La descapitalización de talento de las empresas: el mal del que nadie habla

En España no hay una "Gran Renuncia".

Llevo escuchando ese mensaje desde hace meses, pero mi experiencia como profesional del área de la selección es muy distinta: muchos/as profesionales están abiertos a escucharte cuando les "tocas" a la puerta y le hablas de un proyecto profesional nuevo.

Los datos, aunque muy lentos, parece que empiezan a reforzar que igual sí que hay una fuga de talento.

La pandemia ha dejado muy tocada a un buen número de empresas y de sectores.

No hay estrategia, no hay hoja de ruta, no hay plan.

Hoy hacemos una cosa pero, como no hay tiempo, ni recursos y, muchas veces, ni siquiera se sabe cómo hacerlo, es bastante normal que a los pocos días esos objetivos hayan cambiado.

Tan sólo hay una sensación de recuperar el tiempo (o más bien los ingresos perdidos) ante la oportunidad que parece vamos a tener este verano por fin.

Una reactivación que se parece más los anuncios de coches de hace unos años donde nos prometían pasar a de 0 a 100 en unos pocos segundos.

Esta sensación la he visto en especial en sectores muy afectados por la pandemia, como es el caso del turismo y la hostelería, donde las restricciones, los ERTEs y los continuos cambios de normativa, han provocado una total confusión en los equipos.

Y lo que es peor de todo: muchas de estas empresas se están quedando completamente descapitalizadas de talento tras estos dos años.

Muchos/as profesionales han huido literalmente de algunos sectores buscando otros donde la incertidumbre no fuese tan elevada y donde pudiesen conseguir un desarrollo profesional que la pandemia truncó en muchos casos.

Y ante eso, ¿qué están haciendo las empresas?

Esta es quizá la parte más llamativa de todas: muy poco e incluso nada.

Desafortunadamente veo bastante directivo/a y manager en modo reactivo: hasta que no ven cómo los equipos se marchan en masa de la organización no son capaces de reaccionar.

Y sin embargo, es un tema al que no se le presta la debida atención y que puede ser el que termine por fulminar a muchas organizaciones, algo que no consiguió el virus.

Algo similar sucedió con la anterior crisis del 2008: durante bastante tiempo la gente no dejaba sus empresas, hasta que el mercado se reactivó y vimos cómo muchas organizaciones perdían a diario departamentos y áreas completas.

¿Qué aprendimos de aquella situación?

Muy poco.

Volvemos a repetir los errores de hace unos años.

Durante este tiempo, poco o nada se ha hecho para fidelizar talento (algo que, por otro lado, no tiene por qué implicar emplear grandes sumas de dinero).

Simplemente se ha optado por una estrategia de supervivencia, sin adelantarse a lo que podría venir después cuando la situación empezase a normalizarse.

O lo que es peor de todo: seguimos pensando que hay mucha gente desempleada y que alguien querrá trabajar en nuestra empresa.

Cuando la fuga de talento se combina con que no encuentras gente que quiera trabajar contigo

Si a esta continua salida de profesionales de las empresas le sumamos las, ya de por sí dificultades para encontrar y atraer talento, tenemos la tormenta perfecta para que nuestra empresa se quede descapitalizada de talento.

Y ya sabemos que, a diferencia de lo que sucedía hace unos años, las empresas necesitan personas y su talento porque la verdadera ventaja competitiva son sus profesionales.

Isabel Iglesias