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TEORÍA DE LA

Y LITERATURA

FIGD
TÓR
José Anton
LITERATURA
A COMPARADA

D S
RICAS
nio Ma oral
" José Antonio Mayoral y{l.amrrez esprofesor ulular deTeoría
de laLiteratura en la Universidad Complutensede Madrid. Es
editor de los volúmenes Pragmili((1 Jt W(r)mJmiacló>f
¿ler~ri4 (1987) y Estilla tk l#rcepd6rt 1,1987), traductor Oe
loslibf(lllj La u mi >fha fu"ric,,~t deC.Germain U986))'
Caros )'!u"d()l1n, de G. 5mlat 11988), y autor de trabajo!; romo
·Creati\idad l6:ica y Imgua re*ica" 11982, 198), 1985), ' Sobre
'estructurasespecula~' en'd discurso enveeo" (1989),
"P1urilingüismo ydiSC\l1lO poético" 11990), "Sobreestructuras
compararives m d kf1guajepoético de los siglos XVI
YXVI'" (1992), "Breves notassobre fmó~ de Hipállge
ea d discurse ~ de 105 si~os XVI y>:\11" (1994).-

El mdicional coecepro de Figurl, juntoconlos coecepros de


MeI4p!4J11fO YTropo, subsumidos I \~ ro d ámbito dd
primero, h. constiluido desde su acuñación en 1.1 afltipied.td
1:re.:oI.atint UJIO de los pilares fundamenla1e5 sobrelos quese
. h. venido foctJlllldo uningente tntramado que, • 10 Ingo de
má5 de veinte siPos. hatl coofigun.Jo el cuerpo cmt~ dela
doctrina rt(órin po&ica- de 1.1 E/oo.cJ6,., AUIlanoo 1.1 rica

herencia doctrinal kgada por dicha uaJiOOa ron aIguoos de


kJs pltnt~IOS más «rientesea d ámbirode 10S esludioS
neorreórces(OIllempocineos, en los difeJetl(es apituIos de
lapresente obr.a sepropone UIl intento de sistematización,
deme inmenso Corpll$ de anirlcios: ~~"OS,
codific2dos yuansmitiJo> S«U1atmeJlle bajo ladeoominacióo
general de Flgl/TIIJ retórJaJ. '
TEORÍA DE LA LITERATURA
YLITERATURA COMPARADA

FIGURAS -'

RETORICAS
FIGURAS
RETÓRICAS
José Antonio M ayoral
(NDlCE

Introducción 11

Cap ít ul o 1. CoNCEl'TO DE FIGURA. SU LUGAR EN LA DOCTRI NA DE lA


ELOCUCIÓN RETÓRICA •• •• •••••• ••••••••• ••••••• ••••• ••• ••••• 15
1.1. La Elocución retórica y sus panes. C ualidades de la elabora-
ción lingü ística del discu rso: «virt udes y vicios» 15
1. 1.1. VimuJ grllm4ticlll- PUrn:A tJ Corrt'Cción idiom4mll. 18;
J.J.2. Virtudn rnJrials.: ClAridad, OrnatoY lÑaJro. 20.
1.2. El concc pro de Figurll en I.a doctrina del Ornato 27
1.3. G asificaciones tradicionales de los artificios del O rnato retórico 32
1.4 . C lasificaciones pro pucs[aS en los últ imos afios 34
1.5. La clasificación adoptada en la presente obra. 35

Cap itulo 2 . FIG URAS FO~OLOG IO\S 1: U CF.NClAS FONOLóGICAS .. . •• . 41


2.1. Licencias fonológicas o Merafonemas . 41
2.2. Co rrección fonológica, Barba rismo y Metaplasmo 42
2.3. Metaplasmos y a n ego rlas modifi cativas 44
2 .3.1 . M~/lIp /asm Ds p Dr IIdición de ! Dntm aS D sl Jllbas. 4 5;
2.3.2. Mttap/asmDS por suprrsión tÚ ftM'mllS Dsílllbas.
48; 2.3.3. M tuplasmDS pDr inwnió" tÚ ftnmuu Dsílll-
baso 53; 2.3.4. M~uplasm()J pDr sUlIituáó" deftnmws D
silabas. ,4 .
2.4 . Licencias relacionadas con la co nsriruci én prosód ica de 101$
palabras: desplazamient os acentua les 56

Ca pitu lo 3. FIGU RASFO NO LOC ICAS 11: EQ UIVAl.ENCIAS FONOLOG ICAS 59


3.1. Equivalencias fonológicas o Isofonem as: Figuras de repetició n
en el nivel fónico 59
3.2. Una tipología provisional de Equi valencias fonológicas 60
3.2. 1. Equi valmcias fi nológicas "dlbilmm t~ codifi cadas», 6 1;
3. 2.2. Equif!ll/m cills fo no!Jgicas "fittrtt11w lU codifica-
das» 68 ; 3 .2.3. Olrosftn ómmos tÚ Equivaúncia fonoló-
gica, 73.
3.3 . Efectos fonoacústicos y fonosem anricos relacionad os con 10$
fenó menos de Equ ivalencia fonológica . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75

Capítulo 4. FIGURAS MO RFOLOC ICAS 1: LICENC IAS MORFOLóGICAS. 79


4.1. Licencias morfológicas o M eramorfenias 79
4.2 . Corrección rnorfol ógjca, Solecismo y Figura 80
4.3. Para u na ordenación de las Licencias morfológicas 81
4.4. Licencias relacionadas con la const itución morfológica de las
palab ras: flexión y der ivación 82
4.4. J. M orfología fkxillil. 83; 4.4.2. M orfo!4gía derioati oa.
9 1.
4';. Lice nci as relacionadas co n [os co neexros de las palabras ..• 95

Capítu lo 5. FI GURAS MO RFOLÓGICAS 11 : EQ UIVALE NCIAS MO R.


FOLóGICAS . 99
5. 1. Eq uivaIen J :.i!i morfológ ica.s o lsomorfemas: Figu ras de repe-
tición e n el ni vel morfológico . 99
5.2 . U na pos ible o rde nación de Eq uivale nc ias morfológ ica.s 100
5.2. J. F~uiVilknrütS morfológiCllJ basadm m la rqwt ició" d~
morfnnas; fln:ivol y da illll tillos. 10 1; 5.2.2. Equi.
valm citJs morfilógi.as basadas m la r~/Jttición d~
palabras, 108; 52.3. EquivakncitJs moifológicas por
"j utgos de palabras. , 116 .

Capitulo 6 . FIGURAS SINTÁcrlCAS 1: LICENCIAS SINTÁCTICAS .. . •. .... 125


6.1. Licen cias sin t ácticas o M etaraxis . 125
6.2. Correcci ón si ntáctica. Solecism o y Figura . . .. . . . ... . •... . ••. , . 126
6.3. H acia una clas ificaci ó n de las Licen cias sinr ácricas . 126
6.3.1. Licencias sintácticas p or Adición d~
constituy entes,
127 ; 6.3.2. Licrnciaspor Supmión de constituyentes;
139 ; 6.3 .3 . Licencias por P"'fflurnción de comtiruym-
In, 14 5.

Ca pítulo 7 . f iGURAS SINTÁcnCAS 11: EQUIVALENCIAS SINTÁCTICAS. 159


7. 1. Eqll;ivale~ci~ ~i nd.cr icas o lsoraxis. Figuras d e repetició n en
el nivel SIfl I ;K"lICO •• . . .••••••• ••••• •••. . . .. .••• . . . . . .• ..•.••••• •• • ¡ 59
7. 2. D istribuci ón de elem entos catego rial y fc ncionalrnenre
equivale ntes .. 160
7.2. /. Plu rimollb raá ón d~ d~sil rro/lo ho rizontJZ I. 16 1:
72 .2. P/urimnnbraá ón d~ d~sa rrollo hon u m tal y
oenical; 16 5.
7.3. Dos esq ue mas de sime rrfa d ismbu cional: Paralelism o y
Especu laridad . 168
7A. Orros fenó menos de Equivalencia disnibu cio nal .. 172

Capítulo 8. FIGURAS TfXTUAI.F.5 1: I.ICf.NCIAS Tf.xTUAlES •• . . . .... . •. 17 5


S.l . Licen cias textuales o M etatcxtemas 17 5
8.2. Una posible clasificació n de las Lice ncias text uales . . . •. •. •• 177
8.2. / . Licencias u xtuaks por Adición, 178; 8.2.2. Licencias
textualespor Supmión. 194; 8.2.3. Licencias Uxtuak l
p or Prrmutación, 197; 8.2.4. Licencias toauala por
Sustitución. 198.
Capitulo 9. 1:IGURAS TEXTUAlJ-S 11: EQUIVAI.F.NClAS r rxrueir s. . . . 205
9.1 , Equivalencias rexruales o Isorcxremas. Figur:.i!i d e repetició n
en el nivel text ua l .. •••• • 205
9.2 . Una clas ificaci ón p rovisional de Eq uivalencias textu ales 20 8

.8
9.2. / . Eovivalencias tnctu4/n no condicionadas ~tró.ficilmm .
u , 20S; 9 .2.2. Equivalencias tnchlJZks vinOlwdas a
cimasftmuu t'1trójicas. 2 14.

Capitulo 10. FIGURAS SEMÁNTICAS 1: LlctNOAS SE.MÁNTlCAS•••. .. . •. 223


10. 1. Licencias sem an ncas o M etasernem as ..... . .•. •..•... ... .. ... 223
10.2. U na posible clasificación de los T ropos .. 226
/ 0.2. 1. Tropos de L:z Jn ú m~t4fóricil. 228; / 0.2.2. Tropos tk
L:z snú metonimica, 24 1.

Capítulo 11. FIGL:RAS SEMÁNTlCAS 11: EQ UIVAl. ENClAS SF.MÁtoffl CAS 255
11. 1. Equiva lencias sem.ín rica~ o lsoscmem as. Figu ras de repc ri-
ció n en el nivel semá ntico .. .•... . •• . . . . . . .•• . . ..•.. .• •••........ 255
11.2 Eq uivalencias semá nticas po r S ino nimia ... ... ••. . . . . . . . . . . . . 256
11.3 . Eq uivalencias sem ánticas po r Ant üesis . 262
Capnulo 12. FIGURAS PRAGMÁTICAS . 275
12.1 Rer érica y Pragm á tica: Est ructuras enu nciativas de ca r ácter
simulado o fingido . . •. ....... .. . . . . . . . . . . . . .•... . . .... ... ...... 275
12.2. U na posible clasificación de las Figuras pragmáticas ... . , •.. . 277
12.3. Figuras que ~ u ponc n la inst auración de un ma rco enuncia-
rivo en el espacio del texto .. 278
12.4 . Figuras vinculadas con las Pu nciones Expresiva y Apel ativa 28 5
/ 2.4. /. Figu ras vincuLulm con w
Función n:p rrsilla, 28 5;
/ 2.4.2. Figuras vinruladas con lA Funci án aprLuilla,
294.

fndicc de térm inos . 301

Bibliografl<l 307

9

1
INTRODUCCIÓ N

y mi por no salir tÚ mi intento, tkscubrir¿ ni


algunas partN las figuras qu~ J~ hallaren, decía-
rdndolas rxtendidamente.
Fernando de Herrera. A notaciono .

Para empezar. debo advertir q ue el pr esente volumen en


mod o alguno pretende identificarse con un M anual de retóri-
ca, en la línea de obras tan conocidas como la monu mental
síntesis clásica de Lausberg (1960 ), constituida en punto de
referencia d e o h ras po st eriores. Pién sese, en t re las much as
referencias qu e cabría citar, en Pica (19 7 1), Spang (1979),
M orta ra G aravelli (I 9 88), Albalad ejo (I989) , obras en las
que, en ma yo r o menor medi da y de form a más o menos abar-
cadora, se realiza un a exposición sistemática de las grandes
unidades o "bloques temáticos" en que se articula el Corpus
doctrinal, sobremanera complejo. de la retóri ca clásico-occi-
dental, tal como quedó constituido en la anti güedad grecolati-
na y se ha ven ido transmitiendo a lo largo de una tradición
multisecular.
Considerado en relación con obras como las arriba cita-
das, el alcance de este volumen va a ser mu cho más limitado,

11
por cua nto que su co m en ido . co mo el propio tirulo indica.
qu eda rá restringido a la exposici ón de una pane, im po rtante
si se q uiere en e! Corpus retórico general. pero pane al fin . de
una de sus grandes un idades tem át icas: la qu e correspond e a
los aparta do s o capítu los más am pliamente d ifun didos de la
do ctrina de la Elocución en todas las épocas: los ded icad os a
los artificios generales del Ornato, sinte tizad os normalme nte
en los térm inos Tropo y Figura.
Para la justa compren sión d e lo que se acaba de deci r.
debe tenerse en cue n ra qu e la limi tación tem ática a qu e me
he referido só lo t ien e pleno sent ido desde la perspe ctiva de
una concepci ón amplia de la Retóri ca , su obj eto y partes. en
la forma en q ue q uedó establecida, por ejemplo. en las Ins-
titu riones oratoriae de Qu int ilia no, y se suele p resentar en
obras como las anteriormente men cion ada s. No lo tend ría,
en cam bio , desd e la perspectiva de un a conce pció n restringi-
da, tardía , en la q ue todo el Corpus do ct rina l de la anti gu a
"Ars bene dicendi" vino a q uedar redu cido práctica mente a la
excl usiva doctrina d e la Elocución, en la form a e n que se
generaliza en bu ena parte de tratad os o ma nu ales publicados
a partir de la segunda mi tad de! siglo XVI , en los que, como
bien se record ará, los clásicos co nce ptos de Tropo y Figura
acabarían co nstitu yénd ose en e! fundam ental y único objeto
de la doctrina retó rica transm it ida en d ichas obras (Rico Vcr-
d ú: 1973). C laro ejemplo de tal reducci ón doctrinal lo ren e-
mos en los tra tad os de d os aurores españ oles de los siglos XVI
y XVII q ue van a ser punto de referen cia co nstante a lo largo
de estas páginas: el Organum dialecticum er rhetoricum / 'Ira-
tado tÚ dialéctica J retórica de F. Sdncb cz de las Brozas ( 1579)
y la Elocuencia española m arte de B. j im énez Pató n ( 1604 Y
16 2 1).
Volviend o al co n te ni d o del p resente volum en , tr as 'las
aclaraciones preced ent es, debo decir qu e varios han sido los
o bje tivos quc ha n g uiad o la elabo rac ión y exposición del
mismo. ,
En prim er lugar. teniendo prescntes algunas de las líneas
de la invcstigación co nt emporánea en el ám b ito de los estu -
d ios retóri cos (Leech: 1966; Todo rov: 1967; Grupo J..l: 1970;
Pletr: 197 7, 1981, 198 5: López García: 198 1, 198 5; ent re
otros muchos que cabría citar, y de los que en todo moment o
)

12
me sentiré deudor). me he propuesto presentar, a lo largo de
los d iferentes cap ítulos. una muestra qu e pueda resultar su-
ficientemente rep resentativa del ingente. a la par q ue suma-
me nte rico. Corpus de "art ificios lingü ístico -discu rsivo s" codi -
ficados secularmen te bajo el ám bito gene ral de los clásicos
términ os Tropo y Figura. Si he d icho "una muestra represen-
tat iva", es porque en la sistem at ización de los grupos de fenó-
meno s qu e se prop one a lo largo de estas págin as. en modo
algu no he pretendido alcanzar el grado de exha ust ividad pro-
pio de un diccionario. En tal sentido, el lecto r interesado pue-
de co m pletar su información con la consulra de ob ras bien
aseq uibles como so n el propio Manual de Lausberg (1 960) o
los Di ccionarios de Lázaro Carrerer (1971 ). Dupriez (1980).
M orier (1981) , Berisráin (1985 ), Marchese-Forradellas (1986),
M arcos Alvarez (1989).
En segund o lugar. dado qu e n uestro conocimiento actual
de la gran mayoría de los fenómenos o arti ficios retór icos des-
crito s y catalogados bajo los citados térm inos sigue estan do
basado . fundarn en ralmenre, en un fon do doctrinal co m ún de
defini ciones, clasificaciones, terminologías, erc., que en modo
alguno debe desconocerse - y menos aún "dar por superado't-,
he o ptad o por aten erme de modo regu lar a la q ue cabe co nsi-
derar co mo "d octr ina tradi cio nal". Y nada m ás adecuado. a
mi ver, para reflejar d icha do ctrina qu e recurri r al rico arsenal
de definiciones y caracterizaciones de cada fenómeno form u-
lad as en la o bra de algunos de nuest ros gran des tratad istas de
los Siglos de Oro. Así, siguiend o el bu en ejemplo de n uestros
co legas franceses. a q uienes no se les caen de las manos su Du
Ma rsais y su Ponrani er cuand o de Retórica se trata (véase. sin
ir más lejos. la recient e obra de Molino-G ardes Tam ine: 1987).
a lo largo de estas páginas, jun to a la obligada mención de los
párrafos de la obra de Lausbe rg a propósito de cada fen óme-
no, será co nsta nte la referencia a la obra gramatical de A. de
Ncb rija y G. Correas; a la o bra retó rica de F. Sánchez de las
Brozas y B. j im énez Patón y, co mo no po d ía ser menos, a la
gran sínt esis doctri nal po ético-ret órica representad a por las
Anotaciones a Id poa la de Garcilaso de F. de H errera.
En tercer lugar, junt o con la exposición doctrinal conteni -
da en la definición y caracterización de los fenómenos repre-
sent ad os por las distintas figuras, me ha parecido co nven ient e

13
most rar el fu ncion ami enw real de los m ismos - su ope rarivi-
dad efectiva en los textos, si se me perm ite decir asf-. en un
Corpus de ejemplos que fuera lo más ho mogéneo posib le.
desde un a pers pectiva no sólo genérica, sino tambi én cro no ló-
gica. A tal fin. he optado por restringir todos los ejemplos.
salvo algú n caso excepcional q ue se d irá en su lugar, a las d is-
t intas modal idades d el "d iscu rso po éti co d e los siglos XVI y
XVII. rep resentad as en los au to res y o b ras q ue figuran en el
apartado 1 de la Bibliografla final.
En cuarto lugar, el hecho de que en el pr esent e t rabajo se
trate de reflejar, de form a preferencial. la doctrina retórica en
la forma en que aparece fo rm ulada por n uestros tr atadistas de
los siglos áureos, no qui ere decir que se haya prescindid o de
las varias e interesantes apo rtacio nes que sobre estas cuest io nes
se han venido publ icand o en las últimas d écadas. An tes me he
referido a algunas d e ellas, que co m pleto ahora co n algunas
referencias más: Leech (1966 , 1969), Todorov (1967), G ru -
po J.1 (197 0), Pletr (1 9 77, 1981 , 198 5), van D ijk ( 1978 ),
Suharny (198 1), M orel (1982), Bacry (1992) , sin o lvidar en el
ám b ito españo l a Mart fnez (1975), Spang (1 9 7 9 ), L ép ez
Garcfa (198 1, 198 5) Y Pozuelo Yvancos ( 1988). Como ya hice
notar anteriormente, las p resentes páginas son de udoras, y en
mu cho, d e los planteam ientos y apo rtaciones d e estos trabajos
y de o tros muchos que podrán reconocerse en la bibli ografía
q ue cierra el vo lu me n . La part icular forma en que apa recen
ordenado s y sistematizados los artificios retóricos seleccio nados
en los distintos apartados d e los capítulos, es muest ra más que
evide nte de mi deuda co n algu nos de tales plant eam ientos.
No p ued o co nclui r esta b reve Introducción sin exp resar
m i agradecimiento a la Edito rial Síntes is y al Directo r d e la
p resente Colección, D. M igue! Án gel Garrido Gallard o, po r
haber tenid o la gen tileza de invitarme a parti cipar en la mis-
ma con un tema, preci sam ente. co mo el de "Las figu ras retóri-
cas", que tanto me viene in teresando desde hace varios años.

( 14
1.

CONCEPTO DE FIGURA . SU LUGAR


EN LA DOCTRINA DE LA ELOCUCIÓN
RETÓRICA

1.1 . La Elocución retórica y su s panes. C ualid ades d e la


elaboración lingü ística del d iscurso: ..virt ud es y vicios..

FJ tra dicional concepto d e Figura. y en meno r medid a los


de Metaplasmo y Tropo, su bsu midos a veces en el ám bito del
p rim ero, ha constituido desde su acuñación en la antigüedad
clásica uno de los pilares fu nda me ntales sob re los que se ha
v~ni do. forman do un rico entrama do de art ificios lingü ístico-
discursivos q ue. a lo largo d e m ás de veinte siglos. han co nfi-
gu rado el cuerpo central d e la doct rin a ret órica - y poética ,
cabe añad ir- d e la Elocución. Dada tan especial relevancia. no
ha de extr añar que dicho co ncep to acabara id enti ficándose. en
tratados y manual es d e época tard ía, co n e! úni co Corpus d oc-
tr inal superv iviente de la clásica "Ars bene diccnd i", co mo se
ha señalad o repetidam ente (Gencue: 1970).
Pero al margen de los avatares y resultados d e ese p roceso
de red ucción doc trinal. q ue no hacen al C3.<¡0 pa ra el presente
propósito . nuestro interés se va a centrar por el rnom ento en
e! in tento d e d elimi tar el co ncepto exp resado por el término

15
Figura, situá ndolo en el ámb ito de la doc trina general de la
Elocución, desde la perspectiva de un a concepción am plia de
la Ret órica, tal como aparece expu esta en la sistematización de
Lausberg ( 1960), por ejemplo. y en algunos manuales recien-
tes (Mortara Garavelli: 1988; Albaladejo: 1989).
A tal fin, cabe empezar recordand o Gue el Corpus doctrinal
de la antigua Retórica, según quedó fijado en las Ins titutiones de
Q uinriliano y se ha venido transmitiendo tradicion almente, se
suele presentar estructurado o articu lado en cinco grandes "blo-
ques" temáticos. que se cor responden en lo fundamental con las
cinco partes canónicas del proceso general de elaboración y
emisión del discurso. La primera parte de dicho proceso, la que
corres~onde a la elaboración . está constituida por las siguientes
operaciones:

1) Invenc ió n (lar. Inu entio, gr. Hru resis}: búsqued a y


selecció n de los "materiales temáticos" apropiados a
cada género de discurso.
2) D isposición (lat. Dispositio. gr. Taxis): estr uct uración y
distribución de los mater iales temáticos seleccionados
en la Invención .
3) Elocuci ón (lar. Elocutio, gr. Lexis): elaboración lingüís-
tico-d iscursiva de los materiales seleccionados y estr uc-
tu rados en las operacion es precedentes.

En la segunda parte del proceso, la destinada a la emisión -


recepción. in tervienen estas otras operaciones:

4) M emoria (lar. Me moria . gr. M neme): con junto d e


recursos y técnicas de memorización del discurso.
5) Pronunciación y Acción (lar. Pronumiatio y Actio, gr.
Hypocrisis): realización del discurso med iante la voz y
los gestos (Lausberg, § 255).

En el desarrollo de este proceso -vcrdadera programa ción


d iscursiva. suele decirse- , la doctrina correspo ndiente a la
Elocució n. que es la parte que más d irectamente importa a los
fines de este trabajo, rep resenta un vasto con junto de "reglas"

16
o "instrucciones", concebidas y destinadas a guiar la elabo ra-
ción lingüístico-discursiva de los "materiales tem áticos" halla-
dos y seleccionados en las operaciones de la Invención y orga -
nizados posteriorme nte en las operaciones de la Disposición
(Lausberg, § 4 53) .
En la siste matizació n real izad a por el citado auto r. el
Corpus doctrin al de esta part e aparece organ izado en los dos
aparta dos siguien tes: en prim er lugar, el extensísimo dedicado
a las grandes "cualidades" de la elocución o. si se prefiere en
términos clásicos. las "virt udes" generales de la elocución . y
los co rrespondi en tes "vicios" (§§ 458-1077). y. en segundo
lugar. el muy reducido dedica do a los "géneros" de la elocu-
ción o "teo ría de los estilos" (§§ 1078-10 82), aparra do éste
qu e no se tendrá en co nsideración en estas páginas.
Como se habrá observado. en la parcelación temática de
Lausberg a qu e se acaba de hacer referencia. la doctrina cen-
tral de la Elocución está articulada. fundam entalmente. en
torno a un conjunto de cualidades generales del discu rso. tra-
di cion almente des ignadas con el significa tivo término de
Virtutes (§§ 458-460). D icho de forma m uy elemental, y sim-
plificad a en exceso. en el conjunto formado por tales "virtu-
des" se representa. a lo largo de (Oda la tradición clásica y cla-
sicista, un "ideal" de perfección en el conocim iento y dom inio
del código idiom ático por parte de oradores y poetas -o de
hablantes cultos en general- . ideal que debe presidir toda acti-
vidad discursiva. y. de modo particular. la actividad disc ursiva
vinc ulada con la práctica literaria y. sobre todo. poéti ca.
Aunque el conjunto de las "virtudes" de la elocución varía
notablemente de unos auto res a orros, el sistema más comú n-
mente aceptado est á form ado por:

1) Una virtud gramatical: Pureza o Corrección id iomática.


2) Tr es virtudes retór icas: Claridad, Ornato y Decoro
(Lausberg. § 460).

A dich as virtudes. as! como a sus correspond ientes "vi-


cios". se referirán constantemente gramáticos. tratadistas de
Retóri ca y hasta tratadistas de Poét ica de todas las ép ocas.
Entre los amore s españoles de los siglos XVI y XVI I cuya doc-

17
trina se seguirá de cerca en este trabajo, cabe citar como ejem-
plo el siguiente testimonio de jim énez Patón. qui en. tras defi-
nir la Elocución y sus part es, dice apelando a la auto ridad de
Cice rón: "son cuatro las cosas principales que se han de guar-
dar en la elocución. a saber: qu e se hable en castellano pu ro,
con claridad, con orna to y a propósito" (71).
Pasem os a conside rar muy brevemente algunos de los
aspectos más desracados de ese ideal de perfección elocutiva
representado por el conju nto de las citadas virtudes, con la
única finali dad de situar en su justo lugar el concepto de
Figura q ue. junro con los de Metaplasmo y Tropo, constituye
el objeto fundamenral de este volumen.

1.1. 1. Virtud gramatical' Puma o Corrección idiomática

El fundame nto de la perfección elocutiva lo consti tuye 12


prim era de las virtudes citadas: la designada habitualmente con
los términos de Puma o Correcci ón idiomática {lat. Latinitas,
gr. Hellenismos} (Lausberg, § 463) , el "castellano pu ro" de que
hablan nuestros tratadistas del periodo áureo. Su consecución
y d om in io están enco me ndados al Arre de la G ra má tica,
entendida ésta en la concepción que reflejan las lapidarias for-
mulaciones clásicas de "'Ars recte d icendi" o, en términos de
Q uintiliano, "Recte loquendi scienria" O, 4, 2), perpetu adas
secularmente, y en las que el adverbio recte - rcorrectsmenee"-,
co ncentra rodo el sent ido de la orientación normativa qu e
caracterizará a la tradición gramatical hasta fechas recientes.
Ahora bien , ¿cómo determinar el ámb ito de operatividad
de dicha virtud ? Como es sabido, a lo largo de toda la tradi-
ción se ha operado generalmente con dos unidades básicas de
descrip ción gramatical: palabra y oración, hecho claramente
expresado por Nehri]a, po r ejemplo. cuando declara: "Todo el
negocio de la G ram ática , como arriba dijimos, o está en cada
una de las partes de la oración, considerando dellas separada-
mente, o está en la orden y juntura dellas" (2 11). Pues bien,
será sobre el ámbito de tales unidades sobre el que recaerán las
"nor mas" de la gramática encargadas de velar por la corrección
lingü íst ica en la prá ctica d iscursiva de los hablant es. En el
ámbiro de la unidad palabra (lar. in terbis singu/is), la corree-

18
ción se manifestará tanto en su compo nente fónico (signifi-
cante), como en su componente semántico (significado); en el
ámb ito de la unid ad oración {la r. in verbis coniunctis}, la
corrección se hará patente en el nivel propiament e gramatical,
en sus vertientes morfológica y sintáctica.
Fijadas las bases de la corrección idiomática, resulta obli-
gado hacer referencia a los "vicios" que. a juicio de gramáticos
y r érores, atentan cont ra el ideal de perfección elocutiva asig-
nado a esta virtud . En estr icta correspon dencia con las dos
unidades básicas señaladas: palabra y oraci ón, los vicios contra
la citada virtud aparecen tipificado s desde antiguo bajo los
térm inos clásicos de Barbarismo y Solecismo, respectivamente
(Lausberg. § 470). a los que tanto Nebrija (211-212) como
Correas (386-387) ded icarán sendos capirulos de sus G ramá-
ticas, siguiendo en esto las pautas fijadas po r los gramáticos de
la tard ía lati nidad (p. ej. Donato, 392-394). Como ambos
conceptos van a ser objeto de tratamiento más pormenorizado
en capfrulos posteriores, sólo diré brevemente ahora que. bajo
el término Barbarismo queda englobada roda forma de lO CO -
rrección q ue afecte a la palabra en cuanto unidad aislada, y
bajo el término Solecismo, roda forma de incorrección q ue
afecte a la "juntura de las palabras" en la unidad oración.
Los vicios representados por los conceptos ant eriores serán
objeto de constantes censuras, por parte de gram ~ ticos y rét ~­
res, siem pre que se consideren reflejo de un deficiente conocr-
miento del código de la lengua. No obstante, a juicio de los
mismos tratadistas , pueden existir especiales situaci ones d is-
cursivas en las qu e las manifestaciones de tales vicios pueden
llegar a ser toleradas, po r ob ra y. gracia de u.na parr.i.cu ~a~
Licencia. De suerte que, como advierte el propiO Nebrija, SI
por alguna razón s~ pueden .excusar" (2 11)• .n.a rba ris,,!~ y
Solecismo perderán Circunstancialmente su co nd ició n de VICtoS
censurables y adqui rirán el estatu to de una nueva categoría.
según la cual qu edarán tip ificados bajo las tam bié? clásicas
den ominaciones de Metaplasmo y Figura, respectivamente
(Lausberg, § 47 1). Ahora bien, ante semejante circunstancia
cabe pregu ntarse: [cuáles son las razones que pueden llegar a
permiti r tal cambio de estimación sobre un mismo tipo de
fenómenos? La respuesta suele ser uná nime en el sentir de los
amores: razones artísticas de Ornato, en general, o razones

19
métricas, en pan icu lar. o, si se prefiere, razones superiores pro-
pias del "arte verbal". Recuérdese que así lo había sancio nado
Aristóteles, refiriéndose a estos precisos fenó menos. al conside-
rar la elocución poética corno un tipo de elocución que "inclu-
ye la palabra extraña, la metáfora y m uchas alteraciones del
lenguaje", con la co nclusi ón de todos conocida: "éstas, en efec-
to, se las permitimos a los poetas" {Poética, 1460b).
Como se habrá pod ido observar, de la doctr ina qu e se
acaba de resum ir convendrá retener un hecho de particu lar
importancia para com prender el justo alcance de los fenóme-
nos tip ificados med iante los conceptos de Metaplasmo y Fi-
gura, en la tra dición tanto gramatical, como retórica y poética:
su ident ificación con la p r áct ica de la "incorrección" o, más
específicame nte, de la "infracción" de reglas de na turaleza
fónica y gramatical, aun que, eso sí, tolerada por Licencia en
de terminadas situaciones d iscu rsivas.
Una va delimitado el alcance de la primera de las virtudes
de la elocución: la Correcci ón o Pureza id iomática. trataremos
de ver, mlty brevem ente también, el alcance de las tres virt u-
des propiam ente retóricas. y su particular aportación al ideal
de perfección elocuriva que encarna n.

1. / .2. Virtudes ret óricas: Claridad, Ornato y Decoro

El ob jetivo asignado a la virt ud de la Claridad (lar. Perspi-


cuitas, gr. Sapheneia) se cifra en conseguir una fácil inteligibili-
dad del discurso. En una de sus referencias a esta virrud dice
H errera: " Perspicuidad es facilidad de la oración para enten di-
miento de las cosas que se tratan en ella" (349 ). Pero tant o o
más que la precisa definición, merece destacarse su estimación
en tanto qu e cualidad general del discurso poético, expresada
así po r el poeta en otro lugar: " Es impo rtantísima la Claridad
en el verso; y si falra en él, se pierd e toda la gracia y la hermo-
sura de la poesía. y bien se ve en Vírgilio que el hilo del parlar
y la textu ra y coligamienro de las dicciones lo hacen clarísimo;
porque las palabras son imágenes de los pensamientos" (342).
El testimo nio del ideal d e "claridad poé tica" expresado po r
Herrera. en sus comenta rios a la poesía de Ga rcilaso. aparte de
su valor en sí mismo, está pensado en función del conr rapun-

20
to q ue representa rán más adela nte las palab ras de Salcedo
Coronel sobre el polo opuesto, la "oscuridad poética", en su
come nta rio a la poesía gongorina.
En relación con las dos uni dades básicas de descripción
gramatical, palabra y oración, las "normas" o " instrucciones"
destinadas a alcanzar los objetivos específicos de esta virtud ,
de modo satisfactorio. deben guiar: a) la selección de vocablos
propios, esto es, vocablos pertenecientes al léxico patrimonial
y consolidados po r el "buen uso". en el primer caso; y b) la
formación de construcci ones sintácticas cuyos co nstituyentes
aparezcan siempre bien del imitados y ord enados. para su fácil
com prensión, en el segundo.
El vicio cont ra esta virtud es designado co n el tér m ino
Oscuridad (lar. Obscuritas) (Lausberg. §§ 1067-1070), Y está
representado fund am entalmente por los fenómenos de An -
fibología o ambigüedad. ranro léxica como sintáctica (gr. A m-
phibolia), esto es, el empleo de unidades léxicas o estr uctu ras
sintácticas susceptibles de una doble interpret ación (Nebrija,
2 19; Cor reas, 405). En el ámbito de la palabra, la Oscuridad
pu ede originarse tamb ién por el em pleo en el di scur so d e
vocablos im propios, en cuya catego ría se cuenta n: sinó nimos
inexactos , arcaísmos, neologismos. dialectalismos, tecnicismos
y tro pos (Lausberg. §§ 533, 1068). Los auto res suelen referir-
se de forma especifica a estos fenó menos de im propiedad léxi-
ca con el término Acirología (Nebrija, 2 ]7; Correas. 404-405).
En el ám bito de la "junt ura de palabras" en la oración . los
fenómenos de Oscuridad pueden venir motivados por hechos
de m uy di versa naturaleza. JUntO a los hechos de ambigüedad
sintáctica. suelen enumerarse tambi én roda suert e de com pli-
caciones de índole sintáct ica, sobre tod o las debidas a fenó me-
nos como la Elipsis, el Hip érbaton, etc.• que pu eden llegar a
alterar de forma imprevisible la composición de los const itu -
yentes implicados. o sus relacion es, hasta el punto de dificu l-
tar sobrema nera la inteligibilidad de los mismos. Gramáticos
y r éro res se refieren a tales complicaciones sintácticas con tér-
minos tan expresivos como Sínquisis (Iat. M ixtu ra verborum)
"confusión sintáctica" (Neb rija, 223; Sánchez Brocense. M i -
nerua, 424-425; H errera. 342 -343; Correas, 4 11) y Cacosin-
tetan "ma la com posición sintá ctica" (Nebrija, 2 19; Jiménez
Patón , 107; Correas, 408-409). A estos y orros fenómenos

21
generadores de Oscuridad elocu riva se refiere Correas bajo epl-
grafes como " Especies d e la escuri dad" y "Especies del desor-
d en" (404-4 11), donde no falta n menciones, "rep robatorias"
claro está, a fór mulas bien co noci das de la sin taxis gongorina,
tildada precisam ente de "osc ura" en tantas ocasio nes por part e
d e todos sus detracto res, co mo bien se sabe .
Los fenó menos de Oscuridad elocutiva, a pesar de las seve-
ras cens uras de q ue suelen ser objeto po r parte d e los gram ári-
cos, tam bié n p ued en ser tolerados "median te particular licen-
cia" en ciertas clases o m od alidades discursivas, con el consi-
gu ienre cambio de estimación. Según habrá o casión d e ver
más adelante, varias figuras (7..rogma, Hipérbaton, erc.} y cier-
tos artificios d e gran tradición en el discurso poético ( Vmus
rapportati, po r cita r un ejem plo) pertenec en, estrictamente
hablando. a esta categoría de fenómenos. Como conrrasre con
los reprobarorios jui cios de Correas sobre los ejemplos gongo-
rinos -dejo de lad o naturalmente toda referen cia documen tal
a las polém icas su rgidas en torno a la d ifusió n de las obras
emblemát icas del go ngo rismo: Las Soledades y El Poliftmo-.
he aq uí. como m uestra de estimació n pos itiva d e la Oscuridad
poé tica, las siguie ntes palabr as d e Salcedo Coronel. cornadas
d e su comentario a las So led ad es: «La Oscuridad -dice el men -
cionado auror- procede d e la ambigüed ad d e las voces, figura
q ue llaman homon imia; o la que nace d e la construcc ión. a
que d icen anfibolia... Y aunque esras figuras las po nen los gra -
m árico s ent re los vicios d e la oración. co mo op uescos a la
perspi cuidad d e ella, no siem p re so n viciosas, antes usad as
cuerda me nte la ilustran y hermosean, y así las usurparon los
mejores au tores d e la antigüedad , y no menos felizmen te que
ellos nu estro pocra..." (apud L ázaro C arrete r: 1966, 5 1-62).
C o mo se hab rá podido intuir por las b reves referen cias
ad ucid as, en especial las d e H err era y Salcedo Co ro nel, las
cuestio nes lingülstico-discursivas at ingenres al par de concep-
ros representad os por los térm inos Claridad (virt ud)! Oscu-
ridad (vicio), afecta n a p roblemas de gran interés en las reo ri-
zaciones grama tica les. ret óricas y poéticas de los siglos áu reos,
origen d e cono cidas po lémi cas, sob re las q ue no me es posi-
ble detenerme en esre lugar, q ue cerraré con estas palab ras d e
1: Albal ad ejo: "Sob re la o scurida d ret órica y literaria existe
una im po rta nte trad ició n teórico-p recepti va que co m ienza en

22
la antigüed ad clásica y llega a co nstit uir en la Teoría literaria
re nacentist a y barroca un p u n ro d e atenc ión verdade ra men te
central en las discusiones sob re el est ilo" 0 98 9.1 25, con refe-
ren cia a var ios t rab ajos de A. Garda Berrio ( 197 7, 1980.
1988], ci tado s en nora ad Iocumt ,

La segu nda de las virt ud es ret óricas, la d esignada con el


t érmino Ornato (lar. Omarus, gr. Cosmos) (Lausberg, § § 538-
540), cen tra su objetivo en la adecuada exornación d el d iscur-
so. según variados par ámet ros fijados por la virtud d el Decoro,
en estricta correspondencia con una "teor ía de los géneros elo -
cu rivos" o "tipos de d iscu rsos" y sus respectivas modalidades
es t ilíst icas . Para un cumplimiento sat isfacto rio d e las ricas
po tencialidades de esta virtud elocurlva, "la m ás codiciada,
po r ser la más brillante y la más efectista" , a decir de Lausberg
(§ 538), se requ iere, quizá más q ue en ningu na otra, no sólo
el más alto g rado d e d o mi nio del cód igo idiomático. sino
también el más amplio co nocim ien to de los recu rsos exp resi-
vos q ue cabe extraer de sus diferentes niveles.
El concepto d e Ornato, ocioso rcsul ra recordarlo, es uno
de los co ncepros d e mayo r valor y trascendencia en la doctrina
ret órica y poéti ca heredada del pensam iento clásico . Como
bien es sabid o. sob re d icho concepto se fu ndamenta, desde
Aristóteles y a lo largo de toda la tradici ón clasicista, la con-
cepció n d el d iscurso literario en genera l, y poé tico en part icu-
lar. co mo u na variedad de d iscursos cuyos rasgos o propieda-
des, frente a o tras modalidad es discu rsivas, q ueda n sin te tiza-
dos pr ecisamente en la lapidaria expresión d e "sermo o m atus"
(Albaladej o: 1989 , 128 Y bibliografía allí citada) . En Intima
relación con esta co ncepc ión o rnamental hay que siruar, asi-
m ismo , la usu al caracterización d el p ropio d iscu rso literario,
co mún a la Retórica y a la Poética, como u na modalidad d is-
cursiva q ue se aparra, en mayor o me no r gra do, de los usos d el
"com ú n hablar", en la me d id a en que los variad os art ificios
exornarivos son co nsiderados o tros tantos fenó menos que ac-
rúan en co n tra o al margen d e las normas o reglas gramatica-
les. Las referencias a la conju nció n de ambos hechos: exorna-
ció n y d esviació n , cuando de lenguaje po éti co se tr ata, so n
frecuen tes en la gene ralidad d e los tratad istas. Basten , co mo
testimonio, estas palabr as d e Herrera, en las q ue co me n ta nd o

23
una Perífrasis usada por Garcilaso. declara: " Figura qu e ilustra
y ade reza mucho la oración. porque se aparta del com ún uso
de hab lar" (4 1 I) . Dado que no es este lugar para desarrollar
por extenso viejas y discutid~ cu~tiones re~acio~ad~s ~on esta
caracterización del discurso literario como desvi aci ón de los
usos lingüísticos fijados por la norma gramatical, que se ha
perpetu ado hasta nuestros días. puede .co ~ p l eta rse lo qu e
aquí sólo ha q uedado apunta do con l~s s lg~le ntes referencias:
Lázaro Carrerer: 1973, 193-206; Aguiar e Silva: 1982, 4 1-45;
Morel: 1982, 23-24 ; Albaladejo: 1989, 128-139, entre las
muchas que cabría aduci r. . . . . .
Los medi os para materializar la finalidad exorna uva aslg·
nada a esta virtud elocu tiva, están constituidos po r los ricos
inventa rios de estructuras o artificios lingü ístico-discursivos
establecidos. definidos y ejemplificados con las con venientes
citas de los "aucro res" -elcvados a la categoría de modelos
constantes- desde la época clásica y en el transcurso de la tra-
dición . Tales artifi cios exomarivos están representados. básica-
mente, por distintos grupos de fenó menos i ntegra~ os y. ord e-
nados bajo las categorías generales expresadas, en smtesrs, por
los conceptos y términos siguient es:

1) En el ámbito de la palabra:
a) Metap lasmos y ot ros varios artificios de natu raleza
fónico-gr áfica, y
b) Tropos y otros d iversos fenómenos de natu raleza
léxico-semántica;

2) En el ámbito de la "juntura de palabras" en la oración:


a) Figuras: fenómenos morfa -sintáct icos. semá nt ic~s
y pragmáticos, restringidos normalmente a los lími-
tes de la oración o, más precisamente, del enun-
ciado, y
b) Composición: fenómeno s que afecta n, por un lado,
a la co nstit ución global del discurso, sus partes y
sus di stintos grados de elabo ración , y, por otro
lado. al orden de las palabras en la progresión del
mismo {Lausberg, § 9 11). Estos últ imos fenóme-
nos. por trascender con m ucho el ámbito específi-
co de las tra dicio nales Figuras, quedarán excluidos

24
de nuestro actual propósito. En Lausberg (§§ 9 12-
1054) podrá encontrarse una completa y deta llada
exposición de los mismos.

Los vicios contra la virtud del Ornato, dicho sea de modo


sumamente simplificado , qu edan polarizados en los concep-
tos: "defecto'Y''exccso", conceptos que remiten por igual a lo
qu e pod emos considerar un uso inadecuado de.los recursos
exornativos , según lo qu e debe tenerse por apropiado en cada
caso concreto (Lausberg. §§ 1071- 1073). En este punto con-
viene tener presente que en la doctrina retór ica y poética se
cuenta desde antiguo con un a serie de parámetros y no rmas
estrictas d e adecuación entre los virtuales co nten idos y su
expresión lingüística, regulados por la virtud del !?ecoro. que
tienen su más clara expresión en las correspo ndencias entre los
distintos "géneros de d iscursos", retóricos y poéticos. y las par-
ticula ridades lingüísticas que pueden exh ibir unos y otros.
Algun as de las cuestiones aludidas merecerán mayor atención
en los párrafos qu e siguen.

La última de las virtudes de la elocución. la designada con


los términos Decoro o Conveniencia (lar. Aptu m, Decorum, gt.
Prepon} (Lausbcrg, §§ 1055-10 62), presenta diverso alca~ ce
según los distintos rratadisras, tanto en el marco de la Ret órica
como de la Poética. Bajo los citados térm inos se agrupa, en
principio, un conjunto de propiedades que atañen a la consti-
tución del discurso, por un lado, y al conjunto de relaciones
ent re el discurso en sí y los diversos factores o circun stancias
presentes en el proceso de su em isión -recepción, por ot ro. En el
primer caso suele hablarse de "d ~co ro in.terno". Su p ~i nci.~al
objetivo es lograr una perfect a Integración y arrno mzacron
entre las panes constitutivas del discurso. En el segundo caso,
llamado "decoro externo", el objetivo está centrado en determi -
nar una adecuada cor respondencia ent re el discurso en sí, con-
siderado tamo en sus conte nidos como en su rnarerial iza ci ón
lingüística. y los factores que intervienen en su emisión-recep-
ción (Lausberg, § 1057). En palabras de ji m énez Patón, ambas
acepciones del co ncepto de D ecoro, vertido en la expresió n
"hablar a propósito", son resumidas en la siguiente form ula-

25
ci én: "Q ué es lo qu e se trata, para no salir de la m ateria [deco ro
interno ], qu ién lo trata, ante q uién, dón de y cuándo [decoro
exte rno]" (76-77), sínt esis ap retada del extenso capítulo q ue
Qui nriliano, apoyado en C icerón , dedica a esta virt ud elocuti-
va, qu e, a su juicio, es "la más necesaria de (Odas" (Xl , 1).
Los vicios co nt ra el Decoro preven idos o censu rado s po r
los tratadistas, son. según los aspectos que se acaban de seña-
lar, de naturaleza múltiple (La usberg, § § 1074-1077) . Me
lim itaré a señalar un as circunstancias concretas.
E! "decor o int erno" puede verse afectado por diversos gra-
dos de inadecuación ent re los co ntenidos del d iscurso y su
expresión lingüística, hecho estrechamente vinculado co n la
doctri na de los "géneros de la eloc ución" o "teoría de los esti-
los", como ya se ha dicho en más dc una ocasión. La clásica
tr ipartició n tem át ico-estilística en est ilos "noble, med io y hu -
m ilde" (o "alto, m edio y bajo") obliga a respetar estri ctas re-
gias de cor respondencia entre contenidos y expresió n lingü ís-
tica no siem pre logradas con éxito, si no acatadas, por parte
sobre rod o de los poetas, a los que ya Aristótel es hada "bene-
ficiarios" de (Oda suerte de concesio nes y licencias (supra, 20).
Ent re los fenómenos de esta vertiente de inadecuació n elocu -
tiva destacan los tip ificados en las dos situaciones siguientes:

a) Rebajamient o lingüístico de contenido s altos o nob les,


hecho qu e se manifiesta sobre todo en la selecció n de
un léxico co nsiderado de co ndición baja o hu milde
para referirse a dichos co ntenidos, fenómeno designa-
do co n térm inos co mo Meiosis o Tapinosis (Nebr i]a,
2 18; Cor reas, 407); o, en caso cont rario.
,
b) Enaltecim iento lingüístico de cont enidos bajos o hu -
mildes. mediante la utili zació n de un léxico considera-
do de condición alta o noble para referirse a los mis-
mos, fenó men o den o m in ado con el término Auxesis
(C o rreas, 425). A am bos fenó menos se refiere H errera
co n su habi tu al precisió n y erudición (428).

Entre los vicios seña lados en relación con el considera do


"decoro externo", me rece especial referencia el caso co ncreto

26
de la inserció n, en un discurso dado, de tem as o expresiones
de "natural eza o senti do escato lóg icos", esto es, toda referencia
o men ción de co nte nidos, palabras o expresiones de carácte r
só rdido y o bscen o, objeto siem pre de m uy severas reprobacio-
nes. También en este punto procede recur rir a la doctrina ex-
presada po r H errera, qu ien se refiere a estos particulares fenó -
menos en varios lugares de sus A notaáon~s, no sólo para defi-
• nirlos o caracterizarlos en cuanto tales, sino para emi tir co nt ra
los m ism os m uy airadas censuras. Los dos aspectos del fenó-
me no qu edan sintetizados así: "cuando se tu erce el sermón a
entendi miento to rpe o po r la juntura de las voces qu e hagan
mal so nido {fenómeno co nocido con los t érminos Cac ófaton,
Cacmfaeon o, en romance, Gazafatón. t ratado más adelante.
pp . 76-77), o por la misma significación" (fenó meno designa-
do con el tér m ino Escrologia} (Herrera, 322 ; Correas, 407-
408 ,409 ).
Como en anteriores ocasiones, hay qu e hacer notar tam-
bién en este lugar que los vicios contra el Decoro rep resentad os
po r los fen óm enos lingüíst ico-d iscu rsivos a q ue se acaba de
hacer referencia. so n asimismo susceptibles de ser to lerados
mediante especial Licencia en determ inadas situ acio nes di s-
curs ivas, esto es, siem pre q ue m edien razones superio res pro-
pias del "arte verbal". Y si no , ahí están para confirmarlo los
constantes y abundantes testimo nios en la obra de poetas de
tod o lugar, época y condición . H asta en la poesía del "Prín-
cipe de los poetas castellanos", Ga rcilaso, q ue le hace "perder
los papeles" a Herrera en sus co menta rios en más de una oca-
sión.

1.2. El concepto de Figura en la doctr ina del O rnato

La sucint a presentación d e la doctrin a de las cualida des


generales de la elocución, en los clásicos térm inos de "virtudes I
vicios", perm itirá establecer más fácilment e el alcance del co n-
cepto de Figura y, sobre to do , determ inar el lugar qu e ha ocu-
, pad o tr adicionalm ente en el co rpus do ctrin al elabo rado en
torno a la virtud del Ornato.
En relació n con am bos aspec tos, cabe decir, en primer tér-
mino, que el con cepto de Figura. co mo ya se habrá ad vertido

27
en párrafos anteriores. es un co ncepto cuyo alcance pu ede ser
delim itado . en pr incip io. en relación con los conce pros de
Metaplasmo y Tropo. po r un lado. y co n el de Composición, por
otro. En segundo término . el lugar preciso de tales conceptos [

en la doctrina gene ral de la Elocución se inscribe en el marco


específico de los objetivos asignad os a la virt ud del Ornato,
virtu d cuya op eratividad y sobre todo finalidad es indisociable
de la operatividad y finalidad asignadas a las demás virt udes,
tanto en el caso de secundarlas como en el de contravenid as.
Veamos estos aspectos con más detenimiento.
En prime r lugar, en relación co n los con cepros de M eta-
plasmo y Tropo. bajo los que se agrupan fenó menos lim itados
a la unidad palabra, en sus vertientes de significante y signifi-
cado. respect ivament e, y en relación con el concep w de Com-
posición, bajo el que se englo ban fenómenos que afectan a la
progresión del discurso en su to talidad , el concepw de Figura
(gr. Schnna) designa, en su acepció n más comúnmente acep-
tada. conjuntos de fenómenos que afectan al dominio de las
reglas de la gramática y, específicamente, a su un idad básica
trad icional : la oración.
En segundo lugar. los concepws de Metaplasmo. Figura y
" OPO, conside rados en su conjunto, constit uyen un sistema
básico de niveles lingüísticos: fónico-gráfico , rnorfosint ácrico
y léxico-semánti co, en el que se de finen, sistema tizan y orde-
nan clases más o menos extensas y complejas de fenó me nos
retóricos, en est recho paralelism o con los niveles qu e de finen,
sistematizan y ordena n clases de fenómenos co mparables en
el dominio de la gra mática de las len guas naturales, constitui-
da tradicionalm ente en consta nte pu nto de referen cia (Morel:
1982. 25). No será preciso recorda r a este propósito la estrecha
relación de am bos sistemas, expresada bien claramente en las
definicion es d e las dos A rtes, perpetuadas por la tradi ció n:
Gra mática como "Ars recte dicendí" y Retórica como "Ars bene
dicendi". En su sent ido originario de "Técnicas". ambas A rtes
dicendi tienen como com ún obj etivo la sistematización de reglas
destinadas a pro porcionar un perfecto conocim iento del código
idiomático y un adecuado adiest ramiento en el uso del mismo, t
que permita a los hablantes el mayo r grado de eficacia en las
diferentes sit uaciones de la práctica discursiva. La diferencia
específica de las m ismas viene expresada por los adverbios "ere

28
y bene, que responden, en cada caso, a los ideales de perfección
representados por las virtudes elocurivas: Correcci ón de la elocu-
ción {recte}: Claridad; Ornato y Decoro (bene).
En tercer lugar, los conju ntos de fenómenos lingütsrico-
discursivos agrupados bajo la terna de conceptos M etaplasmo,
Figu ra y Tropo, aparecen definidos, desde las formulaciones
más tem pra nas, como fenómenos qu e en los respecti vos nive-
les: fóni co. morfosinr ácrico o léxico , representan grados más o
menos in tensos de mod ificación . desvío o infracción de las
que cabe considerar "reglas de buena formación" de las unida-
des correspondientes a los mismo s niveles en el dominio de la
Gram ática. Ahora bien. como se ha visro en la exposición de
la doctrin a de las virtudes de la elocución , las modificaciones.
desvíos o infracciones de las reglas grama ticales representadas
po r tales fenó menos. dentro de su condició n primaria de "vi-
cios", pueden ser objeto de una doble consi deración y, lo q ue
es más im portante. de una doble estimación. Si tales fen óme-
nos se prod ucen de modo espontáneo, como resultado de un
conoci mie nto deficiente del códi go de la lengua o de un uso
descuidado por part e de los hablantes, serán objeto siem pre
de recriminaciones de gramáticos y r étores, por atentar contra
la más elemental de las virtu des elocu tivas: la corrección. Pero
si los mismos fenó menos son prod ucidos de modo consciente
y deliberado, justi ficado por de terminadas situaciones di scur-
sivas, pe rde rán circu ns tancialmente su co nd ición de vicios.
será n tol erad os po r u na particular Licencia y pasarán a ser
objeto de una estimación d e signo co nt rario. La preced ente
distinción , de capital importan cia para compre nder adecuada-
mente la doctrina tradicio nal del Ornato y sus artificios exor-
nativos, aparece bien claramente expresada en las siguie ntes
palab ras d e Quintil ia no: "Toda figura -dice- sería vicio si
fuese casual y no buscada con estudio". Y se añade a continua-
ción: " Pero po r lo comú n se defiende por la autoridad, anti-
güedad, costumbre y much as veces tam bién por cierta razón"
(IX, 3).
Lo dicho hasta aquí permitirá com prende r más adecuada-
mente el justo senti do de los di versos rasgos o com ponentes
noc ion ales que han intervenido normalmente en las definicio-
nes del concepto de Figura. en el sent ido restringido que se ha
mantenido hasta ahora. tal como se ha venido formu lando a

29
lo largo d e toda la trad ició n, co n muy escasas d iferencias entre
los aut o res: el tra tarse de una clase d e fenó m enos d e naturale-
za gramatical. 1) que constituyen cierto grado de ~odifica­
ci ón, desvío o in fracción respecto de la norm a grarnau~l ; 2) a
los que la norma retórico- poé tica ha asignado desde sle~pre
un a clara fu nción exo rna tiva del di scu rso; y 3) no producido s
de forma espo ntánea. sino consciente, ~e1iberada e in~encio­
nal , encam in ad a siempre a la co n secución de d~termlOados
efectos en d receptor del d iscur so (p. ej., persuasión, delecta-
ció n) {Mo rel: 1982. 15. 2 3-24 ). .
La distinta adscr ipción de los auto res al ámbito de la ~ra­
m érica, la Retórica o la Poética. ámbitos qu e ha com partido
tradicionalmente el concepto de Figura. puede pri~il~giar. en
ocasiones unos com ponentes sobre otros, p~ro en ultima ms-
tancia es la conjunción de los tres la que mejor dará cue~t~ de
su co ncepción más gene ralizada a lo largo de la tr ad ición .
Dicha concepción es la que apa rece expu esta. co n mayor o
men or grado de precisión y explicitud, según ose verá después.
en la obra de los tratadistas españoles que servirán de puntOde
referencia a estas páginas: Nebrija y Correas (en el ámbito de la
G ramá tica). Sánchez de las Brozas y ] iménez Patón (en el de la
Retórica) y H errera, López Pinciano. Carvallo y ~es (en el
de la Poética). Como es de esperar en aurores parncrpes de una
misma tradición doctrinal, las defin iciones del concepto de
Figura aparecen form uladas en mu y similares términos en los
autores citados (Ne bri]a, 2 16; Correas. 375 ; Broce nse. 337;
] iménez Parón . 95; H errera . 4 11; Lépez Pin ciano . 111. 53;
Carvallo. Il , 148; Cascales, 109). hecho que es com ún a trata-
distas de todas las épocas y lugares. Por cal razón, me limitaré a
aportar co mo síntes is de estas cons ide~aoc io n es y sin mayor
comentario una breve mu estra de definiciones for m uladas en
los ámbitos' de las tres Artes mencionadas, en donde seguiré el
orden de menor a mayor grado de explicitud.
La definición más escueta se debe a Cascales (ám bito de la
Poética). form ulada como sigue: "Es la figura cierta manera de
hablar apartada del uso com ún y ord inario" o( ~ ~ 17, lO? ). Ma-
yor precisión y explicitud presenta. la definici ón .ofre~lda p~r
j im énez Patón (ámbito de la Retórica), ~n la versi ón corre~l­
da y aumentada" de su E..lo~encid. pubhca?a en el ~(n:unUJ
Trimrgisrus. que reza así: Figura, que en griego se díce esque-
"_' o
Oc
30
rna [schema], es cierta co nformidad de lo que se habla. apar-
tado del comú n lenguaje y ordi nario mod o de hablar. Por la
cual conformidad la razón bien concertada se muda en otro
cierro modo con particular adorno y virtud" 062 1. 79v-S Or).
El grado máximo de precisión y explici rud co rres ponde al
Maestro Correas (ámbi to de la Gramática). quien se expresa
del siguiente mod o: "Es pues figura postu ra nueva. di ferent e
de la regula r y ordinaria, en la dicción y oración, hecha por
necesidad o acaso. o con cu idado y guSto particular po r ele-
ga ~cia y hermosura; y e;
como si dijése":l0s una cierta irregu-
laridad de la regla co mun de habla r. sufrible por uso y autori-
da d. y au n agradable, si no pasa los lím ites de la razón, como
se halla en los buen os auto res; mas. si excede, es vicio intolera-
ble. como en los malos" (1626 , 375).
Como complemento de las definiciones qu e se acaban de
presentar, no esta rán de más un as cua ntas observaciones del
gramático Correas, que entresaco del primero de los cap ítulos
que el citado auto r dedica a las Figu ras (374-375). Así. en rela-
ción con el pro pio co ncepto de Figurd. Correas hace referencia
al doble alcance con que se ha manejado d icho concepto por
parte de los autores. to mado ya en una acepción amplia. abar-
cado ra de todos los fenó menos o artificios lingüístico-discursi_
vos del O TTUlto elocurivo: fónicos. morfosinr ácticos y léxicos.
ya en una acepción más restringida , lim itada sólo a fenómenos
de naturaleza rnorfosinráctica, como se ha visto en las páginas
precedenres (Lausberg, § GO l). En palabras del auto r: "A esta
variedad de hablar figurada, con palabra general qu e tod o lo
abraza. la llam aron los griegos Esquema (Schema), los latinos
Figu ra, y así nosotros. y la divid iero n en tres géneros: meta-
plasmo. tro po , esquema" (375). En lo que respecta a la natura-
leza de las figur as, sus varieda des y número, sigue diciendo el
citado autor: "Las figuras. un as son de la cons tr ucción o sima-
xis y éstas pert enecen de recha me nte a la G ramática, aunque
tam bién a la Retórica, y son las menos; otras, de la sentencia
[= oración) y su enro m o, que tocan a la Retórica y O ratoria, y
éstas son casi infinitas. y sin casi. porqu e hasta ahora no se les
ha dado cabo; ot ras son de la d icción [= palab ra]. que conviene
a las dos. Gra mática y Retórica, y rodas a la Poética, y son limi -
tadas, contenid as en el metaplasmo; tod as las otras, en el tro po
y esq uema" (375) .

I'IlOPUO~O OE LA U~I1!RS!U!!lff saN t lRl !1S Uf GUll[lIAlA


....::B~;:..:b~Iic.::0~I:..:":.c~.c....::C~e~n:..:t:.:.r.::a:..:I _
I
1.3. C lasificaciones tradicionales d e los artificios del
O rnato retórico

Determ inado en sus aspectos m ás relevantes el concep to


de Figu ra, me referiré b revemente a algunos de los parám etros
más frecuenteme nte manejad os en las clasificaciones tr adici o-
nales de los fenó me nos del Ornato elocurivo , en gene ral , y de
las Figuras. en panicular (dejando d e lado. claro está, los casos
d e m eras listas. como oc ur re. por ejem plo . en Nebrija, 216-
224) .
Como se ha di cho más arrib a y se acaba de ver reflejado en
la cita de Correas, los conceptos rep resentados por los t érmi-
nos Metaplasmo, Figura y Tropo han co nfigurado. tradicional-
mente, un sistema básico de n iveles lingüístico-retó ricos en los
q ue , a t ravés d e ult erio res d ivisiones y su bd ivisio nes , muy
variables en am plitu d según los tratad istas, se han d efin ido y
o rd enado en series o co njuntos más o menos extensos los fenó -
meno s d el Ornato eloc urivo. Prescindiendo por el mom ento
de las constantes fluctuaciones, entre au to res de todas las épo-
cas, en la fijació n de lími tes claros y p recisos entre los co ncep-
tos de Tropo y Figura, po r no hablar de los n ume rosos fenóme-
nos fronterizos entre ambos d omin ios (Lausberg. § 601 ), cabe
reco rd ar que un sistema tri par ti to co mo el fo rm ad o po r la
tern a d e co nceptos an te riores es el ado ptado, po r ejemplo, po r
un auto r como el gramático Do nare (39 5-402), d e tan decisiva
y du radera influencia en gram áticos posterio res (baste pensar
en el p rop io Nebrija, por citar un ejemplo d e particular relie-
ve). En el nivel de las Figuras, se cuenta además co n la tempra-
na y m uy generalizada d ist inción entre:

I) Figuras de palabra {lat. Figura~ uerborum o elocutionis,


gr. Schemata Iexeos}, q ue co nst itu yen grupos d e fenó-
menos d e naturaleza d ominan temenre formal, mo rfo-
lógicos y sintáct icos, y
2 ) Figuras de pensamiento o sentencia (lar. Figurae senten-
tiarum, gr. Schemata dianoias}, que agru pan series ba...-
tan re heterogéneas de fenómenos de naturaleza sintác-
tico-sem ántica e incl uso pragm át ica que, trascendiend o
no rmalmen te los lím ites grama ticales de la propia un i-
dad oración (lar. Sententia) qu e les sirve de denomina-

32

- -- - - - - -
ci ón , habría q ue relaciona r más bien tanto co n el acto
d e En unciación co mo co n la co nstitución global de los
En unciados (Lausbe rg, § 602; Desbo rdes; 1986).

El referido sistem a d e niveles lingü ísticos se complementa


co n u n segu ndo sistem a d e o rde naci ón, el formad o po r las
cua tro ca tegorías mod ificativas co ns ti tu tivas d e la Quadn·-
parriza ratio de Qui ntiliano (1 , 5), co noc idas co n los términos:

1) Adición (lar. Adirct ío, gr. Pleonasmos).


2) Supresión [lar. Drtractio, gr. Endeia}.
3) Permutación o Inversión (tu. Transmutatio, gr. Anas-
trophe).
4) Sustitución {lar. l mmutatio, gt. Enallaoe}, co n bastantes
fluctuaciones term inológicas en la serie griega (Laus-
berg, § 462; D esbo rd es; 1983).

Tales catcgo rfas rep resenta n, co mo los p rop ios térmi nos
d an a entende r, u n conjunto de o peracio nes básicas d e mod i-
ficación q uc, actuando ya sobre la palabra. co nsidera da aisla-
d am ente (in uerbis singulis}, ya so bre la "ju n tura de las pala-
bras" en la un id ad oración (in uerbis coniuncits), marcan preci-
sam ente la tra nsic i ón del domin io de la G ram át ica al d e la
Ret órica, hecho q ue cabe rep resent ar d e form a esq uemát ica
del modo siguiente:

Do m inio de la Gramática Dominio de la Retó rica

Ni veles lingüfsucos: Ca rcgor tas modi fica tivas:


Palabra
Nivel fónico Adición. Supresión.
Inversión, Sustitució n M etap lasmos
Niv el léxico: Sustitu ción Tropos
O ració n
N ivd grama tical; Ad ición. Supresión.
In versión . Susti tució n Figu ras:
- de palabra
- de pensamient o

33

- - - - - - - - - - - - - - - - -'
I
La co m bi nación de ambos sistemas, niveles lin güísticos y
catego rías mod ificati vas. co nstituye un entramado de p rinci-
pios básicos d e clasificación 0, si se prefiere, u n "marco co n-
cep rua l" que ha mant eni d o su vigencia d e forma b astante
estab le en el transcu rso d e los siglos. Más aún, sigue estand o
pr esente. en ma yor o m enor grado , en b uena parte de los
replant eam ientos llevados a cabo en las últimas d écadas y lo
estará, co m o es natural, a lo largo d e estas páginas. D icho
marco co nc eptual. por lo demás, h a mostr ado ser lo suficien-
temente flexibl e como pa ra permiti r a rraradi srass de rod as las
épocas "satisfacer" ha sta la sacieda d ese "fu ro r taxo nó m ico" d e
quc hablaba Barth es (19 70, 218).

1.4 . C lasificacio nes p ropuestas en los últimos año s

Desde la ya un ramo lejana aparición d el Manual de retórica


literaria d e H. Lausbe rg (I 96O), monumental obra q ue repr e-
senta la gran sistematizaci ón moderna del Corpus doctrinal de la
Ret órica clásica, no han dejado de sucederse hasta e! presente
numerosos repla nteami entos clasificatorios d e los clásicos fenó-
m enos ling üíst ico -d iscu rsivo s del Ornato. t rad icio nalme nte
definidos e inventariados med iante el co njunt o d e categorías a
que se ha hecho referenci a en el párrafo anterio r, co njunto de
catego rías ahora enr iq uecido con las aportaciones re órico-analí-
~i.c as de difert' llt~s ori en taciones d e la mo dern a Lingüíst ica.
lal es replanteamientos, entre lo s q ue cabe citar Leech (19 66),
Todo rov (1%7), G ru po 11 (197 0 ), van D ijk ( 19 78) , Pleu
( 1977 , 198 1. 198 5), Spang (1979) , Su ha my (198 1), Mo re!
( 1982), L ópez G a rcía (198 5) , Morrara G ara vclli (1988),
Pozuelo Yvan cos (1988), Bacry (I 992) , han venido delineando
y perfilando, desde sus particulares enfoques, inte resantes ele-
me nt os d e jui cio, co n los q ue resulta posible empre nder hoy
fo rmas de aproximació n mi o; ajustadas al sumamente rico, a la
par que co mplejo, "arsenal" de los fenómeno s de la Elocución .
C om o los t rabajos a q ue remiten las referencias ante riores son
bastante aseq uibles, voy a ren unciar en este lugar a una exposi-
ció n d el co ntenid o d e los m ism os, exposición q ue, por o tra
part e, resu lta fácilmente recup erable en trabajos co mo los de
Plett, Mcrcl, Pozuelo Yvancos o Mortara Ga ravelli.

34
1.5 . C lasificac ión adoptada en la presente obra

Cerraré estas pági nas int roductorias co n la exposición, a


gran des rasgos, de los principios gen erales que van a servir de
fun damento teó rico-analítico a la sisrematización de las Figu-
ras que se pro pondrá en los d isti nt os capít ulos del p resente
volumen.
. Debo hacer notar, en p rim er térm ino, que el concep to de
FIgura que se va a m.anejar en estas páginas, como el p ropio
tlrulo d el volu men viene a revelar, estará to mado en su más
am plio sentido, como d esignació n gen eral d e todos los fenó -
menos tradicionales del Ornato, tal como apuntaba Correas, y
se reve!a en d~nominaci~nes tan ge.neraliudas ho y día co mo
las de lenguaje figurado (cf por ejemplo , Albaladcjo: 1989
134 ), "sentido figu rado " (Tamba-Mece 1981 ), et c. Con dich~
térm ino. por tanto, se d esign arán conjuntamente las clases de
fenómenos repa rtidos tradi cionalmente en tre los clásicos con-
~ptos de Metaplasmo. Tropo y Figura, ade más de algunos otros
vinculados usualmente a la doctrina de la Composición.
En segundo lugar, ame las interesantes apo rtacio nes que
supo nen cada uno ?c los planteamientos clasificatorio s pro-
p uestos en los trabajos a que se ha hecho referen cia más arri-
ba, m uchas so n las opciones qu e se ofrecen en el mo mento ac-
tua l - y todas, sin d ud a, m uy valiosas-e, a la ho ra d e em prende r
u na exposició n ~ás o m e~os de"~allad~ y co m ple ta del Corpus
general d e las FIguras ret óricas. SIIl d eja r de reconocer el ind u-
d able valor de roda s esas aportacio nes, de las q ue - justo es
~eci ~ lo- me sentiré deud o r ~ n ro.do momento, he apeado por
segui r co mo marco de clasificaci ón y o rdenación general de
roda el Corpus do ctrinal recogid o en el p resente volumen el
mod~lo teóri co-ao.alít ico di señ ado por H. F. Plcrt en sucesi~os
trab ajos (en especial, 1977, 198 1, 198 5), mod elo que, segú n
d eclara el autor, "tra ca d e desarro llar los resu ltados d e pro·
pu estas p reced entes, d e m ejo rarl os y, si fuera necesario d e
c~rregirlos" ( 1~8 1 , 158). Ent re las razo nes q ue m e han i~du­
cido a tal opció n, d ebo d eci r q ue, co tejand o los di ferentes
p ~anteami ent<:'s referid os, creo q ue el modelo p ropuesto po r
di cho autor, SIn oculta r sus evid entes limitaciones, es tal vez el
~ue por el m om ento p resenta mayo r capacida d ana lítica e
integrad ora, hecho s digno s d e ser tenido s en co nside ració n

35
cuand o se trata de "po ner orden" en un conj unto de fenóme-
nos lingüístico -di scursivos de tan desmesuradas proporciones.
Los p rin cipios en los q ue se articula dicho modelo , que
rem iten en no po cos aspectos -co mo no podía ser menos- a
la doctrina tradicion al de la Elo cución resumida anteriormen -
te , aparecen sintetizados po r el au to r (1981, 158-1 6 0 ; 1985,
62 -65) en las h ip ótesis que resumo a co ntinuación:

1) To da Figu ra retórica será considerada una unidad lin-


güísti ca q u e con sti t uye un de~vío. Seg ú n es te postulad~ , la
Elocución retórica podrá defini rse, por tanto, co m o u n srste-
ma d e desvíos lingü íst icos.

2) Sigu iendo el m odelo semiótico elaborado por Morris


(1938), Pletr propone distinguir tres clases de d esvíos:
a) Desvíos en el ámbito de la Sin taxis, esto es, en la rela-
ció n signo-s ign o.
b) D esvíos en el ám bito d e la Pragm ática, esto es, en la
relació n signo-em iso r I receptor.
c) D esvíos en el ám bito de la Sem ántica, esto es, en la rela-
ción signo- m odelo de realidad .

A cada u no de los domin ios anteriores corresponderá, segú n


el autor, u na clase de figuras retóricas:
aJ Figuras (sernio-lsintéc ricas.
bJ Figuras pragmáticas.
cJ Figuras (sem io-)sem án t icas.
La primera clase d e figuras prc,;upone la presenci a de . u n
m odelo de gram ática; la segund a, d e u n m odelo de com ur uca-
ción y la tercera, de un modelo de realidad. El alcance del con-
cepto de desvío d eberá med irse, según lo qu e se acaba de pr? -
poner, en fu nción de los modelos a que se ha hecho referen cia,
esto es, u n m odelo de gram át ica, de co m unicación y de reali-
da d , respectivam ente.

3) El modelo (scm io- Isin rdcrico d e las figuras comprend e


dos vertien tes:
a) Las operaciones lingüísticas.
b) Los planos o niveles lin güísticos.

36
Las oper acio n es lin güísti cas se di viden en dos cate gorías
p rincipales:
1) Operaciones que supone n la transgresión de una norma
(Licencias), rep resentad as por las trad icio nales catego-
rías modificativas d e Adici ón, Sup resión. Permutación y
Sustituci6n.
2) O peraciones q ue suponen un refo rza mi enro d e d icha
norma (Eq ui va len cias), co ns t itu id as p o r todas las
m an ifestacio nes de! "princ ipio d e repeti ción" o "de re-
cu rrencia" .

Lo s planos o n iveles lin güísticos consid erados so n lo s


sigu ie ntes: fonológico , morfológico , sintáctico, textual, se-
m án tico , grafem ático. El m odelo fun cio na de (al m anera que
cada oper ación lingüística es p royectad a en cada plano lin-
güísti co con e! fin de gene ra r unidades lingüístic as de carácter
secu nd ario, es decir, las Figu ras. Los m odos operati vos fu ncio-
nan como m odos de tra nsformación , esto es, transforman en
determinados puntos del texto la no rm a lingü íst ica prim ar ia
(gramat ical) en norma secu ndaria (retó rica).
Las figuras d e la clase (sem io-ls in rácrica p ued en qued ar
in tegrad as en e! sigu iente d iagrama (I 98 1, 160 ; 198 5, 64) :

DiAGRAMA 1

~es Desvío Refue rzo


11 N iveles l. Ad I 2.Sup I J,Pa 14.511s 5.Equi
l . r onológ ico
2. Morfol6gico
3. Sintáctico
4. Textual
5. Sem án tico

6. G rafemát ico

La conj unc ión d e operaciones y niveles lingüísticos repre-


sen tad a en el D iagrama l, se com pleta en Plett (I985, 65 ) con

37
,

la espec ificació n d e las d os series d e ca tego rías básicas d e


Figuras que se p ro ponen en las co lu mnas d el D iag ram a 11,
series cu yas d enom inacio nes, formadas co n los prefijos Meta- /
Iso-, respectivamente. parten d e la adopción d e los térmi nos
Metábole, en el alcance q ue le co nfiere el G rupo ~ ( 1970. 6 2),
co mo design ación general de las operacio nes que su po nen un
"desvío", e Isotopia, en el sentido amplio propuesto po r Ras-
rier (1972, 110), co mo denom inació n gene ral de las operacio-
nes de "eq uivalencia".

DIAG RAMA II

~es
11 Níveles
Violació n de las
reglas: M eraboles
Refuerzo d e las
reglas: lso to p las

1. Ponologico Mc tafonemas Isofo nemas

2. Morfológico Meramc rfemas lsomo rfem as

3. Sínucdcc M eearaxis lsoraxls

4. Textual M eraeextem as lsotexrem as

5.5<-má n tko M erasememas lsosemem as

6. G r;úcmát ico M nagr.Jfcm;u lsografernas

Exp uestas las grand es líneas del modelo teórico-analíti co


d iseñad o por Plerr, ado ptado co mo marco d e referen cia en la
clasificació n y o rdenación d e las Figuras que se va a llevar a
cabo en el presente volu men. sólo me resta ind icar un as b reves
anotaciones ant es de pasar a su desarrollo en los respect ivos
capítulos.
Debo indi car, en p rim er lugar, q ue el orden d e los capü u-
los seguirá el ord en de los niveles lingüísticos reflejado en los
D iagram as 1 y Il, co n exclusió n. co mo ya se habrá observado ,
del nivel grafem árico. D icha exclusión se debe fun d am ental-
men te al hecho de q ue en el corp us d e ejemplos seleccio nad os
para el co njunto de los capít ulos - Hrnirado. co mo ya se di jo,
al d iscu rso poét ico de los siglos XVI y XVII-, no he enco ntrado
el materi al adecuad o, suficienteme nte d iferenciad o. para re-
presentar de forma plausible la d oble vertiente de esta catego-

38
rfa d e fenó menos (Me tag rafemas e lsografemas), d e ta n alta
fu ncionalidad , sin embargo, en ciertas co rr ientes poé t icas d e
la época modern a.
En seg~ ndo lugar. las catego rías de Figuras co rrespondie n-
tes a los diferen tes niveles lingüíst icos se p resentan d esdob la-
d as en d os capítulos, segú n la d istinci ón básica entre las series
d e fen ó m eno s co nsidera dos Licencias o M etdboles ( pa nes
impares), o Eo uioalencias o lsotop ías (partes pares), salvo en el
caso de las figuras pragmát icas q ue aparecen agrupadas en u n
so lo capítulo, el 12.
En tercer lugar, ante la intrincada "maraña" termino lógica
~ler~da~a .de la tradi ció n, en la que de form a aparentemente
md l~cflm mada o co n sutilísimos matices, m uy difíciles de dis-
cernir a veces, se altern an términos d e proced encia gr iega, lati-
na y h.asta ro ma nce, .c n la den o minació n d e las Figuras se dará
p relació n a los t érmi nos que parezcan ser más d ifundidos en
cad a caso, sean griegos, latinos o romances, aco mpañ ados de
o tra .u ~tras denom inacio nes co n las que altern en no rma lme n-
te, siguiendo en este punto las pautas de Lausberg. Para facili-
tar la localizació n d e los térmi no s utilizad os en ca d a caso .
éstos aparecen o rde nados en el índ ice que figura al fin al del
volume n. Po~. o tro lado. d ado q ue no ha sido m i prcrcnsi én,
co mo ya.se dIJO, ago ta r el inventario d e fenóme no s tipi ficado'>
co mo FIguras. tarea q ue aparte d e p ráct icamente imposible
~taría fuera d e lugar ~n un a o bra como la p resente, el lector
in teresado p uede am pliar su inform ación en los índ ices d e tér-
m inos (latinos . griegos y franceses) del vol u men tercero d el
M~nua/ .de. Lau~berg, q ue podrá co m pleta r ad emás co n los
vanos Diccio narios q ue figuran en la bibliografía.
Por último, por recomendación encarecida de la Ed itorial
se ha d~bido prescin di r del uso de no tas a pie d e págin a, tan
nccesanas ~ veces para co mp letar lo d icho en el cuerpo d el
rext~ , coteJar!o con .ot~as posiciones u opin ion es, p roporcio-
nar info rmacio nes bibliográficas d e carácter co mplem entario,
etc. C o n el fin d e no ren u nciar a esta últim a función, las refe-
rencias que se han co nside rad o necesarias apa recen insertas en
e~ texto. co n ind ic."le,ió.n ent~e parén tesis d e la fecha d e p ublica.
ció n aS I co mo las paglllas, SI el caso lo requ iere.

39
2.

FIGURAS FO NOLÓGICAS 1:
LICENCIAS FONOLÓGICAS

2. 1. Licencias fonológicas o Merafone mas

Bajo la denominación de Licenciasfonológicas o Metafone-


mas, según la terminolo gía adoptada po r Plert (198 1, 198 5),
se va a co nsidera r u n co n ju nto d e fen ómenos que su po ne n
diversas alteracio nes o mod ificacio nes regladas , q ue afectan a
la constitu ción fon ológica (y gráfica) de las palabras en unos
co ntextos discu rsivos bien definid os y co ncretos. D ichas alte-
raciones pu ede n afectar tanto a u nid ades fo nemáticas: vocales
y co nso na ntes, en tanto que elem entos constitutivos d e u ni da-
des silábicas, como a u nidades prosód icas, en panicular el
acen to .
Esta clase de fenó menos, como hubo ocasión de ver pági-
nas atrás, ha venido siendo definida , sistematizada y transm i-
tid a desde ant iguo. tanto en la doctrina gram atical como retó-
rica y po ética, bajo la denomin ació n gen eral de Metaplasmo
(Lausberg. § 479), término griego cuyo eq uivalent e latino-
romance, más aseq uible a un a com prensión in mediata, es el
de 7ransformación. co mo la mayor ía de los autores se apresura
a señalar. Así lo hacen no tar, po r ejem plo, dos de nu estr os

41

gramát icos ~c m ayor autori~.ad en la tr adición gramaric~.1 del


periodo clásico: A. de Nebrija .Y G . Corr~s, en los capllu l~s
correspo nd ient es de sus respecti vas Gram áticas, y cuya doctri-
na en este p umo va a servir de base en el desarrollo del p re-
sente capítulo.

2.2. Corrección fon ológica, Barbarismo y Me taplasmo

De acuerdo con la tradición gramatical y retó rica de: la tar-


día latinidad . t an bien reflej ada por los au t o res espa ñoles
mencionados. el co ncepto de M etap lasmo, co mo ya se dijo
(supra. 19-21 ), es un concep to estrechamente vinculado con
los conceptos de "co rrección lingüística" {Pu reza} e "incorrec-
ción lingüística" (Barbarismo). En relación con los términos
precedentes. cabe recordar los aspectos ~n?amenta.les señala-
dos anteriorm ente. que resumen las srgu tenres pal ab ras de
Nebri ja, quien ded ica a estas cuestiones los capitu las 5 y 6 .del
libro IV de su Gramática. "Si en alguna palabra -dice el cita-
do autor- no se comete vicio alguno, lIámase lexis, qu e quiere
decir perfecta dicción . Si en la palabr: se comete.vicio 9~e no
se pued a su frir. lIámase barbarismo (2 11). D icho VI CIO se
puede cometer tamo en la pronu nciación como en la escritura
"añad iendo o qu itando o m uda ndo o tran sportando alguna
letra o acento en alguna pala bra".
Definido el concepto de Barbarismo. término . griego a su
va. con el que se suele designar toda suerte de incorreccio!,es
que afectan. como se acaba de ver. a la correcta configuraci ón
fonológ ica (y gráfica) de las palabras en el uso espontáneo de
la lengua, sigue precisando Nebrija: "Si se comete pecado que
por alguna razón se puede excusar. llamase metaplasmo". que
más adela nt e defin irá co mo "m udanza de la aco stu m brada
manera de hablar en alguna palabr a, qu e por alguna razón se
puede sufrir, y lIárnase en griego metaplasmo, que en nu estra
lengua qu iere decir transformación, porque se tras m uda algu-
na palab ra de lo propi o a lo fi~urado" (21 3) . .. .
No difiere m ucho de lo dich o por Nebrija el tratamiento
de estos mismos fenó menos por parte de los maestros B. ji-
m énez Patón en el capit ulo segun do de su Elocuencia española
en arte. y G . Co rreas en los capítulos 78 y 79 de su Aru de la

42
kngua española castellana. participes am bos de un a misma tra-
dició n doctrinal.
Los pumas básicos de la ?octrina expuesta por Nebrija y
recogida posterior mente por j im énez Patón y Correas. radican
en los dos polos en tre. por un lado, el " ide al" de corrección
idio mática, en el ám bito de la p alabra como un idad a utóno~a
{Lexis}; ideal de corrección q ue co nstitu irá, según sus propias
palab ras "todo el negocio de la G ramática" (~ II). ~. por O(f~ .
la realidad de la incorrección lingüística referida a dicho ámbi-
to (Barbarismo) -que bien se podría traducir po r el t érmino,
más generalizado en la concepción normativa de la gramá tica.
de Vulgarismo sin más-, vicio censurable en el uso espontáneo
de la lengua . en las prácticas discursivas de la vida diaria.
Entre ambos polos . se establece un "espacio de permi sivi-
da d" a la práctica de la incorrección lingüística. siem pre que
ésta esté motivada po r ciertas razones especial es. que no serán
otras que las vinculadas a lo que se pued e ~onsi?erar ~omo
uso artístico del lenguaje. En tal caso. las posibles infraccion es
del código id iomát ico. ut ilizadas de forma consciente y volun-
taria en unos contextos discu rsivos determinados. pasarán a
constitu ir una clase particular y específica de fenómenos fono -
lógicos (y gráficos). que serán tip ificados bajo la denomina-
ción gen er al de Metaplasm os y justificados di scursivamente
"por exige nc ias métr icas o po r razones de ornato poético".
como expresameme se dice en el Ars grammatíca de Elio Do-
nato, que tan decisiva in fluencia ejercerla en la tr~dició n gra-
matical posterior: " Me raplasm us est t ran sformau o quaedam
recri sol uriq ue sermonis in alreram speciem metti ornarusoe
causa" (395) (sub rayado mío). A parti r de aquf se compren-
de rá que ta l clase de fen ómenos. den om inad os indis tin ta -
mente co mo Metaplasmos o como Licencias po!tictlJ. se incor-
por e ha bitualm ente a las reflexio nes q ue so bre el lenguaje
poéti co suele n insertarse en los tra tados d e teoría po éti ca
(entre los esp a ñol es, pued e verse , por eje m plo, en López
Pinciano, I1, 130-1 31; Carvallo, 1, 194 ; C ascales, 102-103),
aunque no con la sistematicida d y exhaustividad de los. trata-
dos grama ticales. Este hech o confirma claram ente el t' Pv de
discurso: el discurso literario y, más pa rticularmente. el dis-
curso poético, como el ám bi to al q ue quedará restringida la
verda dera operatividad de tal clase de fenóme nos .

43
2.3. Metaplasmos y categorías mod ificativas

Tras la delimitación del alcance del concepto de Metaplas-


mo. tal como aparece formulado en la doctr ina retórico-gra-
matical de Ne brija, se present ará a continuación el inventario
de fenóm enos sistema tizados bajo dicha denom inación, in-
venta rio qu e qued ó establecido en la obra de los gramáticos y
rérores de la tardía latinidad (Halm: 1863; Keil: 1857-1878),
y recogido y transmitido fielmente por la tradición posterior.
Co mo complemento de la doctrina gramatical expuesta, resul-
tará siempre instructiva la consulta de las explicaciones y. más
aún, de los juicios de valor emitidos por F. de Herrera en sus
Anotaciones a la poesía de Garcilaso, como muestra mu y elo-
cuente de la valoración de qu e es susceptible el fun cion amien-
to de tal clase de fenómenos en el ámbito esped fico del dis-
curso poético .
En la clasificación de los tipos de Metaplasmos que afec-
tan a unidad es segmentales o fonemas, y su int egración en
unidades silábicas, en la palabra. se tendrán pre.sentes los dos
criterios clásicos siguientes:

a) Las operaciones correspondientes a las cuatro categorías


modificativas qu e, como ya se dijo (véase más arriba,
33), sirven de base de sistematización y clasificación de
una gran parte de los fenómenos del Ornato: operacio-
nes de Adición. Supresi ón. Inversión o Pennutación y
Sustitución de elementos.

b) La fijación de tres lugares correspo ndientes a: silaba


inicial. silaba interna y silaba final de la palabra, en
tanto que unidad susceptible de sufrir las alteraciones
producidas por la operatividad de las citadas categorías
modificativas.

La combi nación de ambos criterios permite establecer los


gru pos que se detallan a continuación (Lausberg, §§ 481-495;
Nebrija, 213-215; Correas, 388-395):

1) Metaplasmos por ad ición de fonemas o sílabas:


a) en posición inicial de palabra: Prótesis;

44
b) en posición inte rna: Epéntesis;
e) en posición final: Paragoge.
2) Metaplasmos por supresión de fonemas o sílabas:
a) en posición inicial de palabra: Aftresis;
b) en posición interna: Sincopa;
e) en posición final: Apócop~.
3) Metaplasmos po r inversión de fone mas o sílabas, sin
especificación de posición: Met átesis.
4) Me taplasmos po r sustitución de fon emas o sílabas, sin
especificación de posición: Antítesis (o A ntitescont .

A los grupos de fenómeno s señalados es usual añadir los


conocidos tradicionalmente como Licencias métricas. esto es,
los fenómenos de Diéresis. Sinéresis y Sinalefa . dado qu e en los
mismos se ven alteradas de alguna manera las combinaciones
silábicas en casos de diptongo, hiato o juntura ent re palabras.
así como todos los fenó menos de alteración de la posición
regular del acento en las palabras debida fundamentalm ente a
razones métricas.
Se presentarán a cont inuación unas cuan tas series de ejem-
plos que, aunque limitadas po r necesidad a grupos muy redu-
cidos, permitan observar el fun cionam iento real de este tipo de
fenómenos en la practica poética. En este pu mo no estará de
más recordar el hecho. señalado por Lausberg. de qu e la mayor
parte de los M etaplasm os "tiene una firme tradi ción literaria
dentro de uno u otro género literario (en especial. en la poe-
sía)" (§ 479). Por orro lado, siempre que sea posible, se aduci-
rán fragment os textuales en los que se dé la presencia de los
respectivos pares de palabras: la forma canó nica, sancionada
por la Gramática, y la forma modificada o Metaplasmo. con el
fin de pone r de relieve más claramente su moti vación en la
secuencia discursiva en la que aparece integrada.

2.3. 1. Metaplasmospor adición defo nemas o silabas

Siguiendo el orden fijado en la clasificación precedente, se


presentarán en pr imer término ejemplos de los tipos de Meta-
plasmos producidos por ad ición de fonemas o sílabas.

45

r Como ejemplos de Prótesis, es decir, d e palabras cuya


co nsti tución fonológica se ve incr ementada por la ad ició n d e
una sílaba en posición in icial (Nebri]a, 2 13; Correas, 388),
cabe propon er pares de unid ades como los q ue se ad ucen a
co ntin uació n. En tales pares, aparece en prim er lu gar la que
cabe conside rar forma canónica seguida de la correspond ien te
form a modificada. En los textos poéticos de los siglos XVI y
XVII es usual encontrarse con pa res de palabras co m o: bajar-
abajar, consolar-aconsolar: esparcir-desparcir. jaropar-ajaropar;
/legar-allegar, matar-amasar; mostrar-amostrar, sosegar-asosegar,
tapar-atapar, etc., d e los que puede n ser m uest ra sec ue ncias
textuales como las qu e siguen. tornadas de Ga rcilaso, en las
que se produce la alternan cia del par mostrar-amostrar:
(1) a. ... y po ne r fin a las qu er e llas que usas,
con q ue de Pind o ya las mor a doras
se m uestran lastim ad as y co nfusas . (99)

b. ... y a m i majada a rribarás primero


q ue el cielo nos amuestre su luce ro. (205)

El fen ómeno d e Epéntesis, esto es, M etaplasmo p roducid o


por la inserció n de un fonema o sílaba en posició n in terna d e
pa labra (Neb rija, 213; C orreas, 389), está representado p or
dobletes como los co rrespo nd ientes a for mas ve rb ales com o
vi- vide, vio-vido. erc., comentadas las segundas por H errera en
sus Anotac io n es (500, 443), así como las formas nomin ales:
cránica-corónica (y d er ivados), Inglaterra-Ingalaterra, etc., d e
d ocumentació n bastante temprana en la literatura castellan a y
l' d e muy am p lia di fusión en los textos de los siglos áure os. H e
aq u í u nas breves sec uen cias en las que ap arecen in sertas las
formas d el par lnglaterra-Ingala terra:
(2) a. No pud iendo caber Fran cia en sí misma
oc upa ba otros rei nos; Inglaterra
alegre retozaba co n el cisma .
(B. L. de A rge nsola, 1, 61)

b. Por vos, Ingalaterra


. descansa y nos descansa de la gue rra .
(Quevedo, 287)

46
A los ejemplos seña lad os ta l vez cabría añadir las formas
de M a rte, d ios latin o d e la gue rra, y su va riante epe ntérica
Mavorte, d e uso exclusivamente po érico ya en latí n , rescatada
po r los poetas de los siglos XVI y XV II, tal co m o muestra el
siguiente fragmento de So to de Rojas:

(3) ¡Oh tú , Mavorte ho rr endo ,


del mundo asom bro y deste ciclo es true ndo
-dijo el ra paz liso nje ando a Marte- ... ! (484)

Frente a los ejem plos representat ivos d e los fen ómenos d e


Prótesis y Epéntesis, que co nstituyen en general inventarios d e
formas bastante red uc idos, los correspond ientes al fenómeno
d e Paragoge, Metap lasmo co ns iste nte en la adición de u n fo-
nem a o sílaba en posición fin al d e palab ra (Ne brija, 214; C o-
rreas, 389-390), forman un par ad igma d e form as m ucho más
n utrid o, que, en no pocos casos, se remontan a los p rimeros
testimonios literarios y q ue, en buena med id a, perviven en el
lengu aje p oético ha st a el Romanticism o . En tre las fo r mas
paragógicas más usu ales en los textos p oético s d el p erio do
áureo cabe d estacar. en tre Otros, pares de pal abras co mo los
siguie ntes: altivez-altiveza, atroz-atroce, domestiquez-domesti-
queza, acasez-escaseza, esquiuee-esquiueza, estrechez-estrecheza,
feliz-ftlice, Helicón- Helico na, i nfeiie-infelice. interés-interese,
mies-rniese, p alafrén-palafteno, p ez -p ece, veloz -veloce, etc. Como
m uestra de la presen cia en los textos de ambas posibil ida des
de realizació n de una mi sma palab ra, p uede repara rse en estas
dos secuenc ias de H errera , en las q ue alte rnan las formas d el
par oeloz-oeloce:

(4) a. ... veloz al d a ño y al rem edi o ta rdo


fui, po r do nde A mor mi afre nta quie re. (209)

b. O la lige ra garza levantando


mire al halcó n veloce y atrevido, ... (446)

Con el co njunto de M etap lasmos producido s p or adi ción


de fo nem as o sílabas, suele relacionarse el fenómeno d e D ie-

47
resis (Ne brija, 2 14; Correas, 39 1-392), fenómen o m étrico que
afecta d e ma nera específica al có mputo silábico en el d iscu rso
en verso, mediante el cual las d os vocales co ns titut ivas d e un
d iptongo (generalme nte creciente) se realizan co mo d os n ú-
deos silábicos d istintos. El efecto resultante es, por tanto, la
incrcmentaci ón de la co nsti tu ción fono lógica d e la palabra en
u na sílaba m ás. Este hecho suele m arcarse en la escritu ra poé-
tica med iante el signo gráfico co nocido co n el mismo no mb re
°
(") sobre la semi co nso na nte sem ivocal co rrespond iente. Da-
d o que la p ráctica de esra licencia métri ca es constante en la
actividad po ética d e tod as las épocas, me contentaré con p re-
sentar una breve ilust ració n de la misma en estos d os ejem-
plos:

(5) a. No pareció jineta que quisiese


acechar soles tras de vidriera (= vi-dri-e-ra).
(Villamediana, 454)

b. Envidiosas las aves.


siéndole su hermosura e nvidia al suelo,
oon mil ecos suaves (= su-aoves)
coronan de alabanzas sol y cielo...
(Carrillo, 122)

2.3.2, M etaplasmos po r sup resión de fOnemas o sílabas

En este aparrado se p resentarán algunos ejem plos d e los


Met apl asmos co rr espo ndientes al seg u ndo gr u po , es d ecir,
aquellos en los q ue las u nid ad es d e base se ven mod ificadas
po r la sup resió n de fonemas o silabas en un a d e las tres posi-
ciones de referencia: inicial, int ern a o final. C o mo se ha indi -
cad o, tales fenómen os aparecen d esignados en la tr ad ició n
gramatical y retórica co n las den ominaciones d e Aféresis, Sin-
copa y Apócope, respectivam ente.
El fenó me no d e Aféresis, esto es, la dele ción de un fonem a
o sílaba en posición inicial d e palabra (Nc br i]a, 2 13; C orreas,
3RR-3R9) , viene representado en el discurs o poético por pares
de palabras co mo: ahora -hora (con las variantes agora-ora) ,
anatomía (co n la variante anotomtal -n otomla, aplacar-placar;

48
asamblea-samblea. eftm ero jlm ero, ejecutar-jrcutar (y d eri va-
dos), enaguas-nag uas, rnamorado-namorado, en hora buen a -
noraburna , enh oramala-noramala, enoj oso-noj oso, he rmano-
mano, etc., de los que seleccio no estos dos ejemplos del par
enamorado-na morado, tomad os d e Boscán :

(6) a. Qué gusto debe ser un caimiento


con un cierto desmayo enamorado, ... (569 )

h. ¿Será, pues, malo allí tratar de amores,


viendo que Apolo, con su gentileza.
anduvo namoro do entre pastores? (533)

Entre los fenóm enos d e Sincop a, o la deIeción d e un fo-


nema o sílaba en posición interior de palab ra (Nebri]a, 2 14;
C o rreas, 389), cabe seña lar pares d e alt ern an cias co mo crude-
za -crueea, esp íritu-esp irru, exp erimenmr-exp rim entar; erc. , a
los que se pueden añad ir las d istintas var iantes d el nombre
p ropio d e la mi to logía clásica Anaxdrete (Anajdrete}-Anaxarte
{Anajarte}, y de los q ue sc pued en reten er ejem plos co mo
éstos de H errera, en los que figuran las formas del par esp íri-
tu -espirtu:

(7) a. ._. a los que tú, Señor, eras escudo,


de tu espíritu estaban confortados. (261)

b. Lazos purp úreos. lúcidos manojos.


en cuyo cerco Amor mi espin e inflama. (509)

En el co nju n to d e palab ras sinco pad as d estaca el gru po


rep resentado por alt ernancias d e formas verbales com o diere-
des-dierdes, fu eredes-fu erdes, gu drda te-guarte, oyeredes-oyerdes,
p udi éredes-p udierdes, quierrs-quies. quisi éredes-quisierdes, viere-
des-uierdes, y simi lares, f orm as verbales do cumentadas d esde
fechas tem p ranas y d e relat iva di fusión en el discurso poét ico
d e los siglos XVI }' XVII. H e aq uí dos secuencias textuales. d e
Fray Luis y San Juan d e la C ruz, en las que altern an el par vié-
redes-oierdes:

49
La selecció n de la forma diz que, q ue aparece en el verso 1076
de la "Égloga 11", ha sid o co n el fin d e reflejar en este pun to
uno de los juicios más severos d e H errera en sus A notaciones,
cuando co me n ta a propósito de la mism a: "En vez d e dicen
que. Apócope ind igna d e usar en tan ilustres versos" (53 4).
C om o fo rma parti cul ar d e real ización d el fenó me no d e
Apócope en el discurso poético d e los siglos áureos, hay que
co nsiderar el art ificio co nocido com o "versos d e ca bo roto",
d ifu nd ido en manifestacio nes po ét icas de carácte r jocoso-bur-
lesco. Dicho arti ficio co nsiste en el corte arbi trario de la últ i-
m a sílaba d el verso, con lo que la Rima se establece en las síla-
bas penúlti m as d e las respecti vas palabras (Lázaro C arreter,
Diccionario, s.v, Rima) . De entre los numerosos texto s q ue po -
d rían ad ucirse d e este artificio , seleccio no el siguiente d e C er-
van tes:

(12) So y San cho Pan za esc udé -


del manche go don Ouíj o-;
puse pies e n polovor ó-
po r vivir a lo discr é-:
que e l tácito Villadié -
toda su razón de est á-
cifró en una retír a-,
seg ún sie nte Ce/estío,
lib ro , e n mi opi nión, d iví-,
si e ncubriera más lo h um á-. (Il, 232)

Relacio nadas co n este tipo de M etaplasmo s por su presió n,


suele n co nsiderarse las licencias m étri cas co noci d as co n las
deno minaciones de Si néresis y Sinalefa.
En el pr im er caso, se tra ta de un fenómeno inverso al d e la
Diéresis, conside rad o en el párr afo anterio r, consistente en la
realización mono silábica d e dos vocales en hiato , por razones
de có m p uto silábico en una secue ncia versal (Ne b rija, 2 14;
C orreas, 39 2).
En su anotación al v. 9 del "So ne to VII" d e Garcilaso:

(13) Yo había jurado nunca más met e rme , ...(43)

52
señala H errera a p ropósito de había (= ha-bid): "Es te verbo es
bisílabo po r la sinéresis o co ntracción, q ue es junr amien to o
enc og imien to d e d os síla bas en una; y d e esta sue rt e h ay
m uchos versos en Garcilaso" (334), observación que se pu ede
hacer exte nsiva a la to talidad de los poetas d e los siglos XV1 y
XVII, en relación con di chas formas verbales del im perfecto d e
ind icativo (-ía = -id). H e aquí otros ejemplos q ue p ueden ser-
vir co mo ilust ració n d e este fenó meno:

(14 ) a. Herm oso sol lucie nte ,


que e l día traes y lle vas, rod ead o
de luz re splandecie nte , ...
(L. de León, 749)

b. Si los trofeos a l túmulo de bidos


aq uí h ubieran de estar todos co lgados ,...
(Q uevedo, 312)

El fen ómeno conocido como Sinalefa consiste en la realiza -


ción mo nosilábica de las vocales fin al de una palabra e ini cial
d e la palabra siguiente (Ne hrija, 2 14; Correas, .392). D ado que
se trata d e u n fenóm eno métrico bien co no cido, ad uciré este
solo ejemplo de Garcilaso, que correspo nde a los versos in icia -
les del "So neto Xl I":

(15) Si para refrena r este deseo


loco, imposible , va no, tem eros o,
y guarecer de un mal ta n pel igroso,
q ue es darme a e nte nder yo lo q ue no cre o.
no me a pr ovecha verme cual me veo.
o mu y ave nturado o mu y med roso , ... (48)

soneto que, a ju icio d e H errera, p resenta m uchas sinalefas.

2.3.3. M etaplasmos p or inversión de [onemas o sílabas

La catego ría mo dificativa general de permutación d e d e-


mentas presenta su m ate rializac ión co ncre ta, en el ám bito d e

53

los Metaplasmos, en el fenó meno denominado Metátesis, esto


es, la inversión o trasm utación de fone mas o sílabas en el inte-
rior de la unidad palabra (Nebrija, 215; C orreas, 394). En las
formas de realización de cales inversiones se pueden dar distin-
ras m odalidades. Así, por un lad o. se puede hablar d e Metátesis
sencillas, cuando sólo cambia de lugar un fonem a o sílaba;
Madtais recíprocas, cuando se produce un int ercam bio de posi-
ción en la palabra de dos fonem as o sílabas. Por otro lado, cabe
hablar también de Metátesis en contacto, las prod ucid as entre
fonemas o sílabas con tiguos, y Metátesis a distancia. en el caso
contrar io (Lázaro Carreter, Diccionario. s.v.).
Por lo qu e respecta a la inserción de este t ipo de formas en
el d iscurso poéti co, cabe hacer las mismas observaciones y d is-
tinciones - fo rm as cultas/form as vu lgares- que se hi cieron an-
teriorment e a p rop ósito de los fenó menos de Apócope. C o mo
muestra de form as metatizadas usual es en el di scurso po ét ico
de los siglos áureos, pu eden reten erse pares de palabras co mo:
cdtedra-catreda, cocodrilo-crocodilo, mausoleo-mauseolo, prelado-
perlado, erc., y, entre las form as verbal es, las frecu entes alter-
nancias entre los imperativos con pronombres clíticos del tipo :
decidle-decilde, etc. Valgan estos dos ejemplos, de Villamediana
y Cerva nt es, en los que alternan las dos formas del par mauso-
leo-mauseolo:

(16) a. Y el po mposo dolor de Mausoteo


con epitafios cultos ado rna ron, ... (609)

b. T en ciertas y seguras espera nzas


que e n este valle un nuevo mauseolo
te harán estos pastores, ... (11 , 197)

2.3.4. Metaplasmos porsustitución defonemas o silabas

La última variedad de Metaplasmos en los que se ve altera-


da la constitución fónica (y gráfica) de las palabras, es la que .
corresponde a fenómenos denominados con los términos An-
títesis o Antitescon, con sistentes en la sustitució n de un fo nem a
(raramen te una sílaba) po r otro en el interior de una pala-
bra (N ebri la. 215; Correas, 393-394; asim ismo Herrera, 536

54
y 563, quien recoge las dos de no mi naciones). Entre las formas
aducidas ,co m o e~ emplo por los gramáticos ci tad os, figu ran
alt~rnanclas del tipo: g~ lo-se lo (Ne brija), trajo-truj o, mamo-
mismo, añadir-añedir-añidir, maja r-machar. roble-robre
(Correas), con la indicac ión de "rús tico" en algunos casos. No
hace falta señalar que fo rm as co mo las presentadas so n una
muestra reducida de las m uy variadas desfiguraciones fó nicas
de q ue puede n ser suscep tibles las palabras en d iferentes regis-
tros del idioma, en especial los conside rados populares y vul-
gares (M ufioz Cortés: 1958). Ahora bien , dichas desfiguracio-
nes pu eden ser inco rporadas "artísticame nte" al discu rso lite-
rario y poético, como ya se ha visto anteriormente a propósito
de o tras clases de fenómenos de esta m isma naturaleza.
De ID:i pro pia obse~vación de los textos poéticos procede n
altern~nclas, q ue también resultarán fam iliares a cua lqu ier lec-
to r asid uo de poesía de los siglos XVI y XVI I, co mo las bien
frecuentes: Alemania-Alematia, Blas-Bras, Cipre-Cipro, durar-
turar; Lusitania-Lusitaña. medicína-melecina, nublar- ñublar;
nudo-ñudo, sarraceno-sarracina, simio-gimio, erc ., o las de
':lrácter más esporád ico, motivad as al parecer por razon es de
nrna: lustro-lustre, :elieve-relievo, Tajo-Tejo. etc. C om o ejem plo
de . tales alternan cias , pu ed e rep ararse en los fragm entos si-
guie ntes de Góngora, con el par de form as: Táj o-Tejo:

(17) a. ... e n las rui nas aho ra


del sag rado Taj o viendo
debajo de los memb rillos
enje rirse tantos miembros, ... O , 148)

b. Cas tillo de San Ce rva ntes.


tú que estás par de To ledo,
fundóte el rey don A lfon so
sobre las aguas de Tejo. (1, 147)

9.uizá no est é de más hacer referencia en este apartado al


particul ar fen ómeno de palaralizaci ón que se observa en las
form as de infi nit ivo segu idas de un pronombre c1ítico de ter-
cera persona {lo-los, la-las. le-les), en donde el grupo conso-
nánt ico formado po r la vibrante Ir! y la lateral 111 p resenta

55
como altern ancia la sustitución del m ismo por la palatal 1111
(Lázaro Mora: 19 78). Ta l fenó me no presenta muy dil at ad a
difusió n d esd e fech as tempran as en los textos literarios. Su
alternancia en los textos poéticos es constante en todo s los
autores cuya obra poética sirve de base a este trabajo , pero ,
como bien se sabe, su utili zación en textos en prosa es asim is-
mo frecuente, por lo que no parece que sea exagerado afirma r
q ue su ámbito d e d ifusión supera co n mucho al resto d e los
r
fenó men os co noc idos como Met aplasmos, tal co mo se han
pr esentado en estas pági nas. Por cita r aunqu e só lo sea un
ejemplo de esta alternancia , en tre m illares, me lim ito a este
par de Garcilaso:

(18) a. [Oh miserab le esta do. oh mal tamaño.


qu e con lío rarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba ! (49)

b. De cualquier mal pudi era socorre rme


con veros yo, se ñora . o esperalío.
si esperailo pudi era sin p erdello. (39 )

2.4 . Licencias relacio nadas con la co nst ituc ión p rosód ica
d e las palab ras: d esplazamientos acentua les

Para concluir este cap ítu lo, ded icado a las modificacion es
produ cidas en la cons titu ció n fo nológica d e las palab ras, me
referiré b revem ente a u n tipo d e fen ómenos, restring ido al
parecer al ámbito exclus ivo del verso, co mo es el de los d espla-
zamientos acentuales. En este punto conviene hacer notar que
frente a la relat iva regul ar idad y cons tancia co n que se presen -
tan los fenóm enos que afecta n a las unidades fonemáticas y
silábi cas, hasta el p unto d e poder insertarlas en verdad eros
paradi gma s d e forma s "transfo rm adas", en relac ión co n las
que pueden tenerse por sus formas canónicas o consolida das
por el uso lingüfsrico (en nu estro caso, en el ám bito del len-
guaje po éti co) , las modifica cion es acentuales co ns t it uy en
siemp re fenóm eno s espo rád icos, inestables o , si se pr efiere ,
imp revisibles, antes d e su materi alización en u na sec uenc ia
versal co ncreta. Su motivación está asociad a tanto a feo óme-

56
nos de diseño o esq uema ace n tual d e la pr opi a secuenci a ver-
sal co mo a fenó me nos d e Rima. D e la acció n eje rci da po r
ambos factores pueden ser muest ra las secuencias q ue se adu-
cen a co ntin uación, en lo s q ue, para mayo r clar idad , m arco
con tilde (') la sílaba co rrespond iente:

r (19) a. Acis -decía la nayádc her mosa- , (: ná yade)


puesto que lloro tu infelice suerte....
(Lope de Vega, 983)

b. ... acostó la estatura del Ciclópe (: Cíclope)


cn las es tratage mas del a rro pe .
(Q uevedo . 1337)

Un cierre adecuado a cuanto se ha venid o expon iendo a lo


largo de las pág inas del pr esente ca pítulo bien pu eden ser estas
palabras tomadas de López Pinciano. en el siguiente diálogo:

" Fadrique : ...Y ¿ por q ué pe nsá is que los poe tas añ ad e n.


quila n y muda n sílabas y letras?
"Ya yo sé -dijo el Pinciano- qu e no lo hacen por el me tro ,
sino por usa r lenguaje nuevo y peregrino , qu e así lo oí decir
an tes de ahora.
"Bie n está -dijo Fadriquc-, mas ni por sólo eso, sino po r
da r al vocablo el so nido qu e les par ece conven ir a lo que dicen
y hace r más perfecta imagen de la cosa para mofar y esca rne -
cer " (Pinciano , 11. 129-130 )

57

,
1
I

.
j
,

i
~
3.

FIGURAS FONOLÓGICAS 11:


EQUIVALENCIAS FO NOLÓGICAS

3. 1. Equ ivalencias fonológicas o Iso foncmas:


Figu ras de repetición en el nivel fón ico

Los fenó menos de naturaleza fono lógica codi ficados por la


doctri na retó rico-poética d el Orna to no se limitan úni camente
a los agru pados en el ám bito de las Licencias. d esign ados co n
el térm ino de Metaplasmos. que, segú n se ha visto en el capítu-
lo anterior, representan un conjunto bastante b ien siste mati-
zado d e difer entes alter acio n es reglad as en la co ns t it ució n
fónica (y gráfica) de las palabras.
Aunq ue sin el grado de co nsta ncia y sisremaricidad d e los
fen ómen os anteriores, es posible encontrar en d icha doctrina
referen cias a di versos tipos de artificios cuya n atu raleza res-
ponde no a la categoría de in fracció n de las que cabe sup oner
reglas "de buena formación" fonológica d e las palabras. sino
más bien a la operatividad d e ciertas reglas adi cionales d e re-
fuerzo o intensificación de d eterminados segme ntos de la ma-
rerialidad fón ica de tales unidades en la cade na del d iscu rso
(Martfncz: 1976; Frédéric: 198 5. 28-43). En el co nju nto de
d ichos fenóm enos son d e destacar. por citar un ejem plo . algu-

59
nos d e los eng lobad os bajo el co ncepto ge ne ral d e [u nctura
(Lausberg, §§ 9 54 -97 6), "ayu ntamiento d e las palab ra.s", en
términos d e nu estros autores, en la doctrina elocut iva d e la
Composición, que co ns tituye, como ya se dij o, la q ue se p uede
co nside rar doc tri na d e la "p rogresió n o avance del d iscu rso".
Pues bien , gran part e de los referidos fenómen os d e [une-
tura o "ayu ntam iento d e las palab ras" en el d iscurso, así co mo
Otros de parecido te nor, co mo se verá m ás adel ante, me parece
q ue p ued en q uedar in tegrados en la categoría que au to res
co mo Plerr d esign an co n las d enominaciones d e Equivalencias
jOnológicas o Isofonemas (Plert: 1981, 160 ; 198 5. 6 5). au nq ue
en los trabajos d el citado auto r a qu e se aca ba de hacer refe-
rencia no se halle men ción explícit a de los m ism os.
En la exposició n d e los diferentes fenóm enos d e esta cate-
go ría q ue se va a llevar a cabo en el presente capítu lo, trata ré de
o frecer las caracterizaciones tr ad icionales d e lo s m ism os. tal
co mo aparecen formulada.s en los autores españo les que co nst i-
tuyen la base doctri nal de este tr abajo. completánd o las o co m-
plem entándolas. siem p re que sea el caso, co n aspectos co mo
los destacados po r Plen a este propósito :

a) Natu raleza (vocal . consonante).


b) Posición (inicial. interna, final) .
c) Volu men (n úme ro d e fonemas) .
d) Semejanza (identidad. afini dad) .
e) Frecuencia en las recu rrencias.
j) Intervalo o di stan cia en tre las u nidades recu rrentes
(198 1, 160- 163; 1985, 60-70).

3.2. Una t ipología provisional de Equivalenciass fono lógicas

C o mo crite rio básico en la o rden aci ón de los fen ómeno s


tip ificados co mo Equivalencia s fono lógicas , se pu ed e tornar
como puma de referencia u n hecho co mo el siguie nte: los d istin -
tos grado s de codi ficación que parecen actuar en la regul ació n
del fu nciona miento discursivo de los m ismos. En tal sentid o,
cabe retener la d istin ción seguida po r algun os autores (Molino-
Gardcs Tam ine: 1987. l. 59-89) ent re Equivalenciasfónicas codi-
ficadas y Eouiualencias ftnicas no codificadas. au nq ue. ame los
60
ejemplos que propo rcion an los textos. quizá fuera más adecuado
sustitu ir la oposición entre los po los "no codificado/codificado".
por los grados "débilmente codificado /firertemenrc codi ficado".
Partiendo de la dist inción precedente. se pu ed e esta blecer
u na ordenac ión . prov isio nal. d e los fenó menos más des taca-
dos de Equivalenc ia fonológica co mo la q ue se p ropone a con-
tinuació n:

1) Eq uivalencias fono lógicas "dé bilmen te cod ificadas":


a) En posició n inicial d e palabra: Par ámeon, TizUIO -
grama.
b) En posición final d e palab ra: Similicadencia.
e) Sin especificació n de luga r: Aliteraci ón.

2) Equivalencias fonológicas "fuert em en te cod ificad as":


Rima. con las modalidades de Asonancia. Consonancia
y Eco.

3 ) O tros fenó me no s d e Eq uivalen cia fonológica:


a) O rden ho rizontal: Anagrama.
b) O rden ho rizont al-vertical: Acróstico.

En función de los efectos buscados : fo noacústicos o fono-


semánticos. los fenómeno s d e Eq uivalencia fono lóg ica pu ed en
ser co nside rados desde la perspectiva q ue defin en las carego -
rías generales siguie n tes:

a) Efectos fo noa cúsricos: EufOnía, Cacofon ía.


b) Efectos fo nosemánticos: Cacmfaton.

3.2. J. EquivalenciasfOnológicas «débilmente codificadas»

Según q ueda reflejado en el inventario p recedente. el pri-


m er gr u po d e fenóm en o s d e Eq uivalenc ia fo no lóg ica está
rep resen tad o po r el arr ificio co nsisten te en la iteración d el
mismo fonema en posición inicial d e palab ra. gen eral mente en
grupos de d os o tres u nid ades co nsecu t ivas. El fenó me no apa-
rece d escrito en la doctrina ret ó rica bajo los térm inos griegos

61
Ho meopróforon o Parhómeon (Lausberg, § 975) . El segundo de
dichos térmi nos, roman ceado como Parómeon, es el com ún-
mente adoptado por los autores españoles, de Nebrija a Co-
rreas, quienes por lo demás son concordes en lo que a su defl-
nicion se refiere. Por ello, como m uestra sólo bastará la form u-
lada por Nebrija, que reza así: "Par óm eon es cuando muchas
palabras comienzan en una misma letra" (220) . En (1) se pro-
po nen unos breves ejemplos en los que se reflejan d istintos gra-
dos de amplitud del citado artificio:

(1) a. Mie nlr a el jranco furo r fiero se muestra...


(Cetina,303)

b. Mas, [ay! q ue con mis mal es más me ofe ndo...


(Herrera, 240)

c. ,.. del agua irá a gusta r del sacro Ti bre ,


y el patrio pasto de P acheco al p rado
p adr e, pastor, pacien te,
p adfico, p a trón , pío, pruden te.
(Espinel, 94)

en donde. como se habrá apreciado. las realizaciones aba rcan


tres un idades (a), 4 (b) Y 11 (e). respectivamente.
El grado extremo del presente art ificio lo co nstituye la
extensión de la repetición del fonema inicial de palab ra a todas
las un idades del texto, arti ficio "pangramárico" (C urtius: 1948,
398-399). que suele ser conocido bajo la mo derna denomina-
ción de Tautograma. Como ejempl o del mismo cabe recordar
el Soneto de Q uevedo . qu e "Celebra a una dama poeta.. llama-
da Antonia". en el que todas las palabras del mismo comienzan
po r lal . y cuyo primer cuarteto es como sigue:
(2) An tes a legre a ndaba; a go ra apenas
alcan zo a livio, ardicndo aprisionad o;
a rma s a Anl andr a aumento acobardado;
ai re ab razo, agua a prie to , aplico a renas,.. (365)

soneto que mereció la siguiente anotación de González de Salas,


reproducida por B1ccua ad locum: "Todas las dicciones em pie-
.-'.
·62
,
zan con '!. Es m uy dificu ltosa composición, aunq ue hay quien
la haya e}ecuta~o. Y yo tengo todo un poema en lengua latina
al puerco , que Igualmente todas las voces empiezan con p".

El segu ? do tipo de Equivalencias fonol ógicas, designado


con el término general de Similicadencia, correspo nde a diver-
sos fenóm enos de recurrencias fónicas localizadas en las sílabas
o fonemas finales de dos o más palabras situa das en posicion es
comparables en la cadena del discurso. Tal ar tificio es conoci-
do trad icionalmente co n.los términos griegos H omeotéleuron y
H.0~~óptoton o sus eq uivale ntes lat in os Similiter dainens y
Similiter cadens, respect ivam ente {Lausberg, §§ 72 5-73 1).
La fuerza de la tradición parece justificar el hecho de qu e
ambas figuras se mantengan norma lmente diferenciadas en
aJgu~lOs. de los trat~~ istas espa ñoles, como se com prueba en
las siguientes definicion es de Nebrija, para qu ien la primera
de las figu ras.citadas se produce "cuando m uchas palabras aca-
ban en semejante manera, no por declinación"; en tanto qu e
la segu nda tien e lugar "cuando much as palab ras acaban en
una man era por declinación" (220). Ahora bien, con la pérdi-
da del sistema casual latino en las lenguas rom an ces es natural
9ue ambas figuras acabaran por confu ndirse. Así parece refle-
jarse en Herrera, cuand o a propósito de los siguientes versos
de la "Canción N " de Ga rcilaso:

(3) ... y e n medio del tr abajo y la fat iga


estoy cantando yo, y es tá sonando
de mis atados pi es e l gra ve hie rro . (90)

eomen.t~: " Estos geru ndios son altas dicciones de ancho y lar-
go esp lrlt u. y graves en su movimiento; y la semejante cadencia
del verso hace mucho efecto para el intento. Los griegos la lla-
man Homeóptoton quc es semejanza en los casos, y por eso
tomó aqu el no mb re. porque caen los m iem bros de la oración
en unos mismos casos. y esto es en nu estros versos can en un
mismo sonido" (40S. subrayado mío). M ás explícito se muestra
~rreas cuando, tras definir la segunda de las figuras. observa:
En lat ín y gn ego qu e hay declinaciones por diferencias de
casos, es más propi a esta figura; en castellano sc puede excusar

63
co n el H om eot éleuton" (4 15). Los testimo nio s recién ad ucidos
pa recen justificar la ad opció n d e Si milicadencia. "caer en un
m ismo so n id o", co mo design ación u n ificada d e ambas fi·
guras.
Aunque los fenómenos que se acaba n d e p resentar han
estad o restr ingidos normalm ente, desd e antigu o (Ar istó teles:
Raárica. 14 10b), a los artificios exornarivos d e la "p rosa artl s-
rica" (No rd en: 1909 ), los b reves ejem plos que propondré a
contin uaci ón está n tomados, n o obstante, del d iscur so en
verso , sigu ien do en esto la tr ad ició n de n uestro s tratad istas.
Así, en la línea de! verso de Garcilaso co mentado po r H errera
que se ha presentado más arr iba, p uede repararse en fen óme-
nos d e Similicadencia co rno los q ue figu ran en estos fragm cn -
tos:

(4) a. ... y cuando más se quebranta.


mortifica su garganta
con nalas al gusto gratas.
(Salinas. 441)

b. Al padre de la viña se le aliña


gentil vendimia en estos jornaleros...
(Quevedo, 609)

en los que e! arti ficio está representado po r pares d e un idad es


no co nsecu t ivas: natas ... gratas (a) y viña ... aliña (b) , q ue
co m portan unos m ism os fonem as finales a partir de la sílaba
acentuad a, co n ind epen dencia d e su catego ría gramatical, en
el espacio d e u na secu encia versal.
La tercera clase de fen ómenos de Equ ivalen cia fo nológica
q ue van a ser ob jeto d e aten ción , co rres po nd en al art ificio
co nocido co n el tér mino Aliteraci ón, cuya acuñ ación se deb e
al human ista y poeta G iovan n i Pon tano (Valesio: 1967: Láza-
ro Ca rrete r: 198 5: Vega Ramos: 1992 , 3 8-41 ), "ho mb re eru-
dit ísirno" a juicio de H errera (A notaciones, 446). L1. defin ición
que el citad o auto r p ropone d e dich a figura u "o rn ament o"
ap arece fo rmulada en estos términos: "En el verso , se prod uce
A literación (A llitteraiio) siem p re q ue palabras sucesivas, en

64
gru pos d e dos o d e tres, co mi enzan o co n las mi sm as conso-
na ntes, co n camb io a veces d e vocales, o co n las mi smas síla-
bas, o co n las mi sm as voca les" (apud Valesio: 196 7, 37).
.Co mo p ued e col:girse de la defin ición , el tipo d e art ificios
fón! c.o -gráficos descritos po r Ponr ano bajo d ich o n eologismo
reron co , q ue tanta ~onuna alcanzaría, vien e a rep resentar en
gran . medida el conj unto d e fen ómen os d esign ad os co n los
t~rmll1os Home~próforon o Pa r óm eon, segú n se ha visto ante-
n ormenre, teni d os ge neralm en te por "vicios" censu rables,
p~ro t~lerados mediante Licencia en d eterm inadas situacio nes
discursivas. ~ora bien, co mo muy bien se pone d e man ifies-
t? en el t rabajo de Vega Ramos antes mencio nado, la aporta-
ci én de Ponrano supone algo más q ue la mera acu ñació n d el
n uevo té rmino para la d esignación d e tal es fen ómenos. Re-
p re.s enta, sob re todo , e! fundamento d e u n cam bio rad ical d e
acm.u? en la valora ción d e los mi sm os, q ue, d e la tipificació n
~radlclOnal d~ "~i~ios:, serán elevad os ahora a la catego ría de
figu ra ap reciadfsima en la exo rnación d el d iscu rso en verso
(Vega Ramo" 19 92 . passim).
En los trata~istas espa ño les a los que me ven go refiriendo ,
ta?t0 la referen cia a Pc ntano co mo la adopció n del n uevo r ér-
rmno sól o las he visto d ocumentadas en H errera {Ano tacio nes,
446..r 365, .respc;tivament~) , au nq ue hay que hacer notar q ue
las auct0f1: at:s. en rela~lón co n esta figu ra so n M arcia no
Ca pela y DlOnlSIO d e H alicarnaso. La men ción d e H errera al
térmi no Aliteración, au nq ue sin referencia exp lfcira a Pon rano
en este luga r, apa rece docu mentad a en la anotación al v. 5 del
"So neto 19" de G arcilaso:

(5) ...de mi bien a mí mismo voy tomando


estrecha cuenta...
(G arc ilaso ,55)

s?bre el que .se c.o,mema: "S~lave es y ag rada ble el ~erso, que


t1e? e ad~oml-?,aclOn en las Silabas, que es lo que d icen ot ros
Al íteracián ... (365). En las d emás ano tac io nes d ed icada s a
co me ntar fen ómen os aliterativos, H errera se referirá a los mi s.
mos sigu iendo la tipología y den om in acio nes establecidas po r

65

Marciano Capela (De Rhetorica, § 33 , en H alm , 47 4-475).


Así, ade m ás d e la Aliteraci ón d e Iml (me racismo) d el ejem plo
anterio r, co n m ención explícit a del r étor latino , se co menta-
rán la Aliteración d e /11 (land acismo [lambd acism us], 39 5), en
el Y. 4 de la "C anció n 1":

(6) ...0 a la q ue por el hie lo con gelad o..."


(G arcilaso, 77)

"d o nde la / suen a mu ch as veces" , co n referen cia esta vez a


Dionisia de Halicarnaso: o las de /51 (polisigma [polysigma],
sigmatismo), en versos como:
i
(7) De aq uella vista pura y exce lente
sa len espirtus vivos y e ncen didos...
(G arcilaso,44)

donde a p ropósiro del segu ndo verso se di ce: "Este verso está
muy lleno d e s, y po r esto los griegos lo llaman polisigma,
cuand o este elemento se dobla m uchas veces" (335), ere.
m Lo s d iversos casos d e A literación anotados p o r H errera
p ermiten de stacar al m enos estos h echos. En p rimer lugar, la
fid el id ad doctri na l a las au torid ad es clásicas , representad as
en este caso en M arcian o C apela y D io n isia d e H alicarnaso.
,1 , A p esar del "toq ue d e modern id ad " q ue supon e la men ció n
í d el térm ino Aliteración en la p rim era d e las citas ad uc idas ,
n o se ve reflejad a en cam bio to da la gama de posibi lid ad es
d e la d efin ición d e Pontana (Vega Ramos: 199 2, 39) . No h e
h allado , p or ejem plo , en las A notaciones n ing una referencia
cla ra a fenó menos alite rativos vocálico s. En seg und o lugar,
en algun os de los co mentarios se deja entreva, en cam b io,
u na co ncep ció n d e la A literación que parece trascend er la
limitación clásica a las sílabas iniciales d e p alab ras co nsecut i-
vas. En t al se n t ido, jun to a referen cias a Aliteraciones co nso-
n ánticas en sílabas in icia les, hay casos en que se m en cion a o
co menta el fenómeno aliterativo con expresio nes tan gen era-
les co m o "suen a much as veces" (ejemplo 6) o "m uy lleno d e"

66
(ejem plo 7), expresiones que par ecen in d icar que el autor se
está refir iendo a toda s las apa ric io nes d el son ido en cuestión a
lo largo de las respectivas secue n cias versales. D e ser así, y si
mi interpretación de los co mentarios de H errera es correcta ,
dich as expresiones vend rían a poner de m anifi esto la supe ra-
ció n de los estr ictos límites en los que se había movido la con-
side ración de esto s fenómenos en la doctrina retórica clásica ,
tan cla ramente sistemat izad os y am pliados en la defi n ición d e
Ponrano, al tiempo que vend rían a co nst ituir un testimonio
tem p ra no d e la instauración de la co nc epción más am plia de
los m ismos, q ue es la segu ida n o rm almente en gran pa rte de
los estud ios mod ernos, sintetizad os en Lázaro C arrerer (19 84 ,
en especial, 232 -237). Entre estos últimos, n o pued o dejar de
hacer referen cia a los fin os análisis realizados p or D . Alonso
(I 950, passim; J967, J, 176-179).
. Los sigu ientes ejem plos, que sólo p retende n ser un breve
com plemen to a los ya presentados en (5) y (7) , están tomados
d e algunos de sus estudi os: Aliteración de Is/:

(8) ...en el silencio só lo se escuchaba


un susur ro de abejas que so na ba .
(G a rcilaso, 196)

versos q ue, curiosamente, no merecen ningún co men ta rio por


parte d e H errera, y q ue, a juicio d e Alonso , "so n, d esde el
p um a d e vista de las po sibilidad es d e exp resió n po r medi o de
la palabra, u n o de los más grandes aciertos d e la literatura
espa ñ ola" (19 50, 78-79); o Aliteración d e Irl :

(9) De este , pues, fo nn idablc de la tierra


bostezo, el me lan cólico vacío
a Polite mo, horror de aq uella sie rra,
bárba ra choza es , albergue umb río,
y re dil esp acioso donde encierra
cua nto las cum bre s ásperas cabrío,
de los mo ntes, esco nde : co pia be lla
que un silbo junta y un pe ñasco se lla.
(Gón gora , 11 , 36)

67
estrofa que m erece el siguiente comen tario de Alonso: "a rra
nueva ojeada a la estrofa nos mues tra la terrible aliteraci ón de
erres que la ha invadido... Las rim as se han entregado totalmen-
re a esta aspe reza vib rato ria" (I950, 342). La calificación de
"terrible" y "áspera" que se atribuye a la Aliteración de Ir! no
hace sino mOsnar la pervivcncia de las calificaci o nes usu ales
at rib u id as a esta co nso nante en lo s tratados d e Ret órica y
Poética de los siglos XVI y XVII. Sobre las "cualid ades sonoras"
atr ib uid as a le, s, 1, m I en d ichos t ratados, se co ns ultará co n
provecho el resumen trazado por Vega Ramos (1992, 8 5-94).

3 .2.2. Equivakncias fonológicas "fu~n~mmte codificatÚlsJl

Las Eq uivalencias fono lógicas regulad as por lo q ue he p ro-


puesto co nside rar co mo "codi ficación fuerte", con formas de
man ifestació n d e mayo r grado d e sistem aticid ad q ue las vistas
en el apa rta do an terior, parecen rener su representaci ón más
gen uina en el co njun to de fenó menos d e "recu rrcnc ia fónica"
usualme n re co nocid os co n el térmi no Rima (Balbín: 19 68 ,
2 19- 27 2). Dicho art ificio, generalizado desd e fechas tem p ra-
nas en los himnos lit úrgicos del culto cristiano, y presente en
las tradicio nes poéticas ro mances desde sus primeras man ifes-
taciones (Vossler: 190 3), p ued e ser co nsiderado , d esd e un a
perspectiva retórica, como un a regula ción estricra en el discur -
so en verso de los fenó men os d e Similicadencia (Ho meotéleu-
ton y Ho m~óptoto n). cuya realizació n queda restri ng ida a u nos
lugares pr ecisos d e las secue ncias versales: los correspondientes
a la o las sílabas finales de verso o hemist iqu io. El siguiente
ejem plo, tomado de Cas tillejo, reú ne am bas modalid ades:
(10) Qu ien quie re loaras . ilustre Se ñor,
él mismo se amengua y pie rde el caudal.
pues pluma ni l engua , vos siendo ya (al,
nn puede do ra ro s con oro mejor. (11 , 216)

Bajo las deno minaciones castellanas clásicas d e Consonan te


y A sonante -comc bien es sabid o, el t érmi no Rima es d esigna-
ció n usu al de lfto110 d uran te el per iodo áu reo; co mo denomi -
nación d e fenó me nos d e hom ofo nía en final d e verso o hem is-

68
riquic es d e consolidación más tard ía {Zu mt hor: ]97 5)- , los
fen ómen os de Rima apa rece n d escr itos y sistemat izados en
auto res como Nebrija (146- 148), En ci na (88-90 ), H err era
(53 0 , 565 ), Rengifo (122) , Pinciano (11, 269-270), Carvallo
(1 , 196 ), erc., en térm inos muy sim ilares a los q ue se han veni-
do rep itiendo hasta el presen te. Entre los aspectOs más relc-
van res de la doctrina co mpa rtida po r tales am o res pueden des-
tacarse los siguien tes:

a) El origen de la Rima en la poesía larinorard ía, p ro fana


y crist iana, se vincula co n la pérdida de la can tidad silábica en
lat ín (véase, p. ej., Ne b rija, 146).

b) La vinculació n entre Rima y Similicadencia aparece


expresada asimismo por Nebrija al d istingu ir, apoyándo se en la
auto ridad de Cicerón, "'d os maneras de ccnscnan res" , que tie-
nen clara corres po nde ncia co n los fenó me no s de H ome ép toton
y Hom eot éleuton, respect ivamen te (14 7), y que, en t érm inos
actuales, cabe asociar con la distinci ón en tre Rima catego rial,
es d eci r, en tre palabras d e u na m ism a catego ría gramatica l y
Rima acarego rial, esro es, en tre palab ras pertenecientes a cate-
gorías grama ticales d istintas. C o mo ejemplo d e un as y otras,
valgan las b reves muestras d e Q uevedo ad ucidas en ( 11):

( 11) a. Te nié ndole por Filis, co n presteza .


mi alma se a partó del cue rpo rudo .
y viend o que era su retrato mildo.
en mí volv..f. co rrie ndo con lrish·Zo. (383)

b. Por la cumbre de un mon te levan tado,


mis teme rosos pasos. tr iste, guío ;
por no rte llevo sólo mi albedrío.
y por man ten imiento , mi cui dado. (382)

do nd e las palabras riman tcs en (a) pen cnecen a un a mism a


catego ría gra matical: p restan-tristeza (sustantivos), n ulo -mudo
(adjet ivos), en tanto {lile en (b): levantado-cuidado (adjet ivo ,
sustan tivo), gu ío-albedrío (verbo. sustan tivo}, correspo nd en a
categorías d iferentes.

69
e) El fen ómeno de la Rima es definido reiteradamente en
muy parecidos términos a los de la siguiente formul ación de
Encina: " Consonante se llam a todas aq uellas letras o sílabas
que se ponen desde donde está el postrer acento agudo o alto
en fin del pie [= verso]...Se llama Consonante, porq ue ha de
conso nar el un pie con el otro pie con las m ismas letras desde
el acento agudo o alto" (88-8 9).

d) Bajo las denom inaciones Consonante y Asonante, tér-


min os que, como se ha dicho, son los utilizados por nuestros
autores -crraradi stas y poetas- de los siglos XVI y XVII, se
designan las dos modalidades de homofonías finales ent re un
conjunto dado de versos, a partir de la últ ima sílaba acentuada
de los mismos. En el primcr caso, la ho mofonía afect a a voca-
les y consonantes, del modo que se refleja en los pares forma -
dos po r: presteza-tri steza, rudo-mudo de (1 1a). En e! segundo,
la homofonía. queda limitada sólo a la vocal o vocales, según la
posición del acento final de la secuencia versal, como puede
observarse en el par: ment e-pastcres, de los versos pares de
(12) , tomados de Lope de Vega:

(12) Repastaban sus ga nados


a las espaldas dc un mon te
de la to rre de Bel én
los soñolientos pasto res... (533).

Esta segu nda modalidad de Ri ma es ccrncnrada así por Ne-


brija: "N uestros mayores no era n tan am biciosos en tasar
co nsonantes. y harto les parecía qu e bastaba la semejanza de
las vocales, aunquc no se consiguiese la de las co nsonantes"
(148).

e) Es asimismo frecuente la referencia a la trip le variedad


de Rimas: agud as, llanas y esd rújulas, según la posición de!
último acento de la secuencia versal en la última, penúltima o
antepe núlti ma sílaba de la mi sm a, respectivamente (D íaz
Rengifo, 122; López Pinciano , Il, 26 9-270). En los fragmen -
toS de (13) se propone una breve mu estra de algunas de las
mani festaciones de dichas variedades:

70
(13 )a. Y estimando lo que vi.
por milagro de mi fe.
vivo muriendo estaré
y la mue rte viva e n mi.
(Silva y Me ndo za, 133)

b. Sabido he po r mi mal a dó nde llega


a cr uda fuerza de un no torio engaño .
y có mo A mo r procura. co n mi daño.
darme la vida q ue e l tem or me niega.
(Cervantes , 11 , 55)

C. Sue ne la tro mpa bélica


del cas te llano cálamo,
dá ndo les lustre y se r a las Lusiada.f,
y con su rima angélica
e n el ce leste tálamo
e ncumbre su valo r e ntre las H íadll.f .
Nap ea s y Amadriadas...
(G óngo ra. L 1)

La referen cia a la tripl e d istinción en la man ifestación de


los fen ó menos dc Rima que se acaba de men cion ar, y los
ejemplos aducidos a propósito de la misma, permi ten destacar
un hecho de no escasa relevancia en relación con esta clase de
Eq uivalencias fón icas. Me refiero concretamente al número de
fonemas, vocales y consonantes, impl icados en las diferentes
realizaciones de cada un a de las referidas variedades, esto es, el
"factor volumen" o "extensión" en términos de Plen (198 1,
162; 1985, 69). Según este factor, las tres variedades de rim a
rep res entarán , en orden de menos a más, los tres grados si-
guien tes: minino (Rima aguda), med io (Rima llana) y máximo
(Rima esdrújula), que, en el caso de los ejemplos de (13). que-
dan rep resentados del modo que sigue:

(14) Vo lumen o extensión del fenóme no de Rima, seg ún


el n úm er o de fon em as impli cad os:
Rima aguda Rima llana Rima esdr újula
= I fon ema = 3 fo nem as = 5 fone mas
!. j. -el l-ega. -añoz l-élica. - atemo. - iadas!

71
No qui ero concluir el p~~sente al?~na~o sin h~~er un a
breve mención de los factores frecuencia e Intervalo . En un
tipo de Equivalencias fón icas como las representadas por los
fenóm enos de Rima, la operatividad de ambos facto res, qu e
suele presentar en general bastante regularidad, estará asociada
principalmente a hechos como:

1) la extensión silábica de los versos; y


2) los diferentes esquemas generales de distribución de
Rimas: por ejemplo,
a) Rima continua (MM...);
b) Rima pareada (AA BB ce ..);
e) Rima alterna (AB AB...);
d) Rima abrazada (ABBA...);
etc.• en las respectivas formas estróficas.

Relacionadas con el fenóm eno de la Rima deben conside-


rarse las man ifestaciones en el discurso en verso del artificio
fón ico conocido tradicionalmente con el término Eco (Dlaz
Rengifo, 97-10 1; Carvallo, 11, 2 84-285; ji m énez Parón, 101) .
Dicho artificio. tratado con cien o detalle po r el primero de
los autores citados, consiste básicamente en lo qu e cabría con-
siderar como una Rima geminada, esto es, la repetición de la o
de las sílabas de la rima de uno o más versos en palabras de
cuerpo fónico meno r qu e .siguen a las palabr~ portadoras de
la Rima de base, en el mismo verso o a comienzo del verso
siguiente. Se trata, a decir de Renglfo, de "composición rara y
dificultosa. pero que da mu cho gusto y contento cuando sale
con perfección" (97). y así debió consid:rarse, a j,!zgar por los
ejemplos, ta nto en p o ~s ia de ton? s~no como JOcoso., Una
cum plida muestra de diversas .reallzaclOnes de este particular
artificio puede verse en Cauthier (19 15, 1-76). Aquí, sólo se
aducirá como ejemplo este breve.fragmento:

(15) Marte celeste e n quien ventura tura.


e! cielo ignor a de loarte arte,
si cua nto gusta de cstana a -re darte.
dureza pierd e y e n bland ura dura.
(Canc. A nteq ue rano. 7-8)

I 72
-
Extensión del artificio del Eco podría considerarse tal vez,
como sugiere M . Gaurhier (19 15, 43), la configuración de los
tres pr imeros versos de la forma estrófica conocida con el tér-
mino de Ovillejo, definida así por Lépez Pinciano: "El que
dicen unos ovillejo, otros cadena, es una forma de esranza en
la cual el qu ebrado italiano [= trisílabo] responde con la con-
sonancia a la final dicción del metro entero [= octosílabo]"
(11,277-278). El ejemplo que se propon e en (16) está tomado
del Conde de Salinas:

(16) ¿Q uién me tien e sin ho nor ? A mor.


¿Q uié n me tiene sin sentido? O lvido.
¿Q uién acab a mi esperanza? Mu dan za.
Pues que mi pasión no alcanza
rem edio por ningún modo.
hoy m e destru ye n de l todo
amor, olvido y mudanza. (149)

3.2.3. Otrosfenómenos de EouivalenciafonoMgica

Como suele ocurri r en grupos de figuras perrenecienres a


otros niveles lingüísticos. los fenómenos de Equ ivalencia fóni -
ca pueden constitu irse en ocasion es en sopan e material d e
variadas formas de "juegos lingüísticos" (Tod orov. 1978; Poz-
zi: 1984; Spang: 1984). El propio artificio de los Ecos al qu e
se acaba de hacer referencia, así como el de los Tautogramas
visto páginas atrás, son claras manifestaciones de una acritud
lúd ica por parte del emisor en la mani pulación del material
fón ico-gráfico en determinado s se~m emos de la cadena del
d iscurso. En el presente apartado !TIe referiré, au nque sólo sea
brevemente, a dos de las mu chas man ifestaciones de tales for-
mas de "juegos lingüísticos", en el ámbito del discurso poéti-
co: las conocidas con los términos Anagrama y Acróstico.
Bajo la denominación de Anagrama, en altern ancia a veces
con los términos Paragrama e Hipograma, suelen agruparse
fenómenos no del todo homogéneos. Ahora bien. dado que
no es mi propósito por el momento plantear cuestiones de
delimitación (véase. p. ej., johnson : 1977; Baetens: 1986),
adoptaré una concepción amplia. en concordancia con cierto s

73
test imonios ofrecido s po r algu no s poetas d el period o áureo .
De acu erd o co n esa po sición , pued e considerarse A nagrama
un con junto d e arti ficio s co nsistentes en:

1) Un a particul ar co rrespondencia entre palabras for ma-


das por unos mismos eleme ntos fónicos, fo nem as o sílabas,
pero diferentemente ord en ad os, del tipo q ue se refleja en
pares d e nom br es co mo : Belisa-Isabel. Galati na-Catalina,
A ugusto-Gustavo, crc., (G racián, TI , 5 1). En este p umo, no
d eja de ser ilustrativa la siguiente relación de co rrespondencias
form ulada por el po eta Juan d e Salinas en el texto que se
rep roduce en (I 7) , que lleva por títu lo: "Otro anagrama, para
definirlo":
, (17) A nagrama de L ursa

,
I es ilusa, y no la infa ma,
supuesto que e l a nagra ma
no es def inición precisa ;
ya con el suje to frisa,
ya es compuesto, ya ne utr a l;
neut ros son perla y peral,
rumo, am o r, burla y al bu r,
conforma n hurta y tahur,
implican m alsín sin mal, (430)

,
I
2) La diseminació n, entre las palabras d e un en uncia do,
d e los elem entos fón ico-gráficos, fo nem as o silabas, d e una
palab ra d ad a d el m ismo. Di ch a palabra suele corresponder
co n frecuencia, aunque no exclusivame nte, a un no mbre pro -
pio al q ue se le otorh'<1 u na especial relevan cia textual (Rigolo r:
1972; Pozzi: 1984). C omo ejem plo d e esta m odalid ad, p uede
repararse en los siguien tes fragm entos, d e C ueva y Bocángd ,
respectivamen te:
(18) a, No er a posible ni podía apart ar me
de la d ulce memori a, que aspiraba
la FEL Ice PAsión q ue vía for zarme. (253)

b. Ese de la amistad indicio raro,


ÍG N eo docto, palA CI O de Ag ustino,

71
q ue a ser es pejo, más que riesgo, vino,
pues sa lió de pel igro , siendo cla ro... (168)

en donde, co mo se hab rá o bservado, la ag rupac ión d e los gra-


femas en mayú scula perm ite co nsti tu ir los nombr e p rop ios d e
Felipa (a) e Ignacio (b) .
Jun to al A nagrama. el fenó me no d e d iseminación de ele-
m entos fón ico -gr áficos, co ns titu tivos d e una d etermi nada
palab ra o co njunto de palab ras en el espacio de un enunciado,
tiene en el A cróstico asim ismo una d e sus ma nifestaciones d e
mayor d ifusión en las más d iversas tr adiciones poéticas (To-
do rov: 1978). C o n respecto al primero, el rasgo disti ntivo más
percep tib le lo constituye la distribució n en orden vert ical d e
los elemen to s fón ico-gráficos d isemi nados. El artifi cio aparece
caracterizad o en C arvallo en estos térm inos : "Let ras acrósti-
cas... so n u nas let ras q ue se ponen al pr incipio de cad a verso,
y to madas por sí solas significan y d icen alguna cosa" (1 , 189) .
La m odalid ad más gene ralizad a d el fenó m eno parece ser la
que se co rrespo nde co n la posición inicial d e u n co njunto
dado d e versos (Acróstico propiamente dicho), pero tamb ién
pu ede d arse en posición interior (Mesostico), final (Teléstico), y
hasta p ued e llevarse a cabo la co m binació n d e las di st intas
posicio nes en u n mismo texto . Po r otro lado, la exte nsión del
art ificio p ued e abarcar la total idad del poem a o sólo u na part e
del m ismo. El ejem plo d e Salinas q ue se p ropone en ( 19)
refleja una de sus man ifestaciones usuales:

( 19) MA l defende rán tus niebl as


N Ube obscura a l sol he rmoso,
ÉL lucirá victorioso
A pesar de las tiniebl as. (516)

3.3. Efectos fonoacúsricos y fonosem ánricos relacionados


co n los fen óm enos de Equ ivalencia fon ológica

C o mo fácilme nte se co mp rende rá, los distintos fenóme-


nos d e Equivalencia fono lógica q ue se han venid o presentan -
do en los apartados p reced entes, manifiest an o t ro s ta ntos

75
modos a tra vés de los cuales se ejerce un a manipulación so bre
el co m po nente fónico de las lenguas naturales, que cabe supo-
ner conscien te y deliberada, a través d e un co nju nto de opera-
cio nes preci sas y sistem áticas. Pues bien , los varios resultados
obtenidos en cada caso inducen a pensar que la p ráctica d e
rales operaciones parece estar asociada, en buena medida, con
la búsqueda delib erada de unos d eterminados efect os d eriva-
do s de ciert as propiedades acús ticas de los son id os del lengua -
je, que, interpretad as en términos valorarivos (ya en Dionisia
de Hal icarnaso , cap. 14), se han pol arizado secularmen te en
los co nocidos conce p tos representados por lo s térm inos Eufo-
nía y Cacofo nía.
El concepto d e Eufo nla es d efinido -cp arafrasead o , m ás
bien- por C orreas en estos térm inos: "buena so noridad, buen
so nid o de habla, cuand o las palabras suenan bien y se p rocura
hacellas suaves, no duras ni torpes» (42 3). Ahora bien , tanto o
má s interesante que la propia d efin ició n del fenómeno en sí,
será traer a colació n algún testimo nio revelador de la valora-
ción del mismo, aunquc, a d ecir verdad, el propio prefijo grie-
go del término (eu-) supone de por sí una valoración de sign o
positivo. En este caso, como en tantos otros, siempre será ilu s-
trativo el jui cio sancionad or de H errera. C om o se recordará , a
propósito d e los fenómen o s de Aliteración en la po esía de
G arcilaso ad ucidos en (5) y (7), las cualidades so noras d e fo-
nem as como Iml y 111 so n merecedoras, en la esti ma tiva esté t i-
ca d e H err era, d e una valoración d e signo po sitivo , expresada
med ian te té rm ino s co m o: suavi dad, agradahilidad, concini-
dad, d ulzura, calificacio nes que viene n a repetir la estimación
que sob re los valo res acústicos de tales fon emas había form u-
lad o en la antigüed ad Dionisio de Halicarnaso, cuya doctr ina
alcanzó, co mo bien se sabe, una gran difusión en la filología
d e corte estét ico practi cada en tre los humanistas (Senab re:
1981 ; Vega Ramos: 1992, passim].

El polo contrario está repr esentado por los fenómenos de


Cacofonia, d efinidos así por Correas: "cuand o las palabras so n
malsonantes, o torpes por sí solas o en co ncurso" (424). Como
era de esperar, son merecedores de severas cens uras . Aparte d e
sus frecu entes manifestaciones en secue ncias alite rati vas, es d e
destacar la particular incide ncia que el fenómeno de Cacofonía

76

li
puede ten er en asociaci ón con la Rim a. A tal respecto , so n
paradi gm át icos algu nos ejem plos d e esq uem as d e Rimas d e
efec tos sonoros tan claramen te extravagantes, por la marca-
da "estride nc ia cacofónica", co mo se advierte en series del tipo:
"<aque. -eque, - íque, -oque, -uoue", "-uj, -oj , -ej, -ij, -aj", ''.-iz, -
ez, -az, -uz; -oz" ..., en varios sonetos del Cancionero antequera-
no (104-10 5; 105; 11 1-112 ; 122-123), o en algunos sonetos
de Q uevedo, con esquemas d e Rimas no menos llamativos que
.
1os anrenores como: " -ox, -ax, -cx, - tx,
. -ux" (326)" , -opa, -apa,
-ipa, -epa» (550), "cucho, -ecbo, -acho, -icho" (557), "caca, -oco,
-uca, -ecd' (56 1), "<ote, -ate, -ete, -jd' (572), " -ajo, -aja. -uj o.
-oj o" (573) , "-az, -ez. -iz, -uz' (595 ), etc.

Los fenómenos de Cacofonía aparecen asociados co n bas-


ta nte frecu encia, y así lo hacen notar en gen eral los autores,
co n ciertos efecto s d e sentido co nside rados como "torpes, es-
cab rosos o d esho nestos", d esignados co n los térm inos de pro-
ced enc ia griega Cac áfaton. Cacénfaton (vu lgar, Gazaft tón)
(Nebrija, 217; [im énez Patón , 106; Correas, 407) . El fenó me-
no es co me ntado , d e forma muy negati va, por Her rera en va-
rias ocasion es (322 , 446, 583), siem pre asociado con el co n-
cep to Escrologfa, que , co mo bien se recordará, representa la
designación retórica de toda expresión lingüística tenida po r
" ind eco rosa", ta nto en el son ido como en el sen t ido d e las
palabras, las frases o los textos (Correas, 409), co mo ya se d ijo
a propósito de la virt ud del Decoro (véase más arriba, 25-27).
Ahora bien , au n cuando en la doctrina retórica los citados
fenó me nos suelen ser obj eto de toda suerte d e reprobacio nes,
po r cuanto atentan co n tra dicha virtud elocutiva (La usbe rg,
§§ 1055-1062), co nstituyen no ob stante uno d e los tipos d e
artificio fon osem án rico de más amplia difusión en todas las
formas y variedades de los géneros satírico-b u rlescos d e todas
las épocas. Puede repararse, por ejem plo, en el siguiente estri-
billo d e una de las más "celeb radas y censuradas» Letrillas d e
Góngora:

(20) Si en todo lo qu 'ago


soy desgraciada,
¿q ué quiere qu 'aga? (1, 72-75)

77

~jemplo q ue;, el lecto r interesad o por este tipo de "virtuosismos


m d~corosos - .valga el oxf~oron- p ued e co m pleme ntar a d is-
' !eclón en secclo,?es como Poem ~ satíricos y burlescos" o "Sá-
ti ras personales de Do n Francisco de Quevedo y Villegas
(543-1157 y 1159-1195).

1
¡:

78
4.

FIGURAS MORFOLO GlCAS 1:


LIC ENC IAS MORFOLO GICAS

4. 1. Licencias morfológicas o Mecamo rfemas

Las figu ras q ue van a ser objeto de ate nció n en el p resente


capítulo, bajo la den ominación general de Licencias morfológi-
cas o Me tam orftmas (Plerr: 198 1, 163; 1985. 70), abarcarán
di versos gru pos de fenó m enos cuyo denom inad o r co mún será
el hecho de representar algun a forma d e modificación o alte-
ració n, que cabe supo ne r co nscien re y del iberada. d e la co nst i-
tución morfológica de las palabras o d e sus elementos consti-
rutivos, los mo rfemas, en la cadena del d iscurso . Ambas uni-
dad es, morfema y palabra, en el alcance. clases y subclases más
com ún m ente acep tados en la teorí a morfológica co ntem po rá-
nea (Matthews: 1974), serán, por tanto, térm inos básicos de
referencia en la exposición de los gru pos d e fenómen os inre-
gra dos en esta catego ría. sin entrar en conside raciones sobre
problemas q ue hab itualmente se h an ven ido sus cita n do en
to rno a la d elim itación de las m ism as.

79
4.2. C o rrecció n morfológica, So lecismo y Figura

Como ocur re con tod os los fenó menos retó ricos co nside-
rados en la categoría d e Licencias, las alteracio nes en la co nsri-
t uci ón morfo lógica d e las palab ras a q ue se acaba d e hacer
referencia son obje to de un a doble estimació n en la doctrina
gramatical y retó rica tradicional. En tanto que m an ifestacio-
nes espo ntáneas d e un co noci m iento deficie nte del cód igo
idiomático por pane d e los hablantes, gram áticos y r éro res de
todas las épocas se han referido a di chos fenó me nos co mo
"vicios" q ue ate ntan co ntra la "virt ud" de la Correcci ón o Pu-
reza idi o máticas, con la clásica d eno m inació n d e Solecismos
{Lausbe rg, § 497) , segú n se d ijo más arriha (19-20). Para el
p resente propó sito , lo d icho entonces p uede ser recordad o y
co m pleta do co n estas o bse rvaciones d e Neb rij a: " Si en el
ayuntamiento de las pa rtes de la oración no hay vicio algu no,
lIám ase Frasis, q ue qu iere d ecir perfecta habl a. Si se co me re
vicio intolerable, lIámase Solecismo" (2 13), co ncep to que se
d efine más adela nte como: "vicio q ue se comete en la juntura
y orden de las panes d e la oración, co ntra lo s preceptos y
reglas d el arte de la gramática" (2 14).
Ah ora bien . la d octrina de la "inco rrecci ó n gramatical"
sin tetizada en el co ncepto de Solecismo. q ued aría inco mpleta
si se dejara de hacer referencia a los m árgenes d e toleran cia o
pcrmisibidad rep resentad os por el co ncep to de Licencia, q ue
hacen acep tables esas mismas incorreccion es, siem p re q ue se
p rod uzcan en u nas situaciones d iscu rsivas d et ermin ad as, co-
mo co n claridad expo ne el propio Ne b rija cuand o acto segui-
do o bserva que los cit ado s vicios gramatica les. si po r algu na
razón "se p ueden excusar". d ejarán d e ser co nsiderado s Solecis-
mos y pasarán a un a nu eva co nside ració n: la d e Esquema (gr.
Schema), término que suele alternar co n el m ás d ifu nd ido d e
Figura en la terminología retó rica latina y romance.
Así pu es, de modo seme jan te a co mo ocurría en el caso d e
las alteracion es en la co nst ituc ió n fó nico-gráfica de las pala-
bras, designadas co n los térmi nos Barbarismo y Metaplasmo.
vistos en el capítu lo segu nd o, la d octrina d e N eb rija, co mo en
el resto d e los tratad istas pa rtíc ipes de la mism a tradi ció n d oc-
tr inal, se articula tambi én en este p umo en torno a los po los
representad os por el par de térmi no s Frasis (co rrección grama-

80
tical)/ Solecismo (inco rrecció n gramatical). Entre un o y o tro , se
sitúa también aq uí un espacio d e lici tud, representado por la
tradi cio nal Licencia. para determin adas manifestaciones de la
inco rrecció n lingüística: las q ue p ueden co nside rarse ind uci-
das po r razon es especiales que, co mo en las demás ocasiones,
no serán o tras que 145 q ue se idenr ifican co n las reglas que
rigen el uso artístico d e la lengua. Así pues, se p uede co ncluir
reco rdand o un a y a más que bajo la den om inació n genérica
d e Figura (o su eq uivalente griego Esourma} se integrará un
vastfsimo campo d e fenómenos lingüístico-d iscursivos d efini -
dos y ca racterizados d e form a u nánime como infraccio nes.
conscientes y deliberadas, q ue afectan al com po nente gra mati-
cal, m o rfo lógico y sintáctico, d el cód igo id io m ático (LlU S-
berg. §§ 497- 501).

4.3. Para u na ordenación d e las Licen cias morfo lógicas

Si se repasan las varias sistematizacio nes, tr ad icionales y


modernas. d el ingente cam po d e artificios d escritos )' o rdena-
do s bajo el concepro d e Figura. se observará fácilme nte que
los fenó me nos específicamente mo rfo lógicos ape nas si se p re-
sentan netam ente d iferen ciad os en relación co n los de natura-
leza fónica, sintáctica o léxico-sem ánt ica. en el ám bito d e los
cua les parecen qued ar d ilu idos. Este hecho es comentado as¡
por Lausberg:" C o mo la morfo logía -d lce-, está o rd enad a
co m pletamente a la sintax is. se co ntará n co mo solec ismos fo r-
mas falsas y co nfund idas, au nq ue siempre q uepa p regu ntarse
si no se tr atará d e u n barbarismo"(§ 247).
Ahora bien , co mo es sabid o , un a parte nada d esd eñable de
tales gru pos d e fenó m eno s está basada en "manip ulacio nes"
m uy part iculares d e las palab ras, co nsiderad as desde la pers-
pectiva de su co nstit ución morfológ ica y, so b re todo, de sus
elementos constit ut ivos: los mo rfemas. Te niend o en cuenta
este hecho. me parece qu e resulta plenamente jus tifica d a y
d igna de ser ten ida en co nsideración una prop uest a clasifica-
ro ria co mo la d iseñad a recientem ente por Plett (I 98 1; 1985),
en la q ue se esta blece u na catego ría especí fica de Figuras mor-
fológicas - en la doble vert ient e de Licencias/Eoui ualencias-,
q ue perm ite aglut inar u ni tariam ente aquellos fenómenos en

81

los que en alguna medida puedan llegar a verse afectadas las


reglas morfológicas. sea en el dominio de la flexión, sea en el
de la derivación o formación de palabras en general. diferen -
ciándo los así del ámbito de las Licencias flnoMgicas o M u a-
plasmos con el que hablan quedado confundidos en la sistema-
tización prop uesta, por ejemplo, por los autores del Grupo J1
(1970,95).
En consonancia con dicha propuesta. en la orden ación de
los fenó menos correspondientes a este gru po de Licencias qu e
se va a esboza r a co n tin uació n, se p ueden ad op tar, p rovisio-
nalmenre, las siguientes distinciones entre:

,I 1) Por un lado. Licen cias morfo lógicas relacionadas co n


la co nstituc ión morfol ógica de las palab ras, conside ra-
das por dicho amor "desvíos internos" a las palab ras,
ent re las qu e cabe agrupa r todos aquellos fenómenos
que. de algún modo, afecta n a:
a) Las reglas qu e regulan el correcto funcionamiento
del componente flexivo de las d iferentes catego rías
grama ticales. nominales y verbales.
b) las reglas que rigen los procesos regulares de neolo-
gfa léxica: reglas de composición y derivación .
, 2 Por ot ro, Licencias mo rfológicas vinculadas con los di -
l' versos contex tos en los qu e se puede n inscribir las pro-
,
,'
pias palab ras, consideradas como "desvíos externos" a
las mismas.

4 .4. Licen cias relacionad as con la co nsriruci ón morfológica


de las palab ras: flexión y derivación

Como se acaba de indicar. las reglas qu e rigen el normal


funcion am iento de la cor recta constitució n morfológica de las
pala bras, en sus vertientes flexiva y derivati va, pueden llegar a
constituirse en objeto de del iberadas "manipulaciones" po r
parte de los emisores, en nuestro caso los poetas, co n vistas a
co nseguir unos determ inados "efectos expresivos", segú n las
situaciones d iscu rsivas en los q ue lleguen a produci rse. Las
varias man ipul acion es que pueden llegar a ejercerse so bre las
citadas reglas pueden que dar circunscritas, en p rincipio . al

82
"~adio de ac.ción" de las cuatro caregortas mo dificativas: Adi-
cián, SUpT~slón. Permutación y Sustitución, sobre la palabra o
s~ respecnvos ~orfem~. Los resultados, más o menos previ-
sibles, serán un n po parti cular de unidades, palabras y/o mor-
femas. caracterizados por un mayor o menor grado de "an o-
malía morfológica", En relación con lo que se acaba de decir
debe, norarse que, si bien, las ~peraciones representadas por la~
referidas ca regorfas modificativas pueden actuar, teóricamen-
te, s? bre todos los niveles lingülsricos - hecho que ya se tuvo
ocasión de com pro~ar, por ejemplo. en las Licenciasfl nológi-
ca.r-. las correspondientes a la categoría de la Sustitución pare-
cen s,er, no obstante. las que presentan mayor grado de inci-
den~la so bre las reglas del componente mo rfológico, en sus
vemen tes flexiva y derivativa. al menos en el corpus de ejem-
plos ?d period? poético en ~I qu e he centrado preferentemen -
te mi ob servaci ón. Ahora bien, los ejem plos literarios ad uci-
dos por Pletr (1981 , 163). reflejan claramente la operatividad
de las Cllat,ro careg? rfas ~odificativas sob re dich o com ponen-
t~, en el discu rso literario -y so bre tod o poético- conrempo-
raneo.
~n los,apa rtados sigu ientes se presentarán algunas de las
maOlfes~c~ones más,desracadas de los fenómenos resultantes de
la operatividad de dicha categoría modi ficativa: Sustitución. en
man os d~ nuestros poetas del Siglo de Oro. tanto en el dominio
de la flexión como de la derivación o form aci ón de palabras.

4.4. 1. Morfología fkxiva

E? el dominio de la morfología tlexiva, se puede destacar


en pr!mer rérm ino un conju nto de hechos de Sustitución mor-
fol~gJca, que la doctrina gramatical y retóri ca tradicional ha
designado, de form a global , con el término general de Enálag~
(lar. Mutatio) (Lausberg, §§ 506-52 7), figur a q ue C lerico
( 1979) ha calificado de "qui mérica" no hace mucho. Al mar-
~en. de tales calificaci.ones, resulta interesante co mprobar que
a citada figu ra es o bjeto de puntuales y precisos comentarios
por parte de Herrera. lo que viene a poner de manifiesto que
los fenómenos agrupados bajo tal denominación están delimi-
tados con suficiente claridad . H errera se refiere a la figura en

83
estos tér mi nos: " La Endlage es trueco o variació n , co n que se
mudan y ca m bian entre sí las pan es de la o ración , o los acci -
dentes o at rib utos de las pa n es, y esta ponrera pan e d e ella,
q u e es con m u tació n d e los accide ntes , se llam a H rt erosis,
cua n do se varían los casos y géneros, los n ú m eros y pe rsonas,
los modos y los tiempos" (321) . En la exposició n de H errera
se sint etizan, co m o se h abrá notado , dos clases diferenciadas
d e hech os:

t ) Susti tución entre palab ras que co m pa nen un m ism o


lexem a. pero penenecen a categorías gramaticales d is-
t intas; entre tales h echos suelen cita rse los casos d e
Adjet ivo en lugar de Ad verbio (claro p or claramente) o
d e In fin itivo en lugar d e Susta nt ivo (volar po r vuelo).
2) Permutaci ón entre las clases d e morfem as espec íf icos
de las catego rías no m inales: g éne ros , n ú m eros, grad o ,
por u n lado, y ver bales: perso nas, núm eros, tiempos.
etc ., por o tro.

D e los ejem plos anorad o s po r H errera, que co nst ituye n


una in reresa n re pa uta p ara d et erm ina r la relevan cia d e esta
clase d e fenómenos en el d iscurso poético de tradi ció n clásica.
selecciono estas breves muest ras.
Como ejem plo d e hecho s del p rime ro d e los gru pos, esto
es, sustitució n o perm utación d e categorías, se puede co nsid e-
rar el siguiente frag mento de la " Elegía U" d e Garcilaso :

( 1) ... no tien es qu e tem er e l mo vimiento


de la fortuna con so pla r contra rio,
q ue el puro resp lando r se rena el viento. (114)

a propósito del cual comenta H errera : "So plar es Enálage. o


variació n d e las partes [p alab ras pertenecientes a d isti ntas
catego rías gra m aticales], di ch a A ntimeria, ... po rqu e aq u í está
soplar po r sopÚJ"(465).
l.os fenómenos d e sustituc ión perte necientes al segu nd o
gru po , es decir, el d e las llevad as a ca bo entre las clases d e
m or fem as, nominales y verbales respectivam ente, cue ntan con
ma n ifestacio nes como las que se proponen a co nt inuación .
En el ám b ito de las catego rías no m in ales, lo s "tr uecos"
en tre los morfem as de géne ro y n úmero p ued en ofrecer resul-
tados como los q ue es da ble o bserva r en ejem plos como Jos
ag rupados en (2) , to m ado s asim ism o d e la "Églo ga 11 " d e
Garcilaso :

(2) a.... mas a la fin llegados a los mu ros


del gran París seg uros, ... (lSO)

b. ... cuyo agudo cuchillo a las garganras


Italia tu vo ta ntas veces puesto•...(183)

an o tad os as í po r H errera, en el primer caso: "Enálage d el


géne ro, por la gran París" (5 48 ); y, en el seg undo: " Es Enála-
ge del n ú m ero gargantas po r garganta", an otación que se co m -
plcm enta "doctr in almente" co m o sigue: " D ice Escalígero en
El hipercrítico : Lícito es a los poetas sup o ne r un n úme ro a
Otro.. ." (556).
La licitud que se concede a lo s p o et as para el ti p o d e
alt ern ancias d e los m o rfem as d e gé ne ro y n ú m ero q ue refle-
jan los ejem pl os p recedentes, puede llega r a vece s a proezas
o alard es verba les d ifíciles de imaginar, co n resultad os co m o
lo s q u e ca be encon tra r en ci ertas va riedades d el d iscurso
jocoso o satírico-b u rlesc o de to das las é pocas. Las dis ro rsio-
nes a q ue se puede ver so met id o el fu n cion am iento d e lo s
mo rfe mas d e género y n ú m ero pueden ve rse reflejad as en
"ano m al ías morfológicas" del tipo que ex h iben los m orfe-
m as d e género en sustantivos co m o los que se aducen a co n-
t in uac ió n: diabla (Po lo d e M ed ic a, 23 7), doncella {Q ueve-
do, 600, 8 17) , hem bra (Quevedo, 1268) , hombro (So hs,
227) , jóvenll (So lís, 303) , a oestruza (Sa lís, 302) tora (Que-
ved o , 7 75 ), tort uga (Po lo d e M cd ina , 16 2 ) , est rello (Sol ls,
300) , etc . I le aq uí u n a d e d ichas formas en su en t o r n o tex-
tual :

(3) Helas. hclas por do vien en


la Co rruja y la Ca rrasca ,
a más no pod er mujeres.
hembros de la vida a irada.

85

Próxim as a las anteriores pueden conside rarse "anom alías


morfológicas" como las p resentes en ciertas estr uct u ras nom i-
nales binarias, en las que se com binan alternan cias de los mo r-
femas de género y número co mo las que figuran en pares del
tipo: diosa ni dioso (Sa lís. 160 ) , musas ni musos (L. L. de
Arge nsola, 7 2), ninfas y ninfos (Cervantes, Il, 303; Góngora ,
1, 153), pobres J pobras (Q uevedo, 129 5), dineros y dineras
(Quevedo , 739), monte ni mon ta (Cerva ntes, 1, 170), etc.,
estruc tu ras que, en su variante negativa, han sido objeto d e un
docume n tado est ud io d e Gónzalez O llé (198 1). El primero de
los ejemplos apa rece inserto en los siguientes versos:

(4) Ni quisiera ser nacido,


cua nto y más andar absorto:
¿Y mira por quién? por ti,
qu e no eres diosa ni dioso.

En el ámbi to de las caregorlas no minales, merece señalar-


se, también , La "ano ma lía" rep resen tada po r la aplicación d el
morfema {-fsimo}, cuya funció n específica es la formación de
los llam ados superlativos sintéticos, a bases susta n tivales, con
resultado s del ti po que ofrecen formas como: narictsimo,
maridisimo, diablísimo (Quevedo . 546, 996. 1339), poetísimo
(Cerva ntes, 1, 165), erc., de los q ue selecciono el siguie nte
ejem plo:

(5) ... y si a mi ma rido, algunos


maridisimos de bien ,
yo sé q ue al sol ha n de hallarse
caracoles más de se is.

D entro del ámbito que correspo nde a las categorías verba-


les, los hech os de Enálage a los q ue se suele hacer referencia
co mún mente (Lausberg, §§ 515-527; Correas, 382), y así apa-
recen enumerados por H errera en la cita reproducida más arri-
ba, son los rep resentados por las sust ituciones que se resu men a
continuación:
a) Entre los modos: indicativo por imperat ivo.

86
b) ~ntre los tiem pos: pr esente po r perfecto simple (co no -
cido usualmente como "presente histórico"), p resente
por futu ro, et c.
e) E~rre las personas: seg u nda po r tercera, tercera por
p n mera, etc .
d) Entre los nú meros y las personas: d esignaciones en
plural de pe rsonas sing ulares (los llam ad os "plur ales
mayestáticos", "de m odestia", etc.: concord ancias "cd
sensu m", ele.

De los muchos ejemplos que podrían ad ucirse de las cita-


das :ariedades de E.nálage, me co mentaré co n aportar las q ue
reflejan las secuencias textuales de Garcilaso reproducid as en
(6)-(7), aco mpa ñadas de los eruditos co mentarios d e H err era.

(6) Si q uejas y lamentos pueden ta nto


q ue e nfrenaron el curso de los ríos... (51)

anotad o así: " Pueden. Es.Enálaged 1 tiem po en vez de pudie-


7
ron . ~ostum b re e: de gnegos y launa s m udar los tiem pos , y
dedu cir las narraciones po r el presente... Es frecue ntísimo el
uso d el p resente por el p retéritoo Y es esta locución muy aco-
mod ada para las narraciones, cuand o atend em os a la b reve-
dad ..." (353).

(7) Yo enderezo, se ño r, en fin mi paso


por d onde vos sabéis q ue su proceso
siempre ha lIcvado y lleva Garcilaso... (110)

~n d,ond e la forma Garcilaso merece el siguiente comentario:


Enalage de la tercera pcrsona po r la prim era, a imitación d el
3 de . Ia Eneida... Y algu nas v~ces su elen poner los po etas su
propiO nombre en lo que escriben ... (457) . Como "aucro rita-
tes" se citan los poetas Virgilio, Catulo y Propercio.
Los fenómenos de Enálage referidos en últim o luga r, en
los que s~ ven afectadas conj u ~tamente las. categorías de per-
sona y. numero , suelen ser objeto de particular atención d e
gra má ticos y r éro res en la trad icional d oct tin a d e las llam adas

87
"reglas de concordancia". Las anornallas en relación con el
func ionamiento regular de las citadas reglas apa recen tipifica.
das a veces bajo den om inaciones específicas, aunque el térmi-
no más generalizado para su designación es el de Silepsis, rér-
mino de di verso alcan ce según los autores, incorporado por
Nebrija y Correas, a sus respect ivos inventa rios. En palabras
del segundo, dicha figura es caracte rizada de este modo : "La
Silepsis es co mprehe nsi ón, concebimiento, cuando concerta-
mos con el género y persona y número más p rincipal.. . y
cuando en el co ncepto de la mente entendemos plural h a-
blando con palab ras de singular... y cuando dos o más n om -
bres singula res to ma n verbo o adjetivo o relativo plural... En
cosas inani madas, el género o locución neutra suele recoger y
referir diversos susta ntivos machos o hem bras co n lo singular
colectivo .c." (37 9). Se añ ade además qu e esta figura "es espe-
cie de Síntesis y Zeugma, o en sf se mezclan estas tres figuras".
C omo se habrá observado. son numerosos los fenómenos de
conco rda ncia gramatical -cdiscordan cia, más b ien- engloba-
dos bajo el referido concepto en la doctrina reflejada por
Correas, que, junto con la doctr ina del Brocense {Minerva,
421-424). será posteriormente recogida por la primera Gra-
mática académica (1771, 463-465), Y así perdurará hasta su
edición de 193 1.
H ech os d e conco rda nc ia co mo los en u me rad os po r
Correas son art ificios mu y am pliamente representa dos en el
discurso literario de los siglos XVI y XVII. C omo ejemplos
poéticos de algunos de ellos. sólo ad uciré las breves m uestras
de las secuencias de (8)-(9) . Uno de los fenómenos referidos
puede ser ilustra do po r el breve fragmento de Cervantes:

(8 ) Tú, sardo militar. Lo fraso, fuiste


uno de aq uellos bárbaros co rrientes
que del con tra rio el núme ro creciste. (1, 152)

en donde la forma verbal creciste concierta con el pronombre


tú. cuando su verdadero sujeto es el relativo que. con un an te-
cede nte plural: aquellos bárbaros corrientes. con lo que la forma
verbal esperable debería haber sido crecieron, esperable desde
un adecu ado func ionamiento de las reglas gramaticales. pero

88
no desde unos imperativos mé tricos. que exigen por demás un
Consonante concorde con ftisu, del primer verso.
Otro de los fenó menos al q ue se hace referencia es el
com únmen te conocido como "concordancia ad sensu m", un a
de cuyas formas más usuales es la representada por nombres
colectivo~ en singular como sujetos de verbos en plural. Se
reata, segun Correas, de una especie de Silepsis. designada más
adelante por el auto r con el término de S íntesis y d efin ida
co mo "com posición. juma , postura. cuando a un singu lar
colectivo. que significa muchedumbre y pluralidad . se le da
verbo o adjetivo o relativo plural"(377-378). Esta variedad de
concordancia se ve reflejada en la siguiente secuencia. tomada
asimismo de Cervantes:

(9) El del bando católico, que mira [= esc uadrón]


al falso y gra nde al pie del monte pu esto,
que de sub ir al alla cumbre aspira;
con paso lar go y ademá n compu esto.
todo el monte coronan y se ponen
a la furia. que en loca ha echado el resto. (1.149)

en donde el Sintagma Nom inal sujeto de las formas verbales


en plural coronan y se ponen tiene po r núcl eo el colectivo sin-
~ular escuadrón. presente en el cont exto in med iatamente ante-
nor.
Una variedad interesa nte de estos fenómenos de co nco r-
da ncia, que no he visto citada explícitamente en los textos doc-
trinales de referencia, es la representada en una secu encia como
la rep roducida en (IO). tomada de Lomas Cantoral, variedad
de muy amplia difusión en los textos poéticos de todo el perio-
do áureo:

(10) ... mas a ntes que su vida se acab ara ,


su vida fenecier a y su cons uelo. (206)

do~de, co.m~ se habrá advenido . se tra ta de un parti cular arti -


fiCIO de distri bución de los constituyentes nominales y verba-
les en el interior del en unciado . consistente en la colocación

89

J del Sintagma Verbal entre los varios Sintagm~ Nom inales q~e
func ionan corno sujeto del mismo. Así . los S¡nt~gmas NO~I.
nales coordinado s. su vida y su consuelo, en fun ció n de SUjeto
del enunciado , exigirían la forma plural del Sin~gma V~rb~l
correspon diente: fenecieran. Si ~ embargo,. la partlc~lar distri-
bu ción a la que h an sid o someti dos tal es Sintagmas. Impone la
también peculiar concordanc~a d~l S i ntag~a Verba~ con el
primero de ellos. situado a su izquierda: su VIda ftnecura, y el
desplazamiento a su derecha del segundo: su consuelo, con. la
co nsiguiente excl usión de este último de las espe ra das relacio-
nes de conco rdancia .
Como síntesis de lo tratad o en este apartado. dedicado a
manifestaciones pa rti culares d e "anom alías flexivas", en gene -
ral, y de "anomalías en la concordan cia", en p~rticular. y ~.gu­
nas de sus man ifestaciones en el ámbito del discurso pot.'uco,
cal vez resulte ilustrat ivo traer a colación uno de los casos más
llamativos de la práctica artística de la que cabría denomi~ar
"discordancia gramatical". Me refiero en concreto al peculiar
artificio de las llamadas "concordancias vizcaínas" (Urquijo,
1925), al que algunos de nuestros poetas de los s~glos ~ y
XVII eran tan aficionados. lo mismo que a otras variedades jcr-
gales a las qu e se hará referencia postcri.o r~entc. El citado
artificio puede verse represe~ta~o en el sigu ien te fragmento.
tomado de unas octavas atribuidas a D . Hurtado de Men-
doza:

(11) A Dios juras. hermoso Ca ta lina;


el tu beldad. el tu extra ño hermosura
e n corazó n de Ioancho muy aí na
hecho ha n un cr udo y bravo mat adu ra.
Buscado has una y otra medi cin a
al mi llago cr uel ya mi tristura;
llora mi alm a sie mpre desque viote
¡haya mal, Catalina . qui e n pari óte! (268)

Como se habrá podido observar, la práctica artíst ica de


estas peculiares formas de concordancia "a.la vizcaí~a", abarca
no sólo fenóm enos de estricta concordancia gramatical, como
pueden ser los representados por los artículos y adjetivos en

90
relación co n el género de los sustantivos en las secuencias
no min ales, o entre formas pronominales y verbales, sino tam-
bién otras formas de transgresión o de deformación de las
categorías morfológicas emparentadas con las vistas anterior-
mente en los grupos de ejemplos de (3)-(4) . Como se habrá
notado, el remedo poético del "hablar vizcaíno" aparece carac-
terizado, al menos en los versos de Hurtado de Mendoza, con
mayor nómina de "anomalías morfológicas" qu e las recomen-
dadas po r Quevedo en E/ libro tk todas las cosas, cuando dice:
"Si qu ieres saber vizcaíno, trueca las primeras person as en
segundas con los verbos .¿".

4.4.2. Morfología derivativa

Los fenómenos qu e se han venido presentando hasta aquí


han permi tido destacar algunos aspectos de las pecu liares
libertad es » Licencias-: co n q ue los poetas pu eden llegar a
actuar sob re las reglas qu e rigen el correcto funcionamiento
d iscursivo del compo nente flexivo de la lengua. En este apar-
tado , trataré de proponer, aunq ue sólo sea de forma muy frag-
mentaria, algunas muesrras de la extensión de tales Licencias a
los procesos de formación de nuevas palabras, qu e, como bien
es sabido, cuentan con expreso reconocimiento de Aristóteles
(Poética, 14 57b), de Horacio (A ru poética, vv, 48 -59), de
Cicerón (De oratore, 111. §§ 149 , 154), erc., y así lo seguirá
haciendo tod a la tradición poét ica y retórica posterior (para
resum en de esta última, Lausberg, §§ 547-55 1).
Ent re los posibles testimonios de auto res españoles de los
siglos XVI y XVII que podrían ad ucirse a este respecto , cabe
destacar como uno de los más relevantes el siguiente de He-
rrera a propósito del neolo gismo desba ñar int rod ucido por
Gar cilaso en el verso 772 de la "Égloga 11":

(12) Y no se me da nada qu e desb añe


mi alma, si es con tra rio lo qu e creo...

de cuya extensa anotació n entresaco estas reflexiones: "Pode-


mas usar vocablos nuevos en nuestra lengua. qu e vive y flore-

91
ce... O só Ga rcilaso en tremeter en la lengua y plática espafiola
muchas voces lat inas . ital ianas y nu evas, y suced ióle bien esta
osadía ; y <teme rem os n osotros traer al uso y ministerio de ella
otras voces extra ñas y nuevas, siend o limpias, propi as, signi fi-
cantes, co nvenientes, magnífi cas, numerosas y d e buen son id o
y que sin ellas no se declara el pensamiento con una sola pala-
b ra? ... . Sigam os el ejem plo de aquellos antiguos varones q ue
enr iq ueciero n el serm ó n romano co n las voces griegas y pere-
grinas y co n las bárb aras m ismas... Ar istótel es, Tul io y H ora-
cio ap rueban la noved ad de las dicciones y enseñan cómo se
hallen ...N o co nv iene a todo s la formación d e las voces nu evas,
q ue req uiere excelente juicio...Di vídese en do s especies la for-
mac ió n d e los voca blos nu evos: po r necesidad ... y por o rna-
me nto. Y así es lícito y loable en los modernos lo que fue líci-
to y loable en los anti guos. M ayormente que puede el poeta
usaren todo tiempo con prudente libertadpor ornato de vocablos
nuevos; y le ofende y hace gra ndísima injuria q uien le quiere
p rivar de la facu ltad de o rde nar co n ellos su poema. Porq ue
co mo d ice Talio , los poet as hablan en ot ra lengua... Pero no
só lo osan esto, m as pu eden serv irse de voces d e todas lengu as
y po r todas estas y otras cosas los llama Ar istóteles tiranos d e
las dicciones"(525-527)(c ursiva do mio). Resumen de la mis-
ma do ctrina, co n referencia expresa a las mismas "autoridades"
aparecerá, cuarenta afios m ás tarde, en la Epísto la de M an uel
Ponce al Conde d e Villamedia na en defensa del léxico culte ra-
no (Rozas y Quilis: 196 1).
Los med ios que la trad ición retórico-poét ica pone al alcan-
ce del poeta para ejercer esa particular Licencia en el dom inio
de la neologfa léxica, tan u nánimemente reconocida , se lim ita-
rán a los rep resentados por las operaciones generales de:

1) La ado pción de préstamos d e otras lenguas, fenómeno


englobado , según los autores, bajo el concepto de Bar-
barismo o designado con el m ás específico de Barba-
rolexis (Lausberg, § 447; j im éncz Parón , 73) .

2) La creación d e n uevas u n idades léxicas (lar. Fietio


nominis}, en las d os modalidades siguientes:
a) C reació n abso luta d e pa labras, co noc ida d esd e
antiguo co n el término Onomatopeya (Lausbc rg,

92

- - -- -
§§ 54 7-548) Y tr ad icion almente d efinid a en los
términos en que lo hace Ne brija: "C uando fingi-
mos [formamo s} algún nombre del so n que tiene
algu na cosa" (222; Correas, 398).
b) C reació n de nu evas palabras a partir de eleme ntos
preexisten tes, esto es, mediante los procedimien tos
gene rales d e d erivació n y co mposició n, modalidad
que, aunq ue no cuenta con d enomi nación especí-
fica, tiene su eco, por ejemplo, en la Elocuencia d e
Jim énez Patón (7 9) .

De los tres med ios señalados, serán los referidos en úl tim o


lugar los qu e reten drán nu estra arenci én en este apartado, po r
ser los más direcramen re relacionado co n los fenómenos de
naturaleza morfo lógica qu e vienen siendo considerados en el
presente capítulo. Desd e una perspectiva general, cabe decir que
las manifestaciones de los procesos de derivaci6 n y composición.
en el d iscurso poético d e los siglos XVI y XVII, pueden llegar a
presentar en ocasiones grados de "anom alía" tan im previsibles
como los vistos en el dom inio de la morfología I lexiva. Por lo
demás, los resultados son en general bastante heterogéneos y
hasta d ivergentes según el ám bito en el que se produzcan las
co rrespo ndientes formaciones. Así, por ejem plo. pu eden darse
d iferencias sustanciales entre form aciones neológicas insertas en
el ám bito de lo que, convencionalmente , se acepta como géneros
po éticos "nobles", "serios" , erc., y formacio nes insertas en el
árnbiro de géneros "vulgares", "jocosos", "saririco-burlescos", etc.
Como ya hubo ocasión d e co mp robar en el dominio de la fle-
xión, también aho ra suele ser precisamente el ámbito de estos
últimos do nd e el fun cionam iento de las reglas del código puede
quedar expuesto a las deformacio nes más inesperadas e imprevi-
sibles. Veam os una ligera muestra de tales formaciones.
En el discurso propio de géneros poé ticos "nobles" es fre-
cuente la documentación de formaciones, marcadamente cult as,
co mo: cefirizar (Esp ino sa, 14 6), enhechizar (D . Hurtado d e
Mendoza, 282), enrasar; per/ifiear (Lope de Vega, 1394 , 233) ,
petrarquizar (B. L de Argensola, 1, 161 ), erc., en ejemplos como:

( 13) [O h pacífica tregua del suspiro ,


que , de rústica. F lora coro nado .

93

--~---- --

,,

ahogos cefi rieas co n respiro.


rest itución del á nimo apurado!

Aunque el sign ificad o de tales fo rmas neológicas esté vinc ula-


do esrrechame nre al enr omo co ncreto en el q ue apa recen inte-
gradas, exhi ben, no o bsta nte, u na constituci ón mo rfológica
que parece ajusta rse. en p rincipio, a algunas de las reglas d e
forma ciones verbales a parrir de bases nom inales previstas po r
el código (AJeman y Bolufer: 19 20). Ahora bien. siempre exis-
te la po sibilidad de que las preferencias de un autor se orien-
,II
i,
ten hacia soluciones menos pr evisibles. Puede pensarse a este
propósito en las pecu liares fo rmacio nes de co m p uestos, a las
que pa rece mostrarse especialmente p roclive un auto r co mo
Medran o, a hase de ut ilizar co mo prefijos los adverbios bien- y
mal- , en fo rm as co mp uesta s d el tipo : biempruderur (322),
malconstante (238) , malenojar (224), erc., que, a juicio de D.
Alonso , consriruyen un a d e las "formas de afectació n" má s
características del autor.
Pero es en las di stintas varieda des del di scurso "vulgar",
"jocoso" o "sat irice-b u rlesco" , donde se llegan a alcanza r las
mayores p roezas verbales q ue quepa imaginar, a la hora d e dar
rienda suel ta a la mani pulació n d e las reglas d e creativid ad
léxica previs tas por el cód igo de la lengua.
'1, Como es sabido , la vena satirice -bur lesca está ampliame n-
", te representada en la p roducció n po ét ica de Jos siglos XVI y
XVII. Ahora bien , el parad igm a d e este género, tanto en verso
co m o en prosa, lo constituye sin ninguna d uda la obra d e
Q uevedo , en la que no parecen faltar ocasio nes para someter
el código de la lengua a form as de d istorsión jamás conocidas
en el curso d e su h istoria, analiza das por Alarcos Garda en su
magistral "Q ueved o y la parod ia idio mática" (Alarcos García:
19 55). Dado que no es posi ble en este lugar p resentar, ni en
síntesis, una b reve m uestra de la riqu ísima variedad de fenó-
men os d e creatividad léxica q ue cabe observar en la p roduc-
ción poética d e Q ueved o, me comentaré co n propo ner unos
cuanto s ejemplos, ro mados de algu nos poemas sat irice -b urles-
cos, que perm itan al menos hacerse un a lig era id ea de las
"acro bacias" a que pueden so me terse algu nas d e las reglas de ri-
vativ as más comunes d el código idiom ático. En tal sentido,

94
p ued e repararse en sufijaciones no m inales como agüelismo
(98 5) o com uder ía (678); en deri vaciones verbales co mo cabe-
llar (556) o calaverar (555) ; en formaciones prefijadas co mo
archin ariz \546) o p rotocuerno (677); en form as co mpuestas
c~mo. boquimuelle (99 1) o sacaabuelas (555), sin olvid ar para-
Si ntéticos co m o desengongorar ( 1184) o enagüelar ( IOI?), ni
co m p uesto s basad os en seg mentaciones arb itrarias d e o t ras
formas existentes, p resentes en el co ntexto inmediato, co n las
que constituyen atrevid os "juegos d e palabras", como se ve en
pares del tipo alcamadra-güetest ías (99 5), mariposas-marioin os
(55 8) o praendiente-pretenmuela (814). etc.
El red ucid o inventario de formaciones neológicas que se
aca ban d e presentar no es más q ue un a muy lim itada ilustr a-
ción d e có m o se llegaba a ejercer por part e de nu estros po etas
áu reos la pan icular Licencia so b re las reglas d e crea tivida d
léxica, en dond e no parece q ue do m inen "razones de necesi-
dad ", co mo señal aba H errera, sino más bien "d e p ura orna-
mentación".

4.5 . Licencias relacionadas co n los contextos de las palabras

C o mo q ~edó ap u ntado al co m ien zo d e este capítulo, el


segundo co nju n to de Licencias morfológicas, segú n se propo ne
en Plcrr (19 81, 163; 1985 , 70) , es el relacio nado co n los d ife-
rentes contextos a los que se pu eden vincular las propi as pala-
bras, c": cuanto u nidades léxico -gramaticales.
Ap licando las sugerencias formuladas por el autor a tal res-
peCt? a la "sincron.ía literaria" a la que se ha limitado el Corp us
de ~Jcmplos seleccionad o para este trabajo, el periodo áu reo de
la literatura espa ñol a, me lim itaré a u nas observacio nes de
carácter gene ral q ue, ante la m agn itu d y co mplejidad de los
fenómenos implicados, no pod rán ir aco m pañadas lament able-
mente de la ejem plificación que sería de desear, hecho que se
podrá com pensar con las referencias bibliográficas insertadas.
Desd e .las perspectivas ofrecidas por dicha prop uesta, se
pu ede decir, con todas las reservas y p recau ciones necesarias,
que lo q ue ca b ría co nsiderar co mo gra n diasisrema léxico -
morfo lógico del lenguaj e poético de los siglos XVI y XVII , tal
como se presenta ma te rializado en los textos, aparece bajo la

95
forma de un ingente "conglomerado", consti tuido por la inte-
gración -o, tal vez, mera acumu lación- de conjuntos de un i-
dades l éxico-gramat icales de m uy variada co ndición y, sobre
todo, de m uy d iversas procedencias .
En tal sentido, el lector menos avezado podrá com probar,
sin mayo res dificu ltades, que en d ich o diasisrema co nviven
por igual toda suerte de Arcaísmos (Herrera, 339-340. 4 JO;
jiménez Patón, 78-79; Cor reas. 384; Klinkenberg: 1970 ) con
audaces Neologismos (H errera, 525-527; López Pinciano. Il,
126-127; j im énez Patón , 79 ) y Cultismo, (Alonso; 1935; De
Bustos Tovar: 1983; Lap esa: 1972; No ugué: 1976; Srnit h :
19 59); el léxico patr im onial. con Extranjerismos de diversa
proceden cia (He rrera: 47 1-472; j iménez Patón . 72); pala~ra s
"nobles", con toda suerte de Dialectalismos --o tal vez mejo r.
Seudodíalectalismos- (G illet: 1925; Weber de Kurlat: 1949).
Rusticismos, Vulgarismos propi os de jergas o hablas margina les
(Alo nso H ernand ez: 1977); vocablos del "léxico com ún". con
gran núm ero de Tecnicismos de las ciencias, las artes. la filoso-
ña. la religión . etc.
Pues bien. de algun as de las variedades léxicas señaladas,
como se hab rá advertido en las referenci as bibliográficas que
se han ind icado . se hacen eco tratad istas de Gramática, Retó-
rica y Poética a la hora de abo rdar el obligado capítulo de las
Virtudes de la elocución . Como en buena pane de los fenóm e-
nos vistos hasta aquí. también en este pu nto será la Corrección
idiomática, así como los "vicios" que atentan contra la misma:
Barbarismo y Solecismo, el punto de partida y el fundamento
de las reflexiones. en las que no falta n. como no podía ser
menos, apreciaciones y juicios de valor sobre el uso o abuso.
por pa rte de los poetas. de tan especiales peculiaridades idio-
máticas.
Según la doctrina reflejada en la obra de esros autores , el
empleo en el ámbi to del di scurso literario de elementos de las
diferent es parcelas del léxico a que se ha hech o referenci a.
co nstitu iría en principio una de las variantes de la operación
general de Sustitución. En su for mul ación más sencilla, dich a
o peración consistiría en permutar o sustitu ir, en un CO ntC~.:t()
di scursivo dado. una palabra o un gru po de palabr as adscritas
a lo que cabría co nside rar léxico comú n. por otra palabra o
gru po de palabras propias de los distintos ámbi tos particulares

96
de que se ha hech o menci ón : Arcaísmos. Cultismos. Vulgaris-
mos, etc. La licitud de tales permutaciones ven d r ía justificada.
como ya estamos acostumbrado s a ver, po t razones de Ornato.
en unos casos. y por razones de Decoro en los más. es decir,
por una convencional forma de adecuación entre ciertas cate-
garfas temáticas y genér icas y su expresión lingüística (Laus-
berg, §§ 1055 -1062; Y mpra, 25-27).
Por otro lado, segú n se observa en los textos, en el funcio-
namiento di scursivo de las distintas variedades léxico-gramari-
cales a que se ha hecho referencia. se pueden distinguir dos
modalidad es principales, en función de los d iversos grados de
intensidad en el empleo de este artificio por parte de los poe-
tas. Así, se puede hablar, por un lado, de inserciones de carác-
ter esporádico de uni dades léxicas pertenecient es a tales varie-
dades, y, po r otro , de un a presencia de mayor in tensidad de
una determ inada variedad de uni dades a lo largo del desarro-
llo d iscursivo de un texto dado. Am bas modalidades deberán
ponerse en relación con el co nju nto de co nvenciones lingüís-
rico-poét icas reguladoras de la pluralidad de tipos de di scurso
qu e caracteriza la práctica poética de los siglos XVI y XVI I. En
relación con la segund a modalidad bastará recordar los cons-
ranres "remedos" de "hablas antiguas, rústicas. de gu ineos.
moriscos, gitanos", etc.• a las que tan aficionados y proclives
se mo straban poetas de toda condición .
C omo conclusión de cua nt o se viene dici endo, me referi-
ré a un o de los fenómenos más llam ativo s de la práctica poé-
tica de la inserción de Extranjerismos en el espacio textual: se
t rata del artificio consistente en la inserció n. espo rád ica o
sistemá tica. no ya de palabras aisladas. sino de secuencias de
palabras de otras lenguas, o . si se prefiere, de las manifesta-
cio nes de lo que cabe conside rar un verdadero "pl uriling üis-
mo" di scursivo (Mayoral: 1990) . Sus mani fest aciones so n
m últiples y variadas, co n m uy dive rsos grados de com plej i-
dad . Ent re las más relevantes, destacan las de textos bi-, tri-
o retral ingües, en las qu e las lenguas alternantes con el caste-
llano son . habitualmente, el latí n, el italiano y el port ugués
y. en men or medida. el catalán y el francés. Uno de los sone-
to s más per fectos en este género de co m pos iciones es el si-
guient e de C óngora, cuyo primer cuarteto se reprod uce a con-
tinu ación:

97
r

(14) Las ta blas del bajel despedazadas


(signum nau fragii pium e l crude le) ,
del te mpio sacro co n le rot te vele,
ficarao n nas paredes penduradas... (1, 201)

El fragmento de Gó ngora que se acaba de reproducir servirá


de "cierre" a las consideracion es que se han venido desarr o-
llan do en el presente capít ulo en torno a las particulares Licen-
cias que. en el di scurso literario. y particularmen te poético,
pueden afectar a las palabras. en cuanto unidades léxico-gra-
1 mat icales. y a sus elementos constitutivos, los morfem as.

98
5.

FIGURAS MORFOLOGICAS 11:


EQUIVALENCIAS MORFOLOGICAS

5. 1. Equival encias mo rfológicas o Isom or femas:


Figuras de repet ició n en el nivel morfológico

Los distintos grupos de Figuras qu e. bajo la denominación


de Equivalencias moifológicaso Isomorftmas (Plert: 1981. 163;
1985.65). van a ser objeto de atención en el presente capítu-
lo, constit uyen otras tantas clases de fenó menos qu e, segú n el
citado amor, pu eden tenerse por resultado de la aplicación de
cien os pro cesos de reforzamienro o inten sifi cación en las
reglas de inserción de determinadas unidades lingüísticas en
unos lugares precisos de la cade na del d iscurso. O , si se prefie-
re, di ferentes clases de fenóm enos que constitu yen diversas
man ifestaciones de artificios lingüístico-d iscursivos basados en
el "pri ncipio de repetición" de uni dades lingüísticas en la pro-
gresión lineal del discu rso (Préd éric 1985).
Las unidades básicas de referencia, como en el capitulo
anterio r. seguirán siendo morfema y palabra, consideradas
desde la perspectiva de su cond ición morfológica, con inde-
penden cia, en prin cipio , tanto de sus valores significativos
como de las posibles funcio nes sintác ticas qu e puedan desem-

99
pe ñar en cada caso en el interior de las secuencias o de los
en uncia dos en los que aparezcan insertas.
M ejor o peo r sistem atizados según épocas y autores, los
fen óme nos referido s suelen aparecer integrados en su m ayor
par te en los inventarios de las tradicionalmente llamadas "Figu-
ras de palabra" (Lausberg: §§ 608-664: Fr édéric: 1985, 1-63),
y, dentro d e esta clase, en el grupo más específico de las q ue
aut ores como jim énez Patón llaman "Figur as que se hacen por
aumen to" (95- 108), esto es, figu ras resultantes de la aplica-
ción d e la categoría m odificativa de la Adición. Ahora bien ,
dado que las ordenaciones tradicionales de tales figuras ofre-
cen co n frecuencia resu ltados bastante dispares, voy a p ropo -
ner u na reagrupación de las mi sm as, completand o los pará-
m etros tradicionales con algu nas d istinciones que perm itan
obtener un ma yo r gra do de ho m ogeneidad.

5.2 . Una po sible ordenación de Equivalencias morfológicas

De acuerdo con lo expuesto más ar riba , la p resentación de


los fenómenos d e Equivalencia morfológica seleccionados en el
presente capítulo, se basará en estas d isti nciones.
En p rime r lugar, las d os u nidad es básicas d e referencia
afectadas por el principio d e repetición , morfema o palabra,
per mitirán d istinguir los d os grupos in iciales sigu ientes:

1) Por u n lado, Eq uiva lencias morfológicas basadas en la


repetición d e morfemas.
2) Po r o tr o, Eq u ivalencias m o rfo ló gicas basad as en la
repetición d e palabras.

En segundo lugar, la doble nat ur aleza de los morfemas: fle-


xivos o de rivativos, implicados en dicho p roceso, permi te esta-
blecer en el p rim ero de los gru pos una subd ivisión entre:

a) Eq uivalencias morfoló gicas basadas en la repetición de


morfemas flexivos, t ipificadas tradi cion almente en las
figuras Homeóptoton y Políptoton.
b) Eq uivalencias morfológicas basadas en la repetició n de

100
morfemas derivativos, rep resentadas por la,figura Deri-
vación.

En te rcer lugar, las Eq uivalencias m orfológ icas basadas en


la repeti ción d e la u nidad palabra aparecen orden adas d esde
antiguo según los pr incipios siguientes:

a) Repetición de palabras en contacto: representada por


las figuras Epizeuxis, Anadiplosis y Clímax.
b) Repetición de palabras a distancia, cuya tipología tra-
d icio nal se ha basado en el lugar asignado a d ich as
un idades en el in terior d e las secuencias o en unciad os.
Según este pr incipio d e ordenación , esta categoría de
Equivalen cias está formada por las siguientes figuras:
posición in icial d e secuencia: Andflra;
posición final de secuencia: Epifora;
combi nació n d e po sición in icial y final: Comple-
xión y Epanalepsis.

Los grupos anteriores se completa rán co n un a categoría


específica de la repeti ción de palabras y morfemas, que cabe
d esignar co mo: Eq uivalencias morfo lóg icas po r "juegos d e
palab ras" , entre las que se co nsi de rarán las figuras A ntana-
clasís, Calambur y Paronomasia.

5.2. 1. Equivalencias morfológicas basadas en la repetición


de morfemas: flexivos y derivativos

El co mpo nen te flexivo de la lengu a co nstituye el "mate-


rial" lingü ístico de do s clases principales de art ificios ret óricos
basados en hechos d e eq uivalencia morfológica: los agrupados
bajo el ám bito d e las figuras d enominadas co n los términos
Homeóptoton y Políptoton, respect ivam ente (Lausbe rg, §§ 729-
73 1: Fréderic: 1985, 28-30).
La pr imera d e las figuras citadas, Homeóptoton o Similiter
cadens, presenta ciertas flu ctuaciones en las caracterizacio nes o
d efini ciones t radicio nales, h echo que parece radicar en las

10 1

.
,

di ferentes interp retacio nes de q ue puede ser suscepti ble el


com ponente: - ptoton 'ca ída, caso', vertido en latín en el tér-
mi no casus, co n idéntico signi ficado. En su ace pción más
estri cta, Home óptoton designa el art ificio q ue co nsiste en ter-
minar una serie de secuencias co n palabras en la m isma for-
ma casual (Lau sberg , § 729), co n lo q ue el fenómeno queda
restr ingido al ámbito de las catego rías nominales {Lausberg,
§ 73 1). Esta acepció n es la reflejada en las defi nicio nes de
Neb rija (222) y Correas (4 15), co mo ya hubo ocas ión de ver
al aludir a esta figura a propósito de los fen ómenos de Simi-
Iicadencia (63-64).
Sin embargo, como señala M. Fr édéric (1985. 29 ), el tér-
m ino griego ptosis pued e ser susce p tib le tamb ién de u na in rer-
'prefació n más am plia, q ue abarcaría po r igual categorías mor-
femáticas tant o nominales co mo verbales. Según esta co ncep-
ción, la citada figura co nsistiría en la term inación de varias
secuencias con palab ras de flexion es sem ejan tes. Esta conce p-
¡•
ción es a la que parecen referi rse, al men os así se observa en
los ejemplos, auto res como Sánchez Brocense. H errera o ji m é-
nez Patón .
El testim onio de H errera ad ucido m ás arriba (65) puede
co m pletarse co n estas o tras referencias. Sánc hez Brocen se,
tras defin ir la figu ra co mo "desinencia casual semejante, con-
sistente en la term in ació n d e las clá usulas en los m ismo s
casos", aclara : "Al decir casos no sólo ent iendo po r ello "no m-
bres", sino ta mb ién las resta ntes part es de la o ració n" (357).
D e todas fo rmas. en los ejemplos ap ortado s "las restantes
partes de la oració n" sólo están represen tadas po r series de
adverbios de modo. En esta m isma dirección se expresará,
años más tarde, Jim énez Pató n, al caracterizar esta figura del
modo qu e sigue: " Sim ilitercadente es cuan do las palabras tie-
nen unas mismas caídas, lo cual en verso español es mu y or -
din ario". M ás adelante añad e: "H dcese pues esta figura en
esta forma: acabando [las palab ras} en un m ismo atributo
gramático" (1 16). Se ejem plifica con varias secue ncias term i-
nadas con verbo en infinitivo . Así pues, la nómina de las
categorías apa rece am pliada, de las fo rm as casua les nom inales
de Ne brija y Co rreas, a fo rmas de gerundio (Herrera), de
adv erb io s d e modo (Broce nse) y d e infiniti vo (J im én ez
Pató n).

102
De las "autoridades" do ctrinales q ue se acaban de ad ucir,
que muestr an el diverso alcan ce q ue dicha figura ha ven ido
presentan do en la tradi ción gramatical y retórica, creo que
parece l ícit~ optar por una interpretación am plia de la m isma,
como medie m ás adec uado de tratar. de form a aba rcadora
ciert os tipos de fenó menos flexivos de naturaleza no m inal ;
verbal presentes. de manera recurrente, tanto en la "prosa ar-
tíst ica" como en el discurso en verso.
Junt o a las relacion es de esta figura con los fenómenos de
Rima, según se vio en el capí tu lo 3, cabe señala r q ue uno de
l~s ~ntornos m ás frecue ntes de la m isma lo co nstitu yen las
distintas ~odal idad~ di~tributivas de los fen ómenos de pluri-
membraci ón, en el m ten or de las secuen cias versales (fenó me-
nos estu diado s min uciosamente por D . Alonso en num erosos
trabajos citados en la bi bliografía). Una mínima mu est ra de
esta parti cular asociación puede verse en los breves fragm entos
q ue se proponen en (1):

(1) a. ...que con tal distinción orna y co lora


cristales. plantas, flores,
aduerme celos y despie rta am ores.
(Lo pe de Vega . 623)

b....qu e el hombre con los danos


abre' ojos. muda emptcos. deja e nga ños.
(Villegas. lI )

en los q ue se hab rá observado cómo las secuenc ias versales


tam o en la bi mem bración de (3a), como en la trime m bracién
de (2 b), la eq.uivalencia sint áct!ca de tales secue ncias aparece
relevada med ian te el reforza mie nro m orfológico vehiculado
po r los morfemas flexivos -subrayados en los textos- de cada
una de las palabras qu e forman parte de las mism as.

La se.gu nda de las figuras m encion adas es la designada con


los t érminos Poliptoton o Traducción, "m uched um bre de ca-
sos" en expresión de Nebrija (22 1) YCorreas (4 J 5). D ado qu e
esta mo s ante un nuevo com puesto co n la raíz griega ptosis,
deberán tenerse en cuenta las o bservacio nes q ue se hacían a

103
propósito de Homeoptoton (Lausberg , §§ 64 0-648; Frédéric
1985. 39-42).
Las definiciones de los autores españoles van parejas a las
ya aducida s. Restricción a la esfera nominal en N ehrija, Co-
rreas y jiménez Patón. En Sánchez de las Brozas y Herrera el
fenómeno se extiende también a las categorías verbales, según
se lee en e! primero de los au tores: "Es la variación del caso en
nombre o verbo" (357). También en esta ocasión es Herrera e!
autor que mejor representa la doctrina retorico-poética, no
sólo en lo que a defini cion es se refiere, sino también sobre un
aspecto que. a mi ver, resulta de mayor interés que las propias
defini ciones, co mo es la estimación que puede alcanzar la pre-
sencia de ésra como de otra s muchas figuras en el di scurso
poético. Los siguientes versos, del "Soneto 1" de Garcilaso:

(2) ..sé que me acabo, y más he yo se ntido


ver acabe - co nmigo mi cu ida do.
Yo acabaré. qu e me entre gué sin arte
a qu ie n sa brá pe rde rme y acabarme
si q uisiere. y aun sa brá que re llo. (3 7)

merecen el sigu iente co mentario: "Este verbo [acabarl o repe-


cido cuarro veces co n variación de tiempo sirve en lugar de
la figura Poliptoton o Traducción en nuest ra lengu a. cuan do
se rep ite un nom brc o verbo variado di versamente; y no
como pien san algu no s es aquí vicio. sino hermosísima virtud
de la o ración .,;" (3 16), juicio que co ntrasta co n el expresado
por Correas. y que no me resisto a silenc iar. como cierre de
sus cons ideracio nes sobre la misma figura: "Téngola por tan
poco necesaria como la preced ente (Homeóp toton]" (4 15).
De haberse cum plido en la práctica poética el dictamen
del insigne gramático, me hab ría visto obligado a poner fin a
este apa rtado con la reproducción de sus palabras. Pero los
poetas de los Siglos de Oro parecen estar más en consonancia
con el sent ir expresado por H errera. lo que me perm ite de
pa.'iO poder presenta r unos cuantos ejem plos. adem ás del ya
reproducido de Garcilaso. revelado res de la forma en que se

104
manifiesta esta figura en el discurso poético. Valgan estos bre-
ves fragme ntos:

(3) a. La vida . la pa cie ncia y la co rd ura ;


ma s aunque pierda más de lo que d igo .
si no os pe rdr ese a vos. no perderla .
(Laynez. 11 . 205)

b. Antes qu e este pesa r n uevo tuvi ese .


de toda la dem ás gente huía
agora de mí mismo no huiría.
si huyendo de mí de vos no hu y ese•.•.
(ViIJamediana. 249)

en los qu e se revelan al men os esto s hechos. Prim ero , el


marco en el que se produ cen los fenóme nos representados
por esta figura lo constituye un enunciado formado. en gene-
ral, por un número bastante red ucido de versos. una media
de [res o cuatro secuencias versales. lo qu e en t érminos métri-
cos eq uivale a peq ueñas estrofas o serniestrofas integrad as en
conjuntos est róficos más am plios. Segundo. en el espacio de
d ich o marco , se suele realizar la inserción de t res o cuat ro
formas Ilexivas de una m ism a categoría gramatical. De todos
modos. no son infrecuentes los casos de reducción del fenó-
meno a la presen cia de un par de form as Flexivas, de! tipo que
se recoge en (4) :

(4) a. ¿Es el q ue dices q ue co n a nsia ta nta


lam e nta su pasión qu e , lamentamJo .
los corazo nes de dolor q uehra nta ?
(A cu ña. 118)

h. A la vista inmortal del pensamiento


no se verá jam ás que a use ncia imp ida
lo q ue imp ide a mis ojos ho y mi suer te.
(Villamed iana , 131 )

aun que hay que reconocer que en estos últimos ejem plos el
grado de perceptibilidad es bastante menor.

105

Los art ificios basados en paniculares "ma nipulaciones" de


los mor femas derivativos apa recen t ipificados en la doctrina
tradicional en la figura denom inada, precisam ente. Derivación
(Lausberg; § 648), que pu ed e ser carac terizada como la inser-
ción, en una o más secue ncias, de varias palab ras form ad as de
un a base léxica común.
C om o manifestaciones usu ales d e esta figura en el d is-
cu rso po ético , pueden tenerse las reflejadas en estos eje m-
plos :
,I (5) a. ...en reh acer serás, a q uien hiciste
~ y se deshizo , medio rem ediable,
co mo pe rfecto medianero y m edio,
sin otra medianía, de su remedio.
(Alda na, 330)

b . Servicial es vuestro amor,

¡,
" . y a un servicio puede ser,
pues q ue se da a co nocer
muy tan a lo servido s.
(Sa linas, 493)

Como puede observarse, la for ma en que la figura Derivación


aparece reflejada en los fragm entos textuales precedentes, par-
ticipa de los m ismos rasgos q ue ya fueron señalad os a prop ósi-
to de los fen óm enos de equiva lencia basados en los morfemas
,. j flexivos: la inserción en un en uncia do, formado por un nú me-
ro reducid o de secuencias vers ales, de do s o más formas com-
pu estas o derivadas de un a m isma base léxica.
Entre los ejemplos de Derivación reducid a a la presencia
de do s unidades l éxicamente em parent adas, merecen destacar-
se estos casos particulares. En prime r lugar. un tipo de co ns-
trucciones que suele incluirse entre las m o dalidades de la
Paronomasia (Lausberg, § 6 38 , 1 a: "formación orgánica flexl-
va"). y qu e algunos autores individualizan con el térm ino de
Parequesis (Lázaro Carreter: 1971 , s.v.). Tal tipo de construc-
ciones responde al esq uema formal rep resentado por pares de
elem entos, no m inales o verbales. co mo: Unidad léxica 1: A
Iconjunció nl Un idad léxica 2: Prefijo + A, materializado en
secuencias textuales como las siguientes:

106
;.....; - ' ..
(6) a. Vuel ve y rev uel ve am or la fantas ía.
(Bcscan. 269)

b . Le sigue y le persigue la bla sfemia ,


como si fuera público ene migo:
ta l es el preci o co n q ue e l vulgo pr em ia.
(L. L. de A rgensola , 113)

En segu ndo lugar, los peculiares hechos de complementación


verbal. designados por algunos autores con la expresión Figura
etimológica, en ejem plos co m o: "so ñar un sue ño". "t irar un
tiro", erc., según se verá en el próximo capí tu lo.
Los grados de intensidad en la acum ulación de las unida-
des derivadas no son ajenos a particulares pruebas de ing enio
de que suelen hacer alarde los poetas en ciertas modalidades
discursivas de carácter ma rcadamente lúdico. En tal sentido,
no resultará difícil tr aer a la memoria proezas derivativas del
tipo de las pract icada s por autores co mo Q uevedo, Góngora,
Villamed iana, Salinas, erc., en torno a algunas palabras clave
de su obra. Así. puede pensarse en la rentabilidad qu e el pri -
mero de los autores citados extrae de muy peculi ares deriva-
cio nes de palab ras com o cuerno, que llegan a constituirse en
procedimiento cons tr uct ivo dominante en el desarrollo d is-
cursivo de no po cos poemas de vena satirice-bu rlesca, y que
permiten for mar paradi gmas como éste: cuerno, cornudo, cor-
nada, p rotocuerno, unico rnio, capricornio cornuderfa, cornuco-
pia, despachacuernos, etc.
Por ?tro lado, suele ser bastante frecuente la conjunción de
ambos tipOS de fenómenos mor fológicos, flexivos y derivativos,
en los limites de un m ismo entorno textual. Esta particular
forma de refo rza m ienro del fun cionamiento di scursivo del
co m ponente mo rfoló gico , con abundantes y sign ific at ivas
manifestaciones en la práctica po éti ca de los siglos XVI y XVII,
pu ede qu edar ilustrada en las breves estrofas tomadas de un
po em a de Francisco de Aldan a, basado todo él en esta clase de
artificios:
(7) Ved q ué graciosa mane ra
que, en esta firmeza, muero
de querer vuestro " no qu iero" ,

I'lIOPIEOAOOf lA UNIVERSIOAO AN CARlOS Of GYAlEMAlA


Sjbliolec :1 Centra l
iYde mí d irá quienquiera
qu e bien quiero y bien desquiero!
Ni dudo que juzgue así
cuatq u íer a, ni puede se r.
qu e quiera querer poder
{queri éndoo s yo más qu e a mí)
el " no quiero" no qu erer... (463-464)

Las do s estrofas qu e se acaban de: reprod uci r co nsti tuye n, a mi


ver. un test im oni o bastante elocuente d e hasta d ónd e pu ede
llegar la explotació n de los mor fem as flexivos, representad a en
las figuras Homeóptoto,!, 'pollptoton,'y deriv~ tivo s, a tr avés d;
la Derivación, en fa practica de un tipO d e d iscurso dado. AsI.
a lo largo del texto d e Aldana al qu e pertenecen los versos d e
(7), formado por doce estrofas (q uintillas), se inserta un total
d e treinta y cinco fo rmas, flexivas y derivativas. co rrespo n-
dientes a la pieza léxica de base: QUERER.

5.2.2. Equivalencias morfológicaJ basadas en la repetición


de palabras

Las equivalencias morfológicas basadas en la repetición de


palab ras, consid eradas éstas en su cond ición léxico-m~ rfol.ógi­
ca, consti tuyen un conju nto d e fenómenos bastante bien .slste-
matizados en la do ctrina ret órica , a pesar d e las g randes di scor-
dancias term inológicas co n que suden aparecer inventariados
en los diferentes tratados, co mo habr á ocas ión d e co mprobar.
De los varios parámetro s man ejado s por los autores a la
hora de poner o rd en en estos particul ares fenómenos de rcpe-
tición (Lausberg, §§ 608-664; Frédéric: 1985. 43-63; Moli-
no-C ardes Tamine: 1987, l . 193 -208), me voy a limitar por el
mom ento a los apuntados al principio d e este cap ítu lo: p rime-
ro , re p etici ón d e u na m isma palabr a, sin q ue inter ,:en gan
modifi caciones que afecte n a su significante ni a su significado
fund am ental; y segundo, po sición de las palab ras repetidas .en
las secue ncias o en u nciado, co n ind epende ncia d e sus fu ncío-
nes sin t ácticas. Se distinguirá n en este segu nd o caso las sit ua-
ciones gen erales dc: a) repet ició n d e palab ras en co ntact o; y b)
repetición dc palab ras a d istancia.

108
Consideraremos en prim er término las modalidades d e la
repetició n de palabras "en contacto", t ipo de repetición que.
según se pone de m anifi esto en obras co mo las d e Lausberg y
Fr éd éric, suele ser motivo a veces de un a co m plicad a casuísti-
ca, que no voy a reproducir aquí. Me lim itaré a most rar. m ás
bien, có mo fu nciona en el d iscur so poéti co d icho artificio. al
menos en aqu ellas formas d e ma nifestación q ue se revelan de
uso más consta nte en la pr áctica poét ica.
La p rim era de tales formas d e repeti ción está represen tada
po r esq uemas como: (XX,..), C..XX...), C..XX) , y es d esignada
por un a nóm ina de términos co mo Epizeuxis, Palilogia, Re-
petición, Duplicación, Iteración. Gerninaci án. ... (La usberg".§§
6 16-61 8). C o n la d esignació n d e Epizeuxis (a vcces en uni ón
de Pa/iJogia) aparece incorporada en los repertorios d e nu es-
tros tr atadistas: Nebrija (22 0) , Correas (4 13), Brocense (353),
j im énez Patón (98) , y d efinida en todo s el los en té rmino s
muy semejantes a los utilizados por Ne b rija, quien dice: "Es
cuando una misma palabra se repite sin med io algu no en un
mismo verso"(220). En autores como el Brocense se di stin-
guen adem ás dos modalidades: co nt in ua y d iscontin ua, segú n
que en tre las do s palabras que forman la repetici ón en co ntac-
to se inserte o no una breve "partícula".
C o m o m an ifestacio nes más frecu entes de esta figur a d e
repetición , puede repararse en los ejemplos q ue se proponen
en (8)-(9), en los que se insert an palab ras d e di ferentes cat ego-
rías, nominales (8) y verbales (9) , y en los q ue la realización d e
la figu ra se locali za en posición ini cial d e en unciad o.
(8) a. A m or, Amor, quie n de tu glori a cura
busque el aire y recójalo en la ma no...
(D . H urtado de Meodoza. 12)

h. ¡O h Febo, Febo í, ahora e n el co rrie nte


Janto, o e n Oci o estés, ven ya, ce ñido
de funesto ciprés la trist e frente .
( lIerre ra , 217)

(9) a . H uid , hu id, oh mise ra bles. antes


que Muert e el fr uto vuestro coja y lleve:
el brevísimo gozo , c1largo lla nto.
(Lo mas Can to ral, 83)

109
b. Mirad, m irad los lauros y las palmas
de qu e está n es os cielos e nr ama dos.
(Es pinosa, 59)

La segu nd a variedad del fenó meno de repeti ción d e pala-


bras en contacto está rep resen tada por la figura d esignada co n
los términos Anadiplosis, Repetición, Reduplicación. Su estruc-
tu ra formal pu ede qu edar reflejada en el esquema (..X /1 x...),
que, expresad o en palabras, vend ría a ser artificio consistente
en situar una misma palabra , o grupo redu cido de palabras. en
, . la posición final d e un a secuenc ia, sin táct ica o versal, y en la
inicial de la secuencia siguien te (Lausberg, § § 6 19-6 22 ; Ne-
brija, 219; C o rreas, 412; Brocense, 35 3. también con las mo-
d alidades d e continua y d iscontin ua; H errera, passim; j im énez
Patón , 88-89) . En las realizaciones de esta figura se co nsidera-
rán estos do s entornos:
a) En el interior de u na sec uencia versal.
b) En los lím ites d e d os secuencias versales.

C o mo ejemplo d e la primera situació n, puede repararse en


los fragm entos de (lO ), en los que la realización d e la figura se
halla en estrec ha co rrespo nd en cia co n las virtuales pausas
in ternas del verso , d ete rm inadas por el esq uema o patrón
acen tual correspond iente:

(10) a. Yo estoy murien d o e n medi o de este fuego,


I
• en esp e rar , y no e n sufrir, co ba rde,
pe nas de olvido, ol vido de mi mue rte.
(Villamediana , 163)

b. Tráiga nos ho y Lucina


al Palacio Real, Real venera
de nu estra perla fina,...
(G óngo ra, 1, 254)

Los fenómenos de Anadiplosis que parecen exhibir mayor


grado d e perceptibilidad, son sin d uda los pertenecientes al
segu ndo d e los entorn os aludidos, es d eci r, los localizad os en

110
la posició n final de una secuencia versal y la posició n inicial
de la secuencia siguien te, d e la form a que reflejan ejemplos
co mo los de (11 ). De este hecho parecen ser bastante cons-
cientes los propios autores, dado el más alto índ ice de fre-
cuencia d e esta segunda fórmula observado en los textos, que
supera d e forma significativa el representado po r la primera :
( 11) a. G asto en males la vida y a mo r crece;
crece en male s amor y allí se cría, ...
(D . H urt ado de Mendoza , 76)

b. Pues aunq ue fue mo rtal la desped ida ,


a un no pudo, de lást ima , dar m uerte,
m uerte qu e só lo fue par a dar vida.
(Q uevedo, 161)

En estrecha relación con la modal idad de Anadiplosis a que


se acaba de hacer referencia, suele considerarse una tercera varie-
d ad del fenó me no de repetición d e palab ras en con tacto: la
designada com únmente con térm inos como Clímax; Gradaci ón,
Cadena (Lausberg, §§ 623-624 ; Fr éd éric: 1985, pp. 48-5 1). Los
autores suelen definir esta figura como un a "anad iplosis progre-
siva" (Lausbcrg, § 623), representada generalmente en u na fór-
mula del tipo: (...XfX...YIY...Z1Z...). Entre los aut ores españoles
que ind ividualizan esta figura de la Anadiplosis, como es el caso
del Brocense, j im énez Patón y Correas (no así Ne brija y H erre-
ra), la definición más "exp resivamente" etimológica correspo nd e
al gramát ico C orreas, quien se exp resa en estos tér mi nos:
"Clímax es escala, gradación, cuando se va como por escalones
procediendo de un o en uno, d e nombre en nombre, de verbo en
verbo, subiendo o bajando..."(4 16). Como ejemplo de este arti-
ficio valgan estos tercetos tomado s del "Soneto XV I" de E de
Figueroa:

(12) Si espe ra algún rem edi o de la m uerte.


m uerte so la podr á dar me la vida,
la vida es pa ra mí triste y p esada,
pesada carga, trabajo sa y fue rte,
fu erte tra go de un alma despedido ,
desp edida de verse rem ed iad a. (132)

111
En relación con las dos figuras a las que se acaba de hacer
referen cia, me parece d e interés aducir la siguiente o bserva-
ció n d e Neb ri]a, q ue será recogida en sus mi smos términos
desp ués por Co rreas. Su defin ició n de esta figur a se com pleta
con esta o bservació n: "La cual figu ra nuestros poetas llaman
Dt'Xap rm dl ' (2 19). Co mo bien .se recordará, la citada figura
se identifica co n un a de las "galas" que la poesía caste llana
ado ptó de la poé tica gallegoportuguesa, como explícitam ente
reconoce Santillana en su Prohemio e cana. Con el térmi no
Encadenado se referirá al m ismo artificio Juan del En cina en
su Aru de la poaia castellana en estos té rminos: "Ay una gala
de tra bar q ue se llama Encadenado, q ue en el consona nte q ue
acaba el un pie ['" verso], en aq uel comie nce el o tro" (9 1-9 2).
Como ar tificio merr ico -po érico será incorporad o posterior -
mente po r Rengifo: "Del soneto encadenado" y "Del soneto
con repeti ción" (SS-56) y Carvallo: "D el ar tific io de coplas
encadenadas y repetid as" (274-276).
Las ma nifestaciones de estos artificios d el Leixap ren, ta n-
to en la poesía med ieval como en su pervivencia en los siglos
XVI y XVII. son sumame nte variadas y. en general. dc co nsi-
derable extensión. sobre todo. en la conca tenació n de estro-
fas. Por OtrO lado. las unidades implicadas en sus realizacio-
nes van desde la simple palabra hasta verdade ras un idad es
textuales. como se verá en el capítul o 9. Ejemplos varios de
esta "gala". en auto res caste llanos del siglo XV, pueden verse
en G auth ier 0 9 15. 1-1 5). En la po esía del Siglo de Oro.
pued en verse eje m plos interesantes en C astillejo, Cet ina,
Pigucroa, Lomas C anroral, Cervantes , Lope de Vega, Gón-
go ra. etc.

Si pasamos a conside rar los fenómenos asociados con la


rep et ición a di stancia de tin a mism a palabra, nos encontra-
remos con otra de las variedades mejor tip ificad as y defini -
das en la mayoría d e los a utores. Las d istinciones qu e se
suelen establecer en el inter ior de esta variedad, qu e se tr a-
d ucirán en ot ras tantas figuras, se basan en el pa rámetro de
la posición que la palab ra o palabras rep etidas ocupan en el
interio r de un conjunto dad o de secuenc ias o enunciados.
Los lu gares marcados en la realización de estas figuras será n:
ini cial, final e in icial-final . respectivame nte. En el d iscurso

112
en verso. se considerarán como unidad es funda me ntales en
la realización de estas figuras, las secue nci as co rrespond ien-
tes a: m iembro de verso (deli m itado por el esquem a acen -
tual y las pausas int ern as del verso). verso. serniestrofa y es-
trofa.
El primer esquema de repetición de palab ras a distan cia es
el qu e corresponde a la figu ra den ominada A ndJora o Epand-
¡Ora (Lausberg, §§ 629 -630 ; Fr éd éric, 52-53), representad a
habitualmente bajo la fórmula: (X.../X.../X...). que expresada
en palabras da rá: figura co nsistente en la repetición de una
m isma palabra al comienzo de varias secuencias, sintácticas
y/o ve rsales (Nebrija, 21 9; H errera, passim: Broc en se, 35 1;
jimén ez Patón . 95 ; Correas. 4 13). Ejemplo de una de sus rea-
lizaciones canó nicas pueden ser estos versos tomados de F. de
la Torre:

( 13) Bello es mi ninfa si los lazos de oro


al apacib le viento desordena;
bella, si de sus ojos e naje na
el altivo desdé n qu e sie mpre lloro:
bella. si con la luz que sola adoro
la tempestad del viento y ma r sere na;
bella, si la d ureza de mi pen a
vuelve las gracias del celeste coro... (1J3)

El segundo esqu ema de repetición a d istancia está r~rre­


sentado por la figura design ada co n los térm in os Epifora.
Ep ístrofe, A n üst rafe, Conversión (Lausbe rg , §§ 63 1-6 32;
Pr éd éric, 53-5 4). Su esquema form al. considerado el reverso
de la figu ra anterior, responde a la serie: (...XJ...XJ...XJ...),
esto es, la repetición de una m isma palab ra en posición final
de secuencia, sintácti ca y/o versal (Brocense, 35 1; j im énez
Patón , 96; Cor reas, 42 7) . Las formas de realización de esta
figura en el d iscu rso poéti co quedan b ien resum idas por
Jiménez Pató n cuando di ce; "sonlo todos los roma nces que
acaban sus coplas en un final qu e d icen est ribo , y todas las
coplas, así octavas como liras. redondillas o quintillas qu e glo-
san m uchas veces un mismo verso qu e di cen pie; sonlc todos
los villancicos en retruécan o" (97) . Ahora bien, el rcndim ien -

113

¡ to de esta figura, al margen de los casos de estricta codifica-


ción como los de letrillas, glosas o villanc icos, seña lados por
j im énez Patón, sobre todo si está limitada a la repetici ón de
un sola p alab ra, q ue es el caso q ue n os interesa en esta oca-
sión, parece m ucho más restringido q ue el d e la Andfóra.
Valga como ejemp lo el siguiente fragme nto de un romance de
Liñ án de Riaza, en el que cada semiesrrofa co ncl uye con la
repetició n de la palabra mudanza:

(14) lo verde que da el abril


ya el octubre lo quitaba.
scroias secas pa recen
las que fueron verdes ra mas
I
p or mudanza.
Ya hum ean los tizones
de (as humildes cabañas,
ya co n las prim e ras nieves
dan muestras las sie rras altas
j, por mudanza ... (229)

¡
Como ejemplos signi ficativos de esta figu ra puede n tenerse
letrillas como las de Gó ngo ra " D ineros son calid ad ". en
donde cada serniest rofa co ncluye co n la alte rna ncia de las
palabras verdad/mentira (1. 2 17-2 19), las de Quevedo "C hi-
tón", (69 1-693). "Bueno, Malo" (734-735), con la repetición
al final de cada semicstrofa de esas mismas palabr as qu e da n
título. etc.

La co mbinación. en un mismo ento rn o d iscursivo. de las


dos figu ras ant eriores: Anáfora y Epifora, da lu gar a la d istin -
ció n de un a tercera mo dalidad de repeti ción d e palabras a
d istancia, conocida con los términos Epanástrofe, Simploce.
Complexión y representada bajo el esquema (X...Y / X...Y /
X..,Y I ...) (Lausberg, § 633: Frécléric: 198 5. 54-5 5), Entre
los tr atadistas espafio les a los que se viene hacien do referen -
cia hab itualm ente, sólo aparece definida en Brocen se (353).
]iménez Patón (97) y Correas (426-427 ), en térm inos mu y
semejant es. como suele ser hab itual. bajo las d istintas deno-
minaciones antes aducidas. Ent re las m uestras de tan ar tifi-

114
ciosa figu ra puede repararse en la siguie nt e letrilla de Gón-
go ra:

( 15) Que pida a un galán Minguilla


cinco puntos de jervilla ,
bien puede ser;
mas q ue calza ndo d iez Men ga,
qu iera q ue justo le ve nga.
no puede ser.
Que se case un don Pelot e
co n una dam a sin dote ,
bien puede ser:
mas que no dé algu nos días
por un pa n las da merías,
no pu ede ser... (l . 1()'1I)

Para co ncluir este apartado dedicado a los fenómenos de


repetición de palabras a distancia. en la forma en que apare-
cen codificados en la doctrina tradicional, se hará referencia a
uno de los esquemas de mayor profusión en el discurso poé ti-
co de los siglos áu reos. Se trat a concretam ente de la figura
con sistente en la repetición de una misma palabra en las posi-
ciones inicial y final de un a m isma secue ncia sintáctica y/o
versal. del tipo que rep resenta el siguiente esquema (X...X).
Para la den om inación de esta figura contamos con un a nutri-
da serie de denominaciones, como son los términos Prosapó-
dosis. Epanadiplosis. Epanalepsis, Redici ón. Circulo (Lausberg,
§§ 625-627: Fréd érfc, 51-52), Tal fluctuación y alternancia,
cua ndo no el solapa miento o la fusión con otras figur as. se
reproduce en la obra de nuestros autores, como era de esperar
(Ne brija, 22 0; Brocense, 353; Correas. 4 13).
El mayor rendim iento de esta figura se observa en los lími-
tes de una o dos unidades versales. y en su realización pueden
interveni r rodas las categorías de palabras, en las más d iversas
formas y fun ciones. Entre sus manifestaciones más recurrentes
cabe citar ejemplos como los qu e se pro ponen en (16):

(16) a. D ichoso Alb ano: Le ucotea be lla


contigo arde e n am o r y es tá contigo.
(He rre ra , 231)

115
b. Crece, ¡o h mu y fe lice plan ta }, crece,
y oc upe n tus pimpoll os todo el orbe , ...
(Ce rva ntes, 11 , 384 )

Uno de los entorn os versales en los que resulta m ás frec uente


la aparició n de esta figura es el que correspo nde a la ord ena-
ción d e co nstituyentes en "d istribución especu lar" (Mayoral:
1989 ), como se po ne d e manifiesto en los sigu ientes ejem plos:

(17) a. Vin o la enfermedad, la muerte vino


po r la culpa (que culpa a mu e rte inclina
po r justa pen a y po r fat al ca stigo ), ...
(Li ñan de Riaza , 130)

b. Mad re dichosa y o bedien te sierva


de Anuros , de E d uar dos y de Enrico s,
ricos de for taleza , y de fe ricos.
(Góngora, J, 109

5.2.3. Equivalencias morfológicaspor (<juego depalabras»

En el presente apa rta do , trataré d e recoger, d e fo rma muy


fragme ntaria, algun os aspectos - aq uellos q ue pa recen presen -
tar mayo r grad o d e relevan cia, claro está - en rela ción co n
unos cua ntos fenómen os, d e notab le grado d e co mplejid ad a
veces, q ue suelen ser abordad os en t re los di versos fen ómenos
d e rep etició n de palabr as. Se trata de algu nos d e los fenóm e-
nos que ap arecen englobados habitualmente bajo la d enomi-
nación ge ne ral de "ju egos d e pa labras" (Du ch ácék: 197 0 ;
Plete 1981, 163-164 ; 198 5. 70-71 ; Spang: 1984; Todorov:
197 8, en espec ial el apartado IIl).
C o ns iderad os en co nj u nto , tales fenó menos vien en a ser
resultado de muy par ticu lares e inesperadas manipulaciones,
ejercidas d e forma conscien te y deli berad a, sob re los co m po-
nentes sign ifican te y sign ificad o d e las u n idades lingü íst icas, y
en las q ue se h acen intervenir, fundamenralmcnre, peculiares
fenómenos d e asociación y/ o sustitución entre unidades léxi-
cas ho mo n ím icas (homofó n icas y h omográficas), paronfmicas,

116
pol is ém icas, sinoním icas, antonfmicas, etc. , en determinados
segmenros del d iscurso.
C omo bien es sab ido, el estud io de las "relacio nes" entre las
citad as clases d e unidades léxicas, ha ven ido co nst it uyen d o
consta nte punto de aten ción en las d iversas d ireccion es de los
est ud ios semánticos con temporáneos. Ahora bien , sin dejar de
r~c~ nocer. l.as muy valiosas apo rtacio nes a este respecto , voy a
Iimirar mr inrer és a algunos pumas doctrinales esbozados en la
trad ición retórica en relación con estas clases de "relacio nes lin -
güísticas", sobre tod o en su vertien te d iscur siva.
D ejando par a capítu los posteriores el tratamiento de fenó-
men os basados en relaciones de sino n im ia y antonimia, base
de las figur as denominadas Sinonimia y Antítesis, respectiva -
mente (véase cap. 11), me referiré a co n tin uació n a algunas d e
las m an ifestacio nes más d estacadas de unos cuantos fenóme-
nos que tienen su base, co mo d ecía m ás arriba, en peculiares
mecan ism os de asociación o sustitució n, en la cadena del dis-
curso, de pa labras vinc uladas por relacio n es d e ho mo n im ia,
polisemia y paro nim ia.
El "juego de palabras" basado en relacio nes d e homonimia
y/o polisemia entre las unidades léxicas, segú n se tome co mo
punto de partida el com pone nte sign ificante o sign ificado de
d ichas unidades, constituye u n co nju nto de artificios discur si-
vos de muy di versas y variadas realizaciones, cuya caract eriza-
ció n y deno m inación presen~a bastantes flu ctuacio nes en el
corp us d octri na l de la tradición retórica, d e las q ue no está n
exentos los trarad isras españo les. T érminos co mo Amanaclasis,
Diáfora, Antistasis, Place, Traducci ón, Distinción, Reflexión, co n
q ue suele n d esign arse fenómen os d e esta n aturaleza (Laus-
berg: §§ 6 S7-6~ 4 ; Fréd éric: 198 5, 4 3-46), vienen a poner d e
manifiesto las d ificu ltad es a la ho ra d e establecer límites entre
unos hechos d iscursivos que presentan ta l vez m ás afinidad es
q ue d iferen cias, co mo se verá en seguida .
C o n el térmi no A ntanaclasis, por utilizar el primero de la
serie, suele d esign arse u n t ipo de art ificios co nsistentes en u na
reiteración , en un espacio discursivo d e reducidas dimen sio -
nes, d e d o s o más pa la b ras homon fmi cas y/ o po lisém icas,
segú n parta mos d e la co nsideració n d el sign ifican te o del sig-
n ificado, co mo se h a d icho anteriormente. Enrre los autores
españ oles, el fen ómeno, q ue no figura en el in ventario d e N c-

117

.

br ija n i apa rece comenta do por H errera. es deno ~i n ado


Anttstasis por j im énez Patón (lOO), Ploce (o Traductio} por
Sá nc hez Brocense (3 55) y Ploce (o Antanoclrsis [sic)) por
Co rreas (42I) . Como muestra de las definiciones que circu la-
ban entre los autores españoles, puede retenerse la formul ada
po r C o rr eas. que reza así: " D upl icac ió n ~e una .pal.ab ra
misma. que en segundo lug:u se pone co n dlver~a slg?,fica-
ci6o"(42 1). El efecto d iscursivo de tal forma de reiteraci ón d e
un a misma palabra -o, si se prefiere, el efecto de tal "juego de
palab ras"- radi ca, co mo es natural, en el contraste q ue se
genera entre el fenóm eno de asociación de significantes idé.o-
ricos -o casi id énticos, según se ver á-, y el fenómeno apa reJa-
do de asociación de significados di stintos.
1I ,· Las particul ares características de la ortografía castellana
,
-aun en momentos de grandes fluctuaciones co mo en el es-
II I
pañ ol cl ásico-, no permiten la realización en esta len gua de
algun as de las variedades de "juegos de palab ras" di señ ad as
en el cuadro tipol ógico establecido por Plett (198 1. 163 ·
,I 164; 1985. 70·7 1). No o bsta nte, trata ré de aprovechar. aun-
que sólo sea parcialm en te, alguna de sus d istinci ~nes en la
I presentación de esta clase de fenómenos. Así. por Ctcn:P1o. la
incorpo ración a la categoría de las palabr as. ho monimicas, ~e
•I 1! distinci ones que tien en que ver con la propia naturaleza foni-
ca y gráfica de las mismas: pala~ras homofón i~as y bornogr áfi-
I1 caso respecti vamente. y sus posibl es alternan cias y cont rastes.
••• , hecho del q ue pa recen ser bastante conscientes los propios
poetas.
De acuerdo con esta di stinción. entre los fenómenos que
"· suelen agruparse bajo la denom ~nación de Antana~lasis, pare~e
posible distinguir varias modalidades. Cabe refenrs:. : n pn-
Oler térm ino . a la mo dali dad resulta nte de la asociaci ón de
dos o más palab ras homofónicas, aun que no homogrdf icas, en
una secuencia textual dada. del tipo que se refleja en los ejem-
plos de (18) :
I
(18) a. Ca nsase el otro do ncel
de querer la otra do ncella,
que es bella y deja de vello
por una madre crue l.
(G óngora. 1, 176)

1ji "8
b. Los desencasados ojos
trae con el cielo casados .
y con los clavos de Cristo
errado. pe ro no herrad o.
(Medra na , 352)

en los que. en el espacio de un verso, se produce la asociación


de los pares de homónimos (ho mófonos. pero no homógra-
fos): bella-iella, errado-herrado, y los contrastes correspondie n-
tes de significados:

a. bella: adj. 'hermosa'


ve na : inf.+ c1ítico [:: : ve rla] 'pe rcib ir por la vista '
b. errado: partJadj . 'eq uivocado '
herrado: pa rtJadj. 'ma rcado con hierro ca nde nte '

Cabe referi rse. en segundo t érmino . a la mo dalidad de


A ntanaclasis representada po r la copresencia de dos o más uni-
dades léxicas homonimicas, homofónicas y hornogr áficas. del
tipo rep resentado por las secuencias de ( 19):

(19) a. Un capote de sayal


en su vestido ord ina rio,
hábito de qu ien te nía
hábito de andar galla rdo .
(Medrano.352)

b. No pe rmitades que /!SP OSII S


vuesas esposa s aflijan,
que esposas traba n las manos
ya esp osas qu itan las vidas.
(Quevedo . 1123-1124)

Como en los ejem plos del grupo anterio r, también aquí se


pued e o bservar fácilmente el efecto lúd ico buscad o medi an -
te el em parejam iento. en el en unciado. de piezas léxicas ho-
mo n ím icas, en las q ue un a mi sma secue ncia sig nificante es
vehículo de significados perten ecie ntes a á m bitos sign ifica-

119
rivos bastante di stanciados. como es el caso de los pares de
unida des :

a. hábito: sust o' vestido'


hábito: susto 'costumbre '
b. esposas: susto 'muje r cas ada'
esposas: susto'manillas para suje tar a los reos'

A las modalidades precedentes se puede añadir un a tercera


variedad de ejemplos - la adu cida precisamente por jim énez
Parón-e, que se correspo nde con ciertos fenómenos de Ta~ ­
tologia (Pr édé ric: 1981 ; Rey-Debove: 1978,. en.tre otros). DI-
cha variedad se refleja en ejemplos como el siguiente:

(20) Por entre casos injustos


me han traído mis en gaños,
donde son daños los daños,
y los gustos no son gustos.
(Villamed iana,883)

en donde el "juego de palabras" , bajo el esquema formal más


usual de la Tautología (X es X, X no es X), tien e como funda-
mento el efecto de sentido que se genera, en el di scurso, del
contraste establecido entre el valor denotativo . referencial , de
una palabra en la fun ción de sujeto -rema, y los valores conno-
tativo s, referidos al sujeto de la enunciación textu al, de esa
misma palabra en la función de predicado-comentario (Pr é-
d éric 1981, 320).

Estrecha relación con el tipo de fenómenos basados, se-


gú n se viene viendo . en relaciones discursivas entre hom ó-
nimos, gua rda la modalida d d e "juego de palabras" conoci-
da con la denominación de Calam bur. Bajo este término de
procedencia frances a, au sente en nuestros tratadistas clási-
cos, se suelen agrupar determinados fenó menos que tien en
como parti cul aridad el hecho de que uno de los términos
de la relación homonímica está constitu ido, al meno s, por
dos significantes de palabra distintos (Martínez García: 1976.

120
86; García-Page: 1990). Estos fenómenos, que son objeto de
atención de Gracián en su Agudeza (cap. 32 , 11, 45-52, con el
significativo título: "D e la agudeza por paranomasia, retruéca-
no y jugar del vocablo"), suelen llevarse a cabo, sobre todo en
el di scurso bu rlesco , satírico o festivo. a través de las más
variadas realizaciones, en las que los significantes y los signifi-
cados de las palabras pueden llegar a ser sometidos a las más
im previsibles "manipulaciones" y "distorsiones", como m uy
bien puede verse en los ejemplos aducidos en el citado estudio
de García-Page. Una ligera muestra de las realizaciones más
usuales puede verse en estos ejemplos:

(21) a. En las virtudes morales


es la mejor mayor doma
q uie n con fuerza mayor doma
sus pasiones naturales.
(Salinas, 525)

b. Con el pico de mis versos


a este Lopíco lo pico.
(Gó ngora, IlI, 42)

en los que el "juego de palabras" resulta de la asociación, en la


cadena del discurso, de pares de secuencias fónicas idénticas
en equivalencia, cuya form ación responde al siguiente meca-
nismo: Secuencia fóni ca 1: A + B (en donde A y B represen-
tan dos unidades lingüísticas) I Secuencia fó nica 2: AB (en
donde AB representa una sola unidad lingüística, equivalente
en su cons titución fóni ca a la suma de las dos un idades de la
secuencia 1), tal como se resume a continuación:

(22) Secuencia fónica 1 =' Secu encia fónic a 2


(A + B) (AB)
mayor + doma mayordoma
lo + pico Lopico

Para otras variedades de este fenómeno, de muy amplia


difusión en la poesía del siglo XVII, puede consulta rse el estu -
dio de Garda-Page al que se ha hecho mención anteriormente.

121

·,

Otra de las gra ndes lín eas en las que se canaliza el fenó me-
no general d el "juego de palabras", es la representada po r la
asociación en el discurso d e palabr as vinculadas por relaciones
d e paronimia, esto es, palabras cuyos significantes (fónicos y/ o
gráficos) so n parcialmente id énticos o gua rdan m ayor o m e-
no r gr ad o de semejanza, semejanz a que n o co m por ta una
co rrespo ndenci a en el plano d e los significados. Estos fenóme-
nos han venido siend o descritos en la tr adi ción gram atical y
retórica b ajo términos co m o Paronomasia, Adnominaci án.
Denominación o Traducción (Lausberg, §§ 6 37-639; Fr éd éric:
1
-

:

1985, 35 -37; Martínez Garda: 1976, 73-82; Carcía-Page,
1992c). A los fenómenos d e Paronomasia se refieren po r igual
r todos los autores españoles, en muy similares térm inos y ejem-
plos (Neb rija, 220; H errera, 5 16 y 529; Brocense, 159 ; Ji-
' í) m énez Pató n , 115; C o rreas, 4 13-4 14 , a los que se puede añ a-
I di r en esta ocasió n la particu lar referen cia a G racián, quien
!• dedi ca a estos fenóm enos el ca p ítulo XXXII de la Agudeza, 11 ,
45 -52, con interesantes obser vacio nes y ejemplos). D e las de-
fini ciones de los autores españ oles reco jo la d e C orreas, quien
se refiere a esta figu ra en los térm ino s sigu ientes: "Es aso nada,
sem ejanza en el son ido de la palab ra, cuando se trueca una
di cción , no m bre o verbo , m udand o algu na letra, en otra pala-
b ra de co nt ra ria o m uy di ver sa sign ificac ión, o por gracia o
por esca rnece r..."(4 13).
Las var iedade s q ue presenta la reali zación d e esta figura
han sid o an alizadas y cl asificadas segú n di ferentes cr ite r ios .
1 D e antiguo procede la orden ació n de los fenómenos p aro-
• no m ásicos en fu nción d e las cuat ro ca tego rías modi ficat ivas
(Lausbc rg, § 6 38 ) , ord enación de la q u e só lo se h ace eco
jim énez Pat ó n entre lo s autores españ oles (1 15) , co n p ares
d e pa ró nimos co m o los sigu ientes: por A dición: cu brir- des-
cubrir, celoso-receloso (varied ad q ue algu no s autores d esignan
co n el térmi no d e Parequesis, ya vista an teri ormen te) ; por
Sup resión: palio-p alo; por Permutaci ón: orador-arador, consu-
mar-consumir; por In versión: Roma-amo r, Isabel-Belisa (ejem-
plos estos últimos que co rresponden m ás b ien a los fenóm enos
co noci d os co m o Palíndromo y A nagrama, respectivamente,
co m o ya se vio en el ca p ítulo d ed icado a las Eq uivalencias
fón icas). Pa ra o rros criterios de clasificación , pueden ver se
Martlnez G ard a (1976) y Oarcía-Page (1 992c). D e las varia-

122
das m anifestacion es q ue presenta la realización d e esta figura,
me contentaré co n ad ucir estas breves m uestras:

(23) a. Nub es so n y no naves,


ca rros de mi sol e n dos ojos suaves.
(G óngor a, 1, 227)
b. Era, la triste, casta ña
e n el tam año y el pelo ,
apilada y opilada
por la falta del sustento.
(Quevedo , 912)
c. A A mor diré mejor que aun es más fuer te,
porque las olas de sus alas do ra...
(López de Zá ra te, 1, 295)

Co n los ejem p los precedentes de asociación de parón im os,


cuyo esp acio de realización y, sob re todo , d e percepción , se
lim ita a m uy co rto n úmero d e versos (G rigoriev: 1981, 3 2 5),
se ce rra r~ este cap it ulo dedi cado al conjunto d e figuras rer óri-
cas que tienen su fund amento en la rep etici ón o reite ración d e
m orfemas y pal ab ras en la cadena d el di scurso .

123
6.

FIGURAS SINTÁCTICAS 1:
LICENCIAS SINTÁCTICAS

6. 1. Licencias sintácticas o Merataxis

Bajo la denominación d e Licencias sintácticas o Metataxis


(Plerr: 1981 , 164; 198 5, 7 1) se van a proponer diversas figu -
ras que , en algu na me d ida, supo nen distintas formas d e modi-
ficación , cuand o no d e infracción, d e determin adas reglas sin-
tácticas, en unos co n textos d efinidos y d e ac uer do con unas
conve nci ones discursivas espec íficas.
Como en los capít ulos precede ntes, la unidad básica de
análisis co nti n uará siendo la palabra, pero conside rada ahora
en u na nueva perspectiva: co m o un idad inscrita en una deter-
minada categoría léxico-gram ati cal, susceptible d e co nstituirse
en el núcleo de un a unidad sinragmdr ica y d e asum ir, por tan-
to , un as d eterminadas funciones sintácticas en una estruc t ura
oracional. Segú n que los núcleos d e las unidades sin tag m áticas
sean N om bres, Adjetivos, Verbos, Adverbios o Preposiciones,
las categorías d e referencia serán las usualmente reconocid as:
Sintagmas nominales (SN) , adj etivales (SAdj), verbales (SV),
adverbiales (SAdv), prepos icio nales (SP), resp ectivam ente.
Tales núcleos pueden ir determinados y/o cuan tificados así

125
como co m plementados con Sintagmas nomin ales y/o preposi-
cionales, con los que formarán un Constituyente sintáctico,
susceptible de asum ir una deter mi nad a función: Su jeto , Pre-
d icado o C omplemento.

6.2. C orrecció n sintáctica , So lecismo y Figura

Co m o e n el cas o d e lo s demás fenómen os presentados


hasta aq uí, los que van a ser obje to d e atención en este capítu-
lo en m odo algu no d eber án id entificarse con in correcci ones
lin güísti cas producid as d e mod o na tu ral y espontáneo en la
práctica d iscursiva d e la vida .di~tia, debid as a act itudes ~es­
cui d adas o a deficiente co nocrmren ro de las reglas gra manca-
les. Se trata , por contra, d e tipos específicos de m odi ficaciones
o infracci o n es d e d ichas reglas, q ue sólo cabe just ificar en
unos co ntextos di scursivos bien defin id os y concretos.
La di st in ción a q ue se aca ba de hacer referencia respond e,
co mo ya se h a di cho en var ias ocasion es, a la clás ica d icotomía
representad a en los co nce ptos d e Solecismo, concepto ab arca-
dor d e toda forma de in corrección lingü ística en el do minio
d e la gra mática, y de Figu ra, concepto con el que so n des igna -
d as tal es in fraccio n es siempre que, p or particul ares "razones
ar tís ticas ". son toleradas m ediante Licencia (sup ra 18-20 ).

6 .3 . Hacia una clasificac ión d e las Licencias sin táct icas

E n la presente categoría d e Licencias sintácticas van a q ue-


dar integrad os varios gru pos de figuras que tra~icionalt.TIente
apa recen in scri tas. no sin fluctuaciones, en los m ventanos de
las conocidas co m o Figuras de palabra, con exclusión n atural-
m ente de las ya trat ad as en lo s capítulos dedicad os a las Fi-
guras morfológicas, así como de alg~nas otras que se.rán ab?r-
dadas en el próxim o cap ítulo , d edi cado a las Eq u ivalen cias
sin tác t icas. Del conjunto d e las Figuras de palabra, ciertos gra-
m áticos suelen individuali zar algu nas de las figu ras de este
ni vel lingüístico en un grupo específico design ado co mo Figu-
ras de construcción (Brocense, M inerva, libro IV; C orreas, A rte,
cap. 77).

126
E n la o rd enación d e lo s diferentes gru p os se ad optarán ,
com o pum a d e referenc ia, las operacio nes corresp ond ientes a
las catego ~fas modificati vas canónicas de A d ición, Supresión y
Permutaci ón d e elemen tos , constituyentes sintácticos en el
p resente caso. Así p ues , segú n las referidas categorías, el con -
jun to d e Licen cias sintácticas que va a ser objeto de atención
estará cons titu id o po r los siguientes gru pos y figuras:

1) Li~ncias po r A dición de constituyentes, rep resentadas


.básicam en re por las figu ras Pleonasm o, Congeries, Epi-
teto.
2) Licencias por Sup resión d e constit uyen tes , de las que
cabe d estacar las figuras Elipsis, Zeugma.
3) Licen cias po r Permu taci ón d e co nstiruyenres, entre las
qu: .se cuentan las figuras A ndstroJe, H ipérbaton, S ín -
qUlSlS.

6.3.1. Licencias sintácticaspor Adición de constituyentes

S ~gún se acaba d e .indicar, tres so n las fig uras retóricas


seleccion adas en este prt mer grupo de Licencias sin t ácticas.
La citada en p rime r lu gar es la designad a con el término
Pleon~mo (Lau sbe rg, §§ 502 -5 03) , cuya eq uivalen cia, seña-
lada sIem p re p or los autores, no es otra que "d em as ía y sob ra
d e pa la?ras" (Herrera , 328). Se produce esta figura "cu and o
la ? raclón se .carga de p al ab ras s uperflu as qu e est uvie ra n
m CJor por d ecir, au nque añ ad e algunas veces encarecimiento
de Jo q ue se d ice" (j im énez Patón , 105). La d efinición ad uc i-
da resum e con d~ridad los dos aspec tos bajo los que habi -
tualmente se co nsi dera no sólo ésra sino las d emás figuras d e
este grup o : p or un lad o , su co nsidera ció n d e "anom alías" sin-
tácticas, p or cu anto supo ne n la in serción de cier tos const itu-
yentes d e carácte r redundante en la construcción oracio nal; y,
por o tro, su posible jus ti ficación, si m edian razones de rele-
vancia o de ornato, hecho resumido así por Correas: "es bue-
na fig ura si est riba en razón y uso, y si no , es m ala y vicio-
- ' •. .."(376).
C omo realizaciones m ás co m unes d e esta figura, se pue-
den retener estas do s clases d e fenó m enos.

127
En primer término, los representados por secue ncias del
tipo : "ve r por los ojos", "oír por los oídos", "ha blar por la
boca", "llora r de los ojos", etc., en las que el núcleo del predi-
cado, representado por los verbos: V~r. oír; hablar. llorar, apare-
ce com pleme ntado por un co nstituyent e nom inal (SP), en
fun ción circu nstancial, que refiere al órgano corpo ral con que
se lleva a cabo la acción expresada por dicho núcleo. Dado
que la expresión de tales acciones supone la referencia impllci-
ra a dichos órganos , la mención expresa de los m ism os me-
dian te un constituyente nominal represent a un caso evidente
de redundan cia sintáctico-se mántica que, si bien no resulta
justificable desde un a perspectiva meram ente informativa (de
ahí su co nsideració n inicial de vicio), sí puede serlo, en cam-
bio, desde la de otros supuestos valores discursivos como los
arriba m en cionad os. Así parece poner se de man ifiesto en
ejem plos similares al aducido en (l), de gran arraigo en la t ra-
dición poé tica de todas las épocas y ám bito s lingüísticos:

(1) Q ue todo lo que veo


con estos tristes ojos, no te vie ndo,
ofe nde a mi deseo,
y así, pa stora, e ntie ndo ,
que es el vivir sin ti vivir muri endo.
(D. Hurt ado de Me ndoza, 320)

o al de (2), con otro esquema de relaciones sintácticas: rela-


ción sujeto-pred icado, entre los constituyentes nominales y
verbales implicados:

(2) No c ncanec idas ya, sino avisadas,


mil voces lograrán orejas pías,
un sol llf'rún mis ojos y mis dí as
qu e co nsten de horas nu nca adulte radas.
(ViIlamediana, 153)

En segu ndo término, los hechos representados po r estruc-


turas conoci das usualmente bajo la denom inación de "com-
plemento di recro interno" o Figura etimológica, en cuya carac-
terización se suele destacar como rasgo específico el hecho de

128
que el núcl eo del predicado tenga como complemento direc to
un sint agma nominal derivado de su misma base léxica. Co-
mo ejemplos clásicos pueden aducirse estr uc tu ras formadas
por par es de un id ad es léxicas co mo: "vivir-vida", "'m o r ir_
mu erte", "soñar-sue ño", etc. (Brocense, M inerva, 42 0; ] irné-
nez Patón, 106), pares qu e p ued en com pletarse con lo s d e
estos ejemplos de Lainez y Liñán :

(3) a. Fili, que sie mpre ma táis


a qu ien más desea se rviros,
razón es que, pues tiráis
con los ojos tantos tiros,
eon mano algu no sufráis. (11 , 13)

b. Recibid la corona qu e a la vuestra ,


porque ángel fuistei s, ángeles presenta n;
m uestre vuestro sayal divina m uestra
a los que como vos vestille inten ta n. (91)

Como conclusión de estas breves cons ide racio nes so bre


esta figu ra, bien p ued e valer la sig uiente o bse rvació n del
maestro Correas: "M as no se añaden estas cosas siempre tan
superfluamente que no haya en ellas m uchas veces mucha gra-
cia y fuerza.....(377) . Y así parecen haberlo entendido los pce-
ras de tod as las épocas. D e no ser así, habría estado de más lo
dicho en este apartado .

La segunda clase de fenómenos seleccionados en este pri-


mer grupo de Licencias, está integrada por ciertos hechos sin-
tácticos calificados por Lausberg (§ 66 5) como "acum ulación
de palab ras semánt ica mente co m p lementar ias", en las dos
modalidades de "acumulaci ón coordi nativa o subordinarivj"
en fu nc ión de los proced im ientos emplead os en su real iza~
ción, procedimien tos que permitirán a su vez distinguir otras
tantas figuras.
La acum ulación coord inativa de eleme ntos está tip ificada
tradicionalmen te en la figura Sinatroísmo o Congeries (la us-
berg, § 667), definida co m ún mente en térm inos similares a
los emp leados por H errera (344) o C orreas (429), qui enes, en
simple paráfrasis del significado de d ichos térm inos, declaran:

129

111

"amo nto nam ien to d e voces que tien en varia significa ció n",
Segú n la posición de los elementos coo rdinados, en contacto
o a distan cia, Lausberg distingue las dos variedades represen-
rad as por las figu ras específicas Enumeración y Distribución,
respectivamente (§ 688). A continuación, me referiré a algu-
nos aspectos referidos a la pri mera de las figur as citadas; la se-
gunda , más acorde con hech os de "simet rías" sintácticas, será
t ratad a en el p róxim o capítulo.
Los fenóme nos d e acu m ulación coo rdi nariva integrados
en la figura Enumeración (Lausberg, §§ 669-674) representan.
desde un a perspectiva sintáctica, un tipo de artificios cuya rea-
í ~, lización discursiva responde al esquema de una serie de consti-
tuyentes ca tegorial y fu ncio nalm en te homogéneos (Dad am -
..t.í i m e: 1981 ; Frédéric: 1986). Tales series, cuya formulación gene-
, :; ' ral se p ropone en (4) :
1I
j., (4) Enumeración: A l + A 2 + A 3 ... + A n
l.,,
puede n esta r formadas por toda la gama d e categorías (nomina -
I les, adjet ivales, verbales, adverbiales) y fu nciones (sujeto s, p redi -
I cados, complementos). Del amplio conjun to d e posibilidades,
se seleccionarán unas breves mu estras. Segú n observa Lausberg
! (§ 669) , en el ám bito de la'; categorías nominales, es muy fre-
I

cuente que los mi embros de la Enumeraci ón constituyan las que
se suponen partes integran tes de un todo (representado por un
nomb re plural, abstracto colectivo, expreso o tácito). Un hecho co-
mo el señalado se puede ver reflejado en los dos fragmentos de (5):
(5) a. Dos arro yos co rr ían por los lados
de un agua clara , tran spa rente y pura,
de ve rde hie rba frescos y ado rnados,
q ue sin secarse o ma rchitarse d ura ,
de incorruptibles árboles cercados ,
q ue e n el agua no puede n ver su altura,
ciprés, íibano, cedro, oliva y palma.
la urel co n o tro , do descansa el alma.
(E spinel , 107)
b. Déstas el Padr e Eterno
fo rtif icó su nave,
limón, entena, m ástil, popa y frente
dejándola en go bierno

130
firme, justo y süave
(gran tiempo) de tus hijos sotamen te . ,
(L. L. de A rge nsola, 146)

en los que el todo, representad o por los núcleos de los Sin-


ragm as no mi nales incorruptibles árboles (a) y su nave (b), apa-
rece "d esglosado" en las subsiguientes series nom inales inte-
gradas por: "ciprés, líbano, cedro, oliva y palma" y "timón, ente-
na, mástil, popa y frente' , respectivam ente.
En el ámbito d e las carego rías verbales p ued en encontrar-
se realizaciones, bien llam at ivas po r cierto , co m o las que re-
fleja la segu nd a parre de esta estrofa de Espinel, en la que llc-
gan a "amon tonarse" un to tal de 2 1 fo rm as verbales, en gr u-
pos formados po r 6 unidades (vv, 6-7), 8 (vv. 8-9),4 (v, 10) y
3 (v, 11):

(6) Cruzan las calles gentes a ma nad as.


pasan y encue ntra n sin sabe r por dó nde,
de l sin vida e ne migo mal guardadas.
q ue a l uno en las entra ñas se le esconde ,
a tro pella al uno , al otro desbarata.
da e n el primero, y a l de atrás responde,
derriba, rom pe, hiende, pa rle y m ata,
trastorna, arroja, hiende, estrella, asueto.
envuelve, desparece y arrebata,
consum e, despedaza, esparce y vuela,
traga, deshace y sin pie dad sepu lta
a qui e n del da ño menos se rece la. (205)

La conexión sintáctica d e los elem entos integrados en un a


serie enu merat iva p uede realizarse sind ética o asind éricamen-
te, esto es, co n inserció n o no de la conjunció n cop ulativa y
En relació n con este aspecto, quizá no esté fuera d e razón
insert ar en este lugar unas breves co nside raciones so b re el par
d e figuras Polis índeton y Asíndeton, q ue pu ed en ren erse po r
"subsid iarias" d e la figu ra Congeries. en general, y de la figura
Enumeración, en part icular, en vez d e tratarlas d e forma inde-
pendi ente.

131
Respecto d e la figura Polisíndeton (Lausbe rg. §§ 686-687).
debe Do tarse que "la mucha ligadura de conjunciones" a q ue
rem ite el propio término (Co rreas. 381), suele qued ar limi ta-
da en la p ráct ica a la sola clase de las conju nciones co pulativas
y, ni, en tipos de estru cturas como las presentad as en (7) :
(7) 3. Esto ca nt ó e l pastor y, suspira ndo,
ca lló co n gra n gemido.
El pra do y valle y gruta y río y f uente
respon den a su ca nto entristecido ...
(Herre ra, 319)

b. Sa bes cuá n ra ro bie n sigue a las horas,


y q ue pod rás ape nas e n el día
con tar a lguno . ¿y la tristeza mía
ya ad miras y ya culpas y ya lloras?
(R ioja, 182)

en los q ue, apart e de pos ib les factores métricos y rítmicos. la


adopc ió n d e esta forma d e vinc ulación entre,un número d ad o
de elem en tos parece responder a la cla ra in te nción del em isor-
poe ta de conferir al conjunto de los mismos un grado máximo
de cohesión y, por ende, de compacidad. como si de hecho se
trarara de los distintos elem entos integrantes de una un idad
semántica cerrada.

El fen ómeno inverso lo constituye la for ma de vinculación


asind ética , tipificado en la figura designada con denominacio-
nes como As índeton, Didiiton, Artículo (Lausbe rg, §§ 709-
7 11), y defin ida en parecidos términos por la gene ralidad de
los amo res. Como sí ntesis de todos ellos pued e to marse la
caracter izació n fo rm ulada por Herrer a, en estos términ os:
"Cuando la sentencia [= oración] no se traba con algu nos vín-
culos y ligaduras de co njunción" (32 1). Pero tanto como la
definición en sí, merecen destacarse las breves observaciones
que la com plementa n, en las que se expresan los valores asig-
nad os a la inserci ón d e la mi sm a en el di scurso poético :
"Serví m o nos desra figura -dice el euror-. para decir algu na
cosa co n fuerza, vehemencia y celeridad, co n ira, ím petu,
amplificación y grandeza" (32 1). Se trata. como es natural, de

132
los valores discurs ivos reconoc idos desde antiguo a esta figura,
de los que no siempre se hacen cu m plido eco los tratado s gra-
maticales y retóricos.
En lo que se refiere a sus manifestaciones d iscursivas, se
pued en tener presentes las ob servacion es hechas a propósito
de la figura Polisíndeton, con la que siem pre se contrapone.
Por un lado, la "ausencia de conjunciones" qu eda limitada en
la práctica a la cop ulativa y; por otro, frente a la condición de
conj u nto cerra do de las enu meraciones pol isind éticas, las
asind éticas por co ntra parecen responder a la voluntad de pre-
sentar un conj unto incompleto de elementos. abierto a la in-
corpo ració n de nuevas unidades. Como ejem plos de esta figu-
ra, puede repararse en:
(8) a. Una risa, (1 unos ojos, (1 unas m anos
todo mi corazón y mis sentidos
saq uea ro n, herm osos y tiranos.
(Quevedo, 491)

b. Desconfío, (J abo rrezco, " amo, " espero ,


y llega a ta l ext re mo el desconcie rto.
q ue ya no sé si qu iero o si no q uie ro.
(Herrera, 682)

C abe decir, en co nclusión, que las fórmu las de concatena-


ción de los elementos de una serie enumerativa, representadas
por las figuras Polisíndeton y Asíndeton, supone n sendas alter-
nativas. conscientes y deliberadas, frente a la norma conso li-
dada por el uso lingü ístico. Así. frente a la nor ma grama tical
que restringe la inserción de la conjun ción co pulativa y a los
dos últimos m iembros de una Enumeracián. la norma retórica
propo ne como alte rna tiva las opciones que representan los
esquemas de concatenación asignado s a ambas figuras, resu-
midos en (9) :

(9) a. Norma gramat ical: A l' f» A z. 1IJ A 3". y An

b. Norm a retórica:
Polisínde to n: Al ' )' A z. y A 3··· y A n
Asínd et on: A l. ~ A z• f» A 3,,· f» A n

133

T'

La tercera figura in scrita en la categoría d e las Licen cias


por A dición de co ns tituyen tes, es la tradicionalmente co noci-
da co n el té~m ino Epiteto que, seg ún propone Lausber g, re-
presenta el upo d e fenómenos de "acum ulació n por subo rd i-
na ción" (§§ 676-685; para u na visió n hi st óri ca, So bejan o:
1970,1 5-72).
Incluido po r Quint ilia~lO en la c~[egoría d e los Tropos
(V III, 6) , esta tu to que segu ir á m anteniendo rodavta en auto-
res como C o rre as (3 9 5-403) , el concepto retórico d e Eplteto
p,rcscnra buel~ n úmero de particularidad es, no siem pre reco-
gidas en pl ent~ud en el tratamiento que de él puede en co n-
trarse en los d iferentes tra tad os (pa ra un resumen interesante
d e algun as d e ellas, Berl an : 19 8 1). Un hecho, no obstante,
so b re el que existe ge neral co n fo rmidad es el d e ser reconoci-
do un ánimemente com o uno d e los m edios m ás eficaces d e
exo rnac ió n d el d iscurso de que di spone el poeta (He rre ra
344-345). '
N? pued o prerendcr, en lo s co rros lím ites d e este aparra-
do , ru a U~l esbozar los muchos aspectos interesa ntes q ue pre-
senta el fu nciona miento di scursivo d e esta figu ra, de fo rma
espec!al en las distintas mod al id ad es d el discurso p o éti co
(Sobcjano: 197 0). Po r ello, de ber é co nformarme con a p untar
sólo algunos d e los aspec tos que pueden co ns iderarse de m a-
yo r relevan cia .
E n, p rim er !uga r, en tanto que figura retóric~, el co nce pto
d e Epíteto, seg un resumen Lausbcrg (§ 67 6) y So bcjano ( 15-
20), trasciende los límites d e la categ o ría Ad je tivo y a ba rca
toda fo rm a d e com p lem.em ació n no m in al, ya se a p liq ue a
nombres com unes o propiOs (en muchos autores aparece lim i-
t~do a estos últim os, p. ej. Neb rija, 222). Tal complem enta-
ci én, por tanto, puede estar representad a form almente no sólo
por Sintagm a~ ~ ~jetiva les, s,i no también por Sin tagmas n omi-
nales en Aposici ón y po r Sintagm as prep osicionales, como se
po ne de m anifiesto en el co me ntario d e H er rera a estos eje m -
plos tomados d e Garcilaso:

( 10) a. ...si donde el so l ardiente reverbera


en la arenosa Lib ya , engendradora
de toda cosa ponzoñosa y fiera, ...(114)

134
b. En mostrando el aurora sus mejillas
de rosa y sus cabellos de oro fino ,
humedeciendo ya las florecillas, ... (141)

en los que no se duda en cali fica r d e "epíteto o aposición pe r-


petua" al Adjetivo arenosa, ap licad o al nombre propio Libya
(467), así co mo de "epíteto propio" al Sint agm a preposicional
de rosa, ap licad o al nombre co m ú n mejillas (5 12) .
En seg u ndo lu gar, resulta obligado m encionar la d ist in -
ció n de Lausberg entre "ep íte tos plcon ástico s" y "ep íte tos con
fun ción en u nc iativa" (§§ 679- 68 1). Los p rim eros, íntima-
mente vi nc ulados a la "te oría d e los at r ibutos" d e C iceró n
(Lausberg, §§ 376·399), represen tan conju ntos de propicda-
des o c ua lida des que se suponen consta ntes en la caracteriza-
ció n d e las person as y de las cosas a q ue se apli can. Su utiliza -
ció n en el di scurso , red un da n te de necesida d, obedece a u na
final idad p rimord ialm ente o rnamental y amplificadora, que se
co rres ponde, en gene ral, co n una práct ica poéti ca vinc u lada
est rec hamente co n un os h á b itos d isc ursivos hered ad o s d el
paradigma poético de la clasicid ad grecolatina. E n tal sentid o
hay q ue considera r la herencia clás ica que reflejan adj ctivacio-
nes del t ipo: [oue poderoso, rubia Ceres, furibundo Marte, rubio
Apolo, húmedo Neptuno, fiera Circe, D afn e esquiva, mudable
Proteo, crc., que con tan insistente frecue nc ia pululan por el
d iscurso po ético d el per iodo áureo , y d e las qu e ca be ad uc ir
como muestra estos breves versos d e Fray Luis:

(11) Elfuribllndo Ma rte


cinco luces las haces desordena,
igual a cada part e... (758)

En el caso de n ombres com u nes, ca be recordar adj eti vacio nes


co m o : clara agua, verde prado, valle umbrío, ardientes luces,
helado invierno, caluroso estío, erc., tipo de asociacio nes que
pu ede verse reflejado en el sigu iente fragmento d e Garcilaso:

(12) Po r ti el silencio de la selva umbrosa,


po r ti la esq uividad y apartam ient o
del solitario monte me agradaba;

135
por ti la verde yerba. e lfresco viento,
e l b tanco lirio y co lorada rosa
y dulce prim aver a dese ab a. (123)

En el segundo de los grupos quedan integrados los epítetos


que expresan diferentes man ifestaciones de la subjetividad del yo
textual. orientadas. según herencia clásica. a la expresión de la
alabanza o el vituperio. Éste es precisameme el valor recogido
por Nebrija: "Cuando al nombre propio añadi mos algún adjeti-
vo que significa alabanza o denuesto" (222). Como ejem plo de
manifestaciones discursivas de esta función, pueden tenerse:
(13) a. ¡O h dulc es prendas por mi mal hallad as.
dulces y alegres cua ndo Dios quería ...!
(Garcilaso. 46)

b. Si p uede ho n rar una famosa muerte


la m ás infam e y deshonra da vida, ...
(Cetina, 335)

Otra de las di stinciones seña lada por Lausberg (§§ 682-


685) en el funcionamiento discursivo de esta figura. tien e que
ver co n hechos de significación. según que los epítetos estén
empl eados en su significado p ropio o en div ersos sent idos
rraslar icios, metafóricos o meto ním icos. Los virt uales sent idos
rraslaricios de que pueden ser susceptibles los epítetos, si no se
trat a de lexicalizaciones, sólo son detectab les en la cade na del
discurso en las relacion es co ntraídas por éstos y los respectivos
significados de los susta nt ivos qu e califican. H ay que hacer
not ar, no obstante, a este respecto que buena parte de tales re-
lacion es de significado vendrán a menudo cod ificadas po r la
propia tradición poética. Relaciones metafóricas.. entre epíteto
y sustantivo pueden observarse en estas secuenci as:
( 14) a . ¿Q ué o tr a co sa es ve rda d sino po br eza
e n esta vida f rágíl y liviana?
(Quevedo,6)

b. Desatad mi vene no co nvertido ,


amargos ojos, e n amargo llanto , ...
(Carrillo. 78 )

136
Relaciones metonímicas en tre los significados del epíteto y
el sustantivo, en pan icular relaciones de causa (represent ada
por el sustanrivoj-efec to (representado por el adjeti vo), pue-
den verse reflejadas en estos ejemplos:

( J5 ) a. ¡Afrentoso temor, tarda p ereza


qu e es to rbá is la victo ria al de sengaño!
(Arguijo, 179)

b . Si agradable descanso, paz serena


la mue rte , e n traje de d olor, e nvía, ...
(Q ueve do , 9)

do nde los valores meto ním icos son reconocibles en las pará-
frasis:

a) temor afrentoso = temor qu e produce afrent a


tarda pereza = pereza qu e produce tardanza

b) agrada ble descanso = descanso qu e produce agrado


paz. serena = paz qu e produce sereni dad

Otro de los aspectos discursivos al q ue cabe referirse es un


pan icul ar artificio qu e forma parte de un tipo más amplio de
fenó menos, designado por algu nos au ro res co n el térm ino
f{ipálage (Lausberg, § 685; Correas, 4 10; para un plantea-
miento reciente. M artínez Ga rcía: 1975, 379-39 5; Mayoral:
1994). La man ifestación de este artificio, limitado al Ep íteto,
consiste en un pecu liar mecanismo de intercamb io de los epí-
tetos cor respondientes a pares de sustan tivos vinc ulados po r
alguna relación sintác tica. sem ánti ca o referencial. Una de sus
manifestaciones canónicas en la poesía española puede verse
reflejad a en ejemplos como:
( 16) 3 . . .. émulas a la trom pa sea n d e Aq uiles,
camamo bello M arte. airado Febo.
(Villa mcd iana, 292 )

b. Si e n rústica co rona
sale a ilustrar el baile de la a lde a.

137

desarmada es Belona;
Cin sía. lasciva ; cas ta, Citerea;
qu e deja e n cua lquier parte
un A do nis celoso. un muerto Marte.
(víüamedíana. asz)

en los que se habrá adven ido có mo la inserción de los epiretos


respond e a un burlesco trastrocamiento de los atr ib utos más
usual es con q ue estam os habituados a encontrar calificados e
identificado s lo s personajes mi tológicos q ue figuran en los
pares de nombres d e los ejem plos: M arte balo y iebo airado
(en lu ga~ d~ los .que se ri~ n espe~ables : Marte airado y Febo
b~lJo):' G.mntl (D¡tln:t) lasava. y Citerea (Vrnus) casta (en lugar
de Cintia casta y Citrrea iasciua): Adonis celoso y M arte m uerto
(en lugar d e Adonis muerta y M arte celoso) .
Pa! 3 conclui r estas b reves anotaciones so b re el Ep íteto,
eou o,claré esc ue tamente estos d.os aspec tos: 1) su posición y 2)
su numero respecto del sustan tivo al qu e califica.
Aunq ue en los tratado s retórico- poéticos no hay doctrina
expr esa en relació n co n el primero de los aspectos menciona-
d os, d eb e hacerse no ta r que en el fu ncion amien to d e este
co nstituyente gramatical en el d iscu rso en verso d el periodo
clásico .e~pa ño l , las P? sibilidades disrrib ucionales d e ante- y
POSposl:ló n co n relación al susta ntivo parecen veni r regu ladas
tanto, SI no . más. po r razones. rítm icas y m étricas, co mo po r
normas estn crame n te gra ma tica les, sean éstas d e naturaleza
sintáct ica. sem ántica o p ragmática. tal como suelen ser invo-
cadas en estudios recientes.
. E~ cua nto al segundo d e los aspectos alud id os. es d ecir, la
inserci ón de do s o má s epíte tos en torno a un mi smo sus ran ri-
va , fenómeno q ue se integra en la "acu mulació n coord inat iva
d e e ~e m.e nros" . vista am erio rmc:-me, l~ n~:)fma invo cada apela
al cn ten o de m esura o moderaci ón, cn reno que, co mo bien se
recordará, es el recom endado por Ari stóteles en la Retórica
para el uso general de los elemen tos del Ornato (l1I, 2.4) . Y
así lo vemos exp uesto en las siguientes palabr as del aristotélico
López Pinciano: " Dicho esrá ya otras veces có mo la oración
po ética qu iere un poco de afectación y, por esa razó n. admire
más frecuencia d e epíte tos. mas de manera que no sean moles-

138 c'
- '-

._---
!.- .;.'••• ~ <:
ros Y eno josos, co mo lo sería el poeta q ue a cada sustantivo
echase do s o tres adjetivos y eptretos. Es men ester. digo. una
medianía, y. si so n bueno s y bien tr aídos. se p uede echar a
cada sustantivo un o y. alguna vez. un par; mas el que ordina-
riamente echase dos o tres. had a un a o ración. no ornada , sino
ho ngosa y fea" (11, 150- 15 1). D ebe norarse que el término
hongosa. co n el q ue concl uye Lóp ez Pin cian o. no es otro que
la versió n ro m ance d e la figura Oncos, d efinida po r Correas
co mo: "H inchazón. cuand o la cosa poca se d ice por térmi no
hinchado" (433).

6.3.2. Licencias por Supresi ón tÚ constituyentes

Las figuras retóricas que co mpo nen este grupo de licencias


sin táct icas so n las generalmente co nocidas co n las denomina-
cio nes d e Elipsis y Zeugma, in tegrada s en el grupo d e las
"Figu ras de construcción" (Brocense. Minerva, lib. IV; Correas,
cap. 77) . Denominado r co mún de ambas figu ras es la deleción
de d eterm inados elementos en el inter ior d e una o ración o
enunciado. elem entos que es preciso suponer y suplir para una
adecuad a d eterminació n d e las relaciones sintácticas d e 105
d em ás elementos p resentes en una u otr o y, por ende , para
poder realizar con éxito una co rrecta asignació n de sentido .
Frente a lo que ha venido a ser la práctica general en la
tradición grama tical m ás reciente. en la que el término Elipsis
ha llegad o a ser la denominación co mú nmente adoptada para
design ar y englobar todos los fenómenos de elisión o d eleció n
de co nst ituyentes sin tácticos (H ernándcz Terr és: 1984), la d oc-
tr ina gramatical y retórica tradicional ha mantenido de for ma
m ás o menos co nstante la distinció n en t re do s t ipos de fenó-
menos de elisión , los representados po r las figu ras menciona-
das: Elipsis y Zeugma. Empezaré refir iéndom e a la primera de
ellas.
Tomando como punto d e partida. segú n es p ráctica usual ,
la referencia al significado estri ctam ente et imo lógico del tér-
m ino Elipsis (Lausb erg, §§ 690-691), que no es orro que el d e
'falta, o misión', las definiciones form ulad as por n uestros tr ata-
d istas coinciden en lo fu ndamental, co rno no podía ser me-
nos. em pezand o cas i siem p re por la observaci ó n d e q ue se

I'IIOPIEDAOOEtA UHII'lRSIO
B 4bl i o ~ e c i
ES4NCARlOS OE GUA¡¡MAlA
Centra l
I
trata de la figura q ue constituye la contrapartida de la figura
Pleonasm o (supra. 127- 129). De los varios testi mon ios q ue
cabría ad ucir, valga en esta ocasión el de Sánchez Brocense. en
cuya M inerva se dedican. como es sabido, cien páginas a esta
figura, defin ida en los siguientes términos: "La Elipsis -dice el
amor- es la falta de una palabra o de varias en construcción
correcta" (3 17). No obstante la precisión, para nuestro act ual
propósito no estará fuera d e razón completar un tanto tan
lapidaria formu lación. con las siguientes observaciones de
Correas: " Es defecto y falta de alguna part e de la oración. y se
ha de cumplir de fuera. y cuál sea lo que falta, se conoce por
las presentes y por lo que pide el sent ido de la oración y su
gramática... Es tan extendida y frecuente esta figura que es
común a tod as las palabras. y casi no hay cláusula do no se
halle" (37 3) (el párrafo se cierra con alusión al propio Bro-
cense y a Tomás Linacro). De las definiciones precedentes ca-
be destacar estos puntos:
a) Falta, omi sión o defecto . en una estructura oracional
dad a. de uno o varios elementos.
b) D ichos elementos se consideran necesarios para qu e la
construcción oracional sea correcta y, sobre todo. com-
pleta. de acuerdo con las reglas de la gramática.

Los pumos anterio res se pueden completar con estos otros.


referidos a aspectos de no menor interés a la hora de delimitar
con mayor justeza este conjunto de fenómenos:
e) El o los elementos que se echan en falta en la estructura
oraci onal. no se hallan presentes en un contexto in-
mediato, anterior o posterior, por lo que "hay que su-
plirlos de fuera". y "con imaginación" (en este pun to ra-
dicará la diferenciación con los fenómenos de Zeugma,
como se verá después).
d) La suplencia o restitución de los mismos puede llevar-
se a cabo según el sent ido de la oración o en conso-
nancia con los elementos present es en la estr uctu ra
oracio nal. según "lo qu e pide su gramática".

Los aspectos retór ico-gramaticales referidos merecen ser


completados con la me nción de un últ imo aspecto de no

140
menor im portancia: la valoración expresada po r Herrera, para
quien esta figura "sirve maravillosamente a los afectos" (528),
lo que puede dar la clave de muchas de sus manife.staciones
discursivas. como son las representadas por las modalidades de
enunciados más directamente vinculados a la expresión de las
manifestacion es de la subjetividad del yo textual.
Los elementos sintácticos elididos a los que se suele apelar.
por el sentido o por las relaciones entre los d ementas presentes
en el enunciado, vienen a ser los que representan las que cabe
consid erar relaciones básicas como la Atrib ución (ser). la
Posesión (tener} y la Locación (t'Star). Se trata, en suma, de rela-
ciones cuya materialización sintáctica se realiza muy frecuente-
mente a través de estructuras de naturaleza nominal y en moda-
lidades enunciativas marcadas por la subjetividad del yo textual
(Kerbrat-O recchionb 1980). Sus manifestaciones más represen-
tativas, por tanto, las constituirán los enunciados exclamativos.
Ejemplos canónicos de este tipo de estructu ras pueden ser:
(17) a. ¡Q ué descansada vida [r¡, I
la del que hu ye el mundanal ruido• ... !
(L de León. 742)

b. ¡Oh, tr es y cuatro veces venturosa Ir¡, ]


aq uella edad dorada.
que de se ncilla. pu ra y no invidiosa,
vino a ser invidiada!
(De la Torre. 155)

Como se habrá pod ido comprobar en los párrafos anterio-


res, el fenómeno de elisión a q ue rem ite el concepto de Elipsis
queda circunscrito al ám bito de una sola oració n. En los fenó-
menos de dcleción de elementos sintácticos tip ificados en la
figura Zeugma (Lausberg, §§ 69 2-70 8), el ámbito de operari-
vidad de los m ismo s será un espa cio sintáctico d e mayo r
extensión: un enunciado constituido por una serie de oracio-
nes, enlazadas formalm ente mediante yuxta posición o coordi-
nación , generalmente copulativa.

El rasgo que en la doctrina retórica marca la d iferencia ent re


la deleción de elementos considerada Zeugma; con respecto a la

14 1
Eiipsis. radica en el hecho de qu e, en la primera figura los ele-
mentos elididos de una estructura oracion al dada se hallan pre-
sentes en un co ntexto inmed iato . anterio r o posterior, y no
deben "ser traídos de fuera", como se decía en las definiciones
de la segunda. Tal particularidad no hace sino rem itir al propio
significado etimológico del término Zeugma, que no es otro
qu e el de 'conjunción, atad ura, ligadu ra'. significado q ue, como
suele ser habitual, está en la base de las propias d efiniciones.
Dada la general co inc idenc ia en los autores, apo rtaré
como síntesis de los mismos el testimonio de Correas. para
. .-••.. qui en Zeugma "es trab azón, ligad ura y atad ura, cua ndo un
verbo u otra parte sirve a d iversas oracio nes, exp resado una
H
I ,
vez y en tendido en las otras.,;" (378). D e la defin ición de
« Correas se puede reparar en estos pum os. En primer término.
•7 el ámbito d iscu rsivo de realizació n de los fenóme nos de
Zeugma está constituido. como ya se apu ntó. po r enunciados
formados por dos o más estruct uras oracional es. del tipo que
reflejan las siguientes secuencias:

(18) a. Hierve la costa en gent e. 1'" ] e n so l la a re na .


(L de Leó n. 788)

b. Lloraré siempre m i mayor provecho:


penas u rán y hiel cualq uie r bocado;
la noche I~ ] afá n. y la q uietud [~J cuidado.
y d uro ca mpo de batalla I~ ) e l lecho.
(Quevedo, 380)

en donde las respectivas oraciones de cada uno de los enuncia-


dos están formadas por a) un sintagma verbal com ún. presente
en una de ellas y elidido en las demás, y por b) unos co nstitu-
yentes nominales propios: sujetos, at ribut os, co mpleme ntos;
de donde resulta que la totalidad del enunciado se resuelve en
una pluralidad de oraciones co n un esquema de categorías y
funcion es estruc tu ralmente homogéneas y, por ende, compara-
bles en tre sí. Un esquema co mo el anterior p uede presentar
realizaciones más complejas en las que aparezcan d uplicados y
tripl icad os los co nstituye ntes presentes y elididos, co mo se
muestra en (19):

142
(19) a. Desdé n, rige e l timó n. furor ( ~ ] la vela
trabajo [~J e l mástil y la escota [0 ] el ce lo;
lá grimas hacen ma r. suspiros I ~ ) vien to .
(Cetina.242)

b. Del padre de Fae tón. del dios sangriento.


aq uí yace la pluma. a quí (~] Ia lanza;
cobran los desenga ños co nfianza ,
I~] muer te e l valor , 141 ) riqueza el se ntimie nto.
(Quevedo, 313)

En segundo térmi no, co mo mues tran los ejemplos prece-


de ntes. el constituyente verbal común aparece expresado en la
primera de las oraciones y elidido en las siguientes. Se trata
del esqu ema distribucional más generalizado . aunque no se
excluyen casos de d istribución inversa (20) o de otrOS esque-
mas menos previsibles:
(20) a. ....que por desen gañ a r nuestros enga ños .
el a lma [0] a Dios . el cu erpo dio a la tierra.
(Lo pc de Ve ga. 95)

b. Tras e l inviern o [0 }e l verano.


tr as la noche [0 ) e l día claro
y tras lo enfermo (0 ] 10 sano.
tras el ma l viene el repa ro.
(D, Hurt ado de Men doza , 164)

En tercer lugar, en las distintas realizaciones de esta figura


no son infrecuentes las variaciones de género , número o perso-
na ent re los elementos presentes y sus correspondientes elidi-
dos (Correas, 378), como se pone de manifi esto en los ejem-
plos de (2 1), en do nd e [0] suple for mas verbales que suponen
variación de núm ero: toman, salgan (a, b) y persona: gozáramos
(e) , respecto de las for mas p resentes: t01114, salga, goza ra:

(21) a. ...ellir¡c , co n cuyas hojas


sus rayos la luz esfuerza:
la alba toma a trevi mientos,
y presu nción [1/1 ) las estre llas.
(Que vedo,753)

143
b. Amaina el tie mpo. q ue su ma l provoca.
salga t u sol en ti. y [" I en m í sus ojos ...
(Lope de Vega. 115)

c.... no hubiera duda ni co nt ienda agora .


porque gozara Aq uiles de sus a rmas
y dél {f/J J no sotr os .
(Ac uña , 162)

En cua rro lugar. y par a concluir estas breves not as sobre


los fenómenos de Zeugma, hay que mencionar las vinculacio-
nes de esta figura co n determ inados "juegos de pala b ras", en
concret? los. bas:dos en paJ~b ras ?~monímicas y/o polis émi-
casoen infinitas pruebas de tngemo que tanto caracterizan la
actividad poética de la época ba rroca. Se trata de los fenóme-
nos conocidos como Zeugmas dilógicos (Lázaro Carretee: 1966.
34; Llano Gago; 1984 .9 1-129 ; Marrlnez C areta: 1975. 474-
477 : Schwarrz Lerne r: 1987. 19-4 5. ent re otras mu chas refe-
rencias. q~e cabria aducir). Una caracterización precisa de es-
(Os artificios verbales la ofrece G racián en el discurso XXXJ II
de la Agudeza. qu e merece cita rse: " La primorosa eq uivoca-
c.ión. -d ice e! au tor- es como un a palabra de dos cortes y un
signi ficar a dos luces. C? ns.iste s ~ artificio en usar dc alguna
palabra que te ~ ga do~ ! lgmficacto nes. de mod o que deje en
d ud~ lo q ue qUIso decir {JI . 53}. Dejand o de lado di scusion es
habituales en tre los seman risras sobre los fenómenos de ho-
monimia y polisemia. presentaré unos cuantos ejemplos reve-
l ~ d o res de semejantes "juegos de ingen io". basados en esas va-
ricd ades de unidades léxicas:

(22) a....a ntes con mil espos as me encarce len


que aquesa (0 l lo me ; y antes que "Sí" diga ,
la le ngua y las pal abr as se me yelen.
(Que ved o, 654)

b. /'ll,til"fei~.}' fl)] mi a lma j un ta mente


e n d esigua les parles. ma s aq ue lla
q ue e n mi pode r qu edó , q uede sin ella;
la o tra va co n vos siempre prese nte .
(Villame diana.239)

144
En ambos, las palabras subrayadas "sign ifican a dos luces", por
util izar la exp resión de C racián, en función, claro está, de las
relaciones significativas qu e contrae n, sucesivamente, co n las
demás palab ras de los entornos que orientan la duplicidad de
sign ificados en qu e deben ser interpretadas . Así. el primer
entorno de las palabras subrayadas en los ejem plos anteriores.
determina la inte rpretació n de:

a) esposa = manilla de hierro


b) parti r = marcharse

en tanto que el segundo induce para los m ism os significantes.


cuya deleción viene marcada co n Ie l. la asignación de los sig-
nificad os:

a) esposa = cónyuge
b) par tir = d ividir en partes

La particu laridad de! fen ómeno rad ica. pues. en e! hecho de


que en e! pro ceso de cifrado y descifrado de! texto . e! signifi-
cado de una palab ra inducido por e! primer entorno se ve des-
plazado y sustitu ido de in mediato por la acción ejercida por el
segundo.

6.3.3. Licencias por Permutaci ón de constituyentes

Las figu ras integradas en este te rcer grupo representan .


co mo la p ropia den om inación de ja ent rever. una se rie de
fen ómenos en los qu e se ven afectadas las reglas que rigen un
conj unto de hechos conoci dos habitu almente con la denomi-
nación . bastante imprecisa por cierto. de "orde n de palabras"
(Ariza: 1978).
El modo en que se plantea la propia existencia de estas
figuras en la doctrina tradicional. parece partir del supuesto.
impl ícitam ente asum ido. de q ue el "orde n de palabras" en la
cadena del di scurso obedece a cierras co nstantes. d ifusam ente
ligad as a una especi e de "lógica natu ral". que impone unas

145
r

leyes gene rales sobre la pa rt icularidad de las d iferent es len-


guas. Al menos así parecen po nerlo de man ifiesto los térmi nos
en los que se suele n form ular, a veces, las d efiniciones d e estas
figuras, en las q ue no son infrecuentes expresiones com o "alte-
ración del orden lógico d e los elementos d e la o ración", u
otras de parecido tenor. Ahor a bien, dejando de lado semejan-
(es ap rio rismos, en la exp osició n d e este aparrad o me limitaré
a hab lar d e "alte rac io nes en las relaciones d e co ntigüidad"
co n traíd as por determinados elemen tos d e las est ru cturas sin-
tagm áricas y oracio nales.
Por o tro lado , un tra tam iento d eta llado d e los fen ó menos
encuad rad os en este grupo de Licen cias. al que deb o ren un-
ciar aq uí, no po d rá prescin d ir de las posibles relaciones de los
mi smos co n el sistem a d e co nvenciones que regul an el p ropio
devenir d e la len gu a poética, en tanto qu e sistem a autónomo.
En di ch o p lanteam iento se p ued en suge rir estas vert ientes:
u na d e carácter h istórico , según la cu al, buen a parte d e los
esq ue m as d e "o rde n d e pa lab ras" ven d rá de ter m ina da, en el
caso concreto d e los textos poét icos de lo siglos XVI y XVII,
por el princip io d e la "imitación d e modelos", vigente en el
paradigma poético propio d el clasicism o (en este caso concre-
to , imi tación de esq uemas for males p rop ios de la poesía lat i-
na); otra de carácte r est ructural, según la cual la adopción d e
, un esq uem a d ad o pued e ven ir motivada asim ismo po r el con-
junto d e reglas q ue rigen la organización interna d el discurso

!~~
,", . 0 .
en verso (d iseños acentuales, esq ue mas de rimas, am plitud de
estro fas, erc.).
Pasando a la expo sició n, los tipos fu ndamentales d e he-
chos que suelen aparecer integrad os en esta clase d e Licen cias,
so n los d esign ad os co n los térm inos A nástroft e Hipérbaton
(La usberg, §§ 7 12-7 18) . Ahora bien , es frecu ente asim ismo,
I, en relación co n los anteriores, la referen cia a ciertos fenóme-
nos sintácticos co nc om itantes, en marcados h abi tualmente en
la cate~o ría. d e los "vicios de constru cción", y con oc idos bajo
d enominaciones como Cacosin teton, Sínquisis, Mixtura verbo-
rum, objeto siem p re de severas censuras (véase sup ra, 2 1).
La d octrina de los trat adi st as españoles d e referencia en
relación co n este grupo de figu ras es bastante fluctuante, tant o
en el alcance de las definiciones com o en el in ventario d e las
figu ras q ue co ns t ituye d icho grupo , h echo q u e se h alla en

146
consonan cia co n las fluctuaciones existe ntes en la propia tra-
di ción clásica. En d ich a doctrin a, el térmi no H ipérbaton, en
un sen t id o ampl io, d esign a toda alteració n de las regulares
"relacio nes de co ntigü idad", tanto ent re los elem entos d e un
cons ti t uyente sin táctico (n úcleo y co mplementos), co mo en -
tre los p ropi os co nstituye ntes ent re sí en el interior d e u na
estru ctu ra oracional. En palabras d e dos d e nuestros autores,
las cit adas alteracio nes se ven exp resad as en térm inos como:
"C uand o los vocab los se t rasrruecan haciendo que la oració n
se h aga más rod ad a, ha ciendo interpo siciones entre las cláu su -
las" (j im énez Patón , 120 -1 21 ), o "salto de otras razones lejos
de sus co nso rtes antes d e acab ar la oraci ón co n quien se at a lo
que saltó" (Corre as, 384).
Las di vergen cias son más acusad as en lo que se refiere a los
fen ómenos específicos in tegrados en el ám bito d el H ipérbaton
así co nce b id o, tal co mo q ued aron establecidos en la t ipo logía
fijada por D on aro , en la que se d an co mo especies: Tmesis,
An ástrofe, Histerología, Paréntesis, Slnq uisis (Ar.r grammatica,
400, ti po logía in corpo rad a co n mayo r o menor fidel idad por
los t ratadistas españoles. Ah ora bien , dad o el carácter general
d e esta p resentació n , voy a ren u nciar a una exposició n d etalla-
d a de d ich as especies p ara centrar la atenc ió n más detenid a-
mente en algunos de los fen ómenos sintácticos ins critos en el
ám b ito gen eral de estas figuras, tratando d e mostrar en cada
caso los aspectos q ue se revelan más sistem áticos.
El primer tipo d e fen ó m enos al q ue cabe referirse es el
d esign ado co n los térmi n os A nástroft o Inversión (Lausbcrg ,
§§ 7 13-7 15). En su acepción más rest rin gid a, el fenóme n o
se limi ta a la "pos pos ició n d e la prep osición a su caso", como
apunta C o rreas (394), quien sigue d iciend o : "en caste llano
n o ten em o s ejem p lo s d e prep osici o nes p o sp u estas, y ans í
h abemos d e tomarl a en ge n eral, d iciendo la An ástrofe es
true co d e d o s p alab ras en tre sí, cuan d o la que ha d e estar
antes se pone d espués d e la otra" (394-3 95) . D e acu erdo con
este sentid o m ás am p lio al que se refiere C orreas, para el que
se p uede pro pon er una fo rmulació n general co mo la refleja-
da en (2 3):

(23) A B ~ B A

147
en d onde A y B representan toda sue ne d e elementos, de d ife
rente naturaleza categorial y fun cional , vinculados entre sf po
algún tipo de relación sintáctica, que impl ique po r tamo u n
relaci ón pos icion al d e co nt igü idad , en el d ominio d e est
figura pued en tener cabida fenómenos co mo los q ue se enu
meran a co ntin uació n.
En el ám bito d e los Sintagmas n ominales y adjetivales:

a) Po spos ición d e nu merales y cua ntificadores a núcleo


nom in ales y ad jet ivales, del tipo de los ejemp los de (24):

(24) a. Y el artífice labra omnipotente


de estrellas doc e espléndida corona
(Jáuregui, l. 154)

b. Mas siendo al alma a dar favor llegados,


cuanto son de más claro entendimiento
quedan vencidos m ás y enamorados.
(Cerina. 251)

b) Anteposición d e toda sue ne d e co m plemen tos n om


n ales y adjetivale s: Sintagmas p rep o sici o n ales, Sintag ma
nominales en Aposición, O raciones de relati vo . a los n úcleo
nom inales y ad jet ivales correspondientes. así co mo de qu~
Sintagma no m inal en construcciones co m pa rativas, como s
manifiesta en (25):

(25) a....yo estoy aquí tendido,


mostrándoos de m i muerte las señales,
y vos viviendo sólo de mis males.
(Garcilaso, 78)

b. Pero si tú, gran lustre de Occidente,


Betís, siendo deidad, del inhumano
tiempo la vez y sientes la crucza.
(Rioja, 145)

e. ...y la honesta doncella


sol que le abrasa y que le influye estrella
en ejercicios lícitos pasaba
el tiempo, si quedaba

148
e- absuelta de domésticos cuidados.
or (Soto de Rojas. 431)
na
ta d. ¡Oh vida triste, de trabajos llena... !
u- (Cetina, 202)

e. ... y sale aquella


prudentísima Éster, que el sol más bella.
(Cervantes, 11, 318)
os

En el ám bito d e los Sintagm as verbales, se pued e d estacar


la práctica , bastante gene ralizada desd e ép oca tempran a, de
posposición d el verbo aux iliar {haber: ser, erc.) al particip io o
gerund io en form as verbales co mpuestas, perifrást icas o p asi-
vas. práctica d e la q ue p ued en ser m ues tra estos ejem p los:

(26) a. Naturaleza estaba en gran porfía


con el ufano Amor sobre una cosa:
cuál era la más bella y más hermosa
de cuantas en el mundo h echo h ab ta.
m i- (Figueroa, 121 -122)
as
b. ... no pienses que cantado
os
serta de mí. hermosa flor de Guido,
+ el fiero Marte airado. ...
se (Garcilaso, 94)

En los fenómenos d e Andstroft o Inversión. según se acaba


de ver, determinados elementos de los cons tituyentes sintácti-
cos se ven somet idos a un cam b io d e o rde n de sus respecti vas
posicio nes en la cad en a d el d iscu rso , pero sin que llegu e a
producirse alteració n en sus "relacio nes de co nt igü idad ". Di-
cho de fo rm a más sim ple, los elementos in tercambian su posi-
ción , pero sigue n estando en co ntacto, co ntacto q ue supo ne
~na de las form as de percibir sus vínculos sintáct icos y sem án-
t ICOS.

La preced ente observación serv irá para enten de r más fácil-


ment e la particularidad d e los fenómenos que se van a resu mir
a co nt inuación, cuyo rasgo específico y d iferenciador va a ser,

149
precisam ente, la producció n de una ruprura más o menos
inten sa o vio lenta en las citadas "relacio nes d e co nt igü id ad"
entre los elementos integrantes de un constiruyenr e sintáctico,
en sus d iferentes categorías y funciones. En con traste con los
fenómenos anterio res d e sim ple inversió n, algu no s aut ores
reservan el término H ipérbaton para estos fenó me nos d e ver-
dadero "estrangulamiento" de las relacio nes simácricas y se-
mánti cas entre los constituyentes oracionales. Se trata, claro
est á, de un a acepció n más específica de la que hemos visto
reflejada an terior mente en la d oc tr ina expresada po r los au to-
res espa ñoles de referencia. Este senti do más es ~ecí~co '?
encontra mos, po r ejemplo, en Lausberg, cuando dice: el hi-
pérbato n consiste en la separación de dos palabras, estrecha-
m ente unidas sintácti camente, por el intercalamient o de un ele-
mento qu e no pertenece inmed iatamente a ese lugar" (§ 7 IG).
Co mo rcprese nta~ i ó n gráfica de las man ifestaci o~es más &ene-
ralizadas de este tipo de fenómenos de ruptura sinragm ática y
sintáctica, de ese "salto de otras razo nes lejos de sus conso r-
tes", por reromar la expresiva caracterización de Correas, pue-
den ado ptarse en principio las dos varianres de la formulación
que se propone en (27):

(27) a. A B -t A Ix) B
b. AB -tBlx) A

en donde con [x] se rep resenta la inserción de un elemento


,- .
~ ajeno a la relación sintáctica que vincula los elementos si?, bo-
lizados en A y B. Su operatividad , como se verá a continua-
ción , se da por igual en el ámbito de toda la gama de constitu-
yentes oracionales.
En el ámbito de los co nstituyent es de naturaleza nom i-
nal, se puede empezar haciendo referencia a uno de los casos
más característicos de ruptura de las relaciones de cont igüi-
dad en el int erior de los Sintagmas nominales y adjetivales,
en el discurso poético de los Siglos de Oro. Se trata concreta-
ment e del fenóm eno de escisión ent re Determinante y N úcleo
nomin al o Cuantificador y N úcleo adjetival, prod ucida por
la in serción en tre am bos eleme n tos d e un co m p le me nto
represent ad o po r un Sintagma Preposicional , un Sinta gma

150
Nom inal en funció n de Aposición o una O ración d e relativo.
Part iendo de la formu lación d e (27), el fenóme no señalado,
prescin diendo por el mo mento d e roda cuestió n referida a
relaciones jerárquicas entre los co nstituyent es com plementa-
rios im plicados, podría qu edar representado a gra ndes rasgos
en los siguientes térmi nos:

(28) 3 . Det + N + SP /A p / Or -t Oe t +ISP /Ap /Or) + N


b. C + Adj + S P l qul' SN -+ C+ [SP / q ue S N) + Adj

Entre los nu merosos ejemplos que pod rían ad uc irse, basten


los qu e se agrupan bajo (29)-(30), de las modal idades señala-
das, en donde para mayor claridad los elementos interpuestos
irán enmarcados en paréntesis cuad rados:

a) Constituye ntes nominales:

(29) a. A l ldt' las sdvwJ d ios se ofrece , cua ndo


ce rdosa fie ra busca e n verde llan o ...
(vínamediana.oaa)

b. Tus ojos, be lla Flo ra. soberan os,


y la bruñida plata de tu cue llo,
y ese. {envidia del oro ), tu ca be llo.
yel marfil to rneado de tu s ma nos...
(Me d ra no , 171)

c. Se d ho y testigos de estas [que derrama 1


lágrim as Licio, y de este h um ilde voto
qu e al rubio Febo hace , vie ndo a Clo to
de su C10ri ro mpe r la vital tram a.
(Góngora, 1. 70)

b) Co nsti tuyent es adjetivales:

(30) a. ¿ Pa ra q ué fue, traid o r, aq uel mostrarme


tan llen a d e piedad a mi señora
y tan (de su crueldad ) a rre pe ntida?
(Ce tina , 267)

151
b. Volved esos clarísimos luceros,
más [que las luces de los cielos} claros.
(Lopc de Vega. 381)

Las estrechas relaciones sintá cticas y semánticas q ue m e-


d ian entre el sustantivo núcleo d e un SN y los d isti ntos com-
plementos que le p ued en ser asocia?os, p ue?~~ vers e alt eradas
en m ayo r o meno r grad o po r la lO~erpo sl c l ~n ent re uno y
o tros de elementos ajenos a esa relación . Tal tipO de ru pturas
d e las relacio nes posiciona les ent re los elementos integrantes
de consti tuyentes d e naturaleza nom inal , p rese nta b uen n ú-
mero de variantes que no pueden ser abordadas aquí en toda
su extensió n . M e lim itaré, por tanto , a p resentar algunas d e
las q ue parecen gozar d e m ayor d ifusió n entre los poetas d e
los siglos áu reos. .
Un a p r.imeta variante en .Ia que s~ v~n ro tas la:
rdaClo.nes
de co ntigüi da d entre sustantivos y adjetivos, podrfa resumirse
en los esquemas de (3 1):
(31) a. (Del) Adj [x] + N
b. (O et) N [x] + Adj

En tales esquemas, lxl p uede rep resentar, en primer lugar, a


u n SP co mplemento del mi smo .n úcleo nomin~1, desplazado a
ese lugar de una posición postetlOf, desplazamiento que res ~l ­
ra sim ilar al ya presentad o en (29) . Es el caso de secuenc ias
co m o las q ue se p ro po nen en (32) :
(32) a. ...y con hermosa luz resplandecían.
como en luciente (de cristal) coluna
que no encubre. de cuanto se avecina
a su viva pureza. cosa alguna.
(Garcilaso. 73)

b. Así en las ondas {de la m ar} feroces.


Betls. mil siglos tu cristal escondas....
(Lope de Vega. 30)

En segu ndo lugar, lxl p ued e re presentar asim ism o a un Sin-


tagma Ver bal (SV) , limitad o gene ralme nte a la fo rma verba l

152
1
que fun cio na co m o su núcleo , con lo q ue la d islocación pro-
ducid a entre los citados elementos, sustant ivos y adje tivos,
alcan za un grad o mucho m ás elevado d e artificiosidad . Tal
hecho se podrá advertir con facilida d en los sigu ientes ejem-
plos d e (33);
(33) a. Divina (poseyó] naturaleza,
según moralizó la edad antigua
y en su virtud obró la gran proeza.
(Boc éngel. Tgé)

b. ...mientras con voz [cam are] deleitosa


mis quejas blandas y pasión llorosa.
(Herrera, 318)

El tipo de ru p tura d e las relaciones entre sustantivo y adje-


tivo q ue se ha puesto de m anifiesto en las secue ncias d e (33) ,
se hace igualmente extensivo a co m plem entos nominales re-
presentados por SSPP. en la fo rma que se resume en (34):

(34) a. (Dol) N [' 1+ SP


b. (Det) SP [xJ + N

en donde , como en (3 1), Ixl sigue rep resentando normalmen-


te el núcleo ver bal de un SV, como m uestran los ejemplos
siguien tes:

(35) a. ... en todo lo demás. como en seguro,


y reposado sueño descansabas,
indicio [dand o ] del vivir futuro.
(Garcilaso. 103)

b. ...las verdes copas en el cielo clavan.


tan altas que en su esfera
de la Aurora (esto rbaban] la carrera.
(Carrillo, 226)

En el ámbito de los Sintagmas Verbales, la ruptura de las


relaciones d e co ntigü ida d entre sus elem entos presenta ram-

153
bi én diver sas mani festaciones d ignas d e interés, d e las q ue
cabe seleccio nar, co m o muestra de sus real iza ciones, una d e la
m ás ge ne ralizadas en el d iscurso poético de los siglos XVI y
XVII: la escis ió n producida en tre A uxiliar y Participio en la
form as verbales compuestas por la inserci ón entre ambos ele
m emos de toda suene de cons riruye ntes nomi nales, SSNN o
SS Pp, en las respectivas fu nc iones de sujeto o complem entos
hecho que puede quedar representad o bajo la forma de (36):

(36 ) Aux + Pa rt ~ Aux [SN..J SP...) + Part


-:;. ,
- '
, ti
t- ~
D e los di stintos grados de d istanciam iento a que se pueden
ver so metidos Auxiliar y Particip io , seg ún el número de ele-

¡f• mentos in crustados, pueden dar una ligera idea las sec ue ncias
de (37):

I (37) a. Si me hu bieran {los miedos} suced ido


como me s uced iero n los deseos ...
(Q ueve do. 9)

b. H ubiera (m i paciencia inadvertida


las cadenas d e amor] hecho pe dazos ...
(V illamediana, 180)

Para co nclui r esta reducida m uest ra d e fen ómenos de rllp·


tu ra d e las rel aciones si ntácticas, t ip ifi cad os bajo la figu ra
H ipérbaton (p ued en verse al respecto los trabajos d e Alon so:
1935. cap, 6: 1948. cap, 16: 1955. 3 11 -323: Lapesa: 1972.
128-14 5: Pozuelo Yvan co s: 1979 , 3 19 -33 5; Ga rda - Pag e:
1992b), m e refer iré a un panicul ar art ificio qu e afecta a las
relaciones de co ntig üid ad q ue m edian entre los d iversos co m-
pon cn tes d e u na ser ie coord ina da de ele m en tos, elem entos
-claro cstá- catego rial y fu ncionalm ente eq u ivalentes (Enu-
meración). C o mo rep resentación d el citad o arti fici o pued e
propo nerse tina formulación com o la d e (38):

154
e
as en donde [x] ~igue representando la in serción d c un 1
q ue resulta aj en o d d e em enro
y
as
comE fun¡ionaJ . a '1~:~I~ome~Sto~ ~~ rauc7:~d~~e~~ta
ca tego rial
e- u nrre as m ani festacion es quc pued e adoptar este artificio
o p ede repararse en d os de sus rea lizaciones más d ifundidas: '
s,
a) Las co rrespon d ientes a las series d di .
a un sus tan tivo, e a jen vos en torno
b) Las series die constituyentes no mi nales. sujetos, atrib u-
tos o comp ernen ros, en torno a un verbo.

n En uno y orro caso, la serie coord inada d e I


s
- de adop.cardun{a forma d e di stribución como la qe ::n:xhti°be nPul e -
s sec uen cias e 39)-(40): as

(39) Seri e coord inad a d e a die nvos:

...y lo qu e siento más es verme a lado


a la p~sada (Al) [vida ) yenojusa (A ) ...
{G arcilaso, 129) 2
(40)
Se rie de co ns tituye ntes nom ina les de un ve rbo:

Sa le la Aurora de su fértil man to


ro~ s S IWH'S (Al) [espar cien d o J y /lores ( A )...
(Fígueroa. 124) 2

·
a o la m uch . ifici
o m as am crosa qu e presentan las sec uenc ias d e (4 1):
:
. (4 1) a. ...y voy a mi despe cho
: por cl f ragoso (Al) y IeI camino] llan o (A ).
(Herre ra , 427) 2
s
- l p . ,
J. ero SI tu, gra n lust re d e O¡;ddenl e
s
Retis, siendo deid ad , de l inhu mano '
-
tic~po la vez (A l) y [sient es] la cruera (A )
e (RlOja , 145) 2···

En Jos gr up d - 1
pretendid fi os e cJem p os propu est~s en (2 7) -(4 1), h e
o o recer una muestra, po r necesida d m u Ii , d
Y Im ita a,
155
de fenóm enos hip erbáticos que, como se habrá podido obser-
var, presentan bastante regularidad en sus diferentes realiza-
ciones. La precedente constatación induce a pensar qu e gru-
pos de fenó menos como los enu merado s vienen a constituir
otras tantas manifestaciones de un conjunto de esquemas dis-
tr ibucionales perfectamente d efinido s y cons olidados en la
propia tradición de la lengua poética. Como ya se dijo, la ope-
ratividad de los mismos parece estar regulada tanto po r las
leyes qu e rigen el discurso en verso, como por otras razones de
orden histórico, entre las qu e ocupa un lugar relevant e la
"imitación de modelos".
Ahora bien, junte a hechos de rup tura sintáctica como los
presentados hasta aqut, en el ámbito del Hipérbaton pueden
tener también cabida ciertos fenómenos de rup tu ra de las re-
laciones sint ácticas de carácter mucho más aleatorio y, en con-
secuencia, mucho menos previsibles. Tales formas de rup tur a
sintá ctica son designadas usualment e con los términ os Sin-
ouisis o Mixtu ra oerborum (Lausberg, § 7 16), "confusión de
palabras", en términ os de nuestros gramáticos (Nebr ija. 223;
Brocense, Minerva. 424-4 25; Correas. 410 -411 ). En palabras
de éste último, d ich a varied ad apa rece caracterizada como
sigue: "la Sínquisis es confusión , derramamiento y mezcla de
las palabras... contraria de sintaxis ...cuando se confun den las
palabras, como derramadas, y escurecen la oración", caracteri-
zación q ue se co ncl uye co n la sigu ien te obser vación , no
menos digna de interés: "Ejemplos hay muchos mod ernos en
Poliftmo, Soledades, Tisbe y en sus vanos secuaces, que es mal
vicio cuando se hace de ind ustria, y no alguna vez por necesi-
dad o por donaire y risa.....(4 11).
Segú n se desprende de los testimonios de los d iferentes
autores, clásicos y modernos, el rasgo más relevante de esta
variedad de fenóm enos hiperbáticos, contraria en opin ión de
tod os al "buen concierto" de las palab ras en la oración , ex-
presado en el térm ino Sintaxis, es el que podr íamos traducir
por el vulgar, aunq ue expresivo, de "emb rollo sintáctico".
Tal "embro llo" se pon e de manifiesto en la d ificultad de re-
conocer, de forma clara y unívoca, los limites precisos de los
distintos constituyentes sintáct icos y los de sus respect ivos
elementos constitutivos en la cadena del discu rso. El entre-
cruzamient o entre sí de elementos pertenecientes a consriru-

156
yenres d iferent es puede llegar a veces a extremos inco nceb i-
bles de d ificultad , hecho q ue cualquier lecto r de los textos
~e Góngo ra citados por Correas podrá comproba r in extenso,
SI los coteja con las correspondientes "traducciones" realiza-
das por D . Alonso. Ahora bien, sin necesidad de recurrir a
ejemplos tópi cos de! citado autor, he aquí algunas mu estras
de estos fenó menos, acompañadas de los testimo nios de sus
editores:

(42) a. Mas, so bre todo. cuand o


los dientes de la muerte agudos fiera.
apenas declinando,
alzó nueva bande ra•...
(L. de León, 772)

en donde los adjetivos agudos y fiera del segundo verso -c'verso


de violenta trasposición", segú n F. Garela-, deben restituirse a
sus"respectivos lugares sintácticos: 1) "los dientes agudos", y
2) de la mu erte fiera".

b, De las doce a las cua tro había pasa do,


por la qu inla ca rre ra el sol corría,
sin que del resplandor qu e dar solía
m uestra de su beldad, luz haya dado.
(Cerína.fm)

donde la secuencia subrayada constit uye un "violento hipér -


bato n", según B. López Bueno, editora del texto, quien pro-
po ne la siguient e recom posición de los constituyentes: "sin
que haya dado [la] luz del resp landor que dar sa lia muestra de
su beldad " (nota a los versos 3-4).
Como se habrá podido observar, los testimonios aducidos
a propósito de los ejemplos de (42) coinciden en calificacio-
nes de "violenta trasposición", "violento hipérbaton", califica-
ciones qu e no he encon trado aplicadas en el caso de los fenó-
menos hiperbáticos resum idos en (27)-(41) . La razón de esta
divergencia de apreciaciones po r parte de los editores de los
textos tal vez se halle en el mayor grado de sistema ticidad y.

157
,
,1
i
I sobre todo, d e difusión gen eralizada que se observa en los p ri-
mero s, fren te a la falta total d e sistematicid ad y d e acep tación
a que parecen respo nder esros últ imos. Como se, refleja :" los
ejem plos d e (4 1), cada secue nc ia rep resenta un {I~O particular
y ú nico d e traspo sición en mod o alguno predecible en rela-
• ció n con los demás.
Antes d e co nclu ir este ap arrado , d ed icado a di versas mani-
festacio nes discursivas d e fen ómemos d e trasp osición sintácti-

'(- ca debe hacerse m en ció n del artificio poético d e los llamados


irsus rapportati (C urtius: 194 8, 403 -404), o "esquema de
correl acion es", en term inolo gía d e A lo ns o (Alo ns o: 1944,
1971; Alonso-Bouso ño: 1951) , artificio que, en palabras de
Lausberg co nstit uye "una siste matización d e la Mixtura verbo-
rum" (7 16). Su expos ició n, sin embargo , q ued ará aplaza da al
capítulo siguiente.

.--

I
I

158
7.

FIGURAS SINTÁCTICAS II:


EQUIVALENCIAS SINTÁCTICAS

7 . 1. Equivalenc ias sintácticas o Isoraxis. Figuras de rep etici ón


en el nivel sintáctico

Las figu ras que van a ser objeto de at en ción en este cap lru-
lo , bajo la d enominació n de Equivalencias sintácticas o Isotaxis
(Plerr: 19 8 1, 164; 198 5, 6 5 , 71 ), representan u na serie de
fen óme nos relacionad os co n la configuració n y orde nación o
distribució n de co ns t ituye ntes sintáct icos y/o de estructuras
oracionales, segú n d eterminados principios d e "propo rción y
simetría", en la prog resió n del discurso. Entre rales fen ómen os
d estacan los co m ún mente co n ocidos bajo el co ncepto general
de Paralelismo (Asensio: 1957 ; j akobson : 19 66 ; Ru wcr: 197 5,
Molino: 1981 , entre otros).
En el co rpus doctrin al de la retórica clásica, son varios los
artificios referidos a la "d istr ib ución simétrica" de cie rt os ele-
mentos d elim itad os y caracte rizados, en sus aspectos más d es-
tacados, desd e los p rimero s gran des tratados conservados: la
Retó rica de Aristóteles (Lib ro II I, 9) o la Retórica a Herenio
(Libro IV; 20) . A lo largo de toda la trad ición , su tr atam iento
seguirá siendo consta nte, bien en la d octrin a d e la C omposi-

159
ción (sup ra, 24) , bien ent re los recursos generales del Ornato.
Los términos acuñados desde antiguo para la designación de
esta clase de fenómenos , ent re los que cab e citar Isocolon,
Comparo Páríson, Parisosis (Lausberg, §§ 7 19-754), - 3 los que
habrá q ue sumar los de Homrot éleutonl Similiter desinens y
Homeóptoton! Sim iliter cadens, vistos en anter iores ca p ítulos-e,
representan en con junto una co nstante referen cia a nociones
co m o ' iguald ad' , 'sem ejan za', 'p ro po rción' o 'sime tr ía' , que
afectan a la conformación de los constitu yente s sintácticos y
sus elem entos. así como al orden y d istribución de unos y
otros en la progresión del discu rso.
Ahora bien . un a cabal co mprensión del alcance de los
varios fenómenos a los qu e remiten los términos aducidos en el
apart ado anterio r, pasa por la con sideración d e este hecho:
debe tenerse presente que los rasgos defin itorios de gran parte
de las figuras designadas por los términos preced entes, están
estrechamente vinculados a aspectos lingüísticos prop ios de las
len guas clásicas. co mo son la cant idad silábica o la flexión
casual. Tales rasgos, aun no siendo aplicabl es a las lenguas
roman ces. suelen mantenerse en las defin iciones propuestas
por la mayoría de los auto res, por absoluta fidelidad a la tradi-
ción heredada, con los consiguientes desajustes.
Por otro lado. no se recogerá en estas páginas la co mpleja
casuística elaborada en la doctrina retórica clásica en torno a
estos fenómenos, en la qu e aparecen im plicados . no sólo he-
chos espec íficos del compo nente sintáctico. sino de los demás
niveles de análisis lingüístico: fonológico, morfoló gico e inclu-
so léxico-semántico, tal como puede verse en el resumen de
dicha do ctrina llevado a cabo po r Lausber g (§ § 7 19-75 4).
Sólo se presentar án aquellos fenómenos de "pro po rción y
simetría" que tienen su fund amen to en el co m po nente sintác-
tico y se dejarán de lado , por tanto, conside raciones referidas
a las im plicaciones de los demás com po nentes.

7.2. Distribución de elem entos categor ial


y funcionalmente equ ivalentes

En la perspectiva de un análisis basado en criterios forma-


les, los fen óm enos de Equivalencia sintáct ica se presentan en

160
la cadena del discurso bajo la for ma de iteración de un núme-
ro dado de elementos, categorial y funci onal mente equ ivalen-
tes, qu e aparecen insertos en unos esque mas disrribu cionales
asimismo comparables, en la constitu ción de un enunciado. o
de en unciados constituido s y desar roll ad os bajo un mismo
d iseño sintáctico.
Ent re los numerosos fenómenos de Equ ivalencia qu e po-
drían integrar el presente capítu lo. sólo se van a considerar
alguno s de los más representativos, tal como se pro pone a con-
tinuación .

1) Fenóm enos de segmentación de un enu nciado o pane


del mismq en miembros equ ivalentes. designados tradi-
cionalmente con los térm inos clásicos Isocolon o Com-
par o con el término romance Plurimembraci ón, con
estas dos modal idades: "
a) Pluti membracián de desarrollo horizon tal. sin deno-
minación específica.
b) Piurimembraci ón de desarrollo horizontal y verti -
cal. representada en los esquemas d e lItrsus rap-
p ortad. Correlaciones en términos de Dám aso Alon-
so, y de Diseminación-Recolección, según el mismo
autor.
2) Fenómenos relacion ados con la d istribución simé trica
de miem bros equivalentes: Paralelismo y Especularidad.
3) O tro s fenómenos d e equivalenci a di str ibucional: el
caso de las figuras M erismo o Distribución.

7.2.1. Plurimembraci án de desarrollo horizontal

El primer gru po de fenóme nos de Equ ivalencia en el nivel


sintáctico lo constitu yen los trad icionales art ificios de co ns-
trucción/segmentación simé trica de los constituyent es de un a
estru ctura oracional, en la progresión de las secuencias discur-
sivas, designados com únme nte con los términos clásicos Iso-
colon, Compar (Lausberg, § 7 19). Tal clase de fenómenos se
produce. dicho sea en palabras de j iménez Pat ón , "cuando
todos los miembros del periodo son iguales en el núme ro de los
vocablos" (1 16) .

161
,
11' I

H errera se refiere en dos ocasio n es a est a figura en sus


A notaciones (325, 394) , la segunda a propósito de los versos
iniciales de la "Canción 1":

(1) Si a la región desierta , inh a bit a ble


por e l he rvo r d el sol d em asiado
y seq uedad de aque lla a re na ardien te,
{} a la q ue por el hielo co ngela do
y rigurosa nieve es intra table ,
del todo inh abitada de la ge nte ,...(77)

Tras destacar q ue "los primeros cinco versos están llenos de her -


mosos y propios epítetos", continú a así su comentario: "Tam bién
es figura Comparo que los griegos llaman Isocolon, y nosotros
podemo s llamar igualdad de mi embros, cua ndo co nsta de casi
igual número de sílabas, porque aqu í son dos a dos: heroor de! sol
demasiadoy sequedad de drena ardiente; hielo congelado y rigurosa
nieve. Y así escribe Aristóteles en el 3 de la Retórica qu e se dice
Compar cuando son iguales los miembros, y Asimilación, cuan do
son semejantes las últimas partes de aq uellos mi em bros. D ice
Alejandro So fis ta en las figuras de la elocu ció n, q ue esta igual-
dad, q ue él llama Párison, es donde muchos miem bros reducidos
en uno tienen iguales sílabas, y en todos igual n úm ero".
La rep rod ucción tan po r extenso d e la an o tación de 1le-
rrcra so bre los co ncep tos exp resad os po r los términos Isocolon,
Compar y Párison o bed ece al h echo de q ue, a partir de su tes-
timo n io, me par ece que p ued e resu ltar p len am ente justificada
la ap licación al discur so poét ico de una clase de fen ómenos
que, en la secu lar tr ansmisión de la d octrina retó rica, qued a-
ban normalm ente restringid os al ám bito de la "p rosa art ística"
(Norde n: 19( 9). Partiendo , pues, d e la doct rin a expresada po r
H er rera, Isocolon, Compar, o , en su eq u ivalencia roma nce,
"igualdad de m iem bro s", pued en to marse, a m i ver, sin reser-
vas co mo denom inaciones abarcadoras de un am plio conju nto
de art ificios lingü ístico-formales del d iscu rso en verso, que tie-
nen su base en la Piurimembracion, es d ecir, en la segme nta-
ción, dist ribución y ord en ació n de los co ns tituyentes oracio-
nales, en estrecha co rrespondenci a, claro está, co n el sistema
de reglas p ropias del d iscurso en verso: esquemas acentuales,
pausas, med ida , etc.

162
C omo bien se recordará, so n numerosos los estudios d edi -
cados por O . Alonso al análi sis d e las. manif~staci.o nes ? c esta
clase de artifi cios en el di scurso poético de ros siglos au rcos,
cuya referencia resu lta o bligad a (Alo nso : 19.2 7 , 1927-1 955,
1944 , 1966- 1967; Alonso-Bousoño: 19 5 1). Toman do , pues,
como punto d e part ida d ichos estudi~)s, a l<;Js que -m~~esta­
mentc-' añadi ré d aros extraídos d e m i p ropI a o bservación de
los textos, pre sentaré a co ntin uaci ó n alg u nas d e sus fo rmas
más usuales y gene ralizadas. .
Según señala repet id amen te D . Alonso en los ~efendos t~a­
bajos, la forma más gene ralizad a de Plurimembraci ón en el dis-
cu rso poético d e los siglos XVI y XVII correspo nd e a los fe-
nómenos de bimembraci ón, hech o que parece hal larse en clara
co rres po nde ncia co n las modalid ades ac~ ntuales básicas d el
verso endecasílabo castellano, que, co mo bien se sabe, su po nc n
una pausa interna determ in ad a po r la situació n ,de los acentos
en cuarta o sexta sílabas (Bachr: 1970, 136), scgun se m arca en
los esq ue mas d e (2):

(2) a. o oo ó o ll oo ó o ó o
b. o o o o o Ó o tI o o ó ()

C omo rnanifesracio n cs d e di ch a clase d e fen ómen os, pued e


repararse en los versos co n que concl~yen los si.guienres frag-
m entos, en los que el fenóm eno de bimem b raci ón 9,0 .exced e
los lím ites del verso, hech o q ue su po ne su gra d o maxirnc d e
perceptibilidad :

(3) a. ...porque aq uel ángel fie ra men te huma no


no cre a mi dolor , y así es mi fruto
llorar sin p rem io }' suspirar en vano.
(G óngora . 1, 27)

b. Descifra las ment iras del tesoro ;


pues falta (y es del cielo este lenguaje )
al pobre, mucho; y a f avaro, todo.
(Q uevedo, 44)

en do nde, si d esign am os los d os m iembros d~ cad a s.ecue ncia


versal m ediante A y 1\., veremos q ue la equ ivalen cia d e los

163
mismos rad ica en el he cho de estar formados p o r sendas cade-
na s d~ c1 e~n enros , cat ego rial y fu n cionalmente eq uivalentes ,
en el rnrcnor de las respectivas secue ncias, co m o se refleja en
el esq ue ma sigu iente:

(4) (3.) (3 b)
A llor a r sin prem io a l pobre. mucho
A ' suspira r e n va no al a varo. todo

. Los fenómenos de trirn embraci ón, au nq ue llegan a consti-


tuir una moda bastante frecuentad a por numerosos poetas del
siglo ~ l (A1o~so:. 1944), no alca nza n con todo el grado de
generalidad y difusi ón q ue ca be o bservar en los d e bimem bra,
ción. H ech o q ue resulta h asta cieno pumo exp licab le, dad o el
m ay?r grado de artificiosidad q ue co mporta su realización di s-
cu rsiva. Al m argen d e casos tan extremad ame nte artificiosos
como los de so netos con tr im em bración en rodos los versos
pares, por ejem plo. aducidos por D. Alonso (1 944, 93-96), el
recurso d e la trim em b ració n suele co nstitui rse en un m ecan is-
mo relarivarnen re frecuente de cierre de estrofa . sobre todo en
el caso d e poemas policstr óficos de cierta exte nsión . Así apa re-
ce em pleado, por eje~pl.o , en al~unas Canc io nes de G óngora,
L. L. d e Argenso la, Espi nosa, VIllegas, erc., entre los auto res
m ás d estacados. C o mo muestra de este artificio ad uc iré los ver-
sos final es de las esta ncias primera y últim a d e u na Canc ión de
Góngora (1, 123- 125):

(5) 1. ...ca mpo de eru dic ión. flor de a laba nzas ,


por honrar sus estud ios de ti y de llas,
e n ta nto que t ú alcan zas
ver (1 Dios, vestir lu z. p isar estrellas,

5. Ma s por haber tu sue lo humedecido


la sa ngre de este hijo sin seg undo,
e n t¡ sie mpre ha tenido
la f e escudo. honra España, ínvid ía el mundo.

Si, co m o en el cas o anterio r, designamos los t res miem b ros


que co nfigura n los respectivo s vers os fina les m edi an te las

164
let ras A, A', X ', se podrá o bse rva r co n facilidad que las relacio-
nes de equivalenci a sintáctica entre tales m iemb ros están b asa-
d as en el hecho de estar constitu idos en cada caso po r sa rtas
de elementos categorial y funciona lm ente semejantes, com o se
d eralla en (6):

(6) 1 5
A ver a Dios la fe escudo
A ' vestir Juz Espa ña honra
A " pisar estre llas el mundo invid ia

7.2 .2. Plurím embraci ón de desarrollo horizontal y vertical

Las m an ifestaciones y ejem p los del fen ómeno ge ne ral d e


Plurimembraci ón que se acaban d e p resentar n o se ago ta n co n
los esq ue mas co nstruc tivos de "desarro llo horizontal", aplica.
d os con b astante regularidad y frecuencia a secue ncias si ntác-
t icas, n o tanto en el interior d e una unidad di scu rsiva. co mo
puede ser el espacio d e uno o m ás ve.rsos. l~ sem icstro fa o I.a
estrofa, cua nto en posición d e co nc lusi ón o cierre d e tal es UI1I-
d ades [Smith: 1968 , 38-98). El citad o fenóm eno p resenta
ade más otras varied ades de m ayor co m plejida d co nstructiva.
Una d e éstas es la representada por el arti ficio poético co noci-
do bajo la denom inación d e ~nus rapportati (Cu rtius: 1948.
403.404), " Esq uem a d e correlaciones" en terminología d e D .
Alonso . así como su modalidad m ás sim p lificad a d esignada
po r el mi smo auto r co n la exp resión Disem ínacíón-Recolecci án
(Alo nso-Bousoño : 19 51).
El art ificio de los ~nus rapportati, com o se reco rda rá. fue
objeto d e m ención en el cap ítulo anterior, en el aparrado de-
d icad o a los fenómenos hiperbáticos de signados co n los tér-
mi nos Stnquisis o Mixtura ucrborum. Ahora b ien , su part icu lar
dise ño co nstructivo , basado en u n riguroso sistem a d e corres-
po ndencias sintácticas en tre sarta s d e ele mentos dis~uesros en
o rd en h or izontal y vertical, del t ipo q ue se esquemanza en (7) :

(7) Al ' A z, A) ....A n


B l , Bz, 8 3,·..13 n
C I '~' C),...e n

165
pu e~e ser considerado asim ismo como una manifestación
p.arncular de los ~en óm enos de Piurimem bración o segmema-
a ón de un enunciado en constituyentes sintácticame nte com -
parables.
El artificio, qu e llegó a alcanzar una amplísima difusión
ent re los poetas petrarquistas italianos del siglo XVI (Alonso:
1950), no escasea entre los poetas españoles. con mu y varia-
das formas de realización . tanto en desarrollos exrensos (en
octavas, sonetos completos. por ejemplo). como en desarrollos
más reducidos (limitados a unos cuantos versos en el interior
de la ~tro fa). Como ejemp lo de los pr imeros. puede repararse
en la Sigu iente muestra tomada de Herrera (289):

(8) La llama, el lazo , la prisión, el dardo,


que el pecho a rde y anuda y ata y hier e,
sois ojos, hebras, voz, mirar gallardo,
ca usa po rque, esperando, desespe re.
Veloz al daño y al remedio ta rdo
fui por don de el Amor mi afre nta quiere:
trenza . flecha, armonía y luz al ma,
e nlaza , llaga y prende, abrasa el alma .

Como mu estra de desarrollos redu cidos. q ue son los úni-


~os. a l?s q'!e hace referencia j iménez Patón bajo la rúb rica de
Dls.tnbuclón de palabras" (1 19-120). Ycuya inserc ión en to-
do n~ de ~extos es sumamente frecuente a lo largo de todo
el penado áu reo , pueden ser ejemplo los siguientes fragmen-
tos:

(9) a. ...do el vicio reina ya tan suelta me nte


qu e valen poco. y menos cada día.
la bonda d, el saber, la valent ía
del m ejor, o m á.f sab io, o más valien te,
(Ac uña , 335)

b. Ni en este mOnie, este aire, ni este río


co rre fie ra. vuela ave, pece fiada,
de qui en co n ate nción no sea escuchada
la triste voz del triste lla nto mío.
(G óngo ra, I, 47)

166
c. Mas ya miras riquezas al trasfloro
después que el no mbre de mi Laura suena.
en lecho, en agua, en margen. en arena.
de p erlas, de cristal. de flo res. de o ro.
(Espinosa , 8)

Como se pon e de manifiesto en los ejemplos (8)-(9). la


particularidad del artificio de los Versus rapportati radica, por
un lado, en la eq uivalencia categorial y funcional de las sartas
de constituyentes ordena dos horizontalment e (= Plurimem-
bración, por tanto) en las respectivas secue nci as versales:
Sintagmas Nominales. Adjetivales. Verbales, etc. (Al' A2• •• • A.,;
Bl• B2 ... . Bn ; erc.} , lo qu e D . Alonso designa como "sint agmas
no progresivos" (19 51, 2 1-41) y. por otro. en una progresión
dc orden verti cal de los constitu yent es funcionales: Sujetos,
Predicados. Complementos (A•• B1• C, ...; A2 • 8 2 , C ,...etc.) de
las respectivas estructuras oracionales qu e forman la totalidad
de los en unc iados, en el espacio textual deli mitado por las
unidades estr óficas .
la variedad del "esquema de correlacio nes" designada en
los trabajos de D, Alonso como "esquema d iseminativo-reco-
lectivo". aparece caracterizada por jim énez Patón. en el con-
junto de fenómenos agru pados bajo las figuras denominadas
Frecuentación, Cong~ri~. Sinatraismo, con ejem plos de Lope
de Vega. en el capitulo dedicado a las "Figuras de amplifica-
ción", en esto s térmi nos: "cuando las cosas qu e se han ido
diciendo poco a poco en el cuerpo de la oración o en la parte.
en el fin por los cabos se amontonan y juntan. la cual exorna-
ción es muy acomodada para la conclusión de lo que se dice al
fin de todo .c." (147) . No será preciso recordar que el citado
esquema constit uye otro de los diseños poetico -con strucrivos
qu e. a partir de las últimas décadas del XVI. permi tirá poner a
prueba hasta dónde pueden llegar los límites de la "maestría"
poética. Ejemplos más o menos "logrado s" se pueden hallar
en poetas de la talla de Herrera. De la Torre. Lep e, GÓngora .
j auregui, Espinosa. etc. La particularidad del artificio estriba,
como muy bien se expon e en la definición dada por j im énez
Pat ón , en la seriación, en el último o en los últimos versos de
una composición estrófica de cierta extensión (Octavas, Es-

167
rancias, Sone tos, erc.), de un conjunto dado de términos cate-
go ri ~ mente equi~a.lentes, dist.ri~ uidos previamente a lo largo
de dicha com posici ón en poSICiones que suelen ser asimismo
comparables. Como muestra del citad o artifi cio constr uctivo
puede repararse en el siguiente soneto de Herrera (367-368),
reproducido en su integridad:
(10) Rojo sol, que con hacha luminosa
coloras el purpúreo y a lto cielo:
¿ Hallaste tal be lleza en tod o el suelo
que igua le a mi se re na Luz dichosa?
Aura süave, bland a y amorosa ,
que nos halagas con tu fresco vuelo:
cuando se cubre del dorado velo
mi Lu z, ¿tocaste trenza más herm osa?
L una, honor de la noche, ilustre coro
de las errantes lum bres, y fijada s:
¿conside raste tales do s estrellas?
Sol pu ro, aura. luna, llamas de oro:
¿oístes vos mis pena s nu nca usadas?;
¿vistes Luz más ingrat a a mis querella s?

7.3 . Dos esquemas de simetr ía d istribucional : Paralelismo


y Especula rídad

A lo largo de las diferentes secciones perten ecientes al


aparrado ant erior se han presentado las manifestacion es del
fenómeno general de segmentación del discu rso en miembros
equ ivalentes (lsocolon o Piurimembraci án} que parecen haber
alcanzado mayor grado de relevancia y difusión en el discurso
poético de los Siglos de O ro. Pero apenas si se ha hecho men-
ción de uno de los aspectos de mayor relieve e n las manifesta-
ciones discursivas de dicho fenómeno: el relacionado con los
esquemas de distribuci ón de los elementos const itutivos de los
respectivos m iembros del enunciado. En este punto conviene
hacer notar que, a través de peculiares mecan ismos dlsnibu-
cionales, pueden llegar a crearse nuevas relaciones de equiva-
lencia entre los miembros de un idades oracio nales, estró ficas,
etc., cuya base estará ahora en un a serie de relaciones posicio-
nales, ya en un conj unto dad o de secuencias versales, ya en el

168
.' ... - ..- !
". , ,-
interior de una sola secuencia. La operatividad de estas últi-
mas se halla, claro está, en estrecha conexión con las relacio-
nes de equivalencia basadas en la identidad o semejanza cate-
gorial y funcional de los eleme ntos implicados, de la forma
qu e se detalla a continu~ción , en la que por el momento sólo
se tendrán en consideración estructuras bimembres.

EJ primer esquema disrribucional al que cabe referirse es el


representado po r los grupos de ejem plos de (11 ) y (12), en los
que el fenómeno se limi tará al espacio de uno y dos versos,
respectivamente . .
Equivalencias posicionales en el espacio de un verso:
(11) a. Ved cuál estoy, qu é ext re mo es el que sigo:
que llorando mi mal, pa ra contalle,
la causa callo y los efec tos digo.
(Ce tina , 153)

b. A rde rán tu victo ria y tus despojos:


y a nsí, fuego el Am or nos dará et erno:
a ti en mi coraZón. a mi en tw ojos.
(Quevedo. 508)

Equivalencias posicionales en el espacio de dos versos:


(12) a. Tal es ta nieve de los ojos bellos,
tal es el fuego de la luz serena,
que yelo y a rdo a un mismo punto e n ellos.
(Herr era. 4(7)

b. A l hielo que p or th minos m e abrasa,


y al fu ego que sin t érmino m e hiela,
¿quién le pondrá, pa stor . término o tasa?
(Cervantes, 11, 59)

Las relaciones de equivalencia po sicional que regulan la


distribución de los elementos que integran los dos miembros
(A, A') co nstitut ivos de cada una de las secuencias versales
subrayadas de (1 1) o de los pares de secuencias de ( 12), pue-
den quedar representadas en un esquema como el de (13), en

1'IlOPllüAD\lE lA UNJ,1RS!OAO1~\1\N CARlOS OEGUATEMAlA


B ;b lio l e c . Ce n tra l
I
el que se di stingu en dos gr u pos d e lugares di st rib ucio n ales,
designados m edian te las minúsculas: a, b // a' , b':

( 13) A (= " b ) // A ' (= e'. b')

C om o puede colegirse d e tal esq uem a, la co nstitució n y orde n


de sucesión d e los elementos de la segu nd a sec uenc ia repiten
fielm ente la const itución y orden distribucional fijad os en los
elem entos de la primera. No hará falta esp ecial at enci ón para
reconocer en los ejem plos y en el esq uem a precedentes el dise-
ñ o composirivo-distribucio na l de signado en la term in ología
ret órica con los términos Pdrison, Parisosis (Lausberg, §§ 722,
736), p ero m ás co noci do m odernamente con la d eno m in a-
ció n d e Paralelismo (Al o n so- Bo us oñ o: 19 51 , 66; Asensio:
1957, 69- 133; jakobson: 1966 ; Shap íro: 1976 , cap. 2; Moli-
no: 1981; Mayoral: 1989 ).

El segu ndo esq ue m a di st r ibucio nal al que m e referiré es el


que se refl eja en las seri es d e ejemplos de (1 4 ) y ( 5) q ue,
com o en el caso precedente, se despliega en el espac io de uno
o dos versos, respecti vamente.
Equivalen cias posicio na les en el espac io de un verso :

(1 4) a. D éste se aprende en o tro a transformarse,


arder de lejos y de ce rca h elarse.
(Lomas Cantoral, 265)

b. ...que desde los confines de Lepanto


hasta el Flamen co suelo siempre ha sido
glo ria al amigo y al co n trario espanto.
(Espinel, 131)

Equivalen cias posicionales en el espa cio d e d os versos :

(1 5) a. Por término se alherga tan suave ,


en deliciosa bóveda campea
alcázar de las flo res,
de las Na yas p alacio,
que silencio y quietud guardan la llave.
(SO lO de Rojas, 393)

170
b. Muerta la vida y vivo el escarmiento,
luz sin luz, entre horrores eclipsada,
el más tiran o triunf o de la nada
y del cielo el m ás jusro sen timien to .
(Moncayo, 67)

Las relaciones de equivalencia posicional que es dable d es-


cubrir en la d istribución de los elementos que integran los dos
m iem b ros (A, /\) co ns titutivos de cada un a d e las secu~ncias
versales sub rayad as en (14), o d e los p ares d e secue nc ias d e
(15), pueden quedar reflejad as en el esq uem a que se propone
en (16), en el que los d os gru,r0s de lugares dist~ibucionales
asigna dos a cada u~o d e los ~Ie~bros, que ant~n~rmente se
han designado m edi ante las min úsculas: a, b // a , b', contraen
ahora las sigu ientes co rrespondencias:

(16) A (= a, b) IIA' (= b' , ")

es decir, co rres po ndenc ias p os icionales en tre los ele mentos


situad os en los lugares extre mos (a, a'), por un l~do, y en tre los
elem entos sit uados en los lugares centrales (b, b ), por otro, en
la prog resió n lineal de la secue ncia o pares de secue ncias versa-
les. Este d iseño co m pos it ivo- distrib ucio nal , p ara el q ue propo-
n ía en ot ro lugar la denominación de "estructuración espec u-
lar" (M ayo ral: 1989), aparece tipificad o , en la trad ición retóri -
ca tardía, bajo la d enom in ación d e Quiasmo (Lausbe rg, . § §
723, n . 109). D e los autores esp añoles, s610 hacen referencia a
esta figura H errera (332) y C o rreas (4 16).
C o m o resu m en d e este a partad o , cabe d ecir que tanto la
estructuració n paralellsrica como la estructu ración espec ular
vienen a ser dos esq uemas alt ernantes de est ruc t ur ació n del
ma terial verba l en u na o m ás secuenc ias discu rsivas, en fu n -
ción d e la opera tividad de los dos t ipo s d e ~qu ~valencia a q~e
pued en ser so m etid os los elementos consn runvos de la m is-
m a, que en el presente caso se ha limitado al ~pacio de uno
o dos versos: 1) equivalencia de clases carego riales y d e fu n -
ciones sin tác ticas, y 2) equivalencia posicion al en la di stri bu-
ció n d e t ales elementos en la reali zaci ón discursiva d e lo s
mi smos.

17 1
En la co nsideración de los fenómenos de Paralelismo, en
los apartados anterio res. se ha lim itado nuestra atenció n a fo r-
mas m ín im as de reali zación , reducid as a uno o dos versos,
insert as en un conjunto estrófico más amplio. Abnq ue dicha
lim itación parece justificada, si nos ma ntene mos en e! do mi-
nio de los "art ificios retór icos". no por ello pu ede dejarse de
reco nocer q ue la anterior presentación del citado arti ficio que-
darla incompleta de no hacer referen cia. aunq ue sólo sea de
forma breve y escueta . al hecho de que tal esq uema co mpositi-
vo-d istrib ucio nal ha co nstitui do un d iseño poéti co-constru cti-
vo de m ucho mayo r alcan ce, a lo largo de todas las épocas y
en las más d iversas trad icio nes poético-lite rar ias. En el ám bito
hispánico resulta obligada la referencia a la mono grafía de E,
Asen sio (195 7) , así co mo a los trabajos de Alo nso- Bo usc ño
(I 95 1), La extensión de! esq uema paralelístico , en tanto qu e
disefio poético-co nstructivo de la to talidad de! poema, pu ede
verse reflejada en e! siguiente po ema de Castillejo (11. 41 ):

( 17) Madre. un ca ba llero


que es ta ba e n este co rro
a cada vue lta
had am e del ojo .
Yo. co mo era bornea.
ten íase lo e n poco.
Madre. un escudero
que estaba en esta baila
a ca da vuelta
asía me de la manga.
Yo. como soy bo rrica,
teníase lo e n nada.

7 ,4 . Otros fenómeno s de Equivalencia d istri bucio nal

C o mo últim a clase de fenómenos qu e puede forma r parte


del conjunto de Equivalencias sintácticas q ue han ven ido sien-
do objeto de atención a lo largo del presente capitulo, haré re-
ferencia al tipo de estructuras que en las fluctu acio nes termi-
nológicas a las que ya estamos suficientemen te habituad os, se
designan indistintamente o bien co n el término griego Mrris-

172
mo (a veces también Sina troismo), o co n el latino-romance
Distribución {Lausberg, § 675) . . .
En la sínt esis llevada a cabo po r el citado autor. d ich a
figura q ueda caracterizada co mo u,na de las. varia~tes de los
fenómenos de "acumulació n coord ina nte (SznatrolJmo/Cong~­
ríes} a d istancia", es decir, acumulación seriada de elem ent os ca-
tegorial y funcionalmente equivalentes. que desarrollan. o am-
plían términos que han aparecido previamente en el ~ISCUrsO.
Se tr ata de un tipo de fenómenos íntimame nte relacionados
con los vistos a pro pósito de los fenó me no s de !~ocolon. como
señala el propio Lausberg (§ 675). Salvo en NebnJ~ y Brocense.
encontramos referencias a esta figu ra. aunq ue definida de modo
bastante impreciso por cierto, en los dem ás autores de referen-
cia: H errera (47 1, 481), j iménez Patón (146-147) Y Cor~eas
(431) . Según la cararerización del segundo ~~ l?s autores Cita-
dos, se prod uce "cuando alguna cosa se va dividiendo en partes
después de cada cosa se da la razón como en dos m lem~r?s de
yorac .io nes o mas.
ás.¿"
,; (146) ' La imprecisión de las definiciones
, l
queda com pensada. con todo, co n la precisión de los e!emp ~s
ad ucidos. D e los ejemplos de esta figur~. ~cados de mi propia
observación de los text os, entresaco los sigUIent es:

(18) a. Si no probara es te pun to .


de ausencia ni de partida .
no pe rdie ra todo junto:
el alma, el mundo y la vida;
el alma qu e desespero ,
el mundo q ue le abo rre zco.
la vida ya qu e no mue ro.
q ue mu er o en vida par ezco.
(D. Hurtado de Mendoza. 164)

b . Co ntr a e l mo rir jam ás se vio reparo;


del mismo Dios la muert e fue hom icida,
d ura dc pad ecer , cruel, tem ida;
temed, mirad. sentid su efecto raro:
tem ed e l día riguroso e incierto;
m irad qu e hay co ntra humanos residencia;
sentid qu e al ma l vivir sucede infierno.
(Líñan de Riaza, 67)

173

y hasta aquí los tip os d e Equivalen cias sin rácricas de ma-


yo r grad o de regularida? y acep tación, tipificados y d efin idos
en la ca.rega ría d e las Figuras, y tr ansmitidos secularme n te en
la do ctrina del Ornato.

I
, j.!
,.,l'
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S' ~!
U
"1 ' ;
•••

174
s

8.

FIGURAS TEXTUALES 1:
LICENCIAS TEXTUALES

S. l . Licencias textuales o Meratex temas

En capítu los precedentes, se han venido proponiendo varios


grupos d e figuras perten ecientes, en su mayor parte, al conjun-
to de las tradicionales Figuras de palabra. C omo se habrá podi-
do observar, la caracterización lingüística de tales figuras pu ede
realizarse, en lo fundam ental , en términos propios del análisis
gramatica l d e las lengu as naturales, es d ecir, en términos d e
categorías léxico-gramati cales y de funcion es sintácticas.
Las figur as que van a ser objeto d e ate nció n en el presente
y en los siguientes cap ítu los, co rresponden en gene ral al otro
gran conju n to de figuras transmitido secularme n te, el d e las
co mú n me nte llamadas Figuras de pensamiento. La especifici-
dad de este conj unto de figuras, frente a las anteriores, segú n
deja traslucir la propia d enominación, radica, sea en palabras
de j im énez Pat ón, en "la fuerza del sentid o de toda la oración
{= discurso], dicho de tal suerte que vaya apartado del com ún
mod o d e hablar" (12 3) .
D e la formulación precedente, en todo acorde con la do c-
tr ina tradi cional, se desprende que en la caracte rización y an á-

17 5
lisis de este conj unto de figuras será preciso trascender el nivel
de las relaciones puramente gramaticales y pasar a otros niveles
de aná lisis de rango distinto. En unos casos, habrá qu e tene r en
consideració n determinadas relaciones de sent ido ent re u nida-
des de com unicación: enunciados o partes co nstitutivas de los
mismo s; en otros, será preciso abordar diversos tipos de rela-
ciones entre los part icipantes del acto de prod ucción de tales
enunciados: acto de enunciación (Kerbrat-O recchioni: 1980,
17-44 ). En el pri mer caso, se trataría de Figuras de pensamiento
que, en térm inos generales, parecen suscepti bles de ser rraradas
adecuadamente desde una perspectiva textua l; en el segun do ,
estaríamos ante Figuras de pensamiento susceptibles de ser abor-
dadas desde un punto de vista pragmático.
La distinción a que se acaba de hacer referencia, sugerida de
la propuc:sta de sistematización de Plen (198 1, 1985), no hace
sino apumar a los diversos grados de complejidad que parecen
caracterizar a este conjunto de figu ras, ten ido en general po r
mu y heterogéneo y Hucruan te, y sobre el que La usberg hace la
siguiente observación: "Es diflcilla clasificación de las figural' sen-
tentiae, pues no forman una totalidad cerrada. .. Los teó ricos sue-
len, generalmente, limitarse a enumerarlas" (§ 757) . Ante seme-
jante constatación, hay que reconocer que el ensayo de clasifica-
ción realizado por dicho autor (§§ 755-9 10) supo ne, sin duda,
uno de los esfuerzos de ordenación de mayor alcance de los pro-
puestos en nuestros días, por lo que deberá tomarse como pumo
de referencia de nuevos intentos de ordenación de estas figu ras.
En el esbozo de caract erización de las figuras del pr imer
grupo, que. siguiendo la propuesta de Plett (19 8 1. 171; 1985,
7I -72 ), se van a designar Figuras textuales, ado pta ré co mo
pumo de referencia un a concepción m uy gen eral de la unidad
texto. A este propósito, y con fines estrictame nte operativos,
cabe retener una defi nició n como la formu lada por Bcrn árdcz:
..Texto - d ice- es la un idad lin güísti ca com unicat iva fun da -
mental, producto de la acti vidad verbal hu man a. qu e posee
siempre carácte r social; está caracterizado por su cierre semán-
tico y com unicativo, así como por su coherencia profunda y
superficial, de bida a la intenció n (comun icativa) del hablante
de crear un texto ínt egro, y a su estructu ración med iant e dos
conjuntos de reglas: las pro pias del nivel textua l y las del siste-
ma de la lengua" (1982 , 85) .

176
Como en el caso de los d em ás n iveles propuesto s por
Plert, el conjunto de las Figuras textuales se div idirá en dos
grandes grupos, en funció n de la naturaleza de las operaciones
generales llevadas a cabo en la realización de las respectivas
figur as. Así, si las opera ciones realizadas representan alguna
form a de desvío o infracción de las qu e cabe considerar "reglas
de buen a form ación textual". las figuras resultant es entrarán
en la categoría de las llamadas Licencias textuales o M etatexte-
mas. Si, po r el contrario, las citadas operaciones representan
di ferentes mecan ismo s de inten sificación o reforzamiento de
algun as de tales reglas. las figuras surgidas de ellas constitu irán
la categoría de las Equivalencias textuales o Isotextemas (Plet r,
loco cit.). Las figuras de la primera categoría serán obj eto del
presente capítu lo. Las pertenecientes a la segu nda lo serán del
siguiente.

8.2 . Una posible clasificación de las Licencias textu ales

El criterio básico que va a servir de guía en la orde nació n


de las tradicionales Figuras de pensamiento integrad as en la
categoría de Licencias textu ales. será la distinción clásica de las
cuatro categorías modificativas, qu e, como señala Lausberg, no
sólo se aplican a sonidos o palabr as, sino "ta mbién a pensa-
mientos: se puede añadir, omitir, erc., pensami entos" (858) .
En el planteamiento seguido en estas págin as. el térm ino "pen-
sam iento" se hará correspo nder tanto con la unidad texto como
con la de segmento textual.
Segú n las referidas caregorlas modifi cativas. cabe propon er
los siguientes grupos de Licencias textuales:

1) Licencias por Adición, grupo formado por las figuras:


Paréntesis, Prosap édosis, Euologia, Sentencia, r.pifimema,
Símil, Descripción, Expolición y Digresión.
2) Licencias por Supresión, entre las que se contarán las
figuras: Percusión, Preterición y Reticencia.
3) Licen cias por In versión, cuyo único representante es la
figura Histerolog ía.
4) Licencias por Sustitución, representadas po r las figuras
Perífrasis y Alegoria.

177
En todos lo s cas os las correspondientes figuras pueden
ten er la forma de textos co m pletos o , lo que parece ser m ás
usual , de determinados fragmentos o segmentos textuales.

8.2.1. Licencias textuales p or A dición

Com o se aca b a de indicar, son numerosas las tradi cionales


Figuras de pensamiento que pueden integrarse en el grup o de
Licencias por A dición, esto es, por inserci ón en un lugar dado
d e un texto primario de determinadas unidades textuales, si
no del todo ajenas, al m enos de carác te r sec un da rio o in cluso
m arginal respecto del texto primario. Lo cual eq uivale a d ecir
que tales unidad es o segmentos textuales se conside rarán, en
mayo r o m enor grado, innecesarios d esde el punto de vista d e
la cohe rencia globa l del texto en el que ap arece n integrados, y
vendrán a cumplir, por tanto , una fun ción textual m er am ente
com p lementaria o am plificadora (Paral: 1924, 61-85).
La definición de la primera figura del grupo, la design ad a
con los términos Paréntesis o Interp osición (Lausbe rg, § 860),
suele basarse, com o es habitual, en una sim ple par áfrasis de la
etim olog ía de los términos que, en el presente caso, no es otra
que la 'acción de interponer o intercal ar' , lo que cu m plidamen-
te anotan la mayor pa rte de los auto res. Así, entre los españo-
les, podemos tomar como muestra la defi nición formulada por
C orreas en los términos que siguen: " Par éntesis es interposi-
ción; cua ndo se entremete algo ajeno a la oración [= di scur-
so) ... cua nd o se ent remete cosa de fuera que n i quita ni pone a
la oració n presente o intento princip al" (383). C o mo la m ayo -
ría d e sus predecesores (Herre ra, 334; Sánchez Brocense: Mi-
nerva, 424; jim éncz Patón, 121), C or reas considera esta figura
com o una de las varieda des del H ipérbaton, y así lo hace notar:
"estas entreposiciones causan el hipérbato n , que es cua ndo una
parte salta lejos sob re otras" (í bidem). En este mismo sentido,
cabe recorda r la puntual iza ci ón d e Lausberg, cuando afirm a:
"el hipérbaton propiamente di cho es hipérbaton de una parte
d e la or ación, el paréntesis es hipérbaton de un pensamiento
(h ipé rbato n d e una oración entera)" (§ 860).
.Aunque la m ayoría de los tratadistas aducen com o ejem p lo
de esta figura b reves en unciados del tipo del sub rayado en (1):

178
(1) Y yo envidiar pudi era tu fortuna,
mas he llorado en ti lágrim as tantas
(tú. buen testigo de mi am argo iloro)
que mezclada en tus aguas pudo alguna
de Lucida tocar las tiernas plantas,
y conver tirse en tus a re nas de oro.
(Lope de Vega, 27-28)

hay 9-ue h~cer no~ar, n? obstante, que en el conjunto de sus


ma~l1festaclOn es dISCurSIVas, los límites d e esta figura so n muy
variables, y van de sde b reves enunciados del tipo presentado
en (1) ha sta fragmentos textuales d e consider able ext ensión.
Un caso intermedio puede observarse en este fragmento de
Cervantes:
(2) En esto (¡Oh nuevo y m ilagroso caso,
digno de que se cuente poco a poco
y con los versos de Torcato Taso!
Hasta aquí no he invocado. aho ra invoco
vuestro fav or, ¡oh Musast, necesario
para los altos p unt os en que toco.
Descerrajad vuestro más rico almario,
y el aliento me dad que el caso pide
no hum ilde, no ratero ni ordinarioJ,
las nubes hiend e, el aire pisa y mide
la herm osa Venus Ac idalia, y baja
del cielo, que ningun o se lo impide... (1, 126)

en donde el Paréntesis está constituido por un en unciado o


"u n id ad d e sentid o", in~er~,u esta entre el texto d e base repre-
sentado por la secue ncia: En esto [.. .] las nubes hi ende, el
aire pisa y m ide la h ermosa Venus...". C uand o los Paréntesis
son excesivamente di latados (vid. p. cj., Aldan a, 402-403), es
frecuente la in serción de palabras o fórmulas indicadoras d e la
vuelta al "h ilo del di scurso" primario tras la interrupción.

La seg u nda figura, designada co n el término Prosap édosis


(Lausberg, §§ 861-866), está ausente de los inventarios de los
autores españ oles q~e sirve": de referen cia habitual a estas pági-
na:" En el Repertorio de Rico Verdü (1973, 265-35 1), el t ér-
rruno aparece entre las varias denominaciones que alt ernan en

179
la designación de la figura Distribución (299), vista en el capí-
ru lo ant erior. Las varias d efiniciones seleccionadas por el autor
coinciden, en lo fun damental . con la caracterizació n dada po r
La usberg: "la agregación de un pensami ent o (sec und ario)
explicativo, las más veces fimdam enrado r (para el co me nido) , a
u n pensam iento capital" (§ 86 1), Y por algunos d iccionarios
recient es (Berisr áin: 1985. S.v.; M arcos Álvarez: 198 9. s. v.) .
El hecho de q ue se acepte como plausible la ide ntificació n
en tre Prosap ódosis y Distri bución, tal co mo se d ocumenta en
Rico Verd ú, no parece que excluya la posibilidad de q ue, en un
texto o en un fragmento textu al dados, se puedan presentar
com binadas am bas figuras. sobre todo si se tiene en cuenta la
distint a naturaleza de un a y otra: el carácter sint áctico-fo rm al
de la segu nda (Distribución) y el signi ficativo-conceptual de la
pri mera (Prosapótiosis). Un texto como el siguiente So neto de
Figueroa puede representar adecuadamente am bas formas de
interpretació n:

(3) Maldito seas, A mor, perpe tuame nte.


tu nom bre. tu saeta, venda y fuego:
tu no mbre, que con tal desasosiego
me fuerza a andar perdido entre la gente;
tu flecha, qu e me hiz.o así obediente
de aquella falsa, de quien ya reniego;
tu ve nda. con que me hiciste ciego
y asi juzgué por ángel la serpiente;
y el fuego sea mald ito, cuya llama
no toca al cuerdo. que es muy gran locura,
y al necio sólo su crueldad consiente.
y as¡ el cuitado espfritu que ama
dirá. tu rostro viendo o tu figura:
"Maldito seas, A mor. perpetuame nte." ( 142)

soneto en el q ue, si se conside ra co mo "pensam ient o central o


pri mario" la Imprecación d irigida al Am o r y sus at ributos en
los d os primeros versos, las secue ncias subrayadas en los versos
sigu ientes pu eden ser tenidas po r d isti nt os "pensam ientos se-
cu ndarios", qu e complementan en d iverso grado a cada un o de
los elementos en ume rados, en posterior Distribución: "no m-
bre, saeta, venda y fuego", con la expresió n de los di ferentes

I SO
efectos sobre la persona del am ante qu e se sient e afectado por
los mism os. Po r o tro lado, el hecho de que el sone to se cierre
con la misma secuencia imprecato ria de apertura, parece ind i-
car que a dicha secue ncia se le está confi rie ndo el ran go de
"pensam ient o" cent ral o d om inant e del texto .

En estrecha relación con la figura anterior se suele co nsi-


derar la tercera de las figu ras citadas, conocida co n el térmi no
Etiología (Lausberg, §§ 867-87 1). La figu ra es co me ntada po r
H errera en varias ocas iones. Refiriénd ose a los versos subraya-
dos de este fragmento de la "Elegía 11" de G arcilaso:

(4) ... y pienso yo qu e la razón con sienta


y pe rmita la ca usa deste ere to .
que a mí solo entre tod os se presen ta,
porque como del cielo yo sujeto
estaba eternamen te y diputado
al amoroso fuego en que me meto,
asf, pa ra pod e r ser amatado... (111)

anota el com ent arista: "Es Etiologia o Redici én de la ca usa,


cuand o damos luego la razón de algú n propósito, o aña d imos
algo q ue declare más lo que se trara, dando la causa" (462) .
En parecidos térm ino s se expresará años m ás tard e C o rreas
(422) .
Las estrechas relacio nes entre Enologia y Prosapódosis, en
cuanto figuras de naturaleza co nceptual (Lausberg, § 867), y
la de éstas co n la Distribución, figura de naturaleza sin t áct io-
formal , aparecen reflejadas co n suficiente claridad en este Ot ro
sonero de Figueroa:

(5) Perdido a ndo, se ñora, e nt re la gente


sin vos, sin mí, sin se r, sin Dios, sin vida ;
sin vos, porque no sois de mí servida,
sin mí, po rque me estoy con vos presente;
sin ser, porqu e de V O.f estando ausente,
no hay cosa que del ser no me despida,
sin D ios. porque m i alma a Dios olvida
por contemplar en vos continuamente;

IS I
,

sin vida , porque ya que hoya vivido,


cien mil veces m ejor morir me fu era
que no un dolor tan grave y lan extra ño.
¡Q ue preso yo po r vos, por vos heri do.
y mu erto yo por vos desta maner a ,
es téis tan descuidad a de mi daño! (132)

donde. como ya se habrá observado, cada u no de los términos


co nsti tutivos de la Distribución, situado s en sart a en el segun-
do verso: "sin vos, sin mí , sin ser, sin Dios, sin vida", va siendo
retoma d o luego sucesivam en te en el d esarr oll o o avance d el
texto (Dist ribución). y co m p lementad o "co n cep tualmente"
mediante las "unid ad es d e sentido" de las respecti vas secuen-
cias ca usales (Etiologla).

La cuarta figura de este grupo, la designada con el término


Sentencia (Lausberg, §§ 872·879), representa la inco rpo ración
a la d octrina d e la elocución retórica del vasto do minio d e la
"literatu ra gnóm ica. sapiencial o parem iol ógica", tanto en lo
que cabe considera r su vertiente culta: Adagio. Apotegma.
Proverbio. Sentencia. como popular: Refrdn (Casares: 1950.
185-204).
Frente a las simples menciones d e Herrera a la p resencia
de Adagios o RtfTanes en algunos lugares de Garcilaso (3 26,
340, 403 . 464), dich a figura, su s vari edades, d enominacio-
nes y relaciones so n obj eto d e mayor atención por parte de
Jiménez Patón y C o rreas, con o bserva cio nes de interés en ca-
da caso.
Prescindiend o d e la d istinta ubicación de la misma en la
sistematización de cada un o d e los autores citados, en el bien
heterogéneo capítu lo de las " Figuras de am plificación" en el
p rime ro, y entre las "Varied ad es de la alegada" en el segu ndo
he aquí algunas de las observacio nes d e mayor interés.
j im énez Patón, apeland o, co mo no podía ser menos a tal
respecto, a la au toridad de Erasmo, se expresa así: "También
se am plifica la oración ['" discurso] con la Paremia. que defin e
Erasmo diciendo que es un célebre dicho, aunq ue nu evo en la
aplicación , antiguo en su principio; d ícese en lat ín Proverbio y
Adagio y en caste llano así mis mo y también &frdn" (144). Su
condición de figura se justifica co mo sigue: "q ue los adagios o

182
refra?es sea n figuras co ?sra porque sa len y se ap anan d el
com u n hablar y así co nv iene que tenga n ant igüedad y eru di-
c.ión" ( ~~4) . Su inserción en el discurso puede obedecer, segú n
sIgue diciendo el au to r, a estas cuatro razones: "para persuad ir,
para filosofar, para ado rna r lo que se di ce, para entende r a los
buenos amores" (l 4 5). Las reflexio nes se c ierra n co n una
breve referencia al término Apotegma, co nside rado com o "una
s
agu da y ~ reve sentencia" (145), y con m ención de algu nas de
las colecciones de mayo r difusión en la época.
D e las cuarro razon es q ue justifican la inserción de Adagios
l
o Refranes en la pr ácti ca d iscursiva, la que m ás co nviene al
"
presente p ropósito es. co mo no resulta rá di fícil com prend er,
la que responde a "ad o rn ar lo que se d ice", fin alidad o rn a-
me ntal des tacada d esd e antiguo (Lausb erg, § 872), siem p re
recordada por los tra tadistas. D e las referencias d e H errera a
o
p ropósito de Garcilaso, parece quedar fuera de d ud a asimism o
n
la co nciencia. por parte de los p rop ios pa ctas, d e la funci ón
a
o rna mental asigna da a estas "u nidades de sentido" en el ám bito
o
específico ~el d iscurso poé tico. A "pied ras preciosas" las co mpa-
.
raba su am igo Mal Lara en su Pilosofia vulgar, lo que bastantes
.
décadas,dc:spués volverá .a hacer Graci án en su Agudeza (II, 29).
Esta pracnca, que co nstituye, co mo bien se sabe, un a co nstan -
a
te en ~I d iscurso literario y poético de toda la tr adición clásica
,
(C u rrius: 1948 , 9 1-96 ), parece adquirir panicular relieve en el
-
ám bito d e las literat~ras romances y, d e modo especial, segú n
e
afirm~ Vcssler, en la literatura españo la, ya que, segú n afirma el
-
~ enCJ~:mado a~tor, "hacer del refrán algo verd ad eram ente poé-
neo e introducirlo en el cuerpo de una gen uina poesía sólo fue
a
dado a los es p~ño les" (1925 . 57-58). Los ejem plos citado s po r
n
l
el autor son bien rep resentativos, co mo cab ria esperar: El Li-
,
bro de BuenAmor, La Celestina, La Doratea y Don Quijote.
Com o m uy reducida muestr a, valga n estos b reves frag-
me ntos, tomados de la poesía satírica d e Quevedo (ej, Ynd u-
l
r áin. 19 5 5),
n
e
a
y (6) a.... por ti, q ue retas los signos
con los q ue ciern e tu cofia,
u
cuyo ta lle y cuyo brío
o
no es nísperos /0 que mondan. (775)

183
b. Ning ún jin ete de tantos
como ha tenido, la llama
Manda potros, y da pocos,
aunq ue no cumple palabra. (809)

Como com plem ento de las presentes consideraciones, y en


referencia a los vínculos que pu eden llegar a cont raer a veces
ambas modalidades discursivas: discurso paremiol ógico y dis-
curso poético (Z holkovskij: 1978), qui zá no esté de más ad ucir
la siguiente observación de Correas: "De refranes -dice- se
han fundado muchos cantares y, al contrario, de cantares han
qued ado muchos refranes, como son todos los estribillos de
villancicos y canr arcillos viejos" (399), relaciones estu diadas
por Fren k Alatorre en un trabajo de hace varias décadas que
merece la pena recordar (1961).

En estrecha relación con la figura Sentencia, hasta el punto


de que en algunos autores se presenta como me ra variedad de la
misma (Lausberg, § 879), cabe referirse a la figura conocida con
los térm inos Epifonema o A clamación, defin id a por Correas
como "una sumaria exclamación con adm iración sobre lo dicho
a lo largo, sacada y colegida dello como conclus ión" (420).
Entre las marcas ind icadoras de la inserción, como cierre textual
(Smirh : 1968), de este "enunciado-resumen" de lo ya dicho que
constituye esta figura, merece destacarse la frecuente presencia
de elementos como: a) formas pronominales o adverbiales de
natu raleza deíctica (este, tal, así...); b) formas verbales de carácter
apelativo (imperativo), y e) esquema ento nativo de valor excla-
mativo (¡l), como podrá observarse en los ejemplos de (7):
(7) a. Y si, del ocio hu yendo, po r recreo
bu sca la discreció n de la Aca demia ,
q ue ser humilde tie ne por trofeo .
le sigue y le pe rsigue la blasfem ia.
co mo si fue ra público ene migo:
tal es el precio con que el vulgo premia.
(L. L. de Ar ge nsola, 113)

b. ¡Dichoso tú, tú só lo eres dichoso.


que vuelves do verás tan presto el Ta go
y el bien que te ha ce ir tan pr esuroso !

184
Yo, míser o, llo ran do me deshago
de sólo ver Pisuerga deseoso.
iMira cuál es de A m or, Tirreno, el pago!
(Cetina , 103)

Co mo ejemplo de Epifonema constituido po r Refrán, pue-


de repararse en los versos finales del siguiente soneto de Hur-
tado de Mendoza, que lleva po r título "Exhortación a em pre-
sas airas":

(7) El oro no es común, mas son sus falta s;


esconde la esmer alda es quiva ve na;
las pe rlas cubre en conch a y ondas altas,
car bunclo el monte que 'por' delan te cierra;
y el topacio estimado pr ecio y pe na;
y así qui en pena más, lo más espera .
No tad q ué sentencia toco:
" Nunca m ucho cost6 poco". (325)

La figu ra designada con los términos Símil, león o Parábo-


la (Lausberg, §§ 843- 847), puede ser conside rada, sin ent rar
por el momen to en mayores precision es, como "vertiente tex-
tual" de la Comparación, sobre tod o, la de carácter hiperbólico
(Mayoral: 1992). De las varias referencias a esta figura en las
A notaciones de Herrera (353, 494, 496, 536, 54 1), merece la
pena retener la caracterización de la misma en los comentarios
al "Soneto 14", cuyo disefio constructivo está gobernado por
esta figura: "Como la tierna madre ...(vv. 1-8), así a mi enfer-
mo loco pen sami ento... (vv, 9-1 4)" , .donde d ice el autor:
"Con esta figura se declara lo que es menos conocido pOt lo
más conocido, y se divide esta sim ilitud en do s: una es la
Colación, o comparació n de cosas desem ejan tes en gén ero ,
que los griegos llaman Parábola: ot ra la Imagen, que los mis-
mos nombran león. Con lo cual se comp rende cuál sea una
cosa de la semejanza de otra, o cuándo se co nfieren y pa ran-
ga nan las for mas y cosas semejantes" (353) . Tal como cabe
observar en la práctica poética, su ám bito d e apli cación es
m uy am plio, dado que las relaciones de semejanza (león) o los
cotejos (Parábola) pueden afectar a cu alidades físicas y mora-

18 5
,

les, a sen t im ientos y p asiones, a esta dos y acciones, etc., d e las


personas, en particulares formas de correspo ndencia co n ele-
m emo s del m u ndo n atural (m ine ra l o an im al) o cu lt ural
(m itológico , religioso , erc.) altamente estereo tipados (p ue de
verse a tal resp ecto el rico m aterial presentado en Mane ro

I' Sorolla: 1986).


Las marcas formales introd uctoras d el segmen to textual
que consti t uye la figura Símil, son no rm almente los elem en-

l~
.!

" 0'
,


tos: cual. como... , casi siem pre en corres po nde n cia co n tal, así,
del mismo modo..., co n grados m uy var ia b les d e ext ensión
segú n las preferencias de los au rores, que, en genera l, suelen
servirse de esta figura co n in usitada frecuencia. D ad o que se
U1
1, h a hech o referen cia a H errera en la parte doctrina l, podemos
tomar un breve fragm ento de su obra poética como muestra
. ~ d e algu nas de las for m as de realizació n m ás frecuen tes:

(8) a. Cual baja el bello A m or del alto cielo,


con crispado esplen dor esclarecido,
/al mi Luz pareció con e ncendido
vigo r, q ue hace ilustre y rico el sucio. (748)

E n el fra gm ento p reced ente se po drá ob servar fácil m ent e


cómo la realiza ción d e la figura supone una correspondencia
entre elem entos del que cabe considerar texto de base : el seg-
m en to o seg me ntos textuales introd ucidos norm alm ente por
las part ículas tal, así, erc., y elementos del texto d el Sím il: el
segm ento o los seg m ent os textuales introducid os por las partí-
culas cual, como, erc., q ue, en el ejemp lo ad uc id o , apa rece así:

Texto d e base Texto d el Sím il


1) mi Luz 1) el bello Amo r
2) pareció [ap areció] 2 baja del alto cielo
3) con ence nd ido vigor, que 3) co n crispado esplendo r
hace ilustre y rico el suelo escla recido

En el conjunto de las tradicionales Figuras de p ensamiento


suele ser obj eto de panicular atenc ión , en la m ayoría dc los tra-

186
rados, la figura -o qu izá m ejor, fam ilia de figuras- d esign ad a
con los térm inos Éefrasis o Descripción (Lausberg, §§ 8 10-819).
Los n umerosos y vario s matices que se h an ven id o acu m u-
land o en torno a esta fig ura ti en en como reflejo un am p lio
repertorio de denom ina ciones, tanto generales co m o específi-
cas, esto es, correspo ndientes tanto a las di st intas va ried ade s
di stingu idas en fun ció n d e las d iferentes realidad es que pu e ~
den ser obj eto de d escripción , co m o a los di ferentes m edios
lingüíst ico-d iscursivos em p lead os en cada caso. Entre las pri-
m er as ca be citar, ade más de las ad ucida s más arrib a, las d e
Hip otiposis, D iatiposis, Enargia, Evidencia, Demostración o
Ilustración. Las relati vas a las segu ndas, es deci r, a las espe cies
paniculares, se aducirán posreriorm ente.
E n las diferentes definiciones d e esta figura o d e sus d is-
tintas vari eda d es es co nstante la referencia a la fin alid ad quc
debe gu iar su realizaci ón textual: "m os tra r o poner an te los
ojos" del receptor el o bjeto descrito , m ediante la en u me ració n
d e sus p ro pied ad es o ca ract eríst icas m ás d estacad as, reales o
fin gidas (La usbe rg, loc. cit.). Sem ejante caracter izaci ón es la
que se pued e encon trar, con m ayor o m eno r precisión y am-
plitud , en la o bra de los tratad istas esp añoles: H errera (passim,
pero en especia l 326 y 43 1), jim énez Pató n (132) , C o rreas
(432). En ver sión d e éste últ imo , bajo la d enomin ación de
H ipotip osis (en eq u ivalencia con los términos Demostración y
Descripción), la figu ra se de fine com o sigue: "Es una o ración
[= di scurso] q ue al vivo pone las cosas d elante de los o jos, y d e
tal m an era exp resa algu na co sa, persona , luga r y tiempo , que
más parece que se está viendo que oyendo o leyend o ; y así po r
otro nombre la llam an En ergía ... , por eficacia, Evidencia"
(432). E ntre las n umerosas varieda de s o especies, el autor en u-
mera las sigu ientes:

1) D escri pción d e personas, co n estas m odalid ades:


en los rasgos físicos: Prosopografla;
en el m odo d e ha blar: Caracterismo;
en los afectos y p asiones: Patopeya;
en las costumbres: Etopeya;
en el linaje: Genealogía.
o 2) Ficció n de cuerpo en realidad es incorpóreas: Somato-
- peya.
187
3) D escripció n de unidades temporales: Cronografta.
4) Descri pción de lugares:
- reales: 7Opografia;
- fingi do s: Topotesia.
5) Descripción de hechos o accio nes: Pragmatografta (ib.).

En cualquiera de las variedades o especies citad as, la figura


Descripción co nstituye norm almente u na u nidad textual que
puede llegar a presentar grados muy d iversos d e extensió n,
segú n las convenc ion es artíst ico- lit erarias vigentes en cada
momento o según las preferencias de los propios au tores, aun-
que siem pre dentro d e los lím ites de una norm ativa bastante
estricta en lo que respecta a la selección y enum eración de las
propiedades (Faral: 1924, 75 -84). Baste recordar, por citar un
ejem plo clásico bien conocido , el o rden vert ical d escendente
d e la des cripción física d e personas. Po r otro lado , en sus
d iversas formas d e realizació n esta figura puede co nstitu ir un a
u nidad text ual de carácte r autónomo (piénsese, por ejem plo,
en las in n umerab les d escripcio nes femeninas realizad as en
sonetos o romances a lo largo de los siglos áureos), o aparecer
co m o u na un id ad textual integrad a en textos m ás exte nsos
(poétic os, na rrati vos, dr amáticos). Esta seg unda modalidad es
la que más especialm ente nos int eresa d esde la perspecti va d e
las figuras que se vienen conside rando en el p resente apartado.
Como ejem plo d e esta seg u nd a modalidad , se aduci rán
unas breves referencias de inserción, en un texto poético narra -
tivo, d e segm en tos textuales d escrip tivos (Écfrasis). El texto
narrativo corre spo nde a la fábula mitológica de Céfalo y Pro-
cris, en la ve rsió n d e Lomas Ca n ro ral (298-3 18). Tras la
Invocación y D ed icatoria (oc tavas 1-2), el relato se inicia con la
referencia al lugar de los acontecimien tos: Atenas (octavas 3-6),
y la p resentación de los dos protagonistas: Céfalo (octavas 7- 11)
y Procris (octa vas 12-17). La referencia a Ate nas da lugar a la
inserci ón de la prim era unidad descriptiva, en la que la ciudad
aparece descrita seg ún las co nvenc io nes propias del clásico
"Elogio de ciudades" (Lausberg. § 247) , con este comienzo:

(9) Una ciudad ilustre fue llamad a


At enas, e n el mundo ta n famo sa ,
en la región de Áti ca fundada

188
y e n el impe rio G rieg o poderosa;
de religión y leyes ad ornada
y en todo cuanto el ciclo da abundosa;
de antig uos ed ificios y riqu ez a,
qu e a un hoy su nombre vive y su gran deza ...

En tres octavas más se van enume rando los Tópicos consabidos


de "florecim iento d e las ciencias y artes", "hechos heroicos de
sus hombres", "belleza y honestid ad de sus m ujeres" , erc., tras
lo cual se retoma el curso de la narración d el modo q ue sigue:
" En esta ciudad rica y valerosa , I de gen ero sos padres fue naci-
do I Céfalo... (299-300). A partir de aq uí, a lo largo de cinco
estrofas, se traza una Etopeya del protagonista, C éfalo, en con -
sonancia en este caso con la "Teo ría d e los atributos", tal co-
mo había quedado establecid a en el De inventione de C iceró n
(Lausberg, § 37 6). Concl uida la Descripción d el joven Céfalo,
se vuelve a tomar el "hilo d e la narración" (oc tava 12), con la
introducción del personaje d e la joven Proc ris:

(10) Tambi én aq uí, en At en as, fue nacida


Pro cris de sangre y de progeni e clara.
Tan bella , qu e por dio sa e ra teni da ,
siendo lo menos su belleza clara .
A ndaba por la G recia as í ex te nd ida
su virtud y beldad, únic a y rara,
que hast a los cielos la do rada fama
iba cre ciendo dcs ta ilustr e dama .

A co n tin uación (octavas 13- 14), se inserta la Descripción de


Procris, basad a esta vez 'e n lo s rasgos físicos: Prosopografia,
centrada, co mo era de esperar, en la fisonomía:

(11) Eran hebras de o ro sus cabe llos,


y la divina luz, do Amor ard ía ,
de sus ojos mostra ba ser de aquellos
rayos de l sol, al desc ubrir del día,
a do, ence ndido y pre so , cien mil bellos
lazo s de oro sobre plata urdía;
y e n la amorosa luz ten ía encendida s
cien mil doradas flechas esc ogidas.

189
San grienta flor el rostro. con que o fende
y ceba un alma . y del coral más fino
y pe rlas el albe rgue do se ap re nde
de discreción lo raro y peregrino .
Las manos con que lleva. suel ta y prend e,
de nieve; cuello y seno alabastrino ;
y tal cuanto se vía. que es simpleza
qu erer trasu nto da r de su belleza. (301-2)

Complementa da la descripción de la fisonomía que se acaba


de reproducir con varias referencias tópicas a hábitos propios
de las "castas y nobles doncellas" (Etoprya) (octavas 15-17), se
inicia la na rración de los hechos (octavas 18-83), que acaba-
rán en el trágico final anunciado en el propio título de la fá-
bu la: " La desastrada historia de Céfalo y de Procris".
Para concluir estas breves observaciones sobre esta figura.
apuntaré dos notas que me parecen de int.crés, sobre todo en las
descripcion es de persona.'i, en las dos vertientes de Prosopograftt
y Etopeya. Es de destacar, en primer lugar, la gran influencia que
sobre la Descripción ha ejercido desde an tiguo la polaridad "ala-
banza' (belleza. bondad) I ' vitu perio' (fealdad . maldad). here-
dad a del género epid íctico. En segundo lugar. la realización dis-
cursiva de esta figura está dominada por el constante concurso
de series de metáforas y co mparaciones de marcado carácter
hi perból ico. Así, en el ejemplo precedente, se puede observar
cómo cada uno de los rasgos seleccionados (cabellos, ojos. ros-
tro, boca, d ientes, cuello. seno y manos) tiene como forma de
expresió n un a metáfora hiperbólica de carácter enaltecedor
(hebras de oro, rayos del sol, sangrienta flor, coral, perlas. ala-
bastro, nieve), en la más pura tradición petrarquista.

La siguiente figura q~e va a ret~n~r nu estra aten~ión es la


designada con los t érminos Expolici ón, Conmoraci ón, Exer-
gasia, Epexergasia, Epímone (Lausbcrg, §§ 83 0-842). figu ra
que agrupa un tip o pani~ular de realizaciones.. ~iscu!si~as de
los que tal Ve'L cabría considerar fenóm enos de smonuma rex-
rual". La clara función ampl ificadora - y, por ende, marcada-
mente ornam ental- de esta figura queda reflejada en el propio
sign ificado de los térm inos, gr!eg~s o lat inos, ~o n que ~e
designa. y que no es otro qu e la acción de perfeccionar, puli -

190
mentar, adornar, em bellecer', aplicada claro está a la elabora-
ción del discurso. significado que está en la base de las definí-
ciones repetidas tradicionalm ente.
Bajo la primera denomi nación , la figura es objeto de co-
mentario y valoración por parte de H errera en an otaciones a
varios lugares de Garcilaso (484, 5 11, 569). j im énez Patón ,
en el capítulo ded icado a las "Figur as de am plificación", se
refiere a ella en estos términos: " Conmoración o Exergasia es
cuando una misma cosa la decimos por muchos modos y en
decirla nos demoramo s como si dijésemos otra cosa" (149). La
definición se completa con la mención de algunos de los pro-
ced imientos clásicos: "Tal es la am plifi cación de lugares: o
cuando lo qu e hemos dicho en panicular lo dilatamos en ge-
neral. lo restringimos en particular o lo decimos prim ero por
afirmación y después repetimos negación" (ib.) (versión deta-
llada de tales procedimien tos puede verse en Lausberg, § 842) .
En el tratamiento de los autores españo les no aparece reflejada
la clásica distinción entre las dos grandes modal idades de Ex-
polición, establecidas en la Raárica a Hermio: a) "repetir la mis-
ma idea"; o b) "dar vueltas en tomo a la misma idea" (IV, 42;
Lausberg, § 831) . Ejem plo de la primera modalidad bien pue-
den ser los segmentos textuales subrayados del siguiente frag-
mento de la "Égloga Il " de G arcilaso:
(12) ninguna otra respuesta dar sa bía.
romp iendo con sollozos mi gemido .
sino de rato e n rato les decía:
" Vosotros. los del Tojo, en su ribera
can tar éis la m i mllnte coda día;
- este descanso llevar é. a unq ue m uera.
que cada día cantaréis mi muene.
vosotros, los del Tajo, en S il ribera" . ( 150-151)
a
-
Una bella muestra de la segunda modalidad la representan
a
los segmentos textuales subrayados en el siguiente soneto de
e H errera:
-
- (13) Ardie ntes heb ras. do se ilustra el oro
o de celes tial a mbrosia rodado:
e tanto m i gloria sois y mi cuidado.
- cuanto sois del Amor ma yor tesoro.

19 1
Luces, que al estr ellado y alto coro
prestáis el bello resplandor sagrado:
cuanlO es A m or por vos más estimado,
tanto humilm ente os honro más y adoro.
Pur púr eas rosas, perlas de Ori ente,
marfil terso , y angélica armonía:
cuanto os come mpto, tanto en vos m e infl amo;
y cuanta pena el afma por YOs siente,
tanto es mayo r valor y gforia m ia,
y tanto os temo, cuanto más os amo. (390)

Para concluir el presente apartado . dedicado a las Licen-


cias textuales por Adición . me referiré. por último, a una figu-
ra q ue. en gran medida. podrfa subsumir buena parte de las fi -
guras qu e se han venido considerando hasta ahora. Se trata de
la figur a designada usualmente con las denom inacion es D i -
gmión. Exa m oo Part'cbasis (Lausberg. §§ 340-342; 848-851).
Según deja entrever el significado de los propios términos acu-
ñados para su denominación. qu e no es sino el de <acción de
desviarse, salirse del camino', bajo dicha figura aparece cod ífl-
cado el artificio consistente en la inserción, consciente y deli-
berada en ciertos lugares de un d iscurso dado, de determinadas
"unidades textuales" que, en mayor o menor grado, suponen
una desviación, cuando no una ruptura. del desarrollo tem ático
central de dicho discurso (Sánchez Brocense. 34 5; Herrera. 533;
J iménez Parón, 137: Cor reas, 43 1). Como en rantas ocasiones.
también ahora me parece especialmente relevan te la mención
de Herrera. no tanto por su escueta y precisa definición: "ora-
ción qu e discurre fuera de la materia propuesta", sino po rque
el autor se refiere a esta figura a propósito de uno de los ejem-
plos qu e pued en rcnerse por más significativos de la misma: el
"Panegírico de la Casa de Alba" inserto en la "Égloga 11" de
Garcilaso, de varios centenares de versos. qu e, dada su exten-
sión, resulta imposible reproducir en este lugar, como fácilmen-
te se comprenderá.
Alguno s de los auto res citados (p. ej. Brocen se. 34 5:
jiménez Patón , )37) suelen distingu ir dos modalidades en las
formas de realización de esta figura: 1) las digresiones breves.
designadas normalmente con el t érmino Pa rén tesis (visto más
arriba); y 2) las digresiones extensas, a las que se reservan pro-

192

- - - - - - - -- - - - -
piament e los términos Digresi ón o Parécbasis. En el caso de
éstas últ imas se mencio na co n frecue nc ia la necesidad de
emplear d eterminadas fórmulas, indicadoras tan to del co-
mienzo como. sobre tod o. del final o reto rno al "hilo del dis-
curso" interrumpido. del tipo: "volviendo al tema, ... al caso,
... al anterio r pro pós ito • ... a lo pri mero, ... d ond e esta ba,
etc.". Los ejem plos qu e pudieran ser más representativos de
este tipo de "inserciones textu ales" son bastante extensos, y
excederían con much o los límites habituales de estas páginas.
po r lo que estarí a justifi cad o en este lugar lo d ich o por
jiménez Patón a propósito de esta figura en el Mercu rius: "No
po nemos ejemplos porque forzosamente han de ser mu y lar-
gos" (l 2 1v). He aquí con tod o una breve mu estra de Juan de
Salinas:

(14) Ya sabe cómo partí


sábado a las cinco y media,
el día famoso y sa nto
consagrado al gran Profeta;
cuando los bizarros m oros
juegan cañas en la vega;
y las granadinas damas
suben a la Alhambra a verlas;
cua ndo con ardientes rayos
Apolo su fu ria m uestra,
y a los pobres caminantes
afl ige y desasosiega...

Siguen otras siete estrofas po r el mismo tenor. int roducidas


por cuando (28 versos). Después se retoma así la narración:

... A s( qut"entonces para,


con la tarde no muy fresca,... ( 129· 132)

El lecto r interesado en las convencio nes discursivas de esta


figura. encontrará espléndido s ejemplos en la "Epístola segun-
da" inserta en La Circe {l 200- 12 1l }, de Lope de Vega, singu-
lar maestro en todos los artificios retóricos. co mo constan te-
mente recuerda jiménez Parón en las páginas de su Elocuencia.

193

- - - - - - - - - - - - - - -

Por otro lado, hay co incidenc ia entre los amores a la ho ra de


reconocer la gra n frecue ncia con que los poetas se sirven de
esta figura en la prácti ca totalidad de los géneros poéticos . así
co mo en asignarle co mo fin alidad especifica las fun ciones de
"alabar o vituperar o ado rnar o deleitar" {jim énez Pat ón, 137;
Mayans, 392). Recuérdese el ejemplo de Garcilaso. el "Pane-
gírico de la casa de Alba", al que se ha hecho referencia ante.
riormenre.

8.2.2. Licencias textuales por Supresión

Al refe rirse a las Licen cias textuales por Supresión, H. F.


Plett no ad uce ningu na figur a trad icional y sólo se lim ita a
men cionar co mo ejemplo el caso del "Capítu lo en blanco"
q ue aparece e n el Tristram Shandy d e Srcrn c ( 198 1, 171 :
198 5. 7 1). Sin dejar de reconocer la validez de tan paradigmá-
tico ejemplo , no voy a apelar en este aparcad o a casos tan
extre mos, y m e voy a referir, en cambio, a algunos fenómenos
más co nve ncionalizados d e sup resión d e cienos seg me ntos
textuales respecto de un texto de base que, a través de deter-
minad os ind icios, cabe su po ner d e ma yo r exte nsió n. En la
doc tr ina retó rica, tal ca tegoría de fenóm enos está represe ntada
po r la tern a d e figur as Percusi ón, Preterición y Reticencia, agru -
padas po r Lausberg bajo el epígrafe d e " Figu ras de pensam ien-
to po r su presi ón" (§§ 880-889).
La primera d e las figuras citadas, d eno m inada Percusión o
Epitrocasmo, suele ser co nsid erada co mo la vert iente textual
del fenómeno sintáctico co nocid o como Braquilogía o "frase
ab reviada" (Lausbe rg, 88 1). Dicha figu ra representa el que
pu ede tenerse por grado mín imo entre los fen óm enos de su-
p resión textual, y que, a juzgar por las d efin iciones, hab ría
que conside rar más bien co mo un artifi cio de "co ndensació n
textual", Bajo la denominac ión griega, Epitrocasmo, la figu ra
aparece registrada en el aparrado final del inventa rio de Co-
rr eas, caracterizada en estos términos: "cua nd o d e p resto y
como co rriendo se dice junto lo que después se ha d e conta r
m ás largam ente" (432) , C o mo ejemplo d e la misma, puede
repararse en la co nde nsada sucesió n de secuenc ias que co nsti-
tuyen la " Descripción d e la tormenta" que. en form a d e D i-

194
g"Jión, aparece inserta en la segu nd a "O da a Feli,pe Ru iz", de
Fray Luis d e León, y cuya est~fa central selecclOn~ ~arco.s
Álvarez para ejemplificar esta misma figura en su Diccionario
{Marcos Álvarez: 1989. s.v):

(15) ... ¿No ves, cuando acontece


tur ba rse el aire todo e n el verano ?
El día se e nnegrece ,
sopla el gallego insa no,
y sube hasta el cielo el po lvo vano;
y e ntre las nubes mueve
su car ro Dios, ligero y relucient e;
horrible so n conmueve,
relu mbra fuego ardie nte,
tr eme la tierra , humillase la gente ;
la lluvia bañ a el techo ,
e nvían largos ríos los collados;
su trabajo des hecho,
los campos a nega dos
miran los la bradores espanta dos... (764-765) .

La segu nda figu ra, co nocida co n los término s Preterici ón.


Pretermisi ón, Paralepsis o Parasiopais {Lausberg, §§ 882- 886).
co nstituye el artifi cio co nsisten te en un a enumeración suci~ta
de determinadas unidades temáticas a las que de forma explícita
se renuncia a tratar por extenso. Con su panicular expresión,
bajo la denominación de Parasiopa is, dice Correas: "~do de-
cimos que callam os esto y esto que a todos es notono, y lo ~a:
mos diciend o po r lo menos en suma, trayéndo lo a la memona
(4 18). En m uy parecidos términos se habían exp resad o co n an -
terioridad Sánchez Brocense (34 5) y j irn éncz Pató n (134 -13 5).
La figura. que es utilizad a con profusión po r.la generali?a~ de
los poetas, presenta realizaciones como la reflejada en el Sigu ien-
te ejem plo d e Cervantes:

(16) Co mo el a mor y la gala


andan un mesmo camino,
en todo tiem po a tus ojos
quise mostr arm e polido.

195
Dejo el bailar por tu casa,
ni las m úsica,\ le pinto
que has escuchado a deshoras
y al canto del gallo prim o.
No cum ro las alabanz.as
que de tu belleza he dicho;
que, aunque verdaderas. hacen
ser yo de algunas malquisto.
Teresa de l Be rroca l.
yo alabá ndo te me dijo:
"Ta l pien sa q ue ad or a a un ángel.
y viene a adorar un gimio..... (11. 238)

L1 tercera figura d e este gru po. designa da co n los térmi-


no s Interrupción. Reticencia o Aposiopesis (Laus be rg , §§ 887-
889). suele ser conside rada co mo la vertiente textual d e la
figura gramatical de la Elipsis (vid. su.pra, 13 9- 14 1), hecho al
q ue d e algú n modo ya se refiere Sánchez Bro cense (Minerva,
3 17) y que posterio rmente reafi rma rá Correas en la caracre-
rizaci ón que se ad uci rá a co ntinuación. Baj o esta fig ur a se
rep resenta lo q ue. co nve nciona lme nte. ca be te ne r por grado
máximo en las varias ma nifestaciones d iscu rsivas d el fenó-
m en o d e "su p resió n u o misió n d e segmencos textuales" d e
u n t exto d ad o. D efini d a d e fo rma la pidaria p or auto res
co mo Sánchcz Brocense (347) o jim énez Patón ( 134 ). mere-
ce , en cam bio. m ayor atención por parte de Co rreas. quien
se refiere a ella en esto s términos: " La Aposiopesis, en larín
Reticencia, en romance Callamiento, es cuando con adve rten-
cia y d e in dust ria, o interr u mpi d a la o ración [= discurso ]
co n enojo y pasió n , se calla algo que fácilm ente se ent iende .
yen esro d ifiere esta figur a d e la Elipsís, que en faltar am bas
so n igu ales. y es m uy b uena usada con p ruden cia y a tiem -
po. y si no, será viciosa" (4 17 -4 18). La m ar ca grá fica más
com ún m ente ut ilizad a en las realiza ciones d e esta figura sue-
len ser los "p unto s suspen sivos" (...), seguid os en general d e
u n en unciad o introdu cido por un a co nj u nc ió n adversat iva
(mas. pero, ...), en el q ue de forma exp resa se viene a dar cuen-
ta de la inten cionad a interrupció n textual. M uestr a de las rea-
li za ci on~ m ás usu ales d e esta figura pu eden ser las siguientes
secue ncias:

196
(17) a. Comienzo, pues: ¡O h tú. que e n la risu eñ a
aurora imp rimes la celeste llama.
que la soberbia de Faetón despeña... !
Mas . pe rdonadme . Lepe, q ue me llam a
desgre ñada una musa de estame ña.
ce losa del tab¡ de vuestra fama .
(Lope de Vega . 1413)

b. ¡Oh, lo q ue dier a e l pasto r


po r ser aq uel dfa babosa
de a lgún caracol de aq ue llos...!
Mas qu édese aq uí es ta historia.
(G óngo ra. l . 249 )

8.2.3. Licencias textuales por Permutación

Lo s fenómenos d e permutación de segme n tos textuales


quedan limitados a la sola ~gu~~ Hísterologia ( ~usberg. §,§
89 0 -892). Bajo esta denominación (~n altern~nc.la co n 1!u -
teron pr óteron}, se representa un part icular artificio narrativo
conocido en la doctri na retórica como "o rdo art ificialis" [Laus-
berg, § 452). que consi ste en p resentar. en la cade na. d:1 d is-
cu rso, u na sucesión d e acciones. p rocesos o aco n recrrmentos
en un o rden d e sucesión q ue invierte lo que sería su concate-
nació n esperada d esde un pu nto d e v~sta lógico-t emporal.
En la sistema tización del gramá tico Donaro, dich a figura
aparece integrad a en tre las "especies" del Hip érbaton (~OI) .
estatuto que le sigue n asigna ndo. entre los autores espan.oles.
Nc b rija y C o rreas. Segú n la caracte rizació n de éste últi mo .
aco rde co n la etimología d e los térm ino s. se p rodu~e esta figu -
ra "cuando en la oració n [= d iscur so) se tru eca y dice a la pos-
tre lo que había d e estar p rimero" (4 10). Au nq ue. po r lo q~c
he pod ido ver. se trata de u na figura de muy escasa p resencia
en los textos he aq uí un a b reve muestra, red ucid a a los cortos
,
límites de un en uncia do . en d onde los "segmen tos rextua es
1 "
invert idos está n represen tados esta vez po r mínim as "un ~dades
de sentido" como so n las que correspo nden a los predi cados
sub rayados en cada caso:

197

(18) Rom pí a Túnez; vencí , volviendo a Fla ndes,


mil guerras, mil re beldes , mil engaños.
y tuve de ser márti r sa nto celo.
No q uise a Irlanda con pro mesa s gra ndes.
muero en B ouges. viví treinta y tres añ os,
f ui César de ta fe. triunfé en el cielo.
(Lopc de Vega. 139)

Como ya se habrá observado , en el ejemplo q ue se acaba de


p roponer se ha producido un a inversió n del "o rde n natu ral"
qu e ca b ría esperar en las acciones, procesos. et c., a que refie-
reo los predicados qu e aparecen concatenados en el fragmen-
to, y cuya suces ió n l ógico -cronol ógica respondería al orden :
vivir treinta y tres a ños-morir-triunfar m (/ cielo.
Aunqu e sólo sea de modo escueto , debo hacer Dorar que
no sería del todo injustificada la consideración en este lugar
d e los co nocidos fenómenos d e alt eración del orden temporal
en el decu rso nar rativo. Tales alteraciones temporales. que en
la d octrin a clásica a pa recen ap untadas en algu nos aut ores bajo
el término Mn du sis. so n conocidas m odernam ente bajo d eno-
minacion es co m o Analepsis y Prolepsis. en el sentid o que les
co nfiere Genettc d e "ret ros pccci ón" y "ant icipació n". respecti-
vame nte (197 2 , 104 -130) , Y a ellas rem iten las lapi darias refe-
rencias de Plett a tal respecto (1981.1 71; 198 5. 71 -71 ).
Ahora bien . co m o se trata de fen ó m en os q ue exceden el
m arco de la doctrina tradicional que trato d e reflejar en estas
páginas. renunciaré a su tratamiento po r ahora. no sin indi car
que ejem p los de los m ismos p ued en hallarse. en el ám bito del
di scu rso poético de los siglos áureos, en un género, por ejem plo.
tan asid uamente frecuentado co mo el de la narración m itológica.

8.2.4. Licencias text uales por Sustituci ón

El últ imo gru po d e Licencias textuales al que se va a hacer


referen cia en el presenre ca pítulo, se corresp onde co n u n con-
junto d e fenóme nos d e "sust itu ció n de textos o de segm entos
textu ales", cuya catego rizació n ha ven ido presentan do bastan -
tes Ilucru acion es, d esd e an tiguo , entre las trad icionales catego-
rías de los tropos o d e las figuras, hecho q ue q ueda reflejad o

198
en la sisrema nza ci ón realizada por Lau sbe rg (§§ 893-9 10) , en
do nde las agrupada s como "figuras de pensamiento por susti-
tu ción" so n , a juicio del citado amor. "tro pos de pensamiento"
(§ 894 ). Como no pod ía ser m enos , tal es flu ctuaciones apa re-
cen reflejada s asimismo en los tratadi stas espa ño les. hec ho que
no debe extrañar si se tiene p resente que la labor d e di chos
am o res se lim ita n o rmalmente a ser transmisores, más q ue
intérp retes. d e una mi sma tradició n doctrinal. avalad a en todo
momen to por un criterio de autorid ad .
D ejando de lado toda d iscusión en torno a las d iferentes
posiciones en relación con la catego rización d e estos fenóme-
nos. co m o tropos o figu ras. los casos de susti tu ció n textual a
los que m e voy a refer ir, entre los vari os que ca bría abordar.
van a ser los representados en las d os relaciones sigu ientes: a)
relac ión palabra-t ext o, r b) relación texto -t exto .

La primera de las sus titucio nes tex tuales a q ue se acaba d e


hacer referencia correspon de al fenóm eno cons iste nte en la
sust it ución d e u na palabra por una secue ncia o segme nt o tex-
tual . en ranto que "u n idad de sentido". en un contexto d ado.
Esta modalidad d e susti tució n textu al está representada por la
figura tradicio nalmente d esign ad a m ed iante los térmi nos Perí-
frasis. Circunlocución o Circunloquio (Lausberg, §§ 589-59 8).
Partiend o d el s ig n ific ad o d e las p ro p ias d enom inacio nes:
'acc ión d e expresarse po r rod eo de palabras' . la figura aparece
definid a en m uy sim ilares térm inos y siem pre d e fo rma lap i-
d aria (Nebri ja. 222; Sánc hez Brocense. 335; H errer a. 337;
jirn éncz Patón , 14 9; C o rreas. 4 02) . La definición formulad a
por el ú ltimo d e los auto res citados reza así: "La perífrasis es
ci rc un locuc ió n y rodeo d e p alabras ... y dec ir las cosas po r
m ás palabras y circu nloq uios d e las dere cha s, y que bastara n
para am plificar, co m o los poetas. q ue pa ra decir am anecía o
primavera. gastan muchas pa labras" (4 02) . N o p uedo d ejar de
subrayar los dos aspec tos con los que se cier ra la defin ición de
Correas, con los q ue ya estam os ba stant e familiarizados: su
fu n ción amplificadora y su uso poético .
En relación con este segu ndo aspecto, debo h acer norar
qu e resultan mucho m ás eloc uen tes algunas d e las observacio-
nes d e H errera sobre esta figura. en las que no sólo se co nstata
su uso poéti co . sino. lo q ue a m i ver es má s importante », la

199
relevanc ia de su "funció n ornamental", fun ción exp resada y
valorada en varias anotaciones. Así, por ejemplo, comenta ndo
la perífrasis subrayada en los siguientes versos del "Soneto 15":

(19) ...si. en fin. co n menos casos qu e los míos


bajaron a los reinos del espanto...
(G arcilaso, 51)

tras indicar la eq uivalencia entre la p~rífrasis "los rein os del


.r
espanto" el sustan tivo "infierno", añade: "figura ornatísima y
muy poét ica y que hace más sublime la oración" (354) . Idént ica
valoración se volverá a encontrar en la anot ación a la Períf rasis
que figura en estos versos de la "Can ción 5":

(20) ...mas so lame nte aqu ella


fue rza de tu beldad se ria cant ada ...
(Garcilaso . 94)

cuando , tras señalar las equivalencias, comenta: "figura que ilus-


tra y adereza mucho la oración porque se aparta del com ún uso
de hablar" (4 11).
Como suele recon ocer la mayoría de los tratad istas, las
posibilidades de esta figura son prácticamente ilimitadas, y ahí
está la práctica poética de todo tiempo y lugar para confirmar-
lo. Ent~e sus muchas manifestaciones en el discurso poético
de los siglos XVI y XVII, cabe recordar una serie de "denomi-
naciones perifrásricas" que destacan sobrema nera: las referidas
al. ámbito particular de las referencias mitol ógicas, q ue, como
bien se sabe, es uno de los campos nocionales más amplia-
C?ente frec.uentado en la práctica tot alidad de los géneros poé-
ti CO S d~1 citado periodo. En dicho ámbito, no hay divin idad
del Olimpo, fenóm eno atmosférico con ellas relacio nado
(ama necer, an ochecer, tormen tas, erc.), estac iones del año,
erc., qu e no vean sustituidas sus denominaciones tradici onal es
por defin iciones o descripciones, más o menos prol ijas, en las
~ue se en um eran propiedades o "atributos" asignados y co nso-
lidados por la propia tradición poética. Entre las formas más
frecue.ntes de referirse a las d ivinidades de la mi tología clásica
o realidades con ellas relacionadas mediante Períf rasis, pu ede

200

---------------~
repararse en formas de denominación como : El hijo de Latona
(Apolo), El niño arquero (C upido), La madre de Memn ón
(Au rora), El campo de A nfitriu (mar), El árbol de Akídes
(álam o), La flo r de Vrnus (mirto) y tantas otras inn umerables
de parecido tenor.
Como se recordará, el Maestro Correas had a notar, en la
defini ción qu e se ha reprod ucido más arriba, cómo los poetas
"para decir amanecía o p rimavera gastan muchas pal abr as".
Pues he aqu í una muestra de las innumerables perífrasis que
vienen a suplantar la primera de tales palabras en el discurso
poét ico, en el siguiente fragmento de Herrera:
(22) D el fresco se no ya la blanca Au rora
pe rlas de hielo puras esparcía.
y. co n se rena fre nte, a leg re abría
el esplendo r suave que atesora;
el lúcido co nfín de Euro y de Flora.
co n la rosada llama q ue e nce ndía
D elio a ún no rojo, a l tierno y nuevo día
esclarece y csmaila , o rla y colo ra. (457-458)

en donde la Pmfiasis constituye realm ente una descripción de


la realidad menta da: amanecer; med iante la técn ica de la acu-
m ulación o enumeración de los "signos" que desde la tradi-
ción poética clásica le habían sido asociados (puede verse, a
este propósito, el erudito estud io de M. R. Lida: "El amanecer
mitol ógico en la poesía narrativa española" (I975, 119-164).

La segunda de las sustituciones textuales a que se ha hecho


referencia ant eriormente, la basada en la relación texto-texto,
está representada po r el "tropo de pensamiento" denom inado
con el término Akgoria o el menos difundido Inversión (Laus-
berg, §§ 895-90 1), definido secularmente como "me táfora
cont inuada", o, si se prefiere, como "cadena de met áforas"
temáticamente relacionadas, en el espacio de un enunciado.
El fenómeno o conj unto de fenóm enos agrupados bajo
dicho término, que en la tradición de los gramá ticos constitu-
ye toda una "fam ilia de tropos" (baste la mención de Donare,
401 -402; Nebrija, 223-224; Correas, 398-4 0 1), suele definir-
se por nuestros tratadistas con el mismo laconi smo caracre rfs-

20 1

~- -- -- -~ -

t~co del gramático lat ino m en cionado (4 0 1), que en la fiel ver-
si ón de N eb ri]a sue na co mo sigue: "cua ndo una cosa decimos y
otra entendemos" (223), o po sterio rmente en Correas: "cuan-
do las palab ras sue n an uno y en el sentido d an a enten d er
ot ro" (398). Co mo p uede ob servarse, tan concisas definiciones
apenas si d ejan entrever la m ención d e uno d e los factores
determinantes del carácter prop io de los fenómenos alegóricos,
como es el desarrollo textual d e la "junta de m etáforas", a decir
de Lópe~ Pinciano (ll, 144), factor que sí aparece expresamen-
te m en cionado por H errera cua n d o al califi car la Alegoría
como "perpetua metáfora", puntualiza: "digo perpetua la que
no está puesta en sola una pal ab ra, sin o en rod a la oración"
(320).
.Los.grados de extensió n que pued en llegar a alca nzar las
realizaciones d e los fen ómenos de la A legoría en el di scurso

" po ético d e los siglos XVI y XVII son muy variables, n atural-
me nte, segú n los d istintos géne ros poéti cos. Baste pcnsar en la
diferencia que m~dia entre el tipo de alegoría que pued e reali-
zarse en el es~aclO textual de un Sone to, Ro m an ce, erc., y la
alegoría o conju nto de alegorías q ue p ueden materializarse en
una obra teat ral: Comed ia, Auto, erc., o en un Poema ép ico,
caso de La: lJgrimas de Angélica, de Baraho na de Soto, por
pon er un ejemplo.
C om o muestr a d e A legoría se ad ucirá, en el presente caso ,
un fragm ento m uy red ucid o, com o la siguiente estrofa de un
breve poem a de G óngo ra:

(23) So br e trastes de guijas


cue rdas mueve de plata
Pisuc rga, hecho cítara do liente;
y en rob ustas clavijas
de á lamos, las at a
hasta Simancas, q ue le da su puente:
a l so n deste instrumento
partía un pastor sus q ueja s co n el vie nto.
(1,235·236)

~ ba.se de~ desarrollo alegórico del texto p recedente está en la


id en tificaci ón textual entre d os entidades referen ciales: el río
Pisuerga (A), y el in strumento m usical C íta ra (B): "Pisue rga,

202
hech o cítara d oliente", desglosadas en las sigu ientes sart as de
elem entos:

A) Rio Pisuerga B) Cí tara


al guijas b ¡ tras tes
a2 corriente del río b 2 cue rdas de plata
a3 álamos b 3 clavijas
a4 pu ente de Sima ncas b 4 puent e de la cítara
as ruido del agua b S so nido de la cítara

A partir d e aq u í, el des arrollo text ual d e tal identificación se


irá resolviendo med iante la fijación d e un conju n to de corres-
pond en cias entre los ele mentos d e ambas series, referidos a
las dos entid ades referenciales (A, B). Su realización p resenta-
rá la form a d e u na "cade na d e metáforas" , relacionad as temá-
ticamente, cons ti tutivas en su conjunto de u n a "u n idad d e
sentid o".

203
9.

FIGURAS T EXTUALES II:


EQU IVALENCIAS T EXTUALES

9. 1. Eq uivale ncias textuales o Isotexrem as. Figu ras d e repet i-


ció n en el nivel textual

En el presente capítulo trataré de desarrollar. aunq ue sólo


sea d e form a so m era y provisional. un aparrad o que en el
mod elo de Plen que sirve de base a este trab ajo (1981 , 1985)
ape nas si llega a sob repasar el mero en u nciado del t ítulo de las
llamadas po r el citado autor Eq uivalencias textuales, denomi-
nadas asimismo Isotextemas en fa versión de 1985. En la pro-
pu esta de 198 1, las co nsideraciones del autor en relació n co n
este grupo de figuras se reducen a unas pocas líneas de las que
d estaco estas escuetas palab ras: "Siemp re que en po esía apare-
cen "estribillos" que so brepasen el marco d e la oración. esta-
mos ante figuras d e repetición text ual" (17 1). Más adelante se
señala , no obs tante, un hecho q ue merece ser recordado: el
valor esrr uctu ranre que p ued en cu m plir est as figuras en el
desarro llo d e un texto. En la versión de 1985. la referencia a
estas formas d e eq uivalencia no pasa de la simple m ención d e
un "caso extre man como ejem plo de las m ismas: la repetición
del texto entero de Play d e S. Beckert, citado ya en 1981.

205
A pesar de semejante parquedad doctrinal, se hace men-
ción, no obstante. de unos hechos qu e el lector menos aveza-
do p uede esta r en disposición d e reconocer, intuitivam ente.
en la muy co nside rable am plitud d e los fenómen os de "repeti-
ció n textual ", pr esentes en toda la variedad d e las mani festa-
cio nes literar ias. pero d e m odo realmente relevante en las
modalidades del d iscurso en verso: la panicular co nfigu ració n
de los "estr ibillos" y. sob re todo. su "funció n est ructu ran te".
Partiendo, pues. de estos breves sup uestoS, trataré de presemar
en este ca pítulo algunas d e las formas más ge nerales y d ifund i-
das de estos paniculares artificios, y algun as de sus ma nifesta-
cio nes en las diversas mod alid ades del d iscurso poét ico de los
siglos XV I y XVlI.
Así p ues, bajo la d eno m inación general de Equivalencias
textuales trataré d e ag ru par un a serie de arr ificios poét icos en
los que la "u nid ad de repet ici ón" esta rá representad a po r un
en u nciado o texto co m ple to , cerrado, o, lo que parece ser m ás
frecuente en la p ráct ica poética, un determ inado fragm ento o
segme n w textual , en ram o q ue "u nid ad es d e sentido" en la
in tenci ón com u nicativa del habl ante. En el caso co ncreto del
d iscu rso en verso, tales "u nid ad es d e repetició n" estarán estre-
chamen re vinculadas co n las estr uctu ras estróficas y sus u nida-
d es consti tutivas: los versos.
Aho ra bi en , hay que em pezar por recon o cer que gran
parte de los fenómenos que van a ser objeto d e ate nció n en
este capítulo hallan d ifícil u bica ció n en la d octrina retórica
trad icional. Salvo en algú n caso aislad o, no suelen ser objeto
d e un a atenc ión sistemát ica y pormenorizada , apenas si existe
un a termi nología específica que permita diferenci arlos. Como
pued e verse en la reciente mo no grafía d e M. Frédéric so bre los
fenómen os retóricos d e repeti ció n (I985), el nivel máximo
está rep resentado po r las repeticiones d e esquem as sintáct icos
(64-65). De to das for mas, la observación que se acaba de ha-
cer no qu ita que pu edan enco n trarse a veces en algu no s amo-
res referencias a ciertos art ificio s particulares que co n todo
d erecho pod rían pasar a formar pa rre de la catego ría de las
d eno mi nadas Equivalencias tamales. Tal es el caso, po r po ner
un ejem plo, del fenó me no d e repetición de cien os segmentos
textuales d esignado, p rim ero po r Herr era y d esp ués por Co-
rreas, con el térm ino Ep ímone, térm ino co n el q ue se nombra

206 ' ..
.'
: :.- ; ,
también la figur a Expolición. co mo se vio en el capitulo ante-
rior (19 0- 192). .
En el co me ntario dedicado al co nocid o verso de Garcilaso:
"Salid, sin d uelo, lágrimas, corriendo" ~ue co nstit uye, co mo
se reco rdará, el "cierre" d e o nce estancias co nsecu tivas d e la
"Égloga 1". H errera expone toda u~~ síntesis ~octcinal .sob re
esta variedad de fenóm enos de repetición (co n ligeras vanan tes
de lo expuesro por Lausberg, § 835 , o Frédéric: 1 98 ~, 68) qu e
merece la pena reproducir aq uí en s~ integridad : Es figu ~a
Epímone o Continuación, cuando el m ismo verso o .la scn ~encla
1= o ración o en unciado] se ingiere muchas vec.es. .S~ semeJ3~tes
versos repet idos tantas veces se colocan al pnnclfllo: se d l~en
Proasmas o Pr ecanciones, qu e cn nu estra lengua SlgOl~ca (~I se
sufre d alle este nombre) Antecanto; y es lo que en la iglesia se
llama Inuitatorio; si es en el fin. Epodas, si en med io, Intercala-
res o Entrepuestos; porque int ercalar es lo mesmo que ent repo -
ner y enr regerir"(480). M uch o más parco, ~~mo suele s~r su
costu mb re, se muestr a C orreas en su d efinici ón d e la m isma
figura: " La Epímone es permanencia, perseveran cia; cuand o un
verso se repite m uchas veces en un a po~sía t ras cad a co pla,
co mo los estr ibillos..."(4 17 ). Entre los ejem plos, se alu d e al
mismo verso d e G arcilaso co me ntado por Herrera. En la expo-
sició n d e ambos autores enco ntramos , pues, claram ente exp re-
sados estos aspeCtOS que me permito d estacar:

1) La delim itación d e u n fenó me no de repetic ión. referi-


d o a unidad es co mo la "sentencia" 1= oración o en u n-
ciad o] ( H erre ra), el "verso" (H erre ra, Co rreas~ o el
"est ribillo" (Co rr eas), un idades que ca be co nside rar
"d e rango superior" respeCt~ de las habitu.almente uti -
lizadas en la d octr ina ret órica para este ti pO de fenó-
menos a lo largo de la tradición , y que p.ara n u estr~
propósito actual se co nsid erarán co mo un id ad es bási-
cas d e form as de m ani festació n de d ichos fenóm en os
en el nivel textual.
2) Un esbozo d e tipo logía d e tales repeti cionc,s textuales,
basada en la distinta localización d e las m ismas en el
"espacio d el tex to": po sició n .inic.ial, intc rn~ y final
(Herrera), incl uso co n d enoffilOaclOnes espec íficas en
cada caso .
Tampoco pasa d esapercibid o el fenó meno a j im énez Pa-
tó n. quien . en el aparrad o ded icado a la figura Epíflra o Con-
uersi án, adscri be a d icha figura, ju n to a las "repe t icio nes de
palabra". todas las repeticiones de "estribillos" en villancicos,
letrillas y roman ces (96-98). Tal adsc ripción se m antiene en la
versió n reelabo rad a de la Elocuencia, en el Mercurius Trime-
gisrus (1621) , pero co n la siguie nte puntualizació n, que en-
[ronca m uy bien co n la doctrina de H errera y C orreas: "A este
mod o d e co nversión llam ó D cspaurerio Eplmone" (Bl r).

9.2. Un a clasificación provision al de Equivalencias textuales

Tras las co nsideraciones precedentes. en la o rdenació n de


los fen ómenos d e Equivalen cia textual que van a ser objeto de
co nsid erac ió n en los siguientes apartados, se tomará co mo
p umo d e referencia provision al el mayor o menor grado d e
vinculación d e los m ismos co n determinadas formas estrófico-
poem át icas. Tal hecho perm iti rá establecer un a dist inción ele.
mental enr re:

l) Po r un lad o, Eq uivalenci as text uales basad as en repeti-


ciones de carácte r libre, o, si se p refiere, no co nd icio-
nadas estró ficamen te.
2) Por e rro, Eq uivalencias textuales basadas en repeticio-
nes ligad as o vinculadas a un as form as estróficas det er-
minadas.

En u no y otro caso. la forma de repeti ción que cabe co nsi-


derar domin ante es la q ue afecta a segme ntos o fragmentos
textuales, aunq ue en algu nas form as estr ófico -poemát icas se
da la pos ibilidad asim ismo d e repetición d e text os ín tegros,
tanto d e forma co n tin ua como discontinua.

9.2. 1. Equivalencias textuales no condicionadas estróficamente

Pasaré a referirme a co ntin uación al primero de los grupos


de fenómeno s d e Eq uivalencia d e que se ha hech o men ción

208
más arriba: el q ue co rres ponde a repetiCiones textuales d e
carácte r libre, o, según se ha dicho, no co ndic ionadas en prin-
cipio a un a forma estrófica d eterminada. Los fen ómenos más
relevantes de este gru po está n repr esentados po r esquemas de
repeti ción d e determinado s segme ntos o fragmentos textuales,
constituidos por un o o m ás versos, que suelen aparecer con
mayo r frecuencia en el espacio de las que co nvencionalmente
se co no cen co mo formas estr óficas cultas, es decir, las q ue tie-
nen co mo base el verso endecasílabo: octavas, estan cias, sone-
tos, etc. En las varias manifestaciones que he po d ido ver de
este tipo de fenómenos en el discurso poético d e los siglos XVI
YXVII, los esq uemas d e repetición de segme n tos textuales, en
el tran scurso d e un a serie d ada d e estrofas, p resentan grandes
afini dade s co n algu no s d e lo s esquem as d e "repetic ió n d e
palabras" vistos en el capítulo 5.
De acue rdo co n este hecho, aunq ue se conven ga en seguir
d enominando, globalme nte, estos fenómen os d e Equivalencia
textual co n el término Ep ímone, en el alcan ce que le co nfieren
Herrera, Correas y jim énez Patón , para la d esigna ció n de las
diferentes variante s del mismo , en lugar de ut ilizar los "nove-
dosos" térm inos propuesto s en H errera, tal vez sea m ás ad e-
cuado recurrir a la uti lización de té rmino s ya acuñados para
designar fenómenos que resultan ser homólogos , co mo es el
cas o d e lo s co noc id o s A n áfora. Epifora, Complexión, Ana-
diplosis o Epanalepsis, en tre orro s, co n la especificación d e
"textual" en cada caso , para un a mayor precisión. A co ntin ua-
ción se presenr arán unas breves muestras de cada una de lass
variedades m ás d estacadas. Ah o ra bien , debo hacer no tar que,
d ad o q ue los ejemplos d e estos fen ómenos son, d e necesid ad,
barsrante extensos, me lim itaré en la mayor parte d e los casos a
reprod uci r la unidad de repet ición (verso o versos). co n breves
ind icaciones sob re su enromo estrófico-poemático.

El prim er grupo de Equivalencias de este tipo al que cabe


referirse es el rep resentado po r un esq uema d e repet ició n en
contacto del tipo: (... XJX...YN ... Z/Z ...), esq uema que cor res-
po nde a la figu ra q ue se d enominará Anadiplosís textual; en su
modalid ad progresiva (Lausbe rg, § 623), que abarcará diversas
manifestaciones de "co ncatenació n textual ", entre las diferentes
estrofas que conforma n u n poe ma. La espec ificidad d e d icha

209
figura co nsiste. pu~ . en iniciar u na estrofa ca." ~l verso o los
versos co n q ue finaliza la estrofa p receden te. SI bien se recuer-
da, semejante artificio no es más que una de las varias form as
de manifestación del co nocido en la doctrina poética castellana
bajo el término Ldxaprm (o las variantes Lexaprm, Dexapren-
de, Dexaprenda}, qu e, como ya se hada notar en el capítulo 5.
consti tuye una de las "galas" q ue la poesía castellana habla
adoptado d e la poét ica gallegoporruguesa , como explícitame nte
reco m~.en . prim ero. Santillana en su Prohemio r cano. (59) , y
posteriormente Enema en su Aru (9 1-92), relacionado asimis-
mo ~n el artifici? de las CoP..las c"!fJinidm d e la poética proven-
zal. Ejemplos ~nos de esta gala en la poesía del XV pueden
verse en Ga urhier (1915. 2-7. bajo el epígrafe "Vers concat é-
nés"). Entre los poe tas de los siglos XVI y XVII. co mo ejem plos
interesantes de esta modalidad de repetición textual cabe desea-
~ el "canto alterno" de la "Il Canción de Elicio y Erastro", del
Libre IV de La Galatea de Cervantes, que se prolonga durante
ocho octa vas y cuyo comie nzo es como sigue:

(1) Elicio
El que qu isiere ver la herm osu ra
mayor qu e tuvo. o tiene, o temá el suelo;
el fuego y el crisol donde se ap ura
la blanca castidad. el limp io celo.
tod o lo que es valor, ser y cordura.
y cifrad o e n la tierra un nue vo cielo,
juntos e n uno alteza y cortesía .
venga a mirar a la pastora m ía.
Erastro
Venga a m irar a la pastora m ía
quie n quisier e conta r de gente en gente
que vio a iro sol que daba luz al día ,
más claro que el q ue sa le del oriente,
podrá deci r cómo su fuego e nfría
y a brasa el alma que locar se siente
del vivo ra yo de sus ojos bellos,
y que no hay m ás qu e ver despu és de vellos.
Elicio
y que no hay más que ver después de vellos
sáhe nlo bien estos cansados ojos... (11 , 135· 136)

2 10
o el asimismo "canto altern o" de Alcido y Co ridó n de una
Egloga de F. de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache, que
aparece in serta en La Circe de Lope de Vega 0 266- 1267).

Un segundo grupo de Equivalencias está constitu ido por


aquellas figuras que representan las diversas modalidades de
un esquema de repetici ón de cará cte r intermitente o disconti-
nu o, qu e. como bien es sabido, está en la base de buen núme-
ro de figu ras. Entre tales modalidades. destaca en pr imer tér-
mino el esquema correspondiente a la figura qu e cabe consi-
derar A náfo ra textual representado po r la fórmula (X. ../X...),
esto es, la repetición de un mismo segme nto textual. formado
por un o o más versos. al comienzo de varias estrofas consecu-
tivas de un mismo poe ma . Como ejemplo de esta figu ra pue-
de verse la "Canción IV" , de Lomas Canroral, en la q ue las sie-
te estancias qu e la constituyen em piezan por el mismo verso:
' Si yo me declarase l .¿" (150- 153), o el Rom ance d e Villegas
"Monóstrofe 39", en el que las ocho cuartetas qu e lo integ ran
comienzan po r el mismo verso, como puede verse reflejado en
el siguiente fragmento:
(2) Cuando bebo el suave vino
con un rapto placen te ro
a las nueve Musas ca nto
y con himnos las celebro.
Cuando bebo el suave vino,
los cuidados , los co nsejos .
mis alcáza res dejando,
luego vuela n por el viento .
Cuando bebo el suave vino,
mis hoguras disol vie ndo... ( 19~)

La segu nda modalidad de este esquema correspo nde a la


figura EpljO ra textual, co nsiste nte en la fina lizació n de una
serie de estrofas por el o los mismos versos, tal como se refleja
en una fórm ula como (...XJ...XJ...). Como bien se recordará,
éste es el tipo de "repetición textual" al que se refieren H errera
y Correas en sus definicion es de la figura Epimone; expuestas
más arriba . Por lo qu e he podido ver, esta figura cons tituye sin
duda la variedad de mayor difusión del co njunto de fen ém e-

2 11
nos de ~u i val end a textual por repetición en tod a la poesía
de los SIglos de Oro, con ejemplos en la práctica totalidad de
los poetas de d icho periodo . H e aq uí una breve muestr a.
tomada de una Ca nción de Espinel, integrada por seis estan-
cias. q ue concluyen con la iteración del segmento textual for-
mado po r el par de versos: "Mas diome el cielo JUSto I la vida
corta para tanto gusto", como puede observarse en estas estro-
fas iniciales:

(3) Ya no me quejaré de mis fort unas


con mis suspiros inflama ndo el vie nto,
ni en mf verán jamás tristeza o luto,
ni quejas impo rtunas
de triste pensamiento
llevarán de mis ojos el tributo.
ya es todo gozo y gloria
cua nto hay e n mi memoria,
mas diome el cielo justo
la vida corta para tanto gusto.
Las asperezas y tormento esq uivo,
que otro tiempo lloré con larga vena ,
presagios dulces fueron de mi suerte.
No hay dolor excesivo,
ni desabrida pe na,
qu e me a me nace a rigurosa m uerte,
todo es calma y bo nanza .
firmeza y confianza.
mas d íome el cielo justo
la vida corta para tanto gusto... (226)

L.:t mo dalidad resultante de la asociación de las dos figuras


anten ores correspo ndería a la figur a Complexión textual. Su
esquema. que puede quedar representado por una fórmula del
tipo (X...Y/X .,.Y/ .. .), consiste en comenzar y fin alizar un a
serie de estrofas por sendos segmentos textuales de uno o más
versos. Un ejemplo de esta figura puede verse en las dos pr i-
meras estrofas del "cante alternante" de Lícid as y Coridó n de
la "Égloga en hexámetros". de Villegas, que prosigue después
en forma de anáfora textual (245) :

2 12
(4) Lícidas
Mueve, sonora CUo, dale voz a mi rústica Musa.
Páramos de Ar cad ia, qu e miráis de mi du lce Licori s
los ojos, la bla nca mano, la frent e sere na,
con ramas, con verdes hojas, con a mable susurro
al viento, que os brinda pEo, celebralda suaves.

Coridó n
Mueve, sonora Cllo, dale VO l a mi rústica Musa.
Prader as del ve rde sucio que el Ménalo cría.
Filis os ha pisado; mirad que mi Filis amena
al Mayo prod uce flores; si os ob liga su planta.
al viento, qu e os brinda p ío, ceíebralda suaves...

Como última modalidad de este conj unto de repeticion es


intermitentes de segmentos o fragmentos de un texto. haré refe-
rencia a la figura que cabe designar Epanalepsis textual; represen-
tada po r una fonn ulación del tipo (X...X). Ycuya especificidad
consiste en la apertura y cierre de una misma unidad estrófica o
estrófico-poemática con un mismo verso o conjunto de versos.
Entre los ejemplos más significativos de este artificio cabe contar
el siguiente Soneto de Figueroa:

(5) Bendito seas, A mor, perpetuamente,


tu nombre, tu sae ta , venda y fuego:
tu nombre, po r quien vivo e n tal sosiego
amado y conocido de la ge nte ;
tu flecha, que me hizo así obediente
de aquella, po r qui en todo el mund o niego;
tu venda , con qu e me hiciste ciego,
porque mirase más perfectam ente;
y el fuego se a ben dito, cuya llama
no toca el cuerpo, que es sutil y pura,
y el alma sola de su glor ia siente.
y así el dichoso espíritu que ama
dirá, tu rostro viendo y tu figura:
" Bendito seas, Amor. perpetuam ente". ( 123)

2 13
9.2.2. Equitxdencias textuales vinculadas a ciertasflnnas
NtTÓficas

El segund o grupo de Eq ui valencias te xt ual es. según se


ind icó anterio rme nte. estará fo rmado por aq uellas fo rmas de
repetició n de segmentos textu ales vinc uladas a unas unidades
estr óficas o estr ófico-poem áticas determinad as. En este apar-
tad o tendrán cabida todas aqu ellas formas de repet ició n tex-
tual q ue. tanto en la tr ad ició n po ét ica popular co mo culta.
co nstituyen la que cabe co nsiderar "fam ilia" d e form as es-
trófico- poem áti cas d e "estr ibillo y citación". La especificidad
de estos fenó menos de rep eti ció n textual frente a los vistos
en el aparta do an te rio r, radi ca fun d am en talmente en hechos
co mo:

a) La fun ción de "generad o r textual " desempeñada nor-


malment e por la unidad estribillo, en su dob le cond i-
ció n de unidad de co nt enid o y unidad est réflco-for-
ma!.

b) La asignació n de un os lugares fijos a la repetición. ya


del estr ibillo en su totalidad. ya de segmentos -gene-
ralmenre fin ales- del mism o. En la gra n mayo ría de
los casos. el lugar de inserción de la un idad estribillo lo
const ituyen los versos finales de las respecti vas estrofas.

Ent re las numerosas y variadas est ruct uras estr ófico-poe-


máticas desarrolladas a part ir de d icha uni dad textual a lo largo
de la tradición poética castellana. cabe destacar en la práctica
poética de los siglos áureos el binomio formado por los t érm i-
nos Villancico y Letrilla (N ava rro Tomás: 1974 , 546. 536).
Dejando de lad o cuest iones nada sencillas referidas a orígenes.
filiacio nes, evoluciones , variantes o tipologías, en relación con
las citadas formas estrófico-poem áticas, cuestiones que no son
del caso en este lu gar (p uede verse a este respecto Nava rro
Tomás: 1974, passim], sólo me lim itaré a proponer un os cuan-
to s ejemplos en los qu e puedan apreciarse los asp ectos qu e
interesan más específicamente al desar rollo de este capítulo,
co mo son los qu e tien en que ver con la particular forma de

214
codificación de los fenómenos de repet ición textual vincu lada
a tales formas.
C o mo se ha d ich o, y es doctrina de so bra co noci da, la
unidad tex tual estribillo, denom inada también cabeza, terna,
erc., según auto res antiguos y modern os (Baeh r: 1962- 1970 ,
320-326), cons tituye, en el villancico y la letrill a, la base te-
mática y estrófico-fo rma l qu e. m ed iante sucesivas inserciones
de carácter periódico, irá de term inando el desarrollo general
-el enheb rad o. cabría decir- de las d iferentes est ro fas del
poema. De extensión variable (la m edida m ás frecuent e oscila
ent re dos y cuatro versos isosilábicos o an isosil ábicos}, tal un i-
dad textual de base. qu e a juicio de D laz Ren gifo "ha de llevar
algún dicho agudo y sentencioso" {31}, suele pertenecer no r-
malmente al gra n acer vo de la poesía popular"(Fren k Alarorre:
1983), aunque no so n infrecuentes las creaciones personales
de los propios poetas. En cuanto un idad de repetició n, q ue es
el aspecto q ue m ás interesa aq uí , la práctica poética parece
optar generalmente por la repetición. al final de cada unida?
o co njunt o estróficos, sólo del o de los versos finales del esrn -
bil lo, aunq ue no faltan casos de repetici ón de di cha unidad
textual en su integridad. como se verá en las breves muestras
qu e sigu en. .
Como ejem plo de la pr im era modalidad . valgan el VI·
lIancico (Castillejo) y la Letrilla (Carrillo) q ue se proponen
en (7):

(7) a. VILLANCICO
A lguna vez,
oh p ens amiento,
serás co tllento.
Si amor cruel
me ha ce la guerra,
se is pies de la tierra
podrán más que él;
allí, sin él
y sin torm ent o,
serás conten to... ( 11 , 107· 108 )

b. LETRILLA
En tus aguas me acoge,
gran Guadalete:

2 15
le da rá a m i m em o ria
III o lvid o m uerte.
Mis tristes mem o rias,
q ue mi ma l proc uran,
mi m uerte apresura n
co n ausent es glorias .
D e vivas histo rias
de un bien pe rdido .
rem edi o a tu olvido
pide mi suerte;
le da rá a mi m em oria
tu olvido m uerte... ( 288-289)

_ , Como ejem plo de.l~ segund a modalidad , esto es. d e repe-


rici én íntegra del estri billo. puede repararse en la estrofa ini -
cial del sigu iente Villancico de Lope d e Vega:

(8) Déjate caer, Pascual,


en viendo al Ni ño d e flo res;
llora y d e, y di/e amort!S:
q ue es niño y Dios celes tial:
Pues todo nuestro ho rizo nte
ba ña n ce lestiales cantos,
ven co nmigo, y vengan cuantos
pastor es hay e n el monte;
pero pri me ro disponte
a dejar po r mi co nsejo
de Adán e l capo te viejo,
y vestido
más lucido,
a lma y se ntido
dife re ntes ,
le lle var em os presentes
al nuevo A dá n inmort al
qu e es niño y Dios celestial.
Déjate caer, Pascual,
en viendo al Niño de fl o res;
llora y d e y dile amo res:
qu e es niño y Dios celestial. (1538. 1541 )

2 16

- - -- - -- - - -- - - - - - -
En la actividad poé tica de los siglos XVI y XVI I, entre los
mie mbros de la "fam ilia" d e form as estrófico-poemát icas d e
"estribillo y citación", hay que mencionar también otros d os
géneros de poe mas d e co nside rable difusión en tre los au tores
más relevantes del citado periodo: el Romana y la Glosa. El pri-
mero de ellos. denominado generalmente co mo "romance acús-
tico". fue asid uamente cultivado por autores co mo Lope, Lifián,
G óngora, Quevedo . entre otros muchos. co mo bien se recorda-
rá. Pues bien , un o d e sus rasgos formales más d estacados, frente
al "romance tradicional" anónimo, lo constituye precisamente
la muy frecuente inserción periódi ca de estribillos, tan to trad i-
cionales como o riginales, en el transcurso de su desarrollo. Sirva
de muestra el pri mer romance d e Góngora (I 580), que empie-
za "Ciego que apuntas. y atinas", cuyo estr ibillo está co nstituido
po r la secue nc ia: " Déjame en paz. Amor tiran o,ldéjame en
paz", co m o cierre d e las cinco estrofas que lo co mponen, y d el
que se rep rod uce a co nt inuació n la primera:

(9) Ciego que a puntas, y atinas,


cad uco dios. y rapaz,
vendado q ue me has ve ndido ,
y niño ma yor de edad.
po r el alma de tu mad re,
-que muri ó. sie ndo inm o rtal,
de e nvidia de mi seño ra-
qu e no me persigas más.
D éjame en paz, Amor tiran o,
d éiame en paz. (1. 3-4)

El segundo de los géneros poé tico s mencionados, la Glosa.


co nstituye tal va, en com paración co n el villancico. la letri lla y
el "romance artístico", un a d e las formas estrófico- poemáticas
d e ma yor artificio, desde su s primeras man ifestaciones en la
poesía castellana d e mediados del siglo XV (janner: 194 3). La
d escripción d e sus prin cipi os co nstr uct ivos aparece bien for-
mulada en los capítulos que le ded ica D íaz Rengifo en su Ant'
(4 1-46). En palabras del aut or, la Glosa es "género de co plas en
que se va explicando algu na b reve sen tencia co n muchas pala-

2 17

- - - - - - - - - - - - - - - - .
bras y versos" (4 1). En relación con su construcció n so n de
interés las sigu ientes observaciones : "Prop óncse primeramente
un texto o retruécano (q ue así le llam an algunos poetas) de uno ,
o dos o cuatro versos, m ás o m enos, como quisiere el que lo
pone, el cual enc ierre algún co nce p to agudo y sentencioso, y
lleve ta les con so n an tes, que se p uedan hallar o tros ... Luego
imaginará algún bu en di scurso, que sea a propósito d e la sen -
tencia propuesta, y le pueda llevar h asta e! ca bo... Cada verso
de! retruécano se h a de glosa r en dos redondillas, que lleven las
consonancias q ue e! poeta quisiere, co n tal que sean uniformes
en toda la glosa...y el últim o p ie [= verso] de la segu nda redon-
dill a sea el que se va glosando, y venga allf tan nacid o, q ue no
parezca hab er sido co rtado de otra parte" (4 1-4 2). Las conside-
raciones de Díaz Ren gifo con cluye n co n la m ención de varie-
dades m ás exte nsas de glosas , las que tienen co mo textos de
base no un idades textuales de uno a cua tro versos, sino rom an-
ces viejos, o fo rm as italian as co m o octavas, so netos, etc .
Segú n se d esp ren d e d e la carac terizaci ó n rea lizada p or
Díaz Ren gifo. la glosa co mparte con los d em ás m iembros de
la "fam ilia de poem as d e estribillo y citación", al menos estas
propiedad es d e carác te r gene ral:

1) el ser un tipo d e com posición estrófico-poemática for-


m ad a por dos unidades textual es:
a) Un texto primar io o d e base, un poema preexistente,
que puede proceder tan to de la t rad ició n lírica popular co mo
d e la creació n in d ividua l (ajena o p ro pia) , que enc abe za e!
poema en su conju nto.
b) Un t exto secu n d ar io , d erivado d el anterior y, p or
ende, d ependiente de él tanto en su co nteni do temáti co como
en su co nstitució n est r ófico-fo rmal.

2) el presentar una reit eración peri ódica d e los di stintos


segmentos o fragm entos (versos) que co nforman el texto de base
a lo largo del desarrollo del poema en su totalidad , con lo que el
citado texto primario figura dos veces en la con st itució n del
poema: primero en su integridad inicial y después en la reitera-
ción interm itente de cada uno de los versos que lo com ponen .

2 18
Por orro lado , com o propiedades diferen ciales cabe destacar:
1) El h echo d e que cada estro fa del texto sec un dario o
d eri vad o d eba de sarrollar una exp lica ció n o co m en tario (de
ahí e! nombre de Glosa) d e cada un o d e los versos del texto
p rimario q ue se vayan in sertando al fin al de las m ismas.
2) El hecho d e ser un tipo de composición, no de exten-
sió n lib re y abierta com o en el caso del Villan cico o la Le-
trilla, sino una co m posición de exte nsión limitad a al número
d e versos del texto primar io y, por ello , cerrada en su progra-
mación.

C ua nto se acaba d e decir puede verse reflejado en la si-


gu ient e glosa d e Lope d e Vega , inserta en las Rimas sacras, a
un po emira q ue gozó d e gta n popularidad :
(10) Ven, muerte, tan escondida ,
q ue no te sienta ven ir,
porque el p lacer del m o rir
n o m e vuelva a dar la vida.

GLOSA
Muerte, si mi esposo muerto,
no eres Muerte, sino muerta;
abrevia tu paso incierto,
pues de su gloria eres puerta
y de mi vida eres puerto.
Descubriendo tu venida,
y encubriendo el rigor fuerte
como quien viene a dar vida,
aunque disfrazada en muerte,
ven, muerte, tan escond ida.
En Cristo mi vida veo,
y mi muerte en tu tardanza;
ya desatarme deseo,
y de la fe y la esperanza
hacer el último empleo.
Si hay en mí para morir,
algo natural, oh muerte,
difícil de dividir,
entra por mi amor de suerte
q ue no te sienta venir.

2 19
y si preguntarme quie res,
muert e perezosa y lar ga,
porque para mí lo e res,
pues co n tu memoria amarga
tan tos disgustos adq uieres,
ven presto , que co n ven ir
el porqué pod rás sabe r.
y ve nd rá a se r el part ir,
pues el morir es place r.
porq ue el placer del morir.
y es este place r de suerte,
qu e tem o, muert e, que allí
le alargue otra vida el verte .
po rque se rás mue rte e n mí,
si eres vida po r se r muert e.
Mas, mi Dios. si. desasida
vuelo dcs tos lazos fuert es.
ve r la esperanza cumplida
vuélvame a dar m uchas mue rtes.
no m e vuelva a dar la vida. (398-399)

Glosas como la qu e se acaba de ad ucir de Lope de Vega


pu eden enco ntrarse en la o bra poética de la prá ctica {Oralidad
de los po etas del periodo áureo. Y en este pu nt o debo hacer
notar un hecho de int erés, q ue alcanza a rodos los m iemhro s
de la "fam ilia" de formas "de estribillo y citación". Mc refiero
concretamente a las grandes virtualidades latentes en la trad i-
ción po ética popular en lo que al aporte de texto s primarios se
refiere, Tales textos so n suscept ibles de converti rse o bien en
estr ibillo de un Villancico () Let rilla, o bien en texto de base de
una Glosa. según las preferencias de los poetas por uno u otro
género . Sirvan co mo ilustra ció n estas sim ples referencias. El
pocmira "No hay mal q ue a m i mal se iguale/n i bien tal/por
qu ien t rocase m i mal" cons tituye el estribillo de un Villancico
de Laínez y el texto de base de una G losa de H errera. De la
m isma man era, el texto "So ñaba yo qu e tenía/alegre m i cora-
zón,/mas a la fe, madre m ía'/que los sueños, sueños son" sirve
de estribillo a otro Villancico de Lafncz y de texto primario dc
una Glosa de Villamed iana. Los ejemplos se podrían am pliar
hasta la saciedad.

220
FJ lecto r qu e sienta cur iosidad po r glosas de textos p r~ma­
rios de mayor extensión : roma nce, so neto, ctc., a Cl~ya cjem-
pl ificaci ón debo renun ciar aquí po r razones de espacro, puede
co nsultar estas cuantas referencias: G losa de las C o plas de
Jorge M an rique (Mont emayor ); G losa de romance "viejo, en
coplas de "arte real" (Boscá n); G losa ~;I "So neto } 9 de Gar-
cilaso en octavas (Aldana) : G losa del So neto 23 de Boscán,
en octavas (Lomas C anroral): G losa de so neto ajeno. en liras
(Figuero a). .
Con las precedentes referencias, se pued~n dar po r co n-
cluidas, provisionalmente, estas breves reflexion es sobre e~tas
paniculares manifestaciones del fenómen o general de eqUIva-
lcn cia "en el nivel textual", sin duda m ereced o ras de un a ex-
plo ració n de ma yor alcance.

22 \
ID.

FIG URAS SEMÁNTICAS 1:


LICEN CIAS SEMÁNTICAS

10.1. Licencias semánticas o M etascm cmas

Los art ificios retóricos integrados en la catego ría de las lla-


madas Licencias semánticas o M etasem em as (Pl ett: 1981 , 164 ;
1985, 72), rem iten en su co n junto a o tros tantos fen ó me nos
q ue constituyen d iferentes grados de modificación del signi fi-
cado (semema, según algunos autores) d e las unidad es léxicas,
co n la cons ig u iente alte ració n d e su fu nció n d enotad ora o
referen ci al, en un as situ acio nes d iscursivas d adas. Entre los
varios fenóm enos en umerados por el citado autor en tal cate-
go ría, d estacan los tipi ficad os en la doctrina retórica bajo la
d enomin ació n ge neral d e Tropos, fenóme nos que, d ad a su
relevan cia en dich a doctrina, será n los merecedores d e nuestra
aten ción en este cap ítu lo.
Ah o ra bi en , conviene t en er presente que, no o bstante
di cha relevancia, la categorla de los Tropos const ituye tal vez
uno d e los tipos d e fen óme nos cuya delimitación y alca nce
han p resentado m ayores fluctuaciones en el tran scurso de la
tran sm isión d e la doctrina del O rna to, flu ctuacio nes de las
que no están exentos los a uto res españoles cuya doctr in a trato

223
de reflejar en estas páginas. Como mera ilustración de lo que se
acaba d e afirm ar, pueden bastar estos testimonios d e los maes-
tros j im énez Patón y Correas. autores que. aun siendo coetá-
neos, rep resentan con bastante clar ida d d os acritud es bien d ífe-
remes, tanto en el alcance conferido al concepto mismo de
Tropo, co mo al número d e sus varied ad es o espe cies. .
En el primero de los auto res el concep to aparece definido en
estos términos: "El tropo. o palabra rraslaticia, se hal la en un a
palabra sencilla. mudándose de la propria significación en la
ajena con virtud" (80). En formulación de Correas. en cambio,
"el tropo es trueco y traslado de la dicción [= palabra] y oració n
f= discur so] d e su p ro pia signi ficació n en otra co ncern iente,
metafórica y alegór ica, hecho por elegancia o mayor expresión
..."(395). Como se habrá observado, el alcan ce del co ncepto de
Tropo varía considerablemen te de un autor a otro: restringido al
ámbito de la palabra {jim énez Patón) o ampliado al ámbito dd
discurso (Co rreas). En la síntesis de Lausberg tal diferencia se
verá reflejada en la distinción entre "tropos de palabra" (§§ 552-
598 ) Y"tropos de pensam iento" (§ § 893-9 10).
En lo que respecta a las especies d e Tropos d istingu idas
por ambos am ores, las d ivergencias son asim ismo not ables,
hecho que se halla también en concorda ncia con las mismas
fluctuaciones persistentes a lo largo de tod a la tradición , y de
las que ya se hacía eco Q uintiliano (Lausberg, § 557). Así, en
tanto qu e para j im énez Patón "los tropos no son sino cuatro
[ M~tdftra. Sinkdoq u~. M etonimia y Antífrasis] ..;" (SO), si-
guiendo en este puma la u,adición moderna de, reduc~i?n de
las especies de esta categon a, de la qu e ya habla participado
Sánchez de las Brozas (Organum, 32 7-33 7), C orreas se mues-
tra en cambio mucho más apegado a la vieja trad ición , como
revelan estas palabras: "las especies del tropo so n muchas, y
unos le dan más Y otros menos. Yo seguiré la parte mayor por
ser más cumplida. M~tdftra es la primera y como género de
todas las demás" (395) . Su inventario de Tropos, al q ue se
dedica el capítu lo SO de su Art~, está form ado por las catorce
especies siguientes: M n dfo ra. M etonimia, Sin écdoque, Antono-
masía, Catacrrsis, M etalepsis, A ntífrasis. Ono matopeya. A '~­
goria, M imesis, Pnifrasis, H ipérbole, Homeosis y Ep íteto, con la
distinción de d iversas subespecies en casos como la Alegoría
, (3) y la Ironía (subespec¡e de la an terior} (5); especies y sub-
1
I
I
224
especies qu e, con ligeras variantes, remontan a las estableci-
das po r Do nato en el siglo IV ("De tro pis", en A rsgrammati-
ca, 39 9-4 02) , y a las que se hab ía referido ya N ebrija en su
Gram ática, aunque no de la for ma sistemática y co m p l e t~
con que lo hace en las Introductiones in latinam grammatl-
cam , en donde el tratamiento de los tropos constituye capítu-
lo ind ependiente, según las pautas fijadas por el gramático la-
uno.
De todas form as, debo hacer notar que entre las solucio-
nes a las qu e se acaba de hacer referencia, las represema?as por
la obra retórica de autores como Sánchez Brocense o ji m énez
Patón y la gramatical de auto res como Nebri]a o Correas, hay
una gama int eresante de soluciones intermedias, como las que
cabe hallar, po r ejemplo, en los capítu los ded icados a la Elo-
cución en la mayoría de los tratados de teoría poética . Tal es el
caso de la "doctrina de los tropos" que puede enco ntra rse for-
mu lada en obras como la Filosofia antigua p o ética de Lépez
Pin cian o (11, 13 1-14 5), el Cisne de Apolo d e Carvallo (11, 14 3-
147) o las Tablas poltic", de Cascales (l04- 109), por cirar los
de mayor relevancia en el ámbito español , sin olvida r -claro
está- la doctrina poético-retórica expuesta por Herrera en sus
Anotaciones a la poesía de Ga rcilaso.
Dejando de lado cuestiones como las apu nta das y reto-
mando el hilo de nuestro propó sito , conviene recordar qu e,
según la doctrina clásica. los fenómenos de "transfere~ cia. de
significado" representados por los (ropos deht:n ~u m p h r crer-
tas condiciones, entre las que cabe señalar las sIgUIentes:

a) Los tro pos respon den siempre a una finalidad orna-


mental : con stituyen una clase de artificios al servicio del Or-
MM del discurso (Lausberg, § 552). Esa finalidad, qu e apare-
ce vinculada de modo específico a determinados tipos de dis-
curso (en especial. las modalidades del discurso poét ico), se
encuent ra claramente formulada por la mayoría de los auto -
res. Valga en esta ocasión el siguiente testimo nio d e L ópez
Pinciano, quien d ice a este propósito : "Deja un vocablo su
significación propia y pasa en otra por sict~ tropos.o modo s
metafóricos. los cuales hermosean a la oraci ón [::::: discurso) y
le dan luz de la manera qu e un velo sutilísimo a una imagen y
una vidriera a una candela" (11, 132).

225
b) Las "transferencias de significado" que se operan en los
tropos no constituyen fen ómen os aleato rios y asistem dricoq
por el contrario. suelen llevarse a cabo dentro de un as determi-
nadas relacio nes semánticas en tr e las unidades léxicas im -
plicadas, por u n lado (Lausbe rg, § 555). y d e determi nadas co-
nex iones entre las entidades d enotad as po r ta les u nid ades,
conexiones q ue responden a paniculares mod os d e percibi r las
parcelas de la realidad rep resentadas por elléxico d e la lengua.

e) La palabra que materializa el tropo en el interio r d e un


en unci ado co ncreto, el llamado térm ino impropio (T¡), de be
apo n ar ma yor "carga significativa o expresiva" que la pala bra
sust ituid a en di cho en u nciado. el considerado término propio
(T,J' hecho al que remite la expresión "cam bio de significa-
cion con virt ud ", frecu ente en las definiciones (Lausberg, §
552).

d) En su materialización lin güística, el fenó meno de los


trOpos co m p rend e tres elemen tos: 1) una palabra o expresión
qu e remplaza a otra, 7~, q ue representa el carácte r específico
del tropo (es d ecir, sus d iferentes variedades o especies); 2)
una pala bra o expresión rem plazada po r otra. 7~; y 3) el con-
texto-señal, C. que indica la p resencia del tropo en un lugar
preciso d e la cade na d el discurso. La relación ent re T; y T.
representa la d im ensión parad igmát ica del tropo; la relació~
entre 7; y C. la dimensión sin ragrn áti ca del mi smo (Plert :
1981, 165 ; 198 5. 7 2). Como bien es sabido, la gran mayorí a
de los estudios , anti guos y modernos, que se han dedicado a
este tipo de fenómenos, se ha centrado fu nda me ntalme nte en
aspectos relacio nad os con la di men sión parad igm át ica d e los
tropos (esro es, la relació n entre los elementos T; y T, ). con el
consiguiente de tr imento d e aspectOs vincu lados a la d imen -
sió n sintagm ática (relac ión entre el eleme nto 7; y el co ntexto
C cn el que se halla inserto).

10.2. Una posible clasificación de los Tropo s

En la presentació n d e las di versas especies y subespecies d e


los tropos ca ben varios procedimientos d e o rdenación, que

226
van de la sim ple enumeración. procedimiento usual en los tra-
radas tradicionales (así en Ne b rija, j iménez Patón, Correas). a
ciertas propuestas d e defin ición y sistematizació n basadas en
criterios de depe ndencia d e unas especies respecto d e Otras,
co mo puede ser el caso d e las realizad as po r Sánchez Brocense
(1 579 ) o , en fechas recientes, po r los autores del G rupo I..l
(1970) , Todorov ( 1970), Henry (1 97 1), Le G uern (1975),
ent re o tras.
En lo que sigue. d ejando co mo fond o las o bras ante riores,
se va a optar por una ordenación en la q ue, tomando co mo
pum a de referencia la co ncepció n bipo lar de la Metáfora y la
Metonimia {jako bso n: 19 56). se propone u na aglut inación de
los tropos en do s grandes clases, de acuerdo co n dos operacio-
nes fundam entales de sustituc ión d e unas unidades léxicas por
otras: 1) la basada en "relaciones d e semejanza"; y 2) la basada
en "relaciones de contigüidad ". q ue cabe atribuir a las entida-
des d enotadas. La pr im era clase comprenderá los "tropo s meta-
fóricos" (o "tropos po r semejanza"), en tanto q ue la segu nd a
ag ru pa rá los "tro pos meronlmico s" (o "tro pos por co ntigüi-
dad") (Plett: 198 l , 165; 198 5, 72). En los p rime ros quedarán
integrados: Metáfora. Hipérbole. Sinestesia, Iron ía y Alegorla. En
los segundo s: Metonimia. Símbolo, Sinécdoque. Antonomasia y
P" ifr",,, (Pletr: 1981 , 16 5-169; 1985, 72-73).
Po r OtrO lado , según observa el citado auto r, las div ersas
realizaciones d e los tropos d e ambos grupos so n suscept ibles
d e ser anal izadas en diferentes niveles lingüísticos:
Ni vel morfológico: tropos metafó ricos o metonímicos
nominal es, adjetivales o verb ales.
N ivel sint áctico: tropos metafóricos o metoním icos rea-
lizados mediante relaciones atr ib utivas, pred icat ivas, d e
complementaci ón no minal , adjetival o verbal, etc.
Nivel textual : a este nivel pertenecen tropo s co mo la
Alegorfa (Metáfora textual) () la Perlftasis (Metonimia
textual) (Plerr. ibídem}; su tratami ento co rres po nde rá,
en propiedad, a los capítulos d edicados a las figuras de
d icho nivel (supra, 198-203).

Po r otra parte. en la caracte rización d e las especies d e los


tr o pos de uno y otro grupo, vay a t ratar d e d estacar so bre
todo aquellos aspectoS que mejor co ncuerde n con la doctrina

227
retórica o, si se prefiere. retó rico-poética recogi da en los tra-
tados tradicion ales. D e acuerdo con esta opción, las referen-
cias a estudios recientes deberán interpretarse co mo meras
indicaciones o rientadas a una finalidad informativa y com-
plementaria.

10.2.1. Troposde la serie metafórica

En el co njunto de los "tropos por semejanza", resulta ob li-


gado referirse en primer térm ino al elegido para dar nombre a
toda una serie: el designado con los térm inos Metáfora o Tras-
lación {Lausberg, §§ 558-5 64).
La caracter ización qu e la doctrina retórica (Murar. 1983)
o retórico-poética (H errera, 3 18-320) ofrece de este tropo.
abarca diferen tes aspectos qu e trataré de resum ir a continua-
ción.
Parafraseando las lapidarias definicion es clásicas, del tipo
que reflejan, por ejem plo. las siguientes palabr as de Ne brija:
"Metáfora es cua ndo por algu na propiedad se mejan te hacemos
m udanza d e una cosa a otra" (2 2 1). o de jim énez Patón:
"Metáfora o traslación es una salida de su propi o significado
por semejanza que hay de la cosa qu e se saca a la que se apli-
ca . c." (81 ). pued e decirse qu e en la realización de este tro po se
lleva a cabo una "transferencia de significado" ent re dos pala-
bras, un T; y un Tp , respectivamente, por las relacio nes de
similitud qu e cabe establecer entre cierras propiedades de las
entidades denotadas por tales términos. H ablar de "relaciones
de sim ilitud" ent re prop iedades referidas al mundo de las per-
so nas, o bjetos, etc., tanto reales co mo fingidos. sugie re de
inmediato traer a colac ión la siguiente observación de Cra-
ci án , tomad a del D iscurso IX de la Agudeza, ded icado a la
"Agudeza por semejanza", donde puede leerse: " En este modo
de conceptu ar car éase el sujeto, no ya con sus adyacen tes pro-
pios, sino co n un término extra ño , como imagen. que le ex-
prime su ser o le representa sus propiedades. efectos, causas,
contingencias y demás adjuntos, no todos, sino algunos, o los
más principales (1, 114).
Aunque la mayor parte de los autores (como en el caso de
los gramár icos Nebrija y Correas , entre Otros) limita su expo-

228
sici ón a la forma de escueta definición que se acaba de ver,
contamos no obstante co n la apo rtación de otros testimonios
(como pueden ser los debidos a autores como Herrera o Lé-
pez Pinciano), qu e hacen referencia a ot ros aspectos interesan-
tes. qu e perm iten completar de form a más adecuada la carac-
terización de este trOpo.
Uno de los aspect os distintivos de la Metáfora frente al
resto de los tropos radica en "sus po sibilidad es p ráctic~men ­
te ilimi tadas". Se trata, en palab ras de H errera, de un trOpO
tan exte ndido y abierto cuanto los gén eros de la na turaleza"
(3 19) .
Otro de los aspectos q ue, aunque no siem pre de for ma
explícita. puede deducirse, en cam bio, de los ejem plos apo rta-
dos por los diversos autores, tiene que ver con la naturaleza
catego rial de los térmi nos metafóricos, hecho que puede tra-
ducirse en un esbaro im plícito de t ipología de carácter catego-
rial (efi: a este respecto la clásica mo nograffa de. Brooke-Rose
19 58 ). Asf, ju nto al t ipo de Metáforas nominales, de tan
gener alizada proliferación en (Oda sue rte de textos poéticos,
como las que figura n en (1):

(1 ) ...d icen 4ue , lle no e l rostro de co lo res,


e n perlas co nvirtió sus esme raldas,
y dijo: "[Ay, triste yo! ¡Perdí las ño rest
(Lope de Vega, 74)

en donde es fácil reconocer los sustantivos perlas y esmeraldas


como designacion es metafór icas habitual es de lágrimas y ojos.
también es posible hallar referenc ias a Metáforas de natu raleza
verbal y adjetival, del tipo de las que se insertan en los frag-
mentos textuales de (2), to mados de Figueroa y Quevedo:

(2) a. Ingrat a y deslea l, ¿por qu é espa rciste


tu s promesas a l viento,
y el ro to juramento
de qui en los d ioses de ve rda d amigos
pusiste por testi gos? (208 )

b. ¿Q ué o tra cos a es verdad sino pobreza


e n esta vidafrógil y /iviana ? (6)

229

Como rercer aspecto d igno de ser tenido en cue nta, debe


hacerse mención, en con traste con lo que se ha calificado ante-
riormente corno un esbozo impl ícito de una tip ología de la
metáfora basada en criterios carcgoriales, de la expos ición po r
parte de aurores como Ló pez Pinciano de tipologías explícitas
I heredadas de la antigüedad, como las que se deben a Aristó teles

'., (Poaica; cap. 21) o Qui miliano (lib. VI II. cap. 6). Como bien
se recorda rá, la tipología elaborada por el rem e hispan olarino, se
art icula en to rno al par d e rasgos semán tico- referenc iales: «ani-
mado/ inanimado", cuyas d istin tas combinaciones en tre sí (Laus-
berg, § 559), permiten establecer las direcciones siguientes en
los procesos metafóricos, que López Pinciano recoge fielmente
en su tratam iento de la m etáfora {Il, 136), tras referirse a la.s
variedades distingui das po r Aristó teles:

a) Relació n "ani ma d o-animad o" : sust itució n d e un T ,


dcnorador de una entidad perten eciente a la ca tegoría d e ro
"animad o", po r un T;, denorador d e un a entida d q ue perten e-
ce asimismo a d icha catego ría, hecho reflejado en (4) :

(4) Queh ra ntaste a l dragón fino, co rta ndo


las alas dc su cuerpo te merosa s
y sus brazos terri bles no vencidos.
que co n hondos ge midos
se retira a su cue va, silbos dand o,
y tie mbla con sus sie rpes ve ne nos as.
llen o de mied o tor pe sus e ntra ñas,
de tu le ón te mie ndo las haza ñas,
q ue , salie ndo de Españ a , d io un rugido ,
que co n es pa nto lo dejó aturdid o.
( He rre ra , 261-262)

en d onde dragón y l~ón d esignan me tafóricam ente al "m o nar-


ca tu rco, perseguid o r del cristianismo" , y a d o n Juan d e Aus-
tria, derrotado y venced or en Lepa nro, respect ivam ente,

b) Relación "inan imado-inanimado": sust itució n m etafó -


rica en la que T; y r;.
d enotan en tidad es que pertenece n a di s-
timas esferas de la categoría d e lo "inanimad o" , como pued e
verse en :

230
(5) a. No so n de men os fuerza las se re nas
lum bres del cielo, que idola tro , cuanto
las ligad uras de l furioso en can to
co n q ue de mi se ntid o me e naje nas"
( De la To rre , 170)

b. Nunca por el rojo orie nte


sacó Febo la cabeza
coronada de más rayos.
bebi endo al a lba las perlas.
(Lope de Vega , 228 )

do nd e lumbres d~l cielo Y perlas so n algu nas d e las frecu entes


d esignaciones poéti cas d e estrellas y de gotas tÚl rocío, respect i-
vame n te.

e) Relación "ani mado-inani mado": sustitu ció n de un 1 ~ ,


cuyo referente pertenece a la categoría de lo "anim ad o", por
un T denorador d e un referente caregorizado co mo "inani-
ruado"." Dent ro de este grupo q ued a integrad a , co mo fáci l-
mente se pu ede intuir, buena parte de los in ven tarios de las
design acio nes metafóri cas d e las distintas "pan es bellas" d el
rostro feme nino, acu ñadas por el código poéti co petrarqui sta
}' difundidas hasta la saciedad en toda la poesía de los Siglos
de Oro (G latig ny: 1969; M anero Sorolla: 1990). Cabe recor-
da r, a título de ejem plo , sus titucio nes tan habituales en la
poesía áurea co mo las siguientes:

(6) Término propio (T p) --+ Té rm ino impropio ( TJ


cabello o ro , hebras, sol•...
fren te nieve. marf il•...
cejas a rcos , ébano , ,..
OJOS es tre llas , luces , so les•...
es me raldas, za firo s, ...
lágrimas cris ta l, pe rlas, ...
mejillas nieve , coral, ...
labios, boca co ra l, púrpura , ru bí, ...
d ientes pe rlas
cuello a lab astro. marfil , ...

23 1
d) Relación "inanimad o-anim ad o": las sustituciones me-
tafóricas en cuadradas en este gru po se p ueden co nsiderar el
reverso d el tipo d e fenómenos señalados en el apartado ante-
rior. Se trata de sustituciones d e u n T;., cuyo referente perte-
nece al ámbi to de lo "inanima d o", po r un T" denorador de
entid ades carego rizadas co mo "animad as". A juicio de Laus-
berg, "esta di rección d e la metáfo ra es la má s importante en
general (y, en especial, para la po esía); persigue la sensibiliza-
ción y, con ello, el enca recim iento de la expresión" (§ 559).
Los fenómenos metafóricos d e m ás amplia difusión dentro de
este gru po, correspo nde n en gene ral a los co nocidos tra d icio-
nalmente co n la denomin aci6n d e Personificación, "fo rm a m ás
penetrante d e la m etáfora sensi bilizado ra", según apuma el
m ismo autor. Tales fen6meno s co nstituyen un tipo particular
d e sustituci ón m etafóri ca en el que se p rod uce una atribu ci ón
de propiedades, actitudes o acciones propias d e la esfera de las
personas, a entidades m aterial es o in materiales caregorizadas
en am bos casos co mo "inanimad as" (p uede verse a este respec-
to Herr era, 340-34 1). Sirvan d e muestra los br eves ejemplos
de Boscán y Alda na (7) ,

(7) a. Q ue después con su cr ueza


tu vo A mor esta destreza,
que llegadas a la puerta ,
la aleg ria quedó muerto
y entró Yi YO la tristeza. (37)

b. Co n esto co menzó la ciega en vidia


a desp ertar lo pechos qu e dormían
en llano y dul ce a mo r, sincero y puro ....(154)

Merece destacarse un cuarto aspecto que, au nque no suele


ap arecer formulado normalmente d e modo ex plicito en los
autores, está latente en todos ellos, po r lo que es p reciso tener-
lo en cuenta para comp rende r de forma adecuada su funcion a-
mien to en el discurso poético. Me refiero a la co nstant e p re-
sencia, en todo proceso met afóri co , d e actitudes valorarivas
asociadas al yo textual, canalizadas en los dos po los d e "enalte-
cim iento o alabanza ' Y'degradaci ón o vitu perio", respecto d e las

232
realidades que configuran el "m undo" rep resentado en el pro-
pio texto. Dich o de modo más sim ple, en la doctrina clásica
del d iscurso poético parece impensable un p roceso de sustitu-
ci6n metafó rica , si éste no está orientado a un a fin alidad enal -
tecedora o degradadora del correspond iente referente textual ,
fin alidad , como bien se sabe, heredada por el d iscurso literario
en general y, sobr e todo, por el discu rso po ético, de las d os
modalidades del discurso epidíctico (Lausberg, §§ 239-254),
Como co nclusi ón de este resume n que he tr atado de ofre-
cer d e la doctrina rer órico-po érica de la Metáfor a, d ebe d esta-
carse, como últi mo aspecto digno de tenerse en co nsideraci6n,
la alta valoraci ón o esti mació n d e q ue suele ser o bje to. La
Metáfora resul ta ser el más elogiado d e los tr opos. y ello en
fu nci6n del parti cular poder o rnamental que se le atri buye,
especialmente en el ámbito del discurso poét ico. Muestra d e
las valoraciones de que suele ser obj eto bien lo pu eden consti-
tuir estas palabras d e H errera: "Y bien se deja ver en la metá-
fora , que se labra y viste y alumbra la oraci6n (= d iscurso]
co mo si se sem brase y esparciese d e estrellas..." (3 19), o éstas
no menos encarecedoras de López Pinciano , para quien la
meráfora "he rm osea la o raci6 n [= di scurso] so b re todos los
tropos y figu ras retóricas y poét icas" (11, 133).
C omo se habrá po dido observar, en las consideraciones pr e-
cedentes he elud ido toda referencia a estud ios recientes sob re la
M et áfo ra, para fijar la ate nc ión en d iversos aspectos d e la carac-
terización ofrecida en la doctr ina ret órico- po ética tradicional,
que, po r otra parte, es el p u nto d e part ida obligado en gran
parte de las reflexiones posterio res, q ue constituyen un caudal
verdaderamente inabarcable. Este vacío documental podrá lle-
narse cumplida mente, y d esde las más diversas perspectivas, con
las referen cias q ue pu eden hallarse, en rre o tro s, en Sh ibles
(1971 ). Bosqu e (1983) y Van Noppen (1985 . 1990).

La fin alidad d e "enaltecim ien to/d egradación" que, según


se ha indicado , resulta ser un factor d eterminante en el fun-
cionami ento d e lo s p ro cesos d e su st it uc i ón m etafóri ca , en
tanto que mani festación d e actitudes valorativas vinculad as al
yo textual, p uede llegar a alcanzar en ocasiones extremos que
roza n los lími tes no s610 d e lo verda dero, sino hasta d e lo
verosímil. Tal situación nos introduce en el domini o de otro

233
de los t ropos de la serie metafóri ca, el d esignado co~ los té~.
m ino s Hip érbole o Superlaci ón (Lausberg, § 57 9) . Su. co nd i-
ció n de tropo ha sid o cues ti ~~m ad a en más d e u na ocas ión. por
los distintos autores (así en j im énez Patón. 143- 144. po r eJem ·
plo), dado que en sus form as de realiz.aci? n d iscu rsiva ~ tras-
cienden con frecuencia los lím ites d e la Unidad palabr a. crrcuns-
ran cia que queda reflejada co n claridad en el doble tratam iento
que se le suele asignar. ya co mo "t ropo de palab ra". ya co mo
"tropo de pensami ento" (Lausberg, § 579 Y §§ 909- 9 10). Pero
se va a eludir tal p roblemática por el mom ent o.
De acuerdo co n la etim ología d e los térm inos griego y
latino. que no es otra q ue la d esignac ión en ta les lenguas de
los co ncep tos de 'exceso' o 'exage ració r~' , ,informa ción a I~ que
no suelen ren u nciar los autore s, la Hip érbole es caracterizad a
en ge ne ral co mo un fen 6 m;no d e sus t itució n m et af.6 rica ,
do minado por una finalid ad enaltecedo ra/ degrada dora", o su
l', verti ente cuant itativa: "engrandeced ora/ empeqlleñeced ora" d e
una d eterminad a realid ad , en ta nto que expo nentes d e u na
act itud valorariva d el yo textua l; que so brepasa, d e modo exce-
sivame nte llam ativo. los lím ites d e lo razonablem ent e vero-
sím il.
En las d efinicion es q ue de este tropo ofrecen los textos d e
nuestras au to ridad es doctri nales. d om inan las referen cias a la
d imensión cuantitativa (Ne b rija: 223; Herrera: 346; Jiménez
Patón: 143-144; Co rreas: 402-4 03). tal como se habla co nso -
lidado en la tradición clásica. Una d e las caracte rizaciones más
explícitas en esta línea es la realizada po r Herrera. q u i ~n se
exp resa d el modo que sigue: " Hiphbok:' I~s rom anos Ic d lcro.n
po r no mb re Superlaci ón o exceso o crecim iento. que so brep uja
la verdad por causa de acrecenta r o d ism inu ir algu na cosa. O.
co mo qu iere Escal ígero, es exceso y sobra <.I ue .de no ta redun-
da ncia; cuando levantamos un a cosa co n ctrcurro d e cosas, o
co n mayor nat uraleza que la suya propia. Podemos 1 ~ :lIn alla en
nu estra lengua engra ndecimien to.. ."(346). 'Ahora bien, co mo
ya se ind icaba a pr op ósito d e la M etd[o ra. ta m p{) ~o ah ~)f a
parece que 5(."3. del todo po sible pensar solo en un a di mensió n
est rictam en te cuan titativa: "engrandecedo ra/cmpcq ueñccedo -
ra" d e la realidad rep resen tad a. q ue no vaya asocia da a un
riempo a una actitud valo rativa: "enaltecedo ra o d egrad adora"
o. lo que es lo m ismo, "laud ato ria o vituperado ra", d e d icha

234
realid ad por parte del yo textual. Aspecto éste q ue, au nq ue
latent e en tales definicion es y pat ente en los ejem plos. só lo
aparece formulad o d e m anera explícita en el caso d e un autor
co mo G racián, quien a la hora d e caracterizar la "Agud eza po r
exageración". no deja de incorporarlo co mo un elemento más
de la defin ició n. tal co mo pu ede comprobarse en las palabras
que siguen: "N o escrupulea en la verdad este género de su tile-
za. d éjase llevar de la po nderació n y atie nde só lo a enca recer la
gran deza d el objeto. o m panegi ri {panegírico] o rn sdtira"
(esto es, los do s po los referid os del género epid íctico} (1, 197.
sub rayad os m íos).
La caracte rización de los fenómeno s hi perbó licos que en-
co nt ramos en las obras de Nebrija o C orreas . m uy en la línea d e
Do naro por lo escueto y lapidario de las defin icio nes, no se
hace eco d e ciertas observacion es interesantes co nte nid as en tex-
to s, ta n co nocido s y di fundido s, co m o la scu do ciccro n iana
Ret órica a H erenio o las Institu ciones d e Q uin tiliano, po r ejem-
plo. en relación con algun as d e las formas de ~eal i zaci ón discur-
siva de esta clase de fenóm enos. y. muy especialme nte. en rela-
ción con las co nexiones de los m ismos con otros tropos. hechos
q uc muy bien podían apu ntar las bases de un el em~ntal es~w
de tipología. En relació n co n este hecho. el tratadi sta espanol
q ue más se halla en conco rdancia co n las o bservaciones d e. los
autores clásicos mencionado s es ] iménez Pató n. De sus co nside-
raciones sobre la Hiptrbok destaco estos d os aspecros:

1) Las Hipérbola "se pu eden hacer en cualq uie ra d e los


tropo s. y así hay hipér boles metafóricas. met o ními cas y
de o tros tropos" (I 43). A este respecto , no d eja de ser
cur iosa la coi ncide ncia con este planteam iento en algu-
nos tra bajos recientes (por ejemplo. las tipologí~ d e los
fenó menos hiperbó licos realizad as po r Ravazzoli: 1978 ,
72 -73; 1979 , 96 -98).
2) Entre las formas más usuales en la realización d iscursi-
va d e estos fenó me nos, d estacan las con struccio n es
co m para tivas: co mparacio nes hiperb ólicas. co n ejem -
plos que co rres po nd en a las que s uelen co noce rse
como "co mparaciones estereotipad as" (Mayo ral: 19 9 2,
y la bibliografía allí citada). y la.s H ipérboles en cad ena-
das o contin uad as (ib.),

235
Por cuanto se acaba de d ecir, parece fácil pensar que las for-
mas de m an ifestación de los fenómenos hiperbó licos más re-
pr esentati vas en el di scurso poético d e los siglos XVI y XVII,
co rresponderán generalmente a las modalid ades referida.') : co ns-
trucciones co m pa rat ivas o hipérbo les encad enadas , u na d e
cuyas man ifestacio nes más características está representad a po r
el art ificio d e la "enu me ración de im po sibles" (o Adinata}. Por
lo que su lugar más adecuado seria, en rigor. el ámbito de las
«figuras textuales". De tod as fo rmas ad uciré aq uí un os cuan tos
ejemplos, en los que d icho fenó me no se p resenta circu nscrito al
espacio de co nstruccio nes reducidas. y en las que su realización
queda restr ingid a a la relació n significativa establecida entre do s
palabras cuyos referentes están caracterizados por cual idad es o
p ropiedad es q ue resultan ser d ifícilmeme co nciliables, cuando
no claramen te contradictorias. Tal es el caso d e las relacion es de
significado entre sujetos, p redicados. complementos, erc., d e
~presiones como: eor~n tÚ IUmJ. hi~. piedra'. mármol, rtc. ;
no, torrente, mdr de lágnmas; ablandarpudras. penas, rocas, etc.;
conmoterise), condolense), compadecertse} las fieras, etc., y simila-
res, present es en secuencias co mo las de (8):

(8) a. Un coraz.ón de imp enetrable acero


tengo pa ra sufrir, y es tá más fuerte .
cua nto más el asalto es bravo y fie ro.
(Herrera. 388)

h....mas mis ojos lo van cla ro mos tran do ,


que por ellos destilo
de lágrimas un río, h ilo a hilo .
(Figucroa. 148)

y ta ntos ot ros ejem plos de este tenor. q ue. d e modo persistente,


pu lulan por los textos de n uestros POCta.·" de los siglos áureos, en
la misma p ro po rció n, si no ma yo r, que en los texto s d e sus
co nsta nte s m odelos, los poetas clásicos greco latinos.

Otro tipo de fenó menos d e "tr ansferencia d e significado "


basada en relaciones de semejanza, es el design ado co n el térmi-
no, de acuñación relati vam ente reciente, Sinestesia (Schr ad er:
1969. cap. I. esp. 75-93; Dombi Erzséber: 1974 ; Doersch:

236
1992), o, según p refieren otros au tores, Metáfora sinestaica.
C o mo deja entrever la etimolog ía del térm ino, cuyo eq uiva-
lente sería la exp resió n "percepció n senso rial simultá nea", los
fenó me nos así d esignados exp resan determinadas tr ansferen-
cias de significado de un do m in io senso rial a otro. lo que, en
el nivel lingüístico-d iscu rsivo, se manifiesta en peculiares for-
m as de co nex ión de elementos no mi na les. ad jetivales o verba-
les, cuyos respectivos referen tes pertenecen a esferas sensoria-
les distin tas. mediante el art ificio co nocido como "esquemas
d e correspo ndencias" entre unas y otras (Morier: 1981 . s .~.
Correspondances}. Mod elo básico de tales esq uem as lo consti-
tuye el "canon d e cor respo nd enci as" exp resado en el famoso
verso d e Baudclaire: "Les parfums, les co uleu rs er les so ns se
r éponden t", del soneto del m ismo título ("Correspo nd anccs".
apud Mc rier, 316) . o el tan traído y llevado "So ne[~ de las
vocales" d e Rimbaud (Sch rad er. 60-61. co n ot ros ejemplos
simila res) . q ue tan am plia aco gid a y difusión habrían de
alcan zar en las corrientes poé ticas co ntempo ráneas.
Ahora bien, el hech o de que el térm ino Sinestesia sea de
acuñación bastante reciente no debe inducir a pensar que los
fenómeno s lingüístico-discursivos por él designado s no hayan
ten ido existencia o hayan sid o d esco nocid o s hasta ese mo-
memo. Los estud iosos d e tales fen ómenos , al meno s en el
ámbito de la literatura . que es el que interesa 3. nuestro propó-
sito, suelen esta r d e acuerd o en adm itir las remotas raíces de
los m ism os. co n ejem plos que se remontan a veces a ma nifes-
taciones poét icas m uy tempran as de la tradi ción grecolat ina
(Sch rader: 1969 . 13-26), m an ifestacio nes que hall arán su
co ntin uid ad en el desarro llo d e las t rad iciones po éticas occi-
d entales. Para el ámbi to español, Doetsch (1992) .
C on todo , co nviene no tar a este respecto que, si bien los
ejemplos de fenó me nos sines t ésicos, so bre tod o en el discurso
poético , so n co no cidos d esde los ?Ibo res ~ ismos de la poe~ía
grecolat ina, como se acaba de decir, no deJ ~ ~c resultar cu n.o~
so q ue tal clase d e fenóme no s no apare1.ca tip ificada y des~nta
co m o tal en el in gente in venta rio d e co nce p tos y t érm in os
desarrollad o y tr ansmi tido secular me n te po r la tr ad ició n retó-
rica. Máxim e si se t ien e en c ue n ta q ue en u na obra co mo
Sobre lo sublime. del pseud o Lon gino, se llega a afirm ar en
cierta ocasió n q ue a los poetas se les co ncede licencia para

237

"co nvert ir el oír en un contemplar" (190). Ta l ca ren cia teórica ,


de la q ue so n partícip es los t ratadistas españoles. pued e que-
dar compensada en alguna medida, no obstante, por referen-
cias ind irectas q ue de algunas m an ifestaciones d e los mi smos
se pueden discernir en el tratamiento concedido a OtrOS fenó -
m enos, caso por ejem plo de la M~tdftra (así . H errera. a pro-
pó sito d e expresio nes co mo "d ulce frío", comenta "metá fo ra
del gusto al tocarnienro" (43 1 y 48 5); la Metonimia o la Hi-
pd/ag~ (romo en Brocense, 3 28-3 29 ; Correas. 4 10), ent re los
de mayor relevancia (Mayora l: 1994). Pero qu eden en este
pumo las conside racio nes sob re la compensación d e tal ca ren -
cia teórica o , si se prefiere. termino lógica.
Para nuestro actu al propósito tiene m ayor interés fijar nues-
tra atención en algu nos ejem plos. que. junto a sus claras reso-
nan cias clásicas. pueden presentar en mayor o m cnor grado
cierras afin id ades o conco mitancias co n el tipo de fenó me nos
qu e a partir de las escuelas poéticas posrrom ánricas se han co n-
siderado bajo la den om inación d e Sinestesia. H e aq uí una mues-
tra reducid a de los mism os en la serie de fragm entos de (9):

(9) a. Co n el silencio oscuro, el ave triste


vuela. y e n el volar muestra su mengua ...
(Alda na.309)

b. Faltó el cuervo también, porque no hubiese


donde todo e ra fiesta. desagrado;
en colores sonoros suspen didos
oyen los ojos, m iran los oídos.
( Lópcz de Z arute. }, 157)

Como pu ede ob serva rse. las se cue ncias su b ra yad as e n lo s


ejemp los p recedentes const ituyen di versas form as de m an ifes-
tació n de fenómenos d e tra nsfe renc ia sen so rial. en los q ue se
ven afectados los órganos de la vista y el oíd o en sus respect i-
vas fun ciones.
D ad a la presen cia sim ultá nea en cada en u nciad o d e los
térm inos q ue den otan las dos esferas de percepción im pl icadas
en la transferen cia sen sor ial: los sentid os y sus respect ivas fun -
ciones (caso. por ejemplo. d e pares como ojos/oídos y oer/otr};
los fenómenos en cues tió n p resentan bastantes co nc om itan-

,1 238
,:1
cías. desde la perspectiva d e los arr ifi~ios verb ales cod ificad os
por la doctrin a d el Ornato, ~on, ot ro t1 p~ de hC'ch o~ co mo so n
los que corresponde n al artificio ~o~oc,do com o t ~ans fere~­
cia de atributos", q ue suele materializarse en el ám b ito no ~1t·
nal y verba l m ediante el intercambio de epí te tos y d e pre~lca­
dos. respectivamente. y que algu nos au tores agrup an ba )? la
d enominación d e HipdLtgt (Mayo ral: 1994). Es más. conside-
rando algunos de los ejem p los ad ucid os por algu nos autores
(Correas. 4 10). no p arece que hub iera m ayores dificultades
pa ra situar bajo di cho e p ígra fe los distin~os fenómen os smes-
t ésico s que se han presentad o en (9) . SI lo quc se aca b a d e
suge rir es correc to, la relació n ind icad~ ~ r(a ten erse po~ una
d c las posibles razones que pod rían Justifica r la ause n.Cla d e
una denominación es pecífica para los fcnómcnos d e smes re-
sia, d ado que los mismos quedar.ían cn~ua~rados ..en un con-
ju n to m ás am p lio d e "t ra nsferenCias de slgl1lficado .

Las breves co ns ideraciones que se vie ne n presentan do


sob re los tropos d e la "se rie m etafórica" se ce rrará"; ~on un~
ráp idas notas so bre la ca rac te rización q ue en l~ tradi ci ón r~to­
rica se o frece d e lo s fenómenos agru pados bajo la denomina-
ció n de Iron ía (Lausbe rg, §§ 582-585 . 902-904), Fenóm~nos
que, co m o b ien se sa be. viene n siend? objeto. en los. últt m os
años. d e un interés cad a VC'L m ás crec iente , en el ám b ito d e la
in vestigació n lingü ísti co-d iscu rsiva. Y a c~ya e~posi~ión debo
renunciar aq u í. Como br~ve muestra d e, dicho I ~tcres. n o ob~­
ranre, m e rem ito a lo s d iferentes trabajos re unidos en el n u-
m ero 2 d e L ínguisiique el semiologir (Lyo n , 1976) o en el
n úmero 3 6 d e la re vi st a Poh iqu e (Parfs, 19 78), entre las
n umerosas referenci as, tanto d e libros co m o d e art ículos, q ue
m erecerían ser ad ucidas a este respecto.
C o mo es h ab itual en la mayoría de los términos acuñados
en el corp us do ct rin al d e la Elocución ret órica, el térr.ni~o
Ironía, en cuyo étimo gri.ego dcb~ ~;corda,rse la ~cferencla al
que pregunta fin gi endo Ign o ranCia . h a. Sid o ob),e~o d e muy
di versas interpretaciones, a '? largo ?c d~cha trad ición, hec~o
que tal vez h aya que atr ib uir a la diversida d d e ;;specr os , Iin-
güísticos y extralingü ísticas. ~ los que pa rece r:mmr desd~ sus
m ás tempra nas documentaCiones. En tal sen tido. no .d eja d e
llam ar la ate nción . por ejem plo. la constante flu ctuaci ón des-

239
de antiguo en relación con su condición de Tropo o d e Figura tk
pensamiento, hecho q ue se revela en el distinto alcance que refle-
jan las d efiniciones. Así pu ede observarse en la síntesis de Laus-
be rg, do nde se co nside ra en am bas perspectivas (§§ 582-585 Y
902-904).
El trat am iento d e este tropo en la obra d e los aut ores espa-
fioles d e referen cia no se ve exento de tales fluctuacio n es. Asl,
por ejemplo, en tanto qu e autores como Nebrij a, Herrera,
Sánchez Broce nse o Correas aceptan su perten en cia a la cate-
garfa de los Tropos. jiménez Pató n le niega tal estatuto y lo
sitúa en las llamad as Figuras de pensamiento (en el capítulo
dedicad o a las "Figuras de ficción"). Como no es éste el lugar
para discutir tales probl emas de adscripción a un a u otra clase
d e fenómen os, p roblemas que, p or o t ra parte, pa recen ser
co munes a la mayor parte d e los tropos, co mo ya se ha d icho.
me lim itaré a presentar aq uellos aspectos que mejor reflejen el
alcan ce restringido a la catego ría d e tropo -para el que algu-
nos autores prefieren reservar no obstante la den ominación d e
Antífrasis (j im énez Pat ó n. 9 1-94)- . dada la na turaleza d e los
fenómenos que vienen siendo objeto de atención en el presen-
te capítulo.
Como en ta ntas otras ocasiones. será in structivo recurrir a
la d octrina form ulada po r H errera sob re este tropo en las Ano-
racionesa la poesía d e Garcilaso. El autor se refiere en do s oca-
siones a fenó menos d e Iron ía, ambas en la "Églo ga Il". En la
primera de ellas, q ue es la más explícita - la seg unda es sim ple
menció n-. a propósito de los siguientes versos:
(10) Albanio
¿Estarás. si te sue lto. sosegada .
mientras con razón clara te demuestro
que fuiste sin razón de mí enojada?
Ca mila
[Eres tú de razones gran maestro!

come nta H errera : "Iron ía; nombrada así de los gr iegos. por-
que no significa lo que dice; pero sólo el mismo di cho está sin
la significación que se le debe. Porque m uestra lo contrario y
se co ns tituye en la di syunción y apartamiento. que no se tr a-
ban ni en lazan las palabras co n el sentid o. Los latinos la ape-

240
llidan Disimulación, o Simulación y Fingimiento, o Irrisión. Es
tropO con q ue mostra mos. haciend o burla y esca rnio con el
gesto del cuerpo y co n la p ro n unciaci ón, q ue queremos y sen-
timos otra cosa q ue lo que hablamos" (528-529). Como habrá
podido o bservarse, en el comentario d e Herrera quedan ex-
puesto s co n bastante claridad, aparte de las eq uivalencias ter -
minológicas griegas. latinas y romances. los elementos lingüís-
ticos y extralingü ísricos que suelenvin regrar la caracterizació n
de esros fenómenos a lo largo d e toda,la tr adición. En relación
co n los prime ros. el hech o de at ribuir"a determinadas pal abras
un sentido contrario al que les es p ropio. en el interior d e un
enunciado; en relación con los segundos, el hecho d e que la
emisión de dich as palabras vaya aco m pañada d e gestoS po r
parte del habl ante. ind icadores d e b u rla o esca rnio. y cuya
variedad suele consti tuir la base de algunas d e, las especies d e
que hab lan usualmente ciertos autores (po r ejemplo, Correas).
Ahora bien , dado q ue en la mayo r parte d e tales"especies se
hace referencia a fen ómenos que remiten en buen a' m edida a
hech os de natu raleza ex t raling üíst ica, se p rescindirá d e los
mismos en esta ocasión.

10.2.2. Tropos de la serie meton ímica

En el co njunto d e tropos de la serie meton ími ca o "tropos


por con tigü idad". quedan agrupados. como se d ijo más arri-
ba, todos aquellos fenómenos de transferencia d e significado
tradicionalm ente co nocidos co n las denominaciones d e Meto-
nimia. Stmbolo. Sinlcdoqu~ y Antonomasia (y Perífrasis, en el
nivel textual) (Pletr: 198 1. 165-169; 1985. 72-73).
En la sistemat izació n p rop uesta por el citado auto r, los
grupos d e fenó menos designado s po r los té rm inos arriba indi-
cados se p resenta n catalogados m ediante la tr ad ucción, en u n
co nju nto de oposiciones binarias d e rasgos s émicos, d el sabido
inventario de categorías lógico-gram atical es del tipo : género/
especie. todo/ parte, causa/efecto, común/propio. singular/ plu-
ral. etc .• d e q ue se serv ía la doctrina tradi cional para la delimi-
tación de los gru pos y su bgrupos en el interior de las d istintas
clases. Ahora bien. sin dejar d e reco nocer el valor d e tal inten-
to d e poner n uevo orden en tan in trincado laberinto de fené-

24 1
menos, intento que, co mo bien se sab e. es co mpart ido en
general po r otros autores co nte m p orán ~~s. voy a o ptar por
segu ir las lín eas de la nomencla tura tradicional tal co mo , co n
mayor o meno r grado d e expli cirud. aparece reflejad a en la
exposició n d e los tratadistas españo les.

El primero d e los tropos citados . que da nombre a coda la


serie, es nat uralmente el d esignado co n los térm inos M eton í-
mia o Trasnominación, tér mi nos que remiten a la noción ge-
neral d e 'camb io d e nombre' , co mo n uestros erud itos autores
se encargarán de norar puntualment e (Lausbcrg, §§ 565 ·5 7 1).
En los distintos tratados tradicionales, la caracterizació n de este
tro po suele limi tarse a una enu meració n de las d istintas var ie-
dad es o especies en que tien e lugar d icho "camb io d e nomb re",
de la forma q ue refleja la sigu iente de finició n, to mada d e la
. versió n reelaborada d e la Elocuencia del maestro j irn énez Pató n
en el Mrrcurius Trimegistus: "M a onimia es cuando se muda el
sign ificado d e las causas a los efectos o de los efectos a las cau-
sas; d e los adj u ntos a los sujetos, d e los sujetos a los ad juntos, y
de unas cosas a otras que co n ellas tien en cercan ía" (fol. 69v).
Más q ue u na d efinición en sen tid o estricto , la formu lación
p reced ente co nstituye un mero resumen de la detallada enu-
meración de los modos o especies que sigue a co nt in uació n. a
lo largo d e la cual q ued an agru pad os conjuntos d e fenómenos
d e t ransferen cia d e sign ificado ent re unidades léxicas. cuyos
referentes resultan vin cul ad os por alguna forma d e lo que. a
partir d e la for mulación de Jakobson (1956), se viene d enom i-
nan do co mo "relacio nes de contigü idad". relacio nes q ue el tr a-
tadista españ ol supo ver co n nitid ez al cal ificarlas certeramen te
co mo "relacio nes de cercanía entre las cosas".
Entre las d istin tas especies señ alad as por j im énez Patón.
d estacan en primer térm ino las transferen cias d e sign ificad o
entre u n idades léxicas cuyo s referentes se hallan vinc ulados
po r alg u na de las man ifestacione s d e la relación ló gica d e
"ca usa/efecto". en donde el térm ino cau sa debe enten de rse.
claro está . en la tota lidad d e sus m od al id ad es clási cas: efi-
1 ciente, material. form al y final (so b re las q ue p ued e verse la
expos ició n d e Sánchez Brocense: "Sob re las causas", en ~r­
ganum, 19 6-2 23 ). Las d istin ciones preced entes en relación
co n el co ncepto de causa le permi ten a Jim én ez Patón intro -

242
ducir en .su sistema tizació n d e este su bgru po de fen ómenos
~etonlmlcos un grado de refinamiento que no suele ser h a-
~I(ual .e ntre sus contemporáneos, que tra taré de resu mir a con -
n nuaci ón.
En relació n co n el concep to d e "ca usa eficiente", se Pte-
sen ran estos fen ómen os metoním icos:

a) La llt!li7.J.ció n del n ombre de los autores para designa r


las obras realt,~das por ellos. del tipo "leer a G arcilaso", "te ner
u n Vel ázquez , ere.

. b) La u t ilizaci ó n del n o m b re de las d ivinidad es d e la


mitología clásica para referirse a elementos, cosas , accio nes o
proc~sos pertenecientes a lo que se co ns id era "esfera d e sus
~unclonc:s • tan.to en relación co n el m undo natural como su
influen cia en di ferentes facetas d e la vida y actividades huma-
n~. Se co noce trad icionalmente co mo "meton im ia mitológi-
ca (Lausberg: § 56~b) y presenta una amp lísima difusión en
todas las mani festaciones poéticas d e los siglos áureos, del tipo
d e: Nep tuno ~m a r) , Eolo (viento ), Vulcano (fueg o) , M arte
(guer ra), C;:up ido (amor), Himeneo (bodas), Baco (vino), Ca es
(pa n) ,. Minerva (cien cia) . etc. H e aq uí una m uest ra d e esta
modalid ad:

(11) En el rigor del e rizado invierno.


al tronco e nte ro de rob usta e ncina
de Vulcano abrasada , se calienta •
y allí e n sosiego tra ta del gobierno
mejor de su ga nado•...
(Ce rvantes, 11 . 126)

. e) A est~ "causa" deb e reducirse. segú n el autor, la "causa


IOst.rumental y, en consecuen cia, la utilización d el nom bre de
u n 1I1s~ rumento para designar o bien la persona q ue se sirve d e
él. o ~Ien la cos.a qu e se h ace por med io d e él. En esta moda li-
dad tien en ~blda su~ti tuciones d esign ativas co mo las que se
d~n en t~rmmos d.eI n po: p luma. cálamo (escrito r o escritura),
pmea (pi n to r o pintura), espada (solda do) , erc., en ejem p los
co mo:

243
(12) Suene la trom pa bélica
del castellano cálamo,
dá ndo les lustre y se r a las Lusfad as,
(Góngora, 1, 1)

El concepto de "causa material" está en la base de aquellas


transferencias de significado que se llevan a cabo en la designa-
ción de cosas ti objetos media nte e! nombre de la ma teria de que
están hechos. Tal es e! caso de nombres como: oro, p lata (mone-
da), hierro, acero (espada, armad ura), pino, abeto, leño (nave) erc.,
de tan frecuente utilización poética, en ejemplos como :

(13 ) a. Junto a su Ve nus, tierna y bella, estaba,


todo o rgulloso , Marte, horrible y fiero,
cubierto de un templ ado y fino acero
q ue un claro espejo al sol de sí for maba,
(A lda na,233)

b. Azota el re mo al líqui do eleme nto,


gobierna ya el timón y gime e l pino,
y el co nfuso ru mor de la ca dena
es un te atro de la et e rna pena.
(V illame diana , 51:12)

To ma ndo co mo referencia el co ncepto de "causa formal"


que, según el auto r, no es tan usada en español co m o en latín ,
se encuad ran en el ám bito d e los fenó menos d e m etonimia
algu nas sus t it uciones d e sustan tivos por adjet ivos d el tipo:
blanco, tinto, etc. (vino), bay o, cuatralbo, morcillo, rucio, cte.
(caballo), y otras del mismo tenor.
y, po t último , en relació n co n el co ncepto d e "causa final"
cabe conside rar la sustitución del nombre d e un a d eterminada
realid ad por el de! fin a que suele estar dest inada, co mo parece
ser el caso d e: p an (tr igo), que figura en el siguie n re ejemplo:

(14) ...po rq ue cuando me pint a esté ril año ,


no siem bro, ni vender mi pan procu ro
(Lope de Vega, 185)

244
Lo s fen óme nos metoním icos que se han p resenrado hasta
ahora representan distin tas moda lidades del tipo de sus titu-
ciones léxicas q ue responden al artificio co nsiste nte en desig-
nar "los efectos" mediante unidades léxicas q ue corresponde n
a sus respectivas "causas". Pu es bien , el reverso del citado art i-
ficio, es d ecir, la referencia a " las causas" m ediante la designa-
ción de "los efectos" a ellas asociados, co nstituye la segu nda
modalidad d e fenó me nos metonímicos. Entre las manifesta -
ciones d e m ayor relevan cia de esta modalidad, cabe d estacar
los dos grupos d e fenó menos sigu ientes:

1) En pr imer lugar, el grupo co nstituid o por los llam ados


"epíte tos metonímicos" (Lausberg, § 68 5), de que ya se trató
en el capítu lo d edicado al Epíteto (sup ra, 136·1 3 7) . C o mo allí
se hacía notar, el adjetivo deno ta "el efecto" que d eriva d e la
realid ad representada po r el sustantivo (co nside rad o co m o "su
causa"), hecho que pu ede observarse en los ejem plos q ue allí
se proponían y que se cita n d e nu evo en (15 ):

(15) a. jA fren/oso temor, tarda pereza


que estor báis la victo ria a l desenga ño!
(Arguijo, 179)

b. Si agradab le descanso, p az serena


la muerte , en traje de dolor, e nvía, ...
(Qu eve do , 9)

en dond e la relación significat iva co ntraída por los susta ntivos


y SllS co rrespond ientes adjetivos d ebe ser interpretada en el
sentido expresado por las siguie n tes paráfrasis:
a) temor afren toso e temor que produce afrenta
tarda pereza "" pereza que produce rardanza
b) ag rad able descanso e descanso q ue produce ag rado
paz serena '" paz que produce seren idad

2) En segu ndo lugar, el gru po d e fenómen os de sustit u-


cio nes d esignativas basadas en lo que Lausb cr g d enomina
"relaciones de símbolo" (§ 569, 5) o, en t érminos de jim énez
Pat ón, "las señales po r lo señ alado", de las que se propone un
inventario del que entresaco estos cuantos ejem plos: corona,

245
afro (rey). tiara (papa). mitra (obispo), bonete (clérigo), capi-
lla (fra ile), sayal (po bre), abarca (labrado r), ramo (taberna) ,
erc., a los que, desde una perspectiva más general, cabría aña-
di r ot ros m uchos ejemplos referid os al ám bi to natural (ele-
mentos. ani males, erc.) o cultural (colores, inst itu cion es, etc).
Realizacion es textuales de esta m od alid ad m eton ími ca, q ue
cabe denominar co mo "meto nim ia simbólica" (Pletr: J 98 J,
169), pueden verse en ejemplos como los de (I6). en don de
Cruz y Luna simbolizan el C ristia nismo y el Islam, respectiva-
mente:

(16) a. Desde aqu e l tiempo acá . leda , me ofrezco


toda, sin q ue de mí reserv e pa rte,
a la sagrada Cruz, q ue no me rezco
ver, cua nto más tener po r mi est andarte•...
(A ldana.401-402)

b. ¿O uién ya tendrá de ti lástima alguna ,


tú q ue sigues la L un a,
Asia ad últe ra. e n vicios sume rgida?
(Herre ra. 263)

Como tercer modo de fen ómenos metonímicos se aducen


las susrirucio nes léxicas basadas en las tradicionales relaciones
entre "continente/contenido" (Lausberg, § 568, 2), entend i-
da.s, claro es, en un sentido bastan te laxo qu e perm ite incluir
fen óm en os qu e resultan a veces no demasiado homogéneos.
Apa rre de expresiones corrientes del tipo beber un Va5O . comer
untlato. etc.• entre los ejem plos más difundidos de esta varíe-
da en el di scu rso poético d estaca el frecu ente em pleo de
nombres de nacio nes o ciuda des para designar a sus habitantes
a los que cabe asimilar los t érm inos: cielo/tierra en referencia a
sus mo rado res (d ivinidad, divinidad es):

(17) a. Rabi/onia y Egipto, amed rentada.


del fuego y asta tem blará sa ngrie nta...
(He rrera, 262)

b. ¡Casado fe has, pastoral El Cieto haga


tan buena tu elección como qu erías; ..
(Cervantes. 11. 88)

246
En este mismo grupo puede tener cabida asimismo la referen-
cia a ciertas "propiedades espi rituales" mediante los nombres
qu e desig~an las distintas "partes u órganos corporales", en los
q ue, seg un creencias an cestra les, se supo ne qu e ti enen su
asien.to .di chas propied ad es, en casos co mo: pecho. coraz ón
(sentm~lentOs) , cabeza, cerebro (pensam ientos), erc., según se
ve en ejemplos del tipo del sigu iente de Aldana:

(18) [Oh desleal . perjuro. ingrato pecho! (374)

El cuarto mod o, q ue en palabras de j im énez Patón reza


así: "cuando por .los adj un ~os.sig~ificamos cosas a ellos juntas,
y po r los sustant ivos los adjetivos (foL 74r), representa el tipo
de transferen cias de significado entre elementos que pertene-
ceo..a las catego!í~ tr~dicio~ales de "lo conc~eto" ("cosas") y
de lo abstra cto (' adjunros"), lo que en el discurso se mani-
fiesta, por cjemp~o, en el mod o de referirse a "personas (sus-
tant~~os) c~ractcflzadas po~ un a determinada cua lidad (adjeti-
vos) m ediante el sustantivo ab stracto den orad or d e di ch a
cualidad. De este mod o, es frecuente enco nt rar los sustant ivos
abstractos: belleza, fialdad. bondad, maldad, discrrcián, enoi-
dia, ::zm tira. juventud, eec., co mo designaciones hab ituales de
una persona bella, fea. bu ena, mala, discreta. envidiosa mcn-
rirosa, joven". erc., como cabe observar en estos ejemplos de
Fray Luis de León y Herrera:

(19) a. Aq uf la en vidia y m entira


me tuvieron e ncerrado...(793)

b. ...y prometiero n co n sus duras manos


e nce nde r nuestros fines y dar muerte
con hie rro a nuestra ju ven tu d más fuerte. (260)

Una. quinta modalidad de fenómenos meton ími cos, para


la qu e jf m énez Patón, como con anterioridad ya hah ía hecho
Sánchez Brocense (328-329), reserva el nombre de Hipdlag"
co nsiste cn el particular artificio de "intercambio" entre los
"~dj u n.tos" (adjeti~os o verbos) asigna dos a d os sustantivos
Sintáctica y sem ánticamente relacionados en un m ismo enun-

247
ciado" (Lausberg, § 685 . 2; Meyer. 1989; Mayor.al; 1994).
Como ejemplo de las variadas for mas de man ifestación de este
fenómeno en el discurso poético. se pueden destacar las que
figuran en estas secuencias:

(20) a. Purp úreas rosas sobre G alat ea


la a lba e nt re los liIios cá ndidos desh oja :
d uda el Am o r cuál más su color sea,
o p úrpura nevada, o nieve roja.
(GÓngora. II.38)

b. En ta n d ulce amanecer
hasta los árboles cantan
los ruiseñores flo recen,
y las mismas pied ras bailan.
(E spin osa, 187)

Co mo conclusión de este apartado , dedicado a algu nas


de las modalidades o "especies" más usuales del fen ómeno
general de la M etonimia, h,aré r~ferencia a aquell~ qu e s~e­
len agru parse bajo la design ación de Me ta lepsis, t érm in o
bastante impreciso. dadas las numerosas aplicaciones, a de-
cir de Lausberg (§ 57 1), Yq ue así se manifi esta en los auto-
res españoles. En Sanchez Brocense y Jim én ez Patón. este
grupo de fenóm enos se halla emparentado d e algu na forma
con los del apartado anterior. aunque hay que reco nocer qu e
su especificidad no qu eda por ello exenta de vacilaciones e
imprecisiones. Pero. al margen de las mismas, me conte nta-
ré con señalar qu e bajo di cho térm ino se suele hacer referen -
cia, en unos casos, a cienos fenómenos de "intercambio" en
el discurso ent re elemento s que guardan una relación de "an-
tecedente/con secuente" (variante de la relación "causa/efec-
to"), como puede observarse en estos versos de Garcilaso:

(21) La som b ra se veía


lItmir corrien do a priesa
ya po r la falda espesa
del altísimo monte...
(Garcilaso. 134)
1
24 8
• • • í
que so n objeto del sigui ente co mentario de H errera: " Es
Metalepsis. que del efecto se viene a la causa. Porqu e ya era
noche [= causa o antecedente] se ve ía la sombra [= efecto o
consecuente)" (500). En Otros casos. como para los auto res
arri ba citados, con dicho términ o se hace referencia, más bien.
a cier~os "trueques" ent re adjetivos cercanos por el significado ,
pero inadecuados en relación con el sustan tivo al qu e se apli-'
can en el enunciado. Como ejemplo de esta inadecuación ,
Jiménez Patón aduce estos versos, tomado s de la Silva VA una
mina" de Quevedo:
(22) ¿Q ué te han hecho. mo rtal. de estas mo nt a ñas
las esco ndidas y áspera s e ntrañas?
¿Q ué fatigas la tierra ?
Deja en paz los secretos de la sierra
a qui en defiende ape nas negra hondura.
(Q uevedo . 111)

El segundo tropo de la "serie metonímica", el designado


con el término Sinicdoqtt~. suele ser considerado tradicion al-
ment e como "variante cuantitativa" de la M etonim ia (Laus-
berg, §§ 572-577). Se trata, po r tanto. d e una variedad de
transferencia de significado ent re determinadas unid ades léxi-
cas denoradoras de ent.idades o realidades vincu ladas de algu-
na manera po r una forma de relación qu e. en rérminos tradi-
cionales, viene expresada mediante los conce ptos de "género!
especie" y "todo/parte", relación a la que hay que atrib uir un
sentido bastante laxo. en el que se permita dar cabida al "true-
que" de los n úmeros gramaticales (sing ular/ plural) . Como
puede colegirse, los casos señalados represent an en realidad
formas de "int ercambio designat ivo" entre unidades léxicas de
mayor (género, todo. plural)/menor (especie. parte, singular)
extensión conceptual. Su correspondencia en el plano lingüís-
tico está representada en buena medida en los fenóm enos a
los qu e remiten los concepros de Hiperonimia e Hiponimia.
respectivamente (Lyons: 1977. 273-299).
La designación de realidades vinculadas por "relaciones de
cont igüidad" basadas en los tradi cionales conceptos de "géne-
ro/especie". puede experimentar trueques ent re determ inados
nombres. en los dos sentidos de la relación. esro es:

249
a) Designació n del género media nt e el nombre de una de
las es pecies co m pr end ida s e n él, co mo en el ejem plo de
Aldana, aducido en (22), en do nd e el nom bre rosas (especie)
parece susti tu ir al no m bre flores (gén ero):

(23) ¿Q uié n ve venir de rosas coronada


la primaver a con su Abril herm oso,
tr as el la el seco estío, luego e l ve ntoso
otoño , y la sazó n luego nevada,...? (221)

b) O , por el contrario, design ación de un a de las espe-


cies m edi ante el nom bre qu e denot a al gén ero en el que
está n co mprendi das, en ejemplos de sust ituciones léxicas de
tan larga trayecto ria poéti ca com o: mortal (especie humana) ,
ave (águila, féni x, pa loma, erc. , según los co ntexto s poéti-
cos), felino (tigre), cuad rúp edo (caballo), h umor (lágr im as),
etc. H e aquí una breve m uestra en la secuencia de Figue roa
(24):

(24) ...volvedle el d ulce canto a la sirena


con q ue to máis venganza e n los mortales... ( 135)

La transferen cia de significado entre no mbres de notadores


de realidades vinculadas por "relacio nes de contigüidad" basa-
da s en los co ncept os tr adi cionales d e "t odo /parte", qued a
represent ada en las dos vertientes:

1) Todo por la parre, esto es, design ació n de la ent idad


qu e representa "un tod o" mediante el nom bre de alguna de las
partes qu e 10 int egran o com ponen. A esta variedad de sinéc-
doque perten ecen sustit uciones des ignativas del tipo : cabeza
(res), luz (día), techo (casa), popa, vela (nave), etc. , en ejem plos
com o:

(25) El furi bundo Ma rte


cinco luces las haces deso rde na,
igual a cada parte...
(L. de Leó n, 758)

250
2) Parte por el todo , es decir, cuando el no mbre qu e deno-
ta "un todo" es empleado para design ar algun a de "las partes"
que lo integran. Aunque esta variedad de sinécdoq ue parece
bastante limitada en sus realizaciones, en el discurso poéti co
de los siglos áureos no son infrecuent es manifestaciones como
las qu e se recogen en las secuencias de (26) , de Góngora y
Aldana:

(26) a. D esnudo el joven, cua nto ya el vestido


océano ha beb ido,
restituir le hace a las arenas...(I1 , 54)

b. A mó n co n su Tam ar cae en el delito,


Tar q uinio deja el rein o po r Lucrecia,
Eu ropa y A sia, con arma da mano,
combate n la lascivia de un troyano . (260)

en do nde el térm ino océano (to do) (a) está tomad o co mo


design ació n del "agua" que em pa pa el vestido del joven , y los
té rm inos Europa y Asia (todo s) (b ) se refieren a las pa rtes
represent adas po r Grecia y Troya, respectivamente.
O tra de las variedade s clásicas de Sinécdoque a que se refie-
ren los autores es la representada por cierras alte rna nc ias en el
número gramatical de los nombres, en las dos direccion es que
cabe esperar:

a) Singular por plural, de gran profusión en el caso con-


creto de los gentilicios, en referencias del tipo: el belga, el ita -
liano , el francés, el turco, erc., por los belgas, los italianos, los
franceses, los turcos, erc., en expresion es como :

(27) Ya , cons umado e n fuerzas, le di rige


e l Jú piter frate rno a empresas gra nde s.
Al franco, al belga, al holandés corrige
la amenaza. ¿Q ué har á el estrago e n Fland es?
(Boc ángel, 122)

b) Plu ral por singula r, sustitución designativa de menor


alcance qu e la variedad ante rior, pero representada en casos

251
como cielos, infiernos, am ores. pechos, etc., por cielo, infierno.
amor. pecho, etc. Sirva este solo ejemplo de Lope de Vega:

(28) ...Ext ra ños y prof und os


son. Tirsi, de los cielo s los secre tos;
mil leguas ye rra un hom bre e n dos segundos. (182)

Dentro de las variedades de Sinlcdoq~, es frecuente hallar


integrado , en algunos autores (así en Sánchez Brocense o Ji-
ménez Patón , entre otros), el conjunto de fenómenos qu e sue-
le conocerse bajo la denom inación específica de A ntonomasia
[Lausberg, §§ 580-581). La especificada ? e esto~ fe~ómenos
radica en el hecho de que las transferencias de significado y.
en consecuencia, las sustituciones designativas se llevan a cabo
de acuerdo con un esquema de correspondencias entr e entida-
des deno tadas por las categorías de los nombres comunes y de
los nombres propios. Tales correspondencias tienen su base en
general en la atribución a las entidades denotadas por unos u
otros de un conjunto de cualidades o propiedad es de las que
se consideran u n dechado o modelo. De ahí que algunos
autores. como Correas. se refieran a esta forma de designación
llamándola "nombradía de excelencia". qu e define con estas
palabras: "cuando a uno por su excelencia y venta ja se le da el
nom bre qu e es común a mu chos" (396). De acuerdo con las
direcciones en las que se lleve a cabo este proceso, se tend rán
estOS esquemas:

a) No mbre común por nombre propio, esto es, mención


de un individuo, sustituyendo su nombre propio por e! nombre
común (o perífrasis), precedido de articulo determ inado, qu e
designa la clase de individuos a que pertenece. tal com~ puede
observarse en sustituciones de! tipo: el arquero (C upido), el
cazador (Endimión), elpoeta (Virgilio), elfilósoft (Aristóteles), el
toscano (Perrarca), erc., en la forma en que figuran en los frag-
mentos textuales que siguen de Herrera y Espinel:

(29) a. T an grave el golpe fue. que el fiero Arquero


de las pu rpú reas alas qu ed ó ufano
vié ndo me a travesado las entraña s. (595)

252

~---------------
b. ...calla sus hechos. los aje nos canta
con tal estilo. que eclipsó al Toscano...( 116)

b) Nombre propio por nombre propio: es decir. mención


de un individuo, sustituyendo su nom bre propio por el nom-
bre propio. acompañado generalmente de un gentil icio. nue-
vo, erc., de un individuo qu e, en la tradición cultural y litera-
ria, se ha consolidado como mo delo de un as determinadas
cualidades o acciones, tanto en su vertiente positiva ("vin u-
des") como negativa I'vicios''). Tal es el caso del emp leo de
nombres de divinidades mitológicas, de héroes históricos o
mitológicos, etc.• para referirse a person as mentadas en un
determinado enunciado, como en estos ejemplos:
(30) 11. ¡O h fiero domador de filisteos.
nu evo David de la cristia na Roma.
cla ro destrozador de los trofeos
colgados e n el templo de Mah oma... !
(A lda na.395)

b. Divino suceso r del nuevo Alcides,


qu e puso en Francia. Italia. África y Flandes
pirám ides más altas...
(Lope de Vega. 52)

en los que nuevo David (a), nuevo Alcída (= Hércules) (b) de-
signan, en los respectivos fragmentos textuales. a D. Juan de
Austria y al D uque de Alba.

c) Nombre p ropio por nombre común: en este caso el


nombre propio de determi nados individu os, históricos, mito-
lógicos o literarios es empleado para designar no a OtrOindivi-
d uo, al qu e se hace partfcipe de sus propias cualidades o pro-
p.iedades, sino a un grupo de ellos. Este es el caso de designa-
crones como:
(3 1) a. ¿No se ve más desd e es tos co rre do res
que del esta nterol y ñtare tes.
lle nos de tantos Muras y Almanrares't
( Lepe de Vega. 230)

253

---~. - -
b. Falta n algunas cosas, que el confuso
polvo y la turb ación sirvió de velo
a más de algún Mercurio, qu e las puso
con más cuidado e n más seg uro cielo.
(Lope de Vega, 1050)

en do nd e los nombres propios Muzas y Almanzores y Mercu rio


han sustitu ido a los respectivos comun es: gu erreros y lad rones.
Hasta aq uí los p umos que. r:ne parecen m~ . ?estac~~os de
la d octrina elaborada y tr ansmitida po r la t;ad~clon retoflc~ e,?
relación con el co nju nto de tropos de l~ se rie ~eto n í m lca ,
doctrina que está en la base de planteamle~to~ reoc,n tes, algu-
nos de los cuales aparecen recogidos en la bibliografía final.

254
11.

FIG URAS SEMÁN T ICAS II:


EQUIVALENCIAS SEMÁN T ICAS

11. 1. Equi valen cias sem án t icas o Isoseme m as. Figuras d e


repe tición en e! nivel semá ntico

Frente a los grupos de figu ras en marcadas en las Licencias


semánticas q ue, como se ha visto en e! capítulo anterior, repre-
sentan d iversas formas de mod ificación d el significado de las
u nidades léxicas en un os co ntextos determinad os, las figuras
inscritas en la categoría de las Equivalencias semánticas o Isose-
memas deben co nside rarse, en su conjunto, el resultado de una
serie de p rocedim ien tos d e int ensificación o refuerzo del signi-
ficad o d e u nas d eterm inad as palab ras en el inter ior d e un
en unciad o. Tales p rocedimi entos d e refo rzam ien ro d e signifi-
cad o suponen siemp re la presencia sim ultá nea de al menos d os
u nidades léxicas en estrecha relació n semá ntica y sintáctica, en
el espacio de u n segme m o dado de! di scurso, hecho q ue con-
trasta co n el fenó meno de sustitució n de un as palab ras por
otras, que consti tuye la base del fun cionamiento discursivo del
gru po m ás representativo de las Licencias semánticas: los Trop os.
En la pro pu esta d e sistema tización d e los fenómeno s del
Ornato diseñada po r Pletr no deja de llam ar la atención que

255
en la categoría de las Equivalencias sem ánticas o Isasem em as
só lo se haga m ención de (a figur a Si nonimia (Plerr: 1981 , 164;
1985. 72). Tan llam ativa desp ropor ción co n respecro a su
cor rela~o d e las Licencias, tal vez qued e algo más eq uilibrad a si
en la citada categorfa junt o a los hechos discursivos a los que
remite la figu ra Sinonimia. se integra asim ismo el conjunto d e
hechos englobados en la figura Antítesis, d adas las evide ntes
afin idades q ue parecen presentar las manifestacio nes discursi-
vas de am bas figuras. La decisión de int egrar en este grupo de
Equivalencias ambas figuras, resultará más plausible si se tie-
nen p resentes las estrechas relaciones que parecen medi ar en -
tre las dos clases de un idades léxicas que constituye n su sopor-
te lingüístico en el d iscur so: las clases léxicas d e Jos Si nónimos
y de los Antóni mos, respectivam ent e (Klbéd i Varga: 1973;
Lyons: 1977. Clp. 9).

11.2. Equivalencias semánticas po r Sino nim ia

Me referiré, en primer lugar, a la clase de fenómenos d is-


cursivos englobados bajo la figura Sinonim ia {Lausbe rg, §§
649-656), m aterializados en la presencia de dos o más palabras
sinónimas, vinculadas por un a estrecha relación sintáctica, en
el interio r de un enunciado. En la sistema tización llevad a a
cabo ~ r Lausbcrg, d ichos fenómenos aparecen integrados en
el amp lio grupo de las llamadas " Figuras de repetició n". En los
au tor es espa ñoles de referencia, la citada figura sólo apa rece
tratada con cierto detalle en la Elocuencia de Jiménez Patón , en
el capítulo dedicado a "Las figuras q ue se hacen por aumento",
don de puede leerse: "Sinonimia dicen algu nos q ue es cua ndo
se amo ntonan muchas palabras qu e significan una m ism a cosa.
Mas c~ta definición es falsa y ha de decir q ue casi significan
una misma cosa, aument ando o di sminuyendo o, a lo menos,
explicando" (104). Tan categó rica negació n de los fenómenos
de sinonim ia, en su vertiente discursiva, qu c co nt rasta no sólo
con la doctrina tradicion al expresada por tantos autores, sino
también con la m isma práctica textu al. apa rece sustentada en
la autori dad de Fray Luis de Granada, Ciceró n y Aristótel es.
La con~ue ncia q ue se sigue de tal estado de opinió n es qu e
las man itcstacion es discursivas d~ dicha figu ra serán tildadas de

256
"ridíc ulas". a no ser q ue medie una finalidad jocosa o festiva.
Por OtrO lado. se recon oce el hech o. tan habitual en toda la
"doctr ina de las figuras", de qu e los fenómenos de sinonim ia
pueden afectar tanto a unas determ inadas palabras dentro de
un enun ciado , como a unidades de niveles supe riores, co mo
puede ser el caso de los propios enunciados en tanto que uni-
dades de sentido (hecho ejem pl ificad o po r el autor co n un
Soneto de G . de Cerina).
Se acaba de decir q ue la o pinió n sustentada po r j im énez
Patón co nt rasta, de form a bastante llamativa, no sólo con la
tradición doctrinal en la qu e se inscribe su propia obra, sino
so br~ todo, r 10 q ue parece ten er mayo r im po rtancia, co n la
prop ia práctica textu al. En tal sent ido, no habrá necesidad de
reco ~dar, po r tratarse de hechos de so bra conocidos , cómo el
part icular art ificio de "reiteración de palab ras sinó nimas" es
9,uizá uno de los art ificios de más arraigada tradición y d ifu-
sión en toda suerte de manifestaciones textuales y a lo largo de
todas las épocas y tradiciones literarias. Co mo cabe supon er. el
fen ómeno en cuestión se presenta com o uno de los artificios
de mayor grado de generalidad, intensidad y difusió n en to das
las manifestacion es tex m~les del periodo áureo, tant o en prosa
como en verso. Aho ra bien , po r respctar la q ue viene siendo
no r":la ha bit ual en estas páginas, los ejem plos que se van a
a?UClC de esta figura sólo representarán algu nas de sus realiza-
cie nes de mayor interés en el ámbito del discurso poé tico.
Al m argen de las discusio nes ent re los semanristas en to rno
a la existencia o no de "verdade ros sinó nimos", qu e tienden en
general, como resum e Salvador (I983) , a la negació n del fenó-
meno, y a cuyos testimo nios habría que sumar el ad ucido más
arri~a de Jiménez Patón, lo q ue parece revelar la práctica dis-
CUrsiva de nu estros poetas es un hecho tan fun dado com o el
siguiente: q ue determ inadas unidades léxicas sc sient en sem án -
t i ca~ ente ~ u i valemes , tanto en el caso de q ue d icha equiva-
lencia se extienda a toda situación d iscursiva (tal sería el caso
de sinónimo s constant es, cod ificados en el sistem a), como de
qu e se presente limitada sólo a una situa ción discursiva dada
(en cuyo caso habría qu e hablar de sinó nimos variables, sima-
cionales, según propon e M . Frédéric: 1985. 188- 196).
Tanto si se trata de los primeros como de los segundos
d ilucidación en la q ue no voy a entrar ahora, tra taré de propo-

257
ner unas breves ilustraciones d e grupos d e d os o m ás un ida des
léxicas que, en la intenció n de n uestros poetas al m enos, pare-
cen cons tit u ir claro ejemplo d e p alab ras q ue compo rtan un
m ismo sign ificado y cuya p resenci a sim ultá nea en el en uncia-
do su pone una evidente conc ienci a d e rcforzami en to d e d icho
significad o. E n las di stintas categorías, tendríamos estos gru -
pos prin cipales d e unid ad es sino ní m icas, seg ún ap arece n aso -
ciadas en los textos:

a) gr u pos d e no mbres co mo : vista-mirada, alegría-con-


tenta-gozo, llanto-lloro, pena-tristeza -aflicción, injuria-agravio,
p risión -cauti verio, triunfo-victoria, batalla-lucha , descanso-
reposo, espíritu -aliento, beldad-belleza-hermosura, senda-cami-
no, prez-honor-honra, alivio-co nsuelo, armonía-concierto, vi-
drio-cristal, terror-espanto, e rc., en secue ncias textuales como
las q ue se propo nen en (l ), tom adas d e Fray Lu is de Leó n y
Q uevedo:
(1) a. Ve ré sin movimie nto
e n la más alta esfe ra las moradas
del gozo y del co ntento... (765 )

b. Padéce nle los cimbros te me rario;


pa dece e n sí p risió n y captíverío;
fat igó su furor el he misfe rio,
ya su discordia falleció el erario. (77)

b) grupos d e adj et ivos co m o: alegre-contento -gozoso-ledo,


arrepentido-contrito, afligido-ap enada-triste, grave-pesado, .frío-
helado, dudoso-incierto, bello-hermoso, difu nto-muerto, experto-
diestro, feliz-dichoso-bienaven turado, oculto-escondido, último-
p ostrero, uno-única-solo, altivo-arrogante, rudo-grosero, mustio-
marchito, y ermo-desierto, paralítico-tullido, etc " en ejem p los
co m o los q ue figuran en (2) , d e H errera y Alda na:

(2) a. E n estos pe nsam ie ntos y nobleza


pasa r contento y led o yo pensaba
desta edad corta y breve la estrcc heza .. (404)

b. ... y recibe , po r D ios, este postrero,


últ imo adiós: adiós, madre y señora. (185)

258
e) gr up os de verbos co mo: ver-mirar-contemplar, otr-escu-
char, consenti r-perm itir, celar-cubrir-esconder-ocultar, ale-
grar(se) -conten ta r(se), afligir(se) -entristecer(se), gem ir-llorar,
atreverse-osar, tem er-recelar, demandar-pedir-rogar -suplicar,
sufrir-padecer, cortar-partir, esperar-aguardar, ama r-querer, etc. ,
presentes algunos d e ellos en estos fragmentos textuales d e
Cervantes y D e la Torre:
(3) a. En fe desta mi fe, te p ido y ruego
sólo que creas, Nísida , que es cierto
que vivo ardie ndo e n amoroso fuego. ( ll , 83)

b. ...con la verde guirnalda y con los trajes


que el re mozado abril cela y esco n de
de la cara de Febo luminosa... (275)

C o mo ya se h ab rá com probado en los ejem plos d e (1)-(3) , las


m an ifestacio nes te xtuales d e esta figura está n rep resentada s
por una serie de unid ad es léxicas sinon ími cas, vinculada s por
un as d etermi nad as relacio n es sintácticas q ue, jun to con las
relaciones significat ivas, co nfieren coh erencia al co nj u n to d e
las un id ad es integrantes de d ich a serie. En tre sus aspec tos m ás
relevantes ca be destacar los siguie ntes.

1) En prim er lugar, segú n el número de u nidad es de la serie,


en cua lq uiera de las catego rías antes seña lad as, se h ablará d e
"series sinoní m icas binarias", "ternarias", ... "n-arias". El grado de
frecuencia y difusi ón en los textos se halla, en principio, en pro-
porción in versa al grado de complejidad de las respectivas series.
El primer rango está representad o , naturalmente, por las
"series sinon ím icas b inarias", del tipo q ue ha qued ado refleja-
do en los gru pos de ejem p los ad ucidos en (1)-(3).
Aun q ue en segu ndo lugar en o rden d e frecuencia, no por
ello resultan de menor interés las "series sinonímicas" form a-
d as por tres unidad es léxicas, d e cuyas varieda d es carego riales
valga la reducida muestra de los sigu ientes grupos d e ejem-
plos: n ombres (4) , adjetivos (5) y verbos (6) :
(4) a. Y al que en su cenagal; su barro y lodo,
es malo, es impote nte y te nebroso...
(A ldan a, 329)

259
b. G regario , e l am istad a ntigua nu estra,
sin disgustos, sin quejas, sin enojos,
el ca mpo franco de mi pec ho os muestra .
(Lepe de Vega, 762)

(5) a....que a los humanos límites e xcede


tu inge nio peregrino, úni co y raro,
y pretendie ndo alguno sublima rte,
e n medio su ca mino fall a el ar te.
(L. L. de Argen sola , 190)

b. [Ay -dijo- rigur osa, dura y fu erte,


y có mo has procurad o sepulta rme
e n un instant e honra, vida y suerte!
(lomas Ca nto rel, 234)

(6) a. Gime, susp ira y llora; desvalida ;


yen medio delUorar sólo esto suena:
..i,Cuá ndo volveré. Nise, a ver tu s ojos?"
(L. de Leó n, 806)

b. Examina el cristal, m ira y repara,


y lo q ue eran celestes pe rfecciones
vestida pie les y te rrores mira...
(Mo ncayo.255)

Frente a los elevados grados de frecu encia y generalidad de


las sartas sinonlmicas binarias y ternarias, las series d e m ás de
tres elementos const ituyen , en realidad, casos más bien raro s y
esporádicos. Ante los m ismos ejemplos doc um entad os en los
textos su rge incluso la d ud a d e si los au tores tenían m mente
insertar en el d iscur so una figura de Sinonimia o. tal vez, una
figura d e Acumulación (Sinatrobmo o Congeries). tan cercana
po r otra part e en cuan to a proced imie nto se refiere (véase más
arriba. 129 ). Tal pu ede ser el caso de series. ran abigarradas a
veces, com o alguna d e las que figuran en esto s fragm entos:

(7) a. Ento nces no hay afr enta,


nt males, ni tormentos, ni dolo res:
todo es dese o. blan dura y amores.
(Bo=in. 348)

260
e. Luego me dio miserias a mo ntones,
disgustos; pesadumbres y torm entos.
tristez.as, desconsuelos y pasiones,
amargos /Jantos, tristes p ensam ientos.
(Lomas Ca ntoral, 220)

2) En segundo lugar, la vinculación sintáctica d e los ele-


mentos cons tit utivos de la serie sinoními ca viene d ad a po r la
form a d e co nc atenació n que m ed ia entre los mi smo s, q ue
p ued e ser tanto (a) sind érica (norma lme nte, m ed iante la co n-
jun ció n cop ulativa ~ o su forma negativa ni. au nq ue también
hay casos co n la disyuntiva o, como (b) asindé tica, según se
pu ed e ver en los d istintos grupos d e ejempl os pr esentados
anteriormente. En la co nca tenaci ón sind ética , se pu ed en pr e-
sentar a su vez do s hechos asociado s, vinculad os co n sendas
figuras ret óri cas:

a) En pr im er término, un reforza rnienro de la cohesi6n


sintáctica de los elementos de la serie (d e tres o más
un idades) med iante la figu ra Polisíndeton. como pu ede
verse en estos ejem plos:
(8) a. Hablilla fui, q ue en mí se compo nía
de l ástima y dolor y de /ormen/o...
(Boscan. 389 )

b. ¡Cuán vana ere s, hu mana he rmosura!;


¡cuán presto se co nsume y se deshace
la gracia y el donaire y co mp ostura!
(Herrera. aat )

b) En segu ndo térmi no, la serie sino ním ica p uede verse
esc ind id a po r la inserció n en tre sus u n idades d e un
elemen to catego rial y fun cionalmente ajeno a las mis-
mas. fenómeno que hay q ue poner en relación co n los
panicul ares efectos d e ru ptu ra sintáct ica pr oducidos
po r lo s d istintos mecanismos del H ip érbaton. Ta les
efectos p ued en verse reflejados en un a form a de rep re-
sentació n co mo la que figura en el esq uema d e (9) :
(9) A ,. A 2--+A1[ x ]A2

26 1
o en sus manifestaciones d iscursivas, cotej ando las respectivas
series sinonímicas d e los fragmentos textu ales d e (10):

(10) a. ...el so plo la respe ta más violento


que impide e nvuelto e n nie ve el cie rzo ca no,
y la luz más flamante
qu e Apolo esparce altiv o y arrogante.
(R ioja, 227)

b. Triste (pisa} y afligido


las are nas de Pisuerga
el ausente de su dama,
el desdichado Zulema.
(Gongora, 1, 85)

Como en todos los fen ómenos de H ipérbaton, la opción po r


una u otra forma de concatenación, contin ua o regular/discon-
tinua o hiperbática, vend rá motivada en cada caso po r razones
de orden d iverso , según se d ijo en o tro lugar (supra, 146, 155).
Entre ellas no se deben olvidar las preferencias de cada au tor
por determinado s tipos d e "estru ctura de frase", dentro d e las
lim itaciones impuestas por la estructura rítm ica del verso.
No quiero concluir estas breves notas sobre la "iteración
sinon ímica' sin dejar d e señalar q ue tal figura pr esenta tam -
bién muy interesan tes m anifestaciones en las di ferentes varie-
d ades dc la prosa artística. Ahora bien , d ado q ue este tipo de
discurso ha quedad o excluido d e la ejem plificación seguida en
esras páginas, el lecto r interesado pued e co nsultar a título de
ejemplo los capít ulos dedi cados po r H . H atzfeld ( 196 6) Y A.
Rosenblat (1971) al análisis d e este artificio , en sus respect ivos
estud ios sobre la lengu a d el Quijote.

11.3. Eq uivalencias semá nticas por An títesis

El segu nd o gru po de fenómeno s d e Equivalencias semán-


ticas que va a ser objeto d e conside ración correspo nde a tod os
aq uellos arrificios d iscursivos que tienen como fundamen to la
presencia en u n en unciad o de al menos un par de unidades
léxicas cuyos significados se hallan vinculados por alguna de

262
las modalidades d e la relación semá ntica de op osición (Lyons:
1977, 253-273).
G ran par te d e tales fenó me nos aparece tipificad a en la
doctrina ret órica en u n co nju nto de figu ras, "familia de figu-
ras" cab ría d ecir, a cuya cabeza se sitúa la que, d esde la Retó-
rica d e Ar istó teles (14 10a 24), viene siendo co nocida secular-
men te bajo las d eno minaciones d e Antítesis, A ntíteton, Con-
tención o Contraposición (Lausberg, §§ 787-8 07).
La caracterización que nuestros tratadistas ofrecen d e esta
figu ra presenta, como en ot ras m uchas ocasiones, grados m uy
d iversos de explicitud. En las A notaciones de H errera se hallan
cinco referen cias, con d efin ic ión escue ta en el primer caso
(34 6), tono elogioso en el últ im o: "hermosísim a co ntraposi-
ción" (492) , y simple men ció n en el resto. Igual mente escueta
es la definición de C orreas, formulada como sigue: "El Anti-
tetan -dice- es co ntrapuesto. C uando se contrapo nen los con-
trarios y se am plía co n ellos la oración" (419). El mayor grado
d e exp lic irud co rres po nde con mucho a la ex posici ó n d e
jim énez Patón , en el bastante heterogéneo capitulo 10 , d ed ica-
do a las "Figuras q ue se hacen po r trastrueque y a maro", y que
trataré d e exponer en sus art iculaciones fundam entales.
La figura, con en umeración de todo s los térm ino s co n los
q ue se ha designado tradi cionalmente, se d efine del modo que
sigue: "Contrapuesto o Contención, A ntíte tos o A ntítesis, es
cua ndo en la oración [= d iscu rso] se ju ntan co ntra rios o se
rrast ruecan , y se hall a en toda sue rte d e o pos ició n" (I 16 ).
In med iatam ente se d etallan los siguientes tipos de o posicio nes
entre u nidades léxicas:

I) opo sición "entre relativos" (pad re/ hijo);


2) "entre co ntrarios" (bueno/ malo) ;
3) "entre pr ivat ivos" (muerte/vida);
4) "entre contradictorios" (es/no es) (1 16- 117 ).

y a co ntin uación se en u me ran "las seis maneras en que se


hace":

1) "cuando palab ra sencilla a palab ra sencilla se opone y


co n trad ice";
2) "cuand o dos palabras co ntrad icen a dos palabras";

263
3 ) "cuando la sentencia 1= o ración, enunciado] se opone
o co ntrad ice a la sentencia";
4) "cuando dos co nt rar ios mostramos darse en un sujeto"
F mod o que se d ice Cohabitación");
S) modo contrario a lo anterior, individualizado median-
te el término Paradiástole: "cuando dos cosas muy se-
mejantes se van apartando ";
6) "cuand o d e u na sentencia q ue d ijimos. co n las mismas
palab ras tr astrocadas se hace diferente sentencia". va-
riedad d e fenómeno s d esignada especffica mc n re con
los té rm inos Antimetdbole o Conmutación ( 117- 118).

La reprod ucción in extenso d e la doctrina d e Jim énez Pa-


tón en el tratamie n to d e la Antítesis responde a que en el co n-
ju nto de sus observacio nes se co nt ienen referencias bien cxplt-
citas a varias cuestiones interesantes. m erecedoras de ser te ni-
das en cuenta no sólo a la hora d e observar el funci onam iento
de esta particular figu ra o "fam ilia de figu ras" en el discurso
po ét ico. sino también a la hora d e emprend er un replantea-
mi ento teó rico de mayor alcance d e esta clase d e fenómenos, y
que m e permito resumi r así:

a) La consideración del discurso (o ració n) o de segmentos


co nstitu tivos del mismo (sentencia) como marco definitorio de
la operatividad de los fenómenos antitéticos, hecho que se halla
en relació n con la atención preferente de la doc trina retórica
por la "vertiente sinragm ática" d e las relacio nes an ton ímicas,
frente a la atención hacia la "vert iente paradigm át ica" mostrada
por parte de la modern a lingü ística (Kibédi Varga: 1973. 3 11).

b) La incorporación d e un a t ipo logía d e los fenó me nos


d e oposició n d e significad os ent re pares d e piezas léxicas,
agrupados bajo las deno mi nacio nes d e: "té rm inos relativos,
co n trarios. p rivativos y co nt rad ictorios" (t ipología proceden te
d el ca mpo d e la Dialéctica, tal co mo aparece for m ulada en
Sánchez Brocense: "Sob re los op uestos", 2 4 3 ~2 4 7 ) .

e) La p ropuesta de una escala de "grados de complejidad


est ruct u ral" en las realizacio nes co ncre tas d e lo s fenómenos

264
ant itéti cos en el ámbito del d iscu rso. de acuerdo co n el n úme-
ro d e elementos implicado s en cada caso (ef Lausberg, §§
789-7%).
Pues bien. siguiend o de cerca aspectos co mo los señalad os.
trataré de p resentar un conjunto reducido de secuencias en las
q ue queden representadas. au nq ue só lo sea m ín im am ente.
algunas de las formas de realizació n más destacadas d e los
fenóm enos d e Ant ítesis en el d iscu rso poéti co del perio d o
áu reo. Insisto en q ue "m ínimamente", ya q ue sería u n inten to
vano por mi parte pretend er aba rcar en tan red ucido espacio
la inm ensa riqueza que pr esen tan las d iversas realizaciones de
un a "figu ra" de ta n especial relevancia en las manifestaciones
po éticas de todo signo . lugar y época. A tal propósito, no esta -
rá d e m ás traer a colació n estas palab ras de D . Alo nso: "La
antítes is -dice- es un recu rso estilístico d e todas las épocas;
existe nte en la poesía popular, se agud iza en las escuelas m ás
co rtesanas y cultas . Arras tra da de los cancione ros y del petrar-
q uismo a la segunda m itad del s. XVI, va a te ner un extrao rd ina-
rio desarrollo en el concep tismo y el gongorismo del s. XVII"
(1950. 289).
En las ma nifestacio nes d iscu rsivas d e los fenómcnos de
A nt ítesis, en los d iferentes grados d e co m plejid ad estructu ral
enumerados por j iménez Pató n. debe tenerse pr esente que los
pares de unidades léxicas en oposición significativa se ca ractcri-
zan gene ralme nte po r compartir los sigui en tes rasgos formal es:

a) La pertenencia de dichas un idades léxicas a una misma


categoría grama tical, hecho que comporta en muchos
casos la presencia d e unos mismos morfemas, flexivos
y derivat ivos.
b) La necesidad d e d esem peñ ar id éntica fu nción sintác-
tica dentro de la o las respectivas o rac iones en las que
apa rece n integradas co mo const it uyen tes sin tag m áti-
coso
e) L. tendencia a ocup ar idénticos lugares d istribucio na-
les en las respectiva.s sanas d e elem entos d e las que fo r-
ma n parte, d e acuerdo co n d eterm inad as leyes d e si-
me tría y p ropo rción , específicas tanto d el d iscu rso en
verso co mo de la "p rosa arrlstica" , cuyo esquema bási-
co será una estru cturación bim em bre.

265
C o mo ejemplo d e los rasgos ap un tado s en a) y b), limi -
ta ndo n uestra atenció n a la primera "m anera d e an t ítesis" se-
ñal ada por j im énez Pató n, la constituida por la presen cia d e
un solo par d e an tó nimos en el en un ciad o (Lausberg, §§ 790-
792), puede repararse en las secuencias d e H errera y G óngora
ad ucidas en (1 1):

(11) a. Crece mi ardor y crece vuestro trio,


la red me a prieta, el ánimo fallece,
y está dud oso Amor e n mi pro vecho.(265)

b . ... el sol, que cada día


nace en sus ondas, y en sus ondas muere. (11 ,66)

en d onde los pares de antónimos pertenecen a la misma catego-


ría: nombres: ardor, frío (a) y verbos nacer, morir (b), y desempe-
ñan idéntica funci ón sintáctica: sujeto (a) y predicado (b).
En las secuencias que se proponen en los gru pos siguien-
tes, (12 )-(16), se p resentan ejem plos q ue corresponde n a la
seg u nd a d e las mo dalid ades señaladas po r J iménez Patón ,
aq uella en la que se com binan dos pares de antón imos en un
mismo en u nciad o (Lausberg, §§ 793). La naturaleza catego-
rial d e los co nstituyentes en los q ue resultan integrados y las
relacion es sintácticas de los m ismos d a lugar a u na gran varie-
d ad d e t ipo s estr uc turales, de los q ue sólo se co ns iderarán
algu nos de los m ás destacado s.
En el ámbito de las categorías no minales, son frecuentes,
en pr im er luga r, las co m binacio nes de an tó nimos for madas
po r pares de nom b res y pares d e adje tivos referidos a los mis-
mos, ya en el interior de u n mism o constituyente, al margen
de su funci ón sintáctica, co mo en los ejemplos que se agru pan
en (1 2), ya a tr avés d e un a estructu ra atribu t iva, m edi ante
có pula, como en el caso d e los ejem plos de (13):

(12) a. En vuestra luz mi pena y mi alegría


ha puesto A mor; en vos con templo y leo
la dulc e, amarga, verdadera historia
del cierto infierno, de mi incierta gloria.
(Cervantes , 11 , 152)

266
b. Qu é har emos, pu es, sino morir callando,
hasta que la fort una desagravie
ratón tan m uerta, sinrazón tan viva?
(Villamediana, 327)

(13) a. Así nunca quesistes que te miese


sin deja rme ta mbién e n que esperase,
hasta que e n fin, la cosa descubiert a,
fue el temor cierto y la esperanza incierta.
(Ac uña , 234)

b. Tales son los defensores


de mis viejas confianzas,
qu e está n vivos los temores,
y m uertas las esperanzas.
(Es pinel,224)

Y, ~ n .seg u n d o lugar, en la com binació n de pares de no mbres o


adje tivos y send os complementos no min ales, en la fo rma d e
los en unciados d e Bocángel y C ervantes que se proponen en
( 14),

(14) a. No el cadá ver determina,


no depone lo que ve.
¡Oh/alta de humana fe!
¡Oh sobra de fe divina! (306)

b. ¡O h más que el cielo, oh más que el sol hermosa,


y para mí más dura que un diam ante,
presta a mi mal, y al bien muy perez oso: (11,58)

~ o mo puede observarse, en las secuencias p recedentes se


localiza n en los elem entos nominales sub rayad os en los res-
pectivos co nstituyentes do s relaciones an titéticas: 1) entre los
pares de nombres, po r u na lado, y 2) entre los pares de los
adjetivos a ellos referidos, por otro, en (12)-(1 3 ), y 1) entre
los pares de nombres o adjetivos, y 2) entre los nombres o
adjetivos d e sus respectivos complem entos, en (14 ):

267
NO MBRES ADJETIVO S
in fierno ,
gloria Cie rto ,
in ci erto ( 12a)
razó n ,
sinrazón muerto ,
vivo (I 2b)
temo r ,
espera nza cierto ,
in cier to ( 13a)
temor ,
esperanza , muerto (I 3b)
falta ,
so bra
VIVO
hu mano , divino (14a)
mal ,
bien presto , perezoso (14b)

En el ámbito de las relacion es entre catego rías nominales y


verbales, y las respect ivas fun ciones de las m isma s en una
estr uct ura oracional, la d obl e antítesis puede m aterializarse en
la práctica totalidad de las funcion es desempefiadas por los
co nstit uyentes o racionales, lo que exigirá, com o cabe p rever,
la duplicación d e los m ismo s en el interio r d el en unciado. En
la serie de ejem plos agrupado s en (1 5), se recoge una reducida
m uestra de algunas d e las formas que adopta esta modalid ad
de A ntítesis en el variado conjunto de relaciones ent re los cons-
tituyen tes sin táct icos:
(15) a. ... tan puros los deseos se con cibe n
e n mi afligido pecho , q ue a l mom ento
los m alos mueren y los b uenos viven.
(Lomas Ca ntoral, 247)

b. Tant o mer ece ser más estimado


el virt uoso obrar, pues ya no espe ra
la virtud p rem io, n i castigo el vicio.
(A cuña, 335)

Las relaciones en tre los constituyentes po rtadores de los ele-


memos an titéticos en los ejem plos p recedentes se resu men del
modo que se p resenta en (16):

( 16) Co nstituye ntes Elem e nto s a ntité ticos


a. SSNN su( los malo s los bu enos
SSVV: mue ren viven
b. SSNN suj : la virtud e l vicio
SSNN c D: premio castigo

268
El grad o m ás elevad o d e complejidad estr uctural en las rea-
lizaciones discursivas d e las relaciones antit éticas, está rep resen-
tado , en la escala propuesta por jim énez Patón, por la "o posi-
ción entre oracio nes", o, dicho en los términos del autor, "cuan-
do la sentencia se opone o con trad ice a la sentencia" (11 7)
(Lausberg, §§ 794-796). Entre los ejemplos de esta modalidad
d e Antítesis cabe citar, y así lo hace el autor, el particul ar art ifi-
cio d e constru ir poemas co ntrapo niendo el sentido entre versos
pares e im pares. Tal es el caso del siguiente soneto de Lope d e
Vega, en el que se contrapo nen la expresión de la "alabanza"
(versos im pares) y del "vituperio" (versos pares):
(17) Es la mujer del hom bre lo más bueno,
y locu ra decir qu e lo más ma lo,
su vida suele se r y su regalo.
su mu erte suele ser y su veneno.
Cie lo a los ojos cá ndido y sereno ,
qu e muchas veces al infierno igua lo,
por rar o a l mund o su valor señalo,
po r falso al hombre su r igo r co nde no .
E lla nos da su sa ngre, e lla nos cría ,
no ha hecho e l cielo cosa más ingrat a;
es un á ngel y a veces un a ar pía.
Q uie re, abo rrece, tra ta bie n, maltrata,
y es la mujer, al fin, co mo sangría,
que a veces da salud y a veces ma ta. (137)

Las tres m odalidad es o "maneras" resran tes d e realizacio -


nes antitét icas a que se refiere jimén ez Patón, tras presentar
los tres gra d os de com plejid ad estruct u ral que se han visto
hast a ahora, const ituyen d etermin ados fenómenos que con
frec ue ncia suelen aparece r en algu nos trat ados co mo o tras
tantas figuras con denominaciones propias.
AsÍ, la cuart a modalidad, d esignada co n el significa t ivo
término d e Cohabitación (11 7), correspo nde a la clase particu-
lar de fenómenos co nocidos normalmente bajo la denomina-
ció n d e Oximoron (Lausberg , 8 97) , y que en palab ras d e
j im énez Pató n, se produce "cuando dos contrarios mostramos
darse en un sujeto" (11 7). O , tr aducido en términos gram ati-
cales, cua ndo se hallan unidos por una estrecha relación sin-
táct ica co nstituye ntes en los q ue aparece n unidad es léxicas

269
cuyos significados se excluyen mutuamente. Se trat a de las
conocidas fórmulas de "fusión de contrarios", de tan amplia
difu sión en determinadas escuelas poéticas (McCann: 1961).
En las realizaciones más usuales de esta figura . cabe distin-
guir, como en casos anteriores, dos grandes ámbitos. En pri-
mer término, el ámbito de las categorías de naturaleza nomi-
nal , esto es, las relaciones entre nombres y adjetivos. o ent re
éstos y sus respecti vos compleme ntos . en secuenc ias como :
"oscura luz". "luminosa oscuridad". "ard iente frío", "helado
fu ego". "pacífica guerra". "g ue rrera paz". "t riste paraíso",
"gozoso infierno". "d ulce amargor", "amargo dulzor". "vida
mu erta". "m uerte viva' . etc. A continuación se presenta una
breve muestra de realizacio nes textuales de algunas de ellas.
tanto en secuenc ias un imembres (18 ) como bimembres (19 ):
(18) Secuencias sim ples o unimembres:
a. ... oscura luz qu e po r tiniebl as guía...
(Cetina , 275)

. b.... Y es loco q uien su deseo


pone en su amargo dul zor .
(Lomas Ca ntora l, 92)

(19) Secuenc ias dob les o bimembres:

a. Las lágrimas tambi én , qu e ardie ndo vierto,


si son lo que parecen solame nte ,
de helado fuego y abrasado yelo.
(De la Torre, 174)

b.... de qu e me da el am or alas de ce ra,


y e llas el nombre a un piélago de males,
qu e tien e amarga miel y dulces ye/es.
(Villamedi ana, I SO)

o en relación atributiva. en estos fragm entos de Ald ana y


Cetina:
(20) a. __ por eso el yelo es fuego , el fuego es yelo,
o

no porque vos llegar ades al punto


de efectu ar 10 mismo que pensastes... (37 1)

270
b. Lo negro es blanco y lo más blanco es negro
co mo q ueréis: lue go a l alma viste
e l efec to qu e vos q ueré is mostrarm e. (190)

En segundo término. las relaciones sintácticas ent re cons-


tituyentes de naturaleza nominal y verbal, en un a o varias es-
tructuras oracionales en el marco de un enunciado, pueden
ser soporte formal de muy variadas realizacion es de esta figu-
ra, de modo similar a las modalidades de A ntítesis vistas ante-
riormente. Baste la breve muestra de las que se presentan a
continuació n . tomada de De la Torre y Herrera:

(21) a. Tú , que los ab rasa dos corazo nes


con yelo enciendes y con fuego yelas.
pre ndes y libras milagrosam ent e. (247)

c. Tú , q ue puedes hacer la mue rte vida,


¿por qu é me tienes vivo en esta muerte'!;
¿po r q ué me tie nes mue rto en esta vida? (653)

La quinta modal idad a que se refiere jim énez Patón viene a


constituir un modo cont rario al Oxómo ron. Designada con los
términos Paradiástole, Distinción y Separación (Lausberg §§ 804-
805), esta figura se medio define de fa forma que sigue: "cuando
dos cosas m uy semejantes se van apartando" (118), con el ejem-
plo siguiente, en donde subrayo los elementos y no [= pero no],
ind icadores formal es de la contraposición de los términos:

(22) Es fuego A mor, y no alumbra.


Adquiere almas , y no vida,
Q uítala, y no es homi cida.
Es celestial. y no encu mbra.

El último grupo de fenómenos antitéticos cor responde a


la figu ra designada indistintam ente por los diferentes autores
con los término s A ntim etábo/e, M etátesis, Conmutación o In-
versión, definida en estos términos: "cuando de un a sentencia
que dijimos. con las mismas palabras trastrocadas se hace dífe-

271
rente sentencia" (1 18). Según puede colegirse de la definición,
la especific idad de los fenó menos asociados a esta figura pare~
ce radicar en la contraposición . no tamo de pares de unidades
léxicas anro nimicas en el enunciado -según cab ría esperar de
una de las "maneras" de A ntitesis-, cuanto del senti do global
de las oraciones, aunque sólo se hable de "diferente sentencia".
Tal cont raposición de sent ido sí aparece, en cambio, expresada
con más claridad en la definición de Co rreas: " La A ntimaáboíe
o Met átesis -dice- es conmutación, cuando se trueca un a sen-
tencia (= oración, enunciado] o razón en lo contrario" (430).
Cons id era ndo los ejem plos que proponen ambos autores,
hab ría que co mpleta r las lapidarias defin icion es precedentes
haciendo no tar que tal contraposición de sentido ent re las ora-
ciones se produce como resultado de particulares mecanismos
de intercambio de funciones sintácticas ent re pares de consti-
tu yent es co m parables, en los q ue aparecen in teg rada s unas
determ inadas unidades léxicas, vinculadas por algún tipo de
relación significativa no necesariamente antitética.
C uanto se acaba de decir puede verse reflejado, en alguno
de sus aspectos más relevantes, en los ejemplos que se propo ~
nen en (23) -(24) . Si di go "en alguno de sus aspectos más rele-
vantes" es porque no me es posible presentar en este espacio la
rica variedad de realizaciones de esta figura en el discu rso poé-
tico de los siglos áureos, en las qu e los fenó menos semá nt icos
y sintá cticos implicados suelen traer aparejados con frecuencia
otros fenómen os de natu raleza fónica y mo rfológica. En el
grupo de (23 ), con presencia de unidades antitéticas:
(23) a. ...dive rso ciclo, y a ire, clara muestr a
de aq uel terre no pa raíso ocu lto ,
q ue e n las cosas del cielo, no era suelo.
y e n las cosas del suelo, no era cielo.
(Espine l, 105)

11. Mas despe rté del dulc e desconcierto;


y vi que estu ve vivo con la muerte.
y vi que con la vida estaba muerto.
(Q uevedo . 366)

en (24), sin unidades antitét icas:

272
(24) a. Hacia las pa rtes más altas
caminas co nt ra corrientes,
fa ltas siemp re porque mientes,
mientes siemp re porq ue f altas.
(Silva, 145)

b . Pastor , q ue en la vega llana


del Betis derra mas q ueja s,
ya entre lana sin ovejas
y ya entre o vejas sin lana.
yo e nt rete ngo hasta mañana
a tu músico zagal...
(Gongora, I. 296)

Para concluir las presentes consideracion es sobre los fenó-


menos de Antita is, me referiré m uy brevemente al terce ro de
los rasgos apuntados anterio rmente en e): la ten de ncia a situar
las unidad es antitéticas en lugares disrribucic nales co mpara-
bles en las respectivas sartas de elementos en las que aparecen
insertas. D e acuerdo co n determ in adas leyes de sime tr ía y
propo rción , la distr ibución de los constituyentes portadores
de las un idades léxicas antitéticas se resuelve con relativa fre-
cuencia en esquemas de estr uct uración bim embre.
Como ya ha hab ido ocasión de observar, en la gran mayo-
ría dc los ejemplos apo rtados, las relaciones ant itéticas parecen
tener su realización "más natural" en el marco formal de dos
tipos fundamentales de distribución de los const ituyentes ora -
cion ales en el espacio de una o dos unidades versales: 1) estruc-
turación paralel ísrica, que cabe represemar de form a esquem á-
tica en la sucesión AB AB; Y 2) estruc tu ración especular (o
"quiásm ica", si se prefiere un término de la "nomenclatu ra
retóri ca") (Moli no-Cardes Ta mine: 1987, 227-231 ; Ma yoral:
1989), representada en la sucesión AB BA. Como ejemplo de
uno y otro tipo. pueden recordar se las dos secuencias siguien-
res, ra madas de los fragmentos textua les de H errera y Có ngora
propuestos en (1 1a, b), ad ucidas nu evamente en (25):

(25) a) Estructuración para lclfstica:


A B fA B
Crece mi a rdo r y crece vuestro frfo... (265)

273
b) Estructu ración especular:
A B I B A
Nace en sus ondas y en sus ondas muere . (I1, 66)

que pueden seguirse como pa ma para cons iderar, desde esta


perspectiva, la totalidad de los mis mos.

274
12.

FIG URAS PRAGMÁTICAS

12.1. Retórica y Pragmática: Estr ucturas enunciativas


de carácter sim ulado o fingido

Las figuras que van a ser objeto de atención en el p resente


capítulo, represen tan una serie de artificios estrecha mente vin-
culados con el conj unto de elemen tos qu e interviene n en la
configuración de un acto enunciativo: emisor, recepto r, situa-
ción de enunciación, enunc iado (Kerbrat-O recchio ni: 1980,
cap. 1).
Aunque en el corpus doctrinal transmitido por la tradición
retórica tales artificios no suelen formar un conjunto definido y
diferenciado, en el abigarrado inventario de las Figuras de pensa-
miento (Lausberg, §§ 602-603 Y 755-757) apateeen descritas
numerosas figuras cuya realización puede considerarse vincula-
da , en mayor o menor grado, con un marco enunciativo.
La adopción de dich o marco de referencia, al que se hacen
alusiones indirec tas con relativa frecuencia en la mayoría de
los tratados, puede aportar un principio de clasificación plau -
sible para reordenar tipos de fenómenos que, hasta la síntes is
clásica llevada a cabo por Lausberg, en la gran mayoría de los

27 5
au to res presentan grandes fluctuaciones, que se resuelven las
más de las veces en el sim ple ensartado de los mismos. Ello
parece deberse. en realidad. a la m uy diversa nat ura leza (se-
mántica. pragmáti ca. textu al) de muchos de los fenóm enos
integrados en el citado grupo de figuras. m uy heterogéneo si
se compara con el bastante más homogéneo de las Figuras de
palabra {Lausberg, § § 602-605), constituido por clases de
fenómenos de naturaleza estrictame nte grama tical: morfológi-
ca y sintáctica, en general mejor d efinidos y sistematizados.
como resulta fácil comprobar.
Fl rasgo p ragmático diferenciador de cal conjunto de figu-
ras, que. siguiendo las propuestas de auto res como Plerr (1981,
17 1- 172; 1985. 75), he agrupado precisamente bajo la rúbrica
de Figuras pragmáticas, radica en el hecho, recon ocido desde
antiguo. de estar vinculadas con un marco enu nciativo "de ca-
rácrer simulado o fingido". A este propósito. no estará de más
traer a colación las siguient es observaciones de Quin tiliano,
quien en el capítulo dedicado a las Figuras tk pensamiento llega
a afirmar: "Por lo que respecta a las figuras más idóneas para
aumentar la emoción, dichas figuras consisten principalmente
en la simulación. Pues fingimos que nos enojamos. que nos ale-
gramos. que tenemos temo r. que nos adm iramos. que sen timos.
que nos indignamos. qu e deseamos. y cosas semejantes a éstas"
(IX. 2. 26) . Poco después. tras aducir varios ejemplos de la figu-
ra Exclamación. co nfirma lo dic ho con esta puntual ización :
"Cuando esas expresiones son verdaderas. no entran en la cate-
goría que estamos tratando. pero si son simuladas y comp uestas
con arte, deben ser tenidas sin duda alguna por figuras" (IX. 2.
27) (subrayados míos). H e aquí destacada con suma claridad la
simulación o ficción como uno de los rasgos que. a lo largo de
toda la tradición. constituirá una de las bases pragmáticas de la
definición de toda "expresión figurada". al distinguir ent re:

a) Por un lado. estructu ras lingüístico-discursivas prima-


rias. "verdaderas" a decir de Q uinriliano, propias de la
actividad d iscursiva de la vida diaria, que por su ca-
rácrcr natural y espontáneo no alcanzan el rango de fi-
guras.
b) Por otro lad o, estr uctu ras lingüístico-discursivas se-
cundarias. que precisamente por su carácter "no verda-

276
dero" sino fingido , adqui eren la categoría espec ífica de
"estr ucturas figurada s" y. en cuanto tales, p rop ias de
modalidades discursivas representadas. sobre codo y en
su forma más genuina. por la gran familia de discu rsos
que constituye la literatu ra.

La precedente distinción vuelve a estar en la base de pro-


puestas recientes. como las sustentadas por Plen, tendentes a
definir ese co njunto de estructuras lingüístico-discu rsivas de
carácter secunda rio. o prop iamente "figuras". co mo un desvío
en relación con la norma de la co mun icación lingüística, des-
vío por su co ndició n de representar estr uctu ras lingüístico-
discursivas vinculadas con "formas de com unicación simula-
das" o con "cuasi actos de habla", segú n las diferentes orienta-
ciones teóricas de los estudios pragmát icos. No deja de ser
curioso en este punto que el rasgo de "sim ulación o ficción"
aplicado po r Q uintil iano al conjunto de las Figuras tÚ pensa-
miento, se haya erigido co mo uno de los supuestos básicos en
la conceptualizac ión de la literatu ra como fenómeno comuni-
cativo. en la reflexión teór ico-literaria co nte m poránea (a tal
respecto pueden consultarse los diversos trabajos recogidos en
Mayoral (Ed.): 1987) .
Basten las breves referencias anter iores para situ ar el co n-
junto de figur as q ue van a ser objeto de atenció n en este
capítu lo.

12.2. Una posible clasificación de las Figuras pragmáticas

En la orde nación que se va a proponer de este co njunto de


figuras, se tend rán en cuenta estas distin cion es:

l) Me referiré. en primer lugar, a un grupo de figuras cuya


realización supone la instauración. en el espacio del texto , de
un marco enunciativo específico, entre las que calle destaca r
las designadas con los términos Prosopopeya y Dialogismo.

2) En segundo lugar. serán objeto de consideración todas


aq uellas estructu ras figuradas que pueden pon erse en relación
co n las personas del emisor y del recepto r. o, lo qu e es lo
m ismo, todas aquel las figuras que "sim ulan o fingen" las
conocidas co mo "función expresiva" y "función ape lativa" del
lenguaje. En relación con amb as funcion es se co n ta r án las
siguientes figuras:

a) Vin culadas con la "func ión expresiva":


Optaci ón, Ex ecraci án, l mp recaci án ; D u bi taci ón ,
Comunicación; Exclamación, Eifon~is.
b) Vin culadas con la "función apelativa":
Interrogaci ón, Sujeción; Dep recaci ón. Obsecraci ón,
Obstestacián; Conminación; Licencia.

11.3. Figuras qu e suponen la in stau raci ón de un marco


enunciativo en el espacio del texto

Según se acaba de decir, me va y a referir en este apartado


a un a "fam ilia de figuras". cuya realización supo ne la creación
o la instaur ación de un marco enunciativo en el espacio del
texto. o. por mejor decir, figuras qu e de algún mod o canalizan
el proceso de ficcionalizacién o sim ulación del pro pio acto de
comu n icación intrarextual.
Co mo figura unificadora de la citada "familia". so bre todo
si se atiende a la funci ón que desde antiguo se le ha venido
asignando por la generalidad de los autores en la configu ra-
ción de un marco enunciativo fingido, debe ser ten ida la de-
signada con los térm inos Prosopop eya o Personificación. aparte
de ot ras denominaciones a las qu e se hará referencia después,
como D ialogism o, Sermocinaci án, etc . (Lausberg, §§ 820 -
829), Y que, según propon e H errera, "en nuestra lengua podrá
ten er por nombre fingimitnto o hechura de p ersona" (34 0),
expresión sobre cuyo significado no parece que sea necesario
insistir.
En la caracterización que desde Q uiruil iano se viene repi-
tiendo de esta figura, "ma ravillosa para dar al di scurso varie-
dad y, sobre todo , animación", a juicio de di cho autor (IX, 2,
29), juicio repet ido una y otra vez, ent ran bastantes aspectos
dignos de ser tenidos en cuenta. Para nuestro propósito ac-
tual, sólo destacaré los siguientes, basándome en la doctrina
expresada por los autores españoles.

278
C omo cabe deducir del significado de las denominaciones
dad as más arriba, el alcan ce qu e se at ribuye a d icha figura no
es otro que el del m uy general "fingimiento o hechura de per-
so na" (Herrera, 340), "fi ngid a expos ició n de personajes"
(Sánchez Brocense, 343), "ficción de alguna cosa" [jim énez
Patón, 128), "ficción de persona" (Co rreas, 4 19-420). Mayor
concreción se consigue al hacer referen~ia a las form,as en. q~e
habitualmente se lleva a cabo d icha ficci ón, qu e, segu n CO IOCI -
den en señalar los autores citados, es mediante la atribución a
las perso nas fingidas o a las cosas "personificadas" o fingidas
"sub speeie personae", de cualidades hu manas y muy en espe-
cial de la capacidad de hablar/escuchar. En este pun to senten-
cia, por ejemplo, Jiménez Patón: "como dando habla o algun~
de los sentidos a cosas que dellos carecen, o dando perso nali-
dad o entidad real cor pó rea a entes de razón, imaginados por
fantasía, o espíritus solos" (128) . Los tratad istas suelen desta-
car ade más qu e la atribución de la palabra a tales personas o
• cosas fingidas puede realizarse mediante las dos modalidades
de a) "discurso d irecto" (Prosopopeya recta}, o b) "discurso in~i­
recro o referido" (Prosopopeya oblicua}. Según declara el propIO
ji m énez Patón (128), siguiendo de cerca a Sánchez. Brocen~,
"ejem plos de la recta prosopopeya son todas las oracion es [dis-
cursos, diálogos, parlamentos, etc.] que los oradores o poetas
atribuyen a las person as que fingen". Y en referencia concreta
a estos últimos, los poetas, se especifica: " Las fábulas de Eso po
están llenas de esta figura. Las traged ias, comed ias y diálo gos,
églogas o coloquios tien en lugar en esta figu ra". Su realiza-
ción, con todo, debe estar sometida, claro está, a la "ley del
decoro" (sup ra, 25 -27) .
Como se habrá podi do observar. la últi ma cita de jim énez
Patón , en la que se atribuye a la Prosopop eya tan imp ortante
función en la creación de "personajes literarios", cons tituye un
interesante testi monio de los mu chos pu ntos de contacto
ent re doc trin a po ética y retórica en su trayectoria clásico-occi-
dental.
De cuantos aspectos se acaban de exponer, no parece que
sea abusivo conclu ir que tanto el "fingim ien to de persona"
como el "fingimiento de toda suerte de realid ades sub specie
personae" llevado a cabo mediante la realización de esta figu-
ra, sobre todo en su modalidad recta, adquirirá su más pleno y

279
verdadero sentido cuando tales "personas" o "realid ades perso-
nificadas" se hagan , se finjan vale decir, partícipe s de un acto
comuni cativo , tanto en la condición de emisor como d e
receptor del mismo. Tal hecho vendría a confirmar la fun ción
asignada a esta figura en la creac ió n o instauración d e un
marco enunciativo en el espacio del texto, marco enunciarivo
que en el dev enir de las tradiciones literarias y, so bre todo ,
po éticas puede llegar a alcanzar altos grados de convencionali-
zaci ón, no exentos a veces de ciertas do sis d e complejidad. Tal
es el caso de determinados marcos en u nciat ivos en la pr áctica
poética d e los siglo s XVI y XVII , con figurad os mediante la
inserción en un mismo texto d e varios niveles de en u nciació n
(P érez Bowie: 1990).
C o m o fácilmente se comprenderá, es d e todo punto
imposible ni siq uiera esbozar, en el espacio de este breve apa r-
tado, un mínimo resumen de la ingente riqueza de manifesta-
ciones de esta "fam ilia" d e figuras en el discurso po ético d e los
Siglos de Oro. Por ello, en los ejemplos que se van a proponer
a continuación, me co ntentaré con presentar sólo algunos de
los casos d e mayor frecuencia y difusión en la práctica po ética
de dicho periodo.
Reduciendo a escueta mención el fenómeno de la sim ple
atribución d e "p ropiedad es o rasgos sensoriales" a realidades
del mundo natural , representada por exp resio nes del tipo
"mu rm urar las fuentes, rfos,...", "reír los cielos", "llorar el alba",
"alegrarse la tierra", erc., fenó meno denominado Metagoge po r
algunos autores (H errera, 53 5), me referiré, en primer lugar, a
un a de las modalidades d e Prosopopeya que tal vez resulte más
familiar a cualquier lector de textos poéticos del periodo áureo:
la representada por la ficción poética de la persona del receptor
intratextual, d esignado explícitamen te por el pronombre Tú.
Las convenciones poético-retóricas heredadas de la tradi-
ción grecolatina habían venido confiriendo a los po etas, como
bien se recordará, un amplisimo margen de libertad en la fic-
ción de destinatarios textuales, entre los que destaca el rico
inventario d erivado d e la co ncept ualizació n antropomórfica
de divinidades del Olimpo o de elementos de la N aturaleza,
de tan ab undante proliferación por toda suerte de textos po é-
ticos renacentistas y barrocos. A ellos habrá que su ma r todos
los procesos de simbolización y alegorización personificadoras

28 0
de "realid ad es abstractas": virtudes, vicios, sentim ientos, pa-
siones, sentid os, erc., acumulados en el devenir de la propia
tradición poética.
Una de las form as más generalizadas en que se manifiesta
la inserción de tales Personificaciones, en el acto d e en u ncia-
ción intrarextual, es la apelación directa por parte del emisor:
yo textual, apelación que, en su cond ición de figura, mantiene
bastantes puntos de co ntacto co n la figura Apóstroft (Laus-
berg. §§ 762-76 5), que en muchos sentidos se puede identifi-
car con la fun ción discursiva representada por el "vocativo".
De los muchos ejemplos que cabría aducir, valgan estas breves
muestras d e (1), en las que las "perso nas" de los destinatarios
textuales están representadas por divinidades de la mitología
latina (a), por elementos de la naturaleza (b) o por "entid ades
abstr actas" (e):
(1) a. ¡Oh Venus, alcahueta y hechicer a,
qu e nos traes embaucados tierra y cielo!
(D . Hurtado de Mendoza, 85)

b. Céfiro blando, qu e mis qu eja s tristes


tantas veces llevaste; claras fuentes,
que con mis tiernas lágrimas ardientes
vuestro dulc e licor ponzoñ a hicistes;
selvas, que mis qu er ellas esp ar ciestes:
ásperos montes, a mi m al presentes;
r íos, que de mis ojos siempre ausentes,
vene no a ma r, co mo a tirano, distes;
pu es la aspe reza de rigor ta n fiero
no me permite voz articulada,
decid a mi desdén que por él muero...
(Lop e de Vega, 45)

c. No es menester qu e digáis
cúyas sois, m is alegrías,
qu e bien se ve que so is mías
en lo poco que duráis.
(Silva y Mendoza, 196)

Se pu ede hacer referencia, en segundo lugar, a la modali-


dad d e Prosopopeya en la que las entidades personificadas re-

281
presentan la figura de emisor textual, tanto en una forma de
m o nól ogo como en diálogo co n orro u otros interlocutores.
La realización d e tal forma de ficción co m un icati va puede lle-
varse a cabo en el marco de u n solo esq uem a en u nciativo o
mediante la combi nación d e varios esquemas enunciativos
(P érez Bowie: 1990).
Entre los más representativos de la p rim era modalidad, cabe
ad uci r los muy llam ativos, por la fuerte do sis de inverosimilitud
poética que los caracte riza, d e los géneros poéti co s d e los
Epitafios o de los Enigm as. En el caso de los primeros, la figur a
del yo textual puede llegar a "enca rnar" no sólo a la persona del
difunto, sino al mármol del monumento o a Jos m ás diversos
obj etos que hayan guardado alguna relación co n el m ismo. H e
aq uí u nos breves ejemplos. En (2), el Epitafio de Lop e d e Vega
al Rey Sebastián de Po rtu gal, en el q ue "H abla el d ifunto":
(2) Dudosa piedra me encierra,
si no es arena africana,
siendo mi muerte temprana
de mi reino eterna guerra.
Mi vida parece llama,
mi muerte parece enima [enigma];
pero tierra o mar me oprima,
yo estoy donde está mi fama. (245)

De las muestras del gé ne ro q ue p ueden h allarse en la poe ~


s ía d e otros autores, m e permito d estacar éstas de Quevedo
co n an otacio nes co mo: "Epitafio del sepulcro y con las ar m as
del p ropio [D uq ue de O suna}: H abla el mármol " (293) :
"Sep ulcro de j as ón el ar go nauta", co n la sign ificat iva nota de
Gonzál ez de Salas, q ue rccoge J . M . Blecua al pie: "Habla en
él un ped azo dc la entena d e su nave, en cuya figura se supone
esta p rosopop eya" (296-297). Como ejemplo de estas var ieda -
d es, puede repararse en el sigu iente "T úm ulo a Colón", en el
que "H ab la un ped azo de la nave en q ue descub rió el N uevo
M undo", que co mie nza así:
(3) Imperio tuve un tiempo, pasajero,
sobre las ondas de la mar salada,
del viento fui movida y respetada
y senda abrí al Antártico hemisfero... (308-309)

282
En el género d e los "E n igm as" , la figur a d el yo textual
suele corresponder al p ro pi o "o bjeto", que es quien for mula
las propiedad es que deben p erm itir al in terl ocu to r su ide ntifi-
cació n. Ejemplos de este gé nero pu eden verse en a utores
como Jáurcgui (1 , 123- 127) , Salinas (29 1-3 18), entre o tros
muchos cultivadores. Al segundo de los autores citados corres-
ponde el siguient e:

(4) Yosoy un fuerte soldado


que donde hay mayor aprieto
me señ alo y acometo
a lo que está más cerrado;
y con tener por molestas
las armas cuantos las traen,
no veréis que se me caen
jamás las armas dc acuestas. (291 )
IE L SELLO j

La ficció n comunicativa rep resentada en las varied ad es de


Personificación que se está n considerando p ued e adoptar en
sus realizaciones la combina ción de varios esq ue m as en u nc ia-
tivos . Uno de los casos más frecuentes es el d e la in serción de
un "d iscurso d icho" en un m arco narrativo. Baste recordar el
con ocido ejemplo de la "Profecía del Tajo". de Fray Luis de
León , en el que el Río Tajo , p er son ificad o , in cr epa al Rey
Rod rigo :
(5) Folgaba el Rey Rodrigo
con la hermosa Cava en la ribera
del Tajo, sin testigo;
el pecho sacó fuera
el río, y le habló desta manera:
"En mal punto te goces,
injusto forzador, que ya el sonido
y las amargas voces,
y ya siento el bramido
de Marte, de furor y ardor ceñido..." (755-756)

Se conclui rá este apa rtado d ed icado a los artificios lingüís- .


rico -d iscursivos agrupados bajo esta fig ura, haciendo referen-
cia a otra de las modalidades. de no menor relevan cia que las
an teriores. en que se suele can alizar la ficción de un marco
enu nc iativo. M e refiero en co ncr eto a la modalidad que a bar-
ca los fen ómen os que pod em os denom inar co mo "ficción de
d iálogos". Identificados con la figura Prosopopeya (Brocense,
343; jim énez Patón . 128-130), o diferenciado s de la misma
(H errera, 529; Correas, 432) , segú n el alcance m ás amplio o
más restring ido con ferido po r los di stin tos auto res, tales fen ó-
menos retó ricos, designados a veces especfficamc n rc con los
término s Dialogismo o Sermocinaci ón (Lausberg. §§ 82 0·825) ,
representan en co n ju nto las d iversas ma nifesta cion es que
pu ede ado ptar la ficción de la modalidad discursiva del diálo -
go, incluidas las manifestaciones monológicas conoc idas con
el término de Soliloquio.
Fuera del ámbito de los géneros dramáticos. en los qu e el
diálogo es de por sí una mod alidad discursiva "na tu ral", el
Dialogismo co nstitu ye un art ificio retóri co qu e apa rece con
relativa frecuencia en la mayorfa de los géneros poéticos del
per iodo áureo: églogas, can cion es, elegías, di álogos, letrillas,
romances, sone tos, etc. Naturalmente, no es este el lugar para
aducir ejem plos de todas sus manifestaciones en los géneros
poéticos aludi dos. Ahora bien, no puedo dejar de referirme a
aquellas manifestaciones de esta figura en las qu e las personas
de los interlocutores estén representadas por "entidades perso-
nificadas", por mantenerme aco rde co n los ejemplos que se
han venido presentando en este apartado. En tal sent ido cabe
hacer referencia a ejemplos como " Diálogo ent re cabeza y pie"
(Alda na , 385-388), "D iálogo entre el Conte nto y don Diego"
(D. Hurtad o de Mend oza, 299). " Diálogo entre la Tela [valla
de tablas para los eje rcicios de jus tas, erc.] y un soldado"
(Góngora, I, 107), y Otros mu chos de este ten or. H e aquí e!
com ienzo d e este últ imo , que es uno de los elegidos por
ji m énez Patón para la ejem plificación de la figura Prosopopeya,
con estas palabrass de introducción: "Y por gusto, ya que no
podemo s poner otros m uch os, pondré un soneto hecho a la
Tela de M adrid cn d iálogo en t re ella y un soldado" (129):
(6 ) - Té ngoo s, se ñora tela. gra n mancilla.
- Dio s la ten ga de vos. señor soldado.
- ¿Cómo es tá is acá afuera? - Hoy me han ec hado .
por vaga bunda . fuera de la villa...

284
12.4. Figuras vin culadas con las Funciones Expresiva
y Apelativa

Como se dijo más arriba, la segunda parte de este capítulo


va a estar ded icada a un conjunto de figur as vinculadas con las
person as del emisor y dd recepw r intratexruales o, lo que es
lo m ismo, figu ras que representan -sim ulan o fingen , si se
prefiere- lo que cabe considerar como vertiente retór ica de las
"mod alidades no asert ivas del discurso" (Des bo rdes : 1986 ;
Molino-Cardes Tamine: 1987, 1, 142- 152), esto es, de las
conocidas como func iones expresiva y apelativa del len guaje
(jakobson : 1960).
Las figuras qu e conforman este conjunto , delineado ya en
lo fundam ental en la alusión de Ari st éreles a los "modos de la
elocución" en el capítu lo 19 de la Poltica (l 456b), aparecen
descritas habitualmente, de forma bastante dispersa a veces,
en el heterogén eo inventario de las Figuras de pensamiento de
los tratados gramaticales y retóricos trad icionales.
Con el fin de poner un cierto orden en la exposición de
este co njunto de figu ras, voy a seguir como punto de referen-
cia la clasificación de la.s "modalidades orac io nales" prop uesta
hace unos años por González Calvo (I983), basada en la dis-
tinción ent re fun ción referencial, exp resiva y apelativa, con los
subtipos q ue se verán a cont inuación.

12.4. J. Figuras vinculadas con la Función expraioa

Según expo ne el autor en el citado trabajo, las modalida-


des oracionales asociadas a la función expresiva se caracterizan
por el predominio de "la actitud de! hablante ante e! hecho
que sc com unica" (255). En ellas se pueden distingui r los tres
subtipos siguientes de oraciones, que para el caso yo preferiría
llam ar enu nciados: en unciados desiderativos, d ubitativos y
exclamativos (255-258) . Pues bien, la contrapartida retórica
de tales modalidades expresivas y de sus correspondientes sub-
tipos la constituyen sendos grupos de figuras conocidas tradi -
ciona lme nte con idénti cas o equivalentes denominaciones,
como se verá de forma inmediata.

285
La pr im era d e las modalidades indicad a, la co rres po n-
d iente a los en u nc iados deside rativos, tie ne su co rrelato retó-
rico m ás in me diato en la figura d eno m in ada co n el t érmino
Optación. La citada figu ra suele d efinirse escuetamente como
"se ñalizac i ón d e un voto" (Sán ch ez Brocen se, 3 37) o "signi-
ficación del d eseo" (jim énez Pat ón , 12 3). Ah o ra bi en , bajo
tan lapid aria definición lo s au to res citad os suelen afiadir a la
exp resió n d e d eseos p ro piamente d ichos. la formulación d e
otros "ac tos verbales" co m o la exp resió n de saludos, m ald i-
ciones, ins ultos, et c., cuy a materialización d iscursiva co m-
po rta normalmente la presencia d e eleme ntos c o ~o ¡ojald.
plega/pluguiera a Dios, así, que..., malhaya, maldito, mal +
N, ...!, co n formas verbales en su bj u ntivo. Po r otro lado, la
variedad d e fen ómen o s integrados en es ta fi gura tal vez
aconseje di stinguir un a doble vert iente en la realizació n d e la
m isma:

1) Una vert iente centrada en la persona del em isor, rep re-


sentado por el yo textual. .
2) Una vertiente p royectada hacia la perso na d el Interlo-
cuto r o tú textual. De una y otra pu eden ser ejemplo
los fragm entos textuales que se p rop onen a co ntin ua-
ción.

La exp resión de deseos cue n ta con realizaciones textuales


del tipo d e estas secuencias de H errera y Lope de Vega:

(7) a . Así perturbe píuvia nunca o viento


tus bellas on das, sacro hesperio do,
ya tu nombre se incline el Eb ro do,
y el Tebro, el Nilo, el lstro violento... (800)

b. Pluguiera a Dios duraras, dulce engaño:


que si ha de dar un desengaño mu erte ,
mejor es un e nga ño q ue da vida . (839)

Como ejemplo de formas de salutación valgan estas b reves


form ulaciones, tomadas de Bocángel y Figueroa :

286
(8) a. Salve, pue s, Fénix divino,
hijo de un et erno so l.
que al exa me n del crisol
te das inmortal y fino,... (275)

b. Bendito seas, Amor, perpetuamente,


tu nombre. tu saeta, ven da y fuego... (123)

Si los fenóm.enos rep resentad os en los grupos d e ejemplos


d e (7)-(8) co nstit uyen las que cabría co nside rar ma nifestacio-
nes positivas d e la figura Optación, los que se van a aducir en
(9)-(I2) representan las manifesta ciones que podemos ten er
po r su contrapartida negat iva, esto es, el d eseo o la invocación
de males o M aldición. En la vertie nte cen trada en la persona
del yo textual, tales fenó me nos d e "au romaldici ón" suelen ser
d esign ados co n el t érmi no Execración, en tanto que en la ver-
tiente proyectada hacia la persona del interloc utor, el término
us ual es el de Imprecación (Sánchez Brocense, 337; jim énez
Pató n, 124). C omo ejemplo de am bas vert ientes, p uede repa-
rarse en los frag mentos de (9) y (I O) , de Hurt ado d e Mend oza
y Góngora:
(9) En daros este place r,
todos fuero n co ntra mí;
sí, m al hay a yo que os v í,
porq ue ya no os puedo ver. (209)

(10) Si el cie lo ya no es me nos poderoso.


porque no den los tuyos más enojos,
rayos. como a tu hijo. te den muerte. (1,28)

Como en el caso d e o tras m uchas figuras, la Imp recación


pu ede llegar a constituirse en art ificio co nstructivo d ominante
en el desarrollo de un texto. Baste recordar a tal propósito el
caso de las frecuentes "invectivas" co ntra Venus y C upido, por
part e d e autores co mo D . H urtado d e Mendoza, Alcázar,
Figueroa, erc., y de las q ue p uede ser muestra el soneto del
último autor citado, cuyos pri m eros versos se rep roducen a
continuació n, y cuyo cierre lo co nstituye la repetición del verso
inic ial:

287
(11 ) Maldito seas, A mor, perpetuamente,
tu nombre, tu sae ta, venda y fuego:
tu nom bre, qu e con tal desasosiego
me fuerza a a ndar perdido entre la gente.

y así el cuita do espíritu qu e ama


dir á, tu rostro viendo o tu figur a:
" Maldito seas, Amor, perpetuamente." ( 142)

Otro tanto cabe decir de textos como el siguiente soneto de


Quevedo, cuyas semiesrrofas comi enzan con la misma mal-
dición:

(12) ¡Malhaya aquel hum ano qu e primero


halló e n el ancho mar la fiera muerte,
y el que e nseñó a su espalda on dosa y fuerte
a qu e sufriese el peso de un mad ero'... (107-108)

La segunda de las modalidades expresivas, la repre:>entada


por los enunciados dub itativos, tiene su correspondencia en el
ámbito de las estructuras retóricas en la figura conocida bajo las
denominaciones Du bitación, Aporía, Aporesis, Diaporesis (Laus-
berg, §§ 776-778). Bajo las denominaciones indica~, la figura
es definida en términos muy similares por la generaltdad de los
tratadistas, desde la formulación de Quindliano, qu e reza así:
"Cuando fingimos qu e no sabemos po r dónde empezar, por
dónde acabar, ni qué cosa diremos o callaremos" (IX, 2, 19).
Del tratamiento de esta figura en la obra de nuestros auto-
res de referencia, aportaré en esta ocasión los testimonios de
Herrera y C orreas. En su comentario al verso 6 ? el ~'So neto.1"
de Ga rcilaso: ''A tanto mal no sé por dó he venido (37), dice
Herrera: "Es Aporla o Diaporesis que es incertidumbre o duda
del estado en que se halla. El uso de esta figura es para mo~­
trar que estamos inciertos y dudamos de lo qu e debemos decir
o hacer" (316) , En parecidos términos se expresan Sánchez
Brocense (339) y jim énez Patón (12 5). Pero de los.a.urores
españoles, resulta parti cularmente interesante la definici ón .de
Correas, por la referencia explícita al "componente de ficcio-

288
nalidad" en la realización discursiva de dicha figura, ya señala-
do po r el r éror hispanolatino, como se habrá podido compro-
bar en su definición , y que no siempre se ha mantenido en las
caracterizaciones posteriores, Dado que tal componente viene
siendo destacado desde el pr incipio de este capítulo como
rasgo específico de todo el conjunto de figuras pragmát icas,
no puedo pasar por alto una definición que viene tan ad hoc a
tal propósito . " La Aporla o Aporesis -dice- es duda; cuando
dudamos o fingi mosdudar y no saber o no entender y no creer
10qu e nos importa disimular" (42 7) (subra yado mío).
En las manifestaciones discursivas de esta figura, se pue-
den encontrar también las vertientes de qu e ya se habló en el
caso de la figura Optación. Una vertiente centrada en la perso-
na del yo textual y una verti ente proyectada hacia la persona
del interlocutor. Por otro lado, como se especifica en la defini-
ción de Herrera, la actitud dubitativa del yo textual puede re-
caer o bien sobre el ámbito del 'hacer': acciones en general, o
sobre el ámbito del 'decir': acciones verbales. En ambos casos,
las acciones referidas en el propio contenido proposicion al del
enunciado, en el qu e naturalmente se halla impli cado el sujeto
de la enunciación.
Como ejemplo del primer caso, puede repararse en el si-
guiente fragmento de Boscán:

(13) ¿Qu.é haré qu e, por qu ereros,


mis extre mos son tan claros,
qu e ni so n para mir aros,
ni pu edo dejar de ve ros? (15)

La duda en el ámbito del 'decir', esto es, la manifestación


de duda por parte del yo textual sobre la expresión del conteni-
do proposicional de su propio discurso, cuenta con manifesta-
ciones muy variadas en el lenguaje poético de los siglos XVI y
XVII. Los ejemplos de (14) recogen una ligera mu estra de ellas.

(14) a. Pero dejemos esto, qu e me alargo


a más de lo que pide edad tan verde;
dem ás, que la verdad es frut o amargo.
¿Dirélo? La concienci a me remuerde;

289
mas ¿qué te ngo dc hace r con voces vanas?
¿Puedo yo reme diar 10 que se pierde?
(L. L. de A rge nsola , 70)

b. Ca ta lina, una vez qu e mi mo lle ra


se arremangó, la sucedió... ¿Di ré/o?
Sí, qu e no se la pudo cubrir pelo,
si no se da a casq ue te o cabellera.
(Q uevedo, 556)

La vertiente proyectada hacia la persona del interlocutor


p uede alcanza r un grado máximo d e implicació n d e éste po r
part e del em iso r, con el fin de hacerlo directam ente partícipe
en la duda formulada en el correspo nd ien te acro en unciativo,
hecho que parece justificar su ind ivid ualizació n en una figura
específica, a ju icio d e los tratadi stas: la designada co n los t ér-
mino s Com unicación o A nacoenosis (Lausberg, §§ 779) . Sobre
dicha ind ivid ualizació n dice textualm ente Sánchez Brocense:
"D ifiere de la anterior [Dubitación] en q ue en aqu élla estable-
cimos la cuestió n co n no so tro s mism os, en ésta co n o tros"
(33 9). Dicha figura queda d efinida por el maestro j im én cz
Pató n en estos términos: "cuand o acerca de lo q ue d ud am os pe-
d imos co nsejo a otro, dándole parte de n uestra duda" (l 2 5). En
términos semejantes se había ex p resa do Sánchez Brocense
(33 9) y se exp resará después C o rreaS (428). Entre los ejemplos
más significativos de esta figura que he pod ido ver, desta ca el
ad ucid o por jim énez Patón, un fragmento d e la C anció n ''Al
Rey don Felipe 11, N uestro Señ or, en la Canonización d e San
D iego", de L. Leon ardo de Argensola, cuyos pr im eros versos
reproduzco a contin uación, su brayand o sólo el en u nciado sin-
tético inicial y el comienzo d e los en unc iados q ue cons tituyen
una explicitaci ón d el té rm ino general hechos, base del d esarro -
llo d e la figura:

(15) Mas ¿tle cuál de tus hechos sobrehumanos


te daremos entonces ap ellido?
¿Si lucirá la esp ada r igurosa,
o re torcido en tu coro na hermosa,
sus hojas ten derá el olivo sacro
po r propria insignia de tu simulacro?

290
¿o si cuan do la trompa horri ble die re
se ñal e n los ejé rcitos , y tienda
la roja cr uz e l viento en las banderas,
y de la muerte la visión ho rre nda,
envuelta e n humo y po lvo, discurrie re
por medi o las esc uad ras y ar ma s fie ras,
tu nombre ha de so nar en las primer as
voces qu e die re la esp añola ge nte ,
pidiendo po r tu medio la vitoria?
¿O si qu er rás la gloria
de se r e n los co ncilios preside nte ,
donde se tr at e del gob iern o hum an o,
de l cual nos dejas admirable ejemplo? .. (140)

La tercera modal idad asoci ada co n la función exp resiva


corres po nde, en la sistematizació n prop uest a por <?onzá lez
Calvo (19 83 , 256-258), a lo s en u nciad os excla mativos. De
modo similar a como ocurría en las modalid ades anteriores, la
co nt rapartida retórica d e d ich os en u nc iad os la . con~tituye la
figura d esignada habit ualmente co n las d enominaciones Ex-
clamación o Ecfonesis (La usberg, § 809).
En las carac terizaciones habituales de esta figura (Herrera,
passim; Sánchez Brocen se, 347; J i ~ én ez Patón , 140; C o rreas,
429 ) se hace normal mente referen cia a estos aspectos :

1) Unos rasgos entonativos propios, marcados en la escri-


tu ra en los signos d e ad miración (¡!).
2) La fre cuente presencia d e interj eccion es: ¡AM, ¡OM,
¡Ay!, o d e otros elem entos co m o : qué. cuán, cu ánto,
cómo.
3) La "expresió n d e d iversos sentim ientos" por parte del
yo textual, d e los que se puede hacer partícipe a la per-
sona del in terlocu to r.

Así pu ede verse po r ejem p lo en H e rre ra ,. quien . en sus


A notaciones se refiere a esta figura en varias o cas íones, sm esca-
timar los elogios. En la prim era d e ell~s, a p~opósito. d e los
versos final es del "Soneto 13" d e Garo laso: iOh m iserabl e
estado, oh mal tam afio...l", co me nta: " Excla mación por la cual

29 1
con más intensa pronunciació n declaramos el movimiento de
nu estro án imo" (351).
Del conjunto de figuras asociadas con la vertiente retórica
de la función expresiva. la Exclamaci ón parece ser sin ningú n
género de duda la figura de mayor rendimiento en todas las
modalidades del discur so poé tico. No es de extrañar, por tan-
to, que algunos tr atadi sta s alerten sobre los "riesgos" que
pu ede en trañ ar el abuso de la misma . j im énez Patón es bien
explícito en este punto: "La Exclamación -dice-, eficaz para
mo ver los afectos, hase de aplica r a tiempo y no es bueno
comenzar con ella .¿"; su uso "sea con tiente, no muy a me-
nudo. que con m ucha frecuen cia usada es locura y no exorna-
ción. N i dure m ucho tiem po. sino con brevedad se concluya,
y ten drá gracia y suavidad" (Mrrcuries. 124r). Tales llamadas a
la moderación en el uso de esta figura. con tod o, no siemp re
hallan la esperada respuesta en la práctica poética. hecho que
fácilm ente se podrá co mprobar con una ligera ojeada a la poe-
sía de los siglos áureos. Dejando de lado tales consideraciones
de orientación "normativa". entre las realizacion es más genera-
lizadas de esta figur a me limitaré a adu cir unas cuantas mani-
festaciones del m uy diverso alcance de la misma en el espacio
textual . alcance que pu ede abarcar desde la totalidad del texto
a una breve secuencia del mismo.
Como ejemplo de Exclamación cuyo dominio abarca todo
el ámbito de un texto. pued en considerarse el siguiente soneto
de Cetina, constituido en su totalidad por enunciados exclama-
tivos. y cuyas semiestrofas inicial y final se reproducen en (16):

(16) ¡Oh pasos, tan sin fruto de rra mados .


oh alto y peligroso pensami en to,
oh memori a, ocasión de mi tormento.
oh ardo r. no mortal, mas de dañados!

¡Oh vos. que está is en la amo rosa pena,


almas qu e en este infiern o ardéis amando,
ved cuál debe de se r mi mal extraño! (202)

o este otro de Quevedo, encabezado por el bien significativo tí-


tulo. cuya palabra inicial me permito subraya r: " Exclama con-
tra d rico hinchado y glotón". constituido también por cuat ro

292
enunciados exclamativos, distribuidos en los cuarte tos y terce-
tos. y cuyo comienzo es como sigue:

(17) [Cu ántas manos se afanan en O rien te


exa mina ndo la mayor altura.
po rque en tus dedos. breve coyu ntura.
con todo un pa trimonio . esté luciente!... (56)

En ambos textos se pone de manifiesto una vez más un hecho


en el que se ha insistido varias veces: la capacidad de muchas
figuras para actuar como principio constructivo globa l de un
texto dado.
Mucho más generalizados y ab undantes son los ejemplos en
los que el dominio de la Exclamación queda circunscrito a un i-
dades más reducidas: estrofas o semíesr rofas en el desarrollo de
un poema y. sobre todo , sus unid ades constit utivas: los versos,
en el interior de tales un idades métrico-poemáticas. de la forma
que se manifiesta en el siguiente fragmento de Garcilaso:

(18) Por ti el silencio de la selva umbrosa.


po r ti la esq uividad y a parta miento
del solitario mont e me agradaba ;
po r ti la verde hier ba. el fresco viento.
el blanco lirio y colo rada rosa
y du lce primaver a de seaba.
¡A y. cuánto me engañaba!
¡Ay, cuán diferente era
y cuán de otra manera
lo qu e en tu falso pecho se escondía!
Bien claro con su voz me lo decía
la siniestra corneja. rep itiendo
la de sventura mía.
Salid sin du elo. lágrim as, corriendo . (123)

No men os frecu entes son las secuencias exclamat ivas de


carácter parent ético, general mente breves, insertas en un idades
discursivas más extensas no exclamativas. para las qu e algunos
autores reservan el térm ino Ecfonesis. del tipo que se refleja en
los ejem plos de (19), de Medrano y L L de Argenso la:

293
(19) a. Yo, ciego (¡y cómo ciego!), la dulz ura
seguí de un breve y falso bie n, sediento
(¿qué útil pud o al polvo trae r el vien tc ?},
y olvid éos, fuente llena sie mpre y pura. (198)

b. ¿Cuándo podré besa r la seca a re na


que agora desde el fiero mar conte mplo
(jOh dulce libertad!) y al sacro templo
daré, cumpliendo el voto, micadcna? .. (118)

Como últ im a modal idad d e estas breves muestras cabe re-


ferirse a los casos en los que un a secuencia o en unciado excla-
mativos const ituyen el "cierre" d e un a unidad estró fica y, sob re
todo, poe má tica (Smi th: 1968). Con esta modalidad se asocia
frecu entemente, cuando no se identifica (Sánchez Brocen se,
349; j iménez Patón, 140) la figur a denominada ron los térm i-
nos Aclamaci ón o Epifonnna, vista anterior mente (184-1 8 5),
que, en palabras de Correas. es d efinida co mo "una suma ria
exclama ción ron ad mi ració n sobre lo dicho a lo largo, sacada y
colegida ddlo como co nclusión" (420) , y d e la que pu eden ser
ejemplo los últimos versos d e los fragm entos d e Hurtado d e
Mend oza y Ceci na:

(20) a. ...Solo y po bre se vino a aquesta ermita


co n un palo e n la ma no y un rosa rio
y una ballesta de mat ar pardales,
y la su Madalena, que le qu ita
mil canas y está hecho un Santilario:
tved cómo vienen bienes de los males! (248)

b. ...Yo , míse ro, llorando me des hago


de sólo ver Pisuc rga deseoso.
¡Mira cuál es de Amor, Tirreno, el pago ! (103)

12.4.2. figuras vinculadas con la Función apelativa

Tras las figur as relacionadas co n las modalidades vincula-


das a la fun ción exp resiva del lenguaje, pasaré a co nside rar las
figuras relacio nad as co n las modalidades asociadas a la fun-

294
ció n apelat iva, y que en la propu esta d e G o nz ález C alvo
O 98 ~ , 258-260 ), corresponden a las o racio nes interrogativas
y YUSlvas.
El co rrelato retó rico de las oraciones int errogati vas del uso
co tidiano del lenguaje lo co nst ituyen las figur as com ún mente
co no cidas como Interrogaciones ret óricas, q ue, como observa
M . V. Escand ell en un trabajo dedicado no hace mucho a tales
estructu ras (Escandell: 1984), han despertado d esde siem p re el
interés de estud iosos d e d iversas disciplinas.
Limitando nuest ra ate nción por el mom ento , co mo es
nat ural , al ámbito exclusivo de la d octrina ret órica, cabe recor-
d ar que la caracterizació n q ue habi tualmente se ha venido
haciendo d e la figu ra Interrogación o Erotema en los tr atados
t rad icionales {La us berg, §§ 767-77 0), se ha basad o en el
hecho , de natu raleza pragm át ica, de que bajo la forma lingüis-
tica d e un a pregu nta lo que el emisor form ula realmente, y lo
que el receptor entiende, es u n en u nciad o afirmativo , de carác-
te r marcadamente enfático, y no la peti ción d e u na info rma-
ción. AsI aparece bien claramente en form ulació n de Quinri-
liana , quien a propó sito del "acto de p reguntar/ responder", d i-
ce: "H ay figura siempre que haya el prop ósito, no d e obte ner
u na información, sino de instar a alguien" (IX. 2, 7). Tal d efi-
nición se co mpleta m ás adela nte cuando se afirma que "se pu e-
den formular preguntas sob re algo que no pu ede negarse", o
sobre "algo que no admite respuesta", o para "hacer odioso a
al guien". o "po r compasión" , o "para instar al ad versa rio",
Co mo puede verse, di cha figura p ued e llegar a cumplir un a
gran variedad d e fun ciones, que van d esde la aserción enfática
hasta la formulación_d e un mandato , pasando po r la expresión
de los más diversos y variado s sentim ientos: odio , com pasión.
ind ignación, admiración. etc., (IX, 2, 8- 11).
Entre los tratad istas españo les q ue vienen siendo soporte
doctrinal de este tra bajo, la figura aparece co me ntada en un a
ocasión por H errera (430) , y de finida de forma hart o co ncisa
por jim énez Patón ( 26) y C orreas (422). D entro del tono
lap idario de ambos autores, la defin ición má s ajusta da es la
formulada por j irn éncz Patón, qui en, en el cap ítulo d edicad o
a las "Figuras po r pet ición", dic e textualm ente: "Interrogación
es cuand o no só lo por preguntar, sino juntamente por hacer
instan cia preguntamos" (126). Como es notorio, la definición

295
en mod o algu no se hace eco de la riqueza de aspec tos a los
qu e. como se ha visco, se había referid o Quintiliano.
Como ejemplo de est a figura me voy a lim itar a un so lo
fragmento: la primera estrofa del poema "En la ascensión", de
Fray Luis de León, en las d os versiones qu e se recogen en la
edición de F. Garda. En la q ue se considera primera redac-
ción , el comienzo del poema presenta esta forma:

(21 ) [Y dejas, Pastor santo,


tu grey en este valle, ho ndo, escuro.
e n soledad y llanto !
y tú , rompien do e l puro
aire, ¿te vas al inmort al seguro? ..(808)

y he aquí el com ienzo de la segunda redacción:

(22) ¿Y dejas, Pasto r santo,


tu grey e n es te valle ho ndo, escuro,
con sole dad y llanto;
y tú. rompiendo e l puro
aire, te vas al inmo rta l seg uro? ..(781)

Si tr as observa r las d os versio nes de este fragme nto de Fray


Luis, se vuelven a conside rar las afirmacio nes de Quintiliano
rc:cogidas más arriba, el lector podrá sacar fácilmente sus pro-
pIas co nsecuencias.

En estrecha relación con la figura de la In terrogaci ón, los


tratad istas suelen situar ciertas figu ras relacio nadas co n varias
formas de "respuestas" o de "pregunt as y respuestas". Oc entre
todas ellas, cabe hacer referencia a la conocid a con los térmi-
nos Sujeción. A ntipófora. Peusis (Lausberg, §§ 77 1-7 75) . Bajo
d icha figura suele darse cabida, no sin fluctuaciones, a toda
suerte de "ficcio nes d ialógicas", desarrolladas generalmente en
una cade na de "preguntas/respuestas", tanto en la modalidad
de Soliloquio co mo de Coloquio. Ya bajo el término Sujeci ón
(Sánc hez Brocense, 340; Jiménez Patón , 127), ya bajo los tér-
minos Anripófora. Peusis (Herrera, 528; Correas, 4 17, 433),
los artificios abarcados por d icha figura apa recen defin idos en

2%
muy parecidos términos. Valga la escueta referencia de j im é-
nez Patón: "cuando nos preguntamos y respondem os lo qu e el
Otro hab ía de responder". Como se habrá pen sado . la presente
figur a t iene bastantes co ncom ita ncias co n la figura Dialogis-
mo. vista al comienzo de este capítulo.
El esquema d iscursivo "p regunra/ resp uesca", pro pio de
esta figu ra, puede constituir la base del d iseño co nstructivo de
numerosas formas estró fico- poemáticas, tanto de o rigen culto
(oc tavas, so netos , etc.}, co mo de origen popular (le trillas.
romances. erc.). Para el caso presente, puede tr aerse a colación
un a de las form as más pecul iares de estas últimas: la co nocida
con el término Ovillejo (Navarro Tomás: 1974, 272) . C omo
ejem plo de este arti ficio. en forma de Soliloquio, pu ede prop o-
nerse la "C anción" del Co nde de Salinas. cuyo co m ienzo es
como sigue :
(23) ¿Q uién me tiene sin honor? Am or.
¿Q uié n me tie ne sin se ntido? Olvi do.
¿Q uié n acaba mi es peranza? Mud a nza.
Pues qu e mi pasión no alca nza
rem ed io por ningún modo.
hoy me destruye n de l todo
a mor. olvido y muda nza... (149 )

La modalidad apelativa co rrespo nd iente a las o raciones


yusivas (Go nzález Calvo: 1983, 259·260). térmi no abarcador
de la form ulación de ruegos, súplicas, ó rdenes. consejos. avi-
sos, recomendaciones. recri m inaciones. reproches. etc.• está
rep resent ad a por varias figuras en la doctr ina ret órica. Aq uí
só lo me referiré a algu nas de las más destacadas.

La formulació n retórica de la petición. el ru ego o la súpli-


ca, en sus diversos matices, está rep resentada de forma general
por la figura designada co n los términos Deprecaci ón o Deesis
(Lausberg, § 760 ). En los autores españo les, sólo la veo recogi-
da en S ánchez Brocen se (337) yen jim énez Patón (124- 125).
La carac terizació n que los citados aut ores ofrecen de esta figu -
ra ap unta, en lo fundam ental, a aspectos relacion ados con sus
formas más frecue ntes de manifestación en el discurso poéri-
co, ent re los q ue destaca su habitu al asociación co n otras figu-

297
ras. en especial. I) la ApóJtroft (como "apó strofe co n ruego" la
define el Broce nse). y 2) la Prosopopeya (dest inata rios d e la
petición. súplica, etc.• pueden ser los hombres. los dioses. los
eleme ntos d e la naturaleza. etc.) . Algunos d e los aspectos
mencionado s pueden verse reflejados en los br eves ejem plos
que se proponen a co nti nuación. tomados de H errera y Villa-
mediana:

(24) a. OEd atenta el son del tierno canto,


herm osa Estrella m ía, que ya veo
en vuestra luz la llama en quien levanto,
ardiendo. prestas alas al deseo... (575)

b. Deiadm e descansar, cuidados tristes,


que esta vidaes más vuestra que mía;
sed, pues sois compañeros. co mp a ñía.
haced bien a qu ien tanto mal hicístes ... (176)

Integradas en el co njunto d e manifestaciones discursivas


de esta figu ra o individualizadas bajo los térm inos Obsecración
u Obtestación (Lausberg, § 760) - las d iscrepancias d e los auto-
res son notables en este pumo- . son d ignas de mención cier-
tas formas - a veces. fórm ulas- imperativas caracterizadas po r
un a espec ial vehem encia. cuando no por una arrebat ad a viru-
lencia. Tales formas pueden inserta rse tanto en un di scurso d e
tono serio co mo jocoso. H e aqu í un par de ejem plos d e G ón-
gora y Lope de Vega que tal vez resulten interesantes:
(25) a. Por tu vida, Lopillo, que me borres
las diez y nu eve torres del escfldo,
porque. aunque todas son de viento. dudo
que tengas viento para tantas torres... (111,4)

b. Conjúrate, demonio culterano,


que salgas dest e mozo miserable,
que apenas sabe hablar, caso notable.
y ya presumede Anñon rebano... (1404)

Otro ranro cabría decir de la exp resión de am en azas. re-


presentada retóricamente en la figura Conminación. sólo cira-

298
da por Herrera (388), a propósito de los siguientes versos del
"So neto 35" d e Garcilaso:

(26) Mas yo haré que aquesta ofensacara


le cueste al erensor... (71)

Para co ncluir esre co nju nto de figuras. que en la o rd ena-


ció n realizada po r Lausberg se agru pan bajo el epígrafe "Fi-
gu ras de la alocució n" (§§ 759-765), me referi ré b reveme nte a
la figu ra des ignada co n los térmi nos Licencia o Parresia (Laus-
berg, § 76 1). Bajo ambas denominaciones es co nsid erada po r
los trat adi stas españo les (Brocense. 351; jirn énez Patón. 142;
Correas. 4 28). En esta ocas ión. la d efinición más aprovecha-
ble es la formul ada po r el maestro Correas. q ue reza as í: "La
Parresia es habla audaz. lib ertad en habl ar. cua ndo ante las
personas que se debe respeto hab lamos algo con arrevim ienro,
o para amonestar o reprender: pid iendo venia o sin ella" (subra-
yados mios). Me he permitido sub rayar los térm inos anterio-
res po rque son los que. a mi ver. vienen a justificar la inclu-
sión d e esta figura en el presente apa rtado. C o mo ejem plo d e
la m isma en el d iscu rso poéti co pu ede repararse en el siguien-
te fragme nto ad ucido por j iménez Parón. tomado de Lope de
Vega:

(27) Perdona que el furor justo me ha dado


licencia injusta en lo que fui atrevido. (142)

y co n la licencia del lector. se dará por co nclui do el pre-


sente capítulo.

299
íN DICE DE TÉRMINOS

A¡;ción, Aetio . 16. Am imeria. 84.


Acirolog la. 2 1. Anrimet ábole, 264 , 27 1·273.
Aclamación. 184. 294. Antipófora. 296.
Acróstico, 61 , 72, 75. An rfstasis, 117 .
Acu mulación, 260. Annserofe, 113.
Adagi o. 182, 183. An d tesis, Amite5COn (Metaplasmo),
Adición, 33.36-37. 45.54.
Adínat on, Adlnara, 23 6. An rtresis, An ríreron (Figura), 117 ,
Adnominació n, 122. 256 , 262-274.
Aféresis. 45. 48. Amonim i.a, An[ ón imo, 256, 262.
AJegoria, 177. 201-203, 224. 227. Antonomasia, 224, 227, 241,252-254.
Aliteración , 61 , 64 ·68. Apócope, 45. 50.
Anacoen osis, 290 . Aporesis, Aporía, 28 8.
An2d iplosis. 10 1, 110, 209 . Apos iopesi s, 196.
Aná fora. 101 , 113. 209 . 2 11. Ap6suofc, 281. 298 .
Anagrama. 6 1. 73-74. 122. Apotegma. 182, 183.
Analep sis, 198. Ap ru m (Virtud), 25.
An ástrofe, 127. 146. 147·1 49. Arca ísmo, 2 1, % .
Anfiboli:.l. Anfibología. 2 1. 22. Anfculo (Figura), 132.
Antanaclasis, 101. 117. Asíndeton, 131, 132~ 133 .
Anticipa ció n . 198. Asonancia, Asonaure, 6 1. 68.
And frasis. 224, 240 . Au xesis. 26.

30 1
Barbarismo , 19 , 42, 80 , 92. Cro nografía, 188.
Barbarolexis, 92. Cultismo,96.
Braquilogía, 194.
Decoro, D ccorum (Virtud), 25 -
27.
Cac énfaron, 27 , 6 1, 77. Deesis, 29 7.
Cacé faron, 27 , 77. De mo strac ió n, 187.
Cacofon ía, 6 1, 76 . Den ominación, 122.
Cacoslnteton, 2 1, 146. De precación, 278, 297.
C adena, 111. Derivación, D erivatio, 10 1, 106-
C alambur, 101 , 120 . 107.
C aracte rismo, 187 . D escrip ción, 177 , 187 ·1 90 .
C atacrcsis, 224 . D esaprenda, D cxapr c nd e, 112,
Circulo, 115. 2 10.
C irc u nloc uc ión, Circunloquio , Di áfor a, 117.
199-20 1. D ialectal ismo, 21, 96.
Cla ridad (Vi rtud) , 20-22. Didliron, 132.
C límax, 10 1, 111. D ialo g ismo , 277, 27 8, 28 4 .
Cohab itació n, 264 , 269. 296.
Comp a r, 160 , 16 1- 16 5. Dia pcrcsis, 288.
Comparación, 185. Diarlposis, 187.
C o m plex ió n, 10 1, 11 4 , 20 9 , D iéresis. 45, 48.
2 12. D igresión , 177, 192- 194 .
Composición, Com posirio , 24, D isem inaci ón-Recol ección, 161 ,
60. 165, 167- 168.
Com un icación, 278, 290. Disimul ación , 24 1.
C oncordanc ia "ad sensum", 89. Disposición, Disposirio, 16.
Confus ión, 21 , 155, 156. Distinción, 117 , 27 1.
C onge ries, 127, 129 , 167, 173, Dist ribución , 13 0, 16 1. 17 3 ,
26 0 . 180 .
Conm inación, 278, 298. Dubitación , 278, 28 8-2 90 .
Conmoración, 190- 192. D uplicación , 109.
Conm uraci ón, 164 , 27 1.
C o nsona ncia, Consonan te, 6 1, Ecfo nesis, 278, 29 1, 293 .
68 , 70. f:.cfrasis, 187- 190.
Contención, 263. Eco, 61, 72-73.
Continuación, 207. Elipsis, 21, 127 , 139-141 , 196.
C o ntra pos ició n, C ont rapuesto, Elocución, Elocu tio , 16.
263. Enálage, 83- 87.
Conversión, 113, 208. Enargia, Energia, 187.
Corrección (Virtud), 18-20. Encade nado, 112.
C o rrelación, 15 8 , 16 1, 164 - En igma, 283 .
167. Enumaración , 130.
Cosmos, 23. Epa nad iplosis, 115.

302
Epanáfor a, 113. H ellenismos, 18.
Epa nalepsis, 10 1, 115, 20 9, 21 3. H etcrosis, 84 .
Epanás tro fe, 114. H euresis, 16.
Epéntesis, 45, 46. Hip álage, 137,238,239,247.
Epexergasia, 190. H ipérbato n, 21, 22 , 127, 146, 149-
Ep ifonema, 177, 184-185, 294. 155, 178, 197, 26 1.
Epffora, 10 1, 113, 208, 209, 2 11. H ipérbole, 224, 227 , 23 3-236.
Ep ímone, 190, 206·208. 2 11. H ipero nimia , 24 9 .
Epíst rofe, 113. Hi pogram a, 73.
Epí teto, 127, 134-139 , 22 4 . Hi ponimia, 24 9.
Epirrocasmo, 194- 195. H ipotiposis, 187 .
Epizeuxis . 10 1, 109. His rerologta. 147 , 177 , 197-1 98.
Eq uivalen cia, 36-38 . H lsrero n-pré rero n , 197 .
Erotema, 295 . H o meo profo ro n, 62 , 65 .
Escrologü. 27, 77. H o m e óp ro ro n , 63, 6 8 , 6 9 , I DO,
Espccularidad, 16 1, 170· 17 1, 27 1. 10 1-103.
Esquema, Schcrua, 30, 31 , 80-81 . H o meosis, 224 .
Estr ibillo, 2 14. H o meo télcuto n , 63, 68 , 69, 160 .
Etiologfa, 177 , 181- 182. Homofon ía, Ho mófo no, 118, 119.
Etopeya , 187. Homograffa, H omógrafo , 11B, 119.
Eufonía, 61 , 76 . H om on imia, H omón imo , 22, 118,
Evide ncia, 187. 119.
Exclamac ión, 278, 291 -294. H ypo crisis, 16.
Excurso , 192.
Execració n, 278, 28 7. leó n , 185-18G.
Exergasia, 190 . Ilust ración, 187.
Expolición , 1-77, 190- 192 , 20 6 . Imagen , 18S.
Extra njerismo , 96. Im precación, 278, 28 7.
Interpo sic i ón, 17R.
Interrogación, 27B, 29 5-296.
Pictio nominis, 92.
Interrupción, 196.
figura, 19,24,27-3 1,36,80-81.
Invención, Invcnrio , 16.
-cl e pa labra, 32 .
Inver sió n [= Anástrofe]' 33, 14 7-
-de pensamient o, 32.
149.
Figura et imo lógica, 107, 128. - l- A legoría], 20 1.
Fingi m ient o, 24 1. -[: An nmctébolc]. 271.
Fing imiento de persona, 278 .
Iro n ía, 224, 227, 239- 24 1.
Frec uentació n, 167. Irrisión , 24 1.
Isoco lon, l GO, 161 -165 .
G azafatón, 27. 77. Isofon cma, 37, 59-60 .
Ge m inación, 109. Isogrefeme, 37 .
Cenealogra, 187. Isom o rfem a, 37, 99.
G losa, 2 16, 21 7-22 1. Isosem cma, 37 , 2 55.
Gra dación, 111. Isotaxis, 37, 159 .

303
lso rexte ma , 37. 177.205. Neologismo, 2 1. 96.
Isoropla. 37.
h eració n. I09 . Obsecración , 278. 298.
lunctu ra, GO. O bsresracion, 278 . 298 .
O ncos, 139.
J uego de palabras. 7 3. 101. I IG. O no matopeya. 92 . 224.
144. O ptación. 278. 286 -288 .
O rnato, O rnarus (Virtud). 23-25.
Lamdacismo, 66. O scu ridad. O bscuritas (Vicio). 2 1·
Latin itas, 18 . 22.
Le ixap rén, Lexapr én, 112. 2 10. O villejo. 72 , 297.
Letrilla. 214-2 17_ O xfmo ron, 269-27 1.
Lexis. IG.
Licencia, 19. 36· 38. Palilogla. l 09.
Licencia (Figura). 278 . 299 . Palínd romo. 122.
Licencias métricas. 45. Par ábo la, 185· 186.
Paradiástole, 262 , 27 1.
Mald ición, 287. Paragoge. 45, 47.
Meiosis, Miosis, 26. Paragrama, 73.
Memoria. 16. Pa ra lelism o. 159 . 16 1. 169· 170 .
Meeismo, 16 1. 172 ·1 73. 273.
M es ésr jco , 75 _ Paralepsis.1 95.
Meubcle. 37. Parasiopesis, 19 5.
Meracismo. 66 . Par écbasis, 192 .
Metafonema, 37. 4 1. Paremia. 182.
Metáfora, 224, 227, 228· 23 3. 238 . Paréntesis. 147. 177 , 178-179. 192.
Metagoge. 280 . Parcq uesis. 106. 122.
Metagrafema. 37. Parison, 160. 170.
Metalepsis. 224. 248_ Parisosis, 160 , 170.
Meramorferna. 37. 79. Parh émeon , Parémeon, 6 1-62 . 65.
Metaplasmo. 19.24. 27-3 1.4145. Paronimia, Parón imo. 122.
80. Paronomasia. 101. 106 . 122.
Metasemema, 37. 223. Parresia. 299.
Metataxis. 37.1 25. Paropeya, 187.
Metátesis (Metaplasmo). 45. 54. Percusión. 177 . 194-195.
Metá resis (Figura). 198, 27 1. Perífrasis, 177 . 199 -29 1. 224. 227.
Metatextema. 37.1 77. 24 1.
Meronnim ia, 22 4, 2 27, 238 . 24 1, Permu taci ón, 33, 36-37 .
24 2-249 . Person ificación , 23 2, 278.
Mim esis. 224. Perspicuidad , Perspicuitas (Virtud).
Mixtura verbo ru m, 2 1. 146 , 156. 20.
158 .1 65. Pcusis, 296.
Mneme. 16. Pleo nasmo, 127-129. 139.
Mut'll io. 83. Ploce, 117.

304
Plurimembración , 103, 161 ·1 6 5. Simulació n. 24 1.
Poltproron , 100. 101, 103-10 5. Sinalefa. 45. 53.
Polisjgma, 66. Sinarro ísrno, 129. 167. 173. 260 .
Polisfndeeon , 131-132. 133. 26 1. Sincopa. 45. 4').
PragmalOgnfia. 188. Si nécd oq ue. 22 4. 22 7 , 24 1. 249-
Prepo n (Virrud). 25. 252 .
Preterició n. In . 194. 19 5. Sinéresis, 45. 52 .
Pretermisi ón , 19 5. Sinestesia. 227, 236-239.
Prolepsis. 198. Sino nim i.a. S inó nimo. 117. 256-
Pronu nciació n, Pronu mia rio, 16. 262 _
Prosapód osis, 115. In . 179-180. Slnq uisis, 2 1. 127. 146 , 147. 156.
Prosopografía, 187. 165 .
Prosopo peya. 227. 278· 284 . 297. Síntesis, 88 -89 .
Prótesis. 44. 46. Solecismo. 19. 80. 126.
Proverbio. 182, 183. Soliloquio. 284. 296 . 297.
Pureza (Vin ud), 18-20. Somaropeya, 187.
Sujeción, 278. 296.
Q uiasmo , 170. 17 1, 273 . Superlación, 234.
Sup resión. 33, 36 -37.
Redición . 115. Sustituc ió n. 33. 36 ·3 7.
Redupl icación. 110.
Reflexión , 117. Tapi nosis. 26.
Refrán, 182, 183. Ta urograma, 6 1, 62. 73 .
Repet ición. 109. 1 t O. T a urolo gía, 120.
Reticencia. In . 194. 1% . Taxis. 16_
Retruécano. 21 7. T ecmcismo , 2 1. 96 .
Rima. 68 ·72. T d é.sti«>. 7 5.
Romance. 216. Tmesis.147_
RLUticismo. 96 . T opog rafía. 188.
T cpotesia, 188.
Sapheneia (Virtud). 20. T raducción . 103. 117. 122_
Schema, Esquema. 28. 80. T raslad ón. 228 .
Sentencia. 177. 182-184. T rasnom inación. 142.
Separació n. 17 1. Tropo. 2 1, 24 . 27-3 1. 223· 226.
Sermocinación, 278. 284.
Sigmatismo, 66. Ve rsus ra pp c reari, 2 2.158 . 16 1,
Silepsis, 88-89. 16 5- 167.
Sfmbolo, 227, 241. 245. Villancico. 2 14·2 17.
Símil, 177, 185-186. Virtudes de la Elocució n. 17.
Similicadencia, 6 1, 63-64 , 68. Vulgarismo. 43 , 96 .
Sim iliter cadcns, 63, 10 1, 160.
Similitcr desinens, 63 , 160 . Zeugma. 22 . 88 . 127 . 139. 14 1-
Simplocc. 114. 145.

305
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