la caverna del siglo XX? Jorge Rasner jrasner@gmail.com www.epistemealsur.blogspot.com
Me he puesto a escribir estas
conferencias y he acercado mis sillas a mis dos mesas. Dos mesas! S; hay duplicados de todos los objetos a mi alrededor: dos mesas, dos sillas, dos plumas. En 1927, Eddington imparti las conferencias Gifford en la Universidad de Edimburgo. Ms tarde fueron publicadas con el ttulo de The Nature of the Physical World. En http://pseudopodo.wordpress.com/2008/12/09/ eddington-y-las-dos-mesas/
Con una de las dos mesas estoy familiarizado desde mis
primeros aos. Es un objeto corriente del mbito que llamo el mundo. Cmo la describira? Tiene extensin, es relativamente permanente; tiene color. Sobre todo es sustancial. Por sustancial no quiero decir simplemente que no se hunde cuando me apoyo en ella; quiero decir que est constituida de sustancia, y con esa palabra quiero evocar una concepcin de su naturaleza intrnseca. Es una cosa: no como el espacio, que es mera negacin; ni como el tiempo que es sabe Dios qu! Pero esto no aclarar lo que quiero decir, porque es la caracterstica distintiva de una cosa tener esta sustancialidad, y no creo que la sustancialidad pueda describirse mejor que diciendo que es la clase de naturaleza ejemplificada por una mesa corriente.
La mesa n 2 es mi mesa cientfica. Es una
conocida ms reciente y no me siento tan familiar con ella. No pertenece al mundo que mencion antes, ese mundo que aparece espontneamente a mi alrededor cuando abro los ojos -aunque no voy a considerar aqu cuanto de l es objetivo y cuanto es subjetivo-. Es parte de un mundo que se ha impuesto a mi atencin en modos ms tortuosos.
Mi mesa cientfica es casi toda vaco. Dispersas
en ese vaco hay aqu y all numerosas cargas elctricas apresurndose a gran velocidad, pero todo su volumen es, en conjunto, menos de una billonsima del volumen de la mesa. A pesar de su extraa construccin, resulta ser una mesa enteramente eficiente. Sostiene mi papel tan satisfactoriamente como mi mesa n 1; porque cuando dejo el papel sobre ella, las pequeas partculas le golpean desde abajo, as que el papel se mantiene a un nivel casi estable
No hay nada sustancial en mi segunda mesa. Es casi todo espacio
vaco, espacio atravesado, es cierto, por campos de fuerza, pero stos se asignan a la categora de influencias, no de cosas. Incluso a la minscula parte que no est vaca no la debemos transferir la vieja nocin de sustancia. Al diseccionar la materia en cargas elctricas, hemos viajado lejos de la imagen que dio origen al concepto de sustancia, y el significado de tal concepto, si alguna vez tuvo alguno, se ha perdido por el camino. Toda la tendencia de la visin cientfica moderna es romper las categoras separadas de cosas, influencias, formas, etc, y sustituirlas por un trasfondo comn a toda experiencia. Ya estudiemos un objeto material, un campo magntico, una figura geomtrica o un periodo de tiempo, nuestra informacin cientfica se resume en medidas, y ni el aparato cientfico ni el modo de usarlo sugiere que haya nada esencialmente diferente en estos problemas. Las medidas en s no proporcionan una base para esa clasificacin por categoras.
Sentimos la necesidad de conceder un trasfondo a
las medidas un mundo externo- pero los atributos de ese mundo, excepto en lo que es reflejado en las medidas, estn ms all del escrutinio cientfico. Finalmente, la ciencia se ha revelado contra la prctica de adjuntar, al conocimiento exacto contenido en esas medidas, una galera de imgenes y conceptos tradicionales que no contienen autntica informacin sobre ese trasfondo, y que introducen irrelevancias en el esquema del conocimiento.
No hace falta que les diga que la fsica moderna,
mediante experimentos delicados y lgica implacable, me asegura que mi segunda mesa, la cientfica, es la nica que realmente est ah. Por otra parte, no tengo que decirles que la fsica moderna nunca tendr xito en exorcizar la primera mesa, ese extrao compuesto de naturaleza externa, imaginera mental, y prejuicio heredado, que es visible a mis ojos y tangible a mi mano.
En el mundo de la fsica contemplamos una versin para
teatro de sombras del drama de la realidad. La sombra de mi codo descansa sobre la mesa sombra mientras la tinta sombra fluye sobre el papel sombra. Es todo simblico, y como un smbolo lo deja el fsico. Luego viene la Mente alquimista que transmuta los smbolos. Los ncleos dispersos de fuerza elctrica devienen un slido tangible; su incesante agitacin se convierte en el calor del verano, y la octava de las vibraciones del ter se vuelve un glorioso arco iris. Y no acaba aqu la alquimia. En el mundo transmutado surgen nuevos significados a los que apenas puede perseguirse hasta el mundo de los smbolos; de modo que se convierte en un mundo de belleza y propsito; y, ay, de sufrimiento y de mal.