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Influencias De San Agustn

San Agustn tiene gran importancia en la historia de la cultura europea. Sus Confesiones suponen un modelo de biografa interior para muchos autores, que van a considerar la introspeccin como elemento importante en la literatura. Concretamente, Petrarca va a ser un gran lector de San Agustn: su descripcin de los estados amorosos enlaza con ese inters por el mundo interior que encuentra en San Agustn. Descartes descubre la autoconciencia, que seala el inicio de la filosofa moderna, copiando su principio fundamental (cogito ergo sum/pienso luego existo) no literalmente pero s en cuanto al sentido, de san Agustn (si enim fallor, sum/si me equivoco, existo: De civ. Dei 11, 26). Por otro lado, San Agustn va a ser un puente importante entre la Antigedad y la cultura cristiana. El especial aprecio que tiene por Virgilio y Platn va a marcar fuertemente los siglos posteriores. As, se puede decir que la Edad Media, hasta el siglo XIII y el redescubrimiento de Aristteles, va a ser platnica. El especial aprecio por Virgilio se va a manifestar, por ejemplo, en la Divina Comedia de Dante Alighieri.

En la Ciencia
Agustn y la Teora de la Relatividad Segn el cientfico Roger Penrose, San Agustn tuvo una intuicin genial acerca de la relacin espacio-tiempo, adelantndose 1500 aos a Albert Einstein y a la Teora de la Relatividad cuando Agustn afirma que el universo no naci en el tiempo sino con el tiempo, que el tiempo y el universo surgieron a la vez. 1 Esta afirmacin de Agustn tambin es rescatada por el colega de Penrose, Paul Davies. Agustn y el Evolucionismo Agustn, quien tuvo contacto con las ideas del evolucionismo de Anaximandro, sugiri en su obra La Ciudad de Dios que Dios pudo servirse de seres inferiores para crear al hombre al infundirle el alma, defenda la idea de que a pesar de la existencia de un Dios no todos los organismos y lo inerte salan de l, sino que algunos sufran variaciones evolutivas en tiempos histricos a partir de creaciones de Dios. 2

1. El universo segn Penrose 2. Evolucionismo y cristianismo

Agustn y la Biblia con respecto a la ciencia Un mrito de san Agustn es haber visto correctamente la inerrancia y la autoridad de la Escritura. sta se refiere nicamente a los temas de fe y de moral y no a los temas cientficos. Ya en los siglos IV-V san Agustn vio con claridad que la Biblia no tiene ninguna autoridad en temas cientficos: El Espritu de Dios que hablaba por medio de los autores sagrados, no quiso ensear a los hombres estas cosas (de astronoma) que no reportan utilidad alguna para la vida eterna (De g. ad lit. 2, 9, 20; cf. tambin De act. c. Fel.1. 10; De g. ad lit. 1, 19, 39).

En el pensamiento Cristiano
La influencia posterior de s. Agustn casi no tiene parangn en el pensamiento cristiano (junto a Sto. Toms de Aquino, a partir del s. XIII), tanto en filosofa como, sobre todo, en teologa. El mismo Sto. Toms lo cita continuamente. En toda la Edad Media est presente el influjo de S. Agustn (primero en S. Gregorio Magno o S. Isidoro de Sevilla). Su pensamiento influy en S. Anselmo (siglo XI), a quien se considera iniciador de la escolstica medieval; impregna el platonismo de la Escuela de Chartres (Juan de Salisbury, Joaqun de Fiore); est presente en la primera mstica cristiana (Hugo y Ricardo de San Vctor), como lo estar despus en la mstica especulativa alemana a partir del siglo XIV (el Maestro Eckhart lo cita con mucha frecuencia) y, sobre todo, es asumido por los filsofos y telogos de la orden franciscana (S. Buenaventura, Duns Escoto). En el Renacimiento habr un inters por el neoplatonismo agustiniano. Es conocida su influencia en Lutero, en el jansenismo francs y en el gran pensador francs del siglo XVII que fue Pascal. Por otra parte, S. Agustn se anticipa, como veremos, bien es verdad que con un planteamiento diferente, al cogito de Descartes (s. XVII) que marca el inicio de la filosofa moderna. Al margen del importante resurgimiento del pensamiento agustiniano que supuso, desde principios del siglo XX, la neoescolstica (neoagustinismo y neotomismo), queremos finalmente sealar la significativa presencia de S. Agustn en dos grandes filsofas del siglo pasado: Hannah Arendt y Mara Zambrano. Los maestros de la primera, Jaspers y Heidegger, dos de los principales filsofos del siglo XX, se ocuparon de Agustn y ella misma realiz, bajo la direccin de Karl Jaspers, su tesis doctoral con un estudio titulado: El concepto de amor en S. Agustn, y volvi a escribir sobre el telogo cristiano al final de su vida (ver, por ejemplo, su obra: La vida del espritu). En cuanto a Mara Zambrano, fue grande su aprecio por S. Agustn, fuente inspiradora, como tantas otras, de su razn potica. En su obra La confesin como gnero literario se refiere expresamente a S. Agustn. Y en su correspondencia con Agustn Andru, recogida en el libro Cartas de La Pice, esencial para conocer el pensamiento religioso de la filsofa malaguea, se aprecia bien lo que aqu meramente apuntamos.

Finalmente, la doctrina de Agustn lleva un sello eminentemente catlico y es radicalmente opuesta al protestantismo. Es importante dejar establecido este hecho, principalmente a causa del cambio de actitud de los crticos protestantes hacia San Agustn. Ciertamente, no hay nada que merezca ms la atencin que este desarrollo que dice tan bien de la imparcialidad de los autores modernos. La tesis de los protestantes de otros tiempos es bien conocida. Por cierto que no faltaron los intentos de monopolizar a Agustn y de hacer de l un reformador precursor de la Reforma. Por supuesto que Lutero se vio obligado a admitir que no haba encontrado en Agustn la idea de la justificacin por la sola fe, ese principio generador de todo el protestantismo; y Schaff nos cuenta que se consolaba a s mismo exclamando (op. cit., p. 100): "Agustn ha errado con frecuencia, no es de fiar. Aunque bueno y santo, no posea la fe verdadera lo mismo que los otros Padres." Pero, en general, la Reforma no entr en lnea tan fcilmente y por largo tiempo fue costumbre oponer el gran nombre de Agustn al catolicismo. El Artculo 20 de la Confesin de Augsburgo tiene el atrevimiento de atribuirle la justificacin sin obras y Melanchton invoca su autoridad en su Apologia Confesionis. En los ltimos treinta o cuarenta aos todo esto ha cambiado, y los mejores crticos protestantes compiten entre s en la proclamacin del carcter esencialmente catlico de la doctrina agustiniana. De hecho, llegan a extremos cuando alegan que l es el fundador del catolicismo. As encontramos que H. Reuter concluye sus muy importantes estudios sobre el Doctor de Hipona: "Considero que Agustn es el fundador del catolicismo romano en el occidente.... Esto no es un descubrimiento nuevo, como parece creerlo Kattenbusch, sino una verdad reconocida desde hace tiempo por Neander, Julius Kstlin, Dorner, Schmidt, etc." Luego, sobre el asunto de si el evangelicalismo habra de encontrarse en Agustn, dice: "Anteriormente, sobre este punto se razonaba de una manera diferente a como se hace actualmente. Las frases que estuvieron muy en boga entre 1830 y 1870: "Agustn es el padre del protestantismo evanglico y Pelagio el padre del catolicismo," raramente se encuentran hoy da. Desde entonces se ha reconocido que no tienen asidero, aunque encierran una particula veri." Philip Schaff llega a la misma conclusin; y Dorner dice: "Es errneo atribuirle a Agustn las ideas que inspiraron la Reforma." Ninguno, sin embargo, ha colocado esta idea bajo una luz ms fuerte que Harnack. Bien recientemente, en su decimocuarta leccin de su La Esencia del Cristianismo, caracteriz a la Iglesia Romana con tres elementos, el tercero de los cuales es el Agustinismo, el pensamiento y la piedad de San Agustn. "De hecho, Agustn ha ejercido sobre la totalidad de la vida interior de la Iglesia, sobre la vida religiosa y sobre el pensamiento religioso, una influencia absolutamente decisiva." Y, de nuevo dice: "En el siglo V, en el momento en que hered el Imperio Romano, la Iglesia tena en su seno a un hombre de un genio extraordinariamente profundo y poderoso: de l tom ella sus ideas, y hasta la hora presente ha sido incapaz de apartarse de ellas." En su Historia del Dogma (traduccin al ingls, V, 234, 235), el

mismo crtico se ocupa extensamente de las caractersticas de lo que l llama el "catolicismo popular" al cual pertenece Agustn. Estas caractersticas son: la Iglesia como institucin jerrquica con autoridad doctrinal; la vida eterna por mritos y la desestimacin de la tesis protestante de "salvacin por la fe," es decir, salvacin por esa firme confianza en Dios producida por la certeza del perdn; el perdn de los pecados -en la Iglesia y por la Iglesia la distincin entre mandatos y consejos -entre pecados mortales y veniales - la gradacin de hombres malvados y hombres buenos - los varios grados de felicidad en el cielo de acuerdo con los mritos de cada uno. Agustn es acusado de "sobrepasar las ideas supersticiosas" de este catolicismo popular el valor infinito de la satisfaccin que Cristo ofreci por la salvacin considerada como el gozo de Dios en el cielo - la eficacia misteriosa de los sacramentos (ex opere operato) - la virginidad de Mara aun en el parto - la idea den su pureza y de su concepcin, nica en su clase. Harnack no afirma que Agustn ense la doctrina de la Inmaculada Concepcin, pero Schaff (op. cit., p. 98) dice sin vacilacin: "l es responsable de muchos lastimosos errores de la Iglesia Romana...l anticip el dogma de la Inmaculada Concepcin de la Virgen Mara, y su ominosa expresin, Roma locuta est, causa finita est, puede casi ser citada en apoyo al decreto vaticano de la infalibilidad papal."

El Agustinismo en la Historia
La influencia del Doctor de Hipona ha sido tan excepcional en la Iglesia que, despus de haber indicado sus caractersticas (vanse los pargrafos anteriores), es apropiado indicar las fases principales del desarrollo histrico de su doctrina. La palabra Agustinismo designa a veces el cuerpo entero de las doctrinas filosficas de Agustn y otras veces se restringe a su sistema de gracia. De aqu la divisin del tema: Agustinismo filosfico; Agustinismo teolgico sobre la gracia; leyes que gobernaron la mitigacin del Agustinismo.

Agustinismo filosfico
En la historia del agustinismo filosfico podemos distinguir tres fases muy distintas: Primero, el perodo de su triunfo casi exclusivo en el Occidente, hasta el siglo XIII. Podemos decir que Agustn fue el Gran Maestro del Occidente durante las largas edades que fueron oscurecidas por la invasin de los brbaros, pero que a pesar de todo sobrellevaron la carga de preservar las ciencias del futuro. En estos tiempos no tuvo absolutamente ningn rival, y si acaso lo hubo, ese fue uno de sus discpulos, Gregorio Magno quien, despus de

haber sido formado en su escuela, populariz sus teoras. El papel de Orgenes, quien injert neoplatonismo en las escuelas cristianas del Oriente, fue el que desempe Agustn en el Occidente, con la diferencia de que el Obispo de Hipona tuvo ms xito en desligar las verdades del platonismo de los sueos de la imaginacin oriental. En consecuencia, se inici con esto una corriente de ideas platnicas que nunca cesarn de actuar sobre el pensamiento occidental. Esta influencia se manifiesta de varias maneras. Se encuentra en los compiladores de este perodo, que son tan numerosos y merecedores de reconocimiento -tales como Isidoro, Beda, Alcuino- quienes tomaron abundantemente de las obras de Agustn, igual que lo haban hecho los predicadores del siglo VI y, notablemente, San Cesreo. En las controversias, especialmente en las grandes disputas de los siglos IX y XII sobre la validez de las ordenaciones simonacas, el texto de Agustn juega la parte principal. Carl Mirbt ha publicado sobre este punto un estudio muy interesante: Die Stellung Augustins in der Publizistik des gregorianischen Kirchenstreits (Leipzig, 1888). En el perodo pretomista del escolasticismo, entonces en proceso de formacin a saber, desde Anselmo hasta Alberto Magno, Agustn es el gran inspirador de todos los maestros, entre los cuales se cuentan Anselmo, Abelardo, Hugo de San Vctor, este ltimo llamado por sus contemporneos otro Agustn o, inclusive, el alma de Agustn. Y es apropiado anotar con Cunningham (Saint Austin, p. 178), que desde el tiempo de Anselmo el culto de las ideas agustinianas ejerci una enorme influencia sobre el pensamiento ingls en la Edad Media. En lo que concierne a Pedro Abelardo, sus Sentencias son poco ms que un esfuerzo de sntesis de las teoras agustinianas. Aunque ellas no forman un sistema tan rgidamente ligado co el Tomismo, sin embargo el Padre Mandonnet (en su docto estudio sobre Siger de Brabante) y M. de Wulf (sobre Gilles de Lessines) han podido agrupar estas teoras en un solo cuerpo. Aqu presentaremos un resumen de aquellas que en el siglo XIII eran consideradas agustinianas, y sobre las cuales se libr la batalla. En primer lugar, la fusin de teologa y filosofa, la preferencia otorgada a Platn sobre Aristteles; este ltimo representaba el racionalismo, del cual se desconfiaba, en tanto que el idealismo de Platn ejerca una fuerte atraccin -la sabidura era considerada la filosofa de lo Bueno ms bien que la filosofa de lo Verdadero. Como consecuencia, los discpulos de Agustn tienen siempre un pronunciado tinte de misticismo, en tanto que los discpulos de Santo Toms pueden reconocerse por su muy acentuado intelectualismo. En psicologa, la accin iluminativa e inmediata de Dios es el origen de nuestro conocimiento intelectual (a veces es puro ontologismo) y las facultades del alma se tratan como sustancialmente idnticas con el alma misma. Ellas son sus funciones y no entidades distintas (tesis que iba a tener sus propios partidarios en el escolasticismo del futuro y a ser adoptada por Descartes); el alma es una sustancia aun separada del cuerpo, de modo que despus de la muerte es ciertamente una persona. En cosmologa, adems de la celebrada tesis de las rationes seminales, que algunos han intentado recientemente interpretar en favor del evolucionismo, el agustinismo admita la multiplicidad de formas sustanciales en los seres compuestos, especialmente en el hombre. Pero especialmente en la imposibilidad de la creacin ab terno, o el carcter esencialmente temporal de toda criatura que es sujeta al

cambio, tenemos una de las ideas de Agustn que sus discpulos defendieron con mayor constancia y, al parecer, con mayor xito. Un segundo perodo de luchas muy activas vino en el siglo XIII, y esto slo ha sido reconocido ltimamente. Renn (Averroes, p. 259) y otros crean que la guerra contra el tomismo, que apenas estaba comenzando entonces, era causada por la infatuacin de los franciscanos hacia el averrosmo; pero si la Orden Franciscana se mostraba totalmente opuesta a Santo Toms, ello se deba simplemente a cierto horror a las innovaciones filosficas y a la desatencin del agustinismo. La revolucin doctrinal efectuada por Alberto Magno y Toms de Aquino a favor de Aristteles alarm a la vieja escuela del agustinismo entre los dominicos lo mismo que entre los franciscanos, pero especialmente entre los ltimos, que eran discpulos del eminente doctor agustiniano San Buenaventura. Esto explicar la condena, hasta ahora poco comprendida, de muchas proposiciones de Santo Toms de Aquino tres aos despus de su muerte, decretada el 7 de marzo de 1277 por el Obispo de Pars, y el 18 de marzo de 1277 por el Arzobispo de Canterbury, Rober Kilwardy, dominico. La escuela agustiniana representaba la tradicin, el tomismo el progreso. La censura de 1277 fue la ltima victoria de un agustinismo demasiado rgido. La feliz fusin gradual de los dos mtodos en las dos rdenes de franciscanos y dominicos trajo consigo un acuerdo sobre ciertos puntos sin excluir diferencias sobre otros que estaban todava oscuros (como, por ejemplo, la unidad o la multiplicidad de formas), al mismo tiempo que favoreci el progreso en todas las escuelas. Sabemos que la canonizacin de Santo Toms caus el retiro de las condenaciones de Pars (14 de febrero de 1325). Ms aun, la prudencia o la moderacin de la nueva escuela contribuyeron poderosamente a su triunfo. Alberto Magno y Santo Toms, lejos de ser adversarios de San Agustn, como se deca, se colocaron en su escuela y, en tanto que modificaron ciertas teoras, tomaron dentro de su sistema la doctrina del obispo africano. Cuntos artculos en la Summa de Santo Toms no tienen otro objeto que incorporar en la teologa esta o aquella teora abrigada por San Agustn (para tomar un solo ejemplo, aquella de las ideas ejemplares en Dios). Por consiguiente, ya no haba una escuela estrictamente agustiniana, porque todas las escuelas lo eran. Todas eliminaron ciertos puntos especiales y retuvieron la misma veneracin hacia el maestro. Desde el tercer perodo del siglo XV hasta nuestros das, vemos menos del progreso especial del agustinismo filosfico que ciertas tendencias hacia un renacimiento exagerado del platonismo. En el siglo XV Bessarion (1472) y Marsilio Ficino (1499) usaron el nombre de Agustn con el propsito de entronizar a Platn en la Iglesia y excluir a Aristteles. En el siglo XVII es imposible negar ciertas semejanzas entre el cartesianismo y la filosofa de San Agustn. Malebranche estaba equivocado en atribuir su propio ontologismo al gran Doctor, como lo estaban muchos de sus sucesores en el siglo XIX. Agustinismo teolgico La historia del sistema de gracia de Agustn parece mezclarse de una manera casi indistinguible con los desarrollos progresivos de este dogma. Aqu debe ser suficiente,

primero, enumerar las fases principales y, segundo, trazar las leyes generales de desarrollo que mitigaron el agustinismo en la Iglesia. Despus de la muerte de Agustn, un siglo completo de feroces enfrentamientos (430-529) termin con el triunfo del agustinismo moderado. En vano haba el Papa San Celestino (431) otorgado su sancin a las enseanzas del Doctor de Hipona. Los semipelagianos del sur de Francia no podan entender la predileccin de Dios hacia los elegidos y, con el fin de atacar las obras de San Agustn, hicieron uso de las frmulas ocasionalmente exageradas de San Fulgencio o los errores reales de ciertos predestinacionistas aislados como, por ejemplo, Lcido, condenado en el Concilio de Arles (475). Felizmente, Prspero de Aquitania, por su moderacin, y tambin el desconocido autor de De Vocatione omnium gentium, por su tesis consoladora sobre el llamado dirigido a todos, abrieron el camino para un acuerdo. Y, finalmente, San Cesreo de Arles obtuvo del Papa Flix IV una serie de Capitula que fueron solemnemente promulgados en Orange y dieron su consagracin al triunfo del agustinismo (529). En el siglo IX, se gan una nueva victoria sobre el predestinacionismo de Gottschalk en las asambleas de Savonnires y Toucy (859-860), La doctrina de la voluntad divina de salvar a todos los hombres y la universalidad de la redencin fueron as consagradas por la enseanza pblica de la Iglesia. En la Edad Media estas dos verdades son desarrolladas por los grandes doctores de la Iglesia. Fieles a los principios del agustinismo, dan un relieve especial a su teora sobre la Divina Providencia, que prepara a su arbitrio la determinacin de la voluntad por medio de eventos exteriores e inspiraciones interiores. En el siglo XIV se hace evidente una fuerte corriente de predestinacionismo. Hoy da se admite que el origen de esta tendencia se remonta a Toms Bradwardin, un celebrado profesor de Oxford, que muri siendo Arzobispo de Canterbury (1349) y a quien los mejores crticos, junto con Loofs y Harnack, reconocen como el inspirador del mismo Wyclif. Su libro De causa Dei contra Pelagium dio origen en Pars a una disputa sobre la "predeterminacin" agustiniana, palabra que se pensaba que haba sido inventada por Banes en el siglo XVI. A pesar de la oposicin de los telogos, la idea del determinismo absoluto en nombre de San Agustn fue adoptada por Wyclif (1324-1387), quien formul su fatalismo universal, la necesidad del bien para los elegidos y del mal para el resto. l fantase que haba encontrado en la doctrina agustiniana la extraa concepcin que se convirti para l en una doctrina central que echaba abajo toda moralidad y todo gobierno eclesistico y aun civil. De acuerdo con si uno est predestinado o no, todo cambia su naturaleza. Los mismos pecados que son mortales en el no elegido son veniales en el predestinado. Los mismos actos de virtud que son meritorios en el predestinado, aun si ste es un hombre malvado, no tienen ningn valor para el no elegido. Los sacramentos administrados por una persona no predestinada son siempre invlidos; ms aun, no existe ninguna jurisdiccin en un prelado o aun un papa, si no es predestinado. De la misma manera, no hay ningn poder, aun civil o poltico, en un

prncipe que no es uno de los elegidos, y no existe ningn derecho de propiedad en el pecador o en el no elegido. Tal es la base sobre la cual Wyclif estableci el comunismo que exalt a las turbas socialistas en Inglaterra. Es incontestable que l gustaba de citar a Agustn como su autoridad y sus discpulos, como nos lo asegura Toms Netter Waldensis (Doctrinale, I, xxxiv, 5), estaban continuamente jactndose de su profundo conocimiento de su gran Doctor, a quien llamaban con nfasis "Juan de Agustn." Shirley, en su introduccin al Zizaniorum Fasciculi ha llegado al punto de pretender que las teoras de Wyclif sobre Dios, sobre la Encarnacin y aun sobre la propiedad, eran de la ms pura inspiracin agustiniana, pero aun una comparacin superficial, si fuera este el lugar para hacerla, mostrara cun falta de base es dicha asercin. En el siglo XVI, la herencia de Wyclif y de Hus, su discpulo, fue siempre aceptada bajo el rtulo de agustinismo por los lderes de la Reforma. La predestinacin divina desde toda la eternidad, que separaba a los elegidos, los que haban de ser arrebatados de la masa de la perdicin, de los rprobos destinados al infierno, al igual que el impulso irresistible por el cual Dios atraa a unos a la salvacin y a otros arrastraba hacia el pecado, eran los elementos que constituan la doctrina fundamental de la Reforma. El calvinismo lleg a adoptar un sistema que era "lgicamente ms consistente, pero prcticamente ms repulsivo," segn la expresin de Schaff (Saint Augustine, p. 104), segn el cual el decreto de reprobacin de los no elegidos sera independiente de la cada de Adn y del pecado original (supralapsarismo). Era de esperar que estas duras doctrinas haban de traer su reaccin, y a pesar de las severidades del Snodo de Dordrecht, que sera interesante comparar con el Concilio de Trento en cuanto a moderacin, el arminianismo triunf sobre la tesis calvinista. Debemos notar aqu que an los crticos protestantes, con una lealtad que los honra, han vindicado en los tiempos recientes a Agustn de las falsas interpretaciones de Calvino. Dorner en su "Gesch. der prot. Theologie," ya haba mostrado la instintiva repugnancia de los telogos anglicanos hacia las horribles teoras de Calvino. W. Cunningham ("Saint Austin, p. 82 sqq.) ha llamado con mucha franqueza la atencin hacia la completa oposicin en puntos fundamentales que existe entre el Doctor de Hipona y los reformadores franceses. En primer lugar, en lo que se refiere al estado de la naturaleza humana, que de acuerdo con Calvino es totalmente depravada, es muy difcil para los catlicos aprehender la concepcin protestante del pecado original, el cual, para Calvino y Lutero no es, como lo es para nosotros, la degradacin moral y la mancha impresa en el alma de cada hijo de Adn por la falta del padre, que es imputable a cada miembro de la familia. No es la privacin de la gracia y de todos los otros dones sobrenaturales; ni siquiera la concupiscencia, entendida en el sentido ordinario de la palabra, como la lucha de los instintos bajos y egostas contra las tendencias virtuosas del alma; es, en cambio, una profunda y completa subversin de la naturaleza humana, es la alteracin fsica de la sustancia misma de nuestra alma. Nuestras facultades, entendimiento y voluntad, si no enteramente destruidas, son por lo menos mutiladas, impotentes y encadenadas al mal. Para los reformadores, el pecado original no es un pecado, es el pecado, y el pecado

permanente, que vive en nosotros y hace que de nuestra naturaleza, que es radicalmente corrupta y mala, brote una corriente continua de nuevos pecados. Porque, puesto que nuestro ser es malo, cada obra nuestra es igualmente mala. De este modo, los telogos protestantes no hablan ordinariamente de los pecados de la humanidad, sino de el pecado, que nos hace lo que somos y contamina todo. De aqu surgi la paradoja de Lutero: que aun en un acto de caridad perfecta un hombre peca mortalmente, porque acta con una naturaleza viciada. Y de aqu esa otra paradoja: que el pecado nunca puede ser borrado, sino que permanece en su integridad, aun despus de la justificacin, aunque ya no volver a ser imputado; para borrarlo, sera necesario modificar fsicamente a este ser humano que es pecado. Calvino, sin ir tan lejos como Lutero, ha insistido, sin embargo, en esta total corrupcin. "Sostngase como verdad indudable que ningn instrumento puede sacudir," dice (Institution II, v, 19), "que la mente del hombre est tan enteramente alienada de la rectitud de Dios, que no puede concebir, desear o disear nada que no sea dbil, distorsionado, pestilente, impuro o inicuo; que su corazn est tan completamente envuelto por el pecado que no puede respirar sino corrupcin y podredumbre; que si algunos hombres ocasionalmente dan una muestra de bondad, su mente esta siempre entretejida con hipocresa y engao, su alma amarrada interiormente con las cadenas de la maldad." "Ahora," dice Cunningham, "esta doctrina, no importa lo que haya que decir de ella, no es la de San Agustn. l sostena que el pecado es el defecto de una buena naturaleza que retiene elementos de bondad, aun en su estado ms morboso y corrompido, y no da el menor apoyo a esta opinin moderna sobre la depravacin total." Lo mismo sucede con la afirmacin de Calvino sobre la accin irresistible de Dios sobre la voluntad. Cunningham muestra que estas doctrinas son irreconciliables con la libertad y la responsabilidad, en tanto que por el contrario, "San Agustn es cuidadoso en el intento de armonizar la creencia en la omnipotencia de Dios con la responsabilidad humana" (St. Austin, p. 86). El Concilio de Trento fue, por consiguiente, fiel al verdadero espritu del Doctor africano, y mantuvo el agustinismo puro en el seno de la Iglesia, por sus definiciones contra dos excesos opuestos. Contra el pelagianismo reafirm el pecado original y la necesidad absoluta de la gracia (Ses. VI, can. 2); contra el predestinacionismo protestante proclam la libertad del hombre con su doble poder de resistirse a la gracia (posse dissentire si velit - Ses. VI, can. 4) y de obrar bien o mal, aun antes de abrazar la Fe (can. 6 y 7). En el siglo XVII el jansenismo adopt, en tanto que la modificaba, la concepcin protestante del pecado original y del estado del hombre cado. No admitieron ms que Lutero los jansenistas la existencia de los dos rdenes, el natural y el sobrenatural. Todos los dones que Adn haba recibido, la inmortalidad, el conocimiento, la integridad, la gracia santificante, eran absolutamente requeridos por la naturaleza del hombre. El pecado original es, por consiguiente, de nuevo considerado como una profunda alteracin de la naturaleza humana. De lo cual los jansenistas concluyen que la clave del sistema de San Agustn debe encontrarse en la diferencia esencial del gobierno divino y de la gracia antes y despus de la Cada de Adan. Antes de la Cada, Adn gozaba de una perfecta libertad, y la gracia le daba el poder de resistir o de obedecer; despus de la Cada, ya no

haba en los hombres libertad propiamente dicha; haba solo espontaneidad (libertas a coactione y no libertas a necessitate). La gracia, o delectacin en el bien, es esencialmente eficaz y necesariamente victoriosa una vez que es superior en grado a la concupiscencia opuesta. La lucha, que se prolong por dos siglos, condujo a un estudio ms profundo del Doctor de Hipona y prepar el camino para el triunfo definitivo del agustinismo, pero de un agustinismo mitigado de acuerdo con las leyes que debemos indicar a continuacin. (3) Leyes que gobernaron la mitigacin del agustinismo A pesar de lo que los crticos protestantes hayan podido decir, la Iglesia ha sido siempre fiel a los principios fundamentales defendidos por Agustn contra los pelagianos y semipelagianos, sobre el pecado original, la necesidad y gratuidad de la gracia, la dependencia absoluta de Dios para la salvacin. A pesar de todo, se progres en gran medida siguiendo la lnea de una gradual mitigacin. Porque no se puede negar que la doctrina formulada en Trento y enseada por todos nuestros telogos produce una impresin de mayor suavidad y claridad que este o aquel pasaje de las obras de San Agustn. Las causas de este suavizamiento y las fases sucesivas de este progreso ocurrieron como sigue: Primero, los telogos empezaron a distinguir ms claramente entre el orden natural y el sobrenatural, y a partir de esto, la Cada de Adn ya no pareca una corrupcin de la naturaleza humana en sus partes constituyentes; es la prdida de todo el orden de elevacin sobrenatural. Santo Toms (Summa I:85:1) formula la gran ley de la preservacin, en los culpables hijos de Adn, de todas las facultades en su integridad esencial: "El pecado (aun el original) ni quita ni disminuye los dones naturales." De este modo, los tomistas mas rigurosos, lvarez, Lemos, Contenson, estn de acuerdo con el gran Doctor en que el pecado de Adn no ha debilitado (intrincese) las fuerzas morales naturales de la humanidad. En segundo lugar, esas verdades consoladoras y fundamentales tales como del deseo de Dios de salvar a todos los hombres, y la muerte redentora de Cristo, que fue realmente ofrecida y aceptada por todos los pueblos y todos los individuos, verdades que Agustn nunca neg, pero que dej demasiado en el trasfondo y, por as decirlo, como ocultas bajo las terribles frmulas de la doctrina de la predestinacin, han sido tradas a plena luz, desarrolladas y aplicadas a las naciones infieles han entrado por fin en la enseanza ordinaria de la teologa. De este modo, nuestros Doctores, sin denigrar lo ms mnimo de la soberana y justicia de Dios, se han elevado a la ms alta idea de Su bondad: que Dios desea tan sinceramente la salvacin de todos que les da absolutamente a todos, inmediata o mediatamente, los medios necesarios para la salvacin y siempre con el deseo de que el hombre consienta en emplear esos medios. Nadie cae al infierno sino por su propia culpa. Aun a los infieles les ser pedida cuenta de su infidelidad. Santo Toms expresa el pensamiento de todos cuando dice: "Es la enseanza comn que si un hombre nacido entre las naciones brbaras e infieles hace realmente lo que est a su alcance, Dios le revelar lo que es necesario para la salvacin, bien sea por inspiraciones interiores o

envindole un predicador de la Fe" (In Lib. II Sententiarum, dist. 23, Q. viii,a.4, ad. 4 am). No debemos disimular el hecho de que esta ley cambia el aspecto total de la Divina Providencia, y de que San Agustn lo haba dejado muy en la sombra, insistiendo solamente en los otros aspectos del problema, a saber: que Dios, mientras que hace un llamado suficiente a todos los hombres, no est atado a escoger siempre el llamado que ser de hecho eficaz y que ser aceptado, a condicin de que la negativa al consentimiento sea debida a la obstinacin de la voluntad del pecador y no a la falta de poder del llamado. De este modo los Doctores aprobaron afanosamente el axioma: Facienti quod in se est Deus non denegat gratiam - Dios no rehusa la gracia al que hace lo que est a su alcance. En tercer lugar, de los principios enseados por Agustn se han extrado consecuencias que son claramente derivadas de ellos, pero que Agustn no haba sealado. De este modo, es incontestablemente un principio de San Agustn el que nadie peca al realizar un acto que no puede evitar: "Quis enim peccat in eo quod caveri non potest?" Este pasaje del "De libero arbitrio" (III, xviii, n.50) es anterior al ao 395 pero, lejos de retractarse de l, lo aprueba y explica en 415, en el "De natura et gratia," lxvii, n.80. De este fecundo principio los telogos han concluido, en primer lugar, que la gracia suficiente para sobreponerse a la tentacin nunca le falta a nadie, ni siquiera a un infiel; en segundo lugar, contra los jansenistas, han aadido que, para merecer su nombre de gracia suficiente, ella debera dar un poder real y completo, aun con relacin a las dificultades reales. Indudablemente los telogos han andado tentando, han vacilado y an negado, pero hoy da son muy pocos los que se atreveran a no reconocer en San Agustn la afirmacin de la posibilidad de no pecar. En cuarto lugar, ciertas afirmaciones secundarias que complicaban pero no hacan parte del dogma, han sido podadas de la doctrina de Agustn. As la Iglesia, que con Agustn ha negado siempre la entrada de los nios no bautizados al cielo, no ha adoptado la severidad del Gran Doctor que los condenaba a tormentos corporales, as fueran leves. Y poco a poco la enseanza ms suave de Santo Toms haba de prevalecer en teologa y aun haba de ser vindicada contra la censura injusta cuando Pio VI conden el pseudosnodo de Pistoia. Al final, las frmulas oscuras de Agustn fueron abandonadas o corregidas para evitar lamentables confusiones. De este modo, las expresiones que parecan identificar el pecado original con la concupiscencia han dado paso a frmulas ms claras sin alejarse del significado real que Agustn quiso expresar. No obstante, la discusin no ha terminado todava al interior de la Iglesia. Sobre todos aquellos puntos que se refieren especialmente a la manera en que se realiza la accin divina, los tomistas y los molinistas estn en desacuerdo; los primeros adhirindose a la idea de una predeterminacin irresistible, mientras que los ltimos mantienen, con Agustn, la idea de una gracia cuya infalible eficacia es revelada por el conocimiento divino. Pero ambos puntos de vista afirman la gracia de Dios y la libertad del hombre. La viva controversia despertada por el "Concordia" de Molina (1588) y las prolongadas

conferencias de auxiliis sostenidas en Roma ante los Papas Clemente VIII y Paulo V son bien conocidas. No hay duda de que una mayora de telogos consultores crey haber descubierto una oposicin entre Molina y San Agustn. Pero su veredicto no fue aprobado y (lo que es de gran importancia en la historia del agustinismo) es un hecho cierto el que ellos pidieron la condenacin de doctrinas que hoy son universalmente enseadas en todas las escuelas. As, en el proyecto de censura reproducido por Serry ("Historia Congregationis de Auxiliis," append., p.166), la primera proposicin dice as: "In statu natur laps potest homo, cum solo concursu generali Dei, efficere opus bonum morale, quod in ordine ad finem hominis naturalem sit ver virtutis opus, referendo illud in Deum, sicut referri potest ac deberet in statu naturali" (En el estado de la naturaleza cada, el hombre puede con el slo concursus general de Dios, hacer una obra moralmente buena, que puede ser una obra de verdadera virtud con relacin al fin natural del hombre al referirla a Dios, como puede y debe ser referida en el estado natural). De esta manera buscaban condenar la doctrina sostenida por todos los escolsticos (con la excepcin de Gregorio de Rmini), y ratificada desde entonces por la condena de la Proposicin lvii de Bayo. Durante un largo tiempo se dijo que el papa haba preparado una Bula para condenar a Molina, pero ahora se sabe por un documento autgrafo de Pablo V que se dej libertad a las dos escuelas hasta que se hubiera tomado una nueva decisin apostlica Poco despus se presento en la iglesia una tercera interpretacin del agustinismo, la de Noris, Belleli y otros partidarios de la predeterminacin moral. Este sistema ha sido llamado Agustinianismo. A esta escuela pertenecen un nmero de telogos que, con Tomasino, intentaron explicar la infalible accin de la gracia sin admitir ni la scientia media de los molinistas ni la predeterminacin de los tomistas. Un detallado estudio de esta interpretacin de San Agustn puede encontrarse en Vacant, Dictionnaire de thologie catholique, I, cols 2485-2501; aqu slo podemos mencionar un documento muy importante, el ltimo en el cual la Santa Sede ha manifestado su pensamiento sobre las varias teoras avanzadas por los telogos para reconciliar la gracia con la libertad. Este es el Breve de Benedicto XIV (13 de julio, 1748) que declara que las tres escuelas, la tomista, la agustiniana (Norris) y la molinista, tienen pleno derecho a defender sus teoras. El Breve concluye con estas palabras: "Esta Sede Apostlica favorece la libertad de las escuelas; hasta ahora, ninguno de los sistemas propuestos para reconciliar la libertad del hombre con la omnipotencia de Dios, ha sido condenado (op. cit., col. 2555). Como conclusin, debemos indicar brevemente la autoridad oficial que la Iglesia atribuye a San Agustn en cuanto a las cuestiones de la gracia. Son numerosas y solemnes las eulogas pronunciadas por los papas sobre la doctrina de San Agustn. Por ejemplo, San Gelasio I (1 de noviembre de 493), San Hormisdas (13 de agosto de 520), Bonifacio II y los Padres de Orange (529), Juan II (534) y muchos otros. Pero el documento ms importante, que debera servir para interpretar todos los dems porque los precede y los inspira, es la celebrada carta de San Celestino I (431), en la cual el papa garantiza no slo la ortodoxia de Agustn frente a sus detractores, sino tambin el gran mrito de su doctrina: "Tan

grande era su conocimiento que mis predecesores lo han colocado siempre en el rango de los maestros," etc. Esta carta est acompaada de una serie de diez capitula dogmticos, cuyo origen es incierto, pero que siempre han sido considerados, al menos desde el Papa Hormisdas, como expresin de la fe de la Iglesia. Ahora bien, estos extractos tomados de los concilios africanos y las decisiones pontificias finalizan con esta restriccin: "En cuanto a las cuestiones ms profundas y difciles, que han dado origen a estas controversias, no consideramos necesario imponer la solucin." En presencia de estos documentos que emanan de tan alta fuente, deberamos nosotros afirmar que la Iglesia ha adoptado toda la enseanza de San Agustn sobre la gracia, de tal manera que no ser nunca permisible apartarse de su enseanza? A esta pregunta se han dado tres respuestas: Para algunos, la autoridad de San Agustn es absoluta e irrefragable. Los jansenistas fueron tan lejos que formularon, con Havermans, esta proposicin, condenada por Alejandro VIII (7 de diciembre de 1690): "Ubi quis invenerit doctrinam in Augustino clare fundatam, illam absolute potest tenere et docere, non respiciendo ad ullam pontificis bullam" (En donde uno ha encontrado una doctrina claramente basada en San Agustn, la puede profesar y ensear absolutamente sin referirse a ninguna Bula pontificia). Esto es inadmisible. Ninguna de las aprobaciones pontificias tiene un significado tan absoluto, y los capitula hacen una expresa reserva en cuanto a las cuestiones profundas y difciles. Los papas mismos han permitido apartarse del pensamiento de San Agustn en el tema de la suerte de los nios que mueren sin bautismo (Bula Auctorem Fidei, 28 de agosto de 1794). Otros por su parte han concluido que las eulogas en referencia son meramente frmulas vagas que dejan entera libertad de apartarse de San Agustn y de echarle la culpa en cada punto. De este modo, Launoy, Richard Simon y otros han sostenido que Agustn haba estado en el error sobre el meollo mismo del problema y haba realmente enseado el predestinacionismo. Pero esto implicara que durante quince siglos la Iglesia tom como gua a un adversario de su fe. En la actualidad, esta actitud de fidelidad y respecto es tanto mas notable cuanto que los protestantes, que antiguamente eran tan encarnizados en la defensa de la predestinacin de Calvino, son hoy da casi unnimes en el rechazo de lo que ellos mismos llaman "el ms temerario desafo que jams se haya hecho a la razn y a la conciencia" (Grtillat, Dogmatique, III, p. 329). Schleiermacher, es cierto, la mantiene, pero le aade la teora derivada de Orgenes sobre la salvacin universal por la restauracin final de todas las criaturas, y es seguido en esto por Farrar Lobstein, Pfister y otros. El dogma calvinista hoy en da, especialmente en Inglaterera, est totalmente abandonado, y con frecuencia remplazado por un pelagianismo puro (Beyschlag). Pero entre los crticos protestantes, los mejores se estn acercando a la interpretacin catlica de San Agustn, como por ejemplo, Grtillat en Suiza, y Stevens, Bruce y Mozley (Sobre la doctrina agustiniana de la predestinacin) en Inglaterra. Sanday (Romans, p. 50) tambin declara que el misterio est fuera del alcance de la comprensin humana pero resuelto por Dios "Y as, nuestra solucin del problema del libre albedro y de los problemas de la historia y de la salvacin individual tiene que encontrarse en la completa aceptacin y comprensin de lo que

implica la infinidad y la omniciencia de Dios." Estas palabras finales nos hacen regresar al verdadero sistema de Agustn y nos permiten abrigar la esperanza de que al menos sobre esta cuestin llegaremos a una unin de las dos Iglesias en un sabio agustinismo.

Influencias De Santo Tomas


Tras la muerte de este filsofo, hubo una importante oposicin a su filosofa, particularmente de los franciscanos, que reivindicaron a San Agustn como el ms fiel exponente del punto de vista cristiano; la oposicin culmin en la condena de algunas de las doctrinas tomistas por parte de las autoridades eclesisticas de Pars y Oxford en 1277. Sin embargo, pronto se vio que el miedo a su pensamiento era infundado y tras la canonizacin de Santo Toms en 1323, el tomismo se fue extendiendo paulatinamente, primero entre los dominicos orden religiosa a la perteneci Toms de Aquino y posteriormente fuera de la propia orden. Su teora de la ley natural influy en el siglo XVI en la Escuela de Salamanca (principalmente Francisco de Vitoria ((1483-1546), que desarroll el derecho de gentes y al que algunos consideran el creador del Derecho Internacional)) y en el llamado Iusnaturalismo (Hugo Grocio (1583-1645)). Tambin influy en la filosofa moderna a travs de las Disputaciones metafsicas de Francisco Surez (15481617), y as, aunque muy alejados, e incluso opuestos a Santo Toms en muchos temas, su presencia es innegable en Descartes, que utiliz las pruebas tomistas por la causalidad eficiente y por la contingencia, aunque con importantes modificaciones, para la demostracin de la existencia de Dios, o en Leibniz que, con el mismo fin emplear la tercera Va, la Va por la contingencia. La aparicin de nuevos sistemas filosficos a partir de la Edad Moderna eclips el pensamiento tomista; pero en el siglo XIX un grupo de pensadores italianos,

inspiradores de la encclica de Len XIII Aeterni Patris (1879) en la que se defiende el pensamiento de Toms de Aquino como el ms adecuado al cristianismo, marc la renovacin de su pensamiento en lo que se ha dado en llamar neotomismo o neoescolstica. Los principales representantes de la neoescolstica contempornea son J. Marchal, J. Maritain y E. Gilson. En la Encclica, antes citada, "Aeterni Patris", Len XIII le declar "prncipe y maestro de todos los doctores escolsticos" y, en 1880, le design patrono de todas las universidades, academias y escuelas catlicas de todo el mundo. En claro contraste con las gravsimas dificultades que ofrece su filosofa para conciliarla con la ciencia moderna (principalmente la nueva fsica y ms an la teora evolucionista), el empirismo y, por supuesto, el materialismo tan presentes en nuestra poca, Santo Toms se ha convertido en el filsofo con ms presencia en el seno de la Iglesia: la Iglesia estableci para sus centros de enseanza superior, seminarios y facultades de Teologa los principios de la doctrina de Aquino; en su obra buscaron consejo e inspiracin los telogos y eclesisticos que participaron en los Concilios, por ejemplo el de Trento; los sucesivos Catecismos de la Iglesia rescatan su teologa; su concepcin de la naturaleza humana y la idea de la ley natural sirven de fundamento para la moral catlica oficial...

El inters por la filosofa tomista tardara aun un poco en despertar. Hacia finales del siglo XIX una encclica, Aeterni Patris, del papa Len XIII, recomendaba que la enseanza en todas las escuelas catlicas se fundamentara en la filosofa de Santo Toms. Tambin Pio XII afirmaba, en su encclica Humani generis (1950), que la filosofa tomista es la gua ms segura para la tradicin catlica. Ahora, alcanzado el umbral del tercer milenio, inmersos en una sociedad fuertemente tecnificada, no poco deslumbrada por los vertiginosos avances cientficos y, sin embargo, algo hurfana en valores morales e intelectuales, se detectan serios conflictos de identidad, de bsqueda personal y de necesidades vitales que den sentido a la propia existencia. Ha llegado, tal vez, el momento de echar la vista atrs, mirar a los clsicos, recuperarlos como maestros, dejarnos envolver por su pensamiento, con la mente abierta, sin prejuicios, para redescubrir la parte de verdad que encierran sus enseanzas, conjugarla y armonizarla con la parte de verdad que, sin duda alguna, llevamos tambin en nuestro bagaje colectivo como personal.

Bibliografia http://mercaba.org/FICHAS/Enciclopedia/A/agustin_de_hipona_ensenanzas_de_san.htm

http://suite101.net/article/tomas-de-aquino-la-influencia-del-pensamiento-tomista-a58080 http://es.wikipedia.org/wiki/Agust%C3%ADn_de_Hipona San Agustn. Obras completas de San Agustn. 41 volmenes. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos (2012). Obra selecta. Estudio introductorio de Salvador Antuano. Carton. (2010). Confesiones. Madrid: (2009). La Ciudad de Dios; Vida de San Agustn. BAC Selecciones. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.. (2007). Sobre la msica. Seis libros. Madrid: Editorial Gredos. (2007). Ciudad de Dios (libros I-VIII). Madrid: Editorial Gredos.

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