO PRELIMINAR
LAPARTIDA………………………………………………………25
PRIMERA ETAPA
TERCERA ETAPA
Fuentes…………………………………………….. 283
OTTO RAHN
LA CORTE DE LUCIFER