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El Arte Del Payador - Coriún Aharonián
El Arte Del Payador - Coriún Aharonián
(texto enviado por el autor a vecinet, incluido en el disco "El arte del payador", volumen
1, editado por el sello Ayuí)
"El payador, cuando canta solo", señala Carlos Molina, "diríamos que es como un
pájaro de un ala sola; está como aliquebrado"1.
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Las formas poéticas más utilizadas actualmente son la décima y la sextina o sextilla
"criollas". La décima o "espinela" es una estrofa de diez versos octosílabos rimados el
primero con el cuarto y el quinto, el segundo con el tercero, y -en espejo- el sexto y el
séptimo con el décimo, y el octavo con el noveno, mientras que la sextilla es una estrofa
de seis versos octosílabos rimados en general (como en el "Martín Fierro") el segundo
con el tercero y el sexto, y el cuarto con el quinto.
Hoy día acontecen también situaciones dramáticas, pero predomina la solución más
"amigable" de llegar a un final conjunto, por encima de las divergencias de opinión y las
posibles ofensas mutuas surgidas a lo largo del desafío. Esta solución -en general para la
o las estrofas finales-, también tradicional, es llamada "media letra"13. Cada contendor
dice una parte de la estrofa, y si bien esto tiene mucho de fraternal, es en realidad un
desafío adicional, puesto que cada payador obliga a entrar en sus rimas al rival. El
ámbito de "media letra" es además un "estrechamiento" que va hacia la "firma" final, es
decir la enunciación del nombre de ambos payadores. (La "firma" del trovador
constituye, por su parte, otra supervivencia de origen remotísimo, y se la encuentra en
lugares tan distantes del Río de la Plata como el Asia Occidental.)
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La forma musical más recurrida es hoy día la milonga: un cedazo de ocho subdivisiones
métricas agrupadas de a cuatro en una unidad métrica binaria, pero acentuadas implícita
o explícitamente en la primera, la cuarta y la séptima subdivisión. Este esquema rítmico,
que suele denominarse "tres-tres-dos", está muy extendido en América, y si bien los
musicólogos discuten en cada lugar su origen -sin preocuparse mucho de su vigencia
continental- parece darse en relación con áreas en que ha existido una fuerte
inmigración aguisimbia. La milonga admite variantes sensiblemente diferenciadas,
desde la agresiva y punzante acentuación de la "milonga oriental"14 hasta la lírica y
tierna de la "milonga pampeana", para limitarse a etiquetas (aparentemente) aceptadas
en el momento actual. A ellas deberán agregarse las variantes del pasado, incluidas las
(aparentemente) dos vertientes de igual denominación y distinta intención y tempo que
convergieran en el tango.
En todo caso, si bien la milonga es hoy la forma musical por excelencia de los
payadores, no siempre lo fue. En el siglo XIX la forma base era la cifra, que se las
arregla para sobrevivir aún hoy aquí y allá15. Consiste en una sucesión de enunciados
vocales y comentarios incisivos de la guitarra, considerada por algunos como más apta
para contenidos heroicos que la milonga. "Lo que más se canta por cifra", dice Molina,
"es la décima y la sextilla"16. Según testimonios17, la milonga empieza a sustituir a la
cifra a partir de su introducción por parte de Gabino Ezeiza, en una payada de
contrapunto realizada en 1884.
Tanto la milonga como la cifra se cantan en una entonación que para un punto de vista
europeo sería calificable como "indefinida". En realidad es muy definida, pero no es
compatible con el pensamiento tonal de la Europa occidental burguesa. Hasta el
momento, este fenómeno y su probable origen sociocultural carecen de una explicación
sólida. Más aún, en general son evitados en los trabajos musicológicos, o bien resultan
asimilados al concepto de recitativo cuando se los trata de explicar al lector. Quede
claro, entonces, que el sistema cultural al que pertenecen la milonga y la cifra (si es que
se trata de uno solo) no es, en materia musical, ni tonal ni mucho menos de
temperamento igual.
Hay otras variantes formales en la historia más o menos reciente de la payada. Gabino
Ezeiza y José Bettinoti habrían introducido, se dice18, la octavilla por vals, en actitud
que -como la de la introducción de la milonga- los "tradicionalistas" de hoy atacarían
por irreverente. Por supuesto, la tradición nunca fue "tradicionalista", es decir ni
quietista ni museística. "Nos estamos jugando una partida muy brava", señalaba Carlos
Molina en 1972. "Entonces, el payador tiene que retomar sus mejores tradiciones".
Quedan muchos aspectos por dilucidar en la investigación del arte del payador -a pesar
de los excelentes trabajos ya mencionados-, como por ejemplo la existencia de
"escuelas" diferentes (en emisión vocal, en características del cantar, etcétera), que están
en parte ejemplificadas en este disco. Ya vendrán quienes tomen a su cargo esa tarea.
(vecinet)
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1. El concepto fue expresado una y otra vez al autor de esta nota, casi textualmente, en
diferentes entrevistas en años anteriores a esta grabación.
8. Tanto, que hoy día el payador sigue siendo un trabajador remunerado por el ejercicio
de su oficio. Es un profesional en la sociedad a la que pertenece. [Nota del año 2002.]
(vecinet)