Ser bondadoso: Un llamado a propagar cariño, amor y respeto hacia los demás

Ser bondadoso: Un llamado a propagar cariño, amor y respeto hacia los demás

Todas las personas se hallan atravesadas por el valor de la bondad, aunque no sean conscientes de ello. La bondad es un valor que habita en los seres humanos y se define principalmente como una tendencia natural de hacer el bien, materializándose en todas aquellas acciones que se puntualizan como buenas. Es aquel sentimiento genuino por ayudar, acompañar y cuidar a quienes lo necesitan, sin esperar nada a cambio.

Ahora bien, ¿de qué modo se pone en práctica la bondad? ¿Cómo saber si uno mismo es bueno? Un ser bondadoso es aquel que promueve actos de bondad a través de diversas actitudes y gestos de cariño, respeto y amor hacia quienes lo rodean. Es a través de distintas conductas benevolentes, que las personas logran atenuar el dolor, la mezquindad, el sufrimiento y la desesperanza que las atraviesa, aunque sea por un momento.

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La bondad se halla intrínsecamente relacionada con la empatía, aquella capacidad de ponerse en el lugar del otro, buscando comprender sus sentimientos, obstáculos, dificultades y carencias. Los seres bondadosos toman conciencia de las emociones de los demás y se conmueven ante ellas.

El valor de la bondad reside dentro de cada individuo, pero debe trabajarse a lo largo de la vida. Es una semilla que germina y crece si se la riega con prácticas cotidianas de amor hacia los demás. Un gran modo de cultivar la bondad es mediante la acción voluntaria: las personas que realizan actividades solidarias, empatizan con quienes ayudan y se enternecen con los genuinos gestos de cariño que reciben de los beneficiados. Huellas es una organización social que abraza el valor de la bondad como uno de sus principales motores, ofreciéndole a los jóvenes la oportunidad de vivir una tarde de risas, juegos y alegrías con niños y abuelos, en comedores, hogares y asilos. A través de distintas actividades, los voluntarios se acercan a las personas e internalizan sus sentimientos y emociones, empatizando con sus situaciones personales.

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La bondad se ve reflejada en el cálido accionar de los voluntarios y, principalmente, en cada uno de los encuentros que ellos tienen con los pequeños y los adultos mayores en las distintas instituciones que visitan todos los sábados. Los voluntarios son un claro ejemplo de servicio hacia los demás pues fomentan el hábito de pensar en el otro como una práctica sincera, que nace del corazón de cada uno. Huellas, a diferencia de otras entidades solidarias, brinda la posibilidad de que los propios abuelos y chicos que comparten un momento con los voluntarios, puedan realizar otros proyectos sociales para ayudar a un tercero que lo necesita. El espíritu bondadoso se contagia entre todos, engendrando un poder positivamente transformador para la sociedad. 

Por consiguiente, es posible definir a la bondad como amor en acción: un amor puesto al servicio de los demás, expresado en gestos afectivos, amables y tiernos. Toda actividad empapada de bondad no sólo le hace bien a quien la recibe, sino también a quien la da; el impacto de un acto benevolente y solidario afecta a ambos polos, acercándolos desde un costado cálido y emotivo.

Desde hace más de diez años, Huellas propaga la importancia de hacer algo por el otro, realizando proyectos sociales para ayudar a los más vulnerados. Sin embargo, el centro de la organización está en sembrar una actitud solidaria en aquellos niños y abuelos que reciben la ayuda y afecto de los voluntarios, para que éstos también tengan un gesto de amor y bondad hacia alguien más que lo requiera. A modo de ejemplo, los niños realizan, junto a los voluntarios, piezas de bingo para los adultos mayores, que luego serán donadas a los hogares de ancianos.

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Por otra parte, realizar un acto de bien hacia otro resulta positivo para quien lo recibe, como también para quién engendran el espíritu de la bondad y lo propaga a través de su accionar.  McCullough sostiene que las personas se dan cuenta de que si son más amables con los demás, la gente será más amable con uno, dando a entender que uno recibe lo que da. Además, las personas no sólo están predispuestas a realizar actos de bondad y generosidad, sino que, según explica Richard Layard, un economista laboral que estudia la felicidad en la Escuela de Economía de Londres, "hacer el bien te hace más feliz y ser más feliz te hace hacer actos bondadosos".

En la misma línea, es posible afirmar que los beneficios de la bondad no solo repercuten en el bienestar emocional de los seres humanos: un estudio dirigido por Lyubomirsky, profesora de Psicología de la Universidad de California en Riverside y realizado con pacientes con esclerosis múltiple, demostró que estas personas se sentían mejor físicamente cuando ayudaban a otros. La investigadora también descubrió que, en las personas que realizan más actos bondadosos, los genes que desencadenan la inflamación se rechazan más que en las personas que no los hacen, y afirma que otras investigaciones han encontrado más genes antivirales en personas que hicieron actos de bondad.

Por estas razones creemos que el mundo sería un lugar mucho mejor si todos buscáramos ser bondadosos con el otro y hacer el bien por intereses tanto personales como comunes. Esto supo recalcar la importancia de llevar a cabo actos de bondad y amor en nuestra cotidianeidad, para contagiar al resto del mundo. Un acto de bondad que podemos realizar en nuestra cotidianeidad es la de asistir a un voluntariado a pasar un lindo momento con los que lo necesitan o simplemente sonreirle a alguien en la calle para mejorarle el día.

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