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URUGUAYO CONTEMPORANEO
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TOMO (
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NTOLOGI
DEL ENSAYO
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"'"n''OLOJA DEL
/Ensayo
ruguayo
CONTEMPORANEO
Tomo
versidad de la Repblica
nto de Publicaciones
. evideo - Uruguay- 19.64
lndice General
INTRODUCCION Y ADVERTENCIA
1 - Un gnero ilimitado? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2- Un gnero limitable , .. , , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3 - Ensayo en el Uruguay ....................... : .
4 - Los temas de nuestrO ensayismo . . . . . . . . . . . . . . . . .
5 -Criterios y normas de esta antologia .... , . . . . . . . . .
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1 - Agrarismo e Industrializacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2 - Factor Geogrfico y Factor Racial: El Norte y el Sur
3-La pereza criolla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . .
4 - Poblacin, Latifundio y Capital .... - ....... , . . .
5 - Los partidos tradicionales ........... , . . . . . . . . . . .
6 - Ganadera extensiva y -pobreza . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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8 - Introduccin ........ , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
9 - Arte y Comunismo . , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
10- El concepto de "medida'' es universal ........ , .
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INTRODUCCION Y ADVERTENCIA
l - Un gnero ilimitado?
En varias ocasiones me ha tocado integrar jurados de los
concursos literarios oficiales -,--- del Ministerio de Instruccin
Pblica, del Municipio de . Montevideo. Y, en algunas de
ellas, en el sector "ensayo''. Es J!ll"'vt.an:a que incita a la perplejidad y reclamarla la ornniscienciaJ Recopilaciones crticas,
monografas literarias, antologas, tratados -de pedagoga,
de sOciologa, de lingstica-, investigaciones filosficas, "artes d~ vivir", inclasificables (y a veces incalificables) divaga:
dones se codean all en una feliz, desprejuiciada, inquerida
heterogeneidad, Hace dos o .tres aos -es un recuerdo que
no me es particular- un colega jurado, cuya cultura y cuya
penetracin nadie discute, protest ta janteniente que si l hubiera sabido que tendra que dictaminar sobre e~e libro, hubiera declinado el cargo. Se trataba (no teridria sentido ocultarlo) de las "Investigaciones sobr la naturaleza aporticodialctica de la eticidad" (Montevideo, 1959) de Mario Sambarino. Valioso estudio (tales mi opinin) de riguroso discurSo, .escritO en un lenguaje ~ innudo rspido y siempre tcnico
parece, de cualquier mnera; eri las antpodas del atractivo
estilo de ciertos filsofos .rriuy leidos de este siglo o del anterior.
D_ un Nietzche, de un Ortega, de un Santayana, de un Croce,
pongamos pr cas'O. AlgUieri, entonces, aventur ~odestamente
que haba otra filoafia que no es fcil, que no se deja leer fluidamente por e] leCtor comn, ni Aristteles, ni Santo Toms,
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Porque si se busca el denominador comn -por modesto que sea- de esa variedad cul puede ser? Marginan.do
] tentacin de una historia cabal, recapitlese lo que como
inecfllvoco u ensayo'' ha sido considerado. Desde los orgenes
con los "Essais" de Montaigne ( 1571-1580)- "le~ons morales" -'-Y !os "Essays" de Bacon ( 1597-1625 ) - "dispersed
meditations". Y tambin "el Prncipe" de Maquiavelo y el
"Elogio de la locura'' de Erasmo. De aUi hasta nuestros das,
sin dejarse nunca de mencionar !a gran constelacin de los
ingleses; con los primeros peridicos y periodistas del siglo
XVIII en los que: el gnero, lienta, perezosamente, se va
.
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d esg1osand o de 1a ganga veCI~a
- tscursos:
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"tratados", "bosquejos" ( "Tbe Tatler", 1709 y "The Spectator", 1711 de Richard Steele y J ohn Addison, "The Rambler", 1750 y "The Idler", 1761 de Samuel Johnson). Pero
tras ellos, los altos nombres de la ensayistica britnica del
XIX: Charles Lamb y William Hazzlit, De Quincey, Stevenson, Carlyle, Macaulay y Pater.. Y Sainte Beuve, Taine y
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sostuvo -contra la evidente prctica de su eminente autor/la necesidad de un previo crit~rio so~;e la naturaleza d~l ?,., n-ero. De no alcanzarlo .ahora. 1ncurnna en una contradtccwn
de la que no desea ser acusado. /
2 - Un gnero limitable
Si el ensayo -y su historia lo comprueba- se alimenta
d~ una variedad, de una universalidad temtica prcticamente
ilimitad, ~iene qiie ser su especificidad como agencia verbal
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y (se decia) de ocurrencias Siempre atraer a la actitud ensayistica cierta digitacin de posibilidades aparentemente superfluas, cierto afn de experimentar, de "ensayar". reflexiones,
de probar contactos, cuya eventual remuneracin es inicialmente inmedible. Fortuna y juego le son esenciales, dice
Theodor Adorno en su perspicaz (si bien arduo) texto "El
ensayo como forma" (en "Notas de literatura", Madrid, 1962).
Un "juego'_' que ser~ responsable.' de esa presunta uzivindad"
de tratami~nto que reclamaba para el ensayo no hace mucho
Arturo Torres Rioseco en una formulacin cargadamente impresionista y ret6rica y que slo es aceptable si se la apunta
hacia nociones de "levedad", de "libertad" y se la pone decididamente de espaldas a la previsible "superficialidad" con
que tender a confundirsele.
Puede gustar tambin como cifra de este curso literario el
titulo que coloc6 Aldous Huxley a una de sus colecciones de
ensayos: temas y variaciones. Variaciones que comienzan y
terminan donde quieren y como quieren y a las que son -a
su vez- endosable el tan apuntado fragmentarismo del ensayo clsico.
Pero si el ensayo no sigue una trayectnria estricta ----:-Y
an los ejemplos tradicionales cultivaban fruitivamente la digresin, la divagacin- siempre es discur"o en cuanto tipo "de
marcha, en cuanto capacidad de derivacin, de prolongacin,
pe construccin, en su~a. jEl ensyo tiende as -casi siempr!,
desde principios modestos y a veces ~deca~ meras ocurrencias, a una amplificaci6n muy ambiciosa de la verdad encon. trada, de la afirmaci6n que se postula{
,
-~Con todo, si es consciente de s mismo, se sabe mortaq
/ Con todo no puede perder nunca -completamente- su caV ra_cterstica de tentativa, de aproximacin, de punto de partida,
de "attempt", de aproximacin, de borrador, de rensayo, -en
puridad, con la acepcin que sugiere este trmino y todos los
anteriores. El ya citado Rof Carballo vincula la nocin del
ensayo co~o ''prueba'' con la.irrupcin del experimentalismo
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de probar contactos, cuya eventual remuneracin es inicial~
mente inmedible. Fortuna y juego le son esenciales, dice
Th.,odor Adorno en su perspicaz (si bien arduo) texto "El
ensayo como forma" (en "Notas de literatura", Madrid, 1962).
Un "juego'' .que ser~ responsable de esa presunta uziviandadn
de tratami~nto que reclamaba para el ensayo no hace mucho
Arturo Torres Rioseco en una formulacin cargadamente impresionista y retrica y que s61o es aceptable si se la apunta
hacia nociones de "levedad", de "libertad" y se la pone deci~
didamente de espaldas a la previsible "superficialidad" con
que tender a confundirsele.
Puede gustar tambin como cifra de este curso literario el
titulo que co!oc6 Aldous Huxley a una de sus colecciones de
ensayos: temas y variaciones. Variaciones que comienzan y
terminan donde quieren y como quieren y a las que son -a
su vez- endos<~ble el tan apuntado fragmentarismo del ensayo clsico.
Pero si el ensayo no sigue una trayectoria estricta -y
an los ejemplos tradicionales cultivaban fruitivamente la digresi6n, ]a divagaci6n- siempre es discurco en cuanto tipo 'de
marcha, en cuanto capacidad de derivacin, de prolongacin,
~e construccin, en suma. kEl ensyo tiende as casi sioemprd,
desde principios modestos y a veces -deca- meras ocurrencias, a una amplificacin muy ambiciosa de la verdad encontra:d, de la afirmaci6n que se postula&
~Con todo, si es consciente de s mismo, se sabe mortalb
/ Con todo no puede perder nunca -<:ompletamente- su ca~-. ra.cter'IStica de tentativa, de aproximacin, de punto de partida,
de "attempt", de aproximacin, de borrador, de 1ensayoJ en
puridad, con la acepci6n que sugiere este trmino y todos los
anteriores. El ya citado Rof Carballo vincula la noci6n del
ensayo como "prueba" con la .irrupcin del experimentalismo
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diferencial que la deslindarla de la estricta "filosofia" .[ El ensayo, as, n:o es pensamiento fundark o, por mejor decir,
no tiene la necesidad de fundarse a s mismo como, con toda
deliberaci6n y todo rigor, la filosofia tiene que hacerlo. Toma,
en cambio, los supuestos o el pensamiento ya dado (una ideologia,' un cuadro de valores, un sistema), lo recibe desde fuera
sin alterar sus fundamentos, lo "repiensa", a lo ms, unas
veces (como lo hacia Montaigne, como lo hizo Rod6). Otras
veces, ms modestamente todava, se limita a utilizarlo tal
como, conclusivamente, se le ofrece y, as, refracta con l
todo el cambiante panorama del inundo, la vida, los hombres
Lo que casi nunca el ensayo ac~pta es seguir rigurma~
mente esos supuestos,_ obedecerlos con la militar disciplina
con que la filosofia -por ejemplo--- admite hacerlo y a los
que aquel se hurta como si una tal, y unilateral, compulsi6n
lo amenazara de asfixia. Adorno seala que la proclividad
ltima del ensayo es la de la revisi6n y hasta la liqu'daci6n
de las premisas de las que ha partido. El propio Adorno, tenaz contradictor de Lukcs, afirma que infringir esta tendencia, poder derivarse limpiam-ente de la "teora" es el error
que invalida los "ensayoo tardios" del critico hngaro. La
cuestin, razonablemente, puede pla'niearse con cada escri':'
tor que adhiere a una ortodoxia y cabra ser examinada, por
ej~mplo, en el caso de los textos 58 y 82 de esta se!ecci6n.
En lo que me es personal, creo que toao depende de la "cercana" de sus premisas e,n que el ensayista se mueve (es dudoso
que exista un ensayismo de la Santisima Trinidad o de las
"fuerzas sociales de produccin") y del temor a la "heteTodo:...
xi3." que pueda ca~cionar invisiblemente al escr~~Qf~i.JComo
la palabra trae el recuerdo- no pienso, y es argum:e~t contun'dente, que la acendrada fe haya despojado de su carcter
ensayistico a muchas admirables pginas de G. K. Chesterton.
Pero este problema conduce a otra aoepci6n de la libertad ensayistica que mucho tiene que ver con la latitud y la
disponibilidad respectp a unos previos fundamentos.j.'El ensayo
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ndd' y errabundo).
les del lengiiaje alumbren vetas ms profundas de valoraciOn, parece decisivo este traspaso de una calificacin por
"tipo" d hacer" a una calificacin por zona de conocimiento
0 por abordaje especfico de la realidad. Slo en los titulas, a
falta de calificacin mejor, parecera subsistir Una clara voluntad de supervivencia del gnero.
Tres son las causas que concurren -tal es mi opinina esta alegadadecadencia del ensayo o (tambin es probable)
a este trasvasamiento de la esencia ensayistica a nuevas formaS, 'a nuevos moldes. (BruHetiere, vale la pena recrdarlo,
ctmstniy su brillante libro "L'volution des genres" sobre tales tnisvasamientos).
Es clara, para comenzar, la tendencia de todos los saberes informales a de9I-indar un dominio especfico, a trabajar
con mtodos fijos (sino propios), a poseer un vocabulario tc'
nico, a alcanzar por medio de leyes (o ms modestamente, de
regularidades) de tipo explicativo, descriptivo, previsor, un
tbri.ocimiento dotado de ciertas caractersticas (objetiVo, riguroso, sistematizado, especifico ... ). Este imperialismo (a
VeCes ftil, pretensioso, superpositiv) de la'S ciencias, esta
3spiraein de todos los saberes a jerarquizarse como tales~
es particularmente decisivo en cuanto al destino del ensayo.
P~es~ paradjicamente, ,ocurre que si ste tiene en comn
con las Ciencias la apetencia por la verdad, el uso del ]enguaje como signo, el concepto como herramienta de aprehensin, la identificacin slo llega hasta aqui y el conflicto em,piez en esas zonas que el ensayo tocaba tradicional y confiadamente ~y hasta eran sus temas predilectos- matttias
que hoy se sistematizan en ciencias culturales, histricas, humanas: Antrpologia cultural, Psicologia (ciertas direccio-
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mente, y tengo. una afinidad muy estrecha con ella, que s6lo
puede ponerse a escribir, o s6lo es capaz de producir su mejor rendimiento, bajo el apremio de una ocasi6n inmediata
("Los poetas metafsicos").
Me parecen convincentes las precisiones y me resulta opor~
tuno ceir este desliJ.1de tal vez demasiado minucioso. lQu
es l ensayO,. en su mil)
. Una agencia verbal del espritu, del pensamiento, del
juicio, situada -ambigua, incmodamente- en las: zonas
fronterizas de la Ciencia, de la Literatura y de la Filosofa.
Pero dotado tambin de una s.erie relativamente inequvoca
de modalidades. Unas modalidades que lo distinguen de las
Ciencias (ya se ha visto), tanto fsicas, naturales, eXactas
como de las del Hombre, del Espritu Histricas Culturales
'
' ltimas).
(aunque prepare, fertilice todo el sector
de estas
Unas modalidades. que lo distinguen de la Literatura ms
tpica y central (ya se ha visto) por la faha de ncleo ficticio y la abundancia de elemhtos intelectuales y argumentativos (pero que tampoco lo alejan demasiado de ella ... ) .
Unas modalidades que ~sin necesidad del problemtico "~es
inters"- lo distinguen (ya se ha visto tambin) de la actividad ideoi6gica (poltica, social, religiosa) ms pragmtica,
ms inmediata, ms combativa: la poltica cotidiana, la
polmica, la propaganda. Unas modalidades que la distinguen -ayntense los rasgos anteriores--- del pobhdo mundo
de las dencias aplicadas, de las Tcnicas y de las "Arte3",
(de la Pedagoga; por ejemplo, del Derecho, de los textos didcticos ... ) . Y unas modalidacdes, por ltimo, que no lo
distinguen del periodismo en cuanto ste es oportunidad, circunstancia, activida-d, va de expresin.
/
Con la fijaci6n de tales criterios podrase pensar delimitado el campo del ensayo que. este libro tratar de espigar;
Pero las conveniencias de la seleccin han impuesto algunas
limitaciones que pudieran encontrarse arbitrarias si ......._por
una part~ no_ descansaran con cierta solidez en los criterios
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anteriores y si -por.otra-"-- no respondieran talnbin-i iazoines de homogeneidad mnima o- a la existencia de zonas fnsa'ystiCas de:rasiado extensas como para qu~ una seleccin, forzosamente limitada, pudiera representarlas.
La exclusin ms importante me resulta la de la crtica,
que corre el riesgo de parecer injustsima si se piensa, como
10 hace Pican en su conocido HPanorama", que el ensayo es
hoy la forma crtica por excelencia de la literatura. Pero forma por excelencia en el sentido de postura, de ' juicio, de
krimein. Los modos concretos de crtica (literaria, teatral, cine~
matogrfica, musical, plstica) pueden, sin embargo, ser sos~
layados con razones de peso, aun olvidando el de su volumen
entre nosotros y a ese sealarse en. ella (y, creo que aun colee~
tiVamente aforada, el juicio es exacto), uno de los altos ni ve~
les de la cultura uruguaya. Sin embargo -y dando por descontado el carcter fugaz, menudamente periodstico q.e
mucha de ella tiene- pienso que en el caso de un a juste estricto al objeto artstico dado ( libm, cuadro, pelcula, representaci6n) se pierde buena parte dd sesgo genera1izador, ame
plificante y, en puridad, constructor que el ensyo importa.
Este no es el caso, naturalmente, en' que el autor o su creacin
son punto de partz"da y nada ms para una digresi6n, para
un ensanchamiento -ensaystico, ocasin para hacer de un
texto, p~etexto (tal creo, por ejemplo, que son los pasajes
54 y 85 de esta selecci6n). Y si esto ocurre con la crtica, parece inevitable sealar que ello ocurre ms con la "monografa" y el estudio literario o artstico (que tambin han sido
soslayados). En esta categora, habra que agregar a la estrictez
.nterior, el .en1pleo consecuCnte, a veces- muy riguroso, de
mtodos determinados, que si no llegan a legitimar una "ciencia literaria" (pese a Dragomirescu, a Dmaso Alonso y a
unos cuantos ms) contraran, de pasada, varios rasgos muy
esenciales de la actitud ensayistica.
Tambin se ha excludo de esta antologa todo lo que pudiera cohsiderarse- filosofa y an ~~ensayo filosfico". Bien s
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que la presencia en ella de ciertos autores y textos (por ejemplo, los nms.' 15, 27/ 35; 55 y 58) pudieran hacer dudar de
lo sistemtico de tal criterio pero, si se les analiza bien a ellos
u otros, se ver que no slo predomina en tales textos el pensar caractersticamente ensaystico, sino que (salvo los nms. 27
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(m,J.uneralbles, cmo: las :arenas del r'nar o ,el amaron, su:''t>nb ~, rnu:rlf!:rm, en que finalmente lleg a destilrselos.
~~~~!i~~,;''"eJatc>ri~Lm<ent:e establecido, que se descarta todo
~~
de raz y temtica: histrica, por genera~
'scmc>rab:arc:ador<" que ellos sean.
la critica, la filosofia y la historia, es obvio
pudieran dar oportunidad a sendas antologas. Sin
creo que ellas no tendria,n sentido si de esas selec'<'''uc~.se postergara. todo lo que no posee un carcter netamente ensaystico: el estilo del pensar, el modo de acometi-~niento no importaran- sufidente criterio unificador 'Como )ara
.dejar .fuera -por cientfico, sobre todo-.Io que posee dema.siad homogeneidad de materia con lo que seria includ.
..La~ misma consideracin sera aplicable para ciertos co'rt.es
que pudieran tambin completarse antolgicamente, en el material que este libro recoge: el de las influ'Bncias intelectuales
que l refleja; el de los movimiento~ ideol6gicos y los aconte:cimkntos universale'S que se refractan en l; el -de los temas;
el de los enfoques (filosfico, histrico, literario, social, religio.so ... ); el de las ideologfas que en l se pueden inferir; el de
las ideas que porta, postula, defiende. La ausencia del caudal
que del ensayo se ha deslindado hara -se dijo- muy relativos, muy inseguros, los c~adros, las ordenaciones que holgadamente podran desplegarse.
3 - El ensayo en el Uruguay
Aunque a primera vista ello no resulte muy claro, esta
seleccin sigue el criterio temporal fijado por la . anterior
~.'Aiitibga del cuento uruguayo contemporneo" (seleccin
y notas de Arturo Sergio Visea, Universidad de la Repblica',
Mbntevideo, 1962). Esto es: adopta como punto de partida
'el' decisivo quinquenio que corre entre 1915 y 1920 -uno ,
3.0
de los quiebres ms ntidos de toda nuestra historia contempornea- en el que se acumulan, a ritmo velocsimo fen
menos de tal magnitud planetaria como el fin de la Primer~
Guerra Mundial y la Revolucin Sovitica, acontecimientos'
de tan decisiva .influencia americana como la "Reforma U ni-
verSitaria" ( 1918), sucesos nacionales como la instauracin de1
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midad y sus posibilidades de: apertura, vertida hacia la libertad, hecha de disponibilidad, humildad y potica emocin
ante el misterio y la maravilla de la vida.
t:\ '
Menos coherente y menos generalizab1e aparece la pro\ ~ mocin que centr su presencia entre los aos del Centenario
del pais independiente, el golpe de Estado de 1933 y la Guerra espaola de 1936. Respecto a la anterior, representa sin
duda la generacin que a travs de la (o las) "dcadas rosadas,, y del fascismo, vi el erizamiento d.~ las posiciones
~levado, a extremos de literal belicosidad y el clivaje ele las
1deologms calar hasta profundidades que amenazaban toda
coexistencia. Esto decidi probablemente que el acendramien36
poesia y de plstica (pero de cierta estrictez que los marginael libro de Eduardo J. Couture "La
comarca , y el mundo," ( 1953) (cuyo sentido y significado
son examinados en el texto n' 60), ni algn ensayo de Justino
Jimnez d-e Archaga que como su "Panorama institucional ,i
dd Uruguay a mediados del siglo X,'{" (1949) desborda .ell
m.ar.co.. del D.e_recho Comtitucional y podria ser examinado'
n concurrencia con el volumen de Couture sobre la nota
omr: la satisfacct"n ante el J!as a que esta promocin
.~e Jos aos treinta fue la ltima, por lo menos mayoritaria- '
tiH~nte, el participar.
De la llamada "generacin de 1945" se ha hablado tal
vez demasi&do y en este libro -en que se recogen veinte
'autores de menos de cincuenta aos_;_ tendr que persistirse
_ . \en la anotacin, lo ms sobria posible, de algunos de sus ras.
gos. A cuentade los que se sealen ms parcializadamente en
tomo de sus pequeas constelaciones (que las tiene), compleinenta equitativamente los esbozos de las anteriores promociones enumerar algunos trazos generalsimos de sta. La
postura de inconformidad (por eJemplo) ante la versin r<isada y optimista de lo uruguayo, el desdn, y hasta la animadversin, hacia las superestructuras polticas y culturales
con que, en la aparente adhesin de todos, el pas se expeda,
la sensacin de crisis ~de crisis de perencin, de agotamiento irremediable- de todos los supuestos (econmicos, sociales, Culturales, internacionales) sobre los que la existencia
oriental, eri forma apacible, confiada -y al parecer unnimecrea descansar. Tal actitud, antagnica a la que dictara
los textos de Jimnez de Archaga y Couture recin nombrados, la llev, con cierta fuerza inesquivable, a una preocupaCin afinca:da por el ser y las modalidades de este pais cuyo
ontomo se siente tan indefinido y cuyo destino se vivr - exiS'tencialmente- tan oscuro, tan inseguro. El inters por lo
lue somas, cabal, estrictamente, es tarn'bin un elemento individualizailte de esta generacin de las ltimas dcadas, soliZacotno:"ensayos"), ni
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1~ conciencia situaciona'l que el ensayo explora se particulance en el tema de Amrica (de nuestra Amrica, naturalmente, ,n? de la otra, .radical~ente heterognea). El tema
dJ<; '!menea-. O, po; meJor deCir, el de su diagnstico y pronostico. El de los mgredrentes (culturales, raciales, materiales) que la imbrican. El de su diversidad interna. El de ]as
"_;ulpas", el de los "lastres", el de los "peligros". El -de las
tecmcas de su reforma, revolucin y promocin. Est representado en este libro por unos cuantos textos ( nms. 20 a 25,
36 a 40, 46, 47, 48, 51, 53, 64, 79, 81). Podrian agregarse a
l pgina:' significativas de Torres Garcia, de Regules, de
A~smendr, de Ardao, de Benedetti, de Ares, de Rama, de
Vrgnolo, de Methol. Y ms atrs todavia ya fuera de nuestro radio, quedarian el libro de Abe! J. Prez, los de Sienra
Y. Carranza y los nicos que, prcticamente, hayan trascen~
d1~o nuestras fronteras. con una significacin continental .pa~
reJa a la de otros amencanoo: los de J oo Enrique Rod.
La significacin y el vaior de las ideas de los idea'ies
de las. ideologas es una veta erLSaystica que' bordea, mucha~
~eces :nestabl:_n;ente, la Filosofa, la Religin, la poltica ms
mmedmt~ .. C1nendonos a las de carcter poltico, social, cultural, rehgwsq, educacion~I, podranse circunscribir ciertos ncleos temticos: e] valor y Ia efectividad de los ideales democrticos, la importancia del Derecho en la vida social la ten., en t r.e ~1. " real'ts~~" y el "idealismo" en todo- emprend~
'
si~n
miento h1stonco amb1cwso. Representan la corriente en esta antologia numerosos textos '(los nms. 7 a 10, 13, 15, 19, 23,.
26, 27, 29, 33, 36 a 40, 42 a 44, 46, 47 a 49, 55, 58, 59,
64, 66, 79, 80 a 82, 84, 85 ... ) . No seria difcil objetar que
~lguJ_lo~ de ellos (los nms. 8, 10, 15, 27, 35, 55, 59) pueden
mscn~Irse en ~os s?ctorcs tradicionales de metafsica, la gno~
seologm, la axwlogm; no creo, sin embargo, que ello les arrebate por entero su carcter ensayStico. Tambin cabra haber recogido textos de otros autores seleccionados en esta antologia: Bonavita, Cceres y aun otros de los escritores de
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n;.s reciente data, _par: rrls _que los "ideales';, y las "ideola:..
gms", de acuerdo a razones que expuse, no sean su ms insistic-:t
proclividad. Son las generaciones anteriores a las- recogidas
en el libro, por el contrario, aqullas en las que el tema de
los ideales y las ideologas adquiere una ms grande, y casi
obsesiva insistencia. Y si se volviera al breve esquema del ensay:.mo uruguayo anteriormente trazado, se podra preciSar,
an con sus meros nombres, que los ensayistas del siglo XIX
casi no tuvieron cm prendimiento mayor que el prestigiar idea"
les (o lo que llamaban "principios"), defender ideologas. El
examen de la realidad no importaba ms que un punto de
partida; raramente un, fin en s mismo. Y si de ellos se pasa
a la constelaci6n que formaron Rod6, Reyles, Snchez, V asseur, Herrera, Nin Fras, Figari (Vaz Ferreira exigira una
precisin ms sutil pero, sustancialmente, no desentona )' tambin sera dable establecer hasta qu .grado ideas, ideales,
ideologas la obsedieron: Rod, Reyles, Figari, mismo, (los
dos ltimos rotundamente, con notoria ambicin) inte1l.taron
alcanzar sus propias Hconcepciones del mundo". Pdra observarse todava que en Reyles (como en Herrera, colno en
todo el linaje intelectual de matiz vitalista, realista) el repudio -o la desconfianza-' hacia los "ideales" se impost~l.
d., una inevitable nota teorizante y ltima inevitablemente
"ideolgica".
'
Era y es normal que esta "defensa y ataque" de postiacio~es .intelectuales ~ centre ,:::__son eScritores al fin los que
la pr<ictican- en los ideales estticos mismos, en las doCtrinas
artsticas, en las normas valorativas de las obras en las con.
'
cepciones de lo potico, o lo pict6rico o lo musical: Todo este
material configur~- un~ zOna ensaystica que no puede ser confundida con la critica concret y que en esta anto.loga est
representado pot algunos textos (los nms. 8 a 1O, 15, 16,
28, 31, 52, 54, 69', 75, 7'6 y 84). Tambin podran haberse
colacionado textos de Frugoni, de Zum Felde, de Martinez
Moreno, de. Visea, de Bordoli, de Daz, de Maidanik. Tam-
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continente entero infradesarrallado, semi (o literalmente) colOnial, 1aS cnsecenciaS que para el intelectual, para el crea-
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.
Esta lista, que se podria abonar con innumerableS ejemplos latinoamericanos, se va haciendo muy dilatada. Agrguese todavia como dilemas eventuales del intelectual: el que
se tiende entre la magnifican pmmo,tDra: (en el mejor de
los mviles imaginables) y estrictez die la: v'alo,ra'GVn, a la que
se acusa con pertinacia de desalentar la creacin, de intimidar las expresiones posibles de una cultura nacional, de vioIar el '(tan discutible) adagio, sarmentino de que "las cosas
hay que hacerlas, mal, pero hacerlas". Tensin que se tiende,
no entre racionalismo e irracionalismo sino (y sobre todo paTa
los creadores: imaginativos, pero -tambin para los crticos)
entre lucid BZ y te:rnura. Las dos, eomo vas de acceso en la
deusidad de Ias criaturas y en la ambigedad de sus actos,
coma prntura general ante la vida y ante el hombre tienen
una jurisprudencia nacional especialmente rica. Y el conflicto
posible, todava, entre el principio de ia ilimitada libertad
expresiva del artista- y de las conveniencias morales, sociales,
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1
tenga bastante- que ver con el ejercicio del ensayismo entre
sus varias formas de expresin.
Como es natural, no ha importado nada la proveniencia
del texto (aunque Iimitada, claro est, a la "stricta circunscripcin de lo dito). De libros, de revistas, de semanarios )11
(abundantemente de "Marcha"), de diarios, ha sido tomado
el materia:!; seguir otro criterio hubiera significado adelgazar
injustamente la representacin de bs ltimas promociones,
que s61o hace muy poco han llegado al Iibro. Tampoco, y de
acuerdo a] criterio prolongalmente explanadb, he tomado en
cuenta d factor -"suscitacin", "oportunidad": una parte de
estos materiales conocieron una primera ins-tancia hablada,
han sido conferencias (sin duda afinadas) en las que e] clido
trance entre d manuscritoty la letra impresa de alguna -manera, por lo menos a veces, se puede 'advertir;
Aunque .el compilador de 'esta antologia tiene una actitud
"comprometida" ante casi todos los temas que en ella se recogen (ya se habr probablemente percibido), dems estara
decir que el Ebro est ordenado po'f una voluntad de ser
objetiv'o'. Esto, obviando el duro hueso filos6fico que una precisi6n obligara a roer, puede traducirse en que he bu:sca:d"o
y creo que conseguido, atenerme a lo que existe fuera de m,
de mi voluntad, de mi querer de uruguayo. Este prop6sito,
que sobre todo en materia ideol6gica y poltica s hace delicado de cumplir, ha tratado de ser fiel a la importancia intelectual wmprobable de todas las 'corrientes de pensamiento y
de opini6n. Si en la llamada generaci6n de 1945 y aun en
las anteriores podra objetarse que las tendencias 'llamadas
"terceristas", o de "izquierda nacional" o "nacional-populares" estn representadas sin proporcin a su peso poltico ,efectivo, contestar simplemente que dlo es porque una cosa es
tener razones y exponerlas y otra, puramente, esgrimir los seuelos de la adhesi6n electoral y s{s reconfmtantes producidos.
Hay noticias, como se ver, de cada aUtor y de su obra
, ensaystica o afn, dejando al margen, por lo regular, poesa
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1
y narrativa. Los autores (que suelen ser puntillosos) se ordenan por orden cronol6gico de nacimientos y por d a1fabtico
cuando son de un mismo ao, salvo en el casa. de que hayan
nmerto. Los ttulos,- generalmente, son los que los textos llevan; cuando han sido puestos por m van entre parntes:is
rectos. Las transcripciones corrigen algunas evidentes erratas
tipogrficas sin dejar la constancia del antiesttico "sic": se
trata de un libro para lectores y no para fil61ogos. Esto mismo ha decididp que suprima notas de ndole puramente corroborativa o referencial (cuando la fuente me parece imprescindible, la coloco en bastardilla en el texto mismo). Pm ltimo
y como la pulcritud lo reclama, indico con la necesaria preciffi6n el origen y lugar de ,cada texto.
Una palabra, por fin, sobre la tradicin uruguaya del
presente empeo. No tiene tantos precedentes en el pas una
antologa de este t.ipo, como una d.e poesa o de cuento. En..
realidad, s6lo hay tres -y ya lejanas~ .selecciones: la de .
Benjamn Fernndez y Medina: "Antologia Uruguaya" Pro- !1
sa" (Montevideo, 1895), la de Orestes Ara jo: "Prosistas i\
Uruguayos Contemporneos" (Montevideo, 1910) y la de \i
Vicente Salaverri: "Florilegio de Prosist~s Urug~ayos" (Va-,~
lencia-Buenos A1res, 1918). Las dos pnmeras d1gen con un\
criterio inclefinido entre lo que llaman, desde sus ttulos, "prosa''. Slo la de Salaverri hace mencin especial, entre otros /
rubros, de -cuatro ensayistas. (Rod, Vaz, Rector Miranda y \1
Nin Fras). "Una Centuria Literaria" (Pars, 1924) de Hugo \
Ba.Tbagelata, recoge material potico, narrativo y ensaystico:
pudiera consid~rarse, en puridad, el cuarto antecedente de mi
tarea. Aunque tambin debe decirse que de los cuatro, s6lo )
los de Arajo y Sa:laverri seleccionan textos que pueden ~epu-
tarse ''contemporneos".
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AUTORES
Y TEXTOS
aos despus, al fi:o de su muerte apareci Adnde vamos? (Montevideo, s.f.) que vulgariz, precedido por la va periodstica, la "gran cuestin"
del retroceso econmico nacional que haba explanado en su libro fundamental.
En 1943 la diligencia de su hijo di a la imw
prenta el tomo I de un vasto estudio sobre la Economa Uruguaya, que no tuvo continuacin y en el
que Martnez Lamas repas, morosa, cuidadosamente el cuadro de. nuestros factores productivos.
Pero si" se analiza especialmente su Riqueza
y pobreza deil 'Uruguay (1930) no es difcil, ver
(sin otro requerimiento que pequeos ajustes terminolgicos y esto es lo que hace su lectura interesante y hasta imprescindiblf!') planteados -radical, 'lcidamente-- todos los temas econmicos de
la quinta y sexta dcada: las -exigencias del desarrollo, sus vas posibles (industrializacin o adensamientb agrario), las prioridades de la capitaliza-
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tancialmente justas, sin coeficientes polticos perturbadores. En realidad, Riqueza y pobreza del"
Uruguay, aparecido en 1930, estaba ya peilsado
y armado antes de l.a crisis mundial desencadenada el ao anterior y esto hizo que el contexto
en que 1 habra que insertar sus evidencias resultara
radicalmente d;stinto al de aqul que el autor haba tenido presente.
El mbito intelectual de ste Y del de otros trabajos de Martn~z Lamas es el del ensayo americano del 900 y as lo testimonian su matizada filiacin en E positivismo spenceriano, la doctrina evolucionista, el organicismo soclo:gico... Su firme
creencia en la "teora de los factores" como caPaz de explicar cualquier realidad histrico-social,
la va asociacionista con que tiende a exp anar la
emerge:lcia de tipos psieo-sociales nuevos, su misrila fe en un "carcter nacional" -si no innato ni
previo- fijo, formado por. aportes raciales diversos, su misma adhesin a c~erto tp~cos de la "leyenda negra", sus inismas autoridades preferidas
(Darwin, Fouille, Finot, Le Bon) pertenecen tambin por ~ntero a un gnero qu tiene sus ejemplos
en Pueblo enfermo del boliviano Alcides Arguedas,
en Nuestra Amrica, del argentino Carlos O. Bunge,
en El porvenir de las n~ciones latinoamericanas'
del mexicano Franc~sco Bulnes.
En nuestro med~o naciOnal, Riqueza y Pobreza
slo hallara sus precedentes en un libro de 1911,
de Luis E. AzaroJa Gil: La so9iedad uruguaya y
sus Problen1as. Ms coetneos suyos y muy afines
en la libertad de juicio, en la misma perspectiva,
son mencionables los trabajos de Luis Caviglia,
otra valiosa figura de su generacin, reunidos. en
los cuatro volmenes de Estudios sobre la rea11idad
nacional (1950-1952).
Y si puede hablarse de "libertad de j~icio" es
por-que, en grado mayor de lo comn, aparece Martnez Lamas en posturas no atadas visiblemente a
consignas o intereses, en pciones cuya direccin
no siempre es posible prever. Si se estrecha, empero, el cerco de s.us premisas se le puede identificar -acumulativainente- como un conservador,
un liberal antietatista, un individualista, un antiindustrialista, un antiburocrtico, un partidario del
capitalismo agrario, un creyente en la tica de la
burguesa naciente. Pero, tambin, una mente desprejuiciada, .cuyas conclusiones. resultan a veces
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l - [Agrarismo e Industrializacin1
Nuestro pas es ganadero-agrcola, y aparte de sus elementos de riqueza agraria, no posee otros. Su destino econmico se halla asi, sealado por la propia Naturaleza. Sus industrias matrices consisten siempre
en la_ explotacin de los productos del suelo. Poseer, ms adel_ante,
Otras nuevas, pero todas derivadas de aquellas; exportar lavadas las
lanas y curtidas las pieles de sus rebaos, fabricar harinas con sus cereales, se especializar en las distintas industrias de alimentacin, y se
poblar y enriquecer por obra de todas ellas, hasta constituir una
nacin de economa poderosa. Adaptando su trabajo a su medio fiSico,
explotar el suelo de idntico modo como otras nacioneS, por virtud -de
idntica adaptacin, explotan el subsuelo.
Se acepta en nuestro pas el apotegma "bastarse a si mismo",
como frmula -de una solucin que es necesario alcanzar hasta donde sea posible porque ella encarna nuestra independencia econmica. Es /
un error, sin duda, bien que etiquetado por un celoso nacionalismo;
porque esa independencia, o el poder de bastarse a si propio, no con"'
siste, aqu como en todas partes, en evitar comprarle al extranjero,
sino' en venderle todo lo ms que sea posible, ms, pero mucho ms,
'que lo que sea necesario comp.rle~ El enriq'uecimiento no se obt'endr
limitando las importaciones, sino expandiendo las exportaciones; cuanto
ms considerables sean estas ltimas, mayor ser la riqueza conseguida,
y ello er virtud de razones muy sencillas: porque nuestro ahorro
proveniente de la limitacin de las compraS en el exterior, tiene, segn
hemos expresado, un estrecho limite, y porque estando la fabricacin
manufacturera uruguaya reducida a la capacidad de consumo de la
poblacin interna, ella tiene, tambin, un lmite reducido de produc':'
cin; en tanto la expansin de las exportaciones no tiene lmite que
pueda detenerla, por lo menos hasta que la capacidad de produccin
del territorio sea rebasada ( ... ) .
En la creencia, tan generalizada, de los grandes beneficios econmicos que nuestras manufacturas representan para el pas, hay, aparte
de la realidad de los beneficios o ahorros relativos de que hemos ha-
.A
blado, uria ilusin, generosa como tod~s las ilusiones acariciadas al calor
del afn de engrandecimiento nacional, pero ilusin al fin. Consiste sta
en juzgar la utilidad obtenida por la disminucin de las importaciones,
corno uria utilidad nacional, neta, sin verse que la bondad de esa uti~
lidad, de esa economa lograda en los pagos al exterior, est, en buena
parte, necesariamente anulada por la forzosa contribucin del capital
rural al sostenimiento y florecimiento .de las industrias metropolitanas,
en un continuo desplazamiento de los dineros de la Campaa hacia la
Ciudad, por obra del mayor precio de las manufacturas metropolitanas
con relacin al precio de las similares extranjeras y de lOs nuevos im~
puestos a que aquellas dan lugar; ese desplazamiento se traduce en disminucin del capital rural monetario, o sea en estancamiento de las
industrias agrarias, es decir, de las exportaciones. Lo que se ha ganado
), no importando, se ha perdidO, con creces, 'no exportando. El fenmeno
no se ve en la capital, pero se le sufre en la Campaa.
Todo ello es fcil de comprender: cuando un attculo de fabricacin nacional es notablemente ms caro que su similar extranjero, el
sobreprecio pagado por el consumidor metropolitano, no sale de la
metrpoli, sino que gira y se diluye en sta, robusteciendo la economa
local; pero el sobre precio exigido al consumidor rural, es pagado por la
Campaa a la Ciudad, a expensas y pura prdida de la primera.
Por otra parte, el desplazamientO o sustitucin del artculo extranjero,
por el artculo nacional o seminacional, representa para el Estado
una prdida de renta, que es necesariamente reemplazada con una
renta nueva, o sea con un nuevo impuesto, dado que en el Uruguay
el Estado no disminuye sus gastos propordonal y correlativamente
a la disminucin de los primitivos. ingresos desaparecidos; esa nueva
renta o nuevo impuesto, implica, al gravitar sobre la poblacin de
la Campaa, un segundo desplazamiento de capitales, rumbo a la
metrpoli. De donde resulta que la economa de esta ltima no se
perjudica con el sobreprecio, ni con el nuevo impuesto, cuando
ambos son pagados por el consumidor y el contribuyente metropolitanos, pues su producto queda en la Ciudad; pero el consumidor y
el contribuyente rurales pierden uno y otro, pues el producto de
ambos es desplazado fuera de la campaa. Cuando el producto o
artculo fabricado es del consumo exclusivo de esta ltima, el fenmeno se agudiza, pues las prdidas gravitan entonces ntegramente
ti sobre ella. De manera que el beneficio econmico nacional, no
existe; lo que existe es un beneficio metropolitano, obtenido en perjuicio de la economa rural; es, como se ve, vestir a Juan a expensas
de Pedro; con el aditamento de que Pedro es la economa agraria,
pues, como ms adelante veremos, todo encarecimiento y todo impuesto de y sobre los con:mmos rurales, repercute, en definitiva,
Sobre la produccin. De tal modo el Estad~, por una parte, 'y pO.r la
otra parte la industria manufacturera urbana, absorben el oro de la
Campaa, el ms precioso entre todos' los capitales del pas, res~
tanda en forma contnua, que cada vez asume mayor intensidad, las
fuerzas econmicas de que la industria agraria necesita tanto como
la tierra reseca precisa del riego.
"Riqueza y Pobreza- del Uruguay", pgs. 24-27.
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~
.tarde, se habran adueado del Sud; pero, en ese caso, no otro que
el .actual habra sido el destino del Ro de la Plata, No hicieron
aquellas :aves trastocar los de las futuras naciones que con el' tiempo
.hab<in de. asentar en Amrica; esos destinos no fuerori trados por
Jas _c;arab_elas; existan ya, en potencia, desde millares de siglos atrs,
escondidos en las entra~s del Continente virgen; y los hombres que
los arrancaron y que transmutaron el carbn y el hierro en' fuerzas y
_braz9s_, ciclpeos, pudieron ser hombres de cualesquiera razas. Porque
el destino rio se hallaba reservado a ninguna ~de ellas, ni estaba en
ellos, sino en el suelo de Amrica.
Tambin se seala en los espaoles s.u crueldad, y, como exponente de ella, la esclavatura negra. Pero el comercio negrero lo realizaba toda la Europa, con excepcin de Espaa; los c9lonos espaoles
del Sur, al igual que los colonos ingleses del Norte, los compraban
como demeritas de trabajo; pero quienes en Africa organizaban las
razzias, quienes transportaban en sus barcos la mercanda de bano
y vendan luego uno de cada diez negros cazados porque los otros
nueve haban quedado en el camino, no eran espaoles, sino ingleSes, franceses y portugueses, ingleses; sobre todo... Si hay algn
pueblo que se haya distinguido en todas las pocas, hasta nuestros
das, por su crueldad para con las razas inferiores, es Albion. Para
abolir la esclavatura en los Estados Unidos, se necesit que transcurrieran cincuenta aos despus de los esfuerzos de Wilberforce en
Inglaterra y que estallara la guerra civil ms terrible que el mundo
contempl en todo el siglo XIX. Nadie ha descripto con ms vivos
Colores la crueldad inglesa, que sus propios historiadores: Buckle,
Macaulay, Pearson, Picke; los delitos y el bandidaje en Inglaterra
y en- Londres, _dice Macaulay, eran tales en 1692 que puede decirse
que no exista de hecho la seguridad pblica. Los irlandeses llamaban a la reina Victoria the famine queen, la reina del hambre.
..Riqueza y pobreza del
Uruguay'~,
pues, si ya no- haba ganados res nullia, los que tenan dueo valan
, tan poca .cosa .y se encontraban, adems, tan a la mano del primero
que quisiera disfrutarlos, que el hambre, necesidad la ms imper~_
tiva, nunca hizo presa en los desheredados de la Campaa. Pero,
aparte del pedazo de carne con que saciarla, todas las otras exigencias de la vida civilizada quedaban sin satisfacer. Cmo podarl
serlo, donde no -haban nts industrias que la conduccin de tropas
y- el transporte en carretas!
COnsecuencia de esa pobreza general lo era la general ignorancia; sOn como hermanas siamesas, pues siempre marchan juntas.
Una y btra contribuan a d~formar las condiciones psiquicas del
criollo; la primera se traduca en falta- de trabajo; la segunda, en
incomprensin de que esa falta es causa de males infinitos. Ambas
creaban d forzado h-bito de no trabajar.
Cuando un medio econmico es pobre,. esto es, cuando la soeiedad que vive en un determinado contorno es pobre, la pereza se
desarrolla en ella colectivamente, por causa de la falta de trabajo,
esto es, por falta -forzosa del hbito de trabajar. El perezoso lo es,
en efecto, por fuerza; o, dicho ms exactamente, se ha acostumbrado
a la ociosidad por causa de la pobreza general del medio econmico
en que vive, que ha hecho de l una de, sus tantas vctimas inocentes.
La pereza es hija de la costumbre de nC? hacer nada,_ del mismo modo
que la diligencia lo es de la costumbre de trabajar siempre; esto se
.observa en todos los planos sociales, y. an en todas las edades, desde
el nio estudioso que sln embargo vuelve con pesar al colegio al da
siguiente de terminadas sus vacaciones, hasta el hombre madurO qUe
retir:ido voluntlriamente de sus actividades siente la nostalgia de
ellas y las renueva por sport ( ... ) .
La Campaa uruguaya no constituye un medio fsico pobre,
pues su suelo es frtil, y -porque en ella los ganados crecen y se reproducen con asombrosa facilidad; brotan del suelo, puede decirse, como
por accin espordica, dando e'l espectculo de una singular abundancia, "cual no se rene en ninguna otra parte de la tierra", deca
el ilustre gqbernador espaol don Jos de Bustamante y Guerra, quien
.hablaba con conocimiento de causa, por su profesin de marino- que
le haba hecho visitarla toda. Sin embargo, 120.000 uruguayos viven
hoy en el extranjero; la abundancia del ,medio no impide, pue&, al
criollo, emigrar para no _morir de hambre, ni su pereza le impide
trabajar en tierra extraa. Esos 120.000 compatriotas, Y los muchos
miles ms que les precedieron y ha_n muerto en tierra argentina, no
se fueron para no trabajar, sino, precisamente, para lo contrario.
Luego, pues, lo que determina la pereza criolla, eS la falta de trabajo en el pas, es la pobreza- de la sociedad rural, latente y formi-
pgs. 105-108.
.3 - La pereza criolla
.. Las gueras dieron, adems, como amargo fruto envenenado,
una situacin de general pobreza, paradojal ella tambin por cuanto se
hallaba al margen del hambre. Las vacas, en efecto, siguieron reproducindose como antao, y el banquete carnvoro permaneci ms
,o menos siempre servido sobre la alfombra de trbol y gramilla,
1
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dable a pesar- de que los ganados crecen como por accin espontnea.
y; La pobreza no es hija', sino madre, de la pereza. En suma, el criollo
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ll~ci~na~ist~ '..j un partido liberal colorado; uno conse;-vadOr. nacio_:nalista y o_tro liberal, etC., etc. Cada uno de ellos actuari~ s1empre,
'cual<j~_iera fu_era su or~entaci6n ideol6gica, dentro del res{lectiv~ plano
.fectivO tradicional.
10. . __:. Qu las dos multitudes estn compu-estas por un nmero
igual de pe~sonas, segn lo comprueban los -actos eleccionarios, e~
lOs _que_ Un partido triunfa sobre el otro por centenares o pocos_ nn~
nates- de votos, a pesar de haber sufragado centenares de miles de
ciudadanos. Ello demuestra la persistencia, a travs de un siglo,
d. e la sUbdivisin or'iginaria del pueblo, en dos mitades.
' Taies. so~ ios. p.art.id~s;. ~1 ~s, 'tambin, la fuerza psquica que los
'ds:tpa a ella: hombres, mujeres y nios se hallan dommados,. saturidos de ella por igual. Ni an. los extranjeros pueden esqmvarla,
:po_e~ preside la vida colectiva, a la que les es imposible subst~aerse;
conforme se van identificando c_on el medio, ms y ms se sienten
-atf~idOs y do:r;ninados por la- fuerza avasalladora. Es la influencia dd
-ritec.io obr;ndo sobre su espritu. En -esos casos, la eleccin de partido
Obedece tambin a la visin subjetiva de la idea de patria; as g"ene,r'lffiente un espaol siente como los blancos, por el recuerdo de ,la
actuacin vascongada en nuestras guerras; si es un italiano, o un fran,cs, generalmente siente como colorado, por el recuerdo de las legiones de esas nacionalidades, qUe defendieron Montevideo en la llamada
."guerra grande". En ellos obra, de ese modo, tambin. ~n sent:r_niento
puramente afectivo, emocional, suscitado por .la acc10n refleJ~ del
sentimiento de la patria propia. Y sus hijos recogen la herencia.
"Riqueza y Pobreza. del Urug~ay", pgs. 136-144.
,6
La_ pObreza del criollo rural es irremediable dentro_ de la gana., de~~ eX:te~siVa, porque: primero, .sta es una indus_tri~. que no. ex}ge
_de __ SlJ_S Obreros. ms que un trabaJO elemental y pnm1t1v~, retn~m~o
:pfoporcinalmente, esto es, escasamente; segundo, es una mdustrta de
.e~dinehto escaso, que no permite grandes presupuestos; tercero,
ella ' ei:t virtud de esas dos primeras circunstancias, n hace posible
l' s'istema de mediariera cuarto, dada la peculiaridad del niedio ga~
midro,-es;;t-pobi"eza pas des-apercibida hasta por los mismos- que la
83.
desgracia tal cual realmente es y convencindolas de que slo terminar mediante el recurso de la fuerza. Cuidado, con las reivindicaciones sociales, cuando prenden en los campos. Como en la Rusia roja
la revolucin afianz de modo que hasta ahora parece indestructible,
gracias a la socializacin de la tierra, entregada gratuitamente al
ti:'abajO de los campesinos hasta entonces esquilmados, ~~ilJ~.,.~I_J_~-l~
!empf!Sta~ e~~s;~p.eda~.--4~---~Amricg __g8dr~--~~tall!;!;I el q_i! --~
un sugestwnador, blanco o rojo, vistiera de frac o con poncho, fuera
TntelCctual O analfabeto, doctor o general, injertara el_- f~p.meno eco-
65
sentido, cabe afirmar, y no es importanca pequea, que Irureta fue el organizador ms conspicuo de los intereses propietarios del pas en contundentes "grupos de presin" parilpolticos, esfuerzo persistente en l tras el fracaso de sus primerOs proyectos de una fuerza partidaria independiente, de sello capitalista y rura:ista.
Irureta asume as, a la vez, la corriente del
ruralismo conservador (vase noticia sobre Martnez Lamas, in fine) y la de ese individualismo ca.pitalista ~iberal, empresar~o, cultor de la "energa",
'-_ de Ia ulibre iniciativa" que suele calificarse en otras
partes, erudita pero precisamente, de "manchesteriano". Tales corrientes han cado, y este descenso
no es cosa de hoy, en tan desesperante banalidad
y en tan mentirosa uncin que -es difcil imaginar que
alguien haya podido defenderlas con bro, autenti..;
cidad y desafiante franqueza.
Tal es, sin embargo, creo, el caso de Irureta
Goyena y esto lo que presta inters a sus pginas.
Todos 'los temas -Y los lemas- del pensamiento
conservador pueden rastrearse en ellas y, sobre
todo, en los discursos a las asambleas rurales desde 1910 a 1919: la defensa del latifundio y el elogio del estanciero; la protesta frente a la poltica
impositiva y al "fi$calismo asfixiante"; el anti-etatismo; la denuncia de la inflacin burocrtica; la antipata por la poltica, los polticos y el "electoralismo"; la exaltacin del trabajo y del ahorro privado; la desconfianza hacia el proceso industrializador; la voluntad de atenuar (caso de los rancheros) los males sociales del campo; la reivindicacin de la tolerancia y la diatriba del sectarismo;
la adhesin inquebrantable a Gran Bretaa y a su
mercado comprador; la hostilidad al Colegiado (del
que Irureta afirmara que era' un mximo de gobernantes y un mnimo de gobierno). Finalmente,
en una vuelta. singular pero no imprevisible, aparece, desde 1923, en sus textos de la tercera dcada
una postura antimperialista de tipo empresario dictada indisputablemente por la protesta de los ganaderos que se sienten explotados por el "trust"
del fro y su poltica de precias (en una situacin
que culminara hacia 1928 con la creacin del "Fri~
gorfico Nacional").
El fondo de su pensamiento, tal como puede
inducirse de sus obras tcnicas y de los Discursos
-publicadOs tras su muerte, en 1947, por las institu-
87
,
J
7 - El peligro de la fraternidad
Muchos factores han cambiado de signo en la esfera del Derecho
a partir del siglo XIX.
El Derecho trasunta una lucha sin tregua, entre la quietud y el
impulso, entre el recogimiento y la aspiracin, con fuerzas tan parejas
que le permiten -al filsofo situarse a mitad de camino, entre el
reposo que es siempre igual a s mismo y el movimiento que no se
repite nunca ni se para jams, pero que experimenta demoras en los
relevos que engendran la ilusin de la estabilidad.
Empez con la Revolucin Francesa por la supremaca del indi~
viduo frente a la sociedad y se dirige ahora a la supremaca de la
sociedad frente al individuo y todos debemos rogar a Dios, porque
ninguna de estas dos tendencias se sobreponga a la contraria y porque
ambas se ~neguen en una sntesis que comporte el milagro sinfnico
de un gran concierto ideolgico. Este movimiento ha debido efectuarse bajo el impulso del concepto, al principio ms filosfico que
econmico y luego ms econmico que filosfico, de las- msticas
palabras, "libertad, igualdad, fraternidad". Econmicamente, la' libertad es el derecho del hombre de ejercer sus facultades enlazado a
la prerrogativa de recoger y a la obligacin de atenerse a los resultados; igualdad es ese mismo derecho extendido a todos los seres humanos, lo que en el fondo constituye una gran desigualdad, puesto
que implica sUbstancialmente c1 reconocimiento de todas las desigualdades naturales; fraternidad significa todo lo contrario y en su pureza conceptmil, tiene el cometido de nivelar en parte lo desnivelado
por el binomio de la igual libertad, enjugando los excesos que engendra la inflexibilidad de su aplicacin. La libertad y la igualdad se
complementan a la manera del tornillo y de la tuerca; la fraternidad,
en cambio. se antepone a la finalidad que stas persiguen y opera
como la llama de un soplete que pretendiera fundir la conexin y sus
elementos.
La libertad y la igualdad exigen que a cada uno se le d lo su }ro;
la fraternidad, que de lo suyo cada un9 se deje sustraer algo para!
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~,los derns, cuando lo propio no fuera bastante. Las dos prirj}eras son
\fuerzas individualistas; la ltima es medularrnente socialista.< El socialislno .neva al marasmo; el individualismo a la Roca de Taigeto. Del
grado en q~~ estas fuer~as ~e combinen, depe~;Ie el orden o e~ desorden la justlcta o la arbltranedad, la cooperacwn o el ant<1-gomsmo, la
bendicin de la paz O el anatema de la guerra. Debe existir una ecuaci6n distributiva que le permita al cordero vivir en el mismo soto
on el len, sin que el len se coma aL cordero y sin que el cordero
~eutralice en el. len su estmulo vital de la caza y su destreza_ de grap.
cazador.
En el descubrimiento de esa ecuacin reside el ~quilibrio inmediato de lfl ,hqmanidad._ No lo hemos. de hallar ni en los preceptos del
ilidividualismo, ni en las ficciones del socialis'mo, ni en las_ pradojas:
del comunismo,, ni en los dispersivos extravos del anarqUismo._ Las
t 1ofas, que soll simples puntos de mira para orientar la marcha no
s adaptan a los meandros, las asperezas, las fragosidades y los ac;cidntes del-camino. La sottise, deda Flaubert, consiste en vouloir condure. La sottisf!', nos parece a nosotros que no reside en tamizar' con"
clsiones, sino' en pretender ajustarlas al bastidor, a la lgica, a la
simetra o a la impronta de la doctrina. ldeol6gicamente, basta_ con
8-~r "rrienestcrfilo" ~s decir, amigo de los menesterosos -pcrdnC;seine el neologismo-, y politicamente con poseer 'la intuici6n del
estadista, que permite amoldar a tiempo ]as reformas al sentido evolUtivo de los hechos. El mal 1_10 estriba en la riqueza; si sta desapa-
ieciera, con los ricos desapareceran los pobres y un mundo de _mendigos y de esclavos vendra a ocupar el lugar de los ricos y- de los
pobres. "Nunca llegu a imaginarme, -deca Lenin al percatarse de
cj_Ue los resortes de .lucro que l haba pretendido desmontar se hallaban tan tensos como al comienzo de su labor?- que el hombre
fUera tan perezoso a la vez que tan ladrn".
La N. E. P. fue el resultado de este dramtico descubrimiento.
El haba pretendido desalojar a la riqueza, que tiene su origen en la
desigualdad de las facultades individuales y vino a descubrir, sin
s'oado, que la nica manera de atenuar el flagelo de la pobreza
. Co1.1siste en ~brirle paso a la fortuna, permhitiendo qucb :ada .buno trab:;je para. s1 mismo, porque cuando el ; om~re tra aJa 11 rcmente
Jara_ s mtsmo algo sobra para los demas, m1entras que cuando se
eSfu-erza_ coercitivamcntc para. los dems, la cosecha no alcanza para
lbs.-' dems ni para s mismo. La riqueza de los unos no se nutre de la
iiiopi _de. los otros; entre ambas existen relaciones de capilaridad,
fiero -la cO:riente :ap~lar se mueve en sentido contrario, de la abundancia. hac::ta, la m1sena ( ... ) .
., - H~Y _que' deja~le a la especie la soberana atraccin de ese espe-
~o.
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;j
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Os Podra cOrltestar de inmediato, repitiendo simblicamente las palabraS del Prncipe Hamlet: "algo huele a podrido en Dinamarca''.
Temo que lo que no pudieron obtener los apstoles 'del cristia~
n~smo por la prdica de la caridad, intenten realizarlo por la violencia, dndOle otro nombre, los abanderados de las doctrinas extremistas.
En la fraternidad compulsiva soaba Saint Just, cuando deca:
"La Repblica no tiene la virtud por principio sino el terror". En el
aniquilamiento de la libertad, pensaba .Robespicrre cuando exclamaba:
"Lo que constituye la Repblica. es la destruccin de todo lo que
resi~ta". Se acerca el instante propicio para ello. Es al fin de una
catstrofe, cuando se hilvanan los elementos de una nueva perturba~
cin. Trasunta un error creer que se pasa naturalmente de los domi~
nios del caos al reinado del orden: el traslado de las tinieblas a la luz
no se opera sin un gran deslumbramiento y el deslumbramiento significa el desquicio de la visin.
"La destruccin de lo que resiste ... "
_ No se conoce, que yo sepa, una consigna ms digna de vitupera~
cin. Lo que resiste tiene el derecho de existir; ms an, constituye
un buen punto de mira, para corregir la direccin. Talleyrand sealaba, polticamente, la conveniencia de afirmarse en la oposicin:
"apoyaos, deca, en lo que resiste". No varllos tan 'lejos como l; nos
conformamos con respetar s~s fueros y meditar sinceramente en el
espritu de su contenido. Lo que resiste trasunta a veces la ensea de
la verdad y .otras el smbolo ~el extravo. La verdad puede pr'oscribirse,
pero no ult1marse; el extrav10 se muere solo y no hay necesidad _de
matarlo.
. .
...
. . .
...
. .
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ae
,parci.aJes. qe su -espritu )e -_vedaba- Techazar. Porque apntese: ~&te. extremado, este -dogmtiCo, posea un sentido del equilibrio .:_arquitectnicoque le Pont
actitud de hoSpitalidad hacia
todo lo legtimo, con -tal, naturalniente que fuera
en la justa medida.
Creo que, sin desmedro de _su evidente originalidad, son claras en Torres algunas influencias. Tal
pienso que lo son las helnicas en ,general y en especial las platnicas y pitagricas, la de los teorizadores del Renacimiento de la 11regla de Oro"
(Luca Paccioli el principal) y sus reelaboradores
' modernos (Ghyka, Servien, etc.) -aunque con stos ms bien pudiera hablarse de "contactos" que
de "influencias". Lo mismo considero que habra
que decir de los planteas de Ren Gunon sobre el
pensamiento oriental. En cambio, indudablemente,
fue fortsima sobre l la impronta de EugeniO /
D'Ors, a cuyo clasicismo latino-americano, a cuy~ doctrina de la soberana de la inteligencia le ve-ms)
adherido en algunas curiosas cartas dirigidas por
Torres a Rod en 1915 y 1916.
A la mencin de sus antecedentes habra que
agregar -en un homenaje a la simetra que a l
tiene que serie especialmente debido- la de su
influencia poderosa, la de su notoria descendencia
espiritual. Dejando forzosamente al margen a todos
los ejercitantes de la pintura que Torres y su ~~Ta~
ller" formaron y an a los muchos plsticos ya
maduros cuyo sello marc imborrablemente, el pensamiento torresiano es bien visible en numerosos
escritores -poetas y ensayistas sobre todo------- y en
varias direcciones Ha valoracin de la Tradicin,
la postulacin de un pensamiento totalista y orgnico) -que_ de alguna manera- y algunas muy vivamente- le han sobrevivido en la cultura nacional.
De los autores seleccionados en esta obra me parece evidente (y as se subrayar -en cada caso) el
impacto de Torres sobre Esth-er de Cceres, Guido
Castillo, Luis H. Vignolo, aunque la lista podra
ser muy ampliada y matizada.
De los textos aqu -elegidos, en Arte y Comunismo no slo se manifiesta su credo personal y
social: tambin se transparenta en tonos de desgarrada autenticidad la pobreza ejemplar, la entra-
en
3 - Introduccin
Ya antes de la actual crisis que est desarticulando el mundo
y en la que podran hundirse para siglos los ms altos valores huma...
nos, el ai'te, con manifiesta evidencia, di seales de cad\Icidad y
desorientacin Aguja sensibilisima, marc una depresin: "notable,
pues a la afanosa rebusca que tuvo que durar casi niedio siglo, y
que culmin con el auge de valores de suprema calidad, sucedi 1~
explotacin de los. mismos, y ya con propsito ms bien mercantilista
{ue de_ fiel devocin por una de las ms nobles vocaciones. Y a esto
debe aadirse como lgica consecuencia la germinacin de las peores
simientes, como en terreno inculto.
_- ' En'medio de ese an1'quico y bajo estado de cosas debemos decir,
para' sosiego y plena satisfaccin de nuestra conciencia, que ni por un
Solo illstante abandonamos nuestra posicin de trabajadores infatigable-s
por- la ve'rdad y el arte, ni fall nuestra fe en los valores absolutos que
fueron siempre nuestro norte para el al'te y la vida, y ni an ante la
carencia de medios, casi total, desmayamos, y menos que eso to"davia,
cedimos a las diversas presiones que se ejercieron sobre nosotros. Por
encima de_ todo eso y por en medio de todo eso, no cesamos un punto
en la prdica ni en el trabaj de creacin ni tampoco en la enseanza, terica y prctica, de nuestro arte. Y hoy, despus de tan largo
recorrido, aun estamos en lo mismo.
En ese gran lapSo, hemos visto en torno nuestro derrumbarse cosas
que sobe1 biamente parecan inconmovibles, y aun, ahora mismo, asiStimos a ese trgico espectculo, y vemos, hoy del modo ms palpable,
que slo la verdad permanece. En ella, pues, y ms tenazmente que
riunca; hos afirmamos.
La similitud de nuestras ttioras, basadas sobre todo en la humana
tradicin de todos los siglos, y que gener las ms grandes culturas,
tuvo al fin que hallar su cauce apropiado en la tradicin autctona
de este hemisferio, y que, por tal I'azn, quisimos hacer nuestra. Pues
fue para nosotros un hecho cierto, que si el camino de la salud estaba
para todos en volver. a .reintegrarse a esa universal tradicin -y el
101
'revolucionario, el Cubismo;
,-d,,ecac;Iep.c;i_l'!;-.. Y ...d~-
i
1
11
!
;:ell: (ue 1s deSepvolvi segn los tiempos, nos permiti: fija!- un ,c:dterio
,de .suma .. impor'tanciaj que si- haba _un arte. de orden .. universal que
-'.fesuinia Jos. conceptos- ms. ~ltos de. cada pueblo, y_que por esto .poda
~denominarse_ arte de la hum_anidad :.,_pues en efecto, tcil :arte pareci
si:empre apoyarse en. 'la ,tradicin. de una .profunda. ciencia, que,~a
-ttavs:de- ellOs perdm: siempre. a partir del: Renacimiento, apoyn-dose el arte ms bien sobre el sentir individual y racial, di riend~
!suelta a eStos sentimientos_... particulares cuyo. resultado , fue -el .natu.ralismo.r.,y as naci. la Pintura. Con esto' se .dic, un nueve arte :que,
.p6c.b<i.sarse en lo real antes que en la imagen 'mental, quiso apoyarse
:en, la- imagen visual, y por esto introdujo la .luz y la profundidad
atmosfi'ica, .que es como decir .que dot a la pi:ritura de una -tercera
.dimensin. En la marcha del tiempo, pues, y a partir de cierta- pdc,
tenemos que Considerar. este nuevo- arte: la Pintl;tra. Este- criterio qtie
creernos haber fijado nosotros por primera: vez, facilit: el trabajo
-de hallar de nuevo, a travs de ese -arte anecdtico y :. particularista:,
.de .e~presi6n siempre individual, la base, estructura( y. reglas uni:Vef~ales: del arte grande, monumental de las pocas antiguas entre las
cuales -debe contarse la de los pueblos prehistricos de toda Amrica:.
Por'. esa via, pues, hemos llegado a ese fundamento.
PUeS bien, la exposicin de esta Regla Universal' de Arte, y cm)
fi:ii- no -slo d llegar a tal unificacin; sino adems de fijar un qi~
terio . Y una orientacin para el a'rte de Amrica, ha :sido el objet
d nuestros estudios durante estos ltimos aos., Dironse a diCho obj.~_t
alrededor de seiscientas conferencias, en las cuales .todos estos .proble.:.
ri:ta fueron cuidadosamente tratados, f6rm'ando- un conjuntO de Ina~
ferias que tienen que ser de primordial importancia para los artistaS.
Reunir todO ese material en un solo volumen es la aspiracin nuestra~
pu~es slo Por medio de su difusin se podr llegar a. la mefa de. nuestro anhelo, que no es otro qUe el de que toda Amrica_ posea a1 fjn
un . arte . de calidad que pueda llamar_ suyo, libre ya de influenciaS
x6:anjeras,' y que por l se Sienta en verdad ser de un mundo nuevo.
Sobrepasa esta aspiracin, corno puede verse, al mero intercambio
de valores culturales y de arte entre las diversas naciones de Amrica.
Va ms all de ese plausible acercamiento. o villculc.n ri la actividad
espiritual de estos pueblos, pues tiende. a la crea:cii de una nueva
~ultura;. :mejor,. una nueva. era en 1'1- cultura un.iversal en_ es,te despertar
p. resurgimiento-del espiritu en_ esta parte del mundo. ~s.decir, lo_q!Jt:
todos esperfJ.n que se produzca -eQ-tre nosotros Y.': q~e te~dria _qu~_-_ stJ:rJ
9 - Arte y Comunismo
El Comunismo es antiqusimo;- se remonta a algunos siglos antes
de nuestra era. E!a practicado por los primeros cristianos -antes
de Jess--, pues la idea del Cristo remonta an ms en la lejan
104
105
~M ~~~J Ot!f9Jl,- ~~<};-nu~1~~;>y si~mpr.e. pte )o- 4e ~.-;hech_q"Jtodof )': ,J;Qlo -,ep
~--'l ,: Y: ;_yo~ ya s qe" esto no,:es IO que -se-: qhiere;_:---y ;=-poi:;e~t: :Se 'me
,ataC:l.-. Y _,se .que puedo ser bartido, .pulverizado;:< por_- hordas. ciegas
<u e: lucharan quiz con pasin .por- Ja;,- justicia; pero_ no puedo ser de
:. ,
~ -~
otro modo aunque me cueste la vida.
Por-esto, _Con ningn: rilzc\hairiientd s que no chvencer a na-die; p'ro debo cxpoher miS razones.-
..;-,
DCspU'Cs de expo11er eSto, que me par~ce qUe -prub<i q-Ue. iio
-hago arte burgus, voy a d3rmi razh de -por-' qu-tarrl.poco: hago
arte pr9leta:rio, tal -como q:uieren los comnist3s; y -aun,: eh grieral,
'tille :rio debe hacerse.
- '
10.7
.
Pero, levantan an un argument9, en apariencia for~idable,
para probar. que el at te, no slo se. debe expresar por representaciones, sino que, en todos los tiempos ha sido asi, y por esto, ha
traducido los ideales- de la poca.
.
A esto yo repetir lo que he dicho otras veces: lQ, que el arte
oficial, glorificador de reyes y hechos hist'ricos, y mitos ~eligiosos,
es precisamente el arte esclavo, el arte al servicio de cosas; arte,
por esto, pompi~r y decadente; y tambin por esto, ms naturallsta.
El arte hay que buscarlo en_ los primitivos; arte que capta la
verdad (que es decir .la creencia real, moral del hombre) y no la
verdad falseada, ofic_ia.liz.ada: pol.tica. M. omento de ingenuid. ad, de
sinceridad momento de verdadera creacin, que -luego ser explo,~-tado por ios otros. De manera,_ que si el art; de los grai_Ides pe:odos
' tiene- alguna virtud, es porque eri su entrana aun palpita o VIVe 1~
primitiva fe y la ingenua y simple expresin del ptimitivo. Lo que
vendr despus ser vanidad ostentacin al servicio de los poderosos.
'Y para terminar dir: que. 1~ ms grande o?ra de arte que ha re~li
zado el comunista,_ es esa hoz y ese martillo trazado en cualqmer
pared con carbn o con un mal pincel. Porque ese smbolo es perfectamente' plstico y escrito con el corazn.
!
.
l
108
10 - El concepto de '"medida" es
universal
Con los ltimos estudios que hemos hecho, se ha puesto en evidencia una cosa importantsima; y es sta: que la MEDIDA, que
comenz por parecernos indispensable para realizar una bien t1 abada
obra y con unidad ahora, por su universalidad, nos ha llevado a
considerarla como indispensable tambin -para regimos en la vida y
con esto en todo. Porque, en todo momento, pU:ede damos el equilibrio: no inclinarrios demasiado ni hacia un lado ni hacia otro; no
desechar ciertas cosas para dar preferencia a otras, sinO ambas ponerlas en la medida justa; no exagerar en ningn sentido; dar a todo su
valor justo; y, mejor que esto no puede hallarse. Y por esa verdadera
R~gla, que hacemos nuestra con todo el fervor, pues a ella nos confiamos totalmente; por ella, digo, aun vemos cosas de mayor importancia; y ahora es, de que las cosas, en general, no son en si buenas
o malas, y que el todo de su bondad o de su daina condicin, ms
bien est en la proporcin 'en que entran en el uso. AsJ de la comida
y bebida por ejemplo, que no quieren sino templanza; y sta, la da
aquella proporcin justa y, cuya falta, sea por exceso o por defecto,
es causa de desequilibrio; bien porque su insuficiencia nos perjudique
o nos prive de un goce legtimo, bien porque el exceso nos lleve a per~
turbacin. Y aun, la Regla sta, nos privar de deScuidar otras cosas
en que no pensaramos, y en las que tendremos que pensar, para hallar
el debido equilibrio, fuera del cual, entonces, y por el hbito, ya no
sabremos hacer nada.
Quien pue's a ella se someta, dcil a cada momento y en todo,
qu gran beneficio sacar y cun aplomada y justa y sabia ser su
vida! Ni el ocio consumir lo mejor de su existencia, ni se agotar
y destruir por el trabajo, sino que, guardando la medida, gozar de
ambas cosas dentro de su proporcionada moderacin. Ni la gravedad
va a hacerle hosco y taciturno, ni la ligereza va a pervertir sus ms
positivas dotes. . . Y aqu, nadie creo que vea que vamos a un trmino medio contemporizador, pues si esto se pensase es que no se
habr comprendido nada. Pues si en la parte ancha de la Regla
ponemos todo aquello positivo y lo afirmamos el que esto sea completado y equilibrado por una pequea proporcin de lo opuesto, no
quiere decir su anulacin, sino la proporcin debida en que ha de
entrar para no ser excesivo y por esto, perjudicial; asi como se templa el buen vino con un poco de agua para quitarle el excesivo ardor
y as mejorar su intrnseca virtud.
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Y, con ~sto, llegamos a -q.na conse_cuCIJ.cia que abre camino a unamayor suma--de goce--jsto y de experiencia en--la vida, y- es~ de que;
de todo pu~de usarse si es en la justa medida.
Porque; sea por ley atvica o por costumbre, un sinnlimero de
actos- nos parecen contrarios a una limpia y recta conciencia y, por
ello,_ nos a)Jste~emos Error profu~dsimo! Nad~ ~s _reprobab~e ~i se
risa cori Ja-.moderacin que impone la medida. Y quirase -perlsar un
_pOcO, trayendo a la memoria cualesquiera de esas cosas -y se ver al_
momep.to. Y es-ms: se ver que la austeridad, la abstencin~_l mayor;
parte de las vetes es ignorancia, vana presuncin de perfeCtibilidad
que nOs _trae'r arrogancia y que, por esto, hasta lo indisctiblmeiltc'
buenO- debe templarse con un pequeo grano de. . . pngase -lOcura,
perversidad,_ malicia o ~o que se quiera, y que . sazonar la bondad
aquella; que_ sin eso, se hada 'rigida y -fastidiosa, intransigeht Ycruel,
pueS~ Como "dice -el adagio, tanto se pierde --por carta de mS cmO' pOr
carta de menos.
:V <::O_li _ser n'uy subidas "Y aquilatadas_ todas estaS virtudes -:-de.
nuestra Regla, sabemos que no son:_ sus mayores excelencias: ;Pues nO es
slo' r~gl paradar justa cabidit a todo, solamente, sino; 'que con __ e~to;
Se cumple e mayr bien, y es, de todo par:r en Unidad que es: _como
decir enarrrtona~ Pues si debidamente se ha puesto aquello- que Se'
debe .(que--~s lo positivo) en la parte ms larga de la regla -:-Y si
siempre hicitamos- as~; aunque en el- otro extremo est lo opusto,todo' tiene qUe parar en _belleza y bien de todos, pues -tal sabia pro Por~'
cin, ha de darnos hi _totalidad, que es Ia- perfecta armona:: PueS si
en hi.- .:{<l:rte mayor, est escrito:hu:manidad, y en Ia pequea iridividuo;
vers-e presto, que si invirtiramos loS trminos, tod.o seria egSmo ;.Y
parcialidad~ y asimism, '/ pr estar en es-e luismo. orden, puede: esta-'
esc;rito en la Regla: trabajo, el_ cual, moderado por una parte'de odo
o- ju~go-,-: nos equilibrar para un mayor rendimiento y bien' de to,dos,
ya- que, abjando, .ser-emos tileS. Peio Si eri 'lrigar de- eso, esr~bi-:.
ram()s-: 'ocfo. -eil -vez de trabajO, qu resultara? Qtie ri:tientras estuvi_,
sems -ell -'la, i:qaccin -(slo intrrumpida por. algn pequeo "esfuerz!J);
los otroS~ trabajando en beneficio nuestro, se hallaran defraudadS.
Nuestro proCeder, pues, sera injusto.
.
Eo qUe da, pUes, maravillosa -trascendencia al empleo de- nuestra
'RCgl' eS que Siempre nos- d por resultado la unidad o -perfecta a:i'fr!:O~
na'. Y llos induzca adems a cumplir esa ley, que es ley csmica
~niVrsat
'
'
--,
--_,
-f
'
'
'
111
112
113
rentemente con esta disociacin, Frugoni se pronunci -contra el "dogmatismo" (marxista), sealando en el marxismo una parte viva y universal y
tambin y por lo tanto, tcita, remanentemente,
,\. una par'te muerta y particular. Esta parte viva Y
.,universal ~rea (coro.o t~mbin su, por tantos co~
ceptos, afm, el argentmo Juan B. Justo) poom
combinarse con otras corrientes, como la "geor. gista" sobre la renta de la tierra, y ganando con
11 ello. Elogiando a George Sorel y a Eduardo Berns\ tein, se adhiri' al postulado de que el objetivo
~~final es nada y el movimiento es todo. Cuando re.1 card a Lean Blum, subray su distincin entre
1 aceptar
el marxismo como explicacin cientffica
1
del proceso social y desechar la filosofa materia"
: lista del materialismo dialctico. Y si bien es cierto
ti que atac el revisionismo de De Man y el despla1_:j zamiento del marxismo .a favor de interpretaciones
\ biologistas .O psicolgicas, su actitud general apa,) rece ntidamente referible dentro del revuelto y
1
i rico cuadro del marxismo contemporneo.
\
Sitesele, ante todo, en el sector opuesto a
la formalizacin de un marxismo centrado en las
versiones traclicionales, desdeoso de las nuevas
evidencias de las ciencias pero afanoso por 11 Con.firmarse" con sus hallazgos, autosuficiente y cerrado, respaldado en la univocidad de su hiterpretacin por las coacciones ms o menos abiertas
del poder estatal. Frente a este tipo de marxismo,
el general del mundo comunista, y entre las muchas
variantes que lo enfrentan, no sera posible ubicar
a Frugoni diciendo que emplea un "marxismo difuso" en vez de un "marxismo literal". En cambio,
aunque la imagen, tan usada, de "descongelacin",
le puede ser aplicable, resulta seguramente ms exacvto decir que fue siempre el suyo un marxismo "desJ monolitizado" (ya se adelantaba), descompuesto en
r,1elementos vitales y elementos muertos, dejando
t: estos a un lado y postulando la conmixin de los
i_ valiosos
con los ingredientes vlidos de cualquier
\'otra corriente ideolgica. Esto es tal vez ms
r\, extremo que todo lo implicado por el alentador
)movimiento de a. finacin y revitalizacin del mar~~xismo, :por ese "marxismo abierto" que alinea a
1parte de lo ms vivo del pensamiento europeo,
\desde Lefebvre a Martinet; desde Kostla Axelos
al mismo Sartre. Y no es irrelevante, por ello, su
afirmacin de que "el marxismo no es todo el
l;
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115
1
J
11!
H6
117
,
J
1!8
119
120
121
a la noc1on de los lazos, imponderables pero decisivos que entre los socialismos europeos y los
Estados respectivos (con todo el lastre de la poltica de Poder) existieron y existen. Tambin (y
podra darse por descontado) a la tesis del "soborno del proletariado" de las naciones imperiales
y a sus fundamentales consecuencias.
Este no tener en cuenta la ambigedad de las
ideologas -inc1uso la del propio socialismo- en
las potencias imperialistas; su ltima inspiracin
en erl democratismo romntico y universalista;
otros. rasgos que enseguida se traern a colacin;
el carcter esencialmente inmigratorio que el reclutamiento de su partido asumira, su propia actitud ante lo criollo, el enfoque europesta de su
fuerza ppltica lo llevaron, lgica y mancomunadamente, a ~-~?.!!2~~e;s_.Q~IJJ~~O~~_Qf_ar _li!~~::,
tancia que el nacion_l!.hsmo, l fuerza
u_na -"per-
sonanaa:a-nac10ar'
ere
(CfsCi:itiOie-errsr...:.~ro-psTco
~~~ --recrr~~aSl:N~~~:~..
122
l.
123
~--@lideS tc()::!~ect~.ec!!X.Q_uVo~~
mento, tan aTegremen'f~ se_~-Pero aun re~
SUl"fit'ifiei10SdfSCUtiln QUe eSta tntativa de ra-
~l
,i!l?Yn!ffi(O"P.QJ~lif:sJt~t~J:~<sUSC!_t_~~-jJDr~']i.jiiiJ~
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J)~!.~a~i=-"~~C2EQQ.J2_r~e--_ij_~~j-~.!:9.--- ta::ytt~~ida~
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11
125
un testimonio de su conciencia limpia, de sus bue'nos deseos, de su superioridad mehtal pero -tambin- muy conscientes de la inefectividad inme. diata de sus voluntades, postergando para un futuro
-convenientemente reculado, hasta e1 que nada
nuevo acaeceria adversamente, en el que ningn
Contexto atentara contra el crecimiento milimtrico, pero :inexorable- toda posilil'e encarnacir:
histrica de los ideales profesados, toda eventual
irrupcin. en e1 medio de las fuerzas decisivas entre
las que el Poder -y su tremendo impa.cto en el
destino de los hombres- se juega.
Lgico es entonces ese desdn hacia la "poltica
criolla", siempie nombrada peyorativamente en
pginas de Frugoni como indigna, subalterna,
sensual, frvo-la, marcada por el fra,ude, la corrupcin, la demagogia y la venalidad, caracterizada
.por la vaguedad y la heterogeneig.ad ideo1gicas,
por la explotacin de los intereses personales ms
ilegtimos, por el "espritu de apuesta", la inmora'lidad, el caudillaje y las viejas idolatras, el
fanatismO, el tradicionalismo irracional. . . Ante
tan persistente vena de dicterios; siempre antitticainente dispuesta a correr cuando propugnaba
su propio estilo cvico, el juicio se encuentra embarazado para distinguir entre lo que puede valer
como rechazo de las efectivas taras de la poltica
denostada y la retraccin ante toda factual "poltica", sin adjetivos, en cuanto tcnica de conduccin de hombres, en cuanto manejo de intereses,
de pasiones y de fuerzas. Y digase, de nuevo, como
espectadores comprometidos en lo que se expone,
que el fracaso de las vas que idearon para salir
de todo este cuadro tctico los militantes socialistas de la ltima promocin no altera la realidad
de tan evidente r embarazante ambigedad.
Universalista, intele"Ctualista, doctrinario, genrico, no suscitado sino meramente facultado (se
deca) por la realidad nacion'al e hispanoamericana el socialismo de Frugoni las contempla con
sendmiento& que se mueven entre la piedad y la
denigracin, la conmiseracin y el desprecio. Esto
se hace ms patente con todo el sector de nuestro
mundo extra-urbano y una cuidadosa tabula'cin
de trminos ----'qUe aqu no puede realizarse- lo
confirmara. Pero ese rebrotar de expresiones como
las ignorantes multitudes criollas, los brbaros adoradores de- la rutina, la plebe gaucha, el proletariado ignorante y sumiso y muchas otras seme-
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[Amrica y Europa]
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Finalmente, la misma poblacin humana de estas naciones
cos~
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mopolitas; esa .que pulula por nuestras ciudades, llena nuestros talleres, labra nuestros campos, cuida nuestros ganados, recoge nuestras
cosechas, .. ha venido y viene de otras regiones; y hasta los mismos que
tenemos por aborgenes acaso vinieron de otro continente, pues la
ciencia no se ha puesto de acuerdo todava sobre si el indio americano es autctono o no lo es,
As tambin el socialismo halla aqu zonas que no slo necesitan
imperiosamente sino que le ofrecen un campo de accin casi virgen
donde puede abrir anchos camin'os en todas las direcciones de su idealidad y su previsin, Aqu encuentra un continente donde la afluencia
de los pueblos del mundo y la fusin de las razas, le promete una
tierra frtil y laborable para su siemPra de sentimientos e ideas internacionalistas; donde la ausencia de ancestrales prejuicios tnicos deja
relativamente libre el espacio al verbo de confraternidad. Un continente
donde algunas fuentes naturales de riqueza no han cado todava en
manos de un capitalismo privado que est formidablemente pertrechado
en los fueros de su explotacin. Aqu llega a tiempo para someter el
desenvolvimiento de las fuerzas creadoras de un mundo econmico en
formacin a normas y leyes reguladoras, inspiradas en un espritu de
humanidad y justicia. Aqu puede presidir con su mirada vigilante, que
ampara por un lado la suerte de los trabajadores y por otro el patrimonio material y moral de la nacin, el proceso de desarrollo de una
Sociedad donde las potencias econmicas bien y sabiamente conducidas podran expandirse sin producir estragos, fecundando sin arrasar, para que el capitalismo cumpliese s:u misin histrica- pero que
la cumpliese en lo que ella tiene de necesario y en la forma menos
perjudicial a la condicin de sus servidores.
''Juan B. Justo" (1928) en "El Libro de los Elogios" pgs. 149-152.
14 - Intereses preponderantes
Dos clases hay cuyos intereses predominan sobre los de todas:
la de los ganaderos latifundistas y la burocrtica. Los primeros tenan completamente a su servicio y no dejaban de' valerse asimismo
de otros partidos ms. El nacionalismo de una y otra rama -herreriSta -e independiente- y el riverismo, estuvieron siempre prontos
a defender o respetar los intereses y privilegios de esa empinada potencia social. A las otras fracciones polticas de la burguesa, incluso el
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.................
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EL SUFRAGIO Y EL BUROCRATISMO
Las viejas oligarquas bajo las cuales el resorte del sufragio
popular no funciona, pues las elecciones son slo un simulacro para
consagrar a los que se designan desde la altma, no necesitan para
defender sus privilegios de un tan grande ejrcito de funcipnarios.
Bajo el rgimen del sufragio efectivo, los partidos que gobiernan
suelen sentirse inclinados a buscar apoyo en la burocracia. Y la
buroc1 ada rige entonces los destinos del pas, al paso que absorbe
_una porcin cada vez ms grande de sus recursos.
En el Uruguay el nmero de empleados pblicos es de 51.802,
.que insumen anualmente $ 43.642.405. Apresurmonos a reconocer
que muchos de ellos son maestros -cuya utilidad nadie discute- -Y
obreros de los organismos industriales, cuya funcin en _la economa _
nacional _es d positiva imp01 tancia _ y cuya existencia en el pas
acusa un real adelanto en la evolucin histrica del estado.
Pero abundan asimismo en esa suma los que son peso muerto,
.carga intil sobre el erario y las espaldas del pueblo- contribuyente.
Ah est el fruto de_ una poltica poco previsora que hasta haba
inv-entado para justificarse, la doctrina de que en aquella repblica
la multiplicacin desatentada de oficinas supe~fluas y empleados
innecesarios cumplan la misin igualitaria de provocar una mejor
distribucin de la riqueza privada. Eso lo deca en pleno. parlamento
Juli_o Mara Sosa, lder entonces del batllismo y luego fundador de
la fraccin "sosista", Y lo deca a pesar de que el presupuesto se
costeaba, y se sigui costeando, con un 70% de impuestos al trabajo
y a los consumos popular es.
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16 - Teatro y Novela
Releda tu carta en contestacin a la ma sobre Forma Teatral
para dar cabida a las dos en. el volumen de Cuestiones Literarias,
v'eo con una alegra de pgil que no es ms que una parfrasis del
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problem~.
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.!
ps.: lo rn.isrn(). La: soltura de desarrollo en Balzac, favorece la perri}anencia -visal de las figuras, trazadas, como las de Hardy, con un
gran. dom'inio del corazn humano- que estrujan impasiblemente~.
Eeio )as figuras de Hardy y su accin quedan como encerradas en
c.~mrartimentos cuyos vnculos de familia y de comarca y otros cent~os distributivos de la atencin, muy pertinaces. no logran su
reintegracin emocional, y convierten los ojos a estudio de topografa
njoral, o, si se prefiere, de historia; parece haberse propuesto corregir I superficialidad de la figuracin de Dickens, serie de dibujos
ahimados de carcter (lively sketchs} Conservando el mismo plan
verosmil de historia, o sea, el folletin; condens la novela de Dickens
y dio en historia, que no es novela. La historia no es novela porque
deja sin rehacer las figuras y el ritmo retardado de las narraciones
prirciales. La n'ovela histrica tampoco podra entenderse de una
manera que no fuese novela. La atmsfera suelta, una especie de
fOndo elocuente que llena el espacio general de una y del conjuntode Q.Ovelas formado en la Comedia Humana favorece el trfago disthlto de las 'figuras, valoradas en compases y armonizaciones de espacio musical instantneo. no descriptivo. Las novelas de Conrad
(.lase The Typhoon) son modelos de figuracin plural, que ni
requiere la memoria del lector para mantener las presencias unidas
a la accin, de una gran intensidad dramtica y en la que no se
descuidan pormenores de significado estratgico. Con el mismo dominio de dibujo_ en profundidad y entereza y por tanto, con riqueza
(que no se opone a la sntesis, ni sta significa reduccin) ha poblado Gogol sus nar-raciones magistrales, de las que alguna, por
fuerza de aquella virtud, alcanza el plano pico. La preocupacin
psicolgica de Stendhal, o la moral de Tolstoy, o la afectiva de
Chejov ni congel ni evapor el cuerpo de las apariciones personales,
que hacep de la novela y del drama un medio efusivo de comunicacin humana, y no de abstracta especulacin esttica o moral revestida de artstico lenguaje.
Flaubert, D'Annunzio, Rudyard Kipling, aunque enamorados conocedores de la gracia divina de las figuras, y quiz por esto mismo,
las .paralizaron,- convirtiendo la narracin de encendido mosaico de
_palabras, de una- riqueza prodigiosa, que si no la necesit Dante
:_a la suya pocintica menos conviene al narrador de vida profana,
El lenguaje llano que depura la tradicin popular e imita la astuc'i 'de los grandes poetas no es tan llano como parece: de una vez
puede revelarse, diciendo que es lenguaje tctico. Una palabra bien
elegida concilia tantas intenciones de la figura que no necesita ms
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sUya la correlativa enconada hostHidad a toda justificacin religiosa de la violencia y- aun del mero
autoritarismo polticos, a todo medio coactivo y
estatal para imponer vigencias n ominalmente cristianas, a toda identificacin de las exige~cias de su
,. Fe con una estructura temporal determmada. Tal
actitud debe bastante al pensamiento c~~lico _francs de las -entre-dos-guerras pero tambien tema en
su persona mucho .de temperamental y casi de visceral; su prestigio explica (con otros factores) que
entre los sectores catlicos uruguayos haya sido
mucho ms dbil y menos significativa que en otros
lugares de Hispanoamrica el entusiasmo integrista
despertado por la rebelin espaola de 1936 y otros
movimientos corolarios o similares.
De las corrientes -de Ja filosofa cristiana Regules adhiri, especialmente, a todo ~lo que tendiera
a afirmar la reaUdad ontolgica del Ser, 'la objetividad y la trascendencia de un sistema axiolgico
y de su tica correspondiente, Ja posibUdad de 1la
indagacin metafsica <Contra las manquedades de
una "razn quebrada", la postulacin de unos firmes
patrones de conducta,_ de un 'Claro "sentido de la
vida" y de la convivencia. Tndo esto no quiere .decir,
seguramente, que tuviera un sentido pragmtico o
puramente intelectual de su religin: pasa simplemente que en un inte-lectual son las razones intelec~
tuales de la adhes'in las que mejor se ponen de
'
relieve.
Con estas creencias-, tent superar los planteas
~1 ideolgkos de Rod y Vaz Ferreira que fueron los
~ maestros de su juventud, la vaporosidad del "ideaf lismo" ,deJ primero, -el relativismo escptico de su
~ nocin de "tolerancia", la ausencia de "fines" par;;
1t la sociedad y para el hombre. En Vaz le preocupo
f: ms que nada el agnosticismo ontolgico y la deb:...
1:1 Hdad de la fundamentacin de Jos valores en crite.'. rios sociales o racionales, o culturales, o ex;pei!.. riencia:les. En alguna pgina suya -tal la que s-irve
\ de prlogo a los 11Estudios Constitucionales" de Pablo
,:. B~anco Acevedo -se seala lo muy consciente que
estuvo Regules de la insustancialidad del humanismo
l~\ liberal de su generacin y su conviccin de que sera
tdturado entre el realismo materialista inspirado en
Marx y el realismo trascendente de lnea aristotlicot.omista. Volver entonces a las fuentes clsicas y.
estudiarlas a fondo se hizo as para Regules el
programa propio y ajeno de buena parte de su
, existencia; pudo pensar despus, como Vaz Fe-
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rreira, que la vida no le dej, una vida, sin embargo, que lleg a permitirle ver que la anttesis tritu,.i radora era ms rica, m'S compleja y tal menos
antittica de lo que l haba -credo.
En esos ltimos aos (desde la Guerra de
1939-1945) Regules tendi a centrar su visin .de la
poltica mundial y americana -en un dualismo bastr.J.te esquemtico de democracia y totalitarismo, de
respeto a la persona humana y vio~acin de sus
fueros. Esa visin puede condensarse en un texto
relativamente breve de 1957.
No hay torres de marfil en esta coyuntura histrica. 'La inteligencia tiene un solo deber: salvar
al hombre y salvar la verdad. Y la verdad y el hombre estn amenazados hoy en todas partes y a todas
horas. Nos toca vivir un siglo histrico durante el
cual no _hay opciones cmodas, ni refugios ulicos,
s.no opciones radica~es. La milicia es la tarea diaria.
Nadie puede ser neutral ni ajeno al p-rofundo pulso
del mundo. La neutralidad, en concepto de Rui
Barboza, es un comienzo de complicidad. No hay
ms que un solo tema y un solo combate: el hombre como asiento. de una libertad y de una vocacin.
Y a salvarlo debe tender toda tarea y toda esperanza. La religin, la ciencia-, el derecho, el arte,
son las armas imprescindibles de la filosofa y de
la salvacin del hombre, en cuanto sean universalidad y fuerza vital.
Me llena de sobresaltos la perspectiva histrica
que enfrenta nuestra vida. Dos enormes impactos,
de fuerza y gravitacin desconocida, aparecen sobre
nuestro horizonte: la incorporacin de mil quinientos
millones de hombres inesperados que toman presencia en la civilizacin y el progreso atmico hasta
producir el delirio de la tcnica, concentrando el
pla-neta en el hueco de la mano. Frente a este doble
empuje avasallador queda un solo deber: salvar la
libertad del hombre, de cada hombre de carne y
hueso para su doble vocacin temporal e inmortal.
Para ese apostolado slo queda una reserva en el
mundo: Amrica. Continente libre de oposiciones
raciales, espirituales O histricas, y rotundamente
cerrado a la impaciencia de los armamentismos
prematuros. (Revista Nacional - N" 191, pg. 17).
El pasaje, no carente de cierto nfasis. es suma.:
mente ntido. Las consecuencias tambin -lo son.
En esos aos, el arielista de la juventud hizo confianza en los Estados Unidos y en su poltica Iatinoamerica:na. Puede creerse (sin credulidad) que esa
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no-- oOmo
EStado,
. la clase social, el sindicato
' el pJoletari~dO,
que VIenen, en nombre- de su verdad, a ejercer la
dictadura del mundo .
. Cmo con_ciliar la verdad con la libertad y
con la tolerancia? Nos resignaremos a sacrificar
'
u!l valor a.l otro? ... La libertad, ser el patrimomo exclusivo de los que no han lle_Qado a ninguna
personera-, un punto de vista estricta- y _exclusivam-ente ---personal.- Puede nuestra generacin ser ( .. :) cm:no yO la
veo,__ o_ puede ser todo lo Contrario. La describo como yO la he
visto,_ Y C-omo yo la he vivido. Estas pginas son, p-ties, slo tin testimbnio.
1
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J.
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Esto supuesto ~-cul era el ideal- de cultura de aquella genetacin?14 respuesta: Aquella generacin no tuvo ms -ideal que: la ,cul~
tura. A ello debi su estilo, su brillo. . . y su fracaso.
2~ respuesta: Aquella genetacin tuvo la cultUra por .ideal_, por
el ansia de tener algn ideal, y no 'encontr otros ide~les ms vitaleS; ii-- -en el panorarna intelectual del pas, ni entre -los elementos de
su forhacih.
Bien. Qu ~ue; en concreto, ese_ ideal de cultura con~---el que
aspiramos a diferenciar a aquella generacin?. . . No podra entend'r Ia .rcsp_uesta si. no_ diera dos datos previos: el clima y los -maestros
de_ .esa generacin.
c-.: D((sde 1-u:cgo,. ,------para integrar 1J.Uestro ideal- d_e cultura,. q_:u nos
1.63
di la -Universidd?-.. , Nos di todo lo que tena. Pero, -yo pregunto-, tena algo que dar la Universidad?. . . Lo que tenfa, lo
di. Nos di la leccin y la experiencia de nuestra libertad, en el
seno de sus_ dogmas, - gracias a lQs cuales pudimos decir siempre,
y podemos decir hoy lo que sentimos y lo que pensamos de la propia
Universidad. Y lo que siento y lo que pienso, lo afirmo con el ms
grande amor a esta Casa donde he pasado toda mi vida y donde he
recorrido todos sus sitios: el banco de estudiante, la ctedra del
profesor, y el silln dCI Consejero.
Vuelvo a preguntar: tena algo para dar la Universidad en el
orden vital de nuestra vida intelectual y espiritual? ... En el orden
de las esencias vitales, -orden religioso y filosfico, y sOcial y artsti'co, categoras esenciales por las cuales se vive, y a veces se muerela' Universidad era el vaco total. Enfrentamos la hora del dogmatis~
rjlo experimental y del encierro profesionalista.
Como ya lo -he dicho, el clima de cultura corresponda al ms
definido positivismo. Spencer, -un poco empequeecido el mismo
Spcncer al travs de una docencia prevenida contra toda filosofa
del ser- estaba en su total seoro. Y el materialismo histrico emR
:izaba a- establecer sus definiciones ineludibles en el orden social.
La Universidad, -y al travs de la Universidad, la clase diri~
gente del pas- no conocia otras directivas. El espiritualismo, en
raizado en el idealismo alemn de Justino Jimnez de Archaga, -el
padre-----, era la ltima voz de una filosofa de valores que se oia en
la Universidad. Y maestros, alumnos, planes y libros tendieron, con
una espontnea disciplina, a un positivismo incondicionado, que neg
tpdo el orden religioso y toda posibilidad metafisica, que redujo el
derecho y el arte a un comn y exclusivo denominador histrico,
y que di a las ciencias sociales y biolgicas el dominio final de la
vida humana.
Todos nos formamos en el ms cerrado experimentalismo, e
intelectualmente no pudimos ser otra cosa.
Ausencia total de filosofa, sustituida por la experiencia biolgica en la que se soportaba el ltlmo esfuerzo de optimismo cientificista,. -irracionalidad, o por lo menos, indemostrabilidad de toda
categora religiosa-, incapacidad total de nuestra inteligencia para
la inteleccin metafsica, -y a falta de toda posicin filosfica
vital-, la Universidad orientaba exclusivamente hacia sus fines profesion.les utilitarios. Era el baldo total, para la integracin' de un
ideal- de cultura,
Eu- este baldo, aparecieron, entre otros, dos maestros: Jos E.
Rod y Carlos Vaz Ferreira. Qu nos dieron esos dos maestros? ...
Voy a--hacer una sntesis realmente cruel, pero el tiempo no
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alars& que la frase ondulosa y la sintaxis impe-cable heredadas de Rod atenan su distanci-a y
su monotona con una calidez, una energa que
so:ieron siempre faltar en su maestro.
Firmemente estuvieron nrientados los intereses
de Gallina! en cuanto escritor; la mayor parte de
ellos convergi hacia la critica y la historiografa
literaria y cultural de-l pas. A esos intereses pertenecen sus dos libros ms conocidos: ''Crtica y
Arte" (1920} y ~'Letras uruguayas" (1928), sus trabajos sobre Jos Enrique Rod, "El Parnaso Oriental" de Lira, Francisco Acua de Figueroa, Bartolom Hidalgo y Francisco Bauz, sus estudios sobre "Los Bienes de la Iglesia" (1911), "Dardo Estrada", "La constit1,.1cin de 1812 en Montevideo"
y otros ms que forman su contribucin a la "Re~
vista del Instituto Histrico y Geogrfico del Uru~
guay", a cuyos primeros nmeros (su mejor poca)
aport generosamente.
Tambin tent Gallinal el cuento, el d~logo,
la estampa, el relato de viajes en "Tierra Espaola"
(Barcelona, 1914) y "Hermano Lobo" (1928). Hay
en esos libros pginas- 'que an podran interes'ar y
que sealaran la supervivencia de algunos de los
mejores trazos de la prosa modernista. Y agrguese
todava, para redondear este balance, que Gallina!
no fue uno de esos polticos (que los hay) llegados
desde la actividad cu~tural pero con una proclividad
casi vergonzante a olvidar su primera vocacin.
Por el contrario, a su trabajo parlamentario se'
debieron, entre otras disposiciones, la Ley de Be<;as
que lleva su nombre y la creacin, despus tan maltrecha, del "Archivo Artigas".
f.
Hacia los ~timos aos de su vida, el golpe de
estado, que lo arroj. al destierro y la pobreza, la
guerra y revolucin de Espaa, la Guerra Mundial
nQ 2 y el pacto nazi-sovitico que la antecedi fueron para l, hombre generalmente sereno, una revulsin emocional e- intelectual que, cuando hubo
de- retomar el ejercicio de la enseanza (ya lo
haba practicado en su juventud}, toda su persona
trasuntaba.
Desvanecise, por ejemplo, de sus escritos, cierto hispanismo tradicionalista que rezuman sus primeros libros y slo pareci atraer~e entonces, en la {
cultura peninsular, el drama de una conciencia
liberal, la de Larra (1938). El poltico de derecha
que- Ga]inal haba sido estudi con curiosidad y
simpata los "Acuerdos Matignon11 y otras institu-
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13 - "Nomenclatura urbana"
Haca muchos aos que los montevideanos asistamos entre protestas ms o menos tibias o vehementes, pero siempre vanas, a la destruccin de la nomenclatura de la ciudad. Surge ahora del municipio
la iniciativa oportunsima de restaurar en su integridad el plan racional, el excelente plan al que se ajustaba esa nomenclatura y que
fue concebido por el Dr. AndrS Lamas.
Los nombres de las calles, tanto como sus aspectos materiales,
constituyen la fisonoma de una ciudad. El extranjero, que por vez
primera pisa su suelo, lee en las lpidas callejeras los presuntos nombres mximos y representativos del pas; los repiten antes de aprender
a leer los nios; son ostentados en carteles y rtulos; vuelan de boca
en boca; alcanzan la ms extensa y popular de las consagraciones. La
nomenclatura de una ciudad capital debe resumir y condensar la
historia del pueblo que preside; sus episodios ms caractersticos, sus
estadistas ms insignes, sus ms altos hombres de pensamiento y de
accin. Abreviada en esas placas de esmalte o de bronce se ofrece
al viandante una leccin de historia y de geografia. La nomenclatura
es una obra delicada y difcil. Una exclusin inmerecida nos tienta
a la reparacin. Un nombre indigno ofende y subleva nuestros senti~
mientas ciudadanos. Cuando vemos, una y otra vez, que con liviandad
irreflexiva se remueven nombres que juzgamos bien puestos para
ofrendar los sitios que ocuparon en homenajes efmeros, pensamos en
un pueblo sin idea del valor de sus consagraciones. Medimos la distancia que hay de una colectividad de ciudadanos a una muchedumbre
desarraigada y fenicia, a una multitud sin ayer, aglutinada en un mercado populoso y proficuo. Esa ausencia de afectos profundos y dura~
: cleros es lo que distingue a la plebe amorfa y parasitaria de las grandes urbes, en cuyo tipo humano discierne el pensador alemn al protagonista de la decadencia fatal de la cultura de Occidente, al
"hombre puramente atenido a los hechos, hombre sin tradicin que se
presenta en masas informes y fluctuantes'.'.
La ciudad que necesitamos crear en nuestras patrias americanas
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vi~culo ,-de. umon ritre los bandos- ~n pugna 1 que- al ffi:orir: i-:rivalii_
zaran-'en. el fervor '-de los homenajes. La regla -mpElrsomii--no fue
~r?gad~~-- '~_Me he abstendo de tocat los nombreS_ de .ls con'tem_i?o~'
rancos .rlustres y de sucesos que cteben , espera!'" su sancil- en -b
opin_i~; tranquila .e ilustr~da de Jos venideros. Cuarido 'desapatezcn
las pasiOnes y los mtercses que ha creado la revolucin, pra dar cam:,'
po a loS fallos severos e imparciales de la historia, Montevideo -'tendf
mchi:t;; y- .?ell~s calles que ofrecer a los nombrCs de' los guerreros,:
d_e Jos mag~st:ados, de los -hombres pblicos". Esta leccin de prudencia no fue- rmJtada ms tarde. Hemos visto prodigarse, Jas consagracio~
nes prematuras, nacidas de arranques de sentimentalismo las consa..
graciones pasionales que 'honran a figuras rcciCntemente d~saparecidas
a las que falta perspectiva histrica, y aun las consagraciones a:du.:
latorias.
Las "correCiones y enmiendas que sin orden ni concierto sufri
la nomenclatura de Lamas, fueron desacertadas, acaso- sln una sola
ex~eptin. Asombra pensar que hayan prosperado" muchas de-. esas
ll1rtar::a~.-eSta -calle
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..~:. .c.+.
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:.-/
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Tuvo- por aquellos aos un arranque en el que gast sus ltimos arres-:
tos de fuchador; quiso resucitar su "Heraldo" y pa:a esa campaa,
casi pstuma - tent afilar de nuevo su antes temtblc pluma; fue
como un ho~bre que en un combate de ahora blandiera una vieja
partesana_ o-xidada. Hay finales de vidas humanas, ~e vidas intensas.
que supieron de los halagos del poder y de ~a glona, ~~tya co~t~m
placin produce en el alma un ~stado parecido al de ~atharsts o
purificacin de pasiones secundanas que serenaba los mmos de los
espectadores en el desenlace de la tragedia antigua. As, la vida de
Julio Herrera y Ob~s c~ando de~linaba hacia la sombra. morta~ en
niedio de un vasto stlenc10 pensativo. Aquel hombre, de fma cahdad
intelectual y social, babia entrado ya en esa zona de penumbra en
la que se sumergen al da siguiente de su muerte -una muerte que
puede anticiparse a la desaparicin fsica- los qu.e han. sido po~e
rosos; r~surgir ms tarde a la luz esclarecedora e mmvtl de la_ htstoria. Pronuncie ella la sentencia_ sobre el poltico y sobre la poca de
q1.1e fue una de las personalidades representativas. Entretanto, pienso
que el homenaje de los suyos no es excesivo, dada la jerarqua espiritual del prcer. Si quisiera descender a la crtica personal pensara
en otras calles de cuyos nombres no quiero acordarme. Censuro en este
caso el poco tino en la eleccin del sitio.
Errores nacidos de incomprensin, errores que dimanaban de estrechez de perspectiva, fueron poco a poco rompiendo la armona de]
plan de Lamas. Obedeca esta nomenclatura a una concepcin hist~
rica y nacional. Las rectificaciones posteriores, como muchas denom1~
naciones incluidas en la parte novsima de la ciudad, derivan de criterios ahistricos y cosmopolitas. Ahistricos, propios de espritus limitados a la visin del presente. Cosmopolitas, en el mal sentido de la
palabra, que tiene otros excelentes; cosmopolitas por la ligereza con
que acceden al sacrificio de lo propio, aun sin que lo justifique razn
alguna superior, por indiferencia o ignorancia. Lo actual, qu; tal vez
ser pasajero, no tiene sistemticamente derecho a desaloJar a lo
antiguo, que acaso, por _permanente, seguir siendo actual, cuando lo
que constituye la novedad palpitante de hoy se haya esfumado en el
tiempo. Los que viven slo en la hora presente fueron con lento trabajo de zapa minando la armona integral del plan. Desfiguraron asi
algo de la fisonoma histrica de Montevideo con modificaciones
determinadas por el azar de iniciativas desordenadas.
La restauracin de ese plan devolver a nuestra nomenclatura
cntriCa algunos nombres muy tpicos, evocadores y sugestivos. Aceptar.ia _yo, si no fuese acicate para nuevos retoques, que se adoptase un
nombre que encajara con precisin en el conjunto. La calle "Cmaras" fue llamada asi en honor de la Asamblea Legislativa del
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'J,
Estado, que ha tenido su sede durante casi un siglo de vida _con_stitli_cional en el edificio del Cabildo colonial en ella situado. Muy pl-onto
se inaugurar el nuevo y suntuossimo Palacio Legislativo .. "Calle del
Cabildo" sera el nombre adecuado para la calle Cmaras, donde se
ostenta el viejo edificio de grises sillares, simple y austera silueta, una
de las joyas tradicionales del pas. Calle del Cabildo en recuerdo de
la Junta de 1808, episodio capital de nuestra evolucin histrica.
No faltarn sitios dignos para los nombres que ser preciso remover al reintegrar la nomenclatura urbana: nuevas calles, avenidas y
paseos. Habr tambin sitios adecuados que recuerden episodios y
nombreS; omitidos por Lamas, particularmente los civiles de la revolucin, y para aquellos otros posteriores que merezcan tal honra.
Ningn homenaje nacional o internacional ser derogado ni disminuido.
Patrocinada por concejales de los dos partidos tradicionales
triunfar la idea de restauracin de la nomenclatura. Es seguro qu;
han de correr muchos aos antes de que el cambio de perspectiva
histrica, imponga rectificaciones de importancia en el panorama ideal
que el1a evoca.
1924.
"Letras urugrwyas"~ pgs. 285295.
19 - lDemocracia y Dictadura]
Mucha agua ha corrido bajo los puentes despus de aquella noche de Abril de 1933, En 1935,_ fui de nuevo al destierro. Pero antes,
en los calabozos de investigaciones, lbregos y estrechos como nichos
sep~lcrales, supe, si otros elementos de juicio no poseyera, cuanto
P,abm avanzado la obra del rgimen. El redu~to de los derechos y
lib~rtades individuales fue allanado violentamente, fue arrasado. Ni
hogar donde no entraran los sicarios; ni correspondencia que no
~~y~ran y revisaran; ni palabra ntima que no trataran de captar;
11:1 JUeces, muchas veces, para asegurar a los presos la tutela de la
~ey; ni libertad de imprenta o de reunin, sino a ratos y precarios;
ni integridad fisica,_ siquiera, para algunos de los que el rgimen
,sepult, por das interminables, en sus mazmorras. El pas regres
bruscamente hacia etapas del pasado que parecan superadas para
siempre. El co.rtejo de los gobiernos de fuerza es siempre el mismo.
La democracia es, por excelencia, un rgimen de dignidad Jum(!.n.a. El valor humano se cotiza ms alto que ninguno. El ciuda~
qano es la creacin magistral de la civilizacin de occidente; nu-_
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:de
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tras lln~ espesa :verj_a , 1 ~corno :flores de primav~ra V9lvi(lron -fl,. brotar
el' serv.ilismq, la; d(;':lacin._ y la cortesal!--a. De no s cvales rincones
sa1i~r_on: -a relucir, en -las -columnas de cierta prensa los- floripondios
de Ja_-literatura palaciega de. hace medio siglo, expandindo_se con
trpic<il Jozana. En. ella se pudierpn ver, retratados,. Jos _Qjos del
feche-,supremo, para que. el pueblo leyera la _tierna cxpre.si_n de
sus miradas; y las -manos todopode"osas. Pero .. sto es lo ms :-absurdo
y lo rp~nos peligroso. Hay otros peligros ms insinuante.$.
El ,veneno ms sutil se llama "apoliticismo". El--apoltico es un
hombre .al que no interesan los derechos ni .las libertades ajenas.- Los
SUyos, tampo~o, sino en la medida en que_ repercuten_-.dir'ectarnente
sobre sus intereses materiales. A los que se desintre_sa,biJ.;n. _de_ lm. nego-cios pblicos los gri_egos los llamaban "idiotas". Hp.y;, quie.n.es d"e: esta,
despreoCupacin hacen un timbre de excelencia. Entr:c-- soh:n~.$alto YsObresalto) la _dictadura c;onsegua abrir perodos- de tnuJ,quili_dad :ns
o menos duraderos .. Entonces soltaba pregones ,par,a. ~nunci_a.i. 41. ~9do~
los vientos que el pas haba ingresado en la norma,1idad.- 8('1-nejaba
ese. orden, a_ .la travesa por .zonas asfixiantes de calma cyica, .El pas
pareca amodorrado, en una pesada siesta .. S.e respi:r;aba- un ambiente.
UniverSal de ,conformismo .. Slo en voz baja cunda la- pr.otesta, cobarde. _,dijrase .que a( fin, el gobierno absoluto. haba ~;onsumado -el
ltimo .atentado.,- tal como Maran lo temi en -_la -Espaa_, de_ Prim
de R.iv~ra~ habia- perpetradO- -la mUerte. del espritU ciudadano: de -la$
ge~tes; .. Y.:.elapoltico .Se ah:aba a la categora de persbn<!-je _:reinante,
No suplicaba adhesiones para el gobierno; aconsejaba. tan s.lo m~su_ra
y reflexin. No comprometerse, era su consigna. Si la protesta universita:ria n9 se acallaba, como saba que la universidad no to_lerara
le :_ai::onSejase_-apyar 'l- rgimen, se limitaba a-<-predicr~e iio interVepii' en. poltica; sll_'misiil'es tcn_ic, cultural. Sin perjUidio de trabfljar a' la soidina por la int-ervencin. Intil pregUntad e -qu- cultura
poda ser esa, indifei'cnte: a lOs destinos soiales.- Os tespohderf<i" que
l'a poltica es-- sucia, cenagoSa. No hay que manchar de barro la tOga.
Aspiraba a a' "p<:ificacin. espiritual'_1 dd pas. ~aZ S~ii" jus'ticia;
bh1Cn sl ba,sado- en,.la coaccin: los _ms bajos niVeles de -la depre-
siti nl.or<il a que puCde llegar una socedad. Extincin :de't6d6 f~r
Vor; trlierte de tod.i Haina:. La virulenta _propa:gailda de~ag9gic3. que
pr_ec;eq.i __ el golpe dee~tado prcpa! e_l. _terreno. Nir~n P:r~st_igib q~ed
~p'te_r'amellte ilesp bajo ls-)Uegos Cruzados de J<:J. -~alumllia. ,~os _ultra
'ConSer'va'dores -del Comit de Vigilanci -~~pnniica tjbr~erori' de
denuestos a los polticos y a la actividad 'pOltica. corrTen~S extre.:
mist{ls de izquierda_ coincidieron en el desprecio- a la ''democracia individuali~l" y a las ''libertarle~ buri~csas" ~ ' Creyeron que n -vala
I pena defenderlas; que era mejor tctica la de entregarlas desman.:
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-del. esfuerzo intelectual del mundo sub-desarroUado en- nuestra centuria, buscando fundar en los
propios hontanares de cada pueblo las formas espirituales acordes a la recupera-cin integral de
cada comunidad. El texto, sin imputar nada a
.factores o fuerzas econmicas o politicas concretas
expresa el profundo malestar de la intelectualidad
hispanoamericana ms libre por la mediatizacin
intelectual y el correlato imperialista ~mediato o
inmediato- que :lo acompaa. Pero tambin parece demasiado elusivo hablar de lo europeo cuando
se est diagnosticando una situacin que es el resultado, o por lo menos la herencia, de un "status"
no cultural sino primordialmente econmico y poltico, organizado y beneficiado por Francia o Inglaterra en el siglo pasado y por los Estados Unidos en el actual.
Excepcin, si bien no nica, a la corriente
"arie:ista" de nuestros escritores del 900, Zurn
Felde no cree que los Estados Unidos sean un
peligro para nuestra "personalidad cultural' por
el simple hecho de que no la tenernos y porque para
tenerla tendra Amrica Latina que emanciparse
de Europa y vencer los dos -enemigos: el nacionalismo y la Hispanidad.
Cabe preguntarse en qu empreo supone Zum
FeJ:de que planea- la cultura para aceptar como
pensable que una potencia (los Estados Unidos
en este caso) pueden mediatizar y deformar todos
los elementos de una colectividad y no tocar su
personalidad cultural". Tambin si cree que esta
(siempre hipottica) "personalidad cultural" tiene
que estar compuesta por ingredientes absolutamente incomunicables para que no valga 1a pena
evitar su corrupcin. Entendiendo al nacionalismo
en un sentido puramente localista y defensivo
-afirma que darle amplitud continental sera disolverlo en oratoria~ no previ la tendencia a la
"supernacionalizacin del naciona:isrno" que es hoy
el hecho universal y prornisorio de las reas coloniales pero que ya estaba lcidamente postulado
por americanos del tipo de Rod y Vasconcelos.
A la Hispanidad, "El Problema de la cultura- ame
rican a", escrito en 1942, le di un peso despropor'cionado a su real importancia: nunca pas en casi
todas partes de nuclear pequeos grupos con poca
significacin poltica e inte~ectual. "Nosotros y los
norteamericanos" trata un tema -clsico de la ensa-
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incubacin- _colonial', que predominan tanto ms, cuanto menos las influencias inmigratorias ,han modificado las disposiciones tradicionales,
siendo de. ello testimonio fehaciente la diferencia que se acusa entre la
trrida Venezuela, recostada al Caribe, y la Argentina, de embocadura platense. En dialctica oposicin 1 el doctrinarismo constitucional
el civilismo urbano, el liberalismo de la ''lite" docta, corresponden
a-la influencia directa -de la cultura francesa, no slo por lo que sta
." tiene de propio, sino tambin por su funcin de trasmisora universal.
Roto- el vnculo tutelar de la Colonia, Espaa, dej de obrar
' _
sobre riosotros desde fuera, quedndonos slo los elementos imperiosos que de ella ya tenamos en la sangre. Y fue, desde entonces, la
cultura francesa, la influencia permanente que obr desde fuera sobre
nuest~a vida autnoma. Despus de la explosin emancipadora, independientes ya nuestros paises, esa influencia no dej de actuar sobre
el desenvolvimiento cultural, ni un solo instante. El pensamiento
francs y la literatura francesa, han moldeado la conciencia de nuestras
"lites"- directivas a travs de la evolucin poltica e intelectual del
siglo XIX.
Demasiado abstracto y oscuro el pensamiento alemn -fuente
ori?inaria ~e casi toda_ la filosofa occidental moderna- para las mentahda~es hispanoamericanas, no disciplinadas en el estudio filosfico;
dem~smdo seco y fro el positivismo ingls, para el temperamento
apasiOnado e imaginativo de nuestra raza slo el idealismo racionalista de los fran~eses,- desde Rousseau hasta- Benjamn Constant, y
desde Edgard Qmn~t hasta Renn, domin la intelectualidad hispanpamericana, conformandola a la manera francesa,
"Es.ttica del Novecientos" pgs. 180--186.
21 - Poltica y Literatura
. Pero es, sobre todo, el pensamiento politico franc.:s, lo que influye
e mflama la cultura de nuestros pueblos. Pueblo eminentemente politico y literario -pues la filosofa francesa est en general orient~da
hacia la poltica-, ha hecho de la elOcuencia su forma d~ expresin
tpica, .as en la politica como en las letras. El idealismo poltico tiende
a manifestarse, necesariamente, en la forma de la elocuencia, cuyo
objeto es. exaltar los sentimientos populares. Los grandes principios
ideales en que se apoya, expresados en las sacramentales palabras:
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Libertad Derecho, Igualdad, Justicia, requieren la exaltacin delv:erbo tribunicio y el nfasis retrico del "gran estilo". As, la grandilocuencia retrica domina en la literatura politica de nuestra Amrica desde los dias de la emancipacin hasta el presente. Los parlame~tos de estos pases hap. sid~ un trasunto de la elocuencia parlamentaria francesa. La palabra VIbrante y empavesada de Gambeta_ ha
hallado un eco en cada una -de las asambleas latinoamericanas. Nuestros tribunos polticos -y aqu no se conceba, hasta hace poco, que
un buell politito no fuera un gran tribuno, tanto ms capa~ en s':l~
gobierno -cuanto ms elocuen~e en sus di~cursos- se han e~forz~~o
siempre- por aprestar su estilo y su actitud al modelo tnbumc10
francs.
- Correlativamente al influjo de esta filosofia politica; la literatura
francesa ha ejercido asimismo un absoluto imperio durante todo el
siglo XIX, sobre la cultura de estos paises.
.
,_. Cierto es que la literatura franCesa ha sido, .durante. el_ pasado
siglo la ms mltiple y brillante, entre todas, ~ab~endo eJerc1d.o una
hegemona casi mundial. Los tres grandes movimie?tos ht.eranos ~e
su -siglo: el Romanticismo, el Realismo y el Modermsmo, s1 no tuvieron acaso su origen en Francia misma, pues, respecto, por lo menos,
al :Roman~icismo, sbese ya vulgarmente que su,- origen es alemntJ.Ivieron en Francia la gran nodriza y tutora, habindoles dado. ella su
e~plendor y su uniVersalidad.
.
- No es un hecho singular que Hispanoamrica -mundo adoles-c,ente- dominada por la influencia literaria de Francia, siguindola
D. su evolucin fuera como un satlite, puesto que en mayor o menor
sitieron' su influencia y siguieron sus movimientos,_ nacionalidades de tan fuerte carcter e ilustie tradicill como Italia y como
~spaa misma.
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.
.
Cierto tambin que esa evolucin literaria de Francia no_ e~ un
fenmenO esporitneamerite francs, .siDo que responde ~ ~u ve~ ~1
eStadO intelectual del mundo, determmado por otr(;l.s corrientes histoicas Yfilosficas, t3.les como el cientificismO y-el pesimismo -e fu~te
alemana ...:.......ya que el uno .. provien-e de la "izquierda hegeliana" Y el
otro se apoya en "El Mundo como Voluntad y como Representacin".;_ determinantes a su vez del naturalismo en la novela,- Y de~
decade~tismo en la lrica; pero, preciso es reconocer que ha-sido. -en
F-fancia --crisol de la intelectualidad europea, f~.l cual convergen. Y
en el cual se funden las corrientes diversas- donde esas tendenciaS
se han manifestado en escuelas literarias, definindose en formas
estticas.
Mas: esa -influencia francesa -que en la mayora: de las naciones
europeas' hubo de adaptarse al carcter y a la tradicin nacional, pre-
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advertimos, sea slo una licencia' lgica-::- :ha sido --mi fenneno de
pura extraversin: de la conciencia. Hemos vivido de lo, qe acontece
_(uera, vidamente distrados en el _espectculo del mundo. -El acon..
tecer Europeo -el de antes y el de ahora- nos ha preocupado absorM
bentemente. Hemos estado. pendientes de la vida transatlntica, como
si furamos todos colonos de estas tierras, cuya nostalgia se vuelv
constantemente a la patria de origen. Y en verdad,- sta es, si se examina a fondo, la posicin espiritual del sudamericano culto. Nuestra
patria espiritual est;% en Europa, no en Amrica. Tal el desarraigo
_paradoja! de nuestro Yo .
Mas, al fin de cuentas, es que no existe una razn para ello?
La realidad no se rige por razones de la razn, ya. lo sabemos. Su
-existencia misma es -SU razn de ser, todo lo' que existe est .implitamente explicado, aunque parezca absurdo, y aun cuando, no por
:ello estemos en que todo lo real es racional, ni viceversa. El. inmanentismo hegeliano ha encerrado a la conciencia occidental contem~pornea en el -crculo vicioso de su dialctica. Pero, adems, en
nuestro caso, una razn existe.
Si, nuestra patria espiritual est en Europa; no en Europa como
expresin geogrfica, sino histrica. La histot ia de Europa, de Gre~
cia a nuestros das, es la historia del espritu humano, que ha venido
Viajando desde su antigedad hasta 'nOsotros, los americanos, los ltimamente nacidos a la historia. La historia de Europa es la de 13.
cultura- occidental~ y por-- tanto; -la riuestra hasta hoy, de nuestra
genealogia.
Pero, si all est la historia de nuestra genealoga, aqui, en Amrica, est la historia de nuestro devenir, la de nuestra progenitura.
Y por tanto, el punto de mira nuestro est en Amrica. Tenemos que
mirar con ojos americanos a Europa -y no a Amrica con ojos
europeos- y valorizar.' SU- historia en funcin de nuestro porvenir.
Esta es la etapa de nuestra conciencia y de n_uestra entidad que ahora
comienza.
Quin niega la universalidad del proceso histrico de la cultura
humana, y el valor universal de la entidad '"hombre" a travs de la
diversidad de sus pocas y de_ sus mdos? Puede el espritu humano
renUnciar a la universalidad de su historia, para restringirse en nacionalismos ni actualidades? Torpeza seria suponerlo. La historia uniVersal es nuestra historia humana; pero el; hombre -americano ha de
.encarar esa universalidad ~e su .histpria, en _el tjern.po. y en el espacio,
::eon -el criterio y la. meQida de su- propio devenir histrico. Amtica es,
.:rara nosotros, _el mirador. d.e -nue.stra perspectiva, el meridiano de
l}~estras y<J,loracion:es, el centro de con,vergencia de tpdos los caminos
.de ~ Historia.
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mente popJa- ,A_ptica- del' Norte,-en- todo cuanto resp.ecta.fl los 6nler
ne~ _de la _vid:t_ prctica} aunque en, modo ~asi puramente. postizo, es
decir~ q\le se-4an tomado_las--formas- ya- dadas, los. re~p_ltados, pero no
_se han_ ashnilado las_ virtudes- _creadoras de esas. formas, las disciplinas
que_. producen esos, resultados. P.or lo c;_tial volvemos a lo mismo: a que
esa yaflquizacin exteJ;"na, no -es un producto de nuestfa propia capacidad de hacer, imprhniendo a las formas la expresin de la personalidad. _X el gnero de influel}cia saludable a que nos referamos, n
(:onsiste en es trasplante y esa imitacin, que slo nos extranjeriza ms
~n ri Jas apariencias, sin agregar ninguna c3.Iidad -activa_ a nUestra
Vida intrnseca; consiste Por lo contrario, en aquella disciplina de eduCacin que nos permita adquirir las facUltades de orden prctico de
que car-ecemos, capa.citndf:!DOS para elaborar, in~ependientemente,
nuestro propio progreso positivo.
-En cambio, es evidente que los ya_nquis no han tomado _hasta hoy
~p._(lujo alguno de nosotro:s. Son demasiado _qrgtillosos de si p-1ismos,
'!f estn demasiado en lo myo, par-a creer que podamos d,arles algq
p1s qu~ nuestro~ productos-. extractivos; _su_ podero econmico y sq.
prgreso t._c_nico les impiden--Ver- en .nosotros, todava. tan_ atrasados
,en ese plano,_ otra cosa qlle mercados;_ par:a sus _productos ___ y _cal!lpo
propicio par~ Sl,IS ~m presas. En el mejor _de _los_ casos, no_s. ven ~o~~
pases integr_~ntes ele la unidad intefnaci9n~l panam~ricana,, en la
,ctial los Estados _ _Dnidos,_ por_ la .gravitacin _-inevitable-- d,e -su _pote:n,cialidad, ejrce~ la -hegern.o_nia.
Forzoso. es .empero, reconocer, que el gnero de. cu'alidades qu'los americanos_ d_el Norte tendran _que adquirir .de -los del Sur, es
de mucha ms difcil asimilacin que las contrarias~ las que_ nosotrOs
lOs del Sur, tenemos.. que tomar de los deL Norte; porque su ndole
es- mucho ms sutil; ms de la intuici6n, -ms del espritu, -tendd:a
:que operar en planO ms pifundo de. la- conCiencia {-y an '_de- la
sllbconciencia ); y -pcir -tanto; .requetiria'- -el faCtor dramtiCO de alguna
crisis de su. vida, q-ue -suscitara- en ellos-la ansiedad de esa otra- cosa
nuestra~ aS 'como' "nosotros sentimos d.I-amticamente la necesidad
_de lo _suyo.
En definitiva, _c-remos' que esa Cualidad qe lo espiritual, esa
'sensibilid&d esttica:, __ ese pathos nuestro, no podra ser 'adquirido
~comO _riOSotros pOdemos, s, ildqirir lo prctico, _por. esfuerzo y
disciplina de.voluntad...;_ pues no pertenece al reino de la pedagoga.
~ lo sumo :p_odra_ Sr __despertada, estimulada; nuestr_as influencias, u
:C?tr~s _-influencias, las uropeas mismas, latinas, por eje~plo, podran
f)~_rr.' Como- fermentos; sobre su propia personalidad, pue~--_tal~s esen;"c_ias. tien~p. _qu~ _-_~star ya- en_ la -.naturaleza de _l~s -_ipd_iv~~uos _y de ~os
pueblos; pues si no estn, si fueran slo efecto superficial d-e suge3tin, careceran de todo valor y toda autenticidad.
~.
Por ahora, es muy claro que ellos no sienten la necesidad de
otra cosa, tal como la nuestra, y que su inters intelectual por la
Amrica Latina no trasciende el plano prctico de una illtensificacin
de la poltica panamericanista.
Ellos, para nosotros, maestros de energa; nosotros, para ellos,
maestros de sensibilidad; cmo nos completaramos, aunque no
llegramos a completarnos nunca! Porque los contrarios no se funden, pero se buscan siempre 1 se influencia'n recprocamente, y en
algo se equilibran. Siempre la cualidad intrnseca que les define
predomi11~r en la cultura ele cada tipo~ El _Norte ser siempre ms
pragmtico _ y_ ~s potente que _nosotros; nosotros_ seremos siempre
Ins imaginativos y ms- intelectuales que ellos, Y de que sea as
~.legrmonos, _sin vanidad; )orque si aquello. del Norie. es muy nece$ario. -y debemos esforzaroos en adquirrlo, ,has~a cierto punto- esto,
nuestro,- nos es ms caro an, y no renunciariamos a ello ni por
todo el--podero fde Manhattab;
r: _ Y qe --ello :pueda llega-r a ocurrir, depeilde- tambin, en cierto
n:odo- ~ c;le nQSotros, de nuestra actitud. Porque si ~os quedamos en
po_sici6n d- humildes aprendices de- lo suyo,. y noS -speditamos a sus
:ilortrias y a sus- formas, en todo, remin'Ciando al valor y a la soberana . de' aquello _que es ~u estro_ -como .. si ellos pudieran ser nuestros modelos en todo,- y no, nicamente en lo suyo, como es lo cierto
--,-nos desvalorizaramos _._en_ lo qlle somos, y en vez de despertar su
respeto y -su-- inters por -lO nuestro, nutriramos Su orgullosa egola~
tria de poterita:dos. Y -as hariamo~ un doble mal, a ellos y a nosotros.
Lo cj:t~a1_' es;_ pues, que- llos rcot]-Ozcamos y prtivechemos mutuamente- __ cqnO .inaestros, en lo que verdaderamente somos, sin renuncia
P,e nuestiaS_ _propias cualidades-- y- manteniendo la dignidad de nuestras difer~~-cias.
"El problema de la cultura: americaoo", pgs. 114-IU.
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bablemente (como ya se anotaba) con el pragmatismo norteamericano, y sobre todo C(!n James y can
Dewey, con quien, tiene ms contactos. Tambin
-completara su perfil intelectual, una plena y en
ocasiones, entusiasta, aCeptacin .de su tiempo y
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26 - lRevolucin y Organizacin]
El pensamiento humano, para existir, requiere algo que deba
eliminar. Y es lo ms cmico que la majestad del pensamiento slo
tenga valoi para la lucha. Tomad un dilogo de Platn: Scrates
debe terier siempre un contradictor o una idea contradictoria para
efcct';lar el duelo que es todo dilogo platnico. Sin Eutfrn, sin
Gorgms, sin Alcibades, el pensamiento platnico no tendra razn
de ser, y aun mismo cuando expOne puntos de vista sin dilogos,
hay siempre algo que debe corregirse, ampliarse o eliminarse." Eso
es, por lo dems, el smbolo de toda actitud humana, espiritual o
de otra ndole. Dos hombres, espalda contra espalda, se apoyan mutuamente, pero para sostenerse deben hacer el esfuerzo como si uno
quisiera eliminar al otro; suprimid a uno de ellos y el compaero
ste viene abajo.
Por eso existe lo contradictorio aparente en todo perodo histrico
de cualquier naturaleza que sea, y, por e~o tambin, la renovacin
social es una accin contra algo.
Fuera del movimiento aparente que es una transformacin brusca, las revoluciones sociales son la continuacin de una poca anterior, y se Vinculan tambin al pasado.
Tanto en la revolucin soeial como en las formaciones sociales
qJ.Ie la precedieron, predominan las mismas' caractersticas.
No es una cUestin de lucha de clases que tengan diferenCias
qu~ defender: de ull lado los nobles y- del o~ro los plebeyos, por aqui
los burgueses, y por all los proletarios. El noble tuvo en sus siervos
tambin sus defensores y el siervo pudo tener nobles que creyeran
en su justicia. Es un doble sentido de la vida que se va determinando
por energas contradictorias.
La vida social se transforma por ese juego de actividades opuestf!.S: los revolucionarios que tienden a transformar lo existente, a
romper la organizacin, a destruir las instituciones del pasado, porque_- ven. en ellas las fuentes de las desigualdades o de las injusticias;
y los conservadores que defienden la organizacin y las instituciones
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Va pesaD.aot sO"bte 1as- c'ncinGias sin: q:ue te~pohda a ellas. -El detedo
es;:s:- I st~ f.lb.L.'es_ obtene~:-l-crea:lizacin de .n- :principi de jstida:~
pero si ese derecho se convierte en una frmula tirana,-- ctiya- apli<.:
c-aCi6n_:- e inter-pretacin se 'hace_._' con prescindencia de._ la-_ justicia, el
derecho- ha .. perdido ya su nica funcin y pertenece Slo al domipi
de una.:tcnita apartada de la vida social.
'';Se Olvida a menudo- la distincin fundamental entre la_ posiciri
fidal,: diremos,-- del hombre y s estado de espru -dentro de una
organizacin. Este homQre hace muchas veces la defensa de esas ins-:.
tituciones, ... ya como.:una :hipcrita defensa de s :mismo, .o' como un
m'edio. :de:: alcallzaf__ ventajas y as, siendo en espritu enemigo de su
tica, defiende .y ensalza la . religii_l, b demo'cfacia, la' justicia:. -exte~
rioriz.adas pOr_ .-las instituciones existentes. Las instituciones sociales no
tienen, -pues, valoren-.s-.mismas sino simplemente un valor simblico~
Debaj_o de esC:.Smbolo est la realidad social con todas sus miserias:
la justicia 'cubriendo desigualdades, el desinters polti~o para ocul..
tar apetitos, .el huinanismo presentado como arriar _puro de la . 'in te~
ligeilci :y ~Qstenido por los que no son capaces.de -pensar libremente.
~ :_,': Es i1afo q'ue _-ese valor sirlblico, di-ams, tiene laS 'mismas ca..hiderstiCa:s <iUe lo que_ \iieriede fuera hacia adetm del individuo;
ef:l~ci' __- q'Ue ste_ p-odr, utilizar pero solamente adaptndose a ello,
Y:- ~(lefO'tpndo-_- _sU -inQiVidualidad en ese ajuste, c'omp :: ocUrre ~On
t~da:.JnfhH~ncia --de "lO SociaL Es comO el' lenguaje- qti:; llOs cil;>liga>~
coinod-r_ riUstfo$ -estados de_ conciencia, absolutamente personales Y
;icOs, -a -~fi!Oldes y he~hospar' que los demS DOs comprendan, <)
Cm():Ja ..:16gica que haCe -de nUestra 'conciellciil. ,con movimientO
continuado como torrente, al decir de William J aines~ un esquero~
qUe:--$irve.-'para despertar conviCciones ex'ternas. Por eso mismo, el
pi"estigio-y el -valor de las instituciones sociales~dependen de 'la roen;.
talidad del Inedio donde se van nianteniendo. Tiene -que -existir .Una
nnisa que Crea en ellas, que confe en -ellas o que suponga que -ellas
tienen valor y .fuerza para mantenerSe. Es' que, en el fondo, an
du9-and de. su jUsticia, todos tiemblan por su desa-paricin, pelo
cu~ndo caen se produce una sensacin de alivio, pues, en realidad,
no'_: se ha j:liod\lcido .ninguna catstrofe.
1.:
. Cada vez--. que una institudn social se transforma, existe por
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..efi~trrttinos'deSantayana,- cabria calificar de 14brbanebrb_ara:- esto es;- carente de-objetividad, ma. .-} dJireZ, compasin, universalidad, poder de trascender-;. densa, .haf;ta la asfixia,- (le terrenalidad, furia,
:- paSin" y _finitud. _.Las indirectas a. N eruda, figura
.-nixima- .del tipo _literario.-- que Oribe enfrenta, son
:bastante, visib-es, .aunque no lleguen a la virulen_-cia: de_-ptros contradlctores-_<;lel chileno. Y en Ideal
. de---poema, (~ecin. _se deca) se plantea el intimo
prospec:to .del poeta; _su aspiracin a un canto pe. nEl:tr:ado de inteligencla, su adhesin a un tipo de
po_ema: extenso, rico de- smbol,os,_ complejo y estruc- jl,l_rado que-- Oribe _admira ancQ.amente desde la
'~Comrtu~dia'' y- "Las_ Soledades", hasta "La Jeune
-Parque" de. _Valr,y, los- "Quartets'' de T. S. Eliot
la "An~~;se" de: Sa~nt- Jphn _Perse.
A propsito de varios _de lo~_ textos elegidos,
GPPViene_ -recordar que Oribe ha---marcado no hace
muchp. _(~n "El Pas" del_ 30 P.e. _octubre de 1962)
su desinters :por_. los temas sociales y, ya, y a propsito . de_ ','T:eora del Nous", en la "Accin" de
-Qujjano, -en_, 1935, Celia Mieres y Ofelia Machado
- "l3on.et -pqlernizarpl,l sob:re, _-el sentido: y alcance de
s_e_ d.espego _que, .explana;lo el proc;esO centra'! de su
p~nsamiento, es fcjl ,_de' ratificar. -Pero aclrese
tQ(lavia q:qe, encomiada- la "totaltru;ia positividad"
del- m1J,pP,Q _ gl:!.-- las ideas,. el serv:r a lo real, el vivir,
~imp1eme:nte,' asume- en _l 'un . .cariz dramtico y
e1 qeber :irr.emisi-ble de insertarse en lo histrico_so~ial, .-se :_unilateraliza hacia la visiQn de una nteligener~ ___ ,casi- _ipt~mp_oral, ese:qcialmente ''utpica"
:q!,Ie _se_.-:. "_i:rppone" despticar:p_ente- ::obre cada soci_eda,d. ;liyer::ificada y;- an (como :en el caso de
-la,- ~ltP. --cu~tur11 -,filosfica) se trasplanta casi por
-eritero. No :Slo :no .."nace", entQnces, de lo real
- -_(reclamo _,q_ue, e11: verd<i_d, pudiera 'ser desmedido y
- hasfil letaU ,sinO que ni siqujera -se "nutre" o se
"i'efi'aCta" er la pasta comn d- los hombres.
-Agrguese a esto., que, .riegado. el: proceso posible
de_ eiiarriacipri .del espritu," -el "europesmo" de su
enfo'qu_e-. se hace patente, por ms qUe haya en l,
como ya se_>ohs'erVaba, 'fantOS atisbos del colonialismo intel-ctU[tl; de ~as .~odi,cioneS __ de creacin y
co_nsumo, <fl~tural en- ~na .colectividad mediatizada.
ra'.
r - ,
. J.--:
218'
219
lte- para: g6zar-- -com carne, Y verse reproducida despus, sino que
-La . rricditacin -sobr_e el _tiempo teriniria siempre en una preparacin para- la supervivencia. Es imposible separar las. idea-s de
suCesin, ContinUidad y duracin, -de la idea -de sobrevivir de alguna
l:ri3.rieia. Ii:ttntese pensar un tiempo que Sea una cosa pura, aunqu~
Sribjtivada u objetiVada, segn se_ considere el elemento- emprico
o la necesidad racional. No se hallar nada que haga pensar en el
tjl;!_mpo n1ismo. Arinque se halle cOlmado de fenmenos o aunque se
circunscriba _a U:n irreversible pasado, ese tiempo no es un tiempo 1_
s}no una forina vaca que apaiece como l<J- niebla o la sombra de
loS inismos fenmenos; en cambio 'el -tiempo adquiere realidad y
plellitud cuando. le asignamos- una atribucin de supervivencia. M~s
<;laro an: de una sUpvivencia completa. Las futuras permanencias
Son las qe sostienen los aCeros, _Qesde el _aire, como ocurre con ciertoS puentes; los aceros de _nuestros das y del transcurrir de. nuescuerpo. La repugnancia de la razn para aceptar la 'idea -del
niquila111iento total, afirma su origen en el convencimiento qc
tenemos, por nuestra di~ria existencia, de las duraciones temporales:
tro
Z20
l.
Donde buscamos un tiempo, en la forma ms concreta y abso'luta, vemos que tambin- previvimos una supervivencia. No terigo
el deseo de mentar modos de sobrevivirse; ya sea en la luz religiosa
o en medio de la noche metafsica o en la carne del conocimiento
vulgar en todos los casos hay una supervivencia que convicn~ a la
idea del tiempo de que hablo. La supervivencia no es encarada
como un dato subjetivo. No. Aunque sea la supervivencia de todo
lo dems que no sea yo, en una_ eliminacin radical de la_ pcrso~alidad; aunque sea en un programa de_ coexistencias, siempi~ es
ilcanzable desentmar esa supervivencia del algo o de los algos~
de los _in'Stantes cuantitativamente considerados -que me ayudn. a
comprender, mucho ms "que lO raciona1 o intuitivo lo que es esO
que por :ffiedio del conceptO llamamos tiempo.
Por lo tanto, en las ~str~leS _comprobaciones de -lo primitiva~
JTIC~te sucesivo_ e irreversible,_ nos he_mos sen~ido ahogados. Por eso,
~~ando !emos en Fichte que el tiempo "es una serie infinita ~ompucsta
de partes-que se suceden", percibamos en esas partes un algo escon.,
4ir_dose_ .sqbre _ef tiempo. _vaci? _y __iw Un. tlemp~ autntico; en_ ca m~
t>io, mejor. nos paiecera lo siguiente "el tiempo es_ una sede infinita
compu~ta .c~.e partes que_ so~rCvivCn ms 3ll del momento len qUC
estamos,.o sea -del presente".
.
La.-i~~wrt_a,dadsrveme para que ~1 tiempo se me haga__iniegibl~;
es como la _caGera d.el algo que. se -:manifiesta- siell1pre h~id_izo y que
h~~os visto que de pronto se- aqui~ta; lleg. el momentO- d~_ que no~
<_t poder'rarnos -de ese algo. _
Seguramcrlte las meditaciones antiguas sobre- el tiempo aludie.,
ron a _-otras dimensiones; aqUellas que: de: las ciencias matemticas en
lo .objetivo,. hasta Ja: misma psicologa ei1 el polo opuesto _han servido.
de base para- una especulacin sobre .lo .temporal. . Ms l-ejos de a_mbos :destinos;. se acerca_ Uno _a la .idea de tiempo, cuando se .la reJa ..
ciona intuitivamente o ms all- Y- despus del discursQ con esa
particularidad 'de sobrevivirse; de no parecer en .absoluto, de nq
extinguirse, que acqmpaa a la . humanidad. Y bien, siendo esto un
hecho .inherente de la vida, a. la par. que un dato de.la ra-zn, no~
separable de la esencia_ misma _del.- hot!lbr-e, vemos que levnta inme-:
22t
28 - Udeal de Poema]
Los poemas con_stndOs, los pe"nos"S: oJiios- de la m'edida .y -r_i
clculo :proporcin --y ritmo, la: ingeniera_ ptica, constituYen (- .. , )
fentaCiones pod~ro-Sas _ en -si mismas. De a_M . que, desde'_ j_ven,. ine
a'trajern ~ucredo,- 'Manrique_ Leopardi, Vigny,- Go-ethe y, rris tarde;
Poe,- Mallarm, Valry; Thoinpscin y, ltimamerite, -Milosz,: Eliot --
Saipt John Perse. CoJ!fieso que la -dispersin formal- de lo poticO
me- ctiva 'fugazmente- y: rile--desagrada -al -fin: a~o la poesa en el
pOema Coffi-)lejo-:- que la -unidad integral- del poema:;. con 'el mi"s'teriO
y.1a emocin pi-esente ampliOs contprnos- definidos, oi:li.)atibl"es Cori
13 emoCin y la mU:sialida'd de los detalles- y prOcedimientos.- He elegido en CenculoS, para explkarnie, algunoS poemas bf-e"ves_ y 0-ttos extensos.- Reconozco: al mislno tiempo qec;lOs poemaS
breves son susceptibles del--logro_ exacto de una exp"re:Sin en: el
sentido de la profundidad y la armona, hasta la condensacin mS
cirCunscrita- y_ pelfecta de lo potico. Pero considero conveniente detelier"m:- despus -_en aqullOs qe se cumplen segn cierta's propot"ciohes _extensas;- -porque exigen, adems de los. dones poticos origi~
nales_ los esfuerzos de la construccin, de la simetra Y el desen1ace;
la organizacin de la angustia.
A .los poemas de belleza libre prefiero los_ poemas de belleza
adherente, 'en el sentido de la terniinologa de Kant. Es indudable
que el mejor argurilento en favor -del poema de es~e estilo eS ,el
poema .mismo. La dil;llensin del tiempo desaparece entonces ante
e~ :podero. de la realizacin cumplida.
- : _El poema liri-co filosfico, argumenta por si .mismo, como la
antorcha .sobre el. pUente del tiempo. Su fracaso y su olvido son ms
evjdentes e- ilevantables que en las Otras formas lricas.- SU -tr:iunfo
es.- el reSultado de sabidurias_ y azares, muchas veces imposibles de
222
de
29 - La Inteligencia y la Vida; el
Intelectual y la Sociedad
La "y" puesta entre_ inteligencia y vida, Indica una relaci;'
a ella,-- pues,. se dirigirn nuestras aclaraCiones. Sabido 'es que, si
consideramos a la intelig~nci;_ como el modo de actuar de las ope:raciones racionales con una base de principios- innatos, y a la vida
simplemente como el "conjunto de operaciones y_ funciones de nutricin, cre~imiento y destruccin", abrimos entre ambas un abismO
223
...
......................... .
225
226
30 - El idealismo .pragmtico de
Estados Unidos
Del conocimiento directo de varias universidades americanas,
buscando en ellas la organizacin de la enseanza humanista y, en
sta, en modo especial, lo que se vincula con la especulacin filosfica, notamos detalles_ que nos conducen a lo siguiente: la filosofa
de ese pais nuevo, insiste en mantenerse dentro de la lnea clsica
que va desde los griegos hasta Scrates, eri el sentido de qu~ est
destinada a influir directamente en la comunidad. Esta participacin
de .la enseanza filosfica en el orden de la ciudad, se busca afanosamente en los crculos que hemos conocido. Goza desde luego, de
alcurnia, disciplina, mtodos y amplitud. Todos los convencimientos
humanos se le vinculan; en especial lo que concierne a lo tico, lo
religioso, lo artstico, lo poltico y los problemas sociales.
Los programas. de las distintas universidades estn destinados a
imprimirle a la filosofa una intervencin decisiva en la conducta
del hombre en el cauce de la comunidad.
Esto es un concepto hondamente americano; pero tambin repite un modo de filosofar que fue distintivo de los griegOs. Las diferencias pueden ser rriuchas._ Por ejemplo, la intervencin del fil
slo americano es ms bien indirecta. Acta, como ocurri con Descartes, por medio de su obra, de su enseanza, de su ejemplo en la
universidad, pero no participa como elemento dirigente en la ~c
cin gubernativa ni en los cargos directivos de la militancia pblica
de loS partidos. Pero, en, e1 recinto mismo de la sabidura claustral,
y en la ciudad que se moldea en torno a las colmenas inmensas de
227
228
229
23
231
introducir aquel elemento potico de valor infinito, en la lrica moderna, sll qhe' sta se desviara de sus caractersticas esenciales.
Al Sur, le' hce falta la tortura de la Inteligencia, el fuego destructor-- y: generador, la armona de aquel relmpago incorruptible
que leVarite a los poetas al plano de Lucrecio, Dante, Goethe o Va.:
lry.- Se trata de que las ideas, las alegoras, el misterio de la inteligehci?t en sus contactos sacros con lo absoluto del existir y del conocer, penetren en la intimidad de la poesa sin que sta deje jams de ser lo que es.
"La Dinmica del Verbo", pgs. 92-93~
En la biblioteca hllansc al alcance de mi mano las obras de
contenido perenne, las esencias inmviles y vivas de la antigedad,
los manaderos humanistas. Me acerco a ellos: Pndaro Horacio, Virgilio, Dante, Racine, Fray Luis, Gngora. (Pero la Amrica es otra
cosa). Frente al jardn que da al mar levanto la mirada del azulVerde, y la dirijo hacia las revistas que me llegaron hoy. Vienen los
ltimos o de ayer, poemas, prosas, ensayos: Algo de Joyce, de Eluard.
de Valry, _de Saint John Perse, de George ... Tal vez algn desconocido. (Pero la Amrica es otra cosa).
Campo. En este otoo, cerca de un ro, las malezas y las sombras vivientes, los ltimos paisanos camperos, me hacen entrever
leguas y leguas de llanuras. Un canto me revive a Santos Vega, a
Martn Fierro, al gaucho, al indio, al llanero. . . Vidalitas, cantos
aztecas, msica de incas. Trpicos: lo inagotable de color y misterio.
La excepcionalidad de una convivencia de belleza y mitos, todo muy
pobre en ideas.
(Pero la Amrica es otra cosa)-.
Yo tengo la ms profunda fe en que una poesa emanada de lo
alto de las ideas, se instale definitivamente entre nosotros. Es imposible sustraerse a la influencia lenta, clara, tenaz, de la fluidez de la
lrica a base de formas concretas, de areas ideas estticas, de relie~
ves definidos. La barbarie hoy por hoy, es dominante; por otro lado,
la fragmentacin lujosa del lirismo europeo; ms all, el naturalis~
mo potico que no se desvincula del paisaje y la ancdota, las interJerenci<i.s de lo social que an no ha encontrado ala para sus expresiones artsticas, Pero no importa. La poesa de las claridades ltiinas, que es aqulla que a travs de las llamas del ser vislumbra la
perspicacia infinita de la inteligencia, dominar poco a poco en el
mbito de la Amrica Latina.
"La Dinmica del Verbo", pgs. 172-173.
~
1
'
233
-p~g.
245.
Bergson, en una carta publicada en 1928, a raz de la' distinyin que se le hizo al acordrsele el premio Nobel, dej entrever algo
que es discutible y hasta contradictorio con su doctrina, en. el sen~
tido de que olvida aquello de que el espritu "siempre desborda lo
corporal". En la referida carta seala el filsofo que el cuerpo de
la humanidad iba creciendo sin cesar, debido en gran parte al desarrollo de la ciencia aplicada y de la tcnica, mientras el alma en
ambio, pe~maneca infantil. No acompaaba con su Crecimiento
paralelo los progresos del cuerpo. Acptse o no, esa conclusin, con
todo el valor que le da la autoridad de quien la emite; pero si eso
lo dice desde Europa y en un siglo .de nunca vista especulacin sobre la fsica atmica -y la matemtica y la biologia, en dond, casi
todo es espr_itu, ms brutal debe ser el contraste en estos ambientes.
Entre .nosotros, s que es coristatable: la riqueza de la tcnica, de los
adelantos mecnicos, de todo lo que se denomina progreso material,
abruma y se impone totalmente ante una inferioridad espiritual melos que infantil, y este desequilibrio _nos matar. No podemos soportar la monstruosa desigualdad. Espiritualmente, apenas si poseemos
un anuncio de resplandores o una pelcula casi invisible, que , Ue..
vamos como .un gironcito de escarcha vaCilando sobre el ala gigante
de n avin. Materialmente y sin merecerlo, poseemos y manejamos todo lo que crean los hombres europeos; sin poseer la cultura
antigua y el espritu adulto de aqulios y sin percibir ni remotamente esta ausencia.
"Teora del Nous", pgs. 261-262.
Cuando se experimenta la desilusin de no asistir a un apogeo
de la inteligencia y a una actividad de las grandes ideas en la AmriCa del Sur, termina u_no por representars'e al continente co~o un
~onjunto de visceras constituyendo un cuerpo que terminar por
S_er gobeniado por una razn y una voluntad extranjeras." "La hist.oria cercana se _asegur de que estas ltimas se hagan p;:ttentes;
po_r ahora no sabemos bien quienes son ... Es seguro esto ltimo?
"La Dinmica del Verbo"~ pg. 111.
23*
235
Los rusos de hoy no sern 'tal vez muy libr'es, pero son, de todos
n1odos, libertadores. Hay hombres y pueblos que no son libres, perci
son libertadores. Rousseau no era libre, ni siqtiiera de _s mismO,
porque siempre apareci como un blico o un timido ante los dems. En cambio qu libertador! _Tambin hay hombres y pueblos
muy libres y que no son libertadores; muy al contrario, son esclaviZantes y despticos, como los guerreros, como Estados Unidos.
236
anulacin del individuo. El honbre no exist si no: es un valoZ. econmico social; el individuo ha muerto par. sobr.eVivir. una represen~
tacin valorativa X, que se suma a otras X, y perece en la sociedad
implacable. Piensen en la guerra europea, qu era un hombre? Por
su parte, el comunismo ruso que tericamente presupone la subordinacin del individuo a la masa, promete, al revs, una esperanza
.de nuevas individualidadeS, de nuevos seres renacientes, puros, libres,
en una sociedad resucitada!
"Teora del Nous", pgs. 218.219.
No hay partido sin amo; es lo repugnante de pertenecer a las
sectas. Estas presuponen la existencia de amos, no pueden concebirse
sin l. Los amos polticos son simples fenmenos afectivos personifi~
cados y objetivados. A veces, ni eso.
"Teora del Noui', pg. 29.
Creo que el individualismo creador es absolutamente necesario;
los contactos con las agrupaciones de intelectuales constituyen algo
epidrmico y circunstancial. La asistencia a cenculos, academias o
asociaciones, exige un imperioso llamado a la individualidad, que
se agroga com nube de tormenta en la obra realizada o a escribirse,
precisamente para definirla o diferenciarla del grupo y hasta para
imponer las ideas o solucionar los problemas 1colectivos. La fecun,dacin de la inteligencia se realiza siempre en silencio y a distancia.
"El Mito y el Logos", pgs. 110-111
237
1
blerlente -de' las instifuciories- o persOnas" que quiCrll tomarme cOmo
medio -para sus propsitoS o fines, ya sean estos groserOs, individua-_
les: --o polticos.- Me entra una repUgnancia esencial, de orden casi
metafsico,- q:Ue me :inhibe, me aconseja, me alumbra y me impide
cae:i.en-las redes_ que me tienden por ms hbiles o fuertes que sean,
"La __ Din1hica del Verbo", pg. 134;-
b)
La
EL PECADO DE POSEER
p~rsona
. . T~n~r a~or "a la prpiedad ~rivd~;. h~ ah el ms sutil y funesto signo. de bajeza del- espritu.
. . T~d~- io. q~e ~o~ci~r~e a. 1~ p;opi~d~d. e~ ~n~ u~n~e d; in~o~
ralidad; a su alrededor se acumulan los hechos ms repugnantes enmascarados por las buenas costumbres. El creerse dueo de un ,pedazo
del universo es una grave inmoralidad, consentida por los hombres
por pura conveniencia.
"E_l Mito y el. Logos", pg. 226~
Los latifundios no slo constituyen un mal en si mismo por la
miseria que acumulan a su alrededor, la tierra que inutilizan al sustraerla al cuidado _y al esfuerzo de los holnbres pobres y la ignorancia y el egoslno que desarrollan sus explotadores, sino que adems crean un estado social que alardea de poseer una mentalidad
particular y coercitiva, y se proyecta sqmbrameme en la VlUct ;,tn~i
cultural de las ciudades. Como el gigantesco monumento de las co-:"
lumnas hcrcleas apoybase en los dos labios del canal lmite del
mundo, as el monstruo latifundio sus estriles patas afirma sobre
la ciudad y el campo al mismo tiempo. En las ciudades, merced a
las riquezas sustradas de las bestias, se organiza la democracia burguesa tan singular de estas repblicas, Abogados, polticos y banqueros se . adiestran para defender los intereses del latifundio, y la
vaca vendtda en el ca.mpo viene a ser oro en el banco, fino perfume
o_ sedas en el carnerero, msica en la pera, sitial de diputado, bufete de renombre y hasta estilo arquitectnico. Las relaciones del
poderosO, y las familias y los intereses inmediatos. constituyen verdadefas castas, con lujos y refinamientos exagerados, y hasta hay
ciertos hogares con anglicas_ doncellas, que son como la flor de lis,
23.8
e)
239
~indicato,
Ez .Mit~_-y_--el i'<>rs.~~;,~~-~g~
26.
34 - [Nacionalidad y Cultural
Es preciso algo ms que grandes ideas para estabilizar en uni. ficacin fecunda a un continente tan vasto. Es preciso tal vez ms
-que accin y sacrificios. Es preciso que en el pueblo o en las natione_s se .constituyan creencias efectivas, slidas, arraigadas en la his'toria, en los instintos y en la tierra y estructuradas por medio de
geniales pensamientos o de accin gigante. Y ms an;_ esas creencias
deben conformarse, a travs de actitudes y de poderes sobrenatu~ales, en mitos. Y as tiene razn Sorel. Mitos violentos y agresivos,
:c:Omo )os que menciona Gilbe-rt Murray, que sostengan en s_us hoJ11hrOs los ir~eductibles ideales necesarios para la salvacin posible.
...- ......................... .
De ahi que se debe estudiar y solucionar el espectculo deprimente que trasunta el vivir de las masas ms necesitadas. Hay que
articular esos seres humanos con la naturaleza y hay que hacerloS
entrar en el engranaje ra<:ional del trabajo y de la cultura. Sin este
mnimo, no tendremos hombre, ni hombres, Es imposible seguir adehmte sin atender y corregir la vigencia objetiva de la miseria humana.
:: .:
....
.......
..
..
'
....
. ... . :
Demostrado est que, en los das de peligro y amenaza, es ditkil que e.n el orden de lo colectivo humano, en lo qu~ _pertenece a
la tierra y a las sobreestructuras espirituales y polticas,_ es muy difcil accionar y perdurar sin el vino a:r'diente de los mitos: actuantes,
poderosos, absurdos si se quiere', pero salvadores y fecundos,
11
La politica tambin puede ser ahistrica, tanto en la te.ora .co:rno en las realizaCiones. Es imposible- eludir las contradicciones fun.damentales de la fUerza y de la ley racional. Cosa difcil es construir la segunda, derivlldol<l: de conceptos metaempiricos y apoyados
en el despotismo de los fuertes, como derivar de la primera los principios que rigen la vida espiritual de los pueblos de acuerdo con la
tica y el d.erccho.
240
La complejidad del sentimiento. de patria, exige realidades temporales muy vivas en que afirmarse. No es comparable en el fenicio,
~n el beduino y en el griego, por ejemplo. Sin embargo, los pueblos
ptieden simplificarse y ser considerados ms o menos as. Lo productivo, lo errabundo y lo esencial, sq estructuran y coexisten en
241
'ffiuchits naciones de hoy. Un elemento heroico y religioso; de exp:sin hebrea en la antigedad, completara este esquema, quedando
_as . Gtiloial. Ah estn las realidades temporales que forman lo cr'll<').l'y viviente del sentimiento de patria. Fuera de eso, es una idea
marginal que acta sin definido contorno, en nuestras actividades
N3.da ms! Y cuanto ms marginal sea, ins pura. Apenas se la
coloca en un sitio focal, se deforma y sirve de pretexto para ambicwnes bastardas, e impuras. Se piensa en ella directamente para justificar un acto de barbarie, de inters, de injusticia. Por lo dems,
en las colectividades insignificantes, la patria es una mscara que
qcvl~a todos los sentimientos ms o menos rudimentarios y brbaros
d,e los_ hombres; si no es eso, es una abstraccin inaprensible a,ll~,
una. pseudo _idea, una mentira vital y mental, que no resiste al examCn
de la razn- crtica sincera.
"El Mito y el Logotl', pgs. 19.20
243
lfontl ;-del-.. hiinbre qUe asiste- eri s' a'- esa lcha se.leVanta un ncleo
_-f Vivo- de -f~erzas, u~n yo 'de extra:ordnaria :directa pre:..
se~Cia;' qtie \~-- define cono una realidad difere~te -de .todas las exis~
tnH~s, 'Y' es capaz 'al mismo tiempo de resistir todos los ataques. Esta
pregunta; aS desnuda y terrible yo me' la he formulado, Qu- es
ser.:SU.dtimericano? Es igual que ser- europeo, asitico, ingls, espa'ol? 1 Es menos? Es ms? Qu ellcuentro en mi' :cuando digo:
~oy:=sudamericano? Lo que encuentro en m es equivalente, en lo
'tico; niatetial. ~istrico, filosfico, cientfico, a lo que hall en s
e hebreo, el griego o el fenicio? Es indudable que debo confesar una
gran _:infcribr'idad, una espantosa inferioridad. No somos casi . nada:
tasi -hi lxistiinos. Es la gran verdad ('. ... )-_ Pues bien, dime t que me
_:les:: Qu es ser Sudamericano? Qu representaCiollcs fundamentaleS
.'efC:rn~-s .y humanas a la vez, responden en tu alma, -cuando te pre~
'g_!Jrita:s eSo? Jr3.me sinceridad, Notas, entonces, que en realidad
existes?- ;:Tu- existencia como tal, est subor:dina.d-a al -valor esencial
(Iue~'pt.esenta la comunidad a que perteneces. Deritro de la- :sabidura huffiana la cffiafca que. es tu cuna;-: muy-- poco sigriifica. Slo
vod.!~_._ser .. algo en los dominios del espritu. Fuera- de esa eminente
perspectiva, de esa evasin angustiosa, no significar absolutamente
pad:;l. i!P-p_ortant,e. _Muy grave asu11to _:~ste:, imagJna, _que nu_estro,. nuevo
fn#nR-o casi no. p~cde existir fsicain~te _por si_ riS:mo. No es . sufi~
,,;ientCq.epte fuerte ~amo para pers~stir p~r .s.~ :e.n _~ ~e( (Espinc:>sa) ..
P-~~~: --~11. un ~quilibrio p~l~tico de liadones;, ~er~ t1_o se' afirm~ en urr~
.l;lutentl~a razon de estabthdad y de_ fuerza- nppenal. Cualqmer gran
PPtd;~c.ia __ rto_s puede arrastrar o aniquilar ell .una- gu_erra .y nos arr~i~
,uaf~a.- cu.alquiyr combinacin de millonarios yanqUis el- dJa que. qu-~ier~. _a~ecia pUdo ser en s, Francia ~xiste en s. y nosotros? Nues~
~ra, _'d~bilidad material es indefendible, Per _restan otras maneras- de
~er. El .Sens~miento, el saber, el heroismo. de la razn, la sabidura
*le lai 'leyes,-- l eSplendor de las artes_... Esos vagos y concretos do~
ptiillp~ deber~n ser nuestras nicas realiQades. Pare-cera que estuyise ..
;i_nOs-._oQligados a ser el conglomerado ms criStiano y antirrealista de
la .ti'er~a. : _.
,.
"El Mito y el Logos", .pgs.- 21?S~
;a~di~te-
,e,
Los dualismos parecen inevif;ables, aun trascendiendo de lo filosfico puro, para referirse a lo histrico y social. Tenemos un dualismo aqu, que consiste en una ciudad que piensa y un campo que
no piensa. Algo que piensa en la ciudad; algunos que piensan. Lo
dems es extensin, posibilidad de algo; pero en fin, algo se afana
o se propone pensar de algn modo. Lo que no piensa es latifundio,
medio rural, riqueza primaria~ algo estpida. Por momento ms que
no pensar parece proponers-e no pensa~. Y no es que no. intente algo;
interit la' accin, el inters, el progreso menudo, la incorporacin
de _l~s tcnicas que originan lucros, explotaciones agraris. Podrase,
a veces, hasta ir hacia un dualismo que sera ste: una lite que
246
247
249
timo y sustancial "realismo" que implica profesarlos (muy cerca en esto de_ Benvenuto), se une en
Estable a un rotundo personalismo. En e-se personalismo se conjugan, as, la esperanza en un esfuerzo_ capaz de alzar al hombre sobre sus fatalidades, lmites y humillaciones pero, tambin, la
conviccin en lo necesario de una instancia final, en
la. bondad de que, esto cumplido, se opere en l una
apertura al amor, a la comunicacin fraterna, total,
con sus semejantes, con la naturaleza, con Dios.
Ni "allendismo11 ni "aquendismo" puros, entonces,
ni humanismo sin tcnica ni tcnica sin humanismo
sino una radical, definida defensa de los dos trminos de ambas (posibles) anttesis.
Sobre tales supuestos est fundada en Estable
su concepcin de la democracia y su creer en la
unidad del mundo y en la identidad de querencias de los_ hombres por encima de "ismos" y de
fronteras. En este sentido es lgico que se haya
identificado, casi desde su nacimiento en 1946,
con la causa de U.N.E.S.C.O.: todas sus ideas le
acercan a la filosofa cultural tcita que preside
a esta institucin internacional.
Tal sera, en grandes lneas, su ideario, la cosmovisin de quien Oribe ha afirmado que nada
de lo divino del hombre le es extrao, pero cuyo
meollo intelectual tal vez pudie-ra condensarse mejor en la frase propia de que el conocimiento es
menos que la ex.periencia y la experiencia menos
que la realidad y la realidad no es todo ...
Este sector no puramente tcnico de la obra
de Estable -cabe anotar- podra asumir la representacin de un tipo de pensamiento del pas
que accede a la: reflexin ensaystica y m:smo a
la filosofa, desde la Iinea de formacin mdica
y biolgica. Sin agotar los nombres, recurdense
las agudas pginas del Dr. Augusto Turenne, el
onduloso y bien escrito libro del Dr. Hctor Rossello
(1883-1957), 41 La Emocin como imperativo" (1925),
el planteo del Dr. Santn Carlos Rossi (1884-1936)
n 11 El criterio fisiolgico" (1919), los textos ms
recientes del Dr. Vdor Soriano, 11 EI mesianismo
biolgico del macho" (1953), del recordado educador Agustn Ferreiro, "La medicina, una noble
profesin" (1958), del Dr. Hctor H. Muios (1888),
.. Imaginaciones y realidades" (1960), del Dr. Washington Buo,
El teXto seleccionado en este libro confirma
250
251
-~ ~
. . :.-
.
Es la cultura lo mejor de la Humanidad, creada por sus mej_o~s ,individuos,, con raices, __Horescimientcf y frutescencia en la vida
de los pueblos. Creacin del _ hombre Y. creadora del hmpbre ... Se
Ciltiende en qu y cmo. Es el hombre en direCcin a lo eterno.
Dui-a como el tiempo, a pesar de las decadencias.
Cierto es que se ~ostiene, tras las lavas de las guerras, que la
'CUltura ha. fracasado; pero reparemos en_ que nluchisimo de la
buena v_entura que gozamos antes y despus de- la crisis, a ella se
l , debCmos, incluso 'el salir de las mismas crisis. La excepcin
ri deja ver la regla, por -ms que se repita que la confirma. Lo
que ms suele fallarle al hombre, despus de su quebranto moral,
.es :lo que se cree ms seguro: el sentido comn. Reparemos tambin
en que millones y millones de nios y de jvenes carecen de la
oportunidad para el desarrollo de sus nativos dones espirituales .
.Criando todos los bienes sean para tod_os en el mayor grado posible,
el planeta que nos toc en suerte estar verdaderamente iluminado.
Y . un pas no podr considerarse del todo culto slo por sus creado.~egunda
252:
253
254
el religioso. Es ilusoria la completa absordn del todo -.pbr :i> t>art<' '<
En la mayor diversidad de las tendencias prospera- la
ho~bre y de _los pueblos: Quienes creen en u~r Ser Supremo. po~rn
sent~rsc super~ores a qmenes no creen; y qmenes no creen podrn
.'>entlrse ~upenores a los que creen. Los primeros se corisiderai-h
poseedores de una sensibilidad, de una gracia, de un don, de uri-a
intuicin, de una revelacin de que careceran los segundos; y estos
eStimarn que su razn es ms fuerte, su mentalidad ms recia, su
crtica ms exigente, su espritu ms libre. . . Cuidmonos. de comparar el todo por un aspecto o de comparar lo incomparable y de
juzgar como superior o inferior lo diferente y nada ms!
Volviendo a Scrates, ense Arcecilas, 'eh la Academia de
Platn que nada debe afirmarse dogmticamente. Esta enseanza
nunca dejar de ser actual, porque siempre habr afirmaciones dog~
mticas aun en los ms antidogmticos. Hay que distinguir en ellas
Jo psicolgico (grados de conviccin) de lo lgico y real (grados
de verdad).
255
!
L.a tende'hcia al dogmatismo es inherente al espiritu humano -y
, tambin la tendencia al libre pensamiento. Las dos -coexisten y_- alterrrian en su, predominio. En el momento -en que s~ vive un_a pseudoevidencia, en nada se distingue de una verdadera _e~idencia. Luego ....
:luego. _es otra _psicologia y en las cuestiones .trascendentes -se.~arece
~de la _experiencia de las dos psicologas. Unos transpOndrn la cautela
d Jo no ti-ascendente a lo trascendente, sea .sin crtica, sea con 1:1
]Crtica de: que la experiencia: de lo intrascendente .de nada _vale para
,lo __ tr_as_cndente y la transposicin pecara de inadecu~da actitud
.'mental. ,
256
257
11
1
..........
en que fue expulsado a consecuencia de sus choques personales con la direccin del partido, en
el que lleg a ocupar, sin embargo, posiciones periodsticas y polticas relativamente altas. De este
perodo naci su nico Ubro cabal: u Psicoanlisis
profano del Dr. Emilio Frugoni" (Montevideo, 1940).
Es el libro ms embestidor que contra una figura
poltica uruguaya se haya dirigido pero tambin,
para el lector de hoy, resulta slo, y a fin de
cuentas, un recuento excesivamente largo de las
rencillas de un partido menor, llevado a extremos
de minucia que concluye por hacerlo fatigoso,
exasperante. Por esos aos, (ya el ttulo de ese
libro sealaba ese fervor), se interes profundamente en el psicoanlisis, emp-lendolo, no sin alguna ingenuidad, en sus mo(lestas tareas de cronista policial de "El Pars", en el que por varios
aos trabaj. A su muerte, permaneca -Y permanece an indito- un largo e:llsayo psicoanalticO sobre 41 EI Proceso" de Kafka.
Cabria decir que slo tras su expulsin del
socialismo fue que Cuadro se encontr a s mismo
y obedeci, desde entonces, a las lneas profundas
de su carcter de "outsider", de montonero intelectual. En 1942, plane la candidatura del Dr. Eugenio Lagarmi:Ia como medio de salir de la situacin creada por la ruptura de la legalidad de
marzo de 1933. Despus de este fracaso es que
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260
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de saberse
perte'neciendo
esa is:e~l~e,~ccti~~~n~
i~~~~f:~~C
sble)
de las
almas bien ahe"chaS.
Y
esto, de be marcarse que sera
en este "hombre de izquierda"
"reduc~
tivista", la pasin antivalorativa, achabacanadora,
que tantos han tendido a confundir con tal tem~
peramento poltico.
Pero, e'n suma, y tambin, wi hombre de segun~
da fila (en vida), emba!azoso para casi todos, gran
cosechador de desenganos y porrazos.
Algn .contradictor (qUe podr ser:o igualmente
a estas apreciaciones), ha sealado el carcter
"yosta'' de su prOpaganda, bastante comprensible,
por cierto, sj se piensa en una -personalidad gene~
ralmente incomprendida, y sola, perq, sintindose, al
mismo tiempo portadora de un manojo de ideas y
postulados en cuya salvadora operanCia crea. Cuadro
era un desgarrado y an un "desesperado", a la
espaola, con toda esa riqusima connotacin que
en nuestro idionia tiene la pala;bra, tra-duciendo
hondos veneros de temp: e personal y colectivo.
Pero un "desesperado" valga la paradoja, lleno
de fe y de esperanza, apasionado hasta el fre~
nes y tan perseguidor de espejismos 'que, lla~
mndose hombre potrt:co (y en verdad, hasta la
mdula, de cierto modo, lo era), no paraba en
imaginar Soluciones y en inventar movimientos
cuando nada ms que consigO mismo, especie de
Robinson, contaba. Tena alma de conspirador, se
ha dicho, y l mismo se trataba de ch:tlado. Pero
un ser quijotesco, eso es lo que exacta~ente era.
En todo lo q.e escribi, Cuadro es difuso, grrulo (como Ruben Cotelo ha apuntado); sin embargo, leyndolo a trozos, acercando el lente a su
escritura, es imposible dejar .de concluir en que
era dueo de un sabroso decir, siempre encendido,
lleno de nervio y de afn por mover las almas,
capaz de utilizar con rara eficacia vulgarismos y
hasta lunfardismos, aunque no libre, desgraciadamente, de cierto gusto (comn a los autodidactas)
por el trmino esotrico y pretencioso que, por
suerte, no multiplica. Se consideraba un campa~
ista y no 1,m escritor, pero una cosa, contra su
creencia, no excluye la otra.
Esquematizado (esquematizado hasta su ltima
articulacin) el pensamiento maduro de Cuadro
parte de la conviccin raigal en la crisis .de Occidente 'Y de la de todas las Correlativas estructuras
261
polticas, econmicas, culturales que lo han normado. A medio camino entre Spengler y Bergson,
esta creencia suya en el agotamiento de la "civilizacin moderna" naca de lo que tan. evidente le
resultaba: esto es, de la desaparicin de'l "lan
creador" que hace de toda cultura una asuncin de
la liber-tad frente a las fuer-zas de la naturaleza y
de la historia. Sucede as, que los dioses mayores de
esa civilizacin norocc.idental (economismo, individualismo, mecanicismo, racionalismo) han cado y, en
su lugar, una libertad que es pura "disponibilidad",
una racionalizacin econmica de la existencia sin
otro fin que el "confort" (toda una pauta de valores
cuya -expresin mxima son los Estados Unidos)
han suscitado, con anchura y hondura universales,
la angustia metafsica contempornea, la desorientacin vital, el vaco d-1 hombre reducldo a Ser
un tomo desolado, solitario, sombro.
Slo una: cultura basada en e~ reconocimiento
de la naturaleza religiosa del hombre podr dar
odo al anhelo mstico de trascendencia, al apetito
de reali:l'acin eri una gran causa supraindividual
que de norte firme a la existencia, que nos integre
en el dinamismo de una magna tarea y en el calor
de una "comunidad".
Y ocurre, entonces, que desde nuestra con- creta situacin uruguaya, sudamericana, hispanoamericana, integramos un ncleo de pueblos cuya
inadaptacin a esa civilizacin y cultura en .quiebra
es orgnica; un hi.z de naciones cuya intolerabilidad
a las categoras del econornismo predatorio del
capitalismo, del racionalismo impositivo, del mecrmicismo social es tan histricamente incontrovertible como promisoria hoy ante esa caducidad y
esa decadencia. En suma: nuestro atraso se convierte en ventaja, nuestra :entitud en diligencia,
nuestra esclerosis en plasticidad para nuevas estructuras. En el pliegue original de alma de lo hispnico est el secreto de nuestra feliz inadaptacin
a unos valores que nos eran congenialmente repu>
sivos y est la posibilidad de desembocar de nuestros males y humillaciones en- una colectividad
creadora de bienes espirituales, q\].'e se dirija al
hombre entero, que sea capaz de integrar dentro
de s la vivencia de lo csmico (al modo taosta),
el dominio interior (a la manera yoga e ignaciana)
y la utilizacin de las tcnicas materiales occidentales, "modernas", contrapesadas en su eventual
maleficio por la firme presencia de otros ingre-
262
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'1<
anti~eterminista,
rel.giosa, cuantitativa.
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l
(
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36 - [Alternativa de destinos]
"AMERICA PARA LA HUMANIDAD"
Para- expres<ir la diferencia cualitativa que existe -o debe existir;_. entre "la Amrica Hispana que nos destinan, con aquella que
poderllo_!3 co:hstni~r con los mismoS materittles que _nos proporciona
el lnomento' histriCo ( ;-.".) utilizaba el ejemplo de los "dos nios: el
111-l.ltihid.o, cpn __abu,ndante :r~nta -vjtalicia, qu~ _puede vivir gordo, lustrosO -y stiVe, -y d- entero-, que habra de_ correr. todos los riesgos del
hombre, o de la hombredad -indusO ei de. illCidir en crimen por
lujuria de sangre~ pero que conserva todas las posibilidades de realizarse. Naturalmente con quien o quienes no haya logrado establecer
la comunicacin por medio de este ejemplo, no tengo posibilidades
de entendimiento, por lo menos en la presente constelacin temporal
y hasta tanto nuevos sucesos y experiencias no- los coloquen en la
aptitud psicolgico-espiritual adecuada para captar las real~dades que
a m me afanan. A su vez, con quienes, habiendo entendido todo el
alcance de la intencin, opten por el destino dichoso del nio mutilado, no tengo recursos, ni dialcticos ni retricos, para mantener la
conversacin. Pues si bien, como aficionado a los problemas de
psicologa concreta, puedo, todava 1 comprender esa actitud, en el
plano histrico y poltico de esta campaa ( ... ) nos faltara terreno
comn donde fincar la discusin. Tanto, tambin por ejemplo, como
si intentara dcmostrale a una gallina clueca que es terriblemente
aburrido pasarse el tiempo empollando huevos.
Ms, se recordar que ( ... ) como a fin de evitar que sean muchOs los ten~ados por ese "destino dichoso", en rpido recuento de
las fuerzas y ondiciones histricas. que actan, haba demostrado
que mientras la mutilacin -la condicin de colonias- ser cosa
segura_ y permanente, la "renta vitalicia" -dicha animal- ser
problemtica y efmera.
1
'
' del
Ciertamente no me calumnian quienes; de la tilizaci6n
ejemplo citado, infieran que sueo con el destino de un pueblo "sol.'ial", "de jinetes", segil enjundiosamente define el soCilogo Al~
frcdo Weber y segn muy presumiblemente enseaban Artigas y
Bt>lvar, hombres de "a caballo". Igualmente, tampoco me calumnian
q'.liene'l de la utilizacin de tal ejemplo infieran que la filosofa que,
tan in>cente como incoercible, informa o franjea mi actitud no reco~
nace 11ue el fin del humano afanarse sea la dicha, ni siquiera en
aquella forma tan pulcra que proclamaba Renan, sintetizando la
filoso~ia moral de su nacin y de su poca. Conquistar o. crear autnticas realidades espirituales, entiendo, efectivamente, que es el fin
ms alto (en esta etapa de nuestra cultura), y es esa la gran tarea
y g}Qria que ensueo para nuestra futura gran nacin hispanoamericaTla, En mi pensamiento. la conquista o creacin de esas realidades espirituales ha de requerir seriedad y tensin; pero si excluye
la supervaloracin del placer, o mejor, de los placeres, importar en
cambio, la alegra. Precisamente, la alegria de que se tiene un destino, de que se colabora en algo grande y de que se participa en
algo verdaderament.e serio. En trminos tajantes: la alegta de saber
qu~ se es algo ms que una _vaca que puede creer o no, en Dios;
y asi, por ejemplo, cuando Max Scheler dice que el hombre de la
cultura occidental est en un callejn que no tiene otra salida que
la conquista de realidades espirituales, yo entiendo que Max Scheler
dice verdad y que es a Hispano Amrica a quien, en primer trmino, se le pide u ofrece la palabra. Mas, en mi pensamiento, esa
gran empresa espiritual no puede ni siquiera intentarse soslayando
realidades materiales e histricas, sino que ha de hacerse alcanzando
pleno seorio en aquellas -(tanto como l que, en la juventud, tenemos sobre nuestros huesos), y encajndose, profunda y totalmente
( ... ) en las coyunturas y vaivenes de sta; de ahi la insistencia tolstoyana con que cito a Marx, que es, pese a las fronteras con que
lo han recargado los epgonos, el mejor. y ms duro intrprete y
expositor de la dinmica de este ciclo histrico dominado por la
estructura capitalista y "fustica".
LA EXPRESION DE NUESTRA MANERA DE NO" SER
$. Lo que ha de entenderse por realidades espirituales no requiere
definicin urgente, y si me pareci til no ocultar todo el contenido d~;i mi pensamiento fue al solo efecto de acreditar que, en l,
si no se trata de c;lefender un destino zoolgico, tampoco se. tenia
como meta presenciar el final de una carrera de pulgas.
273
Parejamente, Cul ser el estilo vital de la gran nacin Hispanoa,mericana habr. de .decirlo sus propios hechos. Ahora, lo vitalmente
'.t,1fgente. ~s p0.$ibilitar_la realizacin de esa gran nacin hispanoamericana; S(:} . trata, de uria obra en que todos hacemos falta y podemos
colaborar, desde ya, aunque ms no sea que adoptando la actitud
yjgilante ("hinchando el lomo") ante las sutilezas de la propaganda
y del soborllo. Contestando a Monroe, o a los monrostas, para quienes la definicin es "Amrica para los americanos", Roque Senz
.Pea lanz su feliz definicin de "Amrica para la Humanidad";
pero, si el brillante oligar'ca argentino, muy dado a la elegancia de
las formas, tena en el pensaJ;niento algo ms que una frase sonora
y amable, ese para no importara el ofrecimiento. de campos de inver:nada y peones para tareas de braceros. Para darse, es necesario,
primero, ser, exactamente, dueo y seor de si mismo; de lo contrario se es arrastrado, sometido o utilizado para fines que no son
Jos propios y que, incluso, no pueden ni siquiera ser comprendidos.
"Los trabajos y los das", pgs. 31-33.
37
[Capitalismo y trascendencia]
No soy precisamente un erudito y no- es extrao que no haya tropezado nunca-- con la afirmacin expresamente dada, de que. Espaa
y todos los pueblos que ella dot de "pliegue original de alma" no
sirvieron, no sirven y no servirn jams para el capitalismo. Pero eso
no quier decir que se trate de un pensamiento original. Est, concretamente, y an en alaridos, en toda la obra de don Miguel de Unamuna y no falta en los mejores escritos politicos de Jos Ortega
y Gasset. Lo que pasa es que, ciertas ideas, en determinadas pocas,
con mejor fortuna, slo alcanzan a ser "meras verdades" en tanto
que, en otras, en cuanto alguien las lanza, se cargan inmediatamente
de sangre y se convierten en "verdades de a puo" (de "a tanque"
corresponderia decir ahora). En el apogeo del paganismo, aun en el
momento romano, que ya, con respecto al griego, importaba un descenso, la verdad de Jess, tan inmensa como elemental, de que tds
los hombres son hermanos, tienen un va:lor absoluto y merecen el
sacrif-icio_ que se haga por ellos, no habra pasado de ser una ocurrencia de literato ocioso; siglos despus, esa misma verdad se apoder
de todo aquelmbito del-mundo y de mucho ms.
274
275
27f)
277
die; n-0 - dcbC servir para nada ni ser nad~ ,ms que eso; un indivi~
duo que niCi, vivi, dio plusvala, se aplico vacunas y luego muri
y lo enterraron.
1
38 - La emocin religiosa y el
comunismo
Ahora debo atajar una posible objecin. Conozco, naturalmente,
la fuerte escatologa _que tuvo el Socialismo para el mundo obrero
en -los primeros das de la Primera Internacional. Era un sentimiento
n;ligioso de sentido quilistico. Se tena la esperanza de un ;nundo
nuevo, bueno y feliz, era alegre el esfuerzo con que se le servm Y se
s.enta como 'muy amable todo sacrificio realizado para apresurar su
Uegada._ (Ag:regar que como joven socialista all por aos duros alcanc a disfrutar algunas de esas vivencias, S igualmente, que ese
Sentido lan r~ligioso de la Primera Internacional se repite hoy
ri lOs P:lrtidos Comunistas de ahi el decreto de excomunin contra
(H coffiunismo lanzado po; la Iglesia Catlica: por l se actualiza
la luCha -o guerra religiosa, y por l se condena al que .tiene ~tr_a
religin. Mas para comprender el fenmeno. y calibrar sus pos1b1~
lidades de' extensin, procede conocer las cond1cwnes en q~e se da esa
uncin religiosa ( ... ) modalidad permanente en los Partldo~ Comu~
nis.tas- actuales ( ... ) . Pero, por lo mismo que falta. el contemdo adecuado para sostener la ambicin y el ~nhclo religioso no se mm~tiene
ei: los -individuos.De ah que su matenal humano sea tan cambmnte.
En nuestro. Partido Comunista, por ejemplo, uno de los mejores en
~i_:L~ orden de los de la primera hora 1920-1921 slo quedan dos: el
\d_er .. Eugenio Gmez y la Senadora Julia Arvalo. ~os dems. ,se
ha_n ,-ido .(o dejaron de servir) en cuanto se les agoto la emocwn
regl.osa, y sta se agota muy pronto, precisamente porque carece
de los. fundamentos adecuados, y es de tenerse en cuenta que el
.c'6;rttfuSt qUe se agota pasa a ser, muy generalmente, un b~rgus ~ual4Uiera. -E's-i:alnos en el mundo hispnico y no en la eXtrana y lepna
Rusia o< 'en la, misteriosa China.
<:r: 'Sptiesto qUe eri la "1bita occidental" el "Prin~iJ?io EConmito~':;ma'ntenga el acento histrico, cmo habra de hdmrse a esa
278'
279
la sociedad con el seor feudal; el molino a vapor, con el capitalismo industrial''._ Bieti. Hay sagacidad cientfica al comprobar esos
c8.rribi0s; que- ya se haban producido; hay sagacidad cientfica al
establecer una ley, o la ley1 de esos cambios: la modificacin de las
fuerZas productoras. Pero hay compromiso o aadido al sostener que,
en funcin de esa ley, el molino elctrico o "atmico" dar la sociedad socialista. La dar o no. Depender ello de otras fuerzas histrka:s~-y de otras creaciones o apetencias del espritu humano. De
cinco hombres, por jemplo, que beben cada uno un litro de alcohol,
a resistencias iguales para la intoxicacin, apenas si habr dos reacciones iguales: a uno "le dar" por rer, a otro por llorar, a otro
por buscar reyerta, a otro por hacer un poema; otro le pegar _a su
mujer; depender ello de la "ecuacin psicolgica" de cada cual y,
todava, del contenido de las instancias que, en cada uno de esos
hombres, ~stn, en ese momento, ms en la periferia anmica; por
eso es qUe nadie puede saber cual "ser su disparate en una noche
d{; copas". En otras palabras: en lo ya dado puede- comprobarse que,
a una infraestructura determinada corresponde una estructura determinada -y a sta, una superes-f'ructura a su vz, y an puede establecerse que esos "tres estratos" tienen que darse en todo concreto
social, pero es profeca o hegelianismo decir cul ha de ser' el sentido, contenido y forma histricos de los futuros cambios. Por un
pelo el molino el,ctrico no di la sociedad nazi.
Marx entra en sus magistrales anlisis de la economa capitaHsta y descubre, o confirma (pues no tiene la obsesin de las prioridades} las leyes inherentes al capitalismo como tal (esto es, en su pureza, sin las otras fuerZas que se opusieron_ el movimiento obrero y
socialista entre ellas). Ya por ese trabajo de gigante merecera la
gloria .y el agradecimiento de los hombres; el del "hambre canina de
plusvala" y el sentido de sta en el primer tomo del Capital, aden:s de ciencia, es casi un poema del martirio humano. Tengo para
m que, a grandes rasgos, se han cumplido las leyes del capitalismo
que seal Marx; especialmente me parece evidente, a pesar de
algunas estadsticas que, por contar los rboles no captan el sentido
del bosque, que se ha producido la concentracin capitalista de un
lado y la proletarizacin de otro, si bien con proletarios aburguesados, "sin conciencia de clase". Pero aqu hay otro antojo. Sin
duda, cuando el Capital est muy concentrado y el resto del' mundo proletarizado, se producir un gran cambio, porque el capitalismo habr llegado a _su ltima negacin; mas decir que cuando se
llegue a esa tapa "del . capitalismo saldr el socialismo, como de la
crislida sale 'la- mariposa", es profetizar. Es decir, que saldr una
"mariposa'', no cabe dudarlo; decir que ella ser "socialista", es an-
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1
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40 - Poder y Miedo
Pasemos a Norteamrica. El fenmeno yanqui consiste -y tampoco en esto soy original- en haber- trasplantado a su suelo todos
los elemelltos de la Civilizacin Occidental, pero sin ninguna de _
sus compensaciones culturales. De ah la formacin de ese inmenso
monstruo materialista, sin precedentes en la Historia, y absolutamente desproporcionado en s mismo. No importa ello ignorar o desconocer que en Norteamrica hay filsofos, artistas, sabios de alta
mentalidad, espritus religiosos profundos. Es que en la tnica y
direccin general de la nacin, ellos no cuentan, en tanto que, para
la conducta creadora o, -por lo menos, no deletrea, de esa imponente masa de pod~ro que es Nm;teamrica, se necesitara que en
la economa espidtual de la nacin pesase, seria y profundamente,
una gran riqueza de pensamiento filosfico, una vasta produccin
artstica, una depurada creacin -religiosa, un grave abordamiento en
el sentido y fines .del Derecho, una profunda comprensin en los
problemas de la Historia y un vasto y esclarecido pensamiento poltico. Nada de eso se da, y 1~ misma libertad de que se muestran
tait ufanos sus propagandistas, se detiene all por simplicidad y por
simplificacin: se han destacado e hipertrofiado por una suerte de
hipnosis, unos cuantos elementoS de la vida concreta y, en funcin
de ellos, se vive y valora, .Ahora bien: un imperio de t_al manera
unilateral Y deSproporcionado, no puede ser tan fuerte como se le
285
41 - Blancos y Colorados
La salud poltica del pas me interesa sin ms. Pero me interesa, tambin, en funcin de la Federacin Hispanoamericana, por
cuanto, en mi presentimiento, el Uruguay ser -o puede ser- la
herramienta fundamental de esa inmensa realizacin histrica. Abar bien,- en mi- entender, hoy por hoy, el Uruguay alcanzara su
mejor salud --politica asequible, si las fuerzas tradicionales conquistan a su vez, su forma ptima, igualmente asequible.
Hay un hecho innegable eh el panorama poltico de Hispano-
286
'amenca: el Uruguay es un pas DISTINTO; tal vez el- ms europeo pero, indiscutiblemente, no obstante su pequeez, uno- de os
ms cultos y, especialmente, uno de los ms SERIOS, reSponsables
y organizados. Igualmente, uno de los de mejor PRESTIGIO: nu"es,.
tra Escuela, nuestros institutos docentes {Facultades), nuestros jue:.
ces, nuestra prensa, nuestros partidos polticos, nuestro orden jurdico, nuestros actos de gobierno (a pesar de las dos dictaduras recientes y de la oligarqua financiera que presidi el Dr. Aillzaga),
tienen una solidez y una responsabilidad que no se les reconoce, por
lo general, a los de los otros paises.
Lamento ser yo, un uruguayo, quien diga esto; pero es hecho
que debo hacer valer para lo que sigue; y de sobra se comprende
que conozco bien las miserias reales de mi pas y que estoy "comparando realidades con realidades y no realidades con ideales".
A qu se debe ese "ser di'stinto"? No soy precisamente un
erudito y no conozco ningn intento serio para contestar a esa pregunta que, sin embargo, debe haberse presentado alguna vez, siquiera sea de manera fugaz, en el espritu de los trabajadores en
problemas histricos y sociolgicos. De todos modos, por mi condicin de hombre poltico. he hecho mi propia meditacin y he llegado a conclusiones que ya he utilizado otras veces y estoy utilizando en estos -artculos: una de las causas, tal vez la de accin ms
enrgica y sostenida, que ha determinado ese mejor rendimiento
histrico del Uruguay {en relacin con 'Jos otros paises de Hispanoamrica), debe ser la existencia en l de esas dos grandes fuerzas
polticas "irracionales" o "suprarracionales" que se llaman "los blancos" y "los colorados~', y cuya esencia y "razn de ser" se aprende
por vb de intuicin {o se "mama" por ser uruguayo), pero no se
logra explicar y demostrar a nadie que no participe, vitalmente, de
los imponderables de nuestra "cueva" o bveda mgica. Precisamente, porque se trata de realidades a las cuales no se logra acceso por
las vas del discurrir racional. Nias, como el sentido y sentimiento
de la "patria chica", tampoco se trata de realidades antirracionales
o incompatibles con la razn, segn lo demuestra y prueba nuestra
propia historia.
Desde hace aos acaricio la idea de realizar un trabajo ms o
menos prolijo sobre ese tema ( ... ) En el _de 1945, como "conclusin original" llego a sta: Batlle no se habra realizado. ni le habra sido posible realizar su obra poltica -que yo reputo inmensasi no hubiese estado apoyado por una de esas fuerzas suprarracionales -los colorados- y si, al mismo tiempo, no hubiese sido combatido por la otra, los blancos.
Si para el crecimiento la creacin espiritual vale tanto un gran
287
placer com un- gran- dolor, un_ amor inmenso como un odio. santo;
en la luch , poltica un gran enemigo vale tanto como un gran
aliado.. Se aprecia lo que puede haber importado_ para la tensin
poltica _del pas que cada una de esas fuerzas haya disfrutado, siempre, de- la resistencia u hostilidad de la otra, ineductible e implacable .-Como de "pelo", de "sangre" o de -raza- nunca vencida
del todo, ni por las bayonetas, ni por el oro, ni por los halagos del
poder ni por las malicias de la dialctica?
288
'-~
COSTRAS Y RAICES
Sostengo que toda Hispanoamrica se ha dejado intimidar por
un puado de audaces que tomar"n la delantera y que ahora disponep. de todos los resortes de la propaganda y del soborno, y sostengo igualmente que Hispanoamrica ahora bajo un complejo de
inferioridad se est dejando correr con la vaina. Consecuentemente,
entiendo que, como primera condicin triunfal,. necesitamos que otro
puado de audaces, pero con los pantalones bien calzados, !l la
289
tplic3. adecuada. Pefo eso~ que me parece verdad para toda Amrica;- me parece ms verdad, todava, para nuestro pais. Aqu, ese
puado 'de audaces en contra se ha apoderado de todos los medios
de. prOpaganda y de. la influencia y han formado una costra a favor
del entr~iarniento a Norteamrica con todas las miserias de la hor_a.
Pero no es nada ms que una costra: las races son antiimp-erialistas
y. -estn Vivas: slo hace falta vivificadas a tiempo por una buena
'-'caipida" aunque sea a hachazos.
Desde luego, todo lo blanco que prcticamente afecta a la mitad det pas autc'tono, por lo mismo que es de raz federal y en lo
troncal tiene a Rosas es, por impulso espontneo, antiyanqui. (Ya
tendr oportunidad de oc.uparmc del desdichado error que han padecido los argentinos -y en parte nuestros blancos- al querer ignorar a Rosas, al cual, no obstante, no pueden histricamente anular, con lo Cual dejan esa inmensa fuerza tradicional a los Pern;
seguramente que algn da utilizarn la leccin de los rusos y harn
cOn esa cosa enorme que fue y es, Juan Manuel de Rosas, lo que
aqullos hicieron con lvn el Terrible: sublimarlo, hacerlo una doctrina --o una leyenda- y entonces marchar, a la luz del da, hist'rii::arnnte, con l. Por lo dems, no hay dos personalidades histricas_ que por sus rendimientos y hasta por su patologa, se parezcan ms que Juan Manuel e lvn el Terrible).
Naturalmente, puede darse el caso del blarico que, honestamente,
llo vea un mal en la yanquizacin; mas ser esa una actitud de razonamiento pura y mantenida a pulso; lo que le Sale de adentro y sin
eSfuerzo es- la actitud de resistencia a lo yanqui. Ya seal el hecho
de que bien pudo ser por ese valor que al nacionalismo le fue posible resistir, tan entero, el avasallador empuje de Batlle ( ... }.
. - ...
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291
tl'O,; Sin''>sehticio de bien,pblico, qtie sa su _p:dvilegio (Ser un inte-1i;dua-I):- _exdlq:siVmhte para suS fines de arribista. Con mis palabra~ liabitale's: el de hoy es un civilizado- insulso; el de ayer
COri t.'S menos informaciones de fiChero, era un hombre culto o
que, pOr; lo menos, tomaba en serio la- cultura. (Aquello es canti..
dad; calidad esto). En resumen: en el mismo moment-O en que las
pasies- eran ms fuertes y bravas, en uno de los extremos ApaIido Saravia devena arquetipo y, en el otro, comparedan, por ejemplo~ Jos Batlle y Ordez, Zorrilla de San Martin, Dclmira Agustirii, Julio Herrera y Reissig, Florencia Snchez, Pablo de 11ara, Jos~
EnriqUe Rod, Carlos Vaz Ferreira, etc., sucesos todos que, en este
riwmento de civilizacin yanquizada, no se dan por cierto. Y ese
resultado no era lo paradjico sino lo congruente,
El choque de lo <:.olorado y lo blanco alcanza -su ms alta expresin-y su expresin ms pura- en la guerra civil de 1904.
Adems de su duracin y encarnizamiento, es en esa guerra en .la
cual merios se mata fuera de la batalla. pero tambin en la que es
p1s cabal el caso de "los blancos con los blancos" y "los' colorados
con los. colorados". (No olvido a Justino Muniz, blanco viejo al ser\;'icio de lo colorado, mas es la suya una actitud estrictamente per;onal. Tampoco olvido a los "calepinos" de Acevedo Daz. Pero stos no tenan actitud poltica; no actuaban, simplemente).
Todava en i910 lanza su ltima bocanada de fuego esa mistica
rle la sangre. Mas la ola es .dbil y pronto queda sin cresta. Ha
cambiado el sino y se est realizando la transicin del estilo vital
hispnico al europeo, del sentido feudal al civilizado o de lo romntico heroico a lo burgus. Una ancdota de quien fue un blanco
viejo ilustra cabalmente esa transicin. Era un taita pobre de esos
que apenas pueden mantener el chapeao (chapas de plata y oro en
el apero del caballo con extensin obligada a las espuelas, el cinto
y el pual). Consecuentemente, en 1904 fue un fogoso revolucionario
que se pel toda la guerra; de 1904 a 1910, por negocios de campo,
hizo una fortunita. Consecuentemente, tambin, cuando lo invitaron
para la patriada de 1910, di esta respuesta: No, no, djense d.~ zon
~eras que uno no se ha hecho d.e un pasar para andar loquiandO .. ,
(,Puede pensarse, sin ms, que era la propiedad lo que haba aburguesado a ese guerrero, y sin duda que algo de eso hubo; pero, en
mi entender, la interpretacin correcta _es_ que el sentido burgus, que
ya se le haba instalado, es lo que 'daba un valor decish-10 a la;
propiedad).
,
Por lo mismo que asltnnos a una transicin no se ha dado
tOdava d salto cualitativo ( ... ) Esa lbido que, como lujuria de
sangre alcanza su expresin ms pura en 1904, antes de agotarse
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.-
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acude a todas las reiteradas claves de su pnsamiento. Y aun habra que agregar que las ms de
sus pginas posteriores a 1930 seran material valioso para el deslinde de ciertas caractersticas: lo
"oscuro", lo "difcil", lo "confuso", lo "enmaraado", Y sus respectivas etiologas. (Lo cual no
quiere decir que Benvenuto escritor sea todo esto
:y, mucho menos, que lo sea al misino tiempo).
Se ha hablado de "claves" pero, en realidad,
su- multiplicidad podra reducirse a una sola. El
'Centro siempre visible del pensamiento de Benve~
nuto es un contraste. El contraste entre la dimen~
sin, la implicacin humana' del "totalitariSmo" de
la dictadura, del Estado leviatnico, de la Socedactmasa y los significados creadores_ de una concepcin heroica, personalista, trascendental de la Democracia. Este sentido de la democracia no est
enfeudado -parece obvio decirlo- a sus formas
instituc!onales y aun cabra identificarlo' ~por el
contrariO- con el orden total de "lo valioso" en
todos .sus plan<?s y en su encarnacin antropolgica,
en su operanc13 en un mundo. de seres concretos,
vivientes. Ya en 1929 deca, y ha sido fiel a eSta
op!nin, que lo que la democracia necesita siempre,
para no suicidarse estpidamente, es instalar una
destilera de Valores en su- corazn. Pero tampoco sera imposible ver la honda semejanza que
tiene este planteo central de Benvenuto con la
anttesis de "sociedad abieita" y ~~sociedad cerra~
da", en la acepcin que le dieron a estos trminoR
Bergson en "Les Deux sources de la morale et de
la religin" y Karl Popper en su conocido planteo
de "La sociedad abierta y sus enemigos".
Benvenuto contrasta consecuentemente, as, el
absoluto de su personalismo liberal y la realidad
emprica de los regmenes inhumanos. Pero con
esto, se hace en cierto modo posible que al no carear realidades contra realidades, doctrinas contra
doctrinas, racionalizaciones contra racionalizacio~
nes, deje abierto su flanco a la operacin inversa
a la que l realiza y la teorizacin, generalmente
vistosa, de los pr l llamados "totalitarismos" sea
capaz de registrarse golpes en su favor al cotejarse con determinados aspectos de una colectividad qUe nominalmente, se califique de deroo~
crtica.
Pero no es, seguramente, evitar estas conse~
cuencias lo que a Benvenuto le importa sino asu~
mir, trgica, dilaceradamente, el desorden del mun-
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Despus de bien auscultado el lenguaje de la iniquidad, e'! 'dola locura y la muerte, ha aparecido, a ciertos espritus excelsos,
el Todo, en todo tiempo, finalmente, una sublime invitacin al tbre
advenimiento de nuestro "Orfeo in te ior" digno de una indeclinable esperanza, husped desconocido, Dios sensible al -corazn oculto
lejano y prximo, que no buscaramos si en cierto modo no posey~
r~mos, a~nque ms. no fue.s:c como aquello que, por no haberlo 'Podido reabzar, constituye nuestra ms entraada esencia.
Seres apenas espirituales: contemplativos pa: a el bien, ej'ecuti~
vos para el mal, como somos, l sin embargo -nuestro yo profundo- sin olvidarnos, ni an cuando lo olvidamos, bajo mil maneras, con escondida y sub[me fidelidad, por obra y gracia de su rfiit
Y. p~rsonalsima ternura cosmognica, busca en nosotros su propio nacimiento, presto a incorporarse, por la "libre escala de las venerado-.
nes" bruendo de espritu nuestro corazn y el universo, al unisono.
Es asi como se revela cierto, ms cierto an de lo que osa'ra
soar France que "la historia va realizando, lenta pero seguramente
el sueo de los sabios", puesto que, para los as ennoblecidos, se realiz~
ya en esa_ ~~efable soberana del instante potico. Mas es preciso, de
toda preclSlon, bordar nuestra hombra dentro de las circunstancias
en los inestables telares de ese magno impostor: el tiempo.
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r:alizacin continental, difci:inente podrn encon' tr:arse en este meditador ~al mismo tiempo trascendental y ensimismado- seas concretas de su
coridicin, de su situacin, de su situacin uruguaya ni problema alguno local, limitado.
Se esboza en lo anterior el enrgico trazo diferencial que -completando el deslinde del principio de esta noticia- ha alejado progresivamente
el pensamiento de Gil Salguero respecto al de su
coetneo Benvenuto. De un "humanismo revolucionario" pod!'a rotularse la etapa ms madura
de la -evolucin espiritual de Gil. Este humanismo
se halla marcado por una acentuada tnica tica,
idealista, personalista, por las nociones de nobleza
y de pureza, por la insistencia (al modo martiano)
en la abnegacin y el sacrificio. Tal dechado de
conducta se imbrica, radicalmente, con las ideas de
incidencia en la historia y de radicacin, de una
vocacin histrica y terrestre, de un deber de enfrentar lo concreto. Porque el humanismo revolucionario es el que busca -Y logra- lo sublime en
la historia, la trascendencia en la mendicante, redimible inmanencia, lo infinito en la finitud profundizadora que se ha conformado con la prdida
de lo divino. Un humanismo hroico, as, vertido en
acentos exaltados y profusos, que concibe la libertad como deber y mide, desnudamente, el pe~igro y
la renuncia implcita que imJ?ortan esa insercin
y ese compromiso y slo tiene confianza en la bondad inmarcesible de los pueblos y en el ejercicio
de una razn que inmunice -contra toda visin idlica, contra toda fusin paralizante.
Pero lo sustancial de este humanismo heroico
y revolucionario no estara perfilado si no se apuntara la tcita y constante identificacin de los
trminos de "Revolucin'' y ~<Vida". una vida que
concibe Gil, no en la direccin :timamente biologista de un Figari o un Reyles sino como un exigente
plano espiritual, aureolado poticamente por las
notas de fluencia y de apertura, por la capacidad
de comunicac~n con lo desconocido, por el poder
de investirlo, darle formas.
Optimista es entonces, pese al matiz ya dicho,
el pensamiento revolucionario de Gil Salguero, que
no parece contemplar la tan mentada "degradacin
de la revolucin" ni la labilidad infinita de la
materia humana que han alumbrado el desenvolvimiento de las tcnicas ni las coacciones inhumanas que permiten los nuevos medios de coordina-
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alma puede ponerse en la esfera _de los cambios histricos como causa
de los cambios.
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Acaso debido a la critica, la la: ga aventura del orden de lo reyolu_cionario, provoca hoy la concentracin, la in'tensificacin diria, del
inters, en nuestro tiempo y en lo que toca a este problema; a este
intento, de varia profundidad ele crticos pensadores,. hombres-- de
tiencia y luchadores, que, cada vez ms, sin abandonar- el cielo de la
eXplicacin vuelven nls.vivos aIa "his!oria. Cono'cemos mejor que ante_s
e intumos mejor que antes, muchas causas de--la -fijacil)._ del hombre; sabemos, mejor, cle_sus limitaciones; sabemos la manera de _ponerlo en la historia; en el apasionamiento- de la finitu_d hist1,'ica, des~
ligado de las- atracciones impuraS- de-: lo desconocido_;- intumos eL SJ~ll-=
tido_ de -orientacin _plstica de hls fJ]erzas _creac;l.oras; -Y -los.' motivqs !}ti.~
determinan que n llegu_cinos -a_ la- i'epres.entacin de_ una -~:x:istenci.
real, sino a la ideal y abstracta, y los mocls __ de su_ alienacin y
h ustraci_n vocacional. terrena.L: e_ -hist.dP). :tantp __ cQmo c~,lJsa_ d._e ~
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314
de los' ~~~~-~' funda_ U'na rzn ,de amor en ia que ias individuad~:d~;,
todas despiertan, desde ~~. seno propio de 1? popular
en .que_, _hjs
pueblos aprenden a fortificarse en la creencia de la libertad posible
1
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315
p g .
DICE
88 re n g lo n e s
im p o rta c i n
DEBE
...................
99 r e n g l n 19:
la tin o -a m e ric a n o
DECIR
Im p o sta c i n
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v .
la tin o -m e d ite rr n e o
pg . 121 re n g l n 1 4 :
a c titu d ..................... w *
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a c ritd
p g . 121 r e n g l n 25:
a p a s a r ............................
al p a sa r
a l s 1 ,le
p g . 186 re n g l n 4 3:
el consejo dramtico .
p g . 249 r e n g l n 40:
tra s c e d e n c ia
...................
el soplo dramtico
tra sc e n d e n c ia
p g . 389 re n g l n 2 1:
m o s tra rlo u n ................
m o s tr a r lo , u n
p g . 438 r e n g l n 3 :
o a b s o lu to
^!o A b so lu to
.....................
p g . 481 e n g l n 38:
n u e s tro s m o d o s
n u e s tro s
m oods
pg . 525 r e n g l n 32:
.
tahals
............................... Jt,.
pg . 597 r e n g l n 30:
e l q u e d a rs e
...................
tahals
del
q u e d a rse
a c o n tin u a c i n d e la n u m e ra c i n d e la p g in a 429, e n la s n u m e
ra d a s c o m o 530, 531, 534, 535, 538, 539, 542, 543, 546, 547, 550,
551, 554, 555, 558 y 559, d e b e le e rse 4 3 0 /4 3 1 , e tc ., h a s ta la p
g in a 460.