Errar, tan humano como inevitable.

La transformación digital nos llega como una realidad inevitable donde las empresas, a través de sus equipos, requieren de un cambio cultural para poder subirse a esta ya no-tan-nueva ola de negocios.

La cultura digital se basa en ciertos principios que utilizaron varias de las empresas digitales más exitosas del momento:

• Think Big.
• Start small.
• Fail fast.
• Scale quickly.

Si bien todos ellos son importantes, me quiero detener en una en particular que afecta a la performance de muchos de los equipos que conozco, incluyendo algunos de los que tengo el gusto de liderar.

Fallar, dicen los que saben, es una de las pocas maneras eficientes de aprender rápido, cambiar y seguir adelante. Sin embargo, muy pocas empresas están preparadas o tienen procesos que aprovechen esto y sigue siendo un común denominador en muchos grupos de trabajo el castigar el error. Esta forma de manejarse, tan arraigada es en mi opinión de las más dañinas que pueden existir al momento de liderar un equipo. En muchos casos nos convencemos a nosotros mismos de que no tenemos tiempo para los errores, de que el proyecto es muy importante y de que hacer las cosas bien, al primer intento, es la única manera de lograr el objetivo. Bien, todas éstas no son más que excusas que nos decimos a nosotros mismos para no cambiar, porque en el fondo sabemos, somos cien por ciento conscientes de una realidad que se repite en cada empresa, cada equipo y cada persona: fallar es tan humano como inevitable.

Castigar el error es como castigar a alguien por ser afectado por la gravedad de la tierra.

¿Qué pasa cuando castigo el error? ¿el equipo deja de equivocarse?

Para nada, dijimos que fallar es inevitable, con lo cual, el castigo genera muchas cosas negativas, entre las que se cuentan la desconfianza y el miedo a fallar. Y si alguien tiene miedo a fallar, lo que más rápido lograré será que el error se oculte o se esconda bajo una montaña de excusas para evitar el castigo, y la consecuencia siguiente es que, de ese error en particular, no voy a aprender.

Asimismo, cuando el error es castigado, el colaborador suele ponerse a la defensiva y busca la zona de confort, las tareas con las que se siente seguro y confiado, eliminando toda posibilidad de innovación y creatividad.

Así que castigar el error es malo, siempre. Tenemos que aprender del error, poner procesos que contabilicen los mismos, generar bases de datos con la información de los errores cometidos en el pasado para no repetirlos pero, sobretodo, abrazar el error como algo natural y parte fundamental del aprendizaje.

Otra vez. Errar es humano, aprender de ello es parte de nuestro trabajo como individuos.

Generar un ambiente que abrace el error y lo utilice a nuestro favor, es parte de ser un buen líder.