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COLEGIO CALASANZ MEDELLN

REA DE LENGUA CASTELLANA

Nombre______________________________________________________ N_____Grado_______

A. LOGROS 1 Y 4: Lea atentamente el siguiente texto. La preguntas de la 1 a la 5 se evaluarn


para el logro 1, y las restantes para el logro de lectura de obras representativas, logro 4.
Encierre en un crculo la letra que corresponda a la respuesta correcta.

UNA MUJER AMAESTRADA.

...et nunc manet in te...

Hoy me detuve a contemplar este curioso espectculo: en una plaza de las afueras, un
saltimbanqui polvoriento exhiba una mujer amaestrada. Aunque la funcin se daba a ras del suelo
y en plena calle, el hombre conceda la mayor importancia al crculo de tiza previamente trazado,
segn l, con permiso de las autoridades. Una y otra vez hizo retroceder a los espectadores que
rebasaban los lmites de esa pista improvisada. La cadena que iba de su mano izquierda al cuello
de la mujer, no pasaba de ser un smbolo, ya que el menor esfuerzo habra bastado para romperla.
Mucho ms impresionante resultaba el ltigo de seda floja que el saltimbanqui sacuda por los
aires, orgulloso, pero sin lograr un chasquido.
Un pequeo monstruo de edad indefinida completaba el elenco. Golpeando su tamboril daba
fondo musical a los actos de la mujer, que se reducan a caminar en posicin erecta, a salvar
algunos obstculos de papel y a resolver cuestiones de aritmtica elemental. Cada vez que una
moneda rodaba por el suelo, haba un breve parntesis teatral a cargo del pblico. "Besos!",
ordenaba el saltimbanqui. "No. A se no. Al caballero que arroj la moneda." La mujer no
acertaba, y una media docena de individuos se dejaban besar, con los pelos de punta, entre risas y
aplausos. Un guardia se acerc diciendo que aquello estaba prohibido. El domador le tendi un
papel mugriento con sellos oficiales, y el polica se fue malhumorado, encogindose de hombros.
A decir verdad, las gracias de la mujer no eran cosa del otro mundo. Pero acusaban una
paciencia infinita, francamente anormal, por parte del hombre. Y el pblico sabe agradecer
siempre tales esfuerzos. Paga por ver una pulga vestida; y no tanto por la belleza del traje, sino
por el trabajo que ha costado ponrselo. Yo mismo he quedado largo rato viendo con admiracin a
un invlido que haca con los pies lo que muy pocos podran hacer con las manos.
Guiado por un ciego impulso de solidaridad, desatend a la mujer y puse toda mi atencin
en el hombre. No cabe duda de que el tipo sufra. Mientras ms difciles eran las suertes, ms
trabajo le costaba disimular y rer. Cada vez que ella cometa una torpeza, el hombre temblaba
angustiado. Yo comprend que la mujer no le era del todo indiferente, y que se haba encariado
con ella, tal vez en los aos de su tedioso aprendizaje. Entre ambos exista una relacin ntima y
degradante, que iba ms all del domador y la fiera. Quien profundice en ella, llegar
indudablemente a una conclusin obscena.
El pblico, inocente por naturaleza, no se da cuenta de nada y pierde los pormenores que
saltan a la vista del observador destacado. Admira al autor de un prodigio, pero no le importan sus
dolores de cabeza ni los detalles monstruosos que puede haber en su vida privada. Se atiene
simplemente a los resultados, y cuando se le da gusto, no escatima su aplauso.
Lo nico que yo puedo decir con certeza es que el saltimbanqui, a juzgar por sus
reacciones, se senta orgulloso y culpable. Evidentemente, nadie podra negarle el mrito de haber
amaestrado a la mujer; pero nadie tampoco podra atender la idea de su propia vileza. (En este
punto de mi meditacin, la mujer daba vueltas de carnero en una angosta alfombra de terciopelo
desvado.)
El guardin del orden pblico se acerc nuevamente a hostilizar al saltimbanqui. Segn l,
estbamos entorpeciendo la circulacin, el ritmo casi, de la vida normal. "Una mujer amaestrada?
Vyanse todos ustedes al circo." El acusado respondi otra vez con argumentos de papel sucio,
que el polica ley de lejos con asco. (La mujer, entre tanto, recoga monedas en su gorra de
lentejuela. Algunos hroes se dejaban besar; otros se apartaban modestamente, entre dignos y
avergonzados.)
El representante de la autoridad se fue para siempre, mediante la suscripcin popular de un
soborno. El saltimbanqui, fingiendo la mayor felicidad, orden al enano del tamboril que tocara un
ritmo tropical. La mujer, que estaba preparndose para un nmero matemtico, sacuda como
pandero el baco de colores. Empez a bailar con descompuestos ademanes difcilmente procaces.
Su director se senta defraudado a ms no poder, ya que en el fondo de su corazn cifraba todas
sus esperanzas en la crcel. Abatido y furioso, increpaba la lentitud de la bailarina con adjetivos
sangrientos. El pblico empez a contagiarse de su falso entusiasmo, y quien ms, quien menos,
todos batan palmas y meneaban el cuerpo.
Para completar el efecto, y queriendo sacar de la situacin el mejor partido posible, el
hombre se puso a golpear a la mujer con su ltigo de mentiras. Entonces me di cuenta del error
que yo estaba cometiendo. Puse mis ojos en ella, sencillamente, como todos los dems. Dej de
mirarlo a l, cualquiera que fuese su tragedia. (En ese momento, las lgrimas surcaban su rostro
enharinado. )
Resuelto a desmentir ante todos mis ideas de compasin y de crtica, buscando en vano con
los ojos la venia del saltimbanqui, y antes de que otro arrepentido me tomara la delantera, salt
por encima de la lnea de tiza al crculo de contorsiones y cabriolas.
Azuzado por su padre, el enano del tamboril dio rienda suelta a su instrumento, en un
crescendo de percusiones increbles. Alentada por tan espontnea compaa, la mujer se super a
s misma y obtuvo un xito estruendoso. Yo acompas mi ritmo con el suyo y no perd pie ni
pisada de aquel improvisado movimiento perpetuo, hasta que el nio dej de tocar.
Como actitud final, nada me pareci ms adecuado que caer bruscamente de rodillas.

Tomado de: ARREOLA, Juan Jos. Narrativa completa Mjico: Alfaguara, 1997.

1. El crculo que el hombre ha trazado con tiza cumple las siguientes funciones, menos:
a. Trazarle un lmite al mundo real e instaurar uno donde sea posible la simulacin.
b. Darle un carcter de credibilidad a su espectculo.
c. Simular un elemento propio de los espectculos circenses.
d. Asignar roles a los presentes.
e. Evitar que la mujer se le escape.

2. La expresin: La cadena que iba de su mano izquierda al cuello de la mujer, no pasaba de ser
un smbolo..., quiere decir que la cadena es un smbolo de:
a. La liberacin femenina.
b. La dominacin.
c. La ferocidad de esa mujer.
d. La ferocidad de las mujeres.
e. El arte de amaestrar.

3. El pequeo monstruo de edad indefinida va cambiando, gracias a la observacin del narrador,


hasta ser presentado como:
a. Un simptico y virtuoso enanito. d. Un nio.
b. Un productor de msica de fondo. e. Un percusionista muy verstil.
c. El hijo de la mujer.

4. Atendiendo a la menara estricta en que nos es presentada esta historia, el motor que impulsa
la actuacin del guardin es:
a. Preservar el orden en la plaza.
b. Descongestionar la circulacin.
c. Imponer su autoridad.
d. Lucrarse del espectculo.
e. Revisar que los papeles del domador estuvieran en regla.

5. El narrador se nos muestra como una persona crtica y aguda en sus observaciones. Segn su
peculiar manera de percibir el espectculo,:
a. El pblico en general es inocente y se deja cautivar por cualquier actuacin mediocre.
b. Sabe que, aunque la mujer comete errores, todo est planeado de antemano.
c. El nmero vale ms por sus resultados que por los esfuerzos para lograrlo.
d. Lo ms importante en un espectculo de ese tipo, es el trabajo y la dedicacin de quien lo
ha preparado.
e. Es un error entregarse a divagaciones en torno a la vida real de los actores.

6. El empleo del parntesis en este relato causa un efecto que tiene por fin:
a. Acentuar el personaje que capta la atencin del narrador.
b. Detener la lectura para hacer reflexiones.
c. Distinguir entre personajes principales y secundarios.
d. Distraer al lector para que no se fije en lo que realmente est sucediendo.
e. Explicar una frase que no qued bien expuesta antes.

7. La siguiente frase: Resuelto a desmentir ante todos mis ideas de compasin y de crtica... nos
revela que el narrador se siente:
a. Dispuesto a emprender una carrera de actor.
b. Seducido por la mujer.
c. Admirado por la entereza del saltimbanqui.
d. Arrepentido de haber gastado su tiempo en la sola contemplacin del espectculo.
e. Arrepentido de su calidad de observador destacado.

8. Haber franqueado el trazo de tiza en el piso, supone que el narrador:


a. Se cree ms que las autoridades del orden, pues el guardia no se atrevi a cruzarla.
b. Es un actor frustrado y vio en aquello una oportunidad para desahogarse.
c. Se gane algunos pesos extras por contribuir al espectculo.
d. Se despoje de su rol para ingresar a un mundo de improvisaciones y fantasas.
e. Es un tipo valiente que no teme hacer el ridculo.

9. Es posible realizar un rastreo en el cuento de la humanizacin de los personajes. En la mujer


este cambio se hace visible porque:
a. Finalmente todos la aplauden reconociendo su actuacin.
b. Slo quien alcanza el xito puede tenerse como un verdadero se humano.
c. Se super a s misma rompiendo el smbolo que la ataba al saltimbanqui.
d. De bailar con descompuestos ademanes difcilmente procaces... pas a un baile
acompasado.
e. Dej de hacer msica con el baco, comprendiendo que para eso no fue creado.

10. Segn el texto, lo que desea el saltimbanqui es:


a. La crcel.
b. Dinero.
c. Un reconocimiento.
d. La felicidad.
e. Que el guardia lo deje en paz.

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