Apuntalar la casa

Apuntalar la casa

Cuando yo era más niño, y la muerte convivía con la vida compartiendo espacio, "había lugar" en casa para morir en paz y para velar al fallecido.

Nuestra casa era una vivienda humilde, encajada en medio de otras, siguiendo un modelo de construcción muy común en la montaña "ourensana", que aunaba funcionalidad, reducción de gasto, protección y "vecindad"; poniendo en valor la interdependencia necesaria y la natural familiaridad. (Hoy, desgraciadamente algunos de estos valores ya no son considerados como tales, para menor bienestar, según mi parecer).

Tras el fallecimiento de un miembro de la familia, se ponía en marcha de manera diligente y eficaz un protocolo de acompañamiento al duelo, adecuado a la cultura y a los tiempos.

Hoy quiero detenerme en un detalle, en la tarea de apuntalar el piso de la casa, aquel sobre el que se habría de depositar el féretro y por donde iban a transitar y detenerse para "acompañar en el sentimiento" los familiares, amigos y vecinos del finado. Esta actuación era tan inmediata e imprescindible como avisar al campanero o a la empresa funeraria. Su función consistía en garantizar que el suelo "soportase" la sobrecarga de un hogar que se abría de par en par para recibir consuelo.

Y después sí sonaban las campanas, y alguien recordaba que la noche anterior habían ladrado los perros de manera diferente, y otros compartían haber presentido en algún signo que la muerte no pasaría de largo. El cura, habitualmente ya había acudido a la casa horas o días antes llevando "el Viático" y los "Sacramentos de Curación" a la cabecera del moribundo; para confortarlo y prepararlo debidamente en la hora cercana de su paso a la otra orilla de la Vida, tal como la Iglesia tiene dispuesto "según el ritual".

También formaba parte de esos necesarios rituales el apuntalado del suelo al que me refiero, metáfora y símbolo inequívoco de la presencia y cercanía de la comunidad que se apresura a ayudar, apoyando y "soportando" a los dolientes desde el primer momento tras la pérdida de su ser querido.

José Luis Fernández.

Sara Martínez de Pedro

Psicóloga y Responsable de Centro de Día en Monteparís Mayores

1 año

Preciosa metáfora

Elena González Cid

Psicóloga en Servicios Sociales

1 año

Qué bonito o explicas!!! Oxalá estivésemos mais atentos a soster antes de que todo se derrumbe... 🥰

Maria Jose Aldunate - Psicóloga DKV Salud y Bienestar

Obsesión por las Personas I Proyectos de Bienestar Emocional I Gestión de Equipos I Psicología aplicada

1 año

Qué texto más profundo José Luis. Y qué necesario el acompañamiento social en el duelo, que ahora se está perdiendo. Deberíamos volver a "apuntalar" esos suelos.

maria jose cortes canay

medico adjunto en sistema galego de saude (SERGAS)

1 año

La #vida conviviendo con la #muerte El #duelo como tarea individual y colectiva

Cristina Muñoz Alustiza

Experta en Gestión de programas y definición de estrategias de Humanización y calidad. Directiva y conferenciante en el sector sanitario.

1 año

Qué hermosa historia, José Luis, cargada de simbolismo

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