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Fealdad americana

Abstract
La idea que intentamos desarrollar es cmo el juicio esttico sobre los cuerpos y los
rostros humanos, que tiene profundas consecuencias polticas y sociales, tiene tambin
su propio fundamento metafsico. Estos juicios estticos, tal como se dan hoy en nuestra
cultura, son producto de un determinado proceso de individuacin y representacin de los
cuerpos que se da a partir de la modernidad. En otras palabras, fue necesario una toma
de consciencia del propio cuerpo como objeto para que los juicios estticos sobre el
mismo cobren un sentido radicalmente nuevo.
reemos que en Amrica impera a!n en este terreno un miedo a pensar lo nuestro
por el cual se"uimos operando con cate"oras importadas que no slo no son adecuadas
a nuestros cuerpos sino que adem#s si"uen fomentando la se"re"acin y ne"ando
aquello que emer"e desde el fondo de Amrica.
$esarrollaremos entonces el modo en que %usch piensa a lo monstruoso en el
marco de una esttica americana y sus vinculaciones con las cate"oras de belle&a y
fealdad propias de la cultura europea o cultura del ser y el modo en que esta polaridad
puede ser asumida desde una perspectiva propia de nuestro suelo.
'
Esttica
La cuestin de la belle&a y la fealdad ha sido temati&ada desde los comien&os de la
' (usana )amarra *(alta '+,-. /cnico y 0rofesor (uperior de Arte en Artes 1isuales
e"resada de la Escuela (uperior de 2ellas Artes $r. 3os4 Fi"ueroa Alcorta. 0articip en
numerosas muestras, entre ellas5 6(odoma y )amarra7 8 abildo 9istrico de rdoba.
6(:(A;A5 polticas de un nombre7 8 <ntervencin callejera, El 1idrio 8 $ocumenta Escnicas.
6ontra el pro"reso7, uradura de 3os 0i&arro 8 Fondo ;acional de las Artes, 2s. As. 6El
hombre de colocacin7 8 Espacio = Arte rdoba.
riado, )on&alo 3. *(alta '+,>. 0rofesor ;ivel ?edio y (uperior en Filosofa *:2A..
?iembro del olectivo de Filosofa Latinoamericana en donde se desempe@ como docente
en5
(eminario de eAtensin universitaria5 estrate"ias audiovisuales en filosofa social, titular5 Lic.
3eronimo An"ueyra.:2A. 0rimer cuatrimestre BC'B.
(eminario DEl pensar latinoamericano contempor#neo y los movimientos sociales5
alternativa "eocultural frente a la din#mica "lobali&ante.D 0rof. /itular5 arlos ullen. BC'B
(eminario de "rado EFilosofa, educacin y movimientos sociales latinoamericanosF, dado
por el 0rof. ullen, se"undo cuatrimestre del ciclo lectivo BC'-, aprobado para las carreras
de Filosofa, Artes y Letras de la Facultad de Filosofa y Letras de la :2A. BC'-
filosofa, la esttica se conforma as como una disciplina filosfica que versa sobre el
tema. (in embar"o la esttica refiere al arte, y lo bello y lo feo son predicados o juicios
que se aplican a su objeto *tan"ible o intan"ible., esto es, a la obra de arte.
uriosamente, poco y nada se ha dicho desde un plano filosfico respecto de la
belle&a y fealdad de los cuerpos humanos, al menos de manera directa. ;o es el caso de
disciplinas como la historia, la sociolo"a o la antropolo"a, en donde podemos encontrar
m#s pistas respecto de estas cuestiones como, por ejemplo, investi"aciones sobre los
criterios o par#metros de belle&a corporales de una determinada sociedad o etnia.
En el plano especfico de la esttica, en la tradicin moderna y occidental, se ha
escrito demasiado sobre la belle&a como para poder reproducirlo en este trabajo. (in
embar"o, lo que a nuestro fin es relevante tiene que ver con el modo en que se percibe la
obra, la relacin entre el sujeto y el objeto, y las implicancias de esta relacin. (ituarnos
en la modernidad no es caprichoso sino que creemos que ese es el conteAto que impera
de modo "lobal y he"emnico.
En el arte la belle&a o la fealdad son predicados que no se aplican al autor ni a lo
representado en la obra sino a la obra misma. El juicio esttico sur"e entonces de una
relacin entre el espectador y la obra y habla, a su ve&, tanto de uno como del otro. /anto
el sujeto como el objeto son calificados, valorados, a travs del juicio. EAiste entonces en
esa relacin una determinacin que va en ambas direcciones. /al como lo refleja %ant en
6Anotaciones sobre lo bello y lo sublime7 la captacin requiere de parte del espectador
una facultad sensitiva, una capacidad que le permite aprehender lo bello o lo sublime de
un determinado objeto. $e ah que cada ve& que al"uien ju&"a una obra al mismo tiempo
es calificado de acuerdo a sus facultades sensitivas. La capacidad sensitiva queda
entonces se@alada se"!n cu#l sea el objeto eAterior que suscite al sujeto el sentimiento
de lo bello.
La institucionali&acin de la belle&a que dice qu cosa es arte y qu cosa no, qu
cosa es bella y cu#l no, es al mismo tiempo una jerarqui&acin de las personas se"!n
sean capaces o no, y en qu "rado, de captar aquello que ha sido institucionali&ado como
lo bello.
(e jue"a aqu una tensin entre las personas, las obras de arte y las instituciones
que se encar"an de otor"arles presti"io a las obras. El buen "usto no se resuelve por va
democr#tica, en el sentido de que es bello aquello que a la mayora le resulta bello sino
que se resuelve institucionalmente por medio de personas que han sido consideradas
capaces de ju&"ar qu es lo artstico, y dentro de ello, lo bello y lo feo.
?#s all# de la l"ica del circuito de lo instituido uno podra pre"untarse si eAisten
condiciones objetivas que determinan que una obra sea bella o no. :mberto Eco en
69istoria de la fealdad7 pone de manifiesto que el conteAto histrico y cultural es
determinante en este sentido. Aquello que para una poca o cultura determinada era feo,
en otra, puede parecer bello. (in embar"o el autor deja abierta la cuestin de que pueden
eAistir variables fisiol"icas universales que hacen que determinados objetos sean feos en
cualquier conteAto epocal o cultural.
El caso del diabolus in musica podra ser un excelente ejemplo final para esta historia
de la fealdad, porque nos sugiere algunas reflexiones. Tres de ellas deberan
desprenderse de forma evidente de los captulos anteriores: la fealdad depende de
las pocas y de las culturas, lo que era inaceptable ayer puede convertirse en lo
aceptado de maana, y lo que se considera feo puede contribuir, en un contexto
adecuado, a la belle!a del conjunto. "a cuarta observaci#n nos lleva a corregir la
perspectiva relativista: si el diabolus se ha utili!ado siempre para crear tensi#n quiere
decir que hay reacciones basadas en nuestra fisiologa que se mantienen m$s o
menos inalteradas a travs de los tiempos y de las culturas. El diabolus se ha ido
aceptando no porque se hubiera vuelto agradable, sino justamente por ese olor a
a!ufre que nunca ha perdido.
%
Ahora bien, m#s all# de que nosotros recono&camos hoy la relatividad de la fealdad, ya
sea en relacin al nivel cultural o histrico, no podemos ne"ar las relaciones de poder que
se han ido imbricando alrededor de ella. As como el buen "usto sirvi para diferenciar a
los individuos dentro de una determinada cultura, la idea de que el "usto vara en funcin
de la cultura ha servido tambin como elemento de distincin entre ellas, y por supuesto,
ya que de la modernidad hablamos, sirvi como una forma de jerarqui&acin entre las
mismas.
"os negros de &frica carecen por naturale!a de una sensibilidad que se eleva por
encima de lo insignificante. El seor 'ume desafa a que se le presente un ejemplo
de que un negro haya mostrado talento, y afirma que entre los cientos de millares de
negros transportados a tierras extraas, y aunque muchos de ellos hayan obtenido la
libertad, no se ha encontrado uno s#lo que haya imaginado algo grande en el arte, en
la ciencia o en cualquiera otra cualidad honorable, mientras entre los blancos se
B Eco :mberto. 'istoria de la fealdad. ' ed. <talia5 Lumen, BCCG, p. >B'
presenta frecuentemente el caso de los que por sus condiciones se levantan de un
estado humilde y conquistan una reputaci#n ventajosa. Tan esencial es la diferencia
entre estas dos ra!as humanas( parece tan grande en las facultades espirituales
como en el color. "a religi#n de los fetiches, entre ellos extendida, es acaso una
especie de culto idol$trico que cae en lo insignificante todo lo hondo que parece
posible en la naturale!a humana. )na pluma de ave, un cuerno de vaca, una concha
o cualquier otra cosa vulgar, una ve! consagrada con algunas palabras, se convierte
en objeto de reverencia y de invocaci#n en los juramentos. "os negros son muy
vanidosos, pero a su manera, y tan habladores, que es preciso separarlos a golpes.
*
9ay mucho que decir respecto de las palabras de %ant en relacin a los ne"ros,
claramente estamos ante una eApresin de racismo eAplcito. Lo llamativo es que para el
autor los ne"ros de Hfrica care&can por naturale!a de una determinada sensibilidad. La
cultura o la historicidad no parecen ah tener incidencia al"una. La analo"a esttica en
relacin al cuerpo es muy evidente, sus diferencias raciales parecen tan "randes como las
del color de la piel. Ia hablaremos de la ima"en del cuerpo m#s adelante.
En al"!n sentido con el arte pasa lo mismo que con el resto de las disciplinas,
Jodolfo %usch se@ala cmo la distincin entre doAa y episteme, entre lo que se considera
el saber por un lado y la opinin por el otro, ha hecho caer muchas veces al pensamiento
popular en el eAtremo de la doAa. $esde un punto de visto moderno hay una jerarqua
entre stos y la l"ica del pro"reso implica recorrer ese camino que va del uno al otro. (in
embar"o, y he aqu lo que denuncia el autor en cuestin, en Amrica no tenemos una
episteme como continuacin, superacin o, en el mejor de los casos, conceptuali&acin
de nuestra doAa. Lo que se ha hecho en Amrica es implantar una episteme europea
occidental en donde no hay coneAin al"una con lo popular o lo americano a secas.
El arte americano necesita entonces para ser autntica, m#s que una eApresin
bur"uesa que opera como mero entretenimiento, una confesin de aquello que
reprimimos cuando esbo&amos soluciones eAteriores. 0orque eso que %usch denomina el
"ran arte, el arte verdadero, debe consistir en recrear o en "estar nuestra propia identidad
por medio de una confesin de lo que somos. Ah es precisamente donde aparece el
terror de aceptarnos como americanos. (e"uramente tenemos m#s que ver con el ne"ro
que carece de sensibilidad para %ant que con quien es capa& de captar lo bello en un
objeto que carece de trascendencia. $e all esa necesidad que siente %usch de investi"ar
3 %ant <mmanuel. "o bello y lo sublime. Ensayo de Esttica y +oral. ?adrid82arcelona, '+'+.
Ed. alpe http5KKLLL.u"r.esKMencinasK$ocenciaK%antNsublime.pdf p.B>
la Amrica profunda y sus races precolombinasO el pensamiento ind"ena y popular en
Amrica a!n despus de la coloni&acin "ravita incluso en las "randes ciudades del
continente y fa"ocita todo intento de ser al"uien a espaldas del pueblo.
El arte como mero entretenimiento o como objeto fetiche de un fino hedonismo se
inserta en la distincin Puscheana del ser y el estar del lado del ser. Entra en la l"ica del
patio de los objetos, de los suced#neos, en fin, de eso que en Amica 0rofunda %usch
traduce como el af#n por distin"uirse en la competencia.
/odo indica se"!n lo que venimos viendo hasta ahora que en el arte occidental lo
bello y lo feo han quedado enmarcados dentro de un #mbito especfico, esto es, slo se
pueden predicar de aquello que previamente ha sido delimitado como arte. (i decamos
que el arte occidental en tanto mero entretenimiento bur"us se mueve en el plano del ser
porque no reali&a la confesin, entonces queda circunscrita a un plano puramente racional
que no es m#s que la contra cara del sujeto trascendental del que habla %ant. $e este
modo, quedan rele"ados del plano artstico, es decir no califican ni como bellos ni feos,
aquellos objetos u obras propiamente americanos, del mismo modo que se eAcluye
tambin lo africano. Aceptarla implicara perder la objetividad del arte y de manera
correlativa la desinte"racin del sujeto trascendental.
"o indio como objeto, dentro del espacio vaco del mundo occidental es la
nada. , la postura positivista de nuestros arque#logos se encarg# de probarlo,
a-n cuando esto sigan a la escuela hist#rico.cultural. /ero la objetividad
occidental es en el fondo una filosofa del objeto utili!able. "a realidad, a partir
de 0ant, es reconstruible a partir del sujeto, de tal modo que una realidad, que
se da como opuesta, s#lo es vista en funci#n de la utilidad de ese sujeto. "o
indio, en el $mbito de la visi#n del mundo occidental, no tiene ninguna valide!
poltica, social o artstica, es decir que no entra vitalmente a formar parte de
dicho $mbito. En este sentido lo indio es estrictamente lo muerto y por lo tanto
se relega al museo como algo monstruoso y aberrado.
1esde el punto de vista hist#rico ocurre otro tanto. El indgena desaparece
con el descubrimiento. , la historia desde entonces hasta ahora no fue otra
cosa que la de la occidentali!aci#n de 2mrica. "as naciones americanas se
crean en 3435 en funci#n del sujeto 6antiano, a partir de categoras y en un
espacio geogr$fico te#ricamente vaco.
7
(er un cuerpo
El cuerpo, que no pareca poder constituir un valor cultural, se ha convertido en un
valor fetiche que penetra todas las esferas de la cultura: el cuerpo ha llegado a ser el
gran mediador de la cultura contempor$nea en un rgimen capitalista en alto grado
desarrollado.
8
Al i"ual que lo que mencionamos respecto del arte y el "usto en la modernidad como
criterio de demarcacin social, ha ocurrido y ocurre al"o an#lo"o en relacin al juicio
sobre la belle&a y fealdad de los cuerpos humanos. La cita de %ant es ejemplificadora al
respecto en cuanto que l mismo hace una analo"a entre la diferencia de facultades
naturales, entre el europeo occidental y el ne"ro de Hfrica, que parecen ser tantas como
las diferencias de color.
$esde el pensamiento decolonial Anibal Quijano nos dice que con la modernidad
se establece un nuevo patrn de poder a escala "lobal que distribuye jerarquas y roles
entre las "entes. (e refiere especficamente al concepto de ra&a. 0ese a que no eAisten ni
eAistieron diferencias raciales entre los hombres que hayan podido ser demostradas
cientficamente, este concepto ha servido, sin embar"o, para justificar la supuesta
superioridad de una determinada civili&acin o etnia por sobre las otras. (i bien se dice
tambin que la modernidad ha separado el cuerpo del alma y ha puesto a sta !ltima
como fundamento de la subjetividad, de todas maneras no es posible distin"uir entre una
supuesta ra&a y la otra si no es a travs de las diferencias fisonmicas como los ras"os,
el color, olor, vestimenta, etc. En este sentido el criterio de demarcacin racial es inferido
por medio de una distincin esttica.
$esde la coloni&acin hasta nuestros das eAiste en nuestro continente una
distribucin del poder que responde a estos c#nones. 2asta con observar en Amrica el
color de piel de las 6clases dominantes7 y compararlo con el de los sectores populares.
$e al"una manera, aunque no se esboce hoy nin"una justificacin racial, las relaciones
de poder parecen corresponderse con los mismos criterios estticos.
> %usch, J.. 9bras completas. Editorial Fundacin Joss, 2uenos Aires, BCCG. /omo <1, p. G,R,
G,S
R 2rohm, 3.?. 1ase la revista /artisans, julio8septiembre '+,S, nT>-, p. >+
:eferina: Ellos, los orejudos, tenan el :lub %5 y para eso el pueblo les
pagaba, para que ellos hagan las fiestas y se diviertan y presenten las nias
de 38 aos y todo lo pagaba el pueblo. Ellos nom$s eran, ellos. El pueblo no
lo tenan en cuenta. ;osotros no podamos pasar por la /la!a < de =ulio. ,o
s porque cuando era jovencita iba a pasar con otras personas y nos sacaron
a la hora en que ellos estaban ah pase$ndose en la pla!a o tomando su
verm- ah en el edificio ese, ah donde despus era casa de gobierno. >ueno
ah tenan agarrado todo ellos, si a uno le vean as una tra!a de pueblerino no
podas ir por ah. Eran sinverg?en!as, por eso yo nos los quiero. 'ay gente
buena, @noA Bue son ricos y que son gente buena, pero la mayora no lo son.
;o tienen cora!#n para el pueblo.
CDE "a mayora de los individuos de este sector, llevaban una vida sin
desasosiegos econ#micos y se diferenciaban del resto de la poblaci#n por el
poder, la rique!a, el prestigio y la instrucci#n. Feali!aban viajes a >uenos
2ires y Europa y posean lujosas y confortables viviendas. En resumen,
llevaban una vida placentera. Ge vean a s mismos como los sostenedores
del orden, de la plenitud ciudadana y como $rbitros de la sociedad. +iraban al
resto de la gente como individuos vulgares y naturalmente inferiores. En el
homenaje p#stumo de :arlos Hbarguren al 1r. Hndalecio I#me!, se lee:
JC...E Este gran seor de la Fep-blica, dem#crata ferviente en sus ideas, vivi#
aislado de la muchedumbre. Fepugn$banle la vulgaridad y la adulaci#n a las
masas. "a urbanidad suya, que fue para l una forma de la belle!a, era
incompatible con la grosera del vulgo.
K
En ese sentido :mberto Eco se@ala que5
"a fealdad tambin es un fen#meno social. "os miembros de la clases LaltasM
desde siempre han considerado desagradables o ridculos los gustos de las
clases LbajasM. /odra decirse sin duda que en esta discriminaci#n han
intervenido factores econ#micos, en el sentido de que la elegancia ha estado
asociada siempre al uso de tejidos, colores y gemas valiossimas. ;o
obstante, muchas veces la discriminaci#n no ha sido econ#mica sino cultural(
6 orbacho ?yriam y Adet Jaquel. "a historia contada por sus protagonistas. Galta,
primeras dcadas del siglo NN. En5 http5KKLLL.portaldesalta."ov.ar.KlibrosKcapS.htm
es un hecho habitual destacar la vulgaridad del nuevo rico que, para hacer
ostentaci#n de su rique!a, va m$s all$ de los lmites que la sensibilidad
esttica dominante asigna al Lbuen gustoM.
O
(i hay al"o que hoy est# prohibido, por principio, es la fealdad. La cultura que impone el
capitalismo a escala "lobal opera m#s sobre la esttica que sobre la tica. La maldad, si
bien se asocia muchas veces con la fealdad, no es un impedimento para sociabili&ar o
adquirir lu"ares de privile"io, la belle&a es por el contrario, un pasaporte para conse"uir
casi cualquier cosa. La belle&a opera entonces como el objeto de deseo m#s preciado en
las civili&aciones occidentales. El cuerpo bello es, en este sentido, un objeto m#s de
deseo, pero por sobre todas las cosas y como condicin de posibilidad, es un objeto.
El juicio esttico sobre el cuerpo humano entonces, en tanto objeto de deseo en las
sociedades capitalistas, tiene como condicin de posibilidad una determinada concepcin
del cuerpo humano que hace de l un objeto m#s que puede ser individuali&ado,
diferenciado, dominado, manipulado.
En la literatura antropol"ica podemos observar que en todas las pocas y lu"ares
el cuerpo humano no ha sido concebido siempre como un objeto.
El cuerpo aparece como otra forma vegetal, o el vegetal como una extensi#n
natural del cuerpo. ;o hay fronteras percibibles entre estos dos terrenos. "a
divisi#n puede reali!arse s#lo por medio de nuestros conceptos occidentales,
a riesgo de establecer una confusi#n o una reducci#n etnocentrista de las
diferencias.
"os canacos no conciben al cuerpo como una forma y una materia aislada del
mundo: el cuerpo participa por completo de una naturale!a que, al mismo
tiempo, lo asimila y lo cubre. El vnculo con lo vegetal no es una met$fora sino
una identidad de sustancia.
CDE "a noci#n de persona en el sentido occidental no se encuentra en la vida
social y en la cosmogona tradicional canaca. 2 fortiori, el cuerpo no existe. 2l
menos en el sentido que le otorgamos hoy en nuestras sociedades.
4
P3O, 34.
HdemQ
En las sociedades capitalistas, si bien la diferenciacin y discriminacin social opera de
G Eco :mberto, 'istoria de la fealdad. 'ed. <talia, Lumen, BCCG, p. -+>
, Le 2reton $avid. 2ntropologa del cuerpo y modernidad. 'ed. 2uenos Aires. Ed. ;ueva
1isin, BCCB, p. 'G 8',
manera esttica se"!n la l"ica de lo bello y lo feo en donde lo feo debe ser anulado,
eAcluido, etc. en la representacin que se hace de la fealdad en Amrica, al menos
p!blicamente, se utili&an para ello cuerpos que contienen ras"os europeos u occidentales.
En este sentido parece que opera aquello que dice %usch en la cita m#s arriba respecto
de que a partir del descubrimiento el ind"ena desaparece, no puede ser aprehendido por
las cate"oras occidentales m#s que como un objeto muerto que se rele"a al museo como
al"o monstruoso y aberrado.
0or mencionar al"!n ejemplo 6banal7 de cmo es representada la fealdad humana
en Amrica podemos observar dos pro"ramas televisivos de "ran divul"acin y Aito
comercial que tenan como tema central la cuestin de la fealdad humana. :no de ellos
de ori"en colombiano llamado 62etty la fea7 y otro de ori"en ar"entino llamado 60atito
Feo7. En ambas series observamos que el personaje supuestamente feo es en realidad
una persona que cumple con los criterios de belle&a del capitalismo, solo que, por decir de
al"una manera, son afeados en base a accesorios tales como aparatos en los dientes,
lentes y peinados fuera de moda, etc. En ambas series la fealdad es remediada puesto
que en realidad no eran feas sino que no saban lucir su belle&a. El nombre de 0atito Feo,
por su parte, hace referencia a la literatura cl#sica infantil en donde el patito
supuestamente feo en realidad no es feo sino que pertenece a otra especie y su fealdad
desaparece en cuanto se da cuenta de ello. Esto !ltimo tambin es si"nificativo, puesto
que en Amrica se reusa, al i"ual que en las series, a representar la fealdad, esa que a la
vista de todos y se"!n los par#metros vi"entes parece irremediable por medio de
accesorios, cosmticos, etc.
$ecimos entonces que la cultura que impone el sistema capitalista, lejos de incluir
la fealdad promueve la eliminacin de la misma, al mismo tiempo que propone ideales de
belle&a inalcan&ables para la mayora. laramente el sistema, lejos de "enerar una
inte"racin, mantiene y promueve la se"re"acin, sobre todo en Amrica en donde las
variedades fisonmicas abundan y se corresponden, por lo "eneral, con una distribucin
del poder.
Anali&ando la cuestin desde las cate"oras Puscheanas del ser y el estar,
consideramos que estas distinciones de belle&a y fealdad referidas a los cuerpos se
mueven, an#lo"amente a lo que mencionamos respecto de las obras de arte,
eAclusivamente en el plano del ser, en donde el af#n de ser al"uien se traduce como el
af#n por destacarse en la competencia. A su ve&, dentro de esta concepcin de la vida, en
un plano metafsico, los opuestos no son inte"rados como mutuamente necesarios sino
que se intenta imponer totalmente uno sobre el otro. El ser al"uien requiere de un hombre
que cae en la concepcin moderna de sujeto que es, al mismo tiempo, como dira (artre,
un objeto para otro.
El plano del estar se da, en cambio, en el terreno de la comunidad, el fruto y la
presencia de la ira. La ira divina responde a la contin"encia de que haya o no haya
cosecha, de que puede "rani&ar o llover, y eso, que no depende de la voluntad individual
de las personas requiere de un sacrificio ritual para conjurar que suceda m#s bien lo fasto
y no lo nefasto. El hombre se encuentra all amparado por su comunidad que est# a su
ve& al amparo de los dioses, de modo que tanto el cuerpo humano como la naturale&a en
"eneral, forman parte de una totalidad de sentido que inte"ra los opuestos en una
necesidad recproca, tal como lo son el da y la noche para el crecimiento ve"etal.
A!n hoy en da se encuentra en los sectores populares de Amrica una manera de
concebir la vida que tiene ras"os en com!n con el estar de la Amrica precolombina. La
reli"iosidad, ciertos ritos que a!n se conservan, los la&os comunitarios y la actitud
ne"ativa ante la supuesta posibilidad de poder dominarlo todo por medio de la voluntad
dan cuenta de ello.
Las soluciones que esbo&a el sistema capitalista en vistas a la inte"racin
consisten en imponer totalmente la l"ica del ser por sobre la del estar. 0ara ello se
intenta hacer que el mercado incluya aquello que histricamente ha se"re"ado, que
incluya entonces, todas las diferencias fisonmicas de manera que nadie se sienta
eAcluido.
"a cada del muro anunci# con estruendo las tantas otras cadas. Todos
asistieron de gala a la celebraci#n del fragmento. "evantaron los peda!os. 9
peor, los compraron como souvenirs en los 6ioscos de revistas.
Rue el momento en que todos los deformes, los no blancos, los no
heterosexuales, los no machos, que haban salido de la cocina de la historia,
eran abra!ados por el afiche de >ennetton y colocados como una postal del
fetichismo de la diversidad. Rue la poca del )nited :olors, as en la lengua
del que coloni!a, y todos tuvieron un lugar en la g#ndola. )nidos ya no por
una bandera, ni por un territorio, ni mucho menos por una ideologa. )nidos
por un par de jeans.
<
0ero esta inte"racin que intenta lavarle la cara al indio y echarle perfume francs para
que pasee por la ciudad sin ser una molestia para el buen ciudadano, tiene en Amrica su
resistencia, est# condenada al fracaso desde el principio. ;o es al pueblo a quien hay que
educar ni al indio a quien hay que civili&ar para poder terminar con la se"re"acin.
Fealmente, @cu$ndo comprenderemos que la clave no est$ en arreglar a
2mrica, sino en someternos a ella y para ello ser$ preciso que recobremos
una idea m$s profunda del hombre, y no continuemos en este juego gratuito
de repetir, marxistas y democr$ticos, los preconceptos de una cultura
burguesa occidental, como si estuviramos dando la lecci#n prolijamente en la
escuela.
Es que tenemos un profundo miedo de apartarnos del gran plan. 1el otro lado
siempre se da el demonio, algo as como la anti.materia en fsica, algo que
nos pudiera hacer !o!obrar y que denominamos, un poco tap$ndonos las
narices: peronismo, Jcabecitas negrasJ, montonera, indios, villas miseria,
lumpen o lo que fuera. /ero todo ello no es otra cosa que algo que no cumple
el plan, s#lo porque tiene ya el suyo propio.
/orque @qu pasara si acept$ramos sin m$s eso que 2mrica trae consigo
en su plan en materia poltica o econ#micaA ,a dijimos que lo peculiar de
2mrica, eso que yace en lo m$s hondo de ella, es su profundo estar, algo as
como un dejarse estar, eso mismo que se traduce en >olivia o en /er- o en el
;orte argentino como una imposibilidad de darles a esos pases o a esa !ona
la fisonoma liberal y democr$tica que toda naci#n correcta, creemos, debe
tener hoy en da. , nosotros estamos en un ritmo opuesto, una especie de ser
alguien competitivo y creador que nos lleva precisamente a disfrutar de los
beneficios del siglo NN.
, es m$s. Ese mero estar de 2mrica implica soluciones polticas y
econ#micas contrarias, como comunidad, y economa del amparo en
oposici#n a una economa del desamparo( adem$s, una libertad que s#lo se
concreta al hecho moral de optar por el bien o el mal, y esa profunda escase!
9Abalo Facundo. "a estili!aci#n de los conflictos sociales. 1e cruces entre publicidad, arte y
poltica. (auna Jevista de Arte, A@o - U ;!mero -B. http5KKrevistasauna.com.arKC-N-BKCG.html
que apunta hacia una ausencia de la propiedad, o m$s bien, a una indiferencia
por parte del indio o del campesino mesti!o de lograrla con su propio
esfuer!o.
35
?ientras que la solucin occidental pasa por querer inte"rar al otro, hacerle saber que
pese a ser feo puede ser al"uien si se esmera o, como dira ?arA, puede comprar la
belle&a, en Amrica, en cambio, encontramos hoy fiestas populares que operan a modo
de ritual en donde las diferencias entre los cuerpos desaparecen. El carnaval es un
ejemplo de ello, en la modalidad en que se festeja sobre todo en el norte de nuestro pas
y en el sur de 2olivia, en donde abundan las pinturas, la espuma y dem#s accesorios que
cubren los cuerpos hacindolos indistin"uibles y entre"#ndolos en medio de una
embria"ue& "enerali&ada al "oce colectivo. Esto es al"o, pero evidentemente queda
mucho por hacer, una cultura no se modifica con la voluntad individual y un plan para ello,
es menester aceptar nuestra condicin de americanos, superar el miedo a ser nosotros
mismos aunque eso implique estar sucios, feos, malos, hedientos, etc si se nos ju&"a por
medio de cate"oras occidentales que por otra parte no son nuestras. Es imprescindible
para ello que tanto el arte como la filosofa den cuenta de lo que sucede en el fondo de
Amrica dej#ndose presionar por ella, de abajo hacia arriba, y no imponiendo cate"oras
de arriba hacia abajo.
El estado del espejo seg-n "acan, tiene en el sujeto el efecto de una
transformaci#n que se caracteri!a por la adopci#n de una imagen. El sujeto se
experimenta en este acto no s#lo como otro, sino que -nicamente se convierte
en sujeto mediante el control exterior de la imagen que es capa! de hacerse
de s mismo. Gin embargo, en este caso se generali!a un concepto moderno
de sujeto. En el intercambio de miradas con la m$scara y con el rostro pintado
se trataba, por el contrario, de un ritual que le otorgaba identidad social al
espectador en su trato con los dioses, los antepasados u otros miembros de
una comunidad. /or este motivo, no es posible establecer un concepto de
imagen con fundamentos antropol#gicos s#lo a partir de la mirada del espejo.
+$s bien, en este contexto, la mirada del espejo ha servido por su parte para
el control social, para lo cual toma como modelo las im$genes de los roles
'C %usch, J.. 9bras completas. Editorial Fundacin Joss, 2uenos Aires, BCCG. /omo <, pp. -'S,
-'G
establecidos.
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'' 2eltin", 9ans. 2ntropologa de la imagen. -V ed. 2s. As. %at& Editores, BC'B, p.>+

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