El País de las Mujeres: Barbie Land en México

El País de las Mujeres: Barbie Land en México

Cartas al Infinito / Vera Milarka

 A las que fueron alguna vez mis amigas, donde quiera que se encuentren... Así mismas.

“Lo personal es político”

Atribuido a Carol Hanisch y varias mujeres más del feminismo de la segunda ola

 

 

 Qué mejor que en época de debates presidenciales donde son contendientes dos mujeres, Claudia Sheinbaum Pardo y Xóchitl Gálvez, y un varón: Jorge Álvarez Maynes, para hablar de una cinta que devolvió a la marca que la patrocina, una nueva vida a su juguete: Barbie. En un momento que los analistas prospectivos de megatendencias globales llaman: “el momento clave”, para  describir el movimiento feminista actual o como otros han dicho para abrir el espectro social: “el siglo de las mujeres”.

 Antes de entrar de lleno a una reflexión alrededor de la película que atrajo toda clase de críticas a favor y en contra, me permitiré compartir mis propias vivencias, por lo que para mí significó ser de las primeras mujeres, junto con las de mi generación en México, que jugó con estas muñecas; y porque en lo personal este juguete definió el mundo feminista de mi hermana y el mío, de manera totalmente ‘espontánea’, es decir, sin mediar estrictamente ninguna instrucción formal o propaganda política abierta y menos desde lo gubernamental, opción cotidiana que las niñas de hoy tienen a la mano, en todos los ámbitos de su vida, sobre los feminismos actuales. Nosotras simplemente reproducíamos en nuestros juegos cotidianos una necesidad intuitiva de ser protagonistas de un mundo fuera del cánon patriarcal imperante, aún en los años 70, que es cuando empezamos a jugar con las Barbies y cuando la segunda ola del feminismo llevaba apenas una década.

 Lo curioso es que teníamos solamente tres Barbies, que dominaban en medio de una pléyade de muñecos y juguetes con ‘tipología’ humana, que nosotras coleccionábamos, vestíamos y jugábamos como si fuera un pueblo entero, a manera de un gran teatro de títeres y donde las mujeres, sí o sí, mandaban porque los varones (que no pintaban en nuestro juego, como Ken en el filme de Barbie y como Maynez en el primer debate del 7 de abril de 2024). Los hombres de nuestro juego “se habían ido a la guerra”: decíamos (la de Vietnam, que fue de la que tuvimos noticia, más o menos de forma consciente); lo que psicológicamente nos servía para justificar que tampoco hubiera muchos muñecos hombres. Hay que decir que nunca tuvimos propiamente un Ken, sino una versión pirata de un muñeco de plástico comprado en el mercado que mi abuela paterna, Mamá Gela, nos regaló. Y es que esas figuras casi no se conseguían en México, además, los dos únicos muñecos llamados  Hombres de acción de la marca Lilly Ledy eran de mi hermano mayor y no los prestaba, así que con los Ken no contábamos. Los varones que completaban nuestra pequeña sociedad o eran licoreras con forma humana de hombres, algunos muñecos raros de artesanía de los que traía mi padre de sus viajes sobre todo por Sudamérica, o figurines de trapo locales, que nosotras transformábamos en muñecos con vida, es decir, que los quitábamos de sus bases sólidas, y de inmediato los llevábamos a ese universo donde lo que se veía era algo así como una ciudad (país) comandada por mujeres.

 También, ahora que lo pienso, ese ‘tiradero’, como le llamaba mi abuela materna, Mamá Súper, a nuestro expansivo juego, devenía en parte de haber sido niñas rodeadas de puras mujeres solas, fueran abuelas, tías o primas, siempre vimos a mujeres que luchaban a brazo partido sacando a los hijos adelante por cuenta propia. Los maridos, o las habían dejado por otras mujeres, o eran casados con vidas paralelas y amantes efímeras o alguna tía se dio cuenta cuando quedó viuda, que su marido había formado otra familia casi a la par de cuando se casaron, o bien estaban solas porque sus esposos ya se habían muerto hace tiempo como era el caso de mi abuela materna. El tema es que los hombres del entorno simplemente no figuraban y los que había nos daban muy malos ejemplos, eran una suerte de machos individualistas (algunos hasta pederastas) que no pensaban más que en ellos y aunque estuvieran “presentes”, era como si no estuvieran nunca, y menos, pendientes de las necesidades de la familia o sus mujeres.  Era claro que el ejemplo, se resolvía en nuestra pequeñas mentes infantiles, no en protestas callejeras, ni en las quejas personales (como las que hoy les molesta tanto escuchar de nosotras, las mujeres, como reza la publicidad de la marca Eko) en las megamarchas y medios alternativos y las redes sociales,  sino a través de dejarlos en su lugar, es decir: fuera del orden cósmico, político, social y familiar, además del desarrollo profesional de nuestras muñecas ‘superpoderosas’. Pero curiosamente no fuera de nuestro sentir afectivo, porque existía en nuestro fuero interno la esperanza de que volvieran vivos de la guerra, y entonces eso compensaba la ausencia amorosa: su regreso sin embargo nunca fue una espera estática ni melancólica; en nuestro espacio lúdico, como en la vida misma, todos los días amanecía, gracias a Dios y a nosotras que éramos como las entidades superiores de nuestras muñecas. Así que mucho antes de que siquiera estuviera de moda el término ‘empoderarse’, o que abiertamente hubiera una proclama colectiva a favor de las mujeres en la gobernanza de las naciones, nosotras ya teníamos una ciudad (país) de las mujeres, como la Ciudad de las Damas de Christine Pizán (1363-1431).

 Mi hermana Varinia y yo, sacábamos de dos o tres maletas todo el ‘tiradero’ compuesto de muñecas de plástico y trapo, souvernires y alguna figura de porcelana; recuerdo perfecto un chino de cerámica blanca con filos de oro, así de ecléctica era nuestra enorme colección de monos, (no como las que hoy tienen l@s jóvenes que coleccionan figuras, eso ya es muy nice y de profesionales). En nuestra pequeña comunidad integrábamos muñecas que al menos cubrieran una escala: la de la Barbie, para que todo fuera más o menos armónico. También cuidábamos de hacer familias de muñecas que se parecieran entre sí, o sea que conscientes de la diversidad de los fenotipos humanos estábamos buscamos siempre familiaridades. Fue así como alrededor de mi Barbie ‘negra’, es decir, afrodescendiente, buscamos que los hijos y los demás miembros del clan fuera de color, así que una muñeca de alambre negro que tenía una cabeza de pelota de goma, que era una negrita cucurumbé con arracadas y estaba sentada con una concha de mar, a manera de jabonera (quizá cenicero) comprada en el malecón de Veracruz, fue habilitada para que quedara como una muñeca flaca y alta, pero bonita a mis ojos y más todavía porque fue la hija primogénita de July, mi barbie; por otro lado Jenny, la barbie de mi hermana, con un pelo rubio hermoso, como el de ella, se agrupó con los muñecos güeros traídos de Yugoslavia que la tía Sara nos trajo cuando viajó al país de mi abuelo Milán, nacido en Losnitza, en la zona norte del país dividida posteriormente por la guerra de los Balcanes, al que nunca conocimos más que por los relatos de Mamá Súper y sus fotos.

 Jugábamos por horas, a veces días seguidos con todos los juguetes salidos de aquellas maletas donde tan solo una, estaba llena de lo que Mamá Súper llamaba“garritas”, es decir, de residuos de telas de los vestidos que ella confeccionaba y de los sobrantes de las costuras que mi madre hacía.  Con aquellas telitas diseñábamos ‘vestidos’ que les amarrábamos a las muñecas, porque la verdad bien a bien no cosíamos, y la ropa que alguna vez les compramos, la vendían a granel en la calle de Correo Mayor, en el centro de la Ciudad de México. Muy cerca de allí, en la calle de Donceles íbamos tres veces por semana a clase de danza folclórica mi hermana y yo, y dos veces por semana yo sola, a la clase  de danza clásica en una academia dependiente de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en unos camiones horrorosos donde nos manoseában tiro por viaje, cuyo boleto costaba 30 centavos.

 En esa calle había una tiendita lúgubre, había una caja grande con vestiditos y ropa en general para las Barbies, en esa época mi mamá no ganaba mucho aunque ya era inspectora de primarias de la SEP, y tampoco había sets de ropa de las actividades y personalidades profesionales de las muñecas como hoy en día. Comprábamos allí zapatitos y sombreros, lo mismo que pantalones y gabardinas de plástico, pero era caro, si mal no recuerdo costaba cada vestido 10 pesos, cuando ese dinero era un platal. Así que por lo general nuestras muñecas iban ataviadas con lo que les anudábamos a modo de faldas, vestidos, minis, blusas y jorongos, porque eso sí, muchas veces, las vestíamos a lo hippie y hasta de forma étnica, a la manera de los muñecos del Perú, Argentina y Bolivia que nos había traído mi padre de sus viajes.

 Nuestra matriarcas Barbies, que entonces eran las primeras muñecas que había lanzado la marca mostraban una evolución, pues la primera que fue de mi hermana, ni siquiera se le doblaban las piernas (una de las razones para que sus coches fueran los zapatos de mi madre, para que manejaran sin problema por sus piernas largas). La estructura de su cuerpo era muy rígida en general, aunque tenía un mecanismo en la cabeza que hacía que le creciera un mechón de pelo rubio, mientras que las otras dos, ya eran muñecas con una tecnología que les permitía doblar las piernas; el plástico era suave y más flexible (aunque les tronaban las articulaciones como me truenan a mí, a mis 60 años). Mi barbie tenía un hilo con una flor del que jalabas y hablaba en inglés frases incomprensibles para mí, pero pudo ser como la muñeca Stacy Malibú de Lisa Simpson, en uno de los capítulos más emblemáticos de la serie que se trata de una muñeca que emula a la Barbie.

 

De Barbie a Stacy Malibú

Conspiranoia o palimpsestos cómicos, químicos, políticos, retóricos, botánicos y sistema decimal…, a saber, ese episodio de 'Lisa contra Stacy Malibú' de la quinta temporada de Los Simpson, se estrenó el 17 de febrero de 1994, precisamente cuando Barbie cumplió 30 años. Fue escrito por Bill Oakley y Josh Weinstein, y dirigido por Jeffrey Lynch; y en la trama Lisa se enfrenta al problema con el que, en cierta forma, se va a enfrentar el personaje de Barbie (Margot Robbie) en la cinta de la directora Greta Gerwig y que me recuerda a nuestras muñecas de los años 70.

 En la caricatura, Lisa Simpson, descubre un nuevo modelo de Stacy Malibú, su muñeca favorita, que viene con diferentes frases pregrabadas: “Ojalá nos enseñaran a ir de compras en el colegio”; “horneemos galletas para los chicos”;”a mí no me preguntes, ¡solo soy una chica!”; ”comprémonos maquillaje para gustar a los chicos”;”vamos a olvidar esos problemillas con un gran bol de helado de fresa” y “pensar demasiado produce arrugas”.

 Lo que hoy parece un plagio del filme a ese capítulo de Los Simpsons, en realidad se trata de que este episodio se inspiró inicialmente en en el lanzamiento en 1992 de Teen Talk Barbie, una edición de la muñeca de Mattel que incorporaba una caja de voz que incluía cuatro frases de entre 270 posibilidades entre las que se encontraban joyas sexistas como: “La clase de matemáticas es difícil”;“¿Alguna vez tendremos suficiente ropa?”;”¡Planeemos la boda de nuestros sueños!”;”¿Quieres ir de compras? Ok, nos vemos en el centro comercial”.

 Pero insisto, mi Barbie, no recuerdo exactamente que decía, lo único que sé es que saludaba con los clásicos “Good Morning” y “The life is Grate”, que aunque no deja de hacerla parecer simplona en su contento diario y matutino, es imposible que yo supiera qué significaba de fondo, y mis padres no se detuvieron en traducirnos sus comentarios. Aunque mi progenitor fue todo un patriarca, dudo mucho que me hubiera comprado una muñeca que dijera lo que la Barbie Teen Talk (Stacy Malibú), puesto que mis padres nos educaban en la pedagogía de una escuela activa, la primera que hubo en México, la Manuel Bartolomé Cosío, y siempre en la línea de un marxismo liberal, con claros ejemplos soviéticos de mujeres feministas en los que mi madre inspiraba su propia vida y forma de ser, que en cierta forma nos heredó. De hecho, ante las quejas reales de diferentes grupos de mujeres universitarias en Estados Unidos de aquel momento, contra Mattel, la marca intercambió muñecas parlantes por otras que no hablaran e hizo una disculpa pública al tiempo que retiró de las que hablaban la frase de la clase de matemáticas (algo es algo, pero no fue suficiente).

Finalmente en Los Simpsons, vemos una vuelta de tuerca: Lisa busca a la creadora de la muñeca Stacy Lovell, (con el doblaje de la Kathleen Turner en su versión original) y la convence de que ya es tiempo de mejorar su producto y hacerse cargo de su Compañía;  algo semejante a lo que sucede en la cinta de Barbie (a un año de su estreno es imposible no ‘espoilear’ el filme, lo siento). Y gracias a las recomendaciones de Lisa se crea una nueva muñeca que une "la sabiduría de Gertrude Stein, el ingenio de Cathy Guisewite, la tenacidad de Nina Totenberg, el sentido común de Elizabeth Cady Stanton y la buena apariencia y los pies en la tierra de Eleanor Roosevelt" a la que llaman Lisa Lionheart (Lisa Corazón de León). Además, la nueva muñeca reproduce frases de empoderamiento para las chicas, lo que asusta a la empresa lanzando como competencia otra Stacy Malibú con sombrero, a decir de los ingeniosos guionistas expertos en ironías cómicas: “esto puede no parecer gran cosa, ¡pero el sombrero es nuevo!”. Los chicos y chicas de hoy comprenden perfecto el chiste.

 Lisa es el ejemplo de la pequeña feminista contemporánea que le reclama a la firma el concepto de una muñeca que refuerza el discurso de las ‘mujeres florero’, y que fomenta la la servidumbre de éstas considerándose objetos sexuales, seres frívolos y complacientes, eternas acompañantes de los éxitos de los varones, por aquello de que: “detrás de cada gran hombre hay una gran mujer” (“o Barbie”). Ese capítulo da cuenta de que ni en las caricaturas una muñeca emancipada tiene buen fin como auguraba Virginia Woolf con aquello de que: “mujer que sabe latín, ni tiene marido, ni tiene buen fin” (esa clase de decretos que también nos han marcado a nuestra generación, por cierto) y es que consignas así tampoco hacen mucho por reivindicar nuestro cambio de paradigma.

 Volviendo a mis juegos de niñas y a mi muñeca, lo que puedo contar (y tengo testigos por si alguien cree que esto es ficción) es que mi hermana y yo hacíamos una comunidad de mujeres poderosas, resueltas en toda clase de actividades propias de hombres y donde todas eran profesionistas, aunque también casi todas eras madres solteras y figuraban como cabezas de familia (por muchos años así fue en nuestra casa con mi madre).

 Y sí que se replicaron en nuestros juegos algunas injusticias sociales, porque mi hermana y su muñeca rubia solía marcar la pauta del poder de esa ciudad de muñecas, más allá de sus casitas a lo Ibsen, porque pesaba mucho la publicidad todavía racista de los años 60 y 70 y la época de Marilyn Monroe, por aquello de que las mejores mujeres eran rubias.  “La rubia que todos quieren” rezaba la publicidad de entonces de la cerveza Superior, una chela tipo lager originaria de la ciudad de Orizaba, Veracruz, fundada en 1896, elaborada por la Cervecería Cuauhtémoc.  ¿Y qué tal el eslogan de 1953 de la cinta del mismo título?, “Los hombres las prefieren rubias” del director Howard Hawks, todo un legado discriminatorio. Por eso, mal que bien, invariablemente, mi muñeca no fea sino simplemente de color,  y yo, éramos como de una “raza inferior”; no únicamente por ser la hermana cuatro años menor que Varinia, que a esas edades está cañón que le ganes a tus hermanos mayores, sino que mi hermana era entonces, la hija rubia y una suerte de “la preferida del profesor” a lo Doris Day, y eso le dio una seguridad increíble. Es decir, la consentida de mi padre por muchos años definió muchas cosas en nuestra relación, para luego ser la consentida de nuestra madre en los últimos años, lo que también la convirtió en doblemente triunfadora y por default asumí el papel de la “perdedora” socialmente proscrita (una condición que parece no haber cambiado mucho hoy en día), porque como reza la máxima de Freud:”infancia es destino” o como los humoristas de los Simpson señalan, “el Diablo está en los detalles” de cada historia, colectiva y personal… Hay varios guionistas para cada capítulo y uno solo se dedica a mostrar los chistes mudos, es decir, que se notan en cuadros, repisas, letreros incidentales, en un humor elocuente y culto en los mínimos detalles ‘aparentemente sin importancia” está el éxito del mensaje polivalente y polisémico de Los Simpsons. ¡Son unos genios!

 Mi muñeca, la primera afroamericana de la marca (considerando que fuera de la empresa que lanzó el concepto de Barbie, antes de ser de la firma Mattel) hablaba cuando le jalabas un hilo retráctil de la parte posterior del cuello y decía frases alegres (las que recuerdo) que le salían literalmente del pecho, porque en su busto de plástico rígido tenía hoyitos, porque era la bocina que amplificaba la voz grabada de mi Barbie ‘negra’. Y a pesar de su hermosísimo rostro, siempre era la segundona en todo, gracias a que en ese mundillo influenciado por la televisión, mi hermana era la líder naturalmente rubia y triunfante durante años, su muñeca ganaba una y otra vez los concursos de belleza que hacíamos hasta que un día… ¡Por fin!, debido a mi rebelión, me impuse y reclamé que ya era tiempo que July tenía que ganar el primer premio y que Jenny fuera por primera vez en la historia de nuestros juegos, segundo lugar.

 La belleza de July era tal, que curiosamente era idéntica a Miss Universo 1977, Janelle Commissiong, Miss Trinidad y Tobago, ¡en serio…! Suena a efecto Mandela pero así fue.  Mi hermana podrá estar en desacuerdo conmigo en muchas cosas, pero no en este relato. Ese parecido no lo asociamos hasta años después, porque lo curioso es que la marca de Barbie dice haber realizado su primera muñeca de color en 1968 pero haberla comercializado en 1980, no obstante, esa muñeca me la trajo mi padre de Nueva York, por ahí de 1972, y mi hermana es testigo. Hoy no sé si es un fenómeno de la “Matrix”, o simplemente, así como la cinta Barbie es una historia basada en el capítulo de Los Simpson, si la muñeca era de alguna marca ‘desconocida’ que emulando a la fábrica de las Barbies se adelantó para ‘reivindicar’ los derechos de las mujeres afroamericanas al lanzar una muñeca tipo Barbie, prácticamente igual a quien sería más tarde Miss Universo.  Janelle Comminsiong nació en Santo Domingo, en República Dominicana y estudió modelaje en Nueva York para retornar en 1976 a Puerto España, un año antes de ganar el galardón a la mujer más bella del orbe.

 El New York Times lanzó al día siguiente en su portada un apagón que duró 25 horas (el mayor de su historia) mientras que una nota del Concurso de Belleza decía: "Miss Universo 1977 fue una bomba de negro" y donde uno de los jueces, el dominicano Óscar de la Renta, al haber sido entrevistado con anterioridad señaló que se trataba de “elegir a una mujer que fuera bonita pero no tonta”. Ese año fue el mismo en que Brasil fundó la Iglesia Universal mejor conocida como “Pare de Sufrir” y el futbolista Pelé se retiraba de las canchas; Felicia Mercado, de Baja California fue Señorita México y elegida para representarnos en Miss Universo; el segundo lugar fue Elizabeth Aguilar, del Estado de México, enviada al certamen de Miss Mundo, y la señorita Distrito Federal fue Ernestina Sodi, hermana de la cantante Thalía a quien enviaron al certamen Miss International 1977, pero al final hizo berrinche porque no lo ganó.  Sí, la misma mujer que fue secuestrada y violada por un sujeto de nombre Romeo, en septiembre de 2002, y víctima de su hermana Laura Zapata, porque según su testimonio fue ella, “quien frustró la única oportunidad que tuvo de ser liberada sin que la agredieran”.

 En ese 1977 sucedieron hechos sobresalientes a decir de los expertos. El 22 de enero de 1977 en Estados Unidos, el presidente Jimmy Carter concedió la amnistía a los desertores de Vietnam y la ONU proclamó el 8 de marzo como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. Ese año fue en el que la banda londinense Eagles publicaba su sencillo “Hotel California" que llegó a la cima en los Billboard Hot 100 durante una semana en mayo. Y para el 25 de octubre de ese año, en España ―tras finalizar la dictadura franquista― el Gobierno y la oposición firman los Pactos de la Moncloa. El 22 de noviembre también de 1977,  la compañía British Airways inaugura los vuelos regulares del Concorde, entre Londres y Nueva York.

 El 20 de diciembre de ese mismo año, para muchos terrible e inolvidable, en Buenos Aires, Argentina, la dictadura de Videla, en el marco de los “Vuelos de la Muerte”, arroja viva a Azucena Villaflor (tras 10 días de tortura) una de las fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo, desde un avión al Río de la Plata.

 Por eso, aquel certamen de belleza no fue uno más, sino una especie de “reconocimiento institucional de las poblaciones negras e indígenas como comunidades étnicas”, incluso tenía pocos años (1972) que el Concurso había migrado su sede, de Estados Unidos a Puerto Rico, lo que mal que bien, era un gesto de que a esa comunidad se le concedía una diferencia “cultural y étnico-racial y una ruptura con la idea de ciudadanía homogeneizante”.

 La presión de los movimientos de reivindicación de la cultura afrodescendiente de los años 60 en Estados Unidos habían ganado terreno a partir de las grandes fundaciones, ONGs y organizaciones internacionales como el BID, la UNESCO, la ONU, la OEA, la OIT, que promovieron sus primeras agendas públicas hacia la justicia social, y reforzaron agendas que contribuyeron al nacimiento de las políticas multiculturales, además de abrir rutas de acción que fueron significativas ese año. Precisamente cuando se organizó el Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas (Cali, 1977) cuando se llevaron a cabo trascendentes conferencias, reflexiones y análisis sobre “lo negro” tanto en Colombia, como en América y en general el Caribe.

 Si, esta larga digresión tiene sentido, si la vemos como un marco contextual a los cambios que se suscitan en el mundo y de la que no están exentos ni la industria del espectáculo, ni la política, y como vemos hoy en día, ni el mundo de las celebridades, tanto de las ciencia como de la cultura, aunque no siempre con los resultados que quisiéramos. Así sucede hoy en día con el desvelamiento de la lista de los famosos que frecuentaban las fiestas de Jeffrey Epstein y su pareja y cómplice, Ghislaine Maxwell, el magnate encarcelado por estos crímenes y muerto en 2019 en un sospechoso suicidio, con toda la pinta de crimen orquestado desde el poder, que organizaba orgías con multimillonarios a partir de fomentar encuentros sexuales de personajes de la política y la farándula, con menores de edad y proestitut(e)s en su mansión. Al punto de que se ha involucrado hasta al científico Stephen Hawking, en la lista, esa si ‘negra’, que parece también parte de una agenda amañada sobre la base de denostar (como sucede en las campañas políticas y debates) de igual forma a personajes criminales con otra clase de personalidades. Esto sucede porque simplemente no cumplen con la normativa de sus intereses electorales, porque buscan colocar a sus líderes en el llamado Nuevo Orden Mundial, que se erigen rumbo a las normativas aparentemente regidas por la Agenda 2030 donde entran por igual contendientes de izquierda, centro progresista, republicanos y demócratas, así como los de derecha y la ultraderecha.

 Laura Mulvey, teórica británica del cine feminista y profesora de cine y estudios sobre medios en el Birkbeck, University of London, que trabajó en el British Film Institute señala que la cinta Barbie, nunca pierde de vista el humor, y que aunque abundan los momentos musicales (y el mejor es el que hacen los Ken, que vimos en la entrega de los Oscar 2024), insiste en que la cinta está llena de graciosas referencias verbales (cinéfilas, musicales, artísticas) que seguramente serán captadas más por los adultos que por la juventud y tan solo por eso, vale la pena verla.

 

La Ciudad de las Damas

El mundo que creamos mi hermana y yo, mucho antes de tener siquiera la noción de que existiera un futuro para México donde tal como nosotras lo organizamos, habría presidentas de la República; estaba regido por gobernadoras, juezas, y demás puestos de elección popular, además de los roles típicos en la sociedad como los de ama de casa, estilista, secretaria, enfermera, actriz, maestra, empleada doméstica, escritora, cajera, administradora, educadora, médica, deportista, abogada, ingeniera, arquitecta, vendedora de Avon, además de otros oficios ‘masculinos’ como mecánica, albañila, mudancera y chofer de transporte público, etc., y claro, antes incluso de saber de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; simplemente yo conseguí a fuerza de peleas constantes entre nosotras, el derecho a que mi muñeca 'de color’ pudiera alternar el liderazgo con la muñeca anglosajona que por muchos años fue la ganadora de todos las competencias que hacíamos, lo que incluía ser la Presidenta de nuestro país de muñecas.  

 Hoy, casi 50 años después se ha hecho realidad en el mundo, en América Latina, y ahora próximamente en nuestro país, que se logren mejores condiciones para las mujeres a partir de la reivindicación de nuestros derechos, donde los sueños que guiaban los juegos de mi hermana y yo, se están volviendo realidad; un paradigma entonces utópico, vislumbrado por nosotras al vivir en un contexto familiar donde las mujeres, en especial mi madre, se abrió camino con muchos esfuerzos, incluso en oposición a las tiranías paternas y sus excesos masculinos. Lo que no quiere decir que mi padre careciera de conciencia a favor de los derechos humanos o de los oprimidos y las culturas de afrodescendientes; un tema que luego será muy relevante en su vida personal y profesional, así como en su obra literaria, lo que de algún modo explica que él, esmeradamente, me haya comprado aquella Barbie morena acaso por mi cabello castaño, y a la que quise mucho a pesar de que tuvo mala pata, porque se le cayó una pierna que fue imposible reparar. Aún con todo y eso, se convirtió en la representante de las personas con una discapacidad física en nuestra versión infantil de “La Ciudad de las Damas” como la que soñó alguna vez y escribIó hace 661 años Christine de Pizan (nacida el 13 de diciembre de 1363)  su obra más conocida. Un texto, realmente ‘protofeminista en serio’, al que dedicó cuatro meses de su vida para describir una ciudad que sería habitada exclusivamente por mujeres como un bastión medieval para cuidar de sus vidas.

 Se trata de lo que se ha conocido también como un argumento teórico esencial en la llamada “Querella de las mujeres”, para nombrar un alambicado debate que se llevó a cabo en casi todo europa durante los siguientes siglos, que incluye lo que hoy podríamos decir es una discusión de ‘género’ que habla de la “interpretación y valoración de los sexos y sus relaciones sociales”, y que impactaría en campos como la literatura, la filosofía, la teología, el arte, el discurso político, científico y moral.

 Esta defensa inIciada por la metáfora de una ciudad de mujeres, como un bastión es la defensa teórico política del sexo femenino, que va construyendo una genealogía de la historia de las mujeres y al mismo tiempo deconstruye los cimientos de la ortodoxia reglamentaria y tradicional de la cultura en la que vivían las mujeres del siglo XV, a partir de su propia experiencia. Pizan reflexiona la condición de lo femenino en relación a lo social puesto que como hija de un astrólogo sabio y consejero del rey Carlos V de Francia, tuvo acceso a una enorme biblioteca que ella leyó gracias a que su padre se encargó de que tuviera una esmerada educación que “pudo haber sido mejor” según sus palabras, “si su madre no se hubiera opuesto a su desarrollo intelectual”. Y aunque Christine se casó, tuvo hijos y fue feliz, una vez que su padre murió y quedó viuda, a los 25 años, su vida sufrió un cambio drástico y al hacerse cargo de su madre, hijos y hasta sobrinas, vivió en carne propia toda clase de hostilidades y se dedicó mayormente a escribir sobre todo lo que padeció ella por el hecho de ser mujer. Después de sortear muchas vicisitudes obtuvo apoyo de Isabeau de Baviera, reina de Francia, casada con el rey Carlos VI, a quien le había trabajado como ama de llaves, antes de convertirse en una auténtica femme de lettres, como lo describe ella misma en uno de sus epistolarios.

 Es una tentación hablar a profundidad de tan exquisito libro, más cuando, para sorpresa de cualquier mujer de a pie, hoy en día, llama la atención la erudición de aquella joven mujer que se abrió paso con su trabajo como escritora y por su sabiduría y astucia. Simplemente es increíble cómo se convirtió en la primera cronista de la corte (incluso antes que cualquier otro varón), y se le encargaron trabajos de escritura que le fueron pagados y con los que pudo mantener a su familia convirtiéndose en la primera escritora y “editora” profesional, no reconocida en su época y muy poco conocida en la actualidad, pues la mayoría no sabe que esta impresionante mujer, que trabajó durante 39 años dejó un legado de 37 obras en su larga existencia, considerando que el promedio de vida era de 40 años y ella murió a los 66.

 Una de sus primeras obras, Le Dit de la Rose, fue un poema sobre el concepto de amor donde expone cómo es o debe ser un comportamiento respetuoso y de amor hacia las mujeres. Estaría bueno, que muchos hombres de hoy, (e incluso mujeres) conocieran la obra de Pizan, pues “lo de hoy” es una violencia desatada y desmedida contra las mujeres que ha roto cada vez más la relaciones entre los géneros debido a las necedades, la mayor de las veces, de los varones. Subsiste a pesar de las cuatro olas del feminismo (o quizá por ello) una idea muy maltratadora y violenta de relacionarse con las mujeres, entre otras cosas, porque no las respetan o simplemente porque siguen creyendo que somos “inferiores” en más de un sentido, y da la impresión más bien de que al verlas (y saberlas) superiores a sí mismos, terminan por odiarlas unos, y matarlas otros.

 Recordar a esta mujer, en este largo preámbulo para acercarnos al debate presidencial vía la cinta de Greta Gerwig que el año pasado causó furor en el mundo juvenil, pero que también dejó su correlato en las esferas de los feminismos, la tribuna pública y la política más allá del fenómeno mercadológico que promovió, también viene a colación por las compañas de las dos candidatas a la presidencia de México: Claudia Sheinbaum por la alianza de Morena y Xóchitl Gálvez contendiente que representa el Frente Amplio por México, en esa extraña coalición de partidos que hasta no hace mucho cada uno tenía su propia trayectoria y plataforma política, e incluimos la decisión de última hora del contendiente Jorge Álvarez Maynes, representante de Movimiento Ciudadano.

 Pero antes de hincarle el diente al fenómeno político del momento, donde sí o sí, salió victoriosa Claudia Sheinbaum con 46% frente al 25% de Xóchitl Gálvez y el 8% de Maynes (según algunas encuestas) hay que añadir lo que fue la cinta al convertirse en un símbolo de “la aceptación de los varones del papel que han jugado, literal, en la vida de muchas mujeres, incluso al ser retados a reconsiderar lo que hoy significaba ser una“chica Barbie,” en contraposición a lo que simbolizaba en el pasado.  Y no solo eso, sino que vean que el filme es un espejo donde pueden asumir abiertamente, otros roles como el de Allan (Michael Cera) amigo de Ken (Ryan Gosling), cuya ambigüedad, también nos recuerda a algunos ‘actores’ políticos de la escena nacional, que siguen negando su propia identidad, a fuerza de no encajar en un mundo básicamente hegemónico y heterosexual.

 En el pueblo llamado Barbie Land, al inicio de la cinta, observamos un paraíso feliz y moderno en el que las mujeres mandan, ocupan todos los roles políticos, sociales y culturales importantes, (como en nuestro juego de niñas) y los Ken son algo así como niños bobos que las miran y admiran, sin hacer realmente nada que sea trascendente para sus vidas o la de sus pares mujeres (como Maynes en el debate): ¿qué se puede hacer?, si son mujeres super bonitas, superpoderosas y super-felices, hasta que la película llega el primer ‘plot point’ y todo cambia de repente.

 ¿Nacemos o nos hacemos?

La Barbie (prototipo o ‘estereotípica) como se le denomina al modelo que la actriz Margot Robbie interpreta, y que parece haber nacido para hacer este papel, es una joven maravillosa y encantadora que vive en ese mundo feliz e ideal;  en la que ninguna muñeca (nunca en la vida) cuestiona su entorno ni se cuestiona nada. Un buen día tiene un sobresalto existencial y se le pasa por la cabeza una idea ‘oscura’ y ontológica, de quién es ella en realidad. Derivado de esa inquietud comienza a preguntarle a las otras muñecas, si acaso, alguna vez piensan en la muerte.

 Ser feliz o no, he ahí el dilema de esta crucial aventura donde la rubia ‘que todos quieren’ piensa por primera vez el final de sus días, y a partir de ese instante todo comienza a salirle mal, la joven de sonrisa ‘Colgate’ con aliento a ‘Listerine’, se transforma de un día para otro; de ser una linda chica que casi no roza el suelo con la punta de sus pies, a ser una ‘ciudadana’ de a pie (plano) y cada acción que hace en su ‘Set’ de diseño, donde vive, empieza a disfuncionar; el café perfecto de la mañana ahora se derrama y además descubre algo atroz: que lejos de tener una piel tersa y suave en sus piernas, padece celulitis. Así que sus amigas, las otras Barbies, alteradas, están seguras de que esas ideas que le ‘rondan en la cabeza’ de manera tan negativa provienen seguro de la Weird Barbie (Kate McKinnon), es decir, de la dueña de esa muñeca, y que lo más seguro es que esté ella misma en una crisis padeciendo semejante situación. Así que a partir de ese cambio de ‘paradigma’ el personaje comienza un largo viaje hacia el mundo real donde las cosas no son como solían ser hasta antes de ese momento crucial.

 Esta muñeca, la Weird Barbie, o la Barbie ‘rarita’, es la representación de una muñeca que está despeinada y pintarrajeada porque lejos de vivir en un mundo ideal, vive en el juego de una humana, su dueña, de una niña real que vive una existencia normal y no de ensueño. Este personaje tiene muchas aristas, porque pasa por friki y por pertenecer a todos los sectores de la diversidad cultural y sexual, etc., y en la cinta representa precisamente el ‘despertar de la protagonista de su utopía perfecta’.

 A pesar de que Mattel al lanzar una muñeca con las características de la muñeca usada, hace ver que no entendió el concepto de la directora de la cinta, puesto que, ¿qué sentido tiene reproducir lo que en el filme se comprende que es el resultado genuino de la relación entre las niñas y sus juguetes?, amén de no entender que esa muñeca es la “senséi” de la Barbie prototipo, la que le abrirá los ojos.

 No obstante, se comprende que la mercadotecnia no siempre atina más que a vender, y eso significa que lejos de atender al contenido se quede literalmente enfrascada en el envase del producto, tal como le sucedió, dicho sea de paso, a Xóchitl Gálvez en el debate, al circunscribirse a mostrar sus dummies de productos mercadológicos y clientelares para el electorado; sobre la base de una apuesta de gobierno que resulta bofa, limitándose en su discurso a sacar trapos sucios de temas y frases hechas, previsibles y manidos, sin lograr avanzar puntos a su favor en pro de su propia campaña a partir de propuestas, porque en gran medida toda su candidatura está armada a la defensiva. Ella es como el espejo convexo de lo que seriamente ha planteado, por un lado, el presidente Andrés Manuel López Obrador en su sexenio y luego por extensión, Claudia Sheinbaum, como la continuadora de un proyecto que desde el principio se dijo que tendría diferentes niveles de operación estratégica en su planteamiento político, con objetivos puntuales que el frente morenista ha llamado la Cuarta Transformación.

 Volviendo a la empresa Mattel (a la que se critica bastante mal no sólo por la Barbie rara) podemos decir a su favor que como marca también ha ido cambiando a lo largo de su historia y actualmente hay Barbies de todo tipo (role models) para casi cualquier idea (y forma) de mujer, lo que incluye también precisamente mujeres sui generis, como las embarazadas y un nuevo modelo que indica que la Barbie tiene síndrome de Down, lo que después de todo, simplemente se apega más a la realidad de las niñas que las juegan.

 De a poco, la película pasará del mundo ideal Barbie, al de plantear una serie de polémicas sobre la relación entre los hombres y las mujeres (sobre el patriarcado, los caballos y Stallone) y con una mirada sobre la mujer que trata de ir más allá de las respuestas más obvias.

 

Barbie Land y los indignados de la Derecha

El filme resultó ser una especie de mezcla de la cinta Toy Story 4 atravesada por cierta estética de El Mago de Oz, los libros de teoría cinematográfica feminista de Laura Mulvey, y los universos formales de Jacques Demy o Stanley Donen, para que más o menos se entienda por dónde va la intrincada cinta posmoderna, en la propuesta de su directora, Greta Gerwig.

 Es curioso como los expertos de cine de la Derecha reaccionaron ferozmente, como Ben Shapiro, quien se puso a quemar muñecas alegando que la paráfrasis de la primera escena de 2001: Odisea del espacio de Stanley Kubrick (1968), en la que unas niñas tiran al cielo una muñeca bebé, como el hueso de la afamada cinta de ciencia ficción, para dar a entender que es un paso evolutivo dejar de jugar a la madre, para jugar con Barbie porque sería el alter ego de las niñas en un futuro, donde como mujeres modernas pueden dedicarse y ser lo que quieran ser; se quiso ver como una ‘incitación abierta al aborto’ y por consiguiente a la completa desintegración de la familia, además de un llamado a la homosexualidad y el rechazo a la maternidad. Una idea no solo conspiranoica sino delirante, por no decir que hasta fascistoide, totalmente fuera de lugar.  

 La gente común también reaccionó de forma exaltada (en algunos casos), pues las jóvenes rompieron con novios al proyectar su vida con el filme. Otros en cambio, los varones, fueron rechazados por sus amigas porque simplemente no les gustó la película. Y entre la gente de izquierda, se convirtió la cinta en una prueba de fuego sobre todo en lo que se considera una masculinidad saludable, pues muchos varones ‘progres’, en el fondo son unos machines de clóset todavía y, más que mejorarse, curiosamente han dejado ver actitudes misóginas en sus micromachismos. Algunos han alegado que ese desprecio mustio sobre sus exparejas no se debe a que ellos fallaron, sino porque en el fondo ella eran ‘lesbianas’ y es obvio que “odian a los hombres”, y ahora se han convertido en unos quejiques ‘feministas’ a modo, según les venga bien en el discurso de sus preferencias políticas.

 En un ensayo reflexivo de Christine Emba en el Washington Post, se señala que los hombres no pueden arreglarse a sí mismos o reimaginar la masculinidad solos puesto que se “necesitan nuevos códigos sobre cómo ser humano” más hoy en día, cuando se rompen a pedazos los esquemas del siglo XX, donde han estado viviendo en una zona de confort que sólo les reporta privilegios como género dominante, de ahí emana, en parte, su obstinada resistencia al cambio.

 Slavoj Zîzek, el filósofo, politólogo y crítico de cine eslavo, señala que estamos ante un caso ejemplar de la ideología de “realismo”: en la era del fin de los grandes proyectos ideológicos, donde se nos incita a ser realistas y ha dejar las inmaduras ilusiones utópicas, como “el sueño del Estado de Bienestar”, una crítica que se siempre se hace en los términos del mercado global.  “Uno puede entender ahora por qué el Dalai-Lama es mucho más apropiado durante nuestros tiempos permisivos posmodernos puesto que él se nos presenta como un buen vago del espiritualismo, sin ninguna obligación ESPECÍFICA: cualquiera, incluso la estrella de Hollywood más decadente, puede seguirlo mientras continúa con su promiscuo estilo de vida adinerado”.

 

Política en México: Crítica en crisis

Desafiando más allá la perspectiva enunciada por Zîzek, el también politólogo y filósofo argentino Ernesto Laclau (1935-2014) por ejemplo, hace una crítica sobre la contemporaneidad como un tiempo en que “la idea misma de crítica ha entrado en crisis, y donde la política ha perdido todo fundamento o certeza (Palti, 2005). En su “Análisis Político del Discurso” sobre el debate “Modernidad–Posmodernidad” expone los principales aspectos del debate como se desarrollaron durante la década de los años 80, para ir mostrando las inflexiones y tensiones de su pensamiento hacia un espacio más bien intermedio; lo que significa en este caso que Laclau tiende a recuperar el proyecto emancipador moderno, aunque marca límites y riesgos discursivos, “defendiendo la necesidad de una subversión epistémica evitando al mismo tiempo las exacerbaciones del discurso posmoderno”.

 La relación entre el filme y la política es más cercana de lo que parece, Jean Guerrero en su columna de Los Ángeles Times, afirma que “La unción de Claudia Sheinbaum Pardo como la Coordinadora de la Cuarta Transformación de Morena” y hoy candidata oficial electa para contender como presidenta de México para el periodo 2024-2030, “ha provocado diversas reacciones tan radicales como las que han ocurrido alrededor de la película de Barbie”. Y esto sucede, porque a pesar de que la cinta de Gerwig es una clara comedia escrita por los guionistas Josh Weinstein y Bill Oakle ,“muchos espectadores se lo están tomando muy en serio. Los críticos sobre todo, han estado haciendo rabietas y no se diga el mundo de la política, todo esto sucedió luego de su estreno, mientras que los fans se conmovieron hasta las lágrimas”.

 Hoy el debate taaaaann esperado, aunque también el taaaaan cantado triunfo anticipado de éste, por parte de la doctora Sheinbaum ante una contrincante que llegó babeando, furiosa y jadeante, por los casi cien episodios infortunados durante su campaña previa; no le llega ni a los talones al documento de las 100 propuestas de gobierno de su contrincante.

 Claudia, si bien al principio fue criticada por parecerse demasiado a Andrés Manuel López Obrador, y de hecho arrancó con una oratoria que emuló al líder tabasqueño, y con una corporalidad hierática (como la primera Barbie que tuvo mi hermana) con ademanes cerrados y muy artificiales para demostrar su fortaleza y que demeritaron en cierta forma su liderazgo natural, de a poco fue creciendo cuando ganó terreno en la parte en la que su oponente es realmente una mujer absolutamente limitada: en el discurso político propio con una plataforma filosófico política fundada por Morena (el Humanismo mexicano) y ahora más con sus 100 propuestas (el documento en PDF circula en la red para quien quiera conocerlo) lo que le ayudó a remontar su también vilipendiado desempeño, gracias al reconocimiento genuino de una trayectoria de militancia propia. Su activismo lo adquirió en “las tablas” a los largo de tantos años de lucha no solo al lado de AMLO, sino desde antes, por lo que inevitablemente con todo y su contención fluye orgánica y naturalmente su personal tipo de liderazgo.

 Claudia le lleva ventaja a Xóchitl desde sus primeros pasos de participación en mítines, marchas, estrados, volanteando y boteando al tiempo que sabe, desde jóven, cómo arengar consignas políticas sobre la igualdad social, y también ha ido aprendiendo a defender su posición política en el ejercicio público, no únicamente en las aulas de la universidad, donde ha planificado con sus pares, estrategias para asumir su papel protagónico como mujer de ideas; lo que ha dejado de lado el aspecto formal de sus ademanes o imagen. Allí es donde al electorado, como es natural, sobre todo para los que ya tienen una aproximación menos efectista, como lo es el electorado actual pensante y conciente, fiel al Movimiento que Morena representa.  El electorado la ha ido acompañando en la perspectiva de que llegue a la presidencia de la República, porque Claudia expresa a cabalidad seguridad en los contenidos de su narrativa; precisamente por demostrar aplomo y una capacidad de improvisar más allá de quedarse pasmada ante un teleprompter que falló (ya tuvimos bastante con el muñequito de sololoy de Enrique Peña Nieto); y porque también la ex jefa de Gobierno tiene convicciones tan arraigadas, que puede hablar por cuenta propia, más allá del diseño de un guión prefabricado.

 La fallida irrupción de Xóchitl Gálvez en la política reciente como senadora por la bancada del PAN, donde quedó como el personaje de la Chimoltrufia, porque dijo una cosa para luego decir, casi inmediatamente otra, dado que un día ya iba con paso firme rumbo para la contienda por la Jefatura de Gobierno de la CDMX, y al día siguiente ya había aceptado “por unanimidad” la candidatura por la coalición ( ¿o colusión? ) de los prianperredistas para ser candidata oficial a la presidencia de México, sin calcular sus alcances, sin aceptar francamente sus limitaciones (que no son pocas). Ni siquiera parece haberse formulado con seriedad qué está representando, cuando por un lado se deslinda de su adhesión ideológica de los partidos, pero se presta a representar sus intereses, lo que resulta francamente esquizofrénico.

 A ella sí la han ungido como candidata “perfecta”, partidos que en cierta forma son de lo más disímbolo entre sí, y no solo eso, sino con unos actores políticos quemados, señalados y con antecedentes nefastos durantes su desempeño público. Lejos de prometer “experiencia” política, (por cierto, lo único que podría haber llevado a Beatriz Paredes a hacer remontar al PRI) manifiestan abiertamente un revanchismo sin una mínima plataforma de base política consistente, que no sea la de recuperar ‘a la mala’, lo que sienten que toda la vida les pertenece, arrebatándole al pueblo y a la legalidad misma los comicios, a partir de su gandalla táctica del ‘haiga sido como haiga sido’, sin respetar la alternancia de un poder que no quieren soltar por sentirse perdidos sin sus viejos privilegios y negando con esa actitud, la inevitable y necesaria nueva realidad social, prevista por los investigadores y analistas que hacen los estudios de prospectiva política desde hace años. Ese tema incluso parece haberlo ignorado el propio Marcelo Ebrard cuando se empecinó en ganar como Coordinador de la 4T, en su ceguera personal que le impedía ver el territorio más allá del mapa donde sintió estar parado y haber ‘ganado’. Tardó en comprender un detalle de oportunidad, y observar que el liderazgo femenino ha llegado no por capricho, sino por una cuestión de masa crítica, y con ésta, una forma diferente de gobernanza y de hacer política en el que las mismas mujeres incluso están experimentando cambios propios, que han puesto de cabeza su mundo.

 Por eso Claudia, lo más probable es que gane la Presidencia de México, aunque su desempeño en los debates previos no sea espectacular, porque ella sí es una política de carrera con visión y muy cercana a un discurso factible para el electorado indeciso o fracturado de la 4T. Sí, porque para un ‘pico un hacha’ dice el dicho, y Claudia, con su temple y su también cierta parsimonia narrativa, no se deja provocar por los arranques viscerales de Xóchitl que llegó al debate con la única arma que tiene: la de la espada desenvainada, amén de una expresión de rabia que se le salía por los ojos, algo en lo que sí le pudieron ayudar sus ‘estrategas de campaña’, sobre todo viniendo de una mujer extraordinariamente transparente. 

 Pero como la propia Beatriz Paredes dijo cuando se le entrevistó sobre su rol como contrincante de Xóchitl para ser la candidata del Frente Amplio (por cierto una buen simil de la Weird Barbie) “yo no soy boxeadora sino ajedrecista” y nunca mostró que “ya le andaba” por ser la elegida, dado que ella, mejor que nadie sabe que en política: “todo puede suceder”, y mejor se hizo a un lado; y como lo sabe la voz populi, aunque se dijo en la coalición prianperredista que fueron las ‘bases’ del electorado las que aclamaron a Xóchitl, es claro que ella simplemente representa un rol, muy vapuleado por cierto a estas alturas del partido, por falta de unidad y de coherencia política que la sostenga.

 Es claro que, como reza su eslogan de campaña:  “Es Claudia”, quien tiene más que ganada la contienda, por los puntos de las encuestas y los resultados del debate, pero en general, porque mientras ella representa lo inverso de cierta cerrazón que ha caracterizado a AMLO. Sheinbaum buscar abrir la conversación y hasta la asimilación de los actores de otras fuerzas políticas que ya tampoco se sienten representados en el Frente Amplio. Una acción muy criticada, pero a fin de cuentas, la verdadera política se hace para concertar, no para amachinarse a la mala y a balazos. Claudia en ese sentido específico, ha preferido abrazar a lxs otrxs, a las demás personas que son millones, que para ella sí entran en su proyecto de nación.

 Así pues ese llamado a la integración de fuerzas (unas muy lamentables porque algunos actores de otros partidos también son nefastos) no obstante, como estrategia hacia el futuro real, es lo que equilibra esa polarización del país achacada a AMLO y garantiza una gobernanza más pacífica e incluyente, (dando forma a ese nuevo liderazgo horizontal de las mujeres) donde se inserta el mencionado “segundo piso” de la Cuarta Transformación, tras sentar los cimientos de infraestructura como hizo Andrés Manuel, Claudia promete traer ¡por fin!, el anhelado impulso a la Cultura, la Educación, y un tema por demás aplazado y muy criticado en este gobierno: la mejora de vida y de oportunidades para las mujeres; y con este plan se incluye en el paquete, el combate a la delincuencia vía el reforzamiento de la Seguridad Pública, que garantizará una mejora para bajar notable y notoriamente los índices de criminalidad, feminicidio y los asesinato de los periodistas y activistas, entre otras iniciativas. Suena utópico, pero en ese aspecto también su estrategia habla de no apagar fuegos con bidones de gasolina, como hizo Felipe Calderón durante su sexenio, además de terminar los temas que el actual presidente dejó como una deuda pendiente ante la sociedad mexicana, en un país azotado brutalmente por el crimen organizado.

 No obstante, esta contienda está llena de ‘asegunes’, por un lado, Xóchitl nos recuerda la parte más oscura de la Barbie friki, interesante, pero extravagante en su flexibilidad irónicamente desarticulada, frente a Claudia, "nuestra Barbie”, capaz de hacer todo (al menos eso nos dice su campaña); es decir, no solo tener una presencia física impecable, agradable y jovial, sino también porque viene “cargada” con un software inteligente que demuestra que aunque los doctorados no siempre quitan lo tarado, estudiar sí sirve (en el campo de las ciencias y las humanidades y no únicamente en la necia visión foxista del, otra vez: changarro, inglés y computación).

 Xóchitl no es modelo de mujer política como lo es, nos guste o no, Beatriz Paredes, una líder de larga data en el escenario político de mujeres aunque en un estilo bastante patriarcal todavía, mientras que la jocosa Xóchitl --al grado de ser bufonesca-- candidata del Frente Amplio,  reconoce cínicamente que su tesis profesional fue un plagio, eso explica que también resulte inverosímil su pasado indígena al apropiarse, de nuevo fársicamente, la cultura de los pueblos originarios. Claudia en cambio, no ostenta una falaz biografía, sino pertenecer a una familia que le permitió estudiar y comprender que se pueden tener convicciones para aplicarlas a un modelo de sociedad y soberanía, más allá de intereses personales centrados en beneficiar solamente a su círculo de cuates y parentela que la “lanzó al estrellato”.

 No obstante lo anterior, la guerra sucia que se ha desencadenado en las campañas, con terribles consecuencias para los y las candidatas de puestos a elección popular que han sido arteramente asesinados, ante los ojos atónitos de quienes que no estamos en la polaca nacional, y menos en el corazón donde se gestan las grillas y los subterfugios de este gran escenario político mexicano, nos causan escozor en más de un sentido y forman parte innegable de los fallos de este sexenio en la administración de Morena.

 La intranquilidad de muchos de nosotr@s surge a ratos en el escenario real de nuestras vidas, porque nos da esa impresión de ver en lxs líderes de la política nacional, más personajes que personas, y nos preocupa esa sensación recurrente de estar en una especie de talk show donde las y los actores políticos; son simples histriones que representan un gran guiñol donde los verdaderos líderes se esconden tras la coyuntura de convertir el liderazgo femenino, en una megatendencia global ‘ideada básicamente por varones perversos’, eso sí es friki en serio.  Y más penoso es cuando se trata de elegir a quién dirigirá el destino de nuestro país, porque a veces sin el más mínimo decoro y en otras ocasiones sin la más mínima sensibilidad hacia las grandes desgracias del pueblo o la ciudadanía, estamos en modo: espectadores, sin comprender cómo es posible que los trotskistas hayan terminado cerca de Vox y el Yunque, o cómo los Morenistas más radicales ya comulgan con los cancerberos de algunos narcopolíticos de vieja cepa y policías de la vieja guardia, ahora sí que sepa la bola ¿por qué?En fin, ejemplos de mezcolanzas ideológicas y políticas sobran en este afán de que, aunque estén mujeres a la cabeza en la recta hacia las elecciones a la Presidencia de México, lo que está sucediendo en los pasillos de la política es a veces tan aberrante como una película cómica, peor que la ‘chiqui saga’ de aventuras, de la muñeca Barbie en la cinta de Greta Gerwig.

 Y lo más raro de las campañas es que todo parece valer, mientras no se trate de no perder el “Privilegio de Mandar” parecen decirnos las cúpulas de los partidos, que “TODO” cabe en el jarrito que es México; y que hoy se disputan unos y soros, digo, otros, mientras sepan bien acomodar a sus huestes en los puestos clave. Pero lo que más sobresale de estos grupos de oportunistas de la política, es su rapacidad desesperada por llegar a la grande, aún pasando por encima de los derechos humanos; y lo peor es que se ha recurrido, en ambos bandos, a estilos y herramientas propagandísticas muy sobados, y sin que al final, nadie pueda contradecir o criticar en nada sus artimañas (que no tácticas) o sus errores, por el riesgo de ser expulsado de lo que todo apunta es ya: Claudi Land vs Xhochitl -Life en una nueva versión de “La Ciudad de las Damas” pero sin ganar una verdadera querella discutiendo a fondo lo importante.

 

Modelitos de actuación

Las Barbies han sido, en sus cambiantes versiones, modelos a seguir que suelen ser demasiado perfectos y que en su primigenio diseño no admitían para las mujeres lugar para sus miedos, sus dudas y menos sus crisis. No hubo hasta ahora, digamos, una Barbie confundida entre los productos de la empresa y esa idealización –sea desde lo físico, como fue la Barbie original, o las que le siguieron inmediatamente después– suele dejar afuera a la mayoría de las niñas, jóvenes y nueva generación de mujeres que viven en el poliamor, en la desesperanza de un planeta desquiciado por el calentamiento global donde millones mueren a diario por la hambruna; un mundo destrozado por varias guerras, donde escasea el agua y los recursos naturales; en el que se vive de modo frenético donde los niños son orientados hacia juegos mortíferos y siniestros que promueven influencers tiktokeros sin escrúpulos. Un mundo donde existen pueblos plagados por zombies de fentanilo y adolescentes furiosos que entran a matar a sus escuelas y cuyos modelos de éxito los copian de los protagonistas del narco, de las series que hacen apología del crimen organizado patrocinadas por Netflix y otras firmas del entretenimiento públicamente aceptado; y con ello se normaliza la violencia a lo bestia, aunque dichos programas fomentan prácticas delictivas a través de los avances tecnológicos y se chatarricen como basura cuerpos humanos, ideas, valores y convicciones, etc.

 El argumento de Barbie toca demasiadas temáticas a la vez como este artículo (y es tan larga también como este texto, ni hablar…). Su trama señala que todavía queda mucho qué decir de los coprotagonistas de la reina chula Barbie, puesto que expone a esos muñecxs “diferentes” de la cinta, como es Allan (Michael Cera) o la citada Weird Barbie, ambos en plan LGBT, o sobre cuestiones raciales, ligadas al aspecto físico tradicional de la muñeca, poniendo a Mattel en el centro de las críticas al ser un corporativo básicamente manejado por hombres que desplazaron a la dueña que creó la muñeca, y no lo hace sesgadamente, por más que el filme en sí mismo, sea una gran promocional de los objetos de consumo que ellos venden.

 Un caso semejante (toda proporción guardada) a la estrategia comercial de la firma United Colors Benetton, que puso en el ojo del huracán la mercadotecnia que propició el fotógrafo Oliverio Toscani (Milán, 1942) quien por cierto, a sus 80 años, no ha dejado de ser el mismo incorregible rebelde políticamente incorrecto. Toscani como fotógrafo y director de arte, se convirtió en uno de los más influyentes del mundo con sus trabajos para la marca que exalta la diversidad cultural cumpliendo una estrategia doble: volver viral la firma, al mismo tiempo que de ser un ícono como un “revulsivo para las sociedades”. Su estética fue tan exquisitamente audaz para tratar temas como el VIH que dinamitó la homofobia, e hizo que todo el mundo se cuestionara sus creencias sobre el racismo, la pena de muerte o la religión. Toscani no cree que hoy fuera un influencer, porque él dice que simplemente lo que hacen es idiotizar a la gente, mientras que lo que él hizo es promover mayor conciencia social y política con su trabajo, así se tratase de un empaque para un condón.

 La publicidad y la conciencia social nunca estuvieron tan extraordinariamente unidos en un proyecto que sin dejar de ser vendible, comercial fundamentalmente, no está reñido con la idea empresarial de la responsabilidad social que atiende las causas de los derechos humanos y la diversidad cultural. Son realidades innegables que es imprescindible integrar a nuestras vidas, si somos medianamente conscientes de los asuntos colectivos más importantes por atender en el orbe. Este concepto es también una megatendencia más auténtica que las falsedades de innumerables organismos internacionales como la ONU que se dicen estar atentos a regular los límites del poder, propiciar la paz entre los pueblos y otras inconsistencias que dan náuseas cuando uno le rasca tantito, a cómo operan realmente. El caso de la guerra en Gaza lo dice todo.

 En contrapartida de los fans de la cinta Barbie, la periodista Sarah Vine de The Independent ha sido muy enérgica en afirmar: “Es una película profundamente antihombre, una extensión de todo el feminismo de TikTok que pinta cualquier forma de masculinidad -más allá de la más insignificante- como tóxica y depredadora.Todo personaje masculino es un idiota, un déspota o un perdedor triste y algo patético. Si los roles se intercambiaran y un director masculino hiciera una película sobre cómo todas las mujeres son brujas, interesadas, histéricas y neuróticas, se ganaría las denuncias -con toda la razón- de ser profundamente ofensiva y sexista”.

 

“Nadie es perfecto”: Barbie Land para las candidatas

Una Eva y dos Adanes (1959) de Billy Wilder se cristaliza en esa inolvidable línea de diálogo final concebida por su co-guionista L. Diamond. El "nadie es perfecto" que lanza Osgood en la última escena también habla de los personajes de Barbie, quienes nunca terminan siendo lo que aparentan en la superficie ("nadie es tan bueno ni tan malo", afirmó el cineasta) los personajes están enmarcados por un espíritu de vodevil, donde se dejan ver tramas complejas que ocasionalmente se malinterpretan como simplistas. En este sentido, me parece que esta fórmula se aplica a la cinta de Mattel, más allá del juego de la mercadotecnia.

 Se dice que una megatendencia es “un cambio importante en el progreso de una sociedad o de cualquier otro campo o actividad en particular de cualquier movimiento trascendente” (Diccionario de Oxford University Press, Lexico, 2020). Y es en este sentido, es que hablamos del liderazgo femenino sobre todo ahora en la política, como una megatendencia que desde ya, engloba una serie de cambios que están por suscitarse en el mediano y largo plazo en nuestro país (como en otros); ese fenómeno de transformación influirá directamente en el desarrollo y progreso de nuestra sociedad tanto en lo regional y nacional como en lo global.

 Atender lo que deriva de las megatendencias es darnos cuenta que ofrecen información sobre los futuros probables a través de sus manifestaciones presentes. Cuando Naisbitt y Aburdene (1990) publicaron en su libro Megatrends 2000 (en cuyo apartado encontramos lo que sería el feminismo del siglo XX y principios del XXI, como una de las megatendencias principales del mundo) describen que éstas se distinguen porque “son grandes esfuerzos en el desarrollo humano y tecnológico que afectarán el futuro en todas las áreas de la actividad humana, (ellos lo vislumbraban en un horizonte de 10 a 15 años), pero en México, llegamos bastante atrasados.

 La premisa de los autores fue que las corporaciones, (de los años 90 cuando se editó el libro) fueron creadas por hombres y para hombres dado que luego de la Segunda Guerra Mundial, “los veteranos estadounidenses cambiaron el uniforme militar por el overol de las fábricas y por el traje de oficina, pero en el sistema organizacional por el cual se gobernaban persistió el modelo militar autoritario y burocrático del siglo XIX”, un sistema rumbo a la extinción, pero que todavía agoniza hoy en día.

 Los autores analizaron cómo el liderazgo femenino ha ido tomando su lugar progresivamente y desde entonces “vaticinaron” que las mujeres estaban iniciando un cambio radical (a finales del siglo pasado) tan solo en los nuevos negocios, obteniendo resultados óptimos dos veces más rápidamente que los hombres.  Y como trabajadoras, profesionales y empresarias, las mujeres también estaban dominando la sociedad de la información.

 El capítulo de esa megatendencia concluía de esta forma: “Qué ingenuos eran los hombres y las mujeres de los años 80, diremos, que creían en eso del techo de cristal y pensaban que excluirían para siempre a las mujeres de la cima”. Pero tal como ellos lo estimaron, ese modelo caducó, porque se han dado cuenta paulatinamente y a regañadientes que las mujeres somos y hemos sido más rentables que los hombres desde hace siglos, pero solo que ahora nos ‘dan el crédito’. Por eso resulta insólito que todavía estemos discutiendo este tema; la igualdad ya no debe ser un tema de evangelización y/o discusión feminista, debe ser y punto. Hoy en día quien no sea feminista –hombre, mujer, transgénero, o no binarios, etcétera—es un(a) retrógrada.

 Muchos hombres hoy en día viven con profundos complejos y pululan en las organizaciones políticas, empresariales y hasta artístico-culturales con aquella mentalidad de la postguerra; es deseable que se enteren de que incluso los startup liderados por mujeres son más rentables, que la productividad con ellas es mayor y que la diversidad de género en los directorios agrega valor en la toma de decisiones y mejora de la gestión empresarial. Sí, es lo que se llama: tener una socia estratégica para desarrollar la comunidad entera.

 Aunque cada proyecto de nación conlleva sus propias características con su candidata a la Presidencia, es claro que de todas formas la presidencia de México es una empresa (de transformación social, pero empresa al fin y al cabo), quien lo dude no puede dejar de notar que en nuestro país, está lejos del viejo neoliberalismo donde se hizo ‘costumbre’ que el peso se devaluara y entráramos en crisis financieras insalvables, algo que con el actual presidente de la nación: Andrés Manuel López Obrador, no ha sucedido. Por eso he aquí algunas reflexiones de una cinta aparentemente frívola e insustancial que ha de ser como un llamado a las mujeres que están ‘discutiendo’ los grande temas de la gobernanza de la República para los próximos seis años, y dejo al contendiente Maynes sin comentar, porque ya sabemos el rol que juega en esta contienda…

Retomo algunas de las premisas del contenido de la cinta que plantean que Barbie necesita respuestas acertadas, y resulta que sí, que tarde o temprano a su propia reflexión ontológica a lo largo de sus peripecias (campaña presidencial) las encontrará. Precisamente en el momento posterior en el que acepte que lo que cambió en ella es imposible de resarcir: el proceso de la conciencia es irreversible.

 En especial, después de la conversación con la Barbie friki, la figura de mayor autoridad — intelectual y moral — en Barbie Land porque es el personaje marginado en cierta forma y con un cuerpo flexible pero algo maltrecho. En Barbie Land ya sabemos de sobra que todo es de color de rosa (podría también ser guinda). Todo allí es magnífico  y artesanal, se trata de un trabajo visual que recrea a escala realista el mundo de la muñeca protagonista, donde ella vive una vida bidimensional: esa realidad perfecta, ideal y sin mácula. Una escenográfica vida que está construida para su mayor disfrute. Pero lo que no debe olvidar Barbie es que ella es realmente anónima (como ella hay millones), es decir un cuerpo-personalidad (esencia humana) que se transforma con una cantidad interminable de variaciones de lo que es como individuo. No olvidemos lo que nos han dicho los analistas, que parte fundamental del argumento que salva el filme, es porque “aborda el tema de la identidad a través de las características del juguete”.

 Lo que parece festivo y feliz, ese instante de gloria cotidiano en el que para el personaje ideal no hay mañana diferente, tampoco pasado, ni nuevas aspiraciones; todo parece estar “bien y de buenas”, totalmente “logrado”, porque lo que rodea a Barbie prototípica es exactamente igual siempre, en esa estabilidad pulcra e inocente, pero justo cuando parece que la realidad es una cualidad inmutable, es cuando demuestra que no es humana.

 La metáfora es obvia para quien la encuentre. La cinta cobra estatuto de veracidad no sólo de verosimilitud, cuando logra profundizar en un inusual camino del héroe al convertir a Barbie en la voz disonante del desencanto, una voz propia que la obliga a vivir una disyuntiva ‘fuera de la caja’ (del empaque donde vienen las muñecas), cuyo esencial interés es para su crecimiento interior. No se trata de descubrir únicamente que lo que le rodea no ofrece respuestas reales a sus preguntas existenciales, sino que está en un punto de inflexión vital, (como el eclipse total de sol de hoy, 8 de abril de 2024) donde ha de revisar lo vivido, más allá de hacer un recuento exitoso como si todo fuera una simple y beatífica sensación de ignorar lo negativo; donde lo último en lo que debe pensar es en el dolor, o en lo que sufren los demás, en esa existencia fuera de Barbie Land (Claudi Land  o Xochilt-Life 2024-2030). Hay que hurgar más a fondo para lograr empatizar más que simpatizar con el electorado.

 Para el personaje de McKinnon, “la solución es una sola y está fuera del mundo en colores (pasteles o guindas); más allá de las sonrisas perpetuas (con sabor a naranja) donde como una clara analogía con La Matrix, de las hermanas Lilly y Lana Wachowski, Barbie debe asumir que es “la elegida;” un guiño humorístico, donde las cineastas hacen una burla sutil a la cultura de masas y al optimismo artificial.

Retomo una cita de un artículo de Martín Retamozo, sobre la tesis del Marxismo y posmarxismo en Ernesto Laclau: hacia una teoría política posfundacional, para terminar de completar esta carta “al infinito y más allá…”, que deviene del pasado personal hacia el colectivo en época de transformaciones, campañas, candidaturas (y criaturas cándidas), para decir que en esta larga disertación, como en las teorías analíticas de Laclau podemos encontrar un proceso de pensamiento y teorización apoyado en herramientas conceptuales que lo mismo provienen originalmente del marxismo gramsciano, como derivan del psicoanálisis (freudiano y lacaniano); que toman prestadas categorizaciones de la lingüística y de la retórica como el filósofo lo expresa, donde expone un escenario político-social y filosófico marcado por la crítica a la ilusión de inmediatez, que lo mismo se encuentra “en las tesis de Wittgenstein con respecto a la filosofía analítica”, diría Laclau, “como en las de Heidegger en la fenomenología y el tratamiento postestructuralista del signo”.

 Para Laclau comprender y ubicar la política contemporánea es necesario adentrarnos en el tratamiento de los cuatro problemas fundamentales (mismos que deberíamos respondernos al elegir a nuestra candidata a la Presidencia de México) sobre lo que se proponen en el orden social, ¿con qué sujetos políticos?, ¿con cuál estrategia? y ¿cuál es el proyecto? Más allá de ganar la contienda en lo inmediato.

Estos nudos problemáticos, señala Retamozo sobre Laclau (que no precisamente La Clau) deben ser  guía para una toma de decisiones clara en las definiciones de dos proyectos de nación ‘encontrados’ (o más bien buscados, pero que se oponen) vía la reflexión de conocer cómo responde cada candidata como líder autónoma en el ejercicio del poder, a temas que giran en torno a: 1) el problema de la constitución de la sociedad (una concepción ontológica); 2) el tema del sujeto político (una concepción de la subjetividad); 3) el asunto de la estrategia (una concepción de la política); y 4) la cuestión del proyecto (una concepción normativa).

 Finalmente, como escribió Laclau:”La historia y la sociedad son, como consecuencia, un texto infinito”.

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Vera Milarka

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Gracias Emma

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