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Y LITERATURA
FIGD
TÓR
José Anton
LITERATURA
A COMPARADA
D S
RICAS
nio Ma oral
" José Antonio Mayoral y{l.amrrez esprofesor ulular deTeoría
de laLiteratura en la Universidad Complutensede Madrid. Es
editor de los volúmenes Pragmili((1 Jt W(r)mJmiacló>f
¿ler~ri4 (1987) y Estilla tk l#rcepd6rt 1,1987), traductor Oe
loslibf(lllj La u mi >fha fu"ric,,~t deC.Germain U986))'
Caros )'!u"d()l1n, de G. 5mlat 11988), y autor de trabajo!; romo
·Creati\idad l6:ica y Imgua re*ica" 11982, 198), 1985), ' Sobre
'estructurasespecula~' en'd discurso enveeo" (1989),
"P1urilingüismo ydiSC\l1lO poético" 11990), "Sobreestructuras
compararives m d kf1guajepoético de los siglos XVI
YXVI'" (1992), "Breves notassobre fmó~ de Hipállge
ea d discurse ~ de 105 si~os XVI y>:\11" (1994).-
FIGURAS -'
RETORICAS
FIGURAS
RETÓRICAS
José Antonio M ayoral
(NDlCE
Introducción 11
.8
9.2. / . Eovivalencias tnctu4/n no condicionadas ~tró.ficilmm .
u , 20S; 9 .2.2. Equivalencias tnchlJZks vinOlwdas a
cimasftmuu t'1trójicas. 2 14.
Capítulo 11. FIGL:RAS SEMÁNTlCAS 11: EQ UIVAl. ENClAS SF.MÁtoffl CAS 255
11. 1. Equiva lencias sem.ín rica~ o lsoscmem as. Figu ras de repc ri-
ció n en el nivel semá ntico .. .•... . •• . . . . . . .•• . . ..•.. .• •••........ 255
11.2 Eq uivalencias semá nticas po r S ino nimia ... ... ••. . . . . . . . . . . . . 256
11.3 . Eq uivalencias sem ánticas po r Ant üesis . 262
Capnulo 12. FIGURAS PRAGMÁTICAS . 275
12.1 Rer érica y Pragm á tica: Est ructuras enu nciativas de ca r ácter
simulado o fingido . . •. ....... .. . . . . . . . . . . . . .•... . . .... ... ...... 275
12.2. U na posible clasificación de las Figuras pragmáticas ... . , •.. . 277
12.3. Figuras que ~ u ponc n la inst auración de un ma rco enuncia-
rivo en el espacio del texto .. 278
12.4 . Figuras vinculadas con las Pu nciones Expresiva y Apel ativa 28 5
/ 2.4. /. Figu ras vincuLulm con w
Función n:p rrsilla, 28 5;
/ 2.4.2. Figuras vinruladas con lA Funci án aprLuilla,
294.
Bibliografl<l 307
9
•
1
INTRODUCCIÓ N
11
por cua nto que su co m en ido . co mo el propio tirulo indica.
qu eda rá restringido a la exposici ón de una pane, im po rtante
si se q uiere en e! Corpus retórico general. pero pane al fin . de
una de sus grandes un idades tem át icas: la qu e correspond e a
los aparta do s o capítu los más am pliamente d ifun didos de la
do ctrina de la Elocución en todas las épocas: los ded icad os a
los artificios generales del Ornato, sinte tizad os normalme nte
en los térm inos Tropo y Figura.
Para la justa compren sión d e lo que se acaba de deci r.
debe tenerse en cue n ra qu e la limi tación tem ática a qu e me
he referido só lo t ien e pleno sent ido desde la perspe ctiva de
una concepci ón amplia de la Retóri ca , su obj eto y partes. en
la forma en q ue q uedó establecida, por ejemplo. en las Ins-
titu riones oratoriae de Qu int ilia no, y se suele p resentar en
obras como las anteriormente men cion ada s. No lo tend ría,
en cam bio , desd e la perspectiva de un a conce pció n restringi-
da, tardía , en la q ue todo el Corpus do ct rina l de la anti gu a
"Ars bene dicendi" vino a q uedar redu cido práctica mente a la
excl usiva doctrina d e la Elocución, en la form a e n que se
generaliza en bu ena parte de tratad os o ma nu ales publicados
a partir de la segunda mi tad de! siglo XVI , en los que, como
bien se record ará, los clásicos co nce ptos de Tropo y Figura
acabarían co nstitu yénd ose en e! fundam ental y único objeto
de la doctrina retó rica transm it ida en d ichas obras (Rico Vcr-
d ú: 1973). C laro ejemplo de tal reducci ón doctrinal lo ren e-
mos en los tra tad os de d os aurores españ oles de los siglos XVI
y XVII q ue van a ser punto de referen cia co nstante a lo largo
de estas páginas: el Organum dialecticum er rhetoricum / 'Ira-
tado tÚ dialéctica J retórica de F. Sdncb cz de las Brozas ( 1579)
y la Elocuencia española m arte de B. j im énez Pató n ( 1604 Y
16 2 1).
Volviend o al co n te ni d o del p resente volum en , tr as 'las
aclaraciones preced ent es, debo decir qu e varios han sido los
o bje tivos quc ha n g uiad o la elabo rac ión y exposición del
mismo. ,
En prim er lugar. teniendo prescntes algunas de las líneas
de la invcstigación co nt emporánea en el ám b ito de los estu -
d ios retóri cos (Leech: 1966; Todo rov: 1967; Grupo J..l: 1970;
Pletr: 197 7, 1981, 198 5: López García: 198 1, 198 5; ent re
otros muchos que cabría citar, y de los que en todo moment o
)
12
me sentiré deudor). me he propuesto presentar, a lo largo de
los d iferentes cap ítulos. una muestra qu e pueda resultar su-
ficientemente rep resentativa del ingente. a la par q ue suma-
me nte rico. Corpus de "art ificios lingü ístico -discu rsivo s" codi -
ficados secularmen te bajo el ám bito gene ral de los clásicos
términ os Tropo y Figura. Si he d icho "una muestra represen-
tat iva", es porque en la sistem at ización de los grupos de fenó-
meno s qu e se prop one a lo largo de estas págin as. en modo
algu no he pretendido alcanzar el grado de exha ust ividad pro-
pio de un diccionario. En tal sentido, el lecto r interesado pue-
de co m pletar su información con la consulra de ob ras bien
aseq uibles como so n el propio Manual de Lausberg (1 960) o
los Di ccionarios de Lázaro Carrerer (1971 ). Dupriez (1980).
M orier (1981) , Berisráin (1985 ), Marchese-Forradellas (1986),
M arcos Alvarez (1989).
En segund o lugar. dado qu e n uestro conocimiento actual
de la gran mayoría de los fenómenos o arti ficios retór icos des-
crito s y catalogados bajo los citados térm inos sigue estan do
basado . fundarn en ralmenre, en un fon do doctrinal co m ún de
defini ciones, clasificaciones, terminologías, erc., que en modo
alguno debe desconocerse - y menos aún "dar por superado't-,
he o ptad o por aten erme de modo regu lar a la q ue cabe co nsi-
derar co mo "d octr ina tradi cio nal". Y nada m ás adecuado. a
mi ver, para reflejar d icha do ctrina qu e recurri r al rico arsenal
de definiciones y caracterizaciones de cada fenómeno form u-
lad as en la o bra de algunos de nuest ros gran des tratad istas de
los Siglos de Oro. Así, siguiend o el bu en ejemplo de n uestros
co legas franceses. a q uienes no se les caen de las manos su Du
Ma rsais y su Ponrani er cuand o de Retórica se trata (véase. sin
ir más lejos. la recient e obra de Molino-G ardes Tam ine: 1987).
a lo largo de estas páginas, jun to a la obligada mención de los
párrafos de la obra de Lausbe rg a propósito de cada fen óme-
no, será co nsta nte la referencia a la obra gramatical de A. de
Ncb rija y G. Correas; a la o bra retó rica de F. Sánchez de las
Brozas y B. j im énez Patón y, co mo no po d ía ser menos, a la
gran sínt esis doctri nal po ético-ret órica representad a por las
Anotaciones a Id poa la de Garcilaso de F. de H errera.
En tercer lugar, junt o con la exposición doctrinal conteni -
da en la definición y caracterización de los fenómenos repre-
sent ad os por las distintas figuras, me ha parecido co nven ient e
13
most rar el fu ncion ami enw real de los m ismos - su ope rarivi-
dad efectiva en los textos, si se me perm ite decir asf-. en un
Corpus de ejemplos que fuera lo más ho mogéneo posib le.
desde un a pers pectiva no sólo genérica, sino tambi én cro no ló-
gica. A tal fin. he optado por restringir todos los ejemplos.
salvo algú n caso excepcional q ue se d irá en su lugar, a las d is-
t intas modal idades d el "d iscu rso po éti co d e los siglos XVI y
XVII. rep resentad as en los au to res y o b ras q ue figuran en el
apartado 1 de la Bibliografla final.
En cuarto lugar, el hecho de que en el pr esent e t rabajo se
trate de reflejar, de form a preferencial. la doctrina retórica en
la forma en que aparece fo rm ulada por n uestros tr atadistas de
los siglos áureos, no qui ere decir que se haya prescindid o de
las varias e interesantes apo rtacio nes que sobre estas cuest io nes
se han venido publ icand o en las últimas d écadas. An tes me he
referido a algunas d e ellas, que co m pleto ahora co n algunas
referencias más: Leech (1966 , 1969), Todorov (1967), G ru -
po J.1 (197 0), Pletr (1 9 77, 1981 , 198 5), van D ijk ( 1978 ),
Suharny (198 1), M orel (1982), Bacry (1992) , sin o lvidar en el
ám b ito españo l a Mart fnez (1975), Spang (1 9 7 9 ), L ép ez
Garcfa (198 1, 198 5) Y Pozuelo Yvancos ( 1988). Como ya hice
notar anteriormente, las p resentes páginas son de udoras, y en
mu cho, d e los planteam ientos y apo rtaciones d e estos trabajos
y de o tros muchos que podrán reconocerse en la bibli ografía
q ue cierra el vo lu me n . La part icular forma en que apa recen
ordenado s y sistematizados los artificios retóricos seleccio nados
en los distintos apartados d e los capítulos, es muest ra más que
evide nte de mi deuda co n algu nos de tales plant eam ientos.
No p ued o co nclui r esta b reve Introducción sin exp resar
m i agradecimiento a la Edito rial Síntes is y al Directo r d e la
p resente Colección, D. M igue! Án gel Garrido Gallard o, po r
haber tenid o la gen tileza de invitarme a parti cipar en la mis-
ma con un tema, preci sam ente. co mo el de "Las figu ras retóri-
cas", que tanto me viene in teresando desde hace varios años.
( 14
1.
15
Figura, situá ndolo en el ámb ito de la doc trina general de la
Elocución, desde la perspectiva de un a concepción am plia de
la Ret órica, tal como aparece expu esta en la sistematización de
Lausberg ( 1960), por ejemplo. y en algunos manuales recien-
tes (Mortara Garavelli: 1988; Albaladejo: 1989).
A tal fin, cabe empezar recordand o Gue el Corpus doctrinal
de la antigua Retórica, según quedó fijado en las Ins titutiones de
Q uinriliano y se ha venido transmitiendo tradicion almente, se
suele presentar estructurado o articu lado en cinco grandes "blo-
ques" temáticos. que se cor responden en lo fundamental con las
cinco partes canónicas del proceso general de elaboración y
emisión del discurso. La primera parte de dicho proceso, la que
corres~onde a la elaboración . está constituida por las siguientes
operaciones:
16
o "instrucciones", concebidas y destinadas a guiar la elabo ra-
ción lingüístico-discursiva de los "materiales tem áticos" halla-
dos y seleccionados en las operaciones de la Invención y orga -
nizados posteriorme nte en las operaciones de la Disposición
(Lausberg, § 4 53) .
En la siste matizació n real izad a por el citado auto r. el
Corpus doctrin al de esta part e aparece organ izado en los dos
aparta dos siguien tes: en prim er lugar, el extensísimo dedicado
a las grandes "cualidades" de la elocución o. si se prefiere en
términos clásicos. las "virt udes" generales de la elocución . y
los co rrespondi en tes "vicios" (§§ 458-1077). y. en segundo
lugar. el muy reducido dedica do a los "géneros" de la elocu-
ción o "teo ría de los estilos" (§§ 1078-10 82), aparra do éste
qu e no se tendrá en co nsideración en estas páginas.
Como se habrá observado. en la parcelación temática de
Lausberg a qu e se acaba de hacer referencia. la doctrina cen-
tral de la Elocución está articulada. fundam entalmente. en
torno a un conjunto de cualidades generales del discu rso. tra-
di cion almente des ignadas con el significa tivo término de
Virtutes (§§ 458-460). D icho de forma m uy elemental, y sim-
plificad a en exceso. en el conjunto formado por tales "virtu-
des" se representa. a lo largo de (Oda la tradición clásica y cla-
sicista, un "ideal" de perfección en el conocim iento y dom inio
del código idiom ático por parte de oradores y poetas -o de
hablantes cultos en general- . ideal que debe presidir toda acti-
vidad discursiva. y. de modo particular. la actividad disc ursiva
vinc ulada con la práctica literaria y. sobre todo. poéti ca.
Aunque el conjunto de las "virtudes" de la elocución varía
notablemente de unos auto res a orros, el sistema más comú n-
mente aceptado est á form ado por:
17
trina se seguirá de cerca en este trabajo, cabe citar como ejem-
plo el siguiente testimonio de jim énez Patón. qui en. tras defi-
nir la Elocución y sus part es, dice apelando a la auto ridad de
Cice rón: "son cuatro las cosas principales que se han de guar-
dar en la elocución. a saber: qu e se hable en castellano pu ro,
con claridad, con orna to y a propósito" (71).
Pasem os a conside rar muy brevemente algunos de los
aspectos más desracados de ese ideal de perfección elocutiva
representado por el conju nto de las citadas virtudes, con la
única finali dad de situar en su justo lugar el concepto de
Figura q ue. junro con los de Metaplasmo y Tropo, constituye
el objeto fundamenral de este volumen.
18
ción se manifestará tanto en su compo nente fónico (signifi-
cante), como en su componente semántico (significado); en el
ámb ito de la unid ad oración {la r. in verbis coniunctis}, la
corrección se hará patente en el nivel propiament e gramatical,
en sus vertientes morfológica y sintáctica.
Fijadas las bases de la corrección idiomática, resulta obli-
gado hacer referencia a los "vicios" que. a juicio de gramáticos
y r érores, atentan cont ra el ideal de perfección elocutiva asig-
nado a esta virtud . En estr icta correspon dencia con las dos
unidades básicas señaladas: palabra y oraci ón, los vicios contra
la citada virtud aparecen tipificado s desde antiguo bajo los
térm inos clásicos de Barbarismo y Solecismo, respectivamente
(Lausberg. § 470). a los que tanto Nebrija (211-212) como
Correas (386-387) ded icarán sendos capirulos de sus G ramá-
ticas, siguiendo en esto las pautas fijadas po r los gramáticos de
la tard ía lati nidad (p. ej. Donato, 392-394). Como ambos
conceptos van a ser objeto de tratamiento más pormenorizado
en capfrulos posteriores, sólo diré brevemente ahora que. bajo
el término Barbarismo queda englobada roda forma de lO CO -
rrección q ue afecte a la palabra en cuanto unidad aislada, y
bajo el término Solecismo, roda forma de incorrección q ue
afecte a la "juntura de las palabras" en la unidad oración.
Los vicios representados por los conceptos ant eriores serán
objeto de constantes censuras, por parte de gram ~ ticos y rét ~
res, siem pre que se consideren reflejo de un deficiente conocr-
miento del código de la lengua. No obstante, a juicio de los
mismos tratadistas , pueden existir especiales situaci ones d is-
cursivas en las qu e las manifestaciones de tales vicios pueden
llegar a ser toleradas, po r ob ra y. gracia de u.na parr.i.cu ~a~
Licencia. De suerte que, como advierte el propiO Nebrija, SI
por alguna razón s~ pueden .excusar" (2 11)• .n.a rba ris,,!~ y
Solecismo perderán Circunstancialmente su co nd ició n de VICtoS
censurables y adqui rirán el estatu to de una nueva categoría.
según la cual qu edarán tip ificados bajo las tam bié? clásicas
den ominaciones de Metaplasmo y Figura, respectivamente
(Lausberg, § 47 1). Ahora bien, ante semejante circunstancia
cabe pregu ntarse: [cuáles son las razones que pueden llegar a
permiti r tal cambio de estimación sobre un mismo tipo de
fenómenos? La respuesta suele ser uná nime en el sentir de los
amores: razones artísticas de Ornato, en general, o razones
19
métricas, en pan icu lar. o, si se prefiere, razones superiores pro-
pias del "arte verbal". Recuérdese que así lo había sancio nado
Aristóteles, refiriéndose a estos precisos fenó menos. al conside-
rar la elocución poética corno un tipo de elocución que "inclu-
ye la palabra extraña, la metáfora y m uchas alteraciones del
lenguaje", con la co nclusi ón de todos conocida: "éstas, en efec-
to, se las permitimos a los poetas" {Poética, 1460b).
Como se habrá pod ido observar, de la doctr ina qu e se
acaba de resum ir convendrá retener un hecho de particu lar
importancia para com prender el justo alcance de los fenóme-
nos tip ificados med iante los conceptos de Metaplasmo y Fi-
gura, en la tra dición tanto gramatical, como retórica y poética:
su ident ificación con la p r áct ica de la "incorrección" o, más
específicame nte, de la "infracción" de reglas de na turaleza
fónica y gramatical, aun que, eso sí, tolerada por Licencia en
de terminadas situaciones d iscu rsivas.
Una va delimitado el alcance de la primera de las virtudes
de la elocución: la Correcci ón o Pureza id iomática. trataremos
de ver, mlty brevem ente también, el alcance de las tres virt u-
des propiam ente retóricas. y su particular aportación al ideal
de perfección elocuriva que encarna n.
20
to q ue representa rán más adela nte las palab ras de Salcedo
Coronel sobre el polo opuesto, la "oscuridad poética", en su
come nta rio a la poesía gongorina.
En relación con las dos uni dades básicas de descripción
gramatical, palabra y oración, las "normas" o " instrucciones"
destinadas a alcanzar los objetivos específicos de esta virtud ,
de modo satisfactorio. deben guiar: a) la selección de vocablos
propios, esto es, vocablos pertenecientes al léxico patrimonial
y consolidados po r el "buen uso". en el primer caso; y b) la
formación de construcci ones sintácticas cuyos co nstituyentes
aparezcan siempre bien del imitados y ord enados. para su fácil
com prensión, en el segundo.
El vicio cont ra esta virtud es designado co n el tér m ino
Oscuridad (lar. Obscuritas) (Lausberg. §§ 1067-1070), Y está
representado fund am entalmente por los fenómenos de An -
fibología o ambigüedad. ranro léxica como sintáctica (gr. A m-
phibolia), esto es, el empleo de unidades léxicas o estr uctu ras
sintácticas susceptibles de una doble interpret ación (Nebrija,
2 19; Cor reas, 405). En el ámbito de la palabra, la Oscuridad
pu ede originarse tamb ién por el em pleo en el di scur so d e
vocablos im propios, en cuya catego ría se cuenta n: sinó nimos
inexactos , arcaísmos, neologismos. dialectalismos, tecnicismos
y tro pos (Lausberg. §§ 533, 1068). Los auto res suelen referir-
se de forma especifica a estos fenó menos de im propiedad léxi-
ca con el término Acirología (Nebrija, 2 ]7; Correas. 404-405).
En el ám bito de la "junt ura de palabras" en la oración . los
fenómenos de Oscuridad pueden venir motivados por hechos
de m uy di versa naturaleza. JUntO a los hechos de ambigüedad
sintáctica. suelen enumerarse tambi én roda suert e de com pli-
caciones de índole sintáct ica, sobre tod o las debidas a fenó me-
nos como la Elipsis, el Hip érbaton, etc.• que pu eden llegar a
alterar de forma imprevisible la composición de los const itu -
yentes implicados. o sus relacion es, hasta el punto de dificu l-
tar sobrema nera la inteligibilidad de los mismos. Gramáticos
y r éro res se refieren a tales complicaciones sintácticas con tér-
minos tan expresivos como Sínquisis (Iat. M ixtu ra verborum)
"confusión sintáctica" (Neb rija, 223; Sánchez Brocense. M i -
nerua, 424-425; H errera. 342 -343; Correas, 4 11) y Cacosin-
tetan "ma la com posición sintá ctica" (Nebrija, 2 19; Jiménez
Patón , 107; Correas, 408-409). A estos y orros fenómenos
21
generadores de Oscuridad elocu riva se refiere Correas bajo epl-
grafes como " Especies d e la escuri dad" y "Especies del desor-
d en" (404-4 11), donde no falta n menciones, "rep robatorias"
claro está, a fór mulas bien co noci das de la sin taxis gongorina,
tildada precisam ente de "osc ura" en tantas ocasio nes por part e
d e todos sus detracto res, co mo bien se sabe .
Los fenó menos de Oscuridad elocutiva, a pesar de las seve-
ras cens uras de q ue suelen ser objeto po r parte d e los gram ári-
cos, tam bié n p ued en ser tolerados "median te particular licen-
cia" en ciertas clases o m od alidades discursivas, con el consi-
gu ienre cambio de estimación. Según habrá o casión d e ver
más adelante, varias figuras (7..rogma, Hipérbaton, erc.} y cier-
tos artificios d e gran tradición en el discurso poético ( Vmus
rapportati, po r cita r un ejem plo) pertenec en, estrictamente
hablando. a esta categoría de fenómenos. Como conrrasre con
los reprobarorios jui cios de Correas sobre los ejemplos gongo-
rinos -dejo de lad o naturalmente toda referen cia documen tal
a las polém icas su rgidas en torno a la d ifusió n de las obras
emblemát icas del go ngo rismo: Las Soledades y El Poliftmo-.
he aq uí. como m uestra de estimació n pos itiva d e la Oscuridad
poé tica, las siguie ntes palabr as d e Salcedo Coronel. cornadas
d e su comentario a las So led ad es: «La Oscuridad -dice el men -
cionado auror- procede d e la ambigüed ad d e las voces, figura
q ue llaman homon imia; o la que nace d e la construcc ión. a
que d icen anfibolia... Y aunque esras figuras las po nen los gra -
m árico s ent re los vicios d e la oración. co mo op uescos a la
perspi cuidad d e ella, no siem p re so n viciosas, antes usad as
cuerda me nte la ilustran y hermosean, y así las usurparon los
mejores au tores d e la antigüedad , y no menos felizmen te que
ellos nu estro pocra..." (apud L ázaro C arrete r: 1966, 5 1-62).
C o mo se hab rá podido intuir por las b reves referen cias
ad ucid as, en especial las d e H err era y Salcedo Co ro nel, las
cuestio nes lingülstico-discursivas at ingenres al par de concep-
ros representad os por los térm inos Claridad (virt ud)! Oscu-
ridad (vicio), afecta n a p roblemas de gran interés en las reo ri-
zaciones grama tica les. ret óricas y poéticas de los siglos áu reos,
origen d e cono cidas po lémi cas, sob re las q ue no me es posi-
ble detenerme en esre lugar, q ue cerraré con estas palab ras d e
1: Albal ad ejo: "Sob re la o scurida d ret órica y literaria existe
una im po rta nte trad ició n teórico-p recepti va que co m ienza en
22
la antigüed ad clásica y llega a co nstit uir en la Teoría literaria
re nacentist a y barroca un p u n ro d e atenc ión verdade ra men te
central en las discusiones sob re el est ilo" 0 98 9.1 25, con refe-
ren cia a var ios t rab ajos de A. Garda Berrio ( 197 7, 1980.
1988], ci tado s en nora ad Iocumt ,
23
una Perífrasis usada por Garcilaso. declara: " Figura qu e ilustra
y ade reza mucho la oración. porque se aparta del com ún uso
de hab lar" (4 1 I) . Dado que no es este lugar para desarrollar
por extenso viejas y discutid~ cu~tiones re~acio~ad~s ~on esta
caracterización del discurso literario como desvi aci ón de los
usos lingüísticos fijados por la norma gramatical, que se ha
perpetu ado hasta nuestros días. puede .co ~ p l eta rse lo qu e
aquí sólo ha q uedado apunta do con l~s s lg~le ntes referencias:
Lázaro Carrerer: 1973, 193-206; Aguiar e Silva: 1982, 4 1-45;
Morel: 1982, 23-24 ; Albaladejo: 1989, 128-139, entre las
muchas que cabría aduci r. . . . . .
Los medi os para materializar la finalidad exorna uva aslg·
nada a esta virtud elocu tiva, están constituidos po r los ricos
inventa rios de estructuras o artificios lingü ístico-discursivos
establecidos. definidos y ejemplificados con las con venientes
citas de los "aucro res" -elcvados a la categoría de modelos
constantes- desde la época clásica y en el transcurso de la tra-
dición . Tales artifi cios exomarivos están representados. básica-
mente, por distintos grupos de fenó menos i ntegra~ os y. ord e-
nados bajo las categorías generales expresadas, en smtesrs, por
los conceptos y términos siguient es:
1) En el ámbito de la palabra:
a) Metap lasmos y ot ros varios artificios de natu raleza
fónico-gr áfica, y
b) Tropos y otros d iversos fenómenos de natu raleza
léxico-semántica;
24
de nuestro actual propósito. En Lausberg (§§ 9 12-
1054) podrá encontrarse una completa y deta llada
exposición de los mismos.
25
ci én: "Q ué es lo qu e se trata, para no salir de la m ateria [deco ro
interno ], qu ién lo trata, ante q uién, dón de y cuándo [decoro
exte rno]" (76-77), sínt esis ap retada del extenso capítulo q ue
Qui nriliano, apoyado en C icerón , dedica a esta virt ud elocuti-
va, qu e, a su juicio, es "la más necesaria de (Odas" (Xl , 1).
Los vicios co nt ra el Decoro preven idos o censu rado s po r
los tratadistas, son. según los aspectos que se acaban de seña-
lar, de naturaleza múltiple (La usberg, § § 1074-1077) . Me
lim itaré a señalar un as circunstancias concretas.
E! "decor o int erno" puede verse afectado por diversos gra-
dos de inadecuación ent re los co ntenidos del d iscurso y su
expresión lingüística, hecho estrechamente vinculado co n la
doctri na de los "géneros de la eloc ución" o "teoría de los esti-
los", como ya se ha dicho en más dc una ocasión. La clásica
tr ipartició n tem át ico-estilística en est ilos "noble, med io y hu -
m ilde" (o "alto, m edio y bajo") obliga a respetar estri ctas re-
gias de cor respondencia entre contenidos y expresió n lingü ís-
tica no siem pre logradas con éxito, si no acatadas, por parte
sobre rod o de los poetas, a los que ya Aristótel es hada "bene-
ficiarios" de (Oda suerte de concesio nes y licencias (supra, 20).
Ent re los fenómenos de esta vertiente de inadecuació n elocu -
tiva destacan los tip ificados en las dos situaciones siguientes:
26
de la inserció n, en un discurso dado, de tem as o expresiones
de "natural eza o senti do escato lóg icos", esto es, toda referencia
o men ción de co nte nidos, palabras o expresiones de carácte r
só rdido y o bscen o, objeto siem pre de m uy severas reprobacio-
nes. También en este punto procede recur rir a la doctrina ex-
presada po r H errera, qu ien se refiere a estos particulares fenó -
menos en varios lugares de sus A notaáon~s, no sólo para defi-
• nirlos o caracterizarlos en cuanto tales, sino para emi tir co nt ra
los m ism os m uy airadas censuras. Los dos aspectos del fenó-
me no qu edan sintetizados así: "cuando se tu erce el sermón a
entendi miento to rpe o po r la juntura de las voces qu e hagan
mal so nido {fenómeno co nocido con los t érminos Cac ófaton,
Cacmfaeon o, en romance, Gazafatón. t ratado más adelante.
pp . 76-77), o por la misma significación" (fenó meno designa-
do con el tér m ino Escrologia} (Herrera, 322 ; Correas, 407-
408 ,409 ).
Como en anteriores ocasiones, hay qu e hacer notar tam-
bién en este lugar que los vicios contra el Decoro rep resentad os
po r los fen óm enos lingüíst ico-d iscu rsivos a q ue se acaba de
hacer referencia. so n asimismo susceptibles de ser to lerados
mediante especial Licencia en determ inadas situ acio nes di s-
curs ivas, esto es, siem pre q ue m edien razones superio res pro-
pias del "arte verbal". Y si no , ahí están para confirmarlo los
constantes y abundantes testimo nios en la obra de poetas de
tod o lugar, época y condición . H asta en la poesía del "Prín-
cipe de los poetas castellanos", Ga rcilaso, q ue le hace "perder
los papeles" a Herrera en sus co menta rios en más de una oca-
sión.
27
en párrafos anteriores. es un co ncepto cuyo alcance pu ede ser
delim itado . en pr incip io. en relación con los conce pros de
Metaplasmo y Tropo. po r un lado. y co n el de Composición, por
otro. En segundo término . el lugar preciso de tales conceptos [
28
y bene, que responden, en cada caso, a los ideales de perfección
representados por las virtudes elocurivas: Correcci ón de la elocu-
ción {recte}: Claridad; Ornato y Decoro (bene).
En tercer lugar, los conju ntos de fenómenos lingütsrico-
discursivos agrupados bajo la terna de conceptos M etaplasmo,
Figu ra y Tropo, aparecen definidos, desde las formulaciones
más tem pra nas, como fenómenos qu e en los respecti vos nive-
les: fóni co. morfosinr ácrico o léxico , representan grados más o
menos in tensos de mod ificación . desvío o infracción de las
que cabe considerar "reglas de buena formación" de las unida-
des correspondientes a los mismo s niveles en el dominio de la
Gram ática. Ahora bien. como se ha visro en la exposición de
la doctrin a de las virtudes de la elocución , las modificaciones.
desvíos o infracciones de las reglas grama ticales representadas
po r tales fenó menos. dentro de su condició n primaria de "vi-
cios", pueden ser objeto de una doble consi deración y, lo q ue
es más im portante. de una doble estimación. Si tales fen óme-
nos se prod ucen de modo espontáneo, como resultado de un
conoci mie nto deficiente del códi go de la lengua o de un uso
descuidado por part e de los hablantes, serán objeto siem pre
de recriminaciones de gramáticos y r étores, por atentar contra
la más elemental de las virtu des elocu tivas: la corrección. Pero
si los mismos fenó menos son prod ucidos de modo consciente
y deliberado, justi ficado por de terminadas situaciones di scur-
sivas, pe rde rán circu ns tancialmente su co nd ición de vicios.
será n tol erad os po r u na particular Licencia y pasarán a ser
objeto de una estimación d e signo co nt rario. La preced ente
distinción , de capital importan cia para compre nder adecuada-
mente la doctrina tradicio nal del Ornato y sus artificios exor-
nativos, aparece bien claramente expresada en las siguie ntes
palab ras d e Quintil ia no: "Toda figura -dice- sería vicio si
fuese casual y no buscada con estudio". Y se añade a continua-
ción: " Pero po r lo comú n se defiende por la autoridad, anti-
güedad, costumbre y much as veces tam bién por cierta razón"
(IX, 3).
Lo dicho hasta aquí permitirá com prende r más adecuada-
mente el justo senti do de los di versos rasgos o com ponentes
noc ion ales que han intervenido normalmente en las definicio-
nes del concepto de Figura. en el sent ido restringido que se ha
mantenido hasta ahora. tal como se ha venido formu lando a
29
lo largo d e toda la trad ició n, co n muy escasas d iferencias entre
los aut o res: el tra tarse de una clase d e fenó m enos d e naturale-
za gramatical. 1) que constituyen cierto grado de ~odifica
ci ón, desvío o in fracción respecto de la norm a grarnau~l ; 2) a
los que la norma retórico- poé tica ha asignado desde sle~pre
un a clara fu nción exo rna tiva del di scu rso; y 3) no producido s
de forma espo ntánea. sino consciente, ~e1iberada e in~encio
nal , encam in ad a siempre a la co n secución de d~termlOados
efectos en d receptor del d iscur so (p. ej., persuasión, delecta-
ció n) {Mo rel: 1982. 15. 2 3-24 ). .
La distinta adscr ipción de los auto res al ámbito de la ~ra
m érica, la Retórica o la Poética. ámbitos qu e ha com partido
tradicionalmente el concepto de Figura. puede pri~il~giar. en
ocasiones unos com ponentes sobre otros, p~ro en ultima ms-
tancia es la conjunción de los tres la que mejor dará cue~t~ de
su co ncepción más gene ralizada a lo largo de la tr ad ición .
Dicha concepción es la que apa rece expu esta. co n mayor o
men or grado de precisión y explicitud, según ose verá después.
en la obra de los tratadistas españoles que servirán de puntOde
referencia a estas páginas: Nebrija y Correas (en el ámbito de la
G ramá tica). Sánchez de las Brozas y ] iménez Patón (en el de la
Retórica) y H errera, López Pinciano. Carvallo y ~es (en el
de la Poética). Como es de esperar en aurores parncrpes de una
misma tradición doctrinal, las defin iciones del concepto de
Figura aparecen form uladas en mu y similares términos en los
autores citados (Ne bri]a, 2 16; Correas. 375 ; Broce nse. 337;
] iménez Parón . 95; H errera . 4 11; Lépez Pin ciano . 111. 53;
Carvallo. Il , 148; Cascales, 109). hecho que es com ún a trata-
distas de todas las épocas y lugares. Por cal razón, me limitaré a
aportar co mo síntes is de estas cons ide~aoc io n es y sin mayor
comentario una breve mu estra de definiciones for m uladas en
los ámbitos' de las tres Artes mencionadas, en donde seguiré el
orden de menor a mayor grado de explicitud.
La definición más escueta se debe a Cascales (ám bito de la
Poética). form ulada como sigue: "Es la figura cierta manera de
hablar apartada del uso com ún y ord inario" o( ~ ~ 17, lO? ). Ma-
yor precisión y explicitud presenta. la definici ón .ofre~lda p~r
j im énez Patón (ámbito de la Retórica), ~n la versi ón corre~l
da y aumentada" de su E..lo~encid. pubhca?a en el ~(n:unUJ
Trimrgisrus. que reza así: Figura, que en griego se díce esque-
"_' o
Oc
30
rna [schema], es cierta co nformidad de lo que se habla. apar-
tado del comú n lenguaje y ordi nario mod o de hablar. Por la
cual conformidad la razón bien concertada se muda en otro
cierro modo con particular adorno y virtud" 062 1. 79v-S Or).
El grado máximo de precisión y explici rud co rres ponde al
Maestro Correas (ámbi to de la Gramática). quien se expresa
del siguiente mod o: "Es pues figura postu ra nueva. di ferent e
de la regula r y ordinaria, en la dicción y oración, hecha por
necesidad o acaso. o con cu idado y guSto particular po r ele-
ga ~cia y hermosura; y e;
como si dijése":l0s una cierta irregu-
laridad de la regla co mun de habla r. sufrible por uso y autori-
da d. y au n agradable, si no pasa los lím ites de la razón, como
se halla en los buen os auto res; mas. si excede, es vicio intolera-
ble. como en los malos" (1626 , 375).
Como complemento de las definiciones qu e se acaban de
presentar, no esta rán de más un as cua ntas observaciones del
gramático Correas, que entresaco del primero de los cap ítulos
que el citado auto r dedica a las Figu ras (374-375). Así. en rela-
ción con el pro pio co ncepto de Figurd. Correas hace referencia
al doble alcance con que se ha manejado d icho concepto por
parte de los autores. to mado ya en una acepción amplia. abar-
cado ra de todos los fenó menos o artificios lingüístico-discursi_
vos del O TTUlto elocurivo: fónicos. morfosinr ácticos y léxicos.
ya en una acepción más restringida , lim itada sólo a fenómenos
de naturaleza rnorfosinráctica, como se ha visto en las páginas
precedenres (Lausberg, § GO l). En palabras del auto r: "A esta
variedad de hablar figurada, con palabra general qu e tod o lo
abraza. la llam aron los griegos Esquema (Schema), los latinos
Figu ra, y así nosotros. y la divid iero n en tres géneros: meta-
plasmo. tro po , esquema" (375). En lo que respecta a la natura-
leza de las figur as, sus varieda des y número, sigue diciendo el
citado autor: "Las figuras. un as son de la cons tr ucción o sima-
xis y éstas pert enecen de recha me nte a la G ramática, aunque
tam bién a la Retórica, y son las menos; otras, de la sentencia
[= oración) y su enro m o, que tocan a la Retórica y O ratoria, y
éstas son casi infinitas. y sin casi. porqu e hasta ahora no se les
ha dado cabo; ot ras son de la d icción [= palab ra]. que conviene
a las dos. Gra mática y Retórica, y rodas a la Poética, y son limi -
tadas, contenid as en el metaplasmo; tod as las otras, en el tro po
y esq uema" (375) .
32
- -- - - - - -
ci ón , habría q ue relaciona r más bien tanto co n el acto
d e En unciación co mo co n la co nstitución global de los
En unciados (Lausbe rg, § 602; Desbo rdes; 1986).
Tales catcgo rfas rep resenta n, co mo los p rop ios térmi nos
d an a entende r, u n conjunto de o peracio nes básicas d e mod i-
ficación q uc, actuando ya sobre la palabra. co nsidera da aisla-
d am ente (in uerbis singulis}, ya so bre la "ju n tura de las pala-
bras" en la un id ad oración (in uerbis coniuncits), marcan preci-
sam ente la tra nsic i ón del domin io de la G ram át ica al d e la
Ret órica, hecho q ue cabe rep resent ar d e form a esq uemát ica
del modo siguiente:
33
- - - - - - - - - - - - - - - - -'
I
La co m bi nación de ambos sistemas, niveles lin güísticos y
catego rías mod ificati vas. co nstituye un entramado de p rinci-
pios básicos d e clasificación 0, si se prefiere, u n "marco co n-
cep rua l" que ha mant eni d o su vigencia d e forma b astante
estab le en el transcu rso d e los siglos. Más aún, sigue estand o
pr esente. en ma yor o m enor grado , en b uena parte de los
replant eam ientos llevados a cabo en las últimas d écadas y lo
estará, co m o es natural, a lo largo d e estas páginas. D icho
marco co nc eptual. por lo demás, h a mostr ado ser lo suficien-
temente flexibl e como pa ra permiti r a rraradi srass de rod as las
épocas "satisfacer" ha sta la sacieda d ese "fu ro r taxo nó m ico" d e
quc hablaba Barth es (19 70, 218).
34
1.5 . C lasificac ión adoptada en la presente obra
35
cuand o se trata de "po ner orden" en un conj unto de fenóme-
nos lingüístico -di scursivos de tan desmesuradas proporciones.
Los p rin cipios en los q ue se articula dicho modelo , que
rem iten en no po cos aspectos -co mo no podía ser menos- a
la doctrina tradicion al de la Elo cución resumida anteriormen -
te , aparecen sintetizados po r el au to r (1981, 158-1 6 0 ; 1985,
62 -65) en las h ip ótesis que resumo a co ntinuación:
36
Las oper acio n es lin güísti cas se di viden en dos cate gorías
p rincipales:
1) Operaciones que supone n la transgresión de una norma
(Licencias), rep resentad as por las trad icio nales catego-
rías modificativas d e Adici ón, Sup resión. Permutación y
Sustituci6n.
2) O peraciones q ue suponen un refo rza mi enro d e d icha
norma (Eq ui va len cias), co ns t itu id as p o r todas las
m an ifestacio nes de! "princ ipio d e repeti ción" o "de re-
cu rrencia" .
DiAGRAMA 1
6. G rafemát ico
37
,
DIAG RAMA II
~es
11 Níveles
Violació n de las
reglas: M eraboles
Refuerzo d e las
reglas: lso to p las
38
rfa d e fenó menos (Me tag rafemas e lsografemas), d e ta n alta
fu ncionalidad , sin embargo, en ciertas co rr ientes poé t icas d e
la época modern a.
En seg~ ndo lugar. las catego rías de Figuras co rrespondie n-
tes a los diferen tes niveles lingüíst icos se p resentan d esdob la-
d as en d os capítulos, segú n la d istinci ón básica entre las series
d e fen ó m eno s co nsidera dos Licencias o M etdboles ( pa nes
impares), o Eo uioalencias o lsotop ías (partes pares), salvo en el
caso de las figuras pragmát icas q ue aparecen agrupadas en u n
so lo capítulo, el 12.
En tercer lugar, ante la intrincada "maraña" termino lógica
~ler~da~a .de la tradi ció n, en la que de form a aparentemente
md l~cflm mada o co n sutilísimos matices, m uy difíciles de dis-
cernir a veces, se altern an términos d e proced encia gr iega, lati-
na y h.asta ro ma nce, .c n la den o minació n d e las Figuras se dará
p relació n a los t érmi nos que parezcan ser más d ifundidos en
cad a caso, sean griegos, latinos o romances, aco mpañ ados de
o tra .u ~tras denom inacio nes co n las que altern en no rma lme n-
te, siguiendo en este punto las pautas de Lausberg. Para facili-
tar la localizació n d e los térmi no s utilizad os en ca d a caso .
éstos aparecen o rde nados en el índ ice que figura al fin al del
volume n. Po~. o tro lado. d ado q ue no ha sido m i prcrcnsi én,
co mo ya.se dIJO, ago ta r el inventario d e fenóme no s tipi ficado'>
co mo FIguras. tarea q ue aparte d e p ráct icamente imposible
~taría fuera d e lugar ~n un a o bra como la p resente, el lector
in teresado p uede am pliar su inform ación en los índ ices d e tér-
m inos (latinos . griegos y franceses) del vol u men tercero d el
M~nua/ .de. Lau~berg, q ue podrá co m pleta r ad emás co n los
vanos Diccio narios q ue figuran en la bibliografía.
Por último, por recomendación encarecida de la Ed itorial
se ha d~bido prescin di r del uso de no tas a pie d e págin a, tan
nccesanas ~ veces para co mp letar lo d icho en el cuerpo d el
rext~ , coteJar!o con .ot~as posiciones u opin ion es, p roporcio-
nar info rmacio nes bibliográficas d e carácter co mplem entario,
etc. C o n el fin d e no ren u nciar a esta últim a función, las refe-
rencias que se han co nside rad o necesarias apa recen insertas en
e~ texto. co n ind ic."le,ió.n ent~e parén tesis d e la fecha d e p ublica.
ció n aS I co mo las paglllas, SI el caso lo requ iere.
39
2.
FIGURAS FO NOLÓGICAS 1:
LICENCIAS FONOLÓGICAS
41
•
42
kngua española castellana. participes am bos de un a misma tra-
dició n doctrinal.
Los pumas básicos de la ?octrina expuesta por Nebrija y
recogida posterior mente por j im énez Patón y Correas. radican
en los dos polos en tre. por un lado, el " ide al" de corrección
idio mática, en el ám bito de la p alabra como un idad a utóno~a
{Lexis}; ideal de corrección q ue co nstitu irá, según sus propias
palab ras "todo el negocio de la G ramática" (~ II). ~. por O(f~ .
la realidad de la incorrección lingüística referida a dicho ámbi-
to (Barbarismo) -que bien se podría traducir po r el t érmino,
más generalizado en la concepción normativa de la gramá tica.
de Vulgarismo sin más-, vicio censurable en el uso espontáneo
de la lengua . en las prácticas discursivas de la vida diaria.
Entre ambos polos . se establece un "espacio de permi sivi-
da d" a la práctica de la incorrección lingüística. siem pre que
ésta esté motivada po r ciertas razones especial es. que no serán
otras que las vinculadas a lo que se pued e ~onsi?erar ~omo
uso artístico del lenguaje. En tal caso. las posibles infraccion es
del código id iomát ico. ut ilizadas de forma consciente y volun-
taria en unos contextos discu rsivos determinados. pasarán a
constitu ir una clase particular y específica de fenómenos fono -
lógicos (y gráficos). que serán tip ificados bajo la denomina-
ción gen er al de Metaplasm os y justificados di scursivamente
"por exige nc ias métr icas o po r razones de ornato poético".
como expresameme se dice en el Ars grammatíca de Elio Do-
nato, que tan decisiva in fluencia ejercerla en la tr~dició n gra-
matical posterior: " Me raplasm us est t ran sformau o quaedam
recri sol uriq ue sermonis in alreram speciem metti ornarusoe
causa" (395) (sub rayado mío). A parti r de aquf se compren-
de rá que ta l clase de fen ómenos. den om inad os indis tin ta -
mente co mo Metaplasmos o como Licencias po!tictlJ. se incor-
por e ha bitualm ente a las reflexio nes q ue so bre el lenguaje
poéti co suele n insertarse en los tra tados d e teoría po éti ca
(entre los esp a ñol es, pued e verse , por eje m plo, en López
Pinciano, I1, 130-1 31; Carvallo, 1, 194 ; C ascales, 102-103),
aunque no con la sistematicida d y exhaustividad de los. trata-
dos grama ticales. Este hech o confirma claram ente el t' Pv de
discurso: el discurso literario y, más pa rticularmente. el dis-
curso poético, como el ám bi to al q ue quedará restringida la
verda dera operatividad de tal clase de fenóme nos .
43
2.3. Metaplasmos y categorías mod ificativas
44
b) en posición inte rna: Epéntesis;
e) en posición final: Paragoge.
2) Metaplasmos por supresión de fonemas o sílabas:
a) en posición inicial de palabra: Aftresis;
b) en posición interna: Sincopa;
e) en posición final: Apócop~.
3) Metaplasmos po r inversión de fone mas o sílabas, sin
especificación de posición: Met átesis.
4) Me taplasmos po r sustitución de fon emas o sílabas, sin
especificación de posición: Antítesis (o A ntitescont .
45
•
46
A los ejemplos seña lad os ta l vez cabría añadir las formas
de M a rte, d ios latin o d e la gue rra, y su va riante epe ntérica
Mavorte, d e uso exclusivamente po érico ya en latí n , rescatada
po r los poetas de los siglos XVI y XV II, tal co m o muestra el
siguiente fragmento de So to de Rojas:
47
resis (Ne brija, 2 14; Correas, 39 1-392), fenómen o m étrico que
afecta d e ma nera específica al có mputo silábico en el d iscu rso
en verso, mediante el cual las d os vocales co ns titut ivas d e un
d iptongo (generalme nte creciente) se realizan co mo d os n ú-
deos silábicos d istintos. El efecto resultante es, por tanto, la
incrcmentaci ón de la co nsti tu ción fono lógica d e la palabra en
u na sílaba m ás. Este hecho suele m arcarse en la escritu ra poé-
tica med iante el signo gráfico co nocido co n el mismo no mb re
°
(") sobre la semi co nso na nte sem ivocal co rrespond iente. Da-
d o que la p ráctica de esra licencia métri ca es constante en la
actividad po ética d e tod as las épocas, me contentaré con p re-
sentar una breve ilust ració n de la misma en estos d os ejem-
plos:
48
asamblea-samblea. eftm ero jlm ero, ejecutar-jrcutar (y d eri va-
dos), enaguas-nag uas, rnamorado-namorado, en hora buen a -
noraburna , enh oramala-noramala, enoj oso-noj oso, he rmano-
mano, etc., de los que seleccio no estos dos ejemplos del par
enamorado-na morado, tomad os d e Boscán :
49
La selecció n de la forma diz que, q ue aparece en el verso 1076
de la "Égloga 11", ha sid o co n el fin d e reflejar en este pun to
uno de los juicios más severos d e H errera en sus A notaciones,
cuando co me n ta a propósito de la mism a: "En vez d e dicen
que. Apócope ind igna d e usar en tan ilustres versos" (53 4).
C om o fo rma parti cul ar d e real ización d el fenó me no d e
Apócope en el discurso poético d e los siglos áureos, hay que
co nsiderar el art ificio co nocido com o "versos d e ca bo roto",
d ifu nd ido en manifestacio nes po ét icas de carácte r jocoso-bur-
lesco. Dicho arti ficio co nsiste en el corte arbi trario de la últ i-
m a sílaba d el verso, con lo que la Rima se establece en las síla-
bas penúlti m as d e las respecti vas palabras (Lázaro C arreter,
Diccionario, s.v, Rima) . De entre los numerosos texto s q ue po -
d rían ad ucirse d e este artificio , seleccio no el siguiente d e C er-
van tes:
52
señala H errera a p ropósito de había (= ha-bid): "Es te verbo es
bisílabo po r la sinéresis o co ntracción, q ue es junr amien to o
enc og imien to d e d os síla bas en una; y d e esta sue rt e h ay
m uchos versos en Garcilaso" (334), observación que se pu ede
hacer exte nsiva a la to talidad de los poetas d e los siglos XV1 y
XVII, en relación con di chas formas verbales del im perfecto d e
ind icativo (-ía = -id). H e aquí otros ejemplos q ue p ueden ser-
vir co mo ilust ració n d e este fenó meno:
53
•
54
y 563, quien recoge las dos de no mi naciones). Entre las formas
aducidas ,co m o e~ emplo por los gramáticos ci tad os, figu ran
alt~rnanclas del tipo: g~ lo-se lo (Ne brija), trajo-truj o, mamo-
mismo, añadir-añedir-añidir, maja r-machar. roble-robre
(Correas), con la indicac ión de "rús tico" en algunos casos. No
hace falta señalar que fo rm as co mo las presentadas so n una
muestra reducida de las m uy variadas desfiguraciones fó nicas
de q ue puede n ser suscep tibles las palabras en d iferentes regis-
tros del idioma, en especial los conside rados populares y vul-
gares (M ufioz Cortés: 1958). Ahora bien , dichas desfiguracio-
nes pu eden ser inco rporadas "artísticame nte" al discu rso lite-
rario y poético, como ya se ha visto anteriormente a propósito
de o tras clases de fenómenos de esta m isma naturaleza.
De ID:i pro pia obse~vación de los textos poéticos procede n
altern~nclas, q ue también resultarán fam iliares a cua lqu ier lec-
to r asid uo de poesía de los siglos XVI y XVI I, co mo las bien
frecuentes: Alemania-Alematia, Blas-Bras, Cipre-Cipro, durar-
turar; Lusitania-Lusitaña. medicína-melecina, nublar- ñublar;
nudo-ñudo, sarraceno-sarracina, simio-gimio, erc ., o las de
':lrácter más esporád ico, motivad as al parecer por razon es de
nrna: lustro-lustre, :elieve-relievo, Tajo-Tejo. etc. C om o ejem plo
de . tales alternan cias , pu ed e rep ararse en los fragm entos si-
guie ntes de Góngora, con el par de form as: Táj o-Tejo:
55
como altern ancia la sustitución del m ismo por la palatal 1111
(Lázaro Mora: 19 78). Ta l fenó me no presenta muy dil at ad a
difusió n d esd e fech as tempran as en los textos literarios. Su
alternancia en los textos poéticos es constante en todo s los
autores cuya obra poética sirve de base a este trabajo , pero ,
como bien se sabe, su utili zación en textos en prosa es asim is-
mo frecuente, por lo que no parece que sea exagerado afirma r
q ue su ámbito d e d ifusión supera co n mucho al resto d e los
r
fenó men os co noc idos como Met aplasmos, tal co mo se han
pr esentado en estas pági nas. Por cita r aunqu e só lo sea un
ejemplo de esta alternancia , en tre m illares, me lim ito a este
par de Garcilaso:
2.4 . Licencias relacio nadas con la co nst ituc ión p rosód ica
d e las palab ras: d esplazamientos acentua les
Para concluir este cap ítu lo, ded icado a las modificacion es
produ cidas en la cons titu ció n fo nológica d e las palab ras, me
referiré b revem ente a u n tipo d e fen ómenos, restring ido al
parecer al ámbito exclus ivo del verso, co mo es el de los d espla-
zamientos acentuales. En este punto conviene hacer notar que
frente a la relat iva regul ar idad y cons tancia co n que se presen -
tan los fenóm enos que afecta n a las unidades fonemáticas y
silábi cas, hasta el p unto d e poder insertarlas en verdad eros
paradi gma s d e forma s "transfo rm adas", en relac ión co n las
que pueden tenerse por sus formas canónicas o consolida das
por el uso lingüfsrico (en nu estro caso, en el ám bito del len-
guaje po éti co) , las modifica cion es acentuales co ns t it uy en
siemp re fenóm eno s espo rád icos, inestables o , si se pr efiere ,
imp revisibles, antes d e su materi alización en u na sec uenc ia
versal co ncreta. Su motivación está asociad a tanto a feo óme-
56
nos de diseño o esq uema ace n tual d e la pr opi a secuenci a ver-
sal co mo a fenó me nos d e Rima. D e la acció n eje rci da po r
ambos factores pueden ser muest ra las secuencias q ue se adu-
cen a co ntin uación, en lo s q ue, para mayo r clar idad , m arco
con tilde (') la sílaba co rrespond iente:
57
,
1
I
.
j
,
i
~
3.
59
nos d e los eng lobad os bajo el co ncepto ge ne ral d e [u nctura
(Lausberg, §§ 9 54 -97 6), "ayu ntamiento d e las palab ra.s", en
términos d e nu estros autores, en la doctrina elocut iva d e la
Composición, que co ns tituye, como ya se dij o, la q ue se p uede
co nside rar doc tri na d e la "p rogresió n o avance del d iscu rso".
Pues bien , gran part e de los referidos fenómen os d e [une-
tura o "ayu ntam iento d e las palab ras" en el d iscurso, así co mo
Otros de parecido te nor, co mo se verá m ás adel ante, me parece
q ue p ued en q uedar in tegrados en la categoría que au to res
co mo Plerr d esign an co n las d enominaciones d e Equivalencias
jOnológicas o Isofonemas (Plert: 1981, 160 ; 198 5. 6 5). au nq ue
en los trabajos d el citado auto r a qu e se aca ba de hacer refe-
rencia no se halle men ción explícit a de los m ism os.
En la exposició n d e los diferentes fenóm enos d e esta cate-
go ría q ue se va a llevar a cabo en el presente capítu lo, trata ré de
o frecer las caracterizaciones tr ad icionales d e lo s m ism os. tal
co mo aparecen formulada.s en los autores españo les que co nst i-
tuyen la base doctri nal de este tr abajo. completánd o las o co m-
plem entándolas. siem p re que sea el caso, co n aspectos co mo
los destacados po r Plen a este propósito :
61
Ho meopróforon o Parhómeon (Lausberg, § 975) . El segundo de
dichos térmi nos, roman ceado como Parómeon, es el com ún-
mente adoptado por los autores españoles, de Nebrija a Co-
rreas, quienes por lo demás son concordes en lo que a su defl-
nicion se refiere. Por ello, como m uestra sólo bastará la form u-
lada por Nebrija, que reza así: "Par óm eon es cuando muchas
palabras comienzan en una misma letra" (220) . En (1) se pro-
po nen unos breves ejemplos en los que se reflejan d istintos gra-
dos de amplitud del citado artificio:
eomen.t~: " Estos geru ndios son altas dicciones de ancho y lar-
go esp lrlt u. y graves en su movimiento; y la semejante cadencia
del verso hace mucho efecto para el intento. Los griegos la lla-
man Homeóptoton quc es semejanza en los casos, y por eso
tomó aqu el no mb re. porque caen los m iem bros de la oración
en unos mismos casos. y esto es en nu estros versos can en un
mismo sonido" (40S. subrayado mío). M ás explícito se muestra
~rreas cuando, tras definir la segunda de las figuras. observa:
En lat ín y gn ego qu e hay declinaciones por diferencias de
casos, es más propi a esta figura; en castellano sc puede excusar
63
co n el H om eot éleuton" (4 15). Los testimo nio s recién ad ucidos
pa recen justificar la ad opció n d e Si milicadencia. "caer en un
m ismo so n id o", co mo design ación u n ificada d e ambas fi·
guras.
Aunque los fenómenos que se acaba n d e p resentar han
estad o restr ingidos normalm ente, desd e antigu o (Ar istó teles:
Raárica. 14 10b), a los artificios exornarivos d e la "p rosa artl s-
rica" (No rd en: 1909 ), los b reves ejem plos que propondré a
contin uaci ón está n tomados, n o obstante, del d iscur so en
verso , sigu ien do en esto la tr ad ició n de n uestro s tratad istas.
Así, en la línea de! verso de Garcilaso co mentado po r H errera
que se ha presentado más arr iba, p uede repararse en fen óme-
nos d e Similicadencia co rno los q ue figu ran en estos fragm cn -
tos:
64
gru pos d e dos o d e tres, co mi enzan o co n las mi sm as conso-
na ntes, co n camb io a veces d e vocales, o co n las mi smas síla-
bas, o co n las mi sm as voca les" (apud Valesio: 196 7, 37).
.Co mo p ued e col:girse de la defin ición , el tipo d e art ificios
fón! c.o -gráficos descritos po r Ponr ano bajo d ich o n eologismo
reron co , q ue tanta ~onuna alcanzaría, vien e a rep resentar en
gran . medida el conj unto d e fen ómen os d esign ad os co n los
t~rmll1os Home~próforon o Pa r óm eon, segú n se ha visto ante-
n ormenre, teni d os ge neralm en te por "vicios" censu rables,
p~ro t~lerados mediante Licencia en d eterm inadas situacio nes
discursivas. ~ora bien, co mo muy bien se pone d e man ifies-
t? en el t rabajo de Vega Ramos antes mencio nado, la aporta-
ci én de Ponrano supone algo más q ue la mera acu ñació n d el
n uevo té rmino para la d esignación d e tal es fen ómenos. Re-
p re.s enta, sob re todo , e! fundamento d e u n cam bio rad ical d e
acm.u? en la valora ción d e los mi sm os, q ue, d e la tipificació n
~radlclOnal d~ "~i~ios:, serán elevad os ahora a la catego ría de
figu ra ap reciadfsima en la exo rnación d el d iscu rso en verso
(Vega Ramo" 19 92 . passim).
En los trata~istas espa ño les a los que me ven go refiriendo ,
ta?t0 la referen cia a Pc ntano co mo la adopció n del n uevo r ér-
rmno sól o las he visto d ocumentadas en H errera {Ano tacio nes,
446..r 365, .respc;tivament~) , au nq ue hay que hacer notar q ue
las auct0f1: at:s. en rela~lón co n esta figu ra so n M arcia no
Ca pela y DlOnlSIO d e H alicarnaso. La men ción d e H errera al
térmi no Aliteración, au nq ue sin referencia exp lfcira a Pon rano
en este luga r, apa rece docu mentad a en la anotación al v. 5 del
"So neto 19" de G arcilaso:
65
•
donde a p ropósiro del segu ndo verso se di ce: "Este verso está
muy lleno d e s, y po r esto los griegos lo llaman polisigma,
cuand o este elemento se dobla m uchas veces" (335), ere.
m Lo s d iversos casos d e A literación anotados p o r H errera
p ermiten de stacar al m enos estos h echos. En p rimer lugar, la
fid el id ad doctri na l a las au torid ad es clásicas , representad as
en este caso en M arcian o C apela y D io n isia d e H alicarnaso.
,1 , A p esar del "toq ue d e modern id ad " q ue supon e la men ció n
í d el térm ino Aliteración en la p rim era d e las citas ad uc idas ,
n o se ve reflejad a en cam bio to da la gama de posibi lid ad es
d e la d efin ición d e Pontana (Vega Ramos: 199 2, 39) . No h e
h allado , p or ejem plo , en las A notaciones n ing una referencia
cla ra a fenó menos alite rativos vocálico s. En seg und o lugar,
en algun os de los co mentarios se deja entreva, en cam b io,
u na co ncep ció n d e la A literación que parece trascend er la
limitación clásica a las sílabas iniciales d e p alab ras co nsecut i-
vas. En t al se n t ido, jun to a referen cias a Aliteraciones co nso-
n ánticas en sílabas in icia les, hay casos en que se m en cion a o
co menta el fenómeno aliterativo con expresio nes tan gen era-
les co m o "suen a much as veces" (ejemplo 6) o "m uy lleno d e"
66
(ejem plo 7), expresiones que par ecen in d icar que el autor se
está refir iendo a toda s las apa ric io nes d el son ido en cuestión a
lo largo de las respectivas secue n cias versales. D e ser así, y si
mi interpretación de los co mentarios de H errera es correcta ,
dich as expresiones vend rían a poner de m anifi esto la supe ra-
ció n de los estr ictos límites en los que se había movido la con-
side ración de esto s fenómenos en la doctrina retórica clásica ,
tan cla ramente sistemat izad os y am pliados en la defi n ición d e
Ponrano, al tiempo que vend rían a co nst ituir un testimonio
tem p ra no d e la instauración de la co nc epción más am plia de
los m ismos, q ue es la segu ida n o rm almente en gran pa rte de
los estud ios mod ernos, sintetizad os en Lázaro C arrerer (19 84 ,
en especial, 232 -237). Entre estos últimos, n o pued o dejar de
hacer referen cia a los fin os análisis realizados p or D . Alonso
(I 950, passim; J967, J, 176-179).
. Los sigu ientes ejem plos, que sólo p retende n ser un breve
com plemen to a los ya presentados en (5) y (7) , están tomados
d e algunos de sus estudi os: Aliteración de Is/:
67
estrofa que m erece el siguiente comen tario de Alonso: "a rra
nueva ojeada a la estrofa nos mues tra la terrible aliteraci ón de
erres que la ha invadido... Las rim as se han entregado totalmen-
re a esta aspe reza vib rato ria" (I950, 342). La calificación de
"terrible" y "áspera" que se atribuye a la Aliteración de Ir! no
hace sino mOsnar la pervivcncia de las calificaci o nes usu ales
at rib u id as a esta co nso nante en lo s tratados d e Ret órica y
Poética de los siglos XVI y XVII. Sobre las "cualid ades sonoras"
atr ib uid as a le, s, 1, m I en d ichos t ratados, se co ns ultará co n
provecho el resumen trazado por Vega Ramos (1992, 8 5-94).
68
riquic es d e consolidación más tard ía {Zu mt hor: ]97 5)- , los
fen ómen os de Rima apa rece n d escr itos y sistemat izados en
auto res como Nebrija (146- 148), En ci na (88-90 ), H err era
(53 0 , 565 ), Rengifo (122) , Pinciano (11, 269-270), Carvallo
(1 , 196 ), erc., en térm inos muy sim ilares a los q ue se han veni-
do rep itiendo hasta el presen te. Entre los aspectOs más relc-
van res de la doctrina co mpa rtida po r tales am o res pueden des-
tacarse los siguien tes:
69
e) El fen ómeno de la Rima es definido reiteradamente en
muy parecidos términos a los de la siguiente formul ación de
Encina: " Consonante se llam a todas aq uellas letras o sílabas
que se ponen desde donde está el postrer acento agudo o alto
en fin del pie [= verso]...Se llama Consonante, porq ue ha de
conso nar el un pie con el otro pie con las m ismas letras desde
el acento agudo o alto" (88-8 9).
70
(13 )a. Y estimando lo que vi.
por milagro de mi fe.
vivo muriendo estaré
y la mue rte viva e n mi.
(Silva y Me ndo za, 133)
71
No qui ero concluir el p~~sente al?~na~o sin h~~er un a
breve mención de los factores frecuencia e Intervalo . En un
tipo de Equivalencias fón icas como las representadas por los
fenóm enos de Rima, la operatividad de ambos facto res, qu e
suele presentar en general bastante regularidad, estará asociada
principalmente a hechos como:
I 72
-
Extensión del artificio del Eco podría considerarse tal vez,
como sugiere M . Gaurhier (19 15, 43), la configuración de los
tres pr imeros versos de la forma estrófica conocida con el tér-
mino de Ovillejo, definida así por Lépez Pinciano: "El que
dicen unos ovillejo, otros cadena, es una forma de esranza en
la cual el qu ebrado italiano [= trisílabo] responde con la con-
sonancia a la final dicción del metro entero [= octosílabo]"
(11,277-278). El ejemplo que se propon e en (16) está tomado
del Conde de Salinas:
73
test imonios ofrecido s po r algu no s poetas d el period o áureo .
De acu erd o co n esa po sición , pued e considerarse A nagrama
un con junto d e arti ficio s co nsistentes en:
,
I es ilusa, y no la infa ma,
supuesto que e l a nagra ma
no es def inición precisa ;
ya con el suje to frisa,
ya es compuesto, ya ne utr a l;
neut ros son perla y peral,
rumo, am o r, burla y al bu r,
conforma n hurta y tahur,
implican m alsín sin mal, (430)
,
I
2) La diseminació n, entre las palabras d e un en uncia do,
d e los elem entos fón ico-gráficos, fo nem as o silabas, d e una
palab ra d ad a d el m ismo. Di ch a palabra suele corresponder
co n frecuencia, aunque no exclusivame nte, a un no mbre pro -
pio al q ue se le otorh'<1 u na especial relevan cia textual (Rigolo r:
1972; Pozzi: 1984). C omo ejem plo d e esta m odalid ad, p uede
repararse en los siguien tes fragm entos, d e C ueva y Bocángd ,
respectivamen te:
(18) a, No er a posible ni podía apart ar me
de la d ulce memori a, que aspiraba
la FEL Ice PAsión q ue vía for zarme. (253)
71
q ue a ser es pejo, más que riesgo, vino,
pues sa lió de pel igro , siendo cla ro... (168)
75
modos a tra vés de los cuales se ejerce un a manipulación so bre
el co m po nente fónico de las lenguas naturales, que cabe supo-
ner conscien te y deliberada, a través d e un co nju nto de opera-
cio nes preci sas y sistem áticas. Pues bien , los varios resultados
obtenidos en cada caso inducen a pensar que la p ráctica d e
rales operaciones parece estar asociada, en buena medida, con
la búsqueda delib erada de unos d eterminados efect os d eriva-
do s de ciert as propiedades acús ticas de los son id os del lengua -
je, que, interpretad as en términos valorarivos (ya en Dionisia
de Hal icarnaso , cap. 14), se han pol arizado secularmen te en
los co nocidos conce p tos representados por lo s térm inos Eufo-
nía y Cacofo nía.
El concepto d e Eufo nla es d efinido -cp arafrasead o , m ás
bien- por C orreas en estos térm inos: "buena so noridad, buen
so nid o de habla, cuand o las palabras suenan bien y se p rocura
hacellas suaves, no duras ni torpes» (42 3). Ahora bien , tanto o
má s interesante que la propia d efin ició n del fenómeno en sí,
será traer a colació n algún testimo nio revelador de la valora-
ción del mismo, aunquc, a d ecir verdad, el propio prefijo grie-
go del término (eu-) supone de por sí una valoración de sign o
positivo. En este caso, como en tantos otros, siempre será ilu s-
trativo el jui cio sancionad or de H errera. C om o se recordará , a
propósito d e los fenómen o s de Aliteración en la po esía de
G arcilaso ad ucidos en (5) y (7), las cualidades so noras d e fo-
nem as como Iml y 111 so n merecedoras, en la esti ma tiva esté t i-
ca d e H err era, d e una valoración d e signo po sitivo , expresada
med ian te té rm ino s co m o: suavi dad, agradahilidad, concini-
dad, d ulzura, calificacio nes que viene n a repetir la estimación
que sob re los valo res acústicos de tales fon emas había form u-
lad o en la antigüed ad Dionisio de Halicarnaso, cuya doctr ina
alcanzó, co mo bien se sabe, una gran difusión en la filología
d e corte estét ico practi cada en tre los humanistas (Senab re:
1981 ; Vega Ramos: 1992, passim].
76
li
puede ten er en asociaci ón con la Rim a. A tal respecto , so n
paradi gm át icos algu nos ejem plos d e esq uem as d e Rimas d e
efec tos sonoros tan claramen te extravagantes, por la marca-
da "estride nc ia cacofónica", co mo se advierte en series del tipo:
"<aque. -eque, - íque, -oque, -uoue", "-uj, -oj , -ej, -ij, -aj", ''.-iz, -
ez, -az, -uz; -oz" ..., en varios sonetos del Cancionero antequera-
no (104-10 5; 105; 11 1-112 ; 122-123), o en algunos sonetos
de Q uevedo, con esquemas d e Rimas no menos llamativos que
.
1os anrenores como: " -ox, -ax, -cx, - tx,
. -ux" (326)" , -opa, -apa,
-ipa, -epa» (550), "cucho, -ecbo, -acho, -icho" (557), "caca, -oco,
-uca, -ecd' (56 1), "<ote, -ate, -ete, -jd' (572), " -ajo, -aja. -uj o.
-oj o" (573) , "-az, -ez. -iz, -uz' (595 ), etc.
77
•
1
¡:
78
4.
79
4.2. C o rrecció n morfológica, So lecismo y Figura
Como ocur re con tod os los fenó menos retó ricos co nside-
rados en la categoría d e Licencias, las alteracio nes en la co nsri-
t uci ón morfo lógica d e las palab ras a q ue se acaba d e hacer
referencia son obje to de un a doble estimació n en la doctrina
gramatical y retó rica tradicional. En tanto que m an ifestacio-
nes espo ntáneas d e un co noci m iento deficie nte del cód igo
idiomático por pane d e los hablantes, gram áticos y r éro res de
todas las épocas se han referido a di chos fenó me nos co mo
"vicios" q ue ate ntan co ntra la "virt ud" de la Correcci ón o Pu-
reza idi o máticas, con la clásica d eno m inació n d e Solecismos
{Lausbe rg, § 497) , segú n se d ijo más arriha (19-20). Para el
p resente propó sito , lo d icho entonces p uede ser recordad o y
co m pleta do co n estas o bse rvaciones d e Neb rij a: " Si en el
ayuntamiento de las pa rtes de la oración no hay vicio algu no,
lIám ase Frasis, q ue qu iere d ecir perfecta habl a. Si se co me re
vicio intolerable, lIámase Solecismo" (2 13), co ncep to que se
d efine más adela nte como: "vicio q ue se comete en la juntura
y orden de las panes d e la oración, co ntra lo s preceptos y
reglas d el arte de la gramática" (2 14).
Ah ora bien . la d octrina de la "inco rrecci ó n gramatical"
sin tetizada en el co ncepto de Solecismo. q ued aría inco mpleta
si se dejara de hacer referencia a los m árgenes d e toleran cia o
pcrmisibidad rep resentad os por el co ncep to de Licencia, q ue
hacen acep tables esas mismas incorreccion es, siem p re q ue se
p rod uzcan en u nas situaciones d iscu rsivas d et ermin ad as, co-
mo co n claridad expo ne el propio Ne b rija cuand o acto segui-
do o bserva que los cit ado s vicios gramatica les. si po r algu na
razón "se p ueden excusar". d ejarán d e ser co nsiderado s Solecis-
mos y pasarán a un a nu eva co nside ració n: la d e Esquema (gr.
Schema), término que suele alternar co n el m ás d ifu nd ido d e
Figura en la terminología retó rica latina y romance.
Así pu es, de modo seme jan te a co mo ocurría en el caso d e
las alteracion es en la co nst ituc ió n fó nico-gráfica de las pala-
bras, designadas co n los térmi nos Barbarismo y Metaplasmo.
vistos en el capítu lo segu nd o, la d octrina d e N eb rija, co mo en
el resto d e los tratad istas pa rtíc ipes de la mism a tradi ció n d oc-
tr inal, se articula tambi én en este p umo en torno a los po los
representad os por el par de térmi no s Frasis (co rrección grama-
80
tical)/ Solecismo (inco rrecció n gramatical). Entre un o y o tro , se
sitúa también aq uí un espacio d e lici tud, representado por la
tradi cio nal Licencia. para determin adas manifestaciones de la
inco rrecció n lingüística: las q ue p ueden co nside rarse ind uci-
das po r razon es especiales que, co mo en las demás ocasiones,
no serán o tras que 145 q ue se idenr ifican co n las reglas que
rigen el uso artístico d e la lengua. Así pues, se p uede co ncluir
reco rdand o un a y a más que bajo la den om inació n genérica
d e Figura (o su eq uivalente griego Esourma} se integrará un
vastfsimo campo d e fenómenos lingüístico-d iscursivos d efini -
dos y ca racterizados d e form a u nánime como infraccio nes.
conscientes y deliberadas, q ue afectan al com po nente gra mati-
cal, m o rfo lógico y sintáctico, d el cód igo id io m ático (LlU S-
berg. §§ 497- 501).
81
•
82
"~adio de ac.ción" de las cuatro caregortas mo dificativas: Adi-
cián, SUpT~slón. Permutación y Sustitución, sobre la palabra o
s~ respecnvos ~orfem~. Los resultados, más o menos previ-
sibles, serán un n po parti cular de unidades, palabras y/o mor-
femas. caracterizados por un mayor o menor grado de "an o-
malía morfológica", En relación con lo que se acaba de decir
debe, norarse que, si bien, las ~peraciones representadas por la~
referidas ca regorfas modificativas pueden actuar, teóricamen-
te, s? bre todos los niveles lingülsricos - hecho que ya se tuvo
ocasión de com pro~ar, por ejemplo. en las Licenciasfl nológi-
ca.r-. las correspondientes a la categoría de la Sustitución pare-
cen s,er, no obstante. las que presentan mayor grado de inci-
den~la so bre las reglas del componente mo rfológico, en sus
vemen tes flexiva y derivativa. al menos en el corpus de ejem-
plos ?d period? poético en ~I qu e he centrado preferentemen -
te mi ob servaci ón. Ahora bien, los ejem plos literarios ad uci-
dos por Pletr (1981 , 163). reflejan claramente la operatividad
de las Cllat,ro careg? rfas ~odificativas sob re dich o com ponen-
t~, en el discu rso literario -y so bre tod o poético- conrempo-
raneo.
~n los,apa rtados sigu ientes se presentarán algunas de las
maOlfes~c~ones más,desracadas de los fenómenos resultantes de
la operatividad de dicha categoría modi ficativa: Sustitución. en
man os d~ nuestros poetas del Siglo de Oro. tanto en el dominio
de la flexión como de la derivación o form aci ón de palabras.
83
estos tér mi nos: " La Endlage es trueco o variació n , co n que se
mudan y ca m bian entre sí las pan es de la o ración , o los acci -
dentes o at rib utos de las pa n es, y esta ponrera pan e d e ella,
q u e es con m u tació n d e los accide ntes , se llam a H rt erosis,
cua n do se varían los casos y géneros, los n ú m eros y pe rsonas,
los modos y los tiempos" (321) . En la exposició n de H errera
se sint etizan, co m o se h abrá notado , dos clases diferenciadas
d e hech os:
85
•
86
b) ~ntre los tiem pos: pr esente po r perfecto simple (co no -
cido usualmente como "presente histórico"), p resente
por futu ro, et c.
e) E~rre las personas: seg u nda po r tercera, tercera por
p n mera, etc .
d) Entre los nú meros y las personas: d esignaciones en
plural de pe rsonas sing ulares (los llam ad os "plur ales
mayestáticos", "de m odestia", etc.: concord ancias "cd
sensu m", ele.
87
"reglas de concordancia". Las anornallas en relación con el
func ionamiento regular de las citadas reglas apa recen tipifica.
das a veces bajo den om inaciones específicas, aunque el térmi-
no más generalizado para su designación es el de Silepsis, rér-
mino de di verso alcan ce según los autores, incorporado por
Nebrija y Correas, a sus respect ivos inventa rios. En palabras
del segundo, dicha figura es caracte rizada de este modo : "La
Silepsis es co mprehe nsi ón, concebimiento, cuando concerta-
mos con el género y persona y número más p rincipal.. . y
cuando en el co ncepto de la mente entendemos plural h a-
blando con palab ras de singular... y cuando dos o más n om -
bres singula res to ma n verbo o adjetivo o relativo plural... En
cosas inani madas, el género o locución neutra suele recoger y
referir diversos susta ntivos machos o hem bras co n lo singular
colectivo .c." (37 9). Se añ ade además qu e esta figura "es espe-
cie de Síntesis y Zeugma, o en sf se mezclan estas tres figuras".
C omo se habrá observado. son numerosos los fenómenos de
conco rda ncia gramatical -cdiscordan cia, más b ien- engloba-
dos bajo el referido concepto en la doctrina reflejada por
Correas, que, junto con la doctr ina del Brocense {Minerva,
421-424). será posteriormente recogida por la primera Gra-
mática académica (1771, 463-465), Y así perdurará hasta su
edición de 193 1.
H ech os d e conco rda nc ia co mo los en u me rad os po r
Correas son art ificios mu y am pliamente representa dos en el
discurso literario de los siglos XVI y XVII. C omo ejemplos
poéticos de algunos de ellos. sólo ad uciré las breves m uestras
de las secuencias de (8)-(9) . Uno de los fenómenos referidos
puede ser ilustra do po r el breve fragmento de Cervantes:
88
no desde unos imperativos mé tricos. que exigen por demás un
Consonante concorde con ftisu, del primer verso.
Otro de los fenó menos al q ue se hace referencia es el
com únmen te conocido como "concordancia ad sensu m", un a
de cuyas formas más usuales es la representada por nombres
colectivo~ en singular como sujetos de verbos en plural. Se
reata, segun Correas, de una especie de Silepsis. designada más
adelante por el auto r con el término de S íntesis y d efin ida
co mo "com posición. juma , postura. cuando a un singu lar
colectivo. que significa muchedumbre y pluralidad . se le da
verbo o adjetivo o relativo plural"(377-378). Esta variedad de
concordancia se ve reflejada en la siguiente secuencia. tomada
asimismo de Cervantes:
89
•
J del Sintagma Verbal entre los varios Sintagm~ Nom inales q~e
func ionan corno sujeto del mismo. Así . los S¡nt~gmas NO~I.
nales coordinado s. su vida y su consuelo, en fun ció n de SUjeto
del enunciado , exigirían la forma plural del Sin~gma V~rb~l
correspon diente: fenecieran. Si ~ embargo,. la partlc~lar distri-
bu ción a la que h an sid o someti dos tal es Sintagmas. Impone la
también peculiar concordanc~a d~l S i ntag~a Verba~ con el
primero de ellos. situado a su izquierda: su VIda ftnecura, y el
desplazamiento a su derecha del segundo: su consuelo, con. la
co nsiguiente excl usión de este último de las espe ra das relacio-
nes de conco rdancia .
Como síntesis de lo tratad o en este apartado. dedicado a
manifestaciones pa rti culares d e "anom alías flexivas", en gene -
ral, y de "anomalías en la concordan cia", en p~rticular. y ~.gu
nas de sus man ifestaciones en el ámbito del discurso pot.'uco,
cal vez resulte ilustrat ivo traer a colación uno de los casos más
llamativos de la práctica artística de la que cabría denomi~ar
"discordancia gramatical". Me refiero en concreto al peculiar
artificio de las llamadas "concordancias vizcaínas" (Urquijo,
1925), al que algunos de nuestros poetas de los s~glos ~ y
XVII eran tan aficionados. lo mismo que a otras variedades jcr-
gales a las qu e se hará referencia postcri.o r~entc. El citado
artificio puede verse represe~ta~o en el sigu ien te fragmento.
tomado de unas octavas atribuidas a D . Hurtado de Men-
doza:
90
relación co n el género de los sustantivos en las secuencias
no min ales, o entre formas pronominales y verbales, sino tam-
bién otras formas de transgresión o de deformación de las
categorías morfológicas emparentadas con las vistas anterior-
mente en los grupos de ejemplos de (3)-(4) . Como se habrá
notado, el remedo poético del "hablar vizcaíno" aparece carac-
terizado, al menos en los versos de Hurtado de Mendoza, con
mayor nómina de "anomalías morfológicas" qu e las recomen-
dadas po r Quevedo en E/ libro tk todas las cosas, cuando dice:
"Si qu ieres saber vizcaíno, trueca las primeras person as en
segundas con los verbos .¿".
91
ce... O só Ga rcilaso en tremeter en la lengua y plática espafiola
muchas voces lat inas . ital ianas y nu evas, y suced ióle bien esta
osadía ; y <teme rem os n osotros traer al uso y ministerio de ella
otras voces extra ñas y nuevas, siend o limpias, propi as, signi fi-
cantes, co nvenientes, magnífi cas, numerosas y d e buen son id o
y que sin ellas no se declara el pensamiento con una sola pala-
b ra? ... . Sigam os el ejem plo de aquellos antiguos varones q ue
enr iq ueciero n el serm ó n romano co n las voces griegas y pere-
grinas y co n las bárb aras m ismas... Ar istótel es, Tul io y H ora-
cio ap rueban la noved ad de las dicciones y enseñan cómo se
hallen ...N o co nv iene a todo s la formación d e las voces nu evas,
q ue req uiere excelente juicio...Di vídese en do s especies la for-
mac ió n d e los voca blos nu evos: po r necesidad ... y por o rna-
me nto. Y así es lícito y loable en los modernos lo que fue líci-
to y loable en los anti guos. M ayormente que puede el poeta
usaren todo tiempo con prudente libertadpor ornato de vocablos
nuevos; y le ofende y hace gra ndísima injuria q uien le quiere
p rivar de la facu ltad de o rde nar co n ellos su poema. Porq ue
co mo d ice Talio , los poet as hablan en ot ra lengua... Pero no
só lo osan esto, m as pu eden serv irse de voces d e todas lengu as
y po r todas estas y otras cosas los llama Ar istóteles tiranos d e
las dicciones"(525-527)(c ursiva do mio). Resumen de la mis-
ma do ctrina, co n referencia expresa a las mismas "autoridades"
aparecerá, cuarenta afios m ás tarde, en la Epísto la de M an uel
Ponce al Conde d e Villamedia na en defensa del léxico culte ra-
no (Rozas y Quilis: 196 1).
Los med ios que la trad ición retórico-poét ica pone al alcan-
ce del poeta para ejercer esa particular Licencia en el dom inio
de la neologfa léxica, tan u nánimemente reconocida , se lim ita-
rán a los rep resentados por las operaciones generales de:
92
- - -- -
§§ 54 7-548) Y tr ad icion almente d efinid a en los
términos en que lo hace Ne brija: "C uando fingi-
mos [formamo s} algún nombre del so n que tiene
algu na cosa" (222; Correas, 398).
b) C reació n de nu evas palabras a partir de eleme ntos
preexisten tes, esto es, mediante los procedimien tos
gene rales d e d erivació n y co mposició n, modalidad
que, aunq ue no cuenta con d enomi nación especí-
fica, tiene su eco, por ejemplo, en la Elocuencia d e
Jim énez Patón (7 9) .
93
--~---- --
•
,,
94
p ued e repararse en sufijaciones no m inales como agüelismo
(98 5) o com uder ía (678); en deri vaciones verbales co mo cabe-
llar (556) o calaverar (555) ; en formaciones prefijadas co mo
archin ariz \546) o p rotocuerno (677); en form as co mpuestas
c~mo. boquimuelle (99 1) o sacaabuelas (555), sin olvid ar para-
Si ntéticos co m o desengongorar ( 1184) o enagüelar ( IOI?), ni
co m p uesto s basad os en seg mentaciones arb itrarias d e o t ras
formas existentes, p resentes en el co ntexto inmediato, co n las
que constituyen atrevid os "juegos d e palabras", como se ve en
pares del tipo alcamadra-güetest ías (99 5), mariposas-marioin os
(55 8) o praendiente-pretenmuela (814). etc.
El red ucid o inventario de formaciones neológicas que se
aca ban d e presentar no es más q ue un a muy lim itada ilustr a-
ción d e có m o se llegaba a ejercer por part e de nu estros po etas
áu reos la pan icular Licencia so b re las reglas d e crea tivida d
léxica, en dond e no parece q ue do m inen "razones de necesi-
dad ", co mo señal aba H errera, sino más bien "d e p ura orna-
mentación".
95
forma de un ingente "conglomerado", consti tuido por la inte-
gración -o, tal vez, mera acumu lación- de conjuntos de un i-
dades l éxico-gramat icales de m uy variada co ndición y, sobre
todo, de m uy d iversas procedencias .
En tal sentido, el lector menos avezado podrá com probar,
sin mayo res dificu ltades, que en d ich o diasisrema co nviven
por igual toda suerte de Arcaísmos (Herrera, 339-340. 4 JO;
jiménez Patón, 78-79; Cor reas. 384; Klinkenberg: 1970 ) con
audaces Neologismos (H errera, 525-527; López Pinciano. Il,
126-127; j im énez Patón , 79 ) y Cultismo, (Alonso; 1935; De
Bustos Tovar: 1983; Lap esa: 1972; No ugué: 1976; Srnit h :
19 59); el léxico patr im onial. con Extranjerismos de diversa
proceden cia (He rrera: 47 1-472; j iménez Patón . 72); pala~ra s
"nobles", con toda suerte de Dialectalismos --o tal vez mejo r.
Seudodíalectalismos- (G illet: 1925; Weber de Kurlat: 1949).
Rusticismos, Vulgarismos propi os de jergas o hablas margina les
(Alo nso H ernand ez: 1977); vocablos del "léxico com ún". con
gran núm ero de Tecnicismos de las ciencias, las artes. la filoso-
ña. la religión . etc.
Pues bien. de algun as de las variedades léxicas señaladas,
como se hab rá advertido en las referenci as bibliográficas que
se han ind icado . se hacen eco tratad istas de Gramática, Retó-
rica y Poética a la hora de abo rdar el obligado capítulo de las
Virtudes de la elocución . Como en buena pane de los fenóm e-
nos vistos hasta aquí. también en este pu nto será la Corrección
idiomática, así como los "vicios" que atentan contra la misma:
Barbarismo y Solecismo, el punto de partida y el fundamento
de las reflexiones. en las que no falta n. como no podía ser
menos, apreciaciones y juicios de valor sobre el uso o abuso.
por pa rte de los poetas. de tan especiales peculiaridades idio-
máticas.
Según la doctrina reflejada en la obra de esros autores , el
empleo en el ámbi to del di scurso literario de elementos de las
diferent es parcelas del léxico a que se ha hech o referenci a.
co nstitu iría en principio una de las variantes de la operación
general de Sustitución. En su for mul ación más sencilla, dich a
o peración consistiría en permutar o sustitu ir, en un CO ntC~.:t()
di scursivo dado. una palabra o un gru po de palabr as adscritas
a lo que cabría co nside rar léxico comú n. por otra palabra o
gru po de palabras propias de los distintos ámbi tos particulares
96
de que se ha hech o menci ón : Arcaísmos. Cultismos. Vulgaris-
mos, etc. La licitud de tales permutaciones ven d r ía justificada.
como ya estamos acostumbrado s a ver, po t razones de Ornato.
en unos casos. y por razones de Decoro en los más. es decir,
por una convencional forma de adecuación entre ciertas cate-
garfas temáticas y genér icas y su expresión lingüística (Laus-
berg, §§ 1055 -1062; Y mpra, 25-27).
Por otro lado, segú n se observa en los textos, en el funcio-
namiento di scursivo de las distintas variedades léxico-gramari-
cales a que se ha hecho referencia. se pueden distinguir dos
modalidad es principales, en función de los d iversos grados de
intensidad en el empleo de este artificio por parte de los poe-
tas. Así, se puede hablar, por un lado, de inserciones de carác-
ter esporádico de uni dades léxicas pertenecient es a tales varie-
dades, y, po r otro , de un a presencia de mayor in tensidad de
una determ inada variedad de uni dades a lo largo del desarro-
llo d iscursivo de un texto dado. Am bas modalidades deberán
ponerse en relación con el co nju nto de co nvenciones lingüís-
rico-poét icas reguladoras de la pluralidad de tipos de di scurso
qu e caracteriza la práctica poética de los siglos XVI y XVI I. En
relación con la segund a modalidad bastará recordar los cons-
ranres "remedos" de "hablas antiguas, rústicas. de gu ineos.
moriscos, gitanos", etc.• a las que tan aficionados y proclives
se mo straban poetas de toda condición .
C omo conclusión de cua nt o se viene dici endo, me referi-
ré a un o de los fenómenos más llam ativo s de la práctica poé-
tica de la inserción de Extranjerismos en el espacio textual: se
t rata del artificio consistente en la inserció n. espo rád ica o
sistemá tica. no ya de palabras aisladas. sino de secuencias de
palabras de otras lenguas, o . si se prefiere, de las manifesta-
cio nes de lo que cabe conside rar un verdadero "pl uriling üis-
mo" di scursivo (Mayoral: 1990) . Sus mani fest aciones so n
m últiples y variadas, co n m uy dive rsos grados de com plej i-
dad . Ent re las más relevantes, destacan las de textos bi-, tri-
o retral ingües, en las qu e las lenguas alternantes con el caste-
llano son . habitualmente, el latí n, el italiano y el port ugués
y. en men or medida. el catalán y el francés. Uno de los sone-
to s más per fectos en este género de co m pos iciones es el si-
guient e de C óngora, cuyo primer cuarteto se reprod uce a con-
tinu ación:
97
r
98
5.
99
pe ñar en cada caso en el interior de las secuencias o de los
en uncia dos en los que aparezcan insertas.
M ejor o peo r sistem atizados según épocas y autores, los
fen óme nos referido s suelen aparecer integrados en su m ayor
par te en los inventarios de las tradicionalmente llamadas "Figu-
ras de palabra" (Lausberg: §§ 608-664: Fr édéric: 1985, 1-63),
y, dentro d e esta clase, en el grupo más específico de las q ue
aut ores como jim énez Patón llaman "Figur as que se hacen por
aumen to" (95- 108), esto es, figu ras resultantes de la aplica-
ción d e la categoría m odificativa de la Adición. Ahora bien ,
dado que las ordenaciones tradicionales de tales figuras ofre-
cen co n frecuencia resu ltados bastante dispares, voy a p ropo -
ner u na reagrupación de las mi sm as, completand o los pará-
m etros tradicionales con algu nas d istinciones que perm itan
obtener un ma yo r gra do de ho m ogeneidad.
100
morfemas derivativos, rep resentadas por la,figura Deri-
vación.
10 1
.
,
102
De las "autoridades" do ctrinales q ue se acaban de ad ucir,
que muestr an el diverso alcan ce q ue dicha figura ha ven ido
presentan do en la tradi ción gramatical y retórica, creo que
parece l ícit~ optar por una interpretación am plia de la m isma,
como medie m ás adec uado de tratar. de form a aba rcadora
ciert os tipos de fenó menos flexivos de naturaleza no m inal ;
verbal presentes. de manera recurrente, tanto en la "prosa ar-
tíst ica" como en el discurso en verso.
Junt o a las relacion es de esta figura con los fenómenos de
Rima, según se vio en el capí tu lo 3, cabe señala r q ue uno de
l~s ~ntornos m ás frecue ntes de la m isma lo co nstitu yen las
distintas ~odal idad~ di~tributivas de los fen ómenos de pluri-
membraci ón, en el m ten or de las secuen cias versales (fenó me-
nos estu diado s min uciosamente por D . Alonso en num erosos
trabajos citados en la bi bliografía). Una mínima mu est ra de
esta parti cular asociación puede verse en los breves fragm entos
q ue se proponen en (1):
103
propósito de Homeoptoton (Lausberg , §§ 64 0-648; Frédéric
1985. 39-42).
Las definiciones de los autores españoles van parejas a las
ya aducida s. Restricción a la esfera nominal en N ehrija, Co-
rreas y jiménez Patón. En Sánchez de las Brozas y Herrera el
fenómeno se extiende también a las categorías verbales, según
se lee en e! primero de los au tores: "Es la variación del caso en
nombre o verbo" (357). También en esta ocasión es Herrera e!
autor que mejor representa la doctrina retorico-poética, no
sólo en lo que a defini cion es se refiere, sino también sobre un
aspecto que. a mi ver, resulta de mayor interés que las propias
defini ciones, co mo es la estimación que puede alcanzar la pre-
sencia de ésra como de otra s muchas figuras en el di scurso
poético. Los siguientes versos, del "Soneto 1" de Garcilaso:
104
manifiesta esta figura en el discurso poético. Valgan estos bre-
ves fragme ntos:
aun que hay que reconocer que en estos últimos ejem plos el
grado de perceptibilidad es bastante menor.
105
•
¡,
" . y a un servicio puede ser,
pues q ue se da a co nocer
muy tan a lo servido s.
(Sa linas, 493)
106
;.....; - ' ..
(6) a. Vuel ve y rev uel ve am or la fantas ía.
(Bcscan. 269)
108
Consideraremos en prim er término las modalidades d e la
repetició n de palabras "en contacto", t ipo de repetición que.
según se pone de m anifi esto en obras co mo las d e Lausberg y
Fr éd éric, suele ser motivo a veces de un a co m plicad a casuísti-
ca, que no voy a reproducir aquí. Me lim itaré a most rar. m ás
bien, có mo fu nciona en el d iscur so poéti co d icho artificio. al
menos en aqu ellas formas d e ma nifestación q ue se revelan de
uso más consta nte en la pr áctica poét ica.
La p rim era de tales formas d e repeti ción está represen tada
po r esq uemas como: (XX,..), C..XX...), C..XX) , y es d esignada
por un a nóm ina de términos co mo Epizeuxis, Palilogia, Re-
petición, Duplicación, Iteración. Gerninaci án. ... (La usberg".§§
6 16-61 8). C o n la d esignació n d e Epizeuxis (a vcces en uni ón
de Pa/iJogia) aparece incorporada en los repertorios d e nu es-
tros tr atadistas: Nebrija (22 0) , Correas (4 13), Brocense (353),
j im énez Patón (98) , y d efinida en todo s el los en té rmino s
muy semejantes a los utilizados por Ne b rija, quien dice: "Es
cuando una misma palabra se repite sin med io algu no en un
mismo verso"(220). En autores como el Brocense se di stin-
guen adem ás dos modalidades: co nt in ua y d iscontin ua, segú n
que en tre las do s palabras que forman la repetici ón en co ntac-
to se inserte o no una breve "partícula".
C o m o m an ifestacio nes más frecu entes de esta figur a d e
repetición , puede repararse en los ejemplos q ue se proponen
en (8)-(9), en los que se insert an palab ras d e di ferentes cat ego-
rías, nominales (8) y verbales (9) , y en los q ue la realización d e
la figu ra se locali za en posición ini cial d e en unciad o.
(8) a. A m or, Amor, quie n de tu glori a cura
busque el aire y recójalo en la ma no...
(D . H urtado de Meodoza. 12)
109
b. Mirad, m irad los lauros y las palmas
de qu e está n es os cielos e nr ama dos.
(Es pinosa, 59)
110
la posició n final de una secuencia versal y la posició n inicial
de la secuencia siguien te, d e la form a que reflejan ejemplos
co mo los de (11 ). De este hecho parecen ser bastante cons-
cientes los propios autores, dado el más alto índ ice de fre-
cuencia d e esta segunda fórmula observado en los textos, que
supera d e forma significativa el representado po r la primera :
( 11) a. G asto en males la vida y a mo r crece;
crece en male s amor y allí se cría, ...
(D . H urt ado de Mendoza , 76)
111
En relación con las dos figuras a las que se acaba de hacer
referen cia, me parece d e interés aducir la siguiente o bserva-
ció n d e Neb ri]a, q ue será recogida en sus mi smos términos
desp ués por Co rreas. Su defin ició n de esta figur a se com pleta
con esta o bservació n: "La cual figu ra nuestros poetas llaman
Dt'Xap rm dl ' (2 19). Co mo bien .se recordará, la citada figura
se identifica co n un a de las "galas" que la poesía caste llana
ado ptó de la poé tica gallegoportuguesa, como explícitam ente
reconoce Santillana en su Prohemio e cana. Con el térmi no
Encadenado se referirá al m ismo artificio Juan del En cina en
su Aru de la poaia castellana en estos té rminos: "Ay una gala
de tra bar q ue se llama Encadenado, q ue en el consona nte q ue
acaba el un pie ['" verso], en aq uel comie nce el o tro" (9 1-9 2).
Como ar tificio merr ico -po érico será incorporad o posterior -
mente po r Rengifo: "Del soneto encadenado" y "Del soneto
con repeti ción" (SS-56) y Carvallo: "D el ar tific io de coplas
encadenadas y repetid as" (274-276).
Las ma nifestaciones de estos artificios d el Leixap ren, ta n-
to en la poesía med ieval como en su pervivencia en los siglos
XVI y XVII. son sumame nte variadas y. en general. dc co nsi-
derable extensión. sobre todo. en la conca tenació n de estro-
fas. Por OtrO lado. las unidades implicadas en sus realizacio-
nes van desde la simple palabra hasta verdade ras un idad es
textuales. como se verá en el capítul o 9. Ejemplos varios de
esta "gala". en auto res caste llanos del siglo XV, pueden verse
en G auth ier 0 9 15. 1-1 5). En la po esía del Siglo de Oro.
pued en verse eje m plos interesantes en C astillejo, Cet ina,
Pigucroa, Lomas C anroral, Cervantes , Lope de Vega, Gón-
go ra. etc.
112
en verso. se considerarán como unidad es funda me ntales en
la realización de estas figuras, las secue nci as co rrespond ien-
tes a: m iembro de verso (deli m itado por el esquem a acen -
tual y las pausas int ern as del verso). verso. serniestrofa y es-
trofa.
El primer esquema de repetición de palab ras a distan cia es
el qu e corresponde a la figu ra den ominada A ndJora o Epand-
¡Ora (Lausberg, §§ 629 -630 ; Fr éd éric, 52-53), representad a
habitualmente bajo la fórmula: (X.../X.../X...). que expresada
en palabras da rá: figura co nsistente en la repetición de una
m isma palabra al comienzo de varias secuencias, sintácticas
y/o ve rsales (Nebrija, 21 9; H errera, passim: Broc en se, 35 1;
jimén ez Patón . 95 ; Correas. 4 13). Ejemplo de una de sus rea-
lizaciones canó nicas pueden ser estos versos tomados de F. de
la Torre:
113
•
¡
Como ejemplos signi ficativos de esta figu ra puede n tenerse
letrillas como las de Gó ngo ra " D ineros son calid ad ". en
donde cada serniest rofa co ncluye co n la alte rna ncia de las
palabras verdad/mentira (1. 2 17-2 19), las de Quevedo "C hi-
tón", (69 1-693). "Bueno, Malo" (734-735), con la repetición
al final de cada semicstrofa de esas mismas palabr as qu e da n
título. etc.
114
ciosa figu ra puede repararse en la siguie nt e letrilla de Gón-
go ra:
115
b. Crece, ¡o h mu y fe lice plan ta }, crece,
y oc upe n tus pimpoll os todo el orbe , ...
(Ce rva ntes, 11 , 384 )
116
pol is ém icas, sinoním icas, antonfmicas, etc. , en determinados
segmenros del d iscurso.
C omo bien es sab ido, el estud io de las "relacio nes" entre las
citad as clases d e unidades léxicas, ha ven ido co nst it uyen d o
consta nte punto de aten ción en las d iversas d ireccion es de los
est ud ios semánticos con temporáneos. Ahora bien , sin dejar de
r~c~ nocer. l.as muy valiosas apo rtacio nes a este respecto , voy a
Iimirar mr inrer és a algunos pumas doctrinales esbozados en la
trad ición retórica en relación con estas clases de "relacio nes lin -
güísticas", sobre tod o en su vertien te d iscur siva.
D ejando par a capítu los posteriores el tratamiento de fenó-
men os basados en relaciones de sino n im ia y antonimia, base
de las figur as denominadas Sinonimia y Antítesis, respectiva -
mente (véase cap. 11), me referiré a co n tin uació n a algunas d e
las m an ifestacio nes más d estacadas de unos cuantos fenóme-
nos que tienen su base, co mo d ecía m ás arriba, en peculiares
mecan ism os de asociación o sustitució n, en la cadena del dis-
curso, de pa labras vinc uladas por relacio n es d e ho mo n im ia,
polisemia y paro nim ia.
El "juego de palabras" basado en relacio nes d e homonimia
y/o polisemia entre las unidades léxicas, segú n se tome co mo
punto de partida el com pone nte sign ificante o sign ificado de
d ichas unidades, constituye u n co nju nto de artificios discur si-
vos de muy di versas y variadas realizaciones, cuya caract eriza-
ció n y deno m inación presen~a bastantes flu ctuacio nes en el
corp us d octri na l de la tradición retórica, d e las q ue no está n
exentos los trarad isras españo les. T érminos co mo Amanaclasis,
Diáfora, Antistasis, Place, Traducci ón, Distinción, Reflexión, co n
q ue suele n d esign arse fenómen os d e esta n aturaleza (Laus-
berg: §§ 6 S7-6~ 4 ; Fréd éric: 198 5, 4 3-46), vienen a poner d e
manifiesto las d ificu ltad es a la ho ra d e establecer límites entre
unos hechos d iscursivos que presentan ta l vez m ás afinidad es
q ue d iferen cias, co mo se verá en seguida .
C o n el térmi no A ntanaclasis, por utilizar el primero de la
serie, suele d esign arse u n t ipo de art ificios co nsistentes en u na
reiteración , en un espacio discursivo d e reducidas dimen sio -
nes, d e d o s o más pa la b ras homon fmi cas y/ o po lisém icas,
segú n parta mos d e la co nsideració n d el sign ifican te o del sig-
n ificado, co mo se h a d icho anteriormente. Enrre los autores
españ oles, el fen ómeno, q ue no figura en el in ventario d e N c-
117
.
•
1ji "8
b. Los desencasados ojos
trae con el cielo casados .
y con los clavos de Cristo
errado. pe ro no herrad o.
(Medra na , 352)
119
rivos bastante di stanciados. como es el caso de los pares de
unida des :
120
86; García-Page: 1990). Estos fenómenos, que son objeto de
atención de Gracián en su Agudeza (cap. 32 , 11, 45-52, con el
significativo título: "D e la agudeza por paranomasia, retruéca-
no y jugar del vocablo"), suelen llevarse a cabo, sobre todo en
el di scurso bu rlesco , satírico o festivo. a través de las más
variadas realizaciones, en las que los significantes y los signifi-
cados de las palabras pueden llegar a ser sometidos a las más
im previsibles "manipulaciones" y "distorsiones", como m uy
bien puede verse en los ejemplos aducidos en el citado estudio
de García-Page. Una ligera muestra de las realizaciones más
usuales puede verse en estos ejemplos:
121
•
·,
Otra de las gra ndes lín eas en las que se canaliza el fenó me-
no general d el "juego de palabras", es la representada po r la
asociación en el discurso d e palabr as vinculadas por relaciones
d e paronimia, esto es, palabras cuyos significantes (fónicos y/ o
gráficos) so n parcialmente id énticos o gua rdan m ayor o m e-
no r gr ad o de semejanza, semejanz a que n o co m por ta una
co rrespo ndenci a en el plano d e los significados. Estos fenóme-
nos han venido siend o descritos en la tr adi ción gram atical y
retórica b ajo términos co m o Paronomasia, Adnominaci án.
Denominación o Traducción (Lausberg, §§ 6 37-639; Fr éd éric:
1
-
•
:
•
1985, 35 -37; Martínez Garda: 1976, 73-82; Carcía-Page,
1992c). A los fenómenos d e Paronomasia se refieren po r igual
r todos los autores españoles, en muy similares térm inos y ejem-
plos (Neb rija, 220; H errera, 5 16 y 529; Brocense, 159 ; Ji-
' í) m énez Pató n , 115; C o rreas, 4 13-4 14 , a los que se puede añ a-
I di r en esta ocasió n la particu lar referen cia a G racián, quien
!• dedi ca a estos fenóm enos el ca p ítulo XXXII de la Agudeza, 11 ,
45 -52, con interesantes obser vacio nes y ejemplos). D e las de-
fini ciones de los autores españ oles reco jo la d e C orreas, quien
se refiere a esta figu ra en los térm ino s sigu ientes: "Es aso nada,
sem ejanza en el son ido de la palab ra, cuando se trueca una
di cción , no m bre o verbo , m udand o algu na letra, en otra pala-
b ra de co nt ra ria o m uy di ver sa sign ificac ión, o por gracia o
por esca rnece r..."(4 13).
Las var iedade s q ue presenta la reali zación d e esta figura
han sid o an alizadas y cl asificadas segú n di ferentes cr ite r ios .
1 D e antiguo procede la orden ació n de los fenómenos p aro-
• no m ásicos en fu nción d e las cuat ro ca tego rías modi ficat ivas
(Lausbc rg, § 6 38 ) , ord enación de la q u e só lo se h ace eco
jim énez Pat ó n entre lo s autores españ oles (1 15) , co n p ares
d e pa ró nimos co m o los sigu ientes: por A dición: cu brir- des-
cubrir, celoso-receloso (varied ad q ue algu no s autores d esignan
co n el térmi no d e Parequesis, ya vista an teri ormen te) ; por
Sup resión: palio-p alo; por Permutaci ón: orador-arador, consu-
mar-consumir; por In versión: Roma-amo r, Isabel-Belisa (ejem-
plos estos últimos que co rresponden m ás b ien a los fenóm enos
co noci d os co m o Palíndromo y A nagrama, respectivamente,
co m o ya se vio en el ca p ítulo d ed icado a las Eq uivalencias
fón icas). Pa ra o rros criterios de clasificación , pueden ver se
Martlnez G ard a (1976) y Oarcía-Page (1 992c). D e las varia-
122
das m anifestacion es q ue presenta la realización d e esta figura,
me contentaré co n ad ucir estas breves m uestras:
123
6.
FIGURAS SINTÁCTICAS 1:
LICENCIAS SINTÁCTICAS
125
como co m plementados con Sintagmas nomin ales y/o preposi-
cionales, con los que formarán un Constituyente sintáctico,
susceptible de asum ir una deter mi nad a función: Su jeto , Pre-
d icado o C omplemento.
126
E n la o rd enación d e lo s diferentes gru p os se ad optarán ,
com o pum a d e referenc ia, las operacio nes corresp ond ientes a
las catego ~fas modificati vas canónicas de A d ición, Supresión y
Permutaci ón d e elemen tos , constituyentes sintácticos en el
p resente caso. Así p ues , segú n las referidas categorías, el con -
jun to d e Licen cias sintácticas que va a ser objeto de atención
estará cons titu id o po r los siguientes gru pos y figuras:
127
En primer término, los representados por secue ncias del
tipo : "ve r por los ojos", "oír por los oídos", "ha blar por la
boca", "llora r de los ojos", etc., en las que el núcleo del predi-
cado, representado por los verbos: V~r. oír; hablar. llorar, apare-
ce com pleme ntado por un co nstituyent e nom inal (SP), en
fun ción circu nstancial, que refiere al órgano corpo ral con que
se lleva a cabo la acción expresada por dicho núcleo. Dado
que la expresión de tales acciones supone la referencia impllci-
ra a dichos órganos , la mención expresa de los m ism os me-
dian te un constituyente nominal represent a un caso evidente
de redundan cia sintáctico-se mántica que, si bien no resulta
justificable desde un a perspectiva meram ente informativa (de
ahí su co nsideració n inicial de vicio), sí puede serlo, en cam-
bio, desde la de otros supuestos valores discursivos como los
arriba m en cionad os. Así parece poner se de man ifiesto en
ejem plos similares al aducido en (l), de gran arraigo en la t ra-
dición poé tica de todas las épocas y ám bito s lingüísticos:
128
que el núcl eo del predicado tenga como complemento direc to
un sint agma nominal derivado de su misma base léxica. Co-
mo ejemplos clásicos pueden aducirse estr uc tu ras formadas
por par es de un id ad es léxicas co mo: "vivir-vida", "'m o r ir_
mu erte", "soñar-sue ño", etc. (Brocense, M inerva, 42 0; ] irné-
nez Patón, 106), pares qu e p ued en com pletarse con lo s d e
estos ejemplos de Lainez y Liñán :
129
•
111
"amo nto nam ien to d e voces que tien en varia significa ció n",
Segú n la posición de los elementos coo rdinados, en contacto
o a distan cia, Lausberg distingue las dos variedades represen-
rad as por las figu ras específicas Enumeración y Distribución,
respectivamente (§ 688). A continuación, me referiré a algu-
nos aspectos referidos a la pri mera de las figur as citadas; la se-
gunda , más acorde con hech os de "simet rías" sintácticas, será
t ratad a en el p róxim o capítulo.
Los fenóme nos d e acu m ulación coo rdi nariva integrados
en la figura Enumeración (Lausberg, §§ 669-674) representan.
desde un a perspectiva sintáctica, un tipo de artificios cuya rea-
í ~, lización discursiva responde al esquema de una serie de consti-
tuyentes ca tegorial y fu ncio nalm en te homogéneos (Dad am -
..t.í i m e: 1981 ; Frédéric: 1986). Tales series, cuya formulación gene-
, :; ' ral se p ropone en (4) :
1I
j., (4) Enumeración: A l + A 2 + A 3 ... + A n
l.,,
puede n esta r formadas por toda la gama d e categorías (nomina -
I les, adjet ivales, verbales, adverbiales) y fu nciones (sujeto s, p redi -
I cados, complementos). Del amplio conjun to d e posibilidades,
se seleccionarán unas breves mu estras. Segú n observa Lausberg
! (§ 669) , en el ám bito de la'; categorías nominales, es muy fre-
I
-¡
cuente que los mi embros de la Enumeraci ón constituyan las que
se suponen partes integran tes de un todo (representado por un
nomb re plural, abstracto colectivo, expreso o tácito). Un hecho co-
mo el señalado se puede ver reflejado en los dos fragmentos de (5):
(5) a. Dos arro yos co rr ían por los lados
de un agua clara , tran spa rente y pura,
de ve rde hie rba frescos y ado rnados,
q ue sin secarse o ma rchitarse d ura ,
de incorruptibles árboles cercados ,
q ue e n el agua no puede n ver su altura,
ciprés, íibano, cedro, oliva y palma.
la urel co n o tro , do descansa el alma.
(E spinel , 107)
b. Déstas el Padr e Eterno
fo rtif icó su nave,
limón, entena, m ástil, popa y frente
dejándola en go bierno
130
firme, justo y süave
(gran tiempo) de tus hijos sotamen te . ,
(L. L. de A rge nsola, 146)
131
Respecto d e la figura Polisíndeton (Lausbe rg. §§ 686-687).
debe Do tarse que "la mucha ligadura de conjunciones" a q ue
rem ite el propio término (Co rreas. 381), suele qued ar limi ta-
da en la p ráct ica a la sola clase de las conju nciones co pulativas
y, ni, en tipos de estru cturas como las presentad as en (7) :
(7) 3. Esto ca nt ó e l pastor y, suspira ndo,
ca lló co n gra n gemido.
El pra do y valle y gruta y río y f uente
respon den a su ca nto entristecido ...
(Herre ra, 319)
132
los valores discurs ivos reconoc idos desde antiguo a esta figura,
de los que no siempre se hacen cu m plido eco los tratado s gra-
maticales y retóricos.
En lo que se refiere a sus manifestaciones d iscursivas, se
pued en tener presentes las ob servacion es hechas a propósito
de la figura Polisíndeton, con la que siem pre se contrapone.
Por un lado, la "ausencia de conjunciones" qu eda limitada en
la práctica a la cop ulativa y; por otro, frente a la condición de
conj u nto cerra do de las enu meraciones pol isind éticas, las
asind éticas por co ntra parecen responder a la voluntad de pre-
sentar un conj unto incompleto de elementos. abierto a la in-
corpo ració n de nuevas unidades. Como ejem plos de esta figu-
ra, puede repararse en:
(8) a. Una risa, (1 unos ojos, (1 unas m anos
todo mi corazón y mis sentidos
saq uea ro n, herm osos y tiranos.
(Quevedo, 491)
b. Norm a retórica:
Polisínde to n: Al ' )' A z. y A 3··· y A n
Asínd et on: A l. ~ A z• f» A 3,,· f» A n
133
•
T'
134
b. En mostrando el aurora sus mejillas
de rosa y sus cabellos de oro fino ,
humedeciendo ya las florecillas, ... (141)
135
por ti la verde yerba. e lfresco viento,
e l b tanco lirio y co lorada rosa
y dulce prim aver a dese ab a. (123)
136
Relaciones metonímicas en tre los significados del epíteto y
el sustantivo, en pan icular relaciones de causa (represent ada
por el sustanrivoj-efec to (representado por el adjeti vo), pue-
den verse reflejadas en estos ejemplos:
do nde los valores meto ním icos son reconocibles en las pará-
frasis:
b. Si e n rústica co rona
sale a ilustrar el baile de la a lde a.
137
•
desarmada es Belona;
Cin sía. lasciva ; cas ta, Citerea;
qu e deja e n cua lquier parte
un A do nis celoso. un muerto Marte.
(víüamedíana. asz)
138 c'
- '-
•
._---
!.- .;.'••• ~ <:
ros Y eno josos, co mo lo sería el poeta q ue a cada sustantivo
echase do s o tres adjetivos y eptretos. Es men ester. digo. una
medianía, y. si so n bueno s y bien tr aídos. se p uede echar a
cada sustantivo un o y. alguna vez. un par; mas el que ordina-
riamente echase dos o tres. had a un a o ración. no ornada , sino
ho ngosa y fea" (11, 150- 15 1). D ebe norarse que el término
hongosa. co n el q ue concl uye Lóp ez Pin cian o. no es otro que
la versió n ro m ance d e la figura Oncos, d efinida po r Correas
co mo: "H inchazón. cuand o la cosa poca se d ice por térmi no
hinchado" (433).
I'IIOPIEDAOOEtA UHII'lRSIO
B 4bl i o ~ e c i
ES4NCARlOS OE GUA¡¡MAlA
Centra l
I
trata de la figura q ue constituye la contrapartida de la figura
Pleonasm o (supra. 127- 129). De los varios testi mon ios q ue
cabría ad ucir, valga en esta ocasión el de Sánchez Brocense. en
cuya M inerva se dedican. como es sabido, cien páginas a esta
figura, defin ida en los siguientes términos: "La Elipsis -dice el
amor- es la falta de una palabra o de varias en construcción
correcta" (3 17). No obstante la precisión, para nuestro act ual
propósito no estará fuera d e razón completar un tanto tan
lapidaria formu lación. con las siguientes observaciones de
Correas: " Es defecto y falta de alguna part e de la oración. y se
ha de cumplir de fuera. y cuál sea lo que falta, se conoce por
las presentes y por lo que pide el sent ido de la oración y su
gramática... Es tan extendida y frecuente esta figura que es
común a tod as las palabras. y casi no hay cláusula do no se
halle" (37 3) (el párrafo se cierra con alusión al propio Bro-
cense y a Tomás Linacro). De las definiciones precedentes ca-
be destacar estos puntos:
a) Falta, omi sión o defecto . en una estructura oracional
dad a. de uno o varios elementos.
b) D ichos elementos se consideran necesarios para qu e la
construcción oracional sea correcta y, sobre todo. com-
pleta. de acuerdo con las reglas de la gramática.
140
menor im portancia: la valoración expresada po r Herrera, para
quien esta figura "sirve maravillosamente a los afectos" (528),
lo que puede dar la clave de muchas de sus manife.staciones
discursivas. como son las representadas por las modalidades de
enunciados más directamente vinculados a la expresión de las
manifestacion es de la subjetividad del yo textual.
Los elementos sintácticos elididos a los que se suele apelar.
por el sentido o por las relaciones entre los d ementas presentes
en el enunciado, vienen a ser los que representan las que cabe
consid erar relaciones básicas como la Atrib ución (ser). la
Posesión (tener} y la Locación (t'Star). Se trata, en suma, de rela-
ciones cuya materialización sintáctica se realiza muy frecuente-
mente a través de estructuras de naturaleza nominal y en moda-
lidades enunciativas marcadas por la subjetividad del yo textual
(Kerbrat-O recchionb 1980). Sus manifestaciones más represen-
tativas, por tanto, las constituirán los enunciados exclamativos.
Ejemplos canónicos de este tipo de estructu ras pueden ser:
(17) a. ¡Q ué descansada vida [r¡, I
la del que hu ye el mundanal ruido• ... !
(L de León. 742)
14 1
Eiipsis. radica en el hecho de qu e, en la primera figura los ele-
mentos elididos de una estructura oracion al dada se hallan pre-
sentes en un co ntexto inmed iato . anterio r o posterior, y no
deben "ser traídos de fuera", como se decía en las definiciones
de la segunda. Tal particularidad no hace sino rem itir al propio
significado etimológico del término Zeugma, que no es otro
qu e el de 'conjunción, atad ura, ligadu ra'. significado q ue, como
suele ser habitual, está en la base de las propias d efiniciones.
Dada la general co inc idenc ia en los autores, apo rtaré
como síntesis de los mismos el testimonio de Correas. para
. .-••.. qui en Zeugma "es trab azón, ligad ura y atad ura, cua ndo un
verbo u otra parte sirve a d iversas oracio nes, exp resado una
H
I ,
vez y en tendido en las otras.,;" (378). D e la defin ición de
« Correas se puede reparar en estos pum os. En primer término.
•7 el ámbito d iscu rsivo de realizació n de los fenóme nos de
Zeugma está constituido. como ya se apu ntó. po r enunciados
formados por dos o más estruct uras oracional es. del tipo que
reflejan las siguientes secuencias:
142
(19) a. Desdé n, rige e l timó n. furor ( ~ ] la vela
trabajo [~J e l mástil y la escota [0 ] el ce lo;
lá grimas hacen ma r. suspiros I ~ ) vien to .
(Cetina.242)
143
b. Amaina el tie mpo. q ue su ma l provoca.
salga t u sol en ti. y [" I en m í sus ojos ...
(Lope de Vega. 115)
144
En ambos, las palabras subrayadas "sign ifican a dos luces", por
util izar la exp resión de C racián, en función, claro está, de las
relaciones significativas qu e contrae n, sucesivamente, co n las
demás palab ras de los entornos que orientan la duplicidad de
sign ificados en qu e deben ser interpretadas . Así. el primer
entorno de las palabras subrayadas en los ejem plos anteriores.
determina la inte rpretació n de:
a) esposa = cónyuge
b) par tir = d ividir en partes
145
r
!~~
,", . 0 .
en verso (d iseños acentuales, esq ue mas de rimas, am plitud de
estro fas, erc.).
Pasando a la expo sició n, los tipos fu ndamentales d e he-
chos que suelen aparecer integrad os en esta clase d e Licen cias,
so n los d esign ad os co n los térm inos A nástroft e Hipérbaton
(La usberg, §§ 7 12-7 18) . Ahora bien , es frecu ente asim ismo,
I, en relación co n los anteriores, la referen cia a ciertos fenóme-
nos sintácticos co nc om itantes, en marcados h abi tualmente en
la cate~o ría. d e los "vicios de constru cción", y con oc idos bajo
d enominaciones como Cacosin teton, Sínquisis, Mixtura verbo-
rum, objeto siem p re de severas censuras (véase sup ra, 2 1).
La d octrina de los trat adi st as españoles d e referencia en
relación co n este grupo de figu ras es bastante fluctuante, tant o
en el alcance de las definiciones com o en el in ventario d e las
figu ras q ue co ns t ituye d icho grupo , h echo q u e se h alla en
146
consonan cia co n las fluctuaciones existe ntes en la propia tra-
di ción clásica. En d ich a doctrin a, el térmi no H ipérbaton, en
un sen t id o ampl io, d esign a toda alteració n de las regulares
"relacio nes de co ntigü idad", tanto ent re los elem entos d e un
cons ti t uyente sin táctico (n úcleo y co mplementos), co mo en -
tre los p ropi os co nstituye ntes ent re sí en el interior d e u na
estru ctu ra oracional. En palabras d e dos d e nuestros autores,
las cit adas alteracio nes se ven exp resad as en térm inos como:
"C uand o los vocab los se t rasrruecan haciendo que la oració n
se h aga más rod ad a, ha ciendo interpo siciones entre las cláu su -
las" (j im énez Patón , 120 -1 21 ), o "salto de otras razones lejos
de sus co nso rtes antes d e acab ar la oraci ón co n quien se at a lo
que saltó" (Corre as, 384).
Las di vergen cias son más acusad as en lo que se refiere a los
fen ómenos específicos in tegrados en el ám bito d el H ipérbaton
así co nce b id o, tal co mo q ued aron establecidos en la t ipo logía
fijada por D on aro , en la que se d an co mo especies: Tmesis,
An ástrofe, Histerología, Paréntesis, Slnq uisis (Ar.r grammatica,
400, ti po logía in corpo rad a co n mayo r o menor fidel idad por
los t ratadistas españoles. Ah ora bien , dad o el carácter general
d e esta p resentació n , voy a ren u nciar a una exposició n d etalla-
d a de d ich as especies p ara centrar la atenc ió n más detenid a-
mente en algunos de los fen ómenos sintácticos ins critos en el
ám b ito gen eral de estas figuras, tratando d e mostrar en cada
caso los aspectos q ue se revelan más sistem áticos.
El primer tipo d e fen ó m enos al q ue cabe referirse es el
d esign ado co n los térmi n os A nástroft o Inversión (Lausbcrg ,
§§ 7 13-7 15). En su acepción más rest rin gid a, el fenóme n o
se limi ta a la "pos pos ició n d e la prep osición a su caso", como
apunta C o rreas (394), quien sigue d iciend o : "en caste llano
n o ten em o s ejem p lo s d e prep osici o nes p o sp u estas, y ans í
h abemos d e tomarl a en ge n eral, d iciendo la An ástrofe es
true co d e d o s p alab ras en tre sí, cuan d o la que ha d e estar
antes se pone d espués d e la otra" (394-3 95) . D e acu erdo con
este sentid o m ás am p lio al que se refiere C orreas, para el que
se p uede pro pon er una fo rmulació n general co mo la refleja-
da en (2 3):
(23) A B ~ B A
147
en d onde A y B representan toda sue ne d e elementos, de d ife
rente naturaleza categorial y fun cional , vinculados entre sf po
algún tipo de relación sintáctica, que impl ique po r tamo u n
relaci ón pos icion al d e co nt igü idad , en el d ominio d e est
figura pued en tener cabida fenómenos co mo los q ue se enu
meran a co ntin uació n.
En el ám bito d e los Sintagmas n ominales y adjetivales:
148
e- absuelta de domésticos cuidados.
or (Soto de Rojas. 431)
na
ta d. ¡Oh vida triste, de trabajos llena... !
u- (Cetina, 202)
149
precisam ente, la producció n de una ruprura más o menos
inten sa o vio lenta en las citadas "relacio nes d e co nt igü id ad"
entre los elementos integrantes de un constiruyenr e sintáctico,
en sus d iferentes categorías y funciones. En con traste con los
fenómenos anterio res d e sim ple inversió n, algu no s aut ores
reservan el término H ipérbaton para estos fenó me nos d e ver-
dadero "estrangulamiento" de las relacio nes simácricas y se-
mánti cas entre los constituyentes oracionales. Se trata, claro
est á, de un a acepció n más específica de la que hemos visto
reflejada an terior mente en la d oc tr ina expresada po r los au to-
res espa ñoles de referencia. Este senti do más es ~ecí~co '?
encontra mos, po r ejemplo, en Lausberg, cuando dice: el hi-
pérbato n consiste en la separación de dos palabras, estrecha-
m ente unidas sintácti camente, por el intercalamient o de un ele-
mento qu e no pertenece inmed iatamente a ese lugar" (§ 7 IG).
Co mo rcprese nta~ i ó n gráfica de las man ifestaci o~es más &ene-
ralizadas de este tipo de fenómenos de ruptura sinragm ática y
sintáctica, de ese "salto de otras razo nes lejos de sus conso r-
tes", por reromar la expresiva caracterización de Correas, pue-
den ado ptarse en principio las dos varianres de la formulación
que se propone en (27):
(27) a. A B -t A Ix) B
b. AB -tBlx) A
150
Nom inal en funció n de Aposición o una O ración d e relativo.
Part iendo de la formu lación d e (27), el fenóme no señalado,
prescin diendo por el mo mento d e roda cuestió n referida a
relaciones jerárquicas entre los co nstituyent es com plementa-
rios im plicados, podría qu edar representado a gra ndes rasgos
en los siguientes térmi nos:
151
b. Volved esos clarísimos luceros,
más [que las luces de los cielos} claros.
(Lopc de Vega. 381)
152
1
que fun cio na co m o su núcleo , con lo q ue la d islocación pro-
ducid a entre los citados elementos, sustant ivos y adje tivos,
alcan za un grad o mucho m ás elevado d e artificiosidad . Tal
hecho se podrá advertir con facilida d en los sigu ientes ejem-
plos d e (33);
(33) a. Divina (poseyó] naturaleza,
según moralizó la edad antigua
y en su virtud obró la gran proeza.
(Boc éngel. Tgé)
153
bi én diver sas mani festaciones d ignas d e interés, d e las q ue
cabe seleccio nar, co m o muestra de sus real iza ciones, una d e la
m ás ge ne ralizadas en el d iscurso poético de los siglos XVI y
XVII: la escis ió n producida en tre A uxiliar y Participio en la
form as verbales compuestas por la inserci ón entre ambos ele
m emos de toda suene de cons riruye ntes nomi nales, SSNN o
SS Pp, en las respectivas fu nc iones de sujeto o complem entos
hecho que puede quedar representad o bajo la forma de (36):
¡f• mentos in crustados, pueden dar una ligera idea las sec ue ncias
de (37):
154
e
as en donde [x] ~igue representando la in serción d c un 1
q ue resulta aj en o d d e em enro
y
as
comE fun¡ionaJ . a '1~:~I~ome~Sto~ ~~ rauc7:~d~~e~~ta
ca tego rial
e- u nrre as m ani festacion es quc pued e adoptar este artificio
o p ede repararse en d os de sus rea lizaciones más d ifundidas: '
s,
a) Las co rrespon d ientes a las series d di .
a un sus tan tivo, e a jen vos en torno
b) Las series die constituyentes no mi nales. sujetos, atrib u-
tos o comp ernen ros, en torno a un verbo.
·
a o la m uch . ifici
o m as am crosa qu e presentan las sec uenc ias d e (4 1):
:
. (4 1) a. ...y voy a mi despe cho
: por cl f ragoso (Al) y IeI camino] llan o (A ).
(Herre ra , 427) 2
s
- l p . ,
J. ero SI tu, gra n lust re d e O¡;ddenl e
s
Retis, siendo deid ad , de l inhu mano '
-
tic~po la vez (A l) y [sient es] la cruera (A )
e (RlOja , 145) 2···
En Jos gr up d - 1
pretendid fi os e cJem p os propu est~s en (2 7) -(4 1), h e
o o recer una muestra, po r necesida d m u Ii , d
Y Im ita a,
155
de fenóm enos hip erbáticos que, como se habrá podido obser-
var, presentan bastante regularidad en sus diferentes realiza-
ciones. La precedente constatación induce a pensar qu e gru-
pos de fenó menos como los enu merado s vienen a constituir
otras tantas manifestaciones de un conjunto de esquemas dis-
tr ibucionales perfectamente d efinido s y cons olidados en la
propia tradición de la lengua poética. Como ya se dijo, la ope-
ratividad de los mismos parece estar regulada tanto po r las
leyes qu e rigen el discurso en verso, como por otras razones de
orden histórico, entre las qu e ocupa un lugar relevant e la
"imitación de modelos".
Ahora bien, junte a hechos de rup tura sintáctica como los
presentados hasta aqut, en el ámbito del Hipérbaton pueden
tener también cabida ciertos fenómenos de rup tu ra de las re-
laciones sint ácticas de carácter mucho más aleatorio y, en con-
secuencia, mucho menos previsibles. Tales formas de rup tur a
sintá ctica son designadas usualment e con los términ os Sin-
ouisis o Mixtu ra oerborum (Lausberg, § 7 16), "confusión de
palabras", en términ os de nuestros gramáticos (Nebr ija. 223;
Brocense, Minerva. 424-4 25; Correas. 410 -411 ). En palabras
de éste último, d ich a varied ad apa rece caracterizada como
sigue: "la Sínquisis es confusión , derramamiento y mezcla de
las palabras... contraria de sintaxis ...cuando se confun den las
palabras, como derramadas, y escurecen la oración", caracteri-
zación q ue se co ncl uye co n la sigu ien te obser vación , no
menos digna de interés: "Ejemplos hay muchos mod ernos en
Poliftmo, Soledades, Tisbe y en sus vanos secuaces, que es mal
vicio cuando se hace de ind ustria, y no alguna vez por necesi-
dad o por donaire y risa.....(4 11).
Segú n se desprende de los testimonios de los d iferentes
autores, clásicos y modernos, el rasgo más relevante de esta
variedad de fenóm enos hiperbáticos, contraria en opin ión de
tod os al "buen concierto" de las palab ras en la oración , ex-
presado en el térm ino Sintaxis, es el que podr íamos traducir
por el vulgar, aunq ue expresivo, de "emb rollo sintáctico".
Tal "embro llo" se pon e de manifiesto en la d ificultad de re-
conocer, de forma clara y unívoca, los limites precisos de los
distintos constituyentes sintáct icos y los de sus respect ivos
elementos constitutivos en la cadena del discu rso. El entre-
cruzamient o entre sí de elementos pertenecientes a consriru-
156
yenres d iferent es puede llegar a veces a extremos inco nceb i-
bles de d ificultad , hecho q ue cualquier lecto r de los textos
~e Góngo ra citados por Correas podrá comproba r in extenso,
SI los coteja con las correspondientes "traducciones" realiza-
das por D . Alonso. Ahora bien, sin necesidad de recurrir a
ejemplos tópi cos de! citado autor, he aquí algunas mu estras
de estos fenó menos, acompañadas de los testimo nios de sus
editores:
157
,
,1
i
I sobre todo, d e difusión gen eralizada que se observa en los p ri-
mero s, fren te a la falta total d e sistematicid ad y d e acep tación
a que parecen respo nder esros últ imos. Como se, refleja :" los
ejem plos d e (4 1), cada secue nc ia rep resenta un {I~O particular
y ú nico d e traspo sición en mod o alguno predecible en rela-
• ció n con los demás.
Antes d e co nclu ir este ap arrado , d ed icado a di versas mani-
festacio nes discursivas d e fen ómemos d e trasp osición sintácti-
.--
I
I
158
7.
Las figu ras que van a ser objeto de at en ción en este cap lru-
lo , bajo la d enominació n de Equivalencias sintácticas o Isotaxis
(Plerr: 19 8 1, 164; 198 5, 6 5 , 71 ), representan u na serie de
fen óme nos relacionad os co n la configuració n y orde nación o
distribució n de co ns t ituye ntes sintáct icos y/o de estructuras
oracionales, segú n d eterminados principios d e "propo rción y
simetría", en la prog resió n del discurso. Entre rales fen ómen os
d estacan los co m ún mente co n ocidos bajo el co ncepto general
de Paralelismo (Asensio: 1957 ; j akobson : 19 66 ; Ru wcr: 197 5,
Molino: 1981 , entre otros).
En el co rpus doctrin al de la retórica clásica, son varios los
artificios referidos a la "d istr ib ución simétrica" de cie rt os ele-
mentos d elim itad os y caracte rizados, en sus aspectos más d es-
tacados, desd e los p rimero s gran des tratados conservados: la
Retó rica de Aristóteles (Lib ro II I, 9) o la Retórica a Herenio
(Libro IV; 20) . A lo largo de toda la trad ición , su tr atam iento
seguirá siendo consta nte, bien en la d octrin a d e la C omposi-
159
ción (sup ra, 24) , bien ent re los recursos generales del Ornato.
Los términos acuñados desde antiguo para la designación de
esta clase de fenómenos , ent re los que cab e citar Isocolon,
Comparo Páríson, Parisosis (Lausberg, §§ 7 19-754), - 3 los que
habrá q ue sumar los de Homrot éleutonl Similiter desinens y
Homeóptoton! Sim iliter cadens, vistos en anter iores ca p ítulos-e,
representan en con junto una co nstante referen cia a nociones
co m o ' iguald ad' , 'sem ejan za', 'p ro po rción' o 'sime tr ía' , que
afectan a la conformación de los constitu yente s sintácticos y
sus elem entos. así como al orden y d istribución de unos y
otros en la progresión del discu rso.
Ahora bien . un a cabal co mprensión del alcance de los
varios fenómenos a los qu e remiten los términos aducidos en el
apart ado anterio r, pasa por la con sideración d e este hecho:
debe tenerse presente que los rasgos defin itorios de gran parte
de las figuras designadas por los términos preced entes, están
estrechamente vinculados a aspectos lingüísticos prop ios de las
len guas clásicas. co mo son la cant idad silábica o la flexión
casual. Tales rasgos, aun no siendo aplicabl es a las lenguas
roman ces. suelen mantenerse en las defin iciones propuestas
por la mayoría de los auto res, por absoluta fidelidad a la tradi-
ción heredada, con los consiguientes desajustes.
Por otro lado. no se recogerá en estas páginas la co mpleja
casuística elaborada en la doctrina retórica clásica en torno a
estos fenómenos, en la qu e aparecen im plicados . no sólo he-
chos espec íficos del compo nente sintáctico. sino de los demás
niveles de análisis lingüístico: fonológico, morfoló gico e inclu-
so léxico-semántico, tal como puede verse en el resumen de
dicha do ctrina llevado a cabo po r Lausber g (§ § 7 19-75 4).
Sólo se presentar án aquellos fenómenos de "pro po rción y
simetría" que tienen su fund amen to en el co m po nente sintác-
tico y se dejarán de lado , por tanto, conside raciones referidas
a las im plicaciones de los demás com po nentes.
160
la cadena del discurso bajo la for ma de iteración de un núme-
ro dado de elementos, categorial y funci onal mente equ ivalen-
tes, qu e aparecen insertos en unos esque mas disrribu cionales
asimismo comparables, en la constitu ción de un enunciado. o
de en unciados constituido s y desar roll ad os bajo un mismo
d iseño sintáctico.
Ent re los numerosos fenómenos de Equ ivalencia qu e po-
drían integrar el presente capítu lo. sólo se van a considerar
alguno s de los más representativos, tal como se pro pone a con-
tinuación .
161
,
11' I
162
C omo bien se recordará, so n numerosos los estudios d edi -
cados por O . Alonso al análi sis d e las. manif~staci.o nes ? c esta
clase de artifi cios en el di scurso poético de ros siglos au rcos,
cuya referencia resu lta o bligad a (Alo nso : 19.2 7 , 1927-1 955,
1944 , 1966- 1967; Alonso-Bousoño: 19 5 1). Toman do , pues,
como punto d e part ida d ichos estudi~)s, a l<;Js que -m~~esta
mentc-' añadi ré d aros extraídos d e m i p ropI a o bservación de
los textos, pre sentaré a co ntin uaci ó n alg u nas d e sus fo rmas
más usuales y gene ralizadas. .
Según señala repet id amen te D . Alonso en los ~efendos t~a
bajos, la forma más gene ralizad a de Plurimembraci ón en el dis-
cu rso poético d e los siglos XVI y XVII correspo nd e a los fe-
nómenos de bimembraci ón, hech o que parece hal larse en clara
co rres po nde ncia co n las modalid ades ac~ ntuales básicas d el
verso endecasílabo castellano, que, co mo bien se sabe, su po nc n
una pausa interna determ in ad a po r la situació n ,de los acentos
en cuarta o sexta sílabas (Bachr: 1970, 136), scgun se m arca en
los esq ue mas d e (2):
(2) a. o oo ó o ll oo ó o ó o
b. o o o o o Ó o tI o o ó ()
163
mismos rad ica en el he cho de estar formados p o r sendas cade-
na s d~ c1 e~n enros , cat ego rial y fu n cionalmente eq uivalentes ,
en el rnrcnor de las respectivas secue ncias, co m o se refleja en
el esq ue ma sigu iente:
(4) (3.) (3 b)
A llor a r sin prem io a l pobre. mucho
A ' suspira r e n va no al a varo. todo
164
let ras A, A', X ', se podrá o bse rva r co n facilidad que las relacio-
nes de equivalenci a sintáctica entre tales m iemb ros están b asa-
d as en el hecho de estar constitu idos en cada caso po r sa rtas
de elementos categorial y funciona lm ente semejantes, com o se
d eralla en (6):
(6) 1 5
A ver a Dios la fe escudo
A ' vestir Juz Espa ña honra
A " pisar estre llas el mundo invid ia
165
pu e~e ser considerado asim ismo como una manifestación
p.arncular de los ~en óm enos de Piurimem bración o segmema-
a ón de un enunciado en constituyentes sintácticame nte com -
parables.
El artificio, qu e llegó a alcanzar una amplísima difusión
ent re los poetas petrarquistas italianos del siglo XVI (Alonso:
1950), no escasea entre los poetas españoles. con mu y varia-
das formas de realización . tanto en desarrollos exrensos (en
octavas, sonetos completos. por ejemplo). como en desarrollos
más reducidos (limitados a unos cuantos versos en el interior
de la ~tro fa). Como ejemp lo de los pr imeros. puede repararse
en la Sigu iente muestra tomada de Herrera (289):
166
c. Mas ya miras riquezas al trasfloro
después que el no mbre de mi Laura suena.
en lecho, en agua, en margen. en arena.
de p erlas, de cristal. de flo res. de o ro.
(Espinosa , 8)
167
rancias, Sone tos, erc.), de un conjunto dado de términos cate-
go ri ~ mente equi~a.lentes, dist.ri~ uidos previamente a lo largo
de dicha com posici ón en poSICiones que suelen ser asimismo
comparables. Como muestra del citad o artifi cio constr uctivo
puede repararse en el siguiente soneto de Herrera (367-368),
reproducido en su integridad:
(10) Rojo sol, que con hacha luminosa
coloras el purpúreo y a lto cielo:
¿ Hallaste tal be lleza en tod o el suelo
que igua le a mi se re na Luz dichosa?
Aura süave, bland a y amorosa ,
que nos halagas con tu fresco vuelo:
cuando se cubre del dorado velo
mi Lu z, ¿tocaste trenza más herm osa?
L una, honor de la noche, ilustre coro
de las errantes lum bres, y fijada s:
¿conside raste tales do s estrellas?
Sol pu ro, aura. luna, llamas de oro:
¿oístes vos mis pena s nu nca usadas?;
¿vistes Luz más ingrat a a mis querella s?
168
.' ... - ..- !
". , ,-
interior de una sola secuencia. La operatividad de estas últi-
mas se halla, claro está, en estrecha conexión con las relacio-
nes de equivalencia basadas en la identidad o semejanza cate-
gorial y funcional de los eleme ntos implicados, de la forma
qu e se detalla a continu~ción , en la que por el momento sólo
se tendrán en consideración estructuras bimembres.
170
b. Muerta la vida y vivo el escarmiento,
luz sin luz, entre horrores eclipsada,
el más tiran o triunf o de la nada
y del cielo el m ás jusro sen timien to .
(Moncayo, 67)
17 1
En la co nsideración de los fenómenos de Paralelismo, en
los apartados anterio res. se ha lim itado nuestra atenció n a fo r-
mas m ín im as de reali zación , reducid as a uno o dos versos,
insert as en un conjunto estrófico más amplio. Abnq ue dicha
lim itación parece justificada, si nos ma ntene mos en e! do mi-
nio de los "art ificios retór icos". no por ello pu ede dejarse de
reco nocer q ue la anterior presentación del citado arti ficio que-
darla incompleta de no hacer referen cia. aunq ue sólo sea de
forma breve y escueta . al hecho de que tal esq uema co mpositi-
vo-d istrib ucio nal ha co nstitui do un d iseño poéti co-constru cti-
vo de m ucho mayo r alcan ce, a lo largo de todas las épocas y
en las más d iversas trad icio nes poético-lite rar ias. En el ám bito
hispánico resulta obligada la referencia a la mono grafía de E,
Asen sio (195 7) , así co mo a los trabajos de Alo nso- Bo usc ño
(I 95 1), La extensión de! esq uema paralelístico , en tanto qu e
disefio poético-co nstructivo de la to talidad de! poema, pu ede
verse reflejada en e! siguiente po ema de Castillejo (11. 41 ):
172
mo (a veces también Sina troismo), o co n el latino-romance
Distribución {Lausberg, § 675) . . .
En la sínt esis llevada a cabo po r el citado autor. d ich a
figura q ueda caracterizada co mo u,na de las. varia~tes de los
fenómenos de "acumulació n coord ina nte (SznatrolJmo/Cong~
ríes} a d istancia", es decir, acumulación seriada de elem ent os ca-
tegorial y funcionalmente equivalentes. que desarrollan. o am-
plían términos que han aparecido previamente en el ~ISCUrsO.
Se tr ata de un tipo de fenómenos íntimame nte relacionados
con los vistos a pro pósito de los fenó me no s de !~ocolon. como
señala el propio Lausberg (§ 675). Salvo en NebnJ~ y Brocense.
encontramos referencias a esta figu ra. aunq ue definida de modo
bastante impreciso por cierto, en los dem ás autores de referen-
cia: H errera (47 1, 481), j iménez Patón (146-147) Y Cor~eas
(431) . Según la cararerización del segundo ~~ l?s autores Cita-
dos, se prod uce "cuando alguna cosa se va dividiendo en partes
después de cada cosa se da la razón como en dos m lem~r?s de
yorac .io nes o mas.
ás.¿"
,; (146) ' La imprecisión de las definiciones
, l
queda com pensada. con todo, co n la precisión de los e!emp ~s
ad ucidos. D e los ejemplos de esta figur~. ~cados de mi propia
observación de los text os, entresaco los sigUIent es:
173
•
I
, j.!
,.,l'
'.'
S' ~!
U
"1 ' ;
•••
174
s
8.
FIGURAS TEXTUALES 1:
LICENCIAS TEXTUALES
17 5
lisis de este conj unto de figuras será preciso trascender el nivel
de las relaciones puramente gramaticales y pasar a otros niveles
de aná lisis de rango distinto. En unos casos, habrá qu e tene r en
consideració n determinadas relaciones de sent ido ent re u nida-
des de com unicación: enunciados o partes co nstitutivas de los
mismo s; en otros, será preciso abordar diversos tipos de rela-
ciones entre los part icipantes del acto de prod ucción de tales
enunciados: acto de enunciación (Kerbrat-O recchioni: 1980,
17-44 ). En el pri mer caso, se trataría de Figuras de pensamiento
que, en térm inos generales, parecen suscepti bles de ser rraradas
adecuadamente desde una perspectiva textua l; en el segun do ,
estaríamos ante Figuras de pensamiento susceptibles de ser abor-
dadas desde un punto de vista pragmático.
La distinción a que se acaba de hacer referencia, sugerida de
la propuc:sta de sistematización de Plen (198 1, 1985), no hace
sino apumar a los diversos grados de complejidad que parecen
caracterizar a este conjunto de figu ras, ten ido en general po r
mu y heterogéneo y Hucruan te, y sobre el que La usberg hace la
siguiente observación: "Es diflcilla clasificación de las figural' sen-
tentiae, pues no forman una totalidad cerrada. .. Los teó ricos sue-
len, generalmente, limitarse a enumerarlas" (§ 757) . Ante seme-
jante constatación, hay que reconocer que el ensayo de clasifica-
ción realizado por dicho autor (§§ 755-9 10) supo ne, sin duda,
uno de los esfuerzos de ordenación de mayor alcance de los pro-
puestos en nuestros días, por lo que deberá tomarse como pumo
de referencia de nuevos intentos de ordenación de estas figu ras.
En el esbozo de caract erización de las figuras del pr imer
grupo, que. siguiendo la propuesta de Plett (19 8 1. 171; 1985,
7I -72 ), se van a designar Figuras textuales, ado pta ré co mo
pumo de referencia un a concepción m uy gen eral de la unidad
texto. A este propósito, y con fines estrictame nte operativos,
cabe retener una defi nició n como la formu lada por Bcrn árdcz:
..Texto - d ice- es la un idad lin güísti ca com unicat iva fun da -
mental, producto de la acti vidad verbal hu man a. qu e posee
siempre carácte r social; está caracterizado por su cierre semán-
tico y com unicativo, así como por su coherencia profunda y
superficial, de bida a la intenció n (comun icativa) del hablante
de crear un texto ínt egro, y a su estructu ración med iant e dos
conjuntos de reglas: las pro pias del nivel textua l y las del siste-
ma de la lengua" (1982 , 85) .
176
Como en el caso de los d em ás n iveles propuesto s por
Plert, el conjunto de las Figuras textuales se div idirá en dos
grandes grupos, en funció n de la naturaleza de las operaciones
generales llevadas a cabo en la realización de las respectivas
figur as. Así, si las opera ciones realizadas representan alguna
form a de desvío o infracción de las qu e cabe considerar "reglas
de buen a form ación textual". las figuras resultant es entrarán
en la categoría de las llamadas Licencias textuales o M etatexte-
mas. Si, po r el contrario, las citadas operaciones representan
di ferentes mecan ismo s de inten sificación o reforzamiento de
algun as de tales reglas. las figuras surgidas de ellas constitu irán
la categoría de las Equivalencias textuales o Isotextemas (Plet r,
loco cit.). Las figuras de la primera categoría serán obj eto del
presente capítu lo. Las pertenecientes a la segu nda lo serán del
siguiente.
177
En todos lo s cas os las correspondientes figuras pueden
ten er la forma de textos co m pletos o , lo que parece ser m ás
usual , de determinados fragmentos o segmentos textuales.
178
(1) Y yo envidiar pudi era tu fortuna,
mas he llorado en ti lágrim as tantas
(tú. buen testigo de mi am argo iloro)
que mezclada en tus aguas pudo alguna
de Lucida tocar las tiernas plantas,
y conver tirse en tus a re nas de oro.
(Lope de Vega, 27-28)
179
la designación de la figura Distribución (299), vista en el capí-
ru lo ant erior. Las varias d efiniciones seleccionadas por el autor
coinciden, en lo fun damental . con la caracterizació n dada po r
La usberg: "la agregación de un pensami ent o (sec und ario)
explicativo, las más veces fimdam enrado r (para el co me nido) , a
u n pensam iento capital" (§ 86 1), Y por algunos d iccionarios
recient es (Berisr áin: 1985. S.v.; M arcos Álvarez: 198 9. s. v.) .
El hecho de q ue se acepte como plausible la ide ntificació n
en tre Prosap ódosis y Distri bución, tal co mo se d ocumenta en
Rico Verd ú, no parece que excluya la posibilidad de q ue, en un
texto o en un fragmento textu al dados, se puedan presentar
com binadas am bas figuras. sobre todo si se tiene en cuenta la
distint a naturaleza de un a y otra: el carácter sint áctico-fo rm al
de la segu nda (Distribución) y el signi ficativo-conceptual de la
pri mera (Prosapótiosis). Un texto como el siguiente So neto de
Figueroa puede representar adecuadamente am bas formas de
interpretació n:
I SO
efectos sobre la persona del am ante qu e se sient e afectado por
los mism os. Po r o tro lado, el hecho de que el sone to se cierre
con la misma secuencia imprecato ria de apertura, parece ind i-
car que a dicha secue ncia se le está confi rie ndo el ran go de
"pensam ient o" cent ral o d om inant e del texto .
IS I
,
182
refra?es sea n figuras co ?sra porque sa len y se ap anan d el
com u n hablar y así co nv iene que tenga n ant igüedad y eru di-
c.ión" ( ~~4) . Su inserción en el discurso puede obedecer, segú n
sIgue diciendo el au to r, a estas cuatro razones: "para persuad ir,
para filosofar, para ado rna r lo que se di ce, para entende r a los
buenos amores" (l 4 5). Las reflexio nes se c ierra n co n una
breve referencia al término Apotegma, co nside rado com o "una
s
agu da y ~ reve sentencia" (145), y con m ención de algu nas de
las colecciones de mayo r difusión en la época.
D e las cuarro razon es q ue justifican la inserción de Adagios
l
o Refranes en la pr ácti ca d iscursiva, la que m ás co nviene al
"
presente p ropósito es. co mo no resulta rá di fícil com prend er,
la que responde a "ad o rn ar lo que se d ice", fin alidad o rn a-
me ntal des tacada d esd e antiguo (Lausb erg, § 872), siem p re
recordada por los tra tadistas. D e las referencias d e H errera a
o
p ropósito de Garcilaso, parece quedar fuera de d ud a asimism o
n
la co nciencia. por parte de los p rop ios pa ctas, d e la funci ón
a
o rna mental asigna da a estas "u nidades de sentido" en el ám bito
o
específico ~el d iscurso poé tico. A "pied ras preciosas" las co mpa-
.
raba su am igo Mal Lara en su Pilosofia vulgar, lo que bastantes
.
décadas,dc:spués volverá .a hacer Graci án en su Agudeza (II, 29).
Esta pracnca, que co nstituye, co mo bien se sabe, un a co nstan -
a
te en ~I d iscurso literario y poético de toda la tr adición clásica
,
(C u rrius: 1948 , 9 1-96 ), parece adquirir panicular relieve en el
-
ám bito d e las literat~ras romances y, d e modo especial, segú n
e
afirm~ Vcssler, en la literatura españo la, ya que, segú n afirma el
-
~ enCJ~:mado a~tor, "hacer del refrán algo verd ad eram ente poé-
neo e introducirlo en el cuerpo de una gen uina poesía sólo fue
a
dado a los es p~ño les" (1925 . 57-58). Los ejem plos citado s po r
n
l
el autor son bien rep resentativos, co mo cab ria esperar: El Li-
,
bro de BuenAmor, La Celestina, La Doratea y Don Quijote.
Com o m uy reducida muestr a, valga n estos b reves frag-
me ntos, tomados de la poesía satírica d e Quevedo (ej, Ynd u-
l
r áin. 19 5 5),
n
e
a
y (6) a.... por ti, q ue retas los signos
con los q ue ciern e tu cofia,
u
cuyo ta lle y cuyo brío
o
no es nísperos /0 que mondan. (775)
183
b. Ning ún jin ete de tantos
como ha tenido, la llama
Manda potros, y da pocos,
aunq ue no cumple palabra. (809)
184
Yo, míser o, llo ran do me deshago
de sólo ver Pisuerga deseoso.
iMira cuál es de A m or, Tirreno, el pago!
(Cetina , 103)
18 5
,
l~
.!
" 0'
,
•
tos: cual. como... , casi siem pre en corres po nde n cia co n tal, así,
del mismo modo..., co n grados m uy var ia b les d e ext ensión
segú n las preferencias de los au rores, que, en genera l, suelen
servirse de esta figura co n in usitada frecuencia. D ad o que se
U1
1, h a hech o referen cia a H errera en la parte doctrina l, podemos
tomar un breve fragm ento de su obra poética como muestra
. ~ d e algu nas de las for m as de realizació n m ás frecuen tes:
186
rados, la figura -o qu izá m ejor, fam ilia de figuras- d esign ad a
con los térm inos Éefrasis o Descripción (Lausberg, §§ 8 10-819).
Los n umerosos y vario s matices que se h an ven id o acu m u-
land o en torno a esta fig ura ti en en como reflejo un am p lio
repertorio de denom ina ciones, tanto generales co m o específi-
cas, esto es, correspo ndientes tanto a las di st intas va ried ade s
di stingu idas en fun ció n d e las d iferentes realidad es que pu e ~
den ser obj eto de d escripción , co m o a los di ferentes m edios
lingüíst ico-d iscursivos em p lead os en cada caso. Entre las pri-
m er as ca be citar, ade más de las ad ucida s más arrib a, las d e
Hip otiposis, D iatiposis, Enargia, Evidencia, Demostración o
Ilustración. Las relati vas a las segu ndas, es deci r, a las espe cies
paniculares, se aducirán posreriorm ente.
E n las diferentes definiciones d e esta figura o d e sus d is-
tintas vari eda d es es co nstante la referencia a la fin alid ad quc
debe gu iar su realizaci ón textual: "m os tra r o poner an te los
ojos" del receptor el o bjeto descrito , m ediante la en u me ració n
d e sus p ro pied ad es o ca ract eríst icas m ás d estacad as, reales o
fin gidas (La usbe rg, loc. cit.). Sem ejante caracter izaci ón es la
que se pued e encon trar, con m ayor o m eno r precisión y am-
plitud , en la o bra de los tratad istas esp añoles: H errera (passim,
pero en especia l 326 y 43 1), jim énez Pató n (132) , C o rreas
(432). En ver sión d e éste últ imo , bajo la d enomin ación de
H ipotip osis (en eq u ivalencia con los términos Demostración y
Descripción), la figu ra se de fine com o sigue: "Es una o ración
[= di scurso] q ue al vivo pone las cosas d elante de los o jos, y d e
tal m an era exp resa algu na co sa, persona , luga r y tiempo , que
más parece que se está viendo que oyendo o leyend o ; y así po r
otro nombre la llam an En ergía ... , por eficacia, Evidencia"
(432). E ntre las n umerosas varieda de s o especies, el autor en u-
mera las sigu ientes:
188
y e n el impe rio G rieg o poderosa;
de religión y leyes ad ornada
y en todo cuanto el ciclo da abundosa;
de antig uos ed ificios y riqu ez a,
qu e a un hoy su nombre vive y su gran deza ...
189
San grienta flor el rostro. con que o fende
y ceba un alma . y del coral más fino
y pe rlas el albe rgue do se ap re nde
de discreción lo raro y peregrino .
Las manos con que lleva. suel ta y prend e,
de nieve; cuello y seno alabastrino ;
y tal cuanto se vía. que es simpleza
qu erer trasu nto da r de su belleza. (301-2)
190
mentar, adornar, em bellecer', aplicada claro está a la elabora-
ción del discurso. significado que está en la base de las definí-
ciones repetidas tradicionalm ente.
Bajo la primera denomi nación , la figura es objeto de co-
mentario y valoración por parte de H errera en an otaciones a
varios lugares de Garcilaso (484, 5 11, 569). j im énez Patón ,
en el capítulo ded icado a las "Figur as de am plificación", se
refiere a ella en estos términos: " Conmoración o Exergasia es
cuando una misma cosa la decimos por muchos modos y en
decirla nos demoramo s como si dijésemos otra cosa" (149). La
definición se completa con la mención de algunos de los pro-
ced imientos clásicos: "Tal es la am plifi cación de lugares: o
cuando lo qu e hemos dicho en panicular lo dilatamos en ge-
neral. lo restringimos en particular o lo decimos prim ero por
afirmación y después repetimos negación" (ib.) (versión deta-
llada de tales procedimien tos puede verse en Lausberg, § 842) .
En el tratamiento de los autores españo les no aparece reflejada
la clásica distinción entre las dos grandes modal idades de Ex-
polición, establecidas en la Raárica a Hermio: a) "repetir la mis-
ma idea"; o b) "dar vueltas en tomo a la misma idea" (IV, 42;
Lausberg, § 831) . Ejem plo de la primera modalidad bien pue-
den ser los segmentos textuales subrayados del siguiente frag-
mento de la "Égloga Il " de G arcilaso:
(12) ninguna otra respuesta dar sa bía.
romp iendo con sollozos mi gemido .
sino de rato e n rato les decía:
" Vosotros. los del Tojo, en su ribera
can tar éis la m i mllnte coda día;
- este descanso llevar é. a unq ue m uera.
que cada día cantaréis mi muene.
vosotros, los del Tajo, en S il ribera" . ( 150-151)
a
-
Una bella muestra de la segunda modalidad la representan
a
los segmentos textuales subrayados en el siguiente soneto de
e H errera:
-
- (13) Ardie ntes heb ras. do se ilustra el oro
o de celes tial a mbrosia rodado:
e tanto m i gloria sois y mi cuidado.
- cuanto sois del Amor ma yor tesoro.
19 1
Luces, que al estr ellado y alto coro
prestáis el bello resplandor sagrado:
cuanlO es A m or por vos más estimado,
tanto humilm ente os honro más y adoro.
Pur púr eas rosas, perlas de Ori ente,
marfil terso , y angélica armonía:
cuanto os come mpto, tanto en vos m e infl amo;
y cuanta pena el afma por YOs siente,
tanto es mayo r valor y gforia m ia,
y tanto os temo, cuanto más os amo. (390)
192
- - - - - - - -- - - - -
piament e los términos Digresi ón o Parécbasis. En el caso de
éstas últ imas se mencio na co n frecue nc ia la necesidad de
emplear d eterminadas fórmulas, indicadoras tan to del co-
mienzo como. sobre tod o. del final o reto rno al "hilo del dis-
curso" interrumpido. del tipo: "volviendo al tema, ... al caso,
... al anterio r pro pós ito • ... a lo pri mero, ... d ond e esta ba,
etc.". Los ejem plos qu e pudieran ser más representativos de
este tipo de "inserciones textu ales" son bastante extensos, y
excederían con much o los límites habituales de estas páginas.
po r lo que estarí a justifi cad o en este lugar lo d ich o por
jiménez Patón a propósito de esta figura en el Mercu rius: "No
po nemos ejemplos porque forzosamente han de ser mu y lar-
gos" (l 2 1v). He aquí con tod o una breve mu estra de Juan de
Salinas:
193
- - - - - - - - - - - - - - -
•
194
g"Jión, aparece inserta en la segu nd a "O da a Feli,pe Ru iz", de
Fray Luis d e León, y cuya est~fa central selecclOn~ ~arco.s
Álvarez para ejemplificar esta misma figura en su Diccionario
{Marcos Álvarez: 1989. s.v):
195
Dejo el bailar por tu casa,
ni las m úsica,\ le pinto
que has escuchado a deshoras
y al canto del gallo prim o.
No cum ro las alabanz.as
que de tu belleza he dicho;
que, aunque verdaderas. hacen
ser yo de algunas malquisto.
Teresa de l Be rroca l.
yo alabá ndo te me dijo:
"Ta l pien sa q ue ad or a a un ángel.
y viene a adorar un gimio..... (11. 238)
196
(17) a. Comienzo, pues: ¡O h tú. que e n la risu eñ a
aurora imp rimes la celeste llama.
que la soberbia de Faetón despeña... !
Mas . pe rdonadme . Lepe, q ue me llam a
desgre ñada una musa de estame ña.
ce losa del tab¡ de vuestra fama .
(Lope de Vega . 1413)
197
•
198
en la sisrema nza ci ón realizada por Lau sbe rg (§§ 893-9 10) , en
do nde las agrupada s como "figuras de pensamiento por susti-
tu ción" so n , a juicio del citado amor. "tro pos de pensamiento"
(§ 894 ). Como no pod ía ser m enos , tal es flu ctuaciones apa re-
cen reflejada s asimismo en los tratadi stas espa ño les. hec ho que
no debe extrañar si se tiene p resente que la labor d e di chos
am o res se lim ita n o rmalmente a ser transmisores, más q ue
intérp retes. d e una mi sma tradició n doctrinal. avalad a en todo
momen to por un criterio de autorid ad .
D ejando de lado toda d iscusión en torno a las d iferentes
posiciones en relación con la catego rización d e estos fenóme-
nos. co m o tropos o figu ras. los casos de susti tu ció n textual a
los que m e voy a refer ir, entre los vari os que ca bría abordar.
van a ser los representados en las d os relaciones sigu ientes: a)
relac ión palabra-t ext o, r b) relación texto -t exto .
199
relevanc ia de su "funció n ornamental", fun ción exp resada y
valorada en varias anotaciones. Así, por ejemplo, comenta ndo
la perífrasis subrayada en los siguientes versos del "Soneto 15":
200
---------------~
repararse en formas de denominación como : El hijo de Latona
(Apolo), El niño arquero (C upido), La madre de Memn ón
(Au rora), El campo de A nfitriu (mar), El árbol de Akídes
(álam o), La flo r de Vrnus (mirto) y tantas otras inn umerables
de parecido tenor.
Como se recordará, el Maestro Correas had a notar, en la
defini ción qu e se ha reprod ucido más arriba, cómo los poetas
"para decir amanecía o p rimavera gastan muchas pal abr as".
Pues he aqu í una muestra de las innumerables perífrasis que
vienen a suplantar la primera de tales palabras en el discurso
poét ico, en el siguiente fragmento de Herrera:
(22) D el fresco se no ya la blanca Au rora
pe rlas de hielo puras esparcía.
y. co n se rena fre nte, a leg re abría
el esplendo r suave que atesora;
el lúcido co nfín de Euro y de Flora.
co n la rosada llama q ue e nce ndía
D elio a ún no rojo, a l tierno y nuevo día
esclarece y csmaila , o rla y colo ra. (457-458)
20 1
~- -- -- -~ -
•
t~co del gramático lat ino m en cionado (4 0 1), que en la fiel ver-
si ón de N eb ri]a sue na co mo sigue: "cua ndo una cosa decimos y
otra entendemos" (223), o po sterio rmente en Correas: "cuan-
do las palab ras sue n an uno y en el sentido d an a enten d er
ot ro" (398). Co mo p uede ob servarse, tan concisas definiciones
apenas si d ejan entrever la m ención d e uno d e los factores
determinantes del carácter prop io de los fenómenos alegóricos,
como es el desarrollo textual d e la "junta de m etáforas", a decir
de Lópe~ Pinciano (ll, 144), factor que sí aparece expresamen-
te m en cionado por H errera cua n d o al califi car la Alegoría
como "perpetua metáfora", puntualiza: "digo perpetua la que
no está puesta en sola una pal ab ra, sin o en rod a la oración"
(320).
.Los.grados de extensió n que pued en llegar a alca nzar las
realizaciones d e los fen ómenos de la A legoría en el di scurso
•
" po ético d e los siglos XVI y XVII son muy variables, n atural-
me nte, segú n los d istintos géne ros poéti cos. Baste pcnsar en la
diferencia que m~dia entre el tipo de alegoría que pued e reali-
zarse en el es~aclO textual de un Sone to, Ro m an ce, erc., y la
alegoría o conju nto de alegorías q ue p ueden materializarse en
una obra teat ral: Comed ia, Auto, erc., o en un Poema ép ico,
caso de La: lJgrimas de Angélica, de Baraho na de Soto, por
pon er un ejemplo.
C om o muestr a d e A legoría se ad ucirá, en el presente caso ,
un fragm ento m uy red ucid o, com o la siguiente estrofa de un
breve poem a de G óngo ra:
202
hech o cítara d oliente", desglosadas en las sigu ientes sart as de
elem entos:
203
9.
205
A pesar de semejante parquedad doctrinal, se hace men-
ción, no obstante. de unos hechos qu e el lector menos aveza-
do p uede esta r en disposición d e reconocer, intuitivam ente.
en la muy co nside rable am plitud d e los fenómen os de "repeti-
ció n textual ", pr esentes en toda la variedad d e las mani festa-
cio nes literar ias. pero d e m odo realmente relevante en las
modalidades del d iscurso en verso: la panicular co nfigu ració n
de los "estr ibillos" y. sob re todo. su "funció n est ructu ran te".
Partiendo, pues. de estos breves sup uestoS, trataré de presemar
en este ca pítulo algunas d e las formas más ge nerales y d ifund i-
das de estos paniculares artificios, y algun as de sus ma nifesta-
cio nes en las diversas mod alid ades del d iscurso poét ico de los
siglos XV I y XVlI.
Así p ues, bajo la d eno m inación general de Equivalencias
textuales trataré d e ag ru par un a serie de arr ificios poét icos en
los que la "u nid ad de repet ici ón" esta rá representad a po r un
en u nciado o texto co m ple to , cerrado, o, lo que parece ser m ás
frecuente en la p ráct ica poética, un determ inado fragm ento o
segme n w textual , en ram o q ue "u nid ad es d e sentido" en la
in tenci ón com u nicativa del habl ante. En el caso co ncreto del
d iscu rso en verso, tales "u nid ad es d e repetició n" estarán estre-
chamen re vinculadas co n las estr uctu ras estróficas y sus u nida-
d es consti tutivas: los versos.
Aho ra bi en , hay que em pezar por recon o cer que gran
parte de los fenómenos que van a ser objeto d e ate nció n en
este capítulo hallan d ifícil u bica ció n en la d octrina retórica
trad icional. Salvo en algú n caso aislad o, no suelen ser objeto
d e un a atenc ión sistemát ica y pormenorizada , apenas si existe
un a termi nología específica que permita diferenci arlos. Como
pued e verse en la reciente mo no grafía d e M. Frédéric so bre los
fenómen os retóricos d e repeti ció n (I985), el nivel máximo
está rep resentado po r las repeticiones d e esquem as sintáct icos
(64-65). De to das for mas, la observación que se acaba de ha-
cer no qu ita que pu edan enco n trarse a veces en algu no s amo-
res referencias a ciertos art ificio s particulares que co n todo
d erecho pod rían pasar a formar pa rre de la catego ría de las
d eno mi nadas Equivalencias tamales. Tal es el caso, po r po ner
un ejem plo, del fenó me no d e repetición de cien os segmentos
textuales d esignado, p rim ero po r Herr era y d esp ués por Co-
rreas, con el térm ino Ep ímone, térm ino co n el q ue se nombra
206 ' ..
.'
: :.- ; ,
también la figur a Expolición. co mo se vio en el capitulo ante-
rior (19 0- 192). .
En el co me ntario dedicado al co nocid o verso de Garcilaso:
"Salid, sin d uelo, lágrimas, corriendo" ~ue co nstit uye, co mo
se reco rdará, el "cierre" d e o nce estancias co nsecu tivas d e la
"Égloga 1". H errera expone toda u~~ síntesis ~octcinal .sob re
esta variedad de fenóm enos de repetición (co n ligeras vanan tes
de lo expuesro por Lausberg, § 835 , o Frédéric: 1 98 ~, 68) qu e
merece la pena reproducir aq uí en s~ integridad : Es figu ~a
Epímone o Continuación, cuando el m ismo verso o .la scn ~encla
1= o ración o en unciado] se ingiere muchas vec.es. .S~ semeJ3~tes
versos repet idos tantas veces se colocan al pnnclfllo: se d l~en
Proasmas o Pr ecanciones, qu e cn nu estra lengua SlgOl~ca (~I se
sufre d alle este nombre) Antecanto; y es lo que en la iglesia se
llama Inuitatorio; si es en el fin. Epodas, si en med io, Intercala-
res o Entrepuestos; porque int ercalar es lo mesmo que ent repo -
ner y enr regerir"(480). M uch o más parco, ~~mo suele s~r su
costu mb re, se muestr a C orreas en su d efinici ón d e la m isma
figura: " La Epímone es permanencia, perseveran cia; cuand o un
verso se repite m uchas veces en un a po~sía t ras cad a co pla,
co mo los estr ibillos..."(4 17 ). Entre los ejem plos, se alu d e al
mismo verso d e G arcilaso co me ntado por Herrera. En la expo-
sició n d e ambos autores enco ntramos , pues, claram ente exp re-
sados estos aspeCtOS que me permito d estacar:
208
más arriba: el q ue co rres ponde a repetiCiones textuales d e
carácte r libre, o, según se ha dicho, no co ndic ionadas en prin-
cipio a un a forma estrófica d eterminada. Los fen ómenos más
relevantes de este gru po está n repr esentados po r esquemas de
repeti ción d e determinado s segme ntos o fragmentos textuales,
constituidos por un o o m ás versos, que suelen aparecer con
mayo r frecuencia en el espacio de las que co nvencionalmente
se co no cen co mo formas estr óficas cultas, es decir, las q ue tie-
nen co mo base el verso endecasílabo: octavas, estan cias, sone-
tos, etc. En las varias manifestaciones que he po d ido ver de
este tipo de fenómenos en el discurso poético d e los siglos XVI
YXVII, los esq uemas d e repetición de segme n tos textuales, en
el tran scurso d e un a serie d ada d e estrofas, p resentan grandes
afini dade s co n algu no s d e lo s esquem as d e "repetic ió n d e
palabras" vistos en el capítulo 5.
De acue rdo co n este hecho, aunq ue se conven ga en seguir
d enominando, globalme nte, estos fenómen os d e Equivalencia
textual co n el término Ep ímone, en el alcan ce que le co nfieren
Herrera, Correas y jim énez Patón , para la d esigna ció n de las
diferentes variante s del mismo , en lugar de ut ilizar los "nove-
dosos" térm inos propuesto s en H errera, tal vez sea m ás ad e-
cuado recurrir a la uti lización de té rmino s ya acuñados para
designar fenómenos que resultan ser homólogos , co mo es el
cas o d e lo s co noc id o s A n áfora. Epifora, Complexión, Ana-
diplosis o Epanalepsis, en tre orro s, co n la especificación d e
"textual" en cada caso , para un a mayor precisión. A co ntin ua-
ción se presenr arán unas breves muestras de cada una de lass
variedades m ás d estacadas. Ah o ra bien , debo hacer no tar que,
d ad o q ue los ejemplos d e estos fen ómenos son, d e necesid ad,
barsrante extensos, me lim itaré en la mayor parte d e los casos a
reprod uci r la unidad de repet ición (verso o versos). co n breves
ind icaciones sob re su enromo estrófico-poemático.
209
figura co nsiste. pu~ . en iniciar u na estrofa ca." ~l verso o los
versos co n q ue finaliza la estrofa p receden te. SI bien se recuer-
da, semejante artificio no es más que una de las varias form as
de manifestación del co nocido en la doctrina poética castellana
bajo el término Ldxaprm (o las variantes Lexaprm, Dexapren-
de, Dexaprenda}, qu e, como ya se hada notar en el capítulo 5.
consti tuye una de las "galas" q ue la poesía castellana habla
adoptado d e la poét ica gallegoporruguesa , como explícitame nte
reco m~.en . prim ero. Santillana en su Prohemio r cano. (59) , y
posteriormente Enema en su Aru (9 1-92), relacionado asimis-
mo ~n el artifici? de las CoP..las c"!fJinidm d e la poética proven-
zal. Ejemplos ~nos de esta gala en la poesía del XV pueden
verse en Ga urhier (1915. 2-7. bajo el epígrafe "Vers concat é-
nés"). Entre los poe tas de los siglos XVI y XVII. co mo ejem plos
interesantes de esta modalidad de repetición textual cabe desea-
~ el "canto alterno" de la "Il Canción de Elicio y Erastro", del
Libre IV de La Galatea de Cervantes, que se prolonga durante
ocho octa vas y cuyo comie nzo es como sigue:
(1) Elicio
El que qu isiere ver la herm osu ra
mayor qu e tuvo. o tiene, o temá el suelo;
el fuego y el crisol donde se ap ura
la blanca castidad. el limp io celo.
tod o lo que es valor, ser y cordura.
y cifrad o e n la tierra un nue vo cielo,
juntos e n uno alteza y cortesía .
venga a mirar a la pastora m ía.
Erastro
Venga a m irar a la pastora m ía
quie n quisier e conta r de gente en gente
que vio a iro sol que daba luz al día ,
más claro que el q ue sa le del oriente,
podrá deci r cómo su fuego e nfría
y a brasa el alma que locar se siente
del vivo ra yo de sus ojos bellos,
y que no hay m ás qu e ver despu és de vellos.
Elicio
y que no hay más que ver después de vellos
sáhe nlo bien estos cansados ojos... (11 , 135· 136)
2 10
o el asimismo "canto altern o" de Alcido y Co ridó n de una
Egloga de F. de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache, que
aparece in serta en La Circe de Lope de Vega 0 266- 1267).
2 11
nos de ~u i val end a textual por repetición en tod a la poesía
de los SIglos de Oro, con ejemplos en la práctica totalidad de
los poetas de d icho periodo . H e aq uí una breve muestr a.
tomada de una Ca nción de Espinel, integrada por seis estan-
cias. q ue concluyen con la iteración del segmento textual for-
mado po r el par de versos: "Mas diome el cielo JUSto I la vida
corta para tanto gusto", como puede observarse en estas estro-
fas iniciales:
2 12
(4) Lícidas
Mueve, sonora CUo, dale voz a mi rústica Musa.
Páramos de Ar cad ia, qu e miráis de mi du lce Licori s
los ojos, la bla nca mano, la frent e sere na,
con ramas, con verdes hojas, con a mable susurro
al viento, que os brinda pEo, celebralda suaves.
Coridó n
Mueve, sonora Cllo, dale VO l a mi rústica Musa.
Prader as del ve rde sucio que el Ménalo cría.
Filis os ha pisado; mirad que mi Filis amena
al Mayo prod uce flores; si os ob liga su planta.
al viento, qu e os brinda p ío, ceíebralda suaves...
2 13
9.2.2. Equitxdencias textuales vinculadas a ciertasflnnas
NtTÓficas
214
codificación de los fenómenos de repet ición textual vincu lada
a tales formas.
C o mo se ha d ich o, y es doctrina de so bra co noci da, la
unidad tex tual estribillo, denom inada también cabeza, terna,
erc., según auto res antiguos y modern os (Baeh r: 1962- 1970 ,
320-326), cons tituye, en el villancico y la letrill a, la base te-
mática y estrófico-fo rma l qu e. m ed iante sucesivas inserciones
de carácter periódico, irá de term inando el desarrollo general
-el enheb rad o. cabría decir- de las d iferentes est ro fas del
poema. De extensión variable (la m edida m ás frecuent e oscila
ent re dos y cuatro versos isosilábicos o an isosil ábicos}, tal un i-
dad textual de base. qu e a juicio de D laz Ren gifo "ha de llevar
algún dicho agudo y sentencioso" {31}, suele pertenecer no r-
malmente al gra n acer vo de la poesía popular"(Fren k Alarorre:
1983), aunque no so n infrecuentes las creaciones personales
de los propios poetas. En cuanto un idad de repetició n, q ue es
el aspecto q ue m ás interesa aq uí , la práctica poética parece
optar generalmente por la repetición. al final de cada unida?
o co njunt o estróficos, sólo del o de los versos finales del esrn -
bil lo, aunq ue no faltan casos de repetici ón de di cha unidad
textual en su integridad. como se verá en las breves muestras
qu e sigu en. .
Como ejem plo de la pr im era modalidad . valgan el VI·
lIancico (Castillejo) y la Letrilla (Carrillo) q ue se proponen
en (7):
(7) a. VILLANCICO
A lguna vez,
oh p ens amiento,
serás co tllento.
Si amor cruel
me ha ce la guerra,
se is pies de la tierra
podrán más que él;
allí, sin él
y sin torm ent o,
serás conten to... ( 11 , 107· 108 )
b. LETRILLA
En tus aguas me acoge,
gran Guadalete:
2 15
le da rá a m i m em o ria
III o lvid o m uerte.
Mis tristes mem o rias,
q ue mi ma l proc uran,
mi m uerte apresura n
co n ausent es glorias .
D e vivas histo rias
de un bien pe rdido .
rem edi o a tu olvido
pide mi suerte;
le da rá a mi m em oria
tu olvido m uerte... ( 288-289)
2 16
- - -- - -- - - -- - - - - - -
En la actividad poé tica de los siglos XVI y XVI I, entre los
mie mbros de la "fam ilia" d e form as estrófico-poemát icas d e
"estribillo y citación", hay que mencionar también otros d os
géneros de poe mas d e co nside rable difusión en tre los au tores
más relevantes del citado periodo: el Romana y la Glosa. El pri-
mero de ellos. denominado generalmente co mo "romance acús-
tico". fue asid uamente cultivado por autores co mo Lope, Lifián,
G óngora, Quevedo . entre otros muchos. co mo bien se recorda-
rá. Pues bien , un o d e sus rasgos formales más d estacados, frente
al "romance tradicional" anónimo, lo constituye precisamente
la muy frecuente inserción periódi ca de estribillos, tan to trad i-
cionales como o riginales, en el transcurso de su desarrollo. Sirva
de muestra el pri mer romance d e Góngora (I 580), que empie-
za "Ciego que apuntas. y atinas", cuyo estr ibillo está co nstituido
po r la secue nc ia: " Déjame en paz. Amor tiran o,ldéjame en
paz", co m o cierre d e las cinco estrofas que lo co mponen, y d el
que se rep rod uce a co nt inuació n la primera:
2 17
- - - - - - - - - - - - - - - - .
bras y versos" (4 1). En relación con su construcció n so n de
interés las sigu ientes observaciones : "Prop óncse primeramente
un texto o retruécano (q ue así le llam an algunos poetas) de uno ,
o dos o cuatro versos, m ás o m enos, como quisiere el que lo
pone, el cual enc ierre algún co nce p to agudo y sentencioso, y
lleve ta les con so n an tes, que se p uedan hallar o tros ... Luego
imaginará algún bu en di scurso, que sea a propósito d e la sen -
tencia propuesta, y le pueda llevar h asta e! ca bo... Cada verso
de! retruécano se h a de glosa r en dos redondillas, que lleven las
consonancias q ue e! poeta quisiere, co n tal que sean uniformes
en toda la glosa...y el últim o p ie [= verso] de la segu nda redon-
dill a sea el que se va glosando, y venga allf tan nacid o, q ue no
parezca hab er sido co rtado de otra parte" (4 1-4 2). Las conside-
raciones de Díaz Ren gifo con cluye n co n la m ención de varie-
dades m ás exte nsas de glosas , las que tienen co mo textos de
base no un idades textuales de uno a cua tro versos, sino rom an-
ces viejos, o fo rm as italian as co m o octavas, so netos, etc .
Segú n se d esp ren d e d e la carac terizaci ó n rea lizada p or
Díaz Ren gifo. la glosa co mparte con los d em ás m iembros de
la "fam ilia de poem as d e estribillo y citación", al menos estas
propiedad es d e carác te r gene ral:
2 18
Por orro lado , com o propiedades diferen ciales cabe destacar:
1) El h echo d e que cada estro fa del texto sec un dario o
d eri vad o d eba de sarrollar una exp lica ció n o co m en tario (de
ahí e! nombre de Glosa) d e cada un o d e los versos del texto
p rimario q ue se vayan in sertando al fin al de las m ismas.
2) El hecho d e ser un tipo de composición, no de exten-
sió n lib re y abierta com o en el caso del Villan cico o la Le-
trilla, sino una co m posición de exte nsión limitad a al número
d e versos del texto primar io y, por ello , cerrada en su progra-
mación.
GLOSA
Muerte, si mi esposo muerto,
no eres Muerte, sino muerta;
abrevia tu paso incierto,
pues de su gloria eres puerta
y de mi vida eres puerto.
Descubriendo tu venida,
y encubriendo el rigor fuerte
como quien viene a dar vida,
aunque disfrazada en muerte,
ven, muerte, tan escond ida.
En Cristo mi vida veo,
y mi muerte en tu tardanza;
ya desatarme deseo,
y de la fe y la esperanza
hacer el último empleo.
Si hay en mí para morir,
algo natural, oh muerte,
difícil de dividir,
entra por mi amor de suerte
q ue no te sienta venir.
2 19
y si preguntarme quie res,
muert e perezosa y lar ga,
porque para mí lo e res,
pues co n tu memoria amarga
tan tos disgustos adq uieres,
ven presto , que co n ven ir
el porqué pod rás sabe r.
y ve nd rá a se r el part ir,
pues el morir es place r.
porq ue el placer del morir.
y es este place r de suerte,
qu e tem o, muert e, que allí
le alargue otra vida el verte .
po rque se rás mue rte e n mí,
si eres vida po r se r muert e.
Mas, mi Dios. si. desasida
vuelo dcs tos lazos fuert es.
ve r la esperanza cumplida
vuélvame a dar m uchas mue rtes.
no m e vuelva a dar la vida. (398-399)
220
FJ lecto r qu e sienta cur iosidad po r glosas de textos p r~ma
rios de mayor extensión : roma nce, so neto, ctc., a Cl~ya cjem-
pl ificaci ón debo renun ciar aquí po r razones de espacro, puede
co nsultar estas cuantas referencias: G losa de las C o plas de
Jorge M an rique (Mont emayor ); G losa de romance "viejo, en
coplas de "arte real" (Boscá n); G losa ~;I "So neto } 9 de Gar-
cilaso en octavas (Aldana) : G losa del So neto 23 de Boscán,
en octavas (Lomas C anroral): G losa de so neto ajeno. en liras
(Figuero a). .
Con las precedentes referencias, se pued~n dar po r co n-
cluidas, provisionalmente, estas breves reflexion es sobre e~tas
paniculares manifestaciones del fenómen o general de eqUIva-
lcn cia "en el nivel textual", sin duda m ereced o ras de un a ex-
plo ració n de ma yor alcance.
22 \
ID.
223
de reflejar en estas páginas. Como mera ilustración de lo que se
acaba d e afirm ar, pueden bastar estos testimonios d e los maes-
tros j im énez Patón y Correas. autores que. aun siendo coetá-
neos, rep resentan con bastante clar ida d d os acritud es bien d ífe-
remes, tanto en el alcance conferido al concepto mismo de
Tropo, co mo al número d e sus varied ad es o espe cies. .
En el primero de los auto res el concep to aparece definido en
estos términos: "El tropo. o palabra rraslaticia, se hal la en un a
palabra sencilla. mudándose de la propria significación en la
ajena con virtud" (80). En formulación de Correas. en cambio,
"el tropo es trueco y traslado de la dicción [= palabra] y oració n
f= discur so] d e su p ro pia signi ficació n en otra co ncern iente,
metafórica y alegór ica, hecho por elegancia o mayor expresión
..."(395). Como se habrá observado, el alcan ce del co ncepto de
Tropo varía considerablemen te de un autor a otro: restringido al
ámbito de la palabra {jim énez Patón) o ampliado al ámbito dd
discurso (Co rreas). En la síntesis de Lausberg tal diferencia se
verá reflejada en la distinción entre "tropos de palabra" (§§ 552-
598 ) Y"tropos de pensam iento" (§ § 893-9 10).
En lo que respecta a las especies d e Tropos d istingu idas
por ambos am ores, las d ivergencias son asim ismo not ables,
hecho que se halla también en concorda ncia con las mismas
fluctuaciones persistentes a lo largo de tod a la tradición , y de
las que ya se hacía eco Q uintiliano (Lausberg, § 557). Así, en
tanto qu e para j im énez Patón "los tropos no son sino cuatro
[ M~tdftra. Sinkdoq u~. M etonimia y Antífrasis] ..;" (SO), si-
guiendo en este puma la u,adición moderna de, reduc~i?n de
las especies de esta categon a, de la qu e ya habla participado
Sánchez de las Brozas (Organum, 32 7-33 7), C orreas se mues-
tra en cambio mucho más apegado a la vieja trad ición , como
revelan estas palabras: "las especies del tropo so n muchas, y
unos le dan más Y otros menos. Yo seguiré la parte mayor por
ser más cumplida. M~tdftra es la primera y como género de
todas las demás" (395) . Su inventario de Tropos, al q ue se
dedica el capítu lo SO de su Art~, está form ado por las catorce
especies siguientes: M n dfo ra. M etonimia, Sin écdoque, Antono-
masía, Catacrrsis, M etalepsis, A ntífrasis. Ono matopeya. A '~
goria, M imesis, Pnifrasis, H ipérbole, Homeosis y Ep íteto, con la
distinción de d iversas subespecies en casos como la Alegoría
, (3) y la Ironía (subespec¡e de la an terior} (5); especies y sub-
1
I
I
224
especies qu e, con ligeras variantes, remontan a las estableci-
das po r Do nato en el siglo IV ("De tro pis", en A rsgrammati-
ca, 39 9-4 02) , y a las que se hab ía referido ya N ebrija en su
Gram ática, aunque no de la for ma sistemática y co m p l e t~
con que lo hace en las Introductiones in latinam grammatl-
cam , en donde el tratamiento de los tropos constituye capítu-
lo ind ependiente, según las pautas fijadas por el gramático la-
uno.
De todas form as, debo hacer notar que entre las solucio-
nes a las qu e se acaba de hacer referencia, las represema?as por
la obra retórica de autores como Sánchez Brocense o ji m énez
Patón y la gramatical de auto res como Nebri]a o Correas, hay
una gama int eresante de soluciones intermedias, como las que
cabe hallar, po r ejemplo, en los capítu los ded icados a la Elo-
cución en la mayoría de los tratados de teoría poética . Tal es el
caso de la "doctrina de los tropos" que puede enco ntra rse for-
mu lada en obras como la Filosofia antigua p o ética de Lépez
Pin cian o (11, 13 1-14 5), el Cisne de Apolo d e Carvallo (11, 14 3-
147) o las Tablas poltic", de Cascales (l04- 109), por cirar los
de mayor relevancia en el ámbito español , sin olvida r -claro
está- la doctrina poético-retórica expuesta por Herrera en sus
Anotaciones a la poesía de Ga rcilaso.
Dejando de lado cuestiones como las apu nta das y reto-
mando el hilo de nuestro propó sito , conviene recordar qu e,
según la doctrina clásica. los fenómenos de "transfere~ cia. de
significado" representados por los (ropos deht:n ~u m p h r crer-
tas condiciones, entre las que cabe señalar las sIgUIentes:
225
b) Las "transferencias de significado" que se operan en los
tropos no constituyen fen ómen os aleato rios y asistem dricoq
por el contrario. suelen llevarse a cabo dentro de un as determi-
nadas relacio nes semánticas en tr e las unidades léxicas im -
plicadas, por u n lado (Lausbe rg, § 555). y d e determi nadas co-
nex iones entre las entidades d enotad as po r ta les u nid ades,
conexiones q ue responden a paniculares mod os d e percibi r las
parcelas de la realidad rep resentadas por elléxico d e la lengua.
226
van de la sim ple enumeración. procedimiento usual en los tra-
radas tradicionales (así en Ne b rija, j iménez Patón, Correas). a
ciertas propuestas d e defin ición y sistematizació n basadas en
criterios de depe ndencia d e unas especies respecto d e Otras,
co mo puede ser el caso d e las realizad as po r Sánchez Brocense
(1 579 ) o , en fechas recientes, po r los autores del G rupo I..l
(1970) , Todorov ( 1970), Henry (1 97 1), Le G uern (1975),
ent re o tras.
En lo que sigue. d ejando co mo fond o las o bras ante riores,
se va a optar por una ordenación en la q ue, tomando co mo
pum a de referencia la co ncepció n bipo lar de la Metáfora y la
Metonimia {jako bso n: 19 56). se propone u na aglut inación de
los tropos en do s grandes clases, de acuerdo co n dos operacio-
nes fundam entales de sustituc ión d e unas unidades léxicas por
otras: 1) la basada en "relaciones d e semejanza"; y 2) la basada
en "relaciones de contigüidad ". q ue cabe atribuir a las entida-
des d enotadas. La pr im era clase comprenderá los "tropo s meta-
fóricos" (o "tropos po r semejanza"), en tanto q ue la segu nd a
ag ru pa rá los "tro pos meronlmico s" (o "tro pos por co ntigüi-
dad") (Plett: 198 l , 165; 198 5, 72). En los p rime ros quedarán
integrados: Metáfora. Hipérbole. Sinestesia, Iron ía y Alegorla. En
los segundo s: Metonimia. Símbolo, Sinécdoque. Antonomasia y
P" ifr",,, (Pletr: 1981 , 16 5-169; 1985, 72-73).
Po r OtrO lado , según observa el citado auto r, las div ersas
realizaciones d e los tropos d e ambos grupos so n suscept ibles
d e ser anal izadas en diferentes niveles lingüísticos:
Ni vel morfológico: tropos metafó ricos o metonímicos
nominal es, adjetivales o verb ales.
N ivel sint áctico: tropos metafóricos o metoním icos rea-
lizados mediante relaciones atr ib utivas, pred icat ivas, d e
complementaci ón no minal , adjetival o verbal, etc.
Nivel textual : a este nivel pertenecen tropo s co mo la
Alegorfa (Metáfora textual) () la Perlftasis (Metonimia
textual) (Plerr. ibídem}; su tratami ento co rres po nde rá,
en propiedad, a los capítulos d edicados a las figuras de
d icho nivel (supra, 198-203).
227
retórica o, si se prefiere. retó rico-poética recogi da en los tra-
tados tradicion ales. D e acuerdo con esta opción, las referen-
cias a estudios recientes deberán interpretarse co mo meras
indicaciones o rientadas a una finalidad informativa y com-
plementaria.
228
sici ón a la forma de escueta definición que se acaba de ver,
contamos no obstante co n la apo rtación de otros testimonios
(como pueden ser los debidos a autores como Herrera o Lé-
pez Pinciano), qu e hacen referencia a ot ros aspectos interesan-
tes. qu e perm iten completar de form a más adecuada la carac-
terización de este trOpo.
Uno de los aspect os distintivos de la Metáfora frente al
resto de los tropos radica en "sus po sibilidad es p ráctic~men
te ilimi tadas". Se trata, en palab ras de H errera, de un trOpO
tan exte ndido y abierto cuanto los gén eros de la na turaleza"
(3 19) .
Otro de los aspectos q ue, aunque no siem pre de for ma
explícita. puede deducirse, en cam bio, de los ejem plos apo rta-
dos por los diversos autores, tiene que ver con la naturaleza
catego rial de los térmi nos metafóricos, hecho que puede tra-
ducirse en un esbaro im plícito de t ipología de carácter catego-
rial (efi: a este respecto la clásica mo nograffa de. Brooke-Rose
19 58 ). Asf, ju nto al t ipo de Metáforas nominales, de tan
gener alizada proliferación en (Oda sue rte de textos poéticos,
como las que figura n en (1):
229
•
'., (Poaica; cap. 21) o Qui miliano (lib. VI II. cap. 6). Como bien
se recorda rá, la tipología elaborada por el rem e hispan olarino, se
art icula en to rno al par d e rasgos semán tico- referenc iales: «ani-
mado/ inanimado", cuyas d istin tas combinaciones en tre sí (Laus-
berg, § 559), permiten establecer las direcciones siguientes en
los procesos metafóricos, que López Pinciano recoge fielmente
en su tratam iento de la m etáfora {Il, 136), tras referirse a la.s
variedades distingui das po r Aristó teles:
230
(5) a. No so n de men os fuerza las se re nas
lum bres del cielo, que idola tro , cuanto
las ligad uras de l furioso en can to
co n q ue de mi se ntid o me e naje nas"
( De la To rre , 170)
23 1
d) Relación "inanimad o-anim ad o": las sustituciones me-
tafóricas en cuadradas en este gru po se p ueden co nsiderar el
reverso d el tipo d e fenómenos señalados en el apartado ante-
rior. Se trata de sustituciones d e u n T;., cuyo referente perte-
nece al ámbi to de lo "inanima d o", po r un T" denorador de
entid ades carego rizadas co mo "animad as". A juicio de Laus-
berg, "esta di rección d e la metáfo ra es la má s importante en
general (y, en especial, para la po esía); persigue la sensibiliza-
ción y, con ello, el enca recim iento de la expresión" (§ 559).
Los fenómenos metafóricos d e m ás amplia difusión dentro de
este gru po, correspo nde n en gene ral a los co nocidos tra d icio-
nalmente co n la denomin aci6n d e Personificación, "fo rm a m ás
penetrante d e la m etáfora sensi bilizado ra", según apuma el
m ismo autor. Tales fen6meno s co nstituyen un tipo particular
d e sustituci ón m etafóri ca en el que se p rod uce una atribu ci ón
de propiedades, actitudes o acciones propias d e la esfera de las
personas, a entidades m aterial es o in materiales caregorizadas
en am bos casos co mo "inanimad as" (p uede verse a este respec-
to Herr era, 340-34 1). Sirvan d e muestra los br eves ejemplos
de Boscán y Alda na (7) ,
232
realidades que configuran el "m undo" rep resentado en el pro-
pio texto. Dich o de modo más sim ple, en la doctrina clásica
del d iscurso poético parece impensable un p roceso de sustitu-
ci6n metafó rica , si éste no está orientado a un a fin alidad enal -
tecedora o degradadora del correspond iente referente textual ,
fin alidad , como bien se sabe, heredada por el d iscurso literario
en general y, sobr e todo, por el discu rso po ético, de las d os
modalidades del discurso epidíctico (Lausberg, §§ 239-254),
Como co nclusi ón de este resume n que he tr atado de ofre-
cer d e la doctrina rer órico-po érica de la Metáfor a, d ebe d esta-
carse, como últi mo aspecto digno de tenerse en co nsideraci6n,
la alta valoraci ón o esti mació n d e q ue suele ser o bje to. La
Metáfora resul ta ser el más elogiado d e los tr opos. y ello en
fu nci6n del parti cular poder o rnamental que se le atri buye,
especialmente en el ámbito del discurso poét ico. Muestra d e
las valoraciones de que suele ser obj eto bien lo pu eden consti-
tuir estas palabras d e H errera: "Y bien se deja ver en la metá-
fora , que se labra y viste y alumbra la oraci6n (= d iscurso]
co mo si se sem brase y esparciese d e estrellas..." (3 19), o éstas
no menos encarecedoras de López Pinciano , para quien la
meráfora "he rm osea la o raci6 n [= di scurso] so b re todos los
tropos y figu ras retóricas y poét icas" (11, 133).
C omo se habrá po dido observar, en las consideraciones pr e-
cedentes he elud ido toda referencia a estud ios recientes sob re la
M et áfo ra, para fijar la ate nc ión en d iversos aspectos d e la carac-
terización ofrecida en la doctr ina ret órico- po ética tradicional,
que, po r otra parte, es el p u nto d e part ida obligado en gran
parte de las reflexiones posterio res, q ue constituyen un caudal
verdaderamente inabarcable. Este vacío documental podrá lle-
narse cumplida mente, y d esde las más diversas perspectivas, con
las referen cias q ue pu eden hallarse, en rre o tro s, en Sh ibles
(1971 ). Bosqu e (1983) y Van Noppen (1985 . 1990).
233
de los t ropos de la serie metafóri ca, el d esignado co~ los té~.
m ino s Hip érbole o Superlaci ón (Lausberg, § 57 9) . Su. co nd i-
ció n de tropo ha sid o cues ti ~~m ad a en más d e u na ocas ión. por
los distintos autores (así en j im énez Patón. 143- 144. po r eJem ·
plo), dado que en sus form as de realiz.aci? n d iscu rsiva ~ tras-
cienden con frecuencia los lím ites d e la Unidad palabr a. crrcuns-
ran cia que queda reflejada co n claridad en el doble tratam iento
que se le suele asignar. ya co mo "t ropo de palab ra". ya co mo
"tropo de pensami ento" (Lausberg, § 579 Y §§ 909- 9 10). Pero
se va a eludir tal p roblemática por el mom ent o.
De acuerdo co n la etim ología d e los térm inos griego y
latino. que no es otra q ue la d esignac ión en ta les lenguas de
los co ncep tos de 'exceso' o 'exage ració r~' , ,informa ción a I~ que
no suelen ren u nciar los autore s, la Hip érbole es caracterizad a
en ge ne ral co mo un fen 6 m;no d e sus t itució n m et af.6 rica ,
do minado por una finalid ad enaltecedo ra/ degrada dora", o su
l', verti ente cuant itativa: "engrandeced ora/ empeqlleñeced ora" d e
una d eterminad a realid ad , en ta nto que expo nentes d e u na
act itud valorariva d el yo textua l; que so brepasa, d e modo exce-
sivame nte llam ativo. los lím ites d e lo razonablem ent e vero-
sím il.
En las d efinicion es q ue de este tropo ofrecen los textos d e
nuestras au to ridad es doctri nales. d om inan las referen cias a la
d imensión cuantitativa (Ne b rija: 223; Herrera: 346; Jiménez
Patón: 143-144; Co rreas: 402-4 03). tal como se habla co nso -
lidado en la tradición clásica. Una d e las caracte rizaciones más
explícitas en esta línea es la realizada po r Herrera. q u i ~n se
exp resa d el modo que sigue: " Hiphbok:' I~s rom anos Ic d lcro.n
po r no mb re Superlaci ón o exceso o crecim iento. que so brep uja
la verdad por causa de acrecenta r o d ism inu ir algu na cosa. O.
co mo qu iere Escal ígero, es exceso y sobra <.I ue .de no ta redun-
da ncia; cuando levantamos un a cosa co n ctrcurro d e cosas, o
co n mayor nat uraleza que la suya propia. Podemos 1 ~ :lIn alla en
nu estra lengua engra ndecimien to.. ."(346). 'Ahora bien, co mo
ya se ind icaba a pr op ósito d e la M etd[o ra. ta m p{) ~o ah ~)f a
parece que 5(."3. del todo po sible pensar solo en un a di mensió n
est rictam en te cuan titativa: "engrandecedo ra/cmpcq ueñccedo -
ra" d e la realidad rep resen tad a. q ue no vaya asocia da a un
riempo a una actitud valo rativa: "enaltecedo ra o d egrad adora"
o. lo que es lo m ismo, "laud ato ria o vituperado ra", d e d icha
234
realid ad por parte del yo textual. Aspecto éste q ue, au nq ue
latent e en tales definicion es y pat ente en los ejem plos. só lo
aparece formulad o d e m anera explícita en el caso d e un autor
co mo G racián, quien a la hora d e caracterizar la "Agud eza po r
exageración". no deja de incorporarlo co mo un elemento más
de la defin ició n. tal co mo pu ede comprobarse en las palabras
que siguen: "N o escrupulea en la verdad este género de su tile-
za. d éjase llevar de la po nderació n y atie nde só lo a enca recer la
gran deza d el objeto. o m panegi ri {panegírico] o rn sdtira"
(esto es, los do s po los referid os del género epid íctico} (1, 197.
sub rayad os m íos).
La caracte rización de los fenómeno s hi perbó licos que en-
co nt ramos en las obras de Nebrija o C orreas . m uy en la línea d e
Do naro por lo escueto y lapidario de las defin icio nes, no se
hace eco d e ciertas observacion es interesantes co nte nid as en tex-
to s, ta n co nocido s y di fundido s, co m o la scu do ciccro n iana
Ret órica a H erenio o las Institu ciones d e Q uin tiliano, po r ejem-
plo. en relación con algun as d e las formas de ~eal i zaci ón discur-
siva de esta clase de fenóm enos. y. muy especialme nte. en rela-
ción con las co nexiones de los m ismos con otros tropos. hechos
q uc muy bien podían apu ntar las bases de un el em~ntal es~w
de tipología. En relació n co n este hecho. el tratadi sta espanol
q ue más se halla en conco rdancia co n las o bservaciones d e. los
autores clásicos mencionado s es ] iménez Pató n. De sus co nside-
raciones sobre la Hiptrbok destaco estos d os aspecros:
235
Por cuanto se acaba de d ecir, parece fácil pensar que las for-
mas de m an ifestación de los fenómenos hiperbó licos más re-
pr esentati vas en el di scurso poético d e los siglos XVI y XVII,
co rresponderán generalmente a las modalid ades referida.') : co ns-
trucciones co m pa rat ivas o hipérbo les encad enadas , u na d e
cuyas man ifestacio nes más características está representad a po r
el art ificio d e la "enu me ración de im po sibles" (o Adinata}. Por
lo que su lugar más adecuado seria, en rigor. el ámbito de las
«figuras textuales". De tod as fo rmas ad uciré aq uí un os cuan tos
ejemplos, en los que d icho fenó me no se p resenta circu nscrito al
espacio de co nstruccio nes reducidas. y en las que su realización
queda restr ingid a a la relació n significativa establecida entre do s
palabras cuyos referentes están caracterizados por cual idad es o
p ropiedad es q ue resultan ser d ifícilmeme co nciliables, cuando
no claramen te contradictorias. Tal es el caso d e las relacion es de
significado entre sujetos, p redicados. complementos, erc., d e
~presiones como: eor~n tÚ IUmJ. hi~. piedra'. mármol, rtc. ;
no, torrente, mdr de lágnmas; ablandarpudras. penas, rocas, etc.;
conmoterise), condolense), compadecertse} las fieras, etc., y simila-
res, present es en secuencias co mo las de (8):
236
1992), o, según p refieren otros au tores, Metáfora sinestaica.
C o mo deja entrever la etimolog ía del térm ino, cuyo eq uiva-
lente sería la exp resió n "percepció n senso rial simultá nea", los
fenó me nos así d esignados exp resan determinadas tr ansferen-
cias de significado de un do m in io senso rial a otro. lo que, en
el nivel lingüístico-d iscu rsivo, se manifiesta en peculiares for-
m as de co nex ión de elementos no mi na les. ad jetivales o verba-
les, cuyos respectivos referen tes pertenecen a esferas sensoria-
les distin tas. mediante el art ificio co nocido como "esquemas
d e correspo ndencias" entre unas y otras (Morier: 1981 . s .~.
Correspondances}. Mod elo básico de tales esq uem as lo consti-
tuye el "canon d e cor respo nd enci as" exp resado en el famoso
verso d e Baudclaire: "Les parfums, les co uleu rs er les so ns se
r éponden t", del soneto del m ismo título ("Correspo nd anccs".
apud Mc rier, 316) . o el tan traído y llevado "So ne[~ de las
vocales" d e Rimbaud (Sch rad er. 60-61. co n ot ros ejemplos
simila res) . q ue tan am plia aco gid a y difusión habrían de
alcan zar en las corrientes poé ticas co ntempo ráneas.
Ahora bien, el hech o de que el térm ino Sinestesia sea de
acuñación bastante reciente no debe inducir a pensar que los
fenómeno s lingüístico-discursivos por él designado s no hayan
ten ido existencia o hayan sid o d esco nocid o s hasta ese mo-
memo. Los estud iosos d e tales fen ómenos , al meno s en el
ámbito de la literatura . que es el que interesa 3. nuestro propó-
sito, suelen esta r d e acuerd o en adm itir las remotas raíces de
los m ism os. co n ejem plos que se remontan a veces a ma nifes-
taciones poét icas m uy tempran as de la tradi ción grecolat ina
(Sch rader: 1969 . 13-26), m an ifestacio nes que hall arán su
co ntin uid ad en el desarro llo d e las t rad iciones po éticas occi-
d entales. Para el ámbi to español, Doetsch (1992) .
C on todo , co nviene no tar a este respecto que, si bien los
ejemplos de fenó me nos sines t ésicos, so bre tod o en el discurso
poético , so n co no cidos d esde los ?Ibo res ~ ismos de la poe~ía
grecolat ina, como se acaba de decir, no deJ ~ ~c resultar cu n.o~
so q ue tal clase d e fenóme no s no apare1.ca tip ificada y des~nta
co m o tal en el in gente in venta rio d e co nce p tos y t érm in os
desarrollad o y tr ansmi tido secular me n te po r la tr ad ició n retó-
rica. Máxim e si se t ien e en c ue n ta q ue en u na obra co mo
Sobre lo sublime. del pseud o Lon gino, se llega a afirm ar en
cierta ocasió n q ue a los poetas se les co ncede licencia para
237
•
,1 238
,:1
cías. desde la perspectiva d e los arr ifi~ios verb ales cod ificad os
por la doctrin a d el Ornato, ~on, ot ro t1 p~ de hC'ch o~ co mo so n
los que corresponde n al artificio ~o~oc,do com o t ~ans fere~
cia de atributos", q ue suele materializarse en el ám b ito no ~1t·
nal y verba l m ediante el intercambio de epí te tos y d e pre~lca
dos. respectivamente. y que algu nos au tores agrup an ba )? la
d enominación d e HipdLtgt (Mayo ral: 1994). Es más. conside-
rando algunos de los ejem p los ad ucid os por algu nos autores
(Correas. 4 10). no p arece que hub iera m ayores dificultades
pa ra situar bajo di cho e p ígra fe los distin~os fenómen os smes-
t ésico s que se han presentad o en (9) . SI lo quc se aca b a d e
suge rir es correc to, la relació n ind icad~ ~ r(a ten erse po~ una
d c las posibles razones que pod rían Justifica r la ause n.Cla d e
una denominación es pecífica para los fcnómcnos d e smes re-
sia, d ado que los mismos quedar.ían cn~ua~rados ..en un con-
ju n to m ás am p lio d e "t ra nsferenCias de slgl1lficado .
239
de antiguo en relación con su condición de Tropo o d e Figura tk
pensamiento, hecho q ue se revela en el distinto alcance que refle-
jan las d efiniciones. Así pu ede observarse en la síntesis de Laus-
be rg, do nde se co nside ra en am bas perspectivas (§§ 582-585 Y
902-904).
El trat am iento d e este tropo en la obra d e los aut ores espa-
fioles d e referen cia no se ve exento de tales fluctuacio n es. Asl,
por ejemplo, en tanto qu e autores como Nebrij a, Herrera,
Sánchez Broce nse o Correas aceptan su perten en cia a la cate-
garfa de los Tropos. jiménez Pató n le niega tal estatuto y lo
sitúa en las llamad as Figuras de pensamiento (en el capítulo
dedicad o a las "Figuras de ficción"). Como no es éste el lugar
para discutir tales probl emas de adscripción a un a u otra clase
d e fenómen os, p roblemas que, p or o t ra parte, pa recen ser
co munes a la mayor parte d e los tropos, co mo ya se ha d icho.
me lim itaré a presentar aq uellos aspectos que mejor reflejen el
alcan ce restringido a la catego ría d e tropo -para el que algu-
nos autores prefieren reservar no obstante la den ominación d e
Antífrasis (j im énez Pat ó n. 9 1-94)- . dada la na turaleza d e los
fenómenos que vienen siendo objeto de atención en el presen-
te capítulo.
Como en ta ntas otras ocasiones. será in structivo recurrir a
la d octrina form ulada po r H errera sob re este tropo en las Ano-
racionesa la poesía d e Garcilaso. El autor se refiere en do s oca-
siones a fenó menos d e Iron ía, ambas en la "Églo ga Il". En la
primera de ellas, q ue es la más explícita - la seg unda es sim ple
menció n-. a propósito de los siguientes versos:
(10) Albanio
¿Estarás. si te sue lto. sosegada .
mientras con razón clara te demuestro
que fuiste sin razón de mí enojada?
Ca mila
[Eres tú de razones gran maestro!
come nta H errera : "Iron ía; nombrada así de los gr iegos. por-
que no significa lo que dice; pero sólo el mismo di cho está sin
la significación que se le debe. Porque m uestra lo contrario y
se co ns tituye en la di syunción y apartamiento. que no se tr a-
ban ni en lazan las palabras co n el sentid o. Los latinos la ape-
240
llidan Disimulación, o Simulación y Fingimiento, o Irrisión. Es
tropO con q ue mostra mos. haciend o burla y esca rnio con el
gesto del cuerpo y co n la p ro n unciaci ón, q ue queremos y sen-
timos otra cosa q ue lo que hablamos" (528-529). Como habrá
podido o bservarse, en el comentario d e Herrera quedan ex-
puesto s co n bastante claridad, aparte de las eq uivalencias ter -
minológicas griegas. latinas y romances. los elementos lingüís-
ticos y extralingü ísricos que suelenvin regrar la caracterizació n
de esros fenómenos a lo largo d e toda,la tr adición. En relación
co n los prime ros. el hech o de at ribuir"a determinadas pal abras
un sentido contrario al que les es p ropio. en el interior d e un
enunciado; en relación con los segundos, el hecho d e que la
emisión de dich as palabras vaya aco m pañada d e gestoS po r
parte del habl ante. ind icadores d e b u rla o esca rnio. y cuya
variedad suele consti tuir la base de algunas d e, las especies d e
que hab lan usualmente ciertos autores (po r ejemplo, Correas).
Ahora bien , dado q ue en la mayo r parte d e tales"especies se
hace referencia a fen ómenos que remiten en buen a' m edida a
hech os de natu raleza ex t raling üíst ica, se p rescindirá d e los
mismos en esta ocasión.
24 1
menos, intento que, co mo bien se sab e. es co mpart ido en
general po r otros autores co nte m p orán ~~s. voy a o ptar por
segu ir las lín eas de la nomencla tura tradicional tal co mo , co n
mayor o meno r grado d e expli cirud. aparece reflejad a en la
exposició n d e los tratadistas españo les.
242
ducir en .su sistema tizació n d e este su bgru po de fen ómenos
~etonlmlcos un grado de refinamiento que no suele ser h a-
~I(ual .e ntre sus contemporáneos, que tra taré de resu mir a con -
n nuaci ón.
En relació n co n el concep to d e "ca usa eficiente", se Pte-
sen ran estos fen ómen os metoním icos:
243
(12) Suene la trom pa bélica
del castellano cálamo,
dá ndo les lustre y se r a las Lusfad as,
(Góngora, 1, 1)
244
Lo s fen óme nos metoním icos que se han p resenrado hasta
ahora representan distin tas moda lidades del tipo de sus titu-
ciones léxicas q ue responden al artificio co nsiste nte en desig-
nar "los efectos" mediante unidades léxicas q ue corresponde n
a sus respectivas "causas". Pu es bien , el reverso del citado art i-
ficio, es d ecir, la referencia a " las causas" m ediante la designa-
ción de "los efectos" a ellas asociados, co nstituye la segu nda
modalidad d e fenó me nos metonímicos. Entre las manifesta -
ciones d e m ayor relevan cia de esta modalidad, cabe d estacar
los dos grupos d e fenó menos sigu ientes:
245
afro (rey). tiara (papa). mitra (obispo), bonete (clérigo), capi-
lla (fra ile), sayal (po bre), abarca (labrado r), ramo (taberna) ,
erc., a los que, desde una perspectiva más general, cabría aña-
di r ot ros m uchos ejemplos referid os al ám bi to natural (ele-
mentos. ani males, erc.) o cultural (colores, inst itu cion es, etc).
Realizacion es textuales de esta m od alid ad m eton ími ca, q ue
cabe denominar co mo "meto nim ia simbólica" (Pletr: J 98 J,
169), pueden verse en ejemplos como los de (I6). en don de
Cruz y Luna simbolizan el C ristia nismo y el Islam, respectiva-
mente:
246
En este mismo grupo puede tener cabida asimismo la referen-
cia a ciertas "propiedades espi rituales" mediante los nombres
qu e desig~an las distintas "partes u órganos corporales", en los
q ue, seg un creencias an cestra les, se supo ne qu e ti enen su
asien.to .di chas propied ad es, en casos co mo: pecho. coraz ón
(sentm~lentOs) , cabeza, cerebro (pensam ientos), erc., según se
ve en ejemplos del tipo del sigu iente de Aldana:
247
ciado" (Lausberg, § 685 . 2; Meyer. 1989; Mayor.al; 1994).
Como ejemplo de las variadas for mas de man ifestación de este
fenómeno en el discurso poético. se pueden destacar las que
figuran en estas secuencias:
b. En ta n d ulce amanecer
hasta los árboles cantan
los ruiseñores flo recen,
y las mismas pied ras bailan.
(E spin osa, 187)
249
a) Designació n del género media nt e el nombre de una de
las es pecies co m pr end ida s e n él, co mo en el ejem plo de
Aldana, aducido en (22), en do nd e el nom bre rosas (especie)
parece susti tu ir al no m bre flores (gén ero):
250
2) Parte por el todo , es decir, cuando el no mbre qu e deno-
ta "un todo" es empleado para design ar algun a de "las partes"
que lo integran. Aunque esta variedad de sinécdoq ue parece
bastante limitada en sus realizaciones, en el discurso poéti co
de los siglos áureos no son infrecuent es manifestaciones como
las qu e se recogen en las secuencias de (26) , de Góngora y
Aldana:
251
como cielos, infiernos, am ores. pechos, etc., por cielo, infierno.
amor. pecho, etc. Sirva este solo ejemplo de Lope de Vega:
252
~---------------
b. ...calla sus hechos. los aje nos canta
con tal estilo. que eclipsó al Toscano...( 116)
en los que nuevo David (a), nuevo Alcída (= Hércules) (b) de-
signan, en los respectivos fragmentos textuales. a D. Juan de
Austria y al D uque de Alba.
253
---~. - -
b. Falta n algunas cosas, que el confuso
polvo y la turb ación sirvió de velo
a más de algún Mercurio, qu e las puso
con más cuidado e n más seg uro cielo.
(Lope de Vega, 1050)
254
11.
255
en la categoría de las Equivalencias sem ánticas o Isasem em as
só lo se haga m ención de (a figur a Si nonimia (Plerr: 1981 , 164;
1985. 72). Tan llam ativa desp ropor ción co n respecro a su
cor rela~o d e las Licencias, tal vez qued e algo más eq uilibrad a si
en la citada categorfa junt o a los hechos discursivos a los que
remite la figu ra Sinonimia. se integra asim ismo el conjunto d e
hechos englobados en la figura Antítesis, d adas las evide ntes
afin idades q ue parecen presentar las manifestacio nes discursi-
vas de am bas figuras. La decisión de int egrar en este grupo de
Equivalencias ambas figuras, resultará más plausible si se tie-
nen p resentes las estrechas relaciones que parecen medi ar en -
tre las dos clases de un idades léxicas que constituye n su sopor-
te lingüístico en el d iscur so: las clases léxicas d e Jos Si nónimos
y de los Antóni mos, respectivam ent e (Klbéd i Varga: 1973;
Lyons: 1977. Clp. 9).
256
"ridíc ulas". a no ser q ue medie una finalidad jocosa o festiva.
Por OtrO lado. se recon oce el hech o. tan habitual en toda la
"doctr ina de las figuras", de qu e los fenómenos de sinonim ia
pueden afectar tanto a unas determ inadas palabras dentro de
un enun ciado , como a unidades de niveles supe riores, co mo
puede ser el caso de los propios enunciados en tanto que uni-
dades de sentido (hecho ejem pl ificad o po r el autor co n un
Soneto de G . de Cerina).
Se acaba de decir q ue la o pinió n sustentada po r j im énez
Patón co nt rasta, de form a bastante llamativa, no sólo con la
tradición doctrinal en la qu e se inscribe su propia obra, sino
so br~ todo, r 10 q ue parece ten er mayo r im po rtancia, co n la
prop ia práctica textu al. En tal sent ido, no habrá necesidad de
reco ~dar, po r tratarse de hechos de so bra conocidos , cómo el
part icular art ificio de "reiteración de palab ras sinó nimas" es
9,uizá uno de los art ificios de más arraigada tradición y d ifu-
sión en toda suerte de manifestaciones textuales y a lo largo de
todas las épocas y tradiciones literarias. Co mo cabe supon er. el
fen ómeno en cuestión se presenta com o uno de los artificios
de mayor grado de generalidad, intensidad y difusió n en to das
las manifestacion es tex m~les del periodo áureo, tant o en prosa
como en verso. Aho ra bien , po r respctar la q ue viene siendo
no r":la ha bit ual en estas páginas, los ejem plos que se van a
a?UClC de esta figura sólo representarán algu nas de sus realiza-
cie nes de mayor interés en el ámbito del discurso poé tico.
Al m argen de las discusio nes ent re los semanristas en to rno
a la existencia o no de "verdade ros sinó nimos", qu e tienden en
general, como resum e Salvador (I983) , a la negació n del fenó-
meno, y a cuyos testimo nios habría que sumar el ad ucido más
arri~a de Jiménez Patón, lo q ue parece revelar la práctica dis-
CUrsiva de nu estros poetas es un hecho tan fun dado com o el
siguiente: q ue determ inadas unidades léxicas sc sient en sem án -
t i ca~ ente ~ u i valemes , tanto en el caso de q ue d icha equiva-
lencia se extienda a toda situación d iscursiva (tal sería el caso
de sinónimo s constant es, cod ificados en el sistem a), como de
qu e se presente limitada sólo a una situa ción discursiva dada
(en cuyo caso habría qu e hablar de sinó nimos variables, sima-
cionales, según propon e M . Frédéric: 1985. 188- 196).
Tanto si se trata de los primeros como de los segundos
d ilucidación en la q ue no voy a entrar ahora, tra taré de propo-
257
ner unas breves ilustraciones d e grupos d e d os o m ás un ida des
léxicas que, en la intenció n de n uestros poetas al m enos, pare-
cen cons tit u ir claro ejemplo d e p alab ras q ue compo rtan un
m ismo sign ificado y cuya p resenci a sim ultá nea en el en uncia-
do su pone una evidente conc ienci a d e rcforzami en to d e d icho
significad o. E n las di stintas categorías, tendríamos estos gru -
pos prin cipales d e unid ad es sino ní m icas, seg ún ap arece n aso -
ciadas en los textos:
258
e) gr up os de verbos co mo: ver-mirar-contemplar, otr-escu-
char, consenti r-perm itir, celar-cubrir-esconder-ocultar, ale-
grar(se) -conten ta r(se), afligir(se) -entristecer(se), gem ir-llorar,
atreverse-osar, tem er-recelar, demandar-pedir-rogar -suplicar,
sufrir-padecer, cortar-partir, esperar-aguardar, ama r-querer, etc. ,
presentes algunos d e ellos en estos fragmentos textuales d e
Cervantes y D e la Torre:
(3) a. En fe desta mi fe, te p ido y ruego
sólo que creas, Nísida , que es cierto
que vivo ardie ndo e n amoroso fuego. ( ll , 83)
259
b. G regario , e l am istad a ntigua nu estra,
sin disgustos, sin quejas, sin enojos,
el ca mpo franco de mi pec ho os muestra .
(Lepe de Vega, 762)
260
e. Luego me dio miserias a mo ntones,
disgustos; pesadumbres y torm entos.
tristez.as, desconsuelos y pasiones,
amargos /Jantos, tristes p ensam ientos.
(Lomas Ca ntoral, 220)
b) En segu ndo térmi no, la serie sino ním ica p uede verse
esc ind id a po r la inserció n en tre sus u n idades d e un
elemen to catego rial y fun cionalmente ajeno a las mis-
mas. fenómeno que hay q ue poner en relación co n los
panicul ares efectos d e ru ptu ra sintáct ica pr oducidos
po r lo s d istintos mecanismos del H ip érbaton. Ta les
efectos p ued en verse reflejados en un a form a de rep re-
sentació n co mo la que figura en el esq uema d e (9) :
(9) A ,. A 2--+A1[ x ]A2
26 1
o en sus manifestaciones d iscursivas, cotej ando las respectivas
series sinonímicas d e los fragmentos textu ales d e (10):
262
las modalidades d e la relación semá ntica de op osición (Lyons:
1977, 253-273).
G ran par te d e tales fenó me nos aparece tipificad a en la
doctrina ret órica en u n co nju nto de figu ras, "familia de figu-
ras" cab ría d ecir, a cuya cabeza se sitúa la que, d esde la Retó-
rica d e Ar istó teles (14 10a 24), viene siendo co nocida secular-
men te bajo las d eno minaciones d e Antítesis, A ntíteton, Con-
tención o Contraposición (Lausberg, §§ 787-8 07).
La caracterización que nuestros tratadistas ofrecen d e esta
figu ra presenta, como en ot ras m uchas ocasiones, grados m uy
d iversos de explicitud. En las A notaciones de H errera se hallan
cinco referen cias, con d efin ic ión escue ta en el primer caso
(34 6), tono elogioso en el últ im o: "hermosísim a co ntraposi-
ción" (492) , y simple men ció n en el resto. Igual mente escueta
es la definición de C orreas, formulada como sigue: "El Anti-
tetan -dice- es co ntrapuesto. C uando se contrapo nen los con-
trarios y se am plía co n ellos la oración" (419). El mayor grado
d e exp lic irud co rres po nde con mucho a la ex posici ó n d e
jim énez Patón , en el bastante heterogéneo capitulo 10 , d ed ica-
do a las "Figuras q ue se hacen po r trastrueque y a maro", y que
trataré d e exponer en sus art iculaciones fundam entales.
La figura, con en umeración de todo s los térm ino s co n los
q ue se ha designado tradi cionalmente, se d efine del modo que
sigue: "Contrapuesto o Contención, A ntíte tos o A ntítesis, es
cua ndo en la oración [= d iscu rso] se ju ntan co ntra rios o se
rrast ruecan , y se hall a en toda sue rte d e o pos ició n" (I 16 ).
In med iatam ente se d etallan los siguientes tipos de o posicio nes
entre u nidades léxicas:
263
3 ) "cuando la sentencia 1= o ración, enunciado] se opone
o co ntrad ice a la sentencia";
4) "cuando dos co nt rar ios mostramos darse en un sujeto"
F mod o que se d ice Cohabitación");
S) modo contrario a lo anterior, individualizado median-
te el término Paradiástole: "cuando dos cosas muy se-
mejantes se van apartando ";
6) "cuand o d e u na sentencia q ue d ijimos. co n las mismas
palab ras tr astrocadas se hace diferente sentencia". va-
riedad d e fenómeno s d esignada especffica mc n re con
los té rm inos Antimetdbole o Conmutación ( 117- 118).
264
ant itéti cos en el ámbito del d iscu rso. de acuerdo co n el n úme-
ro d e elementos implicado s en cada caso (ef Lausberg, §§
789-7%).
Pues bien. siguiend o de cerca aspectos co mo los señalad os.
trataré de p resentar un conjunto reducido de secuencias en las
q ue queden representadas. au nq ue só lo sea m ín im am ente.
algunas de las formas de realizació n más destacadas d e los
fenóm enos d e Ant ítesis en el d iscu rso poéti co del perio d o
áu reo. Insisto en q ue "m ínimamente", ya q ue sería u n inten to
vano por mi parte pretend er aba rcar en tan red ucido espacio
la inm ensa riqueza que pr esen tan las d iversas realizaciones de
un a "figu ra" de ta n especial relevancia en las manifestaciones
po éticas de todo signo . lugar y época. A tal propósito, no esta -
rá d e m ás traer a colació n estas palab ras de D . Alo nso: "La
antítes is -dice- es un recu rso estilístico d e todas las épocas;
existe nte en la poesía popular, se agud iza en las escuelas m ás
co rtesanas y cultas . Arras tra da de los cancione ros y del petrar-
q uismo a la segunda m itad del s. XVI, va a te ner un extrao rd ina-
rio desarrollo en el concep tismo y el gongorismo del s. XVII"
(1950. 289).
En las ma nifestacio nes d iscu rsivas d e los fenómcnos de
A nt ítesis, en los d iferentes grados d e co m plejid ad estructu ral
enumerados por j iménez Pató n. debe tenerse pr esente que los
pares de unidades léxicas en oposición significativa se ca ractcri-
zan gene ralme nte po r compartir los sigui en tes rasgos formal es:
265
C o mo ejemplo d e los rasgos ap un tado s en a) y b), limi -
ta ndo n uestra atenció n a la primera "m anera d e an t ítesis" se-
ñal ada por j im énez Pató n, la constituida por la presen cia d e
un solo par d e an tó nimos en el en un ciad o (Lausberg, §§ 790-
792), puede repararse en las secuencias d e H errera y G óngora
ad ucidas en (1 1):
266
b. Qu é har emos, pu es, sino morir callando,
hasta que la fort una desagravie
ratón tan m uerta, sinrazón tan viva?
(Villamediana, 327)
267
NO MBRES ADJETIVO S
in fierno ,
gloria Cie rto ,
in ci erto ( 12a)
razó n ,
sinrazón muerto ,
vivo (I 2b)
temo r ,
espera nza cierto ,
in cier to ( 13a)
temor ,
esperanza , muerto (I 3b)
falta ,
so bra
VIVO
hu mano , divino (14a)
mal ,
bien presto , perezoso (14b)
268
El grad o m ás elevad o d e complejidad estr uctural en las rea-
lizaciones discursivas d e las relaciones antit éticas, está rep resen-
tado , en la escala propuesta por jim énez Patón, por la "o posi-
ción entre oracio nes", o, dicho en los términos del autor, "cuan-
do la sentencia se opone o con trad ice a la sentencia" (11 7)
(Lausberg, §§ 794-796). Entre los ejemplos de esta modalidad
d e Antítesis cabe citar, y así lo hace el autor, el particul ar art ifi-
cio d e constru ir poemas co ntrapo niendo el sentido entre versos
pares e im pares. Tal es el caso del siguiente soneto de Lope d e
Vega, en el que se contrapo nen la expresión de la "alabanza"
(versos im pares) y del "vituperio" (versos pares):
(17) Es la mujer del hom bre lo más bueno,
y locu ra decir qu e lo más ma lo,
su vida suele se r y su regalo.
su mu erte suele ser y su veneno.
Cie lo a los ojos cá ndido y sereno ,
qu e muchas veces al infierno igua lo,
por rar o a l mund o su valor señalo,
po r falso al hombre su r igo r co nde no .
E lla nos da su sa ngre, e lla nos cría ,
no ha hecho e l cielo cosa más ingrat a;
es un á ngel y a veces un a ar pía.
Q uie re, abo rrece, tra ta bie n, maltrata,
y es la mujer, al fin, co mo sangría,
que a veces da salud y a veces ma ta. (137)
269
cuyos significados se excluyen mutuamente. Se trat a de las
conocidas fórmulas de "fusión de contrarios", de tan amplia
difu sión en determinadas escuelas poéticas (McCann: 1961).
En las realizaciones más usuales de esta figura . cabe distin-
guir, como en casos anteriores, dos grandes ámbitos. En pri-
mer término, el ámbito de las categorías de naturaleza nomi-
nal , esto es, las relaciones entre nombres y adjetivos. o ent re
éstos y sus respecti vos compleme ntos . en secuenc ias como :
"oscura luz". "luminosa oscuridad". "ard iente frío", "helado
fu ego". "pacífica guerra". "g ue rrera paz". "t riste paraíso",
"gozoso infierno". "d ulce amargor", "amargo dulzor". "vida
mu erta". "m uerte viva' . etc. A continuación se presenta una
breve muestra de realizacio nes textuales de algunas de ellas.
tanto en secuenc ias un imembres (18 ) como bimembres (19 ):
(18) Secuencias sim ples o unimembres:
a. ... oscura luz qu e po r tiniebl as guía...
(Cetina , 275)
270
b. Lo negro es blanco y lo más blanco es negro
co mo q ueréis: lue go a l alma viste
e l efec to qu e vos q ueré is mostrarm e. (190)
271
rente sentencia" (1 18). Según puede colegirse de la definición,
la especific idad de los fenó menos asociados a esta figura pare~
ce radicar en la contraposición . no tamo de pares de unidades
léxicas anro nimicas en el enunciado -según cab ría esperar de
una de las "maneras" de A ntitesis-, cuanto del senti do global
de las oraciones, aunque sólo se hable de "diferente sentencia".
Tal cont raposición de sent ido sí aparece, en cambio, expresada
con más claridad en la definición de Co rreas: " La A ntimaáboíe
o Met átesis -dice- es conmutación, cuando se trueca un a sen-
tencia (= oración, enunciado] o razón en lo contrario" (430).
Cons id era ndo los ejem plos que proponen ambos autores,
hab ría que co mpleta r las lapidarias defin icion es precedentes
haciendo no tar que tal contraposición de sentido ent re las ora-
ciones se produce como resultado de particulares mecanismos
de intercambio de funciones sintácticas ent re pares de consti-
tu yent es co m parables, en los q ue aparecen in teg rada s unas
determ inadas unidades léxicas, vinculadas por algún tipo de
relación significativa no necesariamente antitética.
C uanto se acaba de decir puede verse reflejado, en alguno
de sus aspectos más relevantes, en los ejemplos que se propo ~
nen en (23) -(24) . Si di go "en alguno de sus aspectos más rele-
vantes" es porque no me es posible presentar en este espacio la
rica variedad de realizaciones de esta figura en el discu rso poé-
tico de los siglos áureos, en las qu e los fenó menos semá nt icos
y sintá cticos implicados suelen traer aparejados con frecuencia
otros fenómen os de natu raleza fónica y mo rfológica. En el
grupo de (23 ), con presencia de unidades antitéticas:
(23) a. ...dive rso ciclo, y a ire, clara muestr a
de aq uel terre no pa raíso ocu lto ,
q ue e n las cosas del cielo, no era suelo.
y e n las cosas del suelo, no era cielo.
(Espine l, 105)
272
(24) a. Hacia las pa rtes más altas
caminas co nt ra corrientes,
fa ltas siemp re porque mientes,
mientes siemp re porq ue f altas.
(Silva, 145)
273
b) Estructu ración especular:
A B I B A
Nace en sus ondas y en sus ondas muere . (I1, 66)
274
12.
27 5
au to res presentan grandes fluctuaciones, que se resuelven las
más de las veces en el sim ple ensartado de los mismos. Ello
parece deberse. en realidad. a la m uy diversa nat ura leza (se-
mántica. pragmáti ca. textu al) de muchos de los fenóm enos
integrados en el citado grupo de figuras. m uy heterogéneo si
se compara con el bastante más homogéneo de las Figuras de
palabra {Lausberg, § § 602-605), constituido por clases de
fenómenos de naturaleza estrictame nte grama tical: morfológi-
ca y sintáctica, en general mejor d efinidos y sistematizados.
como resulta fácil comprobar.
Fl rasgo p ragmático diferenciador de cal conjunto de figu-
ras, que. siguiendo las propuestas de auto res como Plerr (1981,
17 1- 172; 1985. 75), he agrupado precisamente bajo la rúbrica
de Figuras pragmáticas, radica en el hecho, recon ocido desde
antiguo. de estar vinculadas con un marco enu nciativo "de ca-
rácrer simulado o fingido". A este propósito. no estará de más
traer a colación las siguient es observaciones de Quin tiliano,
quien en el capítulo dedicado a las Figuras tk pensamiento llega
a afirmar: "Por lo que respecta a las figuras más idóneas para
aumentar la emoción, dichas figuras consisten principalmente
en la simulación. Pues fingimos que nos enojamos. que nos ale-
gramos. que tenemos temo r. que nos adm iramos. que sen timos.
que nos indignamos. qu e deseamos. y cosas semejantes a éstas"
(IX. 2. 26) . Poco después. tras aducir varios ejemplos de la figu-
ra Exclamación. co nfirma lo dic ho con esta puntual ización :
"Cuando esas expresiones son verdaderas. no entran en la cate-
goría que estamos tratando. pero si son simuladas y comp uestas
con arte, deben ser tenidas sin duda alguna por figuras" (IX. 2.
27) (subrayados míos). H e aquí destacada con suma claridad la
simulación o ficción como uno de los rasgos que. a lo largo de
toda la tradición. constituirá una de las bases pragmáticas de la
definición de toda "expresión figurada". al distinguir ent re:
276
dero" sino fingido , adqui eren la categoría espec ífica de
"estr ucturas figurada s" y. en cuanto tales, p rop ias de
modalidades discursivas representadas. sobre codo y en
su forma más genuina. por la gran familia de discu rsos
que constituye la literatu ra.
278
C omo cabe deducir del significado de las denominaciones
dad as más arriba, el alcan ce qu e se at ribuye a d icha figura no
es otro que el del m uy general "fingimiento o hechura de per-
so na" (Herrera, 340), "fi ngid a expos ició n de personajes"
(Sánchez Brocense, 343), "ficción de alguna cosa" [jim énez
Patón, 128), "ficción de persona" (Co rreas, 4 19-420). Mayor
concreción se consigue al hacer referen~ia a las form,as en. q~e
habitualmente se lleva a cabo d icha ficci ón, qu e, segu n CO IOCI -
den en señalar los autores citados, es mediante la atribución a
las perso nas fingidas o a las cosas "personificadas" o fingidas
"sub speeie personae", de cualidades hu manas y muy en espe-
cial de la capacidad de hablar/escuchar. En este pun to senten-
cia, por ejemplo, Jiménez Patón: "como dando habla o algun~
de los sentidos a cosas que dellos carecen, o dando perso nali-
dad o entidad real cor pó rea a entes de razón, imaginados por
fantasía, o espíritus solos" (128) . Los tratad istas suelen desta-
car ade más qu e la atribución de la palabra a tales personas o
• cosas fingidas puede realizarse mediante las dos modalidades
de a) "discurso d irecto" (Prosopopeya recta}, o b) "discurso in~i
recro o referido" (Prosopopeya oblicua}. Según declara el propIO
ji m énez Patón (128), siguiendo de cerca a Sánchez. Brocen~,
"ejem plos de la recta prosopopeya son todas las oracion es [dis-
cursos, diálogos, parlamentos, etc.] que los oradores o poetas
atribuyen a las person as que fingen". Y en referencia concreta
a estos últimos, los poetas, se especifica: " Las fábulas de Eso po
están llenas de esta figura. Las traged ias, comed ias y diálo gos,
églogas o coloquios tien en lugar en esta figu ra". Su realiza-
ción, con todo, debe estar sometida, claro está, a la "ley del
decoro" (sup ra, 25 -27) .
Como se habrá podi do observar. la últi ma cita de jim énez
Patón , en la que se atribuye a la Prosopop eya tan imp ortante
función en la creación de "personajes literarios", cons tituye un
interesante testi monio de los mu chos pu ntos de contacto
ent re doc trin a po ética y retórica en su trayectoria clásico-occi-
dental.
De cuantos aspectos se acaban de exponer, no parece que
sea abusivo conclu ir que tanto el "fingim ien to de persona"
como el "fingimiento de toda suerte de realid ades sub specie
personae" llevado a cabo mediante la realización de esta figu-
ra, sobre todo en su modalidad recta, adquirirá su más pleno y
279
verdadero sentido cuando tales "personas" o "realid ades perso-
nificadas" se hagan , se finjan vale decir, partícipe s de un acto
comuni cativo , tanto en la condición de emisor como d e
receptor del mismo. Tal hecho vendría a confirmar la fun ción
asignada a esta figura en la creac ió n o instauración d e un
marco enunciativo en el espacio del texto, marco enunciarivo
que en el dev enir de las tradiciones literarias y, so bre todo ,
po éticas puede llegar a alcanzar altos grados de convencionali-
zaci ón, no exentos a veces de ciertas do sis d e complejidad. Tal
es el caso de determinados marcos en u nciat ivos en la pr áctica
poética d e los siglo s XVI y XVII , con figurad os mediante la
inserción en un mismo texto d e varios niveles de en u nciació n
(P érez Bowie: 1990).
C o m o fácilmente se comprenderá, es d e todo punto
imposible ni siq uiera esbozar, en el espacio de este breve apa r-
tado, un mínimo resumen de la ingente riqueza de manifesta-
ciones de esta "fam ilia" d e figuras en el discurso po ético d e los
Siglos de Oro. Por ello, en los ejemplos que se van a proponer
a continuación, me co ntentaré con presentar sólo algunos de
los casos d e mayor frecuencia y difusión en la práctica po ética
de dicho periodo.
Reduciendo a escueta mención el fenómeno de la sim ple
atribución d e "p ropiedad es o rasgos sensoriales" a realidades
del mundo natural , representada por exp resio nes del tipo
"mu rm urar las fuentes, rfos,...", "reír los cielos", "llorar el alba",
"alegrarse la tierra", erc., fenó meno denominado Metagoge po r
algunos autores (H errera, 53 5), me referiré, en primer lugar, a
un a de las modalidades d e Prosopopeya que tal vez resulte más
familiar a cualquier lector de textos poéticos del periodo áureo:
la representada por la ficción poética de la persona del receptor
intratextual, d esignado explícitamen te por el pronombre Tú.
Las convenciones poético-retóricas heredadas de la tradi-
ción grecolatina habían venido confiriendo a los po etas, como
bien se recordará, un amplisimo margen de libertad en la fic-
ción de destinatarios textuales, entre los que destaca el rico
inventario d erivado d e la co ncept ualizació n antropomórfica
de divinidades del Olimpo o de elementos de la N aturaleza,
de tan ab undante proliferación por toda suerte de textos po é-
ticos renacentistas y barrocos. A ellos habrá que su ma r todos
los procesos de simbolización y alegorización personificadoras
28 0
de "realid ad es abstractas": virtudes, vicios, sentim ientos, pa-
siones, sentid os, erc., acumulados en el devenir de la propia
tradición poética.
Una de las form as más generalizadas en que se manifiesta
la inserción de tales Personificaciones, en el acto d e en u ncia-
ción intrarextual, es la apelación directa por parte del emisor:
yo textual, apelación que, en su cond ición de figura, mantiene
bastantes puntos de co ntacto co n la figura Apóstroft (Laus-
berg. §§ 762-76 5), que en muchos sentidos se puede identifi-
car con la fun ción discursiva representada por el "vocativo".
De los muchos ejemplos que cabría aducir, valgan estas breves
muestras d e (1), en las que las "perso nas" de los destinatarios
textuales están representadas por divinidades de la mitología
latina (a), por elementos de la naturaleza (b) o por "entid ades
abstr actas" (e):
(1) a. ¡Oh Venus, alcahueta y hechicer a,
qu e nos traes embaucados tierra y cielo!
(D . Hurtado de Mendoza, 85)
c. No es menester qu e digáis
cúyas sois, m is alegrías,
qu e bien se ve que so is mías
en lo poco que duráis.
(Silva y Mendoza, 196)
281
presentan la figura de emisor textual, tanto en una forma de
m o nól ogo como en diálogo co n orro u otros interlocutores.
La realización d e tal forma de ficción co m un icati va puede lle-
varse a cabo en el marco de u n solo esq uem a en u nciativo o
mediante la combi nación d e varios esquemas enunciativos
(P érez Bowie: 1990).
Entre los más representativos de la p rim era modalidad, cabe
ad uci r los muy llam ativos, por la fuerte do sis de inverosimilitud
poética que los caracte riza, d e los géneros poéti co s d e los
Epitafios o de los Enigm as. En el caso de los primeros, la figur a
del yo textual puede llegar a "enca rnar" no sólo a la persona del
difunto, sino al mármol del monumento o a Jos m ás diversos
obj etos que hayan guardado alguna relación co n el m ismo. H e
aq uí u nos breves ejemplos. En (2), el Epitafio de Lop e d e Vega
al Rey Sebastián de Po rtu gal, en el q ue "H abla el d ifunto":
(2) Dudosa piedra me encierra,
si no es arena africana,
siendo mi muerte temprana
de mi reino eterna guerra.
Mi vida parece llama,
mi muerte parece enima [enigma];
pero tierra o mar me oprima,
yo estoy donde está mi fama. (245)
282
En el género d e los "E n igm as" , la figur a d el yo textual
suele corresponder al p ro pi o "o bjeto", que es quien for mula
las propiedad es que deben p erm itir al in terl ocu to r su ide ntifi-
cació n. Ejemplos de este gé nero pu eden verse en a utores
como Jáurcgui (1 , 123- 127) , Salinas (29 1-3 18), entre o tros
muchos cultivadores. Al segundo de los autores citados corres-
ponde el siguient e:
284
12.4. Figuras vin culadas con las Funciones Expresiva
y Apelativa
285
La pr im era d e las modalidades indicad a, la co rres po n-
d iente a los en u nc iados deside rativos, tie ne su co rrelato retó-
rico m ás in me diato en la figura d eno m in ada co n el t érmino
Optación. La citada figu ra suele d efinirse escuetamente como
"se ñalizac i ón d e un voto" (Sán ch ez Brocen se, 3 37) o "signi-
ficación del d eseo" (jim énez Pat ón , 12 3). Ah o ra bi en , bajo
tan lapid aria definición lo s au to res citad os suelen afiadir a la
exp resió n d e d eseos p ro piamente d ichos. la formulación d e
otros "ac tos verbales" co m o la exp resió n de saludos, m ald i-
ciones, ins ultos, et c., cuy a materialización d iscursiva co m-
po rta normalmente la presencia d e eleme ntos c o ~o ¡ojald.
plega/pluguiera a Dios, así, que..., malhaya, maldito, mal +
N, ...!, co n formas verbales en su bj u ntivo. Po r otro lado, la
variedad d e fen ómen o s integrados en es ta fi gura tal vez
aconseje di stinguir un a doble vert iente en la realizació n d e la
m isma:
286
(8) a. Salve, pue s, Fénix divino,
hijo de un et erno so l.
que al exa me n del crisol
te das inmortal y fino,... (275)
287
(11 ) Maldito seas, A mor, perpetuamente,
tu nombre, tu sae ta, venda y fuego:
tu nom bre, qu e con tal desasosiego
me fuerza a a ndar perdido entre la gente.
288
nalidad" en la realización discursiva de dicha figura, ya señala-
do po r el r éror hispanolatino, como se habrá podido compro-
bar en su definición , y que no siempre se ha mantenido en las
caracterizaciones posteriores, Dado que tal componente viene
siendo destacado desde el pr incipio de este capítulo como
rasgo específico de todo el conjunto de figuras pragmát icas,
no puedo pasar por alto una definición que viene tan ad hoc a
tal propósito . " La Aporla o Aporesis -dice- es duda; cuando
dudamos o fingi mosdudar y no saber o no entender y no creer
10qu e nos importa disimular" (42 7) (subra yado mío).
En las manifestaciones discursivas de esta figura, se pue-
den encontrar también las vertientes de qu e ya se habló en el
caso de la figura Optación. Una vertiente centrada en la perso-
na del yo textual y una verti ente proyectada hacia la persona
del interlocutor. Por otro lado, como se especifica en la defini-
ción de Herrera, la actitud dubitativa del yo textual puede re-
caer o bien sobre el ámbito del 'hacer': acciones en general, o
sobre el ámbito del 'decir': acciones verbales. En ambos casos,
las acciones referidas en el propio contenido proposicion al del
enunciado, en el qu e naturalmente se halla impli cado el sujeto
de la enunciación.
Como ejemplo del primer caso, puede repararse en el si-
guiente fragmento de Boscán:
289
mas ¿qué te ngo dc hace r con voces vanas?
¿Puedo yo reme diar 10 que se pierde?
(L. L. de A rge nsola , 70)
290
¿o si cuan do la trompa horri ble die re
se ñal e n los ejé rcitos , y tienda
la roja cr uz e l viento en las banderas,
y de la muerte la visión ho rre nda,
envuelta e n humo y po lvo, discurrie re
por medi o las esc uad ras y ar ma s fie ras,
tu nombre ha de so nar en las primer as
voces qu e die re la esp añola ge nte ,
pidiendo po r tu medio la vitoria?
¿O si qu er rás la gloria
de se r e n los co ncilios preside nte ,
donde se tr at e del gob iern o hum an o,
de l cual nos dejas admirable ejemplo? .. (140)
29 1
con más intensa pronunciació n declaramos el movimiento de
nu estro án imo" (351).
Del conjunto de figuras asociadas con la vertiente retórica
de la función expresiva. la Exclamaci ón parece ser sin ningú n
género de duda la figura de mayor rendimiento en todas las
modalidades del discur so poé tico. No es de extrañar, por tan-
to, que algunos tr atadi sta s alerten sobre los "riesgos" que
pu ede en trañ ar el abuso de la misma . j im énez Patón es bien
explícito en este punto: "La Exclamación -dice-, eficaz para
mo ver los afectos, hase de aplica r a tiempo y no es bueno
comenzar con ella .¿"; su uso "sea con tiente, no muy a me-
nudo. que con m ucha frecuen cia usada es locura y no exorna-
ción. N i dure m ucho tiem po. sino con brevedad se concluya,
y ten drá gracia y suavidad" (Mrrcuries. 124r). Tales llamadas a
la moderación en el uso de esta figura. con tod o, no siemp re
hallan la esperada respuesta en la práctica poética. hecho que
fácilm ente se podrá co mprobar con una ligera ojeada a la poe-
sía de los siglos áureos. Dejando de lado tales consideraciones
de orientación "normativa". entre las realizacion es más genera-
lizadas de esta figur a me limitaré a adu cir unas cuantas mani-
festaciones del m uy diverso alcance de la misma en el espacio
textual . alcance que pu ede abarcar desde la totalidad del texto
a una breve secuencia del mismo.
Como ejemplo de Exclamación cuyo dominio abarca todo
el ámbito de un texto. pued en considerarse el siguiente soneto
de Cetina, constituido en su totalidad por enunciados exclama-
tivos. y cuyas semiestrofas inicial y final se reproducen en (16):
292
enunciados exclamativos, distribuidos en los cuarte tos y terce-
tos. y cuyo comienzo es como sigue:
293
(19) a. Yo, ciego (¡y cómo ciego!), la dulz ura
seguí de un breve y falso bie n, sediento
(¿qué útil pud o al polvo trae r el vien tc ?},
y olvid éos, fuente llena sie mpre y pura. (198)
294
ció n apelat iva, y que en la propu esta d e G o nz ález C alvo
O 98 ~ , 258-260 ), corresponden a las o racio nes interrogativas
y YUSlvas.
El co rrelato retó rico de las oraciones int errogati vas del uso
co tidiano del lenguaje lo co nst ituyen las figur as com ún mente
co no cidas como Interrogaciones ret óricas, q ue, como observa
M . V. Escand ell en un trabajo dedicado no hace mucho a tales
estructu ras (Escandell: 1984), han despertado d esde siem p re el
interés de estud iosos d e d iversas disciplinas.
Limitando nuest ra ate nción por el mom ento , co mo es
nat ural , al ámbito exclusivo de la d octrina ret órica, cabe recor-
d ar que la caracterizació n q ue habi tualmente se ha venido
haciendo d e la figu ra Interrogación o Erotema en los tr atados
t rad icionales {La us berg, §§ 767-77 0), se ha basad o en el
hecho , de natu raleza pragm át ica, de que bajo la forma lingüis-
tica d e un a pregu nta lo que el emisor form ula realmente, y lo
que el receptor entiende, es u n en u nciad o afirmativo , de carác-
te r marcadamente enfático, y no la peti ción d e u na info rma-
ción. AsI aparece bien claramente en form ulació n de Quinri-
liana , quien a propó sito del "acto de p reguntar/ responder", d i-
ce: "H ay figura siempre que haya el prop ósito, no d e obte ner
u na información, sino de instar a alguien" (IX. 2, 7). Tal d efi-
nición se co mpleta m ás adela nte cuando se afirma que "se pu e-
den formular preguntas sob re algo que no pu ede negarse", o
sobre "algo que no admite respuesta", o para "hacer odioso a
al guien". o "po r compasión" , o "para instar al ad versa rio",
Co mo puede verse, di cha figura p ued e llegar a cumplir un a
gran variedad d e fun ciones, que van d esde la aserción enfática
hasta la formulación_d e un mandato , pasando po r la expresión
de los más diversos y variado s sentim ientos: odio , com pasión.
ind ignación, admiración. etc., (IX, 2, 8- 11).
Entre los tratad istas españo les q ue vienen siendo soporte
doctrinal de este tra bajo, la figura aparece co me ntada en un a
ocasión por H errera (430) , y de finida de forma hart o co ncisa
por jim énez Patón ( 26) y C orreas (422). D entro del tono
lap idario de ambos autores, la defin ición má s ajusta da es la
formulada por j irn éncz Patón, qui en, en el cap ítulo d edicad o
a las "Figuras po r pet ición", dic e textualm ente: "Interrogación
es cuand o no só lo por preguntar, sino juntamente por hacer
instan cia preguntamos" (126). Como es notorio, la definición
295
en mod o algu no se hace eco de la riqueza de aspec tos a los
qu e. como se ha visco, se había referid o Quintiliano.
Como ejemplo de est a figura me voy a lim itar a un so lo
fragmento: la primera estrofa del poema "En la ascensión", de
Fray Luis de León, en las d os versiones qu e se recogen en la
edición de F. Garda. En la q ue se considera primera redac-
ción , el comienzo del poema presenta esta forma:
2%
muy parecidos términos. Valga la escueta referencia de j im é-
nez Patón: "cuando nos preguntamos y respondem os lo qu e el
Otro hab ía de responder". Como se habrá pen sado . la presente
figur a t iene bastantes co ncom ita ncias co n la figura Dialogis-
mo. vista al comienzo de este capítulo.
El esquema d iscursivo "p regunra/ resp uesca", pro pio de
esta figu ra, puede constituir la base del d iseño co nstructivo de
numerosas formas estró fico- poemáticas, tanto de o rigen culto
(oc tavas, so netos , etc.}, co mo de origen popular (le trillas.
romances. erc.). Para el caso presente, puede tr aerse a colación
un a de las form as más pecul iares de estas últimas: la co nocida
con el término Ovillejo (Navarro Tomás: 1974, 272) . C omo
ejem plo de este arti ficio. en forma de Soliloquio, pu ede prop o-
nerse la "C anción" del Co nde de Salinas. cuyo co m ienzo es
como sigue :
(23) ¿Q uién me tiene sin honor? Am or.
¿Q uié n me tie ne sin se ntido? Olvi do.
¿Q uié n acaba mi es peranza? Mud a nza.
Pues qu e mi pasión no alca nza
rem ed io por ningún modo.
hoy me destruye n de l todo
a mor. olvido y muda nza... (149 )
297
ras. en especial. I) la ApóJtroft (como "apó strofe co n ruego" la
define el Broce nse). y 2) la Prosopopeya (dest inata rios d e la
petición. súplica, etc.• pueden ser los hombres. los dioses. los
eleme ntos d e la naturaleza. etc.) . Algunos d e los aspectos
mencionado s pueden verse reflejados en los br eves ejem plos
que se proponen a co nti nuación. tomados de H errera y Villa-
mediana:
298
da por Herrera (388), a propósito de los siguientes versos del
"So neto 35" d e Garcilaso:
299
íN DICE DE TÉRMINOS
30 1
Barbarismo , 19 , 42, 80 , 92. Cro nografía, 188.
Barbarolexis, 92. Cultismo,96.
Braquilogía, 194.
Decoro, D ccorum (Virtud), 25 -
27.
Cac énfaron, 27 , 6 1, 77. Deesis, 29 7.
Cacé faron, 27 , 77. De mo strac ió n, 187.
Cacofon ía, 6 1, 76 . Den ominación, 122.
Cacoslnteton, 2 1, 146. De precación, 278, 297.
C adena, 111. Derivación, D erivatio, 10 1, 106-
C alambur, 101 , 120 . 107.
C aracte rismo, 187 . D escrip ción, 177 , 187 ·1 90 .
C atacrcsis, 224 . D esaprenda, D cxapr c nd e, 112,
Circulo, 115. 2 10.
C irc u nloc uc ión, Circunloquio , Di áfor a, 117.
199-20 1. D ialectal ismo, 21, 96.
Cla ridad (Vi rtud) , 20-22. Didliron, 132.
C límax, 10 1, 111. D ialo g ismo , 277, 27 8, 28 4 .
Cohab itació n, 264 , 269. 296.
Comp a r, 160 , 16 1- 16 5. Dia pcrcsis, 288.
Comparación, 185. Diarlposis, 187.
C o m plex ió n, 10 1, 11 4 , 20 9 , D iéresis. 45, 48.
2 12. D igresión , 177, 192- 194 .
Composición, Com posirio , 24, D isem inaci ón-Recol ección, 161 ,
60. 165, 167- 168.
Com un icación, 278, 290. Disimul ación , 24 1.
C oncordanc ia "ad sensum", 89. Disposición, Disposirio, 16.
Confus ión, 21 , 155, 156. Distinción, 117 , 27 1.
C onge ries, 127, 129 , 167, 173, Dist ribución , 13 0, 16 1. 17 3 ,
26 0 . 180 .
Conm inación, 278, 298. Dubitación , 278, 28 8-2 90 .
Conmoración, 190- 192. D uplicación , 109.
Conm uraci ón, 164 , 27 1.
C o nsona ncia, Consonan te, 6 1, Ecfo nesis, 278, 29 1, 293 .
68 , 70. f:.cfrasis, 187- 190.
Contención, 263. Eco, 61, 72-73.
Continuación, 207. Elipsis, 21, 127 , 139-141 , 196.
C o ntra pos ició n, C ont rapuesto, Elocución, Elocu tio , 16.
263. Enálage, 83- 87.
Conversión, 113, 208. Enargia, Energia, 187.
Corrección (Virtud), 18-20. Encade nado, 112.
C o rrelación, 15 8 , 16 1, 164 - En igma, 283 .
167. Enumaración , 130.
Cosmos, 23. Epa nad iplosis, 115.
302
Epanáfor a, 113. H ellenismos, 18.
Epa nalepsis, 10 1, 115, 20 9, 21 3. H etcrosis, 84 .
Epanás tro fe, 114. H euresis, 16.
Epéntesis, 45, 46. Hip álage, 137,238,239,247.
Epexergasia, 190. H ipérbato n, 21, 22 , 127, 146, 149-
Ep ifonema, 177, 184-185, 294. 155, 178, 197, 26 1.
Epffora, 10 1, 113, 208, 209, 2 11. H ipérbole, 224, 227 , 23 3-236.
Ep ímone, 190, 206·208. 2 11. H ipero nimia , 24 9 .
Epíst rofe, 113. Hi pogram a, 73.
Epí teto, 127, 134-139 , 22 4 . Hi ponimia, 24 9.
Epirrocasmo, 194- 195. H ipotiposis, 187 .
Epizeuxis . 10 1, 109. His rerologta. 147 , 177 , 197-1 98.
Eq uivalen cia, 36-38 . H lsrero n-pré rero n , 197 .
Erotema, 295 . H o meo profo ro n, 62 , 65 .
Escrologü. 27, 77. H o m e óp ro ro n , 63, 6 8 , 6 9 , I DO,
Espccularidad, 16 1, 170· 17 1, 27 1. 10 1-103.
Esquema, Schcrua, 30, 31 , 80-81 . H o meosis, 224 .
Estr ibillo, 2 14. H o meo télcuto n , 63, 68 , 69, 160 .
Etiologfa, 177 , 181- 182. Homofon ía, Ho mófo no, 118, 119.
Etopeya , 187. Homograffa, H omógrafo , 11B, 119.
Eufonía, 61 , 76 . H om on imia, H omón imo , 22, 118,
Evide ncia, 187. 119.
Exclamac ión, 278, 291 -294. H ypo crisis, 16.
Excurso , 192.
Execració n, 278, 28 7. leó n , 185-18G.
Exergasia, 190 . Ilust ración, 187.
Expolición , 1-77, 190- 192 , 20 6 . Imagen , 18S.
Extra njerismo , 96. Im precación, 278, 28 7.
Interpo sic i ón, 17R.
Interrogación, 27B, 29 5-296.
Pictio nominis, 92.
Interrupción, 196.
figura, 19,24,27-3 1,36,80-81.
Invención, Invcnrio , 16.
-cl e pa labra, 32 .
Inver sió n [= Anástrofe]' 33, 14 7-
-de pensamient o, 32.
149.
Figura et imo lógica, 107, 128. - l- A legoría], 20 1.
Fingi m ient o, 24 1. -[: An nmctébolc]. 271.
Fing imiento de persona, 278 .
Iro n ía, 224, 227, 239- 24 1.
Frec uentació n, 167. Irrisión , 24 1.
Isoco lon, l GO, 161 -165 .
G azafatón, 27. 77. Isofon cma, 37, 59-60 .
Ge m inación, 109. Isogrefeme, 37 .
Cenealogra, 187. Isom o rfem a, 37, 99.
G losa, 2 16, 21 7-22 1. Isosem cma, 37 , 2 55.
Gra dación, 111. Isotaxis, 37, 159 .
303
lso rexte ma , 37. 177.205. Neologismo, 2 1. 96.
Isoropla. 37.
h eració n. I09 . Obsecración , 278. 298.
lunctu ra, GO. O bsresracion, 278 . 298 .
O ncos, 139.
J uego de palabras. 7 3. 101. I IG. O no matopeya. 92 . 224.
144. O ptación. 278. 286 -288 .
O rnato, O rnarus (Virtud). 23-25.
Lamdacismo, 66. O scu ridad. O bscuritas (Vicio). 2 1·
Latin itas, 18 . 22.
Le ixap rén, Lexapr én, 112. 2 10. O villejo. 72 , 297.
Letrilla. 214-2 17_ O xfmo ron, 269-27 1.
Lexis. IG.
Licencia, 19. 36· 38. Palilogla. l 09.
Licencia (Figura). 278 . 299 . Palínd romo. 122.
Licencias métricas. 45. Par ábo la, 185· 186.
Paradiástole, 262 , 27 1.
Mald ición, 287. Paragoge. 45, 47.
Meiosis, Miosis, 26. Paragrama, 73.
Memoria. 16. Pa ra lelism o. 159 . 16 1. 169· 170 .
Meeismo, 16 1. 172 ·1 73. 273.
M es ésr jco , 75 _ Paralepsis.1 95.
Meubcle. 37. Parasiopesis, 19 5.
Meracismo. 66 . Par écbasis, 192 .
Metafonema, 37. 4 1. Paremia. 182.
Metáfora, 224, 227, 228· 23 3. 238 . Paréntesis. 147. 177 , 178-179. 192.
Metagoge. 280 . Parcq uesis. 106. 122.
Metagrafema. 37. Parison, 160. 170.
Metalepsis. 224. 248_ Parisosis, 160 , 170.
Meramorferna. 37. 79. Parh émeon , Parémeon, 6 1-62 . 65.
Metaplasmo. 19.24. 27-3 1.4145. Paronimia, Parón imo. 122.
80. Paronomasia. 101. 106 . 122.
Metasemema, 37. 223. Parresia. 299.
Metataxis. 37.1 25. Paropeya, 187.
Metátesis (Metaplasmo). 45. 54. Percusión. 177 . 194-195.
Metá resis (Figura). 198, 27 1. Perífrasis, 177 . 199 -29 1. 224. 227.
Metatextema. 37.1 77. 24 1.
Meronnim ia, 22 4, 2 27, 238 . 24 1, Permu taci ón, 33, 36-37 .
24 2-249 . Person ificación , 23 2, 278.
Mim esis. 224. Perspicuidad , Perspicuitas (Virtud).
Mixtura verbo ru m, 2 1. 146 , 156. 20.
158 .1 65. Pcusis, 296.
Mneme. 16. Pleo nasmo, 127-129. 139.
Mut'll io. 83. Ploce, 117.
304
Plurimembración , 103, 161 ·1 6 5. Simulació n. 24 1.
Poltproron , 100. 101, 103-10 5. Sinalefa. 45. 53.
Polisjgma, 66. Sinarro ísrno, 129. 167. 173. 260 .
Polisfndeeon , 131-132. 133. 26 1. Sincopa. 45. 4').
PragmalOgnfia. 188. Si nécd oq ue. 22 4. 22 7 , 24 1. 249-
Prepo n (Virrud). 25. 252 .
Preterició n. In . 194. 19 5. Sinéresis, 45. 52 .
Pretermisi ón , 19 5. Sinestesia. 227, 236-239.
Prolepsis. 198. Sino nim i.a. S inó nimo. 117. 256-
Pronu nciació n, Pronu mia rio, 16. 262 _
Prosapód osis, 115. In . 179-180. Slnq uisis, 2 1. 127. 146 , 147. 156.
Prosopografía, 187. 165 .
Prosopo peya. 227. 278· 284 . 297. Síntesis, 88 -89 .
Prótesis. 44. 46. Solecismo. 19. 80. 126.
Proverbio. 182, 183. Soliloquio. 284. 296 . 297.
Pureza (Vin ud), 18-20. Somaropeya, 187.
Sujeción, 278. 296.
Q uiasmo , 170. 17 1, 273 . Superlación, 234.
Sup resión. 33, 36 -37.
Redición . 115. Sustituc ió n. 33. 36 ·3 7.
Redupl icación. 110.
Reflexión , 117. Tapi nosis. 26.
Refrán, 182, 183. Ta urograma, 6 1, 62. 73 .
Repet ición. 109. 1 t O. T a urolo gía, 120.
Reticencia. In . 194. 1% . Taxis. 16_
Retruécano. 21 7. T ecmcismo , 2 1. 96 .
Rima. 68 ·72. T d é.sti«>. 7 5.
Romance. 216. Tmesis.147_
RLUticismo. 96 . T opog rafía. 188.
T cpotesia, 188.
Sapheneia (Virtud). 20. T raducción . 103. 117. 122_
Schema, Esquema. 28. 80. T raslad ón. 228 .
Sentencia. 177. 182-184. T rasnom inación. 142.
Separació n. 17 1. Tropo. 2 1, 24 . 27-3 1. 223· 226.
Sermocinación, 278. 284.
Sigmatismo, 66. Ve rsus ra pp c reari, 2 2.158 . 16 1,
Silepsis, 88-89. 16 5- 167.
Sfmbolo, 227, 241. 245. Villancico. 2 14·2 17.
Símil, 177, 185-186. Virtudes de la Elocució n. 17.
Similicadencia, 6 1, 63-64 , 68. Vulgarismo. 43 , 96 .
Sim iliter cadcns, 63, 10 1, 160.
Similitcr desinens, 63 , 160 . Zeugma. 22 . 88 . 127 . 139. 14 1-
Simplocc. 114. 145.
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