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O. MANNONI - ¿ES ANALIZABLE LA ADOLESCENCIA?

La crisis de la adolescencia trata de un momento decisivo, un momento en el cual el sujeto tiene que
elegir su orientación, la palabra crisis tiene el sentido que exhibe en la medicina clásica, como el momento
en el que la enfermedad va a decidirse entre la curación o la muerte. El otro sentido es más corriente Y
designa un estado agudo, se puede hablar de la adolescencia en ambos sentidos.
La adolescencia influye mucho en lo que se manifiesta como evolución social.
Los adultos, que no están en una crisis, influyen sin embargo con sus problemas en las crisis de sus hijos
adolescentes. En este momento los jóvenes eligen modelos de identificación y que a menudo no los
encuentran. En las sociedades estables, esos modelos son más evidentes y las crisis de la adolescencia
resultan mucho menos visibles.
Es menester discernir bien el origen de la adolescencia. La pubertad es una crisis puramente
individual que no plantea ningún problema social, tiene efectos físicos y psicológicos pero no pone en tela
de juicio lo social, en tanto que la adolescencia ya amenaza con crear un conflicto de generaciones. En la
mayor parte de los casos, las perturbaciones de la adolescencia oponen el adolescente a los padres, a los
adultos, a las autoridades, y hasta la sociedad en general.
La mayor dificultad reside en someter a análisis por requerimiento de los padres a un adolescente.
Podemos ver claramente en Freud como fracaso en los casos de análisis adolescentes que había emprendido
a requerimiento de los padres: Freud nos dio de una teoría e irremplazable pero no nos ayuda nada en la
práctica con los adolescentes.
El analista en quien hallaremos algo más utilizable es en Winnicott: en lo que se refiere a la crisis de la
adolescencia recuerda este hecho evidente; la adolescencia sólo dura un tiempo y el tiempo es su remedio
natural. Pero esta crisis entraña riesgos, aunque sea difícil probarlo cierto número de esquizofrenias son la
culminación de crisis de la adolescencia que han sido impedidas, no resueltas.
No se trata de combatir la crisis de la adolescencia, ni de curarla, ni de abreviarla, sino más bien se
trata de acompañarla, y si supiéramos cómo, de explotarla para que el sujeto obtenga de ella el mejor partido
posible. El adolescente no solo pide ser comprendido, significa practicar o aceptar compromisos y arreglos.
Winnicott considera la adolescencia como un estado patológico normal: se trata de un paso inevitable
pero que no deja de presentar riesgos, piensa que el Yo debe hacer frente a un nuevo impulso del Ello. Así
seria, la repetición o acaso la continuación de la pubertad. Creo que la adolescencia no puede en modo
alguno explicarse por lo que sabemos de la pubertad, no se ve cuál podría ser la utilidad de una explicación
pulsional en el caso de una crisis de la adolescencia.
Winnicott señala los efectos de las carencias del medio familiar. El conflicto del adolescente con su
familia es a veces latente, aveces patente, pero siempre está presente. Si son los padres quienes hacen
intervenir a un analista, este corre el peligro de verse envuelto en el conflicto, si no pone cuidado. La mayor
parte de los análisis adolescentes se emprenden a solicitud de los padres, Winnicott trabajo casi siempre con
los padres.
Entre las observaciones de Winnicott, está la de que el adolescente no acepta nunca una solución falsa,
o que le parezca falsa, da a entender que el ingenio los padres podría proponer esta clase de componenda.
Winnicott piensa que la sociedad debería guardarse de tratar de remediarlas crisis de la adolescencia, la
razón es que “la sociedad no es lo bastante sana o sensata para que se le pueda tener confianza en este
dominio”.
Freud fracaso en dos análisis de adolescentes cuyo informe público. En Dora, a Freud le interesan más
los problemas de su técnica que las de su paciente. En el análisis de la joven de Sobre la psicogenesis de un
caso de homosexualidad femenina, por razones análogas, lo que le interesaba era el secreto de la
homosexualidad. No es la teoría lo que causa una dificultad, es la preocupación por defender la teoría.
Nosotros no nos encontramos en la situación de Freud, que necesitaba tener razón. Winnicott se aparto de
Freud cuando dijo “No tengo una causa que defender”.
En un análisis, para el paciente no tiene interés el hecho de que las teorías estén confirmadas.
En este juego, la dificultad se debe al hecho de que las identificaciones desempeñan un papel capital en
ambas partes. Lacan trata las identificaciones como esencialmente patológicas, para él son hechos
especulares, serían la fuente de la locura. Me parece que esta actitud es muy pesimista, las identificaciones
tienen toda clase de efectos diversos, buenos o malos, sin contar con que las conocemos muy mal. Pero
sabemos que el Yo no hace sino identificaciones.
La oscuridad de los fenómenos de identificación es lo que hace difícil una teoría psicoanalítica de la
adolescencia. El sujeto está obligado a condenar las identificaciones pasadas, sabe que ya no es un niño,
pero sabe también que no es un adulto. El adolescente que comienza a perder sus antiguas identificaciones
toma el aspecto de algo prestado, sus ropas no parecen ser las suyas, lo mismo con sus opiniones, son
opiniones tomadas en préstamo. Sabemos que él yo es sucesivamente o simultáneamente varios otros, pero
todavía no comprendemos bien como todo eso se arregla al terminar la adolescencia, pues el sujeto no se
desembaraza en modo alguno de sus objetos prestados, en cierto modo logra modificarlos, integrarlos,
hacerlos suyos, su personalidad continúa siendo ciertamente tan compuesta como lo fue siempre, pero
integrada.
No poseemos, en la actualidad, los medios teóricos para explicar esta situación.
Si quiere uno volverse hacia la teoría habría que comprender la adolescencia como un problema de
identificaciones, en plural. Pero ¿Qué ocurre con el sujeto durante este proceso?¿Cómo compensa las
identificaciones pérdidas? Y ¿cómo acepta las nuevas?
Frente a una crisis de la adolescencia, tengo la impresión de que no poseemos ningún medio de
intervenir en lo que es esencial: las elecciones en el campo de las identificaciones. La ausencia de toda
crisis sería ciertamente inquietante. En el espacio transicional de Winnicott, la realidad permite el juego
irreal. La curación es imposible oponiendo lo simbólico y lo imaginario, pues curiosamente es en lo
imaginario donde se encontrara la curación, donde uno se libera por obra del juego.
El analista no logrará gran cosa si permanece ceñido en su saber, saber que forma parte del mundo que la
adolescente repudia.

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