La adaptabilidad y interdisciplinariedad, ¿pilares básicos del empleado o futuro empleado?

La adaptabilidad y interdisciplinariedad, ¿pilares básicos del empleado o futuro empleado?

Vivimos en una sociedad y un entorno en constante cambio, eso es innegable, y parece que lo que no es rápido no es ejecutivo; que lo que no es inmediato y cuesta, no tiene valor.

En mi caso, a mis 35 años, me encuentro en un momento en el que me relaciono con recién graduados, con los que ya me llevo unos años y con trabajadores más seniors con valores completamente distintos a los jóvenes y con realidades que ni siquiera se imaginan que puedan existir. ¿Cómo aunar ambas realidades por el bien de la organización? ¿Cómo aprovechar lo mejor de ambos perfiles?

Este artículo es un artículo de opinión. Es muy posible que mis percepciones y opiniones estén equivocadas, pero siempre creo que el poner encima de la mesa los diferentes argumentos de cada persona enriquece y favorece la mejora personal.

Por ejemplo, en mi caso doy mucha importancia a los pequeños detalles. En Barcelona, al menos, creo que en todos los bares y restaurantes a los que he ido, el extractor del baño estaba sucio, lleno de polvo. Creo que limpiarlo sería fácil y no supondría un gran esfuerzo, pero el resultado sería una imagen muchísimo más agradable para el cliente. Ir a un restaurante no es solo ir a comer o a degustar nuevos platos, sino que también es una experiencia.

De la misma forma, creo que en la vida laboral, el trabajo no es meramente un conjunto de actividades y de nuevos retos, sino que debe ser una experiencia. Mi objetivo con este artículo es dar algunas ideas que para mi son útiles, desde la mirada del empleado y desde la perspectiva de la organización.

1.Saludar

Me considero una persona sociable, a la que le gusta relacionarse, y para relacionarse no hace falta una gran interacción. Simplemente con saludar al resto de compañeros o con una mirada de complicidad es suficiente. Creo que para que la experiencia laboral sea un éxito, debería saludarse a todo el mundo. Quizás es porque pasaba todos los veranos en un pueblo, pero yo estoy acostumbrado a saludar a gente que me suena, que no he visto en mi vida o que es íntima amiga. La efusividad, por supuesto, será diferente, pero si queremos formar parte de un "algo" mínimamente humano, seamos humanos, saludémonos.

2. Abrirse al mundo

Cada uno tiene distintas posibilidades debido a muchos factores más o menos importantes de poder viajar, de poder moverse por su ciudad, por su zona o por su país. Conocer otras realidades nos permite ver que existen otros modos de vida y que otros humanos como nosotros afrontan la vida de manera diametralmente opuesta. Creo que es necesario para la experiencia laboral haber estado en diferentes organizaciones, extraer lo mejor y lo no tan bueno, valorar cómo eran los ambientes de trabajo, qué cosas nos enriquecían, etc.

Si únicamente conocemos nuestra realidad, será muy difícil generar los buenos ambientes de trabajo, las buenas prácticas y crear entornos de engagement para nuestros empleados.

Una de las frases que más me han repetido, siendo ingeniero, ha sido "¿pero tú qué haces aquí?". No se admiten perfiles distintos o nos chocan otros estudios en nuestro entorno de “confianza”. Creo que la interdisciplinariedad es precisamente eso, que personas de ámbitos muy diferentes trabajen juntas, puesto que sus puntos de vista serán muy distintos y su enfoque a la solución de problemas también.

Para mí, lo más importante en un empleado es que vea que su realidad no es la misma que la de sus compañeros y que trate de escuchar y aprender al máximo de otras maneras de vivir la experiencia laboral, aunque supongan un cambio de paradigma. Y también que se adapte a nuevas situaciones antes nunca imaginadas.

3. Ver los cambios como oportunidades

El mundo laboral cambia tan rápido que no sabemos en qué trabajaremos en unos años, si los estudios que se ofrecen actualmente en las universidades están condenados a extinguirse o si se han inventado ya las profesiones del futuro. Todos esos cambios nos pueden preocupar o podemos verlos como una oportunidad para tratar de estar preparados como organización para adaptarnos a esos cambios. Y eso únicamente es posible teniendo una cultura organizativa que sea resiliente al cambio y con un entorno favorable al mismo.

4. Captar y retener el talento

Quizás por mucho que nos empeñemos como organización, será difícil que retengamos el talento, aunque no por ello no debamos intentarlo. A veces en las organizaciones parece que si alguien se va, no pasa nada. No debemos obsesionarnos con la retención del talento, pero debemos analizar por qué no hemos sido capaces de retenerlo y cómo podemos quizás con un salario emocional, con más engagement o con más participación, remediarlo. En mi opinión esto pasa por la flexibilización de las jornadas, el teletrabajo, la exigencia mutua y la evaluación del desempeño, pero sobre todo por adaptar los objetivos a cada persona y a cada lugar de trabajo. Metodologías como DISC permiten establecer equipos de trabajo con diferentes perfiles.

5. Mantener el equipo motivado

Ese es el reto de cualquier organización, puesto que, si se pierde, es muy posible que la retención de talento se resienta. La motivación no debe venir solo por la parte de la organización. ¿Estamos preparados para que nos motiven? ¿Necesitamos automotivarnos nosotros? ¿Las recetas de motivación sirven para todos los sectores y para todos los empleados?

Aquí entra para mi otra parte clave, la adaptabilidad. Si no sabemos adaptarnos a las organizaciones, en las que quizás esperamos que se nos motive, que se nos premie, que se nos haga partícipes de las decisiones…estaremos condenados a no estar motivados. ¿Pero debe ofrecernos eso la organización, o debemos buscarlo nosotros?

¿Cuán adaptables somos?

¿Se puede aprender a ser adaptable o eso significa perder nuestra esencia?

Espero vuestros comentarios :)

Roberto Sánchez

Consultor de Formación

4 años

Gran artículo. Enhorabuena crack!

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