LA EJEMPLARIDAD. Cualidad de ser ejemplar

LA EJEMPLARIDAD. Cualidad de ser ejemplar

La primera vez que suspendí un examen de matemáticas le pedí revisión a mi profesor. No recuerdo el fallo cometido, sólo sé que fue una tontería de error que provocó que el problema se fuera al traste. Mi profesor se limitó a decirme:

-Señorita Montiel, ¿usted sabe hacer una tortilla francesa?

-¡Claro! He visto mil veces hacerlas a mi abuela -le contesté.

-¡Ahí está su error! Si piensa que va a saber hacer problemas de matemáticas por ver como su profesor los desarrolla en la pizarra, cometerá una y otra vez el mismo error. Tiene usted que hacer muchas tortillas, señorita Montiel.

Unos años más tarde, cuando estudiaba Pedagogía, me acordé de mi profesor de matemáticas cuando me explicaban lo que era el aprendizaje por ensayo y error.

En Pedagogía, el término aprendizaje está presente, siempre, a la hora de dar muchas explicaciones concernientes a la Educación.

Nosotros somos pupilos de todo cuanto nos rodea. Somos capaces de adquirir, modificar o rechazar habilidades, conocimientos y conductas. ¡Ay, las conductas!

Existen muchos tipos y teorías del aprendizaje que, tanto la pedagogía como la psicología, han estudiado e investigado por ser un ámbito amplio y difícil de comprender.

En el campo de la Pedagogía, uno de nuestros objetivos es entender y lograr conseguir el mayor provecho de las capacidades mentales de las personas. Y digo personas, porque los pedagogos no sólo trabajamos con niños, como muchos creen entender. No, la función de un pedagogo abarca y se proyecta hacia toda la etapa de aprendizaje del ser humano y, esto quiere decir, a toda una vida.

Sí, aprendemos durante toda una vida, o al menos tenemos esa capacidad.

Bien, otro tipo de aprendizaje es el observacional. En este caso olvidemos lo que decía mi profesor de matemáticas.

Durante el estadio operacional-formal del desarrollo cognitivo, según Piaget, los adolescentes comienzan a interpretar la vida de manera más racional y tienen mayor capacidad para entender situaciones hipotéticas. También se dan casos donde los adolescentes ven la realidad, pero se resisten y rebelan ante una situación dudosa, ante acontecimientos que tal vez nunca ocurran o ante contextos que crean que nunca les tocará vivir. En esta etapa lo cuestionan todo.

Y claro, el papel de la ejemplaridad cumple una función fundamental para intentar que el tren no descarrile.

Los psicólogos Vygostky y Bandura desarrollaron teorías del desarrollo basadas en otro tipo de aprendizaje que denominaron aprendizaje social. Este está basado en las conductas por observación del entorno y por imitación, en su mayoría, son aprendidas de modelos a seguir, personas admiradas, públicas o de influencia. Y los adolescentes suelen morder este anzuelo con cierta facilidad.

La observación del comportamiento de un grupo de personas puede derivar en imitarlas, esto supone un aprendizaje social.

La ejemplaridad es una responsabilidad individual. El compromiso moral, la rectitud, la coherencia generan conciencia y aportan seguridad.

Predicar con el ejemplo, que no practicar con el ejemplo, es responsabilidad de todos, máxime si se tiene una imagen influyente, pública o de referencia para la sociedad, las familias y los jóvenes.

¿Qué tal asumir comportamientos y ser más conscientes de nuestra misión como individuos ejemplares?

Siempre, pero ahora más que nunca, seamos ejemplares.


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