CUANDO NO DEJAMOS DE CAVAR

CUANDO NO DEJAMOS DE CAVAR

Imaginemos que has vivido toda tu vida en un campo muy grande. Tienes una venda en los ojos y te dieron una bolsa de herramientas.

Mientras caminas en el campo, te dijeron que disfrutes tu vida y eso hiciste. Sin que tú lo sepas, en ese campo hay varios agujeros y, debido a que estás caminando, tarde o temprano caes en uno.

Estando en el agujero, abres tu bolsa de herramientas y lo único que encuentras es una pala. Así que haces lo que se debe hacer con una pala y comienzas a cavar. Entonces el agujero se va haciendo más y más grande y tú sigues estando en él. Cavas con mucha más fuerza, pero sigues en el agujero. Cavas más rápido, pero sigues en el agujero. Intentas cavar de diferentes formas, clavando la pala más profundo o más superficialmente, en diferentes partes. Intentas cavar más lenta y metódicamente. Pero sigues en el fondo del agujero.

Puede que incluso te detengas y pienses en los pasos que diste para entender cómo fue que caíste en el agujero, pero por mucho que lo pienses, sigues estando ahí, y entonces comienzas a cavar de nuevo.

Con el tiempo te das cuenta de que el agujero se sigue haciendo más grande y tú sigues sin salir de él. Sabes que debe haber alguna forma de salir, o al menos eso te dijeron. Sin embargo, estás tan acostumbrado a cavar que a veces ni siquiera te das cuenta de que lo estás haciendo, lo haces en automático.

Cuando un paciente está cursando un duelo, muchas veces le cuento esta historia. Luego le pido que se tome un momento para darse cuenta de que justo ahora estás sosteniendo la pala y está cavando para salir del agujero. Pero el problema es que cavar no saca a las personas de los agujeros, sólo hace los agujeros más grandes.

Así que lo invito a que se tome un momento para dejar de cavar y que se observe a sí mismo en el agujero. Parece que está atrapado.

Sé que no es agradable darse cuenta de que se está atrapado en el agujero, pero detenerse un momento y voltear a ver las dimensiones del agujero, el tiempo que le dedicamos a cavar y lo desgastante que ha sido hasta ahora, puede ser útil de alguna manera.

Cuando el paciente se detiene, surge la oportunidad de hacer algo diferente, algo que no implique estar peleando constantemente contra lo que siente o piensa. Se trata de dejar de repasar en la mente una y otra vez los “qué hubiera pasado si”.

En el duelo es posible que todo parezca confuso, pero eso no es necesariamente algo malo, sino al contrario: la confusión y el “no saber” es lo que puede llevarte a algo diferente y nuevo.

Daniel Radesca

MD, MSc Cuidados Paliativos | Hipnosis Clínica

3 años

Gracias Elena Ricaud, Adriana Canto, Clóvis Melo Cardoso, Gonzalo Le Blanc e Betty Muniz

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