Arrojarse:

Arrojarse:

Una vez que hemos practicado y ampliado la zona de confort, de competencia, hay que seguir adelante. Cuando llega el momento de actuar, sólo queda actuar. La ansiedad, la ¨vibración¨ que se siente viene del cerebro, no se puede cambiar en el corto plazo. 

Si se enfrenta el miedo llega un momento de claridad; es un momento donde el universo se alinea y te da un espaldarazo diciéndote: “Es tu momento¨. 

En el mundo hay miles de personas que no se enfrentan al miedo cuando llegan al punto de definir su sueño, aspiración, venta, deuda, problema, etc. Atreverse a pedir o encogerse al intentarlo se vuelve un hábito. 

Si quieres lograr algo en la vida, debes localizar a quién toma la decisión y lograr que suceda. Es importante tomar el riesgo y hacer que las cosas sucedan. No siempre se logran las cosas al intentarlo, pero es importante no quedarse con las ganas.

 Hay que tener fe en el abismo. Lo que más tememos es la pérdida de control al saltar al abismo de lo desconocido para nosotros, ya sea un nuevo contrato, una nueva relación, un cierre de un proyecto, el virus en un pariente, etc. El salto trae un regalo: se descubren nuevas habilidades que nunca habríamos descubierto de no haberlo intentado. Al tomar un nuevo camino se siente como si se entrase en una habitación oscura, se vive una sensación de vulnerabilidad muy grande; el trabajo, en este momento, consiste en encontrar la pequeña luz que de seguro existe y creer en ella. 

Generalmente, a este proceso se le llama salto de fe, pero no es una fe religiosa, es fe en el entrenamiento, en los entrenadores; y también, si se quiere en Dios o el karma (por qué no).

 Viene muy bien la frase de W.H. Murray en la expedición escocesa al Himalaya: ¨Mientras no estemos totalmente comprometidos habrá indecisión, existirá la posibilidad de echarse atrás y habrá siempre ineficacia”. En relación con todos los actos de iniciativa (y de creación), hay una sola verdad elemental cuya ignorancia mata innumerables ideas y planes espléndidos: en el momento en que uno se compromete firmemente, la providencia se pone también en movimiento. De la decisión surge todo un caudal de sucesos que provocan todo tipo de incidentes imprevistos a nuestro favor, ocasiona encuentros casuales y trae la ayuda material que nadie habría soñado encontrar¨ ¿Cómo ocurre esto? Es un misterio de la naturaleza. 

¿Cómo saber si el impulso es valiente o temerario? Es una decisión que sólo se puede tomar en privado; es tú decisión, hay que hacer la tarea, escuchar el consejo, pero al final es algo que vamos a tener que hacer a solas. Volvemos al tema de dejarnos guiar por nuestra intuición. 

Nos da un excelente ejemplo Douglas Corrigan en su vuelo a Irlanda desde Nueva York en 1935, después de haber pedido permiso más de 5 veces, decidió volar sin permiso y luego fingió una equivocación.

 A veces el miedo al fracaso es miedo al éxito camuflado, hay que reflexionar al respecto. El éxito y el fracaso traen consigo un cúmulo de cosas, debemos aceptarlo. El éxito trae consigo crítica, envidia, etc. Mientras más nos enfrentemos a esto, mejores nos haremos para manejarlo. Cada éxito y fracaso traen consigo nuevas herramientas para nuestra caja.

 Vale la pena citar a Theodore Roosevelt: ¨No es el crítico quien cuenta; ni aquél que señala cómo el hombre fuerte se tambalea, o dónde el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor. El reconocimiento pertenece al hombre que está en la arena, con el rostro desfigurado por el polvo y el sudor y la sangre; quien se esfuerza valientemente; quien yerra, quien da un traspié tras otro, pues no hay esfuerzo sin error ni fallo; pero quien realmente se empeña en lograr su cometido; quien conoce grandes entusiasmos, las grandes devociones; quien se consagra a una causa digna; quien en el mejor de los casos encuentra al final el triunfo inherente al logro grandioso, y quien en el peor de los casos, si fracasa, al menos fracasa atreviéndose en grande, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni la derrota¨.

 El miedo a lo desconocido es enorme. Generalmente lo nutrimos con una narrativa mental que termina convirtiéndose en una profecía que se auto realiza, esto es como tenerle miedo a la vida, como no atreverse a vivir. Atreverse es vivir.

 Aspectos para poner en práctica:

1.      Atreverse no se puede estudiar, es visceral.

2.      Al actuar el mundo nos va a tratar de detener, a veces está en lo correcto, pero a veces no. Sólo la práctica nos va a ayudar a entender la diferencia.

3.      La próxima vez que estés ante una decisión y tengas dudas, acorta el proceso de decidir y, si genuinamente no quieres tomar la decisión, retrocede firmemente.

4.      Acostúmbrate a pedir lo que necesitas, sé la luz verde.

5.      Ten fe en el abismo, si estás enfrentando lo desconocido, busca algo que te dé una pequeña certeza.

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